El documento describe el Arco Minero del Orinoco (AMO) en Venezuela, una zona estratégica rica en recursos minerales. A lo largo de la historia, la explotación minera en esta región ha estado vinculada con la migración, la presencia extranjera, la depredación de recursos naturales y violaciones a los derechos humanos. Recientemente, el gobierno creó el AMO para diversificar la economía dependiente del petróleo, pero la iniciativa ha generado conflictos sociales y enfrentamientos violentos.
0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
14 vistas14 páginas
El documento describe el Arco Minero del Orinoco (AMO) en Venezuela, una zona estratégica rica en recursos minerales. A lo largo de la historia, la explotación minera en esta región ha estado vinculada con la migración, la presencia extranjera, la depredación de recursos naturales y violaciones a los derechos humanos. Recientemente, el gobierno creó el AMO para diversificar la economía dependiente del petróleo, pero la iniciativa ha generado conflictos sociales y enfrentamientos violentos.
El documento describe el Arco Minero del Orinoco (AMO) en Venezuela, una zona estratégica rica en recursos minerales. A lo largo de la historia, la explotación minera en esta región ha estado vinculada con la migración, la presencia extranjera, la depredación de recursos naturales y violaciones a los derechos humanos. Recientemente, el gobierno creó el AMO para diversificar la economía dependiente del petróleo, pero la iniciativa ha generado conflictos sociales y enfrentamientos violentos.
El documento describe el Arco Minero del Orinoco (AMO) en Venezuela, una zona estratégica rica en recursos minerales. A lo largo de la historia, la explotación minera en esta región ha estado vinculada con la migración, la presencia extranjera, la depredación de recursos naturales y violaciones a los derechos humanos. Recientemente, el gobierno creó el AMO para diversificar la economía dependiente del petróleo, pero la iniciativa ha generado conflictos sociales y enfrentamientos violentos.
Descargue como PDF, TXT o lea en línea desde Scribd
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 14
ARCO MINERO DEL OESTE VENEZOLANO
MACRO-CUENCA DEL RÍO ORINOCO
(Ensayo).
Cátedra: Derecho Penal Ambiental.
Realizado por: Pernía José Gregorio. C.I. V.- 8.108.150.
San Cristóbal, noviembre 2022.
Venezuela, oficialmente República Bolivariana de Venezuela, es un país soberano situado en la parte septentrional de América del Sur, constituido por un área continental y por un gran número de islas e islotes en el mar Caribe, cuya capital y mayor aglomeración urbana es la ciudad de Caracas. Posee una extensión territorial de 916 445 km². El territorio continental limita al norte con el mar Caribe y el océano Atlántico, al oeste con Colombia, al sur con Brasil y por el este con Guyana. Con este último país, el Estado venezolano mantiene una reclamación sobre 159 542 km² de territorio al oeste del río Esequibo, esta área es conocida como Guayana Esequiba o Zona en Reclamación. El país tiene una biodiversidad muy alta y ocupa el séptimo lugar en la lista mundial de naciones con mayor cantidad de especies. Existen hábitats que van desde las montañas de los Andes en occidente hasta la selva tropical de la cuenca del Orinoco en el sur, a través de las extensas planicies de los Llanos, la costa del Caribe y el delta del río Orinoco en el oriente. El territorio ahora conocido como Venezuela fue colonizado por España en 1522, en medio de la resistencia de los pueblos amerindios. En 1811, se convirtió en uno de los primeros territorios hispanoamericanos en declarar la independencia, que no se estableció de manera segura hasta 1821, cuando Venezuela era un departamento de la República Federal de la Gran Colombia. Se separó como un país independiente en 1830. Un colapso en la confianza a los partidos políticos existentes llevaron a la elección en 1998 del ex- oficial de carrera Hugo Chávez, implicado en el golpe, y el inicio de lo que llamó la Revolución bolivariana. Chávez comenzó su gobierno convocando a una Asamblea Constituyente en 1999, donde se redactó una nueva Constitución que cambiaría el nombre oficial del país a República Bolivariana de Venezuela. Para 2010, Venezuela tenía las reservas petroleras más grandes del mundo y era uno de los principales exportadores mundiales de petróleo. Antes de la explotación del petróleo, el país era un exportador de productos agrícolas, como café y cacao, pero el petróleo rápidamente alcanzó a dominar las exportaciones y los ingresos del país. La sobreoferta mundial de petróleo en los años 1980 condujo a una