Screwed

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Val_17

AnnyR’ Alessandra Wilde Vane’


samanthabp Ivana Annie D
Gesi Mae Mary Warner
Anna Karol Val_17 Jadasa
María Graterol Miry Jeyly Carstairs
Lauu LR Michelle♡ Jenni G.

Val_17 Vane’ Michelle♡


Naaati Laurita PI AnnyR’
Mawii Karen_D Daliam
GraceHope

Pame .R. & Julie

Ivana
Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Epílogo
Sobre la Autora
Tengo una regla: No mezclar negocios con placer.
Varias de las mujeres en el condominio de apartamentos que poseo
amarían algún tiempo a solas conmigo, ¿y por qué no? Soy joven,
deportista, atractivo, y adinerado. Por no mencionar que tengo un bulto
considerable por debajo del cinturón. Es una combinación que deja caer
las bragas constantemente.
¿Bien por mí, verdad?
Pero mi polla, tan problemática como es, ha sido confinada a mis
pantalones por mi socio de negocios. Una concesión que acepté, y una
que nunca ha sido difícil de cumplir hasta que Emery se muda al otro
lado del pasillo. Ella es inteligente, joven, decidida, y sexy como el
infierno. Quiero una probada. No me detendré hasta que esté enterrado
profundamente en el interior de la suculenta morena.
Después de ser advertida sobre mi pasado, ella hace su mejor
esfuerzo por mantenerse alejada, pero estoy a punto de mostrarle que
debajo de todo eso, soy un hombre con un corazón de oro y una polla de
acero.
Mi nombre es Hayden Oliver, y esta es mi historia.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Val_17

Demonios. Esto va a ser más difícil de lo que pensé.


Mis ojos deambulan para admirar el trasero en forma de pera más
perfecto en el que he tenido el placer de poner mis ojos mientras mi socio
de negocios, Hudson, sigue sermoneándome. Creo que es sobre algo
importante, pero no hay nada más urgente que la reacción de mi cuerpo
a esta morena bien proporcionada. Jesús. Esas tetas definitivamente son
reales.
—Hablo en serio. Tu polla está cortada esta vez —dice Hudson, su
tono mordaz.
Apartando la mirada de la nueva morena suculenta mudándose a
la unidad 4B, lo enfrento. —No cortada literalmente. Estoy un poco unido
a ella. Te das cuenta de eso, ¿verdad?
—Bien, entonces está bloqueada. No más de esta mierda. Solo esta
semana he recibido tres llamadas de mujeres histéricas, nuestras
inquilinas a quienes tú… ¿cómo digo esto delicadamente? Has follado y
luego dejado antes de que sus coños estuvieran secos.
Le sonrío con sorpresa, pero no puedo negar la acusación. El
condominio de apartamentos del que Hudson y yo somos dueños —y en
el que vivimos— es como un Melrose Place1 de la vida real. Con sexys
jóvenes de veintitantos años que viven en estrecha proximidad, es
obligatorio que haya un pequeño drama de vez en cuando. Ambos somos
dueños de treinta edificios en el área de Los Ángeles. Y algunos de
nuestros edificios tienen inquilinas muy follables. Lo que hasta este
punto, he considerado como un beneficio agradable, un beneficio que he
aceptado en numerosas ocasiones; ciertamente eran los mejores

1Fue una serie que tiene como tema central las relaciones entre los inquilinos del
glamuroso edificio de apartamentos situado en West Hollywood.
beneficios adicionales del trabajo. Hudson aparentemente lo veía
diferente.
—¿Quién es esa? —pregunto, inclinando mi cabeza hacia el
bombón que es responsable de toda la sangre corriendo a mi ingle.
Mierda. Debería hablar con ella de eso; no es genial. Pero el pensamiento
de ir y hablarle de mi situación y ver su rubor hace que el dolor en mi
ingle se intensifique. Mierda.
Los ojos de Hudson van a la izquierda para ver qué, o más bien,
quién ha capturado mi atención. Y quien me ha dado esta semi erección,
que espero no note. Somos cercanos, pero no así de cercanos.
—Controla tu polla —dice, estrechándome los ojos.
Demonios. Lo notó.
—La única que quiero que controle mi polla es esa hermosa
criatura de allá. —Estoy mirándola descaradamente, y ni siquiera me
importa.
—No, no, no. No te hagas ideas. No vas a marcar eso.
Ella no se encuentra lo suficientemente cerca para escucharnos,
pero de cualquier forma le lanzo un ceño fruncido a Hudson. —Muestra
algo de clase, hombre. Marcar es una palabra tan de adolescente. Me
tomaría mi tiempo, primero la pondría caliente y lista, hasta que ruegue
que llene su pequeño coño apretado.
—Hablo jodidamente en serio. Ni siquiera vas a pensar en su coño
apretado. —Infla su pecho, claramente listo para la batalla.
—Entonces, ¿reconoces que tiene un coño apretado? —Sonrío,
orgulloso de mí mismo.
Se seca el sudor de la frente, pareciendo preocupado. —Hayden,
hablo en serio esta vez. —Su voz ha tomado un tono sombrío, y por una
vez, trato de ser serio y enfocarme.
Cuando veo la forma en que la vena salta en su cuello, mi sonrisa
se desvanece. Estamos en frente de uno de nuestros mejores
apartamentos justo afuera del centro de la ciudad, y el sol de media tarde
cae sobre nosotros. De repente, quiero alejarme de él, alejarme de toda
esta conversación hacia el aire acondicionado de adentro. La mierda se
ha vuelto demasiado real para mí.
—Me conoces. —Le sonrío, tratando de aligerar el humor—. Solo
quiero tener algo de diversión casual. —Y si eso significa dormir con todas
las solteras de Los Ángeles, que así sea.
No busco algo profundo. Tengo un apartamento lujoso en el
corazón de Hollywood Hills, conduzco un nuevo BMW, y poseo una polla
de veintitrés centímetros. Traducción: La vida es buena. O lo era, hasta
que Hudson decidió meterse un insecto en el culo e imponer la ley hoy.
—¿Escuchaste algo de lo que dije? Una de tus últimas conquistas
amenazó con reportar nuestra compañía al Juzgado de Viviendas por
prácticas poco éticas de negocio. Esto no es solo sobre ti. También me
afecta a mí. Y estaré maldito si veo derrumbarse todo lo que he
construido, solo porque no puedes mantener tu pene en tus pantalones.
—Punto entendido.
Hudson es por mucho el mejor amigo y socio de negocios que
puedes pedir. Es inteligente como el infierno y dedicado, trabaja como un
perro día y noche. Y sin mencionar que cuando empezamos nuestra
compañía de inversiones inmobiliarias hace cinco años, él solo lidió con
todo el capital inicial de su propio fondo de ahorros y fideicomisos. Tardé
años en devolverle los beneficios, y nunca me hizo sentir menos, o como
si estuviera en deuda con él. Por no mencionar que es divertido, rico y
guapo. Es un excelente compañero. Además sabe cómo encontrar los
mejores tacos. Y no estoy hablando del tipo servido con salsa. El tipo es
un imán para el coño.
Incapaz de evitarlo, dejo que mis ojos se desvíen a ella de nuevo.
La mujer mudándose al 4B llena un par de pantalones de yoga que dudo
sea incluso legal en algunos países. Necesito saber que hay debajo de
esas curvas abrazadas por pantalones deportivos negros. ¿Bragas
simples de algodón, o una atrevida tanga? De cualquier manera, quiero
meter mis dedos en la pretina de esos pantalones, bajarlos por esas
caderas, y averiguarlo. Quizás es porque Hudson acaba de hacerla la
fruta prohibida, pero quiero una probada. Prácticamente comienzo a
salivar.
Se ve inteligente y organizada, a pesar de su atuendo casual que
incluye una camiseta sin mangas y zapatillas. Con un portapapeles en
una mano y su confiable lápiz número dos en la otra, marca los ítems de
su lista, e instruye a las personas que están descargando y llevando cajas
hasta su nuevo lugar, el cual resulta estar directamente debajo del mío.
—No vas a durar tres minutos, mucho menos tres días. —Hudson
hace una mueca, mirando de nuevo a nuestra nueva residente.
—¿Qué sabes de ella?
Rueda sus ojos pero me complace: —Emery Elaine Winters. Es
abogada. Excelentes referencias. Aun mejor calificación crediticia, y firmó
un contrato de arrendamiento por un año. Y ella, y su coño, van a
permanecer en condiciones prístinas, o que Dios me ayude…
No puedo evitar el comentario inapropiado colgando en la punta de
mi lengua. —Podría asegurarme de que su maquinaria esté funcionando
bien, afinarla, si es necesario.
Gruñe una maldición.
Cuando la miro de nuevo, veo que Roxy, otra de nuestras
inquilinas, se unió a Emery en la acera. Parece que tienen una pequeña
charla, estrechándose las manos, intercambiando palabras, y
sonriéndose la una a la otra. Hay algo que me molesta mucho acerca de
esas dos mujeres hablando. Ella es una bailarina exótica, y tenemos una
especie de pasado rocoso. Lo cual es un enorme eufemismo, pero no es
algo que me preocupe ahora. Hudson menciona algo sobre los impuestos
del cuarto trimestre, y lo desconecto, seguro de que acabo de oír mi
nombre en los labios excesivamente brillantes de Roxy.
—Discúlpame, tengo negocios que atender. —Camino a su
alrededor, dirigiéndome a mi nueva presa. Roxy me ve y se va al área del
estacionamiento.
—¿A dónde crees que vas? —grita mi amigo detrás de mí.
—Solo voy a ser amable. Alguien tiene que darle una bienvenida
apropiada a la señorita Winters.
—Maldición, Hayden —lo escucho gritar.
—Tranquilo, amigo —respondo sobre mi hombro.
No me puedo controlar a su alrededor. Tengo que hacerlo, según
Hudson. No me gusta que me diga lo que debo hacer, especialmente
cuando mi pene está involucrado, y diablos, esto probablemente solo
hace que la quiera más. Pero a medida que cierro la distancia entre Emery
y yo, elaboro un plan.
Amigos.
Seré amigo de la chica nueva demasiado caliente que quiero
doblarla y follarla a plena luz del día.
Este es el mejor plan que he tenido, o terminará conmigo luciendo
un ojo morado, cortesía de mi mejor amigo.
Ya es hora.
Traducido por samanthabp
Corregido por Naaati

El sol me provoca pequeñas gotas de sudor en la parte trasera de


mi cuello. Mi mano se encuentra húmeda donde sostengo el
portapapeles, limpio mi frente con mi otro brazo. Me siento un poco
ridícula, sudando como un cerdo en tanto me dirijo a los empleados de
mudanzas, quienes hacen todo el trabajo.
Sabía que Los Ángeles sería caluroso, especialmente en junio pero
nada me preparó para esto. Para ser una chica nacida y criada en
Michigan, “el clima de pantalones cortos” es lo que sea por encima de
helado. Cientos de grados pueden haber sido un millón para mí. Ver un
número en el reporte del clima es completamente diferente de lo que se
siente en la piel. Lamo mis labios por centésima vez. La humedad, o la
falta de ella, es otra cosa a la que me tengo que acostumbrar.
—¡Hola! —saluda una burbujeante voz femenina— Parece que
podrías necesitar esto.
Me volteo para ver a una mujer alta y rubia, sosteniendo una
botella de agua. Trago saliva al ver las gotas frías bajando por el plástico.
—Oh... gracias —digo mientras bebo rápido. Antes de que lo sepa,
la botella está medio vacía, la mujer baja su cabeza con una ligera
sonrisa.
—Eres nueva por aquí, ¿verdad?
—¿Cómo adivinaste? ¿La falta de bronceado? —Miro mis brazos
pálidos que contrastan con la piel de esta mujer perfectamente
bronceada. Mi piel se comienza a poner rosada con las primeras huellas
de quemaduras por el sol. Maldición. Pensé que me había puesto
suficiente bloqueador.
—Iba a decir que aún tienes los ojos brillantes y esperanzadores.
Además no cargabas tu propia agua. —Extiende su mano. Sus uñas son
de un color escarlata profundo, con una manicura perfecta y demasiado
largas para ser reales.
—Soy Roxy. Parece que seremos vecinas. Estoy en la unidad 3C. —
Sacudo su mano firmemente.
—Emery. Unidad 4B.
Ahora que no moriré de sed, puedo tener un buen vistazo de mi
nueva conocida. Es todo piernas desde su trasero hasta el piso, como
diría mi madre, aunque sus sandalias de tacón alto me hicieron pensar
que es más alta de lo que realmente es. Usa unos pantalones cortos y
una camisa sin mangas azul, que desafía las leyes de gravedad para
contener sus enormes senos falsos. También usa el suficiente maquillaje
para cubrir una pared, una base pesada con un brillo brillante, brillo de
labios reluciente, un extravagante bosque de pestañas falsas, cejas
depiladas y pintadas arqueándose sobre sus ojos con sombras color
turquesa.
En general, no es la clase de persona con la que sería amiga. Pero
parece ser dulce. Y con mi camiseta de tiras empapada en sudor,
pantalones de yoga y zapatillas, tampoco es que esté vestida para el éxito.
—Así que, ¿qué te trae a la ciudad de los ángeles? —pregunta—.
¿Buscando triunfar a lo grande en Hollywood?
—De hecho, tengo una práctica de verano en una firma de
abogados en el centro. Empiezo el lunes. —Eso es todo lo que necesita
saber. No que destrocé mi vida y me mudé a través del país para enterrar
el pasado. Quiero poner mi nuevo diploma brillante y usarlo, zambullirme
de cabeza en mi carrera y dejar a cierto imbécil en la basura.
—¡Oh, guau! Nunca podría hacer un trabajo de alto voltaje como
ese… demasiado estrés. Considero que trabajo demasiadas horas. —Su
mirada café oscura se enfoca por encima de mi hombro y su expresión de
repente se vuelve amarga—. Argh. No mires ahora, pero...
Por supuesto que miro. Por encima de la puerta de las escaleras,
dos hombres en camisas de vestir y traje están hablando. Los dos son
atractivos y uno de ellos se mantiene robando miradas hacia nosotras.
Parece tener mi edad, tal vez uno o dos años mayor. Es
ridículamente guapo con una mandíbula angular que tiene la cantidad
justa de barba, y una sonrisa que ruega por ser abofeteada o besada. Su
cabello corto oscuro se encuentra lo suficientemente largo para agarrarlo,
aunque por qué tendría que agarrarlo, no estoy segura. Sus hombros
anchos y su cintura estrecha insinúan músculos muy agradables bajo su
traje de negocios. Incluso, más allá del nivel superficial de hombre
caliente, hay algo extrañamente magnético acerca de él, algo que hace
que mi estómago se retuerza placenteramente solo al verlo. Algo que hace
que su más leve movimiento grite sexo.
Me siento caliente por razones que no tienen nada que ver con la
temperatura, rápidamente me doy vuelta hacia Roxy, antes de que el
hombre note que lo observo.
—¿Quiénes son esos chicos?
—Esos son Hudson Stone y Hayden Oliver. Son agentes
inmobiliarios que poseen este edificio, muchos edificios por aquí de
hecho.
¿De verdad? Los dos son muy jóvenes. Alguien debe tener un papi
rico. Me resisto a la urgencia de mirar de nuevo.
—¿Qué es tan malo? ¿Estropean a la gente por la renta o algo?
Roxy sacude su cabeza. —No, todo lo escrito está bien. Estos
lugares valen más de lo que pagas por ellos.
Dios, eso espero. Mi nuevo condominio de lujo es probablemente el
más grande derroche que alguna vez he hecho. Algunas veces aún me
siento culpable por tirar tanto dinero, incluso si es un buen negocio por
un lugar en Hollywood Hills. Pero sentí que me merecía una recompensa
después de sobrevivir a la escuela de leyes y de mi última ruptura.
Además, si voy a caminar por el camino del abogado de la gran ciudad,
también debería hablar su idioma. “Vístete para el trabajo que quieres”
no solo aplica para la ropa, ¿verdad?
Me doy cuenta que Roxy ha continuado sin mí.
—...Y Hudson es un buen tipo. Es educado cuando viene, lo cual
no es a menudo. Pero Hayden es el casero aquí, y es de él de quien tienes
que cuidarte. Ha follado a la mitad de las mujeres solteras en la ciudad,
incluso algunas de sus inquilinas. Trata a sus propiedades como un bufet
de todo lo que puedas comer. Que pedazo de mierda sinvergüenza. Y vive
arriba en el 5B, así que nadie puede escaparse de él sin que lo sepa.
Su historia se siente como un balde de agua fría en mis bragas. Un
pasado lleno de altibajos como ese, mataría el calentón de cualquiera sin
importar lo atractivo que es el hijo de puta. He tenido lo suficiente de los
hombres que no pueden mantenerlo dentro de sus pantalones para que
me dure toda la vida. Además, me encuentro aquí para triunfar, no para
acostarme con mi nuevo casero, o con nadie en ese caso.
Aprisiono lo que queda de mi calentura y asiento hacia Roxy.
—Es bueno saberlo. Gracias por la advertencia.
Sacude su mano. —No hay problema, cariño. Las chicas debemos
cuidar la una de la otra, ¿verdad?
—Oiga, señora —nos interrumpe un chico rudo de la mudanza. Se
halla de pie al lado de nosotras con una caja mediana bajo su brazo. Sus
ojos no están ni remotamente enfocados en nuestras caras—. ¿En qué
habitación quiere esto?
Con mi lápiz, apunto hacia las gigantes letras en mayúscula
escritas con marcador negro en uno de los lados de la caja.
—La etiqueta dice “baño”, así que va en el baño. En cualquier parte
está bien. —Cruzo mis brazos por encima de mi escote y levanto mis
cejas, dejándole saber que ha sido atrapado—. La próxima vez que
quieras tener un vistazo más cerca del pecho de una mujer, trata de
inventar una excusa mejor.
Me da una mirada sucia. Pero solo lo miro tranquilamente cómo es
posible hasta que se va.
Roxy se ríe detrás de su mano.
—Creo que esa es mi señal. Te dejaré terminar con tu mudanza,
pero definitivamente deberías venir por una copa de vino en algún
momento. O podemos almorzar. Tener una charla de chicas.
—Seguro, eso suena bien —respondo con una sonrisa. Y de verdad
lo es. No conozco a nadie en esta gran y extraña ciudad así que seguro
que podría necesitar a una amiga.
Se despide con la mano al tiempo que se aleja y desaparece por el
estacionamiento.
Espero tener tiempo para salir con Roxy. En la escuela de leyes, no
era extraño tener semanas de ochenta horas y todos mis profesores
decían que practicar leyes en el mundo real era incluso más agotador.
Pero sé que puedo hacer lo que sea que la práctica me lance. Joder,
comencemos, digo silenciosamente.
Vuelvo a revisar mi lista en mi portapapeles y dirijo a los empleados
de la mudanza. Sin importar las mariposas en mi estómago que siento
cuando pienso en mi nueva vida, no estoy deseando el fin de semana
largo y mugriento de desempacar las cajas que están frente a mí. Y
además tengo que asentarme en mi trabajo, dedicarme a estudiar para
mi examen bar2 el mes siguiente.
Pasos se acercan, crujidos silenciosos en el asfalto. Miro hacia
arriba y veo a Hayden el Playboy parado frente a mí.

2 Examen para abogados en Estados Unidos.


Traducido por Gesi
Corregido por Naaati

Mi primer pensamiento es que ella no es de aquí. Su piel es pálida


y cremosa, sin el bronceado color bronce que la mayoría de nosotros, que
mantenemos durante todo el año sin ningún esfuerzo. Largo cabello
oscuro cuelga por su espalda, y lo empuja fuera del camino mientras
toma otra mirada al portapapeles que está sosteniendo.
No puedo evitar presentarme, incluso si no hay ningún propósito
para hacerlo. Simplemente soy el dueño del edificio; no estoy involucrado
en el desenvolvimiento del día a día. Si Emery necesita ayuda o tiene
preguntas sobre su nuevo apartamento, lo resolverá con el gerente del
edificio en la oficina justo a la vuelta de la esquina.
La verdad es que solo quería ver esas curvas de cerca. Y santa
mierda, la vista solo se vuelve mejor cuanto más cerca me encuentro.
Ese culo firme y redondo necesita un buen azote por poner a mi
polla tan dura. Tetas de talla generosa, hombros lisos y bien formados,
ahora que realmente puedo ver sus rasgos, mi mirada se centra en su
rostro. Una pequeña y alegre nariz, pómulos altos, labios llenos, y
espesas pestañas negras que descansan sobre sus mejillas cuando mira
hacia abajo. Me agito por su pequeña figura, pero nada sobre Emery es
diminuto. Sospecho que hay una robusta confianza en sí misma justo
debajo de la superficie. Sus hombros están hacia atrás, se para alta y
orgullosa. Noto que no tiene problema en decirle a ese chico de la
mudanza que mantenga los ojos fuera de sus tetas. Mi tipo de mujer.
Como si sintiera mi presencia, Emery levanta su mirada cuando
me acerco. Sus ojos son cautivadores, dos grandes piscinas azules llenas
con curiosidad. Es una pensadora profunda. Una chica reflexiva, si mis
corazonadas son correctas.
—Eres nueva aquí —digo, mi tono confiado y directo mientras la
reto a pleno contacto visual. Las mujeres aman esa mierda. Y no podría
alejar la mirada ahora mismo, incluso si quisiera. Jesús, es bonita. Como
el brote de una torpe erección y llegar demasiado rápido bonita. Estoy en
mierda profunda aquí. Momentáneamente sin palabras, meto las manos
en mis bolsillos y espero a que responda.
—¿Qué me delató?
Espero una sonrisa amistosa o al menos una maliciosa, pero Emery
me mira con una expresión cautelosa y ojos resguardados. Su tono es
plano y sin emoción. Maldición, eso pica más de lo que debería.
Extendiendo una mano, intento una sonrisa cálida. —Soy Hayden
Oliver. Dueño del edificio, y vivo arriba. Solo me quería presentar y ver si
necesitabas algo.
—Soy Emery. Y me encuentro un poco ocupada, si me disculpas.
—Mira abajo hacia su portapapeles una vez más.
De ninguna manera, cariño. No te estas deshaciendo de mí así de
fácil.
Levanto ambas manos, mi sonrisa ensanchándose. —Soy
inofensivo.
—Eso no es lo que dijo Roxy. —Me mira al tiempo que dice esto, sin
calidez en sus rasgos.
De eso es de lo que tenía miedo. —Soy un gatito. Lo prometo. —Le
regalo un guiño, y Emery se disuelve en un ataque de risa. No es la
reacción que esperaba.
—Lo siento. —Levanta una mano en tanto se intenta mantener bajo
control. Un hipo más tarde y se recupera. Bajando su mano, me sonríe—
. ¿Las líneas como esa en verdad te funcionan?
Ignorando su pregunta, intento recuperar ventaja. —¿De dónde te
mudas?
—Michigan. Me acabo de graduar de la escuela de leyes, y tengo
una práctica en Walker, Price y Pratt. Empiezo el lunes.
—Escuché que eras abogada.
Sacude su cabeza, y hay una mirada lejana en sus ojos, como si
estuviera pensando en algo desagradable. —No soy abogada. Aún no. Soy
una pasante legal por el verano.
Asiento. Incluso un hombre ciego puede ver que esta oportunidad
de trabajo es importante para ella. Se ha mudado a través del país, y
estoy suponiendo que se tiene que probar a si misma este verano para
ser contratada a tiempo completo.
—Walker, Price y Pratt… eso es en el centro, ¿verdad? ¿Cerca de
Pershing Square?
Asiente. —Eso creo. Al menos eso es lo que dice Google Maps.
Asiento. —No es difícil de encontrar. Hay una gran tienda de
sándwiches a poca distancia. Se llama Louie’s Lunch Shack. Solo evita
la ensalada de atún, y estarás bien.
Cometí el error de ordenar eso una vez. Nunca más. Me estremezco
de solo recordar. Pase las siguientes veinticuatro horas en el baño, y mi
buen amigo Hudson tuvo que jugar a la enfermera, restaurándome la
salud.
—Gracias por el consejo.
—En cualquier momento. Para eso me encuentro aquí. —¿Por qué
estoy aquí hablando con esta hermosa mujer que sé que no puedo tener?
Solo se queda de pie allí en la acera bajo la luz del sol, como si
estuviera esperando ver lo que haré. Nunca me he sentido tan inseguro
de mí mismo. Si Hudson no me hubiera acabado de dar un azote verbal,
la tendría arriba en mi apartamento con sus bragas alrededor de sus
tobillos para este momento.
—Deberíamos tomar un trago más tarde, cuando termines de
mudarte —digo. Deseo que esté lista para terminar el día ahora. Casi es
el fin de semana, y son las cinco de la tarde en algún lugar. Tal vez el
alcohol suavice toda esta tensión entre nosotros.
Muerde su labio inferior, pensándolo. —Realmente no puedo. Lo
siento.
Dando un paso más cerca, me inclino. —¿Es por lo que dijo Roxy?
—Maldita Roxy.
Su mirada se aleja de la mía, y aterriza en el camión de mudanza
donde los hombres levantando cajas gruñen y se apresuran hacia el
elevador. —No es eso, es solo que estoy aquí para enfocarme este verano.
Acabo de salir de una mala ruptura, y no busco nada.
—¿Qué dijo? —Mi tono sale más dominante de lo que pretendía.
—¿Roxy? —pregunta.
Asiento.
Vuelve a morder su labio inferior. —Que eres un sucio, sucio
prostituto que ha tenido su justa parte de diversión. Y algo más.
—Relato auténtico. —No tiene sentido negarlo. No me gustan los
mentirosos, y por eso hago que sea un hábito no ser uno.
Emery me mira. Maldición. Esos ojos. Es como si vieran justo a
través de mí.
—Si lamer coños es un crimen, enciérrame. Soy tan culpable como
sea. Me gusta su sabor, me gusta su olor, y especialmente me gusta la
forma en que se sienten cuando…
Levanta su mano, sus mejillas volviéndose de un rosado brillante.
—No termines esa declaración, señor Oliver. Entiendo el punto.
Mierda. ¿Acabo de estar divagando sobre cuánto me encanta el
coño? Necesito controlarme.
La miro. Su pulso se ha acelerado en su garganta, y su rostro está
sonrojado. Me da una mirada que las mujeres normalmente solo me dan
cuando quieren caer de rodillas y servirme. ¿O hay algo en su ojo?
Mi polla salta a la vida.
Su mirada cae al frente de mis pantalones. —Tengo una gran polla
por delante —dice, y sus mejillas flamean de rojo brillante—. Quiero decir
un gran día. Día —repite.
—¿Te encuentras bien? —pregunto mientras sacude ese masivo
desliz freudiano.
Traga y toma una profunda inhalación de aire. —Sí.
—Escucha. —La urgencia de estirarme y agarrar su mano, para
conectarnos físicamente de alguna forma, surge a través de mí. Pero sigo
adelante—. No estoy buscando una conexión. No quise insinuar nada.
Honestamente. Podríamos salir, estrictamente como amigos, y podría
mostrarte los alrededores. Eres nueva en la zona. Podría ayudar. Eso es
todo lo que quería decir.
Me recuerdo a mí mismo: Solo amigos. Puedo hacer esto. Le puedo
mostrar a Hudson que se equivoca.
Presiona sus labios juntos, y asumo que me está a punto de
rechazar cuando vuelve a suspirar.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Naaati

Hayden viene trotando casi al momento en que Roxy se va.


¿Por qué siento repentinamente todo el hormigueo? No. Eso no es
parte del plan. No puede llegar a pavonearse aquí y ponerme lujuriosa
por su varilla de hombre indecente y sucio. Especialmente después de lo
que Roxy me dijo. ¿No tiene vergüenza mi vagina? Probablemente hay
piojos púbicos arrastrándose arriba y debajo de esa sobreusada asta.
Culpo la reacción indecente de mi cuerpo por el estado actual de
mi vida amorosa. Que es jodida, gracias a mi ex de mierda esencialmente
arruinando mi confianza en la humanidad.
Mientras veo a esa bestia sexy de hombre dirigirse directamente
hacia mí como un guepardo se acerca a una gacela, me doy una charla
mental. El plan es mantener la cabeza baja y trabajar mi culo para que
mi madre envejecida pueda finalmente retirarse, y no enamorarme de un
infiel, mentiroso nunca más.
Cuando me destella esa sonrisa magnífica y me invita a salir, no
me encuentro preparada, pero hago mi mejor esfuerzo para rechazar sus
sugerentes comentarios.
Sigue tratando de encantarme a pesar de mi portapapeles, mis
respuestas cortas y aburridas, hasta mi mejor cara de perra. No estoy en
absoluto de humor para defenderme de no acepto un no como respuesta
ahora mismo.
Pero al mismo tiempo, querido Dios en el cielo, es aún más guapo
de cerca. ¿Cómo lo hace? ¿No se supone que la cercanía arruina la
ilusión? Supongo que cambió todos sus defectos externos por los
internos. O su colonia es un arma secreta de control mental; su especia
ahumada hace agua mi boca, me hace preguntarme si sabe cómo huele.
Hace mucho tiempo que no tengo sexo y mucho menos uno decente.
Incluso recordando todas las cosas horribles que Roxy me acaba
de decir, sigo sintiendo un pequeño tirón en el interior cuando me sonríe.
Y cuando se inclina más cerca, ni siquiera lo puedo mirar a los ojos. Son
una bella sombra de azul con destellos avellana en el medio.
De alguna manera dudo que su oferta sea solo una “cita de amigos”
como dice. Es un argumento fraudulento para atraer coños. Pero tal vez
dejar que me muestre Los Ángeles no será tan malo. Probablemente sea
mejor empezar con el pie derecho. Después de todo, es el propietario de
este edificio, casero y mi vecino de arriba.
Eso no significa que vayamos a tener sexo. Dios, por supuesto que
no. Solo soy educada. Ignorando educadamente la forma en que ya se ha
hecho un idiota total de sí mismo. Así de distinguida soy. Ganar amigos,
influenciar a la gente, todo ese asunto.
Mientras sopeso mis opciones, me observa como si nunca hubiera
tenido que esperar tanto tiempo antes. Finalmente respondo—: Está bien.
Hay esa sonrisa de mil vatios otra vez. —Estupendo. Solo espera...
Te mostraré dónde conseguir el mejor bistec de la ciudad.
—Soy vegetariana —suelto. Cuando simplemente parpadea, le
sonrío, sintiéndome ligeramente mal. Solo porque juego limpio no
significa que tenga que ser fácil. No de inmediato, al menos.
—Bastante justo. —Frota su barbilla—. Entonces te llevaré a la
playa. Conozco algunos lugares con excelentes vistas donde podemos
evitar a los turistas.
Me encojo de hombros, sacudiendo mi cabeza. —Realmente no soy
una persona de playa. Demasiados bichos y demasiada arena en lugares
innombrables. —Ahora me estoy divirtiendo a su costa. Pobre tipo, no
sabe qué hacer conmigo.
A su favor, se abstiene de comentar sobre mis lugares
innombrables. Estoy adivinando que tiene serias restricciones de su
parte. —¿En serio? ¿Te mudaste a Los Ángeles y no eres una persona de
playa? Eso es como si alguien se mudara a Colorado cuando odia esquiar.
Mi boca se presiona en una línea firme. —O como alguien que se
muda a Colorado para trabajar y no para divertirse.
Hayden hace una pausa para pensar en otra idea de cita. Me
pregunto si otras mujeres lo harán trabajar para llamar su atención de
este modo. No, con otras mujeres, supongo, todo lo que tiene que decir
es: Tú. Mi cama. Ahora. Y se sacuden fuera de sus bragas y corren a su
cama. No soy, y nunca he sido, una de esas mujeres. Incluso si la
respuesta de mi cuerpo es más primal de lo que me gustaría.
Por el rabillo del ojo, me doy cuenta de que el camión de alquiler
está vacío y los cargadores dejan mis últimas cajas por las escaleras. Es
hora de que los despida. Pagué su honorario por adelantado, así que todo
lo que tengo que hacer ahora es pedir la cena, encontrar la caja con mi
pijama, y dar por terminado el día. Me acerco a la escalera, forzando a
Hayden a que me siga si quiere terminar nuestra conversación.
—De acuerdo. Entonces, ¿qué te gusta hacer? —pregunta por fin.
Pienso por un momento a medida que empiezo a subir. La mayor
parte de mi vida es trabajar, estudiar, dormir, luego bañarme y repetir.
Bueno, eso y bebo copiosas cantidades de vino. Pero algo me dice que
compartir una botella de pinot con esta criatura peligrosamente sexy
sería una mala idea con un M mayúscula. Pero hay una cosa que hago
para relajarme Y tengo curiosidad acerca de cómo va a responder.
—Me gusta el yoga —digo. Estos pantalones no son solo para
mostrar.
Vacila, lo cual no me sorprende. Lo que no esperaba era su
respuesta—: Claro, podría hacer yoga. ¿Cuándo está bien para ti?
¿Qué dices ahora? No parece que le guste el yoga, ni siquiera que
lo haya hecho antes. Pero bueno, eso no es mi asunto. Si quiere dar la
talla, siempre podría necesitar un compañero de entrenamiento.
—Mañana estaré ocupada desempacando todo, así que ¿qué tal el
día después? ¿Me encuentras afuera de mi lugar, por ejemplo, a las seis?
—¿A las seis de la mañana? —Dice mañana con el mismo tono que
yo diría ¿Eso es sangre?
Miro hacia atrás y contengo una sonrisa, me siento mal de nuevo
ante la débil mirada de horror en la cara de Hayden. —Por supuesto —
canto con la mayor claridad posible—. El yoga funciona mejor cuando lo
haces antes del desayuno. Te da energía durante todo el día. —¿A menos
que no estés preparado para ello? Añado dentro de mi cabeza.
Pero suave como la seda, responde—: Suena genial. —Camina más
allá y abre la puerta al vestíbulo del cuarto piso para mí, jugando al
caballero—. Tengo que volver a mi oficina ahora, pero te veré el domingo.
Aturdida, entro, casi suspirando en voz alta a la fría sensación de
aire acondicionado. Sin pensar, digo—: Lo estaré esperando. —Entonces
me doy cuenta de que realmente lo digo en serio.
Se despide y vuelve a bajar la escalera. Sigo por el pasillo al 4B,
agradezco a los últimos empleados de mudanza cuando se van y bloqueo
la puerta después. Entonces me vuelvo y me inclino contra mi puerta
principal, saboreando el silencio. Estoy finalmente sola en mi condominio
de lujo. Mi nueva casa, con suerte en los próximos años, si apruebo mi
examen de abogacía y juego mis cartas en Walker, Price y Pratt.
Incluso con cajas polvorientas, este lugar es precioso. El mobiliario
es distinguido y elegante, pero cómodo. Todas las encimeras son de
granito; todas las mesas cubiertas de cristal. Aunque solo hay dos
habitaciones reales, ambas se sienten enormes en comparación con el
apartamento que compartí con tres compañeros en la escuela de derecho.
La cocina se encuentra completamente equipada y ofrece suficiente
espacio para un comedor. La otra mitad de la unidad tiene una cama
tamaño queen, un closet con puertas correderas y espejo, un televisor de
pantalla plana de cincuenta pulgadas montado en la pared sobre el pie
de la cama. Lo mejor de todo, la bañera de porcelana es lo suficientemente
larga como para acostarse sin que tope en el inodoro.
Me saco mis zapatos de tenis, sintiendo el piso de madera fría en
mis pies calientes y cansados, los guardo en el armario de la entrada. En
el otro lado de la puerta principal hay una mesa pequeña, lo
suficientemente grande para un plato de cristal y un jarrón de porcelana
con tres tulipanes púrpuras. Suavemente acaricio sus pétalos
aterciopelados para confirmar que las flores son reales. Luego voy a
través de las pilas de cartón y deslizo la puerta a mi mayor indulgencia,
el pequeño balcón.
Incluso derrochando, mi culpable conciencia tiene sus límites.
Elegí un modelo de estudio en lugar de un dormitorio, y solo una unidad
amueblada, porque era más barato que el envío de mis propios muebles
a más de dos mil kilómetros. Pero la perspectiva de un balcón, de tomar
el sol mientras lea, bebiendo vino en veladas ventosas, disfrutando de lo
que me parecía como un verano todo el año, había sido demasiado
tentador. Salgo y me empapo de la vista de palmeras que se balancean,
mansiones con césped de color verde azulado y Hollywood brillando a lo
lejos. Si entrecierro mis ojos, puedo incluso vislumbrar las letras blancas
en bloque de la señal de Hollywood.
Paso casi media hora caminando e inspeccionando toda la unidad.
Por supuesto, sabía exactamente como se veía antes de enviar por correo
mi contrato firmado y pago inicial. Indagué el sitio web de gestión de la
propiedad, admirando la galería de fotos, los planos de planta, y la larga
lista de servicios. Pero ahora es la primera vez que lo veo en persona.
Todo elegante y acogedor. Todo mío.
Una vez más, la diferencia entre la anticipación y la realidad me
golpea, y no solo con el condominio en sí. Mi casero no es exactamente lo
que imaginé sobre la base de la descripción de Roxy. Pero tampoco ha
refutado aquella historia mordaz. Tomará mucho para bajar mi guardia.
Aun así… si Hayden realmente se presenta el domingo, creo que
acabo de encontrar un nuevo compañero de yoga en el dueño de la casa
de mi edificio.
Esto debería ser interesante.
Traducido por María Graterol & AnnyR’
Corregido por Naaati

¿Por qué demonios acepté esto?


