Rito de Ordenación Diaconal 2023 - Editado - Monición

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RITO DE ORDENACIÓN DIACONAL

RITOS INICIALES
1.- MONICIÓN DE ENTRADA: Queridos hermanos y hermanas, hoy
nos regocijamos con la Ordenación Diaconal del seminarista Erick Eugenio
Maldonado Rivera, quien responde con un sí generoso a Dios, dicha
celebración será conferida por nuestro Padre Obispo Monseñor José
Eduardo, por eso llenos de alegría recibimos a nuestros celebrantes
cantando.
1.- VAMOS A LA FIESTA DEL SEÑOR
Es el pueblo peregrino que camina llena de su amor, ese amor que
en el amor, esta es la iglesia (2v). derramo en la cruz, para darme
Unidos en el amor de Dios, vamos vida, la vida eterna. (2v)
a la fiesta del Señor (2v).
Todos untos como hermanos
Con gran gozo todos juntos debemos proclamar que Cristo vive.
celebramos hoy la fe de nuestra (2v) Celebramos nuestra redención,
iglesia (2v). divino misterio de su amor. (2v)
Es la eucaristía del Señor, eterna
Y que llegue hasta el cielo el incienso
presencia de su amor (2v) del amor de nuestro canto. (2v)
Con alegría hoy adoramos a De nuestra sencilla oración y de
Jesucristo. (2v) // Su presencia nos nuestro pobre corazón. (2v)

Obispo: En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.


Todos: Amén.
SALUDO
Obispo: El Señor, que dirige nuestros corazones para que amemos a Dios,
esté con todos ustedes.
Todos: Y con tu espíritu.
ACTO PENITENCIAL
Obispo: El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la
Eucaristía, nos llama ahora a la conversión. Reconozcamos, pues, que
somos pecadores e invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Todos: Yo confieso ante Dios todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho de pensamiento,
palabra, obra y omisión.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Por eso ruego a Santa María, siempre Virgen,
a los ángeles y a los santos y a ustedes hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro señor.
Obispo: Dios todopoderoso tenga misericordia de nosotros, perdone
nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna.
Todos: Amén.

2.- SEÑOR TEN PIEDAD DE NOSOTROS


Señor, (Señor), ten piedad, (ten piedad) (2v).
Cristo, (Cristo), de nosotros ten piedad (2v).
Señor, (Señor), ten piedad, (ten piedad) (2v).

3.- GLORIA A DIOS


Gloria a Dios en el cielo, (gloria), y Señor Dios rey celestial, Dios padre
en la tierra paz a los hombres que todopoderoso.
ama el Señor (gloria). Señor hijo único Jesucristo, Señor
Por tu inmensa gloria te alabamos, Dios, cordero de Dios, hijo del
te bendecimos, te adoramos, te padre, (gloria).
glorificamos, te damos gracias, Tú que quitas el pecado del mundo,
ten piedad de nosotros. Tú que
quitas el pecado del mundo, atiende Porque solo Tú eres santo, solo Tú,
nuestras súplicas. Señor. Solo Tú, Altísimo
Tú que estas sentado a la derecha Jesucristo. Con el Espíritu Santo en
del Padre, ten piedad de nosotros. la gloria de Dios padre. //Amen
(3v).

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso,
que tu Iglesia conserve siempre y lleve a su plenitud
los primeros misterios de la salvación humana
que confiaste a la fiel custodia de san José.
Por nuestro Señor Jesucristo.

Todos: Amén.

LITURGIA DE LA PALABRA
2.- MONICIÓN DE LA PRIMERA LECTURA: El profeta Jeremías nos
narra cómo nace su historia vocacional, entre historia y dudas. Escuchemos.
PRIMERA LECTURA
Lectura del Profeta Jeremías 1, 4-9.
Me llegó una palabra de Yavé:
“Antes de formarte en el seno de tu madre, ya te conocía; antes de que tú
nacieras, yo te consagré, y te destiné a ser profeta de las naciones.”
Yo exclamé: “Ay, Señor, Yavé, ¡cómo podría hablar yo, que soy un
muchacho!”
Y Yavé me contestó: “No me digas que eres un muchacho. Irás
adondequiera que te envíe, y proclamarás todo lo que yo te mande.
No les tengas miedo, porque estaré contigo para protegerte, palabra de
Yavé.”
Entonces Yavé extendió su mano y me tocó la boca, diciéndome: “En este
momento pongo mis palabras en tu boca.”
Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
Salmo Responsorial Sal. 109
V/. Tú eres Sacerdote para siempre, mediador entre Dios y los hombres.
R/. Tú eres Sacerdote para siempre, mediador entre Dios y los hombres.

Oráculo del Señor a mi señor:


“Siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies” R/.

Desde Sión extenderá el Señor


el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos R/.

“Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,


entre esplendores sagrados,
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora” R/.

