Santería
Santería
Santería
Actualmente las religiones principales en Cuba son la religión católica y la yoruba, sin que tengan que ser
excluyentes, al menos por parte de los practicantes de la religión africana. Con todo, la Iglesia católica no
reconoce a la santería como culto cristiano sino pagano.nota 1 Los practicantes de la santería se encuentran
principalmente en las provincias cubanas de La Habana y Matanzas, aunque existen comunidades en toda
la isla y en el extranjero, especialmente entre las diásporas cubanas de México y Estados Unidos. La
religión sigue siendo más común entre las comunidades afrocubanas de clase trabajadora, aunque también
la practican individuos de otras clases y orígenes étnicos. Se calcula que el número de iniciados es de varios
cientos de miles. Estos iniciados actúan como adivinos y curanderos para un abanico mucho más amplio de
adeptos con distintos niveles de fidelidad, lo que hace difícil determinar el número exacto de practicantes de
la santería. Muchos de ellos también se identifican como practicantes de otra religión, normalmente el
catolicismo.
Terminología
Durante el régimen colonial fue común referirse a ella como culto lucumí, que proviene de la expresión
yoruba oloku mi («amigo mío»).7 Los españoles la denominaron despectivamente «santería», para burlarse
de la aparente devoción excesiva que mostraban los seguidores a sus santos.7
También se la llama Regla de Ocha (u Osha)-Ifá. En algunas ocasiones, los practicantes de la santería
prefieren ser conocidos por las sociedades secretas a las que pertenecen, por ejemplo: Abakuá (en Cuba) y
Amigos de San Lázaro (en Puerto Rico).8
Este término se ha difundido alrededor del mundo, aunque también con otra acepción: santero o imaginero
es la persona que confecciona las imágenes de los santos católicos.9
Historia
La santería deriva de la unión de varias prácticas religiosas de distintas etnias provenientes del África
aunque la predominante de todas ellas es la religión yoruba, que se practica por la etnia homónima en la
Guinea africana (Ilè Yorùbá), actual Nigeria, Benín y Togo desde hace miles de años. Los yorubas
alcanzaron su apogeo cultural y político durante los periodos del Reino de Benín y el Imperio oyo (disuelto
en el siglo xix, momento en el que se intensificaría la inmigración africana a América8 ), en los cuales se
daba el inhumano comercio de esclavos africanos, para ser llevados en masa al Nuevo Mundo.
Época colonial
En Cuba, los esclavos eran divididos en grupos denominados naciones, a menudo con base en su puerto de
embarque más que en su origen etnocultural real;22 los que eran de habla yoruba, así como los de los
pueblos Arará e Igbo, eran identificados como la «nación lucumí».23 Los africanos occidentales
esclavizados llevaron consigo sus religiones tradicionales a Cuba;24 algunos pertenecían a la clase
sacerdotal y poseían conocimientos de tradiciones como Ifá.20 Aunque se adoraban cientos de orishas en
toda África Occidental, menos de veinte llegaron a ser prominentes en la santería, quizás porque muchos
cultos de orishas basados en el parentesco se perdieron cuando las redes de parentesco tradicionales fueron
destruidas por la esclavitud.25 Los orishas asociados a la agricultura se abandonaron, probablemente
porque los esclavos tenían pocos motivos para proteger las cosechas de los esclavistas.26 Muchos mitos
asociados a los orishas se transformaron, creando relaciones de parentesco entre diferentes orishas que no
estaban presentes en las mitologías de África Occidental.27 A medida que se formaba la santería, distintos
cultos de los orishas de África Occidental se reconstituyeron en un único sistema religioso,28 que contaba
con un panteón de orishas recién estandarizado.29
En la Cuba española, el catolicismo era la única religión que podía practicarse legalmente.30 La Iglesia
católica de Cuba hizo esfuerzos por convertir a los africanos esclavizados, pero la instrucción en el
catolicismo que se les impartía era normalmente superficial y esporádica.22 En Cuba, las deidades
tradicionales africanas probablemente siguieron siendo veneradas en clubes y organizaciones fraternales
formadas por emigrantes africanos y sus descendientes.31 Las más importantes eran los cabildos de nación,
asociaciones que el establecimiento consideraba un medio para controlar a la población afrocubana.32
Funcionaban como sociedades de ayuda mutua y organizaban fiestas comunales, bailes y carnavales.33 La
Iglesia católica veía en estas agrupaciones un método de evangelización gradual, a través del cual toleraba
la práctica de algunas costumbres africanas mientras erradicaba aquellas a las que se oponía más
ferozmente.34 Es probable que en estos grupos sacerdotes de diferentes orishas de África Occidental
interactuaran y comenzaran a desarrollar un nuevo sistema.35
La religión católica fue la única aceptada por España en sus colonias americanas. A los esclavos africanos
se les prohibió practicar religiones que no fuesen la cristiana, sin embargo, no fueron del todo suprimidas, el
animismo seguía practicado clandestinamente en los hogares yoruba. Hay que tener en cuenta que desde
África llegaron también sacerdotes yorubas e incluso Obas, es decir, reyes locales.8 Debido a esta
imposición religiosa (y para burlar el veto), los esclavos identificaron en el santoral católico un panteón
equivalente al panteón yoruba, asociando cada deidad o energía africana a un santo cristiano. De esta
manera pudieron seguir practicando la santería, llamada otrora «religión (de los) lucumí».36
Se tiene poca constancia escrita de la santería de esta época porque estaba prohibida. Se desconoce el
número de fieles de aquella época, aunque de esclavos africanos llegaron alrededor de 500 000 a los
puertos de Cuba entre 1740 y 1840. Durante el siglo xix se acabó de configurar la nueva religión santera al
oeste de la Isla de Cuba (en las actuales provincias de La Habana y Matanzas, donde habría asentados una
mayor cantidad de esclavos de origen Yoruba), que se expandió más tarde a la mitad oriental. A Santiago de
Cuba de la mano del santero Raynés, a principios del siglo xx8
Las primeras casas de enseñanza de la santería surgieron en zonas urbanas del occidente de Cuba a finales
del siglo xix.41 Al surgir un sacerdocio entrenado, aseguraron un nivel de estandarización entre los nuevos
iniciados.35 Si bien se inspiraba en cultos más antiguos de África Occidental, la santería era, como describe
Clark, «un nuevo sistema religioso».42 La migración del campo a la ciudad difundió la santería en otros
lugares de Cuba,43 y en la década de 1930 probablemente llegó a la segunda ciudad más grande de Cuba,
Santiago de Cuba, situada en el extremo oriental de la isla.44
Uno de los primeros intelectuales en examinar la santería fue el abogado y etnógrafo Fernando Ortiz
Fernández, que la analizó en su libro de 1906 Los negros brujos.53 La consideraba un obstáculo para la
integración social de los afrocubanos en la sociedad cubana en general y recomendaba su supresión.54 En
la década de 1920, se hicieron esfuerzos por incorporar elementos de la cultura afrocubana a una
comprensión más amplia de la cultura cubana, por ejemplo, a través del movimiento literario y artístico del
afrocubanismo. A menudo se inspiraban en la música, la danza y la mitología afrocubanas, pero solían
rechazar los rituales de santería.55 En 1942 se publicó el Manual de santería de Rómulo Lachatañeré, que
representó el primer intento académico de entender la santería como una religión;56 a diferencia de Ortiz,
sostenía que la tradición debía verse como un sistema religioso y no como una forma de brujería.57
Lachatañeré contribuyó a promover el término Santería para referirse al fenómeno, considerándolo una
descripción más neutra que los términos cargados de peyorativos como brujería, entonces de uso común.58
En «El Gran Libro de la Santería» de Delgado Torres59 el autor describió la Oración a San Froilán, donde
expone y demuestra que dicho santo, desde el punto de vista del sincretismo, pudiera de una manera
sincretizarse con la deidad yoruba Ossaín, lo cual acentúa todo este estudio la universalidad de la teología
de la Santería, una de las herederas de la cultura yoruba, es decir, la Santería Cubana.60
Según Mercedes Sandoval, la santería acabó calando también entre
la población blanca y mestiza de Cuba por cuestiones de salud,
puesto que una de las principales funciones de los santeros es la
curación por la fe.8 También fue importante la difusión de la
música, la mitología y demás idiosincrasias yoruba por la población
que no era estrictamente negra, estudiosos elevan a 70 el porcentaje
de cubanos que tienen algún tipo de relación más o menos cercana
con la santería.
