Los Celos Son Posesión, No Importa Como Quieran Pintarlos. Es Asfixiar Al Otro en Nombre de Un Amor Enfermizo

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-Fantasmas del Pasado: El regreso-

“Los celos son posesión, no importa como quieran


pintarlos. Es asfixiar al otro en nombre de un amor
enfermizo”

Walter Riso

Dicen que entre el amor y el odio hay una línea muy


delgada, pero la verdad es que a veces es más difícil ver la
línea que hay entre el amor y la obsesión, dos emociones
que no deberían mezclarse, mucho menos confundirse,
aunque para algunas personas eso es inevitable
transformando el anhelo por ser amado en una necesidad
tan grande como respirar, lo que termina por dañar a quien
más aman…

El temible e inconmovible líder de Bonten, Manjiro Sano, se


encontraba en su lúgubre habitación, mirando fotos del que
un día fue su primer novio y quien hasta el día de hoy es el
amor de su vida: Chifuyu Matsuno, un hermoso omega de
rubios cabellos y ojos cían que nunca tuvo miedo de
desafiar alfas con tal de preservar sus ideales. En estos
momentos, en su pálida mano tenía una foto de Chifuyu y él
poco después que habían empezado a salir, tan jóvenes e
inocentes sin imaginar la tormenta que se iba a desatar,
una tormenta llamada Tetta Kisaki…

—Ese bastardo, sino estuviera muerto ya, ahora mismo yo


estaría desollándolo vivo. —habló para sí mismo el líder,
recordando como ese bastardo de lentes lo impulsó a
hacer algo imperdonable. —Por culpa de ese bastardo lo
perdí a él, a mi omega…
Flashback

[Nuestra historia de amor es hermosa, atesoré cada uno de


los meses que salimos en secreto. Siendo sincero, creí que
sería así para siempre, solo Chifuyu, yo y quizás algunos
cachorros en el futuro; sin embargo, caí en la trampa de
quien quería acabar con la ToMan, Kisaki Tetta, el único
culpable de que todo se fuera a la mierda después de aquel
fatídico enfrentamiento del "Bloody Halloween"...]

La pareja secreta de la ToMan en estos momentos se


encontraba en una pequeña cafetería discutiendo sobre la
salida del vice-capitán de la primera división; la cosa se
había puesto acalorada rápidamente gracias a cierto alfa
de temperamento complicado.

—¿Te vas porque ya no está Baji? ¿Es que yo no significo


nada para ti?

—No es eso, Mikey. Es solo que yo no puedo tomar el


mando de la división, no se siente correcto. Pero eso no
quiere decir que deje a la ToMan o a ti.

—¡Pues eso es lo que parece!

—Mikey. —la voz del menor era casi un susurro, buscando


calmar a su novio. —Sabes que nunca te abandonaría y,
aunque deje la ToMan en un hipotético caso, seguiré
siendo tu novio. Solo quiero lo mejor para la ToMan y para
la primera división.

—¡¿Es que no piensas en mí?! ¡¿Yo no importo una mierda?!


—el adolescente usualmente despreocupado y tranquilo,
golpeó la mesa con fuerza provocando que todos los
presentes voltearan a verlos.
—Mikey, cálmate por favor. Estás haciendo una escena. —
Chifuyu se veía un tanto nervioso, nunca había visto a su
novio de esa manera. —Creo que lo mejor será irnos y
dejar está conversación para otro día.

El joven Matsuno trató de ponerse de pie, pero fue


rápidamente tomado del brazo por su novio.

—¡No te vas hasta que yo diga!

—Mi- Mikey... Me- Me- duele... —se quejaba el menor entre


quejidos mientras el agarre del mayor se hacía más fuerte.

—¡Si conocieras tu lugar no te dolería, omega!

El usualmente dulce aroma de Matsuno, se transformó en


un ácido olor característico del miedo. Al oler eso, la mano
de Sano se soltó casi inmediatamente mientras sus ojos se
abrían de par en par al ver la marca morada en la muñeca
ajena.

