2023 04 Hepatologia Clinica
2023 04 Hepatologia Clinica
2023 04 Hepatologia Clinica
Número 4
HEPATOLOGÍA CLÍNICA
Clínicas Mexicanas de Gastroenterología
Número 4
Hepatología clínica
Editor:
Acad. Dr. Jesús Kazuo Yamamoto Furusho
Médico especialista en Medicina Interna, Gastroenterología y Endoscopia
Gastrointestinal del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
“Salvador Zubirán”. Maestro y Doctor en Ciencias por parte de la Facultad de
Medicina de la UNAM. Posdoctorado y Fellow en Enfermedad Inflamatoria
Intestinal en el Massachusets General Hospital y la Universidad de Harvard
en Boston, EUA. Fundador y Director de la Clínica de Enfermedad
Inflamatoria Intestinal en el Departamento de Gastroenterología del Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán”. Profesor
Titular del Curso de Alta Especialidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal
en Posgrado de la Facultad de Medicina, UNAM. Tutor de Maestría y
Doctorado en la Facultad de Medicina y Ciencias de la UNAM. Profesor
Titular de la asignatura de Gastroenterología de Pregrado en la Universidad
Panamericana. Investigador Nacional del SNI Nivel 3 por parte de
CONACYT. Miembro de la Academia Nacional de Medicina de México y de
la International Organization of Inflammatory Bowel Disease. Fundador y
primer Director General del Grupo Académico y de Investigación de Crohn y
CUCI de México (GAICCUM). Fundador y primer Presidente de la Pan
American Crohn and Colitis Organization (PANCCO).
Editorial
Alfil
Hepatología clínica
Todos los derechos reservados por:
E 2023 Editorial Alfil, S. A. de C. V.
Insurgentes Centro 51–A, Col. San Rafael
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Ilustración:
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15 de abril de 2023
Esta obra no puede ser reproducida total o parcialmente sin autorización por escrito de los editores.
Los autores y la Editorial de esta obra han tenido el cuidado de comprobar que las dosis y esquemas
terapéuticos sean correctos y compatibles con los estándares de aceptación general de la fecha de
la publicación. Sin embargo, es difícil estar por completo seguros de que toda la información pro-
porcionada es totalmente adecuada en todas las circunstancias. Se aconseja al lector consultar cui-
dadosamente el material de instrucciones e información incluido en el inserto del empaque de cada
agente o fármaco terapéutico antes de administrarlo. Es importante, en especial, cuando se utilizan
medicamentos nuevos o de uso poco frecuente. La Editorial no se responsabiliza por cualquier alte-
ración, pérdida o daño que pudiera ocurrir como consecuencia, directa o indirecta, por el uso y apli-
cación de cualquier parte del contenido de la presente obra.
Editores huéspedes:
AUTOR
VII
VIII Hepatología clínica (Autores)
EDITORES HUÉSPEDES
COLABORADORES
Prefacio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XIX
Jesús Kazuo Yamamoto Furusho
Pólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XXI
Graciela Elia Castro Narro, María de Fátima Higuera de la Tijera,
Marco Antonio Lira Pedrín
1. ¿Cuándo indicar una biopsia hepática? . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
Nicolás Joaquín Fernández Pérez,
Sandra Paola Nolazco Contreras, José Roberto Muñoz Meza
2. Elastografía de transición, impulso de fuerza de radiación
acústica y elastografía por resonancia magnética. Principios
básicos e indicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17
José Luis Pérez Hernández, Óscar Morales Gutiérrez,
Jorge Emilio Lira Vera, Diana Juárez Taboada
3. Hígado graso metabólico: nuevos conceptos y estrategias
integrales de diagnóstico y tratamiento . . . . . . . . . . . . . . . . . 29
Graciela Elia Castro Narro, Juanita del Socorro Pérez Escobar
4. Daño hepático inducido por fármacos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
José Antonio Velarde Ruiz Velasco, Lissa María Cruz Rodríguez
5. Daño hepático por alcohol y hepatitis asociada al alcohol . . 49
María de Fátima Higuera de la Tijera, Alfredo Servín Caamaño
6. Eliminación del virus de la hepatitis C . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
David Kershenobich Stalnikowitz
XV
XVI Hepatología clínica (Contenido)
XIX
XX Hepatología clínica (Prefacio)
XXI
XXII Hepatología clínica (Prólogo)
1
¿Cuándo indicar una biopsia hepática?
Nicolás Joaquín Fernández Pérez, Sandra Paola Nolazco Contreras,
José Roberto Muñoz Meza
INTRODUCCIÓN
1
2 Hepatología clínica (Capítulo 1)
CONSIDERACIONES IMPORTANTES
INDICACIONES
Evaluación diagnóstica
La historia clínica detallada y el examen físico exhaustivo son los primeros pasos
en la evaluación de pacientes con sospecha de enfermedad hepática o afectación
hepática de enfermedades sistémicas.9 En la mayoría de las ocasiones los exáme-
nes de laboratorio (biometría hemática, química sanguínea, estudios de coagula-
ción, inmunología y serología) y los estudios de imagen, como el ultrasonido, son
suficientes para establecer el diagnóstico definitivo.1,7
Pronóstico
de fibrosis no puede ser precisado con seguridad mediante estas técnicas. En este
caso podría estar indicada la biopsia hepática.1
Respecto a la donación y el trasplante hepático, no es infrecuente la realización
de una biopsia hepática por protocolo. En el receptor se realiza durante el segui-
miento con el fin de evaluar la situación del hígado, incluso si tiene pruebas de
función hepática normales, y en el donante se utiliza para detectar marcadores
histológicos de mal pronóstico, como la presencia de esteatosis, fibrosis e infla-
mación.1,10
Tratamiento
ciar una hepatitis alcohólica aguda grave de una cirrosis descompensada por la
misma causa, o de una hepatopatía por alguna otra etiología, en cuyo caso se reco-
mienda realizar el abordaje transyugular.13,14 Los hallazgos histológicos de la
biopsia pueden indicar la presencia de cuerpos de Mallory–Denk, balonización,
necrosis, esteatosis e infiltración hepática de neutrófilos.3,14
Cirrosis
La biopsia hepática en los pacientes con cirrosis puede ser útil para el diagnóstico
diferencial y la identificación etiológica.15 Se debe tomar en cuenta que en este
grupo de pacientes el abordaje transyugular puede alterar el rendimiento de la
muestra.11 Hay que recordar que en los pacientes con cirrosis el riesgo de compli-
caciones es mayor dada la coexistencia de ascitis y coagulopatía.20 En los pacien-
tes con descompensación la biopsia hepática suele evitarse debido al riesgo de
hemorragia, la cual es secundaria al estado de hipofibrinogenemia y coagulopatía
por consumo. Si es inevitable su uso para el manejo de la enfermedad, la biopsia
transyugular será el método de elección.6
Masas hepáticas
efecto directo en el manejo del caso y además se cumpla una de las siguientes dos
condiciones: que la lesión dificulte el acceso percutáneo o que esta vía de acceso
produzca resultados no concluyentes en repetidas ocasiones.22
Cuando el diagnóstico de un carcinoma hepatocelular no es definitivo en au-
sencia de cirrosis mediante estudios de imagen, la biopsia hepática puede confir-
mar el resultado, con una sensibilidad y una especificidad muy altas (de 93 a
100%). Del mismo modo, es un procedimiento imprescindible en los pacientes
con hígado sano que tienen sospecha de carcinoma hepatocelular, ya que también
ayuda a diferenciar esta afección de las neoplasias primarias o las metástasis.23
Hepatitis viral
En los pacientes con sospecha de hepatitis viral los métodos no invasivos permi-
ten precisar el diagnóstico dejando el uso de la biopsia hepática exclusivamente
ante la ausencia de resultados certeros. La biopsia hepática permite, entonces, de-
terminar la extensión del daño en el hígado y estadificar el grado de inflamación
y fibrosis que este órgano presenta. Así también cerciora la coexistencia de algu-
na otra afección que pueda estar presente y es un elemento crucial para elegir el
tratamiento antiviral en los casos de hepatitis B, basándose en la inflamación y
la fibrosis reportadas.1,18 Se ha demostrado que una biopsia en la que se observan
menos de 10 espacios porta implica una subestimación del grado de fibrosis y de
inflamación en una hepatitis viral, por lo que la obtención correcta de la muestra
representa una parte clave para estadificar la enfermedad.6
Hepatitis autoinmunitaria
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
En caso de una hepatitis aguda de origen indeterminado, con o sin falla hepática
aguda asociada, la biopsia hepática puede ser de utilidad para diferenciar la posi-
ble etiología. La hepatitis autoinmunitaria, una infección viral oculta, o el consu-
mo excesivo de alcohol negado, son otras probables causas que podrían ser diag-
nosticadas o descartadas mediante los hallazgos histológicos.1,7,18
Enfermedad biliar
Colestasis neonatal
CONTRAINDICACIONES
considerar la biopsia sólo en casos en los que el beneficio para el paciente supere
el riesgo de complicaciones.6
Ascitis
Algunos autores refieren la presencia de ascitis como una imposibilidad para rea-
lizar una biopsia, ya que suele ser un reto para la toma de la muestra, además de
que existe el riesgo de sangrado incontrolable en estos casos. En las situaciones
en las que la biopsia sea esencial para el abordaje del paciente se recomienda la
biopsia guiada con estudios de imagen o la vía transyugular; una paracentesis an-
tes del procedimiento del drenaje de la mayor cantidad de líquido ascítico tam-
bién es una opción.6,7,9,22,25
Obesidad
En los pacientes con obesidad suele ser difícil identificar la posición precisa del
hígado en la exploración física, por lo que es recomendable realizar la biopsia
guiada por imagen o por abordaje transyugular.6
Embarazo
Amiloidosis
En los pacientes con esta enfermedad que son sometidos a una biopsia hepática
se ha reportado un alto riesgo de hemorragia y mortalidad.6,7
Pacientes no cooperadores
En los pacientes que suelen ser inquietos y que se mueven repentinamente el ries-
go de laceración hepática aumenta considerablemente, lo que puede conducir a
una hemorragia consecuente. En estos casos se consideran el abordaje transyugu-
lar y el uso de sedación.2,7,13
Coagulopatía
RIESGOS Y COMPLICACIONES
define por la alteración de las constantes vitales, sangrado activo hacia el perito-
neo en los estudios de imagen o el requerimiento de transfusión o algún tipo de
intervención radiológica o quirúrgica.1,4,16,18
La mortalidad después de la biopsia se relaciona con una complicación hemo-
rrágica, en la que el riesgo suele ser mayor en biopsias de lesiones malignas, con
una tasa de ocurrencia de una de cada 10 000 biopsias. En estos casos la probabi-
lidad de “siembra” de células neoplásicas es de cerca de 3%.4,23 Se considera que
el abordaje por vía transyugular es el de menor riesgo hemorrágico y es el más
utilizado en los pacientes con coagulopatía marcada o ascitis no controla-
ble.1,6,25,26
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¿Cuándo indicar una biopsia hepática? 15
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16 Hepatología clínica (Capítulo 1)
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2
Elastografía de transición, impulso de
fuerza de radiación acústica y
elastografía por resonancia magnética.
Principios básicos e indicaciones
José Luis Pérez Hernández, Óscar Morales Gutiérrez,
Jorge Emilio Lira Vera, Diana Juárez Taboada
INTRODUCCIÓN
Una causa cada vez más frecuente de enfermedad hepática crónica es la enferme-
dad hepática grasa no alcohólica (EHGNA). En los adultos la prevalencia de
EHGNA oscila entre 17 y 33%. En los niños la prevalencia de EHGNA va de 2.6
a 9.6%, y en los niños con obesidad oscila entre 22.5 y 44%.1 Los componentes
individuales del síndrome metabólico (SMet), que incluyen diabetes mellitus
tipo 2, obesidad, hipertensión arterial y dislipidemia, son factores independientes
de riesgo de desarrollo EHGNA y esteatohepatitis no alcohólica. Al menos un
componente de SMet está presente en cerca de 90% de los pacientes con
EHGNA, pero todos los criterios de diagnóstico para SMet se cumplen en 35 a
75% de los pacientes. La cirrosis hepática y el carcinoma hepatocelular relacio-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
17
18 Hepatología clínica (Capítulo 2)
para descartar y > 12 a 15 kPa para confirmar la fibrosis avanzada. Los valores
intermedios requieren la realización de pruebas complementarias. En los pacien-
tes con hepatopatía crónica avanzada la rigidez hepática en el momento del diag-
nóstico debería utilizarse en conjunto con pruebas de función hepática para estra-
tificar el riesgo de descompensación clínica y la mortalidad, realizando
mediciones anuales seriadas para refinar la estratificación del riesgo.3
la rigidez se puede medir utilizando ERM, lo que permite una evaluación indirec-
ta pero precisa de la fibrosis. En la actualidad constituye el método no invasivo
más preciso para la detección y la estadificación de la fibrosis hepática.
La ERM se puede realizar como un examen independiente o como parte de una
evaluación de RM más completa. La ERM en 1.5T en general tiene un mejor ren-
dimiento debido a la disminución de los artefactos; los sistemas 1.5T y 3T ofre-
cen una medición precisa y reproducible de la rigidez hepática.
Tubo de plástico
Figura 2–1. Configuración del hardware para la elastografía por resonancia magnética.
Un generador de ondas acústicas se coloca fuera de la sala de imágenes de resonancia
magnética. Un tubo de plástico flexible (7.5 m de longitud) transmite ondas de presión
a un controlador pasivo dentro de la sala de imágenes. El controlador pasivo (flecha
curva) se coloca sobre sobre el abdomen del paciente y se asegura con una correa elás-
tica. Las bobinas de torso estándar (no mostradas) se colocan después sobre el contro-
lador pasivo.
ductor pasivo está atado cómodamente a la parte inferior del pecho del paciente
sobre el hígado. El conductor pasivo está conectado a un controlador activo con
un tubo de plástico que transmite las ondas acústicas (figura 2–1).18 Se visualizan
las ondas de cizallamiento, que se propagan utilizando una secuencia especial de
RM de contraste de fase, denominada “secuencia de elastografía por RM”; la más
utilizada es una secuencia de eco de gradiente bidimensional que utiliza gradien-
tes de codificación de movimiento. Las ondas de cizallamiento tienen una mayor
velocidad en los tejidos más rígidos, por lo que se visualizan como ondas con una
longitud de onda más larga. Un algoritmo de inversión convierte automáticamente
la información ondulatoria (velocidad, amplitud y longitud de onda) en mapas de
rigidez.18 En un examen elastográfico de RM típico se adquieren cuatro secciones
axiales de 10 mm a través de la porción más ancha del hígado. Cada sección tiene
normalmente de cuatro a ocho imágenes de ondas. Las imágenes panorámicas
muestran la anatomía y pueden confirmar la ubicación adecuada de los cortes
evaluados. Las imágenes de fase se pueden utilizar para confirmar la presencia
de ondas de corte que se propagan en el hígado. Se utilizan elastogramas en escala
de grises y a color para la medición de la rigidez hepática y la representación
visual de los grados de fibrosis, respectivamente. Hoy en día todos los principales
proveedores que ofrecen elastografía por RM muestran el elastograma utilizando
la misma escala de color estándar de 0 a 8 kPa.19
Se ha demostrado que la ERM es altamente precisa y es considerada amplia-
mente como el método no invasivo más preciso para diagnosticar la fibrosis he-
Elastografía de transición, impulso de fuerza de radiación acústica... 23
de factores de confusión; quizá sea necesario hacer una correlación con imágenes
convencionales, hallazgos de laboratorio, factores clínicos y resultados de biopsia.
Ha sido muy estudiada la excelente relación que existe entre la rigidez en la
elastografía por resonancia magnética y el estadio de la fibrosis (cuadro 2–1).
En los pacientes con colangitis biliar primaria los marcadores séricos de fibrosis
y las puntuaciones no invasivas (combinación de variables clínicas y de laborato-
rio) no se recomiendan para la estadificación de la fibrosis en la práctica clínica.
En el caso de colangitis biliar primaria, la MRH por ET se ha considerado el me-
jor marcador subrogado para descartar fibrosis grave con enfermedad hepática
crónica avanzada, y se recomienda su utilización con un punto de corte w 10 kPa.
En los pacientes con colangitis esclerosante primaria el punto de corte de la MRH
w 9.5 kPa es útil para respaldar el diagnóstico de fibrosis avanzada en los que
tienen una compensación con bilirrubina normal y sin estenosis de alto grado.3
Hepatitis autoinmunitaria
La MRH determinada por ET puede ser de utilidad en los pacientes con hepatitis
autoinmunitaria en tratamiento para monitorear el curso de la enfermedad en con-
junto con la determinación de transaminasas séricas e inmunoglobulina G, así
como para la estadificación de fibrosis hepática después de al menos seis meses
de terapia inmunosupresora.27
CONTRAINDICACIONES DE LA ELASTOGRAFÍA
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
INTRODUCCIÓN
29
30 Hepatología clínica (Capítulo 3)
PREVALENCIA
Existe una estrecha asociación con la diabetes mellitus tipo 2, la obesidad central,
la dislipidemia y el síndrome metabólico, cada uno con una prevalencia respec-
tiva de 23, 51, 69 y 43% de MAFLD.4 El factor predictor más importante de resul-
tados adversos en la esteatohepatitis no alcohólica (NASH, por sus siglas en in-
glés) es la presencia de fibrosis, en lugar de las características histológicas de la
NASH;8,9 la mortalidad aumenta exponencialmente con el aumento del estadio
de la fibrosis.10
Hígado graso metabólico: nuevos conceptos y estrategias integrales... 31
MODIFICADORES GENÉTICOS
PATOGÉNESIS
DIAGNÓSTICO
Patogénesis
Figura 3–1. Patogénesis del hígado graso metabólico. AGL: ácidos grasos libres; FXR:
receptor X farnesoide; LPS: lipopolisacáridos; TLR: receptor tipo toll.
TRATAMIENTO
Figura 3–2. Algoritmo del abordaje del hígado graso metabólico (MAFLD). NAFLD: en-
fermedad de hígado graso no alcohólico; NASH: esteatohepatitis no alcohólica.
34 Hepatología clínica (Capítulo 3)
CONCLUSIONES
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4
Daño hepático inducido por fármacos
PUNTOS CLAVE
INTRODUCCIÓN
La lesión hepática inducida por fármacos es una de las patologías más desafiantes
que puede enfrentar un gastroenterólogo, debido a la amplia gama de presentación
37
38 Hepatología clínica (Capítulo 4)
ducen una hepatitis crónica que simula una hepatitis autoinmunitaria.5 La rela-
ción del embarazo y el DILI en la mayor parte de los casos es de tipo idiosincrási-
co; se han reportado causas con fármacos como la alfametildopa y el propiltioura-
cilo. En el caso de la tetraciclina se ha reportado esteatosis microvesicular en el
embarazo.4
Otro factor de riesgo es el metabolismo hepático por su formación de metabo-
litos reactivos tóxicos, en el cual se ha demostrado que los fármacos con un meta-
bolismo hepático w 50% puede causar con mayor frecuencia una elevación tres
veces el límite superior normal de alanino aminotransferasa.6 Algunos fármacos
inductores del citocromo son la rifampicina, la fenitoína, la isoniazida y el eta-
nol.7 El consumo de alcohol es un criterio de riesgo en los instrumentos de valora-
ción de causalidad; sin embargo, se requieren más estudios para determinar una
asociación entre el consumo de alcohol y el DILI idiosincrásico.
Los pacientes con enfermedad hepática crónica tienen un mayor riesgo de pre-
sentar DILI con complicaciones y desenlaces adversos. Los sujetos con niveles
basales altos de aminotransferasas tienen un riesgo elevado de hepatotoxicidad por
estatinas, a pesar de que otros estudios han confirmado que son seguras en la enfer-
medad hepática crónica. Existe una base genética fuerte para el DILI idiosincrá-
sico, en el cual se ha visto una asociación entre los haplotipos de antígeno leucoci-
tario humano (HLA) específico, como el HLA B1*1501–DRB5*0101–DQB1*
0602, del cual son portadores hasta 57% de los pacientes con DILI inducido por
amoxicilina–clavulanato.8,9
El uso de fármacos antituberculosos es una causa común de DILI, por lo que
resulta necesario su reconocimiento y el retiro temprano del medicamento. Son
causas comunes la isoniazida, la rifampicina y la pirazinamida, las cuales se reco-
mienda suspender si hay una elevación entre tres y cinco veces el valor normal
de la aspartato aminotransferasa o la alanina aminotransferasa, aun sin síntomas,
y continuar el etambutol con otro agente de segunda línea no hepatotóxico. Los
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
factores de riesgo para DILI por fármacos antituberculosos son el consumo cróni-
co de alcohol, la infección por hepatitis C y B, el VIH, el uso concomitante de
medicamentos hepatotóxicos y las elevaciones basales de transaminasas.4
MECANISMOS FISIOPATOLÓGICOS
sos de DILI colestásicos y en los casos posibles y probables, guiando las probabi-
lidades diagnósticas.14
El abordaje se debe realizar de acuerdo con el patrón de daño hepático en el
momento de la presentación, definiendo el valor de R, el cual se calcula con la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Relación R
v2 w5
colestásico Hepatocelular
2<R<5
Lesión mixta
Figura 4–1. Cálculo del factor R para determinar el patrón de daño hepático inducido
por fármacos. ALT: alanina aminotransferasa; FA: fosfatasa alcalina.
la resolución, los factores de riesgo para DILI, los medicamentos, los diagnósti-
cos diferenciales y la reintroducción del fármaco. En caso de sospecha de más de
un fármaco se debe aplicar de forma individual para cada uno de ellos.1,15 De
acuerdo con la mayoría de las publicaciones se ha sugerido que en el contexto de
inicio del abordaje de un paciente con bioquímica hepática alterada y sospecha
de DILI se siga un orden, como se ilustra en el algoritmo de la figura 4–3.
