El Bautismo

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ÍNDICE

PRIMER ENCUENTRO
1. Breve introducción a la teología
a. Lugares teológicos o fuentes de la teología
2. Nociones básicas de teología sacramental
3. Sacramentos de iniciación, curación y servicio
4. Teología del bautismo
a. Fundamentación bíblica
b. Tradición de la Iglesia
c. Magisterio de la Iglesia
d. Liturgia bautismal
SEGUNDO ENCUENTRO
1. Crisis de la sacramentalidad
2. La renovación de las prácticas: Comunión, misión y participación.
3. Trabajo de aplicación.
1. BREVE INTRODUCCIÓN A LA TEOLOGÍA
La teología tiene por objeto la fe en la experiencia histórico-salvífica de la autocomunicación
de Dios. En la medida en que la teología es un saber creyente no puede prescindir del testimonio de la
fe. Y esa fe no se manifiesta aisladamente sino en la comunidad de los que creen. Por eso es que la
teología es, ante todo, una tarea eclesial, en el sentido que tiene por objeto el kerygma que la Iglesia
transmite desde la era apostólica. La fe, en su acto y en su contenido es el objeto de la teología.
La teología no tiene por objeto la fe en un enunciado de razón, ni en un sistema de verdades o
preceptos. La fe es en la experiencia histórica de la salvación. Por eso la teología abrevará en dicha
experiencia histórica para construir su discurso. La experiencia histórica de la fe es la experiencia en
la autocomunicación de Dios, es decir, de su revelación y de su intención de entrar en diálogo con los
hombres. Es una experiencia de salvación. La teología reflexionará sistemáticamente en la fe eclesial
de la experiencia de la salvación que Dios ha manifestado y obrado en la historia.
La teología tiene por objeto “el misterio de Dios, que es Cristo, en quien están ocultos los tesoros de
la sabiduría y del conocimiento” (Col 2,2-3), “sabiduría de Dios, misteriosa y secreta, que él preparó
para nuestra gloria”
En un sentido amplio, el sujeto de la teología es la comunidad de los creyentes, o sea la Iglesia. Lo
que equivale a decir que la fe aparece como objeto y como sujeto de la labor teológica. Por eso
hablamos de la teología como de un saber creyente. Habitualmente la teología aparece como un saber
erudito, en el sentido que supone una serie de conocimientos previos que permitan articular una
palabra sobre la fe de la Iglesia. Por eso es que algunos definen a la teología como un saber crítico de
la fe.

1. Lugares teológicos o fuentes de la teología


En 1563 se publica la obra de Melchor Cano De locis theologicis (Acerca de los lugares
teológicos), sistematización moderna de la cuestión de las “fuentes de la teología”. Es sobre todo a
partir de dicha obra que se hace explícito y consciente para los teólogos el recurso preciso a
determinadas “fuentes” para la elaboración teológica: la Sagrada Escritura, La Tradición de la Iglesia
y el Magisterio eclesiástico.
2. NOCIONES BÁSICAS DE TEOLOGÍA SACRAMENTAL
El tesoro más grande que ha heredado el pueblo de Dios, además de la Palabra son los
sacramentos. A través de ellos siente la transparencia de su Dios, experimenta su amor, su acción
transformadora. Y por medio de ellos expresa su fe, su reconocimiento, su acción de gracias, juzga su
presente y sueña su futuro. En cada acción sacramental las comunidades del Pueblo de Dios hacen
memoria, actualizan los acontecimientos más decisivos de su historia. Se sienten envueltas en un halo
de misterio sorprendente. Descubren con admiración siempre nueva cómo Jesucristo, el viviente, el
Señor resucitado habita en ellas y, con la energía poderosa de su Espíritu, las constituye como Iglesias
y como sacramento del futuro del mundo. Los sacramentos son como las obras de arte, como el
mundo de los símbolos. Más para ser contemplados, para introducirse en su misterio, que para ser
estudiados analíticamente. Más para ser experimentados que para ser comprendidos desde afuera.
Sólo quien se ha visto envuelto en el fuego del encuentro sacramental puede llegar a comprender lo
que ha vivido.
El estudio de los sacramentos -que es el objetivo de la teología sacramental- ha de ser
venerativo, recatado, silencioso. No ha de prestarse a un análisis desapasionado sino al contrario, a
una búsqueda encendida del Dios que en las celebraciones sacramentales se manifiesta al hombre. No
obstante, no ha de renunciar a la reflexión crítica sobre las tradiciones sacramentales de la Iglesia,
desde sus orígenes hasta hoy. Éstas pueden deteriorarse, perder su inspiración primitiva, desviarse de
la intención fundacional. La teología ofrece una ayuda incalculable a la hora de conocer mejor el
misterio ~e los sacramentos, de hacer que respondan a los signos de los tiempos sin perder su
identidad. La Iglesia se ha expresado sacramentalmente ya desde sus orígenes. Ha recurrido a
símbolos religiosos para significar la
riqueza de su misterio. Estos símbolos han ido asumiendo diversas formas culturales y rituales a lo
largo de la historia, las cuales han dado origen a las tradiciones litúrgicas de la lglesia. Los teólogos
han acompañado con su reflexión el nacimiento y desarrollo de tales tradiciones. De ahí ha nacido la
teología sacramental. (…)

