Integración Centroamericana
Integración Centroamericana
Integración Centroamericana
INTRODUCCIÓN
ÉPOCA DE TRANSICIÓN
Muy escasos son los estudios sociológicos sobre los intelectuales -pese
a lo mucho que sobre ellos se ha escrito. En la región ·que sirve de mar-
co a nuestro ensayo, si se exceptúan los trabajos del Consejo Superior
Universitario Centroamericano y los de las universidades locales sobre su
medio propio, el sector es prácticamente desconocido.
La experiencia adquirida en la investigación general sobre Guatemala. 37
y prolongados contactos con los medios culturales de los otros países,
nos permiten ofrecer algunas hipótesis que consideramos aplicables a toda
la región.
Centroamérica cuenta hoy, en números absolutos y relativos, con mayor
número de trabajadores no manuales que nunca, lo cual resulta paradoja!
en sociedades que se industrializan. El número de aficionados decrece y
el de profesionales crece, aún .si consideramos el terreno político, donde
al igual que en el resto del mundo, no se requiere especialidad y apenas
una formación sistemática.
Aron observa que en Europa y los Estados Unidos la participación en
el progreso moderno degrada al sabio, atormenta al creador y eleva al
experto; el graduado universitario es un simple trabajador de cuello blan-
co y el hombre de letras ha perdido la autoridad casi mágica de que gozó
hasta la Primera Guerra Mundial. En Centroamérica, en cambio -y en
el mundo .subdesarrollado en general-, unas cuantas publicaciones bastan
para otorgar la categoría de intelectual; la letra escrita, la cátedra y la es-
pecialización técnica son factores de prestigio y llevan aneja una carga
sobre la opinión pública y aun sobre la política gubernamental.
De ahí la trascendencia que adscribimos a la participación y a la no
participación de los intelectuales en el proceso integrativo.
Los intelectuales no actúan como parte de una sola clase, con intereses
concretos, ni constituyen grupo, cualesquiera que sean su origen y su for-
mación cultural. La mayoría procede de segmentos inferiores de la clase
media; un número más reducido desciende a su vez de familias de intelec-
tuales, fenómeno que se multiplica desde la Primera Guerra Mundial.
Las universidades son, por excelencia, los centros de formación de inte-
lectuales y reflejan las ideas, la orientación política y la actitud social pre-
dominante de la clase media. Como grupo de presión, es mayor su homo-
geneidad que su dispersión generada por las diferencias ideológicas o las
preferencias culturales entre estudiantes y profesores. Esta homogeneidad
disminuye hasta terminar en los graduados y en los que interrumpen sus
carreras para dedicarse a las letras o al periodismo como ocupación prin-
cipal.
LOS INTELECTUALES Y LA INTEGRACIÓN CENTROAMERICANA 1847
Los centros oficiales de enseñanza a todos los niveles ( incluyendo a las
universidades autónomas), forman a las juventudes dentro de criterios
eclécticos, inconformistas y politizados hacia la izquierda o el centro; la
enseñanza privada, casi toda en manos de religiosos, inculca el cientificis-
mo puro, el conformismo con el orden establecido y el respeto a la vieja
tradición cultural. De este último tipo de educación proceden los demo-
cristianos, que por sus preocupaciones políticas y sus programas avanzados
suelen chocar con su propio medio social. En el orden educativo y cultural,
no debe olvidarse la penetración de los intereses norteamericanos a través
de centros de estudios, becas, ayuda técnica y subsidios proporcionados
por las fundaciones con miras más o menos políticas. Dentro de poco se
apreciará, indudablemente, el resultado de esta labor metódica acelerada
en los últimos años. 38
Admitida la existencia y la trascendencia del sector intelectual, resta
acreditar la necesidad de su intervención directa en el proceso integrativo,
cuya naturaleza cultural creemos haber evidenciado. Tal participación puede
variar en grados, siempre que se ajuste por lo menos a este concepto de
T. S. Eliot: la labor básica del intelectual es producir obras intelectuales;
pero como ciudadano tiene las mismas responsabilidades y canales de ac-
ción que los demás. Muchos asuntos de interés público reclaman su inte-
rés y el peso de su influencia; ninguna conducta, ningún acto del poder
público o del poder real deben serle ajenos cuando tengan esencias o
consecuencias culturales.
Los intelectuales, más que ningún otro grupo ocupacional, deben par-
ticipar decisivamente en los siguientes aspectos de la integración:
a) Educación, a todos los niveles;
b) Creación, porque una cultura se acredita fundamentalmente con sus
obras;
e) Investigación, porque el desconocimiento del medio siempre será de
cultivo para las fuerzas reaccionarias y los seudointelectualcs que las
defienden;
d) Técnica, porque toda superestructura tan compleja excluye la im-
provisación.
e) Liderazgo de partidos y sindicatos, a fin de que su participación en
el proceso sea un acto firme·· consciente y racional; y
f) Divulgación, para que el movimiento intelectual que resulte no sea
patrimonio de élites, e involucre activamente a todos los sectores afec-
tados.
por titulares de privilegios o por las fuerzas que amenazan la libertad del
hombre o la independencia de las naciones.
