Carlo Suares - Una Entrevista Con Krishnamurti

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UNA ENTREVISTA CON KRISHNAMURTI

EDITORIAL ORIN MXICO 1981

Derechos reservados conforme a la ley. Copyright by EDITORIAL ORION.

Editorial ORIN. Mxico. Sierra Mojada N 325. Mxico 10, D. F.

Distribuidora ORIN. Agencia en Puerto Rico. Apartado 20342. - Ro Piedras, Puerto Rico 00928.

Impreso en Mxico. Printed In Mexico. Impreso en los Talleres Grficos de EDITORA VILA S. A. Sierra Mojada 315. Lomas de Chapultepec. Mxico 10. D. F.

UNA ENTREVISTA CON KRISHNAMURTI La importante revista francesa PLANETE (nmero 14, enero/febrero de 1904) public un dilogo de enorme inters para toda persona a quien preocupen los problemas fundamentales de la existencia humana. El dilogo, considerado por PLANETE como un documento excepcional, ocurri entre el periodista y escritor francs de gran renombre Carlo Suares y J. Krishnamurti, figura de singular trascendencia en el pensamiento de nuestra poca. He aqu cl texto de la entrevista: KRISHNAMURTI: Qu desean de m sus amigos de PLANETE? Quieres hechos reales o simplemente erudicin? Piensan que yo les dar resultados de lecturas? Conclusiones? Opiniones? Sntesis? Ideas? SUARES: No es eso lo que ellos quieren. K.Dgales que yo no he ledo nada, que no poseo referencias. Para m la nica mutacin psicolgica es aquella en que cesa el proceso acumulativo. S.Acaba usted de pronunciar la palabra mutacin. Es una palabra que se encuentra a menudo en esta revista, pero acompaada, en general, de la idea de que la metamorfosis de este mundo moderno puede llevarnos, como por un proceso natural, a un cambio de estado ntimo, mientras que lo que usted quiere es una revolucin total e inmediata de la conciencia, revolucin que ninguna evolucin puede provocar. K.Todos sabemos que nuestra poca es explosiva, que los medios con que cuenta el hombre, que han permanecido ms o menos constantes durante milenios, se han multiplicado sbitamente millones de veces; que los calculadores electrnicos, para no mencionar ms que eso, se vuelven de hora en hora ms fantsticos; que el hombre ha ido a la luna e ir a otros mundos; que la biologa est a punto de descubrir el misterio de la vida y hasta crear la vida. Nosotros sabemos que los datos mejor establecidos de la ciencia se desmoronan; que todo est siendo constantemente puesto en tela de juicio, y que los cerebros se ven compelidos y forzados a ponerse en movimiento. Todo eso lo sabemos; no es pues necesario insistir sobre este aspecto de nuestra poca. En la actual confusin, el hombre anda en busca de una seguridad material que no puede encontrarse sino por medio de los conocimientos tecnolgicos. Las religiones se han convertido en superestructuras que prcticamente no tienen importancia real en los asuntos del mundo, mientras los problemas fundamentales quedan sin respuesta: el Tiempo, el Dolor, el Miedo... Mutaciones, Religiones, Temor... S.Aqu es donde podemos iniciar una discusin. Yo creo que muchos lectores de PLANETE le dirn esto, puesto que tambin ellos estn de acuerdo en comprobar que el medio ambiente est en pleno desorden y confusin: Por qu, entonces, no pensar que este formidable movimiento no se producir al mismo tiempo en nuestros cerebros! K.Efectivamente, podemos pensarlo. Pero acaso es eso lo que puede llamarse una mutacin? Tener un cerebro electrnico? El cerebro no es toda la conciencia. S.No se trata del cerebro. Nuestra conciencia se ensancha a la medida de nuestro planeta, y lo que ocurre en el otro extremo del mundo... K.S, he comprendido... S.Los monjes budistas que se hacen quemar vivos, los negros de Norteamrica... K.Por cierto, ellos forman parte de nosotros, y la espantosa miseria en el Asia, y todas las tiranas en todas partes, y la crueldad, y la ambicin, y la codicia, y los innumerables conflictos del mundo; todo eso nosotros lo sentimos. Tenga usted esto totalmente presente en su mente, y vea a qu extraordinaria hondura debe efectuarse la mutacin.