—Chifuyu... —Sano pareció entrar en razón cuando olió el


evidente miedo del otro. —Chifuyu, yo, no era mi intensión,
yo-

—Ésta conversación se terminó. —dijo Matsuno a la vez


que se paraba de su asiento y tiraba algo de dinero sobre
la mesa.

—Chifuyu, yo... Yo lo siento. —el alfa pareció entrar en


razón cuando olió el evidente miedo del otro. —Yo en
verdad lo siento. Ven hablemos-

El de ojos negros trató de tomar la mano del otro, pero


éste la aparto rápidamente.
—Hablo en serio, Manjiro. —la respuesta del omega fue
cortante. —No volveré a hablar contigo hasta que te
calmes. Soy tu novio, no tu propiedad.

Con lágrimas en los ojos Chifuyu abandonó el local, por


otro lado, con el alfa casi rompe el vaso de vidrio donde
antes estaba el helado que tanto disfrutó, él se arrepentía
de todas las idioteces que le había dicho a la persona que
amaba.

[Ese día me sentí el imbécil más grande del mundo, sabía


que Chifuyu era leal a muerte, pero me dejé llevar por el
veneno del infeliz de Kisaki, quien nunca sospechó ni que
él era omega ni que Chifuyu y yo éramos pareja… Aunque
eso no le impidió meterme ideas sobre una posible traición
en la cabeza, y yo de idiota voy y le creó. Nunca me voy a
perdonar eso y mucho menos lo otro...]

Era una aparentemente tranquila noche de noviembre


cuando el invencible comandante de la ToMan se
encontraba revolcándose en su cama, él giraba
violentamente de un lado al otro, enredado en las sabanas
a la vez que recordaba lo idiota que había sido con su
novio.

“Chifuyu, Chifuyu, Chifuyu…” era todo lo que pensaba


Manjiro mientras pateaba las sabanas fuera de la cama, a
estas alturas él se sentía en un horno. “Chifuyu, Chifuyu,
¡Chifuyu!”

Las tan altas como repentinas calenturas que le habían


empezado a dar junto con los insistentes pensamientos
respecto a cierto lindo omega de ojos cían solo podía
significar algo…
“Mierda, el celo se adelantó” la preocupación lo invadió,
Manjiro se tiró rápidamente de la cama con la idea de
arrastrarse hasta los suprimidores de celo con la
esperanza de aplacar esta tortura; sin embargo, los
impulsos le ganaron, el alfa en su interior le pedía a gritos
que fuera por el omega para “mostrarle donde pertenecía”
y poder marcarlo.

Casi en piloto automático, Mikey salió de su habitación y


fue derecho por su CB250T y se fue hasta donde su instinto
le decía que podría estar el omega; él seguí sus instintos
más que el olfato ya que su omega usaba bloqueadores de
olor. El último momento de consciencia de Mikey fue
cuando llegó a donde estaba Chifuyu, luego el alfa se hizo
cargo…

-.-.-.-

Pasó fácilmente una hora hasta que el alfa se calmó y dejó


que el pandillero volviera a tomar el control. Desorientado,
Manjiro comenzó a despertar dándose cuenta rápidamente
de dos cosas: primero, estaba frío, sucio y desnudo en la
parte de abajo su cuerpo; segundo, Chifuyu Matsuno
estaba abajo suyo inconsciente sobre un charco de sangre
y una sustancia blancuzca que era fácil de reconocer…
Mordidas y arañazos por todo el cuerpo, incluso se podía
apreciar una marca de unión aún fresca en el pálido cuello
del joven Matsuno.

“Mierda, ¿quién rayos le hizo esto?” el miedo era notable


en esos ojos negros que estaban fijos al inconsciente rubio
en la fría acera, ¿quién le haría algo así al dulce y pequeño
Chifuyu? Analizando la situación, el joven Sano logró atar
cabos: el celo adelantado, los moretones, las mordidas, la
marca fresca en el cuello, el olor a sexo, el semen, la
sangre, ellos dos solos…
“Yo no puede- No pude- Yo nunca podría-”.

Lágrimas habían empezado a caer cuando el joven Sano se


percató que su pene aún estaba dentro de Chifuyu, por
mucho que quisiera él negarlo, no había dudas de que
había pasado para que el otro se encontrara en tal estado.

