Homenaje Luis Jaime Cisneros - Tomo I
Homenaje Luis Jaime Cisneros - Tomo I
Homenaje Luis Jaime Cisneros - Tomo I
ToMol
EDUARDO HOPKINS RODRÍGUEZ / EDITOR
TOMOI
HOMENAJE
Luis Jaime Cisneros
PRESENTACIÓN
Liliana Regalado de Hurtado 13
LINGÜÍSTICA
Indiferencia
Mario Montalbetti 333
LITERATURA
TOMOII
La palabra iluminada
Alberto Escobar 825 ·
Jaque perpetuo
Marco Martos 1199
En las claves del soneto. Sobre «Retorno fugaz» de Juan Ramón Jiménez
José Luis Rivarola 1351
Hombres concretos de carne y hueso son los que concurren desde hace ochenta
años a nuestras aulas. Con ellos ha venido y sigue cumpliendo su tarea la Uni-
versidad. Y con ellos tenemos que emprender, para encontrar la fe, el camino
que conduzca al hombre.
tífera vida sigue abierta a una idea de futuro hacia donde se proyecta
sin desmayo, alerta y con los arrestos juveniles que jamás se ha dado el
lujo de perder, pues voluntariamente se le advierte dispuesto a ser nu-
trido por esa juventud a la que siempre se ha dedicado y que, sin duda,
constituye la razón de ser de su vida y de su obra. Por eso cabe decir
que Cisneros ha cumplido ochenta y un años en «loor de juventud»,
pues cada alumno valoró y ensalzó su trabajo desde la primera clase
que recibió del notable maestro, y esa conciencia de haber gozado de
tal privilegio es quizás uno de los rasgos que distinguen a quienes se
cuentan entre sus alumnos actuales, ex-alumnos de todas las genera-
ciones, lo mismo que a sus colegas y amigos.
Hombre de acción y de reflexión, maestro de muchas generaciones,
ha sabido hacer de la docencia una actividad proyectada más allá de
las aulas, en el mundo académico internacional, pero también en dife-
rentes espacios del ámbito nacional donde resultaba indispensable que
un humanista de su talla convocara voluntades al servicio de la nación.
La celebración, el afecto, el reconocimiento, son las razones que cons-
tituyen el vínculo de quienes se hacen presentes en este libro de home-
naje a Luis Jaime Cisneros. Son los mismos argumentos de nuestra
Universidad y de su Facultad de Letras y Ciencias Humanas. Este libro
ha resultado un espacio estrecho para dar acogida a todos aquellos que,
en nuestro país y en el resto del mundo, sienten comprometidos su
gratitud y su cariño con el maestro Cisneros. Innumerables afectos, tra-
bajos compartidos y experiencias que marcaron de manera positiva y
definitiva trayectorias académicas, han emanado y siguen surgiendo
del contacto con la persona entrañable y admirable de Luis Jaime
Cisneros.
Libros
Ediciones
Lazarillo de Tormes. Buenos Aires: Editorial Kier, 1946, 212 pp.
(Res.: Jorge Puccinelli. Mar del Sur, n.º 3, enero-febrero de 1949, pp. 94--95).
Antologías
Textos literarios. Selección de Luis Jaime CrsNEROS. Lima: Publicaciones
de la Facultad de Letras de la Pontificia Universidad Católica del Perú,
1955, 27 pp.
Bibliografías
Bibliografía general de la literatura latinoamericana. Período colonial, por
Guillermo LoHMANN VrLLENA y Luis Jaime CrsNERos; Siglo XX, por Julio
ÜRTEGA; Época contemporánea, por Jorge BEcco. Coordinador: Jorge
CARRERA ANDRADE. París: Unesco, 1972, 187 pp.
Estudios lingüísticos
Formas de relieve en español moderno. Lima: Huascarán (Biblioteca
Indianorománica de Filología. Serie A: Monografías I), 1957, 111 pp.
(Res.: SebastiánSalazarBondy. «La Prensa», 14de diciembre de 1957, p . 8).
Lengua y estilo. Tomo I. Lima: Juan Mejía Baca, 1959, 320 pp.
(Res.: Alberto Escobar. Sphinx, III época, n .º 13, 1960, pp. 245-246).
Textos escolares
Lenguaje. Curso secundario. Lima: Huascarán, 1953, 160 pp.
(Res.: Bruno Migliorini. Mar del Sur, n.º 29, setiembre-octubre de 1953, p. 78).
Textos universitarios
Lenguaje: curso universitario. Lima: Huascarán, 1953, 159 pp.
Lengua y estilo. Tomo l. Lima: Juan Mejía Baca, 1959, 320 pp.
Crítica literaria
Mariano Melgar. José Gálvez. Lima: Editorial Universitaria (Biblioteca
Hombres del Perú. 3ra serie, dirigida y editada por Hemán Alva
Orlandini, XXVVII), 1965, 152 pp.
«Estudio crítico». En: VALLE Y CAVIEDES, Juan del. Obra completa. Edición
y estudios de María Leticia CÁCERES, A.C.I., Luis Jaime CisNEROS y
Guillermo LOHMANN VrLLENA. Lima: Banco de Crédito del Perú (Biblio-
teca Clásicos del Perú/5), 1990, pp. 91-210.
Educación
Universidad: reto para el siglo XXI. Lección inaugural del año académico 1994.
Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú (Cuadernos de la Facul-
tad de Letras y Ciencias Humanas, 10), 1994. 16 pp.
Memorias
Mis trabajos y los días . Lima: Peisa, 2000.
(Res.: sin autor, Domingo, Suplemento de «La República», 24 de diciem-
bre del 2000, p. 23).
Varia
PUENTE CANDAMO, José Agustín de la, Luis Jaime CrsNEROS y Pedro
RODRÍGUEZ CRESPO. Homenaje a Riva-Agüero en el XX aniversario de su muer-
te, 1944 -25 de octubre- 1964. Lima: Pontificia Universidad Católica del
Perú, Instituto Riva-Agüero, 1965.
22
BÁKULA, Juan Miguel, Carlos RAMos, Luis Jaime CrsNEROS, Franklin PEASE
G.Y. Latinidad: 6 enfoques actuales. Lima, 1994.
Artículos
1947 «El caballero del Verde Gabán». Mercurio Peruano, n.º 242,
mayo de 1947, pp. 243-246.
1948 «El Cid» y «El cantar de Rodrigo». Mercurio Peruano, n.º 254,
mayo de 1948, pp. 183-191.
1949 «El Romancero del Cid [El personaje]». Gleba, año 1, n.º 1,
julio de 1949, pp. 7-33.
23
«Una nota a Fray Luis de León». Letras, tomo XV, n.º 43,
julio de 1949, pp. 215-231.
«La enseñanza del lenguaje.». Mar del Sur, n.º 22, julio-agosto
de 1952, pp. 73-82.
1954 «Garúa románico». Orbis. Lovaina, n.º III, 1954, pp. 211-227.
1966 «Sobre Rainer Maria Rilke». Mercurio Peruano, n.º 459, ene-
ro-febrero de 1966, pp. 32-44.
1989 «Un raro opúsculo del Lunarejo». Lexis, vol. XIII, n.º 1, 1989,
pp. 95-116. [El título del opúsculo es: Discurso sobre si en
concurso de opositores a Beneficio curado Deva ser preferido
caeteris paribus el Beneficiado al que no lo es en la promoción de
dicho Beneficio, 1664].
«La mala lengua. (I), (II), (III), (IV), (V), (VI), (VII), (VIII),
(IX), (X), (XI), (XII), (XIII), (XIV), (XIV) [sic], XV, [XVI]». «Ex-
preso», 9, 16, 23 y 30 de junio; 7, 14, 21, 28 de julio; 4, 11, 18,
25 de agosto; 1, 8, 15, 22 y 29 de setiembre de 1996.
«A la caza de todo. (I), (II), (III), (IV), (V), (VI), (VII), (VIII),
(IX), (X), (XI)». Expreso, 13, 20, 27 de octubre; 3, 10, 17, 24, 31
de noviembre; 8, 15 y 22 de diciembre de 1996.
Reseñas
«Aurelio Miró Quesada S. Cervantes, Tirso y el Perú». Mar del Sur, n.º 1,
setiembre-octubre de 1948, pp. 80-82.
«Raúl Porras. Ln crónica rimada de 1539». Mar del Sur, n.º 1, setiembre-
octubre de 1948, pp. 82-84.
«Aubrey F.G. Bell. Literatura castellana». Mar del Sur, n.º 1, setiembre-
octubre de 1948, pp. 90-92.
«Revista de Estudios Políticos, vol. XIX, n.º 35-36, Madrid». Mar del Sur,
n.º 2, noviembre-diciembre de 1948, p. 93.
«Arbor, n.º 29, Madrid, 1948». Mar del Sur, n.º 2, noviembre-diciembre
de 1948, pp. 93-94.
«Mercurio Peruano. Año XXII. Vol. XXIX, n.º 258. Lima, setiembre, 1948».
Mar del Sur, n.º 2, noviembre-diciembre de 1948, p. 95.
«Las Moradas. Vol. II, n.º 5. Lima, julio, 1948». Mar del Sur, n.º 2, noviem-
bre-diciembre de 1948, pp. 95-96.
«Documenta. Año I. Vol. I. Lima, 1948». Mar del Sur, n.º 3, enero-febrero
de 1949, pp. 99-100.
«Las Moradas. Vol. III. n .º 7 y 8. Enero-Julio de 1949». Mar del Sur, n.º
7, setiembre-octubre de 1949, p . 93.
«Mercurio Peruano, n.º 268, julio de 1949». Mar del Sur, n.º 7, setiembre-
octubre de 1949, p . 93.
«Mercurio Peruano. Año XXIX. Vol. XXX n .º 269. Agosto de 1949». Mar
1
«Irving A. Leonard. Books of the brave». Mar del Sur, n .º 10, marzo-abril
de 1950, p . 87.
42
«Sebastián Salazar Bondy. Pantomimas». Mar del Sur, n.º 13, setiembre-
octubre de 1950, p . 87.
«Manuel C. Díaz y Díaz. Antología del latín vulgar». Mar del Sur, n.º 14,
noviembre-diciembre de 1950, pp. 88-91.
«Emilio Alarcos Llorach. Fonología española» . Mar del Sur, n.º 15, enero-
febrero de 1951, pp. 84-85.
«Víctor Andrés Belaunde, La síntesis viviente». Mar del Sur, n.º 17, mayo-
junio de 1951, p. 83.
«José Durand, Ocaso de sirenas. Manatíes en el siglo XVI» . Mar del Sur, n .º 17,
mayo-junio de 1951, pp. 83-84.
«Martín Adán. Travesía de extramares». Mar del Sur, n.º 17, mayo-junio
de 1951, pp. 84-85. (Recogido en MARTÍN ADÁN. Obra poética (1928-1971) .
Lima: Instituto Nacional de Cultura, 1971, pp. 253-256).
«Amarilis; una nueva aportación». Mar del Sur, n.º 19, enero-febrero de
1952, p. 85. [De María Goyri de Menéndez Pidal en su artículo «La Celia
de Lope de Vega»].
«Ada Ch. de Castillo. Libro de lecturas». Mar del Sur, n.º 19, enero-febre-
ro de 1952, pp. 93-94.
«Mariano Iberico. Jorge Manrique, poeta de la añoranza». Mar del Sur, n.º 19,
enero-febrero de 1952, p. 9.
«Justo Femández. Lecturas básicas. 2da ed.». Mar del Sur, n.º 21, mayo-
junio de 1952, p . 92.
«Sebastián Salazar Bondy. Rodil» . Mar del Sur, n.º 22, julio-agosto de
1952, p . 94.
«Alonso Zamora Vicente. Presencia de los clásicos». Mar del Sur, n.º 24,
noviembre-diciembre de 1952, pp. 92-93.
«Hans Oster. Die Hervorhebung im Spanischen». Mar del Sur, n.º 29, se-
tiembre-octubre de 1953, pp. 86-89. ·
«Rubén Vargas Ugarte, S.J. Glosario de peruanismos». Mar del Sur, n.º 30,
noviembre-diciembre de 1953, pp. 88-89.
«Bruno Migliorini, Predi Chapelli. Elementi di stilistica». Mar del Sur, n.º 30,
noviembre-diciembre de 1953, p. 90.
«Oldric Bielic. El espaiiol como material del verso». Boletín del Instituto Riva-
Agiiero, n .º 9, 1972-1974, pp. 207-210.
«Óscar G. Pamo Reyna. Medicina y lenguaje». Lexis, vol. XVI, n.º 2, 1992,
pp. 267-269.
«Amado Alonso y El lenguaje perua110». Lexis, vol. XX, n.º 1-2, 1996,
pp. 87-100.
«Diego Mexía . Primera parte del Parnaso antñrtico (ed . facsimilar e intro-
ducción de Trinidad Barrera)». Boletín de la Academia Peruana de la Len-
gua, n.º 32, 2000, pp. 9-38.
Homenajes
«Homenaje a L.J.C.». Lexis, vol. V, n.º 1, julio 1981.
Objetivos
Estar en la base cuatro, seis ... «Estar alguien por los cuarenta,
sesenta años ... »
Dar handicap «ofrecer, dar ventaja»
Tener uno, una su monta «tratándose de un hombre o una
mujer, tener en cada caso
conviviente o pareja»
Meterse por los palos «ir tomando discretamente espacio
una persona en un aspecto de la
1
ROJAS DoMíNGUEZ, Leonor. «Estudio lingüístico del léxico de la hípica ». Tesis de
Licenciatura en Lingüística (inédita). Universidad Nacional Mayor de San Marcos: Lima,
1996, p. 241.
52 El Proyecto Mil Fraseologismos en el Español de Lima
2
FERNÁNDEZ-SEVILLA, Julio. Problemas de lexicografía actual. Bogotá: Instituto Caro y
Cuervo, 1974, p. 37.
3
AGÜERO CHA VES, Arturo. El espaiiol de América. San José: Universidad de Costa Rica,
1962; MALMBERG, Bertil. La América hispa110/zabla11te. Madrid_: Itsmo, 1960; LorE BLANCH,
Juan M. El espaiiol de América. Madrid: Alcalá, 1968; ZAMORA, Juan y Jorge GUITART.
Dialectología hispmwamericmw. Salamanca: Almar, 1982; MORENO DE ALBA, José. El espaiiol
en América. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1988; MONTES GIRALDO, José J.
Dialectología general e hispanoamericana. 3ra ed. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1995.
4
ZuLUAGA, Alberto. Introd11cció11 al estudio de las !'xpresiones Jijas. Frankfurt/Bern:
Verlag Pe ter D . Lang, 1980; íd., «Estudios generativo-transforma ti vistas de las
Augusto Alcacer Martínez 53
expresiones idiomáticas». Thesaurus, n. º 30, 1975, pp . 1-48; íd., «La fijación fraseológica» .
Thesaurus, n.º 30, 1975, pp. 225-248.
5
TRISTÁ, Antonia María. Fmseología y contexto. La Habana: Ciencias Sociales, 1988.
6
ZuLUAGA, Alberto, art. cit., pp . 245-246.
7
HAENSCH, Gunther. "La lexicografía hispanoamericana entre la teoría y la práctica".
Actas del I Congreso Internacionnl sobre el Espmfol de Américn. San Juan, 1982, pp . 558-559.
8
MONTES GIRALDO, José J., ob. cit., p. 174.
54 El Proyecto Mil Fraseologismos en el Español de Lima
Antecedentes
9
FERNÁNDEZ-SEVILLA, Julio, ob. cit., p. 21.
ARONA, Juan de. Diccionario de peruanismos. Tomo l. 3ra ed. Lima: Peisa, 1974, pp.
10
25-29.
11
PULGAR VmAL, Javier. Diccionario de hunnuquefiismos. Lima: edición del autor, 1967,
p.14.
Augusto Alcacer Martínez 55
12
SAussuRE, Ferdinand de. Curso de lingüística general. 2da ed. Buenos Aires: Losada,
1955, pp. 209-210.
13
BALLY, Charles [1909] . Traité de stylistique fran9aise . 3ra ed., Vol. 1, 1951, p. 68.
56 El Proyecto Mil Fraseologismos en el Español de Lima
Concepto de Fraseología
14
ZuLUAGA, Alberto, art. cit., p. 225.
15
LÁZARO CARRETER, Femando. Diccionario de términos filológicos . 3ra ed. Madrid: Credos,
1981, p. 199.
Augusto Alcocer Martínez 57
16
CASARES, Julio. Introducción a la lexicografía moderna. Madrid: C.S.I.C., 1950, pp. 167-
184.
17
CosERIU, Eugenio. Principios de semántica estructural. 2da ed. Madrid: Credos, 1981,
pp. 113-118.
58 El Proyecto Mil Fraseologismos en el Español de Lima
18
Así lo atestiguan CARRióN, Enrique y Diego STEGMANN. Bibliografía del espaifol en el
Perú. Tubingen: Niemeyer, 1973, quienes en las páginas 51, 52 y 53 ofrecen ocho títulos,
la mayoría recogidos de revistas y periódicos ya desaparecidos.
19
BADILLO, Javier. La lengua oral como objeto de estudio y material de enseñanza-aprendizaje.
Tesis doctoral (inédita). Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1974, pp.
167-202.
20
PEÑA, Julio. Las lexías. Ponencia realizada en el II Congreso Nacional de
Investigaciones Lingüístico-Filológicas. Lima, 1994.
21
PorrrER, Bernard. Presentación de la lingüística. Madrid: Alcalá, 1968, § 221 a, b, c y§
231.
Augusto Alcacer Martínez 59
22
REY - DEBOVE, Josette . Etude linguistique et sémiotique des dictionnairies fran,;ais
contemporains. The Hague-París: Mouton, 1971, p. 33.
Augusto Alcacer Martínez 63
23
Menciono como excepción los inventarios de CASAS, J. Aurelio. Refranes y dichos
populares. Arequipa: edición del autor, 1954; CANGAHUALA CASTRO, José. Recopilación de
refranes, proverbios y modismos. Lima: Sesator, 1966.
24
HrLDEBRANDT, Martha. Peruanismos. lra ed. Lima: Moncloa-Campodónico, 1969; 2da
ed. Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 1994; 3ra ed . Lima: Jaime Campodónico, 1998.
64 El Proyecto Mil Fraseologismos en el Español de Lima
25
Cfr. CUERVO, Rufino José [1886]. Diccionario de construcción y régimen de la lengua
castellana. T. l. A-B. Prólogo, p. LIV A. París: Roger y F. Chernoviz, 1953.
26
CisNEROS, Luis Jaime. «Peruanismos, obra clásica y moderna». Boletín de la Academia
Peruana de la Lengua, n.º 30, 1998, p . 38.
Augusto Alcacer Martínez 65
adagio
refrán
Siempre aforismo
sentencioso apotegma
(doctrinal o axioma
moral) y enxiernplo
breve fabla, fablilla
sentencia
proverbio
Referencias Bibliográficas
ARONA, Juan de
1974 Diccionario de peruanismos. 3ra ed. Tomo I. Lima: PEISA
BADILLO, Javier
1974 «La lengua oral como objeto de estudio y material de enseñanza-
aprendizaje». Tesis doctoral (inédita). Universidad Nacional Ma-
yor de San Marcos, Lima.
BALLY, Charles
1909-1951 Traité de Stylistique fran9aise. 3ra ed., vol. l.
CASARES, Julio
1950 Introducción a la lexicografía moderna. Madrid: C.S.I.C.
CASAS,J. Aurelio
1954 Refranes y dichos populares. Arequipa: Edición del autor.
COSERIU, Eugenio
1981 Principios de semántica estructural. 2da ed. Madrid: Credos.
HAENSCH, Cunther
1982 «La lexicografía hispanoamericana entre la teoría y la práctica».
En: Actas del I Congreso Internacional sobre el español de América. San
Juan, Puerto Rico.
HILDEBRANDT, Martha
1969 Peruanismos. lra ed. Lima: Moncloa -Campodónico; 2da ed. Lima:
Biblioteca Nacional del Perú, 1994 y; lra reimpresión de la 2da ed.
Lima: Jaime Campodónico, 1998.
PEÑA Julio
1994 «Las lexías». Ponencia. II Congreso Nacional de investigaciones lin-
güístico-filológicas. Lima.
POTIIER, Bemard
1968 Presentación de la lingüística. Madrid: Alcalá.
PULGAR VIDAL,Javier
1967 Diccionario de huanuqueñismos. Lima: Edición del autor.
REY-DEBOVE, Josette
1971 Etude linguistique et sémiotique des dictionnairies fran9ais contemporains.
La Haya: Mouton.
SAUSSURE, Ferdinand de
1916-1955 Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada.
ZULUAGA, Alberto
1980 Introducción al estudio de las expresiones fijas. Frankfurt/Bem: Verlag
PeterD. Lang.
Rosario Arias
Universidad de Lima
1
WIRZBICKA, Anna . Semantics, Culture and Cognition, Universal Human Concepts in
Culture-Specific Configurations. New York/Oxford: Oxford University Press, 1992.
2
En todas las ciudades se siguieron ciertos parámetros que garantizan que la muestra
recogida es comparativa. Se realizaron cuatro tipos de grabaciones a fin de que en la
muestra estuvieran representadas tanto el habla formal, como la informal (grabación
secreta, diálogo libre entre dos informantes, diálogo dirigido por el investigador y
elocuciones formales como clases, conferencias, entre otras). La selección de los
informantes siguió criterios de sexo (50% hombres y 50% mujeres), y de edad (de 25 a
35 años= 30%, de 36 a 55 = 45% y de más de 55 a11os = 25%), lo que garantiza que se
tomó en cuenta distintos sectores de la población. En la transcripción del material
grabado también se siguieron criterios de uniformidad.
70 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
5
Esta misma idea aparece en el concepto de nexo de Jespersen al que m e referí en el
párrafo anterior.
Rosario Arias 71
6
Según HorPER, Paul y Sandra THOMPSON. «The Iconicity of the Universal Categories
Nouns and Verb». En: HAIMAN, John. Jconicity in Syntax. Amsterdam/Philadelphia:
John Benjamins, 1985, pp. 151-183, los nombres prototípicos denotan objetos tangibles,
con límites precisos y que están compuestos por partes.
7
FILLMORE, Charles J. «Sorne Problems for Case Grammar». Monograph Series on
Langunge and Linguistics, n .º 24, 1971; íd ., «The Case for Case Reopened». En: COLE, C. y
J. SADOCK (eds.). Syntax and Semnntics 8: Grammatical Relations . Nueva York: Academic
Press, 1977; }ACKENDOFF, Ray. «The Status of Thematic Relations in Linguistic Theory».
Linguistic Inquiry, n.º 18, 1987, p. 378; entre otros.
8
El habla culta de la ciudad de Buenos Aires. Materiales para su estudio. Buenos Aires:
Universidad de Buenos Aires. Instituto de Filología y Literaturas Hispánicas Dr. Amado
Alonso, 1987, p. 130.
9
lb., p. 326.
10
El /111bla culta de In ciudad de México. Materiales para su estudio. México D.F.: Universidad
Nacional Autónoma de México, Centro de Lingüística Hispánica, 1971, p. 127.
11
Ob. cit., p. 132.
72 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
4. «Sí, era muy, muy bueno, pobre. Tenía mucha paciencia». (Bue-
nos Aires). 17
12
lb., p. 16.
13
BLANSIIT, Edward L. Jr. «Stimulus as a Semantic Role». En: ABRAHAM, Werner (ed.).
Va lence, Semantic Case, and Grammatical Relations. Amsterdam: John Benjamins, 1978,
pp . 311-324.
14
Ob. cit., p. 162.
15
Ob. cit., p. 387.
16
En el presente artículo no hemos presentado los diferentes tipos de sustantivos de
emoción. Ver ARIAS QurNCOT, Rosario. Los sustantivos de emoción en el español de América.
Tesis para obtener el grado de Maestra en Letras. México D.F.: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1998; FALK, Johan. «Particularidades sintácticas y semánticas de
los predicados emotivos en español» . Stocklw/111 Studies in Modern Philology (New Series),
n .º 10, 1993, pp. 94-111; AscoMBRE, Jean-Claude. «Morfhologie et representation
evenentielle: le cas des noms de sentiment et d'attitude» . Langue Frrmcaise, Grammaire
des Sentiments, n.º 105, 1995, pp. 41-56.
17
Ob. cit., p. 324.
Rosario Arias 73
Esquema 1
Experimentante y estímulo: relación en dos sentidos
Experimentante Estímulo
18
CROFT, William. Syntactic Cntegories and Grammtical Relntions . Chicago: The Univer-
sity of Chicago Press, 1991, pp. 218-219, habla de verbos y se refiere a la diferencia que
se presenta entre las distintas funciones sintácticas (Suj. OD) asumidas por el
experimentante y los niveles de volición y control.
74 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
2. Estructuras sintácticas
7.a. «Los dos teníamos mucho interés en estudiar, los dos» (Méxi-
co). 20
7.b. «Yo le guardé mucho cariño, porque cuando a mí me opera-
' · ) .21
ron ... » (Mexico
19
DuBINSKY, Stanley. «Ligh Verbs and Predicate Demotion inJapanese». En: Dz1wrREK
et. al. Grnmmaticrrl Relations across Theoretical Perspective. Stanford, 1990, p. 127.
20
Ob. cit., p. 72.
21
Ib ., p. 183.
Rosario Arias 75
Esquema 2
Relación de posesión
~- -~ ¡( PC)$EE .··.I
~ 1
1 1 1
~ 1 Ve;bo 1
~
1
22
LANGACKER, Ronald. Concept, Image and Symbol. The Cognitive Bases of Grammar.
Berlín: Mouton de Gruyter, 1991, p. 338.
23
Ob. cit., p. 95.
24
Ib., p . 145.
76 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
9. «... y todas las señoras, casi la mayoría, tenía miedo de subir» (La
Paz). 28
25
Ver, entre otros, DEMONTE, Violeta. «Transitividad, intransitividad y papeles
temáticos» . En: DEMONTE y GARZA (eds.). Estudios lingüísticos de Espaíia y México. México
D.F.: UNAM, COLMEX, 1990; íd., Detrás de la palabra. Estudios de gramática espafwla.
Madrid: Alianza Universitaria, 1991; VAN VALIN, Robert. Roles and verbs, en prensa;
FILLMORE, Charles J., art. cit.; íd., art. cit.; y, recientemente, ScHLESINGER, Izchak M. Cogni-
tive Space and Linguistic Case. Semantic and Syntactic Categories in English. Cambridge:
Cambridge University Press, 1995, p. 163.
26
Autores como LYONS, John. «A Note on Possessive, Existential and Locative Sen-
tences». Foundations ofLanguage, n .º 3, 1967, pp. 390-396; FoLEY, William A. y Robert VAN
VAUN. Functional Syntax and Universal Grammar. Cambridge: Cambridge University
Press, 1984; y otros creen que hay bases para pensar que existe una relación entre los
posesivos y los existenciales con las construcciones locativas. En muchas lenguas no hay
verbos de posesión y esta se expresa a través de locativos para posesiones alienables.
Ver FoLEY, William A. y Robert VAN VALIN, íb ., pp. 47-48.
27
lb., p. 50.
28
El habla culta de la ciudad de La Paz. Materiales para su estudio. Selección de: MARRONE,
Nila G. La Paz: Signo, 1992, p. 116.
Rosario Arias 77
29
BoGARD, Sergio. «El doble valor lexemático de los verbos psicológicos». Signos, n.º
7, 1993, pp . 47-63.
30
Ob. cit., p. 99.
31
DowrY, David. «Thematic Proto-roles and Argument Selection». Language, n .º 67,
1991, p. 573.
32
ScHLESINGER, Izchak M., ob . cit., p. 45, se refiere a los verbos mentales y manifiesta
que debe asignarse control al experimentante, sea este sujeto u objeto directo del verbo.
33
LANGACKER, Ronald. Foundntions of Cognitive Grmnmnr. Vol 2. Stanford: Stanford
University Press, 1991, p. 325.
78 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
34
El reconocimiento del sujeto como el elemento más prominente es indiscutible.
Ib., p. 321.
35
PESETSKY, David. «Binding Problems with Experience Verbs». Linguistic Inr¡uiry, n.º
18, 1987, p. 130. Pesetsky habla de la importancia de la forma en la que el experimentante
se relaciona con el estímulo. Existe diferencia entre un estímulo humano que produce
deliberadamente un cambio de estado y un estímulo humano que no intenta producirlo
y que se comporta de manera similar a un estímulo no humano. El estímulo que es
volitivo es la excepción. Ver también DowrY, David, art. cit.
36
Ob. cit., p . 141.
37
Ib ., p. 300.
Rosario Arias 79
Esquema 3
Relación causativa
DA
CAUSA
EMOCIÓN
38
De h echo, la emoción no existe antes de que ocurra el evento emocional; más
bien, la emoción surge / se gen era como resultado del evento, y corresponde en este
sentido a un «objeto efectuado» (que es aquel que surge o se produce como resultado
de la acción del verbo). Ver D EMONTE, Violeta, art. cit., p. 123.
39
Ob. cit., p. 300.
40
lb., p. 227.
80 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
41
LANGACKER, Ronald, ob. cit., pp . 389-390, denomina a este tipo de estructura
«construcción absoluta», que se produce cuando el elemento autónomo, que es aquel
que supone una relación temática, puede aparecer aislado. (El elemento dependiente
sería el que involucra causación o input de energía).
42
Ob. cit., p. 119.
43
Ob. cit., p . 251.
44
Ib., p . 157.
45
Ib., p. 132.
Rosario Arias 81
Esquema 4
Estructuras verbo-nominales de emoción
l. Posesiva
<EXPERIMENTANTE-SUJ.> tiene/posee <EMOCIÓN-OD> <ESTÍMULO-FP>
2. Causativa
<ESTÍMULO-SUJ.> da/causa <EMOCIÓN-OD> <EXPERIM.-OI (FP)
3. Existencial
<EMOCIÓN-SUJ.> es/existe
46
Además de la forma sintáctica de expresarla, la emoción es el resultado de una
evaluación subjetiva hecha por el hablante con respecto del acontecimiento en cuestión.
Ver LEPINETTE, Brigitte. «Les definitions des emotions en Francais et en Espagnol. Etude
semantique et lexicografique,,. Revue Québé Coise de Linguistique, vol. 17, n.º 2, 1988, p. 90.
47
ScHLESINGER, Izchak M., ob. cit., p. 160.
82 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
48
ARIAS QuINCOT, Rosario, ob . cit. En esta investigación de la tesis de maestría se
analizan otros parámetros semánticos como son el tipo de experimentante, el nivel de
dependencia del estímulo en relación con el experimentante.
49
En el presente trabajo se ha tomado en cuenta el contexto en el que aparecen, de
manera que un sustantivo positivo puede ser clasificado como negativo si el contexto es
negativo (ejemplo: No siento amor) .
50
JACKENDOFF, Ray. Semnntic Struct11res. Cambridge: The MIT Press, 1990, p. 140.
Rosario Arias 83
16.a. «Por ejemplo, Carlos ahora ... le tenía pavor al agua» (Méxi-
co). s3
16.b. «A mí me da mucha pena ... dejarlo, abandonarlo, como una
cosa que se deja tirada» (Buenos Aires).54
51
Ob. cit., p. 409.
52 lb., p. 58.
53 lb ., p. 162.
54
Ob. cit., p. 387.
84 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
Cuadro 1
Estímulos humanos y no humanos según tipo de sustantivo de emoción 55
55
Para este cuadro no consideramos los casos encontrados en la construcción
existencial ya que esta presentaba muy pocos casos con estímu los expresados
sintácticamente y, además, no aparecían estímulos humanos .
Rosario Arias 85
Cuadro2
Sustantivos positivos o negativos según tipo de estímulos
Positiva Negativa
# % # %
80 40.2 27 14.7
Humanos
Cuadro3
Tipo de emoción según clase de construcción
Sustantivo # % # % # % #
Cuadro4
Tipo de emoción según construcción sintáctica y contexto regional
LA PAZ
EMOCIÓN Causativa Posesiva Existencial Total
Positiva 10.9% 49.3% 39.7% 100%
(=73)
Negativa 21.1% 33.8% 45.1% 100%
(=71)
[ MÉXICO 1
EMOCIÓN Causativa Posesiva Existencial Total
Positiva 18.7% 46.0% 35.2% 100%
(=139)
Negativa 28.2% 35.9% 35.9% 100%
(=92)
[ BUENOS AIRES 1
EMOCIÓN Causativa Posesiva Existencia Total
Positiva 24.3% 43.9% 31.8% 100%
(=107)
Negativa 26.9% 43.7% 29.4% 100%
(=119)
17. «Yo los invité a Bolivia, nunca pudieron venir, me dio pena
eso» (La Paz). 56
56
Ob. cit., p. 168.
88 Expresiones de emoción en tres capitales latinoamericanas
18. « ... tuve el placer de sacar la primera promoción ... » (La Paz). 57
19.a. «.. .le he tenido miedo, he sentido miedo de perderme ... » (Bue-
nos Aires). 58
19.b . «Yo ... eh ... tengo una historia muy personal con relación a
Buenos Aires, le ... le tenía mucha bronca ... mucha bronca» (Buenos
Aires). 59
57
Ib ., p. 116.
58
Ob. cit., p. 401.
59
lb., p. 57.
Rosario Arias 89
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El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la
realidad social
Rocío Caravedo
Pontificia Universidad Católica del Perú
L' uomo cammina per giornate tra gli alberi e le pietre. Raramente
l'occhio si ferma su una cosa, ed equando l' ha riconosciuta per il
segno d' un' altra cosa: una impronta sulla sabbia índica íl passaggío
della tigre, un pantano annuncía una vena d'acqua, íl flore dell'
íbísco la fine dell' inverno. Tutto íl resto emuto e íntercambíabíle;
alberí e píetre sonó so/tanto cío che sono. 1
1
CALVINO, l. Le cítta invísibíle. Milán: Mondadori, 1993, p . 13.
2
SEARLE, John. The Construction of Social Reality. Nueva York: The Free Press, 1995. En
adelante, Construction.
3
Incluyo aquí a la lingüística que no solo reconoce el carácter social del lenguaje
(como ocurre con la mayoría de los enfoques de la lingüística inmanentista), sino que
además se propone como objetivo metodológico la observación de lo social (y aquí
entran la sociolingüística, la sociología del lenguaje, la pragmática, la etnografía del
habla, ciertos tipos de análisis del discurso, la etnolingüística, etc.). Por razones obvias
no incluyo las corrientes o teorías que no tienen en cuenta lo social en sus contenidos
teóricos, ni en su metodología.
94 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
Este libro trata sobre un problema que me ha intrigado por mucho tiempo:
existen porciones del mundo real, hechos objetivos en el mundo, que son
tales solo por acuerdo humano. En cierto sentido, se trata de cosas que
existen solo porque creemos que existen [mía la traducción ].4
problem that has puzzled me far a long time: there are portions of the real world, objective facts
in the world, that are only facts by human agreement. In a sense there are things that exist only
because we belive them to exist» .
5
AusTIN, V.J.L. How to Do Things with Words. Oxford: Oxford University Press, 1963.
6
Cfr. SEARLE, John. Speech Acts. An Essay in the Philosophy of Language. Londres:
Cambridge University Press, 1969. En adelante, Speech Acts.
7
Cfr. SEARLE, John. Intentionality. An Essay in the Philosophy of Mind. Cambridge:
Cambridge University Press, 1983; íd., The Rediscovery ofthe Mind. Cambridge: The MIT
Press, 1992; íd., The Mystery of Consciousness. Nueva York: NYREV, 1997.
Rocío Caravedo 95
8
Cfr. SEARLE, John. Speech Acts. Pero el concepto de «hechos en bruto» lo toma de
AscoMBE, G.E.M. «On brute facts». Analysis, vol. 18, n º 3, 1958.
9
En este punto presenta y razona sus argumentos contrarios a las posiciones
antirrealistas en el contexto de la antigua discusión sobre la relación mente-cuerpo,
según la cual los planteamientos se encasillan en una dicotomía de posiciones: monistas
frente a dualistas, con las bifurcaciones entre monistas idealistas y materialistas, y
dualistas de sustancia y de propiedad. En contra de tales taxonomías rígidas, Searle
defiende la idea de la existencia tanto de hechos mentales cuanto físicos, que no se
encuentran en contradicción sino que, más bien, interactúan entre ellos como parte del
mismo sistema. Una posición análoga sobre la interacción cuerpo-mente es sostenida
por POPPER, K. A/les Le ben ist Problemlosen.Über Erkenntnis, Gesclzichte zmd Politik. Munich:
R. Piper, 1994 (utilizo la traducción italiana: Tutta la vita erisolvere problemi. Scritti su/la
conoscenza, la storia e la politica . Milán: Rusconi, 1996), si bien con algunas diferencias en
el modo de concebir la interacción, pues para Popper se podría hablar de un mundo
mental, parcialmente autónomo respecto del físico y el psíquico. En el caso de Searle, el
cuerpo y la mente no son fenómenos distintos o separados, sino que forman parte del
mismo sistema. Searle comenta críticamente los planteamientos antirrealistas
(conceptualistas) de PUTNAM, H. Realism with a Human Face. Cambridge, Massachusetts:
Harvard University Press, 1990; GooDMAN, N. Of Mind and other Matters. Cambridge,
Massachusetts: Harvard University Press, 1984; DERRIDA, J., Limited Inc. Evanston: North
Western Univesity Press, 1988, entre otros. Cf. SEARLE, John. Construction, cap. VII.
96 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
Para el autor, de todos los seres existentes en el mundo, solo una parte
de ellos (los seres humanos) posee la «conciencia» («conscíousness») y,
junto con ella, la «intencionalidad» ( «intentionality» ). La noción de
intencionalidad y su relación con la conciencia constituye una de las
propuestas más sugerentes del pensamiento de Searle para compren-
der la mente y la conducta humanas, pero con frecuencia no ha sido
adecuadamente interpretada. Así, la intencionalidad se suele confun-
dir con la idea de «tener intención de», de algún modo relacionada
con un acto volitivo. 10 Pero tal concepto - según lo entiende el au-
10
Por ejemplo, en el dominio de la lingüística, W. Labov, al tratar de mostrar el papel
no decisivo del significado en el cambio lingüístico, se refiere a las intenciones en relación
con los actos de habla según Searle y Grice en los siguientes términos: «Yet I tlzink we
Rocío Caravedo 97
must be skeptical of ali arguments that claim to explain linguistic changes through the speaker's
desires or intentions to communicate a given message. There is no reason to think that our
notions of what we intend or the intentions we attribute to others are very accurate, or that we
have any way of knowing whether they are accurate». LABOV, W. Principies of Language
Change. Oxford: The Oxford University Press, 1994, pp. 549-550. Pero Searle no utiliza el
término intención en este sentido.
11
Y en este punto, se toca la cuestión más complicada y muy discutida en el marco
de la filosofía del lenguaje y la semántica - y que, por cierto, no abordaremos aquí-
sobre la verdad entendida como correspondencia de los enunciados con los hechos.
Searle concede a este tema el último capítulo del libro aquí comentado, defendiendo
--contra los postulados de Strawson en su polémica con Austin- una versión de tal
correspondencia, según la cual un enunciado es verdadero si corresponde a los hechos,
solo si se trata de enunciados de tipo asertivo cuya verdad o falsedad se pueda poner en
98 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
juego (obviamente esto no se aplicará a actos de habla del tipo de las órdenes o los
deseos y demás, donde no se pone en cuestión la verdad o la falsedad de un hecho). Cfr.
AusTIN,J.L. «Truth » y SmAWSON, P.F. «Truth ». Proceedingsofthe Aristotelian Society, n.º 34,
1950. Reimpresos en: PrrCHER, G. (ed.). Truth. Englewood Cliffs, N.J.: Prentice Hall, 1964.
apud SEARLE, John . Construction, p. 234.
12
He modificado el ejemplo de Searle: «En este momento tengo un dolor lumbar»
(«I now have a pain in my loiuer back» ), dado que, en tal caso particular, no me parecía
indiscutible que se tratara de un enunciado epistémicamente objetivo, pues no resulta
discriminable con claridad en este enunciado la sensación subjetiva de dolor de la
expresión misma de dolor. ¿No podría considerarse tal expresión también epistémica-
mente dependiente del sujeto de la experiencia, esto es, subjetiva? La falta de éxito en la
elección del ejemplo no invalida, sin embargo, el que se puedan identificar de modo
general (y en otras circunstancias) juicios epistémicamente objetivos sobre entidades
subjetivas, y así he tratado de mostrarlo construyendo un ejemplo más evidente de tal
posibilidad.
Rocío Caravedo 99
13
Searle no admitiría nuestro argumento, a la luz de la teoría de la correspondencia
de la verdad, una de cuyas versiones defiende (ver supra, nota 11), la cual puede
expresarse a través de la repetición del enunciado epistémicamente objetivo sin comillas
(«disquotation») como enunciado no citado en cuanto se identifica con el hecho. Así, por
ejemplo, usando el ejemplo de Searle, «el gato está en la alfombra» («the cat is on the
mat») es verdadero solo si el gato está en la alfombra. Transmitido a nuestro ejemplo
sería: «Esto es una piedra» es verdadero solo si esto es una piedra.
Rocío Caravedo 101
1
~ El concepto de intencibnalidad está presente en la tipología d e los actos de habla
de Searle, pero aparece desarrollado en toda su magnitud respecto de los recursos
mentales en una obra posterior, Intentionality (ver nota 7). Por tanto, en el presente
libro da por supuesto el desarrollo del concepto. Posteriormente amplía la teoría de la
mente conectando la intencionalidad con el problema de la conciencia. Cfr. The Redisco-
very y Mystery of Consciousness (ver nota 8).
104 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
del cual estas son acerca de algo o están dirigidas hacia algo» [mía la
traducción ]. 15
De acuerdo con lo anterior, un deseo es intencional en la medida
en que tiene un contenido (siempre es deseo de algo), al margen de
que se cumpla o no, o de que el hablante sienta efectivamente tal de-
seo. La intencionalidad no implica, pues, un acto volitivo respecto del
sujeto, ni incluso tampoco necesariamente la conciencia del hecho
(así, hay hechos intencionales inconscientes, si bien es preciso admitir
que tales hechos, en cuanto intencionales, son virtualmente converti-
bles en conscientes).
Las reglas constitutivas. Una sub-clase de los hechos sociales son los
hechos institucionales, aquellos que existen solo dentro de las institu-
ciones humanas, como el cargo de presidente de una nación. Tales
hechos institucionales responden a «reglas constitutivas» («constitutive
rules») y no «regulativas» («regulative rules»). Las segundas son las
que --como su nombre lo indica- regulan actividades preexistentes
(como conducir el automóvil a la derecha en Inglaterra). En cambio,
las constitutivas son las que crean la propia actividad, en modo tal
que esta última existe solo en virtud de tales reglas (por ejemplo, las
reglas del ajedrez forman parte constitutiva del juego mismo). Ahora
bien, los hechos institucionales solo son posibles dentro del sistema de
reglas constitutivas. Estas pueden sintetizarse -según Searle- de la
siguiente forma: «X cuenta como Y en el contexto C», esto es, pueden
representarse mediante una regla contextual. Semejante regla se en-
tiende como requisito del proceso de simbolización, el cual supone que
una cosa vale o se sustituye por otra en determinada circunstancia.
Pero este proceso de simbolización contiene algunos elementos más:
implica que sobre la base de una intencionalidad colectiva se impone
una función o un estatus a X, y se lo acepta como tal sin ningún
cuestionamiento de parte del usuario. En este caso, el proceso se ha
convertido en una regla constitutiva, e implica necesariamente un com-
ponente normativo. El aspecto deóntico forma parte, pues, del proceso
de simbolización. Sobre el cuarto concepto, más complejo, de «capaci-
dades básicas» («background abilities») hablaré más adelante.
15
Aquí, el texto original: «I use "intentionality" ns a technical term meaning tlzat /enture
of representations by which t!zey nre about sometlzíng or directed at somethíng». Cfr. SEARLE,
John. Construction, p . 7.
Rocío Caravedo 105
16
Sin embargo, autores como K. Popper conciben una relación más estrecha entre
el mundo físico y el conceptual, y proponen la prioridad y la influencia del mundo
conceptual sobre el físico. Así, por ejemplo, según Popper, el hallazgo de los números
primos en la serie de los números naturales y, posteriormente, el teorema de Euclides
sobre la inexistencia del número primo máximo, constituyen un descubrimiento que
lleva a un cambio en el mundo físico a través de la acción del mundo intelectual. Esto
revelaría la dificultad de imaginar hechos físicos totalmente independientes de las
conceptualizaciones. Pero no es aquí el hecho físico el que cambiaría, sino, más bien, la
concepción que de él se tiene, lo que tampoco invalida su preexis tencia. La cuestión
puede siempre quedar abierta a la discusión. Cfr. POPPER, K., ob. cit., pp. 94-97.
108 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
17
No en vano estas cuestiones han dado lugar a una nutridísima bibliografía - cuya
enumeración aquí quedaría fuera de lugar- , la cual constituye el centro de muchos
problemas de la semántica y de la filosofía del lenguaje.
18
La cuestión tiene una larga antigüedad y ha sido ya enunciada en los planteamientos
tradicionales sobre la arbitrariedad del signo lingüístico, desde los testimonios primarios
del pensamiento griego.
Rocío Caravedo 109
19
Transcribo aquí el texto original : «The nccount hns this consequence: the capncity to
nttach a sense, n symbolic fimction, toan object thnt does not have that sense íntrinsecally is the
preconditíon not only oflanguage but ofni/ institutionnl reality». SEARLE, John. Construction, p. 75.
110 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
20
Tal dicotomía - aunque reductiva- expresa detrás de las diferencias de teorías,
metodologías existentes, una doble actitud respecto de la forma de acercamiento al
lenguaje que se ha desarrollado con diferentes acentos y grados de explicitud a lo largo
de toda la historia de la reflexión occidental sobre el lenguaje partiendo del pensamiento
griego.
112 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
21
Pero el origen de esta aproximación epistémica al lenguaje es mucho más antigua
y coincide con el nacimiento de la reflexión sobre el lenguaje, cuyo paradigma en el
pensamiento occidental está representado por la filosofía griega, y documentado en las
disputas platónicas sobre el carácter convencional o natural de las representaciones
lingüísticas (en el Cratilo).
22
E. ltkonen, por ejemplo, establece una clara división en las ciencias del lenguaje: la
ciencia de lo normativo, de carácter lógico, no empírico, basada en los criterios de
corrección, que acerca la lingüística a la lógica; y la ciencia empírica, de lo fáctico, que se
apoya en el estudio de los enunciados reales, basada en la causalidad y en la cuantificación,
que acerca la lingüística a las ciencias sociales. En este sentido, el estudio del lenguaje en
su naturaleza normativa no constituiría un estudio de lo que se da en la realidad, sino de
lo que debe ser, lo que es válido, o no, desde un punto de vista cualitativo, aunque no
ocurra nunca como hecho fáctico. Este último es - para Itkonen- el campo estricto de
la gramática o de la lingüística autónoma, basada en la intuición. Ver lTKONEN, E. «Quali-
tative vs. Quantitative Analysis in Linguistics». En: PERRY, T. (ed.). Evidence and Argumen-
tation. Berlín, Nueva York: Walter De Gruyter, 1984, pp. 334-366. Pero habría que
añadir, para reformular los planteamientos de Itkonen, que lo normativo está ligado a
la evaluación sobre lo realizado en alguna instancia y, en esa medida, no escapa - o no
debería escapar- al análisis empírico.
Rocío Caravedo 113
23
Recuérdese la primitiva diferenciación saussureana entre lingüística interna y
lingüística externa para delimitar el dominio de la disciplina lingüística en su autonomía
respecto de los factores relacionados con el lenguaje pero esencialmente distintos de él.
Rocío Caravedo 115
24
Cfr. «La investigación sociolingüística hispánica» cit. nota, 10.
116 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
25
Cfr., para la introducción de tal concepto, CARAVEDO, Rocío. «Los espacios de
variabilidad en fonología». Voz y Letra, vol. 11, n .º 1, 1991, pp. 17-38. Aunque de modo
muy diferente a la materialidad sonora, se puede extender en un sentido figurativo tal
concepto a cualquier tipo de variación.
Rocío Caravedo 119
ticos, como bien lo sostiene Searle, sino -como añado yo aquí- tam-
bién su eventual rechazo colectivo. La aplicación del componente nor-
mativo es tal que permite el ejercicio de la normatividad tanto para el
cumplimiento de ciertas normas cuanto para su violación. O, dicho
de otro modo, teóricamente resulta permisible siempre la norma con-
traria a la establecida, y tal permisibilidad presupone la manifesta-
ción del componente normativo. Pero ¿cuál es el destino de una len-
gua sujeta a reglas constitutivas cambiantes siempre, todas virtual y
tácticamente aceptadas como posibles? El asunto es que los cambios
no suspenden la comunicabilidad y, por lo tanto, el componente nor-
mativo, dispuesto en cualquier dirección, sostiene y regula el orden
interno de las lenguas.
El análisis de la normatividad abre una brecha prometedora. A par-
tir de él es posible conectar la dimensión objetiva de las lenguas con el
centro de su ontología subjetiva. Pero es preciso, en primer lugar, esta-
blecer un deslinde básico en el estudio de lo normativo. Así, por un
lado, está el ejercicio de lo normativo no consciente de los hablantes
normales, regulado internamente en el propio proceso de comunica-
ción y expresable en el hablar, con diferentes grados de generalidad y
de recurrencia. 26 Por otro lado, está el ejercicio consciente, oficializado
a través de organizaciones reguladoras (academias, instituciones edu-
cativas o políticas) que dirigen el proceso normativo en una u otra di-
rección, conforme a operaciones selectivas -razonadas o no- de cier-
26
La cuestión de la norma en el lenguaje ha sido muchas veces planteada en la
lingüística, desde diversas perspectivas. Unas privilegian su carácter gradacional, como
nivel de abstracción o de realización p ara abordar el estudio de las regularidades de las
lenguas, y coinciden en considerarla en el plano de lo general susceptible de acercamiento
estadístico (HJELMSLEV, L. «Langue et parole». Cahiers Ferdinand de Saussure, n .º 3, 1942;
CosERru, E. Teoría del lenguaje y lingüística general. Madrid: Credos, 1962; HEGER, K. Teoría
semántica. Hacia una semántica moderna II. Madrid: Alcalá, 1974; etc.). Otros autores insisten,
en cambio, en el aspecto deóntico o de obligatoriedad, y en este sentido evaluativo, del
concepto como HAVRÁNEK, B. «The Contribution of Structural Linguistics to Historical
and Compara ti ve Studies of Slavic Languages» . En: VACHEK, J. A Prague School Reader in
Linguistics. Bloomington, 1964; quien distingue entre la norma y su codificación oficial.
