Santiago - Joyce Meyer
Santiago - Joyce Meyer
Santiago - Joyce Meyer
FaithWords
Hachette Book Group
1290 Avenue of the Americas, New York, NY 10104
www.faithwords.com
twitter.com/faithwords
ISBN 978-1-546-01336-5
E3-20190103-JV-NF-ORI
ÍNDICE
CUBIERTA
PÁGINA DEL TÍTULO
DERECHOS DE AUTOR
INTRODUCCIÓN: Acerca de Santiago
EN CONCLUSIÓN
¿TIENE UNA VERDADERA RELACIÓN CON JESÚS?
ACERCA DE LA AUTORA
JOYCE MEYER MINISTRIES
BOLETINES DE NOTICIAS
ACERCA DE SANTIAGO
Autor: Santiago
Fecha: Aproximadamente 48 d.C.
Audiencia: Cristianos judíos en la iglesia primitiva
Santiago 1:2-4 habla de lidiar con las pruebas. Santiago debió haber
pensado que aprender a comportarnos adecuadamente en medio de nuestras
pruebas es muy importante, porque es el primer tema que aborda en esta
epístola. No siempre nos gusta pensar en las dificultades que enfrentamos,
pero la Biblia nos enseña que tienen un gran valor en nuestra vida. No
siempre nos sentimos gozosos cuando atravesamos dificultades, pero
podemos tenerlas por sumo gozo si sabemos lo que producen en nuestras
vidas después de haber hecho su obra en nosotros. Las personas
frecuentemente me dicen que sus pruebas les han hecho ser más fuertes y
mejores de lo que eran antes de ellas.
Podemos comparar nuestras pruebas y dificultades con una mujer que da
a luz. Siente dolor mientras da a luz un niño, pero a la vez siente gozo
porque sabe cuál será el resultado. Hacia el final de su embarazo, ella ora
para que empiecen los dolores de parto. Aunque sabe que será difícil, sabe
que cuanto antes empiece, antes tendrá su bebé. Está lista para soportar las
dificultades a fin de obtener la recompensa. Sabemos que el gozo es mayor
que el dolor, porque en un par de años muchas mujeres deciden soportar
todo el dolor de nuevo por el gozo de tener otro hijo.
Así como una madre comienza a anhelar e incluso orar para que lleguen
sus dolores de parto porque ya no quiere seguir estando embarazada,
podemos llegar al punto en el que estemos muy cansados de vivir como
hemos estado viviendo, en temor, ira o celos; con nuestras emociones llenas
de altibajos todo el tiempo; luchando por tomar decisiones en vez de estar
firmes en la fe, que estamos listos para que algo nos ayude a terminar con
ello y nos avance hacia el siguiente lugar de crecimiento espiritual. A
menudo, Dios usa las pruebas para hacer eso. Así que, si está listo para
dejar atrás sus antiguas formas de vida, puede orar: “Dios, permite que
comiencen mis dolores de parto”. Quizá sea doloroso por un tiempo, pero el
gozo que finalmente obtendrá valdrá la pena.
Durante los tiempos de prueba crecemos espiritualmente, y nos hacemos
más fuertes. Las pruebas también desarrollan el carácter de Cristo en
nosotros y sacan de nosotros perseverancia, firmeza y paciencia, que son
cualidades poderosas que Jesús mostró y que nosotros deberíamos desear
profundamente. Al margen de lo que enfrentemos, Dios siempre obrará para
nuestro bien si pasamos por ello con la actitud correcta.
Aceptar la dificultad en vez de menospreciarla es un desafío para la
mayoría de nosotros. Tendemos a resistirla, luchar contra ella y buscar
alguna manera de zafarnos. Aunque esta es una respuesta natural, no es la
mejor. Lo mejor que puede hacer es orar para poder soportar lo que venga
con un buen ánimo, confiar en que Dios le librará a su debido tiempo, y
creer que Él hará que de ello salga algo bueno. Quizá le ayude decirle a
Dios exactamente cómo se siente con lo que está viviendo y también
expresar su confianza en Él. Dios es bueno, y podemos estar seguros de
que, nos pase lo que nos pase, obrará para nuestro bien y nos ayudará a
crecer espiritualmente si se lo permitimos.
Nuestra actitud durante los tiempos de prueba y dificultades desempeña
su papel a la hora de determinar cuánto durará y qué obtendremos de esos
tiempos. Podemos malgastar nuestro dolor, o podemos permitir que se
convierta en nuestra ganancia.
Si cree que Dios está siempre obrando para su bien, incluso en los
momentos duros, llegará el día en que se alegrará de haber dejado de
resistirse y huir de las dificultades y haber aprendido a caminar por ellas
con Dios, hasta recibir la victoria. Dios no le dejará en la estacada en sus
problemas. Los está atravesando, y tendrá un gran testimonio y será capaz
de ayudar a otros en sus luchas cuando llegue al otro lado. Todos queremos
un testimonio, pero deberíamos recordar que la palabra comienza por test
(prueba). Sin un test, nunca habrá un buen testimonio.
Permítame animarle a enfocarse siempre en la fortaleza que está
obteniendo en lugar de hacerlo en la oposición que está experimentando.
Deje que los problemas que experimenta se conviertan en una oportunidad
de ejercitar su fe, y esa fe se fortalecerá. Mientras más fuerte sea nuestra fe,
menos nos incomodarán los problemas. Tenemos que llegar al punto de
poder decir con el apóstol Pablo: “Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que
es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las
circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de
sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”
(Filipenses 4:12-13, NVI).
Una versión en inglés de Isaías 41:10 dice: “No temas, no hay nada que
temer, porque yo estoy contigo; no mires a tu alrededor aterrado y
desanimado, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y endureceré con las
dificultades, sí, te ayudaré; sí, te levantaré y te sostendré con mi diestra
victoriosa de rectitud y justicia” [traducido de la Amplified Classic]. Si
Dios mismo nos fortalece y endurece con las dificultades, las pruebas que
nos decepcionan ahora no nos volverán a molestar de nuevo en el futuro.
Cada vez que una prueba nos endurece, podemos soportar la siguiente con
más fuerza.
