Guia de Estudio CONAF
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EDICIÓN
Elba Gamonal
FOTOS
Elba Gamonal
La primera edición fue realizada por Carlos Barría, Galvarino Oyarzún, Mónica
Alvarado y Marex Cubillos.
VERSIÓN 2016
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Índice
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 8
Información general
Clima
Zonas de Uso
Historia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 22
Los Baqueanos
Geología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
Rocas
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Paisaje
Glaciología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
Hidrología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 72
Fauna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 76
Ictiosaurios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
Suelos
Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .109
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Prólogo
La Guía Informativa del Parque Nacional Torres del Paine, versión 2016, corresponde a
una edición actualizada y editada del primer trabajo elaborado por personal del Parque en
el año 2001, cuya finalidad es reunir antecedentes relacionados con la historia, geología,
hidrología, flora y fauna, entre otros temas relevantes que posee el Parque.
Aún cuando el presente trabajo pretende abarcar todos los temas que se manejan en el
Parque Nacional Torres del Paine, en la práctica esto no es posible dado el gran volumen
de información existente. Es por ello que sólo se incorporó información en términos gene-
rales, por lo que lo ideal es acompañar esta guía con guías de temas específicos para pro-
fundizar en aquellos teman que te llamen más la atención.
!No podemos olvidar que es a través del conocimiento y la experiencia como se valoran
las cosas y por lo siguiente, se conservan!
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1 INTRODUCCIÓN
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1.1. LAS ÁREAS SILVESTRES
PROTEGIDAS EN CHILE
La historia de las áreas silvestres protegidas nace en en Estados Unidos, en el año 1872,
cuando un pequeño grupo de hombres visionarios hicieron realidad su sueño, preservar
un lugar donde la belleza originaria de la naturaleza no fuese deformada por la acción del
hombre, dando lugar a la creación del mundialmente conocido Parque Nacional Yellowsto-
ne. Con el paso del tiempo, esta visión fue adoptada por otros ciudadanos y gobiernos,
quienes optaron por la conservación de la naturaleza en su estado más prístino a través
de la creación de parques nacionales y otras figuras de protección.
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En Chile existen importantes áreas del territorio protegidas por ley cuyo fin es la conserva-
ción del patrimonio natural del país a largo plazo. Actualmente existen más de
143.248Km2 de superficie protegida, es decir un territorio mayor que lo que ocupa Grecia
o Cuba. Esta superficie está en continuo crecimiento, mediante la creación de nuevas
Áreas Silvestres Protegidas o la ampliación de las mismas.
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1.2. SISTEMA NACIONAL DE ÁREAS
PROTEGIDAS DEL ESTADO
En el año 1984 se crea oficialmente el Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del
Estado (SNASPE), a través de la Ley Nº 18.362. Este sistema está compuesto por cinco
categorías de manejo: Parques Nacionales, Reservas Nacionales, Monumentos Naturales,
Reservas de Región Virgen y Santuarios de la Naturaleza. Además se encuentran bajo pro-
tección del Estado otras dos categorías: los Parques Marinos y las Reservas Marinas.
El objetivo esencial que esta ley asigna al SNASPE es mantener las áreas con caracteres
únicos o representativos de la diversidad ecológica natural del país, a fin de posibilitar la
educación e investigación, y a su vez asegurar la continuidad de los procesos evolutivos,
las migraciones animales, los patrones de flujo genético y la regulación del medio ambien-
te entre otros. El uso público está permitido siempre y cuando no vaya en contra de los ob-
jetivos de conservación de las unidades.
PARQUE NACIONALES Superficie (ha) RESERVAS Superficie (ha) MONUMENTOS Superficie (ha)
NACIONALES NATURALES
Bernardo O´Higgins* 2.604.901 Alacalufe 2.313.785 Cueva del Milodón 189
Alberto D’ Agostini 1.460.000 Magallanes 20.878 Los Pingüinos 97
Torres del Paine 227.298 Laguna Parrillar 18.814 Laguna de los 25
Cisnes
Cabo de Hornos 63.093
Pali Aike 5.030
Yendegaia 150.612
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Categorías de manejo
La ley 18.362 define las diferentes categorías de manejo que integran el Sistema Nacional
de Áreas Silvestres Protegidas del Estado, especificando, también sus objetivos en los si-
guientes términos:
Parque Nacional
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Los objetivos concretos de esta categoría de manejo son la preservación de muestras de
ambiente naturales y de rasgos culturales y escénicos asociados a ellos; la continuidad de
los procesos evolutivos y, en la medida en que sea compatible con lo anterior, la realiza-
ción de actividades de educación, investigación o recreación.
Monumento Natural
Reserva Nacional
El manejo de esta Reserva, es mantenerla inviolable en cuanto sea factible, excepto para
la investigación científica, debidamente autorizada y para la inspección por parte de la Cor-
poración, o para otros fines que estén de acuerdo con este propósito para las cuales la re-
serva ha sido creada.
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Datos generales sobre el
Parque Nacional Torres del Paine
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2.1.INFORMACIÓN GENERAL
En el año 1959, se crea el Parque Nacional de Turismo Lago Grey, que contaba con 4.332
hectáreas de extensión, comprendía el terreno ubicado entre los lagos Grey y Nor-
denskjöld. La creación del parque fue para conservar los bosques que existían en esa zo-
na. El resto del territorio estaba destinado a la ganadería o no tenía ningún uso debido a
su difícil acceso. Años más tarde este Parque cambió de nombre, al actual Parque Nacio-
nal Torres del Paine, ampliando su superficie a 227.298 ha aproximadamente, según el ac-
tual Plan de Manejo (para más información sobre la Historia de Creación del Parque Nacio-
nal Torres del Paine recomendamos el libro “Parque Nacional Torres del Paine, 50 años de
historia).
Por decisión de la mesa directiva del Consejo Internacional de Coordinación del Programa
sobre el Hombre y la Biosfera (UNESCO), desde el 28 de abril de 1978 el parque forma par-
te de la Red Mundial de Reservas de la Biosfera de la UNESCO. Actualmente se está tra-
bajando en su actualización, para ampliar los límites de la Reserva de la Biosfera, incluyen-
do a las comunidades locales para que la participación sea el pilar de su funcionamiento.
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Sección 2
Temperatura
Desde el punto de vista térmico, la zona se caracteriza por registrar temperaturas frescas
en verano, con 15º C como temperatura máxima en el mes más cálido (Enero), y un invier-
no bastante riguroso con una temperatura mínima media de -2,5º C para el mes más frío
(Julio). Otro aspecto muy característico es la homogeneidad relativa que presentan las
temperaturas durante estas estaciones, al observarse temperaturas que varían entre los
-2,5 y 8º C en invierno, mientras que en verano varía entre los 3 y 15º C.
Viento
Respecto a la dirección de los vientos hay que indicar que aunque éstos no soplan de ma-
nera constante, su procedencia varía de sur a noroeste, prevaleciendo los que provienen
del oeste. Los vientos del sur, mucho menos frecuentes, son los más fríos debido a su ori-
gen polar (Frente Polar Austral), aunque suelen ser acompañados de buen tiempo, mien-
tras que los del oeste y suroeste son bastante más templados y húmedos y suelen estar
asociados a perturbaciones. Los del noroeste son cálidos e indican tiempo variable.
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Precipitaciones
Uno de los aspectos que definen el clima de este sector es la ausencia de una estación se-
ca. Se observa un máximo otoñal, con un promedio para los meses de marzo y abril cerca-
no a los 800 mm, casi el doble observado para el periodo menos húmedo (julio –octubre).
El máximo anual se produce precisamente durante el mes de marzo, con un promedio de
190 mm. El promedio anual supera los 400 mm mensuales.
La existencia de dicho gradiente se explica por la exposición del Parque a las perturbacio-
nes asociadas a la llegada de masas de aire húmedas desde el pacífico, la disposición de
las lenguas glaciares del Campo de Hielo y la pantalla orográfica que supone el macizo
montañoso. Estos son elementos distorsionadores que a escala local acentúan el gradien-
te señalado.
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2.3. ZONAS DE USO DEL PARQUE
NACIONAL TORRES DEL PAINE
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La zonificación es una herramienta para gestionar las áreas silvestres protegidas, el cual
permite definir el grado de uso a lo largo del territorio. Esta zonificación depende de múlti-
ples factores y es cambiable en el tiempo.
Zona intangible: Corresponde a zonas que han recibido un mínimo de alteración causada
por el hombre; contiene ecosistemas frágiles, especies de flora o fauna ó fenómenos natu-
rales, que merecen protección completa, para propósitos científicos o control del medio
ambiente. Se excluyen caminos y el uso de vehículos motorizados.
Zona primitiva: Consiste normalmente en áreas naturales que tienen un mínimo de inter-
vención humana. Puede contener ecosistemas que son relativamente resistentes y que po-
drían tolerar un moderado uso público. Se excluyen los caminos y el uso de vehículos mo-
torizados. El objetivo general de manejo es preservar el ambiente natural y al mismo tiem-
po facilitar la realización de estudios científicos, educación sobre el medio ambiente y re-
creación en forma primitiva.
Zona de uso público: Consiste en áreas naturales algo intervenidas. Contiene sitios de
paisaje sobresalientes, recursos que se prestan para actividades recreativas relativamente
densas y su topografía puede desarrollarse para tránsito de vehículos y las instalaciones
de apoyo. Aunque se trata de mantener un ambiente lo mas natural posible, se acepta la
presencia e influencia de concentraciones de visitantes y facilidades. El objetivo general
de manejo es facilitar el desarrollo para la educación ambiental y recreación intensiva de
manera tal que armonicen con el ambiente y provoquen el menor impacto posible sobre
éste y la belleza escénica.
Zonas de recuperación: Consiste en áreas donde la vegetación natural y/o suelos han si-
do severamente dañados, o áreas significativas de especies de flora exótica donde es ne-
cesaria una restauración. Una vez rehabilitada se asignará al sector a una de las zonas per-
manentes. El objetivo general de manejo es detener la degradación de recursos y/o obte-
ner la restauración del área a un estado estable.
Zonas de uso especial: Consiste en áreas generalmente de una reducida extensión que
son esenciales para la administración, obras públicas y otras actividades incompatibles
con los objetivos de manejo. El objetivo general de manejo es minimizar el impacto sobre
el ambiente natural y el contorno visual de las instalaciones de administración y de todas
aquellas actividades que no concuerden con los objetivos del Parque, minimizar distraccio-
nes al disfrute, movimiento y seguridad de los visitantes y eliminar tales actividades que
no sean de beneficio público.
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Zona Arqueológica-Paleontológica: Consiste principalmente en áreas donde se encuen-
tran rasgos históricos, arqueológicos u otras manifestaciones culturales humanas que se
desean preservar, restaurar e interpretar al público. El objetivo general de manejo es prote-
ger los artefactos y sitios como elementos integrales del medio natural para la preserva-
ción de herencia cultural, facilitándose usos educacionales y recreativos relacionados.
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3
La historia que ha vivido la
región
22
3.1. BREVE DESCRIPCIÓN DE LA
PREHISTORIA
Última Esperanza (13.00 - 500 AP)
Si bien es cierto que los primeros grupos de cazadores recolectores llegaron hace unos
13.000 años aprox. al extremo austral de la Patagonia, no fue posible ingresar a Torres del
Paine, ya que este lugar estaba cubierto por hielo glaciar y el gran lago periglaciar, el cual
inundaba las costas hasta la cota de los 150 m.s.n.m. por lo que sólo era posible despla-
zarse por las sierras.
De esta manera penetraron hasta los bordes costeros del cerro Benítez (Cueva del Milo-
dón), donde se han encontrado evidencias de unos 12.500 años AP (Cueva del Medio y
Cueva del Lago Sofía) siendo estos los sitios más antiguos de ocupación del hombre tem-
prano en la Patagonia austral. Con posterioridad, alrededor de 12.000 – 10.000 AP, ocupa-
ron Pali Aike, Cueva de Fell y Tres Arroyos.
