3PED. Izquierdas.

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IDEOLOGÍAS, FORMACIONES POLÍTICAS Y SINDICALES: LAS

IZQUIERDAS EN ESPAÑA Y EUROPA

PROF. LUCÍA RIVAS LARA

2ª PED. ENSAYO FINAL:

Estado de la cuestión sobre el papel


de la CNT en la Revolución de
Asturias de 1934.

MÁSTER UNIVERSITARIO EN LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA


EN EL CONTEXTO INTERNACIONAL
UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA (UNED)

ENRIQUE MARINA MONTERO


ÍNDICE

1.INTRODUCCIÓN....................................................................................................................3
2.CONTEXTO.............................................................................................................................3
3.ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO.......................................4
4.CONCLUISONES..................................................................................................................17
5. BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................................17
1.INTRODUCCIÓN.

El trabajo que se presenta a continuación persigue el objetivo de exponer un estado de la


cuestión sobre el papel que tuvo de la CNT en la Revolución de Asturias de 1934. De
esta manera, a lo largo de estas páginas se ofrece una panorámica acerca de cómo se han
aproximado ciertos autores a esta área de investigación, analizando el contenido de
alguna de sus principales publicaciones sobre la materia y las hipótesis históricas
prevalecientes.

Concretamente, para la realización del ensayo se han utilizado un total de seis obras de
seis autores diferentes. A saber: Los anarquistas españoles: los años heroicos, (1868-
1936) de Murray Boockchin; Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937)
de John Brademas: Los anarquistas españoles y el poder de César M. Lorenzo;
La CNT en la revolución española de José Peirats; La CNT en el movimiento de octubre
de 1934: entre el boicot y la participación de Ángel Herrerín; y, finalmente, El
anarquismo en la insurrección de Asturias : la C.N.T. y la F.A.I. en octubre de 1934 de
Manuel Villar.

Atendiendo a la exposición del contenido, se ha efectuado una división en la que, en


primer lugar, se define un reducido contexto histórico centrado en los compases
republicanos, que sirve de marco teórico para encuadrar el estado de la cuestión.
Posteriormente, se desarrolla el estado de la cuestión propiamente dicho, presentando
brevemente a los autores y su obra y focalizando la atención en los aspectos más
divergentes de sus estudios. Por último, se presentan una serie de conclusiones,
aportando una valoración personal de la situación del debate historiográfico.

2.CONTEXTO.

El 14 de Abril de 1931 se instauró la II República española después de unas elecciones


municipales que precipitaron la caída de la Monarquía de Alfonso XII, ya muy
deteriorada después del fracaso de la Dictadura de Primo de Rivera. Un Gobierno
Provisional ocupó el vacío de poder y convocó elecciones constituyentes que dieron
lugar a un Parlamento cuya mayoría ostentaban los republicano-socialistas. Dicha
coalición, presidida por Manuel Azaña, se decidió a encabezar un gran proyecto de
reformas que tenían como objetivo la modernización del país. Algunas de ellas
recayeron sobre el Ejército, la Iglesia o la cuestión de la Tierra, generando un amplio
rechazo entre los sectores conservadores y, también, desde el izquierdismo radical que
criticaba su reducido alcance. El fracaso del proyecto reformista provocó que la
República, de forma prematura, se viera envuelta profundos en conflictos. La derecha
buscó derribar el sistema republicano a través del golpe militar de Sanjurjo y, los
anarquistas de la CNT, también lo intentaron mediante varios intentos fallidos. Además,
el contexto internacional resultaría ser claramente adverso para la consolidación de la
República: crisis socioeconómica debido al crack del 29, auge de los fascismos y
proceso de devaluación de la democracia.

Las elecciones de 1933 supusieron un giro a la derecha pues llevaron a la formación de


un gobierno del Partido Radical de Lerroux que contó con el apoyo, exclusivamente
parlamentario, de la CEDA. No obstante, el partido de Gil Robles en un determinado
momento se negó a seguir apoyando al Partido Radical si no recibía ciertos puestos en
el Gobierno. Ante esta situación, el presidente de la República, Alcalá Zamora, acabó
por plegarse permitiéndolo y, en respuesta, los socialistas de la UGT lanzarían una
insurrección armada justificada con la inasumible y peligrosa involución que suponía la
entrada de cedistas en el gobierno republicano. Dicha insurrección, que en la mayoría de
los sitios no pasó de ser una huelga revolucionaria de corta duración, tuvo en Asturias
su principal foco combativo, en parte gracias a la decidida e insólita participación de los
cenetistas de esta región. Aunque duramente reprimida, la experiencia asturiana
convenció a la izquierda de la eficacia de su sinergia y ayudó de manera destacable para
la conformación del Frente Popular que acabó por vencer en las elecciones de 1936. Por
su parte, la derecha representada por CEDA comenzaría su viraje netamente
contrarrevolucionario, atendiendo a los cantos de sirena fascistas y polarizando aún más
el sistema. Finalmente, el golpe de Estado de julio provocará el inicio de la guerra civil,
periodo en el que también se pondrán en práctica algunas de las más destacables
experiencias anarquistas de revolución social.

3.ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO.

Murray Bookchin (1921-2006) fue un profesor universitario, historiador e investigador


estadounidense, fundador de la ecología social (ecoanarquismo). Desde muy joven
estaría vinculado al pensamiento izquierdista y en los años de la guerra civil española
participaría desde su ciudad natal, Nueva York, en los canales de ayuda al bando
republicano. Realizaría un camino ideológico viajando desde el marxismo al
anarquismo, pasando por el trotskismo, hasta abrazar finalmente un socialismo libertario
muy vinculado con los movimientos contraculturales y de Nueva Izquierda y, sobre
todo, al pensamiento y el activismo ecologista.