TRATAMIENTO
1. ALT w5 LSN
3. ALT w3 LSN +
Bilirrubina total > 2 LSN
Figura 4–2. Criterios bioquímicos para el daño hepático inducido por fármacos. Ley de
Hy. ALT: alanina aminotransferasa; LSN: límite superior al normal; FA: fosfatasa alcalina.
Daño hepático inducido por fármacos 43
Calcular valor de R
Evaluación de la causalidad
Figura 4–3. Abordaje de bioquímica hepática alterada y sospecha de daño hepático in-
ducido por fármacos. HDS:; VHC: virus de la hepatitis C; US: ultrasonido; CMV: citome-
galovirus; VHB: virus de la hepatitis B; VHE: virus de la hepatitis E; RM: resonancia mag-
nética; CBP: cirrosis biliar primaria.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PRONÓSTICO
La muerte por causa hepática en los pacientes con FHA luego de DILI ocurre sólo
en una fracción de los casos y dentro de los primeros seis meses, teniendo en cue-
nta la ley de Hy, la cual establece que si el daño hepatocelular causa ictericia
durante un estudio fase 3, por cada 10 pacientes con ictericia uno desarrollará
FHA. De los primeros 300 casos de DILI estudiados 33% fueron hospitalizados,
15% fueron considerados graves y 6% fallecieron o recibieron trasplante, por lo
que sólo una pequeña proporción presentaron FHA.1,17
BIOMARCADORES NOVEDOSOS
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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Daño hepático inducido por fármacos 47
PUNTOS CLAVE
49
50 Hepatología clínica (Capítulo 5)
INTRODUCCIÓN
Cuestionarios
tiempo suficiente se puede aplicar en lugar del AUDIT, ya que está demostrado
que ambas herramientas son eficaces para detectar el TCA de acuerdo con los cri-
terios del Manual diagnóstico y estadístico de desórdenes mentales, quinta edi-
ción10,11 (cuadro 5–1). Una puntuación w 8 en el AUDIT indica TCA;6,10 para
el AUDIT–C una puntuación w 3 en las mujeres y w 4 en los hombres es consis-
tente con TCA. El cuestionario CAGE (del acrónimo de Cut down, Annoyed,
Guilty, Early–morning drink) es una herramienta breve de cuatro preguntas, en
la que una puntuación w 2 indica TCA, pero su efectividad es menor que la del
AUDIT para identificar TCA.12
Hasta 80% de los pacientes con EHA tienen una relación aspartato aminotransfe-
rasa (AST)/alanina aminotransferasa (ALT) > 2; lo cual en los sujetos sanos o con
daño hepático por otras etiologías no suele ocurrir.8 La presencia de anemia ma-
crocítica o megaloblástica, además de linfopenia, ocurre también en el paciente
con EHA debido a la toxicidad del alcohol sobre la médula ósea, la deficiencia
de folatos o vitamina B12, o ambos, y el incremento del depósito de lípidos en las
membranas eritrocitarias.
Así, el volumen corpuscular medio y la gamma glutamil transpeptidasa son
marcadores sensibles pero no específicos de EHA.13 Entre los marcadores con
mayor especificidad para diagnosticar daño hepático crónico por alcohol se en-
cuentran los aductos de acetaldehído, la respuesta inmunitaria asociada (AA–Ab)
y la transferrina carbohidrato–deficiente; sin embargo, estas últimas tienen muy
poca disponibilidad real en la práctica clínica diaria.14
Indicaciones
La HAA es un síndrome clínico agudo que comúnmente ocurre como falla hepá-
tica aguda sobre crónica y es identificada por ictericia súbita (bilirrubina sérica
> 3 mg/dL), elevación de la AST y una ALT muchas veces < 400 UI/mL, relación
AST/ALT > 1.5 y antecedente de consumo excesivo de alcohol. Los parámetros
comunes consisten en más de tres tragos estándar al día en las mujeres y más de
cuatro tragos estándar al día en los hombres de forma reciente durante más de seis
meses (comúnmente más de cinco años) con menos de 60 días de abstinencia an-
tes del comienzo de la ictericia.23 La sarcopenia, el malestar general, la hepato-
megalia dolorosa y los síntomas de descompensación hepática son comunes,
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
bilirrubina total (en mg/dL) del paciente, el tiempo de protrombina (TP) (en
segundos) y el TP en segundos control.24
mDF = 4.6 x (TP paciente – TP control) + bilirrubina total
Terapia estándar
Los pacientes que cumplen con los criterios de gravedad se pueden beneficiar del
tratamiento con corticosteroides (prednisolona o prednisona en dosis de 40 mg
al día). La respuesta al tratamiento debe ser evaluada a los siete días de iniciado
mediante el modelo de Lille, en el que una puntuación < 0.45 define la respuesta
al tratamiento, lo que indica que el corticosteroide deberá continuar hasta 28 días;
en caso de una puntuación > 0.45 (falla a tratamiento) no existe un beneficio de-
mostrado de continuar el tratamiento con corticosteroides; en estos casos el tras-
plante hepático debe ser considerado de acuerdo con la experiencia y los criterios
individuales de cada centro de trasplantes.16,28,29
La pentoxifilina no tiene un impacto en la supervivencia de los pacientes con
HA grave, por lo que ya no se recomienda.28
Antioxidantes
La N–acetilcisteína se administra el primer día (en dosis de 150, 50 y 100 mg/kg
en 250, 500 y 1 000 mL de solución glucosada a 5% en un periodo de 30 min, 4
h y 16 h, respectivamente) y del segundo al quinto días (100 mg/kg/día en 1 000
mL de solución glucosada a 5%); puede ser un coadyuvante a la terapia con glu-
cocorticoide, pues ha demostrado un incremento de la posibilidad de respuesta
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CONCLUSIONES
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6
Eliminación del virus de la hepatitis C
David Kershenobich Stalnikowitz
INTRODUCCIÓN
FACTORES DE RIESGO
61
62 Hepatología clínica (Capítulo 6)
tes, los profesionales de la salud y el hecho de tener un familiar con infección por
el virus de la hepatitis C (VHC). Sin embargo, en años más recientes ha ocurrido
una transición epidemiológica, y otros factores de riesgo se convirtieron en las
principales causas de nuevas infecciones, como son el uso de fármacos intraveno-
sos y fármacos intranasales, los hombres que tienen sexo con hombres, la priva-
ción de la libertad en prisión y los tatuajes o piercings en lugares sin las adecuadas
medidas sanitarias.
del tratamiento la posibilidad de permitir que los internistas y los médicos de me-
dicina familiar prescribieran los agentes antivirales de acción directa se convirtió
en una posibilidad genuina en los pacientes con cirrosis hepática compensada o
descompensada que debía ser remitida al especialista. Esto abrió la posibilidad
de ampliar el número de prescriptores; sin embargo, era necesario poner en mar-
cha un programa coherente y completo.
Resultados preliminares
Los objetivos grupales en un programa de microeliminación del virus de la hepa-
titis C incluyen en una primera etapa la coinfección por VHC/VIH, la inyección
de drogas o fármacos, el sexo de hombres con hombres, el consumo de alcohol,
la encarcelación, el síndrome metabólico, la obesidad–esteatosis, la cirrosis–car-
cinoma hepatocelular, la diabetes mellitus y la resistencia a la insulina, la hemofi-
lia, la talasemia y el inmunocompromiso.
De las personas positivas en 19% se encuentra el binomio VIH y VHC, 54%
están o estuvieron en prisión, 0.2% son migrantes, 54% consumen o consumían
sustancias por vía intranasal, 58% consumen o consumían sustancias inyectables
y 10% de las personas positivas usan sustancias con fines sexuales (chemsex).4
Los programas de rastreo de contactos para el VHC pueden aumentar las estra-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
RESUMEN Y CONCLUSIONES
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7
Tratamiento pangenotípico de la
hepatitis C en los pacientes sin cirrosis
o con cirrosis compensada
Margarita Dehesa Violante
67
68 Hepatología clínica (Capítulo 7)
Cada año 1.75 millones de sujetos adquieren de novo la infección por el virus
de la hepatitis C, lo cual los pone en riesgo de progresar a una enfermedad más
grave y morir a no ser que sean diagnosticados y tratados oportunamente.
La doctora Margaret Chang, exdirectora General de la Organización Mundial
de la Salud, en 2015 hizo un llamado a todo el mundo para que en 2030 no haya
nuevos casos de hepatitis C en la faz de la tierra.
Hay algunos países que han logrado erradicar la hepatitis C, pero aún quedan
muchos que no.
Con el advenimiento de los medicamentos pangenotípicos sería posible la
erradicación del virus en México, pero quizá no se pueda lograr para 2030, ya que
quedan pocos años por delante. En el país se cuenta con ambos medicamentos
disponibles en el Sector Salud que pueden ser utilizados para el tratamiento de
estos pacientes; sin embargo, con el problema de la pandemia por COVID–19 se
dejó en segundo término este problema de salud que quizá podría haberse erradi-
cado7 (cuadro 7–1).
Un buen enfoque para el tratamiento de estos pacientes sería como el que han
ejecutado los españoles, ya que una vez que detectan a un paciente por medio de
una prueba rápida realizan la carga viral ese mismo día, le dan el tratamiento y
lo citan después de que lo completan para realizar una nueva carga viral y corro-
Adultos mayores de 18 años y adolescentes de 14 a 17 años de edad con hepatitis crónica por virus
C sin cirrosis o con cirrosis compensada (escala de Child–Pugh A), incluyendo pacientes sin trata-
miento previo y con tratamiento previo. En los pacientes infectados con el genotipo 3 con cirrosis
compensada el tratamiento con glecaprevir/pibrentasvir se puede acortar a ocho semanas, pero
se requieren más datos para consolidar esta recomendación. Tx: tratamiento.
Tratamiento pangenotípico de la hepatitis C en los pacientes... 69
1995, los individuos con infección por VIH, los pacientes con falla renal crónica
y en hemodiálisis, las personas que viven en prisión, las personas con tatuajes o
piercings realizados en condiciones no higiénicas, las personas que viven en ha-
cinamiento, el personal de la salud, los usuarios de drogas endovenosas y las per-
sonas con prácticas sexuales de alto riesgo.9
Se han publicado diferentes guías para el tratamiento de esta enfermedad, pero
el tratamiento con los medicamentos pangenotípicos ha simplificado en gran me-
dida el tratamiento. Dado que los genotipos prevalentes en México incluyen 1,
1a y 1b, 2 y 3, el tratamiento con estos medicamentos pangenotípicos puede lo-
grar la erradicación de casi 100% del virus en los pacientes sin tratamiento pre-
vio, incluso con tratamiento de dos meses con una sola toma de tres tabletas por
la mañana. Esto se logra en los sujetos vírgenes al tratamiento o con tratamiento
previo sin cirrosis.
70 Hepatología clínica (Capítulo 7)
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72 Hepatología clínica (Capítulo 7)
8
Diagnóstico y tratamiento de la
hepatitis C crónica en subgrupos
específicos de población
Enrique Wolpert Barraza
INTRODUCCIÓN
73
74 Hepatología clínica (Capítulo 8)
Este grupo constituye el mayor reto en cuanto al manejo, ya que la respuesta viral
sostenida sólo se obtiene entre 85 y 95% de los casos, en comparación con más
de 95% en los pacientes con cirrosis estable con clasificación Child A, y una vez
eliminado el virus estos pacientes deben seguir bajo la vigilancia del servicio de
gastroenterología y hepatología para evaluar las complicaciones de la cirrosis
que se puedan presentar, incluido el carcinoma hepatocelular. La utilidad del tra-
tamiento antiviral en estos pacientes ha sido demostrada. La obtención de una
RVS mejora la escala de Child y el modelo de enfermedad hepática en etapa ter-
minal, lo que permite que una tercera parte de ellos sean eliminados de la lista
de espera para trasplante de hígado. Algunos pacientes con cirrosos descompen-
sada están muy sintomáticos y sufren hipertensión portal, encefalopatía hepática,
desnutrición con hipoalbuminemia, ascitis y cansancio extremo, por lo que deben
ser valorados cuidadosamente los que serán tratados y aquellos en lo que es mejor
esperar a que mejoren sus condiciones generales. Específicamente los pacientes
con una puntuación mayor de 20 del modelo de enfermedad hepática en etapa ter-
minal quizá no deben ser tratados, sino hasta después de haber recibido un tras-
plante de hígado.
Los pacientes con cirrosis descompensada en quienes se obtiene una RVS de-
ben seguir bajo vigilancia en los servicios de hepatología, ya que el riesgo de pre-
sentar complicaciones adicionales de la cirrosis, como el carcinoma hepatocelu-
lar, persiste. En caso de deterioro y progresión de la insuficiencia hepática o la
aparición de carcinoma a pesar de la RVS se debe considerar el trasplante de hí-
gado.1
Hay que recordar que los inhibidores de proteasa están contraindicados, ya que
por metabolizarse exclusivamente en el hígado pueden causar hepatotoxicidad
en los pacientes con cirrosis avanzada, por lo que sólo se debe utilizar la combina-
ción de antivirales directos, como sofosbuvir, e inhibidores de NS5A, como ledi-
pasvir, daclatasvir y velpatasvir.
A muchos pacientes con cirrosis descompensada se les puede ofrecer un trata-
miento curativo con trasplante de hígado seguido de la administración de antivi-
rales directos, los cuales han demostrado una respuesta viral sostenida mayor de
98% con diferentes combinaciones.
Los informes iniciales basados en estudios retrospectivos no controlados que
relacionaban el tratamiento con antivirales directos con un mayor riesgo de sufrir
carcinoma hepatocelular o su recurrencia no han sido confirmados, por lo que es-
tos pacientes deben recibir tratamiento. Los pacientes con hepatitis C crónica y
hepatocarcinoma tienen una respuesta viral sostenida que oscila entre 74 y 94%;
Diagnóstico y tratamiento de la hepatitis C crónica en subgrupos... 75
Figura 8–1. Entre 50 y 80% de las personas adictas son positivas al virus de la hepatitis
C en el transcurso del primer año. Hay 100% de seroconversión a los ocho años de
exposición.
sujetos adictos a drogas. Este problema es global, pero algunos países, como Aus-
tralia, han demostrado que es posible disminuir la prevalencia a casi la mitad de
los casos (de 43 a 25%) y lograr la curación de los pacientes si hay un fácil acceso
a los nuevos antivirales.3
En estos pacientes y en otros grupos poblacionales con hepatitis crónica por
VHC, como los que también tienen infección por VIH, los hombres que tienen
sexo con hombres y los que están privados de su libertad, la obtención de una RVS
representa una parte importante en su atención; sin embargo, el problema no ter-
mina ahí, pues se requieren medidas extremas de prevención para evitar la rein-
fección. La continuidad de la atención (continuum of care) es un concepto inte-
gral que involucra un sistema de salud que vigila, aconseja y acompaña al
paciente a través del tiempo con una gama de servicios en todos los niveles de
atención.1
Mundial de la Salud de eliminar para 2030 las hepatitis por virus como un pro-
blema de salud pública.4,5
Se identifican cuatro puntos fundamentales a realizar:
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9
Conceptos actuales en hepatitis delta
Rosalba Moreno Alcántar
El virus de la hepatitis delta (VHD) fue descrito en la década de 1970 por Rizzetto
y col. en pacientes con infección por el virus de la hepatitis B (VHB). Es el virus
más pequeño conocido para infectar a los seres humanos, consistente en RNA cir-
cular monocatenario que es responsable de causar la hepatitis viral más agresiva
y se asocia a presentaciones de falla hepática aguda, hepatitis fulminante y pro-
gresión a cirrosis y carcinoma hepatocelular.
La partícula del VHD presenta una envoltura lipídica en la que se encuentra
presente el antígeno de superficie del virus de la hepatitis B (HBsAg) y una ribo-
nucleoproteína constituida por el genoma RNA que se dobla sobre sí mismo y
forma una estructura cilíndrica.
El VHD es un virus defectuoso porque no codifica sus propias proteínas de en-
voltura y requiere la presencia del VHB para el ensamblaje, la replicación y la
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
79
80 Hepatología clínica (Capítulo 9)
nado con el hígado) fueron 3.8 y 2.6 veces mayores en los pacientes con viremia
del VHD y en aquellos sin viremia, respectivamente.
Entre los pacientes con viremia del VHD sin cirrosis basal el riesgo acumulado
de estar libre de cirrosis hepática o eventos relacionados con el hígado fue de 81.9
y 64.0% después de 5 y 10 años de seguimiento, respectivamente. Esto corres-
ponde a una tasa de incidencia de 0.04 casos por persona/año.2
Si bien es clínicamente indistinguible de la infección aguda por VHB, la infec-
ción por VHD se ha asociado a un mayor riesgo de insuficiencia hepática aguda,
especialmente en los usuarios de drogas intravenosas. En 90 a 95% de los pacien-
tes con coinfección aguda por VHD y VHB se eliminan las infecciones espontá-
neamente. Por el contrario, la adquisición del VHD como una sobreinfección casi
siempre resulta en una infección crónica por VHD.
La infección crónica por VHD, definida como viremia por VHD, dura más de
seis meses con una frecuencia que resulta en un curso clínico grave. La coinfec-
ción crónica por VHD–VHB progresa a cirrosis en 70 a 80% de los pacientes en-
tre 5 y 10 años después del diagnóstico. En comparación con la infección por
VHB, la infección crónica por VHD se asocia a un riesgo de carcinoma hepatoce-
lular entre tres y seis veces mayor.3
Aunque se desconoce la prevalencia exacta, se estima que casi 1% de la pobla-
ción mundial puede estar infectada. Alrededor de 5% de las personas infectadas
con el virus de la hepatitis B (VHB) tienen infección por VHD.
Existe una variación regional, por lo que el VHD es endémico en muchas
áreas, incluyendo Mongolia y otras partes de Asia, África, Europa Meridional,
Europa Oriental, Medio Oriente y Brasil. Se han descrito ocho genotipos del
VHD que difieren en cuanto a su distribución geográfica y el cuadro clínico aso-
ciado.
El genotipo VHD–1 se asocia a cuadros de infección crónica de moderados a
graves con una distribución global, pero con predominio en EUA, Europa y Me-
dio Oriente, y en menor proporción en Rusia, África, Asia y Brasil. Los genotipos
VHD–2 y VHD–4 son más prevalentes en Asia, y causan un cuadro clínico más
leve que el VHD–1. El VHD–3 se localiza principalmente en la cuenca amazóni-
ca y se ha asociado a un riesgo mayor de falla hepática aguda.1 Los genotipos
VHD–5, VHD–6, VHD–7 y VHD–8 circulan en África, aunque el VHD–8 se re-
portó también en Brasil.4–7
Sin embargo, de los individuos que fueron positivos a HBsAg entre 36 y
37.6% de los usuarios de drogas intravenosas y 17% de los individuos con com-
portamiento sexual de alto riesgo tenían viremia del VHD.8
Aunque no hay ensayos clínicos aleatorizados acerca de la detección de la in-
fección por VHD, se recomienda identificar la presencia de infección por VHD
en los individuos positivos a HBsAg con uno o más de los siguientes factores de
riesgo: VIH, uso de drogas intravenosas, hombres que tienen relaciones sexuales
Conceptos actuales en hepatitis delta 81
Tres nuevos compuestos anti–VHD que atacan estos factores son el inhibidor
de entrada —la bulevirtida—, el inhibidor de la prenilación —el lonafarnib
(LNF)— y el polímero de ácido nucleico REP2139Ca.
La bulevirtida, antes denominada myrcludex B, fue aprobada en 2020 en Eu-
ropa con el nombre comercial de HepcludexR; es un lipopéptido administrado
por vía subcutánea que imita al receptor NTCP hepático con unión al receptor ex-
tendido (RBD) del L–HBsAg, inhibiendo la entrada de VHB/VHD en los hepato-
citos.
La bulevirtida en una dosis de 2 mg por vía subcutánea todos los días en combi-
nación con (fuera de etiqueta) peg–IFN–a durante 48 semanas o como monotera-
pia con una duración más larga puede permitir respuestas virológicas en una pro-
porción sustancial de pacientes.
El LNF es un inhibidor de la farnesiltransferasa administrado por vía oral, que
bloquea la prenilación de L–HDAg, mostrando una acumulación intracelular en
el complejo ribonucleoproteico y una reducción dependiente de la dosis de RNA
del VHD en suero. Para optimizar la relación riesgo–beneficio de este régimen
el LNF se combinó con ritonavir para lograr una exposición sistémica más alta
(cuatro o cinco veces), mejorando su tolerabilidad gastrointestinal, y con peg–
IFN–a para lograr una inhibición más profunda de la replicación viral y los nive-
les de HBsAg.
