BOAS, Franz. El Arte Primitivo
BOAS, Franz. El Arte Primitivo
BOAS, Franz. El Arte Primitivo
EL ARTE
Versión española de
Adrián Rec'mos
OEP. DE FILOSOFIA E
SERAL DO DIREITO
FONDO DE CULTURA ECONOMICA
México ~ Buenos A ires— Y ^ H ^
r D3P. L
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r IA E
m oer
riiA
PREFACIO
menta poseemos. Hay muy pocas partes del inundo en donde po
damos señalar mediante el estudio arqueológico o geográfico com
parativo, el crecimiento de los estilos del arte. La arqueología
prehistórica en Europa, Asia y América demuestra, sin embar
go, que así como los rasgos culturales generales están en constante
estado de reflujo, así también cambian los estilos del arte, y las inte
rrupciones en la vida artística del pueblo son a menudo tan repen
tinas que sorprenden. Falta ver si es posible derivar leyes valederas
que regulen el crecimiento de estilos de arte específicos, como
Jos que Adama van Scheltema ha tratado de derivar para el arte de la
Europa septciñYioval.4 Gracias a la creciente destreza técnica y
al perfeccionamiento de los instrumentos de trabajo estos cambios
están llamados a ocurrir. Su curso está marcado por la historia cul
tural general del pueblo; pero no estamos en situación de declarar
que las mismas tendencias, modificadas por los sucesos históricos
' locales, reaparecen en el curso del desarrollo del arte en todas partes.
Deseo expresar mi agradecimiento a todos los que me han
ayudado a reunir el material gráfico de este volumen. Estoy reco
nocido al Museo Americano de Historia Naturaly especialmente al
Dr. Pliny E. Goddard, por haberme concedido permiso para man
dar hacer dibujos de los especímenes, por su ayuda generosa para
escogerlos y por el uso del material ilustrativo de las publicacio
nes del Museo. Estoy reconocido igualmente al Field Museum de
Chicago; al Museo Nacional de los Estados Unidos, de Washing
ton; al Museo de la Universidad de Pennsylvania en Filadelfia, al
Free Public Museum de la ciudad de Milivaukee y al Linden Mus-
emn de Stuttgart por las ilustraciones obtenidas de sus especíme
nes. Los dibujos fueron hechos por Mr. W . Baake, Miss Ai. Fran-
ziska Boas y Miss Lillian Sternberg.
I
■1
>
i
I
INTRODUCCION
13 E. Adama van Scheltcma, Die altnordische Knust, Berlín, 1923. Una extensa
revista-de obras sobre arte ■jn.-iu.ii.úy« hasta.J .9.1,4 puede verso en Martin Mcydrich,
“Afrikanische Ornamentik*’, Internationales Archiv für Ethnographie, suplemento
a! vol. xxii, Leyden, 1914; también la bibliografía en Eckert von Svdow, Die Kunst
der A aturvölker und der Vorzeit, Berlin, 1923; y Herbert Kühn, Die Kunst der
Primitiven, .Munich, 1923. Una excelente revista de este tema se lee en Elizabeth
M ilson, Das Ornament (disertación, Universidad de Leipzig).
14 "Pnnzipicnfragen der ethnologischen Kunstforselumg", 'Zeitschrift für Aes-
t'c tik und allgemeine Kunstwissenschaft, vol. xix, Berlin, 1923, pp. 338 rr. Véase
también cl fahrbuch für historische Volkskunde, vol it; Vom Wesen der Volks
kunst, Berlin, 1926; Rafael Karsten, ChiUzatlon of South American fndiai/s, Nueva
York, 1926.
II
A R T E S G R A F IC A S Y P L A ST IC A S
del tejido de las cestas de California, son bien conocidas y muy esti
madas por los coleccionistas. Al mismo tiempo las cestas están pro
fusamente decoradas con una variedad de dibujos geométricos o
con el agregado de conchas y plumas (lám. i). La fabricación de
cestas es una ocupación femenina y por eso ocurre que entre los
indios de California sólo las mujeres son artistas creadoras. Son en
su técnica unas verdaderas virtuosas y su virtuosismo las hace pro
ductivas. Comparadas con las suyas las obras de arte hechas por los
hombres resultan insignificantes.
Sin embargo, las circunstancias
que existen entre los vecinos deí
norte de los californianos son a
la inversa. Desde Puget Sound
hacia el norte los objetos de uso
doméstico y los utensilios de los
indios están hechos de madera y
mucha parte del tiempo de los
hombres se emplea en trabajar
este material. Son hábiles carpin
teros y talladores que mediante
la práctica constante han adqui
rido virtuosismo en el manejo de
Fig. 1. Frente de una caja pintada, la madera. La exactitud de sus
tlingirs, AlasLa. obras rivaliza con la de nuestros
mejores artífices. Sus cajas, cubos,
marmitas, cunas y platos están hechos de madera, así como los de los
californianos están hechos de cestería. En la vida de aquéllos la
cestería desempeña un papel de relativa importancia. La indus
tria en que han alcanzado la mayor eficiencia es al mismo tiempo
aquella en que el arte decorativo ha llegado a su mayor desarrollo.
Este encuentra expresión no sólo en la belleza de la forma del traba
jo en madera, sino también en la decoración esmerada. Entre esta
gente todos los demás aspectos del arte decorativo son pálidos com-
parados"'<55'íT slv expresión artística en el trabajo de madera o en las
formas de arte que de éste se derivan (fig. 1). Todo este trabajo
es hecho por los hombres y de ahí proviene que los hombres son los
artistas creadores, mientras que las mujeres parece que carecen de
inventiva y de sentido artístico. Aquí también el virtuosismo en la
técnica y la productividad artística caminan de la mano.
Como tercer ejemplo mencionaremos a los indios pueblos del
sudoeste de los Estados Unidos. En muchos poblados de esta región
la alfarería es la industria dominante y en ella se encuentra la ex
presión más alta del arte. La forma de la vasija de barro se caracte-
L ámina I .
forman por encima del ruedo, hacen que las distancias entre las
puntadas y la fuerza del tirón sean absolutamente parejas, de mane
ra que la superficie resulte suave y redondeada por igual y que las
puntadas presenten un diseño perfectamente regular, de igual ma
nera que una costurera experta da sus puntadas a intervalos regula
res y con un tiro uniforme, a fin de que queden como las cuentas
de un rosario. Idéntica observación puede hacerse con respecto a la
cestería retorcida (fig. 4). En la obra hecha por un experto, el tirón
*»■*<(?ir
ces con las divisiones, sino que a consecuencia del método empleado
al doblar y debido a que el campo d y parte del e quedan cubiertos
por completo, todo el diseño se desartictílá’y^éñ" los costados más
cortos encontramos únicamente fragmentos que se juntan de la ma
nera más irregular (fig. 12). Cuando se cierra la caja, el campo e se
junta con el campo 1, y la sección traslapada c se le une en el medio
del costado angosto. Por arriba se junta con el campo 2 y en el
fondo con el campo 4. Toda la idea formal del diseño concebido
cuidadosamente se pierde en la caja terminada. Hasta encontramos
diseños hechos en cuatro fajas en lugar de cinco, de modo que
el diseño fundamental y los costados no coinciden (fíg. 14). Como
34 ARTES í.'KAl'ICAS Y PLASTICAS
-litigues "pueblos".
44 ARTES GRAFICAS Y PLASTICAS
L ámina IH
Casa decorada, Xueva Guinea del norre.
46 ARTES GRAFICAS Y ELASTICAS
res, de modo que hasta cuando la forma es la misma, los tintes y los
valores del color no son idénticos. Un espécimen característico de
este tipo se describirá más adelante (fig. 53).
El plan de uno de estos patrones se representa en la fig. 33.”
Hay en él ocho campos rectangulares con dos dibujos (1 y 2); los
de la derecha e izquierda de la
línea media verdear y los dé arri
ba y abajo de la línea media hori
zontal son simétricos en lo que se
refiere a la forma. En lo que res
pecta al color, el 1 corresponde
al Ib y el la al le; también el 2
corresponde en color al Ib y el
la al 1c. Los colores en todos
estos casos están, en general, in
vertidos. El 1 y el 2, y el Ib y el
2b tienen un fondo amarillento y
un campo rojo que rodea el di
bujo que tiene forma arborescen
te; el \a y el 2a y el le y el 2c
tienen un fondo rojo pálido y un
campo verdoso que rodea la figu
ra en forma de árbol. Al dibujo
completo, compuesto de cuatro
secciones, le sigue en la banda to
talmente decorada otro juego de
cuatro secciones de la misma for
ma que el anterior. En éste el
fondo de 1 y 2 y \b y 2b es azul,
y el de la, 2a y le y es ama
rillento. El campo que rodea a la
figura en forma de árbol es ama
rillento en 1 y 1/?, y verdoso en
I íT v le. Tomado en conjunto, el
Fig, 34. Diseños de un tejido lado derecho es prácticamente el
peruano. mismo que el izquierdo volteado
de arriba para abajo. El orden de
los dibujos a la izquierda de arriba a abajo y en el lado derecho
de abajo a arriba, es, de acuerdo con el color del fondo, y repre
sentando el rojo por r, el amarillo por a y el azul por tí, como sigue:
r r a a / a a u u / r r a a / a a u u / r r a a / a a u n / r r a a /
W altcr Lchmann, Kmistgeschichte des alten Perú, Berlín, 1924, láms. 3-4.
EL ELEMENTO FORMAL EN EL ARTE 47
En la fig. 34 aparece un segundo ejemplo. En este espécimen,
los campos dispuestos diagonalmente y marcados, 1, a, 2 b 10 tienen
la misma combinación de colores.
Los campos más grandes en 1 son amarillos, los más pequeños,
negros. Los campos más grandes en 2 son color de rosa, los más
pequeños, grises. El fondo en b es gris, el adorno morado. El fondo
en a es gris obscuro, el adorno lila.
Otro elemento fundamental de la
forma decorativa es la repetición rít
mica. Las actividades técnicas en que
—ser emplean movimientos repetidos re-
.gula miente conducen a la repetición
rítmica en la dirección seguida por los
movimientos. El ritmo del tiempo apa
rece entonces traducido en espacio. En
el astillado, en el labrado, en el trabajo
a marrillo, en los giros y presión re
gulares que se requieren en la fabrica
ción de la cerámica enrollada, en el te
jido, la regularidad de la forma y la
repetición rítmica del mismo movi Fig. 35. Vasija de barro en
miento están conectadas necesariamen rollada. Indios “pueblos”
te. Estos movimientos rítmicos produ prehistóricos.
cen siempre la misma serie de formas.
