Salud Mental

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EL CONCEPTO DE SALUD MENTAL EN

PSICOLOGÍA HUMANISTA–EXISTENCIAL´
Para hablar del concepto de salud mental es menester hacer referencia primero al
concepto de salud propiamente dicha, que etimológicamente viene del latín salus,
entendida como “el estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus
funciones”(Davini, Gellon De Salluzi, Rossi 1968).

Sin embargo, “El concepto de salud esta perdido, porque no puede ser utilizado como
único ni como uniforme, se lo debe relacionar con los aspectos individuales de cada
persona” (Davini, Gellon De Salluzi, Rossi 1968).

La salud no es solamente la ausencia de enfermedades sino la resultante de un


complejo proceso donde interactúan factores biológicos, económicos, sociales, políticos
y ambientales en la generación de las condiciones que permiten el desarrollo pleno de
las capacidades y potencialidades humanas, entendiendo al hombre como un ser
individual y social.

El significado que se atribuye en Bolivia, basado en el Decreto del 18 de julio de 1987


que da vigencia al Código de Salud de la República Boliviana, es que “ la salud es un
bien de interés público y por consiguiente, es función fundamentalmente del estado
velar por la salud del individuo, la familia y la población en su totalidad en la República
de Bolivia”(Dávila,1994).

La atención de la salud se ha centrado más en la recuperación y/o rehabilitación de la


enfermedad, que en la prevención de los factores de riesgo y la promoción de
conocimientos, hábitos y estilos de vida que permitan y condicionen un desarrollo más
saludable de las personas.

Por ello se llegó a considerar que una respuesta integral a los problemas de salud debe
ser transdisciplinaria, haciendo una autoevaluación de sus enfrentamientos; esto
porque se toma a la salud como consecuencia condicionante del desarrollo integral
(Levav, 1992).

En cuanto al tema de salud mental, presenta gran polémica respecto a su


conceptualización. Se habla de salud mental en los ámbitos clínicos, sociales,
culturales.

En el ámbito clínico, por mucho tiempo se ha homologado el concepto de salud mental


con el concepto de enfermedad mental, así cuando se piensa y planifica en salud
mental, las propuestas y proyecciones empiezan y terminan en enfermedad mental;
también se han utilizado los criterios de la medicina tradicional para referirse a la salud
mental (Dávila, 1994).

En la psiquiatría se considera que la salud mental “es el estado de equilibrio y


adaptación activa y suficiente que permite al individuo interactuar con su medio, de
manera creativa, propiciando su crecimiento y bienestar individual, y el de su ambiente
social cercano y lejano, buscando mejorar las condiciones de la vida de la población
conforme a sus particularidades” (Vidal, y Alarcón, 1986).
En psicología cuando se habla de salud mental se la entiende como un “estado
relativamente perdurable en el cual la persona se encuentra bien adaptada, siente
gusto por la vida y esta logrando su autorrealización. Es un estado positivo y no la
mera ausencia de trastornos mentales”. También se considera un estado normal del
individuo (Davini, Gellon De Salluzi, Rossi, 1968).

En este sentido la salud mental tiene que ver con la vida diaria de todos, se refiere a la
manera como cada uno se relaciona con las actividades en general en la comunidad;
comprende la manera en que cada uno armoniza sus deseos, anhelos, habilidades,
ideales, sentimientos y valores morales con los requerimientos para hacer frente a las
demandas de la vida. La salud mental depende de: cómo uno se siente frente a sí
mismo, cómo uno se siente frente a otras personas, y en que forma uno responde a
las demandas de la vida.

En cuanto al ámbito social se habla de salud mental comunitaria que implica el


desarrollo general de los aspectos psicosociales y conductuales, la percepción de la
salud y la calidad de vida por parte de la población, la forma con que se cubren las
necesidades básicas y se aseguran los derechos humanos y la atención de trastornos
mentales.

Culturalmente se habla de la salud mental en términos de tradiciones arraigadas a una


nación, tradiciones en las que se incluyen los curanderos, brujos, yatiris, etc.; a fin de
proporcionar y velar por la salud mental de su población.

El movimiento de la salud mental, entendida muchas veces como higiene mental, se


inició con el intento de reintegrar a las personas curadas a su vida normal. Se originó
con William James y Meyer, quienes implantaron la Higiene Mental en los Estados
Unidos. Su propósito era cuidar del enfermo mental y emocional, mejorar el
tratamiento y clarificar el papel desempeñado por la perturbación psicológica y mental
en la educación del niño, el trabajo, los negocios y la criminología.