crisis de la deuda externa y a una prolongada crisis económica. Años más tarde, la reducción de los ingresos debido en gran medida al excesivo gasto público, el aumento de las importaciones, la corrupción, la caída de la producción nacional debido al excesivo control del estado y políticas económicas que terminan ahogando al sector privado, se citan ampliamente como factores que desestabilizaron la economía del país. Esto condujo a una crisis generalizada que trajo como consecuencia hiperinflación, depresión económica, escasez de productos básicos y aumentos drásticos del desempleo, la pobreza, las enfermedades, la mortalidad infantil, la malnutrición y el crimen. A fines de 2017, las agencias de calificación crediticia declararon a Venezuela en mora con los pagos de la deuda. En 2019, la Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas emitió un informe donde señala que el gobierno venezolano ha incurrido en sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
ARCO MINERO DEL ORINOCO (AMO). Alternativa Economica de Producción:
Desde tiempos inmemoriales, la Región Guayana ha sido un territorio muy
apetecido por sus riquezas minerales, biodiversidad, recursos forestales y potencial hídrico. La abundante presencia de oro y diamante ha atraído la atención de inversores extranjeros y nacionales, así como de mineros locales y foráneos. La historia de la explotación minera al sur del Orinoco se ha vinculado con el fenómeno de la migración, la presencia extranjera, depredación de los recursos naturales, desplazamiento de poblaciones autóctonas, violaciones de derechos humanos, extracción y tráfico ilícito minerales y otros patrimonios nacionales. Se conoce, por relatorías y crónicas de los misioneros capuchinos y funcionarios de la época, que el oro venezolano se venía extrayendo desde antes de 1800, como trabajo obligado de los indígenas, y llevado a España. Según el antropólogo Sergio Milano, al menos desde la época señalada la actividad minera de oro no se ha detenido aun cuando ha tenido épocas de disminución y auge influenciados por las circunstancias políticas vividas en Venezuela a lo largo del siglo XIX. “Hasta la fecha, la cultura minera al sur del Orinoco se ha venido estructurando y consolidando como una manera de pensar y actuar particular”. Por más de un siglo, hubo una política que, por acción o inacción, contribuyó al saqueo de los recursos naturales y minerales de Venezuela, que redujo a los pueblos mineros a pueblos fantasmas, en condiciones miserables de vida y con diversos pasivos ambientales. A pesar de que el Libertador Simón Bolívar siempre instruyó que las minas son propiedad de la República, algunos Gobiernos de derecha hicieron una repartición, a diestra y siniestra, de territorios y minas (algunos con carácter sucesoral) a trasnacionales y particulares. Estas concesiones del derecho minero degeneraron en conflictos de uso de la tierra e irreversibles impactos ambientales en espacios protegidos, prístinos, ceremoniales y de asiento de comunidades indígenas. Con la llegada de Hugo Chávez al poder, diversas acciones de carácter sociopolítico e iniciativas legislativas fueron impulsadas por el Estado venezolano para regularizar o concluir aquellas prácticas que resultaban lascivas de cara a los intereses sociales, ambientales, económicos, culturales de las localidades con fuerte arraigo minero, afectando de igual manera el ejercicio de la soberanía y defensa del territorio nacional y su patrimonio. Pero el resultado de estos esfuerzos fue insuficiente producto del desconocimiento de la cultura minera. Para el antropólogo Sergio Milano de la Universidad Nacional Experimental de Guayana, descartar por años la actividad minera como una alternativa económica y, en su lugar, intentar reubicar a los mineros en otra actividad o desalojarlos sin considerar las variables culturales fue el principal error del Gobierno de Chávez en las políticas de control minero y una de las razones de una actividad minera desbordada. Tras varios aprendizajes con el Plan Caura, la Reconversión Minera y la Misión Piar, el Estado venezolano asumió la función como regulador y fiscalizador del régimen socioeconómico, bajo un enfoque fundamentado en la productividad, protección del ambiente, sustentabilidad, libre competencia, justicia y equidad social, entre otros principios que se extendieron a todas las actividades económicas. El nuevo modelo de producción, basado en la diversificación, demandaba de una configuración distinta. El Arco Minero del Orinoco (AMO) está ubicado al sur del río Orinoco, en la parte norte del estado Bolívar. Posee una superficie total