Huamaní MF

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UNIVERSIDAD NACIONAL MAYOR DE SAN MARCOS

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIA POLÍTICA

UNIDAD DE POSGRADO

La interpretación del negocio jurídico: problemas normativos y


soluciones a la luz del código civil peruano

TESIS
Para optar el Grado Académico de Magister en Derecho con mención en
Derecho Civil y Comercial

AUTOR
Francisco Solano Huamaní Mendoza

Lima – Perú
2013
1

Dedicatoria:
El presente trabajo de investigación lo
dedico a mis padres Amador Huamanì y
Micaela Mendoza que en paz descansen, a
mis hermanos, a todos mis hijos y a mi
esposa Martha Herrera Javo, a esta última
por haberme incentivado en todo momento.
2

“De todas las normas que el juez tiene que aplicar en la


práctica de su profesión para dirimir los litigios de derecho,
las más importantes son las reglas de interpretación de los
negocios jurídicos. Todo aquel que ejerza el Derecho o se
haya asomado a las colecciones de jurisprudencia, sabe que
hay un sin número de litigios que sólo versan sobre el modo
de interpretar el negocio jurídico o el contrato litigioso:
interpretado el negocio jurídico, interpretado el contrato,
queda resuelto el litigio”. DANZ, Erich.
3

RESUMEN

La presente investigación constituye un análisis crítico de las


normas de interpretación del negocio jurídico, contenido en el
Libro Segundo del Código Civil vigente; esto es, partiendo de la
problemática de la incoherencia y falta de unidad entre las
normas civiles para una adecuada normatividad interpretativa del
negocio jurídico, se llega a la conclusión de proponer la
modificación de los artículos del referido cuerpo legal, en la parte
pertinente.

Desde el punto de vista de la doctrina, se estudia los sistemas o


teorías de la interpretación del negocio jurídico; y desde el punto
de vista del derecho comparado, se observa la teoría o sistema
interpretativo adoptado por los países; y finalizando con el
análisis crítico de los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil.

SUMMARY

This research is a critical analysis of the rules of interpretation of


the legal business, contained in the Second Book of the Civil
Code, that is, starting from the problem of inconsistency and lack
of unity among the civil rules for proper interpretation of
regulations legal transaction is concluded to propose the
amendment to the Articles of that body of law, in relevant part.

From the point of view of doctrine, we study systems or theories of


interpretation of the legal business, and from the standpoint of
comparative law, there is the theory or system of interpretation
adopted by the countries, and ending with the critical analysis of
Articles 168, 169 and 170 of the Civil Code.
4

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo de investigación refiere a un tema de relevancia


normativa y aplicativa como lo es “la interpretación de los negocios
jurídicos”. Es frecuente en la judicatura nacional incurrir en errores en la
apreciación de los negocios jurídicos que determinan decisiones
jurisdiccionales ineficaces y contrarias al espíritu del ordenamiento jurídico
nacional. Por ende, el presente trabajo de investigación tiene el propósito de
cubrir aquellos vacíos existentes en el estudio de la interpretación del acto o
negocio jurídico con el único propósito de permitir una mejor aplicación de
los criterios y reglas de hermenéutica jurídica.

La interpretación, entendida como la actividad dirigida a explicar o declarar el


sentido de algo, ya sea de un texto o de una conducta, es un quehacer
consustancial al hombre de derecho. Los operadores jurídicos
permanentemente interpretan leyes, actos o negocios jurídicos (contratos),
relaciones jurídicas, conductas o comportamientos, con la finalidad de
determinar su significado o alcance y atribuirles los respectivos efectos
jurídicos. Sin embargo, esta actividad de interpretación no siempre es
pacífica, pues muchos de ellas son cuestionables y atribuibles a los
operadores jurídicos encargados de la interpretación o a la inadecuada y
deficiencia técnica en la legislación, y precisamente este último aspecto es
materia de nuestra investigación en el área de actos o negocios jurídicos.

En tal sentido, la presente investigación trata sobre el análisis teórico


doctrinaria y jurisprudencial de la interpretación de los actos o negocios
jurídicos contemplados en nuestra legislación civil; para cuyo efecto la Tesis
se ha desarrollado dentro del marco del “Proyecto de Investigación Teórico-
Dogmático”; esto es, conforme al esquema aprobado por la Unidad de Post
Grado de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos; asimismo, la estructura de la tesis se
encuentra adecuado a lo establecido en el Anexo 2 de la “Directiva para el
5

Procedimiento de la Elaboración de la Tesis para la Obtención del Grado de


Magíster o Doctor” de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos,
aprobado por Resolución Directoral Nº 080-EPG-2010.

El desarrollo de nuestra investigación contiene cinco capítulos; siendo el


primer capítulo correspondiente a la introducción que señala la situación
problemática, formulación del problema, justificación teórica y práctica y
objetivos de la investigación.

El segundo capítulo que corresponde al marco teórico; donde en la parte del


marco filosófico o epistemológico de la investigación, después de desarrollar
los conceptos teóricos y la distinción de la interpretación de la norma jurídica
y del negocio jurídico, se desarrolla el objeto y la naturaleza de la
interpretación del negocio jurídico; seguidamente se señala las clases y
métodos de interpretación del negocio jurídico; luego se desarrolla en las
bases teóricas, las teorías o sistemas de interpretación del negocio jurídico,
análisis en la legislación comparada, en la legislación civil peruana,
influencias de la situación socio cultural en la interpretación y señalando
algunas categorías en el marco teórico.

Luego de señalar la metodología utilizada en la investigación; en el cuarto


capítulo se desarrolla el análisis, interpretación y discusión de resultados, las
pruebas de hipótesis y presentación de resultados; en el capítulo quinto
como propuesta para la solución del problema, presenta un proyecto de ley
modificatoria; y finalmente se presenta conclusiones, recomendaciones,
referencias bibliográficas y anexos jurisprudenciales.

Esperamos que la presente investigación contribuya en la regulación


adecuada de las normas de interpretación del acto o negocio jurídico de
nuestra legislación civil, y de esa forma dar solución las incoherencias o falta
de unicidad entre sus reglas que se anotan en el presente estudio.
6

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN.

CAPITULO 1: INTRODUCCIÓN.
1.1. Situación Problemática…………………………………………………....8.
1.2. Formulación de Problema…………………………………………: …...16.
1.3. Justificación Teórica……………………………………………………...17.
1.4. Justificación Práctica……………………………………………………..17.
1.5. Objetivos…………………………………………………………………....18.
1.5.1. Objetivo general.
1.5.2. Objetivos específicos.

CAPITULO 2: MARCO TEÓRICO

2.1. Marco Filosófico o Epistemológico de la Investigación………………. 19.

2.2. Antecedentes de la Investigación………………………………………..77.

2.3. Bases Teóricas……………………………………………………………..79.

CAPITULO 3: METODOLOGÍA
3.1. Tipo y Nivel de Investigación………………………………………….135.
3.2. Método y Diseño de la Investigación…………………………………137.
3.3. Procedimiento Metodológico…………………………………………. 138.
3.4. Técnicas de Investigación……………………………………………..139.

CAPITULO 4: RESULTADOS Y DISCUSIÓN


4.1. Análisis, interpretación y discusión de resultados………………….140.
4.2. Pruebas de Hipótesis…………………………………………………..152.
7

4.3. Presentación de resultados…………………………………………...159.

CAPITULO 5: IMPACTOS.

5.1. Propuesta para la solución del problema…………………………...167.


5.2. Costos de implementación de la propuesta………………………...170.
5.3. Beneficios que aporta la propuesta………………………………….171.

CONCLUSIONES………………………………………………………………173.

RECOMENDACIONES………………………………………………………..175.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFÍA……………………………………………..177.

ANEXOS………………………………………………………………………..186.
 CASO Nº 1: Casación Nº 452-2007- Lima………………………….187.
 CASO Nº 2: Casación Nº 1757-2009- Arequipa .............................191.
 CASO Nº 3: Casación Nº 2587-2005-Lima…………………………194.
 CASO Nº 4: Casación Nº 2080-2001- Lima ………………………..196.
 CASO Nº 5: Casación Nº 881-99- Ica .............................................198.
 CASO Nº 6: Exp. Nº 53822-97- Lima………………………………..199.
 Exp. Nº 53822-97-Lima…………………………………200.
 Casación Nº 765-99-Lima………………………………201.
 CASO Nº 7: Resolución Nº 252-98-ORLC/TR.................................203.
 CASO Nº 8: Resolución Nº 212-98-ORLC/TR.................................206.
8

CAPITULO 1: INTRODUCCIÓN1

1. 1. SITUACIÓN PROBLEMÁTICA

La presente investigación tiene por fin describir y fijar posición respecto de


un tema sumamente controvertido como es la interpretación del negocio
jurídico a la luz de nuestro Código Civil de 1984. Tal como podemos apreciar
en el contenido normativo de dicho cuerpo de leyes se han normado,
principalmente, tres artículos básicos de interpretación del negocio jurídico,
las cuales se encuentran contenidos en los artículos 168, 169 y 170 del
Código Civil. Pero además de ello, según el profesor Fernando Vidal
Ramírez2, se consideran también como normas de interpretación los
artículos 1401, 1361 y 1362 del Código Civil; sin embargo nosotros
considerados que a lo largo del Código Civil encontramos otras reglas de
interpretación, como los artículos 1043 y 2055 del Código Civil, que no
siempre guardan coherencia o concordancia con las normas de
interpretación del negocio jurídico.

En estos artículos se han establecido principios y reglas para la


interpretación de los actos jurídicos en nuestro país, pero de modo muy
desordenado, lo cual por no guardar cierta coherencia y correcta

1
La Presente Tesis es una Investigación Teórico- Dogmático, cuyo desarrollo se ha
adecuado a la Estructura establecido en el Anexo 2 de la “Directiva para el Procedimiento
de la Elaboración de la Tesis para la Obtención del Grado de Magíster o Doctor”, aprobado
por Resolución Directoral Nº 080-EPG-2010.
2
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), “El Acto Jurídico” (8ª edición), Lima-Perú, Editorial
Gaceta Jurídica, p. 353: “En conclusión, el Código Civil no tiene más normas de
interpretación que las reseñadas y salvo respecto de la interpretación de los contratos, la
hermenéutica de la generalidad de los actos jurídicos debe hacerse sobre la base de las
normas de los artículos 168, 169 y 170, incluyendo los testamentos”
9

sistematización técnica es controversial en nuestra legislación civil, así como


también desde el punto de vista de la doctrina y del derecho comparado.

Pero para el estudio y análisis de esta problemática es necesario


previamente determinar la naturaleza jurídica de las normas básicas de
interpretación del negocio jurídico; esto es, determinar si los artículos 168,
169 y 170 del Código Civil son normas de carácter imperativo (obligatorias) o
son simplemente normas orientadoras (facultativas) para los operadores del
derecho.

Esclarecer este tema es de suma importancia para nuestra investigación,


puesto que la argumentación al respecto no es pacífica sino controversial,
tanto en la doctrina nacional como en la doctrina extranjera. En todo caso, es
necesario precisar la posición adoptada en nuestra legislación civil para
poder afirmar o negar el carácter vinculante de las normas de interpretación
contenidas en nuestro Código Civil, tanto más, cuando el acto jurídico
constituye el género frente a otras especies como el contrato.

1.1.1. Artículos del Código Civil sobre interpretación del negocio


jurídico.

Según nuestro ordenamiento civil vigente, existen tres normas de


interpretación de los actos o negocios jurídicos, las mismas que se
encuentran ubicadas en el “Titulo IV: Interpretación del Acto Jurídico” del
“Libro II: Acto Jurídico” del Código Civil; cuyos artículos son el 168, 169 y
170 del referido Código. En tal sentido, a continuación haremos algunas
precisiones del contenido de la normatividad, señalando algunos problemas
en su interpretación.

Asimismo, conforme a la regulación de estos artículos se determinará el


sistema o teoría de la interpretación del acto o negocio jurídico que nuestra
legislación civil ha adoptado, teniendo en cuenta los sistemas o teorías de
interpretación que informa la doctrina y el derecho comparado.
10

a) Artículo 168 del Código Civil:

El artículo 168 establece que: “El acto jurídico debe ser interpretado de
acuerdo con lo que se haya expresado en él y según el principio de la buena
fe”.

Este artículo se sustenta en la Teoría objetiva o declaracionista de la


interpretación de los actos o negocios jurídicos, y fue desarrollada, como
refiere el maestro Fernando Vidal Ramírez (1934)3, por el movimiento
pandectista de la segunda mitad del siglo XIX, en los prolegómenos del
Código Civil alemán y sostenida e impulsado por el jurista alemán Erich
Danz y la doctrina alemana, pese a la posición subjetivista que adoptó el
BGB. Se funda en criterios opuestos a los de la Teoría de la Voluntad y, por
lo tanto, conduce a opuesta consecuencias. Surgió así la teoría de la
declaración que planteó la prevalencia de la voluntad exteriorizada sobre la
voluntad interna, pues esta, en sí misma, no tiene significado jurídico ya que
la voluntad sólo produce efectos luego de su exteriorización. Para esta
teoría, el Derecho sólo debía tomar en consideración lo manifestado por el
sujeto, que es lo que lo vincula, pues el que recibe la voluntad de un sujeto
tiene el derecho de creer que corresponde a su voluntad interna y la ley
debe ampararle esa presunción.

Por tanto esta teoría privilegia a la declaración de voluntad considerando


que lo exteriorizado es protegido de modo especial por tener una realidad
concreta que permite conocer las intenciones del sujeto. Esta tesis considera
que las voluntades no manifiestas son inútiles y no pueden determinar
efectos jurídicos. Del mismo modo reconoce al principio de la buena fe, que
el sistema objetivo alemán reconoce dos aspectos: la creencia en lo
declarado y la confianza en el sentido de la declaración.

3
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), “El Acto Jurídico” (8ª ed.), Ob., Cit., Pág. 339.
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2007), “La Interpretación del Contrato en el Derecho
Peruano”; en: VV AA, Carlos Alberto Soto Coaguila (Director), “Tratado de la Interpretación
del Contrato en América Latina”, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1646.
11

En el artículo cuando señala “de acuerdo con lo que se haya expresado en


él”, parecía referirse como única forma de manifestar la voluntad, que es en
forma expresa, lo cual no ayuda mucho, mas por el contrario confunde en el
momento de interpretar los actos jurídicos.

Por otro lado, cabe señalar que el artículo alude al principio de buena fe en
la interpretación de los negocios jurídicos, lo cual significa que no se está
refiriendo a la buena fe subjetiva, sino a la buena fe objetiva, caracterizada
por el comportamiento correcto del sujeto que es percibido por la contraparte
o por los demás (buena fe, lealtad, probidad, confianza o comportamiento).

b) Artículo 169 del Código Civil:

El artículo 169 que señala: “Las cláusulas de los actos jurídicos se


interpretan las unas por medio de las otras atribuyéndose a las dudosas el
sentido que resulte del conjunto de todas”.

La regulación de este artículo corresponde a lo que la dogmática civil se


refiere a la interpretación sistemática (totalidad o interdependiente), y que
según esta normatividad se reconoce que las cláusulas normativas
establecidas por las partes son resultado de un mismo núcleo por lo que si
una es ambigua o dudosa entonces debe ser resuelto el problema mediante
el análisis del conjunto puesto que todas reconocen una misma fuente.

De acuerdo con este principio, toda cláusula dudosa o poco clara debe ser
interpretada de manera tal que guarde consistencia con todo el conjunto del
acto jurídico; esto es, que lo que se interpreta de la cláusula dudosa es su
significación en forma coherente con el conjunto del texto del negocio,
tomando acto jurídico como una unidad indivisible.

En este sentido, una cláusula aparentemente dudosa debe ser contrastada


con las restantes cláusulas del negocio jurídico, a fin de eliminar dicha duda,
para determinar cuál es su significación y qué efectos debe producir.
12

c) Artículo 170 del Código Civil:

El artículo 170 regula: “las expresiones que tengan varios sentidos deben
entenderse en el más adecuado a la naturaleza y objeto del acto”.

El artículo en mención se refiere a lo que la doctrina denomina interpretación


finalista, y que de acuerdo con esta regla, la labor de interpretación debe
estar orientada a buscar o preferir, entre todas las interpretaciones posibles,
aquella que sea consistente con la finalidad del contrato o de la cláusula
materia de interpretación.

El precepto señalado nos indica que en caso de existir dualidad de


significados o contenidos semánticos contrarios a las estipulaciones o
normas jurídicas privadas establecidos por las partes, entonces debemos
privilegiar aquel acorde con la causa o fin económico del negocio y la
naturaleza del mismo. Además este artículo puede ser leído de modo
integral con los anteriores pero sería mucho más provechoso proponer un
criterio similar de base para evitar situaciones de conflicto.

1.1. 2. Otros artículos del Código Civil sobre interpretación del negocio
jurídico.

Además de los artículos de interpretación regulados en forma específica en


el ordenamiento civil para los actos y negocios jurídicos, encontramos otros
artículos de interpretación que no se encuentran ubicados en el Libro II de
Acto Jurídico, sino en otros libros, pero sé que se refiere de alguna forma a
la interpretación del acto o negocio jurídico.

Por lo expuesto, a continuación al señalar los artículos, brevemente


explicaremos el contenido de cada una de ellas en el que se resalta nuestra
posición.
13

a) Artículo 1361 del Código Civil.

El artículo 1361 establece que “los contratos son obligatorios en cuanto se


haya expresado en ellos. Se presume que la declaración expresada en el
contrato responde a la voluntad común de las partes y quien niegue esa
coincidencia debe probarla”.

El acto jurídico viene a ser el género, mientras el contrato es la especie, tal


como señala Francesco Galgano ( 1933-2012)4, lo cual significa que cuando
se regula sobre la interpretación del acto jurídico, se entiende que dicha
regulación es para todos los actos o negocio jurídicos, incluyendo los
contratos.

Por tanto, en el presente artículo, la expresión “que los contratos son


obligatorios en cuando se haya expresado en ellos”, guarda concordancia y
coherencia con la regulación del artículo 168 del Código Civil (“El acto
jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en
él”), puesto que la regulación de ambas normas representa al sistema
objetivo de la interpretación; sin embargo, en la segunda expresión cuando
se refiere al contenido de un contrato, al regular la presunción de la
“voluntad común de las partes”, se está encuadrando dentro de la
concepción del sistema subjetivo o de voluntad, en contraste con el artículo
168 del Código Civil que obedece al sistema objetivo de la interpretación.

Precisamente, esta incoherencia y falta de sistematización adecuada de las


regulaciones de la interpretación del acto o negocio jurídico, aunado a los
pronunciamientos jurisprudenciales, constituyen uno de los problemas que
nos motiva el análisis e investigación del presente estudio, para luego

4
GALGANO, Francesco (1999), “El Crepúsculo del Negocio Jurídico”. En: VVAA, BETTI,
Emilio y Otros (2001), “Teoría General del Negocio Jurídico” (4 estudios fundamentales),
Lima-Perú, ARA Editores, Pág. 79; afirma “Aquí el contrato y el hecho ilícito son concebidos
como especies de géneros más amplios: del género del acto jurídico, el primero; del género
del hecho jurídico, el segundo”.
14

proponer la modificación de algunas artículos de interpretación en el Código


Civil.

b) Artículo 1362 del Código Civil.

El artículo 1362 señala que “los contratos deben negociarse, celebrarse y


ejecutarse según las reglas de la buena fe y común intención de las partes”.

La buena fe no solo está estipulado en la negociación, celebración y


ejecución de los contratos sino también en la interpretación de los actos
jurídicos, lo cual implica la importancia de concordar el artículo 1362 con el
artículo 168 del Código Civil.

Si “los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas


de común intención de las partes”; ello significa que en caso de conflicto en
cuanto a la interpretación de sus cláusulas, debe indagarse cuál ha sido la
“común intención de las partes”; en consecuencia este modo de
interpretación se encuentra dentro del sistema o teoría subjetiva o voluntaria,
en contraste con sistema objetivo o declaracionista que estipula el artículo
168 del Código Civil.

Nuevamente reiteramos, que no debe perderse de vista, tal como la doctrina


informa, que el acto o negocio jurídico viene a ser el género, mientras el
contrato la especie.

c) Artículo 1401 del Código Civil.

El artículo 1401 regula que “las estipulaciones insertas en las cláusulas


generales de contratación o en formularios redactados por una de las parte,
se interpretan, en caso de duda, a favor de la otra”.

Este artículo señala una forma distinta de interpretar los contratos, cuando
se trata que el contrato ha sido redactada por una de las partes, lo cual no
15

se tiene regulado en los articulados del libro del acto jurídico, pese a que por
la naturaleza de la regulación genérica de los actos o negocios jurídicos, de
este tipo de normatividad debería estar en el Libro II: Acto Jurídico del
Código Civil.

d) Artículo 1531 del Código Civil.

Este artículo dispone que “si el precio de una transferencia se fija parte en
dinero y parte en otro bien, se calificará el contrato de acuerdo con la
intención manifiesta de los contratantes, independientemente de la
denominación que se le dé. Si no constan la intención de las partes, el
contrato es de permuta cuando el valor del bien es igual o excede al del
dinero; y de compraventa, si es menor”.

En el presente artículo se toma en cuenta “la intención de las partes”; esto


es, que se adecua a la teoría subjetiva o voluntaria de la interpretación,
privilegiando “la intención de las partes” en los contratos. Luego, el artículo
en cuestión, regula en forma categórica que “si no constan la intención de
las partes”, el contrato debe interpretarse como de permuta.

Como puede advertirse, la regulación del artículo de encuadra dentro de la


concepción subjetiva o voluntaria.

e) Artículo 2055 del Código Civil

Este artículo señala que “las disposiciones del derecho extranjero aplicable
se interpretan de acuerdo al sistema al que pertenezcan”.

El citado artículo establece que “las disposiciones del derecho extranjero


aplicable se interpretan de acuerdo al sistema al que pertenece”; esto es que
puede ser el sistema objetivo, subjetivo o mixto, dependiente a que sistema
pertenece el referido derecho extranjero, lo cual al no estar regulado, como
16

corresponden, en el Libro del Acto Jurídico adolece de unicidad en cuando a


las normas de interpretación.

1. 2. FORMULACIÓN DEL PROBLEMA.

1.2.1. Problema Principal:

El problema se determina de la siguiente manera: “tenemos artículos que


reconocen principios de sistemas interpretativos diversos: objetivo o
declaracionista, subjetivista o voluntarista y mixto o dual; faltando coherencia
y unicidad entre sus reglas. Además existen vacíos que deberán ser
cubiertos con reglas adicionales y normas dispersas que deberán ser
integradas para evitar la existencia de una duplicidad (de reglas) que
generan problemas de vaguedad y antinomias”.

¿Existe coherencia y unidad entre los sistemas y reglas de interpretación del


negocio jurídico establecido en el Código Civil peruano?

1.2.2. Problemas Secundarios:

Este problema principal nos conduce a las siguientes interrogantes:

a) ¿Qué sistemas o reglas de interpretación emplean los magistrados para


interpretar los negocios jurídicos celebrados entre las partes en conflicto?.

b) ¿El sistema de interpretación del negocio jurídico establecido en el


Código Civil peruano es la más adecuada?

Interrogantes al que se pretende dar una respuesta y luego proponer,


mediante un proyecto de ley, una alternativa de solución que implique la
17

modificación de los artículos de la interpretación de los actos o negocios


jurídicos contenidos en el Código Civil vigente.

1. 3. JUSTIFICACIÓN TEÓRICA.

La presente tesis, tiene como justificación teórica, la de proponer una


solución normativa a la situación conflictiva que se presenta en la
interpretación de los actos o negocios jurídicos; esto es, establecer ciertas
reglas de interpretación que sean claras, uniformes y coherentes, bajo la
adopción de un determinado sistema o teoría de interpretación, acorde con
realidad social peruana. Problema que se venía presentando por la carencia
de normas jurídicas claras, uniformes y coherentes que determinen los
principios, criterios y reglas de un determinado sistema interpretativo, sea
este: subjetivo, objetivo o mixto.

En tal sentido, la justificación teórica se materializará con la propuesta


normativa que se presenta en la regulación interpretativa de los actos o
negocios jurídicos, bajo un determinado sistema o teoría de interpretación.

1. 4. JUSTIFICACIÓN PRÁCTICA.

Como justificación práctica tenemos la necesidad de dar solución en la


administración de justicia al problema de la interpretación de los actos o
negocios jurídicos, para cuyo efecto al culminar la investigación se da una
propuesta modificatoria de los artículos que regulan sobre la interpretación
de los actos o negocios jurídicos, las mismas que al estar ubicadas en el
Libro del Acto Jurídico del Código Civil, guardan coherencia y unicidad entre
las mismas y son aplicables a todos actos o negocios jurídicos; por tanto,
siendo dichas normas de carácter vinculante, son obligatorios su
18

observancia para todos los operadores jurídicos en la solución de las


controversias que se sometan a su jurisdicción.

La aplicación de dichas normas interpretativas permitirá que los operadores


jurídicos, especialmente los jurisdiccionales, produzcan a nivel nacional,
sentencias jurisprudenciales con pronunciamientos uniformes y coherentes.

1. 5. OBJETIVOS.

1.5.1. Objetivo General.

Determinar si los sistemas y reglas de interpretación, establecidos en el


Código Civil peruano, son los más adecuados para solucionar los problemas
de interpretación de los negocios jurídicos.

1.5.2. Objetivos Específicos.

1. Determinar los sistemas o reglas de interpretación del acto o negocio


jurídico adoptado en nuestro ordenamiento civil.

2. Evaluar y proponer los sistemas o reglas de interpretación del acto o


negocio jurídico en el Código Civil.
19

CAPITULO 2: MARCO TEÓRICO.

2.1. MARCO FILOSÓFICO O EPISTEMOLÓGICO DE LA


INVESTIGACIÓN5

2.1.1. Introducción.

En este capítulo trataremos sobre Interpretación del negocio jurídico como


teoría del conocimiento; esto es, partiendo de la interpretación de la norma
jurídica y del negocio jurídica como una forma de distinción entre ambos, se
llegará a la discusión doctrinario de las teorías o sistemas de interpretación
del negocio jurídico; luego, corresponde analizar el objeto de interpretación
del negocio jurídico para diferenciar respecto al objeto de interpretación de la
norma jurídica; seguidamente es importante también analizar, desde el punto
de vista doctrinario, la naturaleza de las normas de interpretación del
negocio jurídico, señalando la postura adoptada en la doctrina nacional; y
finalmente señalar las clases de interpretación del negocio jurídico.

Ahora bien, una vez señalada el contenido del presente capítulo, iniciaremos
nuestro análisis, dando a continuación las nociones generales que se tiene
sobre el término de interpretación; luego analizaremos los diversos sistemas
o teorías de la interpretación del negocio jurídico.

Etimológicamente hablando, el verbo “Interpretar” proviene de la voz latina


interpretare o interpretari6, que significa explicar, desentrañar el sentido, y es

5
El estudio del conocimiento científico es el tema de la disciplina filosófica llamada
Epistemología. (BARRIGA HERNÁNDEZ, Carlos, “Epistemología”, Lima Perú, UNMSM
2006, Pag.23).
20

en esta acepción como también lo considera el Diccionario de la Real


Academia de la Lengua Española7, que la explicita refiriéndola a “explicar o
declarar el sentido de algo, y principalmente el de un texto”; esto es de
textos faltos de claridad. De ahí que el término Interpretatio era la
interpretación o explicación de un texto legal o de algún pasaje de un
jurisconsulto; más estrictamente, el comentario sobre fragmentos de los
jurisconsultos clásicos y de las constituciones imperiales inserto en la lex
romana visigotharum (ley romana de los visigodos)8.

La interpretación es un término que se presta a multiplicidad de usos, que


varían según el objeto que se desea interpretar, dado que podemos
interpretar un comportamiento, una obra de arte, obra literaria, una pieza
musical, de un sueño9, una pintura, un texto religioso como la Biblia10,
norma jurídica, un acto jurídico, etc. En otros términos podemos decir que
interpretar es “explicar, declarar el sentido de una cosa y principalmente, de
textos faltos de claridad. Representar una obra. Ejecutar una pieza musical.

6
COUTURE, Eduardo J., “Estudios de Derecho Procesal Civil”, Tomo III. Ediciones
Depalma. Tercera edición, 1979, Buenos Aires – Argentina, Pág., 15. Este jurista uruguayo
nos dice que “la voz latina interpretari deriva de interpres que significa mediador, corredor,
intermediario”. VIDAL RAMIREZ, Fernando (2011), “El Acto Jurídico”, Lima-Perú, 8va.
Edición, Editorial Gaceta Jurídica, Pág., 335. DÍEZ PICAZO, Luís (1973) “Experiencias
Jurídicas y Teoría del Derecho”, Madrid-España, Editorial Ariel, Pág. 225; por su parte
este autor explica “que la locución latina “inter-pres” procede del griego “meta fraxtes” e
indica al que se coloca entre dos que hablan para hacer conocer a cada uno de ellos lo que
el otro ha dicho o está diciendo. En este amplio sentido, la palabra se utiliza hoy entre
nosotros para designar al traductor que se sitúa entre dos personas que hablan lenguajes o
idiomas distintos”. GARCÍA TOMA, Víctor (2007), “Introducción a las Ciencias
Jurídicas”: Lima- Perú, 2da. Edición, Jurista Editores, Pág. 385; este autor refiere la
expresión interpretación procede la voz latina interpretari, que significa “venir en ayuda de
algo o de alguien”. Esta acepción en su momento, se justificaba, ya que los pontífices y,
posteriormente, los jurisconsultos intervenían en auxilio de las personas, develando – los
primeros- lo venidero por la “lectura” de la entrañas de los animales, o brindando – los
segundos- los alcances de un texto jurídico.
7
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA (2001). “Diccionario de la Lengua española” (Tomo II).
Madrid España, 22° Edición, Editorial Espasa Calpe S.A. Pág. 1293.
8
CABANELLAS, Guillermo (1992). “Repertorio Jurídico de Principios Generales del
Derecho, Locuciones, Máximas y Aforismos Latinos y Castellanos”. Buenos Aires –
Argentina, 4ta. Edición ampliada, Editorial Heliasta SRL.,Pág. 309
9
Como por ejemplo “La Interpretación de los Sueños” de Sgmund FREUD
10
“Para entender la Biblia, no podemos fiarnos de cualquier predicador que la tira por su
lado, Debemos recibirla tal como la entiende la Iglesia católica, que fundaron los apóstoles y
que siempre se fijó en sus normas” (La Biblia, edición XXIII 1995, España, editorial Verbo
Divino, Pág.5).
21

Concebir, ordenar o expresar de un modo personal la realidad”11. Por tanto


interpretar en términos generales es desentrañar el sentido de algo o
encontrar sentido de algo.

Podríamos concluir en concreto que la interpretación está dirigida a explicar


o declarar el sentido de algo, que puede ser de un texto o de una conducta.

2.1.2. La Interpretación de la Norma Jurídica (Ley).

Refiriéndonos a la norma jurídica, podemos señalar que, establecida la


norma jurídica, incumbe a todos los habitantes y en particular a los
funcionarios públicos y jueces la obligación de aplicarla. Pero la aplicación
de la norma exige su previa interpretación para determinar si el caso
concreto que se examina debe incluirse o no en aquella. Esta tarea es la
función más alta del juez y la más ardua por las dificultades graves que se
presentan al establecer el alcance del precepto jurídico, sobre todo cuando
resulta oscuro o ambiguo; de ahí la importancia de la interpretación de la
norma jurídica, lo que a continuación analizaremos.

El jurista alemán Werner Flume (1908-2009)12 señala que cuando Savigny


se refería a la interpretación de la ley, decía que la finalidad de la
interpretación es como “hacer surgir ante nuestra consideración el
pensamiento vivo consignado en la letra muerta”. Esto es que se describe la
esencia de la interpretación, que se ocupa de comprender la manifestación
de un pensamiento; por lo que la meta de la interpretación es declarar qué
pensamiento se ha tenido.

11
HINESTROSA, Fernando (2007) “Presentación”. En: SOTO COAGUILA, Carlos A.,
Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial
Grijley, Pág. XXXI.
12
FLUME, Werner (1998), “El Negocio Jurídico”, Madrid España, Parte General del
Derecho Civil, Tomo Segundo, 4ta. Edición no modificada, Traducción: José María Miquel
Gonzales y Esther Gómez Calle, Fundación Cultural del Notariado, Pág. 352.
22

Luego, Flume (1908-2009)13 llega afirmar en forma categórica “Que la tarea


principal de la interpretación es, tanto hoy como ayer, la comprensión del
sentido de la Ley en su aplicación al caso concreto”. Precisamente el
referido jurista hace alusión a la interpretación en concreto, en
contraposición a la interpretación en abstracto.

Interpretar es buscar el sentido y el valor de la norma para medir su


extensión precisa y apreciar su eficiencia en cuanto al gobierno de las
relaciones jurídicas aparentemente comprendidas en el ámbito de su
vigencia14. Una vez determinado el sentido y el valor de la norma, permitirá
al intérprete medir el alcance y la eficiencia de la norma en el ámbito de las
relaciones jurídicas.

Interpretar significa, declarar, explicar, aclarar e incluso completar el


significado de lo oscuro o insuficiente. Luego la interpretación es la
declaración, explicación o aclaración del sentido de una cosa o de un texto
oscuro y dudoso. La oscuridad, la duda y la laguna legal pueden encontrarse
en las palabras o en el espíritu de la norma positiva, en los contratos, en los
hechos, en las demandas, en las sentencias, en cualquiera de los actos o de
las relaciones jurídicas15. Pero desde el punto de vista jurídico, “La
Interpretación jurídica por excelencia es la que pretende descubrir para sí
mismo (comprender) o para los demás (revelar) el verdadero pensamiento
del legislador o explicar el sentido de una disposición”16.

En la interpretación de la ley debe indagarse la voluntad inmanente de la ley,


la cual, una vez creada, existe en sí y por sí. Por lo cual si las circunstancias
de que ella fue creada (occasio legis) puede auxiliarnos en alguna medida
para escrutar el espíritu (la intención en abstracto del legislador), hay que

13
FLUME, Werner (1998), Ob. Cit. Pág. 359.
14
ANDORNO, Luís O (2001) “La Interpretación en los Negocios Jurídicos”. En: Derecho
Privado (Libro Homenaje a Alberto J. Bueres), Oscar J. Ámela (dirección) y Dora Mariana
Gesualdi (Coordinación), Buenos Aires-Argentina, Editorial hammurabi, Pág. 595.
15
ROMERO MONTES, Francisco Javier (2003), “Curso del Acto Jurídico”, Lima Perú,
Editorial Librería Portocarrero, Pág. 141.
16
CABANELLAS DE TORRES, Guillermo: “Diccionario Enciclopédico de Derecho
Usual”. Editorial Heliasta. Vigésimo tercera edición, 1994. Buenos Aires – Argentina. Tomo
IV. Pág. 472.
23

cuidarse de no extralimitar la importancia de esta indagación histórica, pues


la ley está dirigida a regir una pluralidad de casos más numerosos y
complejos que aquellos en los que pudo haber pensado el legislador, hasta
el punto de que se considera que la mejor garantía de su realización exige ir
adaptándola y aun desaplicarla a medida que vayan cambiando las
singulares circunstancias psicológicas y sociales de las que ella emanó17.

Interpretar una norma es esclarecer su sentido18 y la interpretación es la


investigación en la penetración del sentido y del alcance efectivo de la
norma; esto es atribuir un significado a la norma para medir su extensión
precisa y la posibilidad de aplicación a una determinada relación social a
regular. Es pues, una operación lógica, de conocimiento19, por lo que no es
tan fácil y sencillo interpretar una norma jurídica, pues requiere un cierto
nivel de conocimiento y experiencia en la materia.

La Teoría de la Interpretación Jurídica como parte de la Teoría General del


Derecho está destinado a desentrañar el significado último del contenido de
las normas jurídicas, y no precisamente cuando su sentido normativo no está
claro, pues como dice De Ruggiero (1875-1934)20 “no solo de la norma legal
cuando es oscura e incierta, sino también de la norma legal clara y de la
norma proveniente de la jurisprudencia o de la doctrina y la que surge de la
equidad”. Afirmación contundente que desvirtúa la concepción tradicional.

17
MÉLICH ORSINI, José (1986), “La interpretación de los contratos y de los actos
jurídicos en el nuevo Código Civil Peruano”. En: “El Código Civil Peruano y el Sistema
Jurídico Latinoamericano”, Ponencias presentadas en el Congreso Internacional celebrado
en Lima del 9 al 11 de agosto de 1985, organizado por la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad de Lima y la Associazione di Studi Sociali Latinoamericani
(ASSLA), Editorial Cultural Cuzco S.A., Pág. 287.
18
ENNECCERUS, Ludwig (1953), “Tratado de Derecho Civil”, Tomo I. Barcelona-España,
Casa Editorial Bosch, traducido de la 39° edición alemana, Pág. 197.
19
MESSINEO, Francesco (1954), “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo I.
Buenos Aires Argentina, Primera edición español, Ediciones Jurídica Europa-América, Pág.
95.
20
ANDORNO, Luís O (2001) “La Interpretación en los Negocios Jurídicos”. En: Derecho
Privado (Libro Homenaje a Alberto J. Bueres), Oscar J. Ámela (dirección) y Dora Mariana
Gesualdi (Coordinación), Buenos Aires-Argentina, Editorial hammurabi, Pág. 595.
24

Con bastante frecuencia se observar en los pronunciamientos de algunos


tribunales que, frente a normas claras o en presencia de cláusulas
contractuales precisas, esto es, no oscuras ni ambiguas, no serían menester
acudir a reglas interpretativas. Ello, por aplicación del viejo brocárdico: “in
claris legis non interpretatio”. Así, por ejemplo, se ha sostenido que: “las
reglas de interpretación de los contratos son usadas cuando se parte del
presupuesto de la ausencia de claridad de la expresión normativa
convencional, pero no si el texto de la cláusula motivo de cuestionamiento es
suficiente para su correcta inteligencia”21 y que: “Si un contrato es claro en
sus términos, no cabe interpretación alguna. De tal modo, si no hay términos
ambiguos o dudosos, ni existen contradicciones, debe hacerse una relación
integrativa de los documentos que hacen surgir la intención de las partes”22.
Pronunciamiento jurisprudencial que no compartimos, pues consideramos
que aun cuando para determinado interprete estuvieren claras los términos
de un contrato, para otro intérprete puede no estar claro; de ahí que en el
ámbito jurisdiccional se suele resolver una causa en instancia plural, donde
lo que interpreta el A Quo puede ser contradicha por el Ad Quem.

En verdad, consideramos que no existen leyes claras ni oscuras, puesto que


todas requieren ser interpretadas. Lo único verdadero del referido aforismo –
dice De Ruggiero- es que cuando de las palabras del precepto se deduce
indudablemente el sentido de la voluntad legislativa, no es admisible, so
pretexto de interpretar la norma, indagar un pensamiento y una voluntad
distinta. Por lo demás, la noción misma de claridad de la norma es un
concepto relativo, pudiendo ser claro el texto de la ley, pero confusa en su
finalidad, y aun la aparición de nuevas situaciones puede tornar oscura una
norma que se estimaba clara y exenta de dificultades23. También puede ser
relativo, como hemos señalado, cuando se trata de un intérprete a otro
interprete, precisamente por eso se recurre al órgano jurisdiccional para que

21
CNCiv.. Sala E.26/9/96, LL, 1997-B-782. En: Andorno, Luís O. (2001) Ob. Cit. Pág. 596.
22
CNCiv.. Sala J.30/4/96, LL, 1997-B-1024, 39.833-S. En: ANDORNO, Luís O. (2001) Ob.
Cit. Pág. 596.
23
ANDORNO, Luís O (2001) “La Interpretación en los Negocios Jurídicos”. En: Derecho
Privado (Libro Homenaje a Alberto J. Bueres), Oscar J. Ámela (dirección) y Dora Mariana
Gesualdi (Coordinación), Buenos Aires-Argentina, Editorial hammurabi, Pág. 596.
25

la autoridad competente en una instancia plural se pronuncie sobre materia


de interpretación planteado a su jurisdicción.

El tema de la interpretación es de singular trascendencia. En el campo del


Derecho se interpretan las leyes, los contratos, las resoluciones judiciales,
los actos de las partes, sus consecuencias con efectos jurídicos; en fin, se
interpreta todo lo escrito y más que eso24. Contrariamente a lo que creen
quienes no tienen formación jurídica, la interpretación es siempre necesaria,
aun cuando se trate de un texto “clarísimo, perfectamente comprensible con
su sola lectura”. Buena sorpresa se llevarían quienes así piensan cuando
adviertan que dos lectores de ese texto “clarísimo” llegan a veces a
conclusiones distintas25. Esto es que pueden darse interpretaciones
discrepantes.

Existe un principio, “toda regla de derecho necesita de la interpretación para


su aplicación, y aún el que sostenga lo contrario por considerar que la letra
es clara, está practicando una interpretación gramatical que, por prescindir
de las reglas de la hermenéutica, lo conducirá inevitablemente a un error”.
Otro tanto ha de decirse para las declaraciones de voluntad privada26.
Principio que suscribimos.

La interpretación –anota García Máynez (1908-1993)27- no es labor


exclusiva del Juez; cualquier persona que inquiera el sentido de una
disposición legal puede realizarla. Pero la calidad del intérprete no es
indiferente, al menos desde el punto de vista práctico, porque no toda
interpretación es obligatoria. Así, por ejemplo, si el legislador, mediante una

24
“El tema de la interpretación jurídica es un concepto genérico y amplio. Puede ser objeto
de interpretación una ley, una sentencia, una resolución administrativa, un laudo arbitral, un
acto jurídico” (ROMERO MONTES, Francisco Javier, “Curso del Acto Jurídico”, Lima
Perú, 2003, Editorial Librería Portocarrero, Pág. 141).
25
AVENDAÑO, Jorge (2007) “Presentación”. En: SOTO COAGUILA, Carlos A., Tratado de
la Interpretación del Contrato en América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág.
XXXVII.
26
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo (2007), “Interpretación Contractual y
Casación”. En: SOTO COAGUILA, Carlos A., Tratado de la Interpretación del Contrato en
América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1981.
27
GARCÍA MÁYNEZ, Eduardo (1988), “Introducción al estudio del derecho”, México,
39vo. Edición, Editorial Porrua, Pág. 329 y s.
26

ley, establece en que forma ha de entender un precepto legal, la exégesis


legislativa obliga a todo el mundo, precisamente porque su autor, a través de
la norma secundaria interpretativa, así lo ha dispuesto. Si es el Juez quien
interpreta un precepto, a fin de aplicarlo a un caso concreto, esa
interpretación no adquiere obligatoriedad general, pero sirve, en cambio, de
base a una norma individualizada: el fallo que en la especie se dicte. Si, por
último, un abogado o un particular cualquiera, interpretan una disposición
legislativa, su interpretación (correcta o incorrecta) tiene un simple valor
doctrinal y, por ende a nadie obliga. En el primer caso háblese de
interpretación auténtica, en el segundo caso de interpretación judicial o
jurisprudencial, y en el tercero, de interpretación doctrinal o privada. Las dos
primeras tienen, en cambio carácter oficial o público.

La interpretación conduce pues a la comprensión del sentido de la norma


jurídica28, a determinar el sentido exacto de la norma29 o a descubrir los
pensamientos que encierran las palabras que contiene una norma30. Lo que
significa que para realizar esta labor esclarecedor se dan reglas con carácter
vinculante.

En tal sentido estamos de acuerdo y nos sumamos a las palabras del


maestro Aníbal Torres Vásquez (1942)31, cuando dice: “interpretar una
norma jurídica es establecer su sentido y alcance en relación con un hecho
determinado al cual debe aplicarse. ¿Cómo establece el intérprete el sentido
de la norma?. En primer lugar, la labor del intérprete se dirige a descubrir o
develar el sentido inmanente en la norma; en segundo lugar, como por lo
general una norma evoca varios sentidos, selecciona o fija el sentido con el
cual se obtenga la solución más justa del caso concreto; y en tercer lugar, si

28
ÁLVAREZ GARDIOL, Ariel (1979). “Manual de Filosofía del Derecho”. Buenos Aires:
ASTREA. Pág. 289
29
LATORRE SEGURA, Ángel, “Introducción al Derecho”, Editorial Ariel. Séptima Edición,
Septiembre de 1976. Barcelona – España. Pág. 93.
30
ALZAMORA VALDEZ. Mario (1987), “Introducción a la Ciencia del Derecho”, Lima-
Perú, 10ma. Edición, Editorial y Distribuidora de Libros –EDDILI, Pág. 257
31
TORRES VASQUEZ, Aníbal (2001), “Introducción al Derecho” (Teoría General del
Derecho), Lima-Perú, 2da. Edición, Editorial, Ideosa y Editorial Temis de Colombia, Pág.
516.
27

el sentido o sentidos de la norma no se adecuan a la nueva realidad social,


el intérprete atribuye a la norma el significado que lo actualiza”.

Dado que las normas positivas y el Derecho vigente en general se expresan


y difunden mediante el lenguaje, consideramos que Interpretar no puede ser
otra cosa que reconocer, descubrir, averiguar, captar o asimilar el auténtico
significado, sentido y alcance de la norma jurídica.

De todo lo expuesto podemos concluir que interpretar una norma es


determinar, averiguar, descubrir, develar, desentrañar el sentido y alcance
de la misma. Esto que parece simple, es materia sustantiva en la carrera de
Derecho y es lo que nos diferencia de otros profesionales. En otras
profesiones no les enseñan a interpretar la ley, pues para esto está la
carrera de abogacía. Sin embargo, es un mal generalizado el creer que
cualquiera con una simple lectura puede determinar el sentido y alcance de
un texto legal.

El interés por la interpretación de la norma se origina desde el momento de


la publicación de la ley, pero cabe señalar que por más clara que sea la
norma necesita ser entendida, esto es, ser interpretada y no son siempre los
abogados los que deben enfrentar a ella. Por ejemplo, el legislador interpreta
los mandatos constitucionales para crear el orden legal; el Jurado Nacional
de Elecciones interpreta las normas relacionadas a las elecciones; el juez
interpreta las normas en la administración de justicia; los fiscales interpretan
normas en el ejercicio de la acción penal; el Poder Ejecutivo en sus diversas
reparticiones administrativa interpreta las normas; El Consejo Nacional de la
Magistratura interpreta las normas en el desempeño de sus funciones; el
Notario interpreta las normas en el ejercicio de su función; normalmente
abogado la interpreta para aplicarla; y finalmente hasta el ciudadano
interpreta algunas normas de su interés.

Tal vez sea necesario citar lo que el inciso 8 del Artículo 139 de la
Constitución Política del Estado establece. “El principio de no dejar de
administrar justicia por vació o deficiencia de la ley. En tal caso, deben
28

aplicarse los principios generales del derecho y el derecho consuetudinario”;


normatividad constitucional concordante con el Artículo VIII del Título
Preliminar del Código Civil, que prescribe la obligación de suplir los defectos
o deficiencias de la ley: “Los jueces no pueden dejar de administrar justicia
por defecto o deficiencia de la ley. En tales casos, deben aplicar los
principios generales del derecho y, preferentemente, los que inspiran el
derecho peruano”.

Por tanto, no es posible que un juez deje de administrar justicia invocando el


vació o deficiencia de las reglas de derecho, pues cada vez que encuentran
una dificultad de este orden, los tribunales, para superar esta situación,
suelen recurrir a los “precedentes”, es decir la interpretación ya dada sobre
el mismo punto por otras jurisdicciones, donde algunos precedentes son
vinculantes, esto es, de observancia obligatoria por los jueces, tal como en
nuestro ordenamiento jurídico se encuentra regulados, en diversas materias
jurídicas (Constitucional, Derecho Civil y Procesal Civil, Derecho Penal y
Procesal Penal, Derecho Administrativo, Derecho Tributario, etc.,)
Frecuentemente guiados en esta búsqueda por la doctrina, ellos van
formando una jurisprudencia que, poco a poco, se generaliza. No deben
olvidar jamás que, como contrapartida de la renuncia a hacer justicia por
mano propia, todo individuo tiene la posibilidad de hacer valer sus derechos
en justicia.

2.1.3. La Interpretación del Acto o Negocio Jurídico.

En la interpretación de los actos o negocios jurídicos, son los operadores


jurídicos (jueces) los encargados de indagar y determinar el verdadero
sentido y alcance de las negociaciones o contratos, tal como refieren los
juristas colombianos Guillermo Ospina Fernández (1914-1990) y Eduardo
Ospina Acosta32 al señalar que interpretar un negocio jurídico es averiguar el
verdadero sentido y alcance de sus estipulaciones, por ello quienes tienen

32
OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo (1994). “Teoría General
del Contrato y de los demás Actos o Negocios Jurídicos” (4ª ed.). Colombia: THEMIS.,
Pág. 405.
29

que pronunciarse sobre un negocio jurídico, especialmente los jueces


llamados a aplicarlos, tienen que comenzar por entenderlo rectamente, lo
que con frecuencia resulta difícil debido a la oscuridad, imprecisión,
ambigüedad o deficiencia de las cláusulas empleadas por las partes para
expresar su voluntad, y hasta debido a contradicciones entre dichas
cláusulas. En estos casos corresponde al intérprete desentrañar el real
significado de las declaraciones formuladas y armonizar en cuanto ello sea
posible.

En la interpretación de los actos o negocios jurídicos se trata de reconstruir


la común intención de las partes, pues como refiere Francesco Messineo
(1886-1974)33 “interpretar, es decir, reconstruir la intención común, significa
ponerse en un punto de vista que esté por encima del interés de cada una
de las partes y efectuar la investigación decisiva, la única apta para
reconstruir en sus términos efectivos el contenido del contrato” o cualquier
otro negocio jurídico. Es decir, según esta concepción, la interpretación debe
ser imparcial.

Manuel Albaladejo (1920-2012)34 nos dice que la interpretación es la


actividad tendente a fijar el sentido de la declaración, es decir, a precisar
cuál es la voluntad negocial que la declaración exterioriza. Al respecto
Rubén H. Compagnucci de Caso35, señala que la voluntad que se exterioriza
por medio de signos, gestos, comportamientos, debe ser objeto de
entendimiento por el intérprete a fin de poder descifrar el contenido de lo
declarado. Por tanto, al igual que Erich Danz (1850-1914)36, consideramos
que por interpretación se entiende, en el leguaje usual, la acción que tiende
a fijar el sentido y el significado de las manifestaciones de la voluntad, que

33
MESSINEO, Francesco (1986). “Doctrina General del Contrato”- Tomo II. Buenos
Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América. Pág. 102.
34
ALBALADEJO, Manuel (1996), “Derecho Civil” Tomo I, Volumen Segundo, Barcelona
España, 14va. Edición, José María Bosch Editor, Pág. 344. “El Negocio Jurídico”,
Barcelona España, 2da. Edición 1993, Librería Bosch, Pág. 321.
35
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. (1992), “El Negocio Jurídico”, Buenos Aires
Argentina, Editorial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma, Pág. 359.
36
DANZ, Erich (1926), “La Interpretación de los Negocios Jurídicos”, Madrid,
Traducción de la 3ra. Edición alemana y concordancias con el Derecho español por W,
Roces, Librería General de Victoriano Suarez, Pág. 15.
30

puede ser mediante palabras o comportamientos, pues el que quiere


manifestar al exterior su voluntad interna, tiene que declarar, para ello
necesita valerse de ciertas palabras, signos o comportamientos para que en
el mundo exterior puedan percibir; y precisamente, poner en claro estas
manifestaciones o declaraciones es el fin de la interpretación.

Por su parte Nicolás Coviello (1867-1913)37 refiere que para determinar el


contenido del negocio jurídico es necesaria la interpretación, o sea la
investigación del significado que debe atribuirse a una determinada
manifestación de voluntad .Por tanto la interpretación consiste en
desentrañar la verdadera intención de las partes.