También en Isaías 41, versículo 15, dice: “Te convertiré en una trilladora
nueva y afilada, de doble filo. Trillarás las montañas y las harás polvo;
convertirás en paja las colinas”. Este versículo nos enseña que Dios quiere
que crezcamos. Los bebés espirituales necesitan leche espiritual, pero al
crecer espiritualmente, Él quiere darnos “carne”, y tendremos que ser como
una “trilladora afilada” que tiene dientes para recibirla. Las pruebas nos
ayudan a crecer para pasar de la infancia espiritual a la madurez espiritual.
Dios nunca nos dará más de lo que podamos soportar, pero intentará
ayudarnos a crecer.
Una cosa que Dios quiere hacer en nosotros cuando pasamos por
pruebas es enseñarnos a apartar los ojos de nosotros mismos y a enfocarlos
en cambio hacia lo que podemos hacer por otras personas y por Él. Isaías
41:17 dice: “Los pobres y los necesitados buscan agua, pero no la
encuentran; la sed les ha resecado la lengua. Pero yo, el Señor, les
responderé; yo, el Dios de Israel, no los abandonaré”. Las dificultades que
vivimos nos ayudan a crecer y a llegar a ser vasos adecuados para que Dios
los use, a fin de que Él pueda trabajar a través de nosotros para ayudar a
otras personas.
La primera palabra de Santiago 1:2 es tened, y es una palabra muy
importante que tenemos que mirar de cerca. Tener algo tiene que ver con
nuestro proceso mental al respecto, así que solo esta palabra nos enseña
mucho sobre llegar al punto en el que nuestras pruebas y dificultades se
convierten en una fuente de gozo para nosotros. Si podemos entrenar
nuestra mente para pensar en las pruebas como semillas que finalmente
producirán una cosecha de gozo, estaremos en buena disposición para
experimentar el gozo que pueden traer a nuestra vida. Según Santiago 1:3-4,
las pruebas producen perseverancia, madurez espiritual y paz interior, para
que podamos estar “completamente desarrollados” en nuestra fe, sin que
nos falte nada. Todos estos son rasgos poderosos que Jesús mostró y que
nosotros deberíamos desear profundamente. Nos capacitan para alcanzar
nuestras metas y vivir en el plan de Dios para nuestra vida. Conllevan la
idea de que necesitamos la capacidad de pasar por cosas difíciles confiando
en Dios, permitiéndole hacer en nosotros la obra que sea necesaria hacer,
sin rendirnos.
Aunque las pruebas finalmente producen cosas buenas en nosotros, a
menudo, al principio sacan de nosotros cosas malas. Hacen que cosas como
la ira, el temor, los celos, la queja, las emociones volátiles, los pensamientos
y las palabras negativas salgan a la superficie, ayudándonos a enfrentarlas y
a permitir que Dios las trate y nos libere de ellas. Si continuamos
caminando con Dios todo el tiempo durante nuestras pruebas, veremos el
buen fruto que Él quiere desarrollar en nuestra vida. A menudo digo que
nuestras dificultades son solo pruebas, y deberíamos pasarlas rápidamente,
o de lo contrario tendremos que experimentarlas una y otra vez hasta que
las superemos.
Dios quiere bendecirnos, más de lo que nos podemos imaginar, pero no
puede bendecirnos en la esfera natural más allá de donde estemos
espiritualmente. No le daríamos a un niño de tres años las llaves de nuestro
auto porque sabemos que no puede manejar un automóvil. Mantenemos las
llaves alejadas de él, aunque él quiera manejar el automóvil, porque le
amamos y no queremos ponerle en una situación de peligro. De forma
similar, Dios no nos dará cosas que Él sabe que no somos lo
suficientemente maduros para manejar adecuadamente. A menudo oro así:
“Dios, por favor, no me des nada que no pueda manejar y a la vez
mantenerte como lo primero en mi vida”. Para ser buenos administradores
de todo aquello con lo que Él quiere bendecirnos, tenemos que madurar, y
es ahí donde entran en juego las dificultades y las pruebas. Desarrollan
madurez y carácter en nosotros, razón por la cual Santiago dice que
podemos tenerlas por “sumo gozo”.
Recuerde siempre que cada vez que pase por una dificultad de una
forma madura, se vuelve cada vez más fuerte. Pronto, las pruebas que
experimente en la vida no le decepcionarán como le solía pasar, porque sabe
que no durarán para siempre y que Dios sacará algo bueno de ellas.
Aunque no nos gusta pasar por dificultades, es importante que
entendamos que las pruebas no son evidencia del desagrado o la ira de
Dios. Él no las permite o las usa para que sean un castigo para nuestra vida,
sino para ayudarnos a crecer. Mientras aprendemos a pensar bien en
nuestras pruebas, recordemos estos tres puntos clave:
Saber estas cosas nos ayudará a estar firmes contra la mentira de que,
cuando sufrimos dificultades, Dios nos está castigando por algún pecado
que hemos cometido.
Hay varias formas en las que las pruebas nos ayudan:
1. Nos entrenan. Nos obligan a usar nuestra fe, la cual nos capacita
para finalmente volvernos estables durante las tormentas de la vida.
2. Nos humillan (ver Proverbios 18:12; 2 Corintios 12:7; 1 Pedro 5:6-
8). Nada nos humilla más que encontrarnos en medio de una
situación o crisis que no podemos manejar y tener que mirar a Dios
y a otras personas en busca de ayuda.
3. Nos recuerdan que debemos depender totalmente de Dios (2
Corintios 1:8-9).
4. Nos ayudan a desarrollar nuestro carácter (Romanos 5:3-4).
5. Para la gloria de Dios, nuestras pruebas nos dan un testimonio
(Salmos 40:4-5; 71:14-17; Apocalipsis 12:11).
Una de las cosas más beneficiosas que podemos buscar en esta vida es
sabiduría. Cuando usamos la sabiduría, tomamos decisiones ahora con las
que estaremos contentos después. Cuando seguimos la sabiduría de Dios,
siempre nos llevará a lo mejor que Dios tiene para nosotros, y nos ayudará a
no vivir con lamentos.
Cuando nos encontramos con falta de sabiduría en algún área de nuestra
vida, tenemos dos opciones: podemos manejar la situación de forma natural
o de forma espiritual. Santiago 1:5 nos enseña a resolver cualquier tipo de
dilema de forma espiritual. Dice que cuando no tenemos la sabiduría que
necesitamos, simplemente deberíamos preguntarle a Dios qué hacer.
