L9 EntrevistaForenseParte II PerezMata&Diges 2017 LaLey
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TRIBUNA
Resumen
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Diario LA LEY, nº 8920, de 13 de febrero de 2017, Nº 8920, 13 de feb. de 2017, Editorial Wolters Kluwer
1. Establecer rapport
Conviene recordar que como el objetivo básico de la entrevista es obtener una declaración amplia
y fiable del niño que sea útil para tomar decisiones judiciales o de protección del menor, es muy
importante respetar una serie de fases en la entrevista que van dirigidas a la obtención de esa
declaración, es decir, de la prueba. Para ello, en toda entrevista la primera fase es la del
establecimiento de rapport.
En la fase de rapport, el entrevistador ha de conseguir que el niño, antes de que comience la
entrevista, esté relajado y lo más cómodo posible en la situación de exploración, de manera que se
reduzca la distancia social existente entre el entrevistador y el entrevistado. Es muy importante
respetar esta primera fase, y evitar hacerlo de una manera mecánica y descuidada, ya que el
rapport es el que determinará el tono de la entrevista y, además, un buen rapport ayuda a
aumentar tanto la cantidad como la exactitud de la información proporcionada por la persona
entrevistada.
También es relevante que en el rapport NUNCA se haga referencia a los hechos denunciados ni a
hechos relacionados con la denuncia o el supuesto abuso. Lo habitual es hablar con el niño sobre
acontecimientos de su vida cotidiana no relacionados con el abuso, tales como el colegio, el grupo
de amigos o compañeros del cole, la familia, el cómo y con quién ha venido a la cita de hoy, sus
programas de televisión o personajes preferidos, etc.
En concreto, todo rapport ha de constar de tres partes bien diferenciadas que, necesariamente,
han de respetar un orden secuencial:
1.ª) Establecer un buen clima.
2.ª) Establecer las reglas de la entrevista y el estilo narrativo de la entrevista.
3.ª) Explicar el motivo de la entrevista. Esta fase es importante hacerla bien porque es el
puente entre la fase de rapport y la fase de recuerdo libre en la que ya se le pide al niño que
cuente el supuesto abuso.
Pero, además, el rapport cumple funciones adicionales, que son de gran utilidad para un desarrollo
adecuado de la entrevista porque proporciona información relevante, y permite contrastar más
directamente la información que hemos obtenido previamente de diversas fuentes (de la
documentación sobre el caso, de la familia, del colegio, etc.). Esa información incluye los siguientes
aspectos:
— Desarrollo social, cognitivo y emocional d e l niño; y, más concretamente, sobre sus
habilidades comunicativas y grado de comprensión lingüística.
— La necesidad de revisar decisiones iniciales que hemos tomado en la fase de preparación
como, por ejemplo, cuál de los dos entrevistadores debe llevar las riendas de la entrevista.
— Establecer las reglas de la entrevista, donde se haga patente que las preguntas abiertas
van a ser el estilo por defecto de la entrevista. Esto es, al niño ha de quedarle claro que
durante toda la entrevista se le va a demandar que narre y proporcione detalles, y no que
responda con monosílabos a las preguntas formuladas por el entrevistador.
La fase de rapport nunca debe omitirse, ni siquiera con niños que ya conocen al entrevistador. De
ser así, lo que hay que hacer es una fase de rapport más breve.
En el caso más habitual de niños desconocidos, uno de los
aspectos al que hay que prestar especial atención durante esta
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percibir que se aprueba todo lo que hace y dice cuando, en realidad, el entrevistador ha de
tener una actitud neutra e imparcial ante las manifestaciones y acciones del niño durante la
entrevista.
— Algunos niños podrían interpretar que están siendo entrevistados porque han hecho
algo malo. Si estamos en esta situación, será necesario que el entrevistador tranquilice al
niño, si bien en ningún caso se podrán hacer promesas o predicciones sobre el resultado que
tendrá la entrevista. Por tanto, en la medida de lo posible, la entrevista debiera conducirse en
una atmósfera neutral, esto es, ni de apoyo incondicional hacia el niño ni, por supuesto, de
reprobación hacia él.
— La cámara: en algunos casos puede que sea pertinente dar explicaciones al niño sobre
el motivo de la grabación. Lo ideal es que la cámara pase desapercibida, pero en caso de que
esté visible es conveniente decirle al niño el por qué hay una cámara. En aquellos casos en
los que no sea tan visible, pero algún niño pequeño mostrara interés o preocupación por la
cámara al verla, una manera adecuada de explicar su existencia es que le estamos grabando
para que no se nos olvide nada de lo que nos cuente. En cambio, a un niño mayor se le debe
decir directamente que es necesario grabar la entrevista para que quede constancia de su
declaración. Es más, si se trata de una prueba preconstituida, al niño mayor h a y q u e
informarle de que en otro sitio, al mismo tiempo, están viéndole y escuchándole el juez y los
representantes legales de las partes.
— Explicar las reglas de la entrevista: antes de que el niño comience a hablar sobre los
supuestos abusos, el entrevistador debe informar al niño de la necesidad de que cuente lo
que realmente sucedió y que no invente nada y que, por supuesto, las respuestas «no sé» o
«no entiendo» son aceptables y aceptadas por el entrevistador.
