Los Años Setenta y Ochenta en El Arte Argentino
Los Años Setenta y Ochenta en El Arte Argentino
Los Años Setenta y Ochenta en El Arte Argentino
Recursos:
Herrera, M.J. (1999) “VIII. Los años setenta y ochenta en el arte argentino: entre la
utopía, el silencio y la reconstrucción”, en J.E.Burucúa, dir. Nueva Historia Argentina.
Arte, sociedad y política.Tomo II. España: Sudamericana. pp.119-170.
En las artes tuvo su equivalente en la búsqueda de participación del espectador, que fue
propiciada en los 60. Pero a diferencia de esta, en la primera década d ellos 70, dicha
participación fue entendida como una acción sobre la realidad en búsqueda de un arte
popular, más que un intento por popularizar el arte y extender la audiencia, como en el
decenio anterior.
También realizaron dos exposiciones callejeras: Escultura, follaje y ruidos (Plaza Rubén Darío,
Bs.As., 1970) y CAYC al aire libre. Arte e ideología (plaza Roberto Arlt, 1972). De esta última
participación dos polémicas instalaciones. Una de ellas La realidad subterránea (Roberto
Duarte Lafferriére, Eduardo Leonetti, Luis Pazos y Ricardo Roux) presentaba una fila de 6
cruces trazadas con cal sobre uno de los muros de la plaza, el título junto a las fotografías del
Holocausto instaladas en un antiguo baño público subterráneo, aludían a los recientes
fusilamientos de presos políticos en la cárcel de Trelew. El mensaje no pasó desapercibido y la
muestra fue inmediatamente clausurada por la policía.
Las actividades del centro son asociadas a un grupo de artistas y obras: Gregorio Dujovny,
Carlos Ginzburg, Jorge González Mir, Leopoldo Maler, Vicente Marotta, Luis Pazos, Alberto
Pellegrino, Juan Carlos Romero, Julio Teich y Horacio Zabala, que formaban parte del mismo
en periodos más o menos largos de ese recorrido (1971-1994). Jaques Bedel, Luis Benedit,
Víctor Grippo, Alfredo Portillos y Clorindo Testa. LA lista comprende algunos de los más
relevantes nombres del arte argentino de las últimas décadas, todos desarrollan una obra
personal, más allá de lo que presentan en conjunto durante su permanencia en el CAYC.
Arte de sistemas, denominación acuñada por Jorge Glusberg, “se refiere a procesos más que a
productos terminados del buen arte”. Apunta a un tipo de producción artística que,
basándose en las modelizaciones de la ciencia, se vale de su método para crear un arte
seriado, reproducible, en el que se sustenta la existencia de una difusión masiva del arte. En
el caso de arte de sistemas las obras-proyectos eran realizadas sobre papel y luego
reproducidas con técnicas heliográficas, método que facilitaba su traslado y montaje. Estas
tendencias que se engloban dentro del arte conceptual, desplazan el tradicional goce sensual
por uno más ligado a la reflexión. Se trata de un arte basado en ideas, que modifica la noción
tradicional de obra de arte. No es que los objetos desaparecen, sino que son reemplazados
por distintos signos de esas acciones/ideas: fotografías, documentos, diagramas, que sitúan
la obra más allá de su materialidad.
- Dela figuración al arte de sistemas (Museo Provincial de Bellas artes “Emilio Caraffa”,
Córdoba)
- Arte de sistemas I (Museo de Arte Moderno de la Ciudad de Bs.As., 1971)
- Art as Idea in Ingland y Body Worsk de Dennis Oppenheim
Estas actividades definieron la orientación hacia el arte conceptual que caracterizó al Centro.
Frente a la extrema mercantilización del arte, el conceptualismo, con su valorización de la
idea por sobre la materialidad de la obra, generó una circulación del arte menos elitista que la
sustentada en el coleccionismo. Si bien la Argentina fue parte de este movimiento
internacional, el conceptualismo argentino posee características propias. El argentino fue un
conceptualismo abierto, de señalamiento de la realidad social cuyo vehículo principal fue la
metáfora. Este arte ideológico toma partido por una concepción regionalista de los problemas
sociales.