El negocio jurídico se configura a través de la declaración de voluntad, para


cuyo efecto se utilizan palabras, gestos, signos, etc., que hacen viable la
exteriorización de la voluntad; en tal sentido una vez declarada, debe ser
objeto de interpretación, puesto que la interpretación es la actividad
tendiente a fijar el sentido de la declaración; es decir, a precisar cuál es la
voluntad negocial que se exterioriza a través de la declaración. De ahí que el
maestro José León Barandiaran (1899-1987)38 sostuviera que “la regla de
interpretación general no solo se refiere a las declaraciones de voluntad
cuyo medio de expresión es el lenguaje hablado o escrito, sino cualquier
clase de declaración de voluntad, esto es, también a la indirecta, o sea a la
conducta manifestada por hechos. No sólo palabras, sino también toda clase
de actos (en el sentido más amplio de la palabra), están sujetos a la
interpretación (Staudinger)”. Esto nos permite afirmar que existe cierta
particularidad en la interpretación de los actos o negocios jurídicos a
diferencia de la interpretación de las normas jurídicas.

37
COVIELLO, Nicolás (1949), “Doctrina General del Derecho Civil”, México, Traducción
al castellano de la 4ª Edición Italiana Revisada por el Prof. Leonardo Coviello, por Felipe De
J. Tena, Concordancia con el Derecho Mexicano por Raúl Berron Mucel, Editorial UTEHA,
Pág. 454.
38
LEÓN BARANDIARAN, José (1999), “Acto Jurídico”, Lima-Perú, 3ra. Edición, Editores
Gaceta Jurídica, Pg. 83-84.
31

Asimismo el maestro Aníbal Torres Vásquez (1942)39 señala que la


interpretación del acto jurídico es la técnica dirigida al conocimiento del
contenido, sentido y alcance del acto, o sea de la regulación establecida por
el agente o agentes que lo crean. En otras palabras, se trata de determinar
el contenido del acto atribuyéndole su exacto significado que determine los
deberes u obligaciones y los derechos que de él se derivan. Puesto que la
imperfección del ser humano y del lenguaje hace que la reproducción de la
voluntad mediante la declaración no esté libre de confusión y dudas y
establecer su significado.

A través de la interpretación se trata de llegar a la voluntad expresa


partiendo de su expresión, y como dice el italiano Francesco Santoro
Passarelli (1902-1995)40 siempre es necesario una interpretación o una
investigación del acto negocial, por más fácil que la investigación,
atendiendo al tenor del acto, pueda presentarse, por tanto la necesidad de
una interpretación existe para cualquier clase de negocio, consistente en una
declaración o combinación de declaraciones o en una actuación.
Corresponde al Juez interpretar el acto negocial para asignar a la
convención los efectos que las partes han querido atribuirle; por lo que el
Juez en esta tarea debe poner a contribución la lógica, el buen sentido, la
experiencia; a la vez es una tarea de conciencia y buena fe.

La interpretación viene a ser una reflexión sobre un texto previo para


determinar su sentido, y por ello, es una mirada hacia el pasado
(antecedente), intentando reconstruir lo originariamente pactado, en cambio
la integración mira hacia el futuro y la calificación se enfoca en el presente.

Interpretar un contrato es determinar el sentido y alcance de sus


estipulaciones; puesto que como dijera el jurista chileno Ramón Meza Barros

39
TORRES VÁZQUEZ, Aníbal (2012). “Acto Jurídico” (4ª ed.). Lima-Perú: IDEMSA; Pág.
479.
40
SANTORO PASSARELLI, Francesco (1964), “Doctrinas Generales del Derecho Civil”,
Madrid España, Traducción por A. Luna Serrano, Editorial Revista de Derecho Privado, Pág.
275.
32

(1912-1980)41 “La interpretación del contrato tiene lugar cuando los términos
de que las partes se han servido son oscuros o ambiguos; cuando, a pesar
de su claridad, son inconciliables con la naturaleza del contrato o con la
evidente intención de las partes; cuando, en fin, la comparación de las
diversas cláusulas, consideradas en conjunto, hace surgir dudas acerca de
su particular alcance”

Por su parte el jurista venezolano José Melich Orsini (1924-2011)42 sostiene


que en la interpretación del contrato se parte de la concreta o efectiva
“común intención” de las partes, pues se indaga por un precepto dirigido
precisamente a resolver conforme a lo que “debieron haber pensado y
querido” los singulares contratantes del caso en aquella situación, ahora
controvertida entre ellos mismos por la pretensión de cada parte de atribuirle
distintas implicaciones jurídicas. Se comprende así que la indagación
histórica cumpla aquí un papel mucho más importante en la búsqueda del
espíritu del contrato, ya que éste es mera manifestación de esa autonomía
reconocida por la ley a las voluntades privadas para crear la peculiar
regulación de sus singulares intereses en un lugar y momento dado.
Sabemos, sin embargo, que en esta investigación histórica de las
circunstancias psicológicas y sociales que han producido el acuerdo de las
partes, no interesan los puros motivos individuales de cada contratante, sino
aquellos que se revelan como haber sido tomados en cuenta por ambas
partes según las circunstancias en que se realizó el contrato pues sólo de
ellos puede predicarse que forman parte del intento práctico perseguido a
través del contrato. Es ese intento de las partes el que debe reconstruir y
fijar netamente el intérprete, sin deformar el significado real que le
atribuyeron sus autores en ejercicio de su autonomía privada
sobreponiéndose un juicio objetivo y abstracto.

41
MEZA BARROS, Ramón (1987), “Manual de Derecho Civil”, Tomo I, Santiago de Chile,
7ma. Edición, Manuales Jurídicos Nº 39, Editorial Jurídica de Chile, Pág. 50.
42
MÉLICH ORSINI, José (1986), “La interpretación de los contratos y de los actos
jurídicos en el nuevo Código Civil Peruano”. En: “El Código Civil Peruano y el Sistema
Jurídico Latinoamericano”, Ponencias presentadas en el Congreso Internacional celebrado
en Lima del 9 al 11 de agosto de 1985, organizado por la Facultad de Derecho y Ciencias
Políticas de la Universidad de Lima y la Associazione di Studi Sociali Latinoamericani
(ASSLA), Editorial Cultural Cuzco S.A., Pág. 287.
33

Doménico Barbero43 partiendo del artículo 1362 del Código Civil Italiano,
hace una precisión clara sobre el concepto de interpretación del negocio
jurídico, cuando señala que “Interpretar significa escrutar (indagar y
examinar) un “hecho” para reconocer su “valor”. En el “negocio jurídico”
(manifestación voluntaria de intención), el dato a escrutar es la
“manifestación negocial”, el valor a reconocer, la “intención”. Interpretar el
negocio jurídico significa, por tanto, escrutar la “manifestación” para
reconocer su “intención”. Reconociendo la intención a través de la
interpretación de la manifestación negocial, se podrá juzgar las
“consecuencias jurídicas” ya que sabemos sus consecuencias jurídicas del
negocio (“efectos negociales”) son las “dirigidas a realizar su intención”.

Descubierta la intención, no es ya cuestión de interpretar (el negocio de las


partes), sino que es cuestión de aplicar (la voluntad de la ley), estableciendo
cuáles sean las consecuencias jurídicas que según la ley debe seguirse
precisamente para realizar la intención descubierta. Por tanto descubrir
mediante la interpretación, la voluntad real o intención de las partes, es
reafirmar la autonomía privada de las partes.

Consideramos importante lo que señala los autores colombianos Ospina


Fernández y Ospina Acosta44, que la misión de un juez frente a un acto
controvertido no se agota en su interpretación propiamente dicha y que es
una cuestión de hecho, como quiera que consiste en averiguar cuál ha sido
la real intención de los agentes, sino que va más allá, en cuanto dicho juez
no solamente está autorizado, sino legalmente obligado a dar un paso más,
cual es el de determinar si tal acto existe o no, vale decir, si se ha
perfeccionado jurídicamente y, en caso afirmativo, cuál es su naturaleza
específica, cuestión esta que ya no es de hecho, sino de derecho, y que

43
BARBERO, Doménico (1967). “Sistema del Derecho Privado” – Volumen I (6ª ed.).
Buenos Aires: Ediciones jurídicas Europa-América; Pág. 602. Art. 1362.- “Al interpretar el
contrato se deberá indagar cuál ha sido la intención común de las partes y no limitarse al
sentido literal de las palabras. Para determinar la intención común de las partes se deberá
apreciar su comportamiento total, aún posterior a la conclusión del contrato” (Código Civil
Italiano de 1942).
44
OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo (1994). Ob. Cit., Pág.
413-414.
34

puede llegar hasta la rectificación de la calificación equivocada que le hayan


atribuido los agentes.

2.1.4. Distinción entre la Interpretación de la Norma Jurídica y del


Negocio Jurídico.

En el proceso de aplicación del derecho la interpretación de la norma o del


acto jurídico que la concretiza constituye un paso esencial, pues la expresión
de la voluntad popular manifestada en la ley o del autor o partes en el
negocio jurídico se expresan a través de formas orales o escritas que deben
ser precisadas en su intención o alcance. Se ha dicho que la interpretación
es la investigación dirigida a inquirir el sentido y alcance de una norma
jurídica, o bien desentrañar el sentido de una expresión y, en fin, aclarar el
criterio axiológico válido que inspiró la creación de la norma.

Al respecto Santos Cifuentes45 nos dice “Los negocios jurídicos, a diferencia


de las normas que son fuentes del derecho normativo en cuanto éste se
proyecta hacia la organización jurídica de la sociedad, no constituyen el
orden jurídico del todo y para todos, sino que operan dentro de su órbita
haciendo específicas y concretas regulaciones entre sujetos dados, con
destino preciso y objeto determinado”.

Asimismo Massimo Bianca46 nos dice haciendo alusión al contrato (especie


del negocio jurídico) “La interpretación del contrato tiende en efecto a
averiguar (determinar) el contenido de un acto de autonomía privada según
el propósito (intento) de sus autores, mientras que la interpretación de la ley
tiende a averiguar (determinar) el contenido de una regla del ordenamiento
según su función social. La interpretación de la ley trata entonces problemas,
como aquellos de la constitucionalidad y de la efectividad, que son extraños
a la interpretación del negocio”

45
CIFUENTES, Santos (2004). “Negocio Jurídico” (2ª ed.). Buenos Aires: ASTREA de
Alfredo y Ricardo Depalma. Pág. 336. BETTI, Emilio (1975) “Interpretación de la Ley y de
los Actos Jurídicos”, Madrid: Revista de Derecho Privado; pág. 234 y ss.
46
BIANCA, Massimo (1998), “Diritto Civile, Tomo 3: II Contratto”, Milan, Dott, A. Giuffrè
Editores S.P.A,, Pág. 379.
35

A partir de la idea de que la norma objetiva de derecho contiene una


generalidad y abstracción que no puede asimilarse al contenido estructural
del acto o negocio jurídico, se vislumbra la antítesis conceptual entre ambas
expresiones jurídicas. Los actos jurídicos, a diferencia de las normas, no
constituyen el orden jurídico, sino que operan dentro de su órbita. De ahí que
la interpretación de uno y otro precepto ofrece diferencias que hay que poner
de relieve.

Los autores separan en dos campos de estudio la interpretación de la ley y


la de los actos jurídicos. La interpretación de la ley ha sido materia de
estudio en la Teoría General del Derecho y la interpretación de los negocios
jurídicos al campo del derecho privado. Al presente trabajo corresponde
estrictamente esta segunda parte, pero no puede dejarse de hacer una
mención aunque sea sucinta de la teoría de la interpretación de la ley pues
depende de la postura que al respecto se adopte, que alcance o posición se
derivará respecto a la interpretación de los actos jurídicos completos.

El jurista chileno Carlos Ducci Claro47 refiere, que en la interpretación de la


ley se busca la voluntad objetiva de la ley (intra legem), manifestada en ella
misma, sin que tenga ninguna cabida la voluntad presunta del legislador;
mientras en la interpretación del acto jurídico debemos buscar la intención
de las partes, es decir, de los autores que con su voluntad configuran el
acto.

Esta diferencia es lógica, dado que la ley tiene un carácter normativo general
y se aplica a todos los casos que pueda comprender, presentes o futuros.
Debe tener, por lo tanto, necesariamente un sentido propio. El acto jurídico,
en cambio, sólo tiene el ámbito que cubre la declaración de voluntad y afecta
esencialmente al actor o a las partes; es razonable, por lo tanto, tratar de
determinar esa voluntad que ha creado, regulado o limitado sus propias y
personales obligaciones, en ejercicio de la autonomía privada.

47
DUCCI CLARO, Carlos (1989), “Interpretación Jurídica”. Chile, 3° Edición, Editorial
Jurídica de Chile, Pág. 204.
36

Por otro lado cabe señalar también que no es posible utilizar la analogía
para interpretar los negocios jurídicos, pues como refiere el jurista argentino
Santos Cifuentes48 “No se admite la aplicación de la analogía en lo que se
refiere a los negocios jurídicos, a diferencia de la norma positiva, que tiene
en la analogía uno de los principales métodos a seguir. En el negocio se la
deja de lado como inadmisible, pues éste obliga únicamente si es querido y
por lo querido. Si surge una laguna, bien comprendido que no haya que
suplir ex lege (o aplicar leyes supletorias), no habrá necesidad de cubrirla,
porque debe entenderse que las partes no han querido vincularse”. En
consecuencia la diferencia es bastante clara entre la interpretación de una
norma jurídica y del negocio jurídico.

Efectivamente la tarea de la interpretación de una norma jurídica defiere de


la interpretación del acto o negocio jurídico, tal como señala Francesco
Messineo49 cuando afirma “la tarea del intérprete de la norma jurídica está –
en cierto modo- circunscrita, por cuanto la interpretación de la norma se
limita a liberar a esta última de las dudas y ambigüedades que
eventualmente la afecten y, por consiguiente, es una interpretación
esencialmente objetiva, la tarea del que interpreta un contrato es mucho más
compleja y ardua puesto que debe, además de eliminar las eventuales
dudas o ambigüedades, aclarar también cuál es la voluntad concreta de las
partes; en consecuencia, realiza una función objetiva y subjetiva a la vez,
que consta, así, de dos “momentos” lógicos autónomos. La interpretación de
la norma es interpretación de un principio jurídico (abstracto); la
interpretación del contrato es interpretación de un caso singular o de un
comportamiento, es decir, algo concreto”. Cabe advertir lo importante que el
autor señala al diferenciar las interpretaciones de la norma jurídica y del
contrato; esto, que en la norma jurídica se hace una interpretación objetiva;
mientras en los actos o negocio jurídicos (contratos) se hace una

48
CIFUENTES, Santos (2004). Ob. Cit. Pág. 337.
49
MESSINEO, Francesco (1986). “Doctrina General del Contrato”- Tomo II. Buenos
Aires: Ediciones Jurídicas Europa-América. Pág. 88.
37

interpretación objetiva y subjetiva; de ahí la complejidad de la interpretación


de éste último.

En nuestro medio el Profesor Aníbal Torres Vásquez50 sostiene que la


interpretación de la ley y la interpretación del acto jurídico tienen reglas y
finalidades diversas. La ley crea reglas impersonales, generales, y
abstractas, y como consecuencia se admite la analogía, la interpretación
extensiva y la evolutiva; con la interpretación de la ley se busca esclarecer el
significado objetivo de la disposición, que puede ser, incluso, diverso del
significado que quiso darle el legislador. En una norma legal prevalece la
interpretación objetiva y sólo en un segundo momento se puede pasar a la
subjetiva, consistente en reconstruir la voluntad del legislador.
Contrariamente, el acto jurídico es el fruto de la voluntad concreta del sujeto
o sujetos que lo han celebrado, razón por la que se da la máxima
importancia a la interpretación subjetiva.

2.1.5. Teorías o Sistemas de Interpretación del Negocio Jurídico.

Las Teorías o Sistemas de interpretación del negocio jurídico es la parte


medular de nuestra investigación, dado que, luego del análisis y discusión,
nuestra hipótesis se sustenta en uno de estas teorías o sistemas de
interpretación del negocio jurídico. Porque ante una declaración legítima51
susceptible de corresponder a un acto o negocio normal, se pregunta si
dicha declaración es apta para producir efectos jurídicos, por sí sola e
independientemente de la voluntad que pretende traducir, o si, por el
contrario, ambos elementos deben existir necesariamente y deben acoplarse
entre sí.

Antes de ingresar al análisis de cada uno de las teorías o sistemas de


interpretación del negocio jurídico, corresponde señalar el cuerpo civil donde

50
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). “Acto Jurídico” (4ª ed.). Lima-Perú: IDEMSA; Pag.
477.
51
Es legítima porque ha sido emitida de conformidad con las autorizaciones o con las
exigencias legales, tal como señala Guillermo Ospina Fernández y Eduardo Ospina Acosta
en su libro “Teoría General del Contrato y de los demás Actos o Negocios Jurídicos”, 4ª ed.
1994, Colombia: TEMIS; Pág. 100.
38

se han consagrado estos sistemas o teorías de la interpretación del negocio


jurídico. Al respecto, el maestro sanmarquino Aníbal Torres Vásquez52
sostiene que el sistema subjetivo está consagrado en los artículos 1156 al
1164 del Código Civil francés de 1804; el sistema objetivo en el artículo 157
del Código alemán de 1900; y el sistema mixto en los artículos 1362 al 1371
del Código Civil italiano de 1942.

En consecuencia, sobre interpretación del negocio jurídico se han


establecido tres principales sistemas o teorías interpretativos, los cuales,
como se ha señalado anteriormente, vienen a ser el sistema subjetivo o
francés del Código Civil de Napoleón (Code Civil 1804), el sistema
interpretativo objetivo o alemán (Código Civil Alemán de 1900) y el sistema
interpretativo mixto o italiano (Código Civil Italiano de 1942).

El surgimiento de estos sistemas es el resultado de la discusión que se da


en el negocio jurídico, cuando se pretende determinar en la interpretación la
prevalencia entre la voluntad interna (voluntad real) y la voluntad expresada
(voluntad declarada) por las partes; es decir cuál de ellos debe prevalecer.

En la realidad se presenta, que no siempre los otorgantes del acto jurídico


declaran53 lo que quiere; pues ocurre casi con frecuencia que sin querer,
(por error, dolo, violencia, intimidación, por la imprecisión del lenguaje que
puede traicionar la voluntad del agente, etc.) o queriendo (se aparenta
declarar como verdad la voluntad del agente, etc.) el agente declara algo
que no corresponde a su voluntad; todo esto indudablemente genera un
problema en el acto jurídico54.

Esta divergencia entre la voluntad y la declaración ha sido resuelta haciendo


prevalecer unas veces a la voluntad (teoría de la voluntad o subjetiva) y
otras a la declaración (teoría de la declaración u objetiva). Esto ha originado

52
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit. Pág. 481.
53
La declaración se realiza mediante palabras, escritos, comportamientos mímicos,
gestuales, acciones, omisiones, etc.
54
El acto jurídico se forma con la voluntad declarada, de ahí que la voluntad y declaración
constituyen una unidad y no dos elementos separados.
39

la creación del sistema subjetivo de interpretación, basado en la teoría de la


voluntad, que considera que se debe indagar sobre la voluntad real del
agente y no detenerse en la declaración; y el sistema objetivo de
interpretación, fundado en la teoría de la declaración, para el cual lo que se
interpreta es la declaración y no la voluntad interna del agente55.

Se dan diferencias entre el texto declarado, y la voluntad interna, en diversos


casos, por ejemplo, cuando Pedro y José celebran un contrato de compra
venta de un vehículo, pero en forma simulada, para evitar que le embarguen
el vehículo al vendedor Pedro. No existe aquí una concordancia real y
directa entre el texto del negocio jurídico y la voluntad engañosa de los
agentes, siendo ello una muestra de la controversia entre lo expresado y la
voluntad real de los celebrantes del aparente negocio jurídico.

Otro caso, se da cuando una persona realiza un contrato para adquirir un


vehículo, en la creencia que está celebrando un contrato de “Alquiler Venta”,
pero en la realidad, según las cláusulas contractuales se trata de una
compra venta con pacto de reserva de dominio. También en este caso, al
igual que el anterior, no existe la correspondencia entre el contrato celebrado
y la real voluntad de los contrayentes, situaciones como estas son materia
de interpretación, teniendo en cuenta sistema o teoría de interpretación
adoptada.

La doctrina ha planteado algunas alternativas teóricas –como refiere


Fernando Vidal Ramírez56- como la Teoría de la Responsabilidad, formulada
por Ihering, según la cual todo sujeto es responsable por lo que declara y
queda obligado a indemnizar por la ineficacia de su declaración, y la Teoría
de la Confianza, según la cual quien recibe una declaración la debe recibir
como plenamente válida y eficaz y, por ello, enfatiza la preservación de la
buena fe.

55
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). “Acto Jurídico” (4ª ed.). Lima- Perú: IDEMSA. Pág.
481.
56
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), “El Acto Jurídico” (8ª ed.). Lima-Perú: Editorial
Gaceta Jurídica Pág. 339-340.
40

a) Teoría de Interpretación Subjetiva o de la Voluntad (francés).

La teoría de la voluntad, como señala el maestro Fernando Vidal Ramírez57


tiene sus orígenes en las ideas de los jurisconsultos romanos y es la teoría
tradicionalmente sostenida por la doctrina francesa, pero que también recibió
el aporte de Savigny, para quien debía siempre atenderse a la voluntad
interna, que era inherente a la individualidad del sujeto, pues la estructura
jurídica debía funcionar en favor de la voluntad interna y de la individualidad,
lo que, a su vez, debía tener su expresión en el postulado de la autonomía
de la voluntad. De ahí, entonces, que la labor hermenéutica debía darle
relevancia a la voluntad interna y el intérprete indagar sobre las condiciones
psicofísicas del sujeto y sobre el proceso evolutivo que lo había determinado
a manifestarla, pues la voluntad interna debía prevalecer sobre su
exteriorización y el intérprete buscar la coincidencia de ambas para que el
consentimiento le diera eficacia al contrato.

Este sistema es denominado también interpretación psicológica o


interpretación histórica; siendo su objetivo central de la interpretación es
llegar a determinar cuál ha sido la voluntad real o interna del agente, pues se
trata de reconstruir el acto según la real intención del declarante. “De ahí que
el intérprete debe buscar lo que realmente quiere el declarante, su intención
o pensamiento interior, porque el elemento central substancial que da vida al
acto jurídico es la voluntad y no la declaración del agente”.

El jurista alemán Karl Larenz (1903-1993)58 sostiene que según la teoría de


la voluntad, no puede nunca admitirse como contenido del contrato lo que
las partes no han querido realmente y en lo que por consiguiente, no han
pensado. En efecto, tan sólo la voluntad (exteriorizada de cualquier modo,
57
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2007) “La interpretación del contrato en el derecho
peruano”. En: SOTO COAGUILA, Carlos A., Tratado de la Interpretación del Contrato en
América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1645. VIDAL RAMÍREZ,
Fernando (2011), “El Acto Jurídico”, Lima-Perú, 8va. Edición, Editorial Gaceta Jurídica
Pág. 338.
58
LARENZ Karl (1956), “Base del Negocio Jurídico y Cumplimiento de los Contratos”,
Madrid España, traducción de Carlos Fernández Rodríguez, Editora Revista de Derecho
Privado, Pág. 173.
41

pero siempre comprobable como realidad sicológica) es capaz de “producir”


consecuencias jurídicas. Lo que en términos concretos podríamos decir que
este sistema o teoría de la interpretación del negocio jurídico sostiene que
“hay que tener en cuenta lo que se quiere más que lo que se dice”; puesto
que la interpretación consiste en desentrañar la verdadera intención de las
partes.

Por su parte Aníbal Torres Vásquez59 nos dice que en la búsqueda de la


voluntad real del agente, el intérprete no debe considerar solamente la
declaración, sino que debe valorar el contexto social, el comportamiento de
las partes previo, simultaneo y posterior al de la celebración del acto jurídico,
la finalidad perseguida por las partes y todas las circunstancias que
conduzcan a establecer la voluntad real. Se tendrá en cuenta las tratativas,
aquello que las partes practicaban en sus precedentes relaciones
recíprocas, las circunstancias que demuestren el particular modo de
expresarse de una de las partes y la significación que siempre le atribuye la
otra, la ejecución de actos anteriores celebrados entre las mismas partes y el
comportamientos de éstas en la ejecución del acto mismo que se está
interpretando.

Nicolás Coviello60 hace una precisión correcta en el sentido de que “los


negocios jurídicos deben interpretarse dentro de los límites queridos por las
partes, sin que deba irse ni más allá ni más acá de su pensamiento”.
Partiendo de esta premisa afirma que “la voluntad real debe prevalecer
sobre la declaración externa: no hay eficacia jurídica si no hay voluntad; la
declaración sin una voluntad correspondiente no es más que una máscara,
un cuerpo sin alma. Por consiguiente, si la voluntad efectiva no es la que
resulta de la declaración, el negocio jurídico es nulo, como cuando falta la
voluntad misma de hacer una declaración”61.

59
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit., Pág. 482.
60
COVIELLO, Nicolás (1949), “Doctrina General del Derecho Civil”, México, Traducción
al castellano de la 4ª Edición Italiana Revisada por el Prof. Leonardo Coviello, por Felipe De
J. Tena, Concordancia con el Derecho Mexicano por Raúl Berron Mucel, Editorial UTEHA,
Pág.455.
61
COVIELLO, Nicolás (1949), Ob. Cit., Pág. 407.
42

“El sistema subjetivo se preocupa de indagar cuál es la voluntad real de los


contratantes. Suelen las partes emplear en la manifestación de su voluntad
términos inadecuados; la forma de la declaración traiciona, a menudo, su
pensamiento íntimo. Tratase de establecer el verdadero pensamiento de los
contratantes que debe prevalecer sobre la voluntad declarada”62. Tal es el
sistema del Código Civil francés.

En los actos bilaterales o plurilaterales (en especial del contrato), el


intérprete debe interpretar las declaraciones según el significado atribuido
por las partes en el momento de la celebración del acto, puesto que la
común intención de las partes la que origina el acto o negocio jurídico, dado
que en la interpretación la voluntad interna real del sujeto prevalece sobre la
declaración. Pero análogamente se debe proceder cuando se trata de
negocios unilaterales inter vivos, si la declaración negocial ha sido entendida
del mismo modo tanto por el declarante como por el destinatario de la
declaración.

Al respecto Giuseppe Stolfi63 señala “así como los interesados pueden


estipular entre ellos un vínculo jurídico con el contenido que quieran, es
natural que a su voluntad deba acudirse cuando surjan dudas en torno al
significado o a las consecuencias de sus manifestaciones, porque aquel su
querer señala precisamente el límite de las restricciones de la libertad
reciproca de ambos, limite que deriva de haber concertado el negocio en
cuestión”.

Para esta teoría la declaración es tan sólo un síntoma de la voluntad, pues el


verdadero objeto de la interpretación contractual es la voluntad exteriorizada
de algún modo en las declaraciones; por tanto según la teoría de la voluntad,

62
MEZA BARROS, Ramón (1987), “Manual de Derecho Civil”, Tomo I, Santiago de Chile,
7ma. Edición, Manuales Jurídicos Nº 39, Editorial Jurídica de Chile, Pág. 52.
63
STOLFI, Giuseppe (1959), “Teoría del Negocio Jurídico”, Madrid España, Traducción y
notas del Derecho Español por Jaime Santos Briz, Editorial Revista de Derecho Privado,
Pág. XXIII.
43

no puede nunca admitirse como contenido del contrato lo que las partes no
han querido realmente y en lo que, por consiguiente, no han pensado64.

El maestro Aníbal Torres Vásquez65 cita, “que en defensa de la teoría


subjetiva y en contra de la objetiva, Célice dijo: No estamos dispuestos a
aceptar una concepción que destruye toda relación entre el acto jurídico y su
autor, ni admitir que un acto maquinal, la producción de un sonido, el trazado
de algunas líneas, pueda tener un determinado valor, y que la voluntad del
hombre no tenga ninguno”.

La interpretación subjetiva, que busca encontrar la común intención de las


partes aun cuando no coincida con la declaración, es de aplicación no
solamente cuando la declaración negocial pueda entenderse o interpretarse
en varios sentidos (objetivamente equívoca), sino también cuando la
declaración pueda entenderse o interpretarse en un solo sentido (unívoco),
según el común modo de entender de las gentes, pero que las partes
concordantemente lo hayan entendido con un significado diverso. Al
respecto el artículo 1156 del Código Francés dispone: “En las convenciones
debe buscarse cuál ha sido la intención común de las partes contratantes,
antes que detenerse en el sentido literal de las palabras”.

Es importante resaltar la prevalencia que otorga la norma citada “a la


intención común de las partes” del negocio jurídico antes que “el sentido
literal de las palabras” que contienen la convenciones, lo cual compartimos
plenamente, dado que la finalidad u objeto de la interpretación en este caso
es determinar o encontrar la verdad voluntad de las partes.

El profesor Francisco Moreyra García Sayán (1935)66 señala que esta Teoría
consiste en sostener que la voluntad interna y subjetiva es la real y debe
prevalecer sobre la voluntad declarada cuando existe discrepancia

64
LARENZ, Karl (1956). Ob. Cit., Pág. 173
65
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012) Ob. Cit. Pág. 481.
66
MOREYRA GARCÍA SAYÁN, Francisco (2005). “El acto jurídico según el Código Civil
Peruano” (curso teórico, histórico y comparativo). Lima-Perú, Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, Pág. 153.
44

inconsciente entre ambas. La declaración sin el soporte de una voluntad


correspondiente, no es más que una máscara, un cuerpo sin alma. La
declaración es un mero instrumento al servicio de la voluntad. Por
consiguiente, hay que penetrar en la intención para encontrar el verdadero
sentido de lo que quiso; si falta la voluntad efectiva de la persona o esta ha
sido distorsionada por la declaración, el acto jurídico es nulo, igual que si
hubiera faltado la voluntad misma porque la declaración en verdad no la
contiene.

Consideramos importante señalar los argumentos de los juristas


67
colombianos Ospina Fernández y Ospina Acosta , quienes manifiestan que
la afirmación del predominio de la voluntad real sobre su expresión material
deriva directamente del propio postulado de la autonomía de la voluntad
privada y del carácter que a este se le atribuye de institución natural en la
vida social, comoquiera que la única razón de ser de los actos jurídicos
estriba en la impotencia de todo legislador para regular íntegramente las
relaciones que dicha vida presenta , y en la invitación que, por tanto, este
tiene que formularles a los particulares para que ellos voluntariamente
colaboren en esa función reguladora. Por esto, el elemento verdaderamente
relevante en la actuación jurídica privada es la voluntad real que la preside, y
no la apariencia material que resulta de su exteriorización más o menos
perfecta. De lo dicho se concluye que el viejo y conocido aforismo, según el
cual la voluntad es la sustancia de los actos jurídicos, nunca podrá perder
su vigencia, pese a las indebidas interpretaciones que se le han dado y que
se ha prestado a críticas aparentemente justas.

Luego el citado autor señalando como corolario de esta teoría, sostiene que
no puede haber acto jurídico en que falte la voluntad real de los agentes a
quienes se atribuye. La declaración o acto aparente que no obedezca a este
principio debe ser condenado de cualquier manera a la ineficacia. Tal es el
tratamiento aplicable, por tanto, a los actos falsos por suplantación de los
agentes, o por simulación de su representación legal o convencional; a los

67
OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo (1994). Ob. Cit., Pág.
102-103.
45

actos de los impúberes y de los dementes; a los determinados por una


fuerza absoluta, que aniquile la voluntad de la víctima o la sustituya por otra
ajena, etc. A la propia conclusión debe llegarse en los casos en que la
declaración se aparta fundamentalmente de la real voluntad de quien la
formula, debido a la interposición de factores anormales que desvíen esta
voluntad, como el error acerca de la naturaleza del negocio, o de la identidad
del objeto o de calidades de este que se hayan tenido principalmente en
mira, o de la identidad y calidades de las personas que hayan sido también
la causa principal de la celebración del acto; o como la fuerza compulsiva
que, sin destruir la voluntad, coloque a la víctima en la necesidad de formular
una declaración contraria a su verdadero querer. Finalmente, siempre que
quede establecida la discordancia entre el tenor literal o verbal de la
declaración y la real intención de los agentes, esta última debe ser preferida
por el intérprete al tratar de aplicar el acto y de deducir los efectos de este.

Sobre esta teoría tenemos el ejemplo ilustrativo lo propuesto por Francesco


Galgano68 y nos dice que “dos personas celebran un contrato en el que uno
quiere arrendar y el otro recibir en arrendamiento la cosa que el primero
entrega al segundo, sin embargo en el contrato no se hace mención a la
merced conductiva. Si nos pusiéramos limitar al sentido literal de las
palabras (en el caso a la palabra arrendamiento), sin lugar a dudas se
debería concluir que nos encontramos ante un contrato nulo por falta del
objeto (en este caso la merced conductiva). Sin embargo es necesario
averiguar, mas allá de la palabras, la intención de las partes: así puede
resultar que éstas querían la una conceder y la otra conseguir el goce
gratuito del bien, debiéndose concluir que pensaban que estaban
estipulando un contrato de comodato, aun cuando lo hayan definido
impropiamente como de arrendamiento (o, como ha ocurrido en alguna
ocasión, como “arrendamiento gratuito”)”.

68
GALGANO, Francesco (1992), “El Negocio Jurídico”, traducción realizada por Francisco
de P. Blasco Gascò y Lorenzo Prats Albentosa, Valencia España, Tirant lo Blanch, Pag.429.
46

Este sistema interpretativo postula un criterio de análisis subjetivo en el que


la voluntad es la base de la interpretación teniendo como punto de partida a
la reconstrucción de la voluntad interna.

 Crítica al sistema subjetivo.

Entre las críticas que se formulan a este sistema son los siguientes:

La voluntad interna no manifestada es un fenómeno de conciencia que


carecen de la posibilidad de ser conocida por lo que no tiene relevancia
jurídica.

Cuando el juez se esfuerza en descubrir una voluntad común que no ha


sido expresada, tal investigación tiene un carácter conjetural y
adivinatorio, con frecuencia la voluntad probable que el juez cree
descubrir no es más que una voluntad ficticia.

En la práctica presenta inconvenientes insuperables, dada la dificultad


de probar el hecho psicológico interno, las intenciones y de no ofrecer
seguridad en las relaciones jurídicas.

Las intenciones que no existen sino en las conciencias de las partes no


entran en el dominio del Derecho, no pueden ser la base de un negocio
jurídico, que por ser fuente de derechos y obligaciones quizá gravosas,
debe tener un fundamento concreto, seguro y serio, condiciones que no
pueden encontrarse en la simple intención.

“No puede acogerse la teoría de la voluntad, que sólo tiene en cuenta el


elemento psicológico y desprecia el elemento material de la
manifestación, ya que en el mundo jurídico no es la voluntad por sí
misma la que está protegida por el derecho, sino la voluntad en cuanto
47

se ha manifestado”69. Luego reitera con mayor énfasis: “No significa que


la mera voluntad, aun cuando no resulte exteriormente, deba tener
eficacia jurídica, ya que así perdería su importancia práctica la
manifestación de la voluntad. Significa que no sólo por los medios
proporcionados por la gramática o el diccionario debe inferirse la
voluntad real, sino por todos los que suministra el arte de la lógica. Es
siempre necesario que la voluntad se manifieste; sólo que poco importa
que resulte del sentido literal de las palabras, y en general, prima facie,
de los medios empleados para manifestarla, o que resulte en cambio,
por vía de inferencias, del conjunto de las diversas disposiciones, del fin
práctico propuesto y de todas las circunstancias de hecho”70.

c) Teoría de Interpretación Objetiva o de la Declaración (alemán)

Como refiere el maestro Fernando Vidal Ramírez71, esta Teoría hizo su


aparición en Alemania por el movimiento pandectista de la segunda mitad
del siglo XIX y que recibió el impulso que le dio Erich Danz, ya iniciado el
siglo XX, pese a la posición subjetivista que adoptó el BGB, postuló una
tesis diametralmente opuesta a las posiciones voluntaristas. Planteó la
prevalencia de la voluntad exteriorizada sobre la voluntad interna, pues esta,
en sí misma, no tiene significado jurídico ya que la voluntad sólo produce
efectos luego de su exteriorización. Para esta teoría, el Derecho sólo debía
tomar en consideración lo manifestado por el sujeto, que es lo que lo vincula,
pues el que recibe esa voluntad tiene derecho de creer que corresponde a
su voluntad interna y la ley debe ampararle esta presunción.

69
COVIELLO, Nicolás (1949), “Doctrina General del Derecho Civil”, México, Traducción
al castellano de la 4ª Edición Italiana Revisada por el Prof. Leonardo Coviello, por Felipe De
J. Tena, Concordancia con el Derecho Mexicano por Raúl Berron Mucel, Editorial UTEHA,
Pág. 408.
70
COVIELLO, Nicolás (1949); Ob. Cit. Pág. 454.
71
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2007) “La interpretación del contrato en el derecho
peruano”. En: SOTO COAGUILA, Carlos Alberto., Tratado de la Interpretación del Contrato
en América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1646. VIDAL RAMÍREZ,
Fernando (2011), “El Acto Jurídico”, Lima-Perú, 8va. Edición, Editorial Gaceta Jurídica,
Pág.339.
48

Efectivamente el jurista alemán Erich Danz,72 hace cuestionamientos


contundentes al comentar el artículo 133 del BGB, respecto a las intenciones
de las partes, como si aquellas fueran una especie de prueba: “Se ha
querido, y todavía hay quien quiere, negar toda importancia a la
interpretación de las declaraciones de voluntad de las partes, constitutivas
de negocio jurídico, por creer que la función interpretativa del juez versa
sobre la investigación y aclaración de las intenciones internas que tuvieron
las partes al emitir la declaración; se pensaba –y aún hay quien participa de
este criterio –que la función del juez como intérprete de los negocios
jurídicos consiste en una especie de prueba sobre las intenciones internas,
semejante a la que se establece en materia de delitos”. Luego, culmina su
posición afirmando que “la interpretación de los negocios jurídicos no
consiste en una operación de prueba ni en fijar si ha ocurrido o no un hecho;
su fin y su resultado está siempre en determinar el efecto jurídico producido”.
En todo caso, dice que “La interpretación no tiene para qué preocuparse de
tales pensamientos interiores, pues la voluntad interna, si no trasciende al
exterior, si no se exterioriza, no influye para nada en el contenido del
negocio jurídico”73.

Luego en otra parte de su obra, Danz74 reitera señalando que la


interpretación no debe ser una demostración o verificación del algo o suceso
ocurrido en la realidad, sino desentrañar el sentido o significado de las
palabras: “La interpretación no tiende a demostrar que algo ha ocurrido
realmente, que se ha verificado un suceso real, sino a desentrañar el
sentido, la significación de las palabras. La convicción a que ha de llegar el
juez mediante la interpretación, con sus deducciones, no consiste en pensar
que algo existe o ha existido realmente, sino que tal o tal palabra tiene tal o
tal significado. Finalmente con mayor énfasis afirma que: “En los negocios
jurídicos se interpretan, se aclaran las declaraciones de voluntad de los

72
DANZ, Erich (1926), “La Interpretación de los Negocios Jurídicos”, Madrid, Traducción
de la 3ra. Edición alemana y concordancias con el Derecho español por W, Roces, Librería
General de Victoriano Suarez, Pag.17.
73
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 58
74
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 53
49

particulares, las palabras habladas o escritas que constituyen los elementos


de hecho del negocio jurídico”75.

Por su parte el jurista chileno Ramón Meza Barros76 sostiene que la


declaración de voluntad tiene un valor en sí, independientemente de la
intención de sus autores. Por lo tanto, para interpretar el contrato no debe
indagarse, cuál ha sido la intención de los contratantes sino el alcance que
corresponde atribuir a la declaración, según el uso corriente, las costumbres,
las prácticas admitidas en los negocios, tal es el sistema del Código Alemán.

Tal como se ha señalado al comienzo, el artículo 133 del Código Alemán


expresa: “En la interpretación de una declaración de voluntad, será
necesario investigar la voluntad real sin atenerse al sentido literal de las
palabras”. Es indudable que este precepto establece un sistema subjetivo de
interpretación, pero como se ha señalado, la escuela objetiva fue tan fuerte e
influyente en su momento que permitió su aplicó en un sentido totalmente
distinto.

Este sistema de interpretación objetiva, es llamada también interpretación


técnica o lógica, realista, considera que el objetivo hacia el cual se dirige la
actividad del intérprete es la declaración en sí, con independencia de lo que
realmente quiso el agente. El objeto de la interpretación es la declaración.
Se interpreta el negocio jurídico y no la voluntad del sujeto o sujetos que los
celebraron; se analiza el resultado final de la manifestación, o sea el negocio
jurídico. Sostienen que la voluntad que permanece en la conciencia del
individuo es intrascendente para el Derecho, no produce efectos jurídicos,
por ser prácticamente imposible saber lo que realmente quiso el agente. En
favor de esta tesis se sostiene que tutela la confianza depositada por el
destinatario y los terceros en el tenor de la declaración, lo que condice con la
regla que impone la interpretación de buena fe del acto jurídico.

75
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 77
76
MEZA BARROS, Ramón (1987), “Manual de Derecho Civil”, Tomo I, Santiago de Chile,
7ma. Edición, Manuales Jurídicos Nº 39, Editorial Jurídica de Chile, Pág. 52.
50

Se hace prevalecer a la interpretación literal sobre todos los otros métodos


de interpretación. Para determinar el contenido y alcance del negocio
jurídico, el intérprete debe otorgar a las palabras y expresiones su
significado común, el significado con el cual son entendidas normalmente
por los demás miembros de comunidad. El destinatario de la declaración
confía en que es verdad lo que le dice el declarante, porque así lo entiende
cualquier otro miembro de la sociedad.

Este sistema atiende esencialmente a la voluntad expresada por las partes,


por esto se llama también de la voluntad declarada. Por ello, como dice
Fernando Vidal Ramírez77 esta teoría “sostiene la prevalencia de la voluntad
manifestada sobre la voluntad interna, pues considera que ésta, en sí
misma, no tiene significado jurídico ya que los efectos jurídicos se producen
con su exteriorización. Para el Derecho sostiene, se debe tener en cuenta
exclusivamente la voluntad manifestada, que es la que vincula al sujeto,
pues el que la recibe tiene derecho a creer que corresponde a la voluntad
real del declarante. Sólo la declaración debe ser apreciada para interpretar el
negocio jurídico”

En él se hace abstracción de la voluntad subjetiva de los contratantes para


atender fundamentalmente a las circunstancias reales en que se ha emitido
la declaración de voluntad y puede llegar a considerar exclusivamente la
literalidad de la declaración.

Este sistema ha tenido su mayor difusión en Alemania, donde la teoría


objetiva se ha impuesto en el pensamiento jurídico, especialmente desde la
publicación de la obra de Erich Danz sobre la interpretación de los negocios
jurídicos.

Al respecto Vidal Ramírez78 refiere que “En efecto, Enneccerus, uno de los
más caracterizados comentaristas del BGB, sostiene que la finalidad de la
interpretación consiste en determinar el verdadero sentido de la declaración,

77
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), “El Acto Jurídico”, Pág. 339.
78
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), Ob. Cit. Pág. 342.
51

tal como resulta de todas las circunstancias externas o internas que se han
de tomar en cuenta y, en referencia concreta a la norma del artículo 133, fue
de opinión que la voluntad interna sólo puede ser decisiva para la
interpretación en cuanto haya tenido expresión en la declaración. Puede
apreciarse, pues, en la posición asumida por Enneccerus, como las ideas de
Danz condujeron a rebasar la norma positiva. Similar parecer ha expuesto
Larenz para quien el principio de la interpretación no puede ser inferido del
Código Civil, sosteniendo que si el artículo 133 remite al intérprete a la
voluntad real del declarante, tal remisión puede ser válida para las
declaraciones recepticias y sólo en cuanto el destinatario conociera la
voluntad interna expresada en la declaración, esto es, el significado dado por
el declarante; y, si el destinatario ha entendido la declaración en sentido
destinto del dado por el declarante, es decisivo el significado que el
destinatario pudo y debió necesariamente comprender, por lo que si el
destinatario no puede atenerse simplemente al sentido literal de la
declaración, ésta obligado, conforme a la buena fe, a averiguar lo que ha
pretendido decir el declarante”.

En este sentido, ha señalado bien Luigi Ferri79 que al interpretar el contrato


se debe investigar cuál ha sido la común intención de las partes y ésta “...al
significar un punto de encuentro o combinación de dos voluntades distintas,
no coincide necesariamente ni con una ni con otra, ni con la suma de ambas,
sino con algo que está fuera de cada una de ellas...” y en donde el encuentro
de voluntades “...no puede ocurrir más que en el exterior de ambos sujetos
y, por consiguiente, en un plano objetivo...”; razón por la cual en su opinión
“...la intención común excluye la consideración de las intenciones que
permanecen secretas, y no puede hacer referencia más que a las
declaraciones contractuales...”.

En cuanto a la orden de prelación o jerarquía entre la interpretación subjetiva


o histórica (o en concreto) y la interpretación objetiva, Francisco Messineo80

79
FERRI, Luigi, “La autonomía privada”, Traducción de la edición italiana por Luís Sancho
Mendizabal. Editorial Revista de Derecho Privado Madrid. España. 1989. Pág. 184
80
MESSINEO, Francesco (1986). Tomo II. Ob. Cit. Pag. 90.
52

afirma que la relación o jerarquía entre la interpretación subjetiva y objetiva


es de subordinación lógica del segundo al primero. Por tanto, “el intérprete
puede recurrir al subsidio de las reglas de interpretación objetiva, sólo
cuando no pueda reconstruir sin dudas la intención común concreta, es
decir, solamente cuando se vea precisado por la imposibilidad recién
señalada a sustituir por algo presuntivo o supositicio la efectiva intención
común concreta”. Con esta afirmación categórica del autor, queda claro
nuestra hipótesis planteada.

Este sistema interpretativo establece que el núcleo de interpretación es la


declaración de voluntad por lo que lo más importante es lo exteriorizado en
defecto de lo que el sujeto quiere. Por tanto se privilegia a la SEGURIDAD
JURÍDICA.

 Críticas al sistema objetivo.

El maestro Aníbal Torres81 refiere que el acto no produce los efectos que las
partes han querido, sino los efectos atribuidos por el Derecho a la
declaración aun cuando esta difiera de la voluntad. Como dice De Gáspari,
“no hace falta mucho esfuerzo para comprender cuán contradictorio es que
el Derecho objetivo confiera plena eficacia a una declaración aun cuando
quien la hace no haya tenido conciencia de sus alcances, y le constriña a
ejecutar una prestación que realmente no quiso llevarla a efecto”. Agrega
este autor, citando a Raymond Célice, que esta concepción destruye toda
relación entre el acto jurídico y su autor; se admite que un acto maquinal, la
producción de un sonido o el trazado de unas líneas, pueden tener un
determinado valor, mientras que la voluntad del hombre no tiene ninguno.

La crítica a esta teoría o sistema de interpretación es contundente, puesto


que el contenido de todo negocio jurídico, debe ser la verdadera voluntad de
las partes; y precisamente esa verdadera voluntad de las partes se debe
descubrir o determinarse con la interpretación, caso contrario al interpretar

81
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit. Pág. 485-486.
53

se estaría determinando una supuesta voluntad que no corresponde a la


verdadera voluntad querida por las partes, y no podemos sacrificar, en aras
de la seguridad jurídica, una situación que no corresponde a la voluntad
querida por las partes.

c) Teoría de Interpretación Mixto o Dual (Italiano).

El maestro Aníbal Torres Vásquez y Carmen Arana Courrejoles sostienen la


existencia de esta teoría, basándose en el ordenamiento civil italiano de
1942, por lo que según esta teoría o sistema el objeto de la interpretación es
tanto la voluntad del agente como la declaración del mismo, dado que la
voluntad y declaración son dos aspectos inseparables y conexos (se
interpreta la voluntad exteriorizada en la declaración).

Si se considera que el objeto de la interpretación es el acto jurídico (contrato,


testamento, etc.) y éste es la manifestación de voluntad del sujeto o sujetos
que lo celebran; desde este punto de vista tienen razón los sostenedores de
la teoría subjetiva; pero es también verdad, como sostienen los defensores
de la teoría objetiva que hablar de voluntad común en los actos bilaterales o
plurilaterales es una ficción, porque cada parte puede dar al acto un
significado diverso. El objeto de la interpretación es la voluntad exteriorizada
en la declaración. De otro lado, la teoría de la voluntad al pretender
reconstruir todo el querer del agente frustra las expectativas de la otra parte
y de los terceros. Viceversa la teoría de la declaración, privilegiando a ésta,
envilece excesivamente el rol de la voluntad. Nuestro ordenamiento jurídico
civil contiene disposiciones orientadas a un análisis subjetivo, por ejemplo, si
en un contrato se prueba que la común intención de las partes difiere de la
declaración prevalece la primera sobre la segunda, o sea la común intención
(la voluntad) sobre la declaración (art. 1361), y disposiciones dirigidas a dar
un sentido a la declaración considerada en sí misma (arts. 168, 169, 170).
Por tanto, la teoría intermedia se coloca como un perfecto punto de equilibrio
entre las dos tesis extremas.
54

En las dos tesis extremas, la subjetiva y la objetiva, el objeto y las posibles


orientaciones de la actividad interpretativa del acto jurídico, depende de que
éste sea considerado como un acto de voluntad o como una mera
declaración exterior. Si el elemento esencial del acto jurídico es la voluntad,
el objeto de la interpretación es la voluntad negocial, por tanto, toda la
actividad interpretativa debe orientarse, valiéndose de todos los medios
permitidos, a la búsqueda del interno querer como hecho psíquico, del
agente. Una concepción como ésta no satisface, porque descuida la
exigencia de una tutela razonable de la confianza depositada en la
declaración por el destinatario de la misma y en general por los terceros.
Pero si se considera al acto jurídico como una mera declaración exterior, el
objeto de la interpretación se limita a lo que se ha expresado (art. 168), el
intérprete no puede apreciar el sentido del acto de otro modo que no sea
“en lo expresado” y sólo “desde lo expresado”, en vista a la expectativa que
pueda suscitar en el mundo externo, y, por tanto, la actividad del intérprete
se reduce a un juicio objetivo y extrínseco, sobre el significado del negocio,
con la consecuencia, aún más grave que la anterior, de un eventual sacrificio
de la real determinación de las partes de algún modo manifestada aun por
actos extra formación del negocio, a la cual deberá conducir una correcta
interpretación.

Para superar los errores del sistema subjetivo y del objetivo, la interpretación
debe orientarse a determinar el significado más correcto del acto,
considerando su función y eficacia como un instrumento de autorregulación
de intereses privados. Desde esta perspectiva, la interpretación debe
orientarse directamente al contenido del acto, el misma que constituye el
punto de partida y el objeto de la valoración que el Derecho hace de la
autorregulación de los intereses privados; por consiguiente el contenido del
acto jurídico debe ser revelado en su pleno significado, según una valoración
comprensiva y equilibrada de los intereses de las partes. La voluntad de las
partes, que representa la fuente de la voluntad negocial, de un lado, el
comportamiento de ellas, como el conjunto de actos exteriores con los
cuales se realiza el contenido, del otro, solamente pueden adquirir
relevancia, según esta correcta perspectiva, como los elementos, si bien de
55

peso determinante, a los cuales se vendrá a parar, cuando se trata de


resolver los diversos problemas relativos a la indagación sobre el significado
del acto.

La discordia entre la tendencia subjetiva y objetiva es afrontada y resuelta


con soluciones que varían según la diversa naturaleza de los actos,
tutelando unas veces a la voluntad (teoría de la responsabilidad) y otras a la
confianza (teoría de la confianza). Se toma en cuenta la diferencia existente
entre el contrato, que es el fruto del acuerdo entre puntos de vista de cada
una de las partes, y el testamento, que representa el acto de última voluntad
del disponente.