La higiene mental ganó terreno internacional con la obra de J.R. Rees en el 1o


Congreso Internacional sobre Higiene Mental en 1985 que fue cuando se fundó la
Federación Mundial para la Salud Mental que ha aglutinado 11 organizaciones
internacionales, 146 sociedades en 53 países diferentes. Actualmente la Salud Mental
ha logrado ser una ciencia multidisciplinaria, se ha desarrollado la psiquiatría social
sobre los fundamentos de Freud y Meng.

Los objetivos que ha tenido la Higiene Mental se pueden resumir en: el desarrollo de la
capacidad de autodescubrimiento; la lucha por la auto-afirmación; otorgar a otras
personas el mismo valor que uno reclama para sí; el desarrollo de la capacidad de
amar; la ejecución de las funciones normales; la capacidad de emitir juicios
apropiados.

De acuerdo al Boletín Difusión en Investigación (Dávila,1994) la salud mental mucho


tiempo se ha confundido en la psiquiatría en cuanto a su campo de acción, reducida al
ámbito de la enfermedad mental; fácilmente se la extendió en el mismo encuadre,
considerándola como un mecanismo de control y poder, para luego, en otro contexto
demandarla como algo que pertenece y que es obligación de los demás o de los
encargados el proporcionarla o devolverla, sin importar cual el uso o manejo que se
hizo de ella, o que factores son imprescindibles para su implementación, manutención
y desarrollo. En este sentido la salud mental es entendida como un proceso activo de
adaptación permanente, tanto a requerimientos del medio interno como a los
requerimientos del medio físico y social.

(Carrazana, 2003)

http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2077-
21612003000100001

SALUD MENTAL: FORTALECER NUESTRA RESPUESTA

Conceptos sobre la salud mental

La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer
frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder
aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte
fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales
y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el
que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un
elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico.

La salud mental es más que la mera ausencia de trastornos mentales. Se da en un


proceso complejo, que cada persona experimenta de una manera diferente, con
diversos grados de dificultad y angustia y resultados sociales y clínicos que pueden ser
muy diferentes.

Las afecciones de salud mental comprenden trastornos mentales y discapacidades


psicosociales, así como otros estados mentales asociados a un alto grado de angustia,
discapacidad funcional o riesgo de conducta autolesiva. Las personas que las padecen
son más propensas a experimentar niveles más bajos de bienestar mental, aunque no
siempre es necesariamente así.

Determinantes de la salud mental

A lo largo de la vida, múltiples determinantes individuales, sociales y estructurales


pueden combinarse para proteger o socavar nuestra salud mental y cambiar nuestra
situación respecto a la salud mental.

Factores psicológicos y biológicos individuales, como las habilidades emocionales, el


abuso de sustancias y la genética, pueden hacer que las personas sean más
vulnerables a las afecciones de salud mental.

La exposición a circunstancias sociales, económicas, geopolíticas y ambientales


desfavorables, como la pobreza, la violencia, la desigualdad y la degradación del medio
ambiente, también aumenta el riesgo de sufrir afecciones de salud mental.

Los riesgos pueden manifestarse en todas las etapas de la vida, pero los que ocurren
durante los períodos sensibles del desarrollo, especialmente en la primera infancia, son
particularmente perjudiciales. Por ejemplo, se sabe que la crianza severa y los castigos
físicos perjudican la salud infantil y que el acoso escolar es un importante factor de
riesgo de las afecciones de salud mental.

Los factores de protección se dan también durante toda la vida y aumentan la


resiliencia. Entre ellos se cuentan las habilidades y atributos sociales y emocionales
individuales, así como las interacciones sociales positivas, la educación de calidad, el
trabajo decente, los vecindarios seguros y la cohesión social, entre otros.

Los riesgos para la salud mental y los factores de protección se encuentran en la


sociedad en distintas escalas. Las amenazas locales aumentan el riesgo para las
personas, las familias y las comunidades. Las amenazas mundiales incrementan el
riesgo para poblaciones enteras; entre ellas se cuentan las recesiones económicas, los
brotes de enfermedades, las emergencias humanitarias y los desplazamientos
forzados, y la creciente crisis climática.

Cada factor de riesgo o de protección tiene una capacidad predictiva limitada. La


mayoría de las personas no desarrollan afecciones de salud mental aunque estén
expuestas a un factor de riesgo, mientras que muchas personas no expuestas a
factores de riesgo conocidos desarrollan una afección de salud mental. En todo caso,
los determinantes de la salud mental, que están relacionados entre sí, contribuyen a
mejorar o socavar la salud mental.