de 111 843,70 km². De esa superficie solo en un 5 % se llevará a cabo la exploración. Una vez finalizada la etapa de exploración, se estima que la explotación de minerales se realice solo en 1,5 % del Arco Minero. Consta de cuatro grandes áreas, Área 1: es el área más occidental hasta el río Cuchivero, donde predominan bauxita, coltán, tierras raras y diamantes. Área 2: entre el río Cuchivero y río Aro, con predominancia de hierro, minerales no metálicos y oro aluvial. Área 3: entre el río Aro y el límite este del Arco Minero, predominan oro, hierro y bauxita Área 4 extensión del Arco Minero en la zona de Imataca, donde predominan oro, cobre, caolín y dolomita. Desde la creación de AMO en 2016 ha traído en la zona minera desasosiego, luto y conflictos en la sociedad, en tres Estados del país: Bolívar, Guárico y Amazonas. Entre abril de 2016 y septiembre de 2018, han ocurrido 40 eventos violentos en el área destinada mediante decreto a la explotación de materiales estratégicos, La tragedia de la Masacre de Tumeremo dio inicio a investigaciones relacionadas en enfrentamientos con pranes, el grupo ELN de origen en Colombia, la Fuerza Armada Nacional y el CICPC. El gobierno nacional con la creación de un grupo que bajaría las tensiones a través de sus “Operación Liberación del Pueblo “OLP Un plan para combatir la delincuencia especialmente, el paramilitarismo colombiano”. En agosto de 1991 la zona del Delta del Orinoco mediante Decreto N° 1.635 el 5 de junio de 1991, Gaceta Oficial N° 34.767 del 1 de agosto de 1991, fue declarado como zona de reserva de la biosfera como una zona de ecosistemas tropicales deltaicos donde se conjugan invalorables recursos biológicos. En el 2009 la UNESCO la incluye dentro de la Red Mundial de Reservas de Biosfera en América Latina y el Caribe bajo el Programa de Reserva Hombre y Biosfera. El 24 de febrero de 2016, a través del Decreto 2.248 de la Gaceta Oficial 40.855, se decreta el nombramiento de Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco. Igualmente el decreto incluyó certificar y cuantificar las reservas mineras de esta zona. En busca de sectorizar la región para iniciar la explotación industrial de los recursos minerales de la zona debido a la crítica situación petrolera por la que pasaba Venezuela. El 5 de agosto de 2016 el ministro para la Defensa, Vladimir Padrino López, anunció que "se activará unidad especial para el Arco Minero del Orinoco". El 7 de septiembre de 2016, el ministro para el Desarrollo Minero Ecológico, Roberto Mirabal, informó que empezó la etapa de exploración del Arco Minero del Orinoco y señaló que "toda transnacional en el Arco Minero debe cumplir las leyes del Estado". Entre los objetivos del Arco Minero del Orinoco están la diversificación de la economía. El Arco Minero del Orinoco (AMO), nombrado por el gobierno de Nicolás Maduro el 24 de febrero de 2016 como "Zona de Desarrollo Estratégico Nacional Arco Minero del Orinoco", es un área de explotación irregular y trabajos precarios de recursos minerales y personas en Venezuela desde 2017, El Arco Minero del Orinoco abarca un área de 111 843,70 km², es decir 12,2 % del territorio venezolano; duplicando a la faja petrolífera del Orinoco. De acuerdo con el exministro del gobierno de Nicolas Maduro, Roberto Mirabal, el Arco Minero del Orinoco tiene un potencial de unos 2 trillones de dólares. La Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales, la Sociedad Venezolana de Ecología, la Asociación de Arqueólogas y Arqueólogos de Venezuela (AAAV), la Asamblea Nacional de Venezuela y la ONG Programa Venezolano de Educación Acción en Derechos Humanos (PROVEA) han expresado públicamente su preocupación ante la el incumplimiento de estudios de impacto ambiental y sociocultural, la violación de derechos a la consulta previa en las comunidades indígenas, el patrimonio cultural y natural y la soberanía nacional. En 2020, la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, denunció que los trabajadores en el Arco Minero del Orinoco están sometidos a graves abusos y violencia que han causado al menos 149 muertos desde 2016. El Arco Minero ha sido denunciado como una actividad de extracción ilegal que no tiene regulación ambiental ni social. El Arco Minero, es una alternativa económica para la sociedad y el país, hoy en día se presenta una combinación de ilegalidad, destrucción de la biodiversidad y muerte de los ecosistemas, presentándose reportes de asesinatos de personas que controlan los yacimientos ilegales y militares, asumiendo el control de las minas, pertenecientes al Estado venezolano. El Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, otorga