Desarrollo de Bebés Prematuros

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Desarrollo de bebés prematuros

Actualizado Septiembre 07, 2022


|
3 minutos de lectura

Muchos bebés prematuros tienen dificultades para permanecer despiertos, para captar
miradas y sonidos, y para responder positivamente al tacto. Un bebé prematuro usa mucha
de su energía para comer, crecer y bloquear la luz y los sonido intensos, y le queda muy
poca energía para la interacción social.

Algunas veces, los padres se sienten incompetentes si no son capaces de establecer contacto
visual o de sentir el vínculo especial que se debe crear al tocar y mirar a su bebé; pero
quedate tranquila, estas primeras dificultades son normales.

Dejá que tu bebé sea tu guía en la interacción

Quizás al principio cuando intentes mirar a tu bebé o hablar con él, puede mirar hacia otro
lado, quedarse dormido o aflojarse. Tu bebé te está mostrando que no está listo para mirar,
escuchar y moverse, todo al mismo tiempo. En ese caso, limitá tu interacción y
simplemente dejá que tu bebé mire tu rostro. Más adelante, podés usar una voz suave y de
susurro para animarlo a seguir el movimiento de tu cabeza mientras la movés suavemente
de lado a lado. Pero por ahora, respetá las señales de tu bebé y mirá hacia otro lado o
quédate en silencio. Le estás dando un descanso para que se prepare para más acción. La
alimentación es un momento particularmente difícil para muchos bebés prematuros porque
se necesita mucha concentración y organización para comer, mirar y escuchar. La mejor
estrategia en este momento es estar en silencio. Tu bebé te indicará cuando pueda recibir
más estímulos.

La comodidad de un bebé prematuro permití un buen sueño que favorece el desarrollo del
cerebro, la regeneración y el crecimiento. Cada experiencia cuenta, ya que pasa a formar
parte de la visión del mundo de ese bebé.

Linda Lacina, (Especialista en Desarrollo Infantil y Entrenadora de NIDCAP)

Cómo comprender las señales de un bebé prematuro

"Estoy abrumado" indica que un bebé prematuro necesita aminorar la marcha o tomar un
descanso, e incluye lo siguiente:
 respiración más rápida o pausas en la respiración
 contracción de los músculos abdominales (como si estuviese defecando)
 palidez o enrojecimiento de la piel
 bostezos
 hipo
 cambio en la tensión corporal, como extender las piernas o los brazos o quedarse
flojo
 movimientos espasmódicos repentinos, contracciones, sobresaltos
 arqueamiento
 sacar la lengua
 ponerse irritable y permanecer así durante un largo tiempo
 mirar hacia otro lado durante la interacción social
 dormirse cuando tendría que estar despierto

" Estoy listo" indica que un bebé está más organizado y capacitado para manejar la
información entrante, lo que incluye lo siguiente:

 ritmo de respiración estable


 color de piel estable
 movimientos suaves de los brazos y las piernas
 estado de alerta en silencio
 mirar fijamente un rostro o un objeto
 quedarse dormido y dormir con tranquilidad en los horarios adecuados de manera
que tenga energía cuando esté despierto para asimilar información

Otros consejos útiles para brindar apoyo a tu bebé prematuro:

Brindale un entorno tranquilizante

Tu bebé puede ser sensible a la luz, el sonido o las nuevas experiencias, por eso prestá
especial atención cuando esté cansado o tratando de concentrarse en habilidades difíciles
tales como alimentarse o escuchar tu voz. Prestá atención a los lugares o las situaciones que
tienden a ser agobiantes para él e intentá evitarlos. El simple hecho de llevarlo a un
restaurante puede resultar un estímulo demasiado sensorial; es posible que necesite más
tiempo y madurez para poder manejar todos los estímulos que un paseo así implica.

Prestá atención al paso y al ritmo

Respetá la necesidad que tiene tu bebé de despertarse solo. Los bebés prematuros se
esfuerzan por organizar sus patrones de sueño y vigilia. Además, lidian con la atención de
las diferentes personas. Estate atenta a señales de que está listo para jugar, pero asegurate
de brindarle pausas cuando necesita recuperarse o hacer una siesta.

Recordá que la comodidad de un bebé prematuro permití un buen sueño que favorece el
desarrollo del cerebro, la regeneración y el crecimiento. Cada experiencia contá porque se
convierte en parte de la visión del mundo de cada bebé.
Ofrecé continuidad y predictibilidad

Al igual que la mayoría de los adultos, los bebés necesitan saber qué viene después. Los
tranquiliza y los ayuda a tener un mejor desempeño. Tener una rutina diaria fija, con el
mismo cuidador y poner el bebé a dormir en la misma cama son ejemplos de cómo se les
puede crear un mundo organizado y predecible. Esto los ayuda a sentirse seguros para que
puedan relajarse y aprender nuevas habilidades con mayor facilidad.

Nuestra esperanza para nuestros prematuros no es simplemente el aumento de peso o el


crecimiento en tamaño, sino que continúen su camino hacia una maduración óptima del
neurodesarrollo.

Dr. Wakako Eklund, (Enfermera Especializada en Neonatología)

Complementá los esfuerzos de tu bebé para progresar

A medida que crecen, los bebés aprenden a hacer nuevas cosas por sí mismos y sienten el
placer del logro. Independientemente de lo pequeños que sean los intentos por calmarse,
succionarse una mano, por ejemplo, resultan gratificantes y sientan una base para más
intentos. Un bebé prematuro puede necesitar ayuda adicional. Una forma de hacerlo es
sostener su hombro para que pueda mover la mano hacia la boca para succionarla con
mayor facilidad. Otra forma es usar tu brazo para hacer que se tome el pie y así se sienta
más estable. Estos pequeños gestos de apoyo tienen un gran impacto en los logros de tu
bebé.

Manipulalo y posicionalo con cuidado

Cuando tu bebé está despierto, es importante que lo muevas de forma suave y lenta. Los
bebés que nacieron antes de tiempo todavía están esforzándose por moverse lentamente y
evitar que sus brazos y piernas queden colgando o extendidos. Deberás sostener a tu bebé
muy cerca tuyo para que pueda sentir el apoyo y la calidez de tu cuerpo o envolverlo en una
manta hasta que sus movimientos sean más direccionados y controlados. Los bebés
prematuros algunas veces tienen dificultades con los movimientos rápidos, y es probable
que veas señales de "Estoy abrumado" cuando lo muevas rápido o sin una manta o apoyo.

Prestá atención a las estrategias propias del bebé para ser más organizado. Entre otras:

 tomar y aferrarse a las mantas, a tu dedo u a otros objetos


 sujetarse con los pies a la ropa de cama
 colocarse las manos sobre el rostro o en la boca
 succionar un chupete o un dedo
 acurrucar el cuerpo flexionando los brazos y las piernas hacia adelante

Pronto te familiarizarás con las formas especiales que tiene tu bebé para comunicarse y
podrás darle la ayuda que necesita para interactuar con el mundo.
Recordá que la esperanza para nuestros prematuros no es únicamente el aumento de peso o
el crecimiento en tamaño, sino que también continúen el camino hacia una maduración
óptima de su neurodesarrollo.

Sobre el contenido aquí publicado

La información de este artículo se basa en las recomendaciones de expertos que se encuentran en fuentes rigurosas: médicas, institucionales y/o
gubernamentales. En ninguna circunstancia, el contenido de esta página debe reemplazar las sugerencias médicas y/o de especialistas. Es
responsabilidad del lector siempre acudir a los profesionales para obtener orientación precisa. Para más información de nuestros
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Día Mundial del Bebé Prematuro: Retos


del desarrollo psicomotor
Los bebés prematuros necesitan estimulación profesional y en casa para poder alcanzar los hitos del

Niños prematuros y Atención


desarro

Temprana: la importancia de la
intervención en los primeros años
28/11/2017
El número de niños prematuros se ha multiplicado por tres en los últimos
veinte años. La OMS estima que cada año nacen unos 15 millones de niños
prematuros (antes de que se cumplan las 37 semanas de gestación). Esa cifra
está aumentando.

