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Para el rey nuestro señor. Fernando el Católico… Juan Manuel Martín García
Para el rey nuestro señor... Ferdinand the Catholic, the second conde de
Tendilla
and the culture of their time
Resumen: Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla, primer capitán general del Reino
de Granada y primer alcaide de la Alhambra fue uno de los aliados más fieles del rey
Fernando el Católico. Su servicio a la corona se tradujo en una participación activa en la
Guerra de Granada, en su extraordinaria misión como embajador de los Reyes Católicos ante
la Santa Sede y como agente y promotor de obras relacionadas con el mecenazgo real. En este
artículo se estudia ese vínculo a través del papel que representa su interesante registro de
correspondencia que, además de su valor como testimonio de una época, constituye un
ejemplo muy acabado de la literatura epistolar del Renacimiento.
Abstract:
Íñigo Lopez of Mendoza, the second count of Tendilla, the first general captain of the
Kingdom of Granada and the first alcaide of the Alhambra, was one of the most faithful allies
of the king Ferdinand the Catholic. His service into the crown was translated in an active
participation in the War of Granada, in his extraordinary mission as ambassador of the
Catholic Monarchs in the Holy See and as agent and promoter of artworks related to the royal
patronage. In this article, this bond is studied across the role that represents his
correspondence that, besides his value as testimony of an age, is a very completed example of
the epistolary literature of the Renaissance.
Artículo recibido el 1 de diciembre del 2016. Aceptado el 15 de abril de 2017.
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“El conde de Tendilla fue acaso el mejor general de la guerra de Granada (aun
entrando en rivalidad con el Gran Capitán), acaso el más glorioso embajador a Italia del Rey
Católico (desde luego el más famoso), acaso el mejor político organizador (primer Capitán
general de Granada durante veintitrés años), y, sobre todo ello, el magnate español más
humanista y más protector de humanistas, y el inspirador primero del Renacimiento entre
nosotros, ¡qué así somos de olvidadizos en España!”1.
Entre los rasgos que contribuyen a dibujar el perfil más humanista del conde de
Tendilla se encuentra, en primer lugar, su afición por la lectura4. Iniciado en ella desde su más
1
Elías TORMO, “El brote del Renacimiento en los monumentos españoles y los Mendoza del siglo XV” en
Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, 25, 1917, p. 54.
2
Consultar para este asunto: Margarita CAP de PONT, “La biblioteca del Marqués de Santillana en la Biblioteca
Nacional” en El libro español: revista mensual del Instituto Nacional del Libro Español, 231, 1977, pp. 114-115
y Félix SALGADO OLMEDA, “Humanismo y coleccionismo librario en el siglo XV: las bibliotecas
renacentistas de Santillana, Infantado y el Cardenal Mendoza” en Wad-al-Hayara: Revista de estudios de
Guadalajara, 22, 1995, pp. 123-135.
3
Francisco LAYNA SERRANO, Historia de Guadalajara y sus Mendoza, Madrid, Instituto Jerónimo Zurita,
1942, p. 240.
4
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “Ocio, cultura y mecenazgo en los inicios del Renacimiento español” en
NÚÑEZ ROLDÁN, Francisco (coord.), Ocio y vida cotidiana en el mundo hispánico moderno, Sevilla,
Universidad de Sevilla, 2007, pp. 391-402.
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temprana infancia, pues así lo recoge uno de sus primeros biógrafos5, debió acompañarle
también a lo largo de las campañas militares en las que participó durante la guerra de Granada
y, sobre todo, en su embajada italiana6, donde adquirió para su biblioteca algunos ejemplares
de códices y manuscritos como la Historia de Bohemia o la comedia latina Syrus escrita por el
humanista Domenico Crispo Ramusio. Su afición por la lectura no se agotó ni con el final de
la guerra de Granada ni tras su regreso de Italia, más bien todo lo contrario. Instalado en la
ciudad de la Alhambra, donde permaneció hasta su muerte, acude constantemente a ella y
será, en muchas ocasiones, su principal conexión con el mundo que le rodea. En este sentido,
casi al final de su vida, le escribe al obispo de Málaga en septiembre de 1513 y le dice “mi
pasatiempo es agora leer y escrevir”7. Precisamente, en su caso, no sólo hay un gusto por los
libros, tiene también como afirmó José Szmolka, “aunque modesto, un papel activo”8.
“Don Íñigo López de Mendoza, al ordenar a sus secretarios que registrasen toda su
producción epistolar, se adelantó a su época pues el Registro constituye una magnífica base
5
Ibáñez de Segovia afirma, en este sentido, que “las primeras memorias de la educación y criança de Don
Íñigo, aunque totalmente se ignoren se deven suponer correspondientes al grado y estimación que mantenía su
padre, y a los felices efectos que produxo después su regular y acertada disciplina, derivando creerse gastaría
el tiempo de su juventud más tierna así en el exercicio de las armas como en el de las letras, pues le hallamos
tan celebrado igualmente en entrambas” (Gaspar IBÁÑEZ DE SEGOVIA Y PERALTA, marqués de Mondéjar,
Historia de la Casa de Mondéjar escrita para el Marqués de Valhermoso por el de Mondéjar su abuelo,
Biblioteca Nacional de España, Mss/3315, fol. 170).
6
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “La aventura italiana de don Íñigo López de Mendoza: emblemática y
ceremonial de un embajador de los Reyes Católicos” en Guillermo REDONDO VEINTEMILLAS, Alberto
MONTANER FRUTOS y María Cruz GARCÍA LÓPEZ (eds.), Actas del I Congreso Internacional de
Emblemática General, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 2005, vol. III, pp. 1597-1607 y Cristina
HERNÁNDEZ CASTELLÓ, “El II conde de Tendilla como representante de los Reyes Católicios en Italia: su
paso por Bolonia, Florencia, Roma y Nápoles”, en Sandro de MARIA (coord.) y Manuel PARADA LÓPEZ DE
CORSELAS (coord.), El Imperio y las Hispanias de Trajano a Carlos V: clasicismo y poder en el arte español,
Bolonia, Bolonia University Press, 2014, pp. 261-270.
7
Correspondencia del Conde de Tendilla (1508-1513), Biografía, estudio y transcripción por Emilio Meneses
García, Madrid, Real Academia de la Historia, 1973-1974, tomo II, p. 577.
8
José SZMOLKA CLARES, “La preocupación por la cultura de un capitán general granadino” en Estudios
sobre literatura y arte dedicados al profesor Emilio Orozco Díaz, Granada, Universidad de Granada, 1979, p.
408.
9
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “La literatura epistolar como fuente de documentación: el caso de don Íñigo
López de Mendoza” en Actas del VI Congreso Internacional de Historia de la Cultura Escrita, Calambur,
Madrid, 2002, pp. 187-204.
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para elaborar una explicación integral de su gestión y del tiempo que le tocó vivir, para hacer
de ella, sin apenas dificultades, una historia total”10.
