Lopez+albujar+poesia+ Web

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 75

Enrique López Albújar

LITERATURA
DERECHO Y
COLECCIÓN

OBRAS COMPLETAS. TOMO II

PODER JUDICIAL DEL PERÚ


FONDO EDITORIAL
Enrique López Albújar
POESÍA
COLECCIÓN
DERECHO Y
LITERATURA

Enrique López Albújar

POESÍA
OBRAS COMPLETAS. TOMO II

Presentación
Francisco Távara Córdova

Estudio introductorio
Ricardo González Vigil

Edición
Gladys Flores Heredia
Colección Derecho y Literatura
Biblioteca Enrique López Albújar
Enrique López Albújar
Obras completas. Poesía. Tomo II
2.a ed. Lima: Fondo Editorial del Poder Judicial, 2019.
Colección dirigida por Francisco Távara Córdova.
644 pp., 16 x 22.5 cm
Literatura peruana/Siglo XX/Poesía/Enrique López Albújar

Obras completas. Poesía. Tomo II


© Herederos de Enrique López Albújar

Primera edición: julio de 2019


Segunda edición, aumentada: noviembre de 2019
Tiraje: 400 ejemplares
Hecho el Depósito Legal en la
Biblioteca Nacional del Perú n.° 2019-16964
ISBN: Obra completa 978-612-47810-1-8
Tomo II 978-612-48118-5-2

© PODER JUDICIAL
Fondo Editorial del Poder Judicial
Palacio Nacional de Justicia, 1.er piso, oficina 55
Av. Paseo de la República cuadra 2 s/n, Lima, Perú
Teléfono: (511) 410-1010, anexo: 11260
Correo electrónico: [email protected]

FONDO EDITORIAL DEL PODER JUDICIAL


Director: Francisco Távara Córdova
Coordinador: Helder Domínguez Haro
Edición: Gladys Flores Heredia
Diseño: Rodolfo Loyola Mejía
Composición: Rodolfo Loyola Mejía y Silvia Ramos Romero
Corrección de textos: Yuliana Padilla Elías
Asistente editorial: Daniel Véliz Otani
© Fotografía de carátula: Baldomero Pestana

Este libro no podrá ser reproducido por ningún medio,


ni total ni parcialmente, sin el permiso previo de sus propietarios.

Impreso en Perú / Printed in Peru

Se terminó de imprimir el 15 de noviembre de 2019


en Editorial Súper Gráfica E. I. R. L.
Calle Luisa Beausejour n.o 2047, Urb. Chacra Ríos Norte, Lima, Perú.
ÍNDICE

Presentación
Enrique López Albújar: juez y poeta XIII
Francisco Távara Córdova

Estudio introductorio
Valoración poética de Enrique López Albújar XIX
Ricardo González Vigil

Criterios de edición XLIII


Gladys Flores Heredia

Poesía
Miniaturas. Álbum de bellezas limeñas (1895)
Confidencia 5
Emperatriz, Srta. Mercedes Rosas 7
Linda del Rímac, Srta. María Palacios 10
Hada Azul, Srta. Julia Fuller 13
Sultaneta, Srta. Rosa Blume 17
Esmeralda, Srta. Inés Canevaro 20
Primavera, Srta. Carmela Sánchez 23
Mignonnette, Srta. Grimanesa Tenaud 26
Bella Florida, Srta. Fortunata Heudebert 30
Rosa Reina, Srta. Virginia Sánchez 34
Azucena, Srta. Graciela Figari 38
Rosa Té, Srta. Emilia Graña 42
Blanca Flor, Srta. Elvira Becherel 46
Colibrí, Srta. Antolina Sotomayor 50
Stella-Aurina, Srta. Carmen del Solar 53
Princesa Sol, Srta. Delfina Laos 57
Parnasianas, Srtas. La Fuente 61
Vestalina, Srta. Manuela Granda 64
Ofelia, Srta. Zoila Heudebert 68
Lulú, Srta. Clementina Melgar 72
Loreley, Srta. Leonor Pflucker 76
Mademoiselle Bijou, Srta. Elvira Ramos 80
Galatea, Srta. Adelina Pezet 83

De la tierra brava. Poemas afroyungas (1938)


De la tierra brava, por Enrique López Albújar 89
Al poeta de los Andes Enrique López Albújar, por
Francisco Villaespesa 95
Prólogo de Clemente Palma 97
Procesión sabática 107
El río de mi aldea 110
La abuela gloriosa. El cuatricentenario de Piura 118
¡Qué rica china! 128
La Doralisa 130
Morropón 133
La muerte del bandido 135
Los pitingos 138
Huancabamba 146
Mi hermana cabra 148
El culén 153
La chicha 155
La soberbia del algodón 158
Tacalá 168
Mi ilustre paisano 171
Nuestro señor el algarrobo 178
La cruz del camino 182
¿Jura, china? 184
Los diablicos 189
Payta 192
Mi nodriza 196
Sullana 199
Mater carissima 202
La Cuyusca 205
Glosario 209

La bandera y Anoche estuve en Piura (1954)


La bandera 213
Anoche estuve en Piura 219

Lámpara votiva (1964)


Ofrenda de Tacna ante esta Lámpara votiva,
prólogo de José Jiménez Borja 241
Prefacio lírico 251
La bien amada 253
A mí nadie me espera (A mi llegada a Tacna) 257
Alma desnuda (A mi llegada a Tacna) 260
Las dos torres 262
El pulpo 264
Tacna es una emoción 266
El desfile del regimiento 269
Las campanitas de la vicaría 276
La vilca 278
La huerta 280
Mis coloquios con Vigil 283
Calle de San Martín 288
El Caplina 291
La pampa sagrada en el Alto de la Alianza 295
Lucha cósmica 302
Romance del renegado 305
Callejón Sesenticinco 311
Ante un busto del héroe 315
¡No! ¡No! 319
Los tres veteranos 322
Veintiocho de agosto 325
Ya estás en tu ciudad 327
La bandera pasa 332
El precursor 338
La señorita Colón 342
El tronco 351
El Tacora 355
La lecherita de Pocollay 357
A Guillermo Mac Lean 360
Mi maestro 362
Francisco Lazo de la Vega 367
Pachía 368
A Federico Barreto 370
A Enrique G. Quijano 372
La ronda infantil 373
Cuando en las horas bélicas 376
Albarracín 377
Alto de Lima 380
Puente de Caramolle 385
Mis 28 de julio 386
Esto ocurrió una noche 391
Veintiún años en Tacna 397

Poemas publicados en periódicos, suplementos y


revistas
Carta íntima 403
Nuestros grabados 407
Colaboración. (A Cáceres) 409
Acróstico. Composición dedicada al «Club Vanguardia» 412
Al pueblo 413
Ansias. ¡Andrés A. Cáceres! 415
En la prisión 417
Sentimiento 419
Viéndote. (A Rosa Carne) 421
Anoche 422
A los pobres 424
Al 20 de setiembre 426
Sin religión 427
Perspectiva 428
Libre culto 429
Ricorsi 430
Guerra 432
Triunfo 433
Sombra 434
Dos razones 435
Imposible 436
A la llama. Soneto 437
Canta. (Navegando) 438
Pleito-homenaje. (En un álbum) 441
A Imperia 442
El canto del perdón 445
Simbólica 449
¡Gracias! (A Imperia) 450
A Italia 451
A una dama cincuentona 454
Amor invencible 458
¡Terrible plancha! 459
Ingenuo. (A Teresa) 462
Ayer y hoy 463
Te olvidaré 464
Paciencia 465
Así te quiero 466
Postales 468
Poca ropa 470
[Oí un viernes decir] 471
Será pues… 472
Postales 476
Duro trance 479
Suave trance 480
El hueco 481
¡Oh, la policía! 485
La vuelta de la cita 486
[Pongo a Neira por testigo] 488
Ayer 489
Hoy 490
¡Por equidad! 491
Por un eje 493
A poca cosa 497
La beneficencia 498
Cartas a Farruco 2.a 502
Por qué voy al templo 512
Para su álbum. (A la manera de Campoamor) 516
Lo que se dice 517
Nocturno 519
¡Que la cuelgue el otro! 521
Porque tuviste corazón 522
Para su álbum 524
La hora negra 526
A una leva triste 531
Postales 532
Postales 535
Creyente 536
Soñándote 537
Punto final 538
Él y yo 539
Quien a buen árbol se arrima... 540
Postales 547
Oyendo a Manongo 548
Postales 559
Caso real 561
Mi caballo. (El nuevo verso endecasílabo) 563
A Grau 565
Cuento simbólico 567
El arado a vapor 569
Himno a Tacna 570
Versos de ayer 571
¿Quién será? 571
Quién fuera Lauzun 572
La eterna historia 573
Falso amor 574
José Santos Chocano. El huésped fúnebre 575
El número siniestro 577
En el campo de tiro 579
La irresistible 581
Al fin estoy en Washington 583
Nuestro señor el Miedo 587
Un año más 589
P RESENTACIÓN

ENRIQUE LÓPEZ ALBÚJAR: JUEZ Y POETA

Q uienes conocen al escritor Enrique López Albújar (1872-


1966), muchas veces ignoran que él inicia sus actividades
dentro del campo judicial aproximadamente a los 39 años de
edad, cuando se instala como adjunto en el Juzgado de Primera
Instancia de Piura (1911) y, un año después, como juez interino de
la ciudad de Tumbes (1912); es más, pocos saben que al autor de
los clásicos Cuentos andinos (1920) y Matalaché (1928), la Corte
Suprema de Justicia lo suspendió por tres meses en el ejercicio de
sus funciones, por absolver a los acusados de un doble adulterio. Si
bien esta sanción sumió al escritor y juez en una profunda crisis,
será el correr de los años el encargado de justipreciar los hechos
en su correcta dimensión: aquella decisión que otrora le produjo
sinsabores, pasado el tiempo, será tomada, por algunos juristas
e historiadores del derecho, como fallo sorprendente y justo que
se adelanta a la legislación penal en más de siete décadas en el
Perú. Pero, así como se conoce al López Albújar abogado y juez,
y al narrador que ha dado vida a una variedad de personajes a
través de sus cuentos y novelas, pocos saben que este distinguido
hombre de letras también escribió poesía.
La presente publicación que tiene como título Poesía y forma
parte de las Obras completas, tomo II, reúne poemarios como
Miniaturas. Álbum de bellezas limeñas (1895), De la tierra
brava. Poemas afroyungas (1938), La bandera y Anoche estuve en
Piura (1954), Lámpara votiva (1964) y recoge también poemas

Presentación XIII
publicados en periódicos, suplementos y revistas. Quienes han
investigado sobre la vida y la obra de este magistrado y poeta, sabrán
que fueron, por lo menos, tres oportunidades en las que López
Albújar fue encerrado en la cárcel porque alguno de sus poemas
incomodó o no fue muy bien recibido por las autoridades. Tal es
el caso, por ejemplo, de los poemas «Ansias» y «Adiós a la patria»,
el primero publicado en La Tunda (1893), bajo el seudónimo de
León Cobos, y contra el general Cáceres; y el segundo, publicado
en el diario El Comercio (1894), en el que criticaba al pueblo por
seguir ciegamente al caudillo Piérola. Se trata de hechos que
nos permiten deducir que para López Albújar la escritura de la
poesía está directamente relacionada con los problemas sociales,
la poesía problematiza y critica el curso de la historia social para
reconducirla; por defecto, la imagen del poeta que proyecta este
modo de comprender la poesía es la de uno que asume su papel
protagónico dentro del curso de la vida social de su nación; un
poeta que busca el equilibrio, la igualdad y la justicia. Dicho de
otro modo, el poeta que dejan ver los versos de López Albújar es
el poeta-juez.
El poema «La bien amada» ofrece esa imagen del poeta-juez. Si
bien el título puede hacernos suponer que se trata de un poema
de corte amoroso y revelador de los sentimientos del poeta hacia
su musa, de lo que se trata más bien es de un poema dirigido
a la ciudad patriótica de Tacna. A continuación, transcribiré un
fragmento breve del poema para que apreciemos esa imagen del
poeta-juez:

Soy un hombre de paz y de justicia


[…]
Y como juez que soy, te hago justicia,
sin rebajarle a tu grandeza nada;
no con esa justicia que te hicieran,
cuando eras libre, altiva y soberana,
tus propios hijos: enaltecedora,
pero también aduladora y falsa.