Tras el colapso de la Unión Soviética en la década de 1990, el gobierno de Castro declaró que Cuba entraba
en un «periodo especial» en el que serían necesarias nuevas medidas económicas. Como parte de esto,
apoyó selectivamente las tradiciones afrocubanas y de santería, en parte por el deseo de impulsar el
turismo;69 este turismo centrado en la santería se denominó santurismo.70 Sacerdotes de santería, Ifá y
Palo participaron en giras patrocinadas por el gobierno para extranjeros que deseaban iniciarse en dichas
tradiciones, mientras que espectáculos afrocubanos se hicieron comunes en los hoteles cubanos.63 En
1991, el Partido Comunista aprobó la admisión de miembros religiosos, y en 1992 se modificó la
constitución para declarar a Cuba como un estado laico en vez de ateo.71 Esta liberalización permitió que
la santería dejara atrás su marginalizción,72 y durante la década de 1990 comenzó a practicarse más
abiertamente.73
El teólogo Frei Betto, en su libro Fidel y la religión (1985), escribió sobre la relación de Fidel Castro con la
santería. Comenta que no era practicante, pero sí se inició. Muchos santeros que apoyaron la Revolución
comunista vieron en él un liberador espiritual para Cuba,74 considerándolo hijo de la deidad Elegguá.75
En la segunda mitad del siglo xx, se apreció una creciente conciencia de los vínculos de la santería con otras
religiones que rinden culto a los orishas en África Occidental y América.76 Estos vínculos transnacionales
se reforzaron cuando el Ooni de Ife (el gobernante tradicional de Ile-Ife y jefe espiritual del pueblo yoruba),
Olubuse II, un destacado líder político y religioso yoruba, visitó Cuba en 1987.77 El gobierno cubano
permitió la formación de la Asociación Cultural Yoruba, una organización no gubernamental, a principios
de la década de 1990, mientras que varios practicantes de la santería visitaron Nigeria para estudiar la
religión tradicional yoruba.78 Surgió un proceso de «yorubización», con intentos de eliminar los elementos
católicos de la santería;76 este proceso fue criticado por quienes veían el sincretismo de la santería como un
rasgo positivo.79
Asimismo, con el triunfo de la revolución comunista en Cuba en 1959, más de un millón de cubanos se
exiliaron en otros países (principalmente en las ciudades de Miami, Nueva York y Los Ángeles). Entre
ellos, había santeros que propagaron la Santería en sus nuevos ambientes.[cita requerida]La Revolución
Cubana impulsó la emigración cubana, especialmente a Estados Unidos, Puerto Rico, México, Colombia y
Venezuela.80 Con el aumento de la presencia cubana en Estados Unidos, la santería creció en muchas
ciudades del país, siendo adoptada por latinoamericanos, así como por europeos y afroamericanos.81
Algunos afroamericanos la consideraban una religión auténticamente africana, sobre todo cuando se
purgaba de los elementos católicos,82 y a veces la percibían como un ala religiosa del movimiento del
Poder Negro.83 Un destacado exponente de este enfoque fue el activista nacionalista negro Walter King.
Tras ser iniciado en Cuba, estableció un templo en Harlem antes de trasladarse con sus seguidores en 1970
a una comunidad en Sheldon, Carolina del Sur, que llamaron el Pueblo Yoruba de Oyotunji. Al tener una
relación tensa con muchos otros santeros y santeras, que le acusaban de racismo, King pasó a llamar a su
tradición «Orisha-Vudú» en lugar de Santería.84 En Estados Unidos, la santería, junto con el vudú
haitiano, también influyó en el renacimiento del vudú de Luisiana a finales del siglo xx. Una de las figuras
más destacadas de este renacimiento, Ava Kay Jones, había participado anteriormente en el Orisha-Vudú de
King.85
Actualidad
Doctrina
Los pilares fundamentales de la religión se basan en el culto a los ancestros muertos (egúns) y en el
conocimiento de que existe un Dios único (Oloddumare) y se relaciona con los seres humanos a través de
extensiones del mismo, que también son divinidades, a las cuales los yorubas denominaron orishás. Por
estas características, se considera que es una religión politeísta.[cita requerida]
Los que profesan la santería creen en el determinismo, es decir, que las vidas vienen determinadas desde
antes de nacer, así como en la reencarnación.4
Los orisha
Véase también: Panteón yoruba
La santería es politeísta91 y gira en torno a deidades llamadas orisha,92 ocha93 o santos.94 El término
orisha puede ser tanto singular como plural, porque el lucumí, el lenguaje ritual de la santería, carece de
marcadores de plural para los sustantivos.95 Los practicantes creen que algunos orisha fueron creados antes
que la humanidad, mientras que otros eran originalmente humanos que se convirtieron en orisha por alguna
cualidad notable.96 Algunos practicantes perciben a los orisha como facetas de Olodumare, y por tanto
creen que al venerarlos están adorando en última instancia al dios creador.24 Algunos orisha son
femeninos, otros masculinos.97 No se les considera totalmente benévolos, ya que son capaces tanto de
dañar como de ayudar a los humanos,98 y muestran una mezcla de emociones, virtudes y vicios.99
Aunque en la santería el término santo se considera un sinónimo de orisha y no es una referencia literal a
los santos cristianos,128 los orisha son equiparados o fusionados a menudo con uno o más santos católicos
basándose en atributos similares.129 Por ejemplo, el Santo Niño de Atocha, una representación de Cristo
como niño, se fusiona con Elegguá, a quien se considera de naturaleza infantil.130 Babalú Ayé, que se
asocia con la enfermedad, se identifica a menudo con el santo católico Lázaro, que resucitó de entre los
muertos, mientras que Changó se fusiona con Santa Bárbara porque ambos visten de rojo.131 La santa
patrona de Cuba, Nuestra Señora de la Caridad, se fusiona con Ochún.132 Se ha afirmado que los esclavos
yorubas vincularon inicialmente sus deidades tradicionales con los santos cristianos como un medio de
ocultar a las autoridades españolas el culto que seguían rindiendo a las primeras,133 o como medio de
facilitar la movilidad social al asimilarse a las normas sociales católicas.134
Los orishás, además, velan para que cada mortal cumpla el destino que tiene marcado desde su nacimiento.
[cita requerida]
La identificación de los orishás con los santos más conocidos tiene razones muy simples, que se relacionan
con el aspecto o las acciones de los santos:[cita requerida]
Orishas Oddé («guerreros»)
La santería se centra en cultivar una relación recíproca con los orisha,93 ya que los seguidores creen que
estas deidades pueden interceder en los asuntos humanos y ayudar a las personas si se les apacigua.96 Los
practicantes sostienen que cada persona «nace de» un orisha en particular, se sea devoto o no a esa
deidad.135 Se trata de una conexión que, según los adeptos, se ha establecido antes del nacimiento.136
Los practicantes se refieren a este orisha como el que «gobierna la cabeza» de una persona;93 es el «dueño
de su cabeza».137 Si el orisha es masculino, se describe como el «padre» del individuo; si el oricha es
femenino, es la «madre» de la persona.138 Se considera que este orisha influye en la personalidad del
individuo, y puede reconocerse examinando los rasgos de la personalidad de la persona139 o mediante la
adivinación.140
Para obtener la protección de un orisha concreto, se anima a los practicantes a hacerle ofrendas, a patrocinar
ceremonias en su honor y a vivir de acuerdo con sus deseos, tal y como se determinan mediante la
adivinación.141 A los practicantes les preocupa la posibilidad de ofender a los orishas.142 Los creyentes
creen que los orisha pueden comunicarse con los humanos a través de la adivinación, las oraciones, los
sueños, la música y la danza.143 Muchos practicantes también describen cómo «leen» mensajes de los
orisha en las interacciones y acontecimientos cotidianos.144 Por ejemplo, un practicante que pasa junto un
niño en un cruce de tráfico puede interpretarlo como un mensaje de Elegguá, que a menudo se representa
como un niño y que se percibe como el «guardián» de los cruces de caminos o calles. En ese momento, el
practicante puede recurrir a la adivinación para determinar el significado preciso del encuentro. La
información obtenida de estos mensajes puede ayudar a los practicantes a tomar decisiones sobre sus
vidas.145
Los adeptos creen que todo el mundo tiene un cuadro espiritual de egun que les protege.159 Una persona
puede llegar a tener hasta 25 protectores.136 La religión sostiene que todas las personas tienen múltiples
egun que les acompañan en todo momento, y que éstos pueden ser benévolos, malévolos o una mezcla de
ambos.156 Los practicantes también creen que el número y la identidad de estos espíritus pueden
determinarse mediante la adivinación.156 Se distingue entre espíritus evolucionados, que pueden ayudar a
aquellos a los que están unidos, y espíritus no evolucionados, que carecen de la sabiduría y la habilidad para
ser útiles y, en cambio, causan estragos.160 La santería enseña que, mediante ofrendas y oraciones, las
personas pueden ayudar a algunos de sus espíritus no evolucionados a convertirse en evolucionados.160 La
santería también divide a los espíritus en categorías que exhiben rasgos diferentes, reflejando estereotipos
sobre distintos grupos sociales,150 de manera que tales espíritus a menudo son mostrados como africanos,
haitianos, gitanos, árabes o indios.161 Los espíritus gitanos, por ejemplo, se consideran capaces de prever
problemas inminentes y diagnosticar enfermedades, mientras que los espíritus congo de África se perciben
como fuertes, poderosos y capaces de guiar a la gente en circunstancias hostiles.150
Aché
Aunque consideran a Olodumare como la máxima encarnación del aché,166 los creyentes creen que el
aché impregna toda la vida96 y está presente tanto en el mundo visible como en el invisible.167 No
obstante, se considera que a veces se congrega de forma más densa, por ejemplo, en las fuerzas de la
naturaleza, en lugares específicos y en ciertas personas;167 se cree que los iniciados atraen más aché que
otras personas.162 La santería sostiene que el aché puede emanar del cuerpo humano a través de la palabra,
el canto, la danza y el toque de tambores,168 y que puede ser transmitido mediante actos como el canto de
alabanzas a los orisha o el sacrificio de un animal.169 Entre los practicantes, a veces se describe que el aché
transmite nociones de suerte, salud y prosperidad,165 y tiene el poder de fortalecer la salud de una
persona.170 Es común la expresión «tener aché» en Cuba por «tener suerte».171
La religión es no-dualista y no considera que el universo esté dividido entre el bien y el mal, sino que todas
las cosas se perciben como complementarias y relativas.178 Varios académicos han descrito la santería
como poseedora de un ethos del «aquí y ahora» distinto al del cristianismo,179 y la científica social
Mercedes C. Sandoval sugirió que muchos cubanos y cubanas eligieron la santería en lugar del catolicismo
o el espiritismo porque hace hincapié en técnicas para afrontar los problemas pragmáticos de la vida.180 En
Estados Unidos, algunos adeptos afroamericanos han contrastado lo que consideran el ethos de origen
africano de la santería con los orígenes no africanos del cristianismo,181 adoptándola así como una religión
fácilmente combinable con el nacionalismo negro.83
La estudiosa de la religión Mary Ann Clark categorizó a la santería como una religión «orientada a la mujer
y normativa femenina»,182 argumentando que se espera que quienes la practiquen asuman «roles de
género femenino» durante sus rituales.183 Las mujeres pueden ocupar los más altos cargos de
liderazgo,184 aunque se les imponen restricciones cuando están menstruando.185 También se imponen
restricciones similares a los varones homosexuales, prohibiéndoles tradicionalmente participar en ciertas
formas de adivinación y en la percusión ritual.186 Sin embargo, muchos hombres homosexuales son
santeros,187 y algunas santeras son lesbianas.186 Existe el estereotipo de que todos los sacerdotes varones
de la santería son homosexuales,188 y miembros de otras tradiciones afrocubanas con una orientación más
masculina, como el Palo, la han denigrado a menudo por estar dominada por mujeres y hombres que
consideran «afeminados».189
Características generales
Organización clerical
Babalawo o babalao
El Babalawo (del yoruba: Babaaláwo «padre del secreto»), usualmente deformado a babalao, es la persona
iniciada a una deidad e intérprete de deberes y enseñanzas. En la Nigeria yoruba también se les llama
simplemente Awo. Originalmente los Awos debían memorizar e interpretación los 256 Odus (escrituras
sagradas) y los numerosos versos de Ifá. Tradicionalmente, el Babalawo además tiene otras especialidades
profesionales, como por ejemplo, de herborista. El Babalawo, como guía espiritual, psicológico y ético, es
entrenado en la determinación de los problemas y en la aplicación
de soluciones seculares o espirituales para la resolución de los
mismos. Su función primordial es asistir a las personas a encontrar,
entender y a procesar la vida hasta que experimenen la sabiduría
espiritual como una parte de las experiencias cotidianas.