Ver el análisis y las precisiones atinadas de BARTSCH, R. «The Concepts "rule" and "norm"
in Linguistics». Lingua, n. º 58, 1982, pp . 51-81, quien luego de examinar los diferentes
conceptos de norma, establece diferencias entre regla, en sentido metodológico, como
producto del análisis y las especulaciones científicas, y norma como concepto realista
concerniente a las diversas entidades de la lengua en sus diferentes niveles, que el
hablante maneja de modo natural (siguiendo las tendencias generales de su espacio
vital) o controlado externamente (siguiendo las prescripciones académicas).
120 El lenguaje a la luz de una filosofía sobre la realidad social
27
Y en este punto concuerdo con los planteamientos de Itkonen (ver nota 15), en la
medida en que tal percepción coincide con la lingüística autónoma y no estudia los
hechos fácticos como ocurrencias reales, sino solo los hechos virtuales, valorados como
Rocío Caravedo 121
Bibliografía
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1995 The construction of social reality. Nueva York: The Free Press.
Introducción
1
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo. Lingüística quechua. Cuzco : Centro Bartolomé de las
Casas, 1987.
2
TORERO, Alfredo. El quechua y la historia social andina. Lima: Universidad Ricardo
Palma, 1974.
3
CERRÓN-PALOMINO, Rodo lfo, ob . cit.
126 La cantidad vocálica en el quechua de Ancash
2. De valor fonológico
3. Variación fonética
3.1. Monoptongación
C. de C. C. de H .
Chaqchay chaqchee (chaccha, mastica coca)
Kayta rikay keeta rikee (mira esto)
Mayta aywanki? meeta eewanki? (¿a dónde vas?)
Wasichau puñuu wasichoo puñuu (duermo en casa)
Imanau nanan imanoo nanan (duele mucho)
Paynau arushun peenoo arushun (trabajemos como él)
Kaychau mikuy keechoo mikii (come aquí)
Allí murukuy allí murukii (siembra alli)
Shamuy shamii (ven)
Francisco Carranza Romero 131
Karu- yaa- ku- y, karu- yaa- tsi- y, karu- yaa- tsi-ku- y, karu- yaa- ri- y
Mana qillay kaptin markaa karuyaakun (cuando no tengo dinero
mi pueblo se vuelve lejano)
Mana qillay kaptin markaata karuyaatsii (cuando no tengo dinero lo
considero lejano a mi pueblo)
Mana qillay kaptin markaata karuyaatsikuu (cuando no tengo dinero
lo considero muy lejano a mi pueblo)
Mana qillay kaptin markaa katuyaarin (cuando no tengo dinero mi
pueblo empieza a volverse lejano)
paqas-yaa-pa-ku-y, paqas-yaa-pa-ku-ri-y
Paqasyaapakuu (me hago tarde sin poder evitarlo)
Paqasyaapakurii (comienzo a hacerme tarde sin poder evitarlo)
hipocorístico hipocorístico + - ku
Shatu Shatuuku (Satuminito)
Shilli Shilliiku (Celestinito)
Francisco Carranza Romero 133
4. Comentario Final
Por ejemplo, sobre cuál forma es anterior, la discusión aún queda abierta.
v: > ni ni> v : y> v: > ni ya> v: >ni
Bibliografía
CARRANZA, Francisco
Diccionario del quechua ancashino. http: / / romsem3. Romanistik. uni-
mainz. de/ quechua/
CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo
1987 Lingüística quechua. Cuzco: Centro Bartolomé de las Casas.
TORERO, Alfredo
1974 El quechua y la historia social andina. Lima: Universidad Ricardo
Palma.
Aproximación a la conciencia lingüística de
Borges
1
Se puede apreciar menciones a la mayoría de estos autores en «Indagación de la
palabra».
2
EcHEVARRÍA, Arh1ro. Lengua y literatura de Borges. Barcelona: Ariel, 1983; DAPíA,
Silvia. «De la filosofía a la crítica del lenguaje: Fritz Mauthner y Jorge Luis Borges». En:
ToRo, Alfonso de y Fernando de TORO (eds.). Jorge Luis Borges. Pensamiento y saber en el
siglo XX. Madrid / Frankfurt: Iberoamericana, Vervuert, 1999.
3
Al respecto, nos dice Rivarola: «En el símbolo, la relación entre el signo y el objeto
se basa en una regla que d etermina la existencia de la relación. La relación entre signo
y objeto en el símbolo no es, por lo tanto, ni una relación basada en la similaridad ni una
relación basada en la contigüidad espacial o temporal, como en el caso de los íconos y de
los índices, respectivamente. La conexión se basa en una convención, y no hay nada en
el signo que lo predisponga o lo justifique para ser signo de su objeto». RivAROLA, José
Luis. Signos y significados. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1991, p. 54.
Álvaro Cerrón-Palomino López 137
4
BoRGES, Jorge Luis [1928]. «Indagación de la palabra». En: BoRGES, Jorge Luis. El
idioma de los argentinos. Buenos Aires: Seix Barral, 1994, p. 15. En adelante, «Indagación».
5
BORGES, Jorge Luis, J. cit.
6
BoRGES, Jorge Luis, art. cit., p. 14.
7
BoRGES, Jorge Luis, art. cit., p. 15.
8
CROCE, Benedetto [1902]. Estética. Buenos Aires: Nueva Visión, 1962, p. 232.
Álvaro Cerrón-Palomino López 139
9
lb., p. 234.
10
El propio Borges advierte esto al señalar que «Me dirán que hago trampa y que el
alcance de esa doctrina no es psicológico, sino estético. A eso respondo que una
equivocación psicológica no puede ser también un acierto estético». BoRGES, Jorge Luis,
art. cit., p. 16.
11
BoRGES, Jorge Luis, l. cit.
12
BoRGES, Jorge Luis, art. cit., p. 17.
140 Aproximación a la conciencia lingüística de Borges
13
En realidad, pese a que Borges señala como fuente de este pensamiento a la
Psicología de Spiller, también Andrés Bello dividía las partes de la oración en grupos
sintácticos menores o frases. Ver BELLO, Andrés y R. CUERVO. Gramática de la lengua
castellana . Buenos Aires: Sopena, 1960, p . 83. Cabe mencionar que el análisis de la oración
de Cervantes que presenta Borges no tiene pretensiones de ser absoluto, sino tentativo,
pues el autor ofrece dos formas alternativas: «En un lugar/ de la Mancha/ de cuyo nombre
no quiero acordarme o En un lugar de/ la Mancha de/ (cuyo nombre) no quiero acordarme» (p.
18). Esta suerte de indecisión o, más bien, de precaución en el momento de segmentar
una oración en sus constituyentes, también acompañará a Wells en el momento de
dividir la oración Tlze king of England opened parliament: analiza las posibilidades The king
of England/ opened parliament y The king /ofEngland opened parliament. Se decide finalmente
por la primera alternativa, no sin antes advertir que «an analysis is not pronounced good
or bnd of itself, but 011/y better or worse thnn some otlzer». Ver WELLS, Rulon. «Immediate
Constituents». En: Joos, Martín. Rendings in Linguistics l. Chicago: Chicago University
Press, 1947, p. 190.
Álvaro Cerrón-Palomino López 141
decirlo así, tantas cosas en su organismo físico y, entre ellas, tanto len-
guaje [énfasis original] .14
14
CROCE, Benedetto, ob. cit., p. 230.
15
Dice Coseriu: «Los grandes creadores de la lengua -como Dante, Quevedo,
Cervantes, Góngora, Shakespeare, Puskin- rompen conscientemente con la norma
[... ] y, sobre todo, utilizan y realizan en el grado más alto las posibilidades del sistema» [énfasis
nuestro]. Coseriu, Eugenio. CosER!U, Eugenio. Teoría del lenguaje y lingüística general.
Madrid: Credos, 1972, p. 99.
16
BoRGES, Jorge Luis. [1928]. «El idioma de los argentinos». En: BüRGES, Jorge Luis. El
idioma de los argentinos. Buenos Aires: Seix Barral, 1994, p. 140.
17
BoRGES, Jorge Luis [1926]. «El idioma infinito». En: BoRGES, Jorge Luis. El tamaño de
mi esperanza. Madrid: Alianza, 1998, p. 49.
18
CisNEROS, Luis Jaime. «1926: Borges y el lenguaje». Boletín de la Academia Peruana de
la Lengua, n .º 21, 1986, p . 39.
142 Aproximación a la conciencia lingüística de Borges
19
Sin embargo, Borges comprende los procesos de formación de palabras de un
modo sintáctico: «[...] el término inmanencia es una palabra para los ejercitados en
metafísica, pero es una genuina oración para el que sin saberla la escucha y debe
desarmarla en in y manere: dentro quedarse» . BoRGES, Jorge Luis. «Indagación», p . 20.
20
CrsNEROS, Luis Jaime, art. cit., p. 42.
Álvaro Cerrón-Palomino López 143
Estas palabras son las que Borges empleaba en defensa del habla bo-
naerense, caracterizada por sus «graves problemas» según Américo
Castro. Que un erudito como el español creyera, aun en 1941, en la
superioridad de algunos dialectos sobre otros, no es de sorprender,
pues hasta hoy en día hay lingüistas que no pueden desligarse de la
noción de «corrección» de los dialectos estandarizados, frente a la
desviación de los marginales. 22
Edward Sapir, en 1921, había sido uno de los primeros lingüistas
en pronunciarse contra los teóricos lingüísticos que creían en la supe-
rioridad de las lenguas, en particular el latín, el griego e, inclusive, el
sánscrito:
El lingüista que insiste en hablar del tipo latino de morfología como del
punto culminante del desarrollo lingüístico es como un zoólogo que viera
en el mundo orgánico algo así como una enorme conspiración tendiente
a producir el caballo de carreras o la vaca de Jersey. 23
Pero Sapir va más allá aun, y niega que existan, dentro de una misma
lengua, variedades mejores que otras: «Por lo que toca a la forma
lingüística, Platón camina mano a mano con el último porquerizo de
Macedonia, y Confucio con el salvaje cazador de cabezas de Asam». 24
En esta línea de pensamiento parece inscribirse Borges pues, pese a
su decidida defensa del habla bonaerense, en ningún momento cae
en la tentación de caracterizar al castellano de Buenos Aires como
superior o más correcto que el peninsular. En «El idioma de los argen-
21
BoRGES, Jorge Luis [1941] . «Las alarmas del doctor Américo Castro». En: BoRGES,
Jorge Luis. El lenguaje de Buenos Aires. Buenos Aires: Emecé, 1965, pp. 42-43.
22
Por ejemplo, S1NGH, Rajendra. Lectures agninst Sociolinguistics. Nueva York: Peter
Lang, 1996, p. 112, muestra que las descripciones lingüísticas d e algunas variedades del
inglés se hacen siempre como desviaciones de los dialectos británico o norteamericano,
y se pregunta «Why should the Cameroonian or Irish or Indinn care whnt the British or
American does or does not do? Perlznps more importnntly, the question is whnt could he do even
if he did care?».
23
SAPIR, Edward [1 921]. El lenguaje. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1962,
p. 145.
24
lb ., p. 248 .
144 Aproximación a la conciencia lingüística de Borges
25
BoRGES, Jorge Luis, art. cit., pp. 146-147.
26
Íd., art. cit., p. 137.
Álvaro Cerrón-Palomino López 145
27
S1Lv A-CoRv ALÁN, Carmen. Sociolingiiística. Teoría y análisis. Madrid: Alhambra, 1989,
p. 92.
28
CARAVEDO, Rocío . Sociolingiiística del espniiol de Lima. Lima: Fondo Editorial de la
Pontificia Universidad Católica del Perú, 1990, pp. 173-177.
146 Aproximación a la conciencia lingüística de Borges
29
SINGH, Rajendra, ob . cit., p . 126.
30
BoRGES, Jorge Luis, art. cit., p. 141.
Álvaro Cerrón-Palomino López 147
Con el usiones
31
LEWANDOWSKY, Theodor. Diccionario de lingiiística . Madrid: Cátedra, 1986, p. 208.
148 Aproximación a la conciencia lingüística de Borges
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La temprana andinización del castellano según
testimonio de Dávalos y Figueroa
Rodolfo Cerrón-Palomino
Pontificia Universidad Católica del Perú
Justificación
1
Cfr. CISNEROS V1zQUERRA, Luis Jaime. «Notas Sobre la Miscelánea Austral de Diego
Dávalos y Figueroa». Revista Histórica, n .º XIX, 1952, pp. 286-327.
152 La temp rana andinización del castellano
2
Cfr. BARNADAS, Josep y Carmen B. LozA. El poeta Diego Dávalos y Figueroa y su contexto
colonial en Charcas: aporte doc11111e11tal (1591 -1669). Su cre/ Coch abamba: Historia Bolivia-
na, 1995.
Rodolfo Cerrón-Palomino 153
3. Cuestiones Lingüísticas
3.1. Etimologías
Preguntado por Cilena si los términos nativos tienen «etimología o
razón», Delio responde afirmativamente, y en prueba de ello ofrece
una lista, parcialmente explicativa, de doce nombres de aves y mamí-
feros, todos ellos, según el mismo personaje, de origen onomatopéyico.
Tales nombres son: pisco, «paxaros pequeños [llamados así] por su
delicado canto»; yuto, «perdiz»; cucuri, «tórtola», «en unas provin-
cias», y corocuto, «en otras»; guacana, «martinete»; caquingora, «ban-
durria (ave grande)», así llamada en España; guallata, «ansar»; ñuñuma,
«pato»; urpi, «paloma»; y lequeleque, que «parescen aves frías (al me-
nos en el canto)». Entre los nombres de mamíferos se mencionan tres:
guanaco, «silvestre carnero» (le «dieron este nombre por un cierto
relincho que tienen, que paresce que dize su nombre»); vicuña, <<ligerí-
simo animal» (por «lo mesmo»); y vizcacha, «donde esto [es decir lo
onomatopéyico] mas se prueba» («por el chillido que tiene, que paresce
3 Sirva la ocasión para agradecer al colega Firbas por habernos dado la oportunidad
d e releer los pasajes d e Dávalos cuando, en son de consulta de los indigenismos léxicos
citados por este autor, nos hizo llegar la versión mencionada.
154 La temprana andinización del castellano
4
Lo cual resulta mucho más cristalino aun cuando se les restituye su forma fónica
más aproximada: /yut(u) /, /kuku-ri/ (lit. «el que dice ku-ku»), /kurukutu/ y/ liq(i)liq(i) /
(lit. «el que dice liq-liq» ).
5
El nombre de esta ave, traducida como «martinete» en el texto, no aparece regis-
trado como tal en los vocabularios coloniales. Lo que encontramos en su lugar es gua car
Rodolfo Cerrón-Palomino 155
9
Así, CABELLO BALBOA, Miguel [1586). Miscelánea Antártica. Lima: Instituto de Etnolo-
gía, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1951, II, V, p. 105, muestra su asom-
bro frente a las siguientes similitudes formales: «Casco llama el Yndio en su lengua
general de el Piru, á el pecho, y en la castellana ya sabemos lo que significa. A la arena
llama el Yndio Tia, y nosotros al hermano de padreó madre. Llamamos nosotros Mayo
al quinto mes de el año, y en lengua de el Ynga quiere decir Rio . A lo que nosotros
llamamos olla, llama el Yndio Manga, que clara se vee la diferencia: macho llamamos
nosotros á lo que es de sexso viril, y en lengua de Yndios quiere decir viejo, y de esta
manera se pudieran acomular infinitos, que aunque suenan á terminos, y vocablos
nuestros son muy agenos en el significado de aquello que nosotros entendemos por
ellos [énfasis nuestro]». A su tumo, fray Gregorio García, embelesado por su aparente
similitud fónica, discurre en términos mucho más ingenuos que Cabello, al decir: «En la
Lengua General del Peru, Cánic, es participio de este verbo Caníní, Caninquí, que signi-
fica morder, i el participio sobredicho Canic, el que muerde: el qua! podemos barruntar,
que es lo mismo que Canis, que es el Perro, que de este nombre se derivó el Verbo
Piruano Caníni, Canínquí; i asi, ab effectu, se llamara el Perro, Canic, pues significa el que
muerde. Mítayoc significa el que le cabe en suerte de hacer algo, el qua! es siempre
enviado de su Pueblo, para trabajar, en el de los Españoles; en lo qua! es mui parecido,
i semejante al Verbo Latino Mitto, mittís, que significa enviar. Quiquij, significa, lo mis-
mo, i conforma mucho con Qui, relativo, quando hace relacion de primera Persona.
Huac significa esotra parte. Vira, significa la grosura, ó manteca, i tambien cosa gruesa:
el qua! nombre parece mucho a Vires, virium, por las fuer<;as» (GARCÍA, Gregorio [1607].
Origen de los indios de el Nuevo Mundo, e indias occidentales. México: Fondo de Cultura
Económica, 1981, IV, XIX, p . 174).
Rodolfo Cerrón-Palomino 157
3.2. Lexicalización
Hay, en el mismo coloquio, en labios de Cilena, otro tópico interesan-
te, esta vez de naturaleza ideolingüística: el viejo prejuicio glotocéntrico
de la supuesta pobreza léxica y gramatical de los idiomas amerindios,
«que son faltos de lenguaje [es decir de gramática] y de términos», lo
que a su vez estaría reflejando los «obscuros y limitados ingenios» de
sus hablantes. Esta apreciación (o mejor, depreciación) generalizada
de los idiomas indígenas tendría, sin embargo, dos excepciones: el
quechua y el aimara, ya que estas lenguas «tiene[n] sobra de terminas»,
1
° Cfr. CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo. «Las etimologías toponímicas de Murúa». Por
aparecer, 2002.
158 La temprana andinización del castellano
3.3. Préstamos
El tercer tema tratado en el coloquio examinado es el que trata sobre
los préstamos del quechua al castellano y viceversa. Esta vez es Delio
quien formula sus observaciones sobre lo que podríamos llamar, por
un lado, la andinización léxica del castellano, que el autor, de refina-
do gusto europeo, ve con algún disgusto, pues reconoce que «tene-
mos ya por inseparables algunos vocablos de estas bárbaras [lenguas],
y los usamos como si en la nuestra faltasen mejores términos para
aquello mesmo», resignándose a achacar la causa de ello a la propia
lengua española, «tan codiciosa [...] de abrazar las [voces] extrañas»
o a la inercia de sus propios hablantes, al «valernos dellas» . Enumera
entonces ocho quechuismos de uso generalizado por entonces: cocha,
«en lugar de charco, laguna, estanque y alberca», advirtiéndonos que
el término «sirve a todos estos nombres referidos, y en algunos es im-
propio»; guasca, «en lo qual se incluyen soga, cordel o qualquiera otra
cuerda»; ysanga, «en lugar de un cestillo o cesto mal formado»; mayto,
«qualquiera envuelto de ropa o de otra cosa»; hámbi, «qualquiera medi-
camento»; chácara «qualquiera heredad, agora sea guerta, agora tie-
rra de pan, viñas o otra qualquiera»; guayco, «qualquiera quebrada
de sierra, cerro o otra alguna»; y pampa «campo llano». 12 Y, para
11
Cfr. íd., «Los fragmentos de gramática quechua del Inca Garcilaso» . Lexis, vol.
XVI, n.º 2, 1993, pp ."219-257.
12
Tales voces, todas de origen quechua, provienen de/ qucha/, /waslcn/, /isanqa/, /
mayt'u/, /hampiy /,/cha/era/, /wayq'u/ y /panpa/, respectivamente. Las formas isanga y
lzambi, como las recoge Dávalos, acusan pronunciación «chinchaisuya» (con sonorización
de la oclusiva tras nasal. Cfr. también el caso de Caquingora).
Rodolfo Cerrón-Palomino 159
13
Esta voz con el significado claramente metonímico de «avalancha». Observemos
que el término, de origen quechua, significaba «encañada», como se puede constatar
actualmente en cualquier dialecto que lo registre. Siguen, pues, vigentes las acepciones
proporcionadas por GoN<;:ÁLEZ HOLGUíN, Diego, ob. cit., tomo I, p. 191: «quebrada de
monte, o hondura entre cerros, y cualquier canal, o, cosa ahondada de auenidas».
14
Como quechuismo, significa algo como «borrachera», y es empleado sobre todo
en expresiones del tipo «tirarse una huasca».
160 La temprana andinización del castellano
15
De hecho, prácticamente todos los dialectos quechuas (y aimaras) han asimilado
tales términos, o sus derivados: pir(d)una- , paga-, ministi- (de uso generalizado en el
quechua ecuatoriano), casar(a)- y mansiba- /cu- «amancebarse».
Rodolfo Cerrón-Palomino 161
4. Epílogo
Tales son, en suma, las breves acotaciones hechas a las notas propor-
cionadas por Luis Jaime a los coloquios contenidos en la Miscelánea
Austral. Como en otras ocasiones, con ello no hemos hecho sino to-
marle la posta en medio de este interminable discurrir del quehacer
indagatorio y crítico, particularmente en el de toda averiguación
lexicográfica y etimológica. Nos une, en esta oportunidad, una co-
mún afición por el estudio de los peruanismos, de origen andino u
occidental, así como la preocupación por el destino de nuestras len-
guas mayores ancestrales, entre las que el castellano, andinizado ya
desde los tiempos de Dávalos y Figueroa, es lengua omnipresente.
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Eugenio Chang-Rodríguez
City University of New York
Trasfondo histórico
1
A nombre de la Mesa Directiva del Congreso de la República, fui invitado por la
lingüista Martha Hildebrandt, Presidenta del Congreso de la República, a dictar una
conferencia sobre «La lengua y la literatura de los hispanos», el miércoles 4 de octubre
de 2000.
2
Cfr. K.!NG, Willard F. Prosa novelística y academias literarias en el siglo XVII. Madrid:
RAE, 1963, pp. 22-24.
164 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
3
Natural de Lima, fue cura de la diócesis de Huamanga, prebendado y tesorero de
la del Cuzco, y abogado de la Audiencia de Lima. Vertió al castellano las Églogas de
Virgilio y escribió varias obras que todavía permanecen inéditas. Establecido en Ma-
drid, fue incorporado a la RAE en 1930.
4
Nació en Maracaibo en 1810 esta figura clásica de la cultura venezolana del siglo
XIX. Radicado en España, a pesar de su nostalgia por su patria, en 1850 puso en circula-
ción el Prospecto del Diccionario matriz de la lengua castellana, que fue aprobado por la RAE
sugiriéndole el cambio del título a Prospecto del Diccionario crítico-etimológico de la lengua
castellana y admitiéndolo como académico de número en 1853. Aunque dejó trunco el
diccionario de su Prospecto, sí publicó su famoso Diccionario de galicismos en 1855. Falleció
en la pobreza en 1860.
Eugenio Chang-Rodríguez 165
5
Dos tempranos artículos informativos sobre su gestación y organización aparecie-
ron en el «ABC de las Américas» correspondiente al 24-30 de mayo de 1974, y en el
«ABC», de Madrid, del sábado 25 de mayo de 1974.
6
Fueron excusados de asistir al acto por razones de fuerza mayor los otros académi-
cos fundadores: Tomás Navarro Tomás, Edwin B. Wiliams, Irving A. Leonard, Sturgis
A. Leavitt, Lloyd Kasten, Otis H. Green, William L. Fichtner y Maír J. Benardete. Ver la
foto oficial de los académicos fundadores asistentes tomada inmediatamente después
de finalizado el acto de la inauguración y publicada en el Boletín de la Academia Norteame-
ricana de la Lengua Espafiola, n.º 1, 1975, p. 96; ib., n. º 9-10, 1998-1999, p. 248.
166 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
7
«El acto fue sencillo, sobrio y ejemplarmente breve» comentó el periodista que
cubrió la inauguración de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y escri-
bió dos páginas con fotos en el «ABC de las Américas», 3.89, 14-20 de junio de 1974.
8
«Estatutos de la Academia Norteamericana de la Lengua Española». Boletín de la
Academia Norteamericrrna de la Lengua Espafiola, n.º 1, 1976, pp. 111-117.
Eugenio Chang-Rodríguez 167
9
TOMÁS NAVARRO, Tomás. «Miguel Agustín Príncipe, tratadista de m étrica (1811-
1863)». Boletín de la Academia Norteamericana de la Lengua Espaiiola, n .º 1, 1976, pp . 7-15.
168 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
10
Entre las publicaciones de Tomás Navarro Tomás, destacan su edición crítica de La
moradas, de Santa Teresa [1916], y sus libros Manual de pronunciación española. Madrid,
1918; Primer of Spanish Pronunciation (con la colaboración de Aurelio M. Espinosa y con
prólogo por Ramón Menéndez Pidal, 1926); Manual de entonación española. Nueva York:
Hispanic Institute in the United States, 1944; los tres ampliamente usados como textos
universitarios; y El español de Puerto Rico. Contribución a la geografía lingüística hispanoame-
ricana . Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1948; Métrica espaiiola; reseña histórica y
descriptiva. Syracuse: Syracuse University Press, 1956; Poetas en sus versos: desde Jorge
Manrique a García Larca (1973); La voz y la entonación en los personajes literarios. México:
Colección Málaga, 1976.
11
YÉPEZ, Gumersindo. «Andrés Bello, filósofo de la gramática». Boletín de In Academia
Norteamericana de la Lengua Española, n.º 6-7, 1985-1985, pp. 121-128.
12
IRIZARRI, Estelle. «Recursos electrónicos para el estudio del español del portorri-
queño en las novelas de Enrique A. Laguerre». Boletín de la Academia Norteamericana de
la Lengua Espai'íola, n.º 6-7, 1985, pp. 53-72.
Eugenio Chang-Rodríguez 169
13
Vale recordar al genial cuzqueño Inca Garcilaso de la Vega, autor de La Florida,
que describe la épica jornada de Hemando Soto y que es reconocida como uno de los
monumentos de la literatura española y herencia de los hispanos.
170 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
14
CHANG-RoDRíGUEZ, Eugenio. «Un estudio de la emigración dominicana» . «El Diario-
La Prensa», Nueva York, 11 de abril de 1980, pp. 15 y ss.; ib., «La Tribuna», Lima, n. 0 18,
1980, pp. 3-4.
Eugenio Chang-Rodríguez 173
Ver CHANG-RooRIGUEZ, Eugenio (ed.). Spanish in Contact with English, Portuguese and
15
16
BRAVO, José Antonio. A la hora del tiempo. Barcelona: Seix Barral, 1977; íd., Melisa
Eloísa. Tr. Samuel HENRIE. Tucson: Hat Books, 2000.
Eugenio Chang-Rodríguez 177
por Alfaguara (2000); y Carlos Schwalb Tola (n. 1953), autor de Do-
bleces (2000) .17 Entre los de origen dominicano, sobresalen Franklin
Gutiérrez (n. 1951), conocido por sus Voces del exilio (1986), y el poeta
Leandro Morales (n. 1957). A esta rica producción artística de los
hispano-latinos de Estados Unidos, que forma una literatura aparte,
como la paraguaya, la ecuatoriana y de los demás países del mundo
hispánico, se suma la producción erudita de Federico de Onís, Américo
Castro, Tomás Navarro Tomás y tantos otros estudiosos del mundo
académico de larga residencia en la Unión Norteamericana. Su de-
fensa del patrimonio cultural hispano, sin embargo, no se opone a su
voluntad de integrarse a la vida norteamericana para poder disfrutar
de lo mejor de los dos mundos.
17
ScHWALB TOLA, Carlos. Dobleces. Lima: Nido de Cuervos, 2000.
178 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
En sus 285 páginas, este anuario[ ... ] deja percibir las hondas preocupa-
ciones que embargan a los integrantes de la docta agrupación en su afán
de velar por la integridad, vigencia y viabilidad del idioma español en los
Estados Unidos, donde periódicamente se vislumbran brotes que amena-
zan su integridad[ ... ].
La estructura de este nuevo número del Boletín de la Academia Norteameri-
cana de la Lengua Española queda completada con un apéndice titulado
«Noticias» que da cuenta de los acontecimientos aparejados a las activi-
dades de las Academias y los académicos, así como de los que pudieran
tener lugar fuera de ella, pero siempre en relación al tema del idioma en
general y del nuestro en particular.19
18
«El Diario», Nueva York, 21 de febrero de 1978.
19
Gaceta Iberoamericana, Washington D.C., 11 de junio, primavera, 2000.
180 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
20
Las citas de este párrafo provienen de las cartas dirigidas al Director del Boletín
archivadas en la Hispanic Society of America y firmadas por Norman Sacks (2 de
febrero de 1977), T. Navarro Tomás (5 de febrero de 1977), José Amor y Vázquez (5 de
febrero de 1977), Susana Redondo de Feldman (2 de marzo de 1977), Carlos Federico
Pérez (6 de abril de 1977), José Antonio León Rey (27 de abril de 1977), Juan M. Lope
Blanch (30 de mayo de 1977).
Eugenio Chang-Rodríguez 181
21
Excelsior, México, 12 de setiembre de 1975, p. 13-A.
Eugenio Chang-Rodríguez 183
men académico, II) Unidad y defensa del idioma español, III) Temas
gramaticales, IV) Temas lexicológicos y semánticos, V) Investigación,
enseñanza y difusión del idioma, y VI) Temas literarios.
Las dos sesiones plenarias se realizaron en la sede del Instituto de
Chile el viernes 19 y el lunes 22. Una de las mociones más importan-
tes consideradas fue la firmada por doce presidentes de delegación
para admitir a la Academia Norteamericana de la Lengua Española
en la Asociación de Academias de la Lengua, basándose en el Artícu-
lo 11 de su Estatutos, que reza: «Si en los países extranjeros en donde
haya núcleos importantes de población de castellana (como en el caso
de los sefardíes) se fundara una academia de la lengua conforme a
estos estatutos, podrá solicitar su ingreso en la asociación, y el próxi-
mo congreso de ella resolverá lo que juzgue conveniente». Tras varias
horas de debate, la Asamblea decidió continuar la consideración de
la nueva solicitud de admisión de la ANLE en el próximo Congreso
de la Asociación y le otorgó los mismos derechos que tienen las acade-
mias asociadas para recibir todas las comunicaciones de la Comisión
Permanente de la Asociación y enviar dos delegados al VIII Congreso
de la Asociación por reunirse en Lima.
Los diarios locales publicaron varios artículos sobre las labores de
las comisiones, los debates en los plenarios y entrevistas a los delega-
dos. Con gran simpatía, la prensa informó sobre la Academia Norte-
americana de la Lengua Española; «La Tercera de la Hora», por ejem-
plo, publicó entrevistas a sus delegados (18 y 20 de noviembre de 1976,
pp. 11 y 7 y 22 de noviembre de 1976, p. 4). El lunes 22, el doctor
Rodolfo Oroz, Presidente del VII Congreso, ofreció, en el Hotel
Tupahue, un almuerzo a los delegados. La sesión de clausura se efec-
tuó en el Salón de Honor de la Universidad de Chile a las 18:30 del 23
de noviembre de 1976.
Tal como se había anunciado en Santiago de Chile en 1976, a los
cuatro años, como lo consigna el reglamento, el VIII Congreso de la
Asociación de Academias de la Lengua se reunió en Lima del 21 al 26
de abril de 1980. A este cónclave asistieron todos sus miembros, ex-
cepto Cuba. Odón Betanzos y Eugenio Chang-Rodríguez representa-
ron a la ANLE, conforme se había acordado en el Congreso anterior
de la Asociación.
El VIII Congreso reunido en Lima se desarrolló en seis sesiones de
trabajo: tres se reunieron por la mañana, y las restante, por la tarde.
La Primera Comisión, cuyo tema general fue el «Régimen académi-
co», trató sobre el funcionamientos de las Academias, sus publicado-
184 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
22
La mía fue «El español en el nordeste de los Estados Unidos» . En: ACADEMIA
PERUANA DE LA LENGUA. VIII Congreso de Academias de la Lengua Española. Lima: Ministerio
de Educación, 1980, pp. 620-624.
Eugenio Chang-Rodríguez 185
23
«El Dominical» Suplemen to de El Comercio, Lima, d el 20 de abril, p. ii, calificó al VIII
Congreso como «uno d e los sucesos de mayor relieve en la escena cultural peruana de
los últimos tiempos».
24
BusTOS, Clara Isabel de. «Los reyes reciben al m undo de las Letras en el Palacio
Real», «ABC» (Madrid), 26 de abril d e 1994, pp. 133-136.
186 La Academia Norteamericana de la Lengua Española
25
REAL ACADEMIA ESPAÑOLA. X Congreso de Academias de la Lengua Espaiiola: Memoria.
Madrid: Espasa, 1998, pp. 529-545.
Eugenio Chang-Rodríguez 187
Referencia Bibliográfica
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1974 Sábado 25 de mayo (Madrid).
1976 l. 111-117.
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1980b «El español en el nordeste de los Estados Unidos». En: VIII Congre-
so de Academias de la Lengua Española. Lima: Ministerio de Educa-
ción, pp. 620-624.
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queño en las novelas de Enrique A. Laguerre» . Boletín de la Acade-
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1985 «Andrés Bello, filósofo de la gramática». Boletín de la Academia Nor-
teamericana de la Lengua Española, nn.º 6-7, pp. 121-128.
Variedad de tradiciones discursivas en
Orígenes del español de Menéndez Pidal*
Carlos Garatea
PUCP Lima/LMU München
* Otra versión de este trabajo apareció, con el mismo título, en las Actas del
Hispanistentag, Berlín, n .º 25-28, marzo de 1999. Agradezco a Wulf Oesterreicher y
Roland Schmidt-Riese su lectura crítica y sus comentarios al borrador de este texto ..
1
La reflexión teórica de Menéndez Pida! sobre la historia del español es, actualmen-
te, el tema de investigación de mi tesis doctoral, cuyo título provisional es La concepción
del cambio lingüístico en la obra de don Ramón Menéndez Pida/.
194 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del español
ser escritos, en tanto son «proscritos» por los valores y los criterios
participantes en la elaboración de un texto,2 adquiere singular rele-
vancia en Orígenes del español, por constituir una de las principales
líneas de observación seguidas por Menéndez Pidal en su interpreta-
ción de los procesos lingüísticos que caracterizarían aquellos siglos de
formación del español. Las reflexiones siguientes tienen, precisamen-
te, el propósito de razonar sobre ciertas referencias de don Ramón,
expuestas en Orígenes del español, acerca de los indicios de la oralidad
en la escritura y el juego implícito de las valoraciones sociales e histó-
ricas según los tipos de textos - mencionados en el título de este tra-
bajo como tradiciones discursivas-, en un contexto caracterizado por
la extensión de una variedad de lengua, el romance, a contextos
comunicativos antes reservados al latín. Con esta finalidad, he ante-
puesto algunas precisiones conceptuales y metodológicas que me ser-
virán de base para la cuarta parte de este trabajo.
La oralidad y el romance
2
ÜESTERREICHER, Wulf. «Lo hablado en lo escrito. Reflexiones metodológicas y aproxi-
mación a una tipología». En: KoTSCHI, Thomas, Wulf ÜESTERREICHER y Klaus ZrMMERMANN
(eds .). El español hablado y la cultura oral en Espafia e Hispanoamérica. Frankfurt am Maine:
Vervuert (Biblioteca Ibero-Americana 59), 1996, pp. 322-323; Korn, Peter y Wulf
ÜESTERREICHER. «Sprache der Nahe-Sprache der Distanz. Mündlichkeit und Schriftlichkeit
in Spannungsfeld von Sprachtheorie und Sprachgeschichte». Romanistisches Jahrbuch,
n .º 36, 1985, pp. 15-43; ÜESTERREICHER, Wulf. «Sprechtatigkeit, Einzelsprache, Diskurs und
vier Dimensionen er Sprachvarietat». En: ALBRECHT, Jórn, Jens LüDTKE y Harald THUN
(eds.). Energeia und Ergon. Studia in honorem Eugenio Coseriu. Tübingen: Narr, 1988, vol.
3, pp. 355-386.
3
BüHLER, Karl [1935]. Teoría del lenguaje. Tr. Julián MAR!As. Madrid: Alianza Universidad,
1985, p. 44; también la interpretación de CosERIU, Eugenio. Sincronía, diacronía e historia.
El problema del cambio lingüístico. Madrid: Credos, 1978; íd., Gramática, semántica y
universales. Madrid: Credos, 1978; íd., «Determinación y entorno». En: CosERru, Eugenio.
Teoría del lenguaje y lingiiística general. Madrid: Credos, 1982, pp. 282-324; íd., Competencia
Carlos Garatea 195
actividad universal de hablar una lengua, sino que incluye los distin-
tos elementos participantes en una situación comunicativa concreta,
que adquieren características específicas según se trate de una
interrelación oral o escrita. Los principios de alteridad y semanticidad
son, en esta línea, fundamentales para comprender el contexto de
una situación comunicativa particular; además, de los distintos crite-
rios pragmáticos que regulan la actuación discursiva e interpretativa,
de acuerdo con el medio elegido para la comunicación. Los elementos
involucrados en la dimensión de la oralidad, que adquieren otros ras-
gos en el ámbito de la escritura, no terminan con la evidente coinci-
dencia en el dominio de la misma lengua histórica, sino suponen tam-
bién, por ejemplo, el conocimiento de estrategias discursivas, de
variedades lingüísticas, de modos de significar e, incluso, de modos
de concebir el mundo, respaldados ciertamente por las capacidades
biológicas y cognitivas de los hablantes, pero asegurados solo en el
desarrollo histórico y social de una comunidad lingüística.
Todo hablante actúa siempre en una situación comunicativa in-
vestido con un saber discursivo, perfeccionado en el interior de una
comunidad histórica, en cuyo desarrollo se han consolidado específi-
cos modos de conocimiento colectivo, referidos metafóricamente como
la memoria cultural de una sociedad, 4 que permiten la identificación
recíproca de los hablantes como miembros del mismo grupo e inclu-
yen, por mencionar un aspecto, pautas para regular sus acciones
comunicativas en la proximidad de la oralidad o en la distancia de la
escritura. La memoria cultural no alude aquí a una suerte de concien-
cia colectiva abstracta, sino a los fundamentos culturales e históricos
de la identidad social, recreados y modificados en las interacciones
lingüística. Elementos de la teoría del hablar. Madrid: Credos, 1992; y con otro alcance KocH,
Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit. y ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit.
4
AssMANN, Aleida y JanASSMANN. «Schrift, Tradition und Kultur». En: ~LE, Wolfgang
(ed.). Zwischen Festtag und Al/tag. Tübingen: Gunter Narr (ScriptOralia 6), 1988, p. 27.
Cfr. GoETSCH, Pau l. «Der Übergang von Mündlichkeit zu Schriftlichkeit. Die
Kulturkritischen und Ideologischen Implikationen der Theorien von McLuhan, Goody
und Ong». En: RAIBLE, Wolfgang (ed.). Symbolische Formen, Medien, Identitiit. Tübingen:
Gunter Narr, 1991, pp. 113-129; RAIBLE, Wolfgang (ed.) . Symbolisclze Formen, Medien,
Identitiit. Tübingen: Gunter Narr, 1991; una aplicación lexicográfica de los elementos
arriba mencionados pero incluidos en el concepto de memoria colectiva en LARA, Luis
Fernando. Dimensiones de la lexicografía. A propósito del Diccionario del espaiiol de México.
México: El Colegio de México Oornadas 116), 1990; íd., Teoría del diccionario monolingüe.
México: El Colegio de México, 1997.
196 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del español
5
CosERIU, Eugenio, ob. cit.; íd., art.cit.; íd., ob. cit.
6
LuCKMANN, Thomas. «Allgemeine Überlegungen zu kommunikativen Gattungen» .
En: FRANK, Barbara, Thomas HAYE y Doris TorHINKE (eds.). Gattungen mittelalterlicher
Schriftlichkeit. Tübingen: Narr (ScriptOralia 99), 1997, pp. 11-14. Para la relación entre
técnica histórica y entorno CosERIU, Eugenio, art. cit.; íd., ob. cit.; también ScHLIEBEN-
LANGE, Brigitte. Traditionen des Sprechens. Elemente einer pragmatischen Sprachgeschichtss-
chreibung. Stuttgart: Kohlhammer, 1983. La vinculación de estos aspectos con las
variedades lingüísticas y la interpretación de los textos en ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit.; y
desde una perspectiva filosófica HABERMAS, Jürgen. Pensamiento postmetafisico. México:
Taurus, 1988; y GADAMER, Hans-Georg. El problema de la conciencia histórica. Madrid:
Tecnos, 1993. Por otra parte, GUMBRECHT, Hans Ulrich. «Schriftlichkeit in mündlicher
Kultur». En: AssMANN, Aleida, Jan AssMANN y Christof HARDMEIER (eds.). Schrift und
Gedi:ichtnis. Beitri:ige zur Archi:ilogie der literarischen Kommunikation . Munich: Fink, 1983,
pp . 158-173, reconoce tanto la variación en los usos de la lengua como la
institucionalización de ciertas estructuras comunicativas en la sociedad, las cuales
contribuirían con la determinación del sentido de los discursos.
7
Cfr. LuCKMANN, Thomas, art. cit., pp . 12-14.
Carlos Garatea 197
8
No limito la competencia del hablante al dominio de formas lingüísticas, sino
incluyo en ella capacidades discursivas y pragmáticas, como parte interactuante con la
totalidad del conocimiento humano, para el cual las capacidades cognitivas conjun-
tamente con las experiencias sociales y la cultura, en sentido amplio, poseen un lugar
fundamental en la comunicación, y sobre cuya base los individuos son capaces de
reflexionar sobre su lengua, objetivar el sentido y valorar los discursos, tanto en su
calidad y pertinencia como en sus posibles desviaciones de los patrones compartidos
socialmente. Un planteamiento como el reseñado aquí difiere radicalmente de cualquier
perspectiva inmanentista o de aquellas circunscritas a la descripción de los componentes
innatos del lenguaje, que postergan la dimensión del discurso y de las acciones
comunicativas, desde sus fundamentos epistemológicos.
198 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del e_spaiiol
9
ÜESTERREICHER, Wulf. «Grenzen der Arbitrarietat. Zum Verhaltnis von Laut und
Schrift». En: KABLITZ, Andreas y Gerhard NEUMANN (eds.) . Mimesis und Simulation .
Friburgo: Rombach, 1998, p . 232. Para las diferencias entre lo medial y lo concepcional
KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit.
10
FRANK, Barbara. «Innensicht und AuBensicht. Zur Analyse mittelalterlicher
volkssprachlicher Gattungsbezichnungen». En: SEuG et al., 1997, p. 120. Sobre una
tipología textual, KocH, Peter. «Diskurstraditionen: zu ihrem sprachteoretischen Status
und ihrer Dynamik». En: FRANK, Barbara, Thomas HA YE y Doris TorHINKE (eds.). Gattungen
mittelalterlicher Schriftlichkeit. Tübingen: Narr (ScriptOralia 99), 1997, pp . 43-79; y
ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit.; específicamente sobre el valor de los tipos de comunicación
y los medios en la edad media, SELIG, Maria. «Das Buch im Mittelalter-Überlegungen zu
Carlos Garatea 199
13
Recuérdese las siguientes palabras de Coseriu: «En general, una lingüística
propiamente funcional no puede descuidar los entornos, ni siquiera los " extra verbales",
pues las funciones reales no se dan en la lengua abstracta, sino en el hablar concreto.
Ello es cierto aun por lo que c;oncierne a la lingüística diacrónica, que no puede ignorar
las circunstancias generales en las que una lengua se ha hablado» (CosERIU, Eugenio, ob.
cit., p . 320).
14
Me ocupo de estos aspectos en la investigación citada en la nota l. Hace poco se ha
ocupado sobre este tema CANO AGUILAR, Rafael. «Los orígenes del español: Nuevos
planteamientos». En: Estudios de lingüística y filología españolas. Homenaje a Germán Colón.
Madrid: Credos, 1999, pp. 128, 133 y 139.
15
Su contribución en este volumen.
16
Piénsese, por ejemplo, en los efectos interpretativos de los gestos, muecas o tonos
de voz que suelen ocurrir en la inmediatez comunicativa. Por otra parte, el razonamiento
arriba expuesto tiene especial importancia para las tradiciones orales y, por supuesto,
para la historia de aquella poesía oral que suponía tanto la escenificación como la
participación del público, sin que ello negase la existencia de un texto escrito anterior ni
la n ecesidad de mantener en todas las representaciones estructuras discursivas
tradicionalmente establecidas, así como referencias históricas o conceptualizaciones
compartidas y esperables en cada puesta en escena de la obra. En estos casos, además,
los actores tenían la capacidad de improvisar oralmente, dentro de los márgenes
asumidos como propios de este tipo de representación artística, a partir del éxito o del
fracaso en sus interrelaciones con el público. La naturaleza y la función de esos textos ha
permitido hablar de variantes textuales y ha servido en muchos casos como fuente para
la historia de la lengua y la difusión de los cambios lingüísticos. Sobre el lugar que le
corresponde a la oralidad en este tipo de poesía : BAuM, Richard. Hochsprache,
Literatursprache, Schriftsprache. Materialien zur Charakteristik van Kultursprache. Darmstadt:
Wissenschaftliche Buchgesellschaft, 1987; BAUML, Franz, art. cit.; EHLICH, Konrad. «Text
und sprachliches Handeln. Die Entstehung von Texten aus dem Bedürfnis nach
Überlieferung». En: AssMANN, Aleida, Jan AssMANN y Christof HARDMEIER (eds.) . Schrift
und Gediichtnis. Beitriige zur Archiilogie der literarischen Komm1mikation. Munich: Fink,
1983, pp. 24-43; KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit. Para su consideración como
fuentes para el estudio de la historia del español: LAPESA, Rafael. «La lengua de la poesía
épica en los Cantares de gesta y en el Romancero viejo». En: LAPESA, Rafael. De la Edad
Carlos Caratea 201
pios del registro textual escrito, como habría sido el caso del romance
mencionado al final del apartado anterior.
Valga la pena recordar aquí, aun a riesgo de caer en un lugar co-
mún, que la escritura ofrece al autor la posibilidad de corregir y plani-
ficar su texto, de manera que puede intentar que su redacción se acer-
que al tipo de discurso escrito más acorde con sus finalidades expresivas
y pueda cumplir, por cierto, con las pautas de producción reconoci-
das en el tipo de texto elegido. Esta posibilidad dio a los autores de
aquellos textos antiguos la oportunidad de salvar desviaciones o co-
rregir aquello que consideraban inadecuado para el discurso que que-
rían elaborar; sería también esperable que esta posibilidad de correc-
ción fuera el origen de confusiones discursivas, falsas correcciones o
el ingreso a la escritura de variedades de lengua «proscritas», cuando
el autor carecía de la competencia escrita necesaria para una elabora-
ción textual acorde con los valores y funciones reconocidos tradicio-
nalmente o cuando el autor se veía forzado a escribir en una variedad
o en una lengua diferente de la variedad o de la lengua que empleaba
en su vida diaria.
En este último caso, conforme se extiende una nueva variedad o
una nueva lengua en la comunidad, accede esta a situaciones
comunicativas que le eran originalmente ajenas,17 tanto en la escritu-
ra como en la oralidad, con sus propias exigencias mediales y
concepcionales, en un proceso histórico y cultural que supone algún
período de convivencia entre las formas nuevas y las viejas. El paso
de la oralidad a la escritura de una lengua equivale, pues, a su acceso
Media a nuestros días. Madrid: Credos, 1967, pp. 9-28; íd., «Contienda de normas
lingüísticas en el castellano alfonsí». HEMPEL, Wido y Dietrich BREISEMEISTER (eds.). Actas
del Coloquio Hispano-alemán Ramón Menéndez Pida/ (Madrid, del 31 de marzo al 2 de abril
de 1978). Tübingen: Niemeyer, 1982, pp. 172-190; íd., Historia de la lengua espaiiola.
Madrid: Credos, 1985; MENÉNDEZ PIDAL, Ramón. Poesía juglaresca y orígenes de las literaturas
románicas. Madrid: Instituto de Estudios Políticos, 1957; íd., La Chanson de Roland y el
neotradicionalismo. Madrid: Espasa-Calpe, 1959. Y sobre el problema de las variantes y
sus interpretaciones divergentes: RAIBLE, Wolfgang (ed.). Zwischen Festtag und Alltag.
Tübingen: Cunter Narr (ScriptOralia 6), 1988; ZUMTHOR, Paul. «Archaisme et fichan: les
plus anciens documentes de langue "romane"». En: AURoux, Sylvain, Jean-Claude CHEVA-
UER, Nicole JACQUES-CHAQUIN y Christiane MARCHELLO-NIZIA (eds.). La linguistique
fantastique. París: Clims-Denoel, 1985, pp. 285-300; íd., La lettre et la voix. De la litterature
medievale. París: Seuil, 1987.
17
SEuG, Maria, Barbara FRANK y Jorg HARTMANN (eds.). Le passage a/' ecrit des langues
romanes. Tübingen: Cunterr Narr (ScriptOralia 46), 1993, pp. 11-16; y FRANK, Barbara,
art. cit.
202 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del español
18 ÜESTERREICHER, Wulf. «Pragmática del discurso oral». En: BERG, Walter, Bruno
SCHAFFAUER y Klaus MARI<us (eds.). Oralidad y argentínidad. Estudios sobre la función del
lenguaje hablado en la literatura argentina. Tübingen: Narr (ScriptOralia 98), 1997, pp . 86-
87; íd., 1998. Para las diferencias con los géneros literarios, KocH, Peter, art. cit., p . 55.
Por otra parte, las tradiciones discursivas pueden tener una extensión más amplia que
la mera reducción a una comunidad lingüística particular, no solo por la coincidencia en
el dominio de la misma lengua histórica, sino también por factores vinculados a tipos de
relaciones comunicativas entre comunidades, piénsese, en este último caso, por ejemplo,
en las relaciones comerciales, en los medios electrónicos de comunicación u otros.
Ahora bien, sin perder de vista estos aspectos, concentro mi atención, en las páginas
siguientes, en la relación entre tradiciones discursivas y comunidad lingüística por los
objetivos de este trabajo.
19
Los criterios arriba mencionados agregan un componente sociolingüístico funda-
mental en la comprensión tanto del valor atribuido por los hablantes a las tradiciones
discursivas, como a su participación en la continuidad o en el cambio de dichas tradiciones.
Carlos Garatea 203
22
lb., pp. 64-70 expone las siguientes posibilidades a partir del dinamismo que le
reconoce a las tradiciones discursivas: división de una tradición discursiva en dos, fusión
de dos tradiciones en una nueva y convergencia de dos tradiciones distintas; también es
posible la extensión, reducción y, ciertamente, la pérdida de una tradición discursiva.
Carlos Garatea 205
23
Se han ocupado sobre este tema, entre otros: BusTos TovAR, José Jesús de. «L' oralité
dans les anciens textes castillans». En: SELIG, Maria, Barbara FRANK y Jorg HARTMANN
(eds.). Le passage al' ecrit des langues romanes. Tübingen: Gunterr Narr (ScriptOralia 46),
1993, pp. 247-262; íd., «La presencia de la oralidad en los textos romances primitivos».
