12 Noches Santas - Prokofieff - J. Padró

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EL CIRCULO DEL ZODIACO Y LAS JERARQUIAS ESPIRITUALES.

EL CAMINO DE JESUS A CRISTO A TRAVES DE LAS DOCE NOCHES


SANTAS. SERGEI O. PROKOFIEFF (Texto seleccionado del libro).

Ante todo, su propio nombre, doce - el significado de la decimotercera noche se


tratará en el apartado correspondiente- alude a su unión con el ciclo anual,
tomado en su conjunto, y a través de este ciclo con todo el Macrocosmos que
rodea nuestra Tierra. Se puede decir que las fuerzas cósmicas, una detrás de la
otra, dirigen la marcha del año durante sus doce meses y una vez al año, en el
transcurso del período situado entre el 25 de Diciembre y el 6 de Enero, estas
fuerzas actúan de tal manera que los trece días y las doce noches ahí
contenidas, llegan a convertirse, en cuanto a su contenido espiritual, en una
especie de reflejo concentrado de fuerzas espirituales que forman, a partir del
Macrocosmos todo el ciclo anual.

"Las doce santas fuerzas del Universo... que están representadas


simbólicamente en los doce signos del Zodíaco", "las doce fuerzas universales
del Cosmos", he aquí cómo las llama Rudolf Steiner, prestando atención, para su
profundización, al hecho de que "se encuentran las doce noches santas entre la
fiesta de Cristo (Navidad) y la fiesta que debe celebrarse el 6 de Enero"
(Conferencia de 21-XII-1.911). La sola posición exterior de estos días en el ciclo
anual, en el seno del invierno, durante el período de máximo despertar del
Espíritu de la Tierra en el interior de su cuerpo planetario, testifica su particular
significación para toda la vida del año. Porque, en el tiempo de invierno y en
particular en el transcurso de estas dos semanas que siguen al solsticio de
invierno, la Tierra rememora con la mayor intensidad lo que ella misma ha
vivido, durante el verano, en las lejanías del Cosmos, en el mundo de las
estrellas errantes y, sobre todo, en el mundo de las estrellas fijas. Y si a lo largo
del verano el Espíritu de la Tierra reside en las lejanías del mundo, y, en sentido
espiritual, en el seno de las Jerarquías espirituales, pero en invierno, y en
particular durante el tiempo de las doce Noches santas, en medio de los
recuerdos de sus pensamientos, la Tierra facilita a las fuerzas de las
Jerarquías estar presentes suprasensiblemente y actuar en su esfera.
Estos son los portales cósmicos que literalmente se abren al Cielo en esta
época del año; y simultáneamente al principio del destello del Sol espiritual en las
tinieblas de la noche invernal, se descubre cada año al hombre la posibilidad de
echar una mirada, única en su género, al Cosmos jerárquico, a la actividad
universal de las Jerarquías superiores conduciendo nuestra Tierra (Conferencia
de 27-VI-1.924). Y es posible aproximarse desde su esfera cósmica, más directa-
mente que en ninguna otra época del año, por lo que aquello que, estando
impregnado de cognición científico-espiritual en nuestra época, aspira a la verda-
dera vivencia de las Noches Santas, un día podrá sentirlas de esa forma, precisa-
mente en esta época, gracias a las fuerzas de las Jerarquías, fuerzas que actúan
en los pensamientos de la Tierra.