Quizá no recibamos una respuesta inmediata, pero veremos que esa
sabiduría divina (sabiduría más allá de nuestro entendimiento natural)
comenzará a operar a través de nosotros, ayudándonos a saber qué hacer.
Como nos promete este versículo, Dios no solo nos dará la sabiduría que
necesitamos, sino que nos la dará generosamente.
Duda y doble ánimo
Santiago 1:6-8
Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante
a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una
parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa
alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos
sus caminos.
1. Orar.
2. Considerar todas sus opciones.
3. Escribir las ventajas y desventajas de cada opción.
4. Tomar una decisión.
5. No intentar tomar una decisión importante cuando esté sensible,
porque probablemente no será una buena decisión.
6. Dormir en cuanto a la decisión. Ver si tiene paz a la mañana
siguiente.
7. Si siente que necesita confirmación sobre la decisión, hable con un
profesional o amigo cristiano maduro de su confianza.
8. Comenzar a emprender la acción.
Conténtese
Santiago 1:9-11
Por muy ricas que sean las personas en cuanto a bienes materiales,
realmente son pobres a menos que sean ricos en su relación con el Señor.
Del mismo modo, por muy pobres que sean algunas personas en cuanto a
bienes materiales, realmente son ricos si conocen al Señor y entienden su
amor por ellos. Poner a Dios primero en nuestra vida es lo más importante
que podemos hacer.
Las circunstancias en nuestra vida pueden cambiar rápidamente, así
como una flor puede florecer y después en pocos días secarse. Esto no
debería asustarnos, porque mientras tengamos a Jesús, tenemos lo más
valioso que podamos tener nunca. Jamás deberíamos dejar que nuestras
circunstancias dicten nuestro gozo; estas siempre fluctúan, pero Dios se
mantiene igual.
Ya sea que tengamos mucho o poco, podemos estar contentos, y el
contentamiento es un aspecto importante de la madurez espiritual. Pablo
dijo: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”
(Filipenses 4:11). Él sabía cómo vivir con poca provisión y en prosperidad
(v. 12), y seríamos sabios en seguir su ejemplo.
Contentarse no significa que no deseemos nunca el cambio o mejores
circunstancias, sino que mientras estamos esperando a que Dios haga lo que
tenga que hacer en nuestra vida, podamos estar contentos y felices con la
vida que nos está dando ahora mismo.
Al margen de lo que no tenga, siempre esté agradecido por las cosas que
tiene. Hacer esto le impedirá desanimarse y caer en el descontento.
Firmeza y perseverancia
Santiago 1:12
Santiago ofrece una promesa de ánimo para los que son firmes, pacientes y
estables, cuando afrontan dificultades, y que pueden perseverar en medio de
la tentación. Estos creyentes recibirán la corona de vida del vencedor.
La firme fidelidad que persevera y vence a la tentación es algo poderoso.
A todos nos gusta tener un buen testimonio, pero es interesante notar que la
palabra testimonio comienza por test (prueba). Dios recompensa a los que
perseveran y no se rinden en los tiempos difíciles. Si podemos tener eso en
mente, podemos soportar mejor las dificultades que experimentamos en la
tierra.
Una respuesta apropiada a la tentación
Santiago 1:13-15
Santiago usa estas pocas frases para recordarnos que Dios siempre es
bueno, y solo bueno. Una de las cosas más perjudiciales que podemos hacer
es culpar a Dios cuando experimentamos dolor, una pérdida o un trato
injusto. Tampoco deberíamos culparlo a Él cuando acabamos en situaciones
que nos tientan. Estas cosas son todas ellas parte de la vida de cada persona,
y tener en mente que Dios es siempre bueno y que es nuestro Ayudador y
Amigo es la mejor actitud que podemos tener.
Hacedores de la Palabra
Santiago 1:19-20
Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír,
tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no
obra la justicia de Dios.
Los cristianos maduros son rápidos para oír, discretos para hablar y lentos
para airarse. Siempre que veo una lista como esta en la Biblia, me gusta
preguntarme cómo lo estoy haciendo. ¿Soy rápida para oír, discreta para
hablar y lenta para enojarme? Puedo decir que, por lo general, soy lenta
para enojarme, pero a veces no soy tan rápida para oír o discreta para hablar
como me gustaría. He mejorado con el paso de los años, pero estoy segura
de que aún no estoy donde tengo que estar y quiero estar. Le animo a no
pensar jamás: Lo estoy haciendo bastante bien. El deseo de crecer
continuamente en bondad es un buen deseo y uno que Dios admira y honra.
Como Pablo, prosigamos hacia la meta de la perfección sin sentirnos
condenados respecto a nuestros errores (Filipenses 3:13-14).
Durante los años me he dado cuenta de que ser rápida para oír, en otras
palabras, escuchar más a otros, es muy beneficioso. Podemos aprender
mucho escuchando con atención y pacientemente a otras personas. Creo que
este versículo nos anima a hacer eso, pero creo que también tiene otro
significado y se aplica a escuchar al Espíritu Santo en medio de situaciones
para poder responder bien a ellas.
Vivimos en dos mundos: el mundo que podemos ver y el mundo que no
podemos ver. Existimos en la realidad física, pero hay también un aspecto
espiritual en nuestras vidas. Podemos estar involucrados en una
conversación con alguien y ser rápidos para oír a esa persona, pero también
podemos prestar oído a Dios. Al interactuar con otras personas, podemos
estar escuchando a Dios para que nos guíe, preguntándole: “¿Qué digo
ahora? ¿Debo comentar algo sobre lo que me acaba de decir, o debería
callarme?”. Tomar tiempo para buscar y oír a Dios, incluso rápidamente en
medio de una conversación antes de hablar, puede ser algo muy sabio.
Jesús siempre estaba escuchando a Dios en medio de su actividad. A
veces cuando lo acusaban falsamente, con frecuencia ni siquiera respondía a
sus acusadores. Una vez creo que estaba escuchando a Dios
intencionadamente cuando se encontró con la mujer sorprendida en
adulterio (Juan 8:1-11). Él sabía que ella había quebrantado la ley, y sabía
que los fariseos estaban intentando hacer que Él también quebrantara la ley.