En: EcHENIQUE, María Teresa, Milagros ALEZA y María José MARTfNEZ (eds) . Historia de la
lengua española en América y España. Valencia: Universidad de Valencia, 1995, 219-235;
FRANK, Barbara, art. cit.; GUMBRECHT, Hans Ulrich, art. cit.; Koctt, Peter y Wulf ÜESTERREICHER,
art. cit.; íd., «Sp rachwand el und expressive Mündlichkeit». Zeitschrift fü.r
Literaturwissensclznft und Linguistík, n .º 102, 1996, pp . 64-96; SELIG, Maria, Barbara FRANK
y Ji:irg HARTMANN (eds.), ob. cit.; SELJG, Maria, art. cit.
24
MENÉNDEZ PmAL, Ramón. Orígenes del espaiiol. Madrid: Espasa-Calpe, 1955.
25
Ib., p. ix.
26 L. cit.
206 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del español
27
lb., p. 45. Basta recordar la aparición de los diptongos provenientes de e y o, como
la serie de nuevos sonidos palatales, para comprender el problema arriba aludido.
Ménendez Pida! estudió las diversas soluciones gráficas que recibieron estos fenómenos
(pp. 45-70). Por otra parte, puede afirmarse que la estabilidad ortográfica del castellano,
alcanzada en el siglo XIII, presenta cierta adecuación del sistema gráfico al fonológico,
pero ello no evitó que también se escribieran algunas formas según criterios históricos
y etimológicos, ni evitó sus consecuentes desajustes. Cfr. BusTOs TovAR, José Jesús de.
«Spanisch: Graphetik und Graphemik. Grafética y grafémica». Lexicon der Romanistischen
Linguístik (LRL), vol. VI, n.º 1, 1992, p . 69. Para la relación entre sonido y signo gráfico:
ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit.
28
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, ob. cit., p. 522.
Carlos Garatea 207
29
Ib ., pp. 46-47.
30
lb., p. 68.
31
lb ., p. 70.
32
Ib., p . 515.
208 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del español
Sin duda el arcaísmo remoto, ai, tenía entonces cierto prestigio entre la
gente culta, mientras el arcaísmo próximo, ei, como se conservaba todavía
en regiones del territorio leonés apartadas hacia Galicia y entre gentes
vecinas a la corte pero atrasadas respecto a las novedades del uso, era a
causa de eso mirado con desvío por los escribas, quienes, en caso de
salirse del latín, preferían o la forma completamente moderna, e, o la com-
pletamente antigua, ai [...]. Sea lo que quiera, el hecho es que un estrato de
formas latinas y tres de formas romances se sobreponían en la lengua
escrita en León durante el siglo X. Un individuo en un mismo documento
podía mezclar voces pertenecientes a cualquiera de estas cuatro capas
cronológicamente diversas.35
33
Ib., p. 516.
34
Ib ., p . 515.
35
Ib ., pp. 515 y 518.
Carlos Garatea 209
36
Vale la pena señalar que «durante la sociedad alto medieval hubo letrados que
más que aprender latín, aprendieron tipos de discursos en latín» (BusTOs TovAR, José
Jesús de, art. cit., p. 222).
37
MENÉNDEZ PrnAL, Ramón, ob. cit., p. 518. En la misma línea se lee en Orígenes: «en
la gran lucha entablada, unas veces vencerán las formas latinas alto, salto; otras vencerán
las formas romances otro, soto, según la mayor o menor fuerza conque en cada caso
actúe la tendencia docta o la popular; pero solo estas juegan papel en la lucha, mientras
el arcaísmo autro, auto, sauto, nunca se perpetuó, nunca fue sino una supervivencia
pasajera, posible solo en el estado embrionario en que se hallaba la lengua escrita en los
siglos X y XI, según vamos demostrando» (pp. 518-519).
38
lb., p. 521. Menéndez Pida! aludió al mismo proceso, en otro pasaje, d e la siguiente
manera: «Los más varios gustos o tendencias lingüísticas solicitaban libérrimamente a
aquellos hablantes que en sus vacilaciones preparaban la lengua literaria d el mañana Y
así pasan los siglos, en medio de esta fermentación revuelta y, al parecer, desconcertada,
mientras las fuerzas que en ellas luchas se van ordenando lentísimamente, según los
valores respectivos, para el triunfo de la m ás vital» (p. 527). Sobre el alcance del ascenso
del romance a la escritura: Cfr. BusTOs Tov AR, José Jesús de, art. cit., p. 224 y la bibliografía
señalada en la nota 23.
210 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del espaiiol
39
MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, ob. cit., pp. 527-528.
Carlos Garatea 211
Nota Final
40
lb ., p. 526.
212 Variedad de tradiciones discursivas en Orígenes del espaiiol
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5
POTIIER, Bernard, ob. cit., § l. Ver también MARTIN, Robert. Inférence, antonymie et
paraphrase. Estrasburgo: Klincksieck, Bibliotheque Frarn;aise et Romane, 1976, p. 141.
Juan Carlos Godenzzi A. 225
6
CosERIU, Eugenio, ob. cit., p. 31.
7
LEVINAS, Emmanuel. Humanisme de l'autre homme. Montpellier: Fata Morgana, 1971,
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8
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228 Elem entos para una teoría social del lenguaje
14
HuosoN, R.A., ob. cit., p. l.
15
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16
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17
LABOV, William, art. cit., pp. 1-3.
Juan Carlos Godenzzi A. 229
Y, por otra parte, ¿cómo asir una «lengua natural» (no artificial, es
decir histórica), sin excluir la diversidad que le es constitutiva? En
realidad:
18
LóPEZ MORALES, Hurnberto. Sociolingiiística. Madrid: Gredos, 1989, pp. 25-39.
19
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Juan Carlos Godenzzi A. 231
23
HABERMAS, Jürgen. Teoría de la acción comunicativa JI. Madrid: Tau nis, 1987, pp. 287-288.
24
lb., p. 311.
25
lb., p. 321.
232 Elementos para una teoría social del lenguaje
Siguiendo por ese mismo camino, Parsons llega a diluir las accio-
nes del mundo de la vida en el sistema y, en consecuencia, pierde de
vista las discordias y las resistencias que están presentes en los ámbi-
tos comunicativos de la interacción cotidiana. Por ello es que, al ocu-
parse de las sociedades capitalistas desarrolladas, Parsons proyecta
sobre ellas «una imagen aséptica y limpia de patologías sociales». 26
¿Hasta qué punto la teoría sociológica de Parsons resulta pertinen-
te para la comprensión de lo social? Williams subraya la arbitrarie-
dad de puntos claves del pensamiento parsonsiano. 27 Le imputa, por
ejemplo, su evolucionismo, es decir la suposición de que el cambio
social siempre tiene que asociarse con el sentido inevitable del progre-
so28, lo cual conduce a Parsons a considerar su sistema de la acción -
la diferenciación entre cultura, sociedad y personalidad- como par-
te del proceso evolutivo. Igualmente, subraya que para Parsons la
sociedad aparece como un organismo que asegura su propio equili-
brio e integración, teniendo como corolario la ausencia de conflicto y
el considerar que la estratificación social es algo deseable ya que con-
tribuye a garantizar la estabilidad del cuerpo social. De ese modo se
revela la orientación ideológica de Parsons. Así la formula Williams:
«La desigualdad no solo es vista como inevitable debida a la distribu-
ción desigual de habilidades, sino también como ventajosa en cuanto
sirve de incentivo para los industriosos».29
Por su parte, Germán de Granda, en un reciente artículo referido a
algunos problemas teóricos y metodológicos de la investigación
sociolingüística en Hispanoamérica, indica la fuerte influencia que los
trabajos de Labov tienen en este territorio,3° enfatizando que la con-
26
lb ., p. 425.
27
WJLUAMS, Glyn, ob . cit., pp. 41-65.
28
He aquí una ilustración: «Nuestra perspectiva incluye claramente juicios evolutivos
- por ejemplo, que las sociedades intermedias son más avanzadas que las sociedades
primitivas» (PARSONS, Talcott, ob. cit., p. 110).
29
WILUAMS, Glyn, ob. cit., p. 65.
30
GRANDA, Germán de. «Observaciones metodológicas sobre la investigación
sociolingüística en Hispanoamérica ». Lexis, Vol. XVIII, N.º 2, 1994, pp. 197-210. Hace
referencia, por ejemplo, a las investigaciones de CARAVEDO, Rocío. Sociolingiiística del
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LórEz MORALES, Humberto, ob . cit.
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8
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en quechua-aru y en guaraní paraguayo». Revista Andina, n. º 14, 1996, pp. 457-469.
9
CERRÓN-PALOMINO, R., ob. cit., pp. 194-195 y 227; HowARD-MALVERDE, R. «Talking
about the Past: Tense and Testimonials in Quechua Narra ti ve Discourse». Amerindia, n.º
13, 1988, pp. 125-155; íd., The Speaking of History: « Willapaakushayki» or Quechua Ways of
Telling the Past. Londres, 1990.
10
WóLCK, W. Pequefio breviario quechua. Lima, 1987, p. 53; CERRÓN-PALOMINO, R.
Quechumara. Estructuras paralelas de las lenguas quechua y aimara. La Paz, 1994, pp. 131-133.
244 Un proceso de transferencia bidireccional
11
La hipótesis, avanzada por D. Weber, del contenido exclusivamente evidencial de
-shi / - si y exclusivamente validador de -mi y-chi ha sido refutada, de modo convincente,
por R. Floyd. Ver WEBER, D. «Information Perspective, Profile and Patterns in Quechua».
En: CHAFE, W. y J. NICHOLS (eds.). Evidentiality. The Linguistic Coding of Epistemology.
Norwood, 1986, pp. 137-155; FLOYD, R. «A Cognitive Analysis of Evidentiality in Wanka».
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153; íd., The Structure ofWanka Quechua Evidential Categories. Tesis Doctoral. Los Ange-
les: University of California, 1993; íd., «The Wanka Reporta ti ve as a Radial Category: A
Study in Prototypes». En: COLE, P., G. HERMON y M.D. MARTIN (eds.). Language in the
Andes. Newark, 1994, pp. 151-189. Ver también NucKOLLS, J.B. «The Semantics of Cer-
tainty in Quechua and its Implications for a Cultural Epistemology». Language in Soci-
ety, n.º 22, 1993, pp. 235-255.
12
Cfr. GRANDA, G. de. «Dos procesos de transferencia gramatical de lenguas amerindias
(quechua/aru y guaraní) al español andino y al español paraguayo. Los elementos
validadores». Revista de Filología Española, n .º 74, 1994, pp. 127-141, para una consideración
general del tema.
1:rMARTIN, E.H. «Un caso de interferencia en el español paceño». Filología, n.º 17-18,
1976, pp. 119-130; ScttUMACHER DE PEÑA, G. «El pasado en español andino de Puno, Perú».
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tinents. Studies in Language Contact and Bilingualism. Washington, 1995, pp. 52-70.
14
CERRÓN-PALOMINO, R. «También, todavía y ya en el castellano andino». En GRANDA,
Germán de (ed.). Contactos y transferencias lingüísticas en Hispanoamérica. Signo & Seña,
Germán de Granda 245
nalmente").
Ahora bien, si el mecanismo por el cual el español andino ha incor-
porado a su propio sistema lingüístico el valor oracional o textual
reportativo del morfema quechua - shi/- si es funcionalmente claro,
no lo es tanto la selección de la forma concreta del verbo decir que se
usa, mayoritariamente, con este propósito en el área geográfica a que
nos referimos. En efecto, tanto en el español serrano del Perú, 18 como
n.º 6, 1996, p. 117, nota 9; ZAVALA CrsNEROS, V. «Borrowing Eviden tia l Functions from
Quechua: the Tole of pues as a Discourse Marker in Andean Spanish». Jo urna/ of Pragmat-
ics, en prensa.
15
FLOYD, R., ob. cit.
16
KovACCI, O. «Sobre los adverbios oracionales». En: KovAcc1, O. Estudios de granuíticn
espafio/a . Buenos Aires, 1986, pp. 163-172; GUTIÉRREZ ÜRDÓÑEZ, S. «Complementos d e
verbo enunciativo y atributos de modalidad» . En: GUTIÉRREZ ÜRDÓÑEZ, S. La oración y sus
funciones. Madrid, 1997, pp . 343-367.
17
WILLEIT, T.L., art. cit.
18
Pozz¡ EscoT, I. Apuntes sobre el castellano de Ayacuc/10. Lima, 1973; EscoBAR, A. «Otra
perspectiva de análisis: la difusión del castellano andino» . En: ESCOBAR, A. Variaciones
246 Un proceso de transferencia bidireccional
sociolingüísticas del castellano en Perú. Lima, 1978, pp. 97-137; CERRÓN-PALOMINO, R. «Aspectos
socio lingüísticos y pedagógicos de la motosidad en el Perú». En: CERRóN-P ALOMINO, R. y
G. SoLis FONSECA (eds.). Temas de lingüística amerindia. Lima, 1990, pp. 153-180; ZAVALA
OsNEROS, V. «El castellano de la sierra del Perú». En: ToMOEDA, H. y L. MILLONES (eds.). La
tradición andina en tiempos modernos . Osaka, 1996, pp. 81-131.
19
MENDOZA, J.C. «Aspectos del castellano hablado en Bolivia». En: MENDOZA, J.C.
Historia y presente del español de América. Valladolid, 1992, pp. 437-499.
20
TOSCANO, H. El español en el Ecuador. Madrid, 1953.
21
FERNÁNDEZMOLINA LÁVAQUE, A.M. «Un calco funcional en el español del Noroeste
argentino». Anuario de Lingüística Hispánica, n.º 9, 1993, pp. 59-64.
22
«.. .le dio mal de corasón que cada dia dizen que le daua tres ueses» (GuAMÁN POMA,
F. [1614] . Nueva crónica y buen gobierno. Madrid, 1987, p. 129); «... aunque dizen que
dezían que abía otro señor» (ib., p. 264).
23
GRANDA, G. de. «Replanteamiento de un tema controvertido. Génesis y retención
del doble posesivo en el español andino». Revista de Filología Espaiiola, n.º 77, 1997, pp.
139-147.
24
Así Juan de Valdés considera aún que «dezimos dizque por dizen y no parece mal»
(en RosENBLAT, A. «Notas de morfología dialectal». En: ESPINOSA, A.M. Estudios sobre el
español de Nuevo México (B.D.H. II). Buenos Aires, 1946, p. 211). Véase también el uso,
claramente impersonal y pluralizador, de dice en los siguientes pasajes de cartas de
Santa Teresa de Jesús: «No han venido las [cartas] que envió por Madrid, adonde venía
el memorial o cédula, que dice, sobre la barahunda que h a pasado» (carta a la Madre
María de San José, Toledo, 26 de noviembre de 1576; TERESA DE JEsús, Santa. Obras completas.
Madrid, 1979, p. 915); «ahí va cada credo, como dice, recaudos a Madrid» (carta a Doña
Juana de Ahumada, Ávila, 9 de marzo de 1573; ib., p. 783); «Yo me hice de nuevas.
Harto, dice, se huelga y sí debe hacer; para la visita quede lo demás» (carta al Padre
Nicolás Doria, Malagón, 21 de diciembre de 1579; ib ., p. 1120).
Germán de Granda 247
25 «Dizque. Palabra aldeana, que no se debe usar en Corte. Vale tanto como dizen
29
HowARo-MALVERDE, R. Dioses y diablos (tradición oral de Cañar, Ecuador). París, 1981;
íd., ob. cit.; TAYLOR, G. «Descripción sucinta de la morfología del quechua chachapoyano».
En: TAYLOR, G. Estlldios de dialectología quechua (Chachapoyas, Ferrefíafe, Yauyos). Lima,
1994, pp. 133-163; datos propios sobre el santiagueño. Como ejemplos de los usos
mencionados en el texto véanse los pasajes siguientes que corresponden, respecti-
vamente, al quechua cañarejo y al santiagueño: «Chayta pilash mikukush, tllklly laya
gal/uta pilash, llltimutaka mishikutapislz pilash kaslzka nin» (HowARD-MALVERDE, R., ob. cit., p .
216) «Pelándolos, estaban comiendo toda clase de gallos y al final estaban incluso pelando
el gallo mislzicu»; « Y ninku Dios mana recibisqanta chayna cosasta apaptinqa» (BRAVO, D.A.
Estado actllal del quichlla santiague11o. Tucumán, 1965, p. 151) «Y dicen que Dios no los
recibe llevando esas cosas» (he modificado la grafía de este último original de acuerdo
con las normas del vigente panalfabeto quechua).
30
T AYLOR, G., art. cit., p. 155.
Germán de Granda 249
Bibliografía
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l 965 Estado actual del quichua santiagueño. Tucumán.
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l 987 Lingüística quechua. Cuzco.
31
Véase, por ejemplo, como testimonio de ello, el recentísimo volu men SALAS, M.
Lenguas en contacto. Madrid, 1998, de gran interés para los lectores de habla española
por las abundantes menciones que en el mismo se hacen a situaciones de contacto y
procesos de transferencia lingüística desarrollados en áreas de la América Hispánica.
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(eds.). La tradición andina en tiempos modernos. Osaka, pp. 81-131.
1
Cronológicam ente paralelo al otro giro fundamental ocurrido en la lingüística
contemporánea: el «giro cognitivo».
2
Cfr. LEVINSON, Stephen C. Pragmatics. Cambridge: Cambridge University Press,
1983.
3
Estoy siguiendo acá la crítica de Wittgenstein, retomada en la semántica cognitiva
por LAKOFF, George. Women, Fire and Dangerous Things. What Categories Revea/ About The
Mind. Chicago: The University of Chicago Press, 1987, y AITCHINSON, Jean. Words in the
Mind . An Introduction to the Mental Lexicon . Oxford: Blackwell, 1994, a la concepción
tradicional de la categorización: no todas las cosas a las que llamamos con la misma
palabra tienen que tener una «esencia común», no tiene que existir una «lista de
condiciones necesarias y suficientes» que todas deban cumplir para pertenecer a esa
categoría. Como muestra Wittgenstein en relación con la palabra juego, lo que
encontramos son «parecidos de familia» («Familieiihnlichkeiten» ).
256 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
4
Para una buena presentación de la pragmática se puede revisar EscANDELL, María
Victoria. Introducción a la pragmática. Barcelona: Antropos, 1993; LEVINSON, Stephen C.,
ob . cit.; RENKEMA, Jan. Discourse Studies. An Introductory Textbook. Amsterdam/Philadel-
phia: John Benjamins, 1993. Acerca de las diferentes escuelas mencionadas, consultar
BERGMANN, Jorg R. «Ethnomethodologische Konversationsanalyse». En: FRITZ, Gerd y
Franz HuNDSNURSCHER. Handbuch der Dialoganalyse. Tübingen: Niemeyer, 1994; FRITZ,
Gerd y Franz HuNDSNURSCHER. Handbuch der Dialoganalyse. Tübingen: Niemeyer, 1994;
Güuctt, Elizabeth. «Pour une ethnométodologie linguistique. Description de séquences
conversationnelles explicatives». En: CttAROLLES, Michel, Sophie FISHER y Jacques JA YEZ. Le
discours. Représentations etinterprétations. Nancy: Presses Universitaires de Nancy, 1990,
pp. 71-109; HERITAGE, John. «Conversation Analysis: Methodological Aspects» . En:
QuASTHOFF, Uta M . (ed.). Aspects of Oral Communication. Research in Text Theory/
Untersuchungen zur Texttlzeorie. Nueva York/Berlín: De Gruyter, 1995; TAYLOR, Talbot y
Deborah CAMERON, Deborah. Analysing Conversation. Rules and Units in the Structure of
Talle. Oxford: Pergamon Press, 1987; WEIGAND, Edda. «Discourse, Conversation, Dia-
logue» . En: WEIGAND, Edda (ed.) . Concepts of Dialogue. Considered from the Perspective of
Dijferent Disciplines. Tübingen: Niemeyer, 1994.
5
Utilizaremos el término locución como una traducción provisional y aproximada al
Marcos Herrera Burstein 257
español de los términos utterance (en inglés) y Ausserung (en alemán). Con este término
nos referimos a la producción de una expresión verbal por parte de un hablante en un
contexto concreto de comunicación. O tra posibilidad sería usar el término enunciación,
formado sobre la base del término francés énonciation (entendido como la producción
del enunciado y por tanto utilizado generalmente en oposición a énoncé en la tradición
francesa) .
6
Esta distinción entre el campo de la semántica y el campo de la pragmática es
defendida, desde puntos de vista diferentes, por LEVINSON, Stephen C., ob. cit., y FRAWLEY,
William. Linguistic Semantics. Hillsdale, Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum, 1992.
7
AuSTIN, John. How to do Th ings with Words. Oxford: Clarendon Press, 1962.
258 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
8
En 1995 apareció la segunda edición, incluyendo revisiones, comentarios a críticas
y referencias de los autores a las abundantes investigaciones a las que su teoría había
dado lugar en esos nueve años (SPERBER, Dan y Deirdre WILSON. Relevance. Communica-
tion and Cognition. Oxford: Blackwell, 1995). Una excelente presentación de la teoría de
la relevancia es el libro de BLAKEMORE, Diane. Understanding Utterances. An Introduction
to Pragmatics. Oxford: Blackwell, 1992. Una buena exposición en castellano se encuentra
en la introducción a la pragmática de EsCANDELL, María Victoria, ob. cit.
9
Sperber y Wilson emplean la expresión tlwuglzt.
10
Es cierto que esta diferenciación, dentro del emisor, de una parte que «formula un
Marcos Herrera Burstein 259
Gráfico 1
Modelo de la comunicación como decodificación
~
c c
o o
n n
e e
n
d
-+I codificación
1 -+I mensaje
1-+ 1
decodificación
1. . .
n
d
o o
canal
Emisor Receptor
contenido» y otra que «codifica ese contenido para crear un mensaje verbal», puede ser
calificada de imprecisa o simplista; a pesar de ello, considero que se trata de una metá-
fora útil, que posiblemente se origina en aquella situación conocida por todos, donde
sentimos que «lo que hemos dicho» no expresa exactamente «lo que teníamos en
mente», a pesar de que, justamente, no podamos decir qué cosa es «lo que teníamos en
mente». Esta situación es interesante, pues revela que tenemos alguna intuición del
contenido a comunicar, que es independiente de su «puesta en palabras».
11
Un ejemplo de algoritmo es el procedimiento para multiplicar números de dos
260 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
cifras o más que hemos aprendido en la escuela. Dos personas diferentes en contextos
diferentes enfrentadas a la misma multiplicación deben, si aplican correctamente el
procedimiento, llegar siempre exactamente al mismo resultado. Si la comunicación
fuese un proceso algorítmico, dos personas diferentes en contextos diferentes deben, al
escuchar el mismo mensaje, entender exactamente el mismo significado.
Marcos Herrera Burstein 261
(I) (II)
A: ¿Vamos a pasear? A: ¿ Ya colgaste la ropa?
B: Está lloviendo. B: Está lloviendo.
Significado oracional:
(1) Está lloviendo.
Supuestos contextúales:
(S1) La lluvia moja.
(Sz) Mojarse es una posible causa de resfriados.
(S3) A las personas no les gusta resfriarse.
Significado oracional:
(1) Está lloviendo.
Supuestos contextuales:
(S) Uno cuelga la ropa recién lavada a la intemperie para que se
seque con el sol.
Marcos Herrera Burstein 263
Gráfico 2
Modelo de la comunicación como decodificación más interpretación
. .
...........:
.
______.......
.............& ...
• mensaJe : decodificación
:. ...._
l it
llllt I interpretación
significado
oracional
l
significado
del hablante
y donde se indicase, para cada una, todas las situaciones en las que
podrían ser utilizadas y el significado del hablante que tendrían en
cada una de ellas. Esto es evidentemente absurdo. De otro lado, es
verdad que muchas veces se usa la palabra decodificar en un sentido
más laxo, para cubrir también lo que estamos llamando aquí interpre-
tar. Pero usar así ese término crea más bien confusión, y pienso que la
distinción establecida por Sperber y Wilson nos permite entender con
mayor precisión lo que ocurre en el proceso de la comunicación.
Marcos Herrera Burstein 265
Significado oracional:
(1) Está lloviendo.
Supuestos contextuales:
(S 1) La lluvia moja.
(Si) Mojarse es una posible causa de resfriados.
(S) A las personas no les gusta resfriarse.
(S 4) Para evitar mojarse, uno debe ponerse ropa abrigada (como
una casaca).
12
Este ejemplo nos permite constatar igualmente la importancia del contexto extra-
lingüístico, en este caso geográfico, en este proceso. Esta interpretación está pensada en
el marco de un lugar como Lima, donde la lluvia es menuda y por tanto una casaca es
suficiente para protegerse de ella. En muchos otros lugares, donde llueve más, el recep-
tor habría interpretado el enunciado de B más bien como una sugerencia de sacar un
paraguas. Igualmente si es un lugar o una época del año donde llueve constantemente,
de modo que las personas están habituadas a continuar sus actividades normales (inclu-
sive los paseos) a pesar de la lluvia, o donde la lluvia es un fenómeno ocasional y las
personas pueden permitirse esperar a que pase para salir a pasear.
266 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
13
Cfr. GmcE, H.P. «Logic and Conversation». En: COLE, Peter y Jerry L. MORCAN.
Speech Acts. Nueva York: Academic Press, 1975; así como LEVINSON, Stephen C., ob. cit.
Marcos Herrera Burstein 267
(III)
A: ¿Nos tomamos un café?
B: Son las tres y diez.
Significado oracional:
Son las tres y diez.
Supuestos contextuales :
(S 1) Tomar un café toma por lo menos diez minutos.
(S2) Tenemos un seminario de pragmática de tres a cinco.
(S) El profesor empieza el seminario a las tres y cuarto.
Significado oracional:
Son las tres y diez.
Supuestos contextuales:
(S1 ) Tornar un café torna por lo menos diez minutos.
(S 2) Tenernos un seminario de pragmática de tres a cinco.
(S4 ) El profesor empieza el seminario a las tres y media.
Significado oracional:
Son las tres y diez.
Supuestos contextuales:
(S5) Estamos en la Cafetería de Letras.
(S6) En la Cafetería de Letras solo sirven café hasta las tres de la
tarde en punto.
14
Lo que no implica que para esa persona esas acciones, verbales o no verbales, no
sean relevantes o no estén llenas de sentido. Por motivos de espacio no me es posible
presentar aquí dos nociones importantes dentro de la teoría de la relevancia, que son
las de explicatura y de comportamiento ostensivo. Remito para ello a EscANDELL, María
Victoria, ob. cit. Puedo igualmente recomendar la presentación que hace de esta teoría
una de mis estudiantes: PEÑA L., Cinthia. «Una aproximación a la teoría de la relevancia
de Sperber y Wilson». Favilla . Revista de Literatura y Lingüística, vol. I, n.º 1, octubre de
2000.
270 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
15 AusnN, John, ob. cit.; SEARLE, John. Speech Acts. An Essay in the Philosophy of Language.
Londres: Cambridge University Press, 1969. Estos pensadores pueden ser ubicados
dentro de una importante corriente en la filosofía del lenguaje contemporánea iniciada
por el segundo Wittgenstein, la que va a cuestionar el énfasis que tradicionalmente se
ha puesto en la función referencial del lenguaje, es decir, en la concepción del lenguaje
como un medio para representar la realidad.
Marcos Herrera Burstein 271
16
Realizar un enunciado performativo es muy distinto de realizar una acción no
verbal y, al mismo tiempo, emitir un enunciado descriptivo que la represente. Por
ejemplo, si abro una puerta y al mismo tiempo digo «Abro la puerta». Aquí tengo por
un lado una acción no verbal, que constituye un estado de cosas en el mundo, y un
enunciado verbal que describe ese estado de cosas, y puede ser verdadero o falso en
función a su correspondencia a esa situación (si estoy abriendo una ventana, por ejem-
plo, sería falso). A diferencia de los performativos, emitir el enunciado «Abro la puerta»
no constituye la acción de abrir la puerta.
17
Alguien podría plantar la objeción de que sí es falso que los declaró marido y
mujer. Esa objeción surge de la confusión entre el enunciado performativo «Los decla-
ro marido y mujer», emitido por una persona determinada (en este caso el profesor), y
el enunciado descriptivo «El profesor los declaró marido y mujer» emitido por una
persona distinta (que puede ser hasta el mismo profesor, pero en otro momento). De
este segundo enunciado (descriptivo) sí podemos decir que es falso. Su falsedad depen-
derá, además, de que el primer enunciado (performativo) no sea exitoso.
272 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
18
Usamos los verbos performativos principalmente en el discurso indirecto, cuan-
do tenemos que describir los actos de habla de otra persona: «María apostó que P»,
«Carlos ordenó que P», «Claudia amenazó que P», etc.
Marcos Herrera Burstein 273
19
Otras contribuciones importantes de Searle, que no podemos describir aquí, son,
entre otras, su análisis de las condiciones de realización de los actos de habla (con base
en el caso paradigmático de prometer), así como su propuesta de una clasificación de
actos de habla . Acerca de la teoría de los actos de habla, consultar EscANDELL, María
Victoria, ob. cit.; LEVINSON, Stephen C., ob. cit.; HrNDELANG, Gotz. Einfiilzrung in die
Spreclznkttlzeorie. Tübingen: Niemeyer, 1994.
274 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
2
°Cuando decimos que el empleado de una ventanilla del banco y un cliente están
conversando, entendemos que están haciendo algo que es distinto de su interacción
verbal puramente institucional (podríamos pensar que ese empleado está perdiendo el
tiempo).
21 Este empleo del término discourse debe, además, distinguirse de su uso en la
de tumo puede ser de dos tipos: por decisión propia (del que toma la
palabra) o por decisión ajena (de otro participante, generalmente el
que tenía la palabra o, en interacciones más formales, de un modera-
dor). Cuando un participante decide por sí mismo tomar el tumo sue-
le seguir ciertas normas para hacerlo. Usualmente lo hace cuando el
que tenía la palabra en ese momento ha terminado su contribución.
Aquí el cambio de tumo ocurre de manera fluida. Pero también pue-
de arrebatarle el turno aprovechando una pausa, o puede igualmente
recurrir a una interrupción. Los etnometodólogos encontraron que
en estas situaciones, los participantes suelen seguir la regla de inte-
rrumpir preferentemente cuando el hablante ha completado una pro-
posición (una «idea») o cuando quede solo información redundante
por decir, que ya fuese conocida para el receptor. De otro lado, se ha
visto que los participantes comunican sus intenciones de tomar o de
otorgar el tumo a través de un juego muy complejo de señales verba-
les y no verbales (como la mirada o la postura corporal). 26
Estas investigaciones nos han permitido, además, cambiar la con-
cepción que se tenía tradicionalmente del receptor (cuya función que-
daba restringida a la de un decodificador de los mensajes del emisor).
Se ha encontrado que el receptor juega un papel muy importante en
la construcción del diálogo, a través de lo que se conoce como el com-
portamiento del oyente, consistente en señales de retroalimentación
mediante las que va comunicando al emisor información que este ne-
cesita para continuar con su discurso, como por ejemplo si está reci-
biendo el mensaje, si lo está entendiendo, si está de acuerdo o en des-
acuerdo con lo que está diciendo, etc. Estas señales de retroalimentación
van desde sonidos no articulados (los famosos «mm» o «ajá»), pasan-
do por gestos faciales y movimientos con la cabeza (que pueden indi-
car asentimiento, negación, extrañeza. etc.), hasta producciones ver-
bales más complejas, como «¡qué barbaridad!», con las que el oyente
no pretende tomar el tumo sino tan solo expresar una actitud hacia lo
que el hablante está diciendo.
Otro fenómeno muy interesante en el diálogo son las secuencias
conversacionales o pares de adyacencia. Si tenemos un par de contri-
buciones [a,b], y uno de los participantes emite el primer miembro de
ese par (a), crea en su interlocutor la obligación de emitir el segundo
miembro del par (b) . Casos típicos de pares de adyacencia son la se-
26
Cfr. HENNE, Helmut y Helmut REHBOCK, ob . cit.
Marcos Herrera Burstein 277
27
El análisis de estas secuencias nos permite abordar un importante y complejo
problema relacionado a la naturaleza de la acción humana. Como se sabe, la psicología
conductista (Watson, Skinner) sostuvo que el comportamiento humano estaba gobernado
por leyes naturales, como cualquier fenómeno de la naturaleza. La cuestión que podemos
plantear aquí es la siguiente. Si yo suelto un objeto, por ejemplo un lápiz, a una cierta
distancia del suelo, caerá. Los físicos nos explican que esto ocurre como consecuencia de
la ley de la gravedad. Pero, ¿es comparable el proceso de contestar una pregunta en una
interacción con la caída de un lapicero? Considero que se trata de dos clases diferentes de
fenómenos, pues cuando yo contesto la pregunta, no lo hago obligado por una ley
natural a la que no puedo escapar, si no que lo hago porque mi comportamiento sigue
determinadas reglas que permiten la interacción social.
278 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
28
Todos sabemos que existen participantes poco cooperativos, que no son sensitivos
a los intereses de sus interlocutores y que introducen, mantienen y cambian los temas
de la conversación de acuerdo con su propio ritmo y direccionalidad (tales participantes
suelen, además, acaparar el turno para sí).
Marcos Herrera Burstein 279
29
De allí el sugerente título del clásico artículo de ScHEGLOFF, E. y H. SACKS. «Opening
Up Closings». Semiótica, vol. VIII, n.º 4, 1973, pp. 289-327, que significa literalmente
«abriendo cierres».
280 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
3
°Cfr. HINDELANG, Gotz. «Sprechakttheoretische Dialoganalyse». En: FRrrz, Gerd y
Franz HuNDSNURSCHER. Handbuch der Dialoganalyse. Tübingen: Niemeyer, 1994; íd. «Dia-
logue Grammar. A Linguistic Approach to the Analysis of Dialogue». En: WEIGAND,
Edda (ed.). Concepts of Dialogue. Considered from the Perspective of Different Disciplines.
Tübingen: Niemeyer, 1994.
Marcos Herrera Burstein 281
(i)
(01) A: Usted es arquitecto?
(02) B: No, mi hermano es el ingeniero.
(ii)
(01) A: Usted es arquitecto?
(02) B: No, no soy arquitecto.
(üi)
(01) A: Usted es arquitecto?
(02) B: No, soy ingeniero.
31
La transcripción del d iálogo completo se encuen tra en el Apéndice 1 al final del
trabajo. Aqu í dejo de lado los signos de tra nscripción para facilitar la lec tu ra.
284 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
(iv)
(01) A: Usted es arquitecto?
(02) B: No, mi hermano es arquitecto.
(v)
(01) Usted es arquitecto?
(02) No, mi hermano es ingeniero.
(T1)
(1) Un niño salió al parque.
(2) El niño tenía un gorro rojo.
(T)
(1) El niño salió al parque.
(2) Un niño tenía un gorro rojo.
(T)
(1) Un niño salió al parque.
(2) La madre llevaba una pelota.
32
Cfr. ArrcHINSON, Jean, ob . cit.; HoRSTKOTIE, Gudrun. Sprachliches Wissen: Lexikon
oder Enzyklopiidie. Bem: Hans H uber, 1982; Kux, Friedh art. «Wissenselemente: Bausteine
für Gedachtnis u nd Sprache». En: KoRNADT, H .J., J. GRABOWSKI y R. MANGOLD-ALLWIN
(eds .). Sprache und Kognition . Perspektiven moderner Sprachpsychologie. Heidelberg:
SpektrumAkademie Verlag, 1994, pp . 133-160; RUMELHART, David. «Schemata: The Build-
ing Blocks of Cognition». En: Srmo, R. et. al. Theoretical Issues in Reading Comprehension.
Hillsdale, Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum, 1980. Una muy buena presentación en
español de estos conceptos la encontramos en el capítulo VII de DE VEGA, Manuel.
Introducción a la psicología cognitiva. Madrid: Alianza, 1985.
33
Ver Apéndice l.
Marcos Herrera Burstein 287
34
Se puede decir que, en cierto sentido, la interacción comienza con la publicación
del anuncio en el periódico por parte de B.
35
Posiblemente bajo la forma de lo que Schank y Abelson denominan un script o
guión (Sc:HANK, Roger y Robert ABELSON. Scripts, Plrzns, Gorzls and Understanding. Hillsdale,
Nueva Jersey: Lawrence Erlbaum, 1977). Ver también DE VEGA, Manuel, ob. cit.
288 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
rece detenerse demasiado en esta fase del diálogo y no pasa a las fases
siguientes (que podrían incluir el establecimiento del precio y las in-
formaciones necesarias acerca del lugar y la hora en que puede efec-
tuarse la transacción definitiva). Esta ostensible insistencia de A, que
como veremos luego, es parte de su estrategia para obtener en la fase
siguiente de la interacción un precio menor por el tablero, causa cier-
ta irritación a B, quien en (37) le propone directamente a su interlo-
cutora que tendría que ir a ver personalmente el tablero para aclarar
sus dudas.
Al tomar la iniciativa y hacer esta propuesta, B consigue-dar punto
final a esta secuencia y que A pase a la siguiente fase, que es la del
establecimiento del precio. A inicia una secuencia en (38) mediante
un pedido de información acerca del costo del tablero, que B contesta
en (39) anunciando el precio. En (40), A repite el enunciado de B. Esto
podría interpretarse como un pedido de ratificación de si ha entendi-
do correctamente la cantidad, pero el tono de voz y el énfasis sirven
como señales de contextualización,36 que permiten a B percibir que la
contribución de A en (40) constituye, en el fondo, una expresión de
crítica ante un precio que considera excesivo y, a su vez, un pedido
para entrar en una secuencia de regateo por el precio (que también
forma parte, como una opción, del patrón de interacción dialógica
compra-venta, al menos en intercambios informales como este). Del
mismo modo, la respuesta tajante de Ben (41) no es una simple ratifi-
cación de que A había entendido bien el precio, sino que, además, le
está señalando a A que no tiene la intención de entrar en una secuen-
cia de regateo. Frente a ello, A desarrolla en las lmeas (42) a (52) una
fundamentación de su rechazo del precio propuesto por B, ante la
que este reacciona mencionando la calidad del material del que está
hecho el artículo que ofrece. De (54) a (57), A vuelve a la carga y trata
nuevamente de forzar a su interlocutor para entrar en una secuencia
de regateo, pero B se muestra inamovible en su posición e, igual que
antes, toma la iniciativa planteando a A que vaya personalmente a
ver el tablero antes de discutir el precio. Entonces A revela, en (60) y
(61), cuál es el precio más alto que estaría dispuesta a pagar («ciento
37
El significado de los signos de transcripción se encuentra en el Apéndice 2, al final
del trabajo.
290 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
38
Acerca de estos conceptos, ver KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, ob. cit.
Marcos Herrera Burstein 291
39
Cfr. A tTCHlNSON, Jean, ob. cit.; HORSTKOTTE, G udrun, ob. cit.
292 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
Apéndice 1
Transcripción de un diálogo telefónico de compraventa 40
40
Los signos de transcripción se encuentran al final, en el Apéndice 2. Agradezco a
Cinthia Peña el regist~o y la transcripción de este diálogo, que realizó en el marco de mi
curso de pragmática en la Especialidad de Lingüística y Literatura de la Pontificia
Universidad Católica del Perú en el primer semestre de 1999. Reconozco, igualmente,
los aportes de todo el grupo de alumnos que participaron en ese curso, con quienes se
hizo de manera colectiva la interpretación del diálogo, la que ha servido como punto de
partida para el análisis que he desarrollado aquí.
294 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
36 A: ya-
37 B: # kg # usted tendría que venir a verloJ. no-
# BALBUCEO#
38 A: m:: ya- e:: a cuánto está-
39 B: trescientos solesJ.
40 A: ** # trescientos soles- #
# TONO MUY ALTO #
41 B: sÜ
42 A: ** m:: *ya** buenoJ. entonces e:: tendría
43 A: que pensarlo pues- porque por la UNI- están
44 A: nuevos a trescientos cincuenta ----¿cuatrocientos! ah-
45 B: sí pero de qué/ de qué sonJ. o sea»
46 A: cómo-
47 B: son de qué maderaJ.
48 A: * bueno no serán pue(s) de cedro
49 A: pero tampoco creo que sea una madera
50 A: que se va a malograr ya»-
51 B: este=s de cedro con» la base de metalJ.
52 A: # esos también he visto con base de metalJ. #
#ENFÁTICA#
53 B: # m-m #
#DÉBIL#
54 A: no- pero trescientos soles es lo /lo
55 A: que está pidiendo ustedJ.
56 B: -¿SÍ
57 A: ** ya»J. nada menosJ.
58 B: * m:: ---¿tendría que venir a verlo f--Y podemos
59 B: discutir acáJ. no-
60 A: mm pero yo estoy pensando en una base de
61 A: ciento cincuenta soles# no másJ. #
#ENFÁTICA#
62 B: ay no» *5* no no no
63 A: usted es arquitecto-
64 B: no mi hermano es el ingeniero!
65 A: ah» -¿y él es el que lo está vendiendo!
66 B: --¿exacto!
67 A: ya* y/ pero lo mínimo que/ cuánto
68 A: sería lo que=el querría-
69 B: bueno él ha puesto trescientos solesJ.
70 B: * y bueno pues a/ tendría que uste» venir
296 Comunicación verbal: ¿interacción o interpretación?
Apéndice 2
Signos de transcripción: análisis del diálogo 41
41
En el análisis del diálogo existen múltiples sistemas de transcripción. El que
empleamos aquí está inspirado en el utilizado por el profesor Johannes Schwitalla en
sus seminarios sobre análisis conversacional en la Universidad de Freiburg (Alemania).
Cfr. ScHW!TALLA, Johannes. Kommunikntive Stilistik zweier sozialer Welten in Mannheim-
Vogelstang. Serie Kommunikation in der Stadt, Teil 4. Berlín/NuevaYork: De Gruyter,
1995, así como también HENNE, Helmut y Helmut REHBOCK, ob. cit., y BRINKER, Klaus y
Sven F. SAGER, ob. cit.
Marcos Herrera Burstein 297
Organización de la transcripción
Ejemplo: ,
31 A: no pero usted®lo ha estado >usando.!.
32 B: # >no sé# claro» como le
#DÉBIL#
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Lengua histórica y normatividad
1 1
EN EL «Coup D 0EILSUR L HISTOIRE DE LA LINGUISTIQUE», con que se introdu-
ce el Cours de linguistique générale, las lecciones de Saussure comien-
zan criticando a la gramática tradicional - primera etapa del desa-
rrollo de la lingüística- porque se inclinara «uniquement a donner des
regles pour distinguer les formes correctes des formes incorrectes»; el que
fuera «une discipline normative, fort éloignée de la pure observation et
dont le point de vue est forcément étroit». 1 De esa crítica saussureana y
el ambiente científico positivo que se había venido preparando desde
el siglo XIX, se derivó en la historia moderna de nuestra ciencia la
necesidad metódica, primero, de acercamos a las lenguas que estu-
diamos con cuidadosos esfuerzos de objetividad; segundo, y de ma-
nera concomitante, la necesidad ética de no estudiar las lenguas con
prejuicios valorativos.
Quizá convenga abundar en el significado de la epistemología
saussureana para la lingüística moderna y para el concepto de lengua
histórica que habré de tratar en este artículo, recordando que la no-
ción saussureana de sincronía, más que establecer una regla de méto-
do para el estudio descriptivo, lo que define es una condición de posi-
bilidad de la lingüística descriptiva, fundamento de toda posterior
cuestión y teorización sobre la capacidad humana de hablar y los
mecanismos con que se realiza esa capacidad. En efecto, lo que pos-
tula la noción de sincronía es que la sistematicidad interna de toda
lengua solamente puede ser descubierta despejando las relaciones que
existen entre sus elementos de la densidad que les agrega la historia
real. Es decir, que la sincronía es la condición que garantiza la
comparabilidad de los elementos estructurales de las lenguas; en tan-
to que la realidad histórica de cada lengua, siempre azarosa, hete-
rogénea y hasta fragmentaria, contamina los fenómenos estructura-
les e impide el estudio lingüístico descriptivo y sistematizante.
1
SAussuRE, Ferdinand de [1915]. Cours de linguistique généra/e. París: Payot, 1964, p. 13.
306 Lengua histórica y normatividad
2
lb ., p. 197.
3
lb., p. 193.
4
CosERIU, Eugenio. Sincronía, diacronía e historia (El problema del cambio lingüístico).
Montevideo: Facultad de Humanidades y Ciencias, Universidad de la República, 1958.
Hay varias ediciones posteriores en la colección Estudios y Ensayos, de Editorial Gredos.
5
El único estudio serio que conozco, orientado a una verdadera lingüística diacrónica
de carácter sistémico es L!EB, Hans Heinrich. Sprachstadium und Sprachsystem. Stuttgart:
Kohlhammer, 1970.
Luis Fernando Lara 307
6
Cfr. las hoy casi olvidadas colecciones de ensayos «Problemes du structuralisme»
reunidos por Les Temps Modernes en 1966 (traducidos por Siglo XXI, México, como
Problemas del estructuralismo en 1967), el número de Esprit dedicado a los «Structuralismes,
idéologie et méthode», de mayo de 1967; y L'idéologie structuraliste, de Lefevbre, publicado
por Points de Anthropos, París, en 1971.
7
Einführung in die Strukturel/e Linguistik (curso del semestre de invierno 1967-1968
en Tübingen), reproducción autorizada a Günther Narr y Rudolf Windisch, 1968, p. 144.
8
Que me parece uno de los indicios tempranos de su esfuerzo para ampliar, por un
lado, el campo de estudio de la lingüística pero, por el otro, para incorporar el interés
universalista que Chomsky había venido enunciando en su Aspects of the Theory of
Syntax, de 1965, y en Cartesian Linguistics, de 1966.
308 Lengua histórica y normatividad
9 Para decirlo brevemente, puesto que no es aquí el lugar en que pueda desarrollar
esta idea -adelantada, sin embargo, en LARA, Luis Fernando. El concepto de norma en
lingüística. México: El Colegio de México, 1976- la teoría del lenguaje coseriana, o sea,
su teoría de lo que es la facultad de hablar y la naturaleza de las lenguas, es de mayor
riqueza y trascendencia que su teoría lingüística o, sea, su lingüística estructural.
ID El permanente enfrentamiento entre los datos estructurales que ofrecen las
identificar una comunidad lingüística solo sobre la base de una descripción estructural
de su lengua.
11
Esta es una colección de poemas nahuas anteriores a la Conquista, de diferentes
autores .c_entre ellos, el rey de Tezcoco, Nezahualcóyotl- y anónimos.
310 Lengua histórica y normatividad
12
LARA, Luis Femando. Teoría del diccionario monolingüe. México: El Colegio de México,
1997, I, § 1.2.
13
APEL, Karl-Otto. Die Idee der Sprache in der Tradition des Humanismus van Dante bis
Vico. Bonn: Bouvier, 1980.
Luis Fernando Lara 311
14
WRIGHT, Roger (ed.). Latín and the Romance Languages in the Early Middle Ages.
Londres: Routledge, 1991, pp. 102-113.
15
WoLF, Heinz-Jürgen. Las glosas emilianenses. Sevilla: Universidad de Sevilla, 1996,
pp. 80-81.
312 Lengua histórica y normatividad
16 LAPESA, Rafael. Historia de la lengua espafíola. 9na ed. Madrid: Credos, 1981, § 50, n. 2.
17 Las citas son de la Chronica Adefonsii imperatoris. Madrid: J. Sánchez Belda, 1950, § 36,
§ 102 y §110.
18 ALATORRE, Antonio. Los 1,001 años de la lengua española. México: El Colegio de
México, Fondo de Cultura Económica, 1989, p. 34. Quisiera llamar la atención sobre la
probable reconstrucción ficticia de aquel románice, con que Umberto Eco traza su
personaje de Salvatore, un ayudante de cocina del monasterio en que se desenvuelve El
nombre de la rosa . En «On the Names of Languages (and Other Things)», de Paul M.
Lloyd, y «Language Change and Metalinguistic Change: Latín to Romance and Other
Cases», de Tore Janson, publicados en WRIGHT, Roger, ob. cit., se toca esa misma cuestión,
de cuándo los pueblos románicos se dieron cuenta de que ya no hablaban latín.
Desgraciadamente, ambos autores se la hacen con un enfoque de «nombres» de las
Luis Fernando Lara 313
20
Digo «puede», porque no he tenido la oportunidad y el tiempo necesarios para
buscar algún estudio monográfico sobre la manera en que se produjo la idea de la
lengua en Dante.
21
No en Italia, donde, como sabemos, el Estado unificado moderno es muy poste-
rior; de allí el interés de los avatares de la formación de la idea de la lengua en Italia, la
llamada questíone della lingua, las características del diccionario de la Accademia della
érusca, etc.
Luis Fernando Lara 315
22
Cfr. «Las traducciones toledanas en los siglos XII y XIII», de Julio Samsó, e «In
lingua tholetana», de Francisco Márquez Villanueva, en La escuela de traductores de
Toledo, Diputación Provincial de Toledo, 1996. ·
316 Lengua histórica y normatividad
23
LAPESA, Rafael, ob. cit.,§ 63.
NEBRJJA, Elio Antonio de [1492]. Gramática castellana. Introducción y notas de Miguel
24
Ángel ESPARZA y Ramón SARMIENTO. Madrid: Fundación Antonio de Nebrija, 1992, fol. 2 v.
318 Lengua histórica y normatividad
25
Cfr. CosERIU, Eugenio. Teoría del lenguaje y lingüística general, cinco estudios. Madrid:
Gredas, 1967, pp. 113-1 77; LARA, Luis Fernando, ob. cit., cap. III.
Luis Fernando Lara 319
Por eso hay que resaltar que las normas lingüísticas nunca recubren
todo el sistema lingüístico, sino solamente partes de él: precisamente
aquellas que requieren una selección o un control de acuerdo con los
valores que buscan instrumentar. Digamos que hay normas lingüís-
ticas, no que hay una norma para cada lengua o para cada dialecto o
para cada sociolecto.
Las normas lingüísticas, aunque originadas en la valoración social
de las tradiciones verbales, tienen siempre un carácter teleológico:
buscan conservar la calidad de la lengua en el futuro, orientan el uso
de la lengua sobre la base de la lengua histórica reconocida y aprecia-
da. De ahí su conservadurismo y la posibilidad de interpretarlas ya
no en relación con una lengua histórica que cambia y evoluciona, y
cuyas características podemos pensar periódicamente y ajustar de esa
manera nuestra idea de la lengua a su presente, sino en relación con
ideologías tradicionalistas y puristas o revolucionarias e iconoclastas.