La Atención Temprana tiene como objetivo mejorar o prevenir los probables déficits en el
desarrollo psicomotor de niños con riesgo de padecerlos, creando ambientes ricos en
estímulos que nos permitan potenciar la adquisición de capacidades que no han sido
debidamente maduradas, brindando una gran oportunidad para desarrollar al máximo sus
capacidades.
La eficacia de la Atención Temprana se basa en la máxima capacidad de asimilar e integrar
nuevas experiencias en edades tempranas del desarrollo, gracias a la posibilidad de
aumentar las interconexiones neuronales, en respuesta a ambientes enriquecidos con
estímulos debidamente programados. Estas magníficas capacidades se las atribuimos a la
plasticidad cerebral, que nos brinda la posibilidad de aumentar el número de
interconexiones entre neuronas, como respuesta a ambientes ricos en estímulos.

El tratamiento debe comenzar tan pronto como se detecte la necesidad. De ésta forma
resultará una gran oportunidad para desarrollar al máximo las capacidades del niño. El
objetivo principal de la Atención Temprana es facilitar estímulos que permitan desarrollar
habilidades que favorezcan la correcta maduración de los procesos que integran el
desarrollo infantil.

El papel de los padres en este tipo de intervenciones resulta esencial, ya que el vínculo
socio afectivo entre los padres y el niño es uno de los canales de información más
enriquecedores y estimuladores. De ahí la importancia del trabajo con la familia, que les
ayude a comprender y a manejar las dificultades de su hijo y a ser partícipes de la
intervención, dotándolos de estrategias que les permitan enriquecer la comunicación con su
hijo y a potenciar al máximo su desarrollo.

En el siguiente esquema se reflejan las áreas de intervención en Atención Temprana y los


procesos vinculantes.
¡No olvides! La importancia de intervenir en edades tempranas brinda al niño la
oportunidad de alcanzar su máximo desarrollo, ¡Ayudémosle a alcanzarlo!

Cristina Gil, Logopeda. Especialista en Autismo e Intervención Psicoeducativa, Atención


Temprana y Dificultades de Aprendizaje. Colaboradora en Red Cenit

SI NECESITAS ORIENTACIÓN O AYUDA PARA TU CASO PERSONAL, PUEDES CONSULTARNOS


VÍA ONLINE ([email protected]); TELEFÓNICA (96 360 16 16 – 609 759 016); O
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llo psicomotor

Sin duda, tener un bebé recién nacido en casa es todo un reto. Pero enfrentarse al
nacimiento de un bebé prematuro puede ser aun más retador y generar más dudas. Por ello,
te compartimos algunos tips que te serán de gran utilidad para mantenerte cerca de tu
pequeño y brindarle el mejor cuidado en casa:

 Comunicación con su Pediatra o Neonatólogo: Ten a la mano los datos del


médico que dará seguimiento a tu bebé. Siempre pueden surgir dudas en casa acerca
de la aplicación de algún medicamento, sus cuidados o incluso sobre su desarrollo.
Sabemos que, como padres, les es importante sentir que pueden contar con el apoyo
de su profesional de salud en todo momento, ya que les proporcionará información
confiable, que beneficiará a su bebé y su tranquilidad.

 Red de apoyo: En momentos tan importantes como este es fundamental contar con
una red que apoye a los padres, ya sean los abuelos, tíos o personal de salud
(enfermeras) que puedan ayudarlos en casa. Esto les dará la oportunidad de tener
periodos de descanso y puedan enfocarse en lo que realmente importa que es el
bebé.
 Nutrición del recién nacido prematuro: Ahora más que nunca, la lactancia
materna es muy importante por los beneficios nutricionales, inmunológicos que
brinda y el vínculo afectivo que genera con mamá. La nutrición del pequeño en casa
puede ir acompañada de fortificadores de leche materna, que le proporcionarán un
aumento en el aporte calórico para su óptimo crecimiento, o bien, una alimentación
mixta, donde además de la leche materna se requiera de la administración de
sucedáneos de leche materna (fórmula), que le ayudarán a obtener una nutrición
adecuada.

Es importante mencionar que en ocasiones la leche materna no podrá


proporcionarse a través de la lactancia, ya que sobre todo en menores de 34 semanas
de gestación la succión es débil y esto puede dificultar su ingesta. En este caso, será
necesario usar un extractor de leche o hacerlo manualmente, para posteriormente
guardarla en un banco de leche y utilizarla conforme a demanda, siempre apoyando
al bebé con una sonda orogástrica o jeringa como alimentador. Una vez que llegue
el momento y tu pequeño sea capaz de poder succionar directo al seno materno,
asegúrate de contar con apoyo emocional, técnico y mucha paciencia, ya que son las
tres claves para lograr una lactancia materna exitosa.

 Contacto con el bebé: Es probable que, al verlo tan frágil, te de temor tocarlo o
cargarlo, además de que podrías sentir que no está recibiendo el estímulo verbal o
táctil que le das. Sin embargo, se han realizado estudios que demuestran que los
bebés prematuros se benefician de estas muestras de afecto (abrazarlos, cantarles,
hablarles y acariciarlos). Así que con confianza y mucho cuidado bríndale todo tu
amor, ya que así influirás de manera positiva en su desarrollo.

 Un día a la vez: Muchos padres se sienten agobiados por la fragilidad con la que
nace el bebé y esto puede impacientarlos. Otros pueden tener pensamientos
negativos sobre el futuro del bebé o sentir angustia. Por ello, es importante que
recuerdes centrarte en el ahora, en los cuidados y amor para tu bebé, y en cómo al
estar a su lado juntos superarán los retos o adversidades que se presenten. Recuerda
que los bebés son más fuertes de lo que crees, así que hay que darles la oportunidad
de sorprendernos.
¿Cómo se desarrolla el habla de mi bebé?

ARTÍCULO

NEUROPEDIATRÍA
Avalado por:
Beatríz Romo
Neuropediatra

Desde el momento en que llega al mundo, tu bebé se comunicará contigo; la manifestación


más evidente es el llanto, y después de algunas semanas de su nacimiento, tu hijo o
hija entenderá que este es un recurso que le permite captar la atención de los
adultos para cubrir sus necesidades.

Como primer recurso utilizará el llanto y conforme pase el tiempo utilizará sonidos,
gestos y los movimientos de su cuerpo para comunicarse contigo o expresar una conducta.
Por ello es importante que desde sus primeros meses de vida aprendas a distinguir sus
diferentes manifestaciones comunicativas.

El desarrollo del lenguaje infantil se clasifica en dos etapas: prelingüística y lingüística (o


verbal), así lo explica la publicación Estimulación del Lenguaje oral en la Educación
Infantil, del Departamento de Educación, Universidades e Investigación del País Vasco.
Etapa prelingüística

 Comprende del nacimiento a los primeros dos años.


 Se trata de la comunicación no verbal: gorjear, balbucear, hacer gestos o ademanes
hasta la adquisición de las primeras palabras y oraciones simples.
Etapa lingüística

 Comprende de los dos a los cinco años.


 Esa primera formación de ideas, enunciados más elaborados, y conforme pasa el
tiempo, la ampliación de vocabulario. Es cuando el niño o niña ya dispone de un
lenguaje comprensible.
Antes de que tu hijo o hija pueda emitir palabras, comenzará a comprender el lenguaje de
los adultos e irá manifestando su interés por realizar los sonidos que escucha. Una forma de
impulsar el aprendizaje del lenguaje ora es invitándole a participar “en una conversación”;
aunque tu bebé no sea capaz de hablar, imitar los sonidos para simular una plática le
será de gran ayuda.
Otras formas de estimular a tu bebé son:

 Leerle cuentos
 Cantarle canciones
 Describir tus acciones al estarjuntos, por ejemplo: “te voy a cambiar el pañal porque
hiciste pipí, después te arrullaré y tomaremos una siesta”

Recuerda que puedes usar la interacción cotidiana para crear grandes momentos de
estimulación y así, impulsar su desarrollo. También puedes invitar a papá, tíos o abuelos
a participar, pues estas pequeñas accioneayudan a crear o fortalecer los lazos afectivos.