Según la ley, el castigo de la mujer debería ser el apedreamiento. En lugar
de condenarla, Él simplemente pidió que cada una de las personas a su
alrededor que no tuviera pecado alguno le tirase la primera piedra. Uno a
uno, dejaron sus piedras y se alejaron. Si fuésemos como Jesús, nos
calmásemos, oyésemos de Dios y tomásemos más tiempo antes de hablar,
las cosas irían mucho mejor.
Oír y obedecer
Santiago 1:21-25
Hoy día, algunas personas tienen otra apariencia. Llevan ropa con
arrugas y agujeros, ¡y se consideran estilosas en la cultura actual! Podemos
ver mechas rosas, moradas o azules en su cabello, o un cabello totalmente
verde, morado o rosa. Veo piercings en muchos lugares, y tatuajes que a
veces cubren casi todos los brazos y las piernas de la persona.
Si las personas de mi generación, quizá los que tienen más de cincuenta
años, no tienen cuidado, podemos juzgar y criticar a los jóvenes que no
tienen nuestro aspecto. Puede que los menospreciemos y saquemos
conclusiones sobre ellos que sean completamente erróneas, basadas en su
aspecto exterior. A la vez, los jóvenes pueden mirar a los mayores y decidir
que no tenemos nada en común con ellos y que no merece la pena hablar
con nosotros. La verdad es que Dios ama a todos, y hay todo tipo de
personas que aman a Dios. Si una persona lleva algo que yo nunca me
pondría, eso no elimina la unción (el poder y la presencia de Dios) sobre su
vida. Pero si tengo una actitud altanera que dice: “Yo soy mejor que usted”,
esa condenación tendrá un efecto negativo sobre la unción en mi vida.
El juicio crítico de otras personas es un gran problema en el mundo y
entre los cristianos, y cada uno de nosotros ha de tener mucho cuidado con
su propia actitud para asegurarse de que no sea un problema para nosotros.
Ser crítico es fruto del orgullo, y creo que el orgullo es el peor de todos los
pecados. Fue por orgullo que Satanás cayó del cielo, y la Biblia dice que el
orgullo siempre precede a la caída o la destrucción (Proverbios 16:18).
Oremos para que andemos siempre en amor y tratemos a todas las personas
como valiosas porque son muy valiosas para Dios.
Si podemos obedecer la instrucción de Santiago y rehusar mostrar
parcialidad, será algo que agrade mucho a Dios, y creo que aumentará el
poder del Espíritu Santo en nuestra vida. Podemos aprender los unos de los
otros y apreciar nuestras diferencias según vamos aprendiendo a mostrar el
amor de Dios a los demás.
La ley real
Santiago 2:8-9
Si intentamos vivir bajo la ley del Antiguo Pacto, es como jugar a un juego
llamado Guaca Mole (un juego de niños donde se usa una maza para
golpear a un muñequito de madera que sale de un agujero, pero en cuanto
consiguen meterlo en su agujero, de inmediato sale otro de otro agujero).
Quizá seamos capaces de cumplir una ley, pero si quebrantamos una, somos
culpables de quebrantarlas todas. Eso es agotador y nos conduce a una vida
miserable. No hay forma de cumplir cada una de las leyes, y cuando
estamos en Cristo dejamos de estar atados a las antiguas leyes; ahora
podemos vivir bajo la nueva ley del amor. Amar a Dios y a otros libera
gozo en nuestra vida más que cualquier otra cosa que conozca.
Deberíamos tener cuidado de no dejar que nadie nos ponga bajo ninguna
ley salvo la ley del amor. Por ejemplo, no tenemos que cumplir rituales
religiosos mientras ignoramos a otras personas y no les mostramos amor y
bondad. La ley del amor nos enseña a no orar durante una hora cada
mañana y después salir en público y ser rudos con un vendedor que no nos
atiende tan rápidamente como nos gustaría. Cuando vivimos bajo la ley del
amor, no damos nuestra ofrenda cada domingo en la iglesia y después
salimos de la reunión criticando al pastor. Las personas legalistas, por lo
general, son duras con otras personas que no hacen lo mismo que ellos.
Jesús fue muy firme con los escribas y fariseos de su tiempo. Eran muy
rigurosos en cuanto a cumplir todas las reglas, pero no ayudaban a otras
personas. Él dijo que ponían pesadas cargas difíciles de llevar sobre los
hombros de otras personas y después no movían un dedo para ayudar a esas
personas a llevarlas (Mateo 23:4).
Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y
no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? Y si un hermano o una
hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de
cada día y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y
saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el
cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es
muerta en sí misma. Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras.
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y
tiemblan. ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es
muerta? ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre,
cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? ¿No ves que la fe actuó
juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? Y
se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue
contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. Vosotros veis,
pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por
la fe. Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por
obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?
Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin
obras está muerta.
La única persona perfecta que haya vivido jamás es Jesús. A lo largo de los
Evangelios y en enseñanzas proféticas sobre Él, vemos que usó mucha
sabiduría y cautela con sus palabras. En Juan 14:30, Jesús estaba hablando
con sus discípulos y dijo: “No hablaré ya mucho con vosotros; porque viene
el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”. Creo que, como Jesús
estaba a punto de iniciar su tiempo de gran sufrimiento, sabía que sería
sabio decir menos, porque cuando estamos bajo presión tendemos a decir
cosas que no nos ayudan ni a nosotros ni a los que tenemos a nuestro
alrededor. Esto nos enseña que Él sabía cuándo dejar de hablar, y esa es una
sabia lección para que aprendamos nosotros también.
A menudo, cuando nos ofendemos o sentimos que nos han tratado mal,
hablamos para defendernos. Isaías escribió proféticamente que Jesús
resistió esta tentación: “Fue oprimido y tratado con crueldad, sin embargo,
no dijo ni una sola palabra. Como cordero fue llevado al matadero. Y como
oveja en silencio ante sus trasquiladores, no abrió su boca” (Isaías 53:7,
NTV).