Semblanza y personalidad
Íñigo López de Mendoza debió nacer en torno al año 1442 pues en su último
testamento, fechado en Granada el 18 de de julio de 1515, poco antes de su fallecimiento,
afirma tener setenta y tres años o más, de donde se confirmaría la anterior fecha para su
natalicio, que no coincide en principio con la que se ha barajado durante algún tiempo a partir
de las noticias que se tenían procedentes del Epistolario de Pedro Mártir de Anglería, uno de
los humanistas que estuvo a su servicio. En la consolatoria que le envía a Luis Hurtado de
Mendoza, hijo del fallecido, le dice:
“¿Qué otra cosa se podía esperar de un octogenario, sino que pagara su deuda con
la naturaleza? Encendido en la caridad, vive entre los héroes ilustres por sus preclaras
hazañas y entre los santos insignes por su vida y costumbres”11.
Esto significaría que, de ser cierta esa edad, tendría que haber nacido a mediados de
la década de 1430, lo que resulta bastante improbable si tenemos en cuenta que sus padres no
debieron contraer matrimonio hasta 1439 o más.
Fig. 1 Íñigo López de Mendoza, II conde de Tendilla y I marqués de Mondéjar. Juan Bautista de Espinosa
© Patronato de la Alhambra y Generalife. Pepe Marín, 2016.
10
Epistolario del Conde de Tendilla (1504-1506), Estudio: José Szmolka Clarés; edición y transcripción: M. ª
Amparo Moreno Trujillo y P.a. José Osorio Pérez, Granada, Universidad de Granada, 1996, tomo I, p. XIX.
11
Pedro MÁRTIR DE ANGLERÍA, “Epistolario” (Estudio y traducción por José López de Toro), en
Documentos inéditos para la Historia de España, Madrid, Imprenta Góngora, 1956, Tomo IX, p. 180.
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Era, por tanto, diez años mayor que Fernando el Católico y a pesar de esa diferencia
de edad, sus vidas van a tener un desarrollo paralelo y a veces simultáneo que les lleva a
formar parte de aquella nómina de individuos que como ha afirmado Henry Kamen, de algún
modo pueden ser considerados fundadores de la España moderna12.
Ya hemos indicado que fue su padre Íñigo López de Mendoza, primer conde de
Tendilla, y su madre Elvira de Quiñones, hija del Señor de Luna y Merino, familias donde
hubo siempre influyentes personajes en el campo de la política, el ejército y la cultura. Decía
el historiador Lafuente Alcántara que también:
“Era nieto del marqués de Santillana, uno de los caballeros más gentiles de España,
famoso en la historia de la poesía castellana, y muerto en 1458; era asimismo sobrino del
primer duque del Infantado y de sus hermanos el Gran Cardenal y del conde la Coruña, pues
estos y otros hijos del de Santillana han sido estirpes de la gran familia Mendoza, rica,
poderosa e ilustre”13.
No obstante, fue su padre quien sin duda ejerció sobre él de guía, a través de un gran
magisterio que estará presente a lo largo de su vida de ahí también el paralelismo tan marcado
que existe en la trayectoria vital, política y cultural de ambos. Los dos participan en la guerra
de Granada lo que les permite formar parte del entorno más cercano de la monarquía como
principal agente motivador de lo que representó, por decirlo de alguna manera, esta última
“cruzada”, los dos son enviados a Italia en misión diplomática y los dos mostraron una
decidida afición a la cultura como consecuencia de la esmerada instrucción recibida, lo que se
tradujo en una interesante labor de promoción artística y literaria.
A lo largo de su vida fue testigo de los reinados de Juan II, Enrique IV, los Reyes
Católicos y Felipe I, estando casi a punto de ver como el príncipe Carlos iniciaba un reinado
de dimensiones universales y de carácter imperial. Todo ello le permitió ser protagonista, a
veces de forma directa y otras desde su palacio de la Alhambra, aquel “rincón del rincón”,
como lo definía Mártir de Anglería, de una gran cantidad de acontecimientos que se sitúan en
la base de la Edad Moderna que comienza con la reconquista del último baluarte de la
presencia islámica en el occidente europeo y con el descubrimiento de América, y que luego
continuará con otros episodios no menos importantes que se abren hacia el horizonte mismo
de la Modernidad.
12
Henry KAMEN, Fernando el Católico, Madrid, La Esfera de los Libros, 2015.
13
Manuel LAFUENTE ALCÁNTARA, Historia de Granada, comprendiendo la de sus cuatro provincias,
Almería, Jaén, Granada y Málaga, desde remotos tiempos hasta nuestros días, Imprenta y Librería de Sanz,
Granada, 1845, p. 176.
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Tendilla tiene dos fases que se diferencian y separan con una no menos crucial aventura
diplomática en Italia. La primera de estas etapas se desarrolla hasta 1485 y la segunda,
después de regresar de su viaje por tierras italianas, se prolonga hasta la consumación del
proyecto real castellano-aragonés que culmina con la entrada en la ciudad de la Alhambra a
principios de 1492.
14
Francisco LAYNA SERRANO, Historia de Guadalajara […], op. cit., p. 322.
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realidad circundante, fuese ésta la de su propio entorno, la de la corte o la de los asuntos que
tenían lugar más allá de las cada vez más amplias fronteras de los reinos hispánicos.
Contrajo matrimonio, por primera vez, en 1472 con su prima Marina Laso de
Mendoza, hija de Pedro Laso y de Juana Carrillo de Toledo. No obstante, Marina Laso
falleció en 1477 sin haber dejado descendencia. A su muerte hubo disputas y enfrentamientos
con la familia de la fallecida, pues aunque según el testamento de su esposa le correspondía a
Íñigo López de Mendoza, entre otras cosas, la mitad de la villa de Mondéjar, la hermana de
ella reclamó para sí esa parte al considerar que esta localidad formaba parte de un mayorazgo
instituido por su familia que no se podía dividir. El conde de Tendilla hizo caso omiso de este
particular apoderándose del castillo de la localidad, que muy pronto fue sitiado por la otra
parte litigante. El asunto se tornó de tal gravedad que fue necesaria la intervención de la reina
Isabel que ordenó la demolición del castillo al tiempo que reconocía los derechos y razones de
la familia de su primera esposa, obligándolo a entregar lo que creía que le correspondía. Sin
embargo, unos años más tarde, mientras éste se encontraba en Italia en el desempeño de una
importante misión diplomática, los Reyes Católicos compraron la villa de Mondéjar, para
después traspasársela al conde de Tendilla a cambio de catorce millones de maravedís. No
extraña, por tanto, que Mondéjar se convirtiera en la cabeza de su señorío, sobre la que
proyectó algunas de las obras más importantes debidas a su mecenazgo y patrocinio artístico y
arquitectónico. Además, desde que en 1512 el rey Fernando y su hija Juana erigieron el
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marquesado mondejano, siempre prefirió este título al de conde de Tendilla a pesar de ser éste
más antiguo y familiar.
15
Álvaro FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, “La política europea de Fernando Hispaniae rex”, en M.
Carmen MORTE GARCÍA (coord.) y José Ángel SESMA MUÑOZ (coord.), Fernando II de Aragón: el rey que
imaginó España y la abrió a Europa, Zaragoza, Gobierno de Aragón, 2015, pp. 63-80.
