El Pensamiento Vivo de Bolívar

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F
2235.3
AL6
1958
University of

Michigan

Libraries

1817

SCIENTIA VERITAS
L PE

RUF
EL PENSAMIENTO VIVO
DE

BOLÍVAR
PRESENTADO POR

RUFINO BLANCO · FOMBONA


BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO VIVO

[ 203
EL PENSAMIENTO VIVO

DE

BOLIVAR

PRESENTADO POR

RUFINO BLANCO - FOMBONA

(TERCERA EDICIÓN)

EDITORIAL LOSADA, S. A.
BUENOS AIRES

499
F
2335.3
BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO VIVO
A46 Queda hecho el depósito que
previene la ley núm. 11.723
1958
Adquiridos los derechos exclusivos
Editorial Losada, S. A.
Buenos Aires, 1942

1ª edición : 9-VI- 1942

2ª edición: 9 -VI-1944
3ª edición : 30 -IX - 1958

PRINTED IN ARGENTINA
675445-129

EL PENSAMIENTO VIVO DE

BOLÍVAR
1
1
1
I

INFLUENCIA DE ROUSSEAU EN EL PENSAMIENTO DEL


JOVEN BOLÍVAR

Bolívar estuvo muy imbuído, sobre todo al principio


de su carrera, de Juan Jacobo Rousseau. Nadie, desde
Napoleón hasta Robespierre, escapó en aquellos tiem-
pos a las ideas reformadoras del ginebrino, algunas
contradictorias, pero todas novedosas y seductoramente
expuestas. Además, en su fondo aleteaba la Demo-
cracia. Y Bolívar, aunque aristocrata de alcurnia, iba
a ser el héroe representativo de la Democracia en la
América hasta entonces española.
En Bolívar se insinuaron aquellas ideas por doble
camino : por intermedio de su maestro de la mocedad
don Simón Rodríguez , rusoniano entusiasta , y por el
encanto de la prosa de Rousseau, único entonces y
ejemplar. Aquella prosa funda estirpe a la cual per-
tenecen Chateaubriand, Bernardino de Saint-Pierre ,
tantos otros ; entre ellos Bolívar.
Pero a medida que corre el tiempo y Bolívar va
contrastándose con la realidad americana, va desdi-
bujándose Juan Jacobo. Aparece en el horizonte la
figura de Montesquieu ; más tarde las de Bentham y
otros pensadores. Sobre todo, aparece el genio de
Bolívar.
10 RUFINO BLANCO-FOMBONA

De Spinoza, que recoge el caudal ideológico de su


época y lo enriquece, llegan al mundo moderno ideas
políticas cuya esencia iba a sobrevivir ; la idea del
individuo en relación con el Estado , y del Estado en
relación con la comunidad de Naciones o Humanidad,
fundamentándose todas estas relaciones en sentimien-
tos de Justicia y Derecho.
Rousseau, teóricamente, adelanta sobre Spinoza ; y
Bolívar, prácticamente, adelanta sobre Rousseau.
Mientras Rousseau preconiza como preferibles para
un régimen democrático los Estados pequeños , Bolí-
var recomienda, funda y defiende grandes Estados.
Rousseau tiene razón en preferir Estados pequeños,
ya que toma por democracia el ejercicio directo del
Poder Legislativo y del Poder Ejecutivo por el pue-
blo en masa. Bolívar sabe cómo es en el derecho de
elegir, secreta y libremente, donde estriba efectiva-
mente la democracia y que ambos poderes los puede
ejercer, de modo indirecto, cualquier pueblo , máximo
o mínimo, por delegación . Es más : Bolívar prefiere
que sólo hombres muy bien preparados para la fun-
ción gubernamental, técnicos, dirijan las sociedades.
Una de sus preocupaciones resulta la de preparar,
contra la mayoría de demócratas instintivos e ignaros ,
esos técnicos para la función de gobierno. De ahí su
proyecto de Senado con Senadores educados y pre-
parados por el Estado. No quiso la educación para
formar sabios , sino para formar hombres, elementos
conscientes de una Democracia. Su preocupación no
era la ciencia, sino la sociedad civil.
Pero tanto en Spinoza como en Rousseau y en
Bolívar la base teórica es la misma ; y a pesar de
tal cual divergencia entre ellos o contradicciones
de cada teorizante consigo mismo-, persiste en los
tres algo fundamental : el hombre en sociedad debe
BOLÍVAR 11
Quien da
ser libre ; el Estado no puede considerarse ni el ver- castigo
dugo ni el tirano de los ciudadanos El hombre no
debe enajenar sus derechos sino cederlos, y sólo en
parte, al Estado, en beneficio de sí mismo y de la
comunidad. "Un gobierno republicano ha sido, es y
debe ser el de Venezuela" -dice Bolívar . Lo mismo
quiere para las demás naciones americanas. "Sus
bases deben ser la soberanía del pueblo , la división
de Poderes, la libertad civil, la proscripción de la
esclavitud , la abolición de la Monarquía y de los
privilegios." El fin del Estado , pensaba, no es la ex-
clusiva realización del Derecho ; debe contribuir a
que el hombre goce de estos tres bienes máximos : la
razón, la libertad, la felicidad. En la madurez de su
pensamiento, Bolívar llegó a esta síntesis : El sistema
de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor
suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad
social y mayor suma de estabilidad política Es decir,
dejó grabado en bronce perenne la originalidad de su
pensamiento y de su acción geniales : no podía confor-
marse con imitaciones extranjeras como tantos otros
americanos.
Por desviación o por exageración del sentido ruso-
niano de la política, llegaron los jacobinos, en nombre
de la libertad, a la tiranía. Bolívar derivó en ocasiones
hacia un concepto paternalicio del gobierno, ante las
sociedades infantiles que iba modelando .
No es fácil en realidad darse cuenta hoy del estado
primitivo de las mayorías campesinas y aun ciudadanas
de aquella América salida de tres siglos de coloniaje
absolutista y teocrático ; aquella América para la cual
rábulas liberaloides de algunas ciudades pedían legis-
lación imitada de los yanquis o con recuerdos clásicos
de Atenas y Esparta , Bolívar no quería imitaciones ni
trasplantaciones. Para una América original quería y
12 RUFINO BLANCO-FOMBONA

preconizaba una legislación original y un gobierno


democrático apropiado. Tampoco coincide el Liberta-
dor con algunos ilusos o miopes pseudo -estadistas, en
ciertas Provincias del extremo sur del continente, que
propiciaban sistemas monárquicos con príncipes espa-
ñoles o de cualquier dinastía europea. Otros aún pre-
conizaban en el Sur, siguiendo a Miranda , sistemas
incaicos, absurdo máximo, tanto político como étnico
y económico.
Todavía en 1830, después de veinte años de revolu-
ción y de República, saludaban los campesinos del
interior de Colombia a las personas de viso, así fuesen
diplomáticos extranjeros, llamándolos " mi amo”. (T.
P. Moore al Secretario de Estado Van Buren : Bogo-
tá 17 de mayo de 1830.) ¡ Qué democracia imitada de
los griegos o de los Estados Unidos o de Suiza podía
fundarse con aquellos campesinos que llamaban “mi
amo" a los criollos ricos y a los extranjeros ! ¡ Ni qué
sociedad versallesca ! ¡ No hablemos tampoco de co-
munismo incaico en pueblos, por otra parte, descen-
dientes de europeos !
66
"¿Mi amo?" ¡ Como en tiempo de los virreyes ! Peor.
¡ Como si no hubiese corrido casi un cuarto de siglo
de self-goverment ! ¿ Qué sería en 1806 y 1808 cuando
Miranda tremoló por las costas del mar Caribe el pa-
bellón azul, rojo y amarillo que había creado, interpo-
niendo el mar separatista entre los viejos colores de
España ? ¡Qué simbólica esa hermosa bandera ! Se
conservaba de España lo que se debía conservar : lo
esencial ; y las doradas, libres playas de América que-
daban separadas del absolutismo teocrático y sangrien-
to por la azul extensión del mar.
El diplomático que observó cómo el pueblo de los
campos en Colombia llamaba todavía en 1830 "mi
amo" a los burgueses, recuerdo de la antigua sumisión ,
BOLÍVAR 13

agregaba en informe confidencial a su gobierno : "En-


cuentro desastrosas las condiciones de la gran masa del
pueblo en Colombia ; ni uno en veinte es capaz de leer
o escribir y es muy raro que se encuentre un libro en
una casa. El pueblo es dócil y amable, en apariencia ;
pero supersticioso e ignorante" 1.
En el resto del continente era peor, salvo quizás
algunas regiones de México y Perú.
Para probar su ecuanimidad , el diplomático agrega :
"Estas observaciones no se extienden al pueblo de las
ciudades. Éste es más ilustrado" 2. Sí ; relativamente.
Lo que existía de veras eran minorías u oligarquías
de hombres casi tan preparados teóricamente como las
élites en Europa, aunque sin la práctica del gobierno
propio. Eran pequeñas islas en océanos de barbarie,
66
de fanatismo religioso y de incomprensión. "¿ Qué for-
ma de gobierno será la más adecuada para tales con-
diciones ?", se pregunta el diplomático yanqui . Él mis-
mo responde : "Es difícil decirlo" 3.
¿Cuál? "El de los Estados Unidos ", dicen los Con-
gresales venezolanos de 1811 y, más tarde, liberales
neogranadinas del tipo de Santander y consortes ; el
de "una monarquía española constitucional", y si no
española, de cualquier parte, piensan San Martín, Ri-
vadavia ; “ una monarquía francesa ”, cree Pueyrredón ;
"el gobierno de los Incas ", opina Belgrano. En cam-
bio el Libertador, remontándose a las realidades, y
superando, buen pensador y buen sociólogo, los prin-
cipios abstractos, exclama : "el sistema de gobierno
más perfecto es aquel que produce mayor suma de

1 F. J. URRUTIA : Los Estados Unidos y las Repúblicas his-


panoamericanas, pág. 453. Editorial-América, Madrid, 1918.
2 Ibídem, 453.
3 Ibídem, 453.
14 RUFINO BLANCO -FOMBONA

felicidad posible, mayor suma de seguridad social y


mayor suma de estabilidad política. "
Por eso creía que para nuestra América, mundo
nuevo hasta por su constitución étnica, correspondía
una forma inédita de gobierno, a base democrá-
tica, y habida cuenta de la experiencia de otras na-
ciones.
Con estos elementos sociales ¿ podría Bolívar legis-
lar como para Atenas , como para Suiza o siquiera
como para los Estados Unidos ? Legisló como para un
continente que apenas sale del cascarón colonial, sal-
vando siempre las esencias de la Democracia y de la
República. Ése es su mérito. Carlyle aplaude con en-
tusiasmo la Constitución que escribió el Libertador
para Bolivia. Dice que es la mejor que pueda imagi-
narse. En América, aún la discuten.
Bolívar, hombre de genio, había sido jefe de una
revolución y sabía no sólo cómo se hacen las revolu-
ciones sino que para conservar los Estados modernos
había que crear Poderes Ejecutivos fuertes. Esto no
lo aprendió Europa hasta 1848, época en que apenas
se cerró el ciclo de las revoluciones. Bolívar prueba
en todo, hasta en nimiedades, su originalidad y su
grandeza. Naturalmente los bachilleres y los legule-
yos imitadores de los Estados Unidos o de Suiza o
de Grecia o de Francia no lo comprendían. Se creían
libres y eran esclavos por el espíritu . Aún somos
coloniales los americanos. No pensamos por cuenta
propia, sin preocuparnos de Europa.

En Bolívar, durante bastante tiempo, -como en


Napoleón, como en Chateaubriand, como en la inmen-
sa mayoría de los contemporáneos-, la influencia de
Juan Jacobo se revela patente. No en balde la figura
BOLÍVAR 15

de Rousseau es la de un genio brillantísimo , aunque


víctima de una psicosis delirante. Es más : esta misma
anomalía lo convierte, por atracción simpática, cono-
cida de los psiquíatras, en imán de otros tempera-
mentos psicopáticos. Los psicopáticos, en efecto, sien-
ten entre sí esa mutua atracción . De ahí la simpatía
y admiración de Juan Jacobo por el Tasso ; de don
Simón Rodríguez por Juan Jacobo ; de Bolívar por
don Simón Rodríguez ; y de Manolita Sanz -la belle
amie de Bolívar- por el Libertador.
Pero entre Bolívar y Juan Jacobo existe una dife-
rencia fundamental de que hasta ahora no se ha
hecho mérito. Juan Jacobo, europeo del siglo XVIII,
hijo de una Europa que había llegado al colmo de la
afectación, de la etiqueta, de la insinceridad, tanto
en letras como en política y en costumbres, predica en
costumbres, en política y en letras la vuelta a la natu-
raleza. Simón Bolívar, en cambio, hijo de una Amé-
rica en estado casi primitivo, procura las mismas
reformas al revés, por inmersión en la cultura . Par-
tiendo, pues, de puntos antípodas llegan a resultados
semejantes pero opuestos, como la media vuelta a la
izquierda y la media vuelta a la derecha.
Existen otras diferencias. Político del sentimiento e
inexperto en la práctica de los negocios públicos,
Rousseau, pensador de gabinete, hombre de irreali-
dades , no pudo ser un buen legislador y jamás fué
gobernante. Lo contrario de Bolívar, Libertador, pri-
mero, y César, después, de casi todo un continente, en
quien las teorías debían ser contrastadas con la reali-
dad de cada minuto, y que no iba a legislar, según
sus mismas palabras, "para repúblicas aéreas".
Así, la influencia de Juan Jacobo empezó a sentirse
en Bolívar desde la mocedad hasta el Manifiesto de
Cartagena, en 1812. La influencia de la realidad po-
16 RUFINO BLANCO-FOMBONA

lítica que tenía ante los ojos comenzó desde entonces ;


su propio genio comenzó también en Cartagena en
1812 a desplegar las alas. Juan Jacobo fué quedando
relegado a ideal literario. Hacia la tarde de su vida,
en 1828, prefería el Libertador a Voltaire y aplaudía
su estilo, tan poco juanjacobino. (Diario de Bucara-
manga.) Volvía a sus clásicos . A sus primeras lectu-
ras : Plutarco, Horacio, Voltaire, Montesquieu , Alfie-
ri, Cervantes y los políticos ingleses.
Su lectura favorita de los últimos días, en San
Pedro Alejandrino , fué Don Quijote : un ejemplar que
encontró en la biblioteca de aquella quinta. Pasaba
las horas libres de angustia de la angustia espan-
tosa de su ostracismo y de su agonía leyendo el
libro inmortal bajo los tamarindos del parque. No
muy lejos rugía el mar.

II

BOLÍVAR Y EL CONCEPTO DE LIBERTAD

Para el filósofo el objeto de la vida consiste en


descubrir la esencia de las cosas, la verdad ; para el
religioso en buscar la consustanciación con la Divi-
nidad ; para el estadista en la convivencia social,
dentro del orden y la libertad.
La idea del orden es inferior y posterior en Bolívar
al concepto de libertad política. Deshizo el orden
antiguo, lo trasmutó, y sólo cuando fundó un orden
distinto, un orden nuevo, el orden de la libertad, fué
partidario y propagandista del orden. Había sido un
demagogo contra el Absolutismo y el Colonialismo,
BOLÍVAR 17

luego fué conservador de lo que había fundado : pa-


trias, libertades, repúblicas.
En cambio, el concepto de libertad y aun de rebel-
día parece consustancial con él : lo encontramos ínsito
en sus travesuras de niño, en el hogar ; en sus relacio-
nes pueriles de pupilo a tutor con el tuerto Licenciado
Sanz, a los seis o siete años ; en la defensa de Amé-
rica y de los derechos de América a la emancipación ,
en la corte del Virrey de Méjico, a los dieciséis ; en
su juramento del Monte Sacro, en Roma, a los vein-
tidós ; en la Proclama de guerra sin cuartel, a los
treinta ; toda la vida, hasta la muerte. " Si me echan,
no me iré", decía en sus postrimeros tiempos el Li-
bertador repudiado por los libertos.
En lo que respecta a la libertad como atributo po-
lítico , lo mismo. Muy cercano a su fin confiesa con
rubor que no ha conseguido su ideal : “la indepen-
99
dencia es el único bien que hemos conquistado ... '
¡ Inconformidad magnífica , máxime en un Libertador !
Cualquiera que sea su concepto del ciudadano -del
ciudadano que tiene entre manos- , cree a éste capaz,
si se le prepara, de elevarse a una noble comprensión
y práctica de la libertad civil ; y sobre todo cree que
la libertad, por su sola virtud, eleva al hombre.
Siendo individualista por naturaleza , teorizó sobre
fenómenos sociales antes que Comte, con la clarivi-
dencia que tuvo más tarde este pensador ¹ . Se ade-
lantó a los primeros y todavía brumosos teorizantes
socialistas en el sentido de querer el mayor bien, in-
cluso económico, para la comunidad. La preocupa-

1 "Su república es la de Augusto Comte, que no había pu-


blicado todavía su Política positiva. Más aún : algunos de los
elementos de su Constitución boliviana se hallaron más tarde
en La reforma intelectual y moral de Ernesto Renan", MARIUS
ANDRÉ : Bolívar et la Démocratie.
18 RUFINO BLANCO -FOMBONA

ción de orden económico no era ni podía ser entonces


su mayor preocupación ; pero la presiente y no la
abandona. Su crítica del sistema económico español


en la Carta de Jamaica (6 de septiembre de 1815)
tiene en mucha parte fundamento económico. Pero
no aspiraba sólo a mejoras económicas, es decir, ad-
ministrativas. Eso fué aspiración exclusiva de ciertos sa
hombres y aun de ciertos pueblos de América, que
ahora lo niegan. No aspiraban a la independencia m
política, sino a mejoras de orden administrativo. Bo-
lívar quería cambio fundamental y contra el sistema Y
europeo creó el sistema americano : es decir, contra m
Europa , América. e
Su fe en América no vaciló nunca, ni aun en las
peores circunstancias. Así escribe el gran optimista :
"Mi esperanza en América es cada día más fuerte.
América no es un problema, ni un hecho siquiera : es
un decreto soberano, irrevocable, del Destino. Este
mundo no se puede ligar (esclavizar) a nada. Los dos
grandes océanos del mundo lo rodean y el corazón
de los americanos es absolutamente independiente. La
Europa no es ciega para no ver esto como nosotros lo
sentimos. "
Su preocupación no es de exclusivo orden econó-
mico, sin que olvide ni desdeñe éste.
En la práctica, pone el hombre al servicio de la
sociedad y la sociedad al servicio del hombre. Re-
parte entre los pobres, riquezas confiscadas a los ricos.
y entrega a los republicanos bienes agrícolas , pecua-
rios y territoriales que antes fueron patrimonio de los
amos europeos. Aspira a que cada americano -ya
libre disponga de un pegujalito.
"Quisiera tener una fortuna que dar a cada colom-
biano", escribe al Ministro de Hacienda de Colombia,
BOLÍVAR 19

señor Revenga. En este sentido es socialista y tam-


bién profundamente cristiano, cristiano práctico.
La solidaridad humana se fundamenta en un mí-
nimo de libertad civil, de bienestar económico, de
satisfacción íntima para todos ; para logro de lo cual,
los hombres todos, apoyándose unos en otros, debe-
mos colaborar a un fin de bienestar común.
Tal era el concepto de la libertad en el Libertador.
Y llevó este concepto hasta el misticismo. Hasta el
misticismo, en el sentido de compenetración íntima y
exclusiva con el ideal.
!

III

CONCEPTO DEL HOMBRE

Bolívar, repetimos, no es un filósofo, sino un esta


dista. Para realizar su obra de estadista se convierte,
lo primero, en guerrero. Ésa es la diferencia inicial
con otros caudillos y otros generales americanos.
Washington, Miranda o San Martín, por ejemplo, son
soldados de profesión ; algunos defendieron la mo-
narquía y aun el absolutismo. Bolívar, no. Bolívar es
el soldado consustancial con la libertad.
Para realizar la obra que ha concebido y jurado
en Roma la libertad de América- es para lo que
el señorito elegante se transforma en misionero, en
hombre de misión , de acción. Es el primer convencido
de su misión libertadora ; y ello lo inviste de una
gran fuerza, de una gran virtud de entusiasmo, de
una gran dignidad humana. El arrebato místico le
20 RUFINO BLANCO -FOMBONA

infunde una facilidad única de contagiar entusiasmo


y de inspirar no sólo admiración sino devoción.
Nadie se explica a Bolívar sino como caudillo de la
epopeya libertadora . Los pueblos comprenden su mi-
sión. Las Asambleas populares le conceden , desde
principios de 1814, el título de Libertador. Asambleas
y Repúblicas sucesivas se lo confirman. Es el único
hombre de América y tal vez del Mundo a quien los
Congresos, primero, y la posteridad después, en am-
bos mundos, otorgan ese título que era su orgullo y
al que nunca fué infiel.
No le preocupa la idea del Universo en sí, la idea
de finalidad del Universo, sino la idea del ser humano
que en el Universo alienta, y exclusivamente en cuan-
to a la manera de existir el ser humano en la vida
social. El hombre debe ser, en sociedad, libre y feliz.
Cualquier violencia a que, para conseguir aquel ideal,
se le someta, conviene. Lo malo es reducirlo a la estu-
pidez, mantenerlo en la abyección y explotarlo en
provecho de castas favorecidas y de instituciones
egoístas.
El régimen colonial es moral, económica y políti-
camente un abuso de la fuerza. Sobre todo cuando las
sociedades colonizadoras no se sostienen sobre las
colonizadas sino por la tiranía económica o por la
superioridad de las armas. Era lo que ocurría en Amé-
rica en tiempos de la dominación europea.
Otro despotismo benefactor debe ejercerse en pro
de los pueblos. 66Al hombre hay que hacerle el bien, a
veces a palos. "¿A qué no se han sometido los hom-
bres ? ¡ A qué no se someterán aún ! Si hay una vio-
lencia justa es aquella que se emplea en hacer a los
hombres buenos y, por consiguiente, felices." (Carta
del Libertador a Guillermo White : 26 de mayo de
1820.)
BOLÍVAR 21

Esta doctrina tiene un peligro : que los falsos após-


toles pueden también aducirla . Pero aquí no se trata
de defender ni atacar doctrinas sino de exponer las
ideas de Bolívar. Tenía muy relativa confianza en
el hombre, en el común de los hombres o en el hom-
bre común. "Si la costumbre de mirar al género
humano conducido por pastores de pueblos no dismi-
nuyese el horror de tan chocante espectáculo , nos
pasmaríamos al ver a nuestra dócil especie pacer sobre
la superficie del globo como viles rebaños, destinados
a alimentar a sus crueles conductores." (Discurso ante
el Congreso de Angostura, 1819.)
Se ha dicho que esto parece de Nietzsche y es
verdad.
¡ Lo extraño es que se haya sacrificado por los
hombres quien con tan amarga filosofía los considera !
Pero desdén y conocimiento no equivalen a pesimis-
mo. El hombre puede elevarse sobre sí propio a poder
de ejemplos y por la educación .
Predicar con el ejemplo, gran virtud. Educar al
hombre para que ascienda, gran tarea. Ambas cosas
realizó Bolívar. Y las realizó en medios que apenas
lo comprendían y que si lo estimaron y temieron fué
porque el pensador tenía en la mano una espada .
¿Quién resiste a Rousseau ejecutivo y victorioso co-
mo Bonaparte ? Manejaba las dos riendas de la Revo-
lución, la ideológica y la ejecutiva . Por eso se impuso .
Otros héroes americanos fracasaron porque eran bar-
cos sin brújula, a merced de las olas y las corrientes.
Guerreros y legisladores sin originalidad . No sabían
adónde iban ; o no lo sabían con precisión matemá-
tica como Bolívar, hombre de genio .
Al revés de Rousseau, no cree Bolívar que el hom-
bre en estado natural -o cultivado con descuido-
pueda lograr la salvación terrena. Piensa que es un
22 RUFINO BLANCO-FOMBONA

deber ayudarlo a salir del estado de naturaleza. El


deber de los hombres superiores consiste en sacrifi-
carse en pro de los hermanos menos favorecidos por
la naturaleza, la fortuna y la educación. Su preocupa-
ción por la instrucción pública fué la mayor en su
tarea de reconstrucción de América. "Un hombre sin
estudios pensaba- es un ser incompleto." Y escri-
bía : "Moral y luces son los polos de una república.
Moral y luces son nuestras primeras necesidades."
Descubrimos en el Libertador un sentimiento al-
truísta, generoso, matizado por un sentimiento de su-
perioridad personal : de donde responsabilidad ; de
donde sacrificio. A la convicción del sociólogo se
alían el orgullo del aristo y la conciencia del Refor-
mador.

Respecto a su hombre especial, el hispano-america-


no, sí toca los linderos del pesimismo ; y del pesimismo
más denso. ¿Por qué ? Porque lo conoce. Sin embargo,
se da en holocausto : lo redime, lo eleva. Obra la
conciencia.
"Tengamos presente que nuestro pueblo no es el
europeo ni el americano del Norte ; más bien es un
compuesto de África y América que una emanación
de Europa, pues hasta la misma España deja de ser
europea por su sangre africana ( árabe ) , por sus ins-
tituciones y por su carácter . " "Es imposible asignar
con propiedad a qué rama de la familia humana
pertenecemos." (Mensaje al Congreso de Angostu-
ra, 1819.)
Tal es, en globo, aquella sociedad. Escarmenando
un poco, separemos los elementos componentes y nos
encontraremos con el elemento hombre. ¿Cómo ve el
Libertador al hombre de Hispano-América ? ¿Qué
BOLÍVAR 23

crédito le inspira ? No se muerde la lengua para de-


cirlo : "Tengo muy poca confianza en la moral de
nuestros conciudadanos." (Bolívar a G. White, 26 de
mayo de 1820.)
Su preocupación primordial con respecto a Améri-
ca la condensa en dos palabras : moral y luces. Y
escribe y repite " moral y luces son nuestras primeras
necesidades". Nadie hizo más y en más distintos paí-
ses por el desasnamiento general. Él funda las prime-
ras Escuelas Normales de toda América -incluso los
Estados Unidos- en Lima ; Escuelas de minería en
Bolivia, país minero ; el sistema lancasteriano en Ca-
racas ; llama a Boussingault y al botánico Bonpland a
Bogotá; encarga de la Instrucción pública en La Paz
a don Simón Rodríguez. No hay ciudad adonde llegue
donde no decrete Escuelas, Escuelas primarias y de
Artes y Oficios. ¿Por qué? Porque cree que no puede
haber libertad donde haya ignorancia. " La esclavitud
es hija de las tinieblas —escribe—. Un pueblo igno-
rante es el instrumento ciego de su propia destruc-
ción."
Libertador, siempre libertador, y desde todos los
puntos de vista.
No piensa : "este pueblo es atrasado ; vamos a do-
minarlo a nuestro capricho". No. Nadie habló más
claro al pueblo ni le abrió más los ojos sobre la
popular conveniencia. Si lo engañó fué con la verdad .
"Huid del país donde uno solo ejerza todos los pode-
res ; es un país de esclavos." Y también : "la igualdad
legal es indispensable donde hay desigualdad física,
para corregir en cierto modo la injusticia de la na-
turaleza".
Se refiere a los indios, a los negros esclavos o li-
bertos, y a las clases diversas que componían la socie-
dad colonial. Tomen nota los demócratas.
24 RUFINO BLANCO-FOMBONA

Les dice también : “La continuación de la autori-


dad en un mismo individuo ha sido frecuentemente el
término de los gobiernos democráticos." Tomen nota
los cesaristas. Son necesarios hombres ilustrados y
honestos para dirigir los Estados ; no sólo honestos
estúpidos ni menos inteligentes malvados. "Los hom-
bres de luces y honrados son los que debieran fijar
la opinión pública. El talento sin probidad es un azo-
te." Tomen nota los cesaristas democráticos que apo-
yan en Bolívar sus adulaciones a la tiranía de los más
bárbaros.
Uno de sus cuidados fué el de formar ciudadanos .
Más aún, hombres. Sabía que el hombre era un mono
malo. Pero no se limita como otros a saberlo. Máxi-
mo anhelo suyo fué elevarlo moralmente.
A los que en día de temprana demagogia tratan de
seducir la ignorancia de las poblaciones recién salidas
de la Colonia con teorías demasiado lisonjeras o de-
masiado utopistas, este hombre honrado, este austero
y verídico Libertador de Pueblos y de espíritus, les
amonesta : "La excelencia de un gobierno no consiste
en su teoría, en su forma , ni en su mecanismo , sino
en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de la
nación para quien se instituye" ¹.

1 Las palabras de Bolívar que no lleven nota al pie deben


verificarse en Cartas del Libertador, passim, edición O'Leary,
Caracas 1888 ; o en la edición Vicente Lecuna, Caracas ; o en
la edición crítica de las Cartas de Bolívar, hecha por el autor
de este prólogo : primer tomo, París y Buenos Aires, edición
Louis-Michaud, 1913 ; 2º y 3er. tomo, edición Editorial-Amé-
rica, Madrid. Otras citas en Discursos y Proclamas de Bolívar
recopilados , comentados y prologados por R. Blanco-Fombona,
edición Garnier, París, 1912.
BOLÍVAR 25

IV

CONCEPTO DE LA SOCIEDAD

Bolívar, que en el fondo es un temperamento in-


tuitivo y romántico, observa y estudia la sociedad con
sentido profundamente realista. No tiene los ojos ex-
clusivamente clavados en Grecia o en Roma como los
imitadores de ese tiempo lo mismo en Hispano-
América que en los Estados Unidos y aun en Fran-
cia—, sino que observa la gente que tiene a su lado y
la observa sin antiparras clásicas. Aunque aprovecha
las lecciones de la experiencia humana en Francia, en
los Estados Unidos, en Roma y en Grecia. Pero su
observación de América es directa y profunda ; pro-
funda y directa su aplicación de la experiencia vivida,
a la realidad ambiente.
Visita las regiones más remotas del mundo ameri-
cano donde actúa, conversa con los ricos, con los po-
bres, con los campesinos, con los soldados. Lo pregunta
todo , se hace explicar todo. Hasta inquiere de los
párrocos cuáles son en la aldea o ciudad donde se
asienta la parroquia los pecados más frecuentes . Se
puede decir que conoce a su América.
Y si conoce a los hombres individualmente, los
conoce también colectivamente. Teorías abstractas no
le dicen nada. Aconseja a los legisladores que estudien
la historia de España, las Leyes de Indias, el pasado
de América y la realidad circundante. "Ése es el có-
digo que debemos consultar y no el de Washington”,
concluye.
En Cartagena, aún bastante joven, en 1812, expone
26 RUFINO BLANCO- FOMBONA

sus razones sobre la caída de la Revolución de Ca-


racas por un divorcio entre las necesidades efectivas
del ambiente social y las quimeras teóricas de los
revolucionarios. No eran los revolucionarios gente
práctica sino hombres imbuídos en doctrinas "de bue-
nos visionarios que, imaginándose repúblicas aéreas,
han procurado alcanzar la perfección política, presu-
poniendo la perfectibilidad del linaje humano". (Ma-
nifiesto de Cartagena, 1812.)
Así, los errores pulularon ; y dieron al traste con
la República. "Tuvimos filósofos por jefes, filantro-
pía por legislación, dialéctica por táctica y sofistas
por soldados." (Manifiesto.)
¿ Cómo no se iba a perder la República ?
En ese mismo documento da la clave para la re-
conquista. Unión de los pueblos ; ejército fuerte, go-
bierno uno y vigoroso, mano de hierro. Es decir : no
piensa llevar por arte de magia la libertad a un conti-
nente esclavizado sino por los medios eficaces de la
unión, la celeridad , la fortaleza, la guerra y el triunfo .
Así será Bolívar toda la vida. Sabrá que los con-
flictos políticos se pueden resolver con política ; pero
que la fuerza de un conquistador no cede sino a una
fuerza superior o más eficiente.
No por ello lo fía todo y siempre a la violencia.
“La justicia es la reina de las virtudes republicanas ” ,
opina apenas triunfa . Abriendo los ojos de los demás
a la emulación , renunciando de antemano a que lo
crean indispensable, providencial, y convencido en-
tonces de que predicar doctrinas de sentido liberal
conviene a sociedades acostumbradas a ciego obede-
cer, a sociedades que habían vivido bajo régimen de
conquista, dice también el Libertador : "Un soldado
feliz no adquiere ningún derecho para mandar a su
patria. No es el árbitro de las leyes, ni del gobierno ;
BOLÍVAR 27

es el defensor de su libertad." (Discurso del 2 de ene-


ro de 1814.)
Educa a los pueblos por la prédica y por el ejemplo
este apóstol de la Democracia.

El concepto de Bolívar respecto de las sociedades


americanas es un poco paternalicio, y sus planes para
dirigirlas, desde luego, completamente suyos ; es decir,
tiene proyectos originales, no imitados de Europa ni
de los yanquis. Por eso un pensador artista, como el
francés Valéry Larbaud ha podido escribir : "Nadie
puede comparársele como hombre de acción en el si-
glo XIX; y como hombre de pensamiento iguala a los
más grandes: Mazzini, Proudhon, Auguste Comte,
Karl Marx." Desea para las sociedades de América
española siglo décimonónicas la libertad, pero una
libertad digamos dirigida. No puede tener confianza
absoluta en la capacidad política de pueblos inexper-
tos que ha independizado a la fuerza, contra la vo-
luntad de ellos mismos ; en la capacidad política de
pueblos que acaban de salir de la tiranía tricentenaria
del absolutismo colonial ; pueblos que dan demasiado
oído a los charlatanes de sotana, de uniforme, o a
tinterillos liberaloides , y que veremos pronto, en al-
gunas regiones, conquistados por leguleyos palabreros
o por antiguos guerrilleros realistas como el asesino
Obando, que ahora les hablan de liberalismo. Sin em-
bargo, en los proyectos de constitución para dos o tres
de esos pueblos, otorga el máximo de libertad, com-
patible con sociedades aún más avanzadas que las de
Hispano-América ; pero trata de conservar dos cosas :
su obra, es decir, la existencia de los nuevos Estados
republicanos ; y la garantía futura de esa existencia,
es decir, el orden, la estabilidad.
28 RUFINO BLANCO-FOMBONA

Aspira a fundar grandes Estados y gobiernos fuer-


tes. Es decir, a que las probables revoluciones futuras
no consigan derrocar a los gobiernos. Y menos las
pseudo-revoluciones : las guerras civiles. Las ideas
nuevas tendrán que ejercer propaganda o buscar otra
vía para dilatarse e imponerse : ya sea la prensa, el
mitin, los Congresos , etc. Eso fué lo que después hizo
Europa, a mediados del siglo XIX.
Por ese, y por otros aspectos e innovaciones de su
genio, Bolívar es, en el sentido de innovación y mo-
dernidad, el primer hombre del Mundo Moderno
como Julio César fué el primer hombre del Mundo
Antiguo. En suma, el porvenir alentaba en las ideas
y en los procedimientos de uno y de otro. Ahora lo
vemos claro ; los hombres de su tiempo estaban de-
masiado cercanos a ellos : no lo veían . Lo confundían,
al uno con Pompeyo ; al otro, con Washington, con
Miranda y con San Martín .
Para las Repúblicas de América quiso y proclamó
siempre el Libertador un Poder Ejecutivo vigoroso,
hombres preparados para ejercer el gobierno y aun
sanciones rigurosas para los malos ciudadanos . Re-
cuérdese el originalísimo proyecto de Poder Moral,
en donde hasta la falta de sentimiento patriótico era
sancionado. En 1826, en su Constitución para Bolivia,
llegó hasta pensar en un presidente vitalicio. ¿Error
en su América de entonces ? ¡ Quién sabe ! Todo el
siglo XIX, en todas las Repúblicas de Hispano-Améri-
ca, fué un prolongado ensayo de gobiernos dictato-
riales vitalicios. Luego tal vez no fué un error, sino
una previsión genial, una adaptación a la realidad
que él veía venir y predijo, una visión adelantada de
lo que iba a suceder y un honrado conato para some-
terlo a leyes.
Lo malo es que los latinoamericanos, gente pala-
BOLÍVAR 29

brera y poco sustancial, somos en letras, en leyes, en


costumbres mismas, animales de imitación. Lo imi-
tamos todo de Europa, y ahora de Europa y Estados
Unidos. Bolívar es uno de los pocos genios originales,
auténticos, que por equivocación del destino nació en
América. Por eso no lo comprendimos, no lo com-
prendemos ; y pasamos el tiempo diciendo que tal otro
general era más virtuoso , porque nunca tuvo queridas,
y tal otro gobernante mejor administrador y tal otro
escribía sin galicismos. El galicismo principal de Bo-
lívar fué el de la Revolución.
¡ Ay de nosotros ! El pensamiento de Bolívar nos
chocaba y aun nos choca. Somos imitadores irreme-
diables de interpretación propia. Lo que se sale de los
modelos europeos, malo ; en todo caso este error ofuscó
a ciertos demócratas, supongamos honrados ; aun sa-
biendo que el Libertador era desinteresado, por cuanto
él, personalmente, no iba nunca a gobernar en Boli-
via; y además ¿no se había decretado allí que siempre
que el Libertador pisase el territorio nacional ejerciera
las funciones presidenciales ? Estos demócratas alar-
mistas iban a producir o a apoyar las largas dicta-
duras del siglo XIX . Naturalmente, los liberaloides
tenían aparentemente razón contra Bolívar y contra
su inspirador en esa medida, el demócrata Juan Ja-
cobo Rousseau. Je crois impossible à un grand État
de se passer des Rois, c'est à dire d'un Chef qui soit
à vie, había escrito Juan Jacobo . (Considérations sur
le Gouvernement de Pologne.)
Anteriormente, en 1819, había propuesto Bolívar
la creación de un Senado hereditario, propuesta que
no le aprobaron por juzgarla poco democrática. A
los hijos de los Senadores se les educaría severamente
para su futura función senatorial. No es una nobleza
lo que pretende establecer, sino un plantel de ciuda-
30 RUFINO BLANCO-FOMBONA

danos competentes donde apenas los hay. Y escoge los


alumnos entre los hijos de aquellos hombres benemé-
ritos de la patria, los libertadores . No había hombres
de Estado. Había que crearlos, sea como sea. Por mo-
do original lo propone él, que como inteligencia genial
crea y no imita. A los colombianos no les gustó ni el
Poder Moral, ni el Senado Republicano con Senado-
res educados para serlo y no para ser zapateros ni
agricultores ni arquitectos. Ellos no habían visto eso
en ninguna república clásica ni moderna. El hispano-
americano, lo que no sea imitado no le gusta. En
literatura, en política, en todo, los americanos andan
buscando siempre a quién imitar para ser originales.
Ésta es la única espontaneidad que podemos recono-
cerles.
Bolívar razonaba su proyecto de Senadores educa-
dos por la República con estas sencillas palabras :
"Todo no se debe dejar al acaso y a la aventura de
las elecciones. El pueblo se engaña más fácilmente que
la naturaleza perfeccionada por la educación." (Dis-
curso de Angostura, 1819.)
Aparece en su exposición sobre el Senado el temor
de que la inexperiencia y la incapacidad gobiernen.
En cuanto a su otro temor, la corrupción o debilidad
de los legisladores y de los que administren la cosa
pública, también aparece : " Ningún estímulo podrá
adulterar un Cuerpo Legislativo investido de los pri-
meros honores, dependiente de sí mismo, sin temer
nada del Pueblo ni esperar nada del Gobierno ."
(Ibidem.)

La preocupación de elevar la moral pública es en


él constante y no desaparece sino con la vida. Quiere
ciudadanos verídicos , leales, desinteresados , valientes ,
BOLÍVAR 31

patriotas, capaces de sacrificio. Había concebido des-


de 1819 lo que llamó Poder Moral. Era una especie
de Tribunal de la Inquisición , no para la fe sino para
la moral social y aun privada. Peligroso legislador
sobre los sentimientos, sobre la conciencia y aun so-
bre la vida íntima.
Pueblos hijos de España, y como ella individualis-
tas y de arisca independencia personal, rechazaron
aquella innovación. Esto explica la causa del rechazo,
no que tuvieran razón. Bolívar sabía que en América
se necesitaban hombres leales, que no abundaban ;
hombres en quienes la buena fe, el patriotismo, fuesen
virtudes espontáneas y no hijas de la necesidad o
del temor. Su Poder Moral fué un ensayo fracasado
de infundir a la moral de los ciudadanos un aliento
nuevo y de fundamentarlo sobre bases que no fueran
exclusivamente religiosas. En este sentido, grande
idea.
Todas estas innovaciones eran reflejo de un espí-
ritu preocupado con los problemas que planteaba la
creación de un Nuevo Mundo político y que soñaba
para la América de lengua de Castilla —su América—
una vida moral y política diferente de aquella que
vivió durante todo el siglo XIX ; vida que apenas en el
siglo XX comienza a mejorar, dignificándose, después
de siglo y pico de aprendizaje, de sufrimiento y aun
de ignominias.
La historia de los Estados Unidos y sus pintorescos
Senadores de casi un siglo no invalida con su ejemplo
el proyecto del Libertador. Hoy se eligen los ilustres
del Senado norteamericano entre políticos profesiona-
les ya preparados por la vida, que es excelente Uni-
versidad. ¿ Hubiera perjudicado a Méjico yugulado , a
Venezuela retaceada, a Colombia amputada de Pana-
má, a la América Central desunida, a Bolivia y Pa-
32 RUFINO BLANCO-FOMBONA

raguay que inducidas por terceros aun pleitean por


el Chaco, o a la Argentina de Rosas y Facundo Qui-
roga, sin sus islas Malvinas, el haber tenido hombres
preparados para la función del gobierno y responsa-
bles ante un efectivo Poder Moral?
El Libertador quiso para su América el máximun de
grandeza, el máximum de prestigio, el máximum
de responsabilidad moral y el máximum de porvenir.
Quiso unirla y convertirla en " la reina de las repú-
blicas, la más grande nación de la tierra". Fueron sus
palabras de 1818 al argentino Pueyrredón . Quiso
para el Nuevo Mundo español un destino de veras ilus-
tre. Los americanos se contentaron con un destino
adocenado, provincial, insignificante.
No tuvo tiempo para todo. Como murió a los 47
años y como su América era un país abigarrado , de
ancha manga moral de demasiada ancha manga
moral—, dividido en castas y con tendencia a cons-
tituirse en pequeñas nacionalidades, puede decirse que
para redondear su obra, a Bolívar le faltó la colabo-
ración del tiempo y la colaboración de los pueblos.

EL IDEAL INTERNACIONAL DE BOLÍVAR

¿Qué propósitos mueven el brazo de Bolívar ; a qué


ideas sirve el Libertador ?
El Libertador sirve en primer término, naturalmen-
te, a la libertad. Al revés de la mayoría de grandes y
pequeños héroes no fué Bolívar un soldado al servicio
de un orden social existente, de un ideal hereditario .
BOLÍVAR 33

No. Fué un hombre que creó el gobierno, el ejército


y la patria a quien iba a servir. Y que pensó y divulgó
las ideas a cuyo servicio se puso.
Fué un político que soñó desde la juventud un
ideal : la emancipación de América que juró, en Roma
en 1804 ; cuya historia es la realización de ese ideal
y el cumplimiento de aquella promesa de Roma. Para
cumplir la misión que se había impuesto se convirtió
en soldado . La obra militar de Bolívar, por deslum-
brante que sea, resulta sólo una fase de su pensamiento
político.
Todos los pueblos americanos, mejor dicho, algunos
culminantes elementos representativos aspiraban a me-
jorar el estado político de las colonias cada uno el
de la respectiva localidad donde naciera- a comienzos
del siglo XIX. Lo prueba el hecho de la simultaneidad
en asumir de facto el gobierno propio en 1810. Es
decir, en cuanto pudieron.
Algunas provincias aspiraban, según se infiere de
los documentos, a un cambio administrativo solamen-
te ; otras, a que el gobierno español les otorgase fran-
quicias liberales ; algunas, las menos, a la emancipa-
ción política. Y esto mismo no lo deseaba la mayoría
de la colonia sino sus mejores y más audaces elemen-
tos representativos.
Entre los americanos patriotas, es decir, entre los
que solicitaban cambios en favor del país americano
donde nacieron, la mayoría no veía en 1810 más allá
del campanario de su parroquia. Otros miraban hacia
la parroquia vecina y apoyaban sus opiniones en las
de la colonia colindante, sintiéndose débiles para
desafiar las iras del poder español e ir de frente y
denodadamente contra el colonialismo y contra Euro-
pa. Esto último, aun sin darse cuenta ellos mismos.
34 RUFINO BLANCO-FOMBONA

Se decían revolucionarios y lo eran- porque aspi-


raban a romper el statu quo.
Sólo una pequeñísima minoría de americanos -a
la cabeza de los cuales estaba Miranda- veía a la
América como un todo conjunto . Bolívar era de este
corto número . Es más : desaparecido Miranda , él que-
dó como campeón el más conspicuo de la america-
nidad .
Su acción se caracteriza precisamente por el soplo
americanista que la anima. Desde el alba de su carrera
habla y obra, no en nombre de una provincia, sino en
nombre de América. Ya en 1811 , en la Sociedad Pa-
triótica de Caracas, urgiendo por que se declarase la
independencia de Venezuela, dice : "Pongamos la pri-
mera piedra de la emancipación sudamericana."
En el Manifiesto de Cartagena, en 1812, invoca la
solidaridad de las naciones americanas para impetrar
el auxilio de Nueva Granada en favor de Venezuela,
y habla de un plan de guerra y de política continen-
tales que realizarán los españoles, si los americanos
no abren los ojos y se ayudan mutuamente. Así con-
tinuó pensando y obrando hasta emancipar todo el
Continente en 1824 y convocarlo en Panamá en 1826,
para darle forma jurídica a la solidaridad continen-
tal, crear un nuevo derecho político , el Derecho polí-
tico de América, con sus características, incorporarlo
al Derecho político universal, y montar el continente,
que acababa de emancipar por las armas, sobre nuevas
bases jurídicas y con novísima orientación política.
Cuando trata con España, no lo hace en nombre de
un país sino en nombre de América . Recuérdese toda
su actuación.
Tenemos, pues, en Bolívar lo contrario de un loca-
lista : un universalista. Aspira a la emancipación del
país nativo y, ensanchando el concepto de patria a
BOLÍVAR 35
336

todo el Continente, aspira a la emancipación de toda


América. Procura que en toda América se formen
Estados grandes, fuertes ; su propósito es que toda
América represente un papel de primer orden en los
negocios de nuestro planeta. En la historia de Amé-
rica, incluso la del Norte, nadie tuvo entonces un
pensamiento de semejante envergadura. Sobre todo,
nadie lo tuvo antes. En Europa, entonces, jamás se
creyó ni siquiera posible que América, al nacer, pu-
diera servir de reguladora a la política universal y
equilibrarse como quiso y expresó Bolívar desde 1813
y repitió más tarde Canning ( 1829 ) los dos hemisfe-
rios. En América, menos .
El único caso en que dividió un virreinato en dos
porciones la actual Argentina y la actual Bolivia-
fué el del antiguo y enorme virreinato del Río de la
Plata. Y la culpa no fué suya : fué de Rivadavia y su
porteñismo limitado. Hasta última hora estuvo vaci-
lando Bolívar, aun contra la voluntad de Sucre y de
muchos alto-peruanos. Pero tan pronto como aceptó
la inevitable política de Rivadavia, en vez de abando-
nar en su aislamiento al Alto Perú le dió una salida
por el Pacífico e incorporó sus intereses políticos al
grupo de naciones norteñas de Sur América. Siempre
con el ideal de grandes Estados y fuertes alianzas de
Repúblicas libres y autónomas. Si un grande hombre
como San Martín hubiera dirigido entonces la política
exterior de las Provincias Unidas, en vez de Rivadavia,
Argentina no pierde el Alto Perú.
Poco más tarde se arrepintieron los bravos patrio-
tas porteños del localismo miope de Rivadavia que
no quiso suscribir un pacto formal de alianza con Co-
lombia, cuando este país envió allí con ese objeto
en 1822 al Plenipotenciario Joaquín Mosquera. Fué
cuando el gobierno de Buenos Aires solicitó el apoyo
36 RUFINO BLANCO-FOMBONA

de Bolívar y de Colombia en pro del Uruguay contra


el Emperador del Brasil que detentaba la patria de
Artigas. El Vicepresidente de Colombia , Santander
-y el Congreso , obrando contra la voluntad y la
gloria de Bolívar, y tan localistas como Rivadavia,
negaron al Libertador la escuadra de Colombia y el
derecho, en nombre de Colombia, de pasar a la Ar-
gentina en auxilio de Uruguay. ¿Y qué aducían ?
Aducían que Rivadavia se había negado a firmar un
tratado de alianza con Colombia. Que sufriera ahora
las consecuencias.