XIV Enrique López Albújar ● Poesía


La mía no es de las que llevan venda,
porque no la acobarda la mirada
de los que juzgan, ni se siente débil
frente a la seducción y la alabanza.
Quizás podrá irritarte, herirte, pero
la verdad del que juzga es siempre santa,
y una palabra acerba cuando es justa
vale más que cien frases cortesanas (254-255).

Se preguntará el lector ¿cómo se presenta el poeta-juez en estos


versos? Si leemos, nos daremos cuenta de que su presencia se
pone de manifiesto a través de una comparación por la cual
se busca poner énfasis en lo verdaderamente justo, es decir, el
poeta-juez explica que un acto de justicia no puede ser el que
está ensombrecido, parcializado o influido por factores ajenos al
campo de la administración de justicia; el acto de justicia está
lejos de ser satisfacción de apetitos personales, es más bien una
verdadera muestra de entrega y servicio para garantizar la vida en
comunidad, ser justo es el arte de buscar el equilibrio y la igualdad
para los demás, una verdadera muestra de servicio. Se entiende,
por ello, el cierre del poema donde se hace más notoria la imagen
del poeta-juez:

Por eso es que te canto, Tacna mía,


y te llamo, al cantarte, Bien Amada.
Déjame, pues, que sea yo tu bardo,
ya que tú fuiste ayer la castellana
por quien sufrí más de una vez al verte
en un penal infame secuestrada (256).

La simbolización de la ciudad otrora secuestrada define, entonces, al


poeta-juez que canta la injusta privación de su libertad. Una ciudad
que está aprisionada es una donde sus ciudadanos probablemente
también tengan conculcados sus derechos. Así, el poeta-juez
continúa avivando «la fe en los altos destinos de la patria» (393),
aunque no siempre sus acciones cosechen resultados positivos,
como nos lo hace saber en el poema «Esto ocurrió una noche»:

Presentación XV
[…] apenas soy un pobre y viejo juez
que en la escabrosa ruta judicial se ha sentido
más de una vez arrepentido y condolido de juzgar,
pues en las veces que ha solido
poner en la balanza de pesar
ajenas culpas y con ellas
un poco de conciencia y equidad,
en el platillo opuesto se ha sentado,
ceñuda, intransigente y fantasmal,
con un libro siniestro entre las manos,
la Ciega Inexorable, haciéndolo bajar (396).

Una imagen complementaria a la del poeta-juez es la que se


deriva de algunos poemas en cuyo desarrollo se insertan figuras
patrióticas, llámese símbolos patrios o héroes que sacrificaron
sus vidas para construir la nación peruana. Esta imagen es la
del poeta-cívico, es decir, un poeta cuyo interés está centrado en
valorar las figuras clave de nuestra historia nacional. El poema
«La bandera» es el escenario donde este poeta-cívico muestra un
conjunto de elementos que organizan la vida simbólica y patriótica
de la nación. Estos elementos se relacionan con la idea de historia
cultural, sentimiento patriótico, ciudadanía y valores:

¡Oh bandera bicolor!


¡Oh bandera roja y blanca!,
¡que en el Morro fuiste incendio
y jirones en el «Huáscar»;
que parece que la sangre de tus hijos te hizo roja
y la nieve diamantina de los Andes te hizo blanca!
¡Oh bandera, tú que has visto
nuestras glorias desgarradas
por el hosco y formidable
vendaval de la desgracia;
vuelve a ser lo que tú has sido:
el orgullo de la patria,
deja ese aire dolorido de vergüenza y de derrota,
y en el mástil de esa nave, que ha de ser en nuestras aguas

XVI Enrique López Albújar ● Poesía


otro andante caballero
de perínclitas hazañas
desenvuélvete altanera
y sacúdete gallarda.
¡Solo así nuestras pupilas te verán como una hostia
cuando tornes a la cruenta comunión de las batallas! (217-
218).

Podemos ver que el poema hace del pabellón nacional un escenario


donde están interconectados, en el marco de los datos geográficos
del Morro, la costa, el mar y los Andes, tanto la memoria histórica
de la batalla de Arica como el combate naval de Angamos. De
esta manera, el poeta-cívico no solo es garante de la memoria que
recuerda la hazaña, sino que forma el sentido de la acción ejemplar,
la entrega y el sacrificio por la patria. Este rasgo formativo es una
constante y se expresa también en el poema «Ante un busto del
héroe», texto en el que se establece diferencias entre los héroes
que persiguen el éxito y la fortuna y los que guían sus acciones
buscando la gloria y el bienestar de los demás. Una diferencia
entre los héroes que se dejan guiar por pasiones personales y
héroes que anteponen al deseo personal, el gozo de las acciones
ofrendadas para el bien de los demás:

Por eso pesa más Bolívar que Napoleón


en la balanza de la historia; sí, por eso.
Ya lo dijeron antes que yo todos
los que de justicia y libertad supieron.
(No soy cercenador de grandezas humanas
ni sé medir a los hombres con el sentimiento).
Pero hay glorias de la espada
que admiro y ante ellas me prosterno
y son las que arrebata el soldado a la victoria,
al morir, para caer en su bandera envuelto;
y aquella de la espada que,
rota y ensangrentada, el hado adverso
recoge y pone en cruz sobre la tumba
de un infortunado derecho.

Presentación XVII
Y esta es tu gloria, Bolognesi,
la que te ha hecho simbolizar a un pueblo,
la que, al inmortalizarte en el bronce y en el mármol,
hará que desafíes en su carrera al tiempo (316).

Enrique López Albújar fue elegido presidente de la Corte Superior


de Justicia de Tacna y Moquegua tres veces; en el mundo de los
magistrados, jueces y leyes ha dejado huella tanto como en el
campo literario, donde se le ha reconocido no solo con premios
literarios, sino con el sentimiento de respeto que ha inspirado a
generaciones de escritores entre los cuales se encuentra nuestro
nobel de Literatura, para quien López Albújar es el patriarca de
las letras nacionales. Si examinamos los poemas que reunimos en
el presente tomo, podremos constatar que el quehacer literario, el
trabajo judicial y el sentimiento cívico de López Albújar van de la
mano, y, sobre todo, podremos tener frente a nosotros la palabra y
las convicciones irrenunciables de un hombre íntegro y ejemplar
que impartió justicia como juez y que la simbolizó y buscó como
poeta.
Cuando Enrique López Albújar cumplió 89 años, el entonces
Ministerio de Educación Pública le dio la noticia de que editarían
sus obras completas; sin embargo, la muerte se lo llevó a sus 93
años sin ver la plasmación de ese reconocimiento institucional. A
veces la justicia madura con el tiempo y llega a colocar las cosas en
su sitio. De un siglo a otro hemos tomado la posta de la publicación
de sus obras completas como un homenaje a un hombre de letras
y leyes cuyo trabajo como juez y como poeta engrandece nuestra
historia nacional.

Francisco Távara Córdova


Juez supremo titular
Director del Fondo Editorial del Poder Judicial

XVIII Enrique López Albújar ● Poesía


E STUDIO INTRODUCTORIO

VALORACIÓN POÉTICA DE
ENRIQUE LOPEZ ALBÚJAR

L a importancia de la obra narrativa de Enrique López Albújar


ha tenido como ingrata consecuencia que no se le preste
atención a su producción poética, juzgándola precipitada y
prejuiciosamente (casi sin leerla y, mucho menos, analizarla) de
escasa o nula significación en el proceso poético peruano.
Aunque Clemente Palma (un lector nada complaciente,
recordemos) en su prólogo a De la tierra brava, elogia al «gran
poeta ignorado que había en López Albújar, que al destaparse lo
ha hecho con una brillantez y fuerza de concepción lírico-épica
y una energía originalísima de forma, que le ha colocado de
golpe en sitio preferencial en nuestro moderno Parnaso» (104-
105); la actitud más generalizada en la crítica peruana la ilustra
elocuentemente José Jiménez Borja (famoso por su ponderación
y bonhomía), en el prólogo a Lámpara votiva. Allí, el estudioso
tacneño insólitamente (todo un desplante al libro prologado) le
dedica breves líneas (más corteses que elogiosas) al poemario
y opta por comentar en extenso, en términos laudatorios, los
Cuentos andinos. Más claro que el agua: López Albújar como
poeta resulta un magnífico cuentista.
No debe olvidarse que López Albújar, en varias ocasiones,
cuestionó e ironizó a la generación posterior a la suya (la de
Abraham Valdelomar y la mordaz, irreverentemente innovadora,
revista Colónida; y la de César Vallejo, nada menos), la cual aportó
una actitud prevanguardista, propia de la tendencia más radical del
momento posmodernista, deseosa de abrir caminos nuevos (como

Estudio introductorio XIX


los que descubrió Colón) que superaban la estética modernista
que imperó en la generación de López Albújar. Repárese en que
en el poema «El desfile del regimiento» (Lámpara votiva) sostiene
que los soldados «parecen / de la muerte los rojos heraldos»,
patente réplica al celebrado poema de Vallejo, con sus «heraldos
negros que nos manda la Muerte».
Más aún, activa ya la generación siguiente a la de Valdelomar
y Vallejo, la del auge del vanguardismo, a Matalaché le puso el
subtítulo de «Novela retaguardista». Aludía a que trataba del pasado,
pero utilizando ladinamente el adjetivo opuesto a vanguardista,
poniendo en alto que su modo de narrar seguía siendo deudor del
realismo europeo del siglo XIX.
Precisamente ese aferrarse a la narrativa realista decimonó-
nica conspiró para que la gestación de una «nueva narrativa»
(con nuevas técnicas narrativas y recursos expresivos), a cargo
de algunos vanguardistas y, sobre todo, de la ulterior generación
del 50, restara méritos a sus cuentos y novelas de los años 20-
30, y prácticamente ignorara su valiosa incursión en la narrativa
urbana en los años 50-70 (Las caridades de la señora de Tordoya,
1955, y La diestra de don Juan, 1972), conforme señalamos en
nuestra antología El cuento peruano 1868-1974. Ante esa injusta
desvaloración o minusvaloración de la narrativa de López Albújar
(reducida a estereotipos del naturalismo del XIX) propalada
por varios críticos y creadores de los años 50-60, surgieron los
estudios de Raúl Estuardo Cornejo y Tomás G. Escajadillo, los
cuales supieron rendirle el tributo que merecía.
Una revaloración que no incluyó a su obra poética. Ya hemos
visto que Jiménez Borja, lector entusiasta de la narrativa de
López Albújar, prologuista de las mencionadas Las caridades de
la señora de Tordoya y La diestra de don Juan, evita el análisis de
Lámpara votiva, no obstante tratarse de una glorificación de su
amada Tacna natal.
Confiamos en que esta compilación de los poemas de
López Albújar permitirá sopesar adecuadamente sus logros y
limitaciones, otorgándole el sitio que merece en el canon poético

XX Enrique López Albújar ● Poesía


del regionalismo peruano. Vaya este estudio introductorio como
invitación a trabajos más amplios y detallados.

Del modernismo al regionalismo

Federico de Onís, Iván Schulman y Ángel Rama han resaltado


que el modernismo se llamó así porque su objetivo principal
fue incorporar la literatura y, en general, la cultura del ámbito
hispánico (tanto Hispanoamérica como España) a las corrientes
modernas de la literatura, el arte y el pensamiento (sistemas
filosóficos y teorías científicas, enlazados al progreso tecnológico
y el dinamismo social y político de las urbes modernas). Surgido
en el último tercio del siglo XIX, y en plena actividad en las dos
primeras décadas del siglo XX, el movimiento modernista asimiló
los aportes de corrientes asentadas en la cultura europea desde
1830-1870 (el realismo narrativo, el positivismo filosófico y el
evolucionismo científico, verbigracia) y, a la vez, la ebullición
creadora de 1870-1900 que tuvo como centro el París de la «Belle
Époque»: impresionismo, simbolismo, decadentismo, naturalismo
(venía a ser un realismo y un positivismo exacerbados, de gran
presencia pública bajo el accionar de Émile Zola), etc.
Resulta elocuente el testimonio del narrador modernista
Clemente Palma, en el prólogo a De la tierra brava:

Por aquellos remotos tiempos —me refiero a la última década


del siglo XIX [en el Perú]—, el mundo del pensamiento y del
arte en el otro lado del charco oriental, los escritores y poetas
estaban en plena ebullición revolucionaria, innovadora y
de reacción contra el Romanticismo […]. El movimiento
revolucionario de Europa, significado con la denominación
genérica de modernismo y fraccionado en lo que se llamaba
el decadentismo, parnasianismo, naturalismo, simbolismo,
realismo, etc., tuvo resonancias en la juventud americana
finisecular […] Creo no equivocarme al afirmar que las
figuras máximas [peruanas] de esta generación de escritores

Estudio introductorio XXI


fueron el genial Poeta de América José Santos Chocano, de
vida tan accidentada y novelesca, y López Albújar (97-98).