Balanceo mis piernas por un lado de la cama, maldiciéndome a mí
mismo por el brillante plan que hice con Emery, la chica del 4B, con quien
decidí no tener sexo. Eso es una porquería. Debería estar despertando
con mi polla en su boca pero no, le dije que haríamos yoga esta mañana.
Yoga, por el amor de Dios.
No es el mejor plan que he tenido. Especialmente después de todo
el Jack que bebí anoche. Mi cabeza gira mientras tomo mi teléfono y
marco el número de Beth. Sé que esta despierta.
—Beth. ¿Me ayudas? —gruño cuando contesta.
—¿Qué hiciste ahora, idiota?
—Oye. ¿Esa es la manera de hablarle a tu hermano favorito? —
Pongo el teléfono entre mi hombro y barbilla, me dirijo a la cocina a
encender la máquina de café. Hago uno doble. ¿Por qué pensé que era
una buena idea beber tanto anoche? Oh sí, porque Hudson expuso todos
mis demonios y los examinó bajo la luz.
—Eres mi único hermano. Ahora termina con esto. Tengo un
yogurt derramado en mi sofá y aún no he tomado mi café.
Debería preguntar por qué le permite a los niños llevar yogurt a la
sala, pero sé de experiencias pasadas que deja que esas pequeñas ratas
hacer lo que quieran, siempre y cuando la miren con sus ojos de
cachorro. Mi sobrina y sobrino tienen tres y cuatro años de edad. Ni que
decir que hacen uso de sus enormes habilidades.
Paso una mano a través de mi cabello enmarañado por el sueño e
inclino mi cadera contra el mostrador. —¿Conoces un buen lugar para
hacer yoga a donde pueda llevar a mi amiga Emery?
—¿Amiga? —pregunta, recalcando la palabra.
Aprieto mis dientes y presiono el botón de preparar café. —Sí, es
nueva en la ciudad.
Sigue un largo momento de silencio. Si no fuera por las dos
pequeñas voces que se escuchan de fondo pensaría que tal vez me colgó.
—¿Beth?
—Sí. Estoy aquí. Solo estoy un poco aturdida.
—¿Por qué? —Ruedo mis ojos, se lo que viene ahora.
—Tienes una amiga mujer y la vas a llevar a hacer yoga. —
Pronuncia cada palabra en un tono incrédulo.
Líquido precioso cae en la taza y por un momento considero tomar
directo de la maquina en vez de esperar que se llene la taza.
—Sí. ¿Por qué? —Mi tono es cortante pero mierda… después de la
charla con Hudson, la actitud de Beth me molesta. ¿Nadie cree que pueda
mantener mi polla en los pantalones? Solo me hace querer probarles a
todos que están equivocados.
—Bueno, para empezar, no tienes amigas, y segundo, no haces
yoga. Perdóname, pero me tomaste con la guardia baja. ¿Quién eres y
qué hiciste con mi hermano? Además, ¿qué haces levantado tan
temprano?
—Puedo hacer yoga —digo con mi orgullo masculino herido. No
puede ser tan difícil, ¿verdad?
—Claro que puedes. Es un país libre. Solo me siento confundida.
¿Te sientes bien? ¿Estás enfermo?
Mi dolor de cabeza se intensifica. Respiro profundo.
—¿Me ayudarás o no? —Todo el humor deja mi voz, no esperaba
una pelea cuando la llamé. Quería respuestas, no jugar a las veinte
preguntas. Sé que las amigas de Beth hacen yoga y sé que me enviará al
lugar correcto. Si se enfoca lo suficiente para darme algún tipo de
información.
—Llévala a Conexiones Profundas en Sepúlveda.
El nombre del estudio envía mis pensamientos en espiral, sobre
qué tan profundo puedo conectar con mi nueva vecina Emery,
preferiblemente mi polla en su cálido coño. Mmm…
—Hayden, ¿me escuchas?
—Sí. Lo tengo. Gracias, hermana.
—Estoy en su sitio web. Hay una clase que empieza en cuarenta
minutos. Ahora, quiero saber más sobre esta Emery. —Puedo escuchar
la sonrisa en su voz.
—Es abogada. —Casi. Algo así.
—Vaya. Una chica con cerebro. Ese es un gran cambio para ti.
Háblame sobre ella.
Sonriendo ante el recuerdo de conocer a Miss Deliciosa Nueva en
la Ciudad. Agarro mi taza de café. —Asumo que tienes la situación del
yogurt controlada.
—¿Qué? No. Eso puede esperar.
Entonces noto que los niños se encuentran en completo silencio.
Es eso o se encerró en el baño, esperando algo de privacidad a medida
que me extrae información sobre mi vida privada. Ding, ding, ding. El
último escenario me parece el correcto.
Mi instinto me dice que le cuelgue, que diga que nada de esto es
su asunto. Pero a medida que cruzo la sala y me siento en mi sillón de
cuero favorito, me doy cuenta de que ese sería un movimiento idiota.
Aunque pueda ser molesta a veces, somos muy cercanos. Ceno con su
familia unas cuantas veces en la semana. Cuando necesitó ayuda
después de su cesaría de emergencia con el segundo bebé, me mude a su
cuarto de invitados por dos semanas para cuidarla y al bebe después de
que su esposo, David, volvió a su trabajo. Además siempre está allí para
mí sin importar el favor, grande o pequeño.
—Hayden, deja de atormentarme. Hay una buena historia allí.
Escúpelo.
Me rio entre dientes por su desesperación antes de tomar otro
sorbo de mi bebida caliente. —Hay una. Y te la contaré.
—¿Pero no ahora? —dice. La esperanza desapareciendo de su voz.
—Si la voy a llevar a esa clase, tengo que ir a encontrarme con
Emery. —Mirando mi reloj, noto que son casi las seis.
—De acuerdo. ¿Cena el martes?
—Claro. ¿Prepararás esos rollos de cangrejo con la salsa dulce de
chile? —pregunto con la voz más dulce que puedo reunir.
—A nadie le gustan más que a ti —dice con un suspiro. Se escucha
cansada y demonios, también lo estaría después de perseguir todo el día
a dos pequeños humanos empeñados en destruir todo a su paso.
Maldición. Me estremezco de solo pensar en ello.
—No, entonces no te molestes. Olvida que pregunté, y te veo el
martes.
—Diviértete en el yoga —dice con un tono divertido en su voz.
A pesar de la cafeína corriendo en mis venas, no me siento mejor
que cuando desperté esta mañana, gruño y cuelgo.
Me encamino hacia mi cuarto y entro al closet, tratando de
averiguar qué se usa para hacer yoga. Me decido por unos pantalones
cortos de deporte y una camiseta gris. Después lavo mis dientes, agarro
mi cartera, llaves y teléfono que estaban en la isla de la cocina, salgo
hacia el sol brillante de otro día perfecto en Los Ángeles.
Gruño todo el camino bajando las escaleras, preguntándome
porque demonios acepté hacer esto, diablos, prácticamente me anoté
para hacerlo. Estoy enojado. Molesto. Toco la puerta de Emery y me
quedo allí esperando y maldiciéndome silenciosamente.
Cuando abre, viste deliciosamente usando un par de leggings
negros y una franela sin mangas rosada, y recuerdo exactamente por qué
la invité a salir hoy. Hola, inapropiado deseo. Buen movimiento, idiota.
—¿Preparada? —pregunto, agradeciendo que mi voz suene
calmada de modo que no se note como me hace sentir.
—Realmente apareciste. —Sonríe. Sus labios llenos y naturales sin
ningún brillo o pintura labial y sus dientes son rectos y blancos.
—Claro que lo hice. —Cuelgo una mano en el marco de la puerta,
me acerco. Capto un aroma cítrico y algo floral en su piel. Huele fresco y
bastante buena como para comérsela—. Soy un hombre de palabra, tal
vez escuchaste algunas historias desagradables sobre mí, pero ¿no
piensas que te puedes hacer una opinión de mí por ti misma?
Levanta su mentón encontrando mi mirada. —Nunca juzgo a las
personas por lo que otros dicen. —Entonces se agacha y recoge lo que
asumo es una manta de yoga, esta enrollada en forma de cilindro y una
botella de agua antes de cerrar y bloquear la puerta.
—Vamos. Encontré un buen lugar. —La llevo a mi BMW mientras
me lanza miradas curiosas.
Abrocha su cinturón de seguridad y coloca las manos en su regazo
antes de volverse para mirarme. —¿Por qué haces esto?
A medida que el motor vuelve a la vida, todos los 445 caballos de
fuerza, digo. —Solo relájate, está bien. No voy a tratar de meterme en tus
bragas, si eso es lo que te preocupa.
—¿No lo harás? —Suena casi ofendida y no puedo hacer otra cosa
que sonreír.
—No a menos que me lo pidas muy pero muy amablemente. —Y
esa es la más pura verdad. Para traicionar a Hudson de esa manera, me
tiene que literalmente rogar. No creo que me pueda resistir si eso pasa.
—Es bueno saberlo. —Sonríe y no puedo decir si bromea o es en
serio. No es como ningún abogado que conozca. Y eso me gusta.
—¿Qué tipo de leyes ejerces? —pregunto al tiempo que conduzco.
—F&A —dice, mirando por la ventana como si tratara de
memorizar cada detalle del bulevar rodeado de palmeras que cruzamos.
Le doy una mirada en blanco mientras mi confuso cerebro trata y
falla en darle significado a esas dos palabras.
—Fusiones y Adquisiciones —aclara, ayudándome.
—Ah. La vieja y buena F&A. ¿Qué te gusta de eso?
Piensa por un momento, esos salvajes ojos azules nunca se
encuentran con los míos mientras observa el paisaje de las montañas de
Santa Mónica a través de la ventana. —Me gusta el desafío de conseguir
el mejor trato que pueda para mi cliente. Más que todo, me gusta la
diversión de negociar y ganar. No soy muy buena compartiendo, soy hija
única, creo que eso me ayuda en el negocio. Trabajo duro y juego para
ganar. —Sonríe, y quiero besar esa sonrisa.
—Dijiste que eras una pasante este verano —digo, animándola a
que me diga más. Por alguna razón me gusta escucharla hablar. Con la
mayoría de las mujeres, soy feliz de sentarme en un silencio pacifico sin
tener que escuchar su charla incesante.
Emery no es así. Cuando habla es porque tiene algo que decir.
Siempre me ha gustado la cita de Gandhi: Habla solo si es para mejorar
el silencio. Y en este momento entiendo lo que quiere decir. Escucharla
hablar, aprender sobre ella y lo que la hace feliz, es fascinante. Es
definitivamente para mejorar el silencio.
—Sí, no es raro que a los mejores estudiantes de la facultad de la
escuela de leyes se les ofrezcan posiciones antes de la graduación.
Tomaré mis exámenes más tarde este verano.
—Así que, básicamente, ¿tienes que pasar los exámenes para
obtener el empleo?
Asiente. —Son tres días de exámenes, y sí. Sin presión, ¿verdad?
De repente, la admiro más. Se planteó una gran meta, se mudó al
otro lado del país y tiene que probarse a sí misma para conservar su
trabajo.
—¿Eres de por aquí? —pregunta. Desviando la conversación hacia
mí.
—Nacido y criado. Mis padres viven en el norte ahora, pero tengo
una hermana mayor que vive en el valle, y la menor vive en el centro.
Asistí a la UCLA, y después de graduarme, no vi el punto de mudarme del
estado que tiene un clima perfecto y donde abundan las oportunidades.
Además es grandioso trabajar todos los días con mi mejor amigo, Hudson.
Asiente. —Suena perfecto.
Me rio. —No lo es. Confía en mí. Pero lo disfruto, me gusta. Trabajo
duro, y juego mucho más duro.
Se vuelve hacia mí, me da una cálida sonrisa en el momento que
llegamos a nuestro destino.
Me gusta como las cosas son tan cómodas entre nosotros. Es
inesperado, y a pesar de que me mantiene preguntándome que será lo
próximo que salga de su boca, no estoy aburrido.
—¿Lista para hacer yoga? —pregunto, estacionando el auto cerca
de la entrada.
Se queda mirando el edificio. —Conexiones Profundas —dice,
leyendo el letrero colgando sobre la puerta—. Estoy lista si tú lo estás.
Me encojo de hombros. Soy un jugador aventurero. ¿Qué tan difícil
puede ser el yoga? Es solo respirar y estirarse, ¿no?
Pronto descubro que no, no es solo eso. Maldición, voy a matar a
mi hermana. Después de pagar nuestra cuota y entrar al estudio,
descubro que nos inscribimos en la clase de técnicas avanzadas de Hatha
III.
La instructora pregunta si todos completaron el curso del nivel II
y todos los presentes asienten, mientras nosotros nos miramos con
aprensión. La intento convencer de que se vaya conmigo. Un enorme
plato de huevos y panqueques, una taza de café suena mucho mejor que
hacer quién sabe que por los próximos sesenta minutos. Pero desenrolla
su manta y luce lista para empezar.
En la habitación hay más de una docena de personas, pero todas
son mujeres, créanme, lo comprobé. Hay veinticuatro pechos en la
habitación, más la instructora. Lo que suma hasta veintiséis, y una sola
polla. Normalmente esto sería como soltar a un niño en una dulcería pero
en su lugar me siento como un pez fuera del agua.
La instructora empieza en un tono cálido, casi cantarina.
—Levanten los brazos por encima de la cabeza, estiren la columna
y dejen que su cuerpo se prepare para el hermoso viaje que haremos esta
mañana.
¿En serio?
Miro hacia Emery, sus ojos se encuentran cerrados. De pie, sus
pies descalzos sobre la manta de yoga y una pequeña sonrisa en sus
labios. Creo que acabo de descubrir su lugar feliz
Cuando empezamos, empujo mi cuerpo hacia la postura del
guerrero, el saludo de sol y el perro descendente. Debe haber un lugar
especial en el infierno para la persona que creó estos nombres. Por
ejemplo, la postura del arado, eso no es nada como imaginaba que sería.
Por lo menos, se debe hacer con un compañero.
No puedo evitar mirar a Emery de vez en cuando. Es perfecta en
sus poses, agraciada y elegante en tanto su cuerpo pasa sin problema de
una pose a la siguiente. Me siento intensamente atraído. Pero recordando
mi promesa a Hudson, aplasto mis sentimientos de lujuria revolviendo
mi intestino.
Tal vez el yoga de esta mañana me dará una nueva perspectiva de
la vida. Me probaré a mí mismo, a Hudson y a Emery que la puedo
mantener en mis pantalones y tener una relación platónica significativa
con una mujer.
Aun mientras mis pensamientos continúan, mi cuerpo sigue
intentando las poses. No puedo ni siquiera imaginar cómo debo verme.
No soy flexible o agraciado, prefiero estar en la sala de pesas o en la playa.
Por fin, la clase se termina. Emery prácticamente brilla; se ve tan
contenta y en paz.
—¿Qué te pareció? —pregunta, se inclina para enrollar su
alfombra, una vez la instructora nos ha despedido con un Namaste.
Podría sacar alguna actitud de macho alfa y decir que los hombres
no se deberían torcer en esas posiciones, pero en lugar de eso le ofrezco
mi mano y sonrío. —Estuvo genial.
Sonríe ampliamente. —¿En serio? ¿Lo harías otra vez?
—No nos adelantemos. —La próxima cosa que sé, es que estará
tratando de llevarme a Jazzercise3 o Zumba. Y no voy a entregar mi tarjeta
de hombre. De ninguna jodida manera.
Se ríe entre dientes y salimos del estudio con un ligero brillo de
sudor sobe nuestra piel, y sintiéndonos enérgicos.
—Oh. Tienen shots de wheatgrass4 allí. Y jugos frescos. —Su voz
suena emocionada cuando se detiene frente a la pequeña cafetería en la
parte delantera del edificio—. ¿Quieres algo? —pregunta.
Me encojo de hombros —Claro.
Descubro que jugo es un término relativo. Porque el suyo es verde,
marrón y espeso. Pido una botella de agua mientras que Emery consigue
un pequeño vaso de algo verde y lo toma rápidamente.
Encontramos una mesa en el café y nos sentamos. Sigo bebiendo
de mi botella de agua, tratando de rehidratarme.
—Gracias por traerme aquí hoy —dice.
—No hay problema.
Mientras nos sentamos aquí, charlando sobre cosas mundanas
como el repugnante wheatgrass que bebe, me doy cuenta de que nos
desafiamos. Me mantiene alerta.
—Cuéntame más sobre ti —pide, se inclina hacia mí.
—¿Qué quieres saber?
—Sorpréndeme. —Se encoge de hombros.
Recostado en mi asiento, cruzo mis tobillos. —Mi trabajo es más o
menos mi vida, y me encanta lo que hago. Tomar un viejo edificio

3 Jazzercise es una combinación de ejercicio aeróbico y fitness en baile


4 Wheatgrass Se vende como un concentrado de jugo o polvo
deteriorado y convertirlo en unidades de lujo que alquilo al mejor precio
es impresionante. Nunca envejece. Me encanta ver las transformaciones.
—Eso es increíble. —Asiente—. ¿Qué más? Seguramente debe
haber algo más que solo trabajo.
—Quieres saber algo profundo, ¿eh?
Asiente, ansiosa.
Pienso por un segundo, y recuerdos de mi accidentado pasado
destellan a través de mi cerebro. Pero en lugar de ver su expresión
cambiando a una de simpatía cuando sepa de mi pasado, prefiero ver su
cara iluminándose con una sonrisa. —Las mamadas son mi animal
espiritual.
Rueda sus ojos, pero se ríe.
Misión cumplida.
—Pareces lo suficientemente normal. ¿Qué demonios hiciste para
enojar a Roxy? —pregunta, mientras ríe, y de repente toda la sangre en
mis venas se convierte en hielo.
Me froto mi nuca con una mano. —Es una larga historia, y no una
que me importe discutir ahora.
Pone mala cara. —Bien. Independientemente de tu historia con
Roxy, no negaste lo que me dijo sobre ti.
—¿Qué dijo exactamente? —Ahora tengo curiosidad.
Se encoge de hombros, jugando con los largos mechones de pelo de
su cola de caballo que descansan sobre su hombro. —Solo me advirtió
que me mantuviera alejada de ti. Me habló de tu historia de mujeriego.
—Bueno, tu virtud se encuentra a salvo. Hice un trato con mi socio
de negocios. Nada de dormir con las inquilinas. —No estoy seguro de por
qué le digo esto, tal vez porque será más fácil hacer cumplir la regla de
solo amigos que he establecido, así sabrá que está fuera de los límites.
—Así que, ¿dormir con cualquiera está bien? —Hay un tono burlón
en su voz.
—Absolutamente. Será solo amigos. —Gesticulo entre nosotros—.
A menos que, tú, niña traviesa, me intentes tentar. —Le doy un guiño
coqueto.
Frunce su ceño y sacude su cabeza. —Ni en sueños. Te lo dije. Ya
he terminado con los hombres, y tú, Hayden Oliver, según todos, eres un
pedazo de mierda.
—¿Disculpa? —Le arqueo una ceja.
—He salido con tipos como tú antes. Y clasifico a todos los hombres
que piensan con sus penes bajo una M por mierda.
—Pienso con mi pene sobre una base regular, así que no puedo
discutir contigo allí. Pero es mucho más divertido que mi cerebro.
Esto le saca una pequeña sonrisa, y mi corazón late un poco más
rápido.
—En serio, ¿por qué me arriesgaría a tener mi corazón roto de
nuevo?
—¿Porque tengo una polla de veintitrés centímetros y sé dónde está
el punto G?
Sus mejillas se vuelven rosadas, aludiendo a su tono fresco y
confiado. —Tentador, pero no lo suficientemente bueno.
Encojo mis hombros. —Entonces, supongo que me contentaré con
ser amigos.
—¿Alguna vez has tenido a una mujer como amiga?
Lo pienso. Tengo a Dottie y Susan, pero son más empleadas que
amigas, y por supuesto Beth y Gracie, pero son mis hermanas, dudo que
los parientes de sangre cuenten. —Por supuesto que sí —miento.
Estrecha sus ojos, obviamente no confía en mí. Nada se le pasa a
Emery. Va a ser una abogada patea traseros. Por supuesto que no le digo
eso. Su autoestima es lo suficientemente grande. No necesita que infle
excesivamente su ego.
—Solo relájate, princesa. No intentaré meterme en tus bragas a
menos que lo pidas de buena manera, y hablo en serio acerca de lo de
amigos. Te mostraré la ciudad. Va a ser divertido.
Su boca se presiona en una línea, pero no dice nada más.
Nuestra conversación me ha dejado medio duro y lo intento ocultar
debajo de la mesa. Emery no necesita saber que me gustaría follarla de
todas las maneras posibles hasta que esté apretada alrededor de mi polla
y gritando mí nombre.
Traducido por Lauu LR
Corregido por Naaati

Lunes por la mañana a las siete treinta en punto; el primer día del
resto de mi vida.
Camino en la oficina de leyes de Walker, Price y Pratt, refrescada
después de mi usual entrenamiento matutino y un smoothie de yogur
griego de desayuno. Me siento pulcra y confiada en mi falda lápiz negra
y saco a juego, camisa de botones azul polvo y tacones altísimos nude.
Ayer estuve aproximadamente dos horas obsesionándome con mi
guardarropa y maquillaje, queriendo mostrar una imagen profesional
como primera impresión, y creo que lo conseguí. Incluso si mi caminata
desde el estacionamiento fue una carrera contra el tiempo en mis apenas
manejables tacones.
Me acerco al escritorio de mármol rodeando la esquina del
recibidor, y tomo una respiración profunda. Aquí vamos. La recepcionista
luce mucho más joven de lo que hubiera predicho, tal vez cerca de mi
edad. Su cabello negro está apretado en una cola de caballo para evitar
enredarse en su audífono. Usa gafas de ojo de gato con marco de carey,
una blusa suelta color rosa y pitillos kaki, lo que me hace preguntar si
debí haber gastado tanto tiempo y energía en mi propio atuendo. Sus
uñas pintadas de color ciruela vuelan sobre el teclado, sonando como un
tren en movimiento.
Le toma un momento darse cuenta de que me encuentro parada
ahí antes de levantar la cabeza de su trabajo. —¿Te puedo ayudar? —
pregunta con una sonrisa plástica.
—Hola, soy Emery Winters. ¿Está el señor Pratt? —Es el asociado
con el que había escrito más, pero si no ha llegado aún, puedo hablar
con los otros y comenzar. Las alegrías de un lugar de trabajo donde cada
empleado es tu superior.
No hay chispa de reconocimiento en sus ojos verdes. —¿Tienes una
cita?
Sonrío, alguien dejo caer la pelota aquí, y claramente no fue ella.
—De algún modo. Soy la nueva interna de verano.
Genuino placer llena su sonrisa. —Oh, lo siento —dice, su tono
alegre en contra de sus palabras. Quizás se encuentra aliviada de que
sus deberes serán compartidos con alguien más—. Llamaré al señor Pratt
que estás aquí. Soy Trina, por cierto, ¿Te gustaría agua o un café
mientras esperas?
—No, gracias. Puedo tomar algo después de comenzar. —Después
de todo, trabajo aquí ahora.
El pensamiento llena mi estómago con mariposas. Cálmate Emery,
esto no es un campamento de verano. Estarás bien.
Considero una de las sillas de cuero color caramelo, entonces
decido que estoy demasiado nerviosa para sentarme. En su lugar veo a
Trina llamar a la oficina del socio Senior, entonces anuncia. —Aquí hay
una señorita Winters para verte. —En una voz cantarina antes de volver
a su furioso tipeo.
Después de un minuto o dos, un hombre entra por el pasillo a la
recepción. Luce como si estuviera en sus sesenta y desesperadamente lo
intenta ocultar; cabello gris, tiene papada, piel como cuero bronceado, y
un bigote firmemente cepillado. Cejas brillantes y una camisa oliva con
tirantes completan la imagen de un hombre que fue una sexy hace cerca
de treinta años. No hay anillo en su mano izquierda, haciendo que me
pregunte si es divorciado, soltero confirmado o solo desafortunado.
A medida que el hombre se acerca más, me da una sonrisa que
muestra cientos de dólares en tratamientos dentales. —Debes ser la
señorita Emery Winters. Bienvenida a Walker, Price y Pratt.
Le sonrío, esperando que no haya labial en mis dientes, y extiendo
mi mano. —Buenos días, señor Pratt. Es genial finalmente conocerlo en
persona.
Me da dos firmes apretones, una sacudida de mano de libro de
texto, el saludo de alguien que sabe cómo encantar e intimidar sin decir
una palabra. —Por favor, llámame Larry. No me gustan las formalidades
en esta oficina.
De alguna forma no me encuentro segura de sí creer eso. A los
hombres poderosos, especialmente los viejos y ricos, les gusta que las
personas los perciban como relajados, pero cuando se trata de la realidad
prefieren ser tratados de forma especial, quieren diferencia. Al mismo
tiempo, sin embargo, no puedo solo ignorar por completo lo que dijo.
—Está bien entonces, Larry.
Me mira de arriba abajo, aun sosteniendo mi mano. —Por la
entrevista telefónica supe que tenías una adorable voz, pero el resto es
incluso más.
¿Qué? Parpadeo, tratando de descubrir cómo responder, y
rápidamente decido que quería decir algo más por completo.
—Um, me alegra que mi atuendo sea apropiado para la oficina.
—Un poco demasiado apropiado, si me preguntas.
Puedo sentir sus ojos escaneándome de arriba abajo, y cuando se
detienen en mi pecho, me miro para asegurar que no perdí un botón de
mi blusa.
Larry sigue con un tono entretenido. —Encontrarás que California
es mucho más casual que el Medio Oeste, incluso en nuestra línea de
trabajo. Suéltate, diviértete un poco, claro que no me importa. —Me guiña
un ojo y trato de que mis labios no se curvan con disgusto.
—Gracias. Mantendré eso en mente —digo con cuidado de
mantener un tono neutral. Por el intenso calor, me sacaría mi saco, pero
estaré maldita si le doy a este tipo más espectáculo.
Justo cuando me comienzo a preguntar si me tendré que arrancar
mi mano, la libera. —Antes de que comiences, cariño, me gustaría
mostrarte la oficina. Que conozcas a los otros abogados, te familiarices.
—Se vuelve hacia el pasillo y comienzo a caminar por delante.
Solo para que su mano caiga en mi espalda baja, a solo unos
centímetros de mi trasero.
Demonios, no. Suprimo un estremecimiento.
El señor Pratt me lleva como un perrito a través de los pasillos,
deteniéndose para golpear cada puerta. Los dos socios junior están en
sus cincuentas; el señor Walker es redondo y calvo, mientras que el señor
Prince tiene cabello de sal y pimienta, una increíble mandíbula. Ambos
alejan su mirada de la pantalla de sus computadoras, tosen un distraído
un placer conocerte, sin levantarse y vuelven a trabajar. Los cuatro
abogados asociados, Ingersoll, Morton, Kemp y Mendoza solo son
ligeramente más jóvenes y más graciosos. Exactamente el festival que
esperaba.
Por suerte para mí, también está claro que mis compañeros se
encuentran demasiado ocupados para preocuparse de que sea una joven
mujer, ya sea una vieja maloliente, o una caníbal. Todo lo que ven es un
par extra de manos de ayuda. La actitud podría volverse un dolor en el
culo si alguna vez necesitara algo de ellos. Pero por ahora, es refrescante
que se ocupen de sus asuntos, comparado con el señor por favor llámame
Larry, y su rara mano vaga. Obviamente quiere enterrar la cara en algo
más que su trabajo.
Finalmente, nuestro paseo termina y regresamos a la recepción.
—Por último, pero no menos importante querida —anuncia el señor
Pratt—. Esta será tu oficina. —Apunta a una estrecha puerta blanca, al
otro lado del escritorio de la recepción, que había asumido como un
closet.
Mis ojos se amplían. Maldita mierda, ¿tengo mi propia oficina?
¿Con puerta y escritorio?
—Normalmente tenemos dos o tres internos compartiendo esa
habitación, pero por ahora, tendrás el lugar para ti. No dudes en llamar
a mi puerta si te sientes sola. —Su lasciva sonrisa mata cualquier
emoción que pude haber sentido por mi nuevo dominio privado.
—Me aseguraré de ir si tengo alguna pregunta —digo, forzando mi
cara a permanecer neutral. Solo pienso que voy a ir hablar contigo si
todos los demás en la oficina sufrieran una horrible muerte. Tal vez soy
la única interna porque las otras movieron sus piernas para escapar.
Su mano finalmente deja mi espalda, solo para aterrizar en mi
hombro como una garra gigante.
—Prometo que te voy a dejar trabajar. Pero te quiero llevar a
almorzar hoy. Solo los dos, así nos podemos conocer. Me gusta conocer
a todos mis empleados, especialmente a las que son tan lindas como tú.
Encima de su hombro, veo a Trina levantarse y comenzar a cortar
frenéticamente su cuello con la mano, dándome el gesto universal de
¡Aborten! Sus ojos amplios y su boca caída en una mueca exagerada de
horror.
Rápidamente vuelvo a mirar a Larry antes de que siga mi mirada.
—Eh, me encantaría, pero traje mi almuerzo hoy. Quiero decir, siempre
traigo mi almuerzo. Ahorra dinero.
—Lo puedes poner en el refrigerador y guardarlo para mañana. No
te preocupes por el dinero, yo invito, dulzura.
Un minuto más y mi piel se va a arrancar a sí misma. ¿Eso
conseguiría que me deje sola, o solo alabara mi estructura ósea?
—En realidad, ya le dije a Trina que comeríamos juntas —escupo.
Gracias a Dios que me dijo su nombre más temprano, o esta mentira
seria aún más increíble de lo que ya es—. Íbamos a hablar de… cosas de
chicas. —Bebés, chicos y maquillaje. Tengo un tampón en mi bolsa y no
me asusta usarlo.
El señor Pratt frunce el ceño, luciendo molesto y confundido. Pero
todo lo que dice es—: Bueno, que mal. Déjame saber si alguna vez estás
de humor para compañía masculina.
Asiento solemnemente. No, no es malo. Es lo mejor.
Con un último y húmedo apretón a mi hombro, la resbaladiza
criatura finalmente retrocede a su escondite. Trina me señala hacia su
escritorio tan pronto como la oficina se cierra. Ahora se encuentra de pie,
me doy cuenta de que es locamente pequeña. No soy para nada alta, pero
mide probablemente un metro y medio, incluso en tacones.
—Lo siento si fue raro —dice Trina suavemente—. Me imaginé que
no querrías su mano en tu rodilla por toda una maldita hora. E incluso
si insiste en pagar, siempre es una trampa. Recházalo y actúa como si
fueras la maleducada, pero si lo dejas gastar dinero en ti, comienza a
pensar en un pago, si sabes lo que quiero decir. Obviamente, deberías
comenzar a empacar tu almuerzo de verdad, pero por hoy, podemos
compartir el mío. Me da una excusa para comprar chocolate de la
maquina después. Espero que te guste el linguini con salsa de ajo y queso
feta, mal aliento ayudara a mantenerlo alejado de tu cara. Un truco de la
vida real.
Mi cabeza gira con la diatriba de kilómetros por minuto de Trina.
¿En qué demonios me he metido? Me mude aquí para trabajar duro y
volverme una abogada exitosa, no para alejar a sucios hombres viejos
todo el día.
—Esta no es una situación para la que deberías necesitar trucos —
digo finalmente—. Tú… nosotras tenemos derecho a hacer nuestros
trabajos sin tener que saltar a través de todos estos estúpidos aros. Crear
un ambiente de trabajo hostil es ilegal.
Se encoge de hombros, palmas hacia arriba. —Es verdad, pero
¿Qué vas a hacer al respecto? No hay nadie con quien quejarse cuando
el gran jefe es el sucio.
Y una compañía tan pequeña no tendría departamento de recursos
humanos. O incluso alguna protección real contra hostigamiento sexual
a las empleadas. Aun así. —Debe haber algo que podamos hacer. Es
malditamente ridículo.
—Puedes hacer muchas cosas. Si deberías es otra cuestión. La
última interna que le dijo que se alejara fue despedida. Infiernos, es
probablemente por qué mi empleo se abrió hace dos años. Así que a
menos que quieras saltar directamente a la corte…
—Y probablemente perder el caso. Entonces aun ser despedida.
Está bien, entiendo. —Froto mi frente con mi mano.
¿Es cada hombre en esta ciudad un total idiota? De lejos, Trina es
la segunda amiga que he hecho a través de la cláusula cuidar de la otra
del código de chicas. Mi jefe podría ser peor que mi casero. No creí que
fuera posible, pero al menos Hayden no me dobla la edad y tuvo el sentido
común de mantener las manos alejadas de mí. ¿Ser valorada por mi
cerebro, debe pasar por mis pechos?
Me fuerzo a tomar una respiración profunda y fijar mi mandíbula.
Me rehúso a dejar que la mierda de otro hombre arruine mi vida. Me niego
a desgastar todo mi tiempo, dinero y esfuerzo que he invertido en este
trabajo. Todo desde enviar mi aplicación de interno en cientos de firmas
de leyes hasta gastar miles de dólares en mudarme a Los Ángeles, e
incluso más atrás, todos los sacrificios que mamá hizo para mandarme a
las mejores escuelas. Este es mi gran salto, y por Dios, me voy a aferrar
con ambas manos.
Esperaba que este internado fuera más trabajo ocupado y actuar
como asistente, especialmente las primeras semanas. Pero cuando
finalmente empecé con los negocios el primer día, me encuentro
sorprendida de redactar informes, indexando archivos y haciendo
investigación en lugar de sacando copias y entregando café.
En los pocos momentos que no se encontraba babeando sobre mí,
el señor Pratt mencionó algo acerca de un enorme caso corporativo de
F&A; evidentemente los otros abogados están tan ocupados manejándolo
que son forzados a delegar. Probablemente voy a aprender los detalles
de ese caso en la siguiente reunión. Justo ahora, me encuentro extasiada
por ser tratada más como un paralegal que una chica de los recados. El
reto intelectual es la razón entera por la que estudié derecho en primer
lugar. Y como bono, me puedo enclaustrar en mi pequeña, silenciosa
oficina como un monje en su celda y evitar a Larry el raro sin demasiados
problemas. Si me quiere molestar, tiene que tocar.
Alrededor del mediodía, alguien viene dándole golpecitos a la
puerta de mi oficina. Me preparo, pero solo es Trina preguntando si
quiero almorzar. La invito a entrar y charlamos mientras compartimos su
pasta. El señor Pratt ni siquiera se molestó en presentarme a Trina, pero
lo debió haber hecho. Resulta que tiene una doble labor en la firma como
secretaria legal y recepcionista. Todo lo que necesita ser hecho por aquí
probablemente pasará por sus manos en algún punto. Y tenemos mucho
en común, también estudia para su certificación paralegal. En una
oficina dominada por viejos hombres, es un divertido e irreverente soplo
de aire fresco.
Pero tanto como disfruto el almuerzo con Trina, mi montaña de
papeles llama mi nombre de nuevo, y no deja de hacerlo.
Llego a casa esa noche a las once treinta, exhausta pero aun
emocionada. Cuando entro, mi pie aterriza en algo que hace un sonido
chirriante. Bajo la mirada para ver una pila de menús para llevar que
han sido deslizados bajo mi puerta. El de arriba tiene una nota adjunta.
Pensé que podrías necesitar estos cuando quemes aceite de
media noche, Hayden.
Todavía en la entrada, paso por los menús. Al menos una docena
de restaurantes locales representados aquí, y todos son amigables con
los vegetarianos, de india, indonesia, china budista, etíope, egipcia,
mexicana e italiana, incluso una llamada Veg-love café. De alguna forma
dudo que las tuviera por ahí. Esta la predecible pero confiable barra de
sopas y ensaladas, un pequeño lindo lugar que no vende nada más que
crepas, ambas dulces y saladas. Incluso hay un local de hamburguesas
estilo americano que se especializa en hamburguesas de frijoles negros y
quínoa.
Mi corazón se derrite un poco. Hayden debe haber pasado algo de
tiempo juntando esto.
Antes de que me pueda convencer de lo contrario, cierro de nuevo
y subo las escaleras hasta la unidad 5B.
Golpeo la puerta de Hayden, acomodando mi falda con la otra
mano. Probablemente luzco como un desastre total después de un día de
catorce horas. Me debí haber visto en el espejo antes de subir. Espera,
no importa. No me preocupa lo que piense de mi cara. Realmente no. Solo
somos amigos, después de todo.
El sonido de su puerta me llama la atención, y por un momento
solo puedo mirar fijamente, ¿Qué hago aquí de nuevo?
Hayden no tiene camiseta. Lo que tiene es firmes bíceps, un
estómago bien marcado y perfectos pectorales cubiertos ligeramente de
pelo. Sus pantalones grises sueltos cuelgan bajos en su cadera,
mostrando un oscuro camino a la felicidad. ¿Ese bulto es mi imaginación,
o en realidad no mintió de su bulto de veintitrés centímetros? Jesús,
¿cómo lucirá cuando está duro?
—¿Emery? ¿Tierra a Emery?
Me doy cuenta que babeo como una adolescente caliente y escupo
lo primero que puedo pensar. —Guau, levantado tan tarde.
—Lo mismo pienso —responde, sosteniendo un vaso de líquido
ámbar en las rocas. Me sonríe. Maldita sea, se ríe de mí. Lo último que el
mundo necesita es que alimente su ego—. Solo me tomaba la última copa
de la noche, ¿te quieres unir?
Definitivamente. No, espera. Chica mala. Sin hueso para ti.
—Gracias por la oferta, pero he tenido un largo día. Me debería
acostar pronto…
—¿Sola?
Me rio, aunque sonrió a pesar de mí misma.
—Sí, sola, ¿Para dormir? Algunas personas tienen que trabajar por
la mañana. —A pesar de que puedo estar dispuesta a perder un poco más
de sueño por algo de tiempo de calidad con un amigo de baterías, aunque
sea solo para mantenerme bajo control—. Solo te vengo a agradecer por
los menús. Fue realmente dulce de tu parte.
Da un asentimiento, sus ojos azules brillando y una sonrisa
masculina que muestra sus hoyuelos. Esa sonrisa no es un espectáculo
para quitarme las bragas, a pesar de que amenaza con hacerlo. Parece
genuina, como si estuviera complacido de haberme complacido.
—Ningún problema. Con tus horas locas, me imaginé que no
tendrías mucho tiempo para cocinar. —Se detiene para el efecto
dramático, ¿O puede estar dudando?— ¿Te interesaría ir a alguno de esos
lugares algún día? Ya sabes, en persona. Sin contenedores plásticos.
—Oh. No lo sé. ¿Platos y cubiertos reales? —suspiro con fingido
desprecio—. Suena demasiado rico para mi sangre.
—Vamos. Vas a estar encarcelando a idiotas serios. Incluso si no
puedes salir temprano durante la semana, mereces algo de diversión el
fin de semana,
Lo considero por un minuto. Usualmente también trabajo los fines
de semana, pero su oferta suena en realidad muy tentadora. Después de
mi primera semana en un nuevo trabajo, sería lindo tener a alguien con
quien hablar. Me puedo descargar sobre todas las cosas de abogados
reales que nunca esperé como interna. Puedo hablar sobre el extraño
Larry. Si fue así de malo el primer día, solo puedo imaginar qué clase de
mierda pasará en el futuro.
Finalmente, asiento. Robar una hora o dos para cenar no dolerá
demasiado. —De acuerdo. Tomaré un descanso contigo. ¿Qué te parece
a las cinco el sábado en el lugar de hamburguesas al que me encuentro
totalmente atraída?
—¿Te refieres a Sunflower Grill? Seguro. Siempre que no tenga que
decir ese nombre, y que vendan algo que sepa como carne.
Ruedo mis ojos. —Sí. El cavernícola nunca se calla sobre su carne.
—En más de una forma.
Su sonrisa debería ser asquerosa, pero tiene mi atención a sus
suaves labios. —¿No te gusta mi carne?
—Buenas noches —grito, me alejo con cada gramo de
despreocupación que puedo reunir.
Miro sobre mi hombro, lo encuentro aun mirándome, y un cálido
picor se apresura por mi columna. Vuelvo a bajar las escaleras a mi
departamento, tomo una rápida y muy fría ducha, me duermo con una
sonrisa en mi rostro.
Por el resto de la semana, en los momentos entre atarearme de
trabajo y tomar cortos descansos para almorzar con Trina, me encuentro
pensando profundamente en Hayden. Esperando nuestra no cita
probablemente más de lo que debería.
Traducido por samanthabp
Corregido por Naaati

Este lugar es un completo zoológico, lo cual no es una sorpresa.