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El 17 de noviembre se celebra el Día Mundial del Niño Prematuro. Alrededor de un 7%
de los bebés que nacen en España nacen antes de la semana 37 de gestación. Desde que
nacen estos menores se enfrentan a grandes retos, ya que cuanto más prematuros, más
probabilidad de desarrollar alteraciones. En este post, no obstante, nos vamos a centrar en
los retos del desarrollo psicomotor de los bebés prematuros.

Mientras más prematuros, más dificultades


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se considera prematuro al bebé nacido
vivo antes de las 37 semanas. Los niños prematuros se dividen en subcategorías según su
edad gestacional:

 Prematuros moderados a tardíos (32 a 37 semanas).


 Muy prematuros (28 a 32 semanas).
 Prematuros extremos (menos de 28 semanas).
“Cuanto más prematuro sea el bebé, mayor probabilidad de desarrollar alteraciones como
parálisis cerebral infantil; déficits sensoriales como retinopatía del prematuro u otros
déficit visuales, sordera neurosensorial (el oxígeno en altas concentraciones provoca
alteraciones visuales, y muchos medicamentos que se administran al prematuro son
ototóxicos); trastornos de aprendizaje y de conducta” explica Jéssica Romero, terapeuta
ocupacional pediátrica y una de las profesionales de Criar Con Sentido Común.

El primer reto de un bebé prematuro: El hospital


Tras nacer, el bebé prematuro tendrá que quedarse hospitalizado un tiempo
indeterminado que depende precisamente de esa edad gestacional, entre otros factores.
Algunos solo pasan unos días en el hospital, pero otros necesitarán más tiempo de
incubadora. Los prematuros extremos tendrán mayores probabilidades de morir y pueden
tener deficiencias más severas en su desarrollo si llegan a sobrevivir.

No obstante, debido a la investigación y a unas UCIs pediátricas con más y mejor


tecnología, en España así como en otros países desarrollados, la supervivencia de estos
menores cada vez es mayor, así como su calidad de vida posterior.

Durante el tiempo en el hospital, los bebés prematuros pueden sufrir situaciones


estresantes. No solo por la estancia en la UCI neonatal, sino la posibilidad de
complicaciones médicas, manipulaciones, exploraciones, etc. En algunos casos, además,
necesitarán respirador y/o apoyo a la alimentación mediante una sonda nasogástrica.
En este sentido, Jéssica Romero explica que:

“Debido a su condición de prematuros así como al entorno y experiencias a las que han
tenido que enfrentarse tras su nacimiento, estos pequeños pueden presentar inmadurez a
la hora de adquirir los diferentes hitos del desarrollo que les corresponden por edad“.

El desarrollo psicomotor en los bebés prematuros


La estancia en el hospital puede repercutir, además, en el desarrollo motor:

“Generalmente tendrán el tono muscular extensor más desarrollado (por permanecer


tumbados boca arriba mucho tiempo) lo que puede provocar desequilibrios posturales y
dificultad a la hora de adquirir el volteo, arrastre, gateo, etc.”, según nuestra terapeuta
ocupacional pediátrica en referencia a la motricidad gruesa.
“Un bebé nacido a término suele estar muy flexionadito y pronto adquiere la línea media y
la capacidad de llevar sus manos al centro de su cuerpo y de ahí a la boca, después se
agarra sus pies, etc. Esto es más complicado en el prematuro por esa actitud extensora que
hemos comentado”, insiste nuestra experta. Generalmente necesitan “algo de
estimulación” para organizar su postura.

En cuanto a la motricidad fina:

“Las habilidades manipulativas de los bebés prematuros pueden ser algo pobres,
observándose dificultades en las tareas de coordinación bimanual y con el uso del lápiz,
tijeras y otros útiles escolares más adelante”.

Cómo ayudarles a superar esos retos


Desde la estancia en las unidades de cuidados intensivos neonatales, los bebés prematuros
reciben atención profesional para ayudar a estimular el desarrollo psicomotor.
Principalmente reciben cuidados posturales, explica nuestra experta, para evitar que
mantengan la postura de “libro abierto” como resultado del bajo tono muscular con el que
nacen.

“Se les coloca como en niditos para que adquieran una postura similar a la que tenían en
el útero de la madre, les flexionan las piernas, se les cambia de postura…”, explica Jéssica
Romero. Paralelamente se enseña a los padres cómo ha de ser el manejo terapéutico con
el bebé. ¡Llegar a casa con un prematuro es una aventura!
El juego está íntimamente relacionado con el desarrollo motor del bebé, sus habilidades
manuales, su capacidad de aprendizaje e incluso con la comunicación y el lenguaje.
Aprende a proporcionarle el espacio y los objetos o juguetes más adecuados con el
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Dependiendo del grado de prematuridad, estos bebés necesitarán más o menos ayuda. Las
familias con peques muy prematuros o prematuros extremos tendrán que acudir a
unidades de rehabilitación o centros de atención temprana para que sean tratados por
fisioterapeutas o terapeutas ocupacionales. Estos irán apoyando al bebé para que vaya
logrando alcanzar los hitos propios de cada etapa (control de la cabeza, adquisición de la
línea media, coordinación de las manitas, reptar…).

“Cuanto menos inmaduros, menos apoyo terapéutico necesitarán. Muchas familias


reciben simplemente orientación por parte del neonatólogo o por el equipo de
rehabilitación en la visita de control. Y los prematuros más tardíos no necesitarán nada.
Ellos solitos van llegando a los hitos del desarrollo psicomotor”, resume Jéssica Romero.

La sobreprotección de los bebés prematuros también


tiene consecuencia en su desarrollo psicomotor
Tener un bebé prematuro suele ser un reto también para las familias. Es duro en
muchos sentidos. Por un lado, la separación tras el nacimiento y la necesidad de cuidados
en el hospital. Y, posteriormente, los cuidados en casa y la sesiones de terapia, en caso de
necesitarlo. La maternidad y la paternidad es una aventura emocionante pero también llena
de recovecos de incertidumbre, que son más intrincados para las familias con niños
prematuros.

Sin embargo, esa precaución y temor puede tener un doble filo si no sabemos medirla. Sin
desearlo, los cuidadores podemos convertirnos en otro obstáculo más para el
desarrollo psicomotor de estos bebés.

“En ocasiones el miedo a que enfermen o se hagan daño si los dejamos en el suelo, hace
que les restemos oportunidades de exploración. Y esto no ayuda al adecuado desarrollo
del peque”, advierte nuestra experta.
Aprende cómo fomentar el movimiento libre en un entorno seguro para favorecer el
correcto desarrollo físico de tu bebé y facilitarle un mejor aprendizaje en general con el
Seminario Online “Movimiento libre”

Así que si hay que pedir ayuda y apoyo del entorno, hay que hacerlo. Y eso es precisamente
lo que hacemos desde la Tribu CSC, ofrecer apoyo profesional y acompañamiento en el
camino de la crianza. En nuestra comunidad podrás compartir experiencia con otros
padres de niños prematuros y tener acceso gratuito a más de 120 cursos especializados
en crianza.
Autor/a

Posts | Cursos/Seminarios
Carmen Márquez

Madre de 3 niñas y periodista

Revisado por:

Posts | Cursos/Seminarios
Jessica Romero

Terapeuta Ocupacional Pediátrica

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24 mayo, 2022

 Bebés prematuros
 Desarrollo psicomotor
 Prematuros





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psicomotor"
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su cerebro y, aunque cada niño se desarrolla a su propio paso, en este taller nuestras
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algunos parámetros generales para registrar y apoyar el progreso del desarrollo cognitivo y
motriz de tu hijo, desde su nacimiento hasta su tercer mes de vida.