3.- MONICIÓN DE LA SEGUNDA LECTURA: Los Hechos de los


Apóstoles nos refiere la necesidad firme de servidores, llamados diáconos
en la propagación de la caridad cristiana. Escuchemos.
SEGUNDA LECTURA
Lectura de los Hechos de los Apóstoles 6, 1-7
En aquellos días, como el número de discípulos aumentaba, los helenistas
comenzaron a murmurar contra los hebreos porque se desatendían a sus
viudas en la distribución diaria de los alimentos.
Entonces los Doce convocaron a todos los discípulos y les dijeron: “No es
justo que descuidemos el ministerio de la Palabra de Dios para ocuparnos
de servir las mesas. Es preferible, hermanos, que busquen entre ustedes a
siete hombres de buena fama, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y
nosotros les encargaremos esta tarea. De esa manera, podremos dedicarnos
a la oración y al ministerio de la Palabra”.
La asamblea aprobó esta propuesta y eligieron a Esteban, hombre lleno de
fe y del Espíritu Santo, a Felipe y a Prócoro, a Nicanor y a Timón, a
Pármenas y a Nicolás, prosélito de Antioquía. Los presentaron a los
Apóstoles, y estos, después de orar, les impusieron las manos.
Así la Palabra de Dios se extendía cada vez más, el número de discípulos
aumentaba considerablemente en Jerusalén y muchos sacerdotes
abrazaban la fe.
Palabra de Dios.
Todos: Te alabamos Señor.
4.- MONICIÓN DEL EVANGELIO: El Evangelio nos presenta la
misión, identidad y la esencia del anuncio de la Buena Nueva del mensaje
de Jesús. Puestos en pie cantamos.
4.- ALELUYA
Tu palabra me da la vida, habla Señor que te escuchamos. //
Porque tú tienes palabras de vida eterna (4v).
Aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya, aleluya.
(BIS)
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO
La mies es abundante y los obreros pocos. Aleluya.
S/. El Señor esté con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
EVANGELIO
S/. †Lectura del Santo Evangelio según san Lucas 10, 1-9
Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.
Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos
en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios adonde él
debía ir.
Y les dijo: “La cosecha es abundante, pero los trabajadores son pocos.
Rueguen al dueño de los sembrados que envíe trabajadores para la
cosecha. ¡Vayan! Yo los envío como a ovejas en medio de lobos. No
lleven dinero, ni alforja, ni calzado, y no se detengan a saludar a nadie por
el camino. Al entrar en una casa, digan primero: “¡Que descienda la paz
sobre esta casa!”.
Y si hay allí alguien digno de recibirla, esa paz reposará sobre él; de lo
contrario, volverá a ustedes. Permanezcan en esa misma casa, comiendo y
bebiendo de lo que haya, porque el que trabaja merece su salario. No vayan
de casa en casa.
En las ciudades donde entren y sean recibidos, coman lo que les sirvan;
curen a sus enfermos y digan a la gente: “El Reino de Dios está cerca de
ustedes”.
Palabra del Señor.
Todos: Gloria a ti, Señor Jesús.
5.- MONICIÓN DE PRESENTACIÓN DEL CANDIDATO: Tomen
asiento, el Rector del Seminario Mayor Diocesano “San Francisco de
Sales”, el Presbítero Marco Gamarra Varela, hará el llamado y la
presentación del elegido, luego hará la petición de ordenación del
candidato al diaconado.
RITO DE ORDENACIÓN
ELECCIÓN DEL CANDIDATO.
Padre Marco (Rector): Acérquese el que va a ser ordenando Diácono,
el seminarista: Erick Eugenio Maldonado Rivera.
El llamado dice: Presente.
Padre Marco (Rector): Reverendísimo padre Obispo, la Santa Madre
Iglesia pide que Ordenes Diácono a este hermano nuestro.
Obispo:
¿Sabes si es digno?
Padre Marco (Rector):
Según el Parecer de quienes los presentan, después de consultar al
pueblo cristiano, doy testimonio de que ha sido considerado digno.
Obispo:
Con el auxilio de Dios y de Jesucristo, nuestro salvador, elegimos a
este hermano nuestro para el orden del diaconado.
Todos: Te damos gracias a Señor.
Monición: Tomen asiento.

HOMILÍA.
Queridos hermanos:
Ahora que este hijo nuestro, de quien muchos de ustedes son familiares y
amigos, va a ser ordenado diácono, conviene considerar con atención qué
grado de ministerio reciben.

Fortalecido con el don del Espíritu Santo, ayudará al Obispo y a su


presbiterio en el anuncio de la palabra, en el servicio del altar y en el
ministerio de la caridad, mostrándose servidor de todos. Como ministro
del altar proclamará el Evangelio, preparará el sacrificio y repartirá a los
fieles el Cuerpo y la Sangre del Señor.