Beth termina en la cocina mientras preparo la mesa. Mi sobrina y sobrino
se encuentran en la sala, discutiendo acerca de cuál programa ver en el
iPad y mi cuñado, David, está por llegar a casa en cualquier minuto.
Beth carga una bandeja de pollo horneado hacia el comedor y lo
pone en el centro de la mesa.
—¿Quieres una cerveza o algo?
—Solo si te unes a mí. —Me da una sonrisa sarcástica.
—Lo que sea por ti.
Cuando regresa, lleva a los niños hacia sus sillas y pone sus platos
en frente. Después me entrega una botella de cerveza y un plato pequeño
con esas cosas de rollos de cangrejo que usualmente hace para
festividades y ocasiones especiales.
—Eres mi hermana favorita —digo, me meto uno a mi boca.
—También te amo —sonríe.
—Esto casi que recompensa que me hayas enviado a clases de yoga
avanzadas. —La miro y frunzo mi ceño.
Sonríe y el brillo en sus ojos me dice que fue intencional de su
parte. Mocosa.
Cuando me siento, la mesa se encuentra llena de tazones
humeantes de vegetales, patatas y una bandeja de pollo. Es genial en esto
de ser mamá.
—¿Deberíamos esperar a David? —pregunto antes de llevar otro de
los rollos a mi boca.
Sacude su cabeza. —Estará en casa en cualquier minuto. Dijo que
empezáramos.
Disfrutamos nuestros platos de comida, teniendo una pequeña
conversación sobre lo que ha pasado de nuevo con los niños, cuando
David entra unos momentos después.
Se inclina hacia su esposa e hijos y los besa a cada uno antes de
saludarme. —¿Cómo has estado Hayden?
—Bien —digo—. Vamos, la comida se enfría.
Para ser un chico que folla a mi hermana, es bastante genial. Han
estado casados por siete años y son buenos juntos. Se une a nosotros, se
sienta en la cabeza de la mesa. Si no fuera por su generosidad, comería
afuera la mayoría de las noches de la semana. En cambio, vengo aquí.
Después de la cena, David y los niños juegan en la entrada en tanto
con Beth lavamos los platos. Solía tratar de alentarla para salir y jugar,
para que me dejara manejar el trabajo, hasta que un día me cuenta que
había estado jugando con ellos todo el día y que de hecho solo quería algo
de conversación de adultos. Ahora felizmente suplo esa necesidad.
Tenemos un sistema. Me pasa los platos, yo los enjuago y los pongo
en el lavavajillas. Solo que esta noche usa nuestro tiempo de hermanos
para interrogarme.
—Entonces... Emery. Yoga. Me debes detalles, hermanito.
—Por eso eran los rollos de cangrejo. Maldición, eres buena.
Sonríe con una sonrisa malvada. —No juegues con el maestro.
Sonrío. —Se mudó apenas la semana pasada. Es de Michigan y
trabaja en una firma de abogados en el centro. —Le relato mi experiencia
en la clase de yoga y antes de que lo sepa, me doy cuenta que he estado
parloteando acerca de Emery por diez minutos. Solo me he detenido por
un momento describiendo la manera fabulosa en que huele y su
delantera gloriosa.
No puedo evitar recordar lo linda que se veía después de su primer
día de trabajo. Su traje arrugado, sus tacones asesinos, y un poco de
maquillaje manchado bajo sus ojos. Había tenido un día pesado en el
trabajo y obviamente estaba cansada, pero aún había una chispa
innegable de emoción burbujeando justo debajo de la superficie que
había aprendido a apreciar en ella. Aún me pregunto qué pasaría si
hubiese aceptado y hubiera tomado mi oferta de ir por un trago.
—Guau. Estoy impresionada —dice Beth tomando un descanso de
limpiar el mesón con una toalla para los platos y me mira—. ¿Finalmente
te vas a asentar y vas a salir con una buena chica? Suena dulce y normal.
—No, vamos. Hemos tenido esta conversación antes. No busco
nada serio.
Tira la toalla a una canasta en la despensa. —Dios, ¿Qué pasa
contigo? Esta chica suena genial ¿Por qué no ves hacia dónde van las
cosas?
—Porque no todo el mundo quiere una casa en los suburbios con
dos niños. No fue la vida para la que fui hecho. —Ya no de todas maneras.
No después de lo que pasó con Roxy. Pero hago lo mejor que puedo para
empujar eso fuera de mi cabeza.
—Bien, porque los viajes de emergencia a la clínica cuando tu pi-
pí quema son tan divertidos.
Tomo la posición de ataque y la enfrento con un ceño enojado.
—Eso fue una maldita vez y resultó no ser algo importante. Y tú
pasas demasiado tiempo con niños. Se le llama polla.
—Hablando de eso, tengo que alistarlos para su rutina de ir a la
cama.
Beth se va por la puerta trasera, la alcanzo y la detengo.
—Oye. No vine aquí para pelear contigo. Solo déjame vivir mi vida
a mi manera, ¿de acuerdo?
Hay fuego en sus ojos y pone una mano en su cadera. —Nunca has
salido con tu igual tanto emocionalmente e intelectualmente. Siempre vas
por esas chicas de una noche es lo suficientemente bueno que saltan a la
cama contigo en la primera cita. No tienen metas. No tienen carreras. Y
sorpresa… no mantienen tu interés más allá de una noche.
—Primero que todo. No estoy saliendo con nadie. Segundo, ¿qué
hay de malo con una noche? Tengo necesidades, ya sabes.
Rueda sus ojos. —Oh, lo sé. Compartí la pared de mi habitación
contigo en la secundaria ¿Lo recuerdas?
—¿De dónde viene de repente todo esto? —Trato de entender hasta
este punto, me ha dado mierda por mi estilo de vida, pero siempre ha
sido una risa burlona en su voz, un pinchazo en las costillas mientras
me sonríe. Ahora parece que se encuentra verdaderamente enojada.
—Fuiste el primero de tu clase en la secundaria, te graduaste antes
y con honores en la universidad. Tiene sentido que debas estar con una
mujer capaz e inteligente con la que puedas tener discusiones de verdad,
alguien que mantenga tu interés y te desafíe.
Es extraño que use esa palabra, desafiarme. ¿No fue lo que Emery
exactamente hizo? Me hizo ir a yoga, explicar mi pasado. Se negó a mi
oferta por un trago tardío en la noche.
—¿Quién va a cuidar de ti cuando envejezcas, Hayden? Quiero que
tengas una compañera en esta vida. Dios, te imagino a los sesenta años
con un mal bronceado falso y con el cabello teñido, aun tratando de vivir
el estilo de vida de un playboy. Es triste.
—Solo tengo veintisiete, Beth. Cálmate.
—Sí, bueno, vas a parpadear y mañana tendrás treinta y todas las
chicas buenas de calidad estarán casadas. Solo me preocupo por ti.
—Sé que lo estás. Pero solo trata de relajarte, ¿vale? Todo va a estar
bien.
Deja escapar una exhalación profunda. —Es que no creo que lo
puedas hacer, ser amigo de una mujer. Ten cuidado con esta.
Su falta de fe en mí me hace sentir como si me hubieran dado una
patada en las bolas. Beth siempre ha sido mi más grande animadora, me
ha apoyado en cada cosa loca que he querido intentar.
—Me voy. Besa a los niños y dale las buenas noches de mi parte.
Asiente, su cara es solemne.

***

De camino a casa, no puedo hacer que mis pensamientos dejen de


reproducir las palabras enojadas de Beth y su tono condescendiente.
Aprieto mi agarre y me intento enfocar en el camino. El sol apenas
comienza a descender, proyecta una luz ambiente esperanzadora. Tomo
mi celular y presiono el contacto al que llamo más a menudo.
—Hola, hermano. ¿Qué pasa? —Hudson responde después de un
par de timbres—. ¿Ya tienes una actualización del Summer's Edge?
Justamente habíamos hablado antes acerca del pobre desempeño
del complejo de apartamentos llamado Summer's Edge que estamos
tratando de descargar hacia otro inversionista. Es un área decente de la
ciudad, pero el complejo en sí mismo consta de unidades más viejas que
se arriendan económicamente. Siempre parecen haber varias vacantes e
inquilinos impredecibles lo cual no ayuda cuando necesitas un flujo de
dinero constante para planear tu negocio. También va a necesitar un
nuevo techo y una revisión del sistema de calefacción y acondicionado
dentro de los próximos dos o tres años. Si lo podemos vender por el precio
indicado antes de eso, No tendremos que lidiar más con el dolor de cabeza
de poseer Summer's Edge, algo que los dos estamos deseando mucho.
—No, aún nada —digo—. Supongo que sabremos del inversionista
en algún momento mañana. —Sin tomar un respiro, agrego—: Beth no
cree que pueda tener a una mujer como amiga.
Hace una pausa por unos segundos, como si se estuviera tratando
de ajustar al abrupto cambio de tema. —Eso es una mierda. Puedes hacer
lo que sea en que pongas tu cabeza. Lo he visto.
Hudson solo es un par de meses mayor, siempre ha sido
infinitamente más sabio.
—Gracias —respondo, me siento un poco redimido—. Yo, más o
menos he trabado amistad con la nueva inquilina, Emery. Beth me ha
estado dando mierda por eso.
Varios segundos de un silencio después, me encuentro seguro que
Hudson aún trata de procesar lo que le acabo de decir.
—Bueno, no te tortures. Solo porque he puesto la regla de no cazar
en la manada, no quiere decir que no te puedas acostar con alguien.
Puedes ser amigo de Emery. Solo que tendrás que volver a la escena del
bar de nuevo en busca de un coño.
¿Por qué esa idea no tiene atractivo? Estar en un bar demasiado
ruidoso, comprar tragos para chicas a quienes sé que después de un
vistazo me dejarán caminar con ellas afuera y follarlas en la parte de
atrás de mi BMW. La idea no me emociona como antes.
—Si, por supuesto. —De repente no sé por qué lo he llamado—.
Llámame si escuchas lo que sea del inversionista.
—Lo haré, amigo. Que tengas una buena noche —se despide
terminando la llamada.
Mientras estaciono en mi puesto usual, no puedo evitar ver hacia
la ventana del frente de Emery. Está oscuro y me pregunto si aún sigue
en el trabajo. La idea me deprime en su nombre. Nadie debería tener que
trabajar tan duro. Haré lo que esté en mi poder para asegurarme de que
se divierta cuando salgamos a comer este fin de semana.
Aunque no demasiada diversión. La clase de diversión en donde mi
polla se queda tranquilamente metida en mis pantalones. Oh, que alegría.
Traducido por Alessandra Wilde
Corregido por Naaati

El viernes por la noche, camino a Rico’s Taquería con un plan para


cenar en veinte minutos y volver a trabajar. Pero tan pronto como me
siento con una cerveza fría y una quesadilla caliente, la fatiga de mi
primera semana de repente llega. Debo haber estado corriendo con pura
adrenalina por un tiempo. La oficina se encontraba desierta cuando salí,
de todos modos, así que decidí terminar temprano y regresar a casa.
Después de devorar la enorme quesadilla y una cerveza, me encuentro
más que lista para el fin de semana.
Me acabo de quitar mis zapatos cuando alguien golpea mi puerta.
Abro para ver a Roxy. Su atuendo es aún más memorable que la primera
vez que la vi. Lleva un minivestido con estampado de leopardo con
recortes laterales y tacones de aguja.
Me da un pequeño saludo. —Hola, chica —canta—. ¿Quieres pasar
el rato? Te quise preguntar antes, pero la semana pasada ha sido una
locura. Desiree tuvo intoxicación alimentaria, así que con Angelique
tuvimos que asumir sus turnos.
Todavía sintiéndome suelta y despreocupada por un buen
momento con Hayden, le respondo por impulso. —¿Ahora es un buen
momento? No hago nada. —La noche sigue siendo joven, después de
todo. Incluso si apenas puedo traducir legales ahora mismo, tengo
suficiente energía y concentración para conversar casualmente. Una
pequeña charla de chicas suena divertido.
Roxy levanta sus cejas como agradable sorpresa. —Increíble.
Espera un poco, traeré una botella de vino. ¿Te gusta el rojo o el blanco?
Me encojo de hombros. —Lo que sea está bien.
Se va y vuelve en unos minutos con una botella grande de Shiraz
local. Mientras lo pone en la mesa de comedor, pregunta—: ¿Te importa
si fumo?
—Um... —Miro alrededor de mi lugar fresco y oloroso—.
Sentémonos en el balcón.
Tomamos dos copas de vino, un sacacorchos y salimos. La luna
está casi llena; las estrellas que parpadean invisiblemente en el cielo se
reflejan en las luces de la ciudad debajo de nosotras. Sirvo el vino
mientras Roxy fuma.
La noche es tranquila, Roxy intenta exhalar lejos de mí, pero a
veces una brisa de viento devuelve el humo y me hace tartamudear un
poco. El olor es ligeramente nostálgico. Papá se solía sentar en el porche
y fumar una pipa en las noches. A pesar de que se fue cuando cumplí
dos años de edad, y aunque el fumar probablemente lo ayudó a morir, el
olor del tabaco a veces me recuerda las historias de mamá. Siempre habla
cariñosamente de papá, es como si acabara de salir por un momento.
Roxy da una larga calada y exhala el humo en gaviotas blancas y
plumosas. —Entonces, ¿cómo te trata la Costa Dorada?
Le empiezo a contar mi primera semana en Los Ángeles. Sobre todo
de mi nuevo trabajo, todavía me encuentro deslumbrada por trabajar
para un bufete de abogados real, y no hago nada más que trabajar desde
que llegué. No es que me importe prácticamente vivir en la oficina.
Probablemente repita la mayor parte de estas cosas a Hayden
durante la cena de mañana, menos los detalles más geniales sobre Larry,
el raro. Es estúpido, pero todavía me siento avergonzada por cómo dejé
que mi jefe me trate. Y porque lo pienso dejar, todo por el bien de
mantener mi trabajo. No sé qué sería peor, Hayden no pudiendo ver cuál
es el gran problema del comportamiento del señor Pratt, o exigiendo saber
dónde vive para poder matarlo mientras duerme.
Así que es bueno hablar con una mujer que realmente pueda
compadecerse del problema sin intentar jugar al señor Arréglalo. Roxy
cacarea y hace muecas en todos los lugares correctos de mis historias.
Hayden se está convirtiendo en un buen amigo, pero hay algunas cosas
que la mayoría de los hombres simplemente no entienden.
—Creo que cambiar mi atuendo me ayudó un poco —digo al
terminar—. Zapatos bajos en lugar de tacones, brillo labial rosa en lugar
de rojo, pantalones de vestir en lugar de una falda. Y una camisola debajo
de mi blusa para asegurarme de que no hay escote. —No es que el señor
Pratt no lo haya buscado. Prácticamente se rompió el cuello tratando de
ver abajo de mi cuello en la reunión del almuerzo del miércoles.
—¿Entonces ha dejado de tocarte el culo y de actuar como si fuera
un accidente?
—No, pero lo hace con menos frecuencia. Aunque ha comenzado a
dejar caer todos estos comentarios pasivos-agresivos, “¿Dónde está el
funeral?” O, “Oh, te veías tan dulce antes, ¿qué pasó?” O mi favorito
personal, “No tienes que vestir como una monja, cariño. Deberías
disfrutar de esa increíble figura mientras dure”. Así que considero que es
una mini victoria.
—¡Qué maldito! —Roxy pone sus ojos en blanco—. He tenido
clientes repugnantes antes, pero sabía en lo que me metía cuando
comencé a trabajar en Kitty Queen's. No te has matado en la universidad
solo para soportar algún viejo pervertido. Y los clubs de strippers tienen
seguridad que puede intervenir si alguien se vuelve demasiado
escandaloso. En tu trabajo, te encuentras sola. Peor que sola, en
realidad, ya que el problema está con el tipo que se supone que te protege.
No es que no haya tenido jefes así antes…
Cuando me dijo por primera vez que era una stripper, apenas moví
una pestaña. Una vez que la conoces, parece la profesión más obvia en
el mundo. Es extrovertida, hermosa y confiada, con solo un toque de ser
una niña salvaje. Lo único que me sorprendió fue que no utilizó un
eufemismo más moderado, como bailarina o artista exótica. Por otra
parte, no hay nada moderado sobre Roxy.
Me tomo un buen sorbo de vino. No es genial, no muy lejos de ser
un vino de mala muerte, pero me ha aflojado muy bien. —A veces creo
que nunca se puede ganar con los hombres —agrego.
—Palabras de maldita sabiduría. —Resopla con una risa sombría,
humo saliendo de su nariz. Me recuerda a la femme fatale de alguna
película negra. O un dragón que usa ropa interior costosa.
Vaya, creo que estoy un poco borracha. Tal vez por eso de repente
siento la necesidad de hablar de Hayden. —A veces no son tan malos, sin
embargo.
—¿Quieres decir para la decoración? Los chicos son accesorios. —
Asiente, sus aretes de araña rebotando.
—No, me refiero a que he estado pasando el rato con Hayden, y en
realidad es genial. Hacemos yoga juntos la mayoría de los días. Y
mañana, va a un restaurante vegetariano conmigo, a pesar de que es
claramente un tipo de carne y patatas. —Me doy cuenta de que una
pequeña sonrisa tonta tira de mi boca. Es muy raro. Cuando salimos,
tengo un misterioso tipo de resplandor para el resto del día. Me hace reír,
y el cielo sabe que podría utilizar una buena risa con la seriedad de mi
trabajo.
—Es genial que todavía no te haya engañado —dice Roxy, su tono
abruptamente tenso—. Pero sigue siendo una mala noticia. Pregúntale a
cualquiera de las chicas aquí.
—Ha sido un perfecto caballero hasta el momento. —Bueno, no es
perfecto, pero lo suficientemente bueno para el trabajo del gobierno—.
Solo somos compañeros de entrenamiento.
—¿Crees que es tu amigo? Siento romper tu burbuja, cariño, pero
no se molesta con las mujeres por nada más que lo obvio. Trabaja por
una recompensa que comienza con “v” y termina con “agina”. Sal
mientras puedas.
Una vez más, me pregunto de dónde viene toda esta rabia apenas
reprimida. Pero sobre todo me encuentro molesta. Roxy habla conmigo
como si fuera una chica campesina ingenua que no conoce su trasero
desde la tercera base. He conocido a mi parte de hombres jodidos,
muchas gracias, y me gusta pensar que puedo verlos llegar. Tengo edad
suficiente para tomar mis propias decisiones y lo bastante inteligentes
como para no entrar en mi cabeza. Además, por una vez en mi vida,
quiero hacer algo realmente impráctico, como poseer un convertible en
Seattle. Quiero decir a la mierda todo y simplemente divertirme.
—Sé que es un jugador —digo, un poco más irritante de lo que
pensaba—. Lo sabía cuando empezamos a pasar el rato. Un tipo no tiene
que ser perfecto si todo lo que busco es un amigo casual. No es como si
nos estuviéramos casando, es agradable tener a alguien con quien comer
a veces.
Eso es parte de la razón por la que Hayden puede ser tan
refrescante. Ninguno de nosotros tiene que ser perfecto. Ni siquiera
tenemos que actuar perfecto. No estamos actuando o evaluando. Solo
podemos disfrutar de las partes buenas de la personalidad de cada uno
y no molestar en destacarnos las partes malas.
Al mismo tiempo, sin embargo, una pequeña voz en mi cabeza
susurra que Roxy tal vez tiene razón. No puedo dejar de recordar cómo
obviamente Hayden mentía cuando dijo que tenía amigas. Tanto la
verdad como el hecho de que mintió acerca de ello son signos
potencialmente malos.
Intento ignorar esa voz persistente a medida que termino mi punto.
—No estoy bajo la ilusión de que mi vagina mágica curará su
comportamiento de mujeriego. Acabo de escapar del infierno de los
novios. No volveré a ver si está congelado desde la última vez que me
registré. Estoy en una dieta de nadie hasta nuevo aviso. Así que si Hayden
trata de entrar en mis pantalones, le diré que ladra al árbol equivocado,
y puede o no permanecer al cien por cien platónico o a la mierda. —
Levanto la mirada hacia Roxy con mucha atención—. ¿A menos que
trates de decirme que busque si me pone drogas en mi bebida?
—No, no… Hayden no hace nada de eso. —Deja caer su colilla de
cigarrillo y lo apaga contra una pequeña mancha ennegrecida con el dedo
puntiagudo de su zapato—. Le gusta puramente pasar el rato. Más que
suficiente malo para que sientas lástima por ti misma después, pero no
lo suficiente como para que alguien más lo sienta por ti.
Más y más preguntas empujan en mi cabeza, así que elijo una que
es menos entrometida. —Si es tan horrible, ¿por qué vives en su edificio?
Sus labios pintados de fucsia se apretujan en una línea.
—Había vivido aquí durante años cuando Hayden lo compró. El
hecho de que terminara siendo mi casero es una coincidencia total.
—Entonces múdate y encuentra un lugar mejor.
Un borde aún más duro entra en el conjunto de su boca. Terquedad
amarga y pura. —¿Por qué debo ser castigada por sus tonteras? Me
hallaba aquí primero, y no voy a ninguna parte cuando no hice nada
malo. Se necesitará mucho más que un idiota molesto para empujarme
fuera de mi propia casa.
Bueno, bueno, pienso asintiendo unas cuantas veces. ¿Muy a la
defensiva?
Mi idea del verdadero Hayden no es nada como lo que Roxy dijo
cuándo me mudé. Seguro, es un perro de cuernos y parece un poco
inmaduro, pero es divertido, y no puedo negar su atractivo. Casi me río
cuando lo recuerdo tratando de entrar en la posición de perro hacia
abajo. ¿Qué daño podría haber en simplemente salir con él? ¿Es su lado
juguetón relajado realmente nada más que un acto de Jekyll-y-Hyde, me
acomodo en una falsa sensación de seguridad? ¿O podría Roxy exagerar?
Cuando le pregunté a Hayden por el problema que había con Roxy,
se negó a entrar en detalles, lo cual hace que mi imaginación se vuelva
loca. ¿Roxy es el villano de esa historia, o es Hayden? Trato de desechar
la idea. La vida real rara vez es tan cortada y seca.
Pero mi curiosidad sobre la relación que tenían todavía me vuelve
loca. Roxy es tan insistente que Hayden no hace amistades con mujeres,
por lo que si es que alguna vez fueron amigos, Hayden debe haber dejado
que su deseo se interponga en el camino de alguna manera.
¿Son ex amantes? Por lo que sé, podría ser su hermana. Espero
que así sea. Por alguna razón, la idea de que Hayden duerma con esta
mujer me molesta, a pesar de que su vida sexual no es asunto mío.
Aunque no me importa si es Roxy, con sus tetas inflables y maquillaje
perfecto y un cuerpo de playa más agradable que el mío, es su tipo.
Porque si lo es, definitivamente el mío no lo es, con mi armario lleno de
trajes, sostenes y bragas sin gracia.
Dejo mi copa de vino, sacudiendo mi cabeza. ¿Qué pasa conmigo?
Solo pensar en Roxy me hace sentir como una enorme perra. Se esforzó
por hacer amistad con la nueva chica, vino aquí para compartir el vino
que compró con su propio dinero duramente ganado, que probablemente
tuvo que recoger de su trasero después de una larga noche de baile y aquí
estoy siendo mala.
Otras mujeres no son el enemigo, me recuerdo a mí misma. Pero no
puedo sacudir este sentimiento territorial. Oír hablar mal de Hayden me
molesta, y no solo porque implica que soy demasiado tonta para darme
cuenta de que estoy entrando en una trampa.
Al carajo. A riesgo de abrir una lata de gusanos, pregunto—: Así
que, ¿cuál es tu rollo con Hayden, de todos modos? ¿Qué pasó para
hacerte odiarlo tanto? —Si el hombre no satisface mi curiosidad, tal vez
esta mujer se encontrará interesada en aclararlo todo. Ciertamente
parece tener fuertes sentimientos en necesidad de ventilación.
Se queda callada, con la mano a medio camino para sacar otro
cigarrillo de su paquete. Lamento mi pregunta un poco; mezclada con la
expresión de odio de Roxy, vislumbro algo oscuro, como dolor. O tal vez
sea vergüenza.
Finalmente murmura—: Solíamos salir. Más allá de eso, digamos
que cometió un error y trató de hacerme lidiar con las consecuencias.
Así que eran amantes. Debe de haber sido uno de sus muchos
encuentros de una noche de Hayden. Solo otra conquista. Me siento,
tomando un largo trago de vino al tiempo que trato de pensar en una
respuesta. La vaga respuesta de Roxy no aclara nada, y me siento mal
por preguntar en primer lugar.
Al final, no puedo pensar en nada que decir, aparte de—: Lamento
que eso te haya pasado.
—Preocúpate por ti misma, cariño... Trato de protegerte. —Se estira
para apretar mi hombro, con cuidado de no clavar sus garras. Sus
oscuros y sombreados ojos son mortalmente serios—. No quiero ver a otra
chica herida por ese idiota. Es un hombre y te arrastrará abajo. Es el
centro del maldito universo, todo lo que importa es lo que quiere, y al
diablo con todos los demás. Eres una chica inteligente en tu camino hacia
una gran carrera. No dejes que te distraiga. No dejes que se interponga
entre lo que quieres de la vida. No dejes que te convenza de que su mierda
es más importante que la tuya. Y lo intentará, créeme. Tiene una manera
de convencerte de que el negro es blanco. Las mujeres hacen lo que quiere
mientras piensan que era toda su propia idea.
Con un sentimiento de pérdida, asiento con sobriedad.
—De acuerdo. —No es una promesa de tomarme sus palabras en
serio. No estoy de acuerdo con nada. Solo un reconocimiento de que la
he escuchado.
Terminamos la botella de vino en silencio. Sigo pensando que es
paranoica. Lo que pasó entre ellos, envenenó bastante el pozo. Pero, ¿de
dónde provino esa contaminación? ¿De ella o de él? A veces las rupturas
son culpa de nadie en absoluto. Sin escuchar toda la historia, no hay
forma de saber cuánto peso darle a la advertencia de Roxy. Incluso un
estudiante de primer año de derecho sabe cuánto sesgo personal puede
distorsionar un testimonio.
Sacudo mi cabeza con un suspiro irónico. Pienso en esto por
términos de deposiciones, pruebas y juicio. Debo desconectar mi cerebro
por completo, convertir la conversación en cosas más ligeras, y disfrutar
de mi noche improvisada. Mañana, incluso le puedo preguntar a Hayden
cuando podamos salir de nuevo.
No me voy a quedar lejos de mi amigo solo porque su ex amargada
me lo dijo. Soy una mujer adulta, me puedo manejar sola, incluso con un
hombre de su tipo.
Pero todavía no puedo arrancar la pequeña semilla de duda que
esta mujer ha plantado.
Traducido por Ivana
Corregido por Naaati

