Inteligencia Emocional - LANÚS

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HERRAMIENTAS ARTETERAPÈUTICAS

INTELIGENCIA EMOCIONAL

La inteligencia emocional es la capacidad de comprender, utilizar y controlar nuestras


emociones de forma eficaz que puedes aplicarlas en todas las áreas de tu vida. Este
factor te ayuda a conectar con otras personas, forjar relaciones empáticas, comunicar de
manera efectiva, resolver conflictos y expresar tus sentimientos. Conoce aquí por qué es
importante, sus características, ejemplos y cómo aprender a medir su propia capacidad
con un novedoso test.
Howard Gardner expresó en sus escritos la teoría de las Inteligencias Múltiples
(Frames of Mind: The Theory of Multiple Intelligences), dividiendo el coeficiente intelectual
en diferentes capacidades independientes pero interrelacionadas entre sí, que definen a
una persona. De esta manera, separó la inteligencia en doce tipos distintos para su
análisis.
Estas son la inteligencia lingüístico-verbal, lógico-matemática, visual-espacial, musical,
corporal-kinestésica, intrapersonal, interpersonal, naturalista, emocional, existencial,
creativa y colaborativa. Cada una de ellas representa una parte de nuestro coeficiente
intelectual.
Por otro lado, el psicólogo Daniel Goleman construyó el concepto de inteligencia
emocional, profundizando en este tipo de inteligencia planteado por Gardner. Esta no
depende necesariamente de las emociones, sino también de un correcto pensamiento y
desarrollo emocional. Esta se divide así en diferentes tipos y categorías que pueden ser
indispensables conocer para tener éxito en la vida profesional.
¿Qué es la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se define como un conjunto de habilidades que una persona
adquiere por nacimiento o aprende durante su vida, donde destaca la empatía, la
motivación de uno mismo, el autocontrol, el entusiasmo y el manejo de emociones.
Luego de la teoría desarrollada por Gardner en la Universidad de Harvard sobre las
inteligencias múltiples, el concepto de inteligencia emocional fue utilizado por primera
vez en el año 1990 con Peter Salovey y John Mayer, dos psicólogos norteamericanos,
para luego ser trasladado a un libro homónimo escrito por Daniel Goleman.
Este tipo de inteligencia no consiste en alterar la capacidad de generación de emociones
con respecto a diferentes estímulos del entorno, sino se relaciona más con la reacción
que una persona tiene frente a ellas, que muchas veces son más impactantes que las
emociones en sí que desencadenan esta acción.

Características de la Inteligencia Emocional


¿Qué características tienen las personas con alto grado de Inteligencia Emocional?:
1. Prestan atención a sus emociones: las personas que desarrollan este tipo de
inteligencia analizan sus emociones y las escuchan, no solo se limitan a sentirlas.
2. Conocen sus sentimientos y no los reprimen: estas personas son auténticas y
sinceras, ya que expresan sus sentimientos de forma clara.
3. Analizan sus proyectos y sueños: no viven en un sueño constante, sino que saben
razonar sobre lo que sienten y si alguna meta puede ser alcanzada o no.
4. Tienen un balance constante en sus acciones: saben que todo tiene su lado bueno
o malo, por lo que dirigen su atención a las cosas que pueden solucionar o que pueden
ser de utilidad para ellos mismos.
5. No toman nada personal: cuando una persona los altera o algo en su entorno no
sale como lo tenían planeado, analizan qué pudieron haber hecho mal y qué cosas
mejorar a futuro. No se concentran en algo que no pueden controlar.
6. Son autocríticos con sus acciones: las emociones no los controlan, ellos controlan
lo que deciden hacer con ciertas emociones y reconocen cuando algo se les fue de las
manos.
7. Se fijan en las emociones de otras personas: intentan ser siempre empáticos con
sus semejantes para saber cómo expresan sus emociones. Así, se relacionan mejor con
los demás.
8. Conocen siempre gente nueva pero se rodean de aquellos con los que tienen una
conexión: A través de otras personas, conocen diferentes puntos de vista y comparten
más con aquellos que son compatibles con la suya. No pierden tiempo en relaciones
tóxicas ahorrándose así una incomodidad innecesaria.
9. Se motivan a sí mismos constantemente: estas personas se emocionan cuando
sucede algo que les gusta o realizan una acción determinada. No se enfrascan en por qué
ya no les motivan cosas antiguas, sino que buscan siempre renovar su emoción con
nuevas experiencias.

¿Cuáles son los tipos de inteligencia emocional?