Además, enviado por el Obispo, exhortará tanto a los fieles como a los
infieles, enseñándoles la doctrina santa; presidirá las oraciones,
administrará el Bautismo, asistirá y bendecirá el Matrimonio, llevará el
viático a los moribundos y presidirá los ritos exequiales.
Consagrado por la imposición de manos que ha sido heredada de los
Apóstoles, y vinculado al servicio del altar, ejercerá el ministerio de la
caridad en nombre del Obispo o del párroco. Con el auxilio de Dios debe
trabajar de tal modo que usted reconozca en él al verdadero discípulo de
Aquel que no vino a ser servido, sino a servir.

En cuanto a usted, querido hijo, que vas a ser ordenado diácono, el Señor
te dio ejemplo para que, lo que él hizo, también lo hagas.

En tu condición de diácono, es decir, de servidor de Jesucristo, que se


mostró servidor entre los discípulos, siguiendo gustosamente la voluntad
de Dios, sirve con amor y alegría tanto a Dios como a los hombres y como
nadie puede servir a dos señores, ten presente que toda impureza o afán de
dinero es servidumbre a los ídolos.

Al acceder libremente al Orden del diaconado, al igual que aquellos


varones elegidos por los Apóstoles para el ministerio de la caridad,
también debes dar testimonio del bien, lleno del Espíritu Santo y del gusto
por las cosas de Dios.
Ejerce tu ministerio, observando el celibato: será para ti símbolo y, al
mismo tiempo, estímulo de caridad pastoral y fuente peculiar de
fecundidad apostólica en el mundo. Movido por un amor sincero a
Jesucristo, el Señor, y viviendo este estado con una total entrega, su
consagración a Cristo se renueve de modo más, excelente. Por tu celibato,
en efecto, te resultará más fácil consagrarte, sin dividir el corazón, al
servicio de Dios y de los hombres, y con mayor facilidad serás ministro de
la obra de regeneración sobrenatural.

Tendrás por raíz y cimiento la fe. Muéstrate sin mancha e irreprochable


ante Dios y ante los hombres, según conviene a ministros de Cristo y
dispensadores de los santos misterios. No te dejes quitar la esperanza del
Evangelio, al que debes no sólo escuchar, sino, además servir. Viviendo
el misterio de la fe con alma limpia, muestra en tus obras la palabra que
proclaman, para que el pueblo cristiano, vivificado por el Espíritu Santo,
sea oblación agradable a Dios, y en el último día, puedas salir al encuentro
del Señor, y oír de él estas palabras: "Muy bien, servidor bueno Y fiel,
entra a tomar parte en la alegría de tu Señor".

6.- MONICIÓN PARA LAS PROMESAS DEL ELEGIDO: El elegido


para el diaconado deberá manifestar ante el Obispo, el Presbiterio y toda
la comunidad su deseo de recibir el orden.

PROMESAS DEL ELEGIDO


Obispo:
Querido hijo: Antes de entrar en el Orden de los diáconos
debes manifestar ante el pueblo tu voluntad de recibir este
ministerio.
¿Quieres consagrarte al servicio de la Iglesia por la imposición
de mis manos y la gracia del Espíritu Santo?

El elegido: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieres desempeñar, con humildad y amor, el ministerio de
diácono como colaborador del Orden sacerdotal y en bien del
pueblo cristiano?

El elegido: Sí, quiero.


Obispo:
¿Quieres vivir el misterio de la fe con alma limpia, como dice
el Apóstol, y proclamar esta fe de palabra y obra, según el
Evangelio y la tradición de la Iglesia?

El elegido: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieres, como signo de tu consagración a Cristo, observar
durante toda la vida el celibato por causa del Reino de los cielos
y para servicio de Dios y de los hombres?

El elegido: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieres conservar y acrecentar el espíritu de oración, tal
como corresponde a tu género de vida, y fiel a este espíritu
celebrar la Liturgia de las Horas, según tu condición: junto con
el Pueblo de Dios y en beneficio suyo y de todo el mundo?

El elegido: Sí, quiero.

Obispo:
¿Quieres imitar siempre en tu vida el ejemplo de Cristo, cuyo
Cuerpo y Sangre servirán con sus propias manos?

El elegido: Sí, quiero, con la ayuda de Dios.

PROMESA DE OBEDIENCIA DEL DIÁCONO

Después, el elegido se acerca al obispo y de rodillas ante él, pone sus


manos juntas entre las manos del obispo. El obispo le pregunta:

Obispo: ¿Prometes respeto y obediencia a mí y a mis sucesores?


El elegido: Prometo.

Obispo concluye siempre: Dios, que comenzó en ti la obra buena, él


mismo la lleve a término.
7.- MONICIÓN PARA LAS LETANÍAS: La Iglesia invoca la intercesión
de los Santos y Mártires de nuestra fe, a fin de obtener por ellos las gracias
necesarias para llevar a plenitud su misterio y acrecentar su vida de santidad.

LETANÍAS DE LOS SANTOS


Obispo:
Oremos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso,
para que derrame bondadosamente
la gracia de su bendición
sobre este siervo suyo
que ha sido llamado al Orden de los diáconos.

