Version Doce Paginas de Elia PDF
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Elia y su clase
3
TIMO PARVELA
las entradas.
ELIA
Y SUS AMIGOS
Hola, soy
Elia, voy a 1º
de Primaria y tengo Ilustraciones
158540
Primera edición: abril de 2015
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la profesora de 1º b EL PROFESOR
SAMI pauli
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La partida
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–El bebé del profesor va a salir rarito, pásalo
–le dijo Tuomas a Sami.
–El bebé del profesor va a salir despacito
–susurró Sami a Tiina.
–De la bolsa del profesor va a salir un cer
dito –le dijo Tiina a Pauli al oído.
–¿Qué andáis cuchicheando por aquí? –pre
guntó el profesor a Pauli, que era el primero de
la fila.
–¿Lo puedo acariciar? –quiso saber Pauli.
–¿La bolsa? –se sorprendió el profesor.
–No, el cerdito.
–Sí, sí, acarícialo –contestó el profesor, ex
trañado, y puso la bolsa delante de Pauli.
–Y dieciocho –la mujer del profesor terminó
de contarnos. Ella también nos acompañaba
a la excursión con la clase, aunque en realidad
era la profesora de 1º B.
–Fíjate en su barriga –me susurró Hanna.
A lo mejor Hanna estaba en lo cierto respecto
al bebé.
–¿Y lo sabrá el profe? –pregunté.
Nos daba la risa solo de pensar en la cara del
profesor cuando algún día se enterara.
Entonces llegó el autobús. Era enorme
mente grande y alto. Sin embargo, el conductor
era enormemente pequeño, gordo y barbudo.
Al subir, Hanna y yo echamos un vistazo a su
barriga. Estaba clarísimo que el profesor no era
el único que iba a tener un niño.
–Todo listo –anunció la mujer del profesor.
–¿Quieres decir que todos están dentro del
autobús y bien sentaditos en su sitio? –pre
guntó, incrédulo, el profesor.
–Cariño, no te pongas nervioso. Los he con
tado.
De todos modos, el profesor nos volvió a con
tar. Y dos veces.
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–¿Tenéis todos dinero? –preguntó.
Se lo enseñamos.
–¿Tenéis todos vuestras bolsas y mochilas?
Se las enseñamos.
–¿Lleváis todos la merienda?
Se las enseñamos.
–¿Los paraguas?
Se los enseñamos.
–¿Y Pauli?
Se lo enseñamos.
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–¿Bolsas para el mareo y bengalas de emer
gencia?
Entonces sí nos quedamos sorprendidos.
–Cariño, tranquilízate y siéntate ya –le pi
dió su mujer.
–Inconcebible. Esto tiene que ser una treta
–murmuró él al sentarse en su sitio.
«Podemos irnos», le indicó al conductor
pequeño y gordo, y el autobús se puso en mar
cha. Agitando la mano, nos despedimos de la
escuela y de la bolsa del profesor, que se había
quedado en mitad del patio.
–¡Qué pena el cerdito! –exclamó Pauli, des
consolado.
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• 2
En el autobús
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–Tú espera y verás.
En ese preciso momento pasamos junto
a una fábrica de tractores. ¡Al botón! A todos
nos pareció un fastidio que el profesor nos pro
hibiera continuar antes de haber podido em
pezar a jugar en condiciones.
–El próximo que apriete el botón de alarma
va a hacer el resto del viaje andando –nos ame
nazó.
Los juegos de Tuomas son mucho mejores
que los del profesor.