Polita Va A La Escuela

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 35

Polita va a la escuela

1 2
Ilustraciones de
ELENA POIRIER

Polita va a la escuela

Jfl EDITORIAL UNIVERSITARIA

ALICIA MOREL

3 4
Pero como una educación debe ser completa, la
Hormiguita Cantora decidió mandar a su sobrina
a la escuela del Duende Melodía.
La tía cosió un delantal azul para su sobrina y
cortó unas cintas rojas que le amarró a las antenas.
Y luego le aconsejó con dulce voz:
—Si estudias,
si aprendes,
muy sabia, serás,
y pronto en la clase
primera estarás.
Polita va a la escuela Polita se fue muy contenta a la escuela y a todo
el que la veía, le contaba:
—¡Primera seré!
Al llegar cerca de la laguna del bosque, un Sapo
asomó la cabeza y le preguntó:
La Hormiguita Cantora estaba muy —¿Dónde serás primera, Polita?
preocupadapor darle —En la escuela, porque aprenderé magia.
educación a su sobrina Polita. —¿Magia? ¿Y qué es eso?
La pequeña sabía comer sin dar vuelta el plato, —Es algo que está escrito en los viejos libros de
sabía jugar y cantar; y también sabía saludar los duendes.
diciendo "buenos días" o "buenas tardes", como lo —¿Y para qué sirve la magia? — insistió el Sapo
hacen todas las hormigas al toparse con las lleno de curiosidad.
antenas. —Sirve para poner las cosas al revés y ver los
pies de las flores y lo que hay debajo de las

5 6
piedras y todos los tesoros ocultos— explicó la —¿Cómo se puede convertir la tierra en miel?—
muy inventora. averiguó la Abeja cada vez más interesada.
—¡Qué interesante! Yo también quiero aprender Eso es lo que vamos a aprender— rió Polita.
magia— gritó el Sapo dando un salto de felicidad. —Tú nos puedes regalar ahora mismo el polen y
—Y también sirve para poner al revés a los el néctar que has juntado, porque cuando
tontos— agregó Polita echando a caminar con el aprendas magia, con sólo soplar, la tierra se
Sapo de atrás. cambiará en miel.
—Cuéntame más— pidió el nuevo alumno. —¿De veras?— preguntó la crédula Abeja.
—No sé más, por eso voy a la escuela— —De veras— contestaron al mismo tiempo
contestó Polita. Polita y el Sapo.
Más allá se encontraron con la Abeja, que La Abeja ya no dudó y, agradecida, regaló a la
escarbaba furiosamente una flor para sacarle picara hormiga la miel que había juntado durante
polen. la mañana. Polita se apresuró a comérsela,
—¿Dónde van tan apurados?— exclamó con un ensuciándose el delantal. El Sapo abrió la boca de
zumbido al ver a Polita y al Sapo. oreja a oreja por si le convidaba algo; pero Polita
—Vamos a la escuela a aprender magia— engulló aún más ligero, pensando con cierta razón
explicó la pequeña hormiga, deteniéndose a la que si le daba miel al Sapo, a ella le iba a quedar
vista de las patitas de la Abeja, que estaban muy poco.
cargadas de dulce polen. Los tres continuaron viaje. Polita corría, el Sapo
—¿Y para qué sirve la magia?— preguntó la saltaba y la Abeja volaba.
trabajadora cada vez más interesada. Apenas el Duende Melodía divisó a sus
—Sirve para transformar la tierra en miel— aplicados alumnos, corrió a tocar la campana que
contestó Polita, triunfante. anunciaba el comienzo de las clases primaverales.
—Y para poner todo al revés— agregó el Sapo, Sin embargo, Polita, cuando se vio cerca de la
pero Polita lo hizo callar con un empujón. escuela, empezó a quedarse atrás. El gusanillo de

7 8
la mala conciencia empezó a morderle la cabecita —Polita, ella nos lo dijo— contestaron los
por dentro. alumnos, algo asustados.
Haciéndose la lesa, se escondió detrás de unas —¿Dónde está esa hormiga diabla? Este
flores, mientras restregaba sus patas contra el embrollo lo armó ella.
pegajoso delantal. Pero Polita había desaparecido. Para qué decir
La Abeja se adelantó con las alas palpitantes de la cara de sorpresa y disgusto que pusieron la
curiosidad, mientras el Sapo, de puro nervioso, Abeja y el Sapo.
daba saltos sin ton ni son. —Yo abandoné mis verdes musgos y mi laguna
—¿Por qué están tan movedizos?— les por aprender magia— lloriqueó el sapo.
preguntó el Duende. —Y yo perdí la miel de toda una mañana de
—¡Cómo no voy a estar nerviosa, si usted va a trabajo— zumbó la Abeja, plañideramente.
enseñarme a convertir la tierra en miel!— zumbó —¿Cómo es eso de la miel?— indagó el Duende
la Abeja. arrugando el entrecejo.
—Y a poner todas las cosas al revés para —Como Polita dijo que podría convertir la
descubrir los tesoros ocultos— gritó el Sapo, tierra en miel, le regalé mi cosecha matinal...
atorándose de felicidad. —Polita será castigada severamente por su
—¿De qué están hablando? ¿Están chiflados?— escandalosa conducta; pero tú, Abeja, ya lo has
exclamó el Duende. sido por caer en la tentación de la pereza.
—Hablamos de la magia— contestaron los dos —A mí también me castigó Polita porque me
a coro. quedé sin tesoros— se quejó el Sapo.
—¿Ustedes creen que yo les voy a enseñar Muy desilusionados, Abeja y Sapito regresaron,
magia, esa ciencia nefasta que arruinó a los una a su flor, el otro a su laguna.
duendes y a las hadas? ¿Quién les dijo tal cosa?— Cuando la tía Hormiguita Cantora vino a
preguntó el profesor, alarmado. buscar a su sobrina, el Duende Melodía le explicó

9 10
todas las maldades que había hecho la pequeña y cruel y engañosa y no probarás
también que no había aparecido por la escuela. el dulce de rosas.
Se pusieron a buscarla por los alrededores y la Lo que más le dolió a la pequeña hormiga, no
encontraron durmiendo en el hueco de una hoja, fue el dulce de rosas, sino pedir perdón a la Abeja
mecida por el aire. Al ver su negra carita de ángel, y al Sapo. Volvió al hormiguero detrás de su tía
la tía cantó: con la cabeza tan gacha, que ni siquiera vio las
—Mecida por dulce brisa flores que le hacían señas a la orilla del camino.
Polita quedó dormida,

columpio de verde hoja, cuna en que


todo se olvida.