El 31 de diciembre de 1813 , muy al comienzo de


su carrera, joven aún de treinta años y en medio de
los terribles azares de la terrible guerra de Venezuela,
Bolívar hizo publicar por su Ministro de Estado un
documento de la mayor trascendencia. Nadie hasta
ahora ha hecho hincapié en la trascendencia de este
documento, sin embargo, tan revelador. Apareció en
el número 30 de La Gaceta de Caracas. Ya se descu-
bre en él toda la magnitud del pensamiento político
internacional de Bolívar.
El Ministro de Estado que suscribe el documento
aparece como excitando a Bolívar a seguir la política
que el mismo Bolívar inspira. Fué su táctica a menu-
do : sugerir a otros las propias ideas , para que los
demás las abrazasen y acalorasen como propias. ¿ No
hizo Monteagudo, antiguo Ministro de San Martín,
en cuanto entró en relación con Bolívar en 1822,
propaganda de aquellas ideas ? Lo hacía para hala-
gar al Libertador ; y tal vez por convicción propia.
Porque Monteagudo era hombre de talento, aunque
con el triste privilegio de la crueldad y no saber ha-
cerse querer de los pueblos . El hombre de talento
BOLÍVAR 37

había sido ganado por la ideología bolivariana. A


Guatemala, adonde se dirigió ( 1824 ó 1825 ) , llevó
no el nombre y el recuerdo de otros héroes con los
cuales había figurado sino las ideas y un retrato de
Bolívar ; ambos los regaló a un Cuerpo político de
aquel país : Congreso o Consejo Municipal. Las ideas
fructificaron allí. José Cecilio del Valle es prueba de
ello. Pronto volvió a Lima, cerca del Libertador. Lás-
tima que lo hubiesen asesinado. Era más capaz de
comprender a Bolívar y de servirlo con lealtad que
muchos de los que lo rodeaban.
En el documento de 1813 el Ministro aparece como
excitando a Bolívar a procurar la Unión entre Nueva
Granada y Venezuela. Sabemos que éste fué siempre
sueño dorado de Bolívar y que lo realizó luego, al
poder, bajo los auspicios de la victoria de Boyacá.
Leamos el Documento .
"Nuestra fuerza va a nacer de esta unión", dice.
Y continúa : "Los enemigos de la causa americana
temblarán ante tan formidable Cuerpo, que por todas
partes les resistirá unido. ¿ Por qué entre la Nueva
Granada y Venezuela no podrá hacerse una sólida
unión ? ¿Y aun por qué toda la América Meridional
no se reunirá bajo un gobierno único y central? "
Recuérdese la fecha , 1813. Después dirán sus enemi-
gos que sólo pensó en toda América ensoberbecido
por la victoria. Pero no hay tal. Desde 1813 el águila
empieza a volar alto. Como no puede presentarse a sí
propio como paladín ambicioso para esa quimera, el
Ministro de Estado sugiere la candidatura.
Así, pues, continúa el Ministro de Relaciones Ex-
teriores excitando a Bolívar a que piense en solidari-
zar los Estados americanos y formar, si se puede, un
gran Estado que libre a América de la política de
38 RUFINO BLANCO-FOMBONA

rivalidades y odios que se producen entre los diversos


y adversos Estados de Europa.
Dos cosas apuntan ya en la cabeza del mozo : la
ambición y una grande idea ; o una grande idea y
la ambición personal de realizarla. América contra
Europa ; y él, Simón Bolívar, el campeón, el Hegemón
de América. Lo que hizo y lo que fué más tarde. El
hombre de genio concibe su sueño, por enorme que
sea, y no vacila ni descansa hasta realizarlo. Como
el genio es creador y original por excelencia no imi-
ta, crea.
Los proyectos de Bolívar no son copia de Europa ;
si la estudia, es para evitar caer en sus errores. Al-
gunos suspicaces creerán descubrir en aquella cabeza
de treinta años, que aún no ha consolidado sus efíme-
ros triunfos, el sueño monstruoso de la dominación
universal en el continente americano . Pero no se tra-
ta de un mero sueño loco de dominación , sino de un
sueño de liberación, de progreso político, de crea-
ción o reforma de su continente.
Unida la América hispánica, es decir, " formada la
gran nación americana", o, como también la llamó
luego, "la madre de las repúblicas, la más grande
nación de la tierra", ya puede enfrentarse con Europa
para defenderse primero y para establecer el equili-
brio de los Continentes después 1¹ .
A toda costa debe formarse con la América, al ser 1
1
1
1 El ministro inglés Canning, años más tarde (1829 ) , reco-
gió este concepto del Libertador. Dijo que había reconocido la
independencia de las naciones americanas, porque así se esta-
blecía "el equilibrio de los Continentes". "América para los
americanos" dijo por su parte Monroe ( 1824 ) , que andaba
muy lejos de ser un gran estadista ni un pensador de primer
orden. Toda la llamada "doctrina de Monroe" está ínsita en
la política, la idea y las palabras de Bolívar. Lo que cambia
es la intención.
BOLÍVAR 39

emancipada, ese Estado magnífico y potente. "Es me-


nester que la fuerza de nuestra nación sea capaz de
resistir con suceso las agresiones que pueda intentar
la ambición europea ; y este coloso de poder, que
debe oponerse a aquel otro coloso, no puede formarse
sino de la reunión de toda la América Meridional ... ”
(Documento de 1813.)
Pero no es todo. Hay otras regiones del universo
esclavizadas por Europa. ¿ No podrían unirse ? ¿No
será posible una inteligencia de los esclavizados con-
tra el esclavizador ? Quizás no ha vuelto a aparecer
en cerebro humano esta idea de rebelar a todas las
colonias contra su único dominador, Europa. Años
adelante ( 1826) quiere llevar la liberación y la guerra
al Extremo Oriente, a Filipinas ; y no sólo se propone
luchar junto con Asia contra la ambición de Europa,
sino que se atreve con la fiera en su mismo cubil.
Barcos audaces bajo la bandera de Colombia cum-
plen la misión peligrosa de amenazar las costas anda-
luzas en el Mediterráneo. La diplomacia francesa pone
el grito en el cielo, alerta a España, y por boca del
Marqués de Moustier, Embajador en Madrid, mani-
fiesta a París sus temores de que si se presentan tropas
republicanas de Hispano-América los revolucionarios
de España se apoyen en ellas. Tal era, en efecto , la
realidad posible. Una epopeya de más de cuatrocien-
tas acciones de armas la epopeya de Bolívar-
presta fundamentos a estos temores.
Óigase cómo continúa el documento bolivariano
de 1813 .
"Después de ese equilibrio continental que busca
la Europa donde menos parece que debía hallarse
-en el seno de la guerra y de las agitaciones hay
otro equilibrio, el que nos importa a nosotros : el equi-
librio del Universo." "La ambición de las naciones
40 RUFINO BLANCO-FOMBONA

de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás


partes del mundo ; y todas estas partes del Mundo
debían tratar de establecer el equilibrio entre ellas y
la Europa, para destruir la preponderancia de la últi-
ma. Yo llamo a esto el equilibrio del Universo y debe
entrar en los cálculos de la política" 1 .
Todavía hoy en la primera mitad del siglo XX, si-
glo y cuarto después del Documento sugerido por
Bolívar a su Ministro de Estado , esta idea no sólo
no ha vuelto a apuntar en cerebro humano sino menos
aún en propósito de estadista.
Como se advierte, para Bolívar ha desaparecido el
concepto de patria nativa. Este concepto se amplía
hasta convertirse en conciencia continental. Esta mis-
ma conciencia continental evoluciona y Bolívar se con-
vierte, como se ha dicho, "en conciencia cósmica" 2.
¿Qué diferencia entre ese esquema político de un
joven de treinta años, hasta entonces insospechado
en su mismo país y desconocido en absoluto en el
resto del Continente, con las más audaces elucubra-
ciones de un Jefferson o los más discretos consejos
de un Washington ? De nuestra América no hablemos.
¿ Cuál es desde 1813 el propósito de Bolívar?
Bolívar busca levantar a todas las colonias del
Mundo contra la Europa esclavista ; busca en Améri-
ca el equilibrio de los continentes, con el predominio
de su raza, si es posible : por lo menos, sin la escla-
vitud de su grupo de patrias , a las cuales aspira a
fortalecer en un solo cuerpo de nación, o en pocos
Estados fuertes y unidos en el propósito de una ac-
ción común. Aspira a más : aspira a que su país, su

1 BLANCO Y AZpurúa : Documentos para la historia del Li-


bertador (Año 1813) .
2 FERNANDO GONZÁLEZ : Mi Simón Bolívar, Medellín, Co-
lombia.
BOLÍVAR 41

continente, pueblo oscuro y sin recursos, se trueque


de miserable colonia extranjera en regulador de la
política universal y ejerza, en futuro próximo, legí-
tima influencia en los negocios del mundo. Ése fué
el ideal internacional de Bolívar.
Cuando empieza a realizarlo firmemente con la
constitución boliviana y con el Congreso de Panamá,
en 1826 —trece años después del Documento de 1813—
lo acusaron los miopes y los traidores de aspirar a
su engrandecimiento personal. Dirán los enemigos de
Bolívar que con la victoria se volvió megalómano .
¿No comprendían el sueño del grande hombre ; no
comprendían que trataba de ser sencillamente cam-
peón de una América libre contra una Europa escla-
vizadora, esclavista? 1.
América no podía ser colonia de Europa. América
para los americanos . Todo Monroe está ínsito -repí-
tase en las palabras y los actos de Bolívar . Mejor :
la doctrina de Monroe es la doctrina de Bolívar. El
Libertador pasó por el dolor profundo, que lo con-
dujo al sepulcro, de ver los ideales de toda su vida
desconocidos y calumniados. Vió triunfar a los me-
diocres y a los traidores. Vió levantarse contra él las
parroquias e imponerse hombres y patrias chicos.
Lamentémoslo siempre : a Bolívar le sobró genio, le

1 El Presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roose-


velt, invocando el nombre y el ideal internacional de Bolívar
se propone en 1941 realizar, con el beneplácito de las tres
Américas, sin una sola discrepancia, y contra la Europa deca-
dente y agresiva, el sueño de alianza continental que propició
siglo y cuarto atrás, Simón Bolívar, el Libertador.
Con una sola diferencia : que ahora no es la América latina
la que guía la empresa , sino la América sajona. Nadie en
Latinoamérica le ha dicho a Roosevelt que aspira a dominar
el continente y tal vez el mundo.
42 RUFINO BLANCO -FOMBONA

sobró audacia ; pero le faltó vida y sobre todo le faltó


pueblo.
¡ Su drama fué uno de los más tristes que la histo-
ria conoce ! Fué el grande hombre sin gran pueblo ¹ .

VI

CON QUE COLABORADORES REALIZÓ BOLÍVAR


LA INDEPENDENCIA

Es increíble cómo Bolívar pudo pensar en la reali-


zación de nada alto y grande en América, con el
elemento humano que tenía entre las manos. Más aún :
cómo pudo cumplir obra de trascendencia con aque-
llos colaboradores de que disponía. En 1812 Nueva
Granada -es decir, Camilo Torres- entrega armas
y soldados a Bolívar para intentar la emancipación
de Venezuela. Pero en la frontera dos hombres ven
de reojo aquella empresa y tratan de oponerse a
ella. Un hombre llamado Castillo y un hombre lla-
mado Santander. Les parece descabellada, imposible
de realizar la campaña de Bolívar. Además, ¿ qué
tiene que hacer Nueva Granada en el extranjero y

1 "Ni el general Páez, ni el general Santander, ni el mis-


mo general San Martín, comprendieron a Bolívar ... Rivada-
via, a pesar de sus grandes intuiciones innovadoras, no se
colocó a la altura de sus antecedentes, al oponerse a las deci-
siones del Congreso de Panamá, ni concibió siquiera las gran-
des y definitivas consecuencias que tenían para los destinos
del Continente las geniales y originalísimas concepciones cons-
titucionales de Bolívar." ( F. VARELA DE ANDRADE : América y
la revisión constitucional, pág. 91 , Montevideo, 1938. )
BOLÍVAR 43

con extranjeros ? Los extranjeros eran los vene-


zolanos.
Bolívar atraviesa los Andes y realiza la descabe-
llada empresa en pocos meses ( 1813 ) .
Lo que sucede un punto más allá de una línea que
se llama frontera no le interesa a Nueva Granada. Y
no eran sólo dos hombres los que equivocados-
se oponían a la solidaridad de pueblos limítrofes.
Sabemos de memoria, por la historia de los Llanos
en Venezuela y de las montañas de Pasto en Nueva
Granada y del caudillo Agualongo en Ecuador, que
los pueblos se oponían resueltamente a su emancipa-
ción. Los de Pasto preferían suicidarse a servir con
los patriotas ; los de Venezuela constituían las caba-
llerías de Boves, irresistibles por su número y su
empuje. Para destruir a Agualongo fué necesario que
entre dos campañas continentales Bolívar le presen-
tara batalla y lo venciera en Ibarra.
Todo ello barbarie e ignorancia, se dirá. Habría
que añadir, para redondear el concepto, dos pala-
bras : traición y servilismo.
Aunque la primera de estas dos últimas palabras
goza de puesto más adecuado cuando se refiere a los
jefes republicanos, en pocos de los cuales pudo tener
ni tuvo confianza el Libertador. Hombres como Su-
cre, Urdaneta, Briceño Méndez fueron la excepción.
Lo mismo que a Bolívar en el Norte ocurrió a San
Martín en el Sur, lo que presta nuevos motivos de
admiración a la obra de ambos soldados de la inde-
pendencia. Las generosas palabras de San Martín para
explicar su retiro del Perú y su fracaso al frente de
sus conmilitones fueron éstas : "me falta valor para
fusilar a algunos de mis compañeros de armas y de
causa". Lo que destruye la mentirosa leyenda:
"Bolívar y yo no cabemos en el Perú." Mentirosa y
44 RUFINO BLANCO-FOMBONA

vanidosa. En el fondo , a San Martín no le faltó nin-


gún género de valor cuando lo hubo menester . Dígan-
lo los tres hermanos Carrera, el turbulento tribuno
chileno Manuel Rodríguez, etc. Pero su frase es ver-
dadera y es reveladora.
Bolívar en 1814 lucha a brazo partido contra los
llaneros de Boves. Ya no puede más. Desde 1813
llama en su auxilio al general Santiago Mariño. El
general Mariño, que no se considera íntegramente
venezolano, sino de su provincia en la región orien-
tal, como Páez en los llanos, aspira a Presidente de
la "República de Oriente". No comprende ni quiere
más. Así son de localistas aquellos jefes. Y con ellos
fundó Bolívar la Gran Colombia y quiso fundar la
Gran América. Su solo enunciado parece despropósito.
Con estudiada lentitud Mariño no acude al llamado
de Bolívar y cuando acude ya es tarde. La derrota
los cobija a los dos . El general José Félix Ribas, y el
general Manuel Piar aprovechan la ocasión para su-
blevarse, expulsan a Bolívar y a Mariño, y los su-
plantan en el Ejército. Vuelven en 1815 los generales
expulsados. El general Bermúdez acomete a Bolívar,
y lo quiere atravesar con la espada.
En 1819 acomete el Libertador el segundo paso de
los Andes, la campaña de Boyacá y la conquista del
Virreinato Granadino : el general Arismendi, que está
en Angostura, declara a Bolívar desertor y lo está ya
suplantando cuando se presenta Bolívar con los lau-
reles de Boyacá, Pantano de Vargas, Bonza y Gáme-
za. Generosamente cierra los ojos a lo ocurrido.
Antes, un cura chileno, Madariaga, ha convocado
un Congreso, en una aldea del Oriente de Venezuela ,
en provecho de Mariño.
Apenas el Libertador vuelve la espalda, se insurgen
los generales y los civiles convocan Congresos disi-
BOLÍVAR 45

dentes. Bolívar se contenta con cerrar los ojos o, como


esta última vez, con decir : "el Canónigo es loco".
Pero aquellas locuras perturban la marcha indecisa
de la Nación. ¡ Qué caos aquel en que hasta un Canó-
nigo equivocado o malévolo se pone al servicio de
generales disidentes y reúne Congresos !
Como las distancias son enormes y no existe otro
vehículo sino el caballo, no puede el Libertador estar
a un tiempo en todas partes. La cuestión es ésta :
donde no está Bolívar, está la traición. Y así siem-
pre, hasta la muerte. ¿ Debemos lamentarlo ? Inútil.
Pero debemos saberlo. Una revolución no se hace con
palabras melifluas, ni con fórmulas de cortesía. Es
lucha ; y se impone el más fuerte y el más hábil.

Cuando por separación del ilustre San Martín, des-


pués de la entrevista de Guayaquil, se amplió el radio
de acción de Bolívar a todo el continente, y quedaron
en manos del Libertador las dos grandes fuerzas de
la Revolución de Sud América, el ejército chileno-
argentino de San Martín y el ejército grancolombiano,
el prestigio del Libertador había crecido ya mucho ;
se tenía confianza en su superioridad ; pero la trai-
ción vigilaba siempre. No se trata de oposición polí-
tica a las ideas, ni de oposición militar a los planes
de guerra. Se trata de simple y vulgar traición. Es
decir, que los colaboradores en quienes más confía y
de quienes más necesita lo socavan y, con fútiles pre-
textos, o sin pretextos, van derrumbando el andamia-
je sobre el cual se levantan los proyectos del hombre
superior.
El prototipo de los traidores de esta época no fué
el Ministro de Guerra del Perú, general Berindoaga,
Conde de San Donás, a quien Bolívar fusiló ; ni el
46 RUFINO BLANCO-FOMBONA

Marqués de Torre-Tagle, Presidente de la República


peruana, que fué a terminar sus días con los espa-
ñoles del Callao, entre los cuales buscó asilo, ni si-
quiera Riva Agüero, que no vaciló en pactar con el
enemigo europeo. El principal opositor de aquella
época se llama Francisco de Paula Santander, Vice-
presidente de Colombia. En él tenía puesta su con-
fianza Bolívar, para la realización de los más vastos
planes políticos. Le falló.
Llegó la hora para el Libertador, después de Junín
y Ayacucho, la rendición del Callao y la ocupación
de Bolivia, de realizar el sueño de su vida : la orga-
nización de América en pocas, fuertes y grandes Re-
públicas. Esto era lo que venía buscando y predicando
desde 1813. Repúblicas americanas, de Ejecutivos
fuertes y unidas entre sí por lazos vigorosos, debían
impedir dos cosas : primera, que América quedase a
merced de revoluciones y cuarteladas ; y segunda, que
América continuase siendo, aun emancipada política-
mente, colonia económica de Europa.
América debía ser un mundo de veras autónomo,
que mantuviese el equilibrio de los continentes . Se
opusieron a ello los que estaban por el ideal de pa-
trias chicas ; es decir, los caudillos o régulos de locali-
dad donde cada uno de éstos pudiese imperar : Riva-
davia en Buenos Aires, Freyre en Chile, La Mar en
Perú, Páez en Venezuela, Santander en Nueva Gra-
nada.
Es más : los que no comprendían la grandeza de la
concepción boliviana, o no tenían confianza de poder
dominar sobre toda la extensión de su propio país,
sino en sólo una provincia microscópica del país na-
tivo, estuvieron por la federación, imitada de los yan-
quis ; es decir por la subdivisión de la división. Por
eso Bolívar pensaba que esta federación, en nuestra
BOLÍVAR 47

América, equivalía a dispersión y era lo opuesto a la


alianza o entendimiento con propósitos determinados,
de grandes repúblicas hermanas, con la conciencia de
su hermandad y de su interés común. Por eso el go-
bierno argentino asintió sin mucha dificultad a la
secesión de Bolivia. Por eso, Páez y Santander, propi-
ciaron la tripartición de Colombia, y el general Flo-
res, la vió indiferente o complacido más tarde.
Todo esto constituyó el gran fracaso del sueño de
Bolívar. En este fracaso tuvo gran culpa Santander,
por una parte y, por la otra, el que Bolívar estaba
consumido ya por veinte años de guerra, de privacio-
nes, de traiciones, de esfuerzos físicos. En suma, de
arar en el mar.

En 1826 regresó Bolívar a Colombia, llamado por


los partidos políticos y por la opinión pública. Hacía
cinco años que estaba ausente. Los que se creían y se
llamaban organizadores de la victoria lo habían desor-
ganizado casi todo, con sus embrollos de menuda
politiquería de parroquia. El crédito de la República
andaba por los suelos. Las pasiones desencadenadas :
unos pedían reformas , otros statu quo . De este número ,
naturalmente, eran los que habían gobernado durante
la ausencia de Bolívar. No querían mutaciones. Se
comprende. Eran conservadores ... aunque se decían
liberales.
Bolívar era ambicioso, sí ; pero con su ambición
coincidían el interés, el porvenir y la grandeza de
América. Además, en sus ideas y en sus proyectos, era
el único innovador, revolucionario, liberal. Los demás
eran todos conservadores. No es que el uno fuera am-
bicioso y los otros no. Es que la ambición y los pro-
yectos del uno eran grandiosos y la ambición y los
48 RUFINO BLANCO -FOMBONA

proyectos de los demás, y me refiero a casi todos los


americanos, eran ínfimos.
Por culpa de Santander y de Páez, esos dos antagó-
nicos localistas, empezaban a malquererse neogranadi-
nos y venezolanos . Ambos caudillos buscaban la des-
unión, incapaces de elevarse a una conveniencia
superior, no digamos desinteresada, de patria.
De tiempo atrás venía minando Santander la posi-
ción americana del Libertador con los mismos medios
que Bolívar había puesto generosamente en sus manos,
al entregarle la vicepresidencia de la República.
Primero había herido la delicadeza del héroe, arre-
batándole a la faz de América y del mundo, por medio
del Congreso, como si se tratase de un militarete inca-
paz, y en vísperas de Ayacucho, la dirección del ejér-
cito de Colombia. Bolívar devoró la inmerecida ofensa,
no profirió ni una sola voz de protesta y regresó a
Lima, después de entregar el ejército a Sucre.
Por fortuna, allí estaba Sucre. ¡ Si no llegan a estar
sino Santander y sus satélites ! Santander y sus satélites
estaban en 1816 en Nueva Granada cuando se presentó
el general español don Pablo Morillo y conquistó casi
sin combatir, en un paseo militar, todo el país, fuera
de la defensa de Cartagena. Y era un país de heroísmo
en potencia, al que no hacía sino despertar su innato
heroísmo. Santander y sus satélites se refugiaron en
Venezuela, sin siquiera intentarlo. Ya en Venezuela , al
presentarse el primer momento de peligro, granadinos
y venezolanos, de común acuerdo, despojaron de su
apariencia de mando a Santander y se pusieron todos
bajo el mando de un llanero eficaz. Ese llanero eficaz
en los campos de batalla se llamaba José Antonio Páez.
Santander no lo olvidó nunca.
Corrieron los años y Santander y sus amigos no
iniciaban nada definitivo para redimir a Nueva Gra-
BOLÍVAR 49

nada. Al fin Bolívar, en 1818 y en documento célebre


prometió a los granadinos para antes de un año la li.
beración del Virreinato. Lo raro no es que lo hubiera
prometido sino que lo hubiera prometido y cumplido.
En efecto, en 1819, se presentó ; y Nueva Granada
quedó libre, en una campaña asombrosa, trasponiendo
los Andes en invierno, lo que sólo el genio audaz de
Bolívar hubiera podido concebir y sólo su entereza
paciente e indeclinable realizar. A los que recuerdan
los méritos de Santander en aquella campaña les con-
testaremos que sí los tuvo. Bajo el mando y la direc-
ción de Bolívar todos cumplían su deber.
Después de haber sugerido que el Congreso arreba.
tase a Bolívar el mando del ejército de Colombia, pre-
cisamente en vísperas de Ayacucho, Santander le negó
la escuadra de Colombia, pedida por él con insistencia,
y la negó siempre escudándose en el Congreso y aún le
negó el permiso para que pasase a la República Argen-
tina, como la nación hermana solicitaba, a dirigir al
frente de las tropas colombo-peruanas- argentinas la
guerra en pro del Uruguay, contra el Emperador del
Brasil, detentador de la patria de Artigas.
Santander invitó a las naciones americanas , por or-
den del Libertador, al Congreso Internacional de Pana-
má. Desvirtuó el encargo e invitó además a Inglaterra,
Holanda y los Estados Unidos. ¿No penetraba Santan-
der la trascendencia del pensamiento de Bolívar ? No
es presumible, porque era su confidente epistolar.
Por último last but not least- arriba el Liberta-
dor a Colombia después de sus campañas victoriosas
del Sur que dieron libertad al Perú, existencia a Bo-
livia, ratificaron la emancipación precaria del valentí-
simo Chile y de Ecuador y la más precaria aún de
Argentina ... A su regreso a la Patria, ¿ qué encuentra
en Bogotá? Parece que se le hiciera un reproche mu-
50 RUFINO BLANCO-FOMBONA

do por su gloriosa ausencia. El Vicepresidente y los


suyos lo acogen con un silencio estudiado y glacial.
Bolívar comprendió la paradoja. Se le llamaba a Co
lombia para deshonrarlo con las ruindades de la polí-
tica cominera y lugareña de la camarilla santanderina.
Se limitó a decir en una proclama : "El mundo de
Colón ha dejado de ser español. Tal ha sido nuestra
ausencia."
Por lo demás, cerró los ojos ... Él los tenía clavados
en su idea grandiosa de unificación y solidaridad con-
tinentales. Llegaba de vuelta a su patria para realizar
su sueño de 1811 , de 1812, de 1813 , de 1815, expuesto
en todos los documentos de entonces y de después,
desde su discurso en la Sociedad Patriótica el 3 de
julio de 1811 hasta la profética carta de Jamaica
(1815) , y expuesto luego en 1818, en cartas al chileno
O'Higgins y al argentino Pueyrredón. Era el sueño
de toda su vida : fundar la más grande nación de la
tierra ; o un grupo de Repúblicas tan fuertes y tan
vinculadas entre sí que equivalieran a un super- estado
republicano. O a una Sociedad de Naciones indepen-
dientes cuya política externa dirigiría un Congreso de
Pueblos Libres.
Santander, que era inteligente y, llegada la ocasión,
enérgico, podía servir. Páez, ignorante pero bravo,
podía servir. Bermúdez, aunque enrolado ya en las in-
trigas del Vicepresidente lo mismo que Córdoba, podía
servir : nadie los superaba en heroísmo. ¿No se valió
de ellos mismos para realizar la emancipación ? Él no
rechazaba a ninguno. Él los acogía en sus brazos a
todos. Llegó a escribir : "yo no quiero saber lo que
aquí ha pasado”.
Pero Santander y los suyos seguían trabajando . La
sombra de Napoleón la proyectaban sobre el Liberta-
BOLÍVAR 51

dor, atribuyéndole ideas y proyectos liberticidas de


general triunfador.
Inútil que el Libertador escribiese : "Yo no soy Na
poleón, ni quiero serlo. El título de Libertador es
superior a cuantos ha recibido el orgullo humano. Me
99
es imposible degradarlo.'
Inútil, además, explicarles que Napoleón seguía el
viejo camino de los déspotas : que se apoyaba en el
Altar y el Trono, mientras que Bolívar, el hombre
nuevo del Nuevo Mundo, no se quería apoyar ni en
Tronos ni en Altares. Los partidarios del localismo
en toda América estaban ciegos. No eran quizás me-
nos ambiciosos que Bolívar. Sólo que la ambición de
parroquia perjudicaba a la América, y la de Bolívar,
caso de que existiera, no.
Nada de solidaridad ni de grandeza para América.
Antiguas colonias, debían contentarse con una medio-
cridad colonial. La América española o la España
americana debía quedar constituída en Provincias an
tagónicas y microscópicas, a merced de Europa. Nada
de sueños ambiciosos. Nada de pueblos imperiales.
Cada uno en su rincón ; y Europa imponiéndonos sus
modas, sus leyes, sus costumbres, sus libros, sus ideas
y sus preocupaciones. Nada de Nuevo Mundo. Cuando
rompió con Bolívar, a causa de estas ideas, Rivadavia
exclamó : "Volvamos la vista a la culta Europa."
Estas palabras de Rivadavia traducen la psicología
de los antiguos colonos, que seguían siéndolo sin su
ponerlo. El único que no tenía alma de colono, el
único emancipado, era Bolívar. Él quería pueblos libres,
originales, no transiciones, no copias de "la culta"
Europa. Todos, pues, eran conservadores : Rivadavia,
Freyre, La Mar, Santander, Páez. El único pensamiento
original, el único temperamento innovador, la única
conciencia de veras americana, era Bolívar. Todos se
52 RUFINO BLANCO-FOMBONA

unieron, seguidos de sus parroquias, contra el unifica-


dor, contra el porvenirista, contra el revolucionario,
contra el liberal.
¿Le debemos los gran-colombianos gratitud a San-
tander por sus servicios ? Sí ; fueron eminentes, tan
grandes como sus daños posteriores a la causa de la
unidad americana y a la gloria de Colombia la grande.
Debemos gratitud a sus servicios, pero sin desconocer
ni olvidar su psicología.

VII

IDEAS RELIGIOSAS DEL LIBERTADOR Y SU POLÍTICA


CON LA IGLESIA

Bolívar no es un filósofo, como hemos repetido, sino


un reformador político. Un jefe de revolución. Un
creador y modelador de pueblos. Nos atenemos a la
teoría de que el hombre de genio creador aparece
cuando un pueblo se separa de otro pueblo y el Re-
formador en los Renacimientos . Pero existe una filo-
sofía natural en todos los hombres de pensamiento.
¿Cuál era la filosofía de Bolívar ? ¿ Qué pensaba de
la divinidad, del alma, de la religión, de la vida ultra-
terrestre y de los nexos del individuo con la religión,
con la moral y con la Divinidad?
La palabra Dios aparece rara vez en sus escritos.
Más a menudo se encuentra, aunque poco, la de Pro-
videncia, en sentido de fuerza inteligente y tutelar, de
Divinidad. No por ello exterioriza sentimientos ateís-
tas ; en realidad nunca los tuvo. Fué un escéptico , un
BOLÍVAR 53

volteriano, como la mayoría de los europeos de su


clase en el siglo XVIII.
Ante los grandes y bellos o imponentes espectáculos
de la naturaleza, piensa en el Supremo Hacedor. Una
tarde, en los Andes de Nueva Granada, en presencia
de un horizonte de montañas de nieve, exclama, según
el honrado y verídico católico Posada Gutiérrez : “ ¡ Qué
grandeza ! ¡ Qué magnificencia ! ¡ Aquí Dios se ve, se
siente, se palpa ! " Sentimiento de poeta, de panteísta
y de creyente .
Iba el Libertador -cuenta este testigo de la mayor
autoridad moral- ya en las postrimerías de su carrera,
enfermo y camino del destierro y de la muerte. Posada
Gutiérrez, que entre otros lo acompaña, evoca este
cuadro.
"Al subir al cerro de Mariquita se detuvo el Liber-
tador a admirar el magnífico panorama que desde allí
se presenta en aquella hora : la Cordillera oriental ba-
ñada por el Sol poniente, en una vasta línea de nevados,
sobre sus elevadas cimas ; las extensas llanuras cubier-
tas de ganados ; sementeras, aldeas, caseríos, alquerías,
y rústicas chozas de pastores ; el Magdalena tortuoso y
sereno que recoge todas las aguas de las Cordilleras ;
las bandadas de aves que al declinar el Sol pasan vo-
lando con griterío ensordecedor ; los palmares lozanos
y pintorescos, las ceibas coposas que abundan en gru-
pos aislados y que dan sombra a los rebaños en las
horas de la siesta ; el nevado del Ruiz reverberando
como plata bruñida sobre el cielo intensamente azul ...
Bolívar se detuvo largo rato a contemplar, en religioso
respeto, aquel cuadro maravilloso : ¡Qué grandeza!
¡Qué magnificencia ! Aquí Dios se ve, se siente, se pal-
pa, fueron sus palabras al salir de sus éxtasis" 1.

GENERAL JOAQUÍN POSADA GUTIÉRREZ : Memorias histórico-


políticas, vol. 1. Editorial-América, Madrid.
54 RUFINO BLANCO-FOMBONA

El panteísmo lo lleva a la idea de Dios. Nunca fué


indiferente ante la naturaleza ; pero en general habla
y escribe poco sobre materias ultraterrenas, suprasen-
sibles. "No gusto de entrar en metafísicas, que suelen
descansar sobre bases falsas", decía ¹.
Uno de los oficiales de su Estado Mayor, que lo oye
a diario en 1828 y anota secretamente los conceptos
que sorprende al Libertador, recoge estas palabras :
"que el cuerpo era hecho de materia ; y el cerebro, que
produce la inteligencia, también. Si cesa de funcionar
el cerebro, cesa de producirse la inteligencia, por otro
nombre espíritu o alma. Luego, al sobrevenir la muerte,
desaparece el alma” 2.
Es la ocasión en que más abiertamente materialista
se manifiesta. Y no sabemos si el diarista haya puesto
algo de su cosecha.
Respecto a las religiones positivas opina : "Dogmas
y misterios son hijos de la superstición y de la impos-
tura" 3. Cielo e infierno son ideas que le preocupan
poco y resueltamente las pone de lado. El mismo día
en que se muestra desaforado materialista ante el co-
ronel Perú de Lacroix, agrega : "Deduzca usted de ahí
cuáles serán mis ideas sobre Eliseo y Tártaro ; y mis
ideas sobre las ficciones sagradas que tanto preocupan
todavía a los mortales" 4.
Tiene, pues, una idea panteísta de la divinidad ; no
cree en el alma, ni en cielo ni en infierno ; y juzga en
general a las religiones positivas obra de la supersti-
ción y de la impostura, mezcladas a cierta cantidad de
asombro ante el misterio, de miedo a lo desconocido,
natural en el hombre, y que lo ha hecho pensar en una

1 PERÚ DE LACROIX : Diario de Bucaramanga, 1828.


2 Ibidem.
3 Ibídem.
4 Ibídem.
BOLÍVAR 55

Justicia Suprema y una Bondad Suprema que decida


de las almas, premie a las unas y castigue a las otras.
La Bondad la ha puesto siempre el hombre al lado y
aún por encima de la Justicia. Las religiones han pro-
palado la idea de la Justicia, asegurando que siempre
hay ocasión de salvarse, hasta en el último momento,
como se tenga un instante de fe y se abjure de los
errores. Hay, pues, que pensar en salvarse y alimentar
el temor de no poderlo.

"Un punto de contrición


da al hombre la salvación."

Llegamos al momento de conocer su política con la


Iglesia y el ejemplo de su política en la Sociedad. Al
principio su papel es de Destructor. No es de extrañar-
se que lo sea contra el catolicismo sui generis existente
en las colonias. Aquel catolicismo sui generis era una
de las bases, una de las palancas seculares del impe-
rialismo absolutista español. Para derrocar el Impe-
rialismo, el Absolutismo, Bolívar tenía forzosamente
que chocar contra la Iglesia. Fué lo que hizo, aunque
sin estridencias.
Después, en su papel de Reconstructor de la Sociedad
sobre bases nuevas, consideró a la Iglesia, ya democra-
tizada, como uno de los factores sociales de las nuevas
repúblicas, mientras la educación pública las elevaba
por el espíritu. De este factor no era fácil ni político
por el momento prescindir, y menos prescindir de re-
pente. Sin incrementarla, la respetó. Era una realidad
existente. La mantuvo como elemento de carácter per-
sonal, úntimo, de conciencia ; despojándola sólo de su
aspecto de potencia imperial, que en repúblicas demo-
cráticas no era necesario.
56 RUFINO BLANCO -FOMBONA

Bolívar fué partidario, en resumen, de aceptar una


Iglesia, digamos, no insumisa al Estado , mientras podía
llegarse a la Iglesia libre en el Estado libre. Y ello se
explica como una alta idea de filosofía política o de
política racionalista : él quería fundar los nuevos Esta-
dos sobre bases nuevas ; en este punto, independientes
de Roma, y no continuar, ni siquiera en eso, la sumi-
sión a Europa. Llegó hasta donde pudo, sin chocar con
las conciencias.
No es creyente, practicante, en cuanto ciudadano
particular. No por ello persigue, en cuanto gobernante,
a los creyentes. Jamás. No fué un vulgar jacobino, tra-
ducido del francés. Habla a veces de la Providencia
como de un paladión de los pueblos ¹ .
En cuanto político, ya triunfante, asegura que siem-
pre ha protegido contra desmanes y atropellos de mi-
norías exageradas la religión católica, "no sólo predo-
minante sino universal en Colombia".
En lo íntimo, piensa que la carencia de análisis , de
crítica , “su credulidad , hace de los católicos ( de Amé-
rica ) una secta de idólatras" (Lacroix) . No ha olvi-
dado con todo esto : que la esencia de la religión es la
fe y no el sentido crítico y se propone, en cuanto
gobernante, desarrollar éste, como veremos en su con-
versación con el comodoro Hull. Un día que visita
una iglesuca de pueblo sale diciendo : " echamos pestes
contra los paganos porque adoraban las estatuas ; y
nosotros ¿ qué es lo que hacemos ? ¿No adoramos como
ellos pedazos de piedra, de madera groseramente escul-
pida, lienzos mal embadurnados, como estos que acaba-
mos de ver? " 2.
Se lamenta de que sea "el espíritu humano amigo y

1 "Venezuela, para conservar sus derechos, como la divina


Providencia se los ha concedido, está resuelta, etc." ( 1818) .
2 Diario de Bucaramanga, Madrid, edición 1924.
BOLÍVAR 57

amante de lo sobrenatural y de la mentira, e indife-


rente ante la naturaleza y la verdad" (Diario de Buca-
ramanga).
En los Congresos de Angostura ( 1819 ) y de Cúcuta
( 1821 ) inspira Bolívar a los legisladores espíritu de
amplitud y de tolerancia. En el Mensaje al Congreso
de Bolivia, 1826, comenta su proyecto de Constitución
para aquella república y explica la ausencia en el pro-
yecto de una religión oficial del modo siguiente :
"La religión es la ley de la conciencia. Toda ley
sobre ella la anula, porque imponiendo la necesidad al
deber quita el mérito a la fe, que es la base de la
religión. Los preceptos y los dogmas sagrados son úti-
les, luminosos, de evidencia metafísica : todos debemos
profesarlos ; mas este deber es moral, no político. Por
otro lado, ¿ cuáles son los derechos y deberes del
hombre hacia le Religión? Éstos están en el Cielo ; allá
el Tribunal recompensa y hace justicia, según el códi-
go que ha dictado el Legislador . Siendo todo esto de
jurisdicción divina, me parece a primera vista sacrílego
y profano mezclar nuestras ordenanzas con los man-
damientos del Señor. Prescribir, pues, la religión no
toca a los legisladores ; porque éstos deben señalar
penas a la infracción de las leyes para que no sean
meros consejos. No habiendo castigos corporales ni
jueces que los apliquen , la ley deja de ser ley ... "
Continúa el Mensaje en esta forma :
"Los pastores espirituales están obligados a enseñar
la ciencia del Cielo. El ejemplo de los verdaderos dis-
cípulos de Jesús es el maestro más elocuente de su
divina Moral ; pero la moral no se manda, ni el que
manda es maestro, ni la fuerza debe emplearse en dar
consejos. Dios y sus ministros son las autoridades de
la Religión, que obran por medios y órganos exclusi-
vamente espirituales ; pero de ningún modo el cuerpo
58 RUFINO BLANCO-FOMBONA

nacional, que dirige el Poder Público a objetos pura-


mente temporales” ¹.

A pesar de la evidente filosofía antidogmática de


Bolívar, la Iglesia católica pone sobre sus altares al
Libertador. La razón consiste en que Bolívar, en
punto a religión, no fué un persecutor sino personaje
de espíritu muy amplio y tolerante. Pasado el primer
ímpetu del destructor revolucionario, Bolívar, ya Cons-
tructor de pueblos y Jefe de gobierno, suele guardarse
en el bolsillo sus ideas personales en materia de reli-
gión, y va con mucho tiento en estos problemas de
conciencia. No trata de imponer sus ideas y menos por
la fuerza. Imagina que como gobernante debe respetar,
en puntos tan delicados como los de conciencia, el sen-
timiento de la mayoría. Y lo respeta con la más sincera
y exquisita religiosidad.
¿Deja por ello de actuar según el progreso de las
ideas ? De ningún modo. Pero actúa como filósofo.
Pone los medios que juzga mejores para cambiar senti-
mientos estrechos y retrógrados ; pero sin violencia
alguna. No quita el crucifijo de las escuelas ; trata de
supeditar la enseñanza que se da en ellas. Cede en lo
adjetivo y superficial ; procura que se imponga, con la
colaboración del tiempo, lo sustantivo y profundo.
Su deseo es que las conciencias evolucionen, sin sa-
cudimiento ni dramas íntimos. Obra con ejemplar com-
prensión. ¡Y con ejemplar tolerancia !
Un oficial superior de la Armada de los Estados
Unidos, el comodoro Hull, lo visita en una de las po-
blaciones del Pacífico, en 1823. De la conversación

1 SIMÓN BOLÍVAR : Discurso y Proclamas, págs. 111-112 , ed.


Garnier, París.
BOLÍVAR 59

que recoge el marino anglo-sajón son los siguientes


párrafos :
"Le pregunté si era tolerada en Colombia la religión
protestante. Cuando se discutió la Constitución de Co-
lombia -respondió- conociendo que no sería admi-
tida la tolerancia de ninguna otra religión más que la
católica, puse cuidado en que no se dijese nada sobre
religión. De manera que como no hay una cláusula
que prescriba la forma de culto, los extranjeros adoran
a Dios como les parece. El pueblo de Colombia no se
halla preparado todavía para ningún cambio en ma-
teria de religión. Los sacerdotes tienen una grande
influencia con las gentes ignorantes. La libertad de
religión debe ser consecuencia de las instituciones libres
y de un sistema de educación general. Yo he hecho es-
tablecer el sistema lancasteriano en toda Colombia ; y
eso sólo hará a la generación venidera muy superior a
la presente" ¹.
Si hubo irreligiosidad en Bolívar, y ya sabemos que
no la tuvo prácticamente como Magistrado, la posteri-
dad se lo ha perdonado, como ha perdonado al general
San Martín su monarquismo y al general Miranda su
fracaso político, en consideración de la buena fe con
que obraron.
Sí : la comprensión no era menor en Bolívar que la
tolerancia. En Bucaramanga iba a misa los domingos,
aun cuando no sabía muy bien oírla . En su familia
existía por tradición el culto de la Santísima Trinidad.
El mismo fué bautizado con el nombre de Simón José
Antonio de la Santísima Trinidad ; y en la Catedral de
Caracas sus abuelos habían fundado y sostenían una
capilla bajo la advocación de la Trinidad Santísima.

1 Documentos para la historia de la vida pública del Liber-


tador, vol. IX, pág. 308, Caracas.
60 RUFINO BLANCO-FOMBONA

Aquella capilla servía también de sepulcro. La misma


esposa del Libertador, la madrileña Teresa de Toro y
Alaiza, fué enterrada allí. Nunca permitió que cesase
en su familia esa tradición. El clero con razón se lo
agradecía. Era un buen ejemplo que daba el jefe de la
Revolución.
Aun cuando se tropieza con un absolutista intran-
sigente como el obispo de Popayán, Bolívar, en vez
de perseguirlo y aun de permitir su regreso a España,
lo exhorta a quedarse como pastor de su grey y así
gana para la causa de la pacificación de los espíritus
a aquel prelado batallador, intransigente y prestigioso .
Hasta inicia el Libertador con el Sumo Pontífice, na-
turalmente partidario del Absolutismo y de Fernan-
do VII, negociaciones para que preconice los Obispos
de Colombia, según el antiguo y discreto procedimiento
que imponía el poder civil de los Reyes sobre el poder
de la Iglesia. Es decir, el Poder Civil elige y el Papa
preconiza o nombra . Así se obtuvo desde entonces para
la República, no sin dificultades. Son precisamente los
pseudo-liberales neogranadinos, los que se oponían en
el antiguo virreinato al Libertador, quienes anularán
en este punto, tiempo adelante, las conquistas liberales
sin demagogia del Padre de la Patria.

Triunfador en definitiva, ya Libertador y Presidente,


lo rodea el clero con lisonjas. Bolívar aprovecha al uno
y soporta las otras, a veces ejemplarmente, para la
consolidación de los nuevos Estados americanos . Cono-
cía la influencia moral del clero sobre las sociedades y
se sirvió a menudo, en épocas de perturbación, de aquel
freno moral. No por eso renunciaba a su criterio per-
sonal ; ni a la supremacía del Poder Civil sobre la
Iglesia.
BOLÍVAR 61

La Iglesia, con su instinto prodigioso de conviven-


cia, lo aplaude y lo exalta.
El Libertador no ceja. Se trata de un hombre hon-
rado, no de un muñeco a quien se conquista con zale-
mas. Cada vez que puede, aprovecha Bolívar las oca-
siones para aquella su constante misión de Soldado, de
Apóstol y de Reformador ; es decir, para ir conquis-
tando y emancipando los espíritus, como antes conquis-
tó sobre los ejércitos del Absolutismo a los pueblos y
los emancipó políticamente, a menudo contra la vo-
luntad de estos mismos pueblos.
En viaje al Ecuador, los religiosos dominicos de
Quito salen a su encuentro entre Puntal y Fulcan, lo
obsequian con lisonjera acogida, sin que declinasen
naturalmente los sentimientos ultraconservadores de
sus Paternidades aunque las miras de esas paternidades
no se dirigiesen ya a Fernando VII sino al propio
Libertador.
Era entonces moda tentar a Bolívar con el resplandor
de una corona. Bolívar habla a los Reverendos, e indi-
rectamente a otros Reverendos y algunas Eminencias,
en términos claros de republicano. Así, les contesta
oportunas palabras :
“Jesús, que fué la luz de la tierra, no quiso dignida-
des ni coronas en el mundo . Él llamaba a los hombres
hermanos, les enseñó la igualdad, les predicó las vir-
tudes civiles más republicanas y les mandó ser libres
porque les amonestó que debían ser perfectos. No hay
perfección en la servidumbre, ni moral en el letargo
de las facultades activas de la humanidad ... " ¹.
La Iglesia ha sabido siempre adaptarse a todos los
pueblos, a todas las costumbres y a todos los regíme-

1 SIMÓN BOLÍVAR : Discursos y proclamas, pág. 117, ed. Gar-


nier, París.
62 RUFINO BLANCO-FOMBONA

nes. Por eso perdura. Así ocurrió en América . El


clero, sobre todo el criollo, iba liberalizándose, acos-
tumbrándose a las ideas republicanas ; comprendiendo,
aunque tarde, que éstas no eran incompatibles con la
religión, como muchos de ellos creían hasta entonces ,
y, lo que es peor, como lo venían predicando. Muchos
de ellos ; no todos, por fortuna. Hubo siempre una
ínfima minoría patriota. ¿ Qué más quería Bolívar sino
un clero patriota, sumiso a la nación, y obediente a
las leyes de la República ? Así fué estableciéndose, po-
co a poco, una inteligencia entre la Iglesia y el Liber-
tador.
La Iglesia lo exaltó como pocas veces había exal-
tado a un hombre. En los templos del Perú, en 1825,
al decir la misa, celebrábase, entre la Epístola y el
Evangelio, la gloria de Bolívar casi a par de la Divi-
nidad.

De ti viene todo
lo bueno, Señor;
nos diste a Bolívar:
gloria a ti, gran Dios.
¡Qué hombre es éste, oh Cielos,
que con tal primor
de tan altos dones
tu mano adornó!
Lo futuro anuncia
con tal precisión ,
que parece el tiempo
Iceñido a su voz ...

El Libertador no perdió la cabeza : era quien era.


Un año más tarde, al legislar para Bolivia, presentó
aquel proyecto de Constitución en el cual no se pres-
cribe una religión oficial.
BOLÍVAR 63

Continuó en su vieja idea de no perseguir a la


Iglesia; pero tampoco incrementarla. Y eso que estaba
muy cercano todavía el tiempo en que la Iglesia , en
España y en América, imperaba sobre todas o casi
todas las conciencias. "Aunque la Iglesia goza de in-
fluencia escribió entonces Bolívar- está lejos de
aspirar al dominio, satisfecha con su conservación."
(Mensaje al Congreso de Bolivia, 1826 ) .
Bolívar, como vemos, iba con sumo tiento en cues-
tiones de religión y de conciencia. Sabe de memoria
y escribe que para una gran mayoría de los hombres
"sin la conciencia de la religión la moral carece de
base".
Y como su preocupación moral -ya lo sabemos—
era inmensa, la idea de su responsabilidad en punto a
alterar las ideas religiosas del pueblo era inmensa tam-
bién.
Se trata de un hombre honrado, de un gobernante
con absoluta conciencia de su responsabilidad, y no de
un alocado chisgarabís, o de un escritor que ensarta
pensamientos, con una cuartilla por delante, sin cui-
darse de la trascendencia de sus opiniones ni de sus
actos. Sabe que no opera únicamente sobre vil papel,
sino en carne viva de Pueblos .

