Bruniard, E. Bolsi, A. NEA

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LAS PROVINCIAS DEL NORDESTE


(Región agro-silvo-ganadera con frentes pioneros de ocupación)

ENRIQUE BRUNIARD
ALFREDO S. BOLSI

L EL NORDESTE, LAS ESCALAS GEOGRÁFICAS Y LAS


ENERGÍAS DEL SISTEMA REGIONAL

Las provincias del Nordeste argentino —Corrientes, Chaco, Misiones, Formosa y el Norte de
Santa Fe— ocupan un dilatado territorio, del orden de los 340.000 kilómetros cuadrados, que se
articula sobre un variado mosaico de paisajes geográficos; éstos resultan de diversas asociaciones de
formas naturales y culturales regidos por factores de escala diversa y con desiguales consecuencias
para la génesis del conjunto. La comprensión de este contexto regional gestado dentro de un área
periférica con ciertos síntomas de subdesarrollo respecto del resto del país y éste, a su vez, con
síntomas semejantes en relación a los países centrales del mundo, orienta la búsqueda de las energías
intervinientes en su proceso geográfico dentro de un ámbito que excede a la propia región y puede
ensancharse a escala nacional y extra nacional.
Tanto el marco natural como el estado actual de la organización del espacio muestran ejes de
asimetría que responden a patrones de distribución cuyos efectos se revelan en diferentes grados de
generalización.

1. La diversidad del medio natural

Entre la plataforma, estructural misionera con sus paisajes serranos; la planicie correntina,
donde se ensamblan esteros lagunas y lomadas arenosas, y la cuenca sedimentaria chaqueña,
nivelada y monótona, se pueden, advertir diferencias manifiestas a través de algunos escalones
morfológicos marcados. Estos obedecen a un pasado complejo donde los derrames basálticos del
triásico y los movimientos diferenciales de bloques de los últimos tramos de su historia geológica han
dejado huellas perdurables: se destacan la franja de contacto entre las sierras de Misiones y la planicie
del Nordeste correntino y también la gran falla del eje fluvial Paraguay-Paraná, que señala la línea de
oposición entre la alta barranca correntina y la ribera baja e inundable del Chaco oriental.
A estos contrastes definidos se superpone un factor diferencial de primera magnitud; se trata del
gradiente climático —especialmente hídrico— que impone notables contrastes entre el Este y el Oeste;
desde el confín oriental de la densa selva de Misiones, con lluvias abundantes y grandes excesos de
agua, hasta el occidente chaqueño, donde los signos de la continentalidad de la aridez creciente y del
arreísmo revelan una imagen diametralmente opuesta.
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La yuxtaposición de ambos campos de diferenciación —morfológico e hídrico—, es decir,


la coexistencia de determinadas alturas, pendientes y tipos de roca madre, con cada una de
las combinaciones climáticas que derivan de la gradación aludida, genera condiciones edificas
y de drenaje particularizadas, sobre espacios más reducidos y, a la vez, incide marcadamente
sobre las formaciones vegetales que otorgan personalidad y definición manifiesta a una serie
de unidades naturales1.
A partir del oriente, plataforma estructural misionera adquiere rasgos distintivos a través de
sus serranías centrales que, a modo de columna vertebral, dividen las aguas de su
vigorosa red hidrográfica hacia los colectores laterales. Los suelos rojos y la densa selva
higrófila le otorgan también caracteres propios y únicos en el ámbito nacional2. Si bien la
considerable riqueza florística y la composición variable de su vegetación no permite destacar
especies dominantes, la, frecuencia de algunas de ellas o la presencia de otras relativamente raras
han permitido distinguir, los distritos de los laureles, de los helechos arborescentes y del urunday3.
El cedro y el palo yerba, entre las especies cotizadas, tienden a formar asociaciones, del mismo
modo que la araucaria se reúne en el confín oriental4. El dispositivo geográfico de este ámbito
selvático se articula sobre tres ejes sub-paralelos —la cumbrera de la sierra en el centro y los colectores
fluviales Paraná y Uruguay—, que constituyen las vías naturales de integración.
El parque correntino ocupa la mitad septentrional de esta provincia; es un paisaje
caracterizado, por el fraccionamiento impuesto por la topografía, el drenaje y la escasa fluidez
natural para las comunicaciones, que encuentran su valla más difícil en el complejo sistema de
esteros y lagunas del Ibera. La vegetación dominante es la pradera salpicada de isletas arbóreas
sobre las lomadas arenosas, y en las tierras altas libres de inundación pueden llegar a mezclarse
esencias chaqueñas, como el quebracho colorado, con otras higrófilas de origen misionero5.
En los am-bientes arcillosos del oriente, sobre el frente uruguayo, se desarrollan los extensos
"malezales" del Aguapey-Miriñay6.
En la mitad meridional de la provincia se alza la planicie del Paiubre, área más elevada,
afectada por movimientos ascensionales recientes que contribuyeron a formar el espinazo que
separa las aguas que drenan sus flancos hacia los colectores regionales: los ríos Miriñay y
Corrientes7. La vegetación, algo más xerófila que en el Norte, adquiere las características del
monte: árboles y arbustos bajos reunidos en bosquecillos ralos que alternan con palmares y praderas8.
Este ámbito, conocido localmente como «Espinillar», se integra al monte periestépico y
denuncia su carácter transicional hacia la pradera pampeana9.
A partir de la baja ribera occidental del Paraguay y del Paraná se levanta suavemente el gran plano
inclinado que forma la planicie chaqueña. En el borde húmedo oriental de esta gran cuenca
sedimentaria se aloja el sistema hidrográfico autóctono generado en los excesos locales de agua10;allí
se desarrolla el paisaje de esteros, cañadas y selvas de ribera11
La gran nivelación de este sector de la llanura explica el desarrollo de amplios trenes de meandros
y la formación de depósitos aluvionales de margen (albardones), que dificultan el drenaje de
los interfluvios y contribuyen a la proliferación de aguas estancadas o de lento escurrimiento.
Sobre los suelos bajos y pesados se desarrollan extensos palmerales: en los más altos encuentran
su hábitat las «isletas de monte fuerte», con predominio de quebracho colorado chaqueño
(Schinopsis balansae) y urunday (Astrinum balansae) y, en aquellas de origen fluvial, sienta sus
reales la selva ribereña. Esta secuencia, característica del oriente del Chaco y Formosa, se
transforma hacia el sur y entrando al Nordeste de Santa Fe; los suelos mejor drenados que
acompañan por el occidente a la barranca del lecho excepcional del Paraná contienen la llamada cuña
boscosa, área con amplio predominio de quebracho colorado, zona de su óptimo ecológico12.
Los sectores más deprimidos del Sur de la provincia del Chaco y los bajos Submeridionales
del Centro-norte santafesino, forman parte del Chaco de pastizales y sabanas; se trata de un enorme
fondo de palangana, sobre suelos de origen lacustre, con marcados problemas de salinización.13
La débil pendiente hacia el sudeste lleva los excesos de agua en escurrimiento laminar hacia la de-
presión central drenada por el arroyo Golondrinas y el Salado inferior14. Este es el ámbito del es-
partillo (Spartina argentinensis), sólo alterado por árboles aislados y pequeñas isletas de chañar,
algarrobo, talas y espinillos, especies que se reúnen más al Sur para formar el monte santafesino y la
transición al ámbito pampeano.15
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Sobre el centro de las provincias de Chaco y Formosa se desarrolla el Chaco de parques y


sabanas secas. El drenaje alóctono, representado por los tramos medios de los ríos Pilcomayo y
Bermejo, y los numerosos cauces secos que acompañan el rumbo NO a SÉ, son reflejos del
carácter semiárido del área central, factor éste que realza precisamente la importancia que
asumen las pequeñas diferencias altimétricas en las características edáficas y en las fisonomías
vegetales: en los suelos altos — pardoaluviales— se disemina el bosque xerófilo de porte
mediano formando isletas más o menos cerradas, mientras que en la topografía de cuencas se
desarrollan amplios claros esteparios, llamados localmente «abras» o «pampas»; ambas
formaciones —leñosas y herbáceas— se equilibran en el dominio de este paisaje de la planicie
central16.
Hacia el confín occidental, donde las deficiencias de agua se agravan y las pocas lluvias se
concentran en el verano, se entra en el dominio de la vegetación leñosa y del espinal; éste es el
ambiente del chaco leñoso, donde sólo los ríos alóctonos (Pilcomayo, Bermejo y Salado) mitigan los
rigores de la aridez. Sobre los suelos zonales se desarrolla el monte alto de quebracho colorado
santiagueño (Schinopsis lorentzii) y quebracho blanco y se empobrece sobre los terrenos
aluvio-nales, con monte bajo achaparrado, hasta desaparecer en los «blanquizales» y «peladares»
for-mados por la presencia de salitre o por la naturaleza compacta del sustrato17. Pertenece a este
ámbito del Noroeste del Chaco y Formosa. El Impenetrable, área donde las fisonomías de leñosas
son homogéneamente cerradas18.
Este conjunto de paisajes, más o menos diferenciados, se articula sobre el gran dispositivo
hidrográfico que tiene como eje central la línea del Paraguay-Paraná, hacia donde converge el
resto de la arboladura fluvial que forman sus grandes tributarios. A ambos lados de este eje
central tienden a agruparse los paisajes abiertos y semiabiertos, mientras que hacia los bordes
oriental y occidental, tanto la selva higrófila de Misiones como el Chaco leñoso y «El
Impenetrable» son representativos de los paisajes cerrados y de acceso más difícil.
En otra escala de apreciación pueden notarse ciertos caracteres comunes, aunque no exclu-
sivos, que contribuyen a diferenciar todo este conjunto respecto del resto del país y
especialmente de las comarcas del Sur: se trata de su condición subtropical representada por un
prolongado e intenso verano y por un largo período libre de heladas, que son característicos de la
porción situada al Norte de 30° latitud Sur.19