Quien hizo tantas maldades,


ahora sueña tranquila,
mecida por dulce brisa,
todas las culpas olvida. El Duende y la
Hormiguita dudaron en castigarla; pero al tocar el
delantal pegajoso de miel, decidieron que había
que poner las cosas al derecho. Así, cuando Polita
abrió los ojos, la tía, tirándola de una antena, se la
llevó al hormiguero, diciéndole:
—A la tía Abeja pedirás perdón,
también al Sapito verde
corazón. Has sido burlona, muy

11 12
—Claro que las pongo— gritó entusiasmada.
—Y también pongo mis seis patas, mis dos
antenas y mi guatita.
Luego de comer un plato de harina tostada con
azúcar y leche, la pequeña hormiga se dirigió
alegremente a la escuela.
A su paso, las flores la saludaban y las
Uno, dos y tres mariposas le hacían señas con sus alas. Ella se
sentía muy importante porque iba a aprender los
números. Al encontrar a su amigo, el Grillo Vaga-
bundo, no pudo menos que contarle:
—El Duende me va a enseñar una cosa muy
Cuántas preocupaciones cuesta educar a una sabia.
pequeña hormiga!— pensaba la Hormiguita —¿.Qué cosa, Polita?
Cantora mientras vestía a su sobrina para que no —Los Números.
llegara tarde a la escuela. —¡Uy!— se espantó el Grillo, que además de
—Hoy día, Polita, flojo, era supersticioso— los números enloquecen
irás a aprender a los bichos. Son peligrosos, no caben dentro de
cuánto es dos más uno, nuestras pequeñas cabezas.
cuánto es tres más tres. —Y ¿seré sabia, tía?—
preguntó la muy consentida.
—Sabrás muchas cosas,
pequeña Polita,
si pones tus ganas —Eso lo dices por ignorancia, Grillo. Además,
y tu cabecita. tú sabes contar.

13 14
—¿Crees tú? —preguntó el Grillo dando un —Lo voy a llamar para que lo conozcas. Él
saltito nervioso. ordenará este montón de semillas que tengo
—¿Qué otra cosa haces cuando te pones a cantar aquí— explicó el Duende, señalando un cerrito de
en la noche mirando al cielo, sino contar las negras semillas que había puesto sobre la mesa.
estrellas con tu cri cri que no termina? Poniendo las manos en forma de bocina, llamó:
—Tienes razón, yo sé contar y nq me había dado —El Uno, el Uno, el Uno, que
cuenta. venga para acá,
En ese momento, sonó la campaña ¿te la escuela
del Duende Melodía; Polita, luego de despedirse
del asombrado Grillo, corrió para no llegar tarde a
la clase de números.
El Duende estaba contando los segundos en su
reloj de arena.
—No —decía— no debe llegar atrasada, porque
los números son una ciencia exacta y no admiten
equivocaciones.
—¡Aquí estoy!— gritó en ese momento Polita
entrando por la puerta del hongo.
—jOh, jo jo! Buenos días, pequeña.
—Buenos días, Duende— contestó ella,
sentándose en un piso de paja.
—Has llegado justo a tiempo. Si te atrasas un
segundo, no hubiéramos podido aprender el
número Uno y sin el Uno no se puede hacer nada.
—¿Cómo es el Uno, Duende?

15 16
—No importa, Duende, ya me aprendí el Uno
—dijo Polita. —Puedes decirle que se vaya.
El Uno'no se hizo repetir la orden, pues era muy
inquieto y salió dando un portazo.
—Uf, está visto que es su día malo— gruñó el
Duende disgustado.
—¿A cuál vas a llamar ahora?— preguntó Polita
con curiosidad, pues aunque lo disimulaba, gozó
mucho con el desorden del número Uno.
—Toca llamar al Dos.
El Duende llamó con voz fuerte:
—El Dos es un patito que
todo lo* ve doble, dos cielos,
dos montañas, dos lunas y
dos soles.
El número Dos entró balanceándose como un
parece un palillo, tan pato o un bailarín, con gran alegría de Polita, que
delgadito está. se puso a imitar sus movimientos. El Dos empezó
—Ji ji, tan delgadito está— repitió Polita. a picotear las semillas, separándolas de dos en
El Uno entró saltando en su única pata, con tan dos, peico como se tragara algunas, Polita dijo:
mala suerte que tropezó con la mesa echando —Parece que tiene hambre.
abajo las semillas y produ ciendo un gran —¡Vaya goloso! —exclamó el Duende— así no
desparramo. Al ver esto, el Duende se enojó: van a salir bien las cuentas.
—Mira qué desorden has hecho. Es un mal
ejemplo para mi pupila.