Con su libro Los anarquistas españoles: los años heroicos, 1868-1936, cuya edición
española del 2000 (publicación original en 1977), Murray Bookchin busca según sus
propias palabras el `mantener viva la memoria en la tierra misma en la que ocurrió todo´
de unos acontecimientos revolucionarios e inspiradores y el importante papel histórico
jugado por el movimiento libertario. El autor, en coherencia con sus inclinaciones
ideológicas, no tendrá reparos en mezclar el riguroso análisis histórico con un abierto
posicionamiento favorable a muchas de las experiencias anarquistas abordadas, las
cuales narrará con una mezcla de nostalgia y orgullo, resaltando la grandeza moral de
sus protagonistas.
En el capítulo 10 del mencionado libro, El camino a la Revolución, Murray Bookchin
afirma inicialmente que el fracaso de la sublevación anarquista de diciembre de 1933
significaría el final del `ciclo de insurrecciones´. Dicho ciclo se había iniciado con la
insurrección anarquista del Alto Llobregat en enero de 1932 y había continuado con la
revolución de enero de 1933. La ineficacia de estas experiencias dejó desgastada la
capacidad de lucha de las organización anarquistas (CNT y FAI), muy minadas además
por el nivel de detenciones y perdidas sufrido, por lo que se abriría de forma obligada
un periodo en el que el anarquismo español se dedicaría especialmente a `recobrar
fuerzas y a tratar de reunir a sus seguidores´. En esta coyuntura la iniciativa en la acción
revolucionaria sería recogida por la izquierda socialista, siendo una de las puntas de
lanza el espíritu combativo de los mineros asturianos que desembocaría en la revolución
asturiana de octubre de 1934. Una de las señas de identidad que apunta Bookchinn de
esta experiencia revolucionaria es el escaso papel organizativo jugado por los
sindicatos, señalando como principal detonante del proceso la iniciativa de los propios
trabajadores. En este sentido, “los obreros mostraron una actitud claramente anarquista,
a pesar de que la mayoría de ellos estaban comprometidos con el socialismo”1.

Por otro lado, otra de las claves dadas por el autor de esta Revolución de Asturias de
1934 fue la iniciativa lanzada por los socialistas de crear una Alianza Obrera a modo de
frente unido, con el objetivo de lograr una mejor articulación proletaria contra el
fascismo y en defensa de una República Socialista Federal. A pesar de que los
anarquistas habían rechazado cualquier posibilidad de incorporarse al pacto, motivados
por su persistente hostilidad y desconfianza ante la amalgama de grupos tan dispares y
autoritarios, la facción moderada de la CNT de Asturias iba a mostrar un considerable
apoyo a la Alianza. Esta contradicción estratégica dentro de la CNT pudo tener cabida
gracias a que, en el pleno nacional de las Confederaciones Regionales de junio, se
decidió permitir acuerdos de ámbito local con la UGT. En Asturias, aunque la mayoría
de los mineros pertenecía a la UGT, la CNT ejercía sobre ellos una considerable
influencia; esta situación también ayudaría para que ambos sindicatos acordaran una
participación conjunta, en esta región, en la insurrección minera de octubre.

La llamada de Alcalá Zamora a Larreoux a formar un segundo gabinete que concedería


a la CEDA tres ministerios (Guerra, Trabajo y Agricultura), sacudió el panorama de la
izquierda española que veía en los cedistas un augurio para la entrada del fascismo. Este
hecho desencadenó en el movimiento huelguístico revolucionario producido entre los
días 5 y 19 de octubre de 1934. Para Bookchin, este llamamiento a la huelga general
conseguiría poner de manifiesto fundamentalmente tres cuestiones: en primer lugar la
importante influencia de la cooperación anarquista para el progreso de una intentona
revolucionaria en este contexto; en segundo lugar el marcado carácter defectuoso que
tuvo el sistema de coordinación de las Alianzas Obreras y, finalmente en tercer lugar, el
patente y profundo deterioro en la relación entre socialistas y anarcosindicalistas.
1
BOOKCHIN, M. Los anarquistas españoles: los años heroicos 1868-1936. Valencia: Numa Ediciones,
1977. p. 363.
Respecto a este último punto, el autor expone como principal causa de esta situación el
trato discriminatorio mostrado por la UGT y las Juventudes Socialistas hacia la CNT y
la FAI (por ejemplo a nivel informativo o armamentístico), a quienes, además, culparían
posteriormente por su abstención del fracaso de la insurrección en regiones como
Madrid o Cataluña.

Bookchin afirma que este fracaso del llamamiento huelguístico a lo largo de España iba
a encontrar un inicial foco de esperanza en Asturias, donde los mineros,
`independientemente de su afiliación´ comenzaron atacando los cuarteles de la Guardia
Civil y de la Guardia de Asalto y forzando su rendición. Posteriormente se lanzaron
exitosamente a la conquista de los pueblos de la cuenca del Aller y el Nalón, de Oviedo
(casi en su totalidad) y de la ciudad industrial de la Felguera. Sin embargo, de forma
paralela a lo sucedido en otras regiones de España, las diferencias entre anarquistas y
socialistas/comunistas saldrían a flote incluso (o especialmente) en las coyunturas más
delicadas. Bookchin apunta que cuando los mineros trataron de tomar los puertos
estratégicos de Gijón y Avilés, el comité de Oviedo se negó a suministrar armas a los
delegados anarquistas provocando una resistencia portuaria gravemente limitada que no
pudo impedir el desembarco de las tropas gubernamentales. La decisión se tornaría de
una gravedad radical al ser justamente en estos puertos donde el gobierno estableció sus
bases militares desde donde comenzó a desplegar la feroz represión de la insurrección
asturiana.

De la misma manera, Bookchin señala el digno comportamiento que tuvieron los


anarquistas a lo largo de esta intentona revolucionaria, haciendo primar la idea de
reconciliación en las zonas bajo su poder. Así mismo, el autor apunta que los
anarquistas, lejos del autoritarismo de los comités socialistas y anarquistas, habían
desarrollado unas estructuras más libres y descentralizadas como consejos de
trabajadores y asambleas de campesinos. Dichas estructuras promovieron “un clima casi
festivo en las áreas controladas por los anarquistas” 2, albergando un satisfactorio
espíritu comunal y de una esencia mucho más democrática. Para ilustrar esto, Bookchin
realiza una comparación un tanto maniquea entre el funcionamiento de dos poblaciones
vecinas separadas por el río Nalón: La Felguera, dominada por los anarquistas, y Sama
dominada por los marxistas.

Por último, cabe señalar que el grueso de la investigación y las tesis de Murray
Bookchin apenas distará de las asumidas por John Brademas y José Peirats (presentadas
a continuación), a los cuales asume y cita como estudiosos de referencia sobre la
situación del anarquismo español durante la Segunda República y la Guerra Civil.