El sistema mixto es seguido principalmente por el Código Civil italiano que


adopta como principio prevaleciente al sistema subjetiva (artículo 1362)82
que se orienta a determinar el real significado del acto según el punto de
vista de sus autores, donde la “norma enuncia dos conceptos: el sentido
literal de las palabras, al que no nos debemos limitar, y la intención común
de las partes, la cual debe buscarse más allá del sentido literal de las
palabras”83. Y como sistema subsidiario, el objetivo (artículos 1367 a 1371)84
encaminado a atribuir un sentido al acto valorándolo de acuerdo a criterios
objetivos extrínsecos. De este modo se compatibiliza la exigencia

82
Art. 1362.- “Al interpretar el contrato se deberá indagar cuál ha sido la intención común de
las partes y no limitarse al sentido literal de las palabras. Para determinar la intención
común de las partes se deberá apreciar su comportamiento total, aun posterior a la
conclusión del contrato”
83
GALGANO, Francesco (1992), “El Negocio Jurídico”, traducción realizada por Francisco
de P. Blasco Gascò y Lorenzo Prats Albentosa, Valencia España, Tirant lo Blanch, Pág.
427-428.
84
Art. 1367.- “En la duda, el contrato o cada una de sus cláusulas deben interpretarse en el
sentido en el que puedan tener algún efecto y no en aquél según el cual no tendría
ninguno”. Art. 1368.- “Las cláusulas ambiguas se interpretarán de acuerdo con lo que se
practique, generalmente, en el lugar en que el contrato haya sido concluido. En los contratos
en que una de las partes sea un empresario, las cláusulas ambiguas se interpretarán de
acuerdo con lo que se practique, generalmente, en el lugar donde esté la sede de la
empresa”. Art. 1369. - “Las expresiones que puedan tener varios sentidos deberán, en caso
de duda, entenderse en el sentido más conveniente a la naturaleza y al objeto del contrato”.
Art. 1370. - “Las cláusulas insertas en las condiciones generales del contrato o en
formularios dispuestos por uno de los contratantes se interpretarán, en caso de duda, a
favor del otro”. Art. 1371.- “Cuando a pesar de la aplicación de las normas contenidas en
este capítulo, el contrato continúe siendo oscuro, deberá éste ser entendido en el sentido
menos gravoso para el obligado, si fuese a título gratuito; y, en el sentido que realice la
armonización equitativa de los intereses de las partes, si fuese a título oneroso”.
56

fundamental del respeto de la autonomía privada –que no debe ser


sacrificada haciendo prevalecer sobre el punto de vista de las partes un
juicio objetivo y abstracto- con la otra de atribuir al acto, un posible
significado que valga para salvar la autorregulación de los intereses privados
(principio de conservación del acto jurídico).

Conviene señalar la crítica que a la antítesis de ambas teoría han hecho los
autores italianos más modernos. Expresan que la alternativa es inadmisible y
está mal planteada. Que la voluntad de las partes no adquiere relevancia
jurídica, sino en cuanto sea reconocible en forma de declaraciones o de
conducta. Que si el artículo 1362 valoriza la intención común de las partes
frente al sentido literal de las palabras, entiende por intención no la voluntad
de una sola parte que ha quedado inexpresada en la esfera interna de su
conciencia, sino el intento concorde que se ha formado entre ambas partes y
que es reconocible en su común y congruente declaración y conducta85.

Finalmente cabe señalar que en los “Principios del Instituto Internacional


para la Unificación del Derecho Privado (UNIDROIT) sobre los Contratos
Comerciales Internacionales”, se ha establecido un sistema de interpretación
mixta de tendencia subjetiva; tal es así, que en su artículo 4.1. Señala: 1.- “El
contrato de debe interpretarse conforme a la intención común de las partes”.
2.- “Si dicha intención no puede establecerse, el contrato se interpretará
conforme al significado que le habrían dado en circunstancias similares
personas razonables86 de la misma condición que las partes”. Asimismo,
cuando se trata de la declaración de una sola parte (unilateral), “1.- Las
declaraciones y otros actos de una parte se interpretarán conforme a la
intención de esa parte, siempre que la otra parte la haya conocido o no la
haya podido ignorar”; luego agrega “2.- Si el parágrafo precedente no es

85
BETTI, Emilio (1955). “Teoría general de la Interpretación”. Milán, Giuffre.
86
En los casos en que la intención común de las partes no pueda establecerse, el parágrafo
(2) prevé que el contrato deba ser interpretado de acuerdo al significado que le habrían
dado personas razonables de la misma condición que las partes y colocadas en
circunstancias similares. El criterio para determinar qué debe entenderse por “razonabilidad”
no es general y abstracto, sino que se refiere al entendimiento que cabe esperar de una
persona, por ejemplo, con los mismos conocimientos de idioma, experiencia técnica
o en los negocios que la de las partes en el contrato.
57

aplicable, tales declaraciones y actos deberán interpretarse conforme al


significado que le hubiera atribuido en circunstancias similares una persona
razonable de la misma condición que la otra parte”. Además para completar
la idea cabal de la interpretación de los negocios jurídicos en su artículo 4.3
hace la siguiente precisión: “Para la aplicación de los Artículos 4.1 y 4.2,
deberán tomarse en consideración todas las circunstancias, incluyendo: (a)
las negociaciones previas entre las partes; (b) las prácticas que ellas hayan
establecido entre sí; (c) los actos realizados por las partes con posterioridad
a la celebración del contrato; (d) la naturaleza y finalidad del contrato; (e) el
significado comúnmente dado a los términos y expresiones en el respectivo
ramo comercial; y (f) los usos”.

d). Teorías de la confianza y de la Responsabilidad.

Para resolver cierta falta de justificación y poner ciertos límites al extremismo


de las consideraciones y soluciones opuestas de los sistemas polares
objetivo y subjetivo, han surgido ciertos matices singulares que se han
manifestado en las teorías de la confianza y de la responsabilidad.

 Teoría de la Confianza.- En vista que la teoría de la declaración no


podría resolver los conflictos de intereses equitativamente, esta doctrina
desarrolla el criterio de confianza basándose en el principio de la buena fe.
El destinatario que actúa de buena fe, debe tener confianza en la
declaración que se le hace llegar. La garantía en un acto jurídico (contrato)
es la legítima expectativa del destinatario; es importante el efecto que ésta
despierta.

Emilio Betti87 refiere que la teoría de la confianza preconiza, la justificación y


límite, la garantía de la legítima expectativa del destinatario, el cual debe, por
la buena fe, poder descansar en el significado común, usual, objetivo, de la
declaración que llega hacia él; único significado que guiándonos por la

87
BETTI, Emilio (2000), “Teoría General del Negocio Jurídico”, Granada, traducción y
concordancia con el Derecho español por A. Martín Pérez y, Estudio preliminar sobre El
negocio jurídico como categoría problemática a cargo de José Luís Monereo Pérez, Editorial
Comares, S. L., Pág. 299.
58

buena fe nos es perceptible. Pero también peca, en un punto, de


unilateralidad la justificación, en cuanto que considera y valora el conflicto de
intereses entre declarante y destinatario sólo desde el punto de vista de este
último.

Al respecto el maestro Fernando Vidal Ramírez88 expresa que según esta


teoría quién recibe una declaración la debe recibir como plenamente válida y
eficaz y, por ello, enfatiza la preservación de la buena fe.

La doctrina considera que esta teoría peca de unilateralidad porque se


resuelven los conflictos de intereses entre declarante y destinatario
valorando y considerando el punto de vista de uno de ellos, es decir, sólo y
exclusivamente del destinatario.

 Teoría de la Responsabilidad.- Esta teoría resuelve el conflicto


desde el punto de vista del declarante; considera que el declarante es el
responsable de los efectos de su declaración de tal suerte que si ésta es
imprecisa, será peor para él por no haber sabido expresar exactamente su
pensamiento (según Carnelutti). La doctrina considera que hay dos
problemas: falta una explicación de por qué prevalece el significado objetivo
sobre la voluntad; y al atentar contra el dogma de la voluntad sin una
justificación, se cae en la unilateralidad, representada por la prevalencia de
la opinión del declarante, sin dar ninguna valoración al receptor de la
declaración.

Al respecto Emilio Betti89 refiere que mejor se debería llamar esta teoría
como la “autorresponsabilidad” y, señala que por esta teoría se reconoce la
exigencia de que debe soportar el autor de la declaración, cuyo significado
objetivo sea distinto del que por él se entendió, siempre que esta
divergencia, le sea imputable (cuando la formulación es precisa, peor para el
declarante, si no ha sabido expresar con exactitud su pensamiento). Es
también unilateral esta teoría, en cuanto no razona la preeminencia atribuida

88
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), Ob. Cit. Pág. 340.
89
BETTI, Emilio (2000), Ob. Cit. “Teoría….”, Pág. 299.300.
59

al significado objetivo sobre la opinión del declarante, la que es desde luego


inexplicable mientras sólo nos apoyemos en el punto de vista del declarante,
sin atender al del destinatario y a la exigencia de proteger la confianza
fundada sobre el significado normal.

El maestro Fernando Vidal Ramírez90, señala que la doctrina ha planteado


alternativas teóricas como la Teoría de la Responsabilidad, formulado por
Ihering, según la cual todo sujeto es responsable por lo que declara y queda
obligado a indemnizar por la ineficacia de su declaración.

2.1.6. Teoría o Sistema de Interpretación adoptada en el Código Civil


Peruano.

Fernando Vidal Ramírez91 expuso en forma categórica que “El nuevo


Código, es absolutamente contundente y claro, en cuanto define una
posición, acoge la Teoría Objetiva y se afilia a ella, y así resulta del artículo
168, según el cual el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo
que se haya expresado en él y según el principio de la buena fe. El artículo
168 con toda claridad, deja pues establecido que el actual Código Civil
acoge la Teoría de la declaración, el acto debe ser interpretado de acuerdo
con lo que se haya expresado en ellos y aun cuando el mismo artículo 168,
mantenga el principio de la buena fe como criterio interpretativo, dados los
antecedentes doctrinarios y el criterio como debe ser apreciado la buena fe,
que se trata de una buena fe objetiva, apreciada en la conducta de los
sujetos, este mismo principio de la buena fe, así considerado contribuye a
que el Código haya tomado una posición definitiva, en materia de

90
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), Ob. Cit. Pág. 339..
91
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (1985), “Exposición sobre el Libro del Acto Jurídico”. En:
“El Derecho: Exegesis y Análisis del Código Civil de 1984”, Arequipa Perú, Colegio de
Abogados de Arequipa, Año LXIV, Nº 297, Pág. 173. Asimismo, al comparar el Código Civil
con la de 1936, señala: “La adopción de normas de interpretación constituyó una innovación
en cuanto han sido consideradas en el Libro del Acto Jurídico, pues, a despecho del
codificador de 1936, la doctrina nacional vio en el art. 1328 del ordenamiento anterior,
instalada en las disposiciones generales de los contratos, una norma de interpretación. Es
importante apuntar que el Código ha tomado partido por una interpretación objetiva, de
“lo expresado”, pero con arreglo al principio de la buena fe (art. 168)”; (VIDAL RAMÍREZ,
Fernando (2000), “El Derecho Civil en sus conceptos fundamentales” (2ª edición), Lima-
Perú, Gaceta Jurídica-edición económica, p.117.
60

interpretación del acto jurídico, acogiendo la teoría de la declaración,


prevalece lo declarado sobre lo querido”.

Luego el mismo jurista peruano afirma que ”Estos artículos 169 y 170,
demuestran la clara posición asumida por el legislador de 1984, en cuanto
que acoge la teoría objetiva, no queda pues la menor duda que ya hay una
toma de posición definitiva en cuanto a la teoría de la declaración; pero
además estas normas tienen que verse en función de todas las demás
disposiciones del Código, porque si no podríamos llegar a situaciones de
suma injuria, porque puede una persona por defectos idiomáticos dar una
declaración que realmente no responda a su voluntad interna92.

Gastón Fernández Cruz93 precisa que: Bajo el Código Civil peruano de 1984,
el acto jurídico ha sido definido como “la manifestación de voluntad
destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas”(artículo
140), por lo que pareciera que nuestro Código ha acogido la teoría
voluntarista del acto jurídico. Empero, ello no es exacto y, menos aún,
representa una prevalencia normativa de la voluntad psicológica del sujeto,
si se examina el artículo 168 del mismo Código, el cual señala que es objeto
de interpretación la voluntad declarada de los sujetos, y no su voluntad
interna. Bajo esta óptica y, bajo cualquier concepción que se tenga del
negocio jurídico, siempre deberá ser objeto de análisis interpretativo la
declaración de voluntad de los sujetos.

Asimismo, Mauro Grondona94 señala: Con referencia al Código Civil


peruano, los artículos específicamente dedicados a la interpretación del
contrato (recte, del negocio jurídico) son tres (artículos 168, 169, 170 y

92
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (1985), “Exposición sobre el Libro del Acto Jurídico”. Ob.
Cit., Pág. 173 y 174.
93
FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2004), “Introducción al estudio de la interpretación en
el Código Civil Peruano”. En: VVAA (Guido Alpa y otros), selección, traducción y notas de
Leysser L. León, Presentación de Vincenzo Roppo, “Estudios sobre el Contrato en General”,
Lima Perú, 2da. Edición, ARA Editores, Pág. 806.
94
GRONDONA, Mauro (2004), “La común intención de las partes y el principio de la
buena fe en la interpretación del contrato: Un panorama de la autonomía privada”. En:
VVAA (Guido ALPA y Otros) “Estudios sobre el Contrato en General”, Lima Perú, 2ª Edición,
ARA Editores, Pág. Pág. 760.
61

además el artículo 1362 que se refiere a la buena fe y común intención de


las partes). Hay que señalar, como primer punto, que la regla fundamental
es aquella que toma el nombre de interpretación objetiva, y que se funda en
la determinación de la voluntad de las partes (lo que el legislador peruano
escribe, en realidad, es “lo que se haya expresado”, una fórmula con la que
parece hacer referencia, en principio, y de manera esencial, a las palabras
dichas o escritas por los contratantes) leída a través del filtro de la buena fe
objetiva.

Al respecto el maestro Aníbal Torres Vásquez95, sostiene que: “Nuestro


Código Civil adopta como principio general, rector, de interpretación el
sistema objetivo, lo que está bien, puesto que toda interpretación tiene que
empezar por el análisis de la declaración o declaraciones de voluntad con la
que se forma el acto jurídico, pero en modo alguno puede desdeñar el
sistema subjetivo como un principio subsidiario (…)”. Nosotros discrepamos
en cuanto señala que el sistema subjetiva debe considerarse como principio
subsidiario, pues en todo caso el sistema objetivo debe ser considerado
como principio subsidiario, puesto que una de las razones fundamentales
que otorga la prevalencia del sistema subjetivo es la autonomía privada.

2.1.7. Objeto de Interpretación en el Negocio Jurídico

Emilio Betti96: “El objeto de la interpretación es, propiamente, la declaración


o el comportamiento, pero no tomados en sí, abstractos y aislados, sino
encuadrados en el marco de circunstancias que les confiere significado y
valor; no lo es la voluntad interna, ya haya sido manifestada o permanezca
sin expresión, puesto que, si así fuese, la manifestación perdería toda
importancia autónoma”. Esto es, que el objeto de la interpretación del
negocio jurídico es la declaración o comportamiento (conductas) de las
partes que celebraron el negocio jurìdico.

95
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit., Pág. 503.
96
BETTI, Emilio (2000), “Teoría General del Negocio Jurídico”, Granada España,
Traducción y concordancia con el Derecho español por A. Martín Pérez y Estudio preliminar
sobre El negocio jurídico como categoría problemática a cargo de José Luís Monereo Pérez,
Editorial Comares S.L., Pág. 275.
62

Juan Espinoza Espinoza97, citando a Vicenzo Roppo y a Rodolfo Sacco y


Giorgio de Nova, señala que el objeto de la interpretación son los “signos”
(exteriorizados a través de documentos y conductas) con los cuales las
partes o un sujeto han manifestado su voluntad, que permiten al operador
jurídico arribar a la “voluntad legalmente reconstruida” que tiene como fin
“encontrar el justo significado del contrato” o del negocio jurídico.

Por tanto, el objeto de interpretación en el negocio jurídico es la


manifestación o declaración de la voluntad de las partes; sin embargo, la
precisión con que señala Giuseppe Osti98, es interesante, pues este autor
señala “que la común intención de las partes” representa el objeto de
interpretación, en tanto “síntesis de las voluntades individuales de los
contratantes”. La búsqueda de esa “común intención” –según el mismo
autor- es un principio dirigido al juez, “que tiene que resolver un conflicto
surgido entre las partes sobre el significado que se debe atribuir a sus
respectivas declaraciones”; pero, al mismo tiempo es una advertencia para
los contratantes, porque estos, “fuera de toda controversia judicial, deben
evaluar sus respectivos deberes y derechos, no a tenor del significado literal
de sus declaraciones, sino de conformidad con lo que han querido
concordemente, o con lo que han dado la apariencia de querer”.

Como se advierte el autor citado señala que el objeto de interpretación del


negocio jurídico (contrato) es “la común intención de las partes”; esto es, la
voluntad real, con lo que precisa que el objeto de la interpretación no sólo es
en términos generales la manifestación o declaraciones de la voluntad de las
partes; sino fundamentalmente es determinar la común intención de las
partes.

97
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). “Acto Jurídico Negocial” (3ª ed.). Lima-Peru:
RODHAS; Pag. 212.
98
OSTI, Giuseppe, voz “Contratto”, en Novìssimo Digesto italiano, vol. Utet, Turin, 1959,
Pág. 522. En: LEÓN HILARIO, Leysser L. (2007), “La Responsabilidad Civil” (2ª edición),
Prólogo de Luigi Corsaro, Lima – Perù, Jurista Editores, Pág. 574.
63

2.1.8. La Naturaleza de las Normas de Interpretación del Negocio


Jurídico.

Existe discusión en la doctrina civilista sobre la naturaleza de las normas o


reglas de la interpretación del negocio jurídico; esto es, si dichas normas son
de carácter imperativo (obligatorio) o es de carácter facultativo. Esta
interrogación también no es ajena en nuestro sistema civil peruano. En todo
caso se debe tener en cuenta, que sólo es posible a recurrir a las normas de
interpretación positivados en el ordenamiento jurídico por ausencia o defecto
que las partes no hayan señalado expresamente la forma o el modo de
interpretación del acto celebrado, pues en el caso de existir reglas o criterios
establecidos por las partes, no cabría la posibilidad de recurrir a las normas
de interpretación positivados en el ordenamiento jurídico. Naturalmente de
mutuo acuerdo pueden decidir darle una significación diferente a la que
resulte de aplicar las normas interpretativas, puesto que en ejercicio de su
autonomía privada, con el acto jurídico, no solamente pueden crear
relaciones jurídicas, sino que pueden modificarlas o extinguirlas.

Asimismo, se debe tener en cuenta que en algunos casos las normas de


interpretación del negocio jurídico pueden ser de carácter subsidiaria,
cuando las partes están de acuerdo de dar un determinado sentido a los
negocios jurídicos, tal como puntualiza el jurista Erich Danz99 “las reglas de
interpretación de negocios jurídicos, no son normas de Derecho imperativo,
sino subsidiario, puesto que no se aplican si las partes están de acuerdo en
dar un determinado sentido a las palabras contractuales. Si las partes, al
celebrar el negocio, hablaron de un contrato de alquiler y luego declararon
ante el juez que querían concluir un contrato de venta, el juez tendrá que
interpretar sus palabras en este sentido”. Es subsidiaria, porque solo cuando
las partes no están de acuerdo con el sentido de las palabras se aplicaran
las normas de interpretación de los negocios jurídicos.

99
DANZ, Erich (1926), “La Interpretación de los Negocios Jurídicos” (3ª ed.),
Traducciòn de la 3ª edición alemana y concordancias con el Derecho español por W. Roces,
Madrid: Librería General de Victoriano Suarez, Pág. 142. DANZ, Erich (2009), Ob. Cit., con
“Estudio Preliminar: La Interpretación del Negocio Jurídico” de Eric Palacios Martínez, Lima-
Perú: Editora Escolani, Pág. 167.
64

Por su parte Juan Espinoza Espinoza100 refiere que el hecho de haber reglas
de interpretación de carácter imperativo, no implica que, adicionalmente, las
partes (o quien manifieste su voluntad) establezcan otras reglas de
interpretación y, en tanto, no contravengan otras normas imperativas, ni
sean contrarias al orden público o a las buenas costumbres (Art. V T.P. del
C. C.), estas son plenamente válidas y eficaces. Tal es el caso, por ejemplo,
que las partes acuerden, que en caso de contradicción entre un contrato y
un anexo del mismo, prevalezca el primero. Mal haríamos en pensar que se
trata de una interpretación asistemática, por cuanto las partes, en ejercicio
de la autonomía privada, están decidiendo su propia jerarquía normativa,
entendida esta última, en el sentido de regla de conducta establecida entre
los particulares ( no como mandato general con eficacia social).

a) Normas de carácter Facultativo (no Obligatorio).

Un sector de la doctrina se inclina a sostener que dicha normas son


solamente directrices o criterios orientadoras, a lo que los intérpretes no se
encuentran necesariamente obligados a seguir las normas de interpretación
legalmente previstas, pudiendo recurrir a reglas o argumentos de
interpretación distintos, por lo que los intérpretes bien pueden valerse o
prescindir de ellos, por ser facultativos. Al respecto, Emilio Betti101señala,
que “según una doctrina moderna, formada bajo la influencia de los juristas
franceses, las normas interpretativas serían simples reglas técnicas
destinadas a actuar como criterios directivos del prudente arbitrio del Juez”.

Esta tesis es considerada como la concepción tradicional que sostiene que


las normas sobre interpretación son solamente máximas lógicas sugeridas
por el legislador a los magistrados, como meros consejos, directivas u
orientaciones del criterio judicial o recomendaciones sin carácter obligatorio.

100
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012), “Acto Jurídico Negocial” (3ª edición), Lima-Perú,
Editorial RODHAS, Pág. 213.
101
BETTI, Emilio (2000), “Teoría General del Negocio Jurídico”, Ob. Cit. Pág. 284.
65

b) Normas de carácter Imperativo (Obligatorios).

Esta tesis moderna al contrario del anterior, considera que las normas de
interpretación del negocio jurídico son de carácter imperativo u obligatoria,
caso contrario sería de poca utilidad si es que dichas normas son
meramente facultativas, dado que ello implicaría dejar a la libre decisión del
intérprete, para que éste pueda utilizar cualquier otro criterio o métodos para
indagar el sentido de la voluntad declarada.

Emilio Betti102, al referirse a la naturaleza de las normas para la


interpretación sostiene que, “se trata de verdaderas normas jurídicas de
carácter imperativo, cuya inobservancia por parte del Juez puede ser
impugnada en casación. Esta más reciente posición es, en nuestra opinión,
la única justa”. Luego, señala que “Teniendo las normas interpretativas la
naturaleza de verdaderas normas jurídicas (normas sustanciales), bien se
comprende cómo su aplicación es susceptible de control también en sede de
casación de la sentencia”. Afirma el carácter vinculante de las normas
interpretativas.

Al respecto Juan Guillermo Lohmann Luca de Tena103, refiere que si las


normas de interpretación no tienen carácter obligatorio sino meramente
facultativo, su utilidad se vería sensiblemente reducida, pues de todos
modos quedaría a la decisión libre del intérprete la utilización de
cualesquiera otros criterios o métodos de indagación del sentido de la
voluntad declarada. De este modo, quienes se sometieron a la opinión final
del intérprete quedarían tan desamparados como si de veras no hubiera
normas coherentes y obligatorias de interpretación, pues el intérprete sería
libre de escudriñar la voluntad negocial de la manera que mejor le pareciera.

102
BETTI, Emilio (2000), “Teoría General del Negocio Jurídico”, Ob. Cit., Pág. 284 y 287.
103
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1997), Ob. Cit. Pág. 250.
66

Pero también es tener en cuenta la prevalencia de que los propios


negociantes pueden fijar el alcance o sentido de sus declaraciones antes de
someter a las reglas de interpretación de carácter imperativo, tal como
puntualiza el jurista peruano Juan Guillermo Lohmann Luca de Tena104,
quien señala que el hecho de que las reglas de interpretación tengan
carácter imperativo, es decir, de obligado cumplimiento cuando le es
sometida al intérprete la indagación del sentido de la declaración de
voluntad, no significa que el propio negociante no pueda fijar el alcance de
su propia declaración, señalando el significado que atribuye al vocabulario
con que se expresa, aunque sea contrario al usual o se aparte del sentido
que debiera resultar de aplicar los cánones normativamente recogidos.

Con razón afirma Erich Danz105 en el sentido de que “no puede admitirse
que se afirme que su aplicación depende del libre arbitrio del Juez; es tanto
como decir que la ley crea las normas y al propio tiempo las deroga
retirándoles su fuerza coactiva”.

En igual sentido Federico De Castro y Bravo106 señala “Hoy, la opinión de los


autores se inclina decididamente (incluso en Francia) en favor del carácter
vinculante de las reglas sobre interpretación, por ser mandato del legislador
y por ser precisamente un remedio frente a la arbitrariedad judicial”. El
cuestionamiento de la arbitrariedad judicial como parte de nuestra realidad,
muchas veces se le vincula con la corrupción.

En consecuencia, esta doctrina moderna predominante reconoce que las


normas sobre interpretación del acto jurídico son de carácter imperativo,
cuyos criterios deben observarse ineludiblemente por el intérprete con el fin
de dar solución a las diversas cuestiones que se presenten con relación a la
determinación del sentido y alcance del acto107. Como dice Betti108 “no se

104
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1997) Ob. Cit. Pág. 252.
105
DANZ, Erich (2009), Ob. Cit. Pág. 163.
106
DE CASTRO Y BRAVO, Federico (1997), “El Negocio Jurídico”, Madrid España,
Editorial Civitas S.A., Pág. 80.
107
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit., Pág. 491.
67

debe inducir a creer que se trate de simples reglas técnicas destinadas a


suministrar meros criterios orientadores que no tienen carácter preceptivo ni
valor vinculante”.

Finalmente podemos compartimos la idea de que “por ser normas


interpretativas de carácter imperativo y no dispositivo, deben observarse no
solamente por los magistrados en los casos sometidos a su conocimiento
sino también por las partes que deben tenerlas en cuenta para determinar el
significado del acto jurídico que ha celebrado”109.

d) Tesis adoptada por la doctrina nacional

Aníbal Torres Vásquez110, nos dice: En resumen, las normas sobre la


interpretación del acto jurídico son imperativas para los magistrados y para
cualquier otro tercero, pero para las partes solamente son imperativas si no
hay acuerdo unánime diferente; las partes, en ejercicio de su autonomía
privada, pueden darle la significación que quieran al acto jurídico que han
celebrado con anterioridad con tal que no atenten contra normas imperativas
(no interpretativas), el orden público o las buenas costumbres.

Juan Guillermo Lohmann Luca De Tena111 también considera que las reglas
de interpretación de naturaleza obligatorias, es la que fue recogida por
nuestro Código Civil y llega a esa conclusión no sólo por la redacción
imperativa del articulado, sino también porque el doctor Felipe Osterling,
Presidente de la Comisión Reformadora, había aludido a “reglas sobre la
interpretación con carácter imperativo de los actos jurídicos”. Con lo cual
podemos decir, en conclusión, que el intérprete habrá de atender
obligatoriamente a las reglas de interpretación que nuestro ordenamiento
civil a establecido.

108
BETTI, Emilio (1975), “Interpretación de la Ley y de los Actos Jurídicos”, Madrid
España, traducción y prólogo por José Luís de los Mozos, Editorial Revista de Derecho
Privado, Pág. 219.
109
SCOGNAMIGLIO, Renato (1980), Contratti in generale, Milano, terza edizione, Pág.
179. Citado por Aníbal Torres Vásquez (2012) en Ob. Cit. Pág. 492.
110
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit. Pág. 492.
111
LHOMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1997). Ob. Cit. Pág. 251
68

Por su parte el profesor Juan Espinoza Espinoza112 sostiene que en su


opinión también las normas de interpretación reguladas en el Código Civil
peruano tienen carácter imperativo. La ratio de estas es que se establezca
una relación jurídica justa y eficiente. Luego precisa que las normas
prescritas en los artículos 168, 169, 170 y 1362 del Código Civil son un
contenido mínimo de reglas a las cuales deben someterse los particulares y
los operadores jurídicos. Por tanto, los operadores jurídicos deben observar
obligatoriamente estas reglas de interpretación.

Uno de los Miembros de la Comisión Reformadora del Código Civil ha sido


Fernando Vidal Ramírez113, quien afirma en el sentido de que “nuestro
Código Civil ha incorporado las normas de interpretación siguiendo la
corriente doctrinaria moderna y la que particularmente hemos relievado. Es
imprescindible tener en cuenta que al incorporarlas, el Código ha asumido
una definición: que sea el contenido de esas normas y no criterios distintos,
los que rijan la interpretación del acto jurídico. De este modo, la
interpretación queda sujeta al criterio impuesto por la ley y la hermenéutica
del acto jurídico sometido a sus normas. Estas son, pues imperativas y su
omisión o violación genera la correspondiente cuestión de responsabilidad”.
Aun cuando no se precise si dichas normas interpretativas son vinculantes
para todo tipo de actos jurídicos, incluyendo los contratos y otorgamiento de
testamentos, dado que estas instituciones presentan otras normas de
interpretación.

Cabe precisar que el jurista Fernando Vidal Ramírez, en su condición de


haber sido Miembro de la Comisión Reformadora del Código Civil, en tanto
se promulgó por Decreto Legislativo N° 295 el 25 de Julio de 1984, entrando
en vigencia el 14 de noviembre de 1984, realizó conferencias en varias
ciudades del País, de lo cual una de ellas la realizó en la ciudad de
Arequipa, con motivos de difusión, el “Curso sobre el nuevo Código Civil”,
realizado desde el 20 de septiembre al 24 de noviembre de 1984, curso
112
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit. Pág. 213.
113
VIDAL RAMIREZ, Fernando (2011), Ob. Cit., Pág. 335.
69

oficializado por R. M. N° 382-84-JUS de fecha 05 de noviembre de 1984,


cuyas ponencias de las exposiciones se han compilado en el libro titulado:
“El Derecho (Exégesis y análisis del Código Civil de 1984)”114, en donde
refiere : “Las normas de interpretación que contiene el Código del 84, son
normas imperativas, ese es el carácter que se les ha puesto, el de ser
normas imperativas, porque de otra forma no tendría razón de ser y haber
sido legisladas. El carácter imperativo de las normas aparece del texto
mismo de los artículos (168, 169 y 170), en cuanto se dice que el acto
jurídico debe ser interpretado, etc., o sea la expresión “debe” es significativa
de que se trata de una norma imperativa, pero la imperatividad de la norma
resulta, por cuanto esta es una redacción frente a una posición doctrinal y
legislativa que inspiró en el Código de 1936, en cuanto a que la
interpretación correspondía más a la Ciencia del Derecho que al Derecho
Positivo. En consecuencia, el sentido de las normas de interpretación que
trae el nuevo Código Civil, es el de ser normas imperativas, que deberían ser
aplicadas, para la interpretación auténtica, para la interpretación judicial, sea
que se trate de una interpretación a cargo de árbitros, o cualquier otra,
deberá atenerse a las normas que trae el nuevo Código Civil, con el carácter
imperativo de las mismas.

Si bien es cierto, que tanto la doctrina nacional como la extranjera señala


uniformemente el carácter vinculante de las normas interpretativas de los
actos o negocios jurídicos; sin embargo, se observa en la jurisprudencia
peruana, que los artículos 168, 169 y 170 de nuestro Código Civil, no reflejan
tanto ese carácter vinculante o su observancia obligatoria por parte de los
operadores jurídicos.

114
VIDAL RAMIREZ, Fernando (1985), “Exposición del doctor Fernando Vidal Ramírez
sobre el Libro del Acto Jurídico”. En: “El Derecho (exégesis y análisis del Código Civil de
1984)”, Arequipa-Perú, Colegio de Abogados de Arequipa, Pág. 171 al 174. Asimismo,
VDIDAL RAMIREZ, Fernando (1984), “Acto Jurídico, Prescripción y Caducidad”. En:
“1er. Seminario de Difusión del Nuevo Código Civil del 17 Set. Al 04 Oct. 1984”, Lima –Perú,
Programa Académico de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Nacional Mayor de
San Marcos, Pág. 86-87 señaló: “El Código del 84 le ha dado a estas normas el carácter de
normas imperativas. Es decir, si el interpretador es un juez, un árbitro o las mismas partes –
si se trata de una interpretación auténtica- tendrán que aplicar las normas de interpretación
señaladas en el Código, para decir –luego- que han interpretado un acto jurídico”.
70

2.1.9. Clases de Interpretación del Negocio Jurídico.

Tanto la doctrina nacional como la extranjera nos informan como las


principales clases de interpretación del Negocio Jurídico, a la interpretación
auténtica o convencional, la interpretación judicial y a la interpretación
doctrinal; los que a continuación señalamos sus características principales.

a) La Interpretación auténtica o convencional.

Esta interpretación se da cuando las mismas partes fijan el sentido o la


significación del acto celebrado, sin necesidad de recurrir a las reglas o
criterios de interpretación establecidos por la ley, lo que no está permitido a
los magistrados ni a los terceros. En este caso, las reglas de interpretación
establecidas en el Código Civil, no son imperativas sino subsidiarias, cuya
aplicación es supletoria solo cuando los interesados no estén de acuerdo en
atribuir un cierto sentido a sus declaraciones.

Al respecto Emilio Betti115 nos dice, “En el estricto ámbito de la autonomía


privada el autor de la declaración unilateral mortis causa y las partes en el
negocio bilateral son dueños de regular sus intereses como crean más
conveniente, incluso con relación a un problema de inteligibilidad”.

Asimismo Santos Cifuentes116 señala que “Se llama interpretación auténtica


de la declaración de la voluntad, a la que realizan posteriormente a su
emisión la parte o partes que la emitieron. Es objeto de esta clase de
interpretación el negocio, como acto de autonomía privada, o las cláusulas y
disposiciones de un negocio que tienen incierto y controvertible significado.
Aquí las partes fijan y definen su relación mediante un acuerdo, si es
bilateral, o mediante una simple explicación, si es unilateral”. Todo esto

115
BETTI, Emilio (1975), Ob. Cit. Pág. 206.
116
CIFUENTES, Santos (2004), “Negocio Jurídico” (2ª ed.), Buenos Aires: ASTREA de
Alfredo y Ricardo Depalma, Pág., 339. BETTI, Emilio (1975), “Interpretación de la Ley…”.
Ob. Cit. 204 y ss.
71

Manuel Albaladejo resume como “aquella que se realiza por los propios
sujetos del negocio”117.

Por otro lado cabe resaltar la diferencia de la interpretación auténtica de la


ley y de los negocio jurídicos, pues como refiere Cifuentes118 “los sujetos de
la interpretación en el negocio son los mismos que lo celebraron y ante una
divergencia de aplicación o cumplimiento le dan su sentido en acto
posterior, mientras que la ley aclaratoria puede ser –y generalmente lo es-
dictada por parlamentarios que no intervinieron en la sanción de la norma
original, debido a la renovación temporal de las cámaras”. En consecuencia
no cabe ninguna duda esta diferencia de las interpretaciones auténticas.

Por tanto se debe tener en cuenta la prevalencia de la interpretación


auténtica aun cuando las normas de interpretación sean de naturaleza o de
carácter imperativo, tal como puntualiza el jurista peruano Juan Guillermo
Lohmann Luca De Tena119, quien señala que el hecho de que las reglas de
interpretación tengan carácter imperativo, es decir, de obligado cumplimiento
cuando le es sometida al intérprete la indagación del sentido de la
declaración de voluntad, no significa que el propio negociante no pueda fijar
el alcance de su propia declaración, señalando el significado que atribuye al
vocabulario con que se expresa, aunque sea contrario al usual o se aparte
del sentido que debiera resultar de aplicar los cánones normativamente
recogidos.

b) La Interpretación Judicial.

Son aquellas interpretaciones que son realizadas por los magistrados en un


proceso judicial y los realizados por los árbitros en el proceso de arbitraje, en
donde fijan el contenido, sentido y alcance del acto jurídico celebrado en
estricta sujeción a los criterios interpretativos legales, con el fin de resolver el

117
ALBALADEJO, Manuel (1993), “El Negocio Jurídico”, Barcelona – España, 2da.
Edición, Librería Bosch, Pág. 338.
118
CIFUENTES, Santos (2004). Ob. Cit. Pág. 340.
119
LOHMANN LUCA DE TENA, Juan Guillermo (1997) Ob. Cit. Pág. 252.
72

conflicto de intereses sometidos a su decisión. Por eso el magistrado de la


Corte Suprema de Argentina, Ricardo Luís Lorenzetti120 diga que “Las partes
son las que interpretan el contrato, pero cuando hay desacuerdo es que se
necesita la intervención de un tercero (árbitro, juez) para decidir sobre cuál
es el sentido correcto.

Podemos decir, que en nuestro sistema jurídico al margen de la


interpretación judicial (jurisprudencial) que es vinculante para las partes y
para los terceros que tengan intereses derivados del acto interpretado, es
factible que se de los Plenos Casatorios Civiles en aplicación del artículo 400
del Código Procesal Civil, en donde dicten precedentes vinculantes (llamado
también doctrina jurisprudencial), la misma que una vez publicada en el
Diario Oficial “El Peruano”, tengan efectos vinculantes para todos los
órganos jurisdiccionales de la República, tal como se ha dado con el Primer
Pleno Casatorio Civil, recaído en el Expediente Nº 1465 – 2007- Cajamarca,
cuya materia es sobre Indemnización por daños y perjuicios derivados de
responsabilidad extracontractual.

e) La Interpretación Doctrinal

La interpretación doctrinal es realizada por juristas o por terceros, que


emiten su opinión interpretativo sobre determinado negocio jurídico como
una forma de contribuir en el esclarecimiento del sentido del negocio, la
misma que si bien es cierto no tiene carácter vinculante para las partes ni
para el intérprete; sin embargo, según los argumentos esgrimidos y
autoridad en la especialidad, pueden coadyuvar en la interpretación del acto
jurídico.

En igual sentido refiere el jurista argentino Rubén Compagnucci De Caso121,


al señalar que la interpretación doctrinaria es la que realiza el jurista que

120
LORENZETTI, Ricardo Luís (2007). “Interpretación del Contrato en el Derecho
Argentino”. En: VV. AA, Carlos Alberto Soto Coahuila (Director), “Tratado de la
Interpretación del Contrato en América Latina” Tomo I, Lima-Perú, Editora Jurídica Grijley,
Pág. 8.
121
COMPAGNUCCI DE CASO; Rubén H. (1992), Ob. Cit.
73

tiene una reconocida especialización en alguna de las ramas del derecho, y


es requerido para que emita su opinión, dicha interpretación no es vinculante
ni obligatoria.

En nuestra realidad, casi con frecuencia se observa las interpretaciones


doctrinarias que aparecen en diversas revistas jurídicas (Diálogo con la
Jurisprudencia) o son requeridos a alguna institución jurídica (CAL) para
obtener una interpretación sobre determinado tema de interés. Además se
tener presente que de acuerdo al artículo 400 del Código Procesal Civil,
concordante con el artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder Judicial la Sala
Civil de la Corte Suprema viene estableciendo precedentes judiciales en el
que se fijan principios jurisprudenciales que son de obligatorio cumplimiento
por todas las instancias judiciales.

2.1.10. Métodos de interpretación del Negocio Jurídico.

El método es el modo122 o la manera de hacer123, por tanto “se tiene un


método cuando se sigue un cierto camino para alcanzar un cierto fin,
propuesto de antemano como tal”124. En este caso, el modo o la manera de
interpretar un negocio jurídico pueden ser literal, sistemático o
interdependientes y teleológico o finalista, en otras palabras, estos serían los
caminos a seguir para interpretar los actos o negocios jurídicos, y
precisamente alguno de estos métodos encontramos regulados en nuestro
ordenamiento civil.

Por tanto, a continuación brevemente trataremos los principales métodos de


interpretación del negocio jurídico que la doctrina nos informa, señalando
sus características principales.

122
Según el Diccionario de la Real Academia Española (Tomo II, 22vª. Editorial Espasa
Calpe S.A. Edición, pág. 1499), el Método es el “modo de decir o hacer con orden. Modo de
obrar o proceder”.
123
OSSORIO, Manuel (1999), “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales”
(26ª edición), Buenos Aires – Argentina, Editorial Heliasta; Pág. 620.
124
FERRATER MORA, José (2007), “Diccionario de Filosofía Abreviado” (28ª edición),
Argentina, Editorial Sudamericana S.A., Pg. 241.
74

a) Método gramatical o literal.

Mediante este método él interprete debe analizar desde el punto de vista


gramatical o literal para captar su significación y alcance del negocio jurídico;
esto es, si luego de ser interpretado resulta que los términos utilizados son
claros en cuanto revelan sin lugar a dudas la voluntad real del agente, se
estará al sentido literal de las estipulaciones, caso contrario deberá optar por
otro método.

Al respecto el maestro Aníbal Torres Vásquez125 nos dice que la


averiguación del sentido literal de la declaración es el punto de partida de
toda interpretación, puesto que el elemento gramatical o literal. Como
recurso hermenéutico, nos enseña el contenido y alcance del acto jurídico de
acuerdo con el significado de las palabras. Este procedimiento que pareciera
tan sencillo, presenta en la práctica serios inconvenientes, en vista a que el
significado de las palabras y de otros signos usados como medios de
expresión puede variar según el contexto, o según las circunstancias o el
modo de expresarse de las personas o de los grupos sociales. Puede
suceder, por eso, que la declaración negocial no tenga un significado
unívoco, por lo que puede ser entendida en un sentido por el declarante y en
otro por destinatario y por los terceros eventualmente interesados en ella.

Asimismo, el jurista alemán Andreas Von Tuhr126 explica que la


interpretación en términos generales, establece el significado de la
declaración de acuerdo con la situación típica de las partes sin tomar en
cuenta sus relaciones y cualidades personales. Las palabras son
interpretadas según su significado gramatical, de suerte que el sentido de la
declaración fluya fácilmente del texto concebido y redactado con precisión.
Sin embargo, una redacción exacta solo es posible cuando el comercio
jurídico se desenvuelve en formas seguras y expresiones típicas. En el
derecho moderno reina el principio de la libertad de formas y también en los

125
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012) Ob. Cit. Pág. 505-506.
126
VON TUHR, Andreas (2005), “Derecho Civil- Volumen II: Los Hechos Jurídicos”
Madrid España, Editorial Marcial Pons, Pág. 478
75

negocios formales el declarante puede elegir libremente sus expresiones.


Así, la rapidez con que se desarrollan las transacciones comerciales y la
inexperiencia jurídica de las partes llevan con frecuencia a expresar en
términos incompletos y erróneos incluso las declaraciones más importantes.
De ahí que su sentido literal no puede ser decisivo.

Por lo tanto, si los términos del acto o negocio jurídico están claros y no
exista ninguna duda sobre la voluntad real del agente (s) que celebraron, se
estará al sentido literal de sus declaraciones.

b) Método sistemático (interdependientes).

La interpretación sistemática (contextual o interdependiente) parte del hecho


de que el acto jurídico es un todo integral, una unidad indivisible, hallándose
sus estipulaciones concatenadas las unas con las otras, cuya significación
mantiene su unidad, puesto que interpretar las clausulas en forma aislada
puede generar un resultado con significación contraria a la voluntad real de
las partes, lo que no sucederá si la interpretación se efectúa las unas por
medios de las otras, atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del
conjuntos, tal como señala el artículo 169 del Código Civil: “Las cláusulas de
los actos jurídicos se interpretan las unas por medio de las otras,
atribuyéndose a las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas”.

El método de interpretación sistemática del negocio jurídico permite


identificar en las cláusulas del negocio una lógica hermenéutica unívoca, en
efecto los actos jurídicos no pueden ser comprendidos como átomos
desprovistos de interrelación, pues ello comportaría conclusiones
incongruentes, por el contrario, su sistemática interna obliga a apreciar el
negocio jurídico como un todo unitario como una suma de cláusulas
poseedoras de una lógica integradora uniforme que permite la interpretación
de unas por medio de las otras, atribuyendo a las dudosas, el sentido que
resulte del conjuntos de todas127.

127
Tal como señala cuando se trata de una interpretación sistemática en la Casacion Nº
090-2006-Lima, Sala Transitoria de Derecho Constitucional y Social de la Corte Suprema,
76

Al respecto el maestro Aníbal Torres Vásquez128 refiere que la norma del


artículo 169 del Código Civil, tiene su origen en la sexta regla de
interpretación de Pothier que expresa: “Una cláusula debe ser interpretada
por las otras cláusulas contenidas en el acto, sea que éstas la precedan o la
sigan”. Esto es, el método de interpretación sistemática en los actos o
negocios jurídicos.

Por su parte el profesor Juan Espinoza Espinoza129, refiere que la


interpretación sistemática, que algún sector de la doctrina prefiere llamar de
la “totalidad” del negocio jurídico, implica que la labor hermenéutica no debe
agotarse en una cláusula determinada del contrato, o del negocio, sino en su
relación con otras, entendiendo las partes del mismo, no como una
sumatoria del todo, sino como una unidad funcional.

c) Método teleológico (finalista).

La finalidad que persiguen con la realización del acto jurídico es la obtención


del algún resultado práctico, algún fin económico o social, dado que los
sujetos realizan actos jurídicos para que produzcan efectos y no para que no
los produzcan, pero esta finalidad tiene un valor decisivo en la interpretación
del acto jurídico cuando las expresiones tienen varios sentidos.

Al respecto el maestro Aníbal Torres Vásquez130 refiere que la norma del


artículo 170, se inspira en la tercera regla de interpretación de Pothier que
establece: “Cuando en un contrato los términos son susceptibles de dos
sentidos, se los debe entender en el sentido que más conviene a la
naturaleza del contrato”.

21 de Junio 2006 ( Anibal TORRES VASQUEZ, “Diccionario de Jurisprudencia Civil”, Lima


Peru, 2008, Editorial Girjley, pag.397-398)
128
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012) Ob. Cit. Pág. 514.
129
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit., Pág. 229.
130
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012) Ob. Cit. Pág. 415.
77

Por su parte Juan Espinoza Espinoza131 señala que la interpretación


teológica, a la cual se le denomina también finalista, causalista o funcional,
ante la posibilidad de interpretar una cláusula o expresión en varios sentidos,
tiene en cuenta la causa concreta y justificante por la cual se realiza el
negocio jurídico.

En tal sentido, queda claro que la regulación del artículo 170 de nuestro
Código Civil establece el método de interpretación teleológica cuando
establece que: “Las expresiones que tengan varios sentidos deben
entenderse en el más adecuado a la naturaleza y al objeto del acto”.

2.2. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACIÓN

Como antecedentes de la presente investigación podemos afirmar que


desde la vigencia del actual Código Civil, no se ha efectuado un estudio y
análisis crítico de la interpretación de los actos o negocios jurídicos; sin
embargo, no podemos dejar de mencionar, un estudio monográfico
efectuado por la abogada Carmen Arana Courrejolles132, cuyo título del libro
es “La Interpretación del Acto Jurídico”, publicado hace más de 20 años.

En este trabajo monográfico, hace una descripción teórica de los sistemas o


teorías de interpretación del acto jurídico, señalando algunas legislaciones
civiles que han optado por alguna de los sistemas de interpretación; sin
embargo, no existe un análisis crítico de las normas de interpretación
regulados en nuestra legislación civil; esto es, que no se mencionada, si el
sistema o teoría de interpretación del acto jurídico adoptado en nuestro
Código Civil es adecuado o incorrecto, solamente se ha limitado a señalar
que “el Código Civil peruano de 1984, ha tenido acierto al consagrar tres
artículos interpretativos en el Libro II, Acto Jurídico, Título IV, Interpretación

131
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit. Pág. 236.
132
ARANA COURREJOLLES, Carmen (1992). “La interpretación del acto jurídico”, Lima:
Cultural Cuzco.
78

del Acto Jurídico, a fin de llenar el vació legal dejado por el anterior Código
de 1936 que no dio cabida a normas de interpretación del Acto Jurídico”, y
concluye señalando que “La Jurisprudencia y la Doctrina tienen la gran tarea
de completar y articular las normas interpretativas y elaborar los principios y
criterios necesarios para consolidar el Sistema Peruano de Interpretación,
que permitirá una interpretación del Acto Jurídico con objetividad y
adecuación”133, lo que a nuestro entender, la referida autora estaría de
acuerdo con el sistema objetivo de interpretación adoptado por nuestra
legislación civil, lo cual nosotros discrepamos, tal como señalamos en la
presente investigación, sugiriendo mas por el contrario el sistema mixto.

Finalmente, señalamos que a pesar de haber transcurrido más de veinte


años de la publicación del trabajo monográfico mencionado, ni la
jurisprudencia ni la doctrina nacional ha podido completar ni articular las
normas interpretativas ni ha elaborado principios y criterios necesarios para
la interpretación adecuada de los actos o negocios jurídicos, tal como la
referida autora había concluido con el trabajo monográfico.

Por lo demás, no se ha tenido conocimiento de otros trabajos de


investigación sobre el tema en cuestión; sin embargo, no podemos dejar de
mencionar algunos aportes de los juristas peruanos, tales como de Fernando
Vidal Ramírez, Aníbal Torres Vásquez, Juan Espinoza Espinoza, Lizardo
Taboada Córdova, José León Barandiaràn, etc., quienes en los libros que se
señalan en esta investigación, contienen análisis y comentarios sobre la
interpretación del acto o negocio jurídico, visto desde el punto de vista de
nuestro Código Civil y la doctrina.

Tal vez cabria mencionar, que últimamente algunos juristas peruanos que
han realizado sus estudios de posgrado en Italia, como Morales Hervías,
Eric Palacios y Leysser León, quienes como profesores de la Pontificia
Universidad Católica vienen efectuando aportes críticos importantes sobre

133
ARANA COURREJOLLES, Carmen (1992); Ob. Cit. Pág. 330-331.
79

acto y negocio jurídico, pero no necesariamente sobre el tema de la


interpretación del negocio jurídico.

Por tanto, en cuanto a los antecedentes no tenemos mayores referencias de


investigación nacional que se haya realizado sobre el tema de interpretación.

2.3. BASES TEÓRICAS

2.3.1. Marco Conceptual

a) Autonomía Privada.

Emilio Betti134 conceptúa como “actos de autodeterminación, de


autorregulación de los intereses propios entre los mismos interesados”. “Es
decir, como actividad y potestad creadora, modificatoria o extintiva, de
relaciones jurídicas entre individuo e individuo; relaciones cuya vida y
vicisitudes están ya disciplinadas por normas jurídicas existentes”.

Werner Flume135, afirma “Se llama autonomía privada al principio de


autoconfiguración de las relaciones jurídicas por los particulares conforme a
su voluntad. La autonomía privada es una parte del principio de la
autodeterminación de las personas”.

Aníbal Torres Vásquez136, define “La autonomía de la voluntad privada es el


poder que tienen las personas para, con su manifestación de voluntad, darse
normas por sí mismos con el fin de regular sus intereses en el campo de las
relaciones económico-sociales”. Esto es, que por la autonomía de la
voluntad privada, las personas son libres de celebrar o no un acto jurídico.

134
BETTI, Emilio (2000), Ob. Cit. 47- 48 y 52.
135
FLUME, Werner (1998). Ob. Cit. Pág. 23.
136
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit. Pág. 139.
80

Juan Espinoza Espinoza137 define “La autonomía Privada es un poder que el


ordenamiento jurídico otorga al sujeto de derecho para que autorregule sus
propios intereses”.

Fernando Vidal Ramírez138 señala “La autonomía de la voluntad debe


entenderse, como la libertad humana y el poder jurídico que el Derecho
objetivo reconoce a los sujetos para la regulación de sus propios intereses”.

b) Acto o Negocio Jurídico.

En esta categoría es importante señalar los conceptos propuestos por los


juristas de la especialidad que guardan cierta coherencia en su contenido,
para ello citaremos definiciones propuestos tantos por la doctrina
internacional como la nacional.

Erich Danz (1850-1914)139 plantea la siguiente definición “El negocio jurídico


es una declaración privada de voluntad que tiende a alcanzar un resultado
jurídico, resultado que el Derecho ordena que se produzca porque lo quiere
el declarante”.

Francesco Santoro-Passarelli140, define que el negocio jurídico es el acto de


una voluntad autorizada por el ordenamiento jurídico para perseguir un fin
propio.

Renato Scognamiglio141, define como un acto de autorregulación de


intereses privados, en cuanto tal, jurídicamente relevante; o sin más, un acto

137
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012).Ob. Cit. Pág. 23.
138
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), Ob. Cit. Pág. 59
139
DANZ, Erich (1926), “La interpretación de los negocios jurídicos”, Madrid España,
traducción de la 3ª edición alemana y concordancias con el Derecho español por W. Roces,
Librería General de Victoriano Suarez, Pág. 19. El mismo libro del autor, pero editado en el
Perú en el año 2009, con Estudio Preliminar de Profesor Eric Palacios Martínez, pág. 63.
140
SANTORO-PASSARELLI, Francesco (1964), “Doctrinas Generales del Derecho Civil”,
Traducción y concordancias de derecho español por A. Luna Serrano, Madrid: Editorial
Revista de Derecho Privado, Pág. 139.
81

de autorregulación de los intereses privados, entendiéndose que se está


haciendo referencia a la realidad jurídica.