Ahora bien, hay grandes diferencias entre esas escuelas francesas.


La más relevante es la que separa al realismo y al naturalismo
(una exageración) de las otras tendencias: la visión empirista,
racionalista y pragmática (apegada al positivismo científico), en
clara oposición a la óptica idealista, subjetiva, ligada a la inspiración,
la intuición y la fantasía, del Romanticismo, en lo concerniente a las
dos primeras. En cambio, las restantes suponen una prolongación
del legado romántico alemán, ya que en el último tercio del siglo
XIX renacieron posturas idealistas, intuicionistas, etc., y se tomó
conciencia de los límites del conocimiento científico (gracias a
la lógica polivalente y la matemática moderna). De un lado, el
afán de retratar las llagas de la sociedad, relacionándolas con el
determinismo (geografía, raza y herencia genética), con tono de
denuncia y ánimo sublevante. De otro lado, el esteticismo (el «arte
por el arte» y la «poesía pura»), el esmero verbal (la orfebrería
parnasiana y la alquimia simbolista en aras de iluminaciones) no
confiando en la inspiración, sino en la corrección consciente y la
búsqueda deliberada de nuevas técnicas expresivas.
Sin embargo, en su deseo de ser modernos, los modernistas (en
particular, los hispanoamericanos) bebieron simultáneamente de
un lado y del otro, conforme ha explicado Schulman, al subrayar
que fueron eclécticos. Un caso ejemplar es el de Manuel González
Prada (el primero de los modernistas, según Federico de Onís, si
tenemos en cuenta sus textos en diarios y revistas de los años 70
del siglo XIX, ya que no los libros, los cuales se demoró en publicar:
autor positivista, realista y anarquista; pero también versificador
parnasiano (hasta con un libro sobre métrica: Ortometría) y
degustador de la sugerencia simbolista. Por eso, González Prada
ejerció un importante magisterio sobre indigenistas, socialistas,
apristas, Eguren, el primer Vallejo, etc. Y cerrando el modernismo
peruano y avizorando el vanguardismo, también resulta ejemplar
la multiplicidad de voces de Abraham Valdelomar: realista en sus
«cuentos criollos» y sus poemas y notas sobre su infancia aldeana,

XXII Enrique López Albújar ● Poesía


pero un famoso dandi decadente y un artista muy diverso en sus
«cuentos incaicos», «cuentos yanquis», «cuentos chinos», «fuegos
fatuos», «neuronas», etc.
La complejidad del modernismo ha llevado a distinguir una
tendencia esteticista y cosmopolita (representada paradigmáti-
camente por el Rubén Darío de Azul…, Prosas profanas y Los
raros) y otra tendencia novomundista (esgrimida por Alma
América de Chocano, con su arrogante «Blasón» opuesto al de
Prosas profanas: «autóctono, salvaje», «mi lira tiene un alma»,
etc.). Conviene registrar que la segunda tendencia propició un
realismo regionalista, que se impondría en la fase posmodernista,
entre 1910 y 1940 (conviviendo con la aventura vanguardista de
los años 20 y 30): la narrativa indigenista del boliviano Alcides
Arguedas, el ecuatoriano Jorge Icaza y nuestro López Albújar,
y la poesía nativista (indigenista o cholista) casi siempre sin
recursos vanguardistas, aunque lo más original y valioso resulte el
indigenismo vanguardista puneño.
Aclaremos que dichas tendencias pueden ser cultivadas por un
mismo autor: el propio Darío hizo novomundismo con el Canto
a la Argentina y cuestionó su esteticismo en Cantos de vida y
esperanza. En la narrativa, ambas tendencias se manifestaron
en autores claves: Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Ramón
del Valle-Inclán.
Pasando a López Albújar, participó del esteticismo e idealización
en sus cuentos juveniles (La mujer Diógenes) y en el poemario
escrito al alimón con el modernista Aurelio Arnao: Miniaturas
(1895). Y, dentro del clima posmodernista, descolló en la
narrativa regionalista (Cuentos andinos, 1920; Matalaché, 1928,
Nuevos cuentos andinos, 1937 y El hechizo de Tomayquichua,
1943); y cultivó una poesía telúrica, nativista, digna de mayor
atención que la recibida hasta ahora: De la tierra brava. Poemas
afroyungas (1938) y Lámpara votiva (1964, una fecha muy tardía
de publicación en libro, pues la mayoría de los poemas fueron
compuestos en 1931-1932 y, sobre todo, 1941-1942, cuando el
regionalismo seguía activo, baste pensar en Ciro Alegría y Rómulo
Gallegos).

Estudio introductorio XXIII


Resulta patente que los tres poemarios de López Albújar
corresponden a tres ámbitos muy diferentes: Lima, Piura y Tacna,
respectivamente. López Albújar sintió la emoción patriótica en la
Piura de sus raíces familiares y en la heroica Tacna (la tierra de
Zela, Vigil y el cautiverio inicuo) a la cual fue a trabajar siendo
adulto; pero no en la hipócrita, frívola y extranjerizante (culpable
de la derrota ante Chile) capital. En el poema «Mis 28 de julio»
(Lámpara votiva), recuerda emocionado las Fiestas Patrias en
Piura:

Unos veintiochos de julio en los que de repente


de guirnaldas y luces mi ciudad se enjoyaba,
y en cada calle aparecían, desplegadas en vuelo
paralelo, unas alas gloriosas rojiblancas,
y en cada rostro explosionaba una alegría
y una patriótica canción, en cada casa.
[…]
Era entonces cuando todas las frentes,
fervorosas, hasta el cielo se alzaban
y las bocas rompían a cantar «Somos libres…»
y un resplandor de gloria por los ojos pasaba;
un somos libres que tenía
de clamor y de reto, de anatema y de rabia
y que al oírlo yo me iban cayendo
puñados de semillas de libertad en el alma (387).

En Lima le irrita, en cambio, el patriotismo epidérmico de los


festejos de quienes mal gobiernan al país:

[…] los veintiochos limeños,


fríos, cortantes, turbios como pupilas grises
siempre velados por triste llanto
de una llovizna hipócrita y menguada […]
pero, sí, llenos de oros, entorchados y pompa,
panchofierrismo ingenuo y marciales paradas […]
Pompa que yo veía pasar desencantado,
porque yo ya sabía que detrás se ocultaban

XXIV Enrique López Albújar ● Poesía


un cuerno, que ayer fuera abundante, vacío,
y una hiperbólica grandeza desquiciada.
[…]
Unos veintiocho de julio, en los que el polvo
de la derrota inmensa aún se respiraba (387-388).

Y es en Tacna que siente la patria como nunca:

otros nuevos veintiochos de julio: los de Tacna,


fieles evocadores de otra cruel servidumbre
[…]
Es que aquí en Tacna es donde
más hondo el Perú habla
y donde más hondo
sentimos a la patria.
[…]
Y esta sangre es la que ha hecho que esta tierra
sea para todo peruano más peruana […] (388-389).

Concluye, entonces, con un elocuente balance de sus 28 de julio:

Los de mi infancia me enseñaron solo a ver;


los de mi juventud, a pensar y condenar,
mecido entre la pena y el dolor,
y los de hoy, a esperar y creer
en un Perú mejor (390).

Los dos últimos versos comulgan con el mensaje de nuestro mayor


historiador, el tacneño Jorge Basadre, sintetizado en su ensayo La
promesa de la vida peruana.

Esteticismo idealizador

Ni la emoción telúrica ni la glorificación patriótica que hallaremos


en De la tierra brava y Lámpara votiva, brotan en la experiencia
limeña; sino la admiración por la belleza de las limeñas, incluyendo
su refinamiento, su disposición al galanteo y su dependencia

Estudio introductorio XXV


de modas venidas del extranjero, sobre todo de Francia (un
cosmopolitismo opuesto al regionalismo de sus poemas sobre
Piura y Tacna). Es decir, un tema propicio para el modernismo
más esteticista y cosmopolita (esto puede detectarse en que las
referencias culturales de Miniaturas son europeas y asiáticas,
ninguna autóctona), más ornamental (embriaguez de la
adjetivación y de estereotipos de la imaginación: Hada Azul,
sultaneta, sirena Loreley, etc.) y galante, como los muchos
versos que Darío estampó en los álbumes de muchachas de su
tiempo.
En colaboración con Aurelio Arnao (también más conocido
por su obra narrativa) escribió Miniaturas. Álbum de bellezas
limeñas, encargándose él de las 6 composiciones en verso y
Arnao de los 16 poemas en prosa. Más retóricos que poéticos,
artificiosos que sentidos (lo cual resulta letal en un autor
como López Albújar, que crea a partir de sus vivencias, que
escucha hablar a su sensibilidad), brindan retratos (es decir,
miniaturas: retratos, otrora pinturas y ahora fotografías, de
escasas dimensiones) idealizados (los títulos subrayan esa
transfiguración: «Emperatriz», «Linda del Rímac», etc.) de los
rasgos físicos y anímicos de jóvenes que son mencionadas con
sus nombres y apellidos, y podemos contemplar en las fotos
que se reproducen al frente de cada escrito (todo un álbum
fotográfico).
La sensualidad y el erotismo confeso (en un caso, aflora
ardiente: los versos citados en «Mademoiselle Bijou»), así como la
exacerbación de los sentidos que poseía la escritura modernista
(sin el control ni el recato clásico o romántico), escandalizó en
1895, según recuerda gustoso Clemente Palma:

Desconcertó a los caballeretes de la mesocracia espiritual,


acostumbrados a las flores galantes de cliché y les supo mal
la modalidad novedosa y vibrante de color y calor con que
discurrían las siluetas prestigiosas y adorables de belleza en
las páginas del libro de un provinciano audaz, con perfiles de

XXVI Enrique López Albújar ● Poesía


fauno, divagando en las calles capitalistas al paso de las ninfas
de salón (99)1.

Eso de «fauno» y «ninfas» nos hace recordar la sentencia de Darío:


el poeta no ve mujeres reales o comunes, sino ninfas (diosas tan
hermosas como sensuales). Precisamente, en la «Confidencia»
que abre Miniaturas, López Albújar y Arnao subrayan que en este
libro no cultivan el realismo de «la lucha por la verdad», sino que
se rinden ante las «brisas de pureza» de la «portentosa hermosura»
(el purismo esteticista). Y lo formulan con palabras que recuerdan
al Darío de Azul: confiesan haberse «separado de los recios moldes
del análisis», ya que se han «levantado demasiado del duro suelo,
donde vive la verdad, donde nos llama el estudio realista, para
remontarnos en pleno azul, al reino de los ensueños» (6). Su
personificación poética es la del «peregrino cantor de la belleza
ideal» (39).

Raíces piuranas

Completamente diferentes en el tema y el tono (esta vez un tono


celebratorio de la realidad, sin delicuescencias fantasiosas ni
afán ornamental en las palabras elegidas; y, sobre todo, un tono
entrañable, de comunión íntima con el tema abordado), así como
en el abandono del esteticismo y el decadentismo modernistas,
De la tierra brava. Poemas afroyungas (1938) alcanza méritos
poéticos apreciables, destacando dentro de la poesía regionalista
que impulsó el posmodernismo.
El subtítulo Poemas afroyungas, como el de su obra narrativa
más celebrada, Cuentos andinos, corresponde a un modo
de denominar que caracterizó a la narrativa modernista y
posmodernista («cuentos criollos», «cuentos incaicos», «cuentos
amazónicos», etc., membretes rastreables en Valdelomar, Augusto

1 Ese deseo de López Albújar de escandalizar también existe en su cuento juvenil «La mujer
Diógenes». La búsqueda infructuosa de un ser humano digno de tal nombre, emprendida
por el filósofo griego, se transforma, burlescamente, en el afán de una mujer de buscar
como sea una pareja adecuada.