— A lo largo de la entrevista debe quedar claro que al niño se le ha hecho conocedor de la
importancia que tiene contar las cosas que realmente ocurrieron, esto es, diferenciar entre
verdad y mentira. La mayoría de los colegas, siguiendo un famoso protocolo, abordan el tema
de la diferencia entre verdad-mentira utilizando ejemplos totalmente inapropiados, del tipo
«Si mis pantalones son azules y digo que son rojos, ¿eso sería verdad o sería una mentira?».
Este tipo de «ejercicios» sobre la noción de verdad-mentira son inadecuados porque en
realidad lo que implican este tipo de afirmaciones es inexactitud, pero no necesariamente un
intento de engañar. En cambio, un ejemplo adecuado para un niño mayor sería: «Si tiro este
vaso y lo rompo, y luego le digo a mamá que has sido tú quien lo ha roto, ¿qué estoy
haciendo yo?» (1) . Si el niño es pequeño, un ejemplo adecuado sería del tipo «Si tiras el
vaso y lo rompes, y luego cuando mamá te pregunta si lo has roto tú y respondes que no has
sido tú, ¿qué estás haciendo?».
No es recomendable retrasar para más adelante en la entrevista el asunto de la diferencia
entre verdad y mentira porque, de hacerlo, se corre el riesgo de que el niño concluya que el
entrevistador no ha creído nada de lo que le ha estado contando hasta ahora de los
supuestos hechos. Una forma de transmitir esta demanda podría ser: «Por favor, cuéntanos
todo lo que recuerdes. No inventes nada ni te calles (omitas) nada. Es muy importante que
nos cuentes todo lo que recuerdes de lo que realmente ocurrió»; o se le podría decir algo
como: «Puedes contarnos todo lo que quieras. No queremos que te calles nada, es
importante todo lo que nos cuentes, pero sin inventar ni saltarte nada».
— Además, es importante desmontar cualquier idea errónea que pueda tener el niño
respecto a la entrevista, como por ejemplo:
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¿Cuáles pueden ser los sucesos de control más adecuados? Lo ideal sería un suceso que se
asemejase lo más posible al abuso, esto es, que haya un adulto implicado que ejerza algún
tipo de contacto físico sobre el niño, que sea un suceso repetido (especialmente si el abuso
ha sido repetido), de ahí que en muchas ocasiones las visitas al médico pueden ser un buen
suceso de control y si alguna ha tenido lugar recientemente se puede aprovechar para que
haga el papel de suceso de control. En caso de que no haya habido ninguna visita al médico
reciente, podría utilizarse cualquier otro suceso que tenga cierto carácter repetitivo (en casos
de abuso repetido) como, por ejemplo, el ir a un restaurante de comida rápida, fiestas de
cumpleaños, etc. Para episodios aislados de abuso, se puede preguntar al primer receptor o a
cualquiera de los progenitores por sucesos destacados (la visita a un parque de atracciones,
la cabalgata de los Reyes Magos, etc.).
Hay que tener en cuenta que si, por cualquier motivo, el niño se adelanta y pasa
directamente a hablar del supuesto abuso, el entrevistador ha de tener la flexibilidad
suficiente como para abordar el tema y posponer el suceso de control a la fase de cierre de la
entrevista. Lo que no es recomendable en ningún caso es reconducir al niño hacia el suceso
de control cuando él ya está preparado y dispuesto a hablar del supuesto abuso.
— Finalmente, explicar el motivo de la entrevista antes de pasar a la siguiente fase. En
algún momento, durante la fase de rapport, se ha de explicar al niño brevemente el por qué
le estamos entrevistando. Naturalmente, esta explicación ha de adaptarse a las necesidades y
al nivel de comprensión del niño, y nunca debe hacerse referencia a los hechos denunciados.
Por ejemplo, el entrevistador podría decir que quiere hablar con el niño sobre algo que éste le
ha contado a otra persona (su mamá, su maestra, etc.), pero en ningún caso mencionar los
detalles de la revelación previa. Con todo, no podemos descartar que en algunas ocasiones el
niño pueda venir aleccionado sobre qué y cómo ha de contar lo sucedido, o simplemente
informado sobre el motivo de la entrevista y, en tal caso, se pasaría de manera directa a la
siguiente fase de la entrevista (recuerdo libre). Por el contrario, en otras ocasiones, en este
momento de transición entre el rapport y la fase de recuerdo libre puede que el niño no aluda
en absoluto a los hechos denunciados. En tal circunstancia, el entrevistador tendrá que ser
más explícito sobre el tema del que quiere hablar con el niño, como veremos a continuación,
en la fase de recuerdo libre.
2. Recuerdo Libre
Una vez establecido el rapport, llega un momento en el que se hace necesario pasar a hablar del
tema. Suponemos que con el suceso de control se ha entrenado el estilo narrativo en la fase
anterior de la entrevista y que se han explicado las reglas de la entrevista (no sé, decir la verdad,
no me acuerdo).
Ya en esta fase hay que explicar al niño de una forma clara y adecuada a su edad por qué se
necesita la entrevista, pero sin especificar la naturaleza del delito, pues si no sería un formato
dirigido. En cualquier caso, es importante hacer que sea el niño el que empiece a hablar del tema,
con el menor número posible de pistas o sugestiones. Por ejemplo, «¿Sabes por qué estas hoy
aquí? ¿Sabes a qué has venido?».
