admin,+PS0315 16
admin,+PS0315 16
admin,+PS0315 16
2015
https://doi.org/10.25145/j.pasos.2015.13.047
www.pasosonline.org
Guayaquil, a city of arcades: a reflection about its importance and its current use
Abstract: The city of Guayaquil presents an architectural feature quite interesting for the traditional
use of the walker, as well as visitors and tourists who walk around in the streets, especially in the area
called “regenerated”, the same as it is known as the “center” of Guayaquil. This architectural feature
are the porches or arcades which, apart from its traditional use in the city ‑ especially of the abovemen-
tioned area ‑ also has a raison d’être, both climate (to be a protection against the sun and rain), and
economic (this area is used as a space for the sale of various products in retail stores installed for the
effect). This article will show the main characteristics of some buildings in the city of Guayaquil, its
aesthetics reflected in the use of porches, and its possible use for the tourist interest, especially from
tourists and visitors interested in the cultural tourism and heritage of the city.
Keywords: Guayaquil, porches, architecture, heritage, architectural heritage and cultural tourism.
1. Introducción
“SOPORTAL: Área cubierta en planta baja, de propiedad privada y de uso público, para circulación
peatonal, con superficie antideslizante, desarrollada a partir de la línea de lindero, en la cual sólo se
permite la construcción de pilares o columnas”. (Muy Ilustre Concejo Cantonal de Guayaquil, 2000)
Una ciudad no solo se destaca por la cantidad de monumentos que posea, sino por los espacios vivos
que permitan que un visitante o turista perciba comodidad de desplazamiento en estos lugares, y surja
una fuerte conexión entre el observador y el objeto.
En el caso de la ciudad de Guayaquil que ha sido –y sigue siendo‑ considerada como ciudad comercial,
no se percibe que su arquitectura destaque por encima de otras ciudades de América Latina que poseen
un centro histórico muy conocido, como Buenos Aires, Quito o Lima.
*
Docente investigador en la Facultad de Turismo y Hotelería de la Universidad Ecotec de Guayaquil, Ecuador; E‑mail:
[email protected]
El presente artículo trata de demostrar que, a pesar de sus carencias en relación a edificios
históricos, Guayaquil posee una característica arquitectónica lo suficientemente interesante como
para despertar la curiosidad de quienes la visitan, así como para motivar la investigación científica
de sus espacios públicos, que son utilizados frecuentemente por sus habitantes, pero no siempre
son lo suficientemente reconocidos. Esta característica es el soportal: un espacio privado de uso
público que poseen la mayoría de edificios públicos y privados ubicados en la centralidad histórica
de Guayaquil.
Este artículo inicia con una breve historia de la arquitectura y el urbanismo de Guayaquil, luego
revisa las leyes municipales en relación a los soportales que posee la ciudad, sus usos, cuidados y
presentación, continuando con la presentación, mediante fotografías y texto, la importancia del soportal
en la dinámica de la ciudad.
La ciudad de Guayaquil presenta una historia bastante interesante con respecto a su urbanismo
y arquitectura: comienza como una aldea fundada por conquistadores españoles, de acuerdo a
ciertos historiadores, el 25 de julio de 15471. En su época colonial se inició el proceso de expansión
de la ciudad, desde el cerro Santa Ana (lugar de su fundación), hacia el sur, convirtiéndose, con el
tiempo, en una ciudad de importancia comercial y en uno de los principales astilleros de esa zona
del Pacífico Sur en el siglo XVII, esto último debido a la calidad de la madera que se encontraba
alrededor de la ciudad.
Al convertirse en un sitio de intercambio comercial, la ciudad también fue apetecida por los piratas,
sufriendo varios ataques (1586, 1624, 1684 y 1687). Estos fueron completamente devastadores para la
naciente ciudad, por lo que sus habitantes decidieron trasladarla hacia lo que se conocía en esa época
como “la sabana” (actualmente es el denominado centro de Guayaquil).