Babalawos famosos
Al ser una religión tan apartada se tiene poca constancia sobre sus
babalaos. Algunos de los más importantes del sacerdocio son:
Otros babalawos reconocidos son Cornelio Vidal (el primer babalawo criollo, o sea de raza no-negra),
Asunción Villalonga, Ramón Febles (Ogbe tua), Panchito Febles (Otura Niko), Miguel Febles, Sevilla Baró
(Oshe Yekun), el Chino Poey (Oshe Paure), Felix el Negro (Osa Rete)...
Oráculos y adivinación
La adivinación se da a través de los tres oráculos (ceremonias) que componen la religión. Los babalawos
realizan el oráculo de «ifá» (Se adivina con un tablero de ifá, por ejemplo, el «ekuele»). Los santeros
realizan el oráculo del «Dilogún» (con caracolas) y el oráculo del «Biagué» (con un coco). Hay otros
oráculos orientan al consultador mediante la interpretación de «oddun» o signos.
Fetiches orishas
Véanse también: Vudú y Fetichismo.
La creación de figuras para el uso espiritual es una práctica que se encuentra en religiones de todo el
mundo. Estas figuras representan a dioses, fenómenos y espíritus, no a individuos vivos y suelen ser de
mayor tamaño y estar realizados en madera, para que perduren y no en tela o materiales frágiles como los
fetiches del vudú, cuyo uso y función son sólo temporales.191
El vudú es el resultado del sincretismo que se produjo en Haití entre la religión yoruba ("Ocha"), la magia
bantú regla de Palo Monte y la magia clásica europea. El resultado es muy parecido a la Quimbanda en
Brasil, de origen angoleño o la regla Palo Kimbiza en Cuba de origen congoleño. De hecho la regla
Kimbiza cubana tiene cierta influencia haitiana en sus orígenes.
Cada deidad tiene uno o varios objetos asociados, como lo son las
plumas de pavo y la miel para Ochún, las conchas para Yemayá, las
llaves para Exú o las hachas y los tambores Batá para Changó.192
El antropólogo Brian Du toit publicó en 2001 Curación Etnomédica (Popular) en el Caribe, donde
afirmaba que «Cuba es una de las regiones en las que se ha realizado una mayor cantidad de
investigaciones etnobotánicas».193 Du Toit cita los estudios de Lydia Cabrera sobre el papel religioso y
curativo de las plantas medicinales indígenas, y José Gallo en la compilación de 900 páginas de medicina
popular; Las yerbas con propiedades medicinales se llaman ewés. El Florifundio (Brugmansia candida) es
efectiva como broncodilatador, debido a su contenido de escopolamina y atropina en las hojas. La caña
santa, yerba de limón o limoncillo (hierba Cymbopogon) se usa para la presión arterial baja y como
antiinflamatorio. El té de tomillo y el aceite de ricino se utilizan para el embarazo y la malva té (Corchorus
siliquosus) induce la rápida expulsión de la placenta.193
Hay tres orishas de la curación principalmente (aunque se pueda invocar a otros): Ossaín, el orichá de las
hierbas y patrón de curanderos (por ello se les llama osainistas), que está sincretizado con San José, San
Benito, San Silvestre o San Jerónimo; Babalú Ayé, el orichá de las enfermedades contagiosas y epidémicas
y patrón de las víctimas y supervivientes de la viruela, la lepra y las enfermedades de la piel (también se ha
convertido en el patrón de las personas con VIH/sida); e Inle, la
patrona de los médicos, del método científico para la curación y de
los problemas de salud más específicos. Inle es también la patrona
de gays y lesbianas.
Espiritismo
Du Troit señala que la santería tiene un fuerte componente espiritista. El espiritismo es la creencia popular
en América latina de que los espíritus benignos y malignos pueden afectar a la salud, suerte u otros aspectos
de los mortales. No se debe confundir con el espiritismo fundado por Allan Kardec, aunque se basan en una
idea parecida.
La reputación de los espiritistas suele ser negativa, ya que se les relaciona con la brujería. Antes de la
secularización los curanderos tradicionales de la santería y otras culturas latinoamericanas que trabajan con
la curación a través del mundo espiritual se consideraban oficialmente como obradores del diablo desde la
Iglesia católica. El modelo único de conocimiento médico es apreciado como un sistema de
etnofarmacología o etnomedicina.
Ofrendas adimú
Cada ilé está compuesto por aquellos que ocasionalmente buscan la guía de los orishas así como aquellos
que están en proceso de convertirse en sacerdotes.197
Los numerosos cabildos y casas de santos que surgieron en los siglos xix y xx son considerados ahora
como los lugares donde se originaron y preservaron la cultura y religión cubana Lucumí.197
Para pertenecer a la santería los creyentes deben pasar primero por una serie de rituales que llevan un orden
en específico que debe respetarse. Uno de los sacramentos o rituales para entrar es el Kari osha, es decir,
«hacerse santo». Un santero ya puede practicar la santería y darle continuidad iniciando a más personas,
esto siempre y cuando no le sea prohibido por su ángel de la guarda.
