3PED. Izquierdas.
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3PED. Izquierdas.
1.INTRODUCCIÓN....................................................................................................................3
2.CONTEXTO.............................................................................................................................3
3.ESTADO DE LA CUESTIÓN Y ANÁLISIS HISTORIOGRÁFICO.......................................4
4.CONCLUISONES..................................................................................................................17
5. BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................................17
1.INTRODUCCIÓN.
Concretamente, para la realización del ensayo se han utilizado un total de seis obras de
seis autores diferentes. A saber: Los anarquistas españoles: los años heroicos, (1868-
1936) de Murray Boockchin; Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937)
de John Brademas: Los anarquistas españoles y el poder de César M. Lorenzo;
La CNT en la revolución española de José Peirats; La CNT en el movimiento de octubre
de 1934: entre el boicot y la participación de Ángel Herrerín; y, finalmente, El
anarquismo en la insurrección de Asturias : la C.N.T. y la F.A.I. en octubre de 1934 de
Manuel Villar.
2.CONTEXTO.
Con su libro Los anarquistas españoles: los años heroicos, 1868-1936, cuya edición
española del 2000 (publicación original en 1977), Murray Bookchin busca según sus
propias palabras el `mantener viva la memoria en la tierra misma en la que ocurrió todo´
de unos acontecimientos revolucionarios e inspiradores y el importante papel histórico
jugado por el movimiento libertario. El autor, en coherencia con sus inclinaciones
ideológicas, no tendrá reparos en mezclar el riguroso análisis histórico con un abierto
posicionamiento favorable a muchas de las experiencias anarquistas abordadas, las
cuales narrará con una mezcla de nostalgia y orgullo, resaltando la grandeza moral de
sus protagonistas.
En el capítulo 10 del mencionado libro, El camino a la Revolución, Murray Bookchin
afirma inicialmente que el fracaso de la sublevación anarquista de diciembre de 1933
significaría el final del `ciclo de insurrecciones´. Dicho ciclo se había iniciado con la
insurrección anarquista del Alto Llobregat en enero de 1932 y había continuado con la
revolución de enero de 1933. La ineficacia de estas experiencias dejó desgastada la
capacidad de lucha de las organización anarquistas (CNT y FAI), muy minadas además
por el nivel de detenciones y perdidas sufrido, por lo que se abriría de forma obligada
un periodo en el que el anarquismo español se dedicaría especialmente a `recobrar
fuerzas y a tratar de reunir a sus seguidores´. En esta coyuntura la iniciativa en la acción
revolucionaria sería recogida por la izquierda socialista, siendo una de las puntas de
lanza el espíritu combativo de los mineros asturianos que desembocaría en la revolución
asturiana de octubre de 1934. Una de las señas de identidad que apunta Bookchinn de
esta experiencia revolucionaria es el escaso papel organizativo jugado por los
sindicatos, señalando como principal detonante del proceso la iniciativa de los propios
trabajadores. En este sentido, “los obreros mostraron una actitud claramente anarquista,
a pesar de que la mayoría de ellos estaban comprometidos con el socialismo”1.
Por otro lado, otra de las claves dadas por el autor de esta Revolución de Asturias de
1934 fue la iniciativa lanzada por los socialistas de crear una Alianza Obrera a modo de
frente unido, con el objetivo de lograr una mejor articulación proletaria contra el
fascismo y en defensa de una República Socialista Federal. A pesar de que los
anarquistas habían rechazado cualquier posibilidad de incorporarse al pacto, motivados
por su persistente hostilidad y desconfianza ante la amalgama de grupos tan dispares y
autoritarios, la facción moderada de la CNT de Asturias iba a mostrar un considerable
apoyo a la Alianza. Esta contradicción estratégica dentro de la CNT pudo tener cabida
gracias a que, en el pleno nacional de las Confederaciones Regionales de junio, se
decidió permitir acuerdos de ámbito local con la UGT. En Asturias, aunque la mayoría
de los mineros pertenecía a la UGT, la CNT ejercía sobre ellos una considerable
influencia; esta situación también ayudaría para que ambos sindicatos acordaran una
participación conjunta, en esta región, en la insurrección minera de octubre.