En estos años, las viviendas de Guayaquil son construidas de acuerdo a las características climáticas
de la zona2, sin planos ni grandes complicaciones estructurales, siendo la madera, especialmente la
caña guadua (guadua angustifolia kunt) la más utilizada. A las paredes de caña se las trataba con la
denominada quincha, que “…consiste en una mezcla de arcilla con paja aplicada sobre un entretejido
de ramillas o bejuco colocado sobre los paneles, los cuales, en ocasiones, eran decorados con pintura”
(Fuentes, 2009).
Al ser una ciudad naval y comercial, era lógico que ciertos elementos de la primera característica
se repitan en la arquitectura: muchos constructores navales empezaron también a edificar casas
y otros inmuebles públicos. La mano de obra principal la componían negros esclavos e indios, que
eran enviados por sus respectivos amos y patrones como “mandas” 3 o aportaciones al ornato de
la ciudad.
La segunda característica (comercial) se relaciona con el aprovechamiento del espacio libre que queda
debajo de las casas. En este sentido, este espacio se forma, al mismo tiempo, por la característica de
las casas en la zona rural: las viviendas debían ser construidas en forma de palafito, para evitar las
inundaciones, y dejar un espacio para protección de animales de corral y de granja, o para reuniones
familiares, o, en zonas costeras, para guardar botes y aparejos de pesca (Sandoval, 2012). Este espacio
es el que se traslada a la ciudad y se convierte en el conocido como soportal.
El soportal, pues, se empieza a conformar como un espacio común en todas las edificaciones de
la ciudad, de tal forma que constituyen una especie de túnel continuo que permite proteger a los
transeúntes del sol y la lluvia. Jean Millet, viajero francés que visitó Guayaquil en 1816, escribió: “En
general las casas son de hermosa construcción; la madera de que están fabricadas es muy dura y de
gran solidez; son de dos y tres pisos y las calles son anchas, alineadas y pavimentadas; todas tienen
portales bien mantenidos, bajo los cuales se puede dar vuelta a la ciudad sin mojarse ni ensuciar el
calzado”. (Monserrate, 2012).
Un hecho importante que debe ser mencionado es el tema de los incendios, uno de los más grandes
y recordados fue el que tuvo lugar entre el 5 y el 6 de octubre de 1896, donde aproximadamente unas
25,000 personas perdieron sus pertenencias, mientras que la población quedó reducida a unas 35,000
personas. A continuación se muestra un mapa de la ciudad que permite observar las consecuencias de
aquel incendio. Fuente: (Wikipedia, 2013)
Cabe mencionar que estos espacios tampoco contaban con servicios básicos completos, o eran suplidos
por personas que se dedicaban a entregar ciertos elementos a la población de esos sitios5, o mediante
diversos mecanismos que permitían a los habitantes obtener algunos servicios.
Esta situación fue cambiando poco a poco, y en la actualidad de acuerdo a datos del Instituto
Ecuatoriano de Estadísticas y Censos (INEC, 2010), el 92,75% de las viviendas de la ciudad cuentan
con servicios de energía eléctrica, el 85,43% reciben agua potable, y 60,65% de las casas acceden al
servicio de alcantarillado. (El Universo, 2011).
Aun así, existen varios lugares de Guayaquil que no cuentan con los servicios básicos: son las nuevas
invasiones, ubicadas ahora hacia el Norte de la ciudad, donde unas 19,000 familias viven en condiciones
inadecuadas. (Pérez, Juan Pablo; El Universo, 2012).
En la siguiente tabla, se muestra la línea temporal de los cambios urbanísticos que sufrió la ciudad
durante el siglo XX:
Primeras urbanizaciones de la
Junta Nacional de la Vivienda:
hacia el sur Acacias y Pradera;
“Boom petrolero”. El estado completaba
hacia el norte, Sauces y
circuitos viales y ampliaba el puerto marítimo.