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prestigio de la casa Mendoza, paralelo al que su abuelo el marqués de Santillana había hecho
en Guadalajara, se vio frustrado por la falta de apoyo de ambos monarcas.
16
Sobre este asunto se puede consultar: Juan Manuel MARTÍN GARCÍA y Rafael G. PEINADO SANTAELLA,
“Don Íñigo López de Mendoza, II Conde de Tendilla y I Marqués de Mondéjar”, en Rafael LÓPEZ GUZMÁN
(Coord.), Los Tendilla: señores de la Alhambra, Granada, Patronato de la Alhambra, 2016, pp. 55-71; Manuel
BARRIOS AGUILERA y Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Historia del reino de Granada, Granada,
Universidad de Granada, 2000; Rafael G. PEINADO SATAELLA, “La Granada mudéjar y la génesis del
régimen municipal castellano”, en Chronica Nova: Revista de historia moderna de la Universidad de Granada,
28, 2001, pp. 357-399 y, entre otros, Rafael G. PEINADO SANTAELLA, “La oligarquía municipal de Granada
en los albores del dominio castellano”, en Edad Media: revista de historia, 14, 2013, pp. 213-237. Por lo que
respecta, por ejemplo, al papel de Fray Hernando de Talavera, con quien el conde de Tendilla mantuvo una
estrecha amistad y colaboración hasta el punto de encargar su propio enterramiento perdido con la demolición de
la primitiva Mezquita Mayor de Granada y posterior construcción de la iglesia del Sagrario, consultar los
siguientes trabajos: Alonso FERNÁNDEZ DE MADRID, Vida de Fray Hernando de Talavera, primer
Arzobispo de Granada, Granada, Universidad de Granada, 1992, y el más reciente de Francisco Javier
MARTÍNEZ MEDINA, “Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada. Bosquejo biográfico”, en
Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada, hombre de Iglesia, Estado y Letras, Granada,
Universidad de Granada y Facultad de Teología, 2011, pp. 13-100.
17
Manuel BARRIOS AGUILERA y Rafael G. PEINADO SANTAELLA, Historia del reino de Granada…, op.
cit.
18
Sobre la residencia de Íñigo López de Mendoza: Carlos VÍLCHEZ VÍLCHEZ, El Palacio del Partal Alto en la
Alhambra, Granada, Proyecto Sur de Ediciones, 2001 y Antonio ALMAGRO GARCÍA y Antonio ORIHUELA,
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actualidad, pues fue demolido en el siglo XVIII, según la tradición, por un descendiente de
Íñigo López de Mendoza, perteneciente a la casa de los Mondéjar, después que fueron estos
desposeídos de su cargo de alcaides de la Alhambra como consecuencia de la llegada al trono
de Felipe V. Sea como fuere en el Archivo Histórico de la Alhambra se conservan algunos
legajos de las primeras décadas de ese siglo sobre el derribo y venta de materiales procedentes
del Palacio de Tendilla que es como tradicionalmente se conocía.
“La residencia del Conde de Tendilla en la Alhambra”, en Rafael LÓPEZ GUZMÁN (Coord.), Los Tendilla:
señores de la Alhambra, Granada, Patronato de la Alhambra, 2016, pp. 177-179.
19
María Teresa FERNÁNDEZ MADRID, El mecenazgo de los Mendoza en Guadalajara, Instituto Provincial de
Cultura Marqués de Santillana y Excma., Diputación Provincial, Guadalajara, 1991, p. 81.
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“El más acabado modelo, tanto por su relieve político como por la variedad de su
experiencia cultural, de esta concepción del mecenazgo como importante servicio a la
Monarquía, lo que le hace figurar en nuestra historia artística además de cómo introductor
del estilo –refiriéndose al Renacimiento– en España como uno de sus más firmes valedores
en los programas de la Corona…, uno de los principales generales de la Guerra de Granada,
diplomático de excepción en Italia en 1486 por encargo de Fernando el Católico y uno de los
hombres más importantes en la administración y vida política del Reino de Granada tras su
conquista, junto con el arzobispo Fray Hernando de Talavera y el secretario Hernando de
Zafra”21.
20
José CEPEDA ADÁN, “El Gran Tendilla medieval y renacentista” en Cuadernos de Historia, I, 1967, p. 167.
21
Ignacio HENARES CUÉLLAR, “Arquitectura y mecenazgo: Ideal aristocrático, reforma religiosa y utopía
política en el Renacimiento andaluz” en La arquitectura del Renacimiento en Andalucía: Andrés de Vandelvira y
su época [Cat. Exposición], Sevilla, Junta de Andalucía, Consejería de Cultura y Medio Ambiente, 1992, p. 60.
22
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “Arquitectos y mecenas del Renacimiento en España” en Cuadernos de
Arte de la Universidad de Granada (Granada), 36, 2005, pp. 29-47.
23
Sobre la contribución de la familia Mendoza a la cultura de su tiempo: Fernando FERENÁNDEZ LANZA,
“Los Mendoza, y grandes de Guadalajara, en la documentación de la secretaría de Estado del Archivo General de
Simancas” en Wad-Al-Hayara, 19, 1992, pp. 411-416; María Teresa FERNÁNDEZ MADRID, “Los Mendoza y
el ideal de mecenazgo renacentista” en Cuadernos de Arte de la Universidad de Granada, XVIII, 1987, pp. 87-
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Con ser, como ha quedado demostrado, solamente por obras como el convento de
San Antonio o la iglesia parroquial, muy importante su mecenazgo en la localidad de
Mondéjar cabeza de su señorío y ciudad por la que tanto había pleiteado con los familiares de
su primera esposa, fue también el gestor de otras empresas artísticas que figuran como
encargos representativos en el camino hacia la introducción del Renacimiento en España. En
este sentido debe mencionarse su participación en la realización del sepulcro de Diego
Hurtado de Mendoza, su hermano y arzobispo de Sevilla, para la capilla de la Virgen de la
Antigua de la catedral hispalense, pero sobre todo el sepulcro del príncipe Juan e incluso el
propio sepulcro de los Reyes Católicos de la Capilla Real de Granada24.
Fig. 5 Sepulcro del príncipe Juan. Convento de Santo Tomás de Ávila. Domenico Fancelli
El primero de ellos pasa por ser pieza clave de la escultura del Renacimiento español,
hasta el punto de convertirse en modelo de una larga serie de monumentos funerarios que se
mantuvieron muy cerca de sus novedades formales y simbólicas. Su composición recuerda en
gran medida al sepulcro del papa Paulo II, siendo posible que el conde de Tendilla lo
conociera durante su embajada, lo que explicaría su insistencia, como así aparece en algunas
de sus cartas, en respetar las trazas que dice haber entregado para su ejecución.
97 y Helen NADER, Los Mendoza y el Renacimiento español, Institución Provincial de Cultura Marqués de
Santillana y Excma., Diputación Provincial de Guadalajara, Guadalajara, 1985. También, sobre el papel del
conde de Tendilla en este asunto, ver: Cristina HERNÁNDEZ CASTELLÓ, Poder y promoción artística. El
conde de Tendilla, un Mendoza en tiempos de los Reyes Católicos, Valladolid, Universidad de Valladolid, 2007.