En muchas industrias y en todas partes del mundo se encuentran
ejemplos de formas rítmicas de superficie determinadas por el do
minio perfecto de una técnica. En los cuchillos egipcios de pedernal
(véase fig. 5, p. 28) se ve la exquisita regularidad del astillado.
Este carácter no es tan frecuente en el astillado de los indios ame
ricanos. Las tablas astilladas de los indios de la costa del Pacífico
del Norte presentan marcas de este procedimiento hechas con gran
regularidad que tienen la apariencia de un patrón (figs. ó, p. 30,
y 10, p. 31). En aquellas superficies que van pintadas se borran
frecuentemente estas marcas con piedra arenisca o con cuero de
tiburón; pero en las partes sin pintar se las deja intactas, probable
mente por su efecto artístico. En los trabajos de metal del Oriente
los martillazos son tan regulares que se forman diseños consistentes
en superficies planas. Otros ejemplos del efecto artístico de la regu
laridad de movimiento se encuentran en la cerámica acanalada pre
histórica del sudoeste de la América del Norte. Las roscas se hacen
por la presión de los dedos y la serie de muescas forma en la super-
10 Estas observaciones se refieren igualmente a los campos marcados 1”,
etcétera.
48 ARTES GRAFICAS Y PLASTICAS
Lámina IV
Tejidos peruanos.
54 ARTES GRAFICAS V PLAS TICAS
Una capa grande de lea está bordada con diseños que repre
sentan a un hombre con un arco y tocado (fig. 39). Las figuras
son las mismas en toda la prenda, salvo que la posición y los objetos
que sostiene se alternan a la derecha y a la izquierda. Sin embargo,
la disposición de los colores va
ría: hay seis tipos distintos. T o
mando en consideración única
mente los colores de la casaca,
piernas y cara podemos arreglar
los en el orden siguiente:
Casaca Piernas
H av en este espéci
men una inversión sis
temática de valores de
color; lo que es claro
en el primer juego de
tres, es oscuro en el sc-
•gtiruio-gr-tqro. -de^'treS: '
Es una tendencia muy Fig. ‘J3. Tela peruana.
marcada en un consi-
siderablc número de casos. l eñemos, por ejemplo, una serie de
blanco, rojo, amarillo; gris, color tic rosa, amarillo,
i
EL ELEM EN TO FORM AL E N EL A RTE 59
La tendencia a esta repetición de ios colores se nota con gran
claridad en I'*' códices mexicanos; por ejemplo en el Codex Nuttall,
p. 82 (fig. 47) encontramos en la figura del ángulo inferior, a
mano derecha, una base en la cual se usan triángulos en forma de
escalinata con el orden de sucesión: amarillo, rojo, negro, amarillo,
morado, pardo rojizo. En la misma paginadlas franjas de pluma en
las casacas de las figuras representadas se encuentran en el mismo
en las barras de las figuras del ángulo inferior a mano derecha. Pa
rece <.|uo en e..te códice el orden de los colores está establecido con
fijeza.
Encucntransc también notables repeticiones rítmicas en traba
jos de abalorio hechos por los nativos de Xambeza. En numerosos
especímenes se repite regularmente el orden siguiente:
Negro rojo amarillo verde amarillo rojo blanco. O escrito de
otra manera: Verde amarillo rojo blanco negro blanco rojo ama
rillo.
Estos colorcjrsc ven en un cinturón, un delantal de mujer, un
collar y dos esteras.1* En varios lugares el verde sustituye al azul y
el rojo al pardo.
La repetición v simetría rítmicas aparecen con mayor claridad
cuando sustituimos los colores por números. Designemos el
blanco por 1, el rojo por 2, el amarillo por 3, el pardo por 3\
c! azul por 4, el verde por 4' y el negro por 5.
De acuerdo con la descripción del primer cinturón menciona
do como lo representan los autores, hay una repetición general en
el orden siguiente:
1 2 3 [ 4 [ V 2 1 | ) | 1 2 3 | 4a | 3
2 1 | S | 1 2 3 | 4' |
El mismo orden se encuentra en el mango de un hacha que
está decorada con líneas de colores en zigzag.11'
En una bolsa’" hay un campo inferior dispuesto en filas de
rombos seguidas de un campo medio consistente en bandas en zig
zag v un campo superior consistente asimismo en rombos.
En este último el orden de abajo arriba es como sigue:
2 1 5 1 2 3 4 3 -> | 4 3 5 1 5 3 :í 1
rombos zigzags
2 3 4 3 7
rom bos
tas con su sucesión vertical de hojas, las ramas de los árboles, mon
tones de piedras, cadenas de montañas que se levantan una tras
otra, pueden sugerir disposiciones verticales de elementos similares.
Sin embargo, son mucho más comunes las repeticiones de fajas
horizontales, de sencillas ordenaciones en filas de elementos solos, y
de complicadas sucesiones de series de figuras variadas que se repi
ten en orden regular (fig. 48 y lám. vn).
De cuanto se ha dicho anteriormente se deduce que las formas
que se han descrito no expresan estados emotivos específicos y en
este sentido significativos.
lista conclusión puede corroborarse mediante un examen más
detenido de las formas decorativas.
Hemos indicado ya que el valor artístico de un objeto no sé
debe únicamente a la
forma, sino que el
método de fabrica
ción da a la superfi
cie una cualidad ar
tística, ya sea por su
suavidad o por el
p a t r ó n que resulta
como consecuencia
de los procedimien
Fig. 48. Vasijas de barro: Finlandia; lea, Perú. tos técnicos que se
han empleado. Pode
mos observar que en los productos artísticos del pueblo en todas
partes del mundo se presentan otros elementos que se deben al in
tento de acentuar la forma.
Uno de los métodos más comunes empleados con este fin con
siste en la aplicación de patrones marginales. En muchos casos éstos
no están determinados, técnicamente. Cuando, por ejemplo, se da
fin a la fabricación de una cesta tejida, es necesario atar los cabos
sueltos y esto conduce generalmente a un cambio de forma y del
patrón del borde. Las tiras pueden voltearse para abajo, enrollarlas
y coserlas unas con otras, pueden trenzarse o entretejersery dejar
se como una franja. En una cesta de corteza puede reforzarse el
borde por medio de una faja para evitar que la corteza se parta;
la faja y la costura hacen que el borde se destaque del cuerpo de la
cesta. Un disco delgado de metal puede fortalecerse doblando el
borde exterior.
La cestería de corteza de abedul del oeste de la América del
Norte y de Síbcria presenta un ejemplo excelente de un patrón
marginal que se origina en la necesidad técnica y la regularidad de
EL ELEM ENTO FORMAL EN EL A RTE 63
64 ARTES GRAFICAS V PLASTICAS
ARTE REPRESENTATIVO
de pájaros (fig. 60). Por otra parte, los trajes pintados de los sha-
numes están ejecutados toscamente (lám. vi). Representan concep
tos mitológicos y tienen valor únicamente por su significado. £1
interés no radica en ia forma. Como prendas de vestir son de fabri
cación tosca, porque la belleza de ejecución es aquí de menor im
portancia.
Ln tercer ejemplo se encuentra entre los indios norteamerica
nos de las Grandes Planicies. Su arte representativo, en el sentido
estricto de la palabra, está confinado casi por completo a una forma
tosca de escritura, pictórica. No lian desarrollado una técnica avan-
l'íg. 6). Fila superior, pictografías de los indios opim as; fila inferior,
ídem de los indios elaboras.
/ s c J
| I DEP. DE FILOSOFIA E
102 SIMBOLISMO
MOM
Fig. 93. Prenda ceremo
nial tejida, indios hinchó
les, México.
informante de una aldea diferente designó las figuras con los brazos
levantados como malpartos legendarios en que se advierte un pecho,
y las figuras bajas semicirculares y rectangulares comovotros seres
abortados que se componen sólo de costillas. De las dos figuras
análogas, 95d y c, a la primera se le llama cangrejo y a la segunda
tortuga, mientras que a la 95/ se le llama el baño del héroe Kena.
En nuestra civilización^ encontramos casos en los cuales la
composición de la forma o del color posee un significado simbólico
enteramente separado de sus valores formales. El caso más corriente
es el de las banderas nacionales. No sólo son ornamentales, sino que
posgen una fuerte atracción emotiva; ponen de manifiesto -disenti
miento de patriotismo nacional y sus valores rio pueden éñtehdérse
sobre.upa base puramente formal, sino que éstan Füridadós7^!! ^ ^
asociación de la forma con campos definidos de nuestra vida emo
tiva. Esto mismo se aplica a ciertos símbolos. En Alemania, en eí
momento actual, la svástica como símbolo del antisemitismo, y la
estrella de David, como símbolo judío, tienen una significación po
lítica muy definida y son capaces de excitar las pasiones más vio
lentas cuando se las usa con fines decorativos; no a causa de su
forma, sino por la Reacción emotiva a las ideas que representan. Las
insignias militares, los emblemas de las sociedades secretas, los em
blemas de los estudiantes y otros distintivos ejercen la misma in
fluencia por sus asociaciones. En virtud del fuerte valor emotivo
de estos patrones y el carácter específico de las asociaciones, puede
restringirse el uso del ornamento a clases especiales de objetos, o
reservarse para clases o individuos privilegiados. Así, entre nosotros,
la cruz o la bandera no pueden usarse de manera apropiada en todos
los lugares y en todo tiempo, y las insignias de grado se reservan
para aquellos que tienen derecho a usarlas. De igual manera los
distintivos totcmicos solamente pueden usarse por los privilegia
dos y no por aquellos que pertenecen a otro tótem. Poderosos
valores emotivos vfin asociados coriuinmcnte con todas las formas
que se usan en los rituales importantes. Los sencillos ornamentos de
corteza de cedro teñidos de rojo que acostumbran los indios de la
Columbia Británica poseen' esa atracaoh^pbrqué^^
namcntales simbolizan los dones que el que los lleva ha recibido
de su protector sobrenatural.
Se recordará fácilmente que estas circunstancias pueden existir
únicamente cuando la interpretación del ornamento, y con él su
significado emotivo, están establecidos firmemente en la mente de
las gentes; cuando todos reaccionan sin falta y sin vacilar ante el
mismo patrón. Pero esto no ocurre ni con mucho en todas partes.