17 18

■f
e
Y despidió al número Dos que se alejó de dos —Si éste se marea, nos va a servir de poco, creo
rápidos balanceos, moviendo la cola. yo.
Entonces el Duende llamó al Tres. El Duende se dio cuenta de que el Cuatro venía
—El Tres está muy gordo borracho.
de tanto que ha comido. —Apuesto a que vienes de donde la Chicharra,
Tres unos se ha tragado esa loca— dijo el Duende. —Te emborrachó con
enteros el bandido. su canto.
—De veras —rió Polita— tiene dos guatitas al El Cuatro se afirmó en la pared para no caerse y
revés. el Duende lo hizo salir con delicadeza.
El número Tres se acercó al montón de semillas Entonces entró el Cinco:
y como no podía agacharse por el peso que —Sobre su cola, el Cinco, se
llevaba a la espalda, empezó a multiplicar y a sienta como un gato
dividir en tal forma, que las semillas quedaron que acecha a los ratones por no ponerse flaco.
reducidas a la tercera parte. Al ver este fracaso, —Cierto —gritó Polita— el Cinco parece que «;e
Polita sentenció: hubiera comido cinco ratones.
—Parece que también el Tres tendrá que irse —Oh, Oh —exclamó el Duende— viene muy
para su casa. soñoliento, está bien alimentado.
El Tres miró a Polita con disgusto y trató de Entre profesor y alumna hicieron rodar al Cinco
pegarle, pero el Duende lo hizo salir derechito. No a un rincón y el Duende llamó al Seis:
hubo más remedio que llamar al Cuatro. —El Seis está enroscado
—El Cuatro hace equilibrios igual que un caracol que saca
sólo en una patita, de nada se su cabeza cuando lo mira el
marea y hace figuritas. sol.
Polita comentó: Polita rió entusiasmada:

19 20
—El Seis cuenta seis semillas y yo tengo seis
patas. Los dos juntos podemos contar hasta doce.
Pero el Seis se asustó con una suma tan grande
y escondió su

21 22
cabeza siendo inútil que el Duende le suplicara y —Uf— hizo el Duende —llamaré al Nueve, y
que Polita insistiera que doce era un número fácil. será el último porque me cansé.
—Es un Uno con un Dos —aseguraba la —Yo también —dijo Polita.
pequeña. —El Nueve cuando llueve
Viendo que todo era inútil, el Duende llamó al camina en una pata,
Siete: y por no resfriarse
—El siete es más serio que se aprieta la corbata.
un carabinero, se aprieta la
cintura y siempre usa
sombrero.
Pero el Siete, en vez de sacar cuentas, se llevó
presos al Cinco y al Seis por dormir en la clase. El El Nueve lanzó cinco estornudos antes de que el
Duende llamó al Ocho: Duende le apretara la nariz y lo mandara a
acostarse.
—El Ocho es muy porfiado y
—Si estornuda nueve veces, nos pega la gripe—
su cabeza es dura; y siempre
está sentado como fruta dijo Poli ta.
madura. Con lo que la clase terminó. Duende y hormiga
decidieron irse cada uno a sus camas, pues con
El Ocho entró girando y balanceándose como tanto número se les había puesto muy pesada la
un mono porfiado, con lo que Polita, olvidando cabeza.
que estaba en clase de matemáticas, se puso a
bailar.
—¡Eh! ¿Qué hacen?— gritó el Duende, enojado.
Polita cayó sentada del susto y el Ocho se alejó
girando antes de que lo inmovilizaran.

23 24
Polita aprende la O

J unto con salir el sol, la Hormiguita Cantora


mandó a su I sobrina a la escuela, no sin antes
haberle estirado las antenas con harina y agua.
—Anda derechito, no te
perderás, verás que muy
luego un genio serás.
le cantó para animarla.
El Duende Melodía esperaba a su alumna con
un gran libro que parecía guardar magias y
conjuros.
Al abrirlo, Polita gritó:
—Mira, Duende, aquí hay puras cucarachas.
—Esas son las letras vocales y no tienen nada
que ver con las cucarachas —explicó el Duende.
—Te las voy a nombrar para que las aprendas.
Esta es la A.
—Es una casa con ventana —descubrió ella.
—Y ésta es la E.
—Bah, yo creí que era un rastrillo —exclamó
Polita. —Déjate de bromas, atiende: ésta es la I.

25 26
—Huy, Duende, si parece un gusanito tieso. Pero el Duende no quería que su alumna
—Y ésta redonda es la O. confundiera el sol con una O rellena y le advirtió:
—Esa es la que más me gusta porque es igual a —El sol nos alumbra y calienta, y está en el
una lunita vacía. cielo. El sol es redondo como una naranja y con
Viendo que era inútil poner cara de profesor, el sus rayos hace crecer las hierbas y las flores, y nos
Duende decidió seguir la corriente a Polita. da vida y calorcito.
—Esta es la U —dijo— y se parece a un canasto. —Ah, sí, la vida —dijo Polita pensativa.
—No, Duende, te equivocaste —corrigió ella— —Ahora, que es primavera, la vida despierta de
es un colum-pió. También me gusta, pero el otro su sueño —siguió explicando el Duende. —El sol
día me caí y ya no me gusta tanto. derrite las nieves y se abren todos los ojos.
El Duende suspiró y con paciencia continuó su —Claro —dijo ella— el sol nos despertó a
clase. —Ahora, te voy a enseñar las vocales que nosotras, las hormigas chicas y la Mayordoma
hay en tu nombre. —¿En mi nombre hay abrió las puertas del hormiguero para que
vocales?— preguntó Polita sorprendida. saliéramos a corretear.
—La primera vocal que encontramos en —A ver, Polita, si has entendido... ¿Qué es el
PO-LI-TA es la O —dijo el Duende poniendo la sol?
boca redonda. —El sol es una naranja redonda que está en el
—¡Qué bueno que mi nombre tiene la O! Eso cielo y en mi nombre.
quiere decir que en mi nombre hay una lunita —Jo jo jo, rió el Duende. —No, Polita, el sol
vacía que yo voy a rellenar... con un color naranja. parece una naranja, pero en realidad es un astro
—Entonces la luna vacía se parecerá al sol— rió muy grande, más grande que la tierra.
el Duende. —¿Más que toda la tierra?— dijo ella,
—De veras. El sol es una O rellena de color imaginándose el hormiguero, que para Polita era
naranja— gritó Polita entusiasmada con su como la tierra.
descubrimiento.
27 28
—Por supuesto. La tierra es hija del sol y —Muy bien, Polita, ya conoces la O. Y ahora te
también es redonda y da vueltas alrededor de su enseñaré la A— anunció el Duende con
padre junto con varios hermanos que se llaman satisfacción.
planetas. —Parece que me cansé —contestó la alumna
—Debe parecer remolino, —dijo Polita, dando un bostezo.
admirada. Entonces el Duende, que era muy sabio, cerró el
—¿Has visto una gallina con pollos?— libro y Polita esperó que su tía viniera a buscarla.
preguntó el Duende.
—Sí, las he visto de lejos, porque me comen.
—Bueno, el sol, con la tierra y los demás
planetas, se parece a una gallina amarilla rodeada
de sus pollos, a los que alumbra y alimenta.
Polita rió:
—Entonces, Duende, el sol es una gallina con
pollos. ¿Y qué es la luna?
—La luna es como una hija de la tierra y por lo
tanto, nieta del sol.
—Así que el sol es abuelo de la luna... Yo he
visto que la luna se rompe. A veces le queda un
pedacito y ése también se le cae.
—No, Polita, la luna no se rompe. Lo que pasa,
es que la luna se esconde de a poco.
—Yo también me escondo de mi tía, pero de
una sola vez— dijo la pequeña hormiga, haciendo
una morisqueta.
29 30
Con lo que había aprendido su sobrina, la
Hormiguita Cantora le inventó una canción
mientras volvían lentamente a casa:
—La O se parece al sol y la
luna. Me gusta esta letra que
es como ninguna.