En los últimos años aparece la Iglesia muy decidida


en pro de la política del Libertador, y el Libertador
muy complacido con el apoyo de la Iglesia.
Recordemos la situación y todo se explicará por sí
mismo.
Bolívar ha vuelto en 1826 del Perú a Colombia, lla-
mado por el Gobierno y por la opinión pública. En
este mismo estudio (capítulo VI ) hemos pintado el
estado de la opinión pública en Colombia, la política
64 RUFINO BLANCO-FOMBONA

contraria del gobierno, el recibimiento gélido que le


hicieron el Vicepresidente y sus satélites en Bogotá
y el propósito de este bando, y del general Páez y sus
partidarios en Caracas, de tripartir la Gran Colombia.
Bolívar encontró entre los que componían el partido
de la unidad de la Patria, el partido gran-colombiano,
a los comerciantes , a los hacendados, el Pueblo, el
Ejército y la Iglesia. Lo complació mucho encontrar
a la Iglesia ya patriota y prestando servicios al país
con su actitud y su decisión.
El exceso de teorías de indeferentismo moral ¿ adón-
de conducía? Ya se estaba viendo : a fomentar las
divisiones, los partidos, y a la destrucción, sin bene-
ficio para nadie, del gran país que había fundado.
No sólo cundía la tendencia separatista en Nueva Gra-
nada ; también cundía asimismo en Venezuela y, aun-
que en menor grado, también en Ecuador. El anhelo
inmediato de Bolívar consistió en detener aquella ca-
rrera al suicidio .
Sí: Colombia se consolidaría ; América se uniría, en
una u otra forma, en Estados fuertes que no estuvie-
ran a merced de cuarteladas y revoluciones ; Estados
que pudieran defenderse contra la Europa absolutista,
de nuevo ligada en Alianza de Reyes llamada Santa.
Esas repúblicas, incluso naturalmente Colombia, de-
bían ser poderosas para que tuviesen voz y voto en los
negocios de nuestro Planeta ; para que se desarrolla-
ran en paz externa e interna, enriquecidas por el tra-
bajo y avigoradas por la inmigración. "Ya la veo
-decía Bolívar de Colombia- en el centro del Uni-
verso, menos grande por su tamaño que por sus bien-
hechurías en favor de la humanidad.”
Esta política de Bolívar, previsora y de veras libe-
ral, tenía sus opositores no sólo en Colombia, sino
también en otras naciones : los caciques y régulos de
BOLÍVAR 65

cada localidad ; los que aspiraban a gobernar sus res-


pectivas provincias, sin fuerza ni prestigio para más :
en Venezuela, Páez ; en Nueva Granada, Santander ; en
Argentina, Rivadavia ; en Perú, La Mar ; en Chile,
Freyre .
¿ Pero qué culpa tenía Bolívar de hacer sombra con
su sola presencia y con sólo su programa a caciques
y bachilleres localistas, tradicionalistas, liliputienses, y
por encima de todo, conservadores ? Pueden apellidar-
se o no los unos, como Páez, conservadores ; los otros,
como Santander, liberales ; todos son tradicionalistas
y en el fondo archiconservadores ; es decir, la nega-
ción del progreso político y de los medios audaces
para conseguirlo.
¿Quiénes sostienen en Nueva Granada al liberal
Santander? Los antiguos guerrilleros realistas, defen-
sores del clericalismo y del absolutismo. ¿ Quiénes a
Páez en Venezuela ? Los enemigos de la causa del
Libertador formaban la corte del caudillo . Páez habla-
ba menos que Santander ; pero era más brutal en la
ejecución.
La Iglesia, pues se adhería al partido gran-colom-
biano. Es decir, se pronunciaba por la integridad de
la Patria. Ya se comprende la complacencia de Bolí-
var con la Iglesia de Colombia en los últimos años.
Para él, como es notorio, no pasó nada, nunca, antes
que la Patria y la Libertad. Hasta llegó a complacerla
en algunas exigencias. Estas complacencias ¿ fueron
acaso demasiado lejos ? Aún se las reprochan amarga-
mente.

Bolívar había ascendido, en el osado vuelo de su


espíritu, a lo más alto adonde puede aspirar un filó-
sofo: a crear una nueva moral o a dar nuevos funda-
66 RUFINO BLANCO-FOMBONA

mentos a la moral existente. Trató de introducir un


vigoroso deber de Patria y fuertes sanciones colaterales
en la nueva moral.
Su proyecto del Poder Moral, expuesto caudalosa y
claramente muchos años atrás, no obedece a otra
cosa ; pero se encontró con que sus compatriotas, archi-
conservadores, se opusieron rotundos y el proyecto no
pasó en el Congreso. Lo que el Libertador había que-
rido ir sustituyendo de espíritu religioso en la moral
antigua, con un espíritu de patriotismo y exigentes
deberes en la nueva moral, sus compatriotas adscritos
a la tradición, aunque ellos se creyesen tremendos y
radicales revolucionarios, no lo aceptaron. Pero como
no se puede vivir en pueblos semibárbaros y en épocas
confusas sin una moral obligatoria y exigente, el Li-
bertador vuelve a la moral de Cristo que es moral
muy noble y probada— para no dejar sin un enérgico
freno moral a su Patria, tan menesterosa de ello.
Es decir, Bolívar no sale de su propósito. Mantener
un ideal superior que sirva de acicate a su raza —en
este caso la unidad del continente y un concepto
superior del deber que lo mantenga en el camino
recto.
"La unidad del hombre de genio es honda, incon-
movible, aunque a veces se encamine al mismo fin por
rumbos diferentes ; aunque el vulgo, siempre miope,
suela gritar : contradicción." (G. Bovio : El genio, Capí-
tulo VI. )

El último de los panegiristas de Santander el úl-


timo en orden al tiempo , tribuno diserto y atildado
escritor, es capaz de comprender y hacer comprender
el genio de Bolívar, lo mismo que el carácter de San-
tander. Sin embargo, se mantiene en posición de espí-
BOLÍVAR 67

ritu subalterno, por obra de cierto recalcitrante e


ingenuo partidarismo, imposible de llevar sin propio
menoscabo a la interpretación psicológica de persona-
jes históricos. Este orador entusiasta viene a decir,
entre dos platos, que la Iglesia obra ilógicamente
aplaudiendo a Bolívar, que fué toda su vida escéptico,
y no a Santander que fué toda su vida fervoroso cató-
lico ¹.
Exacto. Ilógica superior. Santander, sobrino y pupi-
lo de sacerdote, usaba, según se sabe, escapularios de
la Virgen de la Chiquinquirá, tal vez para no morir
de bala. Prevención y miedo superfluos. A la hora de
la muerte se confesó, comulgó, se arrepintió de cual-
quier veleidad no católica que hubiera podido tener.
Es decir, adjuró de posibles errores ; por último se hizo
enterrar en hábito de monje.
El panegirista aduce : "Bolívar durante su vida ado-
leció no poco del indeferentismo escéptico, tan exten-
dido en el siglo XVIII. No así Santander que durante
toda la suya proclamó, de palabra y de ejemplo, sus
arraigadas creencias católicas. " (Estudios, I, pág. 162. )
Conclusión : la Iglesia hace mal en no canonizar a
Santander. Pues bien, a pesar de ese acrisolado catoli-
cismo la Iglesia lo pone en entredicho. ¿ Por qué?
Porque a la Iglesia no se le engaña con palabras, como
a los políticos. Es muy vieja. Sabe mucho. Ha apren-
dido de Dios a ver en los corazones.
En vano el panegirista agrega : "fué un católico con-
vencido y sincero ; de lo cual a su muerte dió testimo-
nio edificante" (Estudios, 162 ) . Se refiere a los esca-
pularios y hábito de monje con que se hizo enterrar

1 L. GARCÍA ORTIZ : Estudios históricos, 2 tomos, Bogotá,


1928 y 1929.
68 RUFINO BLANCO-FOMBONA

aquel liberalísimo ciudadano, catoniano "Hombre de


las Leyes" y genio de la ficción ¹ .
¿Y sabe por qué la Iglesia en Colombia, la maso-
nería en Venezuela, los indiferentes en otras Repúbli-
cas, y en otras aun hasta los nacionalistas, que vieron
o fingían ver en la hegemonía de Colombia un peligro,
respetan la memoria del Libertador y admiran su obra,
en cuanto esfuerzo humano ? ¿ Sabe por qué lo reivin-
dican para la humanidad y para América los mayores
espíritus, dentro de unos u otros partidos o naciones :
Martí en Cuba, Hostos en Puerto Rico, Carlos Pereyra
en México, Conzález Prada en Perú, Montalvo en
Ecuador, Caro en Colombia, Cecilio Acosta en Vene-
zuela, Vicuña Mackenna en Chile, Alberdi en la Ar-
gentina, Rodó en el Uruguay, Waldo Frank en los
Estados Unidos, Unamuno en España? Este fenómeno
quedará explicado con pocas palabras : comprensión
de la psicología del hombre de genio. El hombre de
genio es ante todo sincero : y Bolívar, en lo esencial,
lo fué.
Él está por encima y por fuera de los partidos . Su
obra es humana, no partidaria. Por eso la celebran los
hombres. Es ante todo el suyo heroísmo de orden es-
piritual. Por eso los hombres y las instituciones en
que predomina el espíritu, comenzando por la Iglesia,
sumo poder espiritual, lo celebran y lo ponen sobre
los cuernos de la luna. Yo no he oído panegírico más
justo, más comprensivo y más entusiasta del Liber-

1 Al señor Ortiz, entusiasta santanderino póstumo, sin dejar


de ser muy admirador de la Gran Colombia y del Libertador,
le da mucha pena (Estudios históricos, Bogotá, 1928 ) el que
califiquemos duramente a Santander. No tenemos la culpa de
la psicología del Vice, ni de su conducta, ni de que a los hom-
bres que obran como él se les llame en castellano con sus
nombres.
BOLÍVAR 69

tador, que el que pronunció ante el Rey de España,


ante el Gobierno Español, ante el cuerpo diplomático
extranjero, ante gran número de oficiales superiores
del Ejército y numeroso auditorio, en la Iglesia de
San Francisco el Grande, en Madrid, el 17 de diciem-
bre de 1930, centenario de la muerte de Bolívar, uno
de los ases de la tribuna sagrada en España .
El Libertador vió en la Iglesia, aun cuando trató de
mermarle su excesiva influencia, un factor decisivo en
el orden espiritual. Y la respetaba. No procedió como
un saltimbanqui. Los saltimbanquis son los que, a la
hora de la muerte, se arrepienten de su vida y de sus
ideas.
Bolívar no fué así. Mucho se ha escrito sobre las
ideas filosóficas de sus últimos años, a veces confun-
diendo la política con la filosofía, la moral y la reli-
gión ¹.
En su lecho de muerte, el Libertador dictó sus
últimas palabras de despedida. ¿ Qué dice ? Dice que
para conservar la Gran Colombia los militares deben
apoyar al gobierno, los sacerdotes elevar al cielo sus
preces y los colombianos todos unirse.
Es decir, el Libertador tiene al morir y al nombrar

1 Para contrastar opiniones léase al escritor francés MAU-


ROIS ANDRÉ: Bolívar et la Démocratie, edición Excelsior, Pa-
rís ; al escritor neo-colombiano CORNELIO HISPANO, El libro
de oro de Bolívar y Bolívar secreto, ambos editados por Ollen-
dorff, París. El jesuíta, creo que español, Leturia, ha escrito
sobre las relaciones diplomáticas de Bolívar con la Santa Sede,
basándose en los Archivos del Vaticano. No conozco de este
libro sino los interesantísimos capítulos que publicó en Madrid
la excelente Revista de las Españas. Así como para juzgar de
Santander recuérdense las obra de tres conterráneos suyos,
el ya citado GARCÍA ORTIZ (Estudios, Bogotá 1928 y 1929) ,
G. MONTOVA GARRIGOSA (Santander, Bogotá, 1941 ) y FERNANDO
GONZÁLEZ (Santander, Medellín, Colombia, 1930) .
70 RUFINO BLANCO-FOMBONA

a los ministros de la Iglesia preocupaciones políticas,


patrióticas, no de orden supra-sensible, ni metafísico.
Después agregó : "Unión, unión o la anarquía os
devorará." Y también : "Mis enemigos me han condu-
cido a las puertas del sepulcro . Yo los perdono" 2.
Cristiano, perdonando a sus enemigos, murió Simón
Bolívar, no preocupado, con egoísmo, de la exclusiva
salvación de su alma. A la verdad, ¿ por qué iba a
sentir aquella preocupación, él que vivió siempre dán-

2 La antigua Nueva Granada, Virreinato en tiempo de Es-


paña, ha sido siempre desde entonces uno de los países de más
sólida y extensa cultura en América. Ninguno ha comprendido
mejor a Bolívar ni ha profundizado más y con más acierto en
su psicología. El libro del colombiano FERNANDO González,
Mi Simón Bolívar (1930) , es una de las obras más profundas
y más bellas de los estudios biográficos universales. Del his-
toriador Ricardo Vejarano todo elogio sería pálido, mezquino.
Miguel Antonio Caro y José Asunción Silva han idealizado y
engrandecido, en cuanto poetas, la gloria del Libertador. Por
último, el gobierno colombiano le ha rendido el más conmo-
vedor y original homenaje haciendo inscribir en piedra, para
marcar el itinerario de la gloria : Por aquí pasó el Libertador.
El escritor liberal Cornelio Hispano es un doctor en boliva-
rianismo, difícil de alcanzar ; y la Academia Colombiana de
la Historia es el cuerpo más ilustre en América en ciencia bo-
livariana. Desgraciadamente, aún aparecen de cuando en cuan-
do, aunque cada vez menos, sectarios de caudillos localistas,
a quienes parece útil recordarles la verdad, en obsequio mismo
de Colombia la Grande, -nuestra patria común.
Con los partidarios póstumos de Páez en Venezuela ocurre
otro tanto.
También ocurre otro tanto con los partidarios, que no tuvo
en vida, de San Martín en Buenos Aires. Bolívar y San
Martín se respetaron y se estimaron recíprocamente en vida.
El nacionalismo bonaerense ha creado una rivalidad póstuma,
que en vida nunca existió, entre ambos héroes. O que no
existió hasta que los nacionalistas de 1840, diez años después
de muerto Bolívar, empezaron a trabajar en el espíritu ya
decaído por los años del ilustre y benemérito San Martín, tan
rico en gloria pura. Su carta apócrifa a Bolívar, entregada por
BOLÍVAR 71

dose en holocausto ? Dios sabe ver en los corazones.


Pensaría además que, muerto el hombre, ya no exis-
tía alma que salvar. Apenas dos años antes de aquel
trance, se lo había recordado, en Bucaramanga, al
coronel Perú de Lacroix.
Por lo menos así lo afirma este francés en su famoso
Diario.
Y digo esto, dudando de Perú de Lacroix, imbuído
en filosofía materialista, porque Bolívar nunca fué de
criterio estrecho y rastrero materialismo, sino hombre
en quien superaron, por sobre los datos precisos de
orden material, concepciones e interpretaciones de or-
den espiritual. Así tuvo del sociólogo y del filósofo.
No se queda en el fenómeno social, que sabe descu-
brir y penetrar ; le da una interpretación de orden
trascendental.
Con fenómenos de la conciencia, lo mismo.

R. BLANCO-FOMBONA

San Martín al extranjero Lafond y publicada por éste en 1844


es la primera obra de la influencia del nacionalismo porteño.
Sarmiento, con su mirada de águila, descubrió desde enton-
ces la superchería ; y tuvo el valor de sugerirlo, sin ofender
al glorioso anciano.
Los republicanos y, en general, los liberales españoles,
fueron todos bolivarianos entusiastas. No así los reaccionarios
del día, quienes hablan de anular la obra de Bolívar y de los
otros libertadores, reconstruyendo, con ayuda de un país tota-
litario, el antiguo imperio.
PÁGINAS ESCOGIDAS DE

BOLÍVAR
MI DELIRIO SOBRE EL CHIMBORAZO

1823

Yo venía envuelto con el manto de Iris, desde donde


paga su tributo el caudaloso Orinoco al Dios de las
aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazóni-
cas, y quise subir al atalaya del Universo. Busqué las
huellas de La Condamine y de Humboldt ; seguílas
audaz, nada me detuvo. Llegué a la región glacial, el
éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana ha-
bía hollado la corona diamantina que pusieron las
manos de la Eternidad sobre las sienes excelsas del
dominador de los Andes.
Yo me dije : este manto de Iris, que me ha servido
de estandarte, ha recorrido en mis manos sobre regio-
nes infernales ; ha surcado los ríos y los mares ; ha
subido sobre los hombros gigantescos de los Andes ; la
tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiem-
po no ha podido detener la marcha de la Libertad.
Belona ha sido humillada por el resplandor de Iris,
¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del
gigante de la tierra ? ¡ Sí podré!
Y arrebatado por la violencia de un espíritu desco-
nocido para mí, que me parecía divino, dejé atrás las
76 BOLÍVAR

huellas de Humboldt, empañando los cristales eternos


que circuyen el Chimborazo . Llego como impulsado
por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con
mi cabeza la copa del firmamento ; tenía a mis pies
los umbrales del abismo.
Un delirio febril embargaba mi mente ; me siento
como encendido por un fuego extraño y superior . Era
el Dios de Colombia que me poseía.
De repente se me presenta el Tiempo. Bajo el sem-
blante venerable de un viejo cargado con los despojos
de las edades : ceñudo, inclinado, calvo, rizada la tez,
una hoz en la mano.
"Yo soy el padre de los siglos, soy el arcano de la
fama y del secreto, mi madre fué la Eternidad ; los
límites de mi imperio los señala el infinito. No hay
sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la
muerte ; miro lo pasado, miro lo futuro, y por mis
manos pasa lo presente. ¿ Por qué te envaneces, niño
o viejo, hombre o héroe? ¿ Crees que es algo tu
Universo? ¿Que levantaros sobre un átomo de la crea-
ción es elevaros ? ¿ Pensáis que los instantes que
llamáis siglos pueden servir de medida a mis arcanos ?
¿Imagináis que habéis visto la Santa Verdad ? ¿ Su-
ponéis locamente que vuestras acciones tienen algún
precio a mis ojos ? Todo es menos que un punto a
presencia del Infinito, que es mi hermano . "
Sobrecogido de un terror sagrado, "¿cómo joh
Tiempo ! -respondí- no ha de desvanecerse el mísero
mortal que ha subido tan alto? He pasado a todos los
hombres en fortuna, porque me he elevado sobre la
cabeza de todos. Yo domino la tierra con mis plantas ;
llego al Eterno con mis manos ; siento las prisiones
infernales bullir bajo mis pasos ; estoy mirando junto
a mí, rutilantes astros, los soles infinitos ; mido sin
asombro el espacio que encierra la materia, y en tu
BOLÍVAR 77

rostro leo la historia de lo pasado y los pensamientos


del destino".
"Observa -me dijo , aprende, conserva en tu
mente lo que has visto, dibuja a los ojos de tus seme-
jantes el cuadro del universo físico, del universo mo-
ral; no escondas los secretos que el cielo te ha revela-
do ; di la verdad a los hombres."
El fantasma desapareció.
Absorto, yerto, por decirlo así, quedé exánime largo
tiempo, tendido sobre aquel inmenso diamante que me
servía de lecho. En fin, la tremenda voz de Colombia
me grita; resucito, me incorporo, abro con mis propias
manos los pesados párpados : vuelvo a ser hombre, y
escribo mi delirio.

DISCURSOS

1819

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL LIBERTADOR ANTE


EL CONGRESO DE ANGOSTURA EL 15 DE FEBRERO
DE 1819

Señor : ¡ Dichoso el ciudadano que bajo el escudo


de las armas de su mando ha convocado la Soberanía
Nacional para que ejerza su voluntad absoluta ! Yo,
pues, me cuento entre los seres más favorecidos de la
Divina Providencia, ya que he tenido el honor de reu-
nir a los representantes del pueblo de Venezuela en este
78 BOLÍVAR

augusto Congreso, fuente de la autoridad legítima, de-


pósito de la voluntad soberana y árbitro del destino
de la Nación.
Al trasmitir a los representantes del pueblo el po-
der supremo que se me había confiado, colmo los
votos de mi corazón, los de mis conciudadanos y los de
nuestras futuras generaciones, que todo lo esperan de
vuestra sabiduría, rectitud y prudencia. Cuando cum-
plo con este dulce deber, me liberto de la inmensa
autoridad que me agobiaba, como de la responsabili-
dad ilimitada que pesaba sobre mis débiles fuerzas.
Solamente una necesidad forzosa, unida a la voluntad
imperiosa del pueblo, me habría sometido al terrible
y peligroso encargo de Dictador Jefe Supremo de la
República. ¡ Pero ya respiro devolviéndoos esta auto-
ridad que con tanto riesgo, dificultad y pena he logra-
do mantener en medio de las tribulaciones más horro-
rosas que pueden afligir a un cuerpo social !
No ha sido la época de la República que he presidi-
do una mera tempestad política, ni una guerra san-
grienta, ni una anarquía popular ; ha sido, sí, el
desarrollo de todos los elementos desorganizadores ;
ha sido la inundación de un torrente infernal que ha
sumergido la tierra de Venezuela. Un hombre ¡ y un
hombre como yo ! ¿ qué diques podría oponer al ím-
petu de estas devastaciones ? En medio de este piélago
de angustia no he sido más que vil juguete del huracán
revolucionario que me arrebataba como una débil pa-
ja. Yo no he podido hacer ni bien ni mal : fuerzas
irresistibles han dirigido la marcha de nuestros suce-
sos : atribuírmelos no sería justo, y sería darme una
importancia que no merezco. ¿ Queréis conocer los
autores de los acontecimientos pasados y del orden
actual ? Consultad los anales de España, de América,
de Venezuela ; examinad las Leyes de Indias, el régi-
BOLÍVAR 79

men de los antiguos mandatarios, la influencia de la


religión y del dominio extranjero ; observad los prime-
ros actos del gobierno republicano, la ferocidad de
nuestros enemigos y el carácter nacional. No me pre-
guntéis sobre los efectos de estos trastornos para
siempre lamentables ; apenas se me puede suponer
simple instrumento de los grandes móviles que han
obrado sobre Venezuela. Sin embargo mi vida, mi
conducta, todas mis acciones públicas y privadas están
sujetas a la censura del pueblo. ¡ Representantes ! vos--
otros debéis juzgarlas. Yo someto la historia de mi
mando a vuestra imparcial decisión ; nada añadiré para
excusarla ; ya he dicho cuanto puede hacer mi apolo-
gía. Si merezco vuestra aprobación, habré alcanzado
el sublime título de buen ciudadano, preferible para
mí al de Libertador que me dió Venezuela, al de Paci-
ficador que me dió Cundinamarca, y a los que el mun-
do entero puede dar.
¡Legisladores ! Yo deposito en vuestras manos el
mando supremo de Venezuela. Vuestro es ahora el au-
gusto deber de consagraros a la felicidad de la Repú-
blica : en vuestras manos está la balanza de nuestros
destinos, la medida de nuestra gloria : ellas sellarán los
decretos que fijen nuestra libertad. En este momento el
Jefe Supremo de la República no es más que un sim-
ple ciudadano ; y tal quiere quedar hasta la muerte.
Serviré, sin embargo, en la carrera de las armas
mientras haya enemigos en Venezuela. Multitud de
beneméritos hijos tiene la Patria capaces de dirigirla ;
talentos, virtudes, experiencia y cuanto se requiere
para mandar a hombres libres son el patrimonio de
muchos de los que aquí representan al pueblo ; y fuera
de este Soberano Cuerpo se encuentran ciudadanos
que en todas épocas han mostrado valor para arrostrar
los peligros, prudencia para evitarlos, y el arte en fin
80 BOLÍVAR

de gobernarse y de gobernar a otros. Estos ilustres


varones merecerán sin duda los sufragios del Congreso
y a ellos se encargará del gobierno, que tan cordial y
sinceramente acabo de renunciar para siempre.
La continuación de la autoridad en un mismo indivi-
duo frecuentemente ha sido el término de los gobiernos
democráticos. Las repetidas elecciones son esenciales
en los sistemas populares, porque nada es tan peligroso
como dejar permanecer largo tiempo en un mismo
ciudadano el poder. El pueblo se acostumbra a obede-
cerle, y él se acostumbra a mandarlo ; de donde se ori-
ginan usurpación y tiranía. Un justo celo es la garantía
de la libertad republicana, y nuestros ciudadanos de-
ben temer con sobrada justicia que el mismo magistra-
do que los ha mandado mucho tiempo los mande per-
petuamente.

Ya, pues, que por este acto de mi adhesión a la


libertad de Venezuela puedo aspirar a la gloria de ser
contado entre sus más fieles amantes, permitidme,
Señor, que exponga con la franqueza de un verdadero
republicano mi respetuoso dictamen en este Proyecto
de Constitución que me tomo la libertad de ofreceros
en testimonio de la sinceridad y del candor de mis
sentimientos. Como se trata de la salud de todos, me
atrevo a creer que tengo derecho para ser oído por
los Representantes del Pueblo . Yo sé muy bien que
vuestra sabiduría no ha menester del consejo , y sé
también que mi Proyecto acaso os aparecerá erróneo,
impracticable. Pero, Señor, aceptad con benignidad
este trabajo, que más bien es el tributo de mi sincera
sumisión al Congreso que el efecto de una levedad
presuntuosa. Por otra parte, siendo vuestras funcio-
nes la creación de un cuerpo político y aun se podría
BOLÍVAR 81

decir la creación de una sociedad entera, rodeada de


todos los inconvenientes que presenta una situación
la más singular y difícil, quizás el grito de un ciudada-
no puede advertir la presencia de un peligro encubier-
to o desconocido.
Echando una ojeada sobre lo pasado, veremos cuál
es la base de la República de Venezuela.
Al desprenderse la América de la monarquía espa-
ñola, se ha encontrado semejante al Imperio Romano,
cuando aquella enorme masa cayó dispersa en medio
del antiguo mundo. Cada desmembración formó en-
tonces una nación independiente, conforme a su situa-
ción o a sus intereses ; pero con la diferencia de que
aquellos miembros volvían a restablecer sus primeras
asociaciones. Nosotros ni aun conservamos vestigios
de lo que fué en otro tiempo : no somos europeos, no
somos indios, sino una especie media entre los aborí-
genes y los españoles. Americanos por nacimiento y
europeos por derechos, nos hallamos en el conflicto
de disputar a los naturales los títulos de posesión y de
mantenernos en el país que nos vió nacer, contra la
oposición de los invasores ; así nuestro caso es el más
extraordinario y complicado. Todavía hay más. Nues-
tra suerte ha sido siempre puramente pasiva, nuestra
existencia política ha sido siempre nula y nos hallamos
en tanta más dificultad para alcanzar la libertad, cuan-
to que estábamos colocados en un grado inferior al de
la servidumbre ; porque no solamente se nos había
robado la libertad, sino también la tiranía activa y
doméstica .
Permítaseme explicar esta paradoja . En el régimen
absoluto, el Poder autorizado no admite límites. La
voluntad del déspota es la ley suprema, ejecutada ar-
bitrariamente por los subalternos que participan de la
opresión organizada en razón de la autoridad de que
82 BOLÍVAR

gozan. Ellos están encargados de las funciones civiles,


políticas, militares y religiosas ; pero al fin son persas
los sátrapas de Persia, son turcos los bajaes del Gran
Señor, son tártaros los sultanes de la Tartaria. La
China no envía a buscar mandarines a la cuna de Gen-
giskán, que la conquistó. Por el contrario la América
todo lo recibía de España que realmente la había pri-
vado del goce y ejercicio de la tiranía activa, no per-
mitiéndonos sus funciones en nuestros asuntos domés-
ticos y administración interior. Esta abnegación nos
había puesto en la imposibilidad de conocer el curso
de los negocios públicos . Tampoco gozábamos de la
consideración personal que inspira el brillo del poder
a los ojos de la multitud y que es de tanta importancia
en las grandes revoluciones. Lo diré de una vez, está-
bamos abstraídos, ausentes del universo en cuanto era
relativo a la ciencia del gobierno.

Unido el pueblo americano al triple yugo de la


ignorancia, de la tiranía y del vicio, no hemos podido
adquirir ni saber, ni poder, ni virtud. Discípulos de
tan perniciosos maestros, las lecciones que hemos re-
cibido, y los ejemplos que hemos estudiado, son los
más destructores. Por el engaño se nos ha dominado
más que por la fuerza ; y por el vicio se nos ha degra-
dado más bien que por la superstición .
La esclavitud es la hija de las tinieblas ; un pueblo
ignorante es un instrumento ciego de su propia des-
trucción ; la ambición, la intriga, abusan de la credu-
lidad y de la inexperiencia de hombres ajenos de todo
conocimiento político, económico o civil : adoptan co-
mo realidades las que son puras ilusiones ; toman la
licencia por la libertad, la traición por el patriotismo,
la venganza por la justicia : semejantes a un robusto
BOLÍVAR 83

ciego que, instigado por el sentimiento de sus fuerzas,


marcha con la seguridad del hombre más perspicaz, y
dando en todos los escollos no puede rectificar sus
pasos.
Un pueblo pervertido, si alcanza su libertad , muy
pronto vuelve a perderla ; porque en vano se esforza-
rán en mostrarle que la felicidad consiste en la prác-
tica de la virtud ; que el imperio de las leyes es más
poderoso que el de los tiranos, porque son más in-
flexibles, y todo debe someterse a su benéfico rigor ;
que las buenas costumbres, y no la fuerza, son las
columnas de las leyes ; que el ejercicio de la Justicia
es el ejercicio de la Libertad. Así, legisladores, vuestra
empresa es tanto más ímproba cuanto que tenéis que
constituir a hombres pervertidos por las ilusiones del
error y por incentivos nocivos . La libertad, dice
Rousseau, es un alimento suculento, pero de difícil
digestión. Nuestros débiles conciudadanos tendrán
que robustecer su espíritu mucho antes que logren
digerir el saludable nutritivo de la libertad. Entumidos
sus miembros por las cadenas, debilitada su vista en
las sombras de las mazmorras, y aniquilados por las
pestilencias serviles, ¿ serán capaces de marchar con
pasos firmes hacia el augusto templo de la libertad?
¿ Serán capaces de admirar de cerca sus espléndidos
rayos y respirar sin opresión el éter puro que allí
reina ?
Meditad bien vuestra elección, Legisladores. No
olvidéis que vais a echar los fundamentos de un pue-
blo naciente que podrá elevarse a la grandeza que la
naturaleza le ha señalado, si vosotros proporcionáis
su base al eminente rango que le espera. Si vuestra
elección no está presidida por el genio tutelar de
Venezuela que debe inspirarnos el acierto al escoger
la naturaleza y la forma de gobierno que vais a adop-
84 BOLÍVAR

tar para la felicidad del pueblo, si no acertáis , repito,


la esclavitud será el término de nuestra transformación.
Los anales de los tiempos pasados os presentarán
millares de gobiernos. Traed a la imaginación las na-
ciones que han brillado sobre la tierra, y contempla-
réis afligidos que casi toda la tierra ha sido, y aún
es, víctima de sus gobiernos. Observaréis muchos sis-
temas de manejar hombres, mas todos para oprimirlos ;
y si la costumbre de mirar al género humano conduci-
do por pastores de pueblos no disminuyese el horror
de tan chocante espectáculo, nos pasmaríamos al ver
nuestra dócil especie pacer sobre la superficie del
globo como viles rebaños destinados a alimentar a sus
crueles conductores.
La naturaleza a la verdad nos dota al nacer del
incentivo de la libertad ; mas sea pereza, sea propen-
sión inherente a la humanidad, lo cierto es que ella
reposa tranquila aunque ligada con las trabas que le
imponen. Al contemplarla en este estado de prostitu-
ción, parece que tenemos razón para persuadirnos que
los más de los hombres tienen por verdadera aquella
humillante máxima, que más cuesta mantener el equi-
librio de la libertad que soportar el peso de la tiranía.
¡ Ojalá que esta máxima contraria a la moral de la
naturaleza fuese falsa ! ¡ Ojalá que esta máxima no es-
tuviese sancionada por la indolencia de los hombres
con respecto a sus derechos más sagrados !
Muchas naciones antiguas y modernas han sacudido
la opresión ; pero son rarísimas las que han sabido
gozar de algunos preciosos momentos de libertad ;
muy luego han recaído en sus antiguos vicios políti-
cos : porque son los pueblos más bien que los gobiernos
los que arrastran tras sí la tiranía. El hábito de la
dominación los hace insensibles a los encantos del
honor y de la prosperidad nacional ; y miran con indo-
BOLÍVAR 85

lencia la gloria de vivir en el movimiento de la liber-


tad, bajo la tutela de leyes dictadas por su propia
voluntad. Los fastos del universo proclaman esta es-
pantosa verdad.
Sólo la Democracia, en mi concepto, es susceptible
de una absoluta libertad ; pero ¿cuál es el gobierno
democrático que ha reunido a un tiempo poder, pros-
peridad, y permanencia? ¿Y no se ha visto por el
contrario la aristocracia, la monarquía cimentar gran-
des y poderosos imperios por siglos y siglos ? ¿ Qué
gobierno más antiguo que el de China ? ¿ Qué Repúbli-
ca ha excedido en duración a la de Esparta, a la de
Venecia? ¿El Imperio Romano no conquistó la tierra?
¿No tiene la Francia catorce siglos de monarquía?
¿Quién es más grande que la Inglaterra ? Estas
naciones, sin embargo, han sido o son aristocracias y
monarquías.
A pesar de tan crueles reflexiones, yo me siento
arrebatado de gozo por los grandes pasos que ha dado
nuestra República al entrar en su noble carrera. Aman-
do lo más útil, animada de lo más justo, y aspirando
a lo más perfecto , al separarse Venezuela de la nación
española ha recobrado su independencia, su libertad,
su igualdad, su soberanía nacional. Constituyéndose
en una república democrática , proscribió la monar-
quía, las distinciones, la nobleza , los fueros, los privi-
legios , declaró los derechos del hombre, la libertad
de obrar, de pensar, de hablar y de escribir.
Estos actos eminentemente liberales jamás serán
demasiado admirados por la pureza que los ha dicta-
do. El primer Congreso de Venezuela ha estampado
en los anales de nuestra legislación, con caracteres
indelebles, la majestad del pueblo dignamente expre-
sada, al sellar el acto social más capaz de formar la
dicha de una Nación.
86 BOLÍVAR

Necesito recoger todas mis fuerzas para sentir con


toda la vehemencia de que soy susceptible el supremo
bien que encierra en sí este Código inmortal de nues-
tros derechos , de nuestras leyes. ¡ Pero cómo osaré
decirlo ! ¿me atreveré yo a profanar con mi censura
las tablas sagradas de nuestras leyes ...? Hay senti-
mientos que no se pueden contener en el pecho de un
amante de la Patria ; ellos rebosan, agitados por su
propia violencia, y a pesar del mismo que los abriga,
una fuerza imperiosa los comunica. Estoy penetrado de
la idea de que el Gobierno de Venezuela debe refor-
marse ; y aunque muchos ilustres ciudadanos piensan
como yo, no todos tienen el arrojo necesario para pro-
fesar públicamente la adopción de nuevos principios.
Esta consideración me insta a tomar la iniciativa en
un asunto de la mayor gravedad y en que hay sobrada
audacia en dar avisos a los Consejeros del Pueblo.

Cuanto más admiro la excelencia de la Constitución


Federal de Venezuela, tanto más me persuado de la
imposibilidad de su aplicación a nuestro Estado. Y
según mi modo de ver es un prodigio que su modelo en
el Norte de América subsista tan prósperamente y no
se trastorne al aspecto del primer embarazo o peligro.
A pesar de que aquel pueblo es un modelo singular de
virtudes políticas y de ilustración moral ; no obstante
que la libertad ha sido su cuna, se ha criado en la li-
bertad, y se alimenta de pura libertad : lo diré todo ,
aunque bajo de muchos respectos este pueblo es único
en la historia del género humano, es un prodigio, repito,
que un sistema tan débil y complicado como el federal
haya podido regirlo en circunstancias tan difíciles y de-
licadas como las pasadas. Pero sea lo que fuere de este
gobierno con respecto a la Nación Americana, debo
BOLÍVAR 87

decir que ni remotamente ha entrado en mi idea asimi-


lar la situación y naturaleza de dos Estados tan dis-
tintos como el Inglés Americano y el Américano
Español. ¿ No sería muy difícil aplicar a España el
código de libertad política, civil y religiosa de Ingla-
terra ? Pues aun es más difícil adaptar en Venezuela
las leyes del Norte de América. ¿ No dice El espíritu
de las leyes que éstas deben ser propias para el pueblo
que se hacen? ¿ que es una gran casualidad que las
de una nación puedan convenir a otra? ¿ que las leyes
deben ser relativas a lo físico del país, al clima, a la
calidad del terreno, a su situación, a su extensión, al
género de vida de los pueblos ? ¿ referirse al grado de
libertad que la Constitución puede sufrir, a la religión
de los habitantes, a sus inclinaciones, a sus riquezas, a
su número , a su comercio, a sus costumbres, a sus mo-
dales ? ¡ He aquí el código que debíamos consultar, y
no el de Washington !
La Constitución venezolana, sin embargo de haber
tomado sus bases de la más perfecta, si se atiende a la
corrección de los principios y a los efectos benéficos
de su administración, difirió esencialmente de la ame-
ricana en un punto cardinal, y sin duda el más impor-
tante. El Congreso de Venezuela como el Americano
participa de algunas de las atribuciones del Poder
Ejecutivo. Nosotros además subdividimos este Poder
habiéndolo cometido a un cuerpo colectivo, sujeto por
consiguiente a los inconvenientes de hacer periódica
la existencia del Gobierno, de suspenderla y disolverla
siempre que se separen sus miembros. Nuestro triun-
virato carece, por decirlo así, de unidad, de continua-
ción, y de responsabilidad individual ; está privado de
acción momentánea, de vida continua, de uniformidad
real, de responsabilidad inmediata, y un gobierno que
88 BOLÍVAR

no posee cuanto constituye su moralidad debe llamarse


nulo.
Aunque las facultades del Presidente de los Estados
Unidos están limitadas con restricciones excesivas,
ejerce por sí solo todas las funciones gubernativas que
la Constitución le atribuye, y es indubitable que su
administración debe ser más uniforme, constante y
verdaderamente propia que la de un poder diseminado
entre varios individuos cuyo compuesto no puede ser
menos que monstruoso.
El Poder Judiciario en Venezuela es semejante al
Americano, indefinido en duración, temporal y no
vitalicio ; goza de toda la independencia que le corres-
ponde.
El primer Congreso en su Constitución Federal más
consultó el espíritu de las Provincias que la idea sólida
de formar una República indivisible y central. Aquí
cedieron nuestros legisladores al empeño inconsiderado
de aquellos provinciales seducidos por el deslumbran-
te brillo de la felicidad del pueblo norteamericano ,
pensando que las bendiciones de que goza son debidas
exclusivamente a la forma de gobierno y no al carácter
y costumbre de los ciudadanos. Y en efecto, el ejem-
plo de los Estados Unidos por su peregrina prosperi-
dad era demasiado lisonjero para que no fuese segui-
do. ¿Quién puede resistir al atractivo victorioso del
goce pleno y absoluto de la soberanía, de la indepen-
dencia, de la libertad ? ¿ Quién puede resistir al amor
que inspira un gobierno inteligente que liga a un mis-
mo tiempo los derechos particulares a los derechos
generales ; que forma de la voluntad común la ley
suprema de la voluntad individual? ¿ Quién puede
resistir al imperio de un gobierno bienhechor que con
una mano hábil, activa y poderosa dirige siempre, y
en todas partes, todos sus resortes hacia la perfección
BOLÍVAR 89

social, que es el fin único de las instituciones hu-


manas?
Mas por halagüeño que parezca y sea en efecto este
magnífico sistema federativo, no era dado a los vene-
zolanos gozarlo repentinamente al salir de las cadenas.
No estábamos preparados para tanto bien ; el bien,
como el mal, da la muerte cuando es súbito y
excesivo. Nuestra constitución moral no tenía todavía
la consistencia necesaria para recibir el beneficio de
un gobierno completamente representativo, y tan su-
blime cuanto que podía ser adaptado a una república
de santos.

¡ Representantes del pueblo ! Vosotros estáis llamados


para consagrar o suprimir cuanto os parezca digno de
ser conservado, reformado o desechado en nuestro pac-
to social. A vosotros pertenece el corregir la obra de
nuestros primeros legisladores ; yo querría decir que a
vosotros toca cubrir una parte de la belleza que con-
tiene nuestro Código político ; porque no todos los
corazones están formados para amar a todas las bel-
dades ; ni todos los ojos son capaces de soportar la
luz celestial de la perfección. El libro de los Apóstoles ,
la moral de Jesús, la obra divina que nos ha enviado
la Providencia para mejorar a los hombres, tan su-
blime, tan santa, es un diluvio de fuego en Constan-
tinopla, y el Asia entera ardería en vivas llamas si
este libro de paz se le impusiese repentinamente por
código de religión, de leyes y de costumbres.
Séame permitido llamar la atención del Congreso
sobre una materia que puede ser de una importancia
vital. Tengamos presente que nuestro pueblo no es el
europeo, ni el americano del norte, que más bien es
un compuesto de África y de América que una emana-
90 BOLÍVAR

ción de la Europa ; pues que hasta la España misma


deja de ser europea por su sangre africana (árabe )
por sus instituciones y por su carácter. Es imposible
asignar con propiedad a qué familia humana pertene-
cemos. La mayor parte del indígena se ha aniquilado ;
el europeo se ha mezclado con el indio y con el
africano. Nacidos todos del seno de una misma madre,
nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son
extranjeros, y todos difieren visiblemente en la epider-
mis ; esta desemejanza trae un reato de la mayor
trascendencia.
Los ciudadanos de Venezuela gozan todos por la
Constitución, intérprete de la naturaleza, de una per-
fecta igualdad política. Cuando esta igualdad no hu-
biese sido un dogma en Atenas, en Francia y en
América, deberíamos nosotros consagrarlo para corre-
gir la diferencia que aparentemente existe. Mi opinión
es, legisladores, que el principio fundamental de nues-
tro sistema depende inmediata y exclusivamente de la
igualdad establecida y practicada en Venezuela. Que
los hombres nacen todos con derechos iguales a los
bienes de la sociedad, está sancionado por la plurali-
dad de los sabios ; como también lo está que no todos
los hombres nacen igualmente aptos a la obtención de
todos los rangos ; pues todos deben practicar la virtud,
y no todos la practican ; todos deben ser valerosos, y
no todos lo son, todos deben poseer talento y no todos
lo poseen. De aquí viene la distinción efectiva que se
observa entre los individuos de la sociedad más libe-
ralmente establecida. Si el principio de la igualdad
política es generalmente reconocido, no lo es menos
el de la desigualdad física y moral. La naturaleza hace
a los hombres desiguales, en genio, temperamento ,
fuerzas y caracteres. Las leyes corrigen esta diferencia
porque colocan al individuo en la sociedad para que
BOLÍVAR 91

la educación, la industria, las artes, los servicios , las


virtudes, le den una igualdad ficticia, propiamente
llamada política y social. Es una inspiración eminen-
temente benéfica la reunión de todas las clases en un
Estado en que la diversidad se multiplica en razón de
la propagación de la especie. Por este solo paso se ha
arrancado de raíz la cruel discordia. ¡ Cuántos celos ,
rivalidades y odios se han evitado !

Habiendo ya cumplido con la justicia, con la huma-


nidad, cumplamos ahora con la política, con la socie-
dad, allanando las dificultades que opone un sistema
tan sencillo y natural, mas tan débil que el menor
tropiezo lo trastorna, lo arruina. La diversidad de
origen requiere un pulso infinitamente firme, un tacto
infinitamente delicado para manejar esta sociedad he-
terogénea cuyo complicado artificio se disloca, se divi-
de, se disuelve con la más ligera alteración.
El sistema de gobierno más perfecto es aquel que
produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma
de seguridad social y mayor suma de estabilidad po-
lítica.
Por las leyes que dictó el primer Congreso tenemos
derecho de esperar que la dicha sea el lote de Vene-
zuela ; y por las vuestras, debemos lisonjearnos que la
seguridad y la estabilidad eternizarán esta dicha. A
vosotros toca resolver el problema. ¿ Cómo después de
haber roto todas las trabas de nuestra antigua opre-
sión podemos hacer la obra maravillosa de evitar que
los restos de nuestros duros hierros no se cambien en
armas liberticidas ? Las reliquias de la dominación
española permanecerán largo tiempo antes que llegue-
mos a anonadarlas : el contagio del despotismo ha im-
pregnado nuestra atmósfera, y ni el fuego de la guerra
92 BOLÍVAR

ni el específico de nuestras saludables leyes han puri-


ficado el aire que respiramos. Nuestras manos están
libres, y todavía nuestros corazones padecen de las
dolencias de la servidumbre. El hombre, al perder la
libertad, decía Homero, pierde la mitad de su espíritu.

Un Gobierno Republicano ha sido, es, y debe ser el


de Venezuela ; sus bases deben ser la soberanía del
pueblo : la división de los poderes, la libertad civil, la
proscripción de la esclavitud, la abolición de la mo-
narquía y de los privilegios.
Necesitamos de la igualdad para refundir, digámos-
lo así, en un todo, la especie de los hombres, las
opiniones políticas, y las costumbres públicas. Luego,
extendiendo la vista sobre el vasto campo que nos
falta por recorrer, fijemos la atención sobre los peli-
gros que debemos evitar. Que la historia nos sirva de
guía en esta carrera .
Atenas la primera nos da el ejemplo más brillante
de una Democracia absoluta, y al instante, la misma
Atenas nos ofrece el ejemplo más melancólico de la
extrema debilidad de esta especie de gobierno. El más
sabio legislador de Grecia no vió conservar su Repú-
blica diez años, y sufrió la humillación de reconocer
la insuficiencia de la Democracia absoluta, para regir
ninguna especie de sociedad, ni aun la más culta,
morígera y limitada, porque sólo brilla con relámpa-
gos de libertad. Reconozcamos , pues, que Solón ha
desengañado al mundo ; y le ha enseñado cuán difícil
es dirigir por simples leyes a los hombres.
La República de Esparta, que parecía una invención
quimérica, produjo más efectos reales que la obra inge-
niosa de Solón. Gloria, virtud, moral, y por consiguien-
te la felicidad nacional, fué el resultado de la legisla-
BOLÍVAR 93

ción de Licurgo. Aunque dos Reyes en un Estado son


dos monstruos para devorarlo, Esparta poco tuvo que
sentir de su doble trono : en tanto que Atenas se pro-
metía la suerte más espléndida, con una soberanía
absoluta, libre elección de magistrados, frecuentemente
renovados, leyes suaves, sabias y políticas. Pisístrato,
usurpador y tirano fué más saludable a Atenas que
sus leyes ; y Pericles, aunque también usurpador, fué
el más útil ciudadano. La República de Tebas no tuvo
más vida que la de Pelópidas y Epaminondas ; porque
a veces son los hombres, no los principios, los que for-
man los gobiernos. Los códigos, los sistemas, los esta-
tutos por sabios que sean son obras muertas que influ-
yen sobre las sociedades : ¡ hombres virtuosos, hombres
patriotas, hombres ilustrados constituyen las Repú-
blicas !
La constitución romana es la que mayor poder y
fortuna ha producido a ningún pueblo del mundo ;
allí no había una exacta distribución de los poderes.
Los cónsules, el senado, el pueblo, ya eran legisladores,
ya magistrados, ya jueces ; todos participaban de todos
los poderes. El ejecutivo, compuesto de los cónsules,
padecía el mismo inconveniente que el de Esparta. A
pesar de su deformidad no sufrió la República la desas-
trosa discordancia que toda previsión habría supuesto
inseparable de una magistratura compuesta de dos in-
dividuos, igualmente autorizados con las facultades de
un monarca. Un gobierno cuya única inclinación era
la conquista no parecía destinado a cimentar la felici-
dad de su nación. Un gobierno monstruoso y puramente
guerrero elevó a Roma al más alto esplendor de virtud
y de gloria ; y formó de la tierra un dominio romano
para mostrar a los hombres de cuánto son capaces las
virtudes políticas, y cuán indiferentes suelen ser las
instituciones.
94 BOLÍVAR

Y pasando de los tiempos antiguos a los modernos


encontraremos la Inglaterra y la Francia, llamando la
atención de todas las naciones, y dándoles lecciones
elocuentes de todas especies en materias de gobierno.
La revolución de estos dos grandes pueblos como un
radiante meteoro ha inundado al mundo con tal pro-
fusión de luces políticas, que ya todos los seres que
piensan han aprendido cuáles son los derechos del
hombre y cuáles sus deberes ; en qué consiste la exce-
lencia de los gobiernos y en qué consisten sus vicios.
Todos saben apreciar el valor intrínseco de las teorías
especulativas de los filósofos y legisladores modernos.
En fin, este astro, en su luminosa carrera, aun ha
encendido los pechos de los apáticos españoles, que
también se han lanzado en el torbellino político ; han
hecho sus efímeras pruebas de libertad, han reconocido
su incapacidad para vivir bajo el dulce dominio de las
leyes y han vuelto a sepultarse en sus prisiones y ho-
gueras inmemoriales.
Aquí es el lugar de repetiros, legisladores, lo que os
dice el elocuente Volney en la dedicatoria de las Rui-
nas de Palmira: "A los pueblos nacientes de las Indias
castellanas, a los jefes generosos que los guían a la li-
bertad : que los errores e infortunios del mundo antiguo99
enseñen la sabiduría y la felicidad al mundo nuevo.
Que no se pierdan, pues, las lecciones de la experiencia ;
y que las escuelas de Grecia, de Roma, de Francia, de
Inglaterra y de América nos instruyan en la difícil
ciencia de crear y conservar las naciones con leyes
propias, justas, legítimas, y sobre todo útiles. No olvi-
dando jamás que la excelencia de un gobierno no
consiste en su teórica, en su forma, ni en su mecanismo ,
sino en ser apropiado a la naturaleza y al carácter de
la nación para quien se instituye.
Roma y la Gran Bretaña son las naciones que más
BOLÍVAR 95

han sobresalido entre las antiguas y modernas ; ambas


nacieron para mandar y ser libres ; pero ambas se
constituyeron no con brillantes formas de libertad,
sino con establecimientos sólidos.
Así, pues, os recomiendo, representantes, el estudio
de la constitución británica que es la que parece des-
tinada a operar el mayor bien posible a los pueblos
que la adopten ; pero por perfecta que sea, estoy muy
lejos de proponeros su imitación servil. Cuando hablo
del gobierno británico sólo me refiero a lo que tiene
de republicano, y a la verdad ¿ puede llamarse pura
monarquía un sistema en el cual se reconoce la sobera-
nía popular, la división y el equilibrio de los poderes,
la libertad civil, de conciencia, de imprenta, y cuanto
es sublime en la política ? ¿ Puede haber más libertad
en ninguna especie de república? ¿ y puede pretenderse
a más en el orden social? Yo os recomiendo esta cons-
titución como la más digna de servir de modelo a cuan-
tos aspiran al goce de los derechos del hombre y a
toda la felicidad política que es compatible con nuestra
frágil naturaleza.