Los polímeros de ácido nucleico de fosforotioato son oligonucleótidos con un
amplio espectro de actividad inhibidora contra varios virus, cuyo mecanismo en
el VHD aún se desconoce. En el estudio fase 2 de REP2139Ca por vía intravenosa
una vez por semana durante 15 semanas, seguidas de 15 semanas con 250 mg de
REP2139Ca más peg–IFN–a, seguido de 33 semanas con monoterapia de peg–
IFN–a (63 semanas de tratamiento en general), con un seguimiento de 24 sema-
nas sin tratamiento se observó que 42% de los pacientes tenían HBsAg negativo,
42% anti–HBs positivo, 58% DNA del VHB < 10 UI/mL y 58% RNA del VHD
negativo.
Sin embargo, a pesar de estos resultados alentadores y las buenas tasas de res-
puesta, se requerirán ensayos fase 3 (en curso para LNF) para su evaluación final
y posible aprobación.9,10
REFERENCIAS
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Conceptos actuales en hepatitis delta 83
GENERALIDADES
85
86 Hepatología clínica (Capítulo 10)
INDICACIONES ACTUALES DE
TRATAMIENTO PARA LA HEPATITIS B
S Todos los adultos, adolescentes y niños con hepatitis por VHB y evidencia
de cirrosis hepática compensada o descompensada deben recibir tratamien-
to independientemente de los niveles de transaminasas, el estatus HBeAg
o los niveles de DNA VHB (carga viral).
S Se recomienda iniciar tratamiento a adultos con VHB que no tienen eviden-
cia clínica de cirrosis, pero que tienen niveles de alanino aminotransferasa
(ALT) persistentemente anormales y evidencia de replicación del VHB
(DNA > 20 000 UI/mL), independientemente del estado de HBeAg.
S Deben recibir tratamiento los adultos con hepatitis HBeAg negativa, evi-
dencia de fibrosis hepática, con transaminasas persistentemente anormales
y una carga viral > 2 000 UI/mL.
S Se recomienda iniciar tratamiento a los pacientes con coinfección VHB/
VIH independientemente del conteo de CD4.3
Una mayor comprensión del ciclo de vida del VHB y de la respuesta inmunitaria
del hospedero ha conducido al desarrollo de varias aproximaciones nuevas para
88 Hepatología clínica (Capítulo 10)
tratar la hepatitis B crónica. En términos generales, estos agentes pueden ser cla-
sificados como los que tienen un efecto antiviral directo o de manera indirecta
a través de la modulación de algún factor del hospedero, o bien de la respuesta
inmunitaria (inmunoterapia).1
A continuación se mencionan algunos ejemplos de agentes terapéuticos para
hepatitis B que actualmente se encuentran en desarrollo.
a. Entrada viral:
S Anticuerpos monoclonales contra proteínas pequeñas de superficie o
contra pre–S1: GC1102.
S Bloqueadores reversibles o irreversibles del receptor NTCP, como el
pre–S1 sintético N–acetilado: myrcludex B (bulevirtida).
b. ADNccc: inactivación del ADNccc, como el sistema CRISPR/cas9:
EBT106.
c. Transcripción viral: degradación de mRNA, como AB–729, ARB–1467 y
otros
d. Reforzamiento de la inmunidad innata: agonistas de los receptores toll–like
7: AL–034 y algunos otros.1
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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Actualidades en hepatitis B 89
GENERALIDADES
91
92 Hepatología clínica (Capítulo 11)
EPIDEMIOLOGÍA
1. Países en desarrollo: en estos países las infecciones por VHE son produci-
das principalmente por los genotipos 1 y 2. Una de las principales formas
de transmisión en gran cantidad de personas es por brotes transmitidos por
agua contaminada.
2. Países desarrollados: en estos países los genotipos 3 y 4 son los predomi-
nantes; son infecciones zoonóticas, principalmente asociadas a consumo de
carne de cerdo; la seroprevalencia aumenta con la edad.
TRANSMISIÓN
CUADRO CLÍNICO
Hepatitis crónica
Esta forma clínica se ha descrito principalmente con la infección por VHE geno-
tipo 3 y en menor medida por el genotipo 4 en pacientes inmunosuprimidos,
como pacientes receptores de trasplante de órgano sólido (se desarrolla en 2/3 de
los pacientes infectados), pacientes con VIH, enfermedades hematológicas ma-
lignas bajo tratamiento quimioterapéutico o pacientes con enfermedades reuma-
tológicas en tratamiento inmunosupresor. Se define como la persistencia de vire-
mia más allá de tres a seis meses de la infección aguda.
La infección crónica es atribuida principalmente a los genotipos de transmi-
sión zoonótica (3 y 4), siendo el consumo de productos animales infectados la
principal vía de contagio, por lo que en Europa a los pacientes inmunosuprimidos
se les aconseja evitar alimentos de carne de cerdo crudos o poco cocinados.
La biopsia hepática del injerto muestra daño hepático que progresa a fibrosis
de forma rápida con 10% de los pacientes evolucionando a cirrosis hepática pos-
trasplante (entre tres y cinco años postrasplante).
Manifestaciones extrahepáticas
La infección tanto aguda como crónica por VHE se ha asociado de forma impor-
tante con manifestaciones clínicas más allá del hígado, siendo las alteraciones
neurológicas las más importantes:
En algunos países de Europa se realiza tamizaje del VHE en todos los donadores
de órganos y productos sanguíneos; esto no se realiza en México (país donde se
ha establecido infección predominantemente por infección genotipos 1 y 2). La
detección de virus en un potencial donador no es considerada una contraindica-
ción absoluta para la donación, pero debe ser considerado de forma importante
para la toma de decisiones clínicas. Si el paciente receptor se infecta con VHE
a partir del trasplante, será manejado de acuerdo a la evolución clínica, como se
mencionará en la sección de tratamiento.
TRATAMIENTO
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
En pacientes con cirrosis hepática la infección por VHE aguda puede favorecer
descompensación aguda y desarrollar ACLF asociado a una elevada mortalidad
a corto plazo.
En este escenario se recomienda el tratamiento con ribavirina; este manejo es
seguro, y sólo se han reportado algunos casos de anemia que requiere reducción de
la dosis. Se sugiere que el manejo de la infección aguda en pacientes en lista de
espera de trasplante hepático debe considerar el uso de ribavirina sólo en caso de
que la infección se asocie a aumento de mortalidad, desarrollo de hepatopatía
grave o ACLF.
Presentar infección por VHE en pacientes en lista de espera de trasplante hepá-
tico no debe ser considerado contraindicación para el mismo.
98 Hepatología clínica (Capítulo 11)
Los pacientes trasplantados de órgano sólido con infección aguda por VHE de-
ben ser evaluados y con seguimiento adecuado, que debe incluir determinación
de RNA por PCR, ya que hasta 30% de los pacientes eliminarán el virus de forma
espontánea dentro de los primeros tres meses del diagnóstico; en este contexto,
la disminución de la terapia inmunosupresora (cuadro 11–3) en pacientes con in-
fección aguda o persistente puede ayudar a la eliminación del virus; sin embargo,
siempre debe evaluarse y considerarse la posibilidad de rechazo agudo.
El comienzo del tratamiento con ribavirina de forma temprana puede ser con-
siderado en caso de daño hepático grave (ictericia y prolongación de los tiempos
de coagulación) o en caso de manifestaciones extrahepáticas.
En este caso el diagnóstico se establece por la presencia del RNA del VHE detec-
tado en sangre o a veces tres meses después de los síntomas iniciales, elevación
de enzimas hepáticas o primera determinación del RNA del VHE.
El principal estudio multicéntrico retrospectivo realizado por Kamar y col. en
el año 2014 mostró que el uso de ribavirina como monoterapia puede ser eficaz
en el tratamiento de la infección crónica por VHE en pacientes postrasplantados
de órgano sólido; un curso de tres meses parecía ser una duración apropiada de
la terapia para la mayoría de los pacientes, por lo que los pacientes con infección
por VHE persistente deben recibir ribavirina con la meta de tener respuesta viral
sostenida (ausencia de detección de RNA en plasma y en heces seis meses des-
pués de haber terminado el tratamiento con ribavirina). Se debe realizar una de-
terminación de RNA en plasma y heces justo antes del inicio del tratamiento con
ribavirina y a los siete días después del comienzo, ya que la disminución de la
carga viral es productiva de una adecuada respuesta a los tres meses de trata-
miento.
Virus de la hepatitis E 99
Sospecha de infección
aguda por VHE
Monitoreo y abordaje
Monitoreo de enzimas hepáticas y clínicamente/medición de
RNA VHE en plasma y heces mensualmente
Reduce inmunosupresión (si es posible)
Es muy importante que la ribavirina sea administrada hasta que el RNA del
VHE en heces sea negativo en dos muestras separadas por al menos un mes (por
lo que se sugiere que el RNA del VHE sea determinado a los siete días de inicio
de la ribavirina y posteriormente cada mes), ya que continuar positivo el RNA
en heces es un factor que predice la recaída de la infección después de detener
el tratamiento; debe existir monitoreo frecuente de los niveles de hemoglobina
y valorar reducción en caso de anemia o efectos adversos, o iniciar uso de eritro-
poyetina para evitar la reducción de la dosis de ribavirina.
En caso de recaídas una vez finalizado el tratamiento los pacientes deben ser
tratados con otro curso de ribavirina con dosis más altas que las utilizadas en el
esquema previo; en este contexto el uso de PEG–interferón puede ser considera-
do; sin embargo, debe considerarse el aumento de riesgo de rechazo del injerto
con el uso de este medicamento.
PREVENCIÓN
Existe una vacuna en China que es recombinante basada en la cápside del virus
(HecolinR); es efectiva para evitar la infección por VHE genotipos 1 y 4; es se-
gura en mujeres embarazadas, pero su uso está restringido a China. No existe su-
ficiente evidencia para recomendar su uso en pacientes potencialmente recepto-
res de trasplante de órgano sólido, además de su pobre disponibilidad.
REFERENCIAS
1. Kar P, Karna N: A review of the diagnosis and management of hepatitis E. Curr Treat Op-
Virus de la hepatitis E 101
PUNTOS CLAVE
productos herbolarios.
S Los antecedentes familiares también son importantes, ya que algunas enfer-
medades hepáticas colestásicas se heredan, así como los antecedentes de ci-
rugía biliar reciente.
S Para el diagnóstico de colestasis se debe identificar si existe o no dilatación
de la vía biliar extrahepática. La colangiopancreatografía por resonancia
magnética y el ultrasonido endoscópico tienen una mayor sensibilidad (de
90 a 94%) para el diagnóstico de obstrucción.
S Si no existe evidencia de una obstrucción biliar mecánica, se debe abordar
el algoritmo diagnóstico de la colestasis intrahepática.
103
104 Hepatología clínica (Capítulo 12)
INTRODUCCIÓN
FISIOPATOLOGÍA
Colestasis no
inflamatoria Colestasis
Nivel hepático
Hepatitis viral
Medicamentos
Hormonas Alcohol, sepsis
Medicamentos Inflamación
Ã
Citocinas
Ã
Nivel de conducto biliar
Destrucción de
Ã
los conductos
biliares de
Ã
pequeño
calibre (CBP)
Obstrucción de
la vía biliar
Litiasis
Tumor
CEP
Figura 12–1. Mecanismos de la colestasis. CBP: colangitis biliar primaria; CEP: colan-
gitis esclerosante primaria.
Abordaje del paciente con colestasis 107
CAUSAS AGUDAS
CAUSAS CRÓNICAS
DIAGNÓSTICO
den estar presentes en hasta 10% de los pacientes con colestasis. La deficiencia
de vitamina A se puede presentar con deterioro de la visión nocturna y la de vita-
mina D con fragilidad ósea y fracturas. La deficiencia de vitamina E puede con-
ducir a déficit neurológico, retinopatía pigmentada, ataxia, oftalmoplejía y mio-
patías, y la de vitamina K puede causar sangrado u osteodistrofia.74
Hay que considerar los signos y las condiciones asociadas a autoinmunidad,
por ejemplo, el síndrome de Sjögren, la calcinosis, el fenómeno de Raynaud y las
alteraciones de la motilidad esofágica, que pueden estar asociadas a enfermedad
colestásica. El examen físico puede revelar ictericia, pigmentación de la piel,
huellas de rascado secundario al prurito y complicaciones de la cirrosis hepática
en los pacientes con enfermedad avanzada. Los marcadores bioquímicos de la co-
lestasis crónica incluyen un aumento de los niveles de las enzimas del conducto
biliar, la fosfatasa alcalina o la gamma–glutamil transferasa. Aunque el nivel sé-
rico de fosfatasa alcalina puede aumentar en la enfermedad ósea, la enfermedad
gastrointestinal o el embarazo, el nivel de gamma–glutamil transferasa es casi
específico para el hígado.
La elevación de los niveles séricos de estas enzimas probablemente sea causa-
da por el efecto dañino de las altas concentraciones de bilis. La medición de los
ácidos biliares séricos en ayuno es la prueba más sensible para la colestasis, pero
esta prueba en general no está disponible.76–78
El ultrasonido puede detectar la presencia de dilatación de la vía biliar en más
de 95% de los casos, si bien el diagnóstico etiológico lo obtienen entre 60 y 80%
de los casos. En los casos de obstrucción parcial o intermitente de la vía biliar
puede no existir dilatación de la vía biliar. La ecografía también se ve limitada
en los pacientes con obesidad y en los pacientes con interposición de gas intesti-
nal.79 La colangiorresonancia magnética es una técnica alternativa a la colangio-
pancreatografía retrógrada endoscópica dado su carácter no invasivo y exento de
complicaciones, aunque permite la realización de procedimientos terapéuticos.80
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. Niveles séricos de fosfatasa alcalina al menos dos veces más altos que el
límite superior de los valores normales.
Fosfatasa alcalina anormal
112
Sospecha clínica
CE
GGT: gamma–glutamil transpeptidasa
Suspender Biopsia Daño biliar AAN: anticuerpos antinucleares
y observar hepática y otras AAM: anticuerpos antimitocondriales
lesiones CRM: colangiorresonancia magnética
CPRE UE: ultrasonido endoscópico
CBP: colangitis biliar primaria
CE: colangitis esclerosante primaria
sente
Anti–SLA/LP De 10 a 30% Puede ser detectado Puede ser detectado
pANCA De 50 a 95%
Anticuerpos anti- Es posible detectar títu- De 90 a 95%, altamen- Ocasional
mitocondriales los bajos te específico
Biopsia hepática Infiltrado de células plas- Infiltrado linfocítico Infiltrado portal linfo-
máticas portal, granu- portal, con inflama- cítico, es posible
lomas atípicos, hepati- ción típica portal, observar granulo-
tis interfase los granulomas su- mas atípicos
gieren CBP, pero
presente
IgG: inmunoglobulina G; IgM: inmunoglobulina M; ANA: anticuerpos antinucleares; AML: antimús-
culo liso; CBP: colangitis biliar primaria. Tomado de Boberg KM, Chapman RW, Hirschfield GM et
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114 Hepatología clínica (Capítulo 12)
TRATAMIENTO
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120 Hepatología clínica (Capítulo 12)
13
Enfermedades hepáticas
autoinmunitarias
Juanita del Socorro Pérez Escobar
INTRODUCCIÓN
HEPATITIS AUTOINMUNITARIA
121
122 Hepatología clínica (Capítulo 13)
Epidemiología
Patogénesis
Diagnóstico
En los adultos se ha descrito casos asintomáticos (hasta 25%), que suelen mani-
festarse sólo por un aumento moderado de las aminotransferasas, como los casos
de inicio agudo (excepcionalmente fulminante).
En 40% de los casos la enfermedad muestra desde el inicio cuadros crónicos
caracterizados por síntomas inespecíficos (fatiga, malestar general, náuseas,
Enfermedades hepáticas autoinmunitarias 123
A B C
Figura 13–1. Histología de la hepatitis autoinmunitaria, la colangitis biliar primaria
(CBP) y la sobreposición. A. Infiltrado linfoplasmocitario portal moderado con hepatitis
de interfase. B. Inflamación granulomatosa que destruye un conducto biliar interlobuli-
llar. Tales lesiones floridas de los conductos son un sello distintivo de la CBP. C. Hepatitis
linfoplasmocítica en interfase. Daño de las vías biliares secundario al infiltrado inflama-
torio.
124 Hepatología clínica (Capítulo 13)
Tratamiento
Se administra prednisona en dosis de 0.5 a 1 mg/kg/día. Después de una a dos
semanas se añade azatioprina en dosis baja (50 mg) y tras dos semanas incremen-
tar la dosis a 1 mg/kg/día una vez que haya mejoría en las pruebas bioquímicas
hepáticas.
La remisión debe ser preservada mediante una reducción progresiva de los es-
teroides de hasta 5 mg/día y azatioprina de 1 a 2 mg/kg/día si se combina o de 2
mg/kg/día si se usa sola.12
Se debate la duración ideal del tratamiento, pero para los pacientes con HAI
tipo 1 sin cirrosis es bastante razonable una terapia limitada con esteroides du-
rante 12 a 18 meses y azatioprina durante dos a cinco años.
Las recaídas son muy frecuentes, ya que ocurren hasta en 80% de los pacientes
unos tres años después de la suspensión del tratamiento.5,11
En los pacientes con HAI que no tienen respuesta al tratamiento, respuesta
incompleta o intolerancia a los medicamentos o a los agentes de primera línea,
se sugiere el uso de micofenolato o tacrolimus para lograr y mantener la remisión
bioquímica. El antifactor de necrosis tumoral y el anti–CD20 son posibles tera-
pias alternativas después de que los regímenes de primera y segunda línea hayan
fallado, pero los datos que respaldan su uso son limitados.
El trasplante hepático es el tratamiento definitivo de la enfermedad hepática
avanzada por HAI. El resultado es muy exitoso, pues se logra una supervivencia
de cinco años en más de 85% de los casos.5
Patogénesis
Participan en la patogenia de esta enfermedad las anomalías del sistema inmuni-
tario humoral y celular (es decir, los niveles elevados de inmunoglobulina (Ig)
sérica, principalmente IgM), múltiples autoanticuerpos circulantes, los granulo-
mas en el hígado y los ganglios linfáticos regionales, la alteración de la regula-
ción de los linfocitos B y T, y la asociación —como en la HAI y la CEP— con
una variedad de enfermedades autoinmunitarias.14
La segunda característica es el probable papel de los factores ambientales de-
sencadenantes, como el tabaquismo, las infecciones urinarias recurrentes y las
posibles exposiciones químicas.
Enfermedades hepáticas autoinmunitarias 125
Diagnóstico
Tratamiento
Epidemiología
La prevalencia de CEP se estima entre 0 y 16.2 por 100 000 habitantes, con una
incidencia de 0 a 1.3 casos por cada 100 000 personas por año. Es más frecuente
en los hombres generalmente jóvenes que en las mujeres, con una relación de 2:1,
con una edad de inicio entre los 25 y los 45 años, y una media de edad en el mo-
mento del diagnóstico de 40 años.20
Enfermedades hepáticas autoinmunitarias 127
Diagnóstico
Los síntomas suelen ser inespecíficos, pero incluyen dolor abdominal, ictericia,
prurito y fatiga, por lo que se deben descartar otro tipo de patologías de la vía bi-
liar de tipo benigno, infeccioso, congénito e incluso neoplásico. Existen eviden-
cias de predisposición genética y mecanismos inmunitarios como componentes
involucrados en la enfermedad; no obstante, es un diagnóstico de exclusión que
se puede tomar en cuenta cuando ya han sido descartadas otras causas, como las
sustancias tóxicas, las infecciones y la enfermedad inflamatoria intestinal —la
asociación con esta patología puede estar presente en 70% de los casos.21
Los autoanticuerpos, aunque no son específicos, pueden estar presentes hasta
en 97% de los pacientes con CEP. Se pueden encontrar ASMA, ANA y anticuer-
pos anticitoplasma de neutrófilo en 50% de los pacientes. Su utilidad radica en
los diagnósticos diferenciales, como la CBP, principalmente los ANA, o la sobre-
posición con otras entidades clínicas, como la hepatitis autoinmunitaria.
La confirmación del diagnóstico se basa en un conjunto de alteraciones image-
nológicas características en la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica
y la colangiopancreatografía por resonancia magnética (figura 13–2). Esta pato-
logía crónica finalmente progresa a cirrosis descompensada, hipertensión portal
e insuficiencia hepática terminal.22,23
Se recomienda la biopsia hepática para hacer el diagnóstico en los pacientes
con sospecha de colangitis esclerosante primaria de los conductos pequeños o
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tratamiento
SÍNDROMES DE SOBREPOSICIÓN
Definición
Diagnóstico
1. Nivel de fosfatasa alcalina sérica w 2 veces el límite superior del rango nor-
mal o suero nivel de gamma–glutamil transferasa w 5 veces el límite supe-
rior normal.
Enfermedades hepáticas autoinmunitarias 129
2. Presencia de AAM.
3. Lesiones floridas de la vía biliar en el examen histológico. Los criterios para
HAI en el contexto de CBP (además de la presencia de hepatitis de interfa-
se) son:
S Nivel sérico de alanina aminotransferasa w 5 veces el ULN.
S Nivel sérico de IgG w 2 veces el ULN.27
Tratamiento
tamiento inmunosupresor parece ser mejor en los niños que en adultos, probable-
mente porque las manifestaciones hepáticas son más acentuadas que las biliares.