Bookchin afirma que este fracaso del llamamiento huelguístico a lo largo de España iba
a encontrar un inicial foco de esperanza en Asturias, donde los mineros,
`independientemente de su afiliación´ comenzaron atacando los cuarteles de la Guardia
Civil y de la Guardia de Asalto y forzando su rendición. Posteriormente se lanzaron
exitosamente a la conquista de los pueblos de la cuenca del Aller y el Nalón, de Oviedo
(casi en su totalidad) y de la ciudad industrial de la Felguera. Sin embargo, de forma
paralela a lo sucedido en otras regiones de España, las diferencias entre anarquistas y
socialistas/comunistas saldrían a flote incluso (o especialmente) en las coyunturas más
delicadas. Bookchin apunta que cuando los mineros trataron de tomar los puertos
estratégicos de Gijón y Avilés, el comité de Oviedo se negó a suministrar armas a los
delegados anarquistas provocando una resistencia portuaria gravemente limitada que no
pudo impedir el desembarco de las tropas gubernamentales. La decisión se tornaría de
una gravedad radical al ser justamente en estos puertos donde el gobierno estableció sus
bases militares desde donde comenzó a desplegar la feroz represión de la insurrección
asturiana.
Por último, cabe señalar que el grueso de la investigación y las tesis de Murray
Bookchin apenas distará de las asumidas por John Brademas y José Peirats (presentadas
a continuación), a los cuales asume y cita como estudiosos de referencia sobre la
situación del anarquismo español durante la Segunda República y la Guerra Civil.
2
BOOKCHIN, M. Los anarquistas españoles: los años heroicos 1868-1936. Valencia: Numa Ediciones,
1977. p. 377.
Rockefeller. Además, realizó su doctorado sobre el movimiento anarcosindicalista en
Cataluña.
Brademas afirma que la postura de los cenetistas asturianos fue duramente cuestionada
y criticada en el pleno nacional de las Confederaciones Regionales de junio de 1934,
resultado de las “ambigüedades ideológicas del pensamiento libertario y de la inercia de
prejuicios adquiridos”4. En dicho pleno se reafirmaría la imposibilidad de cooperar con
socialistas y comunistas aludiendo tanto a traiciones pasadas como las persecuciones
sufridas en Cataluña, como a las insalvables diferencias en los medios y fines
revolucionarios. A pesar de ello, se aprobó con muchas reservas la opción de establecer
´posibles acuerdos locales con objetivos limitados´. El autor expresa a lo largo de estas
3
BRADEMAS. J. Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937). Barcelona: Editorial Ariel,
1974. p.124.
4
Ibídem. p. 127.
páginas como el principal obstáculo para consolidación eficaz de la Alianza Obrera fue
la intransigencia de la CNT ante la opción de establecer pactos formales. Otra de las
explicaciones aportadas a este hecho sería el miedo de los anarcosindicalistas a que los
socialistas pudieran instrumentalizar el bloque aliancista para suscitar problemas de
índole política al gobierno.
5
BRADEMAS. J. Anarcosindicalismo y revolución en España, (1930-1937). Barcelona: Editorial Ariel,
1974. p.147.
6
Ibídem. p.148.
de dedicarse a confeccionar una valiosa bibliografía histórica, como actor de primera
línea, sobre el anarquismo. Su principal obra será La CNT en la revolución española
conformada por tres volúmenes y desarrollada entre los años 1951 y 1953. En ella
repasa principalmente los acontecimientos revolucionarios y bélicos que tuvieron lugar
en España entre 1936 y 1939, dando cuenta de los errores y aciertos de unos
planteamientos anarquistas que tuvieron el `enorme valor de ser el primer ensayo
amplio y serio de comunismo libertario que registra la historia´.
Sin embargo, en relación con el objetivo del presente estado de la cuestión serán de más
utilidad los capítulos IV y V (De las elecciones de noviembre a la revolución de octubre
y El 6 de octubre en Asturias y Cataluña) del Tomo 1 de la citada obra La CNT en la
revolución Española. Para su realización el autor se basará principalmente en sus
experiencias personales, manifiestos de la CNT y comunicados oficiales de los Comités
Revolucionarios, artículos contemporáneos del diario La Tierra. Además tendrá como
principal fuente secundaria la obra de Manuel Villar (El anarquismo en el revolución de
Asturias) que también se analizará en el presente trabajo. En primer lugar José Peirats,
se detiene en cómo calaron en Asturias las invitaciones socialistas a la unidad proletaria
dada la situación minoritaria de la CNT respecto a la UGT, a lo que se sumaba una
tradicional predisposición aliancista de los anarcosindicalistas de esta región. Peirats
afirma al respecto que ya en el Congreso de la Comedia (1919) se `pronunciaron
insistentemente por la fusión sin reserva de las grandes centrales sindicales del país´.