Son las cinco y media del sábado, como acordamos, bajo por las
escaleras hacia el lugar de Emery. Pasé el día repasando una propuesta
que Hudson preparó para un edificio de condominios de lujo en Malibú.
Nunca hemos tenido nada en la costa antes, pero junto con sus amplias
vistas al mar, cuenta con un precio fuerte también. Quién sabe, puede
valer la pena. Sin embargo, la mayor parte del tiempo pasé mirando el
reloj y preguntándome qué hacía Emery mientras esperaba que nuestra
no-cita se presente.
Cuando llego a su puerta, se encuentra abierta. —¿Hola? —Miro
adentro, sin verla.
—Entra —dice desde algún lugar adentro.
Aunque es uno de los modelos más pequeños, es una unidad
agradable, colores neutros, con sus techos altos y grandes ventanas, se
siente mucho más grande de lo que es. Paso a través de los pisos de
madera, mi mirada se traslada para comprobar la cocina, y luego la sala
de estar con su elegante decoración moderna. Ambos se encuentran
vacíos.
—¿Emery? —grito, me pregunto qué sucede.
—Aquí dentro. Acabo de terminar.
Doy un vistazo por la esquina y la veo. Se encuentra frente al espejo
de la cómoda de su dormitorio, y aunque mira en otra dirección puedo
ver su reflejo. Se coloca unos pendientes y es muy simple, nada
realmente, sin embargo, estoy paralizado.
Vestida casualmente en pantalones vaqueros y una camiseta
blanca sin mangas, su atuendo dice que esto no es una cita. Pero los
pendientes con los que se toma el tiempo dicen que quiere que la note
como una mujer, aunque diga que no.
Este pequeño acto señala que es consciente de la química sexual
hirviendo bajo el disfraz de nuestro estado platónico. Cuando se vuelve
hacia mí, sus pezones se endurecen en dos pequeños puntos, y los largos
pendientes de oro capturan y reflejan la luz. Pero sobre todo son sus
pezones los que noto, maldita sea, sus tetas son perfectas. Un agradable
y alegre bocado.
—¿Listo? —pregunta, su voz es suave en tanto me mira.
—Sí. —Casi gimo cuando me vuelvo hacia la puerta. Prefiero cruzar
la habitación hacia ella y arrojarla sobre su cama sin hacer. Algo me dice
que nos podríamos divertir mucho entre sus sábanas. O en el suelo. O
en la ducha. La imagen de su piel cremosa, resbalosa y húmeda me hace
agua la boca.
Utilizo el viaje al restaurante para señalar puntos de referencia y
famosos lugares de moda a mi acompañante. Sigo olvidando que es nueva
en la ciudad. Por alguna razón, parece que ha estado aquí mucho más de
una semana.
Sunflower Grill es poco más que un mostrador con un menú de
pizarra para pedir y un pequeño grupo de mesas fuera en la acera. Lo
que es bueno. Esto no es una cita, y no se siente como una. Estar aquí
con Emery en realidad me hace preguntarme cuándo fue la última cita
que tuve. Hace mucho tiempo, al parecer, ya que ni siquiera puedo
recordar. Pedimos nuestra comida, cada uno pagando por nuestra
cuenta, y luego tomamos una mesa fuera en la sombra.
—¿Cómo fue la primera semana en el nuevo trabajo? —pregunto
una vez que nos sentamos. Ambos hemos pedido botellas de cerveza, y
me alegra ver que su vida saludable no le impide darse el gusto con el
alcohol.
—En realidad, ha sido realmente bueno. Trabajo en casos reales,
redactando informes e investigando los precedentes. Tengo que trabajar
directamente con los abogados, y hay una chica de mi edad llamada Trina
con quien almuerzo.
Asiento y tomo otro sorbo de mi cerveza. —Eso es genial. ¿Así que
te gusta?
Muerde su labio inferior. —Sí y no. Mi jefe, Larry el raro... —toma
un largo trago de su cerveza antes de continuar—. Toda la semana se
sintió como un juego del gato y el ratón. Traté de evitarlo mientras me
perseguía obstinadamente.
—¿Qué quieres decir con perseguirte?
—Quiere entrar en mis bragas —dice con toda naturalidad.
No puedo evitar que mis labios se curven de asco. —¿Qué edad
tiene este tipo?
Se encoge de hombros. —¿Sesenta? Más o menos.
—Argh.
—Sí, estoy de acuerdo.
—¿Le dijiste que se fuera a la mierda? —Veo a nuestro camarero
acercarse con nuestra comida desde la esquina de mi visión.
—No. Mis manos se encuentran atadas. Es una larga historia, pero
básicamente esa es la manera más rápida de perder tu trabajo. Y no lo
puedo perder.
Gruño una maldición. —Eso es una mierda, pero entiendo lo que
dices. ¿Me harás saber si empeora? Pensaré en algo.
Asiente, su mirada es tierna y se fija en la mía.
Cuando nos sirven la comida, le doy un mordisco a mi
hamburguesa de champiñón portobello, cansado de esta experiencia de
nuevo.
—Solo inténtalo. Estará bien —comenta Emery, alentando,
mientras comienza su propia comida.
Cuando la veo tomar un gran mordisco impropio de una dama de
su hamburguesa de quinoa de frijol negro y termina con un poco de alioli
de ajo en su barbilla, hace que prácticamente valga la pena venir aquí.
Sigue hablando de su jefe, como si nada hubiera sucedido. Entretenido,
me inclino sobre la mesa, uso mi servilleta para limpiar su labio inferior
y su barbilla, sonriéndole.
—¿Tengo algo? —Toca su labio.
—Lo tengo.
Me sonríe. —Gracias. —Después de tomar otro gran bocado de su
sándwich, se acerca y roba una de mis patatas fritas.
Estoy a punto de decirle que las tenga, porque no comeré las
malditas cosas, cuando me doy cuenta de que no esperaba el permiso.
Me gusta que no seamos cautelosos entre nosotros, no tratamos de estar
en nuestro mejor comportamiento para impresionar al otro. Somos solo
nosotros, y es cómodo. No sé por qué nunca he tenido una amiga antes,
pero decido que esto no es tan malo.
—Entonces, Emery —digo, después de forzar otro bocado de mi
propia comida—. Háblame de esta mala ruptura a la que te referiste
cuando nos conocimos—. No he preguntado sobre su pasado, pero ahora
siento como el momento adecuado para sumergirme en una conversación
más profunda. Estamos llenos y felices, y tenemos dos cervezas frescas
delante de nosotros, gracias a nuestro camarero. Me inclino hacia atrás
en mi silla a medida que juguetea con la etiqueta de su botella.
—Argh, ¿de verdad? ¿Quieres saber sobre el Pendejo McIdiota?
Me ahogo con un trago de cerveza. El pobre hombre ni siquiera
merece un nombre. Debe haber hecho algo realmente malo. —Suéltalo.
—Bueno, lo primero que tienes que entender es que no me
encuentro saliendo de una mala ruptura. Estoy saliendo de una trifecta.
Tres cochinitos, cada uno peor que el anterior. Aparentemente, apesto
escogiendo hombres.
—Cuéntamelo. Será como una terapia. —No tengo ni idea de cómo
ayudarla, pero tal vez hablar resultará terapéutico.
Toma un profundo trago de su botella. —Puede que necesite algo
más fuerte que esto.
—No es un problema. Mi lugar se encuentra completamente
abastecido. Podemos regresar allí.
Estrecha sus ojos. —Buen intento, playboy.
Sosteniendo mis manos en fingida inocencia, sonrío. —O podemos
quedarnos aquí.
Sonríe y se recuesta en su asiento.
—Entonces, ¿qué pasó con McIdiota?
Poniendo sus ojos en blanco, vuelve la mirada hacia la acera y el
tráfico peatonal que pasa. Es una noche agradable, parejas y grupos
pequeños comienzan a aventurarse a restaurantes y bares en la zona.
—Bueno, está adelantándose, señor Oliver.
Sigue mirando hacia otro lado, y siento que desvía la pregunta. Ya
sea porque quiere mantener el estado de ánimo más ligero, o simplemente
porque no se encuentra lista para responder, no estoy seguro, así que
espero a que decida continuar.
Suspira. —Antes de todo ese lío, primero eran Whit y Dana.
No puedo evitar reírme. —Has salido con tipos con unos nombres
muy femeninos.
Su mirada vuelve a la mía, su expresión burlona. —Cierto, porque
Hayden es el epítome de la masculinidad.
—Cállate. —Es algo de lo que mis propias hermanas se burlaban.
Creo que va a dar más detalles acerca de sus ex uno y dos, pero en su
lugar, su mirada se queda en la calle en tanto toma un largo sorbo de su
bebida. Cuando se inclina hacia adelante en su silla, recogiendo el bolso
de su regazo, le pregunto—: ¿Estás lista para irte? —Pensé que nos
relajaríamos aquí por un tiempo, así que me sorprendo cuando parece
lista para irse.
Asiente. —Será lo mejor. Podría intentar exprimir un poco más de
trabajo esta noche. Gracias por traerme aquí, sin embargo, es un gran
lugar.
—En cualquier momento —digo, me levanto y la ayudo. Ahora estoy
lamentando mi gran idea de indagar en su vida personal.
Mientras caminamos hacia el estacionamiento a dos cuadras de
distancia, Emery se encuentra tranquila y contemplativa. Dudo que
piense en el trabajo como dijo.
—McIdiota… —Comienza, capturando mi atención—. Al principio
eran solo pequeñas cosas, ¿sabes? Nunca quiso tomarme de la mano
porque decía que le hacía sudar la mano. —Se halla tranquila cuando
dice esto.
Espero que diga algo más, pero mira fijamente hacia adelante con
una intensidad silenciosa, y comprendo que esto era una gran cosa. Una
cosa aparentemente pequeña que reflejaba en su incapacidad para
conectarse y terminó siendo al final un factor determinante.
Necesitando aligerar el estado de ánimo, decido bromear. —Si fuera
tu novio, te sostendría la mano.
Su mirada se acerca a la mía, y una linda sonrisa adorna sus
labios. —Bueno, no eres dulce. Pero nunca serías mi novio, ¿verdad?
—Nunca, jamás —confirmo, entrelazando mis dedos entre los
suyos.
—Mmm, esto se siente bien. —Le da mi mano un apretón y
seguimos caminando, siguiendo el ritmo del otro ahora que estamos
conectados.
Me parece que sostener su mano no deja la mía sudorosa en
absoluto. Es agradable, de hecho, y rápidamente decido que su ex
realmente era un idiota.
En el momento que llegamos a mi coche, de mala gana la dejo ir, y
cuando se desliza en el asiento del pasajero, inmediatamente extraño
tocarla.
En el viaje a casa, Emery continúa su historia, y rápidamente
aprendo que tiene una larga lista de quejas sobre sus ex. Pero con razón.
Estos chicos suenan como completos imbéciles. En realidad, me cabreo
un poco mientras escucho su charla.
—Había mucho de mí, por mí cuenta, en ese entonces. —Se ríe,
cubriendo su boca con su mano—. Oh Dios, ¿te acabo de decir que solía
masturbarme mucho?
—Esa imagen visual no ayuda a nuestra amistad —digo con una
mirada de reojo a su dirección. Espero que no note la erección que se
forma en mis pantalones.
—Lo siento, pero esa es la maldita verdad. Whit no podría haber
encontrado el clítoris si le hubiera dibujado un mapa.
—Es otra cosa con la que puedo ayudar. —La idea de tocar su dulce
cuerpo hace que me duela la polla. A pesar de que bailamos alrededor de
ella, la tensión sexual arde con calor bajo la superficie, y puedo decir por
las miradas que me da que me encuentra tan deseable como yo la
encuentro.
—No seas tonto —dice, castigándome—. Para eso son los novios
que funcionan a pilas. Y no engañan ni mienten.
Me molesta saber que ha tenido que lidiar con algunas situaciones
desagradables. Sé que puede defenderse sola, es dura, inteligente y
honesta, pero no me gusta que tenga esa responsabilidad descansando
sobre sus hombros. Los hombres pueden ser escoria, y me da ganas de
demostrarle que no soy otra mierda de su pasado.
—¿Qué pasa contigo? —pregunta, de repente volteando la línea de
preguntas sobre mí.
—Definitivamente conozco mi camino alrededor de un clítoris. Sin
preocupaciones. Todo tiene que ver con la presión y la velocidad.
Deja salir una carcajada. —No, eso no es lo que quise decir.
Seguramente tienes la historia de una ex loca por tu cuenta. —Me mira
con ojos esperanzados, queriendo que muerda el anzuelo.
Apretando mi agarre en el volante, sacudo mi cabeza. —No es algo
de lo que quiera hablar.
Estamos empezando a acercarnos; aún no la quiero ahuyentar con
la montaña de equipaje que tiro tirando detrás de mí.
—¿Ahora o nunca? —pregunta, su tono lleno de curiosidad.
Nunca. Pero acabo de abordar su pasado, y retener el mío no es
exactamente justo. —Ahora —acuerdo.
—Está bien. —Encoge sus hombros—. Voy a tener que seguir
suministrándote comida vegetariana y clases regulares de yoga hasta que
lo saque de ti.
Gruño. —De ninguna manera. La próxima vez que salgamos, estoy
escogiendo lo que hacemos. Algo viril. Pesca deportiva, cross-fit, carne
brasileña en un Todo-lo-que-puedas-comer.
Hace un ruido a mi lado, y luego se ríe. Un dulce sonido lleno de
vida y promesa, igual que ella.
Cuando llegamos a nuestro edificio, la llevo arriba, me detengo
frente a su puerta. Se ve hermosa con su simple blusa sin mangas de
algodón blanco y pantalones vaqueros; de alguna manera su atuendo
casual la hace parecer más joven que sus veinticuatro años. Me lleno de
deseo, pero sé que si me invita a entrar en este momento, arruinaría todo.
—Gracias —murmura, con sus ojos fijos en los míos.
Recorriendo mi pulgar a lo largo de su mandíbula, me deleito en lo
suave que es su piel. —En cualquier momento.
Su respiración se vuelve irregular, la única indicación de que mi
toque la afecta. Me quiero inclinar y besarla, pero no lo haré. No puedo.
Después de un momento de anhelo, se gira y entra, la cerradura
hace clic en el lugar una vez que cierra su puerta.
—Buenas noches, Emery —digo, y me dirijo a mi casa.
Cuando entro, arrojo mis llaves y la cartera a la bandeja del
mostrador y suspiro. Trato de averiguar por qué salir con una mujer
nunca se ha sentido así antes. Fue fácil y divertido, lo quiero hacer de
nuevo.
Apartando mis pensamientos, abro la nevera y miro dentro. Sigo
hambriento por la comida vegetariana. Puede funcionar para Emery, pero
necesito carne para alimentarme. Después de hacerme un emparedado,
me hundo en el sofá y agarro el control remoto. La televisión puede estar
funcionando en segundo plano, pero no puedo dejar de contar las cosas
lindas que Emery dijo e hizo esta noche.
Joder.
Trago bruscamente un bocado de carne asada, me enderezo en mi
silla. Me doy cuenta con horror, que me gusta. Me gusta salir con ella.
Me gusta su personalidad, su insolencia, el hecho de que tiene objetivos.
La curva de sus caderas, su apretado culo. Y el hecho de que se tomó el
tiempo para ponerse pendientes antes de nuestra no-cita.
También me gustaría follarla hasta el cansancio, pero sé que no es
posible, no solo por mi voto a Hudson, y a Beth, sino también porque no
es lo que Emery quiere o necesita. Necesita un amigo. Y eso es lo que
seré.
Poniendo mi plato sin terminar a un lado, me levanto y me dirijo al
baño. Necesito una ducha fría. Me tengo que quitar esta mierda. He hecho
una meta para mí, y no lo voy a arruinar. Incluso si mi pene es una roca
dura ahora.
Me desnudo rápidamente, paso bajo el chorro de agua tibia. No
hace nada para sofocar mi erección, sobre todo porque sé que Emery se
halla a un solo piso debajo de mí. Probablemente se ponga un pijama y
mi mente gira con las posibilidades. ¿Duerme con un juego de shorts y
camiseta sin mangas, o quizás solo con sus bragas y una camiseta vieja,
sus hermosas tetas presionando contra la suavizada tela?
Mi mano encuentra mi polla y aprieto, tratando de silenciar las
imágenes en mi cerebro. No sirve de nada. La manera en que su
redondeado trasero llenaba esos vaqueros, el indicio del escote que se
acercaba por la parte superior de su camiseta sin mangas se quemó en
mi cerebro. Sabiendo que voy a ceder a la tentación, agarro la botella de
gel de ducha, exprimo una cantidad generosa en mi palma, y uso la
espuma para acariciar mi polla arriba y abajo. Un gruñido empuja más
allá de mis labios cuando mi mano se acelera. Mi cuerpo se siente como
el acero y mis bolas se acercan a mi cuerpo.
Las imágenes en mi cerebro se vuelven mucho más lascivas. Emery
desnuda y arrodillada entre mis pies, sus labios rosados chupando la
cabeza de mi polla, inclinada sobre mi cama con su culo arriba, lindo y
alto para que pueda ver su reluciente coño, la penetro y le muestro cómo
es ser follada por un hombre de verdad.
A medida que bombeo mi puño sobre la sensible cabeza de mi polla,
un gemido estrangulado se arrastra por mi garganta y me vengo,
enviando un chorro de semen sobre el azulejo de abajo. Mientras el agua
lava la evidencia de mi falta de autocontrol, tomo una profunda bocanada
de aire. Me masturbo pensando en mi amiga y no es normal. Necesito
bloquear esta mierda. Ahora mismo. Pero mientras me termino de secar,
decido que, si esto es lo que tengo que hacer para permanecer en control
a su alrededor, que así sea.
Después de mi liberación, me siento un poco más disciplinado, mi
cabeza más clara, y me encuentro agradecido por eso. Me pongo un par
de pantalones de chándal y luego me dirijo a la cocina para agarrar mi
teléfono.
Sentado en el borde de mi cama, le envío un texto a Emery, la invito
para que mañana me acompañe al partido de futbol de mi sobrino.
Imagino que no hay manera de que pueda doblar su suculento culo y
follarla delante de veinte niños de cuatro años. Es seguro, y me necesito
mantener en actividades seguras. En aquellas donde mi polla no me
meterá en problemas.
¿Porque esta cosa de solo amigos? Jodidamente apesta.
Traducido por Mae & Val_17
Corregido por Mawii

Me detengo en uno de los pocos lugares que quedan en el


estacionamiento del parque de la ciudad. Hoy se ve hermoso: el cielo de
zafiro, el sol dorado, y lo mejor de todo, una alerta de baja contaminación
y parece que todos Los Ángeles ha salido a disfrutarlo.
Caminando hacia el campo de fútbol, miro alrededor hasta que veo
a Hayden saludando desde las gradas. Hay una linda pareja con él que
debe ser su hermana y su marido. ¿Cuáles son sus nombres? Trato de
recordar. Hayden los mencionó en su mensaje. Beth y... ¿Daniel? No,
David.
Beth está sentada en la última fila de escalones con una princesa
que no tiene más de tres años en su regazo. Es increíble lo que los niños
pequeños puedan dormir; a pesar de todos los niños chillando y adultos
riendo a su alrededor, esta chica está dormida. Puedo ver el parecido
familiar con su madre y con Hayden: el mismo pelo oscuro, la misma
frente alta, la misma nariz recta.
Un niño ligeramente mayor se aferra a David, su mano libre agarra
una caja de jugo de manzana. Su desordenado cabello castaño lo hace
parecer más a su padre. Me mira con grandes ojos azules grisáceos.
Cuando sonrío y lo saludo, él sonríe y esconde su cara en la pierna del
pantalón de su padre.
David ríe y da palmaditas a su hijo en la cabeza. ⎯Le gustas.
⎯Cuidado, Hayden ⎯dice Beth sonriendo⎯. Tienes competencia.
⎯Extiende la mano y toma la mía, dándole un cálido apretón.
Los ojos de Hayden se dirigen a los míos y un cálido escalofrío
recorre mi cuerpo. ⎯Viniste.
Asiento. ⎯Por supuesto que lo hice. Es un hermoso día.
Él y Beth miran al cielo, tratando de entender lo que quiero decir.
Es LA, cada día es más o menos lo mismo. Supongo que esta chica del
Medio Oeste no está acostumbrada a eso todavía.
Notando que su sobrino sigue escondiendo su rostro en la pierna
de David, Hayden se pone en cuclillas al nivel del niño. ⎯Oye, Austin.
¿Cómo estás, amigo? Invité a mi amiga Emery a verte jugar hoy. ⎯El
chico gruñe y entierra su cara aún más⎯. ¿Me das esos cinco? ⎯dice,
levantando su mano.
Riendo, Austin lo golpea con su caja de jugo, echando agua de
azúcar pegajosa sobre la mano de su tío.
El aire de calma de Hayden no disminuye. ⎯¿Estás emocionado
por jugar hoy?
Austin finalmente habla. ⎯Sí. Voy a jugar fútbol.
⎯Lloró de camino aquí ⎯interrumpe Beth⎯. Quería usar su
camiseta de dinosaurio, pero le pusimos su uniforme de la liga, por lo
que… puedes adivinar.
Un hombre robusto con gorra de béisbol camina sobre el césped y
suena su silbato. El caos de los padres y los niños alrededor de nosotros
se eleva.
⎯Parece que es hora de ir al campo. ⎯David se agacha para tomar
la mano de Austin⎯. ¿Listo para ir a ver a tus amigos?
⎯No ⎯responde Austin.
⎯Vamos, pequeño amigo. ¿No quieres...?
Austin grita tan fuerte y tan repentinamente que salto. Su hermana
se retuerce en los brazos de Beth, todavía medio dormida.
David suspira. ⎯Hayden, ¿puedes llevarlo a algún lugar tranquilo?
Tengo que sacar su bolsa del auto.
⎯No hay problema. ⎯Hayden recoge al agitado Austin y se dirige
hacia un grupo cercano de árboles.
Cuando ambos se han ido, Beth se gira hacia mí. ⎯Lo siento ⎯dice,
acariciando el pelo de su hija para calmarla⎯. Creo que está sobre
estimulado. Le encanta el fútbol, pero a veces todas las personas, el ruido
y la actividad… ⎯Hace un ruido bzzt⎯. Es demasiado.
Sacudo la cabeza con una sonrisa. ⎯No te preocupes por eso. La
vida es dura cuando eres un niño.
⎯Eh... y me lo dices a mí. Hayden es genial con él, sin embargo.
Es una gran ayuda. David y yo no dormimos mucho anoche. Georgia
siguió despertando toda la noche con un sueño extraño. Demasiados
dulces antes de acostarse. ⎯Hunde la cabeza para señalar a su hija, que
duerme en su regazo otra vez. Entonces vacila⎯. Cuando Hayden
mencionó que traería a una chica… tengo que decirte que no te esperaba.
Ahora tiene mi atención. Cualquier posibilidad de que consiga
desenterrar un poco de Hayden, la tomaré. Sobre todo, porque quiero una
referencia que no sea de Roxy. Me siento junto a Beth en las gradas.
⎯¿Qué quieres decir?
⎯Hayden no suele salir con... ya sabes. El tipo de mujeres que
traes para conocer a tu familia.
Dos ideas incómodas me golpean a la vez. Una de ellas es: ¿Conocer
a su familia? ¿De eso se trata todo esto? ¿Estoy siendo evaluada? Y la
otra: ¿Roxy tenía razón después de todo? Hayden no sale con chicas el
tiempo suficiente para presentarlas a nadie. No se molesta con chicas
agradables; apunta a mujeres que puede follar y descartar. ¿Cuánto
tiempo se va a molestar conmigo, con mi camiseta torcida y tenis
desgastados y una raya de protector solar blanco en mi nariz?
El comentario casual de Beth ha desatado temores que ni siquiera
sabía que tenía. Hago una nota mental para arreglar las cosas con Roxy;
solo trataba de cuidarme después de todo.
De repente me doy cuenta de que he estado en silencio durante
demasiado tiempo. Lamo mis los labios secos nerviosamente, tratando de
averiguar cómo responder a Beth. ⎯Bueno ⎯finalmente digo⎯. Quiero
decir, somos solo amigos. No soy... ⎯No me interesa, lo juro⎯. No necesito
ser su tipo.
⎯Oh ⎯dice Beth, soltando el sonido en una larga nota de
entendimiento⎯. Lo siento. Supuse que eras su cita.
¿Quiero ser su cita? ¿Estoy tan sola y cachonda? ¿Qué estoy
haciendo aquí?
Beth interrumpe mi torrente de pensamientos señalando el campo.
⎯Parece que las cosas están bajo control ahora.
Hay casi dos docenas de niños dispersos por el césped, vestidos de
rojo o azul. Evidentemente, el fútbol infantil es más popular por aquí de
lo que yo hubiera imaginado. Noto con alivio que Austin está entre ellos.
David y Hayden regresan a las gradas y nos instalamos para ver el
partido. Pero tanto como trato de concentrarme, soy demasiado
consciente del cuerpo caliente y sólido del hombre a mi lado presionado
contra mi hombro y mi muslo. Y los comentarios de Beth acerca de nunca
traer buenas chicas normales dan vueltas en mi cabeza.

***

El juego termina en un empate uno a uno. Los jugadores sueltan


más gritos, risas y ruedan sobre la hierba que en el fútbol real, y el árbitro
convocó tiempos muertos por berrinches o llantos por rodillas raspadas.
Pero los niños parecen pasarlo bien, es el punto de todo deporte de todos
modos. Y verlos correr en círculos persiguiendo la pelota fue adorable.
Tan pronto como David sugiere ir a una pizzería local para celebrar,
Georgia se despierta. Ella repite insistentemente pissia, pissia todo el
camino a través del estacionamiento hasta que nos separamos hacia
nuestros propios autos. Y ahora estoy sentada con la familia extendida
de Hayden otra vez, metida en una mesa en un restaurante ruidoso y
colorido.
Su hermana menor, Gracie, que está más cerca de mi edad, llega y
se coloca junto a Hayden. Sus ojos se posan en mí, y cuando Beth me
presenta como la nueva amiga de Hayden, los ojos de Gracie se abren
tanto como los platos en nuestra mesa.
⎯Oh. Um... ¿hola? ⎯dice, ofreciéndole su mano sobre la mesa.
Es como si fuera la atracción principal en un espectáculo de
monstruos. Tomo su mano y la agito. ⎯Hola.
No tengo ni idea de qué decir a continuación. Gracie es preciosa.
Donde Beth es calmada de una manera no absurda, con su corte de
cabello y sus ojos amistosos, Gracie exuda un aire de belleza femenina e
inocencia. Ojos azules y pelo ondulado despeinado de color castaño, pero
con manchas de oro donde captan la luz. Sus altos pómulos y labios
fruncidos me dan envidia. Sin tener nada más que decir, miro hacia
Hayden.
Lo estoy viendo rebotar a su pequeña sobrina en su rodilla y
alimentarla con trozos de pan de queso. Y todavía me estoy preguntando
qué diablos estoy haciendo aquí. Lo que todo esto significa; qué debo
hacer a continuación.
Estoy confundida de nuevo, y no tengo ni idea de cómo sentirme.
Hayden es tan dulce con su sobrino y sobrina, tan juguetonamente
combativo con sus hermanas, tan amable con su cuñado, que es
claramente capaz de amor y afecto. Entonces, ¿por qué es tan cerrado
cuando se trata de mujeres?
Todavía no se ha abierto sobre su pasado, no importa lo mucho que
insista. ¿Alguna cosa específica lo arruinó en las relaciones románticas?
¿Es desconfiado porque tiene miedo? ¿Qué pasó para hacerlo así?
Quiero acorralar a Beth y preguntarle, pero algo me dice que puede
ser más próxima con información si puedo alejarla de todas estas
distracciones y llenarla de sangría. Hago una nota mental.
Georgia es un lío absoluto, con salsa manchada por toda la cara y
el frente de su vestido con volantes. Hayden se ríe y le hace cosquillas.
Beth y David se preocupan por Austin. Gracie se sienta en silencio,
observando todo con una sonrisa cariñosa.
Observándolos, a pesar de mi confusión, no puedo dejar de
sentirme satisfecha. Extrañamente calmada. Son una familia perfecta. Y
la sonrisa de Hayden, sin restricciones, los hoyuelos, los ojos azules
arrugados casi cerrados a medida que se ríe, es nada menos que
hermoso.
Recuerdo la forma en que tocó mi cara después de la cena del
sábado. Sentí una inconfundible chispa de calor y quise apoyarme en su
mano, quería que lo hiciera...
Pero nada de eso nunca debería suceder. Es mejor que nada
sucedió esa noche. Incluso si ambos nos sentimos atraídos por el otro, el
sexo no es una buena idea. No vamos a funcionar a largo plazo.
Entonces... ¿qué hacemos? ¿Continuar esta amistad que nadie
parece pensar que Hayden es capaz? Al final, solo como mi pizza de
hongos, bebo mi refresco, y me dejo empapar en el ambiente cálido y
cómodo. Y si admiro a Hayden más de lo que debería, no lo pienso
demasiado. Porque no hay nada en qué pensar.
Los dos llegamos a casa al mismo tiempo. Caminamos juntos por
la entrada principal y arriba a mi puerta. ⎯Gracias por venir ⎯dice
mientras la abro⎯. Fue bueno tener otro adulto en la mezcla.
Me giro hacia él, mis llaves todavía cuelgan de la cerradura. Quiero
preguntar por qué me invitó hoy. Quiero preguntar por qué empezó a
hablar conmigo en primer lugar. Pero todo lo que digo es⎯: Claro…
gracias por invitarme. Me divertí.
Abre los brazos ligeramente. ⎯¿Abrazo de despedida? ⎯Su sonrisa
torcida dice que, si no acepto, lo hará pasar como una broma. Algo que
nunca quiso decir en primer lugar.
Dudo un segundo, luego lo abrazo. Es tan cálido, tan sólido y real,
y hace tanto tiempo que no me tocan. Inhalo su colonia, esa misma
especia ahumada que me atrapó el primer momento que nos conocimos.
Tengo la mejilla apoyada en su cuello, donde la suavidad se une al
rastrojo de barba, y puedo sentir su pulso revoloteando. Puedo sentir el
cuerpo anguloso y musculoso bajo su ropa casual. Y un ángulo muy
particular presionando en mi estómago…
Aparto la cabeza lo suficiente para mirar sus impresionantes ojos.
“Impresionantes”, es exactamente la palabra correcta, me paraliza, me
retiene, me vuelve indefensa. Nuestras bocas están a menos de un
centímetro de distancia, y me doy cuenta de que mi corazón está latiendo
rápido. Tan rápido como el suyo.
El deseo y el miedo me hacen valiente… O tal vez solo estúpida.
⎯¿Qué estamos haciendo? ⎯pregunto, sin querer que suene como una
súplica.
⎯Ser amigos ⎯responde. Su aliento recorre mis labios, y casi me
estremezco⎯. ¿Por qué preguntas?
⎯Porque los amigos no suelen tener erecciones por el otro,
¿verdad? ⎯Interrumpo sin ninguna fuerza, golpeando mi cadera en la
gran cresta de sus pantalones cortos. Los amigos tampoco mojan sus
bragas, para el caso.
Hayden mira hacia abajo y aparta la mirada, viéndose algo
frustrado. ⎯Yo solo... no he tenido ninguna acción en un tiempo.
Ignórame. No significa nada.
Probablemente esté diciendo eso para prevenir una situación
incómoda. Pero sigue siendo doloroso de oír, no significa nada, por una
erección que asumí era para mí. Esperaba que fuera por mí.
Asiento, alejándome mucho después de lo que debería. ⎯Si tú lo
dices.
⎯¿Quieres hacer algo el próximo sábado? ¿Cenar otra vez?
⎯pregunta casualmente, como si todo fuera totalmente normal y no un
confuso lío caliente. Mierda, quiero decir estas bragas están literalmente
destruidas. Por un abrazo.
⎯Um... seguro ⎯Por qué demonios no. Por ninguna razón real,
asiento de nuevo⎯. Te enviaré un mensaje mañana.
Sonríe y levanta la mano. ⎯Buenas noches, Emery.
Lo veo caminar por el pasillo y desaparecer por las escaleras, y
luego finalmente entro. Mientras me dispongo a ir a la cama, mi mente
sigue girando por Hayden. Repito y disecciono cada palabra que oí hoy
mientras me ducho, me lavo los dientes y me pongo el pijama.
Dijo que no ha tenido acción últimamente. ¿Pero por qué no? ¿Por
qué no duerme con alguien como suele hacerlo? Tal vez solo dijo eso para
callarme. Pero de repente se me ocurre que nunca parece no estar
disponible. Siempre que le escribo, responde dentro de una hora, y está
libre prácticamente en cualquier momento que quiero pasar el rato. ¿Está
pasando todos sus momentos libres conmigo? ¿Por eso no se acuesta con
nadie?
No sé qué significa esto. Ni siquiera sé cómo me siento al respecto.
Entierro mi rostro en la almohada, lista para rendirme e irme a dormir.
Justo cuando empiezo a dormir, mi teléfono suena. Gimiendo, me
inclino y lo agarro. ⎯¿Hola?
⎯Hola, guisante ⎯grita mamá, su voz alegre y fuerte. Puedo oír
ruidos de motores y el crujido grava en el fondo; debe estar en el depósito
de camiones⎯. ¿Cómo estás?
Me apoyo en mi codo y entrecierro los ojos para ver el despertador.
⎯Uh… estoy bien. ¿Qué pasa?
⎯Sé que es poco tiempo, y estoy segura de que estás ocupada con
el trabajo, pero recibí una entrega de último minuto a Pasadena. Alguna
clase de partes de electrónica, no tengo el documento delante de mí. De
todos modos, estaré cerca de ti el sábado, así que me encantaría almorzar
si tienes tiempo.
⎯Eso suena genial, mamá. Tomaré libre medio día el sábado y
saldré a verte.
⎯Oh, qué maravilloso ⎯Puedo prácticamente verla radiante⎯.
Tienes que contarme todo lo que has estado haciendo. Estoy muy
orgullosa de mi chica inteligente.
En cuanto me dispongo a encontrarla en un restaurante de
Pasadena y cuelgo, recuerdo que le dije a Hayden que pasaríamos juntos
el próximo fin de semana. ⎯Mierda ⎯gruño en voz alta. Recojo mi
teléfono de nuevo y abro los mensajes.
¿Podemos hacer algo el domingo en lugar del sábado? Mi mamá
viene y solo está en la ciudad por un par de días.
Dos minutos más tarde, mi teléfono suena con una respuesta.
Eso es genial. Déjame saber si necesitas alguna idea de qué
hacer mientras está en la ciudad.
Hmm. No es seguro. Estará en Pasadena.
Puedo llevarte. Debo visitar Pasadena de todos modos y
hablar con el gerente del edificio sobre el alquiler... los estudiantes
de posgrado de Caltech son pobres como la mierda.
Me detengo a considerar su oferta, mi pulgar se cierne sobre el
teclado. Por un lado, no quiero que nada interrumpa mi tiempo con mi
madre. Sería horrible si tuviéramos que cortar el almuerzo porque
Hayden necesita regresar a Los Ángeles. Por otro lado, podría evitar lidiar
con el infierno total que es el tráfico del sur de California. Dejar que
Hayden le suba la presión por mí.
Mientras estoy pensando, recibo otro mensaje.
Sería divertido conocer a tu mamá, debe ser una mujer
increíble si te hizo. Viste a mi incómoda familia hoy, debo ver la
tuya.
Ese es un punto inesperadamente bueno. Todavía se siente un
poco raro que conozcamos a los familiares del otro de repente, pero si
presento a mamá y Hayden, quizás podría pedirle una segunda opinión.
O tal vez una cuarta opinión en este punto, después de todas las personas
que me han advertido acerca de él.
Antes de que pueda cambiar de opinión, envío una respuesta.
Supongo que es justo. ¿Me recoges en el trabajo el sábado a las
once de la mañana?
Espero su confirmación, un simple ok, apago mi teléfono y
finalmente duermo.

***
Cuando entramos en el restaurante el sábado, mamá ya se
encuentra sentada en una cabina con una enorme hamburguesa delante
de ella. ⎯Por aquí ⎯dice con un gesto⎯. Estoy muerta de hambre, así
que me adelanté y ordené.
Hayden parece un poco sorprendido. Probablemente esperaba a
una pequeña anciana con gruesos lentes bifocales y cabello gris… pero
la camisa de franela a cuadros y la gorra orgullosamente estampada con
altas letras rojas que dice: Madre Camionera, no tanto. A su favor, solo
hace una pausa por un momento antes de responder⎯: No se preocupe.
De todos modos, solo me quedaré para tomar una taza de café.
Nos sentamos frente a ella. Hayden ordena su café y yo pido
panqueques de arándanos. El desayuno es la única cosa libre de carne
en el menú de aquí.
Después de que la camarera se va, me estiro para sostener las
manos de mamá. Mi corazón se retuerce un poco; sus muñecas y nudillos
parecen aún más rígidos que cuando me fui de casa. ⎯Tienes que dejar
de recorrer esos largos trayectos, mamá. El doctor dijo que la transmisión
manual está destrozando tus articulaciones. ¿Y si te provocas un coágulo
de sangre en las piernas por estar sentada once horas al día?
⎯Tonterías ⎯Resopla⎯. Es el mejor trabajo que he tenido.
Cincuenta y cinco mil dólares al año, decido mi propio horario, y puedo
ver el país. ¿Crees que servir mesas de nuevo sería mejor para mis
rodillas? Y mis manos y hombros están demasiado cansados para volver
a trabajos de fábrica.
⎯Pero ya no necesitas trabajar tan duro. Puedes enfocarte en hacer
entregas locales. Ya terminé la escuela, y estoy pagando mis préstamos y
viviendo de mis propios ahorros. En algunos años, voy a empezar a ganar
lo suficiente para que puedas retirarte.
⎯No estoy aquí para hablar sobre mí, guisante. O sobre dinero.
Quiero saber qué hay de nuevo contigo ⎯Ladea la cabeza con una sonrisa
maliciosa⎯. ¿Y quién es tu amigo?
⎯Soy Hayden ⎯dice, levantándose con torpeza en la cabina y
extendiendo su mano⎯. Encantado de conocerla, señora Winters.
Mamá estrecha su mano y parpadea; otra cosa que claramente no
esperaba es su agarre de muerte distintivo. ⎯Llámame Val. ¿Trabajas en
el despacho de Emery?
Durante los próximos veinte minutos, mamá bombardea a Hayden
con preguntas sobre cómo nos conocimos, lo que hace para ganarse la
vida, dónde fue a la escuela. Él responde todo con tanta gracia como lo
haría un prisionero siendo interrogado.
Incluso me rindo de tratar de desviar la conversación. Mamá
siempre se arroja con toda su fuerza (es conocida por su afecto feroz,
furia feroz, alegría feroz) y es imposible detenerla una vez que ha tomado
una decisión sobre algo.
Eventualmente, Hayden termina su café, deja un billete de
cincuenta dólares en la mesa para cubrir los tres pedidos, y se larga de
allí antes de que pueda protestar por su generosidad. Tan pronto como
la puerta se cierra detrás de él, mi madre me lanza una mirada
penetrante sobre los marcos de alambre de sus gafas. ⎯No te enamores
de ese chico.
Escupo de mi boca té helado. ⎯¿Q-qué?
⎯Ya me oíste ⎯dice con calma⎯. Estoy loca, pero no soy tonta.
Veo cómo lo miras. Lo entiendo… es bastante guapo, y también parece
muy inteligente. Pero no es el tipo de los que sientan cabeza. No pongas
tus esperanzas en lo que nunca va a pasar.
Una extraña pesadez se asienta en la boca de mi estómago. Cuando
vine aquí, pensé que los consejos de mamá tranquilizarían mis
pensamientos inquietos y me darían dirección. Entonces, ¿por qué no me
siento mejor? De hecho, creo que me siento aún peor. Me ocupo
limpiando el té derramado, mordiendo el interior de mi labio.
⎯Sé cómo es él, mamá ⎯digo finalmente⎯. No te preocupes… solo
somos amigos.
Asiente unas cuantas veces. ⎯Buena chica. No críe a ninguna
tonta.
⎯No, mamá. Claro que no lo hiciste ⎯digo para tranquilizarla,
preguntándome si estoy mintiendo.
Traducido por Anna Karol
Corregido por Vane’