El trasplante hepático debe ser considerado en las etapas finales de HAI–CBP y
HAI–CEP.17
CONCLUSIONES
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132 Hepatología clínica (Capítulo 13)
14
Insuficiencia hepática
aguda sobre crónica
Eira Cerda Reyes, Carlos Esteban Coronel Castillo,
Graciela Elia Castro Narro
INTRODUCCIÓN
133
134 Hepatología clínica (Capítulo 14)
plazo. Sin embargo, una definición concluyente ha sido motivo de debate entre
diferentes asociaciones y autores. Dado que la IHAC es un proceso complejo, las
definiciones actuales consideran diferentes aspectos clínicos, como el grado de
descompensación hepática, si es causa o consecuencia de la disfunción orgánica,
la presencia de falla en la función de síntesis y el daño hepático agudo.
Para algunos autores este síndrome se puede presentar en los pacientes con o
sin cirrosis, siendo estos últimos los que tienen un mayor riesgo de mortalidad
en el corto plazo; en general se estima una mortalidad < 28 días.8,9
Los mecanismos fisiopatológicos involucran principalmente las vías inflama-
torias, que pueden resultar de infecciones, daño hepático agudo inducido por
alcohol o medicamentos y en el caso de pacientes sin un evento precipitante, quie-
nes representan alrededor de 40% de los casos, por translocación bacteriana.6,9
El curso de la IHAC es dinámico y cambia a lo largo del ingreso hospitalario. La
mayoría de los pacientes tendrán un pronóstico poco claro entre el tercero y el
séptimo días después del ingreso, y las decisiones clínicas, como la evaluación
para el trasplante de hígado o la discusión sobre los objetivos de la atención, po-
drían adaptarse utilizando puntuaciones clínicas, las cuales se describen más ade-
lante. Sin embargo, no hay duda de que la IHAC debe ser reconocida de manera
temprana e incluso ser buscada intencionadamente en el paciente con cirrosis
descompensada o con daño hepático agudo.
DEFINICIONES
debido a toxicidad por fármacos o infecciones virales agudas. Para la APASL este
daño hepático agudo se caracteriza por ictericia (hiperbilirrubinemia w 5 mg/
dL) y coagulopatía (índice normalizado internacional [INR] w 1.5 o actividad
de la protrombina < 40%), y progresa en un periodo no mayor de cuatro semanas
hacia sólo dos componentes clásicos de descompensación hepática: ascitis y en-
cefalopatía, y culmina en disfunción orgánica, dejando el sangrado del tubo di-
gestivo como consecuencia de la IHAC y no como factor desencadenante.12 En
contraste, el grupo de estudio estadounidense considera sólo a los pacientes con
cirrosis y define a la IHAC como un síndrome con una alta tasa de mortalidad que
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
A B C D
S Lesión S Encefalopatía
renal
S Coagulopatía
S Sepsis
S SIRA S Ascitis
S Sangrado/
choque S Sangrado
variceal
Insuficiencia respiratoria
Inflamación Falla renal o
sistémica necesidad de diálisis
Medicamentos, infecciones Inestabilidad
virales, alcohol o uso de hemodinámica/uso de
herbolaria, entre otros, vasopresores
como causa de daño Encefalopatía
hepático agudo
con cirrosis descompensada inestable sin IHAC parecía estar impulsado por una
hipertensión portal grave.19 Lo anterior guarda relación también con las vías in-
flamatorias, pues la congestión venosa inducida por hipertensión portal y la an-
giogénesis esplácnica generan disfunción microcirculatoria que conduce a un au-
mento de la permeabilidad intestinal y, por lo tanto, a la translocación bacteriana.
Para valorar la progresión y el pronóstico de este síndrome se utilizan diferen-
tes escalas. Los índices de pronóstico normalmente utilizados para evaluar la ci-
rrosis descompensada, como los puntajes de Child–Pugh y del modelo de enfer-
medad hepática en etapa terminal, no tienen en cuenta todas las posibles fallas
orgánicas que pueden ocurrir en los pacientes con IHAC. A través del estudio
CANONIC y los análisis siguientes derivados de la misma cohorte de pacientes
se han definido nuevos índices que demuestran una mayor precisión en la predic-
ción del pronóstico de estos pacientes.14 La EASL establece cuatro grados de
IHAC: 0 hay ausencia de falla hepática o falla orgánica no renal, y ausencia de
encefalopatía o encefalopatía sin falla renal. El grado 1 considera a los pacientes
con falla renal o con falla hepática o renal, o ambas, con encefalopatía. En el gra-
do 2 ya hay falla orgánica múltiple junto a la hepática, lo que equivale a dos órga-
nos, y la mortalidad asciende 32%: En el grado 3 se asocia la falla de tres o más
órganos (cuadro 14–3).20
Finalmente, es importante entender que el curso clínico de la IHAC es diná-
mico y se puede dividir en resolución de la enfermedad, mejoría, empeoramiento
y curso constante o fluctuante, que se evalúa por la variación en los grados men-
cionados en diferentes momentos de la enfermedad (figura 14–2). Por ello se en-
tiende la importancia de estratificar el grupo de riesgo y conforme avanza la es-
tancia hospitalaria volver a valorar al paciente. Basándose en la cohorte del
estudio CANONIC, Gustot y col. identificaron que en general la IHAC se resol-
vió o mejoró en 49% de los pacientes, se mantuvo estable o fluctuó en 30% y em-
peoró en 20%.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Sin embargo, estas cifras variaron en función del estadio inicial de la IHAC;
aunque la IHAC se resolvió en 55% de los pacientes con grado 1, sólo se resolvió
en 15% de los pacientes con grado 3.19
Se han propuesto diferentes modelos de pronóstico para evaluar los resultados
de los pacientes con IHAC, pero no son universalmente aceptados. En especial,
la mayoría de los modelos pertenecen a la evaluación de un solo punto de tiempo
basada en la mortalidad a corto plazo. Recientemente se propuso un nuevo mo-
delo partiendo de los criterios de la APASL, pero tomando en cuenta a los pacien-
tes de la EASL, en el que se evalúa la progresión de la IHAC con base en la fun-
ción hepática (bilirrubina total) y el índice de coagulación (actividad de la
protrombina o INR).21,22 En conclusión, la evaluación oportuna y dinámica del
curso clínico de los pacientes con IHAC es esencial para evitar un tratamiento
inadecuado y elegir razonablemente el trasplante hepático.
140 Hepatología clínica (Capítulo 14)
1 Cirrosis 3 Cirrosis
compensada S descompensada
Factores predisponentes S Sangrado variceal
S Pérdida de la arquitectura hepática S Ascitis
S Encefalopatía hepática
S Hipertensión portal
S Ictericia IHAC
S Inflamación sistémica
S Disbiosis S Coagulopatía
S PBE
Estado nutricional
S Síndrome hepatorrenal
S Etiología de la EHC (alcohol,
VHC, VHB, metabólica) S Falla orgánica extrahepática
S 4
Un episodio Mayor riesgo de nueva
Progresión de la enfermedad Descompensación descompensación/w2
y mortalidad aislado de
descomposición episodios simultáneos
Factores
2 precipitantes
Sangrado de tubo digestivo
Hepatitis alcohólica
Infecciones bacterianas
Deshidratación/lesión renal aguda
Infección viral aguda/recaída
Neurotóxicos
TIPS
DILI/HILI
Figura 14–2. Factores de riesgo del paciente con enfermedad hepática crónica, meca-
nismos de descompensación en la cirrosis y progresión hacia insuficiencia hepática
aguda sobre crónica (IHAC). 1. Los pacientes con enfermedad hepática crónica (EHC)
se caracterizan por algún grado de fibrosis hepática e inflamación sistémica que en
presencia de factores precipitantes pueden evolucionar hacia IHAC. Cuando la EHC
progresa a cirrosis estos pacientes primero se encontrarán en un estado de compensa-
ción que a medida que pierden la arquitectura y la función hepática se suman a la infla-
mación otros factores que predisponen a descompensación. Por ejemplo, la alteración
del eje hígado–intestino propia de la cirrosis permite la liberación de patrones molecu-
lares asociados a patógenos y especies reactivas de oxígeno, causando mayor infla-
mación; esta disbiosis incluso guarda relación con otros elementos de la cirrosis, como
el caso de la hipertensión portal, que genera aumento de la permeabilidad intestinal y,
por tanto, translocación bacteriana. 2. En el transcurso de la cirrosis estos factores pre-
disponentes se verán potenciados por factores extrahepáticos para finalmente causar
cirrosis descompensada, que marca un punto crítico en la historia de la enfermedad.
3. Cada episodio de descompensación incrementa el riesgo de un nuevo episodio con
mayor mortalidad. 4. Esta recurrencia incluso se puede presentar con otros componen-
tes de descompensación, los cuales evolucionan fácilmente a repercusión extrahepá-
tica y, por tanto, a IHAC. De hecho, la mortalidad a cinco años es de 20% en los pacien-
tes que sufren descompensación con un solo evento no hemorrágico (principalmente
ascitis), la cual incrementa a 30% después de cualquier segundo evento de descom-
pensación y hasta 88% cuando la descompensación ocurre con dos o más eventos al
mismo tiempo. VHC: virus de la hepatitis C; VHB: virus de la hepatitis B; PBE: peritonitis
bacteriana espontánea; TIPS: derivación transyugular intrahepática portosistémica;
DILI: daño hepático inducido por medicamentos; HILI: daño hepático inducido por pro-
ductos herbales.
Insuficiencia hepática aguda sobre crónica 141
FISIOPATOLOGÍA
DIAGNÓSTICO
TRATAMIENTO
Un estudio clínico con grupo control evaluó el uso de MARSR para la IHAC37
y demostró que disminuían la creatinina y la bilirrubina sérica (una función de
eliminación de moléculas del sistema de diálisis sin mejorar necesariamente las
funciones renales y hepáticas), así como la EH sin la presencia de mejoría en la
sobrevida. Otro estudio evaluó el uso de Prometheus en el tratamiento de la
IHAC, el cual brindó una reducción significativa de la bilirrubina sérica, debido
a la función de filtrado del sistema, aunque sin cambios en la sobrevida.38,39
tes con ACLF.40 Un metaanálisis de estos dos ensayos realizados en Asia (India
y China) incluyó un total de 50 pacientes con ACLF y 52 pacientes control (uno
controlado con placebo, uno sin ningún tratamiento), y encontró que la adminis-
tración de factor estimulante de colonias de granulocitos redujo significativa-
mente la mortalidad a corto plazo (riesgo relativo 0.56; intervalo de confianza
95% de 0.39 a 0.80). Los eventos adversos en el grupo tratado incluyeron fiebre,
reactivación del herpes zoster, náuseas y erupción cutánea. Aunque estos resulta-
dos fueron favorables, los ensayos fueron pequeños e incluyeron pacientes con
ACLF secundaria a la reactivación del virus de la hepatitis B o hepatitis alcohó-
lica aguda sin evidencia de sepsis, por lo que la generalización de estos resultados
en los pacientes con otras etiologías está limitada.39,41,42
CONCLUSIÓN
La IHAC es una condición compleja con un curso clínico rápido, alta mortalidad
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148 Hepatología clínica (Capítulo 14)
INTRODUCCIÓN
ASCITIS REFRACTARIA
149
150 Hepatología clínica (Capítulo 15)
tis que reaparece después de una paracentesis de gran volumen (PGV) a pesar de
la restricción de sodio en la dieta y el uso de diuréticos, como se mencionó en los
escenarios descritos.2 La ascitis ocurre a un ritmo de 7 a 10% anual, por lo que
a los 10 años del diagnóstico de cirrosis 70% de los pacientes desarrollan ascitis.
Con el tiempo, hasta 11.4% de los pacientes con ascitis desarrollan AR.3
La AR se puede clasificar en:
1. Resistente a los diuréticos, es decir, ascitis persistente a pesar de la prescrip-
ción de dosis máximas de diuréticos.
2. Ascitis intratable, es decir, que los efectos secundarios de los diuréticos
impiden el uso de las dosis máximas de dichos fármacos (cuadro 15–1). La
ascitis recurrente, que se define como ascitis que se repite al menos tres
veces en un año a pesar de la restricción de sodio en la dieta y el tratamiento
diurético, puede ser precursora de la AR.4
En la figura 15–1 se presentan el abordaje y el tratamiento de los pacientes con
AR.
Incrementar la
Subóptima
dosis hasta Valorar la dosis Medición de la excre- Valorar la cantidad
la máxima Sin adherencia
de los diuréticos ción de sodio urinario de sodio en la dieta
recomendada
Efectos adversos
relacionados con
los diuréticos Excreción mínima Adherencia
Prescribir < 2
de sodio urinario g/día de sodio
Ausencia de respuesta o
efectos adversos
relacionados con los diuréticos
Ausencia de respuesta
Ascitis refractaria
No Sí
Derivación portosistémica
intrahepática transyugular Cirrosis Child–Pugh > 13 o MELD–Na > 19 Trasplante hepático
Figura 15–1. Abordaje y tratamiento de la ascitis refractaria. TIPS: derivación portosistémica intrahepática transyugular; MELD: mo-
151
ascitis una vez que se adhieren a una dieta baja en sodio (< 2 g/día). Por otro lado,
la restricción de líquidos en un paciente con cirrosis y AR es difícil de aplicar y
a menudo es poco práctica. La concentración de sodio en suero a la que se debe
restringir la ingesta de líquidos no ha sido bien definida, pero se recomienda un
nivel de sodio sérico v 125 mmol/L o la rápida aparición de hiponatremia.5
En los pacientes que tienen ascitis resistente a los diuréticos el uso continuado
de diuréticos es ineficaz a la vez que predispone a complicaciones, especialmente
a lesión renal. En los pacientes con ascitis intratable con diuréticos no hay infor-
mación concluyente acerca de que las dosis de diuréticos inferiores a las que han
producido efectos secundarios se deban utilizar una vez que éstos hayan dismi-
nuido.6
Trasplante hepático
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Tratamiento
Antibióticos
Sí
No
Figura 15–2. Tratamiento antibiótico empírico de los pacientes con peritonitis bacteria-
na espontánea. mm3: milímetro cúbico. PBE: peritonitis bacteriana espontánea; PMN:
polimorfonucleares.
Albúmina
Es esencial valorar cuidadosamente la función renal en los pacientes con cirrosis
y una infección, ya que la lesión renal progresiva en este contexto implica un peor
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Profilaxis
pacientes con cirrosis y ascitis debido al riesgo de desarrollo de PBE. Es por eso
que en caso de que no exista una indicación clara de continuar con los inhibidores
de la bomba de protones deben ser suspendidos.30
A pesar de haberse puesto en duda la utilización de los betabloqueadores en
los pacientes con cirrosis y ascitis, no existe una indicación clara para suspender-
los. Sin embargo, deben ser utilizados con especial cuidado en los pacientes con
enfermedad hepática avanzada y deterioro hemodinámico, y se debe ajustar la
dosis o suspender en caso necesario.31
PUNTOS CLAVE
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160 Hepatología clínica (Capítulo 15)
16
Causas de lesión renal aguda en
cirrosis: ¿cómo diferenciarlas y
manejarlas?
Aldo Torre Delgadillo
INTRODUCCIÓN
La lesión renal aguda (LRA) es la disfunción orgánica más común en los pacien-
tes con cirrosis y ascitis. La incidencia de la LRA es de 20 a 45% aproximada-
mente1 en los pacientes hospitalizados y puede ser de 54% en los pacientes ambu-
latorios.2 El estadio más grave, establecido como LRA estadio 3, llega a tener una
mortalidad intrahospitalaria mayor de 70%.3
La LRA en el paciente con cirrosis puede ser de naturaleza funcional o estruc-
tural, es decir, puede ser aguda en los sujetos con cirrosis sin enfermedad renal
previa o en los sujetos cirróticos con enfermedad renal previamente establecida,
lo que recientemente se ha denominado daño renal agudo sobre enfermedad renal
crónica.4
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Entre las causas de LRA están las causas prerrenales (sangrado, deshidrata-
ción, abuso de diuréticos, pérdidas gastrointestinales) y el síndrome hepatorrenal
(SHR) tipo 1.
Las causas de agudización de las enfermedades renales estructurales incluyen
nefritis intersticial, necrosis tubular aguda y glomerulonefritis. La enfermedad
renal crónica se desarrolla entre semanas y meses, alcanzando prevalencias de
más de 45% en los pacientes con cirrosis hospitalizados.5
La prevalencia de enfermedad renal crónica en los pacientes con cirrosis va
en aumento, debido al compromiso metabólico observado en los pacientes con
disfunción metabólica asociada a hígado graso, en la que la diabetes es una co-
morbilidad común.
161
162 Hepatología clínica (Capítulo 16)
Se debe tener en cuenta la desnutrición evidente en los pacientes con cirrosis con
un importante consumo muscular, lo cual lleva a un infradiagnóstico de la fun-
ción renal. Por este motivo el término lesión renal aguda es adoptado para definir
el daño renal en el paciente con cirrosis acorde a incrementos graduales de las
cifras de creatinina sérica (CrS), tomando en consideración los cambios del volu-
men urinario.6
El diagnóstico de LRA se considera con un incremento agudo de la CrS de 0.3
mg/dL en < 48 h, o un incremento de 50% en las cifras de CrS respecto a la cifra
basal en los tres meses previos; si este valor no existe, se debe tomar el valor más
reciente cercano a dicha fecha. La gravedad de la LRA se establece por estadios,
de modo que el estadio 1 representa un daño mínimo, el estadio 2 un incremento
de dos veces la CrS basal y el estadio 3 un aumento de tres o más veces la creatini-
na4 (cuadro 16–1).
Actualmente el estadio 1 se subdivide en estadios 1a y 1b, dependiendo de que
el valor de CrS sea menor o mayor de 1.5 mg/dL.7 La LRA 1b tiene más riesgo
de progresar a estadio 2. El SHR se ha renombrado como SHR–LRA y es definido
en la LRA estadio 2, pero existe la tendencia a redefinirlo cuando hay un incre-
mento de la CrS (0.3 mg/dL) en menos de 48 h o un aumento de la CrS de 50%
respecto a los niveles más bajos en los último tres meses, o cuando el gasto urina-
rio es < 0.5 mL/kg de peso durante más de seis horas.8 En la actualidad se deben
Inflamación
Cambios hemodinámicos
MANEJO
Medidas generales
Albúmina
Terlipresina
Noradrenalina
Trasplante hepático
PRONÓSTICO
RESUMEN
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
La LRA es la causa más común de falla orgánica en los pacientes con cirrosis des-
compensados con ascitis. Su reconocimiento temprano e inmediato tratamiento
llevan a mejores desenlaces. La terlipresina es el vasoconstrictor más usado y
debe ser empleado con albúmina. El trasplante hepático es la terapia definitiva
para los pacientes con SHR–LRA.
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170 Hepatología clínica (Capítulo 16)
17
Encefalopatía hepática.
Clasificación y diagnóstico
Juan Miguel Abdo Francis, Jorge Emilio Lira Vera
ENFERMEDAD SUBYACENTE
171
172 Hepatología clínica (Capítulo 17)
TIEMPO
FACTORES PRECIPITANTES
Puede ser precipitada o no precipitada; en caso de ser precipitada los factores de-
ben ser especificados. Los principales elementos involucrados se clasifican en
seis grupos:
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito. Encefalopatía hepática. Clasificación y diagnóstico
173
174 Hepatología clínica (Capítulo 17)
B 1
Encefalopatía hepática que se pro-
duce en el contexto de una deriva- Recurrente
ción portosistémica sin enfermedad 2
hepatocelular intrínseca
Precipitada
C 3 Manifiesta
Encefalopatía hepática que ocurre
en el contexto de cirrosis con hiper- 4 Persistente
tensión portal o derivación sistémica
S Incremento de amonio.
S Uso de medicamentos.
S Deshidratación/hipovolemia.
S Derivación portosistémica.
S Oclusión vascular.
S Neoplasias.
Los factores precipitantes se subclasifican según el fármaco, el aumento de la
producción/absorción/entrada de amonio al cerebro, la deshidratación, la oclusión
vascular, el carcinoma hepatocelular primario y la derivación portosistémica.
porta lular
S Exceso de S Benzodia- S Diarrea S Cortocir- S Trombosis
ingesta de zepinas cuitos es- de la vena
proteínas pontáneos hepática
S Hemorragia S Narcóti- S Hemorra-
gastrointes- cos gia
tinal
S Trastornos S Diuréticos
electrolíti-
cos
S Constipa- S Paracente-
ción sis de gran
volumen
S Alcalosis
metabólica
TIPS: derivación portosistémica intrahepática transyugular.
176 Hepatología clínica (Capítulo 17)
xis en la exploración física. Sin embargo, los pacientes con EH grado 1 de los cri-
terios de West Haven, que actualmente se incluyen en este grupo, pueden presen-
tar alteraciones cognitivas reconocidas por ellos mismos o por personas cercanas.
Los pacientes que la padecen presentan anomalías en las pruebas psicométricas,
especialmente en las áreas de atención, coordinación visual–espacial y velocidad
psicomotora/tiempo de reacción. Por lo tanto, las estrategias de las pruebas de
diagnóstico se centran en encontrar estas anomalías mediante pruebas de papel
y lápiz, computarizadas o neurofisiológicas.
Pruebas computarizadas
3. Seguimiento de líneas
2. Conexión numérica B
1. Conexión numérica A
tiempo para identificar correctamente una serie de símbolos con diferentes colo-
res (off–time) y palabras impresas con diferentes colores (on–time). Un corte >
190 seg identifica la EHe con una excelente precisión. La aplicación es gratuita,
fácil de usar y accesible, y puede ser ideal para los centros que no tienen acceso
a las pruebas formales o para los clínicos que están interesados en un cribado rá-
pido para separar a los pacientes que de otro modo resultarían normales en las
pruebas formales.14
Pruebas neurofisiológicas
go, hasta 10% de los pacientes no pueden completar la prueba por problemas
visuales o técnicos16 (figura 17–2).
