Feminismo y Gestalt. Cristina Bravo Campanon. 2019

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Cristina Bravo Campanón (2019)

FEMINISMO Y GESTALT

El texto que presento está elaborado con una ilusión, confianza y esperanza en el feminismo
como un camino para conseguir relacionarnos de manera más sana, con mayor respeto, equidad,
libertad y amor. El feminismo implica un cambio social y político que puede desarrollarse e
incorporarse en nuestra labor terapéutica. El feminismo aquí y ahora, es terapéutico en sí
mismo. Estas ideas conforman las líneas centrales sobre las que versa el artículo.

En la construcción de todas las relaciones está presente el género. Se encuentra inserto en todo
tipo de relaciones, en las personales, en cuestiones de amistad, fratría, materno y paternofilial,
en las laborales, de pareja, profesionales, comunitarias, vecinales, sociales, políticas, culturales,
mencionadas todas éstas como un ejemplo incompleto, dando muestra de la extensión que parte
de lo individual a lo colectivo.

Como terapeutas hemos de tener la capacidad de visibilizar cómo aparece la variable género
tanto en nuestra propia construcción identitaria, como en la de l@s pacientes. La perspectiva de
género es una herramienta terapéutica que tiene la capacidad de transformar la relación entre
terapeuta y paciente.

Nuestra asimilación del género ha marcado en cómo percibimos la vida y cómo la vivimos. Al
tener esta realidad en conciencia podemos generar mayor transparencia y veracidad en la propia
relación terapéutica. Se torna imprescindible hacerlo, ya que la construcción de género en un@
mismo ha sido fuente de daños, frustraciones, opresiones, impulsos, agresiones, liberaciones,
comprensiones, maltratos, solidaridades y un sinfín de vivencias que están insertas en nuestra
memoria y en nuestro presente, como mujeres, como hombres, como personas LGTBQ+. Así
esta perspectiva de género se vuelve un aspecto de respeto y calidad en la relación, una senda
para hacerla más humana. El género está aquí y ahora. Tomar conciencia del género en nuestra
individualidad y en la relación con l@s demás y el mundo, fomenta la transparencia en la
relación con una mayor humanidad. La perspectiva de género se torna un valor humano en la
terapia, sin la determinación de considerarse a un@ mismo feminista. Aunque es un acto
feminista en sí mismo, ya que construye otras formas de vinculación con mayor respeto,
analizando los estereotipos sexistas, racistas y patriarcales, para conseguir la expresión libre y
auténtica de cada persona.

Cuando atendemos a pacientes de culturas diferentes a la nuestra, tenemos en cuenta esta


realidad. ¿Cómo no hacerlo con el género transcultural e histórico? No hacerlo es no tener
conciencia de que el género (dicho muy a grandes rasgos) y la violencia global hacia las
mujeres –los hombres en un grado exponencialmente menor-, está grabado en nuestras
construcciones sociales, culturales, personales y caracteriales. No hacerlo es limitar la mirada.
Sea cual sea el posicionamiento social de autodesignación ante el género y el feminismo, es
imprescindible concienciarnos del género para conseguir la igualdad en el trato, para generar
una relación terapéutica sana, analizando las cuestiones de poder asignadas a la estereotipa
sexista y de géneros; puesto que aparecen en el presente, de manera automática y
continuamente. En nosotr@s y en l@s demás.

El feminismo es una corriente de pensamiento de acción y cambio social, de pensamiento


político, humanista y transformador de la estructura capitalista, que comienza en el S.XVIII y es
reconocido entre las más importantes en los siglos XIX y XX. Los primeros pasos fueron la
toma de conciencia de las mujeres para luchar contra la violencia, opresión, explotación y
dominación que ha ejercido y ejerce la sociedad patriarcal, a través de la acción masculina
estereotipada. La desigualdad, la falta de derechos y la explotación entre hombres y mujeres en
todos los ámbitos se manifiesta en: la familia, la comunidad, la sociedad, la cultura, la
educación, las relaciones interpersonales, el empleo, los medios de comunicación, la política, la

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economía, la ciencia, las religiones, el arte, el plano espiritual y en las construcciones de las
ciudades y poblaciones.