S.Hay en este momento, en Francia, una corriente de pensamiento que al comprobar que la complejidad del medio ambiente humano se ha vuelto inextricable, deseara que pueda constituirse un pensamiento humano colectivo, capaz de reunir en una sntesis los hilos dispersos de nuestros conocimientos. K.Qu otras cuestiones interesan a usted? S.La cuestin religiosa, naturalmente. Puede preverse una religin del porvenir, basada en un mejor conocimiento del Cosmos y en el sentimiento de que el hombre forma parte del Cosmos? K.Y qu ms? S.Se me ha encargado que le pregunte lo que usted piensa del hecho de que en el trasfondo del hombre moderno, joven o viejo, est el miedo... K.Ya veo. Si le parece bien, vanos a iniciar nuestra tarea... Pero est usted seguro que PLANETE aceptar publicar todo lo que yo dir? S.Tengo de ella una promesa garantizada. Puede usted, en una frase, darme lo esencial de lo que se propone hacer? K.Descondicionar la totalidad de la conciencia. S.Quiere usted decir que pide a cada cual que descondicione la totalidad absoluta de su propia conciencia? Permtame decirle que lo que ms desconcierta en la enseanza de usted, es su reiterada afirmacin de que ese descondicionamiento total no requiere tiempo alguno. La mutacin psicolgica no es lo que usted cree K.Si se tratase de un proceso evolutivo, yo no lo llamarla mutacin. Una mutacin es un cambio brusco de estado. S.Yo no imagino que un mutante, es decir, un hombre que est cambiando de estado de conciencia, pueda no llevarse con l la resultante de todo el pasado. El hombre modifica el medio y el medio modifica al hombre. . . K.No: el hombre modifica el medio, y el medio modifica tal o cual parte del hombre que est prendida como una rama a la modificacin del medio, no al hombre en su totalidad, en su profundidad extrema. Ninguna presin exterior puede efectuar tal cosa: ella slo modifica las partes superficiales de la conciencia. Ningn anlisis psicolgico puede tampoco provocar la mutacin, puesto que todo anlisis se sita en el campo de la duracin. Y ninguna experiencia puede tampoco provocar la mutacin por ms exaltada y espiritual que sea. Por el contrario cuanto ms una experiencia aparezca como una revelacin, ms ella condiciona. En los dos primeros casos -modificacin psicolgica producida por el anlisis o 1a introspeccin, y modificacin producida por una presin exterior- el individuo no sufre transformacin profunda alguna: slo se ve modificado, reformado, reajustado, para poder adaptarse a lo social. En el tercer caso: modificacin trada por una experiencia llamada espiritual, sea conforme a una fe organizada, sea puramente personal, el individuo se ve proyectado en la evasin que le dicta la autoridad de algn smbolo. En todos los casos hay accin de una fuerza compulsiva que se apoya en una moral social, es decir, un estado de contradiccin y de conflictos. Toda sociedad es contradictoria en s. Toda sociedad exige esfuerzos de parte de quienes la constituyen. Ahora bien: contradiccin, conflicto, esfuerzo, competicin, son barreras que impiden toda mutacin, porque mutacin significa libertad. S.De ah surgen las evasiones en los smbolos? KSlo en las partes inexploradas de la conciencia existen imgenes simblicas. Las mismas palabras no son ms que smbolos, hay que hacer estallar las palabras. S.Pero, las teologas?

