Constituciones de Anderson
Constituciones de Anderson
Constituciones de Anderson
El masón, debe ser una persona tranquila, sometida a las leyes del país donde
esté establecido y no debe tomar parte ni dejarse arrastrar en los motines o
conspiraciones fraguadas contra la paz y contra la prosperidad del pueblo, ni
mostrarse rebelde a la autoridad inferior, porque la guerra, la efusión de la sangre
y los trastornos, han sido siempre funestos para la Masonería. Así es que en la
antigüedad, los reyes y los príncipes se mostraron muy bien dispuestos para con
la sociedad, por la sumisión y la fidelidad de que los masones dieron
constantemente pruebas en el cumplimiento de sus deberes de ciudadano y en su
firmeza para oponer su conducta digna a las calumnias y acusaciones de sus
adversarios; esos mismos reyes y príncipes no se desdeñaron de proteger a los
miembros de la corporación y de defender el honor de la misma que siempre
prosperó en los tiempos de paz. Siguiendo esas doctrinas, si algún hermano se
convertía en perturbador del orden público, ninguno debía ayudarle en la
realización de sus propósitos y por el contrario, debía ser comparecido como un
ser desgraciado. Pero por este sólo hecho y aún cuando la cofradía condenase su
rebelión para evitarse el dar al gobierno motivo alguno de sospecha o de
descontento, siempre que el rebelde no pudiese ser censurado de otro crimen, no
podía ser excluido de la Logia, permaneciendo inviolables sus relaciones con ésta
Logia y los derechos de que como masón gozaba.
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La logia es el lugar donde los masones se reúnen para trabajar, y por extensión se
da este nombre a toda asamblea de masones constituida; todos los hermanos
deben formar parte de una logia y someterse a sus reglamentos particulares y a
las ordenanzas generales.
Las personas que querían ser admitidas en calidad de miembros de las Logias,
debían sr hombres buenos y leales, libres de nacimiento, de edad madura y
razonable y de buena reputación; estaba prohibido admitir en la Masonería,
esclavos, mujeres y hombres inmorales, cuya conducta fuera motivo de
escándalo.
Debe ser también, hijo de padres honrados, para que si posee otras cualidades,
pueda llegar a obtener el puesto de inspector, de maestro de una Logia, de Gran
Inspector y de Gran Maestro de todas las Logias, según su mérito y virtudes.
Los Inspectores han de ser miembros de la corporación y los maestros han debido
desempeñar antes el cargo de Inspector.
Los Grandes Inspectores han de haber sido maestro de Logia, y en fin, para
ocupar el puesto de Gran Maestro ha de poseerse el carácter perfecto de Masón.
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El Gran Maestro debe ser noble de nacimiento, o bien ocupar una posición
excepcional, de una educación perfecta, o bien un sabio distinguido, un arquitecto
hábil, un hábil hijo de padres honrados, y además, las Logias deben reconocer en
él un mérito real, y para que pueda llenar los deberes de su cargo de un modo
más perfecto, se le autoriza para designar y nombrar un diputado que debe ser o
haber sido maestro de una Logia Particular; el Diputado Gran Maestro, tiene el
deber de realizar todos los actos que son de la competencia del Gran Maestro, su
superior, en las ausencias de éste o por su delegado.
Durante los días laborables, todos los masones deben trabajar lealmente, para
que puedan disfrutar mejor del día de fiesta; el compañero de más conocimientos
y experiencia, debe ser elegido en calidad de maestro o superintendente de los
trabajos de construcción dispuestos por el propietario, y los que trabajan bajo sus
órdenes deben llamarle maestro. Los Compañeros deben evitar toda
inconveniencia deshonesta y el darse nombres poco decentes, se titularán
mutuamente Hermanos o Compañeros y conducirse cortésmente, tanto dentro
como fuera de la Logia.
El Maestro, debe emprender los trabajos del propietario en las condiciones más
justas y equitativas, y emplear lo que a éste pertenezca, como si se tratase de sus
propios bienes; y no dar a cada aprendiz o compañero más salario que el que
realmente merezca. Maestros y masones, todos deben ser fieles al propietario que
los ocupe y les paga religiosamente su salario, y ejecutar sus trabajos a
conciencia, bien trabajes o jornal o a destajo.