Vegetación
Hace unos 12.000 años dominaba la estepa fría, sin árboles, entre los 50º y los 54º de lati-
tud sur con presencia de bosque en latitudes más sureñas.
Estudios palinológicos (muestras de polen) para el área del Cerro Benítez y Sofía, descri-
ben una conformación florística más o menos similar a la nativa actual, existiendo peque-
ños bosquetes de Nothofagus. La expansión del bosque fue rápida una vez que comenzó
la retirada de los hielos, a partir de los 9.000 y hasta unos 6.500 años. Esto fue debido a
un aumento de las temperaturas y de la humedad, lo que permitió la consolidación de los
bosques australes.
Fauna
Los animales que habitaban a fines del pleistoceno (10.000 AP) incluían tanto especies
que aún existen como otras que están actualmente extintas. Entre las especies vivientes
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podemos citar al guanaco, huemul, ñandú, lobos marinos, cetáceos, pingüinos, y carnívo-
ros terrestres como el puma, zorro gris, zorro culpeo, gato montés y huroncitos, además
de una gran variedad de aves.
Los primeros habitantes del distrito de Última Esperanza llegaron al área, seguramente si-
guiendo los bordes periglaciares del sector precordillerano, de ser así, lo más probable es
que su infiltración al área debió ser por algunos de los pasos naturales de la Cordillera Ba-
guales, siguiendo posteriormente hacia el sur en busca de alimentos, que se encontraban
preferentemente en estas grandes penínsulas.
En lo que respecta al área de Torres del Paine, al mejorar las condiciones ambientales, es-
tos grupos de personas comenzaron a introducirse en el sector. Los registros más anti-
guos indican que por lo menos esta presencia se inicia hace unos 6.500 años, encontrán-
dose bastantes vestigios culturales principalmente instrumentos y muestras de arte rupes-
tre (en el sector de portería Sarmiento).
Hasta la fecha no se ha podido encontrar un sitio específico que permita realizar estudios
arqueológicos, y así aportar mayores datos sobre la antigüedad de esta temprana pobla-
ción, aunque si ha sido posible determinar a lo menos, rangos de distribución dentro del
área, por la recolección de instrumentos en un sector bastante amplio del Parque (Laguna
Azul, Laguna Amarga, Sarmiento, Pehoe, Lago Toro, ribera del Río Serrano, área del Cº Do-
noso, ribera del Río Grey, Lago Skottberg y áreas cercanas a los Cuernos) también es posi-
ble que instrumentos hayan sido recolectados por visitantes en otras áreas no menciona-
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das y que no fueron informadas oportunamente, con lo que se ha perdido un importante
conocimiento de nuestro Patrimonio Cultural.
25
Sección 2
Entre sus características físicas destacan su cabeza grande y de forma oval, ojos grandes
y negros, boca mediana a grande con labios gruesos y dientes blancos, cuello grueso y
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corto, brazos y piernas proporcionadas y firmes, las piernas cortas en relación al tronco y
los pies pequeños en relación al tamaño corporal.
Las mujeres con caderas anchas, manos y pies pequeños, muchas de ellas tenían su piel
suave y tez rojizo-oscura. En cuanto a rasgos faciales eran muy similares a los hombres,
aunque con los rasgos algo más delicados. El cabello de ambos era negro, abundante,
grueso y lacio, lo llevaban en general, largo. Los hombres lo dejaban suelto, pero sujeto
alrededor de la cabeza con una cinta.
Eran muy hábiles en el manejo del arco, fabricado de lenga y coigüe y la flecha elaborada
con ramas de calafate. Lo utilizaban para proveerse de alimento, así como también, para
defensa personal y ataque. Trabajaban con diversas piedras, sin embargo, la obsidiana
era la más apreciada, ésta la adosaban a las flechas como puntas de proyectil. Hay eviden-
cias arqueológicas que nos muestran además que usaban boleadoras de piedra, de una a
tres bolas, dependiendo del cazador.
Las viviendas las llamaban KAU o toldo, su estructura estaba formada por un conjunto de
palos delgados cortados de los árboles. En el extremo superior los palos tenían forma de
horquilla, enterrados e inclinados ligeramente hacia la entrada. Sobre este armazón le po-
nían una capa grande fabricada con 30 a 50 cueros de guanacos cortados en forma cua-
drada o rectangular y los cosían con el pelo hacia fuera. Era la solución adecuada al rigor
del clima y lo suficientemente liviana para estos cazadores nómades.
La orientaban siempre igual, con el frente hacia el este o el noreste. En su interior, le po-
nían cojines, almohadones, pieles, cueros, bolsas con pertenencias, arreos de montar y úti-
les de cocina, entre otros. En los costados ponían frazadas para impedir la entrada del
frío, y colgaban charqui (carne seca salada) así como recipientes de cuero que contenían
comestibles, y vejigas con agua.
En el piso se extendían mantas tejidas; las camas eran de cuero de caballo y sobre éste,
había mantas, frazadas y almohadas hechas con lana de guanaco. Las solteras, viudas y
el jefe de familia y su esposa (o sus esposas), ocupaban la parte central, los solteros y me-
nores ocupaban el espacio que quedaba libre, con los perros, que también formaban par-
te del patrimonio. La capacidad del KAU era para ocho o diez personas.
Para hacer un KAI era necesaria la caza de “chulengos” de no más de 10 días, para ello,
el cazador con un buen caballo perseguía a su presa, poniéndose al lado para matarlo de
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un solo golpe. En una corrida podía matar varios. Les sacaba el cuero y lo llevaba a su
campamento, lo secaba por cuatro días y lo guardaba doblado con el pelo hacia adentro.
El curtido lo hacían las mujeres, requería de mucha paciencia y dedicación, una vez curti-
dos, elegían los mejores cueros y los recortaban, tras esto, los cosían entre sí con agujas
o punzones y filamentos de tendón de ñandú o guanaco, esta tarea en general era colecti-
va. A las mujeres que realizaban esta tarea se les llamaba “caperas”. En algunos kai se uti-
lizaron hasta 1.300 piezas de cuero de chulengo cuidadosamente cosidas con tendones.
Los Aonikenk, sólo conocían el baile de estas aves de la estepa, por lo tanto, su danza
constituía una copia de sus movimientos. Para la danza, las ancianas cantaban armoniosa-
mente, la banda empezaba a tocar y cuatro indios disfrazados con mantas en el que sólo
asomaban sus ojos y cabezas, se ataviaban con plumas de avestruces y entraban al son
de la música marchando en círculos entre la fogata, los músicos y los espectadores. Da-
ban vueltas con lentitud alrededor del fuego y luego danzaban más rápidamente a la mane-
ra de un trote, después de algunas vueltas comenzaban a bailar más agitadamente.
Posteriormente, arrojaban sus mantas y aparecían pintados con pintura blanca en todo su
cuerpo con un cinturón de campanillas atravesado desde el hombro hasta la cadera que
sonaba y acompañaba su danza. Los primeros que bailaban eran los jefes, gesticulando
sin pisar el fuego y se inclina-
ban a uno y a otro lado con sus
emplumadas cabezas a los so-
nes del tambor, luego se retira-
ban a descansar, para luego
aparecer y bailar una danza di-
ferente.
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Nacimiento
El nacimiento implicaba la separación de los futuros padres en los meses previos al naci-
miento para evitar todo contacto sexual, según sus creencias provocaba el excesivo creci-
miento del feto.
Otra de las festividades era el inicio de la menstruación, cuando se sabía, se iniciaban ac-
tos rituales que significaban la iniciación de la feminidad. Para ello, el chamán erigía un
KAU hecho de pieles de guanaco y cubierto con mantas y ponchos nuevos, se les ponía
plumas de avestruz, discos circulares de plata o bronce sujetos por tiras de cuero pintado.
Además se adornaba con cascabeles y un sinnúmero de colgajos de campanillas y cuen-
tas azules y amarillas. La niña se introducía en este lugar, entre gritos y cantos. Ella queda-
ba aislada del resto, por tres o siete días,y su alimentación era reducida y sin grasa.
Una anciana o anciano, generalmente su abuelo(a) materno, quienes eran los portadores
del conocimiento ancestral, asumían el papel de consejeros de la joven, en esta nueva
condición de mujer adulta. La joven recibía las enseñanzas referidas a: tareas de coser
cueros, pintar, manualidades artesanales, cocinar, lavarse, acicalarse, además de enseñar-
le a cuidar a los hijos. En lo referente a la moralidad, se le aconsejaba evitar relaciones pre-
matrimoniales, pues a la virginidad se le daba un valor muy especial.
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Una vez concluida esta fase se sacrificaban más yeguas y potrancas para su consumo y
se concluía con el tradicional baile de las avestruces. Iniciada la pubertad, los hombres se
cubrían con una especie de taparrabo y las mujeres con un camisón de cuero suave y sin
mangas que les llegaban hasta las rodillas.
Cuando uno de ellos entraba en estado agónico, los familiares se reunían ante él o ella. Al
morir, las mujeres se dedicaban a preparar el arreglo mortuorio, primero le quitaban la ca-
pa que usaba, lo peinaban y adornaban con cuentas de diversos colores, luego lo envol-
vían en mantas y ponchos cubriendo todo su cuerpo y le flectaban las rodillas sobre el ab-
domen, para luego ponerlo sobre el cuero de su caballo.
En su cama era cubierto por un paño y colgaban a su alrededor una manta a manera de
cortina hasta el momento del funeral. Los parientes hombres, se sentaban a su alrededor
y pasaban uno por uno, dándole suaves palmadas en su cabeza y agitando sus manos en
señal de respeto, esto lo repetían cuatro veces. Permanecían a su alrededor por un par de
horas hablando en voz baja y haciendo circular una pipa.
Las mujeres mayores vestían de luto, utilizando sobre su capa un paño rojo que asegura-
ban con dos alfileres, por éstos a su vez pasaban una ristra de cuentas de colores. Luego,
con un trozo de vidrio se rasguñaban la nariz y las mejillas con cuya sangre se pintaban
una franja roja que les atravesaba todo el rostro; otras, lo hacían en sus piernas sin dejar
de cantar lúgubres cantos plenos de desconsolados llantos y lamentos.
Tras esto procedían a quemarlo en una fogata junto a todas las pertenencias nuevas y usa-
das del fallecido, como una manera de no tener recuerdos de él. Su nombre no se volvía a
mencionar para no recordar el dolor experimentado.
Terminada esta parte del amortajamiento, el cadáver era entregado a las mujeres, quienes
lo enterraban al día siguiente de su muerte. La tumba era una excavación de un metro y
medio aproximadamente, el cadáver era puesto en posición fetal, con la cara hacia el
oriente, se le enterraba con sus armas, joyas, arreos, herramientas y cualquier objeto que
pudiera necesitar en el paso a la otra vida.
Luego de introducirlo en la tumba se cubría con tierra y piedras formando un cúmulo cuyo
tamaño tenía relación directa con la riqueza o influencia del fallecido; las mujeres se corta-
ban el pelo en chasquillas como señal de duelo.
Una vez terminado este ritual funerario, se sacrificaban sus perros y su caballo predilecto,
el cual era cubierto con elegantes aperos, riendas y estribos, y refinadas mantas en su lo-
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mo, además se trenzaban sus crines y a su cola se le ponían cuentas de lata. Con un lazo
muy delgado, le enlazaban el cuello y con dos o tres hombres lo jalaban de cada extremo
del lazo hasta hacerlo morir ahogado, luego lo cubrían con frazadas nuevas, y así lo deja-
ban un par de horas. Pasado ese lapso de tiempo, le sacaban todos los aperos y acuchilla-
ban al caballo para que los perros se lo comieran.
Las tumbas de los Aonikenk eran individuales o colectivas, éstas últimas, eran de grupos
familiares. Generalmente se ubicaban en lomas, barrancos o en territorio poco accesibles.
Los CHENQUES o túmulos son las únicas muestras visibles que quedan como señales de
sus ritos funerarios, ya que prácticamente la mayoría han sido saqueados por el hombre
blanco con el fin de encontrar riqueza.