7.1.- MONICIÓN: El elegido se postrará como símbolo de su total


sumisión a Dios, manifestando su disponibilidad plena a la acción del
Espíritu Santo que descenderá sobre él como artífice de su consagración.
Nos ponemos de rodillas.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.
Santa María, Madre de Dios Ruega por nosotros.
San Miguel Ruega por nosotros.
Santos Ángeles de Dios Rueguen por nosotros.
San Juan Bautista Ruega por nosotros.
San José Ruega por nosotros
Santos Pedro y Pablo Rueguen por nosotros.
San Andrés Ruega por nosotros
Santiago Ruega por nosotros
San Juan Ruega por nosotros
Santo Tomás Ruega por nosotros
San Felipe Ruega por nosotros.
San Bartolomé Ruega por nosotros.
San Mateo Ruega por nosotros.
San Simón, Ruega por nosotros.
San Judas Tadeo Ruega por nosotros.
San Matías Ruega por nosotros.
Santa María Magdalena Ruega por nosotros.
San Esteban Ruega por nosotros.
San Ignacio de Antioquia Ruega por nosotros.
San Lorenzo Ruega por nosotros.
Santas Perpetua y Felicidad Rueguen por nosotros.
Santa Inés Ruega por nosotros.
San Ildefonso Rueguen por nosotros.
Santa Cayetano Ruega por nosotros.
San Gregorio Ruega por nosotros.
San Agustín Ruega por nosotros.
San Atanasio Ruega por nosotros.
San Basilio Ruega por nosotros.
San Martín Ruega por nosotros.
San Benito Ruega por nosotros.
Santos Francisco y Domingo Rueguen por nosotros.
San Francisco Javier Ruega por nosotros.
San Juan María Vianney Ruega por nosotros.
Santa Catalina de Siena Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Ávila Ruega por nosotros.
Santa Teresita del Niño Jesús Ruega por nosotros
Santo Toribio de Mogrovejo Ruega por nosotros
San Martín de Porres Ruega por nosotros
Santa Rosa de Lima Ruega por nosotros
San Francisco Solano Ruega por nosotros.
San Francisco de Sales Ruega por nosotros.
San Juan Pablo II Ruega por nosotros.
Santa Teresa de Calcuta Ruega por nosotros.
Beato mártir Sandro Ruega por nosotros.
Beato mártir Zbigniew Ruega por nosotros.
Todos los Santos y Santas de Dios Rueguen por nosotros.
Muéstrate propicio, Líbranos, Señor.
De todo mal, Líbranos, Señor.
De todo pecado, Líbranos, Señor.
De la muerte eterna, Líbranos, Señor.
Por tu encarnación, Líbranos, Señor.
Por tu muerte y resurrección, Líbranos, Señor.
Por el envío del Espíritu Santo, Líbranos, Señor.
Nosotros, que somos pecadores Te rogamos, óyenos.
Para que gobiernes y conserves
a tu santa Iglesia. Te rogamos, óyenos.
Para que asistas al Papa y a todos
los miembros del clero en tu servicio santo. Te rogamos, óyenos.
Para que bendigas a estos elegidos. Te rogamos, óyenos.
Para que bendigas y santifiques a estos elegidos. Te rogamos, óyenos.
Para que bendigas, santifiques y consagres
a estos elegidos. Te rogamos, óyenos.
Para que concedas paz y concordia a todos
los pueblos de la tierra. Te rogamos, óyenos.
Para que tengas misericordia de todos
los que sufren. Te rogamos, óyenos.
Para que nos fortalezcas y asistas
en tu servicio santo. Te rogamos, óyenos.
Jesús, Hijo de Dios vivo. Te rogamos, óyenos.
Cristo, óyenos. Cristo óyenos.
Cristo, escúchanos. Cristo escúchanos.

el Obispo puesto en pie, con las manos extendidas, dice:


Obispo:
Señor y Dios nuestro, escucha nuestras súplicas,
y confirma con tu gracia
este ministerio que realizamos:
santifica con tu bendición a este
que juzgamos apto
para el servicio de los santos misterios.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Todos: Amén.

8.- MONICIÓN PARA LA ORDENACIÓN: Este es el momento central


de la consagración: el gesto y la palabra harán realidad este ministerio de
servicio. La comunicación del Espíritu Santo se realizará a través de las
manos del Obispo.
IMPOSICIÓN DE LAS MANOS Y PLEGARIA DE ORDENACIÓN
El Obispo con la mitra puesta impone las manos sobre la cabeza sin decir
nada, el elegido para diácono se acerca al Obispo y se arrodilla ante él.

ORACIÓN CONSECRATORIA PARA EL DIÁCONO


Obispo:
Asístenos, Dios todopoderoso,
de quien procede toda gracia,
que estableces los ministerios
regulando sus órdenes;
inmutable en ti mismo, todo lo renuevas;
por Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro
– palabra, sabiduría y fuerza tuya-,
con providencia eterna todo lo proyectas
y concedes en cada momento cuanto conviene.

