Inteligencia Emocional - LANÚS
Inteligencia Emocional - LANÚS
Inteligencia Emocional - LANÚS
INTELIGENCIA EMOCIONAL
1. El cerebro reptiliano:
Cuando hablamos de cerebro reptiliano, nos referimos a la zona más baja del
prosencéfalo, donde están los llamados ganglios basales, y también zonas del tronco del
encéfalo y el cerebelo, responsables del mantenimiento de las funciones necesarias para
la supervivencia inmediata. Estas zonas estaban relacionadas con los comportamientos
estereotipados y predecibles que definen a los animales vertebrados poco evolucionados,
como los reptiles. Esta estructura se limitaría a hacer que aparezcan conductas simples e
impulsivas, parecidas a rituales que siempre se repiten del mismo modo, dependiendo de
los estados fisiológicos del organismo: miedo, hambre, enfado, etc. Puede entenderse
como una parte del sistema nervioso que se limita a ejecutar códigos programados
genéticamente cuando se dan las condiciones adecuadas.
2. El cerebro límbico
El sistema límbico, apareció con los mamíferos más primitivos y sobre la base del
complejo reptiliano, fue presentado como una estructura responsable de la aparición de
las emociones asociadas a cada una de las experiencias que se viven.
Su utilidad tiene que ver con el aprendizaje. Si una conducta produce emociones
agradables, tenderemos a repetirla o a intentar cambiar nuestro entorno para que se
produzca de nuevo, mientras que si produce dolor, recordaremos esa experiencia y
evitaremos tener que experimentarla otra vez. Así pues, este componente tendría un
papel fundamental en procesos como el condicionamiento clásico o el condicionamiento
operante.
3. La neocorteza
El neocórtex es el hito evolutivo más reciente del desarrollo de nuestro cerebro. En esta
estructura tan compleja reside la capacidad para aprender todos los matices de la realidad
y de trazar los planes y las estrategias más complicadas y originales. Si el complejo
reptiliano se basaba en la repetición de procesos totalmente por la propia biología, la
neocorteza era permeable a todo tipo de sutilezas provenientes del entorno y del análisis
de nuestros propios actos. Para Paul Maclean la neocorteza podía considerarse la sede
de la racionalidad en nuestro sistema nervioso, ya que nos permite la aparición del
pensamiento sistemático y lógico, que existe independientemente de las emociones y de
las conductas programadas por nuestra genética.
A modo de ejemplo:
Cuando nos asustamos ante un ruido fuerte, se activa nuestro cerebro reptiliano.
Cuando nos enfadamos y damos un golpe en la mesa, actúa nuestro sistema límbico.