En este taller sabrás cómo:

-Estimular el movimiento de tu hijo para que ayude a conectar sus hemisferios cerebrales.

-Despertar la sensibilidad táctil de las manos de tu bebé.

-Ejercitar la vista de tu pequeño, pues cuando acaba de nacer solo distingue objetos a 30
cms de distancia.

-Registrar sus avances motrices y cognitivos para comunicárselos a su pediatra.

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Nacer de nuevo: la crianza de los niños prematuros:


aspectos evolutivos. Atención y acompañamiento al bebé
y la familia
PDF: nacer-crianza-ninos-prematuros.pdf | Revista: 49 | Año: 2010
Fernando González Serrano
Psiquiatra. Centro de Psiquiatría Infanto-Juvenil de Uribe. Osakidetza Servicio Vasco de
Salud. Getxo (Bizkaia). Psicoterapeuta y miembro de Sepypna.

Continuación de la ponencia “Nacer de nuevo: la crianza de los niños prematuros: la


relación temprana y el apego”, presentada en el XXII Congreso Nacional de SEPYPNA
que bajo el titulo “Nuevas formas de crianza: Su influencia en la psicopatología y la
psicoterapia de niños y adolescentes” tuvo lugar en Bilbao del 22 al 24 de octubre de 2009.
Reconocido como actividad de interés científico-sanitario por la Consejería de Sanidad y
Consumo del Gobierno Vasco.

RESUMEN

Tras una primera parte en que se abordaron las situaciones de gran prematuridad,
considerando las características del bebé prematuro y las relaciones tempranas con el
entorno y la familia, se hace una revisión acerca de aspectos evolutivos a lo largo de la
infancia y adolescencia de estos niños y sus familias. Finalmente, se plantean algunas
propuestas de atención y acompañamiento a estos bebés y sus familias, en el medio
hospitalario y tras el alta, con el objetivo de prevenir dificultades futuras, tanto en la
relación con el entorno cercano y el apego, como en el desarrollo cognitivo, emocional y
social del niño.

Palabras clave: Prematuridad. Crianza. Relaciones tempranas. Desarrollo. Apego.

ABSTRACT

After a previous article considering the characteristics of child with great prematurity and
the early relationships with his environment, it is made a review of evolutive aspects along
the childhood and adolescence of these children and their families. Finally, there are shown
some proposal of care and support to the babies and their families, during the hospital stay
and after discharge. The aim is the prevention of future difficulties related both with the
nearby setting and with the attachment, such as the cognitive, social and emotional
development of the child. Some of this data proceed from a study about the development of
90 children with great prematurity and their families, at 2 years old.

Keywords: Prematurity. Parenting. Early relationships. Mental and Psychomotor


development. Attachment.

EVOLUCIÓN DE LOS GRANDES PREMATUROS DURANTE LA


INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Los estudios de seguimiento realizados con poblaciones de niños y adolescentes que


nacieron con gran o extrema prematuridad y muy bajo peso mantienen que el riesgo de
dificultades evolutivas y en la crianza persiste a lo largo de la infancia.
Hay un amplio consenso en considerar como significativas las diferencias en las
puntuaciones en las pruebas del desarrollo durante los 3 primeros años de vida entre
grandes prematuros (sin sintomatología neurosensorial aparente) que tienden a presentar
valores más bajos que la población de niños a término. Estos valores, sin embargo,
entrarían en rangos considerados dentro de la normalidad (Bylund et al 1998, Portellano
2007).

En nuestro estudio hemos obtenido resultados similares en relación al desarrollo cognitivo


y psicomotor con la población de 90 grandes prematuros evaluados a los 2 años de edad
corregida con las Escalas Bayley de Desarrollo Infantil: los índices de desarrollo son más
bajos pero dentro de la franja de normalidad, y hay una asociación significativa con el nivel
educativo y socioeconómico de los padres.

Los estudios que contemplan la variable nivel socioeconómico concluyen que éste influye
significativamente en estos resultados: los niños prematuros que crecen en familias de nivel
medio o alto es un subgrupo que no presenta diferencias con relación a la población de no
prematuros de similares características. Por el contrario, la pertenencia a un nivel bajo
conlleva no sólo valores significativamente inferiores en las pruebas de desarrollo, sino
también mayor frecuencia de otras expresiones de la patología psicosocial como el maltrato
(Miles et al 1997, Deater-Deckard et al 2000).

En relación a la evolución cognitivo-intelectual, emocional y conductual de los grandes


prematuros –con los resultados de nuestro estudio, concordantes con otros de los citados–
hemos hallado como indicadores de riesgo el modelo vincular inseguro de la madre, el bajo
nivel educativo familiar (con más influencia el de la madre) y bajas condiciones
socioeconómicas. Además estas tres variables tienen una clara asociación estadística en
nuestros análisis. Debemos señalar, una vez más, que está asociación no se puede entender
en términos de causalidad lineal, sino de pluricausalidad e interacción de factores de
vulnerabilidad en estas familias.
Hay controversia sobre el papel que juegan tanto el grado de prematuridad, como las
complicaciones perinatales, en la evolución del desarrollo durante estos primeros años y a
lo largo de la infancia.

La inmadurez y las complicaciones médicas tendrían más importancia en el desarrollo


durante el primer año, adquiriendo más relevancia, a partir de entonces, factores
relacionados con el entorno familiar y social (Miceli et al 2000).

Un área que suele estar afectada en los grandes prematuros es el de la alimentación, al


menos durante los primeros años. Algunos autores lo relacionan con la intensidad del estrés
materno al afectar globalmente las interacciones madre-bebé, siendo la alimentación una de
las funciones principales en que éstas se expresan (Pierrehumbert et al 2003). Además, en
los prematuros, la alimentación puede estar influida y complicada por las experiencias
displacenteras vividas en las fases tempranas y por las técnicas utilizadas para alimentarles
durante la hospitalización.

Las madres de grandes prematuros de nuestro estudio también refieren con más frecuencia
problemas de alimentación, sobre todo rechazo del alimento, y más síntomas
psicofuncionales, especialmente los agrupados en los llamados trastornos de
comportamiento externalizado (cóleras, rituales, oposicionismo, agresividad) a los 2 años
de vida de sus hijos (evaluados mediante el cuestionario Symptom Check List-Robert-
Tissot et al 1989).

Durante la edad escolar (a partir de 6 años), los grandes prematuros que han tenido un
desarrollo neurológico sin problemas relevantes son un grupo de riesgo de presentar
dificultades cognitivas, escolares y de atención (Bhutta et al 2002, Hack et al 2005). Es lo
que clásicamente se han denominado secuelas leves tardías o, por autores francófonos, hace
bastantes años, el síndrome del antiguo prematuro (Lezine 1977). Más ampliamente son los
trastornos instrumentales (grafoperceptivos, de atención, lenguaje, memoria), dificultades
del aprendizaje (lectura, escritura, matemáticas) y problemas de comportamiento
(hiperactividad, pasividad, inestabilidad).

La frecuencia y magnitud de dichas dificultades está relacionada, en parte, con la severidad


de la prematuridad (sobre todo edad gestacional) y el menor peso al nacimiento. Llega a
superar una prevalencia del 50% en los estudios con grupos de prematuros con EG menor
de 29 semanas y menos de 1.000 gr. de peso (Anderson et al 2003). Parece que la tendencia
durante la década de 1990 es a mantener estas tasas pero, como han sobrevivido prematuros
mucho más pequeños e inmaduros, se puede hablar de mejoría en la evolución a nivel tanto
neurológico como de las diversas áreas del desarrollo. En un alto porcentaje, su progreso
académico está retrasado y suelen precisar de recursos y programas educativos específicos.
A pesar de ello, una proporción importante de estos niños evoluciona satisfactoriamente.