En nada alteraríamos nuestras leyes fundamentales,


si adoptásemos un poder legislativo semejante al par-
lamento británico. Hemos dividido como los america-
nos la representación nacional en dos cámaras : la de
Representantes y el Senado. La primera está compuesta
muy sabiamente, goza de todas las atribuciones que le
corresponden, y no es susceptible de una reforma esen-
cial, porque la constitución le ha dado el origen, la
forma y las facultades que requiere la voluntad del
pueblo para ser legítima y competentemente represen-
tada. Si el senado en lugar de ser electivo fuese heredi-
tario, sería en mi concepto la base, el lazo, el alma de
96 BOLÍVAR

nuestra República. Este cuerpo en las tempestades


políticas pararía los rayos del gobierno y rechazaría
las olas populares. Adicto al gobierno por el justo inte-
rés de su propia conservación, se opondría siempre a
las invasiones que el pueblo intenta contra la jurisdic-
ción y la autoridad de sus magistrados. Debemos
confesarlo : los más de los hombres desconocen sus
verdaderos intereses, y constantemente procuran asal-
tarlos en las manos de sus depositarios : el individuo
pugna contra la masa, y la masa contra la autoridad.
Por tanto, es preciso que en todos los gobiernos exista
un cuerpo neutro que se ponga siempre de parte del
ofendido y desarme al ofensor. Este cuerpo neutro,
para que pueda ser tal, no ha de deber su origen a la
elección del gobierno, ni a la del pueblo ; de modo
que goce de una plenitud de independencia que ni tema,
ni espere nada de estas dos fuentes de autoridad. El
senado hereditario como parte del pueblo participa de
sus intereses, de sus sentimientos, y de su espíritu.
Por esta causa no se debe presumir que un senado here-
ditario se desprenda de los intereses populares, ni olvide
sus deberes legislativos. Los senadores en Roma y los
lores en Londres han sido las columnas más firmes
sobre las que se ha fundado el edificio de la libertad
política y civil.
Estos senadores serán elegidos la primera vez por el
Congreso. Los sucesores al senado llaman la primera
atención del Gobierno, que debería educarlos en un
colegio especialmente destinado para instruir aquellos
tutores, legisladores futuros de la Patria. Aprenderían
las artes, las ciencias y las letras que adornan el espí-
ritu de un hombre público : desde su infancia ellos
sabrían a qué carrera la providencia los destinaba, y
desde muy tiernos elevarían su alma a la dignidad
que los espera.
BOLÍVAR 97

De ningún modo sería una violación de la igualdad


política la creación de un senado hereditario ; no es
una nobleza la que pretendo establecer, porque, como
ha dicho un célebre republicano, sería destruir a la vez
la Igualdad y la Libertad. Es un oficio para el cual se
deben preparar los candidatos, y es un oficio que exige
mucho saber, y los medios proporcionados para adqui-
rir su instrucción. Todo no se debe dejar al acaso y a la
ventura en las elecciones : el pueblo se engaña más
fácilmente que la naturaleza perfeccionada por el arte ;
y aunque es verdad que estos senadores no saldrían del
seno de las virtudes, también es verdad que saldrían
del seno de una educación ilustrada. Por otra parte los
libertadores de Venezuela son acreedores a ocupar
siempre un alto rango en la República que les debe su
existencia. Creo que la posteridad vería con sentimien-
to anonadados los nombres ilustres de sus primeros
bienhechores ; digo más : es del interés público, es de la
gratitud de Venezuela, es del honor nacional, conservar
con gloria hasta la última posteridad una raza de hom-
bres virtuosos, prudentes y esforzados que superando
todos los obstáculos han fundado la República a costa
de los más heroicos sacrificios. Y si el pueblo de Ve-
nezuela no aplaude la elevación de sus bienhechores, es
indigno de ser libre, y no lo será jamás.
Un senado hereditario, repito , será la base funda-
mental del poder legislativo, y por consiguiente será
la base de todo el gobierno. Igualmente servirá de
contrapeso para el gobierno y para el pueblo : será una
potestad intermedia que embote los tiros que recíproca-
mente se lanzan estos eternos rivales. En todas las
luchas la calma de un tercero viene a ser el órgano
de la reconciliación, así el senado de Venezuela será
la traba de este edificio delicado y harto susceptible
de impresiones violentas : será el iris que calmará las
98 BOLÍVAR

tempestades y mantendrá la armonía entre los miem-


bros y la cabeza de este cuerpo político.
Ningún estímulo podrá adulterar un cuerpo legisla-
tivo investido de los primeros honores, dependiente de
sí mismo sin temer nada del pueblo ni esperar nada
del gobierno : que no tiene otro objeto que el de repri-
mir todo principio de mal y propagar todo principio de
bien ; y que está altamente interesado en la existencia
de una sociedad en la cual participa de sus efectos fu-
nestos o favorables. Se ha dicho con demasiada razón
que la cámara alta de Inglaterra es preciosa para la
nación porque ofrece un baluarte a la libertad ; y yo
añado que el senado de Venezuela , no sólo sería un
baluarte de la libertad, sino un apoyo para eternizar la
República.
El poder ejecutivo británico está revestido de toda
la autoridad soberana que le pertenece ; pero también
está circunvalado de una triple línea de diques, barre-
ras y estacadas. Es jefe del gobierno, pero sus minis-
tros y subalternos dependen más de las leyes que de su
autoridad, porque son personalmente responsables , y ni
aun las mismas órdenes de la autoridad real los exime
de esta responsabilidad. Es generalísimo del ejército y
de la marina ; hace la paz y declara la guerra ; pero el
Parlamento es el que decreta anualmente las sumas con
que deben pagarse estas fuerzas militares. Si los tribu-
nales y jueces dependen de él, las leyes emanan del
Parlamento que las ha consagrado.
Con el objeto de neutralizar su poder, es inviolable
y sagrada la persona del Rey : y al mismo tiempo que
le dejan libre la cabeza le ligan las manos con que
debe obrar. El Soberano de Inglaterra tiene tres formi-
dables rivales : su gabinete que debe responder al pue-
blo y al Parlamento ; el senado que defiende los inte-
reses del pueblo como representante de la nobleza de
BOLÍVAR 99

que se compone ; y la cámara de los comunes que sirve


de órgano y de tribuna al pueblo británico.
Además, como los jueces son responsables del cum-
plimiento de las leyes, no se separan de ellas ; y los
administradores del erario, siendo perseguidos no sola-
mente por sus propias infracciones, sino aun por las
que hace el mismo Gobierno, se guardan bien de mal-
versar los fondos públicos . Por más que se examine la
naturaleza del poder ejecutivo en Inglaterra, no se pue-
de hallar nada que no incline a juzgar que es el más
perfecto modelo, sea para un reino, sea para una aris-
tocracia, sea para una democracia. Aplíquese a Vene-
zuela este poder ejecutivo en la persona de un presiden-
te nombrado por el pueblo o por sus representantes, y
habremos dado un gran paso hacia la felicidad
nacional.

Cualquiera que sea el ciudadano que llene estas fun-


ciones, se encontrará auxiliado por la constitución :
autorizado para hacer bien, no podrá hacer mal, por-
que siempre que se someta a las leyes sus ministros
cooperarán con él : si por el contrario pretende infrin-
girlas, sus propios ministros lo dejarán aislado en
medio de la República, y aun lo acusarán delante del
senado. Siendo los ministros los responsables de las
transgresiones que se cometan, ellos son los que gobier-
nan, porque ellos son los que las pagan. No es la menor
ventaja de este sistema la obligación en que pone a
los funcionarios inmediatos al poder ejecutivo de to-
mar la parte más interesada y activa en las delibera-
ciones del gobierno, y a mirar como propio este depar-
tamento. Puede suceder que no sea el presidente un
hombre de grandes talentos, ni de grandes virtudes, y
no obstante la carencia de estas cualidades esenciales
100 BOLÍVAR

el presidente desempeñará sus deberes de un modo


satisfactorio ; pues en tales casos el ministerio, hacien-
do todo por sí mismo, lleva la carga del Estado.
Por exorbitante que parezca la autoridad del poder
ejecutivo de Inglaterra, quizás no es excesiva en la
República de Venezuela . Aquí el Congreso ha ligado
las manos y hasta la cabeza a los magistrados . Este
cuerpo deliberante ha asumido una parte de las fun-
ciones ejecutivas contra la máxima de Montesquieu
que dice que un cuerpo representante no debe tomar
ninguna resolución activa : debe hacer leyes, y ver si se
ejecutan las que hace. Nada es tan contrario a la ar-
monía entre los poderes como su mezcla. Nada es tan
peligroso con respecto al pueblo como la debilidad del
ejecutivo y si en un reino se ha juzgado necesario con-
cederle tantas facultades, en una república son éstas
infinitamente más indispensables.

Fijemos nuestra atención sobre esta diferencia, y


hallaremos que el equilibrio de los poderes debe distri-
buirse de dos modos. En las repúblicas el ejecutivo
debe ser el más fuerte, porque todo conspira contra él ;
en tanto que en las monarquías el más fuerte debe ser
el legislativo, porque todo conspira en favor del mo-
narca. La veneración que profesan los pueblos a la
magistratura real es un prestigio, que influye podero-
samente a aumentar el respeto supersticioso que se tri-
buta a esta autoridad. El esplendor del trono , de la
corona, de la púrpura ; el apoyo formidable que le
presta la nobleza ; las inmensas riquezas que genera-
ciones enteras acumulan en una misma dinastía ; la
protección fraternal que recíprocamente reciben todos
los reyes, son ventajas muy considerables que militan
en favor de la autoridad real, y la hacen casi ilimitada.
BOLÍVAR 101

Estas mismas ventajas son, por consiguiente, las que


deben confirmar la necesidad de atribuir a un magis-
trado republicano una suma mayor de autoridad que
la que posee un príncipe constitucional.
Un magistrado republicano es un individuo aislado
en medio de una sociedad ; encargado de contener el
ímpetu del pueblo hacia la licencia, la propensión de
los jueces y administradores hacia el abuso de las leyes.
Está sujeto inmediatamente al cuerpo legislativo, al
senado, al pueblo : es un hombre solo resistiendo el
ataque combinado de las opiniones, de los intereses, y
de las pasiones del estado social, que, como dice Carnot,
no hace más que luchar continuamente entre el deseo
de dominar y el deseo de sustraerse a la dominación.
Es, en fin, un atleta lanzado contra otra multitud de
atletas .
Sólo puede servir de correctivo a esta debilidad el
vigor bien cimentado y más bien proporcionado a la
resistencia que necesariamente le oponen el poder eje-
cutivo, el legislativo, el judiciario, y el pueblo de una
república. Si no se ponen al alcance del ejecutivo todos
los medios que una justa atribución le señala, cae inevi-
tablemente en la nulidad o en su propio abuso ; quiero
decir, en la muerte del gobierno, cuyos herederos son
la anarquía, la usurpación y la tiranía. Se quiere con-
tener la autoridad ejecutiva con restricciones y trabas ;
nada es más justo ; pero que se advierta que los lazos
que se pretenden conservar se fortifican sí, mas no se
estrechan.
Que se fortifique, pues, todo el sistema del gobierno,
y que el equilibrio se establezca de modo que no se
pierda, y de modo que no sea su propia delicadeza una
causa de decadencia. Por lo mismo que ninguna forma
de gobierno es tan débil como la democrática, su
estructura debe ser de la mayor solidez ; y sus insti-
102 BOLÍVAR

tuciones consultarse para la estabilidad. Si no es así,


contemos con que se establece un ensayo de gobierno,
y no un sistema permanente : contemos con una socie-
dad díscola, tumultuaria y anárquica y no con un
establecimiento social donde tengan su imperio la fe-
licidad, la paz y la justicia.
No seamos presuntuosos, legisladores ; seamos mo-
derados en nuestras pretensiones. No es probable con-
seguir lo que no ha logrado el género humano : lo que
no han alcanzado las más grandes y sabias naciones.
La libertad indefinida, la Democracia absoluta , son los
escollos a donde han ido a estrellarse todas las espe-
ranzas republicanas. Echad una mirada sobre las Re-
públicas antiguas, sobre las Repúblicas modernas, sobre
las Repúblicas nacientes ; casi todas han pretendido
establecerse absolutamente democráticas, y a casi todas
se les han frustrado sus justas aspiraciones . Son lauda-
bles ciertamente hombres que anhelan por instituciones
legítimas y por una perfección social ; pero ¿ quién ha
dicho a los hombres que ya poseen toda la sabiduría,
que ya practican toda la virtud, que exigen imperiosa-
mente la liga del poder con la justicia ? ¡ Ángeles, no
hombres, pueden únicamente existir libres, tranquilos y
dichosos, ejerciendo todos la potestad soberana !

Ya disfruta el pueblo de Venezuela de los derechos


que legítima y fácilmente puede gozar ; moderemos
ahora el ímpetu de las pretensiones excesivas que quizás
le suscitaría la forma de un gobierno incompetente
para él. Abandonemos las formas federales que no nos
convienen : abandonemos el triunvirato del poder ejecu.
tivo ; y, concentrándolo en un presidente, confiémosle
la autoridad suficiente para que logre mantenerse lu-
chando contra los inconvenientes anexos a nuestra re-
BOLÍVAR 103

ciente situación, al estado de guerra que sufrimos, y


a la especie de los enemigos externos y domésticos con-
tra quienes tendremos largo tiempo que combatir. Que
el poder legislativo se desprende de las atribuciones que
corresponden al ejecutivo y adquiere no obstante nue-
va consistencia, nueva influencia en el equilibrio de
las autoridades. Que los tribunales sean reforzados por
la estabilidad y la independencia de los jueces ; por el
establecimiento de jurados ; de códigos civiles y cri-
minales que no sean dictados por la antigüedad , ni por
reyes conquistadores, sino por la voz de la naturaleza,
por el grito de la justicia, y por el genio de la sa-
biduría.
Mi deseo es que todas las partes del gobierno y
administración, adquieran el grado de vigor que única-
mente puede mantener el equilibrio, no sólo entre los
miembros que componen el Gobierno, sino entre las
diferentes fracciones de que se compone nuestra so-
ciedad. Nada importaría que los resortes de un sistema
político se relajasen por su debilidad , si esta relajación
no arrastrase consigo la disolución del cuerpo social
y la ruina de los asociados. Los gritos del género hu-
mano en los campos de batalla o en los campos tumul-
tuarios claman al cielo contra los inconsiderados y
ciegos legisladores que han pensado que se pueden
hacer impunemente ensayos de quiméricas institucio-
nes . Todos los pueblos del mundo han pretendido la
libertad ; los unos por las armas, los otros por las
leyes, pasando alternativamente de la anarquía al des-
potismo o del despotismo a la anarquía ; muy pocos
son los que se han contentado con pretensiones mode-
radas, constituyéndose de un modo conforme a sus me-
dios, a su espíritu, y a sus circunstancias.
No aspiremos a lo imposible, no sea que por elevar-
nos sobre la región de la libertad descendamos a la
104 BOLÍVAR

región de la tiranía. De la libertad absoluta se des-


ciende siempre al poder absoluto, y el medio entre
estos dos términos es la suprema libertad social. Teo-
rías abstractas son las que producen la perniciosa idea
de una libertad ilimitada. Hagamos que la fuerza pú-
blica se contenga en los límites que la razón y el
interés prescriben : que la voluntad nacional se con-
tenga en los límites que un justo poder señala : que
una legislación civil y criminal análoga a nuestra ac-
tual constitución domine imperiosamente sobre el poder
judiciario, y entonces habrá un equilibrio, y no habrá
el choque que embaraza la marcha del Estado, y no
habrá esa complicación que traba en vez de ligar la
sociedad.
Para formar un gobierno estable se requiere la base
de un espíritu nacional que tenga por objeto una incli-
nación uniforme hacia dos puntos capitales : moderar
la voluntad general y limitar la autoridad pública.
Los términos que fijan teóricamente estos dos puntos
son de una difícil asignación ; pero se puede concebir
que la regla que debe dirigirlos es la restricción y la
concentración recíproca a fin de que haya la menor
frotación posible entre la voluntad y el poder ejecutivo.
Esta ciencia se adquiere insensiblemente por la prác-
tica y por el estudio. El progreso de las luces es el que
ensancha el progreso de la práctica, y la rectitud del
espíritu es la que ensancha el progreso de las luces.
El amor a la Patria, el amor a las leyes, el amor a
los magistrados , son las nobles pasiones que deben
absorber exclusivamente el alma de un republicano.
Los venezolanos aman la Patria, pero no aman sus le-
yes ; porque éstas han sido nocivas, y eran la fuente del
mal. Tampoco han podido amar a sus magistrados,
porque eran inicuos, y los nuevos apenas son conocidos
en la carrera en que han entrado . Si no hay un res-
BOLÍVAR 105

peto sagrado por la Patria, por las Leyes y por las


autoridades, la sociedad es una confusión, un abismo ;
es un conflicto singular de hombre a hombre, de cuer-
po a cuerpо.
Para sacar de este caos nuestra naciente República,
todas nuestras facultades morales no serán bastantes,
si no fundimos la masa del pueblo en un todo ; la com-
posición del gobierno en un todo ; la legislación en
un todo ; y el espíritu nacional en un todo. Unidad,
Unidad, Unidad, debe ser nuestra divisa. La sangre
de nuestros ciudadanos es diferente : mezclémosla para
unirla ; nuestra constitución ha decidido los poderes :
enlacémoslos para unirlos ; nuestras leyes son funestas
reliquias de todos los despotismos antiguos y modernos :
que este edificio monstruoso se derribe, caiga y apar-
tando hasta sus ruinas elevemos un Templo a la Jus-
ticia ; y bajo los auspicios de su santa inspiración,
dictemos un Código de Leyes Venezolanas. Si quere-
mos consultar monumentos y modelos de legislación ,
la Gran Bretaña, la Francia, la América Septentrional
los ofrecen admirables.

La educación popular debe ser el cuidado primogé-


nito del amor paternal del Congreso . Moral y luces
son los polos de una República, moral y luces son
nuestras primeras necesidades. Tomemos de Atenas su
Areópago, y los guardianes de las costumbres y de las
leyes ; tomemos de Roma sus censores y sus tribunales
domésticos ; y haciendo una santa alianza de estas ins-
tituciones morales, renovemos en el mundo la idea de
un pueblo que no se contenta con ser libre y fuerte,
pero que quiere ser virtuoso. Tomemos de Esparta
sus austeros establecimientos, y formando de estos tres
manantiales una fuente de virtud, demos a nuestra
106 BOLÍVAR

República una cuarta potestad cuyo dominio sea la


infancia y el corazón de los hombres, el espíritu pú-
blico, las buenas costumbres, y la moral republicana.
Constituyamos este Areópago para que vele sobre la
educación de los niños, sobre la instrucción nacional ;
para que purifique lo que se haya corrompido en la Re-
pública ; que acuse la ingratitud, el egoísmo, la frialdad
del amor a la Patria, el ocio, la negligencia de los ciu-
dadanos ; que juzgue de los principios de corrupción,
de los ejemplos perniciosos, debiendo corregir las cos-
tumbres con penas morales, como las leyes castigan los
delitos con penas aflictivas, y no solamente lo que
choca contra ellas, sino lo que las burla ; no solamen-
te lo que las ataca, sino lo que las debilita ; no sola-
mente lo que viola la Constitución sino lo que viola el
respeto público.
La jurisdicción de este tribunal verdaderamente san-
to deberá ser efectiva con respecto a la educación y
a la instrucción, y de opinión solamente en las penas y
castigos. Pero sus anales o registros donde se consiguen
sus actas y deliberaciones, los principios morales y las
acciones de los ciudadanos, serán los libros de la vir-
tud y del vicio. Libros que consultará el pueblo para
sus elecciones, los magistrados para sus resoluciones,
y los jueces para sus juicios. Una institución semejan-
te, por más que parezca quimérica, es infinitamente
más realizable que otras que algunos legisladores anti-
guos y modernos han establecido con menos utilidad
del género humano.

¡ Legisladores ! Por el proyecto de Constitución que


reverentemente someto a vuestra sabiduría, observaréis
el espíritu que lo ha dictado. Al proponeros la división
de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido
BOLÍVAR 107

excitar la prosperidad nacional por las dos más gran-


des palancas de la industria : el trabajo y el saber.
Estimulando estos dos poderosos resortes de la socie-
dad, se alcanza lo más difícil entre los hombres :
hacerlos honrados y felices. Poniendo restricciones
justas y prudentes en las asambleas primarias y elec-
torales, ponemos el primer dique a la licencia popular ,
evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en
todos tiempos ha imprimido el desacierto en las elec-
ciones y ha ligado por consiguiente el desacierto a los
magistrados y a la marcha del gobierno ; pues este acto
primordial es el acto generativo de la libertad o de la
esclavitud de un pueblo.
Aumentando en la balanza de los poderes el peso del
Congreso por el número de los legisladores y por la
naturaleza del Senado, he procurado darle una base
fija a este primer cuerpo de la Nación, y revestirlo
de una consideración importantísima para el éxito de
sus funciones soberanas.
Separando con límites bien señalados la jurisdicción
ejecutiva, de la jurisdicción legislativa, no me he pro-
puesto dividir sino enlazar con los vínculos de la ar-
monía que nace de la independencia, estas potestades
supremas cuyo choque prolongado jamás ha dejado de
aterrar a uno de los contendientes.
Cuando deseo atribuir al Ejecutivo una suma de
facultades superior a la que antes gozaba, no he de-
seado autorizar un déspota para que tiranice la Re-
pública, sino impedir que el despotismo deliberante no
sea la causa inmediata de un círculo de vicisitudes des-
póticas en que alternativamente la anarquía sea reem-
plazada por la oligarquía y por la monocracia.
Al pedir la estabilidad de los Jueces, la creación de
Jurados y un nuevo Código, he pedido al Congreso la
garantía de la libertad civil, la más preciosa, la más
108 BOLÍVAR

justa, la más necesaria ; en una palabra, la única liber-


tad, pues que sin ella las demás son nulas.
He pedido la corrección de los más lamentables abu-
sos que sufre nuestra judicatura, por su origen vicioso
de ese piélago de legislación española que semejante
al tiempo recoge de todas las edades y de todos los
hombres así las obras de la demencia como las del
talento, así las producciones sensatas como las extra-
vagantes, así los monumentos del ingenio como los del
capricho. Esta enciclopedia judiciaria, monstruo de
diez mil cabezas, que hasta ahora ha sido el azote de
los pueblos españoles, es el suplicio más refinado que
la cólera del cielo ha permitido descargar sobre este
desdichado imperio.
Meditando sobre el modo efectivo de regenerar el
carácter y las costumbres que la tiranía y la guerra
nos han dado, me he sentido con la audacia de inventar
un poder moral, sacado del fondo de la oscura anti-
güedad, y de aquellas olvidadas leyes que mantuvieron
algún tiempo la virtud entre los griegos y los romanos.
Bien puede ser tenido por un cándido delirio, mas no
es imposible, y yo me lisonjeo que no desdeñaréis en-
teramente un pensamiento que mejorado por la ex-
periencia y las luces puede llegar a ser muy eficaz.
Horrorizado de la divergencia que ha reinado y debe
reinar entre nosotros por el espíritu sutil que caracteri-
za al gobierno federativo, he sido arrastrado a rogaros
para que adoptéis el centralismo y la reunión de todos
los Estados de Venezuela en una República sola e
indivisible. Esta medida, en mi opinión, urgente, vital,
redentora, es de tal naturaleza, que sin ella el fruto de
nuestra regeneración será la muerte.
BOLÍVAR 109

Mi deber es, legisladores, presentaros un cuadro


prolijo y fiel de mi administración política, civil y
militar, mas sería cansar demasiado vuestra importante
atención y privaros en este momento de un tiempo tan
precioso como urgente. En consecuencia, los secreta-
rios de Estado darán cuenta al Congreso de sus dife-
rentes departamentos exhibiendo al mismo tiempo los
documentos y archivos que servirán de ilustración para
tomar un exacto conocimiento del estado real y positivo
de la República .
Yo no os hablaría de los actos más notables de mi
mando, si éstos no incumbiesen a la mayoría de los
venezolanos. Se trata, Señor, de las resoluciones más
importantes de este último período.
La atroz e impía esclavitud cubría con su negro
manto la tierra de Venezuela, y nuestro cielo se halla-
ba recargado de tempestuosas nubes, que amenazaban
un diluvio de fuego. Yo imploré la protección del Dios
de la humanidad, y luego la redención disipó las tem-
pestades. La esclavitud rompió sus grillos y Venezuela
se ha visto rodeada de nuevos hijos, de hijos agradeci-
dos que han convertido los instrumentos de su cautive-
rio en armas de libertad. Sí, los que antes eran esclavos
ya son libres : los que antes eran enemigos de una
madrastra ya son defensores de una Patria. Encareceros
la justicia, la necesidad y la beneficencia de esta medida
es superfluo cuando vosotros sabéis la historia de los
Helotas , de Espartaco y de Haití : cuando vosotros
sabéis que no se puede ser libre y esclavo a la vez, sino
violando a la vez las leyes naturales, las leyes políticas,
y las leyes civiles. Yo abandono a vuestra soberana
decisión la reforma o la revocación de todos mis esta-
tutos y decretos ; pero yo imploro la confirmación de
la libertad absoluta de los esclavos como imploraría
mi vida y la vida de la República.
110 BOLÍVAR

Representaros la historia militar de Venezuela sería


recordaros la historia del heroísmo republicano entre
los antiguos ; sería deciros que Venezuela ha entrado
en el gran cuadro de los sacrificios hechos sobre el altar
de la Libertad . Nada ha podido llenar los nobles pechos
de nuestros generosos guerreros sino los honores subli-
mes que se tributan a los bienhechores del género
humano. No combatiendo por el poder, ni por la fortu-
na, ni aun por la gloria, sino tan sólo por la Libertad,
títulos de libertadores de la República son sus dignos
galardones. Yo, pues, fundando una sociedad sagrada
con estos ínclitos varones, he instituído la Orden de
los Libertadores de Venezuela. ¡ Legisladores ! a vos-
otros pertenecen las facultades de conceder honores y
condecoraciones. Nuestro es el deber de ejercer este
acto augusto de la gratitud nacional.
Hombres que se han desprendido de todos los goces,
de todos los bienes que antes poseían, como el producto
de su virtud y talentos ; hombres que han experimen-
tado cuanto es cruel en una guerra horrorosa, padecien-
do las privaciones más dolorosas y los tormentos más
acerbos ; hombres tan beneméritos de la Patria han
debido llamar la atención del gobierno. En consecuencia
he mandado recompensarlos con los bienes de la Na-
ción.
Si he contraído para con el pueblo alguna especie
de mérito, pido a sus representantes oigan mi súplica
como el premio de mis débiles servicios . Que el Con-
greso ordene la distribución de los bienes nacionales,
conforme a la ley que a nombre de la República he
decretado a beneficio de los militares venezolanos.
Ya que por infinitos triunfos hemos logrado anona-
dar las huestes españolas, desesperada la Corte de
Madrid ha pretendido sorprender vanamente la con-
ciencia de los magnánimos soberanos que acaban de
BOLÍVAR 111

extirpar la usurpación y la tiranía en Europa, y deben


ser los protectores de la legitimidad y de la justicia de
la causa americana. Incapaz de alcanzar con sus armas
nuestra sumisión, recurre la España a su política insi-
diosa : no pudiendo vencernos, ha querido emplear sus
artes suspicaces.
Fernando se ha humillado hasta confesar que ha
menester de la protección extranjera para retornarnos a
su ignominioso yugo ja un yugo que todo poder es
nulo para imponerlo !
Convencida Venezuela de poseer las fuerzas suficien-
tes para repeler a sus opresores , ha pronunciado por el
órgano del Gobierno su última voluntad de combatir
hasta expirar, por defender su vida política , no sólo
contra España, sino contra todos los hombres, si todos
los hombres se hubiesen degradado tanto que abrazasen
la defensa de un Gobierno devorador, cuyos únicos
móviles son una espada exterminadora y las llamas de
la Inquisición. Un Gobierno que ya no quiere domi-
nios, sino desiertos ; ciudades, sino ruinas ; vasallos,
sino tumbas. La declaración de la República de Vene-
zuela es el Acta más gloriosa, más heroica, más digna
de un pueblo libre.

Desde la segunda época de la República, nuestro


ejército carecía de elementos militares : siempre ha
estado desarmado ; siempre le han faltado municiones ;
siempre ha estado mal equipado. Ahora los soldados
defensores de la Independencia no solamente están
armados de la justicia, sino también de la fuerza.
Nuestras tropas pueden medirse con las más selectas
de Europa, ya no hay desigualdad en los medios des-
tructores. Tan grandes ventajas las debemos a la liber-
tad sin límites de algunos generosos extranjeros que
112 BOLÍVAR

han visto gemir la humanidad y sucumbir la causa de


la razón, y no la han visto tranquilos espectadores, sino
que han volado con sus protectores auxilios, y han
prestado a la República cuanto ella necesitaba para
hacer triunfar sus principios filantrópicos. Esos amigos
de la humanidad son los genios custodios de la Amé-
rica, y a ellos somos deudores de un eterno reconoci.
miento, como igualmente de un cumplimiento religioso
a las sagradas obligaciones que con ellos hemos con-
traído. La deuda nacional, legisladores, es el depósito
de la fe, del honor y de la gratitud de Venezuela.
Respetadla como el arca santa que encierra no tanto
los derechos de nuestros bienhechores cuanto la gloria
de nuestra fidelidad . Perezcamos primero que quebran-
tar un empeño que ha salvado la Patria y la vida de
sus hijos.
La reunión de la Nueva Granada y Venezuela en un
grande Estado ha sido el voto uniforme de los pueblos
y Gobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra
ha verificado este enlace tan anhelado por todos los
colombianos ; de hecho estamos incorporados. Estos
pueblos hermanos ya os han confiado sus intereses, sus
derechos, sus destinos. Al contemplar la reunión de esta
inmensa comarca, mi alma se remonta a la eminencia
que exige la perspectiva colosal que ofrece un cuadro
tan asombroso. Volando por entre las próximas edades,
mi imaginación se fija en los siglos futuros, y obser-
vando desde allá, con admiración y pasmo, la prosperi-
dad, el esplendor, la vida que ha recibido esta vasta
región, me siento arrebatado y me parece que ya la veo
en el corazón del universo, extendiéndose sobre sus di-
latadas costas, entre esos océanos que la naturaleza
había separado , y que nuestra Patria reúne con prolon-
gados y anchurosos canales. Ya la veo servir de lazo,
de centro, de emporio a la familia humana ; ya la veo
BOLÍVAR 113

enviando a todos los recintos de la tierra los tesoros


que abrigan sus montañas de plata y de oro ; ya la
veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y la
vida a los hombres dolientes del antiguo universo ; ya
la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabios
que ignoran cuán superior es la suma de las luces a la
suma de las riquezas que le ha prodigado la naturaleza .
Ya la veo sentada sobre el trono de la libertad, empu-
ñando el cetro de la justicia, coronada por la gloria,
mostrar al mundo antiguo la majestad del mundo mo-
derno.
Dignáos, legisladores, acoger con indulgencia la pro-
fesión de mi conciencia política, los últimos votos de
mi corazón y los ruegos fervorosos que a nombre del
pueblo me atrevo a dirigiros. Dignáos conceder a Ve-
nezuela un gobierno eminentemente popular, eminente-
mente justo, eminentemente moral, que encadene la
opresión, la anarquía y la culpa. Un gobierno que haga
reinar la inocencia, la humanidad y la paz. Un gobierno
que haga triunfar bajo el imperio de leyes inexorables,
la igualdad y la libertad.
Señor, empezad vuestras funciones. Yo he terminado
las mías.

1825

CONTESTACIÓN AL PRESIDENTE DEL CONGRESO DEL


PERÚ EL 10 DE FEBRERO DE 1825

Legisladores : Hoy es el día del Perú, porque hoy no


tiene un dictador.
El Congreso salvó la patria cuando trasmitió al
114 BOLÍVAR

ejército libertador la sublime autoridad que le había


confiado el pueblo para que lo sacase del caos y de la
tiranía. El Congreso llenó altamente su deber dando
leyes sabias en la constitución republicana, que mandó
cumplir. El Congreso, dimitiéndose de esa autoridad
inenajenable que el pueblo mismo apenas podía pres-
tar, ha dado el ejemplo más extraordinario de des-
prendimiento y de patriotismo. Consagrándose a la sa-
lud de la patria, y destruyéndose a sí mismo, el
Congreso constituyó al ejército en el augusto encargo
de dar libertad al Estado, de salvar sus flamantes leyes
y de lavar con la sangre de los tiranos las manchas
que la nación había recibido de esos hombres nefandos
a quienes se había confiado la autoridad de regirla.
Me es imposible expresar la inmensidad de gloria
que me ha dado el Congreso encargándome de los des-
tinos de su patria. Como representante yo del ejército
libertador, me atreví a recibir la formidable carga que
apenas podrían sobrellevar todos mis compañeros de
armas ; pero la virtud y el valor de estos ínclitos gue-
rreros me animaron a aceptarla. Ellos han cumplido la
celeste misión que les confió el Congreso : en Junín y
Ayacucho han derramado la libertad por todo el ám-
bito del imperio que fué de Manco Cápac ; han roto
el yugo y las cadenas que le imponían los representan-
tes del precónsul de la santa alianza en España. Ellos
marchan al Alto Perú ; pues sean cuales fueren las
miras del que allí manda, al fin es un español. Yo
volaré con ellos ; y la plaza del Callao será tomada al
asalto por los bravos del Perú y Colombia.
Después, señores, nada me queda que hacer en esta
república ; mi permanencia en ella es un fenómeno
absurdo y monstruoso, es el oprobio del Perú.
Yo soy un extranjero : he venido a auxiliar como
guerrero, y no a mandar como político. Los legislado-
BOLÍVAR 115

res de Colombia, mis propios compañeros de armas,


me increparían un servicio que no debo consagrar sino
a mi patria, pues unos y otros no han tenido otro
designio que el de dar la independencia a este gran
pueblo. Pero, si yo aceptase su mando, el Perú vendría
a ser una nación parásita, ligada así a Colombia, cuya
presidencia obtengo y en cuyo suelo nací. Yo no puedo,
señores, admitir un poder que repugna mi conciencia.
Tampoco los legisladores pueden conceder una autori-
dad que el pueblo les ha confiado sólo para representar
su soberanía. Las generaciones futuras del Perú os
cargarían de execración ; vosotros no tenéis facultad de
librar un derecho de que no estáis investidos. No siendo
la soberanía del pueblo enajenable , apenas puede ser
representada por aquellos que son los órganos de su
voluntad ; mas un forastero, señores, no puede ser el
órgano de la representación nacional. Es un intruso
en esta naciente república.
Yo no abandonaré, sin embargo, el Perú : le serviré
con mi espada y con mi corazón, mientras un solo
enemigo huelle su suelo . Luego , ligando por la mano
las repúblicas del Perú y Colombia, daremos el ejemplo
de la gran Confederación que debe fijar los destinos
futuros de este nuevo universo.
II

MENSAJES Y PROCLAMAS

1818

ALOCUCIÓN A LOS HABITANTES DEL RÍO DE LA PLATA

SIMÓN BOLÍVAR
JEFE SUPREMO DE LA REPÚBLICA DE VENEZUELA

Habitantes del Río de la Plata :


Vuestros hermanos de Venezuela han seguido con
vosotros la gloriosa carrera que, desde el 19 de abril
de 1810, ha hecho recobrar a la América la existencia
política de que le habían privado los tiranos de España.
Venezuela ha visto con gozo y admiración vuestra
sabia reforma, vuestra gloria militar y vuestra felicidad
pública. Ella no ha podido lisonjearse de haberos
igualado en fortuna, pero sí en los principios y en el
objeto. En todo hemos sido iguales. Sólo la fatalidad,
anexa a Venezuela, la ha hecho sucumbir dos veces, y
su tercer período se disputa con un encarnizamiento de
que únicamente nuestra historia suministra ejemplo.
Ocho años de combate, de sacrificios y de ruinas han
dado a nuestra Patria el derecho de igualarse a la
vuestra, aunque infinitamente más espléndida y dichosa.
La sabiduría del gobierno del Río de la Plata en
todos los departamentos de su administración, sus
118 BOLÍVAR

transacciones políticas con las naciones extranjeras y


el poder de sus armas en el fondo del Perú y en la
región de Chile, son ejemplos elocuentes que persua-
dirán a los pueblos de la América a seguir la noble
senda de honor y libertad. Venezuela, aunque de lejos,
no os perderá de vista.
Habitantes del Río de la Plata : la República de
Venezuela, aunque cubierta de luto, os ofrece su her-
mandad. Y cuando, cubierta de laureles, haya extin-
guido los últimos tiranos que profanan su suelo, en-
tonces os convidará a una sola sociedad, para que
nuestra divisa sea unidad en la América meridional.

Cuartel General de Angostura, a 12 de junio de 1818.


SIMÓN BOLÍVAR

1824

INVITACIÓN A LOS GOBIERNOS DE COLOMBIA, MÉXICO,


RÍO DE LA PLATA, CHILE Y GUATEMALA A FORMAR
EL CONGRESO DE PANAMA

Lima, 7 de diciembre de 1824.


Excmo. Señor ...
Grande y buen amigo:
Después de quince años de sacrificios consagrados a
la libertad de América, por obtener el sistema de ga-
rantías que, en paz y guerra, sea el escudo de nuestro
nuevo destino, es tiempo ya de que los intereses y las
relaciones que unen entre sí a las repúblicas america-
nas, antes colonias españolas, tengan una base funda-
mental que eternice, si es posible, la duración de estos
gobiernos.
BOLÍVAR 119

Entablar aquel sistema y consolidar el poder de este


gran cuerpo político pertenece al ejercicio de una au-
toridad sublime, que dirija la política de nuestros go-
biernos, cuyo influjo mantenga la uniformidad de sus
principios, y cuyo nombre solo calme nuestras tempes-
tades. Tan respetable autoridad no puede existir sino
en una asamblea de plenipotenciarios nombrados por
cada una de nuestras repúblicas y reunidos bajo los
auspicios de la victoria obtenida por nuestras armas
contra el poder español.
Profundamente penetrado de estas ideas invité en
ochocientos veintidós, como presidente de la república
de Colombia, a los gobiernos de México, Perú, Chile y
Buenos Aires, para que formásemos una confederación,
y reuniésemos en el Istmo de Panamá u otro punto
elegible a pluralidad una asamblea de plenipotenciarios
de cada Estado "que nos sirviese de consejo en los
grandes conflictos, de punto de contacto en los peligros
comunes, de fiel intérprete en los tratados públicos
cuando ocurran dificultades, y de conciliador , en fin,
de nuestras diferencias".
El Gobierno del Perú celebró el seis de julio de aquel
año un tratado de alianza y confederación con el ple-
nipotenciario de Colombia ; y por él quedaron ambas
partes comprometidas a interponer sus buenos oficios
con los gobiernos de la América antes española para
que entrando todos en el mismo pacto se verificase la
reunión de la asamblea general de los confederados.
Igual tratado concluyó en México, a tres de octubre de
ochocientos veintitrés, el enviado extraordinario de
Colombia a aquel Estado ; y hay fuertes razones para
esperar que los otros gobiernos se someterán al consejo
de sus más altos intereses.
Diferir más tiempo la asamblea general de los ple-
nipotenciarios de las repúblicas que de hecho están ya
120 BOLÍVAR

confederadas , hasta que se verifique la accesión de los


demás, sería privarnos de las ventajas que produciría
aquella asamblea desde su instalación. Estas ventajas
se aumentan prodigiosamente, si se contempla el cua-
dro que nos ofrece el mundo político, y muy particu-
larmente el continente europeo.
La reunión de los plenipotenciarios de México, Co-
lombia y el Perú se retardaría indefinidamente si no
se promoviese por una de las mismas partes contratan-
tes ; a menos que se aguardase el resultado de una
nueva y especial convención sobre el tiempo y lugar
relativos a este grande objeto. Al considerar las difi-
cultades y retardos por la distancia que nos separa,
unidos a otros motivos solemnes que emanan del interés
general, me determino a dar este paso con la mira de
promover la reunión inmediata de nuestros plenipoten-
ciarios, mientras los demás gobiernos celebran los
preliminares que existen ya entre nosotros sobre el
nombramiento e incorporación de sus representantes.
Con respecto al tiempo de la instalación de la
Asamblea, me atrevo a pensar que ninguna dificultad
puede oponerse a su realización en el término de seis
meses, aun contando el día de la fecha ; y también me
atrevo a lisonjear de que el ardiente deseo que anima
a todos los americanos de exaltar el poder del mundo
de Colón disminuirá las dificultades y demoras que
exijan los preparativos ministeriales, y la distancia que
media entre las capitales de cada Estado, y el punto
central de reunión.
Parece que si el mundo hubiese de elegir su capital,
el Istmo de Panamá sería señalado para este augusto
destino, colocado, como está en el centro del globo,
viendo por una parte el Asia, y por la otra el África y
la Europa. El Istmo de Panamá ha sido ofrecido por el
Gobierno de Colombia, para este fin, en los tratados
BOLÍVAR 121

existentes. El Istmo está a igual distancia de las extre-


midades : y por esta causa podría ser el lugar proviso-
rio de la primera asamblea de los confederados.
Difiriendo, por mi parte, a estas consideraciones, me
siento con una grande propensión a mandar a Panamá
los diputados de esta república, apenas tenga el honor
de recibir la ansiada respuesta de esta circular. Nada
ciertamente podrá llenar tanto los ardientes votos de
mi corazón como la conformidad que espero de los
gobiernos confederados a realizar este augusto acto
de la América.
Si V. E. no se digna adherir a él, preveo retardos y
perjuicios inmensos a tiempo que el movimiento del
mundo lo acelera todo, pudiendo también acelerarlo
en nuestro daño.
Tenidas las primeras conferencias entre los plenipo-
tenciarios, la residencia de la Asamblea, como sus atri-
buciones, pueden determinarse de un modo solemne
por la pluralidad ; y entonces todo se habrá alcanzado.
El día que nuestros plenipotenciarios hagan el canje
de sus poderes se fijará en la historia diplomática de
América una época inmortal. Cuando, después de cien
siglos, la posteridad busque el origen de nuestro dere-
cho público, y recuerde los pactos que consolidaron
su destino, registrará con respeto los protocolos del
Istmo. En él encontrarán el plan de las primeras alian-
zas que trazará la marcha de nuestras relaciones con
el universo. ¿ Qué será entonces el Istmo de Corinto
comparado con el de Panamá?
Dios guarde a V. E.
Vuestro grande y buen amigo
BOLÍVAR

El Ministro de Gobierno y Relaciones Exteriores,


José Sánchez Carrión.
122 BOLÍVAR

1825

ARENGA DEL LIBERTADOR A LOS ENVIADOS DEL RÍO


DE LA LATA, GENERAL CARLOS DE ALVEAR Y DOCTOR
JOSÉ MIGUEL DÍAZ VÉLEZ

Señores Plenipotenciarios :
El gobierno de las Provincias Unidas del Río de la
Plata ha tenido la bondad de querernos honrar con
una misión, la más lisonjera, tanto por su objeto ver-
daderamente glorioso como por los ilustres personajes
que la componen. Así el pueblo argentino debe contar
siempre con que nuestro corazón no se apartará jamás
de su futura suerte ; pero nuestro más vivo interés y
nuestro más cordial afecto serán por aquel pueblo,
que empezó simultáneamente con nosotros la hermosa
carrera de libertad que hemos terminado.
No querríamos mencionar nuestros sensibles dolo-
res ; pero cuando el escándalo los publica ¿ por qué
callarlos ? A la verdad tenemos un derecho demasiado
incontestable para sorprendernos de que un príncipe
americano recién independiente de la Europa, que se
halla envuelto en nuestra noble insurrección y que ha
levantado su trono, no sobre débiles tablas, sino sobre
las indestructibles bases de la soberanía del pueblo y
de la soberanía de las leyes, este príncipe que parecía
destinado a ser el amigo de sus vecinas repúblicas es
el que ocupa todavía una provincia y una plaza fuerte
que no le pertenecen y que dominan a una de nuestras
naciones más beneméritas . Por otra parte sus tropas
acaban de invadir nuestra provincia de Chiquitos para
asolarla y ultrajarnos con amenazas bárbaras ; y cuan-
BOLÍVAR 123

do el espanto de nuestras armas las ha puesto en fuga,


entonces se llevan nuestras propiedades y a nuestros
ciudadanos. Y sin embargo estos insignes violadores
del derecho de gentes han quedado impunes : nuestros
pueblos humillados y nuestra gloria ofendida . Mas
debemos gracias a los sucesos que han añadido nuevos
nudos a los vínculos que nos estrechan : para que a
la vez reclamemos nuestros derechos, como, a la vez,
los adquirimos.
Potosí, 16 de octubre de 1825.
BOLÍVAR

1826

MENSAJE DEL LIBERTADOR AL CONGRESO


CONSTITUYENTE DE BOLIVIA

¡ Legisladores ! Al ofreceros el Proyecto de Constitu-


ción para Bolivia, me siento sobrecogido de confusión
y timidez, porque estoy persuadido de mi incapacidad
para hacer leyes. Cuando yo considero que la sabidu-
ría de todos los siglos no es suficiente para componer
una ley fundamental que sea perfecta, y que el más
esclarecido legislador es la causa inmediata de la in-
felicidad humana, y la burla, por decirlo así, de su
ministerio divino ¿ qué deberé deciros del soldado que,
nacido entre esclavos y sepultado en los desiertos de
su patria, no ha visto más que cautivos con cadenas y
compañeros con armas para romperlas? ¡ Yo legisla-
dor...! Vuestro engaño y mi compromiso se disputan
la preferencia : no sé quién padezca más en este horri-
ble conflicto ; si vosotros por los males que debéis
124 BOLÍVAR

temer de las leyes que me habéis pedido, o yo del


oprobio a que me condenáis por vuestra confianza.
He recogido todas mis fuerzas para exponeros mis
opiniones sobre el modo de manejar hombres libres
por los principios adoptados entre los pueblos cultos ;
aunque las lecciones de la experiencia sólo muestran
largos períodos de desastres , interrumpidos por relám-
pagos de ventura. ¿ Qué guías podremos seguir a la
sombra de tan tenebrosos ejemplos?
¡ Legisladores ! Vuestro deber os llama a resistir el
choque de dos monstruos enemigos que recíprocamen-
te se combaten, y ambos os atacarán a la vez : la tira-
nía y la anarquía forman un inmenso océano de
opresión, que rodea a una pequeña isla de libertad,
embatida perpetuamente por la violencia de las olas y
de los huracanes, que la arrastran sin cesar a sumergir-
la. Mirad el mar que vais a surcar con una frágil bar-
ca, cuyo piloto es tan inexperto ..
El proyecto de Constitución para Bolivia está divi-
dido en cuatro poderes políticos, habiendo añadido
uno más, sin complicar por esto la división clásica de
cada uno de los otros. El electoral ha recibido faculta-
des que no le estaban señaladas en otros Gobiernos
que se estiman entre los más liberales. Estas atribu-
ciones se acercan en gran manera a las del sistema
federal. Me ha parecido no sólo conveniente y útil,
sino también fácil, conceder a los representantes inme-
diatos del pueblo los privilegios que más pueden desear
los ciudadanos de cada departamento , provincia y can.
tón. Ningún objeto es más importante a un ciudadano
que la elección de sus legisladores, magistrados, jueces
y pastores. Los colegios electorales de cada Provincia
representan las necesidades y los intereses de ellas y
sirven para quejarse de las infracciones de las leyes y
de los abusos de los magistrados. Me atrevería a decir
BOLÍVAR 125

con alguna exactitud que esta representación participa


de los derechos de que gozan los gobiernos particulares
de los Estados federados . De este modo se ha puesto
nuevo peso a la balanza contra el Ejecutivo ; y el Go-
bierno ha adquirido más garantías, más popularidad,
y nuevos títulos, para que sobresalga entre los más
democráticos.
Cada diez ciudadanos nombran un elector ; y así se
encuentra la nación representada por el décimo de sus
ciudadanos. No se exigen sino capacidades, ni se nece-
sita poseer bienes, para representar la augusta función
del Soberano ; mas debe saber escribir sus votaciones ,
firmar su nombre, y leer las leyes. Ha de profesar una
ciencia o un arte que le asegure un alimento honesto.
No se le ponen otras exclusiones que las del crimen, de
la ociosidad, y de la ignorancia absoluta. Saber y hon-
radez, no dinero, es lo que requiere el ejercicio del
poder público.
El cuerpo legislativo tiene una composición que lo
hace necesariamente armonioso entre sus partes : no se
hallará siempre dividido por falta de un juez árbitro,
como sucede donde no hay más que dos cámaras. Ha-
biendo aquí tres, la discordia entre dos queda resuelta
por la tercera ; y la cuestión examinada por dos partes
contendientes y un imparcial que la juzga : de este mo-
do ninguna ley útil queda sin efecto, o por lo menos
habrá sido vista una, dos y tres veces, antes de sufrir
la negativa. En todos los negocios entre dos contrarios
se nombra un tercero para decidir. ¿Y no sería ab-
surdo que en los intereses más arduos de la sociedad
se desdeñara esta providencia dictada por una necesi-
dad imperiosa? Así las cámaras guardarán entre sí
aquellas consideraciones que son indispensables para
conservar la unión del todo, que debe deliberar en el
silencio de las pasiones y con la calma de la sabiduría.
126 BOLÍVAR

Los Congresos modernos, me dirán, se han compuesto


de solas dos secciones. Es porque en Inglaterra, que ha
servido de modelo, la nobleza y el pueblo debían re-
presentarse en dos Cámaras ; y si en Norte América se
hizo lo mismo sin haber nobleza , puede suponerse que
la costumbre de estar bajo el Gobierno inglés le inspi-
ró esta imitación. El hecho es que dos cuerpos delibe-
rantes deben combatir perpetuamente ; y por esto
Sièyes no quería más que uno. Clásico absurdo.
La primera Cámara es de tribunos, y goza de la
atribución de iniciar las leyes relativas a hacienda, paz
y guerra. Ella tiene la inspección inmediata de los
ramos que el ejecutivo administra con menos interven-
ción del legislativo .
Los Senadores forman los códigos y reglamentos
eclesiásticos, y velan sobre los tribunales y el culto .
Toca al Senado escoger los prefectos, los jueces del
distrito, gobernadores, corregidores y todos los subal-
ternos del departamento de justicia. Propone a la Cá-
mara de censores los miembros del Tribunal Supremo,
los Arzobispos, Obispos, dignidades y canónigos. Es
del resorte del Senado cuanto pertenece a la religión
y a las leyes.
Los censores ejercen una potestad política y moral
que tiene alguna semejanza con la del Areópago de
Atenas y la de los Censores de Roma. Serán ellos los
fiscales contra el Gobierno para celar si la Constitución
y los tratados públicos se observan con religión. He
puesto bajo su égida el juicio nacional, que debe deci-
dir de la buena o mala administración del ejecutivo.
Son los censores los que protegen la moral, las cien-
cias, las artes, la instrucción y la imprenta. La más
terrible como la más augusta función pertenece a los
censores. Condenan a oprobio eterno a los usurpadores
de la autoridad soberana y a los insignes criminales.
BOLÍVAR 127

Conceden honores públicos a los servicios y a las vir-


tudes de los ciudadanos ilustres. El fiel de la gloria se
ha confiado a sus manos : por lo mismo, los censores
deben gozar de una inocencia intacta y de una vida sin
mancha. Si delinquen, serán acusador hasta por faltas
leves. A estos sacerdotes de las leyes he confiado la
conservación de nuestras sagradas tablas, porque son
ellos los que deben clamar contra sus profanadores.
El Presidente de la República viene a ser en nuestra
constitución como el sol, que, firme en su centro, da
vida al universo. Esta suprema autoridad debe ser
perpetua ; porque en los sistemas sin jerarquías se
necesita más que en otros un punto fijo alrededor del
cual giren los magistrados y los ciudadanos : los hom-
bres y las cosas. Dadme un punto fijo, decía un anti-
guo, y moveré el mundo. Para Bolivia, este punto es
el Presidente vitalicio. En él estriba todo nuestro or-
den, sin tener por esto acción. Se le ha cortado la cabe-
za para que nadie tema sus intenciones, y se le han
ligado las manos para que a nadie dane.
El Presidente de Bolivia participa de las facultades
del ejecutivo americano, pero con restricciones favo-
rables al pueblo. Su duración es la de los Presidentes
de Haití. Yo he tomado para Bolivia el ejecutivo de
la República más democrática del mundo.
La isla de Haití (permítaseme esta digresión ) se
hallaba en insurrección permanente : después de haber
experimentado el imperio, el reino, la república, todos
los gobiernos conocidos y algunos más, se vió forzada
a ocurrir al ilustre Petion para que la salvase. Confia-
ron en él, y los destinos de Haití no vacilaron más.
Nombrado Petion Presidente vitalicio con facultades
para elegir el sucesor, ni la muerte de este grande hom-
bre, ni la sucesión del nuevo Presidente, han causado
el menor peligro en el Estado : todo ha marchado bajo
128 BOLÍVAR

el digno Boyer, en la calma de un reino legítimo .