SIMBOLISMO 107
Al contrario se conocen muchos casos en qué hay gran vacilación
con respecto al significado del-símbolo. Una persona*'puede inter
pretarlo de un iiTauc;“y n Q ci'r^ Porejempio,
entre los diseños de los indios de California, la misma forma puede
designarse por distintas gentes,-o a veces por la misína persona en
ocasiones diferentes, o como una pata de lagartija, o una montaña
cubierta de árboles, o una pata de lechuza. Se ccmpibe que un indi»*
viduo pueda sentir un fuerte^valor emotivo á la vista de un.diseño,
pero tratándose de asociaciones variables el símbolo'no tiene un
valor emotivo que deba acatarse por toda la tribu. Seirá¡menos ¡apro
piado mientras1más variables sean las asociaciones, de'.individuos y
tribus. Creo que ésta es también la razón por la cuakes imposible
entre nosotros un arte expresionista, o. porfío menos el motivo de
que tal arte no le llame la atención a todo el mundo: Bien puede un
artista aleccionar a un g ru p o ? d e d irc íp u k s ^ en el
simbolismo que cultiva, pero ^ sumamente <hficil que dicho simbo-
lismo se desarrolle de tal manera1que sea sentido-por todos nosotros.
En música existen unas pocas .asociaciones ídei esté'tipo,- Sentimos,
por ejemplo, la diferencia entrela impresión que causan en el ánimo
el tono mayor y el menor; el^primero^ másJ^alegxe.:y:ené^gico, el
segundo dulce, sentimental y hasta triste. Conviene recordar que
estos tonos emotivos no están conectados en manera alguna en todas
partes con estas dos formas, sino que en la música de otros pueblos
que poseen algo comparable a nuestro: mayóf y menor, las relacio
nes pueden ser enteramente diferentes. Nosotros sentimos también
cierta energía conectada con el tono mayor de mi bemol, pero
esto se debe indudablemente a asociaciones específicas que no cuen
tan en otras áreas culturales.
El arte expresionista requiere un fondo cultural muy, firme y
uniforme, como el que poseen muchos pueblos de estructura social
sencilla, pero que no pueden existir en nuestra sociedad compleja
con sus muchos y contradictorios intereses y su, gran variedad de
situaciones que crean diferentes centros emotivos para cada una
de sus numerosas clases.
En consecuencia, es importante saber si existen firmes asocia
ciones entre la forma y el significado, y si estas asociaciones van
acompañadas de fuertes reacciones emotivas^
La primera cuestión puede investigarse dé dos maneras: estu
diando la variedad de formas que se usan para representar l,os mis
mos objetos, y, a la inversa, considerando la variedad de explica
ciones dadas a la misma forma. Los diseños de los arapahos reunidos
por Kroeber ofrecen un campo favorable para este estudio. La serie
208 SIMBOLISMO
m w n m \L i s r - [i
♦ + A 'o a ™
«pe
n * -
Fig. 97. Patrones que represen
tan personas, indios arapahos.
bM^
Fig. 98. Patrones que represen
Mecklenburg; a, bambú tallado; b, Estera
bordada. El cheurrón de la izquierda, en el
bambú, representa una hoja de palmera, un
brazalete o un gusano; el mismo diseño en
tan a la mariposa, arapahos. la estera, las huellas de un crustáceo.
Fíg. 100. Vaina bor Fig. 101.. Tabla pin Fig. 102. Reme de
dada de puñal, ara- tada, Ncu-Meck- corado, Neu-Mcck-
pahos. '' lcnburg. lcnburg.
\.v . \
K ■■
V, ■■■ ¡
t iA
>r;> >:
emotivo que puede ser débil, pero que, sin embargo, no es despre
ciable en el efecto estético,de_todo.el. obieto,. ...:______
Parece que en considerable, número de casos los patrones orna
mentales tienen nombres definidos que se aplican siempre, prescin
diendo de la combinación ,cíe ¡diseños en que se encuentren. Mu
chos patrones de cestería de California son de esta clase. B arrett17
da los nombres de algunos patrones decorativos que usan los indios
pomos, de entre los cuales^qoio unos cuantos como ilustración,
(fig. 104). Los indios póriiós dél norte y oriente llaman a las fi-
;;ï
trón completo llevan
nombres.
De la descripción
de Tessmann21 de^
duzco que entre íps
pangwes del Africa
occidental los ele
mentos sueltos del Fíg. lUó. Diseños de los mandas.
diseño llevan nom
bres también, mientras que las diversas combinaciones carecen de
explicaciones como las que encontramos en América o fen la Me
lanesia. En la fig. 107 están representados algunos patrones talla
dos en madera que reciben los nombres siguientes: (a) lima; (b)
sarta de conchas de cori (caracol marino de la India); (c, d) hoja
triangular usada para adornar las flechas con plumas para la ballesta
(triángulo con base angosta); (e) cola;de armadillo; (f) cortadura
de la sierra en la madera; (g) arco iris;'//?) espina dé pescado; (i)
lanza triangular; (k) tela de araña, v
Hablando de los bushóngos dice Torday22 que la nomenclatu
ra no es segura (p. 216). “Los bushpngos. no consideran el diseño,
como un todo, sino que lo dividen en varios patrones elementales.
estos elementos como característico dé toda la figu
ra y designan a todo el diseñó con este término. Los motivos obte
nidos interrumpiendo los patrones tejidos a intervalos23 regulares se
21 G üntcr Tcssmann, Die Pangive, Berlín, 1913, vol. r, pp. 245 ss. ■
22 E. Torday et T . A. Joyce, Notes ethnographiques sur les peuples; covammé-
vtent appelés Bakuba, etc. Les Bus¡songo, Documents ethnographiques concernant
les populations du Congo Belge, vol. n, n9 I, Bruselas, .1910, pp. 217, 219.
23 Es decir, el elemento que consiste en un simple hilo de la urdimbre que
116 SIMBOLISMO
1‘ig. 113. Urnas facíales. Fig. 115, Diseños de los bushongos que representan
la cabeza del antílope y el escarabajo.
122 SIMBOLISMO
F ig . 122. D i s e ñ o s d e v a s ija s h e c h a s d e c a l a b a z a s d e á r b o l , O a x a c a .
yj->
■*' .¿«Wfoí,--.»
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F i g . 126.
F i g . 127.
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b
III
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----- - 1- j
c e - s ie ^ i C Jí d k <3j?itdSPir c ^ ' w i e - S //1
e C L 3 /C 3 IC 3 C-^me^iin f m CLS* l i e. f<=T n
g 1 CA3íe3A h 0 ¡ C J f ! C ± Í S !Q _ 3
Fi". 128.
Diseños de vasijas de barro, Culhuacán.
b c d e f
F iíj. i 32. Palos arrojadizos de los esquimales; a. Groenlandia; ¿\ Bahía de Unjpiva;
c, Cumbcrland Sound; d, Point Harrow; c, Alaslca (el lugar exacto está en duda);
/, Cabo N'omc.
I'ig. 132. Pillos arrojadizos de los esquimales; *r. Groenlandia; A, Bahía de Unguva;
c, Cumbcrland Sound; tf, Point líarrmv; Alasita (el lugar exacto está en duda);
f, Cabo Xomc.
b c d e f
nuda (fig. 133) imita los patrones entretejidos, los cuales vuelven
a aparecer en sus tallados en madera, especialmente en sus copones
(véase fig. 52, p. 66), y en los tallados en cuernos de búfalo.
Son muy comunes también en el arte americano las fajas en
tretejidas que parecen imitaciones de tejido ordinario; y se las
encuentra en muchas partes de la América del Sur y entre los in
dios pueblos. Parte del tallado en madera de Tonga revela clara
mente la influencia en el estilo de los métodos artísticos, del atado
de los hilos que se encuentra muy desarrollado en las islas del
Océano Pacífico.
Dando por bueno todo lo anterior, queda todavía en la obscu
ridad la cuestión de por qué ha de haber aquel grado de individua
lización que se observa hasta cuando existen procedimientos técni
cos similares. Los indios de la Guayana y los indonesios usan los
mismos métodos d‘c tejer con materiales más bien anchos y rígidos.
Las circunstancias técnicas que dominan sus trabajos de cestería
ESTILO 155
son prácticamente las mismas. Sin embargo, los estilos de arte que
usan son muy característicos.
De lo anterior inferimos que, además de la influencia de la
técnica, deben haber muchas otras causas que determinan el estilo
individual de cada área. Dudo mucho que pueda darse alguna
vez una explicación satisfactoria del origen de estos estilos, sería
tan difícil como descubrir todas las circunstancias psicológicas e
históricas que determinan el desarrollo del lenguaje, la. estructura
social, la mitología o la religión. Todas estas cosas son-tan extre
madamente complicadas en su crecimiento que en/él mejor de los
casos no podemos hacer más que esperar que llegñémé^á. desenre
dar algunos hilos que forman la tela actual y dcttiramár algunas
de las líneas de conducta que puedan ayudarnos a comprender lo
que pasa por la mente de las gentes.
Ante todo debemos fijar la atención en el artista mismo. Hasta
ahora sólo hemos considerado la obra de arte sin referencia a su
autor. Unicamente cuando se trata de una. obra desaliñada nos he
mos referido al artista, porque nos ha parecido que su conducta,
tal como se revela en su obra, nos ayudaba a comprender la suerte
de los diseños. Por consiguiente, podemos esperar que también
en un terreno más amplio el conocimiento de la disposición de áni
mo v los actos del artista contribuyan a dar una comprensión más
clara de la historia de los estilos de arte. Desgraciadamente las.ob
servaciones sobre este tema son muv raras y nada satisfactorias
porque se necesita un conocimiento íntimo del pueblo para com
prender los pensamientos y sentimientos más íntimos del artista.
Aún conociéndolo a fondo el problema es sumamente difícil por
que el proceso mental de la producción artística no tiene lugar en
la plena claridad de la conciencia. El tipo más elevado de la pro
ducción artística csrá allí, v, sin embargo, su creador no sabe de
dónde viene. Sería un error suponer que esta actitud no existe entre
las tribus cuyas producciones artísticas nos parecen tan ceñidas a
un estilo duro y firme que no deja lugar para la expresión del
sentimiento del individuo y para que un genio creador se mani
fieste con libertad. Recuerdo el caso de un indio de la isla de Van
couver que venía padeciendo de una larga enfermedad que lo obli
gaba a permanecer en cama. Había sido un buen pintor, pero sus
producciones en nada diferían estilísticamente de las de su tribu.