Si un Inspector de los trabajos, se elige entre los compañeros, debe ser fiel al
maestro y a los compañeros; en ausencia del maestro, velará cuidadosamente, en
interés del propietario, por la buena ejecución de los trabajos, y sus hermanos
deben obedecerle.
VI.- DE LA CONDUCTA
En la Logia Organizada:
Conducta que debe observarse cuando la Logia este cerrada, pero estando
aún reunidos los hermanos.
Deben los masones ser circunspectos en las palabras y sus obras, a fin de que los
extraños, aún los más observadores, no puedan descubrir los que no es oportuno
que aprendan; algunas veces debe aprovecharse el giro que toma la
conversación, para hacer recaer ésta en la cofradía, y hacer con tal motivo su
elogio.
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Es preciso preguntarle con precaución y del modo que la prudencia os aconseje, a
fin de evitar el que, bajo falsas apariencias, seáis engañados, rechazadle con
desprecio y tened cuidado de no hacer ningún signo de reconocimiento.
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LAS MODIFICACIONES INGLESAS DE 1738 Y DE 1813 A LAS
CONSTITUCIONES DE ANDERSON
Este debate no es simple. Es verdad que la redacción de Anderson haya ido mas
allá de las tradiciones masónicas. Además, ella ha suscitado serias controversias
en Inglaterra desde su aparición. ¿Qué debe hacerse primeramente? ¿La antigua
tradición, que, teniendo en cuenta el contexto de la época, podía difícilmente no
ser teísta, o, por el contrario lo que otros llaman el "proyecto andersoniano", que
autoriza una amplia libertad de conciencia? ¿Se puede, por ejemplo, conferir la
iniciación masónica a personas que se encuentran en la línea del pensamiento de
Spinoza o en el de Confucio?? ¿Se pueden aceptar a los que creen Dios, sin tener
la certeza de que Dios es personal y revelado? ¿Se puede, en fin, iniciar en la
Masonería a agnósticos? ¿a ateos?
Un Masón está obligado por su título a obedecer la Ley moral y si comprende bien
el Arte, no será jamás un ateo estúpido, ni un libertino irreligioso. Sin embargo, en
los tiempos antiguos los Masones fueron inducidos en cada país a pertenecer a la
religión de ese País o de aquella Nación, cualquiera fuese, no obstante, se le
considera ahora como aceptable de someterlo a la Religión que todos los hombres
aceptan, dejando a cada uno su particular opinión, y que consiste en ser hombres
buenos y leales u hombres de honor y de probidad, cualesquiera fuesen las
denominaciones o creencias que pudiesen distinguirlos; de este modo, la
Masonería deviene el centro de unión y el medio de anudar una verdadera
amistad entre personas que hubiesen debido permanecer perpetuamente alejadas
entre sí.
El texto de 1738.
(Este texto se modificó con motivo de la transformación de la Gran Logia de
Londres en Gran Logia de Inglaterra):
Un masón está obligado por su título obedecer a la ley moral y si comprende bien
la profesión, él no será nunca un ateo estúpido, ni un libertino irreligioso ni actuará
en contra de su conciencia.
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En los tiempos antiguos, los masones cristianos eran llamados a actuar de
acuerdo con las costumbres cristianas de cada país donde ellos viajaban. Pero la
masonería existente en todas las naciones, aun de religiones diversas, lleva a que
los masones adhieran a la religión según la cual todos los hombres están de
acuerdo (dejando a cada hermano sus propias opiniones), es decir, ser hombres
de bien y leales, hombres de honor y de probidad, cualquiera sean los nombres,
religiones o confesiones que ayuden a distinguirlos: pues todos se articulan sobre
los tres artículos de Noé suficientes para preservar el fundamento de la Logia. De
este modo la Masonería es el centro de la unión y el feliz medio de unir a las
personas, quienes, de otro modo, habrían permanecido perpetuamente
desconocidas entre sí.
El texto de 1813:
(Como fin de la larga división entre las "Antiguas" y las "Modernas", las dos
corrientes se reunifican formando la actual Gran Logia Unida de Inglaterra que
incluye el siguiente texto en sus nuevas constituciones):