La santería es una religión orientada a la práctica; la corrección ritual se considera más importante que la
creencia.198 Tiene un elaborado sistema de rituales,199 y sus ritos denominados ceremonias.200 La
mayoría de sus actividades giran en torno a los orisha167 y se centran en la resolución de los problemas de
la vida cotidiana.175 Los practicantes suelen utilizar el término «trabajo» para referirse a la actividad
ritual.201
La santería es una religión iniciática,202 organizada en torno a una jerarquía estructurada.203 Un ethos de
secretismo impregna muchas de sus prácticas,204 y los iniciados suelen negarse a hablar de ciertos temas
con los no iniciados.205 Por esta razón, Mason describe la santería como una sociedad secreta.81 Para los
rituales, se suele utilizar la lengua lucumí.206 A veces se denomina la lengua de los orichas207 y se
considera un lenguaje divino a través del cual los practicantes pueden contactar con las deidades.208
Aunque algunos practicantes se sienten incómodos utilizándolo,209 la mayoría de los iniciados conocen
decenas o cientos de palabras y frases del lucumí.207 La mayoría de los cubanos no entienden la lengua
lucumí, salvo algunas palabras que se han filtrado al español cubano.210 El lucumí deriva de la lengua
yoruba, aunque desde el siglo xix se ha vuelto «cada vez más fragmentada e ininteligible».211 Al pasar del
yoruba al lucumí, se olvidó la pronunciación yoruba de muchas palabras,209 y a principios del siglo xxi
algunos practicantes han estudiado la lengua yoruba para comprender mejor el significado original de las
palabras lucumí.212
Casas templo
La mayoría de las casas son establecidas por un santero o santera que ha atraído seguidores.224 Un
aprendiz es conocido como su ahijado o ahijada.225 Se refieren a su santero/santera como padrino o
madrina.226 La relación entre los santeros/santeras y sus «ahijados» es fundamental para la organización
social de la religión,224 y los practicantes creen que cuantos más «ahijados» tenga una santera o santero,
mayor será su aché.165 Se espera que los «ahijados» contribuyan tanto con su trabajo como con sus
finanzas a los eventos que se celebran en la casa y, a cambio, el santero/santera les brinda asistencia para sus
necesidades.224 Dentro de la religión, ofender al padrino o madrina se considera también una ofensa al
oricha que «gobierna la cabeza».144 Los practicantes expresan su respeto tanto a su padrino o madrina
como al orisha mediante una postración ritual, el moforibale, en la que inclinan la cabeza hacia el suelo.227
La forma precisa del moforibale difiere según si el orisha personal del individuo es masculino o
femenino.228
Altares
Altares o santuarios para los oricha suelen encontrarse tanto en el
igbodu230 como en los hogares de los practicantes.231 En estos
altares hay objetos sagrados, denominados fundamentos,232 que se
guardan en recipientes de porcelana, a menudo soperas.233 Los
fundamentos más importantes son las piedras denominadas otanes
(sing. otán),233 que se consideran la representación literal y
simbólica de los orisha234 y, por tanto, entidades vivas.235 Se Una sopera con otanes que
considera que son fuentes de aché,236 y que los otanes más representan al orisha Yemaya, que
antiguos tienen más aché que los más jóvenes.237 se asocia con el mar; los altares de
Yemaya suelen tener conchas
Los practicantes recogen piedras del paisaje y luego utilizan la marinas y parafernalia náutica..229
adivinación para determinar cuáles contienen un orisha y, de ser así,
de qué oricha se trata.238 A veces, algunos otanes presentan rasgos
que los vinculan a un oricha concreto; por ejemplo, las piedras del océano se relacionan con Yemaya, los
guijarros de río con Ochún y los fragmentos de meteorito con Changó.90 Se considera que cada orisha
prefiere un color y un número determinado de otanes en la sopera que se le dedica; Changó tiene seis o diez
piedras negras, Obatala tiene ocho piedras blancas, mientras que Ochún prefiere cinco piedras
amarillas.239 Los nuevos otanes se someten a un rito de bautismo236 en el que se les lava con osain (una
mezcla de hierbas y agua), y se les «alimenta» con sangre de animales.237 Cuando un iniciado recibe sus
piedras, jura protegerlas y alimentarlas al menos una vez al año.236
Además de su altar a los orisha, muchos practicantes tienen altares reservados para los espíritus de los
muertos.246 Suelen consistir en una mesa cubierta de blanco conocida como bóveda,247 derivada en parte
de la Mesa Blanca del Espiritismo.248 Las bóvedas suelen tener fotografías de familiares fallecidos, a los
que se les hacen ofrendas;249 ofrendas populares para los espíritus de los muertos incluyen siete vasos de
agua,156 un cafecito250 y el aguardiente.251 Muchos practicantes también consagran a sus antepasados
familiares bajo el lavabo del baño. Este lugar se elige para que los antepasados puedan viajar entre los
reinos de los vivos y los muertos a través del agua de las tuberías.248
Una vez sacrificados, las cabezas cortadas de los animales pueden colocarse encima de la sopera
perteneciente al oricha al que se ha dirigido el sacrificio.268 Una vez descuartizado el cadáver, algunos de
los órganos—conocidos como acheses—pueden cocinarse y ofrecerse al orisha;269 otras partes serán
consumidas por los practicantes.270 Parte de la sangre puede recogerse y añadirse al omiero, una infusión
de hierbas y agua.261 Este líquido, que se cree que contiene mucho aché,271 se utiliza para eliminar
influencias malévolas y en ceremonias para bautizar herramientas rituales.261 El sacrificio de animales en
la santería ha sido motivo de preocupación para muchos no practicantes,272 y a veces ha llevado a los
adeptos a enfrentarse con la ley.273 En el caso de 1993 de la Iglesia del Lukumi Babalu Aye contra la
ciudad de Hialeah, el Tribunal Supremo de EE. UU. dictaminó que las leyes sobre crueldad animal
dirigidas específicamente a la santería eran inconstitucionales.274
Hacerse santo
En la concepción santera, hacerse santo quiere decir asentarse su ángel de la guarda en su cabeza, es decir,
tener a tu Orisha tutelar contigo ad eternum y la responsabilidad y compromiso que ello requiere. Se
determina el Orisha tutelar previamente a hacerse santo, pues la ceremonia varia en función del Orisha que
se va a coronar. A la persona que se le hace santo se le llama «iyawó» (también iyabó o yabó), título que
recibirá solo por ese año en el cual debe con rigurosas y estrictas reglas y tras finalizar ese año de
purificación ya se le llama santero u olorisha.
Para convertirse en santero o santera, el iniciador debe pasar por un
proceso de iniciación intensivo196 en el que la enseñanza de las
habilidades rituales y el comportamiento moral se produce de
manera informal y no verbal. La ceremonia del kari osha tiene una
duración de 7 días en los cuales se renace, se reciben los orishas, se
obtiene itá de santo y nombre de santo (nombre que identifica al
santero dentro de la religión). Esa ceremonia la dirige el «Obá Ení
Oriaté» que es un santero de amplios conocimiento y experiencia
que lo hizo merecedor de ese títulos, aparte de los padrinos y otros Los «Iyabó» adoptan un nombre
santeros a los cuales se les asignan distintas tareas que permiten el como santero y deben vestir de
oportuno desarrollo de la ceremonia. Para empezar, el iniciador pasa blanco durante ese primer año de
por lo que se llama un ritual de limpieza. El padrino del iniciador purificación.
limpia la cabeza con determinadas hierbas y agua. Se debe escoger
padrino («babalosha») o madrina («iyalosha»), ya que
simbólicamente se nace de ellos y son quienes junto a la «oyugbona» guían el camino religioso del iniciado.
El Padrino frota las hierbas y el agua en un patrón específico de movimientos en el cabello. Sin embargo, si
una persona está ingresando a la Santería por la necesidad de curación, se someterá a la rogación de la
cabeza (bendición de la cabeza), en la cual se aplica agua de coco y algodón en la cabeza.275 Una vez
limpiado, hay cuatro rituales de iniciación principales que el iniciador tendrá que realizar: obtener los elekes
(collar de cuentas), recibir a Los Guerreros (Oddé, los orishas guerreros), hacer Ocha (Santo) y Asiento
(ascender al trono).194
El segundo ritual importante es conocido como medio asiento, la creación de una imagen de la orichá
Eleguá. El individuo pasará por una consulta con un santero, donde se revisará la vida, el pasado, el
presente y el futuro de todos los destinatarios. Durante la consulta, el Santero determina qué camino de
Eleguá recibirá el destinatario. Luego, basándose en sus hallazgos, elige los materiales que se utilizarán para
construir la imagen de la Eleguá, una escultura que se utiliza para mantener a los espíritus malignos lejos de
la casa del iniciador. Este ritual solo lo preparan los hombres cuando los orichás toman algo del espíritu
"masculino" del Santero en el proceso.276
El tercer ritual, conocido como recibir a los guerreros, es un ritual donde los iniciados reciben objetos de su
padrino que representa a los guerreros; Herramientas de hierro para representar a Ogún; un arco de hierro y
una flecha para representar a Ochosi; y un cáliz de hierro o plata coronado por un gallo para representar a
Osun.194 Este ritual comienza una relación formal y de por vida que el iniciado tendrá con estos Orichás,
ya que los orichás dedican sus energías a proteger y proveer al iniciado en su camino.
El último ritual del proceso de iniciación se conoce como asiento o ascender al trono, y es el ritual más
importante y secreto de la santería, ya que es la ceremonia donde el o la iyawó renace. Este ritual es la
culminación de los rituales anteriores y no se puede realizar a menos que los otros se hayan completado. El
Asiento es un proceso de purificación y adivinación por el cual el iniciado se vuelve como un bebé recién
nacido y comienza una nueva vida de crecimiento más profundo dentro de la fe.194
Los santeros, u «omorishas» son los que entran en contacto con la deidad, por ejemplo, a través de
consultas con caracol o consulta espiritual, en sesiones espirituales según el desarrollo de cada persona.
El «oriaté» es la persona que dirige las ceremonias de la divinidad (orisha, santo) para que esta se haga de
manera correcta y en ella solo trabajan santeros que estén consagrados; al nuevo iniciado y recién
consagrado se le llama iyawo el cual ya ha pasado por rituales secretos.
Los «aleyos» son aquellas personas que tienen ciertos conocimientos, son creyentes, están interesados en
las ceremonias así que tengan algunos secretos, los rituales no se deben exponer ante las personas no
consagradas.
Actualmente en muchos lugares de Cuba se celebran bembés en espacios públicos de pueblos y ciudades y
están abiertos a que se una quien quiera. Por ejemplo, en Santiago de Cuba se celebra en octubre el Bembé
general, el cual se considera una forma de limpieza espiritual colectiva.278
A veces el bembé acaba en un ritual de posesión o trance, por el
cual una deidad Orisha se manifiesta en el bembé a través de un
sacerdote santero. En principio, sólo los sacerdotes pueden ser
poseídos, y sólo al Orisha al que se han consagrado. La posesión de
un Orisha es motivo de gran alegría entre los participantes del
bembé.
Ceremonia de Ebbó
Véase también: Sacrificio animal
En este sentido, el sacrificio no es un instrumento mediante el cual se pretenda redimir pecado alguno ya
que en la santería no existe tal concepto. En la santería ni el hombre ni la mujer son concebidos como
depositarios a priori de una o más culpas. El sacrificio, según la cosmovisión santera, es la vía mediante la
cual puede ser restaurado un proceso o un ritmo que haya sido interrumpido. Los santeros aluden a que
cada quien nace con un ritmo específico, un ritmo espiritual en la vida, que no debe ser interrumpido ya que
si es así, entonces la persona no podrá realizarse plenamente. Sin embargo, cuando este ritmo ha sido
trastocado, por las razones que hayan sido, entonces se requiere del sacrificio de un animal para restaurarlo.
La sangre del animal, ofrecida a algún orishá o ancestro, es capaz de restaurar dicho ritmo porque ella está
ligada directamente a un ritmo en el cuerpo del animal.
También es muy común el uso de ofrendas que pueden varias entre comidas, frutas, flores dependiendo del
Orisha que se esté agasajando.