2. La actividad humana y la organización territorial.

La disparidad natural entre las comarcas húmedas del oriente y las secas de occidente fue
vigorizada por la presencia de los primeros grupos humanos que se asentaron en ella. En el Nordeste
de Corrientes y en Misiones, los guaraníes agricultores constituyeron células de
poblamiento bien organizadas, mientras que al otro lado del Paraná las considerables
extensiones boscosas y la carencia de agua en gran parte de la planicie estimularon un género de
vida nómade que desconoció el asentamiento persistente y la propiedad de la tierra y opuso una
tenaz resistencia a los frentes civilizados de ocupación.20
La penetración hispánica, que a partir del Río de la Plata contó con el eje fluvial como vía obligada
de acceso al subtrópico, acentuó aún más las diferencias con la fundación de la ciudad de Corrientes
(1588) en el área más apta de la confluencia fluvial Paraguay-Paraná. Este fue el punto de partida
para la ocupación territorial del Nordeste y debieron pasar más de 300 años para que el impulso del
centro pionero, mediante el lento y penoso avance de sus estancias, incorporara a la civilización lo
que es hoy su territorio provincial; hacia 1800 la población de la provincia de Corrientes alcanzaba
sólo las 20.000 almas.21 Ello evidenciaba la inercia del país colonial en una época carente de medios
y de estímulos para acometer una empresa de ocupación territorial efectiva de esa envergadura;
todavía no estaban dadas las condiciones: fue necesario esperar el largo proceso de la independencia
y de la organización institucional y política del país.
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La finalización de la Guerra de la Triple Alianza generó la necesidad geopolítica de la ocupación de


las tierras baldías de Misiones y del Gran Chaco, o «territorio indio del Norte», como lo denominara
Martin de Moussy en 186622; y es a partir de esa época que empiezan a implementarse las bases más
eficaces para la ocupación territorial del Nordeste. En efecto, en la década del 70 comienza el
desarrollo de una etapa fundamental de la vida del país: «el crecimiento económico argentino fue
condicionado por la expansiva demanda mundial de productos agropecuarios, los cambios
revolucionarios en los medios de transporte y. la enorme dotación de tierras fértiles de clima
templado en la zona pampeana. Sobre esta base el país atrajo fuertes corrientes inmigratorias que
poblaron sus campos y ciudades y una activa corriente de capitales extranjeros que con-tribuyeron de
manera decisiva al financiamiento de la infraestructura económica [...] Se conformó así un modelo
económico abierto, fuertemente integrado a la economía internacional [...]»23.
Esta misma etapa fue descripta por Gottmann en términos semejantes, pero bajo la perspectiva
geográfica europea: «La expansión se produjo cuando la Europa industrial recurrió a los grandes
espacios de ultramar para que le proporcionasen alimentos y materias primas en
cantidades crecientes [...]
Europa occidental proporcionó los capitales, el equipo y el mercado. La Europa mediterránea,
sobre todo Italia y España, proporcionaron los inmigrantes, o sea, la mano de obra»24.
Este período de la vida argentina, que fuera denominado «de la economía primaria exporta-
dora», dio origen al dispositivo que Daus, atendiendo a sus implicancias geográficas, llamara
«estructura agroportuaria» y cuyos componentes esenciales fueron la pampa, el ferrocarril y el puer-
to25. El esquema territorial que resultó de este proceso inducido desde el exterior se fundamentó en una
notable concentración de los núcleos vitales de la economía sobre la región pampeana y esencialmente
en el puerto de Buenos Aires.
Este proceso de «litoralización», como ha sido llamado en muchas naciones en semejantes
estadios del desarrollo, rompió el relativo equilibrio entre las provincias tradicionales frente al cre-
cimiento de una región nuclear focalizada en el área geográfica mejor dotada del país. Nació así el
carácter dual del esquema económico espacial argentino, o «las dos Argentinas» que reconociera Franz
Kuhn.26 Es a partir de ésta nueva situación cuando se revela la condición periférica de las provincias
del Nordeste que, como tales, ya río serían ajenas a los cambios que se operaban en la región central:
de ésta partirían los impulsos más eficaces para incorporar las tierras del Norte, a través de la
prolongación de la malla ferroviaria, a la intensa actividad económica que desplegaba la nueva
estructura. La expansión de la ganadería y la explotación de los bosques y los frutos subtropicales
encontraron también un mercado nacional en fuerte expansión. El desarrollo de los transportes
favoreció la especialización económica de las provincias y contribuyó a la unidad nacional a través de
un polo dominante, pero poco hizo por la integración de nuevas entidades regionales; las capitales de
las cuatro provincias del Nordeste (Posadas, Corrientes, Formosa y Resistencia) se convirtieron en
punta de rieles, pero ellas no se vincularon directamente entre sí mediante el ferrocarril.
Este modelo de desarrollo económico del país, al que se acoplaron los bosques del Chaco, las
estancias del Paiubre correntino y los «campos» submisioneros, llegó hasta las primeras décadas del
siglo, época en que empieza a estancarse la economía primaria exportadora y comienza a acelerarse el
proceso industrial nacional; esta nueva etapa, que ya empezara a revelarse durante la Primera Guerra
Mundial, estaba destinada a la sustitución de importaciones. Las barreras aduaneras, la devaluación de
la moneda argentina y, finalmente, la crisis mundial del 30, generaron las condiciones para la
instalación de nuevas industrias que, aprovechando el abanico ferroviario convergente en Buenos
Aires, con su creciente polarización, acentuaron el esquema dual de la organización económica
argentina. La nueva demanda industrial de materia prima de origen subtropical y un mercado nacional
creciente, constituyeron un renovado estímulo para la actividad de los frentes pioneros del Nordeste.
Alimentados por nuevos movimientos migratorios y a través del cultivo del algodón, del arroz, de la
yerba mate, del té, del tung, del tabaco, etc., estos frentes se adhirieron a la nueva etapa que vivía el
área nuclear del país y contribuyeron decididamente al poblamiento y a la organización territorial de la
periferia septentrional argentina; ésta se convirtió en el anexo agrícola subtropical de la región nuclear.
A medida que la producción regional fue alcanzando los niveles de consumo del mercado na-
cional —hacia la década del 50—, empezaron a agotarse las energías exógenas y comenzó a detenerse
el proceso de expansión de las fronteras económicas regionales, en un momento en que todavía no se
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habían alcanzado las fronteras políticas del Nordeste. Se entró así en una nueva etapa
caracterizada por la emigración rural, por una urbanización creciente, por una diversificación de
las bases económicas con resultados desiguales en cada una de las provincias y de sus res-
pectivas áreas. Salvo algunos estímulos limitados —en años recientes—, ésta es la tónica que vive
el complejo geográfico del Nordeste. La construcción de rutas pavimentadas a partir de 1960
constituye un factor que tiende a una integración regional incipiente, a la que se opone el fuerte y
persistente esquema centralizador elaborado en las etapas anteriores.
Este proceso de ocupación y organización territorial, movido por energías extrarregionales o
por demandas alóctonas, ha convertido a las provincias del Nordeste en lo que Ferraro
llama «típicos enclaves de drenaje», ya que no existe una aceptable integración
agroindustrial27. La marcada especialización de la producción de cada provincia advierte sobre el
bajo nivel de cohesión de la economía regional28.
El destino de la mayor parte de la producción subtropical —al mercado nacional, fuertemente
concentrado— no sólo ha privado a las provincias del Nordeste de los establecimientos de trans-
formación de su propia materia prima sino que ha generado una relación de dependencia
marcada respecto de Buenos Aires y de la región pampeana que se evidencia en la estructura de los
sistemas de transporte y en los flujos económicos convergentes en el Sur29. Sólo los
productos pesados, de menor valor relativo, como son los derivados de la explotación forestal
—maderas misioneras o quebracho chaqueño—, permitieron la elaboración in situ o, por lo menos, las
etapas iniciales de la transformación industrial. Los productos livianos de mayor valor, por
ejemplo el al-godón chaqueño o las lanas correntinas, alimentan, en tanto, los complejos textiles
extrarregio-nales. La escasez de excedentes del productor regional de materia prima y la falta de
reinversión de los excedentes industriales en las provincias productoras contribuye al
estancamiento y la profun-dización de la brecha interregional.30
Si bien la posición geográfica de las provincias del Nordeste y su estructura y función
productiva nacional —proveedora de materia prima subtropical— permitió su reunión, en un
intento de planificación nacional, en un conjunto denominado «Región de Desarrollo
Nordeste» (NEA)31, por otro lado, el esquema centrífugo e independiente de sus flujos
económicos interfiere la integración efectiva de sus componentes en una región funcional
articulada.
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NOTAS
1 Las unidades naturales responden a los "tipos de vegetación" representados en la Fig. 5. Se trata de una
compilación cartográfica compuesta por "H Chaco argentino. Mapa preliminar de subregiones" de MORELLO,
J. (Las grandes unidades de vegetación y ambiente del Chaco argentino, 1968, ed. 1NTA, Bs. As.) y por el mapa
fitogeográfico de FRENGUELL1, J. ("Rasgos principales de fitogeografía argentina", 1949. en Revista del
Museo de La Plata, T. III, N° 13).
2 KUHN, F., Fundamentos de fisiografía argentina (1922, ed. Biblioteca del Oficial, Bs. As., p. 68-69);
FRENGUELLI, J., "Las grandes unidades físicas del territorio argentino" (1946, en Geografía de la República
Argentina, ed. Soc. Arg. de Estudios Geográficos, Bs. As., T. III); PAPADAKIS, Juan, "Informe preliminar
sobre los suelos de Corrientes" (1960, en Revista ID1A, ed. Inst. Nac. de Tecnología Agropecuaria, Bs. As.,
Suplemento N° 1, p. 157).
3 MARTÍNEZ CROVETTO, Raúl, "Esquema fitogeográfico de la provincia de Misiones (República Argentina)",
(1963, en Bonplandia, ed. Fac. de Agronomía y Veterinaria, UNNE, Corrientes).
4HAUMAN, Lucien, "La selva misionera" (1947-1950, en Geografía de la República Argentina, ed. Soc. Arg.
de Estudios Geográficos, Bs. As.).
5 BONARELLI, Guido y LONGOBARDI, Ernesto, Memoria explicativa del mapa geo-agrológico y minero de
la provincia de Corrientes (1929, ed. Provincia de Corrientes, Imprenta del Estado, T. I y II).
6 SÁNCHEZ, Zacarías, Notas descriptivas de la provincia de Corrientes (1894, ed. Moreno, Bs. As., p. 12).
7CASTELLANOS, Alfredo, "Morfología general-de la provincia de Corrientes" (1959, en Boletín de la Soc.
Arg. de Estudios Geográficos, Bs. As., N° 41-42).
8CABRERA, Ángel, "Vegetación y fauna" (s/f, en Geografía de la Provincia de Corrientes, ed. preliminar,
Imprenta Prov. De Corrientes).
9CABRERA, Ángel, "Fitogeografía de la República Argentina" (1971, en Boletín de la Soc. Arg. de Botánica,
Bs. As., vol. XIV, N°1-2).