Estudio introductorio XXVII


Aguirre Morales, Jenaro Ernesto Herrera, Humberto del Águila,
entre otros). No se trata meramente de la especificación del
ámbito geográfico, histórico y social; sino de la importancia que
se le atribuía al determinismo geográfico, racial y a la herencia
genética para moldear a las personas (su idiosincrasia, sus
creencias y costumbres) y, en general, a los seres presentes en las
narraciones entregadas al lector (se dirigen a un lector de una
urbe en mayor o menor medida occidental y occidentalizada).
Aquí conviene observar que López Albújar primero ahondó,
literariamente hablando, en cómo la geografía, la raza y la herencia
genética y cultural condicionan a la gente andina, en sus relatos
de los años 20 y 30, basados en su estadía en Huánuco. A la
realidad piurana la había examinado, en una admirable campaña
cívica en pos de la justicia y el bien común, en el periódico que
él mismo escribió y editó El Amigo del Pueblo (1904-1908); y la
seguiría analizando en su original estudio de sociología criminal
del bandolerismo, Los caballeros del delito (escrito en 1936).
Pero no tardó en destinar su prosa literaria a la trayectoria
histórica de su amada Piura: las hermosas evocaciones contenidas
en De mi casona (1924), «un poco de historia piurana a través de
la biografía del autor», y Matalaché (1928), una novela sobre el
racismo contra los negros en la época colonial. No obstante, solo
dos de los veinticuatro poemas que conforman De la tierra brava
brotaron en 1923 (compuesto en Piura) y 1930 (en Chiclayo); el
resto fueron escritos en Tacna, uno en 1935 y los demás en 1937.
Es decir, necesitó radicar lejos (hasta entonces había sido juez de
primera instancia en Piura, 1923-1928, y vocal de la Corte Superior
de Lambayeque, 1928-1931, años en que residió en su Chiclayo
natal, de donde se había trasladado a Piura a los tres meses de
nacido, de modo que la etapa formativa de su sensibilidad y visión
del mundo la pasó en Piura) para que madurara en su corazón su
poesía fervientemente piurana.
Incluso es de subrayar que, apenas instalado en Tacna, necesitó
manifestar poéticamente su desarraigo en ese extremo sur del
Perú, su dolorosa nostalgia del calor norteño: nos referimos a
textos de 1931 que recogerá en Lámpara votiva: «A mí nadie me

XXVIII Enrique López Albújar ● Poesía


espera (A mi llegada a Tacna)», «Alma desnuda (A mi llegada a
Tacna)», «Las dos torres» (comienza así: «Nos separa ya un arco
inexorable / de dos mil kilómetros de tierra y agua; / pero hemos
quedado a sus extremos / erguidos, como dos torres inalámbricas.
/ Quiero contigo dialogar o verte / y al punto empieza a enviarte
radiogramas / mi pensamiento, que yo sé que recibes / por ciertas
vibraciones de mi alma») y «El pulpo».
En «Alma desnuda» y «El pulpo» confiesa que labora en Tacna,
pero su alma y su corazón viven recordando a Piura, un proceso
que a la postre tendrá fértil cosecha: un poema compuesto en
1935 hasta el desembalse incontenible: veintiún poemas en 1937,
con los cuales cobró plena forma De la tierra brava y estuvo listo
el poemario para ser publicado en 1938. Citemos un pasaje de
«Alma desnuda»:

Los que viven solitarios no olvidan;


tienen fija la mirada en el tiempo,
porque saben lo que pesa un instante
y en la mente, lo que pesa un recuerdo.
Es por eso que en esta hora suprema,
en que un cáliz de nostalgias abrevo
[…]

Por eso es que en esta hora que vivo


separado de lo que yo más quiero […] (260-261).

Su situación (antesala de la efervescencia creadora de 1937)


aparece memorablemente retratada en «El pulpo», una
composición que ya posee el calor vivencial que caracterizará a
las ulteriores composiciones que conforman De la tierra brava:

Siento mis ojos llenos todavía


del gris de las arenas de mi aldea
y de ese blanco pertinaz y obsesionante,
que cubre a sus casonas señoriales y plebeyas
[…]

Estudio introductorio XXIX


¡Qué dura cosa es esta del recuerdo,
de la saturación del ambiente, de esa perpetua
y acosadora persecución del pasado,
que siempre está sobre nosotros alerta
[…]
El pasado es un pulpo en el mar de los recuerdos,
que, desde los abismos del subconsciente, acecha;
un pulpo que a todo nuevo pensamiento que pasa
por su lado, como una esfinge se le enfrenta
y le enrosca sus tentáculos
y le constriñe hasta agotarle su esencia,
hasta convertir la viva realidad de su presente
en una triste cosa, exhausta y vieja.

Es esta la agonía en que yo vivo;


esta, por hoy, mi grande y única tristeza:
recordar y añorar y echarle siempre al pulpo,
para que en paz me deje, cosas nuevas (264-265).

¡Qué lejos estamos del cosmopolitismo y el exotismo modernistas!


Testimonio irrecusable de un alma aldeana, apegada al terruño,
que se siente agonizar desarraigada. Frente al artificio libresco
y extranjerizante de Miniaturas, tejerá la emoción genuina y
telúrica, entonará su himno afroyunga a Piura.
Contra el racismo de la élite criolla de los potentados locales
(con su óptica subordinada a Lima y al mirador europeo), De
la tierra brava en su subtítulo Poemas afroyungas reivindica a
la población afrodescendiente y al sustrato indígena, en tanto
«yunga» vale por «mochica». Aunque en otra acepción «yunga»
apunta al clima caluroso de la costa piurana, ya que no aborda la
sierra piurana, sino en menciones tangenciales.
Aclaremos que esa acepción de «yunga» aplica normalmente
a la selva alta, pero López Albújar parece asumirla para su tierra
calurosa de «arena y sol» (para no circunscribirse a la raza
indígena y abarcar también la huella española), elementos a los
que ensalza en De la tierra brava y a los que escoge para titular un
libro publicado póstumamente: Cuentos de arena y sol. Ello puede

XXX Enrique López Albújar ● Poesía


ilustrarse cabalmente con «Mater carissima», hermoso poema-
microcosmos del libro, el que sintetiza el mestizaje piurano y el
marco geográfico de una tierra brava:

Si por su ancestro y su soberbia es española


y por su tez y sensualismo, americana,
por la monótona aridez de su paisaje
es como un gran pedazo de África,
pues una esfinge es cada médano
que la circunda y un aduar, cada manzana.
La arena está en los ojos y en las bocas,
en la sangre, en las ideas, en las palabras,
en los macizos muros de sus casonas
y hasta en la leche de los pechos que amamantan.
Por eso se encoge de hombros ante los desastres
y deja siempre todo para «mañana»;
por eso tiene más de mandinga que de inga
y más que de cristiana, de musulmana;
por eso cuando se irrita hace temblar todo,
del norte al sur, de la sierra a la pampa,
y sabe derrumbar solios presidenciales
y pasearse por el mar impávida,
para después, escéptica, sumirse nuevamente
en largos silencios de nirvana.
El sol […]
Es un déspota que todo lo sojuzga,
pero que al sojuzgarlo le da vida,
desde el grano que se siembra hasta el óvulo
que ruge en la entraña femenina.
[…] es él quien le da […]
a cada hombre un poco de pasión asesina.
Todo se mueve en esta brava tierra o se detiene
a su flamígero y despótico gesto.
[…]

¿Será esta arena la que un tiempo


tuvo a mi numen con las alas plegadas,

Estudio introductorio XXXI


y a mí, desviado de la ruta de mi destino
y debatiéndome, como un náufrago, entre un mar de faldas?
[…]
¿Será este sol lo que me hace sentir niño todavía […]2 (202-
204).

Ya que hemos mencionado a la arena, otro poema admirable


la califica de «mi nodriza», ensalzándola junto a dos plantas (el
algarrobo y el algodón) y dos animales (la cabra y el burro), a
los cuales dedica sus respectivos poemas laudatorios: «Nuestro
señor el algarrobo», «La soberbia del algodón» (con rasgos de
narración legendaria), «Mi hermana cabra» y «Mi ilustre paisano»,
respectivamente. Citemos un pasaje sustancioso de «Mi nodriza»:

Todo lo de mi aldea, aunque trascienda a malo,


tiene, cuando lo evoco, resplandores de estrella,
y si a veces fustigo a sus hombres y cosas,
les fustigo abrasado en mi propia inclemencia;
pero en cambio bendigo su algarrobo, su cabra,
su algodón y su burro y respeto su arena.

Así como unos nacen respirando petróleo,


hulla o yodo marino y otros, cerros o selva,
yo nací respirando efluvios de algarrobo
y crecí deglutiendo corpúsculos de arena.
Desde entonces me siento por ella poseído
y me parece verla simbolizando todo:
lo que ayer hiciera y estoy haciendo ahora
[…]
Fue la arena quien me hizo más que la geografía
y que la misma escuela, saber qué era un desierto

2 Lo de «musulmana», alude a creer en el destino (y no en el libre albedrío del cristianismo).


Lo de «derrumbar solios presidenciales», remite a Salaverry y a Sánchez Cerro. El «pasear-
se por el mar impávida», homenajea a Grau. Y la pregunta sobre si la arena tiene la culpa de
que un tiempo lo malgastara «entre un mar de faldas», un tiempo en el que no despegó su
numen o inspiración poética, en clara alusión a la pobreza artística de Miniaturas, resulta
una notable autocrítica de quien comprende que su poesía genuina recién brotó cuando
escuchó sus recuerdos infantiles del terruño.

XXXII Enrique López Albújar ● Poesía


y quien, gráficamente, me enseñó que horizonte
era esa línea en donde ella besaba al cielo (196).

En el formidable prefacio en prosa, puesto al inicio del poemario,


López Albújar explica el título: constituye una tierra brava, por sus
desiertos; por sus «lluvias tempestuosas y esporádicas»; hasta por
«su esterilidad, pues esta, que en otras partes es maldita, en Piura
es filón bendito de riqueza; cuando no es yeso y sal a flor de piel,
es petróleo en las entrañas, esto es, acidez, pureza y energía, que
son exponentes de bravura»; por su río «trashumante y paradójico,
que se va con todos los inviernos y vuelve con todos los veranos»;
también por sus hombres: los serranos que se emborrachan
y enredan en peleas a cuchilladas, el mestizo afroyunga que
participó en la Independencia o el que se vuelve bandolero, sus
poetas, pintores, marinos (Grau, «la excelsitud de la bravura
reflexiva y estoica») y soldados; por sus mujeres «malgeniadas»; y,
por cierto, por sus plantas (por ejemplo, los mencionados algodón
y algarrobo) y animales (incluyendo sus pájaros).
Y si bien alberga composiciones sobre sus atractivas mujeres
(«¡Qué rica china!», «La Doralisa», «Huancabamba» y «¿Jura,
china?»), el famoso bandolero Froilán Alama («La muerte del
bandido»), sus costumbres y folklore («Los pitingos», «El culén»,
«La chicha», «Tacalá», «La cruz del camino» y «Los diablicos») y
algunos de sus poblados (Morropón, Huancabamba, Tacalá, Payta
y Sullana); mayor, y de vuelo creador más intenso, es el conjunto
dedicado a los elementos de la naturaleza: la arena, el río, el sol, la
flora y la fauna. Todos ellos vividos con sabor animista o panteísta:
recordemos que la arena es su nodriza; el burro, su paisano; la
casa, su hermana; y el algarrobo, digno de aplicarle el tratamiento
cristiano de Nuestro Señor (el cual Darío traslada a Don Quijote).
A nuestro juicio, de niño López Albújar bebió de los rasgos
animistas o panteístas del pueblo piurano. Después su formación
intelectual lo insertó en el positivismo moderno, para el que las
creencias populares son producto de la ignorancia y la superstición,
conforme lo dice explícitamente en Cuentos andinos. Sin embargo,
la experiencia huanuqueña (nutrida por una cosmovisión andina

Estudio introductorio XXXIII


todavía vigorosa) lo ayudó a admitir que las cosas, plantas y
animales poseen una especie de idiosincrasia que calza con la de
los lugareños, transculturando así el determinismo cientificista de
los realistas y naturalistas franceses.
En esa línea compuso la valiosa novela El hechizo de
Tomayquichua (la leyenda de la belleza de las mujeres de esa
aldea huanuqueña), publicada en 1943 y, lo que nos interesa más,
vio madurar su voz poética genuina en sus Poemas afroyungas,
elogiando la idiosincrasia piurana, como acaece con el inolvidable
homenaje (lleno de gracia y sabiduría) al río Piura:

El río de mi aldea no es un río


como esos ríos, americanos y europeos,
que se saben los chicos de memoria,
al revés y al derecho,
sin ayuda del atlas, ni de la geografía
ni —lo que es más extraño— del maestro.
Y lo saben
porque han oído decir en casa a sus abuelos
—esa especie de viejecitos regañones
que siempre se imaginan saber más que los nietos—
que aquellos ríos son tan previsores en su curso
y tan entendidos en achaques estratégicos,
que nunca van al mar sin pasar antes
de las grandes ciudades por el medio.
[…]

No; el río de mi aldea es como el hombre:


nace y muere como él y, como él, tiene alma y cuerpo;
un cuerpo que se reparten, como una hostia, mil tierras,
y un alma que se queda prendida en el recuerdo
[…]

Y cuando pasa por la aldea, el algarrobo,


el tamarindo, el sauce y el cerezo
—esos cuatro campesinos, providencia
del pájaro y la cabra, del pobre y el jumento—

XXXIV Enrique López Albújar ● Poesía


se ponen su mejor traje verde,
su calzado más nuevo,
se acicalan, se enjoyan y perfuman
[…]

Es entonces cuando toda la aldea,


convertido en un haz su pensamiento,
corre a verlo, en racimos, desde el puente
[…]

Y si al llegar es como un recién nacido


—inhábil, torpe, lento—,
cuando la leche de las lluvias (sus nodrizas)
les ha hecho ya engordar el tórax más allá de seis metros
la aldea toda se estremece (110-115).