En la cultura popular
En la cultura popular cubana se pueden encontrar muchísimas
referencias a la santería. La expresión «tener aché» en Cuba
significa «tener suerte».171 Al poder o energía de Olodumare se le
conoce como aché, o ashé en yoruba. También está el dicho
cubano «hacerse santo», que hace referencia a los Yawós (o
«yabós»), los que se bautizan en la santería. Son fácilmente
reconocibles porque durante su formación deben seguir un proceso
riguroso de consagración para convertirse en santeros. Por ejemplo,
vistiendo de blanco, alcanzar el máximo vínculo con su ángel de la Santeros en La Habana Vieja. La
danza y la música son dos
guarda, el santo que los protege.279
expresiones artísticas
fundamentales en la cultura yoruba y
Música en la santería. Los ritmos africanos
marcaron para siempre la música de
Cuba en géneros como el bolero, el
Celia Cruz, junto con La Sonora Matancera, homenajeó a lo largo
son, la salsa, el guaguancó, la
de su discografía la cultura santera, con canciones como
rumba o el jazz latino.
«Burundanga» (1953), «Plegaria a Laroyé» (1954) o «Yemayá»
(1962) entre muchísimas más, culminando en el álbum recopilatorio
Tributo a los Orishas de 1999. También el percusionista
estadounidense de origen puertorriqueño Ray Barretto se consideraba «El hijo de Obatalá» (1973).
También Celina y Reutilio, Merceditas Valdés, Candita Batista o Caridad Cuervo cantaron profusamente a
Yemayá y a los demás orishas.
Quizá uno de los santos más populares entre los cubanos es Changó, el dios del trueno.8 Tiene una
especial importancia en la cultura musical puesto porque el objeto mitológico asociado a Changó son los
tambores Batá.
Las 21 divisiones
Las Siete Potencias
San La Muerte y Santa Muerte
Candomblé, religión afroamericana en Brasil
Culto a los Egúngún, culto yoruba a los antepasados
Umbanda, religión afroamericana en Brasil
Religiones afroamericanas
Religiones tradicionales africanas
Santerismo, espiritismo derivado de la santería
Santo popular
Idioma Osha-Ifa
Notas
1. «La santería no está en consonancia con los cultos de la Iglesia católica. La razón principal
es porque la santería tiene una cantidad de dioses, es decir, es politeísta (...) Ya desde sus
bases la santería está en oposición a los principios del catolicismo (...) En la sagrada
escritura [católica] tenemos en el libro del Deuteronomio 18:95 especifica que Nuestro
Señor va en contra de esto.» - Padre Óscar Vélez, párroco de la Iglesia de Palo Verde
(México)6
2. De origen dahomey (Benín) donde se le conoce como Azowano. En Cuba se le conoce
también como Azojuano.
Referencias
00509074033if_/https://www.youtube.com/
1. Ferreira Dias, João (2013). «A religião se watch?v=lgimiqaUUng). YouTube.
faz com a colheita da terra: Archivado desde el original (https://www.yo
problematização concetual de “religião” em utube.com/watch?v=lgimiqaUUng) el 9 de
África e o caso yorùbá» [La religión se mayo de 2020. Consultado el 23 de abril de
hace con la cosecha de la tierra: 2019.
problematización concetual de "religión" en
7. Ángel Galindo (28 de julio de 2019).
África y el caso yorùbá] (https://journals.ope
nedition.org/etnografica/3303). vol. 17 (3) «Santería y sincretismo religioso» (https://w
ww.eladelantado.com/opinion/angel-galind
pág. 457-476
o-santeria-y-sincretismo-religioso/). El
2. HIDALGO,, N. J. (2007). [Disponível em: Adelantado.
https://search.ebscohost.com/login.aspx?
8. Sandoval, Mercedes (2014). «Historia
direct=true&db=lkh&AN=26291163&lang=e
Cultural de Cuba, Episodio 14: La santería
s&site=eds-live&scope=site Nelson Freires
y la esencia mística de la cultura yorubá]. en Cuba» (https://web.archive.org/web/201
80916102037/https://www.youtube.com/wat
Afro-Hispanic Review.
ch?v=MgLblOI4ofc&app=desktop).
3. «la vida del hombre». Archivado desde el original (https://www.yo
4. Segrelles Álvarez, C. (2018). «La utube.com/watch?v=MgLblOI4ofc) el 16 de
revolución cubana y la iglesia católica: septiembre de 2018. Consultado el 23 de
Historia de un desencuentro». GeoGraphos abril de 2019.
Revista Digital (Universidad de Alicante) 9 9. Lucendo, Jorge (2018). Oficios de la
(102). ISSN 2173-1276 (https://portal.issn.org/resou Antigua Iberia: Enciclopedia Ilustrada de
rce/issn/2173-1276). los Oficios Perdidos. p. 178. ISBN 978-
5. Deuteronomio 18:9 (https://www.biblegatew 1980932574.
ay.com/passage/?search=Deuteronomio+1 10. Brandon, 1993, p. 40; Hagedorn, 2001,
8%3A9&version=DHH) p. 184.
6. Granados, María (14 de junio de 2009). «La
Santería» (https://web.archive.org/web/202
11. Brandon, 1993, p. 44; Hagedorn, 2001, 37. Brandon, 1993, p. 72; Fernández Olmos y
p. 184. Paravisini-Gebert, 2011, p. 38.
12. Brandon, 1993, p. 19. 38. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
13. Hagedorn, 2001, p. 184. 2011, p. 37.
14. Brandon, 1993, p. 43; Hagedorn, 2000, 39. Brandon, 1993, pp. 86–87; Sandoval, 1979,
p. 100; Hagedorn, 2001, p. 75. p. 141.
15. Hagedorn, 2001, p. 178; Wedel, 2004, 40. Mason, 2002, p. 88; Wedel, 2004, pp. 51–
p. 28; Fernández Olmos y Paravisini- 52; Wirtz, 2007a, p. 111; Fernández Olmos
Gebert, 2011, p. 38. y Paravisini-Gebert, 2011, p. 64.
16. Brandon, 1993, p. 43. 41. Clark, 2001, p. 23; Wirtz, 2007b, p. 30.
17. Hagedorn, 2000, p. 100; Hagedorn, 2001, 42. Clark, 2006, p. 68.
p. 75. 43. Brandon, 1993, p. 84.
18. Brandon, 1993, pp. 57–58; Mason, 2002, 44. Wirtz, 2007b, pp. xix, 54–55.
p. 8. 45. Ayorinde, 2007, p. 153.
19. Brandon, 1993, p. 21. 46. Hagedorn, 2001, p. 186.
20. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 47. Hagedorn, 2001, pp. 140, 154; Ayorinde,
2011, p. 40. 2007, p. 154; Clark, 2007, p. 6.
21. Brandon, 1993, pp. 15, 30; Wedel, 2004, 48. «Constitución de 1901» (https://archivos.jur
p. 81; Fernández Olmos y Paravisini- idicas.unam.mx/www/bjv/libros/6/2525/16.p
Gebert, 2011, p. 40. df). Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto
22. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
2011, p. 34. Consultado el 26 de octubre de 2020.
23. Brandon, 1991, pp. 55–56. 49. «Cuba: Constitución de 1940» (https://pdb
24. Mason, 2002, p. 8. a.georgetown.edu/Constitutions/Cuba/cuba
25. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 1940.html). Political Database of the
Americas. Consultado el 26 de octubre de
2011, pp. 40–41.
2020.
26. Brandon, 1993, pp. 76, 77–78; Fernández
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 42. 50. Clark, 2005, p. 8; Ayorinde, 2007, p. 154.
51. Ayorinde, 2007, p. 154; Clark, 2007, p. 7.
27. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 47. 52. Hagedorn, 2001, p. 190.
28. Clark, 2005, p. 7. 53. Brandon, 1993, p. 91; Ayorinde, 2007,
29. Clark, 2005, p. 13. p. 154; Clark, 2007, p. 6; Wirtz, 2007b,
p. 60.
30. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
54. Hagedorn, 2001, pp. 175–176; Ayorinde,
2011, p. 35.
2007, p. 154.
31. Clark, 2005, p. 7; Fernández Olmos y
55. Ayorinde, 2007, pp. 154–55; Wirtz, 2007b,
Paravisini-Gebert, 2011, p. 36.
p. 64.
32. Gregory, 1989, p. 290; Clark, 2005, p. 6;
56. Hagedorn, 2001, p. 192.
Ayorinde, 2007, p. 152; Fernández Olmos y
Paravisini-Gebert, 2011, p. 36. 57. Hagedorn, 2001, p. 193.
33. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 58. Clark, 2007, p. 3; Wirtz, 2007b, p. 65.
2011, p. 36. 59. A.E. Delgado Torres (2006). El gran libro de
34. Wedel, 2004, p. 29; Fernández Olmos y la santería : introducción a la cultura
Paravisini-Gebert, 2011, p. 36. yoruba. Ediciones Palmyra. ISBN 978-
8496665002.
35. Clark, 2005, p. 68.
60. Alonso, J. Felipe (2000). Diccionario
36. Brown, D. H. (2003). Santería enthroned:
Espasa de ciencias ocultas. Espasa Calpe.
art, ritual, and innovation in an Afro-Cuban
ISBN 84-239-9453-8.
religion. University of Chicago Press. ISO
690 61. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 83.
62. Hagedorn, 2001, p. 197; Ayorinde, 2007, 88. Mason, 1994, p. 36; Mason, 2002, p. 8;
p. 156. Wedel, 2004, p. 82; Flores-Peña, 2005,
63. Hagedorn, 2001, p. 8. p. 105.
64. Hagedorn, 2001, pp. 197–98; Wedel, 2004, 89. Sandoval, 1979, p. 138; Fernández Olmos
p. 33; Wirtz, 2007b, p. 73. y Paravisini-Gebert, 2011, p. 39.
65. Hagedorn, 2001, pp. 197–98; Wirtz, 2007b, 90. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
p. 73. 2011, p. 46.