- Víctor Grippo expone Analogía: obra conceptual que propone analizar las analogías
entre la “papa” y la “conciencia”. En una formulación de tono científico, propone a la
papa, originaria de América e identificada con ella, como un reservorio de energía, es
decir de conciencia. Por un proceso metonímico, la papa alude a todo, América. Grippo
señala que nuestro continente debe mirar y mirarse en su propia cultura.
- Alfredo Portillos imaginó una performance: un tubo metálico que contiene un
mensaje, arrojado a las aguas de los ríos que comunican con nuestros países limítrofes
y que poseen “nuestra misma problemática”.
En 1971 se forma el Grupo de los Trece, integrado por: Jacques Bedel, Luis Fernando Benedit,
Gregorio Dujovny, Carlos Guinzburg, Víctor Grippo, Jorge González Mir, Vicente Marotta, Luis
Pazos, Alfredo Portullos, Juan Carlos Romero, Julio Teich y Horacio Zabala y Jorge Glusberg.
La presentación oficial del grupo fue en la exposición Hacia un perfil de arte latinoamericano,
en la III Bienal Coltejer de Medellín, en 1972. La exposición reunió distintas vertientes del arte
conceptual.
El videoarte
El video arte corresponde a los fines de la década del 70, pero la primera generación de
videoartistas emerge en los ’80. Como antecedentes se encuentran: Situación de Tiempo
(David Lamelas, 1967) o Simultaneidad en Simultaneidad (Marta Minujin, 1966).
Se trata de búsquedas estéticas con la imagen electrónica, sobre sus posibilidades plásticas
(luz, brillo, forma, sonido) y técnicas del medio (reproducción en vivió, simultaneidad en la
percepción de tiempos y espacios lejanos, etc.) donde puede existir, por ejemplo, la
abstracción, totalmente ausente en la televisión comercial.
Glusberg propone el video como un medio para aplicar a una práctica artística inserta en los
procesos de comunicación tal como éstos se dan en la sociedad, pero invirtiendo el
autoritarismo de la televisión comercial en su único sentido comunicacional, hacia la
audiencia. Pero este material, que se conoce fundamentalmente a través de referencias
bibliográficas, no parece haber tenido las condiciones estéticas de lo que posteriormente se
denominó videoarte.
Relacionado con el arte conceptual, otra práctica alternativa fue el arte correo. Este propuso
una actividad colectiva, a la vez lúdica y crítica, asentada en el correo, el medio de
comunicación más democrático después de la palabra. Artistas como Luis Pazos, Juan Carlos
Romero, León Ferrari y especialmente, Edgardo Antonio Vigo editaron o colaboraron en
revistas (Hexágono, 1971-1975) y utilizaron tarjetas postales con fines artísticos. Una de las
operatorios consistió en actuar sobre la carta recibida agregando un dibujo u otro signo y
luego enviarla a otro destino. El procedimiento tendió tanto a desestimar la autoría del
objeto -pues se involucran distintas personas- como la avidez por su posesión. El arte correo
basó su eficacia en la comunicación y la participación.
Centró sus preocupaciones en el poder evocador de los signos, tanto lingüísticos como visuales
(sellos, matasellos, lacres, estampillas, inscripciones), relacionándose con experiencias como la
poesía visual.
Fue un género experimental que desde los ’60 trabajó con el valor extra semántico de las
palabras. Estos poemas construidos con palabras o fragmentos de palabras juegan con la
relación entre éstas y su imagen. Investiga, más allá de la musicalidad, el significado o la lógica
de las palabras o frases, para dar dimensión visual a distintos elementos lingüísticos, como la
entonación de la voz y otros aspectos connotativos del habla. Se relaciona con las formas
comunicativas de la publicidad: un signo funciona como slogan y cuya fascinación sobre el
espectador se ejerce por su interés visual sin descartar el atractivo que también puede ejercer
el desconocimiento de su significado. Se manifestó como una forma crítica a las estrategias de
los medios masivos de comunicación al evidenciar sus mecanismos manipuladores.