La Televisión Como Alimento Intelectual
La Televisión Como Alimento Intelectual
La Televisión Como Alimento Intelectual
Hoy la televisión lo llena todo. Hace tan solo veinte o veinticinco años, la vida era
diferente sin ella. El hombre actual pasa demasiado tiempo delante de la televisión. ¿Por
qué? La respuesta no puede darse de una forma simplista, ya que el asunto es complejo
y tiene diferentes lecturas, y más aún con la llegada de los vídeos. La televisión provoca
va haciendo hábito y de la cual es muy difícil sustraerse; tanto que las personas con
escasos recursos intelectuales, o poca curiosidad por llenar su ocio con una afición o un
hobby bien definido, quedan atrapadas en esta malla una y otra vez. Entonces podemos
afirmar, sin temor a equivocarnos, que la televisión es casi todo su alimento intelectual.
fácil: apretar un botón y dejarse caer, porque todo se reduce a pasto para sus ojos.
Pensemos lo que sucede en muchos países con las películas del fin de semana: se
existir límites de emisión, siempre hay algo que ver en la pequeña pantalla.
canal sucesivamente. Esta segunda adicción televisiva puede llegar a ser más fuerte que
la primera. Un paciente mío, buen practicador de esta técnica, me comentaba hace poco
tiempo: «Yo lo hago para relajarme y después coger mejor el sueño... Normalmente no
me quedo viendo ningún canal en concreto, porque la verdad es que no me interesa casi
nada». Esta filosofía pone sobre el tapete algo notable: al telespectador de zapping le
interesa todo y nada a la vez; lo que quiere es pasar el rato sin más complicaciones,
exactamente igual que la mujer adicta a las revistas del corazón, como aquella señora ya
madura que me decía: «¡Ay!, si yo en vez de haberme tragado tantas revistas del corazón
hubiera estudiado una carrera o hubiera leído libros buenos, que me hicieran una persona
más culta... Pero las leemos todas y de lo que hablamos es de eso». Sin comentarios.
¿Por qué se produce esto? ¿Cuáles son sus principales claves? Creo que podrían
se intenta saciar con el telemando, con el fin de ver qué se está dando en ese momento
en cada cadena. Se pasa así de una película a un debate, de un concurso a una
2. Significa un interés por todo y por nada, lo cual traduce una clara
insatisfacción de fondo. Se busca algo que sea capaz de detener ese cambio frenético,
realidad siente el sujeto del zapping, encontramos el deseo de abarcarlo todo, de que
nada se le escape, de poseer todo al mismo tiempo. A esto llaman los americanos picture
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in picture, una imagen dentro de otra. No hay que olvidar que en EE. UU. es una
costumbre perfectamente asumida, pues desde los años setenta la tecnología ha facilitado
esta posibilidad. El mando a distancia llega a España hacia 1975 y se populariza hacia
descontento a la vez. El hombre, al no quedar saciado, pasa y repasa los canales una y
otra vez por ver si aparece algo nuevo que sea capaz de suscitar su interés.
prácticamente ninguna huella. Por debajo de este oleaje discurre una actitud de
un centro de gravedad personal que dirija toda la conducta. Esta diseminación apunta el
última hora del día, ya cansados del trabajo de la jornada. Representa una especie de
droga que ayuda a conciliar el sueño. Tras diez o veinte minutos practicando esta
actividad, suele asomar un plácido sueño que conduce al descanso. Puede que para
entonces la persona se haya quedado enganchada a algún canal, pero ya da igual, puesto
cómodo sillón, apretar el mando y nada más. No hay que poner el menor acto de
a través del mundo de la fantasía de las imágenes que van entrando por los ojos y llegan
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puede ser terrible! Está claro que la incomodidad de tener que levantarse una y otra vez
rápidamente».
parecer, de este dato podría ser que la mujer se detiene más en lo que ve, porque si pasa
muchas horas en su casa, quiere aprender todo aquello que pueda enriquecerla. En
cambio, el hombre es más crítico y casi nada le satisface realmente; utiliza el zapping
Cuando este síndrome se hace crónico e invencible, nos hallamos ante la venganza
del telespectador por la pésima programación que hoy, con la llegada de los canales
películas, series y culebrones pobres, amorales, de ínfima calidad; debates con invitados
de opiniones tan diametralmente opuestas que el espectador termina más confuso que al
principio de los mismos, y qué decir de los concursos triviales, insustanciales, que dan la
subliminal: un discurso enmascarado que se cuela por debajo del spot publicitario. Hace
quince años la televisión era un medio mágico; hoy ha perdido credibilidad y, salvo en
personas que se lo tragan todo, empieza a aflorar un espíritu crítico muy positivo, que
conduce a apagarla con más frecuencia, antes de verse uno manipulado y cosificado.