A tu Iglesia, cuerpo de Cristo,


enriquecida con dones celestes variados,
articulada con miembros distintos
y unificada con admirable estructura
por la acción del Espíritu Santo,
los haces crecer y dilatarse
como templo nuevo y grandioso.

Como un día elegiste a los levitas


para servir en el primitivo tabernáculo,
así ahora has establecido tres órdenes de ministros
encargados de tu servicio.

Así también, en los comienzos de la Iglesia,


los apóstoles de tu Hijo,
movidos por el Espíritu Santo,
eligieron, como auxiliares suyos en el ministerio cotidiano,
a siete varones acreditados ante el pueblo,
a quienes, orando e imponiéndoles las manos,
les confiaron el cuidado de los pobres,
a fin de poder ellos entregarse con mayor empeño
a la oración y a la predicación de la palabra.

Te suplicamos, Señor, que atiendas propicio


a este tu siervo,
a quien consagramos humildemente
para el orden del diaconado y el servicio de tu altar

ENVÍA SOBRE ÉL, SEÑOR, EL ESPÍRITU SANTO,


PARA QUE, FORTALECIDO
CON TU GRACIA DE LOS SIETE DONES,
DESEMPEÑEN CON FIDELIDAD EL MINISTERIO.

Que resplandezca en él
un estilo de vida evangélica, un amor sincero,
solicitud por pobres y enfermos, una autoridad discreta,
una pureza sin tacha
y una observancia de sus obligaciones espirituales.

Que tus mandamientos, Señor,


se vean reflejados en sus costumbres,
y que el ejemplo de su vida
suscite la imitación del pueblo santo;
que, manifestando el testimonio de su buena conciencia,
perseveren firmes y constantes con Cristo,
de forma que, imitando en la tierra a tu Hijo,
que no vino a ser servido sino a servir,
merezcan reinar con él en el cielo.

Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,


que vive y reina contigo
en la unidad del Espíritu Santo y es Dios
por los siglos de los siglos.

Todos: Amén.
9.- MONICIÓN PARA LA IMPOSICIÓN DE LOS ORNAMENTOS:
Los familiares del ordenado entregarán los ornamentos diaconales a
nuestro Obispo, con el cual será revestido el nuevo diácono. Cantamos.
IMPOSICIÓN DE LOS ORNAMENTOS DIACONALES
Acabada la oración consecratoria, el Obispo, con la mitra puesta, se sienta.
Los padres entregan los ornamentos al Obispo. Las personas designadas
colocarán al ordenado la estola según el modo diaconal y lo reviste con la
dalmática. Mientras tanto, se puede entonar un canto adecuado.

5.- EL PROFETA

Antes que te formaras dentro del vientre de tu madre,


antes que tu nacieras te conocía y te consagré,
para ser mi profeta de las naciones yo te escogí,
irás donde te envíe lo que te mande proclamarás.

Tengo que gritar, tengo que arriesgar,


¡ay de mí! si no lo hago,
cómo escapar de ti,
cómo no hablar si tu voz me quema dentro.
Tengo que hablar, tengo que luchar
¡ay de mí! si no lo hago cómo escapar de ti,
cómo no hablar si tu voz me quema dentro.

No temas arriesgarte porque contigo yo estaré,


no temas anunciarme porque en tu boca yo hablaré,
te encargo hoy mi pueblo para arrancar y derribar,
para edificar, destruirás y plantarás.

Deja a tus hermanos, deja a tu padre y a tu madre;


abandona tu casa porque la tierra gritando está,
nada traigas contigo porque a tu lado yo estaré,
es hora de luchar porque mi pueblo sufriendo está.
10.- MONICIÓN PARA LA ENTREGA DEL EVANGELIARIO:
Revestidos ya de diácono se acerca al Obispo para recibir el libro de los
Evangelios.
ENTREGA DEL LIBRO DE LOS EVANGELIOS
El ordenado con sus vestiduras diaconales, se acercan al Obispo, y se pone
de rodillas ante él. El Obispo entrega el libro de los Evangelios, diciendo:
Obispo:
Recibe el Evangelio de Cristo,
del cual has sido constituido mensajero;
esmérate en creer lo que lees,
enseñar lo que crees
Y vivir lo que enseñas.

Finalmente, el Obispo da el signo de la paz al ordenado, diciendo:


Obispo: La paz sea contigo.
El ordenado responde: Y con tu espíritu.

6.- QUE DETALLE


Que detalle señor has tenido conmigo
cuando me llamaste cuando me Elegiste
cuando me dijiste que tú eras mi amigo
que detalle señor has tenido conmigo

Te acercaste a mi puerta pronunciaste mi nombre


yo temblando te dije aquí estoy señor;
tú hablaste de un reino, de un tesoro escondido;
de un mensaje fraterno que encendió mi ilusión;

Yo deje casa y pueblo por vivir tu aventura


codo a codo contigo comencé a caminar
han pasado los años y aunque apriete el cansancio
paso a paso te sigo sin mirar hacia atrás.
LITURGIA EUCARÍSTICA

11.- MONICIÓN DE OFRENDAS: Concluido el rito de Ordenación


Diaconal, damos inicio la Liturgia Eucarística presentando el Pan y vino
que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Cantamos.