“¡¿Qué mierda hice?!”

—Chifuyu, despierta, Chifuyu. —sacudía con desesperó el


rubio con la esperanza de despertar al oji-cían, pero nada
pasaba… el otro no se movía, aunque respiraba
lentamente.

Sin saber qué hacer y con el miedo de lo qué pasaría,


Manjiro Sano hizo algo que no acostumbraba: huir; él se
subió a su motocicleta y huyó, huyó como alma que se la
lleva el diablo, manejando a toda velocidad por las calles
de Tokio esperando que en algún momento se despertara
de aquella terrible pesadilla que estaba él viviendo en ese
momento.

[La imagen de Chifuyu invadía mi mente, verlo a él cubierto


de golpes, arañazos, sin un solo rincón de su cuerpo sin
marcas de dientes, mis dientes, mientras él estaba
respirando lentamente sobre una mezcla de mi semen y su
propia sangre choreando entre sus piernas... Me daban
ganas de vomitar…]

Cuando llegó a su casa, el rubio se bajó rápidamente de la


motocicleta y se agachó a un lado para vomitar todo lo que
tenía en su estómago, la escena seguía grabada en su
mente. Mikey temblaba mientras se sostenía a duras penas
de pie luego de dejar hasta sus intestinos en el suelo.
Pasó un momento para que él se calmara, seguidamente se
fue a su habitación que por suerte estaba desligada a la
casa, así nadie le haría preguntas que no quería ni sabía
responder. Temblando como el cobarde que era, el de ojos
negros se tiró en su cama y se cubrió con la frazada
completamente, esperando que cuando volviera a abrir los
ojos todo hubiera pasado… No fue así.

-.-.-.-

A la mañana siguiente, el alfa de ojos ónix se despertó


sumamente mal, se sentía enfermo de sí mismo; él trató de
ignorar ese fuerte sentimiento de auto-desprecio e ir a la
cocina como si nada de la noche anterior hubiera pasado,
lástima que es más fácil decirlo que hacerlo.

—Ya era hora, Mikey. ¿Pensabas quedarte a dormir todo el


día? —“saludó” Emma cuando su hermano entró en la
cocina con más cara de muerto de lo usual. —¿Estás bien?
Parece que no pegaste un ojo en toda la noche.

[Si bien logré apaciguar la insistencia de mi hermana,


como era de esperar, los chicos no se calmarían tan
fácilmente luego que habían comenzado a notar la
ausencia de Chifuyu en la ciudad junto a su repentina
“renuncia”, y como en teoría éramos “buenos amigos”,
venían a mí a preguntar por él...]

—¡El próximo que pregunté por Matsuno está muerto, ¿fui


claro?! —todos retrocedieron ante la violenta reacción del
comandante de la ToMan. —El dejó la ToMan, ya no nos
incumbe que mierda haga con su vida.

Manjiro se dio la vuelta y se fue del lugar, olvidándose por


completo de la reunión e ignorando los gritos de sus
amigos llamando su nombre, él solo podía pensar en aquel
rubio y lo que había hecho aquella noche.

[Para mi suerte, los chicos dejaron de insistir en el tema,


aunque sabía que a mis espaldas hablaban del Chifuyu y su
repentina desaparición. El tiempo pasó y todos parecían
haber olvidado e lastimosamente ese no era mi casa; no
había día en el que no pensara en mi hermoso omega y en
como la había cagado, de hecho, hasta el día de hoy pienso
en eso…]

Fin del flashback

“12 años y aún no hay rastro de Chifuyu” con rabia, el


albino se paró al mismo tiempo que tomó el vaso de vidrio
que tenía a un lado y lo arrojó contra la pared. “¡¿Cómo
puedo ser el líder del sindicato del crimen más grande de
Japón y no encontrar un omega?!”

Mientras el alfa trataba de calmarse, alguien llamó a la


puerta de su oficina.

—¿Quién es? —la voz pese a su aparente tranquilidad,


choreaba ira lista para estallar al primer pobre diablo que
se posara en su camino.