K.Dejmoslas tranquilas. Todo pensamiento teolgico carece de madurez. No perdamos el hilo de nuestra conversacin. Estbamos en la experiencia, y decamos que toda experiencia es condicionante. En efecto, toda experiencia vivida -y no slo hablo de aquellas que se llaman espirituales- tiene necesariamente sus races en el pasado. Que se trate de la realidad o de mi vecino, lo que yo reconozco implica una asociacin con algo del pasado. Una experiencia llamada espiritual es la respuesta del pasado a mi angustia, a mi dolor, a mi temor, a mi esperanza. Esta respuesta es la proyeccin que ocurre para compensar un estado miserable. Mi conciencia proyecta lo contrario de lo que ella es, porque yo estoy persuadido de que ese contrario, exaltado y dichoso, es una realidad consoladora. De tal suerte, mi fe catlica o budista construye y proyecta la imagen de la Virgen o del Buda, y esas fabricaciones despiertan una emocin intensa en esas mismas capas inexploradas de la conciencia que, habindolas fabricado sin saberlo, las confunde con la realidad. Los smbolos, o las palabras, se vuelven ms importantes que la realidad. Se instalan en calidad de memoria en una conciencia que dice: Yo s, puesto que he tenido una experiencia espiritual. Entonces las palabras y el condicionamiento se vitalizan mutuamente en el crculo vicioso de un circuito cerrado. S.Un fenmeno de induccin? K.S. El recuerdo de la emocin intensa, del choque, del xtasis, engendra una aspiracin hacia la repeticin de la experiencia, y el smbolo se convierte en la suprema autoridad interior, en el ideal hacia el cual tienden todos los esfuerzos. Captar la visin llega a ser un propsito; pensar en ella sin cesar y disciplinarse, un medio. Pero el pensamiento es aquello mismo que crea una distancia entre el individuo tal como l es, y el smbolo o el ideal. No puede haber mutacin posible sin morir para esa distancia. La mutacin slo es posible cuando toda experiencia cesa totalmente. El hombre que ya no vive ninguna experiencia es un hombre despierto. Pero vea usted lo que pasa en todas partes: se buscan siempre experiencias ms profundas y ms vastas. El hombre est persuadido de que vivir experiencias es vivir realmente. De hecho, lo que se vive no es la realidad sino el smbolo, el concepto, el ideal, la palabra. Vivimos de palabras. Si la vida llamada espiritual es un perpetuo conflicto, es porque en ella formulamos la pretensin de alimentarnos de conceptos, como si, teniendo hambre, pudiramos alimentarnos con la palabra pan. Vivimos de palabras y no de hechos. En todos los fenmenos de la vida, ya se trate de la vida espiritual, de la vida sexual, de la organizacin material de nuestros negocios o de nuestros ocios, nos estimulamos por medio de palabras. Las palabras se organizan en ideas, en pensamientos, y sobre la base de esos estmulos, creemos vivir tanto ms intensamente cuando mejor hayamos sabido, gracias a ellas, crear distancias entre la realidad (nosotros, tales como somos) y un ideal (la proyeccin de lo contrario de lo que somos). De tal manera le volvemos la espalda a la mutacin. Hay que morir para el Tiempo, para los Sistemas, para las Palabras S.Recapitulemos. Mientras exista en la conciencia un conflicto, sea el que fuere, no hay mutacin. Mientras domine nuestros pensamientos la autoridad de la Iglesia o del Estado, no hay mutacin. Mientras nuestra experiencia personal se erija en autoridad interior, no hay mutacin. Mientras la educacin, el medio social, la tradicin, la cultura, nuestra civilizacin, en suma, con todos sus rodajes, nos condicione, no hay mutacin. Mientras haya adaptacin, no hay mutacin. Mientras haya evasin, de cualquier naturaleza que sea, no hay mutacin. Mientras yo procure alcanzar altas virtudes de asceta, mientras yo crea en una revelacin, mientras yo tenga un ideal cualquiera, no hay mutacin. Mientras yo procure conocerme analizndome psicolgicamente, no hay mutacin. Mientras haya un esfuerzo en pos de una mutacin, no hay mutacin. Mientras haya una imagen, un smbolo, ideas, o siguiera palabras, no hay mutacin. He dicho bastante? No. Puesto que, llegado a este punto, slo puedo verme obligado a agregar: mientras haya pensamiento, no hay mutacin. K.Es exacto. S.Qu es entonces esa mutacin de la que usted habla en todo momento? K.Es una explosin total en el interior de las capas inexploradas de la conciencia, una explosin en el germen, o si le parece bien, en la raz del condicionamiento, una destruccin de la duracin. S.Pero la vida misma es condicionamiento. Cmo es posible destruir la duracin y no destruir la vida misma? K.Quiere usted realmente saberlo?