No se ha encontrado evidencia de que presenten más trastornos psiquiátricos que la


población normal, aunque padres y profesores refieren más problemas de comportamiento
externalizante, sobre todo de atención e hiperactividad, problemas de comportamiento
internalizante de intensidad media (ansiedad, temores y fobias, síntomas depresivos, quejas
somáticas) y menos competencias en la socialización (Bhutta et al 2002, Anderson et al
2003).

Son frecuentes en los antiguos prematuros las dificultades de autonomización, con notable
inhibición social y escasos intereses en actividades extraescolares. Sólo en el marco
familiar parecen poder expresar movimientos de individuación con oposicionismo o
agresividad. La curiosidad acerca de las condiciones de su nacimiento, a veces marcadas en
sus cicatrices corporales, tampoco suele ser favorecida por los padres, como si fuera un
tabú difícil de desvelar y que pudiera hacerle daño.

No es raro que las funciones parentales sigan afectadas a lo largo de los años de la infancia.
Los padres pueden sentirse obligados a compensar el inicio difícil de su hijo, incapaces y
culpables de ponerles límites y de limitar su tiempo con ellos. Siguen sometidos a un modo
de pensar medicalizado: su inestabilidad, sus problemas de atención, sus reacciones
impulsivas o agresivas son descritas como secuelas o handicaps sobre las que ellos no
pueden hacer nada. Como si no pudiesen identificarse a los movimientos psíquicos variados
del hijo.
Suelen tender a buscar la figura reaseguradora del pediatra, o de alguna enfermera de
neonatología -que ha realizado el seguimiento del niño- pensando que nadie más puede
ocu- parse tan bien de su hijo en los momentos difíciles, ni ellos mismos asumir su
responsabilidad solos. Esta figura idealizada, a modo de padre ideal, les permite compartir
su desvalimiento y ser confirmados como buenos padres, con el riesgo de quedar ocultas,
negadas o proyectadas, las innombrables fantasías agresivas hacia su hijo. Sin duda esto
tiene su influencia en la resistencia a solicitar ayuda psicológica.

La naturaleza y la amplitud de estas dificultades tardías en los grandes prematuros siguen


abiertas a debate en su complejidad. La tendencia a reducirlas a secuelas relacionadas con
un trastorno únicamente neurológico tiene sus consecuencias sobre la visión que se tiene
del niño y sus posibilidades evolutivas. Es fácil que los padres acepten y participen de este
punto de vista reduccionista del desarrollo psíquico que tanto está impregnando nuestra
sociedad, con una fascinación por las certezas científicas aparentes y las soluciones rápidas
(Sibertin-Blanc et al 2002).

A pesar de todo, los datos neuroevolutivos de los 2 primeros años no siempre predicen las
llamadas secuelas leves tardías. Prematuros sin alteraciones aparentes en ese primer periodo
pueden presentar dificultades a los 6-7 años; y, al contrario, signos menores de mala calidad
del desarrollo neuroevolutivo a los 2 años pueden no evolucionar hacia secuelas leves
tardías. La maduración neurológica y la emocional, vinculada a los avatares de los
intercambios con el entorno o, en algunos casos, a factores terapéuticos, parece ser la
responsable de estos imprevistos evolutivos (Hack et al 2005).

Las diferencias en el área cognitiva y en los resultados académicos tienden a persistir en la


adolescencia y juventud de las poblaciones que tuvieron gran prematuridad, así como
dificultades en su autonomización y socialización. Sin embargo, según varios estudios, el
nivel de adaptación y funcionamiento académico y profesional es comparable, cuando
llegan a la juventud, a la población de nacidos a término (Saigal et al 2006).

A pesar de tener en la infancia factores de riesgo de evolución psicopatológica (problemas


de aprendizaje y socialización, de atención e hiperactividad), estos adolescentes que fueron
grandes prematuros, presentan menos problemas de conducta (externalizantes) y tasas más
bajas de comportamientos antisociales y consumo de tóxicos. Se han explicado estos
hallazgos como consecuencia de actitudes educativas de mayor vigilancia y protección por
parte de los progenitores de niños prematuros (Hack et al 2002).

Modelos de intervención con los grandes prematuros y sus familias.

De manera paralela a los avances en las terapéuticas médicas, tanto en las Unidades de
Cuidados Intensivos Neonatales NICU como en los programas de seguimiento, se han ido
poniendo en marcha diversas intervenciones focalizadas sobre el desarrollo global del
recién nacido prematuro. De una manera inicialmente intuitiva y, posteriormente,
basándose en los resultados logrados, las intervenciones se han prodigado más sobre los
prematuros más vulnerables, es decir, los de menor peso y edad gestacional, que son,
además, los que están sometidos a largos tiempos de hospitalización y a más riesgos y
tratamientos médicos.
Hay que señalar el contraste entre la uniformidad y el consenso existente a nivel de las
intervenciones médicas –en muchos casos con protocolos aceptados en la mayoría de
unidades de neonatología– y la diversidad o la escasa relevancia que se da a las citadas
intervenciones sobre el desarrollo de los grandes prematuros. Como ejemplo más ilustrativo
de ello tenemos la falta de especialistas psicólogos o psiquiatras de la infancia temprana en
bastantes de estas unidades de neonatología, ya sea como personal de plantilla o como
colaboradores estables desde la psiquiatría de enlace o interconsulta. Otro ejemplo son las
divergencias existentes entre los propios neonatólogos a la hora de valorar la necesidad de
intervenciones tempranas con estos niños, más allá de las evaluaciones psicométricas del
desarrollo, que, en la actualidad, forman parte de los programas de seguimiento.

Creo que es importante tener en cuenta las dificultades y angustia que situaciones de
intensa gravedad médica, como la gran y extrema prematuridad genera también en los
profesionales médicos y de enfermería, y que es difícilmente reconocida, si no es vinculada
con aspectos relativos a las cargas laborales y la capacitación técnica.

La diferencia de contextos asistenciales y, hay que decirlo también, la escasez de recursos


coordinados y accesibles de atención y seguimiento del desarrollo (programas o servicios
de atención temprana) en bastantes comunidades de nuestro país es otra de las limitaciones
en la atención a estos niños y sus familias.

Estas intervenciones, en algunos casos, se han sistematizado en forma de programas


específicos con sus objetivos, cronología y evaluación. Buscan fundamentalmente
identificar elementos del entorno hospitalario y social temprano que tengan influencia sobre
diferentes áreas del desarrollo posterior del niño.

Podemos resumirlos en los que se dirigen prioritariamente al bebé, desde el momento del
nacimiento y durante la estancia hospitalaria, y los que buscan apoyar la crianza y las
competencias parentales y, a partir de esto, compensar la vulnerabilidad del gran prematuro
y mejorar su desarrollo emocional, social y cognitivo. No obstante ambos objetivos están
íntimamente entremezclados.

La función contenedora de la Unidad de Neonatología –a modo también de incubadora


psíquica– debería dirigirse a los padres, sumidos en un caos emocional; a los profesionales,
disociados entre sus competencias técnicas “automatizadas”, y la intensidad de sus
experiencias psíquicas internas, y al bebé prematuro, expuesto a los cuidados médicos y a
las percepciones y proyecciones de padres y cuidadores (Jacoby et al 2003, Jacques 2003).

Al mismo tiempo, la Unidad debería buscar ofrecer al bebé un entorno suficientemente


fluido y continuo que le permita hacer lazos entre su mundo interno y el mundo exterior de
relación que le ofrecen padres y cuidadores, creando los primeros procesos de pensamiento.
La atención y repetición de los signos de reconocimiento que percibe, a ritmo regular,
pueden ayudarle a organizar representaciones de su entorno y de las interacciones que
darán lugar a las bases de su sentimiento de seguridad psíquica.