Lunita vacía, y sol de


naranja, se esconde la luna y
el sol no la alcanza.

Mas yo siempre tengo la O


muy cerquita, la tengo en mi
nombre, Polita, Polita.

31 32
Polita frunció la boca, porque no sólo le parecía
mal ir donde la Araña, sino lo de "mañana
temprano".
Pero la tía no le hizo caso y se puso a preparar
lanas y palillos que la pequeña hormiga iba a
La tejedora necesitar. El señor Gusano De Seda había tenido
la gentileza de regalarle unos ovillos y sólo faltaba
elegir entre los tallos de hierba seca los palillos
Vivía en el bosque una Araña famosa por sus telas adecuados. Y mientras los pulía, la Hormiguita
delicadas, que solía tejer no sólo a dos, sino cantaba:
también a ocho patas. —Palillitos
Oyendo hablar de ella, la Hormiguita Cantora de marfil,
decidió que su sobrina aprendiera a tejer para cabecita
completar su educación. Para endulzarle la de aserrín.
noticia, se la dio cantando:
—Mañana tempranito
irás donde la Araña,
y ella va a enseñarte
Delgaditos como alambre, si se
tejidos y marañas. A Polita no le
doblan dan calambres.
cayó bien el canto.
Palillitos tejedores con mil
—No, tía, no me gusta ir donde la Araña porque
lanas de colores.
tiene una cara horrible.
—No es con su cara que —Sin lanita y sin colores, porque no voy a ir
vas a aprender. Mañana donde la Araña fea— insistió Polita.
temprano irás a tejer. Pero la tía se hizo la lesa.
Al día siguiente Polita amaneció quejumbrosa.

33 34
—Me duele aquí, aquí, y acá, dijo señalando sus
males.
A lo que su tía observó:
—Te duele la frente, te duele
la oreja, te duelen los ojos, te
duelen las cejas. Son muchos
dolores, Polita, Polita, para
que te quepan en la cabecita.
Sin hacer más comentarios, vistió a su sobrina y
la puso en la puerta del hormiguero para que
fuera donde la Araña. Entonces Polita abrió una
inmensa boca y se puso a llorar.
—No quiero ir, no quiero ir— chillaba entre
pataleos.
Afligida, la Hormiguita Cantora decidió llevar a
la pequeña donde el Duende Melodía, a ver si él
podía convencerla de ir donde la Araña.

35 36
Cuando el Duende supo de qué se trataba, se —No— contestó Polita algo picada.
sobó la barba y dijo "mm" porque se dio cuenta de —Pues, lo tejió la Araña, con hilo que saca de su
la dificultad del caso. propio corazón— exclamó el Duende triunfante.
—Lo mejor, Polita, es que olvidemos a la Araña Y la Hormiguita Cantora añadió:
por un rato— dijo por fin. —Yo te voy a llevar a —Hilos y más hilos tendió
un lugar del bosque donde hay algo maravilloso. con gran tiento, como quien
La alegría de Polita fue tan bulliciosa como su entrega sus sueños al viento.
pena. La tía pensó que el Duende había inventado
una magia para entusiasmarla. Polita, admirada y pensativa, movió sus antenas y
Caminaron un buen rato hasta llegar a un lugar dijo:
tupido de hierbas donde sólo se veían tallos y —Yo no voy a poder darle sueños al viento,
hojas. El Duende se detuvo. porque a mí se me enredan las patas. Y la Araña
—¿Esto es lo maravilloso?— preguntó Polita. se enojaría conmigo al ver que hago puros hoyos
—Lo maravilloso está allá arriba— indicó el en el tejido.
Duende. —¿Cómo? ¿Aún no has ido donde la Araña
Las asombradas hormigas vieron que sobre sus para aprender y ya estás pensando en que no
cabezas se extendía un delicado techo de encajes. podrás hacer lo que enseña?— preguntó el
—Adivina quién lo hizo, Polita— dijo el Duende tirándose los pelos de la barba.
Duende con satisfacción. —No quiero ir, no quiero ir— porfió la hormiga.
—Eso, lo debe haber hecho el viento, jugando. Tía y Duende estaban preparando sus manos y
—No, no adivinas— rió el Duende. patas para darle unas buenas palmadas a la
—Ah, entonces lo hizo el rocío. caprichosa, cuando oyeron una divertida canción
—Tampoco lo hizo el rocío. que alguien cantaba muy cerca, con voz ronca.
—Bah, entonces ¿quién lo hizo? ¿Un hada?
—Tampoco lo hizo un hada. ¿No adivinas?

37 38
—La lanzadera ■ hila
ligera en el telar, en el
telar.