—¿Qué diablos son estas? —grita la estridente voz de Dottie en


cuanto sale de mi dormitorio con una tanga color púrpura colgando de
su dedo meñique.
Me encojo de hombros. —Ni idea.
Su rostro se revuelve en disgusto. —Se encontraban bajo tu cama.
¿Qué quieres decir con que no tienes ni idea?
Su tono es acusatorio, pero realmente no tengo ni idea. No he
tenido una mujer aquí en semanas, y solo con ese pensamiento mi pene
duele en una súplica silenciosa por alivio. Me doy cuenta de que no he
conseguido nada desde que Emery se mudó. Eso me parece extraño, y no
tengo ninguna explicación para ello. Dándome cuenta de que Dottie sigue
hablando conmigo, alejo mis pensamientos.
Me da una mirada de reprobación. —Las chicas agradables no usan
el tipo de bragas que encuentro en tu cama. Las tangas que se meten en
el culo son para strippers y chicas malas. Quiero que te establezcas con
una buena chica, Hayden —dice, arrojando las bragas a la basura como
si fueran infecciosas.
—Ya lo sé, Dottie, y lo aprecio.
Dottie viene tres veces a la semana para limpiar, lavar ropa,
cocinar, recoger mi tintorería y hacer encargos. Tiene sesenta años, pero
con más energía que el Conejo Energizer. Mantiene mi vida funcionando
sin problemas. No quiero hacer nada para enojarla, así que por lo general
asiento y sonrío ante cualquier pedazo de sabiduría que esté ofreciendo.
Pero hoy, estoy atascado tratando de averiguar a quién pueden
pertenecer esas bragas.
Cruzo la habitación hasta donde está limpiando la encimera.
—Tengo que correr. No te quedes hasta demasiado tarde. —
Presiono un beso en su mejilla. Es como una segunda madre para mí, e
incluso si escribo su cheque de pago, su preocupación y cuidado por mí
siempre se siente genuinos.
Me aleja. —Me quedaré hasta que esté feliz de que todo fue
terminado. Que te diviertas.
Asiento, agarrando mis llaves. Me reuniré con Hudson para unas
cervezas. Pasó demasiado tiempo desde que salimos como amigos, sin la
preocupación de trabajar juntos.
Me dirijo a The Avenue, un bar que se convirtió en un punto de
encuentro regular para nosotros. Está en el borde del centro de la ciudad,
a mitad de camino entre donde él y yo vivimos, y tiene una sensación
lujosa sin ser ostentoso. Las bebidas siempre están frías, y la comida es
buena también. En cuanto entro al estacionamiento, veo su camioneta
de lujo de inmediato. Ingresando, encuentro que la frescura del aire
acondicionado es bienvenida contra mi piel.
Está sentado en el bar con una botella de cerveza ya en su mano y
otra esperando por delante del taburete a su lado. Dios bendiga América.
—Oye, amigo, ¿cómo has estado? —digo, deslizándome sobre el
taburete de la barra junto a él.
Levanta su botella y la choca con la mía. —La vida ha sido muy
buena últimamente. No tuve ningún loco enojado con quien tratar.
Sonrío burlonamente. —Te sigo. No dudaste de mí, ¿verdad?
Sus cejas se elevan. —Joder sí, lo hice. Especialmente cuando
empezaste a salir con la nueva y caliente chica.
—Emery —le recuerdo—. Y todavía estamos saliendo.
—¿No jodes? Como amigos, ¿eh?
Asiento, tomando un sorbo de mi cerveza y me siento extrañamente
orgulloso. —Salimos a comer, y trabajamos un par de veces juntos. —No
necesita saber que es por el yoga. Eso sería raro.
—Estoy impresionado, amigo. No pensé que lo tuvieras en ti.
—Sí. Estrictamente platónico.
Excepto por el fin de semana pasado cuando me abrazó en
despedida y obtuve una erección enorme imposible de ocultar. Emery
incluso me retó, pidiéndome que me explicara. Mentí y dije que no era
nada, y juro que el destello de decepción en su cara casi me mató. Quería
decirle justo entonces y allí mismo cuán locamente atraído por ella
estaba, lo hermosa que se veía ese día en su ropa casual, pasando el rato
con mi familia.
—Entonces ¿en dónde has estado recibiendo tu buen tiempo? —
Hudson parece genuinamente confundido.
—Estoy más o menos en un período de sequía —admito—. Fuiste
expulsado de mi juego. —Le doy un golpecito en las costillas antes de
tomar otro trago de mi cerveza para tratar de olvidar todo sobre ese
encuentro con Emery.
Sacude la cabeza hacia mí. —No me culpes por esto. Tal vez tienes
sentimientos reales por ella. Eso podría ser algo bueno. Volver al rodeo,
por así decirlo.
—No, no es así entre nosotros. Emery renunció a los hombres, y
sabes que estoy seguro de que no busco una relación.
—Sí, pero estoy diciendo que tal vez es hora de seguir adelante.
Crecer un poco. —Su mirada abandona la televisión y va a la mía—.
¿Alguna vez has estado realmente con una chica? ¿Ya sabes, la gran
palabra con A?
—¿Tratas de preguntarme si alguna vez he estado enamorado de
una mujer?
Asiente. —Sí, supongo que sí.
—Claro —digo.
Me nivela con esa mirada oscura e intensa.
—¿Qué? —Mi tono es lúdico y defensivo. Esto realmente no es algo
que quiero discutir. Prefiero estar hablando de trabajo, cualquier cosa
además del estado de mi vida amorosa.
—No te lo compro, Oliver. Estás tan malditamente cerrado a algo
real, ni siquiera es gracioso. Después de Naomi…
Lo callo con un balanceo de mi mano. —Olvídate de Naomi. Una
vez estuve cerca de una chica. Dejó escapar un fuerte y tempestuoso gas
en sueños, y eso fue todo. Terminé las cosas después de eso.
—¿Rompiste con una chica por un gas?
—Exactamente —le confirmo.
—Eso no era amor, entonces.
—¿Cómo lo sabes? Kelsey... ¿O era Kerrie? De todos modos, era
dulce y divertida, y hacía un infierno de sándwich de jamón.
Sacude la cabeza. —Porque cuando estás enamorado, y tu mujer
se siente lo suficientemente cómoda como para hacer eso delante de ti,
tú piensas que es lindo.
—¿Pensaré que pedorrearse es lindo? Malditamente no. —Las
mujeres no cagan, no se tiran gases, ni eructan en lo que a mí respecta.
Y Hudson perdió su maldita cabeza.
—Confía en mí con esto.
No me fío de él más de lo que él lo hace, y teniendo en cuenta que
roza el metro noventa y es puro músculo, no estaría muy jodidamente
lejos.
—¿Has estado viendo a alguien interesante últimamente? —
pregunto.
Hudson no duerme por ahí con nuestras inquilinas, como yo solía
disfrutarlo antes de que él abruptamente pusiera fin a eso; pero sin duda
consigue su parte justa de coños. No es que esté demasiado interesado;
estoy ansioso por dirigir la conversación a su vida amorosa y lejos de la
mía.
—¿Cómo está tu hermana? —pregunta de repente.
—Beth está haciendo lo de Súper Mamá. Lo mismo de siempre.
—No, me refería a Gracie. —Sus ojos se alejan de los míos, como si
hubiera algo que no quiera que yo vea. Trato de no leer demasiado.
Hudson nunca me traicionaría persiguiendo a mi hermana. Además, está
demasiado ocupado follando su camino a través de la población
femenina, una rubia de piernas largas a la vez. Lo que Gracie
definitivamente no es.
Me encojo de hombros. —Gracie es Gracie. Siempre fue mi inocente
hermanita. Es una locura pensar que ahora tiene veintidós años y acaba
de graduarse de la universidad.
Hudson asiente una vez, terminando efectivamente esa extraña
conversación. Muy bien, entonces.
Traducido por Gesi & Miry
Corregido por Laurita PI

Mientras las semanas pasan y mi examen de abogacía se acerca,


aumento mi dedicación al estudio. Pero aún encuentro horas libres por
aquí y allá para pasarlas con Hayden. Cumple con creces su promesa de
mostrarme los alrededores. Exploramos no solamente las atracciones
turísticas, como el Walk of Fame y La Brea tar pits, sino todas las gemas
ocultas que ha conocido gracias a sus años en Los Ángeles. Mi anterior
ansiedad se desvanece pronto, sintiéndome alegre cuando me encuentro
en su compañía y optimista cuando estoy lejos. Todo ha salido bien;
nuestra amistad funciona a la perfección. Agradezco no haber escuchado
a Roxy después de todo.
Un miércoles temprano, cuando todo el personal jurídico se
presenta en la sala de conferencias para nuestra reunión semanal, el
señor Pratt ya se encuentra de pie en la punta de la mesa. Comienza a
pasearse alrededor como si fuera el Rey Arturo examinando a sus
caballeros. —Quiero agradecerles a todos por su arduo trabajo en estos
últimos dos meses. No solo cumplimos con la fecha límite, sino también
con los altos estándares de calidad por los que Walker, Price y Pratt es
conocido. Tenemos una reputación entre los mejores bufetes de
abogados, y puedo decir honestamente que han estado a la altura…
Habla en esa línea por unos minutos más. A pesar de que su
discurso es un poco cursi, una sensación de orgullo calienta mi pecho,
sabiendo que he desempeñado un papel en la operación. Esta fusión fue
mi primer caso verdadero. En verdad estoy trabajando en leyes, pienso
con un toque de emoción. Prácticamente ya soy una abogada de buena
fe. Yupi.
El señor Pratt hace una pausa al lado de mi asiento. —De hecho,
nuestro cliente está tan satisfecho con nuestro trabajo que nos ha
invitado a la reunión anual de la compañía en Omaha. Volaremos el
próximo lunes por la tarde, nos quedaremos en el lujoso hotel que nos
reservaron, y volaremos de regreso a primera hora del jueves. —Habla
sobre la ráfaga de murmullos de los abogados en la habitación—. Hay
algunos cabos sueltos que atar, algunos negocios es mejor hacerlos en
persona, como estoy seguro que todos ustedes saben. Pero sobre todo,
celebraremos el trabajo bien hecho. Todos los gastos pagos. Incluso
pueden traer acompañantes.
Deja caer su mano al lado de la mía, inclinándose sobre mí y
rozando su brazo contra mi hombro. Se encuentra lo suficientemente
cerca como para que pueda oler el atún cuando exhala, y mi reflejo
nauseabundo patea como un hijo de puta. Apenas puedo mantener el
latte en mi estómago.
Cada instante de este momento es muy perturbador. Ni siquiera
son las diez de la mañana, ¿por qué demonios tiene aliento a pescado?
Me pregunto si puedo alejarme rodando “accidentalmente” mi silla sobre
su pie. Incluso si no retrocede, me encantaría ver esas puntas pulidas
estropeadas.
—Y desde que has sido una nueva jugadora tan valiosa, Emery, la
invitación te incluye. —Me guiña el ojo con una sonrisa torcida. Oh,
vómito—. Espero que pasemos juntos algún tiempo fuera de la oficina.
Llegar a conocernos en un entorno más íntimo.
Mi estómago se revuelve. ¿Tres noches a solas en un hotel con
Larry La Enredadera? ¿En una extraña ciudad a más de mil seiscientos
kilómetros de cualquier lugar que conozco, donde difícilmente pueda ser
rescatada? Vete al demonio, ni siquiera empieza a describirlo. No hay una
maldición en el idioma español lo suficientemente impactante para
capturar la verdadera profundidad de mi “no”.
—Eh… —Es difícil pensar sobre los gritos de mis instintos de lucha
o de huida. La vida sería mucho más fácil si pudiera solo darle un
rodillazo en las bolas y correr fuera de la habitación—. Sabe, desearía
poder, pero no creo que pueda ir. Necesito estudiar para el examen, y hay
otros casos que hemos pospuesto mientras trabajábamos en esta
fusión…
Niega con la cabeza. —Me temo que se verá mal si no vienes. Eres
un miembro de nuestro equipo, después de todo. Y ya confirmé las
invitaciones para ocho personas.
De algún modo, creo que le preocupa más sus sentimientos que
por los del cliente. El cliente quizás ni sepa que existo. Pero no puedo
discutir con mi jefe sobre cómo hipotéticamente reaccionarían. Él solo
insistiría en que los conoce más que yo, lo que es verdad. Cualquiera sea
la excusa que ponga, solo la tiraría abajo o usaría su autoridad conmigo.
Sin duda parece malditamente empeñado en atraparme en un hotel en
Omaha con él.
No creo que vaya tan lejos como para intentar algo, pero nunca se
sabe con este tipo de viejo pervertido. E incluso en el mejor de los casos,
tendría que soportar sus repugnantes insinuaciones y errantes manos
durante tres noches seguidas. Podría llegar a saltar del maldito techo del
hotel.
Piensa, Emery, piensa. Mis ojos danzan salvajemente alrededor de
la habitación. Los otros abogados murmuran sobre los arreglos para
estas improvistas “vacaciones”, y escucho a un par hacer mención de
llevar esposas. Eso es; necesito un amortiguador. Alguien que le impida
al señor Pratt pensar que pasaremos incluso un solo minuto juntos a
solas.
—En ese caso, supongo que puedo liberar tiempo. —Levanto la
vista hacia el señor Pratt para darle una sonrisa falsa—. Mi novio estará
tan emocionado. Es un gran fanático de los Mavericks. —Le doy a mamá
un silencioso agradecimiento por su obsesión con el fútbol universitario;
todas las trivialidades deportivas que absorbí en la infancia me han
ayudado a molestar a los hombres antes, y esta no será la última vez.
—¿Tu novio? —Es increíblemente satisfactorio ver el rostro del
señor Pratt ensombrecerse y destrozarse en un millón de piezas—. Ah…
sí, por supuesto que es bienvenido.
En mi mente agito un puño al aire. Después de decirnos que
podemos llevar invitados, ni siquiera el mejor abogado puede echarse
hacia atrás.
Pero no puedo saborear mi victoria por mucho tiempo. Ahora tengo
que averiguar cómo convencer a Hayden de volar a través de la mitad de
América para sentarse alrededor con aburridos tipos corporativos en una
repetición interminable. Ahora, hemos comenzado a ser buenos amigos,
pero abandonar sus responsabilidades durante media semana para jugar
al guardaespaldas es un gran favor.
¿Y esto hará las cosas raras entre nosotros? ¿Hayden pensará que
le pido algo más que ser solo un compañero de viaje? Incluso si ni siquiera
se espera que compartamos habitación, Dios no lo quiera, aún estaremos
aislados en un tipo de manera íntima. La simple situación puede poner
ideas en su mente.
Demonios, la atmósfera de fiesta y las ilimitadas bebidas gratis se
me pueden subir a la cabeza. He aceptado que nuestra tensión sexual
llegó para quedarse y para dejarla sin resolver. No quiero hacer nada
estúpido que altere la situación actual. Sin embargo, no se puede negar
que la falta de orgasmos en realidad comienza a molestarme. Necesito
que todo se que quede en su lugar, no es educado mencionar cosas como
lamidas y succionadas en público.
La reunión del personal termina mientras todo el mundo se dirige
de regreso a sus escritorios o al piso de abajo para el almuerzo. Agarro
mi bolsa de papel marrón; hoy faláfel pita con humus y cebolla Bermuda,
muuuy rico, y me dirijo directo hacia el mostrador de recepción. Comer
con Trina me ayudará a mantener la cordura.
Lo primero que me dice una vez que nos sentamos para almorzar
es: —Te ves como alguien a quien acaban de secuestrarle el perro.
—No tengo tiempo para esta sociabilización de mierda —dejo salir
entre mordidas—. El examen de abogacía es en menos de tres semanas.
Necesito concentrarme en estudiar. Pero ¿a alguien le importa una
mierda?
—Siento tu dolor, nena. —Trina sorbe su limonada. Sus uñas están
pintadas de verde bosque esta semana—. Mi certificación también está
viniendo muy rápido. Como la etiqueta en los espejos del coche… El
pánico puede estar más cerca de lo que parece.
—¿Cuál es tu estrategia anti-Larry para este viaje? —pregunto. Mi
tono de broma suena un poco hueco, incluso para mis oídos—.
Concédeme tus santos secretos, poderosa susurradora pervertida.
Se encoge de hombros con una sonrisa que es mitad de diversión y
mitad de lástima. —No fui invitada, así que no tengo que lidiar con él en
absoluto. Las ventajas de ser un humilde mono de papel.
Mastico y trago un bocado extra apestoso de mi pita. Mi aliento va
a ser horrendo después de esto. Perfecto. —Sabes, aún no lo entiendo.
Deberías ser una estrella en ascenso en alguna firma para este momento.
No entiendo porque eres una secretaria legal en primer lugar, y apostar
a asistente legal parece un poco bajo. Eres más inteligente y más diligente
que la mitad de los asociados de aquí.
Trina bufa, sin crueldad. —¿Piensas que la gente toma trabajos
como asistente porque son demasiado estúpidos para la escuela de leyes?
He pasado dos años viendo a todos en esta empresa correr alrededor
como pollos a los que les cortaron las cabezas. No gracias, voy a pasar.
—Así que, ¿no te gustan las leyes? ¿Entonces por qué siquiera
trabajas en el campo?
—No dije eso. Creo que el derecho es interesante. Pero son solo mi
sustento, no mi vida, ¿sabes? Tal vez podría tener éxito como abogada.
Si lo hiciera, seguramente haría más dinero. Pero, para mí, las úlceras y
el maratón horas no valen la pena. Walker y Price probablemente me ven
con más frecuencia que a sus esposas, y creo que eso es malditamente
triste.
Reflexiono mientras mastico mi último bocado. Entonces… ¿Qué
es? ¿Le gustan las leyes o no? No logro encajar en mi cabeza lo que está
diciendo. Si las leyes le interesan, ¿entonces por qué no ir de lleno? Y si
no quiere todo el paquete, ¿entonces por qué molestarse en absoluto?
¿Por qué trabajar en una carrera que no ocupa completamente tu
corazón? O amas algo o puedes vivir sin él.
Confundiendo mi ceño con sentimientos heridos, Trina se apresura
a agregar—: Quiero decir… si quieres el prestigio, o el dinero, o solo amas
sudar por contratos desde el amanecer hasta el anochecer, mejor para ti.
Pero supongo que solo no soy del tipo ambicioso. No me interesa ascender
ninguna escalera corporativa. Todo lo que me importa es tener suficiente
dinero para hacer lo que quiero las otras quince horas del día. —Hace
una pausa para mirar alrededor en caso de que el señor Pratt se
encuentre cerca al acecho—. Y encontrar otro trabajo con un jefe normal.
Por lo que adquiero experiencia para futuros empleos.
Hago un sonido pensativo; incluso si mi boca no estuviera llena de
faláfel, no sabría qué responder. Supongo que puedo ver de dónde viene.
Se siente satisfecha con su vida tal como está ahora, por lo tanto va con
la corriente. Sin embargo, todavía me es difícil imaginar una vida desde
su perspectiva. Tengo tanto que hacer antes de alcanzar ese punto de
estabilidad satisfactoria: pasar el examen de abogacía, unirme
oficialmente a una firma, conseguir un ascenso hasta ganar lo suficiente
para mi madre y para mí.
E incluso entonces, no creo que nada pueda anteponerse a mi
carrera. Soy lo opuesto a Trina; las leyes son mi vida, no solo mi sustento.
Es parte de quien soy. Podrías enterrarme en trabajo y rogaría por más.
Enfermo, lo sé.
Ninguna está bien o mal; solo somos personas diferentes con
distintas prioridades. Sin embargo, esa pequeña intromisión en la mente
de Trina me hace pensar. Ella se refería al trabajo, no a las relaciones,
pero tal vez puedo aplicar un poco de su actitud a mi situación con
Hayden. Bueno… habla de personas que toman la vida un paso a la vez.
Tal vez no necesito un plan maestro para cada cosa. Tal vez está
bien jugar con nuestra amistad y dejar de sudar por las pequeñas cosas.
Quiero la ayuda de Hayden, así que se la pediré. Boom. Tan simple como
eso. Lo peor que puede suceder es que diga que no y que tenga que pensar
en otra solución para lidiar con el Señor Manos Inquietas por mi cuenta.
Pero probablemente me ayudará si primero lo ablando un poco.
Debería por lo menos hacer una visita a su casa; pedir favores por lo
general va mejor si es en persona. Más aún si llevo buena cerveza. Y no
hay posibilidad de que me ignore o pretenda que solo no vio mi mensaje
de texto.
Esa noche, después del trabajo, llamo a la puerta de Hayden con
un paquete de seis de cerveza artesanal helada. Me deja entrar, haciendo
un comentario acerca de cómo resulto ser la amiga perfecta, trayendo
cerveza fría a su casa y todo.
Entro, mirando alrededor con curiosidad mientras pone la cerveza
en la nevera. El condominio de Hayden luce como un típico piso de chico
rico y soltero con un montón de aparatos elegantes, muebles de cuero
negro e impresiones de pop-art en las paredes. Pero es más limpio y más
ordenado de lo que esperaba.
Cuando una señora mayor sale con premura de su dormitorio,
cargando una cesta llena de ropa sucia, comprendo por qué el lugar se
ve tan bien. Esa mujer con delantal de flores debe ser el ama de llaves de
Hayden. Parece de la edad de mi madre y es igual de enérgica, pero ahí
es donde las semejanzas terminan. Donde mi madre es baja y robusta
(“construida como una casa de ladrillo”, como ella diría) el ama de llaves
es casi tan etérea como su nube de cabello negro teñido.
Hayden se gira para seguir mi mirada. —Oh, Dios mío, Dottie, no
levantes esa mierda pesada. Puedo lavar mi ropa cuando estoy en casa.
—Pero tienes una invitada —protesta. Su voz es estridente y
aflautada, con lo que puede ser un tenue acento del sur; otro punto de
contraste con los tonos bajos y agudos de mamá—. No puedes realizar
las tareas y dejar a tu amiga sentada. Es grosero.
Trato de decir que no me importa, pero ninguno de ellos presta
atención.
—Entonces lavaré la ropa después de que se vaya —responde
Hayden—. ¿Por qué no te tomas un descanso y levantas los pies? Has
estado aquí trabajando todo el día. —Señala a la cocina—. ¿Quieres
tomar una cerveza con nosotros?
—Bueno, si insistes... solo por un momento. Y agua está bien. —
Deja la cesta de lavandería al lado de la puerta de la sala de estar y se
posa en el borde de la butaca como un pájaro inquieto.
Mis labios se curvan; es entrañable ver cómo Hayden se preocupa
por ella, como si fuera familia en vez de una empleada.
Saca una botella de agua y dos cervezas de la nevera, me concentro
de nuevo en la razón por la que vine aquí. A pesar de mi determinación,
siento un poco de nerviosismo. Probablemente no le gustará mi plan
Omaha, y solo hay mucho que puedo decir para persuadirlo antes de que
las cosas se conviertan en ruegos y silencio incómodo.
Mientras Hayden me da la cerveza abierta, junto mi coraje y digo
brillantemente—: Oye, ¿puedo pedirte un favor?
Me dirige una mirada extraña. —Eso depende de lo que sea.
Mierda, ya sospecha. Supongo que sabía que no era estúpido. Y
probablemente no sea la primera mujer en intentar hablar con él sobre
problemas. Nada que hacer ahora, sino sumergirme.
—Tengo un asunto de trabajo en Omaha la próxima semana —
comienzo—. Nos quedaremos en un hotel por dos noches, y estoy segura
de que mi asqueroso jefe me molestará durante todo el viaje. —Tomo una
respiración profunda—. ¿Vendrías conmigo como mi escudo? ¿Para no
tener que estar a solas con él?
Su frente se arruga. —Omaha. Como en Nebraska.
—¿Por favor? Eres el único amigo al que se lo puedo pedir. Si llevara
a una mujer, él también la molestaría a ella. —Espero que la lealtad de
Hayden hacia mí gane sobre su deseo de permanecer fuera de este lío—.
Vamos... básicamente es una fiesta gigante. Toda la carne y whisky gratis
que puedas manejar.
—No lo sé —dice con fingida reflexión—. Puedo manejar mucho
cuando se trata de carne y licor.
—Bueno, ese será problema de ellos, ¿no? Prometieron refrescos
ilimitados. —Sonrío con dulzura.
—Oh, vamos —dice Dottie. Ni siquiera era consciente de que
escuchaba—. Una hermosa chica te invita de vacaciones, ¿qué hay que
pensar?
Aunque no eran exactamente vacaciones, y definitivamente no soy
una de las últimas conquistas de Hayden buscando algo de diversión
entre las sábanas, el entusiasmo de Dottie es lindo. Mentiras. Todas
mentiras. Me subiría en esa fiesta saltarina durante horas.
Hayden se frota la barbilla, luego saca su teléfono. —Deja que
revise mi calendario. Podría tener que mover algunas citas. ¿Cuándo sale
el vuelo?
Le doy todos los detalles del viaje, severamente diciéndome que no
eleve mis esperanzas, y me siento en el sofá para esperar mientras
toquetea en su teléfono. Dottie se ha vuelto a poner en pie, rechazo
cortésmente sus insistentes ofertas para prepararme algo de comer.
Al rato, Hayden baja el teléfono y me da una sonrisa
tranquilizadora. —Listo... todo arreglado. Iré contigo.
—Eres un salvavidas —le digo en un suspiro de alivio, en verdad
queriendo decirlo—. Muchas gracias.
—Oye, no hay problema. Estoy feliz de ayudar a una amiga. —Se
ríe entre dientes—. La comida y bebida gratis son solo un bono.
Correspondiéndole la sonrisa a Hayden, puedo sentir todo mi
cuerpo relajarse. Por supuesto que él me ayudaría. ¿Por qué me volví loca
por esto antes? Nunca debí preocuparme acerca en qué lugar se
encuentra nuestra amistad o a dónde podría ir. Sea lo que sea que
tengamos, no tiene que ser nada en particular. Solo puede existir, de
cualquier manera que se sienta bien.
—¿Tienes planes para cenar? —pregunta, capturando mi atención
de nuevo con su dulce encanto y su sonrisa megavatios.
Dios, las cosas que este hombre me hace sin tener ninguna
conciencia. Me sorprende que todavía no me haya derretido en un charco
excitado y necesitado.
—No, pero tengo que estudiar a conciencia esta noche. Puede que
solo pida una pizza o algo así.
Me sonríe. —He visto al conductor de entrega de Gio aquí tres veces
esta semana. ¿No te has cansado de pizza?
Giro los ojos, tomo otro sorbo de mi cerveza.
—¿Qué eres, la policía de carbohidratos? ¿No puede una chica
disfrutar de una pizza vegetariana tres veces a la semana?
—Escucha. —Se pone de pie, elevándose en toda su altura sobre
mí—. Voy a cocinar. Tú comerás. No es una decisión difícil. Ve por tus
libros o lo que sea, y empezaré a prepararnos algo.
—¿Cocinas?
Se encoge de hombros. —En ocasiones.
Sabiendo que sería de mal gusto discutir con él justo cuando
despejó su calendario y accedió a venir a Omaha conmigo, obedezco,
corriendo escaleras abajo para tomar mi portátil y libreta. Dudo que
estudie mucho, pero tiene razón acerca de mi necesidad de comer.
Cuando regreso, tres cosas distintas han cambiado. Uno: Dottie se
ha ido. Dos: hay música suave de jazz tocando en el fondo. Tres: El
trasero firme de Hayden se ve muy bien en el par de pantalones oscuros
que lleva. Bueno, tal vez eso no ha cambiado, solo puedo apreciarlo
completamente ya que él se estacionó en la isla de la cocina. Acaba de
terminar una llamada telefónica, con un te amo al final.
La curiosidad me tienta, camino hacia la cocina. —¿Quién era? —
pregunto.
—Mi pequeña hermana, Gracie. Quería decirme que consiguió el
trabajo en el que la entrevistaron.
—Oh, eso es genial.
Sus dos hermanas eran tan agradables y bonitas, y es genial cuan
cercano es con ellas. No puedes ser tan mal tipo y ser súper apegado a
tus hermanas, ¿verdad? Me imagino de compras con ellas, tener citas de
pedicura y compartir botellas de vino...
Derrumbo esa línea de pensamiento tan rápido como puedo.
Hayden y yo no estamos juntos, así que, ¿por qué planeo todo esto acerca
de un tipo que se supone es mi amigo?
—¿Qué preparas? —pregunto, mirando alrededor de su hombro.
Espero un poco más de macarrones y queso en caja, o tal vez una lata de
sopa, y estoy gratamente sorprendida de verlo limpiando champiñones
cremini.
—Risotto de hongos. Y una ensalada a un lado.
—Mmm. —No sé qué más decir. ¿Realmente justo tenía todos los
ingredientes para una cena vegetariana por ahí, o planeó esto?
—Lava ese pepino por mí, ¿puedes? —Inclina la barbilla hacia el
fregadero, donde un colador espera con un gran pepino verde vibrante
dentro.
—Claro. —Me dirijo al fregadero y empiezo a lavarme las manos,
luego enjuago el pepino. Perdida en mis pensamientos sobre cómo hallaré
tiempo para todo el estudio que todavía necesita hacerse entre ahora y el
examen, me sorprendo cuando el sonido de Hayden aclarándose la
garganta me interrumpe.
Me observa con atención, sus ojos ardiendo con algo caliente e
intenso. Miro hacia mis manos y comprendo que mis movimientos han
sido un poco lascivos.
—Espero que yo sea el siguiente. —Su tono es tan serio como su
expresión.
—No puedes pedirme que lave tu pepino.
—Acabo de hacerlo. —Sonríe.
—Bien. ¿Te gusta de esta forma? —Paso la mano de arriba abajo el
vegetal fálico, prestando más atención a mis movimientos para torturarlo
a propósito.
Suelta un gemido desgarrado. —Mierda. De acuerdo, me rindo.
Solo detente por favor.
Cuando baja su mano para ajustarse, no puedo evitar que mi
mirada codiciosa siga el movimiento. Maldita sea, lo que no daría para
dar una cabalgada en ese palo de amor. Mis músculos internos tiemblan.
—No bromeaba cuando dije que ha pasado un tiempo —añade, su
tono frustrado.
—No es como si yo también estuviera montado en el potro de
Bolonia, pero no me ves encendida por un vegetal. —Miro hacia el objeto
en cuestión. Ah... la circunferencia es agradable. Puaj, espera. ¿Qué estoy
haciendo?
—Dime de nuevo, ¿por qué hacer lo travieso sería una mala idea?
—pregunta Hayden.
Me obligo a enfocarme, coloco el pepino en la tabla de madera de
cortar y empiezo a cortarlo en lindas rodajas. —Porque eres un capullo
mimado y mujeriego. Y estoy bastante segura de que mi vagina se cayó
después de mi último desastre de relación.
—Eso no suena bien. —Se vuelve hacia mí con una mirada de
preocupación—. Déjame revisar las cosas por ti allá abajo. Sabes, para
asegurarnos de que estás sana.
Elevo la mano, la que sostiene el cuchillo de cocinero, y da un
intranquilo paso atrás. —Accedí a cenar, no a una inspección de vagina
—le recuerdo. Estoy ruborizada y demasiado excitada, espero que no note
el calor arrastrándose por mi cuello. Uno de nosotros tiene que ser el
fuerte aquí.
—Bien, hazlo a tu manera. —Suena genuinamente decepcionado,
aunque pensé que nuestra broma era solo un poco de diversión alegre.
Respiro hondo, sigo mi trabajo mientras me recuerdo todas las
razones por las que Hayden y yo no podemos follar como conejos en su
cama ahora mismo. Porque, infierno santo... ¿la visión de él ajustándose
su polla endurecida? Mis bragas están húmedas y se pegan a mí ahora
mismo. Es una puta distracción. Inhalo profundo de nuevo, tratando de
despejarme la cabeza como lo hacemos en yoga, pero esta vez no
funciona. ¿En qué me he metido?
—La cena estará lista en unos veinte minutos. Puedes empezar a
estudiar si quieres —dice Hayden, sacándome de mis pensamientos no
tan inocentes.
—Seguro. —Recojo mis materiales y me planto en la mesa de su
comedor. Acabo de abrir mi portátil cuando el sonido de su murmullo
quiebra mi concentración como una ramita. Lo miro, observándolo
moverse sin esfuerzo alrededor de su cocina. Dios, es adorable.
—Oye, Emery —grita.
—¿Sí?
Me mira desde donde se encuentra parado frente a la estufa,
revolviendo una olla de algo. —¿Así que tu mamá nunca se volvió a casar?
—Desde que conoció a mi madre, no hemos hablado mucho de ella,
aparte del obligatorio comentario tipo “ella es agradable” que él
proporcionó después.
—No —le digo—. Después de que papá falleció, tuvo que trabajar
en tres trabajos solamente para mantenernos en nuestra casa. Eso era
muy importante para ella, pero le dejaba poco tiempo para salir. Tuvo
unos cuantos novios a lo largo de los años, pero nada serio.
Asiente, continúa agitando. —Demonios. Tres trabajos. Puedo ver
de dónde obtienes tu ética laboral.
—Sí, pero cuando estaba en la preparatoria comencé a darme
cuenta de lo que sus sacrificios le provocaban, la hice vender la casa y
reducir su horario de trabajo. Su cuerpo ya no podía soportarlo. Después
de quince años trabajando en ambos extremos, empezaba a tener
problemas de salud. Nos mudamos a un apartamento, ella aún vive ahí.
Mantiene mi habitación exactamente igual.
Cuando elevo la mirada desde la pantalla de mi computadora
portátil, él me está sonriendo. —Eso es dulce. Tienes una madre muy
buena.
—Sí, lo sé. —Su alerta suena en mi cabeza otra vez. La de Hayden.
No ponga acciones en lo que nunca será.
Tomo una respiración profunda, obligo a mi mirada a regresar a la
pantalla de mi portátil, perdiéndome en los términos legales que estudio,
donde las cosas son negras o blancas, bien o mal, y de inmediato me
siento a gusto.
Traducido por Michelle♡ & Vane’
Corregido por Laurita PI

Todavía no puedo creer que esté en Omaha.


Por una confusión en la recepción, Emery y yo acabamos
compartiendo habitación de hotel. Su habitación la paga su empresa, y
yo no tengo ningún problema en pagar la mía, pero no dije ni una palabra;
me limité a asentir y sonreír cuando el recepcionista me dio la tarjeta
llave. Me sentí como si me hubiera tocado la maldita lotería. Como si una
marea hubiera cambiado, volviéndose a mi favor.
No voy a jugar con el destino. Me he estado masturbando pensando
en Emery durante el último mes. Mi maldita mano está cansada y mi
polla está casi en carne viva. Tal vez este tiempo lejos cambie las cosas
entre nosotros. Solo tengo que decidir si quiero que lo hagan.
Después de registrarnos en el hotel, Emery se fue a una reunión de
negocios abajo, en una de las salas de conferencias, mientras yo salía a
explorar Omaha. No hay mucho que ver, por eso ya estoy de vuelta y
sentado en el bar del hotel con una botella de cerveza importada delante.
Miro la hora en mi teléfono. Tengo otros treinta minutos antes de
reunirme con Emery para una cena de negocios en el único restaurante
del hotel: un asador. Si hay algo que tienen en Nebraska son vacas. Fui
a ver el restaurante antes, para asegurarme de que tendrían una opción
vegetariana para ella.
Además, estaba aburrido. Tengo mi portátil, y me conecté para
comprobar algunas propiedades y responder a correos electrónicos de
trabajo, pero no estoy acostumbrado a estar fuera de mi ciudad y estoy
demasiado inquieto para concentrarme en el trabajo.
Me pregunto si Emery ha sentido así la transición a Los Ángeles.
Si es así, le doy aún más crédito por lo bien que ha llevado las cosas.
Vuelvo a mirar el móvil. Veintinueve minutos más.
Mierda.
***