Si el niño no contesta, el entrevistador probará otras alternativas, que van a depender de la edad
del niño y de sus posibles razones para no contestar. Por ejemplo, la vergüenza al contarlo es un
motivo razonable para un adolescente, pero no lo es si se trata de un preescolar. Además, los
preescolares pueden no entender algunas de nuestras explicaciones. Aunque muchas guías
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publicadas sugieren, para aquellos casos en que el niño no contesta a nuestra primera pregunta,
alternativas como: Si hay algo que te resulta molesto, es importante que yo lo entienda, sin
embargo, es muy probable que un niño de cuatro años no entienda esta frase. Seguramente para
los más pequeños sería más adecuado: He oído que tú le dijiste algo a tu mamá / maestra / amigo
el otro día sobre X. Dime qué le contaste.
Si el niño no ha contestado aún, se puede intentar: Dime por qué piensas que te han traído hoy
aquí, que puede valer para cualquier edad. Si no responde: He oído que alguien puede haber hecho
algo que te molestó y se lo contaste a tu mamá / maestra / amigo. Cuéntame lo que sepas sobre
eso. Todo lo que puedas recordar. O bien, ¿Te pasó algo cuando estabas en tal sitio? Cuéntame
sobre eso que pasó.
Si falla todo esto, el entrevistador puede iniciar un análisis de los grupos concretos en los que el
niño participa (casa, escuela, etc.). Si tampoco tiene éxito, el entrevistador puede preguntar,
centrándose en un grupo concreto (casa, escuela), quién le gusta y quien no, y por qué. Siempre,
sin hacer alusión explícita a la alegación.
Una vez que el niño ha empezado a hablar es importante
animarle a proporcionar un relato con sus propias palabras
Una vez que el niño acerca del suceso o sucesos, sin interrumpir ni preguntar, sólo
ha empezado a con la demanda inicial: Cuéntame todo lo que recuerdes.
hablar es Si ha habido suceso de control o entrenamiento en narrativa,
importante animarle podemos referirnos a ello. Cuéntame eso de la misma manera
a proporcionar un que antes me contaste lo de (el episodio en cuestión), con
relato con sus
todos los detalles que puedas. La única pista admisible es Dime
propias palabras
más sobre eso.
En general, niños muy pequeños y adultos vulnerables dan
poca información espontáneamente, en comparación con los
niños mayores o personas menos vulnerables, pero eso no significa que la información sea menos
exacta. Lo que sí ocurrirá en esos casos es que se necesitarán más preguntas después para obtener
información más detallada.
Esta fase, siendo el corazón de la entrevista, también es la más difícil de realizar. Se recomienda
vehementemente paciencia y actitud de escucha activa. Esto quiere decir que cuando vemos que el
niño se atasca, no encuentra alguna palabra, hay que darle tiempo, no sugerir nada, sino esperar a
que «arranque» o encuentre la palabra. Eso no quiere decir que si el niño no habla, por ejemplo
cuando le preguntamos por qué está aquí, podamos hacer una pausa tan larga que le incomode.
El entrevistador debe transmitir esa actitud de escucha activa, verbal y no verbalmente, de interés
y apoyo, pero manteniendo siempre el control de la entrevista, de forma que el niño no se vaya
lejos del foco de interés en esta fase. El papel del entrevistador es el de un facilitador, no el de un
examinador.
También, dentro de esta fase, si el niño titubea o el relato desfallece, el entrevistador puede
animarle con «mm», «sí», «vale», que ayudan a mantener el relato del niño. Sin embargo, hay
que ser cuidadosos con las expresiones afirmativas y repartirlas a lo largo de la narración, para no
vincularlas con determinadas revelaciones o detalles del abuso.
Cuando el niño aparentemente ha parado o terminado, se puede preguntar «¿Qué más pasó?».
Verbos como decir o explicar («dime más», «explícame eso») pueden ser útiles. También funciona
el repetir literalmente lo que el niño acaba de decir, con actitud expectante, sin añadir ningún
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detalle, para animar al niño a proseguir o ampliar información sobre ese punto.
En general, el ritmo de la entrevista debería estar marcado por el niño, no hay que apresurarle.
Por otro lado, el niño puede sentirse incómodo contando el episodio y se moverá por lo periférico,
sin entrar en los datos centrales, necesita seguridad. El entrevistador puede ofrecer esa seguridad:
«Sé que esto debe resultarte difícil; ¿puedo hacer algo para que te sea más fácil?».
Conviene dirigirse al niño por su nombre o nombre en diminutivo favorito, pero NO debe haber ni
contacto físico ni refuerzo verbal (lo haces muy bien). Con todo, eso no impide darle seguridad
física si el niño está muy angustiado.
Es posible que el niño sea reacio a emplear ciertas palabras que le han dicho que están prohibidas
o no se deben usar (i.e., «tacos»). Se le puede tranquilizar, asegurándole que en ese contexto esas
palabras están permitidas y que las conocemos ya. Eso no quiere decir que si el niño utiliza algún
término sexual sepa con precisión lo que significa; por ejemplo, para uno de 4 años «hacer el
amor» puede querer decir «darse besos». Por tanto, en la fase de preguntas debemos aclarar qué
entiende el niño por ese término.