En ese poema Piura resulta un don de su río; clara apropiación


del ejemplo máximo que se ofrecía de cómo una civilización era
fruto del medio geográfico: Egipto es un don del Nilo. Hasta el
desierto los asemeja:

Eres tan bueno y próvido que Piura es un don tuyo;


tan próvido, que aun seco
les das pan a los pobres
que te buscan en las arenas de tu lecho,
y agua, más dulce y pura que la de tu corriente,
a los que, para sacarla, te perforan el seno (117).

Alma heroica

Ya vimos que los primeros poemas escritos en Tacna (incluidos en


Lámpara votiva) trasuntan desarraigo y nostalgia de Piura. Sin
embargo, poco a poco le va ganando la sintonía con la emoción
patriótica que transmite Tacna (en 1932 ya la celebra en «Tacna
es una emoción» y «El desfile del regimiento»). Demorará en
formarse dentro de su corazón el himno a la ciudad heroica que
le dictará tres decenas de poemas en 1941 y 1942, proclamándola
en 1942 «la bien amada»:

Estudio introductorio XXXV


Y rompiendo una ley del terruñismo
y el arco que de ti me separaba,
me trajo desde allá, del norte ardiente,
diciéndome al llegar: «Ve, siente y canta».
[…]

Y aquí estoy, aquí estoy como hijo tuyo,


no de tu seno, pero sí de tu alma;
hijo tuyo porque aun sin conocerte
ya en mi cuerpo tu espíritu vibraba,
y con tu espíritu, Vigil, tus mártires,
tu cautiverio, tus sagradas pampas
[…]
Me bastó solo, como el peregrino
cuando, al fin, pisa la ciudad ansiada,
embeberme en el alma de tus cosas
y besarte, al pasar, con mis miradas;
poner sobre tu seno mis oídos,
en el cual los agravios aún sangran,
para oír y sentir lo que sentías
y poder comprender lo que aún callas (253-256).

No dejará de evocar a Piura en diversos momentos de Lámpara


votiva; sintomáticamente el poema más largo, escrito en 1951,
residiendo ya veinte años en la ciudad heroica, homenajea a su
terruño: «Anoche estuve en Piura». Su entrega a Tacna la plasma
metafóricamente diciendo que una planta característica de Tacna
se hallaba esperando como pareja a un algarrobo piurano: «La
vilca», donde la planta adquiere los rasgos animistas de los poemas
sobre Piura:

Basta una vez mirarte, vilca hermosa


para sentir el ansia de acostarse
bajo tu sombra, mudo, y embriagarse
del verdor de tu fronda lujuriosa
[…]

XXXVI Enrique López Albújar ● Poesía


Mucho hay en ti a la vez de hembra y de ñusta,
de ñusta ardiente, de hembra enamorada,
que estuviera esperando, acicalada,
la vuelta del amado en la hora justa.

Y bien pudiera ser que ese que esperas


eternamente fuera el algarrobo,
ese titán que cuando besa hinca;
ese que nunca tiene primaveras,
pero sí de dulzor, de pan, de lobo
y que es digno de ti por ser un inca (278-279).

Recordemos: el algarrobo es Nuestro Señor, es decir un Inca.


No obstante, los elementos del paisaje, de la tierra tacneña, no
son propiamente los que lo conquistan (llega a zaherir sarcástico al
Caplina, en una composición memorable por su ingenioso humor,
como «riito con humos de río valiente», «río en miniatura»; y a
desmitificar al monte Tacora: «Nevado sin belleza, grandeza ni
arrogancia, / fue la tacneña musa la que le dio importancia»). Con
dos excepciones, la citada vilca y, sobre todo, un espléndido pino,
al que —en términos afines a los animistas o panteístas de los
cantos a Piura— califica desde el título del señero poema, como
«Mi maestro», una cumbre de su obra poética:

Hay en Tacna «La Heroica», un pino tan hermoso


que no me canso nunca de admirar.
[…]

Ya en la calle, al pasar frente a la casa


donde el pino se yergue, al volverlo a mirar,
reparé, como si no lo hubiera visto nunca,
que no era plenamente vertical.
Y esto mismo que en otro árbol
bastaría para restarle majestad,
era en él enaltecimiento. Visto así el árbol
me evocaba una torre de Pisa vegetal.
Entonces, solo entonces comprendí,

Estudio introductorio XXXVII


a un destello de mi razón crepuscular,
lo que de aquella inclinación del pino
mi espíritu podía interpretar:
que en la vida la rectitud
no es una línea perpendicular,
sino parábola de amor y tolerancia,
comprensión y equidad,
y simple convencionalismo,
o un acaso, la verticalidad;
y que a la hora de juzgar, la conciencia
debe a veces a la ley estrangular,
sin que por ello pierda la justicia
en belleza, grandeza y majestad3 (362-365).

Viene a ser la trayectoria histórica de Tacna, el patriotismo de


la gente, lo que se apodera de López Albújar, lo torna hijo de
esa «alma heroica». Tacna, la precursora de la Emancipación
con Francisco de Zela, la defensora de los derechos ciudadanos
(contra toda opresión) con Francisco de Paula González Vigil, el
baluarte contra los chilenos (participó en las huestes de Francisco
Bolognesi) y, sobre todo, el rechazo del extranjero chileno que la
cautivó y martirizó casi medio siglo. En fin, un paradigma de amor
y fidelidad a la patria para siempre libre.
Con el alma tacneña (sin dejar de ser piurana, conforme
puntualiza en el último poema del libro, escrito después de todos)
enciende su lámpara de voto o juramento en el altar sagrado de
la patria, para que no sufra conquista, colonización o cautiverio
alguno.
Especialmente memorable es la emoción con que pinta cómo
Tacna celebra los 28 de agosto su reincorporación al seno de la
patria. En el texto «Veintiocho de agosto»:

3 De todos modos, hay una significativa diferencia: trata al pino como maestro, y no como
familiar, nodriza o paisano (términos aplicados a la cabra, la arena y el burro de Piura).
En un caso, corresponde a raíces comunes de la tierra tacneña; en otro, se trata de una
lección de heroísmo patriótico y de esperanza en la «promesa de la vida peruana». Nótese
que el pino le enseña «amor y tolerancia, / comprensión y equidad», virtudes difíciles de
aprender en una tierra brava como la piurana.

XXXVIII Enrique López Albújar ● Poesía


Veintiocho de agosto, día inmarcesible,
en que Tacna es libre por segunda vez;
libre, porque siempre tuvo el alma libre,
porque en la hora trágica mantenerse supo
firme por encima de todo revés.

Fue un día 28 que nació la patria


y en día 28 que Tacna volvió
a ser lo que siempre fuera en el pasado:
símbolo del grito que alcanzara Zela
y de aquel apóstrofe que Vigil lanzó (325-326).

Aún más hermoso es el poema sobre la procesión de la bandera


peruana que las mujeres con unción inigualable no dejaron de
realizar durante el cautiverio, y que se siguió y se sigue celebrando
con toda la población después. Se titula «La bandera pasa»,
cotejable con «La caravana pasa» de Darío y tono de la célebre
«Marcha triunfal» del mismo Darío. Citemos algunos versos
incandescentemente patrióticos:

Allá viene la bandera,


la bandera roja y blanca.
Cien mujeres la rodean
cual collar a una garganta,
y cien manos, hechas nudo,
la mantienen levantada.
Cien mujeres que la arrullan,
cien mujeres que le cantan
y la inciensan con el humo
de sus férvidas miradas,
y cien manos que al fin pueden,
tras de espera triste y larga,
cuando ya de esperar tanto
parecían fatigadas,
recogerla, reverentes,
y a la luz del sol pasearla.
[…]

Estudio introductorio XXXIX


Ya la tengo frente a frente,
ya delante de mí pasa,
como una hostia bajo un palio,
como virgen sobre una anda,
y al mirarla, me conmuevo
y de hinojos cae mi alma.
Un fervor de Corpus Christi
brilla en todas las miradas,
un fervor que es fe y amor,
optimismo y esperanza;
un fervor que va exaltando
y diciéndole a las almas:
«Este día es un gran día
y el más santo para Tacna,
porque en él se unió su cuerpo
con el cuerpo de la patria» (332-334).

No podemos concluir esta introducción sin resaltar una de las joyas


de Lámpara votiva, la cual llama «La señorita Colón» a la plaza
de Tacna. Con gracia deliciosa, comparable a la dedicada al río
Piura en De la tierra brava, la personifica con versos antologables.
No resistimos la tentación de copiar algunos particularmente
inolvidables.

No sé si habrá plaza alguna


entre las peruanas plazas,
con más humos señoriles
que esta placita de Tacna.
[…]

La señorita Colón,
de cuyo nombre está ufana,
no nació, como esas otras,
al golpe de goda espada, […]
para luego ahí quedarse
como simples plazas de armas,
tan simples que hasta sin nombre

XL Enrique López Albújar ● Poesía


las dejaron al fundarlas,
[…]

Un día surgió a su lado,


con timidez provinciana,
una casita cualquiera,
sonora como una jaula,
que la inundó de alegría
y la vistió de esperanza.
Otro día un potentado,
dándole expansión a su arca,
levantó una mansión llena
de balcones y ventanas,
de arabescos y festones,
de patios, rejas y plantas,
y entonces vio la placita
sus noches transfiguradas,
y supo lo que eran fiestas
[…]
Y así un día y otro día,
lo que comenzó por pampa
toda la gente tacneña
acabó llamando plaza.
Y entonces pueblo y campiña,
jardín, huerta, río, chacra
le fueron dando lo suyo:
flores, frutos, árboles y agua,
como a esos niños de cuentos
que al nacer dotan las hadas
[…]
[…] ella se ríe a solas
de verse italianizada,
pues si por el nombre es gringa,
por el alma es muy peruana.
Para eso hay ahí un escudo
florido frente a esa estatua,
junto al cual una leyenda
reza esta frase bizarra:

Estudio introductorio XLI


«¡Viva el Perú!», que equivale
a decir: aquí no manda
ninguna nación del mundo
y menos totalitaria (342-349).

Así sea.

Ricardo González Vigil

Referencias bibliográficas

Cornejo, Raúl Estuardo (1961). López Albújar, narrador de


América. Trayectoria vital. Madrid: Anaya.
Darío, Rubén (1952). Poesías completas. Edición, introducción y
notas de Alfonso Méndez Plancarte. Madrid: Aguilar.
Escajadillo, Tomás G. (1972). La narrativa de López Albújar.
Lima: Consejo Nacional de la Universidad Peruana.
López Albújar, Enrique (2018). Narrativa completa.
Presentación de Francisco Távara Córdova, introducción
de Duberlí Rodríguez Tineo y edición de Gladys Flores
Heredia. Tomo I; 2 volúmenes. Lima: Fondo Editorial del
Poder Judicial.
Onís, Federico de (1934). Antología de la poesía española e
hispanoamericana (1882-1932). Madrid: Centro de Estudios
Históricos.
Rama, Ángel (1970). Rubén Darío y el modernismo (circunstancias
socioeconómicas de un arte americano). Caracas:
Universidad Central de Venezuela.
Schulman, Iván (1971). El modernismo hispanoamericano.
Buenos Aires: Centro Editor de América Latina.