Por eso, desde el siglo XVIII se discute intermitente pero permanente-
mente en todo el ámbito hispánico el valor de nuestras normas
lingüísticas, y se trata de articularlas al purismo, al casticismo, a una
estrecha idea peninsular de la lengua, a una combativa reivindica-
ción americana de ella o a una todavía más combativa ideología anar-
quista. Se entiende, por ello, el rechazo saussureano a la llamada gra-
mática normativa y la eliminación de la cuestión de la lengua histórica
y la normatividad en la lingüística descriptiva, del mismo modo en
que se entiende el anti-academicismo o el anti-intelectualismo.
En una lingüística que ha superado la reducción estructuralista es
posible, sin desdeñar ni eliminar un ápice las ganancias teóricas y
metodológicas de la lingüística sistemática, replantear la cuestión de
la lengua histórica y la normatividad con que se conservan los valores
que la identifican. Situar las nociones de lengua histórica y de norma
lingüística en su correcta dimensión no significa emborronar la clari-
dad con que Saussure definió las tareas de la lingüística, sino recupe-
rar la complejidad histórica, simbólica y social con que las lenguas
existen en las comunidades lingüísticas reales.
Tampoco se trata de reivindicar una interpretación de la lengua
histórica como la del purismo o, en general, como las que han surgido
de ideologías reaccionarias o nacionalistas. Se trata de reconocer el
fenómeno tal como es, objetivamente pero sin reduccionismo, y de
aclarar el papel que debe tener la lengua histórica en la lingüística
contemporánea. Se trata, también, de enriquecer la investigación his-
tórica de la lengua española con datos e ideas que no provienen del
320 Lengua histórica y normatividad
26
Cito de VACHEK, Josef (ed.). A Prague School Render in Linguistics. Indiana Univer-
sity Press, 1967, pp. 33-58. Se publicaron por primera vez, en francés, en Travaux du
Cercle Linguistique de Prague, I, 1929, pp. 5-29.
Luis Fernando Lara 321
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1996 Las glosas emilianenses. Sevilla: Universidad de Sevilla.
1
O del ideal de norma hispánica. Asunto este de que me he ocupado en otras
ocasiones; por ejemplo en LorE BLANCH, Juan M. «El español de América y la norma
lingüística hispánica». En: HERNÁNDEZ ALONSO, C. et al. (eds.). Actas del III Congreso Inter-
nacional de El español de América. Valladolid: Junta de Castilla y León, 1991, vol. III, pp.
1179-1184. O también en íd., «La norma lingüística y la lengu a literaria». En: WARD,
Aengus M. (ed.). Actas del XII Congreso de la Asociación Internacional de Hispanistas.
Birmingham: The University of Birmingham, 1998, vol. 1, pp. 240-246, ponencia en que
me referí, de pasada, al tema de este trabajo (ver p . 242).
2
Cfr. PERISSINOITO, Giorgio . Fonología del español hablado en la ciudad de México. México
D.F.: El Colegio de México, 1975. En particular, el capítulo dedicado a «Diéresis versus
hiato», pp. 84-90.
3
Más en aquellos (82% de los casos) que en estas (65%).
4
Un 74% para los hablantes jóvenes, el 70% en adultos y 68.8% en personas mayo-
res de 55 años.
324 De sinéresis y sinalefas en el español de México
5 Me serviré del sencillo procedimiento de escribir en letra cursiva las vocales inte-
grantes de diptongo, en tanto que separaré con dos rayas diagonales las vocales en hiato.
6
PERISSINOTIO, Giorgio, ob. cit., p. 242.
7
Por otra parte la poesía, debido a la precisión numérica de sílabas en cada clase de
verso, permite advertir cómo han de pronunciarse las secuencias vocálicas, cosa que
Juan M. Lope Blanch 325
sería imposible determinar en textos prosísticos. Así, es posible afirmar que existe
sinalefa en el endecasílabo del Cántico: «Dezilde queadolezco, peno y muero» (San Juan
de la Cruz), en tanto que debe pronunciarse como hiato la secuencia i+e del endecasílabo
«Quien ve las bláncas y/ /hermósas rosas» (con acento en cuarta y octava sílabas) de
Francisco Figueroa. En cambio, sería imposible determinar, ante una transcripción de
lengua hablada, si el hablante hizo o no sinalefa al decir «No sé quién me lo podría/?/
explicar bien» o «Lo /? /he visto /?/ ayer».
326 De sinéresis y sinalefas en el español de México
8
La pronunciación de la antigua aspirada velar /h/ o su omisión alternan en la
poesía de Garcilaso. Compárese el verso citado en el texto con este otro: «y que vuestro
mirar ardiente,/zonesto» .
9
A no ser que se prefiera establecer hiato entre las dos/ e/ iniciales y hacer sinéresis
en la secuencia -oe-: «¿Qué/ es poesía? dices[ ... ]».
10
Cfr. [Dbl].
Juan M. Lope Blanch 329
***
u Con acento en sexta sílaba, lo cual obliga a mantener el hiato «o/ /e».
12
Repito que no pretendo establecer proporciones matemáticamente exactas, sino
solo ofrecer indicaciones sintomáticas de validez solo aproximativa .
330 De sinéresis y sinalefas en el español de México
13
Si bien ocho de ellos son casos de «diéresis poética», no de conservación de un
verdadero hiato, según indiqué líneas antes (cfr. [Hb2]). Quedarían, pues, solo diez
casos de hiato natural.
14
No así en el caso de los hiatos átonos, comúnmente diptongados tanto en el habla
mexicana, como en la lengua poética («purpúreos», «poesía»).
Juan M. Lope Blanch 331
Referencias Bibliográficas
PERISSINOTTO, Giorgio
1975 Fonología del español hablado en la ciudad de México. México, D .F.: El
Colegio de México.
Mario Montalbetti 341
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1961 Curso de lingüística general. Buenos Aires: Losada.
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WITTGENSTEIN, L.
1971 Tractatus Logico-Philosophicus. Londres: Routledge & Kegan Paul.
Autonomización del texto y
recontextualización
Dos problemas fundamentales en las ciencias
del texto
Wulf Oesterreicher
LMUMünchen
1
Este artículo es una versión revisada y abreviada de un trabajo publicado en
alemán bajo el título «Textzentrierung und Rekontextualisierung: Zwei Grundprobleme
der diachronischen Sprach und Textforschung», de 1998; una versión paralela del texto
está por publicarse en la actas de una sección de las jornadas de hispanistas alemanes de
Berlín con el título «La recontextualización de los géneros medievales como tarea herme-
néutica». Todos estos artículos se basan en mis investigaciones sobre aspectos diacró-
nicos del problema «oralidad y escrituralidad». Cfr., sobre todo, Oesterreicher, Wulf.
«Verschriftung und Verschriftlichung im Kontext medialer und konzeptioneller
Schriftlichkeit». En: SCHAEFER, Ursula (ed.). Schriftlichkeit im frühen Mittelalter. Tübingen:
Narr (ScriptOralia, 53), 1993, pp. 267-292; íd., «L'oral dans l'écrit. Essai d'une typologie
a partir des sources du latin vulgaire» . En: CALLEBAT, Louis (ed.). Latín vulgaire-latin
tardif. Actes du 4' colloque international sur le latín vulgaire et tardif. Caen, 2-5 septembre
1994. Hildesheim/Zürich/Nueva York: Olms-Weidmann, 1995, pp. 145-157; íd., «Lo
hablado en lo escrito. Reflexiones metodológicas y aproximación a una tipología». En:
KOTSCHI, Thomas, Wulf ÜESTERREICHER y Klaus ZIMMERMANN (eds.). El español hablado y la
cultura oral en España e Hispanoamérica . Frankfurt am Maine: Vervuert (Bibliotheca Ibe-
ro-Americana, 59), 1996, pp. 317-340; íd., «Types of Orality in Text». En: BAKKER, Egbert
J. y Ahuvia KAHANE (eds.). Written Voices, Spoken Signs. Tradition, Performance, and the
Epic Text. Cambridge, Massachusetts: Harvard University Press, 1997, pp. 190-214 y
260-264; íd., «Zur Fundierung van Diskurstraditionen». En: FRANK, Barbara, Thomas
HAYE y Doris TorHINKE (eds.). Gattungen mittelalterlicher Schriftlichkeit. Tübingen: Narr
344 Autonomización del texto y recontextualización
(ScriptOralia, 99), 1997, pp. 19-41; también Korn, Peter. «Diskurstraditionen: zu ihrem
Sprachtheoretischen Status und ihrer Dynamik». En: FRANK, Barbara, Thomas HAYE y
Doris TOPHINKE (eds.). Gattungen mittelalterlicher Schriftlichkeit. Tübingen: Narr
(ScriptOralia, 99), 1997, pp. 43-79; íd., «Court Records and Cartoons». En: JucKER, Andreas
H., Gerd FRITZ y Franz LEBSANFT (eds.). Historical Dialogue Analysis. Amsterdam/
Philadelphia: Benjamins (Pragmatics & Beyond; New Series, 66), 1999, pp. 399-429.
2
Para una discusión más amplia de los conceptos y temas presentados en 1.1 y 1.2,
cfr., sobre todo, CosERIU, Eugenio. Introducción a la lingüística. Madrid: Gredas, 1981;
ScHLIEBEN-LANGE, Brigitte. Traditionen des Sprechens. Elemente einer Pragmatischen
Sprachgeschichtsschreibung. Stuttgart: Kohlhammer, 1983; Oesterreicher, Wulf.
«Sprechtatigkeit, Einzelsprache, Diskurs und vier Dimensionen der Sprachvarietat».
En: ALBRECHT, Ji:im et al. (eds.). Energeia und Ergon. Sprachliche Variation, Sprachgeschichte,
Sprachtypologie. Studia in honorem Eugenio Coseriu. Vol. 2. Tübingen: Narr, 1988, pp. 355-
386; íd., art. cit.; KoCH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER. «Sprache der Nahe-Sprache der
Distanz. Mündlichkeit und Schriftlichkeit im Spannungsfeld von Sprachtheorie und
Sprachgeschichte». Romanistisches Jahrbuch, n.º 36, 1985, pp. 15-43; íd., Gesprochene Sprache
in der Romanía: Franzosisch, Italienisch, Spanisch . Tübingen: Niemeyer, 1990; íd.,
«Schriftlichkeit und Sprache». En: GüNTHER, Hartmut y Otto LUDWIG (eds.). Schrift und
Schriftlichkeit/Writingand Its Use. Ein interdiszipliniires Handbuch internationaler Forschung/
An Interdisciplinary Handbook of International Research. Vol. l. Berlín/Nueva York: de
Gruyter (Handbücher zur Sprach-und Kommunikationswissenschaft, 1.1), 1994, pp.
587-604; íd., «Langage parlé et langage écrit». En: HoLTUS, Günter, Christian ScttMITT y
Michael METZELTIN (eds.). Lexikon der Romanistischen Linguistik. Vol. l. Tübingen:
Niemeyer, 2000.
3
CosERIU, Eugenio, ob. cit., p . 269.
Wulf Oesterreicher 345
4
Para una explicación detallada del concepto de tradición discursiva, cfr. ScHLIEBEN-
LANGE, Brigitte, ob. cit.; KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit.; KocH, Peter, art. cit.;
ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit. Cfr. también el artículo fundamental sobre los «géneros
textuales» en una perspectiva semiótica de RArnLE, Wolfgang. «Was sind Gattungen?
Eine Antwort aus semiotischer und textlinguistischer Sicht». Poética, n.º 12, 1980, pp.
320-349.
5 No empleo aquí el término texto en el sentido de la llamada lingüística textual que
suele designar así todo tipo de enunciado, es decir, sin considerar la realización medial
(gráfica o fónica).
346 Autonomización del texto y recontextualización
6 Hay que mencionar aquí, sobre todo, SóLL, Ludwig. Gesprochenes und geschriebenes
Franzdsisch. Berlín: Schmidt, 1985, donde estas distinciones son elaboradas y aplicadas
de manera sistemática al francés. Cfr. también TANNEN, Deborah. «Spoken/Written
Language and the Oral/Literate Continuum». En: CARON, Bruce R. et al. (eds.) . Proceed-
ings of the Sixth Annual Meeting of the Berkeley Linguistics Society. Berkeley: Berkeley
Linguistics Society, 1980, pp. 207-218; CHAFE, Wallace L. «Linguistic Differences Pro-
duced by Differences between Speaking and Writing». En: ÜLSON, David R. et al. (eds.) .
Literacy, Language, and Learning. The Nature and Consequences of Reading and Writing.
Cambridge: Cambridge University Press, 1985, pp. 105-123; CHAFE, Wallace L. y Jane
DANIELEWICZ. «Properties of Spoken and Written Language». En: HoROWITZ, Rosalind y
Jay S. SAMUELS (eds.). Comprehending Oral and Written Language. Nueva York: Academic
Press, 1987, pp. 83-113; HALLIDAY, Michael A.K. «Spoken and Written Modes of Mean-
ing». En: HoROWITZ, Rosalind y Jay S. SAMUELS (eds.). Comprehending Oral and Written
Language. Nueva York: Academic Press, 1987, pp. 55-82; Korn, Peter y Wulf ÜESTERREICHER,
art. cit.; íd., ob. cit.; íd., art. cit.; íd., art. cit.
Wulf Oesterreicher 347
1.3. Con lo dicho hasta aquí es posible hacer una presentación preli-
minar de los conceptos graficación y escrituralización, que precisaré más
adelante. 9
10
Aspectos históricos muy interesantes de la lectura en voz alta son discutidos en
BALOGH, Joseph. «Voces paginarum. Beitrage zur Geschichte des lauten Lesens und
Schreibens». Plúlologus, n.º 82, 1927, pp. 84-109 y 202-240. Cfr. también SAENGER, Paul.
«Silent Reading: Its Impact on Late Medieval Script and Society». Víator, n .º 13, 1982, pp.
367-414.
11
Cfr., p. ej ., EBERENZ, Rolf. «La reproducción del discurso oral en las actas de la
Inquisición (siglos XV y XVI)» . En: ÜESTERREICHER, Wulf, Eva STOLL y Andreas WESCH
(eds.). Competencia escrita, tradiciones discursivas y variedades lingüísticas. Aspectos del
espaiiol europeo y americano en los siglos XVI y XVII. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 112),
1998, pp. 243-266.
Wulf Oesterreicher 349
12
Cfr. KuCHENBUCH, Ludolf. «Teilen, Aufzahlen, Summieren. Zum Verfahren in
ausgewahlten Güter-und Einkünfteverzeichnissen d es 9. Jahrhunderts». En: ScHAEFER,
Ursula (ed.). Schriftlichkeit im frühen Mittelalter. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 53), 1993,
pp. 201-203; también Koctt, Peter. «Von Frater Semeno zum Bojaren Neacsu. Listen als
Doma.ne früh verschrifteter Volkssprache in der Romanía». En: RAIBLE, Wolfgang (ed.).
Erscheinungsformen kultureller Prozesse. Jahrbuch 1988 des Sonderforsclmngsbereichs
350 Autonomización del texto y recontextualización
15
Para una presentación y descripción detallada de los sistemas de graficación
empleados en las lenguas románicas cfr., sobre todo, MEISENBURG, Trudel. Romanische
Schriftsysteme im Vergleich. Eine diachrone Studie. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 82), 1996.
Cfr. también íd., «Die groísen Buchstaben und was sie bewirken konnen: Zur Geschichte
der Majuskel im Franzosischen und Deutschen». En: RAIBLE, Wolfgang (ed.).
Erscheinungsformen kultureller Prozesse. Jahrbuch 1988 des Sonderforschungsbereichs
«Übergi:inge und Spannungsfelder zwischen Mündlichkeit und Schriftlichkeit» . Tübingen:
Narr (ScriptOralia, 13), 1990, pp . 281-315; RAIBLE, Wolfgang, ob. cit.; FRANK, Barbara. Die
Textgestalt als Zeichen . Lateinische Handschriftentradition und die Verschriftlichung der
romanischen Sprachen. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 67), 1994.
16
Cfr., p. ej., STROBEL-KóHL, Michaela. Die Diskussion um die «idea/e» Orthographie. Das
Beispiel der Kreolsprachen auffranzosischer Basis in der Karibik und des Franzosischen im 16.
und 20. Jahrhundert. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 59), 1994.
17
Para una discusión general de la problemática cfr. Kwss, Heinz. Die Entwiclclung
neuer germanischer Kultursprachen seit 1800. Düsseldorf: Schwann, 1978; también
352 Autonomización del texto y recontextualización
ScAGLIONE, Aldo (ed.). The Emergence ofNational Languages. Rávena: Longo, 1984. Para la
«formación» y «elaboración» de las lenguas románicas se puede consultar, p. ej., LúDTKE,
Helmut. «Zur Entstehung romanischer Schriftsprachen». Vox Romanica, n. º 23, 1964, pp.
3-21; WUNDERLI, Peter. «Die altesten romanischen Texte unter dem Gesichtspunkt von
Protokoll und Vorlesen». Vox Romanica, n.º 24, 1965, pp. 44-64; DELBOUILLE, Maurice.
«Les plus anciens textes et la formation des langues littéraires». En: DELBOUILLE, Maurice
(ed.). Grundrifl der romanischen Literatur des Mittelalters. Heidelberg: Winter, 1972, vol.
1, pp. 559-584; STEMPEL, Wolf-Dieter y Klaus WEBER. «Stereotypie und Selbstartikulation.
Bemerkungen zur restringierten Schriftpraxis anhand franzosischer Briefe».
Romanistisches Jahrbuch, n.º 25, 1974, pp. 27-62; MuLJAC1c, Zarko. «Romanía, Germanía e
Slavia. Parallelismi e differenze nella formazione delle lingue standard». En: QuATIORDIO
MoRESCHINI, Adriana (ed.). La formazione de/le lingue letterarie. Pisa: Giardini, 1985, pp. 39-
55; KoCH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, ob. cit., pp. 127-135, 166-169 y 199-201; KoCH,
Peter, art. cit.; íd., art. cit.; contribuciones en SELIG, Maria, Barbara FRANK y Jorg HARlMANN
(eds.). Le passage a l'écrit des langues romanes. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 46), 1993;
RAIBLE, Wolfgang. «Orality and Literacy». En: GüNTHER, Hartmut y Otto LUDWIG (eds.).
Schrift und Schriftlichkeit/Writing and Its Use. Ein interdiszipliniires Handbuch internationaler
Forschung/An Interdisciplinary Handbook of International Research. Vol. l. Berlín/Nueva
York: de Gruyter (Handbücher zur Sprach-und Kommunikationswissenschaft, 1.1),
1994, pp. 1-17; íd., «Die Anfange der volkssprachlichen Schriftkultur in der Romanía
oder: Die Eroberung konzeptueller Raume». En: EHLER, Christine y Ursula ScttAEFER,
(eds.). Verschriftung und Verschriftlichung. Aspekte des Medienwechsels in verschiedenen
Kulturen und Epochen. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 94), 1998, pp. 156-173; para una
documentación de los primeros textos en los romances cfr., sobre todo, FRANK, Barbara,
Thomas HAYE y Doris TorHINKE (eds. ). Gattungen mittelalter/icher Schriftlichkeit. Tübingen:
Narr (ScriptOralia, 99), 1997. Para una discusión de la situación comunicativa y lingüística
en la Antigüedad tardía y la Edad Media temprana cfr., sobre todo, BANNIARD, Michel.
Viva Voce. Communication écrite et communication ora/e du !Ve au IXe siec/e en Occident
latin. París: Institut des Etudes Augustiniennes (Collection des Etudes Augustiniennes;
Série Moyen-Age et Temps Modernes, 255), 1992. Con respecto a la elaboración lingüística
es extremadamente interesante el caso del italiano que «resolvió» la llamada questione
de la lingua solo a finales del siglo XIX. Cfr. VrrALE, Maurizio. La questione della lingua.
Palermo: Palumbo, 1971; DuRANTE, Marcello. Da/ latino all'italiano moderno. Bologna:
Zanichelli, 1981; Srnssr, Alfredo. Studi e documenti di storia della lingua e dei dialetti italiani.
Bologna: II Mulino, 1982; BRUNI, Francesco. L'italiano. Elementi di storia della lingua e della
cultura. Testi e documenti. Turín: UTET, 1984; para una descripción de aspectos de la
elaboración del francés cfr. BALIBAR, Renée. L'institution du franr;ais. Essai sur le colinguisme
des Carolingiens a la République. París: PUF, 1985; para el español cfr. CANO AGU!LAR,
Rafael. Análisis filológico de textos. Madrid: Taurus, 1991; también BossoNG, Georg. Probleme
der Übersetzung wissenschaftlicher Werke aus dem Arabischen in das Altspanische zur Zeit
Alfons des Weisen. Tübingen: Niemeyer, 1979.
Wulf Oesterreicher 353
cíón intensiva, por otra parte, se refiere al hecho de que la lengua tiene
que desarrollar todos los elementos lingüísticos necesarios para una
expresión elaborada y formal, característica de la producción discur-
siva en el campo de la distancia comunicativa (en alemán extensiver
und intensiver Ausbau, respectivamente). 18
Así, la escrituralización de los romances (en francés passage a l'écrit
des langues romanes) significa simplemente que los hablantes de estos
idiomas desarrollaron en la Edad Media las técnicas y elementos
lingüísticos característicos de la distancia comunicativa, de los que
hasta entonces disponían únicamente en la lengua latina. Así, en los
diferentes dominios de la Romania se formaron sucesivamente varie-
dades lingüísticas específicas, es decir, lenguas escritas o lenguas de
distancia, que alcanzaron más tarde un prestigio indiscutible y un
mayor radio de difusión. 19
18
Cfr. KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit.; en una perspectiva más general
también GrnsECKE, Michael. «Schriftsprache als Entwicklungsfaktor in Sprach-und
Begriffsgeschichte». En: KosELLECK, Reinhart (ed.). Historische Semantik und
Begriffsgeschichte. Stuttgart: Klett-Cotta, 1979, pp. 262-302.
19 Cfr. KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, ob. cit., p . 16; RAIBLE, Wolfgang, art. cit.
20
Para una discusión de aspectos de este proceso cfr. STEMPEL, Wolf-Dieter.
Untersuchungen zur Satzverkniipfung im Altfranzosischen. Braunschweig: Westermann,
1964; íd., «Die Anfange der romanischen Prosa im XIII. Jahrhundert». En: DELBOUILLE,
Maurice (ed.). GrundrijJ der romanischen Literaturen des Mittelalters. Heidelberg: Winter,
1972, vol. 1, pp. 585-601; Kwss, Heinz, ob. cit., pp. 37-63; BossoNG, Georg, ob. cit.; KocH,
Peter y Wulf ÜESTERREICHER, ob. cit., cap. 5; KocH, Peter y Wulf ÜESTERREICHER, art. cit., pp.
589-600. Sobre la «presencia» de la cultura latina como fondo de todos los procesos de
elaboración lingüística y discursiva en la Edad Media europea cfr., sobre todo, CuRTIUS,
Emst Robert. Europiiische Literatur und lateinisches Mittelalter. Tübingen: Francke, 1993.
Es bien conocido que en el contexto de esta elaboración es de suma importancia el papel
de las traducciones; para una discusión general de los aspectos del trabajo de los
traductores en diferentes culturas y épocas cfr., p . ej., DELISLE, Jean y Judith WoooswoRTH
(eds.). Les traducteurs dans l'histoire. Ottawa/París: Presses de l'Université d'Ottawa/
UNESCO (Pédagogie de la traduction, 2) (edición paralela en inglés: Translators through
History. Amsterdam: Benjamins), 1995.
354 Autonomización del texto y recontextualización
21
Cfr. KocH, Peter, art. cit.; ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit.
22
Aspectos de esta problemática son tratados en una perspectiva general en GoooY,
Jack. The Domestication of the Savage Mind. Cambridge: Cambridge University Press,
1977; íd., The Logic of Writing and the Organization of Society. Cambridge: Cambridge
University Press, 1987; ÜNG, Walter J. Orality and Literacy: The Technologizing of the Word.
Londres/Nueva York: Methuen, 1982; STOCK, Brian. The Implications of Literacy: Written
Language and Models of Interpretation in the Eleventh and Twelfth Centuries. Princeton,
Nueva Jersey: Princeton University Press, 1983; F1NNEGAN, Ruth. Literacy and Orality:
Studies in tite Technology of Communication. Oxford: Blackwell, 1988; BuRNS, Alfred. The
Power of the Written Word. The Role ofLiteracy in the History o/Western Civilization. Nueva
York: Peter Lang (Studia Classica, 1), 1989; ÜLSON, David R. y Nancy ToRRANcE (eds.).
Literacy and Orality. Cambridge: Cambridge University Press, 1991. Cfr. también
SCHAEFER, Ursula (ed.) . Schriftlichkeit im frühen Mittelalter. Tübingen: Narr (ScriptOralia,
53), 1993; cfr., sobre todo, el volumen MOLLER, Jan-Dirk (ed.). «Aufführung» und «Schrift»
in Mittelalter und Früher Neuzeit. Stuttgart: Metzler (Germanistische-Symposien-
Berichtsbande, 17), 1996.
23
Cfr., sobre todo, VooRWINDEN, Norbert y HAAN, Max de (eds.). Oral Poetry. Das
Problem der Mündlichkeit mittelalterlicher epischer Dichtung. Darmstadt: Wissenschaftliche
Buchgesellschaft, 1979; CuRSCHMA NN, Michael. «" Nibelungenlied" und
Wulf Oesterreicher 355
25
LAUSBERG, Heinrich. Romanische Sprachwissenschaft. Vol. 1: Einleitung und
Vokalismus. Berlín: de Gruyter (Sammlung Goschen 128/128a), 1969, §§ 1-2.
26
ZuMrHOR, Paul. Essai de poétique médiévale. París: Ed. du Seuil, 1972, p. 507, también
43-47, 65-75.
27
Cfr. CuRSCHMANN, Michael, art. cit.; WoLF, Alois. «Medieval Heroic Traditions and
Their Transitions from Orality to Literacy». En: DoANE, Alger Nicolaus y Caro! BRAUN
P ASTERNACK (eds.). Vox Intexta. OrnlihJ and Textuality in the Middle Ages. Madison: Univer-
sity of Wisconsin Press, 1991, pp. 67-89; BAUML, Franz H . «Verschriftlichte Mündlichkeit
und vermündlichte Schriftlichkeit. Begriffsprüfungen an den Fallen Heliand und Liber
Evangeliorum». En: SCHAEFER, Ursula (ed.). Schriftlichkeit im frühen Mittelalter. Tübingen:
Narr (ScriptOralia, 53), 1993, pp. 254-266. Para la poesía épica en romance cfr., sobre
todo, RYCHNER, Jean. La chanson de geste. Essai sur l'art épique des jongleurs. Ginebra/Lille:
Droz/Giard (Société de Publications Romanes et Frarn,aises, 53), 1955; MoNTGOMERY,
Thomas. «The Poema de Mio Cid: Oral Art in Transition». En: DEYERMOND, Alan D. (ed.).
«Mio Cid» Studies. Londres: Tamesis Books, 1977, pp. 91-112; LEJEUNE, Rita, Jeanne
WATHELET-WILLEM y Henning KRAuss (eds.). Les épopées romanes. 4 Volúmenes. Heidel-
berg: Winter (GrundriB der romanischen Literaturen des Mittelalters, 3), 1981, 1985,
1986 y 1987; DucGAN, Joseph J. The Song of Roland. Formu/aic Style and Poetic Craft. Berke-
ley: University of California Press, 1973; íd., «Die zwei "Epochen" der Chanson de
geste». En: GuMBRECHT, Hans Ulrich y Ursula LINK-HEER (eds.). Epochenschwellen und
Epochenstrukturen im Diskurs der Literatur-und Sprachhistorie. Frankfurt am Maine:
Suhrkamp, 1985, pp. 389-408; íd., The Cantar de Mio Cid. Poetic Creation in Its Economic
and Social Contexts. Cambridge: Cambridge University Press (Cambridge Studies in
Medieval Literature), 1989; MrLETICH, John S. «Oral Aesthetics and Written Aesthetics:
The South Slavic Case and the Poema de Mio Cid». En: Hispanic Studies Deyennond: A
North American Tribute. Madison: Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1986, pp. 183-
204; SMITH, Colin. Poema de Mio Cid. Madrid: Cátedra, 1993; BoUTET, Dominique. La chan-
son de geste. Forme et sig11ificatio11 d'zme écriture épique du Mayen Age. París: PUF, 1993.
Wulf Oesterreicher 357
28
Cfr., p. ej., ANTos, Gerd. Grundfragen einer Theorie des Formulierens. Textherstellung
in geschriebener und gesprochener Sprache. Tübingen: Niemeyer, 1982; GüNTHER, Hartmut.
Schriftliche Sprache. Strukturengeschichte der Worter und ihre Verarbeitung beim Lesen.
Tübingen: Niemeyer (Konzepte der Sprach-und Literaturwissenschaft, 40), 1988; y,
sobre todo, una serie de las contribuciones en GüNTHER, Hartmut y Otto LUDWIG (eds.).
Schrift und Schriftlichkeit/Writing and Its Use. Ein interdiszipliniires Handbuch internationaler
Forschung/An Interdisciplinary Handbook of International Research. Vol. l. Berlín/Nueva
York: de Gruyter (Handbücher zur Sprach-und Kommunikationswissenschaft, 1.1),
1994.
29
Cfr., p. ej., BEAUGRANDE, Robert de. Text, Discourse, and Process. Towards a
Multidisciplinary Science ofTexts. Norwood, Nueva Jersey: Ablex, 1980; íd., Text Produc-
tion. Norwood, Nueva Jersey: Ablex, 1984; ANTOS, Gerd y Hans P. KRINGS (eds.).
Textproduktion. Ein interdiszipliniirer Überblick. Tübingen: Niemeyer (Konzepte der
Sprach-und Literaturwissenschaft, 31), 1989; EIGLER, Gunther et al. Textverarbeiten und
Textproduzieren. Zur Bedeutung externer Informntion für Textproduzieren, Text und Wissen.
Tübingen: Narr (ScriptOralia, 76), 1997. Cfr. también CARON, Jean. Les régulations du
discours. Psycholinguistique et prngmatique du langage. París: PUF, 1983.
3
°Cfr. SCHLIEBEN-LANGE, Brigitte, ob. cit., pp. 13-25.
358 Autonomización del texto y recontextualización
del siglo XVI cfr., p. ej ., la colección de cartas privadas en ÜTIE, Enrique. Cartas privadas
de emigrantes .a Indias, 1510-1616. México: Fondo de Cultura Económica, 1993. Cfr.
ÜESTERREICHER, Wulf. «El español en textos escritos por semicultos. Competencia escrita
de impronta oral en la historiografía indiana (s. XVI)». En: LüoTKE, Jens (ed.). El espai'i.ol
de América en el siglo XVI. Frankfurt am Maine: Vervuert, 1994, pp. 155-190; SCHMIDT-
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Linguistik, n.º 108, 1997, pp. 45-86; ÜESTERREICHER, Wulf, Eva STOLL y Andreas WESCH
(eds.). Competencia escrita, tradiciones discursivas y variedades lingüísticas. Aspectos del
espaíiol europeo y americano en los siglos XVI y XVII. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 112),
1998. Fascinante en esta perspectiva es también la producción de textos en la época de
la revolución francesa. Cfr. ScHLIEBEN-LANGE, Brigitte, ob. cit.; también FURET, Frarn;:ois y
Jacques OzouF. Lire et écrire. L'alphabétisation des franr;ais de Calvin a fules Ferry, 2
Volúmenes. París: Ed. de Minuit, 1977. Cfr. también, para nuestro siglo, SPITZER, Leo.
Lettere di prigionieri di guerra italiani 1915-1918. Turín: Boringhieri (versión original en
alemán, 1921), 1976; STEMPEL, Wolf-Dieter y Klaus WEBER, art. cit.
Wulf Oesterreicher 359
32
Para una discusión detallada de las condiciones comunicativas y las respectivas
estrategias de verbalización cfr. KocH, Peter y Wulf Ü ESfERREICHER, ob. cit., cap. 2; íd., art.
cit., pp. 587-591.
360 Autonomización del texto y recontextualización
33 Cfr., sobre todo, una serie de contribuciones en MüLLER, Jan Dirk, ob. cit. Cfr.
34
Aspectos importantes del problema son discutidos en el marco de la llamada
estética de la recepción de Hans Robert Jau/.s OAuB, Hans Robert. Asthetische Erfahrung
und literarische Hermeneu tik. Frankfurt am Maine: Suhrkamp, 1991; íd., Wege des
Verstehens. Munich: Fink, 1994; íd., Probleme des Verstehens. Ausgewiihlte Aufsiitze.
Stuttgart: Reclam, 1999). Cfr. también la obra de Wolfgang Iser (ROCHA, Joao Cezar de
Castro (ed.). Teoría da ficr;iio. Indagar;oes aobra de Wolfgang Iser. Río de Janeiro: Editora da
Universidade do Estado do Rio de Janeiro, 1999). Para el fondo filosófico queda funda-
mental GADAMER, Hans-Georg. Wahrheit und Methode. Grundzüge einer philosophischen
Hermeneutik. Tübingen: Mohr, 1975. Cfr. también RArnLE, Wolfgang. «Vom Text und
seinen vielen Vatern oder: Hermeneutik als Korrelat der Schriftkultur». En: AssMANN,
Aleida, Jan AssMANN y Christof HARDMEIER (eds.). Schrift und Gediichtnis. Beitriige zur
Archiilogie der literarischen Kommunikation . Munich: Fink, 1983, pp. 20-23; ÜESTERREICHER,
Wulf. «Tex tzentrierung und Rekontex tualisierung . Zwei Grundprobleme der
diachronischen Sprach- und Textforschung». En: EHLER, Christine y Ursula ScHAEFER,
(eds.). Verschriftung und Verschriftlichung. Aspekte des Medienwechse/s in verschiedenen
Kulturen und Epochen. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 94), 1998, pp. 10-39; íd., art. cit.
35
Para estos aspectos cfr. WENZEL, Horst. Horen und Sehen, Schrift und Bild: Kultur
und Gediichtnis im Mittelalter. Munich: Beck, 1995; MOLLER, Jan Dirk, ob. cit.; BAUML, Franz
H . «Autoritat und Performanz: Gesehene Leser, gehi:irte Bilder, geschriebener Text».
En: EHLER, Christine y Ursula ScHAEFER (eds.). Verschriftung und Verschriftlichung. Aspekte
des Medienwechsels in verschiedenen Kulturen und Epochen. Tübingen: Narr (ScriptOralia,
94), 1998, pp. 248-273; también CROSBY, Ruth. «Oral Delivery in the Middle Ages». Specu-
lum, n.º 11, 1936, pp. 88-110. Hay que distinguir el concepto de re-escenificación
estrictamente del concepto de una escenificación del discurso elaborado sobre todo por
Rainer Warning y que es fundamental para la teoría y la interpretación de la ficción
literaria (WARNING, Rainer. «Staged Discourse. Remarks on the Pragmatics of Fiction».
Dispositio, vol. 5, n.º 13-14, 1981, pp. 35-54).
362 Auton omización del texto y recontextualización
3.2. Otro punto, que solo desde hace poco es visto con claridad, es el de
la de-contextualización antes citada que transforma una discursividad,
en su origen amplio y profundo, en un texto-objeto. Este hecho tiene
graves consecuencias metodológicas para la lingüística diacrónica.
No se trata únicamente de la pérdida de las diferentes modalida-
des semióticas. Hay que tener en cuenta, además, que a través de la
graficación de un discurso se produce una regularización, normaliza-
ción y elaboración de la expresión lingüística que modifica, inevitable-
mente, la estructura del discurso originario en el sentido de la distan-
cia concepcional: se trata, pues, de un proceso casi desapercibido de
escrituralización. Voy a mostrar con tres ejemplos las consecuencias
del proceso que acabo de esbozar:
Los «misterios» y «milagros» de la Edad Media obedecen, como
otros géneros discursivos, al principio de la mezcla de estilos (en ale-
mán Stilmischung) .36 En el teatro cristiano aparecen, a veces en brus-
ca yuxtaposición, representaciones de las verdades de la fe cristiana y
escenas groseras. En palabras de Erich Auerbach: «Das Allti:iglich-
Realistische ist [... ] ein wesentliches Element der mittelalterlich-christlíchen
Kunst und besonders des christlichen dramatischen Spiels [... Es] entstehen
Formen der Stilmischung, des unvermittelten Nebeneinanders van Passion
und roher Posse». 37 Es difícil imaginar que los actores no hayan em-
pleado en la escena, de manera improvisada y variada, con la mímica
36
Cfr. AuERBACH, Erich [1946] . Mimesis- Dargeste/lte Wirklichkeit in der abendliindischen
Literatur. Bern: Francke, 1988, pp. 141-168.
37
Ib ., p. 155. Cfr. también WARNING, Rainer. Funktion und Struktur. Die Ambivalenzen
des geistlichen Spiels. Munich: Fink, 1974. Cfr., p. ej ., BoDEL, Jean. Le jeu de Saint Nicolas.
JEANROY, Alfred (ed.). París: Champion (CFMA, 48), 1925.
Wulf Oesterreicher 363
42
Cfr. T AGLIAVINI, Cario . Le origini del/e lingue neo/atine. Bologna: Patron, 1972, § 46;
CERQUIGLINI, Bernard. La paro/e médievale. Discours, syntaxe, texte. París: Minuit, 1981;
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Narr (ScriptOralia, 112), 1998, pp . 219-242. 1996 y 1998.
43
Cfr. ÜESTERREICHER, Wulf, art. cit., p . 149.
Wulf Oesterreicher 365
44
Para una discusión del conjunto semiótico y las modalidades semióticas cfr. CHAILLEY,
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and Performance: Involvement, Visualization and "Presence" in Homeric Poetry». Clas-
sical Antiquity, vol. 12, n .º 1, 1993, pp. 1-29; WENZEL, Horst, ob. cit.; MOLLER, Jan Dirk. «Der
Kórper des Buchs. Zum Medienwechsel zwischen Handschrift und Druck». En: GUMÉRECHT,
Hans Ulrich y Karl Ludwig PFEIFFER (eds.). Materialitiit der Kommunikation. Frankfurt am
Maine: Suhrkamp (stw, 750), 1988, pp. 203-217; íd., ob. cit.; BAUML, Franz H., art. cit. Cfr. en
este contexto también caracterizaciones semióticas, solo en apariencia contradictorias, del
tipo textos bailados o imágenes escuchadas discutidos en ScHARLAU, Birgit y Mark MONZEL.
Qellqay, ob. cit.; y en BAUML, Franz H., art. cit.
45
John Foley ha elaborado este concepto, a decir verdad, para la épica oral. Cfr., p. ej.,
FoLEY, John Miles. «Traditional Signs and Homeric Art». En: BAKKER, Egbert J. y Ahuvia
KAHANE (eds.). Written Voices, Spoken Signs. Tradition, Performance, and the Epic Text.
Cambridge, Massachusetts: Harvard Uníversíty Press, 1997, pp. 62-67.
366 Autonomización del texto y recontextualización
Para cada texto individual y, en otro nivel, para las diferentes tra-
diciones discursivas o géneros, la investigación tendrá que trabajar
con un máximo de cuidado y precisión en la reconstrucción de la
totalidad de estas relaciones significativas.
46
Encuentro en la obras de Dominique Maingueneau, a veces ideas, parecidas
elaboradas, sin embargo, desde otra perspectiva (MAJNGUENEAU, Dominique. Pragmatique
pour le discours littéraire. París: Bordas, 1990; íd., Le contexte de l'mwre littéraire: énonciatian,
écrivain, société. París: Dunod, 1993). Para aspectos históricos cfr., p. ej ., HAVELOCK, Eric A.
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Thema «Mündlichkeit und Schriftlichkeit». Tübingen: Narr (ScriptOralia, 6), 1988, pp. 25-
49; FINNEGAN, Ruth, ob. cit.; ILLICH, Ivan, ob . cit.; ÜLSON, David R. y Nancy ToRRANCE, ob.
cit.; GIESECKE, Micha el. Der Buchdruck der frühen Neuzeit. Eine histarische Fallstudie über die
Durchsetzung neuer Informatians- und Kommunikationstechniken. Frankfurt am Maine:
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Orality and Textuality in the Middle Ages. Madison: University of Wisconsin Press, 1991;
WENZEL, Horst, ob. cit.; sobre todo, RAIBLE, Wolfgang, art.cit..
Wulf Oesterreicher 367
47
Este proceso está muy bien analizado para la h istoria de la literatura griega Cfr.
LORD, Albert B. The Singer o/Tales. Cambridge, Massach usetts: Harvard University Press
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Kulturen und Epochen. Tübingen: Narr (ScriptOralia, 94), 1998, pp. 78-87.
368 Autonomización del texto y recontextualización
4. Observación Final
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1. Introducción
1
Esta investigación, incluida en el Proyecto «El español andino: un caso de bilingüis-
mo histórico», ha sido financiada por la Fundación Caja Madrid.
2
ToscANoMATEUS, H. El español en el Ecuador. Madrid: CSIC, Anejo 61 de la RFE, 1953,
p.205.
3
Para un estudio exhaustivo sobre el leísmo paraguayo, véase PALACIOS, A. «El
sistema pronominal del español paraguayo: un caso de contacto de lenguas». En: CAL-
VO, J. (ed.) . Contacto de lenguas en América: el espaiiol en el candelero. Frankfurt/Madrid:
Vervuet, Iberoamericana, 2000.
4
Véase, para esta área lingüística, los trabajos de FERNÁNDEZ-ÜRDÓÑEZ, l. «Isoglosas
internas del castellano. El sistema referencial del pronombre átono de tercera persona».
Revista de Filología Espaiiola, n.º 74, 1994, pp. 71-125; íd., «Leísmo, laísmo y loísmo». En:
BOSQUE, l. y V. DEMONTE (coords.). Gramática del espafio/. Madrid: Espasa Calpe, 1999, pp.
1317-1397.
390 Leísmo y loísmo en el español ecuatoriano
5
Para un estudio detallado de los valores de las formas pronominales en cada
sistema, véase GARCÍA, E. y R. ÜTHEGUY. «Being Polite in Ecuador. Strategy Reversa!
under Language Contact». Lingua, n.º 61, 1983, pp. 103-132; GARCIA, E. «Bilingüismo e
interferencia sintáctica ». Lexis, vol. XIV, n.º 2, 1990, pp. 151-195. ·
Azucena Palacios Alcaine 391
2. Metodología
6
Quiero agradecer a mis alumnos de Español en Contacto con otras Lenguas, de la
Universidad Autónoma de Madrid, las grabaciones que hicieron como trabajo de campo
a inmigrantes ecuatorianos recién llegados a España . Sin su colaboración, esta
investigación no hubiera sido posible.
392 Leísmo y loísmo en el español ecuatoriano
3. La Hipótesis
4. El Análisis
Tabla 1
Frecuencia de uso de lo, le y la
Lo Le La Total
7
Uno de los informantes ha simplificado su sistema pronominal a una única forma
le, por lo que no diferencia entre pronombres de objeto indirecto y de objeto directo.
394 Leísmo y loísmo en el español ecuatoriano
Tabla 2
Frecuencia de uso de los pronombres según el género del referente
Lo Le La Total
8
Se registra variación pronominal residual, que trataremos en su momento, lo que
no invalida la generalización.
9
Nótese que en zonas leístas paraguayas (PALACIOS, A., en prensa) o castellanas
(FERNÁNDEZ-ÜRDÓÑEZ, l., art. cit.) tampoco apa recen tipos puros y se registra variación,
que debe explicarse adicionalmente.
396 Leísmo y loísmo en el español ecuatoriano
Tabla 3
Formas pronominales de objeto directo en informantes monolingües
Tabla 4
Frecuencia de uso de las formas pronominales de objeto directo
en informantes bilingües
Tabla 6
Frecuencia de uso pronominal en relación con el parámetro de animacidad
Lo/La Le
Tabla 7
Animacidad en los distintos Tipos pronominales
Lo/La Le
Tabla 8
Rasgo [+/-humano] en el Tipo Mixto
Lo/La Le
Dado que en los otros Tipos los referentes [+animados] eran todos
[+humanos] y que en el Tipo Mixto es, como se aprecia en la Tabla 8,
el rasgo [+humano] el que favorece la aparición de le, podemos con-
cluir que es el parámetro de humanidad y no el de animacidad el que
favorece y potencia el uso del leísmo.
10
Según describe HAIDAR, J. «Problemática en torno a la forma estándar del quichua
ecuatoriano». En: ALMEIDA, l. Temas y cultura quichua en el Ecuador. Quito: Banco Central
de Ecuador, 1996, p. 206.
404 Leísmo y loísmo en el español ecuatoriano
6. Conclusiones
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Homogeneidad versus heterogeneidad en el
lenguaje: la construcción del objeto de
estudio de la lingüística*
Introducción
1
El adjetivo literario es entendido aquí como relativo a la literacidad y no a la
literatura (cf. el alemán Schriftsprache); véase Rivarola (1990) y la bibliografía citada ahí.
Los términos socio-político y etno-cultural son adoptados de Wólck (1977); él también se
refiere a las lenguas etno-culturales como lenguas orales o preestandarizadas.
2
Como es bien sabido, la conciencia lingüística se utiliza usualmente para determi-
nar fronteras políticas o nacionales.
Jorge Iván Pérez Silva 413
3
Los casos del serbio y el croata, o del checo y el eslovaco, son bastan te bien
conocidos: diferentes lenguas para sus hablantes y una única entidad para el lingüista.
Ambas posturas son correctas dado que la determinación de un objeto o evento no es
un proceso únivoco como se sostiene más abajo.
4
Un ejemplo pertinente para este punto es el del ashéninka y el asháninka: lenguas
diferentes para sus usuarios, pero estructuralmente la misma para los lingüistas.
414 Hom ogeneidad versus heterogen eidad en el lenguaje
5
La perspectiva diacrónica de una lengua histórica también presenta un buen ejem-
plo de la manera en que uno determina su existencia. La respuesta a la pregunta ¿cuán-
do el latín (vulgar) se volvió espaifol? tiene un ingrediente socio-histórico: cuando los
hablantes de español se volvieron conscientes de que lo eran. Cf. Lleal (1990: 131-133).
Jorge Iván Pérez Silva 415
6
La traducción es mía así como la de todas las referencias siguientes de obras en
inglés. Con respecto a la noción de langue de Saussure, cabe señalar que ella no hace
referencia a un mero medio de comunicación basado en una nomenclatura para obje-
tos preexistentes. La contribución más importante de Saussure es, probablemente, la
idea de que la /angue no puede reducirse a la sustancia (o a su modo material) que
constituye el habla o el pensamiento, sino que es esencialmente una estructura o forma
que relaciona y da sentido a los elementos que la conforman. Véase Crawley (1996)
para un análisis de la contribución de Saussure a la historia de las ideas.
Jorge Iván Pérez Silva 417
Los dos tipos de relaciones están vinculados con dos aspectos dife-
rentes de una facultad mental: la facultad de asociación y de coordi-
nación que, de acuerdo con Saussure (1981: 56), «desempeña el pri-
mer papel en la organización de la lengua como sistema.» Así, no
solo los signos se encuentran representados mentalmente, sino que
también las relaciones entre ellos descansan en una facultad psico-
lógica.
El sistema gramatical de Saussure no se basa en reglas (generativas),
sino en la memorización de «tipos» o «patrones»:
[La lengua] es, pues, algo que está en cada uno de [los individuos], aunque
común a todos y situado fuera de la voluntad de los depositarios. Este modo
de existencia de la lengua puede quedar representado por la fórmula:
7
La idea de patrones construccionales es similar a la propuesta behaviorista aunque
esta última no presenta ninguna carga mental o psicológica y se distingue del plantea-
miento generativista que atribuye reglas o principios al hablante. Como se discute más
abajo, la principal ventaja de un enfoque generativista es que la creatividad del lenguaje
se representa mejor por reglas o principios que por patrones. Análogamente, para el
generativismo, la creación de «nuevos patrones» se d eriva de principios abstractos y no
del input lingüístico (paro/e).
Jorge Iván Pérez Silva 419
instancia, «no toca al organismo interno del idioma», (1981: 68), enton-
ces la variación diatópica no forma parte del objeto de la lingüística, es
decir, de la lengua, entendida ésta como una entidad homogénea.
En suma, el sistema, considerado de esta manera, es una entidad
homogénea abstracta impuesta sobre la heterogeneidad de una lengua
histórica. Cualquier elemento que escape a la homogeneidad del siste-
ma es considerado irrelevante para el estudio de lo que es esencial a la
lengua. De acuerdo con Hanks (1996: 18), Saussure niega el papel cen-
tral que desempeña la actividad humana en la lengua cuando reifica a
esta última como un objeto de estudio científico y relega la praxis lin-
güística «a la posición de una mera sombra del objeto en sí mismo». En
resumen, «abstraída del ámbito de la historia, la lengua se convierte en
una cosa que la ciencia puede investigar con todo su rigor».
Sin embargo, una suerte de balance general de la historia de la
lingüística causada por la «presión» de la heterogeneidad sobre la
homogeneidad condujo a la noción estructuralista de variedad: la vi-
sión de que las lenguas están compuestas por diversos sistemas ho-
mogéneos. Exploro esta noción en las secciones subsecuentes.
9
Un lingüista por supuesto tiene el derecho de postular que el portugués y el
italiano juntos forman una lengua o que dos o tres dialectos del español también cons-
tituyen una lengua o una sublengua; esto es legítimo dado que, como se discutió antes,
los objetos pueden ser construidos de esa manera. Un buen ejemplo de esto es proba-
blemente la postulación de que las lenguas romances no son una familia sino una
lengua o de que el quechua es una lengua en lugar de una familia. Heger (1985), por
ejemplo, justifica la noción de diasistemas construidos a partir de diferentes lenguas
genéticamente relacionadas con propósitos de reconstrucción histórica.
10 La cuestión sobre la «realidad» de este tipo de constructos no tiene ningún sentido
en la línea del argumento que se da arriba: es claro que estas entidades teóricas son
reales qua entidades teóricas. La cuestión de qué cosa representan es una cuestión
diferente y la respuesta es que no se pretende que representen nada social o psicológi-
co; son simplemente constructos teóricos estructurados sobre la base de ciertos datos
empíricos. Vale la pena hacer notar que a pesar de esta diferencia crucial algunas veces
el término variedad es usado informalmente para referirse a las entidades sociales (los
dialectos sociales o geográficos); yo sigo esta práctica común en el presente artículo
cuando no genera confusión.
Jorge lván Pérez Silva 423
ponde a una entidad más bien abstracta es definida por Coseriu (1981:
119) en los siguientes términos:
Una «técnica del discurso» ... considerada en un solo punto del espacio,
en un solo «nivel de lengua» y en un solo «estilo de lengua» (técnica
sintópica, sinstrática y sinfásica) se llamará ... lengua funcional.