También remarca el hecho de que las energías de los cenetistas astures `aunque
rebosantes, se mantenían vírgenes´ ya que los tres movimientos revolucionarios
protagonizados por la CNT desde principios de 1932 a finales de 1933, no habían tenido
repercusión en Asturias.
Como reflexiones finales sobre la Revolución de Octubre, Peirats señala como error
fundamental la falla del movimiento en el área nacional por la ausencia de un plan serio
de coordinación. Además, esta circunstancia se relaciona con la idea de que si los
socialistas se proponían desencadenar verdaderamente un movimiento revolucionario en
España les era imprescindible la colaboración de la CNT. La carencia de una capacidad
ofensiva eficaz empujó al proceso insurreccional a un callejón sin salida en el que fue
incapaz de sobrevivir la arrinconada y solitaria experiencia asturiana.
En el capítulo 7 (El pacto entre la CNT y la UGT de Asturias) de la citada obra, Cesar
Martínez en primer lugar se hace eco de un artículo publicado en febrero de 1934 por
Valeriano Orobón Fernández, intelectual y teórico cenetista de prestigio, en el periódico
La Tierra. En él instaba a constituir una alianza revolucionaria como medio para frenar
al fascismo y establecer un horizonte de `democracia obrera revolucionaria´, además de
criticar la ineficacia del sectarismo comunista y de la indecisión estratégica socialista.
Este texto, según el autor, suscitó una amplia agitación entre los anarquistas y tendrían
una profunda influencia para los militantes asturianos de la CNT empujando
decisivamente hacia la firma del pacto con la UGT de Asturias. Al igual que ocurriría en
la obra de José Peirats, Cesar Martínez también expone el contenido de este pacto con
sus 10 clausulas. Por otro lado, José María Martínez es presentado como el principal
7
PEIRATS, J. La CNT en la revolución española. París: Ruedo Ibérico, 1971. p. 134.
líder de los militantes anarquistas asturianos, quien se enfrentaría `con gran aplomo a las
violentas críticas de Durruti y de Eusebio Carbó, en el Pleno Nacional de la CNT del 23
de Junio de 1934, consiguiendo mantener su proyecto.
Cesar Martínez, además, defiende la idea de que en el hecho de que la CNT no formara
parte de la insurrección fuera de Asturias, influyó la debilidad del sindicato anarquista
por su actividad en los años anteriores pero, sobre todo, la poca atención prestada por
los socialistas al anarcosindicalismo para el diseño de sus planes revolucionarios. Así
mismo, el autor crítica el oportunismo de la metamorfosis socialista desde el
reformismo socialdemócrata a los postulados revolucionarios para subsanar un
escenario político del que también eran ellos culpables. Como una de las principales
causas de esta rápida radicalización se señala la `amarga lección´ de las elecciones de
noviembre de 1933 en la que se había demostrado como las masas desaprobaban su
`política zigzagueante y partidaria´. A pesar de ello, el viraje socialista es expuesto en
gran medida como una táctica simulada que también tenía como objetivo el evitar que
se abriera una extensa dinámica huelguística que pudiera acrecentar la influencia social
del anarquismo en detrimento del socialismo. El artificio en la postura socialista se
confirmaría con el ambiente revolucionario de octubre de 1934 cuando “llegado el
momento de la verdad, retrocedieron en todas las partes ante el enfrentamiento, salvo en
Asturias, donde los militantes de base desbordaron a la dirección del partido"9.
8
MARTÍNEZ LORENZO, C. Los anarquistas españoles y el poder (1968-1969). París: Ruedo Ibérico,
1972. p. 67. p. 68.
9
Ibídem. p. 69.
10
Ibídem.
Ángel Herrerín es un historiador español y profesor de la UNED cuyas principales
líneas de investigación han sido el anarquismo y la izquierda durante el franquismo.
Alguna de sus más destacadas obras al respecto serán La CNT durante el franquismo:
clandestinidad y exilio (1939-1975) de 2004 o Anarquía, dinamita y revolución social.