XLII Enrique López Albújar ● Poesía


C RITERIOS DE EDICIÓN

E nrique López Albújar (Chiclayo, 1872-Lima, 1966) es muy


conocido en el ámbito literario como narrador, sobre todo
por su primer libro de relatos titulado Cuentos andinos (1920) y
también por su novela Matalaché (1928). Ambos textos se reeditan
constantemente, motivo por el cual cuando se menciona a su
autor se le circunscribe como un destacado narrador peruano.
Sin embargo, López Albújar además de narrador fue poeta. Es
más, el primer libro que publica es Miniaturas. Álbum de bellezas
limeñas (1895), poemario escrito a dueto con Aurelio Arnao.
Hemos rescatado este texto del olvido del campo literario, pues
no solo es la ópera prima que publica López Albújar hace 124
años, sino que, en términos editoriales, tiene una belleza singular
por las hermosas fotos que lo adornan. Por ello, en este tomo
reproducimos las fotografías de las musas junto a los respectivos
textos que acompañan la imagen. De hecho, con esto buscamos
también que el lector deduzca la madurez artística de los poetas
que imaginan la poesía acompañada de imágenes.
El segundo poemario que publica López Albújar es De la tierra
brava. Poemas afroyungas (1938). Podríamos afirmar que este
libro es el Matalaché poético del autor, ya que retrata, desde el
registro lírico, las costumbres, la idiosincrasia y la pluralidad del
lenguaje de los pobladores del departamento de Piura. Así, vemos
desfilar entre sus páginas poemas emblemáticos que no solo
reflejan las costumbres de los «hijos de cuatro siglos» de Piura,
como el catacao, el sechura, el sullanero, el huaqueño, el colán, el

Criterios de edición XLIII


paiteño, el talareño, el chulucanero, el morropano, el ayabaquino
y el huancabambino, sino también su psicología y conducta. Es
conocido que López Albújar, pese a haber nacido en Chiclayo, se
consideraba piurano de corazón. Y así lo testimonian sus obras,
puesto que en casi todos los géneros en los que escribió fue un
leitmotiv su inolvidable ciudad-madre, nos referimos a la «brava»
Piura. Así lo testa en la novela Matalaché, en las memorias
autobiográficas como De mi casona y en los textos de este y otros
libros.
La bandera y Anoche estuve en Piura (1954) es la tercera
publicación poética de López Albújar. Si bien en la elaboración
bibliográfica de la producción poética de López Albújar la crítica
no ha tomado en cuenta este texto porque lo componen solo dos
poemas distribuidos en 18 páginas, hemos decidido incluirlo como
un texto poético por las intenciones del autor. Este «folleto», como
lo registra Raúl Estuardo Cornejo en la guía bibliográfica que se
incluye en las Memorias (1963) de López Albújar, es publicado
por su autor como un tributo a su natal Piura, y tiene un objetivo
de filiación identitaria, pues obsequia los quinientos ejemplares
que «no se venden» a sus paisanos de Piura, tal como reza un
breve texto inscrito en el reverso de la portada: «Enrique López
Albújar, el autor; y Manuel Cevallos Saavedra, un piurano más;
encontraron la fórmula para obsequiar 500 de estos ejemplares
al Club Departamental de Piura en Lima, pensando así rendir
tributo, en la Semana de Piura del año 1954, a su querida tierra»
(López Albújar 1954: s. p.).
Lámpara votiva (1964) es el último poemario publicado por
el autor de Cuentos andinos. En este libro se revela el respeto
y la gratitud que López Albújar sintió por Tacna, la ciudad
heroica que lo adoptó como uno de sus preclaros hijos durante
los más de veinte años (1931-1954) que radicó en ella, y donde
ejerció el cargo de vocal y de presidente de la Corte Superior
de Justicia de Tacna y Moquegua por tres periodos (1933, 1938
y 1944). También en la ciudad heroica se jubila de su labor
como magistrado en 1946, a los 74 años. Este poemario tiene
un contenido esencialmente patriótico, pues en sus páginas se

XLIV Enrique López Albújar ● Poesía


retrata la historia y el cautiverio de Tacna y lo que esta ciudad
simboliza para el Perú. La identificación nacionalista de los
tacneños, así como su historia, sus figuras heroicas y sus lugares
más representativos también modelan este fervoroso amor por
Tacna. En este tomo, hemos rescatado las ocho ilustraciones que
emperejilaban la primera edición, las cuales se han colocado al
final de sus respectivos poemas, por un lado, para que de este
modo el lector no interrumpa su lectura; y, por el otro, para que,
tras la lectura del poema, complete o redondee su sentido con la
visualización de la imagen.
Un hilo invisible anuda los cuatro textos poéticos: todos fueron
publicados en Lima y en distintos momentos de la vida de este
singular juez y literato. Así, Miniaturas se publica cuando su joven
autor tenía 23 años; De la tierra brava, cuando tenía 66 años; La
bandera y Anoche estuve en Piura, a los 82 años. Y en el ocaso
de su vida, puesto que a la sazón López Albújar tenía 92 años,
publica Lámpara votiva1. ¿Qué es lo que cuentan los años de
publicación? Constancia, dedicación y amor total por la poesía.
El celebrado narrador de los Cuentos andinos nunca extravió su
corazón de poeta o, si lo leemos de otro modo, el escritor nunca
dejó de ser poeta, ya que constantemente componía sus poemas,
a la par de textos de otros géneros literarios y del cumplimiento
de su recargada labor judicial. Tenemos noticias, por su secretario
y biógrafo Raúl Estuardo Cornejo, de que López Albújar había
culminado dos libros inéditos de poesía: Rojo y Azul, texto escrito
en su estancia en Piura, Lima, Huánuco, Lambayeque, Piura y
Tacna, durante los años 1891 a 1956; y Trompetería sonética,
texto escrito en Piura y Lima, de ¿1894? a 1926 (López Albújar
1963: 137). Sin embargo, estos textos no llegaron a publicarse,
así lo constatamos luego de que no encontramos noticias de su
publicación en la Biblioteca Nacional de Lima y otros recintos
similares que custodian libros valiosos. Cuando consulté a los

1 La fecha de publicación de los poemarios no refleja los años de escritura de estos. Así, los
poemas de De la tierra brava (1938) se escribieron durante un periodo de catorce años,
desde 1923 a 1937. En el caso de Lámpara votiva (1964), en el lapso de veintiún años,
desde 1931 a 1952.

Criterios de edición XLV


nietos del autor, ninguno conserva estos archivos poéticos; por
ello, asumimos la probabilidad de su extravío.
Enrique López Albújar tuvo una vida de intensa dedicación
literaria, por eso su producción poética es copiosa y está diseminada
en diversas publicaciones. Para rescatar estos textos poéticos,
hemos incluido al final de este libro una sección titulada «Poemas
publicados en periódicos, suplementos y revistas», cuyo objetivo es
claro: reunir los textos desperdigados y olvidados que no fueron
incluidos en el corpus de algún poemario. Para esta labor, ha sido
capital la revisión de la «Bibliografía general de López Albújar»
elaborada por Raúl Estuardo Cornejo y publicada como parte
de las Memorias de 1963. Esta nos proporcionó el dato sobre la
publicación de poemas en el semanario piurano El Amigo del
Pueblo2. Para la segunda edición, hemos incluido un grupo
considerable de poemas publicados en este semanario fundado
por López Albújar, tanto los que publicó con su nombre y los que
salieron a la luz con sus diversos heterónimos: Alma Roja, Arlequín,
Rigoletto y don Prudencio. Para el caso de los poemas escritos
por estos tres últimos heterónimos, cabe precisar que Estuardo
Cornejo no los registra en su bibliografía. Es justo agradecer aquí a
la Dirección de Protección de las Colecciones y a la Dirección de
Acceso y Promoción de la Información de la Biblioteca Nacional
del Perú, puesto que como consecuencia de nuestro insistente
pedido, pusieron en marcha el diligente trabajo de restauración
de la única colección intangible del hebdomadario El Amigo del
Pueblo3, que en el mes de junio de este año no pudimos revisar
toda vez que estaba deteriorado por su antigüedad.

2 El Amigo del Pueblo se publicó en Piura entre los años 1904 y 1908. Este semanario de
cuatro páginas no solo es fundado y financiado por López Albújar, sino que este es su único
redactor y propietario. Así, el autor de Miniaturas se encarga de escribir prácticamente
todas las secciones, como «Lecturas para el Pueblo», «Intereses Generales», «Literatura»,
«Burla Burlando»; «Postales» y «Casos y Cosas», a través del uso de diversos heterónimos.
Sostenemos ello toda vez que cada uno de estos alter ego engendrados por López Albújar
escriben diversos tipos de textos. Por ejemplo, Alma Roja es un cronista, pero ocasionalmente
es poeta; Bajonazo es también un cronista; mientras que Arlequín, Rigoletto y don Prudencio
son poetas chanceros con claro estilo panfletario y burlesco; diferente al poeta López Albújar,
a quien podríamos clasificar como un vate de estilo romántico.
3 Lamentablemente, la colección de este semanario lopezalbujariano que custodia la BNP
no está completa, pues, por ejemplo, no tienen los números correspondientes al año 1904,
en los que se publican algunos poemas del autor.

XLVI Enrique López Albújar ● Poesía


Así las cosas, en la sección «Poemas publicados en periódicos,
suplementos y revistas» compilamos 88 textos poéticos que, si
tomamos en cuenta la cronología que data Estuardo Cornejo
para los dos poemarios que se quedaron inéditos Rojo y Azul,
escrito entre 1891 a 1956; y Trompetería sonética, entre ¿1894?
a 1926, gran parte de los textos que conformaban esos dos libros
probablemente podrían ser los que aquí reunimos. Sostenemos
ello porque en esta sección se incluyen textos que van desde el
año 1892 («Carta íntima»), hasta 1961 («Un año más»).
Es necesario resaltar también que Raúl Estuardo Cornejo en
su «Bibliografía» solo registra los poemas publicados por López
Albújar hasta el año 1943, por lo que todos los poemas recopilados
con fecha posterior son cosecha de nuestra investigación.
Estos poemas publicados en diarios y revistas nos arrojan luces
sobre la vida, la obra y el pensamiento de este célebre escritor
y juez, pues, por ejemplo, el poema «Un año más», publicado
en 1961 cuando el escritor cumplió 89 años, nos revela que al
igual que el tradicionista Ricardo Palma, López Albújar vivió
y murió «hablando con las musas». Baste citar unos versos
para corroborarlo: «Un año más es un round más, que en este
ring / al que subimos todos al nacer, / a la muerte le acabo de
ganar, / haciéndome, orgulloso, pensar / que aún puedo seguir /
disputándole mi derecho a vivir. […] // Pues yo también, ya senecto,
/ cuando he jugado algún partido / de fútbol con las musas / les
he marcado goles a distancia mayor, / entre ellos ese, que con
la cabeza / marcara desde Tacna a New York. // No tengo, pues,
por qué sentirme viejo. / Si mi edad en este día le ha añadido /
un poco más de arrugas a mi rostro / y algunos miligramos más
de ácido úrico / a mi cuerpo, hoy más que nunca, / me siento un
vencedor y no un vencido (589-590).
Los criterios de edición que se han seguido para la presente
publicación se sintetizan en los siguientes puntos:

a) Se han ordenado de manera cronológica los textos poéticos


publicados por el autor. Esta cronología tiene en cuenta el año
de publicación. Es necesario precisar que hemos seguido la

Criterios de edición XLVII


primera edición de los libros, puesto que todos, con excepción
de Lámpara votiva, tienen una sola edición.
b) En el caso de Lámpara votiva hemos cotejado la primera
(1964) y la segunda (1977) edición. Las mínimas diferencias
entre ambas ediciones las hemos anotado al pie de página. Cabe
mencionar que del corpus de este libro hemos eliminado los
poemas «La bandera» y «Anoche estuve en Piura», ya que estos
textos fueron publicados en 1954 en el «folleto» que lleva el
nombre de ambos poemas.
c) Se ha visto por conveniente incluir los prólogos que acompañaron
originalmente a las primeras ediciones de los poemarios de
López Albújar. El fundamento de esta opción de edición está
en el hecho de que, al igual que lo hicimos con el primer tomo
de la narrativa completa, tratamos de recuperar los momentos
iniciales de la recepción de las obras lopezalbujarianas, y con
ello formar también en el lector la imagen de cómo eran leídos
los textos del patriarca de nuestras letras. Así, son parte de esta
edición los prólogos de Clemente Palma para De la tierra brava
(1938) y de José Jiménez Borja para Lámpara votiva (1964).
Sin duda ambos estudiosos de las letras nos brindan claves de
lectura interesantes.
d) El mismo criterio cronológico lo hemos aplicado para el
ordenamiento de cada uno de los textos incluidos en la sección
«Poemas publicados en periódicos, suplementos y revistas».
Hemos precisado además la fecha y la fuente donde fueron
publicados originalmente los poemas.
e) Todas nuestras anotaciones de edición y precisiones bibliográficas
las hemos incluido entre corchetes: [N. de la E.].
f) Para la presente edición de la poesía completa de López Albújar
se han considerado las siguientes obras:

López Albújar, Enrique y Arnao, Aurelio (1895). Miniaturas.


