EM 2-5 Abril

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Colegio Bautista

Subdirección Desarrollo Cristiano

DEVOCIONALES DIARIOS 5° BASICO – 4º MEDIO


ABRIL 2007
LUNES 2:

“En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él”. 1ª Juan 4:9

La Biblia nos dice que, mientras Jesús estuvo en la tierra, recorrió innumerables aldeas
enseñando, sanando, preocupado por las necesidades de la gente.
Tuvo momentos de alegría, pero también de mucha tristeza. Sintió hambre, sed, cansancio,
soledad. Su vida fue extraordinaria como extraordinaria fue su muerte y resurrección.
Durante esta semana, especial para los cristianos de todo el mundo, queremos recordar sus
últimos días y el significado que para nosotros tiene que El sea nuestro Salvador. La Semana Santa no
tiene que ser una celebración triste, al contrario, comienza con alegría cuando recordamos que, días
antes de su muerte, entra por última vez a Jerusalen y una gran multitud lo recibe como a un rey
tendiéndole una alfombra con ramas de palmera. Termina con una tumba vacía y con las palabras del
ángel: “¡No está aquí. Ha resucitado”. Jesús sigue siendo el rey de millones de personas que le han
entregado el corazón, que le sirven con alegría y que confían en El hasta que venga nuevamente.

MARTES 3:
“Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos:
Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de
Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo:
Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco
adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí
esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú”. Mateo 26:36-39

El relato que hemos escuchado nos muestra el momento en que Jesús se despide de sus amigos
y se aleja a un lugar solitario en el Jardín de Getsemaní para orar. El sabía que el momento de su
muerte estaba cerca y necesitaba hablar con su Padre. Este es uno de los momentos más impactantes
porque podemos ver a un Jesús muy humano, tan cerca de las situaciones que nosotros mismos hemos
vivido. El sufrimiento no es ajeno a nadie. Tampoco lo fue para Jesús. Dice el pasaje que El se
angustió y que pidió a Dios si era posible no sufrir la cruz, pero agregó también que su voluntad estaba
sujeta a la de su Padre. No había otra forma para que Dios mostrara su amor por la humanidad, que el
darse a si mismo a través de su Hijo Jesús.
Nuestro Señor experimentó el sufrimiento en su cuerpo, pero El tenía un Padre que le daba
fuerzas y que estaba con El en ese momento de dolor. Ese mismo Padre se nos ofrece hoy y cada vez
que estés enfrentando grandes crisis en la vida, puedes ir a El. Recuerden su promesa: “Yo estoy con
Uds. todos los días, hasta el fin del mundo”.
MIERCOLES 4:

“Esto os mando: Que os améis unos a otros.” Juan 15:17


La víspera de su muerte, Jesús se reunió con los discípulos para celebrar la Cena de la Pascua.
Esta era una Cena tradicional y religiosa muy importante para los judíos. En ella recordaban la salida de
Egipto y la liberación de la esclavitud. La cena se hacía en familia y el padre explicaba su significado
donde el plato central era un cordero que se sacrificaba y luego se comía, mientras cantaban canciones
de acción de gracias. Hasta el día de hoy los judíos continúan realizando esta celebración.
Antes de compartir la mesa con sus discípulos, Jesús quiso dejarles una gran lección: les lavó los
pies y les explicó que dejaba ese ejemplo para que ellos también lo siguieran. El lavarles los pies fue un
gesto de humildad, amor y servicio.
Después de ésto Jesús dejó su principal mandamiento: “Amense unos otros como yo los he
amado”.
Estas lecciones son para nosotros también. La única señal de que amamos a Dios, es que
amamos a nuestros hermanos. Y la señal de que amamos a los demás es que buscamos el bien de
ellos.
¿Cómo estamos practicando este mandamiento?

JUEVES 5:
“Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana
es también vuestra fe” 1ª Corintios 15:14
Después de una noche interminable de interrogatorios, injurias y soledad, Jesús es finalmente
condenado a muerte. Lo condenan por decirse Hijo de Dios y por alborotar el orden público. Le
impusieron la muerte más vergonzosa: la cruz.
Al mediodía, Jesús, que antes había sido azotado y coronado con espinas como una burla, ya que
decía que era rey, sale de Jerusalén y lo llevan al Monte Calvario. El mismo lleva la cruz y junto a dos
malhechores, muere dando su vida por la Salvación del mundo. Todo se había cumplido. Eran como las
tres de la tarde y luego, antes de la puesta del sol, bajaron su cuerpo y fue llevado al sepulcro.
Pero el plan de Dios es perfecto. Jesús no se quedó muerto en la tumba, venció la muerte y
hubo victoria en su resurrección.
Nosotros sus seguidores también podemos sentirnos victoriosos porque él está en nosotros. Tus
problemas, tus fracasos y tus tristezas no tienen que derrotarte. Deja que El las quite y te dé la misma
alegría de la resurrección. Una vida en Cristo y con El es una vida de alegría, a pesar de los problemas.
Jesucristo vive hoy. Esa verdad puedes creerla o rechazarla, pero nada la cambiará, ni cambiará
el amor de Dios por ti. Es un amor que puede transformar tu vida y darle un sentido que ni siquiera has
imaginado.

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