10 CASTELLANOS, Alfredo, "Apuntes sobre potamología argentina" (1935, en Revista Tecnia, Rosario).
11 MORELLO, Jorge y ADAMOLI, Jorge, Las grandes unidades de vegetación y ambiente del Chaco argentino
(1974, ed. INTA, Bs. As, Serie Fitogeog. N° 13).
12 MORELLO y ADAMOLI,(1974, ob. cit.)
13 CERANA, Luis, "Suelos de la fracción Norte de los bajos Submeridionales de la provincia de Santa Fe" (1960,
en IDIA, ed. INTA, Buenos Aires, Suplemento N° 1, p.180).
14 MANZI, Rubén y GALLARDO, Mabel, El paisaje geográfico del Noroeste santafesino (1962, ed. Univ. Nac.
del Litoral, Santa Fe, p. 30 y ss.).
15 FRENGUELLI, Joaquín, "Rasgos principales de fitogeografía argentina", ob. cit.
16 MORELLO y ADAMOLI (1974, ob. cit.)
17 CASTELLANOS, A., "Observaciones sobre la vegetación del occidente de Formosa" (1958, en boletín de la
Acad. Nacional de Ciencias, Córdoba, T. XL, p. 230).

18 MORELLO y ADAMOLI (1974, ob. cit.)


BRUNIARD, Enrique, El clima de las planicies del norte argentino (1981, tesis, Facultad de Humanidades,
19
UNNE, Resistencia).
20 FURLONG, Guillermo, "Una visión del Chaco antes y después de 1740" (1968, en finanzas, Bs. As., N° 289)
y GÓMEZ, Hernán, Historia de la Gobernación Nacional del Chaco (1939, ed. Talleres Gráficos San Pablo, Bs.
As., p. 18).
21 En 1797 la población de Corrientes alcanzaba a 18.728 habitantes, y en 1814 llega a 30.184; Censo Nacional
de Población y Vivienda 1980 (ed. Instituto Nacional de Estadística y Censos, Bs. As., Serie D).
22 MOUSSY, Victor Martin de, Description Géographique et Statistique de la Conféderation Argentine (1866,
ed Didot, Paris.)
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23 Situación
actual y perspectivas de la economía argentina (1966, ed. Centro de Investig. del Inst. de Desarrollo
Económico y Social, IDES, Bs. As., p. 12-13).
24 GOTTMANN, Jean, América (1972, ed. Labor, Barcelona, p. 386 y 390).

25 DAUS, Federico, El desarrollo argentino (1969, ed. EUDEBA, Bs. As., p. 19).
26KUHN, Franz.-capítulos de "Geografía económica argentina" (1928, en Anales de la Fac. de Ciencias de la
Educación, Univ. Nac. del Litoral, Paraná, T. IH).
27 FERRARO, Roque, El desarrollo regional argentino (1973, ed. Plus Ultra, Bs. As., p. 19).
28 La
cohesión es tanto menor cuanto mayor sea el grado de especialización de la producción regional. SZALAI,
Alexandre, índices de cohesión para la determinación de regiones (1971, ed. Nueva Visión, Bs. As., trad. de
Mario Bronfman).

29 Bases para el desarrollo regional argentino (1963, ed. Consejo Federal de Inversiones, Bs. As.).
BESIL, Antonio, "La economía de la región NEA" (1976, en Revista de Estudios Regionales, ed. CERNEA,
30
Corrientes, vol. I).
31BRUNIARD, Enrique y REY, Walter, "El carácter regional y la regionalización del Nordeste argentino"
(1969, en Revista Nordeste, ed. Fac. de Humanidades, UNNE, Resistencia, N° 11-13).
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II. EL PROCESO DE OCUPACIÓN DEL ESPACIO

En las provincias del Nordeste argentino el proceso de ocupación del espacio ofrece marcadas
diferencias entre los ámbitos mesopotámico y chaqueño, tanto desde el punto de vista cronológico
como en las condiciones que caracterizaron cada período y en los resultados que interesan desde el
punto de vista geográfico. Es por ello que los trataremos en forma separada.

1. La ocupación del Gran Chaco

El desarrollo de la ocupación y valorización de las tierras chaqueñas revela un dispositivo radial


y convergente, iniciado en su periferia y con sucesivos avances hacia el centro de la planicie, hasta el
cual todavía no se ha llegado con la infraestructura necesaria para su aprovechamiento
económico efectivo. La estructura geográfico-humana actual se compone de una suma de procesos
diferenciados que jalonan la empresa de aprovechamiento y valorización de su territorio; cada uno de
esos procesos, en sus respectivos tiempos, generó sus propios dispositivos geográficos: límites
administrativos, rutas de penetración, división y modos de explotación de la tierra, etc.,
dispositivos que hoy coexisten, con mayor o menor vigor, en la caracterización geográfica del
paisaje chaqueño1.