Durante su larga enfermedad solía sentarse en su cama, con el
pincel entre los labios, callado y al parecer olvidado de cuanto
íe rodeaba. Era difícil hacerle hablar, pero cuando lo hacía, se
explayaba describiendo sus visiones de diseños que ya no podía
152 ESTILO
nuda (fig. 133) imita los patrones entretejidos, los cuales vuelven
a aparecer en sus tallados en madera, especialmente en sus copones
(véase fig. 52, p, 66), y en los tallados en cuernos de búfalo.
Son muy comunes'también en el arte americano las fajas en
tretejidas que parecen imitaciones de tejido ordinario; y se las
encuentra en muchas partes de la América del Sur y entre los in
dios pueblos. Parre del tallado en madera de Tonga revela clara
mente la influencia en el estilo de los métodos artísticos, del atado
de los hilos que se encuentra muy desarrollado en las islas del
Océano Pacífico.
Dando por bueno todo lo anterior, queda todavía en la obscu
ridad la cuestión de por qué ha de haber aquel grado de individua
lización que se observa hasta cuando existen procedimientos técni
cos similares. Los indios de la Guayana v los indonesios usan los
mismos métodos de tejer con materiales más bien anchos y rígidos.
Las circunstancias técnicas que dominan sus trabajos de cestería
ESTILO 155
son prácticamente las mismas. Sin embargo, los estilos de arte que
usan son muy característicos.
De lo anterior inferimos que, además de la influencia de la
técnica, deben haber muchas otras causas que determinan el estilo
individual de cada área. Dudo mucho que pueda darse alguna
vez una explicación satisfactoria del origen de estos estilos, seria
tan difícil como descubrir todas las circunstancias psicológicas e
históricas que determinan el desarrollo del lenguaje, la. estructura
social, la mitología o la religión. Todas estas cosas soritan extre
madamente complicadas en su crecimiento que en*él,q»éjor dé los
casos no podemos hacer más que esperar que 11egúcirióya. desenre
dar algunos hilos que forman la tela actual y dcteriniiiár algunas
de las líneas de conducta que puedan ayudarnos a comprender lo
que pasa por la mente de las gentes.
Ante todo debemos fijar la atención en el artista mismo. Hasta
ahora sólo hemos considerado la obra de arte sin referencia a su
autor. Unicamente cuando se trata de una obra desaliñada nos he
mos referido al artista, porque nos ha parecido que su conducta,
tal como se revela en su obra, nos ayudaba a comprender la suerte
de los diseños. Por consiguiente, podemos esperar que también
en un terreno más amplio el conocimiento de la disposición de áni
mo y los actos del artista contribuyan a dar una comprensión más
clara de la historia de los estilos de arte. Desgraciadamente las.ob
servaciones sobre este tema son muy raras y nada satisfactorias
porque se necesita un conocimiento íntimo del pueblo para com
prender los pensamientos y sentimientos más íntimos del artista.
Aun conociéndolo a fondo el problema es sumamente difícil por
que el proceso mental de la producción artística no tiene lugar en
la plena claridad de la conciencia. El tipo más elevado de la pro
ducción artística está allí, y, sin embargo, su creador no sabe de
dónde viene. Sería un error suponer que esta actitud no existe entre
las tribus cuyas producciones artísticas nos parecen tan ceñidas a
un estilo duro y firme que no deja lugar para la expresión del
sentimiento del individuo y para que un genio creador se mani
fieste con libertad. Recuerdo el caso de un indio de la isla de Van-
couver que venía padeciendo de una larga enfermedad que lo obli
gaba a permanecer en cama. Había sido un buen pintor, pero sus
producciones en nada diferían estilísticamente de las de su tribu.
Durante su larga enfermedad solía sentarse en su cama, con el
pincel entre los labios, callado y al parecer olvidado de cuanto
le rodeaba. Era difícil hacerle hablar, pero cuando lo hacía, se
explayaba describiendo sus visiones de diseños que va no podía
156 ESTILO
ESTILO 159
lñg. !35. Dibujo lia ida que representa el cuento de un joven que ca/.ó a un
monstruo marine.'.
156 ESTILO
Fig- 135. Dibujo luida que representa el cuento de un joven que cazó a un
m onstruo marino.
160 ESTILO
dibujos en hueso, astas de ciervo y marfil (e). Las formas son siem
pre pequeñas siluetas en animado movimiento, y el realismo de
forma y movimiento de los dibujos produce un fuerte contraste
cuando se le compara con el estilo convencional de los indios de las
planicies y de los bosques. Hasta las representaciones pictográficas
de hombres en movimiento que se encuentran en otros tipos de di-
f d d
Fíg. 141. Pictografías; b, c, de la Cueva de los Caballos; d, b osquima nos.
a b
Fig. 146. Cueros crudos pintados de los sanies y foxes.
a b
Fig. 148. Cueros crudos pintados; ir, ioways; by otocs.
Fig. 149. Diseño de una Fig. 150. Diseño de los dos lados de una boi:...
bolsa, Ojibwa. Potawatomi.
una extensa área de las praderas del oeste. Una forma caracte
rística de este diseño se compone de un rombo o rectángulo cen
tral, de cuyos ángulos arrancan líneas que terminan en triángulos
que miran hacia el campo central ya sea con el vértice o con la
base; a veces se encuentra al final de estas líneas un travesano con
púas. Entre los arapahos (fig. 152) estos patrones aparecen solos
sobre un fondo liso; entre los sioux (fig. 153) el cuadrado central
se usa raras veces. Mientras que entre los arapahos las líneas están
corrientemente unidas sólo a los dos extremos opuestos, los sioux
casi siempre los prenden a los cuatro ángulos del rombo cen
tral. Además, a los sioux les gusta variar el fondo insertando estre
llas o cruces y el diseño parece presentarse duplicado simétrica
mente con mayor frecuencia que entre los arapahos.
La cestería de los indios de Coiumbia Británica presenta otro
buen ejemplo de diferenciación en el arreglo e identidad de los
elementos del patrón. Entre los indios thompson los elementos
176 ESTILO
q r s
Kig. 152.-Diseños arapahos.
del diseño están distribuidos por igual en todo el lado del cesto;
entre los liilooets se reducen a la parte superior del lado, quedando
la parte inferior sin decorar; entre los chicotincs hay tres fajas
de decoración a lo largo de la parte superior de la cesta (véase
p. 290). '
Como otro caso de amplia distribución ■de un elemento de
diseño, debido evidentemente a difusión, mencionaremos el orna
mento de California llamado punta dt codorniz que consta de un
ángulo recto con un rabo delgado y derecho y un pesado brazo
horizontal. Este patrón se encuentra comúnmente en toda Califor
nia y se extiende hacia el norte hasta las tribus sahaptin del Río
Colombia. Es muy importante observar que técnicamente la cesta
de las tribus sahaptin pertenece al tipo enrollado y superpuesto que
ESTILO 177
usan más al norte los indios thompson, mientras que en las regiones
del sur se usa una multitud de métodos en el tejido de las cestas.
En todas estas se presenta el mismo tipo de punta de codorniz
(véase p. 113).
Hasta ahora hemos hablado de estilos locales como si en cada
caso se presentara únicamente un solo estilo en una tribu individual,
lo que quizás parezca plausible por la uniformidad relativa de la
vida de las tribus. Sin embargo, existen muchos casos en los cua
les pueden observarse en la misma comunidad estilos fundamental
mente diferentes. Me he referido varias veces al tallado y dibujo
178 ESTILO
realista de los esquimales, que se combina frecuentemente con
patrones geométricos muy característicos pero subordinados, en
especial con la línea doble con puntas alternas, una serie de figu
ras en forma de “Y” arregladas en un línea continua, y círculos
y puntos (véase fig. 78, p. 92). En ciertos casos se usan las
formas realistas para fines de ornamentación. En algunos ejem
plares modernos de la costa occidental de la Bahía de Hudson
se encuentran representaciones de seres humanos o de animales*
(véase fig. 51 b> p. 65). En Groenlandia*Ias vasijas de madera
están adornadas con esculturas de marfil agregadas, que repre
sentan focas, las cuales se clavan a la superficie (fig. 121, p. 130).
Pedazos de piel en que se guardan la??agujas aparecen también
adornadas con figuras aplicadas.13 En la costa oriental de Groen
landia se usan motivos decorativos semejantes.
El estilo de ornamentación de las telas es enteramente distin
to; en él no hay realismo y los patrones formales que se usan son
anchas fajas que acompañan a las orillas de los trajes y largas
líneas de flecos. La base de esta ornamentación es un sentimiento
de contraste en el color y una tendencia a acentuar los contornos.
La tendencia representativa falta en absoluto. En un solo espé
cimen en que aparece como la representación de una mano hu
mana, se la ve como cosa extraña y fuera de lugar.14 Este tipo
decorativo está plenamente desarrollado en Groenlandia, donde se
aplican labores de cuadros a los vestidos, cubos y también anteoje
ras de madera.
Creo que la causa principal de la diferencia de estos estilos
radica en la diferencia de los procedimientos técnicos y tal vez
aún más en la circunstancia de que la labor realista es hecha por
los hombres y los trajes y trabajos de cuero cosido por las mu
jeres.
Dos estilos fundamentalmente distintos se presentan igualmen
te entre los indios de la Costa del Pacífico del Norte. En varias
ocasiones me he referido a las representaciones simbólicas de ani
males con curioso desprecio de las relaciones naturales entre las
partes del cuerpo. Este estilo de artes se reduce principalmente
a las obras en madera y a otras industrias asociadas con ellas.
Presentase también en el aplicado y en el bordado de púas de
puercoespín —copia probablemente de diseños pintados—, de modo
que se practica tanto por los hombres como por las mujeres. Sin
13 Kaj Birkct-Smith, “Ethnography of thc Egcdcsmindc Distríct”, Meddelescr
mu Gronland, vol. 66 (1924), pp. Í22, S50.
14 Franz Boas, “T he Eskimo of Baffinland and Hudson Bay”, Bulletin Amer
ican Musotan of Natura! History, vol. xv (1907), lám. 9.
Manta tejida, Nueva Zelandia.