Los potenciales evocados, visuales, auditivos y somatosensoriales también se
han utilizado para diagnosticar la EHe. Sin embargo, estas pruebas son muy va-
riables y sus resultados son inconsistentes.17
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18
Encefalopatía hepática.
Nuevos tratamientos
Misael Uribe Esquivel
DEFINICIÓN
183
184 Hepatología clínica (Capítulo 18)
bles, fueron sustituidos por antibióticos más seguros, como la rifampicina y los
disacáridos, menos molestos, más económicos o más seguros, como la lactosa y
el lactitol.
EL PRESENTE
Los únicos fármacos que se utilizan rutinariamente con reconocida eficacia clí-
nica (metaanálisis) son los disacáridos no absorbibles: lactulosa, lactitol y lactosa
(este último se utiliza en deficientes de lactasa), y la rifaximina. Esta última ha
demostrado eficacia en la prevención primaria de la encefalopatía hepática.3
AMONIO Y ENCEFALOPATÍA
Aunque el amonio no ha sido aceptado del todo como factor único de patogenia,
la mayoría de los tratamientos aceptables para la encefalopatía hepática tienen
como objetivo directo o indirecto modificar la producción de amonio y reducir
sus niveles sanguíneos.
El metabolismo del amonio es multiorgánico y complejo, y es regulado en
múltiples órganos, como el hígado, los músculos y los riñones; su metabolismo
se realiza básicamente en tres sistemas enzimáticos:
Maniobras generales
Maniobras específicas
de amoniaco con los tres disacáridos se logra al ser fermentados por la microbiota
colónica con aumento del pKa, incremento del número de evacuaciones y dismi-
nución del pH colónico. En los casos agudos con frecuencia se olvida que la lacto-
sa es igual de eficiente que la lactulosa, pero con un costo menor; la lactosa se
aplica por enemas, lleva a un cortocircuito y evita la digestión en el tubo digestivo
alto.
Lactitol
El disacárido más novedoso es el lactitol, que fue descubierto en 1982 por J. Bir-
cher.6 Es un disacárido análogo a la lactosa que es fermentado por la microbiota
colónica y es mucho mejor tolerado que la lactulosa en una dosis de 0.5 a 0.75
g/kg de peso; desafortunadamente, no está disponible en el mercado mexicano.
Fármacos dopaminérgicos
Probióticos
Los probióticos pueden ser útiles, ya que se ha demostrado que disminuyen los
niveles de amonio y endotoxinas, y reducen la inflamación y el estrés subjetivo
de los hepatocitos. Los probióticos contribuyen a mejorar la encefalopatía me-
diante la modificación de la microbiota intestinal por parte de especies bacteria-
nas no productoras de ureasa.9
Existen algunos tratamientos aún experimentales que pudieran tener alguna utili-
dad en el futuro (salvo la L–ornitina L–aspartato [LOLA], que ya se encuentra
en el mercado con un buen número de estudios).
Se sabe que los antiinflamatorios pueden contribuir a mejorar la capacidad
cognitiva. Específicamente el ibuprofeno ha demostrado que restablece la vía del
glutamato y del guanosín monofosfato cíclico o aminofosfato.
La minociclina reduce la activación microglial, con lo que disminuye el edema
cerebral por reducción de los niveles de amonio.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
L–ornitina L–aspartato
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19
Hemorragia variceal. Profilaxis
primaria y secundaria
Felipe Zamarripa Dorsey
PUNTOS CLAVE
y ligadura endoscópica.
INTRODUCCIÓN
189
190 Hepatología clínica (Capítulo 19)
RIESGO DE HEMORRAGIA
Los pacientes con cirrosis compensada desarrollaran varices esofágicas con una
tasa de 7 a 8% por año. Una vez que aparecen las varices el riesgo de sangrado
se incrementará entre 5 y 15% por año.2
El desarrollo de varices esofágicas eleva la mortalidad entre 1 y 3.4% por año,
pero la presencia de hemorragia variceal incrementa hasta 57% la mortalidad a
un año. Cerca de 20% de las muertes de estos pacientes ocurrirán en las primeras
seis semanas después de la hemorragia.3
Los pacientes sin varices esofágicas tienen un riego de sangrado de 2% por
año, el cual aumenta a 5% con la presencia de varices pequeñas (menores de 5
mm de diámetro) y hasta 15% con varices grandes (mayores de 5 mm de diáme-
tro). La presencia de marcas rojas sobre las varices y la gravedad de la enferme-
dad hepática (clasificación Child–Pugh C) aumentarán también el riesgo de san-
grado.4
DIAGNÓSTICO
Los pacientes que presentan una rigidez hepática menor de 20 kPa por elastogra-
fía hepática y una cuenta de plaquetas mayor de 150 000 tienen un riesgo bajo
de presentar varices esofágicas, por lo que se puede evitar la endoscopia, y sola-
mente tendrán un seguimiento anual con elastografía hepática y conteo de pla-
quetas. Ante un aumento de la rigidez hepática o una disminución del número de
plaquetas se indica realizar una endoscopia para la detección de varices esofági-
cas.5
En los pacientes sin varices esofágicas en la endoscopia de escrutinio y con una
enfermedad compensada se debe realizar una endoscopia de vigilancia cada dos
años, y en los pacientes con varices pequeñas y enfermedad compensada la vigi-
lancia endoscópica se deberá realizar cada año.5
PROFILAXIS PRIMARIA
Farmacológica
No está indicado el uso de betabloqueadores para prevenir la formación de vari-
ces esofágicas.5
Hemorragia variceal. Profilaxis primaria y secundaria 191
Los pacientes con varices esofágicas pequeñas sin signos de riesgo incremen-
tado de sangrado (marcas rojas o clasificación de Child–Pugh C) se pueden bene-
ficiar del uso de betabloqueadores; sin embargo, en los que tienen signos de ries-
go incrementado de sangrado el uso de estos medicamentos está indicado.
Los pacientes con varices esofágicas grandes deben recibir tratamiento con
betabloqueadores o ligadura endoscópica para prevenir el primer episodio de
sangrado. La selección del método de prevención se debe basar en los recursos,
la experiencia del médico, las contraindicaciones y los efectos adversos del trata-
miento.5
Betabloqueadores no selectivos
de 160 mg/día en los pacientes con ascitis. El nadolol se puede iniciar en dosis
de 20 a 40 mg/día e incrementar hasta 160 mg/día en los pacientes sin ascitis o
hasta 80 mg/día en los pacientes con ascitis.8
Existe la hipótesis de que los betabloqueadores no selectivos se deben evitar
en el estadio terminal de la cirrosis, especialmente con la presencia de ascitis
refractaria, ya que dichos medicamentos pueden aumentar el riesgo de síndrome
hepatorrenal o la mortalidad, debido a su efecto sobre la reserva cardiaca com-
pensatoria.
Por lo tanto, la recomendación actual es que los betabloqueadores no selecti-
vos se deben reducir o incluso descontinuar en los pacientes con una presión sis-
tólica menor de 90 mmHg, lesión renal aguda o niveles de sodio sérico menores
de 130 mEq/L, y que se deben descontinuar en caso de descompensación aguda,
con peritonitis bacteriana espontánea, sepsis o hemorragia. Si después de un pe-
192 Hepatología clínica (Capítulo 19)
Carvedilol
Es un betabloqueador no selectivo con un efecto intrínseco anti–a1 que disminu-
ye la resistencia vascular intrahepática y portocolateral, reduciendo aún más la
presión portal. El carvedilol ha demostrado la reducción del gradiente de presión
venoso hepático mayor de 20% respecto al nivel basal o una reducción absoluta
por debajo de 12 mmHg en una mayor proporción de pacientes al compararlo con
el propranolol (64 vs. 14%).9
El carvedilol se debe iniciar en dosis de 6.25 mg/día e incrementarlo a 12.5
mg/día después de tres días, siempre y cuando la presión sistólica no sea menor
de 90 mmHg. Los efectos adversos asociados al carvedilol no son distintos de los
asociados a los betabloqueadores no selectivos; sin embargo, la dosis no debe ser
mayor de 12.5 mg/día, excepto en los pacientes con hipertensión arterial sistémi-
ca persistente. En el caso del carvedilol la frecuencia cardiaca no se debe utilizar
como parámetro para ajustar la dosis.10
Ligadura endoscópica
PROFILAXIS SECUNDARIA
durante las primeras seis semanas después del sangrado inicial. Debido a que la
mortalidad asociada a cada episodio de resangrado es de 15 a 20%, el tratamiento
para prevenir estos episodios es obligatorio.14
La primera línea de tratamiento para los pacientes que ya presentaron un episo-
dio de sangrado variceal es la combinación de betabloqueadores no selectivos o
carvedilol más ligadura endoscópica. No se debe utilizar la ligadura endoscópica
como monoterapia, a menos que exista una contraindicación o intolerancia al tra-
tamiento con betabloqueadores.5
El tratamiento con betabloqueadores se debe iniciar de manera inmediata des-
pués del episodio de sangrado, una vez que los medicamentos vasoconstrictores
hayan sido suspendidos y antes de que el paciente sea dado de alta.15
Las sesiones de ligadura endoscópica se deben realizar en un periodo de 7 a
14 días hasta lograr la erradicación de las varices. Esto ocurre normalmente des-
pués de dos a cuatro sesiones. Una vez lograda la erradicación la siguiente endos-
copia de vigilancia se debe realizar a los tres meses, y si no se observan varices,
la siguiente será a los seis meses.16
Cuando un paciente no tolera o no tiene acceso a los betabloqueadores o a la
ligadura endoscópica se puede mantener uno de estos tratamientos como monote-
rapia.
Los betabloqueadores no selectivos deben ser utilizados con precaución en los
pacientes con cirrosis y ascitis refractaria, y deben ser descontinuados en los que
tienen ascitis refractaria y uno de los siguientes factores: presión sistólica menor
de 90 mmHg, sodio sérico menor de 130 mEq/L o lesión renal aguda.
La derivación portosistémica intrahepática transyugular es el tratamiento de
elección en los pacientes que presentan resangrado después del tratamiento de
primera línea (betabloqueador más ligadura endoscópica). Este tratamiento tam-
bién se debe considerar en los pacientes con ascitis refractaria o recurrente.17
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
1. Simonetto DA, Shah VH, Kamath PS: Primary prophylaxis of variceal bleeding. Clin Li-
194 Hepatología clínica (Capítulo 19)
195
196 Hepatología clínica (Capítulo 20)
PROFILAXIS PRIMARIA
pensada que están con tratamiento con BBNS para prevenir la descompensación
no requieren endoscopia de escrutinio, ya que la endoscopia no cambiará el ma-
nejo.
La ligadura endoscópica de las varices esofágicas es el otro método de profila-
xis primaria utilizado principalmente en los pacientes con intolerancia a los
BBNS o con varices de mayor tamaño, o con signos endoscópicos de riesgo.10
Ocurre con una tasa anual de 5 a 15%, siendo una complicación grave con una
mortalidad de 20% a las seis semanas.
El uso de agentes vasoactivos, como la terlipresina, la somatostatina o la oc-
treótida en un paciente con sangrado variceal agudo permite alcanzar una hemos-
tasia inicial en 60 a 80% de los casos,11 por lo que se deben iniciar tan pronto como
sea posible, antes de la endoscopia, y continuar entre dos y cinco días.
En los pacientes que reciben terlipresina se ha reportado hiponatremia, por lo
que en ellos se deben monitorear los niveles de sodio.
Como parte del manejo inicial de estabilización del paciente antes de la endos-
copia se debe considerar la intubación endotraqueal para la protección de la vía
aérea, debido al riesgo de broncoaspiración en los pacientes con alteración del
estado de conciencia o con hematemesis. La extubación se debe realizar lo más
pronto posible después de la endoscopia.
Para mantener una adecuada perfusión tisular se debe iniciar la reanimación
con líquidos parenterales y con sangre, pero considerando como metas una pre-
sión arterial de 90/60 mmHg y valores de hemoglobina entre 7 y 8 g/dL; los valo-
res más altos de presión arterial o de hemoglobina se han asociado a un mayor
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PROFILAXIS SECUNDARIA
VARICES GÁSTRICAS
CONCLUSIONES
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Hemorragia variceal. Manejo médico y endoscópico 201
INTRODUCCIÓN
la permeabilidad a largo plazo del stent, pero hoy en día ya se cuenta con un stent
específico para este procedimiento (GORER VIATORRR) que permite un me-
jor manejo de la presión portal en estos pacientes en el corto y el largo plazos.
Debido a la similitud de las tasas de permeabilidad con las derivaciones realiza-
das de forma quirúrgica, la TIPS es utilizada hoy en día como primera línea.
En este capítulo se revisan los puntos más importantes que el clínico debe co-
nocer para seleccionar adecuadamente a los pacientes con cirrosis que se pueden
beneficiar de este tipo de tratamiento.
203
204 Hepatología clínica (Capítulo 21)
BASES FISIOLÓGICAS
mica por la TIPS, lo cual tendrá como consecuencia una mayor cantidad de amo-
nio circulante y un mayor riesgo de encefalopatía hepática (EH).
INDICACIONES
Hemorragia variceal
Existen múltiples publicaciones que demuestran la eficacia de la TIPS en los
pacientes con hemorragia activa, con una tasa de hemostasis inmediata de 90 a
100% después de la TIPS; la mortalidad (a cuatro y seis semanas) varía entre 10
y 75%.7,8 En los pacientes con cirrosis con sangrado activo y un riesgo alto de fa-
mente significativa
S Varices ectópicas sangrantes refractarias al S Infección sistémica o sepsis no controlada
tratamiento médico
S Ascitis refractaria S Obstrucción biliar no tratada
S Hidrotórax hepático S Enfermedad hepática extensa primaria o
metastásica
S Síndrome hepatopulmonar S Coagulopatía severa incorregible
S Síndrome hepatorrenal S Hipertensión arterial pulmonar severa (> 45
mmHg)
S Descompresión de colaterales portosistémi-
cas antes de las cirugías abdominales
S Trombosis portal refractaria a tratamiento
médico u oclusión crónica de la vena porta
(realizado en conjunto con recanalización
de la porta)
206 Hepatología clínica (Capítulo 21)
Ascitis refractaria
La ascitis refractaria se refiere a la que no se puede movilizar o que tiene una recu-
rrencia temprana (menos de un mes después de la paracentesis) que no puede ser
prevenida mediante el tratamiento médico.9 Existen dos tipos:
La ascitis recurrente también constituye otra indicación para realizar una TIPS;
se define como la presencia de ascitis a tensión al menos en tres ocasiones durante
un periodo de 12 meses aun con tratamiento habitual.
Aunque la TIPS es útil para el tratamiento de los pacientes con ascitis, se ha
cuestionado su utilidad debido al impacto que tiene en la supervivencia de estos
pacientes. Ya se han reportado metaanálisis que demuestran su beneficio y que
presentan una mayor supervivencia cuando se comparan con pacientes que son
sometidos a múltiples paracentesis evacuadoras de gran volumen.11,12 El pronós-
tico de los pacientes mejora si la TIPS se coloca durante una etapa más temprana
de la enfermedad (ascitis recurrente pero aún no refractaria).
¿Cuándo indicar la derivación portosistémica intrahepática... 207
Otras indicaciones
S Hidrotórax: los hiatos que tiene el diafragma permiten el paso directo del
líquido peritoneal a la cavidad pleural. La TIPS es altamente efectiva en el
control del derrame pleural recurrente o refractario al tratamiento médico.
Es importante mencionar que un puntaje MELD antes de la TIPS < 15 se
asocia a una mayor supervivencia.14
S Síndrome hepatorrenal: el uso de TIPS en estos pacientes se ve limitado
por el hecho de que tienen una disfunción hepática más avanzada y por la
presencia de tratamientos médicos efectivos. Sin embargo, la TIPS puede
ser de utilidad para preservar la función renal en los pacientes que se en-
cuentran en lista de espera para trasplante hepático y que responden adecua-
damente al tratamiento médico.15
S Tratamiento neoadyuvante para cirugía no hepática: la morbimortali-
dad posoperatoria de la cirugía extrahepática aumenta en los pacientes con
cirrosis. La mortalidad varía entre 0 y 17% en los pacientes con clasifica-
ción Child–Pugh A, de 10 a 54% en Child–Pugh B y de 40 a 100% en la
clasificación C.16 Los factores que más contribuyen a esta estadística son
la ascitis preoperatoria, la hiponatremia, las comorbilidades graves (renal
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
CONTRAINDICACIONES
VALORACIONES PREVIAS
Antes de realizar una TIPS se deben seguir una serie de valoraciones para deter-
minar el riesgo y el beneficio en cada paciente.
Es indispensable contar con biometría hemática, pruebas de función hepática,
pruebas de coagulación, perfil electrolítico y amonio sérico. Se ha descrito que
la combinación de un BNP < 40 pg/mL o un pro–BNP < 125 pg/mL y la exclusión
de disfunción diastólica en el ecocardiograma permiten eliminar el riesgo de des-
compensación cardiaca.25 Debido al riesgo de sangrado el paciente debe contar
con una prueba cruzada y de tipado sanguíneo, e idealmente con al menos dos
paquetes globulares de reserva disponibles para transfusión.
Se deben revisar todos los estudios de imagen previos para confirmar la per-
meabilidad de la vena porta y valorar la presencia de varices gastroesofágicas o
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
shunts portosistémicos que puedan competir con la TIPS y tengan que ser cerra-
dos durante el procedimiento.
Los pacientes deben ser valorados por un gastroenterólogo o idealmente por
un hepatólogo para valorar la función hepática (escala de Child–Pugh y MELD).
Usualmente se evita la TIPS en los pacientes con un puntaje MELD > 18, debido
a su pobre pronóstico,21 a excepción de una calificación MELD alta que tiene ele-
vación de la creatinina por síndrome hepatorrenal.
Se recomienda un ecocardiograma para determinar la función cardiaca y los
datos de hipertensión arterial pulmonar. En caso de que exista duda acerca de la
hipertensión pulmonar, se puede medir en el momento de realizar la TIPS y deter-
minar el riesgo de continuar con el procedimiento.
Generalmente se recomienda realizar una toracocentesis o una paracentesis
antes del procedimiento en caso de que exista un gran volumen de líquido; sin
210 Hepatología clínica (Capítulo 21)
CONCLUSIONES
S En los pacientes con hemorragia variceal activa que no puede ser controlada
por endoscopia la TIPS constituye la opción terapéutica de elección.
S Los pacientes con un cuadro de sangrado variceal controlado con endosco-
pia y con riesgo alto (Child–Pugh B con sangrado activo o Child–Pugh C
< 14 puntos) se benefician de una TIPS temprana en las primeras 72 h des-
pués del episodio de sangrado.
S Los pacientes con ascitis refractaria se benefician de una TIPS más tempra-
na en el curso de la enfermedad antes de llegar a una ascitis intratable.
S En el contexto de la ascitis refractaria los pacientes pueden no beneficiarse
de una TIPS si sus niveles de bilirrubina son > 3 mg/dL y los de plaquetas
son < 75 000/mL.
S La decisión de realizar el procedimiento debe tomarla un equipo multidisci-
plinario que incluya al menos gastroenterólogo, radiólogo intervencionista
y cardiólogo, tomando en cuenta los riesgos y los beneficios del procedi-
miento en cada paciente.
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22
Actualidades aprendidas en Baveno VII
Edgar Santino García Jiménez, Lissa María Cruz Rodríguez
PUNTOS CLAVE
213
214 Hepatología clínica (Capítulo 22)
INTRODUCCIÓN
Diagnóstico de hipertensión
portal clínicamente significativa
Consiste en la MRH w 15 kPa y las cifras de plaquetas v 150 x 109/L en los pa-
cientes con enfermedad hepática crónica avanzada compensada. En los pacientes
con etiología viral, por consumo de alcohol o por esteatohepatitis no alcohólica
sin obesidad la MRH es w 25 kPa.
Los pacientes con una MRH < 10 kPa tienen un riesgo de descompensación
v 1% en tres años, y en ellos se debe utilizar la “regla de los 5” (10–15–20–25
kPa) para establecer los riesgos independientes de etiología (figura 22–1), ade-
más de repertir la medición cada 12 meses en los pacientes con enfermedad hepá-
tica crónica avanzada compensada.
El valor que permite evitar la endoscopia de escrutinio en los pacientes que no
pueden ser tratados con betabloqueadores es una MRH v 20 kPa y un conteo de
plaquetas w 150 x 109/L.
Si se presentan valores mayores de este punto de corte, se puede apoyar con
valores de elastografía esplénica v 40 kPa para excluir la probabilidad de varices
de alto riesgo.
Medición de la
rigidez hepática
Se determina Se determina
CSPH CSPH
Normal Etiología
Se excluye Se excluye Se asume Endoscopia S Viral
cACLD CSPH cACLD Escrutinio S Alcohol
Varices S NASH sin
obesidad
Figura 22–1. “Regla de los cinco” según la medición de la rigidez hepática mediante
elastografía. cACLD: enfermedad hepática crónica avanzada compensada; CSPH:
hipertensión portal clínicamente significativa; NASH: esteatohepatitis no alcohólica.