Álbum de bellezas limeñas. 1.ª edición. Lima: Librería,
Imprenta y Encuadernación Gil.

XLVIII Enrique López Albújar ● Poesía


López Albújar, Enrique (1938). De la tierra brava. Poemas
afroyungas. 1.ª edición. Prólogo de Clemente Palma.
Lima: Editora Peruana.
____ (1954). La bandera y Anoche estuve en Piura. 1.ª edición.
Lima: Editorial del Centro de Instrucción Militar del Perú,
Chorrillos.
____ (1964). Lámpara votiva. 1.ª edición. Prólogo de José
Jiménez Borja. Lima: P. L. Villanueva.
____ (1979). Lámpara votiva. 2.ª edición. Presentación del
Banco Industrial del Perú y prólogo de José Jiménez Borja.
Lima: Fondo del Libro del Banco Industrial del Perú.

g) Por último, se ha modernizado la ortografía y la tipografía de los


textos para dinamizar la lectura. De este modo, se han aplicado
las reglas de tildación y puntuación vigentes. Este criterio
editorial tiene como objetivo que los poemas de López Albújar
sean accesibles a los lectores del siglo XXI. No obstante, debemos
precisar que en el caso del poemario De la tierra brava. Poemas
afroyungas hemos respetado las marcas orales de los versos, ya
que en este libro el autor reproduce el habla cotidiana de los
diversos habitantes del departamento de Piura.

Así como la narrativa, la obra poética de Enrique López


Albújar es un campo fértil para los estudios interdisciplinarios del
derecho y la literatura, pues a través del análisis de sus poemas
podemos explicar cómo se manifiestan las reflexiones sobre la
justicia y la aplicación de las leyes. Precisamente en el poema «Mi
maestro», escrito en Tacna en 1941, se escenifica aquella situación
complicada que el autor tuvo que afrontar mientras ejercía su
labor de juez de primera instancia de Huánuco (recordemos que,
en diciembre de 1917, el juez López Albújar absolvió a los acusados
de un doble adulterio, y este fallo lo separó de la administración
judicial durante tres meses). Leamos:

¿Es la experiencia la que te ha deshumanizado,


o el temor de sufrir otro inri igual?

Criterios de edición XLIX


¿Es el poder de la rutina codiguera
tan fuerte que ha logrado insensibilizar
aquel músculo tuyo que, en otros tiempos
supo, por todo lo que es noble y grande, palpitar?
¿Acaso tú jamás pontificaste
del libre amor en el altar,
fuera de ese recinto, farisiacamente
llamado por la ley «honor sexual»?
¿Quiénes de los que por encima de ti juzgan
podrían, sin a su conciencia escandalizar,
al mozo que hoy has condenado,
la primera piedra lanzar?
¿Ignoras que en amor todos tienen
debilidades y pecados que ocultar?
[…]
Entonces, solo entonces comprendí,
[…]
que a la hora de juzgar, la conciencia
debe a veces a la ley estrangular,
sin que por ello pierda la justicia
en belleza, grandeza y majestad (364-365).

Asimismo, con la publicación de este segundo tomo de las Obras


completas de Enrique López Albújar no solo queremos alentar las
lecturas interdisciplinarias, sino las lecturas intertextuales con las
otras obras del autor, pues en el poema «Anoche estuve en Piura»
aparece reconfigurado el personaje de la novela Matalaché:

Y mi contemplación fue tan intensa


que yo mismo me fui sugestionando
hasta oír una voz que me decía:
«Vuelves después de muchos años
que casi ya olvidado te tenía.
Solo de tarde en tarde de ti me habla
Matalaché, tu hijo, aquel mulato
que salió erguido y retador de tu pensamiento
y a quien esta ciudad, en aquel tiempo hipócrita,
repudió y quiso hacer con él un linchamiento.

L Enrique López Albújar ● Poesía


¡Todo por ser altivo y no ser blanco!».
[…]
¿Qué diré yo si en este Piura mismo,
donde me acribillaron a burlas y dicterios,
viendo estoy, asombrado, a más de un nieto mío
libre ya del temor de ser echado
en una hirviente tina de jabón
por atreverse a amar lo prohibido,
haciendo hoy de marido, de dueño y de señor
en la orgullosa calle que está de espalda al río? (234-235).

Esperamos que estos dos fragmentos citados, a modo de ejemplos,


sirvan para espolear la necesaria y reveladora lectura de la obra
poética de López Albújar. No queremos terminar estas líneas sin
mencionar que la publicación del segundo tomo de las Obras
completas de Enrique López Albújar se hace posible gracias al
esfuerzo del Dr. Francisco Távara Córdova, quien desde la dirección
del Fondo Editorial del Poder Judicial trabaja para que los lazos
interdisciplinarios entre el derecho y la literatura se fortalezcan
de manera concreta a través de las publicaciones que acerquen
a la ciudadanía la producción intelectual de sus grandes figuras.
Se suman a este respaldo editorial, que es también una visión
del mundo con imaginación, paz y justicia, los nietos herederos
de Enrique López Albújar, quienes desde el año pasado en que
emprendimos esta gratificante misión de publicar la obra completa,
nos continúan apoyando en este colosal proyecto. En nombre de
todas las fértiles ramas que descienden del patriarca de las letras
peruanas, quiero agradecer a Guillermo Hinostroza López-Albújar,
quien ha sido una fuente de consulta directa y nos ha prestado
algunos de los textos poéticos que custodia como legado familiar y
cultural de nuestro país.

Gladys Flores Heredia


Lima, noviembre de 2019

Criterios de edición LI
P OESÍA
Miniaturas.
Álbum de bellezas limeñas

Portada de la primera edición de Miniaturas. Álbum de bellezas limeñas (1895).


Lima: Librería, Imprenta y Encuadernación Gil.
CONFIDENCIA

A VOSOTRAS

Reinas de la belleza,
princesas del amor.

R .udos obreros del arte, fatigados con los golpes dados y recibidos
.en la penosa labor de la lucha por la verdad, ansiábamos ya,
en nuestra árida e interminable jornada, un instante de reposo, de
apacible olvido de la prosa vil de la existencia social, cuando el azar
nos ofreció un oasis en medio de la seca y polvorienta ruta. Era
fuerte la tentación y no resistimos. Arrojamos a un lado las pesadas
herramientas, y con ellas los odios y las tristezas; cruzamos por
entre la fresca y discreta sombra del follaje, y nos internamos en
las praderas, anegadas de verdura, donde vuelan enjambres de
purpúreas mariposas, donde soplan solo brisas de pureza, donde
se ostentan lozanas las flores de vuestra portentosa hermosura.
Una vez entre vosotras, os pedimos permiso para descansar
breves instantes a vuestro lado, seguros de que nos lo habéis
de conceder. Luego, cuando el sol se oculte, nos vestiremos
nuevamente el traje del combate, cogeremos nuestras armas, y os
abandonaremos para perdernos entre las brumas de la noche.
Queremos aquí darnos un rato de dulce holganza; sacudirnos
de las exigencias dogmáticas de toda escuela literaria; queremos,
por un momento, olvidar todos los convencionalismos retóricos,
todas las ceñidas fórmulas de las estéticas universitarias, que
no cuadrarían bien a la espontánea e ingenua forma con que
debe ser tratada vuestra hermosura. Queremos este regalo para
vosotras. Si hay pecado en ello, es, ciertamente, excusable. En
todo caso vuestros ojos, en miríada luminosa, pedirán indulgencia

Miniaturas 5
para nosotros, y veréis entonces las graves calvas de los críticos
inclinarse sumisas ante vuestra avasalladora belleza.
¡Cuánto derroche de azul y de rosa! ¡Qué queréis! Viviendo por
un instante con vuestro recuerdo, la imaginación tiene por fuerza
que revestirse con jirones de cielo, con dorados nimbos de luz.
Una duda nos atormenta: tal vez nuestros brazos, endurecidos
con la ruda tarea de cargar pesadas rocas, no puedan, sin torpes
titubeos, serviros la confitura que os ofrecemos en cincelada
vajilla; tal vez nuestros toscos dedos no puedan atar el bouquet con
la exquisita delicadeza a que estaréis acostumbradas, ¡primorosas
miniaturas! Os pedimos perdón por ello: no lo pudimos hacer
mejor, embriagados como estábamos con tanto almíbar, con tantos
perfumes, con tanta luz.
Mañana que se nos culpe de habernos separado de los recios
moldes del análisis; de habernos levantado demasiado del duro
suelo, donde vive la verdad, donde nos llama el estudio realista,
para remontarnos en pleno azul, al reino de los ensueños, nos
quedará al menos el inefable consuelo de saber que, en el fondo
de vuestras lindas cabecitas, vive nuestro recuerdo, como el de
buenos y ausentes camaradas con quienes se ha departido alguna
vez bajo las estrellas.

Lima, 1895

6 Enrique López Albújar ● Poesía


Emperatriz
— Mercedes Rosas —

¡Virgen pálida, rubia y soñadora!


¡Tierno capullo de una raza joven e inteligente!

El amor ha puesto en tus pupilas sus languideces misteriosas;


las estrellas han formado tu rizada cabellera con sus hilos de oro;
la luna ha prestado a tu rostro el poético tinte de sus melancólicos
fulgores.
Envuelta en blancos velos, se tomaría por una casta mensajera
del amor, por una diosa druídica de las mitologías del Rhin.

*
Tienes de la nebulosa Germania la mirada vaga, ideal y soñadora
que penetra hasta el alma con cándido atrevimiento. La ardiente
luz de nuestro sol del mediodía se desliza por tus facciones como
sobre el mármol, resaltando tu palidez espléndida, esa palidez

Miniaturas 7
propia de las razas de fino temperamento nervioso, que da a tu tipo
meridional toda la majestad de una estatua y el poético aspecto de
una vestal entrevista en un claro de luna.
Los toques de luz en tu rubia cabellera forman sobre tus sienes
un nimbo de oro. La misma Naturaleza —madre amorosa y sabia—
ha puesto sobre tu frente pensadora una diadema imperial, como si
te aclamara por soberana de la belleza y del talento. ¡Reina coronada
de luz! Ella se ha complacido en formarte llena de perfecciones:
ha dado a tu cuerpo la mórbida esbeltez, el porte majestuoso de
una emperatriz; ha puesto en tus cabellos los suaves reflejos del
oro; en tu rostro la fascinadora expresión de un alma inteligente;
y en la languidez de tus miradas, todas las vagas melancolías del
sentimiento.

*
¿Quién se atreverá a tocar de rodillas el templo de tus íntimas
afecciones, sin sentirse humillado por su pequeñez y por tu
grandeza?
Solo los genios son dignos de ti, virgen rubia.
«Los que se arrastran no te merecen. Eres estrella no ames
reptiles».

*
De conocerte, Bécquer te hubiera dedicado su más sentida rima.
Scopas, el clásico escultor, se hubiera complacido en reproducir
tu espléndido busto en transparente y níveo mármol. Fortuny, el
pintor del colorido vivaz y de los rasgos sutiles, hubiera copiado
en el más primoroso de sus lienzos tu rostro de diosa celta, tu
cabellera en que irradian los áureos arreboles de un sol que surge...

*
Tú has debido vivir en otras épocas mejores; en las épocas de las
leyendas románticas; en el país de los trovadores provenzales, que
hubieran cantado tu prodigiosa hermosura, al pie de tus celosías,

8 Enrique López Albújar ● Poesía


en romances saturados de ternezas; en el país de los galantes
guerreros paladines, que se hubieran disputado tus sonrisas en
pomposos torneos; en el país del arte, del amor, del sentimiento.
¿Quién mejor que tú hubiera ceñido la cabeza del Petrarca
con la simbólica corona de laureles? Roma entera, aclamando tu
belleza soberana, te habría llevado hasta el Capitolio en glorioso
carro triunfal.