—Sanzu, mi rey. —habló el de boca cortada desde atrás de


la puerta. —Tengo noticias que le complacerán.

—Pasa. —ordenó con simpleza, tirándose nuevamente en


su asiento y posando su cabeza en su mano en señal de
aburrimiento o fastidio. —Espero que sea bueno…

—Oh, creo que esto lo complacerá, mi rey. —soltó


misteriosamente el de cabellos rosas mientras entraba a la
habitación. —Hanagaki Takemichi fue visto hablando con el
detective Tachibana Naoto.

La cara del peli-blanco seguía estática, casi parecía decir


“¿Y?” con la mirada.

—Entiendo que eso no le interese ya que las ordenes eran


matarlo si trataba de hacer algo contra nuestra, pero lo
interesante no es con quién habló sino de quién hablaron
los dos. —al ver que esas palabras llamaron un poco la
atención de su jefe, el de la boca cortada se acercó a
alcanzarle un papel a su líder.

Mikey estaba poco por no decir nada interesado en lo que


decía su empleado hasta que tomó dicho papel en sus
manos, provocando que sus ojos se abrieran a más no
poder al leer un nombre que nunca abandonaba sus
pensamientos.

—¿Esto es real? ¿Lo verificaron? —la voz del líder criminal


sonaba esperanzada, algo que no se veía hace mucho,
mucho tiempo.

Sanzu asintió. —Es totalmente verificado, mi Rey.

-.-.-.-

A la mañana siguiente, en la casa Matsuno.

Frente a él, estaba el amor de su vida vestido únicamente


con un seductor conjunto de una blusita y un pantalón,
ambos hechos con seda celeste y detallitos de encaje
blanco, pantuflas de gatitos grises y un bonito delantal con
volantes y estampado de gatitos, dejando en evidencia que
él estaba preparando el desayuno cuando golpeó la puerta.
La puerta se abrió, dejando ver al dueño de la casa
arrepintiéndose en el acto por haberla abierto al ver aquel
rostro de su pasado.

—Tú... —los ojos de Chifuyu se abrieron a más no poder


mientras las piernas le comenzaron a temblar levemente.

—Hola, cariño. —esa voz le heló la sangre a Chifuyu, era


una voz que nunca pensó volver a escuchar en la vida. —
Estoy en casa.

Chifuyu trató de cerrar la puerta en la cara ajena, pero el


otro fue más rápido impidiendo eso. El dueño de la casa
comenzó a retroceder lentamente en un vano intento de
alejarse de esas sucias manos que tanto daño le habían
hecho en el pasado; el olor de miedo inundo la sala en un
instante.

—¿Qué- ¿Qué haces aquí, Sano? —la voz Fuyu temblaba


producto del miedo que sentía; para él, era como tener al
diablo de frente.

—¿No es obvio, MI pequeño omega? Vine por lo que marqué


como mi propiedad hace ya 12 años, vine por lo que es mío
por derecho, vine por ti.

Lágrimas silenciosas caían por la bella cara del dueño de


la casa, lo único que hacía era rezar en su menta por la
seguridad de sus hijos los cuales seguían durmiendo
tranquilamente en la comodidad de sus camas.

—Te encontré, mi dulce Fuyu. Estuviste escondido mucho


tiempo de mí, pero eso no importa, porque ahora que te he
encontrado, nada nos va a separar... Nunca...
El corazón de Chifuyu latía a mil por hora, él no tenía idea
de que hacer, si huir o luchar, lástima que no pudo pensarlo
mucho ya que una pequeña vocecita lo sacó de sus
pensamientos a la vez que llamaba la atención del mafioso.

—¿Mamá?

—¿Mamá? —repitió extrañado el albino.

—No… —susurró el azabache con miedo, no, con terror


absoluto al ver como estaba ocurriendo una sus peores
pesadillas.

—¿Estás bien? Desde arriba ser puede oler tu miedo. —esa


era la somnolienta voz de Shoko, quien venía bajando por
las escaleras. —¿Qué está pasando? ¿Él es- —la
preadolescente no tuvo el valor de terminar la pregunta al
ver al alfa albino mirándola fijamente.