Emilio Betti (1890-1868)142, señala que “los negocios pueden definirse, en


general, como actos de autonomía privada destinados a dictar estructuras de
intereses, que la conciencia social ya considera como vinculantes entre las
partes, aún antes de que tales estructuras se eleven a la condición de
negocios jurídicos”. Luego en otro punto el mismo autor refiere que “el
negocio jurídico puede ser concebido como un acto de autonomía privada, al
cual el Derecho asigna efectos destinados a realizar la función socialmente
útil que es peculiar de cada tipo de negocios”143.

En el mismo sentido el citado autor define en su libro “Teoría General del


Negocio Jurídico”144, cuyo texto literal es: “Es el acto con el cual el individuo
regula por sí los intereses propios en las relaciones con otros (acto de
autonomía privada), y al que el Derecho enlaza los efectos más conformes a
la función económico-social que caracteriza su tipo (típica en ese sentido)”.

En esta definición cabe resaltar la autonomía privada y el interés de las


partes en el negocio jurídico.

Giuseppe Stolfi145, define “como la manifestación de voluntad de una o más


partes con miras a producir un efecto jurídico, es decir, el nacimiento, la
modificación de un derecho subjetivo o bien su garantía o su extinción”.

Aníbal Torres Vásquez146, señala, “Para el Derecho peruano, las


expresiones acto jurídico y negocio jurídico son sinónimos, en el sentido de

141
SCOGNAMIGLIO, Renato (2004), “Contribución a la Teoría del Negocio Jurídico” (2ª
ed. 1969), Edición, traducción y notas de Leysser L. León y Prólogo de Pietro Rescigno,
Lima-Perú: Editorial Grijley, Pág. 165.
142
BETTI, Emilio (2001), “Reflexiones sobre la noción del Negocio Jurídico”. En: VVAA,
“Teoría General del Negocio Jurídico” (4 estudios fundamentales), traducción y edición al
cuidado de Leysser L. León, Presentación de Giovanni Battista Ferri, ARA Editores. Pág. 31.
143
BETTI, Emilio (2001), “Reflexiones sobre la noción del Negocio Jurídico”, Ob. Cit.
Pág. 34.
144
BETTI, Emilio (2000). “Teoría General del Negocio Jurídico”. Granda: Comares, pág. 57.
145
STOLFI, Giuseppe (1959), “Teoría del Negocio Jurídico”, Madrid España, Editorial
Revista de Derecho Privado, Pág. 2.
82

que son la manifestación de voluntad destinada a producir ciertos efectos


jurídicos. La distinción entre ambas expresiones es solamente doctrinaria”.
Partiendo de esta consideración, el referido jurista plantea la siguiente
definición: “El acto jurídico o negocio jurídico es el hecho humano (acción u
omisión) voluntario, lícito, con manifestación de voluntad orientada a producir
directa e inmediatamente efectos jurídicos consistentes en crear, regular,
modificar o extinguir relaciones jurídicas”.

Guillermo Lohmann Luca De Tena147, define “El negocio jurídico puede ser
conceptuado como la declaración o declaraciones de voluntad de Derecho
Privado que, por sí o en unión de otros hechos, estarán encaminados a la
consecución de un fin práctico, lícito y admitido por el ordenamiento jurídico,
el cual reconoce a tales declaraciones como el sustento para producir
efectos prácticos queridos y regular relaciones jurídicas de derecho
subjetivo”.

Juan Espinoza Espinoza148, define “El negocio jurídico se configura cuando


uno o varios sujetos declaran su voluntad, a efectos de autorregular sus
propios intereses, creando un precepto (entendido como regla de conducta),
que normará las relaciones o situaciones jurídicas que se han creado,
modificado o extinguido”.

Los profesores Rómulo Morales Hervias y Leysser León149 plantean la


siguiente definición “El negocio jurídico es el acto de autonomía privada de
autorreglamentación o de autodeterminación de intereses privados”.

Por su parte los juristas peruanos Felipe Osterling Parodi y Mario Castillo
Freyre150, refiere que “De hecho, la definición recogida en nuestro Código

146
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012), Ob. Cit. Pág. 77 y 59.
147
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo (1997). “El Negocio Jurídico”. Lima-Perú,
segunda reimpresión de la segunda edición, Editora Jurídica Girjley, Pág. 46
148
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012), Ob. Cit., Pág. 40.
149
MORALES HERVIAS, Rómulo y LEÓN Leyser L. (2004), Presentación del libro Lecciones
sobre el Contrato (curso de derecho civil) de Luigi Ferri, Lima Perú, Editora Jurídica Grijley,
Pág. XV-XVI.
150
OSTERLING PARODI, Felipe y CASTILLO FREYRE, Mario (2011) “Nulidad virtual. La
sanción no tipificada”. En: Observatorio de Derecho Civil, Volumen X: Acto Jurídico,
83

Civil, se acomoda más a lo que la doctrina ha desarrollado como concepto


de negocio jurídico o acto jurídico negocial, el mismo que se caracteriza y
distingue del acto jurídico –en sentido estricto- porque además del evento y
la voluntariedad del comportamiento, el sujeto tiene un propósito, un fin
práctico que pretende y controla a través de su voluntad”.

c) Interpretación del Negocio Jurídico.

El acto jurídico se configura a través de la declaración de voluntad, para


cuyo efecto se utilizan palabras, gestos, signos, etc., que hacen viable la
exteriorización de la voluntad; en tal sentido una vez declarada, debe ser
objeto de interpretación, puesto que la interpretación es la actividad
tendiente a fijar el sentido de la declaración; es decir, a precisar cuál es la
voluntad negocial que se exterioriza a través de la declaración.

Pero la interpretación de los negocios jurídicos no es tan fácil, pues como


refiere el jurista alemán Erich Danz151 la interpretación de los negocios
jurídicos presenta dificultades mucho mayores que interpretar una ley,
porque las declaraciones de voluntad contenidas en éstos no siempre
consisten en palabras, sino que muchas veces revisten la forma de otros
actos que en la vida pasan por declaraciones de voluntad (Por ejemplo,
entro en un estanco y, sin decir una palabra, cojo un cigarro y lo enciendo), y
en ocasiones hasta aparecen en forma de silencio, cuando el declarante de
abstiene de hacer ninguna manifestación; y suele también ocurrir que la
declaración de voluntad, aun cuando se manifiesta mediante palabras, no
indica expresamente (o explícitamente) los efectos jurídicos concretos que
han de producirse, sino que hay que averiguarlo aclarando debidamente las
circunstancias todas en que se formuló la declaración.

Carlos Alberto Calderón Puertas y Carlos Agurto Gonzales (Coordinares), Lima-Perú,


Editora Jurídica MOTIVENSA Pág. 147.
151
DANZ, Erich (1926). Ob Cit. Pág. 18. El mismo libro del autor, pero editado en el Perú en
el año 2009, con Estudio Preliminar de Profesor Eric Palacios Martínez, pág. 61.
84

Emilio Betti152 al referirse sobre la interpretación del negocio jurídico, nos


dice que “La interpretación que interesa al Derecho es una actividad
encaminada a indagar y construir el significado que haya de atribuirse a una
declaración o a un comportamiento dentro de la órbita social en que se
expresa. Desarrollando, conforme a la ilación lógica, la fórmula usada o el
tipo de comportamiento mantenido, y ajustando sus eventuales
interferencias con el pensamiento del autor, tiende a obtener la idea que se
les atribuye en el ambiente social, integrando así, en su contenido, el
supuesto del acto jurídico”.

Guillermo Lohmann Luca De Tena153, define: “Se entiende por interpretación,


en líneas generales, el procedimiento y método de investigación del
significado de una declaración de voluntad y como consecuencia del cual se
explica jurídicamente el contenido de la misma y el precepto querido por el
declarante dentro de un contexto social determinado”.

El maestro Aníbal Torres Vásquez154 define que “La interpretación del acto
jurídico es la técnica dirigida al conocimiento del contenido, sentido y
alcance del acto, o sea de la regulación establecida por el agente o agentes
que lo crean. En otras palabras, se trata de determinar el contenido del acto
atribuyéndole su exacto significado que determine los deberes u
obligaciones y los derechos que de él se derivan”.

El maestro José León Barandiaran155 nos dice que “Interpretar significa,


como se sabe, encontrar sentido a algo, y se interpreta un negocio jurídico

152
BETTI, Emilio (2000). “Teoría General del Negocio Jurídico”. Granada- España,
traducción y concordancia con el Derecho español por A. Martín Pérez, y Estudio Preliminar
por José Luís Monereo Pérez, Editorial Comares, S.L. Pág. 273-274. En su libro
“Interpretación de las leyes y actos jurídicos” (1975), en la página 347 señala : “En la
interpretación del negocio se trata de darse cuenta, con criterio ante todo psicológico, del
precepto de la autonomía privada con relación a la coherencia (falta de contraste) entre el
intento práctico perseguido y la función económico-social típica de aquella autonomía que
merezca la tutela jurídica según los criterios generales del ordenamiento”.
153
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo (1997). “El Negocio Jurídico”. Lima - Perú,
segunda reimpresión de la segunda edición, Editora Jurídica Girjley, Pág. 253.
154
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit., Pág. 479.
155
LEÓN BARANDIARAN, José (1999). “Acto Jurídico”. Lima-Perú, Editores Gaceta
Jurídica, edición económica, 3ra. Edición, Pág. 82
85

en cuanto es susceptible de entenderse en determinado sentido”. Por tanto,


en lo que respecta a la materia de nuestra investigación, significa encontrar
o entender el sentido de la voluntad real o la común intención de las partes,
expresadas en determinado acto o negocio jurídico.

Por su parte Fernando Vidal Ramírez156 refiere que “la interpretación del acto
jurídico supone, la indagación del verdadero sentido y alcance de la
manifestación o manifestaciones de voluntad que lo han generado y le han
dado contenido con la finalidad de precisar y normar sus efectos. La
interpretación viene, así, a reparar el defecto en la manifestación de la
voluntad, a fin de que ésta alcance el fin que se ha propuesto, pues consiste,
en suma, en establecer lo que la parte o partes del acto jurídico han
manifestado y asegurar, por este medio, la preservación de lo que cada
sujeto ha querido y expresado”. Luego al concluir señala “En conclusión, la
interpretación tiene una finalidad normativa pues su objeto es, precisamente,
el contenido de la manifestación de voluntad, que cumple una función
normativa de las relaciones jurídicas generadas por los actos jurídicos”.

Francisco Moreyra García Sayán157, define que “La interpretación puede


entenderse como una operación intelectual destinada a atribuir al contenido
del acto el significado que las partes supuestamente quisieron darle -y
entonces se le conoce como subjetiva o en concreto-; o a reconstruir el acto
teniendo en consideración que su contenido debe responder a las fuerzas
del medio social y circunstancias en el que la declaración se emitió -y
entonces se le llama objetivo o en abstracto-. La primera tiene por finalidad
descubrir aquello que las partes realmente quisieron al celebrar el acto, cuál
fue su intención. La segunda persigue establecer lo querido a partir de
insertar el acto, apreciándolo dentro del contexto social en el que fue
concebido”.

156
VIDAL RAMIREZ, Fernando (2011). Ob. Cit. Pág. 336.
157
MOREYRA GARCÍA SAYÁN, Francisco (2005). “El Acto Jurídico según el Código
Civil Peruano”. Lima-Perú, Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
Pág. 148.
86

d) Interpretación Jurídica

Desde el punto de vista jurídico, entre los autores encontramos diversas


definiciones acerca de lo que es la Interpretación. Así, Guillermo Cabanellas
De Torres158 afirma que: “La Interpretación jurídica por excelencia es la que
pretende descubrir para sí mismo (comprender) o para los demás (revelar) el
verdadero pensamiento del legislador o explicar el sentido de una
disposición.”

Interpretar una norma es esclarecer su sentido159 y la interpretación es la


investigación en la penetración del sentido y del alcance efectivo de la
norma; esto es atribuir un significado a la norma para medir su extensión
precisa y la posibilidad de aplicación a una determinada relación social a
regular. Es pues, una operación lógica, de conocimiento160 .

En tal sentido estamos de acuerdo y nos sumamos a las palabras del


profesor Aníbal Torres Vásquez161, cuando dice: “interpretar una norma
jurídica es establecer su sentido y alcance en relación con un hecho
determinado al cual debe aplicarse. ¿Cómo establece el intérprete el sentido
de la norma?. En primer lugar, la labor del intérprete se dirige a descubrir o
develar el sentido inmanente en la norma; en segundo lugar, como por lo
general una norma evoca varios sentidos, selecciona o fija el sentido con el
cual se obtenga la solución más justa del caso concreto; y en tercer lugar, si
el sentido o sentidos de la norma no se adecuan a la nueva realidad social,
el intérprete atribuye a la norma el significado que lo actualiza”.

158
CABANELLAS DE TORRES, Guillermo: “Diccionario Enciclopédico de Derecho
Usual”. Editorial Heliasta. Vigésimo tercera edición, 1994. Buenos Aires – Argentina. Tomo
IV. Pág. 472.
159
ENNECCERUS, Ludwig (1953). “Tratado de Derecho Civil”, Tomo I. Barcelona-
España, Casa Editorial Bosch, traducido de la 39° edición alemana, Pág. 197.
160
MESSINEO, Francesco (1954). “Manual de Derecho Civil y Comercial”, Tomo I.
Buenos Aires Argentina, Primera edición español, Ediciones Jurídica Europa-América, Pág.
95.
161
TORRES VASQUEZ, Aníbal (2001). “Introducción al Derecho” (Teoría General del
Derecho). Lima-Perú, 2da. Edición, Editorial, Ideosa y Editorial Temis de Colombia, Pág.
516.
87

De todo lo expuesto podemos concluir que interpretar una norma es


determinar, averiguar, descubrir, develar, desentrañar el sentido y alcance
de la misma.

e) La Manifestación y Declaración de Voluntad.

Fernando Vidal Ramírez162 define “La manifestación de voluntad consiste en


dar a conocer, por cualquier medio que la exteriorice, la voluntad interna. Se
trata de un comportamiento que recurre a la expresión verbal o a la
expresión escrita, y aun a cualquier otro medio expresivo, que puede ir
desde la expresión mímica hasta una conducta concreta, siempre que
denote la voluntad del sujeto. Manifestar la voluntad es, pues, exteriorizarla
por cualquier medio”. Parece que este es un concepto bastante claro que no
requiere mayor precisión.

Guillermo Lohmann Luca De Tena163, señala que “La declaración de


voluntad es, pues, la proyección externa de aquellos intereses que se
quieren afectar y sobre los que se asume un compromiso; exteriorización de
un propósito interno para el que se requiere un resultado y que se expresa
con el objeto de hacer conocer a otros sujetos (determinados o no) una
intención de incidir sobre una relación jurídica, que se espera reconocido
como la voluntad concreta del sujeto”.

Juan Espinoza Espinoza164, define “La manifestación de voluntad es la


exteriorización de un hecho psíquico interno destinado a producir efectos

162
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011), Ob. Cit. Pág. 94.
163
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo (1997), Ob. Cit. Pág. 107-18.
164
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit. Pág. 51. Si bien un sector de la doctrina
nacional y extranjera considera como sinónimos los conceptos de manifestación y
declaración; sin embargo otros sostienen que “en ambas se produce la exteriorización de un
hecho psíquico interno; pero la diferencia estriba en que la consecuencia jurídica en la
manifestación de voluntad no es necesariamente querida por el sujeto, mientras que sí lo es
en el caso de la declaración”. Por su parte Aníbal TORRES VÁSQUEZ, hace la siguiente
distinción: “La declaración es aquella con la cual se celebra el acto, en cambio, la
manifestación comprende tanto la declaración con la cual se celebra el acto como todo
comportamiento de las partes anterior, simultaneo y posterior a la celebración” (TORRES
VÁSQUEZ, Aníbal, “Acto Jurídico”. Lima-Perú, 3ra. Edición 2007, Editorial Idemsa pág.
133).
88

jurídicos. Si estos son queridos por el agente, se trata de una declaración de


voluntad”. Como podrá observarse en esta definición el autor hace una
distinción entre la manifestación de voluntad y declaración de voluntad.

f) Buena fe.

Erich Danz165, nos señala el sentido y alcance de esta palabra en los


siguientes términos: “La palabra buena fe significa confianza, seguridad y
honorabilidad basadas en ella, por lo que se refiere sobre todo al
cumplimiento de la palabra dada; especialmente la palabra “fe”, fidelidad,
quiere decir que una de las partes se entrega confiadamente a la conducta
leal de la otra en el cumplimiento de sus obligaciones, fiando en que ésta no
la engañará”.

Juan Espinoza Espinoza166, precisa el concepto: “El principio de la buena fe


puede ser afrontada desde dos perspectivas: una subjetiva, en la cual se
considera como la convicción interna que se está actuando correctamente,
conforme a derecho (llamada también buen fe creencia); y otra objetiva,
caracterizada por el comportamiento correcto del sujeto que es percibido
por la contraparte o por los demás (buena fe lealtad, probidad, confianza o
comportamiento)”.

Aníbal Torres Vásquez167 efectúa la siguiente definición: “La buena fe


subjetiva es de tono individual e intelectual, consiste en la creencia o
ignorancia que tiene el sujeto de la relación jurídica de estar actuando con
corrección y lealtad de comportamiento, de que no está dañando un interés
ajeno; ausencia de dolo o culpa, ignorancia o error que el agente no puede
superar con una diligencia normal. Este actuar del sujeto es considerado
honrado y justo, de buena fe, no obstante su ignorancia o error, lo que
permite atribuir al acto jurídico sus efectos que le son normales. La buena fe
subjetiva se refiere también a la creencia del destinatario de la declaración

165
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 191.
166
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit., Pág. 224.
167
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit. Pág. 510.
89

de voluntad, quien fía y confía –habida cuenta de todas las circunstancias


objetivas- en que ésta corresponde al querer real del declarante. En este
caso el acto jurídico es válido aunque no esté de acuerdo con la voluntad
real del declarante, puesto que el Derecho no puede amparar a quien con su
declaración crea situaciones productivas de errores o falsas interpretaciones.
La buena fe objetiva es entendida como un modelo de conducta social
imperante en una comunidad; un comportamiento de fidelidad típico o deber
general de corrección, de honestidad, probidad, confianza, sinceridad y
lealtad. Las partes del acto jurídico están obligados a actuar en forma
diligente y prudente, según el modo normal y propio de gentes honestas,
probas y decentes que no buscan crear confusiones u obscuridades para
sacar provecho de ellas. La buena fe objetiva supone conferir al acto jurídico
el significado que le atribuirían personas normales y leales, aunque en el
acto concreto, las partes no estén de acuerdo con ello en absoluto.

2.3.2. Interpretación del Negocio Jurídico en la Legislación Comparada.

Dentro de la legislación comparada sobre la interpretación del negocio


jurídico tenemos los ordenamientos civiles de Francia, Alemania, Italia,
España y Suiza, que han tenido una fuerte influencia en la normatividad civil
de la mayoría de los países del mundo.

En tal sentido, la importancia de los códigos civiles de estos países han sido
considerados como modelo y emblemático para los código civiles de muchos
países, por lo que hemos creído conveniente señalar algunas normas
referidas a la interpretación del negocio jurídica, a fin de determinar el
sistema de interpretación adoptada.

Hemos considerado necesario analizar los Códigos Civiles de México y


Cuba sobre la interpretación del acto jurídico, a fin de determinar el sistema
interpretativo adoptado por dichos países.
90

Finalmente, hemos considerado todos los códigos civiles de los países de


Latinoamérica, a fin determinar la teoría o sistema de interpretación que han
adoptado en su legislación civil.

a) Código Civil Francés168.

En la Sección V:” De la Interpretación de los Contratos”, del Capítulo III: “Del


Efecto de las Obligaciones”, del Título III: “De los Contratos y de las
Obligaciones Contractuales en General”, del Libro Tercero: De los diferentes
modos de adquirir la propiedad”, se encuentra regulado sobre la
interpretación de las obligaciones.

El Código francés no legisló sobre el acto jurídico sino sobre la convención,


al hacerlo sobre la interpretación de las obligaciones estableció las
siguientes normas:

“Artículo 1156.- En los convenios se debe buscar cuál ha sido la común


intención de las partes contratantes, más bien que detenerse en el sentido
literal de los términos”.

“Artículo 1157.- Cuando una cláusula es susceptible de dos sentidos se


debe más bien entender en el sentido que ella pueda producir algún efecto, y
no en el sentido en el cual ella no pueda producir ninguno”.

“Artículo 1158.- Los términos susceptibles de dos sentidos deben ser


tomados en el sentido que más conviene a la materia del contrato”.

“Artículo 1159.- Lo que es ambiguo, se interpreta por aquello que es de uso


en el país donde ocurrió el contrato”.

“Artículo 1160.- Se debe suplir en el contrato las cláusulas que son de uso,
aunque ellas no sean expresadas”.
168
CÓDIGO CIVIL FRANCÉS, Traducido por Álvaro Núñez Iglesias, Madrid Barcelona,
Marcial Pons, Ediciones Jurídicas y Sociales, 2005).
91

“Artículo 1161.- Todas la cláusulas de los convenios se interpretan las unas


por las otras, dando a cada una el sentido que resulte del acto entero”.

“Artículo 1162.- En la duda, el convenio se interpreta contra aquél que ha


estipulado y en favor de aquél que ha contraído la obligación”.

“Artículo 1163.- Por generales que sean los términos en los que un convenio
es conocido, este convenio no comprende sino las cosas sobre las cuales
aparece que las partes se han propuesto convenir”.

“Artículo 1164.- Cuando en un contrato se ha expresado un caso para la


explicación de la obligación, no por ello se refuta haber querido restringir el
entendimiento que el compromiso de derecho tiene sobre los casos no
expresados”.

Se da preferencia o prioridad a la “común intención de las partes”, más que


al sentido literal del contrato, puesto esa sería la voluntad real de los
contratantes. El sentido literal de los términos del contrato puede conducir
contrario a la común intención de las partes; de ahí que esta norma orienta
la búsqueda de la parte subjetiva de los contratantes.

Buscar la común intención de las partes es encontrar la voluntad real de las


partes, lo cual viene a ser la finalidad primordial de la interpretación de los
negocios jurídicos, puesto que encontrar la voluntad real de las partes es
esclarecer la intención de los mismos con equidad; sin embargo, atenerse
solamente en el sentido literal de las palabras, se corre el riesgo no
solamente no encontrar la intención común de las partes, sino que con dicha
interpretación se cause acto de una injusticia.

b) Código Civil Alemana.


92

“Artículo 133.- Interpretación de una declaración de voluntad: Para


interpretar una declaración de voluntad, habrá de indagarse la voluntad real
y no limitarse al sentido literal de las palabras”.

Al respecto Erich Danz169 señala que este precepto, colocado en la sección


de “Negocios Jurídicos”, bajo el título “Declaración de Voluntad”, se refiere a
todas las declaraciones de voluntad constitutivas de negocio jurídico. El
artículo 133 del Código Civil reproduce y se propone reproducir el precepto
que el antiguo Código de Comercio, art. 278, establecía para los negocios
mercantiles: “Para juzgar e interpretar los negocios de comercio, el juez
investigará la voluntad de los contratantes y no se ceñirá al sentido literal de
la expresión”170.

Casi parecido al Código Civil francés, este artículo es contundente cuando


señala que en la interpretación de la declaración debe investigarse la
verdadera voluntad en la declaración, y no limitarse al sentido literal de las
palabras; sin embargo el artículo 157 va ser determinante cuando se trata de
la interpretación de los contratos o negocios jurídicos.

“Artículo 157.- De los contratos: “Los contratos han de interpretarse como lo


exija la buena fe y atendiendo a los usos sociales”.

Este es el artículo que lo identifica como sistema de interpretación objetiva,


pues como se advierte, en los contratos se interpreta lo declarado o lo
expresado en el contrato, teniendo en cuenta la buena fe y atendiendo a los
usos sociales. No se menciona para nada la interpretación de la común
intención o la voluntad real de los contratantes. Precisamente este artículo
fue defendida arduamente por el jurista alemán Erich Danz por estar a favor
de la interpretación objetiva y no subjetiva de los negocios jurídicos o
contratos.

169
DANZ, Erich (1926), “La interpretación de los negocios jurídicos”, Madrid España,
traducción de la 3ª edición alemana y concordancias con el Derecho español por W. Roces,
Librería General de Victoriano Suarez, Pág. 14.
170
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit., pág. 36-37.
93

Como puede observarse que el artículo 133 se refriere a la interpretación de


la declaración de voluntad; mientras el artículo 157 se refiere a la
interpretación de los contratos (negocio jurídico).

c) Código Civil Italiano de 1942.

Los artículos referente a la interpretación de los contratos se encuentran en


el Libro IV: De las Obligaciones, Titulo II: De los Contratos en General,
Sección IV: De la Forma del Contrato, Capitulo IV: De la interpretación del
contrato (artículos 1362-1371).

“Artículo 1362.- Intención de los contratantes: Al interpretar el contrato se


deberá indagar cuál ha sido la común intención de las partes y no limitarse al
sentido literal de las palabras.
Para determinar la común intención de las partes se deberá apreciar su
comportamiento total, aún posterior a la conclusión del contrato”.

“Artículo 1363.- Interpretación integral de las cláusulas: Las cláusulas del


contrato se interpretarán las unas por medio de las otras, atribuyendo a cada
una el sentido que resulte del conjunto del acto”.

“Artículo 1364.- Expresiones generales: Por generales que fueran las


expresiones usadas en el contrato, éste no comprende sino los objetos
sobre los que las partes se han propuesto contratar”.

“Artículo 1365.-Indicaciones con valor ejemplificado: Cuando en un contrato


se hubiera expresado un caso con el fin de explicar un pacto, no se
presumirán excluidos los casos no expresados a los que, de acuerdo con la
razón, pueda extenderse dicho pacto”.

“Artículo 1366.- Interpretación de buena fe: El contrato debe ser interpretado


de acuerdo con la buena fe”.
94

“Artículo 1367.- Conservación del contrato: En la duda, el contrato o cada


una de sus cláusulas deben interpretarse en el sentido en el que puedan
tener algún efecto y no en aquél según el cual no tendría ninguno”.

“Artículo 1368.- Prácticas generales con valor interpretativo: Las cláusulas


ambiguas se interpretarán de acuerdo con lo que se practique,
generalmente, en el lugar en que el contrato haya sido concluido.
En los contratos en que una de las partes sea un empresario, las cláusulas
ambiguas se interpretarán de acuerdo con lo que se practique,
generalmente, en el lugar donde esté la sede de la empresa”.

“Artículo 1369.- Expresiones con varios sentidos: Las expresiones que


puedan tener varios sentidos deberán, en caso de duda, entenderse en el
sentido más conveniente a la naturaleza y al objeto del contrato”.

“Artículo 1370.- Interpretación contra el autor de la cláusula: Las cláusulas


insertas en las condiciones generales del contrato o en formularios
dispuestos por uno de los contratantes se interpretarán, en caso de duda, a
favor del otro”.

“Artículo 1371.- Reglas finales: Cuando a pesar de la aplicación de las


normas contenidas en este capítulo, el contrato continué siendo oscuro,
deberá éste ser entendido en el sentido menos gravoso para el obligado, si
fuese a título gratuito; y, en el sentido que realice la armonización equitativa
de los intereses de las partes, si fuese a título oneroso”.

Al respecto Mauro Grondona171 nos dice que la regla sobre la común


intención de las partes tiene como precedente directo el Código Civil italiano
de 1865, en cuyo artículo 1131 se disponía que “En los contratos se debe
establecer cuál ha sido la común intención de las partes contratantes, en
lugar de limitarse al sentido literal de las palabras”. Es evidente que el

GRONDONA, Mauro (2004), “La común intención de las partes y el principio de la


171

buena fe en la interpretación del contrato: Un panorama de la autonomía privada”. En:


VVAA (Guido ALPA y Otros) “Estudios sobre el Contrato en General”, Lima Perú, 2ª Edición,
ARA Editores, Pág. Pág. 760.
95

legislador de 1865 sugiere al intérprete ignorar el sentido literal, es decir,


aquel sentido que no se manifiesta en virtud de la aplicación de un principio
de lógica interna a la operación negocial –según el cual la específica
expresión se resolvería en él, y tomaría significado del, complejo reglamento
contractual-, sino en virtud del significado de cada palabra del texto
contractual, al interior del cual cada específica expresión se mantiene como
unidad propia, en un aislamiento semántico que anuncia, con seguridad,
equívocos y problemas con respecto a los efectos del negocio –y por lo
tanto, equívocos y problemas del contrato en el plano operativo-; de aquí la
crisis del contrato como instrumento creador de riqueza, es decir, la crisis del
contrato como operación económica.

Claro está que la voluntad interna no exteriorizada no tiene efectos jurídicos,


tal como Stolfi172 precisa, que “esta disposición no significa que la voluntad
interna aun no manifestada exteriormente deba producir efectos jurídicos, ya
que no se puede privar de importancia a la declaración que con todo es
necesaria para manifestar el interno querer, sino que significa que la
voluntad real no debe obtenerse únicamente por los medios facilitados por la
gramática y el diccionario, sino con todos los que suministre la lógica”.
Asimismo, la segunda parte del artículo en mención exige valorar el
“comportamiento o conducta de conjunto” de los interesados, incluso la
“posterior” a la conclusión del acto, por tanto con mayor razón se tendrá en
cuenta lo que se deduzca del curso de las negociaciones.

Como dice Luigi Ferri173, “el acuerdo no puede producirse entre intenciones
que se mantienen internas o secretas, ya que, para encontrarse, dos
voluntades deben exteriorizarse, y, por lo tanto, objetivarse. La intención
común es un concepto que alude, no a las voluntades internas o

172
STOLFI, Giuseppe (1959), “Teoría del Negocio Jurídico”, Madrid España, Traducción y
notas del Derecho Español por Jaime Santos Briz, Editorial Revista de Derecho Privado
Pág. 288.
173
FERRI, Luigi (2004), “Lecciones sobre el contrato” (Curso de Derecho Civil), Lima
Perú, 6ta. Reimpresión de la 2da. Edición de 1982, Presentación- notas y edición al cuidado
de Rómulo Morales Hervías y Leysser León, Traducción de Nèlvar Carreteros Torres, Pág.
155.
96

psicológicas de las partes, sino a las voluntades manifestadas y objetivadas


en el contrato, en el acuerdo”.

Emilio Betti174, dice “Solo pueden constituir objeto de interpretación relevante


para el Derecho los comportamientos exteriormente reconocidos en el
mundo social, y no, en cambio, una voluntad que se haya quedado en el
mero hecho psíquico, sin alcanzar una objetivación adecuada”.

f) Código Civil Español

Artículo 1281.- “Si los términos de un contrato son claros y no dejan duda
sobre la intención de los contratantes, se estará al sentido literal de sus
cláusulas. Si las palabras parecieran contrarias a la intención evidente de los
contratantes, prevalecerá esta sobre aquellas”.

El contrato es el negocio jurídico por excelencia, por tanto sus reglas


interpretativas son aplicables, con carácter general, a todo negocio jurídico.
Ahora bien, si las palabras utilizadas dejan duda sobre la intención de los
contratantes, prevalecerá la intención común de las partes sobre la letra.

Pero para indagar esta voluntad común de las partes deberá atenderse a los
actos de los contratantes anteriores, coetáneos y posteriores al contrato o
negocio jurídico: a) Actos anteriores son los denominados tratos
preliminares; b) Actos coetáneos son los que dan lugar al nacimiento del
contrato y vienen determinados por el encuentro de voluntades de las partes;
c) Actos posteriores son los que comprenden la realización de las
prestaciones derivadas del negocio jurídico o del contrato175.

174
BETTI, Emilio (2001), “Reflexiones sobre la noción de negocio jurídico”. En: VVAA,
Teoría General del Negocio Jurídico (4 estudios fundamentales), traducción y edición al
cuidado de Leysser L, León, Presentación de Giovanni Battista Ferri, ARA Editores, Pág.
65.
175
Aun cuando el jurista español Ignacio DÍAZ DE LEZCANO SEVILLANO en su artículo “La
Interpretación del Negocio Jurídico” (página web:
htt://www.ulpgc.es/hege/almacen/download/7096/7096856) se refiere solamente a los
contratos, nosotros porque por considerar que los contratos vienen a ser una especie del
negocio jurídico, consideramos que es perfectamente aplicable su versión a todos los
negocios.
97

Como puede observarse también que en el Código Civil español se otorga la


prevalencia de la interpretación subjetiva en los negocios jurídicos
(contratos), con la salvedad de que los términos del contrato este claro y no
hay discusión sobre la intención de los contratantes.

g) Código Civil Suizo.

Articulo 18.- “Para apreciar la forma y las cláusulas de un contrato hay que
buscar la real y común intención de las partes, sin detenerse en las
expresiones o denominaciones inexactas, de la convención”.

El artículo resalta la búsqueda de la verdadera intención de las partes de un


contrato o negocio jurídico, precisando que el intérprete no debe detenerse
en las expresiones o denominaciones inexactas de la convención, puesto
que la interpretación como un acto de objetividad no puede conducir a
expresiones o denominaciones inexactas del acuerdo.

La finalidad de la interpretación es contribuir en el esclarecimiento de la real


manifestación de voluntad de las partes en el negocio, que en un momento
dado puede carecer de la claridad en la manifestación declarada.

f) Código Civil Mexicano

Articulo 1851.- “Si los términos son claros y no dejan duda sobre la intención
de los contratantes, se estará al sentido literal de sus cláusulas. Si las
palabras parecieran contrarias a la intención evidente de los contratantes,
prevalecerá esta sobre aquella”.

El artículo señala el método literal de la interpretación de los contratos, pero


conforme a la posesión mayoritaria, se prevalece la intención de los
contratantes; esto es la voluntad real de las partes, puesto que como refiere
si las palabras parecieran contrarias a la intención evidente de los
98

contratantes, la intención prevalece sobre las palabras, con lo que queda


sentado la interpretación subjetiva.

Podríamos decir que este artículo es casi similar que el artículo 1281 del
Código Civil español.

h) Código Civil Argentino.

El Código Civil de Argentina fue redactado por el doctor Dalmacio Vélez


Sarsfield y fue sancionado en el Congreso el 25 de setiembre de 1869, y
entró en vigencia 01 enero de 1871. Luego el Código con el transcurso del
tiempo tuvo varias modificaciones, entre ellas el artículo 1198 fue
sustituido176. De ahí que se diga que “El Código Civil argentino, que guardó
originalidad respecto al Código francés, no dio contenido a normas de
interpretación, pues Vélez Sarsfield asumió posición contraria a legislar
sobre las mismas. Sin embargo, a partir de la reforma de 1968 mediante la
Ley 17711, la doctrina argentina ha comenzado a ver en el artículo 1198 una
norma de interpretación que no veía en el texto original”177.

“Articulo 1198.- Los contratos deben celebrarse, interpretarse y ejecutarse


de buena fe y de acuerdo con lo que verosímilmente las partes entendieron
o pudieron entender, obrando con cuidado y previsión”.

En virtud de lo preceptuado por el artículo 16 del Código Civil178 las reglas de


interpretación de los contratos establecidas por los artículos 217 y 218 del
Código de Comercio son aplicables para la interpretación de los contratos
civiles.

176
Fue sustituido por Art. 1 de la Ley 17.711 del 26 de abril de 1968, entrando en vigencia a
partir del 01 de Julio de 1968.
177
VIDAL RAMIREZ, Fernando (2011) Ob. Cit. Pág. 341.
178
“Artículo 16.- Si una cuestión civil no puede resolverse, ni por las palabras, ni por el
espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y si aún la cuestión fuere
dudosa, se resolverá por los principios generales del derecho, teniendo en consideración las
circunstancias del caso”.
99

En tal sentido, es necesario tener en cuenta los citados artículos del Código
de Comercio179, cuyas disposiciones son las siguientes:

“Artículo 218.- Siendo necesario interpretar la cláusula de un contrato,


servirán para la interpretación las bases siguiente: 1. Habiendo ambigüedad
en las palabras, debe buscarse más bien la intención común de las partes
que el sentido literal de los términos”(…).

La jurisprudencia argentina ha confirmado al decir que la “literalidad del texto


contractual no descarta la investigación de la voluntad real de las partes,
siendo relevantes para ello la intención y la finalidad de los contratantes; es
decir, debe tenerse en cuenta la clara intención de ellos, más allá de la
literalidad” (C.S.J.N., Fallos 311; 1556).

Regla 1º de Pothier180, recogido por el artículo 1156 del Código Civil francés.
Pothier ejemplifica así: si alguien alquila una habitación de mi casa, y en el
nuevo contrato le doy en alquiler mi casa por tantos años, por el precio del
anterior arriendo, aunque gramaticalmente mi casa significa la totalidad y no
una sola habitación, es obvio que la intención “no ha sido otra que la de
renovar el arriendo de un cuarto que ya había alquilado”. La regla 8º de
Pothier establece que, aunque se haya convenido en términos generales, el
contrato “no comprende más que las cosas por las cuales las partes
contratantes han entendido contratar, y no aquellas en las que no han
pensado”.

i) Código Civil Boliviano de 1976

179
Por Ley 2637 del 05 de octubre1889, fue dado el Código de Comercio, entrando en
vigencia a partir de 01 de mayo de 1890 (Ley 2637)
180
LORENZETTI, Ricardo Luís (2007), “Interpretación del contrato en el Derecho Argentino”. En:
VV. AA (2007), “Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina”, Tomo I, Lima-
Perú, Editorial Grijley, Pág. 22.
100

El nuevo Código Civil que data del 02 de abril 1976 la interpretación de los
contratos se encuentra regulada en los artículos 510 al 518, las que citamos
a continuación:

“Artículo 510: Intención común de los contratantes: I.- En la interpretación de


los contratos se debe averiguar cuál ha sido la intención común de las partes
y no limitarse al sentido literal de las palabras. II.- En la determinación de la
intención común de los contratantes se debe apreciar el comportamiento
total de éstos y las circunstancias del contrato”.

Al respecto el jurista boliviano Mario Cordero Miranda181 refiere que la Regla


que tiene como fuente el artículo 1362 del Código Civil italiano, que coincide
con la regla primera para la interpretación de los contratos de Pothier en su
Tratado de las Obligaciones, que dice: “Débase buscar en las convenciones
cuál ha sido la común intención de las partes contratantes, mejor que no el
sentido gramatical de los términos”. De esta importante fórmula, se
desprende que en materia de interpretación de los contratos prevalece la
voluntad coincidente de las partes, o sea, el consentimiento, sobre el texto
escrito del contrato.

Según el párrafo II, a la declaración de voluntad, debe corresponder el


comportamiento de las partes, elemento que debe considerarse para
descubrir lo que las partes han pretendido. En la labor de interpretación, el
juez debe “apreciar el comportamiento total de éstos (de los contratantes) y
las circunstancias del contrato”, correspondiendo, por tanto, al intérprete
analizar la conducta de las partes para ver si ella responde a lo pactado, así
por ejemplo, en una compraventa o en una donación, si en cualquiera de
estos casos el vendedor o el donante siguen en posesión del bien cuya
disposición se pretende, se puede interpretar que no obstante lo convenido
en el contrato, realmente no existió compra venta ni donación.

181
CORDERO MIRANDA, Mario (2007), “La interpretación de los contratos en Bolivia”.
En: VV. AA (2007), “Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina”, Tomo I,
Lima-Perú, Pág. 439-440.
101

j) Código Civil Brasileño de 2002.

El Código Civil de Brasil en su artículo 85 establece el sistema de


interpretación de las declaraciones de voluntad, cuyo texto es la siguiente:

Artículo 85.- “En las declaraciones de voluntad se atenderá más a su


intención que al sentido literal del lenguaje”.

Como puede observarse, este artículo muestra una interpretación subjetiva;


esto es, que en las declaraciones del acto jurídico o negocio jurídico, le
otorga mayor prioridad a la intención de la voluntad, más que al sentido
literal del lenguaje, con la finalidad de determinar la voluntad real de las
partes.

Atender a la intención de la voluntad, más que al sentido literal, implica pues


que el intérprete tiene que tratar de encontrar o determinar la voluntad real
de los declarantes o del declarante.

k) Código Civil Colombiano

En el artículo 1618 del Código Civil de Colombia establece el sistema de


interpretación de los contratos, cuyo texto es la siguiente:

Art. 1618.- “Conocida claramente la intención de los contratantes, debe


estarse a ella más que a lo literal de las palabras”.

En toda interpretación de una declaración de voluntad se tienen en cuenta


dos bases principales: a) se debe buscar la voluntad real, conforme a la
regla del artículo indicado; la voluntad real es la misma voluntad interna
únicamente en la medida en que se haya declarado o exteriorizado mediante
algún signo; las intenciones no exteriorizadas carecen de toda eficacia
jurídica; b) que la buena fe de los negociantes o de terceros hace necesario
que en ocasiones prevalezca la voluntad que aparece declarada, pero en
102

forma supletoria o subsidiaria cuando no es posible determinar la verdadera


voluntad de las partes.

Asimismo cabe advertir que en el Proyecto de Reforma del Código Civil de


1980, el Artículo 476 prescribe “Conocida claramente la intención de los
contratantes debe estarse a ella más que a la literal de las palabras”. De lo
que se colige que en la interpretación del contrato se deben tener en cuenta
la intención real de las partes antes que el sentido literal de las palabras; es
para determinar la intención real de las partes se deberá apreciar su
comportamiento total, aun el posterior a la conclusión del contrato, tal señala
la doctrina del sistema de interpretación subjetiva.

l) Código Civil Chileno.

El Código Civil chileno, inspirado en el de Napoleón, estableció el método


subjetivo o clásico de interpretación de los actos jurídicos.

El artículo 1560.- “Conocida claramente la intención de los contratantes,


debe estarse más a ella que a lo literal de las palabras”.

Como regla fundamental de interpretación, la voluntad real de los


contratantes prevalece sobre los términos en que se ha formulado dicha
declaración. Pero la disposición no significa que el intérprete debe
desentenderse de los términos del contrato. Debe admitirse que las
palabras, por regla general, traducen con fidelidad el pensamiento. Si los
términos son claros, lo será igualmente la intención de los partes. Sólo está
autorizado el intérprete para apartarse del tenor literal del contrato, cuando
contraria la intención de los contratantes “Conocida claramente”182.

Además cabe resaltar que el texto o el contenido del artículo es exactamente


igual que el artículo 1618 del Código Civil colombiano.

182
MEZA BARROS, Ramón (1987), “Manual de Derecho Civil”, Tomo I, Santiago de
Chile, 7ma. Edición, Manuales Jurídicos Nº 39, Editorial Jurídica de Chile, Pág. 52.
103

ll) Código Civil Ecuatoriano de 2005

En su artículo 1576 del Código Civil de Ecuador, se encuentra determinado


el sistema de interpretación adoptada por este país, cuyo texto del artículo
es la siguiente:

“Artículo 1576.- Conocida claramente la intención de los contratantes, debe


estarse a ella más que a lo literal de las palabras”.

Con este artículo del Código Civil ha sustentado la hipótesis de que en el


Ecuador prevalece la voluntad real sobre la voluntad declarada. La razón
para ello estriba en el propio texto del artículo que indica que, cuando la
intención de ambos contratantes es claramente conocida, no hay para que
divagar en lo literal de las palabras.

Este aparente principio no ha sido cuestionado en el Ecuador, pero ¿implica


esto que en Ecuador, o en aquellos en que se tiene ésta como primera regla
interpretativa, prevalece, simplemente, el principio de la voluntad real? La
respuesta debe ser no necesariamente; lo que sucede es que si se puede
saber, con claridad absoluta, cuál era la intención o voluntad de los
contratantes, no es dable que el juez pretenda cuestionarla intentando hacer
prevalecer una voluntad declarada.

Evidentemente, si no se conoce con claridad la intención que las partes


tuvieron y esto permite a uno de los contratantes invocar un alcance distinto,
el texto literal del contrato comienza a convertirse en el orientador de la
opinión de aquel que interpreta, con lo cual, pese a que se reconoce el
imperio de la voluntad real, empieza a cobrar forma la posibilidad de acoger
la voluntad declarada.

Cualquiera de los contratantes puede intentar, dentro de la etapa de


pruebas, dar a conocer al juez claramente cuál era la intención que tenía, y
para ello, deberán considerarse las circunstancias que han acompañado a la
104

formación del contrato (fase de las negociaciones), la naturaleza y la


finalidad del mismo y otras circunstancias demostrables.

Evidentemente, el elemento “buena fe” estará presente al momento de la


interpretación del contrato, pues el juez debe entender que los contratantes,
por principio, han debido intentar proceder de buena fe.

m) Código Civil Paraguayo

El Código Civil de 1988 en su artículo 708 se encuentra configurado el


sistema de interpretación adoptada por Paraguay, cuyo texto es la siguiente:

Articulo 708.- “Al interpretar el contrato se deberá indagar cuál ha sido la


intención común de las partes y no limitarse al sentido literal de las
palabras”.
Para determinar la intención común de las partes se deberá apreciar su
comportamiento total, aun posterior a la conclusión del contrato”.

Como puede verificarse que lo primero que ha de buscar el intérprete ha de


ser la intención de las partes, por lo que no solo debe fijarse en los términos
usados sino ir más allá, observando el comportamiento total de las partes, el
cual le ilustrará sobre su intención. Lo que prima es lo declarado y actuado,
lo que verdaderamente quisieron las partes al celebrar el contrato.

Los criterios que da la ley civil paraguaya para comprender la intención


común de los contratantes son: a) La literalidad del contrato: con las
limitaciones razonables; b) La historia de la relación: el juez debe atender el
factor histórico; esto es, el comportamiento total de las partes, incluso con
posterioridad a la celebración del contrato183.

183
RODRÍGUEZ ALCALÁ, Roberto Moreno, “¿Contratos hechos por Jueces? 4 ½
sugerencias para evadir al Juez cadi en la Interpretación del Contrato”. En: VVAA
(2007), “Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina”, Tomo II, Lima-Perú,
Editorial Grijley, Pág. 1474-1475.
105

n) Código Civil Uruguayo.

En el artículo 1298 del Código Civil de Uruguay se encuentra determinado el


sistema de interpretación adoptado para los negocios o contratos, siendo el
texto el siguiente:

“Artículo 1298.- Habiendo ambigüedad en las palabras, debe buscarse más


bien la intención común de las partes que el sentido literal de los términos”.

En este precepto legislativo se encuentra consagrado la regla fundamental,


que ocupa sin duda un rol central en el proceso de determinar el significado
concreto de la norma privada objeto de interpretación. Para desentrañar el
significado y alcance de esa norma jurídica hay que estar a la intención
común de las partes que la crearon, intención común que ha de indagar el
intérprete recurriendo integralmente a todos los elementos, textuales y
extratextuales.

En los actos o negocios jurídicos (contratos) siempre se está por la intención


común de las partes más que por el sentido literal de las palabras, ello se
justifica fundamentalmente por la prevalencia de la autonomía privada de las
partes.

Conclusión: De todos los ordenamientos civiles señalados, llegamos a la


conclusión que la mayoría de los países, por no decir todos, han adoptado
un sistema mixto (subjetiva y objetiva) con relevancia de la interpretación
subjetiva en la interpretación de los actos o negocios jurídicos (contratos) ;
esto indudablemente guarda un correlato lógico con la autonomía privada
que viene a ser la categoría rector y derecho fundamental de la persona en
la relaciones jurídicas..
106

2.3.3. Las Reglas de Interpretación del Negocio Jurídico en el Código


Civil Peruano.

Manuel De La Puente y Lavalle184 refiere que en los Códigos Civiles


peruanos posteriores, los contratos dejaron de tener sus propias normas
expresas sobre interpretación, por lo cual fue necesario recurrir a las normas
generales sobre interpretación del acto jurídico, desde que el contrato es un
acto jurídico. Tal es el caso del Código Civil de 1984, que no tiene normas
sobre interpretación de los contratos, por lo cual son de aplicación sus
artículos 168, 169 y 170 del Código Civil que versa sobre la interpretación
del acto jurídico. Recuérdese que el doctor Arias Schreiber, autor del
anteproyecto sobre contratos de la Comisión Reformadora, ha manifestado
que en el artículo sobre acto jurídico ya aprobado por la Comisión
Reformadora se han introducido normas relativas a su interpretación, todo lo
cual es aplicable a los contratos en la medida que éstos no son sino una
especie de aquél.

Asimismo, el profesor Carlos Alberto Soto Coaguila185, refiere que el Código


Civil no recoge de manera directa ni explícita reglas para interpretar los
contratos. Nuestro ordenamiento sólo ha establecido reglas para la
interpretación de los actos jurídicos en general. Como todo contrato es un
acto jurídico (bilateral o plurilateral), para su interpretación se aplican mutatis
mutandii (cambiado lo que deba cambiarse) las reglas del acto jurídico.

a) Breves antecedentes históricos.

El jurista Fernando Vidal Ramírez186, en su calidad de ser uno de los


ponentes del Libro II del Acto Jurídico del Código Civil de 1984, reseña que

184
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel (2007), “Interpretación del Contrato”. En: SOTO
COAGUILA, Carlos A., Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina, Tomo
III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1637-1638.
185
SOTO COAGUILA, Carlos Alberto (2007), “La Interpretación de los Contratos
Predispuesto en el Derecho Peruano”. En: VV AA (2007), “Tratado de la Interpretación
del Contrato en América Latina”, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, pág. 2057.
186
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (1985), “Exposición sobre el Libro del Acto Jurídico”.
En: “El Derecho: Exegesis y Análisis del Código Civil de 1984”, Arequipa Perú, Colegio de
Abogados de Arequipa, Año LXIV, Nº 297, Pág. 172.
107

en el Título IV del Libro II del Código Civil se incorpora normas para la


interpretación del acto jurídico. Estas normas sobre interpretación no tienen
antecedentes en el Código Civil de 1936. Según la Exposición de Motivos de
Olaechea, consideró que el Código no debía dar normas sobre
interpretación, pues la cuestión relativa a la interpretación de los actos
jurídicos como a la interpretación de la ley en general, era una cuestión que
correspondía más a la Ciencia del Derecho, que al derecho constituido, y
ese fue el criterio imperante, para que en el Código Civil de 1936, no se
plasmara normas de interpretación. Sin embargo, en el artículo 1328 del
Código Civil de 1936 la doctrina nacional ha encontrado siempre normas de
interpretación. Los primeros comentarios del Código y en este caso especial,
el doctor Ángel Gustavo Cornejo, consideró que el artículo 1328 era una
norma de interpretación; según ella los contratos son obligatorios, en cuanto
se haya expresado en ellos y deben ejecutarse según las reglas de buena fe
y común intención de las partes. Para el doctor Cornejo, constituía esta
norma una de interpretación y la interpretación debía hacerse en virtud del
principio de la buena fe, y también atendiendo a la equidad. Las ideas del
doctor Cornejo, son después desarrolladas por José León Barandiaran, que
también considera que este artículo 1328, constituye una norma de
interpretación, pero hace un aporte, en cuanto a la posición inicialmente
seguida por el doctor Gustavo Cornejo, al considerar que la buena fe debía
ser apreciada objetivamente y que no debía estar orientada a la intención del
sujeto, aquello que fuera la motivación del sujeto y que quedara en el ámbito
interno del sujeto, sino que la buena fe debía ser apreciada en cuanto al
comportamiento y conducta del sujeto, orientada al cumplimiento de las
obligaciones derivadas del contrato, y a la forma como ejercitar los derechos
derivados igualmente del contrato. O sea que queda planteada una
apreciación objetiva de lo que es el principio de la buena fe.