180 ESTILO
embargo, falta en absoluto en la cestería moderna hecha para el
consumo doméstico y en el esterado. Los patrones decorativos
en estos tipos de técnica son siempre geométricos y no tienen
relación con el arte de la escultura. Unicamente en las mantas
tejidas de los tlingits, copiadas por las mujeres de tableros patrones
hechos por los hombres, encontramos el típico estilo simbólico.
Podría referirme también al contraste entre las representa
ciones pictográficas de los indios de las Planicies y su arte orna
mental,si no fuera por el hecho de que su pictografía nunca se
eleva a la dignidad de un arte.
Los casos en que se encuentra una. diferencia de estilo en
diferentes tipos de técnica, o en diferentes partes de la población,
pueden multiplicarse considerablemente. Las cestas de corteza de
abedul de! interior de la Columbia Británica tienen su estilo propio
de decoración del borde y sus lados están cubiertos a menudo de
diseños pictográficos. Las cestas enrolladas del mismo distrito tie
nen patrones geométricos de superficie. La cerámica pintada de
la América Central difiere en estilo de otros tipos en que no se
usa pintura, pero en los cuales se aplica la ornamentación plás
tica. Las orillas de las esteras tejidas de Nueva Zelandia tienen
estilo geométrico y carecen de patrones que pudieran considerar
se derivados de la decoración complicada en espiral que caracte
riza al tallado maorí (lám. VIII).
Sin embargo, estas diferencias en el estilo no son en manera
alguna la regla general. Como se ha dicho antes, encontramos
mucho más comúnmente (p. 154) que el arte altamente desarro
llado es capaz de imponer su estilo a otras industrias y que el tejido
de esteras y la cestería han influido de manera singular en el
desarrollo de nuevas formas y han tenido el poder suficiente para
imponerlas en otros campos.
VI
ARTE DE LA COSTA DEL PACIFICO SEPTENTRIONAL
DE LA AMERICA DEL N O R T E 1
que representan las escamas de la cola del castor. En las patas de
lanteras tiene sujeto un palo. La nariz es corta y forma un ángulo
con la frente. Las ventanas de la nariz son grandes y están indicadas
por espírales. Los grandes incisivos, la cola con líneas sombreadas v
la forma de la nariz son símbolos del animal.
La figura 157/» es otra representación del castor romada del
modelo de un pilar totémico. Se parece a la primera en todos sus
detalles, salvo que aquí falta el palo y el castor sostiene únicamen
te sus patas delanteras provistas de tres dedos, levantadas a la
altura de la barba. En otras esculturas se presenta al castor con
cuatro o cinco dedos en los pies, pero los símbolos descritos jamás
varían.
En el mango de una cuchara (fig. 158) aparecen también
la cabeza y patas delanteras del castor; y en la boca se indica un
186 COSI A DEL PACInCO SEPTENTRIONAL
Fig. 176. a~e. Obnis de calla cn forma de mangos de cucila ra de cucrno de cabra
ìnontcs que «presentai! a la orca, tlingits.
Fig. 177. Cascabel que re Hg. 178. Flotador de madera que representa
presenta a la orca, haidas. a la orca, haidas.
COS TA DEL PACIFICO SEPTENTRIONAL
Fig. 187. Pipa de palo que representa Fig. í88. Tatuaje que represen
a un tiburón, tlingits. ta a un tiburón, luidas.
F ig . Î9 0 . .M a n g o s de c u c i la ras
Fiar. ! S9. M a n g o s de cucharas hechos de cu ern o de c n lira
que re p re s e n ta n a un m o n s t r u o m o n t e s , q u e r e p r e s e n can a l c a
m a rin o , h a id a s . r a c o l, tlillííits .
* f g
F ig . 191. T i p o s d e o jo s d e v a rio s a n im a le s , in d io s k w a k iu tlc s ; a, oso m a rin o ;
b, oso p a rd o ; r, c a s to r; d, l o b o ; <.*, á g u i l a ; f, c u e rv o ; g , o re a .
r 8
/
F ig . 192. T i p o s d e o j o s d e d iv e r s o s s e r e s , k v a k i u t l c s ; a, b a lle n a ; b, le ó n m a rin o ;
c, r a n a ; rf, s e r p i e n t e d e d o s c a b e z a s ; e, h o m b re ; /, tritó n ; g, e s p ír itu d e l m a r.
F jg . I9 j . E l e m e n t o s u s a d o s e n la r e p r e s e n t a c i ó n d el m e ro , k w a k iu d e s .
204 COSTA DEL PACIFICO SEPTEN TRIO N AL
F i g . 198. AI ;isc a ra s y p ia tu s q u e r e p r é s e n t a i ! a l l o b o , k w a k i u t l e s .
206 COS I A DEL PACIFICO SEPTEN TR IO N A L
~Tpr~pwr&
Fig. 215. Cuchara para bayas con Fig. 216- Anzuelo para mero que repre-
diseño que representa al águila. senta al castor, tlingíts.
la cola, unido solamente por la boca y con las dos mitades exten
didas sobre una superficie plana. Este es el resultado natural del
empico del método que se ha descrito cuando se aplica a la decora
ción ilc superficies planas.
Claro está que cuando se trata de superficies planas este pro
cedimiento permite introducir modificaciones variando el método
de hacer los cortes. Cuando" se divide de esta manera el cuerpo
de un animal grande, como el de un pez o el de un cuadrúpedo
en pie, resulta un diseño que forma una
tira larga y angosta. Por este motivo el
método de cortar se usa principalmente
en la decoración de fajas largas. Cuando
el campo que se ha de decorar se acerca
más al cuadrado, aquella forma no es
favorable. Para obtener en tales casos un
diseño cuadrado se cortan cuadrúpedos
sentados sobre las ancas de la manera
que se ha explicado anteriormente, y se
Fig. 222. Pintura que re
desdobla el animal de modo que las dos
presenta a un oso, haidas. mitades permanezcan en contacto por la
nariz y la boca, en tanto que la línea
media del fondo queda a la extrema derecha y a la extrema iz-
Fig. 22?. Pintura tomada de la facha- Fig. 224. Sombrero de madera pinta
da de una casa, que representa a un do con el diseño de una escorpina,
oso, tsimshianes. haldas.
Fig. 22?. Sombren» hecho de raíces de abeto con el diseño de un castor, haidas o
ts im s h ia n e s .
Fig. 220. Tatuaje que represen- Fig. 227. Tatuaje que represen
ta a un paco, haidas. ta a un cuervo, haidas.
COSTA DEC PACIFICO SEPTENTRIONAL
que sólo la boca del animal está unida, mientras que los ojos están
.muy separados. Las espinas se levantan inmediatamente encima de
la boca. Las patas delanteras están pegadas a los ángulos de la cara
y la aleta dorsal se ve dividida en dos mitades, cada una de las
cuales está unida a un ojo.
El castor (fig. 225) lia sido tratado de la misma manera. La
cabezV está partida hasta la boca, y sobre ésta se levanta el som
brero con cuatro anillos. La división ha sido llevada por detrás
hasta la cola, pero esta se encuentra intacta y vuelta hacia el centro
Fig. 238. Grabado en pizarra Fig. 239. Tatuaje que representa al fabu-
que representa ai monstruo loso monstruo marino Ts'umVks, haidas.
marino Wasgo, haldas.
Fig. 250. Pintura de la fachada de una casa que representa a un cuervo, kvaldutlcs.
Fig. 251. Pintara de la portada de una casa, que representa al ave del trueno,
kwakiutlcs.
fig. 269a como el pico del ave y ocupa el medio del diseño
>ca entre los dos grandes ojos. Aparece también entre las
.•:s a lo largo del borde superior del diseño como la pluma sola
; . picamaderos. En este lugar y sobre el pico del ave, en los cam-
} > iatórales, se usa únicamente para llenar partes del diseño que
iL -ttra manera se quedarían sin decorar. En la fig. 202 (p. 210)
se sesenta el mismo diseño entre los ojos, inmediatamente encima
de ias ventanas de la nariz, donde es obvio que tampoco tiene nada
que hacer con el picamaderos de alas encarnadas. Prácticamente
en todas las mantas püéden observarse muchos otros casos de esta
aplicación del diseño.de la pluma de ala que no tiene otro fin que
llenar el espacio. Uña comparación de.la fig. 202 con los diseños
de caja de la fig. 274 rdemuestra que el diseño de pluma de ala
puede servir para significar el antebrazo y el brazo. En la fig. 274
tenemos las dos manos colocadas en .una posición semejante a las
garras de las figs. 202 y 269b. En la caja (fig. 274«) las partes
están conectadas con el cuerpo por una angosta faja roja, que está
dividida en dos partes por curvas características. Una compara
ción de este diseño con las figs. 222 y 22 3 demuestra con gran
claridad que con ellas se ha querido representar el brazo. En el
diseño de manta (fig. 269b), en las dos secciones que conectan
la para con el cuerpo pueden reconocerse distintamente como el
brazo v el antebrazo. En los diseños de mantas de la fig. 202 el es
pacio disponible para el brazo está muy condcnsado; pero es evi
dente que los dos diseños de pluma de ala que se encuentran en
los lados exteriores de las patas deben interpretarse también como
el brazo v el antebrazo. En vista de esta analogía creo que debe
haber muv poca duda acerca de las dos plumas de ala que se ven
a los lados del cuerpo en la fig. 269« y que deben considerarse de
la misma manera que las dos partes del brazo del animal represen
tado. Como el animal que se muestra en este lugar es un ave, estos
diseños de pluma se han hecho en esta forma para que representen
los husos del ala.
Consideraciones parecidas han determinado la distribución de
ornamentos en el diseño de la fig. 270/l Aquí se reconocen los
dos pics.cn el borde inferior del diseño. Junto a el, encima del
"‘ojo”, hay dos largos diseños blancos de pluma de picamaderos,
que evidentemente representan las piernas. Cada uno de los dos
ojos dobles e invertidos bajo las mandíbulas puede interpretarse
como una articulación del hombro a la cual se agrega la parte in
ferior del brazo en forma de un diseño de pluma de picamaderos.
Las formas de que tratamos aquí se interpretan como diver
sas clases de animales —aves, cuadrúpedos, monstruos marinos—.