Los expertos no han encontrado todavía el modo de evitar las fugas de audiencia.
La televisión, que nació como una revolución excelente y de gran porvenir para el mundo
de las comunicaciones, ha ido cayendo en los últimos años de forma escandalosa. Por lo
general, ver mucha televisión produce seres humanos robotizados, pasivos, acríticos y, lo
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A lo largo de las páginas de este libro hemos ido hablando de la cultura individualista
que se está viviendo hoy: frente al concepto de familia, el de individuo; el yo, opuesto al
grupo; el placer en el otro extremo del amor auténtico. Reina el consumismo en lugar de
la sobriedad; el estrés en lugar de la vida ordenada y armónica; las revistas del corazón,
en lugar de los libros... Todo ello envuelto por la televisión, a través de la cual se
adquiere muy poca cultura y, antes o después, asalta el vacío interior. Una nube
cultivar cada vez más el narcisismo, los horóscopos, la quiromancia, la opinión del
mejor para rectificar, cambiar el rumbo y corregir errores de conducta. Es una nueva
denomina terapias psi, que suelen estar más o menos teñidas de filosofías orientales.
de su comportamiento.
pero que, estudiado con objetividad durante un cierto tiempo, no aporta gran cosa al
hombre. Todo lo más, consigue una plétora de noticias dispersas cuyo argumento es la
actualidad. Por otro lado, en la sociedad actual, la televisión tiene «el encargo» de
divertir, de que la gente lo pase bien y se olvide de sus problemas; ese es su lema, salvo
animaciones sin cuento que pretenden captar la atención como sea. El culto al deseo
sobre pájaros tropicales que otro sobre el tráfico de drogas, el mundo de los marginados
o un debate social en que se busca la verdad por consenso. Al final, llega el aburrimiento
no por falta de contenidos, sino por sobredosis antitética de casi todo. ¿Quién hará la
síntesis?... ¿Y para qué?..., si a fin de cuentas lo que vale es lo que a uno le parece, ya
puntuales. Parece que en tales situaciones se puede decir «lo quiero todo: ya y ahora»,
como un niño pequeño cuando su padre le hace escoger algún regalo. El sujeto queda
zombi, bloqueado por un aluvión de cosas que le alienan mientras le distraen y relajan de
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pretensión de hacer más sólida tal estructura o instancia de la conducta, sino que se
televisivos. La mayoría de las veces, el telespectador sale peor del programa que antes de
la polémica. ¿Por qué? Porque los participantes suelen tener posturas diametralmente
por no dejar hablar al otro o por dar cifras estadísticas sin que se sepa cómo se ha
realizado ese muestreo y qué fin persigue. Por tanto, uno encuentra a un hombre
insatisfecho que, dada su formación intelectual medianamente sólida, termina por perder
sus referencias ante las contradicciones y los diversos puntos de vista que ve reflejados
tópicos que no sabe combatir, ya que para ello es necesario tener más cultura, algo que
se consigue a través de la lectura reposada y atenta de los grandes libros y autores que
antagonismos.
Ver la televisión sin espíritu crítico es caer en una jungla de manipulaciones que
de renunciar a nada.
Relativismo visual
Para analizar el fenómeno del zapping hay que tener en cuenta más ángulos que los ya
apuntados; por ejemplo, la obsesión por no renunciar a nada, una especie de temor a
perderse algo interesante o actual. En realidad no se busca nada en especial, sino que
por la oferta elástica de posibilidades; está en todo y en nada, dando lugar a una forma de
libertad no descrita hasta ahora: la libertad de verlo todo, pero escapando fugazmente de
su entorno.
hablar del relativismo visual, según el cual todo es criticable y, si lo analizamos con
detalle, nada merece la pena o todo la merece, dependiendo del punto de vista; el
consumidor de zapping comulga con todo y no se identifica con nada, lo que representa
para sí mismo y, de este modo, se absuelve de cualquier reproche moral; es como una
ilusión sin argumento, un castillo de fuegos artificiales que brilla con esplendor para
Utilizando una expresión jurídica, se puede decir que el zapping equivale al lucro
cesante: aquello que se pierde cuando se deja de hacer algo (por ejemplo, tener un piso y
no alquilarlo).
En conclusión, podemos afirmar que el límite del relativismo tiene que venir
estudio estadístico por el que se alcanza la verdad porque lo dice la mayoría. Hay que
buscar la verdad universal, aquella que está por encima de las ideas personales o las
preferencias particulares. Si no es así, caemos en una verdad a la carta que uno encarga
según sus gustos u opiniones. Lo absoluto gira y se compone de valores milenarios e
invariables, como esas estrellas fijas que iluminan nuestro caminar nocturno.