66. Hagedorn, 2001, p. 198; Wedel, 2004, 91. Hagedorn, 2000, p. 99; Hagedorn, 2001,
p. 33. p. 75.
67. Ayorinde, 2007, p. 156. 92. Hagedorn, 2000, p. 101; Mason, 2002, p. 8;
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
68. Ayorinde, 2007, pp. 155–56.
2011, p. 39.
69. Hagedorn, 2001, pp. 7–8; Castañeda,
93. Gregory, 1989, p. 289. Error en la cita:
2007, p. 148; Wirtz, 2007b, p. 72.
Etiqueta <ref> no válida; el nombre
70. Hagedorn, 2001, pp. 7–8; Castañeda, «FOOTNOTEGregory1989289» está
2007, p. 148; Fernández Olmos y definido varias veces con contenidos
Paravisini-Gebert, 2011, p. 80. diferentes
71. Wedel, 2004, p. 34; Fernández Olmos y 94. Hagedorn, 2000, p. 101; Hagedorn, 2001,
Paravisini-Gebert, 2011, p. 83. p. 254; Mason, 2002, p. 8; Wedel, 2004,
72. Ayorinde, 2007, p. 157. p. 2; Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
73. Wedel, 2004, p. 35; Wirtz, 2007b, p. 73. 2011, p. 39.
74. Bretto, Frei. Fidel Castro y la religión: 95. Mason, 2002, p. ix.
conversaciones con Frei Betto (https://book 96. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
s.google.es/books?hl=es&lr=&id=5GR9nit8 2011, p. 39.
YhkC&oi=fnd&pg=PA9&dq=Frei+Betto+fid 97. Clark, 2005, p. 25.
el&ots=wWIoH8F-ZZ&sig=RdeqWUIehNkr
RqObEc7EHjbvz_k#v=onepage&q=Frei%2 98. Wedel, 2004, p. 87.
0Betto%20fidel&f=false) (3.ª edición). 99. Sandoval, 1979, p. 138.
México: Siglo Veintiuno editores (Siglo XXI 100. Sandoval, 1979, p. 139; Clark, 2001, p. 34;
Editores). Wedel, 2004, p. 85; Holbraad, 2012, p. 92.
75. Boza Ibarra, Glenda (2016). Fidel es un 101. Hagedorn, 2001, p. 34; Wedel, 2004, p. 81;
elegguá (http://www.5septiembre.cu/fidel-es Wirtz, 2007a, p. 114; Fernández Olmos y
-un-eleggua/). Periódico 5 de Septiembre. Paravisini-Gebert, 2011, p. 47;
Consultado el 23 de abril de 2019. Khristoforova, 2019, p. 356.
76. Ayorinde, 2007, p. 152. 102. Sandoval, 1979, p. 149.
77. Wedel, 2004, p. 34; Ayorinde, 2007, p. 158. 103. Hagedorn, 2001, pp. 242, 251; Mason,
78. Mason, 2002, p. 108. 2002, p. 99.
79. Ayorinde, 2007, p. 159. 104. Hagedorn, 2001, p. 134; Fernández Olmos
80. Brandon, 1993, p. 104; Mason, 2002, p. 8. y Paravisini-Gebert, 2011, p. 45;
Khristoforova, 2019, p. 359.
81. Mason, 2002, p. 9.
105. Mason, 2002, p. 125.
82. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, pp. 85–86. 106. Hagedorn, 2001, p. 213; Fernández Olmos
y Paravisini-Gebert, 2011, p. 46.
83. Gregory, 1989, p. 291.
107. Hagedorn, 2001, p. 213.
84. Brandon, 1993, pp. 114–19; Lefever, 1996,
p. 322. 108. Mason, 2002, p. 57.
85. Long, 2002, p. 96. 109. Bascom, 1950, p. 66; Hagedorn, 2001,
p. 76; Fernández Olmos y Paravisini-
86. «Regla de Osha» (http://www.caribeinsider. Gebert, 2011, p. 46.
com/es/religionreglaosha). Caribe!nsider.
110. Hagedorn, 2001, p. 50; Wedel, 2004, p. 4;
87. Mason, 1994, p. 36; Mason, 2002, p. 8; Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
Flores-Peña, 2005, p. 105; Fernández 2011, p. 47.
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 39.
111. Wedel, 2004, p. 83; Clark, 2005, p. 14; 132. Brandon, 1993, p. 51; Hagedorn, 2001,
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, p. 39; Mason, 2002, p. 85; Wedel, 2004,
2011, p. 47. p. 84.
112. Hagedorn, 2001, pp. 75, 101; Wedel, 2004, 133. Brandon, 1993, p. 97; Pérez y Mena, 1998,
p. 83; Fernández Olmos y Paravisini- p. 17; Khristoforova, 2019, p. 349.
Gebert, 2011, p. 48. 134. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
113. Wedel, 2004, pp. 4, 83; Fernández Olmos y 2011, p. 45; Khristoforova, 2019, p. 355.
Paravisini-Gebert, 2011, p. 47. 135. Hagedorn, 2000, p. 100; Hagedorn, 2001,
114. Gregory, 1989, p. 289; Hagedorn, 2001, pp. 76, 81; Mason, 2002, p. 50; Wedel,
p. 52; Clark, 2005, p. 17; Fernández Olmos 2004, p. 87.
y Paravisini-Gebert, 2011, p. 48. 136. Mason, 2002, p. 50.
115. Wedel, 2004, p. 83; Clark, 2005, p. 17; 137. Mason, 2002, p. 33.
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 138. Hagedorn, 2001, p. 213; Wedel, 2004,
2011, p. 48.
p. 100.
116. Mason, 2002, p. 131; Wedel, 2004, p. 84; 139. Gregory, 1989, p. 289; Mason, 2002, p. 7;
Flores-Peña, 2005, p. 106; Khristoforova,
Clark, 2005, p. 26.
2019, p. 358.
140. Mason, 2002, pp. 7, 50; Clark, 2005, p. 57.
117. Mason, 2002, p. 133.
141. Gregory, 1989, pp. 289–90.
118. Sandoval, 1979, p. 139; Fernández Olmos
y Paravisini-Gebert, 2011, p. 51. 142. Hagedorn, 2001, p. 85.
119. Gregory, 1989, p. 289; Hagedorn, 2001, 143. Hagedorn, 2001, p. 76.
p. 244; Fernández Olmos y Paravisini- 144. Gregory, 1989, p. 297.
Gebert, 2011, p. 51. 145. Gregory, 1989, pp. 297–98.
120. Gregory, 1989, p. 289; Hagedorn, 2001, 146. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
p. 54; Wedel, 2004, p. 84; Fernández 2011, p. 67.
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 52. 147. Mason, 1994, p. 27; Mason, 2002, p. 7.
121. Hagedorn, 2001, p. 56; Wedel, 2004, p. 84; 148. Mason, 1994, p. 28.
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 54. 149. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 69.
122. Hagedorn, 2001, p. 54; Wedel, 2004, p. 85;
150. Mason, 2002, p. 95.
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 55. 151. Mason, 2002, p. 10; Fernández Olmos y
Paravisini-Gebert, 2011, p. 42.
123. Clark, 2005, p. 15; Fernández Olmos y
Paravisini-Gebert, 2011, p. 53; 152. Sandoval, 1979, p. 140; Fernández Olmos
Khristoforova, 2019, p. 356. y Paravisini-Gebert, 2011, p. 42.
124. Flores-Peña, 2005, p. 107; Fernández 153. Gregory, 1989, p. 289; Mason, 1994, p. 36;
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 57. Mason, 2002, p. 8; Fernández Olmos y
Paravisini-Gebert, 2011, p. 42.
125. Flores-Peña, 2005, p. 107.
126. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 154. Mason, 1994, p. 36; Mason, 2002, p. 8.
2011, p. 56. 155. Hagedorn, 2001, p. 250; Mason, 2002,
127. Sandoval, 1979, p. 139; Hagedorn, 2001, p. 130; Khristoforova, 2019, p. 347.
p. 106. 156. Hagedorn, 2001, p. 205.
128. Clark, 2001, pp. 33–34. 157. Hagedorn, 2001, p. 127.
129. Sandoval, 1979, p. 138; Fernández Olmos 158. Hagedorn, 2001, p. 212.
y Paravisini-Gebert, 2011, pp. 43, 45. 159. Hagedorn, 2001, p. 245; Mason, 2002,
130. Wedel, 2004, p. 83; Castañeda, 2007, pp. 50, 95; Fernández Olmos y Paravisini-
p. 145; Khristoforova, 2019, p. 357. Gebert, 2011, p. 69.
131. Sandoval, 1979, p. 138; Fernández Olmos 160. Hagedorn, 2001, p. 211.
y Paravisini-Gebert, 2011, p. 43; 161. Wedel, 2004, p. 53.
Khristoforova, 2019, p. 356. 162. Hagedorn, 2001, p. 118.