1976 ‑ 1979 Atarazana. La empresa privada
Creación del primer centro comercial de
ubica industrias en la zona de
Guayaquil (Policentro)
Mapasingue y la Prosperina y
desarrollo privado de nuevas zonas
residenciales (Alborada)
En el cuadro anterior, puede apreciarse los cambios drásticos que la ciudad ha enfrentado en el
siglo XX y en lo que va del siglo XXI: precisamente, en este siglo, Guayaquil experimenta la llamada
“Regeneración urbana”, que, a decir del Municipio de Guayaquil “…comprende diversas intervenciones
de la Municipalidad, localizadas en segmentos urbanos evidentemente reconocibles por su baja funcio‑
nalidad y progresivo deterioro, pero favorablemente susceptibles de reconstrucción de su tejido urbano
y de su articulación con los grandes y medianos proyectos, algunos ya ejecutados, como Malecón 2000,
Recuperación de Plazas y Parques, Mercados, Túneles, Distribuidores de tráfico y rediseños viales de
optimización de la circulación vehicular y peatonal.” (Municipio de Guayaquil, 2009).
A pesar de todos estos cambios, el denominado centro de Guayaquil, que coincide también con la
centralidad histórica de la ciudad, no cambia en su estructura y funcionalidad, de tal forma que se
conserva a los soportales como un espacio público – privado de gran utilidad para los transeúntes
comunes de la ciudad. Aun así, es probable –desde el punto de vista turístico‑ que los habitantes locales
no hayan reparado en la importancia de estos espacios, sobre todo por su observación cotidiana.
En una serie de videos editados por Diario “El Universo” denominados “Guayaquil en un minuto” se
explica el cómo algunas personas aprovechan los soportales (o portales) para actividades productivas
(venta de elementos o instalación de micro empresas) o simplemente para disfrutar del fresco de la
tarde. El mismo diario, en su página web, realiza una pregunta interesante para responder, nuevamente,
desde la perspectiva turística: “¿Qué sería de Guayaquil sin sus portales?” (El Universo, 2011).
Como se mencionó en párrafos anteriores, los soportales son importantes, tanto para el transeúnte local
como para los turistas y visitantes que arriban a la ciudad. A continuación se analizará el tema, desde una
perspectiva histórica y funcional, y como un elemento de interés para el turismo urbano de Guayaquil.
En la foto anterior, puede apreciarse la cantidad de soportales que se encontraban a lo largo de aquella
avenida, la principal de la ciudad de Guayaquil. Las torres que se observan hacia el lado izquierdo
corresponden a la Iglesia San Francisco. Al final de la larga avenida puede apreciarse la Columna de
los Próceres, monumento que narra la gesta independentista de la ciudad del nueve de octubre de 1820.
El monumento fue colocado en el sitio que se aprecia en 1918, e inaugurado en 1920. En la actualidad
continúa en el mismo lugar.
En 1896, las dimensiones de los soportales eran reguladas por la administración municipal. En el
diario “La Nación” se publicó la ordenanza de Ornato y Fábrica, donde se explica que: “Los portales
tendrán tres metros de ancho, contados de la línea de fábrica a la pared. (…). El alto será invariablemente
de cuatro metros, contados de la superficie del piso al tumbado del portal”. (Monserrate, 2012)
En 1923, la novelista y escritora de viajes Blair Niles publicó un libro titulado “Casual Wanderings
in Ecuador” (Correrías casuales en Ecuador), donde escribió que Guayaquil debería ser llamada la
ciudad de los portales y arquerías, por la cantidad de ese elemento arquitectónico que encontró en su
visita. Desde ese momento, Guayaquil fue conocido por esa característica.
El autor guayaquileño Jorge Martillo Monserrate, conocido por sus escritos sobre la ciudad y
sus tradiciones, indica que uno de sus artículos que las cosas, en general, no han cambiado entre el
Guayaquil del pasado y el actual: aún se conserva en la ciudad la tradición de usar los soportales de
diversas formas: como espacio para la tertulia, para los juegos de los niños, como taller mecánico o
de ebanistería, para negocios improvisados como restaurantes y comedores, y en la parte negativa, a
veces los soportales son sitios donde los delincuentes pueden esconderse para cometer algún asalto, o
ser utilizado como baño público.