Promoción de la salud mental y prevención de las afecciones de salud mental

Las intervenciones de promoción y prevención se centran en identificar los


determinantes individuales, sociales y estructurales de la salud mental, para luego
intervenir a fin de reducir los riesgos, aumentar la resiliencia y crear entornos
favorables para la salud mental. Pueden ir dirigidas a individuos, grupos específicos o
poblaciones enteras.

Actuar sobre los determinantes de la salud mental requiere a veces adoptar medidas
en sectores distintos del de la salud, por lo que los programas de promoción y
prevención deben involucrar a los sectores responsables de educación, trabajo,
justicia, transporte, medio ambiente, vivienda y protección social. El sector de la salud
puede contribuir de modo significativo integrando los esfuerzos de promoción y
prevención en los servicios de salud, y promoviendo, iniciando y, cuando proceda,
facilitando la colaboración y la coordinación multisectoriales.

La prevención del suicidio es una prioridad mundial y forma parte de los Objetivos de
Desarrollo Sostenible. Algunas medidas permitirían avanzar considerablemente al
respecto, como limitar el acceso a los medios de suicidio, fomentar una cobertura
mediática responsable, promover el aprendizaje socioemocional en los adolescentes y
favorecer la intervención temprana. Prohibir los plaguicidas muy peligrosos es una
intervención particularmente económica y rentable para reducir las tasas de suicidio.

La promoción de la salud mental de los niños y adolescentes es otra prioridad, que


puede lograrse mediante políticas y leyes que promuevan y protejan la salud mental,
apoyando a los cuidadores para que ofrezcan un cuidado cariñoso, poniendo en marcha
programas escolares y mejorando la calidad de los entornos comunitarios y en línea.
Los programas de aprendizaje socioemocional en las escuelas son de las estrategias de
promoción más eficaces para cualquier país, independientemente de su nivel de
ingresos.

La promoción y protección de la salud mental en el trabajo es una esfera de interés


creciente, que puede favorecerse mediante la legislación y la reglamentación,
estrategias organizacionales, capacitación de gerentes e intervenciones dirigidas a los
trabajadores.

Atención y tratamiento de la salud mental

Las iniciativas nacionales de fortalecimiento de la salud mental no deben limitarse a


proteger y promover el bienestar mental de todos, sino también atender las
necesidades de las personas que padecen afecciones de salud mental.

Esto debe hacerse mediante la atención de salud mental de base comunitaria, que es
más accesible y aceptable que la asistencia institucional, ayuda a prevenir violaciones
de derechos humanos y ofrece mejores resultados en la recuperación de quienes
padecen este tipo de afecciones. La atención de salud mental de base comunitaria
debe proporcionarse mediante una red de servicios interrelacionados que comprendan:

 servicios de salud mental integrados en los servicios de salud generales,


ofrecidos comúnmente en hospitales generales y en colaboración con el
personal de atención primaria no especializado;
 servicios comunitarios de salud mental a nivel comunitario, que puedan
involucrar a centros y equipos comunitarios de salud mental, rehabilitación
psicosocial, servicios de apoyo entre pares y servicios de asistencia para la vida
cotidiana, y
 servicios que brinden atención de salud mental en los servicios sociales y
entornos no sanitarios, como la protección infantil, los servicios de salud escolar
y las prisiones.

Dado el enorme déficit de atención de diversas afecciones de salud mental, como la


depresión y la ansiedad, los países deben encontrar formas innovadoras de diversificar
y ampliar la atención para estas afecciones, por ejemplo mediante servicios de
asesoramiento psicológico no especializado o de autoayuda digital.

Respuesta de la OMS

Todos los Estados Miembros de la OMS se han comprometido a aplicar el Plan de


Acción Integral sobre Salud Mental 2013-2030, cuyo objetivo es mejorar la salud
mental por medio de un liderazgo y una gobernanza más eficaces, la prestación de una
atención completa, integrada y adaptada a las necesidades en un marco comunitario,
la aplicación de estrategias de promoción y prevención, y el fortalecimiento de los
sistemas de información, los datos científicos y las investigaciones. El Atlas de Salud
Mental 2020 de la OMS mostró que los países habían obtenido resultados insuficientes
en relación con los objetivos del plan de acción acordado.