163. Clark, 2005, p. 11. orishas.html). 2012.
164. Wedel, 2004, p. 7. 193. Brian du Toit (2001). «Ethnomedical (Folk)
165. Wedel, 2004, p. 65. Healing in the Caribbean». En Margarite
Fernandez Olmos and Lizabeth Paravisini-
166. Wedel, 2004, p. 82; Fernández Olmos y
Gerbert, ed. Healing Cultures: Art and
Paravisini-Gebert, 2011, p. 39. Religion as Curative Practices in the
167. Clark, 2005, p. 12. Caribbean and its Diaspora. New York:
168. Hagedorn, 2001, p. 119. Palgrave Macmillan. ISBN 978-0-312-21898-0.
169. Mason, 2002, p. 70. 194. Miguel A. De La Torre (2004). Santería: The
170. Brandon, 1991, p. 58. Beliefs and Rituals of a Growing Religion in
America (https://archive.org/details/santeria
171. «Glosario de palabras yorubas más
beliefsr0000dela). Wm. B. Eerdmans.
populares en Cuba » Ashé pa mi Cuba» (ht
ISBN 978-0802-84973-1.
tps://ashepamicuba.com/glosario-de-palabr
as-yorubas-mas-populares-en-cuba/). Ashé 195. «¿Qué es un adimú?» (https://web.archive.
pa mi Cuba. 15 de julio de 2019. org/web/20190617164327/http://www.es.sa
Consultado el 30 de noviembre de 2020. nteria.fr/2012/05/30/que-es-un-adimu/). 30
de mayo de 2012. Archivado desde el
172. Mason, 2002, p. 10.
original (http://www.es.santeria.fr/2012/05/3
173. Mason, 2002, p. 12. 0/que-es-un-adimu/) el 17 de junio de 2019.
174. Hagedorn, 2001, p. 209; Mason, 2002, Consultado el 17 de junio de 2019.
p. 39. 196. David H. Brown (2003). Santería
175. Hagedorn, 2001, p. 219. Enthroned: Art, Ritual, and Innovation in an
176. Clark, 2005, p. 62. Afro-Cuban Religion. University of
177. Pérez y Mena, 1998, p. 21. Chicago. ISBN 978-0226-07610-2.
178. Clark, 2005, pp. 14, 15; Fernández Olmos y 197. Michael Atwood Mason (2002). «Living
Paravisini-Gebert, 2011, p. 42. Santería: Rituals and Experiences in an
Afro-Cuban Religion». Smithsonian.
179. Pérez y Mena, 1998, p. 20; Fernández ISBN 978-1588-34052-8.
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 42.
198. Clark, 2001, p. 36; Clark, 2005, p. 19.
180. Sandoval, 1979, p. 145.
199. Sandoval, 1979, p. 137.
181. Gregory, 1989, p. 298.
200. Mason, 2002, p. 114.
182. Clark, 2005, p. 24.
201. Gregory, 1989, p. 293; Clark, 2005, p. 79.
183. Clark, 2005, p. 3.
202. Mason, 1994, p. 29; Mason, 2002, p. 34;
184. Clark, 2005, p. 85.
Clark, 2005, p. 71.
185. Gregory, 1989, p. 294.
203. Mason, 2002, p. 104; Castañeda, 2007,
186. Pérez y Mena, 1998, p. 20. p. 137.
187. Pérez y Mena, 1998, p. 20; Mason, 2002, 204. Mason, 2002, p. 9; Wirtz, 2007a, p. 118.
p. 118.
205. Wirtz, 2007a, p. 118.
188. Mason, 2002, p. 118. 206. Brandon, 1991, p. 55; Mason, 1994, p. 36;
189. Clark, 2005, p. 63. Mason, 2002, p. ix; Wirtz, 2007a, p. 109.
190. Cuba Religión Yoruba 207. Wirtz, 2007a, p. 110.
(conexioncubana.net) (ed.). «Babalawos en
208. Wirtz, 2007a, p. 113.
Cuba» (http://www.conexioncubana.net/san
teria/3808-babalawos-en-cuba). 209. Wirtz, 2007a, p. 114.
191. Padre Montenegro (2012). «MUÑECOS 210. Hagedorn, 2001, p. 122.
VUDU Y FETICHES DE PALO MONTE 211. Wirtz, 2007a, p. 111.
PARA AMARRAR, DAÑAR Y 212. Wirtz, 2007a, pp. 111, 112.
CONTROLAR A DISTANCIA» (https://palo 213. Hagedorn, 2001, p. 83.
montenegro.blogspot.com/2011/06/muneco
214. Sandoval, 1979, p. 148; Gregory, 1989,
s-vudu-y-fetiches-de-palo-monte.html).
p. 292; Fernández Olmos y Paravisini-
192. «Fetiches de los Orishas» (https://www.sant Gebert, 2011, p. 60.
eriaoraciones.com/2012/08/fetiches-de-los-
215. Hagedorn, 2001, p. 244. 247. Hagedorn, 2001, p. 243; Mason, 2002,
216. Mason, 1994, p. 33; Pérez y Mena, 1998, p. 16; Wedel, 2004, p. 14; Fernández
p. 20; Mason, 2002, p. 6; Wedel, 2004, Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 70.
p. 104; Khristoforova, 2019, p. 345. 248. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
217. Gregory, 1989, p. 293. 2011, p. 70.
218. Fernández Olmos y Paravisini-Gebert, 249. Hagedorn, 2001, p. 232.
2011, p. 64. 250. Hagedorn, 2001, p. 243.
219. Gregory, 1989, p. 293; Fernández Olmos y 251. Hagedorn, 2001, p. 242.
Paravisini-Gebert, 2011, p. 69. 252. Hagedorn, 2001, p. 246; Wedel, 2004,
220. Gregory, 1989, pp. 293–94. p. 64; Khristoforova, 2019, p. 348.
221. Castañeda, 2007, p. 142. 253. Mason, 2002, p. 24; Clark, 2006, p. 141;
222. Sandoval, 1979, p. 148; Castañeda, 2007, Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
p. 142. 2011, p. 41.
223. Hagedorn, 2001, p. 246; Mason, 2002, 254. Clark, 2006, p. 142.
p. 39. 255. Hagedorn, 2001, p. 246; Wedel, 2004,
224. Gregory, 1989, p. 292. p. 64; Clark, 2006, p. 140; Fernández
Olmos y Paravisini-Gebert, 2011, p. 42.
225. Mason, 1994, p. 33; Mason, 2002, p. 39.
226. Gregory, 1989, p. 292; Fernández Olmos y 256. Mason, 1994, p. 31; Clark, 2006, p. 142.
Paravisini-Gebert, 2011, p. 42. 257. Mason, 1994, p. 30.
227. Brandon, 1993, pp. 150–151; Mason, 1994, 258. Clark, 2006, p. 143.
pp. 12, 32; Hagedorn, 2001, pp. 133, 250. 259. Clark, 2006, p. 140.
228. Mason, 1994, pp. 32–33; Mason, 2002, 260. Mason, 2002, p. 99.
p. 39. 261. Bascom, 1950, p. 66.
229. Clark, 2001, p. 29. 262. Mason, 1994, p. 24.
230. de la Torre, 2004, p. 102. 263. Clark, 2005, p. 27.
231. Mason, 2002, p. 15. 264. Mason, 1994, pp. 30–31.
232. Clark, 2001, p. 28; Mason, 2002, p. 60. 265. Hagedorn, 2001, p. 105.
233. Hagedorn, 2001, pp. 232, 254; Mason, 266. Bascom, 1950, p. 66; Mason, 1994, p. 31;
2002, p. 15; Fernández Olmos y Paravisini- Wedel, 2004, p. 64; Clark, 2006, p. 141.
Gebert, 2011, p. 40.
267. Mason, 2002, p. 74.
234. Clark, 2001, p. 37; Hagedorn, 2001, p. 251; 268. Mason, 2002, p. 75.
Fernández Olmos y Paravisini-Gebert,
2011, p. 45. 269. Mason, 2002, p. 75; Clark, 2006, p. 142.
235. Bascom, 1950, p. 65; Mason, 2002, p. 71; 270. Clark, 2006, p. 141.
Wedel, 2004, p. 114. 271. Wedel, 2004, p. 76.
236. Bascom, 1950, p. 65. 272. Hagedorn, 2001, p. 197.
237. Mason, 2002, p. 72. 273. Gregory, 1989, p. 300.
238. Mason, 2002, pp. 70–71. 274. Hagedorn, 2001, p. 197; Clark, 2006,
239. Mason, 2002, p. 71. p. 139.
240. Wedel, 2004, p. 67. 275. Michael Atwood Mason (Winter 1994). « "I
Bow My Head to the Ground": The Creation
241. Brandon, 1993, p. 155.
of Bodily Experience in a Cuban American
242. Clark, 2001, p. 23. Santería Initiation». Journal of American
243. Cosentino, 2005, p. 244. Folklore 107 (423): 23-39. JSTOR 541071 (http
244. Clark, 2001, p. 28. s://www.jstor.org/stable/541071).
245. Mason, 2002, p. 16; Wedel, 2004, p. 67. 276. Miguel Gonzalez-Wippler (2007). Rituals
and Spells of Santería. Original
246. Hagedorn, 2001, p. 232; Fernández Olmos
y Paravisini-Gebert, 2011, p. 69. Publications. ISBN 978-0942-27207-9.
277. «La principal ceremonia de santería es el
Bembé o “toque de Santos“, como también
se le conoce. La ceremonia resuena con el eza-general/). 2015.
sonido de los “tabales”. Los tambores bata 279. O., Arantxa (28 de marzo de 2018). «¿Qué
resuenan […]» (https://web.archive.org/we significa "hacerse santo" en Cuba?» (http
b/20190617181254/https://www.islalocal.co s://onlinetours.es/blog/post/1530/que-signifi
m/bembe-la-principal-ceremonia-dentro-la- ca-hacerse-santo-en-cuba). Consultado el
santeria-cubana/). 2017. Archivado desde 23 de abril de 2019. «La religión
el original (https://www.islalocal.com/bemb afrocubana es practicada en Cuba cada
e-la-principal-ceremonia-dentro-la-santeria- vez con más intensidad. Hacerse santo
cubana/) el 17 de junio de 2019. significa adentrarse en una religión muy
Consultado el 17 de junio de 2019. simbólica y reveladora. Es un proceso
278. «Bembé y limpieza general» (https://www.n largo que implica mucha espiritualidad y
oticiasdesantiagodecuba.com/bembe-limpi sobre todo mucha fe. »
Bibliografía
Bahia, Joana (2016). «Dancing with the Orixás: Music, Body and the Circulation of African
Candomblé Symbols in Germany». African Diaspora 9: 15-38. doi:10.1163/18725465-00901005 (htt
ps://dx.doi.org/10.1163%2F18725465-00901005).