Actualidades aprendidas en Baveno VII 217
Las estatinas han demostrado usos potenciales en la historia natural de los pacien-
tes con enfermedad hepática crónica debido a sus efectos pleiotrópicos, que in-
cluyen la capacidad de disminución de la presión portal sin compromiso hemodi-
námico sistémico.9 El consenso Baveno VII recomienda su uso en caso de estar
indicado y valorar la etapa de la enfermedad, ya que en etapas avanzadas —como
una puntuación Child–Pugh C— se debe valorar una conducta más restrictiva al
no mostrarse beneficios en este sentido.
En los pacientes con cirrosis hepática de tipo Child–Pugh B y C la dosis de
simvastatina es de 20 mg/día máximo, y se debe monitorear la toxicidad hepática
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
o muscular.
Existen otras terapias farmacológicas estudiadas para el tratamiento y la profi-
laxis, las cuales deben ser valoradas en el contexto de aparición de las principales
descompensaciones.
La administración de albúmina a largo plazo requiere estudios de evidencia;
sin embargo, su uso establecido es por cortos periodos y sus indicaciones son:
CONCLUSIONES
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222 Hepatología clínica (Capítulo 22)
23
Sarcopenia en el paciente con cirrosis:
importancia de identificarla y tratarla
Óscar Morales Gutiérrez
PUNTOS CLAVE
S Todos los pacientes con cirrosis deberían ser evaluados para escrutinio de
fragilidad y sarcopenia de forma basal con una prueba estandarizada.
S El índice de músculo esquelético (SMI) evaluado por tomografía axial
computarizada (TAC) es el método más consistente y reproducible hasta el
momento para cuantificación de masa muscular en pacientes con cirrosis;
sin embargo, no se recomienda su uso rutinario a menos que se realice como
parte del abordaje integral.
S La frecuencia de evaluación con pruebas estandarizadas para fragilidad y
sarcopenia debería ser anualmente en cirrosis compensada y a los 3, 6 y 12
meses en descompensación.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
223
224 Hepatología clínica (Capítulo 23)
INTRODUCCIÓN
FACTORES PREDISPONENTES DE
SARCOPENIA EN EL PACIENTE CON CIRROSIS
INSTRUMENTOS DE EVALUACIÓN
DE FRAGILIDAD Y SARCOPENIA
seccional
BIA33–35 Seguro, rápido, Parámetros es- Descompensa- Retención hídri-
accesible, repeti- trictos de ingesta ción hepática, ca puede impac-
ble nutricional y ejer- mortalidad pre- tar la fiabilidad.
cicio previo, difí- trasplante Ángulo de fase
cil en pacientes muestra buena
obesos fiabilidad en re-
tención hídrica
TAC8,36–38 Exacta y confia- Exposición a ra- Mortalidad en lis- Estándar de oro.
ble, mide canti- diación, poca ta de espera, Determinación
dad y calidad disponibilidad, postrasplante, de área total del
muscular, alto ni- puntos de corte descompensa- psoas, índice
vel de entrena- variables, baja ción, calidad de psoas, SMI, ate-
miento para in- repetibilidad vida nuación total de
terpretar músculo esque-
lético
228 Hepatología clínica (Capítulo 23)
ABORDAJE DE MALNUTRICIÓN Y
SARCOPENIA EN LA PRÁCTICA CLÍNICA
Abordaje nutricional
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Malnutrición y abordaje en el
paciente con cirrosis hepática
Sophía Eugenia Martínez Vázquez
FRECUENCIA DE LA MALNUTRICIÓN,
LA SARCOPENIA Y LA FRAGILIDAD
En el mundo
En México
235
236 Hepatología clínica (Capítulo 24)
DIAGNÓSTICO
Herramientas de tamizaje
Como se describió, para tener un mejor acercamiento a la descripción del estado
nutricional se han empleado herramientas de tamizaje nutricional en las que se
evalúan los cambios en el peso corporal, la ingestión de alimentos, la presencia
de síntomas gastrointestinales, la repercusión en su funcionalidad y autonomía,
los cambios visibles en las reservas musculares y la grasa del cuerpo, así como
en la fuga de líquidos al tercer espacio. En el cuadro 24–1 se describen las herra-
mientas de tamizaje que se han usado para evaluar el estado de nutrición de los
pacientes con cirrosis hepática en diversos estudios y en el ámbito clínico. Sin
embargo, la del Royal Free Hospital–Global Assessment (RFH–GA) es la que ha
mostrado mayor capacidad para identificar la desnutrición en los pacientes con
cirrosis hepática.7 En la figura 24–1 se puede observar el algoritmo de aplicación
de dicha herramienta.
Es preciso hacer una anotación acerca del uso de las herramientas de cribado,
ya que pudieran servir para realizar una evaluación más detallada, como lo sugie-
re la European Association for the Study of the Liver, así que con una puntuación
por arriba de 1 en cualquiera de las herramientas descritas se sugiere emplear la
RFH–GA, descrita en la figura 24–1, acompañada de una evaluación dietética
detallada.3 Con la puntuación al final se puede establecer la temporalidad para
vigilar el estado de nutrición, lo que permite instaurar un plan de atención nutri-
cional a partir de la obtención de una evaluación detallada, como se describe en
el siguiente apartado.
tas de la nutrición, cuyas siglas contienen los elementos suficientes para estable-
cer el plan de atención nutricional. Así, la P significa “problema”, que es la identi-
ficación del asunto a resolver, lo que el profesional ha detectado como indicador
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
1. El estado de nutrición.
2. La sarcopenia.
3. La fragilidad.
Tamizaje del estado nutricional en los pacientes con enfermedad hepática crónica
Paso 1
No (0 puntos)
Paso 2
No (0 puntos) Paciente con sobrecarga hídrica Sí (6 puntos)
Figura 24–1. Algoritmo de aplicación del Royal Free Hospital Global Assessment para
el tamizaje. Adaptado de las referencias 3 y 7.
para poder obtener la evaluación de los otros dos aspectos, en el entendido de que
la sarcopenia se define como la pérdida de masa muscular y la fragilidad como
la disminución de la función física. Todavía no hay un consenso acerca de las for-
mas de diagnóstico en este grupo,1 lo cual no significa que no se deban realizar
la dinamometría o las pruebas de movilidad, como las repeticiones de parado–
sentado o el tiempo de marcha de una distancia determinada. Lo que se ha vuelto
crucial es la evaluación de la sarcopenia y de la fragilidad en este grupo de pacien-
tes, debido a la cercanía entre ellos y a la repercusión que puedan tener en el curso
de la enfermedad, la cual parece ser mayor en la calidad de vida secundaria a la
falta de independencia.2 En cuanto a la calidad de vida, es necesario reconocer
que los cuidadores informales constituyen una población blanco, debido a que,
si ellos se encuentran bien, sus pacientes también lo estarán,10,11 por lo que se su-
giere evaluarlos eventualmente y crear grupos de apoyo. Para cerrar este párrafo,
se proporciona un ejemplo de diagnóstico tipo PES, en el que el problema es in-
Malnutrición y abordaje en el paciente con cirrosis hepática 239
gestión proteica disminuida, la etiología es alteración del gusto por probable defi-
ciencia de zinc y el sustento es sabor metálico o simple al consumir carnes rojas
o blancas de acuerdo con el registro de alimentos.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
TRATAMIENTO
Energía
Aunque existen pocos estudios que han evaluado el gasto energético en esta en-
fermedad, se ha propuesto que la cantidad de energía que debiera proporcionar
un plan de atención nutricional es de alrededor de 35 kcal/kg de peso corporal,
sobre todo considerando el peso ideal o peso seco, es decir, sin la presencia de
edema o ascitis. No existe hasta el momento una fórmula válida para estimar el
peso seco en esta población, por lo que se sugiere usar la estimación del peso ideal
incluso con ligero sobrepeso.
240 Hepatología clínica (Capítulo 24)
Tomado de referencia 1.
Proteínas
hasta ahora que indiquen que se tenga que restringir la proteína de la dieta. El uso
de aminoácidos de cadena ramificada a razón de 0.25 g/kg de peso/día ha tenido
resultados consistentes en diversas investigaciones acerca de su efecto en la ence-
falopatía hepática aunque no en el estado nutricional, por lo que se sugiere su uso
solamente en esas condiciones.1,3,7 En el cuadro 24–3 se resumen los requeri-
mientos nutricionales que deben ser cubiertos en estos pacientes.
Ejercicio
Se ha convertido en parte de las estrategias más importantes no sólo por los bene-
ficios conocidos sobre el desempeño físico, sino también porque se ha encontra-
do una fuerte asociación con la disminución de masa muscular así como con la
recuperación de ésta en situaciones agudas en las que se ha sacrificado. La evi-
dencia señala que la práctica cotidiana y constante de cualquier tipo de ejercicio
sistemático es coyuntural en el tratamiento de la cirrosis, y hasta el momento la
recomendación es que sea del tipo que cada persona decida mientras no aumente
la probabilidad de sangrado por presión de la cavidad abdominal.1,7
CONCLUSIÓN
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25
Enfermedad metabólica ósea
en la cirrosis hepática
Romelia Barba Bernal, Leandro Sierra, Daniela Goyes,
Bryan Ferrigno, Vilas Patwardhan, Alan Bonder
RESUMEN
INTRODUCCIÓN
243
244 Hepatología clínica (Capítulo 25)
tica” es usado para referirse a todas las complicaciones del metabolismo óseo que
pueden afectar a los pacientes con enfermedad hepática crónica. Esto incluye os-
teomalacia o disminución de la mineralización ósea, y osteoporosis o reducción
de la masa ósea.2 Anteriormente se consideraba que la osteomalacia era común
en los pacientes con colangitis biliar primaria (CBP) debido a la malabsorción de
vitamina D. Sin embargo, los estudios recientes han demostrado que la osteoma-
lacia resulta poco frecuente en los pacientes con CBP y enfermedad hepática cró-
nica en general.3
La prevalencia de osteoporosis en los pacientes con enfermedad hepática cró-
nica varía dependiendo de la etiología y el grado de enfermedad. Sin embargo,
se considera que la prevalencia va de 10 a 40%, que es mucho más alta que en la
población en general. Por otro lado, la prevalencia de fracturas varía de 6 a 16%.2
En los pacientes con enfermedad hepática crónica y osteoporosis la mortalidad
prequirúrgica llega a ser de cerca de 60% en los que son sometidos a artroplastia
de cadera.4 Esto es sólo un ejemplo de por qué los pacientes que padecen enfer-
medad hepática crónica se beneficiarían de un diagnóstico y un tratamiento opor-
tunos. En esta guía se describen la fisiopatología, el manejo y el tratamiento de
los pacientes con enfermedad hepática crónica y osteoporosis concomitante.
FISIOPATOLOGÍA
Osteoclasto
Precursor de activado
osteoclasto
RANKL
soluble
RANKL
Osteoprotegerina
RANKL
TNF–a
IL–6
Osteoblasto
Reabsorción
ósea
DIAGNÓSTICO Y CONTROL
PREVENCIÓN
Las medidas generales para prevenir la pérdida ósea incluyen suspensión del al-
coholismo y el tabaquismo, ejercicios regulares con pesas y fortalecimiento mus-
cular, evaluación de los factores de riesgo de caídas, evitación de los fármacos
que tengan un impacto negativo en el metabolismo óseo y una dieta equilibrada
que asegure adecuados niveles de calcio y vitamina D.32,33
La deficiencia de vitamina D es común en los pacientes con enfermedades he-
páticas, con tasas de hasta 92%; hasta un tercio de estos pacientes sufren una defi-
ciencia grave.34 Debido al alto riesgo de déficit de vitamina D los pacientes con
cirrosis hepática requieren asesoramiento nutricional además de suplementos de
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
vitamina D y calcio.35
En un ensayo clínico se administró calcitriol (0.5/mg dos veces al día) a 38
pacientes con cirrosis durante 12 meses, y se demostró que la suplementación era
el único factor relacionado con el aumento de la DMO.36 En los estudios de pa-
cientes con CBP no se ha mostrado elevación de la DMO ni reducción del riesgo
de fracturas.37–39 Sin embargo, considerando la inocuidad de estos medicamento-
s, que tienen un perfil de seguridad aceptable, y el riesgo incrementado de defi-
ciencia de vitamina D en los pacientes con cirrosis, se recomienda la ingesta su-
plementaria de calcio elemental y vitamina D (calcitriol) a razón de 1 000 a 1 200
mg y de 400 a 800 UI, respectivamente.40 Se puede considerar una dosis mayor
en los pacientes cuya etiología sea la CBP, en quienes se recomienda la suplemen-
tación diaria con calcio y vitamina D en dosis de 1 500 mg y 1 000 UI, respectiva-
mente.39,41
248 Hepatología clínica (Capítulo 25)
TRATAMIENTO DE LA OSTEOPOROSIS
Bifosfonatos
Los bifosfonatos son los medicamentos más utilizados para tratar la osteoporo-
sis, y su uso podría ser el más apropiado para manejar poblaciones con cirrosis
hepática y alto riesgo de fracturas.45 Los bifosfonatos disminuyen la resorción
ósea, aumentan la DMO y reducen el riesgo de fracturas en las pacientes posme-
nopáusicas con osteoporosis. La familia de los bifosfonatos incluye etidronato,
alendronato, risedronato, pamidronato, ibandronato y ácido zoledrónico. La vía
y la dosificación pueden incluir dosis semanal de agentes orales (alendronato o
risedronato) o dosis mensual de bifosfonatos intravenosos (pamidronato o iban-
dronato).40 La efectividad de los bifosfonatos en el paciente con cirrosis hepática
es inconclusa debido a la escasez de estudios; gran parte de los estudios disponi-
bles fueron realizados en pacientes con CBP.46–48
Los estudios acerca del uso del etidronato en pacientes con CBP no demostra-
ron ser efectivos en la prevención del riesgo de fractura y la mejora de la
DMO.48,49 En el caso del uso del alendronato se demostraron resultados promete-
dores. Con una dosis de 70 mg semanales se demostró eficacia en el aumento de
la DMO y un mayor poder antirresortivo que el etidronato en pacientes con CPB;
asimismo, se mostró una menor incidencia de efectos adversos.50 Los ensayos
clínicos que compararon el uso de alendronato semanal con el de ibandronato en
dosis de 150 mg mensuales no mostraron diferencia significativa en los cambios
en la DMO y la incidencia de fracturas; ambos mostraron una eficacia similar en
la mejora de la DMO, pero hubo una mayor adherencia al tratamiento entre los
pacientes del grupo de ibandronato mensual, en quienes no se registraron efectos
adversos relacionados con la función hepática y el tracto gastrointestinal.51 Los
estudios previos demostraron que los agentes orales o intravenosos pueden mejo-
rar la DMO en los pacientes con cirrosis hepática después del trasplante hepático,
pero carecen de datos concluyentes sobre los efectos en la prevención de fracturas
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Laboratorios:
Corregir la ascitis en S Niveles de 25–OH–vitamina D
caso de que se presente S Calcio sérico
Suplementar vitamina D S Fósforo
en caso de deficiencia S Osteocalcina
S Hormona paratiroidea
Examen físico
Radiografía lateral de columna dorsal y lumbar
Paciente en
manejo
inmunosupresor o
con corticoides de
alta potencia
Repetir la Repetir la
densitometría densitometría
en un año en tres años
CONCLUSIÓN
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
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256 Hepatología clínica (Capítulo 25)
26
Coagulación en los pacientes con
cirrosis. ¿Qué hay de nuevo?
Nicolás M. Intagliata
INTRODUCCIÓN A LA HEMOSTASIA
EN EL PACIENTE CON CIRROSIS
mas clínicos y proporcionarle a los clínicos una guía adecuada para el manejo de
asuntos relacionados con el sangrado y la trombosis en los pacientes con cirrosis
(cuadro 26–1).2–5 Aquí se discuten las situaciones clínicas comunes que se pue-
den presentar, con un enfoque particular en el sangrado relacionado con la hiper-
tensión no portal, así como en la prevención y el tratamiento de la trombosis.
257
258 Hepatología clínica (Capítulo 26)
El sangrado en los pacientes con cirrosis puede ser descrito de manera general
como sangrado relacionado con la hipertensión portal (p. ej., varices esofágicas)
o como sangrado asociado a la hipertensión no portal (p. ej., provocado o espon-
táneo). Aunque el sangrado hipertensivo portal ya se encuentra bien documenta-
do y generalmente es tratado con medicamentos que reducen la presión portal,
hay otras formas de sangrado relacionado con la insuficiencia hemostática en los
pacientes con cirrosis que siguen siendo enigmáticas y poco estudiadas.
El paradigma reequilibrado de la hemostasia descrito arriba se encuentra fir-
memente establecido; sin embargo, son controversiales los acercamientos a la
predicción y la prevención del sangrado de manera previa a los procedimientos,
al igual que el uso de profilaxis de sangrado previa a un procedimiento.
Algunos ensayos aleatorizados controlados recientes han estudiado el uso de
los protocolos de las pruebas viscoelásticas (p. ej., tromboelastografía y tromboe-
lastometría rotacional) antes de los procedimientos para dirigir el uso de la profi-
laxis, en comparación con las pruebas de coagulación tradicionales.6–8 Estos es-
tudios muestran una reducción clara del uso de profilaxis antes del procedimiento
y demuestran la poca frecuencia del sangrado relacionado con el procedimiento
en los pacientes con cirrosis.2 Los agonistas de trombopoyetina están aprobados
en los pacientes con cirrosis y trombocitopenia grave antes de los procedimien-
tos. Algunos ensayos aleatorizados controlados han demostrado que los agonis-
tas de la trombopoyetina son efectivos para incrementar el recuento plaqueta-
rio,9,10 pero debido a que esos estudios no tienen grupos de control que no reciban
la profilaxis no está claro si se requiere una corrección del recuento plaquetario
antes del procedimiento o si esto reduce el riesgo de sangrado. Por lo tanto, los
lineamientos ahora desalientan las pruebas con protocolos de laboratorio antes
de los procedimientos para averiguar la viabilidad del uso de profilaxis en la ma-
yoría de las situaciones clínicas. Hoy se reconoce que otros factores, como las
lesiones renales agudas y la insuficiencia hepática crónica en fase aguda, pueden
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
está indicado en los pacientes de alto riesgo identificados con los modelos
de evaluación de riesgo.
S La fibrilación auricular es común en los pacientes con cirrosis. Los datos
apoyan el uso de anticoagulantes orales directos (ACOD) en lugar de los
antagonistas de la vitamina K (AVK) en los pacientes con cirrosis bien com-
pensada (puntuación de Child–Turcotte–Pugh).
S La trombosis de la vena porta ocurre de manera común en los pacientes con
cirrosis e hipertensión portal. La incidencia aumenta en los pacientes con
cirrosis más avanzada con hipertensión portal en deterioro.
S La trombosis de la vena porta se puede recanalizar de manera espontánea
en aproximadamente 21 a 42% de los casos sin terapia alguna.
S La administración de anticoagulantes es segura y efectiva, ya que promueve
la recanalización de la vena porta y es probable que mejore los resultados
tras el trasplante de hígado. El beneficio neto en los pacientes sin trasplante
hepático es menos claro; sin embargo, hay información que sugiere una re-
ducción de la hipertensión portal y del sangrado de las varices esofágicas.