Violencia y represión en la España de entre siglos (1968-1909) de 2011. Con relación
al papel del anarquismo en la insurrección de octubre, Ángel Herrerín escribió un
extenso artículo en 2016 para la revista `Hispania´ que lleva por título La CNT en el
movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación. Para su redacción se
basa, sobre todo, en las actas de los plenos y los informes de los comités cenetistas, así
como en artículos de diarios como El Socialista, El luchador, Tiempos Nuevos o El
combate sindicalista. Tampoco faltan citas a obras como las de Brademas, Peirats y
Cesar Martínez. En su artículo, el autor defiende la tesis de que para que el
levantamiento comandado por los socialistas en octubre de 1934 tuviera éxito, necesita
de la participación de la CNT. Así mismo, desgrana las causas del posicionamiento
asumido por el sindicato confederal y analiza la peculiaridad asturiana, siendo este el
único lugar donde `los acontecimientos tomaron un carácter revolucionario´.
Ángel Herrerín expone los recelos que, en estos momentos, acompañaban tanto a la
UGT como a la CNT en cuanto a `iniciar un diálogo que los permitiera unificar
objetivos y conseguir la unidad de acción´. Argumenta que los socialistas tenían la
intención de protagonizar en solitario el levantamiento y bajo esta premisa comenzaron
los preparativos del mismo. El movimiento, que perseguía el objetivo de conquistar el
poder político mediante una insurrección armada, “tenía que tener un protagonismo
eminentemente socialista, evitando las alianzas con otras fuerzas, aunque admitiéndolas
allí donde la presencia socialista fuese minoritaria” 11. Por otro lado, la CNT era el otro
gran sindicato de masas por lo que su no-implicación iba a tener una repercusión
significativa en la extensión y el resultado de la acción. La oposición de la dirección
cenetista a colaborar en esta empresa se explicaba por las profundas dudas sobra la
11
HERRERÍN, A. La CNT en el movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación.
Hispania, vol. LXXVI, nº. 252, 2016. pp. 217-244.
sinceridad de la `conversión revolucionaria´ socialista y también por el reducido alcance
de un proceso que según los anarquistas apuntaba más a un cambio de poderes que a la
consecución de la revolución social. Sin embargo, según el autor a nivel de militancia
pesaban también las inquietudes revolucionarias. Finalmente, a pesar de mostrar su
oposición a una alianza, los anarquistas aseguraron, casi en tono retador, que bastaría
con que la UGT se `lanzara a la revolución en la vía pública, campos y fábricas, para
encontrarse allí con la CNT´. En la práctica, la dirección nacional basculó en gran
medida a actuar como freno en dicha insurrección, desplegando desde el principio una
visión derrotista que expresaba sus reticencias a colaborar en el triunfo de un
movimiento capitaneado y absorbido por los socialistas, de objetivos difusos.
El último apartado del artículo está decidado la peculiaridad del caso asturiano, donde,
como apuntaba Peirats, la regional de la CNT no atravesaba una situación tan grave
como las de otras zonas por la actuación tan limitada que había tenido en el movimiento
insurreccional de diciembre del 33. En Asturias los cenetistas también habían llegado a
la conclusión de que la CNT no se bastaba, por sí sola, para alcanzar la revolución por
lo que se tornaba necesaria la colaboración de otras fuerzas de izquierdas
`principalmente de la UGT´. El autor señala que en el pleno nacional de febrero de 1934
la discusión `tomo caracteres de inusitada violencia´ y dividió peligrosamente a la CNT.
Tras el pleno, la regional asturiana hizo “caso omiso de advertencias y acuerdos
confederales y firmó la alianza”12, actuando de tal forma que anduvo en el filo de la
disidencia en todo este periodo. De la misma manera, el autor afirma, que los dirigentes
de las dos principales formaciones eran contrarios a la unidad.
Por otro lado, Ángel Herrerín remarca la idea de que la Alianza establecida es Asturias
fue un elemento diferenciador respecto al resto de España, que imprimió un carácter
revolucionario al movimiento, convirtiéndose en el referente de los sucesos de octubre.
Además, en la sinergia de fuerzas sindicales, para que el levantamiento tuviera una
importancia excepcional en Asturias también influyeron otros factores como la situación
que vivían los mineros y metalúrgicos, ante el cierre de minas y fábricas. El autor
también presta su atención en el hecho de la alarmante insuficiencia de armas
aprovisionada por los socialistas. Esto le lleva pensar que las pretensiones socialistas
fueran más que de una auténtica revolución, serían las de “una huelga general en buena
parte de España con levantamientos armados en lugares señalados, que obligaran al
presidente de la República al cambio de gobierno o la convocatoria de nuevas
elecciones”13. Como una de las principales características de la dinámica revolucionaria
en Asturias, se apunta que según los sublevados ocupaban los pueblos y ciudades de la
región, se conformaban comités que tenían una `orientación relacionada con la
organización mayoritaria de la localidad´. Esto demostraría el elevado nivel de
autonomía del movimiento en Asturias y cómo el propio proceso desbordó el control
socialista.