En tanto no se den las condiciones y correlaciones indispensables para
una revolución profunda, nos parece que no existe otra opción para los
intelectuales en Centroamérica.
esa sensibilidad, dadas las relaciones entre el gobierno cardenista y su gremio; por
el contrario, reclamaban politización y participación en la labor de gobernar.
18 "Cualquier empresa educativa resultará ineficaz para los fines de la naciona-
lidad de un país republicano, si las leyes y los gobiernos no concurren a borrar las
distancias que la explotación económica en todas sus formas y la vacuidad espi-
ritual mantienen como caricatura y supervivencia de estados sociales superados.
Problema genuinamente político y económico, éste es también un problema de cul-
tura." Arévalo, J. J., Escritos pedagógicos y filosóficos, Guatemala, 1945, p. 40.
"Es preciso darle a lo económico el puesto que le corresponde en la escala de
valores . . . Estamos ante los albores del hombre integral. Integral desde el punto
d'e vista m¡¡.tc;rial y desde el punto de vista espiritual." Galindo Pohl, R., Discursos
y conferenciar de la jo,rnad,a cultural, 2 al 9 de marzo de 1946, San Sailvador,
Universidad Autónoma de El Salvador, 1946, I :56.
19 El gobierno de José Figueres, resultante de esta revuelta, persiguió a los comu-
nistas y a algunos izquierdistas, y no quiso continuar la focha contra las dictaduras
del Caribe, como se había comprometido a hacerlo cuando aceptó la ayuda d'e los
patriotas centroamericanos.
20 Germani, G., Política y sociedad en una época de tra>nsición, Buenos Aires,
Paidós, 1962, p. 112.
21 Los intelectuales de este sector no son anticomunistas ; pero por temperamento
o convicción rechazan el marxismo, lo mismo con argumentos racionales que pasio-
nales. Por ejemplo, a fuer de modernos, suelen descalificar a los marxistas porque
se obstinan en continuar con la línea de un mentor que falleció hace ochenta y cuatro
años; lo cual no es óbice para que en apoyo de su filosofía metafísica o de su
idealismo en general, se apoyen en Platón o Aristóteles, que murieron hace más
de 2 200 años.
22 En este planteamiento sigo la terminología de Mclver, y Page, que me parece
adecua.da (Mclver, R. M., y Page, C. H., Society. An Introductory Analysis, New
York, Rinehart & Co., 1949, p. 518).
23 A nivel teórico, los conflictos intergrupales de la izquierda y la derecha, respec-
tivamente, están estudiados por Monteforte Toledo, M. y Villagrán Kramer, F.,
Izquierdas y derechas Conflictos internos, Ms. en prensa en la Universidad Na-
cional de Chile.
24 Fener, L., "Marx and the Intellectuals", Survey, núm. 49, x/1963, p. 109.
25 Para un buen estudio de este equipo "internacional", cf. Shils, E. A., "The
prospect for intellectuals. Reflexions of a Sociologist", Soviet Survey, núm. 29,
v11/1x, 1959, p. 87.
26Diario de Hoy, San Salvador, 7/v/1954. Los subrayados que aparecen en las
notas 26 a 36, inclusive, son nuestros.
27 Wyld Ospina, C., El autócrata, Guatemala, 1929, pp. 79-80.
28Mendieta, S., Diario de Hoy, San Salvador, 7/v/1954. En el programa del
Partido Unionista Centroamericano publicado en esa ocasión, Mendieta incorporó el
anticomunismo, que no había figurado antes en ninguna declaración del grupo.
29 Mendieta, S., Alrededor del problema unionista centroamericano, Barcelona,
Mauci, s. f., t. 11, p. 175.
30 Darío, Rubén, Prosas dispersas, Madrid, _1909, p. 138.
31 Luna, A., San Salvador, La Quincena, 1jv1/1906, pp. 129-31.
32 Bermúdez, A., Lucha de razas, México, 1912, p. 34.
33 Serpas, C., Diario de Hoy, San Salvador, 8/v/1954.
34 Bonilla, P., y Sanso, A., Policarpo Bonilla, México, 1936, p. 516.
35 González Víquez, C., Diario de Hoy, San Salvador, 7/v/1954.
36 García Monge, J., El Nacional, Caracas, 3/vm/1953.
37 Monteforte Toledo, M., Guatema/6-Monografía sociológica, México, Instituto
de Investigaciones Sociales, Universida,d'. Nacional Autónoma de México, Za. ed., 1965;
especialmente caps. x, XIV, xvn y xx.
38 La penetración de la Central Intelligence Agency ( cIA) del gobierno de los
Estados Unidos en multitud de organizaciones estudiantiles, sindicales y culturales,
con propósitos de control político y de espionaje, fue denunciada por el N ew York
Times, el prestigiado diario neoyorquino, a principios del año en curso. Bajo la
presión de algunos, congresistas, el gobierno d'e Washington se vio forzado a declarar
públicamente que renunciaría en lo sucesivo a tales procedimientos. El escándalo
tuvo repercusión mundial.
852j REVISTA MEXICANA DE SOCIOLOGÍA