Asimismo, el citado ponente al exponer en el Colegio de Abogados de


Arequipa187, señala que se ha escrito mucho alrededor del artículo 1328, -

VIDAL RAMÍREZ, Fernando (1985), “Exposición sobre el Libro del Acto Jurídico”.
187

En: “El Derecho: Exegesis y Análisis del Código Civil de 1984”, Arequipa Perú, Colegio de
Abogados de Arequipa, Año LXIV, Nº 297, Pág. 173.
108

luego expresa- “pero yo quisiera concluir señalando que en la doctrina ha


habido dos posiciones contrapuestas en relación con el criterio para la
interpretación de los contratos o del acto jurídico, y quiero en este caso, por
razones obvias, referirme al acto jurídico”. De un lado la teoría tradicional,
llamado Teoría de la Voluntad, según la cual la interpretación debe suponer
una indagación en la voluntad interna del sujeto, de establecer cuál es su
voluntad real, llegar a determinar el sentido y alcance del acto jurídico
celebrado. En contraposición a esta teoría, surge la Teoría de la Declaración
o Teoría Objetiva, que es diametralmente opuesta a la Teoría de la Voluntad.
Para la Teoría de la Declaración, lo que vale en el método interpretativo, es
simplemente atenerse a lo declarado, y no interesa lo que el sujeto haya
querido, sino lo que el sujeto dejó expresado. Indudablemente que entre
estas dos teorías extremas surge una variedad de teorías; la teoría de la
confianza, la teoría de la responsabilidad, etc., pero fundamentalmente, la
cuestión radica en estos dos extremos, dos posiciones extremas vinculadas
de un lado a la teoría subjetiva o teoría de la voluntad y de otro lado a la
teoría objetiva o teoría de la declaración. José León Barandiaran en ese
sentido, asume una posición singular, interpreta el artículo 1328, en el
sentido de que debe prevalecer la teoría de la voluntad, cuando los efectos
del acto jurídico o del contrato son efectos que se van a dar ínter partes,
entonces ahí sí, hay que establecer según dice León Barandiaran cuál es la
intención verdadera de las partes, cual ha sido su voluntad real, su voluntad
interna, que los ha llevado a la celebración del acto jurídico para poder medir
los alcances del acto, los efectos que el acto ha generado, pero cuando este
acto jurídico surten efectos para terceras personas, cuando estos efectos se
proyectan a terceras personas, que a consecuencia de ellas adquieren
legítimas expectativas, derechos expectaticios, entonces debe prevalecer la
declaración sobre la voluntad, frente a terceros, debe estarse a lo declarado
y no a lo querido. Con estos antecedentes doctrinales que hemos
sintetizado, se llega a las normas de interpretación, a su formación en el
nuevo Código Civil.
109

En su Exposición dada por el Miembro de la Comisión Reformadora del


Código Civil doctor Fernando Vidal Ramírez188 manifiesta que el Código Civil
de 1936 pretendió no dar contenido a normas de interpretación y Olaechea
dejó expresado en la exposición de motivos que la interpretación de los
actos jurídicos no era materia propia del derecho positivo sino que
correspondía a la Ciencia del Derecho, vale decir, a la doctrina, a la
jurisprudencia. En el Código Civil de 1984 sin embargo, ha reaccionado
contra esa posición y ha considerado que las normas de interpretación son
propias del derecho positivo y por eso les da cabida en el Título IV del Libro
II del Código Civil. Pero aun cuando el legislador del 1936 declaró que el
Código no contenía normas de interpretación, el artículo 1328 que todos
conocemos fue considerado siempre como una norma de interpretación.
Aquel que señalaba que los contratos son obligatorios en cuanto se haya
expresado en ellos, y se rige por las reglas de la buena fe y la común
intención de las partes.

Luego Fernando Vidal Ramírez189 en su condición de Miembro de la


Comisión Reformadora del Código Civil de 1984, expuso en el “I Seminario
de difusión del Nuevo Código Civil” en la Universidad Nacional Mayor de San
Marcos, afirmando que la doctrina nacional ha encontrado siempre en el
artículo 1328 del Código Civil de 1936 una norma de interpretación, y la
interpretación más difundida, de mayor impacto si se quiere es la que hace
el maestro José León Barandiaran que considera que cuando la relación
jurídica, sus efectos se van a dar solamente ínter partes se debe interpretar
el acto jurídico de acuerdo a la “Teoría de la Voluntad”, pero cuando la
relación jurídica se proyecta o trasciende a terceros, entonces, el acto
jurídico se debe interpretar de acuerdo a la “Teoría de la declaración”. En
materia de interpretación siempre ha habido estas teorías diametralmente
opuestas: La Teoría de la Voluntad que supone que la interpretación debe
188
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (Miembro de la Comisión Reformadora), “Acto Jurídico,
Prescripción y Caducidad”. En: “I Seminario de difusión del Nuevo Código Civil” del 17
Set. Al 04 Oct. 1984, Centro Cultural Universitario de San Marcos “MARKASA”, Lima-Perú,
Pág. 86.
189
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (Miembro de la Comisión Reformadora), “Acto Jurídico,
Prescripción y Caducidad”. En: “I Seminario de difusión del Nuevo Código Civil” del 17
Set. Al 04 Oct. 1984, Centro Cultural Universitario de San Marcos “MARKASA”, Lima-Perú,
Pág. 86 - 87.
110

hacerse en base a lo que el sujeto quiso, pero el Derecho marcha hacia una
objetivación, es un hecho, y entonces el Código Civil de 1984 ha tomado
partido y lo ha tomado así de manera definitiva, decisiva y definitoria. El
Código Civil de 1984 adopta la Teoría de la Declaración. El acto jurídico se
tiene que interpretar sobre lo declarado y no sobre lo querido, así aparece
con toda claridad en el artículo 168 del Código. El acto jurídico dice: “Debe
ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él”. No hay
nada que hacer, el acto jurídico se interpreta de acuerdo a la declaración, de
acuerdo a lo que se haya expresado en él. No puede decirse que la buena fe
es subjetiva, esto es que la buena fe es la intención, pues la buena fe ya no
es un concepto subjetivo, ya dejó de serlo, dado que la buena fe debe ser
apreciada objetivamente, la buena fe es importante como conducta externa.
El Derecho no se mete en el campo de las intenciones, en el mundo
subjetivo de las personas, el Derecho aprecia la conducta externa de las
personas, el comportamiento y ese comportamiento nos va a llevar a
apreciar si existe buen o mala fe; y en consecuencia este punto ya estaba
dilucidado en la doctrina nacional previa al Código Civil de 1984, por cuanto
el propio maestro José León Barandiaran, comentando el artículo 1328 del
Código Civil de 1936 hablaba que la buena fe tenía que ser apreciada
objetivamente, entonces pues, no se trata de una buena fe que debe ser
interpretada subjetivamente, sino de una buena fe que es objetiva,
manifestada a través de comportamientos, de allí que el Código Civil haya
tomado la posición que dejó expresado. Pero, si nosotros vamos a la lectura
de los artículos que siguen, se confirma aún más la posición del Código Civil
de 1984 en cuanto no cabe la menor duda que el nuevo Código Civil ha
tomado posición afiliándose a la Teoría Objetiva o de la declaración.

b) Consideraciones preliminares

La interpretación es una actividad cognitiva que sirve para aclarar los


alcances del contenido de un significante o término, a fin de eliminar las
ambigüedades existentes y conocer el sentido de éstos en la construcción
de una frase. Por ejemplo si una persona le indica a otra “entrégame la
111

alpaca”, el receptor del mensaje puede entender que se está refiriendo el


emisor a la “alpaca” como auquénido o a la alpaca como metal, para precisar
el mensaje y lograr una eficiente y efectiva comunicación tendrá que
aclararse el contenido semántico de dicha palabra.

Otro ejemplo sería, cuando alguien comunica por telegrama que le sean
reservadas en un hotel “dos habitaciones con tres camas” para una
determinada noche. El comunicante entiende por ello una habitación con dos
camas y otra con una cama, esto es, tres camas en total. El hotelero, no
obstante, entiende que aquél encarga dos habitaciones con tres camas
respectivamente, esto es, seis camas en total. Así, reserva para el cliente las
dos habitaciones más amplias con dos camas y en cada una de ellas hace
colocar una cama adicional. Dado que todas las habitaciones están
ocupadas, no admite después a otras personas que solicitaban alojamiento,
y el cliente en cuestión llega al anochecer. Este quiere pagar solamente el
precio por tres camas, dado que, según él, no ha encargado más; el hotelero
le carga en cuenta seis camas, pues, conforme al telegrama, la ha reservado
por esa cantidad190.

Otro ejemplo clásico traído de Pothier191 es el de la partición de un fundo


entre Pedro y Pablo, y en la cual se expresa ambiguamente que “Pablo
podrá transitar por el predio”. La interpretación lógica y que consulta la real
intención de las partes es la de que Pablo podrá transitar por el predio de
Pedro y no la de que Pablo podrá transitar por el predio de su propia
heredad, porque esto último carecería de sentido.

Es oportuno también citar en esta parte de la investigación el ejemplo


emblemático que menciona el profesor Juan Espinoza Espinoza192,
“Recuerdo cuando organizamos un Congreso Internacional de Derecho Civil,
uno de los profesores que conformaba la comisión organizadora se puso en
contacto con un connotado civilista italiano para invitarlo, él aceptó y

190
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit., Pág. 476.
191
Citado por OSPINA FERNÁNDEZ, Guillermo y OSPINA ACOSTA, Eduardo (1994). Ob.
Cit. Pág. 409-410.
192
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit Pág. 207.
112

preguntó si podía llevar a su yerno (que también era profesor de derecho


civil) y el organizador dijo que sí. A la llegada de los italianos, se les alojó en
el mismo hotel y, durante el Congreso, también se invitó al yerno a exponer.
Acabado el certamen, al momento de hacer el check out (dejar o salir del
hotel) se le informó al civilista que su yerno tenía que pagar el alojamiento de
su habitación, mientras que aquél había entendido que la invitación incluía
dar hospedaje al yerno, máxime si había participado en el evento. En este
caso aparentemente trivial nos encontramos con un problema de
interpretación: no solo de la voluntad declarada al momento de perfeccionar
el negocio jurídico, sino de la conducta posterior de las partes”.

Las expresiones usadas en la celebración de un acto jurídico pueden


aparecer claras y univocas, sin embargo la verdadera intención de las partes
no siempre puede coincidir con lo expresado, por ejemplo, por ignorancia
puede declarar erróneamente que se ha celebrado un contrato de “leasing”,
cuando en realidad lo que ha suscrito es un contrato de “arrendamiento”; la
verdadera intención, el resultado práctico que persiguen las partes
contratantes, no es celebrar un contrato de arrendamiento, sino uno de
leasing; en casos como éste se dará al acto su verdadera significación
derivada de su naturaleza, contenido y circunstancias, aun cuando dicha
significación no coincida con la declaración.

Tal como se puede apreciar para construir adecuadamente una frase y


permitir que el emisor se comunique con el receptor es necesario que se
utilicen los significantes con sus significados adecuados considerando,
siempre, el contexto en el que se construye el mensaje (espacio y tiempo).
Entonces, la interpretación permite eliminar todo tipo de confusiones en el
receptor y lograr de éste una reacción necesaria para la satisfacción del
interés el emisor.

En principio debemos señalar que los artículos 168, 169 y 170 del Código
Civil, son normas interpretativas, aplicables a todo o a cualquier negocio
jurídico; sin embargo estos artículos han establecido diversos criterios de
interpretación del acto jurídico y del contrato de modo muy desordenado y en
113

algunos casos incoherentes; sin establecer ninguna prelación o de


subsidiaridad, de ahí la importancia el estudio en nuestra tesis.

Los criterios legales hermenéuticos de interpretación recogidos por el Código


Civil peruano, serán a continuación objeto de análisis y estudio en los
términos siguientes:

a) La regla de interpretación de la voluntad declarada y de la común


intención de las partes (artículos 168, 1361y 1362 del Código Civil).

b) Las reglas de interpretación según la buena fe (artículo 168 y 1362 del


Código Civil).

c) La reglas de interpretación sistemática (artículo 169 del Código Civil).

d) La regla de interpretación funcional (artículo 170 del Código Civil)

c) Las reglas de interpretación de la voluntad declarada y de la común


intención de las partes (artículos 168, 1361 y 1362 del Código Civil).

 Artículo 168.- Interpretación objetiva: “El acto jurídico debe ser


interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según
el principio de la buena fe”.

 Artículo 1361.- Obligatoriedad del contrato: “Los contratos son


obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos.
Se presume que la declaración expresada en el contrato responde a
la voluntad común de las partes y quién niegue esa coincidencia debe
probarla”.
114

 Artículo 1362.- Buena fe y común intención de las partes: “Los


contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas
de la buena fe y común intención de las partes”.

El negocio jurídico, en el Perú, si bien es cierto alude a la manifestación de


voluntad en los artículos 140 y 141 del Código Civil193; sin embargo pone
especial énfasis en la declaración de voluntad, en la medida, que enfrenta
los dos tipos de manifestación existentes (expresa y tácita) indicando que
“no puede considerarse que existe manifestación tácita cuando la ley exige
declaración expresa”, por tanto en nuestro Código Civil, el legislador
considera importante que “la voluntad interna se encuentre declarada” (salvo
los casos, excepcionales, de manifestaciones tácitas). Así también, podemos
entenderlo del artículo 168 del Código Civil cuando se alude a lo “expresado
en él (acto Jurídico)”, en tanto, la palabra “expresión” significa “declaración”
dado que “expresar” es el uso de signos lingüísticos (palabras o gestos) para
exteriorizar un mensaje, lo que implica una “manifestación recepticia” o
declaración.

Hecho esta precisión, corresponde sostener, en base a los argumentos


expuestos en los párrafos anteriores, que el artículo 168 del Código Civil
vigente ha adoptado el sistema objetiva o declaracionista de interpretación
de los actos o negocios jurídicos, recogido del Código Civil Alemán,
privilegiando de esta manera a la declaración de la voluntad. Esto es así,
para todos los actos o negocios jurídicos, incluidos los contratos, puesto que
como se ha dicho, el contrato viene a ser especie del negocio jurídico, lo
cual por ser un principio del derecho privado no cabe hacer ninguna
discusión; siendo así, las normas de interpretación debe ser aplicables para

193
Artículo 140 del Código Civil: “El acto jurídico es la manifestación de voluntad
destinada a crear, regular, modificar o extinguir relaciones jurídicas. Para su validez se
requiere: 1. Agente capaz; 2. Objeto física y jurídicamente posible; 3. Fin lícito; 4.
Observancia de la forma prescrita bajo sanción de nulidad”.
Artículo 141 del Código Civil: “La manifestación de voluntad puede ser expresa o tácita.
Es expresa cuando se formula oralmente, por escrito o por cualquier otro medio directo. Es
tácita, cuando la voluntad se infiere indubitablemente de una actitud o de circunstancias de
comportamiento que revelan su existencia. No puede considerarse que existe manifestación
tácita cuando la ley exige declaración expresa o cuando el agente formula reserva o
declaración en contrario”.
115

todo tipo de negocio jurídico; sin embargo, se advertimos que en el artículo


1361 del Código, se presume que la declaración expresada en un contrato
corresponde a la voluntad común de las partes, es decir se refiere al sistema
subjetivo o voluntariedad de la interpretación del contrato, lo cual pues no
guarda coherencia ni unidad entre los artículos 168 y 1361 del Código Civil.
Lo peor es que la carga de la prueba de quien niegue la presunción de la
voluntad común de las partes, lo traslada a los agentes, cuando la tarea o la
obligación de interpretar los actos o negocios jurídicos en conflicto no son los
partes sino los operadores jurídicos (magistrados).

Al respecto el profesor Luciano Barchi Velaochaga194 expresa “No


compartimos la posición adoptada por el legislador en el artículo 1361 del
Código Civil, creemos que las normas de interpretación deben buscar el
sentido de una voluntad no interna, sino exteriorizada. Al admitir una prueba
en contrario, genera mayor incertidumbre, en la operación para determinar el
significado jurídicamente relevante del acuerdo contractual. Mayor
incertidumbre de la ya existente, al no encontrar en el Código Civil un
sistema orgánico de normas sobre interpretación que permita dar
uniformidad a la operación interpretativa”. Luego, el citado autor sostiene
categóricamente, que “la interpretación debe limitarse a las reglas
interpretativas recogidas legislativamente, no pudiendo utilizarse criterios
‘personales’. Sin embargo, la mala regulación de la interpretación del
contrato en el Código Civil deja la duda sobre la posibilidad de utilizar reglas
no recogidas por el ordenamiento jurídico”, posición que suscribimos.

El artículo 1362 del Código Civil establece que los contratos deben
negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y común
intención de las partes; en consecuencia, cuando exista el conflicto en
cuanto al contenido de la declaración de los actos o negocios jurídicos, se
debe indagar e interpretar que dichos contratos, sí haya negociado,
celebrado y ejecutado de acuerdo a la común intención de las partes y no

194
BARCHI VELAOCHAGA, Luciano (2007), “La Interpretación del Contrato en el
Código Civil Peruano de 1984”. En: VV AA (2007), “Tratado de la Interpretación del
Contrato en América Latina”, Tomo III, Lima-Perù, Editorial Grijley, Pág. 1810-1811.
116

conforme a lo expresado en el contrato; esto es adoptando el sistema


subjetivo, lo cual difiere pues sustancialmente con lo prescrito en el artículo
168 del Código Civil.

Podemos concluir que existe una regulación controversial entre el artículo


168 y el artículo 1362 del Código Civil, que amerita una análisis crítico para
proponer una solución a esta controversia.

d) Las reglas de interpretación según la Buena Fe (artículo 168 y 1362


del Código Civil).

 Artículo 168.- Interpretación objetiva: “El acto jurídico debe ser


interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según
el principio de la buena fe”.

 Artículo 1362.- Buena fe y común intención de las partes: “Los


contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas
de la buena fe y común intención de las partes”.

Tanto el artículo 168 como el artículo 1362 del Código Civil peruano refieren
a la noción de buena fe en los contratos, lo cual consideramos una
reiteración innecesaria, pues se presume que todos los actos o negocios
jurídicos se negocian, celebran y se ejecutan según las reglas de buena fe;
asimismo, consideramos que el operador jurídico interpreta según el
principio de la buena fe, caso contrario no tendría sentido depositar la
confianza en los intérpretes; pero en todo caso, convendría suprimir en el
artículo 1362 y dejar subsistente en las normas interpretativas de los actos o
negocios jurídicos. Precisamente este cuestionamiento es también señalado
por el profesor Juan Espinoza Espinoza195 cuando refiere “el artículo 1362
del Código Civil redunda en la invocación al principio de la buena fe. En
efecto, si ya se establece el mismo en el artículo 168 del Código Civil, que es

195
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012), Ob. Cit., Pág. 215.
117

para todo tipo de acto jurídico (incluso el contrato), este extremo del artículo
1362 del Código Civil resulta superfluo”.

Ambas normas aluden al principio de la buena fe como un criterio rector, de


carácter esencial y necesario para el devenir del contrato. En primer lugar
debemos indicar que dicho criterio de “buena fe” en tanto está plasmado en
la norma jurídica y “tipificado” será concebido como un “criterio normativo de
alcance general” y no “un principio que subyace la norma escrita”. En
segundo lugar, la noción de buena fe tiene diversos contenidos semánticos
que ha conllevado a diversos debates en la Doctrina nacional y extranjera.
Una de dichas nociones refiere a la buena fe como “el principio” que alude
“no al análisis de la labor del agente que realiza el trabajo hermenéutico de
interpretación, sino al análisis de la actuación de las partes196 que han
realizado el negocio; esto es, a la determinación de si éstas han actuado
correctamente, en donde la buena fe interesa como regla de conducta que,
“(...) con particular referencia a la interpretación del contrato exige,
básicamente, el preservar la confianza razonable de cualquiera de las partes
sobre el significado del acuerdo197 (...)”.

Desde nuestro punto de vista, la buena fe (en dicho contexto) está


relacionada con la valoración198 (apreciación) que los sujetos intervinientes
realizan respecto del contenido del acto jurídico (estipulaciones) teniendo en
cuenta los diversos comportamientos (aspecto objetivo) y actitudes (aspecto
subjetivo) que éstos han desplegado en la negociación, celebración y
ejecución de éste. Dicha apreciación se sustenta en la confianza y “en la
responsabilidad asumida por la declaración de voluntad emitida”. Por tanto,

196
Ver: FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón. “Introducción al estudio de la interpretación en el
Código Civil peruano”. En: Estudios sobre el contrato en general. Editorial ARA editores.
Lima, Perú, 2004, pág. 823.
197
BIANCA, Massimo. “Diritto Civile. Tomo 3: Il contratto”. Dott. A. Giuffré Editore S.p.A.
Milán, 1987, Ristampa, 1992, p.394.
198
Conforme a la doctrina actual (BIGLIAZZI GERI, Lina; BRECCIA, Umberto; BUSNELLI,
Francesco Donato; y NATOLI, Ugo) existen dos aspectos necesario y básicos en la
interpretación del negocio: los de puntualización del hecho, para lo cual se utiliza el criterio
de la común intención de las partes; y los de valoración del hecho, para lo cual se utiliza el
criterio de la buena fe.
118

al referirse la buena fe a una valoración ésta tiene un carácter subjetivo y no


objetivo, como comúnmente se le atribuye.

La buena fe objetiva u ob causante, es decir la observancia de reglas y


conductas de lealtad, buen comportamiento, probidad en las relaciones
jurídicas, que además son las que se imponen en la convivencia humana, es
el obrar bien con sinceridad y sin reservas199. En este caso, como refiere
Emilio Betti200, la buena fe significa lealtad y claridad en el hablar y en la
conducta.

Respecto a la buena fe Mauro Grondona201 nos indica: “Asimismo, es


imperioso añadir inmediatamente, que nos parece que la mención del
principio de buena fe, por parte del legislador peruano, debe ser leída en
estricta relación de necesidad lógico-sistemática con la mención de “lo que
se haya expresado”: ello equivale a sostener que si bien el Código peruano
pone el acento en “lo que se haya expresado” -es decir, en las palabras
dichas o escritas-, y si bien ello podría originar una variada serie de
problemas interpretativos iniciales, con referencia, no ya y no sólo al
significado del contrato como operación económica –es decir, a los efectos
del contrato-, sino también a la determinación del significado intrínseco,
antes que negocial, de las palabras de los contratantes, con claros riesgos
de subjetivismo extremo -es decir, al análisis lingüístico del texto contractual-
, el legislador ha tenido el cuidado, de todos modos, de superar el impasse,
por medio del criterio de la buena fe objetiva”.

Como se puede apreciar, el distinguido jurista italiano relaciona la noción de


la buena con la declaración de voluntad emitida, lo que restringe la conducta
de los sujetos a los “que éstos hayan expresado”, es decir, “es conducta lo

199
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. (1992), “El Negocio Jurídico”, Buenos Aires
Argentina, Editorial Astrea de Alfredo y Ricardo Depalma, Pág. 369.
200
BETTI, Emilio (1965), “Reflexiones sobre la Noción de Negocio Jurídico”. En: VVAA,
BETTI, Emilio y Otros (2001), “Teoría General del Negocio Jurídico” (4 estudios
fundamentales), Lima-Perú, ARA Editores, Pág. 65.
201
GRONDONA, Mauro (2004), “La común intención de las partes y el principio de la
buena fe en la interpretación del contrato: Un panorama de la autonomía privada”. En:
VVAA (Guido ALPA y Otros) “Estudios sobre el Contrato en General”, Lima Perú, 2ª Edición,
ARA Editores, Pág. 761.
119

que materialmente puede ser apreciado”. Por ende, la buena fe no puede


referirse al plano actitudinal del individuo en tanto éste no puede ser
apreciado materialmente. Este último aspecto (que no puede ser excluido en
el estudio de la voluntad de los sujetos intervinientes) se incorpora en la
“común intención de las partes”.

Aquí se objetiviza la buena fe como un estándar de conducta arreglada a los


imperativos éticos exigibles de acuerdo a la conciencia social imperante. Se
puede sostener que esta especie expresa la lealtad, la honestidad, la
probidad y confianza en el comportamiento de cada uno de los contratantes,
actúa como regla de conducta que orienta la actuación ideal del sujeto, lo
que determina que se le denomine buena fe lealtad u objetiva, se exige un
tipo de conducta202.

e) Las reglas de interpretación sistemática o interdependientes o


totalidad (artículo 169 del Código Civil).

 Artículo 169.- Interpretación sistemática: “Las cláusulas de los actos


jurídicos se interpretan las unas por medio de las otras, atribuyéndose
a las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas”.

Al respecto Juan Espinoza Espinoza203, sostiene que la interpretación


sistemática, “implica que la labor hermenéutica no debe agotarse en una
cláusula determinada del contrato, o del negocio, sino en su relación con
otras, entendiendo las partes del mismo, no como una sumatoria del todo,
sino como una unidad funcional”.

202
GACETA JURÍDICA, con Presentación de Jorge Avendaño Valdez (2013), “Diccionario
Civil”, Lima-Perú, Editorial Gaceta Jurídica, Pág. 65.
203
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit., Pág. 229. En igual término en el
“Diccionario Civil” publicado en 2013 por Editorial Gaceta Jurídica Lima-Perú, con
presentación de Jorge Avendaño Valdez, pág. 265.
120

Por su parte el jurista Fernando Vidal Ramírez204, refiere que el método de la


interpretación interdependiente o sistemática está previsto en el artículo 169
del Código y ha tenido asiento, y sigue teniendo, en toda la codificación civil,
pues lo considera el Código Civil francés (art. 1161)205 y el Código Civil
italiano (art. 1363)206, para solo mencionar los que tienen entroncamiento
con nuestra codificación. De ahí que puede ser considerado como un
principio general informante en materia de interpretación y que el acto o
negocio jurídico deba ser entendido por el conjunto de sus disposiciones o
cláusulas.

El método de la interpretación interdependiente o sistemática, hace que el


intérprete vea el conjunto de la manifestación de voluntad como una unidad
y que, en caso de disposiciones o cláusulas contradictorias las armonice,
evitando interpretaciones aisladas y, más bien, las integre al sentido de las
demás, con las que deben formar un conjunto unitario.

El sentido integral del método de la interpretación interdependiente o


sistemática está imbuido de una finalidad conservacionista del acto o
negocio jurídico en cuanto a todos los aspectos, disposiciones o cláusulas
del acto o negocio objeto de la interpretación. De este modo, el intérprete
debe procurar la preservación del acto en cuanto a su validez y eficacia
frente a cláusulas o disposiciones contradictorias o viciadas de nulidad.

Esta norma refiere al estudio de la totalidad del acto jurídico en tanto


“contiene el programa contractual previsto por ellas”. De este modo: En
primer lugar, una cláusula aparentemente clara debe ser evaluada y
concebida como una conforme al acto jurídico o contrato “unitario”. Por otro
lado, una cláusula aparentemente dudosa, debe ser contrastada con las
demás estipulaciones del contrato en la medida que se concibe la existencia
de una misma fuente (voluntad). De este modo se evita que a una cláusula

204
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011). Ob. Cit. Pág. 351.
205
Artículo 1161.- “Todas las cláusulas de los convenios se interpretan las unas por la
otras, dando a cada una el sentido que resulte del acto entero”.
206
Artículo 1363.- “Las cláusulas del contrato se interpretan las unas por medio de las
otras, atribuyendo a cada una el sentido que resulte del conjunto del acto”.
121

se le interprete de manera independiente, expresando un sentido que no es


conforme con el conjunto del contrato.

Nello Pasquini207, citando al Código Civil italiano, a propósito de ello nos


indica: “(...) el artículo 1363 del Código Civil. Trae un principio bastante
simple, que se encuentra en cualquier técnica de interpretación textual,
inclusive no necesariamente destinada a aclarar el sentido de una expresión
no necesariamente destinada a aclarar el sentido de una expresión jurídica:
el significado de las cláusulas no puede ser segmentado, sino que debe ser
reconducido al conjunto de la intención común de los contratantes. En otros
términos, la cláusula oscura, o las cláusulas oscuras, forman parte de un
todo, y es precisamente a la luz de cuanto emerge totalmente de la completa
declaración que es menester considerarlas para dar sentido a la operación
negocial y a la singular cláusula particular (..)”.

f) Las reglas de interpretación funcional o finalista o teleológica


(artículo 170 del Código Civil).

 Artículo 170.- Interpretación finalista o teleológica: “Las expresiones


que tengan varios sentidos deben entenderse en el más adecuado a
la naturaleza y al objeto del acto”.

La interpretación funcional teleológica indica que las expresiones


comprendidas en el negocio que tengan varios significados, (o ninguno),
deben ser entendidas en aquel que sea más conveniente o corresponda
mejor a la naturaleza del negocio, y para ello se tomará en cuenta la causa
concreta del mismo208.

Fernando Vidal Ramírez209 hace una aclaración importante en cuanto al


vocablo “objeto” que se debe tomar en sentido de finalidad, pues lo que el

207
PASQUINI, Nelllo. “L´interpretazione complessiva”. En: L´interpretazione del
Contratto”, a cura di Alpa, Guido, op.cit. p.224.
208
GACETA JURÍDICA, con Presentación de Jorge Avendaño Valdez (2013), “Diccionario
Civil”, Lima-Perú, Editorial Gaceta Jurídica, pág. 265.
209
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2011). Ob. Cit. Pág. 351-352.
122

método de interpretación plantea es la interpretación basada en la finalidad


del acto o negocio.

Por su parte Juan Espinoza Espinoza210 señala que la interpretación


teológica, a la cual se le denomina también finalista, causalista o funcional,
ante la posibilidad de interpretar una cláusula o expresión en varios sentidos,
tiene en cuenta la causa concreta y justificante por la cual se realiza el
negocio jurídico.

El precepto señalado nos indica que en caso de existir dualidad de


significados o contenidos semánticos las estipulaciones o normas jurídicas
privadas establecidas por las partes entonces debemos privilegiar aquel
acorde con la causa o fin económico del negocio y la naturaleza del mismo.
Este artículo puede ser leído de modo integral con los anteriores pero sería
mucho más provechoso proponer un criterio similar de base para evitar
situaciones de conflicto.

Este artículo reconoce el último criterio normativo de interpretación relativo a


la interpretación funcional o finalista. Esta interpretación se aplica cuando,
luego de haberse agotado otros criterios hermeneúticos de interpretación
subjetiva, subsisten significados plurívocos sobre el sentido de las
expresiones utilizadas por las partes en el contrato, las cuales deben
adecuarse a lo señalado por la naturaleza y el objeto del acto. En este
sentido, la doctrina comparada ha entendido que al referirse al tema de la
naturaleza del acto, se está ante un problema en donde la interpretación
debe estar dirigida a buscar el significado del contrato en relación directa con
la causa del mismo.

Este criterio interpretativo podría ser visto como uno de carácter objetivo
pero ello no es correcto, puesto que el criterio finalista se relaciona con la
común intención de las partes y se emplea como último recurso ante la

210
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit. Pág. 236.
123

existencia de expresiones plurívocas. Por ende, aún nos encontramos ante


una interpretación de carácter subjetiva.

En este sentido Massimo Bianca211 nos indica: “La interpretación se traduce


entonces en una operación circular en la cual las declaraciones y el
comportamiento de las partes concurren a señalar la causa del contrato y
ésta, a su vez, concurre a clarificar su significado”.

Por otro lado, Gastón Fernández Cruz212 nos indica: “La interpretación
funcional está necesariamente conectada con la regla de interpretación
subjetiva de la “común intención de las partes” (y por ello con la
interpretación literal y con la interpretación global relativa a la valoración del
comportamiento integral de las partes) y con la interpretación según buena
fe, toda vez que, ante la existencia de diversos sentidos que pueden
atribuirse a las expresiones declaradas por las partes, sólo cabe entenderlas
referidas a la más conveniente a su causa, la cual, al estar necesariamente
recogida en el consentimiento, nos reconduce a la común intención de las
partes”.

2.3.4. Otras reglas de interpretación del Código Civil.

 Artículo 1361.- Obligatoriedad del contrato: “Los contratos son


obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos.

Se presume que la declaración expresada en el contrato responde a


la voluntad común de las partes y quien niegue esa coincidencia debe
probarla”.

El presente artículo, desde el punto de vista de la interpretación,


consideramos que es de tendencia objetiva, pues al expresar que “los

211
BIANCA, Massimo. Op. cit. p. 405
212
FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2004), “Introducción al estudio de la interpretación en
el Código Civil peruano”. En: VV.AA. (2004), “Estudios sobre el Contrato en General” (2ª
ed.). Lima-Perú: ARA Editores, Pág. 835.
124

contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos”, resalta la


declaración de voluntad expresada en los contratos, sin mencionar para
nada respecto a la voluntad común de las partes; sin embargo, en el
segundo párrafo del artículo, establece a la “voluntad común de las partes”
como una presunción en la declaración expresada en el contrato, puesto que
al presumir se deja al margen la posibilidad de indagar la voluntad real o la
común intención de las partes.

Luego el artículo finaliza, señalando “quien niegue esa coincidencia debe


probarla”, trasladando de esta forma la carga de la prueba a la parte que
niegue la coincidencia, manteniéndose en situación pasiva los operadores
jurídicos (jueces); pero en caso de que nadie niegue la presunción es válido
el acto o negocio jurídico, aun cuando ello no corresponde a la verdadera
voluntad o intención común de las partes, lo cual se estaría creando una
norma interpretativa que atenta contra el principio de la autonomía privada.

 Artículo 1362.- Buena fe y común intención de las partes: “Los contratos


deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena
fe y común intención de las partes”.

Sobre este artículo, se hizo un análisis y comentario crítico al comparar con


el artículo 168 y 1361 del Código Civil, sin embargo, no se ha hecho
mayores análisis sobre la buena fe, lo que a continuación anotaremos.

Profesor Juan Espinoza Espinoza213, afirma que el principio de la buena fe


puede ser afrontado desde dos perspectivas: una subjetiva, en la cual
considera como la convicción interna que se está actuando correctamente,
conforme a derecho (llamada también buena fe creencia); y otra objetiva,
caracterizada por el comportamiento correcto del sujeto que es percibido por
la contraparte o por los demás (buen fe, lealtad, probidad, confianza o
comportamiento).

213
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit., Pág. 224.
125

El artículo refiere a dos reglas interpretativas: el uso de la buena fe (creencia


y confianza) y de la común intención de las partes (voluntad declarada
conforme a un propósito común). Este precepto normativo refiere a un
sistema mixto italiano donde tanto la declaración de voluntad como la
voluntad interna cumplen un papel protagónico.

 Artículo 1401.- Interpretación a favor de la contraparte o interpretación


protectora de las cláusulas generales: “Las estipulaciones insertas en las
cláusulas generales de contratación o en formularios redactados por una
de las partes, se interpretan, en caso de duda, a favor de la otra”.

Como antecedente de este artículo lo encontramos en el artículo 1370 del


Código Civil italiano, que a la letra dice: “Las cláusulas insertas en las
condiciones generales del contrato o en formularios predispuestos por uno
de los contratantes se interpretarán, en la duda, a favor del otro”. Esto es
que impone la carga de hablar claro al que toma la iniciativa de un acto
contractual o sea que el estipulante debe expresarse en forma clara e
inequívoca de tal forma que sea entendido fácilmente por el destinatario, en
caso contrario , debe asumir las consecuencias.

Como refiere el maestro Aníbal Torres Vásquez214, las cláusulas generales


de contratación son redactadas previa y unilateralmente por una de las
partes del contrato en forma general y abstracta, con el fin de fijar el
contenido normativo de una serie indefinida de futuros actos particulares,
con elementos propios de ellos (Art. 1392)215. En cambio, el contrato es por
adhesión cuando una de las partes, colocada en la alternativa de aceptar o

214
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). “Acto Jurídico”. Ob. Cit. Pág. 517.
215
Artículo 1392 del Código Civil.- Cláusulas generales de contratación: “Las cláusulas
generales de contratación son aquellas redactadas previa y unilateralmente por una persona
o entidad, en forma general y abstracta, con el objeto de fijar el contenido normativo de una
serie indefinida de futuros contratos particulares, con elementos propios de ellos”.
126

rechazar íntegramente las estipulaciones fijadas en formularios por la otra


parte, declara su voluntad de aceptar (Art. 1390)216.

Por su parte Juan Espinoza Espinoza217, señala que la interpretación contro


proferentem es aquella regla hermenéutica, que se aplica en la contratación
en masa, basada en el principio que cualquier ambigüedad deberá
interpretarse en beneficio del adherente. Aquí nos encontramos en un
escenario donde no hubo negociación entre las partes, sino la adhesión de
una al programa contractual diseñado por la otra; por consiguiente, la labor
interpretativa (que no debe sustraerse de los criterios analizados
anteriormente: buena fe, sistemática, teleológica, ni a otros que considere
pertinente el Juez o el árbitro) tendrá que basarse en el principio que
cualquier ambigüedad deberá interpretarse en beneficio del adherente. Ello
se justifica plenamente si tenemos en cuenta que el predisponente, al
beneficiarse con este tipo de contratación, tendrá que asumir los costos, por
haber creado (ya que él redactó el contrato) dicha situación218.

El artículo objeto de estudio refiere a la “interpretación contra stipulatorem”


que implica una sanción a quien estipula o redacta una estipulación al ser
dicho sujeto quien “domina la información” y asume la responsabilidad de su
declaración. En tal sentido, la interpretación que se debe realizar debe
favorecer al receptor de la declaración de voluntad puesto que éste confía y
cree en el contenido de dicha manifestación. El magistrado o todo aquel que
interprete el contrato debe privilegiar a la parte que se encuentra en
desventaja o en peor posición para afrontar el costo de la información.

Desde el punto de vista doctrinal podemos citar uno de los principios sobre
los Contratos Comerciales Internacionales que establece UNIDROIT219 en

216
Artículo 1390 del Código Civil.- Contrato de adhesión: “El contrato es por adhesión
cuando una de las partes, colocada en la alternativa de aceptar o rechazar íntegramente las
estipulaciones fijadas por la otra parte, declara su voluntad de aceptar”.
217
ESPINOZA ESPINOZA, Juan (2012). Ob. Cit Pág. 244.
218
GACETA JURÍDICA, con Presentación de Jorge Avendaño Valdez (2013), “Diccionario
Civil”, Lima-Perú, Editorial Gaceta Jurídica, pág. 265.
219
UNIDROIT - Instituto Internacional para la Unificación del Derecho Privado. El objetivo
de los Principios de UNIDROIT es establecer un conjunto equilibrado de reglas destinadas a
ser utilizadas en todo el mundo independientemente de las específicas tradiciones jurídicas
127

su artículo 4.6 (Interpretación contra proferentem) que a la letra dice: “Si los
términos de un contrato dictados por una de las partes no son claros, se
preferirá la interpretación que perjudique a dicha parte”.

Por tanto, como dice Aníbal Torres Vásquez220, los contratos concluidos
mediante cláusulas generales como en los por adhesión el contenido
contractual es redactado por una sola de las partes denominada
predisponente, sin participación del otro contratante, es lógico que a ella se
le atribuya la responsabilidad por las obscuridades, falta de claridad,
imprecisiones o ambigüedades, puesto que estaba en sus manos el
expresarse en forma adecuada, o sea, idónea, clara, suficiente, seria,
inequívoca, de fácil comprensión por el destinatario, razón que justifica que
el contrato sea interpretado en su contra y en favor de la otra parte, quien lo
único que hace para poder contratar es someterse a las estipulaciones del
contrato estándar que casi siempre no lee, o si lo lee no lo entiende por su
redacción técnica o abigarrada, o si lo entiende no tiene la posibilidad de
obtener su modificación.

Si bien es cierto, este artículo se refiere solamente a los contratos concluidos


mediante cláusulas generales de contratación y a los contratos por adhesión,
su aplicación debe extenderse a todos los casos en los cuales el texto del
contrato o de alguna de sus cláusulas haya sido predispuesto por una de las
partes y la otra solamente haya aceptado.

Tal es así que en el Código de Protección y Defensa del Consumidor (Ley Nº


29571) encontramos el Principio de la interpretación favor debilis (Art. V.2.-
Principio pro consumidor), orientado a proteger a la parte débil (consumidor)
de la relación jurídica, cuya disposición es la siguiente: Artículo V.2.-
Principio Pro Consumidor: “En cualquier campo de su actuación, el Estado
ejerce una acción tuitiva a favor de los consumidores. En proyección de este
principio en caso de duda insalvable en el sentido de las normas o cuando

y condiciones económicas y políticas de los países en que vengan aplicados. A la vez, este
objetivo se refleja en su presentación formal y en la política general que los inspira.
220
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). “Acto Jurídico”. Ob. Cit. Pág. 518.
128

exista duda en los alcances de los contratos por adhesión y los celebrados
en base a las cláusulas generales de contratación, debe interpretarse en
sentido más favorable al consumidor”. Además se debe tener presente que
este Código fue promulgado el primero de setiembre de 2010.

 Artículo 1531.- Criterios para la calificación del contrato: “Si el


precio de una transferencia se fija parte en dinero y parte en otro
bien, se calificará el contrato de acuerdo con la intención
manifiesta de los contratantes, independientemente de la
denominación que se le dé.

Si no consta la intención de las partes, el contrato es de permuta


cuando el valor del bien es igual o excede al del dinero; y de
compraventa, si es menor”.

En el presente artículo se privilegia a la autonomía privada, es decir, a la


facultad de determinar las reglas de un contrato una vez consolidada una
relación jurídica negocial. En tanto ello, si existe una duda respecto a la
naturaleza del contrato suscrito deberá en primer lugar asumirse una tesis
voluntarista o subjetiva que privilegia la intención manifiesta de los
contratantes, por tanto será tomada en cuenta la “común intención de las
partes” tal como lo prescribe el artículo 1362 del Código Civil peruano. De no
ser el caso y no poderse entender cuál es la intención de las partes se valora
el criterio objetivo o material referido a la correspondencia de las
prestaciones, la que se relaciona con la función del negocio. En este caso se
tiene en cuenta la función económica y social del negocio celebrado.

 Artículo 2055.- Interpretación del derecho extranjero: “Las


disposiciones del derecho extranjero aplicable se interpretan de
acuerdo al sistema al que pertenezcan”.

El presente artículo, establece como norma de interpretación de las


disposiciones del derecho extranjero aplicable a un caso concreto, lo que
129

implica en primer lugar de que no es aplicable las normas de interpretación


de nuestra legislación civil; y en segundo lugar, la interpretación se efectúa
de acuerdo al sistema al que pertenezcan el derecho extranjero; esto es, que
puede ser sistema de interpretación subjetivo, objetivo o mixto.

Consideramos también que es pertinente, que dicha interpretación se


efectué de acuerdo al sistema de interpretación de actos o negocios jurídicos
que dicha legislación o la doctrina extranjera haya establecido.

En conclusión, el artículo en referencia, señala claramente de que no es


aplicable las normas de interpretación de nuestra Código Civil cuando se
trata de aplicar el derecho extranjero.

2.3.5. La influencia de los usos y costumbres y la situación


socioeconómica en el Negocio Jurídico.

Teniendo en cuenta la realidad cultural y el nivel socioeconómico de nuestro


país, podemos advertir que en algunos actos o negocios jurídicos se
presentan problemas o dificultades, tanto en su celebración como en su
interpretación, y ello se debe muchas veces por los usos y costumbres y/o
por la situación socioeconómica de los sujetos que participan en
determinados actos o negocios jurídicos.

La realidad de nuestro país es que está dividido en tres regiones (costa,


sierra y selva), donde tanto los usos y costumbres como la situación
socioeconómica defieren; sin embargo, parece que la aplicación de las
normas del acto o negocio jurídico y demás legislaciones, estuvieron
pensados u orientados para personas de la ciudad con un nivel cultural y
socioeconómico uniforme.
130

Carmen Arana Courrejolles221 presenta el siguiente concepto de uso social


“Cuando la gente usa una y otra vez, constantemente, determinadas
palabras para designar algo, o fórmulas para significar, o ciertas conductas
para comunicar, esta manifestación general se convierte en una práctica
uniforme que hace que el mismo grupo de gente o “todo el mundo”, acabe
por entender aquellas palabras, fórmulas o conductas, siempre en el mismo
sentido”.

Como dice Danz222 el valor de la costumbre en las normas de interpretación


lo demuestra el que cuando las partes usan, una y otra vez, constantemente,
las mismas palabras, la gente –ya sea todo el mundo o sólo una clase social
especial, como la de los comerciantes- acaban por entenderlas siempre en
el mismo sentido; es la “práctica uniforme” que se exige para que nazca una
norma de derecho consuetudinario.

El concepto general que el citado autor tiene sobre la costumbre es: la


costumbre abarca todas formas conducta voluntaria que hacemos nuestras;
es una regla individual de conducta; su característica es la reiteración normal
de actos uniformes. Y cuando el proceder del individuo corresponde a la
conducta consuetudinaria de la comunidad a que pertenece, este proceder
acostumbrado se convierte en hábito, el uso. El uso es la costumbre social.

a) Usos y costumbres sociales.

El jurista peruano Juan Guillermo Lohmann Luca De Tena223, refiere que


“por costumbre se conoce la permanente observancia en un lugar de ciertas
maneras de actuar con relevancia y contenido jurídicos, sin que el grupo que
así obra sea compelido para hacerlo. De este modo, la constante repetición
de la conducta acaba por convertirse en norma no escrita, pero observada
por el común denominador”. Luego señala, “llámese uso, en cambio, a la

221
ARANA COURREJOLLES, Carmen (1992), “La Interpretación del Acto Jurídico”.
Lima-Perú: Cuzco., Pág. 166-167.
222
DANZ, Erich (1926). Ob. Cit. Pag. 156-157.
223
LOHMANN LUCA DE TENA, Guillermo (1997), “El negocio jurídico”, (2ª edición),
reimpresión de la segunda edición de 1994, Lima Perú, Editorial Griley, Pág. 281.
131

misma conducta establecida, digámoslo así, por voluntad popular y de modo


irreflexivo. Su contenido, en cambio, no es de carácter jurídico, sino ético,
social, comercial o de otro orden. Tampoco tiene notas de coercibilidad
como no sea de rechazo a la conducta desigual”. Teniendo en cuenta esta
aseveración, podemos decir que los usos y costumbres de alguna manera
constituyen fuentes del derecho, lo que implica tener en cuenta en el
momento de la interpretación cuando a través de ellas se han materializado
o celebrado el acto o negocio jurídico.

Por eso compartimos la posición del jurista Argentino Rubén H.


Compagnucci De Caso, que en la interpretación “el juez deberá valorar esos
hechos conforme a los usos sociales, es decir conforme a las prácticas
efectivas del lugar, las costumbres ya existentes, las especiales expresiones
idiomáticas que puedan haberse utilizado antes o correspondan a la
localidad de celebración o ejecución del acuerdo, etc.; en síntesis: todas las
circunstancias objetivas de lugar y tiempo que puedan reflejar un
entendimiento de lo que las partes han querido (consciente o
inconscientemente) al celebrar el acuerdo”224. Así por ejemplo, es costumbre
en algunos lugares de nuestro país prestar asentimiento en el remate de
ganado con una simple inclinación de la cabeza. No ocurre ello en la subasta
de inmueble que se realiza en la zona de Lima.

El jurista alemán Werner Flume resalta la importancia de los usos en la


interpretación de los negocios jurídicos cuando refiere que “los usos del
tráfico son una circunstancia de la mayor importancia para la interpretación
normativa. En particular es importante en el tráfico mercantil la interpretación
según los usos. Son decisivos los usos del tráfico locales. Sin embargo,
cuando los usos locales difieren según los lugares su vigencia sólo es
inequívoca, si las partes de la declaración y la relación jurídica son del
mismo lugar. Hay que tener en cuenta de modo especial que se debe
combatir el intento de los normalmente más fuertes en el ramo para realizar

224
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. (1992), “El Negocio Jurídico”, Buenos Aires
Argentina, Editorial ASTREA de Alfredo y Ricardo Depalma S,R,L. Pág. 368.
132

sus intereses en su favor y en contra de los más débiles, por medio de la


hipóstasis de su opinión como “usos del tráfico”225.

“Es importante señalar que en la interpretación judicial la labor del


magistrado debe rodearse de sus vivencias empíricas, y en la mayoría de los
casos debe el juzgador prescindir de la influencia de sus conocimientos
jurídicos”226. Por su parte Danz dice el Juzgador “como un profano que se
halla en contacto con la vida; deberá aplicar las normas de la experiencia de
la vida, sus conocimientos privados no jurídicos”227.

b) Situación socioeconómica.

La situación socioeconómica de los sujetos también es un factor influyente


en el celebración de los negocios jurídicos, puesto que muchas veces las
personas que son de un bajo nivel socioeconómico son seducidos u
obligados implícitamente a celebrar un determinado acto o negocio jurídico
por aquellos sujetos que ostenta un nivel económico elevado, situación ésta
que consideramos que también que debería ser materia de interpretación, a
fin de encontrar o determinar la real voluntad de los contrayentes en
determinados actos o negocios jurídicos, de ese modo evitar que los
poderosos económicamente se aprovechen de los débiles.

Se dice que una familia es pobre cuando no tiene la capacidad para cubrir
una canasta básica de subsistencia, y una familia es de extrema pobreza
cuando no logre cubrir los requerimientos de una canasta alimentaria228. Por
tanto la pobreza es una situación o forma de vida que surge como producto
de la imposibilidad de acceso y/o carencia de los recursos para satisfacer las
necesidades físicas y psíquicas básicas humanas que inciden en un
deterioro del nivel y calidad de vida de las personas, tales como la

225
FLUME, Werner (1998), “El Negocio Jurídico”, Madrid España, Traducción de José
Miquel González, Fundación Cultural del Notariado, Pág. 375-376.
226
COMPAGNUCCI DE CASO, Rubén H. (1992) Ob. Cit., Pág. 368.
227
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 125.
228
Según el censo de población 1993, existe en el país más de 12 millones de habitantes en
condición de pobreza del total de 22’639 mil personas.
133

alimentación, la vivienda, la educación, la asistencia sanitaria o el acceso al


agua potable.

El mapa de pobreza229 muestra que 11 millones de peruanos viven con


menos de 48 dólares al mes. El Instituto Nacional de Estadística e
Informática (INEI) ha presentado el nuevo Mapa Provincial y Distrital de
Pobreza del Perú, 2007. Según dicho documento, el 39,3% de peruanos,
viven en situación de pobreza con menos de 48 dólares mensuales y 13,7%
en extrema pobreza, con menos de 18 dólares al mes. Sin embargo, lo que
más llama la atención es su distribución territorial. Hay poblados con el
100% de pobreza. Ancash tiene el 42.6% de su población debajo de la línea
de pobreza. El 7% del total de la población peruana es analfabeto; esto
significa que este porcentaje de población al no tener conocimiento de
lectura y escritura, no solamente es fácilmente manipulable y pasible de
engaños, sino que no puede expresar su manifestación de voluntad
adecuadamente en la materialización del negocio jurídico, puesto que en la
creación, modificación y extinción de las relaciones jurídicas se requiere un
mínimo nivel educativo a fin de comprender las consecuencias de la
manifestación de voluntad.

Precisamente como corolario a lo expuesto podemos citar lo que expone


Doménico Barbero230 cuando al comentar el artículo 1362 del Código Civil
Italiano231 señala que “por ignorancia o por otras causas las palabras
adoptadas pueden traicionar al pensamiento, he aquí la admonición
preceptiva (sanción reguladora) de la disposición en examen: no detenerse
en las palabras”. Por eso para no detenerse en las palabras el citado autor
recomienda “tomad en cuenta, no ya sólo las palabras, sino todo otro dato

229
Pobreza significa: “Indigencia, escasez, falta, carencia de lo imprescindible para el
sustento de la vida, escaso haber de la gente pobre”. En: “Diccionario Básico de la
Lengua Española”, España, Editorial Planeta, Volumen II, Pág.1115.
230
BARBERO, Doménico (1967). Ob. Cit. Pág. 605.
231
Art. 1362.- “Al interpretar el contrato se deberá indagar cuál ha sido la intención común
de las partes y no limitarse al sentido literal de las palabras. Para determinar la intención
común de las partes se deberá apreciar su comportamiento total, aún posterior a la
conclusión del contrato” (Código Civil Italiano de 1942).
134

de hecho, o circunstancia relevante, que sirva para descubrir la intención


más que las palabras mismas”.

Por eso consideramos que la interpretación que recae en un juez debe tener
presente lo que el jurista alemán Erich Danz232 reclama al tratar de
caracterizar al buen juez y dice: “el mejor juez será el que sepa ponerse el
mismo en el lugar de las partes; verá entonces, y muy pronto, si se coloca
primero en el lugar del demandante y luego en el del demandado, pero
seriamente como si se tratase de su propio bolsillo”. Precisamente al optar
esa posición neutral e imparcial permitirá al juez advertir la presencia
implícita o no del aspecto económico de una de las partes celebrantes del
acto o negocio jurídico, o también del más fuerte o del más débil, y
precisamente a ello se refería el profesor Aníbal Torres Vásquez cuando
señalaba: “Si el Código adoptara el criterio objetivista a ultranza, sin ninguna
atenuación, sería un pobre Código puesto solamente al servicio de la parte
más fuerte, propiciaría la usura, la expoliación de la parte débil, el dolo”233.