Además de lo dicho sobre las pausas, también hay que ser paciente con la repetición o con los
detalles aparentemente irrelevantes. Por otro lado, conviene extremar las precauciones y ser muy
cuidadosos para no transmitir aprobación o desaprobación a través de la expresión facial o la
inflexión de la voz.
En algunos casos el niño no quiere hablar por miedo, por las amenazas del abusador, aunque a
veces simplemente con recordarle lo que él mismo ha manifestado (su deseo de que el abuso pare)
es suficiente para que el menor comience a hablar del tema. Se puede preguntar al niño
directamente si le han pedido mantener el secreto, y en ese caso, preguntarle a continuación qué
pasaría si le cuenta el secreto al entrevistador, que entonces puede desbaratar la amenaza diciendo
al niño que «necesitamos saber qué es el secreto para que no vuelva a ocurrir».
Se ha sugerido que el niño puede estar más cómodo contando el secreto a través de medios
indirectos, como usando un teléfono de juguete o escribiendo en un papel. El entrevistador debe
referirse a esos medios en la grabación y guardar y documentar cualquier material escrito. Pero
creemos que este tipo de maniobras sólo se pueden emplear para empezar a hablar, y que deben
ser seguidas de inmediato de recuerdo libre, sin papel ni teléfono.
Si el niño no dice nada sobre los supuestos abusos, el entrevistador ha de plantearse qué hacer. Lo
mejor es consultar al colega presente, sobre si seguir con la fase siguiente, de preguntas. Puede
que al niño no le haya pasado nada o puede que sea reacio a hablar del tema con esos
profesionales en concreto. La decisión se tomará teniendo en cuenta lo que el Sistema de Justicia
puede necesitar, y las propias necesidades del niño. Puede que lo más apropiado sea ir a la fase de
cierre si no se ha obtenido nada en la fase de recuerdo libre o si ha surgido una explicación
satisfactoria, verificable, sobre lo que originó el interés inicial.
Por supuesto, pasar a la fase de preguntas sin recuerdo libre entraña enormes riesgos para obtener
una declaración fiable y con validez legal. En esta situación, la mayoría de las preguntas serán
sugestivas y coactivas, puesto que el niño no ha proporcionado la más mínima información de
manera espontánea a través del recuerdo libre y, aunque el niño sea pequeño, entiende bien la
coacción, de forma que responderá a lo que quiere el entrevistador, pero sin garantías de que
proceda de su memoria de los hechos, además de que esas preguntas pueden ser cuestionadas
desde la legalidad.
3. Preguntas
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Muy rara vez la fase de recuerdo libre es suficiente para obtener toda la información que
creemos que tiene el niño, bien sea porque el menor no dispone de estrategias de recuperación tan
avanzadas como el adulto, y esto es especialmente cierto en el caso de los niños más pequeños,
bien sea porque cree que ha dicho todo lo necesario.
Sin embargo, el entrevistador ha de ser consciente de que, en el ámbito legal, es sumamente
importante disponer de toda la información que pueda ser necesaria para caracterizar los
supuestos tipos delictivos. Además, las preguntas pueden ser relevantes para descartar hipótesis
alternativas a la del abuso sexual.
Por ello, una vez concluida la fase anterior, será necesario pedir al niño que amplíe su declaración
inicial. Más allá del tipo de preguntas, que veremos enseguida, conviene señalar algunas
generalidades que se refieren a todas ellas.
En primer lugar, es posible que el niño haya utilizado palabras o expresiones que no estamos
seguros de que sean las mismas que emplea el adulto: es fundamental aclarar el significado, y no
dar nada por supuesto.
En segundo lugar, es posible que hayamos detectado contradicciones, hechos improbables,
extravagantes o ambiguos en su relato libre. Antes de explorar directamente la contradicción, es
preferible obtener más información a partir de las preguntas. De este modo, si el niño aclara en
sus respuestas las contradicciones o ambigüedades, ya no será necesario indagar de una forma
directa, lo que siempre es vivido por el niño como que se cuestiona lo ya dicho, o que ha hecho
algo mal.
En tercer lugar, hay que decidir el orden de las preguntas que
se formulan. Si el niño sólo ha contado un episodio, las
Es necesario decidir preguntas deberían seguir el orden de la secuencia dada por el
el orden de las niño, o un orden cronológico. Si el niño hubiera narrado varios
preguntas que se episodios distintos, nuestro orden de preguntas debe seguir de
formulan cerca el orden narrativo del menor y cuidarnos, muy
especialmente, de no hacer preguntas sobre un episodio sin
haber terminado de preguntar por el anterior. Para el niño los
saltos temporales suponen una gran dificultad y nosotros corremos el riesgo de interpretar
erróneamente a qué episodio corresponde un dato determinado, sobre todo cuando los episodios
puedan aludir a diferentes tipos de abuso. De la misma manera, mientras se pregunta por los
supuestos hechos, no se debería incorporar ningún comentario o pregunta acerca de lo sucedido
después de que el niño reveló a alguien lo que estaba pasando, incluso aunque él lo mencione.
Cualquier comentario o pregunta sobre ello debe realizarse cuando ya está claro que no habrá más
preguntas sobre los supuestos episodios delictivos.
Cuarto, en cuanto al estilo conversacional (de las preguntas), éstas deben s e r c o r t a s y d e
construcción sencilla, no incluir doble negación, ni contener una segunda cuestión, ya que el niño
puede dar una respuesta sin saber realmente a qué está contestando, o aunque el niño lo sepa, el
que no puede saberlo o tener la certeza de a cuál de las preguntas está contestando es el
entrevistador.