Prueba triunfante de que un Presidente vitalicio, con
derecho para elegir el sucesor, es la inspiración más su-
blime en el orden republicano.
El Presidente de Bolivia será menos peligroso que
el de Haití, siendo el modo de sucesión más seguro
para el bien del Estado . Además el Presidente de Boli-
via está privado de todas las influencias : no nombra
los Magistrados, los jueces, ni las dignidades eclesiás-
ticas por pequeñas que sean. Esta disminución de poder
no la ha sufrido todavía ningún gobierno bien cons-
tituído : ella añade trabas sobre trabas a la autori-
dad de un Jefe que hallará siempre a todo el pueblo
dominado por los que ejercen las funciones más im-
portantes de la sociedad. Los sacerdotes mandan en las
conciencias, los jueces en la propiedad, el honor y la
vida, y los magistrados en todos los actos públicos.
No debiendo éstos sino al pueblo sus dignidades, su
gloria y su fortuna, no puede el Presidente esperar
complicarlos en sus miras ambiciosas. Si a esta consi-
deración se agregan las que naturalmente nacen de las
oposiciones generales que encuentra un gobierno de-
mocrático en todos los momentos de su administración ,
parece que hay derecho para estar cierto de que la
usurpación del poder público dista más de este gobier-
no que de otro ninguno.
¡ Legisladores ! La libertad de hoy más será indes-
tructible en América. Véase la naturaleza salvaje de
este continente, que expele por sí sola el orden monár-
quico : los desiertos convidan a la independencia. Aquí
no hay grandes nobles, grandes eclesiásticos. Nuestras
riquezas eran casi nulas, y en el día lo son todavía
más. Aunque la Iglesia goza de influencia, está lejos
de aspirar al dominio, satisfecha con su conservación.
Sin estos apoyos, los tiranos no son permanentes ; y
BOLÍVAR 129

si algunos ambiciosos se empeñan en levantar impe-


rios, Dessalines, Cristóbal, Iturbide, les dicen lo que
deben esperar. No hay poder más difícil de mantener
que el de un príncipe nuevo. Bonaparte, vencedor de
todos los ejércitos, no logró triunfar de esta regla,
más fuerte que los imperios. Y si el gran Napoleón no
consiguió mantenerse contra la liga de los republica-
nos y de los aristocratas ¿ quién alcanzará, en Améri-
ca, fundar monarquías, en un suelo incendiado con las
brillantes llamas de la libertad, y que devora las tablas
que se le ponen para elevar esos cadalsos regios ? No ,
legisladores : no temáis a los pretendientes a coronas :
ellas serán para sus cabezas la espada pendiente sobre
Dionisio. Los príncipes flamantes que se obcequen has-
ta construir tronos encima de los escombros de la
libertad erigirán túmulos a sus cenizas, que digan a los
siglos futuros cómo prefirieron su fatua ambición a la
libertad y a la gloria.
Los límites constitucionales del Presidente de Bolivia
son los más estrechos que se conocen : apenas nombra
los empleados de hacienda, paz y guerra : manda el
ejército. He aquí sus funciones.
La administración pertenece toda al Ministerio, res-
ponsable a los censores, y sujeta a la vigilancia celosa
de todos los legisladores, magistrados, jueces y ciuda-
danos. Los aduanistas, y los soldados, únicos agentes
de este ministerio, no son a la verdad los más adecua-
dos para captarle el aura popular ; así su influencia
será nula.
El Vice-Presidente es el magistrado más encadenado
que ha servido el mando : obedece juntamente al legis-
lativo y al ejecutivo de un gobierno republicano. Del
primero recibe las leyes ; del segundo las órdenes : y
entre estas dos barreras ha de marchar por un camino
angustiado y flanqueado de precipicios. A pesar de
130 BOLÍVAR

tantos inconvenientes, es preferible gobernar de este


modo, más bien que con imperio absoluto. Las barre-
ras constitucionales ensanchan una conciencia política,
y le dan firme esperanza de encontrar el fanal que la
guíe entre los escollos que la rodean : ellas sirven de
apoyo contra los empujes de nuestras pasiones, con-
certadas con los intereses ajenos.
En el gobierno de los Estados Unidos se ha observa-
do últimamente la práctica de nombrar al primer Mi-
nistro para suceder al Presidente. Nada es tan conve-
niente, en una república, como este método : reúne la
ventaja le poner a la cabeza de la administración un
sujeto experimentado en el manejo del Estado. Cuando
entra a ejercer sus funciones, va formado , y lleva
consigo la aureola de la popularidad y una práctica
consumada. Me he apoderado de esta idea, y la he
establecido como ley.
El Presidente de la República nombra al Vice-Pre-
sidente, para que administre el Estado y le suceda en
el mando. Por esta providencia se evitan las elecciones ,
que producen el grande azote de las repúblicas, la anar-
quía que es el lujo de la tiranía, y el peligro más
inmediato y más terrible de los gobiernos populares.
Ved de qué modo sucede como en los reinos legítimos,
la tremenda crisis de las repúblicas.
El Vice-Presidente debe ser el hombre más puro : la
razón es que, si el primer magistrado no elige un ciu-
dadano muy recto, debe temerle como a enemigo en-
carnizado y sospechar hasta de sus secretas ambiciones.
Este Vice-Presidente ha de esforzarse a merecer por
sus buenos servicios el crédito que necesita para de-
sempeñar las más altas funciones y esperar la gran
recompensa nacional el mando supremo. El cuerpo
legislativo y el pueblo exigirán capacidades y talentos
BOLÍVAR 131

de parte de este magistrado ; y le pedirán una ciega


obediencia a las leyes de la libertad.
Siendo la herencia la que perpetúa el régimen mo-
nárquico y lo hace casi general en el mundo : ¿ cuánto
más útil no es el método que acabo de proponer para
la sucesión del Vice-Presidente? ¿Que fueran los
príncipes hereditarios elegidos por el mérito, y no por
la suerte ; y que en lugar de quedarse en la inacción
y en la ignorancia, se pusiesen a la cabeza de la ad-
ministración ? Serían sin duda monarcas más escla-
recidos, y harían la dicha de los pueblos. Sí, legislado-
res, la monarquía que gobierna la tierra ha obtenido
sus títulos de aprobación de la herencia que la hace
estable y de la unidad que la hace fuerte. Por esto,
aunque un príncipe soberano es un niño mimado,
enclaustrado en su palacio, educado por la educación
y conducido por todas las pasiones, este príncipe que
me atrevería a llamar la ironía del hombre manda al
género humano, porque conserva el orden de las cosas
y la subordinación entre los ciudadanos con un poder
firme y una acción constante. Considerad , legisladores,
que estas grandes ventajas se reúnen en el Presidente
vitalicio y Vice-Presidente hereditario.
El poder judicial que propongo goza de una inde-
pendencia absoluta : en ninguna parte tiene tanta. El
pueblo presenta los candidatos y el legislativo escoge
los individuos que han de componer los tribunales. Si
el poder judicial no emana de este origen, es imposible
que conserve en toda su pureza la salvaguardia de los
derechos individuales . Estos derechos, legisladores, son
los que constituyen la libertad, la igualdad, la seguri-
dad, todas las garantías del orden social. La verdadera
constitución liberal está en los códigos civiles y crimi-
nales ; y la más terrible tiranía la ejercen los tribuna-
les por el tremendo instrumento de las leyes. De ordi-
132 BOLÍVAR

nario el Ejecutivo no es más que el depositario de la


cosa pública ; pero los tribunales son los árbitros de
las cosas propias de las cosas de los individuos. El
poder judicial contiene la medida del bien o del mal
de los ciudadanos ; y si hay libertad, si hay justicia
en la república, son destribuídas por este poder. Poco
importa a veces la organización política, con tal que
la civil sea perfecta ; que las leyes se cumplan religio-
samente y se tengan por inexorables como el destino.
Era de esperarse, conforme a las ideas del día, que
prohibiésemos el uso del tormento, de las confesiones,
y que cortásemos la prolongación de los pleitos en el
intrincado laberinto de las apelaciones .
El territorio de la República se gobierna por prefec-
tos, gobernadores, corregidores , jueces de paz y alcal-
des. No he podido entrar en el régimen interior y
facultades de estas jurisdicciones ; es mi deber, sin
embargo, recomendar al Congreso los reglamentos con-
cernientes al servicio de los departamentos y provin-
cias. Tened presente, legisladores, que las naciones se
componen de ciudades y de aldeas ; y que del bienestar
de éstas se forma la felicidad del Estado. Nunca pres-
taréis demasiado vuestra atención al buen régimen de
los departamentos . Este punto es de predilección en la
ciencia legislativa y no obstante es harto desdeñado .
He dividido la fuerza armada en cuatro partes :
ejército de línea, escuadra, milicia nacional, resguardo
militar. El destino del ejército es guarnecer la frontera.
¡ Dios nos preserve de que vuelva sus armas contra los
ciudadanos ! Basta la milicia nacional para conservar
el orden interno. Bolivia no posee grandes costas, y por
lo mismo es inútil la marina : debemos, a pesar de
esto, obtener algún día uno y otro. El resguardo mili-
tar es preferible por todos respectos al de guardas : un
servicio semejante es más inmoral que superfluo ; por
BOLÍVAR 133

lo tanto interesa a la República guarnecer sus fronte-


ras con tropas de línea y tropas de resguardo contra la
guerra del fraude.
He pensado que la Constitución de Bolivia debiera
reformarse por períodos, según lo exige el movimiento
del mundo moral. Los trámites de la reforma se han
señalado en los términos que he juzgado más propios
del caso .
La responsabilidad de los empleados se señala en la
Constitución Boliviana del modo más efectivo . Sin
responsabilidad, sin represión, el Estado es un caos.
Me atrevo a instar con encarecimiento a los legislado-
res, para que dicten leyes fuertes y terminantes sobre
esta importante materia. Todos hablan de responsabi-
lidad, pero ella se queda en los labios. No hay respon-
sabilidad, legisladores : los magistrados, jueces y em-
pleados abusan de sus facultades, porque no se contiene
con rigor a los agentes de la administración , siendo
entre tanto los ciudadanos víctimas de este abuso . Re-
comendara yo una ley que prescribiera un método de
responsabilidad anual para cada empleado.
Se han establecido las garantías más perfectas : la
libertad civil es la verdadera libertad ; las demás son
nominales, o de poca influencia con respecto a los
ciudadanos. Se ha garantido la seguridad personal, que
es el fin de la sociedad, y de la cual emanan las demás.
En cuanto a la propiedad, ella depende del código
civil que vuestra sabiduría deberá componer luego,
para la dicha de vuestros conciudadanos. He conserva-
do intacta la ley de las leyes - la igualdad : sin ella
perecen todas las garantías, todos los derechos. A ella
debemos hacer los sacrificios. A sus pies he puesto, cu-
bierta de humillación , a la infame esclavitud.
Legisladores, la infracción de todas las leyes es la
esclavitud. La ley que la conservara sería la más sa-
134 BOLÍVAR

crílega. ¿ Qué derecho se alegaría para su conserva-


ción ? Mírese este delito por todos aspectos, y no me
persuado que haya un solo boliviano tan depravado,
que pretenda legitimar la más insigne violación de la
dignidad humana. ¡ Un hombre poseído por otro ! ¡Un
hombre propiedad ! ¡ Una imagen de Dios puesta al
yugo como el bruto ! Dígasenos ¿ dónde están los tí-
tulos de los usurpadores del hombre ? La Guinea nos
los ha mandado, pues el África , devastada por el fra-
tricidio, no ofrece más que crímenes. Trasplantadas
aquí estas reliquias de aquellas tribus africanas, ¿ qué
ley o potestad será capaz de sancionar el dominio
sobre estas víctimas ? Transmitir, prorrogar, eternizar
este crimen mezclado de suplicios es el ultraje más
chocante. Fundar un principio de posesión sobre la
más feroz delincuencia no podría concebirse sin el
trastorno de los elementos del derecho, y sin la per-
versión más absoluta de las nociones del deber. Nadie
puede romper el santo dogma de la igualdad. ¿Y ha-
brá esclavitud donde reina la igualdad ? Tales con-
tradicciones formarían más bien el vituperio de nues-
tra razón por el de nuestra justicia : seríamos reputados
por más dementes que usurpadores.
Si no hubiera un Dios protector de la inocencia y de
la libertad, preferiera la suerte de un león generoso ,
dominando en los desiertos y en los bosques, a la de
un cautivo al servicio de un infame tirano que, cóm-
plice de sus crímenes, provocara la cólera del cielo .
Pero no : Dios ha destinado el hombre a la libertad : él
lo protege para que ejerza la celeste función del al-
bedrío .
¡ Legisladores ! Haré mención de un artículo que,
según mi conciencia, he debido omitir. En una cons-
titución política no debe prescribirse una profesión
religiosa ; porque según las mejores doctrinas sobre
BOLÍVAR 135

las leyes fundamentales, éstas son las garantías de los


derechos políticos y civiles ; y como la religión no
toca a ninguno de estos derechos , ella es de naturaleza
indefinible en el orden social y pertenece a la moral
intelectual. La religión gobierna al hombre en la casa,
en el gabinete, dentro de sí mismo : sólo ella tiene
derecho de examinar su conciencia íntima. Las leyes,
por el contrario, miran la superficie de las cosas : no
gobiernan sino fuera de la casa del ciudadano . Apli-
cando estas consideraciones ¿ podrá un Estado regir
la conciencia de los súbditos, velar sobre el cumpli-
miento de las leyes religiosas, y dar el premio o el
castigo, cuando los tribunales están en el cielo , y cuan-
do Dios es el juez ? La inquisición solamente sería
capaz de reemplazarlos en este mundo. ¿ Volverá la
inquisición con sus teas incendiarias ?
La religión es la ley de la conciencia. Toda ley
sobre ella la anula porque imponiendo la necesidad
al deber, quita el mérito a la fe, que es la base de la
religión. Los preceptos y los dogmas sagrados son úti-
les, luminosos y de evidencia metafísica ; todos debe-
mos profesarlos, mas este deber es moral, no político.
Por otra parte, ¿ cuáles son en este mundo los dere-
chos del hombre hacia la religión ? Ellos están en el
cielo ; allá el tribunal recompensa el mérito , y hace
justicia según el código que ha dictado el Legislador .
Siendo todo esto de jurisdicción divina, me parece a
primera vista sacrílego y profano mezclar nuestras
ordenanzas con los mandamientos del Señor. Prescri-
bir, pues, la religión , no toca al legislador ; porque éste
debe señalar penas a las infracciones de las leyes, para
que no sean meros consejos. No habiendo castigos
temporales, ni jueces que los apliquen, la ley deja de
ser ley.
El desarrollo moral del hombre es la primera in-
136 BOLÍVAR

tención del legislador : luego que este desarrollo llega


a lograrse, el hombre apoya su moral en las verdades
reveladas, y profesa de hecho la religión, que es tanto
más eficaz cuanto que la ha adquirido por investiga-
ciones propias. Además, los padres de familia no pue-
den descuidar el deber religioso hacia sus hijos. Los
pastores espirituales están obligados a enseñar la cien-
cia del cielo : el ejemplo de los verdaderos discípulos
de Jesús es el maestro más elocuente de su divina mo-
ral ; pero la moral no se manda, ni el que manda es
maestro, ni la fuerza debe emplearse en dar consejos.
Dios y sus Ministros son las autoridades de la religión
que obra por medios y órganos exclusivamente espiri-
tuales ; pero de ningún modo el cuerpo nacional, que
dirige el poder público a objetos puramente tempo-
rales.
Legisladores, al ver ya proclamada la nueva Nación
Boliviana, ¡ cuán generosas y sublimes consideraciones
no deberán elevar vuestras almas ! La entrada de un
nuevo Estado en la sociedad de los demás es un motivo
de júbilo para el género humano, porque se aumenta
la gran familia de los pueblos . ¡ Cuál, pues, debe ser el
de sus fundadores ! —y el mío , viéndome igualado con
el más célebre de los antiguos, el padre de la Ciudad
Eterna ! Esta gloria pertenece de derecho a los creado-
res de las naciones, que, siendo sus primeros bienhe-
chores, han debido recibir recompensas inmortales ;
mas la mía además de inmortal tiene el mérito de ser
gratuita por no merecida. ¿ Dónde está la república,
dónde la ciudad que yo he fundado ? Vuestra munifi-
cencia, dedicándome una nación, se ha adelantado a
todos mis servicios, y es infinitamente superior a
cuantos bienes pueden haceros los hombres.
Mi desesperación se aumenta al contemplar la in-
mensidad de vuestro premio, porque después de haber
BOLÍVAR 137

agotado los talentos , las virtudes, el genio mismo del


más grande de los héroes, todavía sería yo indigno
de merecer el nombre que habéis querido daros, el
mío. ¡ Hablaré yo de gratitud, cuando ella no alcanzará
jamás a expresar ni débilmente lo que experimento
por vuestra bondad que, como la de Dios, pasa por
todos los límites ! Sí : sólo Dios tenía potestad para
llamar a esa tierra Bolivia ... ¿ Qué quiere decir Boli-
via? Un amor desenfrenado de libertad, que al reci-
birla vuestro arrobo no vió nada que fuera igual a su
valor. No hallando vuestra embriaguez una demos-
tración adecuada a la vehemencia de sus sentimientos,
arrancó vuestro nombre, y dió el mío a todas vuestras
generaciones. Esto, que es inaudito en la historia de
los siglos, lo es aun más en la de los desprendimientos
sublimes. Tal rasgo mostrará a los tiempos que están
en el pensamiento del Eterno lo que anhelabais la pose-
sión de vuestros derechos, que es la posesión de ejer-
cer las virtudes políticas, de adquirir los talentos
luminosos, y el goce de ser hombres . Este rasgo, repi-
to, probará que vosotros érais acreedores a obtener
la gran bendición del cielo la soberanía del pue-
blo— única autoridad legítima de las Naciones.
Legisladores, felices vosotros que presidís los desti-
nos de una República que ha nacido coronada con los
laureles de Ayacucho y que debe perpetuar su exis-
tencia dichosa bajo las leyes que dicte vuestra sabidu-
ría, en la calma que ha dejado la tempestad de la
guerra.
Lima, a 25 de mayo de 1826.

BOLÍVAR
138 BOLÍVAR

1828

MENSAJE A LA CONVENCIÓN DE OCAÑA A LOS


REPRESENTANTES DEL PUEBLO EN LA
CONVENCIÓN NACIONAL

Conciudadanos :
Os congratulo por la hora que habéis merecido de la
nación confiándoos sus altos destinos. Al representar
la legitimidad de Colombia os halláis revestidos de los
poderes más sublimes. También participo yo de la ma-
yor ventura devolviéndoos la autoridad que se había
depositado en mis cansadas manos : tocan a los que-
ridos del pueblo las atribuciones soberanas, los dere-
chos supremos, como delegados del omnipotente
augusto de quien soy súbdito y soldado. ¿ En qué
potestad más eminente depondría yo el bastón de pre-
sidente y la espada de general ? Disponed libremente
de estos símbolos de mando y de gloria en beneficio
de la causa popular, sin atender a consideraciones
personales que os impidieran una reforma perfecta.
Constituído por mis deberes a manifestaros la si-
tuación de la república, tendré el dolor de ofreceros el
cuadro de sus aflicciones. No juzguéis que los colores
que empleo los ha encendido la exageración , ni que
han salido a la luz del escándalo : su conjunto puede
pareceros ideal ; pero si lo fuera, Colombia os lla-
mará?
Los quebrantos de la patria han empezado desde
luego a remediarse, ya que congregados los escogidos
se disponen examinarlos. Vuestra empresa, en ver-
dad, es tan difícil como gloriosa ; y aunque algo se
han disminuído los obstáculos con la fortuna de po-
BOLÍVAR 139

deros presentar a Colombia unida y dócil a vuestra


voz, he de deciros que no debemos esta inapreciable
ventaja sino a las esperanzas libradas en la conven-
ción : esperanzas que os muestran la confianza nacio-
nal y el peso que os abruma.
Os bastará recorrer nuestra historia para descubrir
las causas de nuestra decadencia. Colombia, que supo
darse vida, se halla exánime. Identificada antes con la
causa pública, no estima ahora su deber como la única
regla de salud. Los mismos que durante la lucha se
contentaron con su pobreza, y que no adeudaban al
extranjero tres millones, para mantener la paz han
tenido que cargarse las deudas vergonzosas por sus
consecuencias. Colombia, que al frente de las huestes
opresoras respiraba sólo pundonor y virtud, padece
como insensible el descrédito nacional. Colombia, que
no pensaba sino en sacrificios dolorosos , en servicios
eminentes, se ocupa de sus derechos, y no de sus debe-
res. Habría perecido la nación si un resto de espíritu
público no la hubiese impelido a clamar el remedio
y detenido al borde del sepulcro. Solamente un peligro
horroroso nos haría intentar la alteración de las leyes
fundamentales ; sólo este peligro se habría hecho su-
perior a la pasión que profesábamos a instituciones
propias y legítimas, cuyas bases nos habían procurado
la deseada emancipación .
Nada añadiría a este funesto bosquejo, si el puesto
que ocupo no me forzara a dar cuenta a la nación de
los inconvenientes prácticos de sus leyes. Sé que no
puedo hacerlo sin exponerme a siniestras interpreta-
ciones, y que al través de mis palabras se leerán pen-
samientos ambiciosos ; mas yo, que no he rehusado a
Colombia consagrarle mi vida y mi reputación, me
conceptúo obligado a este último sacrificio.
Debo decirlo : nuestro gobierno está esencialmente
140 BOLÍVAR

mal constituído. Sin considerar que acabamos de lan-


zar la coyunda, nos dejamos deslumbrar por aspira-
ciones superiores a las que la historia de todas las
edades manifiesta incompatibles con la humana natu-
raleza. Otras veces hemos equivocado los medios y
atribuído el mal suceso a no habernos acercado bas-
tante a la engañosa guía que nos extraviaba, desoyen-
do a los que pretendían seguir el orden de las cosas, y
comparar entre sí las diversas partes de nuestra cons-
titución, y toda ella con nuestra educación, costumbres,
e inexperiencia para que no nos precipitáramos en un
mar proceloso.
Nuestros diversos poderes no están distribuídos cual
lo requiere la forma social y el bien de los ciudadanos.
Hemos hecho del legislativo solo el cuerpo soberano,
en lugar de que no debía ser más que un miembro de
este soberano : le hemos sometido el ejecutivo , y dado
mucha más parte en la administración general que la
que el interés legítimo permite. Por colmo de desacier-
to se ha puesto toda la fuerza en la voluntad y toda
la flaqueza en el movimiento y la acción del cuerpo
social.
El derecho de presentar proyectos de ley se ha deja-
do exclusivamente al legislativo , que por su naturaleza
está lejos de conocer la realidad del gobierno y es
puramente teórico .
El arbitrio de objetar las leyes, concebido al eje-
cutivo, es tanto más ineficaz cuanto que se ofende la
delicadeza del congreso con la contradicción . Éste pue-
de insisitir victoriosamente, hasta con el voto de la
quinta o con menos de la quinta parte de sus miem-
bros ; lo que no deja medio de eludir el mal.
Prohibida la libre entrada a los secretarios del des-
pacho en nuestras cámaras, para explicar o dar cuenta
de los motivos del gobierno, no queda ni este recurso
BOLÍVAR 141

que adoptar para esclarecer al legislativo en los casos


de objetarse algún acuerdo. Mucho habría podido
evitarse requiriendo determinado lapso de tiempo, o
un número proporcional de votos, considerablemente
mayor que el que ahora se exige para insistir en las
leyes objetadas por el ejecutivo.
Obsérvese que nuestro ya tan abultado código en
vez de conducir a la felicidad ofrece obstáculos a sus
progresos. Parecen nuestras leyes hechas al acaso :
carecen de conjunto, de método, de clasificación y de
idioma legal. Son opuestas entre sí, confusas, a veces
innecesarias y aun contrarias a sus fines. No falta
ejemplo de haberse hecho indispensable contener con
disposiciones rigurosas vicios destructores y que se
generalizaban : la ley, pues, hecha al intento, ha resul-
tado mucho menos adecuada que las antiguas, ampa-
rando indirectamente los vicios que se procuraban
evitar.
Por aproximarnos a lo perfecto, adoptamos por base
de representación una escala que nuestra capacidad no
admite todavía. Prodigándose esta augusta función, se
ha degradado, y ha llegado a parecer, en algunas pro-
vincias, indiferente y hasta poco honroso representar
al pueblo. De esto ha emanado en parte el descrédito
en que han caído las leyes ; y leyes despreciadas ¿ qué
felicidad producirán ?
El ejecutivo de Colombia no es el igual del legislati-
vo ; ni el jefe del judicial : viene a ser un brazo débil
del poder supremo, de que no participa en la totalidad
que corresponde, porque el congreso se ingiere en sus
funciones naturales sobre lo administrativo , judicial,
eclesiástico y militar. El gobierno, que debería ser la
fuente y el motor de la fuerza pública , tiene que bus-
carla fuera de sus propios recursos y que apoyarse en
otros que le debieran estar sometidos. Toca esencial-
142 BOLÍVAR

mente al gobierno ser el centro y la mansión de la


fuerza, sin que el origen del movimiento le correspon-
da. Habiéndosele privado de su propia naturaleza, su-
cumbe en un letargo, que se hace funesto para los
ciudadanos, y que arrastra consigo la ruina de las ins-
tituciones.
No están reducidos a estos los vicios de la constitu-
ción con respecto al ejecutivo . Rivaliza en entidad con
los mencionados la falta de responsabilidad de los se-
cretarios del despacho. Haciéndola pesar exclusiva-
mente sobre el jefe de la adminstración , se anula su
efecto, sin consultar cuanto es posible la armonía y el
sistema entre las partes ; y se disminuyen igualmente
los garantes de la observancia de la ley. Habrá más
celo en su ejecución cuando con la responsabilidad
moral obre en los ministros la que se les imponga.
Habrá entonces más poderosos estímulos para propen-
der al bien. El castigo que por desgracia se llegara a
merecer no sería el germen de mayores males, la causa
de trastornos considerables y el origen de las revolu-
ciones. La responsabilidad en el escogido del pueblo
será siempre ilusoria, a no ser que voluntariamente se
someta a ella, o que contra toda probabilidad carezca
de medios para sobreponerse a la ley. Nunca, por otro
lado, puede hacerse efectiva esta responsabilidad, no
hallándose determinados los casos en que se incurre,
ni definida la expiación.
Todos observan con asombro el contraste que pre-
senta el ejecutivo, llevando en sí una superabundancia
de fuerza al lado de una extrema flaqueza : no ha podi-
do repeler la invasión exterior o contener los conatos
sediciosos, sino revestido de la dictadura. La constitu-
ción misma, convencida de su propia falta, se ha ex-
cedido en suplir con profusión las atribuciones que le
había encomendado con avaricia. De suerte que el go-
BOLÍVAR 143

bierno de Colombia es una fuente mezquina de salud


o un torrente devastador.
No se ha visto en nación alguna entronizada a tanta
altura la facultad de juzgar como en Colombia. Con-
siderándose el modo con que están constituídos entre
nosotros los poderes, no puede decirse que las funcio-
nes del cuerpo político de una nación se reducen a
querer y a ejecutar su voluntad . Se aumentó un tercer
agente supremo, como si la facultad de decidir las
leyes que convengan a los casos no fuese la principal
incumbencia de la ejecución . Para que no influyese
indebidamente en los encargados de decidirlo, los de-
jaron del todo inconexos con el ejecutivo, de que son
por su naturaleza parte integrante ; y a pesar de que se
encargó a éste velar de continuo en la pronta y cum-
plida administración de justicia, se le cometió el
encargo sin proveerle de medios para descubrir cuándo
fuese oportuna su intervención, ni declararle hasta qué
punto pudiese extenderse. Aun la facultad de elegir
entre personas aptas se le ha coartado.
No satisfechos con esta exaltación hemos dado por
leyes posteriores a los tribunales civiles una absoluta
supremacía en los juicios militares, contra toda la
práctica uniforme de los siglos, derogatoria de la au-
toridad que la constitución atribuye al Presidente, y
destructora de la disciplina que es el fundamento de una
milicia de línea. Las leyes posteriores en la parte judi-
cial han extendido, hasta donde nunca debió ser, el
derecho de juzgar. A consecuencia de la ley de proce-
dimientos se han complicado las litis . Por todas partes
se han establecido nuevos juzgados y tribunales de
cantón, por cuya reforma claman los miserables pue-
blos, que enredan y sacrifican en provecho de los jue-
ces. Repetidas ocasiones han decidido de la buena o
mala aplicación de la ley cortes superiores, compuestas
144 BOLÍVAR

casi exclusivamente de legos . El ejecutivo ha oído las-


timosos reclamos contra el artificio o prevaricación de
los jueces, y no ha tenido medios para castigarlos : ha
visto la hacienda pública víctima de la ignorancia y de
la malicia de los tribunales, y no ha podido aplicar el
remedio.
La acumulación de todos los ramos administrativos
en los agentes naturales que el ejecutivo tiene en los
departamentos aumenta su importancia, porque el in-
tendente, jefe del orden civil y de la seguridad inte-
rior, se halla recargado de la administración de las
rentas nacionales, cuyo cuidado exige muchos indivi-
duos sólo para impedir su deterioro. No obstante que
esta acumulación parece conveniente, no lo es sino con
respecto a la autoridad militar, que debería estar reu-
nida en los departamentos marítimos a la civil, y la
civil separada de la de rentas, para que cada uno de
estos ramos se sirva de un modo satisfactorio al pue-
blo y al gobierno.
Las municipalidades, que serían útiles como consejo
de los gobernadores de provincias, apenas han llenado
sus verdaderas funciones ; algunas de ellas han osado
atribuirse la soberanía que pertenece a la nación, otras
han fomentado la sedición ; y casi todas las nuevas más
han exasperado que promovido el abasto, el ornato y
la salubridad de sus respectivos municipios. Tales cor-
poraciones no son provechosas al servicio a que se les
ha destinado : han llegado a hacerse odiosas por las
gabelas que cobran, por la molestia que causan a los
electos que la componen, y porque en muchos lugares
no hay siquiera con quien reemplazarlas. Lo que las
hace principalmente perjudiciales es la obligación en
que ponen a los ciudadanos de desempeñar una judica-
tura anual, en que emplean su tiempo y sus bienes,
comprometiendo muy frecuentemente su responsabili-
BOLÍVAR 145

dad y hasta su honor. No es raro el destierro espontá-


neo de algunos individuos de sus propios hogares, por
que no los nombren para estos enojosos cargos. Y si he
de decir lo que todos piensan, no habría decreto más
popular que el que eliminase las municipalidades.
No habiendo ley sobre la policía general, no existe
ni su sombra. Resulta de aquí que el estado es una
confusión, diría mejor un misterio para los subalternos
del ejecutivo, que se hallan en relación con uno a uno
de los individuos, los que no son manejables sin una
política diligente y eficaz que coloque a cada ciudada-
no en conexión inmediata con los agentes del gobierno.
De aquí provienen diversos inconvenientes para que
los intendentes hagan cumplir las leyes y reglamentos
en todos los ramos de su dependencia .
Destruída la seguridad y el reposo, únicos anhelos
del pueblo, ha sido imposible a la agricultura conser-
varse siquiera en el deplorable estado en que se halla-
ba. Su ruina ha cooperado a la de otras especies de
industria, desmoralizado el albergue rural, y disminuí-
do los medios de adquirir ; todo se ha sumido en la
miseria desoladora ; y en algunos cantones los ciuda-
danos han recobrado su independencia primitiva, por-
que perdidos sus goces nada los liga a la sociedad y
aun se convierten en sus enemigos. El comercio exte-
rior ha seguido la misma escala que la industria del
país ; aun diría que apenas basta para proveernos de
lo indispensable ; tanto más, que los fraudes favoreci-
dos por las leyes y por los jueces, seguidos de numero-
sas quiebras, han alejado la confianza de una profesión
que únicamente estriba en el crédito y buena fe. Y
¿ qué comercio habrá sin cambios y sin provechos ?
Nuestro ejército era el modelo de la América y la
gloria de la libertad : su obediencia a la ley, al magis-
trado y al general parecían pertenecer a los tiempos.
146 BOLÍVAR

heroicos de la virtud republicana. Se cubría con sus


armas, porque no tenía uniformes ; pereciendo de mi-
seria se alimentaba de los despojos del enemigo, y sin
ambición no respiraba más que el amor a la patria.
Tan generosas virtudes se han eclipsado, en cierto
modo, delante de las nuevas leyes directas para regirlo
y para protegerlo. Partícipe el militar de los sacudi-
mientos que han agitado toda la sociedad , no conserva
más que su devoción a la causa que ha salvado, y un
respeto saludable a sus propias cicatrices. He mencio-
nado el funesto influjo que ha debido tener en la su-
bordinación el haberle sujetado a tribunales civiles,
cuyas doctrinas y disposiciones son fatales a la disci-
plina severa, a la sumisión pasiva y a la ciega obe-
diencia que forma la base del poder militar, apoyo de
la sociedad entera. La ley que permite al militar casar-
se sin licencia del gobierno ha perjudicado considera-
blemente al ejército en su movilidad, fuerza y espíritu.
Con razón se ha prohibido tomar reemplazos de entre
los padres de familia : contraviniendo a esta regla,
hemos hecho padres de familia a los soldados. Mucho
ha contribuído a relajar la disciplina el vilipendio que
han recibido los jefes de parte de los súbditos por es-
critos públicos. El haberse declarado detención arbi-
traria una pena correccional es establecer por ordenan-
zas los derechos del hombre y difundir la anarquía en-
tre los soldados , que son los más crueles como los más
tremendos cuando se hacen demagogos. Se han promo-
vido peligrosas rivalidades entre civiles y militares con
los escritos, y con las discusiones del congreso, no
considerándolos ya como libertadores de la patria sino
como los verdugos de la libertad . ¿ Era ésta la recom-
pensa debida a tan dolorosos y sublimes sacrificios ?
¿ Era ésta la recompensa reservada para los héroes ?
Aun ha llegado el escándalo al punto de excitarse odio
BOLÍVAR 147

y encono entre los militares de diferentes provincias


para que ni la unidad ni la fuerza existieran.
No quisiera mencionar la clemencia que ha recaído
sobre los crímenes militares en esta época ominosa.
Cada uno de los legisladores está penetrado de toda la
gravedad de esta vituperable indulgencia. ¿ Qué ejército
será digno, en adelante, de defender nuestros sagrados
derechos, si el castigo del crimen ha de ser recompen-
sarlo ? ¡ Y si la gloria no pertenece ya a la fidelidad,
el valor a la obediencia !
Desde ochocientos veintiuno, en que empezamos a
reformar nuestro sistema de hacienda, todos han sido
ensayos ; y, de ellos, el último nos ha dejado más
desengañados que los anteriores. La falta de vigor en
la administración, en todos y cada uno de sus ramos,
el general conato por eludir el pago de las contribu-
ciones, la notable infidelidad y descuido por parte de
los recaudadores, la creación de empleados innecesa-
rios, el escaso sueldo de éstos, y las leyes mismas,
han conspirado a destruir el erario. Se ha confiado
vencer algunas veces este conjunto de resistencia invo-
cando la acción de los tribunales ; pero los tribunales,
con la apariencia de protectores de la inocencia , han
absuelto al contribuyente quejoso y al recaudador pro-
cesado, cuando la lentitud y la secuela de los juicios
no ha dado tiempo al congreso para dictar nuevas leyes
que enervasen aun la acción del gobierno. Todavía el
congreso no ha arreglado las comisarías que manejan
las más cuantiosas rentas. Todavía el congreso no ha
examinado, por la primera vez, la inversión de los
fondos de que el gobierno es simple administrador .
La demora en Europa de la persona a quien por
órdenes expedidas en 1823 toca responder de los mi-
llones que se deben por el empréstito contratado y por
el ratificado en Londres, la expulsión del encargado
148 BOLÍVAR

de negocios que teníamos en el Perú, y que gestionaba


el cobro de los suplementos que hicimos a aquella
república, por último la distribución y consunción de
los bienes nacionales, nos han forzado a suplir con
numerosas inscripciones en el libro de la deuda nacio-
nal valores que ellos pudieron dejar satisfechos . El
erario de Colombia ha tocado, pues, a la crisis de no
poder cubrir nuestro honor nacional con el extranjero
generoso que nos ha prestado sus fondos confiando
en nuestra fidelidad. El ejército no recibe la mitad de
sus sueldos, y excepto los empleados de hacienda , los
demás sufren la más triste miseria. El rubor me detie-
ne, y no me atrevo a deciros que las rentas nacionales
han quebrado y que la república se halla perseguida
por un formidable concurso de acreedores.
Al describir el caos que nos envuelve, casi me ha
parecido superfluo hablaros de nuestras relaciones con
los demás pueblos de la tierra. Ellas prosperaron a
medida que se exaltaba nuestra gloria militar y la pru-
dencia de nuestros conciudadanos, inspirando así con-
fianza de que nuestra organización civil y dicha social
alcanzarían el alto rango que la Providencia nos había
señalado. El progreso de las relaciones exteriores ha
dependido siempre de la sabiduría del gobierno y de la
concordia del pueblo. Ninguna nación se hizo nunca
estimar sino por la práctica de estas ventajas : ninguna
se hizo respetable sin la unión que la fortifica . Y dis-
corde Colombia , menospreciando sus leyes, arruinando
su crédito, ¿ qué alicientes podrá ella ofrecer a sus ami-
gas? ¿Qué garantes para conservar siquiera a las que
tiene ? Retrogradando , en vez de avanzar, en la carrera
civil, no inspira sino esquivez . Ya se ha visto provoca-
da, insultada por un aliado que no existiera sin nuestra
magnanimidad. Vuestras deliberaciones van a decidir,
si arrepentidas las naciones amigas de habernos reco-
BOLÍVAR 149

nocido hayan de borrarnos de entre los pueblos que


componen la especie humana.
¡ Legisladores ! Ardua y grande es la obra que la
voluntad nacional os ha cometido. Salváos del compro-
miso en que os han colocado nuestros conciudadanos
salvando a Colombia. Arrojad vuestras miradas pene-
trantes en el recóndito corazón de vuestros constitu-
yentes : allí leeréis la prolongada angustia que los
agoniza : ellos suspiran por seguridad y reposo. Un
gobierno firme, poderoso y justo es el grito de la pa-
tria. Miradla de pie sobre las ruinas del desierto que
ha dejado el despotismo, pálida de espanto, llorando
quinientos mil héroes muertos por ella, cuya sangre
sembrada en los campos hacía nacer sus derechos. Sí,
legisladores, muertos y vivos , sepulcros y ruinas, os
piden garantías. Y yo que sentado ahora sobre el hogar
de un simple ciudadano , y mezclado entre la multitud,
recobro mi voz y mi derecho, yo que soy el último que
reclamo el fin de la sociedad, yo que he consagrado
un culto religioso a la patria y a la libertad, no debo
callarme en momento tan solemne. Dadnos un gobierno
en que la ley sea obedecida, el magistrado respetado, y
el pueblo libre : un gobierno que impida la transgre-
sión de la voluntad general y los mandamientos del
pueblo.
Considerad, legisladores, que la energía en la fuerza
pública es la salvaguardia de la flaqueza individual, la
amenaza que aterra al injusto, y la esperanza de la
sociedad. Considerad que la corrupción de los pueblos
nace de la indulgencia de los tribunales y de la impu-
nidad de los delitos. Mirad que sin fuerza no hay vir-
tud ; y sin virtud perece la república . Mirad, en fin,
que la anarquía destruye la libertad, y que la unidad
conserva el orden .
¡ Legisladores ! ¡ A nombre de Colombia os ruego
150 BOLÍVAR

con plegarias infinitas que nos deis, a imagen de la


Providencia que representáis, como árbitros de nues-
tros destinos, para el pueblo, para el ejército, para el
juez, y para el magistrado, leyes inexorables !

Bogotá, 29 de febrero de 1828.

SIMÓN BOLÍVAR
III

CARTAS

1815

Kingston, 6 de setiembre de 1815.


Señor ... ¹ :
Me apresuro a contestar la carta de 29 del mes pasa-
do que usted me hizo el honor de dirigirme y yo recibí
con la mayor satisfacción.
Sensible, como debo, al interés que usted ha querido
tomar por la suerte de mi patria, afligiéndose con ella
por los tormentos que padece desde su descubrimiento
hasta estos últimos períodos, por parte de sus des-
tructores los españoles , no siento menos el comprome-
timiento en que me ponen las solícitas demandas que
usted me hace sobre los objetos más importantes de la
política americana. Así, me encuentro en un conflicto
entre el deseo de corresponder a la confianza con que
usted me favorece y el impedimento de satisfacerla,
tanto por la falta de documentos y de libros cuanto por
los limitados conocimientos que poseo de un país tan
inmenso, variado y desconocido como el Nuevo Mundo.

1 Carta dirigida a un caballero inglés, que se supone sea


el Duque de Manchester.
152 BOLÍVAR

En mi opinión es imposible responder a las preguntas


con que usted me ha honrado. El mismo Barón de
Humboldt, con su universalidad de conocimientos teó-
ricos y prácticos, apenas lo haría con exactitud , porque
aunque una parte de la estadística y revolución de
América es conocida, me atrevo a asegurar que la ma-
yor está cubierta de tinieblas, y por consecuencia sólo
se pueden ofrecer conjeturas más o menos aproximadas,
sobre todo en lo relativo a la suerte futura y a los ver-
daderos proyectos de los americanos ; pues de cuantas
combinaciones suministra la historia de las naciones
de otras tantas es susceptible la nuestra por sus posicio-
nes físicas, por las vicisitudes de la guerra y por los
cálculos de la política.
Como me conceptúo obligado a prestar atención a la
apreciable carta de usted no menos que a sus filantró-
picas miras, me animo a dirigir estas líneas, en las
cuales ciertamente no hallará usted las ideas luminosas
que desea, más sí las ingenuas expresiones de mis pen-
samientos.
"Tres siglos ha, dice usted, que empezaron las bar-
baridades que los españoles cometieron en el grande
hemisferio de Colón." Barbaridades que la presente
edad ha rechazado como fabulosas , porque parecen
superiores a la perversidad humana ; y jamás serían
creídas por los críticos modernos, si constantes y repe-
tidos documentos no testificasen estas infaustas verda-
des. El filantrópico obispo de Chiapa, el apóstol de la
América, Las Casas, ha dejado a la posteridad una
breve relación de ellas, extractada de las sumarias que
siguieron en Sevilla a los conquistadores, con el testi-
monio de cuantas personas respetables había entonces
en el Nuevo Mundo , y con los procesos mismos que
los tiranos se hicieron entre sí : como consta por los ·
más sublimes historiadores de aquel tiempo. Todos los
BOLÍVAR 153

imparciales han hecho justicia al celo, verdad y virtu-


des de aquel amigo de la humanidad, que con fervor y
firmeza denunció ante su gobierno y contemporáneos
los actos más horrorosos de un frenesí sanguinario.
Con cuánta emoción de gratitud leo el pasaje de la
carta de usted en que me dice : "que espera que los
sucesos que siguieron entonces a las armas españolas
acompañen ahora a las de sus contrarios, los muy
oprimidos americanos meridionales". Yo tomo esta es-
peranza como una predicción, si la justicia decide las
contiendas de los hombres . El suceso coronará nuestros
esfuerzos ; porque el destino de la América se ha fijado
irrevocablemente ; el lazo que lo unía a la España está
cortado : la opinión era toda •su fuerza ; por ella se
estrechaban mutuamente las partes de aquella inmensa
monarquía : lo que antes las enlazaba ya las divide :
más grande es el odio que nos ha inspirado la penín-
sula que el mar que nos separa de ella : menos difícil
es unir los dos continentes que reconciliar los espíritus
de ambos países. El hábito a la obediencia, un comercio
de intereses, de luces, de religión ; una recíproca bene-
volencia ; una tierna solicitud por la cuna y la gloria
de nuestros padres ; en fin , todo lo que formaba nuestra
esperanza, nos venía de España. De aquí nacía un
principio de adhesión que parecía eterno ; no obstante
que la inconducta de nuestros dominadores relajaba
esta simpatía ; o por mejor decir este apego forzado
por el imperio de la dominación. Al presente sucede
lo contrario : la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo ,
nos amenaza y tememos : todo lo sufrimos de esa des-
naturalizada madrastra. El velo se ha rasgado , ya he-
mos visto la luz y se nos quiere volver a las tinieblas :
se han roto las cadenas ; ya hemos sido libres, y nues-
tros enemigos pretenden de nuevo esclavizarnos. Por
154 BOLÍVAR

lo tanto, la América combate con despecho ; y rara vez


la desesperación no ha arrastrado tras sí la victoria.
Porque los sucesos hayan sido parciales y alternados,
no debemos desconfiar de la fortuna. En unas partes
triunfan los independientes, mientras que los tiranos en
lugares diferentes obtienen sus ventajas. ¿Y cuál es el
resultado final? ¿ no está el Nuevo Mundo entero con-
movido y armado para su defensa ? Echemos una ojea-
da y observaremos una lucha simultánea en la misma
extensión de este hemisferio.
El belicoso Estado de las Provincias del Río de la
Plata ha purgado su territorio y conducido sus armas
vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa e
inquietando a los realistas de Lima. Cerca de un millón
de habitantes disfruta allí de su libertad.
El reino de Chile, poblado de 800.000 almas , está
lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo ;
pero en vano, porque los que antes pusieron un término
a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos, son
sus vecinos y compatriotas ; y su ejemplo sublime
es suficiente para probarles que el pueblo que ama su
independencia por fin la logra.
El virreinato del Perú, cuya población asciende a
millón y medio de habitantes, es sin duda el más su-
miso y al que más sacrificios se le han arrancado para
la causa del rey, y bien que sean vanas las relaciones
concernientes a aquella porción de América, es indu-
bitable que ni está tranquila, ni es capaz de oponerse
al torrente que amenaza a las más de sus provincias.
La Nueva Granada, que es por decirlo así el corazón
de la América y obedece a un gobierno general, excep-
tuando el reino de Quito que con la mayor dificultad
contiene sus enemigos, por ser fuertemente adicto a la
causa de su patria ; y las provincias de Panamá y Santa
Marta que sufren, no sin dolor la tiranía de sus seño-
BOLÍVAR 155

res : dos millones y medio de habitantes están esparci-


dos en aquel territorio que actualmente defienden con-
tra el ejército español bajo el general Morillo, que es
verosímil sucumba delante de la inexpugnable plaza
de Cartagena. Mas si la tomare será a costa de grandes
pérdidas, y desde luego carecerá de fuerzas bastantes
para subyugar a los morigerados y bravos moradores
del interior.
En cuanto a la heroica y desdichada Venezuela, sus
acontecimientos han sido tan rápidos y sus devastacio-
nes tales, que casi la han reducido a una absoluta
indigencia y a una soledad espantosa, no obstante que
era uno de los países más bellos de cuantos hacían el
orgullo de la América. Sus tiranos gobiernan un de-
sierto, y sólo oprimen a tristes restos que, escapados
de la muerte, alimentan una precaria existencia : algu-
nas mujeres, niños y ancianos son los que quedan. Los
más de los hombres han perecido por no ser esclavos,
y los que viven combaten con furor en los campos y
en los pueblos internos , hasta expirar o arrojar al mar
a los que, insaciables de sangre y de crímenes, rivali-
zan con los primeros monstruos que hicieron desapa-
recer de la América a su raza primitiva. Cerca de un
millón de habitantes se contaban en Venezuela ; y sin
exageración se puede asegurar que una cuarta parte
ha sido sacrificada por la tierra, la espada, el hambre,
la peste, las peregrinaciones, excepto el terremoto, to-
dos resultados de la guerra .
En Nueva España había en 1808, según nos refiere
el Barón de Humboldt, 7.800.000 almas, con inclusión
de Guatemala. Desde aquella época, la insurrección que
ha agitado a casi todas sus provincias, ha hecho dismi-
nuir sensiblemente aquel cómputo que parece exacto ;
pues más de un millón de hombres ha perecido, como
lo podrá usted ver en la exposición de Mr. Walton
156 BOLÍVAR

que describe con fidelidad los sanguinarios crímenes


cometidos en aquel opulento imperio. Allí la lucha se
mantiene a fuerza de sacrificios humanos y de todas
especies, pues nada ahorran los españoles con tal que
logren someter a los que han tenido la desgracia de
nacer en este suelo, que parece destinado a empaparse
con la sangre de sus hijos . A pesar de todo, los meji-
canos serán libres, porque han abrazado el partido de
la patria, con la resignación de vengar a sus pasados o
seguirlos al sepulcro. Ya ellos dicen con Raynal : llegó
el tiempo, en fin, de pagar a los españoles suplicios con
suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores
en su sangre o en el mar.
Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas
pueden formar una población de 700 a 800.000 almas,
son las que más tranquilamente poseen los españoles,
porque están fuera del contacto de los independientes.
Mas ¿ no son americanos estos insulares? ¿ No son
vejados ? ¿ No desearán su bienestar?
Este cuadro representa una escala militar de 2.000
leguas de longitud y 900 de latitud en su mayor exten-
sión en que 16.000.000 de americanos defienden sus
derechos o están oprimidos por la nación española que,
aunque fué en algún tiempo el más vasto imperio del
mundo, sus restos son ahora impotentes para dominar
el nuevo hemisferio y hasta mantenerse en el antiguo .
¿Y la Europa civilizada, comerciante y amante de la
libertad, permite que una vieja serpiente, por sólo
satisfacer su saña envenenada, devore la más bella par-
te de nuestro globo ? ¡ Qué ! ¿ está la Europa sorda al
clamor de su propio interés? ¿ No tiene ya ojos para
ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido para ser de
este modo insensible ? Estas cuestiones cuanto más las
medito, más me confunden : llego a pensar que se aspira
a que desaparezca la América ; pero es imposible, por-
BOLÍVAR 157

que toda la Europa no es España. ¡ Qué demencia la


de nuestra enemiga, pretender reconquistar la América,
sin marina, sin tesoro y casi sin soldados ! Pues los
que tiene, apenas son bastantes para retener a su propio
pueblo en una violenta obediencia y defenderse de sus
vecinos. Por otra parte ¿ podrá esta nación hacer el
comercio exclusivo de la mitad del mundo sin manu-
facturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin
ciencias, sin política ? Lograda que fuese esta loca em-
presa, y suponiendo más, aun lograda la pacificación,
los hijos de los actuales americanos, unidos con los de
los europeos reconquistadores, ¿ no volverían a formar
dentro de veinte años los mismos patrióticos designios
que ahora se están combatiendo ?
La Europa haría un bien a la España en disuadirla
de su obstinada temeridad, porque a lo menos le aho-
rrará los gastos que expende y la sangre que derrama ;
a fin de que fijando su atención en sus propios recintos
fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas
que las de inciertas conquistas, un comercio precario y
exacciones violentas en pueblos remotos, enemigos y
poderosos. La Europa misma por miras de sana política
debería haber preparado y ejecutado el proyecto de la
independencia americana, no sólo porque el equilibrio
del mundo así lo exige, sino porque éste es el medio
legítimo y seguro de adquirirse establecimientos ultra-
marinos de comercio. La Europa que no se halla agita-
da por las violentas pasiones de la venganza, ambición
y codicia, como la España, parece que estaba autorizada
por todas las leyes de la equidad a ilustrarla sobre sus
bien entendidos intereses.
Cuantos escritores han tratado la materia se acorda-
ban en esta parte. En consecuencia, nosotros esperába-
mos con razón que todas las naciones cultas se apre-
surarían a auxiliarnos, para que adquiriésemos un bien
158 BOLÍVAR

cuyas ventajas son recíprocas a entrambos hemisferios.