Salta la aguja como una


bruja sin descansar, sin
descansar.
—Sin descansar— repitió Polita, riendo.
Era la Araña, que en ese momento se ponía a
trabajar.
—Yo no sabía que la Araña cantaba igual que
mi tía— quiero ir a verla— pidió la muy taimada.
El Duende y la Hormiguita Cantora, algo
cansados, llevaron a Polita donde la Araña para
que la oyera cantar. Las tareas
Desde ese día, la pequeña hormiga no faltó
ningún día a clases de tejido, hasta que se El Duende Melodía inventó unas tareas para sus
aprendió todas las canciones de la Araña. Es alumnos. —Mañana —dijo— me van a traer una
verdad que tejió una larga bufanda con muchos letra, armada con palitos.
hoyos; pero lo más importante fue que no sólo ella —Supongo que no será la "O"— gritó Polita—
sino también todas las hormigas nuevas, porque no hay palitos redondos.
hermanas de Polita, iban y venían por el —Mira, pequeña, no me interrumpas— advirtió
hormiguero entonando las canciones de la Araña el Duende. —Tienes que estar con tu boca cerrada,
tejedora. igual que el Sapo.

39 40
—Si él la abre, nos puede tragar sin darse
cuenta— dijo Polita. —Ayuda a tus amigos.
—¡Silencio! Mañana me van a traer la letra "i", —¡Tienes que ser buena amiga!— chilló la
porque es la más fácil— dijo el Duende, muy Mariposa.
contento. Y todos gritaron lo mismo.
La Mariposa, el Sapo, la Cucaracha y la Abeja, —Bueno, les ayudaré— concedió la hormiga;
que eran los otros alumnos, gritaron que eso era pero tendrán que descubrir dónde los tengo
demasiado fácil. Pero Polita señaló: escondidos.
-—Muy fácil será encontrar el palito, pero lo Y partió a todo lo que le daban las patas,
difícil es el punto. desapareciendo entre las hierbas antes que ni la
—¿Qué punto?— preguntó el Sapo. —El de la "i". Abeja pudiera mirarla desde el aire.
En el bosque no hay ningún palo con punto— El Duende dio la partida a los asombrados
continuó Polita. bichos: —¡Corran, vuelen, muévanse!
Todos se quedaron tristes. Como si despertaran de repente, la Abeja y la
—Ah, pero yo sé donde hay palos con punto— Mariposa aletearon y la Cucaracha y el Sapo se
rió la pequeña hormiga. largaron, una corriendo y el otro saltando.
—¿Dónde, dónde?— preguntaron los demás. Polita, al centro de una flor, reía, tapándose la
—No se los puedo decir porque eso es copiar las boca para que no la oyeran:
tareas— contestó ella. —No saben ni sabrán ¡que los palitos con punto
El Sapo acudió al Duende: son los estambres de las flores!
—Polita no quiere ayudarnos, dice que eso es En ese momento oyó el ZZZZZ de la Abeja.
copiar. —Mm, Polita, no seas egoísta— —El tiempo vuela como yo, ZZZZZ, ¿dónde
reprendió el Duende. estará esa hormiga?
Dio vueltas en torno a la flor sin descubrir a
Polita. A la hormiga le dio lástima que la Abeja
41 42
tuviera tan poca ocurrencia, ella, que vivía metida en pasar la Mariposa; pero no vio a la hormiga,
entre los estambres. Así, cuando oyó que se porque derramaba abundantes lágrimas.
acercaba de nuevo, la llamó: —Aaay, nunca encontraré un palo con punto,
—Abeja, estoy aquí, en la flor azul... yo seré la única sin tareas, aaay...
—Zzzay, de veras— dijo sorprendida. Polita sintió pena por su amiga y la llamó:
—A ti no más te diré dónde están los palitos con —Oye, Mariposa, estoy aquí, en la flor azul...
punto, pero tú llevarás uno para ti y dos para mí —¡Polita, te descubrí!— exclamó dejando de
sobre tus alas. llorar de inmediato.
—Claro, me parece justo— replicó la Abeja muy —No, Mariposa, yo te vi a ti.
comedida. —Pero...— La Mariposa iba a empezar una de sus
Entonces Polita reveló su secreto: largas discusiones, cuando se acordó de la tarea.
—¿Dónde están esos palitos raros? —Aquí
mismo.
Y Polita señaló los estambres. La Mariposa se echó
a reír: —Ahora nadie me dirá que soy floja y no
—Aquí, al centro de la flor, donde tú sacas el llevo mis tareas. —Te pondré tres sobre las alas,
polen, ¿no ves que los estambres, con sus uno para ti y dos para mí— dijo Polita.
cabecitas amarillas, son iguales a la "i"? La Mariposa se alejó bailando en el aire con su
—Nunca me había fijado. liviana carga.
—Y ahora, aserrucharé con mis dientes tres Polita volvió a esconderse, pensando cómo la
estambres y tú los dejarás escondidos cerca de la descubrirían el Sapo y la Cucaracha, que no
escuela. —Zzzay, ¡qué diabla eres! volaban. No tardó en divisarlos allá abajo, entre
Polita puso entre las alas transparentes de su las malezas. Se veían tan perdidos, que los llamó:
amiga los estambres y dio un empujón a la Abeja
para que zarpara. Volvió a esconderse y no tardó —Oigan ¡estoy aquí arriba!

43 44
Miraron ansiosos, pero sólo por la voz la
reconocieron. Abrieron la boca en ancha sonrisa y
le hicieron alegres señas.
—Sube, Cucaracha, y te daré cuatro palitos, uno
para ti, otro para el Sapo y dos para mí.