La. La ocupación de la periferia y los límites administrativos

Las corrientes colonizadoras del siglo XVI formaron el marco externo de ocupación a través de
las ciudades de Asunción, Corrientes y Santa Fe, sobre el eje fluvial Paraguay-Paraná; por el oeste lo
hicieron desde Santiago del Estero y Tucumán. Aventurada sobre el mismo centro de la planicie, la
ciudad de Concepción del Bermejo (1585) no corrió la misma suerte de las anteriores y fue
abandonada en 16322. Ésta ocupación perimetral no había variado fundamentalmente hasta las
últimas décadas de la dominación española: la línea guarnecida por fortines corría desde San
Ramón de la Nueva Oran, en Salta, por los valles de los ríos Grande, San Francisco y Río del Valle
hasta empalmar con el Salado; por el sudoeste penetraba en Córdoba hasta el Sur de Mar Chiquita y
desde allí se acercaba al Paraná a la altura de Santa Fe. Los intentos de instalación sobre la
margen derecha del Paraná, como fue la reducción de San Fernando del Río Negro, frente a Co-
rrientes, no alcanzaron permanencia.
Producida la independencia del país y la organización nacional, y cuando las provincias ge-
neradas en aquellos centros periféricos fueron ocupando efectivamente parte de las extensiones que
nominalmente habían heredado de la época del Virreinato, se hizo necesario deslindar sus
respectivas áreas de influencia; el gobierno central dispuso en 1862 que «fueran nacionales todos los
territorios fuera de los límites de las provincias»3
Tiempo después, la finalización de la Guerra de la Triple Alianza apuró las decisiones prácticas y
el gobierno argentino, precisado a reforzar su soberanía sobre el llamado Chaco boreal y central, creó
el «Gobierno del Chaco» (1872) con capital en Villa Occidental, sobre la ribera izquierda de las bocas
del Pilcomayo. Años más tarde, a raíz del laudo arbitral que fijara en este río el límite con la
República del Paraguay, la nueva capital se asentó en Formosa4. La jurisdicción asignada a la
nueva entidad se extendía desde el Arroyo del Rey, en su linde con la provincia de Santa Fe, hasta el
Pilcomayo por el norte, y desde el Paraguay-Paraná hasta los imprecisos límites orientales de Salta y
de Santiago del Estero.
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Desde el occidente, las activas fronteras salteñas ya habían bajado los flancos subandinos al amparo
de los fortines, hasta llegar a los llanos pedemontanos que nutren el Bermejo; allí se fundó Colonia
Rivadavia (1862). En el Sudoeste, la franja interfluvial del Dulce y del Salado concentraba un caudal
demográfico creciente sustentado en los beneficios que brindaban los lechos de inundación de ambas
arterias para el cultivo sobre bañados, y las estancias apenas se aventuraban más allá del Salado, río
que por mucho tiempo constituyó la frontera de la ocupación santiagueña.
Sobre el borde chaqueño oriental los asentamientos se iniciaron hacia 1875 con la mensura de las
colonias Timbó, frente a Coya; Las Toscas, frente a Bella Vista, y San Fernando (Resistencia), frente a
Corrientes. Estas colonias de avanzada se ofrecieron en venta a colonos inmigrantes y se
complementaron, junto a Formosa, con una serie de colonias particulares intercaladas en virtud de la ley
Avellaneda (1876), que dispuso que los territorios nacionales se dividieran en secciones cuadradas
de 20 kilómetros por costado y cada sección dividida en 400 lotes de 100 hectáreas cada uno5. Si
bien estas colonias perimetrales no tuvieron un auge inmediato, constituyeron las sufridas avanzadas
que valorizaron las tierras desiertas de las adyacencias. En 1878 arribaron los primeros inmigrantes
italianos a la Colonia Resistencia.
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Luego de la gran campaña militar de 18846,que alcanzara hasta el centro mismo de la planicie, se
crearon las gobernaciones nacionales del Chaco y de Formosa, con sus capitales en los pueblos recién
creados sobre el eje fluvial, y se perfilaron sucesivamente sus límites con las provincias
tradicionales a medida que las tierras fueron ocupadas: en 1886 se Concedió a Santa Fe la zona
comprendida entre el Arroyo del Rey y el paralelo 28°; en 1902 se modificó el límite entre Santiago
del Estero y la gobernación del Chaco7.
Las provincias tradicionales por una parte y el Gobierno Nacional —en los territorios recién
creados-, por otra, se repartieron la administración de la planicie chaqueña, originando con ello el
primer gran marco de diferenciación en el proceso de división y enajenación de la tierra.

1 .b. El avance de los latifundios

En un lapso inferior a 20 años el casi desierto Chaco santafesino paso totalmente a manos
privadas; a fines de 1863 «la ambición —afirma Gori— mira hacia las tierras del Norte, sobre el río
Paraná y el Salado»8. Los campos del Nordeste santafesino que acompañan a la ribera paranaense fueron
vendidos en fracciones rectangulares perpendiculares al río. Las tierras más próximas aí Salado, en
el ámbito mejor drenado del Noroeste provincial, fueron adquiridas hacia 1866 por la Sociedad de
Crédito Territorial en lotes de 8.000 hectáreas, hasta completar un total de 400.000 hectáreas9. El
amplio espacio intermedio, ocupado por los bajos Submeridionales y parcialmente por la cuña
boscosa, fue adquirido en 1881 por una empresa londinense en un solo bloque de 1.800.000
hectáreas10.
En Santiago del Estero, mediante una ley provincial de 1898, se autorizó la venta de 1.870.000
hectáreas situadas al NE del Salado, en pleno ámbito chaqueño, y en los años siguientes fueron
fraccionados y vendidos en lotes no inferiores a las 10.000 hectáreas11.
Hacia 1895 aún restaba un margen considerable de tierras fiscales sobre los «chacos sálte-nos»,
pero el avance de los ganaderos «fronterizos» cambió la situación y a principios de siglo sólo cinco
propietarios contaban con más de 700.000 hectáreas12.
En los territorios nacionales de Chaco y Formosa, en virtud de la misma ley Avellaneda, se
otorgaron concesiones de 40.000 hectáreas cada una para colonización particular y, más tarde, la
llamada «ley de liquidación» facilitó la enajenación sin obligación de colonizar de numerosas
concesiones situadas en la franja húmeda oriental. A ello se agregó la venta en remate público de
480.000 hectáreas, con lo que se totalizaron 3.300.000 hectáreas de tierras privatizadas en el
oriente del Chaco y de Formosa, es decir, en el Chaco de esteros, cañadas y selvas de ribera13.
El proceso latifundista reseñado —coincidente con la corriente de especulación desatada en las
últimas décadas del siglo pasado—, a medida que se ensanchaba la frontera agropecuaria
pampeana, concluyó con la enajenación de una corona perimetral de tierras en fracciones que
oscilaron entre 8.000 hectáreas la menor y más de 1.800.000 hectáreas la mayor. A principios de siglo,
cuando empezaba a insinuarse el poblamiento de los territorios nacionales, se prohibió por disposición
del gobierno central la venta de la tierra pública y se afectaron 15 millones de hectáreas a la zona de
influencia de los futuros ferrocarriles de fomento a construirse14.
De este modo quedaron perfilados en el ámbito chaqueño tres grandes marcos fundiarios: las
primitivas colonias agrícolas y pastoriles formaron el marco externo sobre el eje fluvial (Recon-
quista, Florencia, Resistencia, Formosa, entre las más importantes); avanzando hacia el interior se
formó la ancha corona de latifundios, y en el mismo centro de la planicie quedó libre un amplio sector
de tierras fiscales.

1 c. La explotación forestal y el poblamiento


El proceso latifundista reseñado fue coetáneo con la expansión y equipamiento de la región
pampeana durante las últimas décadas del siglo pasado y ello se tradujo en una repentina demanda de
maderas duras para durmientes de la red ferroviaria nacional —en pleno proceso de construcción—,
leña para locomotoras, vigas para construcciones portuarias, etc. A ello se agregó el descubrimiento de
las propiedades tánicas del quebracho colorado.15
429

El valor adquirido por las maderas del bosque chaqueño se manifestó en la penetración ferroviaria
desde los puertos del Sur a través de líneas troncales que prolongaron la cerrada malla pampeana
con algunos salientes hacia el norte La «Compagnie Française des Chemins de Fer de Santa Fe» penetró
los latifundios norteños hasta llegar a la cuña boscosa y alcanzar la sabana, al norte del paralelo 28°, en
1892; años más tarde esta línea terminó en el puerto de Barranqueras. Simultáneamente la misma
empresa construía el ferrocarril de San Cristóbal a Tucumán, pene-trando los bosques xerófilos del
occidente; en 1891 llegó a Fortín Inca y luego se amplió la red con ramales desde Añatuya a Quimilí y
Tintina en el Nordeste santiagueño16.
En pocos artos la profunda penetración de la actividad forestal diseminó en los bosques chaqueños
miles de hacheros correntinos, santiagueños, santafesinos y paraguayos que acompañaron la ocupación
de los latifundios. La exportación de rollizos de quebracho colorado, para su elaboración en
Europa, aumentó de 7.000 unidades en 1.888 a 250.000 en 1894. Para esta fecha se inicia la radicación
de fábricas de tanino en el ámbito boscoso del Norte. La primera de ellas lo hizo en Fives Lille, en
189517.
El aprovechamiento del bosque entró en el régimen de las grandes industrias ligadas al capital y al
comercio internacional. Inversiones de origen francés, alemán e inglés impulsaron vigorosamente la
actividad forestal sobre la cuña boscosa y ganaron luego los latifundios del oriente del Chaco y de
Formosa. Al promediar la década del 20 se cuentan diseminadas en este ámbito 25 fábricas de tanino
en funcionamiento; era el momento de mayor auge y se había alcanzado el máximo de la capacidad
productiva, hasta superar incluso la demanda mundial de curtientes Es-pecialmente en el Norte
santafesino surgieron las ciudades fábricas, verdaderas factorías que contribuyeron a una
urbanización prematura en medio del monte agresivo; ciudades sin región en muchos casos (Villa Ana.
Villa Guillermina, Tartagal. etc.,) y con un futuro tan efímero como el bosque taninero que las
sustentaba18.
La explotación del quebracho colorado santiagueño, especialmente para la provisión de dur-
mientes, alcanzó también su etapa culminante en las primeras décadas del siglo siguiendo el
mismo ritmo de la construcción de la red ferroviaria nacional y, concluida ésta, empezó su decli-
nación.
Se advertía entonces un agotamiento de las energías sustentadas en la demanda extrarregional y
extranacional que iniciaran el ciclo de la penetración forestal. La ganadería extensiva, que fuera un
complemento de la actividad de los obrajes, se extendió entonces sobre las tierras vacantes del
oriente húmedo, aunque reteniendo sólo el mínimo indispensable que puede sustentar esta actividad
económica de una masa pobladora que se desplazaba tras las explotaciones de los nuevos bosques
vírgenes.