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A inicios del siglo XIX, algunas manadas de caballos baguales (término criollo de origen
gaucho con el que se denomina al animal salvaje), se establecieron en los pastosos valles
de los ríos que bajan de la sierra a la que darían nombre. Con esta presencia animal, los
indígenas tuvieron una razón económica adicional para frecuentar el distrito interior de Últi-
ma Esperanza, la cual era renovar y aumentar sus caballos, dedicándose a la captura de
baguales. Los amplios campos de los ríos Vizcachas y de las Chinas, como los cañado-
nes del Zamora y del Baguales entre otros, eran su lugar preferido.
Los aonikenk eran amistosos con los hombres blancos, salvo excepciones, por lo que gra-
cias a los intercambios existentes se pudo conocer el enorme territorio continental austral,
el cual realmente amaban; sin embargo, desgraciadamente no se pudieron recobrar todos
los nombres dados por su cultura a los lugares que exploraban. Algunos de los conocidos
fueron, Paine ó Carrón, palabra que presumiblemente significa “azul”.
Llamaban Carhuerhne a “lo muy antiguo”, a la sierra Baguales, creyendo que en ella habi-
taban “espíritus maléficos y monstruosos cuadrúpedos”. Más tarde, los baqueanos deno-
minaron río “De las chinas” (por las mujeres indígenas) al principal de los ríos, por el cual
llegaban al Lago Toro.
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Aunque los vestigios de su lenguaje no fueron muchos, el recuerdo de los antiguos tehuel-
ches ha quedado inserto en las impresionantes tierras del interior. En la primera década
de 1900, esta etnia, se veía deteriorada física y moralmente.
La desaparición de esta tribu fue progresiva, por diversos factores: espirituales, físicos y
materiales. La desaparición del derecho al uso del suelo y sus recursos, el dominio del te-
rritorio por foráneos, la limitación de su libertad natural, asumir la crianza de caballos co-
mo alternativa a la caza de guanacos, además de verse obligados a trabajar como asala-
riados ocasionales para obtener dinero fueron algunas de las causas de su ocaso.
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3.3. LOS BAQUEANOS
Durante el siglo XIX la Patagonia oriental austral seguía dominada por aboríge-
nes. El hombre blanco sólo venía por un corto tiempo y por situaciones muy
puntuales. Sin embargo, a medida que el progreso avanzó la civilización lo-
graría conquistar este territorio salvaje. Así en este ambiente surge un ti-
po de personaje que podía hacer frente a este extenso territorio, ellos
fueron los baqueanos, llamados de esta manera por su aprendizaje
recibido de la propia naturaleza.
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En los inicios de la década de 1870, el “baqueano Zamora” llegó a la región continental in-
terior de Última Esperanza, llegando hasta la base misma del macizo del Paine.
La presencia de baguales en los valles montañosos del interior debió ser el gran motivo pa-
ra que se iniciara el período de colonización, pero los aborígenes del lugar asaltaron y aso-
laron a aquellos que llegaban, debido a esto los nuevos inmigrantes tomaron otro rumbo
para buscar mejores condiciones de vida.
Cuando Zamora descubrió a los caballos salvajes, los había en tal cantidad que “parecían
una masa oscura en suave movimiento”. El área preferida por los baguales, era un valle
comprendido entre la Cadena Basáltica y otra paralela a ella, detrás de la sierra Guido. Es-
te paraje sería llamado “Corral de Zamora.” El lugar era frecuentemente asaltado por in-
dios, baqueanos y cazadores para la captura de estos animales. Estas manadas debieron
reducirse progresivamente por la caza frecuente e intensa. Es así, que en el siglo XIX y XX,
quedaría sólo el recuerdo de estos animales.
El explorador Juan Ladrilleros, fue uno de los pioneros que llegó a este territorio, lo descri-
be…”tierra de buena disposición i muchos venados, i tierra que podrían sembrar trigo,
maís i otras semillas, i desde aquí se acaba la cordillera, i eran todos los llanos a la parte
del esnordeste hasta la mar del Norte a lo que parecía”.
A finales del siglo XIX, otros aventuraron por estos remotos y aislados rincones andinos de
la Patagonia, accediendo por tierra tras largas y fatigadoras caminatas. Entre ellos, algu-
nos británicos que hicieron la primera excursión turística en estas tierras; la figura más in-
signe fue la dama del grupo, Lady Florence Dixie, la que con delicada emotividad relata:
“Una mirada nos mostró que estábamos en un territorio nuevo. Frente a nosotros se exten-
día una pintoresca planicie cubierta con un suave césped y salpicada aquí y allá con gru-
pos de robles y cruzada en todas direcciones por ondulantes arroyos. El fondo estaba for-
mado por cerros densamente boscosos, tras los cuales se encumbraban otra vez las cordi-
lleras – tres altos picos de un tono rojizo y de una forma que eran facsímiles exactos de las
Agujas de Cleopatra, eran un rasgo conspicuo en el paisaje".
"Aquí y allá los guanacos pastaban bajo la sombra de un extenso roble y por la manera in-
dolente en la que caminaban, alejándose a medida que nos aproximábamos, era fácil ver
que no habían conocido nunca lo que era tener una docena de feroces perros y gritones
jinetes a sus talones pero, pronto todos desmontamos alrededor de un enorme arbusto de
calafates y ahí nos repletamos de sus dulces bayas jugosas, recogiendo una cantidad para
ser comida después de la cena, molidas con azúcar, como postre…".
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Para explicar lo que es hoy la actual Laguna Azul, Lady Dixie continúa: "Desde el espacio
abierto en el cual estábamos ahora, podíamos ver un ancho lago yaciendo al pie de unos
altos cerros, tras los cuales se alzaban las elevadas montañas que culminaban en los tres
picos que estábamos ansiosos de alcanzar y como apareciera una quebrada que se exten-
día en esa dirección desde la cabecera del lago, seguimos adelante hacia el último, aprove-
chando ocasionalmente los numerosos senderos de los caballos salvajes que hacían más
expedito nuestro avance".
Los primeros colonizadores fueron alemanes e ingleses. En el año 1894, el ciudadano ale-
mán Carlos Heede obtendría campos entre los lagos Sarmiento y del Toro, más tarde ocu-
rriría lo mismo con Augusto Kark, su hermano Hermann, Rodolfo Stubenrauch, Claudio Gli-
mann y Carlos Fuhr, todos de Punta Arenas.
Durante este mismo año, la autoridad extendió otro decreto de concesión a favor de John
Tweede, en la costa nororiental del lago Toro, y posteriormente a otros inmigrantes como
Eduardo Craig y Jorge Paton, quienes colonizaron en los terrenos antes mencionados, y
más tarde Walter Ferrier obtuvo una fracción de terreno sobre la costa de los ríos Paine y
Serrano, en el extremo norte occidental del lago Toro.
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3.4. LAS EXPLORACIONES DE
RECONOCIMIENTO GEOGRÁFICO EN
LA PATAGONIA INTERIOR
1887-1896
En el último cuarto del siglo XIX el conocimiento geográfico de la Patagonia pasó a ser un
objetivo prioritario para los gobiernos de Chile y Argentina, ya que ambos pretendían obte-
ner los “argumentos técnicos” necesarios para establecer su soberanía sobre ciertos terri-
torios en litigio. Precisamente en este contexto, surgen las denominadas Comisiones para
los Límites, y se comienzan a organizar las primeras expediciones científicas con el propó-
sito de investigar el relieve y la geografía de los sectores próximos a la cordillera, hasta
ese momento prácticamente desconocidos.
El gobierno de Chile también contó con la colaboración de Hans Steffen, quien exploró en
reiteradas ocasiones la vertiente occidental de la Cordillera. Sus observaciones se recogie-
ron en la obra titulada “West Patagonien”, publicada primero en Chile y después en Berlín
en 1919. Durante muchas de estas campañas se efectuaron también interesantes trabajos
sobre botánica y sobre los diversos recursos naturales existentes en la zona.
El ilustre explorador, Alberto Maria D’Agostini nació el 2 de noviembre del año 1883, en Po-
llone, un pequeño pueblo de la zona montañosa de Biella, Italia. Hijo de una familia acomo-
dada y aunque poco se sabe de esta etapa de su vida, muy pronto se fueron perfilando en
él los rasgos, que más tarde definiera su personalidad: una clara orientación o vocación
religiosa y una acusada afición por la geografía y exploración y alpinismo.
37
Durante 1910, sus superiores, que conocían y apreciaban el espíritu de aventura y sacrifi-
cio, deciden enviarlo al extremo sur de Chile, donde ya funcionaba desde hacía unos 20 o
30 años. Para llevar a cabo la costosa empresa, éste había previamente recurrido al apo-
yo de las dos familias más pudientes de la ciudad de Punta Arenas, ellos son, Menéndez y
Braun, a la que además implicó en su cruzada personal en defensa del indígena.
A partir 1916, el misionero dirigió su atención hacia el continente inaugurando así un dilata-
do y fructífero período de viajes y exploraciones a través de la Patagonia.
La provincia de Última Esperanza desbordaba las expectativas del Salesiano, que no tar-
dara en relatar “la excelencia” de sus paisajes. Después de un reconocimiento bastante
exhaustivo en la zona marítima, se adentra hacia el interior y visita durante el verano de
1917, el sector del Paine, al que volvería años más tarde.
“Es un artefacto de buen porte, equipado con dos flotadores, forrados en tela, con motor
enfriado por agua que consume entre 65 y 75 litros de bencina por hora. Es un avión bipla-
no, biplaza, con hélice metálica de dos patas. Enteramente, pintado de plata, las letras so-
bre el timón, lucen de negro, y aquellos sobre el costado, en rojo fuego.”
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D’ Agostini edita más tarde, lo que podríamos considerar como su obra de madurez, bajo
el título de “Andes Patagónicos”. Se trata de una magnífica recopilación de la información
adquirida durante sus exploraciones occidentales en la que el salesiano, sin abandonar
nunca su aire decimonónico y grandilocuente, alterna un estilo novelado, con los relatos
sobre sus vivencias en primera persona, con uno más “académico” que recuerda los anti-
guos manuales de geografía.
Algunas de sus descripciones como las que realiza del grupo montañoso de Paine, al que
dedica un capítulo completo, debe considerarse como clásica.
“El macizo del Paine, sin rival, el más soberbio y característico grupo de picos y cumbres
que posee la Cordillera de la Patagonia austral. Casi aislado de la cordillera, avanzada en-
tre la estribaciones orientales de los Andes como una formidable fortaleza almenada de to-
rres, de pináculos, de cuernos monstruosos audazmente dirigidos hacia el cielo. Por sus
colores y formas es sin duda uno de los conjuntos arquitectónicos más espectaculares que
la imaginación pudiera concebir.”
Guido Monzino
Guido Monzino, comenzó a hacer noticia en Magallanes y en Chile a partir de 1957, época
en que organizó la expedición italiana a los Andes Patagónicos, cuyo objetivo era el de la
conquista de la cima del Paine Grande. Como buen italiano del norte, era un montañero
nato y un apasionado por la naturaleza. Con su experiencia alpinística preliminar y sus re-
cursos, pudo planear una empresa de grandes proporciones.
Monzino y sus compañeros cobraron fama, luego que el 27 de diciembre de 1957, se con-
quistara primera vez la cumbre soberana del Paine grande (3.050 metros.)
La difusión que se dio a la hazaña, mediante el filme documental que captó la expedición
y el libro “Italia in Patagonia”, puso al macizo Paine y otros cerros cordilleranos en la mira
del montañismo europeo y mundial.
Así, a contar de 1960, se fueron sucediendo hasta el presente distintas expediciones que
han ido venciendo una a una las cimas de los Andes Patagónicos.
Monzino, mostró desde su primer arribo, un afecto que se profundizó, luego de sucesivas
visitas y de las que derivaría o se haría manifiesta una cualidad personal poco conocida:
su filantropía.