24
Sobre la introducción del Renacimiento en España a través de estos encargos funerarios, cf. Juan Manuel
MARTÍN GARCÍA, “Diplomacia y cultura en la Edad Moderna: Italia, España y la difusión del Renacimiento”
en Rosario CAMACHO MARTÍNEZ, Eduardo ASENJO RUBIO y Belén CALDERÓN ROCA (coords. y eds.),
Creación artística y mecenazgo en el desarrollo cultural del Mediterráneo en la Edad Moderna, Málaga,
Universidad de Málaga, 2011, pp. 597-616.
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Este monumento funerario, aun cuando se trata de una iniciativa que nada tiene que
ver con la relación que el conde de Tendilla mantuvo con el rey Fernando para otros
proyectos artísticos, representa uno de los capítulos iniciales de la escultura española del
Renacimiento y además el punto de partida sobre el que se sitúa la participación del autor de
este sepulcro en otras obras de patrocinio real.
en esta obra, Alberto Morales afirma que “parece más que probable que la compra de
cincuenta y cinco carretadas de mármol de Cararra que Domenico Fancelli había hecho el 7
de Agosto de 1508, y que en gran parte envía a Génova, como nos ha transmitido el canónigo
Pietro Andrei, pudo ser para dicho sepulcro”28.
A tenor de los resultados alcanzados en esta primera obra, Fancelli recibe el encargo
para realizar la tumba del príncipe Juan que desde 1513 se instala en el crucero del convento
de Santo Tomás de Ávila. No hay duda aquí de la intervención del conde de Tendilla pues
todo parece indicar, según ha afirmado Joaquín Yarza Luaces, que “el rey debía de haber
hecho responsable de la designación del artista y de la buena marcha de la obra al noble,
descansando en su buen gusto y sensibilidad a la hora de elegir la persona apropiada”30. En
este caso encontramos, de igual forma, otra obra que resulta clave en la conformación de la
escultura renacentista española. Inspirado en la tumba del papa Sixto IV31, aporta algunas
novedades tanto en el diseño como en la decoración con respecto a los túmulos del periodo
gótico, pues la disposición en talud de los planos que lo forman rompe el carácter macizo y
pesado de los mausoleos medievales, adoptando, por el contrario, un sentido piramidal que se
completa con la imagen del yacente en la parte superior y con una fina y delicada labor de
ornamentación quattrocentista de la que Fancelli es uno de sus más fieles intérpretes.
28
Alberto MORALES CHACÓN, Escultura funeraria del Renacimiento en Sevilla, Sevilla, Diputación
Provincial de Sevilla, 1996, p. 33.
29
Según Ceán Bermúdez, en su libro sobre la Descripción artística de la Catedral de Sevilla de 1804, el receptor
de esta comisión y por tanto autor del sepulcro era otro escultor de origen italiano llamado Miguel Florentín
aunque este particular sería negado por otros autores como Gómez-Moreno que será de los primeros en remitir a
Fancelli como artífice del sepulcro del hermano del conde de Tendilla.
30
Joaquín YARZA LUACES, Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía, Madrid, Nerea, 1993, p.
136.
31
María José REDONDO CANTERA, “El sepulcro de Sixto IV y su influencia en la escultura del Renacimiento
en España”, en Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología: BSAA, 50, 1984, pp. 273-275.
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Fig. 6 Sepulcro de los Reyes Católicos. Capilla Real de Granada. Domenico Fancelli
© Capilla Real de Granada
Uno de los testimonios más importantes para apoyar la participación del conde de
Tendilla en este proyecto que acaba vinculando al escultor florentino con la corte fernandina,
lo encontramos en la carta que envía al contador Juan Velázquez en julio de 1511:
“Para Juan (tachado: el obispo d´Avila con) Juan Belazquez con miçer Dominico
Muy magnifico señor…
... Lo segundo es que miçer Dominico lleva la imajen del prinçipe nuestro señor, que Dios
aya, y yo no me contento della porque es mejor gesto que el que su alteza tenia, pero en fin,
como el dira, yo me di por vençido y vi que el tenia razon. Lo que suplico a vuestra merçed
es que a miçer Dominico tengo por un buen onbre y lo trate como tal, que por mi fee que el
lo es. Y de aca no ay que dezir sino que quedo a vuestro servicio. El conde don Iñigo”32.
Las palabras del conde de Tendilla con respecto al trabajo realizado por el escultor
florentino no sólo sirven para confirmar el encargo y la autoría, sino que ponen de manifiesto
su gusto particular hacia estas obras que empiezan a transitar por la cultura artística hispánica
en los albores mismos del Renacimiento. Más allá de sus críticas, que no hacen sino poner de
manifiesto, de nuevo, la indefinición estilística propia de un tiempo de cambios, confirman su
papel como referente en todos aquellos asuntos que desde la corte apuestan también por la
renovación artística y cultural.
32
Correspondencia del Conde de Tendilla […], op. cit., T. II, p. 50.
33
Jesús HERNÁNDEZ PERERA, Escultores florentinos en España…, op. cit.
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No hay aquí, como en los sepulcros de don Diego Hurtado de Mendoza o del
Príncipe Juan, ningún testimonio ni referencia concreta por parte del conde de Tendilla,
aunque no hay duda que su intervención a la hora de contactar de nuevo con Fancelli se apoya
en esa confianza que el monarca ya había manifestado hacia el noble en ocasiones anteriores.
34
Joaquín YARZA LUACES, Los Reyes Católicos […], op. cit., p. 142.
35
Ibídem, p. 142.
36
Miguel Ángel LEÓN COLOMA “Los mausoleos reales” en La Catedral de Granada, la Capilla Real y la
Iglesia del Sagrario, Granada, Cabildo Metropolitano de la Catedral de Granada, 2007, T. II, p. 345.
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Sin embargo, como ha señalado Carmen Morte, “enfermó gravemente en esta ciudad
cuando se disponía a regresar a Italia para comprar mármol en Génova, destinado a los
sepulcros del cardenal Cisneros y de los reyes Felipe el Hermoso y Juana la Loca, que
entonces tenía encomendados. El imaginero florentino se ve obligado a redactar su último
testamento en la capital aragonesa, el 19 de abril de 1519”37. Quien finalmente se encargó de
llevar a cabo este proyecto fue Bartolomé Ordónez38.
“El análisis de estas actuaciones relaciona por primera vez la capilla granadina con
los principales arquitectos de las catedrales, la realeza y la alta nobleza, demostrando que
ningún otro templo castellano de la época mereció la atención de tan amplia nómina artística,
a la que se unirían personajes de la relevancia –política y artística- del cardenal Cisneros, el
II conde de Tendilla y el obispo don Juan Rodríguez de Fonseca”40.
37
Carmen MORTE GARCÍA “Carlos I y los artistas de corte en Zaragoza: Fancelli, Berruguete y Bigarny” en
Archivo Español de Arte, Tomo 64, 255 (1991), p. 319.
38
Francesco Pastore, “L´arte di Bartolomé Ordoñez tra Spagna e Itlaia”, en José Policarpo CRUZ CABRERA
(coord.), Arte y cultura en la Granada renacentista y barroca: relaciones e influencias, Granada, Universidad de
Granada, 2014, pp. 323-362.