1d. El ciclo algodonero y la ocupación agrícola.


A medida que la explotación forestal declinaba y entraba en crisis, aparecían los primeros estímulos
para un nuevo ciclo económico y de poblamiento a través del cultivo del algodón.
En los 1908 la ley 5.559, conocida como «ley de fomento de territorios nacionales», determinó la
construcción de las vías férreas desde el eje fluvial del oriente inicia el Noroeste (Formosa-Embarcación
y Barranqueras-Metan), a financiarse con la venta de las tierras fiscales del centro y Noroeste del Chaco
y Formosa, es decir, aquellas que no fueron alcanzadas o que pudieron librarse de la especulación de
fines de siglo.19
Hacia 1914 se concluyó el trazado de las vías que unen Barranqueras con Sáenz Peña, Avia Terai y
General Pinedo, hasta llegar a ensamblarse en Quimilí, con el ramal forestal del Oeste. En 1915 los
rieles que partieron de Formosa alcanzaron la localidad de Las Lomitas. Recién hacia la década del 30
se completaría el trazado de ambas líneas troncales y de sus ramales secundarios; pero quedaban así
habilitadas las tierras del «fisco» interior.20
Entre 1911 y 1916 se crearon en el centro de la provincia del Chaco las colonias agrícolas y mixtas
Presidente Uriburu, Sáenz Peña y Rivadavia. Para esta época, y como una consecuencia de la Primera
Guerra Mundial, los precios del algodón en los mercados internacionales se triplicaron; pocos años
después —en 1921— se anunciaba que «acaba de producirse una considerable inversión de capitales
extranjeros para el cultivo del algodón».21
430

Esta conjunción de causas inauguró un proceso de ocupación de las tierras fiscales del interior con
caracteres peculiares por sus consecuencias económicas, sociales y geográficas.
Los primeros pobladores se concentraron preferentemente sobre la línea que partía de Ba-
rranqueras hacia Avia Terai, postergando la línea formoseña, puesto que aquélla reunía condi-
ciones más favorables: por un lado se vinculaba directamente, a través de Barranqueras y Resistencia,
a la red ferroviaria nacional y a la región nuclear del país, y por otro se encontraba más próxima a
los obrajes, de donde provenía gran parte del grupo pionero, y también enlazaba dos áreas de
estancamiento económico y de emigración como eran los casos, por entonces, de las provincias de
Corrientes y de Santiago del Estero.
Se originó así una etapa de acelerado poblamiento de la planicie centro-chaqueña que duplicó el
activo humano del territorio en sólo siete años (de 21.157 habitantes en 1905 se alcanzó en 1912 a
43.002); de esta última cifra casi 34.000 son argentinos y, entre los extranjeros, figuran 4.413
paraguayos. Se trata de un frente pionero netamente nacional constituido en un 80% por correntinos,
y el resto por santiagueños, santafesinos, etc.22. La presión del frente agrícola desbordó el ámbito de
las colonias y se extendió hacia las abras y las pampas de las tierras fiscales vecinas. En 1921 se
aprobó la habilitación de nuevas colonias en el centro chaqueño (1.453.750 hectáreas) y también en
Formosa (822.050 hectáreas)23.
Este frente pionero fundamentalmente nacional fue reforzado con la entrada de inmigrantes
extranjeros, patrocinada por el Estado nacional, que logró radicar —entre 1923 y 1930— 16.000
europeos, entre los que se incluyen polacos, italianos, yugoslavos, búlgaros, etc., que se afincaron en
el centro de la provincia del Chaco, en las áreas de influencia de Sáenz Peña, Villa Ángela y
Charata. Entre 1931 y 1936 concluye la entrada masWa de extranjeros con el aporte de 4.118
pobladores ucranianos, polacos y checoslovacos.
La población, que en 1922 sumaba 60.564 habitantes en el territorio del Chaco, alcanzó en 1935 a
los 276.343. La extensión cultivada con algodón, que en 1910 sumaba 1.738 hectáreas diseminadas en
las primitivas colonias del oriente, alcanzó en 1935 a 245.625 hectáreas distri-buidas en 13.673
chacras. En el mismo año los cultivos de algodón en Corrientes, Formosa y Santa Fe alcanzaban
respectivamente a 24 078,12.240 y 2.648 hectáreas.
Las cooperativas agrícolas, las desmotadoras de algodón y las fábricas del aceite contribu-yeron a
consolidar los centros urbanos nacidos en el interior chaqueño e hilvanados por la vía férrea como un
complemento necesario de la actividad rural.
Esta etapa expansiva de poblamiento y de producción algodonera empezó a declinar hacia la
década del 50, cuando se alcanzaron las 100.000 toneladas de fibra que consume habitualmente por
año el país. El exceso de producción y la consecuente caída de los precios marcaron una etapa de
estancamiento y de emigración rural. La reorientación de la actividad agrícola y la adopción de
cultivos pampeanos desembocan en el momento actual cuando, con altibajos y con lentitud, se intenta
continuar el proceso de ocupación y valorización económica del Chaco leñoso.
El resultado geográfico de la superposición de los ciclos económicos descritos nos muestra hoy un
marco externo de mayor densidad de ocupación sobre las primitivas colonias agrícolas del oriente; allí
se desarrollaron los centros urbanos que forman las capitales regionales del Norte: Reconquista,
Resistencia, Formosa y Clorinda. Hacia el interior una franja de baja densidad de población,
coincidente con los latifundios forestales y pastoriles y, ya sobre el corazón mismo de la provincia del
Chaco, un núcleo agroindustrial con centro en Sáenz Peña .

2. Los territorios de Corrientes y Misiones.


Los territorios actuales de Corrientes y Misiones participaron de dos estructuras clásicas de la
expansión europea. Una, la más extendida espacialmente, fue la organización colonial que persistió en
Corrientes hasta la época de la independencia, a principios del siglo XIX. Otra, la organización
misional jesuítica, abarcó a Misiones pero también a parte de sus países vecinos; persistió hasta la
segunda mitad del siglo XVIII.
431

2 a. La estructura misional.

Esta circunstancia es importante para comprender dos procesos de ocupación disímiles. Las
misiones organizaron a los pueblos guaraníes en una estructura particular — vocacionalmente
aislada del mundo colonial—, apoyada en el momento de máxima expansión en 30 centros po-
blados que en conjunto albergaban 130.000 habitantes dedicados a la vida agrícola y ganadera para
sostener —además de a su propia población— un importante comercio externo. Los sistemas misionero
y colonial entraron en colisión en varias oportunidades. Cada una de ellas se refleja en la curva de
evolución de la población guaraní a través de caídas bruscas del total de efectivos. El último
enfrentamiento —que alcanzó su punto culminante con la expulsión de la orden en 1767— marcó el
comienzo de un crítico proceso de disgregación de la sociedad y del espacio geográfico24. La corona
española primero y los estados circundantes al área misionera después provocaron una acelerada
desarticulación de la estructura y, en un período relativamente breve —donde predominaron las
invasiones violentas, los saqueos, los incendios y las matanzas—, el territorio quedó vacío y los pueblos
en ruinas. Los pocos que, a mediados del siglo XIX, persistían en el área de la Misiones actual, a
pesar de las estrictas disposiciones en contrario del gobierno paraguayo, conformaban una débil
población dé criollos que extraía la yerba mate y alentaba un tímido comercio con las comarcas
vecinas25.
Con la culminación de la Guerra de la Triple Alianza (1865-1870) se inició un nuevo período que
tiene como punto de partida un espacio desquiciado y prácticamente sin población.