Cautivado por la belleza de la zona del Paine, determinó en los años 60 comprar la estan-
cia “Río Paine”, para hacer de ella la base de un proyecto económico y turístico grandio-
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so, que no llegó a materializar. Transcurrido algún tiempo, y considerado el desarrollo que
iba mostrando el Parque Nacional Torres Del Paine, decidió el año 1977 donar a la nación
chilena su estancia de 12.595 hectáreas, a través de la Corporación Nacional Forestal.
“¿Dígame amigo Lauezzari que hay detrás de esos Cerros Paine?” Lo que el ganadero res-
ponde: “Nadie sabe con certeza pues ninguna persona ha estado allí.”
Seguramente, aquí nació la idea de erigir en la vecindad de la Cordillera del Paine un cam-
pamento base para su hidroavión con el objeto de sobrevolar y observar por primera vez
estas serranías y el territorio adyacente desconocido.
En marzo de 1929, su itinerario de vuelo era comenzar desde Punta Arenas a Última Espe-
ranza, acuatizando primeramente en Puerto Bories para proseguir con su vuelo al Lago
Sarmiento, recorriendo 90 km. sin dificultad, sobrevolando el lago Sofía y los límites occi-
dentales del Lago Toro.
“Sobrevuelo en todas direcciones la Cordillera del Paine, alcanzo hasta el Balmaceda por
el sur, prosigo por el Lago Grey con sus témpanos flotantes y gigantescos glaciares hasta
el Lago Argentino, al oeste de mi ruta”. Tiene que haber circulado a gran distancia alrede-
dor del Paine Grande para evitar fuertes corrientes ascendentes como descendentes y con-
tinuar al norte por la larga planicie helada del glaciar Grey y cruzar al este, a la altura del Ce-
rro Cervantes, para alcanzar el lago Argentino. Retorna con su hidroavión “Cóndor de pla-
ta” con más calma, sobrevolando cordones de montaña, como la Sierra Baguales y acuati-
za nuevamente en la bahía Tsingtau en el Lago Sarmiento (este nombre chino lo utilizó Plus-
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chow, recordando su permanencia antes y durante el comienzo de la I Guerra Mundial, en
la colonia imperial alemana de Kiautchou, China.)
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3.5. LAS EXPEDICIONES ALPINAS EN EL
MACIZO PAINE
Las primeras referencias sobre la exploraciones realizadas por los alpinistas en este grupo
montañoso, las encontramos en los escritos del salesiano D’Agostini, durante los años
1931-1937. Es precisamente en este último año, cuando la cordada formada por Hans Teu-
fel y Stefan Zunk, logra ascender a la cima occidental del Paine Chico (2.668 m), a la que
se le denominaba Almirante Nieto, nombre en gesto de agradecimiento a quien fuese un
prestigioso militar de la Armada chilena, que visitó el macizo del Paine a finales del siglo
XIX, en una compañía Científico-Militar y que al parecer colaboró amablemente con los al-
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pinistas solucionándoles ciertos trámites y aportándoles valiosa información, conquistan-
do la primera de las grandes cumbres de ese grupo montañoso. Aunque la ruta que siguie-
ron no era demasiado técnica (arista N-NE), los escaladores regresaron, con la ayuda de
equipos muy rudimentarios y por un terreno mixto de nieve y roca.
Pareciera que ese mismo año, (1937) se produjo el primer intento de ascensión a la Torre
Central, a cargo de dos alpinistas llamados, Fester y Jacob, aunque las dificultades de es-
ta escalada, enseguida frustraron sus ilusiones.
Algunos años antes de esta expedición, un miembro de Touring Club de Punta Arenas, li-
derado por el profesor, Werner Gromsch, ya había realizado pequeñas travesías de recono-
cimiento en el glaciar Dickson.
Parece que de los años 40 hasta el comienzo de los 50, la actividad alpinística, se detiene
tal vez por la 2º Guerra Mundial y los complicados años de la postguerra, pero de nuevo
en 1953, comienzan a llegar escaladores al Paine. Algunos miembros del club Alpino de
Bariloche lo hacen con la intención de escalar la montaña más alta, difícil y peligrosa de
todo el sector: el Paine Grande (3.050 m), miembros de este club consiguen la primeras
repeticiones del Almirante Nieto o la escalada al Cuerno Principal (2.600 m) hasta 100 me-
tros de su cumbre. En el intento a la cima central del Paine grande, Punta Bariloche (2.730
metros), pierden tres de sus compañeros en una avalancha de hielo y roca, concretamente
a Toncek, Pangerc y al jefe de la expedición, Herbert Schmoll.
Un año más tarde, durante el verano de 1955, se produce el primer intento chileno a la
cumbre principal a cargo de Kranl, Kunstermann, Paya y Vivanco, pero tan sólo consiguen
ascender a la cumbre central y a la cumbre sur (2.600 m).
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La primera ascensión mundial al Paine Grande (3.050 m.).
Jean Bich, todavía con fuerza y motivación, lideró un equipo de seis escaladores, que el
día 16 de enero alcanzan el collado que separa de la Torre Norte y la Torre Central, (desde
aquel momento, conocido como el collado Bich).
El propio Bich relata: “Afrontamos un primer techo de 80 metros verticales con diversos pa-
sajes en extraplomo, superando con todos los recursos de la más refinada técnica de esca-
lamiento: considero este techo seguramente de una dificultad de sexto grado... La pared
es muy lisa, sin punto de apoyo, casi sin fisura, hasta el punto de que debemos seguir,
aquellas pocas que se presentan, y éste sólo trecho requiere 4 horas de esfuerzos, con el
empleo de 200 clavos y un número no preciso de estribos"
Después de este primer trecho la dificultades disminuyen: "con todo, la nieve nos causa
mucha molestia y torna todo muy resbaladizo. Encontramos, todavía dificultades muy gran-
des, y dejamos nuevamente diversos clavos en pasajes muy expuestos, difíciles, pero, por
fortuna, breves y por lo tanto, menos fatigoso. Alrededor de las doce y media, seguido por
Pierino Pession, alcanzo la cima. Nos abrazamos conmovidos...Hacia las dieciochos llega-
mos al campamento IV, donde hallamos a los compañeros que nos esperaban para festejar
la hermosa victoria. Todos unánimemente hemos decidido bautizar esta torre con el nom-
bre de Torre Guido Monzino”
El equipo lo componían 16 miembros, entre los que figuraban algunos de los escaladores
más importantes del momento, guías del Valle de Aosta y Valtournanche, famosos por sus
ascensiones en los Alpes, un fotógrafo, cuatros militares y un médico. Además, la expedi-
ción contaba con los mejores equipos y vestimentas para el alpinismo que existían en
aquellos años.
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En un número de la publicación, “Cuadernos Patagónicos” dedicado al macizo Paine, se
detalla algunos de los por menores de la expedición.
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Primeras ascenciones en el Parque Nacional Torres Del Paine.
Primera ascensión, 9 de enero de 1971. Roger Whewll, Dave Nicol, Lee, Bob
Catedral 2.150 m. Smith y Chris Jackson.
Expedición Inglesa.
Primera ascensión, 22 de enero de 1961, por Vic Bray, Dave Clarke, Peter
Tridente 2.300 m.
Henry, Barry Page, Derek Walker. Expedición inglesa.
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4 GEOLOGÍA
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4.1. CARACTERÍSTICAS DE LAS FORMACIONES
DE LA PROVINCIA DE ÚLTIMA ESPERANZA
Esta última etapa generó superposiciones de las rocas sedimentarias de la cobertura del
Cretácico Inferior–Terciario Medio, a través de una deformación interna del tipo “escamas
delgadas”. A partir del Cretácico Superior, con más claridad entre el Paleoceno Superior y
el Eoceno Superior, la contracción comenzó a involucrar hasta el basamento, que fue alza-
do varios miles de metros por encima de su nivel regional gracias a la reactivación inversa
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de antiguas fallas normales y quizás por la actividad de nuevas estructuras, sin duda pará-
sitas de las anteriores.
Este basamento, que sufre una erosión muy intensa desde el momento que adquiere con-
diciones subaéreas, contribuye a la alimentación y relleno de la cuenca antepaís, que se
dispone hacia el este del frente alzado (Skarmeta & Castelli 1997).
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4.2. FORMACIONES PRESENTES EN EL
PARQUE NACIONAL TORRES DEL PAINE
El grupo montañoso del Paine denominado Macizo, está compuesto fundamentalmente
por rocas sedimentarias y graníticas, y domina la región con su máxima elevación de
3.050 msnm. El macizo montañoso Paine se formó hace 12 millones de años.
Las rocas más antiguas están en la zona del cerro Zapata y el lago Pingo, del Jurásico Su-
perior (hace 150 millones de años), periodo caracterizado por una intensa actividad volcá-
nica. Por otro lado, las rocas sedimentarias más jóvenes del Parque son del periodo Cretá-
cico Superior (hasta 60 millones de años atrás), de hecho la mayor parte de las rocas son
de este periodo.
El macizo Paine conforma un pequeño sistema montañoso independiente a los andes pa-
tagónicos, con una historia y constitución propia.
El origen de este macizo corresponde a una intrusión de rocas graníticas que forman un
lacolito entre los estratos de rocas sedimentarias de las cuencas de Magallanes hace
unos 12 millones de años.
Doce millones de años antes del presente se produjo una falla en la cuenca de Magalla-
nes, conectada por un dique alimentador con una cámara magmatica, lo que formó un la-
colito que intruyó las rocas sedimentarias de la cuenca a través de una falla preexistente.
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diendo a lo largo de fracturas preexistentes y se introdujo lentamente en la pila sedimenta-
ria.
Esta formación aflora en la precordillera de Magallanes de manera continua entre los 50°
30´ y los 52° 30´ , en Torres del Paine domina todo el sector oriental, donde sobreyace a la
formación Punta Barrosa, que al oeste del Paine Grande se superpone por la existencia
de una gran falla inversa de dirección Norte-Sur.
Las rocas de esta formación también son identificables en algunos de los sectores culmi-
nantes del Macizo, donde aparecen dispuestas sobre los granitos a modo de “copete”,
otorgando a la montaña una gran singularidad.
Hace años, Katz (1960) señaló que la formación Cerro Toro era una consecuencia de 2000
metros de potencia, compuesta por una alternancia de pelitas gris oscuro y areniscas muy
finas, dispuestas en capas delgadas que cuenta con potentes lentes de conglomerados,
que por otra parte son apreciables en el Parque en los márgenes del camino que comuni-
ca la portería Laguna Amarga con Pudeto y de manera excepcional en el sinclinal del Ce-
rro Silla.
Años más tarde, Cortés (1964) indica que la formación está compuesta por turbiditas, que
presentan aportes de sedimentos desde el norte y que se depositaron en el margen occi-
dental de una cuenca marina de gran profundidad. En esa misma fecha, Cañón (1964) pro-
puso una edad Cenomaniense a Campaniano, gracias a la identificación paleontológica
de algunos microfósiles.
Ya en los años setenta, Winn y Dott (1976) determinaron que la formación Cerro Toro repre-
senta un complejo turbidico de abanico marino profundo, en los que los conglomerados a
los que ya nos hemos referido corresponderían a facies de canales con leves asociados.
51
En 1991 Wilson señala que la formación Cerro Toro se deposita durante el cretaceo tardío
en una prefosa tectónica (Cuenca de Magallanes) de orientación norte-sur, que resulta de
un levantamiento y corrimiento sobre la margen continental suramericana.
En el sector de Torres del Paine, esta formación presenta una potencia de 1000 m y está
compuesta por turbiditas de diferente granulometría, que se depositaron en un ambiente
de flujos turbídicos progradantes, confinados en una cuenca angosta y alargada con direc-
ción norte-sur, que era alimentada por el norte por los aportes provenientes de la meteori-
zación de un arco volcánico calcoalcalino de composición intermedia (Wilson 1991).
Formación Zapata
Esta unidad ha sido reconocida en la precordillera Magallánica, desde los 51° de latitud
sur hasta la costa norte meridional del Canal Beagle (55° I.S), recibiendo distintas denomi-
naciones. En general, suprayace en contacto normal a la formación Tobífera y al complejo
ofiolítico, e infrayace concordante a la formación Punta Barrosa entre Torres del Paine y el
Seno Obstrucción (Prieto Veliz 1993).