Es importante formular una pregunta cada vez y dar tiempo al niño para que conteste antes de
formular la siguiente. Eso significa que, especialmente con los pequeños, hay que tener paciencia
(a veces les cuesta arrancar o encontrar la palabra que buscan, o la forma de explicar algo) y
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mantener un silencio expectante, con interés, pero no impaciente. Sin embargo, hay que saber
manejar el silencio, que a veces es percibido negativamente por el niño y le hace sentirse
incómodo. A menudo un «¿Y qué más?» puede ser suficiente. Si, pese a todo, el pequeño no
responde en esta fase, tal vez se deba volver al rapport y empezar desde otro punto.
En otras ocasiones, si se trata de un niño mayor, su silencio puede querer decir que se encuentra
incómodo hablando de esto o que le da vergüenza, por lo que habrá que tantear con delicadeza si
existe este problema «¿Me lo quieres contar?», o «¿Me lo puedes contar?, ¿pasa algo si me lo
cuentas?», «Puedes empezar por donde quieras…».
Además, es importante evitar tres tendencias que suelen darse en las entrevistas forenses: 1) la
de interrumpir al niño cuando está hablando. En esos casos, el niño puede interpretar que no lo
está haciendo bien, pero además, podría inferir que el entrevistador sólo acepta respuestas cortas
y limitar sus respuestas a partir de ahí. 2) La de llenar los silencios del niño con más preguntas o
con comentarios irrelevantes, lo que le distrae de su potencial respuesta a la pregunta anterior y
ésta se pierde definitivamente. Y 3) La de repetir la misma pregunta al niño cuando no hemos oído
su respuesta. En estos casos, ya sea porque el niño habla bajito, bien sea porque nuestro oído
falla, o ha habido un ruido que ha coincidido con su respuesta, el resultado es que no hemos
oído/entendido la contestación del niño. Lo adecuado, entonces, es decir al niño que no hemos oído
bien y pedirle que repita lo ya dicho sin que se sienta culpable u obligado a cambiar su respuesta.
En esos casos no deberíamos intentar adivinar qué pudo haber dicho el menor, sino que es
preferible preguntarle directa y francamente.
En esa línea, cuando los niños hablan en voz baja o no se les entiende bien, puede ser conveniente
que el entrevistador repita lo que ha dicho el niño (aunque no todo) para que se pueda escuchar
bien la grabación posteriormente.
Por último, en relación con el vocabulario del menor, conviene no perder de vista varias cuestiones.
1.- Con niños muy pequeños, las palabras para referirse al espacio (arriba-abajo, desde-
hasta, detrás-delante) pueden ser problemáticas, de manera que hay que contrastar con
cuidado a qué se refieren con cada una de ellas, y no vale preguntarle si entienden una
palabra, pues pueden asentir, pero entender algo muy diferente de lo que el adulto,
entrevistador, cree.
2.- Lo mismo sucede con las palabras acerca del tiempo (presente, pasado y futuro) y la
ubicación adecuada de los episodios en el tiempo. Si tenemos que obtener información más
precisa sobre localizaciones temporales, lo mejor es acudir a sus rutinas domésticas o
escolares para ubicar el episodio (después del recreo, antes de desayunar, cuando estás
viendo los dibujos en la TV,….).
3.- La duración y frecuencia de un episodio concreto puede ser una tarea difícil para los
niños más pequeños, de manera que empeñarse en obtener una respuesta sobre ello podría
llevar al niño a la mera especulación.
4.- Aunque el lenguaje del niño es diferente del lenguaje del adulto, el entrevistador no
debe emplear un lenguaje infantilizado para dirigirse a él, como se ha señalado más arriba, ni
utilizar con el niño expresiones como «cielo», «cariño», etc. En cambio, el entrevistador debe
estar al tanto de las palabras que el niño utiliza en su casa para referirse a sus partes íntimas
y, si tiene dudas sobre el referente de esa palabra para un niño concreto, debe tratar de
aclarar cuanto antes qué quiere decir con esa palabra.
Por supuesto, no se puede emplear ninguna técnica coactiva
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para forzar al niño a que cuente algo. Entre las más empleadas
No se puede con menores están: repetir la pregunta varias veces cuando al
emplearse ninguna entrevistador no le gusta la respuesta que da; sujetar al niño;
técnica coactiva amenazarle con no dejarle salir de la sala hasta que nos
para forzar al niño a cuente lo que sucedió; o aludir a lo que han dicho otros como
que cuente algo medio para forzarle a él para que cuente algo. Por otro lado,
tampoco resulta admisible el engañarle, prometerle nada ni
darle un premio por contarlo. O hacer pasar a uno de los
progenitores para presionar al menor para que lo cuente.
Más sutiles, y que pueden pasar inadvertidas para el propio entrevistador son: mostrar con gestos
qué nos ha interesado y qué no, especialmente si se refiere a los contenidos del supuesto abuso,
dar a entender una actitud negativa hacia el supuesto agresor, etc.; estas últimas ilustran de forma
singular la necesidad de que un colega revise nuestras grabaciones, pues a menudo nos pasan
desapercibidas e ignoramos el poder que tiene para sugerir ciertas respuestas del niño.