S.S. K.Muera usted para la Duracin. Muera para el concepto total del Tiempo: Para el pasado, para el presente y para el futuro. Muera para los sistemas, muera para los smbolos, muera para las palabras, porque todo eso son factores de descomposicin. Muera para el psiquismo, pues l es el que fabrica el Tiempo psicolgico. Ese Tiempo carece totalmente de realidad. S.Y entonces, qu es lo que queda si no es la desesperanza, la angustia, el miedo de una conciencia que ha perdido todo punto de apoyo y hasta la nocin de su propia identidad? K.Si un hombre me hiciese esta pregunta de tal manera, yo le respondera que l no ha hecho el viaje, que ha tenido miedo de pasar a la otra orilla. Qu es el miedo? S.Lo que usted dice da miedo. Yo me pregunto si la conciencia, en lo ms profundo de s misma, no tiene necesidad de este miedo. Eso explicara por qu se lo mantiene constantemente, alimentado por las religiones, que se supone son refugios y tranquilizantes. Ellas alimentan el miedo impidiendo que la conciencia se perciba tal como ella es. Ellas interponen, entre la conciencia y la realidad, la pantalla de las teologas. K.Este problema es a la vez profundo y vasto. Abordmoslo explorndolo, palpndolo, por as decirlo, por diversos lados. El miedo es Tiempo y Pensamiento. Le damos una continuidad al miedo por medio del pensamiento, y por medio del pensamiento le damos una continuidad al placer. Este hecho es sencillo: pensando en el objeto de nuestro placer, le otorgamos al placer una continuidad, y lo mismo hacemos con el miedo, pensando en el objeto de nuestro temor. Si yo tengo miedo de usted -o de la muerte, o de alguna otra cosa- yo pienso en usted o en la muerte y as alimento el miedo. Si, por el contrario, nos ocurre de encontrarnos cara a cara con el objeto de nuestro miedo, ste cesa S.Cmo es eso? K.Yo hablo del miedo psicolgico, no de un miedo fsico que uno trata de alejar, lo cual es natural. Considere usted el miedo a la muerte. En qu consiste ese miedo? Dividimos la totalidad del fenmeno vital en vida y muerte. La vida es conocida, y de la muerte nada se sabe. Se tiene miedo de lo que no se conoce, o ms bien se tiene miedo de perder lo que uno conoce? Es evidente que vida y muerte son dos aspectos del mismo fenmeno. Si dejamos de considerarlos como dos fenmenos diferentes, ya no hay ms conflicto. S.No podramos preguntarnos qu es el miedo en s? K.No hay miedo en s. Nunca hay miedo que no sea miedo de algo. S.Pero no existe acaso un miedo fundamental? El Problema de la Muerte K.No. El miedo es simple miedo de algo. Examine el asunto muy atentamente y ver que es as. Todo miedo, aun inconsciente, es el resultado de un pensamiento. El miedo que se halla presente en todas partes, y el miedo psicolgico, en el interior del yo, son siempre el miedo de no ser. De no ser esto o aquello, o simplemente de no ser. La contradiccin evidente en el hecho de que todo lo que existe es transitorio, y la bsqueda de una permanencia psicolgica, tal es el origen del miedo. Para vernos libres del miedo, debemos explorar la idea de permanencia en su totalidad. El hombre que no tiene ilusiones no tiene miedo. Eso no quiere decir que sea cnico, amargado o indiferente. S.Eso significa que l ha visto que la estructura psicolgica sobre la cual l apoya la nocin de su propia identidad no es real, que ella es verbal. K. Henos aqu, pues, ante uno de los mayores problemas: la muerte. Para comprender esta cuestin, no verbalmente sino de un modo efectivo, quiero decir, para penetrar con realismo el hecho de la muerte, hay que desprenderse de todo concepto, de toda especulacin, de toda creencia a su respecto, puesto que toda la idea