Sin embargo ¡ cuán frustradas esperanzas ! No sólo los
europeos, pero hasta nuestros hermanos del Norte se
han mantenido inmóviles espectadores en esta contien-
da, que por su esencia es la más justa y por sus resul-
tados la más bella e importante de cuantas se han
suscitado en los siglos antiguos y modernos ¿ porque
hasta dónde se puede calcular la trascendencia de la
libertad del hemisferio de Colón?
"La felonía con que Bonaparte, dice usted, prendió a
Carlos IV y a Fernando VII, reyes de esa nación que
tres siglos aprisionó con traición a dos monarcas de
América Meridional, es un acto muy manifiesto de la
retribución divina, y al mismo tiempo una prueba de
que Dios sostiene la justa causa de los americanos y les
considerará su independencia."
Parece que usted quiere aludir al monarca de Méjico
Mocteuczoma, preso por Cortés y muerto según Herre-
ra por él mismo, aunque Solís dice que por el pueblo, y
a Atahualpa Inca del Perú, destruído por Francisco
Pizarro y Diego Almagro. Existe tal diferencia entre la
suerte de los reyes españoles y los reyes americanos,
que no admiten comparación ; los primeros son trata-
dos con dignidad , conservados y al fin recobran su
libertad y trono ; mientras que los últimos sufren tor-
mentos inauditos y los vilipendios más vergonzosos . Si
a Cuauhtemotzin, sucesor de Mocteuczoma, se le trata
como emperador y se le pone la corona , fué por irrisión
y no por respeto, para que experimentase este escarnio
antes que las torturas. Iguales a la suerte de este monar-
ca fueron las del rey de Michiacan, Caltzontzin ; el
Zipá de Bogotá y cuantos Toquis , Imas, Zipas, Ulme-
nes, Caciques y demás dignidades indianas sucumbie-
ron al poder español. El suceso de Fernando VII es
más semejante al que tuvo lugar en Chile en 1535 con
BOLÍVAR 159

el Ulmen de Copiapó, entonces reinante en aquella co-


marca. El español Almagro pretextó como Bonaparte
tomar partido por la causa del legítimo soberano y en
consecuencia llama al usurpador como Fernando lo
era en España ; aparenta restituir al legítimo a sus
Estados y termina por encadenar y echar a las llamas
al infeliz Ulmen, sin querer ni aun oír su defensa.
Éste es el ejemplo de Fernando VII con su surpador ;
los reyes europeos sólo padecen destierros, el Ulmen
de Chile termina su vida de un modo atroz.
"Después de algunos meses, añade usted, he hecho
muchas reflexiones sobre la situación de los americanos
y sus esperanzas futuras : tomo grande interés en sus
sucesos ; pero me faltan muchos informes relativos a
su estado actual y a lo que ellos aspiran ; deseo
infinitamente saber la política de cada provincia
como también su población ; si desean repúblicas o mo-
narquías, si formarán una gran república o una gran
monarquía. Toda noticia de esta especie que usted pue-
da darme o indicarme las fuentes a que debo ocurrir la
estimaré como un favor muy particular."
Siempre las almas generosas se interesan en la suerte
de un pueblo que se esmera por recobrar los derechos
con que el Creador y la naturaleza le han dotado ; y es
necesario estar bien fascinado por el error o por las
pasiones para no abrigar esta noble sensación : usted
ha pensado en mi país y se interesa por él : este acto de
benevolencia me inspira el más vivo reconocimiento.
He dicho la población que se calcula por datos más
o menos exactos, que mil circunstancias hacen fallidos,
sin que sea fácil remediar esta inexactitud, porque los
más de los moradores tienen habitaciones campestres y
muchas veces errantes ; siendo labradores, pastores,
nómades perdidos en medio de espesos e inmensos bos-
ques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríos
160 BOLÍVAR

caudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadís-


tica completa de semejantes comarcas? Además, los
tributos que pagan los indígenas, las penalidades de los
esclavos, las primicias, diezmos y derechos que pesan
sobre los labradores y otros accidentes , alejan de sus
hogares a los pobres americanos. Esto es sin hacer men-
ción de la guerra de exterminio que ya ha segado cerca
de un octavo de la población y ha ahuyentado una gran
parte; pues entonces las dificultades son insuperables
y el empadronamiento vendrá a reducirse a la mitad
del verdadero censo.
Todavía es más difícil presentir la suerte futura del
Nuevo Mundo , establecer principios sobre su política, y
casi profetizar la naturaleza del gobierno que llegará
a adoptar. Toda idea relativa al porvenir de este país
me parece aventurada. ¿ Se pudo prever, cuando el
género humano se hallaba en su infancia rodeado de
tanta incertidumbre, ignorancia y error, cuál sería el
régimen que abrazaría para su conservación ? ¿Quién
se habría atrevido a decir, tal nación será república o
monarquía, ésta será pequeña, aquélla grande? En mi
concepto, ésta es la imagen de nuestra situación . Nos-
otros somos un pequeño género humano ; poseemos un
mundo aparte, cercado por dilatados mares ; nuevos en
casi todas las artes y ciencias, aunque en cierto modo
viejos en los usos de la sociedad civil. Yo considero
el estado actual de la América como cuando, desploma-
do el imperio romano, cada desmembración formó un
sistema político, conforme a sus intereses y situación o
siguiendo la ambición particular de algunos jefes, fa-
milias o corporaciones : con esta notable diferencia, que
aquellos miembros dispersos volvían a restablecer sus
antiguas naciones con las alteraciones que exigían las
cosas o los sucesos : mas nosotros, que apenas conserva-
mos vestigios de lo que en otro tiempo fué, y que por
BOLÍVAR 161

otra parte no somos indios ni europeos, sino una espe-


cie media entre los legítimos propietarios del país y
los usurpadores españoles : en suma, siendo nosotros
americanos por nacimiento y nuestros derechos los de
Europa, tenemos que disputar éstos a los del país, y
que mantenernos en él contra la invasión de los inva-
sores ; así nos hallamos en el caso extraordinario y
complicado. No obstante que es una especie de adivi-
nación indicar cuál será el resultado de la línea de
política que la América siga, me atrevo a aventurar
algunas conjeturas que desde luego caracterizo de ar-
bitrarias, dictadas por un deseo racional y no por un
raciocinio probable .
La posición de los moradores del hemisferio america-
no ha sido por siglos puramente pasiva : su existencia
política era nula. Nosotros estábamos en un grado to-
davía más abajo de la servidumbre, y por lo mismo con
más dificultades para elevarnos al goce de la libertad.
Permítame usted estas consideraciones para elevar la
cuestión. Los Estados son esclavos por la naturaleza de
su constitución o por el abuso de ella ; luego un pueblo
es esclavo cuando el gobierno por su esencia o por sus
vicios huella y usurpa los derechos del ciudadano o
súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que la
América no solamente estaba privada de su libertad,
sino también de la tiranía activa y dominante. Me ex-
plicaré. En las administraciones absolutas no se recono-
cen límites en el ejercicio de las facultades gubernati-
vas : la voluntad del gran sultán Kan Bey y demás
soberanos despóticos, es la ley suprema, y ésta es casi
arbitrariamente ejecutada por los bajaes, kanes y sá-
trapas subalternos de la Turquía y Persia, que tienen
organizada una opresión de que participan los súbditos
en razón de la autoridad que se les confía . A ellos está
encargada la administración civil, militar, política, de
162 BOLÍVAR

rentas y la religión . Pero al fin son persas los jefes de


Ispahan, son turcos los visires del gran señor, son tár-
taros los sultanes de la Tartaria. La China no envía a
buscar mandatarios militares y letrados al país de Gen-
gis Kan que la conquistó, a pesar de que los actuales
chinos son descendientes directos de los subyugados
por los ascendientes de los presentes tártaros.
Cuán diferente era entre nosotros. Se nos vejaba
con una conducta que, además de privarnos de los
derechos que nos correspondían, nos dejaba en una
especie de infancia permanente con respecto a las
transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera maneja-
do nuestros asuntos domésticos, en nuestra administra-
ción interior, conoceríamos el curso de los negocios
públicos y su mecanismo. Gozaríamos también de la
consideración personal que impone a los hijos del pue-
blo cierto respeto maquinal, que es tan necesario con-
servar en las revoluciones. He aquí por qué he dicho
que estábamos privados hasta de la tiranía activa, pues
que no nos está permitido ejercer sus funciones.
Los americanos en el sistema español que está en
vigor, y quizá con mayor fuerza que nunca, no ocupan
otro lugar en la sociedad que el de siervos propios para
el trabajo, y cuando más el de simples consumidores ; y
aun esta parte coartada con restricciones chocantes :
tales son las prohibiciones del cultivo de frutos de
Europa, el estanco de las producciones que el rey mo-
nopoliza, el impedimento de las fábricas que la misma
península no posee, los privilegios exclusivos del co-
mercio hasta de los objetos de primera necesidad , las
trabas entre provincia y provincia americanas para
que no se traten, entiendan, ni negocien ; en fin, ¿ quie-
re usted saber cuál era nuestro destino? Los campos
para cultivar el añil, la grana, el café, la caña, el cacao
y el algodón ; las llanuras solitarias para criar ganados :
BOLÍVAR 163

los desiertos para cazar las bestias feroces ; las entrañas


de la tierra para excavar el oro que no puede saciar a
esa nación avarienta.
Tan negativo era nuestro estado que no encuentro
semejante en ninguna otra asociación civilizada, por
más que recorro la serie de las edades y la política de
todas las naciones. Pretender que un país tan feliz-
mente constituído, extenso, rico y populoso, sea mera-
mente pasivo ¿no es un ultraje y una violación de los
derechos de la humanidad?
Estábamos, como acabo de exponer, abstraídos, y,
digámoslo así, ausentes del Universo en cuanto es rela-
tivo a la ciencia del gobierno y administración del Es-
tado. Jamás éramos virreyes ni gobernadores sino por
causas muy extraordinarias ; arzobispos y obispos pocas
veces; diplomáticos nunca ; militares, sólo en calidad
de subalternos ; nobles, sin privilegios reales ; no éra-
mos, en fin, ni magistrados ni financistas, y casi ni aun
comerciantes : todo en contraversión directa de nuestras
instituciones.
El emperador Carlos V formó un pacto con los des-
cubridores, conquistadores y pobladores de América,
que, como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los
reyes de España convinieron solemnemente con ellos
que lo ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndo-
les hacerlo a costa de la Real Hacienda, y por esta
razón se les concedía que fuesen señores de la tierra,
que organizasen la administración y ejerciesen la judi-
catura en apelación, con otras muchas excepciones y
privilegios que sería prolijo detallar. El rey se com-
prometió a no enajenar jamás las provincias america-
nas, como que a él no tocaba otra jurisdicción que la
del alto dominio, siendo una especie de propiedad feu-
dal la que allí tenían los conquistadores para sí y sus
descendientes . Al mismo tiempo existen leyes expresas
164 BOLÍVAR

que favorecen casi exclusivamente a los naturales del


país originarios de España, en cuanto a los empleos
civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera que con
una violación manifiesta de las leyes y de los pactos
subsistentes, se han visto despojar aquellos naturales
de la autoridad constitucional que les daba su código.
De cuanto he referido, será fácil colegir que la Amé-
rica no estaba preparada para desprenderse de la me-
trópoli, como súbitamente sucedió por el efecto de las
ilegítimas cesiones de Bayona, y por la inicua guerra
que la Regencia nos declaró sin derecho alguno para
ello, no sólo por la falta de justicia, sino también de
legitimidad. Sobre la naturaleza de los gobiernos espa-
ñoles, sus decretos conminatorios y hostiles, y el curso
entero de su desesperada conducta, hay escritos del
mayor mérito en el periódico El Español, cuyo autor
es el señor Blanco ¹ ; y estando allí esta parte de nues-
tra historia muy bien tratada, me limito a indicarlo.
Los americanos han subido de repente, sin los co-
nocimientos previos y lo que es más sensible sin la
práctica de los negocios públicos, a representar en la
escena del mundo las eminentes dignidades de legisla-
dores, magistrados, administradores del erario, diplo-
máticos, generales, y cuantas autoridades supremas y
subalternas forman la jerarquía de un Estado organiza-
do con regularidad.
Cuando las águilas francesas sólo respetaron los
muros de la ciudad de Cádiz, y con su vuelo arrollaron
a los frágiles gobiernos de la Península, entonces que-
damos en la orfandad. Ya antes habíamos sido entre-
gados a la merced de un usurpador extranjero . Después,
lisonjeados con la justicia que se nos debía con espe-
ranzas halagüeñas siempre burladas ; por último, incier-

1 El canónigo sevillano José María Blanco White.


BOLÍVAR 165

tos sobre nuestro destino futuro , y amenazados por la


anarquía, a causa de la falta de un gobierno legítimo,
justo y liberal, nos precipitamos en el caos de la revo-
lución. En el primer momento sólo se cuidó de proveer
a la seguridad interior, contra los enemigos que ence-
rraba nuestro seno. Luego se extendió a la seguridad
exterior : se establecieron autoridades que sustituímos
a las que acabábamos de deponer encargadas de dirigir
el curso de nuestra revolución y de aprovechar la co-
yuntura feliz en que nos fuese posible fundar un go-
bierno constitucional digno del presente siglo y adecua-
do a nuestra situación.
Todos los nuevos gobiernos marcaron sus primeros
pasos con el establecimiento de juntas populares. Éstas
formaron en seguida reglamentos para la convocación
de congresos que produjeron alteraciones importantes.
Venezuela erigió un gobierno democrático y federal,
declarando previamente los derechos del hombre, man-
teniendo el equilibrio de los poderes y estatuyendo
leyes generales en favor de la libertad civil, la impren-
ta y otras ; finalmente se constituyó un gobierno inde-
pendiente. La Nueva Granada siguió con uniformidad
los establecimientos políticos y cuantas reformas hizo
Venezuela, poniendo por base fundamental de su cons-
titución el sistema federal más exagerado que jamás
existió : recientemente se ha mejorado con respecto al
Poder Ejecutivo general, que ha obtenido cuantas atri-
buciones le corresponden . Según entiendo, Buenos Aires
y Chile han seguido esta misma línea de operaciones ;
pero como nos hallamos a tanta distancia, los docu-
mentos son tan raros, y las noticias tan inexactas, no
me animaré ni aun a bosquejar el cuadro de sus
transacciones.
Los sucesos de Méjico han sido demasiado varios,
complicados, rápidos y desgraciados para que se pue-
166 BOLÍVAR

dan seguir en el curso de su revolución. Carecemos,


además, de documentos bastante instructivos, que nos
hagan capaces de juzgarlos. Los independientes de Mé-
jico, por lo que sabemos, dieron principio a su insu-
rrección en setiembre de 1810, y un año después ya
tenían centralizado su gobierno en Zitácuaro, instalan-
do allí una junta nacional bajo los auspicios de Fer-
nando VII, en cuyo nombre se ejercían las funciones
gubernativas. Por los acontecimientos de la guerra, esta
junta se trasladó a diferentes lugares, y es verosímil
que se haya conservado hasta estos últimos momentos,
con las modificaciones que los sucesos hayan exigido.
Se dice que ha creado un generalísimo o dictador que
lo es el ilustre general Morelos : otros hablan del céle-
bre general Rayón ; lo cierto es que uno de estos dos
grandes hombres o ambos separadamente ejercen la
autoridad suprema en aquel país ; y recientemente ha
aparecido una constitución para el régimen del Estado .
En marzo de 1812 el gobierno residente en Sultepec
presentó un plan de paz y guerra al virrey de Méjico
concebido con la más profunda sabiduría. En él se
reclamó el derecho de gentes estableciendo principios
de una exactitud incontestable. Propuso la junta que
la guerra se hiciese como entre hermanos y conciuda-
danos, pues que no debía ser más cruel que entre
naciones extranjeras ; que los derechos de gentes y de
guerra, inviolables para los mismos infieles y bárbaros,
debían serlo más para cristianos, sujetos a un soberano
y a unas mismas leyes ; que los prisioneros no fuesen
tratados como reos de la lesa majestad, ni se degollasen
los que rendían las armas, sino que se mantuviesen en
rehenes para canjearlos ; que no se entrase a sangre y
fuego en las poblaciones pacíficas, no las diezmasen ni
quintasen para sacrificarlas, y concluye que, en caso
de no admitirse este plan, se observarían rigurosamen-
BOLÍVAR 167

te las represalias. Esta negociación se trató con el más


alto desprecio : no se dió respuesta a la junta nacional :
las comunicaciones originales se quemaron públicamen-
te en la plaza de Méjico, por mano del verdugo : y la
guerra de exterminio continuó por parte de los espa-
ñoles con su furor acostumbrado , mientras que los me-
jicanos y las otras naciones americanas no la hacían ni
aun a muerte con los prisioneros de guerra que fuesen
españoles. Aquí se observa que por las causas de con-
veniencia se conservó la apariencia de sumisión al rey
y aun a la constitución de la monarquía. Parece que
la junta nacional es absoluta en el ejercicio de las fun-
ciones legislativas, ejecutivas y judiciales, y el número
de sus miembros muy limitado.
Los acontecimientos de la Tierra Firme nos han pro-
bado que las instituciones perfectamente representati-
vas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y
luces actuales . En Caracas el espíritu de partido tomó
su origen en las sociedades, asambleas y elecciones po-
pulares ; y estos partidos nos tornaron a la esclavitud.
Y así como Venezuela ha sido la república americana
que más se ha adelantado en sus instituciones políticas,
también ha sido el más claro ejemplo de la ineficacia
de la forma demócrata y federal para nuestros nacien-
tes Estados. En Nueva Granada las excesivas facultades
de los gobiernos provinciales y falta de centralización
en general han conducido aquel precioso país al estado
a que se ve reducido en el día. Por esta razón sus
débiles enemigos se han conservado contra todas las
probabilidades. En tanto que nuestros compatriotas no
adquieran los talentos y las virtudes políticas que dis-
tinguen a nuestros hermanos del Norte, los sistemas
enteramente populares, lejos de sernos favorables, temo
mucho que vengan a ser nuestra ruina. Desgraciada-
mente, estas cualidades parecen estar muy distantes de
168 BOLÍVAR

nosotros en el grado que se requiere : y por el contrario


estamos dominados de los vicios que se contraen bajo
la dirección de una nación como la española, que sólo
ha sobresalido en fiereza, recursos de todos géneros.
Es más difícil, dice Montesquieu, sacar un pueblo de
la servidumbre que subyugar uno libre. Esta verdad
está comprobada por los anales de todos los tiempos,
que nos muestran las más de las naciones libres someti-
das al yugo, y muy pocas de las esclavas recobrar su
libertad. A pesar de este convencimiento, los meridio-
nales de este continente han manifestado el conato de
conseguir instituciones liberales y aun perfectas ; sin
duda por efecto del instinto que tienen todos los hom-
bres de aspirar a su mejor felicidad posible ; la que se
alcanza infaliblemente en las sociedades civiles cuando
ellas están fundadas sobre las bases de la justicia, de
la libertad y de la igualdad. Pero ¿seremos nosotros
capaces de mantener en su verdadero equilibrio la difí-
cil carga de una república ? ¿ Se puede concebir que
un pueblo recientemente desencadenado se lance a la
esfera de la libertad, sin que como a Ícaro se le des-
hagan las alas y recaiga en el abismo ? Tal prodigio es
inconcebible, nunca visto . Por consiguiente, no hay un
raciocinio verosímil que nos halague con esta espe-
ranza.
Yo deseo más que otro alguno ver formar en Amé-
rica la más grande nación del mundo, menos por su
extensión y riquezas que por su libertad y gloria. Aun-
que aspiro a la perfección del gobierno de mi patria,
no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el
momento regido por una gran república ; como es im-
posible no me atrevo a desearlo ; y menos deseo una
monarquía universal de América, porque este proyecto
sin ser útil, es también imposible. Los abusos que ac-
tualmente existen no se reformarían y nuestra regene-
BOLÍVAR 169

ración sería infructuosa. Los Estados americanos han


menester de los cuidados de gobiernos paternales que
curen las llagas y las heridas del despotismo y la gue-
rra. La metrópoli, por ejemplo, sería Méjico, que es
la única que puede serlo, por su poder intrínseco, sin
el cual no hay metrópoli. Supongamos que fuese el
istmo de Panamá punto céntrico para todos los extre-
mos de este vasto continente ¿ no continuarían éstos
en la languidez y aun el desorden actual ? Para que un
solo gobierno dé vida, anime, ponga en acción todos
los resortes de la prosperidad pública, corrija, ilustre
y perfeccione el Nuevo Mundo, sería necesario que
tuviese las facultades de un Dios, y cuando menos las
luces y virtudes de todos los hombres.
El espíritu de partido que al presente agita a nues-
tros Estados se encendería entonces con mayor encono,
hallándose ausente la fuente del poder que únicamente
puede reprimirlo. Además, los magnates de las capi-
tales no sufrirán la preponderancia de los metropolita-
nos, a quienes considerarían como a otros tantos tira-
nos : sus celos llegarían hasta el punto de comparar a
éstos con los odiosos españoles. En fin, una monarquía
semejante sería un coloso diforme, que su propio peso
desplomaría a la menor convulsión.
Mr. de Pradt ha dividido sabiamente a la América
en quince a diez y siete Estados independientes entre
sí, gobernados por otros tantos monarcas. Estoy de
acuerdo en cuanto a lo primero pues la América com-
porta la creación de diez y siete naciones ; en cuanto a
lo segundo, aunque es más fácil conseguirlo , es menos
útil ; y así no soy de la opinión de las monarquías
americanas. He aquí mis razones. El interés bien enten-
dido de una república se circunscribe en la esfera de
su conservación, prosperidad y gloria. No ejerciendo
la libertad imperio, porque es precisamente su opuesto,
170 BOLÍVAR

ningún estímulo excita a los republicanos a extender los


términos de su nación en detrimento de sus propios
medios, con el único objeto de hacer participar a sus
vecinos de una constitución liberal. Ningún derecho
adquieren, ninguna ventaja sacan venciéndolos, a me-
nos que los reduzcan a colonias, conquistas o aliados,
siguiendo el ejemplo de Roma. Máximas y ejemplos
tales están en oposición directa con los principios de
justicia de los sistemas republicanos ; y aún diré más :
en oposición manifiesta con los intereses de sus ciuda-
danos : porque un Estado demasiado extenso en sí mis-
mo o por sus dependencias al cabo viene en decadencia
y convierte su forma libre en otra tiránica ; relaja los
principios que deben conservarla y ocurre por último
al despotismo. El distintivo de las pequeñas repúblicas
es la permanencia ; el de las grandes es vario ; pero
siempre se inclina al imperio. Casi todas las primeras
han tenido larga duración ; de las segundas sólo Roma
se mantuvo algunos siglos, pero fué porque era repú-
blica la capital y no lo era el resto de sus dominios,
que se gobernaban por leyes e instituciones diferentes.
Muy contraria es la política de un rey, cuya inclina-
ción constante se dirige al aumento de sus posesiones,
riquezas y facultades : con razón , porque su autoridad
crece con estas adquisiciones, tanto con respecto a sus
vecinos como a sus propios vasallos, que temen en él
un poder tan formidable cuanto es su imperio, que se
conserva por medio de la guerra y de las conquistas.
Por estas razones pienso que los americanos ansiosos
de paz, ciencias, artes, comercio y agricultura preferi-
rían las repúblicas a los reinos, y me parece que estos
deseos se confirman con las miras de la Europa.
No convengo en el sistema federal entre los popula-
res y representativos, por ser demasiado perfecto y
exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los
BOLÍVAR 171

nuestros : por igual razón rehuso la monarquía mixta de


aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor
ha procurado a la Inglaterra. No siéndonos posible lo-
grar entre las repúblicas y monarquías lo más perfecto
y acabado, evitemos caer en anarquías demagógicas o
en tiranías monócratas. Busquemos un medio entre ex-
tremos opuestos que nos conducirán a los mismos esco-
llos, a la infelicidad y al deshonor. Voy a arriesgar el
resultado de mis cavilaciones sobre la suerte futura de
la América : no la mejor, sino la que sea más asequible.
# Por naturaleza de las localidades, riquezas, poblacio-
nes y carácter de los mejicanos, imagino que intenta-
rán al principio establecer una república representati-
va, en la cual tenga grandes atribuciones el poder
ejecutivo, concentrándolo en un individuo que, si de-
sempeña sus funciones con acierto y justicia, casi
naturalmente vendrá a conservar una autoridad vitali-
cia. Si su incapacidad o violenta administración excita
una conmoción popular que triunfe, este mismo poder
ejecutivo quizás se difundirá en una asamblea. Si el
partido preponderante es militar o aristocrático, exigi-
rá probablemente una monarquía que al principio será
limitada y constitucional, y después inevitablemente
declinará en absoluta ; pues debemos convenir en que
nada hay más difícil en el orden político que la con-
servación de una monarquía mixta ; y también es pre-
ciso convenir en que sólo un pueblo tan patriota como
el inglés es capaz de contener la autoridad de un rey y
de sostener el espíritu de libertad bajo un cetro y una
corona.
Los Estados del istmo de Panamá hasta Guatemala
formarán quizás una asociación. Esta magnífica posi-
ción entre los dos grandes mares podrá ser con el
tiempo el emporio del universo. Sus canales acortarán
las distancias del mundo : estrecharán los lazos comer-
172 BOLÍVAR

ciales de Europa, América y Asia, traerán a tan feliz


región los tributos de las cuatro partes del globo.
¡Acaso sólo allí podrá fijarse algún día la capital de la
tierra ! Como pretendió Constantino que fuese Bizancio
la del antiguo hemisferio.
La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan
a convenir en formar una república central, cuya capi-
tal sea Maracaibo o una nueva ciudad que con el
nombre de Las Casas ( en honor de este héroe de la
filantropía ) se funde entre los confines de ambos paí-
ses, en el soberbio puerto de Bahiahonda . Esta posición,
aunque desconocida, es muy ventajosa por todos res-
pectos. Su acceso es fácil y su situación tan fuerte, que
pueden hacerse inexpugnables. Posee un clima puro y
saludable, un territorio tan propio para la agricultura
como para la cría de ganados, y una grande abundan-
cia de maderas de construcción. Los salvajes que la
habitan serían civilizados, y nuestras posesiones se
aumentarían con la adquisición de la Goajira. Esta
nación se llamaría Colombia como un tributo de gra-
titud y justicia al creador de nuestro hemisferio. Su
gobierno podrá imitar al inglés : con la diferencia de
que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo
electivo, cuando más vitalicio , y jamás hereditario si
se quiere república ; una cámara o senado legislativo
hereditario, que en las tempestades políticas se inter-
ponga entre las olas populares y los rayos del gobierno,
y un cuerpo legislativo de libre elección sin otras res-
tricciones que las de la Cámara Baja de Inglaterra.
Esta constitución participará de todas las formas y yo
deseo que no participe de todos los vicios. Como ésta
es mi patria, tengo un derecho incontestable para de-
searla lo que en mi opinión es mejor. Es muy posible
que la Nueva Granada no convenga en el reconocimien-
to de un gobierno central, porque es en extremo adicta
BOLÍVAR 173

a la federación ; y entonces formará por sí sola un Es-


tado que si subsiste, podrá ser muy dichoso por sus
grandes recursos de todos géneros.
Poco sabemos de las opiniones que prevalecen en
Buenos Aires, Chile y el Perú : juzgando por lo que se
trasluce y por las apariencias, en Buenos Aires habrá
un gobierno central en que los militares se lleven la
primacía por consecuencia de sus divisiones intestinas
y guerras externas. Esta constitución degenerará nece-
sariamente en una oligarquía o una monocracia, con
más o menos restricciones, y cuya denominación nadie
puede adivinar. Sería doloroso que tal cosa sucediera,
porque aquellos habitantes son acreedores a la más
espléndida gloria.
El reino de Chile está llamado por la naturaleza de
su situación, por las costumbres inocentes y virtuosas
de sus moradores, por el ejemplo de sus vecinos, los
fieros republicanos del Arauco , a gozar de las bendicio-
nes que derraman las justas y dulces leyes de una
república. Si alguna permanece largo tiempo en Amé-
rica, me inclino a pensar que será la chilena. Jamás
se ha extinguido allí el espíritu de libertad : los vicios
de la Europa y del Asia llegarán tarde o nunca a co-
rromper las costumbres de aquel extremo del universo.
Su territorio es limitado : estará siempre fuera del con-
tacto inficionado del resto de los hombres : no alterará
sus leyes, usos y prácticas : preservará su uniformidad
en opiniones políticas y religiosas ; en una palabra,
Chile puede ser libre.
El Perú, por el contrario, encierra dos elementos
enemigos de todo régimen justo y liberal : oro y escla-
vos. El primero lo corrompe todo : el segundo está
corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara
vez alcanza a apreciar la sana libertad : se enfurece en
los tumultos o se humilla en las cadenas. Aunque estas
174 BOLÍVAR

reglas serían aplicables a toda la América, creo que


con más justas razones las merece Lima por los con-
ceptos que he expuesto y por la cooperación que ha
prestado a sus señores contra sus propios hermanos los
ilustres hijos de Quito, Chile y Buenos Aires. Es cons-
tante que el que aspira a obtener la libertad, a lo me-
nos lo intente. Supongo que en Lima no tolerarán los
ricos la democracia, ni los esclavos y pardos libertos
la aristocracia : los primeros preferirán la tiranía de
uno solo, por no padecer las persecuciones tumultua-
rias y por establecer un orden siquiera pacífico. Mu-
cho hará si consigue recobrar su independencia.
De todo lo expuesto, podemos deducir estas conse-
cuencias : las provincias americanas se hallan lidiando
por emanciparse, al fin obtendrán el suceso ; algunas
se constituirán de un modo regular en repúblicas fe-
derales y centrales ; se fundarán monarquías casi inevi-
tablemente en las grandes secciones ; y algunas serán
tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la
actual, ya en las futuras revoluciones. Una gran monar-
quía no será fácil de consolidar : una gran república
imposible.
Es una idea grandiosa pretender formar de todo el
mundo nuevo una sola nación, con un solo vínculo que
ligue sus partes entre sí y con el todo. Ya que tiene
un origen, una lengua, unas costumbres y una religión,
debería por consiguiente tener un solo gobierno que
confederase los diferentes Estados que hayan de for-
marse; mas no es posible porque climas remotos, situa-
ciones diversas, intereses opuestos, caracteres deseme-
jantes dividen a la América. ¡ Qué bello sería que el
istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de
Corinto para los griegos ! Ojalá que algún día tenga-
mos la fortuna de instalar allí un augusto congreso de
los representantes de las repúblicas, reinos e imperios
BOLÍVAR 175

a tratar y discutir sobre los altos intereses de la paz y


de la guerra, con las naciones de las otras tres partes
del mundo. Esta especie de corporación podrá tener
lugar en alguna época dichosa de nuestra regeneración ;
otra esperanza es infundada, semejante a la del abate
St. Pierre que concibió el laudable delirio de reunir
un congreso europeo, para discutir de la suerte y de
los intereses de aquellas naciones.
"Mutaciones importantes y felices, continúa, pueden
ser frecuentemente producidas por efectos individuales.
Los americanos meridionales tienen una tradición que
dice : que cuando Quetzacóhuatl, el Hermes o Budha
de la América del Sur, resignó su administración y los
abandonó, les prometió que volvería después que los
siglos designados hubiesen pasado, y que él restable-
cería su gobierno y renovaría su felicidad." ¿ Esta
tradición, no opera y excita una convicción de que
muy pronto debe volver ? ¿ concibe usted cuál será el
efecto que producirá, si un individuo apareciendo entre
ellos demostrase los caracteres de Quetzalcóhuatl, el
Budha del bosque o Mercurio, del cual han habla-
do tanto las otras naciones? ¿No cree usted que esto
inclinaría todas las partes ? ¿ No es la unión todo lo que
se necesita para ponerlos en estado de expulsar a los
españoles, sus tropas y los partidarios de la corrom-
pida España, para hacerlos capaces de establecer un
imperio poderoso con un gobierno libre y leyes be-
névolas?
Pienso como usted que causas individuales pueden
producir resultados generales, sobre todo en las revolu-
ciones. Pero no es el héroe, gran profeta, o Dios del
Anáhuac, Quetzalcóhuatl el que es capaz de operar los
prodigiosos beneficios que usted propone. Este perso-
naje es apenas conocido del pueblo mejicano y no
ventajosamente, porque tal es la suerte de los vencidos
176 BOLÍVAR

aunque sean Dioses. Sólo los historiadores y literatos


se han ocupado cuidadosamente en investigar su ori-
gen, su verdadera o falsa misión, sus profecías y el
término de su carrera. Se disputa si fué un apóstol de
Cristo o bien pagano. Unos suponen que su nombre
quiere decir Santo Tomás : otros que Culebra Emplu-
majada ; y otros dicen que es el famoso profeta de
Yucatán, Chilán Balán. En una palabra, los más de
los autores mejicanos, polémicos e historiadores pro-
fanos, han tratado con más o menos extensión la cues-
tión sobre el verdadero carácter de Quetzalcóhuatl. El
hecho es, según dice Acosta, que él estableció una
religión cuyos ritos, dogmas y misterios tenían una
admirable afinidad con la de Jesús, y que quizás es la
más semejante a ella . No obstante esto, muchos escri-
tores católicos han procurado alejar la idea de que
este profeta fuese verdadero, sin querer reconocer en
él a un Santo Tomás como lo afirman otros célebres
autores. La opinión general es que Quetzalcóhuatl es
un legislador divino entre los pueblos paganos de
Anáhuac, del cual era lugarteniente el gran Mocteuczo-
ma, derivando de él su autoridad. De aquí se infiere
que nuestros mejicanos no seguirían al gentil Quet-
zalcóhuatl, aunque pareciese bajo las formas más idén-
cas y favorables, pues que profesan una religión la más
intolerante y exclusiva de las otras.
Felizmente los directores de la independencia de
Méjico se han aprovechado del fanatismo con el mejor
acierto proclamando a la famosa Virgen de Guadalupe
por reina de los patriotas, invocándola en todos los
casos arduos y llevándola en sus banderas. Con esto el
entusiasmo político ha formado una mezcla con la re-
ligión, que ha producido un fervor vehemente por la
sagrada causa de la libertad. La veneración de esta
BOLÍVAR 177

imagen en Méjico es superior a la más exaltada que


pudiera inspirar el más diestro profeta.
Seguramente la unión es la que nos falta para com-
pletar la obra de nuestra regeneración. Sin embargo
nuestra división no es extraña, porque tal es el distin-
tivo de las guerras civiles formadas generalmente entre
dos partidos : conservadores y reformadores. Los pri-
meros son por lo común más numerosos, porque el
imperio de la costumbre produce el efecto de la obe-
diencia a las potestades establecidas : los últimos son
siempre menos numerosos, aunque más vehementes e
ilustrados. De este modo la masa física se equilibra
con la fuerza moral, y la contienda se prolonga, siendo
sus resultados muy inciertos. Por fortuna, entre nos-
otros la masa ha seguido a la inteligencia.
Yo diré a usted lo que puede ponernos en aptitud
de expulsar a los españoles y de fundar un gobierno
libre. Es la unión, ciertamente ; mas esta unión no nos
vendrá con prodigios divinos, sino por efectos sensibles
y esfuerzos bien dirigidos. La América está encontrada
entre sí, porque se halla abandonada de todas las na-
ciones, aislada en medio del universo, sin relaciones
diplomáticas ni auxilios militares, y combatida por la
España, que posee más elementos para la guerra que
cuantos nosotros furtivamente podemos adquirir.
Cuando los sucesos no están asegurados, cuando el
Estado es débil, cuando las empresas son remotas,
todos los hombres vacilan : las opiniones se dividen,
las pasiones se agitan, y los enemigos las animan para
triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuer-
tes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos
preste su protección, se nos verá de acuerdo cultivar
las virtudes y los talentos que conducen a la gloria :
entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las
grandes prosperidades a que está destinada la América
178 BOLÍVAR

Meridional ; entonces las ciencias y las artes que nacie-


ron en el Oriente y han ilustrado la Europa volarán a
Colombia libre que las convidará con un asilo.
Tales son, señor, las observaciones y pensamientos
que tengo el honor de someter a usted para que los
rectifique o deseche según su mérito ; suplicándole se
persuada que me he atrevido a exponerlos, más por
no ser descortés, que porque me crea capaz de ilustrar
a usted en la materia ¹.

1818

Angostura, 12 de junio de 1818.

Al Excelentísimo Señor Supremo Director de las Pro-


vincias Unidas del Río de la Plata, Juan Martín de
Pueyrredón.

Excelentísimo señor :
Tengo el honor de contestar el despacho que, con
fecha 19 de Noviembre de 1816, se ha servido dirigir-
me V. E. y cuyo retardo, aunque harto sensible, no ha
podido disminuir el inexplicable júbilo de mi corazón,
al ver iniciadas las relaciones que mucho tiempo ha

1 En la semana que va del 29 de agosto al 6 de setiembre


escribió Bolívar esta carta célebre. Desterrado en Jamaica,
no tenía libros de consulta, no tenía tranquilidad, no tenía
ni siquiera casa fija donde vivir. Por esos días escapaba al
puñal de un criminal mandado a asesinarlo, parece que por
el general Salvador Moxó, capitán general de Venezuela. El
asesino mató al teniente coronel Ameston, que esperaba al
general y que, como éste tardase, se acostó en la hamaca
del Jefe y se quedó dormido. El criminal era un negro esclavo
de Bolívar a quien éste había dado la libertad. Fué juzgado
y sentenciado y condenado a muerte en Kingston. (R. B.-F.)
BOLÍVAR 179

deseábamos establecer. V. E., salvando los inconvenien-


tes que la distancia, la incomunicación y la falta de
vías directas presentaban, ha adelantado un paso que
da una nueva vida a ambos Gobiernos, haciéndonos
conocer recíprocamente.
V. E. hace a mi Patria el honor de contemplarla co-
mo un monumento solitario, que recordará a la Amé-
rica el precio de la Libertad y renovará la memoria de
un pueblo magnánimo e incorruptible. Sin duda, Ve-
nezuela, consagrada toda a la santa Libertad, ha con-
siderado sus sacrificios como triunfos. Sus torrentes
de sangre, el incendio de sus poblaciones, la ruina
absoluta de todas las creaciones del hombre y aun de
la naturaleza, todo lo ha ofrecido en aras de la Patria.
Nada es comparable a la bondad con que V. E. me
colma de elogios inmerecidos. Yo apenas he podido
seguir, con trémulo paso, la inmensa carrera a que
mi Patria me guía. No he sido más que un débil ins-
trumento puesto en acción por el gran movimiento de
mis conciudadanos. Yo tributo a V. E. las gracias más
expresivas por la honra que mi Patria y yo hemos
recibido de V. E. y del pueblo independiente de la
América del Sur, de ese pueblo que es la gloria del
hemisferio de Colón, el sepulcro de los tiranos y con-
quistadores y el baluarte de la independencia america-
na. Acepte V. E. los votos de admiración que me apre-
suro a tributar a las virtudes cívicas, a los talentos
políticos y a los timbres militares del pueblo de Bue-
nos Aires y a su ilustre Director.
La proclama que V. E. se ha dignado dirigirnos es
una brillante prueba de los sentimientos fraternales y
altamente generosos de nuestros hermanos del Sur.
Con la mayor satisfacción retorno a V. E. la respuesta
cordial que, por mi órgano, han querido transmitir
mis conciudadanos a los hijos del Río de la Plata. En
180 BOLÍVAR

ella sólo deben apreciarse los sentimientos de tierna


solicitud que animan a todos los venezolanos hacia
sus dignos compatriotas meridionales.
V. E. debe asegurar a sus nobles conciudadanos que
no solamente serán tratados y recibidos aquí como
miembros de una República amiga, sino como miem-
bros de nuestra sociedad venezolana. Una sola debe
ser la Patria de todos los americanos, ya que en todo
hemos tenido una perfecta unidad.
Excelentísimo Señor : Cuando el triunfo de las armas
de Venezuela complete la obra de su independencia, o
que circunstancias más favorables me permitan comu-
nicaciones más frecuentes y relaciones más estrechas,
nosotros nos apresuraremos, con el más vivo interés,
a entablar, por nuestra parte, el pacto americano, que,
formando de todas las repúblicas un cuerpo político,
presente la América al mundo con un aspecto de
majestad y grandeza sin ejemplo en las naciones anti-
guas. La América así unida, si el Cielo nos concede
este deseado voto, podrá llamarse la reina de las nacio-
nes y la madre de las repúblicas.

1825

Arequipa, 15 de mayo de 1825.

Al Gran Mariscal de Ayacucho ¹)


Ayer he llegado aquí ; he recibido sus dos cartas
del 27 en Chuquisaca, con un oficio del general Are-

1 Esta carta, aunque no muy amena, es del más alto inte-


rés. Se trata en ella de la fundación de Bolivia. Por ella verá
quien la lea cómo se crea un Estado, sin que nadie, ni el país
que se va a organizar, esté en el secreto de su destino. "¡ Una
BOLÍVAR 181

nales en que me dice que su gobierno le ha ordenado


coloque esas provincias en estado de decidir de sus
intereses y gobierno. Esta representación de parte del
general Arenales me ha decidido a dar el decreto que
acompaño, para que se cumpla y ponga en ejecución
inmediatamente. Usted verá por él que concilio todo
lo que es conciliable entre intereses y extremos
opuestos.
No creo que de ningún modo puedan culparme los
pretendientes al Alto Perú porque sostengo por una
parte el decreto del Congreso peruano y me adhiero
por otra a la voluntad del gobierno de Buenos Aires.
Por supuesto, dejo en libertad al Alto Perú para que
exprese libremente su voluntad. A pesar de todo esto,
estoy cierto de que todos quedarán disgustados porque
no hago más que paliar o más bien neutralizar las
diferentes medidas que cada uno quería adoptar ; por-
que entre partes contendientes, los juicios que más
participan de la equidad son los que menos se agrade-
cen, porque son los que menos satisfacen a las dos
partes.
Diré a usted de una vez mi pensamiento. Yo no ha-
bría dado jamás este decreto, si las cosas no hubiesen
llegado al estado en que se encuentran ; mas como

nación -se ha dicho a este respecto , una nación creada por


un decreto ! Esto es estupendo." ¡ Estupendo es, en verdad,
fundar una República por un decreto ! Caso único en la His-
toria. Esto no se vió antes nunca en la historia de ningún pue-
blo.
En esta carta del Libertador para Sucre se cometió un
error de fecha al publicarla en las Memorias de O'Leary,
vol. XXX, pág. 55. La data que aparece allí es de 15 de marzo,
cuando la carta, en rigor, es del 15 de mayo ( O'Leary : XXIII,
348) , y, punto concluyente, las cartas de Sucre a que se re-
fiere fueron datadas y suscritas por el mariscal de Ayacucho
en Chuquisaca a 27 de abril de 1825. (R. B.-F.)
182 BOLÍVAR

mi poder no es retroactivo, me ha sido imposible dejar


de obrar de este modo. Los sentimientos de usted con
los míos concuerdan de un modo tan maravilloso, que
no puedo menos de confesar a usted que yo hubiera
deseado que usted diese el paso que dió para dejar en
amplia libertad a esas provincias cuyas cadenas aca-
baba de romper ; también quería yo cumplir con mi
deber no haciendo más que obedecer a los que me han
dado la autoridad que ejerzo, autoridad que yo no
debo contrariar en nada, aunque sus decisiones mis-
mas sean opuestas a las reglas más liberales de la
política.
No debo dejar de declarar a usted francamente que
yo no me creo autorizado para dar este decreto, y que
solamente la fuerza de las circunstancias me lo arran-
cará, por no dejar mal puesta la conducta de usted,
por complacer al Alto Perú, por acceder con el Río de
la Plata, por mostrar la liberalidad del Congreso del
Perú, por poner a cubierto mi reputación de diamante
y la soberanía popular y las instituciones más libres.
En fin, el decreto se ha dado bajo los auspicios del
candor, de la buena fe y de la imparcialidad ; ¡ ojalá
sea recibido por las mismas virtudes tutelares que lo
han dictado !
Para dejar en plena libertad a esas provincias de
obrar sin coacción, he determinado no ir al Alto Perú
sino dentro de dos meses cumplidos. Entre tanto pasa-
ré por el Cuzco a arreglar aquellos negocios, y me
detendré aquí con el mismo objeto. Así, para cuando
yo llegue al Alto Perú la Asamblea habrá decidido las
cuestiones que ella misma se proponga sobre mis in-
tereses y el gobierno, como dice el general Arenales.
Ésta debe ser la base de mis deliberaciones, para no
dejar derecho al Río de la Plata de que nos impute
ninguna usurpación o inmixtión en sus negocios nacio-
BOLÍVAR 183

nales, pues, francamente hablando, nosotros no tene-


mos derecho para introducir ninguna cuestión en una
Asamblea que pueda producir un principio fundamen-
tal para sus instituciones. Por lo mismo, usted ponga
en ejecución el decreto de hoy, mandando que se reú-
na inmediatamente en un lugar dado, que usted seña-
lará, la Asamblea general. El lugar de la Asamblea
debe estar despejado de tropas del Ejército Libertador
veinte leguas en contorno ; ningún militar se encon-
trará en todo el ámbito señalado ; un juez civil man-
dará el lugar, y, por supuesto, usted estará lo más
lejos que pueda ; pero de ningún modo deberá usted
abandonar el territorio del Alto Perú, porque su man-
do le está enteramente cometido.
Usted dará una proclama a esos pueblos diciéndoles
estrictamente que yo no visitaré esas provincias hasta
que no hayan concluído las sesiones ; que estas sesio-
nes no son más que puramente deliberativas ; que no
tendrán ningún efecto inmediato mientras el Congreso
del Perú no haya determinado lo que el Libertador y
el Ejército Unido deben ejecutar con respecto a estas
provincias ; que la Asamblea se reunirá en un lugar en
el cual no habrá un solo individuo del Ejército Liber-
tador veinte leguas en contorno, para impedir toda
acusación de influencia militar en los actos de los
representantes.
Todo esto debe usted adornarlo con la elegancia
militar de un soldado que habla a hombres civiles . Yo
creo también que usted deberá hacer un discurso aper-
torio de las sesiones de la Asamblea, diciendo sencilla-
mente las miras que usted se propuso al entrar en el
territorio del Alto Perú, mi sumisión al Congreso pe-
ruano, y los deseos del Gobierno del Río de la Plata,
expresados por el general Arenales. Me parece bien
que usted hiciera el borrador y me lo mandara al
184 BOLÍVAR

Cuzco para yo verlo y opinar sobre su mérito. Este


discurso deberá ser remitido al presidente de la
Asamblea.
Emplee usted su tiempo mientras tanto en arreglar
lo mejor que pueda la administración de Hacienda,
suprimiendo los destinos que sean inútiles o no muy
necesarios. Esto es indispensable y conforme a mis
decretos y providencias. Mire usted que hay un des-
orden espantoso ; los gastos son inmensos, y nuestras
necesidades más inmensas aún ; que se han gastado
500.000 pesos en tres meses. Esto es horrible y ruinoso
en extremo. Pero yo pondré remedio a todo, lo mismo
que en el Cuzco, donde sucede otro tanto. Yo contaba
con el dinero que tenía aquí ; pero no he encontrado
nada, porque lo han gastado. Así va todo ; pero es pre-
ciso que no se repita. Por lo mismo, usted puede re-
formar allá todo, y yo hacerlo de este lado del Des-
aguadero ¹.