Además, Jesús nunca respondió a personas que lanzaron acusaciones
contra Él ni se esforzó por defenderse de ellos. Eso sería extremadamente
difícil para la mayoría de nosotros, pero Él lo hizo. Lucas 23:9-10 dice que
el sumo sacerdote “le hizo una pregunta tras otra, pero Jesús se negó a
contestar. Mientras tanto, los principales sacerdotes y los maestros de la ley
religiosa se quedaron allí gritando sus acusaciones” (NTV). Y Marcos
14:60-61 dice: “el sumo sacerdote interrogó a Jesús:—¿No tienes nada que
contestar? ¿Qué significan estas denuncias en tu contra? Pero Jesús se
quedó callado y no contestó nada” (NVI).
Quiero recordarle Santiago 1:19, que dice: “Por esto, mis amados
hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para
airarse”. Jesús ciertamente fue así, y nosotros seríamos sabios en seguir su
ejemplo y el consejo de Santiago.
Santiago 3:8 dice que es imposible que alguien dome la lengua humana.
Controlar nuestra boca exige la ayuda de Dios, y esto significa que
necesitamos orar con frecuencia sobre nuestra forma de hablar. De hecho,
no creo que podamos esperar ser capaces de controlar nuestra lengua sin
dedicar oración específica y estudio a este asunto de forma regular. En el
Salmo 141:3 el salmista dice: “Pon guarda a mi boca, oh Jehová; guarda la
puerta de mis labios”. El Salmo 19:14 dice: “Que las palabras de mi boca y
la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi
redentor” (NTV). Usted y yo podemos hacer estas mismas oraciones cada
día.
Este pasaje de Santiago 3 también nos enseña que podemos usar nuestra
boca tanto para fines buenos como malos. Podemos dejar que Dios use
nuestra boca, o podemos dejar que el diablo la use.
He estudiado el poder de las palabras durante años y he enseñado sobre
ello a menudo, y a la vez me sigo sorprendiendo de que las palabras puedan
marcar una diferencia tan grande en nuestra vida y en las vidas de otros.
Como dice Santiago, la misma boca puede declarar palabras de bendición y
palabras de maldición. Podemos ir a la iglesia el domingo y alabar a Dios y
salir el lunes y contar chismes sobre un compañero de trabajo.
Aprender a no decir palabras negativas ni dañinas es muy importante.
Las palabras pueden causar un gran daño a las personas y las relaciones.
Seríamos sabios en evitar las palabras duras, rudas e injustas y lo que la
Biblia llama “la lengua maliciosa” (Isaías 58:9, NVI). Debido a que cuando
decimos algo, aunque podemos disculparnos, nunca podemos recuperar lo
dicho, deberíamos tener mucho cuidado con lo que decimos.
Aprender a no decir las palabras incorrectas definitivamente es bueno,
pero es solo el primer paso para controlar la lengua, y tenemos que ir más
allá de eso. También necesitamos disciplinarnos para declarar palabras
positivas y poderosas que estén en consonancia con los principios bíblicos.
He dicho muchas veces: “La mejor manera de no decir las cosas erróneas es
mantener nuestra boca llena de lo correcto”. Le animo a establecer el hábito
de usar sus palabras para hacer que las personas se sientan bien consigo
mismas. Deje que la gente sepa que les aprecia, diga “gracias”, y hágales
halagos genuinos.
Uno de los mejores compromisos que podemos establecer es decir
palabras buenas y edificantes. Si no podemos hacer esto en ciertas
situaciones, muchas veces es mejor no decir nada, como nos enseña
Proverbios 17:28: “Hasta los necios pasan por sabios si permanecen
callados; parecen inteligentes cuando mantienen la boca cerrada” (NTV).
Podemos usar nuestras palabras para levantar a las personas y darles
confianza o para derribarlos. Podemos hablarles de formas en las que les
hagamos sentir bien o mal consigo mismos. A veces lo que a nosotros nos
puede parecer algo sin importancia es lo que alguien necesita oír para tener
un buen día. Sin embargo, contrariamente, las palabras descuidadas o
casualmente negativas pueden arruinarle el día a alguien. Permítame
animarle a declarar palabras llenas de paz, gozo y esperanza. Dese cuenta
de que sus palabras pueden impactar poderosamente a otras personas, así
que diga cosas buenas de ellos y a ellos.
Muchas personas se han criado en entornos como en el que yo me crié.
Por muchos años oyeron palabras negativas de boca de padres y familiares,
y quizá incluso de maestros de escuela o amigos. Nunca oyeron a nadie
decir nada que les afirmara o les diera esperanza para su futuro. Entiendo
eso completamente. Cuando Dios comenzó a enseñarme sobre el poder de
las palabras, saber que toda mi vida podía cambiar si cambiaba mis palabras
me llenó de esperanza. Él me guió a hacer una lista de confesiones basadas
en las Escrituras. Ni una sola de ellas era una realidad en mi vida en ese
tiempo, pero las confesé dos veces al día durante mucho tiempo. Hoy, cada
una de ellas es una realidad para mí.
Las palabras más poderosas que usted puede decir son las palabras que
Dios dice. Le animo a pasar tiempo con su Biblia, encontrando promesas y
verdades que pueda confesar sobre usted y su vida. O consiga un ejemplar
de mi libro El poder secreto para declarar la Palabra de Dios, que está
lleno de confesiones basadas en la Biblia que cambiarán su vida.
El fruto de la sabiduría
Santiago 3:13-14
¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de
vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis
alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque
no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites.
Creo que Santiago está diciendo en Santiago 4:1-2: “Están enojados todo el
tiempo porque intentan conseguir todo lo que quieren mediante sus propios
esfuerzos. Nunca lo conseguirán así. Solo terminarán siendo celoso,
odiando a la gente y teniendo malas relaciones, porque quieren lo que otros
tienen”. Después Santiago resume toda la situación en una sola frase: “Pero
no tenéis lo que deseáis, porque no pedís [a Dios]” (v. 2).
La disputa es un gran problema en nuestras vidas. No solo nos roba la
paz, sino que abre una puerta al enemigo en nuestra vida. Dios nos llama a
la unidad y nos deja saber en varios lugares de su Palabra que, si somos
hacedores y mantenedores de paz, Él lo considera una señal de madurez
espiritual y libera más de su poder en nuestra vida. Le insto fuertemente a
que haga todo lo que esté en su mano para eliminar la disputa de su vida. La
disputa es riña, discutir o desacuerdo acalorado. Podemos discrepar, pero
debemos aprender a hacerlo con respeto y afabilidad.