que puede tenerse en este asunto est engendrada por el miedo. Si nosotros -usted y yo- somos sin miedo, podemos plantear correctamente el problema de la muerte. No nos preguntemos qu es lo que ocurre despus, sino que exploremos la muerte como un hecho en s. Para comprender lo que es la muerte, toda mendicidad vacilante en las tinieblas tiene que terminar. Estamos nosotros, usted y yo, en esa disposicin de espritu que no procura saber lo que hay despus de la muerte, sino que se pregunta qu es la muerte? Percibe usted la diferencia? Si uno se pregunta qu es lo que hay despus, es porque uno no se ha preguntado qu es. Y estamos acaso en condiciones de hacernos esta pregunta? Es posible realmente preguntarnos qu es la muerte mientras no nos preguntemos qu es la vida? Y es acaso posible preguntarse qu es la vida teniendo nociones, ideas, teoras acerca de lo que ella es? Cul es la vida que conocemos? Nosotros conocemos la existencia de una conciencia que lucha sin cesar en toda clase de conflictos, ntimos y externos. Desgarrada entre sus contradicciones, esta existencia est contenida en el crculo de sus exigencias y de sus obligaciones, de los placeres que busca y de los sufrimientos de los que huye. Estamos enteramente absorbidos por un vaco interior que la acumulacin de posesiones materiales y mentales no puede jams colmar. En tal estado, el problema de lo que es la muerte no puede plantearse, porque la cuestin de lo que es la vida no se plantea. La existencia que conocemos es acaso la vida? Las explicaciones, asimismo: resurreccin de los muertos, reencarnacin, provienen acaso de un conocimiento de la muerte? Son meras proyecciones de ideas que nos forjamos acerca del fragmento de existencia que llamamos vida. Morir para la estructura psicolgica con la cual nos identificamos; morir cada minuto, cada da, en cada acto que realizamos; morir para lo inmediato del placer y para la duracin del dolor, y saber todo lo que est implcito en ese morir: es entonces cuando estamos en condiciones de formular la pregunta: qu es la muerte? No estamos discutiendo lo que es la muerte del cuerpo. Y sin embargo, solamente aquellos que saben morir de instante en instante pueden evitarse el iniciar con la muerte un dilogo imposible. En esta muerte perpetua hay una perpetua primavera, un frescor que no pertenece al mundo de la continuidad en la Duracin. Este morir es creacin, Creacin es muerte y es amor. Las Iglesias Nada Pueden S.Tengo algunas preguntas que hacerle acerca de la religin. Las ms recientes de las grandes religiones han nacido realmente en pocas en que la tierra era un disco chato en que el sol recorra la bveda celeste, etc. Hasta una poca reciente (Galileo no est lejos) ellas imponan por la violencia una serie de imgenes infantiles del Cosmos. Hoy, no pudiendo hacer otra cosa, colcanse a la par de la ciencia y se contentan con confesar que sus cosmogonas no son ms que simblicas. Pero ellas proclaman que, no obstante esta capitulacin, son depositarias de verdades eternas. Qu piensa usted de esto? K.Las religiones realizan su propaganda con el fin de obtener un poder sobre las conciencias. Procuran apoderarse de la infancia para condicionarla mejor. Las religiones de las Iglesias y las de los Estados proclaman la necesidad de todas las virtudes, mientras su Historia no es sino una serie de violencias, de terrores, de torturas, de matanzas inimaginables. S.Pero no piensa usted que las Iglesias hoy en da son menos estrechamente militantes? No vemos acaso a los jefes de las ms grandes Iglesias declarar que la fraternidad humana es ms importante que el detalle de los cultos? K.Si una declaracin de fraternidad es ms importante que el culto, es porque el culto ha perdido parte de su importancia a los propios ojos de sus pontfices. Este pretendido universalismo es a lo sumo una simple tolerancia. Ser tolerante, es apenas tolerar al vecino bajo ciertas condiciones. Toda tolerancia, as como la no violencia, es violencia. En verdad, en nuestra poca la religin, a medida en que es comunin verdadera del hombre con Aquello que le excede, no desempea ningn papel en la marcha de los asuntos humanos. Las organizaciones religiosas, por el contrario, son instrumentos polticos y econmicos. S.Pero esas organizaciones religiosas no pueden acaso guiar a los hombres hacia una realidad que est ms all de ellos mismos? K.No. Qu es un Espritu Libre?