Socialmente se desconoce la teoría feminista puesto que se cree que su objetivo es conseguir ser
iguales que los hombres. Las palabras de Bell Hooks (2017) sobre la definición del movimiento
feminista es totalmente esclarecedor:
“Mucha gente cree que el feminismo consiste única y exclusivamente en mujeres que
quieren ser iguales que los hombres, y la gran mayoría de esta gente cree que el
feminismo es antihombres. Esta falta de comprensión de la política feminista refleja lo
que la mayoría de la gente aprende sobre el feminismo a través de los medios de
comunicación de masas particulares. El feminismo del que más oyen hablar está
representado por mujeres comprometidas principalmente con la igualdad de género: el
mismo salario por el mismo trabajo y, a veces, el reparto de las tareas del hogar y la
crianza entre mujeres y hombres. Generalmente ven que estas mujeres son blancas y
privilegiadas materialmente y saben, por los medios de comunicación de masas, que la
liberación de las mujeres se centra en la libertad para abortar, para ser lesbianas y en
la lucha contra la violación y la violencia doméstica. […] Las mujeres negras (y sus
aliados revolucionarios en la lucha) tenían claro que nunca iban a conseguir la
igualdad dentro del patriarcado capitalista supremacista blanco existente. […] Las
pensadoras revolucionarias no queríamos simplemente modificar el sistema existente
para que las mujeres tuvieran más derechos; queríamos transformar ese sistema,
acabar con el patriarcado y el sexismo”.
Hooks, B. (2017). El feminismo es para todo el mundo. Traficantes de Sueños.

Es imprescindible aprender y seguir el movimiento de las mujeres negras y las mujeres en la


lucha de clases, pues sabían que el logro no era la igualdad entre mujeres y hombres –ya que
sostiene el sistema capitalista-, sino el cambiar el sistema patriarcal. El modelo androcéntrico
seguía oprimiéndolas desde la heterohegemonía, el sexismo y el racismo, desde la supremacía
de las poblaciones blancas.

Todos los datos de nuestro país e internacionales, manifiestan que la violencia patriarcal existe y
persiste en la vida de las mujeres, generando un sufrimiento constante, incluso la muerte, con
una abismal diferencia con el que viven los hombres, también oprimidos por el sistema 1. Por
esto es necesario, no sólo importante, seguir caminando hacia el cambio de relación y
organización social que persigue el feminismo, pues con él se beneficia el total de la población,
y consigue unas relaciones fundamentadas en el buen trato, el respeto, la equidad, la justicia, la
humanidad, situando la vida y no el capital como eje principal social, el fin de la violencia, la
libertad y la expresión de amor. Esto es feminismo, incluso mucho más, es feminismo que
beneficia a todas y todos. No es un movimiento sólo para mujeres. El feminismo nos hace ser
más libres al permitirnos vivir con mayor plenitud, unión y humanidad.

LITERATURA Y AUTORÍA DE TERAPEUTAS MUJERES

En la creación de literatura y de estudios en psicoterapia y más concretamente, gestáltica, se


puede contabilizar una mayor producción en autores hombres. En el presente está cambiando,
hay un número muy elevado de mujeres terapeutas, lo que ha sido derivado de la consideración
estereotipada de género que asigna las profesiones de cuidado a las mujeres. Esto se debe a que

1 Fuentes informativas sobre estadísticas:


• Feminicidio: Feminicidio.net
• ONU Mujeres: ONU Mujeres - Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género
y el Empoderamiento de las Mujeres
• Instituto de la Mujer y para la Igualdad de Oportunidades: Ministerio de la Presidencia,
Relaciones con las Cortes e Igualdad - Secretaría de Estado de Igualdad - Instituto de la Mujer y
para la Igualdad de Oportunidades
• Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. Violencia de
Género:http://www.violenciagenero.igualdad.mpr.gob.es/

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las personas que tenían históricamente el acceso a estudios medios y superiores, así como la
participación en el entorno público, fueron los hombres. Al estudiar psicología, psiquiatría,
sociología, psicoterapia, en cualquiera de sus corrientes, podemos recordar y nombrar una
amplitud de autores. No sucede igual con las autoras, pues no había acceso posible.