Cortés (1964) señaló que la formación Zapata en el sector del Parque está constituida por
turbiditas, que se habrían depositado en el lado oriental de la cuenca sedimentaria, reci-
biendo aportes desde el norte. En este sector la formación recibe el nombre de Zapata
(Katz 1960), ya que es perfectamente identificable en el cerro del mismo nombre, y ha si-
do descrita por Wilson (1991) como una secuencia de edad Titoniano Superior a Albiano-
Aptiano, con una exposición mínima de 630 m, compuesta por lutitas negras finamente la-
minadas, lutitas calcáreas altamente bioturbadas de color claro, lutitas claras y turbiditas.
Formación tobífera
Esta formación aflora en el sector de Torres del Paine, donde Hanson y Wilson determina-
ron que la formación infrayace a la formación Zapata, contando con un espesor de al me-
nos 1000 m, en el que se observan turbiditas amalgamadas de tobas riolíticas, que se in-
tercalan con lutitas negras laminadas con radiolarios detritos riolíticos.
De acuerdo a los autores citados, hacia el este la secuencia está constituida por lutitas
con intercalaciones de turbiditas tobáceas finas, tobas de lluvia de ceniza, depósitos espo-
rádicos de flojos piroclásticos ricos en pómez riolitas peperíticas. Esta unidad habría sido
depositada en una cuenca marina profunda durante el Jurásico Superior. Cortés (1962) in-
dicó que hacia el sur del Parque (sector del río Rincón), la formación tobífera infrayace en
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contacto transicional a la unidad Areniscas de Chorillo Bellota, compuesta por conglome-
rados y psamitas.
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4.3. ROCAS
Las rocas son materiales que forman la corteza terrestre. Están constituidas por la agrupa-
ción natural de distintos minerales. En las rocas hay minerales fundamentales y acceso-
rios, los primeros son los que dan lugar a los distintos tipos de roca, de forma que si cam-
bia alguno de ellos, se tiene una roca distinta, los otros minerales llamados accesorios sir-
ven para determinar distintas variedades de roca, como ocurre con la mica blanca y ne-
gra.
Cada tipo de roca no es un ente independiente de otra, existe una evolución por la cual
una roca puede originar otra de igual o diferente composición química. El conjunto de inte-
racciones que pueden producir, está representada en la figura siguiente y al conjunto de
estas interacciones se denomina “Ciclo Petrológico”.
CICLO PETROLÓGICO
Clasificación de rocas
El criterio principal para la clasificación de las rocas es su origen. No se trata del origen de
los minerales que forman las rocas, sino del momento en que éstos minerales se han reuni-
do para formarlas. Existen tres grupos:
• Rocas eruptivas, magmáticas o endógenas: son las que se han formado por la
solidificación de un magma fundido o por enfriamiento de una masa viscosa a gran tempe-
ratura. El fenómeno puede ocurrir en el interior de la corteza terrestre (rocas plutónicas) o
en el exterior (rocas volcánicas).
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• Rocas sedimentarias o estratificadas exógenas: formadas por la solidificación
de materiales que provienen de otra roca preexistente.
• Rocas metamórficas o estrato cristalino: son las que resultan de los dos grupos
anteriores cuando son modificadas por las acciones del metamorfismo, presión.
Rocas eruptivas
Las rocas eruptivas se originan normalmente por el enfriamiento de la masa que se en-
cuentra a gran temperatura en el interior de la tierra, también se le llama ígneas. Si este en-
friamiento tiene lugar en el interior de la corteza terrestre y de forma lenta, el magma fundi-
do se solidifica y forma las rocas plutónicas o intrusivas; pero si el magma fundido se soli-
difica al llegar a la superficie por fenómenos de tipo volcánico, se forman las rocas volcáni-
cas o extrusivas. Un tipo intermedio es la llamada roca filoliana, en las que la solidificación
ha ocurrido con un enfriamiento relativamente rápido, al rellenar grietas entre las rocas.
La forma y el tamaño relativo de las partículas que forman estas rocas dan lugar a dis-
tintas estructuras de las mismas. Los tipos principales de rocas son:
En general, las rocas plutónicas poseen una estructura granulada, las volcánicas tienen es-
tructura vítrea y las filolianas aparecen con estructuras porfídicas.
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conocer su parte más baja se conoce como batolito. Las masas de forma lenticular, intro-
ducidas entre los estratos, son lacolitos. Éstas son de espesor relativamente pequeño, in-
troducidas entre estratos horizontales. También puede haber porciones más pequeñas de
roca que atraviesan los estratos de forma más o menos lineal o plana, esto son los diques
y filones.
Roca sedimentaria
Estas rocas son de origen externo y por lo tanto generadas por agentes meteóricos, los
que provocan la destrucción de otras rocas de la superficie terrestre. Reciben también el
nombre de rocas exógenas, siendo su característica principal y típica, la de preservarse
en estratos cuyo espesor se denomina potencia. No suelen presentar minerales con crista-
les visibles, pero en cambio si es abundante la presencia de fósiles.
Estas rocas se dividen en tres grandes grupos, atendiendo a su origen: que puede ser de-
trítico, químico y orgánico.
Las rocas detríticas, también pueden llamarse rocas de depósito mecánico, son las sedi-
mentarias que aparecen después de la destrucción de la roca primitiva por cualquier agen-
te erosivo (ríos, glaciares, viento, mar, etc.). Estos agentes de transporte depositan los se-
dimentos, en general en zonas marinas poco profundas, aunque también existen depósi-
tos de tipo sub-aéreo o continental, de tipo lacustre o de grandes fondos marinos.
Las rocas detríticas se dividen a su vez en dos grupos según presenten sus elementos en
granos sueltos, como la arena o en granos cementados como las areniscas. Se llaman a
estos grupos rocas no consolidadas y consolidadas, respectivamente.
Las rocas de origen químico se forman por alguno de los siguientes tres procesos: por
precipitaciones de sustancias disueltas, tal como la sal sódica; por disolución de una ro-
ca, quedando sólo los elementos no solubles como ocurre con la arcilla de descalcifica-
ción; por reacción química que transforma una sustancia en otra, como le ocurre a la cali-
za, que se convierte en clolomia.
Las rocas de origen orgánico aparecen por la acción de seres vivos, sea como producto
de la asimilación por estas sustancias inorgánicas como ocurre con los arrecifes coralinos,
o por acumulación de estos insolubles de plantas y animales, como ocurre en la mayor
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parte de las rocas calizas. Hay que tener en cuenta, que en muchos casos estas rocas de
origen orgánico pudieran considerarse también, como de origen detrítico.
En las rocas sedimentarias se observa que en el mismo tipo de roca pueden aparecer mi-
nerales muy diversos, según las condiciones de la roca primitiva y de la erosión. En gene-
ral los elementos que se observan son los de mayor dureza, pero en proporciones diferen-
tes de las rocas de las cuales proceden.
Estratigrafía
Los minerales erosionados junto con los restos de la fauna y la flora de la época eran de-
positados en las depresiones o fondos marinos. Esta sedimentación se produce en forma
de capas más o menos homogéneas, cada una de las cuales se denomina “estrato”. Los
estratos o depósitos sedimentarios que informan sobre el origen, épocas y medio en que
se formó, se denomina fascies.
Roca metamórfica
Este grupo está integrado por rocas sedimentarias o eruptivas (principalmente de las pri-
meras), que han sufrido alteraciones de tipo físico debido a que son sometidas a elevada
presión y temperatura.
Las rocas metamórficas se encuentran en zonas que han sufrido plegamientos antiguos o
modernos en la proximidad de las grandes masas graníticas. Antiguamente se creía que
estas rocas, a las que se llamaba esquistos cristalinos, eran las más antiguas que se ha-
bían formado en la corteza terrestre, pero posteriormente se ha podido comprobar que su
formación puede corresponder a cualquier era geológica, aunque sea difícil determinar a
cual, por la desaparición de los posibles fósiles.
Estas rocas presentan minerales en estado cristalino, siendo frecuente que aparezcan en
ellos minerales accesorios característicos que se forman únicamente en estas condicio-
nes, tales como: granates, turmalinas y andalucitas etc.
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Principales rocas metamórficas
En el caso en que las arcillas fueran escasas y las arenas fueran silíceas, se origina una pi-
zarra de color negro brillante llamada pizarra satinada o filita, que es la que se utiliza en la
cubierta de tejados.
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4.4. PAISAJE
El paisaje tiene dos componentes, el tangible e intangible. Lo tangible es aquello que ve-
mos, flora, fauna, rocas... y aquello intangible es aquello que no se ve, pero que existe, co-
mo todos los procesos que están en funcionamiento, las interacciones entre diferentes
componentes e incluso las sensaciones que nos provoca mirar un paisaje.
Ambas partes del paisajes son imprescindibles, pues lo intangible es lo que da carácter y
unicidad a lo tangible.
El paisaje del Parque Nacional Torres del Paine es uno de los motivos que atrae a tanta
gente hasta esta latitud. El escenario espectacular y magnifico es el resultado de erosión y
tectónica. Las fallas profundas y abiertas a lo largo del paisaje, atestiguan el retroceso de
los glaciares. Fueron formados por descargas, como consecuencia del deshielo.El macizo
está rodeado de un sistema de fallas, las cuales están bien definidas por la orientación de
los lagos, valles y ríos: - El lago Grey se extiende NO – SE, exactamente paralelo al siste-
ma de fallas y a la raíz del lacolito del Paine.
- El lago Sarmiento es llamativamente azul en comparación con los otros lagos de esta re-
gión. Esto se explica por el hecho de que ningún río con agua de deshielo glaciar desagua
en el lago. Las llamativas líneas costeras blancas del lago Sarmiento y muchas lagunas es-
tán formadas por el mineral Aragonita.
59
60
5
Glaciología
61
5.1. FORMACIÓN DE LOS GLACIARES
Los glaciares se forman por una razón muy simple, la nieve que no se derrite o evapora du-
rante el año llega hasta el próximo invierno. Si la nieve se continúa acumulando año tras
año, eventualmente se comienza a consolidar y a moverse cerro abajo, formando un gla-
ciar.
La nieve vieja (Firn o Nevé) es la metamorfosis de conversión entre cristales de nieve y gra-
nos de hielo. Estos se combinan al hielo glaciar en un proceso de firnificación. El Firn se
transforma en hielo glaciar, cuando el espacio aéreo entre cada grano se ha ido y existe
una sólida unión entre cada uno de ellos.
Parte del hielo glaciar es formado por recongelamiento del agua que se derrite durante la
primavera. El agua derretida forma capas dentro del Firn, cuando se transforme en hielo
glaciar, podrá contener formas irregulares.
Una vez que se ha formado hielo glaciar la metamorfosis no se detiene. A través de cam-
bios cristalográficos de los granos de hielo empacado en el glaciar continúa creciendo a
expensa de sus vecinos. El tamaño promedio de un cristal de hielo aumenta con los años:
grandes glaciares, en donde el hielo toma centenares de años para alcanzar el término,
pueden producir cristales de más de 30 centímetros de diámetro.
Los glaciales tienen un comportamiento muy similar a los ríos, por esto muchas veces se
les denomina ríos de hielo. La dinámica responde a elementos de la física que tienen en
común, esto hace que el glaciar se mueva más rápido en el centro y en la superficie, y
más lento a los lados y el fondo.
Su tamaño y actividad son producto del balance de la masa entre las zonas de acumula-
ción y ablación. Por ejemplo, si la acumulación es más grande que la ablación se produce
un avance, si por el contrario, el área de ablación es más grande que el área de acumula-
ción se produce retroceso.
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r e y
a ciar G
G l
e r r o s
iar P
Glac
63
Tipos de glaciares
Alpinos: Son los que encontramos en los cerros, a veces pareciera que cuelgan desde ca-
si la cumbre de un cerro.
Valle: Son glaciares que recorren un valle, al igual que un río, por ejemplo Glaciares en Pa-
kistán, Alaska.