John Brademas (1927-2016), fue un político y educador estadounidense originario de


Indiana. Ha sido miembro de la Cámara de los Representantes de los Estados Unidos
durante veinte años y rector de la Universidad de Nueva York a lo largo de diez.
También fue estuvo dentro de la junta de la Bolsa de Nueva York y de la Fundación

2
BOOKCHIN, M. Los anarquistas españoles: los años heroicos 1868-1936. Valencia: Numa Ediciones,
1977. p. 377.
Rockefeller. Además, realizó su doctorado sobre el movimiento anarcosindicalista en
Cataluña.

En su libro de 1973 Anarcosindicalismo y revolución en España (1930-1937),


presentará un estudio sobre temas variados relacionados con el anarquismo español
como la cooperación de los anarcosindicalistas con otros grupos políticos, las luchas
intestinas dentro de la CNT y la rivalidad de este sindicato con otras organizaciones
obreras. De la misma manera, se atenderá a las dinámicas conspirativas y a las huelgas e
insurrecciones protagonizadas durante la República y la experiencia revolucionaria
desarrollada durante la Guerra Civil. En cuanto a la problemática que nos atañe: el papel
de la CNT en la Revolución de Asturias de 1934, John Brademas teoriza sobre ello en
los capítulos 9 (La Alianza Obrera) y 10 (La Revolución de Octubre de 1934),
valiéndose principalmente de los documentos y artículos incluidos en revistas como
Sindicalismo, periódicos como Solidaridad Obrera y diarios como El Liberal, así como
de manifiestos de la CNT. El autor comienza este bloque realizando un repaso por las
características peculiares desarrolladas en la región de Asturias que promovieron la
implicación de la CNT con la Alianza Obrera, a diferencia de lo sucedido en otras
regiones de España donde el posicionamiento al margen de los anarquistas limitó
enormemente el alcance de estos frentes conjuntos de lucha.

A la pregunta de `¿Por qué en Asturias?´, Brademas se auto-responde apuntando en


primer lugar que la CNT era minoría en aquel territorio. Había alrededor de 25000
obreros cenetistas sobre un total de 70000 trabajadores censados, siendo la mayoría
miembros de la UGT. Esta situación de debilidad numérica respecto a los socialistas
(aunque importante en cifras totales) evitó que los anarquistas “se dejasen sugestionar
por los extremistas intolerantes”3 reticentes a la necesaria cooperación. Además,
Asturias tenía una amplia tradición favorable al frente único pues ya en 1919 se habían
producido movimientos encaminados a la unificación de las fuerzas obreras. Por otro
lado, influyeron otras condiciones como que la regional asturiana de la CNT se había
mantenido relativamente al margen de los levantamientos de 1932 y 1933 por lo que
tenía sus fuerzas `casi incólumes´. También, la UGT y el PSOE se habían acercado a la
CNT con nuevos propósitos revolucionarios como consecuencia de la derrota electoral
del mes de noviembre.

Brademas afirma que la postura de los cenetistas asturianos fue duramente cuestionada
y criticada en el pleno nacional de las Confederaciones Regionales de junio de 1934,
resultado de las “ambigüedades ideológicas del pensamiento libertario y de la inercia de
prejuicios adquiridos”4. En dicho pleno se reafirmaría la imposibilidad de cooperar con
socialistas y comunistas aludiendo tanto a traiciones pasadas como las persecuciones
sufridas en Cataluña, como a las insalvables diferencias en los medios y fines
revolucionarios. A pesar de ello, se aprobó con muchas reservas la opción de establecer
´posibles acuerdos locales con objetivos limitados´. El autor expresa a lo largo de estas

3
BRADEMAS. J. Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937). Barcelona: Editorial Ariel,
1974. p.124.
4
Ibídem. p. 127.
páginas como el principal obstáculo para consolidación eficaz de la Alianza Obrera fue
la intransigencia de la CNT ante la opción de establecer pactos formales. Otra de las
explicaciones aportadas a este hecho sería el miedo de los anarcosindicalistas a que los
socialistas pudieran instrumentalizar el bloque aliancista para suscitar problemas de
índole política al gobierno.

Bradenas confirma que en octubre de 1934 en Asturias lucharon junto a anarquistas,


socialistas y comunistas; la Alianza Obrera consiguió cuajar como vehículo
revolucionario aunque “la unidad dejó mucho que desear a nivel superior” 5. El autor
defiende que en este proceso revolucionario, aún concluido en derrota, se pudieron en
relieve dos aspectos: la eficacia a nivel de lucha desprendida de la unión de los
trabajadores y las lecciones de reorganización social y económica que tendrían notable
prolongación en 1936. Por otro lado, alguno de los iníciales problemas problemas de
coordinación interna sería, por ejemplo, el hecho de que los comités cenetistas y el
delegado anarcosindicalista del comité local de Alianza Obrera en Gijón de un delegado
de la UGT, la noticia de que el movimiento empezaría al día siguiente, por orden de
Madrid. Esto fue cuestionado por la CNT por el carácter apresurado y unilateral de la
decisión; los cenetistas también criticaron la negativa representada por los socialistas de
establecer un escenario de equilibrio de poder y consenso. A pesar de ello, la CNT de
Gijón, con una fuerte implantación de las masas obreras (metalúrgicos en su mayoría)
13-14 mil afiliados, constituyó un comité revolucionario y salió a las calles para llevar a
cabo la sublevación. La clave en este foco de lucha apuntada por este autor es la misma
que la dada por Bookchinn: la necesidad de armas por parte de los anarquistas que los
socialistas y comunistas de Oviedo se negaron a entregar. De esta manera, Gijón caería
el día 10 de octubre significando pérdida del único punto relevante controlado por la
CNT con “la consiguiente mengua de la fuerza anarcosindicalista dentro de la coalición
revolucionaria”6.

Finalmente, Brademas también se hace eco de la originalidad de los hechos acontecidos


en La Felguera, lugar que califica como `el núcleo más enemigo de la Alianza Obrera
dentro de la CNT asturiana´. En dicho pueblo, la propia decisión de decretar el
socialismo libertario habría salido de una asamblea popular. Además, se abolió el dinero
y se socializaron los medios de producción; la ejemplaridad de la colectivización había
provocado que comunidades vecinas pidieran consejo a los anarquistas felguerinos para
imitarles.