45 46
Y Polita no tuvo que esconderse más; porque Unas barrían las celdas, otras ordenaban la
todos sus amigos tenían ya las tareas. despensa, otras cocinaban y otras, por fin,
Al día siguiente, cada pupilo llegó con letra "i". cuidaban a las hormigas recién nacidas. Y había
Polita había juntado un verdadero cargamento de guardias que vigilaban día y noche las puertas
estambres, que apenas podía arrastrar. Ella que la Mayordoma ordenó abrir con los primeros
explicó al Duende: soles.
—Primero me dio pena la Abeja, después la Polita ya no aguantaba las cosquillas en sus
Mariposa y al último, el Sapo y la Cucaracha. Por patas.
eso les ayudé, sin que supiera mi amigo de la —Quiero salir, quiero saltar, quiero correr—
izquierda lo que hacía con mi amigo de la gruñía, mientras daba escobazos contra las
derecha. paredes.
La clase de la "i" se hizo en medio de zumbidos, Pensaba lo maravilloso de ser una hormiga
aleteos y risas que, como ustedes saben, es lo que libre, trepar a las flores, comer azúcar, revolcarse
siempre se oye en las escuelas de bichos. entre las hierbas.
Polita se va al bosque Pero tenía que contar las semillas de un gran
montón que había sobrado en las despensas, junto
a sus amigas Lali y Mayi. Y no dejaba de alegar:
—No aguanto más. Tengo ganas de irme.
Un aire primaveral soplaba a través del bosque y —¿Para dónde?— preguntó Mayi
penetraba por las galerías del hormiguero donde balanceándose sobre su gorda barriguita.
vivía Polita. Todas las hormigas tenían ganas de —Para el bosque,, igual que los vagabundos.
salir a jugar, pero ninguna asomaba ni las antenas —Es muy peligroso y además hay mucho
para afuera, porque había mucho que hacer a trabajo— dijo Lali sin equivocarse en las cuentas
fines de invierno. que anotaba en el libro de hojas secas.

47 48
—Puf— hizo Polita con desprecio y no pudo
añadir más porque se acercó la Mayordoma:
—Se están portando muy bien— dijo para
—Estoy aburrida can el trabajo— protestó animarlas. Polita sintió que le salía humo de la
Polita. cabeza.
—Shiii... que no te oiga la Mayordoma— Cuando terminaron de contar las semillas.,
murmuró May i haciendo girar sus ojos anotaron el total en el gran libro de hojas secas y
asustados. luego hicieron rodar las semillas por las galerías
—Si yo fuera Mariposa, no tendría que estar hasta las bodegas, lo que era divertido porque
encerrada en este oscuro hormiguero. ¡Volaría de chocaban unas con otras. Pero Polita sólo pensaba
flor en flor! Pero la vida es injusta, a veces,— en escapar. En un momento en que nadie la vio, se
suspiró Polita. desprendió de la fila y corrió al bosque saliendo
—Tú no sabes lo que sufre una Mariposa— por la puerta más cercana. Sus amigas, al darse
exclamó Lali. cuenta, la llamaron agitando patas y antenas, pero
—¡Cómo se te ocurre, las mariposas no pueden ella corrió más rápido y se perdió riendo entre las
sufrir!— rió Polita. hierbas.
—¡Claro que sí! Van de flor en flor, pero no Lali y Mayi se asustaron tanto, que fueron a dar
tienen casa y si llueve, se les destiñen las alas. con sus
Nadie las cuida— aseguró Laji.
—¡Eso es lo que quiero, que nadie me cuide! Y
que ninguna Mayordoma me mande y ninguna
tía me obligue a ir a la escuela.
Lali se rascó una antena y carraspeó: —Malo,
malo. Para olvidar las ganas de saltar, hay que
jugar a trabajar.

49 50
semillas a la cocina, atropellando a las atareadas
cocineras. Recibieron un buen reto sin abrir la
boca, esperando que Polita volviera antes que la
Mayordoma se diera cuenta. Pero llegó la noche y
la pequeña no regresó. Y la dieron por perdida y
en los recreos no tenían ganas de jugar pensando
en su compañera.
Pero nosotros podemos salir del hormiguero y
meternos en el bosque de hierbas para ver qué
hace Polita.
La muy porfiada iba cantando por un camino:
—Mi casa será flor,
mi techo será hoja,
nadie podrá decir
¡ay, qué hormiga más floja!
No tardó en divisar una delicada corola azul,
casi a ras del suelo. Un suave olor salía de sus
pétalos y Polita abrió la boca de hambre. Pero al
meter su cabeza en el centro de miel, una voz
irritada la hizo saltar hacia atrás y esconderse
rápido.
—¡Zzuumm! —rugía un furioso Abejorro— que
nadie venga a comerse lo que es mío, porque lo
dejo sin patas.

51 52
Polita se estremeció, encogiéndose bajo el techo —No —lloriqueó Polita— prefiero buscar por otro
verde de una hoja; miró a su alrededor por dónde lado... Y se alejó, perseguida por la risa de la
escapar en cuanto el Abejorro volviera a dormirse Araña, que hacía temblar la red y las hierbas a su
sobre su cama de polen. alrededor.
—La próxima vez, seré yo la que gane una Temblorosa por el susto, Polita se encaminó
flor— pensó consolándose mientras se chupaba hacia otra flor; le dieron mareos de hambre
una pata. porque tuvo que caminar bastante antes de sentir
Y decidió tomar posesión de la primera flor que el aroma prometedor de un buen almuerzo. Esta
divisara. Ya no tenía ganas de cantar sino de vez no gritó, ni se apresuró, sino que estuvo
pelear. Apenas sintió el olor de otra corola, se tanteando, oyendo; había aprendido a desconfiar.
puso a correr con las antenas en ristre, gritando: Una gran cúpula dorada abría sus pétalos con
—¡La flor coloradita es mía! ¡Que nadie se inocencia y su centro estaba lleno de un polen
atreva a comérsela delicioso que se derramaba por la corola
porque lo dejo sin patas! generosamente.
Una risa negra y gorda de una negra y gorda —Parece que no hay nadie— murmuró Polita
Araña dejó a Polita clavada en el suelo. estirando sus antenas.
Sintió no tener a su lado a sus amigas Lali y
Mayi, porque le habrían ayudado a descubrir
cualquier peligro.
Avanzó poco a poco y nada se movió en la flor.
—Yo tengo tantas patas, que no me importa Seguir desconfiando era tontería y se lanzó
perder una, con tal de que vengas a columpiarte derecho al dulce, donde llenó su panza hasta
en mi tela— añadió la muy patuda. quedar redonda como una botellita negra.