Campos de Hielo: Son grandes zonas cubiertas de hielo, que no lo compone un glaciar,
sino un conjunto de éstos. Ej: Campo de hielo Norte y Sur en Chile.
Muchos de los nombres utilizados son alemanes o franceses ya que fueron ellos los prime-
ros en aventurarse en el hielo y dejar registros.
Grietas: Son manifestaciones del hielo producto de la superficie donde este descansa.
Las grietas tienen distintas formas y ubicación dentro de un glaciar recibiendo nombres
distintos. Entre éstas se encuentran:
• Grietas radiales, son aquellas que se forman al costado del glaciar cuando esta
gira. Se produce debido a la velocidad de movimiento del glaciar, son desiguales.
• Grietas longitudinales, se forman cuando un glaciar se abre sobre una zona pla-
na o se abre hacia un valle. Éstas corren en dirección del movimiento del hielo.
64
Seracs: Son grandes masas de hielos que se ven como una cascada congelada, esta se
encuentra en lugares muy empinados.
Línea Firn: Esta palabra proviene del alemán, se utiliza para señalar aquella zona donde se
ve una clara línea entre hielo puro y hielo cubierto de nieve. Esta línea a fines del verano y
comienzo del otoño marca la diferencia entre la zona de acumulación y la zona de abra-
sión.
Errático: Son grandes bloques de rocas que se encuentran en lugares que pueden parecer
sin sentido alguno, fueron arrastrados por el glaciar, en el pasado y hoy descansan en los
valles que antes estaba dominado por el hielo.
Moats: Es el espacio que se forma entre el glaciar y la roca, se ve en las secciones latera-
les del glaciar. En algunas ocasiones se ven en cavernas.
Zona de abrasión: Es aquella zona a los pies de un glaciar donde siempre se está derritien-
do el hielo.
Hielo: Es el estado cristalino sólido de la molécula de agua, H2O, compuesta además por
burbujas de aire. El hielo tiene una densidad de 0.9 veces la densidad del agua, y por lo
tanto flota en ésta. Es un témpano que sobresale un 10% del hielo sobre el agua y el res-
tante 90% se encuentra por debajo del agua.
65
Clasificación de los glaciares
Hielo continental: Glaciar que cubre un continente. Actualmente solo existen dos, Groen-
landia y Antártica.
Campo de hielo: Glaciar que cubre un sector de un continente, con montañas emergentes
(Nunatacs).
Absorción del rojo: La luz solar, de color blanco, se descompone en luz con un espectro
continuo de colores, del rojo, verde, al azul. El hielo, a menudo se presenta de color azul,
especialmente en días nublados, debido a que la molécula H2O absorbe seis veces más
las longitudes de onda del color rojo que aquellas longitudes del color blanco, debido a
mayor cantidad de reflejos. Cuanto más compacto, será más azul ya que será más denso
y tendrá más moléculas de agua.
Hielo blanco: Si el hielo contiene gran cantidad de burbujas de aire, presenta un color blan-
co, producto de los fuertes reflejos de la luz blanca incidente en la interfaz, aire / hielo.
66
5.2. GLACIARES DEL PN TORRES DEL
PAINE
La zona de Ultima Esperanza presenta evidencia de un gran rasquetee de hielo de hace
unos 20.000 años AP. correspondiente a la ultima glaciación.
67
tros, también afloran numerosos nunatacs. De este Campo de Hielo en la actualidad, se
desprenden aproximadamente 47 glaciares por ambos lados de la cordillera.
En estas últimas glaciaciones, los glaciares erosionaron y pulieron las islas rocosas monta-
ñosas del archipiélago patagónico Occidental a la cordillera de los Andes, quedando su-
mergidos en el mar los valles glaciares, morrenas y depósitos glaciales, los que se transfor-
maron en los canales actuales; hacia el oriente de la cordillera, los glaciares dejaron exten-
sas geoformas como grandes lagos glaciales y depósitos glaciofluviales. Estos antiguos
lagos glaciales fueron: el seno Skyring, seno Otway y Bahía Inútil, los que después fueron
invadidos por el mar; otra serie de lagos glaciares son el Sarmiento, Toro, Balmaceda,
Pehoe, Skottsberg, Nordernskjöld, Fagnano, Laguna Blanca, etc.
Las pampas o llanuras patagónicas en casi toda su extensión están cubiertas por material
no consolidado de origen glacial y fluvial como morrena, y depósito glaciofluviales, produc-
tos de la erosión continental.
El Parque limita al oeste con el Campo de Hielo Patagónico Sur y recibe varios glaciares
como el Dickson, Grey, Pingo, Zapata, Tyndall y Geikie.
Se estima actualmente, que los glaciares andinos tienden a retroceder, pero hay algunas
excepciones comprobadas como son el glaciar Moreno en el Parque Nacional Los Glacia-
res en Argentina, y el Pio XI en el seno Eyre, del Parque Nacional Bernardo O´Higgins, los
que han registrado avances recientes.
Los glaciares del Campo de Hielo Patagónico Sur que se encuentran en el Parque tienen
un retroceso promedio de 130 metros/año en el frente y una pérdida en altura de 4 metros
aproximadamente.
68
algunos autores. Lagos, canales, fiordos e incluso la estepa patagónica, con su fisonomía
plana alomada, son un claro ejemplo del poder modelador de los glaciares durante su pe-
riodos de avance y también, aunque en menor medida, durante su retroceso.
En Torres del Paine se pueden distinguir, de norte a sur, el glaciar Dickson, el glaciar Grey,
el Glaciar Pingo, que presenta una dimensión menor, y el Glaciar Tyndall.
La presencia del “Recurso hielo” en el Parque es realmente importante, tanto desde el pun-
to de vista científico como escénico, debiéndose distinguir los glaciares alpinos, o mejor
dicho “andinos”, presentes en el propio macizo, de las lenguas glaciares ya mencionadas
procedentes del campo de Hielo dado que su génesis, características morfológicas y diná-
mica son totalmente distintas. También su significación territorial es diferente, ya que los
glaciares andinos ocupan 5.131 ha, mientras que las lenguas glaciares ocupan más de
28.000 ha.
b) Los glaciares pedemontanos y de cabeza de valle o circo son el segundo gran grupo,
aunque actualmente cuentan con muy poco desarrollo. Se alimentan de las precipitacio-
nes nivales pero sobre todo de los aludes de nieve y hielo que reciben de las cornisas y
barrerotes de seracs superiores. Estos glaciares carecen de una alimentación definida y
69
por este motivo se deberían considerar como “reconstituidos”. Por otra parte la presen-
cia de sedimentos en la superficie, desprendidos por la acción mecánica del hielo y por
gravedad, bastante frecuente, ralentiza su ablación. Son siempre sucios, con acarreos
de material lítico, arenas y limos en abundancia. Frecuentemente se cubren con till de
espesor variable y forman morrenas de ablación. El gran número de días cubiertos que
se registran al año también contribuye a la supervivencia de estos glaciares relictos,
que se encuentran muchos meses al año por debajo de la isoterma de 0°C. Todavía
más que los del tipo anterior, estos glaciares dan muestras muy evidentes de encontrar-
se en franco retroceso.
Son glaciares de tipo efluente de valle, que presentan su zona de acumulación a gran dis-
tancia de su frente y por tanto, un recorrido kilométrico. Su retroceso ha dado lugar a la-
gos de gran entidad situados a escasa altitud (unos 200 metros de altitud), como son el
Dickson o el Grey.
Todas las lenguas están experimentando un retroceso muy rápido, que se evidencia con
especial claridad en el sector comprendido entre la línea de equilibrio (situada en el Cam-
po de Hielo sobre los 800-1000 metros según sectores) y el frente de los mismos, donde
la ablación es realmente muy intensa. Esta cuestión es lógica si se tiene en cuenta que la
isoterma de 0°C se sitúa en verano (enero) sobre los 2000 metros de altitud y en invierno
(julio), sobre los 800-1000 m, con una altitud promedio anual de 1450m (Casassa 1995),
mientras que las lenguas terminales de los glaciares del Parque se localizan todas a esca-
sa altura.
Por otra parte, diferentes investigaciones realizadas en los últimos años en la Patagonia
han puesto de manifiesto la existencia de las alteraciones bastante significativas en algu-
nos indicadores climáticos, realidad que además parece que ya ha tenido su reflejo en los
cambios experimentados en la dinámica y morfología de algunos de los glaciares del Cam-
po de Hielo Sur estudiados.
70
relacionados con la posición de la isoterma 0°C, los procesos de ablación y la precipita-
ción sólida), como consecuencia del incremento de la concentración de dióxido de carbo-
no en la atmósfera, lo que sin duda tiene una traducción inmediata en la oscilación de la
isoterma de 0°C y posiblemente implicaciones , aunque menos claras, en la dinámica at-
mosférica por los cambios en los gradientes de presión
a do
lv i d
a r O
lac i
G
71
6
Hidrología
72
6.1. SISTEMA HIDROGRÁFICO DEL
PN TORRES DEL PAINE
En la región de Magallanes se distinguen 14 ríos, pertenecientes a seis cuencas que abar-
can una extensión de 21.300 Km2, siendo la cuenca del río Serrano la que desagua todo
el sistema hidrográfico del Parque Nacional Torres del Paine hacia el seno de Ultima Espe-
ranza.
El Parque posee una extensa y compleja red de drenaje natural, la cual se manifiesta a tra-
vés de numerosos ríos, riachuelos, lagos, lagunas y cascadas. Esta red nace en el Campo
de Hielo Patagónico Sur y escurre desde el noroeste del Parque hasta el Seno de Última
Esperanza. Los cursos de agua presentan un perfil longitudinal muy accidentado, con cam-
bios bruscos de pendiente, originando saltos y rápidos, debido a que los materiales sobre
los cuales escurren, presentan diferentes grados de resistencia a la erosión.
El sistema hidrológico del Parque fluye de norte a sur, iniciándose en el Lago Dickson ali-
mentado por el glaciar homónimo, éste lago da origen al Río Paine, que baja uniendo diver-
sos lagos de gran belleza como el Paine, Laguna Azul, Nordenskjöld, Pehoé y finalmente
el Lago Toro, uno de los más grandes de la región. Este último desagua por el Río Serrano
hasta el Seno de Última Esperanza, después de captar las aguas los lagos antes mencio-
nados y de los ríos Pingo, Grey, Tyndall y Geikie, originados en los glaciares y lagos homó-
nimos.
La formación de los lagos fue el resultado de la actividad y peso glacial, combinado con
ciclos de fuerza volcánica, presiones sísmicas y los ejemplos notables de la inclinación y
empuje cordillerano.
73
Componentes relevantes de la Red Hídrica del Parque
Lago Sarmiento: por la composición química de sus aguas, está calificado como un lago
sub-salino. Tiene un área de 86.2 km2 y una profundidad máxima de 312 metros. Se ali-
menta por una serie de riachuelos menores procedentes de lagunas eutróficas, que que-
dan entre la cuenca y el Lago Nordenskjöld y desde la cara norte de la Sierra del Toro. Es-
tos riachuelos son desagües intermitentes, en un ambiente comparativamente seco. La
claridad del agua y la topografía submarina, relativamente poco profunda en los bordes,
indican zonas de cadenas alimenticias extensas y excelente fotosíntesis, permitiendo la
presencia de truchas marrón de muy buen tamaño.
Laguna Azul: Es parte del drenaje del río Paine y está conectada a través de su salida de
desagüe, además no tiene el lecho típico creado por el deshielo glacial. Se alimenta a tra-
vés de dos tributarios pequeños desde el Cerro Masle y es una laguna oligotrófica.
Lago Toro: La topografía del lecho está profundamente agrietada, lo que ha limitado las
áreas de poca profundidad, siendo su zona litoral relativamente pequeña y con poca vege-
tación acuática. Es un lago de drenaje con volumen, tamaño extraordinario y de caracterís-
ticas oligotróficas.