A manera de resumen, se presenta la siguiente tabla de las medidas de los soportales, de acuerdo a
la zona de la ciudad donde se ubique:
En la “Ordenanza que norma la instalación de mesas y sillas en espacios Públicos (portales y aceras)”
también se toma en consideración, en primer lugar, el concepto que la ciudad maneja del soportal,
heredado de la ordenanza anterior, y norma los usos y colocación de sillas y mesas en estos espacios,
indicando que:
a) El soportal está considerado como espacio público de libre circulación vial y peatonal, que está
ubicado frente a las edificaciones.
b) En los soportales (y también las aceras y retiros frontales) podrán colocarse mesas y sillas de
aluminio no fijas, que ocupen máximo cuatro metros cuadrados.
c) La cantidad de mesas y sillas es variable en función del espacio que posea el soportal, pero entre
el local comercial (ubicado en el edificio) y el mobiliario debe existir al menos un metro para la
circulación peatonal. (Gobierno Autónomo Descentralizado de Guayaquil, 2011)
Con estas dos ordenanzas, puede observarse que la ciudad ha tomado consciencia de este espacio
privado de uso público, y es de interés del Gobierno Municipal el cuidado de estos espacios, otorgando
responsabilidad a los dueños de los predios para el cuidado y el mantenimiento de esos lugares.
Hay que indicar que, a diferencia de muchas ciudades de América Latina, Guayaquil no posee un
centro histórico definido. Es decir, no existe un espacio de la ciudad que pueda llamarse “histórico” 9 per
se, solo una zona que ‑como se ha explicado anteriormente en este artículo‑, responde a una tradición
más comercial que cultural. De esta forma, Guayaquil cuenta realmente con una centralidad histórica:
un sitio donde el fuerte componente comercial de la ciudad se une a los hechos que fueron dando forma
a la misma dinámica urbana que, poco a poco y al mismo tiempo, ha ido destruyendo parte de su
pasado. En efecto, Guayaquil, al querer ganar espacios para el comercio –y en algunos casos, como se
explicó previamente, por la vetustez de muchas casas antiguas‑ fue eliminando sistemáticamente sus
espacios históricos o patrimoniales, o los fue cambiando, modificando el aspecto de sitios considerados
tradicionales para la ciudad.10
Por otro lado, muchas de las edificaciones tradicionales –no edificios históricos, pero si interesantes
para observar el pasado arquitectónico de la ciudad‑ fueron derrumbados y cambiados por edificios
modernos, o espacios nuevos para crecientes negocios (especialmente parqueaderos). Previamente se
ha indicado que los nuevos edificios si respetaron la forma de construcción anterior, respetándose los
soportales anteriores. De esta forma, Guayaquil sufrió una fusión del centro de negocios con el centro
urbano histórico. (Godard, 1986).
A pesar de esta situación un tanto adversa con el pasado patrimonial –y tradicional‑ con que la ciudad
contaba, no es menos cierto que aún existen espacios donde puede observarse fácilmente la tradición
arquitectónica de los soportales, los mismos que en la actualidad son utilizados, sobre todo, para el
negocio, y en otros casos, para la distracción familiar.
En las siguientes imágenes11 y líneas se mostrarán algunos ejemplos, como casos de estudio muy
breves y sobre todo gráficos, que fueron captados por el autor de estas líneas, donde se describe la actual
dinámica transeúnte – comercio – tradición arquitectónica, que prevalece actualmente en Guayaquil:
Primer caso: Inmueble ubicado en la calle Eloy Alfaro, cerca de la denominada “Bahía de Guayaquil”,
el Malecón Simón Bolívar y al inicio de la centralidad de la ciudad.‑ En esta parte de la ciudad se puede
encontrar diferentes locales comerciales donde se expenden diversos artículos. De hecho, la Bahía está
definida por zonas: la que se muestra en la foto, como se puede observar, se dedica al comercio de hamacas y
ciertos elementos textiles. Nótese la tolda ubicada entre los postes, para evitar que el sol dañe la mercadería
exhibida. Este es un primer ejemplo de cómo se utilizan los portales como espacios para el comercio.