*
¡Virgen pálida, rubia y soñadora! En tu cuerpo, de curvo
lineamiento, hay belleza triunfadora, y en tu alma, tierna y generosa,
hay talento, ese don sublime de que puedes enorgullecerte porque
en ello no tienes muchas rivales.
Te saluda el poeta, y te ofrece, deslumbrado por tus encantos
celestiales, el tributo de su admiración.

Miniaturas 9
Linda del Rímac
— María Palacios —

Desperté con la idea de su recuerdo...


La había visto la víspera, cuando la tarde estaba tibia y el cielo
límpido como una mirada azul.
Poco a poco fue reapareciendo en mi mente: soñadora,
espiritual... Bajaba los párpados suavemente y al través de aquel
velo de oscuridad impenetrable creía contemplarla. Pero su belleza
me absorbía y en vano el recuerdo pugnaba por mostrármela en la
plenitud de sus formas, tal como la había visto la víspera, cuando
la tarde estaba tibia y el cielo límpido como una mirada azul.

*
Tomé su retrato. Por fin la tenía delante de mí, como inquiriendo
con sus negros y rasgados ojos un más allá de las miserias terrenales
para perderse, siquiera un instante, en el cielo del amor y de las
voluptuosidades del espíritu…

10 Enrique López Albújar ● Poesía


Allí estaba, toda entera, tal cual es: ardiente y desdeñosa, altiva
y seductora, mística y voluptuosa; con la mirada oscurecida por
una sombra de orgullo, y con los finos y delicados labios pugnando
por estallar en reproches sublimes.
Linda es una camelia parisiense en pleno invernadero
americano. Al lado de las frescas y lozanas margaritas y exuberantes
magnolias, ostenta su corola esplendente, ávida de las caricias de
un rayo de sol.
Ama el lujo, como el ave el nido en que nació. Las sedas y las
joyas son sus armas de combate, y cuando reaparece en la palestra
altiva y de punta en blanco, los hombres doblegan mansamente la
cerviz como bueyes acostumbrados al peso de su yugo.
Es altiva, porque la altivez es la expresión de la belleza de negros
ojos.
Emperatriz de la moda, sabe hacerse irresistible con el suave
vaivén del elegante sombrero de medio lado o el estirado cuello
a lo María Estuardo. Sus menudos y majestuosos movimientos,
cuando anda, van siempre acompañados del tenue balanceo de su
oscura cabecita.

*
Aquí no puedo menos de creerla un busto de atavío parisiense.
Hija de los gustos plásticos y delicados, señorita de boudoir,
Linda es un modelo de belleza exótica, con todos los refinamientos
del buen tono y las fluctuaciones de la moda elegante; algo así
como una joya americana vaciada en un molde de Benvenuto
Cellini.
Rara vez escancia en la rosada copa de sus labios el néctar de
una sonrisa.
Gusta más del porte señoril y de las miradas indiferentes; gusta
de que todo aquel que intente llegar a la gloria de sus ojos, lo haga
de rodillas y arrepentido de no haberlo hecho antes.
¡Cuántos corazones destrozados, cuántas esperanzas deshechas,
cuántas heridas incurables ha causado esta desdeñosa reina del
amor!...

Miniaturas 11
Todo lo ha recibido como un justo homenaje y todo ha ido a
perderse en el fondo de sus recuerdos.

*
Por fin me quedé satisfecho...
La había saboreado tranquilamente, absorto y mudo.
Yo, el pobre trovadorcillo, me consideraba dichoso de cantarle,
de tenerla muy cerca de mí y de poderle decir a solas: ¡Linda,
bienaventurados los que por ti padecen porque de ellos será el
reino de la belleza!...
Luego, poco a poco, se bajaron mis párpados, y al través de
aquel velo de oscuridad impenetrable creía contemplarla aún, tal
como la había visto la víspera, cuando la tarde estaba tibia y el cielo
límpido como una mirada azul...

12 Enrique López Albújar ● Poesía


Hada Azul
— Julia Fuller —

I
Princesita de frescos matices,
princesita de tez opalina,
pura y lúcida aurora que esparces
amor en el alma de aquel que te mira;

princesita de blondos cabellos,


de brillantes y azules pupilas,
¡quién pudiera, feliz y amoroso,
cantarte un poema de amor de rodillas!...

Miniaturas 13
II
Esperanza que vives de engaños,
ilusión que la mente acaricias,
corazón que en el fondo del pecho
por sueños fugaces y locos palpitas;
respondedme: ¿qué fuego la alienta
y qué rayo de sol la ilumina,
o qué tinte le da aquel aspecto
que lleva en el rostro la Virgen María?

III
¡Hada Azul!, espejismo que arrastras
con tus dulces caprichos de niña;
¡Hada Azul!, ilusión que te llevas
jirones del alma por cada sonrisa;
¡Hada Azul!, yo te aclamo la regia
y pomposa oriental princesita,
la sultana de bíblicos sueños,
la estrella escapada del cielo de Esmirna...

IV
Ruborosa y severa, ayer tarde
por las calles, de negro vestida,
como un rayo de luz en la sombra,
la vi deslizarse a la ideal señorita.
¿Por qué flor, que nació con el alba
y murió con la luz vespertina,
aquel brillo fantástico lleva
que el alma entristece de aquel que la mira?...

14 Enrique López Albújar ● Poesía


V
En las tristes mañanas de invierno,
cuando el sol su fulgente pupila
tras un velo de nieblas oculta
y en vano por ver a la aurora suspira,
cuántas veces de pie desgreñada,
tras los pliegues de la alba cortina
la mirada ideal, te he creído
la aurora esperando los besos del día.

VI
Embriagados los hombres te alaban
y en la mente tu nombre acarician;
las mujeres afilan su encono,
y al verte te arrojan nerviosa sonrisa;
pero tú, como el lirio que deja
un desmayo de aroma en la brisa,
vas dejando en las almas de todos
estelas de gloria y espasmos de vida...

VII
¡Hada Azul!, cuando estés en el templo
como pálida Virgen María,
coronada la frente de azahares,
tu mano en la mano del novio escondida,
y el despecho se encienda en el fondo
de las almas que bien te querían,
¿qué dirás ante tantos reproches,
qué harás ante tanta esperanza perdida?

Miniaturas 15
VIII
Trovadores de largas melenas,
señoritos de frac y levita,
jactanciosos varones que siempre
pensáis en que todas al veros suspiran;
seductores y locos amantes
que os engaña una simple sonrisa;
preparad vuestros ojos al llanto
que pronto os arrancan la ideal margarita.

IX
¡Hada Azul!, espejismo que arrastras
con tus dulces caprichos de niña;
¡Hada Azul!, ilusión que te llevas
jirones del alma por cada sonrisa;
¡Hada Azul!, yo te aclamo la regia
y pomposa oriental princesita,
la sultana de bíblicos sueños,
la estrella escapada del cielo de Esmirna...!

16 Enrique López Albújar ● Poesía


Sultaneta
— Rosa Blume —

Solimán el Magnífico, que vio vuestro retrato de señorita


musulmana, os envía, en ceremoniosa embajada compuesta de
jóvenes coptos de ojos negros y nariz aguileña; de gigantescos
etíopes de tez bronceada, y de aguerridos zegríes de sonrisas
anchas que muestran hileras de blanquísimos dientes, la siguiente
esquela, perfumada con aromas de la Arabia Feliz:
«Hurí:
»Alá, el Dios de todas las bondades, arrancó dos titilantes
luceros del cielo de Estambul y con ellos formó tus ojos de pupilas
luminosas.
»A tu púber seno le dio el leve y cadencioso movimiento de las
ondas del Bósforo, en las apacibles tardes de primavera, cuando el
cielo tiene la pura transparencia del zafiro y cuando las golondrinas

Miniaturas 17
vuelan al ras de las aguas mojándose las puntitas de sus alas y
piando de placer.
»Cogió las rosas encarnadas de Tracia, y de sus más tiernos y
fraganciosos pétalos hizo tu boca, que seduce a cuantos la ven.
»De escogidas perlas de Basora, formó tus dientes, hechos
solamente para morder frutas maduras.
»El mismo Alá modeló tu barbita tersa y pulimentada como el
marfil, con prolijidad exquisita.
»Le dio a tu delicado talle la gallardía de una tierna palmera
nacida a orillas del Nilo.
»¡Bendito sea Alá, hechicera Sultaneta!
»Yo pienso edificarte un palacio todo de pórfiro y oro, adornado
con ricos tapices fabricados en Teherán y Fez; un trono de inmensa
gradería cuyos peldaños estén alfombrados con pieles de tigres de
Bengala y de osos blancos de Siberia, y con melenas de leones del
Atlas.
»En invierno te obsequiaré albornoces tejidos con plumones
de avestruz, para que resguardes tu cuerpo de los rigores del frío.
Haré entibiar tu cámara con estufas en que se quemarán cedros
del Líbano, mirra y áloe. Y en tu amplio baño de mármol azulado, el
agua tibia y perfumada con zumo de nardos de Alejandría, saliendo
en numerosos hilos por artísticos surtidores, te dará calor y alegría.
»En el ardiente verano saldrás a aspirar frescas ráfagas de
aire al Bósforo, en una góndola ligera, con doce remeros y otras
tantas odaliscas que te cantarán canciones de amor, lánguidas y
voluptuosas; mientras tú, recostada muellemente en la popa, bajo
un dosel de sedas, dejarás, soñolienta y perezosa, caer tu brazo
fuera de la góndola, de tal modo que las puntas de tus dedos vayan
tocando el agua dormida y abriendo una estela salpicada de líquidas
perlas. Dos niños de Nubia te darán aire con grandes abanicos
de siete colores. Allí mismo te bañarás, acompañada de tus lindas
esclavas —menos lindas que tú— y todas juntas pareceréis un albo
grupo de ondinas retozonas.

18 Enrique López Albújar ● Poesía


»Sultaneta, predilecta de Alá, pongo a tus pies diminutos mi
puñal damasquino, mi gumía, mi espingarda, mis esclavos, mis
palacios, mis tesoros, por una sonrisa tuya, por una mirada tuya.
»Sultaneta:
»Recordaré tus ojos cuando, desde la terraza de mi palacio de
Estambul, en noche oscura, contemple las estrellas radiosas.
»En la Tracia, las rosas encarnadas me recordarán tus labios
virginales.
»En Basora, creeré ver en sus perlas la sarta de tus menudos
dientes.
»Cada palma esbelta de Egipto me traerá la memoria de tu talle
fino de movimientos gentiles.
»Sultaneta: ¡bendito sea Alá que creó tu belleza seductora!».

Habéis leído la esquela con marcada expresión de indiferencia


y la habéis dejado abandonada sobre la mesa. Una ráfaga de aire se
la ha llevado por el balcón.
Ayer, en el Parque de las Palmeras, al pie de un Cupido que llora
por su arco roto, recogí un papel arrugado que despedía un fuerte
olor a almizcle.
Era la carta de Solimán el Magnífico a Sultaneta.

Miniaturas 19
LITERATURA
DERECHO Y
COLECCIÓN
Poesía, tomo II de las Obras completas, de Enrique López
Albújar, reúne los poemarios Miniaturas. Álbum de
bellezas limeñas (1895), De la tierra brava. Poemas
afroyungas (1938), La bandera y Anoche estuve en Piura
(1954), Lámpara votiva (1964) y recoge también poemas
publicados en periódicos, suplementos y revistas. Si
examinamos los poemas compilados en el presente tomo,
podremos constatar que el quehacer literario, el trabajo
judicial y el sentimiento cívico de López Albújar van de la
mano, y, sobre todo, podremos tener frente a nosotros la
palabra y las convicciones irrenunciables de un hombre
íntegro y ejemplar que impartió justicia como juez y que la
simbolizó y buscó como poeta. Cuando Enrique López
Albújar cumplió 89 años, el entonces Ministerio de
Educación Pública le dio la noticia de que editarían sus
obras completas; sin embargo, la muerte se lo llevó a sus
93 años sin ver la plasmación de ese reconocimiento
institucional. A veces la justicia madura con el tiempo y
llega a colocar las cosas en su sitio. De un siglo a otro
hemos tomado la posta de la publicación de sus obras
completas como un homenaje a un hombre de letras y
leyes cuyo trabajo como juez y como poeta engrandece
nuestra historia nacional.

FRANCISCO TÁVARA CÓRDOVA

ISBN: 978-612-48118-5-2

También podría gustarte