7.- CUERPO Y SANGRE DEL


DIOS VIVO Ante tu altar ofrecemos, estas
wawitas serranas, estas uvitas
Con humildad y alegría Taita peruanas frutos de nuestro cariño.
Jesús te ofrecemos el pan y vino y El que come de mi Carne, el que
la vida ahora serán convertidos. beba de mi Sangre, Tendrá la
CUERPO Y SANGRE DEL Vida Eterna, no volverá a tener
DIOS VIVO, ALMA Y hambre.
DIVINIDAD, TAITA BUENO,
JESUCRISTO, VIDA, Soy hijo de tu rebaño, Tú el
CAMINO Y VERDAD. pastor Taita bueno, Tú eres el Pan
de la Vida, Pan que ha bajado del
El pan de nuestro trabajo el vino cielo.
de nuestro esfuerzo, los frutos de
nuestros campos cosechas del Al pie de las cordilleras, del
trigo nuestro. Huascarán (Huayhuash) ancashino
Cuerpo y Sangre ... Crece a compás del arado, la fe
Pan de vida eterna - que hemos recibido.
Sangre redentora (2)

Obispo:
Oren hermanos,
para que, llevando al altar
los gozos y las fatigas de cada día,
nos dispongamos a ofrecer el sacrificio
agradable a Dios, Padre todopoderoso.
El pueblo responde:
El Señor reciba de tus manos este sacrificio,
para alabanza y gloria de su nombre,
para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Te pedimos, Señor,
que, así como San José
se entregó con piadoso afecto a servir a tu Unigénito,
nacido de la Virgen María,
merezcamos, también nosotros, servir a tu altar
con un corazón puro.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

PREFACIO
El Sacerdocio de Cristo y el Ministerio de los sacerdotes
V/. El Señor este con ustedes.
R/. Y con tu espíritu.
V/. Levantemos el corazón.
R/. Lo tenemos levantado hacia el Señor.
V/. Demos gracias al Señor nuestro Dios.
R/. Es justo y necesario.
En verdad es justo y necesario,
es nuestro deber y salvación
darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todo Poderoso y eterno.
Que constituiste a tu Unigénito
pontífice de la alianza nueva y eterna
por la unción del Espíritu Santo,
y determinaste, en tu designio salvífico,
perpetuar en la Iglesia su único sacerdocio.

Él no solo confiere el honor del sacerdocio real


a todo su pueblo santo, sino también, con amor de hermano,
elige a hombres de este pueblo,
para que, por la imposición de las manos,
participen de su sagrada misión.

Ellos renuevan en nombre de Cristo


el sacrificio de la redención,
preparan a tus hijos el banquete pascual,
preceden a tu pueblo santo en el amor,
lo alimentan con tu palabra
y lo fortalecen con los sacramentos.

Tus sacerdotes, Señor, al entregar su vida por ti


y por la salvación de los hermanos,
van configurándose a Cristo,
y han de darte testimonio constante de fidelidad y amor.

Por eso, Señor, nosotros, llenos de alegría,


te aclamamos con los ángeles y con todos los santos, diciendo:

8.- SANTO HUARACINO


Hosanna (2v)
Santo (3v), santo es el Señor. hosanna en el cielo. (BIS)
Santo (3v), Dios del universo.
Llenos están el cielo y la tierra de tu Y bendito el que viene en el nombre
gloria (2v). del Señor (2v).