1 Para significar las virtudes máximas, desde el punto de


vista más trascendental, del genio de Bolívar, puede uno sin
titubeo emplear la palabra creadoras. "Las virtudes creado-
ras de Simón Bolívar", ha escrito el estadista de Cuba Ma-
nuel Sanguily, en oposición a "las virtudes cívicas" de George
Washington ; y ha escrito bien el estadista de las Antillas.
Creadoras, virtudes creadoras : ésa es la palabra que traduce
cuanto de original, virgíneo, nuevo, hubo en la obra política y
militar de Bolívar, y cuanto de acción, de idea, de elementos,
de vida, sacó, materialmente, de la nada.
No existe opinión pública : él la promueve ; no existen
finanzas : él las crea ; no existen constituciones : él las dicta ;
no se conoce la administración : él la ordena.
Él enseña un día al general Aznola cómo se hace un Men-
saje ; al general Heres, cómo se hace un periódico ; al gene-
ral Sucre, qué hierro debe emplearse para fabricar clavos y
cuál para casquillos ; al general Páez, cómo se guarda un
atajo de caballos con poca gente ; a los lanceros del Llano,
cómo se combate con el fusil ; a los congresantes de 1819,
cómo deben educarse los futuros dirigentes de la nación ; a
BOLÍVAR 185

El Estado Mayor debe haber comunicado a usted


mi orden de no considerar en campaña a los Cuerpos
que hayan llegado a las diferentes guarniciones que
ocupan desde el mismo día en que llegaron a estas
guarniciones. Por consiguiente, a la tropa debe descon-
társele el valor de las raciones y el valor del vestuario
de lo que reciba mensualmente ; quiero decir, a la
tropa se le debe pagar íntegramente su sueldo mensual,
descontándole : primero, el valor de la ración que se
le debe dar en especie, y segundo, la sexta parte del
valor del vestuario que haya recibido, porque yo su-
pongo que un vestuario dura seis meses y que cada
la nación, cómo, el día de la paz, solo la instrucción pública
y la inmigración europea pueden hacerla próspera.
Él formó la república, de la colonia ; el ejército, de la horda ;
el orden, de la anarquía ; la libertad, de la esclavitud ; la de-
mocracia, de la abyección.
Nunca se insistirá bastante, para la comprensión de Bolívar,
en este carácter creador, eminentemente creador, que es dis-
tintivo de su genio y da sello a su obra.
Él propone para las Repúblicas americanas Constituciones
como la de Angostura ( 1819 ) y la boliviana ( 1826 ) , que no
son la Monarquía a la europea ni la República a lo yanqui,
sino una forma original de Gobierno, de acuerdo con el ca-
rácter de nuestros pueblos, con su tradición, con su formación
étnica, con su ser. Historiadores de mentalidad mediocre creen
ver en las ideas políticas e institucionales de Bolívar tenden-
cias monárquicas ; otros, mediocres y malévolos, simples aspi-
raciones de dominio personal.
Desde el punto de vista militar ocurre otro tanto : algunos
historiadores se lamentan y eso prueba su cerebración- de
que Bolívar no imitase la táctica y la estrategia de Napoleón,
y por ello le forman proceso que tiende a achicarlo. Su gran-
deza precisamente consiste en haber sido original en eso como
en todo ; él, y no otro. Él no confundió la América con la
Europa, ni nuestra geografía con la ajena, ni nuestros desier-
tos con las poblaciones del viejo mundo, ni nuestros trópicos
con el invierno de la zona fría, ni nuestros Andes con los
Alpes, ni nuestras tropas con los ejércitos napoleónicos. Él
hizo una guerra suya, y no de otro, de acuerdo con los ele-
186 BOLÍVAR

seis meses debe dársele otro. Desde luego, un vestido


ordinario y miserable bien puede valer 15 pesos ; y,
por lo mismo, se le puede descontar a la tropa 20 rea-
les al mes por el vestuario ; y si este vestuario es rico
como el que le ha dado el general Lara a su división,
es de un precio tan alto, que es preciso descontárselo
del valor de sus ajustes pasados . Lo mismo digo por lo
que respecta a lo que haya pasado por allá o en alguno
de los Cuerpos del Ejército Unido que esté en cual-
quiera otro lugar.

mentos de que dispuso y por obra de su genio creador, de


veras creador.
Uno de los historiadores que con más severidad lo tratan
dice: "Bolívar poseía en alto grado, a la par de las dotes de
caudillo revolucionario, el genio de la guerra y la inspiración
ardiente en medio de la acción, elevándose de un golpe, en
su escala, al rango de los más célebres capitanes antiguos y
modernos." ¿Qué más puede añadirse a estas palabras del
general Mitre ? De ellas se desprende que Bolívar, sin imitar
a Napoleón ni a Federico, sino conservándose idéntico a sí
mismo, llegó a la altura de Federico, de Napoleón, de Aníbal,
de César, "de los más grandes capitanes antiguos y modernos".
De suerte que nadie podrá negar que con el talento que aque-
llos héroes, o sin él, realizó una obra militar tan grande como
la más grande de los citados capitanes. Está al par de ellos,
por no haberlos imitado : como está al par de otros legisladores
de pueblos, por la original concepción de su república. Sus en-
sayos constitucionales no se confunden con otros, ni de antaño
ni de hogaño, ni europeos ni americanos. Independientemente
de que fuesen o no adoptados, quedan como paradigmas de
una concepción política original.
Bolívar tuvo, como vemos, por sello distintivo, en todos los
órdenes, la originalidad, las virtudes creadoras de que habla
Sanguily.
Tal sello, característico suyo, es también característico del
hombre de genio. Y su genio fué máximo, porque su origi-
nalidad no se concretó a la guerra o a la política o a la ex-
presión literaria, en suma, a una energía dada, sino que cul-
minó por igual en varios órdenes de actividad, en todos los
cuales demostró Bolívar virtudes creadoras. (R. B.-F.)
BOLÍVAR 187

Mi querido general : usted debe suponer que el ejér-


cito del Perú pasa actualmente de 20.000 hombres ; que
el valor de mis ajustes pasa de millones ; que nuestro
transporte a Colombia costará mucho, lo mismo que las
recompensas extraordinarias decretadas por el Con-
greso ; que la lista civil es poco menos que la militar,
y que la escuadra, las relaciones exteriores y las deu-
das atrasadas me tienen desesperado.
Últimamente, yo supongo que usted tomará tanta
parte como yo en la economía para que no nos veamos
apurados aún. Yo pienso mandar 3.000 hombres a
Colombia : 1.500 con un batallón de Lara, y otros tan-
tos con un batallón de Córdoba ; pero estos batallones
deben ir compuestos de colombianos del Sur y de
peruanos. Tome usted sus medidas por allá para que
esta disposición se cumpla dentro de dos meses lo más
tarde; por el puerto de Arica se embarcará el batallón
de Córdoba, y por el de Huilia el de Lara. Ningún
venezolano ni granadino debe marchar en estos bata-
llones, excepto jefes y oficiales, que pueden ser de
cualquier parte, y algún que otro sargento indispen-
sable.
Sepa usted que no hay el más remoto temor de expe-
dición de España, ni de miras hostiles de la Santa
Alianza . Por lo mismo , mis intenciones y mis deseos
son que el Ejército Libertador quede casi en cuadro ;
que los Cuerpos de Colombia sólo queden con sus
colombianos ; que los Cuerpos del Alto y Bajo Perú
queden reducidos a muy pocas plazas , a fin de que
nuestros gastos se disminuyan y podamos pagar bien a
los que sirven al Estado. Cuatro mil hombres en el
Alto Perú es bastante guarnición : dos aquí, dos en
Lima y mil entre el Cuzco y Huamanga , es más que
suficiente guarnición para un Estado que está en paz.
Quedando los cuadros , en dos meses se forma un bello
188 BOLÍVAR

ejército para toda la América ( si fuere preciso ) . De


otro modo, nos haremos insoportables y tiránicos para
mantener un ejército tan numeroso.
Haga usted refundir los Cuerpos mal organizados
en otros que lo estén mejor, para que la composición
de los que queden sea completa y perfecta.
Los escuadrones deberán quedar en 100 plazas y los
batallones en 400 de ocho compañías, todos formados
en regimientos, conforme al decreto que está en la
Gaceta del Gobierno que usted debe haber visto, pues
el Ministro de la Guerra se la ha remitido .
En esta reforma es preciso andar de prisa, con mu-
cha política y circunspección, para no disgustar ni
hacer desconfiar a nadie. Los militares que se refor-
men y sean honrados, que se destinen civilmente.
Yo saldré de aquí dentro de quince o veinte días
para el Cuzco, y gastaré en el camino ocho o diez días ;
esto quiere decir que estaré en el Cuzco a mediados
de junio ; saldré de allí el 1º de julio para Puno ; mar-
charé lentamente en todo el mes de julio hasta llegar
a la Paz, que será después de que se haya terminado
la Asamblea. Esta Asamblea no puede durar más de
ocho o quince días, porque no tiene más que una sola
cuestión para decidir, que es la misma de que habla
Arenales. Me parece que el muy célebre y muy digno
patriota Olañeta debería verse con usted para que en la
Asamblea manifestase aquellas ideas que se conforma-
sen con el decreto del Congreso del Perú y con el mío de
hoy, a fin de evitar retardos y embarazos desagrada-
bles. Yo no saldré una línea del decreto del Congreso,
porque no puedo absolutamente. Dígalo usted a esos
señores para su inteligencia y gobierno, porque yo
soy tan esclavo de la ley como el soldado de su dis
ciplina.
El general Santa Cruz debe ser nombrado de pre-
BOLÍVAR 189

fecto del departamento de la Paz en lugar del general


Lanza, y el general Alvarado de prefecto en lugar de
Ortega, u otro cualquiera de menos servicios y capa-
cidad que él. En cuanto al primero, hágalo usted in-
mediatamente. El general Alvarado irá por allá dentro
de poco. Estos dos sujetos son irrecusables, y además
muy dignos y capaces de tales mandos. Tenga usted
la bondad de hablar de mi parte al general Santa Cruz
sobre mis intenciones con respecto a su país, a fin
de que pueda reunir sus sentimientos a los míos. Yo
creo que este general servirá perfectamente a la causa
del Alto y Bajo Perú, y creo otro tanto del general
Alvarado.
Diré a usted de paso que el nombramiento de un
colombiano para prefecto en esas provincias no me
gusta nada ; mucho menos en Ortega, que, aunque sea
mártir, es un necio embustero.
Recomiendo a usted la lectura de esta carta más de
una vez, porque es muy importante, según me parece.
El Congreso nos ha decretado un triunfo, una espada
para usted y un escudo para el ejército. Yo traigo a
usted un uniforme de general en jefe colombiano y la
espada que el Gobierno del Perú le ha dado.
Yo quiero poner el uniforme al mariscal de Ayacu-
cho y ceñirle la espada de Pichincha en el Alto Perú,
libertado por la espada de Ayacucho. Esta ceremonia
no debe ser menos que lisonjera y altamente honrosa
para el vengador de los Incas, restaurador de sus hi-
jos, libertador del Perú.
Aquí debo concluir esta carta , porque no puedo
decir nada más que sea digno de usted, sino que soy
su mejor amigo de corazón.
BOLÍVAR
190 BOLÍVAR

1825

Cuzco, 27 de junio de 1825.

Señor José Joaquín de Olmedo ¹.

Querido amigo:
Hace muy pocos días que recibí en el camino dos
cartas de usted y un poema ; las cartas son de un polí-
tico y un poeta ; pero el poema es de un Apolo.
Todos los calores de la zona tórrida, todos los fue-
gos de Junín y Ayacucho, todos los rayos del Padre
de Manco Cápac, no han producido jamás una infla-
ción más intensa en la mente de un mortal. Usted
dispara... 2 ) donde no se ha disparado un tiro ; usted
abrasa la tierra con las ascuas del eje y de las ruedas
de un carro de Aquiles, que no rodó jamás en Junín ;
usted se hace dueño de todos los personajes : de mí
forma un Júpiter ; de Córdoba, un Aquiles ; de Neco-
chea, un Patroclo y un Áyax ; de Miller, un Diomedes ;
y de Lara, un Ulises. Todos tenemos nuestra sombra
divina y heroica, que nos cubre con sus alas de pro-
tección como ángeles guardianes. Usted nos hace a su
modo poético y fantástico, y, para continuar en el
país de la poesía la ficción de la fábula, usted nos

1 Esta célebre carta, no por conocidísima y celebrada debe


ser puesta sin notícula. Ella presenta un nuevo aspecto de
Bolívar : hombre de letras, depurado de gusto, certero de ojo,
crítico sagaz. El gran creador, el hombre de síntesis, aparece
aquí como disector y hombre de análisis. (R. B.-F.)
2 La batalla de Junín fué a arma blanca, a lanza, entre
las Caballerías de Gran Colombia, Perú y Argentina, man-
dadas por Bolívar en persona, y la Caballería española, coman-
dada por el francés general Canterac. (R. B.-F.)
BOLÍVAR 191

eleva con su deidad mentirosa, como el águila de


Júpiter levantó a los cielos a la tortuga para dejarla
caer sobre una roca que le rompiese sus miembros
rastreros ; usted, pues, nos ha sublimado tanto que nos
ha precipitado al abismo de la nada, cubriendo con
una inmensidad de luces el pálido resplandor de nues-
tras opacas virtudes.
Así, amigo mío, usted nos ha pulverizado con los
rayos de su Júpiter, con la espada de su Marte, con el
cetro de su Agamenón, con la lanza de su Aquiles y
con la sabiduría de su Ulises.
Si yo no fuese tan bueno, y usted no fuese tan poe-
ta, me avanzaría a creer que usted había querido hacer
una parodia de la Ilíada con los héroes de nuestra
pobre farsa. Mas no ; no lo creo. Usted es poeta, y
sabe bien, tanto como Bonaparte, que de lo heroico
a lo ridículo no hay más que un paso, y que Manolo
y el Cid son hermanos, aunque hijos de distintos
padres.
Un americano leerá el poema de usted como un can-
to de Homero, y un español lo leerá como un canto
del Facistol de Boileau.
Por todo doy a usted las gracias, penetrado de una
gratitud sin límites.
Yo no dudo de que usted llenará dignamente su
comisión a Inglaterra ; tanto lo he creído, que habien-
do vuelto la faz sobre todo el imperio del sol, no en-
contré un diplomático que fuese capaz de representar y
negociar por el Perú más ventajosamente que usted.
Uní a usted un matemático , por que no fuese que,
llevado usted de la verdad poética , creyese que dos y
dos formaban cuatro mil ; pero nuestro Euclides ha
ido a abrirle los ojos a nuestro Homero , para que no
vea con su imaginación sino con sus sentidos , y para
que no le permita que lo encanten con armonías y
192 BOLÍVAR

tropos, y abra los oídos solamente a la prosa tosca,


dura y despellejadora de los políticos y de los pu-
blicanos.
He llegado ayer al país clásico del sol, de los incas,
de la fábula y de la historia. Aquí el sol verdadero es
el oro; los incas son los virreyes o prefectos ; la fá-
bula es la historia de Garcilaso ; la historia, la relación
de la destrucción de los indios por Las Casas. Abstrac-
ción hecha de toda poesía, todo me recuerda altas
ideas, pensamientos profundos ; mi alma está embele-
sada con la presencia de la primitiva Naturaleza, des-
arrollada en sí misma, dando creaciones de sus propios
elementos por el modelo de sus inspiraciones íntimas,
sin mezcla alguna de las obras extrañas, de los conse-
jos ajenos, de los caprichos del espíritu humano, ni el
contagio de la historia de los crímenes y de los absur-
dos de nuestra especie. Manco Cápac, Adán de los
indios, salió de su paraíso titicaco y formó una socie-
dad histórica, sin mezcla de fábula sagrada o profana

Dios lo hizo hombre ; él hizo su reino, y la Historia


ha dicho la verdad ; porque los monumentos de piedra,
las vías grandes y rectas, las costumbres inocentes y
la tradición genuina, nos hacen testigos de una crea-
ción social de que no teníamos ni idea, ni modelo, ni
copia. El Perú es original en los fastos de los hombres.
Esto me parece, porque estoy presente, y me parece
evidente todo lo que, con más o menos poesía, acabo
de decir a usted.
Tenga usted la bondad de presentar esta carta al
señor Paredes, y ofrezco a usted las sinceras expresio-
nes de mi amistad .

BOLÍVAR
BOLÍVAR 193

Cuzco, 12 de julio de 1825.

Señor Don José Joaquín de Olmedo.

Mi querido amigo :
Anteayer recibí una carta de usted de 15 de mayo,
que no puedo menos de llamar extraordinaria, porque
usted se toma la libertad de hacerme poeta sin yo sa-
berlo ni haber pedido mi consentimiento. Como todo
poeta es temoso, usted se ha empeñado en suponerme
sus gustos y sus talentos . Ya que usted ha hecho su
gasto y tomado su pena, haré como aquel paisano a
quien hicieron rey en una comida y decía : “Ya que
soy rey, haré justicia. " No se queje usted, pues, de mis
fallos, pues como no conozco el oficio daré palos de
ciego por imitar al rey de la comedia que no dejaba
títere con gorra que no mandase preso. Entremos en
materia.
He oído decir que un tal Horacio escribió a los
Pisones una carta muy severa, en que castigaba con
dureza las composiciones métricas ; y su imitador, M.
Boileau, me ha enseñado unos cuantos preceptos para
que un hombre sin medida pueda dividir y tronchar
a cualquiera que hable muy mesuradamente en tono
melodioso y rítmico.
Empezaré usando de una falla oratoria pues no me
gusta entrar alabando para salir mordiendo : dejaré
mis panegíricos para el fin de la obra, que, en mi
opinión, los merece bien, y prepárese usted para oír
inmensas verdades, o, por mejor decir, verdades pro-
saicas, pues usted sabe muy bien que un poeta mide
la verdad de un modo diferente de nosotros los hom-
bres de prosa. Seguiré a mis maestros.
194 BOLÍVAR

Usted debió haber borrado muchos versos que yo


encuentro prosaicos y vulgares : o yo no tengo oído
musical o son ... o son renglones oratorios. Páseme
usted el atrevimiento ; pero usted me ha dado este
poema y yo puedo hacer de él cera y pabilo.
Después de esto, usted debió haber dejado este can-
to reposar como el vino en fermentación para encon-
trarlo frío, gustarlo y apreciarlo. La precipitación es
un gran delito en un poeta. Racine gastaba dos años
en hacer menos versos que usted, y por eso es el más
puro versificador de los tiempos modernos. El plan
del poema, aunque en realidad es bueno, tiene un de-
fecto capital en su diseño.
Usted ha trazado un cuadro muy pequeño para colo-
car dentro un coloso que ocupa todo el ámbito y cubre
con su sombra a los demás personajes. El Inca Huai-
na Cápac parece que es el asunto del poema ; él es el
genio, él la sabiduría, él es el héroe, en fin. Por otra
parte, no parece propio que alabe indirectamente a la
religión que le destruyó ; y menos parece propio aún
que no quiera el restablecimiento de su trono por dar
preferencia a extranjeros intrusos, que, aunque ven-
gadores de su sangre, siempre son descendientes de
los que aniquilaron su imperio : este desprendimiento
no se lo pasa a usted nadie. La naturaleza debe presidir
a todas las reglas, y esto no está en la naturaleza.
También me permitirá usted que le observe que este
genio Inca, que debía ser más leve que el éter , pues
que viene del cielo, se muestra un poco hablador y
embrollón, lo que no le han perdonado los poetas al
buen Enrique en su arenga a la reina Isabel, y ya us-
ted sabe que Voltaire tenía sus títulos a la indulgencia,
y, sin embargo, no escapó de la crítica.
La introducción del canto es rimbombante : es el
rayo de Júpiter que parte a la tierra a atronar a los
BOLÍVAR 195

Andes que deben sufrir la sin igual hazaña de Junín.


Aquí de un precepto de Boileau, que alaba la modestia
con que empieza Homero su divina Ilíada ; promete
poco y da mucho . Los valles y las sierras proclaman a
la tierra : el sonsonete no es lindo ; y los soldados pro-
claman al general, pues que los valles y la sierra son
los muy humildes servidores de la tierra.
La estrofa 360 tiene visos de prosa : yo no sé si me
equivoco ; y si tengo culpa ¿ para qué me ha hecho us-
ted rey?
Citemos, para que no haya disputa, por ejemplo el
verso 720: ¹.

Que al Magdalena y Rímac bullicioso ...

Y este otro, 750 :

Del triunfo que prepara glorioso ...

Y otros que no cito por no parecer riguroso e in


grato con quien me canta.
La torre de San Pablo será el Pindo de usted, y el
caudaloso Támesis se convertirá en Helicona : allí en-
contrará usted su canto lleno de esplín, y consultando
la sombra de Milton hará una bella aplicación de sus
diablos a nosotros. Con las sombras de otros muchos
ínclitos poetas, usted se hallará mejor inspirado que
por el Inca, que, a la verdad, no sabría cantar más
que yaravís. Pope, el poeta del culto de usted , le dará
algunas lecciones para que corrija ciertas caídas de
que no pudo escaparse ni el mismo Homero. Usted me
perdonará que me meta tras de Horacio para dar mis

1 Estas observaciones se refieren a la primera edición del


canto, que salió plagada de errores. ― (Nota del señor Icaza) .
196 BOLÍVAR

oráculos ; este criticón se indignaba de que durmiese


el autor de la Iliada, y usted sabe bien que Virgilio
estaba arrepentido de haber hecho una hija tan divina
como la Eneida después de nueve a diez años de estarla
engendrando ; así, amigo mío, lima y más lima para
pulir las obras de los hombres. Ya veo tierra ; termino
mi crítica, o mejor diré mis palos de ciego.
Confieso a usted humildemente que la versificación
de su poema me parece sublime : un genio lo arrebató
a usted a los cielos. Usted conserva en la mayor parte
del canto un calor vivificante y continuo ; algunas de
las inspiraciones son originales ; los pensamientos no-
bles y hermosos ; el rayo que el héroe de usted presta a
Sucre es superior a la cesión de las armas que hizo
Aquiles a Patroclo. La estrofa 130 es bellísima : oigo
rodar los torbellinos y veo arder los ejes : aquello es
griego, es homérico . En la presentación de Bolívar en
Junín se ve, aunque de perfil, el momento antes de
acometerse Turno y Eneas. La parte que usted da a
Sucre es guerrera y grande. Y cuando habla de La
Mar, me acuerdo de Homero cantando a su amigo Men-
tor : aunque los caracteres son diferentes, el caso es
semejante; y, por otra parte, ¿ no será La Mar un
Mentor guerrero?
Permítame usted, querido amigo, le pregunte ¿de
dónde sacó usted tanto estro para mantener un canto
tan bien sostenido desde su principio hasta el fin? El
término de la batalla da la victoria, y usted la ha
ganado porque ha finalizado su poema con dulces ver-
sos, altas ideas y pensamientos filosóficos. Su vuelta
de usted al campo es pindárica, y a mí me ha gustado
tanto que la llamaría divina.
Siga usted, mi querido poeta, la hermosa carrera
que le han abierto las Musas con la traducción de Pope
y el canto a Bolívar.
BOLÍVAR 197

Perdón, perdón, amigo ; la culpa es de usted que


me metió a poeta.
Su amigo de corazón
BOLÍVAR

1825

Cuzco, 10 de julio de 1825.


Señor Esteban Palacios ¹:

Mi querido tío Esteban y buen padrino :


¡ Con cuánto gozo ha resucitado usted ayer para mí !
Ayer supe que vivía usted, y que vivía en nuestra
querida patria. ¡ Cuántos recuerdos se han aglomerado
en un instante sobre mi mente ! Mi madre, mi buena
madre, tan parecida a usted, resucitó de la tumba , se
ofreció a mí en imagen ; mi más tierna niñez, la con-
firmación y mi padrino, se reunieron en un punto
para decirme que usted era mi segundo padre.

1 Esta carta del Padre de la Patria, que ha sido llamada la


Elegía del Cuzco, no la podemos leer sin emoción los que
hemos nacido en Caracas. Caracas es el corazón de Venezuela
y Venezuela fué, durante la guerra de independencia, el corazón
de gran parte de América. En Venezuela se luchó más que en
parte alguna por la libertad ; allí se estrellaron las expediciones
de España ; allí nacieron los primeros generales de la Revolu-
ción : Miranda, que fué a los Estados Unidos a combatir por
la libertad ; Montilla, que fué a México ; Paz del Castillo, que
fué a Chile ; Sucre, que fué al Perú ; Narciso López, que más
tarde fué a Cuba. Venezuela produjo los siete generales en
jefe de la Gran Colombia. Venezolanos dirigieron las mayores
batallas de la emancipación . Venezolanos fueron los primeros
presidentes de cinco Repúblicas que crearon. Fué Venezuela la
que formó la Gran Colombia ; y la Gran Colombia, poderosa
198 BOLÍVAR

Todos mis tíos, todos mis hermanos, mi abuelo, mis


juegos infantiles, los regalos que usted me daba cuan-
do yo era inocente : todo vino en tropel a excitar mis
primeras emociones, la efusión de una sensibilidad
deliciosa.
Todo lo que tengo de humano se removió ayer en
mí ; llamo humano lo que está más en la naturaleza ,
lo que está más cerca de las primitivas impresiones.
Usted, mi querido tío , me ha dado la más pura satis-
facción con haberse vuelto a sus hogares, a su familia,
a su sobrino y a su patria.
Goce usted, pues, como yo , de este placer verdadero,
y viva entre los suyos el resto de los días que la Pro-

máquina de guerra, fué el factor primordial, el factor más


eficiente en la emancipación de América. Venezuela, en unión
de Nueva Granada, dió cuenta de múltiples expediciones es-
pañolas, desde la de Morillo y Enrile, en 1815, hasta las que
prepararon en las Antillas españolas el año de 1827 los ven-
cidos en México y Costa Firme. En los campos de Venezuela
y Nueva Granada desaparecieron los vencedores de Talavera
y Bailén. En los demás pueblos del continente se defendieron
los realistas, no absoluta pero sí principalmente con hijos del
país. De Venezuela decía Morillo al ministro de Guerra espa-
ñol, en 1816 : " Ésta es la América militar" (Morillo, por Ro-
dríguez Villa, vol. IV, pág. 55) . Y en otro despacho al mismo :
"Todo es obra de los venezolanos, excelentísimo señor". Lo
cierto es que Venezuela fué la primera que dió el grito de in-
surrección el 19 de abril de 1810, y que los últimos disparos
de la guerra, diez y siete años después, en Maracaibo, los
hicieron soldaditos de Venezuela. Ellos ocuparon, en 1825, pro-
vincias del virreinato argentino que aún poseían los realistas.
En 1826, las fortalezas del Callao se rindieron a un jefe vene-
zolano, el general Bartolomé Salom. Caracas fué la que siem-
pre estuvo más dispuesta al sacrificio y la que más sufrió o
de las que sufrieron más. Con estudiantes de la Universidad
de Caracas, porque ya no había otra cosa, se sostuvo José Félix
Ribas contra Boves en La Victoria, y con ellos triunfó. Cuan-
do Boves entró en Caracas, en 1814, la población entera echó
a huir tras los ejércitos patriotas en derrota : diez mil cara-
BOLÍVAR 199

videncia le ha señalado, para que una mano fraternal


cierre sus párpados, y lleve sus reliquias a reunirlas
con las de los padres y hermanos que reposan en el
suelo que nos vió nacer.
Mi querido tío, usted habrá sentido el sueño de
Epimenides : usted ha vuelto de entre los muertos a ver
los estragos del tiempo inexorable, de la guerra cruel,
de los hombres feroces. Usted se encontrará en Caracas
como un duende que viene de la otra vida, y obser-
vará que nada es lo que fué.
Usted dejó una dilatada y hermosa familia : ella ha
sido segada por una hoz sanguinaria ; usted dejó una
patria naciente que desenvolvía los primeros gérmenes
de la civilización y los primeros elementos de la socie-

queños de ambos sexos y de diferentes edades y condiciones


quedaron tendidos en los campos, al borde de las carreteras,
a la orilla del mar, a la linde y en el seno de los bosques.
Y Caracas contaba para 1810 sólo 45.000 habitantes. Todos
los campos de América blanquearon durante quince años con
huesos venezolanos, porque Venezuela entera corrió, tras la
espada redentora de Bolívar, en loca ansia de holocausto, y
aun fué adonde no llegó el mismo Libertador. ¿ No murieron
el comandante Matute y sus lanceros del Guárico y del Apure
en provincias remotas de la Argentina, donde pusieron y qui-
taron gobiernos y aun gobernaron ellos mismos, antes de ser
exterminados, en la batalla del Rincón, los once últimos su-
pervivientes de aquella epopeya, semejante a la que realizaron
en Oriente catalanes y aragoneses del siglo XIV? El historiador
realista Torrente, en su Historia de la Revolución hispano-
americana, dice, como censura naturalmente, que "los cara-
queños fueron los más osados y emprendedores" revoluciona-
rios, y Caracas "la fragua principal de la revolución". Todos
los historiadores americanos le han consagrado páginas de
ensalzamiento a la cuna de Bolívar, y grandes poetas del con-
tinente han cantado su heroísmo. Pero ninguna palabra más
cálida, generosa y emotiva que la del mismo Libertador: "Ca-
racas no existe ; pero la tierra que la tuvo ha quedado res-
plandeciente de libertad y está cubierta de la gloria del mar-
tirio". (Nota de R. B.-F.)
200 BOLÍVAR

dad, y usted lo encuentra todo en escombros, todo en


memorias.
Los vivientes han desaparecido. Las obras de los
hombres, las casas de Dios y hasta los campos han
sentido el estrago formidable del estremecimiento de
la Naturaleza.
Usted se preguntará a sí mismo : "¿ Dónde están mis
padres, dónde mis hermanos, dónde mis sobrinos ? "
Los más felices fueron sepultados dentro del asilo
de sus mansiones domésticas ; los más desgraciados
han cubierto los campos de Venezuela con sus huesos,
después de haberlos regado con su sangre, ¡ por el solo
delito de haber amado la justicia !
Los campos regados por el sudor de trescientos años
han sido agostados por una fatal combinación de los
meteoros y de los crímenes. "¿ Dónde está Caracas ? ”,
se preguntará usted.
Caracas no existe. Pero sus cenizas, sus monumentos ,
la tierra que la tuvo, ha quedado resplandeciente de
libertad, y está cubierta de la gloria del martirio . ¡ Es-
te consuelo repara todas las pérdidas ! A lo menos éste
es el mío, y yo deseo que sea el de usted.
He recomendado al vicepresidente las virtudes y los
talentos que yo he conocido en usted . Mi recomenda-
ción ha sido tan ardiente como la pasión que le profeso
a mi tío. Dirija usted al poder ejecutivo sus miras,
que serán oídas.
Al mismo poder ejecutivo he suplicado mande en-
tregar a la orden de usted 5.000 pesos en Caracas para
que pueda usted vivir mientras nos veamos, lo que
será el año que viene. Mi orden ha ido al ministro de
Hacienda para que de Bogotá le manden a usted la
correspondiente libranza.
Adiós, querido tío. Consuélese usted en su patria
con los restos de sus parientes ; ellos han sufrido mu-
BOLÍVAR 201

cho, pero les ha quedado la gloria de haber sufrido


mucho por haber sido siempre fieles a su deber.
Nuestra familia se ha mostrado digna de pertene-
cernos, y su sangre se ha vengado por uno de sus
miembros. Yo he tenido esta fortuna.
Yo he recogido el fruto de todos los servicios de
mis compatriotas, parientes y amigos. Yo los he repre-
sentado a presencia de los hombres ; yo los representaré
a presencia de la posteridad . Ésta ha sido una dicha
inaudita. La fortuna ha castigado a todos ; tan sólo yo
he recibido sus favores, que ofrezco a usted con la
efusión más sincera de mi corazón.
Su sobrino

SIMÓN 1

1 Un escritor francés, poeta, imitador de Byron y Manzo-


ni, político liberal, redactor del National, el periódico pari-
siense adverso a la dinastía borbónica, P. D. Margin-Maifeller,
"mártir de la libertad", como lo llama el comandante Persat
en sus Memorias (París, 1910) , estuvo en Caracas en 1825.
Allí conoció a don Esteban Palacios. Y sobre don Esteban
Palacios deja la siguiente nota :
"Bolívar nació hidalgo como Bonaparte ; y desde los pri-
meros trastornos pasó por el dolor de ver a sus parientes
declararse por la causa de la metrópoli. Sus tíos, los herma-
nos Palacios, emigraron con sus hermanas. Una de éstas fué por
varios años pensionista por Fernando VII, en La Habana. Uno
de los Palacios, tutor del futuro Presidente de Colombia, llegó
a ser director del Teatro italiano ( ópera ) de Barcelona. De
regreso a su país con el resto de su familia, se le consideraba
allí como dilettante de gusto exquisito y, a la vez, como libe-
ral un poco tibio, que prefería siempre una partitura de
Rossini a las más bellas constituciones del mundo. Ambos
hermanos son, por lo demás, buenos y honrados hidalgos, a
quienes no podría tildarse de excesiva parcialidad por su
propia sangre, pues me costó bastante trabajo hacerles con-
venir en que su sobrino era un hombre de mérito." (Les
fiancés de Caracas, en nota. París, 1829. Tr. esp. de S. Key
Ayala. Caracas, 1917. )
202 BOLÍVAR

1825

Lima, 11 de marzo de 1825.

Señor general Francisco de Paula Santander ¹.

(BOGOTÁ)

Mi querido general :
Acabamos de recibir las comunicaciones del 6 de
enero y del 27 y 28 de noviembre, en Maracay, del
general Páez, en que anuncia la aproximación de fuer-
zas marítimas francesas a Venezuela. Todo esto es muy
creíble en el estado de las cosas, siempre que sean
genuinas las instrucciones dadas a Chassériau por el
ministro francés, en que le habla del empleo de la fuer-
za en caso de resistencia. Si la batalla de Ayacucho no
contiene a los franceses, debemos prepararnos a una
brillante guerra ; digo brillante, porque sin duda lo
será a la larga, pero siempre muy costosa.
Desde luego, cuente usted con 10 ó 12.000 hombres
que puedan marchar a dondequiera, luego que usted
ordene su marcha y disponga su transporte del Istmo

1 Esta carta y sus adiciones son muy importantes y ponen


de manifiesto la magnitud de los peligros entre los cuales
empezó Bolívar a organizar los Estados que acababa de hacer
independientes. Prueba también que el Congreso de Panamá,
donde se iban a congregar las nuevas Repúblicas para esta-
tuir el derecho internacional americano y procurar la inme-
diata salvación, por alianzas mutuas, contra un inminente pe-
ligro, como era la Santa Alianza, no fué mero plan de ambi-
ción en Bolívar, según se complacieron entonces en propalarlo
los imbéciles, sino la fórmula más eficaz de un hombre de
Estado, que supo siempre ver claro en las tenebrosidades del
futuro. (R. B.-F.)
BOLÍVAR 203

en adelante hacia las costas del norte. Nuestros batallo-


nes llevarán una mitad de tropas peruanas en reem-
plazo de las que hemos perdido. Después, si fuere
preciso, mandaremos Cuerpos peruanos como auxilia-
res. En fin, el Perú hará por Colombia, mientras que
yo esté aquí, tanto como hizo Colombia por este país.
Yo puedo dejar en él, cuando me vaya para allá, un
gobierno enérgico, como delegado mío, con algunas
tropas colombianas que lo sostengan. Yo tomaré me-
didas capaces de auxiliar extraordinariamente a Co-
lombia.
Yo creo que usted puede disponer de 3 ó 4.000
hombres del sur de Quito, con cuadros del norte y
soldados del sur. Procure usted siempre dejar la gente
peligrosa en el sur.
Yo creo que se debe hacer entender a la Francia
que yo no estoy muy distante de prestarme a combinar
nuestras ideas con las que tiene la Santa Alianza, y
que por medio de mi influencia se puede lograr la re-
forma de nuestro gobierno, sin sacrificio de una guerra
que debe decidir de la suerte del universo.
En efecto : yo no tengo el menor inconveniente en
ponerme a la cabeza de una negociación que paralice
la furia de los franceses en este momento. Aun cuando
sacrifique mi popularidad y mi gloria, quiero salvar a
Colombia de su exterminio en esta nueva guerra. Si
salgo bien, quedaré contento, y si salgo mal, también,
porque habré dado el último paso para la salvación de
Colombia.
Yo creo que se puede salvar la América con estos
cuatro elementos : 19 Un grande ejército para imponer
y defendernos ; 29 Política europea para quitarnos los
primeros golpes ; 3º Con la Inglaterra ; y 4º Con los
Estados Unidos. Pero todo muy bien manejado y muy
bien combinado, porque sin buena dirección no hay
204 BOLÍVAR

elemento bueno. Además, insisto sobre el Congreso del


Istmo, de todos los Estados americanos, que es el quin-
to elemento.
Añadiré que la mayor energía debe reinar en nues-
tras deliberaciones, para no quedar envueltos entre el
pueblo y el enemigo.
Crea usted, mi querido general, que salvamos el
Nuevo Mundo si nos ponemos de acuerdo con la In-
glaterra en materias políticas y militares. Esta simple
cláusula debe decirle a usted más que dos volúmenes.
Yo creo que usted debe mandar inmediatamente a
saber en Inglaterra qué se piensa en el gobierno britá-
nico en orden a gobiernos americanos. Estas dos
líneas merecen una inmensa explicación, que no puedo
dar por la distancia y por la inseguridad de las comu-
nicaciones escritas. En fin, con todo lo que he dicho a
usted anteayer y hoy, puede usted entender el espíritu
que yo tengo para lograr paralizar la invasión fran-
cesa.
Yo creo que toda resistencia que se les haga a esos
señores de frente, al llegar, es destructora para nos-
otros.
Puerto Cabello debe ser defendido a todo trance y
meterle 6 u 8.000 hombres, no debiendo haber ningún
inconveniente para suministrarle víveres, teniendo nos-
otros favorables a los ingleses y americanos, que pro-
tegerán nuestros convoyes por mar, en todo caso.
El territorio que se evacue debe cubrirse por guerri-
llas mandadas por oficiales muy determinados. Nuestra
guerra activa no debe comenzar sino uno o dos años
después que el ejército francés esté casi destruído. Lo
que se llama guerra de posiciones, es inútil con ellos,
porque son muy atrevidos, y con su artillería hacen
prodigios.
La guerra de Rusia y la de Haití deben servirnos
BOLÍVAR 205

de modelo en algunas cosas ; pero no en el género horri-


ble de destrucción que adoptaron, pues aunque allá
fué muy útil, aquí no sirve de nada, porque lo que se
destruye es inútil a todos.
Los franceses recibirán refuerzos de fuera, y nosotros
no recibiremos otros que los de casa. Además, cuando
el país se destruye, el enemigo lo evacúa y el amigo
perece en él.
En Rusia había hielo ; en Santo Domingo, cenizas
que producían fiebres, y aquí no habrá sino inmensos
desiertos propios para vivir al abrigo de estos males.
En una palabra, lo que se destruye es nuestro, y ya
nos queda poco que destruir.
Crea usted, mi querido general, que debemos saber
perder al principio para saber ganar después . Dejé
mosles a los enemigos las costas ; porque son enfermi-
zas, y las hostilizarán los ingleses y americanos .
Muy a lo interior debemos hacer nuestra defensa :
1º Porque los alejamos de su base de operaciones,
que es la costa.
2º Porque es más provisto de víveres, más sano de
temperamento, y al llegar a tanta distancia, sus fuer-
zas deben haberse disminuído mucho. Además, debe-
mos dar tiempo a nuestros aliados, si los tenemos, a
que se armen y los hostilicen de concierto con nosotros.
Diré a usted de paso, y en confirmación de lo dicho ,
que a los franceses se les vence muy fácilmente con las
demoras, las privaciones, los obstáculos, el clima , el
fastidio y cuanto trae consigo una guerra prolongada.
Pero, al contrario, son invencibles en el ataque, en el
asalto y en cuanto lleva por divisa la prontitud.
Todo esto es muy sabido , pero no debemos olvidar
lo sabido .
Soy de usted de corazón.
BOLÍVAR
206 BOLÍVAR

P. D. Mientras no se sepa de positivo el resultado


de los franceses en Colombia no marcharé al sur, y
estaré esperando por acá las disposiciones de usted.
Si las circunstancias no son urgentísimas, yo no debo
irme hasta no haber mandado por delante 12.000
hombres, lo que será en el curso de este mes. Sin em-
bargo, si fuere preciso, me iré solo y un minuto des-
pués que haya recibido la noticia de ser necesaria mi
presencia, pues en este caso el general Sucre, La Mar,
Salom y Lara pueden hacer lo que yo quiera.
No se le olvide a usted hacer declarar una cruzada
contra los herejes y ateos franceses, destructores de
sus sacerdotes, templos, imágenes y de cuanto hay de
sagrado en el mundo. El obispo de Mérida y todos los
fanáticos pueden servir en este caso en los templos , en
los púlpitos y en las calles.
BOLÍVAR 1

1 La política francesa, de entonces, abiertamente reaccio-


naria, favorable a España y adversa a los libertadores, fué
contenida, con respecto a la América Latina, por la victoria
de Ayacucho. Aunque la simpatía de los liberales franceses
nos acompañaba, el Gobierno legitimista y los conservadores
se hicieron odiosos. A los franceses que llegaban a América,
como no fuesen conocidos amigos de la Revolución se les mi-
raba con desconfianza. Un escritor francés, que llegó a Ca-
racas en 1825, pinta la desconfianza de los americanos con
respecto a ellos y expone los motivos de esa desconfianza.
"A mi llegada a Caracas, en las postrimerías de 1825,
encontrábanse allí los franceses en situación tan desagradable
como insegura. El Ministerio llamado "deplorable" había inun-
dado la América de agentes sospechosos y de espías, y las
relaciones del Gabinete de las Tullerías con el de Madrid no
eran las más adecuadas para inspirar mucha confianza a los
patriotas americanos. Un viajero francés que llegara sin
mercaderías y sin objeto declarado de especulación, no podía
menos de inspirar desconfianza injuriosa. Yo había tenido el
honor de encontrarme con el general La Fayette, bajo el
BOLÍVAR 207

OTRA. — Se me olvidaba observar a usted que, si


después de saberse en Europa el suceso de Ayacucho
y la terminación de la guerra de América, los france-
ses emprenden o continúan sus operaciones contra nos-
otros, debemos prepararnos a sostener la contienda más
importante, más ardua y más grande de cuantas han
ocupado y afligido a los hombres hasta ahora. Ésta
debe ser la guerra universal. Éstas son mis razones : la
Francia, suponiéndonos ocupados en el Perú, y pose-
yendo en el Brasil un gran poder auxiliar, ha podido
pensar distraernos con operaciones falsas o positivas,
contando al mismo tiempo con Iturbide en Méjico , con
la anarquía de Buenos Aires y con el desgobierno ab-
soluto de Chile. Por consiguiente, si este negocio es
parcial y puramente francés, Ayacucho lo para todo y
burla todas sus combinaciones.
Pero si, después de una victoria tan decisiva en el
orden americano, los aliados persisten en su plan de
hostilidad y desoyen igualmente nuestras proposicio-
nes políticas, es una prueba evidente de que el plan
definitivo es librar en una contienda general el triun-
fo de los tronos contra la libertad.
Entonces esta lucha no puede ser parcial de ningún
modo, porque se cruzan intereses inmensos esparcidos
en todo el mundo. Desde luego todo el nuevo hemisfe-
rio queda de hecho comprometido : la Inglaterra con
sus colonias e influencias en las tres partes del mundo ;

techo hospitalario del presidente de los Estados Unidos, en


Washington; a su recomendación debí favorable acogida en
la América del Sur. ¡ Cosa extraña ! Un Ministerio francés
oprimía a Francia y la desacreditaba hasta más allá del tró-
pico, y se nos hacía necesario pedir pasaporte a un miembro
de la oposición, a un simple particular, perseguido él tam-
bién en su patria." ( P. D. MARGIN-MAIFELLER: Les fiancés de
Caracas, en nota. París, 1829. Tr. esp. de S. Key Ayala. Ca-
racas, 1917.)
208 BOLÍVAR

y por auxiliar a esta contienda tenemos el espíritu


constitucional de los pueblos de Portugal, España , Ita-
lia, Grecia, Holanda, Suecia y el imperio turco, por
salvarse de las garras de la Rusia. Los aliados tendrán
a todos los gobiernos del continente europeo, y, por
consiguiente, a sus ejércitos.
Así, el fin de esta litis política y militar depende de
tales combinaciones y sucesos, que ninguna probabili-
dad ni penetración humana puede señalarle término
final. Luego podemos concluir por mi proposición de
prepararnos para una lucha muy prolongada, muy ar-
dua, muy importante.
El remedio paliativo a todo esto, si se encuentra, es
el gran Congreso de plenipotenciarios en el Istmo bajo
un plan vigoroso , estrecho y extenso, con un ejército
a sus órdenes de 100.000 hombres a lo menos, mante-
nido por la Confederación e independiente de las par-
tes constitutivas.
Además de las otras chucherías de una política refi-
nada a la europea, una marina federal y una alianza
íntima y estrechísima con la Inglaterra y la América
del Norte. Después de esta guerra horrible, en que que-
daremos asolados, sacaremos por toda ventaja Gobier-
nos bien constituídos y hábiles y naciones americanas
unidas de corazón y estrechadas por analogías políti-
cas, a menos que quede nuestra nueva Grecia, como la
vieja después de la guerra del Peloponeso, en estado
de ser conquistada por un nuevo Alejandro, lo que
tampoco se puede prever ni adivinar.
En este momento acabo de recibir comunicaciones
de Sucre, y, por el tenor de ellas, debe de estar en este
momento mucho más allá de La Paz.
Todo presenta por allá el más brillante prospecto,
pues Olañeta no ha querido entrar por el buen partido ;
sus tropas lo abandonan , se pasan. Además, la opinión
BOLÍVAR 209

de aquel país es tan en favor nuestro, que nada tene-


mos que temer del señor Olañeta, y, al contrario, de-
bemos esperar que de un momento a otro esté todo
terminado.
Se me había olvidado decir a usted que el Congreso
general de las Provincias del Río de la Plata se había
instalado, y que ha dado un decreto fundamental auto-
rizando al Poder Ejecutivo para representar la Unión
y tratar con las naciones extranjeras mientras que el
acta fundamental y constitutiva establece la forma del
Gobierno y sus bases. El enviado de Inglaterra toma
el mayor interés en este negocio, y ha dicho que tiene
órdenes de su Gobierno para tratar con él y recono-
cerlo.
Todo esto es positivo.
BOLÍVAR 1