La inteligencia emocional no es una sola. Abarca diferentes tipos y características que
definen el coeficiente intelectual (ci) de un aspecto de la persona. Estas pueden dividirse
en cinco categorías básicas:
​Empatía: Consiste en entender cómo se sienten los demás y aprender a comunicarse
correctamente para lograr un objetivo común. Cada persona reacciona de diferente
manera a ciertos estímulos dependiendo de su contexto y su experiencia.
​Habilidades sociales: las buenas relaciones interpersonales guían a las personas al
éxito, ya que pueden lograr más cosas con liderazgo, gestión de conflictos, cooperación y
trabajo en equipo.
​Autoconocimiento: este tipo de inteligencia emocional consiste en la capacidad de
reconocer los sentimientos que uno alberga y cómo estos pueden afectar las acciones
que hacen. La conciencia emocional y la confianza son vitales para su desarrollo.
​Motivación: este tipo se relaciona con el compromiso de llegar a los objetivos que uno se
plantea, cómo se mantiene el positivismo ante las adversidades y cuál es la iniciativa que
una persona maneja para plasmar determinadas metas.
​Autorregulación: las técnicas de autocontrol son esenciales en la inteligencia emocional.
Controlar la duración de nuestras emociones y que tanto influyen estas en nuestras
decisiones es vital para este tipo de inteligencia emocional.

Ejemplos de inteligencia emocional


​Valorar los triunfos de los demás sin caer en comparaciones con otras personas o uno
mismo.
​Aceptar los errores cometidos y ser capaces de perdonarse así mismo para aprender de
lo ocurrido.
​No juzgar el hecho de sentirse bien o mal más que por lo que son: emociones transitorias
que pasarán con el tiempo.
​Analizar las reacciones inmediatas a las emociones, interpretarlas y aprender de cada una
de ellas para manejarlas de ser necesario.
​Comprender cuál es la emoción que uno siente y no dejar que el cerebro confunda una
con otra. A veces el enojo puede presentarse cuando en realidad se siente tristeza.
​Evitar estimulantes como el alcohol, cafeína, drogas o algún fármaco relacionado para
tener ciertas sensaciones.
​Entender que cada persona es individual con sus experiencias y relaciones. Los
sentimientos personales pueden generalizarse para los demás hasta cierto punto.
​Encontrar el equilibro entre los éxitos y errores, no dejándose llevar por el narcisismo o
por una lástima por sí mismo.

Teoría de los Tres Cerebros
El cerebro actual que poseemos los humanos, es fruto de una evolución donde se han ido
creando tres sistemas neuronales que regulan la adaptación conductual y fisiológica.

La idea del cerebro triple de Paul MacLean se fundamenta en la idea de que en el


encéfalo humano habitan 3 sistemas cerebrales distintos, con sus propias lógicas de
funcionamiento, y que cada uno de ellos ha ido apareciendo en nuestra línea evolutiva de
manera secuencial, el uno sobre el otro. Eso significa, entre otras cosas, que estos tres
cerebros serían relativamente independientes y que se relacionarían entre sí siguiendo
una jerarquía, dependiendo de su antigüedad y lo importante de sus funciones de cara a
nuestra supervivencia.

Descripción de cada uno de estos cerebros y en que estructuras cerebrales se


sitúa:

1. El cerebro reptiliano:
Cuando hablamos de cerebro reptiliano, nos referimos a la zona más baja del
prosencéfalo, donde están los llamados ganglios basales, y también zonas del tronco del
encéfalo y el cerebelo, responsables del mantenimiento de las funciones necesarias para
la supervivencia inmediata. Estas zonas estaban relacionadas con los comportamientos
estereotipados y predecibles que definen a los animales vertebrados poco evolucionados,
como los reptiles. Esta estructura se limitaría a hacer que aparezcan conductas simples e
impulsivas, parecidas a rituales que siempre se repiten del mismo modo, dependiendo de
los estados fisiológicos del organismo: miedo, hambre, enfado, etc. Puede entenderse
como una parte del sistema nervioso que se limita a ejecutar códigos programados
genéticamente cuando se dan las condiciones adecuadas.
2. El cerebro límbico
El sistema límbico, apareció con los mamíferos más primitivos y sobre la base del
complejo reptiliano, fue presentado como una estructura responsable de la aparición de
las emociones asociadas a cada una de las experiencias que se viven.
Su utilidad tiene que ver con el aprendizaje. Si una conducta produce emociones
agradables, tenderemos a repetirla o a intentar cambiar nuestro entorno para que se
produzca de nuevo, mientras que si produce dolor, recordaremos esa experiencia y
evitaremos tener que experimentarla otra vez. Así pues, este componente tendría un
papel fundamental en procesos como el condicionamiento clásico o el condicionamiento
operante.
3. La neocorteza
El neocórtex es el hito evolutivo más reciente del desarrollo de nuestro cerebro. En esta
estructura tan compleja reside la capacidad para aprender todos los matices de la realidad
y de trazar los planes y las estrategias más complicadas y originales. Si el complejo
reptiliano se basaba en la repetición de procesos totalmente por la propia biología, la
neocorteza era permeable a todo tipo de sutilezas provenientes del entorno y del análisis
de nuestros propios actos. Para Paul Maclean la neocorteza podía considerarse la sede
de la racionalidad en nuestro sistema nervioso, ya que nos permite la aparición del
pensamiento sistemático y lógico, que existe independientemente de las emociones y de
las conductas programadas por nuestra genética.

A modo de ejemplo:

Cuando nos asustamos ante un ruido fuerte, se activa nuestro cerebro reptiliano.

Cuando nos enfadamos y damos un golpe en la mesa, actúa nuestro sistema límbico.

Cuando valoramos y recapacitamos sobre nuestros, actos, actúa el neocórtex o cerebro


racional.

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