Río Serrano: Tiene su origen en el Lago Toro. Tiene un caudal considerable en primavera
alcanzando corrientes máximas en verano. Su temperatura cálida, igual que su umbral de
alcalinidad, cambia radicalmente al mezclarse con el lechoso río Grey. Cuando se juntan
estos ríos, mantienen sus corrientes completamente separadas en una distancia conside-
rable río abajo, siendo la línea entre las corrientes del Río Serrano y Grey particularmente
inconfundibles.
La última crecida de consideración que tuvo la cuenca del Río Serrano fue la ocurrida en
marzo del año 1998, fue producida por un aumento considerable de la temperatura duran-
te 10 días a 30ºC aproximadamente, lo cual produjo un deshielo en la montaña y el aumen-
to de los cauces de los ríos, seguido por fuertes precipitaciones cálidas. En esta crecida el
74
río Serrano tuvo un caudal de 1.570 m3/segundo, colapsando el sistema de registro y de-
jando de funcionar por varios días. En un verano de crecidas normales el caudal no alcan-
za los 800 m3/segundo.
T o ro
La go Laguna Azul
75
7
Fauna
76
7.1. LA FAUNA DEL PARQUE
• Las especie clave, son aquellas que tienen más conexiones con más especies, por lo
que su desaparición podría suponer el colapso del sistema. Son imprescindibles para el
funcionamiento del ecosistema.
• Las especies paraguas son aquellas especies que si son protegidas, protegen un núme-
ro razonable de especies bajo “su paraguas de protección”. Suelen ser especies que utili-
zan mucho terreno en sus funciones diarias.
• Las especies bandera son aquellas que motivan a las personas a conservar, suelen ser
muy conocidas entre el público en general. Gracias a estas especies también se conser-
van otras.
En el Parque actualmente hay cuatro especies que tienen Plan de Conservación a nivel
nacional:
77
En el parque se han encontrado:
3 especies de anfibios
6 especies de reptiles
6 especies de peces
En todos los cursos de agua ubicados al norte del Salto Chico existen especies autócto-
nas del género Galaxias. En general ríos, lagos y glaciares no tienen peces, o muy pocos,
por falta de nutrientes y de adecuadas condiciones de temperatura y claridad. En el lago
Sarmiento, desconectado del sistema hídrico del parque, existen salmónidos. Los salmóni-
dos se encuentran también en el Lago Toro, Río Paine desde el Salto Chico hasta el Lago
Toro, Río Serrano, Laguna Las Margaritas y otros.
En cuanto a las aves rapaces la heterogeneidad de hábitats resulta en que el PNTP se en-
cuentra la mayor riqueza de especies de rapaces documentada hasta ahora en Chile. La
riqueza de especies de aves rapaces en el Parque es notablemente elevada comparada
con otros territorios chilenos, americano, y europeo.
Para saber más sobre qué aves se pueden encontrar en el PNTP te recomendamos utilizar
la guías “Aves de Chile” o “Aves de la Patagonia, Tierra del Fuego y Península Antártica”,
además de la Guia de Aves Acuáticas generada en el PNTP.
25 especies de mamíferos terrestres, que representan cerca del 70% de las especies en
Chile.
78
7.2. FICHAS DESCRIPTIVAS DE
MAMÍFEROS CARACTERÍSTICOS
Los mamíferos son el grupo más visible que hay, junto con las aves, debido a su elevada
capacidad de movimiento y a su distribución heterogénea a lo largo del territorio.
Una de las características del parque es la facilidad con la que se pueden ver mamíferos,
tanto desde el camino vehicular como a lo largo de los senderos. Pese a ser tan vistosos,
esto no quiere decir que siempre sean una especie clave en los ecosistemas, pero si son
las especies más visibles de la cadena trófica, suelen ser especies que llaman la atención
y que sirven para concienciar a las personas sobre cómo deben comportarse en la natura-
leza.
Preocupación
Preocupación menor (PM)
menor
Casi amenazada (CA)
Amenazada Vulnerable (V)
En peligro de extinción (EP)
En peligro crítico de extinción
Extinción Extinta en estado silvestre
Extinta
79
PUMA (Puma concolor)
FAMILIA: Felidae
Características
El puma es un felino de forma esbelta y musculosa, con
HUELLAS
la cabeza corta y ancha, las orejas redondas más bien
pequeñas y la cola larga, gruesa y con casi el mismo es-
pesor en toda su longitud. Su pelaje es suave y de una
coloración café bronceado y grisáceo, sin manchas (ex-
cepto las crías). Posee gran agilidad,y tienen la vista, el
olfato y el oído muy desarrollados. En la forma chilena,
se presentan diferencias significativas de tamaño, colora-
ción del pelaje, longitud de los caninos superiores y coro-
na canina.
Desde la cabeza a punta de la cola
Conducta miden de 2.2 a 2.8 metros
80
Alimentación
Reproducción
Presenta dos épocas de celo, una entre agosto y septiembre y otra de enero a febrero. En
la época de celo, el macho se junta con la hembra durante un par de semanas y tras un
período de gestación de 90 a 93 días, en el interior de cuevas o en medio de densos mato-
rrales, nacen de 1 a 4 crías. No existe una temporada específica de crianza, pero en Nor-
teamérica la mayoría de los nacimientos ocurren a fines del invierno y comienzos de prima-
vera. Algo similar sucede en Magallanes.
Los cachorros son ciegos al nacer y pesan entre 250 y 500 gr. Entre los 10 y 14 días abren
sus ojos. Al mes y medio, con un peso de 5 kilos, empiezan a comer carne, aunque conti-
núan mamando hasta los tres meses. A los ocho meses pesan 20 kilos y seguirá al cuida-
do de la madre hasta los dos años, en promedio.
Hábitat
Cordilleras, bosque higrófilo nativo y plantaciones artificiales de Pinus radiata, estepa, ma-
torral y pampa.
Distribución y densidad
En América, esta especie se distribuye a lo largo del continente, desde Alaska hasta el Es-
trecho de Magallanes. En Chile, en la cordillera de los Andes desde Arica Parinacota hasta
Magallanes. En el parque la densidad de pumas es de las más altas registradas en el mun-
do, debido a la protección del área y a la gran abundancia de presas.
Estado de conservación
81
HUEMUL (Hippocamelus bisulcus)
Southern Huemul FAMILIA: Cervidae
Características
En el Parque se ha registrado que consume hasta 120 especies vegetales diferentes, pero
su dieta se concentra en el consumo de al menos cinco especies características del mato-
rral: Embothrium coccineum, Maytenus magellanica, Escallonia rubra, Chiliotrichium diffu-
sum y Senecio spp.
82
Reproducción
Se reproducen a fines de primavera. Las disputas entre machos por una hembra son infre-
cuentes.
Después de 6 a 7 meses de gestación da a luz una cría entre noviembre y diciembre. Las
crías nacidas tienen las extremidades largas en comparación a su cuerpo, al nacer tienen
una altura promedio de 40 a 50 cm. y su coloración es un poco más oscura que sus pa-
dres. Las primeras semanas de vida permanecen la mayor parte del tiempo echadas, muy
bien mimetizadas entre los matorrales.
Hábitat
Distribución
El límite norte son los Nevados de Chillán (Región del Bío-Bío). Otros núcleos habitan en
Aysén y Magallanes. También habita en la Patagonia Argentina.
Estado de conservación
83
GUANACO (Lama guanicoe)
FAMILIA: Camelidae
Características
HUELLAS
Los guanacos son integrantes de la familia Camelidae, y
junto a las vicuñas, llamas y alpacas serían descendientes
de un antepasado común originario de Norteamérica, el
que se desplazó hacia Sudamérica hace un millón de
años. Los guanacos pueden vivir hasta 15 años, aunque el
promedio alcanza los 7 a 8 años, debido a la depredación.
En cautividad han vivido hasta 25 años. Sus principales for-
mas de defensa lo constituyen su excelente vista y su gran
velocidad, (puede llegar a los 60 a 70 Km/hrs.) Puede sal-
tar sin dificultad hasta 1.40 m. de altura. Altura a la punta de la nariz (hembra
190 cm - macho 188 cm)
Conducta
Peso: Entre 120 y 150 Kg. Al momento
de nacer pesan entre 11 y 13 Kg.
El guanaco forma tres unidades sociales. A) El grupo fa-
miliar, constituido por un macho adulto, varias hembras y
sus crías menores de un año. B) Los machos solitarios, generalmente animales viejos o en-
fermos. C) Las “manadas de machos solteros”, que en realidad contienen individuos peri-
púberes de ambos sexos.
84
Reproducción
Se reproducen una vez al año, con una gestación de 11 meses. Los nacimientos ocurren
entre Noviembre y Enero, teniendo una cría, que se conoce como chulengo. Las cópulas
ocurren ya una semana después de la parición.
Hábitat
Estado de conservación
El guanaco tuvo una protección legal en forma parcial desde 1929. En 1963 fue protegido
completamente declarándose ilegal su caza en cualquier forma, para adultos y chulengos.
Actualmente es considerado Vulnerable a nivel nacional y Precupación Menor en la Re-
gión de Magallanes y Aysén.
85
Foto de Edio Bórquez
ZORRO CULPEO
Culpeo Fox
(Lycalopex culpaeus)
FAMILIA: Canidae
Características
HUELLAS
Posee la barbilla de un color café rojizo, no distingui-
ble fácilmente de otras partes del cuerpo. La parte
superior de la cola es grisácea, mezclada con negro.
Su cabeza generalmente es café rojiza, patas y pier-
nas café rojizo brillantes. Es el zorro chileno de ma-
yor tamaño. Además, al igual que los otros zorros,
es un controlador biológico sobre las poblaciones
de liebre, roedores (ratones) y caiquenes.
Conducta
Mide de 80 a 120 cm. Incluida la cola
Alimentación
La dieta en invierno está compuesta por mamíferos y aves, y en primavera por aves, mamí-
feros e insectos en ese orden de abundancia. Las poblaciones insulares muestran un ma-
yor consumo de mamíferos y vegetales que las poblaciones continentales, observándose
la tendencia opuesta para la categoría aves.
86
Reproducción
Hábitat
Distribución
Desde Colombia hasta el sur de Chile, en ambos lados de la cordillera de los Andes.
Estado de conservación
Preocupación Menor.
87
ZORRO CHILLA O GRIS
(Lycalopex griseus) Gray Fox FAMILIA: Canidae
Características
Alimentación
Conducta
Aunque es frecuente verlo de día, está activo en horarios crepusculares. Su agudo olfato
le permite robar las presas que esconde el puma. Un dato interesante es la ayuda de los
machos en la alimentación de las crías.
88
Reproducción
Hábitat
A diferencia del culpeo es más común en la pampa de las zonas abiertas, aunque también
se le encuentra en lugares que frecuenta el culpeo. En el extremo sur de Chile, se ha ob-
servado que su hábitat característico es la estepa con coirón, arbustos y ñirre.
Distribución
Desde el sur de Perú, Argentina y Chile. Se encuentra en todo Chile, desde Arica hasta
Tierra del Fuego, desde el nivel del mar hasta los 3000 metros de altitud.
Estado de conservación
Preocupación menor.
89
Foto de Edio Bórquez
CHINGUE DE LA PATAGONIA
(Conepatus humboldtii) Patagonian hognosed skunk FAMILIA: Mephitidae
Características
Conducta
Largo total de 60 a 75 cm, de los cuales 22
Esta especie de chingue se puede observar du- a 32 corresponden a la cola. La hembra es
levemente más pequeña que el macho.
rante las horas del día. Se le observa solitario o
bien a las hembras con sus crías. Rara vez se Peso: De uno a cuatro kilos.
le ve en pareja. Es un excelente cavador. Cava
su madriguera y escarba el suelo en busca de alimentos. No es agresivo ni rápido para es-
capar. Se defiende de sus enemigos lanzando un líquido pestilente, cuyo olor es casi impo-
sible de eliminar si cae sobre la ropa, incluso después de varios lavados.
90
Alimentación
Come insectos, larvas, frutas, raíces, huevos de aves, pequeños mamíferos y reptiles.