a empresa extranjeras, concesiones de explotaciones por 20 años, supuestamente excavadas y procesadas en el arco minero de Venezuela, para combatir la minería ilegal, a fin de poner orden en las mismas y sus respectivos campos mineros; los cuales son llevados a cabo por grupos armados ilegales, que controlan un gran número de pequeños mineros, realizando actividades delictivas relacionadas, que van más allá de la actividad minera. Estimándose que alrededor del 91% de la explotación del oro de Venezuela, se produce ilegalmente por parte de bandas y delincuentes en la zona de Guyana Esequiva. La Guayana, la faja del Orinoco y las islas del caribe, en la extracción del oro,, diamantes, perlas, el coltán, cuarzo y otros metales. Este territorio que se superpone a cinco parques nacionales es de 112,000 Kilómetros cuadrados para la explotación legal de coltan y también en la destrucción afecta el pulmón de Sur América, como lo es la Amazonía y el Estado Bolívar. Por otra parte, es importante destaca que hubo un grupo de científicos ambientalistas se opusieron a esta decisión, para ellos, el grupo que representan al gobierno venezolano no cumplieron con realizare y presentar un estudio y evaluación del impacto ambiental del Arco Minero y de las minas, las cuales están actualmente procesando los pequeños mineros, obviando la consulta previa a las personas del pueblo, establecida por nuestra Carta Magna. El ACNUDH siguió recibiendo denuncias de homicidios de indígenas y amenazas contra líderes indígenas en las zonas mineras por los “sindicatos”, en particular en áreas controladas por grupos armados no estatales. El ACNUDH resaltó que los homicidios y las denuncias de amenazas se debían investigar de manera independiente y los autores debían ser llevados ante la justicia. El ACNUDH recomendó al país que desmantelara los grupos delictivos y armados que controlaban las actividades mineras, hiciera frente a la corrupción y enjuiciara y sancionara a los responsables de delitos y violaciones de los derechos humanos. El Consejo de Derechos Humanos condenó enérgicamente la violación de diversos derechos individuales y colectivos de los pueblos indígenas, en particular en la región del Arco Minero del Orinoco. El equipo de las Naciones Unidas en el país informó de los escasos avances en la demarcación territorial y ambiental indígena, y recomendó a la República Bolivariana de Venezuela reactivar la Comisión de Delimitación y agilizar la legalización de las demarcaciones. El ACNUDH se mostró preocupado por los procesos de demarcación aprobados pendientes de que la Procuraduría General emitiera los títulos correspondientes, y recomendó al país adoptar todas las medidas necesarias para cumplir el mandato constitucional de reconocer todos los territorios indígenas y los derechos colectivos a la tierra sin demora, con especial énfasis en las iniciativas de autodemarcación. Debido a la falta de transparencia sobre esta materia, el ACNUDH no es capaz de determinar en qué medida el Gobierno ha logrado regularizar la actividad minera y frenar la extracción ilegal en el AMO. El Ministerio del Poder Popular de Desarrollo Minero Ecológico no ha publicado información de interés público, como estudios de impacto ambiental y sociocultural, datos sobre el número y el nombre de las empresas con las que el Gobierno ha conformado alianzas, o sobre el número de mineros inscritos en el Registro Único Minero. El Banco Central de Venezuela tampoco publica información actualizada sobre los volúmenes de oro y otros minerales que recibe de la empresa minera estatal Minerven, ni sobre la cantidad de minerales que se exportan, o sobre cuál es su destino principal o el monto de divisas extranjeras que el Estado recibe a cambio. La información de que dispone el ACNUDH indica que gran parte de la actividad minera, tanto dentro como fuera del AMO, está controlada por grupos delictivos organizados o elementos armados. Son estos los que deciden quién entra o sale de las zonas mineras, imponen reglas, aplican castigos físicos crueles a quienes infringen dichas reglas y sacan beneficios económicos de todas las actividades en las zonas mineras, incluso recurriendo a prácticas de extorsión a cambio de protección. La información disponible muestra que la mayoría de las minas son controladas por grupos criminales organizados, llamados "sindicatos" a nivel local. Si bien es cierto que la minería ilegal ha existido en el estado de Bolívar desde hace más de 20 años, la presencia de grupos criminales en las actividades mineras se ha hecho más visible desde 2011, cuando se puso fin a las concesiones