José Peirats Valls (1908-1989) fue un sindicalista español, militante de la CNT. A lo


largo de su vida colaboró en distintos periódicos anarcosindicalistas, fue administrador
de Tierra y Libertad y redactor de Solidaridad Obrera. Combatió en la guerra civil y,
tras ella, recalaría primero en Francia y posteriormente en diversos países
latinoamericanos como Ecuador, Venezuela o Panamá. A lo largo de este tiempo, sería
nombrado en varias ocasiones como secretario general de la CNT en el exilio, además

5
BRADEMAS. J. Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937). Barcelona: Editorial Ariel,
1974. p.147.
6
Ibídem. p.148.
de dedicarse a confeccionar una valiosa bibliografía histórica, como actor de primera
línea, sobre el anarquismo. Su principal obra será La CNT en la revolución española
conformada por tres volúmenes y desarrollada entre los años 1951 y 1953. En ella
repasa principalmente los acontecimientos revolucionarios y bélicos que tuvieron lugar
en España entre 1936 y 1939, dando cuenta de los errores y aciertos de unos
planteamientos anarquistas que tuvieron el `enorme valor de ser el primer ensayo
amplio y serio de comunismo libertario que registra la historia´.

Sin embargo, en relación con el objetivo del presente estado de la cuestión serán de más
utilidad los capítulos IV y V (De las elecciones de noviembre a la revolución de octubre
y El 6 de octubre en Asturias y Cataluña) del Tomo 1 de la citada obra La CNT en la
revolución Española. Para su realización el autor se basará principalmente en sus
experiencias personales, manifiestos de la CNT y comunicados oficiales de los Comités
Revolucionarios, artículos contemporáneos del diario La Tierra. Además tendrá como
principal fuente secundaria la obra de Manuel Villar (El anarquismo en el revolución de
Asturias) que también se analizará en el presente trabajo. En primer lugar José Peirats,
se detiene en cómo calaron en Asturias las invitaciones socialistas a la unidad proletaria
dada la situación minoritaria de la CNT respecto a la UGT, a lo que se sumaba una
tradicional predisposición aliancista de los anarcosindicalistas de esta región. Peirats
afirma al respecto que ya en el Congreso de la Comedia (1919) se `pronunciaron
insistentemente por la fusión sin reserva de las grandes centrales sindicales del país´.
También remarca el hecho de que las energías de los cenetistas astures `aunque
rebosantes, se mantenían vírgenes´ ya que los tres movimientos revolucionarios
protagonizados por la CNT desde principios de 1932 a finales de 1933, no habían tenido
repercusión en Asturias.

El pleno nacional de regionales de la CNT de febrero de 1934 confirmó la ruptura


asturiana con la disciplina orgánica confederal `por motivos de realismo político´.
Peirats adjunta el texto del pacto firmado entre los dirigentes de la CNT y la UGT
asturiana en el que, además de fijar como máxima la revolución social, se especifican
diez condiciones claves del naciente compromiso. Entre ellas destaca la creación de un
Comité ejecutivo en Oviedo y otros de carácter local que tendrán representación de
todas las organizaciones adheridas al pacto; el cese de campañas propagandísticas que
pudieran entorpecer las relaciones entre las partes aliadas; y la obligatoriedad en el
cumplimiento de los acuerdos establecidos tanto en el periodo preparatorio de la
revolución como después de triunfar.

José Peirats afirma que en la revolución de octubre en Asturias, la CNT interviene en


importancia por detrás de la UGT aunque por delante de la minoría comunista. Según
los datos manejados por el autor, la CNT contaría en la región con 22000 trabajadores
organizados (25000 en Brademas), siendo Gijón el núcleo más potente con 13000
afiliados. El segundo núcleo más relevante sería el de La Felguera desde donde, sin
embargo, se cuestionaba la Alianza y se negaban a todo pacto previo al poner en duda la
sinceridad revolucionaria de los socialistas. Por otro lado, Peirats también centra su
atención en el hecho de que los socialistas tratan de conservar la hegemonía del
movimiento y siguen una tendencia de actuación con la que rompen varias de las
clausulas del pacto previamente firmado con los anarcosindicalistas (al establecer las
directrices combativas de forma unilateral). A pesar de ello, la CNT interviene desde
los primeros momentos con sus propios medios de lucha, aunque los cenetistas “harán
repetidos e infructuosos viajes a Oviedo para recabar armamentos y entrar en contacto
con el Comité revolucionario”7. Peirats también defiende que en la caída de Gijón a
manos del gobierno fue clave la falta de armamento y municiones y justamente está
zona se convertirá en el punto vulnerable de la revolución. El autor también resalta el
hecho de que la orden de retirada general ordenada por el Comité Revolucionario el día
11, encontró una amplia resistencia entre los combatientes; siendo a partir de esa fecha
cuando se empieza a conceder cierta beligerancia a las fuerzas anarquistas. Por último,
Peirats también refleja en su relato la dicotomía autoritaria-libertaria entre los centros de
influencia socialista/comunista y anarquista.

Como reflexiones finales sobre la Revolución de Octubre, Peirats señala como error
fundamental la falla del movimiento en el área nacional por la ausencia de un plan serio
de coordinación. Además, esta circunstancia se relaciona con la idea de que si los
socialistas se proponían desencadenar verdaderamente un movimiento revolucionario en
España les era imprescindible la colaboración de la CNT. La carencia de una capacidad
ofensiva eficaz empujó al proceso insurreccional a un callejón sin salida en el que fue
incapaz de sobrevivir la arrinconada y solitaria experiencia asturiana.

Cesar Martínez Lorenzo (1939-2015) fue un geógrafo e historiador especializado en el


anarquismo español, que estuvo muy vinculado ya desde su adolescencia al socialismo
libertario. Su figura estuvo siempre ligada a la de su padre, Horacio Martínez Prieto,
quien sería secretario general de la CNT y a quien dedicó su última publicación Horacio
Prieto, mi padre. La obra de referencia de Cesar Martínez es Los Anarquistas españoles
y el poder (1968-1969) de 1972 en la que realiza un recorrido por la historia del
anarquismo en España. Sus principales fuentes serán las memorias de los Congresos de
la CNT e informes de cenetistas, así como la ya citada obra de José Peirats.