A) Tipos de Preguntas
Las preguntas van dirigidas a obtener más información que la que el niño ha proporcionado en la
fase de recuerdo libre. Al mismo tiempo, deben evitar a toda costa introducir información que el
niño no haya mencionado con anterioridad. Esto es, no pueden ser sugestivas. A la búsqueda de
este equilibrio se le ha denominado «técnica de embudo», dado que las preguntas deben ir de las
más amplias o abiertas a las más concretas o específicas. Las veremos con detalle.
B) Preguntas abiertas
Con una pregunta abierta se pretende que el niño amplíe información sobre un episodio, o sobre
un aspecto del episodio, pero sin dirigir, sugerir o coartar de ninguna otra manera la respuesta que
nos dé. En cierto modo, la pregunta abierta da al menor una oportunidad para controlar la emisión
de información y minimizar el riesgo de que el entrevistador imponga su punto de vista sobre lo
que ha pasado.
Una pregunta abierta adopta un formato claramente narrativo indagando acerca de temas
relevantes que han surgido en el relato libre (recuérdese seguir un orden secuencial)
— «Dijiste que estabas en tu cuarto..., ¿cuéntame qué cosas hay en tu cuarto?»
— «Y cuando entró, ¿qué pasó?»
— «Antes has dicho que te pegaba patadas. Háblame sobre alguna vez que te pegó patadas, ¿cómo
era?»
Además de pretender ampliar información, la pregunta abierta se utiliza para aclarar datos, tanto
sobre personas «Así que tu abuelo te… ¿Cuántos abuelos tienes?», como sobre objetos, acciones y
situaciones: «Has dicho que tú les veías jugar a… ¿puedes explicarme cómo es ese juego?»
Cuando se han detectado contradicciones o inconsistencias en el relato libre, la pregunta abierta es
un buen instrumento para aclararlas sin dirigir la respuesta del menor: «Antes has dicho que
saliste de la cocina, y que esto pasaba en el baño, ¿me puedes contar otra vez cómo fue?».
Al formular estas preguntas hay que ser cautelosos para seguir el orden secuencial d e l o s
supuestos hechos que el menor ya ha proporcionado en el recuerdo libre, y para no adelantarnos
pidiendo detalles concretos a través de preguntas sugestivas. De hecho, se recomienda
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Una vez agotadas las preguntas abiertas, muchas veces somos conscientes de que se pueden
obtener más datos relevantes si seguimos preguntando de una manera más concreta. Aunque el
grado de claridad de la pregunta puede variar, lo que no puede suceder nunca es que se formule de
forma sugestiva.
Estas preguntas buscan ampliar o aclarar información que el niño ya había dado, pero deben ir
siempre desde la más general hacia la más concreta. Por ejemplo, si el niño ha hablado ya de que
jugaba con el adulto, la primera pregunta (más general) es «¿A qué jugabais?», si el niño no
responde de manera clara, la siguiente pregunta sería «¿Dónde jugabais?». Si el niño ya ha dicho
que X le hizo llorar y que él fue a buscar a su mamá para contárselo, se puede preguntar «¿Qué te
dijo tu mamá cuando se lo contaste?»
El grueso de las preguntas específicas son las «preguntas Q»: quién, qué, cuándo, dónde y por
qué. Pero una precaución elemental que debe adoptarse en el uso de los por qué es asegurarse de
que el niño no los interpreta como fallo o culpa suya. Por ejemplo, «¿Por qué no se lo contaste a
alguien?» podría tener ese efecto de fallo; se puede cambiar por preguntas qué: «¿Qué pasó para
que no se lo contaras a nadie?» O, para los más pequeños, «¿Qué pasó para que se lo contaras a
mamá?» «¿Cómo es que se lo contaste a mamá en… o cuando…?»
Por otro lado, son precisamente los más pequeños los que pueden encontrar más dificultades para
responder a una pregunta abierta, pues no saben cómo recuperar información a partir de ellas; si
se cambia por algo más concreto, es posible que el niño pueda acceder a ese dato; pero claro, el
riesgo es que, al concretar, se esté dirigiendo o sugiriendo la respuesta. Por ejemplo, la pregunta
«¿Cómo iba vestido?» puede no obtener respuesta, pero si se cambia por la de «¿Cómo eran sus
pantalones?» es más probable que el pequeño acceda a la información adecuada (siempre y cuando
estemos seguros de que el adulto llevaba pantalones).
En esta fase de las preguntas, y como norma general, deben evitarse cuidadosamente aquellas
preguntas que sólo se pueden responder con sí /no, o cualesquiera otras que sólo tengan dos
respuestas posibles, pues generalmente serán sugestivas.
Además de proporcionar detalles concretos de un modo general, las preguntas específicas son de
gran utilidad para tres objetivos relevantes en la investigación:
1.- Pedir al niño detalles de cada uno de los episodios concretos si se trata de un abuso
repetido.
2.- Aclarar inconsistencias o contradicciones de las fases anteriores.
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Este es un recurso que nunca debe emplearse porque es sumamente peligroso, ya que pone en
cuestión toda la información que se obtenga.
Una pregunta sugestiva o directiva es la que implica (sugiere) la respuesta («X te hizo daño,
¿verdad?»), o bien se basa en hechos supuestos que todavía han de ser probados («¿Cuándo le
contaste a alguien lo que te hacía X?», cuando el niño aún no ha dicho nada de lo que le hizo su
X).