Para eliminar la disputa de nuestra vida debemos amar la paz y entender
verdaderamente su poder. Satanás trabaja incansablemente para
mantenernos en agitación, y deberíamos prestar mucha atención a lo que
Santiago está diciendo sobre cómo se adentra la disputa.
Si le pedimos algo a Dios y no nos lo da, la razón no es que nos está
haciendo esperar. Puede que no sea su voluntad o que el tiempo en nuestra
vida no sea el adecuado. También puede ser que haya algo mejor que Él
quiere darnos pero que aún no somos espiritualmente maduros para tenerlo.
Sea cual sea la razón, nunca es porque Él no quiera que seamos bendecidos.
Muchas personas usan la manipulación y las formas mundanas para
conseguir cosas que no les corresponde tener, y esas son las cosas que
terminan arruinándolos. He descubierto que el secreto de estar contento es
pedirle a Dios lo que yo quiero y descansar sabiendo que, si es lo correcto,
Él hará que suceda en el tiempo correcto. Si no es lo correcto, Él hará algo
mucho mejor de lo que yo había pedido.
Las razones que están detrás de lo que hacemos y lo que pedimos son
muy importantes. Dios quiere que nuestros motivos sean puros, no egoístas.
Nuestra obra para Dios se debe hacer con motivos puros, o de lo contrario
perderemos nuestra recompensa (Mateo 6:1-2). Ser honestos con nosotros
mismos respecto a por qué hacemos lo que hacemos requiere madurez
espiritual. Siempre que enseño sobre los motivos, la sala por lo general se
vuelve muy callada, y pienso que es porque estamos tan ocupados
“haciendo” que no siempre nos tomamos el tiempo de preguntarnos por qué
estamos haciendo las cosas. Nuestras acciones siempre deberíamos hacerlas
porque creemos que Dios nos está llevando a hacerlas o porque sabemos
que serán una bendición para alguien.
Definitivamente no es malo pedir lo que queremos, pero asegurémonos
de que nuestras peticiones no estén basadas en la avaricia o en el mero
egoísmo. Podemos estar seguros de que Dios suplirá todas nuestras
necesidades válidas.
Poner a Dios primero
Santiago 4:4
Permítame decir otra vez que Santiago 4:4 no nos está diciendo que no
podemos disfrutar de estar en el mundo o disfrutar de las cosas buenas que
el mundo ofrece. Pero tenemos que reconocer a Dios en todas las cosas y
hacer el esfuerzo de ponerlo a Él siempre en primer lugar. Todos los
cristianos somos tentados en esta área, así que es algo en lo que tenemos
que trabajar y hacer a propósito. Muchas cosas en nuestra vida compiten
por el primer lugar e intentan expulsar a Dios. Nuestro trabajo, nuestras
relaciones, las cosas que nos gustan, todo esto podría tomar el lugar que
solo le pertenece a Dios si se lo permitimos. Por eso Santiago 4:4 compara
el amor excesivo hacia el mundo con romper un voto matrimonial con Dios.
La idea de un voto matrimonial entre Dios y su pueblo es interesante.
Verá, Dios nos considera su esposa. Al margen de que la persona sea varón
o hembra, todos los creyentes somos considerados la novia de Cristo.
Estamos casados con Dios. Un punto que quisiera establecer sobre esto es
que, así como una esposa a menudo adopta el apellido del esposo, Dios nos
da el nombre de Jesús, “nombre que es sobre todo nombre” (Filipenses 2:9).
Yo había adoptado el apellido de Dave durante muchos años, pero no lo
recibí hasta que no me casé con él. No recibí su nombre cuando éramos
novios. A menudo le digo a la gente que la única forma de disfrutar de los
privilegios que vienen con el nombre de Jesús es pasando de una relación
informal a un compromiso total.
¡El nombre de Jesús es poderoso! Filipenses 2:10-11 dice: “… para que
ante el nombre de Jesús se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y
debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para
gloria de Dios Padre” (NVI). Cuando oramos en ese nombre, estamos
presentando al Padre todo lo que Jesús es, y esas oraciones recibirán su
respuesta en el tiempo de Dios si están en consonancia con la Palabra y
voluntad de Dios, mientras mantengamos nuestro voto matrimonial con
Dios. Tenemos que ponerlo a Él primero en nuestras vidas.
A veces las personas se acuerdan de Dios solo cuando sufren una
emergencia o una crisis. Eso no es ponerlo a Él primero. Deberíamos ser
conscientes de que a menos que Dios nos ayude en todas las cosas, seremos
un profundo y completo fracaso, así que la verdad es que necesitamos a
Dios desesperadamente todo el tiempo, ya sea que nos demos cuenta o no.
Si buscamos a Dios como si estuviéramos desesperados por Él, nos
veremos en situaciones desesperadas menos veces. ¡Siempre necesitamos a
Dios! Mientras más nos demos cuenta de ello, más atención le prestaremos.
Dios nunca está a más de un pensamiento de distancia de usted. Si
quiere experimentar más de Dios en su vida, piense en Él y hable con Él.
No tiene que usar ciertas palabras o sentarse en cierta postura para orar;
solo tiene que hablar con Él desde su corazón. Recuerde: Él quiere
involucrarse en cada aspecto de su vida. No hay nada en su vida en lo que
Dios no esté interesado.
Una de las mejores formas que conozco de poner a Dios primero en su
vida es tener una conversación continua con Él. Hable con Él y escúchelo.
Él no siempre nos responde usando palabras; a veces responde dándonos
pensamientos o ideas. Él nos habla de muchas formas, y el valor de
desarrollar una relación íntima, personal y coloquial con Él es de un valor
incalculable.
Las personas que están demasiado ocupadas para pasar tiempo con Dios
emplean demasiado tiempo en cosas que no añaden nada a sus vidas sino
más bien que les quitan algo de sus vidas. He aprendido con el paso de los
años que una de las formas más rápidas de abrir una puerta al enemigo es
comenzar a poner otras cosas por delante de Dios. Si lo ponemos a Él
primero, nos protegemos a nosotros mismos, pero cuando dejamos que
otras cosas tomen el lugar de Dios o nos hagan pensar que Él no es tan
importante para nosotros como realmente es, el enemigo ve que puede
aprovecharse de nosotros, y lo hace.