PLEGARIA EUCARISTICA III


CP Santo eres en verdad, Padre,
y con razón te alaban todas tus criaturas,
ya que, por Jesucristo, tu Hijo, Señor nuestro
con la fuerza del Espíritu Santo,
das vida y santificas todo,
y congregas a tu pueblo sin cesar,
para que ofrezca en tu honor un sacrificio sin mancha
desde donde sale el sol hasta el ocaso.
Junta las manos y, manteniéndolas extendidas sobre la ofrenda, dice:
CC Por eso, Padre, te suplicamos
que santifiques por el mismo Espíritu
estos dones que hemos separado para ti,
Junta las manos y traza una cruz sobre el pan y sobre el cáliz
conjuntamente diciendo:
de manera que se conviertan
en el Cuerpo y † la Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro.
Junta las manos.
Que nos mandó celebrar estos misterios.
Las palabras del Señor han de pronunciarse claramente y con precisión,
como lo requiere la naturaleza de la misma palabra.
Porque él mismo,
La noche en que iba a ser entregado,
Toma el pan y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó pan,
y dando gracias te bendijo,
lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMEN Y COMAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES MI CUERPO,
QUE SERÁ ENTREGADO POR USTEDES.
Muestra el pan consagrado al pueblo, lo deposita luego en la patena y lo
adora, haciendo genuflexión.
Después prosigue:
Del mismo modo, acabada la cena,
Toma el cáliz y, sosteniéndolo un poco elevado sobre el altar, prosigue:
tomó el cáliz,
dando gracias te bendijo,
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Se inclina un poco.
TOMEN Y BEBAN TODOS DE ÉL,
PORQUE ESTO ES EL CÁLIZ DE MI SANGRE,
SANGRE DE LA ALIANZA NUEVA Y ETERNA,
QUE SERÁ DERRAMADA
POR USTEDES Y POR MUCHOS
PARA EL PERDON DE LOS PECADOS.
HAGAN ESTO EN CONMEMORACIÓN MÍA.
Muestra el pan cáliz al pueblo, lo deposita luego sobre el corporal y lo
adora, haciendo genuflexión.
Luego el Obispo dice:
CP Este es el sacramento de nuestra fe.
El pueblo responde:
Anunciamos tu muerte,
Proclamamos tu resurrección.
¡Ven, Señor Jesús!
Después el obispo con las manos extendidas, dice:
CC Así pues, Padre, al celebrar ahora el memorial
de la pasión salvadora de tu Hijo,
de su admirable resurrección y ascensión al cielo,
mientras esperamos su venida gloriosa,
te ofrecemos, en esta acción de gracias,
el sacrificio vivo y santo.
Dirige tu mirada sobre la ofrenda de tu Iglesia
y reconoce en ella la Víctima
por cuya inmolación quisiste devolvernos tu amistad,
para que, fortalecidos con el Cuerpo y Sangre de tu Hijo
y llenos de su Espíritu Santo,
formemos en Cristo un solo cuerpo y un solo espíritu.
C1 Que él nos transforme en ofrenda permanente
para que gocemos de tu heredad junto con tus elegidos:
con María, la Virgen Madre de Dios, su esposo san José,
los apóstoles y los mártires, [san N.: santo del día o patrono]
y todos los santos,
por cuya intercesión confiamos obtener siempre tu ayuda.
C2 Te pedimos, Padre, que esta Víctima de reconciliación
traiga la paz y la salvación al mundo entero.
Confirma en la fe y en la caridad
a tu Iglesia, peregrina en la tierra:
a tu servidor, el Papa N.,
a nuestro Obispo N.,
al Orden episcopal, a los presbíteros,
al hijo tuyo que ha sido ordenado diácono,
ministro de la Iglesia
y a los demás diáconos,
y a todo el pueblo redimido por ti.

Atiende los deseos y súplicas de esta familia


que has congregado en tu presencia.
Reúne en torno a ti, Padre misericordioso,
A todos tus hijos dispersos por el mundo.
† A nuestros hermanos difuntos
y a cuantos murieron en tu amistad
recíbelos en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria,
Junta las manos.
por Cristo, Señor nuestro,
por quien concedes al mundo todos los bienes.
Toma la patena con el pan consagrado y el cáliz, y elevándolos, dice:
CP Por Cristo, con él y en él
O a Ti, Dios Padre omnipotente,
CC en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria
por los siglos de los siglos.
El pueblo aclama:
Amén.

RITO DE LA COMUNIÓN
Una vez que ha dejado el cáliz y la patena, el obispo con las manos juntas
dice:
Obispo:
Antes de participar en el banquete
de la Eucaristía, signo de reconciliación
y vínculo de unión fraterna,
oremos juntos como el Señor nos ha enseñado.
Extiende las manos y, junto con el pueblo, continúa:
Padre nuestro, que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.

El obispo, con las manos extendidas, prosigue solo:


Líbranos de todos los males, Señor,
y concédenos la paz en nuestros días,
para que, ayudados por tu misericordia,
vivamos siempre libres de pecado
y protegidos de toda perturbación,
mientras esperamos la gloriosa venida
de nuestro Salvador Jesucristo.
El obispo junta las manos.
Y el pueblo concluye la oración, diciendo:
Tuyo es el reino,
tuyo el poder y la gloria, por siempre, Señor.
Después el obispo, con las manos extendidas, dice en voz alta:
Señor Jesucristo,
Que dijiste a tus apóstoles:
“La paz les dejo, mi paz les doy”,
no tengas en cuenta nuestros pecados,
sino la fe de tu Iglesia
y, conforme a tu palabra,
concédele la paz y la unidad.
El obispo junta las manos y dice:
Tú que vives y reinas
por los siglos de los siglos.
El pueblo responde:
Amén.
El obispo, extendiendo y juntando las manos, añade:
La paz del Señor esté siempre con ustedes.
El pueblo responde:
Y con tu espíritu.
Luego, si se juzga oportuno, el diácono, o el sacerdote, añade:
Dense fraternalmente la paz.