En el Informe mundial sobre salud mental: transformar la salud mental para todos,
publicado por la OMS, se hace un llamamiento a todos los países para que aceleren la
aplicación del plan de acción y se afirma que todos los países pueden lograr progresos
significativos en la mejora de la salud mental de su población si se concentran en las
siguientes tres «vías de transformación»:
 aumentar el valor que otorgan a la salud mental las personas, las comunidades
y los gobiernos, y hacer que todas las partes interesadas, de todos los sectores,
se comprometan en favor de la salud mental e inviertan en ella;
 actuar sobre las características físicas, sociales y económicas de los medios
familiares, escolares, laborales y comunitarios en general a fin de proteger
mejor la salud mental y prevenir las afecciones de salud mental, y
 fortalecer la atención de salud mental para que todo el espectro de necesidades
en la materia sea cubierto por una red comunitaria y por servicios de apoyo
accesibles, asequibles y de calidad.

La OMS hace especial hincapié en la protección y la promoción de los derechos


humanos, el empoderamiento de las personas que experimenten afecciones de salud
mental y la elaboración de un enfoque multisectorial en que intervengan diversas
partes interesadas.

La OMS sigue trabajando a escala nacional e internacional, en particular en entornos


humanitarios, para proporcionar a los gobiernos y asociados el liderazgo estratégico,
los datos científicos, las herramientas y el apoyo técnico necesarios para fortalecer una
respuesta colectiva a la salud mental y permitir una transformación que favorezca una
mejor salud mental para todos.

(Organizacion Mundial De La Salud, 2022)

https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-strengthening-our-
response/?
gad_source=1&gclid=CjwKCAiAlcyuBhBnEiwAOGZ2S77KoM327nyNkfIfbbaW6UY4lUkmcMXrXoyl0o
HIB1gBcfEQTnQu-BoCuyIQAvD_BwE

AUTOESTIMA, CLARIDAD DE AUTOCONCEPTO Y SALUD MENTAL EN ADOLESCENTES DE LIMA


METROPOLITANA

González y Martorell (2001), por su parte, ponen de manifiesto que existiría una relación positiva
entre autoestima/autoconcepto, afán de aventura, empatía y conducta prosocial, en contraste con
una relación negativa entre autoconcepto negativo e impulsividad y conducta prosocial. Del
mismo modo que en investigaciones anteriores (Garaigordobil & Durá, 2006), las mujeres
obtendrían puntuaciones superiores de conducta prosocial; en cambio, los varones presentarían
niveles superiores de conducta antisocial. Por otra parte, en un estudio longitudinal(Trzesniewski
et al. 2006)a partir de una cohorte representativa de 1,019 participantes neozelandeses se develó
que adolescentes con baja autoestima se encontrarían en riesgo de presentar niveles más altos de
comportamiento criminal y perspectivas económicas más bajas, así como pobre salud física y
menores índices de salud mental durante la edad adulta, en comparación con sus pares con alta
autoestima. Ahora bien, respecto al nexo entre autoestima y problemas de internalización,
aquellos que se caracterizan por ocurrir principalmente dentro de la persona Achenbach &
Rescorla, 2001, en Ivanova et al., 2007) Otra investigación (Ficková & Korcová, 2000) revisó la
asociación entrelos niveles deautoestima y la preferencia por , Chen, Hong y Yang (2010)
revelaron, tomando como punto de partida una muestra de 732 participantes, que la baja
autoestima sería un factor de riesgo relativo a la ideación suicida y acontecimientos de vida que
influirían en la formulación de ideas suicidas. De manera similar, Orth y Robins (2008) señalaron,
en base a dos grandes conjuntos de datos longitudinales con edades de entre 15 y 21 años y 18 y
21 años, que la baja autoestima predeciría niveles posteriores de depresión en la adolescencia y
edad adulta joven. estilos de afrontamientoenun grupo de adolescentes (entre 14 a 17 años)
residentes en la República de Eslovaquia.Así, los resultados del estudio mostraron que los varones
obtendrían medias más altas en autoestima respecto a las mujeres, así como puntuaciones
significativamente más altas en autoconcepto, autoestima global y apariencia. Además, se halló
que los varones utilizarían con más frecuencia la reinterpretación positiva seguida por la
planificación, afrontamiento activo y la aceptación, en cambio las mujeres diferirían de ellos en
cuanto una mayor preferencia por el apoyo instrumental, emocional y social, aceptación y
expresión de las emociones. Por último, el referido estudio concluye que la baja autoestima se
asociaría con menores niveles de adaptación y con estilos de afrontamiento basados en
estrategias de evitación, mientras que una autoestima elevada se relacionaría con estilos de
afrontamiento centrados en el problema y mayor eficacia, además del uso de estrategias como el
humor

(CASTAÑEDA, 2013)

https://tesis.pucp.edu.pe/repositorio/bitstream/handle/20.500.12404/5094/
CASTANEDA_DIAZ_ANNA_AUTOESTIMA_ADOLESCENTES.pdf?sequence=1&isAllowed=y

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