232
DANZ, Erich (1926), Ob. Cit. Pág. 133.
233
TORRES VÁSQUEZ, Aníbal (2012). Ob. Cit., Pág. 503.
135

CAPITULO 3: METODOLOGÍA.

En la aplicación del método científico a la investigación del Derecho, es


preciso anotar que todo conocimiento jurídico debe concluir en una
construcción científica enmarcada en una realidad específica. Esta
investigación tiene en cuenta un enfoque dogmático, pragmático y funcional
del Derecho, teniendo en consideración la aplicación social de la institución y
los problemas de la jurisprudencia peruana.

3.1. TIPO Y NIVEL DE INVESTIGACIÓN.

A continuación se indica el tipo de investigación desarrollado, a su vez, el


nivel que éste ha tenido para cumplir con el objetivo principal y los objetivos
específicos señalados al inicio de la misma.

3.1.1. Tipo de Investigación.

La presente investigación refiere a un tema abordado en menor medida en la


doctrina, por lo que reconoce una serie de falencias. La revisión de la
literatura reveló que hay escasa bibliografía e incluso muy pocos autores
refieren al tema de modo especial sobre el tema de la interpretación de los
actos o negocios jurídicos a la luz del Código Civil. Por ende primero se
efectúa una labor exploratoria234 de la revisión bibliográfica nacional y

234
Los estudios exploratorios se realiza cuando el objetivo es examinar un tema o problema
de investigación poco estudiado, del cual se tienen muchas dudas o no se ha abordado
antes. En: HERNÁNDEZ, S., FERNÁNDEZ, C., & BAPTISTA, L.,(2010). “Metodología de
la investigación” (5ª ed.). México: Mc Graw Hill, pág. 85.
136

extranjera que de alguna manera tratan sobre el tema materia de la


investigación.

Luego se efectúan la descripción235 de los conceptos, definiciones de


algunas categorías principales; se describen también los sistemas o teorías
de interpretación, el contenido y alcance de algunas normas de
interpretación regulada en nuestro Código Civil, la jurisprudencia
pronunciada en casación por la Corte Suprema de Justicia del Perú,
discusión de resultados, propuestas para la solución del problema y
finalmente las conclusiones y recomendaciones.

Finalmente es de tipo explicativo236, porque en el desarrollo de la


investigación se da conocer o se explica las causas del problema de la
interpretación en los actos o negocios jurídicos; es decir, si el sistema de
interpretación establecido en nuestro Código Civil es la adecuada o correcta
para desentrañar el sentido o alcance de la manifestación o declaración de
voluntad de las partes.

En conclusión el presente investigación es de tipo exploratorio, descriptivo y


explicativo237 e inclusive en cierto modo podemos decir que es correlacional,
dado que en el desarrollo del trabajo en alguna medida se evalúa las
relaciones que existen entre conceptos, teorías o sistemas de interpretación
de los negocios jurídicos o en la legislación comparada.

No está demás mencionar que la investigación se realizado dentro del marco


dogmático, de acuerdo al esquema aprobada y publicada en la página Web
de la Unidad de Postgrado.

235
Los estudios descriptivos miden conceptos o recolectan información sobre éstos. Sirven
para analizar como es y cómo se manifiestan un fenómeno y sus componentes. En:
HERNÁNDEZ SAMPIERI y Otros (2010). Ob. Cit. pág. 87.
236
El estudio explicativo está dirigido a responder por las causas de los eventos y
fenómenos físicos o sociales. Se enfoca en explicar por qué ocurre un fenómeno y en qué
condiciones se manifiesta, o por qué se relacionan dos o más variables. En: HERNÁNDEZ
SAMPIERI y Otros (2010). Ob. Cit. Pág. 85.
237
Una misma investigación puede abarcar fines exploratori0s, descriptiva, en su inicio, y
terminar siendo descriptivo, correlacional y hasta explicativa, todo depende de los objetivos
del investigador. En: HERNÁNDEZ SAMPIERI y Otros (2010). Ob. Cit. Pág. 87.
137

3.1.2. Nivel de Investigación.

El estudio de la presente investigación es de nivel básico238 y aplicativo239;


pues en un primer momento está dirigida a cuestionar o refutar el sistema de
interpretación establecido en nuestra la legislación civil; luego, hechas las
propuestas modificatorias de las normas de interpretación de los negocios
jurídicos, se pretende aplicar las mismas, para que los operadores jurídicos
en su quehacer de desentrañar o determinar el sentido o alcance de la
manifestación o declaración de voluntad contenida en un determinado
negocio jurídico, observen obligatoriamente las normas modificatorias de la
interpretación del acto o negocio jurídico.

3. 2. MÉTODO Y DISEÑO DE LA INVESTIGACIÓN.

3.2.1. Métodos de Investigación.

Se utilizaron los siguientes métodos:

a) Método Analítico.- En la determinación de los principales elementos de


la interpretación del acto jurídico y el procedimiento de interpretación.

b) Método Comparativo.- En la contrastación entre las normas legales y la


realidad social que regulan; así como las medidas y políticas estatales
implementadas.

238
Las investigaciones dirigidas a establecer o a refutar teorías y proposiciones
fundamentales de una rama de la ciencia, con validez más o menos universal, son llamados
investigaciones básicas. En: MALETTA, Héctor (2009). “Epistemología aplicada:
Metodología y técnica de la producción científica”. Lima: Universidad del Pacífico. Pág.
110.
239
Esta investigación se caracteriza por su interés en la aplicación de los conocimientos
teóricos a determinada situación concreta y las consecuencias prácticas que de ella se
deriven. En: SÁNCHEZ CARLESSI, Hugo & REYES MEZA, Carlos (2002). “Metodología y
diseños en la investigación científica” (3ª ed.). Lima: Universidad Ricardo Palma. pág. 18.
138

c) Método Histórico.- En el análisis del surgimiento y desarrollo de la


interpretación del Negocio Jurídico en el Perú.

d) Método Sistemático.- Es aplicado en el estudio del marco legal integral


de la interpretación de los negocio jurídicos en el sistema peruano.

e) Método Deductivo.- Es empleado en el estudio del panorama general


de la interpretación del negocio jurídico.

3. 2. 2. Diseño de la Investigación.

El diseño que se ha empleado es el de la causa-efecto, netamente una


investigación transaccional o transversal descriptivo-correlacional, dentro del
propósito de investigar, las relaciones entre los conceptos o teorías que se
vienen utilizando en la investigación, los problemas planteados y el marco
teórico de la misma.

3. 3. PROCEDIMIENTO METODOLÓGICO.

Las fases metodológicas de nuestra investigación pueden caracterizarse de


la siguiente manera:

a. Evaluación y estudio del Sistema de Interpretación del Negocio Jurídico


en el Perú.

b. Estudio de los elementos constitutivos de la interpretación del Negocio


Jurídico.

c. Examen de las normas jurídicas referidas a la interpretación del Negocio


Jurídico.
139

d. Análisis y sistematización de la información recolectada.

e. Contraste de los resultados obtenidos con las conclusiones preliminares.

f. Formular soluciones a los principales problemas que se presentan luego


de efectuada la labor de contraste (modelo explicativo).

3.4. TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN.

Las técnicas de recolección de información y análisis empleados en el


desarrollo de esta investigación son:

a. La observación y análisis documental, a través de la evaluación


normativa sobre la interpretación del negocio jurídico en el Perú; así
como de jurisprudencias referidas a dicha materia con el propósito de
conocer los alcances pragmáticos de las instituciones objeto de
investigación.

b. El fichaje, que es utilizado principalmente para el procesamiento de la


información obtenida de obras, artículos y otras fuentes secundarias
para su respectivo análisis y sistematización.
140

CAPITULO 4: RESULTADOS Y DISCUSIÓN.

4.1. ANÁLISIS, INTERPRETACIÓN Y DISCUSIÓN DE


RESULTADOS.

4.1.1. Teoría o Sistema predominante en el derecho comparado.

En la determinación de la prevalencia entre la teoría subjetiva (Voluntad) y la


teoría objetiva (Declaración) se debe apelar al sustento lógico y racional;
esto es que, que desde el punto de vista de la teoría subjetiva “no puede
existir una declaración de voluntad que sea únicamente formal o
exteriorización sin contenido de la intención de las partes”, pero tampoco en
la teoría objetiva se “ignora la existencia de la intención de las partes, puesto
que el negocio jurídico opera con las intenciones y no con las palabras de
estas”. Por tanto “prescindir de la voluntad real de las partes, contentándose
con una voluntad típica conseguida abstractamente según la teoría objetiva
lleva a la negación del concepto del negocio jurídico, pues el núcleo del
negocio está en la voluntad del sujeto”. Sin embargo, a pesar de esta
prevalencia racional y lógica, pueda ser que en la interpretación de un
determinado acto o negocio jurídico sea imposible llegar encontrar la
voluntad real de las partes, lo que obligaría recurrir a un sistema mixto.

Teniendo en cuenta lo expuesto en los capítulos precedentes, propiamente


vista desde el punto de vista del derecho comparado, la mayoría de los
países, especialmente en Latinoamérica, han adoptado en su mayoría el
sistema mixta de interpretación del negocio jurídico; esto es el subjetivo y
objetivo, otorgando en el orden de prelación a la interpretación subjetiva,
141

pero en caso de que no se pudiera realizar esta interpretación, se daría la


interpretación objetiva. Tal así como se puede observarse en los
ordenamientos civiles de Francia, Alemania, Italia, España, Suiza, México,
Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Paraguay etc.

Las razones se desprenden de las críticas efectuadas tanto al sistema


subjetivo como al sistema objetivo, dado que ambos tienen ciertas falencias
cuando se pretende una adecuada interpretación de negocios jurídicos, tanto
más cuando se tenga los usos y costumbre o el nivel socio cultural de un
país, por lo que consideramos que el sistema mixto sería una forma de
interpretación inclusiva de estos sectores, de tal modo el negocio jurídico
pueda cumplir su objetivo conforme a la realidad de cada país.

El maestro José León Barandiaran240, luego de analizar la teoría de la


voluntad y teoría de la declaración, afirmaba que en “general se opta por una
solución ecléctica, dándose valor a la voluntad interna por encima de la
declaración, en cuanto a las relaciones entre las partes. Así, en el caso de
simulación relativa se atribuye valor el acto oculto y no al aparente; los vicios
de voluntad anulan el acto jurídico”.

4.1.2. Teoría o Sistema aplicada en la jurisprudencia civil peruana.

La interpretación del negocio jurídico en la jurisprudencia nacional se


enmarca dentro del sistema de interpretación objetiva, sustentándose
fundamentalmente en lo dispuesto en el artículo 168 del Código Civil, lo que
a continuación citamos las resoluciones resueltas en casación y resoluciones
resueltas en Tribunales administrativas, expedidas en los términos
siguientes:

1. CAS. Nº 2380-1999: “toda regla de derecho necesita de la interpretación


para su aplicación, y aún el que sostenga lo contrario por considerar que
la letra es clara, está practicando una interpretación gramatical que, por
240
LEÓN BARANDIARAN, José (1983), “Curso del Acto Jurídico”, Lima Perú, Imprenta
UNMSM, Pg. 17.
142

prescindir de las reglas de la hermenéutica, lo conducirá inevitablemente


a un error”· (CAS. Nº 2380; EL Peruano, 18 de diciembre de 1999).

2. CAS. Nº 1757- 2009 AREQUIPA: Noveno.- Que, en relación al alegato


referido a señalar que el contrato deberá interpretarse de acuerdo a las
reglas del artículo 168 del Código Civil, cabe tener presente que el
referido dispositivo legal establece que el acto jurídico debe ser
interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según el
principio de la buena fe. Norma en mención que regula el sistema de
interpretación objetiva del intérprete es la declaración en sí, con
independencia de lo que realmente quiso el agente. Décimo.- Al
respecto, no obstante la parte recurrente pretende la interpretación del
contrato en virtud de lo dispuesto en el artículo 168 del Código Civil,
empero contrariamente a lo estipulado en el citado dispositivo pretende
otorgar una interpretación distinta a lo expresamente estipulado en la
cláusula quinta del contrato materia de Litis; razones por las cuales, este
extremo debe ser desestimado, debiendo tomarse en cuenta para ello lo
dispuesto en el artículo 1361 del Código Civil que establece que los
contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos y que
se presume que la declaración expresada en el contrato responde a la
voluntad común de las partes y quien niegue esa coincidencia debe
probarla (CAS. Nº 1757-2009- Arequipa, Lima, 09 marzo de 2010;
Publicado en El Peruano el miércoles 29 de febrero de 2012. Pág.
33822-33823).

3. CAS. Nº 452-2007-LIMA: “Interpretación de los contratos, ello consiste


en determinar el sentido y alcance de sus estipulaciones, siendo que en
tres hipótesis fundamentales tiene lugar la interpretación del contrato: 1.
Cuando sus términos son oscuros y ambiguos, 2. Cuando siendo claros
sus términos, no se concilian con la naturaleza del contrato o con la
verdadera intención de las partes que aparece manifestada y, 3. Cuando
relacionando las cláusulas del contrato, surgen dudas acerca del alcance
particular de alguna o algunas de ellas, estando a que los artículos
ciento sesenta y ocho a ciento setenta regulan las reglas de
143

interpretación correspondiendo a los Jueces de mérito -primera y


segunda instancia- interpretar los contratos” (CAS. Nº 452-2007-LIMA.
Obligación de Dar Suma de Dinero, del 26 de noviembre de 2007).

En la presente jurisprudencia casatoria, se afirma en forma contundente


que los artículos 168 a 170 del Código Civil regulan las reglas de
interpretación en materia de interpretación de los contratos, y
corresponde a los jueces de las instancias correspondientes a interpretar
los contratos.

4. CAS. Nº 2587-2005- LIMA: “Que, conforme a los artículos 168 y 170 del
Código Civil los actos jurídicos deben ser interpretados de acuerdo con
lo que se haya expresado en él y según el principio de la buena fe, así
como según la naturaleza y el objeto del acto; siendo que en el presente
caso si bien se advierte que las partes han otorgado el “Nomen juris” de
renovación, la naturaleza del pacto de acuerdo a los criterios de
interpretación que establecen las normas acotadas ha sido establecer
una cláusula de prórroga en la que se autorizaba al Banco a prorrogar el
plazo del título valor sin que sea necesaria la intervención de los
obligados” (CAS. Nº 2587-2005-Lima 12 de abril 2006).

5. CAS. Nº 2080-2001-LIMA: “El Colegiado, para resolver la controversia


de su competencia, debía, en principio, determinar si le asistía o no a la
parte accionante derecho de propiedad sobre el bien materia de Litis; sin
embargo, lejos de determinar ello, la Sala se limita a indicar que tal
precisión no le resulta posible por una supuesta “confusa redacción del
contrato”, y que el derecho de propiedad o no deberá ser determinado
en la vía correspondiente, lo cual constituye un error porque el Colegiado
tiene la obligación de interpretar el título del accionante ya sea aplicando
el método objetivo, sistemático o teleológico, previstos en los artículos
168, 169 y 170 del Código Civil, a fin de determinar si le asiste o no el
derecho de propiedad, porque sólo así se estará pronunciando
adecuadamente sobre uno de los puntos controvertidos fijados en la
audiencia correspondiente” (CAS. Nº 2080-2001-Lima Desalojo, Lima 19
144

Octubre 2001; Revista Peruana de Jurisprudencia, Año 4, Nº 12, Trujillo,


2002, pp. 46-48.).

6. Exp. Nº 53822-97- LIMA: “conforme establece el artículo 168 del Código


Civil, el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se
haya expresado en él y según el principio de buena fe; que en tal
sentido, la buena fe protege a quien realiza un acto jurídico basado en la
expresión de voluntad exteriorizada” (Exp. Nº 53822-97, Lima 16 de
setiembre de 1998).

La segunda instancia confirma esta resolución sin mayores argumentos;


sin embargo, en Casaciòn la Corte Suprema se ha pronunciado en el
siguiente sentido:

CAS Nº 765-99 LIMA, Lima, 21 de mayo de 1999: “Que la


interpretación del contenido de determinada cláusula contractual a fin de
determinar cuál fue la intención de las partes al redactarla, es una tarea
de las instancias de mérito, pues la labor de la Corte cuando conoce en
vía de casación se circunscribe a las cuestiones de iure o de derecho
con expresa exclusión de la apreciación probatoria”.

7. CAS. Nº 1713-96-LIMA: “Conforme al Artículo 168 del Código Civil, el


acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya
expresado en él y según el principio de la buena fe, de donde resulta
que la buena fe es cláusula general en todos los contratos y que éstos
se interpretan objetivamente” (Cas. Nº 1713-Lima, “El Peruano”, 15 de
octubre de 1998, p. 1932; y en “Guía Rápida de Jurisprudencia Civil y
Proceso Civil”, 2000, presentada por Marianella Ledesma Narváez,
Editorial Gaceta Jurídica, pág. 40).

En esta resolución no solamente señala que el acto jurídico se interpreta


de acuerdo con lo que se haya expresado en él sino también señala que
los contratos se interpretan objetivamente, con lo que se demuestra
claramente el sistema objetivo adoptado en nuestro sistema.
145

8. CAS. Nº 2013-96: “Que, el artículo 1362 del Código Civil preceptúa que
los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas
de la buena fe y común intención de las partes. Que la común intención
de las partes a que se refiere el artículo acotado, no puede ser
interpretada en forma distinta a la efectiva declaración de voluntad
expresada por las partes en el contrato respectivo, toda vez que ello
significaría prescindir de la interpretación objetiva que todo magistrado
debe observar de conformidad con nuestro ordenamiento jurídico”(Cas.
N° 2013-96. Diálogo con la Jurisprudencia Nº 38. Enero 2001. Pág. 239).

9. R. Nº 252-98-ORLC/TR: “si bien el Código Civil no contiene


disposiciones específicas sobre la interpretación de los testamentos,
resulta supletoriamente aplicables, en cuanto resulten compatibles con la
naturaleza de esta declaraciones “mortis causa”, las normas generales
de interpretación de los actos jurídicos, entre las cuales se encuentran
los artículos 168 y 169 del mismo Código, que estipulan que dicha
interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo expresado en él y
según el principio de buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el
sentido que resulte del conjunto de ellas” (R. Nº 252-98-ORLC/TR, de
fecha 23 de julio 1998; Resolución contenida y comentada en el “Dialogo
con la Jurisprudencia Nº 58”, del mes de Julio 2003, Pág. 107-115).

10. R. Nº 212-98-ORLC/TR: “si bien el Código Civil no contiene


disposiciones específicas sobre la interpretación de los testamentos,
resultan supletoriamente aplicables, en cuanto resulten compatibles con
la naturaleza de esta declaraciones “mortis causa”, las normas generales
de interpretación del acto jurídico, entre las cuales se encuentran los
artículos 168 y 169 del mismo Código, que estipulan que dicha
interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo expresado en él y
según el principio de buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el
sentido que resulte del conjunto de ellas” (R. Nº 212-98-ORLC/TR del 29
146

de mayo 1998; Resolución contenida y comentada en el Diálogo con la


Jurisprudencia Nº 87 del mes de Diciembre 2005, Pág. 99-106).

11. RES. Nº 375-2000-ORLC/TR: “ No deberá extenderse asiento de


hipoteca legal cuando en el instrumento público se pacte que la
cancelación del saldo de precio será efectuada por la compradora al
momento de la firma de la escritura pública y la entrega física del bien,
en la que al haberse establecido un plazo, ocurre que la conclusión de
firmas es posterior a dicho plazo, por cuanto de dicha manifestación de
voluntad se infiere que ha habido cancelación total del precio de venta,
dado que de haberse omitido el pago del saldo del precio, los
vendedores no hubieran suscrito la correspondiente escritura pública,
acorde con lo establecido en el artículo 168 del Código Civil que señala
que el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya
expresado en él y según el principio de la buena fe” (Res. Nº 375-2000-
ORLC/TR, del 07-11-2000, Jurisprudencia Registral, Vol. XI, T. I, P.41).

Al igual que el anterior, también a nivel administrativo, la Oficina Nación


de Registros Públicos, invoca que el acto jurídico debe ser interpretado
de acuerdo con lo que se haya expresado en él; esto es un sistema de
interpretación objetiva.

12. RES. Nº 184-2000-ORLC/TR: El testamento es el acto jurídico por el


cual una persona dispone de sus bienes y ordena su propia sucesión,
dentro de los límites establecidos en la ley, de conformidad al artículo
686 del Código Civil, siendo de aplicación al caso de disposiciones
testamentarias dudosas o ambiguas, el artículo 169 del Código Civil que
señala que las cláusulas que señala que las cláusulas de los actos
jurídicos se interpretan las unas por medio de las otras, atribuyéndose a
las dudosas el sentido que resulte del conjunto de todas, asimismo
conforme al principio de conservación del testamento se debe optar por
aquella interpretación que permite la validez y aplicación de testamento
sobre aquella que lo conduce a su inaplicación o ineficacia, siempre y
cuando dicha interpretación no resulte incompatible con la voluntad
147

notoria del testador”. (RES. Nº 184-2000-ORLC/TR Lima, del 02 – 06-


2000, Jurisprudencia Registral, Año V, Vol. X, p. 176).

Con respecto a la interpretación testamentaria los juristas italianos Lina


Bigliazzi Geri y Otros241, han señalado que “la interpretación subjetiva
tiene aquí un relieve más acentuado, porque la finalidad principal de la
disciplina dictada en materia testamentaria es la de tutelar en la mayor
medida posible la expresión libre y plena de la última voluntad del
difunto”; sin embargo como hemos advertido en nuestra legislación se ha
aplicado una interpretación objetiva con lo que se corre el riesgo de
desnaturalizar la voluntad real del testador.

Efectivamente, como señala el doctor Jairo Cieza Mora242, jurado


informante de la presente tesis, el jurista alemán Erich Danz, a pesar de
identificarse con el sistema de interpretación objetiva, en materia
testamentaria ha optado por el sistema subjetivo cuando señala: “Las
disposiciones mortis causa (…) se deberán tomar, por el contrario, en el
sentido que solía atribuirles el mismo causante” (…)243. “No importa,
pues que el sentido común y usual de las palabras usadas por el
causante no coincida con el que resulte de modo habitual de expresarse;
este será el decisivo”. Asimismo el citado autor refiere que el artículo 133
del Código Civil alemán “es también aplicable a las disposiciones mortis
causa y excluye la interpretación al pie de la letra, es decir, la sujeción
al sentido corriente de las palabras sin tener en cuenta las circunstancias
del caso concreto”244. Lo antes indicado guarda coherencia con lo
señalado por Danz ya que en aspectos patrimoniales “El juez deberá
discernir también claramente el fin económico que el testador persigue
para tenerse a él en la interpretación. Pero el testador no puede, ni

241
BIGLIAZZI GERI, Lina y Otros (1992), “Derecho Civil. Tomo I – Volumen 2: Hechos y
Actos Jurídicos”, Traducción Fernando Hinestrosa, Colombia, Universidad Externado de
Colombia; Pág. 977.
242
CIEZA MORA, Jairo (2013), “Informe sobre borrador de tesis presentado por el sr.
Francisco Solano Huamani Mendoza, titulado La Interpretación del negocio jurídico:
Problemas normativos y soluciones a la luz del Código Civil Peruano para optar por el
Grado Académico de Magister”, pág. 3-4.
243
DANZ, Erch (1926). Ob. Cit. Pág. 337.
244
DANZ, Erch (1926). Ob. Cit. Pág. 338
148

mucho menos, prever expresamente las contingencias que se puedan


producir; en estos casos, el juez habrá de suplir las lagunas de la
declaración, como hace todo intérprete. El juez ha de resolver las
dificultades penetrando fielmente en el pensamiento fundamental del
testador, tomando en cuenta todas las circunstancias que pudieron
pesar sobre su ánimo en el momento de testar y teniendo presente todo
lo que el causante pudo, según esto querer o no querer”245.

4.1.3. Incoherencia, falta de unicidad y vacíos en las normas de


interpretación del negocio jurídico.

Como se ha señalado, el ordenamiento civil peruano ha adoptado el sistema


de interpretación objetiva, al regular en su artículo 168 del Código Civil que
los actos jurídicos deben ser interpretados “de acuerdo con lo que se haya
expresado en él”, contrariamente a la decisión adoptada en el derecho
comparado antes mencionada que han recogido el sistema subjetivo o en
todo caso, si existiera la imposibilidad de aplicar este sistema, se debe tomar
el sistema objetivo como una aplicación residual, configurándose de ese
modo el sistema mixto.

El maestro José León Barandiaran246, luego de analizar la teoría de la


voluntad y teoría de la declaración, ya afirmaba antes de la promulgación del
Código Civil de 1984, que en “general se opta por una solución ecléctica,
dándose valor a la voluntad interna por encima de la declaración, en cuanto
a las relaciones entre las partes. Así, en el caso de simulación relativa se
atribuye valor el acto oculto y no al aparente; los vicios de voluntad anulan el
acto jurídico”.

Las reglas de interpretación objetiva, están más bien dirigidas a fijar el


significado del contrato cuando resulta dudosa la común intención de los
contratantes, por lo que en este supuesto el significado del contrato se

245
DANZ, Erch (1926). Ob. Cit. Pág. 339.
246
LEÓN BARANDIARAN, José (1983), “Curso del Acto Jurídico”, Lima Perú, Imprenta
UNMSM, Pg. 17.
149

complementa o uniforma recurriendo a cánones legales fundamentalmente


destinados a garantizar la conservación del contrato, conforme a normativas
típicas de estándares contractuales (como, por ejemplo, cuando las
estipulaciones de un contrato de compraventa pactadas por las partes, se
complementan con la normatividad típica del contrato de compraventa
establecida por la ley) o de equidad247.

En este orden de ideas, la sola existencia de una duda interpretativa no


determina la aplicación de reglas de interpretación objetiva, pues éstas
constituyen una solución, solamente, cuando luego de aplicarse reglas de
interpretación subjetiva se encuentra como resultado varios significados
posibles del acuerdo, por lo que el verdadero y último significado del mismo
debe encontrarse recurriendo a valoraciones normativas, como las antes
mencionadas. Por esta razón, la interpretación del contrato bajo reglas de
interpretación objetiva, tiene siempre una aplicación residual, por lo que es
llamada también interpretación integradora248. Por tanto podemos llamarlo
como algo supletoria o complementario.

La autonomía privada es protegida, por así decir, inclusive contra sí misma,


porque la ley quiere salvaguardar el espíritu auténtico, la sustancia real de la
operación perseguida por las partes, allí donde ella haya sido tergiversada y
falseada por una imperfecta formulación verbal del texto del contrato,
inclusive si éste no deja aparentemente espacio, en su tenor objetivo, a
equívocos e incertidumbres. Así, si las partes han usado una expresión que,
según el común modo de entender, tiene un cierto significado, pero resulta
en cambio que ellas de común acuerdo han entendido atribuirle un

247
BIANCA, Massimo, “Diritto Civile, Tomo 3: Il Contratto”, Dott. A. Giuffrè Editore S.p.A.
Milán, 1987, Ristampa. 1992, p. 385. Citado por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón en
FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2004), “Introducción al estudio de la interpretación en el
Código Civil Peruano”. En: VVAA (Guido Alpa y otros), selección, traducción y notas de
Leysser L. León, Presentación de Vincenzo Roppo, “Estudios sobre el Contrato en General”,
Lima Perú, 2da. Edición, ARA Editores, Pág.809.
248
BIANCA, Massimo, oB. Cit. Pag. 406-407, citado por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón
(2004), “Introducción al estudio de la interpretación en el Código Civil Peruano”. En: VVAA
(Guido Alpa y otros), selección, traducción y notas de Leysser L. León, Presentación de
Vincenzo Roppo, “Estudios sobre el Contrato en General”, Lima Perú, 2da. Edición, ARA
Editores, Pág.809.
150

significado diverso, es este último el que prevalece: para la ley, en efecto, la


interpretación no debe ‘limitarse al sentido literal de las palabras249.

Manuel De La Puente y Lavalle250 refiere que en los Códigos Civiles


peruanos posteriores, los contratos dejaron de tener sus propias normas
expresas sobre interpretación, por lo cual fue necesario recurrir a las normas
generales sobre interpretación del acto jurídico, desde que el contrato es un
acto jurídico. Tal es el caso del Código Civil de 1984, que no tiene normas
sobre interpretación de los contratos, por lo cual son de aplicación sus
artículos 168, 169 y 170 del Código Civil que versa sobre la interpretación
del acto jurídico. Recuérdese que el doctor Arias Schreiber, autor del
anteproyecto sobre contratos de la Comisión Reformadora, ha manifestado
que en el artículo sobre acto jurídico ya aprobado por la Comisión
Reformadora se han introducido normas relativas a su interpretación, todo lo
cual es aplicable a los contratos en la medida que éstos no son sino una
especie de aquél.

El tema de la interpretación de los contratos implica, dentro de la


normatividad legal contenida en el Código Civil peruano de 1984, ubicar a
los mismos (como categoría general) dentro de la disciplina de los actos
jurídicos, dado que en nuestro ordenamiento jurídico se considera a aquellos
como una especie integrante del género conformado por estos, siéndoles
aplicables a los mismos las disposiciones establecidas para el común de
dichos género251. Por tanto, los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil
tienen que ser aplicados a cualquier contrato, en tanto éste es un acto
jurídico.

Es importante tener presente que la relación entre el acto o negocio jurídico


y el contrato, es de género a especie, tal como nos recuerda Francesco

249
ROPPO, Enzo. Citado por FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2004), Ob. Cit. Pág. 818.
250
DE LA PUENTE Y LAVALLE, Manuel (2007), “Interpretación del Contrato”. En: SOTO
COAGUILA, Carlos A., Tratado de la Interpretación del Contrato en América Latina, Tomo
III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1637-1638.
251
FERNÁNDEZ CRUZ, Gastón (2004), Ob. Cit. Pág. 801.
151

Galgano252 cuando señala que las relaciones entre negocio jurídico y


contrato es una relación de género a especie: el primero es el género, el
segundo es una de las especies, junto al acto unilateral, inter vivos o mortis
causa, y a los actos unilaterales o bilaterales del derecho de familia.

Fernando Vidal Ramírez253 nos dice que “la interpretación del contrato en el
derecho peruano está regulada por las normas del Código Civil en materia
de interpretación del acto jurídico, desde que el contrato está comprendido
dentro de la latitud de su concepto y que cualquiera que sea su naturaleza y
características es, esencial y básicamente, un acto jurídico negocial. El
articulado en materia contractual no tiene propiamente normas de
interpretación, salvo la del artículo 1401 respecto a las cláusulas generales
de contratación y contratos de adhesión”.

Luego concluye, sosteniendo que “el contrato no ha sido, pues, objeto de


normas de interpretación, sistemáticamente preceptuadas sino de normas
aisladas, algunas específicamente orientadas a su interpretación y otras a
las que los exégetas y la doctrina les han dado ese carácter”. Luego señala
“que la interpretación se orienta a determinar el contenido normativo del
contrato y a establecer el sentido y alcance de la manifestación de voluntad
de los contratantes, lo que supone, entonces, indagar la razón de ser de la
relación contractual que ha quedado entablada, pero preservando lo que
cada contratante ha querido y expresado”.

En conclusión los argumentos expuestos por los juristas mencionados, no


hacen sino corroborar nuestra posición de que las normas de interpretación
de los actos o negocios jurídicos se encuentran dispersos en libros
diferentes, cuando lo correcto es que este tipo de normas bien puede estar
como parte general del Código Civil como en el caso del Código alemán o en
todo caso reunidos en el libro del acto jurídico.

252
GALGANO, Francesco (1992), “El Negocio Jurídico”, traducción realizada por
Francisco de P. Blasco Gascò y Lorenzo Prats Albentosa, Valencia España, Tirant lo
Blanch, Pág. 35
253
VIDAL RAMÍREZ, Fernando (2007) “La interpretación del contrato en el derecho
peruano”. En: SOTO COAGUILA, Carlos A., Tratado de la Interpretación del Contrato en
América Latina, Tomo III, Lima Perú, Editorial Grijley, Pág. 1643.
152

4.2. PRUEBAS DE HIPÓTESIS.

4.2.1. Hipótesis general.

Ho: “Los sistemas y reglas de interpretación del negocio jurídico establecidos


en el Código Civil Peruano deben ser reformulados, adoptándose un
sistema mixto de interpretación de tendencia subjetiva”.

Conforme se ha demostrado que tenemos artículos que reconocen principios


de sistemas interpretativos diversos: objetivo o declaracionista, subjetivo o
voluntarista y mixto o dual; lo que implica la incoherencia y unicidad entre de
las reglas de interpretación del negocio jurídico. Esto es como hemos
señalado que las reglas de interpretación del negocio jurídico contenidos en
los artículos 168, 169 y 170 de nuestro Código Civil responden al sistema
objetivo (declaracioncita); Subjetivo (voluntarista) y Mixto (dual).

Además existen vacíos que deberán ser cubiertos con reglas adicionales y
normas dispersas que deberán ser integradas para evitar la existencia de
una duplicidad (de reglas) que generen problemas de vaguedad y
antinomias.

En todo caso la Teoría de la interpretación del negocio jurídico que ha


adoptado nuestra legislación civil es de tendencia objetiva, lo cual es
contraria no solamente con el sistema de interpretación adoptada por la
mayoría de los países, especialmente latinoamericanos, que han adoptado
el sistema mixto, sino fundamentalmente porque nuestro sistema legislativa
así lo exige en razón de la situación sociocultural de la mayoría de nuestra
población, caracterizado por tener ciertas costumbres y plurilingües
divergentes, con presencia de niveles socioeconómico y educativos bajas,
153

los que muchas veces no permiten expresarse o manifestarse correctamente


la voluntad en la celebración de los negocios jurídicos.

Por todo ello consideramos que los sistemas y reglas de interpretación de


los negocios jurídicos establecidos en el Código Civil Peruano deben ser
reformulados, adoptándose un sistema mixto de interpretación de tendencia
subjetiva.

4.2.2. Hipótesis Secundarias.

H1: “Los sistemas y reglas de interpretación del negocio jurídico contenidos


en el Código Civil son dispersos, incoherentes y de tendencia objetiva”.

Son dispersos porque en el artículo 168 del Código Civil, referidos a la


interpretación del acto jurídico, estable una determinada forma de
interpretación, adoptando el sistema objetivo; estos es “El acto jurídico debe
ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según el
principio de la buena fe”; luego en el artículo 1361 al referirse sobre los
contratos (especie del acto jurídico) prescribe que: “Los contratos son
obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos. Se presume que la
declaración expresada en el contrato responde a la voluntad común de las
partes y quien niegue esa coincidencia debe probarla”; articulo cuya primera
parte concuerda con el sistema objetivo establecido en el artículo 168, pero
no así con la segunda parte, puesto que al presumir que la declaración
expresada responde a la voluntad común de las partes (voluntad real), se
está adoptando un sistema subjetivo, y lo peor es que la carga de la prueba
lo traslada a las partes, cuando lo correcto debería ser que los interpretes
(jueces) son los que deben buscar e indagar la voluntad real de las partes;
esto es que si alguna de las partes cuestionan sin presentar prueba alguna,
los interpretes no están en la facultad de indagar la voluntad real de las
partes y solo se limitan a corroborar lo expresado en el contrato; sin
embargo, ello guarda contrasentido con el artículo 1362 que establece que
“Los contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas
154

de la buena fe y común intención de las partes”; esto es que los contratos


deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la buena fe y
común intención de las partes, y precisamente el objeto de interpretación es
determinar la común intención de las partes.

Por otro lado, el artículo 1401 del Código Civil regula que “Las estipulaciones
insertas en las cláusulas generales de contratación o en formularios
redactados por una de las partes, se interpretan, en caso de duda, a favor de
la otra”; como se observa este artículo establece una forma distinta de
interpretar los contratos, cuando se trata que el contrato ha sido redactado
por una de las partes, lo cual no se tiene regulado en los artículos genéricos
de los actos o negocios jurídicos, cuando lo correcto es que este tipo de
normas debería estar en el Libro II del Código Civil.

Asimismo cabe mencionar el artículo 1531 del Código Civil que dispone que
“Si el precio de una transferencia se fija parte en dinero y parte en otro bien,
se calificará el contrato de acuerdo con la intención manifiesta de los
contratantes, independientemente de la denominación que se le dé. Si no
constan la intención de las partes, el contrato es de permuta cuando el valor
del bien es igual o excede al del dinero; y de compraventa, si es menor”.
Como puede notarse en el presente artículo, también se toma en cuenta “la
intención de las partes”, al igual que en el sistema de interpretación subjetiva
en el que se privilegia la intención de las partes.

Finalmente tenemos el artículo 2055 del Código Civil que señala que “las
disposiciones del derecho extranjero aplicable se interpretan de acuerdo al
sistema al que pertenezcan”; esto es, que la interpretación puede ser de
acuerdo con el sistema objetivo, subjetivo o mixto, dependiendo al sistema
al que pertenece el derecho extranjero, lo cual consideramos que debió estar
en el libro del acto jurídico como una de las reglas de interpretación para
disposiciones extranjeras.

Conforme a este hipótesis en el presente investigación se ha efectuado un


estudio coherente y ordenado de los principios de las diversas sistemas de
155

interpretación; y precisamente en virtud de dicho estudio se ha llegado a la


conclusión de recomendar la adopción del sistema mixto en nuestro
legislación civil en cuando corresponde a los negocios jurídicos.

Es una realidad plenamente constatable que en el articulado


correspondiente a la interpretación de los negocios jurídicos (actos jurídicos
para nuestro Código Civil) “no existe una integridad sistemática en los
criterios interpretativos a utilizar ante un negocio que debe ser interpretado.
Los criterios que se encuentran recogidos en los tres artículos dedicados a
la temática interpretativa no contienen reglas armónicas de aplicación que se
complementen entre sí, e incluso no existe un orden de prioridad entre ellas,
que permita esbozar la construcción de un sistema interpretativo unívoco,
denotándose tan solo una tendencia objetivante”254 que se manifiesta
principalmente, según parecer propio, en los artículos 168 al 170 del Código
Civil.

Precisamente sobre este aspecto se pronuncia Carmen Arana


Courrejolles255, manifestando la incidencia en la ausencia de un cuerpo
orgánico; esto que “las normas interpretativas carecen de un cuerpo teórico
referencial que clarifique el alcance normativo de los criterios interpretativos ,
su importancia práctica, los principios del análisis y la finalidad que persigue
la interpretación”; por lo que se deduce a partir de la constatación de la falta
de articulación y orden, que conlleva a la carencia de unidad, es decir de una
totalidad organizada, por lo que se concluye que, en conjunto, tales normas
no tienen ningún valor funcional excluyéndose así la posibilidad de
establecer normas principales y normas subsidiarias.

Como hemos señalado, la orientación adoptada por nuestro Código Civil es


claramente objetivista o declaracionista, sobre la base del artículo 168, que
señala que para interpretar el acto jurídico se debe tomar en cuenta
únicamente la voluntad manifestada; sin embargo, en materia contractual no

254
PALACIOS MARTÍNEZ, Eric (2002). “Contribución a la Teoría del Negocio Jurídico”
(Concepto, interpretación, ineficacia). Lima: Jurista Editores, Pág. 130.
255
ARANA COURREJOLLES, Carmen (1992). Ob Cit. Pág. 320-319.
156

hay claridad en los planteamientos del Código Civil, pues algunos artículos
son típicamente declaracionista. Esta disparidad de criterios al interior del
propio Código ha dado lugar a un interesante debate en nuestro medio sobre
si en materia contractual se ha consagrado el voluntarismo o el
declaracionismo., pues sería absurdo e incongruente que dentro de un
Código se establecieran normas declaracionistas para el acto jurídico y
normas voluntaristas para el contrato.

Por ello, es necesario señalar también –al igual que el maestro extinto
Lizardo Taboada Còrdova256_ que en el ámbito nacional, con la mayor
naturalidad, como algo totalmente lógico, se acostumbra mencionar que el
sistema del Código es declaracionista en materia negocial y voluntarista en
materia contractual, lo que desde nuestro punto de vista es completamente
inadecuado e incorrecto. Sería absurdo que en un Código declaracionista en
materia negocial existan normas voluntaristas en materia contractual, pues
se trata de dos campos íntimamente vinculados, que no pueden tener en
esta materia una regulación distinta.

H2: “De acuerdo a la legislación comparada y la realidad peruana, se debe


adoptar el sistema mixto de interpretación de los negocios jurídicos con
tendencia subjetiva”.

Efectivamente en la presente investigación se ha determinado con claridad


que la normatividad contenido en el Libro II de nuestro Código Civil,
específicamente en el artículo 168 pertenece al sistema objetivo de la
interpretación de los actos o negocios jurídicos, lo cual como hemos
señalado no es lo más adecuado para nuestra realidad, sino un sistema
mixto de tendencia subjetiva, en el que el intérprete trate de determinar la
intención de partes más que la interpretación literal de lo expresado en el
acto o negocio jurídico.

256
TABOADA CÓRDOVA, Lizardo (2002). “Acto Jurídico, Negocio Jurídico y Contrato”.
Lima: Grijley, .Pág. 206 y 207.
157

Esto es que la orden de prelación en cuanto a la interpretación de los actos o


negocios jurídicos debe ser la operación o la actividad del magistrado o del
operador jurídico respectivo, determinar primero la voluntad real o la
verdadera intención de las partes en la celebración del negocio jurídico y no
simplemente limitarse a la interpretación literal ni tampoco presunciónes con
carga de la prueba a las partes; luego agotado todos los esfuerzos y los
métodos interpretativos, no sea posible determinar la verdadera intención de
la partes, en segundo lugar, se puede recurrir a otra forma de interpretación,
haciendo uso de los aforismos o máximas interpretativas que a lo largo del
tiempo han venido compilando los autores y que con frecuencia se usan a
falta de disposición legal, como ejemplos de aforismos de esta naturaleza:
“Cuando la ley no distingue tampoco debe hacerlo el intérprete”; “sobre la
letra debe prevalecer la intención”; “Donde existe la misma razón debe existir
la misma disposición”; “Nadie está obligado a hacer lo que la ley no manda,
ni impedido de hacer lo que ella no prohíbe”; etc.

Al respecto compartimos la tesis expuesto por el jurista argentino Santos


Cifuentes257, quien sostiene que “El intérprete debe utilizar una doble faz
subjetivo-objetiva. Por un lado la voluntad real (histórica) de las partes; por
el otro, en caso de que no sea fructífera esa indagación subjetiva, atender a
una serie de cartabones (reglas) orientadores para construir la voluntad
presunta. La primera operación –subjetiva- atiende al comportamiento de
las partes relacionado con el negocio y su formación; al criterio sistemático
en cuanto se considera el negocio en su conjunto y en cada una de sus
expresiones y cláusulas tratándolas como un todo, y a la buena fe o la
conducta de las partes por la recíproca lealtad y confianza que se deben
mutuamente. La segunda operación –objetiva- atiende a principios legales
como los de conservación del negocio, lo que más convengan a la
naturaleza del negocio y a la equidad, los usos y costumbres y la inclinación
favorable al deudor y a la liberación”.

257
CIFUENTES, Santos (2004). Ob. Cit. Pág. 344.
158

En cuanto a la orden de prelación o jerarquía entre la interpretación subjetiva


o histórica (o en concreto) y la interpretación objetiva, Francisco Messineo258
afirma que la relación o jerarquía entre la interpretación subjetiva y objetiva
es de subordinación lógica del segundo al primero. Por tanto, “el intérprete
puede recurrir al subsidio de las reglas de interpretación objetiva, sólo
cuando no pueda reconstruir sin dudas la intención común concreta, es
decir, solamente cuando se vea precisado por la imposibilidad recién
señalada a sustituir por algo presuntivo o supositicio la efectiva intención
común concreta”. Con esta afirmación categórica del autor, queda claro
nuestra hipótesis planteada.

En países como México, a falta de ley que precise el alcance de los actos
jurídicos, establecen como reglas de interpretación los Principios Generales
del Derecho: “Debe tenerse en cuenta que a falta de ley que precise el
alcance de los actos jurídicos, cuando sus autores no han hecho uso de su
autonomía de voluntad, se debe estar a los Principios Generales de Derecho
según dispone el Código Civil de acuerdo con la Constitución Federal de la
República”259.

Teniendo en cuenta la hipótesis planteada y los argumentos expuestos


desde el punto de vista doctrinario y derecho comparado, consideramos que
es necesario efectuar una modificación de los artículos 168, 169 y 170 del
Código Civil, para ello proponemos un proyecto de ley que modificada los
citados artículos, de ese modo se pretende superar los problemas
planteados sobre la interpretación de los actos o negocios jurídicos en el
Perú.

Establecer el sistema mixto en la interpretación con tendencia subjetiva,


consideramos que es lo más adecuado, conforme a lo que se tiene en el
derecho comparado.

258
MESSINEO, Francesco (1986). Tomo II. Ob. Cit. Pag. 90.
259
BAQUEIRO ROJAS, Edgard (1995), “Diccionario Jurídico Harla. Volumen I: Derecho
Civil”. México: Harla, Pág. 63-64.
159

4.3. PRESENTACIÓN DE RESULTADOS.

Luego del análisis y discusión de los resultados corresponde presentar los


resultados desde el punto de vista Teórico o doctrinario, derecho
comparado, normatividad del Código Civil y Jurisprudencia nacional.

a) Resultado desde el punto vista teórico o doctrinario.

Luego del análisis y discusión de las teorías o sistemas de interpretación


del negocio jurídico, se ha advertido la parte positiva y negativa o critica
de cada uno de las teorías de la interpretación.

El sistema objetivo al prevalecer la declaración o manifestación


(exteriorizado) de la voluntad en la interpretación de los negocios
jurídicos, pretende garantizar la seguridad jurídica; sin embargo, al
descartar o negar la interpretación de la voluntad real o común intención
de las partes, se corre el riesgo que en la interpretación se llegue
determinar una voluntad no querida o deseada por las partes o permitir
la manipulación de las voluntades, puesto que no admite la
interpretación de la común intención de las partes. En consecuencia este
sistema de interpretación no es lo idóneo para nuestra realidad.

El sistema subjetivo pretende llegar a la voluntad real o común intención


de las partes que celebraron el negocio jurídico; sin embargo, ello
muchas veces no siempre es posible, por lo que tampoco es una teoría
adecuada para la interpretación de los actos o negocios jurídicos.

El Sistema mixto, prevalece que en la interpretación de los negocios


jurídicos se trate de encontrar la común intención de las partes, pero en
160

caso que ello es definitivamente imposible; entonces faculta recurrir a la


interpretación objetiva.

En conclusión, consideramos que la teoría o sistema de interpretación


del acto o negocio jurídico que debe adoptar nuestro ordenamiento
jurídico civil, debe ser el sistema mixto.

b) Resultado desde el punto de vista del derecho comparado.

El resultado del análisis del sistema o teoría de interpretación de los


negocios jurídicos en los países de Europa, es que todos los países ha
establecido en sus ordenamientos civiles el sistema subjetivo; esto es
prevaleciendo en la interpretación el común intención o la voluntad real
de las partes, aun cuando como en el caso de Alemania
doctrinariamente se cuestionaba el sistema subjetivo y recomendaba el
sistema objetivo desde el punto de vista de la seguridad jurídica.

En los países centro y sudamericanos, tal como se ha mencionado y se


ha efectuado el análisis correspondiente, teniendo como referentes a la
normatividad civil del continente europeo, han adoptado el sistema o
teoría subjetiva o mixta, lo cual guarda con el objetivo de la
interpretación.

En nuestro país, tal como hemos sustentado, se ha adoptado el sistema


objetivo en la interpretación de los actos o negocios jurídicos, aun
cuando no guarda coherencia cuando se refiere a los contratos.

c) Resultado desde la normatividad del Código Civil.

Conforme hemos señalado, al analizar el artículo 168 del Código Civil


peruano, llegamos a la conclusión que nuestra legislación civil ha
adoptado el sistema objetivo para la interpretación de los actos o
negocios jurídicos.
161

Esta afirmación es corroborados casi por todos los juristas peruanos


especialistas en la materia, tanto es así que el mismo ponente o coautor
que fuera del Libro II Acto Jurídico del Código Civil de 1984, doctor
Fernando Vidal Ramírez en reiteradas oportunidades ha reafirmado que
nuestro ordenamiento civil ha adoptado el sistema objetivo en la
interpretación de los actos jurídicos. Con lo cual queda zanjado el
sistema adoptado por nuestra legislación civil.

Por otro lado, el resultado de nuestra investigación advierte cierta


incoherencia e confusa en la interpretación, cuando se trata del negocio
jurídico llamado “contratos”, puesto que según el artículo 1362 de
nuestro Código, la interpretación sería bajo el sistema subjetivo; esto es
encontrar la “común intención de las partes”

d) Resultado desde el punto de vista de la Jurisprudencia Nacional.

La jurisprudencia peruana no es uniforme en cuanto a la interpretación


de los actos o negocios jurídicos, pues por un lado los operadores
resaltan el sistema objetivo contenido en el artículo 168 de nuestro
Código Civil, y por otro lado, recomiendan que en la interpretación deba
de encontrarse o determinarse la común intención de las partes.

Primero Caso.- Tenemos en la Casación Nº 452-2007-Lima (Caso Nº 1)


que en su quinto considerando dice:
“Quinto.- Interpretación de los contratos, ello consiste en determinar el sentido
y alcance de sus estipulaciones, siendo que en tres hipótesis fundamentales
tiene lugar la interpretación del contrato: 1. Cuando sus términos son oscuros y
ambiguos. 2. Cuando siendo claro sus términos, no se concilian con la
naturaleza del contrato o con la verdadera intención de las partes que aparece
manifestada y. 3. Cuando relacionando las cláusulas del contrato surgen dudas
acerca del alcance particular de alguna o algunas de ellas, estando a que los
artículos 168 a 170 regulan las reglas de interpretación correspondiendo a los
Jueces de mérito –primera y segunda instancia- interpretar los contratos”.

Como puede advertirse en el numeral 2, señala que la interpretación de


los contratos se puede dar “cuando siendo claro sus términos, no se
162

concilian con la verdadera intención de las partes que aparece


manifestada”; esto es que se refiere a una interpretación subjetiva; sin
embargo, cuando menciona “que los artículos 168 a 170 regulan las
reglas de interpretación”, está señalando una interpretación objetiva, lo
cual viene a ser una contrasentido.

Precisamente como resultado del desarrollo de la investigación, se


resalta la incoherencia y falto de unidad en la interpretación de los actos
o negocios jurídicos, dado que ello se refleja en la jurisprudencia
nacional. Además, nos atrevemos a señalar que la norma de
interpretación contenida en el artículo 168 del Código Civil, no siempre
es observada por los operadores jurídicos.

La falta de unidad resalta también cuando en el artículo 168 del Código


Civil establece que el acto jurídico debe interpretarse según el principio
de buena fe, y luego en el artículo 1362 del mismo cuerpo legal señala
que el acto jurídico debe celebrarse y ejecutarse según las reglas de
buena fe, como si el contrato no fuera un negocio jurídico.

Segundo Caso.- Observamos en los artículos noveno y décimo de la


Casación Nº 1757-2009-Arequipa (Caso Nº 2), cuyo tenor literal es lo
siguiente:

“Noveno.- Que, en relación al alegato referido a señalar que el contrato deberá


interpretarse de acuerdo a las reglas del artículo 168 del Código Civil, cabe
tener presente que el referido dispositivo legal establece que el acto jurídico
debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado en él y según
el principio de la buena fe. Norma en mención que regula el sistema de
interpretación objetiva del intérprete es la declaración en sí, con independencia
de lo que realmente quiso el agente. Décimo.- Al respecto, no obstante la parte
recurrente pretende la interpretación del contrato en virtud de lo dispuesto en el
artículo 168 del Código Civil, empero contrariamente a lo estipulado en el
citado dispositivo pretende otorgar una interpretación distinta a lo
expresamente estipulado en la cláusula quinta del contrato materia de Litis;
razones por las cuales, este extremo debe ser desestimado, debiendo tomarse
en cuenta para ello lo dispuesto en el artículo 1361 del Código Civil que
163

establece que los contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en


ellos y que se presume que la declaración expresada en el contrato responde a
la voluntad común de las partes y quien niegue esa coincidencia debe
probarla”.