COSTA DEL PACIFICO SEPTENTRIONAL 249
Fig. 267. Diseño esquemático que muestra la disposición del campo central de la
manta cliiiltat.
de la manta, mientras que en las cajas aparece una línea recta media
que se destaca sobre las orillas paralelas superior e inferior de la
caja. Los tableros laterales de la manta corresponden en cierto
modo a las angostas bandas laterales que se hallan enfrente de las
cajas largas (fig. 274 a) que se caracterizan por un diseño de ojo
bastante grande que se ve en cada esquina. Estas están unidas entre
está ocupado por los dos lados de una cola que, sin embargo, se ha
tratado como si fuera una cara de gavilán. El carácter arbitrario
de los detalles apa
rece muy claro en
este arreglo.
Los costados an
gostos de las cajas
están pintados ge
neralmente con un
diseñó ana logó ál
dib u jad el frente,
pero con esta di
ferencia: que no
Fig. 275. Frente de «na caja pintada y tallada. existen tableros la
terales y la cabeza
está más comprimida. Ln algunos casos los lados menores están tra
tados de manera diferente, como se ve en la figura 276. Estos lados
contienen muy rara vez una figura de perfil que no ocupa todo el
ancho de los mismos (fig. 277).
Hay también algunas cajas bajas que se han tratado de manera
un tanto diferente. A causa de la poca altura de los lados el borde
inferior de la cabeza se traza en línea recta, formándose un angosto
tablero rectangular a lo largo de la orilla inferior (fig. 278). En
Fig. 277. Los enarro lados de una caja pintada, con ei frente en mayor escala,
tlingits.
/
7 \
Fíg. 284. Bandejas talladas.
COSTA DEL PACIFICO SEPTENTRIONAL 26}
inferiores son excepcionales en cuanto a que no están colocados
en las esquinas sino cerca del cuerpo y pueden considerarse como
articulaciones del tobillo; debajo de clic:; están los dedos. L es ■-dise
ños de ojo en las esquinas superiores ocupan el lugar de las orejas.
La reducción del cuerpo es todavía más marcada en la figura 281;
aquí los diseños de ojo y las curvas adyacentes del borde superior
son evidentemente rellenos; el cuerpo ha sido convictamente des
Manta chilkat
268 C O S T A O I‘X P A C IF IC O S K P T F . N T R I O N A l.
i
171 C O S T A D E L P A C IF IC O S E P T E N T R IO N A L
«. ¿ c d t f £
Fitr. 298. G arrotüs hcclios Je luieso
ma de arte. Entre todas las tribus podemos observar que los jefes
superiores pretenden poseer formas de arte muy especializadas que
han sido construidas sobre la base general de la representación
tótemica. En el sur existen pruebas evidentes del reciente desarro
llo exuberante de la idea tótem ica, que quizás podría llamarse del
penacho, desarrollo que se debe al gran empeño de elevar, median
te la posesión de formas de arte, el nivel de las unidades sociales
a que pertenece el individuo. Prueba bastante de estas relaciones
son la multiplicidad de formas entre"'lilK*nmnerosas pequeñas divi
siones de los kwakíutlcs v la aparición esporádica de formas ani
males entre sus vecinos los salishes.
La patria de este estilo se encuentra indudablemente en el
norte de la Colombia Británica v sur de Alasita. Las manufactu
ras de las tribus de la isla de Yancouver muestran un uso mucho
más extendido de la ornamentación geométrica que las de las tri
bus de! noroeste. Tengo la impresión de que éstas son restos de
un estilo más antiguo. Las bandejas, cajas v cestas de los indios
148 ESTILO
IR
■"•i
Pilar de casa cerca de Ebum e, delta del Río Fraser, Colombia Británica.
C O S T A D E L P A C IF IC O S E P T E N T R I O N A L 281
el desarrollo pleno de una rica ornamentación llegó tarde a la re
gión del norte, bien podemos decir que en el sur no ha traspasado
todavía los límites del horizonte. El diseño de ojo, la curva aoble,
el dibujo hendido, son desconocidos en esta zona. En lugar de
pilares de casa tallados en alto relieve, encontramos pilares de corte
rectangular que llevan en el frente figuras talladas de bulto. A
veces el pilar toma
formas geométricas.
Un rasgo caracterís
tico del rostro hu-
marjíL en esta región
es ef ángulo agudo
que separa la fren
te de la cara. Esto
es aún más pronun Fig. 301. Cesta, Chehalis
ciado en las escultu inferior.
ras de la región del
Puget Sound (figura
300 y Iám. XIV).
En el Puget Sound
se u sa n m uy fre
cuentemente en ces
tería las representa
ciones animales, en
especial en la orna
m e n ta c ió n de los Fig. 3Ô2. Disenos en esteras, kwakiutles.
bordes. En los tiem
pos antiguos se aplicaban también a los sombreros (fig. 301; véase
también la fig. 72, p. 85). Este estilo parece faltar en absoluto en
el norte.
En la época actual los kwakiutles emplean el estilo simbóli
co en las pinturas de las casas, pilares v máscaras. La habilidad
del artista no es inferior a la que se encuentra entre las tribus del
norte, pero los temas varían un tanto de acuerdo con la diferencia
.enJas-concepciones mitológicas. Las deformaciones en las pinturas
son más arrevidas que las de los haidas, pero no he observado en
igual grado la tendencia a mezclar varias formas animales que se
presenta en los mangos de cucharas y pilares totémicos de las tri
bus del norte. En los pilares totémicos, cuando los hay, y en los
pilares de las casas, las figuras solas están puestas una encima de
la otra, pero permanecen separadas. Las máscaras están pintadas
con tantos detalles como las de las tribus del norte. Se presentan
asimismo máscaras dobles y accesorios giratorios. En una palabra,
282 C O S T A D E L P A C IF IC O S E P T E N T R IO N A L
Cestas tlintiits.
2H6 C O S I A DF.L P A C IF IC O S E P T E N T R I O N A L
Fig. 306. .a, bolsa de cuero crudo, salishcs o chinookcs; b, diseño de p a rflech e
(cuero de búfalo), Fort Colville, Estado de Washington.
:;-í
'■■ã
;-:í
parecido. Los indios sugieren que las asas pueden haber tenido
por origen el uso antiguo de canastas hechas de la corteza del abe
dul, cuya parte superior era forrada frecuentemente de piel de
ante. La parte inferior de la piel quedaba colgando en libertad y
formaba flecos, de modo que las vertederas representan los flecos.
Muchos de los diseños de los lillooct son de grandes dimensiones
(lám. XV).
El tipo chilcotin difiere del anterior por el tamaño -pequeño
del rollo y la forma distinta, siendo más altos los extremos angos
tos que el medio de los lados mayores. El tratamiento del campo
decorativo es semejante al que usan los tlingits. La ornamentación
consta dé eres bandas; la superior y la inferior son anchas y llevan
la misma clase de diseño decorativo, y la del centro es ñiás angos
ta, unas veces aparece sin decorar y otras con un diseño de carácter
diferente. Los arreglos de este género se usan con tanta frecuen
cia que no parece justo considerarlos como prueba de una conexión
histórica entre la cestería tlingit y la chilcotin. Arreglos seme
jantes encontramos, por ejemplo, en las bolsas de los indios de los
bosques a que nos hemos referido en la p. 173 (figs. 149 y 150).
1—■
V II
L IT E R A T U R A , M U SIC A Y B A IL E
“ ¿Cómo estáis?”, les dijeron aquéllos. “Todos bien”, dijeron las Gen
tes-Cotorras. “Sentáos”, agregaron. Entonces se sentaron y pronto
quedaran jauafcciiua. Al'cabo de' un rato la qué erá madre de la Gen
te-Cotorra exclamó: “Dadles de comer”, así les dijo. AI instante les
dieron de comer y sirvieron la carne de venado en un plato. Luego
habló la madre y dijo: “Tomad esto, comed.” En seguida la Mujer
de Sal metió la mano en la sopa que les había servido y la meneó con
la mano y comieron y quedaron satisfechos. Luego la que era la ma
dre de la Gente-Cotorra la retiró y dijo: “¿Por qué es tan diferente
esta sopa? En seguida la probó. Entonces la madre dijo: “¡Oh, Dios
mío!, esta sopa está muy dulce.” Así dijo la que era la madre. Enton
ces habló da^Mujer de Sal y dijo: “Mirad, seguid, servidla, dádsela y
comed.” Así dijo la Mujer de Sal. En seguida sacó la sopa y la re
partió. Estaban sentados todos juntos. Luego la iMujcr de Sal tomó
unas escamas de su cuerpo (que era de sal) y las echó en la sopa.
A continuación la A'Iujer de Sal exclamó: “Sigamos meneándola!” Así
dijo la Mujer de Sal. Luego la menearon y comieron. Entonces dijo
la Mujer de Sal: “Voy a deciros una cosa. Yo soy la Mujer de Sal, en
mi cuerpo no hay enfermedad. ¿Acaso no es mi cuerpo de pura sal?”,
dijo la Mujer de Sal. “También os digo lo siguiente”, agregó. “¿Cuán
tos hijos tenéis y cuántas familias de Gente-Cotorra viven aquí?” “Aho
ra continuad y venid en esta dirección”, dijo la Mujer de Sai, “pues
estoy muy agradecida porque nos disteis de comer”. Entonces la que
era la madre de la Gente-Cotorra fué a llamar a sus parientes y vol
vió trayendo los a todos. Luego los hizo bajar a la casa y la Mujer de
Sal dijo: “¿Son éstos vuestros parientes, ls Gente-Cotorra?” —“Sí”, dijo
la que era la madre. “Ciertamente”, dijo. “Adelante, coged esa ca
nasta y dádmela”, dijo la ¿Mujer de Sal. Entonces le dio la canasta a
la iMujer de Sal y de sus brazos y sus pies salió la sal; ella la recogió
y la puso en la canasta. “Tomad esto”, dijo la Mujer de Sal. “Con
esto sazonaréis jo que comáis.” Luego volvió a hablar así: “Basta”,
dijo; “bien está, gracias. Ahora subiremos la escalera v saldremos de
aquí. Vosotros os quedáis aquí”, dijo la Mujer de Sal, “v luego, cuan
do los Héroes-Gemelos estén listos, abriremos la puerta después de un
rato”. Así habló la Mujer de Sal. En seguida subieron la escalera, se
fueron v bajaron por el otro lado. Después que habían bajado por la
parte de afuera, llegaron los niños y los estuvieron mirando durante
cierto tiempo.. Los Héroes-Gemelos estaban jugando por ahí cerca con
un rehilete. Luego dijeron los niños: “Muchacho, anda v tráeme ese
rehilete.” Así dijeron los niños. Entonces habló el más joven de los
Héroes-Gemelos y dijo: “Seguid adelante, colocaos allá en el sur de
bajo del álamo.” Los niños se dirigieron al sur, llegaron allá y dijeron:
“Adelante!” “lujaos ahora”, dijo el mayor de los Hcrocs-Gemelos,
“vov a arrojar el rehilete hacia el sur”. Cuando llegó al sur donde
ellos estaban, el rehilete cayó en medio de ellos, y en seguida se con
virtieron todos en grajos del chaparral y se fueron volando. En se-
3Ü0 LITERATURA, MUSICA Y BAILE
les idénticas. Estas ocurren en todas las canciones sin palabras, que
constan únicamente de sílabas. Un ejemplo de esto se encuentra
en la siguiente canción de gondolero kwakiutl en que cada sílaba
se canta junto con un golpe de los remos:
Aw, ha ya ya ha
ha ya he va a
ha va he va ;i
A, ha va ha va ha
aw, ha va He ya ha
he ya ha va hei
' ■ ya ha •' ...
ha ha wo wo wo.