1 Al pie de la precedente carta, cabe bien recordar la po-


lítica de los Borbones franceses para con la Revolución de
América y la exposición de las intenciones del almirante fran-
cés Rosamel, en aguas del Perú, en 1825. Y cabe bien asi-
mismo la relación de una audiencia concedida por Bolívar al
marino borbónico y legitimista. Esa audiencia ha sido relatada
por el almirante dinamarqués C. van Dockun, oficial, en 1825 ,
de la Marina francesa. Es una página interesantísima.
AUDIENCIAS DEL LIBERTADOR. - -Aunque ya hoy bastante ol-
vidado, hasta ser casi desconocido, tuvo auge y fué leído con
interés, por los años 1824-25 , en Norteamérica y Europa, un
opúsculo que contenía la relación detallada de la audiencia
que "el jefe de los ejércitos de Colombia y el Perú" conce-
dió, en plena campaña, a un comisionado del comodoro Hull,
comandante naval angloamericano, enviado cerca del Liberta-
dor para asegurar la protección de los intereses mercantiles
yanquis, doblemente amenazados, en la costa del Pacífico, por
la acción de los subalternos del virrey del Perú y por las
fuerzas navales del almirante Guise, que mantenían el bloqueo
decretado por Bolívar y tenían la supremacía de aquellos
mares.
Los señores Blanco y Azpurúa insertaron la traducción es-
210 BOLÍVAR

pañola de aquel opúsculo, desde la página 308 del tomo IX


de la colección de Documentos para la historia de la vida
pública del Libertador.
Hoy es Mr. C. Witzke (ex cónsul de Dinamarca en Mara-
caibo ) quien se sirve comunicarme la traducción del danés
de la relación de otra famosa audiencia de Bolívar, contenida
en un libro que fué publicado en Copenhague en 1888 y que
lleva por título : Antiguos recuerdos de los años de servicio a
bordo de buques franceses, 1823-1829 . Escritos en 1877 por el
almirante C. van Dockun.
La relación comienza así : "En los primeros días del mes de
septiembre de 1824 llegó a la rada de Valparaíso, y fondeó
en ella, la fragata de guerra francesa Marie Thérèse, su con-
traalmirante Rosamel, su comandante Bazoche, capitán de
navío. Después de haber permanecido allí un par de meses,
siguió rumbo a las costas del Perú, a consecuencia de los
acontecimientos políticos de este país, y a mediados del mes
de noviembre, ancló en la bahía de Chorrillos, dos leguas al
Sur de Lima. De allí visitó el contraalmirante a la capital
peruana".
Desde Chorrillos había dirigido la siguiente nota : “A S. E. D.
Simón Bolívar Libertador, presidente de la República de Co-
lombia, dictador de la del Perú. El contraalmirante que subs-
cribe, comandante de las fuerzas navales de S. M. Cristianísima
estacionadas en las costas del Perú y Chile, tiene la honra de
anunciar su llegada a estos mares a S. E. el Libertador presi-
dente de la República de Colombia y dictador de la del Perú ;
tiene también la de manifestarle el objeto de su misión. El
Rey su soberano le envía a estos países para que haga res-
petar en ellos su pabellón y proteja el comercio de sus súb-
ditos. Las intenciones del Gobierno francés son guardar la más
estricta neutralidad entre las partes beligerantes, y el contra-
almirante tiene orden de desmentir los rumores que los ene-
migos de la Francia, o las personas envidiosas de su prospe-
ridad, se complacen en difundir, atribuyendo a su Gobierno
intenciones hostiles contra los nuevos Estados de la América
del Sur, al paso que no mantiene hacia ellos sino disposiciones
amigables. La Francia no intervendrá jamás en sus disensiones
con la España si no es por medio de sus buenos oficios y
como amigo común por el interés de la paz, y de la prospe-
ridad de unos y otros, sin ninguna mira personal.
El contraalmirante que subscribe tiene la honra de manifes-
tar a S. E. que él no reconoce por bloqueados sino aquellos
BOLÍVAR 211

puertos delante de los cuales haya una fuerza naval real-


mente presente, y mira como ilusorio todo bloqueo de papel.
Respetará y hará siempre respetar el derecho de gentes por
los buques que se hallen a sus órdenes ; dejará al juicio de
los Tribunales competentes todas las infracciones de las leyes
actuales que se hicieren por los buques del comercio francés ;
pero no reconoce en ninguna fuerza marítima, sea cual fuere,
el derecho de hacerse justicia por sí misma, exigiendo rescate
de los buques acusados de infracción. Él ha sabido con senti-
miento la conducta que ha guardado con la embarcación del
comercio francés la América el señor almirante peruano Guise,
que le ha quitado una suma de 9.000 pesos, bajo el pretexto
de que no debía tener dinero a bordo. Este hecho será la
materia de una reclamación que el contraalmirante subscripto
piensa hacer ante el Gobierno del Perú, cuando se halle en
sus costas, y no dudo de que el Gobierno reconozca su jus-
ticia y se la administre.
El contraalmirante que subscribe se complace en renovar
a S. E. el dictador del Perú la protesta de las amigables dis-
posiciones de Francia hacia los Estados de la América del Sur,
y le suplica que reciba la expresión de los sentimientos de
la alta consideración que le profesa, y con los cuales tiene
la honra de ser muy humilde y muy obsecuente servidor. -El
contraalmirante, Rosamel".
Con respecto a esta comunicación, publicada a la página
485 de los Documentos Blanco-Azpurúa, tomo IX, sin fecha ni
lugar, hace observar Mr. Witzke que tampoco los trae en la
Gaceta del Gobierno de Lima, ni se halla referencia a ella en
la correspondencia oficial y particular del Libertador * ) .
Supone el director del Museo Nacional que Bolívar debió
de contestarla en términos corteses, aunque el presidente de
Colombia tenía motivos para sospechar de la sinceridad de la
diplomacia francesa : precisamente, en la bahía de Chorrillos
había encontrado a la Marie Thérèse el transporte francés
L'Ariege con provisiones para aquélla, las cuales resultaron
en su mayor parte averiadas, al igual del buque, a consecuen-
cia del mal tiempo que había tenido que correr a su paso por
el estrecho de Magallanes. Por este motivo, el buque per-
maneció en Chorrillos haciendo reparaciones, mientras la fra-
gata volvió a Valparaíso a esperar a aquél. Al cabo de cuatro

* V. la carta del 25 de marzo de 1825 al general José de


La Mar escrita en Lima.
212 BOLÍVAR

semanas de inútil espera, el contraalmirante Rosamel supo


que L'Ariege, había tomado rumbo al Norte, y que se hallaba
fondeado cerca de la isla de San Lorenzo, frente a la entrada
del Callao : averiguando el contraalmirante la causa de aquella
determinación, fué informado de que M. Gallois, comandante
del transporte, había adquirido una ballena y se ocupaba en
cocer su aceite en la isla, en lo cual invirtió más de dos meses,
término en que apareció en la rada de Valparaíso.
Mientras tanto, había sobrevenido la victoria de Ayacucho :
el Libertador había hecho su entrada en Lima el 7 de diciem-
bre de 1824, y se hallaba entregado a la reorganización del
Perú, cuando, a principios de marzo de 1825, le llegaron de
Colombia rumores de una acción francesa en aguas de aquella
República. La Gaceta del Gobierno, de Lima, insertó el 13 de
marzo un decreto que decía :

"EL CONGRESO CONSTITUYENTE DEL PERÚ


Considerando :
I. Haber revivido los fundados temores de que la Repú-
blica de Colombia sea invadida por una fuerza extranjera,
que hace la guerra a las instituciones liberales de América.
II. Que destruída la independencia de aquélla el territorio
peruano y el de las demás Repúblicas del continente serán
inmediatamente comprometidos.
III. Los servicios eminentes que Colombia ha prestado al
Perú en la guerra que ha sostenido contra los españoles, hasta
conseguir su independencia y libertad.
IV. La obligación en que está la República peruana, por
el tratado de federación, para prestar a la de Colombia toda
clase de auxilios que afiancen su seguridad.
V. Que sin embargo de estar el Libertador, por el decreto
de 10 de febrero último, ampliamente autorizado para toda
clase de providencias conducentes a la salud de la República,
su horror al ejercicio del Poder absoluto lo retrae de tomar,
en algunos casos, ciertas medidas.
Ha venido en decretar y decreta :
1. El Libertador, encargado del supremo mando político y
militar, auxiliará a la República de Colombia con las tropas,
buques, armamentos y todos los demás artículos que aquélla
necesite, extendiéndose esta disposición a cualquiera otra sec-
ción americana que lo exigiere en defensa de la causa general.
2. Para el objeto indicado en el artículo anterior levantará
los empréstitos que crea necesarios, dentro y fuera del país,
BOLÍVAR 213

sin perjuicio de la resolución del 9 del presente marzo, acerca


del empréstito de trece millones de pesos, y procediendo el
Libertador en esta materia según su arbitrio, respecto a que
estando para concluir sus sesiones el Congreso, no podrá
deliberar sobre ello.
3. Con el mismo objeto, podrá imponer contribuciones
extraordinarias.
4. Se le encarga que purgue discrecionalmente el territorio
de la República de los enemigos de la libertad y de la inde-
pendencia americana, de cualquiera clase y condición que sean.
5. Se le autoriza para que derogue las leyes que por las
circunstancias considere opuestas a la seguridad y libertad del
continente y promulgue las que crea más adaptables a estos
fines.
Comuníquese al Libertador, para que lo mande imprimir,
publicar y circular.
Dado en la Sala del Congreso, Lima, a 10 de marzo de
1825. 6 y 4 José Gregorio Paredes, presidente. - Juan
Bautista Navarrete, diputado secretario. - Felipe Santiago
Estenós, diputado secretario."
Días después, el 16 de marzo, se presentó de nuevo en
Chorrillos la fragata francesa, con el contraalmirante Rosamel
a bordo. La Gaceta del Gobierno, de fecha 20 de marzo,
agregaba, al dar la noticia : "El 17 dirigió una nota dicho
contraalmirante al señor ministro de Relaciones Exteriores,
solicitando una audiencia de S. E. el Libertador, que tuvo
lugar, en efecto, en la Magdalena, donde actualmente reside
S. E.
"Se ha asegurado en el público que el Libertador ha reci-
bido con mucho agrado y afabilidad al señor Rosamel, y que
dicho contraalmirante ha asegurado que el Gobierno francés
profesa y conserva los sentimientos más puros de una estricta
neutralidad con respecto a los nuevos Estados americanos. Se
dice que el Libertador ha quedado muy satisfecho de la sesión
que ha tenido con el contraalmirante francés, cuya reputación
y conducta franca y temerosa eran ya conocidas en las costas
de Colombia por el modo como se portó en La Guaira cuando
estuvo a las órdenes del vicealmirante Jurien de la Gravière.
Entonces aquella escuadra francesa contribuyó, aunque indi-
rectamente, a la capitulación de la plaza de La Guaira, dene-
gándose a prestar el menor auxilio a los españoles que se
hallaban dentro. El ejército de Colombia recibió en aquella
época el más brillante testimonio de la neutralidad del Go-
bierno francés.
214 BOLÍVAR

"Por las últimas noticias de Europa tenemos motivos de


esperar que esta neutralidad continuará del mismo modo que
hasta ahora, a pesar de las que se han recibido de Colombia,
que tanto han alarmado al público en estos días. Bien pronto
sabremos fijamente cuál es el objeto de la escuadra del almi-
rante Jurien de la Gravière y si en efecto tiene el designio
de recorrer las costas de Colombia."
Ahora bien ; en aquel tiempo, el autor del libro cuya tra-
ducción ha tenido Mr. Witzske la galantería de comunicarme,
el almirante danés C. van Dockun, era subteniente a bordo
de la fragata Marie Thérèse. He aquí cómo refiere él la visita
que el contraalmirante Rosamel hizo al Libertador.
AUDIENCIA DE BOLÍVAR. - "Durante los años en que estuve
sirviendo a bordo de la fragata Marie Thérèse, en el Pacífico,
la guerra de los americanos del Sur contra España estaba en
toda su fuerza y vigor. Chile acababa de conquistar su inde-
pendencia ; el Perú se había levantado y don Simón Bolívar
había venido de Colombia, con un ejército de 12 a 15.000 hom-
bres, en auxilio de los peruanos. La madre patria ya no era la
misma poderosa España de antes : anarquizada y conmovida
por disensiones interiores, habían quedado las colonias entre-
gadas a su propia suerte. Por mucho tiempo estuvo dudoso el
resultado de la guerra en el Perú. Triunfaron, por fin, los
independientes en la batalla decisiva de Ayacucho : el virrey
de España cayó prisionero, después de una heroica resistencia,
con gran parte de su numeroso ejército, y con este hecho
podía considerarse perdido el Perú para la corona de España.
El resto del ejército español se retiró al Callao, se encerró en
sus fortalezas y en ellas se defendió el general Rodil con una
bizarría y un valor que serán siempre memorables en el con-
tinente americano. Al rendirse el Callao, todo terminó, y para
siempre perdió España aquellas ricas, vastas y dilatadas co-
lonias.
Cuando la Marie Thérèse regresó de Valparaíso a Chorrillos
ya don Simón Bolívar había hecho su entrada en Lima, donde
fué recibido con un entusiasmo sin igual y saludado como el
Libertador de la patria. Oficialmente le fué concedido el título
de Libertador, y nosotros lo encontramos frente al Callao con
sus tropas, dirigiendo el ataque de las fortalezas.
Como era natural, el almirante tenía que saludar al presi-
dente de Colombia, y poco tiempo después de nuestra llegada
a Chorrillos fué fijado el día en el cual debía efectuarse la
visita oficial.
BOLÍVAR 215

En la mesa de la oficialidad de la fragata el tema de con-


versación era Bolívar, a quien admirábamos como al con-
quistador de la libertad y patria y a quien frecuentemente
comparábamos con Washington, creyéndolo superior.
Mientras así nos ocupábamos de don Simón, tengo la se-
guridad de que él miraba con poco agrado flamear en la bahía
de Chorrillos, a poca distancia de las fortalezas, la bandera
del almirante francés. La campaña que acababa de realizar en
España el duque de Angulema había robustecido el trono
español y ahogado las tendencias liberales del país : era natu-
ral que don Simón sospechara que Rodil debía esperar auxi-
lios de nosotros. Si a esto se agrega el asunto de la ballenera
de M. Gallois, a quien no era lógico suponer en la sola ocu-
pación de cocer aceite durante dos meses en las vecindades
de las fortalezas del Callao, porque era más racional pensar
que L'Ariège estuviese encargado de proveer a los sitiados
del lado del mar, a fin de que prolongasen su resistencia,
se comprenderá que éramos mirados con muy poco agrado
por los peruanos.
Bajo estas impresiones debíamos hacer nuestra visita al
Libertador. Según la índole francesa y conforme con el ca-
rácter propio del almirante, deseaba éste dar a la visita cierto
éclat ; así es que el jefe del buque, los ayudantes y varios de
los oficiales de la fragata, fueron escogidos para formar nume-
roso séquito ; y yo tuve la satisfacción de que se me ofreciera
formar parte de él.
De gran uniforme, a la cabeza el almirante, montamos a
caballo en la mañana fijada, y después de una cabalgata de
dos horas por caminos polvorientos, llegamos a Santa Magdalena,
cuartel general del Libertador. Fuimos introducidos al salón de
recibo, el cual estaba sencillamente amueblado. Con fingida
amabilidad recibió don Simón al almirante, y ambos se sen-
taron en un sofá, mientras que a nosotros nos dieron sillas,
colocadas en semicírculo, de manera que todos podíamos oír
la conversación entre don Simón y el almirante.
Bolívar vestía de uniforme azul, con bordados de oro ;
encima de los pantalones llevaba un par de botas inmensa-
mente grandes, que le llegaban más arriba de las rodillas. Su
aspecto y su actitud eran las de un perfecto militar. Era de
estatura mediana, muy flaco y de constitución física bastante
raquítica ; el bigote, grande y negro, y éste, lo mismo que su
abundante cabellera, comenzaban a encanecer ; pero le daban
un aspecto marcial, que estaba en manifiesta oposición con
216 BOLÍVAR

su voz débil y con su desmedrada figura. La cara, decaída,


obscura y quemada por el sol, comprobando las fatigas por
que había pasado ; mientras que la frente alta y la seriedad
de sus modales inspiraban veneración e involuntariamente se
veía uno obligado a inclinarse delante de él, aunque no afec-
taba presunción ni despotismo. A mí me produjo la impresión
de un grande hombre, satisfaciendo en todo sentido la idea
que nos habíamos formado de él, según las descripciones que
se nos habían hecho.
El almirante Rosamel era el perfecto contraste de don
Simón : era un hombre buen mozo, en el sentido general de la
palabra ; alto y robusto, las mejillas sonrosadas, la sonrisa en
los labios, visiblemente ansioso de hacer resaltar su persona.
Pagado de su presencia, pero de facultades intelectuales harto
limitadas : en vano trató de disimular esta insuficiencia con
fórmulas y pompa .
Trabóse entre aquellos dos hombres una conversación, que
al principio versó sobre los franceses domiciliados en el Perú y
sobre la neutralidad de la Corte francesa en la guerra sur-
americana. Bolívar se expresaba en francés con facilidad, sin
que el idioma tuviera para él inconvenientes. A poco dirigió
la conversación sobre Napoleón, tema bastante delicado, en
aquellos tiempos, para un almirante francés. Bolívar opinaba
que los ingleses habían sufrido una pérdida grande con la
muerte de Napoleón, porque la circunstancia de que éste se
hallara en poder de Inglaterra era lo suficiente para tener en
jaque a toda la Europa.
-Napoleón —dijo el Libertador-, deja grandes recuerdos,
y estoy seguro de que todos los franceses lo invocan en sus
corazones.
Hube de observar que la perplejidad del almirante había
subido de punto con el giro que don Simón le había dado a
la conversación ; y con calculada unción, para impresionar a
muchos de los presentes, dijo :
-Todo francés siente verdadero amor y afecto por Luis
XVIII y por la dinastía borbónica.
(Tal vez, en su confusión, no recordaba el almirante que
Luis XVIII había muerto hacía un año.)
-Pero estoy seguro -replicó Bolívar, mientras una ma-
liciosa sonrisa pasaba por su rostro severo- que si el duque
de Reichstadt se presenta en este momento en Francia, toda la
nación se llenaría de júbilo rodearía como un solo hombre
al hijo del gran Emperador.
BOLÍVAR 217

Más y más subía la sangre a la cabeza del almirante : no


podía cambiar la conversación , por no aparecer descortés ; ni
se atrevió a suspender la audiencia por no ponerse en mal
concepto con el presidente : estaba como sobre ascuas y mur-
muraba palabras de lealtad y de amabilidad hacia el Sobera-
no de Francia. Bolívar, todavía con un par de frases, lo llevó
a tal extremo, que parecía que iba a asfixiarse y a estallarle
la cabeza ; entonces don Simón, con exquisita amabilidad, su-
plicó a nuestro jefe se sirviese presentarle a los oficiales pre-
sentes.
El comandante fué, por supuesto, el primero. Es de supo-
nerse que estas presentaciones serían un alivio para nuestro
almirante ; pero aconteció todo lo contrario : estaba tan cortado
y de tal modo había perdido toda su presencia de ánimo, que
balbuceó :
-Éste es Mr. Ra ...no, Mr. Ro ...
En su confusión, había olvidado el nombre del jefe de su
buque ; y ahora fué a éste a quien subió la sangre a la cabeza :
se le vió la ira y la indignación que aquello le causó, y se
presentó él mismo :
-Bazoche, comandante de la fragata de S. M. la Marie
Thérèse.
Bolívar le dió la mano, le dirigió algunas palabras amables,
y pasó en seguida al segundo, Mr. Cazy, primer ayudante del
almirante. Tampoco pudo el almirante dar cuenta del apellido
de su ayudante : Mr. Cazy tuvo que presentarse a sí mismo. Y
como quiera que hasta entonces todo había salido mal, nues-
tro jefe resolvió presentar a los demás en bloque, como ofi-
ciales del servicio de la fragata. A mí me pareció ver, por
segunda vez cierto gesto característico en la severa faz de don
Simón. Con una exquisita amabilidad, se dirigió a cada uno
de los oficiales para preguntarles por sus nombres y por su
posición a bordo de la fragata. Parecía fijarse con atención
en los distintos apellidos, y a cada uno de nosotros nos dedicó
algunas palabras amables, lo cual hizo resaltar más la insu-
ficiencia intelectual de nuestro almirante.
Como viera que yo vestía uniforme de la Marina danesa,
algo diferente al de los demás oficiales, me preguntó la razón
de ello, y cuando la di dedicó algunas palabras laudatorias
a mi patria.
A todos nos tomó las manos, y al cabo de una hora terminó
la audiencia.
Jamás había visto yo la superioridad de la fuerza intelec-
218 BOLÍVAR

tual manifestarse tan visiblemente como en aquella célebre


visita."
Sin duda, así era el hombre : ya el comisionado de los Es-
tados Unidos había dicho, un año antes, que en su presencia
él se hallaba "como un sujeto humilde delante del hombre
más distinguido de los que entonces vivían". "Sus ojos agre-
gaba- tenían una expresión que creo no puede pintarse ni
con el pincel ni con la pluma : todo en él era grande, e infundía
respeto y admiración."
(Se toma de Patria Futura, de Caracas, correspondiente al
15 de marzo de 1911.) (R. B.-F.)
BOLÍVAR 219

1826

Magdalena, 21 de febrero de 1826.1

Señor general Francisco de Paula Santander.

Mi querido general y amigo :


Ya le dije a usted que había venido aquí con la
intención de devolver el mando al Congreso peruano.
Más : me hallo resuelto a no hacer otra cosa que ayudar
con mi influencia al bienestar de los pueblos .
El mecanismo del gobierno me fastidia extraordina-
riamente, y además mis enemigos no se convencen de
que yo aborrezco la autoridad : en prueba de ello, diré
a usted después una cosa bien rara.
Lima me ha recibido divinamente : estos señores se
disputan con los colombianos el amor que me tienen,
y me quieren forzar a que los mande. El general La
Mar se halla enfermo, y no quiere servir en el Gobier-
no ; así, mi embarazo es extremoso. El Congreso se
reunirá en esta semana para decidir este y otros puntos,
que no dejarán de dar mucha perplejidad a su sabi-
duría.
En fin, yo les diré que no puedo, absolutamente, ser
su jefe constitucional, y que además Colombia me es-
pera. Yo no tengo otro mando que el militar y será
el que conserve hasta que me vaya del país .
Muchos señores del Congreso piensan proclamar esta
República Boliviana, como la del Alto Perú, precedien-

1 Esta carta es de importancia para cuantos estudien las


ideas de Bolívar, el estado social de América, después de
Ayacucho, y las tendencias políticas predominantes entre los
prohombres de la época. (R. B.-F.)
220 BOLÍVAR

do un tratado con aquel país. Su mira es retenerme


por esta lisonja : tomar a Sucre por jefe y llevar la
Constitución que yo he formado , en lugar de la mala
que tiene en el día. Si esta operación se logra, nece-
sitan ambos pueblos de nosotros para arreglar sus
asuntos.
También hay otros que quisieran que yo fuera jefe
absoluto del Sur , contando con que Chile y Buenos
Aires van a necesitar de mi protección este año, pues
la guerra y la anarquía los están devorando. El Empe-
rador y Chiloé acabarán con esos países.
Por supuesto, yo rechazo este partido a todo trance,
porque no entra en mis miras.
En cuanto a las propuestas de ese gobierno con res-
pecto a la federación, diré a usted que yo por delica-
deza me he abstenido de intervenir en sus resoluciones
sobre esta materia. Preveo que aquí no se quieren me-
ter de bruces en una federación muy estrecha por mi-
ras diversas : las que a mí me presentan son honrosas
para mí mismo, pero siempre habrá una segunda in-
tención. También tienen miedo a los gastos, porque
están muy pobres y muy adeudados : aquí se debe
mucho y a todo el mundo.
No quieren ir a La Habana porque tienen que ir a
Chiloé, que les pertenece, y pueden pagar a Chile con
aquellas islas. Les sobra marina militar, sin tener qué
hacer de ella, y por lo mismo no querrán comprar más
buques.
Les temen a los ingleses para ligarse con ellos, y no
le temen a la revolución de colores porque el pueblo
es muy sumiso .
Todo esto le advierto, para que tenga usted enten-
didas las ideas capitales que se pueden oponer a las de
Colombia.
En estos días he recibido cartas de diferentes amigos
BOLÍVAR 221

de Venezuela, proponiéndome ideas napoleónicas. El


general Páez está a la cabeza de estas ideas, sugeridas
por sus amigos los demagogos. Un secretario privado
y redactor del Argos ha venido a traerme el proyecto :
usted lo verá disfrazado en la carta que incluyo ori-
ginal, que usted deberá guardar con infinito cuidado
para que no la vea nadie. El redactor de esta carta es
Carabaño.
El general Briceño me ha escrito diciéndome que él
ha tenido que contener a los que querían dar el gol-
pe en Venezuela, y que les aconsejó que me consul-
tasen.
El general Mariño escribe también , y otros menos
importantes, pero más furiosos que demócratas. Por
supuesto, usted debe adivinar cuál será mi respuesta.
Mi hermana me dice que en Caracas hay tres parti-
dos : monárquicos, demócratas y pardócratas. Que sea
yo Libertador o muerto es su consejo . Éste será el
que yo seguiré, aun cuando supiera que por seguirlo
pereciera todo el género humano.
Yo enviaré al general Páez mi proyecto de Consti-
tución para Bolivia, por toda respuesta, a fin de que
considere mis ideas sobre la estabilidad, unida a la
libertad y conservación de los principios que hemos
adoptado. También le añadiré que no debe desesperar
a sus amigos, a fin de que no caigan en otro extremo
más cruel que éste, pues ya no les queda otro que el de
la pura anarquía. Porque debe usted tener presente
que esos caballeros han sido federalistas primero, des-
pués constitucionales y ahora napoleónicos ; luego no
les queda más grado que recibir que el de anarquistas,
pardócratas o degolladores. En el día dicen que están
moderados y arrepentidos de sus antiguas opiniones,
pero Briceño añade que todo es precario hasta que yo
resuelva. Ellos quieren vencer o morir, a todo trance,
222 BOLÍVAR

en la última batalla, después de haber perdido las pri-


meras .
Yo diré al general Páez que haga dirigir la opinión
hacia mi Constitución boliviana, que reúne todos los
extremos y todos los bienes, pues hasta los federalistas
hallan en ella sus deseos, en gran parte ; y que en el
año 31 puede hacerse una reforma favorable a la esta-
bilidad y conservación de la república.
Que debe temer lo que Iturbide padeció por su de-
masiada confianza en sus partidarios ; o bien debe
temer una reacción horrible de parte del pueblo, por
la justa sospecha de una nueva aristocracia destructo-
ra de la igualdad.
Esto, y mucho más, diré para borrarles del pensa-
miento un plan tan fatal, tan absurdo y tan poco glo-
rioso ; plan que nos deshonraría delante del mundo y
de la historia ; que nos traería el odio de los liberales
y el desprecio de los tiranos ; plan que me horroriza
por principios, por prudencia y por orgullo. Este plan
me ofende más que todas las injurias de mis enemigos,
pues él me supone de una ambición vulgar y de un
alma infame, capaz de igualarse a la de Iturbide y
esos otros miserables usurpadores. Según esos señores ,
nadie puede ser grande sino a la manera de Alejandro,
César y Napoleón .
Yo quiero superarlos a todos en desprendimiento,
ya que no puedo igualarlos en hazañas. Mi ejemplo
puede servir de algo a mi patria misma, pues la mode-
ración del primer jefe cundirá entre los últimos ; y
mi vida será su regla. El pueblo me adorará y yo seré
el arca de su alianza .
Soy de usted de todo corazón.
BOLÍVAR
BOLÍVAR 223

1826

Lima, 27 de febrero de 1826.1

Señor General P. Briceño Méndez.

Mi querido Briceño :
Guzmán me ha entregado una carta de usted que he
leído con mucho interés. Es ciertamente una felicidad,
sobre todo para mí, que usted haya llegado a Caracas
en momentos tan oportunos, y nunca ha dado una
prueba más relevante de su excelente juicio que opo-
niéndose a las ideas que prevalecían en Caracas, y
hacer que se me consultase en un proyecto que induda-
blemente iba a arruinar mi crédito y a manchar eter-
namente mi gloria y mi reputación. Esté usted persua-
dido que no entraré en él.
Como usted lo puede imaginar, su carta me ha dado
mucho que pensar, y después de las más detenidas me-
ditaciones he creído que el mejor remedio que podemos
aplicar a un mal que nos podría ser funesto es que yo
remita a Páez mi proyecto de Constitución para Boli-

1 Comienza con rotunda negativa al proyecto de coronarlo


que pretendía Páez. Insiste en la importancia del Congreso
de Panamá : se ocupa de la política chilena y de la colom-
biana. No hay que olvidar que Briceño era uno de sus más
fieles e íntimos, a quien siempre tuvo al corriente de sus más
secretos pensamientos políticos. Es, pues, de una sinceridad
absoluta cuando le dice, refiriéndose al proyecto de coronarlo :
usted "nunca ha dado una prueba más relevante de su exce-
lente juicio que oponiéndose a las ideas que prevalecían en
Caracas y hacer que se me consultase en un proyecto que in-
dudablemente iba a arruinar mi crédito y a manchar eterna-
mente mi gloria y mi reputación. Esté usted persuadido de
que no entraré en él". (Nota de R. B.-F.) .
224 BOLÍVAR

via, en contestación a la carta que me ha escrito, y con


el objeto de que se penetre de mis ideas sobre la esta-
bilidad unida a la libertad y conservación de los prin-
cipios que hemos adoptado. Ésta es la grande idea que
yo me he propuesto al formar la Constitución de Bo-
livia, que a la vez reúne todos los bienes y todos los
extremos, porque hasta los federales hallan en ella sus
deseos en mucha parte. Yo le añadiré a Páez que en
el año 31 puede hacerse una reforma favorable a la
estabilidad y a la conservación de Colombia ; pero que
de ningún modo conviene precipitarse en un extremo
que irremediablemente nos conduciría a la anarquía
más espantosa, pues nada es tan peligroso como una
reforma, y sobre todo una de esta naturaleza. Por mi
parte, yo deseo que usted escriba a Páez sobre esto
mismo, presentándole y aun explanándole estas ideas.
y estos sentimientos míos, a fin de que no se precipite
en un proyecto tan difícil, tan peligroso y tan poco
glorioso.
Yo he venido a esta capital después de haber reco-
rrido las provincias del Alto Perú, y después de haber
recibido el honor más grande a que podía aspirar un
mortal : el de dar su nombre a un pueblo entero . Aun
cuando yo no hubiese recibido ni recibiese otra demos-
tración pública, ésta basta para llenar mi alma y mi
corazón.
Aún no se ha instalado el Congreso general por
falta de diputados , pero no se podrá dilatar arriba de
quince días. A la verdad, yo me encuentro en una
posición difícil pero honrosa. En este país todos tienen
sus esperanzas en mí : todos me ruegan ; me instan
que me quede para guiarlos nuevamente por la senda
que va a abrirse, mientras que en Colombia todos me
dan sus votos para presidente. Según la relación que
se ha hecho de nuestras elecciones, parece indudable
BOLÍVAR 225

que yo seré electo, y entonces me llamará el Congreso.


Ésta es mi situación, y a la verdad que no deja de ser
penosa. En fin, yo no sé qué haré, y dejaremos que
las mismas circunstancias me vayan marcando la ruta
que he de seguir.
Estoy muy ansioso por ver instalada la Asamblea
general del Istmo. Después de que éste es un paso emi-
nentemente político e interesante, es un paso que esta-
mos comprometidos a dar cuanto antes, pues que la
Europa tiene los ojos fijos sobre el Istmo y aguarda
con una impaciente curiosidad ver cuál es el objeto
de nuestra alianza . Así, pues , yo recomiendo a usted
y a Gual para que hagan lo mismo con respecto a los
otros diputados, a fin de que la Asamblea se instale
cuanto antes. Crea usted que el día que yo lo sepa
será para mí muy lisonjero.
No es difícil creer que la Francia unida a la España
pretenda tomar una medida igual a la que la primera
ha adoptado con respecto a Haití, y que apoyen sus
propuestas con una fuerte escuadra y aun un ejército.
Por mi parte, soy de opinión que primero debemos
perecer todos antes que comprar nuestro reconocimien-
to a tan vil precio. Así me parece que ustedes en el
Congreso del Istmo deben tener esto presente y procu-
rar la opinión de los demás Estados a este respecto.
Mando a usted los impresos de Chile : en ellos encon-
trará usted los detalles de la rendición de Chiloé, que
no deja de ser un suceso de bastante importancia.
Saludos a Gual, Pando, Vidaurre y demás, y créame
su afectísimo
BOLÍVAR

P. D.- El Congreso del Perú se instalará dentro de


seis u ocho días, y entonces veremos quién manda este
país . El pobre general La Mar se va a Guayaquil por
226 BOLÍVAR

enfermo y porque no quiere mandar absolutamente.


Sucre es muy necesario en Bolivia, y además allá lo
han pedido a Colombia. Dudo que el general Santander
acepte la Vicepresidencia. Entonces usted o Sucre de-
ben ser electos : con tales suplentes podemos consolar-
nos de la pérdida de Santander.
Yo creo que usted debería llamar a su mujer y estar
con ella dondequiera que fuese. Esto es lo que conviene
a usted y a ella. Lo demás es perder en ausencias el
tiempo que se debería aprovechar en satisfacción y en
gozar del sentimiento puro e inocente del amor. Todo
lo demás me parece lleno de inconvenientes y de do-
lores. Esto lo digo con todo mi corazón . A Santander
le he dicho que mandase entregar a usted una suma
de dinero por mi cuenta : no sé lo que habrá hecho ;
porque en negocios de dinero siempre hay delicadezas
que llenar.
Recomiendo a usted muy particularmente al señor
Tudela, que es un sujeto muy instruído y muy probo.
Lo mismo hago con el señor Vidaurre, que es un exal-
tado amigo mío y sujeto a quien extravía su buen co-
razón y la fuerza de su imaginación : trátelo usted muy
bien y aun déle consejos cuando llegue el caso .
Soy otra vez su tío
BOLÍVAR
BOLÍVAR 227

1826

Magdalena, en el Perú, 6 de marzo de 1826.

Excelentísimo Señor General en Jefe José Antonio


Páez ¹.

Mi querido general y amigo :


He recibido la muy importante carta de usted , del
1º de octubre del año pasado , que me mandó por me-
dio del señor Guzmán, a quien he visto y oído, no sin
sorpresa, pues su misión es extraordinaria.
Él me dice que la situación de Colombia es seme-
jante a la de Francia cuando Napoleón se encontraba
en Egipto y que yo debo decir con él : "Los intrigantes
van a perder la patria ; vamos a salvarla. " A la verdad,
casi toda la carta de usted está escrita con el buril de
la verdad ; mas no basta la verdad sola para que un
plan logre su efecto. Usted no ha juzgado, me parece,
bastante imparcialmente el estado de las cosas y de los
hombres. Ni Colombia es Francia, ni yo Napoleón.
En Francia se piensa mucho y se sabe todavía más :
la población es homogénea ; y además, la guerra la
ponía en el borde de un precipicio. No había otra re-
pública más grande que la de Francia, y la Francia
había sido siempre un reino. El gobierno republicano
se había desacreditado y abatido, hasta entrar en un
abismo de execración. Los monstruos que dirigían la
Francia eran igualmente crueles e ineptos. Napoleón
era grande, único, y además sumamente ambicioso.
Aquí no hay nada de esto : yo no soy Napoleón ni

1 Esta carta es muy conocida y una de las mejores de la


colección.
228 BOLÍVAR

quiero serlo ; tampoco quiero imitar a César, menos a


un Iturbide. Tales ejemplos me parecen indignos de
mi gloria.
El título de Libertador es superior a todos los que ha
recibido el orgullo humano : por tanto, me es imposible
degradarlo. Por otra parte, nuestra población no es de
franceses en nada, nada. La república ha levantado el
país a la gloria, a la prosperidad, y dado leyes y liber-
tad. Los magistrados de Colombia no son Robespierre
ni Marat. El peligro ha cesado cuando las esperanzas
empiezan ; por lo mismo, nada urge para tal medida.
Son repúblicas las que rodean a Colombia, y Colom-
bia jamás ha sido un reino. Un trono espantaría tanto
por su altura como por su brillo. La igualdad sería
rota y los colombianos temerían ver perdidos todos sus
derechos con una nueva aristocracia. En fin , mi amigo,
yo no puedo persuadirme de que el proyecto que me
ha comunicado Guzmán sea sensato, y creo también
que los que lo han sugerido son hombres de aquellos
que elevaron a Napoleón y a Iturbide para gozar de su
prosperidad y abandonarlos en el peligro ; o si la buena
fe los ha guiado, crea usted que son unos aturdidos, o
partidarios de opiniones exageradas, bajo cualquier
forma o principios que sean.
Diré a usted con toda franqueza que este proyecto
no conviene ni a usted ni a mí ni al país. Sin embargo ,
creo que en el próximo período señalado para la re-
forma de la Constitución se pueden hacer en ella nota-
bles mutaciones, en favor de los buenos principios
conservadores y sin violar una sola de las reglas más
republicanas. Yo enviaré a usted el proyecto de Cons-
titución que he formado para la república de Bolivia.
En él se encuentran reunidas todas las garantías de
permanencia y de libertad, de igualdad y de orden. Si
usted y sus amigos quisieran aprovechar este proyecto,
BOLÍVAR 229

sería muy conveniente que se escribiese sobre él y se


recomendase a la opinión del pueblo. Éste es el servi
cio que podemos hacer a la patria ; servicio que será
admitido por todos los partidos que no sean exagera-
dos, o, por mejor decir, que quieran la verdadera
libertad con la verdadera utilidad.
Por lo demás, yo no aconsejo a usted que haga para
sí lo que no aconsejo para mí ; mas si el pueblo lo
quiere y usted acepta el voto nacional, mi espada y mi
autoridad se emplearán , con infinito gozo, en sostener
y defender los decretos de la soberanía popular.
Esta protesta es tan sincera como el corazón de su
fiel amigo

BOLÍVAR

1826

Lima, 20 de marzo de 1826.

Señor General Lafayette :

Señor General :
He tenido la honra de ver por la primera vez los
nobles caracteres de esa mano bienhechora del Nuevo
Mundo. Este honor lo debo al señor Coronel Mercier
que me ha entregado vuestra estimable carta del 15 de
octubre del año pasado.
Por los papeles públicos he sabido con un goce inex-
plicable que habéis tenido la bondad de honrarme con
un tesoro procedente de Mount Vernon : el retrato de
Washington, alguno de sus restos venerables, y uno de
los monumentos de su gloria, que deben presentárseme
por vuestras manos en nombre de los hermanos del
230 BOLÍVAR

Gran Ciudadano, el Hijo Primogénito del Nuevo


Mundo.
No hay palabras con que explicar todo el valor que
tiene en mi corazón este presente, y sus consideracio-
nes, tan gloriosas para mí. La familia de Washington
me honra más allá de mis esperanzas, aun las más
imaginarias ; porque Washington, presentado por La-
fayette, es la corona de todas las recompensas humanas.
Él fué el noble protector de las reformas sociales, y
vos el Héroe ciudadano, el Atleta de la Libertad, que
con una mano servía a la América y con la otra al an-
tiguo Continente. ¡ Ah ! ¡ qué mortal sería digno de los
honores con que os dignáis colmarme vos y Mount
Vernon ! Mi confusión es igual a la inmensidad del
reconocimiento que os ofrezco , con el respeto y la ve-
neración que todo hombre debe al Néstor de la libertad.
Con la más grande consideración, soy vuestro respe-
tuoso admirador
BOLÍVAR 1

1 La carta a que contesta Bolívar es la siguiente. Esta car-


ta de Lafayette al Libertador ha sido copiada por el autor de
las notas de Journal des Débats, París, martes 17 de octubre
de 1826, que la publicó :
Washington, 19 de septiembre 1825.
Monsieur le President Libérateur.
Mon dévouement religieux et filial à la mémoire du général
Washington ne pouvoit pas être mieux apprécié dans la famille
que par l'honorable commission dont je me trouve aujourd'hui
chargé.
En reconnoissant l'exacte ressemblance du portrait, je suis
heureux de penser que, de tous les hommes existants, et même
de tous les hommes de l'histoire, le général Bolívar est celui
à qui mon paternel ami eut préferé de l'offrir. Que dirai-je
de plus au grand citoyen que l'Amérique Méridionale a salué
du nom de libérateur, confirmé par les deux mondes, et qui
BOLÍVAR 231

1826

Sr. Dr. Miguel Díaz Vélez, Ministro Plenipotenciario


del Río de la Plata.

Estimado amigo y señor :


Me ha sido muy agradable recibir la apreciable carta
de usted de 27 de febrero en Chuquisaca y he visto con
mucho interés las noticias oficiales que usted se sirve
darme en sus comunicaciones de la misma fecha.
No puedo ocultar que los sentimientos de amistad .
con que usted me favorece, unidos a sus buenos deseos
por mi gloria, me honran demasiado, porque nada me
ha sido siempre tan lisonjero como recibir los sufragios
de los hombres de bien y de los patriotas. Puede usted,
pues, fácilmente imaginarse cuán obligado le estoy por
el modo con que usted se expresa en su referida carta.
Desde muy al principio de la revolución he conocido
que si alguna vez llegamos a formar naciones en la
América del Sur, la federación sería el lazo más fuerte

doué d'une influence égale à son désintéressement porte dans


son cœur l'amour de la liberté sans aucune exception et de
la République sans aucun alliage?
Néanmoins les témoignages publics et récents de votre bien-
vellance et de votre estime m'autorisent à vous présenter les
felicitations d'un vétéran de la cause commune, qui, prêt à
partir pour l'autre hémisphère, suivra de tous ses vœux le
glorieux achèvemente de vos travau et de cette solennelle
réunion de Panamá où vont être consolidés et completés tous
les principes et tous les intérêts de l'indépendance, de la
liberté et de la politique américaines.
Agreéz, Monsieur le President Libérateur, l'hommage de
mon profond et respectueux attachement.
LAFAYETTE
232 BOLÍVAR

que podría unirlas. Así es que no perdí un instante en


proponer a los Estados americanos la federación que
actualmente se está verificando con el Istmo de Pa-
namá.
Buenos Aires no sólo ha sido convidado e instado a
que forme parte de esta liga , sino que ha sido rogado
para ello ; y sin embargo no ha querido aceptarla, por
motivos que no puedo conocer.
Digo todo esto en contestación a la propuesta que
usted me hace para que nos unamos en principio y en
fuerza contra el Emperador del Brasil. No obstante, he
mandado pasar las notas oficiales que usted me dirige,
con este objeto, al Ministro de Relaciones Exteriores
de este Estado , pues no ejerciendo yo la autoridad
exterior por haberla depositado en el Consejo de Go-
bierno , a él corresponde el conocimiento de esta ma-
teria, a la verdad muy interesante.
Hemos sabido que el señor Rivadavia ha sido electo
Presidente de las Provincias Unidas.
Tenga usted la bondad de saludar siempre que tenga
la ocasión a su digno compañero el señor Alvear.
El Congreso del Perú aún no se ha instalado ; pero
no pasará semana sin que así suceda. Aunque en las
Juntas preparatorias no ha dejado de haber algunas
dificultades , se han vencido y espero que a fines de
este mes podré marchar al Alto Perú, donde me llaman
los más caros intereses. Si los asuntos de la misión de
usted lo detuvieren allí hasta mi llegada, me será muy
satisfactorio encontrarlo y asegurarle que
soy su afectísimo servidor y amigo
BOLÍVAR 1

1 Esta carta autógrafa del Libertador la posee hoy la Bi-


blioteca Nacional de la República Argentina. Regaló el autó-
grafo a la Biblioteca de aquella nación el americanista argen-
BOLÍVAR 233

tino Sr. D. Enrique Peña. La publicó por primera vez D. Pablo


Groussac, director de la Biblioteca Nacional argentina, en
los Anales de la Biblioteca, Buenos Aires, 1904.
Alguien creyó que esa carta debía ser de 1825 y no de 1826.
El ilustre polígrafo mexicano D. Carlos Pereyra desvaneció
toda duda con las observaciones siguientes :
"Creo que esta carta es del 6 de abril de 1826, por lo
siguiente :
19 El 6 de abril de 1825 , Bolívar no era amigo de Díaz
Vélez. Probablemente no le conocía. Lo llama estimado amigo.
2º El 27 de febrero de 1825, Díaz Vélez no estaba en Chu-
quisaca, ni había ido al Alto Perú. La carta de Bolívar es
contestación de una de Díaz Vélez, escrita en Chuquisaca, el
27 de febrero.
3º Díaz Vélez se refiere a la propuesta de liga contra el
Brasil, propuesta que se hizo a Bolívar por primera vez entre
el 8 y el 10 de octubre de 1925, según carta de esta última
fecha, escrita por Bolívar a Santander.
4º Dice Bolívar en su carta a Díaz Vélez que ha tenido
noticia de la elección de Rivadavia como Presidencia de las
Provincias Unidas. La presidencia de la República se creó
por decreto del 8 de febrero de 1825, y por virtud de ese
decreto fué elegido Rivadavia Primer Presidente.
Además, desde el Cuzco escribe Bolívar a Heres, el 9 de
julio de 1825 lo que sigue :
En la Gaceta de hoy, es decir en El Sol, verá usted un de-
creto del Congreso de Buenos Aires, previniendo al poder
ejecutivo nombre una comisión que venga a felicitarme por
la libertad del Alto Perú, y por haberlo mantenido en orden
y preservado de la anarquía." (R. B.-F.)
ÍNDICE

PÁG.
El pensamiento vivo de Bolívar, por R. BLANCO FOMBONA 9

PÁGINAS ESCOGIDAS DE BOLÍVAR

12 25
Mi delirio sobre el Chimborazo 75
I. DISCURSOS 77
Discurso pronunciado por el Libertador ante el Con-
greso de Angostura el 15 de febrero de 1819 ..... 77
Contestación al presidente del Consejo del Perú el
10 de febrero de 1825 113
II. MENSAJES Y PROCLAMAS 117
Alocución a los habitantes del Río de la Plata ( 1818) 117
Invitación a los gobiernos de Colombia, México, Río
de la Plata, Chile y Guatemala a formar el Congre-
so de Panamá ( 1824 ) 118
Arenga del Libertador a los enviados del Río de la
Plata, general Carlos de Alvear y doctor José Mi-
guel Díaz Vélez ( 1825 ) 122
Mensaje del Libertador al Congreso Constituyente de
Bolivia ( 1826) 123
Mensaje a la Convención de Ocaña. A los represen-
tantes del pueblo en la Convención Nacional ( 1828 ) 138
III. CARTAS 151
A un caballero inglés, que se supone sea el duque de
Manchester (6 de septiembre de 1815 ) ..... 151
A Juan Martín de Pueyrredón ( 12 de junio de 1818) 178
Al gran mariscal de Ayacucho ( 15 de mayo de 1825 ) 180
236 BOLÍVAR

PÁG.
A José Joaquín de Olmedo (27 de junio de 1825 ) 190
A José Joaquín de Olmedo ( 12 de julio de 1825 ) 193
A Esteban Palacios ( 10 de junio de 1825) 197
Al general Francisco de Paula Santander ( 11 de
marzo de 1825) 202
Al general Francisco de Paula Santander (21 de
febrero de 1826) 219
Al general P. Briceño Méndez (27 de febrero de
1826) 223
Al general en jefe José Antonio Páez (6 de marzo
de 1826) 227
Al general Lafayette ( 20 de marzo de 1826) 229
Al doctor Miguel Díaz Vélez (6 de abril de 1826 ) . 231
BIBLIOTECA DEL PENSAMIENTO VIVO

GERMÁN ARCINIEGAS : El pensamiento vivo de Andrés Bello.


OCTAVE AUBRY: El pensamiento vivo de Napoleón.
FRANCISCO AYALA : El pensamiento vivo de Saavedra Fajardo.
Augusto BARCIA : El pensamiento vivo de Jovellanos.
JULIEN BENDA: El pensamiento vivo de Kant.
R. BLANCO-FOMBONA : El pensamiento vivo de Bolívar.
ÁNGEL CABRERA : El pensamiento vivo de Ameghino.
CLARA CAMPOAMOR : El pensamiento vivo de Concepción
Arenal.
ARTURO CAPDEVILA : El pensamiento vivo de San Martín.
BENJAMÍN CARRIÓN : El pensamiento vivo de Montalvo.
JOHN DEWEY: El pensamiento vivo de Jefferson.
Alfred DOEBLIN : El pensamiento vivo de Confucio.
THEODORE DREISER : El pensamiento vivo de Thoreau.
André Gide : El pensamiento vivo de Montaigne.
Julián HUXLEY: El pensamiento vivo de Darwin.
FELIPE JIMÉNEZ DE ASÚA : El pensamiento vivo de Cajal.
RICARDO LEVENE : El pensamiento vivo de Mariano Moreno.
FÉLIX LIZASO : El pensamiento vivo de Varona.
HEINRICH MANN : El pensamiento vivo de Nietzsche.
THOMAS MANN : El pensamiento vivo de Schopenhauer.
JACQUES MARITAIN : El pensamiento vivo de San Pablo.
EDGARD MASTERS LEE : El pensamiento vivo de Emerson.
FRANÇOIS MAURIAC : El pensamiento vivo de Pascal.
ANDRÉ MAUROIS : El pensamiento vivo de Voltaire.
EMILIO ORIBE: El pensamiento vivo de Rodó.
ÁNGEL OSSORIO: El pensamiento vivo del P. Vitoria.
AUGUSTO PI-SUNYER : El pensamiento vivo de Claude Bernard.
FERNANDO DE LOS Ríos : El pensamiento vivo de Giner de los
Ríos.
94

ROMAIN ROLLAND : El pensamiento vivo de Rosseau.


LUIS A. SANTULLANO: El pensamiento vivo de Cossio.
CONDE STORZA: El pensamiento vivo de Maquiavelo.
IGNACIO SILONE: El pensamiento vivo de Mazzini.
LEÓN TROTSKY: El pensamiento vivo de Marx.
ROBERT WAELDER : El pensamiento vivo de Freud.
JOAQUÍN XIRAU: El pensamiento vivo de Juan Luis Vives.
MARÍA ZAMBRANO : El pensamiento vivo de Séneca.
ARNOLD ZWEIG: El pensamiento vivo de Spinoza.
STEFAN ZWEIG: El pensamiento vivo de Tolstoy.

68 459 AA A 30
u.
ossio.
Jo.

Vives.
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x
MAR 0 1 2003

16004 2003

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