Ficha de Lectura1

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CIENTÍFICO 2 – QUÍMICA Prof.

García
Gayol

FICHA DE LECTURA: RECORDANDO LA HISTORIA DEL MODELO ATÓMICO

La diversidad del comportamiento químico de los materiales que nos rodean es el resultado de apenas
unos 100 elementos y, por lo tanto, de sólo 100 clases de átomos. En cierto sentido, los átomos son
como las 27 letras del alfabeto: las sustancias se forman combinando átomos de distintos elementos,
de la misma manera que se construyen palabras empleando las 27 letras del alfabeto. La perspectiva
submicroscópica de la materia es la base para entender por qué las sustancias reaccionan como lo
hacen y por qué exhiben propiedades físicas y químicas específicas. Veamos pues el mundo de los
átomos y su historia…
La concepción del átomo que se ha tenido a lo largo de la historia ha variado de acuerdo a los
descubrimientos realizados en el campo de la Física y la Química. A continuación se hará una
exposición de los modelos atómicos propuestos por los científicos de diferentes épocas. Algunos de
ellos son completamente obsoletos para explicar los fenómenos observados actualmente, pero se
incluyen a manera de reseña histórica.
El concepto de átomo como bloque básico e indivisible que compone la materia del Universo ya fue
postulado por la escuela atomista en la Antigua Grecia. La idea central del pensamiento griego era que
la materia resultaba continua; Demócrito (460-370 AC) sostenía en cambio, que la materia estaba
constituida por pequeñas partículas indivisibles, que llamó átomos. Cada sustancia sería un conjunto
de átomos, pequeñas partículas macizas, indivisibles y específicas de esa sustancia. Existirían pues
infinitos átomos que, gracias a sus formas complementarias, pueden complementarse dando todas las
demás. Aunque invisibles, serían perceptibles por sus propiedades secundarias, por ejemplo: aquellas
sustancias con átomos redondeados acarician la lengua y tienen gusto agradable, mientras que las que
están formadas por átomos rugosos resultan ácidas e irritantes. Los átomos de Demócrito eran
invisibles, pero nada abstractos o teóricos, sino “perfectamente reales”.
Este concepto de la Antigua Grecia, no surgió de la experimentación sino como una necesidad
filosófica para explicar la realidad, ya que, como proponía Demócrito, la materia no podía dividirse
indefinidamente, por lo que debía existir una unidad o bloque indivisible e indestructible que al
combinarse de diferentes formas creara todos los cuerpos macroscópicos que nos rodean. Sin
embargo, la perspectiva “atómica” de la materia se desvaneció durante mucho tiempo, su pensamiento
no fue considerado hasta que 2000 años después, Dalton retomó el estudio del átomo y aportó las
bases para la teoría atómica moderna.
El modelo de Dalton (1808) fue el primer modelo atómico con bases científicas, nace con la intención
de dar una explicación a las leyes másicas. Postula la noción de discontinuidad de la materia:
1. La materia es discontinua y está formada por átomos, que son partículas discretas de materia
indivisibles, invisibles e indestructibles.
2. Los átomos pertenecientes a un elemento son iguales entre sí y tienen el mismo peso.