Encuéntrense también estas repeticiones en muchos cantos en
que la melodía se desarrolla por medio de sílabas como introduc
ción a las palabras de la canción:ln
Mai hamama.
Ha imanía hamamai haniamamai.
Hamama hamamavamai
Haimama hamamai haniamamai.
El ritmo no se limita a las grandes unidades, sino que se apli
ca como recurso artístico en la composición de los detalles. Algu
nas tribus desarrollan una forma rítmica agregando a cada palabra
una sílaba fuertemente acentuada. Los kwakiutles usan con este
objeto la terminación a i fuertemente acentuada. Se podría imi
tar la impresión que causa su lenguaje diciendo: Bien venidos-ai!
hermanos-ai! a mi fiesta-ai! Aquí el tiempo correspondiente a cada
grupo de palabras que termina en a¡ es aproximadamente el mis
mo, o, por lo menos, las palabras que conducen a la terminación ai
se pronuncian con gran rapidez cuando contienen una frase más
larga.
En la recitación de poemas mitológicos se obtiene algunas ve
ces la estructura rítmica añadiendo sílabas sin sentido que trans
forman la recitación en canto. De esta manera los indios foxes,
recitando la leyenda del Hcróc de la' Cultura,’ agregan las sílabas
vootchee, nootchee. A. L. Kroeber v Lcslie Spier nos dicen que
los mitos de California del Sur son cantados. Edward Sapir ha ob
servado la canción en forma de recitativo en la mitología paiute,
en la que habla cada animal de acuerdo con un ritmo v armonía
1« “Xlie Social Organization and the Secret Societies of the Kwakiutl In
dians’7; Rep. U. S. National Mustian correspondiente a 1895, Washington, 1897,
p. 703.
LITERATURA, MUSICA Y BAILE 307
\V. W . Skent v C. O. Bhdgcn, Pagcn Races of thè Ma!ay Pea ¡muí a. voi. i
(1906), p. 627.
L IT E R A T U R A , M U S IC A Y B A IL E 317
bcmos suponer más bien que las circunstancias históricas han pro
ducido una forma diferente de la dei Vicio Mundo.
La amplia distribución de la mayoría de estas formas entre
los europeos, mongoles, malayos y negros demuestra la indepen
dencia del desarrollo literario con respecto a la descendencia ra
cial, y que esta es una de las características del área cultural
enormemente extensa que abarca la casi totalidad del Viejo Mun
do, v que, en otros aspectos, aparece también en visible contraste
con el Nuevo ¿Mundo. Solamente mencionare aquí el desarrollo
de un procedimiento judicial formal fundado en la recepción de
la prueba, el juramento v el juicio de Dios v la ausencia de esrc
complejo en America; y la ausencia también en este hemisferio
de la creencia en la obsesión y en el mal de ojo, que son ampliamen
te conocidos en el Viejo ¿Mundo,
Las características de la poesía nos llevan a considerar las
formas de la música. Ixl único género de ésta que se presenta um
versalmente es la canción, y por consiguiente debe buscarse en ella
la fuente del arte musical. Las características reconocidas univer
salmente de la canción deben constituir también los principios
generales de la música. Dos elementos son comunes a toda can
ción: el ritmo y los intervalos fijos. Hemos demostrado anterior
mente que el ritmo no debe concebirse sobre la base de nuestra
regularidad moderna como una sucesión de compases de igual
duración y subdivisión un tanto libre, pero su forma es mucho
más general. La irregularidad aparente no debe ser mal interpretada
como una carencia de ritmo, porque cada vez que se repite una
canción se conserva el mismo orden sin cambio alguno. Precisa
mente, así como el orden rítmico en el arte decorativo primitivo
es más complicado que el nuestro, así también el ritmo musical está
sujeto a mayor complejidad. Lxisten compases regulares, pero no
están confinados tan rígidamente a tiempos de 2, 3 ó 4 partes,
como los nuestros. Las series de 5 v 7 partes se presentan frecuen
temente y de hecho predominan en algunos tipos de música: rit
mos de 5 partes son comunes en el noroeste de los Kstados L~‘nidos;
ritmos de 7 partes en el Asia meridional. Se encuentran alteracio
nes de ritmos que ¿i nosotros nos parecen extrañas, así como series
de sonidos muy complicadas que es imposible reducir a compases.
La mejor descripción que podemos hacer del ritmo de muchos
tipos de música primitiva es. decir que consiste de una sucesión
regular de frases musicales de estructura irregular. A veces las
frases se extienden en largas unidades rítmicas sin que en ellas
puedan reconocerse subdivisiones.
550 1.1Tl.iUVI UUA, MUSICA V BAII.K
grandes diferencias entre ios sistemas, encontramos que todos los in
tervalos pueden interpretarse como subdivisiones de la octava. Para
el oído no educado ia octava se presenta muy comúnmente como
un solo tono; en otras palabras, no se hace distinción alguna entre
un tono y su octava. Esto es cierto en menor grando tratándose de
la quinta y aun de la cuarta. La mavoría de los intervalos que se han
encontrado deben considerarse como subdivisiones de la octava.
Sin embargo, la subdivisión no procede siempre de acuerdo con
principios armónicos como en nuestra música, sino por tonos equi
distantes. L1 desarrollo de la armonía en la música moderna ha
dado por resultado' que hemos perdido todo el sentido de equidis
tancia en una serie arniónica y q ^ J a música reciente en que se
aplican tonos equidistantes no-armónicos exigen una difícil ruptu
ra con el patrón de forma musical a que estamos acostumbrados.
Tras una larga lucha liemos llegado a aceptar una transacción entre
los dos sistemas, el armónico y el equidistante, dividiendo la octava
en doce partes iguales que proporcionan un acuerdo bastante com
pleto con los intervalos armónicos naturales, aunque las diferencias
son perceptibles para un oído educado. Los javaneses dividen la
octava en siete pasos equidistantes, los siameses en cinco, siguiendo
sistemas que están en conflicto fundamental con los de nuestra
música. Ln una palabra, existe una gran variedad de escalas que
sirven como base de los sistemas musicales de diferentes pueblos,
y todas parecen tener su fundamento en la octava.
No iré más lejos en asunto tan intrincado porque no se ha
encontrado todavía un método seguro que nos permita decir de
finitivamente lo que qmer.cn cantar aquellas gentes que carecen
de una teoría de la música, como la que existe entre nosotros o la
gente civilizada del Asia, y que no tienen instrumentos debidamen
te construidos.
Existe una clase de instrumentos musicales que se encuentra
distribuida universalmente: los instrumentos de percusión, o mejor
dicho, los instrumentos para hacer ruidos que marcan el rirmo de
la canción. Ln los casos más sencillos consisten en palillos con
que se golpea sobre- tablas u otros objetos resonantes. Pero fuera
de estos encontramos en todas partes el uso de alguna variedad de
tambor: cajas huecas de madera, cilindros huecos o aros cubiertos
con una piel de tambor. Se encuentran también cascabeles y lo
calmente .otros artefactos para hacer ruido. El uso de instrumentos
de viento para fines -musicales no está igualmente generalizado. El
empleo de pitos para llamar es probablemente ú ni versal, pero la
flauta o el caramillo no se usa en todas partes como instrumento
ele música. El uso de instrumentos de cuerda es todavía más restrin-
3.Í2 U T F . R A T U R A , M U S I C A Y B A 1I. K
D e l ù s i du d i - r a il, m e in t a p f r e r L a - g i - en - ka, d a s s i c h d e r - e in s t in
V IT T _____ 5 V C------ .
x w l h -.1. « • « r l ------ i r : i ------t r - 1 _a¿__ EI ,__ r tu —
~ __ B J U . j i t ; +. T- -------I T T T- JW
^ - - ~ ■^ •*
Yo tr o - b a - d o r . y a p o - b re s in fo rtu n a . si te a d - m i - r e la s
m m y
u n - s e r m V a - te r - l a n d , an e u -re r 5 p it- e e nahbei D u-bi - e n - I c i , v ie r ta u s e n d
s "K "*# “ ¿ r r f v - p r
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_ t -j>jffor p-1J- *j>j>j >
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ge - g e n s e c h z e h n -ta u se n d s ta n d ? O e n k s td u d a - r a n , v ie íc h v o m f e in d um -
a
do'-ro me per-do * ñas o - tra vez Pro-scri-to yo, enex-tran-jc
j■
?J>JtJvU. jifi J) p-alJ
d r a n , ic h d a n -k e d i r m e i n L e -b e n ; d o c h d a , S o l- d a t , S o l - d & td e n k s td u d a - r a n .
yo
PHiipr cf
e n e x -tra .n -je - ro s u e * Io . no hay p ie -d a d
pJíj
de u n t r i s - t e t r o - b a - d o r .
Cambal-en-el-F.xtrcnio-Norte-dcI-Mundo. s
Ì-
I-'ui al centro del mundo; Caníbal-en-cl-
F,.\trcmo-Nortc-dcl-Mundo està irritando ‘alimento’.