Los negros ojos del alfa se abrieron a más no poder al ver a


la pequeña omega, la cual tenía un innegable parecido a él:
baja estatura, piel clara y cabello rubio claro, el cual era
ligeramente ondulado y le llegaban un poco más abajo de
los hombros; lo único que los diferenciaba eran las puntas
teñidas de rojo y ese par de dos grandes esferas de un
color cían que eran copias exactas del omega que había
cautivado el corazón del alfa hace tanto años atrás…

“Se ve de unos 11 u 12 años, ¿acaso será…?”

—Shoko, tú y tu hermano quédense arriba con el tío


Takemitchy. —ordenó con fuerza el omega. —Yo voy en un
minuto, cielo.

—¿Hermano? —susurró Mikey lo bastante alto como para


que Fuyu escuchara.
—Mamá, no quiero dejarte sola.

—¡Shoko, obedece! —la desesperación era evidente en el


tono de voz.

La niña asintió al ver la seriedad del asunto y corrió


subiendo las escaleras, en busca de su hermano y “tío”
para poder sentirse segura nuevamente.

—Vaya, creo que ahora entiendo porque te escondiste


durante tanto tiempo. —soltó con aparente calma Manjiro,
acercándose más y más al aterrado Chifuyu.

—Manjiro, por favor, vete y déjanos en paz.

—Son míos. —fue más una afirmación que una pregunta.

—Manjiro, te lo ruego, vete por lo que más quieras.

—Me temó que eso no se va a poder, mi dulce Fuyu.

El albino se acercaba más y más logrando que el azabache


se cayera de espaldas al retroceder; al llegar, Mikey tomó
la barbilla de Chifuyu haciendo que este lo mirara a los
ojos.

—Porque tú eres lo que más quiero y por eso mismo no voy


a dejarte ir, no otra vez.

—¡Suelta a mi madre! —se escuchó decir a una joven voz


masculina antes que el mayor de los gemelos Matsuno se
le tirará encima al mafioso.

Shoto le había tirado una patada al alfa mayor, el cual la


detuvo antes que impactara en su cara.
Manjiro se percató que la persona que quiso atacarlo era
un niño que aparentaba unos 12 años que era una copia
casi exacta de él a su edad: baja estatura, su piel era clara
y su cabello rubio con las puntas de color celeste oscuro,
el mismo era ligeramente ondulado y le llegaban casi hasta
hombros; pero sin duda alguna lo que más resaltaba eran
los ojos del chico, dos grandes esferas de un color cían
entre el verde y el azul, lo único que los diferenciaba.

“Es como verse en un espejo” pensó el mafioso al ver a su


versión “mini”. “El abuelo no se equivocaba al decir que los
genes Sano eran fuertes”

—Gemelos, tuviste gemelos. —dijo el albino más para sí


mismo que para el azabache que aun temblaba levemente
en el suelo.

—Manjiro, no les hagas daño. Hazme lo que quieras, pero


por favor, no les toques un solo pelo a mis hijos.

—¿De verdad crees que dañaría a nuestros hijos, Fuyu?

Eso hizo enfurecer al joven alfa. —¡Nosotros no somos tus


hijos, Bastardo! ¡Mamá es todo lo que necesitamos, él fue
madre y padre para nosotros todo este tiempo!

—Veo que no solo heredaste los ojos de tu madre. —


comentó entre suaves risas el de ojos negros.

El alfa más joven gruñó mientras abrazaba a su madre,


Chifuyu le respondió el abrazo antes de hablar. —Shoto,
vuelve arriba. Tu hermana te necesita más que yo.

El nombrado se iba negar hasta que vio la mirada de su


madre, decidiendo obedecerlo.
Shoto ayudó a su madre a ponerse de pie. —Grita si quieres
que vuelva. —y con eso se fue escaleras arriba
nuevamente.

Los ojos cían se posaron los ojos negros. —¿Qué quieres,


Manjiro? ¿Por qué viniste hasta aquí y por qué ahora?