2 b. Las vaquerías y las estancias


En Corrientes el proceso de ocupación del espacio se apoyó también en la actividad agropecuaria,
pero según pautas diferentes. En torno del núcleo naciente de la ciudad capital, fundada a fines del
siglo XVI, se organizó la vida agrícola y ganadera, que persistió durante muchos años como un
conjunto cerrado, definiendo un claro régimen de subsistencia.26
Con el crecimiento y la dispersión del ganado venido de Asunción, esta fuente de recursos se fue
ampliando. Las vaquerías primero y las estancias desde la mitad del siglo XVIII, fueron las formas
sucesivas de aprovechamiento del ganado cimarrón; conformaron, además, dos modalidades de
ocupación del espacio.
Las vaquerías eran un sistema económico de carácter depredatorio, ya que significaban la búsqueda
de animales, su matanza, el acarreo de la materia prima y su utilización. Este sistema suponía una
frágil ocupación del espacio y también una forma directa de exterminio de la riqueza.
Pero a partir de mediados del siglo XVIII las vaquerías fueron reemplazadas por las estancias, que
constituyeron una forma superior de aprovechamiento de los recursos. Esto significó la ocupación
efectiva del suelo, porque se sustentó en la propiedad tanto del ganado como de la tierra. Este modo de
ganar espacio y de asegurar la riqueza fue viable a partir de una cierta capacidad demográfica que lo
respaldara y a su vez repercutió notablemente en el poblamiento. Si en la época de las vaquerías el
incremento medio anual del total de población provincial fue menor al 10 por mil, luego de 1760 y
hasta 1814 —época en que la expansión correntina tomó contacto con la misio-nera— el crecimiento
ascendió al 19 por mil.27
Sin embargo, es desde estos años y durante décadas, cuando el territorio y la población co-rrentinos
sufrieron los efectos de sucesivas guerras internas que comprometieron seriamente el desarrollo
económico y social.
Sólo en la segunda mitad del siglo XIX Corrientes alcanzó una paz relativamente duradera. Ya en
ese momento la actividad ganadera se había afianzado firmemente en la provincia y había ocupado
prácticamente la totalidad de su espacio. Este es el punto de partida de uno de los problemas más
acuciantes de la provincia. En efecto, la ganadería —más aun por su carácter rudimentario fue una
actividad fuertemente «consumidora» de espacio, pero incompatible con un poblamiento sostenido a
partir de cierto momento de saturación. Por lo tanto, en un ámbito mar-cadamente ganadero, donde
—además— los capitales eran relativamente escasos y las vías de comunicación no estaban muy
desarrolladas, la población —especialmente la rural, que predominaba en el conjunto no había logrado
432

grandes progresos y el ambiente general de la provincia, no habiéndose incorporado en plenitud


al proceso de colonización moderno, presentaba una imagen de estancamiento y pobreza28.

3. La economía extractiva (1860-1920)

A partir de la segunda mitad del siglo XIX las diferencias entre ambos procesos de ocupación se
profundizaron aun más.

3 a. Yerba mate y maderas

En Misiones, la eliminación de aquella tensión de frontera aseguró el repoblamiento y con ello


apuntaló las posibilidades de extracción de yerba mate, cuyo desarrollo expresado en la
construcción de numerosos molinos de «atacar yerba» y en el crecimiento de los pueblos y ciudades—
brindó a su vez un marco apropiado para el incremento del poblamiento espontáneo.29
A ello se sumó la extracción de maderas: ambas actividades, y el complemento ganadero del Sur de
Misiones, apoyaron el desarrollo de una precaria red de picudas en la selva— y de caminos en los
«campos». El lugar de conjunción más favorable de esa red —a la que se añade el Paraná— era la ciudad
de Posadas; esto repercutió en su rápido crecimiento para transformarse pronto en el principal centro
urbano de Misiones.
Sin embargo, la reducida extensión de la superficie de los yerbales naturales, la precariedad de
caminos y puentes, y otros factores tales como la deficiente política oficial en materia de explotación de
las riquezas naturales o el contrabando que alentaba el cambiante régimen de aranceles, no constituyeron
una base suficiente para enfrentar con éxito el creciente desarrollo de la producción yerbatera brasileña.
Allí, la mejora de las comunicaciones —una derivación de la guerra con el Paraguay— la mayor densidad
de población, la existencia de capitales, la extensión de los yerbales naturales y la anexión del Matto
Grosso como resultado de aquella guerra, alentaron una fuerte expansión de la actividad yerbatera que
pronto logró dominar el mercado propio y el rioplatense.
Esta circunstancia explica en buena medida la escasa variación de la producción misionera entre la
segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del ligio XX. Explica también la preocupación constante
de la industria yerbatera nacional, dependiente de la materia prima extranjera. De hecho, la industria
brasileña utilizó esta situación para eliminar a la molinería argentina. En el proceso misionero el propósito
de obviar este peligro constituye un factor de importancia que, ya se hizo presente en varias oportunidades
para alentar —de cualquier manera— el desarrollo yerbatero de Misiones.
En la superación de aquella situación crítica —a través de los cultivos de la yerba mate— obraron
numerosos factores, pero fueron de particular importancia los cambios que se operaron en los
movimientos migratorios que originaban las perspectivas misioneras.
En efecto, luego de la guerra con el Paraguay —dijimos—, los frentes espontáneos de poblamiento
estaban compuestos por criollos (brasileños, paraguayos o correntinos) que habían desarrollado toda una
cultura de la actividad extractiva. Abrieron redes de picadas que permitieron la salida de los recursos que
ellos valoraban y extraían. Tal vez haya sido ésta una de las más importantes razones para que las
primeras colonias agrícolas no progresaran.
Pero hacia 1890 el poblamiento —tanto espontáneo como dirigido— estuvo, cada vez más, integrado
por agricultores que presionaban sobre las colonias que el Estado creaba en las tierras fiscales. Una nueva
cultura ingresaba en la selva, a través de las picadas abiertas por los pioneros de la yerba natural y de la
madera. Lentamente el paisaje fue tornándose más agrícola.
Esta sustancial transformación en la marcha del proceso de ocupación era contemporánea con la
culminación de la actividad extractiva. La vida agrícola, que se acelera en la década de 1920, no sólo
constituyó una manera más racional de utilización de los recursos naturales, sino que —principalmente—
significó la superación de una estructura económica básicamente cruel que delimitó un oscuro período de
la evolución social misionera.
433

3. b. Expansión y consolidación ganadera.

En la provincia de Corrientes, por su parte, los cambios no fueron tan sustanciales. La ganadería,
que había dominado prácticamente todo su espacio, se consolidó, pero persistiendo en sus caracteres
originales. En efecto, en la década de 1930 el 70% de los vacunos eran todavía criollos sin mestizar.
Esta ausencia de desarrollo tecnológico en la principal actividad de la provincia profundizó aun más el
proceso de expulsión de población.
Hubo, sí, algunos cambios de menor magnitud en diversos sectores de la provincia que con-
tribuyeron a atenuar la imagen marcadamente ganadera y tradicionalista de Corrientes, Así por
ejemplo, en el sector Noroeste del territorio (durante la segunda mitad del siglo XIX) se crearon
algunas colonias agrícolas, se habilitó un ferrocarril rural y se instaló un ingenio azucarero. A los
cultivos de caña de azúcar, tabaco y algodón se agregaron los de maíz, avena y alfalfa. Sin embargo,
la expansión económica fue sólo pasajera; el desarrollo pampeano y la colonización del Chaco
significaron una fuerte competencia para los cultivos cerealeros y del algodón.30 Además, en la década
de 1920 el ingenio había llegado a su máxima expresión a raíz de la carencia de tierras para expandir los
cultivos y, seguramente, debido a la fuerte competencia de los ingenios del Noroeste argentino, de Santa
Fe y del Chaco.31
Otra área de cambios fue la comarca meridional de la provincia. Es el llamado Paiubre y con-siste
en un bloque elevado con escasa proporción de cuerpos de agua. Hacia fines del siglo XIX este espacio
estaba plenamente ocupado y la actividad se repartía entre la cría del ganado vacuno —que representaba
el 60% del total de cabezas— y el ovino, que alcanzaba el 40%. Pero el des-alojo del ovino de la pampa
húmeda —y su posterior dispersión— pronto alteró las cifras, para hacer del Paiubre una comarca
dominada por la cría de ovejas. Además, a diferencia de otros sectores de Corrientes, la ganadería se fue
refinando desde temprano y en forma constante. En las primeras décadas del siglo XX la proporción de
ganado mestizo era elevada.
Finalmente, el Sudoeste de la provincia fue también escenario de algunas transformaciones. Sobre
la base dominante de la ganadería, la construcción del ferrocarril —que reforzó la conexión de ciudades
como Goya, por ejemplo, con el resto del país— y la creación de algunas colonias estatales y privadas
alentaron la vida agrícola basada principalmente en el tabaco. Localizado originalmente en el Noroeste
de la provincia, desde fines del siglo pasado el tabaco se fue exten-diendo a todo el territorio, aunque
con mayor énfasis en el Sudoeste; ya en 1914 se cultivaba aquí el 50% del total provincial y en la
década de 1930 alcanzaba al 79%. La instalación fabril, sin duda, fue uno de los factores que alentó su
desarrollo.
Así pues, en la década de 1920 la provincia, ocupada con la actividad ganadera que por su escasa
tecnificación ofrecía magras perspectivas a su fuerza de trabajo, había buscado algunas alternativas en la
agricultura. Pero la débil incorporación de Corrientes al proceso de colonización que había dominado
buena parte de la pampa húmeda —más tarde del Chaco y Misiones—, la escasez de vocación y hábitos
agrícolas de su población ganadera; la falta de capitales y comu-nicaciones, y los relativos fracasos que
acusaron varios intentos (cereales, algodón, etc.) —debido a la competencia extraprovincial—, no
ofreció un marco de perspectivas favorables para el desarrollo económico sostenido.