39
Se puede seguir parte de esta intervención a través de las cartas que forman parte de su epistolario. Epistolario
del Conde de Tendilla […], op. cit., tomo I, pp. 569-755.
40
Begoña ALONSO RUIZ, “Un nuevo proyecto para la Capilla Real de Granada”, en Goya, Revista de arte, 318
(2007), p. 131.
41
José Manuel PITA ANDRADE, “Capilla Real y Catedral de Granada”, en Catedrales de España, Vol. 2,
Madrid, Everest, 1994, pp. 345-442.
42
Antonio GALLEGO Y BURÍN, “Nuevos datos sobre la Capilla Real de Granada”, en Boletín de la Sociedad
Española de Excursiones, 57, 1953, pp. 9-116.
43
Fernando MARÍAS, El largo siglo XVI: los usos artísticos del Renacimiento español, Madrid, Taurus
Ediciones, 1986, pp. 120-123.
44
Juan Antonio GARCÍA GRANADOS, “Problemas arquitectónicos en la Capilla Real de Granada”, Cuadernos
de Arte de la Universidad de Granada, 19, 1998, pp. 45-64.
pág. 183
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Tendilla con el propio rey y sus asesores más cercanos en lo que nos encontramos con un
ejemplo más de lo que supone una constatación de la confianza del monarca en el buen juicio
del alcaide de la Alhambra. Lo contenido en estas cartas junto con lo que se deduce también
de la cédula real del 19 de enero de 1514, en la que se confirma una nueva intervención en el
mismo sentido que había guiado las consultas recibidas por el conde de Tendilla entre 1505 y
1509, revelan la dimensión de estas características, clave en la comprensión de la cultura
artística de España en el Renacimiento y el papel que en todo ello habría de tener Íñigo López
de Mendoza.
Las primeras noticias las encontramos en una carta dirigida al maestro mayor de la catedral de
Sevilla en octubre de 1505, donde se hace eco de la posición del rey con respecto a la
construcción de la Capilla Real y donde ya se evidencia también su criterio al respecto:
No parece que, por lo menos en ese momento, se llegaran a tomar medidas concretas
y no será hasta cuando se produce, unos meses después, la muerte de Felipe el Hermoso que
de nuevo el rey Fernando considera prioritario retomar la cuestión que no evitó, sin embargo,
que la maestría de las obras recayera en el arquitecto Enrique Egas48, especialmente vinculado
al círculo del cardenal Cisneros. No supone esta decisión la renuncia ni por parte del rey ni
del conde de Tendilla y otros partidarios suyos a apostar por un edificio en el que debía ser
prioritario:
Tal es así que, de nuevo, a mediados de abril de 1509, se pone en contacto con el
arzobispo de Sevilla para darle su impresión después de haber visitado las obras y solicitar la
asistencia del arquitecto Alonso Rodríguez, lo que permite pensar que este tema no estaba, ni
mucho menos, liquidado. En esta ocasión, le dice lo siguiente:
47
Epistolario del Conde de Tendilla […], op. cit., Tomo I, p. 504.
48
Pedro GALERA ANDREU, “El proyecto gótico de Enrique Egas: el Panteón de los Reyes Católicos” en La
Catedral de Granada, la Capilla Real y la Iglesia del Sagrario , Córdoba, Imprenta San Pablo, S. L., 2007, pp.
321-331.
49
Begoña ALONSO RUIZ, “Un nuevo proyecto […], op. cit., p. 133.
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esta traçada ella será una amarga cosa. Y para esto quiero el pareçer del maestro mayor ques
discreto y buena persona. A XVII de abril. Servidor de vuestra merçed”50.
Ratificándose en lo anterior, tenemos otras dos cartas de la misma fecha que envía al
contador mayor Juan Velázquez de Cuéllar y al obispo Antonio de Fonseca. En ellas vuelve a
insistir en la encomienda real sobre las reformas “que eran nesçesarias hazerse en la Capilla
Real que en esta çibdad se haze y con la información que su alteza por su carta me escribe y
con paresçer de algunos maestros, vimos la dicha obra”. De algún modo, estas afirmaciones
50
Correspondencia del Conde de Tendilla […], op. cit., T. II, p. 569.
51
Correspondencia del Conde de Tendilla […], op. cit., T. I, p. 750.
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dejan claro que el rey Fernando estaba al frente de un nuevo concepto para la fundación de
Isabel la Católica y que en parte todo ello se apoyaba sobre el buen criterio del conde de
Tendilla a la hora de decidir sobre una cuestión de tanta trascendencia y significación.
Más claro es, aún, en otra carta que en la misma fecha envía al contador Juan López,
en la que le indica lo siguiente:
Deja bien claro aquí cuál es su posición como intérprete de los deseos del monarca,
al tiempo que aprovecha para arremeter contra Enrique Egas por su actitud reacia a las
posibles reformas y, dando un paso más, propone lo que serían las enmiendas principales de
cara a hacer el edificio notable y muy real.
Respecto de la actitud del maestro mayor descrita en la carta que dirige al rey se
expresa la firme voluntad de Enrique Egas de atenerse a las condiciones que él mismo había
aceptado aun reconociendo que en el mismo momento de hacerlo ya era consciente de ciertos
fallos. Detrás de todo no podía estar otro que el cardenal Cisneros, responsable de la
contratación de las obras y, como ha señalado Earl E. Rosenthal:
Serán los arquitectos vinculados al bando fernandino, entre los que se encuentran
Cristóbal de Adonza, maestro mayor de las obras de Tendilla en Mondéjar, Alonso
Rodríguez, maestro mayor de la catedral de Sevilla, Lorenzo Vázquez, el gran arquitecto de
los Mendoza y Pedro de Morales, los que llevan a cabo las trazas y condiciones que fueron
enviadas al rey. De hecho, como ha señalado Begoña Alonso, “las cuentas reales contienen el
52
Ibídem, p. 754.
53
Earl E. ROSENTHAL, “El primer contrato de la Capilla Real”, Cuadernos de Arte de la Universidad de
Granada, IX, 1973-74, p. 18.
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pago de 300.770 maravedíes que dio e pago al maestro mayor de sevylla y a xpoval de
ado[n]çe ya pedro de morales y a lorenço vazquez de su salario quando venyeron a ver la
capilla a trezar –sic- el cimborrio”54.
Estamos pues, ante el triunfo de una opción, la que representaba el rey Fernando y
sus colaboradores, con el conde de Tendilla a la cabeza, y por otro lado, la derrota de aquella
otra visión más sobria que en virtud de lo establecido por la propia reina en el momento de
acometer la fundación de la Capilla Real había asumido el cardenal Cisneros y por ende el
arquitecto Enrique Egas en su calidad de maestro mayor. En el fondo, más allá de las
cuestiones concretas que, no obstante, impulsaron un cambio importante en la propia
concepción del espacio interior del que deriva la actual configuración de la Capilla Real, lo
interesante es que asistimos a un primer gran debate en torno a lo que debía representar la
arquitectura, sobre todo en el contexto de una arquitectura de poder, capaz de transmitir los
valores propios de una nueva sociedad en la que también, como ya había ocurrido en la
Antigüedad, las categorías de magnificencia, dignidad y lujo debían estar presentes como
muestra de la grandeza de los promotores de estas obras. En definitiva, la prevalencia del
valor simbólico y representativo que acabará triunfando en la décadas centrales del largo siglo
XVI.