En el capítulo 7 (El pacto entre la CNT y la UGT de Asturias) de la citada obra, Cesar
Martínez en primer lugar se hace eco de un artículo publicado en febrero de 1934 por
Valeriano Orobón Fernández, intelectual y teórico cenetista de prestigio, en el periódico
La Tierra. En él instaba a constituir una alianza revolucionaria como medio para frenar
al fascismo y establecer un horizonte de `democracia obrera revolucionaria´, además de
criticar la ineficacia del sectarismo comunista y de la indecisión estratégica socialista.
Este texto, según el autor, suscitó una amplia agitación entre los anarquistas y tendrían
una profunda influencia para los militantes asturianos de la CNT empujando
decisivamente hacia la firma del pacto con la UGT de Asturias. Al igual que ocurriría en
la obra de José Peirats, Cesar Martínez también expone el contenido de este pacto con
sus 10 clausulas. Por otro lado, José María Martínez es presentado como el principal

7
PEIRATS, J. La CNT en la revolución española. París: Ruedo Ibérico, 1971. p. 134.
líder de los militantes anarquistas asturianos, quien se enfrentaría `con gran aplomo a las
violentas críticas de Durruti y de Eusebio Carbó, en el Pleno Nacional de la CNT del 23
de Junio de 1934, consiguiendo mantener su proyecto.

El capítulo 8 de Los Anarquistas españoles y el poder (1968-1969), Cesar Martínez se


centra exclusivamente en la insurrección de octubre de 1934. El autor apunta que
cuando estalló la insurrección en Asturias, los anarquistas formaban parte de los comités
revolucionarios locales; se señala como ejemplo el caso de Mieres donde el Comité
estaba compuesto por dos representantes de la CNT, dos socialistas, dos comunistas y
un delegado del Bloque Obrero y Campesino, de tendencia marxista. Por el contrario,
esta situación diferiría por ejemplo en núcleos como Oviedo donde “solo los socialistas
y los comunistas tenían el poder”8. Cesar Martínez, también se centra en cómo se
estructuró internamente el proceso revolucionario señalando que, organismos tales
como comisiones de abastos, comités de guerra y tribunales populares, administraron la
economía, dirigieron las operaciones militares y ejercieron la justicia. De esta manera,
los militantes anarquistas se transformaron en gobernantes, policías, oficiales o jueces.

Cesar Martínez, además, defiende la idea de que en el hecho de que la CNT no formara
parte de la insurrección fuera de Asturias, influyó la debilidad del sindicato anarquista
por su actividad en los años anteriores pero, sobre todo, la poca atención prestada por
los socialistas al anarcosindicalismo para el diseño de sus planes revolucionarios. Así
mismo, el autor crítica el oportunismo de la metamorfosis socialista desde el
reformismo socialdemócrata a los postulados revolucionarios para subsanar un
escenario político del que también eran ellos culpables. Como una de las principales
causas de esta rápida radicalización se señala la `amarga lección´ de las elecciones de
noviembre de 1933 en la que se había demostrado como las masas desaprobaban su
`política zigzagueante y partidaria´. A pesar de ello, el viraje socialista es expuesto en
gran medida como una táctica simulada que también tenía como objetivo el evitar que
se abriera una extensa dinámica huelguística que pudiera acrecentar la influencia social
del anarquismo en detrimento del socialismo. El artificio en la postura socialista se
confirmaría con el ambiente revolucionario de octubre de 1934 cuando “llegado el
momento de la verdad, retrocedieron en todas las partes ante el enfrentamiento, salvo en
Asturias, donde los militantes de base desbordaron a la dirección del partido"9.

Finalmente, Cesar Martínez defiende la tesis de que sería en la región asturiana en el


único lugar donde los socialistas quisieron colaborar con los anarquistas. Por ejemplo,
remarca que los socialistas de el País Vasco, que disponían de gran cantidad de armas se
negaron a armar a los hombres de la CNT, que deseaban combatir a su lado; o en
Cataluña donde las fuerzas de la policía encarcelaron a los anarquistas de la CNT y
“dispararon sobre los obreros de la CNT para obligarles a cesar el trabajo”. 10

8
MARTÍNEZ LORENZO, C. Los anarquistas españoles y el poder (1968-1969). París: Ruedo Ibérico,
1972. p. 67. p. 68.
9
Ibídem. p. 69.
10
Ibídem.
Ángel Herrerín es un historiador español y profesor de la UNED cuyas principales
líneas de investigación han sido el anarquismo y la izquierda durante el franquismo.
Alguna de sus más destacadas obras al respecto serán La CNT durante el franquismo:
clandestinidad y exilio (1939-1975) de 2004 o Anarquía, dinamita y revolución social.
Violencia y represión en la España de entre siglos (1968-1909) de 2011. Con relación
al papel del anarquismo en la insurrección de octubre, Ángel Herrerín escribió un
extenso artículo en 2016 para la revista `Hispania´ que lleva por título La CNT en el
movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación. Para su redacción se
basa, sobre todo, en las actas de los plenos y los informes de los comités cenetistas, así
como en artículos de diarios como El Socialista, El luchador, Tiempos Nuevos o El
combate sindicalista. Tampoco faltan citas a obras como las de Brademas, Peirats y
Cesar Martínez. En su artículo, el autor defiende la tesis de que para que el
levantamiento comandado por los socialistas en octubre de 1934 tuviera éxito, necesita
de la participación de la CNT. Así mismo, desgrana las causas del posicionamiento
asumido por el sindicato confederal y analiza la peculiaridad asturiana, siendo este el
único lugar donde `los acontecimientos tomaron un carácter revolucionario´.

En el ya mencionado viraje táctico socialista, además de los malos resultados


cosechados en las elecciones de noviembre de 1933, Ángel Herrerín expone la decisiva
influencia de la situación internacional. En concreto el caso de las democracias italiana
y alemana y el vertiginosos crecimiento intestino de los partidos fascistas, además del
caso de Dollfuss en Austria. Con relación a ello se encontraba la necesidad de frenar el
ascenso de la CEDA (e impedir su asentamiento en el Gobierno). Del mismo modo,
también afectaba la delicada situación socioeconómica que sacudía al país. El autor
recoge de debilidad coyuntural de la CNT por las consecuencias actividad de los años
anteriores, aunque matiza que tanto en el levantamiento de enero de 1932 como en el de
enero de 1933, no contaron con la dirección del sindicato, llegando incluso en el
segundo caso a desvincularse y a desautorizar la lucha. De cualquier manera, Herrerín
argumenta que los anarquistas parapetarían su patente fracaso insurreccional mediante
la `propaganda de la represión´ además del tradicional trasvase de culpa hacia los
socialistas.