Treinta y cinco minutos más tarde, estoy en el comedor privado del


restaurante, hablando con un socio junior llamado Donald Kemp y su
mujer, Tabitha o Tracey, no lo recuerdo. Es tan excitante como una toalla
mojada. Mis ojos se desvían hacia las puertas francesas, ansiosos por
verla por primera vez. ¿Dónde está?
Finalmente, Emery llega flotando sobre unos tacones que hacen
que sus piernas parezcan eternas. Y mi ritmo cardíaco tropieza consigo
mismo en una carrera para alcanzarla.
Lleva un vestido de cóctel. Clásico. Negro. Unos tirantes finos
descansan delicadamente sobre sus hombros. Sus piernas tonificadas
por el yoga son algo que rara vez he podido ver, ya que suele llevar
vaqueros o un traje de negocios, y están a la altura del altísimo nivel de
mis muchas fantasías obscenas.
Abro la boca para excusarme de Donald cuando un hombre mayor
con el pelo canoso y unas carillas en mal estado se acerca a Emery, le
pone la mano en la cintura y se inclina para decirle algo. Ella se
estremece.
La rabia asesina hierve en mi interior y quiero darle una paliza a
ese hijo de puta. Aprieto los puños, me excuso y me acerco a ella a
grandes zancadas. Pienso en mearme en su pierna, como un perro hace
con una boca de riego, para marcar mi territorio. Mierda. No puedo
hacerle eso a Emery. Al detenerme a su lado, mis ojos se posan en el
señor Regordete, Gris y Baboso.
—Hayden, este es el señor Pratt, mi jefe en la empresa —dice Emery
señalando, obviamente sintiendo mi actitud asesina y tratando de
calmarme—. Y este es Hayden Oliver. Es un promotor inmobiliario.
—Es un placer conocerlo —digo en tono cortante.
El señor Pratt asiente, y me pregunto si es Larry El Raro de quien
me ha hablado. Lo más probable es que tenga un par de jefes en la firma,
pero un presentimiento me dice que este es el jefe mandamás.
—Emery está haciendo un trabajo fenomenal. Es un placer contar
con ella, como seguro que ya sabe —dice, guiñándome un ojo que me
revuelve el estómago.
¿Este tipo no se da cuenta de que es lo suficientemente mayor como
para ser el padre de Emery? Qué asco. No me extraña que haya renegado
de los hombres. Por otra parte, ahora que conozco a la madre de Emery,
no hay manera de que soporte a un idiota como este tipo. He descubierto
de dónde saca Emery su actitud de insensatez.
—Por cierto, llámame Larry —dice El Raro, inclinándose hacia mí.
Su aliento es una mezcla de mayonesa rancia y salchicha ahumada de
una semana. Puaj.
Me acerco un paso más a Emery y la arranco de sus manos y la
acerco a mí. Sus ojos se abren de par en par y se encuentran con los
míos.
Me inclino para susurrar cerca de su oído, dejando que mis labios
toquen ligeramente su cuello. —Me comportaré. No quiero que te toque.
Ella asiente con la cabeza y sus ojos miran entre los míos y los
suyos. Está claro que no quiere meterse en medio del enfrentamiento
entre su jefe y yo. Pero intuyo que agradece estar lejos de él.
Dirijo a Emery hacia el bar. —¿Algo de beber? —pregunto, mi voz
más tranquila una vez que estamos lejos de su malvado jefe.
—Por favor. —Sus ojos suplican a los míos, y puedo sentir que sea
lo que sea lo que ha pasado hoy, ha sido un día infernal—. Algo fuerte.
Pero no demasiado fuerte —añade.
Escaneo el menú de bebidas y me muevo hacia al camarero.
—Una sangría roja, por favor. —Está hecha con un buen cabernet
y un chorrito de licor de naranja, así que será un poco más fuerte que el
vino normal, pero no tanto como para que se sienta tentada a actuar de
forma poco decorosa delante de sus colegas. Y con las rodajas de naranja
y las cerezas como guarnición, es divertido y femenino sin ser odioso.
Cuando me giro para darle la bebida, me sonríe.
—Gracias. Es perfecto.
Pongo mi mano en la parte más baja de su espalda, la extraña
necesidad de estar cerca de ella se extiende en mi interior.
Una vez que Emery tiene su bebida y ha bebido unos sorbos, veo
que empieza a relajarse. Sus hombros bajan unos cinco centímetros y su
boca se relaja en una sonrisa de bienvenida. Apuesto a que tiene nudos
en la espalda y el cuello que podría resolver más tarde... pero me estoy
adelantando.
Por fin nos sentamos a cenar. Acerco una silla a Emery, pero veo
cómo Larry el Imbécil se desliza hasta el asiento contiguo. Tengo que
inclinarme y preguntar a uno de sus colegas si no le importa cambiarse
de asiento conmigo para poder sentarme a su lado. Muchos de los
abogados asociados han traído a sus esposas. De hecho, el único que
viaja solo es Larry.
Tengo unas ganas tremendas de darle una patada en los huevos a
su asqueroso jefe. No me gusta cómo la ha estado mirando con su vestido
de cóctel toda la noche, y colarse para sentarse a su lado es raro.
Al menos todos en nuestra mesa están de humor para celebrar.
Hoy han conseguido un acuerdo que ha tardado dos años en llegar.
Mañana se atarán los cabos sueltos, se firmarán los contratos y se
resolverán los pequeños detalles. Emery ha contribuido, a pesar de ser
nueva y joven, y su jefe está impresionado con ella. Eso es bueno.
Hablamos de cosas triviales, y la conversación gira a menudo en
torno a minucias técnicas y políticas de oficina que Emery maneja con
soltura. Me encanta verla en acción, enfrentándose a hombres que le
doblan la edad. Es increíble. Finalmente, los camareros salen corriendo
con bandejas de plata humeantes, listos para servir la cena.
—¿Qué diablos es esto? —Larry baja la mirada al plato de Emery,
que contiene verduras a la parrilla y pasta en salsa de vino, exactamente
lo que pedí para ella cuando llegué al restaurante antes y descubrí que
el menú para nuestra cena ya había sido seleccionado, sin tener en
cuenta sus preferencias—. Alguien que le traiga a esta chica un bistec —
exige, mirando a los camareros.
—No, señor Pratt... Quiero decir Larry —dice Emery—. Está bien.
Me inclino hacia él.
—Es vegetariana. Me aseguré de que la atendieran esta noche.
Su mirada se desvía hacia la mía y una expresión de
agradecimiento cruza sus rasgos. Algo me dice que si no hubiera
intervenido esta noche, se habría quedado comiendo unos cuantos brotes
de brócoli para cenar, y eso no me parece bien. Entiendo que quiera
causar una buena impresión a los socios mayores, pero maldita sea,
debería poder comer lo que le apetezca.
—¿Vegetariana? —se burla Larry.
No sé con certeza cómo desconocía esa información. Emery ha
estado trabajando con él durante un mes. Recuerdo claramente que me
recalcó de forma directa eso cuando nos conocimos. Por otra parte, tal
vez se siente más cómoda conmigo.
Pincho mi bistec mientras Emery, aparentemente complacida,
remueve la pasta con el tenedor y se mete un buen bocado en la boca.
Come con fruición, sin las falsas y tímidas dietas que hacen algunas
chicas. Oh, he tenido una hoja de lechuga, estoy llena.
Mientras ignoro la árida plática sobre fusiones y adquisiciones que
tiene lugar a mi alrededor, me fijo en pequeños detalles de Emery durante
la cena. La forma en que su sencillo collar de oro se apoya en la delicada
clavícula. La forma en que sus oscuras pestañas se agitan contra sus
mejillas cuando mira hacia abajo. El sonido de su risa cuando se suelta:
un carraspeo que me gusta más de lo normal.
Por lo general, con las mujeres tengo la delicadeza y la fortaleza
mental de un rinoceronte cargando contra un abrevadero. Con Emery,
quiero catalogar cada pequeño detalle. Podría mirarla durante horas. La
forma en que se pone la servilleta de tela en la boca, para no estropear
su lápiz labial. Es una lindura.
Cuando termina la cena, me dirijo al bar, necesito una copa más
para sobrevivir el resto de la noche. Acabo de pedir un whisky con hielo
cuando Larry se acerca. El trozo de brócoli que tiene entre los dientes
delanteros es tan grande que prácticamente necesita su propio código
postal. Por supuesto, no digo nada.
—Me alegra oír que hoy ha ido bien —digo, tachando mentalmente:
Mantener una charla trivial de mi lista de cosas por hacer. Estoy a punto
de alejarme cuando Larry se vuelve hacia mí, sujetándome contra el bar.
—¿Cuánto hace que tú y Emery han estado saliendo, hijo?
—Oh, solo somos amigos —digo, corrigiéndolo.
Larry levanta una frondosa ceja gris. —Dijo que traería a su novio.
—¿Sí? —pregunto con más de un toque de curiosidad en mi tono.
Larry asiente con la cabeza, el brócoli entre sus dientes me saluda.
—Sí.
—Discúlpame —digo y me dirijo hacia Emery, apartándola de uno
de sus colegas. Dick, o Bob, o lo que sea.
Me fulmina con la mirada y casi tropieza con sus zapatos de tacón
mientras la llevo a un lugar tranquilo de la sala.
—¿Qué te pasa? ¿Le dijiste a Larry que yo era tu novio?
No sé por qué, pero mi tono rebosa frustración. No me han llamado
novio de nadie desde... sí. Después de eso, se declaró un estado de
emergencia en mi vida, y las cosas nunca han vuelto a ser lo mismo.
Pone una mano en la cadera y se endereza. —¿No es así?
Todo el tiempo que hemos pasado juntos en el último mes se me
viene encima de golpe, como ráfagas de estrellas disparándose en mis
sinapsis. Las comidas informales que hemos compartido, las pláticas
fáciles, yo entrelazando mis dedos entre los suyos, peinando mechones
sueltos de pelo detrás de su oreja y fantaseando con ella. Por Dios, las
fantasías que he tenido…
Se me tensa la mandíbula. Puede que todo esto sea culpa mía. Un
gran lío colosal. Pero todo estaba bien. Más que bien. En realidad,
perfecto. Ha sido fácil y divertido, como nunca lo ha sido cuando se trata
de las mujeres de mi vida.
Emery sigue esperando mi respuesta, así que hago lo único que se
me ocurre. Me inclino y tomo su boca con la mía. Sus manos vuelan hacia
las solapas de mi chaqueta y, por un segundo, creo que va a apartarme.
Pero entonces me acerca y gime en mi boca. La agarro con fuerza por la
cintura y la devoro como he fantaseado durante tanto tiempo. Mi lengua
acaricia la suya en largos lametones mientras se le escapan pequeños
maullidos. Quiero desnudarla aquí mismo y follármela contra la pared,
subirla y bajarla sobre mi polla mientras su jefe mira.
Mi polla ya está durísima. Mierda.
—Tenemos que salir de aquí —digo en voz baja, prácticamente
jadeando.
—Sí —concuerda, igual de jadeante.
Tomándola de la mano, la saco del restaurante y bajo por el pasillo
hacia los ascensores. Considero jalarla a la escalera, está más cerca que
nuestra habitación, pero no lo suficiente para lo que quiero hacerle.
Aprieto el botón con el dedo, pero no suelto la mano de Emery. Por
fin se abren las puertas y entramos, junto a una pareja de ancianos que
asienten y nos sonríen. Pero entonces los ojos de la abuela se posan en
el bulto de mis pantalones y da un paso atrás.
—Oh cielos… —dice y se lleva la mano a la boca.
Emery suelta una risita y hunde la cara en mi cuello. El cálido
soplo de su aliento contra mi piel me produce un hormigueo que me
recorre la espina dorsal hasta la ingle y me pone la polla aún más dura.
—No ayudas, cariño —susurro. Quiero darle un azote en el culo,
pero en presencia de nuestro público, me resisto. Apenas.
El ascensor se detiene en nuestra planta y salimos a toda prisa.
Emery se tambalea, achispada por las tres sangrías que se ha tomado, y
me deja tirar de ella por el pasillo.
Por fin estamos dentro de nuestra habitación, y cuando la puerta
se cierra tras nosotros, el único sonido es el de nuestros latidos. La
habitación está en penumbra, excepto por la luz del cuarto de baño, que
se ha quedado encendida, creando una franja de luz para ver.
—¿Por qué le dijiste a Larry que era tu novio? —pregunto; mi voz
un mero susurro.
—Viste cómo es conmigo.
—Sí. —Ruedo los ojos—. Quería golpearlo en la cara. En reiteradas
ocasiones.
—No podía venir aquí y ser la única sin cita. Te necesitaba.
—Como un amortiguador —digo.
Asiente, a regañadientes. —¿Te importa?
—En realidad, no. Es genial. Pero ¿por qué no decir que solo
éramos amigos, sabes, decir la verdad?
Traga y mira la alfombra. —A veces se siente como…
—Más —digo, terminando por ella.
Su mirada vuela hacia la mía. —Sí.
Respiro profundo, sin saber qué decir a continuación. Toda esta
situación es culpa mía.
—Pero sé que no quieres eso —dice, su voz pequeña.
—Te deseo —le digo, levantando su barbilla para que me mire.
Campanas de alarma suenan en mi cabeza. Las advertencias de
Beth, las conferencias de Hudson… Pero todo eso no significa nada.
Porque la quiero. Tanto que duele.
Su mano se hunde y agarra mi polla a través de mis pantalones.
—Sí, me di cuenta de eso.
Un gruñido de sorpresa empuja más allá de mis labios mientras
frota su mano arriba y abajo. —Mierda.
—No eres capaz de sacarlo público. Asustando a mujeres y niños
así. —Hace un sonido de reprobación.
—¿Qué vas a hacer al respecto, señorita Winters?
Me inclino y tomo su boca de nuevo. Maldición, una probada y soy
adicto a ella. Me deja devorar su boca, su cálida lengua acariciando la
mía mientras muevo mi erección en su vientre suave.
Dejando escapar un grito ahogado, Emery se separa de nuestro
beso.
—¿Qué? —pregunto.
—Estoy segura de que mentías sobre esa cosa de los veintidós
centímetros, pero debo saberlo. —Su sonrisa se vuelve diabólica mientras
sus manos se mueven a mi cremallera, y lentamente la baja.
Uno mis dedos y cruzo las manos detrás de mi cabeza mientras me
inclino contra la pared. —Adelante, nena.
Me sonríe y luego vuelve al trabajo, alcanzando dentro de mis
calzoncillos negros. Siento que su candente palma se enrolla alrededor
de mí, y es el cielo.
Me agarra y saca mi polla. —Mierda.
—¿Qué? —Bajo la mirada para ver su vista.
Ambos estamos completamente vestidos, con solo mi polla entre
nosotros. Su mano ni siquiera se cierra alrededor de mi circunferencia,
pero es una vista tan bonita, sus cuidadas uñas rojas y la delicada mano
sosteniéndome de esta manera.
—¿Las mujeres realmente te dejan poner esta cosa en su interior?
Quiero reírme de su inocencia, pero no lo hago. —Ven aquí —digo,
inclinándome para besarla otra vez.
Quiero que acaricie con esa pequeña y bonita mano arriba y abajo.
Estoy tan jodidamente caliente que me siento listo para explotar, pero no
quiero apurarla. Sé que este es un gran momento para nosotros. No es
posible que volviéramos a ser amigos después de esto, y no tengo ni idea
de lo que eso significa, o cómo procesarlo. Solo sé que la quiero debajo de
mí, encima de mí, en todas partes.
Alcanzando su espalda, desabrocho su vestido y lo dejo caer al
suelo. Usa un sujetador negro sin tirantes, que eleva sus tetas de manera
tan agradable para que pueda admirarlas, y negros pantalones cortos de
chico. Práctico, cómodo, pero aún sexy como el infierno. Mis manos
descienden por su cuerpo, sobre la curva de su cintura y hasta su
trasero, donde sus redondas mejillas se asoman desde la ropa interior
que lleva puesta.
Finalmente su mano comienza a trabajar arriba y abajo. Se siente
bien.
—Usa las dos manos, nena —la animo. Se ríe, pero añade una
segunda mano, y joder, ahora que se siente muy bien.
Cuando froto mi pulgar sobre el frente de sus bragas, Emery libera
un pequeño gruñido de placer. Quiero hacerla venir. Quiero llevarla a la
cama. Pero en vez de eso, cambio nuestras posiciones por lo que es la
que se apoya contra la pared, apuntalada con ayuda. Luego empujo mis
dedos dentro de sus bragas y la encuentro empapada. Su pequeña perla
de clítoris ya está hinchada y dilatada, como si se estirara para
alcanzarme. La rodeo con el dedo y Emery gime.
—Hayden. Oh Dios.
—¿Te gusta que toque este coño caliente? —susurro, acelerando
mis caricias.
Grita y frota sus codiciosas manos arriba y abajo de mi polla
mientras sus caderas se presionan hacia adelante, dándome todo el
acceso que quiero a su coño húmedo.
—Hayden —dice en un gemido—. ¿Qué estamos haciendo?
La miro, realmente, y me doy cuenta de que está algo ebria. Y
cuestiona lo qué hacemos. De repente me siento como un idiota de
primera. No está segura de esto, y mi determinación instantáneamente
se desvanece.
—Emery. Lo siento —le digo en un susurro, retrocediendo y
metiéndome en mis pantalones. Auch. Maldita cremallera. Tengo que
detener esto antes que vayamos demasiado lejos… Hacer algo que ambos
lamentaremos en la mañana.
—¿Qu…? ¿Qué…? —pregunta, con los ojos vidriosos y las mejillas
rosadas—. ¿Qué haces?
—Has bebido demasiado. No estás pensando con claridad, y no
quería aprovecharme.
Da un paso hacia mí, su pecho rebotando en el sujetador de
aumento. —No estás…
Me inclino y presiono mis labios contra los suyos.
—No es una buena idea. Buenas noches.
No estoy seguro de cuándo me volví tan caballeroso, pero respiro
hondo y me obligo a alejarme. Ya que compartimos una habitación, la
única mejoría temporal es el baño, y ahí es donde voy. Saco mi polla
dolorida y la sacudo tan duro y rápido, que estoy casi en carne viva para
el momento en que me corro.
Cuando me recompongo y me limpio, salgo del baño y encuentro a
Emery ya acurrucada en la cama, tumbada de costado, de espaldas a mí
mientras ronca ligeramente.
Y sé que tomé la decisión correcta.
Al menos, espero haberlo hecho.
Traducido por AnnyR’
Corregido por Karen_D

Otro día interminable de negociaciones y argucias legales. El aire


acondicionado del hotel apenas puede mantener el ambiente sofocante
en la bahía.
Resisto el impulso de tamborilear mis dedos sobre la pulida mesa
de conferencia. Por amor de Dios, tontos indecisos… ¿Cuál es el maldito
problema? Estos chimpancés que vestían traje dijeron que estaban
contentos con el papeleo cuando les enviamos por correo electrónico
nuestros borradores finales hace dos semanas. ¿Por qué esperaron hasta
ahora para comenzar a doblar y gruñir y garabatear notas?
Estos documentos deben ser firmados, sellados y entregados ya.
Pensé que habíamos terminado con este maldito caso. ¿No es por eso por
lo que todos volamos a la mitad de la nada? ¿Qué pasó con todo eso de
“celebrar un trabajo bien hecho”? Incluso en un buen día, esta reunión
aburrida como fregar los platos me pondría inquieta… y mis recuerdos
de la noche anterior lo elevan a pura tortura.
No puedo dejar de pensar en la habilidad con la que Hayden besa.
Su larga y gruesa polla acariciaba sus pantalones y palpitaba en mis
manos. Sus hábiles dedos en mi clítoris. Se ve increíblemente guapo en
un traje, pero ahora sé que se ve aún mejor a medio vestir de uno. Me
pregunto cómo se vería completamente desnudo. Probablemente como
una escultura de la antigua Grecia. ¿Por qué tengo que estar atascada
aquí? ¿Por qué ese bastardo sexy no está encima de mí ahora mismo?
Mierda… lenta pero seguramente estoy volviéndome loca. Ojalá
Hayden no hubiera parado nuestra diversión justo antes de que
llegáramos a la parte buena. Claro, estaba mareada, pero no estaba tan
borracha.
Incapaz de luchar más contra mi aburrimiento cachondo, oculto
mi teléfono bajo la mesa y le escribo lo más sutilmente posible.
Mátame ahora, por favor.
Un minuto después, mi teléfono vibra.
Lo siento, no se puede. ¿Ayudaría un buen chiste?
Mi corazón se acelera mientras le respondo.
La única cosa que haría esta reunión menos terrible es que
estuvieras bajo la mesa.
Trato de calmar mis nervios. ¿Morderá el cebo? ¿Mi coqueteo se
verá sexy o desesperado? Quizás no debería haberlo hecho. Si tengo que
hacerlo, siempre puedo pasarlo como una broma.
Mi temor se disuelve en un rubor de calor con su respuesta casi
inmediata.
Mierda, sí. He pensado en eso.
Lucho por no esbozar una sonrisa delante de los peces gordos.
¿Por qué no estoy sorprendida?
Porque estás en la oficina todo el tiempo, luciendo como una
bibliotecaria sexy. Las fantasías de un hombre tienen que venir de
alguna parte.
Gracias por el conocimiento de su proceso creativo, señor
Oliver.
Me muerdo el labio a su siguiente mensaje.
Me escondería bajo tu escritorio, con la cabeza bajo tu falda.
Para recompensar a la abogada de gran potencia por todo su
trabajo duro. Chuparía tu clítoris hasta que estuviese mojado para
mí. ¿Podrías mantener una cara seria si alguien entra?
Esto realmente no me está ayudando a quedarme quieta y prestar
atención, pero no puedo detenerme ahora. Mi cuerpo está corriendo con
adrenalina pura ahora.
No, por eso cerraríamos la puerta.
Demasiado excitada para estar avergonzada, agrego: Si haces un
buen trabajo, te dejaría follarme sobre mi escritorio.
Siempre hago un buen trabajo.
¿Sí? Estoy segura de que podrías proporcionar una larga lista
de referencias.
¿Qué puedo decir? Este nivel de habilidad requiere práctica.
Mi labio se tuerce divertido ante su arrogancia. Hace unas
semanas, su tendencia a follarse todo lo que se movía me habría
molestado, sobre todo si ni siquiera intentaba negarlo. Pero he aceptado
su accidentado pasado como parte de él. Nadie es perfecto, después de
todo. Y no es que estemos saliendo. Solo somos dos amigos que quieren
tontear.
Después de unas cuantas rondas más de sexteo al límite, cambia
de tema.
¿Cuál es tu horario para esta noche? Quiero robarte.
Mi estómago se revuelve de excitación.
Prometo que estaré libre a las seis. ¿Te veo en el bar del hotel?
No me lo perdería por nada en el mundo.
Vuelvo a meter el teléfono en el bolso, satisfecha de mí misma. He
tomado una decisión: Voy a acostarme con él esta noche. Se acabaron
las dudas sobre mi propio juicio, las obsesiones sobre lo que me deparará
el futuro y las veleidades moralistas.
Soy una mujer adulta; no hay nada malo en salir y satisfacer mis
necesidades. Los dos estamos solteros y cachondos. Ambos queremos
esto... Dios mío, siempre lo deseamos. Ahora que he probado a Hayden,
no descansaré hasta conseguir el plato principal. Quiero aprovechar el
momento, junto con otras cosas más sólidas.
Una vocecita quejumbrosa en mi cabeza pregunta: ¿Incluso si eso
arruina nuestra amistad? Le digo firmemente a mi superego que cierre su
inexistente bocaza. Una noche de sexo no arruinará nada. La gente tiene
follamigos y amigos con derecho a roce todo el tiempo. Está claro que no
es imposible. Sea lo que sea nuestra relación ahora o en lo que se
convierta, podemos hacer que funcione.
Creo que la dama protesta demasiado, susurra la voz. Si tienes que
esforzarte tanto para convencerte…
Pero la imagen mental de un Hayden muy desnudo y muy erecto
me tranquiliza. Se me aprieta el torso y tengo que apretar los muslos bajo
la mesa de conferencias. La culpa y la ansiedad no pueden resistir ni un
minuto contra mi necesidad de echar un polvo. Ha pasado demasiado
tiempo y, por Dios, me lo he ganado. Prácticamente ya puedo sentir esa
enorme polla llenándome.
Me muevo en la silla tan discretamente como puedo, ya resbaladiza
y dolorida entre los muslos. Esta va a ser una tarde muy larga.

***

Esa noche, a las seis y cinco, entro corriendo en el bar del vestíbulo
del hotel y encuentro a Hayden sentado en una mesa alta para dos. Está
bebiendo un vaso de whisky ámbar con hielo; frente a la otra silla hay lo
que parece un Bellini de melocotón en un vaso helado. Otro de mis
cócteles favoritos. Es un gesto bonito, pero ahora mismo no estoy segura
de querer tomarme el tiempo necesario para beberlo.
—Siento llegar tarde —grito mientras me acerco, dando un pequeño
meneo extra a mis caderas. Que nunca se diga que Emery Winters ha
olvidado cómo llamar la atención de un hombre.
Sus ojos se posan en mí y se encienden como brasas. —Hola. —La
nota baja de promesa en su voz me calienta por dentro. Y su sonrisa es
una lenta y maravillosa curvatura de labios que me recuerda todas las
cosas que me envió antes. Todas las cosas que quería hacer con esa boca
pecadora...
Me inclino sobre la mesa para saborearlo en un beso febril. Él
reacciona al instante, una mano cae sobre mi cadera y la otra se enreda
en mi pelo, tirando de mí para acercarme. Me pellizca el labio inferior y
yo suelto un suave gemido, mi excitación se renueva con un latido.
No deberíamos jugar al hockey sobre amígdalas en público. Ya
quiero empujarlo contra la pared, como me hizo anoche, o dejar que me
tire al suelo. Si sigue haciendo eso con la lengua, puede que acaben
llamando a la policía. Pero, mmm, unas esposas... eso también podría ser
divertido.
Cuando me alejo para respirar, el hambre oscura en los ojos de
Hayden casi me atrae de nuevo como una fuerza gravitatoria. Pero el
ánimo se desinfla un poco cuando veo al señor Pratt por encima del
hombro de Hayden, que ha parado a la entrada del bar para mirarnos.
Parece totalmente desconcertado.
Hayden le devuelve la mirada un momento. —Oh… claro. Debe
estar muy confundido.
—¿Por qué? —pregunto con un tono divertido que significa más
bien: ¿qué hiciste?
—Puede que le haya dicho que no soy en absoluto tu novio.
Asumo las implicaciones y me río a carcajadas. Ahora que lo
pienso, anoche los vi hablando al otro lado del salón de baile, ¿no? El
señor Pratt debió de ser el que provocó el ataque de Hayden. Y Hayden
insistió en que solo éramos amigos, justo antes de abalanzarse sobre mí
para chuparme la cara. No hay nada confuso en eso.
El pobre Larry el Sigiloso probablemente ya no tiene idea de lo que
está pasando. Bueno, no es de su maldita incumbencia.
Solo para restregárselo, me inclino hacia Hayden para darle otro
beso largo y profundo. No necesito la etiqueta de “novio” con él. Todo lo
que necesito es su boca experta y su cuerpo musculoso apretado contra
el mío. Cuando por fin separo mi boca de la suya, una mirada me dice
que Larry sigue ahí. Sigue mirándonos. Hago una mueca.
Hayden mira hacia Larry y se le flexiona la mandíbula. —Excelente.
Voy a tener que matar a ese hombre ahora. —Sigue un suave suspiro de
melancolía, y decido que lo que más me gusta de Hayden, además de su
polla grande y sus besos profundos, es su sentido del humor. Eso y su
protección.
—¿Con tus manos desnudas? —pregunto con esperanza.
—Indudablemente.
—¿Para proteger mi inocencia? —Muevo las pestañas, siguiéndole
la corriente de una forma que espero que sea sexy.
Recorre mi mandíbula con el pulgar y me acerca, Hayden está a
una fracción de besarme de nuevo.
—Algo me dice que no eres tan inocente. ¿Te gusta follar sucio, no?
Un pequeño jadeo sorprendido se me escapa, y Hayden calma el
sonido con su boca, besándome con fuerza otra vez. Luego se separa y
mira por encima de mi hombro.
—Se ha ido. Y probablemente esté muy confundido. Pero espero
que ya no te moleste demasiado.
A pesar de su estilo de vida de playboy y sus ocasionales momentos
de aislamiento, sé que Hayden se preocupa por mí. No ha sido más que
dulce y divertido durante toda nuestra amistad.
Y ayer fue prácticamente un caballero de brillante armadura. Habló
educadamente con mis compañeros de trabajo, aunque estoy segura de
que estaba aburridísimo. Evitó a Larry el Sigiloso sin hacer una escena.
Se desvivió para asegurarse de que tuviera una cena vegetariana decente,
nada menos que en un asador. Aguantó lo que debió ser un caso épico
de bolas azules solo porque yo estaba achispada.
En general, parece el paquete completo. Un tipo atento y guapo que
me ha visto en mi momento más desgarbado y sigue pensando que soy
lo mejor desde el pan rebanado. Incluso puede adivinar mis bebidas
favoritas, por el amor de Dios. Es suficiente para mí. Más que suficiente.
¿No es así?
Concéntrate en los pros, Emery... superan con creces a los contras.
Dejo que una sonrisa sensual curve mis labios. Recuerda para qué viniste
aquí. ¿Por qué agitar el barco cuando puedes agitar la cama?
Esta vez es Hayden quien se echa atrás antes de que las cosas se
pongan demasiado subidas de tono. —Hablé con el conserje del hotel —
dice casualmente, como si no estuviera escondiendo un enorme hueso
debajo de la mesa—. Él recomendó algunas cosas turísticas divertidas
que hacer en Omaha. Es una especie de lista corta, pero hay un museo
de arte, un jardín botánico, un teatro comunitario. Esta noche van a dar
Annie a las siete... una versión fuera de Broadway. —Se ríe—. Es genial.
Cubro su mano con la mía. —Vamos a volver a la habitación —
digo, mirando profundamente sus hermosos ojos azules.
Parpadea sorprendido. Por su sutil respiración, sé que sabe lo que
quiero y lo mucho que lo quiero. Y se muere por dármelo.
—¿Qué pasa con la cena? —me pregunta, ofreciéndome una última
oportunidad para retroceder y fingir que nada de esto pasó.
De ninguna jodida manera, nene. Eres mío esta noche.
—Podemos pedir servicio a la habitación —respondo. Mi pulgar le
frota el dorso de la mano en círculos lentos—. Después.
Su sonrisa se vuelve absolutamente diabólica. Esa es toda la
confirmación que necesito.
Abandonamos nuestras bebidas en sus anillos de sudor sobre la
mesa, pagamos la cuenta del bar y salimos corriendo. Nos apresuramos
hacia el ascensor como un par de adolescentes que por fin tienen la casa
para ellos solos.
Mi estómago se agita con mariposas ansiosas. Esta vez no hay
colegas entrometidos ni ancianas escandalizadas que nos frenen. No hay
zumbidos de cóctel que culpabilicen a Hayden para que vuelva a dejarme
sola. De hecho, no puedo recordar cuándo fue la última vez que me sentí
más sobria; estoy tan despierta, tan viva, que la piel me chisporrotea de
deseo. Casi no puedo aguantar la expectación mientras el ascensor sube
lentamente hasta nuestra planta. Quiero sus manos sobre mí y su polla
dentro de mí en este mismo instante.
Con su paso más largo, Hayden llega a la puerta de nuestra
habitación primero. La abre para mí con una floritura y un hambriento
brillo en sus ojos. —Las damas primero.
Me aprieta el culo cuando la atravieso, y grito de sorpresa, riendo.
Estoy actuando como una colegiala vertiginosa y no podría importarme
menos.
Pero cuando la pesada puerta se cierra tras nosotros, no puedo
evitar detenerme. Por muy empapadas que estén mis bragas, por mucho
que cada parte de mí desee a Hayden... el sexo es un gran paso. ¿Quién
podría lanzarse a un precipicio así sin dudar siquiera en el borde? Por
mucho que haya tratado de convencerme de que dormir juntos no es gran
cosa, va a tener efectos dominó. No hay forma de evitarlo.
Cuando me giro para mirarle, la expresión de Hayden se ha
suavizado, la preocupación brilla a través de su deseo. Me doy cuenta de
que mi aprensión es contagiosa. Sabe tan bien como yo que ha llegado el
momento. Estamos a punto de acostarnos y nuestra amistad nunca
volverá a ser la misma. Incluso si ese cambio es para mejor, aún llevará
algún tiempo acostumbrarse. ¿Hayden está dispuesto a trabajar a través
de la etapa incómoda que se avecina? Ni siquiera estoy seguro de estar
preparado para ello.
Pero, de nuevo, ¿alguien está completamente listo para algo nuevo?
La vida sucede a su propio ritmo. No puedo hacer este salto más pequeño
o menos intimidante preocupándome por ello. O me echo atrás y me paso
el resto de mi vida preguntándome qué podría haber sido... o doy el paso.
Ahora mismo.
Traducido por Annie D
Corregido por GraceHope

Emery se encuentra en el centro de nuestra habitación de hotel,


con sus anchos ojos azules clavados en los míos, mirando con aprensión.
Después de los mensajes de texto sucios de todo el día, he estado alterado
y cachondo, así que cuando ella entró en el bar del hotel, vestida con una
falda lápiz negra y una camisa blanca, luciendo siempre tan pura y
correcta, quería desnudarla y follarla sin sentido. Ahora… no estoy muy
seguro.
—Oye, ven aquí —digo, extendiendo la mano. Cruza la habitación
hacia mí, colocando su palma en la mía—. No tenemos que hacer esto.
No tenemos que hacer nada si no estás lista. —Toda la confianza y
bravata que tenía abajo se ha desvanecido.
—Lo siento, son solo nervios.
—Está bien, Emery. —Mi tono es suave y tranquilizador, pero por
dentro mis hormonas están frenéticas y mi cuerpo está en llamas—.
Probablemente fue una idea estúpida.
Se muerde el labio inferior, sus ojos fijos en los míos. Está perdida
en sus pensamientos; siempre está pensando, pero por una sola vez,
desearía que no lo hiciera. —No. Lo siento, estoy un poco nerviosa. Es
solo que no he hecho esto en un tiempo. Pero yo quiero.
Al oírla decir esas palabras, mi pulso se agita. —Voy a ir despacio.
Solo dime si quieres que me detenga.
Me da un asentimiento y sus hombros se relajan.
—Ven aquí. —La acerco a la cama y nos sentamos en el borde.
Nunca he pensado tanto en el sexo o seducción antes, pero sé que tengo
que calmarla y prepararla, o esta noche se terminará antes de que
empiece.
—¿Qué estás haciendo? —pregunta, observándome con curiosidad.
—Podríamos hablar primero —sugiero. Ni siquiera le he
preguntado sobre su día.
Se ríe entre dientes. —De alguna manera no creo que eso ayude.
—Claro. —Paso la mano a lo largo de la parte posterior de mi
cuello—. Elefante en la habitación y todo eso.
Asiente.
—Tengo una idea —digo, levantándome de la cama—. Desabrocha
tu parte superior. Regresaré enseguida.
La curiosidad destella en sus ojos, pero sus dedos se ponen a
trabajar en los botones mientras entro en el baño y agarro una botella de
loción corporal suministrada por el hotel. Tiro algo en mis palmas y froto
las manos para calentarla.
—Un masaje —digo—. Para relajarte.
Emery sonríe y se quita la camisa blanca de sus hombros, tirándola
en el suelo. Con el olor de menta y lavanda colgando en el aire alrededor
de nosotros, se acuesta en la cama sobre su vientre, la cabeza a un lado
para que sus ojos todavía estén en los míos.
—Gracias por esto, Hayden —dice cuando mis manos hacen
contacto con su piel.
Masajeo sus rígidos hombros, presionando los pulgares entre sus
omóplatos para quitar los nudos que encuentro. —No es un problema.
Me pierdo en el proceso, tocando sus hombros bien formados que
he admirado durante todas estas semanas. Empujando los dedos a lo
largo de su columna vertebral hasta que esta cómoda y relajada. Ella
murmura y suelta pequeños gruñidos de satisfacción que son sexy como
el infierno. Remuevo su sujetador y dejo caer las correas a los lados para
poder seguir frotándola sin el material restrictivo en el camino. Perdido
en mis movimientos y en sus pequeños gemidos, me doy cuenta de que
estoy a horcajadas, mi polla acurrucada contra sus nalgas, mientras que
mis caderas parecen estar balanceándose contra ella por su cuenta.
—Déjame levantarme —dice, con un tono súbito.
Mierda. Me levanto sobre mis rodillas, y Emery se levanta también.
Espero que cubra su pecho con las manos, o me grite por ser tan
presuntuoso cuando dije que era solo un masaje.
Pero en cambio, se vuelve en la cama así que esta de frente. Su
pecho está agitado salvajemente con respiraciones pesadas y su piel está
enrojecida. No puedo evitar dejar que mis ojos se alejen de los de ella.
Hermosa. Sus pechos están llenos y erectos, con suaves pezones rosados
que se han arrugado en el aire acondicionado.
Me mira con hambre, sus ojos saltando entre los míos donde mi
polla está tirando contra mis pantalones. En un abrir y cerrar de ojos,
todo ha cambiado entre nosotros.
—¿Segura de estar lista para esto? —pregunto.
Asiente, mordiéndose el labio.
—Dime.
—Lo quiero —susurra, acercándose más a donde estoy arrodillado
en la cama. Mientras ella lleva sus manos a mi cinturón, sus ojos se
quedan trabados en los míos—. Es lo único que pensé todo el día.
—Yo también —admito. Los mensajes de textos sucios que nos
enviamos toda la tarde ha dejado mi libido prendido fuego. Todos los
sistemas están preparados y listos para funcionar. Debo buscar y atacar.
Destazando mis pantalones, Emery coloca una mano en frente de
mis bóxers. Mi polla se endurece aún más cuando siento que su mano se
enrolla alrededor de mí. Me inclino hacia adelante y tomo su boca con la
mía. Una vez que comenzamos, no hay torpes caricias, no dudas. Su
mano acaricia de arriba a hacia abajo mientras yo chupo su lengua en
mi boca y acaricio el más bonito conjunto de tetas que he visto. Cuando
mis pulgares rozan sus pezones, Emery gime y se aparta de mi boca.
—¿Tienes algún condón?
Asiento. —Por supuesto. Soy como un Boy Scout.
Sonríe, bajando mis bóxers y pantalones por mis muslos.
—Pero te estás adelantando. Ya te dije que quería comer ese dulce
coño tuyo.
Suelta un pequeño gemido, arrastrando sus uñas a lo largo de mi
eje y hasta mis bolas. Piel de gallina estalla a lo largo de mis muslos.
Cristo, la quiero.
—¿Esto va a cambiar las cosas entre nosotros? —pregunta.
¡Ah! La verdadera razón por la que pasó de cachonda a aprensiva
en tres segundos de plano. —¿Realmente vas a preguntarme eso cuando
tu mano está en mi polla? —Y esperar una respuesta honesta, quiero
añadir, pero no lo hago. Me encuentro con sus ojos y veo el miedo, el
deseo y la confusión enterrados en esas amplias profundidades azules—
. No tiene que cambiar. Amigos hasta el final. ¿Bueno?
Asiente, levantando su delicada barbilla y todavía sosteniendo mis
ojos.
No soy un idiota que va a mentirle y prometerle el mundo. Este soy
yo. Esto es lo que puedo ofrecerle. Ella parpadea y asiente de nuevo,
pareciendo tomar una decisión. Entonces su puño alrededor de mí se
relaja. Le doy a sus hombros un pequeño empujón para que esté sentada
contra la cama. Después de bajar la cremallera de su falda de lápiz,
levanta sus caderas y le doy un tirón a su falda y bragas. Pronto está
desnuda, y me tomo un momento solo para apreciar la vista.
—Maldita sea —murmuro.
—¿Qué? —Se mira a sí misma.
—Diría que el yoga dio sus frutos.
Ella es suave como una mujer debería ser, pero su estómago es
plano y sus muslos están entonados. Es perfecta. Y afeitada al desnudo,
lo cual no esperaba, revelando delicados labios de coño rosa que quiero
separar y enterrar mi lengua contra ellos.
Riendo, me golpea el hombro. Me levanto de la cama y deshago el
resto de mi ropa antes de separar sus muslos y posicionarme entre ellos.
—Esto no va a ser como con PaloFollador o quien sea. Si no te gusta
lo que estoy haciendo, o necesitas que cambie de presión o velocidad, vas
a decirme. Vas a tirar de mi cabello y decirme a la izquierda, o más duro,
o lo que sea necesario para el clímax. ¿Lo entiendes?
Asiente, sonriéndome.
—¿Promesa?
No me gusta la forma en que algunas mujeres prefieren fingir un
orgasmo con chillidos agudos en lugar de simplemente decirle a su
pareja, Amigo, chupa mi clítoris hasta que grite tu nombre. Realmente no
es tan difícil, pero los chicos pueden ser idiotas a veces.
Asiente de nuevo.
El objetivo es hacerla sentir como si estuviera en control. He llegado
a conocerla en las últimas semanas, y sé que es el tipo de pensarlo todo
y perderse dentro de su cabeza. Si me aseguro de que sabe que ella es la
que toma las decisiones, será menos probable que suceda.
Abriendo sus piernas un poco más, me inclino y lamo un camino
de arriba a abajo, saboreándola y respirándola. Emery se retuerce, y
tengo que agarrarle las caderas para mantenerla en su lugar. Centro la
boca sobre su sensible protuberancia y golpeo mi lengua de arriba a abajo
hasta que siento su cuerpo temblando.
Luego la devoro, chupándola y lamiéndola hasta que es un desastre
tembloroso y gritador. Gritando mi nombre, pierde ese perfecto control, y
acaba duro contra mi cara. Inmediatamente quiero hacerlo de nuevo.
Pero primero tengo mayores prioridades. Mi polla ha sido descuidada por
mucho tiempo, y tengo que rectificar eso. Cojo un condón de mi bolso
que está al lado de la cama, y abro el paquete con los dientes.
—Déjame —dice Emery, sentándose y tomándolo de mis manos.
Siempre con tanto cuidado, me envuelve, desenrollando
lentamente el condón por todo el camino. Nunca he tenido una mujer que
haga esto, y se siente más erótico de lo que debería. Una vez que está
satisfecha con un trabajo bien hecho, me mira, sus mejillas sonrojadas
por su orgasmo anterior y sus ojos brillantes.
Me inclino hacia adelante y presiono un beso en sus labios
enrojecidos. —He querido follarte desde que nos conocimos —admito.
—Vamos, muchacho grande. —Siento su sonrisa contra mi boca.
Colocando mi cuerpo sobre el suyo, alineo mi polla con su entrada
y froto la cabeza de un lado a otro a través de su humedad, provocándola.
—Dios, no puedo esperar a ver cómo te sientes —admito.
—Y no puedo esperar a ver si realmente sabes dónde está el punto
G.
Casi me río entre dientes, casi, pero luego Emery envuelve sus
piernas alrededor de mi culo y se mueve contra mí, empujando su coño
mojado arriba y abajo de mi eje, y me olvido de cómo respirar, y mucho
menos reír.
—Maldición, quédate quieta —murmuro.
Con un antebrazo soportando mi peso sobre ella, uso mi otra mano
para agarrar la base de mi polla y lentamente la introduzco en ella.
Centímetro a centímetro, apretada, su cuerpo acepta el mío.
Joder. Eso se siente bien. Finalmente, estoy enterrado dentro de
ella y presiono las caderas cerca de las suyas, saboreando la sensación
de estar envuelto en su calor.
—Estás muy jodidamente apretada —digo con un gruñido. Cuando
bajo la mirada, veo los ojos de Emery fuertemente cerrados y se muerde
el labio—. ¿Estás bien?
Hace un gesto de aprobación. —Sí. Es solo… ha pasado un tiempo.
—Respira hondo —digo, retrocediendo unos centímetros.
Toma una gran respiración en sus pulmones, y su cuerpo, todavía
tenso y sujetándome, se relaja un poco.
—Eso es. Ahora aguanta.
Emery lleva sus manos a mis hombros mientras empiezo a
embestir en serio. Pronto, Emery está gimiendo y cavando sus talones
contra mi culo mientras se mueve aún más cerca con cada sacudida. Se
siente tan increíble que me pierdo en ella, empujando fuerte y rápido,
maldiciendo bajo mi aliento mientras presiono mis labios contra su
cuello.
No estoy seguro de si el sexo ha sido tan bueno, y nunca quiero
que termine.
Traducido por Vane’
Corregido por Michelle♡