3. Los átomos de distintos elementos tienen propiedades diferentes y difieren en su peso.


4. Los átomos de los distintos elementos se combinan entre sí para formar compuestos, en
relaciones de números enteros sencillos.
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Algunos de los postulados de Dalton, como el que refiere a la discontinuidad, siguen vigentes; otros,
como considerar los átomos como esferas rígidas (sin estructura interna), indivisibles e
indestructibles, han sido superados.
Recién sobre el final del siglo XIX se obtuvo evidencia convincente de que el átomo está formado por
distintas partes, tiene una estructura interna. El átomo que supuestamente era indivisible comenzó a
revelar indicios de una estructura más compleja.
Los trabajos en tubos de vacío de J.J.Thomson le llevaron a publicar un artículo con sus
observaciones que lo llevaron a concluir la existencia de determinadas partículas con masa y carga
negativa, a las que hoy conocemos como electrones. Al medir la masa de estas partículas se encontró
que era extraordinariamente pequeña, más aún que la masa del átomo de hidrógeno. A este punto
Thomson lanza una hipótesis muy audaz: los electrones “salían” de los átomos. Los átomos de
Demócrito y Dalton, macizos, indivisibles, compactos, pasaban a tener partes. Los experimentos
demostraban que los electrones eran todos iguales, sin importar si provenían del hidrógeno o de otro
elemento cualquiera, lo que permitía inferir razonablemente que eran parte de todos los átomos. Como
los átomos no tienen carga, llegó a la conclusión que también debía existir una carga positiva que
equilibrara la carga de los electrones. El modelo de Thomson (1897) propone entonces que el átomo
es como un “budín de pasas”. La carga negativa estaba constituida por electrones, que se encontraban
según este modelo inmersos en una masa de carga positiva a manera de pasas en un budín. Una nube
positiva contenía las pequeñas partículas negativas suspendidas en ella. El número de cargas negativas
era el adecuado para neutralizar la carga positiva.
En 1911, E. Rutherford estudiaba el bombardeo de placas metálicas con las recientemente
descubiertas partículas alfa (carga positiva y una masa 7500 veces la del electrón). Esperaba, basado
en el modelo de Thomson, que las partículas atravesaran sin problema las placas. Sin embargo,
observó que aunque la mayoría de las partículas lo hacían, algunas sufrían importantes desviaciones.
Esta observación no es compatible con el modelo existente, lo que lo llevó a formular la hipótesis que
la materia no se distribuye de manera uniforme en el interior de los átomos, sino que, por el contrario,
la mayor parte de la masa y toda la carga positiva se concentran en una zona central muy pequeña
llamada núcleo. Con estas evidencias, Rutherford propuso el modelo nuclear del átomo, según el cual
el átomo está formado por un núcleo muy pequeño (que concentra masa y carga positiva) y giran
alrededor del Sol. Estudios posteriores, condujeron al descubrimiento de partículas nucleares: los
protones de carga positiva, y los neutrones sin carga.
Sin embargo, el átomo de Rutherford tenía una grave inconsistencia, ya que, según las leyes del
electromagnetismo, una partícula cargada en movimiento, como los

electrones alrededor del núcleo, emite ondas electromagnéticas y en consecuencia pierde energía. Los
electrones no pueden mantenerse en órbita e irremediablemente caerían en el núcleo.
En tal sentido, N. Bohr (adoptando la idea de Planck de que la energía está cuantizada) propuso
(1913) que los electrones no irradian mientras giran en sus órbitas, las cuales están absolutamente
prefijadas (los electrones no pueden girar en cualquier lugar), cada órbita corresponde a un nivel de
energía determinado, la irradiación ocurrirá entonces en el pasaje de un electrón desde una órbita más
energética a otra menos energética. Bohr basó su modelo en tres postulados:
1. Para los electrones de un átomo sólo están permitidas órbitas con ciertos radios,
correspondientes a ciertas energías definidas.
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2. Un electrón en una órbita permitida tiene una energía específica y está en un estado de
energía permitido. Un electrón en un estado de energía permitido no irradia energía, y por lo
tanto no cae en espiral hacia el núcleo.
3. Un electrón sólo emite o absorbe energía cuando pasa de un estado permitido de energía a
otro. Esta energía se emite o absorbe en forma de fotón.
El modelo introduce dos ideas fundamentales que están incorporadas en el modelo vigente: los
electrones sólo existen en ciertos niveles discretos de energía (los describiremos más adelante con
números cuánticos) y el que el movimiento de los electrones de un nivel a otro involucra energía.
El modelo de Bohr también presenta limitaciones que surgen del estudio de los espectros de emisión
de los átomos polielectrónicos y con el hecho de que los electrones también presentan propiedades de
las ondas (“dualidad onda-partícula” De Broglie). En 1926, E. Schrödinger propuso una ecuación,
conocida ahora como ecuación de onda de Schrödinger, que incorpora los comportamientos tanto
ondulatorios como corpusculares del electrón. Sus trabajos inauguraron una nueva forma de tratar con
las partículas subatómicas conocida como mecánica cuántica-ondulatoria. En este modelo, la
ubicación del electrón no se puede describir con tanta sencillez como en el de Bohr. En tal sentido, no
podemos hablar de una ubicación exacta, sino de un conocimiento estadístico: en el modelo de la
mecánica cuántica hablamos de la probabilidad de que el electrón esté en cierta región del espacio
en un instante dado. En definitiva, el modelo de Schrödinger abandona la concepción de los
electrones como esferas diminutas con carga que giran en torno al núcleo, sino que se describen en la
periferia zonas de probabilidad de presencia de electrones, regiones del espacio en torno al núcleo,
donde la probabilidad de encontrar al electrón es elevada. Se denomina orbital a cada una de esas
zonas.

TRABAJAREMOS EN CLASE, INTERPRETANDO, AMPLIANDO Y DISCUTIENDO ESTE


MATERIAL QUE FUE ELABORADO EN SALA.

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