Uno de los programas más difundidos y estudiados es el Newborn Individualizad


Developmental Care and Assessment Program NIDCAP (programa de evaluación y
cuidado individualizado del desarrollo del recién nacido), desarrollado en el Children ́s
Hospital de Boston (USA) en 1990, cuyo objetivo es mejorar la evolución del niño y de la
familia a través de la intervención en la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatal NICU y la
estancia hospitalaria (Als et al 2003).

La observación detallada de las conductas y reacciones del niño, durante las interacciones
en los cuidados, es la base para plantear una serie de recomendaciones o medidas que
buscan minimizar el estrés y optimizar el desarrollo. Puede concretarse en reducir los
estímulos luminosos, buscar la posición en flexión del prematuro y concentrar los cuidados
en periodos limitados de tiempo, respetando, en la medida de lo posible los ciclos de sueño
y alimentación. Asimismo, se ayuda a los profesionales médicos y de enfermería y a los
padres a comprender los comportamientos del bebé y a estos últimos a participar en sus
cuidados. Se parte de la idea de que es posible la comunicación –también verbal– con el
pequeño, y que lo que le dicen y el contacto que se establece con él pueden ayudarle a
disminuir el malestar y el dolor. Estas adaptaciones pueden lograr una mejoría en la
evolución a nivel del bienestar somático, la maduración neurológica y las funciones
parentales (Als et al 2003).

Los profesionales formados trabajan con la familia y el personal médico y de enfermería


para, conjuntamente, diseñar un plan de cuidados y estructurar entornos de apoyo
individualizado al bebé. Realizan regularmente observaciones formales de los
comportamientos de cada niño, que se plasman en informes semanales de la maduración
neurológica, y hacen recomendaciones para promover la estabilidad y competencias de
autorregulación y comunicación del bebé.

Los comportamientos estudiados (con vídeo) incluyen datos de la regulación autonómica


(respiración, frecuencia cardiaca, cambios de color de la piel y signos viscerales),
funcionamiento motor (posturas, fluctuación del tono muscular y movimientos) y
organización de estados globales (niveles de alerta, patrones de transición entre estados
sueño-vigilia, claridad y consistencia del sueño y los estados de despertar). Algunos
comportamientos se categorizan como propios del estrés (flacidez, movimientos agitados,
hiperextensión, pausas respiratorias, arqueamientos, extensiones de los dedos, desviación
de la mirada) o reguladores (mano en la boca, apretar la mano, agarrar, intentos de chupar,
flexionarse) y son interpretados como índices de vulnerabilidad o, por el contrario, fortaleza
del bebé.

Concluyen que hay clara evidencia de la efectividad del programa en términos de:

 Mejoría en la transición a alimentación autónoma, ganancia de peso, menor tiempo


de hospitalización, reducción de rehospitalizaciones y mejoría evolutiva a nivel
neurológico.
 Aumento de las conductas sensibles de los cuidadores en la NICU a las señales del
bebé, lo que se piensa que es un factor que contribuye a la mejoría evolutiva.
 Demostración de mayor cercanía de las madres a su bebé, que puede explicar que
sientan más responsabilidad al cuidarlo y mayor nivel de ansiedad. Se fortalecen los
sentimientos maternos y mejora la percepción del niño por los padres, lo que
finalmente es favorecedor del vínculo emocional temprano (Kleberg et al 2007).
Los procesos biológicos subyacentes a la prematuridad pueden ser influidos por las
experiencias de reducción del estrés y apoyar así las fuerzas del bebé y su competencia
reguladora. Una buena regulación calma, y la relajación del niño puede haber mejorado la
autorregulación cerebral y modificado el eje hipotálamo-pituitario-adrenal que controla las
reacciones al estrés. El bebé puede respirar más calmado, gastar menos energía y
alimentarse y crecer mejor. Al mismo tiempo, el aumento de la capacidad de calma vigil
influye en un mayor contacto visual con la madre. El intercambio de miradas es un vehículo
indispensable para la vinculación emocional (Brazelton et al 1993, Kleberg et al 2007).

Muchos procedimientos utilizados en cuidados intensivos son generadores de estrés. En el


transcurso de estos, sostener y acompañar al bebé, por ejemplo un padre o una enfermera
que le acunan mientras se le prepara o se recupera de ciertas intervenciones más o menos
traumáticas, puede reducir de modo considerable su gasto energético, contribuir a que se
tranquilice y disminuir su estrés a lo largo de las largas estancias hospitalarias (a veces 3 o
4 meses).

Además facilita el desarrollo del cerebro inmaduro y de gran plasticidad del prematuro,
asegurando un contacto íntimo y familiar y una predecible seguridad emocional,
ingredientes esenciales del desarrollo físico y psíquico de un bebé frágil.

La implantación de un programa de cuidados como el NIDCAP precisa una formación


exhaustiva por parte de los profesionales que van a atender al prematuro y, también, una
implicación total de los padres. Parece difícil todavía su realización en las Unidades de
Neonatología de nuestro país, dadas las limitaciones de recursos y personal. A pesar de ello
una familiarización con dicho modelo de comprensión de los cuidados del recién nacido en
el medio hospitalario puede lograr una visión más completa sobre el bebé.

Las investigaciones en las NICU han evaluado también otras prácticas como el método de
contacto piel con piel (llamado también Canguro), acompañado de técnicas de sostén y
masaje, siendo aceptadas mayoritariamente como positivas para favorecer el vínculo en los
casos en que las condiciones somáticas del prematuro lo permiten. Como consecuencia, se
ha ido ampliando el papel de los padres, con visitas no restringidas o participación en los
cuidados, alimentación e higiene de sus hijos prematuros. Es de especial importancia que
esta participación sea progresiva y adaptada a la disponibilidad y deseo de los padres.

Los programas o intervenciones sobre el entorno familiar buscan facilitar la transición al


hogar tras el alta y la mayor capacitación de los padres, especialmente la madre, para
apreciar los comportamientos específicos y las características temperamentales de su bebé
prematuro, y responder a estos de manera más adaptada. En alguno de estos programas lo
han conceptualizado como promover las conductas sensibles maternas, que –además de dar
autoconfianza y satisfacción a los padres– van a influir positivamente en determinadas
capacidades y comportamientos del bebé y mejorar el desarrollo cognitivo y psicomotor
(Landry et al 2006).

Con el alta hospitalaria los padres pasan de nuevo por una situación de incertidumbre y
mezcla de sentimientos, la alegría y la celebración por ir con su hijo al hogar, hacerse cargo
plenamente de su bebé, “celebrar por fin el nacimiento”, junto al miedo de perder el
ambiente protector “idealizado” de la Unidad de Neonatología. Los padres con buenos
recursos psíquicos y apoyos del entorno viven esta transición, durante varias semanas o
meses, con ansiedad y preocupación. No son raras las llamadas al hospital o las consultas
de urgencia. Es raro que se reorganicen antes de los seis meses de vida del bebé. Este
tiempo es necesario para metabolizar el impacto traumático: los mecanismos defensivos
van relajándose; los afectos depresivos y de ansiedad son la expresión de este proceso
dinámico y de integración del traumatismo pasado. Esto permite que estén progresivamente
más disponibles para su hijo.

Otros padres, por el contrario, viven este momento de una manera tan desestabilizadora
como el nacimiento mismo. No encuentran en el exterior un sustituto que cumpla las
labores de sostén y acompañamiento que recibían en el hospital. No son capaces de
reorganizarse incluso después de un año: permanecen en verdaderos estados postraumáticos
y el trabajo de prevención con estas familias es prioritario, antes de que se organice una
psicopatología o problemas en el desarrollo del niño (Pavoine et al 2004).