Hayden se mueve con la certeza de un hombre que sabe lo que está


haciendo. Sus labios chocan contra los míos y mi pulso se escandaliza
salvajemente. La habitación está llena de los sonidos de nuestra carne
golpeando juntas.
Lloro y agarro sus bíceps por apoyo mientras el orgasmo más
intenso de mi vida me golpea. Éste es el tercero que ha arrancado de mi
cuerpo en la última hora, y siento como si estuviera flotando en la novena
nube. El hombre puede follar, no se puede negar eso. Es como si tuviera
un maldito mapa de mi vagina, el punto G trazado en grandes letras
mayúsculas: Placer Central; ¡Justo aquí!
Unas gotitas de sudor salpican su nuca; Siento humedad cuando
entrelazo mis dedos detrás de su cabeza y lo traigo hacia abajo para un
beso. Sus labios se mueven tiernamente con los míos a la vez que la
urgencia de nuestro sexo se ralentiza a un ritmo más suave. Tiene tal
control, tal resistencia, pero creo que finalmente se está acercando. Su
polla crece dentro de mí y gime suavemente cerca de mi oído. Es el mejor
sonido del mundo entero, sabiendo que finalmente me está siguiendo.
—Emery —dice con un gemido, sus dientes rozando la piel sensible
en la base de mi garganta.
Después de que se viene, sigue bombeando dentro y fuera de mí
lentamente, como si saboreara la manera que me siento alrededor de él.
Cuando se retira con reticencia, me recoge en sus brazos y me sostiene,
nuestros miembros enredados y las sábanas húmedas con nuestra
transpiración. Me siento cansada y sin huesos. Es la perfección. Mejor de
lo que sabía que el sexo podía ser.
—Mierda. ¿Por qué esperamos tanto tiempo para hacer eso? —
pregunta, todavía respirando con dificultad, enterrando su rostro en mi
cuello.
—¿Porque somos amigos? —sugiero amablemente.
—Cierto. Totalmente. Diría que ahora somos más como mejores
amigos.
—Mejores amigos. —Casi me ahogo con la palabra. ¿Por qué mi
corazón se aprieta en mi pecho?
Cuando se levanta de la cama y se dirige al baño, para deshacerse
del condón, me animo, respiro hondo, tratando de controlarme. Me siento
totalmente confundida y fuera de control.
¿Qué demonios pensaba? Acabo de tener sexo con Hayden Oliver.
Hayden jodido Oliver. El hombre que Roxy y mi mamá me advirtieron con
horquillas y signos de peligro. Bueno, tal vez no era tan dramático, pero
estaba cerca.
Oigo el grifo que corre en el cuarto de baño, y me doblo en mi lado,
abrazando la almohada a mi pecho. Está perfumada como él: colonia,
sudor, sexo. El olor hace que mi coño palpite otra vez, me hace quererlo
en mis brazos y entre mis piernas… Incluso cuando quiero empujarlo
lejos así que puedo descifrar todo esto.
Mi corazón sigue golpeando como un martillo neumático cuando se
acerca a la cama y se desploma a mi lado.
—¿Estás bien? —pregunta, mirándome con algo cercano a la
preocupación en sus ojos.
—Sí, por supuesto —miento—. ¿Tú?
—Mejor que nunca. Eso fue increíble. —Empuja una almohada
debajo de su cabeza y mira hacia el techo—. ¿Así que, reuniones todo el
día de nuevo mañana? —pregunta, como si nada estuviera fuera de lo
normal. Como si no hubiéremos tenido el mejor sexo de mi vida. Como si
mi cerebro no se pusiera al revés.
—Uh, sí. —Ni siquiera puedo pensar en línea recta ahora. ¿Cómo
se supone que voy a funcionar en reuniones de negocios dentro de ocho
horas a partir de ahora?
—¿Aún quieres pedir servicio de habitación? —pregunta Hayden,
volviéndose hacia mí en la penumbra.
Me encojo de hombros. —La verdad es que no. —Mi apetito ha
desaparecido. Junto con mi sentido común, aparentemente—. Creo que
dormiré temprano.
—Me parece bien —dice—. ¿Te importa si enciendo la televisión?
Podríamos ver el final del juego.
Me acerco a la mesita de noche y le doy el control remoto.
Me besa la cima de la cabeza y me lanza hacia su pecho. Es cálido
y sólido, y me acurruco como un gato, dejándome abrazar.
Cuando el sonido constante del latido de su corazón golpea debajo
de mi oído, una pizca de temor me revuelve el estómago. Nunca quise
dejar que esto sucediera, pero mierda, me estoy enamorando de él. Estoy
jodida, completa y totalmente jodida.
Y no de la manera divertida.
Traducido por Val_17
Corregido por Michelle♡

Por la mañana, estiro mis extremidades rígidas y me levanto de la


cama, luego entro en el cuarto de baño y cierro la puerta detrás de mí.
Cuando levanto el asiento del inodoro y empiezo a orinar, me pregunto
por qué demonios mi polla se siente graciosa. Como si hubiese pasado
toda la noche follando.
Entonces los recuerdos comienzan a regresar. Emery retorciéndose
debajo de mí. Sus piernas envueltas alrededor de mi espalda. Nuestras
bocas fusionadas en besos hambrientos. El coño más apretado que he
sentido jamás al ordeñarme.
Maldita sea. Eso fue intenso. ¿Quién sabría que mi recatada
abogada amante del yoga sería una maldita estrella de rock entre las
sábanas?
Quiero una repetición, pero cuando salgo del baño, puedo ver su
forma durmiente todavía acurrucada en el montón de sábanas
desordenadas. Sabiendo que tendría otro gran día de reuniones por
delante, decido dejarla descansar un poco más.
Tan silenciosamente como es posible, tomo un par de pantalones
de mi bolso y voy a la sala contigua de la suite. Hojeando el menú del
servicio a la habitación, marco el número y nos pido desayuno y café,
luego me siento en el sillón con mi celular.
Poco después, la escucho moverse en el dormitorio adjunto, las
pisadas suaves suenan amortiguadas en la alfombra… luego el sonido
distintivo de un gas pasajero. Muy ruidoso.
Me río para mí mismo, mi boca curvándose en una sonrisa. La otra
habitación se encuentra totalmente silenciosa hasta que me aclaro la
garganta.
—¿Hay alguna remota posibilidad de que no escucharas eso? —
pregunta, asomándose por la esquina para mirarme.
Su pelo es un absoluto desastre y hay pequeñas manchas de
maquillaje negro por debajo de sus ojos. Está desnuda, aferrándose a la
sábana blanca alrededor de su pecho. Y sus mejillas se tiñen de un rojo
brillante, posiblemente por la vergüenza. Pero de alguna manera todavía
se ve bien.
Me río de nuevo. —No te preocupes por eso. Fue lindo.
Levanta las cejas con sorpresa.
—Lindo —repite, sonando confundida. Y luego sale corriendo hacia
el cuarto de baño, y probablemente a la ducha, porque sus reuniones
comienzan en una hora a partir de ahora.
Escucho el chorro de agua y la cortina de la ducha siendo movida.
Perdido en mis pensamientos, estoy mirando fijamente mi teléfono
leyendo un correo de Hudson cuando de repente lo entiendo y me levanto
de un salto de la silla.
¿Lindo? ¿Qué diablos?
Mi corazón comienza a martillar en mi pecho, y mis palmas rompen
en un sudor húmedo. Las palabras de Hudson regresan a mi mente. Me
doy cuenta que si pensé que eso fue lindo, mis sentimientos por ella son
mucho más profundos de lo que esperaba.
Agarrando mi teléfono de nuevo, marco el número de Hudson en
un pánico ciego, tratando de no enloquecer. Él me lo explicará. Tiene que
hacerlo. No puedo dejar que la histeria me embargue. Respiro hondo,
tratando de calmar mis nervios.
—Oye —responde—. ¿Cómo va Oklahoma?
—Es Nebraska —espeto. No tengo tiempo para bromas. Estoy
lidiando con una emergencia de Código Rojo aquí.
—Oh, cierto. ¿Qué pasa, hombre?
—Ella acaba de tirarse un maldito pedo.
Hay un largo silencio. —¿Entonces supongo que la dejaste? —dice
con una risa.
—No. Peor. Pensé que fue lindo. Me reí y le dije que no se
preocupara por eso. Ella parecía avergonzada, por supuesto.
Miro la puerta del baño, la cual sigue cerrada. El sonido del agua
corriendo me dice que todavía está en la ducha.
—Está bien, vamos a hablar de esto. Puedes superarlo —me
tranquiliza Hudson con un indicio de burla en su tono de voz.
—Maldita sea. No se suponía que pasara esto.
—¿Cuál es el problema? ¿Ustedes tuvieron sexo?
—Sí. Varias veces anoche —admito.
—¿Y ahora tienes verdaderos sentimientos por ella? —pregunta.
—Sí.
—¿Y cuál es el problema exactamente?
El problema es tan grande que ni siquiera puede ser expresado en
palabras. Lo que pasa entre nosotros no es simplemente amistad, me
estoy enamorando de ella. La única cosa que juré que nunca volvería a
hacer. Casi me destruyó la última vez, y cada maldita vez que veo a Roxy,
todo vuelve a repetirse. Un recordatorio constante de lo que podría haber
sido. Eso no puede pasar con Emery. No sobreviviría a ello.
—Tengo que irme —le digo.
—Hayden, no lo hagas… —suplica Hudson, pero termino la
llamada antes de que pueda escuchar el resto.
Caminando por la habitación del hotel, reúno mi ropa descartada
y arrojo todo en mi bolso. Entonces me pongo una camiseta y los zapatos,
y me largo de ahí incluso antes de que la ducha se apague.
Mi plan es ir directamente al aeropuerto y de regreso a Los Ángeles,
donde puedo fingir que nunca ocurrió nada de esto. Fuera del vestíbulo
del hotel, hago parar al primer taxi que veo, tirando mi bolso en el asiento
y luego subiéndome.
—Al aeropuerto, por favor.
Me tiemblan las manos cuando saco mi celular y le escribo un
mensaje de texto a Emery.
Lo siento. No puedo hacer esto.
Entonces apago mi teléfono.
Traducido por Mary Warner & Jadasa
Corregido por AnnyR’

Anoche fue una de las mejores noches de mi vida. Tener intimidad


con Hayden fue… todo. Fue el sexo más increíble que he tenido. Pero el
resplandor iluminó algunas cosas desagradables, y la cruda luz de la
mañana solo las confirmó.
Mientras me encontraba de pie debajo del rocío de agua caliente,
aplicando champú a mi cabello, me di cuenta que no podía ignorar el
hecho de que tenía sentimientos más profundos por él. Es un poco
aterrador; que el sexo cambiara nuestra relación es exactamente lo que
temía ayer.
Sin embargo, ahora que ha llegado el momento, no me siento tan
estresada como cuando me preocupaba por esto antes. Es un hecho,
tanto como que el cielo es azul y la Ley Sherman fue aprobada en 1890...
Me estoy enamorando de Hayden Oliver. Una simple verdad en lugar de
una ansiosa y turbia posibilidad.
Y esta simple verdad tiene una simple (aunque muy intimidante)
solución. Si sigo queriendo salir con Hayden cuando volvamos a Los
Ángeles, en cuanto salga de la ducha, deberíamos ir a tomar un café y
hablarlo como adultos. Y si él no corresponde a mis sentimientos, si
quiere seguir siendo solo amigos... Creo que puedo ser una chica grande
al respecto. Probablemente. No quiero perderlo a él y a su amistad por
completo.
Así que si eso es todo lo que podemos tener, tendré que adaptarme.
Aunque la idea de prescindir de la parte física, ahora que sé exactamente
lo bueno que es en la cama... joder, va a ser un asco. Nunca me había
corrido tantas veces seguidas. En serio, me duele el cuerpo en los sitios
más extraños. Pero el dolor de mi coño y mis caderas es extrañamente
agradable, un testimonio de lo bien que lo pasamos anoche. Mi sequía de
sexo se ha roto y ya tengo ganas de más.
Además, simplemente tengo hambre. Probablemente no tengamos
tiempo para un rapidito, pero sigo deseando desayunar con Hayden antes
de empezar mi último día de aburridas reuniones. Y antes de nuestro
vuelo de regreso, tendremos otra noche para nosotros solos…
Cuando salgo del cuarto de baño, siento el aire acondicionado
helado contra mi piel húmeda y aprieto más la toalla a mi alrededor.
—¿Amor? —llamo, mirando en la sala de estar.
Está vacía. Riéndome de mi misma, me doy cuenta de que Hayden
debe seguir en la cama. Caminando por el aire, dejo que el frente de mi
toalla se abra. —¿Listo para otra ronda? —llamo juguetonamente—. ¿O
eres un perezoso…? —Me callo cuando me doy cuenta que la habitación
está vacía.
Mi teléfono vibra y vuelvo corriendo a la mesita de noche para
comprobarlo. Es un mensaje nuevo de Hayden. ¿Me está sorprendiendo
con algo? Las mariposas de mi estómago empiezan a despertarse...
Pero vuelven a calmarse mientras leo:
Lo siento, no puedo hacer esto.
Así que respondo:
¿No puedes hacer qué? ¿Te quebraste la polla anoche, máquina
de sexo? :p No te preocupes, podemos encontrar otros usos para
ella.
Me río para mis adentros y me pregunto seriamente adónde habrá
ido. A por café, probablemente.
Después de ponerme el traje de negocios y el maquillaje del día,
sigue sin contestar. Y cuando veo que no están sus cosas, se me revuelve
aún más el estómago. Devastada, envío otro mensaje.
¿A qué te refieres? ¿Dónde estás?
Hayden sigue sin aparecer cuando termino mi enorme y solitario
desayuno. El botones del servicio de habitaciones me ha traído suficiente
para dos personas, incluso después de evitar la carne. No puedo seguir
esperando a Hayden. Tengo que bajar para la primera reunión del día.
Bajo la mesa de conferencias, envío un mensaje tras otro cada vez más
frenético, culminando en:
¿De qué demonios estás hablando, imbécil críptico?
Ninguna respuesta. Nada más que silencio de radio. Todo lo que
puedo hacer es leer y releer su texto original con la esperanza de descifrar
algo nuevo. Cinco pequeñas palabras, tan cortas y dolorosas como un
bisturí, dirigidas justo donde acababa de empezar a sanar.
No me hice ilusiones. No me permití soñar que podríamos llegar a
ser algo más que amigos. Diablos, probablemente habría estado bien con
el estatus de amigos con beneficios. Pero nunca imaginé que Hayden
dejaría todo y se iría así. Usarme y luego tirarme como un pañuelo de
papel en el que había terminado de masturbarse. Ni siquiera pudo
decirme adiós a la cara antes de salir corriendo. Supongo que le di más
crédito del que se merece.
Aunque probablemente no me conteste, no me resisto la tentación
de llamarle durante nuestra pausa para comer. No me sorprende que
suene su buzón de voz.
Así es como terminamos, ¿eh? Después de darme la noche más
alucinante que he tenido nunca, ya ha pasado página. Casi me risa. Roxy
siempre tuvo razón, nunca fui más que su última conquista. Teniendo en
cuenta los muchos años que pasé en la escuela, me siento jodidamente
estúpida ahora mismo. Ese título después de mi nombre no significa una
mierda. Caí en su juego con todas las de la ley.
Dios, soy tan idiota, es casi impresionante lo tonta que soy.
¿Cuánta gente me advirtió sobre él? Roxy se quemó y trató de salvarme
del mismo destino. Mamá podría decir qué clase de hombre es con una
sola mirada. Incluso su maldita hermana soltó indirectas que deberían
haberme hecho huir. Todas lo sabían, pero yo era demasiado arrogante y
estaba demasiado cachonda para escucharlas. Aun así, me dejé llevar
por el acto de amabilidad de Hayden... siguiéndole el juego y bajándome
las bragas tal y como él probablemente sabía que haría desde el principio.
Debería haber sabido que un imbécil no puede cambiar sus manchas.
¿No he aprendido nada en estos últimos años? Mis relaciones con
los hombres siempre terminan en desastre. Empiezan esperanzadoras,
luego se convierten en algo que nunca firmé. Odiaba el sexo sin pasión.
Las conversaciones aburridas. El fingir que me interesaban los partidos
de baloncesto o cualquier maldito deporte que les gustaba ver en la tele.
Pero al considerar todo esto, me doy cuenta de que no había nada
de eso con Hayden. El sexo era de lo más caliente, y puedo decir que cada
vez que abría la boca, me entretenía. Tampoco me imponía sus aficiones.
Se interesó por las mías. Realmente sentí que estábamos construyendo
algo real. Y entonces... zas. El suelo se cayó debajo de mí.
Odiándome a mí misma casi tanto como odio a Hayden, termino mi
último día de reuniones de trabajo de mal humor y viajo sola a casa.

***

Cuando el taxi me deja casi a las once, alguna clase de curiosidad


maniática me incita a subir al piso de Hayden. Miró desde la esquina de
la escalera. Las luces destellan debajo de la puerta de su condominio,
debe estar en casa. Considero tocar y demandar una explicación, pero
ahora mismo, no soy lo suficientemente valiente. Lo último que necesito
es desmoronarme delante del hombre que ya explotó mis sentimientos.
Además, todos mis mensajes no tuvieron respuesta y mis llamadas
fueron directo al buzón de voz. Hayden debió haber apagado su teléfono.
Está dispuesto a quedar incomunicado, sin importar cuán importante
fuera, solo para evitar ver mi nombre en su pantalla.
Así que sé perfectamente bien que me ha apartado. Tocar su puerta
solo me forzaría a enfrentar el rechazo en persona. No sé qué sería peor…
Hayden burlándose de que ya ha acabado conmigo, preguntándome por
qué no puedo entenderlo, o Hayden mirándome con pena en sus ojos,
tratando de decepcionarme fácil. Al menos no me lanzaría una disculpa
falsa solo para conseguir otro acostón, como mi último ex siempre hacía.
Hayden dejó muy claro que nunca quiere verme de nuevo, dentro o fuera
de la cama.
Perdida en el pensamiento resentido, me sobresalto cuando la
puerta del apartamento de Hayden se abre. Miro espantada e incrédula
mientras sale una mujer de piernas largas y gran busto. Se ve cansada,
satisfecha… y conocida.
¿Es quien creo que es? Incluso con las luces apagadas del edificio
por la noche, la cara de Roxy es inconfundible. Y está vestida de la forma
más casual que la he visto, con chancletas, bermudas y camiseta de
hombre… ¿Es de Hayden? Su cabello rubio se extiende sobre su cuello
en una cola de caballo desordenada, como si se lo recogió rápidamente,
y no está usando ningún maquillaje. En general, parece que la montaron
duro y bien.
Siento nauseas. Ese imbécil no tardó mucho en reemplazarme,
¿verdad? Y nada menos que con su ex. Sus severas advertencias para
mantenerme alejada de Hayden claramente no se aplicaban a sí misma.
Antes de que Roxy pueda atraparme rondando, o comenzando a
llorar, vuelvo a meterme en la escalera y bajo a la seguridad de mi
apartamento.

***

Los próximos días pasan en una oscura depresión. Me molesto un


poco con Trina durante el almuerzo, luego me detengo cuando me doy
cuenta de que no me hace sentir mejor. Tampoco el doble helado de
chocolate con caramelo caliente. Incluso mi trabajo no puede realmente
distraerme. Estoy entumecida y distraída, y cansada, durmiendo hasta
que mi alarma exige que me levante o llegare tarde al trabajo. Falto al
yoga, y generalmente me siento agotada.
Pero una mañana, me despierto enojada. No trastornada, ni
deprimida, sino llena de furia que es fría y dura como el hierro. Me hace
salir de la cama y entrar en la ducha como si estuviera preparándome
para la batalla. Toda mi auto-compasión inútil se ha transformado en
determinación.
Se acabó la Emery patética, decido, le doy la bienvenida el espray
fresco en mi cara. Nada de desanimarme y regodearme en mi corazón
roto. Me niego a gastar más energía en ese imbécil, ni siquiera odiándolo.
Como mamá siempre dice: la mejor venganza es vivir bien.
Tengo que recordarme quién soy, y la mejor manera de hacerlo es
concentrándome de nuevo en mi carrera. Tengo que esforzarme incluso
más en el trabajo y redoblar la apuesta en el estudio; ahora solo queda
una semana para el examen final. Y tengo que hacer borrón y cuenta
nueva, de manera que recuerdo a Hayden lo menos posible. Lo cual
significa encontrar un apartamento nuevo. Otra vez.
A pesar de mis nuevas resoluciones, siento un resplandor residual
de ira contra mí misma. ¿Qué mierda pasó aquí? Tras mi último novio, le
dije a todo el que podía escuchar que renuncié a los hombres, pero aun
así conseguí enredarme con otro idiota. Me convencí de que Hayden sería
diferente cuando era el Maestro de Imbéciles Folladores: La Emocionante
Continuación.
Al menos me dieron buen sexo en todo este desastre, pienso
amargamente en tanto me peino el cabello. Por lo menos recapacité antes
de que me afectara demasiado. Por lo menos, desperdicié solamente un
mes de mi vida, en vez de dos años.
Aun así, ¿qué pasa conmigo? ¿Soy idiota? ¿Cuántas veces tengo
que cometer este tipo de error antes de aprender a evitarlo? Quizás no
tendré una próxima vez en lo más mínimo. En primer lugar, debería de
haberme apegado a mi regla de No se permiten chicos. Todos los hombres
siempre confunden tus prioridades y arruinan tu vida.
Me recuerdo otro proverbio de mamá: Escupe en una mano y desea
en la otra, y veras cuál se llena primero. No puedo cambiar el pasado, de
manera que forzare mi concentración de nuevo al futuro y continuaré mi
charla de ánimo.
Soy Emery Winters, maldición, repito silenciosamente a medida que
me visto y me maquillo. No necesito hombres. No necesito a nadie. Soy
una máquina legal esbelta y mala. Desayuno libros de texto y me como
los contratos de postre. Nadie puede joderme.
Hablando de eso… le digo al gruñón de mi estómago que se
tranquilice. Hay algo de lo que tengo que hacerme cargo antes del trabajo,
y no quiero llegar tarde. Además, es lunes, por lo que habrá donas gratis
en la sala de conferencias. Piensa en las espolvoreadas. No, espera, no
pienses en ellas todavía.
Por fin, me veo tan fiera y refinada como desearía sentirme. Saco
del archivador mi contrato de arriendo y me dirijo abajo a la oficina del
gerente del edificio.
—Buenos días —digo en tanto me acerco a su escritorio, usando
un tono alegre pero enérgico—. Me gustaría informarme para cancelar mi
contrato de arrendamiento en el 4B.
El hombre pequeño y flaco toma el paquete pesado y lo pasa hasta
la última página. Parpadea lentamente mientras lee, como una vieja
lechuza. —Este es un contrato de arrendamiento de doce meses —dice
finalmente—. Solo has vivido aquí… ¿seis semanas?
—Sí, ya lo sé. Estoy dispuesta a pagar la tarifa por cancelación
anticipada. —Saco mi chequera de mi bolso—. Si lo desea, puedo
escribirle un cheque en este momento.
Otro largo parpadeo. —¿Hay algo malo con su departamento?
Sí, el pene de tu jefe se metió en él. —De ninguna manera. Es un
lugar genial —digo con una sonrisa—. Es solo que necesito mudarme. —
Y este hombre solo necesita dejar de acribillarme con preguntas y llenar
el papeleo ya.
—Ya veo —responde, pareciendo que no ve en absoluto—. Espere
un momento, señorita. Permítame revisarlo con el señor Oliver.
Oh, por el amor de Dios. Espero tan pacientemente como puedo a
medida que marca el número y murmura en el teléfono. Después de cinco
minutos que se sienten como cinco horas, termina la llamada.
—En seguida estará con usted.
—Um… claro.
Con un esfuerzo heroico, mantengo mi sonrisa en tanto grito
internamente. Esto es absolutamente lo último que quería. Todavía no
estoy lista para verlo cara a cara. Pero aquí viene… tras lo que se siente
como solo un instante, oigo pasos bajando por el pasillo. El sonido
familiar de sus zapatos de cuero sobre la alfombra.
Cuando Hayden entra, el tiempo se detiene. Mi estómago vacío se
contrae al verlo. Todo el dolor y la traición que sentí en Omaha regresan
inundándome con una venganza hija de puta. Me tomó días antes de que
pudiera empezar a seguir adelante, pero este bastardo nunca tuvo nada
de lo cual avanzar. Me endulzó el oído, consiguió lo que quería de mí, y
luego se acostó con su ex a la noche siguiente.
Y se ve tan delicioso como siempre. Eso solo añade ofensa a la
herida. Pisoteó mi corazón y mi cuerpo todavía desea un pedazo de él.
Todo acerca de esto es tan increíblemente injusto. Intento entender esa
ira, aprovecharla y dejar que refuerce mi resolución de nuevo.
La expresión de Hayden también parece un poco molesta. Tan
pronto como sus ojos azules se encuentran con los míos, sin embargo,
su irritación se desvanece en lo que parece casi arrepentimiento.
—¿Quieres mudarte? —pregunta.
Lo que deseo es decirle bruscamente un desafiante sí y salir de
aquí como una diva. No preguntó por qué estoy cancelando mi contrato
de arrendamiento; sabe malditamente bien de qué se trata. Pero de
repente no estoy segura de si puedo confiar en mi voz, en cambio, solo
asiento.
—De acuerdo —responde Hayden con un tono cuidadosamente
neutral que no sé leer. Se vuelve hacia el gerente del edificio—. Continúe
y cancele el contrato de la señorita Winters. Sin ninguna sanción.
Y con eso, sale por la puerta de la oficina, dejándonos a ambos sin
habla. Hayden todavía parece bastante molesto bajo su fachada sosa e
inexpresiva. Pero no conmigo.
¿Consigo mismo? ¿Por qué, cuando fue él quien me hizo a un lado
en primer lugar?
Dudo, la ansiedad lucha con la curiosidad, y la rabia juega a ambos
lados del campo. Luego sacudo la cabeza y zapateo detrás de Hayden. Es
hora de que regrese al trabajo… pero antes de que pueda hacer eso,
necesito poner este misterio a descansar. O de lo contrario nunca me
dejará en paz.
Traducido por Jeyly Carstairs
Corregido por AnnyR’