Ser diligente en mantener una relación fuerte y cercana con Dios y
ponerlo a Él primero puede ser un desafío debido a las demás cosas que
compiten por su tiempo y atención, pero es lo mejor que puede hacer, y
tendrá un impacto positivo en cada área de su vida. Si usted prioriza su
relación con Él ante todas las demás cosas, se sorprenderá de las cosas
buenas que resultarán de ello.
La razón por la que Jesús murió fue para derribar el velo que nos
separaba de Dios (Mateo 27:51), para posibilitar que pudiéramos entrar en
la presencia de Dios y tener una relación personal con Él. Jesús pagó por
nuestros pecados porque Dios es santo y no puede estar en presencia del
pecado. Así que cuando acudimos a Dios a través de Jesús, Él nos ve a
través de la sangre de Jesús: completamente limpios. Debido a lo que Él
hizo por nosotros, podemos entrar y salir con libertad de nuestra comunión
con Dios, y Él puede ser una parte regular de nuestra vida cotidiana.
Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios,
y da gracia a los humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al
diablo, y huirá de vosotros. Acercaos a Dios, y él se acercará a
vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble
ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad, y llorad.
Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Dios nos da gracia para vencer todas las tentaciones y tendencias negativas
o malas en nuestra vida para que podamos vivir en obediencia a Él. La
tendencia a no poner a Dios primero en nuestra vida es ciertamente algo
malo, así que podemos contar con que el Espíritu Santo nos ayuda a
resistirlo. Podemos intentar una vez tras otra poner a Dios primero mediante
nuestra fuerza humana y autodeterminación, pero necesitamos la gracia de
Dios si queremos hacerlo con eficacia. Gracia es el favor inmerecido de
Dios y su poder para ayudarnos a hacer con facilidad lo que no podemos
hacer con ninguna cantidad de esfuerzo humano.
Dios está siempre dispuesto a ayudarnos y darnos gracia para todo lo
que necesitamos, pero tenemos que pedírselo. Las personas que son
altaneras creen que pueden hacer todo por sí mismos, pero la verdad es que
no podemos cambiarnos sin la ayuda de Dios. Sin duda, no podemos
cambiar a los demás y tampoco podemos cambiar nuestras circunstancias.
Cuando hay un trabajo que se tiene que hacer en nosotros o en alguna parte
de nuestra vida, necesitamos que Dios lo haga. Nuestra responsabilidad es
estudiar la Palabra, especialmente en nuestras áreas de debilidad, y pasar
todo el tiempo que podamos con Dios. Cuando hacemos nuestra parte, Dios
se mueve a nuestro favor para hacer lo que solamente Él puede hacer.
El apóstol Pablo pasó por una situación en la que quería cambiar, pero
vio que era imposible hacerlo en sus propias fuerzas. Romanos 7:15-25 lo
explica así:
Cuando pecamos, tenemos que entender que es algo serio y tenemos que
arrepentirnos de forma sincera. David estaba muy cerca de Dios, pero aun
así pecó. Usted puede leer su sentido arrepentimiento en el Salmo 51. Dios
siempre está deseoso de perdonar nuestro pecado y restaurarnos a una
relación correcta con Él, pero tenemos que reconocer y confesar nuestro
pecado, arrepentirnos y pedir su perdón antes de poder recibirlo. Una vez
que hemos hecho esto, Él no solo nos perdona nuestro pecado, sino que
también lo olvida (Hebreos 8:12).
En Santiago 4:10 hay una palabra que podría provocar cierta confusión.
Dice: “Humillaos delante del Señor, y él os exaltará”. Sugiere que debemos
tener una actitud de insignificancia. Dios nos valora, y no creo que Él
quiera que pensemos en pequeño sobre nosotros mismos o que sintamos
que no somos importantes. Al mismo tiempo, Él no quiere que pensemos
que somos más de lo que somos (Romanos 12:3). Creo que deberíamos
pensar y hablar de nosotros como lo que yo llamo un “Todo-Nada”. Esto
significa que no somos nada en nosotros, y que somos todo en Cristo y a
través de Cristo; no tenemos nada sin Él, y lo tenemos todo en Él.
Si nos humillamos ante el Señor y seguimos persiguiendo una relación
personal con Él, Él nos levantará y nos dará la victoria en su tiempo
perfecto.
No juzgar a otros con crítica
Santiago 4:11-12
¡Vamos ahora! los que decís: Hoy y mañana iremos a tal ciudad, y
estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos cuando no
sabéis lo que será mañana. Porque ¿qué es vuestra vida?
Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y
luego se desvanece. En lugar de lo cual deberíais decir: Si el Señor
quiere, viviremos y haremos esto o aquello. Pero ahora os jactáis en
vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala.
Pero Gálatas 5:16 dice que no debemos permitir que nuestra carne
gobierne nuestra vida. Debemos en cambio ser guiados por el Espíritu: “Por
eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces no se
dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa” (NTV).
Nuestra carne siempre tendrá sus deseos, y la tentación llegará. Pero
podemos seguir al Espíritu y no obedecer los deseos de la carne o ceder a la
tentación.
Este pasaje también habla de las personas que no han tratado bien a sus
empleados. Creo que todos los cristianos que tienen empresas o que tienen
personas que trabajan para ellos deberían tratarlos como ellos quisieran ser
tratados. No deberían hacerles trabajar de más y pagarles de menos, sino
compensarles como ellos mismos quisieran que les compensaran por el
mismo trabajo y ofrecer condiciones laborales justas, un entorno laboral
agradable y buenos beneficios. Cualquiera que ocupe una posición de
autoridad representa al Señor, y tiene que tratar bien a las personas.
Esperar pacientemente
Santiago 5:7-11
Tras tomar una decisión, tenemos que estar firmes, dejando que nuestro sí
sea un simple y veraz sí y nuestro no sea un simple y veraz no. Creo que la
indecisión y el doble ánimo no solo producen confusión y complicación,
sino que también (como observa Santiago 5:12) causan sentimientos de
juicio o condenación. Si creemos en nuestro corazón que deberíamos hacer
algo y después permitimos que nuestro razonamiento nos persuada de otra
cosa, dejamos una puerta abierta para la condenación. A menudo sufrimos
con las decisiones cuando en verdad tan solo tenemos que orar y después
seguir a nuestro corazón.