Los pacientes con cirrosis corren el riesgo de desarrollar trombosis cuando el sis-
tema hemostático es trastornado hacia un perfil hipercoagulable y tienen peores
resultados cuando desarrollan TVE.11,12 Los pacientes con cirrosis tienen nume-
rosos factores de riesgo de TVE, incluyendo hospitalizaciones frecuentes, inmo-
vilidad, malignidad y una frecuencia elevada de cuidados críticos. La trombosis
de la vena porta es mucho más común en los pacientes con cirrosis que en los que
no la padecen, y el causante subyacente principal de este riesgo es probablemente
un flujo sanguíneo portal lento, causado por hipertensión portal en progreso.2,13
Debido al aumento del reconocimiento de la incidencia de TVE y de trombosis
de la vena porta (TVP) en los pacientes con cirrosis, el entendimiento de la pre-
vención y el tratamiento con anticoagulantes ha mejorado. Adicionalmente, gra-
cias al desarrollo de nuevos anticoagulantes con frecuencia son tratados los pa-
cientes con cirrosis y fibrilación auricular, y la información obtenida de esos
estudios muestra una seguridad y una eficacia relativas en la cirrosis compen-
sada.2 La combinación del aumento del reconocimiento del riesgo de trombosis
en los pacientes con cirrosis y la gran cantidad de coagulantes orales disponibles
han producido un interés significativo en el papel de los anticoagulantes en la pre-
vención y el tratamiento del TVE en esta población única.
filaxis para TVE médica para prevenir el TVE en los pacientes médicos hospitali-
zados que corren un alto riesgo de desarrollarla.14 Aunque los pacientes con cirro-
sis son excluidos de estos estudios, la evidencia existente en las poblaciones base
más pequeñas ha demostrado que es seguro el uso de anticoagulantes en los pa-
cientes con cirrosis que están hospitalizados.15–17 Un gran estudio de cohorte re-
trospectivo demostró que la profilaxis de TVE con heparina no fraccionada y he-
parina de bajo peso molecular (HBPM) era segura y conllevaba un bajo riesgo
de sangrado.16 Un estudio sistemático reciente evaluó la profilaxis del TVE en
los pacientes con cirrosis hospitalizados y determinó que la certeza general de la
evidencia era muy baja y que no hay información clara disponible para determi-
nar si esta práctica es efectiva en la prevención del TVE. Por el contrario, la extra-
polación en los ensayos aleatorizados prospectivos, grandes y controlados en la
población médica general demuestra una eficacia general en los pacientes que co-
rren un alto riesgo de desarrollar TVE. A pesar de la falta de evidencias fuertes
de los beneficios y los detrimentos en esta área, los expertos reconocen la necesi-
dad actual de contar con lineamientos clínicos estándar para los pacientes con ci-
rrosis que están hospitalizados. Ahora se recomienda la administración de profi-
laxis de TVE en los pacientes con cirrosis con alto riesgo de desarrollarla.3–5 Los
modelos de evaluación de riesgos, como la escala predictiva de Padua y el puntaje
IMPROVE, han sido desarrollados para evaluar el riesgo general y para seleccio-
nar a los pacientes que podrían beneficiarse del uso de anticoagulantes.18 Estos
modelos de evaluación de riesgo han sido estudiados en pequeñas poblaciones
base de pacientes con enfermedad hepática15,19 y las recomendaciones actuales,
según los lineamientos, apoyan el uso de modelos de evaluación de riesgo para
asistir la toma de decisiones clínicas en los pacientes con cirrosis que son admiti-
dos en el hospital.5
La fibrilación auricular está asociada a un riesgo incrementado de sufrir un
derrame embólico. Los pacientes con una elevada probabilidad de derrame gene-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
Durante los últimos años varios estudios han examinado la TVP en los pacientes
con cirrosis, gracias a lo cual el entendimiento de ella ha mejorado.13 No obstante,
sigue habiendo brechas significativas en el conocimiento de este campo, ya que
la literatura disponible es limitada y está compuesta principalmente por estudios
retrospectivos con un alto riesgo de sesgo. La base de la controversia de la TVP
y la cirrosis es un entendimiento incompleto del efecto que tiene la TVP en los
resultados clínicos y la mortalidad de los pacientes, en particular en el contexto
del trasplante hepático. La información disponible sugiere que los resultados del
trasplante hepático sufren un impacto negativo por la presencia de TVP en el mo-
mento del trasplante (en especial con TVP avanzada), por lo que se ha recomen-
dado hacer un esfuerzo para recanalizar el sistema venoso portal antes del tras-
plante de hígado.26,27 Fuera del contexto del trasplante hepático la información
es aún menos clara. Un ensayo aleatorizado controlado en los pacientes con cirro-
sis sin TVP asignó de manera aleatorizada un tratamiento profiláctico, HBPM o
ningún tratamiento, y llevó a cabo un monitoreo con el paso del tiempo.28 El gru-
po que recibió HBPM tuvo una incidencia significativamente menor de TVP, me-
nos riesgo de descompensación hepática y en general una mejoría en la supervi-
vencia. Este hallazgo generó mucha emoción y ha sido ofrecido como evidencia
indirecta del beneficio del tratamiento de la TVP con anticoagulantes. No obstan-
te, otros investigadores han demostrado que el desarrollo de TVP es probable-
mente el resultado del avance de la hipertensión portal y no por fuerza representa
un riesgo en sí.29
La tasa de incidencia acumulativa de TVP en los pacientes con cirrosis es de
11%, pero depende de las características de la cohorte de la población muestrea-
da. Los pacientes con cirrosis más avanzada e hipertensión portal corren un ries-
go más elevado de desarrollar TVP. Hay múltiples factores de riesgo que han sido
asociados al desarrollo de TVP en los pacientes con cirrosis; sin embargo, la
información reciente sugiere que el factor de riesgo más grande es una enferme-
dad hepática más avanzada así como una velocidad disminuida de la vena porta.30
A pesar de que los pacientes con cirrosis generalmente son sometidos a estudios
de imagen diagnósticos de carcinoma hepatocelular al menos cada seis meses, no
Coagulación en los pacientes con cirrosis. ¿Qué hay de nuevo? 263
hay ningún beneficio claro de hacer una prueba diagnóstica en búsqueda de TVP.2
Cuando se encuentra en una imagen de ultrasonido se recomienda hacer una veri-
ficación con imágenes de sección transversal para determinar la extensión y el
grado de TVP en el punto de referencia.3 Un análisis reciente examinó el trata-
miento de la TVP en esta población, en comparación con los grupos control, y
demostró una tasa de 21% de recanalización espontánea sin tratamiento.2 Otros
estudios han indicado tasas potencialmente mayores de recanalización espontá-
nea.31
Es importante considerar este fenómeno antes de iniciar la terapia y reconocer
que los estudios retrospectivos previos no tomaron esto en cuenta al diseñar el
estudio. Por lo tanto, los ensayos aleatorizados controlados y prospectivos futu-
ros deberían ser llevados a cabo en esta área para tener un mejor entendimiento
de los pacientes que pueden requerir terapia y de los que pueden únicamente estar
en observación.
Numerosos estudios han demostrado tasas mejoradas de recanalización en los
pacientes con cirrosis y TVP que reciben tratamiento con anticoagulantes tradi-
cionales, tales como AVK y HBPM.31 Al analizar únicamente los estudios con
tratamiento y comparar los grupos, esa revisión sistemática encontró una propor-
ción de riesgo de 2.27 (intervalo de confianza [IC] 95% de 1.72 a 2.98), favore-
ciendo los anticoagulantes para promover la recanalización de la vena porta.
Cabe destacar que las proporciones generales de sangrado son similares en estos
estudios (riesgo relativo 0.86; IC 95% de 0.45 a 1.63). Parte de la explicación para
estas proporciones similares de sangrado entre los pacientes tratados con anticoa-
gulantes y los que no lo son es una reducción significativa del sangrado varicoso
esofágico en el grupo tratado con anticoagulantes (riesgo relativo 0.34; IC 95%
de 0.15 a 0.75). Es necesario estudiar más esto mediante ensayos aleatorizados
controlados para determinar si esta observación es secundaria al sesgo por la se-
lección de los pacientes o está fundamentada en los cambios fisiológicos subya-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
centes.
Desde la llegada de los ACOD las opciones de anticoagulantes han aumentado
de manera significativa. Los pacientes con cirrosis fueron excluidos de los estu-
dios acerca de los ACOD en la población médica general, por lo que fue esencial
depender de estudios pequeños previos.32,33 Algunos estudios traslacionales pre-
vios indicaron que la potencia general de los ACOD puede diferir en los pacientes
con enfermedad hepática compensada o descompensada.34,35 Un estudio retros-
pectivo previo comparó a los pacientes con cirrosis que recibieron tratamiento
con ACOD para una variedad de condiciones, incluyendo TVP, con los pacientes
tratados con anticoagulantes tradicionales.33 Se reportaron proporciones simila-
res de sangrado general significativo y mínimo entre los grupos. Desde entonces
los ACOD han sido utilizados con más frecuencia en los pacientes con cirrosis,
en especial para el tratamiento de la TVP. Un metaanálisis agrupado examinó es-
264 Hepatología clínica (Capítulo 26)
tudios que incluyeron pacientes que recibieron tratamiento con ACOD y agentes
tradicionales, y encontró que en general había proporciones menores de sangrado
significativo y sangrado en general en los pacientes que recibieron tratamiento
con ACOD, en comparación con los agentes tradicionales.36 Un estudio reciente
examinó a 40 pacientes con TVP y cirrosis tratados con ACOD que coincidieron
con un grupo control, y encontró un aumento significativo de las tasas de recana-
lización.37 Los ensayos prospectivos también han sido llevados a cabo en los pa-
cientes con cirrosis y TVP tratados con ACOD, y se han encontrado bajas tasas
de sangrado en general.38,39 Otra característica atractiva de los ACOD es la dispo-
nibilidad de agentes de reversión de acción directa para la inversión de emergen-
cia del proceso de anticoagulación. Un reporte del uso exitoso de idarucizumab
para revertir el dabigatrán en un paciente que después fue sometido a un trasplan-
te hepático ofrece posibles situaciones futuras para utilizar los ACOD en pacien-
tes en lista de espera para trasplante de hígado.40
En conjunto, los estudios recientes acerca de los ACOD y el tratamiento de la
TVP son prometedores y ofrecen a los clínicos más opciones terapéuticas para
esta población de pacientes. No obstante, como se mencionó, el riesgo de TVP
aumenta con una enfermedad más avanzada, y la experiencia en cuanto a la segu-
ridad del uso de ACOD en la cirrosis más avanzada es muy escasa. Los estudios
previos sugieren que las tasas de sangrado son mayores con los ACOD al tratar
una cirrosis más avanzada, y se aconseja ser cuidadosos con su uso en esta pobla-
ción.25 Se debe prestar particular atención a las comorbilidades, como la enfer-
medad renal, puesto que son importantes al seleccionar el anticoagulante; a
menudo resulta útil consultar con el área de farmacia y el departamento de hema-
tología. Los estudios prospectivos futuros realizados adecuadamente deberían
permitir un mayor entendimiento de la seguridad y la eficacia de los ACOD para
el tratamiento de la TVP en los pacientes con cirrosis. Las recomendaciones
actuales de los lineamientos apoyan el uso de anticoagulantes en el tratamiento
de la TVP y sugieren un acercamiento individualizado a todos los pacientes al
seleccionar terapias específicas.
CONCLUSIONES
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
PUNTOS CLAVE
INTRODUCCIÓN
269
270 Hepatología clínica (Capítulo 27)
sis. Es una patología poco frecuente, cuya prevalencia depende de la región geo-
gráfica, con predominio en los países asiáticos o en vías de desarrollo. Las enfer-
medades asociadas a la HPNC no necesariamente comparten factores de riesgo
o presentación clínica, por lo que actualmente los mecanismos que conducen al
desarrollo de HPNC y su historia natural son poco claros. El diagnóstico se rea-
liza de manera incidental, y se debe mantener un alto índice de sospecha para
HPNC en enfermedades asociadas, especialmente cuando el curso es complicado
o cuando la respuesta al tratamiento es subóptima; la mayoría de las causas no
generan deterioro progresivo de la función hepática y la sobrevida de las compli-
caciones asociadas a la hipertensión portal (HP) es mejor tolerada, en compara-
ción con los pacientes con cirrosis e HP.
Actualmente no existen pruebas de diagnóstico precisas ni un sistema de esta-
dificación para determinar la gravedad de la enfermedad o predecir los desenla-
ces clínicos. La utilidad del gradiente de presión venoso hepático (GPVH) es
limitada para las causas presinusoidales de la HP. El manejo de la HPNC debe
centrarse en la enfermedad subyacente y el tratamiento de las complicaciones
secundarias a HP.1
EPIDEMIOLOGÍA
FISIOPATOLOGÍA
tal (PP) son el flujo sanguíneo y la resistencia vascular, por lo que la HP resulta
de un aumento de la resistencia vascular o las alteraciones del flujo en el sistema
portal. La HP se diagnostica cuando existe elevación de la presión en el sistema
portal mayor de 5 mmHg; cuando hay una condición que incrementa la resisten-
cia vascular portal se presenta un aumento de la PP, con la consiguiente vasodila-
tación esplácnica compensatoria que agrava el aumento de la presión.
Las enfermedades que condicionan HPNC se clasifican anatómicamente, de
acuerdo con el sitio en el que originan resistencia al flujo, en prehepáticas, hepáti-
cas y poshepáticas; las causas hepáticas se clasifican en presinusoidales, sinusoi-
dales y postsinusoidales (cuadro 27–1). La HP sinusoidal secundaria a cirrosis
es la causa más común en los adultos, y se asocia a un aumento de las transamina-
sas y disfunción hepática (coagulopatía, hipoalbuminemia); la HPNC se presenta
principalmente con datos indirectos, como esplenomegalia, hemorragia por vari-
ces y trombocitopenia. En los pacientes con cirrosis la hemorragia varicosa re-
presenta mayor riesgo de descompensación a dos años y un aumento de la morta-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ABORDAJE DIAGNÓSTICO
una vía común final de un espectro de enfermedades, algunas de las cuales son
extremadamente raras y no necesariamente comparten factores de riesgo o pre-
sentaciones clínicas; en algunos casos las manifestaciones de otra enfermedad
subyacente pueden enmascarar las secuelas conocidas de la HP, especialmente
en las primeras etapas del desarrollo de la HPNC.
En tercer lugar, un desafío importante para el diagnóstico de HPNC se debe
a la ausencia de pruebas no invasivas confiables; los niveles de enzimas hepáticas
y bilirrubina pueden variar, pero los marcadores de síntesis hepática general-
mente se conservan hasta la etapa final y el diagnóstico se puede perder —incluso
si se obtiene la histología—, ya que no todas las formas de HPNC pueden ser
diagnosticadas con la tinción histológica de rutina en muestras de biopsia hepá-
tica.
En consecuencia, la mayoría de los pacientes con HPNC son diagnosticados
en etapas avanzadas con signos clínicos evidentes.6
El diagnóstico de HPNC es principalmente clínico: presentación con caracte-
rísticas de HP sin ninguna evidencia de disfunción hepática. La permeabilidad
de las venas hepáticas y porta es necesaria para el diagnóstico de HPNC.
Clínica
La HPNC es una enfermedad de las personas jóvenes de mediana edad, las pre-
sentaciones más frecuentes son episodios bien tolerados de hemorragia varicosa,
esplenomegalia y anemia de larga duración; la PP no se correlaciona con la inci-
dencia o la gravedad del sangrado. El hiperesplenismo suele estar presente, y la
ascitis se desarrolla en 10 a 34% de los casos de HPNC, generalmente después
de un episodio hemorrágico, y está relacionada con la hipoalbuminemia y la dura-
ción prolongada de la HP, con el consecuente deterioro progresivo de las funcio-
nes hepáticas.
En el examen clínico la esplenomegalia se presenta de moderada a masiva;
mientras que el hígado puede ser normal, los estigmas periféricos de la enferme-
dad hepática crónica están ausentes. La ictericia y la encefalopatía hepática son
raras (2%) en la HPNC.7
Bioquímica
Imagen
Hemodinamia
Endoscopia
los pacientes con cirrosis, las varices esofágicas suelen ser grandes (90 vs. 70%),
pero las varices gastroesofágicas (GOV1 y GOV2) son más frecuentes (de 31 a
44 vs. 22%). La gastropatía hipertensiva portal es menos frecuente, y las varices
ectópicas duodenales o anorrectales son más grandes y frecuentes (89 vs. 56%).10
Histología
TRATAMIENTO
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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28
Control de la diabetes mellitus
en la hepatopatía crónica
Alfredo Servín Caamaño, María de Fátima Higuera de la Tijera
PUNTOS CLAVE
S La diabetes mellitus (DM) es una enfermedad crónica con una alta preva-
lencia mundial. En México se calcula que su prevalencia es mayor de 12%
de la población general, por lo que la coexistencia con hepatopatía crónica
es un hallazgo frecuente en la práctica clínica.
S En la actualidad se enfrenta un punto de desencuentro en el momento de de-
cidir las metas terapéuticas de control de estos pacientes.
S Existen varios puntos relacionados con la comorbilidad y la individualiza-
ción de estos pacientes que deben ser valorados para elegir los fármacos
adecuados para tratar la patología metabólica.
S Existen una cantidad limitada de fármacos utilizados para la DM con estu-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
INTRODUCCIÓN
277
278 Hepatología clínica (Capítulo 28)
CONSIDERACIONES FISIOPATOLÓGICAS
QUE INFLUYEN EN EL CONTROL
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
En los pacientes con MAFLD las guías internacionales más recientes de práctica
282 Hepatología clínica (Capítulo 28)
clínica recomiendan brindar un manejo integral, que debe incluir el control de co-
morbilidades como la DM, la obesidad, la hipertensión y la dislipidemia aterogé-
nica. Esta estrategia es crucial para prevenir las complicaciones cardiovasculares
y para evitar la progresión de la enfermedad hepática. Se recomienda estratificar
a los pacientes por grupos de riesgo con base en el grado de fibrosis, lo cual permi-
tirá guiar las estrategias terapéuticas y las metas de control en ellos.13 Para el con-
trol de la DM en personas con MAFLD se sugieren los agentes con una acción
demostrada en la mejoría histológica de la EHNA, como la pioglitazona, que pue-
de ser buena opción; esta decisión se basa en el estudio PIVENS, en el que se de-
mostró que en dosis de 30 mg al día hubo reducción en cuanto al grado de esteato-
sis e inflamación lobular.14
Adicionalmente, favorecer la pérdida de peso suele ser un objetivo importante
en los pacientes con MAFLD, por lo que los análogos de péptido similar al gluca-
gón tipo 1 son una excelente alternativa. Un pequeño estudio piloto demostró que
la liraglutida en dosis de 1.8 mg al día fue en general segura en pacientes con
EHNA y obesidad, logrando en 39% de ellos la resolución de la EHNA vs. 9%
de pacientes del grupo placebo; además, sólo 9% de los que recibieron liraglutida
tuvieron progresión del grado de fibrosis, en comparación con 36% de los que
recibieron placebo.15 Un reciente ensayo clínico doble ciego fase 2 demostró que
la semaglutida administrada en dosis de 0.4 mg diarios logró la resolución de la
EHNA en 59% de los pacientes, en comparación con 17% en el grupo de placebo,
aunque no hubo diferencia en cuanto a la mejoría del grado de fibrosis. Asimis-
mo, los pacientes que recibieron semaglutida perdieron más peso que los del gru-
po de placebo (13 vs. 1%, respectivamente).16
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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284 Hepatología clínica (Capítulo 28)
29
Usos establecidos y usos potenciales
de la albúmina en cirrosis
Valeria Ailyn Cortés Mollinedo, Graciela Elia Castro Narro,
Aldo Torre Delgadillo
INTRODUCCIÓN
men, lesión renal aguda (LRA), síndrome hepatorrenal (SHR) y peritonitis bacte-
riana espontánea (PBE). Actualmente se evalúan nuevos usos de la albúmina en
pacientes descompensados, hospitalizados, postrasplante hepático (TH), otras
infecciones diferentes de PBE, hiponatremia y encefalopatía hepática (EH).1
285
286 Hepatología clínica (Capítulo 29)
Albúmina humana
La albúmina humana es una proteína codificada en el cromosoma 4; está formada
por hélices que forman dos subdominios (A y B), y tres pares idénticos de ellos
se unen para formar la molécula; ésta se sintetiza en el hígado y tiene una concen-
tración de 35 a 50 g/L, con vida media de 20 días.6,7 Tiene distintas funciones:
mantener la presión oncótica, facilitar el metabolismo, el transporte y la solubili-
zación de moléculas; efectos antioxidantes e inmunomoduladores; estabilizar la
permeabilidad capilar y el endotelio vascular, y cumplir con funciones que pro-
mueven la homeostasis.8
La hipoalbuminemia es característica de la CH, reduciéndose hasta 60 a 80%
los niveles por hemodilución, retención de agua y sodio y secuestro de albúmina
en el espacio extracelular y el líquido de ascitis.9 La disfunción circulatoria y la
inflamación ocurren simultáneamente en el paciente descompensado con insufi-
ciencia de múltiples órganos. En este caso, además de aumentar el volumen plas-
mático, la albúmina aumenta la resistencia vascular periférica y reduce el estado
inflamatorio en el paciente con cirrosis.10
¿Respuesta al
tratamiento en Estable
Sin Cr basal, estadio 1?
Estable (evaluar
repetir Cr para ERC)
sérica Resuelta
LRA
B D
Aumento de Cr v1.5 veces Respuesta Disminución de Cr a un nivel
a Cr w 2 veces desde la completa w 0.3 mg/dL por encima de la Cr
Estadio 1 Cr inicial o aumento de Cr basal
0.3 mg/dL desde la admisión
Cr
Terlipresina + albumina
o
octreótida + midodrina Respuesta Disminución de Cr a un nivel
albúmina parcial dentro de 0.3 mg/dL de Cr
Aumento de Cr > 2 veces o basal
a Cr v 3 veces desde Noradrenalina + albúmina
LRA Estadio 2 el valor inicial de Cr
Sin
respuesta
Aumento de Cr > 3 veces
desde el valor basal Cr
Estadio 3 o Cr w 4.0 mg/dL por
aumento de Cr w0.3 mg/dL
desde el ingreso Cr inicio
de diálisis
Figura 29–1.Algoritmo de diagnóstico y tratamiento para SHR–LRA.A.. Diagnóstico de LRA. B. Etapa de la LRA. C. Diferenciar
(Capítulo 29)
USOS POTENCIALES
Albúmina en hiponatremia
La hiponatremia en pacientes con CH se define como sodio < 130 mEq/L, y suele
ser hipervolémica e hipoosmolar, resultado del exceso de líquido libre. El uso de
albúmina puede considerarse como adyuvante en el tratamiento de hiponatremia,
especialmente para corrección a corto plazo y transitoria; no hay evidencia de que
su uso controle la hiponatremia crónica.1,14
Los estudios actuales han encontrado beneficio en el uso de albúmina como estra-
tegia preventiva o de tratamiento para la encefalopatía hepática, aunque se re-
quieren más estudios para apoyar esta evidencia.1
ra 29–2).
Figura 29–2. Modelo de la evaluación del estado de volumen de fluido evaluado o eco-
grafía en el punto de atención, mostrando las ventas ecográficas representativas.
CONCLUSIONES
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294 Hepatología clínica (Capítulo 29)
30
Complicaciones hepáticas durante el
embarazo: identificación oportuna y
tratamiento
Rosa Margarita Chávez Ramírez, Ana Isabel Tornel Avelar,
José Antonio Velarde Chávez
PUNTOS CLAVE
bimortalidad binaria.