Los autores de estos campos de conocimiento han escrito según su percepción androcéntrica de
la realidad, con su sesgo de género, desde un lugar privilegiado de poder, respecto a las mujeres,
respecto también a las poblaciones menos favorecidas cultural y económicamente. Reconocer la
labor que hicieron es muy importante y también lo es, saber cuál era su visión del mundo, de la
terapia, de las relaciones, de las culturas, de las mujeres y los hombres; pues así están escritos
sus textos y así los hemos leído. Seguro en un principio sin ningún cuestionamiento de cómo
estaba actuando su supremacía de hombre blanco occidental, en su mayoría, el género, el
sexismo y el racismo; cuestiones básicas para una perspectiva feminista. En Gestalt también se
ha ejercido este lugar de poder desde la redacción teórica, posición de terapeutas sin haber
reflexionado sobre las cuestiones de género.

Las palabras de Jane Austen en el S.XIX ponen de manifiesto esta realidad: “No recuerdo
haber leído ningún libro que no hable de la inestabilidad de la mujer. Quizá porque fueron
escritos por hombres”.

Crear un pensamiento cuestionador de género en las relaciones terapéuticas, en los textos de


nuestras áreas de conocimiento, en las teorías de formación del carácter, de los mecanismos
defensivos y por supuesto, en nuestra propia identidad, carácter y forma de relacionarnos; con el
objetivo de una mayor humanidad, respeto, equidad de género, antirracista, que ponga la vida en
el centro, es en sí misma una acción alternativa antipatriarcal.

Algunas personas al leer esto podrían pensar que tod@ terapeuta ya tiene esta actitud y
herramienta, la del respeto y apertura ante las personas con quienes trabajamos. Y no es así, al
menos no es así si no se ha realizado un autoanálisis de género. Es humilde y transparente,
reconocer que no estamos libres de prejuicios sexistas para con nosotr@s y con l@s demás.

Por ejemplo, si yo no analizo mi rol como terapeuta mujer, estoy subyugada a la ceguera del
sexismo y lo voy a actuar, sin conciencia. Debo ser consciente de que soy: privilegiada
socioculturalmente, blanca, occidental, oprimida respecto a hombres de mi entorno, violentada
en la vida por los machismos, con impulso de cambio social feminista hacia una sociedad más
libre y respetuosa, que actúo mis propios micromachismos y me cuestiono continuamente la
relación con las mujeres y hombres de mi entorno, los textos que leo, las películas que veo,
cómo me siento ante un chiste machista, racista, homófobo, mi dolor ante políticas actuales que
censuran la libertad de las mujeres y hombres como es el derecho a una sexualidad sana, mi
rabia ante decisiones judiciales de agresiones sexuales en manada, mi deseo de unión en una
gran manifestación 25 N, mi necesidad de gustar estéticamente por el mandato patriarcal, el
daño a mi cuerpo por el deseo sexual social construido ante imágenes publicitarias de mujeres
imposibles, mi ilusión ante el compañero hombre que reconoce su privilegio y no niega la
violencia apisonadora hacia las mujeres y quiere el cambio, mi mirada en la terapia a la imagen
construida mía desde los estereotipos de género a l@s pacientes, la relación de poder patriarcal
terapéutica y la sexualidad estereotipada en relaciones de terapia.