53 54
—-Esto es lo que me hacía falta— suspiró, fondo de la flor. Ahora, eres mi prisionera, por
dejándose caer en un pliegue de los dorados haber asaltado mi casa.
pétalos. Su sueño fue profundo, después de tantas La pequeña hormiga se echó a temblar. Ser
aventuras. No se dio cuenta cuando la flor se prisionera era una de las cosas más terribles que
cerró, al irse el sol, juntando estrechamente su podían ocurrir en el bosque.
corola. La Chinita continuó:
Antes del amanecer, alguien la despertó de dos —Me hacía falta una esclava. Vamos, ahora me
tirones. —Vamos, floja, levántate. Tienes que vas a cocinar, limpiar, sacudir y lavar todas mis
empezar a trabajar para pagarme todo lo que ropas. De inmediato, si no quieres que te retuerza
comiste ayer. Polita, medio dormida, protestó: una antena.
—Pero... todavía no amanece. En este Polita tuvo que obedecer. Cuando el "dedal de
hormiguero cada día abusan más. oro" se abrió con el sol, pensó que sería fácil huir
de su enemiga; pero se equivocaba: la Chinita no
la perdió de vista, vigilando su trabajo. En la
noche, al cerrarse la flor, la Chinita dormía
tranquila sabiendo que su esclava no podía
—¿Dónde crees que estás, tonta? escapar.
Polita abrió los ojos y recordó el palacio dorado. Pasaron así los días. Polita sufría con la tiranía
Delante de ella, en lugar de su tía Hormiguita, de su dueña, que luego de hacerla trabajar, sólo le
había una redonda señora, de traje color naranja daba una semilla rancia como alimento.
con pintas negras en el lomo. Comprendió demasiado tarde lo agradable de su
—Sí, soy la señora Chinita, dueña de este vida en el hormiguero y que su ayuda en el hogar
hermoso "dedal de oro". Vivo muy retirada, al común era liviana. Echó de menos a sus hermanas

55 56
y sólo de recordar a su tía Hormiguita Cantora se buscar a su negra esclava entre los escombros
ponía a llorar, a escondidas de la Chinita. dorados.
Una noche en que estaba más desesperada que Antes de que la viera, Polita huyó con rapidez
nunca, se durmió llorando, porque pensó que asombrosa, tratando de encontrar el conocido
jamás lograría salir del palacio dorado, ni escapar sendero hacia su casa. Aunque las flores
de la vigilancia de la cruel Chinita. derramaban su atráyente perfume, nada la dis-
Y soñó con las galerías del hormiguero y con la trajo ni la apartó de la dirección que llevaba.
Mayordoma que la hacía contar semillas. Cerca del hormiguero, encontró a sus amigas
Lali y Mayi, que empujaban un carretón hecho
con trocitos de hojas, cargado de miel para las
bodegas de la Reina. Casi no la reconocieron, pero
Polita se abalanzó llorando y gritando de
Al amanecer, nuestra amiga tuvo un brusco felicidad:
despertar: se sintió lanzada al aire y luego cayó,
rebotando entre hojas y ramas, hasta el suelo.
Atontada, miró hacia arriba y recién comprendió
lo sucedido. El "dedal de oro" acababa de des-
hojarse violentamente, junto con el primer rayo de
sol; aquí y allá, volaban los pétalos amarillos y
uno sólo permanecía en su sitio, colgando de
manera lastimosa. Sobre él se equilibraba la
terrible señora Chinita, que a pesar del derrumbe
conservaba su^ presencia de ánimo y parecía

57 58
—¡He vuelto, he vuelto del bosque! Una
Chinita me tuvo prisionera, pero la luz del sol
me libró del palacio dorado.
Y contó a sus asombradas y alegres amigas
todo lo que le había pasado desde que escapara
de su casa.
Viendo lo flaca y cansada que venía, Lali y
Mayi la subieron al carretón. Cantando y riendo
la condujeron al hormiguero, cuyas puertas
parecieron a Polita la entrada a la felicidad.

Polita quiere ser Reina

PO olita salió a vacaciones con muy buenas notas.


Su tía estaba JL orgullosa, pero la pequeña
hormiga mucho más; y una noche soñó que la

59 60
elegían Reina del hormiguero por su sabiduría. ponérselos. Mientras se los probaba, frente al
Desde entonces, le bajó la preocupación de espejo de cristal cortado, murmuraba:
conocer cómo vivía la Reina en su dormitorio real, —Mejor es estar prevenida... Nunca se sabe
cómo la atendían sus camareras y hasta qué cuándo a uno le llega el turno de ser Reina...
manjares comía. Un día, aprovechando que las El manto le quedaba bastante largo y la coronita
hormigas, junto a la Reina, habían salido a tomar se le metió hasta los ojos. Mientras se miraba,
el sol, se deslizó por los pasillos hacia la parte más entró repentinamente la Camarera Real,
secreta y defendida del hormiguero: las pensando que su señora había vuelto del paseo.
habitaciones reales. ¡El susto que se llevó Polita! Pero la Camarera,
Una suave luz azul salía por la abertura de la que por respeto mantenía siempre la vista baja,
puerta y un olor a rosas flotaba en el aire. De dos le hizo una venia y no se dio cuenta del cambio.
livianos brincos entró a la pieza. Y contempló a su —¿Le ha sentado bien el aire a Su Alteza?—
gusto la cama de oro con techito de gasa, los preguntó con voz fina.
plumones y las alfombras tejidas por famosas —Me siento como reina— contestó Polita. —Me
arañas; pero lo que más admiró fue la finura de alegro, señora. Tenéis otra voz y otra cara.
las sábanas. ¿Deseáis algo?
—¡Qué suavidad! El Gusano De Seda debe Polita encontró que la Camarera hablaba de un
haber trabajado un año entero sacando hilachas modo raro; decidió imitarla y contestó sin vacilar:
de su boca para fabricarlas. —"Queréis" una torta de chocolate. —¡Oh! ¿Qué
Y Polita se acostó en la cama, para probar las decís, señora?
almohadas y descubrir los dulces sueños de la —"¡Queréis" una torta de chocolate! La Cocinera
Reina. Mayor la tiene lista, yo la vi en la cocina.
De pronto, sobre un sillón, vio el manto y la —¿Vos, Señora, fuisteis a la cocina?— exclamó
corona, símbolo de la realeza y decidió la Camarera escandalizada.