Por ello, como afirmara Earl Rosenthal, no extraña “que el ansia de engrandecer el
edificio con el fin de hacerlo más real… revela la temprana oposición del conde de Tendilla y
otros al ambiente de severa restricción que caracteriza los últimos años de la reina y su
confesor, Cisneros”55. Las discrepancias entre uno y otro, o entre Íñigo López de Mendoza y
Enrique Egas, en quien recaen las trazas y ejecución del edificio, no sólo es el reflejo de un
debate de preferencias estéticas, sino también un conflicto de connotaciones políticas e
ideológicas en el contexto de un modelo de Estado. El registro epistolar del conde de Tendilla
se revela como un documento excepcional para conocer su personalidad y sensibilidad
artística y también es un exponente claro de la confianza que depositó en él el monarca
aragonés a la hora de intervenir en dos proyectos de tanta trascendencia.
Por esas mismas fechas también consta su participación como asesor real en los
trabajos que se estaban haciendo para la catedral de Granada. El rey Fernando acude de
nuevo al conde de Tendilla para recibir información y juicio sobre algunas cuestiones
relacionadas con el proceso de construcción. Nada hay aquí sobre aceptación o no de unos
determinados presupuestos estéticos o de implicación simbólica e ideologizada, sino más bien
54
Begoña ALONSO RUIZ, “Un nuevo proyecto […], op. cit., p. 134.
55
Earl E. ROSENTHAL, “El primer contrato […], op. cit., p. 18.
56
Begoña ALONSO RUIZ, “Un nuevo proyecto […], op. cit., p. 134.
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soluciones técnicas surgidas a la luz de ciertos problemas relacionados con la orientación del
edificio catedralicio y con la localización del altar en relación al coro procurando con ello la
armonización entre arquitectura y liturgia. Y en el fondo de todo ello, la seguridad por parte
del rey aragonés de contar con la persona más adecuada para abordar asuntos relativos a uno
de los proyectos que estaría llamado a convertirse en elemento referencial del triunfo del
clasicismo arquitectónico del siglo XVI. La correspondencia, entre ambos personajes, es una
vez más un claro testimonio de lo que algunos han llamado la preocupación por la cultura de
un capitán general del Reino de Granada57. En la carta fechada a 12 de septiembre de 1509, le
dice lo siguiente:
57
José SZMOLKA CLARES, “La preocupación por la cultura de un capitán general granadino”…, op.cit., pp.
401-416.
58
Correspondencia del Conde de Tendilla […], op. cit., T. I, pp. 750-751.
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asistenciales, nos permite conocer los detalles que marcan la definición y evolución de la
nueva fisonomía urbana de la ciudad.
Sobre lo que fue ese programa de organización parroquial, al que también se refiere
en su memorial manifestando sus reservas con respecto a la actuación del arzobispo que,
según indica, “labra algunas iglesias por amistad, en lugar de seis o siete vezinos, y en otros
de quarenta vezinos y mas, por enemistad, no quiere que se acabe las que estan
començadas”59, podemos decir que “supone el proyecto de equiparar a Granada según el
modelo de las ciudades cristianas tardo-medievales en los demás dominios peninsulares, es
decir, convertirla en una ciudad gótica”60.
Por otro lado, su puesto de capitán general del reino de Granada, alcaide de la
Alhambra y caballero veinticuatro de la ciudad le otorga un lugar extraordinario a la hora de
gestionar otros muchos proyectos con importantes implicaciones desde el punto de vista
artístico y como expresión de esta redefinición del tejido arquitectónico religioso de la ciudad.
“En este sentido, la actividad fue grande desde los primeros momentos de la
conquista: reordenación urbana de Granada y demás ciudades importantes del territorio
59
Ibídem, T. II, p. 354.
60
Ignacio HENARES CUÉLLAR, “El siglo XVI: Granada renacentista” en Granada, Tomo IV, Granada,
Diputación Provincial de Granada, 1981, p. 1137.
61
Ver para este asunto: Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “El arte cristiano” en Los Reyes Católicos y Granada
[Catálogo de Exposición], Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2004, pp. 183-200 y
Rafael LÓPEZ GUZMÁN, Tradición y clasicismo en la Granada del siglo XVI. Arquitectura civil y urbanismo,
Granada, Diputación Provincial de Granada, 1987, p. 18
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como sana medida policiaca, ensanchando calles, derribando casas, construyendo mercados e
iniciándose una serie de nuevas edificaciones monumentales…”62.
La transformación que se inicia en la urbe en la época del conde de Tendilla preludia
ahora lo que será el paisaje de la difusión de la cultura humanística y renacentista que triunfa
a partir de mediados del siglo XVI.
La concesión del título de capitán general del reino de Granada a Íñigo López de
Mendoza, y también su nombramiento como alcaide de la Alhambra, deben ser valorados no
como una política de regalías sino como la recompensa a quien había demostrado, en
innumerables ocasiones, ser competente para dirigir una institución destinada a la defensa y
protección del territorio63. El profesor Jiménez Estrella afirma que además de su experiencia
debieron ser determinantes otros aspectos de lo que él llama una hoja de servicios intachable:
“El reclutamiento de hombres para el ejército real, los importantes gastos a que tuvo que
hacer frente durante la ocupación y defensa de la difícil plaza de Alhama, la realización a
fines de 1485 de una embajada extraordinaria a Roma, así como su activa y decisiva
participación en la difícil campaña bastetana en 1489, que culminará dos años después con
su nombramiento como alcaide de Alcalá la Real y capitán general de la frontera, dan cuenta
de ello”64.
Como título privativo de la autoridad real, éste fue dado en perpetuidad y propiedad a
Íñigo López de Mendoza quien, a su vez, lo vinculó por testamento a su mayorazgo, por lo
que se aseguraba la transmisión del mismo a sus descendientes66, en concreto, al primogénito.
“Este poder omnipotente de los Tendilla en Granada ejercido desde su feudo de la Alhambra
va a durar hasta 1734, aunque desde el reinado de Felipe III y anulado el problema morisco, el
peso de éstos poco a poco decae”67.
62
Ibídem, p. 18.
63
Antonio JIMÉNEZ ESTRELLA, “La Capitanía General del Reino de Granada: apuntes sobre la evolución
histórica de una institución político-militar en el siglo XVI” en Qalat, Revista de Historia y Patrimonio de
Motril y la Costa de Granada, 3 (2002), pp. 113-114.
64
Antonio JIMÉNEZ ESTRELLA, “La Capitanía General […], op. cit., pp. 113-114.
65
Alfonso de CEBALLOS-ESCALERA Y GILA “El gobierno, defensa y guarda de la fortaleza medieval en
Castilla y León: el alcaide” en Juan Antonio BARRIO BARRIO y José Vicente CABEZUELO PLIEGO
(coords.), La Fortaleza Medieval: Realidad y Símbolo, Universidad, Alicante, 1998, p. 283.