Mientras que si el niño testificara en la vista oral, no se permitirían preguntas de este tipo,
también debería estar claro que no son admisibles en la entrevista grabada, lo que podría llevar al
rechazo de toda la entrevista o, al menos, de la parte que incluye esas preguntas y la información
que se derive de esa parte en el resto de la declaración. Esto es especialmente serio cuando se
hacen estas preguntas para hablar de la acción central del supuesto abuso, o para concretar la
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La entrevista suele darse por concluida en cualquiera de las tres siguientes situaciones:
— El entrevistador ha obtenido la información suficiente. En este supuesto, el segundo
entrevistador es una pieza clave, pues se le debe consultar si él también valora que se han
alcanzado los objetivos de la entrevista, y que no se ha pasado por alto ningún elemento
crucial o fundamental para el caso en cuestión. Si los dos entrevistadores están de acuerdo,
la entrevista se concluye. Si se trata de una prueba preconstituida, para poder dar por
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terminada la entrevista, antes hay que preguntar al juez y a los representantes legales de las
partes si desean hacer alguna pregunta al niño a través del entrevistador. Una vez
formuladas esas preguntas, y acordado por los entrevistadores que ya se ha obtenido la
información relevante, entonces, se da por finalizada la exploración.
— El niño no quiere o es incapaz de participar durante más tiempo en la entrevista. En
este caso, el entrevistador debe intentar determinar el motivo de ello, puede que no desee
colaborar porque está cansado o hambriento y tras un breve corte se podría continuar, o ha
habido algo que ha molestado al niño y ya no quiere colaborar más. Sea cual sea el motivo de
la falta de participación del niño, en estas circunstancias nunca hay que perder de vista
actuar en el mejor interés del menor, de manera que no es aceptable retener al niño en la
habitación, ni presionarle para que hable, o hacer que una figura de apoyo (p.e., el adulto
que ha traído al niño) pase a la sala para obligarle a que nos cuente lo que pasó, ni por
supuesto amenazarle ni sobornarle para que colabore. Cualquiera de estas acciones podrían
desembocar en afirmaciones inexactas por parte del niño y afectar negativamente a s u
bienestar, todos ellos son ejemplos claros de actuaciones inapropiadas del profesional y, por
ende, invalidan la prueba por coactiva. En caso de que aún no se haya obtenido la
información relevante, los profesionales tendrán que valorar acciones alternativas como, por
ejemplo, intentar explorar al menor en otra ocasión, ya sea por el mismo entrevistador, o por
el entrevistador de reserva, o incluso por otros entrevistadores distintos.
— El niño no habla del tema porque no hay nada que contar al respecto. Esta alternativa
es igualmente válida, y no es despreciable, porque hay un porcentaje de casos en los que la
sospecha en realidad es infundada, y también es importante detectar este tipo de situaciones
correctamente.
Con independencia de la razón por la que se da por finalizada
la entrevista, lo que sí hay que conseguir es dejar al niño en
Hay que conseguir un estado de ánimo positivo antes de que abandone la sala.
es dejar al niño en Además, el cierre también tiene un valor añadido porque
un estado de ánimo permite:
positivo antes de
• Resumir lo que ha contado el menor durante la
que abandone la
entrevista.
sala
• Contestar a cualquier pregunta que tenga el menor.
• Dar las gracias al niño por su tiempo y esfuerzo.
• Proporcionar un nombre y teléfono de contactos al niño (o al adulto responsable).
• Informar de que la entrevista ha concluido.
Por tanto, aun cuando no siempre se le presta la atención que se merece, esta fase de la entrevista
también es relevante y, por ello, el entrevistador debe ser cuidadoso y asegurarse de que se
realiza un cierre adecuado. Es muy importante que al final de la entrevista el niño no se quede
angustiado, sino que esté en un estado de ánimo positivo. Es más, si por cualquier motivo la
entrevista tuviera que darse por concluida antes de haber obtenido la información suficiente sobre
los supuestos hechos, el entrevistador nunca ha de transmitir al niño la sensación de que el menor
ha fracasado, o de que ha decepcionado al entrevistador.
En esta fase puede que el entrevistador necesite verificar con el niño que ha entendido
correctamente lo que le ha relatado. Si así fuera, el entrevistador debe ser muy cuidadoso de no
transmitir al niño incredulidad respecto a lo que éste le ha contado. Además, cualquier
recapitulación de lo relatado por el niño debe emplear el propio lenguaje utilizado por el menor,
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esto es, el entrevistador nunca debe elaborar su propio resumen en lenguaje adulto, ya que éste
podría contener errores que, sin embargo, podrían ser susceptibles de ser aceptados por el niño.
Una manera plausible de abordar el cierre de la entrevista podría ser retomando alguno de los
temas neutros tratados durante la fase de rapport, y continuar agradeciendo al niño el que haya
venido, su tiempo y esfuerzo dedicados durante la entrevista. Al manifestar este agradecimiento,
el entrevistador tiene que ser extremadamente cuidadoso, y bajo ningún concepto agradecer
específicamente al niño la revelación del abuso ni lo relatado sobre el abuso, en caso de que el
menor haya realizado manifestaciones sobre este tema durante la entrevista.