61 62
—¿Acaso una reina no puede ir a su propia
cocina?—
—Por cierto, por cierto que sí. Traeré la torta
enseguida— contestó la Camarera poniendo los
ojos redondos.
—Tengo mucha hambre con el paseo— gritó la
falsa reina, golpeando un pie.
La Camarera salió muy asustada de los antojos
de su señora, pero nada criticó porque una dama
de la corte debe ser discreta.
En cuanto tuvo la torta delante, Polita se la
comió a dos manos; luego de hacerse lavar las
patitas con agua de rosas en la jofaina de oro, dijo
que quería salir a ver de qué manera se trabajaba
en el hormiguero. Sin poder impedirlo, la
Camarera Mayor vio cómo se alejaba la Reina por
las galerías en dirección a la puerta.

63 64
Una vez afuera, Polita decidió desquitarse de —¡Que traigan tortas para mí y para las
todos lo., castigos y mandatos de la Mayordoma, hormigas chicas!— ordenó la falsa Reina,
aunque siempre habían sido justos. Engruesando golpeando sus pequeñas manos.
la voz y empinándose todo lo que podía, gritó: Varias hormigas corrieron a cumplir los deseos
—Mayordoma ¡he venido a ver si todo anda de Su Majestad y no tardaron en regresar con
bien aquí afuera! grandes tortas que repartieron entre las pequeñas.
—¡Señora! ¿Vos aquí? Puede ser peligroso— Tan felices se pusieron, que rodearon a la Reina
exclamó la Mayordoma mirando a su alrededor. gritando y saltando, y ella, de una manera muy
—Peligroso será si no me obedeces— amenazó poco digna, se puso a hacerles cosquillas.
la Reina con sus patitas. La Mayordoma pensó que el mundo estaba al
—Yo siempre obedezco, Señora. revés. Pero en ese mismo instante sus espantosas
—Muy bien. Tráeme, entonces, unas hormigas dudas quedaron aclaradas, porque salió la
chicas para jugar. Estoy aburrida de estar Hormiguita Cantora del hormiguero gritando que
encerrada, con cara de Reina todo el día. alguien le había robado el manto y la corona a la
La Mayordoma abrió unos espantados ojos Reina. La Mayordoma dio un salto, pero Polita,
pensando que la Reina estaba muy rara. Así y más ligera que el aire, huyó al bosque, riéndose de
todo murmuró con respeto: medio mundo. Ni su tía alcanzó a reconocerla.
—Pero Señora, usted no está en edad... Sin embargo, el manto le pesaba mucho y le
—¿Cómo se te ocurre hablar de mi edad? ¡Es impedía correr a sus anchas, así, cuando una
una imprudencia! Pueden creer que estoy muy Ortiga se lo robó, al pasar, le quedó agradecida.
vieja para reinar. —¡Qué bello manto!— gruñó la Ortiga. —Luciré
La pobre Mayordoma pidió toda clase de un pétalo rojo como mi vecina, la Rosa, y podré
disculpas, haciendo reverencias. pinchar mejor al que se me acerque.
Polita siguió huyendo. Más allá se topó con una
Rana que tenía ambiciones. Al ver la corona que
llevaba la pequeña hormiga, la deseó con todo su
65 66
verde corazón. Polita se la regaló con sumo gusto, recuperar las enseñas reales. Aunque costó
porque el peso de una corona sólo puede desprender el manto de la espinuda Ortiga,
soportarlo una verdadera reina. pudieron quitárselo al fin. Más difícil fue
Libre de las cosas que podían acusarla, Polita convencer a la Rana ambiciosa que entregara la
regresó al corona; pero en uno de los saltos que dio para
hormiguero con una cara demasiado inocente. huir, se le cayó y así pudieron regresar triunfantes
Encontró todo revolucionado y a su tía muy al hormiguero.
afligida. Al ver la cara de su sobrina, la Entretanto, Polita había confesado:
Hormiguita Cantora tuvo un sobresalto: —Tía, no fue adrede— explicó. —La Camarera
—Polita, Polita, yo no sé por qué tu cara inocente no me confundió con la Reina y yo jugué con la
me cae bien. —¿No te cae bien, tía?— preguntó corona y el manto y comí tortas y pude hacer
ella algo asustada. —Y si no encontramos la bromas.
corona real, a la buena Reina van a destronar. A lo que su tía, bastante enojada, contestó:
—A lo mejor, yo sé quién tiene el manto y la —Es mucha casualidad ponerse
corona... dijo manto y corona y hacerse pasar
Polita, tratando de sonreír. por Reina y luego decir que es
broma. Yo soy tu tía Hormiguita
—¿Y cómo lo sabes, Polita
y he de darte un castigo: Por una
mañosa? Tu tía
larga semana, no vas a salir
Hormiguita está
conmigo.
sospechosa y es mejor que
digas cómo fue la cosa.
—¡Ay, tía, no te enojes! Una Ortiga tiene el
manto y una Rana la corona.
Sin perder tiempo, la Hormiguita Cantora con
un pelotón de hormigas-soldados, partió a
67 68
Polita agachó la cabeza, reconociendo su culpa.
Al cabo c una semana de encierro y trabajos, la
Reina la mandó llamar pues quería conocer a la
más picara de sus servidoras. Al saber que se
había sacado muy buenas notas, dijo:
—Para que no andes haciendo maldades y uses
bien tu cabecita, te nombro mi Paje del Espejo.
Con lo que desde ese día, cuando la Reina se
lavaba y se peinaba, y se ponía la corona, Polita le
sostenía el espejo. Y tanto ella como su tía se
pusieron felices de su espléndido título.

69

También podría gustarte