Bascom, William R. (1950). «The Focus of Cuban Santería». Southwestern Journal of
Anthropology 6 (1): 64-68. S2CID 163464977 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID:163464977).
doi:10.1086/soutjanth.6.1.3628691 (https://dx.doi.org/10.1086%2Fsoutjanth.6.1.3628691).
Brandon, George (1991). «The Uses of Plants in Healing in an Afro-Cuban Religion,
Santería». Journal of Black Studies 22 (1): 55-76. JSTOR 2784497 (https://www.jstor.org/stable/27844
97). S2CID 142157222 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID:142157222). doi:10.1177/002193479102200106
(https://dx.doi.org/10.1177%2F002193479102200106).
Brandon, George (1993). Santeria from Africa to the New World: The Dead Sell Memories.
Bloomington and Indianapolis: Indiana University Press. ISBN 978-0253211149.
Clark, Mary Ann (2001). «¡No Hay Ningun Santo Aqui! (There Are No Saints Here!):
Symbolic Language within Santería». Journal of the American Academy of Religion 69 (1):
21-41. JSTOR 1466068 (https://www.jstor.org/stable/1466068). doi:10.1093/jaarel/69.1.21 (https://dx.doi.org/10.
1093%2Fjaarel%2F69.1.21).
Clark, Mary Ann (2005). Where Men Are Wives And Mothers Rule: Santería Ritual Practices
and their Gender Implications. Gainesville: University Press of Florida. ISBN 978-0813028347.
Clark, Mary Ann (2006). «Santería Sacrificial Rituals: A Reconsideration of Religious
Violence». The Pomegranate: The International Journal of Pagan Studies 8 (2): 133-45.
doi:10.1558/pome.v8i2.133 (https://dx.doi.org/10.1558%2Fpome.v8i2.133).
Clark, Mary Ann (2007). Santería: Correcting the Myths and Uncovering the Realities of a
Growing Religion (https://archive.org/details/santeriacorrecti0000clar). Westport,
Connecticut: Praeger. ISBN 978-0275990794.
Cosentino, Donald (2005). «Vodou in the Age of Mechanical Reproduction». RES:
Anthropology and Aesthetics 47 (47): 231-46. JSTOR 20167667 (https://www.jstor.org/stable/2016766
7). S2CID 193638958 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID:193638958).
doi:10.1086/RESv47n1ms20167667 (https://dx.doi.org/10.1086%2FRESv47n1ms20167667).
de la Torre, Miguel A. (2004). Santería: The Beliefs and Rituals of a Growing Religion in
America (https://archive.org/details/santeriabeliefsr0000dela). Grand Rapids: Wm. B.
Eerdmans. ISBN 978-0802849731.
Fernández Olmos, Margarite; Paravisini-Gebert, Lizabeth (2011). Creole Religions of the
Caribbean: An Introduction from Vodou and Santería to Obeah and Espiritismo (second
edición). New York and London: New York University Press. ISBN 978-0814762288.
Flores-Peña, Ysamur (2005). «Lucumí: The Second Diaspora» (https://archive.org/details/wit
chcraftmagicc0000unse). En Helen A. Berger, ed. Witchcraft and Magic: Contemporary North
America. Philadelphia: University of Pennsylvania Press. pp. 102 (https://archive.org/details/
witchcraftmagicc0000unse/page/102)–119. ISBN 978-0812238778.
Gregory, Steven (1989). «Afro-Caribbean Religions in New York City: The Case of
Santería». Center for Migration Studies 7 (1): 287-304. doi:10.1111/j.2050-411X.1989.tb00994.x (http
s://dx.doi.org/10.1111%2Fj.2050-411X.1989.tb00994.x).
Hagedorn, Katherine J. (2000). «Bringing Down the Santo: An Analysis of Possession
Performance in Afro-Cuban Santería». The World of Music 42 (2): 99-113. JSTOR 41699335 (htt
ps://www.jstor.org/stable/41699335).
Hagedorn, Katherine J. (2001). Divine Utterances: The Performance of Afro-Cuban Santería
(https://archive.org/details/divineutterances00hage). Washington, DC: Smithsonian Books.
ISBN 978-1560989479.
Holbraad, Martin (2005). «Expending Multiplicity: Money in Cuban Ifá Cults». The Journal of
the Royal Anthropological Institute 11 (2): 231-54. JSTOR 3804208 (https://www.jstor.org/stable/38042
08). doi:10.1111/j.1467-9655.2005.00234.x (https://dx.doi.org/10.1111%2Fj.1467-9655.2005.00234.x).
Holbraad, Martin (2012). «Truth Beyond Doubt: Ifá Oracles in Havana». HAU: Journal of
Ethnographic Theory 2 (1): 81-109. S2CID 143785826 (https://api.semanticscholar.org/CorpusID:1437858
26). doi:10.14318/hau2.1.006 (https://dx.doi.org/10.14318%2Fhau2.1.006).
Johnson, Paul Christopher (2002). Secrets, Gossip, and Gods: The Transformation of
Brazilian Candomblé. Oxford and New York: Oxford University Press. ISBN 9780195150582.
doi:10.1093/0195150589.001.0001 (https://dx.doi.org/10.1093%2F0195150589.001.0001).
Khristoforova, Olga B. (2019). « "All of Them Are Our Ancestors": African and European
Elements in Cuban Religion». En Dmitri M. Bondarenko and Marina L. Butovskaya, ed. The
Omnipresent Past: Historical Anthropology of Africa and African Diaspora. Moscow: LRC
Publishing House. pp. 339-68. ISBN 9785907117761.
Kosmin, Barry A.; Mayer, Egon; Keysar, Ariela (2001), American Religious Identification
Survey 2001 (http://commons.trincoll.edu/aris/files/2013/11/ARIS-2001-report-complete.pdf),
New York City: The Graduate Center of the City University of New York.
Lefever, Harry G. (1996). «When the Saints Go Riding In: Santería in Cuba and the United
States». Journal for the Scientific Study of Religion 35 (3): 318-30. JSTOR 1386562 (https://www.j
stor.org/stable/1386562). doi:10.2307/1386562 (https://dx.doi.org/10.2307%2F1386562).
Long, Carolyn Morrow (2002). «Perceptions of New Orleans Voodoo: Sin, Fraud,
Entertainment, and Religion». Nova Religio: The Journal of Alternative and Emergent
Religions 6 (1): 86-101. JSTOR 10.1525/nr.2002.6.1.86 (https://www.jstor.org/stable/10.1525%2Fnr.2002.6.
1.86). doi:10.1525/nr.2002.6.1.86 (https://dx.doi.org/10.1525%2Fnr.2002.6.1.86).
Mason, Michael Atwood (1994). « "I Bow My Head to the Ground": The Creation of Bodily
Experience in a Cuban American Santería Initiation». The Journal of American Folklore 107
(423): 23-39. JSTOR 541071 (https://www.jstor.org/stable/541071). doi:10.2307/541071 (https://dx.doi.org/10.2
307%2F541071).
Mason, Michael Atwood (2002). Living Santería: Rituals and Experiences in an Afro-Cuban
Religion. Washington, DC: Smithsonian Books. ISBN 978-1588340528.
Palmié, Stephan (2005). «Santería Grand Slam: Afro-Cuban Religious Studies and the
Study of Afro-Cuban Religion». New West Indian Guide / Nieuwe West-Indische Gids 79 (3–
4): 281-300. doi:10.1163/22134360-90002510 (https://dx.doi.org/10.1163%2F22134360-90002510).
Pérez y Mena, Andrés I. (1998). «Cuban Santería, Haitian Vodun, Puerto Rican Spiritualism:
A Multiculturalist Inquiry into Syncretism». Journal for the Scientific Study of Religion 37 (1):
15-27. JSTOR 1388026 (https://www.jstor.org/stable/1388026). doi:10.2307/1388026 (https://dx.doi.org/10.230
7%2F1388026).
Sandoval, Mercedes C. (1979). «Santeria as a Mental Health Care System: An Historical
Overview». Social Science and Medicine. 13B (2): 137-51. PMID 505056 (https://www.ncbi.nlm.nih.
gov/pubmed/505056). doi:10.1016/0160-7987(79)90009-7 (https://dx.doi.org/10.1016%2F0160-7987%2879%2990
009-7).
Wedel, Johan (2004). Santería Healing: A Journey into the Afro-Cuban World of Divinities,
Spirits, and Sorcery (https://archive.org/details/santeriahealingj0000joha). Gainesville:
University Press of Florida. ISBN 978-0813026947.
Wirtz, Kristina (2007a). «How Diasporic Religious Communities Remember: Learning to
Speak the "Tongue of the Oricha" in Santería». American Ethnologist 34 (1): 108-126.
doi:10.1525/ae.2007.34.1.108 (https://dx.doi.org/10.1525%2Fae.2007.34.1.108).
Wirtz, Kristina (2007b). Ritual, Discourse, and Community in Cuban Santería: Speaking a
Sacred World. Gainesville: University Press of Florida. ISBN 978-0813030647.
Charles Spencer King (traducido por Gabriel Ernesto Arévalo Luna), IFA Y Los Orishas: La
Religión Antigua De La Naturaleza. ISBN 1
El Gran Libro de la Santería, de Alejandro Eddy Delgado Torres, Esfera de los Libros,
Madrid 2005, Palmyra, Madrid 2006. ISBN 84-9734-257-7
Obtenido de «https://es.wikipedia.org/w/index.php?title=Santería&oldid=158104921»