11
La negación de la variación libre, no niega, sin embargo, que exista variabilidad no
predecible como consecuencia del mecanismo del aparato articulatorio.
Jorge lván Pérez Silva 425
Los autores afirman que una comunidad de habla maneja una len-
gua internamente diversificada, aunque parecen entender por esta a
un objeto más delimitado que una lengua histórica. La comunidad de
habla, cuyo comportamiento pretende ser representado con una es-
tructura sociolingüística,es un objeto real, concreto y en la medida en
que se halla compuesta por personas, es tanto social como psicológi-
ca. Nótese que la caracterización de una comunidad de habla incluye
el concepto de «distintas formas de la misma lengua» que coexisten.
Esta noción está claramente relacionada con la de variedad que discuti-
mos lmeas arriba. Sin embargo, las nociones de «estilo», «estándar»,
«replana», «jerga», etc. se refieren no solo a objetos postulados por el
lingüista, sino también a ideas comunes entre los hablantes. Los auto-
res parecen enfatizar la heterogeneidad esencial del lenguaje pero,
además de esto, ellos están señalando la existencia de sistemas simul-
táneos, reconociendo así la idea del diasistema.
¿Cómo superan los autores la brecha entre el sistema (homogé-
neo) y el comportamiento heterogéneo de la comunidad? Su aproxi-
mación al lenguaje sostiene que los diferentes sistemas coexistentes
que componen una lengua no se encuentran simplemente ahí unos
junto a los otros (por así decir), sino que se encuentran en «competen-
cia», esto es, los miembros de una comunidad de habla seleccionan
los elementos o reglas de un sistema o del otro sobre la base de razo-
nes funcionales, en el sentido de que la elección de uno no es comple-
tamente equivalente a la elección del otro. Más aun, la elección de
una forma en lugar de otra se encuentra gobernada por diversas re-
glas que incluyen factores gramaticales y extragramaticales:
12
Existen ciertos pasajes en la literatura sociolingüística que pudieran hacer pensar
que las reglas variables son adscritas al individuo; véase Newmeyer (1983: 78- 9) para
una presentación de algunas de ellas. Otra idea que puede ser confusa es, por ejemplo,
la de López Morales (1989) según la cual las reglas variables caracterizan a la «compe-
tencia sociolingüística» de la comunidad. Esta idea es confusa dada la naturaleza psico-
lógicamente individual de la noción de «competencia» y la naturaleza no psicológica del
concepto expresado por el término «sociolingüística».
Jorge Iván Pérez Silva 427
S3
S1 S2 S4
F1 F9
F8 F1 0
13
En la siguiente sección, me ocupo más extensamente del asunto de la competencia
o conocimiento lingüístico del individuo desde el punto de vista generativista.
Jorge Iván Pérez Silva 429
14
Ver Labov (1994) para una versión más reciente y completa de esta propuesta.
Jorge Iván Pérez Silva 431
16
Esta es una asunción que es, en cierta medida, independiente de la evidencia
lingüística; el argumento de la pobreza del estímulo solo nos conduce a la conclusión de
que existe conocimiento que no es derivable del input al que tiene acceso el aprendiz,
pero no implica que este conocimiento (un término mentalista) tenga una contraparte
biológica ni que sea innato. Véase V. Cook (1991) para un análisis profundo de las
consecuencias del argumento de la pobreza de estímulo.
Jorge Iván Pérez Silva 435
17
En otra parte, Chomsky caracteriza el conocimiento del lenguaje como una «es-
tructura mental que consiste de un sistema de reglas y principios que generan y relacio-
nan representaciones mentales de diversos tipos» Chomsky (1980: 48). Lo relevante de
esta cita es la presencia de la idea de principios como parte del lenguaje-1. Dados los
contenidos de Chomsky (1986), asumiré que esta idea se subsume en la palabra reglas
de la cita presentada antes, y la usaré en este sentido amplio a lo largo del presente
trabajo.
436 Homogeneidad versus heterogeneidad en el lenguaje
18
Aunque la gramática generativa explícitamente sostiene que el sistema de reglas
no pretende describir la performance, la idea de un sistema que es usado al momento
del habla es explícita (y confusa) como lo muestra el siguiente pasaje: «los niños sin
problema alguno usan reglas computacionales complejas dependientes de la estructura, más
bien que reglas computacionalmente simples». (Chomsky 1986: 7; énfasis mío).
Jorge Iván Pérez Silva 437
19
Nagata (1988) muestra que lo contrario también ocurre: tanto las oraciones gra-
maticales como las agramaticales fueron consideradas más agramaticales por los suje-
tos de su experimento debido a la repetición. Nagata (1988) también muestra que el
modo en el que las oraciones son presentadas al hablante también produce cambios en
sus intuiciones.
438 Homogeneidad versus heterogeneidad en el lenguaje
Imaginemos más aun que empezamos a decir qué lindo pero que (por
alguna razón) cambiamos de opinión y terminamos de decir tu cartera.
(4) REPRESENTACIONES
MENTALES
GENERABLES POR EL <- - - -> ENUNCIADOS
SISTEMA
COMPUTACIONAL
20
Esto puede ser entendido por analogía con el sistema inmupológico. Estrictamen-
te hablando un microorganismo que nos invade no produce anticuerpos específicos; es
el sistema el que los produce.
21
Esta representación corresponde al modelo gramatical conocido como Principios
y Parámetros (Chomsky 1986), cuyos detalles no son relevantes para la presente discu-
sión. Debe advertirse, sin embargo, que (5) constituye un esquema sencillo de una
representación mental, que solo ilustra su forma general.
Jorge lván Pérez Silva 441
~
(Forma Lógica) [Fe whoi didi [F1you ti play with ti]] [whodidyouplaywith]
(Forma Fonética)
22
Nótese que los términos inferencia, deducción, conclusión son confusos dado que
nos invitan a concebir un estado (el conocer distintas cosas) como si fuera un proceso.
23
Existe una enorme cantidad de literatura acerca de este vínculo que constituye el
campo de la fonología generativa. Un artículo particular que vale la pena leer por su
análisis de estos asuntos es Bromberger y Halle (1992)
444 Homogeneidad versus heterogeneidad en el lenguaje
2
-1 El nivel de representación de forma lógica se postula para dar cuenta de algunos
fenómenos que no nos conciernen aquí; la relación entre este nivel y la estructura-Ses
la misma que se cumple entre los otros niveles, a saber, derivacional en el sentido que
se ha descrito antes.
25
Creo que es tan solo una cuestión terminológica si uno decide usar gramática en
este sentido restringido o si uno lo amplía con el fin de incluir las condiciones de uso de
las formas generables. Lo que importa es considerar que el conocimiento lingüístico
comprende estos diferentes aspectos fundamentales .
Jorge Iván Pérez Silva 445
26
Sería in teresante explorar si u na forma es más usada que la otra por diferentes
segmentos de diferentes comunidades o si es que la primera forma aparece más en
ciertas situaciones comunicativas y la segunda, en otras situaciones. Sin embargo estas
pesquisas dialectológicas, en sentido amplio, nos alejarían del propósito del presente
trabajo.
446 Homogeneidad versus heterogeneidad en el lenguaje
27
Otra vez, tal como lo sostuve en la nota 25, cabe notar que el uso de la palabra
gramática no es prerrogativa exclusiva de nadie. Las reglas o principios que gobiernan
la construcción de textos (orales o escritos) constituyen lo que se conoce como Gramá-
Jorge Iván Pérez Silva 447
tica del texto o Gramática del discurso (Van Dijk 1977) y comprende distintos tipos de
conocimiento además del «gramatical» en el sentido restringido generativista. Ambos
sentidos de gramática pueden ser ejemplificados por el uso de los artículos definido e
indefinido: la gramática en el sentido restringido genera frases con cualquiera de los
artículos, pero el uso particular de ambas frases se encuentra gobernado por condicio-
nes semánticas o contextuales que pertenecen a la gramática en el sentido amplio.
448 Homogeneidad versus heterogeneidad en el lenguaje
28
Es irrelevante para nuestra discusión si conceptualizamos este conocimiento como
generado por una regla de reescritura o por la fijación del valor de algún parámetro
direccional. El resu,l tado es que el hablante conoce que el objeto sigue a la preposición.
Jorge Iván Pérez Silva 449
líder laboral, por ejemplo, domina un rango mayor de variedades que una
ama de casa de clase media suburbana. (1971: 350)
29
La descripción de Bailey (1973: 174) de este proceso presenta una historia que,
aunque claramente basada en un estereotipo occidental, resulta ilustrativa:
30
Algunas aproximaciones generativistas a la adquisición del lenguaje (cf. Flynn
1987) desarrollan su trabajo basadas en una asunción más o menos similar. Crean
teóricamente un aprendiz ideal que es caracterizado por rasgos que se encuentran en
diferentes niños reales. Esto pasa por alto el hecho de que cada individuo atraviesa un
desarrollo particular que determina su conocimiento lingüístico particular; por esta
razón resulta inadecuado referirse a estas entidades teóricas creadas a partir de datos
compuestos como el aprendiz de japonés o el aprendiz de inglés. Debo esta observación a
James Lantolf.
Jorge Iván Pérez Silva 455
8. Conclusión
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La doctrina de los dos puntos de vista
Yale University Press, 1983; íd., Knnt's Theory of Freedom. Cambridge: Cambridge
University Press, 1990. Allison cree que interpretar a Kant desde alguna versión de esta
teoría es la única manera de salvarlo de sucumbir a la contradicción.
Pablo Quintanilla Pérez-Wicht 463
2
Una interesan te discusión acerca de los límites de la adscripción de acciones a un
agente, así como sobre si podemos realizar acciones no-intencionales, se pu ede encontrar
en los artículos de Donald Davidson «Agency» e «Intending», ambos en Essays on
Actions and Events. Oxford: Oxford University Press, 1980. Este es, sin embargo, un
tem a en sí mismo y está más allá de los intereses de este artículo.
3
Cfr. STRAWSON, Peter. «Freedom and Resentment» . En: F1scHER y RAv1zzA. Perspec-
tives on Moral Responsibility. Cornell University Press, 1993, p. 52; íd., Skepticism and
Naturalism. Some Varieties. Nueva York: Columbia University Press, 1985, p. 36.
4
STRAWSON, Peter, ob. cit., p . 36.
464 La doctrina de los dos puntos de vista
5 Hay varias posibilidades en esta tesis. La versión más débil sostiene que la realidad
es en sí misma física aunque también puede ser descrita corno mental, solo que la
descripción mental es irreducible a la física. Esta es la posición de Daniel Dennett. Cfr.
DENNEIT, Daniel. Brainstorms: Philosophical Essays on Mind and Psichology. MIT Press,
2. 981; íd., The Intentional Stance, MIT Press, 1987; íd., «The Interpretation of Texts, People
and Other Artifacts». Philosophy and Phenomenological Research, vol. 50, otoño de 1990,
pp. 177-194; íd., Consciousness Explained. Londres: Penguin Books, 1991; íd., «Real Pat-
terns». The Journal of Philosophy, vol. 88, 1991; íd., Kinds of Minds: Towards and Under-
standing of Consciousness. Nueva York: Basic Books, 1996. La versión más radical
sostendría que la realidad no es en sí misma física ni mental; de lo único que se podría
predicar «físico» o «mental» es de la descripción que hacernos de la realidad. Esta parece
ser la posición de Rorty. Cfr. RoRTY. «Inquiry as Recontextualization: An Anti-dualist
account of Interpretation». En: RoRTY. Objectivity, Relativism and Truth. Philosophical Pa-
pers Volume One. Cambridge: Cambridge University Press, 1991. Aunque Strawson
está más cerca de la tesis más débil, por momentos da la impresión que se desplazara
hacia la más radical, lo que hace que su posición sea ambigua. Más adelante sostendré
que él mismo no está seguro del lugar que desea ocupar en este espectro.
6
STRAWSON, Peter., ob. cit., pp. 38 y 53.
7
lb., pp. 44 y 65.
8
Llamaré a alguien «anti-realista acerca de x» si cree que no hay hechos acerca de los
atributos de x independientes de una descripción de x. Para una discusión en torno del
anti-realismo, cfr. DuMMEIT, Michael. Truth and other Enigmas. Harvard University Press,
1980; PUTNAM, Hilary. Representation and Reality. MIT Press, 1996; íd., Reason, Truth and
History. Cambridge: Cambridge University Press, 1982.
Pablo Quintanilla Pérez-Wicht 465
(i) La instancia del diseño (the design stance). Con esta descripción,
si conocemos el programa que gobierna un sistema, podemos prede-
cir sus estados futuros y explicarlos.
(ii) La instancia física (the physical stance) . Con esta descripción
podemos predecir y explicar los estados futuros de un sistema toman-
do en consideración los estados pasados y presentes, así como las le-
yes naturales.
(iii) La instancia intencional (the intentional stance). Con esta des-
cripción atribuimos racionalidad a un sistema, con lo cual se hace
posible la comunicación y atribución de estados mentales. Comenza-
mos asumiendo que los agentes comparten nuestra misma racionali-
dad, es decir, una interconexión consistente entre creencias, deseos y
acciones. Después de cierta interacción con el agente, probablemente
revisaremos nuestras atribuciones para hacerlas más plausibles a la
luz de nueva evidencia. Dice Dennett: «Las explicaciones intencionales
explican un trozo de comportamiento, una acción o inacción, hacién-
dola razonable a la luz de ciertas creencias, intenciones y deseos atri-
buidos al agente». 9
(iv) La instancia personal (the personal stance). Esta sería la instan-
cia intencional más la atribución de compromisos y obligaciones mo-
rales. Aunque Dennett prefiere separar la instancia intencional de la
personal, sospecho que tal separación es forzada, en tanto la atribu-
ción intencional ya implica un nivel normativo que incluye compro-
misos morales. 10 En todo caso, la tesis de Dennett es que no hay in-
compatibilidad entre estas instancias, y que ninguna descripción tiene
prioridad sobre la otra. Así, rechaza la tesis reduccionista de que, en
caso de oposición, la descripción física desplaza a la intencional.11
9
DENNEIT. «Mechanism and responsibility». En: BRA1NSTORMS, ob. cit., p. 253. Esta y
todas las demás traducciones son mías. Mediante el uso del «principio de caridad»,
Davidson diría que el intérprete también adscribe su propia racionalidad al agente
haciendo después las modificaciones apropiadas: «En nuestra necesidad de hacerlo
inteligible, intentaremos una teoría que lo haga consistente, un creyente de verdades y
un amante del bien (todo según nuestros propios criterios, es innecesario decirlo)» .
DAVIDSON, Donald. «Mental Events». En: DA vmsoN, Donald. Essays on Actions and Events.
Oxford: Oxford University Press, 1980, p. 222.
10
Para una argumentación en esa dirección, cfr. MAcDowELL, John. Mind and World.
Harvard University Press, 1994; MOYA, Carlos. The Philosophy of Action. Cambridge:
Polity Press, 1990.
11
DENNETT, Daniel, art. cit., p . 234.
466 La doctrina de los dos puntos de vista
12
NAGEL, Thomas. «Subjective and objective». En: NAGEL, Thomas. Mortal Questions.
Cambridge: Cambridge University Press, 1979, p. 198.
13
Ib., p. 212.
Pablo Quintanilla Pérez-Wicht 467
Y más adelante:
14
Ib., p . 201. Cfr. «What is it Like to be a Bat». En: NAGEL, Thomas. Mortal Questions.
Cambridge: Cambridge University Press, 1979.
15
Ib., p. 212.
16
NAGEL, Thomas. «The Problem of Autonomy». En: NAGEL, Thomas. Mortal Ques-
tions. Cambridge: Cambridge University Press, 1979, p. 37.
17
Cfr. «Mental events» y «Actions, Reasons and Causes». En: DAVIDSON, Donald.
Essnys on Actions and Events. Oxford: Oxford University Press, 1980.
468 La doctrina de los dos puntos de vista
[... ]
19
STRAWSON, Peter, ob. cit., p .36.
470 La doctrina de los dos puntos de vista
2
º lb., p . 53.
21
Un camino alternativo sería sostener que si no hay nada que podamos decir de la
cosa en sí, tampoco podemos decir que es la realidad, con lo que tendremos que reconocer
que hay una realidad física y una mental. Esta sería una versión de dualismo cartesiano
en modo anti-realista.
Pablo Quintanilla Pérez-Wicht 471
también
22
STRAWSON, Peter, ob. cit., p. 65.
23
Ib., p. 45.
472 La doctrina de los dos puntos de vista
curso que no solo versa acerca del mundo y nuestros conceptos, sino
también acerca de los diversos discursos que constituimos para en-
tender el mundo y para entendemos mejor a nosotros dentro de él.
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1
El Diccionario de Lingüística de Dubois llama deverbales a los sustantivos derivados
de verbo. No indica ningún nombre para los adjetivos derivados de verbos (Du!lrns,
Jean et al. [1973]. Diccionario de lingüística. Versión Inés ÜRTEGA y Antonio DoMfNGUEZ.
Dirección y adaptación Alicia YLLERA [Dictionnaire de linguistic. París: Larousse]. 2da. ed.
Madrid: Alianza, 1983, p. 188). No parece haber ningún motivo para excluir a los adje-
tivos de tal denominación. Esta parece ser la opinión, por ejemplo, de Cerrón-Palomi-
no, al describir procedimientos de este tipo en el quechua (CERRÓN-PALOMINO, Rodolfo.
Lingüística quechua. Cuzco: Bartolomé de las Casas, 1987, pp 268). Sin embargo, aquí
trataremos principalmente el proceso de asignación temática en la deverbalización
sustantiva. Para una explicación de las consecuencias léxicas y morfológicas de la
deverbalización, véase RooRfGUEZ MoNDOÑEDO, Miguel. Las preposiciones como asignadores
de rol q en las FN deverbales. Tesis para optar el título de Licenciado en Lengua y Litera-
tura con mención en Lingüística Hispánica. Lima: Pontificia Universidad Católica del
Perú, 1998.
476 Preposiciones y roles e en deverbales
2
Como quedará claro en la discusión siguiente, estamos excluyendo la posibilidad
de que nos encontremos ante ítemes léxicos distintos ante cada interpretación posible
de la preposición.
3
BosQUE, Ignacio. Las categorías gramaticales. Relaciones y diferencias. Madrid: Síntesis,
1990, p . 193, ha visto en el nombre genérico de esta categoría - partículas las llama a
veces la tradición gramatical, partezillas las llamó Nebrija- un síntoma de desinterés.
4
CHOMSKY, Noam. (1970] «Observaciones sobre la nominalización». En: JACOBS, R. y
P.S. RosEMBAUN (eds.). Sintáctica y semántica en la gramática generativa. Tr. Carlos Peregrín
ÜTERü. Madrid: Siglo XXI, 1979, pp . 25-77
5
B!CKERTON, Derek (1990]. Lenguaje y especies. Versión Miguel Ángel VALLADARES
ÁLVAREZ [Language and Species. University of Chicago]. Madrid: Alianza, 1994, p . 249.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 477
Así, por ejemplo, una frase como «Esta bandera tan roja», aunque
en conjunto describe una entidad individualizada, tiene por núcleo
(Xº) a la categoría abstracta bandera, que no designa a ninguna ban-
dera en concreto sino a la clase genérica; bandera ha sido comple-
mentada (X') con la frase «tan roja», que designa un rasgo posible de
las banderas concretas; además, ha sido especificada (X") por el de-
terminante esta, que puntualiza su proximidad respecto del hablante.
De esta manera, los sintagmas son concebidos como mecanismos au-
tomáticos para ir de la clase a lo individual.
También la frase preposicional satisface esta generalización. Como
apunta Bickerton, 6 los núcleos de las FP representan vinculaciones
genéricas como lugar, dirección o posesión; sus complementos seña-
lan casos concretos de tales relaciones y sus especificadores ofrecen
particularizaciones relativas a la cantidad, la duración, la probabili-
dad, etc. Así, por ejemplo, la FP «casi en la calle» expresa en su cabe-
za en una relación de lugar concretada con el complemento la calle, la
que se ha especificado en términos de cantidad con casi.
Aunque reconozcamos que una explicación como la anterior in-
troduce un criterio distinto al puramente sintáctico en la descripción
sintagmática, no nos privamos de considerarla satisfactoria pues nada
nos impide comprobar las hipótesis gramaticales con datos externos
(en este caso, de corte más bien semántico). Como el propio Bickerton
afirma, la estructura de la frase en niveles jerárquicos constituye una
especie de plantilla para organizar la información léxica, un mecanis-
mo automático para relacionar las representaciones aseguradas en el
léxico con las exigencias de la gramática (sin tal estructura, conceptos
como gobierno, caso o movimiento tendrían un poder explicativo mu-
cho menor).
De esta manera, se garantiza la capacidad de la preposición para
constituir sintagmas preposicionales, de suerte que, lejos de buscar
oportunidades para negar esta posibilidad, resulta más interesante
encontrar explicaciones para los casos en los que tal capacidad pare-
ce en entredicho. En efecto, la argumentación, si bien sostiene a la
frase preposicional como un sintagma pleno, no asegura que deba
identificarse una FP en toda aparición de una expresión preposicional.
En otras palabras, al aparecer - por ejemplo- de, ¿estamos siempre
ante una FP?
6
BICKERTON, Derek, ob. cit., p. 250.
478 Preposiciones y roles 8 en deverbales
7
F1LLMORE, C harles [1966] . «Hacia una teoría moderna de los casos». En: CONTRERAS,
Heles (comp.). Los fundamentos de In gramática transformacional. Tr. Heles CoNTRERAS [Proyect
on Linguistic Analysis Report, n.º 13, pp. 1-24]. Sta ed. México: Siglo XXI, 1976, p. 53.
8
HERNANZ, María Llui:sa y José María BRUCART. La sintaxis. 1. Principios teóricos. La
oración simple. Barcelona: Crítica, 1987, p. 36.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 479
9
Adviértase que el argumento léxico manifiesta también un tinte semántico, aunque
en un sentido más restringido que la argumentación de Bickerton.
10
HERNANZ, María Llu1sa y José María BRUCART, l. cit., observan que la proyección
verbal, lo mismo que la preposicional, también puede producir frases agramaticales si
no se respetan sus condiciones léxicas: *«Luis tiene». Estos hechos se han generalizado
en el Principio de Proyección (CttoMSKY, Noam. Lectures on Government and Binding.
Dordrecht: Foris, 1981, p. 29).
11
Cfr. JAEGGLI, O. On Sorne Phonologically-Null Elements in Syntax. Doctoral disserta-
tion. Cambridge, Massachusetts: MIT, 1980. Citado por: ZUB!ZARRETA, María Luisa. «The
Relation between Morphophonology and Morphosyntax: the Case of Romance
Causa tives». Linguistic Inquiry, vol. 16, n.º 2, 1985, p. 251. Zubizarreta extiende también
la consideración de falsa preposición a por cuando aparece en la frase agentiva de una
oración pasiva, pero tal idea es más discutible por cuanto es imposible rechazar la idea
de que por aquí asigne caso.
480 Preposiciones y roles e en deverbales
16
Ib., pp. 227-230.
17
VERGNAUD, Jean-Roger. Dépendances et niveaux de représentation en syntaxe.
Amsterdam: John Benjamín, 1985.
18
Esto la asemeja a la Asignación Excepcional de Caso (HAEGEMAN, Liliane. Introduc-
tion to Government and Binding Theory. 2da. ed. Cambridge: Blackwell, 1991, pp. 158-
163).
482 Preposiciones y roles 8 en deverbales
19
CHOMSKY, Noam, ob. cit., p. 232.
20
LORENZO, Guillermo y Víctor Manuel LONGA. Introducción a la sintaxis generativa.
Madrid: Alianza, 1996, p. 101.
21
CttoMSKY, Noam, l. cit.
22
En realidad, la distinción surge a partir de la necesidad de explicar por qué la
inserción de of no licencia las FN en oraciones como *«My belief offohn to be honest», que
continúa siendo agramatical pese a of La respuesta surge al considerar que belief no
asigna rol temático a Jolm sino a toda la cláusula infinitiva, por lo que no puede asignarle
caso inherente (HAEGEMAN, Liliane, ob. cit., pp 164-165).
Miguel Rodríguez Mondoñedo 483
23
Aquí repetimos por comodidad las palabras plenas correspondientes a cada
elemento del Léxico. Debe tenerse en cuenta que se trata de un repertorio de haces de
rasgos semánticos, formales y fono lógicos.
24
5<:ALISE, Sergio [1984]. Morfología generativa. Tr. de José PAZO; adaptación al español
de Soledad VARELA [Generatíve Morpholog,.;. Dordrecht: Foris]. Madrid: Alianza, 1987, pp.
117-119.
25
Esto se comprueba a partir de oraciones como «El fusilamiento es una pena muy
cruel», donde no se han descargado los roles del deverbal. Se trata de la diferencia entre
deverbales «estativos» (que ya no tienen roles, como en la oración mencionada aquí) y
«temáticos» (que los mantienen, como en (6)). La absorción del rol por parte del sufijo
convierte a ambos tipos de deverbal en la misma entrada léxica (ver RODRÍGUEZ
MoNDOÑEDO, Miguel, ob. cit.).
484 Preposiciones y roles e en deverbales
26
Hay que cuidarse de creer que se deriva del Filtro del Caso. Que la FN necesite
caso es un primitivo de la Gramática, pero de allí no se sigue que de no proyecte FP.
27 NúÑEZ DEL PRADO, Zelmira. Dominios argumentales. Memoria para optar el grado de
2. Preposiciones y Roles 8
28
Cada argumento recibe uno y solo un rol 8, y cada rol 8 se asigna a uno y solo a
un argumento (CHOMSKY, Noam, ob. cit., p. 36).
29
Voy a usar corchetes como mecanismo metalingüístico para indicar que me refiero
a las frases.
486 Preposiciones y roles 8 en deverbales
otorga roles: una posición interna (la de Pedro) y una posición externa
a la proyección (la de la casa). En (10), el e locativo no puede haber
sido asignado por el verbo, pues [la casa] no es argumento de caminar;
en este último caso, tampoco puede argüirse que [la casa] es un ele-
mento locativo por sí mismo, pues en otras construcciones recibe otros
roles e, como se puede observar en (11), donde la misma construcción
recibe la interpretación de meta. Asimismo, (12) ofrece para [bastón]
una interpretación de instrumento, que solo le puede haber sido otor-
gada por la preposición. En todos estos casos, la preposición encabe-
za a frases no argumentales del verbo.
Sin embargo, es posible observar frases argumentales del verbo
encabezadas también por preposiciones, tal como se muestra en:
30
DEMONTE, Violeta. Teoría sintáctica: de las estructuras a la rección. Madrid: Síntesis,
1989, p. 78.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 487
transmite el es
1 +
(15) [. El ratón ] fue captur-ado t.
1 L____t
absorbe
LJ por [el gato]
L____t
asigna el ed
es y ed
+
MOVIMIENTO DE LA FN INTERNA
31
NúÑEZ DEL PRADO, Zelmira, ob. cit., p. 56.
32
Serán es los roles que se asignen a la posición de sujeto, y ?d, los roles que se
asignen a la posición de objeto directo. Esto constituye una generalización relevante
porque no todo es ni todo ed es siempre el mismo. Así, si la estructura argumental de
destruir es: destruir (1,2) la oración: [FNi Los bárbaros] destruyeron [FNi la ciudad] se
interpreta correctamente si FNl tiene un e agente y FN2, un e paciente. Los e se asignan
a posiciones en la estructura y no a elementos de por sí, como lo prueba el contraste
entre estas oraciones: (a) [El misil) destruyó [la ciudad) (b) [La ciudad) destruyó [el
misil). Si estas oraciones se interpretan en distinta forma es porque las FN comprometidas
están en distinta posición subyacente. Si se interpretan igual, están en la misma posición.
Esto significa que la posición no es un concepto relativo a la linealidad del enunciado
sino a sitios en la proyección sintáctica; de modo que, si ofrecemos para las FN de las
oraciones de (a y b) la misma interpretación, deberemos conceder que se encuentran en
la mism a posición, aunque su presentación lineal no sea la misma.
33
JAEGGLI, Osvaldo. «Passive». Linguistic Inquiry, vol. 17, n. º 4, 1986, pp. 582-622.
488 Preposiciones y roles 9 en deverbales
Esto supone que, para que por asigne es, el sufijo pasivo debe trans-
mitírselo, pues el es del verbo en:
(21) Criterio e.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 489
Cada argumento soporta uno y solo un rol 8 y cada rol 8 está asig-
nado a uno y solo a un argumento. 34
(22) a. [8
AGENTE
Juan] abrió la puerta.
b. [8
INSmUMENTAL
La llave] abrió la puerta.
c. pro8 Abrió la puerta.
AGENTE
34
CHOMSKY, Noam, ob . cit., p. 36.
35 Esto ha sugerido a Lasnik una ampliación del Criterio 8, basada en consideraciones
funcionales (LASNIK, Howard. «Subjects and the 8-Criterion». Natura l Language & Lin-
guistic Theory, vol. 6, n. º 1, 1988, pp. 1-17).
490 Preposiciones y roles e en deverbales
36
Tal problema será tratado en una investigación general acerca de la estructura
temática de la derivación verbal, que estamos preparando.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 493
37Sin embargo, parece existir un «orden no-marcado» (esto es más «na tural») en la
construcción «La destrucción de A de B», tal que se interpretan normalmente el primer
de como ed y el segundo, como es.
494 Preposiciones y roles 8 en deverbales
38
Un rol se destruye cuando no puede ser transmitido ni permanece latente. Un rol
latente será aquel que no puede ser asignado. Para mayor justificación empírica de
estos conceptos, ver RooRfGUEZ MüNDOÑEDO, Miguel, ob. cit.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 495
1 +
(61) La destrucción de la ciudad
1 t
ABSORBE
LOS ROLES ASIGNA EL ROL TRANSMITIDO
498 Preposiciones y roles 9 en deverbales
- ción: absorbe los roles temáticos del verbo base (destruir); esto im-
plica que estos quedan en estado latente, no accesibles al Criterio Te-
mático ni al Principio de Proyección. Esto trae dos consecuencias:
(i) no es obligatorio que los roles se asignen y (ii) el nominal no puede
proyectar posiciones para la asignación de los roles e. Sin embargo,
estos pueden ser transmitidos para su asignación a través de una pre-
posición con capacidad para capturarlos.
de:captura el rol temático latente en el deverbal gracias a la absor-
ción hecha por el sufijo. La posibilidad de capturar roles no propios es
una propiedad léxica de la preposición. De tiene la posibilidad de cap-
turar es y 8d; por eso, (61) es ambigua: puede significar que la ciudad
fue destruida o que la ciudad llevó a cabo alguna destrucción (en
cualquiera de los dos casos, el otro rol queda latente).
Este análisis permite establecer las siguientes características gene-
rales para los deverbales sustantivos (nominales):
39
En especial CttOMSKY, Noam, ob. cit.; DEMONTE, Violeta, ob. cit.; ZUBIZARRETA, María
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GRIMSHAW, Jane. Argument Structure. Brandeis University, tiposcrito, 1989.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 499
5. La Preposición de
(63) de e propios
es ed
De acuerdo con esta descripción, de sale del léxico con sus roles
propios (por ejemplo, con el posesivo) y con una posición abierta, re-
presentada en (63) con la línea continua, a donde pueden llegar, para
ser asignados, el es o el ed, que son roles transmitidos por el dever-
balizador; así se asegura la capacidad de la preposición para captu-
rar estos roles. La ambigüedad posible entre roles (propios o transmi-
tidos) se señala con las llaves.
Esta explicación nos evita distinguir entre distintos tipos de de y
convierte a la preposición en un pleno asignador de roles temáticos.
Efectivamente, si el rol se transmite, entonces debe ser asignado, pues
de lo contrario no se satisface el Criterio Temático. Esto significa que,
al menos para el caso de frases nominales encabezadas por deverbales,
estamos ante preposiciones plenas.
Por esta razón, no estamos de acuerdo con Demonte cuando afir-
ma que:
[... ] las preposiciones, más que asignar papel temático lo que hacen es
mediar en la proyección de un determinado papel, ser las transmisoras
de él.[ .. .] no son siempre núcleos léxicos equivalentes a los verbos o los
adjetivos y que, en este sentido, no "asignan" siempre papel temático.
The structure of theta-marking with Nouns requíres that only Prepositions which
are theta-transmitters will combine with Nouns to take arguments. [... ] It is critica[
500 Preposiciones y roles 8 en deverbales
in this solution that the preposition of acts like the other prepositions with respect
to theta-marking. [... ] there is no reason to view of as inserted, oras in any way
special, at least with argument-taking nominals.40
40
DEMONTE, Violeta, ob. cit., p. 78.
41
GRIMSHAW, Jane, ob. cit., pp. 158-159.
Miguel Rodríguez Mondoñedo 501
42
CttOMSKY, Noam, ob. cit., pp. 227-230.
43
Puede objetarse, sin embargo, que en estos casos nos encontremos realmente
frente a FN con cabeza elidida.
44
ZumzARRETA, María Luisa, ob. cit., p. 55.
45
Correlato clitizado de «On pourrait décrire la destruction de la vil/e» .
46
Correlato clitizado de «On pourrait décrire l'amour de couleurs» .
502 Preposiciones y roles 8 en deverbales
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1 EcHEV ARRÍA, Arturo. Lengua y literatura de Borges. Barcelona: A riel, 1983, pp. 19-20.
510 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
2
Ver ALAZRAKI, Jaime. La prosa narrativa de Jorge Luis Borges. Madrid: Credos, 1974.
pp. 43 y SS.
3
EcHEVARRÍA, Arturo, ob . cit., pp. 26-27.
4
BoRGES, Jorge Luis. Obras completas. Barcelona : Círculo de Lectores, 1992, tomo II,
pp . 209-302.
Héctor H.G. Velásquez 511
5
No deja de ser curioso el hecho de que la enciclopedia española Espasa-Calpe sí
contenga un artículo sobre «Juan Wilkins», el cual, al parecer, coincide casi punto por
punto con esos «veinte renglones» que Borges le reprocha al artículo suprimido de la
Británica; acaso se trata de una traducción o adaptación de esta. La decimoquinta edición
de la Enciclopedia Británica, en su reimpresión de 1995, persiste en la omisión notada por
Borges.
6
Eco, Umberto. La búsqueda de la lengua perfecta. Barcelona: Grijalbo Modadori, 1996
(original en italiano de 1994), cap. XII. La serie mencionada comprende, entre otros, a
Dante, a Ramón Llull, a Descartes, a Leibniz y, más recientemente, al doctor Zamenhof,
creador del esperanto.
7DuB01s, Jean et al. Diccionario de lingüística. Madrid: Alianza, 1979 (original en francés
de 1973), p . 26. Se considera al chino como ejemplo paradigmático de lengua analítica.
512 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
8
Ver O'GRADY, William et al. Contemporary Linguistics. Nueva York: St. Martin's
Press, 1993, pp. 314-315.
9
Para una visión crítica de esta clasificación de lenguas, puede verse SwADESH, Mamicio.
El lenguaje y la vida humana. México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1966, pp. 273-
276. Allí se considera, por ejemplo, al castellano como una lengua «moderadamente
sintética», categoría esta última que aparece por contraste con la de lengua analítica.
10
BoRGES, Jorge Luis, l. cit.
Héctor H.G. Velásquez 513
4. El Análisis Lingüístico
11 lb.
12
Eco, Umberto, ob. cit., p . 205.
514 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
Idioma de Wilkins 13
de «elemento»
deb «fuego» (= el primero de los elementos)
deba «llama» (= porción de fuego)
det «meteoro que aparece»
deta «arco iris»
deta «halo»
Idioma de Letellier
a «animal»
ab «mamífero»
abo «carnívoro»
aboj «felino»
abaje «gato»
abi «herbívoro»
abiv «equino»
13
En este corpus, los tres primeros términos son de Borges y los tres siguientes, de
Eco. Este último escribe, citando a Wilkins, deba por «llama»; más adelante, indica que
deba se traduce por «cometa».
Héctor H.G. Velásquez 515
te en dicho texto tres unidades de él, frente a las siete del idioma de
Letellier y trece en el caso de Sotos Ochando; es factible suponer que
Borges se haya sentido más libre de desplegar su imaginación, cierta-
mente inspirada en el caso real de Wilkins, en lenguas también artifi-
ciales, pero, además, inexistentes. De hecho, de las tres listas, solo la
tercera ofrece realmente un desafío al análisis morfológico, si se en-
tiende este como la formulación de hipótesis con relación a la seg-
mentación, a la sustitución y a la atribución de un valor semántico a
cada una de las unidades obtenidas a través de los dos primeros pro-
cesos. En efecto, mientras que, en las dos primeras listas, los elemen-
tos primitivos o raíces aparecen de manera explícita al inicio, en el
caso del idioma de Sotos Ochando, esas raíces básicas deben ser (pue-
den ser) deducidas por el lector. Así, es probable que la raíz im- tenga
un valor aproximado al de (proceso de) «construcción»; el sufijo - a,
que aparece a continuación, podría tal vez significar «edificación»
(en tanto producto del proceso); en esa misma posición podría apare-
cer también, según el corpus propuesto, el sufijo -e que podría
interpretarse como «elemento estructural» (de una construcción); los
sufijos restantes se encargarían de especificar más aun a cada objeto
particular: tal vez -f corresponde a un sufijo relativo a la finalidad
médica de la edificación y - r, su orientación hacia la vivienda, por
ejemplo. No deja de resultar muy típico de Borges el hecho de que las
glosas finales de la lista sean, en español, dos palabras polimor-
femáticas relacionadas semánticamente y que difieren en el idioma
de BSO únicamente en un sonido: nos deja así la intriga respecto de si
bire es, en la lengua en cuestión, solo una raíz o si, como en español,
está formada, a su vez, por otros elementos significativos mínimos.
Algo que puede notarse, además, como rasgo común a las tres lis-
tas, es el hecho de que, en todos los casos, parece tratarse de procesos
de derivación muy poderosos y, presumiblemente, también muy pro-
ductivos. Esto, en principio, supondría un aumento de la economía
funcional de estas lenguas en relación con las lenguas naturales. En
cambio, no hay en el corpus presentado evidencia alguna de la pre-
sencia de afijos flexivos, esto es, morfemas que introduzcan rasgos
estrictamente gramaticales, tales como, por ejemplo, lo son en espa-
ñol el número, el modo o el tiempo verbal. Para el caso de la lengua de
Wilkins, Eco advierte de la existencia de las llamadas partículas tras-
cendentales, postuladas a inspiración de las gramáticas latinas, que
son terminaciones «que transforman el masculino en femenino y el
516 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
14
Eco, Umberto, ob. cit., p . 208.
15 Ib.
Héctor H.G. Velásquez 517
16 Para una buena síntesis del tipo de problemas morfológicos que enfrenta
cotidianamente un lingüista, puede consultarse con provecho del trabajo de Jesús Pena
«Sobre los modelos de descripción en morfología», en el que se discute la pertinencia de
los modelos fundamentales de la morfología contemporánea, a saber, IA («Item and
Arrangement» o «Unidad y distribución»), IP («Item and Process» o «Unidad y proceso»)
y WP («Word and Paradigm» o «Palabra y paradigma») para el tratamiento de tales
problemas.
17 BoRGES, Jorge Luis, ob. cit .. A modo de ilustración, se ofrece, en un Anexo, un
cuadro de las nociones generales de Wilkins que aparece en la obra de Eco citada aquí.
518 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
18
Ver ECHEVARRfA, Arturo, ob. cit., p. 22.
19
BoRGES, Jorge Luis, ob. cit., p. 81.
Héctor H.G. Velásquez 519
Probablemente, más allá del contenido mismo del texto en el que Borges
alude al intento fallido de crear una lengua universal, resulte alta-
mente significativo el hecho de que Borges haya elegido ese tema para
presentarlo en una colección de ensayos no exentos de valor ficcional.
Tal vez es posible leer en esta elección una de las preocupaciones cons-
tantes en la obra de Borges, a saber, la relación del lenguaje con el
mundo. En el texto analizado, se atribuye el fracaso de este intento, y
el de la enciclopedia china 20 y el del Instituto bibliográfico de Bruselas
y el de cualquier otro análogo a lo siguiente: «notoriamente no hay
clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón
es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo». Unas cuantas
líneas más abajo, añade: «Cabe ir más lejos, cabe sospechar que no
hay universo en el sentido orgánico, unificador que tiene esta ambi-
ciosa palabra». 21 De esto se desprende un tema que los críticos de la
obra de Borges han resaltado en todos los ámbitos en los que se ha
desarrollado aquella: su escepticismo respecto de nuestra capacidad
de conocer. Ese escepticismo se manifiesta en el texto de Wilkins de
manera acusada respecto del lenguaje: 22 este es intrínsecamente inca-
paz de proveer una visión clara, ordenada y total de la experiencia
del hombre en relación con el mundo y consigo mismo. Así, pues, a
pesar de su carácter artificial, el idioma analítico de John Wilkins puede
entenderse como una parábola de la limitación epistemológica congé-
nita inherente a todo lenguaje natural. Más aun, Borges proyecta este
20
Michel Foucault utiliza como base para el prólogo de su obra Las palabras y las cosas
las reflexiones que le suscitó la clasificación de la enciclopedia china que Borges presenta
en el texto que se analiza aquí.
21
Esta misma preocupación por la inasibilidad del universo aparece nítidamente
casi a modo de conclusión en «El Aleph». Allí, el narrador d eclara haber sido testigo del
«inconcebible universo» (subrayado nuestro).
22
Al parecer, Borges ha tomado parte de su escepticismo lingüístico de la lectura de
un filósofo alemán de los años veinte apellidado Mauthner, al cual, ciertamente, cita
entre sus fuentes para componer el texto sobre Wilkins. El asunto es presentado
ampliamente en DAP!A, Silvia G. «De la filosofía a la crítica del lenguaje: Fritz Mauthner
y Jorge Luis Borges». En: TORO, Alfonso de y Femando de ToRo (eds.) . Jorge Luis Borges.
Pensamiento y saber en el siglo XX. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana, Vervuet, 1999. Se
observa allí, como dato interesante, que una de las obras atribuidas a Pierre Menard
consiste en una comparación entre Llull, Leibniz y Wilkins.
520 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
23
TABUCCHI, Antonio. «Quizás no existió». Domingo, Suplemento del diario «La
República», n.º 65, 22 de setiembre de 1999.
24
Ver ScHENKEL, Elmar. «Circundando el entrecruzamiento, entrecruzando el círculo:
sobre Borges y Chesterton» En: TORO, Alfonso de y Fernando de TORO (eds.). Jorge Luís
Borges. Pensamiento y saber en el siglo XX. Madrid/Frankfurt: Iberoamericana, Vervuet,
1999. Por su parte, Alazraki hace notar que esa cita final aparece también en otros dos
ensayos de Borges: «Nathaniel Hawthorne» y «De las alegorías a las novelas» (ALAZRAKI,
Jaime, ob. cit., p. 27).
25
BoRGES, Jorge Luis, ob. cit.
Héctor H.G. Velásquez 521
Nociones generales26
GENERALES
RELACIONES
cosas
MIXTAS
trascen-
dentales RELACIONES
DE ACCIÓN ~ENERALES
partLARTICULARES
PALABRAS
CREADOR
cosas !PIEDRAS
imperfectas LMETALES
especiales
animadas
vegetativas
sustancias
ARBUSTOS
criaturas ÁRBOLES
perfectas
especies HOJAS
{
hierbas ~ORES
[EMILLAS
EXANGÜES
sensitivas ~P~CES
{ san!ruÍne PAJAROS
0
BESTIAS
inanimadas
ELEMENTOS
-
cantidad
{ TAMAÑO
ESPACIO
MEDIDA
PODER NATURAL
HÁBITO
cualidad MODOS
{ CUALIDADES SENSIBLES
ENFERMEDAD
accidentes
ESPIRJTUAL
CORPÓREA
acción
MOVIMIENTO
{
OPERACIÓN
ECONÓMICA
privada BIENES
{ PROVISIONES
relación
CIVIL
JUDICIAL
NAVAL
ECLESIÁSTICA
26
Figura tomada de Eco, Umberto, ob. cit.
522 «El idioma analítico de John Wilkins»: una lectura desde la morfología
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..
LITERATURA
Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de
Organización Discursiva
1
El DRAE define el término folclor como «conjunto de creencias, costumbres,
artesanías, etc. tradicionales de un pueblo»; la escritura de este término será uniforma-
da en delante de acuerdo con la ortografía del DRAE. Para las críticas del proyecto de
AARNE, A. y TttoMPSON, S. puede consultarse, entre otros, CoURTÉS, J. (1980), BREMOND, C.
(1980), MELETINSKY, E. (1984).
2
En particular el modelo clasificatorio de Steele Boggs, d. Morote Best (1953). El
distingo que hace MoROTE BEst (1987: 7, 8 n. 2) entre lo que llama «forma básica», «mo-
tivos», «episodios independientes» y «elementos narrativos individuales», se inspira
directamente en el esquema de S. TttOMPSON.
3
Cf. URBANO H . 1988.
4
Escribe MoROTE BEsT (1988:341) que «los factores de retraso en esta determinación
han sido, seguramente muchos: la extracción romántica de la actividad, la inercia cien-
tífica, la situación harto coloidal de no pocas áreas de las Ciencias Histórico-Sociales, las
connotaciones ideopolíticas que cualquier toma de posición podrían traer consigo, la
situación de cada quien en la sociedad a la que pertenece, o de ésta en la sociedad
global contemporánea, pueden ser algunos de ellos. Las consecuencias particulares
- generalizables en el retraso- no pueden sino hacerse visibles tras un frío análisis:
Formalismo, Eruditismo, Fraccionalismo, Acumulacionismo, Pragmatismo,
Anacoretismo ...».
Enrique Ballón Aguirre 529
5
Cf. MoROTE BEsT, E. (1988:342-343).
6
La etnología es el estudio de las razas y pueblos; la etnografía, la descripción de las
razas. El vocablo etnia tiene su origen en la raíz aEffíy significa: conjunto de individuos que
poseen características comunes de orden lingüístico, cultural, social y psicológico debido,
en la mayoría de los casos, a su origen comun. Cf. MEL'CUK, LA. et alii (1995:41, n. 6).
7
Cf. L1szKA, J.J. (1989) y la reseña de BALLóN AGUIRRE E. (1990b).
8
Independientemente de los paradigmas comunicativos, por ejemplo, el propuesto
por J. C. GoDENZZI (1984:189) que entiende por discurso «todo acto comunicativo media-
do lingüísticamente, en el que los participantes, a través de diversas estrategias, buscan
530 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
entenderse sobre algo», aquí empleamos el vocablo discurso dentro del paradigma
expresivo y con el significado que le otorga Ch. VoGEL (1995:66-67): «una estructura sui
generis, una totalidad de sentido o jerarquía de transformaciones operadas sobre con-
cepciones semióticas y representaciones semánticas. Antes de su manifestación, la es-
tructura discursiva en vez de destacar ideas o contenidos previamente constituidos, es
comparable a una organización puramente virtual. Esta estructura contiene y prevé de
manera obligatoria - como condición de coherencia- operaciones enunciativas que
deben actualizarse con miras a construir una totalidad de sentido, comprensible por y
para aquel que se constituye como sujeto de actualización. Ahora bien, la posibilidad de
instaurar una estructura discursiva, coherente e inteligible, no depende únicamente de
la autoridad de las instancias del discurso y sus competencias enunciativas; depende
también de las propiedades-procedimientos constitutivos de cada texto particular, sin
las cuales la comunicación intersubjetiva y la verificación de las interpretaciones estaría
dirigida al fracaso. En consecuencia, conviene precisar que no cualquier texto se deja
transformar en una organización discursiva (sin tener en cuenta, desde luego, los usos
abusivos o las lecturas que producen contrasentidos)».
9
El vocablo tradición nos llega del lat. traditio y del verbo tradere que siginifican, a la
vez, entregar y transmitir, es decir, una operación material y una operación cognoscitiva
o inmaterial: comunicar valores y creencias.
10
Etimológicamente, del lat. nobilis (digno de ser conocido) se desprenden noble e
innoble (que no debe ser conocido: ignorar) y narrar e inenarrable, conjunto de términos
que intervienen en ora la institucionalización ora la exclusión de los discursos literarios
en las sociedades marcadas por la impronta occidental.
11
Cf. LISZKA, J. J. (1989), BALLÓN AGUIRRE, E. (1990b) y RANCIÉRE, J. (1992:21).
12
BOGATYREV y JAKOBSON (1973:275) advertían que «al analizar las formas artísticas
folclóricas, es preciso evitar la aplicación mecánica al folclor de los métodos y los con-
Enrique Ballón Aguirre 531
ceptos adquiridos por el estudio del material histórico-literario» y, por consiguiente, «la
tipología de las formas artístico-folclóricas debe ser construida independientemente de
la tipología de las formas literarias [escritas]».
13
ITIER, C. (1997) y GODENZZI ALEGRE, J.C. (1999).
14
Cf. RASTIER, F. (1997:136-137).
15
Por ejemplo, D' ANs, A.M. (1975:41-42) ordena los mitos cashinagua en l. Los
mitos propiamente dichos; 2. Historias maravillosas; 3. Hazañas de brujos,
encantamientos y otros seres fabulosos; 4. Cuentos morales e inmorales; 5. Mitos histó-
ricos.
16
Este es el caso de BuRNS, D. H. (1977) y HORNBERGER, N. (1997).
532 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
17
Cf. BALLóN AGUIRRE, E. (1978) . MILLONES, L. (1986:125) afirmaba sin ambages que
«no existe ningún estudio sistemático de la tradición oral en el Perú»; 0Rnz REscANIERE,
A. (1986:195) confirmaba «las carencias y defectos que en general poseen las investiga-
ciones actuales» en materia antropológica son la «tendencia al estudio fragmentario;
faltan investigaciones de aliento global» y «pocas veces se hace una distinción
metodológica de forma y contenido», cosa que l. CHONATI et alii (1977:18) ya habían
notado al escribir que «en ningún momento los estudiosos del folclor, en el Perú, han
hecho un corte teórico y metodológico para lograr establecer un objeto real y un objeto
de conocimiento»; cf. HAGEN, U. (1962).
18
Cf. BALLÓN AGUIRRE, E. y GARCÍA-RENDUELES FERNÁNDEZ, M.(1978).
19 En criterio de E. CosERIU (1999:6), «la designación es la referencia a las cosas (estado
22
Cf. BALLÓN AcurRRE, E. (1995c).
23
Debemos tener en cuenta, en este extremo, que las significaciones de las palabras
varían según las clases discursivas en que se encuentran incluidas, debido a que en este
caso no se trata solo de nombrar (propiedad del léxico) sino de decir (propiedad de la
sintaxis y la semántica) esto es, de constituir una enunciación y, con ello, la determinació
de ciertas condiciones hermenéuticas de producción (genética de los textos) e interpre-
tación en discurso; cf. la definición del término clase en BALLóN AGUIRRE, E. y CERRÓN-
P ALOMINO, R. (en prensa), CosERIU, E. (1999:5).