Fuente: Autor
Segundo caso: Edificio ubicado en las calles Eloy Alfaro y Capitán Nájera.‑ Este edificio muestra,
como ninguna otra casa de los alrededores de la zona central de la ciudad, las características propias de
la arquitectura de Guayaquil: En primer lugar, el soportal que alberga un local comercial; en segundo
lugar, la típica construcción mixta (cemento y madera), se puede observar que el piso –que a su vez sirve
de techo para el piso inferior‑ está construido enteramente en madera, mientras que las paredes son una
mezcla de caña guadúa y cemento (variante de la quincha, como se mencionó en párrafos anteriores).
En ese caso, el soportal queda libre para la circulación peatonal. Aunque no se observa con detalle, en
una de las ventanas el dueño de casa ha colocado un letrero que indica que el inmueble es patrimonio
cultural de la ciudad. En tercer lugar, las ventanas poseen las llamadas “chazas”: pequeñas rendijas
que permiten la circulación de aire al interior de la casa.
Fuente: Autor
Fuente: Autor
Fuente: Autor
El otro caso es el Hotel Unipark (Calle Clemente Ballén entre las calles Chile y Chimborazo), se
muestra en la foto seis (6) su emplazamiento, destacando que el edificio del hotel se ha adaptado al
espacio adyacente (los edificios subsiguientes presentaban el soportal, por lo que el hotel continuó con
ese mismo elemento en su arquitectura. Como dato adicional, el hotel presenta una galería comercial
en su interior, iniciando en el soportal y continuando hacia la siguiente manzana. Este fue uno de los
centros comerciales más reconocidos de la ciudad durante la década de los 80’s.
Fuente: Autor
Fuente: Autor
Fuente: Autor
Séptimo caso: Edificios con soportales hacia el sur de Guayaquil (cercanías del Barrio del Astillero)
Como se mencionó en párrafos anteriores de este artículo, la arquitectura de Guayaquil siguió
un mismo parámetro de construcción. A pesar que en muchos (la mayoría) de los casos la edificación
de casas tipo palafito no era necesaria, la idea de la típica casa de campo de la costa del Ecuador se
trasladó hacia la ciudad, y no se perdió el espacio inferior. Este esquema no solo puede observarse en
la centralidad histórica de la ciudad, como se observó en las fotos anteriores, sino hacia el sur de la
ciudad, en un barrio tradicional denominado “Del Astillero”, pues en esta zona y hasta mediados del
siglo XX podían encontrarse lugares donde se reparaban embarcaciones, las mismas que navegaban
en las aguas del río Guayas. La foto que se muestra a continuación pone de manifiesto la característica
de los soportales. Se puede observar lo fácil que es para los caminantes desplazarse por el callejón
cubierto que forman los edificios.
Foto 9: Edificios con soportales, en la calle Chile, hacia el sur de la ciudad de Guayaquil
Fuente: Autor
5. Conclusiones
Como se ha podido observar y demostrar a lo largo de este artículo, la ciudad de Guayaquil aun
cuenta con su característica propia de la tradición de los soportales. Es interesante observar como este
elemento arquitectónico está tan ligado a la ciudad, que no se concebiría a la misma si aquellos.
Por otro lado, se destaca que a nivel de ordenanzas municipales también se considere al soportal como
parte del espacio de la ciudad, y se normen y reglamenten los usos (negocios o servicios) que pueden
establecerse en dichos espacios. Además, se puede notar que la población respeta las leyes municipales,
y evita congestionar los soportales, dejando libertad de circulación peatonal.
No es menos cierto, sin embargo, que existe la posibilidad que muchas personas que habitan en
Guayaquil no hayan reparado en la importancia del soportal, sobre todo por la costumbre de observarlo
cotidianamente, aunque es también altamente probable que esas mismas personas puedan emitir
reclamos si es que este espacio público se llegase a privatizar.
Como acotación dentro del apartado arquitectónico, las nuevas urbanizaciones que fueron creándose
entre los años 70 e inclusive en la actualidad no consideran al soportal como parte de las nuevas casas
(o “villas”), por lo que se ha perdido esta característica en estos nuevos emprendimientos urbanísticos.