S Las molestias gastrointestinales más comunes durante el embarazo son las
náuseas y los vómitos, para los cuales se pueden brindar tratamiento conser-
vador.
S El síntoma cardinal de la colestasis intrahepática del embrazo es el prurito,
que afecta principalmente las palmas de las manos y las plantas de los pies.
S El hígado graso agudo del embarazo es una enfermedad poco frecuente,
pero tiene una mortalidad materno–fetal elevada, y su tratamiento consiste
en la interrupción de la gestación.
295
296 Hepatología clínica (Capítulo 30)
INTRODUCCIÓN
pática están aumentando entre los adolescentes y los adultos jóvenes, en especial
la relacionada con el alcohol y la enfermedad de hígado graso no alcohólica, al
tiempo que la prevalencia de infección por el virus de la hepatitis C (VHC) ha
estado disminuyendo.8
Un estudio que se llevó a cabo entre 2002 y 2010 demostró que las enfermeda-
des hepáticas exclusivas del embarazo y la enfermedad de cálculos biliares eran
las dos enfermedades hepáticas más comunes que requieren hospitalización, y
que las enfermedades hepáticas relacionadas con el embarazo, como el síndrome
HELLP y la preeclampsia/eclampsia, además de tener una elevada mortalidad,
son las patologías más costosas observadas durante la hospitalización en el emba-
razo.9 Los datos epidemiológicos reportan que las mujeres embarazadas y las mu-
jeres en edad fértil corren el riesgo de una morbimortalidad importante debido
a las diversas enfermedades hepáticas.
298 Hepatología clínica (Capítulo 30)
Preeclampsia/eclampsia
Síndrome HELLP
ENFERMEDADES HEPÁTICAS
RELACIONADAS CON EL EMBARAZO
En la figura 30–1 se muestran los trimestres en los que se presentan las diferentes
enfermedades hepáticas relacionadas con el embarazo.
Hiperemesis gravídica
Preeclampsia/eclampsia
El hígado graso del embarazo (AFLP, por sus siglas en inglés) es una enfermedad
del embarazo poco frecuente, pero con una mortalidad binaria elevada, la cual
ocurre en el tercer trimestre del embarazo; esta patología es una forma reversible
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
y en algunos casos se presenta con hipoglucemia que puede llegar a ser sintomá-
tica, encefalopatía hepática y signos de preeclampsia. Los hallazgos de laborato-
rio incluyen elevación de las aminotransferasas, los leucocitosis y los azoados,
y coagulopatía.
La prueba diagnóstica definitiva es la biopsia hepática. Los hallazgos histopa-
tológicos muestran hepatocitos hinchados y pálidos en la zona central, con infil-
tración grasa microvesicular. El microscopio electrónico también demuestra me-
gamitocondrias e inclusiones mitocondriales paracristalinas. Aunque la biopsia
hepática puede ser muy útil, por lo general no se realiza de manera rutinaria de-
bido a la presencia de coagulopatía. El ultrasonido y la tomografía computarizada
no siempre detectan la infiltración grasa hepática, por lo que el diagnóstico de
AFLP generalmente se realiza con hallazgos clínicos y de laboratorio basados en
los criterios de Swansea (cuadro 30–3), que tienen una sensibilidad de 100% y
una especificidad de 57% cuando se presentan seis características o más.22 Debe
existir una alta sospecha de esta patología porque con frecuencia se diagnostica
erróneamente como preeclampsia o síndrome HELLP. El tratamiento del AFLP
implica la finalización del embarazo. Es frecuente que muchas de las alteraciones
de laboratorio persistan una semana después del parto; en casos raros las pacien-
tes pueden progresar a falla hepática fulminante con la necesidad de trasplante
hepático.2,3,5,16
for the Study of the Liver enfatizan la presencia de prurito que se resuelve después
del parto y la concentración de ácidos biliares > 10 mmol/L para el diagnóstico.23
Los niveles de ácidos biliares > 100 mmol/L se relacionan con muerte fetal. El
tratamiento materno consiste en la administración de vitamina K (10 mg/día), ya
que la colestasis intrahepática disminuye la absorción de vitaminas liposolubles,
la cual se inicia en la semana 32 o desde el momento del diagnóstico (si es después
de la semana 32). Los emolientes tópicos y los antihistamínicos (clorfeniramina
en dosis de 4 mg cada ocho horas o prometazina en dosis de 25 mg por la noche)
pueden aliviar el prurito. El ácido ursodesoxicólico (de 10 a 15 mg/kg/día divi-
dida en dos a tres dosis) disminuye la hepatotoxicidad por los ácidos biliares y
puede reducir el prurito y la alteración de las PFH. También se ha reportado alivio
del prurito con dexametasona de 12 mg por vía oral. En cuanto al término del em-
barazo, usualmente se induce el parto entre las semanas 37 y 38 del embarazo, y
304 Hepatología clínica (Capítulo 30)
Hipertensión
arterial sistémica
Sí No
Hemólisis Criterios de
Swansea
Hígado graso
Sí No del embarazo
Síndrome Preeclampsia
HELLP Eclampsia
Figura 30–2. Algoritmo de las enfermedades hepáticas del embarazo mayor de 20 se-
manas de gestación (SDG). DILI: daño hepático inducido por fármacos.
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
ENFERMEDADES HEPÁTICAS
PREEXISTENTES Y COINCIDENTALES
Hepatitis virales
La cirrosis biliar primaria es una enfermedad colestásica crónica que afecta a per-
sonas entre los 30 y los 60 años de edad. Se caracteriza por destrucción progresiva
de los conductos biliares intrahepáticos, y es de origen autoinmunitario. Los estu-
dios recientes han sugerido que la cirrosis biliar primaria se asocia a una fertilidad
reducida, amenorrea, pérdida fetal repetitiva, endometriosis y falla ovárica pre-
matura, así como empeoramiento de la función hepática durante el embarazo. Sin
embargo, la información más reciente sugiere que las mujeres con cirrosis biliar
primaria pueden tener embarazos normales. El tratamiento de elección es el ácido
ursodesoxicólico (de 13 a 15 mg/kg/día), dado que ha demostrado seguridad du-
rante el embarazo.2,17 Esta patología se debe descartar cuando persistan alteracio-
nes de las PFH posparto.
Hepatitis autoinmunitaria
por lo que este fármaco fue aprobado para su uso en el embarazo y la lactancia
en las guías AASLD de 2019.2,6,17 En cambio, el micofenolato de mofetilo y el
tacrolimus están contraindicados en el embrazo porque se relacionan con aborto,
disfunción renal y parto pretérmino.
Enfermedad de Wilson
Cirrosis
Se ha reportado una incidencia de cirrosis de 45 casos por cada 100 000 embara-
zos. La fertilidad se encuentra disminuida en las mujeres con disfunción hepática,
debido a la disfunción del eje hipotálamo–hipófisis. Sin embargo, la cirrosis no
es una contraindicación, ya que el embarazo es bien tolerado si la cirrosis se
Complicaciones hepáticas durante el embarazo: identificación... 309
tres. Por lo tanto, la elastografía de transición no esta aprobada por la Food and
Drug Administration para medir la rigidez hepática en el embarazo.29
CONCLUSIONES
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
312 Hepatología clínica (Capítulo 30)
31
Enfermedades hepáticas
preexistentes: seguimiento y
prevención en el embarazo
Raúl Contreras Omaña
INTRODUCCIÓN
Las enfermedades hepáticas durante el embarazo son poco frecuentes, con una
prevalencia de alrededor de 3% del total de embarazos. Como primer punto, es
importante distinguir la enfermedad hepática provocada por el embarazo y sus
cambios fisiológicos y hormonales, la hepatopatía aguda ajena al embarazo, pero
que se suma a su evolución, y las enfermedades hepáticas crónicas que ya se en-
contraban presentes en la paciente antes del embarazo, y que deben recibir el se-
guimiento y el control apropiados (cuadro 31–1).1–3 El presente capítulo se enfo-
ca en el tercer grupo. Afortunadamente, la enfermedad hepática crónica en el
embarazo es poco común, aunque entre 2005 y 2014 algunas publicaciones re-
portaron que el porcentaje de mujeres con antecedente de enfermedad hepática
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
crónica que se embarazaron aumentó más del doble, quizá debido a los avances
en el tratamiento de las enfermedades hepáticas.4 Todavía hace algunos años mu-
chas hepatopatías eran contraindicaciones absolutas para el embarazo, y aunque
aún es pobre el desarrollo de guías basadas en evidencia sólida que respalden el
manejo en estos casos, debido a su rareza, gracias a la evolución en el control y el
tratamiento el embarazo puede ser una posibilidad en pacientes seleccionadas.1,3,4
CONSIDERACIONES INICIALES
313
314 Hepatología clínica (Capítulo 31)
antes del embarazo se deben enfocar en dejar claros tanto para la paciente como
para los médicos los siguientes puntos:
No se debe olvidar que en toda mujer en edad fértil que padezca una hepatopa-
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
tía crónica es necesario investigar sus planes acerca de un futuro embarazo. Las
que no deseen embarazarse pueden emplear métodos anticonceptivos de larga
duración, como los dispositivos intrauterinos, los métodos de barrera, los dispo-
sitivos de cobre o los anticonceptivos a base de progestina, sobre todo las pacien-
tes con cirrosis compensada. El uso de píldora anticonceptiva combinada oral
está contraindicado en la cirrosis descompensada.
Finalmente, una adecuada asesoría nutricional experta y la suplementación en
estas pacientes son fundamentales antes del embarazo, por lo que siempre hay
que considerar el manejo multidisciplinario.5 Además, algunos cambios en la ex-
ploración física son normales durante el embarazo, como la presencia de angio-
mas aracniforme y eritema palmar, debido al estado hiperestrogénico durante la
gestación, por lo que no deben ser confundidos con estigmas de hepatopatía cró-
nica.6
316 Hepatología clínica (Capítulo 31)
Aunque muchos médicos aún consideran que esta patología es poco grave, la pre-
sencia de hígado graso antes del embarazo debe ser considerada como un factor
de riesgo importante de complicaciones durante el mismo. Su presencia se asocia
al desarrollo de trastornos hipertensivos del embarazo (hasta dos veces más ries-
go de preeclampsia, en comparación con las mujeres embarazadas sin hígado gra-
so asociado a disfunción metabólica2), diabetes gestacional, hemorragia posparto
y parto pretérmino, y esto se relaciona de manera independiente con el índice de
masa corporal. La búsqueda intencional de hígado graso está indicada en las
pacientes con un índice de masa corporal > 30 que desean embarazarse, aunque
dicha medida se debe extender también a las pacientes con otros factores de ries-
go metabólico, como diabetes mellitus o hipertensión. En las mujeres con hígado
graso asociado a disfunción metabólica el riesgo de complicaciones durante el
embarazo también aumenta, debido a la presencia de las frecuentes comorbilida-
des asociadas al fenotipo metabólico, y tanto la obesidad como la hipertensión
y la diabetes pueden provocar efectos adversos directos por sí mismas o porque
están combinadas entre sí. Por ello el manejo multidisciplinario de las pacientes
con hígado graso que se embarazan es fundamental, considerando un equipo que
incluya ginecólogo, hepatólogo o gastroenterólogo, endocrinólogo, anestesiólo-
go obstétrico y especialista en nutrición.2,5
Aunque las mujeres con cirrosis en etapas más avanzadas de insuficiencia hepá-
tica (clasificación de Child–Pugh B o C) suelen no lograr un embarazo debido
a los trastornos hormonales y nutricionales asociados, las pacientes con clasifica-
ción Child–Pugh A muchas veces pueden embarazarse, lo que las vuelve candi-
datas a un seguimiento más estrecho que el habitual. El embarazo en las mujeres
con cirrosis es poco común debido a una alta frecuencia de anovulación u ovula-
ción irregular, abarcando menos de 1 por cada 6 000 embarazos.1 La presencia
de cirrosis e hipertensión portal se asocia a un riesgo incrementado de hemorragia
durante el embarazo, debido a un aumento del volumen circulante y del gasto car-
diaco, a una reducción de las resistencia vasculares sistémicas y a una cada vez
mayor compresión de la vena cava por parte del útero gestante.1,2 Lo anterior lle-
va a un incremento de la presión portal, con la consecuente aparición de nuevas
varices esofágicas o del agrandamiento de las ya existentes.2 Unos estudios re-
trospectivos relativamente recientes incluyeron a más de dos millones de mujeres
embarazadas, y reportaron que la presencia de cirrosis se asoció a un riesgo incre-
Enfermedades hepáticas preexistentes: seguimiento y prevención... 317
ENFERMEDADES AUTOINMUNITARIAS
Hepatitis autoinmunitaria
Es bien sabido que la colangitis biliar primaria puede tener efectos negativos en
la fertilidad, debido a que la colestasis y las alteraciones de las aromatasas hepáti-
320 Hepatología clínica (Capítulo 31)
cas provocan importantes cambios hormonales, además de que los niveles eleva-
dos de ácidos biliares circulantes han mostrado ser directamente tóxicos para la
placenta, por lo que lograr un embarazo en estas circunstancias es infrecuente.1
Los datos acerca del embarazo en pacientes con colangitis biliar primaria son li-
mitados, pero la literatura reporta en general buenos desenlaces una vez logrado
el embarazo, siempre que durante la gestación se mantenga el tratamiento con
ácido ursodesoxicólico para evitar la progresión de la enfermedad, por lo que
hasta 70% de las pacientes con colangitis biliar primaria que se embarazan logran
mantener un comportamiento bioquímico estable.1 Otra complicación frecuente
que presentan estas pacientes es el empeoramiento del prurito durante el embara-
zo, ya que el aumento de los niveles de estrógenos promueve una mayor colesta-
sis, que puede persistir incluso después del embarazo. No hay que olvidar que
hasta 60% de estas pacientes pueden sufrir una exacerbación de la enfermedad
en el posparto, por lo que el tratamiento con ácido ursodesoxicólico se debe man-
tener incluso durante la lactancia, en la cual es seguro.1
ENFERMEDAD DE WILSON
CONCLUSIONES
REFERENCIAS
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E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
322 Hepatología clínica (Capítulo 31)
32
El COVID–19 y el hígado
Agustina S. Giménez, Manuel Mendizábal
PUNTOS CLAVE
INTRODUCCIÓN
323
324 Hepatología clínica (Capítulo 32)
Hipoxia
Tormenta de citocinas
Hipoxia
Congestión hepática
Hepatotoxicidad
Índice de
comorbilidad Enfermedad
de Charlson renal
crónica
Morbimortalidad
Micofenolato Edad
Tacrolimus
Figura 32–2. Variables que tienen un impacto el curso de la infección por SARS–CoV–2
en los pacientes con trasplante hepático.
ría de los países han optado por administrar una dosis adicional de refuerzo en
esta población, incrementando de esta manera la respuesta humoral. A pesar de
que el impacto de la vacunación en el TH es positivo, aún se requieren más estu-
dios para definir algunos puntos relevantes en esta población: ¿cuál es el mejor
esquema o combinación?, ¿cuál es el intervalo interdosis adecuado?, ¿es necesa-
rio disminuir o suspender el micofenolato de mofetilo antes de la vacunación?
CONCLUSIÓN
REFERENCIAS
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El COVID–19 y el hígado 331
A alcoholismo, 247
alendronato, 248, 249
aborto espontáneo, 320 alfametildopa, 39
recurrente, 308 alogliptina, 280, 281
absceso, 325 alopurinol, 107
acamprosato, 58 alteración
acetaminofén, 38, 45, 107 cognitiva, 177
ácido neuropsiquiátrica, 178
clavulánico, 37, 107 tiroidea, 87
fenilacético, 188 visual, 300
fenilbutírico, 188 amenorrea, 123, 307, 308
fólico, 299 amiloidosis, 6, 13, 23, 109, 110,
obeticólico, 126, 251 271
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
333
334 Hepatología clínica (Índice alfabético)
papilar, 108
estreñimiento, 175 94, 114, 140, 141
estrés congénita, 271
metabólico, 237 pericelular, 54
oxidativo, 44, 55, 58, 308 periportal, 273
etambutol, 39 perisinusoidal, 273
etanol, 39 perivenular, 54
etidronato, 249 por alcohol, 54
evento fístula arteriovenosa, 271
cardiovascular, 281 fractura, 111
cerebrovascular, 251, 300 de cadera, 248
vascular cerebral, 281 de vértebra, 248
hemorrágico, 176 en la columna
340 Hepatología clínica (Índice alfabético)
sobre crónica, 133, 134, hepática, 7, 38, 40, 44, 49, 50,
135, 136, 138, 140, 286 183, 273
crónica, 259 aguda, 138
fulminante, 107 colestásica, 107
terminal, 127 inducida por fármacos, 5, 37
orgánica, 135 hepatocelular, 32, 53
extrahepática, 135, 136 histológica, 6
renal, 108, 137, 328 maligna, 14
prerrenal, 175 quística, 2
respiratoria, 138, 144, 287 renal, 138, 152, 155
valvular cardiaca, 205 aguda, 12, 135, 150, 152, 154,
insulina, 281 156, 161, 162, 163, 191,
degludec, 281 193, 217, 259, 285, 289
detemir, 281 crónica, 167
glargina, 281 vascular, 2
NPH, 281 leucocitosis, 302
U–300, 281 leucopenia, 272
interferón, 62, 67, 93 linagliptina, 280, 281
alfa pegilado, 81, 87 linezolid, 155
intoxicación por acetaminofén, 44 linfadenopatía, 109
isoniazida, 37, 38, 39, 41 linfoma, 6
isquemia no Hodgkin, 109
biliar, 325 linfopenia, 52, 94, 319, 328
uterina, 317 lipotoxicidad, 308
liraglutida, 282
litiasis, 106
L lonafarnib, 82
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
L–aspartato, 318 M
L–ornitina, 318
lactulosa, 318 macroglobulinemia, 110
lamivudina, 75, 87, 318 malnutrición, 199, 225, 228, 229,
ledipasvir, 74 235, 237
leflunomida, 44 masa
leishmaniasis visceral, 271 abdominal, 4
lesión hepática, 8, 315
celular, 39 meropenem, 155
colestásica, 107 metadoxina, 57
hepatocelular mixta, 107 metástasis, 9
endotelial, 207 metformina, 34, 280
vascular, 300 meticilina, 154
344 Hepatología clínica (Índice alfabético)
autoinmunitario, 5
cardiovascular, 197
tabaquismo, 32, 124, 247, 251 colestásico, 5
tacrolimus, 94, 124, 308, 329 de la circulación
talasemia, 65 hepática, 258
tamoxifeno, 38, 41 mesentérica, 258
taquicardia, 299 de la coagulación, 258
tazobactam, 154, 155 electrolítico, 175, 176
telbivudina, 87 hepático
tenofovir, 75, 306 crónico, 29
alafenamida, 87 vascular, 258
disoproxil fumarato, 87, 318 hidroelectrolítico, 184, 299
teriflunomida, 44 hipertensivo del embarazo, 316
350 Hepatología clínica (Índice alfabético)
hormonal, 316 V
nutricional, 316
por consumo de alcohol, 49, 50, vacunación contra el COVID–19,
51 323, 328
psiquiátrico, 87, 176 valproato, 41
vascular del hígado, 258 vancomicina, 154, 155
trauma en la columna, 246 varices, 25, 192
traumatismo craneoencefálico, ectópicas
176 anorrectales, 273
trientina, 308 duodenales, 273
trimetoprim, 41, 107, 156 sangrantes, 205
trombocitopenia, 87, 95, 271, 272, esofágicas, 26, 130, 175, 189,
300, 315 190, 193, 197, 199, 217, 259,
tromboembolismo venoso, 259, 260 260, 273, 309, 316, 317
trombosis, 208, 231, 257, 258, 259, sangrantes, 198, 200
265, 299 esofagogástricas, 196, 200
de la arteria hepática, 144 gástricas, 199, 200
de la vena gastroesofágicas, 209, 273
esplénica, 219 vasoconstricción renal, 149,
hepática, 175 287
porta, 175, 258, 260, 262, 265, vasodilatación
271, 314 arterial esplácnica, 149
mesentérica, 219 esplácnica, 271
portal, 205, 207, 274 vasoespasmo segmentario, 300
venosa vasopresina, 165, 317
esplácnica, 217, 219 velpatasvir, 68, 70, 74
portal, 219 venopatía portal obliterativa, 219
aguda cirrótica, 220 VIH, 39, 61, 65, 66, 69, 75, 77, 306
no cirrótica, 213, 219 virus
profunda, 248 de Epstein–Barr, 303, 305
tuberculosis, 110 de la hepatitis
miliar, 109 A, 303, 305, 306
tumor B, 23, 43, 73, 75, 79, 80, 85,
hepático, 8 140, 145, 303, 305, 306,
maligno, 13 318
vascular, 3 C, 23, 43, 61, 65, 67, 69, 73,
75, 76, 140, 226, 303, 305,
306, 318
U D, 305, 306
delta, 79
úlcera péptica, 298, 299 E, 43, 91, 93, 98, 99, 305, 306
Índice alfabético 351
de la inmunodeficiencia humana, X
68
del herpes simple, 305 xantelasma, 125
vitamina xantoma, 110, 114
B12, 52
D, 105, 244, 247, 250, 251
E, 33, 34 Y
K, 208, 245, 260, 303, 304
Yersinia enterocolitica, 109
W Z
warfarina, 11 zinc, 308
E Editorial Alfil. Fotocopiar sin autorización es un delito.
352 Hepatología clínica (Índice alfabético)