Se advierte que el artículo noveno señala en forma categórica que el


sistema de interpretación de los contratos es objetiva (sistema objetiva),
con independencia de lo que realmente quiso el agente; luego
contrariamente en el artículo décimo, basándose en el artículo 1361 del
Código Civil, señala la presunción de que la declaración expresada en
el contrato responde a la voluntad común de las partes (sistema
subjetiva), lo cual es un contrasentido que amerita una regulación
adecuada.

Tercer caso.- Tenemos el séptimo considerando de la Casación Nº


2587-2005-Lima, cuyo tenor literal es la siguiente:

“Sétimo.- Que, conforme a los artículos 168 y 170 del Código Civil los actos
jurídicos deben ser interpretados de acuerdo con lo que se haya expresado en él y
según el principio de la buena fe, así como según la naturaleza y el objeto del acto;
siendo que en el presente caso si bien se advierte que las partes han otorgado el
“Nomen juris” de renovación, la naturaleza del pacto de acuerdo a los criterios de
interpretación que establecen las normas acotadas ha sido establecer una cláusula
de prórroga en la que se autorizaba al Banco a prorrogar el plazo del título valor sin
que sea necesaria la intervención de los obligados”.

En esta casación los magistrados solo se limitan indicar que los actos
jurídicos se interpretan de acuerdo con lo que se haya expresado en el
contrato; esto desde el punto de vista del sistema objetivo de interpretación y
para nada señala la voluntad real o sistema subjetivo de interpretación o sea
lo que importa es lo que se ha expresado en el contrato y no la voluntad real

Cuarto caso.- Tenemos la Casación Nº 2080-2001-Lima (Desalojo), cuyo


quinto considerando es la siguiente:

“Quinto.- Que, de lo reseñado en el 3° considerando de la presente resolución,


queda clara que el Colegiado para resolver la controversia de su competencia,
debía, en principio, determinar si le asistía o no a la parte accionante derecho de
propiedad sobre el bien materia de litis; sin embargo lejos de determinar ello, la
164

Sala se limita a indicar que tal precisión no le resulta posible por una supuesta
“confusa redacción del contrato”, y que el derecho de propiedad o no deberá ser
determinado en la vía correspondiente, lo cual constituye un error porque el
Colegiado tiene la obligación de interpretar el título del accionante ya sea aplicando
el método objetivo, sistemático o teleológico, previstos en los artículos 168, 169 y
170 del Código Civil, a fin de determinar si le asiste o no el derecho de propiedad,
porque sólo así se estará pronunciando adecuadamente sobre uno de los puntos
controvertidos fijados en la audiencia correspondiente”.

En este caso la Sala Civil Suprema señala que el título debe interpretarse
conforme a los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil; esto es en otras
palabras desde el punto de vista del sistema subjetivo de la interpretación,
sin reparar para nada el sistema subjetivo.

Quinto caso.- En un primer momento tenemos la sentencia de primera


instancia, recaída en el Exp. Nº 53822-97 del Segundo Juzgado Civil de
Lima, cuyo cuarto considerando es la siguiente:

“CUARTO.- Que siendo ello así no puede inferirse que se haya incurrido en causal
de nulidad por exceso en las atribuciones del representante en la constitución de
hipoteca antes referida, puesto que en el poder no se indicó que la facultad de
otorgar en garantía el inmueble fuera únicamente para deudas u obligaciones de
los demandantes, ni hasta por un monto determinado, ni que debiera señalarse
expresamente en cualquier posterior hipoteca el domicilio real de los demandantes
y no del representante; que en todo caso, se debieron haber limitado los alcances
del poder en forma expresa, puesto que conforme establece el artículo 168 del
Código Civil, el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya
expresado en él y según el principio de buena fe; que en tal sentido, la buena fe
protege a quien realiza un acto jurídico basado en la expresión de voluntad
exteriorizada, tal como lo ha hecho el Banco Mercantil, ahora absorbido por el
Banco Santander-Perú”.

Se observa que en esta sentencia el Juez Civil, señalando el artículo 168 del
Código Civil, se refiere a la interpretación objetiva del acto jurídico; luego
dicha sentencia fue confirmada por la Sala Civil Superior (Exp. Nº 53822-97);
pero lo que llama la atención es lo que la Sala Civil de la Corte Suprema se
ha pronunciado en vía de Casación Nº 765-99-Lima, en su quinto
considerando, cuyo tenor literal es la siguiente:

“Quinto.- Que la interpretación del contenido de determinada cláusula contractual a


fin de determinar cuál fue la intención de las partes al redactarla, es una tarea de
las instancias de mérito, pues la labor de la Corte cuando conoce en vía de
casación se circunscribe a las cuestiones de iure o de derecho con expresa
exclusión de la apreciación probatoria”.
165

Se advierte que la Sala Civil de la Corte Suprema señala que en la


interpretación del contrato debe determinarse cuál ha sido la intención de las
partes al redactarla; esto es, que adopta el sistema subjetivo, mientras tanto
el juez de primera instancia como el de segunda instancia se refieren a la
interpretación objetiva; lo cual pues demuestra con claridad los
pronunciamientos contradictorios de los magistrados en un mismo
expediente.

Sexto caso.- Tenemos la interpretación que hace Registros Públicos sobre


los Testamentos, donde por falta de disposiciones sobre interpretación de
los Testamentos, supletoriamente se aplican los artículos 168 y 169 del
Código Civil; esto es que se aplica el sistema objetivo de la interpretación, tal
como observa en uno de los considerandos de la Resolución Nº 252-98-
ORLC/TR, cuyo tenor literal es la siguiente:

“Que, en tal sentido, si bien el Código Civil no contiene disposiciones específicas


sobre la interpretación de los testamentos, resulta supletoriamente aplicables, en
cuanto resulten compatibles con la naturaleza de esta declaraciones “mortis causa”,
las normas generales de interpretación de los actos jurídicos, entre las cuales se
encuentran los artículos 168 y 169 del mismo Código, que estipulan que dicha
interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo expresado en él y según el
principio de buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el sentido que resulte
del conjunto de ellas”

Asimismo tenemos la Resolución Nº 212-98-ORLC/TR, donde al igual que el


anterior mencionado, aplica supletoriamente los artículos 168 y 169 del
Código Civil para interpretar los testamentos, pero se advierte un
contrasentido en sus considerandos que a continuación citamos:

“Que, en tal sentido, si bien el Código Civil no contiene disposiciones específicas


sobre la interpretación de los testamentos, resultan supletoriamente aplicables, en
cuanto resulten compatibles con la naturaleza de estas declaraciones mortis causa,
las normas generales de interpretación del acto jurídico, entre las cuales se
encuentran los artículos 168 y 169 del mismo Código, que estipulan que dicha
interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo expresado en él y según el
principio de la buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el sentido que
resulte del conjunto de ellas”;
166

En este considerando se refiere a la interpretación objetiva del testamento,


para cuyo efecto se pretende aplicar supletoriamente los normas de
interpretación del acto jurídico.

“Que, adicionalmente, resulta conveniente tener en cuenta que la interpretación de


los testamentos reviste caracteres especiales derivados de la circunstancia que la
voluntad del testador no puede renovarse o aclararse por su autor, por lo que, como
indica Guillermo Lohmann Luca de Tena, debe darse “preferencia a la voluntad
sobre la declaración, siempre que esta voluntad aparezca efectivamente
manifestada, siquiera de una manera imperfecta o no acorde con los criterios
generales” y que “siempre supuesta la existencia de duda, en la interpretación
gramatical debe preconizarse una interpretación más restrictiva que extensiva,
porque la última puede acaso hacer aparecer una voluntad donde tal vez no
existiera en lo absoluto” (Guillermo Lohmann Luca de Tena, “Derecho de
Sucesiones” Vol. XVII- Tomo II, Biblioteca Para Leer el Código Civil Fondo Editorial
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1996, págs. 238 241),siendo que la
voluntad expresada por la testadora, sin perjuicio de la posible existencia de
inexactitudes terminológicas, resulta clara en la atribución dominial del inmueble
solo a favor de dos de sus sucesores, no resultando procedente que en sede
registral se interprete en forma extensiva la existencia de una voluntad diferente
que beneficie también a doña María Nelly Ruesta Angulo de Prosser”.

En este considerando, amparándose en la obra del jurista Guillermo Lohman


Luca de Tena, sostiene que debe darse preferencia a la voluntad sobre la
declaración; o sea, se debe dar preferencia a la voluntad o intención del
testador más que a la declaración, con lo cual se estaría dando prevalencia
a la interpretación subjetiva o voluntaria, más que a la interpretación objetiva
o declaracionista, lo cual guarda una contradicción con el considerando
anterior, toda vez que ello ocurre en el mismo expediente o sobre mismo
causa.

Estos son pues la casuística o los pronunciamientos jurisprudenciales que


demuestran de que no existe una coherencia en la aplicación de las normas
de interpretación de los negocios jurídicos, reflejándose cierto desorden y
contrasentidos que ameritan pues una modificación de las normas de
interpretación de los actos o negocios jurídicos, como una forma de ordenar
y uniformizar los criterios interpretativos dentro un sistema mixto.
167

CAPITULO 5: IMPACTOS.

5.1. PROPUESTA PARA SOLUCIÓN DEL PROBLEMA.

La propuesta para la solución del problema es modificar el artículo 168, 169


y 170 del Código Civil e incorporar el artículo 170-A en el Código Civil; esto
es respecto a las normas de interpretación del acto o negocio jurídico,
contenido en el Libro II del actual Código Civil, para cuyo efecto se propone
el siguiente Proyecto de Ley:

a) Fundamentación del Proyecto de Ley.

Considerando:

Que, es necesario modificar e incorporar artículos que regulan sobre


interpretación del Acto Jurídico del Código Civil, adecuando las mismas
acorde con la realidad social del país, con la finalidad de promover negocios
jurídicos que permitan mayor desarrollo económico y social, expresado ello
en el mejor nivel de vida de la población, especialmente en las zonas rurales
y marginales, como parte de la política de inclusión social.

Exposición de Motivos.

Que, para efectos de la interpretación de los actos jurídicos el artículo 168


del Código Civil prescribe: “El acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo
con lo que se haya expresado en él y según el principio de buena fe”.
Acogiéndose con ello a la teoría o sistema objetivista o declaracionista; sin
168

embargo por otra parte al desarrollar estos principios en su específica


aplicación a los contratos, regula en el artículo 1361 del Código: “Los
contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado en ellos. Se
presume que la declaración expresada en el contrato responde a la
voluntad común de las partes y quién niegue esa coincidencia debe
probarla”. Asimismo en el artículo 1362 del mismo cuerpo legal regula “Los
contratos deben negociarse, celebrarse y ejecutarse según las reglas de la
buena fe y común intención de las partes”.

Que, teniendo en cuenta los artículos 1361 y 1362 del Código Civil, se
advierte que en materia contractual se acoge al sistema o teoría de
interpretación subjetiva o voluntaria, en contraste con el artículo 168 del
Código; generando con ello una confusión y/o desorden en materia de la
interpretación de los actos o negocios jurídicos, toda vez que el negocio
jurídico viene ser el género, mientras el contrato la especie.

Que, por lo expuesto, es necesario uniformizar los criterios en la regulación


de la interpretación de los negocios jurídicos, incluyendo por supuesto los
contratos, teniendo en consideración la idiosincrasia y el nivel de desarrollo
sociocultural peruana, a fin de que las normas interpretativas de los negocios
jurídicos sea el fiel reflejo de los comportamientos individuales y colectivos
que suelen practicarse en los diversos negocios.

Que, dentro de ese marco, las normas de interpretación de los negocios


jurídicos no pueden ser trabas ni normas perjudiciales del ser humano,
puesto que “la persona humana y su dignidad es el fin supremo de la
sociedad y del Estado”260; de lo que se colige que las normas jurídicas están
al servicio de la persona y no al revés.

Por estas consideraciones se presenta el siguiente proyecto de ley


modificatoria.

260
Art. 1. Constitución Políticas del Estado, prescribe: “La defensa de la persona humana
y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y del Estado”.
169

b) Proyecto de Ley.

Artículo 1.- Modificación de los artículos 168, 169 y 170 del Código
Civil.

Modificase los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil, conforme a los
siguientes textos:

“Artículo 168.- El negocio jurídico debe ser interpretado de acuerdo a la


común intención de las partes y no limitarse al sentido literal de las palabras.

En la determinación de la intención común de las partes, el intérprete debe


apreciar el comportamiento de las partes, anterior, simultáneo y posterior a
la celebración del negocio jurídico y todas las circunstancias que contribuyan
a determinar su voluntad real.

Si las palabras parecieran contrarias a la voluntad de las partes, prevalecerá


ésta sobre aquellas”.

“Artículo 169.- Las cláusulas de los negocios jurídicos se interpretan las


unas por medio de las otras, conforme la unidad del acto jurídico. De existir
una cláusula dudosa se interpretará según el sentido unitario del negocio
jurídico.

Las clausulas insertas en las condiciones generales del negocio jurídico o en


formularios dispuestos por uno de los agentes se interpretan, en caso de
duda, a favor del otro. Cuando a un acto impreso se le añade un manuscrito
y los textos son contradictorios, prevalece el manuscrito”.

“Artículo 170.- Si una expresión tiene varios significados debe utilizarse


aquel que sea conforme a la causa del negocio jurídico celebrado y en el
sentido que le permita producir efectos jurídicos”.

Artículo 2.- Incorporación del artículo 170-A del Código Civil.


170

“Artículo 170-A.- Cuando a pesar de la aplicación de las normas contenidas


en este título, el negocio jurídico continúa siendo oscuro, debe éste ser
entendido en el sentido menos gravoso para el obligado, si fuese a título
gratuito, y en el sentido que realice la armonización equitativa de los
intereses de los agentes, si fuese a título oneroso.

El negocio jurídico debe ser interpretado de acuerdo con la buena fe,


teniendo en cuenta, en su caso, los usos y costumbres admitidos, para
interpretar sus ambigüedades”.

5.2. COSTOS DE IMPLEMENTACIÓN DE LA PROPUESTA

Para la implementación de la propuesta, no requiere mayor costo que la de


presentar el Proyecto de Ley en el Congreso de la República para su
discusión y aprobación, luego con el visto bueno del Poder Ejecutivo para su
correspondiente promulgación y puesta en vigencia.

Luego será importante realizar la capacitación de los operadores jurídicos


para una cabal comprensión de las normas modificatorias a fin de que se
puedan aplicarse correctamente en la interpretación de los actos o negocios
jurídicos. Esta capacitación podemos dividir en tres niveles: Un primer Nivel
sería de los magistrados y secretarios jurisdiccionales; segundo Nivel sería
de los funcionarios o servidores públicos, especialmente de los Registros
Públicos, y un tercer Nivel sería de los abogados y otros interesados.

La capacitación de los magistrados y secretarios jurisdiccionales a nivel


nacional podría realizarse a través de la Academia de la Magistratura,
entidad encargado de capacitación en el ámbito jurisdiccional; mientras la
capacitación de los funcionarios o servidores públicos, especialmente del
personal de Registros Públicos, podrían capacitarse mediante cursos o
seminarios organizados por las mismas entidades; y finalmente la
171

capacitación de los abogados y otros interesados, podrían ser a través de


las universidades y colegios de abogados del Perú.

Por lo expuesto, consideramos que en la implementación de la propuesta no


ocasionará mayores costos, puesto que la Academia de la Magistratura
cuenta con el presupuesto anual orientado a la capacitación de los
magistrados y secretarios jurisdiccionales; en lo que respecta a la
capacitación de los funcionarios o servidores públicos (Registros Públicos)
podrían ser autofinanciadas mediante cursos o seminarios, y finalmente la
capacitación de abogados y otros no generaran muchos gatos.

5.3. BENEFICIO QUE APORTA LA PROPUESTA.

El beneficio que aporta la propuesta, es que no solamente nuestro


ordenamiento civil estaría acorde con la doctrina y la legislación comparada,
sino fundamentalmente que en la interpretación de los actos o negocios
jurídicos debe primar la voluntad real o la común intención de las partes
como el claro reflejo de la autonomía privada de la voluntad.

Además teniendo en cuenta la realidad nacional, es de apreciar que la


sociedad peruana cuenta con ciertos niveles de situaciones socioculturales
(pobreza, analfabetismo, problemas lingüísticos: quechua, aymara, etc.) y un
gran sector de la población se expresan o se manifiestan a través de sus
usos y costumbres sociales, los que no siempre pueden estar acorde o
conforme a la ley, por eso también es importante adoptar un sistema mixto
en la interpretación de los actos o negocios jurídicos, puesto que por tener
ciertas características desfavorables no pueden expresar adecuada o
correctamente su voluntad en los actos jurídicos, tal como regula la ley. De
tal modo, cuando haya discusión sobre interpretación de los actos jurídicos
realizados, pueda el intérprete (juez), primero indagar la intención o voluntad
real de las partes, y se ello no fuera posible definitivamente, se debe recurrir
a lo que hayan declarado o expresado en el acto jurídico.
172

En términos generales, el beneficio que aportará este proyecto ley, es que


definitivamente se acabara con las confusiones o incertidumbres en la
aplicación de las normas, puesto que las propuestas expresan con claridad
para todos los actos jurídicos con lo que se guarda coherencia tanto con la
doctrina como con la legislación comparada.

Finalmente podemos afirmar que prevalecer una interpretación que no


exprese la intención o voluntad real de las partes es un acto de injusticia.
173

CONCLUSIONES.

Tanto en la doctrina como en el derecho comparado se recomienda adoptar


el sistema mixto de interpretación del acto o negocio jurídico; esto es con
prevalencia del sistema subjetivo (común intención de las partes) y
subsidiariamente el sistema objetivo (conforme a lo declarado la voluntad)..

En la población peruana se tiene un considerable grado de pobreza y


analfabetismo, lo que aunado a los usos y costumbres de determinadas
comunidades campesinas, nativas y de toda la población rural, determinan
serias dificultades para expresar su voluntad en la celebración y ejecución
del acto o negocio jurídico; así como también la posibilidad de comprender
los efectos de los negocios jurídicos conforme se estipula en el Código Civil.

El Código Civil peruano acoge una concepción objetiva para la interpretación


de los actos o negocios jurídicos, cuyas reglas se encuentran establecidas
en los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil; sin embargo, se advierte
cierta contradicción o incoherencia con lo dispuesto en el artículo 1362 del
Código, dado que en este último se menciona que los contratos deben
negociarse, celebrarse y ejecutarse de acuerdo a la “común intención de las
partes”, lo que implica que en caso de conflicto en la interpretación, el
operador jurídico deberá indagar y determinar cuál ha sido la común
intención de las partes al celebrar ese negocio jurídico.

El orden de prelación en la interpretación de los actos o negocios jurídicos


debe ser primero, indagar y determinar la voluntad real o la común intención
de las partes (interpretación subjetiva); y segundo, subsidiariamente se debe
recurrir a la interpretación de la voluntad declarada (interpretación objetiva),
haciendo el uso del principio de la buena fe, y de los métodos sistemático y
finalista o teleológica de la interpretación del acto o negocio jurídico.
174

La interpretación literal es un punto de partida y no constituye una regla de


interpretación del negocio jurídico. La común intención de las partes implica
una regla subjetiva de interpretación en tanto se busca conocer la voluntad
real del sujeto y apreciar sus intenciones (sea mediante la manifestación de
la voluntad externa o por medio de sus comportamientos).

La buena fe constituye solamente otros de los criterios de interpretación que


el intérprete debe tener en cuenta para llegar a aprehender la “común
intención de las partes” y consiste en aplicarlo como regla de conducta para
averiguar cuál ha sido la confianza razonable que las partes atribuyen a las
declaraciones y comportamientos de la contraparte y al significado objetivo
del acuerdo.

El criterio de la interpretación sistemática del contrato impone al intérprete la


obligatoriedad de interpretar cualquier cláusula del contrato en función de su
conjunto, es decir, teniendo en cuenta el todo (como expresión de una
misma voluntad).

El criterio de la interpretación finalista o teleológica es de carácter subsidiario


y busca eliminar el significado diverso de los términos utilizados por las
partes en el negocio. Es subsidiario en la medida que está relacionado con
la común intención de las partes (como regla general).
175

RECOMENDACIONES.

Como recomendación consideramos que deben modificarse e incorporarse a


los artículos de la interpretación del acto o negocio jurídico en los siguientes
términos:

Artículo 168 del Código Civil.- “El negocio jurídico debe ser interpretado de
acuerdo a la común intención de las partes y no limitarse al sentido literal de
las palabras.

En la determinación de la intención común de las partes, el intérprete debe


apreciar el comportamiento de las partes, anterior, simultáneo y posterior a
la celebración del negocio jurídico y todas las circunstancias que contribuyan
a determinar su voluntad real.

Si las palabras parecieran contrarias a la voluntad de las partes, prevalecerá


ésta sobre aquellas”.

Artículo 169 del Código Civil.- “Las cláusulas de los negocios jurídicos se
interpretan las unas por medio de las otras, conforme la unidad del acto
jurídico. De existir una cláusula dudosa se interpretará según el sentido
unitario del negocio jurídico.

Las clausulas insertas en las condiciones generales del negocio jurídico o en


formularios dispuestos por uno de los agentes se interpretan, en caso de
duda, a favor del otro. Cuando a un acto impreso se le añade un manuscrito
y los textos son contradictorios, prevalece el manuscrito”.
176

Artículo 170 del Código Civil.- “Si una expresión tiene varios significados
debe utilizarse aquel que sea conforme a la causa del negocio jurídico
celebrado y en el sentido que le permita producir efectos jurídicos”.

Artículo 170-A del Código Civil.- “Cuando a pesar de la aplicación de las


normas contenidas en este título, el negocio jurídico continúa siendo oscuro,
debe éste ser entendido en el sentido menos gravoso para el obligado, si
fuese a título gratuito, y en el sentido que realice la armonización equitativa
de los intereses de los agentes, si fuese a título oneroso.

El negocio jurídico debe ser interpretado de acuerdo con la buena fe,


teniendo en cuenta, en su caso, los usos y costumbres admitidos, para
interpretar sus ambigüedades”.
177

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ANEXOS
187

CASO Nº 1

CAS. Nº 452-2007-LIMA. Obligación de Dar Suma de Dinero.


Lima, veintiséis de noviembre del dos mil siete.- LA SALA CIVIL TRANSITORIA DE LA
CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPUBLICA; vista la causa número
cuatrocientos cincuenta y dos- dos mil siete, en Audiencia Pública de la fecha y producida la
votación con arreglo a ley, emite la siguiente sentencia; MATERIA DEL PROCESO: Se trata
del recurso de casación interpuesto por Del Pilar Miraflores Hotel Sociedad Anónima, contra
la resolución de vista emitida por la Primera Sala Civil Subespecializada Comercial de la
Corte Superior de Justicia de Lima, de fojas trescientos setenta y tres, su fecha cuatro de
octubre del dos mil seis, que confirma la sentencia apelada de fojas doscientos ochenta y
cinco, de fecha veinticinco de mayo del dos mil seis, que declara fundada la demanda;
ordena llevar adelante la ejecución hasta que la ejecutada cumpla con pagar al ejecutante la
suma de un millón ciento setenta y mil novecientos veintisiete dólares americanos con
treinta y cuatro centavos, más intereses demandados, costas y costos; FUNDAMENTOS
DEL RECURSO: Que, el recurso de casación fue declarado procedente por resolución del
trece de junio del dos mil siete, por las causales previstas en los incisos primero, segundo y
tercero del artículo trescientos ochenta y seis del Código Procesal Civil, en virtud de lo cual
los recurrentes denuncian: I. la interpretación errónea de una norma de derecho
material, con respecto, a) del artículo mil trescientos sesenta y dos del Código Civil,
alegando que es imposible jurídica, contractual, financiera y tributariamente, pretender que
se procedió a ejecutar el derecho de dar por vencidas todas las cuotas pendientes de pago
contenido en la cláusula décima de los contratos materia de Litis, puesto que ser así, lo que
hubiese sucedido es que el acreedor no hubiese requerido a mi representada “SOLO” (sic)
las cuotas contenidas en sus cartas de resolución contractual, sino además, aquellas que
aún no habían vencido, generando con ello que el importe total que hubiese reclamado (por
capital e intereses) fuese superior a los tres millones de dólares, en tal sentido, agrega que
resulta incongruente pretender darle la naturaleza jurídica de una comunicación de
aceleración de cuotas por vencer conforme a lo establecido en la décima cláusula de los
contratos de arrendamiento financiero y leaseback, amparándose erróneamente en lo
dispuesto por el artículo mil trescientos sesenta y dos del Código Civil, pues a tal derecho
de aceleración el banco renunció expresamente, toda vez que al momento de comunicar su
decisión de resolver los contratos, “SOLO EXIGIÓ LOS IMPORTES ADEUDADOS POR
CONCEPTO DE LA RENTA VENCIDA” (sic) y en ningún momento indicó el ejercicio del
referido derecho, b) del artículo noventa del Decreto Legislativo doscientos noventa y
nueve, (debe entenderse como artículo nueve conforme a lo expuesto en el recurso), en
atención a que el segundo párrafo del numeral denunciado señala expresamente que en
caso de incumplimiento en dos o más cuotas faculta al acreedor a dar por resuelto el
contrato, situación que en el presente caso se ha presentado y que de ninguna manera
puede considerarse como una aceleración del vencimiento de las cuotas pendientes de
pago a la fecha de la comunicación. Continúa afirmando que la pretendida justificación
contenida en la sentencia impugnada, mediante la cual se pretende sustentar que el importe
demandado (que carece de toda justificación contractual y financiera) se ha obtenido por la
aceleración de las cuotas, no tiene sustento, II. Inaplicación de una norma de derecho
material, a saber del artículo mil trescientos veintitrés del Código Civil, para lo cual
argumenta que dicho numeral, al cual hace referencia la resolución impugnada, está
referido única y exclusivamente a aquellos casos en los cuales una única obligación es
fraccionada o se acuerda que se efectué en cuotas periódicas, puesto que conforme lo
establece el artículo mil doscientos veinte del Código Civil, pago equivale a ejecución
integral de la prestación, por lo que corresponde determinar si existía una única prestación
que hubiese sido fraccionada en cuanto a su pago, siendo que en el caso de los contratos
de arrendamiento financiero, existen múltiples prestaciones, las cuales se agotan o
concluyen de manera consecutiva, cada vez que la renta pactada se devenga, por lo tanto
188

no puede pretenderse que exista una sola obligación de pago “fraccionada” en el período
temporal contenido en los contratos de arrendamiento financiero, en consecuencia no
resulta aplicable al presente caso la norma denunciada, III. La contravención a las normas
que garantizan el derecho a un debido proceso, ya que, a) no es posible pretender
considerar que al amparo del principio de libertad de contratación y del principio de
búsqueda de la voluntad real (artículo mil trescientos sesenta y dos del Código Civil), se
pueda resolver ultra petita, lesionando con ello los legítimos derechos de su representada
con una interpretación antojadiza y contraria al sentido de la voluntad contractual y la
legislación especial que regulan los contratos de arrendamiento financiero, ya que al señalar
que la resolución del contrato por parte del Banco Interbank no es tal en base al principio de
la búsqueda de la voluntad real, sin embargo, en base al mismo principio las partes
acordaron que en caso de incumplimiento el acreedor podía resolver el contrato tal como así
lo disponen los diferentes contratos mercantiles; y b) en ningún momento se nos ha
comunicado el hecho fáctico de haber recibido de parte de uno de los fiadores solidarios un
pago parcial ascendente a cuatrocientos sesenta mil dólares, importe que la Sala pretende
desconocer al señalar taxativamente en el sexto considerando de la impugnada,
desconociendo con ello el valor probatorio que un instrumento público tiene, no está
cuestionando el derecho que tiene el acreedor a exigir que se pague, lo que cuestiona es
que el acreedor no tiene derecho a exigir más allá de lo que el contrato y la propia ley le
otorga; y, CONSIDERANDO: Primero.-Que, existiendo denuncias por vicios In Iudicando e
in Procedendo, corresponde verificar primero si se ha configurado o no esta última causal,
pues en caso de ser estimada se dispondría el reenvío de la causa al estado procesal
correspondiente, impidiendo que sea factible el análisis de las normas materiales en las que
se sustenta o debió sustentarse la resolución recurrida; Segundo.-Sobre las denuncias
por vicios In Procedendo, con respecto al ítem a) de la denuncia por contravención a las
normas que garantizan el derecho a un debido proceso, se debe indicar que como lo ha
expuesto el Tribunal Constitucional, en su sentencia recaída en el Expediente número dos
mil quinientos ocho-dos mil cuatro-AA, publicada el doce de noviembre del dos mil cuatro,
en el diario Oficial El Peruano, “el debido proceso está concebido como el cumplimiento de
todas las garantías, requisitos y normas de orden público que deben observarse en las
instancias procesales de todos los procedimientos, (…), a fin de que las personas estén en
condición de defender adecuadamente sus derechos ante cualquier acto del Estado que
pueda afectarlos. Vale decir que cualquier actuación u omisión de los órganos estatales,
dentro de un proceso, (…) jurisdiccional, debe respetarse el debido proceso legal…, desde
aquella perspectiva y estando a los hechos en que se sustenta el ítem a), se debe precisar
que los presentes autos versan sobre una de Obligación de Dar Suma de Dinero, por la cual
el Banco Internacional del Perú – INTERBANK-, emplaza a Del Pilar Miraflores Hotel
Sociedad Anónima a efectos que se le pague la suma de un millón ciento sesenta y seis mil
novecientos veintisiete dólares americanos con treinta y cuatro centavos, más los intereses
moratorias y compensatorios, según lo pactado en los contratos materia de ejecución,
siendo que como es de verse de la resolución impugnada de fojas trescientos setenta y tres,
su fecha cuatro de octubre del dos mil seis, que confirma la sentencia de primera instancia,
de fojas doscientos ochenta y cinco, de fecha veinticinco de mayo del dos mil seis, se
ordena que se lleve adelante la ejecución hasta que la ejecutada cumpla con pagar a la
ejecutante la suma de un millón ciento sesenta y seis mil novecientos veintisiete dólares
americanos con treinta y cuatro centavos, más los intereses demandados, con lo que se
cumple el Principio de Congruencia Procesal, por el cual, el Juez debe dictar sus
resoluciones de acuerdo con el sentido y alcances de las peticiones formuladas por las
partes en atención al principio antes mencionado previsto en la segunda parte del artículo
séptimo del Título Preliminar citado, toda vez que la infracción a este principio determina la
emisión de sentencias incongruentes como la sentencia ultra petita, la extra petita, citra
petita e infra petita, estando a que en el caso de autos de forma alguna puede alegarse que
la sentencia recurrida es incongruente por ser una sentencia ultra petita, vale decir, que se
resuelve más allá del petitorio o hechos, por lo expuesto líneas arriba, consecuentemente
este extremo del recurso deviene en inamparable, máxime si lo que busca en el fondo la
recurrente es cuestionar la aplicación de normas de naturaleza material, como lo es el
artículo mil trescientos sesenta y dos del Código Civil, lo que no resulta viable al amparo de
una causal de naturaleza procesal, Tercero.-Con respecto al ítem b) de la causal de
contravención a las normas que garantizan el derecho a un debido proceso, se tiene que,
como se observa de autos la Sala Civil, en la resolución de vista recurrida, ha valorado de
189

manera conjunta, utilizando su apreciación razonada todos y cada uno de los medios
probatorios aportados al proceso, de conformidad con el artículo ciento noventa y siete del
Código Procesal Civil, al extremo de no desconocer, como alega la recurrente, el pago
parcial que supuestamente habrían haber realizado los fiadores sino que en todo caso,
ordena al AQuo que en la etapa de ejecución verifique tal hecho, resultando igualmente
inviable este extremo del recurso, Cuarto.-Con respecto a las denuncias por vicios In
Iudicando, a saber de la interpretación errónea del artículo mil trescientos sesenta y
dos del Código Civil y nueve del Decreto Legislativo número doscientos noventa y
nueve, (ítems a y b del numeral I), causal que se configura cuando concurren los
siguientes supuestos: a) el Juez establece determinados hechos esenciales, a través de una
valoración conjunta y razonada de las pruebas aportadas al proceso; b) que aquellos
hechos, así establecidos judicialmente tienen relación de semejanza esencial o identidad
con los supuestos fácticos de una norma jurídica material individualmente seleccionada
como pertinente para el caso concreto; c) que elegida esta norma como pertinente (sólo ella
o en concurrencia con otras) para resolver el caso concreto, la interpreta ( y aplica); d) que
en la actividad interpretativa, el Juzgador utilizando los métodos de interpretación, yerra al
establecer el alcance y sentido de aquella norma (es decir, incurre en error al establecer la
verdadera voluntad objetiva de la norma), con lo que resuelve litigio de manera distinta o
contraria a los valores y fines del derecho y, especialmente vulnerando el valor superior del
ordenamiento jurídico, como es el de la justicia; Quinto.- Interpretación de los contratos,
ello consiste en determinar el sentido y alcance de sus estipulaciones, siendo que en tres
hipótesis fundamentales tiene lugar la interpretación del contrato: 1. Cuando sus términos
son oscuros y ambiguos, 2. Cuando siendo claros sus términos, no se concilian con la
naturaleza del contrato o con la verdadera intención de las partes que aparece manifestada
y, 3. Cuando relacionando las cláusulas del contrato, surgen dudas acerca del alcance
particular de alguna o algunas de ellas, estando a que los artículos ciento sesenta y ocho a
ciento setenta regulan las reglas de interpretación correspondiendo a los Jueces de mérito -
primera y segunda instancia- interpretar los contratos, lo que escapa al control de la Corte
de Casación, pues esta sólo puede intervenir cuando se infringe una Ley en caso que se
desnaturaliza el contrato al interpretarlo, o como sostiene Sánchez Palacio Paiva, en su libro
“El Recurso de Casación Civil-Praxis”, “en casación, no se controla la interpretación de la
voluntad de las personas. Esto excluye los términos de un contrato…Resultando claro que
los fines de la casación no se compatibilizan con los pactos privados y que tampoco pueden
dar lugar a la ejemplificación”, sin embargo dicho autor reconoce que “por ejemplo,
determinar si los hechos que se han constatado configuran un contrato de mutuo o se trata
de un contrato de depósito, o establecer si se presentan los elementos que configuran un
contrato de compra venta, etc. Tal calificación no importa una cuestión fáctica, sino que es
un control de derecho que entra de lleno en el oficio casatorio”, criterio que es tomado por
este Supremo Colegiado; Sexto.-Sobre lo cuestionado por la recurrente, como es de
verse del recurso de casación interpuesto, lo que la denunciante cuestiona no es sino la
interpretación sobre adelantamiento de cuotas vencidas, que el A Quem ha dado a los
contratos sub litis específicamente a la cláusula décima de la Escritura Pública de Compra
Venta Leaseback inmobiliario de fecha once de agosto del dos mil de fojas catorce –treinta y
nueve, modificado por Escritura Pública de modificación de Arrendamiento Financiero de
fecha diez de noviembre del dos mil de fojas cuarenta, así como la cláusula décima de la
Escritura Pública de arrendamiento financiero de fecha once de agosto del dos mil de fojas
cincuenta, modificada por Escritura Pública de medicación de arrendamiento financiero de
fecha diez de noviembre del dos mil de fojas setenta y dos, y de la décima cláusula de la
Escritura Pública de arrendamiento financiero de fecha nueve de noviembre del dos mil de
fojas ochenta y dos, que señalan que “…si el banco resolviera el presente contrato, podrá
dar por vencida todas las cuotas del arrendamiento financiero, produciéndose el
vencimiento anticipado de las mismas, las que deberán ser pagadas de inmediato…”lo cual
difiere, según la recurrente, de la verdadera voluntad objetiva de las normas denunciadas,
en tal sentido, y como ya se ha señalado líneas arriba, éste Colegiado ha precisado que la
interpretación de los contratos –en línea de principio rector- es tarea confiada a la cordura
del juzgador de mérito, pues ello son cuestiones de hecho reservados a jueces de instancia,
y la decisión que al respecto ellos produzcan, sólo será atacable en Casación por denuncia
de error de calificación del contrato, error éste de derecho, situación que de forma alguna
ha denunciado la recurrente al invocar la interpretación errónea del artículo mil trescientos
sesenta y dos del Código Civil o del artículo noveno del Decreto Legislativo doscientos
190

noventa y nueve, pues no cuestiona la naturaleza de los contratos sub litis (leasing) sino
más bien los acuerdos adoptados, vale decir, si es o uno un adelantamiento de cuotas, o
que nos remitiría a una interpretación de los pactos privados, por lo que el recurso en este
extremo debe desestimarse; Séptimo.-Sobre la inaplicación de una norma de derecho
material, a saber del artículo mil trescientos veintitrés del Código Civil, a que se hace
referencia el ítem II), causal que se configura cuando concurren los siguientes supuestos: a)
el Juez por medio de una valoración conjunta y razonada de las pruebas, establece como
probado ciertos hechos alegados por las partes y relevantes del litigio; b) que estos hechos
guardan relación de identidad con determinados supuestos fácticos de una norma jurídica
material; c) que no obstante esta relación de identidad (pertinencia de la norma) el Juez no
aplica esta norma (específicamente, la consecuencia jurídica), resolviendo el conflicto de
intereses de manera contraria a fines del derecho y, particularmente, lesionando el valor de
justicia, a dicho respecto ante todo debe señalarse que como es de verse de la sentencia
impugnada, la Sala Civil si ha aplicado dicha norma material, por lo que la causal deviene
en inamparable, sin embargo se debe indicar que nuevamente lo que pretende la recurrente
es una interpretación de las cláusulas contractuales, lo cual resulta inviable en cede
Casatoria, mas aún si se precisa que el recurso extraordinario de casación tiene un carácter
restrictivo, pues en primer lugar sólo se provocara la apertura de esta Sede Casatoria si se
configuran, algunas de las causales que se encuentran predispuestas en la ley, vale decir,
las preceptuadas en el artículo trescientos ochenta y siete del Código Procesal Civil, siendo
que tal criterio se agudiza por no actuar este Supremo Tribunal como una tercera instancia
y en segundo lugar, por cuanto, este recurso tiene por principal finalidad, en el sistema puro
u ortodoxo, la correcta observación del derecho positivo en las decisiones judiciales y,
complementariamente la unificación de dichas decisiones en casos similares, en tal línea de
ideas, es de deducir que en lo que concierne a la interpretación de los contratos no es tarea
de este Supremo Tribunal, pues ello encierra una cuestión de hecho reservada a los Jueces
de instancia; Octavo.-Que, siendo así, al no verificarse las causales denunciadas, debe
procederse conforme a lo dispuesto en los artículos trescientos noventa y siete, trescientos
noventa y ocho y trescientos noventa y nueve del Código Procesal Civil; por cuyas razones,
declararon: INFUNDADA el recurso de casación interpuesto Del Pilar Miraflores Hotel
Sociedad Anónima, en consecuencia NO CASARON la resolución de vista de fojas
trescientos setenta y tres, su fecha cuatro de octubre del dos mil seis, CONDENARON al
recurrente al pago de las costas y costos originados en la tramitación del recurso; así como
a la multa de dos Unidades de Referencia Procesal; DISPUSIERON la publicación de la
presente resolución en el Diario Oficial El Peruano bajo responsabilidad; en los seguidos por
Banco Internacional del Perú -Interbank contra Del Pilar Miraflores Hotel Sociedad Anónima
sobre Obligación de Dar Suma de Dinero; y los devolvieron. Vocal Ponente Señor Solís
Espinoza.- SS. TICONA POSTIGO, SOLÍS ESPINOZA, PALOMINO GARCÍA, CASTAÑEDA
SERRANO, MIRANDA MOLINA.
191

CASO Nº 2

CAS. Nº 1757- 2009 AREQUIPA. Lima, nueve de marzo de dos mil diez.- VISTA;
Con el acompañado; la causa número mil setecientos cincuenta y siete – dos mil nueve; en
audiencia pública llevada a cabo en la fecha, luego de verificada la votación con arreglo a
ley, se ha emitido la siguiente sentencia: RECURSO DE CASACIÓN: Se trata del recurso
de casación interpuesto mediante escrito de fojas ciento noventa y siete por don Fidel Díaz
Miranda, contra la sentencia de vista de fojas ciento ochenta y siete, su fecha quince de
mayo de dos mil nueve, expedida por la Cuarta Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de
Arequipa, que confirma la sentencia de fojas ciento catorce, su fecha veintiuno de octubre
de dos mil ocho, en el extremo que declara fundada la demanda interpuesta por don Yuri
Herrera Camino sobre otorgamiento de escritura pública. FUNDAMENTOS DEL
RECURSO: La parte recurrente, invocando la causal de infracción normativa material,
denuncia que si bien la pretensión incoada por el demandante se sustenta en el artículo
1412 del Código Civil, también es cierto que su defensa se fundamenta en lo dispuesto en el
artículo 1426 del citado Código, que establece que en los contratos bilaterales se suspende
el cumplimiento de una obligación si la otra parte no ha cumplido con la suya, por lo que
debió fijarse como punto controvertido establecer si el demandante cumplió con su
obligación del pago total del precio de venta del predio. Agrega, que en el caso de autos
existen dos posiciones respecto de la minuta de compraventa, la que exige el otorgamiento
de la escritura pública y la que se opone a dicha formalización, pues los compradores no
han cumplido con el pago total de venta, por lo que la recurrida debió interpretar el contrato
conforme a las reglas del artículo 168 del Código Civil de lo que se desprende que se ha
inaplicado una norma de derecho material. Finalmente sostiene que la sentencia debió
considerar el artículo 1426 del Código Civil, pues una de las partes no cumplió la prestación
a su cargo, dado que el demandante no canceló el precio total de la compraventa.
CONSIDERANDO: Primero.- Que, es materia de la demanda el otorgamiento de la
escritura pública correspondiente a la venta de la propiedad denominada Fundo La
Verónica, ubicado en la Avenida La Aviación, kilómetro 7 Lateral 4 Cerro Colorado, de la
ciudad de Arequipa, efectuada mediante minuta de contrato de compra venta de predio
rústico de fecha tres de agosto de dos mil cinco, demanda que se sustenta en lo dispuesto
en el artículo 1412 del Código Civil referido a la exigencia de partes del cumplimiento de la
formalidad del contrato. Segundo.- Que, en ambas instancias de mérito se ha llegado a
determinar que de acuerdo a lo pactado en la cláusula quinta, forma de pago del contrato de
compra venta de predio rústico, antes citado, los compradores tenían noventa días para
cancelar el saldo del precio, plazo que empezaba a computar a partir de la suscripción de la
escritura pública, por lo que, atendiendo a que a la fecha aún no se ha suscrito la escritura
pública, el plazo de los noventa días no ha empezado a correr, por lo que concluyen que, de
acuerdo a lo dispuesto en el artículo 1549 del Código Civil el comprador puede requerir al
vendedor para que formalice el referido contrato. Tercero.- Cabe tener presente que la
autonomía privada o libertad de contratación es el derecho que tienen las personas para
decidir celebrar contratos y con quién hacerlo, así como la libertad para determinar el
contenido de los mismos. Las personas son libres para negociar la celebración de sus
contratos (libertad de contratar) y las condiciones, limitaciones, modalidades, formalidades,
plazos, y demás particularidades que regirán la relación jurídica creada por el contrato
(libertad contractual). Esta libertad de contratación es un derecho fundamental de la persona
reconocido por la Constitución Política en el inciso 14) del artículo 2 y garantizado también
por el artículo 62 del texto constitucional; siempre y cuando no contravengan al orden
público, a las buenas costumbres (artículo V del Título Preliminar del Código Civil), así como
las normas legales de carácter imperativo (artículo 1354 del Código Civil). Por tanto el
acuerdo entre las partes de elevar a escritura pública la minuta de compraventa y
192

posteriormente cancelar el precio de venta, no contraviene normas de orden público o


afecta las buenas costumbres, habiendo interpretado las instancias esta cláusula quinta del
contrato de acuerdo al texto literal de esta, precisamente en salvaguarda de este libertad de
contratación. Cuarto.- El artículo 1529 del Código Civil establece que por la compraventa el
vendedor se obliga a transferir la propiedad de un bien al comprador y éste a pagar su
precio en dinero. Norma que debe observarse atendiendo las estipulaciones particulares
pactadas por las partes, de conformidad a la autonomía de la voluntad de las partes
expuesta precedentemente, por lo que, en el caso de autos, debe analizarse si el contrato
está sujeto a modalidad (sujeto a plazo, modo o condición). Quinto.- En ese orden de ideas,
conforme se ha determinado en las instancias de mérito, la forma de pago del precio de la
compra venta del inmueble materia de Litis se encuentra establecido la cláusula quinta de la
minuta de compraventa obrante a folios tres de autos, que textualmente establece “(…)
QUINTA.- FORMA DE PAGO. (…) – La cantidad de US $ 58 400.00 (Cincuenta y Ocho Mil
Cuatrocientos y 00/100 Dólares Americanos) que serán cancelados en un plazo que no
exceda a los 90 días de suscrita la escritura pública”. Conforme a los términos pactados
en la citada cláusula, se aprecia que las partes contratantes establecieron como condición
del pago del saldo del precio del bien, el otorgamiento previo de la Escritura Pública. Sexto.-
El artículo 1426 del Código Civil261 que regula la excepción de incumplimiento o expetio non
adimpleti contractus, por su naturaleza jurídica constituye una verdadera y propia excepción
sustancial, basada en el Derecho sustantivo, y no procesal; considerada como el ejercicio
de la facultad que tiene cada parte de suspender legítimamente la prestación debida,
cuando la otra parte exige la ejecución de ella, mientras que esta parte no cumple u ofrece
cumplir la contraprestación a su cargo. (De la Puente y Lavalle Manuel, El contrato en
general. Comentarios a la Sección Primera del Libro VII del Código Civil, Tomo II, Palestra
Editores, Lima, 2001 pp. 317.) Sétimo.- Sobre el particular, el demandado plantea que, por
tratarse del cumplimiento de la relación jurídica obligacional creada por un contrato de
compraventa al no haber cancelado el precio, él no está obligado a ejecutar la prestación a
su cargo por cuanto el demandante no ha ejecutado aún la contraprestación que le
corresponde ni ha garantizado su ejecución. Al respecto, no cabe aplicar al presente caso el
artículo 1426 del Código Civil, como pretende la parte recurrente, al estar el pago del precio
del bien materia de venta sujeto a condición como es el otorgamiento previo de la Escritura
Pública, Octavo.- En tal sentido, resulta infundado el alegato referido a señalar a que en las
instancias de mérito se omitió fijar como punto controvertido establecer si el demandante
cumplió con su obligación de pago total del precio de venta del predio, lo que queda
desvirtuado, al haberse emitido pronunciamiento según lo expresado en la sentencia de
vista en los acápites 2.4 y 2.5, razón por la cual, no se encuentra acreditado el agravio
denunciado. Noveno.- Que, en relación al alegato referido a señalar que el contrato deberá
interpretarse de acuerdo a las reglas del artículo 168 del Código Civil, cabe tener presente
que el referido dispositivo legal establece que el acto jurídico debe ser interpretado de
acuerdo con lo que se haya expresado en él y según el principio de la buena fe. Norma en
mención que regula el sistema de interpretación objetiva del intérprete es la declaración en
sí, con independencia de lo que realmente quiso el agente. Décimo.- Al respecto, no
obstante la parte recurrente pretende la interpretación del contrato en virtud de lo dispuesto
en el artículo 168 del Código Civil, empero contrariamente a lo estipulado en el citado
dispositivo pretende otorgar una interpretación distinta a lo expresamente estipulado en la
cláusula quinta del contrato materia de Litis; razones por las cuales, este extremo debe ser
desestimado, debiendo tomarse en cuenta para ello lo dispuesto en el artículo 1361 del
Código Civil que establece que los contratos son obligatorios en cuanto se haya expresado
en ellos y que se presume que la declaración expresada en el contrato responde a la
voluntad común de las partes y quien niegue esa coincidencia debe probarla. Por las
consideraciones antes anotadas, y advirtiéndose que los agravios alegados en el recurso de
casación resultan infundados y verificándose que la sentencia de vista recurrida ha sido
emitida acorde a derecho, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 397 del Código
Procesal Civil. RESOLUCIÓN: Declararon INFUNDADO el recurso de casación interpuesto
a fojas ciento noventa y siete por don Fidel Díaz Miranda, en consecuencia, NO CASARON
la sentencia de vista de fojas ciento ochenta y siete, su fecha quince de mayo de dos mil

261
Artículo 1426 del Código Civil.- En los contratos con prestaciones reciprocas en que éstas deben
cumplirse simultáneamente, cada parte tiene derecho de suspender el cumplimiento de la prestación a
su cargo, hasta que se satisfaga la contraprestación o se garantice su cumplimiento.
193

nueve, en el extremo que confirma la sentencia apelada de fojas ciento catorce, su fecha
veintiuno de octubre de dos mil ocho que declara fundada la demanda sobre otorgamiento
de escritura pública, con lo demás que contiene; ORDENARON la publicación del texto de
la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, conforme a ley, y los devolvieron.-
Vocal Ponente Mac Rae Thays.- SS. VÁSQUEZ CORTEZ, TÁVARA CÓRDOVA,
RODRÍGUEZ MENDOZA, ACEVEDO MENA, MAC RAE THAYS.
Publicado en El Peruano el miércoles 29 de febrero de 2012. Pág. 33822-33823.
194

CASO Nº 3.

CAS. Nº 2587-2005- LIMA.