Cuando decidimos dejar que nuestro sí sea sí y nuestro no sea no,
podemos tomar decisiones sin preocuparnos de ellas. No tenemos que vivir
con el temor de equivocarnos. Si nuestro corazón está bien y tomamos una
decisión que no está en consonancia con la voluntad de Dios, Él nos
perdonará y nos pondrá de nuevo en el camino correcto.
La importancia de la oración
Santiago 5:13-15
Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para
que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.
Santiago 5:16 nos enseña que confesar nuestras faltas unos a otros, nos
ayuda en el proceso de sanidad y restauración. Muchas veces recibimos un
alivio de lo que nos molesta cuando finalmente le contamos a alguien las
cosas que hemos escondido durante años en nuestra vida. Cualquier cosa
que sentimos que tenemos que esconder tiene poder sobre nosotros, pero
cuando las cosas son expuestas, la verdad nos hará libres. Siempre tenemos
que usar sabiduría y ser guiados por el Espíritu cuando escogemos a una
persona en la que confiar. Es importante escoger a alguien en quien
sepamos que podemos confiar, alguien con entendimiento y que no nos
juzgue, un creyente maduro que guardará nuestros secretos y que no será
cargado o dañado con lo que le compartamos ni lo usará para hacernos daño
a nosotros o hacernos sentir peor con nosotros mismos.
No siempre tenemos que confesar cada ofensa a alguien, pero hay veces
en que es útil hacerlo. Yo animo mucho a las personas a seguir la
instrucción bíblica de confesar sus faltas a otros cuando lo necesiten para
ser sanados y restaurados, pero también a usar sabiduría.
Santiago 5:16 dice que la oración que “puede mucho” es “eficaz”, algo
que se podría entender mal fácilmente. Puede que pensemos en
“esforzarnos” por conseguir una fuerte emoción antes de orar si queremos
que nuestras oraciones sean eficaces. Durante muchos años yo creí eso,
pero ahora creo que Santiago 5:16 significa que nuestras oraciones deben
ser sinceras, tienen que salir del corazón y no solo de nuestra cabeza.
Veamos otras traducciones de este versículo para ver su significado con
más claridad: “eficaz… puede mucho” (RVR1960); “tiene mucho poder y
da resultados maravillosos” (NTV); “poderosa y eficaz” (NVI).
A veces experimento mucha emoción en la oración, pero la mayoría de
las veces no me siento emocional. La oración que cree no es posible si
basamos el valor de nuestras oraciones en los sentimientos. Recuerdo
disfrutar de algún tiempo de oración cuando sentía la presencia de Dios, y
después preguntarme qué pasaba durante los tiempos en los que no sentía
nada. He aprendido a dejar todo eso en las manos de Dios y orar por fe, no
preocupándome demasiado por lo que siento o no siento.
Tenemos que confiar en que nuestra oración sentida, de corazón y
persistente, es eficaz y que puede mucho porque nuestra fe está en Dios, no
en nuestra capacidad de orar con elocuencia.
Dios escucha nuestras oraciones
Santiago 5:17-18
Me gusta el hecho de que Santiago destaca que Elías tenía una naturaleza
como la nuestra. Era imperfecto y mostraba debilidades, pero Dios oyó y
respondió sus oraciones. Él hará lo mismo con nosotros. No deje que el
diablo le convenza de que Dios no escuchará sus oraciones porque ha
pecado. Todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios
(Romanos 3:23), pero todos podemos ser perdonados y restaurados
mediante la gracia y la misericordia de Dios. Cuando nos arrepentimos de
nuestros pecados, Dios los perdona y olvida. Para Él, es como si nunca
hubiéramos hecho nada mal y se hubiera producido un borrón y cuenta
nueva. Deberíamos aprender a vernos del mismo modo y acercarnos con
valentía ante el trono de Dios en oración (Hebreos 4:16), esperando que Él
responda.
Ayudar a las personas a encontrar el camino correcto
Santiago 5:19-20
En vez de criticar a las personas por sus debilidades y juzgarlas por sus
pecados, deberíamos trabajar para apartarlas del mal camino y conducirlas
al camino correcto. Qué poder y privilegio tan grande de ser capaces de
ayudar a otros a acudir a Dios y saber que estarán en el cielo toda una
eternidad.
EN CONCLUSIÓN
¡Dios le ama! Él le creó para que sea un individuo especial, singular y único
en su especie, y Él tiene un propósito y plan específicos para su vida. Y
mediante una relación personal con su Creador, Dios, puede descubrir una
forma de vida que satisfará por completo su alma.
Independientemente de quién sea, lo que haya hecho o dónde esté en su
vida ahora mismo, el amor y la gracia de Dios son mayores que su pecado:
sus errores. Jesús dio su vida voluntariamente para que usted pueda recibir
el perdón de Dios y tener una nueva vida en Él. Él solo está esperando que
usted lo invite a ser su Salvador y Señor.
Si está listo para entregar su vida a Jesús y seguirlo, lo único que tiene
que hacer es pedirle que le perdone sus pecados y le dé un nuevo comienzo
en la vida que Él quiere que usted viva. Comience haciendo esta oración…
Señor Jesús, gracias por darme tu vida y por perdonar todos mis
pecados, para que pueda tener una relación personal contigo. Siento
mucho los errores que he cometido, y sé que necesito que me ayudes
a vivir rectamente.
¡Es maravilloso saber que Dios nos ama tanto! Él quiere tener una
relación íntima y profunda con nosotros que crezca cada día al pasar tiempo
con Él en oración y estudio bíblico. Y queremos animarle en su nueva vida
en Cristo.
Por favor, visite https://tv.joycemeyer.org/espanol/como-conocer-jesus/.
También tenemos otros recursos gratuitos en línea para ayudarle a crecer y
perseguir todo lo que Dios tiene para usted.
¡Enhorabuena por su nuevo comienzo en su vida en Cristo! Esperamos
oír de usted pronto.
ACERCA DE LA AUTORA
Life Lines
* Guía de estudio disponible para este título
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