Reproducción
Hábitat
En el Parque usa con mayor frecuencia las áreas arbustivas, boscosas y con presencia de
actividad humana (zonas de camping).
Distribución
Estado de conservación
Se considera como Preocupación Menor, ya que es una especie muy común en todo Ma-
gallanes continental.
91
Entre 60 a 70 cm. incluyendo la cola.
FAMILIA: Dasypodidae
Características
Conducta
Construyen sus túneles sincronizando sus cuatros extremidades de modo que con las ma-
nos remueven la tierra y con las patas ensanchan y expulsan la misma hacia atrás. Pue-
den cavar simultáneamente con las cuatro extremidades, equilibrándose y sosteniéndose
con su caparazón y la cola. Solitario. Principalmente nocturno, aunque a veces sale de
día.
Alimentación
92
Omnívoro. Consume principalmente insectos, vegetales y carroña.
Reproducción
El periodo de gestación dura 65 días, naciendo dos crías, de igual o diferente sexo.
Hábitat
Distribución
Estado de conservación
En Chile se considera como una especie Rara. Protegido por la Ley de Caza.
93
G AT O D E G E O F F R O Y
(Leopardus geoffroyi) Geoffroy´s cat FAMILIA: Felidae
Características
HUELLAS
Color de fondo gris amarillento. Tiene cuatro
líneas negras desde los ojos hasta la zona es-
capular. Numerosas manchas negras peque-
ñas que cubren todo el cuerpo. Su cuerpo está
adaptado para trepar, además es un buen na-
dador (fácilmente se introduce al agua). Su co-
la es un tercio de su longitud total y es muy ca-
racterística por sus anillos oscuros (este rasgo
lo diferencia del gato colo-colo).
Conducta
Alimentación
94
Reproducción
Las cópulas son en Agosto y el período de gestación es de tres meses. Se han observado
con 2 y 3 crías en Noviembre. Es una especie solitaria que se empareja sólo en el período
reproductivo.
Hábitat
Estepa patagónica, matorral denso y bosque con áreas rocosas. En el Parque utiliza am-
bientes donde hay matorrales de Mata negra, Mata verde y bosques abiertos de Lenga y
Ñirre.
Distribución
Estado de conservación
En Chile está clasificada como Casi Amenazada, y se encuentra protegida por la Ley de
Caza.
95
QUIQUE
Lesser grison
(Galictis cuja)
FAMILIA: Mustelidae
Características
De cuerpo alargado y gris, pecho más oscuro y una ancha línea blanca sobre la cabeza,
que termina hacia el costado del cuello. Tiene patas muy cortas. Sería fácil confundirlo
con el hurón, si no fuera por la gran diferencia de tamaño que existe. Posee glándulas ana-
les.
Mide entre 65 y 70 cm.
Conducta
Tiene hábitos nocturnos. Son muy agresivos pero a la vez fácilmente domesticables. Es
uno de los animales que tiene más desarrolladas sus habilidades para la caza. Es muy es-
caso y esquivo. Vive en madrigueras con varias entradas y que pueden haber sido cons-
truidas por otros animales.
Alimentación
Es uno de los mejores predadores de roedores y conejos, en especial de las crías. Tam-
bién se alimenta de liebres, ranas, aves e incluso culebras y lagartijas.
Reproducción
No está clara su época reproductiva pero se han observado adultos con 2 o 3 crías entre
febrero y marzo. Su gestación duraría unos dos meses. Camada de dos a cinco cacho-
rros.
96
Hábitat
Distribución
Chile, Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay, Bolivia y Perú. En Chile se encuentra en las re-
giones Arica Parinacota, Tarapacá y Antofagasta, y desde Coquimbo a Magallanes.
Estado de conservación
97
7.4. ICTIOSAURIOS
Los ictiosaurios fueron reptiles marinos pelágicos que poblaron los mares cálidos del Triá-
sico temprano (240 Ma) evolucionando a través de todo el Jurásico y Cretácico inferior, in-
cluyendo además la parte baja (Cenomaniano) del Cretácico superior (93 Ma) y hasta la fe-
cha son considerados como los reptiles con un grado de adaptación más extrema a la vi-
da en el mar. Mientras los dinosaurios dominaban tierra firme, los ictiosaurios dominaban
los mares del planeta.
En las mismas rocas, junto a los ictiosaurios, se hallaron también amonites y belemnites
(antiguos calamares), almejas, peces, hojas y troncos de árboles. Esto indica que los ictio-
saurios poblaron un mar profundo, pero vivieron cerca de la costa.
A simple vista, los ictiosaurios se veían similares a los actuales delfines, sin embargo eran
reptiles. Tenían cuerpo en forma de huso, cuatro pares de aletas de locomoción y una dor-
sal para el equilibrio, hocico largo y puntiagudo, y ojos enormes para cazar en la profundi-
98
dades del mar. Al ser reptiles necesitaban respirar aire atmosférico, asomando sus apertu-
ras nasales a la superficie.
Respecto a la reproducción, muchos reptiles actuales deben salir del agua para poner sus
huevos, sin embargo la anatomía de los ictiosaurios y su adaptación al medio marino les
permitió incubar internamente los huevos y alumbrar sus crías dentro del agua.
Su movimiento dentro del agua es como los actuales tiburones o atunes, es decir, nada-
ban moviendo la cola y con las aletas controlaban la dirección del nado. Alcanzaban velo-
cidades de hasta 40 km/h.
99
8
Vegetación y suelos
100
8.1. PROVINCIAS BIÓTICAS DEL PN
TORRES DEL PAINE
El PN Torres del Paine se encuentra inmerso dentro de la ecoregión Magallanica (Bratts-
tróm & Johanssen, 1983) la cual se caracteriza por un sistema de canales y fiordos que en
gran medida influyen sobre la distribución biogeográfica de diversas especies de animales
y plantas.
Están presentes tres regiones ecológicas: la del bosque andino patagónico, con la forma-
ción vegetacional del bosque caducifolio de Magallanes; la del bosque siempreverde y de
las turberas, con la formación vegetacional del matorral periglaciar; y la del matorral y de
la estepa patagónica, con la formación vegetacional de la estepa patagónica de Magalla-
nes.
Climáticamente el Parque Nacional Torres del Paine está en la zona tradicional bosque-es-
tepa. Las precipitaciones promedio varían entre los 500 y los 700 mm. anuales con una de-
clinación marcada de oeste a este que coincide con el paso del bosque a la pampa.
Los suelos de la región oriental, ubicados sobre relieves tubulares, principalmente de ori-
gen terciario, son áridos y soportan comunidades vegetacionales esteparias (Festuca gra-
cillima, Mulinun spinosum, Baccharis magallanica, Verbena tridens). Las precipitaciones os-
cilan entre 200 y 300mm anual con deficiencia hídrica estival.
En los terrenos montañosos predominan los litosoles consolidados en los niveles inferio-
res por arcilla y limo, provenientes de las aguas de fusión glacial. Gran proporción de ellos
está formada por emergencias rocosas, por hielo permanente y cascajo glacial, desvegeta-
do por efecto de la altitud y de las bajas temperaturas.
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Existen 270 especies de plantas. Las comunidades vegetacionales existentes en este par-
que se inscriben dentro de cuatro provincias bióticas: estepa patagónica, matorral pre-an-
dino, bosque decíduo magallánico y desierto andino. Esta variedad de ambientes, de dis-
tribución intercalada, como hemos visto da alimento y cobijo a numerosas especies de fau-
na silvestre.
La distribución vegetacional es intercalada con extensa áreas de ecotono (el espacio don-
de interaccionan dos ecosistemas), por lo tanto, difíciles de delimitar, a lo que se suma la
fuerte alteración de su vegetación autóctona provocada por la acción antrópica pastoril,
los incendios y la introducción de especies forrajeras exóticas.
Las morrenas parecen ser colonizadas en un comienzo por Nothofagus betuloides (coi-
gue) de hoja perenne, seguido, en un plazo de 5 a 7 años, por el Nothofagus antarctica (ñi-
rre) de hoja decidua. Este ultimo tiende a reemplazar al nothofagus betuloide y establecer
planteles monoespecificos en los valles glaciales.
Planteles de Nothofagus pulmilio (lenga) ocupan los sustratos más estables y probable-
mente representan el ultimo episodio de la sucesión posglacial.
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Matorral pre-andino Ribes magallanicum - Zarzaparrilla
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Berberis buxifolia - Calafate Myosotis arvensis - No me olvides
Arjona patagónica
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Clasificación de las plantas en función de su desarrollo
Plantas palustres: Son las que su parte basal se encuentra sumergida en el agua.
Hemiparasita: Viven adheridos a la rama de otros vegetales de los cuales extraen por me-
dio de chupones llamados haustorios, la sabia bruta.
Epifitas: Son los vegetales que viven sobre otros, los utilizan de soporte, no extrayéndole
la sabia aunque a veces pueda ocasionarle trastornos (barba del monte).
Parásitas: Son plantas que no poseen clorofila y por lo tanto deben vivir exclusivamente
del huésped que las cobija.
Saprofitas: Son las que viven sobre material orgánica muerta, de las cuales toman los ele-
mentos y la energía para su proceso vital.
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8.2. SUELOS
El suelo es sobre lo que se asienta la vida. No todos los suelos son iguales, ya que hay va-
riaciones en su composición y distribución de la capas.
Suelos castaños
Se presentan donde las precipitaciones oscilan entre los 200 y 300 mm, distribuidos irregu-
larmente y con un fuerte déficit estival, que se acentúa por la acción del viento y una tem-
peratura media para el mes más cálido de unos 12 a 16 º C y helada en los meses más
fríos.
Suelos litosólicos
Dependiendo de su evolución existen tres tipos suelo litosólicos. El primer tipo presenta
mayor desarrollo del horizonte superficial y se localiza en las zonas menos áridas del sec-
tor meridional del Macizo. Tiene mayor colonización vegetacional y soporta a los matorra-
les preandinos. El segundo tipo sólo se encuentra en el extremo oriental, ocupando las zo-
nas de mayores pendientes y más desnudas y rocosas del matorral xerófito. Por último,
los suelos litosólicos de montaña, que se ubican alrededor del Macizo, con la ex-
cepción de los fondos de valle y los relieves más elevados. En estos sectores aflora la ro-
ca desnuda, constituyen las propias cumbres, vertientes periglaciares y depósitos de ori-
gen glaciar (morrenas).
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Suelos aluviales
Son suelos recientes y se forman lentamente por la deposición de los materiales que aca-
rrean los ríos, principalmente en sus crecidas o desviaciones de los cauces, por lo que es-
tos suelos se localizan junto a los principales cursos de agua y meandros. Son suelos rela-
tivamente profundos y bastantes blandos, que cuentan con una gran capacidad de infiltra-
ción, por lo que reducen sensiblemente la disponibilidad hídrica de la vegetación que se
sitúa sobre ellos.
Suelos podsólicos
Son típicos de los climas templados o templados fríos, no cuentan con una gran acumula-
ción de elementos ferruginosos, silicatos y aluminios en su horizonte B (inmediatamente
bajo la capa superficial), debido a una lixiviación deficiente. Presentan un horizonte superfi-
cial (A) modestamente desarrollado, donde se aprecia una acumulación pobre de humus
tipo “mor”. Predominan los podzoles grises de bosque y los pardos en los lugares mejor
drenados. Se distribuyen en sectores con una precipitación anual superior a los 450 mm.
Los suelos podzólicos actúan como sustrato y soporte a las formaciones de bosque nati-
vo de Lenga y Coihue de Magallanes. En el Parque se distribuyen en los fondos de algu-
nos de los valles del Macizo (Ascencio), Valle de Los Perros, y en el área occidental del
sector Grey y Pingo, en donde las precipitaciones son más abundantes.
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NOTAS
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Los/as guardaparques son el pilar fundamental para que todo lo que
aquí se ha descrito persista en el tiempo, ya sea a través de la conser-
vación y protección del lugar así como a través de la información que
transmiten a los visitantes.
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Foto Michael Arcos