Ángel Herrerín expone los recelos que, en estos momentos, acompañaban tanto a la
UGT como a la CNT en cuanto a `iniciar un diálogo que los permitiera unificar
objetivos y conseguir la unidad de acción´. Argumenta que los socialistas tenían la
intención de protagonizar en solitario el levantamiento y bajo esta premisa comenzaron
los preparativos del mismo. El movimiento, que perseguía el objetivo de conquistar el
poder político mediante una insurrección armada, “tenía que tener un protagonismo
eminentemente socialista, evitando las alianzas con otras fuerzas, aunque admitiéndolas
allí donde la presencia socialista fuese minoritaria” 11. Por otro lado, la CNT era el otro
gran sindicato de masas por lo que su no-implicación iba a tener una repercusión
significativa en la extensión y el resultado de la acción. La oposición de la dirección
cenetista a colaborar en esta empresa se explicaba por las profundas dudas sobra la
11
HERRERÍN, A. La CNT en el movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación.
Hispania, vol. LXXVI, nº. 252, 2016. pp. 217-244.
sinceridad de la `conversión revolucionaria´ socialista y también por el reducido alcance
de un proceso que según los anarquistas apuntaba más a un cambio de poderes que a la
consecución de la revolución social. Sin embargo, según el autor a nivel de militancia
pesaban también las inquietudes revolucionarias. Finalmente, a pesar de mostrar su
oposición a una alianza, los anarquistas aseguraron, casi en tono retador, que bastaría
con que la UGT se `lanzara a la revolución en la vía pública, campos y fábricas, para
encontrarse allí con la CNT´. En la práctica, la dirección nacional basculó en gran
medida a actuar como freno en dicha insurrección, desplegando desde el principio una
visión derrotista que expresaba sus reticencias a colaborar en el triunfo de un
movimiento capitaneado y absorbido por los socialistas, de objetivos difusos.

El último apartado del artículo está decidado la peculiaridad del caso asturiano, donde,
como apuntaba Peirats, la regional de la CNT no atravesaba una situación tan grave
como las de otras zonas por la actuación tan limitada que había tenido en el movimiento
insurreccional de diciembre del 33. En Asturias los cenetistas también habían llegado a
la conclusión de que la CNT no se bastaba, por sí sola, para alcanzar la revolución por
lo que se tornaba necesaria la colaboración de otras fuerzas de izquierdas
`principalmente de la UGT´. El autor señala que en el pleno nacional de febrero de 1934
la discusión `tomo caracteres de inusitada violencia´ y dividió peligrosamente a la CNT.
Tras el pleno, la regional asturiana hizo “caso omiso de advertencias y acuerdos
confederales y firmó la alianza”12, actuando de tal forma que anduvo en el filo de la
disidencia en todo este periodo. De la misma manera, el autor afirma, que los dirigentes
de las dos principales formaciones eran contrarios a la unidad.

Por otro lado, Ángel Herrerín remarca la idea de que la Alianza establecida es Asturias
fue un elemento diferenciador respecto al resto de España, que imprimió un carácter
revolucionario al movimiento, convirtiéndose en el referente de los sucesos de octubre.
Además, en la sinergia de fuerzas sindicales, para que el levantamiento tuviera una
importancia excepcional en Asturias también influyeron otros factores como la situación
que vivían los mineros y metalúrgicos, ante el cierre de minas y fábricas. El autor
también presta su atención en el hecho de la alarmante insuficiencia de armas
aprovisionada por los socialistas. Esto le lleva pensar que las pretensiones socialistas
fueran más que de una auténtica revolución, serían las de “una huelga general en buena
parte de España con levantamientos armados en lugares señalados, que obligaran al
presidente de la República al cambio de gobierno o la convocatoria de nuevas
elecciones”13. Como una de las principales características de la dinámica revolucionaria
en Asturias, se apunta que según los sublevados ocupaban los pueblos y ciudades de la
región, se conformaban comités que tenían una `orientación relacionada con la
organización mayoritaria de la localidad´. Esto demostraría el elevado nivel de
autonomía del movimiento en Asturias y cómo el propio proceso desbordó el control
socialista.

12
HERRERÍN, A. La CNT en el movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación.
Hispania, vol. LXXVI, nº. 252, 2016. pp. 217-244.
13
Ibídem
El autor también recala en que la insurrección alcanzó marcados tintes de violencia
revolucionaria y fue enfocado por los cenetistas, en especial en núcleos como Gijón,
como el paso necesario que tenía como horizonte la revolución social. Se tomaron
edificios, conventos, cuarteles y talleres y se produjeron verdaderas experiencias de
comunismo libertario como el caso de La Felguera donde se abolió el dinero y se
crearon comités de abastecimiento. Por último, el arrinconamiento de los sublevados
por el avance del ejército en los últimos compases de la revolución trajo consigo
enfrentamientos entre las fuerzas revolucionarias `con cambios en los comités y
acusaciones de traición´. Ángel Herrerín no se olvida de ofrecer un balance de la
represión que siguió a la insurrección, que supondría la muerte de más 1000 personas,
casi 40000 encarcelados y la posterior expulsión de miles de obreros de sus trabajos.

En las conclusiones de su estudio, el autor se hace eco de las críticas recibidas por la
CNT a nivel nacional e internacional pero no haber participado decididamente el
proceso revolucionario. Según Herrerín, solo la actuación de la regional asturiana iba a
salvar el honor confederal y, a consecuencia, de contradecir y rebelarse con la dirección
nacional del sindicato anarquista. Además, la experiencia de unidad asturiana sería
tomado como ejemplo ya en el corto plazo, afectando a la proyección de un Frente
Popular que invitaba al entendimiento de las fuerzas izquierdistas.

El último de los autores y de los estudios en el presente trabajo recogidos, corresponde a


Manuel Villar (1904-1972), escritor y militante anarquista español. Fue director de los
periódicos La Continental Obrera, Solidaridad Obrera (Barcelona), CNT (Madrid) y
Fragua Social (Valencia) y, durante la guerra civil, trabajó en el Comité Central de
Abastos por la FAI en Cataluña. Además de ser el autor de obras como Condiciones
para la revolución en América (1932), La insurrección anarquista del 8 de diciembre
de 1933 (1934) o España en la ruta de la libertad (1962), de su pluma se encuentra una
de las obras más amplias y especializadas en el papel que jugó el anarquismo en octubre
de 1934: El anarquismo en la insurrección de Asturias: la C.N.T. y la F.A.I.
en octubre de 1934, en la que analiza el contexto previo a la sublevación en Asturias y
el desarrollo cenetista en dicha región para, posteriormente, centrarse en exponer
meticulosamente tanto temporal como espacialmente las jornadas revolucionarias
asturianas. Sus fuentes principales serán las actas de los plenos y los informes de los
comités cenetistas, así como las publicaciones del periódico Solidaridad Obrera. Es de
destacada mención, sobre todo, como se describen extremadamente al detalle las
escenas de combate entre los insurrectos y las fuerzas del gobierno.