12
HERRERÍN, A. La CNT en el movimiento de octubre de 1934: entre el boicot y la participación.
Hispania, vol. LXXVI, nº. 252, 2016. pp. 217-244.
13
Ibídem
El autor también recala en que la insurrección alcanzó marcados tintes de violencia
revolucionaria y fue enfocado por los cenetistas, en especial en núcleos como Gijón,
como el paso necesario que tenía como horizonte la revolución social. Se tomaron
edificios, conventos, cuarteles y talleres y se produjeron verdaderas experiencias de
comunismo libertario como el caso de La Felguera donde se abolió el dinero y se
crearon comités de abastecimiento. Por último, el arrinconamiento de los sublevados
por el avance del ejército en los últimos compases de la revolución trajo consigo
enfrentamientos entre las fuerzas revolucionarias `con cambios en los comités y
acusaciones de traición´. Ángel Herrerín no se olvida de ofrecer un balance de la
represión que siguió a la insurrección, que supondría la muerte de más 1000 personas,
casi 40000 encarcelados y la posterior expulsión de miles de obreros de sus trabajos.
En las conclusiones de su estudio, el autor se hace eco de las críticas recibidas por la
CNT a nivel nacional e internacional pero no haber participado decididamente el
proceso revolucionario. Según Herrerín, solo la actuación de la regional asturiana iba a
salvar el honor confederal y, a consecuencia, de contradecir y rebelarse con la dirección
nacional del sindicato anarquista. Además, la experiencia de unidad asturiana sería
tomado como ejemplo ya en el corto plazo, afectando a la proyección de un Frente
Popular que invitaba al entendimiento de las fuerzas izquierdistas.
Manuel Villar, con relación a la inédita fructificación de la Alianza Obrera entre la UGT
y la CNT de Asturias, expone algunos novedosos aspectos co-ayudantes. En primer
lugar apunta el hecho de que el máximo jefe socialista de la revolución, Belarmino
Tomás, en su juventud había formado parte de grupos sindicalistas de signo anarquista.
En segundo lugar resultó clave que en Asturias en encontraran los anarcosindicalistas
más convencidos de la conveniencia de la unión entre las dos agrupaciones obreras,
como eran Quintanilla o José María Martínez. El autor también atestigua que en la
composición del Comité Ejecutivo Regional de la Alianza Obrera de Asturias, estaba
incluida la presencia cenetista de la mano del mismo José María Martínez que tendría el
cargo de Secretario, siendo también miembros del comité otros integrantes de la CNT
como Horacio Argüelles y Avelino Entrialgo.
Por otro lado, el autor argumenta que el hecho de ir ligadas a la revolución las dos
centrales obreras: UGT y CNT, infundió a los trabajadores un `vigoroso optimismo
revolucionario´. Para Manuel Villar, en Asturias se produciría una verdadera rebelión
popular de honda significación social que estaría a la altura de a nivel de heroicidad de
la Commune de París. Sería, además, un proceso que no se puede encasillar en un molde
estricto de una tendencia izquierdista, y en el que combatieron también muchos
ciudadanos que no se encontraban afiliados a organismos socialistas, comunistas, ni
anarquistas.
El autor afirma que la unidad que caracterizo los primeros asaltos a las defensas del
régimen “fue una de las causas que permitieron el rápido dominio de la situación” 15. Del
mismo modo, Manuel Villar recoge la variedad en las declaraciones y comunicados
según la tendencia izquierdista que los proclamase, albergando mensajes más libertarios
o más autoritarios según el caso. Así pues, se señala como el Comité Provincial
Revolucionario con sede en Oviedo, consciente de esta variedad de formas de expresión
trata de evitar el uso de consignas como `dictadura del proletariado´ o `ejército rojo´ que
pudieran dividir al movimiento.
Gijón era el foco del anarcosindicalismo en Asturias, sin embargo los obreros de la
ciudad estaban escasamente armados y sin munición. Según apunta, Manuel Villar las
organizaciones anarcosindicalistas habían entregado a los socialistas una determinada
suma de dinero para que les fuese enviada una partida de fusiles con su correspondiente
munición. No obstante, de esta partida “solamente llegaron setenta armas largas que
constituyeron el único caudal de lucha de la CNT”17 con la que resultó imposible que los
anarquistas entraran en batalla con garantías de éxito al estar en radical desventaja
respecto a las fuerzas del ejército.