de las que se beneficiaban las empresas mineras extranjeras. Dicha presencia ha aumentado considerablemente desde 2015, coincidiendo con el aumento de los precios internacionales del oro. Estos grupos reproducen el modelo del "pranato" que existe en algunas cárceles de la República Bolivariana de Venezuela y que consiste en una estructura criminal sometida a un "jefe o pran" que impone brutalmente sus órdenes a los reclusos y controla actividades ilícitas dentro y fuera de la prisión. El ACNUDH también recibió información que muestra que, en fecha más reciente, elementos irregulares armados han tomado el control de ciertas minas en la parte central del estado de Bolívar y también en la parte oriental, cerca de la frontera con Guyana. Como consecuencia de la crisis económica, la migración interna hacia la región minera ha crecido dramáticamente, si bien no hay información oficial sobre el número de personas efectivamente empleadas en la minería dentro del AMO. Una parte importante de esta población migra temporalmente desde toda la República Bolivariana de Venezuela para trabajar en las minas y las zonas aledañas debido al desempleo en sus comunidades de origen, o abandona sus puestos de trabajo en otros sectores, incluso de la educación y la salud, en busca de mejores salarios y de mejores medios de subsistencia para sus familias. La inmensa mayoría no tiene experiencia laboral previa en la minería. Dentro del AMO, la técnica de extracción más utilizada es la minería a cielo abierto, que supone la excavación de grandes cráteres en la superficie terrestre. Los mineros han explicado que descienden sin ninguna protección, a veces incluso descalzos, para recoger rocas y subirlas en sacos. El trabajo se organiza en cuadrillas de cuatro o cinco mineros, que realizan turnos diurnos y nocturnos de aproximadamente 12 horas. Antiguos mineros contaron que los accidentes eran habituales y que, por ejemplo, habían presenciado deslizamientos de tierra que habían sepultado vivos a mineros. La mayor parte del trabajo en el AMO es informal, y las personas que lo realizan no tienen contratos. El ACNUDH ha identificado un patrón de explotación laboral en cuyo marco los mineros se ven obligados a entregar un gran porcentaje del oro extraído a los diversos actores que controlan las minas. En general, para poder trabajar en las minas se les exige que paguen entre el 10 y el 20 por ciento del mineral extraído a los grupos criminales o elementos armados, y alrededor del 15 al 30 por ciento al propietario del molino donde se trituran las rocas para la extracción de oro. Los compradores de oro pagan precios 25 por ciento inferiores a los que se aplican a nivel internacional. Además, los mineros tienen que pagar altos precios por la comida y el agua a los vendedores dentro de la zona, quienes a su vez tienen que pagar una tarifa a los grupos criminales o armados que controlan las minas. Aunque los ingresos en el AMO son generalmente más altos que en el resto de la República Bolivariana de Venezuela, algunos mineros indicaron que apenas podían subsistir o mantener a sus familias. Según la información recibida por el ACNUDH, la mayoría de los mineros acampan en los márgenes de las zonas mineras, donde improvisan refugios con lonas de plástico y tablas de madera. No disponen de servicios de agua ni de instalaciones sanitarias, y no están conectados a la red eléctrica. Las mujeres se dedican a todo tipo de tareas relacionadas con la minería, incluso en la extracción, y también trabajan como vendedoras informales. Muchas se trasladan a las minas para ocuparse como cocineras. En varios testimonios se dio cuenta del fuerte aumento desde 2016 de la prostitución, la explotación sexual y la trata en las zonas mineras, incluso de niñas adolecentes. La prostitución se organiza ya sea en pueblos cercanos o dentro de las zonas mineras en las llamadas "currutelas", que son barracones construidos con tablones de madera cuyos propietarios abonan una tarifa a los grupos criminales para poder organizar su actividad. Se informó al ACNUDH de que en las zonas mineras había niños y niñas de hasta siete años, a menudo no acompañados, en situación de vulnerabilidad ante diversas formas de explotación. Las mismas fuentes señalaron que niños y niñas de tan solo nueve o diez años trabajaban en las minas. Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), los municipios mineros del estado de Bolívar son la principal fuente del aumento de los casos de paludismo que se observan en la República Bolivariana de Venezuela desde 2015. Los estanques de acumulación de agua estancada y contaminada como resultado de la actividad minera se han convertido en focos palúdicos, así como en vectores de diversas enfermedades de la piel. Ex mineros entrevistados por el ACNUDH declararon haber contraído el paludismo cuando vivían en el AMO. Las autoridades locales señalaron al ACNUDH que, gracias a los esfuerzos conjuntos desplegados por las organizaciones internacionales y el Estado para impulsar los programas de control de vectores y a la mayor disponibilidad de medicamentos contra el paludismo, la incidencia de la enfermedad disminuyó en la segunda mitad de 2019. El paludismo y otras afecciones tratables, como la diarrea y las enfermedades de las vías respiratorias, y las enfermedades prevenibles por vacunación, como el sarampión, están proliferando entre la población indígena, a menudo con desenlaces fatales, ya que estas comunidades suelen tener un acceso limitado o nulo a los tratamientos. Otra repercusión grave sobre la salud y el medio ambiente en el AMO es la contaminación resultante del uso generalizado de mercurio. No obstante su prohibición como método de obtención o tratamiento de minerales en el territorio nacional, el ACNUDH recibió información del uso extensivo del mercurio en la región para separar el oro de otros minerales, tarea de la que a menudo se ocupan las mujeres. Una vez que se ha formado la aleación del mercurio con el oro, esta es quemada, el mercurio se volatiliza y las partículas en suspensión son respiradas por los mineros y los habitantes de la zona minera. El mercurio también se vierte en el suelo y luego es arrastrado a los ríos por el agua de lluvia. Como consecuencia, se han detectado altos niveles de mercurio en las comunidades indígenas que viven en las partes bajas de los ríos del AMO. La contaminación por mercurio de las vías fluviales tiene un impacto desproporcionado en las mujeres que pasan gran parte de su tiempo en contacto directo con el agua, en particular mientras se ocupan de las tareas domésticas. Esto las expone a mayores riesgos para la salud, sobre todo en el caso de las mujeres embarazadas ante el peligro de los defectos neurológicos que el mercurio puede provocar en los fetos. La minería tiene distintas repercusiones para los pueblos indígenas y el ejercicio de sus derechos individuales y colectivos, principalmente debido a la presencia y la actuación de los grupos armados y al daño ambiental. Una de tales consecuencias es la pérdida de control de los territorios tradicionales y los recursos naturales, lo cual incide fuertemente en su derecho a la autodeterminación. Las personas entrevistadas por el ACNUDH también subrayaron las dificultades derivadas de la falta de demarcación oficial de los territorios indígenas, y su convicción de que estos pueblos ejercerían un mayor control sobre lo que sucede en su territorio si tuvieran títulos oficiales. La destrucción del medio ambiente fue citada por la mayoría de los entrevistados entre las consecuencias más graves de la minería, afectando al derecho de los pueblos indígenas a preservar el medio ambiente y menoscaba la capacidad productiva de sus territorios y recursos. En las palabras de un líder indígena, las minas están "destruyendo la madre tierra sin piedad"; otros sostienen que los pueblos indígenas y el medio ambiente están pagando el precio más alto como consecuencia de las actividades del Arco Minero del Orinoco. Los grupos afectados han denunciado la deforestación de sus territorios, además de la contaminación de las vías fluviales y la fauna y la existencia de brotes de enfermedades infecciosas. Según estos grupos, la contaminación de los ecosistemas ha afectado las dietas tradicionales de los indígenas y coartado sus derechos a la salud y a un nivel de vida adecuado. Los pueblos Ye’kwana y Sanema de la cuenca del río Caura estiman que dentro de cinco años este espacio fluvial estará contaminado, eventualidad que es sumamente preocupante para el futuro de sus habitantes Como conclusión al presente Ensayo y de la mano del Informe emitido por ACNUDH podemos indicar que los esfuerzos del Gobierno han sido insuficientes en lo que atañe a organizar y regular la actividad minera en la zona del AMO. Además, el Arco Minero del Orinoco y la expansión de la minería han afectado considerablemente el derecho fundamental de los pueblos indígenas a la autodeterminación y sus derechos con respecto a sus tierras, territorios y recursos, a la conservación y protección del medio ambiente, y a vivir en paz y seguridad. Al ACNUDH le inquieta profundamente la falta de consentimiento libre, previo e informado con respecto al establecimiento del AMO en sus territorios tradicionales.