La imagen de dos majestuosas columnas que se alzan en el templo del año,
las dos fiestas invernales, Navidad y Epifanía, manifiesta el nacimiento del
hombre y el nacimiento del Dios en la esfera terrestre. El nacimiento del
hombre primordial Jesús de Nazareth y el nacimiento que le sigue, en sus
envolturas, del Espíritu más elevado de nuestro Cosmos, del mismo Hijo Divino,
del Cristo.
Y entre estas dos fiestas, a modo de pujante escalera cósmica, se extienden las
Doce Noches Santas, como doce caminos ascendentes de la consciencia
universal, enlazando a la humanidad con la esfera de una altísima espiritualidad
cósmica.
"De Jesús a Cristo". En qué pocas palabras se puede caracterizar toda la
significación de este gran pasaje o de esta ascensión, guiada desde el grado de
hombre y atravesando los nueve grados de Jerarquías espirituales, conduciendo
todo el desarrollo de la Tierra hacia los grados superiores de Espíritu Santo y de
Hijo Divino (de Cristo) en la medida en que su acción se revela en los límites de
nuestro Cosmos, es decir, en las fronteras abrazadas por la esfera zodiacal.
En este sentido, el camino desde Navidad a Epifanía puede, al mismo tiempo,
llegar a ser para nosotros la entrada en el "Gran país del universo desde el que
Cristo descendió sobre la Tierra", un camino que nos conduce en el curso de
las Doce Noches Santas a través de las doce regiones del mundo estelar,
desde la región de Piscis, guardando en ella las fuentes de la existencia
humana, hasta la región de Aries, a través del portal por el que Cristo penetró
en otro tiempo en nuestro Cosmos desde la más elevada esfera macrocósmica,
la del Padre, que se encuentra más allá del círculo del Zodíaco.
En lo expuesto a continuación se intentará, en base a los resultados de la Ciencia
Espiritual contemporánea de Rudolf Steiner, dar una descripción del camino que
conduce a través de las doce regiones del círculo del Zodíaco hacia la unión
consciente con todo el Cosmos jerárquico.
La primera unión recíproca entre la región zodiacal de Piscis y la propia
entidad del hombre puede sernos más comprensible si tomamos en
consideración lo que sigue: El grado de evolución en que se encontraba el
hombre en la mitad de la época Hiperbórea, cuando el Sol había salido de la
Tierra, estaba ligado a la imagen de Piscis. En ese momento el Sol ya no lucía
espiritualmente en el interior de la Tierra, sino que únicamente la iluminaba desde
el exterior. Este estado lo describe Rudolf Steiner en los siguientes términos:
"Pero vino el momento en que el Sol salió de la Tierra. Se separaba y su luz caía
desde el exterior sobre la Tierra...Al interior del hombre llegó la obscuridad.
Era el principio de su evolución hacia ese momento del futuro en que debía
reencontrar la luz interior, la luz iluminando en su interior.
El hombre debía adquirir la aptitud de aprender a conocer con sus sentidos
exteriores las cosas de la Tierra. Se desarrollará hasta el punto de arder en su
interior y lucir el hombre superior, el Hombre Espíritu. A partir de la luz y a través
de las tinieblas hacia la luz -He aquí la marcha de la evolución de la
humanidad-" Este desarrollo es precisamente lo que simbolizan los peces.
Las fuerzas de la región correspondiente del Zodíaco derramaron su influencia
cuando el Ser del Cristo, con el Sol, dejó la Tierra, y actuarán de nuevo cuando
en el hombre, que habrá ganado la libertad tras dura lucha con las tinieblas del
alma, comience a alzarse el Sol espiritual interior; cuando el Cristo, unido por el
Misterio del Gólgota a la evolución terrestre, despierte progresivamente en el
alma humana al hombre superior, solar. Sólo cuando empiece a despertar, la
humanidad penetrará en el camino de llegar a ser la décima Jerarquía, es decir,
en el camino hacia la realización de la meta que previamente ha sido trazada en
el universo. Y el comienzo de esta época cae precisamente en nuestra
época, situada de nuevo bajo el signo de Piscis, cuando la humanidad, bajo
la conducción del Arcángel Micael, que la guía en el presente, debe llegar,
poco a poco, a la visión esotérica del Cristo como Sol interior del alma. Por ello,
con el símbolo de Piscis los primeros cristianos no sólo designaban la
época en que el Cristo, con el Sol, salió de la Tierra, sino también de forma
profética el tiempo en que el Cristo entrará de nuevo, de manera semejante
al Sol, en el alma humana libre y plenamente consciente. Entonces el propio
Cristo guiará a tal alma hacia su destino más elevado, hacia devenir en décima
Jerarquía, permitiéndole de nuevo, pero ahora con plena conciencia y en calidad
de décima Jerarquía, penetrar como un eslabón más en el gran todo jerárquico.
De esta manera encontramos en el signo de Piscis, el Alfa y la Omega de todo
el desarrollo humano; es el signo que expresa la esencia misma del ser
humano- el Anthopos-. A partir de lo dicho queda claro que el primer ser humano
que recibió en sí mismo al Cristo sobre la Tierra, Jesús de Nazareth (es decir, el
alma nathánica que provenía directamente de los tiempos de la Antigua Lemuria,
hacia la que se constituyó el Portal desde la época anterior a Piscis), debió, a
título preparatorio para su misión, recibir la iniciación de Piscis, consistente en la
penetración en el misterio del devenir futuro de la humanidad hacia décima
Jerarquía, por la unión con el Cristo como auténtico Sol del alma. Esta es la razón
por la que en las escuelas o comunidades esotéricas en las que se tenía
conocimiento del destino futuro de la humanidad y donde se buscaba el camino
hacia su realización, encontramos siempre el símbolo de los peces. Por ejemplo:
los Discípulos más próximos al Cristo-Jesús eran pescadores, porque debían
manifestar el germen de la futura humanidad como Décima Jerarquía. "El Cristo
atrae a aquellos que buscan peces… (el texto seleccionado puede completarse
en el archivo ya compartido).

***
LAS DOCE NOCHES SANTAS MEDITACIONES (por JAIME PADRÓ)
(Selección del libro)

Las Doce Noches Santas corresponden al período de tiempo entre el 24


de diciembre y el 6 de enero, este ciclo anual se suele llamar “El año oculto
dentro del año”, porque contiene el momento más interiorizado de la tierra, a
la vez que ofrece un espacio abierto para el futuro de las personas que quieren
vivir espiritualmente su devenir y vivenciar plenamente la unión entre el Alma
de la Tierra y el Alma Humana.
Este “año oculto” entre el calendario solar y el lunar es una síntesis del año
futuro y corresponde a un vacío de conciencia que permite la entrada de
inspiraciones en relación con el devenir de cada persona que, por supuesto,
realice este trabajo meditativo. Este “año oculto” supone una lectura distinta de
los signos del Zodíaco y transcurre en dirección contraria al año normal,
comenzando en Piscis y terminando en Aries.
Lo que en realidad se experimenta en este “año oculto” es el camino
ascendente del Hombre desde la época actual del alma consciente bajo el
signo de Piscis, desde ahí se van subiendo lentamente los peldaños de la
escalera espiritual hacia las Jerarquías superiores.
Todo este periodo tiene su reflejo en la figura de Jesucristo. Comienza con el
nacimiento de Jesús el 25 de diciembre y acaba con el nacimiento de
Cristo en Jesús de Nazaret el 6 de enero del año 30, fecha en que la Iglesia
ortodoxa celebra el Nacimiento de Cristo.
Cada meditación nos hace revivir en el alma con devoción y entrega el conjunto
de cada día y abrir a continuación un espacio de atenta espera para escuchar
como resuena en el corazón.

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