24
Cf. BALLÓN AGUIRRE, E. y CERRóN-P ALOMINO, R. (1992, en prensa). Los críticos litera-
rios suelen «categorizar» la literatura oral a partir de enumeraciones caóticas como la
de TORO MoNTALVO, C. (1990:LVI) que, amparándose en su «pasión literaria» (la «pasión»
como justificación de toda deturpación) pasa, como si nada, por encima de la naturaleza
migratoria de los relatos de literatura oral y, en cuanto criterio de ringlera, secunda la
estática división geográfica del país en tres regiones (costa, sierra y selva) para organi-
zar su antología de relatos orales; de esta manera, se tiene por «categorías» (1990:XVI)
lo que no es más que un auténtico ringorrango: mitos de l. dioses, 2. de la creación, 3.
de diluvio, 4. de origen, 5. geográficos, 6. de huacas, 7. de idolatrías, 8. de música, 9. de
magia y hechicería, 10. de costumbres, 11. fantásticos, 12. sobre cabezas voladoras,
mounstruos (sic), antropófagos y fantasmas, 13. de los demonios, 14. sobre los sacrifi-
cios, 15. de los amantes, 16. del agua, 17. de los pícaros, 18. de los animales, 19. del mar,
20. sobre duendes, gigantes y enanos, 21. modernos ...
534 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
25
GREIMAS, A. J. (1976:214) advierte que «cada cultura posee su propia tipología de
los géneros».
26 PORRAS BARRENECHEA, R. (1970:23-24) al pasar revista al Vocabulario de González
Holguín, encuentra una nomenclatura que organiza el relato oral quechua: «palabras
especiales para significar el relato de un simple suceso, el relato de fábulas de pasatiem-
po (sauca hahua rucuycuna), contar fábulas o vejeces (hahuaricuni), contar cuentos de
admiración fabulosos (hahuari cuy simi), referir un ejemplo temeroso (huc manchay
runap cascanta hueca ripus caiqui) y, por último, un vocabulario para expresar el canto o
relato de lo que ha pasado y contar ejemplos en alta voz a muchos (huccaripuni) . Al
contador de fábulas se le llamaba hahuaricuk».
27
LÉVI-STRAuss, C. (1962:18) decía que en los relatos orales «el mundo animal y el
mundo vegeral no son utilizados solamente por el hecho de estar ahí, sino porque ellos
proponen al hombre un método de pensamiento», pero ya CASSIRER, E. (cit. por LLOBERA,
J. R. 1973:128) había advertido que «cuando estudiamos ciertas formas muy primitivas
de pensamiento religioso y mítico - por ejemplo, la religión de las sociedades totémicas-
nos sorprende descubrir hasta qué grado la mente primitiva siente el deseo y la necesi-
dad de discernir y dividir, de ordenar y clasificar los elementos de su contorno» .
28
Los folcloristas que intentan organizar la tradición oral en taxonomías inductivas
(e intuitivas), lo hacen por lo general a partir de la hegemonía de ciertos discursos
literarios orales producidos en su terruño y la supeditación de los demás, por ejemplo,
FLORIÁN, M. (1988:15-21) que en lista «las diferentes especies de literatura narrativa oral
de Cajamarca, contada en alta voz, infinitamente - dice- más copiosa y excelente que
la literatura escrita». Así, el pináculo de su clasificación son las «leyendas raigalmente
cajamarquinas» a las cuales subordina los «cuentos panperuanos», los «cuentos
transculturales», etc. GoNZÁLEZ VIGIL, R. (1989), por su parte, denunció con v igor hace
más de dos lustros la reducción etnocéntrica de las literaturas ancestrales y populares
peruanas; cf. BALLÓN Acu1RRE, E. (1999a) 323-324.
Enrique Ballón Aguirre 535
29
Los primeros esbozos de este trabajo aparecieron en BALLóN AGUIRRE, E. (1986),
(1987a), (1990), (1992) y (1995a); cf. MIGNOLO, W. (1991:19-21).
30
BOGATYREV, P. y }AKOBSON, R. (1973:275) nos ponen en guardia frente a este tipo de
aleaciones cognoscitiva írritas en cuanto a los relatos etnoliterarios: «al analizar las
536 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
gicos, sociológicos, etc. que, desde luego, solo son pertinentes en los
saberes profesionales respectivos; 31
b) el conocimiento etnosemiótico del objeto de estudio «literatura
oral peruana», exige emplear no un lenguaje más o menos «especial»
a imitación de los que se han construido los conocimientos antropoló-
gicos, sociológicos, históricos, etc. sino un metalenguaje32 propio, en lo
33
El acto de describir supone dar cuenta de los fenómenos tal cual se les ha observa-
do, sin acudir a entidades o procesos no observados; la «objetivación» así lograda será,
entonces, una construcción etnosemiótica y conceptual obtenida de la ideación teórica;
cf. PETITOT, J. (1985:34, 37).
34
En el sentido que ÜRTIZ RESCANIERE, A. (1980) estudia la transformación diacrónica
de variantes en la litera tura oral ancestral andina; cf. JAKOBSON, R. (1992).
35 Cf. THOM, R. (1979:27).
538 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
36
Un modelo es un simulacro construido que permite representar un fenómeno o un
conji,mto de fenómenos; cf. GREIMAS, A. J. y CoURTÉS, J. (1982:264).
37
Siguiendo el criterio de GREIMAS, A. J. (1976:10), entendemos por universos litera-
rios las clasificaciones de los textos que corresponden ora a las dimensiones de las áreas
culturales tanto andinas como amazónicas ora a los límites de las sociedades cerradas
en sí mismas (como sucede todavía con algunas etnias de nuestra amazonía), cuyo
conjunto de discursos se articula en clases y subclases, merced a categorías distintivas y
lexicalizaciones apropiadas que tienen la forma de etnotaxonomías, rigiendo así las
producciones ulteriores de nuevos discursos.
Enrique Ballón Aguirre 539
40 BARTHES, R. (1982:125) señala que la producción literaria consiste en «la gran arga-
masa del lenguaje» que los hombres «trabajan y que los trabaja, ya sea que reproduzca
la diversidad de sociolectos, o bien que a partir de esta diversidad, cuyo desgarramien-
to experimenta, imagine y trate de elaborar un lenguaje-límite que constituiría su gra-
do cero»; para la concepción de César Vallejo sobre el trabajo como deontología litera-
ria, cf. BALLÓN AGUIRRE, E. (1985:254).
41
Sobre las nociones de presentación, representación semántica y sernas aferentes en los
discursos, véase el glosario en BALLÓN AGUIRRE, E. y CERRÓN-PALOMINO, R. (en prensa).
42
El término estesia proviene de estésis (del gr. o:tcr8r¡cric;, percepción por los senti-
dos, sensación, emotividad). Se entiende por apreciación estésica de las representacio-
nes discursivas orales o escritas, el aprovechamiento que hacen determinados discur-
sos de la dimensión tímico-emotiva euforia/disforia que, ante todo, provoca en el recep-
tor. (oyente o lector) la identificación sensible (la emotividad) de una representación
textual socialmente valorizada como objeto cultural. Frente a estas representaciones
textuales estésicas, tenemos ora las presentaciones ora las representaciones textuales
anestésicas, es decir, aquellas que son apreciadas como discursos no literarios (i.e. no
emotivos; cf. PAYNE, J. 1984:XVII) sino como mensajes de otro orden (discursos colo-
quiales, didácticos, prescriptivos, científicos, etc.) siempre en la sociedad concernida,
debido a que eliminan o, por lo menos, amenguan la dimensión tímico-emotiva en
dichos mensajes que, entonces, se caracterizan por su aforia (ni euforia ni disforia); cf.
ÜUELLET, P. (1996:10).
43 Desde nuestro punto de vista, un ecosistema enunciativo no es, como piensan
ciertos tratadistas, el mensaje encodificado por un emisor para ser descodificado por un
receptor, ambos abstractos, sino el recinto o ámbito de enunciación circunscrito por un
idiolecto, sociolecto o etnolecto para ser escuchado, visto o leído en una situación y en
un medio psico-social determinados, cuyas manifestaciones discursivas pueden ser
comprendidas gracias a los «recursos narrativos propios de la colectividad» (HowARo-
MALVERDE, R. 1994:118), es decir, a los «elementos empíricos y a los preconstructos
culturales que constituyen, a la vez, el origen y el objeto de la manifestación discursiva
y de la reelaboración del significante» (CALAME, C. 1990:31). De ahí que la recepción del
ecosistema idiolectal y la estesia o emotividad, características de la literatura académica,
no sean compatibles con los ecosistemas enunciativos sociolectal y etnolectal de la
recepción en literatura oral.
Enrique Ballón Aguirre 541
44
Cf. CALAME- GRIAULE, G. (1982) y BANÓ, l. (1984:586).
542 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
45
A ello GARCÍA SÁNCHEZ, J. (1981:339) agrega que «toda literatura vale ante todo por
su fuerza significante y no por su pureza estética. O, mejor dicho, la estética literaria ha
de ser calificada por el grado de aproximación a la realidad histórica que pretende
significar».
46
Según GREIMAS, A . J. y CouRTÉS, J. (1982:224), «para explicar la comunicación en su
calidad de acto, generalmente se introduce el concepto de «intención» que parece mo-
tivarla y justificarla. Esta noción nos parece criticable en la medida en que la comunica-
ción es entendida, a la vez, como un acto voluntario - lo que no siempre es- y como
un acto conciente lo cual depende de una concepción demasiado simplista del hombre.
Por ello preferimos el concepto «intencionalidad» de origen francamente fenome-
n ológico; sin identificarnos con el concepto de motivación ni con el de finalidad, integra
a los dos; permite así concebir el acto [enunciativo] como una tensión inscrita entre dos
modos de existencia: la virtualidad y la realización».
47
La referencia es la relación que se establece entre un texto y la parte no lingüística
de la práctica o situación en que dicho texto es producido e interpretado. En este senti-
do, la referencia solo puede ser determinada en función de la situación de enunciación
y de comprensión, pues el referente discursivo es solo un conjunto transitorio de acci-
dentes semánticos, conjunto indefinidamente reorganizado por el contexto (por ejem-
plo, las múltiples glosas aplicadas a un texto literario oral o escrito). Desde este punto de
vista, la referencia no depende entonces de la «representación» como proponen nume-
rosos esquemas que describen este fenómeno (Ogden y Richards, Ullman, Baldinger,
Heger, etc.), es decir, una relación estática y especulativa, sino de la acción estructurada
por una práctica concreta, en este caso, la producción de discursos literarios. En todo
caso, como sostiene P AYNE, J. (1984:XXXVI), el texto literario solo «comenta alusivamente
sobre la realidad extralingüística».
Enrique Ballón Aguirre 543
Paradigma categorial
axiomático ............... . /ausencia/ / presencia/
1 1
Intencionalidad ....... . / anestésica/ /estésica/
1 1
Referencia .............. . / referenciación/ / referencialización/
1
48
Cf. BARTHES, R. (1994:491).
49
Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, el «discurso mítico» es solamente tal
para una mentalidad occidental que así lo decreta; de hecho, estos discursos tienen una
«eficacia práctica» dentro de cada comunidad ancestral andina y amazónica que los
producen. Ello no obsta para que sus valores semánticos o bien permanezcan al interior
544 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
nada impide, sin embargo, que se de la situación inversa: un texto escrito, además de
ser leído, es susceptible de ser aprendido de memoria y luego recitado, es decir, puede
pasar de la escritura a la oralidad.
52 SARTRE, J.P. (1948:169) sitúa el surgimiento de la tendencia a considerar como
citado por CHARTIER, R. (1994b:ll) afirma, a su vez, que «el trabajo del arte [occidental]
es producto de una negociación entre el creador o una clase de creadores y las institu-
ciones y prácticas de la sociedad», es decir que son «invenciones de sentido limitado por
las determinaciones múltiples que definen, para cada comunidad, los comportamientos
legítimos y las normas incorporadas»; d. HEss, R. y SAVOYE, A. (1993). En cambio, según
CosERIU, E. (1999:4) el lenguaje como «materia» de todo discurso literario oral «desde el
punto de vista de la comunidad, no es simplemente un hecho social, un producto de la
sociedad comparable a las instituciones sociales; muy por el contrario él es, en razón de
la alteridad (que Aristóteles ha visto bien en su Politeia), el fundamento de toda asocia-
ción humana».
54 El control cultural es una verdadera fuerza instituyente que determina la legitimi-
dad discursiva literaria escrita y su autonomía. BONFIL BATALLA, G. (1983:79) escribe que
«por control cultural se entiende la capacidad de decisión sobre los elementos culturales.
Como la cultura es un fenómeno social, la capacidad de decisión que define al control
cultural es también una capacidad social, lo que implica que, aunque las decisiones las
tomen individuos, el conjunto social dispone, a su vez, de formas d e control sobre ellas.
La capacidad de decisión es, desde otro ángulo,un fenómeno cultural, en tanto que las
decisiones (el ejercicio del control) no se toman en el vacío, sin contexto, ni en un
contexto neutro, sino en el seno de un sistema cultural que incluye valores, conocimien-
tos, experiencias, habilidades y capacidades preexistentes. El control cultural, por eso,
no es absoluto ni abstracto, sino histórico. Aunque existen diversos grados y niveles
posibles en la capacidad de decisión, el control cultural no solo implica la capacidad
social de usar un determinado elemento cultural, sino -lo que es más importante aún-
la capacidad de producirlo y reproducirlo».
55
Cf. THOM, R. (1989:70-71).
56
Esta idea contradice a LLORÉNS, J. A. (1986: 130) para quien el folclor es, inversamente,
parte de la tradición oral. En cuanto a la interpretación sociocultural y etnocultural, no
puede ser de orden tngmémico sino émico (cf. BALLÓN AGUIRRE, E., 1990:254): la interpreta-
ción émica es, ciertamente, la única capaz de identificar tanto los valores de significado y
de sentido que contiene el texto literario oral, como sus alcances dentro del patrimonio
cultural correspondiente. Es por ello que el entorno folclórico es entendido por LoMBARDI
SATRIANI, L. M. (1974) como «cultura de impugnación».
546 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
57
Los historiadores, más cautos, solo piensan utilizar el folclor empírica e
inductivamente, mas no lo constituyen en objeto de conocimiento susceptible de apro-
piarse de él sin ninguna precaución teórico-metodológica, como lo hacen los críticos
literarios; BuRGA, M. y FLORES GALINDO, A. (1982:86) escriben que «esta cultura andina es
una cultura oral: sus mecanismos de transmisión difieren de los que convencionalmen-
te utilizan los europeos. De aquí nacen las múltiples complejidades de la investigación
histórica en este territorio: no hay documentos de los propios campesinos, siempre es
otro el que habla o escribe. Por esto el historiador tiene que superar su fijación a la
lectura de textos escritos y pensar en la utilización de testimonios orales (antropología),
interrogar a la cultura popular (arte y folclor) e incluso a los vestigios materiales del
pasado (arqueología colonial y republicana)».
58 Cf. CHARTIER, R. (1994a:8). De ahí que ARGUEDAS, J. M. (1960:IX) advierta que «no se
ha delimitado el campo de estudio de esta ciencia [el folclor] ni siquiera con la muy
relativa convención que existe respecto a las otras ciencias sociales».
59 CADORETIE, R. (1977: 117) explica las repercusiones de la intervención del castellano
cer la cultura nacional, justificando así el eclipse de las lenguas y las culturas todavía
latentes quinientos años después de la presencia occidental en el espacio andino».
64
Cf. CALVET, L. J. (1984:6).
65
Cf. GREIMAS, A. J. (1972:20); luego GREIMAS, A. J. (1976:180-181,209) escribe que « los
relatos literarios [institucionalizados] manifiestan sistemas de valores individualizados,
mientras que los mitos son expresiones de axiologías colectivas» y luego que «el paso
de la literatura oral a la literatura escrita se halla marcado por la introducción del sujeto
[individual] de la narración en el texto [...], el sujeto [individual] de la narración se
introduce en el texto, lo invade casi por completo desarrollando, como en el caso de la
llamada literatura post-moderna, estructuras de la enunciación que se superponen a
aquellas - comunes a los dos tipos de literatura, oral y escrita- del enunciado-mensaje
procurando, incluso en ciertos casos extremos, abolir el relato en cuanto tal». De ahí la
paradoja señalada por BARTHES, R. (1994a:420): «¡cuántos novelistas-en la época realis-
ta- se imaginaban ser «objetivos» porque suprimían en el discurso los signos del yo!»
66
En cuanto a la narratividad, GREIMAS, A. J.(1976:211) anota «los relatos-enunciados
y las enunciaciones, en que las estructuras narrativas se encuentran desdobladas y
articulan paralelamente lo dicho y el decir del sujeto de la narración».
67
De ahí la precaución de MARIÁTEGUJ, J. C. (1955:217) respecto de sus comentarios
literarios autoriales: «las individualidades, en mi estudio -dice Mariátegui- , no tienen
su más esencial valor en sí mismas, sino en su función de signos».
68
URBANO, H. (1982:II) llama «personas corporativas» a lo que nosotros denomina-
mos sujetos colectivos.
Enrique Bailón Aguirre 549
[... ] incluso si todo relato oral puede ser al comienzo una creación indivi-
dual es, por su transmisión y reproducción orat producto colectivo: su
persistencia misma indica que responde a una necesidad colectiva y que
la modalidad de su producción está en armonía con la exigencia de la
comunidad.
69
Por esta razón, GREIMAS, A. J. (1976:211, 213), en oposición a la literatura escrita,
atribuye a la literatura oral «los relatos-enunciados que solo comprenden estructuras
narrativas que organizan lo dicho por el narrador».
70
ARRUABARRENA, H. (1989:10) comenta las manipulaciones autoriales y la dilución de
la autoría en literatura oral: «de esta manera -dice-, ante la específica incertidumbre
de la autoría y de la identidad, quizás no sería demasiado temerario afirmar que el
autor material e individual de una obra no existe; debido al extrañamiento de su obra,
él [crítico, psicoanalista, historiador, etc.] solo percibirá reflejos e ilusiones y la referen-
cia al autor permanecerá mediatizada a partir de su misma génesis». En efecto, la crítica
literaria enyunta los discursos literarios orales y escritos ancestrales bajo la preceptiva
occidental como (cf. LARA, J. 1979) «poesía lírica quechua», «poesía dramática quechua»,
etc., llegandosé, en otro caso, hasta someter un género literario estrictamente andino,
el ynmví, bajo el imperio de la autoría: «yaraví melgariano », cf. BALLÓN AGUIRRE, E.
(1999a:323-324).
550 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
Discurso literario
Materias .................. .
~
tinta, papel onda acústica,
(redacción, lechua)
cinta magnetofónica
(emisión, audición)
73
Los fenómenos d e monoglosia y diglosia literaria peruana han sido estudiados, por
un lado, como manifestaciones literarias del interlecto peruano en ESCOBAR, A. (1968,
1972a y b, 1976a yb, 1977, 1978, 1982, 1983, 1984, 1988 y 1996), ESCOBAR, A ., MATOS MAR J.
y ALBERT!, G. (1975) y ESCOBAR, A.M. (1987); por otro lado, como la expresión literaria de
la diglosia lingüística andina en LóPEZ, L. E. (1985, 1990), LóPEZ, L. E. et alii (1985), CERRóN-
PALOMINO, R. (1991, 1992, 1993, 1994), BALLÓN AGUIRRE, E. (1978b, 1985, 1986a yb, 1987,
1989, 1990a, 1993), BALLÓN AcuIRRE E. y CERRÓN-PALOMINO, R. (1990, 1992, en prensa),
GoDENZZI, J. C. (1994b) y LuYKx, A. (1997); paralelamente, la monoglosia y la diglosia literaria
escrita de sustrato amerindio colonial, son comprendidos desde la perspectiva
antropológica por ÜRTIZ REscANIERE, A . (1992:57-126) como «litera tura culta» nativa. Los
fundamentos lingüísticos y semióticos de descripción de los fenómenos de heteroglosia
y diglosia tanto lingüísticos como literarios andinos, han sido ampliamente reconocidos
en FERNÁNDEZ, M. (1993). L!ENHARD, M . (1996:73) hace caso omiso, m ás bien ignora, todos
estos estudios y, en contradicción absoluta con su m entor CORNEJO POLAR, A. (1994:12-
13) que niega toda validez al concepto diglosia litería peruana, «descubre» que «el para-
digma diglósico es sin duda alguna un instrumento excelente para observar los proce-
552 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
sos lingüísticos en una situación de tipo colonial, caracterizada ante todo por el enfren-
tamiento radical entre normas metropolitanas y autóctonas. Su interés, sin embargo,
va mucho más allá de las cuestiones puramente idiomáticas». Lienhard menciona las
nociones sociolingüística y socioliteraria de diglosia (habla de «diglosia cultural») pero
no describe, naturalmente, la diglosia y triglosia literaria quechumara del Perú, imprescin-
dible para explicar la escritura de GuAMÁN POMA DE AYALA, F., GARCILASO DE LA VEGA,
ARGUEDAS, J.M., CHURATA, G. etc.
74
VARESE, S. (1974:14-15) anota respecto de fa etnoliteratura aguaruna: «se puede
decir que este aspecto de la ideología expresa una concepción internamente coherente
de la realidad. El conjunto de estas ideas constituye una especie de 'dogma' de cada
sociedad: dogma que puede descongelarse y adaptarse a las nuevas circunstancias
históricas. Esto último es tanto más cierto para una sociedad como la aguaruna en la
medida en que las creencias son consignadas en los mitos: historias sagradas que se
transmiten de generación en generación por vía oral».
Enrique Ballón Aguirre 553
1 1
Arquetipos ......... . Intracultural vs Intercultural vs Intracultural
castellano amerindio7 castellano amerindio
castellano~ amerindio
76
TAYLOR, G. (1988:188) extiende esta interculturalidad a los relatos europeos: «en
realidad es posible encontrar en toda la zona andina y amazónica variantes de tradicio-
nes muy parecidas en las cuales factores debidos al ambiente modifican «relatos» que
asocian lo europeo a lo autóctono para explicar una realidad contemporánea en la que
ambas influencias están presentes» y FoURTANÉ, N. (1993:259) corrobora que «la literatu-
ra oral en los Andes peruanos es en gran parte heredera de la cuentística europea, sobre
todo en lo tocante a los esquemas narrativos. Sin embargo, a pesar de esa dependencia
de modelos extranjeros, el pueblo logra afirmar con fuerza su identidad cultural»; cf.
BALLÓN Acu1RRE, E. (1995b, 1999a:317-320).
Enrique Ballón Aguirre 555
77
Para las nociones de diglosia lingüística, bilingüe subordinado y bilingüe coordinado, cf.
BALLÓN AGUIRRE, E. (1989:45).
556 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
nes e/i, o/u: hichicero, vinir, prigrino, semijanza, hulgura, vitoperio. Para
colmo de embarazo, la prosodia castellana torna débil el sonido de vocal
acentuada y el impreciso timbre de e, i, o, u, en sílabas pretónica y
postónica, para un oído extranjero oscila entre los grados e/i, o/u.
[... ] en los breves párrafos que le dedican los repertorios comunes se moteja
a la de Pachacuti de 'crónica bilingüe' o 'indiana algarabía' (Jiménez), se
le dice conjunto de 'fábulas ... entreveradas, adulteradas y mal expuestas'
(Riva Agüero), se destaca sus 'incongruencias' e 'inconsecuencias'
(Wiesse) y 'su estilo grosero y desmañado' (Sánchez). Se reprueba su 'mal
castellano y ... quechua bastardeado' (Vargas) o enfatiza su 'jerigonza y
retorta' de forma 'bárbara y confusa' (Porras) y sus 'concordancias impo-
sibles' (Esteve). Se la reputa 'a jumble of superstitions and cabalistic
nonsense' (Means) o se sostiene que el autor 'carece de discernimiento'
(Esteve) y que 'la cultura europea le fue poco menos que extraña' (Fueter).
78
Para muestra, PORRAS BARRENECHEA, R. (1967:91 n. 49) escribe esta conjetura históri-
ca: «Aquellos que dramatizan la crueldad española y particularmente la de Pizarra,
tienen para un paralelo ejemplar. Los españoles fueron, seguramente, más humanos
(sic) que los indios. De haber vencido Atahualpa, la cabeza de Pizarra le hubiera servido
de vaso y el pellejo de tambor».
79
En otra obra plagada de aberraciones lingüísticas, JrMÉNEZ BORJA (1986:494-499)
dice que «el bilingüismo produce retardo mental», que «los indios que hablaban quechua
y aimara se quedaron con sus idiomas arqueológicos como se quedaron con sus culti-
vos, con su gregarismo, con su higiene, con sus supersticiones y con su alma de las
edades primitivas», a veces «hablan estas lenguas mestizos y blancos envueltos en una
atmósfera regresiva»; así, «el bien entendido afecto por el indio tiene que empeñarse,
con viva impaciencia, en su rápida castellanización», ya que «el hombre bilingüe es un
retardado psíquico». Finalmente, «de un lado tenemos, pues, el espectáculo de una
lucha de lenguas en que el castellano, lenta pero seguramente, bate a los dialectos
aborígenes; y de otro el de hombres, compatriotas nuestros, que por vivir un estadio
pretérito de la cultura, hablan lenguas aborígenes o hablan el castellano como segunda
lengua».
558 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
80
A este propósito, es instructivo comparar los comentarios sobre los discursos
literarios de ARGUEDAS, J. M. por EscoBAR, A . (1984) y VARGAS LLOSA, M. (1996).
Enrique Ballón Aguirre 559
82
La locución «rendir parias» significa: reconocerse súbdito o vasallo de un señor.
Enrique Ballón Aguirre 561
Pero hoy que el hombre auténtico de esta tierra siente la necesidad de expre-
sarse y de expresarse en un idioma que ha hablado poco, se ha visto ante la
angustiosa realidad: el castellano aprendido a viva fuerza, escuela, colegio
o universidad, 83 no le sirve bien para decir en forma plena y profunda su
alma o el paisaje del mundo donde creció. Y el quechua que es todavía su
idioma genuino, con el que habla en la medida de sus inquietudes y con el
que describe su pueblo y su tierra hasta colmar su más honda necesidad de
expresión, es idioma sin presencia y sin valor universal.
De alú nace el ansia actual del mestizo por dominar el castellano. Pero
cuando haya logrado, cuando pueda hablar y hacer literatura en castella-
no con la absoluta propiedad con que ahora se expresa en quechua, ese
castellano ya no será el castellano de hoy, de una insignificante y apenas
cuantitativa influencia quechua, sino que habrá en él mucho de genio y
quizá de la íntima sintaxis quechua. Porque el quechua, expresión legítima
del hombre de esta tierra, del hombre como criatura de este paisaje y de esta
luz, vive en el mestizo como parte misma, y esencial, de su ser y de su genio.
Esta ansia de dominar el castellano llevará al mestizo hasta la posesión
entera del idioma. Y su reacción sobre el castellano ha de ser porque
nunca cesará de adaptar el castellano a su profunda necesidad de expre-
sarse en forma absoluta, es decir, de traducir hasta la última exigencia de
su alma, en la que lo indio es mando y raíz.
83
A estos aparatos ideológicos del Estado, CoNDORI MAMAN!, G. (1982:45) agrega el
ejército: «Así era . Se entraba al cuartel sin ojos y sin ojos se salía, porque no podías salir
con abecedario correcto. También sin boca entrabas y sin boca salías, apenas reventan-
do a castellano la boca. Hasta antes de entrar al cuartel no sabía castellano; ya en el
cuartel mi boca reventó al castellano. En el cuartel esos tenientes, capitanes, no querían
que hablásemos runa simi: -Indios, carajo, ¡castellano'- decían. Así, a pura patada, te
hacían hablar castellano los clases».
562 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
[... ] una vez más voy a sostener mi disconformidad con tu radical posi-
ción quechuista. A ratos estoy por aplaudirte. Considero muy laudable tu
entusiasmo y, sobre todo, la fe con que te aferras a la difusión de ciertas
dicciones quechuas. Considero que realmente, el idioma del hombre se-
rrano es corno tú lo transcribes. Pero abusas de su empleo, porque la
realidad te esclaviza y limita tu poder creador[ ... ]. Tú, en cambio, buscas
los dialectisrnos locales. Pareces olvidar que la forma literaria es el víncu-
lo que une el autor con su público; y cuanto más accesible, más fácil y
«literario» (sic) sea su forma, más llano será el camino del éxito, más
amplia la comprensión. La forma es la traducción verbal de la realidad;
pero no debe ser una imagen servil, ni una copia especular de dicha
realidad[ ... ]. En vista de lo cual te pregunto: ¿no te dejas arrastrar por los
dialectisrnos locales, y moldeándola, das resonancia literaria a la lengua
popular, tendiendo a convertir la lengua literaria en lengua popular?¿ O,
al contrario, adulteras tu estilo, tu propia expresión, la bella forma que
puedes crear, y te dejas seducir por una realidad engañosa, que debernos
superar? ¿Tu realismo no es quizá tan estricto que limita la participación
de tu «yo» en la obra que estas ofreciendo? 84
84
Ante semejante argumentación de Tauro, Arguedas le comenta a Moreno Jimeno
únicamente: «da pena decir [que] eso me escribió» . FoRGUES, R. (1993:134-135) recoge
también otro testimonio de J. M. Arguedas sobre la marginación de su escritura diglósica
por la Institución Literaria: «Finalmente la forma cómo me quitaron ese miserable
premio de los cinco mil soles, con los cuales mi suerte hubiera sido sustancialmente
distinta; porque entonces yo me hubiera venido con Celia a Huancayo por dos meses;
ella se hubiera oreado, habría mejorado de salud, quizá me hubiera dado un largo
Enrique Ballón Aguirre 563
respiro. Pero los doctores José Jiménez Borja, Estuardo Núñez y Augusto Tamayo
Vargas hicieron un enjuado [i.e. enjuague] típico de estos doctores del San Marcos de
hoy, para cometer un robo vil. Y me aniquilaron. Ahora vivo lleno de sobresaltos( ... )
Quisiera recordar también la sombría perrada de Mejía Baca[ .. .]».
85 Los factores constitutivos de la Institución del Saber Literario son, según CERTEAU,
[... ] tiene dos regiones bien definidas: el verso y la prosa. En cada uno de
estos caben multitud de manifestaciones diversas: cuentos, chistes y anéc-
dotas, leyendas, dichos, refranes, fábulas, trabalenguas, profecías, can-
ciones de cuna, rimas, comparaciones, galanterías, adivinanzas, retórica,
cantares, palabras tabúes, etc.
87
Por ejemplo, los yaravíes, los poemas «lonccos», las coplas del carnaval
cajamarquino, etc. A este propósito, BASADRE, J. (1977) incluye, además de la poesía
popular oral diglósica castellano-quechua, la poesía popular oral diglósica castellano-
inglés. 0RTIZ REsCANIERE, A. (1992:127-158), por su parte y no sin razón desde el punto de
vista antropológico, distingue entre «canto» que corresponde a la poesía popular y
«narrativa» que abarca los mitos, cuentos y leyendas orales transcritos, etc. En nuestro
criterio, la literatura popular escrita incluye temas, argumentos y motivos etnoliterarios
e incluso de literatura hispánica; su estudio e implicaciones autóctonas están por averi-
guarse, ya que en las recopilaciones y antologías se sigue destacando la función idiolectal
(autoría!) sobre la sociolectal. En los prólogos, introducciones y advertencias dedicados
especialmente a la poesía quechua escrita, cuando no se exponen criterios aculturados,
se deja entrever ciertos fines anexionadores a los modos de pensar académicos
hispanizantes.
88 Cf. BALLÓN AcuIRRE, E. (1999a: 320-327). CHONATI, l. et alii (1978: 9) dicen que entien-
den por «tradición oral todos los testimonios que referidos al pasado son transmitidos
verbalmente de generación en generación. Es el sistema característico de los pueblos
ágrafos que sirve de ordenador de la comunidad»; nosotros, en cambio, entendemos
que la «tradición oral y escrita amerindia» no es solo una reproducción relativamente
inmutable de discursos literarios orales y escritos, de generación en generación, sino
todo lo contrario: afirmamos que en su transcurso y evolución actúan las fuerzas histó-
rico-sociales dialécticas (d. MoROTEBEsT, E. 1988: 344) propias d el lenguaje (d. GooENZZI,
J. C. 1994: 191-1 92).
Enrique Bailón Aguirre 565
89 Cf. BALLÓN AGUIRRE E. (1999:296). Notemos que la Bibliografía del Folklore Peruano (cf.
Arguedas, J.M. 1960: XV) considera bajo el arquetipo Literatura oral, los prototipos: «l.
Canciones, rimas, refranes y adivinanzas; II. Mitos, leyendas, cuentos y tradiciones».
Por su parte, GREIMAS, A. J. (1976: 213) establece la diferencia intratextual entre los
cuentos pertenecientes a la literatura oral popular y los mitos propios de la literatura
oral ancestral: «el mito - dice- se caracteriza por la manifestación figurativa de los
actantes de la sintaxis narrativa, en forma de actores-personajes, mientras que el cuen-
to, al contrario, prefiere manifestarlos en forma de objetos mágicos. Las mismas distin-
ciones entre los personajes «reales» y «ficticios », presentificados o acrónicos, podrían
dar cuenta, según Alan Dundes, de las diferencias entre mitos, cuentos y leyendas».
90
Cf. BULTMANN, R. (1994).
91 Etimológicamente, si tomamos el origen latino del término mito, este proviene de
la raíz mutas que significa «mudo y silencioso», al contrario de fábula que proviene
igualmente del latín fabula que significa «palabra».
92
La escansión etnopoética y la escansión popular oral, de las cuales contamos hoy con
numerosos florilegios, colecciones, selecciones, etc., son tenidas por las Historias
Institucionales de la Literatura Peruana y algunos antologadores como un apéndice de
la literatura institucional peruana e, incurriendo en evidente contrasentido, las clasifican
-como ya advertimos- con tipologías occidentales (poesía lírica, poesía semilírica,
poesía épica, poesía dramática, poesía sagrada, etc.), por ejemplo, las difundidas anto-
logías de J. Lara y M. Florián.
566 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
93
Este esquema, ahora modificado, ha sido propuesto inicialmente en BALLóN AGUIRRE,
E. (1992); compárese nuestro proyecto con los de LIENHARD, M. (1985:155), YAPITA, J. de
D., ARNOLD, D. (1995) y POTOSÍ, F. (2000).
Enrique Ballón Aguirre 567
PRÁCTICAS SOCIALES
94
Como señala RAsT!ER, F. (1999:19, 31), «la competencia narrativa es, al permanecer,
un potente factor de socialización[ ...] y la competencia lingüística es una interiorización
de lo social, tanto que el aprendizaje es un contrato. Al fin y al cabo, lo externo rehace
lo interno de manera determinante, tanto anatómicamente en la epigenesis cerebral
como fenomeno lógicamente en la historia personal».
568 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
95
El endogrupo está compuesto por los grupos de habla amerindia, mientras que el
exogrupo lo está por los grupos que emplean los dialectos castellanos hablados en el
Perú (cf. BALLóN AcrnRRE, E.1989:263).
96
Uv1-STRAuss, C. (1988:196) indica, a este propósito, que «una invención individual
no constituye por sí misma un mito. Para que ella se convierta en mito es necesario que
transmutada por una alquimia secreta, el grupo social la asimile porque responde a sus
necesidades intelectuales y morales. Las narraciones salen de la boca de los individuos;
algunas tienen éxito, otras no ... [... ]. En cuanto a las representaciones míticas, es menos
interesante interrogarse sobre su origen que sobre la actitud intelectual de la gente
respecto a sus propios mitos. Siempre existen variantes diferentes de éstos. Ahora bien,
no se elige entre esas variantes, no se hace su crítica, no se decreta que una de esas es la
única verdadera o más verdadera que otra; se les acepta simultáneamente y no pertur-
ban por sus divergencias. Las encuestas realizadas en distintas partes del mundo, con-
firman la generalidad de esta actitud mental. Sería conveniente estudiarla de cerca y
compararla con nuestra propia actitud frente a la historia donde circulan también, en
nuestras sociedades, variantes diversas e incluso a veces irreconciliables».
97
La competencia del sujeto colectivo se encuentra modalizada por el /saber/
literario comunal; no es propiedad de una casta como sucede con la literatura escrita
institucionalizada. En efecto, como señala CHARNAY, T. (1995:270), «el enunciador narra-
dor o cantor tradicional es, a la vez, constitutivo de un destinador colectivo garante de
los valores, de las axiologías culturales puestas en discurso de manera muy estereotipada
(uso de los motifemas) y delegado de ese mismo destinador colectivo. La sanción del
narrador-cantor es el reconocimiento o no de la pertenencia del objeto-texto al tipo, de
su conformidad al dispositivo ya colocado precedentemente, pero también de su ade-
cuación al mundo en el cual es enunciado en el presente».
98 Nuevamente, LÉVI-STRAUSS, C. (1991:66) advierte que «todo mito tiene una estruc-
tura que dirige la atención y resuena en la memoria del oyente. Esta es, además, la
razón por la cual los mitos pueden transmitirse por tradición oral».
99
GREIMAS, A. J. (1976:182) escribe al respecto que «la gestualidad mítica constituye,
de manera general, la forma fuerte del compromiso del ser humano en la producción
Enrique Bailón Aguirre 569
del sentido; ella no solamente pone en juego su cuerpo entero sino que permite tam-
bién, gracias a la movilidad del cuerpo, establecer relaciones directas entre el hombre y
el espacio del entorno[ ... ], la gestualidad ritual se presenta como la relación del hombre
al mundo».
100
CALVET, L.J. (1984: 120-121) hace notar que «sobre este punto se podría alinear
numerosos ejemplos que nos demostrarían la misma cosa: toda sociedad tiene la nece-
sidad de transmitirse, de transmitir sus conocimientos, sus descubrimientos, sus técni-
cas, y ella se otorga a sí misma los medios de esa transmisión. En las sociedades de
tradición escrita, la escuela desempeña ese papel, pero ella es solo una forma de res-
puesta, entre otras, a este problema fundamental que las sociedades de tradición oral
han resuelto a su modo. Sucede lo mismo con la ley, la memoria social, la organización
política, todas estas cosas que pasan entre nosotros por el texto escrito, pero que existen
también fuera de la escritura. Hay, pues, para concluir sobre este punto, una especifici-
dad de las sociedades de tradición oral, una regulación de los fenómenos sociales funda-
da sobre la sola fuerza de la oralidad y de los accesorios nemotécticos específicos que los
diferencia ampliamente de las sociedades de tradición escrita».
570 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
[... ] que solo existen variantes diferenciadas, que no hay verdad revelada
en materia etnológica y que el vecino afirmará siempre con aplomo que
Fulano no sabe nada y ha mentido, mientras que la variante que él pre-
senta como la mejor, la suya, no es nunca la auténtica puesto que no la
hay, ni la ha habido ni la habrá nunca, que aquel que toma por oro con-
tante y sonante la crítica hecha de las informaciones recogidas por su
maestro o predecesor, solo recoge, a su vez, una nueva variante a añadir
a las otras.
103
En correlación con el término escripción (cf. nota 89), denominaremos escriptor al
informante de literatura oral cuyo discurso ha sido transcrito y/ o traducido y luego
publicado o simplemente mantenido en manuscrito o tiposcrito.
104
En este sentido DUBOIS, J. (1978: 12) constata que en una sociedad d e extracción y
herencia colonial, ciertos «productos diferentes en su origen y en su forma, tendrán la
tendencia a ser cada vez más asimilados por el modo de consumo al cual son sometidos».
105
Cf. G AZZOLO, A. M. (1989) .
572 Literatura Oral Peruana: una Hipótesis de Organización Discursiva
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602 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
VELDE, Henry van de. Hacia un nuevo estilo. Buenos Aires: Nueva Visión, 1959.
4
5
VALDELOMAR, Abraham, OTD, pp. 99, 107-108.
6 Íd., Obras. Ed. Luis Alberto SÁNCHEZ. Lima: Fundación del Banco Continental para el
Los personajes más ilustres del mundo dan conferencias [... ] y las cobran.
El jefe del gabinete y del gobierno inglés ha dado conferencias pagadas y
la infanta Isabel, hermana del rey de España, dio conferencias pagadas
en Buenos Aires. Yo cobro mis conferencias al público, porque ellas cons-
tituyen un espectáculo de más alta cultura que hayan visto los públicos
del Perú en los últimos años [... ] vale la pena pagar algo por ver sobre el
escenario al mejor escritor nacional que tiene hoy día la juventud del
Perú. 7
7
Íd., O, p. 481.
604 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
B lb., l. cit.
Martha Barriga Tel10 605
9
Ib., p. 522.
10
Íd., O, tomo 1, pp. 213 y ss.
11
Ib., pp. 209 y 210.
606 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
[... ] un pincel republicano que alejándose de sus días, evocó glorias, le-
yendas y trofeos coloniales [.. .J w pincel fue en busca del color [... J pero
todo en silencio, sin ruido, casi sin luz. Este, más que otra cosa, es un
lugar de recuerdos, un arcón de cosas viejas, una hora colonial [... J. Meri-
no cogió agonizantes los últimos restos de la Colonia. En sus lienzos no
hay sentencias; hay madrigales. 12
1
2
Ib., pp. 277-278.
Martha Barriga Tello 607
¿En base a qué escala los críticos de arte pueden determinar qué arte es
superior a aquel? No hay arte grande ni pequeño si se considera que el
arte es en todas y cada una de sus manifestaciones, la evolución de un
ritmo[ ... ]. La obra de arte es la evolución de un ritmo que impresiona a
aquellos que tienen un sistema rítmico afín o lo suficientemente amplio a
nivel subjetivo. 13
13
Íd., OTD, pp. 522-523.
608 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
14
lb., p. 524.
15
lb., p. 527.
Martha Barriga T ello 609
18
lb., p. 525.
Martha Barriga Tello 611
Saber es vivir [...]no hacer sino lo que pide el alma, en el camino hacia la
belleza, y al bien. Entregarse por completo a un ideal, realizarlo contra el
prejuicio y el cotidiano vulgar. Por eso el diletantismo es una mediocri-
dad. Todos hemos nacido para llenar un fin. No cumplirlo es defraudar
la obra divina. Es un gran pecado. 19
Y también:
19
Íd., O, tomo 1, p. 172.
20
Íd., OTD, p . 102.
21
lb., p. 548.
612 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
22
Ib., p. 92.
23
Ib., p. 533.
Martha Barriga Tello 613
raza como fuerza que se manifiesta en él, las fronteras han caído y la
cualidad humana ha prevalecido como criatura única, como concepto
de valor universal extraño a las consideraciones particularizadas. En-
tre los modernistas, el sentirse partícipe de la humanidad no anula la
convicción de las diferencias. Se defiende la originalidad insertada en
un concepto mayor de unidad, que es tal como entendemos lo estaba
planteando Valdelomar, el ser uno en lo múltiple. De esta manera se
explica que el movimiento modernista y, coincidentemente, Valdelomar,
propendieran a los estados primigenios, puros, los que involucraron el
concepto de la inocencia, estado, precisamente, no contaminado al que
está asociada la religión, que muchos de los exponentes del Modernis-
mo extremaron hasta el misticismo. La religión formó parte de la
revaloración del mundo natural y primitivo, sencillo, de la religiosidad
popular mágica, de imágenes de fantasía y misterio, que se tomaron
como alternativa de lo urbano. A través de ella se llegará al erotismo,
que encontramos en los textos de Valdelomar en estrecha, muchas ve-
ces imperceptible y hasta inexistente, frontera con la religión. Asociada
también al concepto de la inocencia se valoró la intuición, por la que el
individuo se manifestaba espontáneamente. La ingenuidad, el candor
y la ternura, propugnaba Valdelomar que debían permanecer siempre
en el artista para que pudiera enfrentar el mundo con los ojos limpios y
fundamentalmente, sin preconcepciones, sin prejuicios ni reservas. La
quiebra de la inocencia, del sentido totalizador y dispuesto, era la cau-
sa de la angustia existencial que agobiaba al artista en general y que
debía evitarse.
24
lb., p. 772 (20 de abril de 1917).
25
MARIÁTEGUI, José Carlos, art. cit.
26
SÁNCHEZ, Luis Alberto. Va/de/amar o la belle époque. México: Fondo de Cultura
Económica, 1969, p. 187.
614 Abraham Valdelomar: sus idt>as estéticas y el Modernismo europeo
27
NÜÑEZ, Estuardo, art. cit., p. 92.
Martha Barriga Tello 615
tente del criterio opuesto que los sobrevaloraba y que establecía la supe-
rioridad de la nom1a coercitiva sobre lo natural. Reforzó el concepto
cuando afirmó que era competencia del genio el ver la frecuentemente
inasible nahrraleza. Puede destacarse, además, varios otros aspectos en
estas opiniones. Primeramente, queda implícito que desaparecen las
fronteras entre los géneros, de lo que fue ejemplo el mismo Valdelomar,
quien practicó con el mismo vigor la caricahrra, la poesía, el drama y la
prosa, pues defendió que la técnica no era determinante en la expre-
sión artística. Igualmente, supone la afinidad entre las artes una «afini-
dad interior», independiente del medio, como la que se da, por ejem-
plo, entre literatura y pintura. El pintor-poeta era frecuente en la época
y Valdelomar corroboró el hecho en sus magníficas caricaturas y las
constantes referencias visuales que aparecen en sus textos. El Moder-
nismo practicó la colaboración entre artistas en obras trabajadas en
c;onjunto. Otra característica muy difundida en el Modernismo euro-
peo fue la del artista múltiple, que emprende diversos medios expresi-
vos, desenvolviéndose en todos con la misma intensidad y eficacia. La
estrecha intervención de Valdelomar en el resultado final de sus publi-
caciones, en las carátulas por ejemplo, lo demuestra, así como sus apor-
tes gráficos en publicaciones periódicas.
Abraham Valdelomar continuamente defendió principios desde su
polémica condición de artista:
No soy ni seré jamás un erudito, pero soy un ecléctico; además creo que la
cultura, como la entienden ciertas gentes, puede ser, para quienes somos
artistas de nacimiento, útil, pero no indispensable. Yo sé por intuición lo
que los demás aprenden en las Bibliotecas. De otro lado no es necesario
saber; basta comprender. 28
Los que somos libres porque tenemos un inmenso talento, porque somos
geniales y fecundos, originales y vigorosos, no podemos ser viles siervos.
No, porque somos los señores, los amos, los que mandan e imponen su
labor. 31
30
Ib ., p. 102.
31
Íd., O (Carta a J.A. Falconí Villagómez, 22 de octubre de 1916).
32
Íd., OTD, p . 525.
Martha Barriga Tello 617
[ ... ] entre esos huacos simbólicos hay que llegan hasta nosotros
indescifrables, mudos, misteriosos[ ... ]. Los antiguos indios llegaron a una
concepción verdadera de la vida y de la muerte, porque es su símbolo, la
vida es fuerte pero condenada a ser dolor, la muerte no es esqueleto que se
va a deshacer, sino cosa que vive siempre, eternamente, la muerte, la triun-
fal, es pues como el símbolo incaico, dominadora, poderosa, altiva. 35
33
RoTONCHAMP, J. de (Seud. de Brouillon). «P. Gauguin». En: HEss, Walter. Documentos
para la comprensión del arte moderno. Buenos Aires: Nueva Visión, 1973, pp. 42 y ss.
34
GAUGUIN, Paul [París, 1903]. «Avant et aprés». En: HESS, Walter. Documentos para la
comprensión del arte moderno. Buenos Aires: Nueva Visión, 1973.
35 VALDELOMAR, Abraham, OTD, pp. 202-203.
618 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
[... ]la facultad de sugerir corresponde sólo al genio [... ]sugerencia, divina
facultad. La capacidad de captar del todo, lo que constituye la idea más
fuerte, la más alta, la que un ritmo interpreta todos los ritmos secunda-
rios, y por lo cual los demás hombres llegarán a la idea íntegra. 36
Esta capacidad de sugerir «de los modernos es una conquista que co-
rresponde a nuestros siglos XIX y XX únicamente». 37 En Paul Gauguin,
«El sueño presentido es algo más poderoso que toda materia»,38 sueño
que reflejaba el proceso por el que el artista entregaba el sentido que
descubría en la naturaleza a través de su propia alma. La naturaleza se
revelaba al artista y era su visión la que la interpretaba y transmitía. 39
Valdelomar también sostenía que la obra de arte era la interpretación
de la naturaleza por el artista, y que a él la naturaleza le hablaba en
«un idioma que los demás no comprenden»,40 con lo cual reafirmaba
su condición de artista en el sentido que tanto Gauguin como él le otor-
gaban. Las concepciones de Abraham Valdelomar y de Paul Gauguin
nos permiten comprobar la sutil diferencia entre los términos simbólico
y sugerente que manejaron ambos, y que aparecen de manera análoga
en el germen del movimiento modernista. Gauguin acentuó posterior-
mente su intención hacia el sintetismo. 41 Por su parte Valdelomar, en
una entrevista del 28 de julio de 1914 declaró: «Te diré que soy simbolista.
En mis artículos, en mis dibujos, he sido siempre simbolista». 42 Tam-
bién afirmó, hermanándose nuevamente con Gauguin y los simbolistas:
«El arte es la Naturaleza vista a través de un espíritu; mejor aun, el arte
es un instante de la naturaleza a través de un estado del alma; aun
más, un instante del infinito plasmado en una sensación». 43 A lo que es
posible agregar su opinión sobre que:
36
lb., pp. 539-540.
37
lb ., p. 607.
38
GAUGUIN, Paul [Basilea, 1932]. «Cartas». En: HEss, Walter. Documentos para la
comprensión del arte moderno. Buenos Aires: Nueva Visión, 1973.
39
MOR.ICE, Ch. «P. Gauguin» [París, 1919-1920]. En: HESS, Walter. Documentos para la
comprensión del arte moderno. Buenos Aires: Nueva Visión, 1973.
40
VALDELOMAR, Abraham. O (Carta a J.A. Falconí Villagómez, 22 de octubre de 1916).
41
REwALD, John. El postimpresionismo. De van Gogh a Gauguin. Madrid: Alianza, 1982.
42
VALDELOMAR, Abraham, O, p. 145 («De Belén a Pescadería», aparecido en La Opinión
Nncional).
43
Íd., OTD, p. 606.
Martha Barriga Tello 619
[...] hay artes que fijan la vida, precisan un instante de la naturaleza, artes
que podríamos llamar de la Naturaleza inerte, en las cuales se pone a
ésta, en más o menos dosis su dinamismo latente: la pintura, las artes
plásticas en general, lo que puede realizarse por ideas sintéticas; y hay
artes que simulan el dinamismo en marcha, que son una interpretación
de la Naturaleza en camino. 44
44
Ib., p. 543.