66
José CEPEDA ADÁN, “El Conde de Tendilla, primer alcayde de la Alhambra” en Cuadernos de la Alhambra,
VI (1970), pp. 21-50.
67
Juan Antonio GRIMA CERVANTES, “Gobierno y administración de Granada tras la conquista: las
Ordenanzas de la Alhambra de 1492” en Cuadernos de la Alhambra, 26 (1990), pp.174-175.
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ilustres visitantes como si reconociera con ello un trofeo de su victoria pero también una
auténtica fascinación por lo que ésta representa.
Los Reyes Católicos, por su parte, pusieron de manifiesto un claro propósito de
conservación de todo el conjunto68.
“En estos primeros años tras la conquista, el cambio que más perceptiblemente
podría indicar un nuevo régimen era la Alhambra. El mantenimiento del conjunto palatino
atiende en un primer momento a una relación de dominio del espacio político ocupándose el
centro de poder que lo representa. En estos momentos, el nexo político y de cohesión social
entre la heterogénea población recae única y exclusivamente en la Alhambra”70.
68
Consultar para este asunto: Rafael LÓPEZ GUZMÁN, Tradición y clasicismo […], op. cit.; Leopoldo
TORRES BALBÁS, “Los Reyes Católicos en la Alhambra” en Obra dispersa. I: Al-andalus. Crónica de la
España Musulmana, 4, Instituto de España, Madrid, 1981, pp. 371-391 y, entre otros, Cristina VIÑES MILLET,
Cristina, La Alhambra de Granada: tres siglos de historia, Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba,
1982.
69
Juan Antonio GRIMA CERVANTES, “Gobierno y administración […], op. cit., pp. 174-175.
70
María Elena DÍEZ JORGE, El Palacio islámico de la Alhambra: propuestas para una lectura multicultural,
Eirene, Granada, 1998, p. 112.
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no hacen sino apostar por un punto de encuentro entre ambas sociedades, entre ambas
culturas, a las que la Alhambra daría cobijo bajo un mismo escenario.
Por otro lado, no cabe duda que no debieron faltar motivos de carácter práctico y
utilitario. En este sentido, su recinto amurallado, con más de veinte torres en todo su
perímetro, y una alcazaba que todavía resultaba prácticamente inexpugnable y desde la que se
podía ejercer un amplio control sobre la ciudad baja, el Albaicín y los alrededores de su
amplia y fértil vega, debió considerarse decisivo desde el punto de vista de la seguridad. No
en vano, elegida por el conde de Tendilla como su lugar de residencia, estableció aquí
también la sede de la Capitanía General del Reino de Granada, institución, como ya se ha
señalado, que nace de las nuevas necesidades defensivas y de control del territorio ante una
posible amenaza tanto desde dentro como, sobre todo, desde más allá de sus fronteras. En este
sentido conviene recordar que, precisamente, una de sus primeras intervenciones fue la
construcción del aljibe71 que se encuentra entre la Alcazaba y la zona de los palacios nazaríes
y el Palacio de Carlos V. Visitado en 1494, al poco de su construcción, por el viajero alemán
Jerónimo Münzer, llegó a afirmar lo siguiente:
“Hay en los palacios tanta belleza, con las cañerías de agua con tanto arte dirigidas
por todos los sitios, que no se da nada más admirable. A través de un altísimo monte, el agua
corriente es conducida por un canal y se distribuye por toda la fortaleza. Asimismo, el conde,
noble caballero, al salir del alcázar, nos condujo a un aljibe, nuevo y cuadrado, tan grande
como la Iglesia de San Sebaldo, que hizo construir en este mismo año, con gasto de diez mil
ducados. Obra tan estupenda, que no se da más”72.
71
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, “Los inicios de la Alhambra cristiana: la alcaidía del conde de Tendilla
(1492-1515), en José Policarpo CRUZ CABRERA (coord.), Arte y cultura en la Granada renacentista y
barroca: la construcción de una imagen clasicista, Granada, Universidad de Granada, 2014, pp. 123-156.
72
Jerónimo MÜNZER, Viaje por España y Portugal: Reino de Granada, Tat, Granada, 1987, p. 39.
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“Algunas cosas enbío a vuestra alteza por memorial dirigido a Herrando de Çafra,
su secretario. Humillmente le suplico las mande ver y examinar que estos son todos de
entrañas y coraçón seruidores de vuestras altezas y sus parciales, y yo querría que adorase en
él y por esto de los memoriales de muchos he cojido las cosas que ay enbío…”74.
“Memorial que se enbió a Herrnando de Çafra para las labores desta Alhanbra. Enbiósele
con Zebreros a XXIX de enero
Lo que se a visto con maestros y otras personas que saben de lavores y reparos que es
menester de dinero para aderesçar las cosas que adelante dirá en el Alhanbra y fortalezas de
Granada es lo siguiente:
73
Rafael DOMÍNGUEZ CASAS, Arte y etiqueta en la época de los Reyes Católicos: Artistas, residencias,
jardines y bosques, Alpuerto, Madrid, 1992.
74
Epistolario del Conde de Tendilla […], op. cit., Tomo I, p. 270.
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[…] Son menester para reparos de çimientos y petriles y almenas, que en muchas partes se
an caydo, en la Alhanbra y el el Alcaçaba della CLM [M] maravedís”75.
Unos meses después, en mayo de 1505, vuelve a escribir al rey dando cuenta,
nuevamente, de los gastos y obras realizadas al tiempo que justifica el modo en que
administra las rentas que van llegando con destino a la Alhambra atendiendo a lo que desde su
punto de vista considera prioritario.
Constantes son, a partir de ese momento, las peticiones por parte del conde de
Tendilla para que se atiendan los reparos necesarios en la Alhambra. Así, en 1509, le dice:
Queda claro, por tanto, que debieron ser unos años de intensa actividad pues en ese
tiempo tuvo que hacer frente a la dirección de las obras de reforzamiento de puertas y
murallas, la construcción de baluartes y torres y otras intervenciones de parecida envergadura.
Sin duda, estamos ante una constante en su epistolario, lo que refleja que junto a las
obligaciones contraídas en cuanto a defensa y administración de la Alhambra y el Reino de
Granada, hay aquí una postura clara con respecto al mantenimiento de un edificio singular de
un alto valor significativo que le lleva a poner este asunto en el primer orden de todo cuanto
correspondía a su cargo de alcaide y capitán general. En otra carta enviada a Francisco Ortiz
en enero de 1514, le dice lo siguiente:
“Dixéronme que en vna destas dos torres altas del Quarto Real dormía (fol. 31r) vna lechuza
y para echarla a vnos halcones subí a ver como se podría tomar y hallé caydos pedaços de
vna yesería cosa muy reziente. Marauilléme y miré y vi las paredes hendidas y abierta la
torre como vna granada. Truxe quatro maestros, los mejores de Granada, para verla. Dizen
ques menester asaz dinero para152 rehazella. Hasta que venga el tienpo de poner mano en
75
Ibídem, T. I, p. 270.
76
Correspondencia del Conde de Tendilla […], op. cit., T. I, pp. 751-752.