Han pasado varios días desde que vi a Emery, y mi corazón late


salvajemente en mi pecho mientras la veo acercarse. Está vestida con uno
de sus atuendos marca registrada con una chaqueta oscura ajustada y
una falda lápiz, y se ve hermosa, inteligente y compuesta. Me hace
extrañarla aún más. Sus tacones hacen clic contra la acera mientras se
mueve con propósito hacia mí.
—¿Tienes algo que decir? —pregunta, con veneno en su tono. Si
fue sumisa en la oficina de arrendamiento, ahora se encuentra llena de
fuego.
Un dolor punzante se dispara en mi pecho cuando nuestros ojos se
encuentran. —Que soy un idiota, y tuviste razón todo el tiempo. —Las
palabras vienen de algún lugar profundo dentro de mí, así que sé que son
ciertas.
—Te levantas y me dejas en una habitación de hotel en Nebraska
como si nada, apagas tu teléfono y que… ¿comienzas a follar a Roxy?
¿Solo por diversión? ¿Solo para ver si realmente podías joderme como
todo el mundo me lo advirtió? —Su voz es fuerte y enojada, pero sus ojos
se llenan de lágrimas con esas últimas palabras.
—No sabes nada sobre Roxy y yo.
Sus ojos se amplían y sus fosas nasales se ensanchan. —No. Tienes
razón. No lo sé. ¡Porque nunca me dijiste nada sobre ti y Roxy! Confié en
ti tantas veces, y no pudiste hacer lo mismo.
Mirando alrededor, veo que algunos de los inquilinos más notables
se han reunido en la acera y están mirando nuestro espectáculo.
—Ven conmigo. Hay algo que necesito decirte.
Estrecha los ojos, y por un segundo creo que va a rechazarme. Pero
luego digo: —Por favor —y su mirada se suaviza. Tal vez no quiera oír mi
explicación, pero algo en ella necesita oírlo. Un cierre, supongo.
—Está bien. —Su tono es derrotado, y odio eso. Su chispa habitual
se ha desvanecido, y todo en mí quiere arreglarlo. Parte de mí quiere que
grite, llore y me golpee, pero no lo hace, aunque me merezca eso y más.
Me sigue escaleras arriba a mi casa, y cuando entramos, escucho
a Dottie tarareando desde la otra habitación. Olvidé que se encontraba
aquí. Una mirada a Emery y mi cabeza quedó completamente vacía,
supongo.
Dottie saca la cabeza de mi habitación. —Hola, jefe. No sabía que
regresarías esta mañana.
—Dottie, ¿podrías disculparnos, por favor?
Sus cejas se estrechan mientras mira entre Emery y yo. Emery está
visiblemente molesta, con las manos pegadas firmemente a sus lados y
el rostro rojo.
—Claro —dice lentamente.
—Puedes tomarte el resto del día libre. Pago. Lleva a tu nieto a la
playa o algo así —sugiero.
Asiente y corre por la puerta un momento después.
Entonces solo nos quedamos nosotros en mi condominio. La luz
del sol brillante fluye a través de las ventanas, y es demasiado tranquilo.
—¿Vas a mudarte? —pregunto.
—¿Qué esperabas que hiciera, Hayden? ¿Que siga viviendo aquí
donde tengo que verte todos los días? No, gracias. Me tengo más respeto
que eso. —Planta las manos en sus caderas—. Pero no he venido aquí
para darte explicaciones. Dijiste que tenías algo que necesitabas decirme.
—Claro. —Asiento—. Por favor, ven, siéntate.
Entramos a la sala de estar y Emery se sienta en el sofá, su postura
tan recta como una flecha. Me mira cautelosamente. Me pregunto si la
verdadera razón por la que quiere mudarse es porque estar cerca de mí
le es doloroso, lo que significaría que tiene sentimientos por mí. O tal vez
es solo que está enojada y detesta mi ser. De cualquier manera, tengo
que arriesgarme.
—Esto no es fácil para mí, pero hay muchas cosas que necesito
sacarme del pecho.
Cruza sus brazos delante de ella. —Bien. Estoy escuchando.
—Roxy y yo tenemos un pasado. —La maldita ironía del año.
—No jodas —murmura en voz baja—. ¿Crees que ya no lo había
deducido? La vi salir de tu casa tarde la otra noche… justo después de
que habíamos estado juntos. Se escabulló de aquí tan rápido, claramente
haciendo el paseo de la vergüenza. —Pone los ojos en blanco para darle
un efecto dramático.
—Esa noche, le pedí que viniera para arreglar las cosas entre
nosotros. No pasó nada, si eso es lo que dices. No me he acostado con
nadie más desde que estuve contigo.
—¿Y esperas que te crea? ¿Tienes valor?
—Soy un imbécil y un idiota, pero no soy un mentiroso. Nunca te
he mentido.
Coloca su labio inferior entre los dientes.
—Tengo que empezar desde el principio, o no voy a hacer esto bien.
—Frotando una mano sobre la nuca, respiro profundo—. Su verdadero
nombre es Naomi. Roxy es solo su nombre artístico. La conocí antes de
que fuera Roxy, mucho antes de que fuera una stripper. Nos conocimos
en la universidad. Era una estudiante de baile, lo creas o no.
Levanto la mirada para ver la reacción de Emery. Tiene la boca
abierta.
—Salimos por tres años. Estaba loco por ella. Amaba su espíritu
libre, su visión franca de la vida. Siempre parecía más sabia para su edad,
nada como las chicas de la hermandad mascando chicle que me daban
sus ojos de cierva y se quejaban cuando no les pedía que saliéramos.
Naomi era segura. Divertida. No necesitaba un hombre. Eso me hizo
querer estar con ella aún más. Honestamente, la forma en que era en ese
entonces… de alguna forma me recuerda a ti.
Lo quise decir como un cumplido, pero no tengo ni idea de si Emery
lo toma de esa manera. Su expresión permanece impasible mientras
espera que continúe.
—En nuestro tercer año, se rompió el tobillo en tres partes en un
terrible accidente de patinaje, y tuvo que practicarse un par de cirugías.
Terminó constándole la beca de danza que pagaba su universidad, y a
final abandonó la escuela. Las cosas cambiaron entre nosotros después
de eso. Se volvió… resentida, aunque traté de ser tan comprensivo como
fue posible. Incluso tuve que mudarla conmigo, porque necesitaba ayuda
adicional para moverse mientras se recuperaba. Pero estar juntos todo el
día solo parecía empeorar las cosas entre nosotros.
Respiro profundo, sabiendo que la próxima parte de la historia no
va a ser bonita.
—Unos meses después, Naomi me dijo que estaba embarazada.
Tocaba el cielo de la felicidad. Pensé que era exactamente lo que ambos
necesitábamos… pensé que eso recompondría nuestra relación y le daría
algo positivo en su vida para enfocarse, ya que su carrera en la danza
había sido definitivamente arruinada. Y aunque yo era joven, estaba
emocionado por el bebé. Compré todos los libros sobre crianza, pequeños
sonajeros y mantas. Fue una locura, pero era la única cosa positiva en
mi vida en ese momento.
Emery se inclina hacia delante, con los dedos en los labios.
—Naomi odiaba que yo fuera feliz con ese bebé. Dijo que no sabía
si alguna vez quería hijos, y ciertamente no cuando teníamos veinte años.
Creó una división aún más grande entre nosotros. Y luego… —Dejo salir
un gran aliento que no sabía que contenía—. Dos semanas más tarde,
me dijo que perdió el bebé… tuvo un aborto espontáneo. Una parte de mí
no le creía. Sabiendo lo que sentía por el embarazo, no me parecería raro
que se hubiera hecho un aborto sin decirme.
Un bulto se forma en mi garganta, y me tomo un minuto para
recomponerme. En mi mente, veo una vida que podría haber sido, pero
nunca fue. Un niño con mi cabello oscuro y ojos marrones caminando
junto a mí. Lo veo tan claramente, y me corta como un cuchillo. A medida
que creciera, le mostraría todo lo que sabía, todas las maneras de ser un
hombre. Lo llevaría conmigo a las propiedades que renováramos, lo
dejaría ayudar tanto como quisiera. Un pincel en sus gorditos dedos a la
edad de cuatro años. Aprendería sobre la responsabilidad, y no tendría
que perderme un minuto de verlo crecer. Trabajando junto a mí, podía
aprender un oficio si era del tipo que quería trabajar con sus manos, o si
prefería estar detrás de la escena como yo, le mostraría el aspecto
financiero de las cosas.
—Oh Dios mío. —Los ojos de Emery están amplios y sus manos se
aprietan en su regazo—. ¿De verdad piensas…?
Alejando el espejismo con un parpadeo, me encojo de hombros.
—Ya no. Esa noche que la viste salir de mi casa, me encontraba
tan malditamente confundido sobre ti, y yo… le pedí que viniera. Sentí
que no podía enfrentar nuestro futuro si realmente no tenía un cierre de
mi pasado.
La nariz de Emery se contrae con esa frase (nuestro futuro) pero no
me pregunta sobre ello. —¿Qué dijo?
—Hablamos de todo… cosas que no habíamos sacado a relucir en
años. Me entrego un pedazo de papel de su médico, mostrando que le
diagnosticaron un aborto hace todos esos años. Dijo la verdad todo el
tiempo.
—Lo siento —dice Emery en voz baja.
—Un bebé entre nosotros no habría resuelto los grandes problemas
en nuestra relación. Ahora lo veo. Y me doy cuenta de que culparla de
que las cosas no funcionaran entre nosotros no fue justo. Pero está en el
pasado, supongo, ¿verdad?
Asiente y su expresión se suaviza.
—A lo que voy es, que perderla, perder a nuestro bebé… me jodió.
Me hizo convertirme en un tipo que ni siquiera me gusta. Pero tenía que
proteger mi corazón. No pude involucrarme en nada serio de nuevo. Mi
misión en la vida se convirtió en divertirme y vivir en el momento sin
arrepentimientos. Los niños ya no se encontraban en mi radar, y una
relación seria era lo último que quería.
—Lo entiendo, Hayden —dice—. Pero ¿por qué la llamas Roxy, y no
Naomi?
Me encojo de hombros. —Para mí, la persona que es ahora… es
Roxy. Naomi, esa chica de la que me enamoré hace tantos años, se ha
ido. Fue trágico lo que le pasó, pero sé que siguió adelante. Es feliz con
su vida. No es una de esas pobres e indefensas muchachas atrapadas en
un trabajo degradante. Le encanta desnudarse, le encanta lo que hace. Y
honestamente, es un club con clase.
—¿Has estado allí para verla bailar? —La voz de Emery se eleva con
confusión.
—No. Fui allí una vez hace mucho tiempo para una despedida de
soltero, así que estoy familiarizado con el lugar. Eso es todo lo que quise
decir. Ver a Roxy bailar sería demasiado raro.
—Sí, supongo que sí. —Se levanta—. Bueno, gracias por explicarme
todo eso. Supongo que aclara algunas cosas. Pero tengo mucho trabajo
por hacer, así que debo irme.
—No he terminado de explicarte nada.
La confusión se asienta sobre sus rasgos, grabando una línea entre
sus cejas. —¿No lo has hecho?
—Por favor siéntate de nuevo.
Doblando las rodillas, se sienta de nuevo en el sofá. Y respiro hondo
otra vez, listo para desprenderme de otra capa y exponerme a ella.
—Esa mañana en Omaha, después del mejor sexo de mi vida… —
Sus ojos se amplían—. Te tiraste un pedo.
—Dios, Hayden. Lo sé, lo siento. Soy una criatura repugnante. Lo
entiendo. —Lanza sus manos al aire—. Por el amor de Dios… crece.
—No, solo escucha. —Me aclaro la garganta—. En mi mundo, las
mujeres no se tiraban pedos, no eructaban, ni cagaban, ni hacían
ninguna de esas otras cosas asquerosas que hacen los hombres.
Pone los ojos en blanco.
—Pero entonces hiciste eso y me pareció lindo. De verdad. No
estaba asqueado; no me disgustó. Realmente me gustó el hecho de que
estuvieras lo suficientemente cómoda conmigo para soltarte y ser tú
misma.
Me lanza una almohada, pero hay una sonrisa. —Te lo dije, fue un
accidente. No tenía nada que ver con sentirme cómoda.
—Ya lo sé. Pero me hizo darme cuenta de lo profundo de mis
sentimientos por ti. Me encontraba dispuesto a tirar todas mis reglas por
la ventana. Era una persona diferente contigo. Eso me asustó. Y estás
tan enfocada en tu carrera, y no buscas a un hombre, eso me asustó
también. Pensé que la historia se repetiría de nuevo.
—Y huiste. —La decepción parpadea en sus ojos.
No sé por qué pensé que explicar todo esto me daría el perdón como
si nada. Por supuesto que no funciona de esa manera. A Emery la han
lastimado los hombres en su pasado muchas veces.
—Tienes que entender —le digo—. He estado obsesionado durante
mucho tiempo, pensando que me encontraba maldito cuando se trataba
del amor. Sentir lo que sentí por ti solo ha desenterrado todos esos viejos
sentimientos de confusión, angustia y abandono.
—Ojalá me hubieras explicado eso antes de que me excluyeras
completamente. Eso fue realmente de mierda de tu parte. —Baja la vista
a sus manos mientras dice esto, y no puedo dejar de sentarme a su lado
en el sofá.
—Siento haberme ido esa mañana. Lo siento por todo. Debería
haberte hablado de Naomi antes.
Tomo su mano en la mía, y Emery me mira. —¿Hablabas en serio...
sobre que soy el mejor sexo de tu vida y que eres diferente conmigo?
—Cada palabra. Espero que lo creas. ¿Puedes perdonarme por
haberme escapado? —le suplico, con una voz solemne y seria.
Asiente. —Sí. Siempre supe que eras un idiota, pero también creo
que todavía hay esperanza para ti. —Hay lágrimas brillando en sus ojos
mientras dice esto, como si no supiera muy bien si puede permitirse creer
todavía—. Te he extrañado, a nuestra amistad —dice.
—He extrañado más que eso —admito.
—Yo también —añade suavemente—. Pero sé que tú no haces lo de
las relaciones. —Su voz es triste.
—Soy entrenable. Completamente. —Dibujo cuidadosos círculos en
el dorso de su mano.
—Ya lo veremos.
Un pequeño parpadeo de esa chispa que me enamoró está de vuelta
y respiro un poco más fácil. Entonces Emery se pone de pie de nuevo,
luciendo asustada.
—Mierda. ¿Qué hora es? Voy a llegar tarde al trabajo.
Una rápida mirada al reloj muestra que son casi las ocho, y mi
intestino se retuerce ante la idea de que se vaya.
—Llama para decir que estás enferma. Pasa el día conmigo. —Estoy
bastante seguro de que nunca he murmurado esa frase en mi vida, y una
vez que está fuera de mi boca, es una prueba más de que esta mujer me
causa cosas extrañas.
Se queda en silencio varios segundos, dejándome aterrorizado de
que me rechace. Respira profundo y creo que va a mandarme a volar,
diciéndome que no puede. Pero luego endereza sus hombros y me mira a
los ojos.
—Si lo hago, vas a pasar cada segundo de hoy arrastrándote… y
necesito estudiar.
Asiento, súbitamente ansioso por complacerla. —Absolutamente.
Puedes estudiar, e incluso iré a recoger el almuerzo más tarde.
Una sonrisita adorna sus labios, y saca el teléfono de su bolso y
empieza a escribir un mensaje… que supongo es un correo electrónico
para decirle a su jefe que hoy no irá.
—El almuerzo será de mi elección. ¿Cierto? —pregunta, mirándome
mientras termina su mensaje y luego mete el teléfono en su bolso.
—Por supuesto. Todo lo que quieras. Pero primero…
—¿Qué? —pregunta.
—Voy a besarte.
Incapaz de resistirme, cruzo la habitación en dos largos pasos y la
empujo en mis brazos, su pecho chocando contra el mío. Libera un jadeo
sorprendido. Entonces mis labios chocan contra los suyos y se abre para
mí, dejando que mi lengua invada su boca en un beso apasionado. Con
nuestras bocas fusionadas en hambrientos besos, mis manos vagan
hacia abajo para apretar su culo. Emery gime en mi boca, y sé que quiere
esto tanto como yo. Incluso si no sabemos muy bien dónde estamos,
incluso si nuestro futuro sigue siendo turbio, incluso si todavía no me ha
perdonado por completo. Los dos sabemos lo bien que encajamos.
—Déjame llevarte a la cama.
Rompe el beso, sus ojos en los míos reflejan tana emoción… un
pasado de desamor y confusión, pero debajo de todo, lujuria.
—No voy a ninguna parte. Lo juro esta vez. Solo quiero que te
sientas bien. —Es la única manera que sé de arreglar esto. No quiero
irme… quiero intimidad y cercanía física con ella.
Asiente y me deja guiarla hacia mi dormitorio.
Mientras me tomo mi tiempo lentamente despojándola de su ropa
de trabajo elegante, una cosa me llama la atención. Es la sabiduría de
Dottie de hace semanas… que las chicas buenas no llevan el tipo de
bragas que ella había encontrado debajo de mi cama. Creo que Dottie
estaría encantada de saber que Emery está usando algodón blanco, no
bragas de abuelita absurdas. Y sigue siendo la cosa más caliente que
jamás he visto. Si Dottie tiene razón sobre esto, y normalmente lo hace,
Emery es alguien que vale la pena. Y verla como material para esposa no
me hace querer correr. Me hace querer mantenerla para mí. Para
siempre.
Caemos en la cama, mis labios en su garganta, sus manos en mi
polla, mis dedos dentro de sus bragas… y mientras nuestros movimientos
son hambrientos, nada es apresurado. Nos tomamos nuestro tiempo
explorando el cuerpo del otro, acariciándonos, besándonos, murmurando
cosas sobre lo bien que todo se siente.
Mientras entro lentamente en ella, su respiración aumenta y sus
ojos nunca dejan los míos. —Encajamos perfectamente —digo, besando
sus labios entreabiertos.
—Tan perfecto —grita, inclinando su pelvis para llevarme más
profundo.
Pronto no puedo contenerme, y estoy hundiéndome en su cuerpo
una y otra vez mientras lanza pequeños gritos de placer. Y mientras
todavía me pregunto qué es lo próximo para nosotros, hago a un lado
esos pensamientos y me pierdo en el placer de su cuerpo, tomando todo
lo que me está ofreciendo y dando todo lo que tengo a cambio.
Después de hacer el amor dos veces más, voy a la cocina para hacer
un refrigerio mientras Emery duerme la siesta. Si es seria sobre adelantar
algo de estudio hoy (y sé que lo es) necesitará un poco de combustible
para el cerebro. Coloco una olla de café y frito un par de huevos. Cuando
miro de nuevo a la habitación, me encanta la forma en que se ve en mi
cama. El cabello oscuro extendiéndose sobre mi almohada, sus caderas
redondeadas cubiertas con la sábana.
Mientras la observo dormir, no puedo evitar que pensamientos
tiernos floten por mi cerebro sobre lo cerca que estuve de perderla… y lo
afortunado que soy por no haberlo hecho.
Ahora solo tengo que hacer todo lo posible para no joder esto.
Traducido por Annie D
Corregido por Daliam

Rodeada de pilas de notas de clase y gruesos libros de texto


abiertos, me siento con las piernas cruzadas en el suelo de la sala.
Comencé a estudiar en la mesa del comedor y luego me moví a la cama
cuando me quedé sin espacio para extenderme. Luego saqué la mesa de
café al balcón, tiré un cojín de sofá y convertí todo el piso en mi escritorio.
Ahora estoy acurrucada en el centro de un nido de papel y
almohadas. Mi espalda me está matando, mis ojos se sienten cansados,
mi lengua amarga por demasiado café, y... ¿me vibra el culo?
Creí que dejé el teléfono en su cargador, pero cuando busco en mi
bolsillo, ahí está. Y tengo un texto de Hayden.
¿Sigues despierta? ¿Quieres tacos?
Me acaricio el estómago vacío, tratando de recordar la última vez
que comí. Probablemente en mi descanso en el trabajo. Y es medianoche,
lo que significa… ¿hace cuantas horas? Mi cerebro ya no tiene espacio
para las matemáticas básicas. Lo he llenado demasiado con definiciones
legales e historias de casos.
Mi lento intento de pensamiento es interrumpido por un segundo
texto.
¿O preferirías que probara tu taco?
Oh, por el amor de Dios. Me rio algo divertida, algo exasperada y le
escribo.
¿En serio? ¿Tienes doce años?
Espero que no, o podrías ser arrestada.
No se permite comer taco… El alimento ni el otro tipo. Tengo
que memorizar toda esta mierda y dormir por lo menos cuatro horas.
Intenté ir a trabajar con solo dos horas ayer. No terminó bien.
Hablando de cosas para las que no tengo tiempo, debo dejar de
enviarle mensajes de texto a Hayden. Me levanto y apenas me equilibro
antes de tropezar. Vaya... mareo. Debo haberme levantado demasiado
rápido. Parpadeo para alejar la visión borrosa y estiro los músculos
rígidos. Luego me hago camino a través del campo de minas de papel y
coloco el teléfono en la mesa de noche donde pertenece.
Justo cuando me acomodo de nuevo, alguien llama a la puerta.
Gimo y me arrastro a través del condominio para mirar a través de la
mirilla. Es Hayden, sosteniendo una caja de papel marrón etiquetada
Taco Farm: una docena bajo el brazo.
Vaya, eso fue rápido. Echo un vistazo al reloj. Espera no... Ha
pasado media hora. Acabo de perder toda la capacidad de mantener el
control del tiempo. Estupendo.
Abro la puerta y suspiro. —Dije que nada de tacos. Eso incluye
venir, no solamente salir.
—Tienes que comer alguna vez. No me quedaré mucho tiempo, lo
prometo. —Mira por encima de mi hombro al condominio—. Mierda, ¿qué
pasó aquí? ¿Una biblioteca explotó?
—No, solo mi cerebro.
Hace un ruido. —¿Entonces me vas a dejar entrar o qué?
Me doy por vencida y me aparto. Tal vez algún alimento me ayude
a encontrar mi segundo viento... Y aunque las cosas todavía son un poco
inciertas entre nosotros, echo de menos a Hayden. No he tenido mucho
tiempo para pasar con él en los últimos días. No después de ese día que
falté al trabajo y tuvimos sexo deslumbrante toda la tarde.
Cuando saca los platos y organiza nuestro refrigerio de medianoche
en la mesa del comedor, pregunta—: ¿Algo en lo que pueda ayudar?
—No, a menos que seas en secreto un experto en derecho de
responsabilidad civil. Pero gracias por la oferta... Y la comida. —Mi
estómago ya se está animando con el olor picante y verduras asadas.
—No tengo ni idea de qué carajo es eso. ¿Algo sobre pasteles serios?
—Me devuelve mi sonrisa cansada—. Y de nada.
Nos sentamos a devorar nuestra segunda cena. Antes que lo sepa,
he acabado seis bastardos deliciosos. Me recuesto en la silla, sintiéndome
gorda y feliz. Mi azúcar en la sangre canta alabanzas. Esta pequeña
escapada definitivamente ayudó. Pero Hayden parece más pensativo que
satisfecho, y ha dejado dos de sus tacos de carne sin comer.
—Un centavo por tus pensamientos —digo.
Parpadea. —¿Eh? ¿Por qué preguntas?
Señalo su plato medio lleno. —Te conozco. Cuando no termines tu
vaca muerta, tiene que ser serio.
—Bien. Quería preguntarte algo. —Se mastica el labio por un
segundo—. ¿Todavía te vas a mudar?
Ahora es mi turno para parpadear. La posibilidad ni siquiera se me
ocurrió. Solo quería mudarme en primer lugar porque pensé que Hayden
volvió a sus viejas maneras. Cuando me enteré de por qué me dejó en
Omaha y por qué Roxy se encontraba en su apartamento tan tarde, me
di cuenta de que Hayden siempre ha sido mi amigo. Él simplemente entró
en pánico y actuó como un idiota. No como si nunca lo hubiera hecho
antes.
Sin embargo, con ese tema fuera del camino, me quedo con mi
problema original: cómo manejar mis propios sentimientos por él. Ese
día, cuando Hayden me mostró todas sus cicatrices, tan abierto y
valiente, dejé que mi coño tomara las decisiones. Una vez más, caí en su
cama sin saber o importarme lo que significaba a largo plazo. Pero tengo
que hacer que nuestra relación sea clara para los dos, antes que
acabemos tropezando y cayendo uno encima del otro de nuevo. ¿Todavía
piensa en mí como una amiga con beneficios? ¿Y sería feliz en ese
arreglo?
Sacudo la cabeza. —No, me quedo aquí —respondo—. Ya hablé con
el gerente del edificio y le dije que se olvidara de mi solicitud. Pero sí
quiero saber... donde estamos.
Él toma una respiración profunda y lenta por su nariz. —¿Quieres
decir que si estamos saliendo?
—Sí. Y, ¿somos exclusivos? —Estudio su rostro para ver cualquier
rastro de expresión, cualquier pista sobre lo que está pasando por su
mente en este momento.
Después de un minuto, Hayden asiente pensativamente. —Puedo
hacer eso —dice en el mismo tono con el que aceptó intentar yoga, cuando
nos conocimos en junio. Hace apenas dos meses, y sin embargo, parece
que nos conocemos desde hace años.
Levanto las cejas en una mirada de urgencia. —¿Estás seguro? No
digas que sí para evitar herir mis sentimientos. Necesito saber lo que
realmente quieres, no solo lo que piensas que quiero escuchar.
Se acerca a la mesa para tomar mis manos en las suyas. Mi corazón
revolotea ante lo que veo en sus ojos azules. La honestidad, la
vulnerabilidad, la necesidad pura… el amor.
—Lo que quiero eres tú —responde, antes de jalarme en un beso
caliente y tierno.
Traducido por Jenni G.
Corregido por Daliam

Inclinándome sobre el espejo, doy los últimos retoques a mi sombra


de ojos, con cuidado de no dejar caer nada sobre mi vestido de fiesta de
satén rojo. Me encanta poder vestirme para un restaurante de cinco
estrellas sin morir congelada; mi primer otoño en Los Ángeles se siente
como un verano en Michigan. Supongo que es una compensación justa
por el tiempo infernal que soporté cuando llegué.
Justo cuando termino de maquillarme, alguien llama a la puerta.
Dejo el cepillo y salgo corriendo del baño para responder.
Es Hayden, justo a tiempo y está absolutamente apetecible con un
traje gris entallado. Me da una mirada lenta y ardiente de la cabeza a los
pies que me dice que le gusta lo que ve. —Pensándolo mejor, no tenemos
por qué salir está noche. ¿Quieres quedarte en casa?
—Te refieres a quedarnos en la cama —replico, correspondiendo a
su sonrisa torcida.
—¿Qué? Yo no he dicho eso. —Pone una falsa mirada inocente,
pero no puede evitar que las comisuras de su boca se contraigan—.
Tienes una mente sucia, Señorita Winters.
Le golpeo con suavidad en el brazo. —¿No se te olvida algo? He
aprobado la oposición y he prestado juramento. Ahora soy la señorita
Emery Winters, Licenciada. Y nada puede impedirme salir a celebrarlo.
—Está bien, está bien… tus deseos son órdenes para mí. Esperaré.
—Se inclina para besarme el cuello, evitando a sabiendas mi maquillaje
sin que se lo diga. Un roce de labios, muy suave, casi casto, pero lo
suficiente como para provocarme un escalofrió. Su ronco murmullo me
pilla desprevenida—. Pero voy a seguir contando los segundos hasta que
pueda quitarte este vestido.
La paciencia de repente no parece ser una gran virtud. Pero sé por
experiencia que la anticipación haces las cosas mucho más dulces.
—No te emociones demasiado, perro cachondo —digo, tratando de
sonar seria en lugar de excitada—. No queremos que nos echen del
restaurante.
—Si soy un perro, ¿no es culpa de mi amo si no me comporto? —
Hayden me ofrece su codo antes de que pueda inventarme una buena
replica—. Ven, vamos. Nuestra reserva es dentro de cuarenta y cinco
minutos, y aún no ha acabado la hora punta.
—¿En serio? —Miro el reloj—. Son pasadas las ocho.
—Es además viernes por la noche en el centro de Los Ángeles —me
acompaña escaleras abajo como a una princesa y me abre la puerta de
su BMW.
Nos damos prisa y llegamos diez minutos antes. El restaurante es
precioso, con el revestimiento de madera oscuro, candelabros de cristal,
manteles blancos con lirios casi tan radiantes como las velas que tienen
encima. Una vez que la camarera nos coloca en una pequeña mesa para
dos, miro a mi alrededor admirando las vistas hasta que noto que Hayden
está sonriéndome.
—¿Qué? —pregunto a la defensiva—. Es un buen lugar.
Espero que se burle de mí, que diga algo como creí que te iba a
explotar la cabeza o ¿Estás buscando el tofu? Pero simplemente sonríe y
responde—: Estás preciosa.
Mis mejillas se sonrojan con súbita timidez. Me encanta el brillo de
sus ojos, tan vulnerables y tiernos que trago con dificultad, luchando
contra las lágrimas de felicidad. Antes que pueda encontrar la forma de
responderle, el camarero elige ese momento para traernos los menús.
Hayden se pide su habitual Whisky Escocés, y yo me pido un Martini de
manzana, y el camarero se aleja para que podamos decidir los entrantes.
—Sabes… tengo algo más que celebrar —digo entre sorbos—, no he
tenido oportunidad de decírtelo antes.
—¿Más buenas noticias? ¡Santo Dios! Deja algo para el resto. —Su
sonrisa está llena de orgullo—. ¿Así que, qué es?
—Me he sido ascendida. Bueno, técnicamente contratada, pero
prácticamente es lo mismo. Walker, Price y Pratt me hicieron socia junior
ayer.
Hayden me mira perplejo. Entonces, se levanta, echa a un lado el
centro de mesa y se inclina sobre la mesa para dejar un beso ardiente en
mi boca, el pintalabios se va a arruinar. Mis manos revolotean a sus
hombros, queriendo acercarle más, pero demasiado consciente de todas
las personas que pueden vernos. Por fin reúno la fuerza necesaria para
alejarle cuando una pareja de anciano de una mesa cercana comienza a
aplaudir.
—Oh Dios mío, siéntate. —Escondo mi cara sonrojada entre mis
manos—. Probablemente pensaran que acabas de declararte o algo así.
—Que les jodan. Déjales que piensen lo que quieran… Esto es una
gran noticia, nena. —Pero vuelve a sentarse en su silla cuando el
camarero reaparece.
Después de pedir, Hayden continúa donde lo dejó: —Así que ahora
eres una abogada acreditada, ¿ese imbécil al fin va a respetarte?
—¿Te refieres al señor Pratt? Lo dudo… es un asqueroso total —
digo encogiéndome de hombros—. Pero tengo las cosas bajo control.
Siempre que necesito calmarle, solo tengo que mencionar casualmente a
mi novio. Eso funciona bastante bien.
—Ah, sí. Tu novio sobreprotector el que quizás pueda pegarle una
paliza, y arrancarle su peluquín —Hayden se frota la barbilla—. Me
pregunto si vive en un edificio de mi propiedad…
Me rio a pesar de todo. —Tranquilo, Rambo. Le manejé bien antes
que empezáramos a salir. Y si lo hago lo bastante bien y consigo una
buena carta de recomendación, Trina podría ser capaz de enchufarme en
su nuevo trabajo el año que viene. Así que no necesito que remuevas la
mierda. ¿Vale?
Levanta sus manos rindiéndose. —Parece justo. La mierda se va a
agitar, no se removerá.
—Agh, ordinario. —Hago una mueca—. Estoy intentando comer.
—No, no lo estás. Estás bebiéndote esa… cosa verde neón. Cristo,
solo con mirarla me hace sentir menos hombre.
Sacándole la lengua, me quito uno de mis tacones. El inspira
cuando deslizo el dedo de mi pie por muslo.
—¿Esto ayuda? Creo que siento como vuelve tu masculinidad…
—Oh, vas a verlo más tarde —gruñe con una sonrisa maliciosa.
El calor hierve en mi vientre mientras muestro mi propia imitación
de sonrisa dulce. —Lo tendré en cuenta.
Nuestra ternera con salsa de marsala y nuestra berenjena a la
parmesana aterrizan delante nuestra, y comemos con avidez. No sé
Hayden, pero yo estoy hambrienta. Trabajé durante mi descanso habitual
para cenar para poder irme a casa pronto y prepararme para nuestra
cita. Durante varios minutos, disfrutamos de la gastronomía italiana en
bendito silencio.
—Todavía no te he dicho la mejor parte —digo después de haber
callado a mi estómago—. Como soy una socia menor, mi salario será casi
el doble de lo que era cuando era una interna. Y eso irá aumentando con
la antigüedad. Mamá debería poder jubilarse dentro de tres años… cinco
como mucho.
—¿Cinco malditos años? ¿No tiene ya sesenta y tres años? —Su
boca se retuerce con indecisión—. Sabes que todavía puedo abrir una
cuenta para ella. A nombre de las dos, así no puedo tocarla después de
haber hecho el depósito inicial.
Niego con la cabeza, sonriéndole. —Gracias, cariño, pero no voy a
cambiar de respuesta. Puedo hacer esto por mis propios medios. —No
importa cuántas veces me ofrezca dinero, todo lo que quiero de Hayden
es su amor, y él ha dejado claro que lo tengo de sobra—. Además, aún
tengo que convencerla para que se jubile. Probablemente me dirá algo
como —bajo mi voz para imitarla—: “¡Me volvería loca si no hiciera nada
en todo el día! No voy a exprimir a mi hija solo para poder sentarme en
mi trasero”.
Él suelta una carcajada. —Eso suena a Val, está bien. Ella es una
verdadera…
—¿Dura como un hacha de guerra?
—Yo iba a decir una verdadera mujer independiente. Pero sabes,
creo que ella se tomaría “dura como un hacha de guerra” como un
cumplido.
—Probablemente sí —me rio cariñosamente.
—Bueno, ahora que tienes el título perfecto, el trabajo perfecto y el
novio perfecto… —Mueve sus cejas hasta que resoplo—. ¿Qué es lo
siguiente para dominar el mundo de tu agenda?
—Si tengo al novio perfecto, entonces dime —le pregunto—: Aún
me pregunto cómo puedo siquiera competir contra Roxy. Ser sexy es
literalmente su trabajo.
Mi tono es de broma, pero Hayden me mira con aire solemne.
—No tienes que hacerlo. Naomi y yo tuvimos nuestro momento,
pero eso terminó hace años. Ella ahora disfruta de su vida de soltera… y
yo he encontrado todo lo que llevaba tiempo buscando. —Agarra mi
mano, su expresión se suaviza con adoración—. Te amo, Emery. Mucho.
Se me forma un nudo en la garganta. —Yo… también te amo —
tartamudeo, sonriendo e intentando contener las lágrimas por segunda
vez esta noche. Todavía me cuestan esas tres palabras, tanto escucharlas
como decirlas, tocan mi corazón cada vez. El ambiente se ha tornado
demasiado serio para lo que se supone que es una celebración. Acaricio
mis nudillos con mi pulgar y ronroneo—: Aun así, estoy segura que ella
debe haberte enseñado algunas cosas. ¿Por qué no volvemos a tu casa y
practicamos?
Comprendiendo lo que quiero decir, sonríe, haciendo otra vez de
las suyas.
—Perdone —grita Hayden—. ¿Puede traernos la cuenta?
El camarero se apresura. —¿No quieren postre esta noche, señor?
—Comeremos el postre en casa —interrumpo suavemente.
El camarero asiente y se va, y Hayden me guiña un ojo. Pongo mis
ojos en blanco, con una sonrisa.

***

Apenas conseguimos entrar por la puerta antes de pegarnos el uno


al otro, comportándonos como adolescentes. Muerdo su labio inferior, y
me retiro cuando hace un breve ruido ronco.
—Siéntate —le ordeno—. Hay algo que quiero hacer.
—Bueno, bueno. Alguien se siente mandona esta noche. —A pesar
de su insolencia, camina hacia el sofá.
Levanto una ceja. —¿Es eso un problema?
Él sonríe. —Para nada, señora.
Balanceo mis caderas, mientras camino fuera de su alcance. Bajo
su atenta mirada, bajo la cremallera de atrás del vestido, lentamente.
Deslizo los tirantes del vestido sobre mis hombros para revelar mi escote,
seguido de mi sujetador negro. Él me observa con una sonrisa lobuna y
con una tienda de campaña en sus pantalones cuando finalmente dejo
caer la suave tela alrededor de mis pies.
—Maldita sea… No sabía que llevabas puesto un tanga —ronronea.
—Si te lo hubiera dicho, no hubiéramos llegado nunca al
restaurante. —Me saco el vestido, y me quedo de pie solo con la lencería,
las joyas y los zapatos—. ¿Debería dejarme los tacones puestos?
Se inclina hacia adelante para acariciarme, miro sus manos
deslizarse por la curva de mi cintura bajar por mi cadera y mi muslo. La
punta de su lengua se asoma por sus labios, como si se imaginase
saboreándome, y tiemblo ante su toque.
—Maldita sea, mujer, ¿me estas pidiendo que tome una decisión
justo ahora? No queda sangre en mi cerebro.
—No sabía que tuvieras sangre en tu cerebro.
Con un gruñido juguetón, se abalanza hacia adelante para estrujar
mi culo. Sorprendida, grito… y luego gimo cuando él sella su boca
alrededor de mi pezón. Sus suaves dientes y su ágil lengua se burlan de
la protuberancia a través del sujetador, provocándome placer como si su
boca estuviera directamente en mi clítoris, en su lugar.
—Tramposo —suspiro, balanceándome sobre los pies—. Se supone
que debías esperar hasta que terminara el striptease.
—He estado esperando toda la noche —él succiona tan fuerte que
casi lloro—. Demonios, he estado esperando toda la semana. Quiero
hacerte acabar.
—Todavía no, chico grande —bromeo. Esa pequeña declaración
toma cada pequeña pizca de control que tengo. Porque Hayden sabe cómo
repartirlo como nadie.
Me pongo de rodillas delante de él, pestañeando con inocencia a
través de mis pestañas mientras lentamente le abro la cremallera del
pantalón y meto la mano dentro de sus bóxers para liberar el gran peso
de su polla. Se siente tan bien en la palma de mi mano, gruesa, caliente
y dura. Pero sé que se sentirá mucho mejor dentro de mi boca. Eso es
algo que todavía no he tenido la oportunidad de hacer.
Durante los últimos días, tuvimos la oportunidad de hacernos las
pruebas y solucionar el control de natalidad, así que ahora, esta noche
será la primera vez haremos el amor a pelo. Apenas puedo esperar, pero
quiero tomarlo primero con mi boca. Sosteniendo por la base le agarro
con ambas manos, y bajo lentamente mi cabeza hasta su regazo.
—Emery, no tienes porqué hacerlo… Miiieeerda. —Hayden maldice
cuando mi lengua hace contacto, lamiendo su longitud como si fuera mi
propia piruleta personal.
—¿No tengo que qué? —Ronroneo, pasando mi lengua por la parte
superior.
—Mierda. Vuelve a hacer eso.
Me retira el pelo de la cara y ahueca suavemente mi mandíbula con
su larga palma. Siento amor, adoración y deseo emanando poco a poco
de él. Eso solo hace que lo desee más.
Abro bastante la boca y me lo meto todo lo que puedo. Las caderas
de Hayden se balancean con suaves golpes mientras mi boca se mueve
sobre él. Mi mano se desliza sobre él mientras succiono. Arriba y abajo.
Arriba y abajo.
—Nena —dice en un gruñido, su mano aprieta mi nuca—. Ven aquí.
Dejo que tire de mí para levantarme del suelo y colocarme en su
regazo. Su erección se coloca contra mí, caliente y ansiosa. Aparto mi
tanga a un lado, llevo mojada desde hace horas, y balanceo mis caderas,
sintiendo lo mucho que él también me quiere.
—Emery… —jadea, volviendo a acercarse a mí—. Jesús, estás tan…
—A falta de palabras, tira de mi dándome un beso hambriento y meciendo
su polla contra mis pliegues.
No puedo esperar. Lo necesito ahora. Me hundo en su polla poco a
poco, tan rápido como puedo. Su plenitud empuja dentro de mi caliente,
casi con dolor, pero definitivamente no, me quita el aliento. Es muy
grueso y largo, expandiéndome, frotando todos y cada uno de los puntos
sensibles.
Apenas nos hemos movido y ya estoy jadeando.
Agarra mis caderas con fuerza, golpeando justo en el mejor lugar
de todos, y estoy muy cerca de gritar.
—¡Joder!
—Eso es, de hecho, lo que estamos haciendo —dice con una risita.
¿Cómo puede este hombre bromear en un momento como este?
Supongo que esa es una de las razones por las que amo a Hayden…
Que con demasiada frecuencia se superponen con razones en las que
quiero darle un tortazo.
—Pues deja de hablar y hazlo —jadeo.
Cuando comienza a penetrarme de verdad, otro grito sale de mi
garganta.
Me apoyo sobre sus hombros, balanceando mis caderas de arriba
abajo, manteniendo el ritmo con dificultad. Gime contra mi boca y puedo
sentir su sonrisa llena de adoración contra mis labios. Se deja llevar tanto
como yo, abrumados por el amor y la lujuria.
Cuando llegué por primera vez a su vida, me advirtieron que este
tonto, guapo, arrogante y exasperante hombre iba a ser mi enemigo. En
cambio, me convertí en su amiga. Y ahora... simplemente es mío.
Traducido por Val_17
Corregido por Daliam

Emery y yo estamos sentados en el comedor de Beth y David.


Gracie se encuentra sentada a mi lado. Los niños se fueron a dormir, y
los platos de la cena están desparramados en la isla de la cocina.
Fue una vista increíble ver a Beth y Emery cocinando juntas,
preparando dos versiones de la paella que comimos esta noche: una
vegetariana y otra normal. Gracie incluso se unió a Emery al comer la
opción vegetariana. Un movimiento de solidaridad o algo así. Es genial
que mis hermanas la acepten. Pero, ¿por qué no lo harían? Ella es
inteligente, divertida, y una persona muy interesante.
Mi mano encuentra la suya debajo de la mesa, y le doy un apretón.
Me mira con un brillo sano en sus mejillas y el amor irradiando de sus
ojos. Les dije a mis hermanas en privado, como también a Hudson, que
estaba enamorado de Emery, y después de la conmoción inicial, parecían
emocionados por mí. Por nosotros.
Gracie se inclina, apoyando los codos sobre la mesa.
—Ustedes se ven tan lindos juntos. —Siempre ha sido una chica
romántica, mi hermanita, a pesar de que nunca ha tenido un novio
serio—. Hayden, ¿cuándo te diste cuenta por primera vez que estabas
enamorado de Emery? —pregunta.
La mirada de Emery deambula a la mía y su sonrisa se desvanece.
—No te atrevas a contestar eso.
Una sonrisa curva mis labios. —Me encontraba en nuestra
habitación de hotel en Omaha.
Un fuerte golpe en las costillas me quita el aliento. —En serio, te lo
advierto —dice.
—Emery hizo esta cosa realmente linda en la mañana, y entonces
lo supe. —Le sonrío.
Ella pone los ojos en blanco, pero su expresión es juguetona.
—Y entonces tu estúpido hermano se asustó y huyó.
Mis hermanas hacen gruñidos de disgusto. Pero ya conocen esta
historia; saben que me arrastré de regreso para hacer las paces. He
terminado de huir.
—¿Estás enojada? —le susurro a Emery.
Se inclina cerca de mi oído, de ese modo solo yo puedo oírla, y
susurra—: Tienes una polla de veintitrés centímetros, y sabes dónde está
el punto G. Jodidamente te amo, con defectos y todo.
Y solo así, mi corazón toma vuelo. Su amor se siente tan bien. Bien
como ponerte tu camiseta favorita y acostarte todo el día viendo películas
divertidas.
—Yo también te amo —susurro, besando su frente. Estoy tan
enamorado, y tan jodidamente orgulloso de mi novia sexy y ruda.
Me vuelvo a inclinar y la provoco haciendo un sonido amortiguado
de un pedo en su oreja. Me da un puñetazo en el brazo, pero ambos
estamos sonriendo como tontos enamorados.
—Estás jodido —bromea, entrecerrando los ojos.
—¿Lo prometes? —pregunto, lanzándole un guiño coqueto.
Una risa profunda se le escapa, y se lleva la mano a su boca.
Aprieto su rodilla por debajo de la mesa, incapaz de apartar mis manos
codiciosas.
Es extraño lo fácil que encaja en mi vida. Hudson la ama. Ella y
Roxy siguen siendo buenas amigas, y ahora se hizo evidente que mis
hermanas también la aman. De ninguna manera voy a dejarla ir…
después de todo, nunca voy a encontrar a otra chica con pedos más
lindos.
Kendall Ryan, autora de más de dieciocho títulos
superventas en el New York Times, el Wall Street
Journal y el USA Today, ha vendido más de un millón
de libros electrónicos y sus obras se han traducido a
varios idiomas en países de todo el mundo.
Es autora de publicaciones tradicionales de Simon &
Schuster y Harper Collins UK, además de disfrutar del
éxito como autora de publicaciones independientes.
Desde que empezó a autopublicarse en 2012, ha
aparecido en el número 1 de las listas de Barnes &
Noble e iBooks en todo el mundo. Sus libros también
han aparecido veintitrés veces en la lista de los más
vendidos del New York Times y del USA Today.

Sitio web: www.kendallryanbooks.com


Facebook: Kendall Ryan Books
Twitter: @kendallryan1

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