4. El desarrollo de la economía agrícola (desde 1920 a la actualidad)

4 a. El nuevo paisaje yerbatero


En la provincia de Misiones se destacan, a partir de 1920, dos momentos importantes en el proceso
de ocupación del espacio. El primero de ellos se desarrolló entre las décadas de 1920 y 1940; el segundo
se extiende hasta la actualidad32.
En el primer momento se produjo una rápida expansión y consolidación del nuevo paisaje
yerbatero, ya entonces decididamente agrícola. El salto fue espectacular: entre 1920 y 1940 la superficie
de cultivo aumentó 12 veces (de 5 mil a 60 mil hectáreas); en 1920 se radicaban unos 700.000 árboles
por año aunque en 1927 se alcanzó a los 10 millones anuales. La producción, que en 1920 era de 3
millones de kilogramos, alcanzó a los 100 millones en 1937. El proceso de poblamiento que acompañó a
esos cambios fue igualmente notable: baste señalar a modo de ejemplo que entre 1920 y 1947 la
población pasó de 63 mil a 247 mil habitantes, con claro dominio de la instalación rural.
434

Los factores que influyeron en estos cambios fueron de diversa índole; al mismo tiempo, es
evidente que se lograron tales resultados a medida que los dichos factores actuaron en el seno del
proceso particular que se desenvolvía en el territorio misionero.
La creciente participación de la producción misionera de yerba en el mercado nacional fue uno de
esos factores; una consecuencia de ello fue la disminución de las exportaciones brasileñas, que
dominaban el mercado rioplatense. Coincidentemente, Brasil otorgó preferencias arancelarias al trigo
y a las harinas norteamericanas, país que se comprometía a comprar café brasileño. Este sistema de
preferencias repercutió en los productores y exportadores nacionales de trigo y harinas, que buscaron y
lograron rebajar los aranceles de la yerba mate canchada (materia prima de los molinos) importada de
Brasil. Además, influyeron en la determinación del tipo de yerba —y aun de envases— que se
consideraban apropiados para la venta al público.
La rebaja de aranceles y la normalización del tipo de yerbas dejaban totalmente fuera de
competencia a la producción de Misiones. De esta manera se intentaba salvar —como decía un
conocido diputado de la época— a la «producción noble» del país, es decir, la de la pampa húmeda.
La otra línea de factores surge a partir de la nueva situación que aquella defensa pampeana
desencadenara entre los integrantes de la actividad yerbatera. Los productores de yerba —por sus costos
más altos que los de los brasileños-corrían el serio peligro de no poder entrar en el mercado; los
industriales molineros, por su parte, quedaban decididamente más a merced de los productores
brasileños. Los intereses de unos y otros —muchas veces fusionados en empresas únicas— se
combinaron con las presiones políticas para sortear y superar este gran obstáculo. Se supo —y pudo—
convencer al gobierno de que pusiera en marcha la colonización yerbatera, mediante la cual los colonos
accedían a la tierra asumiendo la obligación de plantar con yerba mate entre el 50% y el 75% de la
superficie del lote concedido.
Como resultado de esta intervención estatal se incorporaron a la agricultura unas 200.000 hectáreas
de nuevas colonias o de ensanches de colonias antiguas. Así se alcanzó a las cifras de cultivos y de
producción vistas antes. Se inicia de esta manera el período que se conoce como el del oro verde, que
supo alentar, entre otros aspectos, la colonización privada. La duración de este período sin embargo fue
breve, ya que el caos del mercado, la imprevisión en materia de ritmo de plantación y la derivación
lógica en la superproducción determinó una nueva intervención del es-tado. Con la creación del CRYM
(Comisión Reguladora de la Producción y Comercio de la Yerba Mate), se puso en marcha un sistema
que desde fines de la década de 1930 interviene en la vida yerbatera de Misiones.
El paisaje resultante de este breve e intenso proceso era ya decididamente agrícola. Pero se
sumaban otros caracteres: además de la yerba, acompañaron a la vida agrícola el maíz, la planta de los
pioneros; el arroz, de vieja tradición en Misiones, y otros cultivos como el tabaco o la caña de azúcar.
Se sumó —a fines de este período, cuando la CRYM prohibió la plantación de yerba— el cultivo del
tung que, por los buenos precios internacionales, creció rápidamente.
Había, desde luego, grandes plantaciones individuales de cada uno de estos cultivos, pero además
se fueron agregando a la chacra del colono, que se organizó así como un complejo agrí-cola y un
sistema de múltiples apoyos. Miles de chacras de este tipo se diseminaron por todo el territorio: en las
de la sierra central había un dominio de los cultivos de la yerba; en las del Paraná de los cultivos del
tung, y en el Sur el arroz, el ganado y, en parte, la yerba mate.
El segundo de los momentos se desarrolló a partir de 1940 y se caracterizó por la coexistencia de
dos procesos simultáneos: uno, el de la yerba mate, bajo el signo de la CRYM; otro, el de la
diversificación de la economía, con el agregado de otras actividades agrícolas e industriales.
Con respecto al proceso yerbatero, a lo largo de estas décadas recorrió reiteradamente los estadios
de agotamiento de los yerbales (en muchas oportunidades por la persistencia burocrática de la
prohibición de plantar), con la secuela de disminución de rendimientos, y también los estadios de
crecimiento de la superficie cultivada; fueron la mayoría de las veces superiores a los calculados como
suficientes debido al desajuste entre la decisión burocrática, la imposibilidad de hacer cumplir las
órdenes correctamente y la decisión del plantador. Este tiende a incrementar el área de cultivo porque
casi siempre tiene asegurada la venta del producto como resultado de la protección que implica el
sistema yerbatero organizado por la CRYM. Inevitablemente esto lleva a la acumulación de existencias
y, a través de ellas, a las más variadas prácticas de limitación de cosechas que constantemente el
agricultor trata de obviar. El circuito se cierra con la prohibición de plantar, que persiste más allá del
435

tiempo necesario y provoca el agotamiento anteriormente señalado. Muy pocas veces, en estas
décadas, se supo alcanzar el equilibrio justo.
A su vez, el proceso de diversificación fue —en buena medida— iniciado con los cultivos de
tung. Cuando el mercado entró en dificultades por la finalización de la Segunda Guerra Mundial
comenzó el cultivo de té, que se extendía hasta alcanzar el techo fijado por el consumo nacional.
Entre ambos cultivos incrementaron la superficie agrícola —hasta 1955— en unas 80.000 hectáreas,
reforzando la instalación humana a lo largo del Paraná, con las características de gran plantación
o de la chacra diversificada, y avanzando hacia el norte por la sierra central.
A la expansión trunca del té y del tung se añade la reforestación: como complemento de la
importante actividad maderera de Misiones, esta actividad no parece reconocer límites de creci-
miento. A tono con los casos mencionados precedentemente, la forestación acusó un gran ritmo de
crecimiento. En 1948 los bosques reforestados cubrían unas 600 hectáreas y en 1980 alcanzaban las
180.000. La reforestación completa el espectro más importante de la economía misionera que acompañó
a la culminación del proceso yerbatero. Con ello se acentúa la diversificación que, a su vez, asegura un
buen ritmo de desarrollo industrial. Sólo en materia de pasta celulósica y papel se instalaron en
Misiones, en los últimos años, Celulosa Argentina S.A. (Puerto Piray), Papel Misio-nero (Puerto
Mineral), Alto Paraná S. A. (Puerto Esperanza) y Celulosa Puerto Piray

4 b. La persistencia ganadera y las perspectivas agrícolas.