La reflexión teológica es siempre posterior a la realidad, a la praxis y a las experiencias de la


fe. La teología de los sacramentos es, por eso mismo, posterior a la praxis sacramental de la Iglesia. El
teólogo es aquel carismático que aporta a las comunidades cristianas claves y perspectivas para
comprender la experiencia de la gracia en el contexto de la experiencia humana de su época y ayuda a
los creyentes a dar razón de su fe en cada momento histórico. Todo bautizado, todo hombre es
potencialmente un teólogo, alguien que tiene posibilidades de comprender el misterio de Dios, de
expresarlo, de dar razón de él. Con todo, el Espíritu envía frecuentemente a su Iglesia hombres, o
mujeres, que con su sabiduría estimulan la función teológica en el pueblo de Dios. (…)
Las siete realidades, llamadas sacramentos, son los principales símbolos religiosos y ritos que
nuestras comunidades eclesiales, presididas por un ministro ordenado, realizan cuando celebran la
presencia salvadora del misterio de Cristo. Las principales celebraciones rituales (bautismo,
eucaristía) ya existía en la iglesia apostólica como símbolos de la presencia de Cristo Jesús en su
Iglesia; sobre ellas se reflexionaba teológicamente. Las demás celebraciones simbólicas de la Iglesia
fueron configurándose simbólica y ritualmente en un progresivo y lento proceso. La denominación de
estos ritos con el nombre de “sacramento'' fue bastante posterior a su existencia. (García Paredes,
1991)
Los sacramentos constituyen, indudablemente, una parte de la relación entre los hombres y
Dios. Esta constatación, algo trivial, debería alertar acerca del hecho de que toda reflexión sobre los
sacramentos presupone de entrada una reflexión sobre la relación de Dios con los hombres. Tal como
ha reconocido la tradición judeocristiana, Dios es siempre el gran misterio, impenetrable e
incomprensible. Es, en su esencia íntima, tan distinto de los hombres que el pensamiento que avanza
tanteando no puede abarcarlo ni el lenguaje humano puede describirlo plenamente. Estas afirmaciones
son válidas también en la dirección opuesta: dada la total disparidad de los dos «socios», no parece
posible establecer una comunicación directa e inmediata entre los hombres y Dios.
La doctrina teológica del Concilio Vaticano II acerca del sujeto de la liturgia puede resumirse
de la siguiente manera: Jesucristo no es mero objeto del recuerdo, ni sólo el fundamento permanente
(la causa) de la liturgia; es, más bien, el sujeto presente, que actúa aquí y ahora, de todos los actos
litúrgicos que revisten importancia para la salvación de los hombres. Se une así a la Iglesia como a
algo que siempre está referido a él, que depende de él, que es sólo sujeto secundario de la liturgia.
La praxis de la liturgia y, por ende, de los sacramentos, vive de la convicción de fe de que
Jesús, en quien estuvieron y están unidas la divinidad y la humanidad, quiere y puede hacerse
realmente presente en cuanto Señor resucitado, viviente y exaltado, para aquellos que creen en él y a
él se orientan. Esta convicción creyente se fundamenta a su vez en las experiencias de la presencia de
Jesús resucitado de entre los muertos: «Porque donde están dos o tres congregados por razón de mi
nombre, estoy yo entre ellos» (Mt 18,20). (Vorglimrer, 1989)
Los sacramentos son signos eficaces de la gracia, instituidos por Cristo y confiados a la
Iglesia por los cuales nos es dispensada la vida divina. Los ritos visibles bajo los cuales los
sacramentos son celebrados significan y realizan las gracias propias de cada sacramento. Dan fruto en
quienes los reciben con las disposiciones requeridas.
La Iglesia celebra los sacramentos como comunidad sacerdotal estructurada por el sacerdocio
bautismal y el de los ministros ordenados.
El Espíritu Santo dispone a la recepción de los sacramentos por la Palabra de Dios y por la fe
que acoge la Palabra en los corazones bien dispuestos. Así los sacramentos fortalecen y expresan la fe.
El fruto de la vida sacramental es a la vez personal y eclesial. Por una parte, este fruto es para
todo fiel la vida para Dios en Cristo Jesús: por otra parte, es para la Iglesia crecimiento en la caridad y
en su misión de testimonio. (CEC 1131-1134)
Los sacramentos están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del
Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios; pero, en cuanto signos, también tienen un fin
pedagógico. No sólo suponen la fe, sino que, a la vez, la alimentan, la robustecen y la expresan por
medio de palabras y de cosas; por esto se llaman sacramentos de la "fe". Confieren ciertamente la
gracia, pero también su celebración prepara perfectamente a los fieles para recibir fructuosamente la
misma gracia, rendir el culto a dios y practicar la caridad. Por consiguiente, es de suma importancia
que los fieles comprendan fácilmente los signos sacramentales y reciban con la mayor frecuencia
posible aquellos sacramentos que han sido instituidos para alimentar la vida cristiana. (CVII – SC, 59)

