Medicamentos y Suplementos en La Tercera Edad
Medicamentos y Suplementos en La Tercera Edad
Medicamentos y Suplementos en La Tercera Edad
Los fármacos de uso continuo son aquellos usados para el tratamiento de hipertensión arterial,
diabetes mellitus y/o problemas mentales y factores que puedan estar asociados (37).
En un estudio con 634 mujeres brasileñas en 1999, con colecta de datos a través de un
cuestionario, Mosegui y cols. (1999) (34) notaron que las clases farmacológicas más
consumidas fueron: complejos vitamínicos (8,7%), analgésicos (8,4%); psicolépticos (6,1%),
bloqueadores de los canales de calcio (5,8%), antiinflamatorios (5,6%), diuréticos (4,8%),
antiácidos, antiflatulentos y antiulcerosos (3,7%), β bloqueadores (2,9%), suplementos
minerales (2,7%) e inhibidores de la enzima conversor de angiotensina (IECA) (2,5%). Los
principios activos más consumidos fueron: ácido acetilsalicílico (5,1%) -incluyendo sus
asociaciones en dosis fijas-, bromazepan (3,0%), nifedipina (2,8%), diclofenaco (2,7%),
polivitamínicos (2,5%) y vitamina C (2,2%), diltiazem (1,7%).
Arey y cols. (1985) (2) describieron que entre los medicamentos más consumidos para
individuos con edades por encima de los 55 años, están los antihipertensivos, diuréticos,
analgésicos, antiinflamatorios, ansiolíticos y los vitamínicos. Según Almeida y cols. (1999) (1),
del total de medicamentos prescritos a los brasileños en 1999; el 32% eran para problemas
cardiovasculares y el 24% para trastornos neuropsiquiátricos.
Actualmente existen informaciones suficientes sobre la mayoría de las drogas para auxiliar a
los profesionales de la salud que las prescribieron a decidir sobre la mejor terapia para
pacientes ancianos. Frecuentemente la dosis de los medicamentos es reducida, especialmente
para la digoxina (digitálico). Sin embargo, dosis inapropiadas de algunos compuestos, por
ejemplo antiparkisonianos, I- bloqueadores, hipnóticos y antidepresivos son aún comúnmente
prescritas. También se realizan prescripciones con dosis complejas cuando una dosis simple
diaria administrada una o dos veces al día sería suficiente y satisfactoria (46).
Interacciones farmacológicas
Diversos estudios (23, 30, 45, 47) identifican un gran número de pacientes geriátricos
recibiendo más drogas de lo necesario. El riesgo de la interacción entre las drogas causando
efectos indeseables está directamente relacionado con la cantidad de medicamentos
prescritos.
Los ancianos son los mayores consumidores de medicamentos (23). El hecho de que los
pacientes de mayor edad recibieran más medicamentos para el tratamiento de diversas
enfermedades predispone a que sean más susceptibles a reacciones adversas
medicamentosas.
Acciones profilácticas como una prescripción equilibrada son vitales para reducir la incidencia
de tales reacciones y prevenir un largo período de internación hospitalaria, causando gastos y
complicaciones en la condición de salud del paciente anciano (45).
De manera general, prácticamente el 87% de los individuos con 75 años de edad o más siguen
un tratamiento regular con fármacos, y no menos del 44% toman tres o más drogas
regularmente (30, 47). A esto se une el hecho de que algunas de las condiciones más
prevalentes en los ancianos, como las alteraciones cardíacas y el Parkinson, necesitan de
tratamientos con drogas que presentan una estrecha margen entre las dosis terapéutica y
tóxica (41).
Tales medidas son justificables por los serios riesgos de la interacción. Además, existen
sistemas de informática que pueden ayudar, advirtiendo combinaciones peligrosas de drogas,
detectando un tercio de las interacciones farmacológicas y alertando a los farmacéuticos en
cuanto a la trivialidad o no-especificidad de las reacciones (9, 11, 22).
Los efectos adversos de las drogas afectan a millones de pacientes cada año y son
responsables de más del 5% de las internaciones hospitalarias (12, 29). Mientras que algunos
efectos farmacológicos (como las reacciones anafilácticas de alguna alergia desconocida) son
imprevisibles, otros pueden ser previsibles y por tanto plausibles de ser prevenidas (26).
Artículos del Boston Collaborative Drug Surveillance Program muestran que los pacientes más
ancianos presentan reacciones adversas significativas al nitrazepan (16), flurazepam (17),
diazepam, clordiazepóxido (25), heparina y clorhidrato de potasio (28). No obstante, no las
presentan al utilizar otras drogas como teofilina, frusemida y metildopa (8). Las posibles causas
de esa mayor susceptibilidad de reacciones a determinadas drogas en los ancianos son las
alteraciones sufridas en la farmacocinética y en la farmacodinamia en estos pacientes.
También puede suceder que la prescripción de fármacos ofrece un alto riesgo (muchos efectos
colaterales) a los pacientes geriátricos. Entre los 2.510 medicamentos utilizados en el estudio
de Mosegui y cols. (1999) (34), 84 (3,5%) contenían fármacos que podían ser sustituidos por
otros más seguros, esto es, con menores efectos adversos. De esos, 12 (0,5%) contenían
benzodiazepínicos de larga duración (diazepam); 8 (0,3%) antidepresivos de uso no
recomendado para ancianos (clomipramina y amitriptilina); 7 (0,3%) dipiridamol,
antitrombótico de efectos adversos graves; 49 (2%) relajantes musculares; 4 (0,2%)
combinaciones conteniendo fenilbutazona y 4 (0,2%) presentaban clorpropamida.
Citan también que para las clases terapéuticas "problemáticas" (clases cuya redundancia
puede ser peligrosa para el usuario), los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) -juntamente
con ansiolíticos, antihistamínicos y bloqueadores de los canales de calcio- fueron las clases
terapéuticas que más presentaron eventos de redundancia. La existencia de redundancias
envolviendo bloqueadores de los canales de calcio llama la atención, pues revela, la mala
calidad de la prescripción médica; a menos que el paciente esté cambiando de sustancia
dentro de la misma clase terapéutica.
La falta de colaboración también merece ser mencionada (42). La no colaboración por parte
del paciente es un gran problema, no obstante, no es específico de pacientes ancianos. Ellos
tienden a administrarse una dosis más alta de medicamento erróneamente, creyendo que
tendrá un mayor efecto terapéutico o que inducirá más rápidamente a la cura, haciendo que
determinadas drogas pierdan su efectividad en el futuro; o también haciendo automedicación
con drogas preparadas con mayor concentración. Las causas de la no-colaboración deliberada
son multifactoriales. Están inclusos factores de RAM, además del inconveniente de administrar
medicamentos basados en las diferentes percepciones sobre lo que es importante para el
médico y para el paciente (23). Éste no es un problema característico de pacientes ancianos,
pero tiende a aumentar con el número de drogas y diferentes dosis prescritas, tornando
comunes los errores médicos en el tratamiento.
La falta de adherencia al tratamiento puede ser facilitada por medio de instrucciones claras,
por escrito, si es necesario, y por una posología sencilla. Se debe considerar también la
capacidad del paciente para leer el rótulo, abrir el frasco, o administrar los fármacos.
Calendarios o avisos en los propios remedios reducen la probabilidad de errores (49).
Asimismo la colaboración en cuanto a la administración de los medicamentos prescritos puede
verificarse fácilmente por la inspección de los frascos de remedios durante una consulta.