Por último, no debe olvidarse preguntar a el niño si desea contar algo más al entrevistador antes
de marcharse. También es adecuado darle una explicación de cuál será el próximo paso a seguir en
el proceso judicial. Es sumamente importante no prometer cosas que no tengamos la certeza de
que vayan a ocurrir (p.e., que el niño ya no vaya a tener que contar nunca más el supuesto
abuso). Por último, hay que preguntar al niño si tiene alguna duda o pregunta y contestarle de la
manera más apropiada posible. A todo esto, nos gustaría añadir que también puede ser muy
informativo preguntar al niño justo al final del todo «¿Qué te ha parecido esto, ha sido muy difícil o
fácil el contar cosas?», pues puede revelarnos, en algún caso en particular, el motivo de por qué el
niño no ha proporcionado apenas información sobre ninguno de los sucesos por los que se le han
preguntado (ni en el rapport, ni sobre el suceso de control, ni sobre el supuesto abuso), y es
porque «Mi papá me dijo que no hablara mucho», o bien podría indicarnos que ha repasado o
ensayado con mamá lo que tenía que contar hoy o, por el contrario, contestar que ha sido fácil
porque estaba contando lo que de verdad le ha pasado con «X».
Una vez hecho todo esto, el profesional debe despedirse del menor y facilitarle un nombre y
número de teléfono de contacto (o al adulto que le acompaña cuando el menor es muy pequeño)
por si el niño (o tutor legal) quisiera más adelante tratar cualquier cuestión con el entrevistador.
5. Algunas referencias de utilidad
— BEKERIAN, D.A., & DENNETT, J.L. (1995). An introduction to the cognitive interview technique.
In T. Ney (Ed.), True and false allegations in child sexual abuse (pp. 192-206). New York:
Brunner/Mazel. Bull, R. (1992).
— BOTTOMS, B.L., NAJDOWSKI, C.J., & G.S. Goodman (Eds.). Children as victims, witnesses, and
offenders. Nueva York: The Guilford Press (2009).
— CECI, S. & BRUCK, M. (1995). Jeopardy in the courtroom. A scientific analysis of children’s
evidence. Washington: APA. En este libro se describe el sesgo del entrevistador y se aportan datos
empíricos de sus efectos sobre las declaraciones de los niños.
— CECI, S.J., KULKOFSKY, S., KLEMFUSS, J.Z., SWEENEY, Ch.D., & BRUCK, M. (2007). Unwarranted
assumptions about children’s testimonial accuracy. Annual Review of Clinical Psychology, 3, 311-
328.
— DAVIES G.M. & WESTCOTT, H.L. (1999). Interviewing child witnesses under the Memorandum of
Good Practice: A research review. Police Research Series Paper 115, Londres: Home Office Policing
and Reducing Crime Unit. Es una valoración del seguimiento del Memorandum en la práctica.
— DENT H.R. & STEPHENSON, G. M. (1979). An experimental study of the effectiveness of
different techniques of questioning child witnesses. British Journal of Social and Clinical Psychology,
41–51.
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— LOFTUS, E. MILLER, D.G., & BURNS, H.J. (1978). Semantic integration of verbal information into
a visual memory. Journal of Experimental Psychology: Learning, Memory, and Cognition, 4, 19-31.
— LÓPEZ ORNAT, S., GALLEGO, C., GALLO, P., KAROUSOU, A., MARISCAL, S., & MARTÍNEZ, M.
(2005). MacArthur: Inventario de desarrollo comunicativo. Manual y Cuadernillos. Madrid: TEA
Ediciones.
— Memorandum of Good Practice on video recorded interviews with child witnesses in criminal
proceedings (1992). Londres: Her Majesty’s Stationery Office, Home Office. Se trata de la primera
guía publicada que tiene en cuenta los conocimientos psicológicos hasta la fecha, así como los
derechos y garantías de los niños y de los supuestos agresores.
— MULDER, M. R., & VRIJ, A. (1996). Explaining conversation rules to children: An intervention
study to facilitate children’s accurate responses. Child Abuse & Neglect, 20(7), 623-631.
— POOLE, D.A. y BRUCK, M. (2012). Divining testimony? The impact of interviewing props on
children’s reports of touching. Developmental Review, 32, 165-180. Análisis y revisión de los
riesgos y ventajas de algunas ayudas al recuerdo como muñecos y dibujos.
A) Revistas en inglés (2) que publican artículos relacionados con la entrevista forense de
investigación, memoria y sugestión en niños (testigos y víctimas)
— Protocolo NICHD:
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— https://www.nichd.nih.gov/Pages/index.aspx
— http://nichdprotocol.com/the-nichd-protocol/ (versión en diferentes idiomas)
— http://nichdprotocol.com/peer-reviewed-research/ (con artículos publicados sobre la
investigación en que se basa su protocolo).
— Protocolo de Oregón:
— http://www.doj.state.or.us/victims/pdf/oregon_interviewing_guidelines.pdf
— Protocolo de Michigan:
— https://www.michigan.gov/dhs
(1)
Tomado de Bekerian y Dennett (1995), que han llamado la atención sobre lo inadecuado que son los
ejemplos estándar, proporcionando en su lugar ejemplos mejor adaptados a la cuestión de la mentira.
Ver Texto
(2)
No incluimos revistas en español, debido a la escasa presencia de artículos empíricos especializados en
este tema, más allá de alguna revisión esporádica.
Ver Texto
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