3. SACRAMENTOS DE INICIACIÓN, CURACIÓN Y SERVICIO.


No existe un concepto general de sacramento totalmente satisfactorio, porque no hay
sacramentos en general, sino sólo sacramentos concretos. Se han registrado algunos intentos por
expresar bajo un solo concepto lo que tienen de común todos los sacramentos. Aunque insuficientes,
estos intentos han aportado una cierta contribución a la comprensión de las relaciones de Dios con los
hombres. (Vorglimrer, 1989)
Mediante los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía, se ponen los fundamentos de toda vida cristiana. "La participación en la naturaleza divina,
que los hombres reciben como don mediante la gracia de Cristo, tiene cierta analogía con el origen, el
crecimiento y el sustento de la vida natural. En efecto, los fieles renacidos en el Bautismo se
fortalecen con el sacramento de la Confirmación y, finalmente, son alimentados en la Eucaristía con el
manjar de la vida eterna, y, así por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana, reciben cada
vez con más abundancia los tesoros de la vida divina y avanzan hacia la perfección de la caridad"
(Pablo VI, Const. apost. Divinae consortium naturae; cf. Ritual de Iniciación Cristiana de Adultos,
Prenotandos 1-2). (CEC 1212)

4. TEOLOGÍA DEL BAUTISMO


a. Fundamentación bíblica
b. Tradición de la Iglesia
c. Magisterio de la Iglesia
d. Liturgia bautismal
Referencias
García Paredes, José Cristo Rey “Teología Fundamental de los Sacramentos”, Madrid. Paulinas, 1991.

Vorglimrer, H. “Teología de los sacramentos”. Barcelona. 1989. Ed. Herder

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