Estas intervenciones son llevadas a cabo por enfermeras neonatales antes del alta
hospitalaria y posteriormente en el hogar hasta final del primer año del niño. Incluye el
visionado de casos videofilmados así como la discusión con las madres de sus propias
conductas grabadas en las visitas en el hogar. La mejora en las conductas sensibles se
evidencia en el grupo de madres incluidas en este programa que perciben tanto las señales
positivas como negativas de sus hijos como comunicación de las necesidades e intereses
específicos de éstos, responden de manera más rápida y adecuada y utilizan un lenguaje
más rico, a diferencia de las madres no incluidas en el programa cuyas respuestas eran más
intrusitas, restrictivas, con tonos de voz más duros y lenguaje más limitado. Estos cambios
se dieron también en madres de bajo nivel educativo y sociolaboral. Muchas de estas
madres decían, al principio, no comprender la importancia de hablar a los bebés y no sabían
que decirles si estos no les respondían. En un estudio previo con una población de alto
riesgo social, se mostraba como la calidad de la interacción madre-hijo, observada a los 13
y 20 meses, era una medida significativa para predecir los posteriores resultados cognitivos
y lingüísticos en la etapa preescolar, y ello era independiente de la contribución del
cociente intelectual de la madre (Kelly et al 1996).

A lo largo de este periodo temprano de emergencia del lenguaje, los niños del grupo diana,
con diferentes grados de riesgo, mostraron un mayor enriquecimiento en el uso de
vocalizaciones y palabras que los niños no incluidos en el programa. Mejoraron también en
aspectos como la cooperación, las modificaciones en su regulación de los estados afectivos
y en la capacidad social temprana, de manera paralela al incremento de las conductas
sensibles maternas. Será importante valorar a estos niños en edades más tardías para ver si
las influencias positivas persisten.

El mecanismo por el que el entorno sensible apoya el desarrollo cognitivo y emocional pasa
por múltiples procesos. Los niños cuyas madres eran consistentemente más sensibles,
estaban implicados en interacciones más cercanas, que perciben sus necesidades y dan
niveles apropiados de estimulación. Por el contrario, los que eran criados con mínima
sensibilidad experimentaban descuido, por parte de sus madres, hacia sus señales y
necesidades, escasa atención, altos niveles de actitudes negativas y bajos niveles de
estimulación.

Estos procesos se pueden comprender desde varios marcos teóricos. Desde la teoría del
apego, una respuesta pronta y sensible del cuidador ayuda al niño a implicarse, con
sentimientos internos de seguridad, en interacciones cooperativas. Desde un punto de vista
socio-cultural del desarrollo, el estilo de crianza va parejo a niveles de estimulación que
encajan con las necesidades de aprendizaje del niño. Con una crianza sensible, el
aprendizaje tiene mejor nivel que si el niño lo intenta independientemente, y se sostiene,
por estos autores, que dicha forma de apoyo en la crianza puede ser particularmente
importante para el aprendizaje en los grandes prematuros.

Estos resultados tienen implicaciones para los programas de intervención ya que, si se les
facilita este modo de crianza con alto nivel de sensibilidad durante la infancia temprana, se
puede establecer una trayectoria positiva en el desarrollo que persiste en periodos
posteriores (Backermans-Kranenburg et al 2003). Estos modos interactivos facilitados
pueden tener aún más efecto en las madres que crían niños que nacieron con gran o extrema
prematuridad (Landry et al 2006).

El nivel socioeconómico también se asoció a la evolución, pero la influencia de la


sensibilidad parental se apreció incluso valorando esta variable.

Hay cierta controversia acerca de la efectividad de estas intervenciones intensivas y


tempranas con los padres, más allá de los beneficios reduciendo el estrés que suele ser alto
en el periodo posterior al nacimiento. Se cuestiona si realmente hay una mejoría en el
desarrollo cognitivo, motor y de conducta del niño. Algún autor propone realizar con la
familia intervenciones menos intensivas y a partir del año de vida (Kaaresen et al 2008).

POSIBILIDADES EN NUESTRO CONTEXTO ASISTENCIAL

Nuestro contacto con los prematuros y la neonatología ha surgido tímidamente y limitado,


de momento, a participar en la valoración del desarrollo. Ello, animado por el interés de
algunos neonatólogos, ha hecho posible un estudio que ha considerado esencial incluir a las
familias. Los descubrimientos de este estudio han venido a ratificar; con el apoyo de datos
estadísticos, lo que desde las observaciones y teorizaciones del desarrollo se veía: la
influencia crucial del entorno en la evolución del niño, aún más cuanto mayor es su
vulnerabilidad.
Esta investigación ha permitido, asimismo, que profesionales externos al hospital hayamos
tenido una serie de reuniones con los neonatólogos y una, más amplia, incluyendo una parte
importante del personal de enfermería de la Unidad. En ellas han surgido varios temas que
podrían considerarse pequeños logros en ese controvertido encuentro entre profesionales
del cuerpo y de la mente:

La transmisión de la idea de una vida psíquica temprana y de la posibilidad de una


interacción con bebés tan pequeños, aunque cueste semanas. No hace tanto tiempo, se
mantenía que un bebé, y más si era muy inmaduro, no sentía nada. Reconocer que siente,
precozmente, dolor y angustia da un nuevo sentido a las señales que envía de su
desvalimiento, y que si no hay una respuesta rápida del entorno, se corre el riesgo de que el
bebé cese en sus intentos y se encierre en su aislamiento (Golse et al 2001). Muchos
profesionales que cuidan a estos prematuros mantienen –seguramente por las intensas
vivencias de su trabajo cotidiano– la intuición de que fomentar el vínculo de éstos con sus
padres lo más pronto posible es una prioridad. Esto no deja de ser difícil en un medio
extremadamente delicado de cuidados y tecnología. A diferencia, en otros servicios
médicos es infrecuente la presencia de los padres. Aunque va siendo mayor la tendencia
hacía la aceptación progresiva de medidas que favorezcan el apego con el bebé, sigue
habiendo notables diferencias entre hospitales de nuestro país.

Uno de los objetivos que nos parecen viables a partir de nuestro estudio es el despistage de
bebés en riesgo en función, no sólo de variables socioeconómicas que clásicamente se
consideraban, sino de variables de la relación madre-bebé según el modelo de apego y la
intensidad del estrés padecido por aquella. Se podría, por medio de entrevistas
relativamente simplificadas –realizadas incluso estando el bebé aún hospitalizado, y cuando
el estado emocional de los padres lo permita– evaluar la seguridad en el apego de la madre
(Stern et al 1989, Pierrehumbert et al 1999, Lasa et al 2008) y, junto a la valoración de la
evolución del niño y la calidad de los apoyos hacía la familia, proponer marcos de
seguimiento de corte terapéutico. Estos podrían complementar la atención que se da dentro
del programa de seguimiento de grandes prematuros (o de muy bajo peso) y el marco más
adecuado serían equipos de atención temprana, donde se evalué el desarrollo del niño y se
intervenga, si es necesario, con él (abordaje psicomotriz, consultas madre-bebé centradas
sobre la interacción), pero que contemple también el acompañamiento psicoterapéutico a
los padres.

Sabemos que las tareas de un psicólogo o psiquiatra infantil en una Unidad de Neonatología
pueden ser más amplias y, a menudo, no exentas de ambivalencia para personal hospitalario
y para los padres. En los casos en que esta figura está presente, sea a tiempo parcial o en el
programa de interconsulta hospitalaria, su rol no está del todo claro: personaje externo al
equipo, raramente considerado médico (aunque lo sea), desconocedor de lo somático, tan
fundamental en estas unidades. En cambio parece tener acceso a lo oculto, a los
movimientos inconscientes, y eso acarrea otros temores. A la vez se le busca para que
“ayude a familias desfondadas” y “contenga a otros padres que invaden” el trabajo de los
cuidadores (Druon, 1996).