LA PSICOTERAPIA, TRABAJO ESTEREOTÍPICAMENTE FEMINIZADO

La histórica división sexual del trabajo en la que se designó que las mujeres estaban mejor
preparadas para unos trabajos y los hombres para otros, incluso genéticamente, fundamentó la
opresión y desigualad. Se conoce cuál fue esta diferenciación, los hombres hacia el ámbito
público, profesional, fuerte, económico, y las mujeres hacia lo privado, familiar, cuidado a l@s
demás y reproductivo.
Históricamente han sido menos reconocidos los trabajos realizados por mujeres y premiados
social y económicamente los designados a hombres. No sólo esto, sino que hay una pérdida de

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reconocimiento cuando una profesión se “feminiza”, es decir, la empiezan a desarrollar más


mujeres que hombres. Sucede que pierde valor y se cuestiona más. Es obvio que promueve la
precariedad económica de las mujeres y de los hombres que se suman a estas profesiones,
cuando nos dedicamos a poner la vida en el centro. Este aspecto es feminista, la vida es lo
primero. Aunque trabajar en esto hace perder calidad de vida a las profesionales. Porque no se
reconoce social, pública, política ni económicamente. Qué diferente sería si este ámbito
profesional hubiera sido estereotípicamente de hombres, como la banca, la construcción, los
deportes de élite, la política, etc. También sucede el efecto contrario: cuando una profesión se
“masculiniza” aumenta su valor y reconocimiento económico y social. Ha sucedido así con la
profesionalización de la costura, la cocina, el cultivo de plantas y herboristería.

El cuestionamiento de acciones que desarrollan más las mujeres, como por ejemplo respecto a la
psicología o el trabajo social es continuo. Frases como “cualquiera puede ser psicólog@”, las
“asistentes sociales sólo rellenan formularios para ayudas”, están derivadas de la devastadora
imagen sobre las profesiones “feminizadas”, desprestigiadas; es una forma de violencia del
sistema heteropatriarcal. Otro ejemplo al respecto es el actual cuestionamiento de las terapias
alternativas, entre las que han situado a la Gestalt y otras terapias históricamente humanistas.
Las mujeres ocupamos en mayoría estos campos profesionales, que ahora son públicamente
cuestionados.

La mirada de la economía feminista aborda estas cuestiones y promueve acciones de cambio


para conseguir vidas de mayor calidad, respeto y libertad, alternativas al modelo capitalista que
impera, donde lo importante es lo que se produce y no lo que se es.

FEMINISTA AQUÍ Y AHORA

Parecería obvia la reflexión anterior, pero he de subrayar que no lo es, sobretodo en el panorama
actual social y político donde se están revinculando los estereotipos de género al binomio
biológico hombre y mujer. Es un repliegue de la libertad de las mujeres y de los hombres, de
todes. El feminismo es un camino para construir nuevas relaciones y posibilitar la expresión de
lo que somos.

Respecto a las actitudes y gobiernos actuales en el ámbito político del estado y a nivel
internacional, jerárquicos, explotadores, contra los derechos de las personas migrantes pobres,
los de las poblaciones desfavorecidas, los de las mujeres, los de equidad, los sociales,
ecológicos y contra las libertades, se hace imprescindible reiterar la relevancia de:

- La necesidad de las feministas y el movimiento libertario feminista.


- Continuar por el cambio, ocupar espacios, desarrollando nuestras maneras feministas de
vivir, pues es un movimiento de conciencia y justicia social transformadora.
- La legislación para erradicar la violencia patriarcal y machista contra las mujeres, nos
siguen matando.
- Saber que el feminismo es un movimiento para la consecución de Derechos Humanos.

El discurso actual acerca de que no es necesario el feminismo, que las mujeres que sufren es
porque lo elijen o quieren, que ya hay igualdad porque podemos acceder a puestos de trabajo
que queremos, que las feministas somos mujeres que estamos contra los hombres; se utiliza para
mantener el sistema. Ninguno de estos argumentos es verídico. No estamos contra los hombres,
al contrario, creamos espacios para su propio cuestionamiento y posibilitar las expresiones de
otras masculinidades. No hay equidad en accesos de puestos de trabajo. Las mujeres no
buscamos ser agredidas. No hay equidad en la relación de poder y ejercicio de violencia, por lo
que no hay la misma posibilidad de actuación ni el mismo nivel de responsabilidad de quien la
ejerce y quien la sufre. Cada vez que tenemos que defendernos de un ataque cuando nos llaman
“feminazis”, es un insulto devastador y totalmente ignorante. No somos asesinas, somos
libertadoras. Es muy cansado repetir que estamos aquí para revelarnos contra el sexismo
patriarcal, histórico y transcultural, nosotras y todos/es.