Manuel Villar, con relación a la inédita fructificación de la Alianza Obrera entre la UGT
y la CNT de Asturias, expone algunos novedosos aspectos co-ayudantes. En primer
lugar apunta el hecho de que el máximo jefe socialista de la revolución, Belarmino
Tomás, en su juventud había formado parte de grupos sindicalistas de signo anarquista.
En segundo lugar resultó clave que en Asturias en encontraran los anarcosindicalistas
más convencidos de la conveniencia de la unión entre las dos agrupaciones obreras,
como eran Quintanilla o José María Martínez. El autor también atestigua que en la
composición del Comité Ejecutivo Regional de la Alianza Obrera de Asturias, estaba
incluida la presencia cenetista de la mano del mismo José María Martínez que tendría el
cargo de Secretario, siendo también miembros del comité otros integrantes de la CNT
como Horacio Argüelles y Avelino Entrialgo.

Manuel Villar defiende el estratégico posicionamiento cenetista en Asturias y su


ambición de tener un rol determinante en los acontecimientos. Puntualiza que “a la
Alianza fueron los organismos de la CNT no para servir de comparsas a nadie, sino para
gravitar con toda su fuerza en los acontecimientos que se avecinaban” 14. Sosteniendo
esta idea se argumenta la respetable fuerza que tenía la CNT asturiana; Manuel Villar
habla de 30000 militantes anarcosindicalistas (22000 Peirats, 25000 Brademas),
respecto a los 70000 hombres que supondrían el conjunto de la masa obrera organizada
en Asturias. Así mismo, recalca que esta influencia anarquista tenía dos principales
puntas de lanza, Gijón y La Felguera, que ya habían demostrado durante los años de la
República el caldeado ambiente combativo que se respiraba.

Por otro lado, el autor argumenta que el hecho de ir ligadas a la revolución las dos
centrales obreras: UGT y CNT, infundió a los trabajadores un `vigoroso optimismo
revolucionario´. Para Manuel Villar, en Asturias se produciría una verdadera rebelión
popular de honda significación social que estaría a la altura de a nivel de heroicidad de
la Commune de París. Sería, además, un proceso que no se puede encasillar en un molde
estricto de una tendencia izquierdista, y en el que combatieron también muchos
ciudadanos que no se encontraban afiliados a organismos socialistas, comunistas, ni
anarquistas.

El autor afirma que la unidad que caracterizo los primeros asaltos a las defensas del
régimen “fue una de las causas que permitieron el rápido dominio de la situación” 15. Del
mismo modo, Manuel Villar recoge la variedad en las declaraciones y comunicados
según la tendencia izquierdista que los proclamase, albergando mensajes más libertarios
o más autoritarios según el caso. Así pues, se señala como el Comité Provincial
Revolucionario con sede en Oviedo, consciente de esta variedad de formas de expresión
trata de evitar el uso de consignas como `dictadura del proletariado´ o `ejército rojo´ que
pudieran dividir al movimiento.

Manuel Villar también analiza exhaustivamente lo ocurrido en el epicentro del


movimiento: Oviedo. La capital, como se ha indicado anteriormente, es la sede del
Comité Provincial Revolucionario el cual se constituye sin la intervención de la CNT,
ya que `no es invitada a integrarlo´. Por lo tanto, la actividad anarquista se desarrolló sin
sujetarse a los planes de un Comité bloqueado por los socialistas, que pretendían
conservar una iniciativa total. La revolución se propagaría eficazmente por la ciudad,
aunque la prolongación de la lucha en ciertos sectores de la misma a cinco días del
inicio de la insurrección, lleva a elementos de los comités de Gijón y La Felguera a
criticar la forma en la que está siendo dirigida la lucha. La explicación se halla en la
necesidad de “descongestionar Oviedo de combatientes y atender el aspecto
14
VILLAR, M. El anarquismo en la insurrección de Asturias: la C.N.T. y la F.A.I. en octubre de 1934.
Madrid: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 1994. p. 63.
15
Ibídem. p. 89.
fundamental de extender la revolución”.16 La acertada apreciación de los cenetistas les
abriría las puertas del Comité Provincial, desde donde tres anarquistas asumirían el rol
de dirigir la lucha en diversos frentes. Sin embargo, para entonces (día 11) el Gobierno
ya tiene planificado el ataque vía aérea que anulará cualquier opción de éxito de los
sublevados. Por otro lado, esta excesiva atención, en tiempo y masas insurrectas,
prestada por los socialistas en asegurar el control de la capital provocaría que se
descuidaran otros puntos clave como Gijón; infravaloraron la importancia para el
movimiento general de Asturias ya que, con su sencilla caída, quedó abierta la ruta
hacia Oviedo por la parte más accesible. En este sentido, el autor afirma que una mejor
racionalización de las energías revolucionarias disponibles, hubiera facilitado quizá el
triunfo del movimiento en la segunda ciudad asturiana.

Gijón era el foco del anarcosindicalismo en Asturias, sin embargo los obreros de la
ciudad estaban escasamente armados y sin munición. Según apunta, Manuel Villar las
organizaciones anarcosindicalistas habían entregado a los socialistas una determinada
suma de dinero para que les fuese enviada una partida de fusiles con su correspondiente
munición. No obstante, de esta partida “solamente llegaron setenta armas largas que
constituyeron el único caudal de lucha de la CNT”17 con la que resultó imposible que los
anarquistas entraran en batalla con garantías de éxito al estar en radical desventaja
respecto a las fuerzas del ejército.

Capítulo aparte también le merece a Manuel Villar el caso de La Felguera, población


que califica como el “centro vital de irradiación del comunismo libertario a través de la
rebelión de octubre”18. La Felguera era el núcleo más importante de la lucha social en
Asturias por espíritu solidario y combativo. Para el autor, allí la propia espontaneidad
revolucionaria desembocó en una expresión anarquista basada en una reorganización
económica y social y en la constante ayuda a otras poblaciones (pueblos cercanos,
Oviedo, Gijón…) haciendo uso de sus posibilidades metalúrgicas para el conflicto
bélico. En La Felguera, también se pusieron en marcha aspectos de organización
sanitaria con la constitución de una Organización de Higiene y Sanidad, dotados de un
servicio especial de vehículos y estableciendo para los medicamentos un sistema de
vales. Con relación a la organización del transporte se acordó que todos los vehículos
pasaran a estar bajo el control del comité para asegurar que los viajes correspondieran
únicamente a objetivos revolucionarios. Por último, también se desarrolló un sistema de
prensa y propaganda.