9.- CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas todos Cordero de Dios que quitas todos
los pecados //del mundo (2v). //Ten los pecados //del mundo (2v).
piedad de nosotros (2v). //Danos la paz (8v).
Cordero de Dios que quitas todos
los pecados //del mundo (2v). //Ten
piedad de nosotros (2v).
El obispo, hace genuflexión, toma el pan consagrado y, sosteniéndolo un
poco elevado sobre la patena, lo muestra al pueblo, diciendo:
Este es el cordero de Dios,
que quita el pecado del mundo.
Dichosos los invitados a la cena del Señor.
Y juntamente con el pueblo, añade:
Señor, no soy digno de que entres en mi casa,
pero una palabra tuya bastará para sanarme.

12.- MONICIÓN PARA LA COMUNIÓN: La Iglesia encuentra su


vitalidad en la Eucaristía, y es Cristo quien se ofrece como alimento, en este
momento se acercan ordenadamente para recibir a Jesús el Pan de Vida,
mientras cantamos.

Creo, Jesús mío,


que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del Altar.
Te amo sobre todas las cosas
y deseo recibirte dentro de mi alma.
Pero como ahora no puedo recibirte sacramentalmente,
ven al menos espiritualmente a mi corazón.
Y como si ya te hubiese recibido,
te abrazo y me uno del todo a Ti.
Señor, no permitas
que jamás me aparte de Ti.
Amén.
10.- HOSTIA CONSAGRADA

Hostia consagrada e inmolada,


sacrificio por mi salvación, Cristo Pon en mí, tus mismos
eucaristía que te entregas, me sentimientos, pon en mi tú misma
alimentas y sostienes con tu amor. vocación, haz de mí una víctima
Vas configurándome a ti mismo por agradable, que contigo en la cruz
la gracia de la santa comunión, vas pueda inmolarse.
asemejándome a ti Cristo, por la
fuerza de tu Espíritu Santo. Dame de la gracia del calvario,
comunión de tus dolores
Y unido a ti Señor Jesús, yo redentores, dame comunión de tus
también soy hostia consagrada. Y virtudes, con tu cuerpo y con tu
unido a ti señor Jesús, yo también sangre alimentado.
soy sacrificio de oblación.

11.- ABANDONO

Vengo a ti mi Dios, a contarte mí Vengo a ti mi Dios, a encontrarte


esperanza. Todos mis sueños, por entre mis dudas. A sentirte, que a
ver en mi tierra paz. No tengo más mi lado siempre estas. Mi aliento
que a ti, nada más que a ti, y con eso eres tú, mi fuerza eres tú, y con eso
tengo todo y mucho más. tengo todo y mucho más.

Vengo a ti Señor, a arrullarme en tu Vengo a ti Señor, a confiarte mis


regazo. A llenarme de tu amor de tu amores. Mi corazón entregado a tu
amistad. No tengo más amor, nada misión. //No tengo tierra, nada más
más que a ti, y con eso tengo todo y que mi país, y con eso tengo todo y
mucho más. mucho más. (2v)
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Defiende, Señor,
con tu protección continua a tu familia,
alegre por la solemnidad de San José,
y, al saciarla con el alimento de este altar
conserva con bondad tus dones en ella.
Por Jesucristo, nuestro Señor.

BENDICIÓN AL FINAL DE LA MISA


Obispo: Nuestro auxilio es el nombre del Señor.

Todos: Que hizo el cielo y la tierra.

Obispo: El Señor esté con ustedes.

Todos: y con tu espíritu.

Y la bendición de Dios Todopoderoso,


Padre †, Hijo †, y Espíritu † Santo.
Todos responden: Amén.
13.- MONICIÓN DE SALIDA: Agradecidos por los inmensos dones de
Dios en la Eucaristía y en esta Ordenación Diaconal, retornemos a nuestras
labores cotidianas comprometidos de orar por las Vocaciones Sacerdotales
y a la Vida Consagrada. Cantamos.
12.- EWALLA MARÍA
Eukulla niña María, ewalla virgen Yo te regalo un clavelito, y
María. //Shumaqlla warmi, mi(una) promesa de corazón. De
urpillay. Mamita virgen, pronto amar siempre a Jesusito, y una
volveremos (2v). rosita para tu amor (4v).

Inmaculada María, ave María


purísima. //Mishqita warmi,
urpillay. Shumaq warak collur,
lucero divino (2v).

Una rosa roja es tu corazón. Eso


es tu cariño, eso es tu amor.
Como tú pureza no encontraran.
Como nieve blanca del
Huascarán. (BIS)

Ama waqetsu, María. Ama


waqetsu, mamita. //Shonqo
kushishka, mamita. Sí te
queremos, mamita María (2v).

Llena de gracia, María. Del mundo


reina, mamita. //Alza nuestros
ojos, y al verte, guía nuestros pasos
a la vida eterna (2v).

Fuga
Bendita sea tu pureza y
eternamente lo sea, porque Dios
padre se recrea, al ver tan graciosa
belleza (2v).

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