Lsta canción la entona el coro y el bailarín la acompaña de movi
mientos. Sus brazos tiemblan de derecha a izquierda. Al pronunciar
p
r!
la palabra “voy” se extienden los brazos a un lado; con “alrededor
I4
del mundo” se balancean en un amplio círculo; con “Yo” se echan
los hombros hacia adelante y atrás alternativamente; con “comiendo
en todas partes” la mano derecha se extiende a lo lejos como si »tí,
estuviera alcanzando la comida y en seguida se lleva a la boca,
mientras que la izquierda describe un gran círculo que indica “en
todas partes” ; con Cambal-cn-cl-Lxtremo-Xorte-del-M undo ambas
manos se doblan hacia adentro y las puntas de los dedos se mueven
hacia la boca significando “el que come” ; “ fui” se expresa como
“voy” ; con “Caníbal-en-cl-Kxtremo-Norte-dcl-Mundo está gritan
do ‘alimento1 para mí”, se hace la señal del espíritu caníbal; luego
se extienden ios brazos hacia atrás con las palmas de las manos
vueltas hacia abajo y se inclina la cabeza, siendo ésta la actitud
del espíritu de! caníbal cuando grita “-alimento”. Cuando se cantan
las palabras “en e! centro del mundo”, el danzarín se encuentra
frente al fuego y vuelve a ver a la parte de atrás de la casa en la
actitud característica del caníbal. La parte de atrás de la casa es el
centro del mundo.
Lí desarrollo ulterior del movimiento que acompaña a la can
ción conduce a la verdadera pantomima v finalmente a ias repre
sen taci<)nes d ramáricas.
está contenida por los límites del patrón. En casos de mayor liber
tad no se puede intervenir en el valor representativo. Tal ocurre,
por ejemplo, con el sombrero de palmito de Oriente y los adornos
de las islas Marquesas, en que se presentaban en los antiguos tiem
pos dos deidades, espalda con espalda, mientras que hoy día se
graban dos muchachas en un columpio, siguiendo el mismo arreglo
del espacio. Cuando el patrón es muy formal y no se adapta a la
representación, el resultado puede ser una geomctrización aparente.
La distinción entre estos dos aspectos aparece con toda claridad
en aquellos casos en que la pictografía y el arte geométrico sim
bólico aparecen uno al lado del orro.
El arte de la costa del Pacífico del norte nos ha demostrado
también que el estilo de una tribu debe ser siempre uniforme, pero
que es muy posible que en diferentes industrias, especialmente
cuando las ejercen diferentes partes de la población, pueden pre
dominar estilos muy distintos. La excelencia y constancia de un
estilo, así como la multiplicidad de formas, dependen de la perfec
ción de la técnica. Por esta razón hemos encontrado que en aque
llos casos en que el trabajo técnico se ejecuta solamente por los
hombres, son ellos los artistas creadores; que cuando las mujeres
ejecutan gran cantidad de trabajo técnico, son no menos produc
tivas, y que cuando los dos sexos trabajan en diferentes industrias
es posible que desarrollen estilos característicos. Sin embargo, es
más frecuente que el estilo de una industria dominante se imponga
en los trabajos hechos mediante otros procedimientos. El tejido
de materiales ordinarios parecía ser fuente muy fecunda de patro
nes que se imitan en la pintura, el grabado y la alfarería.
La comparación de los elementos fundamentales que se en
cuentran en las artes gráficas y plásticas —en las artes del espacio-
contrastando con los de la poesía, la música v la danza, —las artes
del tiempo— pone de relieve ciertas diferencias v semejanzas. Co
mún a ambas es el ritmo y parece probable que el de la técnica
sea solamente una expresión espacial del ritmo del tiempo hasta
donde ios movimientos rítmicos dan por resultado formas rítmicas
cuando se aplican a empresas técnicas. Quizás podríamos hablar
también en ambos tipos de arte de esfuerzos por acentuar las for
mas cerradas, pues a menudo encontramos frases musicales, e ideas
sueltas en poesía, rematadas por lo que podríamos llamar un final
decorativo formado por codas o estribillos. Elementos semejantes
pueden aparecer también como introducciones al principio de estas
obras. Lo que falta en absoluto en las artes puras del tiempo, es la
simetría, porque un orden invertido de tiempo no da la impresión
de simetría, como ocurre en las artes del espacio. Unicamente se
CONCLUSION 345
JF!L Pag-
. 16 Orla de polaina, indios thompson.To.nc* do J*. jam o Tcit,-------
“The Thompson Indians”, Publications of thc Jesup
North Pacific Expedition, vol. i, fig. 313, p. 3 8 4 ......... 35
17 Tejido salteado que muestra la alternación de los diseños.
A.M.N.H., 1 6 /8 1 9 1 ............................................................................. 36
38 Escultura tallada en la proa de una canoa. Bella Bella, Co-
lumbia Británica. A.M ,N .H .................. ............ ............... 36
19 Matraca usada en doble ceremonial, indios kvaltiutles, Co
lumbia Británica. A.M .N.H ., 16/8282 . . ; ....................... 37
20 Base de un cuchillo de pedernal, Eseandinavia. Según Sophus
Müller, Nordische Altertumskunde, fig. 97, p. 190 . . . . 37
21 Pintura de la cara, Tierra del Fuego. Según Wilhelm Köp
pers, Unter Feuerland-lndixnern, lám. Y ......................... 38
22 Escudos australianos. A.M.N.H., p. 3957, p. 421 ................. 40
23 Pinturas paleolíticas. Según Hugo Obermaicr, Fossil Man in
Spain, fig. 104, p. 234 ....................................................... 40
24 Diseños de peines de bambú. Según Vaughn Stevens, Zeit
schrift für Ethnologie, vol. xxv, lám. I ............................. 41
25 Diseño de una lanza de bambú, Nueva Guinea. Mitsema für
Völkerkunde, Hamburgo. Según Ernst Fuhrmann, Neu
Guinea, p. 1 1 4 ..................................................................... 41
26 Vaso ctrusco. Según AI. Ebert, Reallexikon der Vorgeschi
chte, vol. m, lám. XXY1II c, p. 1 4 0 ................................ 41
27 Diseños peruanos. Según Inca, vol. i, fig. 32, p. 230 ......... 41
28 Bolsas de cuero crudo pintadas, shuswaps, Columbia Britá
nica. Tomado de James Teit, "The Shusvap”, Publica
tions of thc Jesnp North Pacific Expedition, vol. n, figu
ra 220. p. 498 ................................................................... 42
29 Diseños de los Davak. Según Alois Raimund Hein, Die bil
denden Künste bei den Dayaks auf Borneo, lám. IV, fi
gura 6; lám. Y, fig. 1 . . . . . . ... ................. 43
30 Tabla tallada, Kaiserin Augusta Fluss, Nueva Guinea. Mu
seum für Völkerkunde, Hamburgo. Según E. Fuhrmann,
Neu Guinea, p. 112. Los elementos de las dos espirales
invertidas están indicados por sombreado oscuro y som
breado pálido ....................................................................... 42
31 a Diseño de la cerámica de los antiguos “pueblos". Según
J. Walter Fe vites, “An Arehaeological Collection from
Youngs Can von near Flagstaff, Arizona", Sn/ithsonian
Miscelaneoits Collection, vol. 77, N'? 10, lám. IV e). b,
Diseños de la cerámica de los antiguos “pueblos". Según
ÍNDICE DE LAS FIGURAS 347
F ig - Pag.
F i R- Pag.
F ig . Eag.
Fi%- P*g.
!!() Ornamentos de Polincsia. Stgun Charles H. Read, Journal
of the Anthropological Institute of Great Britain and
Ireland, vol. 21 (1892), lam. 1 2 ........................................ 119
! 11 Flechas de cocodrilo, Nueva Guinea. Según A. C Haddon,
“The Decorative Art of Brítish New Guinea”* Cmmin-
gham Memoir, Royal Irish Academy, X (1894), fig. 19. 119
11 2 Diseños que representan al ave fragata y al cocodrilo. Idem,
lám. XII .............................................................................. 120
113 Urnas faciales. Según M. Ebert, Reallexikon der Vorgeschi-
chte, vol. iv, lám. 116 ........................................................ 121
114 Diseños de armadillo, Chiriquí. Según G. G. McCurdy, loe.
cit., figs. 77 v 7 8 ................................................................. 121
115 Diseños de los bushongos que representan la cabeza del antí
lope y el escarabajo. De E. Tordav v T. A. Joyce, “No
tes ethnographiques sur les peuples communément ap
pelés Bakuba, etc.”. Les Bushongo, Documents ethnogra
phiques concernant les populations du Congo Belge, pa
gina 211) ............................................................................ 121
i 16 Diseño que representa al búfalo, arapahos. De A. L. Kroe-
ber, “Decorative Art of the Arapaho”, Bulletin A.M.
N.H., vol. - \ i h , p. 85 ......................................................... 122
117 Diseños de los indios de la América del Norte; los primeros
nueve, arapahos. Según A. L. Kroeber, “Decorative Art
of the Arapaho”, Bulletin A.M.N.H., vol. xvm; los seis si
guientes, algonquines orientales. Según Frank G. Speck,
“The Double Curve Motive of Northeastern Algonkian
Art”, Geological Survey of Canada, Anthropological Se
ries, N° 1; en la última línea, el primero es hopi, los de
más son especímenes arqueológicos de la región “pueblo”. 123
118 Diseño triangular, “pueblos” prehistóricos. Según J. W.
Fewkes, “Preliminary Account of an Expedition to the
Pueblo Ruins near Winslow, Atizona”, Smithsonhm Re-
port for 1896, lánv. 3 4 ........................................................ 125
119 Alfileteros de Alaska. Según F. Boas, “Decorative Desígns
of Alaskan Needle Cases”, Proceedings United States Na
tional Museiiw, vol. 34, p. 321 ss., 1908 ........................... 126
120 Devanaderas de los esquimales de Alaska. United States Na i
tional Museum, números de arriba abajo, 44,994, 33,095,
38,276, 33,267, 45,110 ......................................................... 129 ■ -'• ’: A
121 Viseras y vasija, ammassaliks. Según W. Thalbitzer, “The
Ammassalik Eskimo”, Meddelelser ow Grouland, volu-
INDICE DE LAS FIGURAS 553
Pag.
Pag.
F ig . P ág-
F ig . p á S-
F ig . Pág.
F ig . P «g-
Eíg. Pág.
Fig. P.jV .
F ig- P ág.
365
IN D IC E G E N E R A L
Prefacio ................................................................................. 7
I. Introducción ................................................................. 15
367