4.CONCLUISONES.

El nicho historiográfico que atañe al papel de la CNT en la revolución de Asturias de


1934 arroja nivel de debate reducido. Esto sucede, en primer lugar, porque corresponde
16
VILLAR, M. El anarquismo en la insurrección de Asturias: la C.N.T. y la F.A.I. en octubre de 1934.
Madrid: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo, 1994. p. 107.
17
Ibídem. p. 140.
18
Ibídem. p. 117.
a un aspecto tan concreto que son muy pocos los investigadores que han recalado en él
de una manera profunda. En segundo lugar porque muchos de los que sí lo han hecho,
generalmente han volcado en el análisis también sus pasiones viciadas a una cierta
vinculación personal con los acontecimientos y han seguido una línea de estudio
similar. A pesar de ello, resulta interesante remarcar algunas cuestiones abordadas en el
presente estado de la cuestión.

Dibujando una primera columna vertebral respecto a la obra de Bookchin, con la que
coinciden el resto de autores, encontraríamos el hecho del desgaste general de la CNT
compensado en Asturias con el espíritu combativo de los mineros; el trato
discriminatorio por parte de los socialistas a los anarquistas en cuanto al trasvase
informativo y el reparto armamentístico; y la dicotomía entre las estructuras libres
anarquistas y autoritarias socialistas desarrolladas en Asturias. Brademas añade que los
cenetistas asturianos eran conscientes de su importancia relativa en la región y que
albergaban una tradición aliancista desde 1919. Por otro lado, culpa en mayor medida a
la intransigencia anarquista, que antepuso sus recelos al pragmatismo revolucionario, de
que no pudieran fructificar pactos formales con los socialistas fuera de Asturias. Peirats
aporta el argumento de que CNT asturiana conservaba su energía por el hecho de que no
habían participado en el ciclo insurreccional anarquista de los años anteriores. Además,
apunta como los socialistas, con su unilateralidad de mando y acción, rompen varias de
los puntos del compromiso firmado entre la UGT y la CNT asturianas. Otro de los
grandes puntos de su obra es la relevancia del error estratégico respecto a la defensa de
Gijón. Cesar Martínez especifica la naturaleza del mencionado trato discriminatorio
matizando que sí se produjo una normalizada participación anarquista en los comités de
carácter local, aunque no así en ciudades importantes como el caso de Oviedo. También,
y a diferencia de Brademas, culpabiliza en mayor medida a los socialistas, por sus
intenciones de protagonizar completamente la insurrección, de que los anarquistas no se
sumaran a los pactos y al proceso fuera de Asturias. Herrerín equilibra
responsabilidades entre socialistas y anarquistas, respecto al fracaso del proyecto
aliancista, aludiendo a las ansias de protagonismo de unos y a la desconfianza de otros.
Así mismo refleja como la dirección nacional de la CNT coqueteó con el boicot del
proceso al frenar las iniciativas de la militancia y las regionales, aunque también expone
sus dudas respecto a las verdaderas intenciones revolucionarias de los socialistas. Del
mismo modo, serán Cesar Martínez y Herrerín los dos autores que más reparan en el
alto de grado de crispación interna que generó la decisión de la CNT de Asturias a
contracorriente. Finalmente, Manuel Villar recala en la de personalidades concretas
importancia en el devenir de los acontecimientos históricos, relacionado en este caso
con la firma de la alianza entre socialistas y anarquistas asturianos. También se centra
en aspectos novedosos como la problemática en el uso del lenguaje revolucionario
durante la insurrección o en cómo se dispuso todo el engranaje organizativo en la
experiencia libertaria de La Felguera. Además, agrava la responsabilidad socialista en
cuanto a su negativa de ceder armas (lo que provoca la fatal caída de Gijón), apuntando
el hecho de que incluso los anarquistas llegaron a entregar una suma de dinero con ese
objetivo.
El aspecto más controvertido que afecta lateralmente al presente estado de la cuestión
sería el porqué fueron incapaces de cristalizar las alianzas entre la CNT y la UGT fuera
de la región asturiana. Las culpas cruzadas entre anarquistas y socialistas indican, sin
embargo, que ambos tenían argumentos para no apostar deicidamente por la alianza
(desconfianza-protagonismo). De lo que no cabe duda es que en el caso de Asturias,
donde los anarquistas decidieron sumarse al pacto y mostraron favorable predisposición
a colaborar, serán los socialistas los que les decidan marginarles de los principales
centros de poder, de la toma de decisiones e incluso de los canales de armamento. De la
misma manera, otro de los puntos que adquiere una claridad meridana es el hecho de
que el éxito de la revolución de Octubre estaba ligado, indispensablemente, a una
colaboración y coordianción entre la CNT y la UGT en el plano nacional y una
extensión generalizada del proceso que contara con la notable implicación de Madrid y
Barcelona. Lo cierto es que, aunque alcanzara grandes dosis de romanticismo
revolucionario, la experiencia asturiana no paso de ser un islote insurrecto, con amplios
problemas de logística interna, sobre el que gobierno pudo enfocar todos sus esfuerzos
represivos y hundir en menos de dos semanas

5. BIBLIOGRAFÍA.

BOOKCHINN, M. Los anarquistas españoles : los años heroicos, 1868-1936.


Barcelona: Editorial Ariel, 1977.
BRADEMAS, J. Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937). Valencia:
Numa Ediciones, 1976.

MARTÍNEZ LORENZO, C. Los anarquistas españoles y el poder (1968-1969). París:


Ruedo Ibérico, 1972.

PEIRATS, J. La CNT en la revolución española. París: Ruedo Ibérico, 1971.

HERRERÍN, A. La CNT en el movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la


participación. Hispania, vol. LXXVI, nº. 252, 2016. pp. 217-244.

VILLAR, M. El anarquismo en la insurrección de Asturias : la C.N.T. y la F.A.I.


en octubre de 1934. Madrid: Fundación de Estudios Libertarios Anselmo Lorenzo,
1994.

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