4.CONCLUISONES.
Dibujando una primera columna vertebral respecto a la obra de Bookchin, con la que
coinciden el resto de autores, encontraríamos el hecho del desgaste general de la CNT
compensado en Asturias con el espíritu combativo de los mineros; el trato
discriminatorio por parte de los socialistas a los anarquistas en cuanto al trasvase
informativo y el reparto armamentístico; y la dicotomía entre las estructuras libres
anarquistas y autoritarias socialistas desarrolladas en Asturias. Brademas añade que los
cenetistas asturianos eran conscientes de su importancia relativa en la región y que
albergaban una tradición aliancista desde 1919. Por otro lado, culpa en mayor medida a
la intransigencia anarquista, que antepuso sus recelos al pragmatismo revolucionario, de
que no pudieran fructificar pactos formales con los socialistas fuera de Asturias. Peirats
aporta el argumento de que CNT asturiana conservaba su energía por el hecho de que no
habían participado en el ciclo insurreccional anarquista de los años anteriores. Además,
apunta como los socialistas, con su unilateralidad de mando y acción, rompen varias de
los puntos del compromiso firmado entre la UGT y la CNT asturianas. Otro de los
grandes puntos de su obra es la relevancia del error estratégico respecto a la defensa de
Gijón. Cesar Martínez especifica la naturaleza del mencionado trato discriminatorio
matizando que sí se produjo una normalizada participación anarquista en los comités de
carácter local, aunque no así en ciudades importantes como el caso de Oviedo. También,
y a diferencia de Brademas, culpabiliza en mayor medida a los socialistas, por sus
intenciones de protagonizar completamente la insurrección, de que los anarquistas no se
sumaran a los pactos y al proceso fuera de Asturias. Herrerín equilibra
responsabilidades entre socialistas y anarquistas, respecto al fracaso del proyecto
aliancista, aludiendo a las ansias de protagonismo de unos y a la desconfianza de otros.
Así mismo refleja como la dirección nacional de la CNT coqueteó con el boicot del
proceso al frenar las iniciativas de la militancia y las regionales, aunque también expone
sus dudas respecto a las verdaderas intenciones revolucionarias de los socialistas. Del
mismo modo, serán Cesar Martínez y Herrerín los dos autores que más reparan en el
alto de grado de crispación interna que generó la decisión de la CNT de Asturias a
contracorriente. Finalmente, Manuel Villar recala en la de personalidades concretas
importancia en el devenir de los acontecimientos históricos, relacionado en este caso
con la firma de la alianza entre socialistas y anarquistas asturianos. También se centra
en aspectos novedosos como la problemática en el uso del lenguaje revolucionario
durante la insurrección o en cómo se dispuso todo el engranaje organizativo en la
experiencia libertaria de La Felguera. Además, agrava la responsabilidad socialista en
cuanto a su negativa de ceder armas (lo que provoca la fatal caída de Gijón), apuntando
el hecho de que incluso los anarquistas llegaron a entregar una suma de dinero con ese
objetivo.
El aspecto más controvertido que afecta lateralmente al presente estado de la cuestión
sería el porqué fueron incapaces de cristalizar las alianzas entre la CNT y la UGT fuera
de la región asturiana. Las culpas cruzadas entre anarquistas y socialistas indican, sin
embargo, que ambos tenían argumentos para no apostar deicidamente por la alianza
(desconfianza-protagonismo). De lo que no cabe duda es que en el caso de Asturias,
donde los anarquistas decidieron sumarse al pacto y mostraron favorable predisposición
a colaborar, serán los socialistas los que les decidan marginarles de los principales
centros de poder, de la toma de decisiones e incluso de los canales de armamento. De la
misma manera, otro de los puntos que adquiere una claridad meridana es el hecho de
que el éxito de la revolución de Octubre estaba ligado, indispensablemente, a una
colaboración y coordianción entre la CNT y la UGT en el plano nacional y una
extensión generalizada del proceso que contara con la notable implicación de Madrid y
Barcelona. Lo cierto es que, aunque alcanzara grandes dosis de romanticismo
revolucionario, la experiencia asturiana no paso de ser un islote insurrecto, con amplios
problemas de logística interna, sobre el que gobierno pudo enfocar todos sus esfuerzos
represivos y hundir en menos de dos semanas
5. BIBLIOGRAFÍA.