77
María Amparo MORENO TRUILLO. Escribir y gobernar: el último registro de correspondencia del Conde
de Tendilla (1513-1515), Granada, Universidad de Granada, 2007, p. 285.
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ella ando acontando y enpotrando como a cuba grande, y no sabemos sy aprovechará porque
tres arcos del corredor alto do posava Sancho de Paredes se vienen con ella hazia el patyo
real. Dezildo, por amor de Dios, a su alteza, y pues yo en los reparos desta Alhanbra nunca
he sido creydo mande su alteza 153 quien vea sy digo verdad. Están a mucho peligro, porque
aviendo su alteza más çierta ynformaçión que la mía, mande proveer como cunple a su
seruiçio y aquí no se pierda vn hedefiçio tan notable por no quererlo sostener, que, ¡juro por
Dios!, sy yo no subiera a la torre acaso no tardara quinze días en venirse al suelo y quando
no aprovechare seré yo syn culpa”78.
78
María Amparo MORENO TRUILLO. Escribir y gobernar […], op. cit., p. 93.
pág. 196
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Ningún otro que no fuese el conde de Tendilla podía encargarse de todo lo que rodea
el recibimiento del cuerpo de la reina, los preparativos de su funeral y la adecuación del
espacio destinado a su enterramiento hasta la conclusión de las obras de la Capilla Real que
ella misma había fundado.
79
María Elena DÍEZ JORGE, El Palacio islámico […], op. cit., pp. 161-162.
80
José SZMOLKA CLARÉS, “El traslado del cadáver de la reina Isabel y su primitivo enterramiento a través
del Epistolario del conde de Tendilla”, en Cuadernos de la Alhambra, 5 (1969), pp. 44-54.
81
María Cristina HERNÁNDEZ CASTELLÓ, “El Memorial de las obras del Convento de San Francisco de la
Alhambra y el II Conde de Tendilla”, Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, 75 (2009), pp.
75-83.
82
Juan Manuel MARTÍN GARCÍA, Íñigo López de Mendoza. El conde de Tendilla, Granada, Editorial
Comares, 2003.
83
Leopoldo TORRES Y BALBÁS, “El convento de San Francisco de la Alhambra” en Boletín de la Sociedad
Española de Excursiones, 39 (1931), pp. 126-138 y Juan Manuel BARRIOS ROZÚA, “El Convento de San
Francisco de la Alhambra: de cenobio a ruina romántica” en Reales Sitios: Revista del Patrimonio Nacional, 168
(2006), pp. 36-51.
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Sin entrar en detalle de algunas de las cartas que abordan este asunto, en las que se
evidencia que hubo una cierta improvisación y hasta desconocimiento con respecto al
protocolo que se debía seguir84, lo que más nos interesa destacar aquí es la firme decisión del
alcaide de la Alhambra con respecto a lo que se debía hacer en tanto que:
84
En una carta del conde de Tendilla, con fecha 12 de diciembre de 1504, le dice a Íñigo Manrique lo siguiente:
“El alçar de los pendones nunca lo ví hacer ni sé como se haze, parésçeme ya que sabiéndolo de Córdova o
Seuilla no se puede errar, sy aquí vienen como dizen con el cuerpo de su alteza de gloriosa memoria. Yo señor,
escreuiré a vos y al corregidor lo que pasare sy ay lugar de espera hasta allá. Son testamentarios el rey y el
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arçobispo de Toledo, el obispo de Palençia, Antonio de Fonseca, Juan Velázquez, Juan López; ha de ser tenedor
desa hazienda Juan Velázquez”, en Epistolario del Conde de Tendilla […], op. cit., Tomo I, p. 210.
85
Ibídem, Tomo I, p. 217.
86
Ibídem, Tomo I, p. 218.
87
Manuel GÓMEZ-MORENO, Sobre el Renacimiento en Castilla. I. Hacia Lorenzo Vázquez. II. En la Capilla
Real de Granada, Granada, Instituto Gómez-Moreno de la Fundación Rodríguez Acosta, 1991, p. 87.
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Allí, en una de las capillas del dicho convento estaría hasta 1523 cuando, trasladados
los cuerpos de Isabel y Fernando a la Capilla Real, su hijo Luis Hurtado de Mendoza, el tercer
conde de Tendilla obtiene la licencia necesaria para ser llevado a la capilla mayor de la
iglesia.
Conclusiones
Esa misma autoridad le valió la confianza por parte del rey aragonés que depositó en
él la gestión de otros encargos tan importantes como los sepulcros reales y el del príncipe
Juan, lo que le convierte en un auténtico adalid del Renacimiento en España. Y todo ello, en
el contexto de un auténtico servicio a la Monarquía, pues así de contundente lo expresaba el
propio Tendilla en una de las innumerables cartas que componen su epistolario:
“… y porque estas palabras asy dichas a vn mensajero syn carta se podrían oluidar acordé de
enbiar a vosotros para saber dellos la voluntad del señor rey, y en que manera entiende su
señoría ser seruidor del rey y de la reyna, nuestros señores, y lo que entiende hazer por su
seruiçio, para que yo mas syn enpacho pueda enviar a hablar a su altezas lo que cumple al
señor rey, que cierto por su fama y virtuosa condición yo le deseo seruir tanto como
qualquier de los suyos, y querría que su señoría me diese el cabo del ovillo para que
conociese esto”89.
Su caso, por tanto, no puede ser considerado como un hecho aislado ya que hay que
ponerlo en relación con el sentir, cada vez más visible, de una clase aristocrática y de una
parte del poder religioso a través del cual es posible comprender el complejo episodio de
nuestro Renacimiento y su singularidad tanto en los aspectos formales como en aquellos otros
que afectan al contenido y a la dimensión política, emblemática y cultural que su adopción y
aceptación implicaba.
La personalidad del conde de Tendilla nos ofrece una muestra singular de aquella
realidad artística y cultural que representó los inicios de la Modernidad en España y aunque es
88
María Cristina HERNÁNDEZ CASTELLÓ, “El Memorial […], op. cit., p. 82.
89
Epistolario del Conde de Tendilla […], op. cit., Tomo I, p. 175.
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TIEMPOS MODERNOS 34 (2017/1) ISSN: 1699-7778
Para el rey nuestro señor. Fernando el Católico… Juan Manuel Martín García
“El triunfo final convirtió a Granada en una ciudad emblemática del nuevo orden
de cosas. El raro acuerdo de tneirro común de los monarcas en San Juan de los Reyes de
Toledo fue modificado. Ahora sería Granada, formando parte de la Corona castellana, pero
conquistada con el esfuerzo de los dos, dirigiendo la guerra Fernando, el nuevo lugar
elegido. En la visión de unidad futura pretendida, seguramente, Granada tenía un papel
destacado. Último baluarte del Islam, había que conferirle un aire distinto, cristiano, aunque
se fuera respetuso con ciertos eficiios nazaríes, como la Alhambra. El número de referencias
a obras en o para la ciudad –en las que, podemos afirmar, el conde de Tendilla tendría un
papel destacado– es muy grande”90.
90
Joaquín YARZA LUACES, Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una monarquía…, op.cit., p. 24.
pág. 201