Lima, 12 de abril dos mil seis.
La Sala Civil Permanente de la Corte Suprema de Justicia de la Republica, vista la causa
número dos mil quinientos ochenta y siete guion dos mil cinco, en audiencia pública de la
fecha y producida la votación de acuerdo a ley, emite la siguiente resolución: 1. MATERIA
DEL RECURSO: Se trata del recurso de casación interpuesto por Estancia Don Sancho
Sociedad Anónima Cerrada contra la sentencia de vista de fojas doscientos dos, su fecha
once de mayo de dos mil cinco, emitida por la Quinta Sala Civil de la Corte Superior de
Justicia de Lima, que confirmando la sentencia apelada contenido en la resolución número
veinticinco obrante a fojas ciento setenta y uno, su fecha veintiocho de mayo de dos mil
cuatro, declara infundada la contradicción efectuada por la codemandada Estancia Don
Sancho Sociedad Anónima Cerrada y Carlos Alberto Boloña Behr, y Fundada la demanda
ejecutiva interpuesta por el Banco Wiese Sudameris, y en consecuencia ordena que los
ejecutados Estancia Don Sancho Sociedad Anónima Cerrada, Carlos Alberto Boloña Behr y
Sylvia Acuña Koetzle de Boloña cumplan con pagar solidariamente a favor del ejecutante la
suma de cuatrocientos veinte mil dólares americanos, más intereses, costas y costos del
proceso. 2. FUNDAMENTOS POR LOS CUALES SE HA DECLARADO PROCEDENTE EL
RECURSO: Esta Sala Suprema mediante resolución de fecha quince de noviembre de dos
mil cinco, ha estimado procedente el recurso de casación por la causal prevista en el inciso
1º del artículo 386 del Código Procesal Civil, respecto de la denuncia de interpretación
errónea del artículo 279 inciso 11 de la Ley de Títulos Valores –Ley 27287-, pues se
sostiene que la Sala Superior al indicar que el Banco demandante no prorrogó el pagaré
sino que lo renovó con la autorización consignada en el titulo-valor, interpreta erróneamente
tal norma por cuanto si el Banco realiza las renovaciones sin una nueva intervención de los
obligados, éstos quedan liberados de toda obligación, siendo que la única manera de
ampliar el plazo sin la intervención de los obligados era mediante la prórroga previamente
pactada en el titulo-valor. 3. CONSIDERANDOS: Primero.-Que, el artículo 279 de la Ley
27287 –Ley de Títulos Valores- estableció el glosario de términos de la referida Ley,
definiendo en sus incisos 10º y 11º la prórroga y la renovación de los títulos valores,
señalando con respecto a la primera que la prórroga es la ampliación de plazo de
vencimiento de un título-valor, sobre la base de un acuerdo previo adoptado conforme al
artículo 49, sin que para ello se requiera de intervención de los obligados, los mismos que
mantienen su obligación respecto del título prorrogado; y en relación a la segunda, que la
renovación es la ampliación de plazo de vencimiento de un título-valor, en mérito a una
nueva y expresa intervención del obligado u obligados que asumirán desde entonces las
obligaciones respectivas, quedando liberados de toda obligación quienes no intervengan en
la renovación. Segundo.-Que, la cláusula de prórroga del plazo se encuentra regulada en el
artículo 49 de la Ley de Títulos Valores, consistiendo ella en una ampliación del plazo del
título-valor en la fecha de vencimiento o aún después de él, siempre que se cumplan con
los siguientes requisitos: a) el obligado que admitió tal prórroga haya otorgado su
consentimiento expreso en el mismo título-valor; b) que no se haya extinguido el plazo para
ejercitar la acción derivada del título-valor a la fecha en que se realiza la prórroga; y, c) que
el título-valor no haya sido protestado o no se haya obtenido la formalidad sustitutoria, de
ser el caso. Tercero.-Que, conforme el artículo 49.2 de la referida Ley Cartular la prórroga
del plazo surtirá plenos efectos por el sólo mérito de la consignación del nuevo plazo de
vencimiento que deje el tenedor en el mismo título, firmando dicha prórroga o prórrogas que
conceda; siendo que la cláusula de prórroga acordada con el obligado principal en la
oportunidad de la emisión o aceptación del título surte sus efectos inclusive frente a los
obligados solidarios o garantes que hubieran intervenido en el título que consigne dicha
cláusula, así como frente a quienes intervengan en el título luego de las prórrogas, según lo
establece el artículo 49.4 de la citada Ley. Cuarto.-Que, en consecuencia, la cláusula de
195

prórroga consiste en un consentimiento expreso que otorga el obligado principal para que el
título valor pueda ser ampliado en su plazo por el tenedor a su vencimiento, sin que sea
necesaria la intervención del obligado ni de los garantes solidarios respecto de los cuales
también surte sus efectos la prórroga del plazo de vencimiento del título valor; no quedando
los mismos liberados de la obligación. Quinto.-Que, a diferencia de ello la renovación no es
una autorización previa para que el título-valor sea prorrogado a su vencimiento por el
tenedor, sino que es un acuerdo de ampliación del plazo que se manifiesta con la nueva
intervención del obligado en el título-valor asumiendo desde entonces las obligaciones
respectivas, quedando liberados de toda obligación quienes no intervienen en la
renovación; requiriéndose por tanto su intervención para que se entienda que el título-valor
renovado surte efectos con respecto de ellos. Sexto.-Que, en el caso sub materia se ha
establecido en el pagaré emitido con fecha treinta y uno de julio de dos mil uno, obrante a
fojas dos, se señaló que: “…el Banco se reserva el derecho de renovar este pagaré cuando
lo estime conveniente, por lo que acepto/ aceptamos todas las anotaciones que en tal
sentido haga en este título, ya sea por el importe total o cantidad menor, aun cuando las
mismas no aparezcan suscritas por mi/nosotros”. Sétimo.-Que, conforme a los artículos 168
y 170 del Código Civil los actos jurídicos deben ser interpretados de acuerdo con lo que se
haya expresado en él y según el principio de la buena fe, así como según la naturaleza y el
objeto del acto; siendo que en el presente caso si bien se advierte que las partes han
otorgado el “Nomen juris” de renovación, la naturaleza del pacto de acuerdo a los criterios
de interpretación que establecen las normas acotadas ha sido establecer una cláusula de
prórroga en la que se autorizaba al Banco a prorrogar el plazo del título valor sin que sea
necesaria la intervención de los obligados. Octavo.-Que, asimismo se colige que el pagaré
puesto a cobro ha sido prorrogado conforme a lo previsto en el artículo 49.1 de la Ley de
Títulos Valores, por cuanto ello se ha efectuado después de su vencimiento y antes de que
se haya extinguido el plazo para ejercitar la acción derivada del título-valor; no habiéndose
incurrido por tanto en defecto formal, gozando el título de mérito ejecutivo para que se
pueda despachar su ejecución. Noveno.-Que, si bien la Sala de mérito ha incurrido en error
al invocar el artículo 279 inciso 11º de la Ley de Títulos Valores, respecto de la renovación
de los títulos valores, cuando de acuerdo a la naturaleza del acto corresponde una cláusula
de prórroga, ello no amerita que se case la sentencia de vista por el simple hecho de estar
erróneamente motivada sólo en este punto, puesto que su parte resolutiva se ajusta a
derecho, habiéndose procedido a efectuar la correspondiente rectificación conforme a los
considerandos precedentes; resultando infundado el recurso de casación de conformidad
con lo prescrito en el segundo párrafo del artículo 397 del Código Procesal Civil. 4.
DECISIÓN: Por tales consideraciones: a) Declararon INFUNDADO el recurso de casación
de fojas doscientos veintisiete, interpuesto por Estancia Don Sancho Sociedad Anónima
Cerrada, en consecuencia, NO CASARON la sentencia de vista de fojas doscientos dos, su
fecha once de mayo de dos mil cinco, b) CONDENARON a la entidad recurrente a la multa
de dos Unidades de Referencia Procesal, así como al pago de las costas y costos
originados en la tramitación del recurso, c) DISPUSIERON la publicación de la presente
resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo responsabilidad; en los seguidos por el
Banco Wiese Sudamris, sobre obligación de dar suma de dinero; y los devolvieron.- SS.
CAROAJULCA BUSTAMANTE, SANTOS PEÑA, PALOMINO GARCÍA, HERNÁNDEZ
PÉREZ, MIRANDA CANALES. C-53188.
Publicado: en El Peruano el lunes 2 de octubre de 2006, Pág. 17134-17135.
196

CASO Nº 4

CAS. N° 2080-2001- LIMA DESALOJO


Lima 19 de octubre del 2001
La Sala Civil Transitoria de la Corte Suprema de Justicia de la Republica: Vista la
causa 2080-2001, con el acompañado, en Audiencia Pública de la fecha; y producida la
votación con arreglo a Ley; emite la siguiente sentencia: MATERIA DEL RECURSO: Se
trata del Recurso de Casación interpuesto por doña Julia Aurora Urresti Torres contra la
sentencia de vista de fs. 90, su fecha 19 de abril del 2001, que revocando la sentencia
apelada de fs. 63, su fecha 24 de enero del mismo, declara improcedente la demanda.
FUNDAMENTOS DEL RECURSO: La Sala mediante resolución de fecha 13 de agosto del
2001 ha estimado procedente el recurso por la causal de contravención de las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso al haber el Colegiado omitido cumplir su
obligación de pronunciarse sobre la cuestión controvertida, declarando improcedente la
demanda por una supuesta “redacción confusa del contrato”, lo que no constituye causal de
improcedencia alguna tal como se aprecia de lo establecido por el artículo 427 del Código
Adjetivo. CONSIDERANDO: Primero.-Que, por el principio de congruencia procesal, los
jueces se encuentran obligados, por un lado, a no dar más de lo demandado o cosa distinta
a lo pretensionado, ni a fundar sus decisiones jurisdiccionales en hecho no alegados por las
partes, lo que a su vez implica que tienen la obligación de pronunciarse respecto a las
alegaciones efectuadas por las partes tanto en sus escritos postulatorios como, de ser el
caso en sus medios impugnatorios, lo que en buena cuenta significa pronunciarse respecto
a todos los puntos controvertidos que constituyen la cuestión materia de discusión.
Segundo.-Que, en la presente causa se fijó como puntos controvertidos los siguientes, a)
establecer el derecho que le asiste a la parte demandante para la restitución de los aires
que se ubican sobre el 2° piso de la calle Esteban Tuerten, Nº 898, que viene a ser el 3°
piso de todo el inmueble; y b) establecer si los demandados tienen justo título que ampare
su posesión sobre el área demandada. Tercero.-Que, de lo señalado en el considerando
precedente queda claro que la materia controvertida giraba en demostrar, por un lado que la
parte accionante tenía o no título que la legitimara para solicitar el desalojo, y por otro lado
que la parte emplazada tuviera o no título que justificara la posesión que ejerce sobre el
bien materia de litis. Cuarto.-Que, la Sala de revisión al pronunciarse respecto al fondo de
la controversia señala que “de autos es de verse que las partes debaten sobre el derecho
de propiedad sobre los aires del 2° piso del mencionado inmueble, pugna que se origina en
la confusa redacción del contrato contenido en la escritura pública de fs.6 respecto a la
transmisión, o no, de la propiedad de los aires del 2° piso, situación que al no aparecer
claramente expresada en dicho contrato deberá ser previamente materia del proceso y vía
correspondiente, no del presente proceso de desalojo que precisa la clara delimitación del
derecho de propiedad y la ocupación por el demandado sin título alguno, aspectos que no
se aprecian en el presente proceso por la situación descrita (…)”. Quinto.-Que, de lo
reseñado en el 3° considerando de la presente resolución, queda clara que el Colegiado
para resolver la controversia de su competencia, debía, en principio, determinar si le asistía
o no a la parte accionante derecho de propiedad sobre el bien materia de litis; sin embargo
lejos de determinar ello, la Sala se limita a indicar que tal precisión no le resulta posible por
una supuesta “confusa redacción del contrato”, y que el derecho de propiedad o no deberá
ser determinado en la vía correspondiente, lo cual constituye un error porque el Colegiado
tiene la obligación de interpretar el título del accionante ya sea aplicando el método objetivo,
sistemático o teleológico, previstos en los artículos 168, 169 y 170 del Código Civil, a fin de
determinar si le asiste o no el derecho de propiedad, porque sólo así se estará
pronunciando adecuadamente sobre uno de los puntos controvertidos fijados en la
audiencia correspondiente. Caso contrario, no se estaría resolviendo dicho punto, lo que
implicaría una contravención del principio de congruencia procesal establecido en el artículo
197

VII del Título Preliminar del C.P.C. e inc.4° del artículo 122 del Código acotado. Sexto.-Que,
a lo expuesto debe añadirse que lo que no es materia de un proceso de desalojo por
ocupación precaria, es la determinación a cuál de las partes le asiste mejor derecho de
propiedad, para lo cual se requiere evidentemente que dichos sujetos procesales hayan
acreditado derecho de propiedad sobre el mismo predio, pero ni siquiera ha sido
determinado ni en forma positiva ni negativa en este proceso al accionante, pese a que ello
constituye uno de los elementos centrales de la discusión jurisdiccional en este tipo de litis.
Sétimo.-Que, de lo expuesto resulta evidente que se ha contravenido las normas que
garantizan el derecho a un debido proceso, siendo de aplicación lo establecido en el
numeral 2.1 del inciso 2° del art. 396 del C.P.C.; que estando a las conclusiones arribadas
declararon FUNDADA el Recurso de Casación interpuesto por doña Julia Aurora Urresti
Torres; en consecuencia NULA la sentencia de vista de fs. 9, su fecha 19 de abril del 2001;
ORDENARON al Órgano Jurisdiccional Inferior expedir nuevo fallo con arreglo a Ley; en los
seguidos por Julia Aurora Urresti Torres con Víctor Saúl Polanco Sevilla y otra; sobre
Desalojo por Ocupante Precario; y los devolvieron. SS. ECHEVARRIA A, LAZARTE H,
ZUBIATE R, BIAGGI G., QUINTANILLA Q. C-30344
Fecha de Publicación: 02-02-02.
198

CASO Nº 5

CAS. Nº 881- 99 - ICA.


Lima, 10 de noviembre de 1999.
LA SALA CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA
REPUBLICA: en la causa vista de Audiencia Pública en la fecha del año en curso, con los
acompañados, emite la siguiente sentencia: MATERIA DEL RECURSO: Se trata del
Recurso de Casación interpuesto por don Enrique De la Borda Parró y doña Sandra Woll
Vda. De la Borda, por su propio derecho y como apoderada de sus hijos José Enrique De la
Borda Woll, Sandra Verónica De la Borda Woll y Rodrigo de la Borda Woll, contra la
sentencia de vista expedida por la Sala Civil de la Corte Superior de Justicia de Ica, obrante
a fs. 925, su fecha 3 de marzo de 1999, que confirma la resolución que declara
improcedente la tacha formulada por el abogado de la demandada; confirma la resolución
que declara infundada las excepciones de caducidad y falta de legitimidad para obrar de la
demandante, confirma la sentencia apelada de fs. 890, su fecha 23 de setiembre de 1998,
que declara infundadas las observaciones contra el dictamen pericial propuesta por el
abogado de los emplazados, y fundada en parte la demanda, la reforma en lo que respecta
al tipo de moneda y fija el monto de las mejoras en 449, 398.87 nuevos soles; con los
demás que contiene. FUNDAMENTOS DEL RECURSO: La Corte mediante resolución de
fecha 31 de mayo de 1999, ha estimado procedente el Recurso de Casación únicamente
por la causal de inaplicación de los arts. 220 y 2120 del C.C. CONSIDERANDO: Primero.-
Que, el art. 220 del C.C. es una norma de derecho procesal, pues establece quiénes están
legitimados para solicitar la nulidad del acto jurídico. Segundo.-Que, consecuentemente,
dicha norma jurídica no puede ser materia de la causal de inaplicación, la cual está
reservada exclusivamente para normas de índole material. Tercero.-Que, por su parte, al
invocarse el art. 2120 del Código Sustantivo, los recurrentes pretenden la aplicación de las
normas contenidas en el C.C. de 1936, lo cual resulta contradictorio, pues en el primer
extremo del recurso se pretende la aplicación de una norma del C.C. vigente. Cuarto.-Que,
a mayor abundamiento, al fundamentarse ambas denuncias los impugnantes consideran
que la demanda deviene en infundada, por lo dispuesto en la cláusula 7ª del contrato de
arrendamiento celebrado entre los justiciables. Quinto.-Que, el contenido de los contratos
no pueden ser materia de revisión en vía casatoria por cuanto de la interpretación de las
cláusulas contractuales, no pueden extraerse consecuencias de alcance general que
permita cumplir con los fines del extraordinario Recurso de Casación. Sexto.-Que, los
límites de la sentencia casatoria están determinadas por el cumplimiento de los requisitos
de fondo establecidos en el art. 388 del C.P.C., de ahí que en el presente caso no es
posible emitir un pronunciamiento de mérito, pues el recurso no cumple con aquellos
requisitos. SENTENCIA: Por las consideraciones que anteceden, y de conformidad con lo
dispuesto en el art. 397 del C.P.C., la Sala Civil de la Corte Suprema; declara INFUNDADO
el Recurso de Casación interpuesto por don José Enrique De la Borda Parró y otros; en
consecuencia NO CASAR la sentencia de vista de fs. 925, su fecha 3 de marzo de 1999,
CONDENARON a los recurrentes al pago de una multa de 2 Unidades de Referencia
Procesal, así como de las costas y costos originados en la tramitación del recurso; en los
seguidos por doña Nelly Miranda Ruiz de Castilla sobre pago de mejoras y otro concepto;
ORDENARON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial El Peruano, bajo
responsabilidad; y los devolvieron. SS. PANTOJA, IBERICO M, OVIEDO DE A, CELIS,
ALVA.
199

CASO Nº 6

SENTENCIA DEL SEGUNDO JUZGADO CIVIL DE LIMA


EXP. Nº 53822-97
Lima, 16 de setiembre de 1998.
Vistos; Resulta de autos, que por escrito de fojas 37 y siguientes, subsanada por escrito de
fojas 49 y siguiente, don Antonio León Mosquito y Lidia Santos Mosquito de León, interpone
demanda contra el Banco, José Darío Hernández y otro a efectos de que se declare la
nulidad de Escritura de Constitución de Hipoteca y el acto que la contiene de fecha 4 de julio
de 1995 ante el Notario José Laos de Lama, sobre su casa sita en la calle Los Algarrobos
Nº 108 y 110 del distrito de San Martín de Porras; señala como fundamento de hecho que
los sorprendió que se colocara unos carteles de remate en su casa referida ordenados en el
proceso que el Banco los sigue por ante el Décimo Tercer Juzgado Civil Transitorio de Lima
y que realmente no conocen al supuesto apoderado José Darío Hernández Jiménez que
constituyó una hipoteca a sus nombres y que jamás han tenido ninguna relación con la
beneficiada JHM Contratistas Generales SRLtda. Cuyas obligaciones aparecen
garantizando con la hipoteca por la cuantiosa suma de U.S. $ 58,000.00 y que la pretensión
que interponen la sujetan al texto del mandato por no haber sido declarada su invalidez y
por haber sido utilizado por el supuesto apoderado referido y que se advierte que tal acto
jurídico está afectada de nulidad absoluta e ineficacia, toda vez que en dicho mandato no se
precisa el monto siendo por lo tanto no indubitable además de otras razones que exponen;
por lo que interponen la presente demanda; Admitida de fojas 56 fue notificada a las partes
conforme a ley; Por escrito de fojas 81 a 92 el Banco Santander se apersona al proceso y
contesta la demanda negándola y contradiciéndola en todos sus extremos señalando
además que la hipoteca materia de la nulidad se constituyó a través de representante de los
demandados otorgado por Escritura Pública y se realizó cumpliendo todos los requisitos
legales con los demás fundamentos de hecho y derecho que allí se exponen; Por resolución
de fojas 93 se tuvo por contestada la demanda; Por resolución de fojas 96 se declaró
rebelde a la co-demandada JHM Contratistas Generales S.R. Lta, y se señaló fecha para la
audiencia de saneamiento procesal y conciliación; Por resolución de fojas 109 se integra la
resolución número 5 declarándose también rebelde al codemandado Darío Hurado Jiménez;
Por resolución de fojas 119 se corrige nombre del co-demandado Darío Hernández Jiménez
y se señala nueva fecha para la audiencia respectiva, la cual se reprograma por resolución
de fojas 126; Por resolución de fojas 133 se traslada pedido de los demandantes; Por
escrito de fojas 144 el co-demandado José Darío Hernández Jiménez se apersona al
proceso y solicita se sobrecarte auto admisorio; Por resolución de fojas 154 se declara
improcedente lo solicitado. Por resolución de fojas 165 se ordena poner a conocimiento de
la parte demandante la devolución de cédula que se hace; Por escrito de fojas 168 el co-
demandado Banco Santander deduce nulidad el cual se corre traslado a la parte
demandante por resolución de fojas 175; Por resolución de fojas 177 se señala nueva fecha
de audiencia; Por resolución de fojas 183 se pone a conocimiento de la parte demandante la
devolución de cédula efectuada; Por resolución de fojas 184 se señala nueva fecha de
audiencia; Por resolución de fojas 208 se declara improcedente la nulidad deducida; A fojas
224 y 226 obra el acta de audiencia de saneamiento procesal y conciliación donde se
declara saneado el proceso, se prescindió proponer fórmula conciliatoria, se fijó el punto
materia de controversia y se admitieron los medios probatorios señalándose fecha para la
audiencia de pruebas; Por resolución de fojas 258 se traslada a la parte demandada el
ofrecimiento del medio probatorio extemporáneo; A fojas 265 obra el acta de actuación de
medios probatorios donde se le concedió a las partes el término de alegatos, habiéndolo
hecho las partes apersonadas; Por escrito de fojas 294 se absuelve el traslado conferido y
por resolución de fojas 296 se declara improcedente el ofrecimiento de medios probatorios
200

extemporáneos; Por escrito de fojas 316 los demandantes formulan apelación la misma que
se concede por resolución de fojas 319 sin efecto suspensivo y con calidad de diferida
ordenándose traerse los autos para la sentencia; Por resolución de fojas 320 se ordena
sobrecartar a las partes el escrito de fojas 133; Por resolución de fojas 339 se tiene por
absuelto el traslado conferido ordenándose tener presente al momento de sentenciar; por lo
que los presentes autos se encuentra en estado de emitir sentencia; y CONSIDERANDO:
PRIMERO.- Que el artículo 160 del Código Civil establece que el acto jurídico celebrado por
el representante, dentro los límites de las facultades que se haya conferido, produce efecto
directamente respecto del representado; que asimismo el inciso 1 del artículo 167 del mismo
cuerpo de leyes establece que los representantes legales requieren autorización expresa
para disponer o gravar los bienes del representado; SEGUNDO.-Que conforme aparece del
testimonio de escritura pública de poder especial que corre de fojas 3 a 5 del expediente, los
demandantes otorgaron poder especial a favor de don José Darío Hernández Jiménez, para
que en su nombre y representación, hipotecara, gravara, o pusiera en garantía a favor de
entidades ya sean bancarias, financiera o de otra índole el inmueble ubicado en el jirón Los
Algarrobos número 108, lote 6, manzana V, Urb. Los Jardines del distrito de San Martín de
Porres; que si bien los demandantes han cuestionado dicho poder indicando que no
correspondió a la realidad de su intención, no lo es menos que los demandantes no han
demandado expresamente en el presente proceso la invalidez del mencionado poder, sino
tan sólo de la constitución de la hipoteca cuyo testimonio corre a fojas 614 del principal,
celebrada por el mencionado José Darío Hernández Jiménez en representación de los
demandantes a favor del Banco Mercantil, con intervención de la firma J.H.M. Contratistas
Generales S.A.; TERCERO.-Que dicho poder se autorizó en su cláusula segunda, en forma
expresa, para que el apoderado suscribiera los documentos para tales efectos, tales como
la escritura y sus aclaraciones de ser necesarias; CUARTO.-Que siendo ello así no puede
inferirse que se haya incurrido en causal de nulidad por exceso en las atribuciones del
representante en la constitución de hipoteca antes referida, puesto que en el poder no se
indicó que la facultad de otorgar en garantía el inmueble fuera únicamente para deudas u
obligaciones de los demandantes, ni hasta por un monto determinado, ni que debiera
señalarse expresamente en cualquier posterior hipoteca el domicilio real de los
demandantes y no del representante; que en todo caso, se debieron haber limitado los
alcances del poder en forma expresa, puesto que conforme establece el artículo 168 del
Código Civil, el acto jurídico debe ser interpretado de acuerdo con lo que se haya expresado
en él y según el principio de buena fe; que en tal sentido, la buena fe protege a quien realiza
un acto jurídico basado en la expresión de voluntad exteriorizada, tal como lo ha hecho el
Banco Mercantil, ahora absorbido por el Banco Santander-Perú; QUINTO.-Que por lo tanto,
la pretensión resulta improbada debiendo desestimarse la pretensión conforme lo establece
el artículo 200 del C.P.C.; por cuyos fundamentos y administrando justicia a nombre de la
nación; FALLO: DECLARANDO INFUNDADA la demanda, su fecha 16 de setiembre de
1997; con costas y costos; en los seguidos por don Antonio León Mosquito y otra contra el
Banco Santander y otros sobre nulidad de Constitución de Hipoteca.

SENTENCIA DE LA CORTE SUPERIOR DE JUSTICIA DE LIMA


EXP. Nº 53822-97
PAG. 581.
Lima, 27 de enero de 1999.
VISTOS: Interviniendo como Vocal Ponente el señor Zalvidea Queirolo; por sus
fundamentos; y CONSIDERANDO: además: Primero.-Que, según es de verse de la
resolución de fojas 319, ha sido también elevado en grado de apelación conjuntamente con
la sentencia, la resolución de fojas 296, su fecha 25 de mayo de 1998, que declara
improcedente el ofrecimiento de la prueba ofrecida por la parte demandante, en su escrito
de fojas 256, consistente en el mérito del Atestado Nº 503-IC-DIEF-08, que en copia obra de
fojas 233 a 254, por lo que es menester primero emitir pronunciamiento al respecto; que
siendo ello así, y teniendo en cuenta que lo actuado en el Atestado Policial no constituye
hecho nuevo alguno sino más bien se circunscribe a las declaraciones tres de las partes en
este proceso, en el ámbito policial, que incluso tiene fecha 24 de setiembre de 1994, esto es
con anterioridad a la demanda, que ha sido interpuesta con fecha 16 de setiembre de 1997,
por lo que no reflejando lo actuado en el mismo hecho nuevo alguno suscitado con
201

posterioridad a la presentación de la demanda y su contestación, la Resolución de fojas


296, debe ser materia de ratificación por esta Sala; Segundo.- Que, por la demanda de
fojas 37, los demandantes persiguen se declare la nulidad de la Escritura Pública de
Contestación de Hipoteca otorgada a favor del Banco Mercantil, y del acto que le contiene
de fecha 4 de julio de 1995, cuyo testimonio corre de fojas 7 a 14, celebrado ante la Notaría
Eduardo Laos de Lama, respecto del inmueble de su propiedad sito en la calle los
Algarrobos Nº 108 y 110 del distrito de San Martín de Porres; por referir que la persona del
co-demandado don José Darío Hernández Jiménez, su supuesto Apoderado, persona a
quién no conocen, constituyó la hipoteca a su nombre, para garantizar obligaciones por U.S.
$ 58,000.00, con intervención de JHM Contratistas Generales SRLtda.,el que no tenía
encargo indubitable para garantizar con la hipoteca obligaciones de terceros; Tercero.-Que,
conforme es de verse de la Escritura Pública del Poder Especial de fojas 4 y 5, debidamente
inscrito en los Registros Públicos los demandantes en la cláusula primera del mismo
otorgaron Poder Especial a favor de don José Darío Hernández Jiménez, para que en sus
nombres y representación, hipoteque, grave o ponga en garantía a favor de entidades ya
sean Bancarias, Financieras o de otra índole el inmueble de su propiedad; que como se
desprende de dicha cláusula en ella no se señala que dicha facultad de dar en garantía el
bien fuera sólo para derechos u Obligaciones de los actores, ni hasta por un monto
determinado ya que la faculta de hipoteca ahí expresada no tiene limitación en cuanto al
monto o que éste no pudiera garantizar obligaciones a favor de terceros, por lo que no
teniendo por tanto dicho poder limitación alguna con respecto a dichas facultades no puede
argüirse que el mandato de los demandantes, al constituir la hipoteca a favor del Banco
demandado respecto del bien inmueble de propiedad de los demandantes, haya hecho
excediéndose de los límites de la misma, como para que dicho acto jurídico se encuentra
afectado de nulidad; por lo que la demanda no puede ampararse. Por cuyas razones:
CONFIRMARON el auto apelado de fojas 296, su fecha 25 de mayo de 1998, que declara
improcedente el ofrecimiento de medios de Prueba ofrecidos por el demandante en su
escrito de fojas 256 por extemporáneo; y CONFIRMARON también la sentencia apelada de
fojas 358, su fecha 16 de setiembre de 1998, que declara infundada la demanda de fojas
37, subsanada a fojas 49; con costas y costos; y los devolvieron; en los seguidos por don
Antonio León Mosquito y Otros con Banco Santander y Otro, sobre Declaración Judicial.

CAS Nº 765-99 LIMA


Lima, 21 de mayo de 1999.
VISTOS; a que de lo actuado aparece que don Antonio León Mosquito ha cumplido con
todos los requisitos de forma para la admisión del Recurso de Casación, y ATENDIENDO:
Primero.-Que en el escrito de fojas 451, al amparo de los incisos 1º,2º y 3º del artículo 386
del C.P.C. el recurrente denuncia: a) La interpretación errónea del artículo 160 del Código
Civil, pues al aplicarse en el presente caso debe considerarse como una norma genérica, ya
que tratándose específicamente de actos de disposición y gravamen, debe aplicarse la
norma en concordancia con el artículo 156 del Código Civil; b) La inaplicación del artículo
156 del Código Civil, desde que dicha norma exige que en el acto celebrado por poder, el
encargo debe constar de manera indubitable, siendo que del poder obrante en autos no
consta que la facultad de otorgar hipotecas incluía la de decidir o escoger el tipo de
obligación o garantizar sin autorización de los poderdantes, no constando tampoco de forma
expresa el encargo para garantizar obligaciones de terceros; c) la inaplicación del inciso 2º
del artículo 167 del Código Civil que establece que los representantes legales requieren de
autorización expresa para disponer y gravar los bienes de su representado; y d) La
contravención de las normas que garantizan el derecho a un debido proceso al considerarse
en la recurrida que el atestado policial ofrecido como prueba relativa a hechos nuevos no lo
son, pese a que dicho medio probatorio ha sido apreciado en otro proceso seguido entre las
mismas partes, vulnerándose así lo dispuesto en los artículos 429, 188 y 1º del Título
Preliminar del C.P.C. Segundo.-Que la denuncia por interpretación errónea persigue una
nueva valoración sobre el contenido de la cláusula Primera de la Escritura de Poder
Especial de fojas 3. Tercero.-Que ocurre lo mismo con la denuncia por inaplicación del
artìculo156 del Código Civil, dado que mediante esta denuncia se persigue que se vuelva a
valorar si del contenido de la cláusula primera del aludido contrato fluye o no el
otorgamiento de la facultad de otorgar la hipoteca cuya nulidad se persigue. Cuarto.-Que la
202

denuncia por inaplicación del inciso 2º del artículo 167 del Código Civil también tiene el
mismo propósito. Quinto.-Que la interpretación del contenido de determinada cláusula
contractual a fin de determinar cuál fue la intención de las partes al redactarla, es una tarea
de las instancias de mérito, pues la labor de la Corte cuando conoce en vía de casación se
circunscribe a las cuestiones de iure o de derecho con expresa exclusión de la apreciación
probatoria. Sexto.-Que la denuncia in procedendo tampoco puede prosperar pues fluye que
la prueba ofrecida fue emitida con anterioridad a la presentación de la demanda por lo que
mal puede calificarse como un hecho nuevo en los términos del artículo 429 del C. P.C.
Sétimo.-Que, en consecuencia, no se satisface a cabalidad el requisito de la debida
fundamentación a que se refiere el inciso 2º del artículo 388 del C.P.C.; por estas razones y
en uso de la facultad contenida en el artículo 392 del aludido Código Procesal; declararon
IMPROCEDENTE el recurso de casación interpuesto a fojas 451 por don Antonio León
Mosquito, en los seguidos con el Banco Santander-Perú y otros sobre Nulidad de Acto
Jurídico; CONDENARON al recurrente al pago de la multa de 3 de Unidades de Referencia
Procesal así como al pago de las costas y costos originados en la tramitación del recurso;
DISPUSIERON la publicación de la presente resolución en el Diario Oficial “El Peruano”,
bajo responsabilidad; y los devolvieron.
203

CASO 7

CUANDO EXISTE DUDA SOBRE SI EN EL TESTAMENTO SE DESIGNÓ A LOS


HEREDEROS. La interpretación del testamento: criterios a tener en cuenta262.
SUMILLA: “La ejecutoria expedida por el Tribunal Registral, nos muestra la manera como se
aborda y resuelve un problema interpretativo de la voluntad del causante, en el cual se puso
en duda que el testador hubiera establecido sus herederos en el testamento. Debe
destacarse que la jurisprudencia deja señalado que, aun cuando nuestro Código Civil no
tiene disposiciones específicas sobre interpretación de testamentos, sus normas generales
de interpretación de actos jurídicos resultan de aplicación supletoria en cuanto sean
compatibles con la naturaleza de los testamentos”.
RESOLUCIÓN Nº 252-98-ORLC/TR
Lima, 23 de julio de 1998
VISTA, la apelación interpuesta por don ALEJANDRO MANCHEGO PELLANNE(Hoja de
Trámite Documentario Nº 11603 de fecha 15 de mayo de 1998) contra la observación
efectuada por la registradora pública del Registro de Personas Naturales de Lima, Dra.
Silvia Carolina Barahona Mendoza, a la solicitud de ampliación del asiento de testamento,
en mérito a partes notariales. El título de presentó el 1 de abril de 1998 con el N° 54399.La
registradora denegó la solicitud de inscripción por cuanto: “Se reitera la observación
formulada, toda vez que no es clara la voluntad del testador, según se desprende del propio
tenor del instrumento adjunto, ya que no menciona expresamente cuáles son sus herederos
(artículo 734 del C.C. y artículo 686 del C.C. de 1936). Por lo que no es posible mencionar
en la inscripción respectiva a los herederos, dado que estos no han sido instituidos”;
interviniendo como vocal ponente la Dra. Elena Vásquez Torres; y, CONSIDERANDO: Que,
mediante el título venido en grado, el apelante solicita la ampliación del asiento del
testamento de don Teodorico Manchego Muñoz, fallecido el 12 de enero de 1984, en mérito
al parte notarial del testamento en escritura pública otorgado el 6 de julio de 1974 ante el
notario de Lima, Dr. Enrique Costa Sáenz, e inscrito en la Ficha Nº 2524 que continua en la
partida electrónica Nº 22980742 del Registro de Testamento de Lima; Que, el apelante
sustenta su recurso en el hecho de que si bien no se ha usado la palabra “instituyo” o
“heredero o herederos”, en la cláusula décimo cuarta del testamento se expresa de manera
indubitable la voluntad de la institución hereditaria en su cónyuge doña Manuela Pellanne
Espinoza y en sus hijos Carlos Alberto Manchego Bravo, María Antonia, Alejandro, Julio
César y Rosa Nelly Manchego Pellanne; Que, el causante falleció durante la vigencia del
Código Civil de 1936, en tal sentido y en estricta aplicación del artículo 2117 del Código Civil
vigente, la presente sucesión testamentaria se rige por las normas del anterior cuerpo legal;
Que, el Código Civil de 1936 disponía en su artículo 686 que “la institución de heredero o
legatario debe recaer en persona cierta y solo puede hacerse en testamento”; Que, el
precitado dispositivo no solo prescribía una formalidad ad solemnitatem, para la validez del
testamento, sancionado con nulidad su incumplimiento de conformidad con el inciso 3) del
artículo 1123 del referido Código Civil, sino que exigía adicionalmente certeza en el
nombramiento del heredero, es decir, que sea indubitable la persona designada como tal;
Que, la figura de la institución de herederos consiste en el nombramiento o designación que
el testador hace de la persona o personas que le sucederán después de su muerte; sin
embargo, debe precisarse que en estricto está referida a los herederos voluntarios o
legatarios, por cuanto tratándose de herederos forzosos operan las disposiciones sobre la
legítima, derecho que encuentra justificación en la ley y no en la liberalidad de la voluntad
del testador; Que, en el caso sub materia, el causante declaró en las cláusulas segunda y
tercera de su testamento ser casado con la señora Manuela Pellanne Espinoza, en cuyo

262
Tomado de: DIALOGO CON LA JURISPRUDENCIA, Año 9, Numero 58, Julio 2003. Pág. 107-
109.
204

matrimonio tuvieron seis hijos, dos de ellos fallecidos al nacer, siendo los cuatro restantes:
María Antonia, Alejandro, Julio Cesar y Rosa Nelly Manchego Pellanne, y además, un hijo
natural llamado Carlos Alberto Manchego Bravo; Que, las personas señaladas tienen
derecho a la legítima, parte de la herencia de la que no puede disponer libremente el
testador cuando tiene herederos forzosos, salvo los casos expresamente determinados,
porque la ley se lo confiere aunque el causante no los designe sus sucesores de
conformidad con los artículos 700 y siguientes del Código Civil de 1936; Que, si bien en la
redacción del testamento, el causante omitió consignar la frase: “instituyo como herederos
a”, no es menos cierto que en las disposiciones testamentarias subsiguientes manifiesta:
“cláusula quinta: Declaro tener una casa(…) adquirido dentro del matrimonio(…) situada en
le Parque Gonzáles Prada; cláusula octava: (…) dejo un seguro de (…) los que deben ser
recogidos por mis herederos (…); cláusula novena: (…) el auxilio mutual(…) que acuerda el
Colegio de Abogados(…) será recogido por mis herederos a efecto de que se repartan de
acuerdo a ley; cláusula décima: seguro (…) que dejo para mi esposa Manuela Pellanne ya
que todos mis hijos son mayores de edad; cláusula décima cuarta: Declaro que es mi
voluntad y confió en la nobleza de mis hijos, que mientras viva su madre, contribuyan a que
la casa en el Parque González Prada sea ocupada por ella (…) salvo acuerdo voluntario de
madre e hijos; cláusula décima quinta: Declaro que los dos haberes mensuales (…) se
hagan efectivo por mis herederos, con el fin de que se apliquen a los gastos modestos de mi
entierro”; evidenciándose en forma indubitable la voluntad testamentaria de designar a su
esposa e hijos como sus sucesores, vale decir, en el presente caso, no hay ausencia de
nombramiento ni se ha prescindido de los legitimarios o herederos forzosos, estos han sido
señalados en la segunda y tercera cláusula del testamento; Que, el aspecto que refuerza la
procedencia de la inscripción del título venido en grado, es que si bien no siempre el
legitimario es heredero porque puede haber recibido su legítima por acto intervivos, no
menos cierto es que el testador, en otras cláusulas del testamento, ha dispuesto de todos
sus bienes sin privar a su esposa e hijos de la legítima y sin designar a otros sucesores, ya
sea como herederos voluntarios o legatarios, tampoco indica que ha pagado la legítima de
los mismos con legados o con bienes extrahereditarios; de lo que se concluye que se está
frente a una situación ordinaria en la que los legitimarios son también herederos; Que, en tal
sentido, si bien el Código Civil no contiene disposiciones específicas sobre la interpretación
de los testamentos, resulta supletoriamente aplicables, en cuanto resulten compatibles con
la naturaleza de esta declaraciones “mortis causa”, las normas generales de interpretación
de los actos jurídicos, entre las cuales se encuentran los artículos 168 y 169 del mismo
Código, que estipulan que dicha interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo
expresado en él y según el principio de buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el
sentido que resulte del conjunto de ellas; Que, Lohmann Luca de Tena al referirse a las
reglas particulares de interpretación de los testamentos menciona el principio de
conservación del testamento que busca la subsistencia y utilidad de los efectos de sus
disposiciones y que opera en favor de la máxima eficacia de las cláusulas dudosas; este
principio interesa en los casos en que la disposición admite varias interpretaciones, y una de
ellas permite la validez y aplicación de la disposición y la otra conduce a su ineficacia o
menor utilidad, el hermeneuta debe optar por la primera, siempre que no resulte
incompatible con la voluntad notoria del testador; y el principio de equivalencia de beneficio
entre dos o más sujetos llamados a suceder, señala que la finalidad de tal principio apunta a
evitar que la disposición testamentaria se invalide por no haberse expresado el causante
con claridad, atribuyendo de esta manera a la disposición que es más conforme a la
voluntad del testador antes que anular la atribución, señalando además que contra dicho
principio no debe prevalecer una aplicación literal del artículo 734 del Código Civil de 1984
(que tiene como antecedente al referido artículo 686 del Código Civil de 1936), según el cual
la institución de heredero o legatario debe recaer en persona cierta designada de manera
indubitable por el testador, manteniéndose contrario a aquellas tesis que consideran que
para los supuestos de institución a que se refiere la norma no cabe interpretación alguna y
que el testador debe designar con certeza e indubitablemente a sus sucesores, bajo pena
de nulidad, como postulan algunas legislaciones. (“Derecho de Sucesiones” VOL. XVII-
Tomo II, Pág.236. Fondo Editorial 1996-Pontificia Universidad Católica del Perú); Que,
además debe tenerse en cuenta que el apelante es uno de los albaceas nombrados por el
testador, quien puede interpretar el testamento porque esta facultad es inherente a su
función, pues sin interpretación no podría darse cumplimiento a las disposiciones
testamentarias; sin perjuicio del derecho de los herederos de impugnar la interpretación
205

realizada por el albacea (ob. Cit. Pág. 246); Que, en concordancia con lo expuesto en los
considerandos precedentes, así como en la Resolución Nº 434-97-ORLC/TR del 16 de
octubre de 1997 y de conformidad con lo dispuesto en el artículo 2011 del Código Civil, el
Numeral IV del Título Preliminar y artículos 150 y 151 del Reglamento General de los
Registros Públicos; y, Estando a lo acordado; SE RESUELVE: REVOCAR La denegatoria
de inscripción formulada por la registradora pública del Registro de Personas Naturales de
Lima a la solicitud referida en la parte expositiva, y disponer su inscripción por los
fundamentos expuestos en la presente resolución. Regístrese y Comuníquese. (Fdo.) – Dra.
Elena Vásquez Torres, presidenta de la Segunda Sala del Tribunal Registral.- Dr. Walter
Poma Morales, vocal del Tribunal Registral.- Dr. Luís Aliaga Huaripata, vocal (e) del Tribunal
Registral.
206

CASO Nº 8

LOS LIMITES DE LA INTERPRETACIÓN DE TESTAMENTOS: Voluntad


testamentaria y rectificación de testamento263.
Sumilla: Si una persona otorga dos testamentos, y el segundo testamento contiene una
modificación a la voluntad expresada en el primero, la interpretación de esta voluntad debe
hacerse en función de lo que se haya expresado en la cláusula testamentaria. En ese
sentido, la resolución del Tribunal Registral que se comenta permite diferenciar los límites
de los alcances de la interpretación testamentaria; y muy vinculado a este tema, la
procedencia del trámite de una solicitud de rectificación de testamento en la vía
administrativa, distinguiéndose de las rectificaciones de testamento que deben hacerse
judicialmente.

RESOLUCIÓN Nº 212-98-ORLC/TR.
Lima, 29 de mayo de 1998.
VISTA, la apelación interpuesta por María Nelly Ruesta Angulo De Prosser (Hoja de Trámite
Documentario Nº 10685 de fecha 8 de mayo de 1998) contra la denegatoria de rectificación
de oficio formulada por la registradora pública del Registro de Propiedad Inmueble de Lima,
Dra. Gloria Amparo Salvatierra Valdivia. La solicitud se presentó mediante Hoja de Trámite
documentario Nº 7419 del 1 de abril de 1998. La Registradora denegó la rectificación por
cuanto: “Visto el título archivado donde corre el testamento otorgado por doña Mercedes
Agripina Angulo Ramírez, y que, diera origen al asiento 1-C de la ficha 1718679 del Registro
de Propiedad Inmueble de Lima, señala que Petronila del Rosario Murguicila y Carmen
Teresa Gálvez Vargas son herederos del inmueble ubicado en el Distrito de Miraflores; y
que María Nelly Ruesta Angulo de Prosser además de ser nombrada albacea sería
heredera de bienes muebles y enseres. (Cláusula cuarta del testamento de fecha
25/09/97…”; interviniendo como Vocal ponente el Dr. Jorge Luis Gonzales Loli; y,
CONSIDERANDO: Que, mediante escrito de fecha 31 de marzo de 1998, presentado a
través de Hoja de Trámite Documentario Nº 7419 del 1 de abril de 1998, María Nelly Tuesta
Angulo de Prosser solicita la rectificación de oficio del asiento 1-C de la ficha Nº 1718679
del Registro de Propiedad Inmueble de Lima, en el sentido que se consigne su calidad de
coheredera del inmueble ubicado con frente a la Calle Bellavista Nº 112-120 del distrito de
Miraflores; Que, consta en el asiento cuya rectificación se solicita que doña Petronila del
Rosario Murgucila y doña Carmen Teresa Gálvez Vargas, han adquirido la propiedad del
citado inmueble, en su calidad de herederas de la anterior titular de dominio doña Mercedes
Agripina Angulo Ramírez, fallecida el 5 de diciembre de 1997, en mérito al testamento en
escritura pública de fecha 15 de noviembre de 1982 otorgada ante el notario de Lima, Dr.
Felipe de Osma Elías, modificado según escritura pública de fecha 25 de setiembre de 1987
extendida ante el Notario de Lima, Dr. Javier Aspauza Gamarra; Que, aparece del
testamento en escritura pública del 15 de noviembre de 1982, otorgado por doña Mercedes
Agripina Angulo Ramírez, obrante en el título archivado Nº 19937 del 4 de febrero de 1998,
que la testadora declaró ser propietaria del cincuenta por ciento del inmueble antes
mencionado, expresando no tener herederos forzosos e instituyendo como herederas
universales en partes iguales a su sobrina Nelly Ruesta Angulo de Prosser y a las señoritas
Petronila del Rosario Murguicila y Carmen Teresa Gálvez, asimismo declaró que era su
voluntad que mientras permaneciera con vida su hermana Livia Zoraida Angulo Ramírez se
mantuviera la indivisión del inmueble submateria; Que, posteriormente, a través de la
escritura pública del 25 de setiembre de 1987, materia del mismo título archivado a que se
refiere el considerando precedente, la causante amplío y modificó las referidas
disposiciones testamentarias, expresando en la cláusula tercera de dicho instrumento

263
Tomado de: DIALOGO CON LA JURISPRUDENCIA, Año 11, Nº 87, Diciembre 2005.
Pág. 99 - 101.
207

público que modificaba su voluntad en cuanto al nombramiento de herederos y a los bienes


que a cada uno les correspondería, y siendo que a esa fecha había adquirido la totalidad del
mencionado inmueble, nombró como únicas herederas de dicha propiedad a las señoritas
Petronila del Rosario Murguicila y Carmen Teresa Gálvez Vargas (cláusula cuarta),
declarando, además, que también instituía como heredera a su sobrina María Nelly Ruesta
Angulo de Prosser, y que los bienes y enseres que se encontrasen en su domicilio serían
para dicha sobrina y para las citadas Petronila y Carmen Teresa; Que, atendiendo al texto
de las aludidas disposiciones testamentarias, puede determinarse que la rectificación
solicitada no se encuentra comprendida dentro de los supuestos de error material en los
asientos de inscripción previstos en el artículo 177 del Reglamento General de los Registros
Públicos, susceptibles de rectificación de oficio por el registrador conforme al artículo 175
del mismo Reglamento, en cuanto el error cuya existencia alega el apelante, no se referiría
a defectos u omisiones en la transcripción de las mencionadas disposiciones, sino más bien
se orientaría a cuestionar la interpretación efectuada por la registradora respecto a las
atribuciones patrimoniales específicas contenidas en el acto de última voluntad de la
causante; Que, no obstante lo expuesto en relación a la inaplicabilidad de las disposiciones
sobre rectificación de oficio de errores materiales a la solicitud materia de alzada, ello no
agota la discusión respecto de los alcances de la rectificación de los asientos registrales,
dado que resulte pertinente analizar la posibilidad de la existencia de un error de concepto
en la extensión del asiento 1-C de la Ficha 1718679 del Registro de la Propiedad Inmueble
de Lima, y de ser el caso, sí el mismo resultaría susceptible de ser rectificado en virtud del
mismo título ya inscrito o se requeriría el consentimiento de los interesados o mandato
judicial, en armonía con la normas establecidas por los artículos 178 y 180 del Reglamento
General de los Registros Públicos; Que, en tal sentido, si bien el Código Civil no
contiene disposiciones específicas sobre la interpretación de los testamentos,
resultan supletoriamente aplicables, en cuanto resulten compatibles con la naturaleza
de estas declaraciones mortis causa, las normas generales de interpretación del acto
jurídico, entre las cuales se encuentran los artículos 168 y 169 del mismo Código, que
estipulan que dicha interpretación debe efectuarse de acuerdo con lo expresado en él
y según el principio de la buena fe, atribuyéndose a las cláusulas dudosas el sentido
que resulte del conjunto de ellas; Que, en relación al primer criterio antes mencionado, la
voluntad expresada en forma literal por la testadora (cláusula cuarta de la Escritura Pública
de 25 de setiembre de 1987) es que sean únicas herederas del inmueble las señoritas
Petronila del Rosario Murguicila y Carmen Teresa Gálvez Vargas, no desprendiéndose de
las demás disposiciones testamentarias que la inclusión como heredera de María Nelly
Ruesta Angulo de Prosser modifique la decisión de la causante respecto al sentido
excluyente que el término “únicas” implica respecto a la atribución de titularidad patrimonial
del predio ubicado en la Calle Bellavista Nº 112-120 del distrito de Miraflores, siendo
inclusive que puede sostenerse que al referirse la institución sucesoria a un bien concreto y
no a la totalidad o cuota parte de los bienes, derechos y obligaciones de la herencia, su
naturaleza respecto a este bien sería más próxima a la del legado, en aplicación de los
artículos 735 y 756 del Código Civil, debiendo tenerse en cuenta, también, que el error del
testador en la denominación de uno u otro no modifica la naturaleza de la disposición; Que,
inclusive, aunque se sostenga que la expresión antes mencionada no enervaría el hecho
que al haber sido también designada heredera doña María Nelly Ruesta Angulo de Prosser
debe concurrir sobre la integridad del patrimonio hereditario, incluyendo el citado bien
inmueble, el mencionado carácter de atribución de titularidad única del mismo a dos de los
tres sucesores testamentarios, podría entenderse como un supuesto de partición parcial
realizada por el causante conforme al artículo 852 del Código Civil, cuyo supuesto tampoco
permitiría que la impugnante pueda atribuirse derecho de propiedad respecto al predio
inscrito en la Ficha Nº 1718769; Que, en cuanto se refiere a una interpretación sistemática
del testamento, puede apreciarse que la cláusula tercera de la escritura pública del 25 de
setiembre de 1987 contiene la expresión específica de modificar su voluntad anterior
(testamento en escritura pública de fecha 15/11/82) que instituía a María Nelly Ruesta
Angulo de Prosser, Petronila del Rosario Murguicila y Carmen Teresa Gálvez Vargas como
herederas en partes iguales, declarando la testadora que la modificación comprendía tanto
al nombramiento de herederos y a los bienes que a cada uno les corresponderá, lo que
resulta concordante con la asignación del bien inmueble a solo dos de las sucesoras y de
los bienes y enseres del domicilio del causante a todas ellas, debiendo precisarse que de
interpretarse el testamento de la forma que plantea la recurrente, se llegaría al mismo efecto
208

de la voluntad testamentaria anterior, es decir a la existencia de tres herederos en partes


iguales, en cuyo caso no sería explicable que la testadora hubiera otorgado la escritura
modificatoria antes mencionada, ni la existencia de las indicadas cláusulas; Que,
adicionalmente, resulta conveniente tener en cuenta que la interpretación de los
testamentos reviste caracteres especiales derivados de la circunstancia que la voluntad del
testador no puede renovarse o aclararse por su autor, por lo que, como indica Guillermo
Lohmann Luca de Tena, debe darse “preferencia a la voluntad sobre la declaración,
siempre que esta voluntad aparezca efectivamente manifestada, siquiera de una
manera imperfecta o no acorde con los criterios generales” y que “siempre supuesta
la existencia de duda, en la interpretación gramatical debe preconizarse una
interpretación más restrictiva que extensiva, porque la última puede acaso hacer
aparecer una voluntad donde tal vez no existiera en lo absoluto” (Guillermo Lohmann
Luca de Tena, “Derecho de Sucesiones” Vol. XVII- Tomo II, Biblioteca Para Leer el Código
Civil Fondo Editorial Pontificia Universidad Católica del Perú, 1996, págs. 238 241),siendo
que la voluntad expresada por la testadora, sin perjuicio de la posible existencia de
inexactitudes terminológicas, resulta clara en la atribución dominial del inmueble solo a favor
de dos de sus sucesores, no resultando procedente que en sede registral se interprete en
forma extensiva la existencia de una voluntad diferente que beneficie también a doña María
Nelly Ruesta Angulo de Prosser; Que, de todo lo expuesto se colige que no existen
elementos para determinar que el asiento 1-C de la Ficha Nº 1718679 del Registro de
Propiedad Inmueble de Lima contiene un error de concepto respecto a la voluntad
testamentaria contenida en el título archivado Nº 19937 del 4 de febrero de 1998, y en el
supuesto que este existiera, provendría de la redacción vaga, ambigua o inexacta del título
primitivo, por lo que en estricta observancia del artículo 180 del Reglamento General de los
Registros Públicos y habida cuenta que el testador ya no puede aclarar su acto de última
voluntad, la rectificación en los términos que se solicita solo podría lograrse a través de
mandato judicial firme que contenga una interpretación jurisdiccional diferente; Que, en
concordancia con lo expuesto en los considerandos precedentes, y de conformidad con lo
dispuesto en el artículo 2011 del Código Civil, el Numeral IV del Título Preliminar y artículos
150 y 151 del Reglamento General de los Registros Públicos no resulta procedente amparar
la solicitud de inscripción objeto del recurso; y, Estando a lo acordado; SE RESUELVE:
CONFIRMAR la denegatoria de rectificación formulada por la registradora pública del
Registro de Propiedad Inmueble de Lima a la solicitud referida en la parte expositiva, por los
fundamentos expresados en la presente Resolución. Regístrese y comuníquese. (Fdo) Dra.
Martha Silva Díaz, Presidenta de la Primera Sala del Tribunal Registral.- Dr. Walter Poma
Morales, Vocal del Tribunal Registral.- Dr. Jorge Luís Gonzales Loli, Vocal (e) del Tribunal
Registral.

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