S.Pasemos pues al sentimiento religioso. El hombre moderno, que vive conscientemente en el universo de Einstein y no en el de Euclides, no puede acaso comulgar mejor con la realidad del universo gracias a una conciencia avisada, dilatada de un modo adecuado? K.El que quiera dilatar su conciencia puede igualmente escoger, entre las psicodrogas, la que ms le convenga. En cuanto a comulgar mejor con el universo gracias a una acumulacin de informaciones y de conocimientos cientficos acerca del tomo o de las galaxias, es como decir que una inmensa erudicin libresca acerca del amor nos hace conocer el amor. Y, por otra parte, vuestro hombre ultramoderno, tan al corriente de los ltimos descubrimientos cientficos, habr por ello prendido fuego a su universo inconsciente? Mientras en l subsista una sola partcula inconsciente, proyectar una irrealidad de smbolos y de palabras por medio de la cual se forjar la ilusin de comulgar con algo superior. S.No cree usted, sin embargo, que sea posible una religin del porvenir sobre bases cientficas? K.Por qu hablar de religin del porvenir? Veamos, ms bien, lo que es la verdadera religin. Una religin organizada slo puede producir reformas sociales, cambios superficiales. Toda organizacin religiosa se sita necesariamente en el interior de una estructura social. Yo hablo de una revolucin religiosa que slo puede producirse fuera de la estructura psicolgica de una sociedad, cualquiera que ella sea. Un espritu verdaderamente religioso est desprovisto de todo miedo, porque est libre de todas las estructuras que las civilizaciones han impuesto a lo largo de los milenios. Un espritu semejante est vaco, en el sentido de que se ha vaciado de todas las influencias del pasado, colectivo y personal as como de las presiones que ejerce la actividad del presente, la cual crea el futuro. S.Un espritu as, por el hecho de que se ha vaciado de su contenido que en verdad lo contena a l, es extraordinariamente libre... K.Es libre, est vivo y totalmente en silencio. Es el silencio lo que importa. Es un estado sin medida. Solamente entonces se puede ver, pero no en calidad de experiencia, Aquello que no tiene nombre, que est ms all del pensamiento, que es energa sin causa. A falta de este silencio creador, hgase lo que se haga, no habr en la tierra fraternidad ni paz, es decir, no habr verdadera religin. S.Todas las religiones preconizan alguna forma de plegaria, algn mtodo de contemplacin a fin de entrar en comunin con una realidad superior, cuyo nombre, Dios, Atman, Cosmos, etc., vara. Por cul acto religioso procede usted? Reza usted acaso? K.La repeticin de palabras santificantes calma una mente agitada adormecindola. La plegaria es un calmante que permite vivir en el interior de una prisin psicolgica sin experimentar la necesidad de destrozarla, de destruirla. El mecanismo de la plegaria, como todos los mecanismos, produce resultados mecnicos. No existe plegaria alguna que pueda traspasar la ignorancia de uno mismo. Toda plegaria dirigida a Aquello que es ilimitado presupone que un espritu limitado sabe dnde y cmo alcanzar lo ilimitado. Eso quiere decir que l tiene ideas, conceptos, creencias a ese respecto y que se halla atrapado en todo un sistema de explicaciones, en una prisin mental. Lejos de libertar, la plegaria aprisiona. Ahora bien, la libertad es la esencia misma de la religin, en el verdadero sentido de esta palabra. Esta libertad esencial se ve denegada por todas las organizaciones religiosas, a despecho de lo que ellas digan. Lejos de ser un estado de plegaria, el conocimiento de uno mismo es el comienzo de la meditacin. No es ni una acumulacin de conocimientos sobre la psicologa, ni un estado de sumisin llamada religiosa, en la cual uno espera la gracia. Es lo que derriba las disciplinas impuestas por la Sociedad o la Iglesia. Es un estado de atencin y no una concentracin sobre nada en particular. Estando el cerebro tranquilo y silencioso, observa el mundo exterior y ya no proyecta ninguna imaginacin ni ninguna ilusin. Para observar el movimiento de la vida, l es tan rpido como ella misma, activo y sin direccin. Es entonces solamente cuando lo inconmensurable, lo atemporal, lo infinito, puede surgir. Es eso la verdadera religin. Lo que queda por despertar S.Cree usted que un pensamiento colectivo, que una inteligencia colectiva, habiendo registrado y sintetizado las adquisiciones recientes de todas las ciencias, si tal pensamiento pudiera constituirse, estara en condiciones de guiar la Humanidad hacia una evolucin sana?

K.De la carreta de bueyes al cohete astronutico, la progresin se ha debido a determinada parte del cerebro. As, esta parte se desarrollar an millones de veces, pero no har avanzar un solo paso el problema fundamental que se plantea la conciencia humana a su propio respecto. Y esa parte se desarrollar. Este proceso es irreversible y necesario. Pero existe otra parte del cerebro que no ha sido despertada y que podemos vitalizar desde hoy mismo. Este despertar no es cuestin de tiempo. Es una explosin revolucionaria que, en la fuente de todas las cosas, surge e impide que se cristalice, que se endurezca, por los depsitos del pasado, una estructura psicolgica. Esta lucidez aborda cada problema a medida que l se presenta, y la importancia del problema se vuelve secundaria. La libertad y la paz slo podrn instaurarse en el mundo si ese surgir, que es energa sin causa, ni individual ni colectiva, se halla vivo.

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