45
Íd., O, tomo 1, pp. 174-175.
46
Íd., OTD (Carta a César Atahualpa Rodríguez, 14 de octubre de 1915).
47
Ib. (Carta a César Atahualpa Rodríguez, 14 de octubre de 1915).
48
Íd., O, tomo 1, p . 172.
620 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
Hay artes que simulan el dinamismo en marcha, que son una interpreta-
ción de la naturaleza en camino, que representan lo que podríamos lla-
mar el sentido dinámico, el ritmo en acción; a esta clase corresponden el
teatro, la danza, el toreo[ ... ] en estos se eterniza la vida en acción, en la
fuerza vibrante. 49
51
Ib. (Carta a Honorio Ríos Elejalde, 30 de marzo de 1916).
52
Ib ., p . 197.
622 Abraham Valdelomar: sus ideas estéticas y el Modernismo europeo
53 Ib., p. 103.
Martha Barriga Tello 623
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Banco Continental para el Fomento de la Educación y la Cultura.
Carlos Beas
Pontificia Universidad Católica del Perú
1.1.1. El Avesta
El monumento más venerable de la literatura irania es el Avesta, co-
lección de las escrituras sagradas de la religión predicada por Zoroastro
probablemente alrededor del siglo VII a. de C. Su lengua es un dialec-
to muy arcaico, cercano al sánscrito védico y localizado al este de la
meseta irania. Las porciones más antiguas del Avesta son, quizás, del
profeta; muchos otros textos parecen haber sido añadidos posterior-
mente en diversas ocasiones. Según la tradición, el conjunto de los
textos del Avesta, dispersado después de la conquista de Alejandro,
fue reunido y reelaborado por los sacerdotes de la época sasánida,
quienes lo convirtieron en una vasta enciclopedia religiosa, filosófica
y jurídica. Posteriormente, las dificultades con las que se enfrentaron
las comunidades zoroástricas en el tiempo de la conquista islámica
solo dejaron subsistir, de este gran Avesta, las porciones utilizadas en
la liturgia. Son estos extractos los que, durante la segunda mitad del
siglo XVIII, Anquetil-Duperron pudo reunir con la ayuda de los Parsis
de Bombay y los que nosotros conocemos con el nombre de Avesta.
La antigua religión de los pueblos indoeuropeos había desarrolla-
do, entre los iranios, el culto a un dios supremo Ahura Mazda. Me-
diante una reforma purificadora y sistematizadora, Zoroastro instauró
una religión dualista de altas exigencias éticas. El mundo entero está
dividido en criaturas que proceden del buen espíritu (Ahura Mazda)
y del mal espíritu (Ahrimán); estos dos espíritus combaten entre sí siin
concederse ninguna tregua. El fiel debe contribuir a la victoria defini-
tiva del buen espíritu por medio de los «buenos pensamientos, las
buenas palabras y las buenas obras».
El texto sagrado está constituido por los conjuntos de estrofas de-
nominados gatha, que la tradición atribuye al mismo Zoroastro. Escri-
tos en un dialecto aun más arcaico que el resto del Avesta, plenos de
alusiones oscuras, los gatha son difíciles de entender. No obstante,
permiten columbrar la poderosa personalidad del profeta, sus revela-
ciones y sus combates, un pensamiento profundo más concentrado
en la espiritualidad y en la moralidad que en las exigencias del culto.
Carlos Beas 627
Ahura Mazda es el gran dios que ha creado esta tierra y aquel cielo alto,
que ha creado al hombre y a su felicidad, que ha hecho a Daría rey único
de numerosos pueblos, único señor de numerosos pueblos.
Soy Daría, el gran rey, Rey de Reyes, rey de los países que albergan nume-
rosas razas, rey de esta tierra que se extiende a lo lejos, hijo de Hystaspe,
Aqueménida, persa hijo de persa, ario descendiente de linaje ario.
Así habla Daría, Rey: cuando Ahura Mazda vio esta tierra sumida en la
confusión, él me la entregó y me hizo Rey. Soy Rey. Asistido por la gracia
de Ahura Mazda, puse la tierra en su lugar. Lo que ordené a los pueblos,
estos lo hicieron, conforme ami deseo[ ... ].
2. La Literatura Persa
La caída del Imperio Sasánida bajo los golpes de las tribus árabes,
unificadas por la predicación de Muharnrnad, fue sorprendentemente
rápida. Hacia la mitad del siglo VII, el poder sasánida se encontraba
debilitado por crisis interiores y por las guerras con Bizancio. En po-
cos años, el Imperio entero era conquistado definitivamente por los
musulmanes. Desde entonces, Irán es solo una de las provincias del
Califato. El antiguo Irán cede su lugar a la Persia islámica.
Sin embargo, la conciencia y tradición propias de los pueblos con-
quistados, sobreviven en Irán, mantenidas por la nobleza rural. Se
Carlos Beas 631
Ferdosí nació entre los años 932 y 942, y murió en el año 1020 o 1025.
Casi todo lo que se sabe acerca de él se le debe a Nezamí Aruzí, espe-
cialista en prosodia, autor del siglo XII que visitó la tumba de Ferdosí
en el año 1116 o 1117. En la Novena Anécdota del Segundo Discurso,
dedicado a las cualidades del poeta y de sus versos, de su obra Madjma'
al Nawadir (Recopilación de hechos extraordinarios), Nezamí Aruzí n os
cuenta lo siguiente:
Carlos Beas 633
El maestro Abu'l Qasim Ferdosí, uno de los hacendados de Tus, era origi-
nario del distrito de Tabarán, de una aldea llamada Bazh, que tenía unos
mil habitantes. Ferdosí tenía una gran propiedad en esta aldea, cuyas
rentas le permitían vivir con independencia. No tenía más que una hija, y
toda su esperanza cuando componía el Shah-Nameh (Libro de los reyes), era
poder dejarle en su viudedad una ganancia considerable que fuera pro-
ducto de esta obra. Trabajó 25 años en el libro.antes de acabarlo, porque,
en verdad, no descuidó ningún aspecto para elevar sus versos hasta el
séptimo ciclo, y conferirles la dulzura del agua que fluye [... ]. Cuando
Ferdosí terminó su poema, Ali Daylam hizo una copia completa y Abu
Dulaf se encargó de declamado[ ... ].'Ali Daylam copió el Libro de los reyes
en siete volúmenes y Ferdosí se encaminó hacia la corte de Ghazna lle-
vando consigo a Abu Dulaf. Por la intermediación del primer ministro
Ahmad lbn Hasan, ofreció su libro al sultán Mahmud, que lo aceptó y se
mostró agradecido con Ahmad lbn Hasan. Pero el Primer Ministro tenía
enemigos que arrojaban sin cesar el polvo de la intriga en la copa de su
reputación. Mahmud consultó con sus allegados sobre lo que convenía
dar a Ferdosí. «Cincuenta mil piezas de plata serían todavía demasiadas
para un hereje, un mu' tasílí». El sultán Mahmud era un fanático y todas
estas intrigas hicieron presa en él y les prestó oídos.No ofreció a Ferdosí
más que veinte mil piezas de plata. Profundamente afligido, Ferdosí se
dirigió a los baños; cuando salió bebió un vaso de cerveza; luego compar-
tió el dinero recibido con el empleado de los baños y con el que le había
servido la bebida. Pero, como conocía la severidad de Mahmud, abando-
nó Ghazna durante la noche y se encaminó a Herat, donde se refugió en
el negocio de Ismael, padre del poeta Azraci, y allí permaneció oculto
durante seis meses. Entretanto, los policías de Mahmud llegaron hasta
Tus y se volvieron.
3.2. El argumento
bas breves, como la métrica latina, por ejemplo. El verso épico tiene
como base la sucesión de una breve y dos largas; ostenta la forma
siguiente:
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Jules Laforgue y el derecho de citar:
otro derecho de ciudad
1
CALVINO, ltalo. Las ciudades invisibles. Buenos Aires: Minotauro, 1974, p. 26.
2
CoRTÁZAR, Julio. Rayuela. Buenos Aires: Sudamericana, 1969, p. 215.
3
LYOTARD, Jean-Frarn;ois. Moralités postmodernes. París: Galilée, 1993, p. 27.
4
La piedra heraclea y la atracción magnética entre los eslabones que forma la
cadena de entusiasmados que imagina Platón, aparece en su propia versión, según
Blanchot, tanto en Poe como en Baudelaire. Lautréamont habla «du bon fluide magnétique»
que retiene al lector estupefacto (BLANCHOT, M. Lautréamont et Sade. París: Minuit, 1963,
p.88).
5
HARTMANN, P. «La les;on herméneutique». Poetique, n.º 99, p. 263.
642 Jules Laforgue y el derecho de citar: otro derecho de ciudad
«leer(la) con simpatía (el primer don del sabio) como Carlyle ou
Michelet». 6
Se sabe que el Conde de Lautréamont es un autor muy leído. ¿Po-
dría decirse de Laforgue que es un autor muy leído? Ese participio, en
español, denota, en una curiosa ambivalencia, tanto a un autor «que
tiene muchos lectores», como a un autor «que lee mucho» y, abarcan-
do esos dos extremos de la lectura, leído mantiene la condición lubrida
inherente a la interpretación, a ambos sentidos, a ambos poetas, al
cruce donde se inscribe su poesía. Muy leídos, en efecto. ¿Leídos por
muchos? La cuantificación de sus lectores es felizmente indiscernible.
¿Cómo registrar las lecturas necesariamente discretas del lector sin
confundirlas con las parciales elocuencias del crítico, con las estadís-
ticas editoriales, con las jerarquizaciones de listas periodísticas y los
entrecruzamientos de intereses varios que suelen condicionar las op-
ciones que orientan con frecuencia las lecturas?
Otro escritor muy leído, Julio Cortázar, lector de Laforgue pero
más obsesionado con «Le "fant6me" de Lautréamont», se identifica
con él, en tanto que narrador con «voz en yo», más de una vez. Doble
de Paul Laurent en «El otro cielo» (la semejanza discontinua entre
Laurent y Lautréamont no es mera coincidencia)/ sus fantasmas se
deslizan del siglo XIX al XX con la misma facilidad con que se despla-
zan del París de Lautréamont (1868) al Buenos Aires (entre 1928 y
1945), «sin otra transición que la establecida por un punto que divide
el párrafo en dos mitades»,8 un título partido al medio, donde la frac-
ción, en lugar de dividir, duplica. En Rayuela, Cortázar imagina el
siguiente diálogo entre Gregorovius y La Maga, la mujer que, como
Lautréamont, nació en Montevideo - no en la Ciudad Vieja, en un
monte poco elevado, en el Cerro- y vivió (¿y murió?) en París:
6
«[ ... ], se pénétrer de l'histoire génerale et minutieuse, en se disant que cela est réel [... ]».
LAFORGUE, J. «Le sage de l'humanité nouvelle. Cathéchisme pessimiste». «Pensées et
paradoxes». En: LAFORGUE, J. Mélanges posthumes. CEuvres completes de Ju/es Laforgue. 4ta
ed. París: Mercure de France, p. 11-12.
7
• El último cuento de CORTÁZAR, Julio. Todos los fuegos el fuego. Buenos Aires:
«Ah, Lautréamont», decía (la Maga) recordando de golpe. «Sí, yo creo que
lo conocen muchísimo» . -Era uruguayo, aunque no lo parezca. -No
parece-dijo La Maga, rehabilitándose. -En realidad, Lautréamont [... ]
[... ]pero él [Horacio] seguía ahí, moviendo los labios en silencio, hablán-
dose con la Maga entre el humo y el jazz, riéndose para adentro de tanto
Lautréamont y tanto Montevideo. 9
9
CORTÁZAR, Julio, ob. cit., pp. 58-59.
10
BENJAMIN, Walter. «Je déballe ma bibliotheque. Discours sur la bibliomanie».
Esprit, n .º 61, enero de 1982, p . 4.
11
FouCAULT, Michel. L'ordre du discours. Le~on inaugura/e au College de France prononcée
le 2 décembre 1970. París: Gallimard, 1971, p. 28.
12
LAUTRÉAMONT. Poésies JI. CEuvres completes. París: J. Corti, 1979, p . 381.
13
FouCAULT, Michel, ob . cit., p. 28.
14
KAHN, G. Symbolistes et décadents. París: Léon Vanier, 1902, p. 184.
15
BLANCHOT, M., ob. cit., p. 188.
644 Jules Laforgue y el derecho de citar: otro derecho de ciudad
16
ARENDT, H . Vies politiques. París: Gallimard, pp. 291-292.
17
BAUDELAIRE, Charles. «Le peintre de la vie moderne». En: BAUDELAIRE, Charles.
Critiques d'art. CF,uvres completes. París: Gallimard, 1976, tomo 2, p . 692.
18
LAUTRÉAMONT, ob. cit., pp. 379 y 386.
19
En su libro, Blanchot subtitula «L'espérance d'une tete» (p. 87) a la esperanza de
una cabeza lejana «qui, au moment ou Maldoror serait écrit, luí preterait toute la force voulue
pour écrire»: «Plut au ciel que[ ... ]». Patrick Besnier titula «L'espérance d'une queue» el
texto donde compara las notas de los investigadores con el injerto de una cola en una
rata viva que se narra en el Canto V de Maldoror.
20
Perlas de la sabiduría judía (Antología de los hagiógrafos y de Pirke Avot). Buenos Aires:
Yehuda, s.a., cap. VI, pp. 315-317. Le agradezco al profesor Zeki Berk las precisiones
que tuvo a bien proporcionarme.
Lisa Block de Behar 645
sus lamentos 21 haciendo resonar sus «Bín bam, bín bam,/Les cloches, les
cloches» [las campanas, las campanas],22 adopta un tono de «autoburla
epistemológica», haciendo suya esa cuerda cósmico-cómica que do-
bla las ironías y las citas y, por procedimientos distintos, también con-
tradictorios, subvierte «el lenguaje de los héroes grandilocuentes»,23 o
de quienes, falsamente, lo impostan.
Laforgue se exhibe - o no se exhibe- bajo la máscara de Hamlet, 24
o se embadurna con los afeites de Pierrot, 25 su más cara máscara,
haciendo muecas para imitar voces que no emite, aspirando, tal vez,
a los silencios de una articulación arquetípica que parece anterior a
las particularidades de la voz, aunque modula el timbre y sus mati-
ces. Así, casi mudo, imita las voces de otros, una imitación que
contrahace copias que son copia y destrucción a la vez.
Fundador de un discurso de la no discursividad, no duda en mez-
clar la erudición de una filosofía desplazada hacia contextos familia-
res: «Donde Pascal no tiene otros Pensamíentos»,26 que los más conoci-
dos. Con ingenuidad descuidada canturrea canciones infantiles
anónimas, basculando entre el personaje más trágico de la Divina
Comedía y el niño en un barquito a la deriva. Como si Dante y Wagner
- megalomanía mediante- se encontraran en «pequeña compañía»
con Pulgarcito, por ponerle un nombre a quien tampoco lo tiene pero
que deja rastros patéticos de un buque fantasma y de un contraste
que provoca y enternece a la par:
21
LAFORGUE, J. Les complaintes. CEuvres completes. Ginebra: Slatkine Reprints, 1979,
tomo 2, pp. 57-202.
22
Íd., «Complain tes des cloches» . En: LAFORGUE, J., ob . cit., pp. 154-156.
23
KAHN, G., ob . cit., p. 183.
24
LAFORGUE, J. «Hamlet, ou les suites de la piété filia le». En: LAFORGUE, J. Moralités
légendaires. CEuvres completes. Ginebra: Slatkine Reprints, 1979, tomos 3 y 4, pp. 13-69.
25
Íd., «Pierrot Fumiste». En: LAFORGUE, J. Mélanges posthumes, ob. cit., pp. 87-107. Ver
también sus Pierrots en Les complaintes y L'imitation de Notre-Dame la Lune.
26 Íd., «Guitare» . En: LAFORGUE, J. L'imitation de Notre-Dame la /une. CEuvres completes.
«¡El tiempo! ¡El tiempo! y el resto son estelas[ .. .]» 28 o espuma ele
mar. Cuando Cronos devora a sus hijos, el tiempo no cuenta. Tam-
bién él, padre ejemplar, prefiere incorporarlos para no dejar a sus
hijos huérfanos. Recorre, a los saltos -privilegio de lector- los faros,
deteniéndose en Shakespeare, «ha recorrido al fatal Vigny, al apoca-
líptico Hugo. Se unió al rafaelismo de Lamartine, al paganismo de
Gautier, a la comedia humana de Balzac y a las pastorales de George
Sand. Volvió de las declamaciones pueriles de Musset. Se apartó ele
Leconte de Lisle, insuficientemente humano; de Cazalis, demasiado
dilettante; de Sully Prudhomme, demasiado frío, demasiado técnico;
pero se quedó cautivado por Baudelaire, ese maldito de París, del con-
tumaz Corbiere, del sonámbulo y magnético Rimbaud y un poco tam-
bién de Mallarmé, orfebre de la niebla». Tanto la lista como los co-
mentarios van por cuenta y cargo de Ernest Raynaud. 29 Como la
mescolanza es simbolista, Shakespeare no podría estar; sin embargo,
otra vez y con razón, el Hamlet de Laforgue dice desde un epígrafe:
«¡Es más fuerte que yo», 30 un personaje que padece las consecuencias
de la piedad filial y las de la repetición textual.
Como los personajes-lectores-escritores de Gustave Flaubeirt,
Laforgue (a)copia -repite y acapara- los escritos de otros que se
apropian -porque los hace suyos porque se adecuan- a su tono. El
tono Laforgue modula una verdadera Stimmung, se podría decir en
alemán porque acumula la voz (Stimme), la coincidencia (stimmen)
con las variaciones de un humor (Stimmung) que es el de un Pierrot,
absorbiendo en la blancura de su indumentaria lunar, como si fuera
nocturna, todos los colores.
Se propone «Hacer lo original a cualquier precio» y por eso, repite,
repite todo lo que puede poniendo en evidencia uno de los mayores
misterios del lenguaje que permite decir y decir lo contrario, decir y
no decir, al mismo tiempo, repetir de nuevo -la contradicción inhe-
rente a la novedad: «Por mí, déjeme escribirle con frecuencia, a la
aventura, contándole cualquier cosa, sobreentendiendo siempre este
epígrafe: «nil sub sale navum, más bien, amne sub sale navum»31 o vuel-
28
Íd., «L'ennui». «Pensées et paradoxes». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p. 16.
REYNAUD, E. La melée symboliste (1870-1890). Portraits et souvenirs. París: La Renais-
29
1881). LAFoRGUE, J. «Lettres 1881-1882». En: LAFORGUE, J. CEuvres completes. Ginebra: Slatkine
Reprints, 1979, tomos 3 y 4, p. 81.
Lisa Block de Behar 647
ve a decir: «Spleen, spleen, spleen [... ]. Nada nuevo bajo el sol».32 Hace
más de un siglo, Laforgue recordaba al Koheleth, el sabio al que se
atribuye el Eclesiastés, alguien «que sabía» 33 que la vanidad de la in-
vención arriesga viento y vacío:
Recorrió todos los países, visitó los museos, devoró las bibliotecas. Inter-
pretó todas las músicas. Ninguna manifestación de arte le resultó extra-
ña. A los veinte años, con esa sobre actividad que se nota en algunos
tísicos, visitó todas las civilizaciones. Su cerebro es una encrucijada don-
de se precipitan revueltas todas las razas, las ideas, las filosofías, las
religiones [...]pero esta vivacidad de impresiones se paga con la abolición
de la voluntad. Es el mal de la época. La situación del hombre moderno,
en medio de las sacudidas y de las transformaciones sociales perpetuas,
es la de un acróbata obligado a mantenerse en equilibrio sobre una bola
en movimiento. 36
32
En carta a Ch. Ephrussi desde Wiesbaden (26 de abril de 1882). LAFORGUE, J. Lettres
1881 -1882, ob . cit., p. 149.
33
De acuerdo con la traducción de Haroldo de Campos, Kohelet significa en hebreo
«aquel que sabe».
34
LAFORGUE, J. «Préludes autobiographiques». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p . 63.
35
Íd., «Complainte des crépuscules célibataires». En: LAFORGE, J., ob. cit., p. 104.
36
RAYNAUD, E., ob. cit., pp. 41-42.
648 Jules Laforgue y el derecho de citar: otro derecho de ciudad
37
LAFORGUE, J., art. cit., p. 45.
38
Íd., «A la dérive». «Pensées et paradoxes». En: LAFORGUE, J., ob. cit., pp. 16-17.
39
«La musique des lettres». Citado por CoMPAGNON, A. La seconde main . Pa rís, 1979,
p . 360.
40
Es el título del último libro de Gérard GENEITE. París: Seuil, 1994.
41
LAFORGUE, J. «Complainte-litanies de mon Sacré-Cceur». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p.
186.
Lisa Block de Behar 649
42
PAZ, Octavio. La otra voz. Barcelona: Seix Barral, 1990.
43
BENJAMIN, Walter. Schriften I, p . 571. Citado por ARENDT, Hanna . «Benjamín le
pecheur de perles [... ]». En: ARENDT, Hanna, ob. cit., pp. 291-293. Publicado también en
Esprit, n.º 61, 1982.
44
LAFORGUE, J. «Complainte des Mounis de Mont-Martre». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p.
183.
45 Voix blanche: sin timbre. Vers blancs: sin rima.
46
LAFORGUE, J. «Grande complainte de la Ville de Paris». En: LAFORGUE, J., ob. cit., pp.
180-182.
47
FoURNlER, Edouard. Chroniques et légendes des rues de Paris. París, 1864. Citado por
BENJAMIN, W., ob. cit., p . 163.
650 Ju les Laforgue y el derecho de citar: otro derech o de ciudad
48
LAUTRÉAMONT, ob. cit., p . 386.
49
Carta a Em ile Laforgue (ju lio de 1886): «Je me souviens du temps oü je portais a
Bourget despieces de théátre, des chapitres de roman, et des masses de vers, en songeant: de ce
coup-ci, il va etre épaté' Et il me répondait le dimanche suivant: "Vous ne savez pas encare le
Jra111;ais, ni le métier du vers, et vous n'en etes pas encare a penser par vous meme"». Sigue,
«Quand je re/is ce qui me reste des vie/les choses, je sens cambien il avait raison et je me félicite
de man séjour ici en ce que cet éloignement de París m'a empeché de publier des sottises qui
m'auraient ensuite fait faire du mauvais sang toute ma vie» (LAFORGUE, J., ob. cit., tomos 3 y 4,
pp. 146-147).
50
DERRIDA, J. Du droit ala philosophie. París: Galilée, 1990, p. 10.
51
Citado por P1CH0IS, Claude y Jean-Paul A v1cE. Baudelaire-Paris. París: Paris-Musées,
Quai Voltaire, 1994.
Lisa Block de Behar 651
Et alors man grand livre de prophétie, la Bible nouvelle qui va faire déserter les
cités. 53
52 LAFORGUE, J. «Pan ou l'invention de la syrinx a sept tuyau x». En: LAFORGUE, J., ob. cit.,
p. 200.
53 Íd., «Mes livres». «Pensées e t paradoxes». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p. 9.
54
ULACIA, M. «Laforgue, un puente entre dos lenguas». En: BLOCK DE BEHAR, L., F.
CARADEC y D. LEFORT (coords.). Lautreámont & Laforgue. La cuestión de los orígenes/La quete
des origines. Montevideo: Academia Nacional de Letras, 1993, pp. 195-202.
55 KNAlITH, A. «Transport poétique par voix maritime. Laforgue entre l' Amérique e t
l'Europe». En: BLOCK DE füHAR, L., F. CARADEC y D. LEFORT (coords.), ob. cit., pp. 21-42.
56
LAFORGUE, J. «Complainte propitia toire a l' inconscient». En: LAFORGUE, J., ob. cit., p . 68.
652 Jules Laforgue y el derecho de citar: otro derecho de ciudad
Toute la capitale,
Matrice sociale.
Que nul n'intercede,
Ce ne sera jamais assez,
Il n'y a qu'un remede,
C'est de tout casser. 57
Toda la capital,
Matriz social.
Que nadie interceda,
Nunca será suficiente,
Solo hay un remedio,
Romper todo.
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57
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58
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CARADEC y D. LEFORT (coord.). Lautreámont & Laforgue. La cuestión de
los orígenes/La quete des origines. Montevideo: Academia Nacional
de Letras.
El amor y las heridas*
la dicha, los sepultados en las garras de la soledad; como los que bus-
can en los basurales en Lima y que Enrique Congrains Martin ha
perennizado en su libro No una sino muchas muertes, y cuyas escenas
aquí en Nueva York se repiten a diario sin necesidad de ir a los
botaderos de la metrópoli, escenas como las de aquellos hombres y
aquellas mujeres que deambulan por las calles, los supermercados,
los hoteles, las universidades, las diferentes líneas del metro (que aquí
le llaman subway), los basureros públicos, los jardines; hombres y
mujeres que recogen las latas de las bebidas gaseosas y de cerveza
porque por cada una de ellas ganarán cinco centavos de dólar. Estos
personajes no necesitan ni una, ni muchas suertes, sino todas, todas
las suertes del mundo, pero todos los días. Porque en Nueva York, la
primera ciudad del mundo, la capital del mundo como la llaman aquí,
también hay miseria igual que la de Lima.
Henry Miller, el escritor norteamericano que señaló una huella en la
literatura de los años cincuenta y sesenta, cuando hablaba de su famo-
so Puente sobre Brooklyn, envolvía sus anécdotas en ese halo de, o por
mejor decirlo, en ese vaho de pobreza, aludiendo también a la actitud
misérrima de los hombres, con otra connotación, otro significado.
Porque donde hay pobreza, hay avaricia. El avaro busca el dinero,
pero también puede ser ambicioso, y, en este caso, la ambición busca
el mando, está unida al poder; por algo se dice que la codicia siempre
quiso ser dueña de la Tierra; en los libros de cuentos para niños, el
codicioso se excita viendo a un rey sentado en su trono; acaso no
dicen los tratados que «el avaro suspende el aliento y aguza el oído
para un mejor regocijo cuando escucha el sonido de las monedas»,
por allí el ambicioso sueña con el asiento del poder, no dicen que en la
política no interesa cómo llegar al poder, sino el poder mismo.
Maquiavelo ya lo había afirmado: todo lo justifica la toma del poder. Se
ha especulado mucho acerca de que si la avaricia es o no ruin, o tal
vez solo es cruel; en un país como Norteamérica, en el que la educa-
ción individualista orienta al educando a ser el mejor para ser el piri-
mero en la empresa o en el gobierno, la propuesta final es, sin lugar a
dudas, la ambición y el poder; en una civilización tan avanzada en el
individualismo, la pobreza y el fracaso son las fórmulas para el contra-
peso de la sociedad.
No una sino muchas suertes, las deseamos a todos y para nosotros
mismos, en una cadena interminable de recomendaciones y empe-
ños: desde hacer las cosas cuando debimos o debemos y, además,
hacerlas bien, acertar en eso que se llama la formación de nuestras
José Antonio Bravo 657
pero que hubiera dejado esa gran obra. Y no hacía mucho tiempo, en
este mismo año de 1991, un magnífico hombre vinculado a la cultura
en el Perú me había dicho que, felizmente, César Vallejo se había
muerto de hambre en París y «gracias a Dios» que estuvo preso, por-
que si no, no hubiera escrito lo que escribió y no hubiera llegado a ser
el mejor poeta de habla española. Conozco ya esas teorías. Lo que
sucede es que ni a Vallejo ni a Allan Poe se les ocurrió sacar su carrito
como lo hacen aquí muchos peruanos (porque con seguridad este es
un negocio de mafia peruana) para vender maní confitao; o como su-
cede con otras personas y el pan con hot dog, o el pan con cebolla, o
rosquitas con azúcar y hasta bistec apanao y pan con huevo frito; es
cierto que los carros están mejor pintados, pero las manos de estos
que sirven por aquí son o están tan cochinas, tan sucias, como las de
nuestros compatriotas. He visto vender en las calles de Nueva York,
exactamente en Broadway, en una feria ambulante entre las calles 66
y 70, hasta anticuchos de carne y corazón y pescado, con papas
sancochadas.
Pero tú me interrumpiste, me sacaste de mis analogías diciéndole
en voz alta a tu grupo: «Mañana iremos al Museo de Arte Moderno y
allí tendremos la posibilidad de ver un cuadro verdaderamente inédi-
to de Hilaire-Germain-Edgar Degas titulado En la sombrerería, de gran
factura», según tú.
No ves, Phoebe, las personas que vendían sombreros y las que com-
praron los sombreros y que han sido retratadas por Degas también
son importantes, sirvieron para eso, y no fueron, jamás, artistas.
Pero yo no quería interrumpir tu trabajo ni esperar a que acabaras
de hacerlo, así es que me senté en una banca y vi cómo tu grupo de
turistas iba desapareciendo con tu voz, de un salón al otro.
A la hora, más o menos, regresaste por mí: «Ya se los llevaron a ver
el puente sobre Brooklyn y la Estatua de la Libertad». Entonces yo te
dije que fuéramos a la 42, para tomar el bus 104, que recorre casi todo
Broadway. Como siempre, tú quisiste imponer tu autoridad de ma-
chismo feminista, pero aceptaste mi pequeño delirio. «No le hacemos
daño a nadie por pasearnos por gusto». Y vimos desde el puente
Pershing, en la 42, en adelante, cómo se iban salpicando las veredas
con vendedores de guías, planos, anteojos, sortijas, colgajos, barati-
jas, peines, espejos, libros viejos; justamente a la altura de la Bibliote-
ca (hablo de Nueva York), en la vereda de la Universidad de Nueva
York, en la Escuela para Graduados, allí están, venden de todo: nove-
las rosa, de misterio, de aventuras, libros de cocina, casi nuevos, cómo
660 El amor y las heridas
nado era perfecto, los dos solos en una paz acelerada como los pisos
que se iba devorando esta suerte de cohete, que daba la impresión de
no detenerse en el extremo techo del edificio, sino más bien salir hacia
la estratósfera y al infinito. Tu rostro iba cambiando, Phoebe, en la
medida en que subíamos. En el piso diez me dijiste, con una solemni-
dad de espanto, a punto de desmayarte casi: «¿Sabes cuánto tiempo
ha pasado que no hago el amor? Nada más que casi diez años; desde
que salió esto del sida, mi vida sexual ha sido un completo martirio».
Llegamos al último piso y luego subimos unas escaleritas, efectiva-
mente, era una casita prefabricada en el techo, con flores y una vista
impagable. «La dueña del edificio permite que viva aquí, es una amante
de Tumer, como yo, pero no somos celosas. Es una anciana de noven-
ta años, hermosa y buena, quiere mucho a la niña». Y te diste cuenta
de que habías avanzado más allá de lo necesario con tu información y
me dijiste: «Pensaba decírtelo más tarde, la niña tiene ya veinte años,
estudia Medicina, tiene una beca por ser muy buena gimnasta, irá a
las Olimpiadas el otro año. No me gustaría que la conocieras». Cami-
naste en dirección al baño, tirando los zapatos y desvistiéndote: «La
ducha es muy buena, te invito».
El tiempo cura todas las heridas; todas las horas hieren, la última
mata; el amor lo vence todo; más vale tarde que nunca; cada quién se
pone la corona que se labra; aprovéchate gaviota que no verás otra;
porque donde hubo fuego, cenizas quedaron. Te habías quedado dor-
mida, como para siempre, y yo quería preguntarte por la niña. Cuan-
do salimos a cenar, ya de noche, en el restaurante había una pareja
de enamorados acariciándose, vestidos los dos de blanco: «Allí están
los de las bicicletas», me dijiste. «Los dos son hombres».
.
El conquistador Diego de Silva,
presunto autor de la Crónica rimada
1
LórEz DE GóMARA, Francisco. Historia general de las Indias. Barcelona, 1954, parte 1,
cap. CXLVI, tomo 1, p. 246; VEGA, Inca Garcilaso de la. Los comentarios reales de los Incas,
Lima, 1946, parte 2, libro 3, cap. X, tomo 4, p. 252.
2
Archivo General de Indias (AGI) Patronato 110-N-I-R9 e Indiferente General 1530.
3
AGI. Patronato 122-N 1-Rl2.
4
No se sabe, si fue hijo legítimo o ilegítimo, pero nos inclinaríamos por lo primero
dada la pleitesía guardada al apellido Guzmán, que siguieron usando sus descendientes
añadido al de Silva. La Casa de Guzmán era una de las más antiguas y nobles de España.
A ella pertenecieron santo Domingo de Guzmán, los Condes de Niebla (1368) y los
Duques de Medina Sicionia (1445). Los descendientes de la sangre de Guzmán se sentían
privilegiados en el siglo XVI y, de manera especial, los conquistadores de Indias. En el
Perú quinientista se llamó «guzmanes» a los soldados vagabundos y presumidos que se
comportaban como si pertenecieran al linaje que citamos. Feliciano de Silva finalmente
nació por 1492 y murió en 1560, habiendo engendrado a Diego de Silva a los 17 años.
ZÁRATE, Agustín de. Historia del descubrimiento y conquista del Perú. Lima, 1944, libro
5
Feliciano de Silva, según esta obra, nació por 1492 y murió en 1560, lo que indicaría que
engendró a su hijo Diego siendo menor de veinte años.
666 El con quistador Diego de Silva, presunto au tor de la Crónica rimada
10
CERVANTES SAAVEDRA, Miguel de. El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha . Ma-
drid, 1989, parte 1, cap . VI, p. 50.
11
PORRAS BARRENECHEA, Raúl. «Diego de Silva, cronista de la conquista del Perú». Mar
del Sur, n.º 5, enero-febrero de 1951, p . 27.
12
AGI. Patronato 122-N-1-R12 y Patronato 90-N -1- Rll.
13
AGI. Patronato 122-N-1-Rl2.
14
AGI. Patronato 110-N-1-RS.
José Antonio del Busto Duthurburu 667
15
AGI. Patronato 122-N-l-Rl2 y Audiencia de Lima 118.
16
AGI. Patronato 122-N-l-Rl2.
17
Ib., l. cit.
18
Ib ., l. cit.
19
Ib ., l. cit.
668 El conquistador Diego de Silva, presunto autor de la Crónica rimada
20 lb., l. cit.
21
lb., l. cit.; LóPEZ DE GóMARA, Francisco, ob. cit., l. cit.; ZÁRATE, Agustín de, ob. cit., l. cit.
El conquistador Alonso Díaz mereció de Ricardo Palma ser el protagonista de la tradición
«Don Alonso el Membrudo» y también ser mencionado en la titulada «Pasquín y
contra pasquín» (ver PALMA, Ricardo. Tradiciones peruanas. Madrid, 1952, pp. 64-66 y 131.
22
AGI. Patronato 122-N-1-R12; LórEz DE GóMARA, ob. cit., parte 1, cap. CXLVI, tomo
1, p. 246; ZÁRATE, Agustín de, ob. cit., libro 4, cap. X, p. 125.; HERRERA, Antonio de. Historia
general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del Mar Océano. Buenos Aires:
1944, década 6, lib ro 10, cap. VIII, tomo 8, p. 207. Vaca de Castro en el Cuzco, el 19 de
mayo de 1543, le concedió en Condesuyos, hasta que se hiciera el reparto general, los
indios de que hizo dejación Francisco de Carvajal y que tenían por curaca a Toroalpa en
los pueblos de Cungalpata, Ruinaila, Huricapite, Anda, Cuycula, Yaure, Quiquijana,
Churaita, Auquevay y otros más que se nombraba n Coyango, Yanyara, !quite,
Niguaturu, Mudca, Nunoa, Cuyocuto, Huancarqui, Abrisque, Pacaira, Lacaya y Tauraya.
De todos estos naturales tomó posesión Diego de Silva en el Cuzco el mismo día de su
otorgamiento, ante el alcalde Gabriel de Rojas. Todos estos indios se los quitó después
Gonzalo Pizarra para dárselos a Pedro Martín de Sicilia.
José Antonio del Busto Duthurburu 669
23
AGI. Justicia 467.
24
AGI. 131-N-2-R5; CIEZA DE LEóN, Pedro . Guerra de Chupas. Madrid; HERRERA, Anto-
nio de, ob. cit., década 7, libro 6, cap. XI, tomo 9, p. 102.
25
AGI. Patronato 122-N-1-R12; 141-N-1-Rl; y 149-N-4-Rl.
26
AGI. Patronato 122-N-1-R12; CIEZA DE LEóN, Pedro. Guerra de Quito . Madrid,
1909, cap. LXII, p. 64 y cap. LXXXII, p . 87; CALVETE DE LA ESTRELLA, Juan Cristóbal, ob.
cit., libro 3, cap . 3, tomo 1, p. 333; GUTIÉRREZ DE SANTA CLARA, Pedro. Historia de las
Guerras Civiles del Perú. Madrid, 1910, libro I, cap. XXXVIII, tomo 1, p. 336 y libro 4,
cap. XI, tomo 4, p. 104; HERRERA, Antonio de, ob. cit., década 7, libro 8, cap . XI, Tomo 9,
p. 191; y cap. XIX, p. 208. FERNÁNDEZ, el Palentino, Diego ... Parte I, libro I, cap. XXVIII, p.
50 y cap. XXXIII, p . 154, t. I.
670 El conquistador Diego de Silva, presunto autor de la Crónica rimada
donde -en una rencilla doméstica- este fue asesinado por su sue-
gro, Diego González de Vargas. A partir de este momento se apagó
su gonzalismo y solo pensó en pasarse al bando real.2 7
Con tal propósito viajó con su mujer a Huamanga. Allí se alojó en
casa de Juan de Barrio. Teresa Orgóñez, su esposa, enfermó y por ello
se detuvo en la ciudad más tiempo del previsto. En eso llegó a
Huamanga Antonio de Ribera reclutando hombres para Gonzalo
Pizarro, pero luego se marchó dejando a Diego de Silva, acaso por
reparar en que su cónyuge estaba enferma. Posteriormente llegó el
capitán Juan de Acosta y todos los españoles que habían quedado en
la población huyeron con sus familias a las punas de Lucanas, donde
se encastillaron en un peñol y se proclamaron adictos a la Corona.
Por esos días, en el peñol, nació Paula de Silva, la hija de Diego de
Silva y de Teresa Orgoñez. Fue en invierno, tiempo de granizadas,
por lo que sus compañeros recordarían después a Silva sacudiendo el
toldo bajo el cual dormían la parturienta y su hija, para que este no se
desplomara con el peso de la nieve. 28
Vueltos todos a Huamanga por haberse marchado Juan de Acos:ta,
permanecieron allí para recibir al presidente Pedro de la Gasea, lo
que ocurrió el 5 de enero de 1548. Silva se puso debajo de la real
bandera y siguió al Presidente hasta la batalla de Jaquijahuana, don-
de, el 9 de abril, fue vencido y preso el Gran Gonzalo. 29
Esto le valió conservar sus indios de repartimiento, aunque tuvo
para ello que pleitear algunos tributarios con Alonso de Loaisa, los
cuales habían sido de Luis de Céspedes. Gasea no quiso intervenir en
el litigio y dejó todo en manos de la justicia, pero deseó públicamente
un arreglo ~ntre las partes. 30 Lo cierto es que Diego de Silva, por 1550,
figuraba encomendero de Aimaraes, Collcampata, Corirnarca, Mas-
cas, Yaurisque, Taipe, Tocoachi y Miscas31 •
27
CiEZA DE LEóN, Pedro, ob. cit., cap. CXXXV, p. 150; cap. CXXXVI, p . 151; cap.
CXXXIX, p. 153; cap. CXLV, p . 161; cap. CXLVI, pp. 161 y 162; cap. CCV, p. 242; cap.
CCXXVII, p . 279; HERRERA, Antonio d e, ob. cit., década 7, libro 10, cap. I, tomo 9, p. 265;
cap. III, p . 268; y década 8, libro 1, cap. XI, p. 340.
28
AGI. Patronato 122-N-1-Rl2. Paula de Silva y Orgóñez casó posteriormente con
Francisco de Valverde, el Mozo, hijo del conquistador Francisco de Valverde, el Viejo,
vecino de Guayaquil, hermano del Obispo del Cuzco, Fray Vicente de Valverde, quien
resultaba por ello tío de los contrayentes.
29 lb ., l. cit.
30
AGI. Patronato 130-N-I-R 9.
31
PUENTE BRUNKE, José de la. Encomienda y encomenderos en el Perú. Sevilla: Diputación
Provincial de Sevilla, 1992, pp. 45,180, 348,351,363,377 y 378.
José Antonio del Busto Duthurburu 671
32
FERNÁNDEZ, el Palentino, Diego ... Parte II, libro I, cap. V, p. 255 y 256, y cap. VI, p.
257. VEGA, Inca Garcilaso de la, ob. cit., parte 2, libro 6, cap. XIV, tomo 6, p. 67; HERRERA,
Antonio de, ob. cit., década 8, libro 6, cap. VII, tomo 10, p. 125; cap. IX, pp . 152-153.
33
AGI. Patronato 122-N-I-R12; VEGA, Inca Garcilaso de la, ob. cit., parte 2, libro 6,
cap. XV, tomo 6, pp. 73-75.
34
AGI. Patronato 122-N-1-Rl2; 103ª-N-1-Rl; y 108-N-1-R2; FERNÁNDEZ, el Palentino,
Diego ... Parte II, libro II, cap. XXVII, pp. 333, 334 y cap. XXXV, p. 365, t. I. VEGA, Inca
Garcilaso de la, ob. cit., parte 2, libro 9, cap. X, tomo 6, pp. 175-177; PrzARRO, Pedro.
Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú . Buenos Aires, 1944, p. 197;
HERRERA, Antonio de, ob. cit., década 8, libro 9, cap. X, tomo 10, p. 275 y cap. XI, p. 276;
LóPEZ, Pero. Relación. Bahía Blanca, 1971, p . 73. Este último cronista cree erróneamente
a Diego de Silva cuñado de Francisco Hernández Girón.
672 El conquistador Diego de Silva, pr~sunto autor de la Crónica rimada
35
AGI. Patronato 122-N-1-R12 y 108-N-1-R2; VEGA, Inca Garcilaso de la, ob. cit.,
parte 2, libro 7, cap. XXVII, tomo 6, p. 256
36
AGI. Lima 313. Fray Tomás d e San Martín, en carta al Consejo de Indias fechada
en Lima el 20 de mayo de 1555, recomendaba que fueran deportados a España veinte
españoles descontentos o proclives a las revueltas, uno de los cuales era Diego de Silva.
37
AGI: Patronato 101-N-1-R5.
38
AGI. Indiferente General 1530 y Lima 92. Por este tiempo el virrey Conde de
Nieva ordenó a Diego de Silva tomar en el Cuzco juicio de residencia al oidor Diego
González de Cuenca, a quien el virrey Andrés Hurtado de Mendoza había enviado a
poner orden en aquella ciudad, lo que cumplió Silva causando muchas protestas entre
los quejosos que no consideraron su acción muy neutral.
39
AGI. Lima 502 y Patronato 127-N-2-R6. Diego de Silva fue Alcalde del Cuzco en
1541, 1544, 1549 y 1561.
40
AGI. Patronato 110-N-1-R9.
41
PuENrE BRUNKE ... ob. cit. pp. 45, 348, 351, 363, 377 y 378.
42
VEGA, Inca Garcilaso de la, ob. cit., parte 1, libro 7, cap. XI, tomo 2, p . 281.
José Antonio del Busto Duthurburu 673
Referencias Bibliográficas
LÓPEZ, Pedro
1971 Relación. Bahía Blanca.
PIZARRO, Pedro
1944 Relación del descubrimiento y conquista de los reinos del Perú y del go-
bierno y orden que los naturales tenían, y tesoros que en ella se hallaron, y
de las demás cosas que en él han subcedido hasta el día de la fecha. Buenos
Aires: Editorial Futuro.
ZÁRATE, Agustín de
1555 Historia del descubrimiento y conquista del Perú, con las cosas naturales
que señaladamente allí se hallan y los sucesos que ha habido. Edición
facsimilar. S.l.: Martín Nudo.
« Y no me esclaviza amor y no me suelta» 1
(petrarquismo y neoplatonismo 2 en Del amor y
otros demonios, de Gabriel García Márquez)
Amor, ese daimon en Cayetano que lo induce a amar lo que no está seguro
de poseer, lo que no posee aún, de desear conservar para lo por venir lo
que es imposible para él haber. Demonio de amor hacia una belleza que
falta en él, y, por tanto, de una bondad que le es ajena. 4
1
«Soneto CXXXIV» de Petrarca en traducción de Carlos Gatti.
2
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. Del amor y otros demonios. Bogotá: Norma, 1994, p. 108.
3
íb., p. 159.
4
PLATÓN. Diálogos. Ed. Juan GARRIGA. Barcelona: Iberia, 1947, p. 127.
5
Sobre otras formas de amor de pareja que aparecen en el libro se hablará más
adelante. Estas funcionan como elemento de contraste y comparación en la obra. Este
trabajo se centra en el amor de Cayetano por Sierva María, que es aquel al que se refiere
el título. Por otro lado, la historia del relato parece más del XVII que del XVIII. Sin
embargo, los comentaristas coinciden en el XVIII, como Cueto y González Vigil. Chirinos
678 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
Soto subraya que en la novela ya existe virreinato, puesto que hay virrey, y, si como
sabemos, la ciudad en cuestión es Cartagena de Indias (pues allí es donde se encuentra
el cráneo de Sierva María), entonces se trata del Virreinato de Nueva Granada, estable-
cido temporalmente entre 1717 y 1723, y convertido en permanente en 1740. El virreinato
cesó en 1810.
6
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 153.
7
lb., p. 168.
8
lb., p. 105.
9
lb., l. cit.
10
lb., l. cit.
11
JoNES, R.O. Historia de la literatura espaiiola. Barcelona: Ariel, 1978.
Irene Cabrejos de Kossuth 679
12
Este trabajo se centra más en la segunda mitad del relato, donde se produce la
epifanía amorosa para Cayetano. No ignoro las costumbres africanas y los ataques de
rabia de la madonna de Cayetano. Al ser abandonada por sus padres, Sierva María se
cría entre esclavos y no es una dueña europea, sino mujer nacida en las colonias caribeñas.
Sin embargo, cuando Cayetano irrumpe en el espacio narrativo y lo informa de
petrarquismo, la narración guarda una hermosa coherencia con la figura del amor
cortés y el amor petrarquista. Por otro lado, la actuación de Sierva María como poseída
por un demonio cristiano, está en correspondencia con la plurisignificación del título.
13
GARCIA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 170.
14
LAPESA, Rafael. La trayectoria poética de Garcilaso. Madrid: Alianza, 1985, p. 41.
15
PETRARCA, Francesco de. Rimas a Laura y Triunfos . Madrid: Aguilar.
680 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
una vez, como solía, me fui, y aquella fiera hermosa y cruda/vi que
estaba, desnuda,/en una fuente, cuando más ardía/el sol. Y, como
de otra no me pago,/ a mirarla me puse y, vergonzosa, /por escon-
derse o por venganza rara,/con sus manos echome agua a la cara».
«Canción, yo nunca he sido nube de oro/ que hecha preciosa lluvia
cayó un día,/tal que amenguó de Júpiter la hoguera».16
Cayetano Delaura encarna al amante digno de tal nombre. Sujeto
de contemplación y, al mismo tiempo, objeto del demonio amoroso,
las cualidades que lo hacen digno de amar según esta tradición se
encuentran ya en El banquete platónico.
En la relación amorosa, uno es el ente activo, el que ama, y otro, el
pasivo, el que es amado. Según Diotima, cuyo diálogo con él relata
Sócrates en el banquete de Agatón, solo puede alcanzar el grado más
alto de amor el amante fecundo «según el espíritu».17
Sin duda es del espíritu la vida de Cayetano antes de reconocer la
belleza que había atisbado en la poesía, más aun no había hallado:
«[sus amigos] compartían con él los deleites de las ideas puras, y orga-
nizaban torneos escolásticos, concursos literarios, veladas de música». 18
Cayetano arrastra su influjo donde va, y hasta la dura abadesa
reconoce su poder y se impresiona con «sus aires de juventud, su pa-
lidez de mártir, el metal de su voz, el enigma de su mechón blanco». 19
Más atrás, el narrador lo había descrito como «intenso, pálido, de
ojos vivaces, y el cabello muy negro con un mechón blanco en la fren-
te». Sin embargo, añade que «su aliento breve y sus manos febriles no
parecían los de un hombre feliz». 20
16
Íd., Sonetos y Canciones. Bogotá: Oveja Negra, 1983.
17
PLATÓN, ob. cit., p. 132. Acentuada según regulaciones de la RAE, 1999.
18 GARCfA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 114.
19
lb., p. 108.
20 lb., p. 77.
21
lb ., p. 113.
Irene Cabrejos de Kossuth 681
Desde las primeras páginas de las Miscellanea se subraya que una ínti-
ma familiaridad con la filosofía, el derecho, la medicina, la dialéctica y, en
suma, con todas las artes de la enciclopedia es condición imprescindible
para quien se proponga explicar a los poetas y hacer cosa de provecho
por la latinidad [... ].25
Cayetano fue criado por los libros y vivió entre y para ellos. Es el
único con permiso para leer los textos prohibidos por la Inquisición.
Su amor de bibliófilo se hace notorio cuando conoce la biblioteca del
renegado Abrenuncio. En ella, el mundo se le revela aun más:
22
lb., p. 114.
23
lb., p. 128.
24
Rico, Francisco. El sueiio del humanismo (de Petrarca a Erasmo). Madrid: Alianza,
1993, p. 38.
25
Rico, Francisco, ob. cit., p. 88. «Durante un par de decenios, en la época inmediata
a la consolidación escolar de los studia humanitatis y al afianzamiento de la imprenta, las
nuevas exigencias de la especialización se volcaron sobre todo en el comentario m inu-
cioso, punto por p unto, de las piezas más difíciles y exquisitas de la tradición[ ... ]. Pero
también [este quehacer] era fatigoso e insuficiente, porque las aportaciones más llama-
tivas para los doctos se perdían[ ...] en el océano de obviedades [... ]» que requerían los
alumnos y los docentes de a pie. Cabía dar, pues, un paso adelante: «no más parrafadas
sobre cosas nuevas para los ignorantes pero obvias para cualquier experto». «Nadie
dio ese paso con mayor decisión y soltura que Angelo Poliziano en la primera centuria
(1489), de sus Miscellanea [... ]» (Rico, Francisco, ob. cit., p. 87).