Se espera de ellos una labor preventiva en un momento de crisis: es una intervención en


poco tiempo, en parte similar a los cuidados de reanimación con los prematuros. Es un
momento emocionalmente muy rico para los padres. Se trata de que no se enquiste ese
período traumático por la puesta en marcha de mecanismos defensivos rígidos. Se cuenta
con la capacidad de escucha y de ligar las experiencias y los pensamientos, el cuerpo y el
psiquismo. En esta tarea hay que aceptar reacciones y situaciones familiares muy distintas,
y poder trasmitir algo de esta comprensión al personal médico y de enfermería. También
entra la protección al equipo cuidador del riesgo de una invasión “real” por parte de ciertas
familias que se interesan por los otros niños ingresados o por el trabajo de los profesionales
en vez de ocuparse de su bebé.
No se debería olvidar la posibilidad de proponer ayuda psicoterapeútica precoz a algunos
de estos niños cuyas dificultades se van a evidenciar ante las exigencias de los primeros
aprendizajes escolares, bien a través de la pasividad y la poca concentración, o por
comportamientos inestables a nivel familiar o social, y que tienen su origen en una angustia
que, aunque permanezca oculta, tiene su efecto sobre la personalidad.

Las investigaciones sugieren, en general, que la crianza de niños prematuros puede ser más
trabajosa y menos gratificante. A lo largo de la infancia las madres perciben a sus hijos
como más vulnerables que sus hermanos o los niños de su misma edad, se preocupan más
por su salud, la evolución de su desarrollo y sus dificultades de autoestima y personalidad.
Continúan teniendo vivencias emocionales intensas, lo que podría influir en un estilo de
“crianza compensatoria”, denominación que incluye estimulación, atención y protección
aumentadas, y dificultad en marcar límites (Singer et al 2005). A pesar de ello, incluso las
madres de prematuros de alto riesgo, ponen en marcha estrategias de afrontamiento para
manejar los estresores significativos que les permiten un ajuste a las características
particulares de los hijos y, con frecuencia, una mayor maduración personal.

Los profesionales, tanto de la neonatología –en los momentos iniciales– como los que
atendemos sus dificultades y las de sus familias a lo largo de la crianza, tenemos como reto
buscar otra mirada hacia el gran prematuro que la puramente médica centrada sobre los
aspectos físicos. Ayudar a los padres a escapar del ruido de las máquinas, de los
comentarios técnicos, para observar el cuerpo de su bebé y sus manifestaciones. Darle una
existencia psíquica en un lugar donde es tan difícil que la haya como en un hospital.
Posteriormente, ayudarles a ir descubriendo al bebé sano y vital (ideal) que deseaban tener,
en una suerte de nuevo nacimiento feliz, que enriquezca su mundo representacional sobre el
hijo. Ello va a ir permitiendo a éste explorar sin temor sus orígenes difíciles, descubrir
también su fortaleza para vivir, en suma construir su propia identidad integrando su historia
biológica y relacional.

Para terminar, quiero desde aquí repetir mi homenaje a los profesionales de las Unidades de
Neonatología, comprometidos en una tarea tan apasionante como frustrante, en la que el
combate contra el tiempo y la eficacia de sus intervenciones es lo prioritario, en la que
deben asumir responsabilidades importantes en un medio en el que la presencia de la
muerte es real y frecuente. También quiero agradecer a los padres –especialmente a las
madres– y niños que han aceptado participar en nuestra investigación la posibilidad que nos

dado de enriquecernos a partir de su difícil


han

experiencia.
https://www.sepypna.com/revista-
sepypna/articulos/nacer-crianza-ninos-
prematuros/
La comunicación y su recién nacido

https://kidshealth.org/es/parents/
cnewborn.html#:~:text=Los%20beb
%C3%A9s%20nacen%20con%20la,en
%20brazos%20y%20lo%20abracen.
Cómo se comunican los bebés?

Los bebés nacen con la facultad del llanto, que será su forma de comunicarse durante un
tiempo. Por lo general, los llantos de un bebé indican que algo está mal: un estómago vacío,
un pañal mojado, unos pies fríos, cansancio o la necesidad de que lo lleven en brazos y lo
abracen.

A veces, lo que necesita un bebé se puede identificar a partir del tipo de llanto que utiliza;
por ejemplo, el llanto de “tengo hambre” suele ser breve y grave, mientras que el llanto de
“estoy molesto” suele ser más variable y agitado. Antes de que se dé cuenta, usted será
capaz de reconocer qué necesidad está expresando su bebé y reaccionará en consonancia.

Pero los bebés también pueden llorar cuando se sienten agobiados o saturados por todas las
imágenes y sonidos que les llegan del mundo que los rodea, o pueden llorar sin que se
pueda identificar un motivo claro de sus llantos. Por lo tanto, si su bebé llora y no es
posible calmarlo inmediatamente, recuerde que el llanto es una de las maneras en las que
los bebés reaccionan cuando tienen demasiados estímulos.
Los bebés también usan otros sonidos, expresiones faciales y movimientos del cuerpo para
comunicarse con usted. Aprender a reconocer esto es gratificante y puede reforzar
su vínculo con su bebé.

Preste atención a la forma en la que su hijo responde a su voz. El sonido de su voz es


sinónimo de alimento, calor, caricias y consuelo. Si su bebé está llorando, verá que la
cercanía de su voz lo calma. Vea con qué atención lo escucha cuando usted le habla en tono
cariñoso. Incluso aunque tenga la mirada perdida en la distancia, su bebé estará prestando
mucha atención a su voz cuando le hable. Es posible que su bebé adapte sutilmente sus
posturas corporales o sus expresiones faciales o, incluso, que mueva brazos y piernas
cuando usted le hable.

¿Qué debería hacer?


En cuanto usted sostenga en brazos a su bebé después de que nazca, los dos se empezarán a
comunicar mediante el intercambio de miradas, sonidos y caricias. Los bebés aprenden
rápidamente cosas sobre el mundo a través de los sentidos. Asegúrese de hacer lo
siguiente:
 Háblele a su pequeño siempre que tenga la oportunidad de hacerlo. Aunque su bebé
todavía no entienda lo que le diga, su voz calmada y tranquilizadora le trasmitirá una
sensación de seguridad. Su recién nacido también está aprendiendo cosas sobre la vida a
través del tacto, de modo que dele montones de besos cariñosos para que su pequeño pueda
percibir el mundo como un lugar acogedor.
 Responda siempre al llanto de su hijo recién nacido. Es imposible malcriar a un bebé por
prestarle demasiada atención. La respuesta rápida a su llanto lo ayuda a saber que está
seguro y que lo cuidan. Probablemente habrá veces en las que usted haya colmado todas las
necesidades de su bebé pero él seguirá llorando. No se desespere; es posible que su hijo esté
sobreestimulado, cansado o que solo necesite un buen llanto sin motivo claro.
 Intente consolar a su bebé. Cuando están molestos, algunos bebés se tranquilizan con el
movimiento, como mecerlos o caminar con ellos en los brazos por una habitación. Otros
responden a los sonidos, como la música suave o el zumbido de una aspiradora. Es posible
que tarde algún tiempo en averiguar qué es lo que calma a su bebé durante esos momentos
de estrés.

¿Llora demasiado mi bebé?

La mayoría de los bebés tienen un período de irritabilidad a la misma hora todos los días.
Esto suele ocurrir en las primeras horas de la noche. Si bien todos los recién nacidos lloran
y tienen momentos de inquietud y agitación, cuando un bebé sano llora durante más de 3
horas al día, más de 3 días a la semana y durante por lo menos 3 semanas, se dice que
padece una afección llamada "cólico del lactante".

Esto puede ser inquietante para un padre, pero lo bueno es que dura poco: la mayoría de los
bebés superan los cólicos cuando tienen en torno a 3 o 4 meses de edad.
¿Cuándo debería llamar al médico?

Llame al médico si:

 Su bebé llora durante mucho tiempo.


 Su llanto le suena extraño.
 Además de llorar, su bebé tiene otros síntomas, como estar menos activo, comer poco, tener
fiebre, dificultad para respirar o dolor.

https://kidshealth.org/es/parents/development-3to5d.html

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