—Ya te lo dije, vine por ti. No hay día en el que no te


buscara… —los ojos sin vida de Mikey tenían una pequeña
chispa al enfocarse en Chifuyu. —Pero fuiste bueno para
jugar al escondite hasta hoy. Te encontré gracias a
Takemitchy; lo vigilaba para acabar con él y me terminé
topando contigo como si fuera el destino, luego de 12
largos y tortuosos años pude volver a verte.

-.-.-.-

—Primero, nos casemos para formalizar nuestras marcas


de unión, siguiendo con eso tú dejaras tu trabajo y te
dedicaras 100% a ser mi omega. —eso no sorprendió a
Chifuyu, él lo esperaba. —Segundo, nuestros hijos tomarán
mi apellido también, siendo ahora Sano-Matsuno; Tercero,
ustedes 3 vivirán aquí conmigo y claramente tendrán
prohibido salir de aquí a menos que diga lo contrario.

—¿Y qué ocurre con la escuela? —interrumpió el omega


con seriedad. —No pienso dejar que ellos abandonen su
educación.

—Nuestros hijos continuaran estudiando si eso es lo que


quieres, solo que lo harán en casa. —Sano se percató de la
expresión inquieta de Matsuno. —Descuida, puedo pagar a
los mejores maestros y tutores de Japón. ¿Alguna otra
duda?
—Los gatos vienen con nosotros. —el tono de voz dejaba
claro que no había lugar para discutir.

Los ojos negros se suavizaron levemente. —Me alegra


saber que sigues siendo el mismo. —una pequeña sonrisa
decoraba la cara del hombre. —Tenía pensado traer a tus
gatos de todas formas, sé lo mucho que los amas. También
mandaré a traer todas sus cosas, así podrán conservar lo
que quieran.

—Bien.

—¿Alguna otra objeción? —el otro solo negó con la cabeza


seriamente. —Bien, le pedir a alguien que preparé los
papales de matrimonio y los de actualización de apellido
cuanto antes, lo mismo con tu renuncia. —anunció el
albino. —Te veo a ti y a los niños en la cena, puedes irte.

Chifuyu asintió y se estaba por retirar cuando sintió que le


tomaban la muñeca. —¿Pasa algo, Manjiro?

—Despídete bien, cariño.

El azabache entendió lo que el otro quería decir y


tragándose las palabras que quería decir, le dio un beso en
los labios. Cuando el alfa se mostró satisfecho, el omega
se retiró del lugar sintiéndose enfermo mientras se
recordaba a sí mismo que hacía esto por sus hijos.

“Aguanta, Chifuyu, aguanta. Lo haces por la seguridad de


ellos, ellos son todo lo que importa…”

-.-.-.-
Cuando la puerta se abrió revelando al azabache de ojos
cían, los gemelos corrieron a sus brazos, rodeándolo en un
cariñoso abrazo.

—Calma, calma. Ya estoy aquí. —

—Te prometo que te vengaremos, mamá.

—No dejaremos que él te vuelva a hacer daño.

Ese día los 3 hicieron una promesa silenciosa mientras las


lágrimas corrían por sus ojos hinchados: vengarse de
Manjiro Sano y recuperar su libertad, tomara el tiempo que
tomara.

-.-.-.-

—No digas que me amas Manjiro.

—Yo te amo, Chifuyu, siempre lo hice y te lo he demostrado


cada vez que pude. Todo lo que he hecho ha sido por ti y
por los frutos de nuestro amor.

— “La obsesión se confunde con amor cuando el amor se


confunde con posición”. — —Puede que Mikey, mi Mikey,
me amara, tanto como yo lo ame… Pero ese amor se
esfumó cuando ese Mikey murió.

En ese instante la puerta se abrió, dándole la entrada a dos


jóvenes de alrededor de 18 años, un chico y una chica
claramente gemelos.

El joven cuyo rostro era el calco de Mikey a esa edad, era


algo bajo midiendo alrededor de 165 cm, delgado pero
musculoso, cabello rubio peinado hacía atrás, grandes pero
serios ojos cían; él usaba un cuello de tortuga celeste
oscuro, pantalones formales grises y botines marrones.