682 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
26
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 152. Acerca de la pasión por los textos anti-
guos, propia del renacimiento, dice HIGHET, G. La tradición clásica. México: Fondo de
Cultura Económica, 1954, pp. 32 y 33: «Bracciolini (1380-1459) cuenta cómo lograba
sacar permiso para visitar los monasterios, cómo pedía que le enseñaran la biblioteca y
cómo encontraba manuscritos cubiertos de polvo y basura en desvanes llenos de gote-
ras y plagados de ratones; con auténtica emoción los describe mirándolo a él como en
demanda de auxilio, como si fueran amigos de carne y hueso recluidos en el hospital o
en la cárcel». Acerca de la absoluta primacía de la lengua latina y de la romance, enrique-
cida por aquella, HIGHET, G., ob.cit., p. 38, anota: «Los escritores y oradores romanos, y
más todavía los griegos, fueron unos artistas del lenguaje extraordinariamente sutHes y
expertos. Apenas hay un solo recurso estilístico usado ahora en las letras modernas que
no hayan llevado ellos a la perfección. Los escritores del Renacimiento imitaron afano-
samente en las lenguas vulgares todas las fórmulas recién descubiertas de estructura de
oraciones y cláusulas, de versificación, de selección de imágenes y de disposición retó-
rica, copiando todo eso en las lenguas modernas y adaptándolo a ellas[ ... ]. Esto es lo
que constituye la verdadera línea divisoria entre la literatura prerrenacentista y la
postrenacentista».
27
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 124.
Irene Cabrejos de Kossuth 683
28
Ib., p. 122.
29
Ib., p. 169.
30
Stil nuovo: el mismo Dante nombra el estilo que él adoptó y del cual fue su mejor
representante. En el Purgatorio XXIV, 49-54: «Mas dime si estoy viendo al que estan-
darte/ alzó de nuestras rimas, comenzando: "Mujeres, que de amor sabéis el arte"./Le
contesté: "Yo soy uno que cuando/ Amor me inspira, escribo, y escribiendo/voy a
tenor de lo que va dictando» (ALIGHIERI, Dante La divina Comedia. Traducción y notas A.
EcHEVARRfA. Madrid: Alianza, 1995). ·
31
Rico, Francisco, ob. cit., p. 59, p.141.
684 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
Ungió las heridas con bálsamos y alivió con soplos suaves el escozor de
la carne viva, admirado de la resistencia de la niña ante el dolor. 37
32
Dante nombra al diario que empieza a escribir luego de la muerte de Beatriz,
ocurrida en 1290, como «vida nueva» debido a que, para él, su vida se renueva cuando
conoció a Beatriz. (Cfr. AuGHIERJ, Dante. Divina Comedia y Vida nueva. Málaga: Aguila r,
1964, tomo 1, p . 907).
33
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob . cit., p. 118.
34
lb ., p. 170.
35
lb ., p. 117.
36
lb., p. 114.
37
lb., p. 112.
Irene Cabrejos de Kossuth 685
Ya sabemos que hay algo en este hombre que lo capacita para amar
de ese modo, su singularidad frente a los demás. Ni el médico
Abrenuncio había amado nunca así, según él mismo le revela sin com-
prender a Cayetano, pues piensa que el amor es «un sentimiento con-
tra natura, que condenaba a dos desconocidos a una dependencia
mezquina e insalubre, tanto más efímera cuanto más intensa». 43
En las palabras de Abrenuncio se halla una clave importante de la
concepción amorosa desde tiempos de la literatura europea del amor
cortés en adelante, llevada a grados extremos en el siglo XV, temática
vuelta alegoría en La cárcel de amor ya citada y en el concepto de «lo-
cura de amor» de Garcí Sánchez de Badajoz. Se trata de la privación
de libertad que sufre el amante:
43
Ib., p. 194.
44
JoNES, R.O., ob. cit., p. 58.
45
PETRARCA, Francesco de. De Remediis Utriusque Fortunae. En: PETRARCA, Francesco
de . Opera. Basilea, 1496, 69 A 2-3.
Irene Cabrejos de Kossuth 687
[... ]
volsimi alla sinistra col rispitto
col quale il fantolin corre alla mamma
quando ha paura o quando elli eafflito,
per dicere a Virgilio: «Men che dramma
46
ALIGHIERI, Dante, ob. cit., 925-926. Cfr. JONES, l. cit. La pasión amorosa como conflic-
to y esclavitud está siempre viva en la experiencia del hombre occidental. Vista como
enfermedad y locura, es un tópico muy frecuente en la poesía griega. Baste este ejem-
plo de la Fedra, de Eurípides, donde ella, doliente de amor por Hipólito, dice:
«¡lncorporadme 1 Levantadme la cabeza; siento quebrantados los miembros de las co-
yunturas. Esclavas, sostened mis manos desfallecientes. ¡Me pesa este velo en la cabeza!
¡Quitádmelo! Dejad que floren los cabellos sobre mis hombros[ ... ]. ¡Ay! ¿Por qué no
podré, al borde de una límpida fontana, beber a grandes tragos agua pura? ¿Por qué no
podré, a la sombra de los álamos, descansar en una pradera alfombrada de abundante
hierba?». Los ejemplos son innumerables.
47
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob . cit., p. 125.
48
Cfr. «Casio no podía aparecer membrudo». CHIAPPO, Leopoldo. Escenas de la
Comedia. Estudios daureanos, Lima: Concytec, Universidad Peruana Cayetano Heredia,
1988, tomo II. El dantólogo peruano Leopoldo Chiappo destaca cómo Beatriz trata .de
tú a Dante, mientras que este, en señal de respeto, y creo que también de vasallaje, le
habla de vos.
688 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
AuGHIERI, Dante. Divina Comedia. Ed. Ulrico Hmru. Comentarios VANDELLI. Milán,
49
1949, Purgatorio XXX, 43-48. «[ ... ] "Como rama/al viento, tiembla mi alma toda ente-
ra:/¡conozco el rastro de la antigua llama'» (ALIGHIERI, Dante, ob. cit.).
50
GARCIA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., pp. 172-173.
51 ALIGHIERI, Dante, ob. cit., Purgatorio XXXI, 7-9. «[ ... ] "Me hallaba tan confuso/ que
la voz, intentando salir fuera,/ de su órgano no pudo ni hacer uso"» . ALIGHIERI, Dante.
Divina Comedia. Traducción y notas A. ECHEVARRíA. Madrid: Alianza, 1995.
52
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 166.
Irene Cabrejos de Kossuth 689
Soneto 134
Paz no encuentro y no tengo con qué hacer guerra
y temo y espero y ardo y soy un hielo
y vuelo sobre el cielo y yago en tierra
y nada ajusto y todo el mundo abrazo.
Tal me tiene en prisión, que no me abre ni me cierra
ni por sí me retiene ni suelta el lazo
y no me esclaviza Amor y no me suelta
ni me quiere vivo, ni me tiene con cuidado.
Veo sin ojos y no tengo lengua y grito
y bramo de morir y pido ayuda
y me tengo en odio a mí mismo y amo a los demás.
Me nutro de dolor, llorando río;
igualmente me disgustan muerte y vida:
en este estado estoy, señora, por vos. 53
Amor y muerte
«¡Ven a mí, dulcísima Muerte! No me seas cruel, pues debes ser noble, a
juzgar por donde has estado. ¡Ven a mí, que tanto te deseo! ¿No ves ya que
tengo tu mismo color?». 56
Estancia 5
[... ]
Estoy muriendo, y aun la vida temo;
témola con razón, pues tú me dejas,
que no hay sin ti el vivir para qué sea.
Vergüenza he que me vea
ninguno en tal estado,
de ti desamparado,
y de mí mismo yo me corro agora [... ].
57
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 159.
58
lb., p. 169.
59 Cfr. PLATÓN, ob. cit., pp. 124-125.
692 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
[... ]
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado.
[... ]
62
lb., p. 198.
63
lb., p. 11.
64
Cfr. ABBAGNANO, N., Diccionario de Filosofía. México: Fondo de Cultura Económica,
1995.
694 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
decía hace un momento, algo intermedio entre los dioses y los hom-
bres. -¿Cuál es - le pregunté- la función de un demonio? - Ser el
intérprete y el intermediario entre los hombres y los dioses [... ]».65
Si bien Sierva María recuerda más a Laura que a Beatriz, es tam-
bién donna angelicata. «Dueña» porque posee el alma, el espíritu, el
amor y hasta los huesos del esclavizado amante; «angelical» porque
es gentil, modesta, pura y lleva al amante hacia la verdad.
Así como para el amante del stil nuovo, la belleza estaba en los ojos
y la sonrisa, para Cayetano también, pero, sobre todo, la encontrará a
través de sus cabellos. Aquel atributo extraordinario que constituye
uno de sus adornos más admirados. Los cabellos, símbolo de la belle-
za femenina. Cortarse la trenza equivale a un tremendo sacrificio por
parte de las religiosas; recogérselo, señal de modestia e indicio del
ingreso de la mujer en la madurez. Soltárselo, una invitación al amor.
65
PLATÓN, ob. cit., p. 127.
66
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 44.
67
Ib., p. 20.
68
Ib., p. 59.
69 lb., P· 71.
Irene Cabrejos de Kossuth 695
70
Ib., p. 142.
71
Ib ., p. 169.
72
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel. El amor en los tiempos del cólera. Bogotá: Oveja Negra,
1985, p. 81.
73
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 143.
74
Ib., p. 119.
75 Ib ., P· 171.
696 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
[... ] porque hay quienes son más fecundos de alma que de cuerpo para las
cosas que son producto del espíritu, ¿qué es lo que corresponde a este
76
Ib., p. 132.
77
ALIGHIERI, Dante, ob. cit., p. 933.
78
G ARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p .110.
79
lb., p. 113.
80 Ib ., p. 166.
81
Ib., p. 169.
Irene Cabrejos de Kossuth 697
82
PLATÓN, ob. cit., pp. 133-134.
83
GARCÍA MÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 195.
698 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
Y así, con estas consideraciones, apártese [el amor] del ciego juicio de la
sensualidad y goce con los ojos aquel resplandor, aquella gracia, aque-
llas centellas de amor, la risa, los ademanes, y todos los otros dulces y
sabrosos aderezos de la hermosura. 84
84
CASTIGLIONE, Baltazar. El cortesano. Tr. Juan BoscÁN . Madrid, 1942.
85
PLATÓN, ob. cit., p. 128.
86
GARCÍAMÁRQUEZ, Gabriel, ob. cit., p. 52.
Irene Cabrejos de Kossuth 699
Referencias Bibliográficas
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87
Ib., l. cit.
88 Ib., p. 196.
700 «Y no me esclaviza amor y no me suelta»
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1964 La Poesía de Garcilaso. Barcelona: Ariel.
Eugenio Montale y Jorge Guillén:
traducciones recíprocas
Elvezio Canonica
Universidad de Friburgo, Suiza
Introducción ·
1
BusQUETS MENSA, María de Loreto. Eugenio Monta/e y la cultura hispánica. Roma:
Bulzoni, 1986, pp. 110-120.
2 ARCE, Joaquín. «Guillén traducido por Montale, Montale traducido por Guillén».
En: ARCE, Joaquín. Literaturas italiana y espafiola frente a frente. Madrid: Espasa-Calpe,
1982, pp. 345-353.
704 Eugenio Montale y Jorge Guillén: traducciones recíprocas
3 GuILLÉN, Jorge. Obra en prosa. Ed. Francisco J. DlAz DE CASTRO. Barcelona: Tusquets,
1999, p.518.
4
Ib., J. cit.
5 Sobre la relación de Guillén con Italia véase el discurso pronunciado por el propio
Guillén con ocasión de la publicación de una antología italiana de su obra editada por
Oreste Macrí (GurLLÉN, Jorge. Antología. Ed. de Oreste MAcRí. Florencia: Sansoni, 1972),
ahora recogido en su Obra en prosa, con el título «Jorge Guillén habla de Italia a los
italianos», fechado en Cambridge, 13-15 de agosto de 1972 (ob. cit., pp. 729-731). Véase
también la breve nota de PAOLI, Roberto. «Jorge Guillén ante Italia». Revista de Occidente,
1974, n.º 130.
6
MoNTALE, Eugenio . Il secando mestiere. Prose 1920-1979. Ed. Giorgio ZAMPA. Milano:
Mondadori, 1996, tomo 2, pp. 2924-2925.
7
Ahora en GurLLÉN, Jorge. Aire nuestro. Cántico. Clamor. Homenaje. Milán: All'Insegna
del Pesce d'Oro, 1968, p. 1494.
Elvezio Canonica 705
8
Los textos completos de los poemas estudiados se encuentran en el apéndice, al
final del artículo.
9
BusQUETS MENSA, María de Loreto, ob. cit., p. 118.
Elvezio Canonica 707
sión con «debajo del agua». Otro cambio sustancial que observamos
en esta versión montaliana está en la sustitución del v . 3: «cae. Cae»
por «discende». Se trata, como afirma Busquets, de una atenuación del
significado, 10 que, sin embargo, pasa por alto el importante valor fi-
gurativo que este verbo desempeña en el texto original, donde la caí-
da de la hoja queda expresada visualmente por el espacio blanco pro-
ducido por el cambio de estrofa, que simboliza la distancia que recorre
la hoja entre el árbol y la tierra. En otras palabras, los dos significantes
«cae. Cae» ocupan el lugar de la hoja caída. Conocemos la importan-
cia de estos valores visuales en toda la poesía del 27, y en especial en
la de Gerardo Diego. Indudablemente, en este caso, el mantenimiento
de la versión literal hubiera permitido la conservación de dicho efecto
figurativo, que queda parcialmente oculto con la solución montaliana:
«discende», significante que figurativamente tendría que ocupar un
espacio intermedio entre las dos estrofas.
En otro caso, un alejandrino algo irregular se vierte en un senario
doppio, verso introducido por Manzoni en la poesía italiana a imita-
ción del verso español de arte mayor o de Juan de Mena. Véase estos
versos de «Rama del otoño» («Ramo d'autunno»).
10
lb., l. cit.
708 Eugenio Montale y Jorge Guillén: traducciones recíprocas
el criterio subjetivo del poeta, que siente como más expresiva una
solución frente a otra. Asimismo, Montale mantiene la aliteración en
el v . 3 («Agíle albero»), aunque practicando una inversión sintáctica
con respecto al verso original («Árbol ágil»). Quizás la explicación
radica en el encuentro vocálico, que le parece más suave entre la e y la
a que entre la o y la a de la solución literal (Albero agíle). Para terminar
con el aspecto fónico, notemos la recuperación de una rima asonante
entre los vv. 8-9, gracias a la traducción de «sierras» con «montagne»,
que forma assonanza en a-e con «Jocolare», mientras que en el original
la rima asonante es e-a.
Pasando ahora al tratamiento de la rima, constatamos que Montale
renuncia por lo general a reproducir la rima asonante que se encuen-
tra en tres de los seis poemas que traduce. En «Advenimiento», sin
embargo, trata de compensar la rima a través de otros procedimien-
tos de intensificación del tejido fónico. En la primera estrofa, las pala-
bras-rima «dolce: uccelli» presentan los mismos sonidos palatales y lí-
quidos; en la segunda, «piccoli» y «mattínano» se acentúan en una í
que resalta aun más por encontrarse en términos esdrújulos; además,
en «senza» y «grazía» es bien sensible la repetición fónica. La tercera,
«attende» y «pensíero» contiene el mismo grupo en, mientras que en la
última estrofa tenemos la misma rima asonante que en el original
(«tempo: leggero» ), y casi la misma asonancia rica en «mano: anní».
Esta composición ofrece todavía otras perlas fónicas.
En la cuarta estrofa trata Guillén el tema clásico del canto del rui-
sefi.or, que va tradicionalmente acompañado por una intensificación
del material sonoro. En este caso, me atrevo a decir que la traducción
vence al original. En efecto, en Guillén, el único procedimiento para
hacer hincapié en la materia fónica consiste en la reduplicación del
sustantivo: «arrebol, arrebol». En cambio, Montale va mucho más allá
y nos ofrece dos versos espléndidos. En el primero, «parpara, ancora
parpara», no solo se acerca fónicamente y semánticamente a «arre-
bol» sino que, frente a la simple reduplicación del original, logra repe-
tir cinco veces la sílaba ar.
El segundo ofrece una aliteración muy acusada de dos grupos
consonánticos geminados particularmente expresivos, la z y la r: «tra
l'azzurro e le brezze». Casi el mismo resultado nos proporciona la con-
frontación de las dos segundas estrofas, donde también Guillén pre-
senta el tema del canto de las avecillas. Aquí también, su solución
para encontrar una remotivación del signo lingüístico consiste en la
armonía imitativa. Concretamente escoge un verbo que procede de
Elvezio Canonica 709
Pasamos ahora a estudiar el trabajo que realiza Jorge Guillén sobre los
textos de Montale. De una manera general, se puede afirmar que el
poeta español se muestra tan adherente a los poemas del italiano como
este se mostraba a los suyos. Solo en un par de ocasiones no coincide el
número de versos: en la segunda versión de «Meriggiare», por la elec-
Elvezio Canonica 711
Conclusión
Apéndice 12
El cisne Il cigno
El cisne, puro entre el aire y la onda, Puro il cigno sospeso tra cielo e onda,
tenor de la blancura, virtuoso della neve,
zambulle el pico difícil y sonda immerge il becco apriccioso e sonda
la armonía insegura. /'armonía che non vede.
Quiere después con la voz el Esbelto Vuole poi con la voce il disinvolto
desarrollar su curva. 10 sviluppar la sua curva. 10
¡Ay, discordante aprendiz, se ha resuelto Ah /'incauto apprendista che ha riso/to
la soledad en turba! solitudine in turba!
Pero ... ¡Callados los blancos¡ se extrema Forse ... Cedono i bianchi! Gia il fanale
su acorde: su fanal. dell'accordo si strema.
Todo el plumaje dibuja un sistema 15 Tutto il piumaggio dísegna un sistema 15
de silencio fatal. di silenzío fatale .
11
ARCE, Joaquín, art. cit., pp. 346-347.
Los textos de Montale proceden de: MoNTALE, Eugenio. L'opera in versi. Ed. Rosanna
12
BETTARINI y Gianfranco CoNT!NI. Turín: Einaudi, 1980, pp. 745-750. Los de Guillén de,
GUILLÉN, Jorge. Aire nuestro. Cántico. Clamor. Homenaje. Milán: All'Insegna del Pesce
d'Oro, 1968, pp. 1542-1547.
Elvezio Canonica 717
Presagio Presagio
¡Qué importa que el ajeno sol no alumbre Che fa se il sale estraneo non illumina
jamás estas figuras, sí creadas, 5 queste figure da noi non sognate, 5
soñadas no, por nuestros dos orgullos! crea te s'i, dal nostro doppio orgoglio?
No importa. Son así más verdaderas Non canta. Cos'i sano píu veraci
que el semblante de luces verosímiles che parvenze dí lucí verosímilí13
en escorzos de azar y compromiso. neglí scorcí dell'obbligo e del caso.
¿Qué fue de aquella enorme, tan informe, Che fu di quell'enorme e cos'i informe
pululación en negro de lo hondo, pullulare dí oscuro dal profondo,
bajo las soledades estrelladas? 15 sotto le splitudini stellate? 15
Las estrellas insignes, las estrellas Le stelle ínsigni di lassu non guardano
no miran nuestra noche sin arcanos. la nostra notte che non ha segretí.
Muy tranquilo se está lo tan oscuro. Resta tranquillo quel profondo buio.
La oscura eternidad ¡oh! noes un monstruo L'oscura eternita non egia un drago
celeste. Nuestras almas invisibles 20 celeste! Le nostre anime conquistano 20
conquistan su presencia entre las cosas. non viste una presenza tra le cose.
13
En: MüNTALE, Eugenio . Quaderno di traduzioni, Milán, 1948, lee «inverosimi/i» .
718 Eugenio Montale y Jorge Guillén: traducciones recíprocas
Advenimiento Avvenimento
Oúmenea: Foco/are
exáltame en resumen lejarúas de sierras. dammi in breve distanze di montagne.
Ya madura Giamatura
la hoja para su tranquila caída justa, la foglia pe/ sereno suo distacco
En reposo, 5 In calmo 5
molicie de lo último, se ensimisma el otoño. languore della fine, l'autunno s'immedesima.
Dulcemente Dolcissima
a la pureza de lo frío la hoja cede. la foglia s'abbandona al puro ge/o.
L'anguilla La anguila
Tráeme el girasol
Tendono alla chiarita le cose oscure, 5 Tienden a claridad las cosas más oscuras. 5
si esauriscono i corpi in un fluire Se consumen los cuerpos en una fluidez
di tinte: queste in musiche. Svanire de tintas que se agotan en música a su vez.
e dunque la ventura delle venture. Desvanecerse es la ventura de las venturas.
Portami tu la pianta che conduce Tráeme, tráeme la planta que nos guía
dove sorgono bionde trasparenze 10 allugar donde surge la rubia trasparencia, 10
e vapora la vita quale essenza; y se evapora ya la vida como esencia.
portami il girasole impazzito di luce. Tráeme el girasol loco de luz y día.
Scirocco Siroco
Quizá temprano
Forse unmattino andando con un aria di vetro, Quizá temprano yendo por un aire de vidrio,
arida, rivolgendomi, veclró compirsiilmiracolo: al volver la cabeza se cumplirá el milagro.
il nulla alle míe spalle, il vuoto dietro Yo veré a mis espaldas la nada misma y dentro
di me, con un terrore di ubriaco. de mi ser el vacío con terror de borracho.
Poi comes'uno schermo, s'accamperanno di gitto 5 Después, como en pantallas, acamparán de bulto
alberi case colli per l'inganno consueto. colinas, frondas, casas para el usual engaño,
Masara troppo tardi; ed io me n' andro zitto ay, demasiado tarde. Callado entre los hombres
tra gli uomini che non si voltano, col mio segreto. que no vuelven el rostro, me iré con mi secreto.
Sestear
Nelle crepe del suolo o su la veccia 5 En las grietas del suelo o sobre arvejas
spiar le file di rosse formiche acechar las filas de rojas hormigas,
ch'ora si rompono ed ora s'interecciano que ya se rompen o ya se entrelazan
a sommo dí mínuscole bíche. en las cimas de ·chicas gavillas.
II
Bibliografía
ARCE, Joaquín
1982 «Guillén traducido por Montale, Montale traducido por Guillén».
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l 968 Aire nuestro. Cántico. Clamor. Homenaje. Milán: All'insegna del Pesce
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P AOLI, Roberto
1974 «Jorge Guillén ante Italia». Revista de Occidente, n.º 130.
Ramón Rojas y Cañas, un costumbrista
olvidado
1. Costumbrismo y costumbrismos
propiamente dichos, escriben textos en cierto modo afines como las tra-
diciones de Ricardo Palma, pero lo cierto es que el Costumbrismo pe-
ruano se encama básicamente en los seis autores citados.
El Costumbrismo peruano, como ocurrió por lo general en el resto
de Hispanoamérica, significó el descubrimiento de la realidad social
circundante como materia literaria. Fue, pues, una escuela de realis-
mo que habituó por igual a creadores y lectores en el trato con la
realidad y en cuanto manejaba historias, personajes, lugares, situa-
ciones, diálogos y descripciones, se constituyó en antecedente de la
novela y el cuento (de hecho, las novelas peruanas de la segunda mi-
tad del siglo XIX son todas novelas de costumbres). Pero, además, y
desde un punto de vista más amplio, nuestro Costumbrismo hace parte
de la tendencia no organizada ni sistemática pero actuante que, lue-
go de la emancipación política, pretende la independencia literaria a
través de la búsqueda de nuestra propia expresión, a la vez que se
inscribe en el complejo proceso social que busca afirmar la identidad
nacional y contribuir a la consolidación de la joven república. Nues-
tras costumbres, ha dicho con acierto Carlos Monsivais, «son la pri-
mera utopía que inadvertidamente habitamos, el molde imprescindi-
ble para averiguar nuestra identidad y vislumbrar nuestro porvenir» .1
En general, el Costumbrismo peruano se halla insuficientemente
estudiado por la crítica, pero Ramón Rojas y Cañas lo está aun me-
nos. A fines del siglo XX, es decir, a ciento veinte años de su muerte,
solo puede mencionarse dos textos críticos que le están dedicados.
Uno es el capítulo VII del libro de Maida Watson El cuadro de costum-
bres en el Perú décimononico y el otro es el artículo de Roy Tanner «Mu-
seo de limeñadas: libro de costumbres y prefiguración de las Tradiciones
peruanas», (ambos estudios se citan en la biblografía). No se mencio-
na, en ninguna de las dos historias canónicas de la literatura perua-
na, las de Luis Alberto Sánchez y Augusto Tamayo Vargas, no figura
tampoco en la muy completa Enciclopedia ilustrada del Perú de Alberto
Tauro. En cambio, Ventura García Calderón lo considera en el tomo
9, («Costumbristas y satíricos») de la Biblioteca de Cultura Peruana que
dirigiera en 1938. Figuran allí siete textos tomados del Museo de
limeñadas, que van precedidos de una nota que por su pertinencia
transcribimos en parte:
1
MONSIVAIS, Carlos. A ustedes les consta. Antología de la crónica en México. México: Era,
1980, p. 348.
728 Ramón Rojas y Cañas, un costumbrista olvidado
2
HoLGutN CALLO, Oswaldo. Tiempos de infancia y bohemia Ricardo Palma (1833-1860).
Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1994.
Jorge Cornejo Polar 729
rico material. Así, en la página 163 afirma: «No debe omitirse del
entorno arnical palrnino a dos personajes del mundo periodístico y
literario que manejaban la pluma con maestría cuando escribían artí-
culos costumbristas y satíricos». Uno de ellos es precisamente, Rojas y
Cañas con quien, se dice, Palma «compartía muchos valores y aspira-
ciones [.. .] [Rojas] era un verdadero compinche de Palma hacia 1855
y ambos, en unión de otros camaradas, realizaban tareas conjuntas
de crítica teatral».
Si esto es así no es fácil de entender las razones por las que Palma
no menciona a Rojas en la larga y seguramente muy pensada enume-
ración de miembros de «la bohemia» (es decir, de su generación lite-
raria), que es una sección clave de La bohemia de mi tiempo y en la que
figuran incluso personas de casi inexistente relación con la literatura.
¿Hubo tal vez un distanciamiento con Rojas? ¿O tenía Palma con-
ciencia de que en el Museo de limeñadas podían encontrarse algunos
antecedentes de sus tradiciones que le disgustaba reconocer? Imposi-
ble saberlo con seguridad. En todo caso, y bastantes páginas después
de su nómina canónica de la generación, Palma se refiere a Rojas de
modo un poco tangencial, ya que hablando del escritor Juan de los
Heros, dice que este, después de Segura y Ramón Rojas y Cañas, [era]
«el limeño de más sal criolla que he conocido». Y al pie de página
coloca en la segunda edición de La bohemia de mi tiempo (1899), entre
otras, una nota en que se lee: «Rojas y Cañas fue periodista y escritor
de costumbres. Su estilo, un tanto desaliñado, era chispeante y con
frecuencia caústico. El más notable de sus opúsculos es el Museo de
limeñadas, 200 páginas en 8º, publicado en 1853. Murió en 1881».
Parece, pues, que muchos años después de escrito y publicado el texto
original (1887), Palma quiso reparar lo injusto de su olvido. Obsérve-
se, sin embargo, que califica al libro de Rojas y Cañas corno opúsculo,
es decir, obra literaria de poca extensión, a pesar de que le acababa de
asignar (equivocadamente porque tiene 128), 200 páginas.
También es interesante recordar la amistad de Rojas y Cañas con
Manuel Ascencio Segura, quien, nacido en 1805, era mayor en mu-
chos años. La explicación para esta relación se encuentra en la litera-
tura. Rojas admiraba a Segura, especialmente corno comediógrafo de
costumbres, y este se sentía amicalmente agradecido. Hay un episo-
dio en el que Segura agradece a Rojas por una crítica sobre el estreno
de Nadie me la pega (22 de octubre de 1855), aparecida en El Comercio.
Y en su carta de agradecimiento (23 del mismo mes), Segura no solo
hace interesantes reflexiones sobre la literatura costumbrista, sino que
Jorge Cornejo Polar 731
3.2.1. Descripción
En la carátula del libro se lee MUSEO DE LIMEÑADAS. Colección de
cuadros de COSTUMBRES. Obra ilustrada escrita en Lima por Ramón
Rojas y Cañas, LIMA 1853, Imprenta de Justo Montoya. Está impreso en
8º y tiene 128 páginas, más siete ilustraciones debidas al hermano del
autor. El libro se inicia con cuatro textos: Prólogo, Vice-prólogo, Sub-
prólogo y Contra-prólogo. Vienen a continuación veinticuatro artícu-
los de costumbres de diversa extensión. Los más cortos están agrupa-
dos en una sección titulada «Ranfañote».
Con Museo de limeñadas se cumple una vez más el triste destino
que parece perseguir a muchas obras a lo largo de nuestra historia
literaria. Es decir, se ha convertido, a ciento cincuenta años de su
publicación, en un libro de muy difícil consulta para el crítico y de
imposible lectura para el simple interesado. En la Biblioteca Pedro
Benvenutto Murrieta de la Universidad del Pacífico, por citar un caso,
existe un ejemplar, pero le faltan páginas. Ante esta situación hemos
preferido trabajar con una copia fotostática completa del libro que
nos ha sido facilitada por el Profesor Roy Tanner de Truman Univer-
sity, en gesto cordial que agradecemos.
3.2.2. El título
El título Museo de limeñadas encierra, a nuestro entender, una bisemia.
En el contexto del libro, limeñada significa, por cierto, costumbre típi-
ca de Lima que al autor le parece censurable o de mal gusto, por lo
que debe suprimirse o corregirse. Pero también puede entenderse la
Jorge Cornejo Polar 733
3.2.4.3. La historia
Como corresponde al género, la trama -cuando la hay- es muy
simple y esquemática. Sirve apenas de sustento para la descripción y
crítica de costumbres, o de pretexto para la aparición y el discurso de
los personajes.
3.2.4.5. El lenguaje
Aparte de la frecuente aparición de limeñismos y de la agilidad con
que discurren, el humor es el rasgo principal del lenguaje de Rojas. La
comparación graciosa, la imitación del defectuoso hablar de algunos
limeños, la hipérbole, son los más reiterados recursos que lo hacen
posible.
5. Notas Finales ·
4
CORNEJO POLAR, Jorge. Estudios de literatura peruana. Lima: Universidad de Lima,
Banco Central de Reserva, 1980, pp. 141-151.
Jorge Cornejo Polar 743
Bibliografía
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MONSIVAIS, Carlos
l 980 A ustedes les consta. Antología de la crónica en México. México: Era.
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1948 La bohemia de mi tiempo. Lima: Hora del Hombre.
TANNER,Roy
2000 «Museo de limeñadas: libro de costumbres y prefiguración de las
Tradiciones peruanas». Revista de la Casa Museo Ricardo Palma, año 1
n.º l.
Raquel Chang-Rodríguez
The City College-Graduate Center
City UniversityofNew York(CUNY)
1
Agradezco a Ottavio di Camilla su interés en esta investigación, la útil bibliografía
que me proporcionó en el curso de varias conversaciones y sus comentarios a una prime-
ra versión del trabajo. A Rosalba Campra, Paola Ledda, Luisa Pranzetti, Norbert von
Prellwitz, de la Universitá di Roma La Sapienza, donde presenté mis ideas sobre el tema,
les doy las gracias por sus observaciones tan estimulantes. Los estudios de Georgina
Sabat de Rivers sobre lírica colonial han guiado estas y otras investigaciones mías sobre el
tema. La investigación resumida en este trabajo se llevó a cabo con el apoyo parcial de la
Research Foundation de la City University of New York a través de la beca de investiga-
ción #6-68140. Una versión en inglés de este estudio apareció en el número especial de
Calíope, vot 4, n.º 1-2, 1998), coordinado por Georgina Sabat de Rivers.
2
Otra poeta anónima peruana fue «Amarilis», autora de la Epístola a Belardo (c. 1619),
una carta versificada al dramaturgo español Lope de Vega, quien la publicó en La
Filomena, en 1621.
3
La primera traducción de esta obra al español la hizo Juan Rodríguez del Padrón
con el título de Bursario. Cfr. RooRfGUEZ DEL PADRÓN, Juan. Bursario. Edición, introducción
y notas de Pilar SAQUERO SuÁREZ-SoMONTAy Tomás GONZÁLEZRoLÁN. Madrid: Universidad
Complutense, 1984.
4
Las citas del Discurso remiten a «CLARINDA» [1608]. Discurso en loor de la poesía.
Estudio y edición de Antonio CORNEJO POLAR. Lima: Universidad Nacional Mayor de San
746 Clarinda y el catálogo de mujeres ilustres en su Discurso en loor de la poesía
l. El yo lírico femenino
2. El catálogo de heroínas
5 Es autor de una de las primeras novelas sentimentales, El siervo libre de amor. Cfr.
RooRfGUEZ DEL P ADRóN, Juan. El siervo libre de amor. En: RooRfcUEz DEL PADRÓN, Juan. Obras
completas. Ed. César HERNÁNDEZ ALONSO. Madrid, 1982, pp. 151-208.
6
Para una revisión de estas posturas en la literatura española, véase ÜRNSTEIN, Jacob.
«La misoginia y el profeminismo en la literatura castellana». Revista de Filología Hispáni-
ca, n.º 3, 1942, pp . 219-232.
7
Tuvo 25 ediciones en los siglos XV y XVI, y se tradujo a otras lenguas europeas,
incluyendo el inglés.
748 Clarinda y el catálogo de mujeres ilustres en su Discurso en loor de la poesía
8
En la tradición francesa, Christine de Pizan (c. 1365-c. 1430) abogó en Le livre de la
cité des dammes, de 1405, por la igualdad intelectual de sus congéneres.
9
He consultado la edición original de 1603 en los fondos de la Hispanic Society of
America. La edición moderna, acompañada de un estudio preliminar, se la debemos a
Luis Jaime Cisneros (CisNEROS, Luis Jaime. «Defensa de damas de Diego Dávalos Figueroa».
Fénix, n .º 9, 1955).
10
Para un estudio de esta obra véase CoLOMBI-MoNGUió, Alicia. Petrarquismo peruano.
11
GARRARD, Mary D. Artemisia Gentileschi. Princeton: Princeton University Press,
1989, pp. 144-145. Sobre el tema véase BRAvo-VILLASANTE, Carmen. La mujer vestida de
hombre en el teatro espafiol: siglos XVI-XVII. Madrid: Revista de Occidente, 1955;
McKENDRICK, Melveena. Woman and Society in the Spanísh Drama of the Golden Age.
Cambridge: Cambridge University Press, 1974.
12
GARRARD, Mary D., ob. cit., pp . 144-147. Ver, por ejemplo, los comentarios de
Garrard sobre la obra pictórica de Gentileschi, en particular sobre las composiciones
donde esta pinta a Judith decapitando a Holofernes.
Raquel Chang-Rodríguez 749
13
V1vEs, Juan Luis. Instrucción de la mujer cristiana. Tr. JuanJusTINIANO. Madrid: Signo,
1936, pp.26-27. Son b ien con ocidas las ideas de Vives sobre el impacto de los libros
«vanos» o fantasiosos en las lectoras (cfr. capítulo 5).
14
Prob ablemente una referencia al Magnifica t, la canción de la Virgen María que
comienza Magnifica t anima mea Dominum («mi alma m agnifica al Señor», en Lucas 1,46-
55. En el Panegyrico por la poesía (1627), atribuido a Fernando de Vera y Mendoza, la
Virgen María figura como poeta.
750 Clarinda y el catálogo de mujeres ilustres en su Discurso en loor de la poesía
15
LUNA, Álvaro de. Libro de las virtuosas e claras mujeres. Advertencia preliminar de
Marcelino MENÉNDEZ PELAYO. Madrid: Sociedad de Bibliófilos Españoles, 1891, libro
segundo, capítulo 76, alaba a Rutea, una de las sibilas.
Raquel Chang-Rodríguez 751
16
«Pues que diré de'Italia, que adornada/ay día se nos muestra con matronas,/
qu'en esto eceden a la edad passada/Tu o Fama en muchos libros las pregonas/sus
rimas cantas, su esple[n]dor demuestras,/i assí de Lauro eterno las coronas» (451-456).
17
Esta conclusión sigue la moda prevalente en otros catálogos. Boccaccio finaliza el
suyo con una alabanza a Joanna, reina de Sicilia y Jerusalén, de quien se rumoreaba fue
amante.
752 Clarinda y el catálogo de mujeres ilustres en su Discurso en loor de la poesía
Recuérdense, por ejemplo, los siguientes versos: «Mas en qué mar mi débil voz se
18
hunde?/ a quién invoco? qué deidades llamo?/ qué vanidad, qué niebla me confunde?»
(37-39); o «Bien sé qu'en intentar esta hazaña/pongo un monte, mayor qu'Etna el
no[m]brado/en [h]ombros de mujer que son d'araña» (52-54).
Raquel Chang-Rodríguez 753
19
La importancia de la procedencia antártica de las ninfas ya la reconoció CmoMBí-
MoNGUió, Alicia. «El Discurso en loor de la poesía. Carta de ciudadanía del humanismo
sudamericano». En: MORAÑA, Mabel (ed.). Mujer y cultura en la colonia hispanoamericana.
Pittsburgh: Biblioteca de América, 1996, pp. 95: «Si la Cirene del primer verso, y tantísimas
otras deidades al uso no son más que simples transplantes al espacio sin espacio de la
mitología clásica, en estos tercetos la Anónima se empeña en localizar puntualmente su
sudamericanismo».
2
°Cfr. MExíA DE FERNANGIL, Diego. Primera parte del Parnaso Antártico de obras amatorias.
Edición facsimilar e introducción de Trinidad BARRERA. Roma: Bulzoni, 1990.
21 En este sentido conviene recordar que el historiador indígena Guamán Poma de
A yala en su Primer nueva coránica y buen gobierno, de 1615, llamó a las Indias «tierra en
el día», y, por extensión, como ha observado David Brading, tierra del sol, deidad
principal del panteón incaico (BRADING, David. The Fírst America. The Spanish Monarchy,
Creo/e Patriots, and the Liberal State 1492-1 867. Cambridge: Cambridge University Pres,
1991, pp. 153).
754 Clarinda y el catálogo de mujeres ilustres en su Discurso en loor de la poesía
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ción y prólogo José Manuel BLECUA. Madrid: Planeta.
Lista de ilustraciones
Liliana Checa
Pontificia Universidad Católica del Perú
las, pues, en el fondo, ella es un poco como todos sus personajes feme-
runos: luchadora, intuitiva, incapaz de darse por vencida ante la ad-
versidad y con una integridad y fortaleza interior para luchar contra
viento y marea por concretar sus sueños.
Conversamos sobre su vida en California, sobre la muerte de su
hija Paula y la terrible carencia de no tenerla ya físicamente, aunque
espiritualmente siempre esté con ella; sobre la relación con su madre,
su mejor amiga y su crítica más severa, según me dijo; sobre Chile;
sobre su vocación por la escritura. Me enseñó el génesis de Paula, pri-
vilegio extraordinario, todas las notas que escribía en el dolor del hos-
pital, durante la larga y penosa enfermedad de su hija y que final-
mente se convirtieron en un conmovedor y desgarrador testimonio
del dolor humano.
Es esa experiencia vivida la tarde del22 de abril de 1999 enSausalito,
la que quiero compartir con ustedes, para que, a través de sus pala-
bras, puedan conocer a esa escritora brillante y talentosa, dotada de
una imaginación prodigiosa y desbordante, y a esa mujer formidable
que es Isabel Allende. Esa tarde ella lo dijo todo y yo nada, ustedes
juzgarán por sí mismos.
Nacida circunstancialmente en Lima, en 1942, donde su padre se
desempeñaba como diplomático, Isabel Allende incursionó en el perio-
dismo desde muy joven. Su formación es casi autodidacta y su adveni-
miento en narradora es totalmente impensado, incluso para ella mis-
ma. Isabel Allende se convirtió en novelista casi sin proponérselo y, la
nostalgia de su tierra, ha jugado un papel determinante en este hecho.
Respecto de su experiencia venezolana, lugar al que emigra con su
familia, la escritora recuerda lo siguiente:
Venezuela fue muy acogedora con todos nosotros, pero yo no había cerra-
do la etapa anterior, estaba con un pie en el estribo, no pude adaptarme. El
pasado se perdió al salir de Chile. Nunca más he tenido esa sensación de
pertenecer a un lugar, de entender las claves del lenguaje, de captar de
inmediato los códigos. Lo perdí y no lo recuperaré jamás, porque mi vida se
fue en una dirección impredecible. El hecho definitivo que marcó el pasar
de una época a otra, fue la publicación de La casa de los espíritus. Fue el cierre
total: en esa novela quedó envasada y sellada esa vida mía, ese pasado. 1
1
PIÑA, Juan Andrés. Conversaciones con la narrativa chilena . Santiago: Los Andes,
1991, p. 204.
Liliana Checa 761
2
Ver ZAMUDIO, Alfredo . «Isabel Allende: A vivir con alegría». Hoy, vol. 385, n.º 3-9,
diciembre de 1984, p. 32.
3
Ver CLAUDIN, Víctor. «Isabel Allende cuentacuentos en la aldea del amor y la som-
bra» . Liberación, 25 de noviembre de 1984.
4
CORREAS ZAPATA, Celia. Isabel Allende: vida y espíritus. Barcelona: Plaza & Janés, 1998,
p . 34.
762 Isabel Allende: de narradora a mujer
Celia Correas z. Al releer La casa de los espíritus, como hago cada vez que
enseño el libro en mi clase de literatura, me ha entrado la sospecha de que
las cuatro protagonistas son diferentes aspectos de la misma mujer: tú.
l. Allende. Es una teoría interesante.No son aspectos de mí, pero pueden
ser aspectos de un mismo personaje, una mujer muy compleja motivada
por el amor. Nívea, Clara, Blanca y Alba tienen rasgos comunes: no cal-
zan en su medio. Se rebelan contra la autoridad masculina, tienen inquie-
tud social, son románticas y con sentido de familia y del honor. 6
5
ALLENDE, Isabel. La casa de los espíritus. Barcelona: Plaza & Janés, 1982, p . 26.
6
CORREAS ZAPATA, Celia, ob. cit., p. 81.
764 Isabel Allende: de narradora a mujer
L.Ch. Siento que El plan infinito y Hija de la fortuna son dos novelas
que tienen como tema la búsqueda de la libertad y la identidad indivi-
dual de los personajes. ¿No sé si me equivoco si digo eso? Además,
son dos novelas que coincidentemente transcurren en California. ¿Qué
me puedes decir respecto de esto?
I.All. Cuando terminé de escribir El plan infinito, en 1991, quedé
enamorada del tema de California. Es la historia de mi marido real-
mente. No hacía muchos años que yo vivía aquí y había hecho una
larga investigación para que la novela estuviera ubicada lo más real
posible. Willie me llevó a las diferentes partes de California donde
habían sucedido los acontecimientos. Hablé con mucha gente y me
fui empapando de la cultura y de este lugar, y me enamoré de
California. Entonces se me ocurrió la idea de escribir un libro que
fuera sobre la historia de California y lo que marcó el comienzo de
San Francisco fue realmente el descubrimiento del oro. Me pareció
que era un momento histórico sensacional porque era una época de
gente que vino en busca de un sueño, como dices tú, vino en busca de
una nueva libertad. No solamente vinieron buscadores de oro, vino
mucha gente en busca de nuevos horizontes, idealistas que vinieron
dispuestos a formar la nueva utopía aquí. Vino gente que había sido
expulsada por razones políticas de Europa. Llegaron toda clase de
locos sueltos con sus planes y su magia y sus sueños. Era un horizonte
abierto donde todo se podía inventar. A mí me pareció que era un
tema sensacional y estaba lista para empezar a investigar y escribir en
1992, el 8 de enero de 1992 ...
766 Isabel Allende: de narradora a mujer
He vivido en los extremos, pocas cosas han sido fáciles o suaves para mí,
tal vez por eso mi primer matrimonio duró tantos años, era un oasis tran-
quilo, una zona sin conflicto en medio de las batallas. Lo demás era solo
Liliana Checa 769
Escucha, Paula, voy a contarte una historia, para que cuando despiertes
no estés tan perdida.8
[... ] ¿Dónde andas, Paula? ¿Cómo serás cuando despiertes? ¿Serás la mis-
ma mujer o deberemos aprender a conocernos como dos extrañas? ¿Ten-
drás memoria o tendré que contarte pacientemente los veintiocho años de
tu vida y los cuarentainueve de la mía? 9
7
ALLENDE, Isabel. Paula. Barcelona: Plaza & Jan és, 1984, p. 128.
8
lb., p. 11.
9
lb., p. 15.
770 Isabel Allende: de narradora a mujer
Del mismo ·modo que la extensa carta que comenzó a escribir para
su abuelo al enterarse de su gravedad se quedó sin destinatario y se
convirtió en su primera novela, Paula no pudo ser el texto que entre-
garía a su hija cuando despertara del estado de coma y se convirtió en
un documento revelador y en un testimonio maravilloso que nosotros
los lectores tenemos el privilegio de compartir.
No podemos ser ajenos al dolor de la madre. No podemos evitar
conmovemos ante la relación maravillosa de compañerismo y com-
plicidad establecida entre Isabel Allende, su madre y sus hijos; no
podemos dejar de admirar su franqueza y honestidad al desnudarse
internamente sin reparos.
La lectura de Paula es ágil y apasionante. El lector comprueba cómo
las anécdotas literarias que allí aparecen son necesariamente produc-
to de la intensa vida de la escritora. Paula muere, finalmente, a pesar
'de los esfuerzos de la madre por retenerla en la vida. Su memoria, sin
embargo, queda con nosotros.
A través de esta elegía, Isabel Allende no solo inmortaliza a su hija,
sino también se inmortaliza a sí misma, pues en toda su obra anterior
10
lb., p. 17.
11
lb., p. 304.
Liliana Checa 771
L.Ch. Willie tiene que ser una persona formidable. Yo siempre les
digo a mis alumnos que la escena de amor más poderosa que hay en
toda la narrativa latinoamericana es aquella entre Irene y Francisco
en De amor y de sombra y tú relatas que Willie te fue a buscar para
conocerte luego de haber leído esa escena.
1.All. Celia Correas, una profesora de literatura latinoamericana
de la Universidad de San José, le dio a leer a Willie De amor y de som-
bra, y cuando él la leyó le escribió a ella una nota diciéndole: «Esta
mujer entiende el amor como yo, me gustaría conocerla». Cuando yo
vine, ella nos presentó. Celia ha estado enseñando mis libros por ca-
torce años. Su libro Isabel Allende: vida y espíritus recoge una serie de
entrevistas conmigo porque su teoría es que todos mis libros coinci-
den o tienen eco con algo que ha sucedido en mi vida, que yo escribo
impulsada por una experiencia personal y que, aunque parezca muy
distante el libro de la experiencia vivida, siempre es posible encontrar
esa relación. Ella, que conoce mis libros y mis personajes mucho me-
jor que yo, ha hecho ese puente entre la obra y la vida mía. Para mí
fue una experiencia bien curiosa ver que hay una cierta consistencia
entre la persona que soy y lo que escribo. Yo siempre he pensado que
como soy tan volada, nada tiene asidero en la realidad, pero parece
que sí, que algún asidero tiene, según dice Celia.
12
lb., p. 17.
772 Isabel Allende: de narradora a mujer
I.All. Igual que Paula nace de la larga carta que empecé para Paula
en el hospital.
L.Ch. De repente tu experiencia como novelista nace del dolor .. .
I.All . Siempre de la pérdida de algo. La casa de los espíritus es la
pérdida de un país, de una realidad que era mía, de una familia, de
todo eso que yo perdí en el exilio. De amor y de sombra es la pérdida de
la democracia, de aquello en lo cual yo creía, que para mí era inamo-
vible, indestructible, inviolable. Cada libro corresponde a alguna pér-
dida o a un dolor grande, pero sublimado o transformado. Mi vida no
ha sido triste. Mi vida ha sido difícil, pero no triste; salvo ese momento
con Paula, todo lo demás, incluso el exilio, ha sido una suma de mo-
mentos de prueba y de esfuerzo, pero no de tristeza.
L.Ch. Pero ya no tienes aquí un nomeolvides para que crezca como
tu nostalgia, porque me imagino que en San Francisco ya no hay nos-
talgia.
1.All. No hay nostalgia porque no hay exilio. Yo puedo volver a
Chile cuando quiera.
L.Ch. ¿Cómo es tu vida en San Francisco?
1.All. Fácil, cómoda, alegre. Tengo bastante privacidad. Hay una
infraestructura que maneja mi marido que me protege, y eso es mara-
villoso, así que es una vida buena. Lo único malo es que esto es muy
lejos de todo, para ir a Chile para ir a Europa, para todo queda muy
lejos. Ese es el único inconveniente; todo lo demás son puras ventajas.
L.Ch. Pero tu madre viene con frecuencia ...
I.All. Mi mamá viene por lo menos dos veces al año y se queda,
acabamos siempre tomando desayuno en la misma cama.
L.Ch. La última pregunta. Has dicho en alguna entrevista que tu
oficio es la escritura y que te gusta jugar con palabras. ¿Qué podrías
decirme al respecto?
1.All. Yo pienso en palabras, sueño en palabras. Yo creo que mi
oficio es contar. A veces me acusan de que miento y tal vez es cierto
que miento mucho, transformo la realidad, la cuento de otra manera.
Si veo un accidente de tránsito con mi marido, llego a la casa contan-
do una cosa completamente distinta de la que va a contar él. Nada
más que ponerlo en palabras determina la realidad, la fija en un co-
lor, en un tono, en unos límites. Por eso, cuando escribí el libro de
Paula fui muy cuidadosa en la elección de los adjetivos; cuando son
gratis los adjetivos, tú puedes escoger cuantos quieras y el que quie-
ras, y poner todo lo que se te antoje. Cuando tú escoges un adjetivo le
das un tono, determinas una realidad. Tú puedes decir que el vaso
Liliana Checa 775
Como relata Isabel Allende en Paula, es solo con Eva Luna que co-
bra conciencia plena de que su vocación es la escritura.
13
Ib., p. 319.
776 Isabel Allende: de narradora a mujer
Referencias Bibliográficas
ALLENDE, Isabel
1984 Paula. Barcelona: Plaza & Janés.
CLAUDIN, Víctor
1984 «Isabel Allende cuentacuentos en la aldea del amor y la sombra».
Liberación (Madrid).
ZAMUDIO, Alfredo
1984 «Isabel Allende: A vivir con alegría». Hoy (Santiago) 385, 3-9.
14
PIÑA, Juan Andrés, ob. cit., p. 218.
SE TERMINÓ DE IMPR IMIR EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE
TAREA Asoc1Actó~ GH.ÁFICA EoucATIVA
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