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Nos siguen matando de mil formas, en todos los lugares del mundo, la muerte, los feminicidios,
las desapariciones, violaciones, derechos económicos oprimidos, religiones marginantes,
políticas invisibles, ciencias sexistas, doctrinas sexuales ejerciendo abuso de poder; todo ello sin
la libertad de elegir en nuestras vidas. Y soy yo quien tengo que defenderme por ser feminista.
Los discursos de las denuncias de violencia machista falsas, déjenlo ya, pues son
exponencialmente mayores las denuncias retiradas. Leer, estudiar cifras de violencia de género,
escuchar y conocer antes de enjuiciar, son medidas para conocer la realidad y la necesidad del
feminismo, centrales para construir el diálogo.

Si no nos unimos hoy para la consecución de nuestros derechos, sucede, como en la actualidad,
que se ve afectada la decisión sobre nuestros cuerpos y sexualidades. Por ejemplo, el derecho al
aborto, a un sistema de salud con visión de género. Hay que seguir saliendo a la calle y
haciendo actividad política para quienes no acceden a estos privilegios; para seguir avanzando
en lo que ya lograron nuestras precedentes. Discutir hoy el derecho al aborto es un ataque a
todas las mujeres de una parte de la sociedad con ideología tradicional y sexista que gana
terreno al creer que hemos de cesar el activismo cuando logramos derechos.

Mientras no haya una libertad total, sin miedo a morir y sin miedo a vivir como queramos,
respetando y respetándonos, necesitamos el feminismo.

No se puede culpabilizar a las mujeres como provocadoras y responsables de la explotación y


violencia que soportan, porque es una afirmación al margen del conocimiento de las situaciones
de las mujeres en lo histórico y en lo actual. La población oprimida y violentada no tiene la
misma libertad de elección, ni la capacidad de actuación ni los mismos recursos personales ni
colectivos. El discurso que nos culpabiliza a las mujeres de la violencia machista y sexista es
ignorante y desconocedor de la historia de la humanidad. Cuando se está siendo oprimida no se
elige con libertad: soy explotada y tengo miedo. No se soporta igual la violencia sexista siendo
mujer migrante que hombre, tampoco siendo mujer blanca occidental con estudios que una
mujer de origen latino en precariedad económica, no es igual que una mujer haga un viaje de
turismo, sola, a que lo haga un hombre, tampoco andar por una calle de cualquier parte del
mundo siendo mujer que hombre, que yo pueda escribir sobre esto, mientras otras, las que no
escriben, trabajan jornadas de 16 horas diarias o no saben leer. Infinitos ejemplos, infinitas
realidades.

Vivo constantemente al decir que soy feminista, que la mayoría de las personas inmediatamente
hagan un ataque sin conciencia del feminismo, a mi persona y a mi política. Entiendo que
cualquier acción que involucre el cambio de sistema provoca resistencia y cuestionamiento, a lo
que se le añade, si el cambio viene reivindicado por mujeres.

Duele. Agota. Sigo caminando con zapatos feministas, desde mi propio cuestionamiento. Cansa.
Te excluyen y enjuician. Paro. Vuelvo a respirar, busco mi entorno feminista de apoyo,
imprescindible el sostén y el cuidado. Sigo caminando, porque estoy segura que el cambio es la
mejora de las relaciones humanas sin patrones sexistas, racistas, xenófobos, homófonos,
clasistas; mejorar la vida, desde el respeto de las libertades de vivir, esto es el movimiento
feminista.

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