En Corrientes, por el contrario, dominada su economía por una actividad ganadera fuertemente
tradicional, los cambios fueron de menor magnitud.
Sin embargo, sobresalen tres comarcas que han logrado superar el ritmo de crecimiento del
conjunto provincial33.
Una la constituye el Noroeste de su territorio, donde se localiza la ciudad capital. Las distintas
actividades, especialmente los servicios y el comercio, sostienen la población creciente de la ciudad,
ubicada problemáticamente con respecto al territorio que gobierna. Por su parte, en el área rural se
destacó el crecimiento de la superficie algodonera, que alcanzó la supremacía provincial; se consolidó
además el desarrollo de los cultivos de citrus, con centro dominante en la localidad de Bella Vista. Sin
embargo otros cultivos —el arroz por ejemplo— declinaron en su importancia; en las últimas décadas la
superficie cultivada del Noroeste correntino sólo aumentó de 83 mil a 87 mil hectáreas, lo que
configura en panorama poco alentador para la población del área.
La otra comarca es el Nordeste, que paulatinamente fue adquiriendo la fisonomía agraria de
Misiones, A partir de la década de 1930 se incorporaron los cultivos industriales que dominan la
provincia vecina, incluida la última fase del desarrollo de la reforestación. Ello repercutió también en la
mejora de las perspectivas industriales. En cuanto a la ganadería, cabe apuntar que a raíz del proceso de
refinamiento de sus efectivos, se ha convertido en un importante foco de difusión del cebú,
La tercera comarca es la del Sudoeste, es decir el área de los bajos del río Corrientes. Ya
concentra el 90% de la producción de tabaco de la provincia; además, crecieron los cultivos de
arroz, sorgo y maíz. Todo ello se complementó con el desarrollo industrial: basta señalar que hoy en día
solamente el departamento Goya concentra el 55% del valor de la producción industrial de la provincia.
En el resto del territorio correntino se han detectado intentos débiles de cambios y modifica-
ciones. En la cuenca Iberana, por ejemplo, el arroz no logró desempeñar el papel colonizador que se
esperaba de él; el tabaco tuvo éxito, pero sólo hasta 1930. Los puntos de esperanza de este sector
están puestos en la reforestación —que se encuentra asociada a la ganadería— y en la presa
hidroeléctrica de Yacyretá.
En el Sudeste, la expansión del arroz —que en la década de 1930 acompaño al proceso rio-
grandense— sufrió la competencia de otros sectores de la provincia, lo que provocó su decadencia: el
cultivo no supera actualmente las 2.000 hectáreas. En esa comarca es destacable el desarrollo de la
ciudad de Paso dé los Libres, en consonancia con el fluctúan te comercio con Brasil.
En el Paiubre ganadero se han detectado leves aumentos en el cultivo de sorgo, citrus y arroz; esto
no ha significado, sin embargo, una alteración radical de la fisonomía tradicional del área.
436

NOTAS
1
MIRANDA, Guido, Tres ciclos chaqueños, crónica histórica regional (1955, ed. Norte Argentino,
Resistencia); BRUNIARD, Enrique, "El Gran Chaco argentino" (1975-1978, en Geográfica, Revista del Instituto
de Geografía, Resistencia, N° 4).
2
MORRESI, Eldo, las ruinas del km. 75 y Concepción del Bermejo (1971", ed. Instituto de Historia, UNNE,
Resistencia).
3
MAEDER, Ernesto J, "Historia del Chaco y de sus pueblos, 1862-1930" (1967. en Historia argentina
contemporánea, ed. El Ateneo, Bs. As.).
4
FONTANA, Luis Jorge, "Formosa, nueva capital del Chaco" (1879, en Boletín del Instituto Geográfico
Argentino, Bs. As., T. I, cuad. 1).
5
GARCÍA VIZCAÍNO, José, Tratado de política económica argentina (1974, ed. EUDEBA, Bs. As.).
6
SCUNIO, Alberto, La conquista del Chaco (1972, ed. Círculo Militar, Buenos Aires).
7
LOPEZ PIACENTINI, Carlos P, El Chaco y su división política (1968, ed. El Territorio, Resistencia).
8
GORI, Gastón, Inmigración y colonización en la Argentina (1964, ed. FUDFBA, Bs. As. p. 77).
9
PIZARRO, Néstor, Valor de la propiedad rural en Santa Fe, 1903, (1944, ed. Cuadernos de Economía y
Finanzas, Univ. Nac., de
Córdoba).
10
"Los campos de Murrieta" (1884, nota en Revista de la Sociedad Geográfica Argentina, T. II, Cuad. XVI).
11
RODRÍGUEZ, Luis D., La Argentina (1908, Ed. Rodríguez Giles, Bs. As.).
12
"Mapa del departamento de Orán y parte del Chaco occidental 1889-1895" (1897, en Boletín del Instituto
Geográfico Argentino, Buenos Aires, T. XVIII, N° 1).
13
CARCANO, Miguel Ángel, Evolución histórica del régimen de la tierra pública 1810-1916 (1972, ed.
EUDEBA, Bs. As.) y
CENOZ, Pedro, El Chaco argentino (1913, ed. Peuser. Bs. As.).
14
CENOZ, Pedro, ob. cit.
15
COZZO, Domingo, La Argentina forestal (1967, ed. EUDEBA, Bs. As.), y MARZOCCA, Ángel, Historia de
plantas tintóreas y curtientes (1959, ed. INTA, Bs. As.).
16
BIALET MASSE, Juan, El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo (1968, ed.
Universidad Nacional de Córdoba).
17
La Forestal al servicio de la grandeza argentina (s/f. ed. La Forestal Argentina, Bs. As.).
18
AGNES, H., HICKS,. O.B.E., The Story of The Forestal (1956, ed. The Forestal Land, Timber and Railways
Company Limited, Londres).
19
MIRANDA, Guido, Las tres tendencias colonizadoras (1969, ed. El Territorio, Resistencia) y SCHALLER,
Enrique, La colonización en el territorio nacional del Chaco en el periodo 1869-1921 (1986, Tesis de
Licenciatura, Depto. de Historia, Facultad de Humanidades, Resistencia).
20
PÉREZ, María Emilia, "El desarrollo de las redes vial y ferroviaria en el NEA 1872-1980" (1986, en
Suplemento de historia de los correntinos y de sus pueblos. Corrientes, N° 5).
21
Según el informe elevado al Departamento de Comercio de Estados Unidos (PHOEBUS, M A., Desarrollo
económico de la República Argentina desde 1921), citado por DORFMAN, Adolfo, Historia de la industria
argentina (1970, ed. Solar, Buenos Aires).
Entre los factores del desarrollo algodonero Morrone menciona "el interés de las Compañías Norteamericanas,
abocadas a resolver el problema de la obtención de fibra a precios inferiores a los de Norteamérica, primero por
el mayor rendimiento de fibra por hectárea (250 Kg); segundo, 'standard de vida' inferior; tercero,
arrendamientos bajos en tierras fiscales..." (MORRONE, Amelia, "Cultivo de las oleaginosas en la Argentina"
(1938, en Revista Geográfica Americana, Buenos Aires, año V, N°59).
22
MUELLO, Carlos Alberto, Geografía económica del Chaco y Formosa (ed. Estable cimiento Gráfico Oceana,
Buenos Aires).
437

23
MIRANDA, Guido, "Las tres tendencias colonizadoras", ob. cit.
24
MAEDER, Ernesto J. A., y BOLSI, Alfredo, "Evolución y características de la población guaraní de las
misiones jesuíticas, 1671-1767" (1973, en Historiografía, Bueno» Aires, n° 2, pp. 113-150).
25
BOLSI, Alfredo, "El proceso de poblamiento pionero en Misiones, 1830-1920" (1976, en Folia histórica del
Nordeste, Resistencia- Corrientes, N° 2, pp. 9-69).
26
El tema de las vaquerías y estancias fue tomado de MAEDER, Ernesto J., Historia económica de Corrientes
en el período virreinal 1776-1810, (1981, ed. Academia Nacional de la Historia, Bs. As.).
27
MAEDER, Ernesto J. A., La población del Paraguay en 1 799. En censo del Gobernador Lázaro de Ribera
(1975, en Estudios Paraguayos, Asunción, vol. III, N° 1, p. 67) y MORA MERIDA, José Luis, Historia social
del Paraguay 1600-1650 (1973, Sevilla p. 61).
28
BRUNIARD, Enrique D., "Bases fisiogeográficas para una división regional de la provincia de Corrientes"
(1966, en Revista Nordeste, Resistencia, N° 8).
29
Este punto fue tomado de BOLSI, Alfredo S. C, El primer siglo de economía yerbatera argentina (1980, en
Folia Histórica del Nordeste, Resistencia, n° 4, pp. 121-182).
30
Este punto fue tomado de BRUNIARD, Enrique, Bases fisiogeográficas..., ob. cit.
31
RAMÍREZ, Mirta B., "La actividad azucarera en et Nordeste, 1870-1930", (1983, en Cuadernos de
geohistoria regional, IIGHI, Resistencia, N° 9).
32
Este punto fue tomado de BOLSI, Alfredo S. C, "La yerba mate y la ocupación del espacio misionero" (1983,
en Boletín de Estudios Geográficos, Mendoza, vol. XXI, N° 80. pp. 7-65).
33
Los aspectos de la persistencia ganadera fueron tomados principalmente de BRUNIARD, Enrique, Bases
fisiogeográficas..., ob. cit.

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