La joven era bastante similar al chico, aunque era un poco


más alta que él por unos 5 cm, figura curvilínea, largo
cabello rubio ondulado y hermosos ojos cían; ella usaba
una camisa blanca, una falda lápiz color rojo claro, medias
cancán opacas y tacones negros.

—¿Qué pasa, “papi”? —preguntó acercándose el alfa rubio,


la burla en su voz era evidente.

—¿Te comió la lengua el gato? —se río la omega de rubios


cabellos, caminando a la par de su gemelo.

—¡No pueden hacerme esto! —alzó la voz el albino con


desespero al ver lo que sus hijos le querían hacer. —¡Yo los
hice lo que son hoy!

—Criaste cuervos, Manjiro. —los ojos de Chifuyu eran tan


fríos que dolían. —Llegó el momento en el que te arranquen
los ojos.

-.-.-.-

Unos años después…

Era un hermoso y soleado día en la ajetreada ciudad de


Tokio, los intensos rayos del sol estaban alumbrado el
escaparate de una encantadora tienda de mascotas y
refugio de animales que, pese a haber abierto hace apenas
unos años, era sumamente popular en la ciudad, quizás eso
se debía a la amable atención del tan atractivo como
simpático omega de ojos cían: Chifuyu Matsuno, quien
ahora pisando los 40 años, era dueño del exitoso y
acogedor local “Wild Cats”, nombrado así en honor a sus
hijos.

Shoko trabajaba con Chifuyu ya que a ella siempre le


gustaron los animales, ella estaba muy gustosa de trabajar
con su “madre” mientras estudiaba veterinaria, de hecho,
la pequeña omega estaba a un examen de recibirse.

Shoto por otro lado había seguido los pasos de su “madre”


y había decidido meterse de piloto, hace uno años ya que
el alfa trabajaba en la antigua aerolínea donde solía
trabajar Chifuyu antes del “incidente M.S.”.

—Tú solo querías compañía, ¿verdad? Eras un pobre niño al


cual orillaron a la oscuridad para el beneficio propio. —

—Siempre te amaré, al verdadero tú, Sano Manjiro. —una


pequeña lágrima cayó silenciosamente, una pequeña gotita
de agua salada llena de sentimientos. —Adiós, Mikey. Te
veré el próximo domingo.

“Quizás en otra vida yo podría ser tu omega y tú mi alfa,


quizás podríamos criar juntos a nuestros cachorros en un
hogar donde el amor no falte… Quizás podríamos ser
felices, todos nosotros…”

Los fantasmas del pasado siempre regresan a asecharte,


siempre… Por ese motivo debes enfrentarlos y vencerlos o
nunca podremos vivir en paz.

-.-.-.-

—Cuando me enteré que estaba embarazado, decidí


mantenerlos ya que ellos no tenían la culpa de nada, mi
mamá me apoyó en todo. Primero me mudé yo solo a Kioto,
viví con mi abuela hasta que mamá pudo pedir traslado al
año siguiente. Nunca abandone los estudios, seguí
estudiando embarazado y luego que los gemelos nacieron,
continúe gracias a que mi abuela me ayudaba a cuidarlos.
Cuando terminé los estudios secundarios y de preparatoria,
fui a la academia para pilotos y, como podrás ver, ahora
trabajo de eso; la paga es buena y me permitió darles a mis
hijos una vida digna y cómoda. Nunca les oculté nada a mis
hijos, ellos saben la verdad, no los detalles oscuros, pero sí
el panorama en general. —los ojos del omega viajaron
hasta las fotos en la pared antes de volver al beta. —Saben
que el líder del crimen organizado en Japón, Sano Manjiro,
es su padre, aunque no les importa ni quieren conocerlo,
ellos dicen que conmigo es suficiente.

22. Tu sonrisa es un rayo de luna en medio de la noche más


tenebrosa, iluminando mi camino en la oscuridad.

23. En tus ojos encuentro un reflejo de mi propia oscuridad,


una conexión tan intensa que me asusta y me fascina a la
vez.

24. Nuestro amor es como una rosa negra, hermosa pero


llena de espinas que hieren sin piedad.

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