En el tema turístico, la ciudad ha sido y es conocida por sus soportales, lo que demuestra que
una ciudad –turísticamente hablando‑ no es solamente la suma de sus monumentos y espacios
históricos: los turistas y visitantes también aprecian la dinámica arquitectónica de las ciudades
que visitan, y opinan –para bien o para mal‑ de lo que observan y llama su atención. Los soportales
de Guayaquil son precisamente aquellos espacios interesantes que no pasan desapercibidos por lo
que debe ser de interés de la Municipalidad y de los habitantes de la ciudad, cuidarlos y valorarlos
en su justa dimensión.
Podría ser que la ciudad implemente un plan de valorización y rescate de los soportales: no basta con
la inclusión de los mismos en las leyes locales, es necesario que los habitantes de la ciudad se apropien
de estos espacios tan tradicionales. Inclusive puede crearse campañas de promoción cívica que muestren
la importancia del soportal, y como facilitan las caminatas por la ciudad. De esta forma, puede crearse
conciencia de ciudad y generar aprecio por los espacios públicos que, finalmente, benefician a todas las
personas que habitan un núcleo urbano.
Bibliografia
Notas
1
El proceso fundacional de la ciudad de Guayaquil tuvo varios hitos: un primer asentamiento, realizado por Sebastián de
Benalcázar, ocurrió en 1534, al este del río Guayas, pero fue destruido por los “chonos”; luego, en 1536 es trasladada
cerca de la locación actual hacia un sitio llamado Yahual, que luego fue abandonado. Hacia 1537, la incipiente ciudad fue
trasladada hacia el actual sector de La Puntilla, sitio que fue sitiado por los chonos y punáes. Diego de Urbina trasladó la
ciudad al mismo lugar original que había sido usado por Benalcázar, que también fue destruida. Finalmente fue trasladada
hacia el lugar donde actualmente se encuentra, el 25 de julio de 1547.
2
Como todo el país, Guayaquil presenta dos variaciones climáticas: de diciembre a mayo es la época lluviosa (llamada
“invierno”) y de junio a noviembre, la época seca (denominada “verano”)
3
Una “manda” es una acción realizada como penitencia por algún pecado o para solicitar una intervención divina. En el
texto, se relaciona esta penitencia mediante la utilización de negros esclavos e indígenas para la construcción de edificios
sacros, como las iglesias.
4
El área metropolitana de Guayaquil comprende, además de la propia ciudad, sus áreas cercanas de influencia: el cantón
Durán (que originalmente era parte de la ciudad), La Puntilla, Samborondón y Daule
5
En este sentido, el agua potable era distribuida mediante tanqueros (camiones con cisternas incorporadas, que viajaban por
los sectores marginales, vendiendo el líquido, el mismo que era almacenado en cada casa en tanques de aceites, limpiados
y utilizados exclusivamente para ese efecto. La energía eléctrica se obtenía de conectar cables inapropiados a los postes
de luz más cercanos. Las excretas eran eliminadas mediante la fabricación de pozos sépticos, o, en su defecto, el baño era
ubicado cerca de alguna fuente de agua, especialmente el brazo de mar conocido en Guayaquil como “Estero Salado”
6
En su compilación de artículos denominado “Cosas de mi tierra” (1930), el autor guayaquileño José Antonio Campos
(conocido con el seudónimo de “Jack the Ripper”) indicaba sarcásticamente que no se definía exactamente si el soportal
era de uso público o privado.
7
A pesar de esto, puede observarse en ciertas partes de la ciudad, especialmente en el sur oeste –donde aún sobreviven
viviendas con las características arquitectónicas mencionadas en párrafos anteriores‑ soportales que han sido cerrados y
usados como garajes, evitando que los transeúntes circulen por los mismos.
8
Existe una referencia general al ancho y alto de los soportales, sin embargo, cada zona de la ciudad tiene un ancho y alto
de estos espacios con mínimos cambios.
9
Hay que reconocer, sin embargo, que Guayaquil posee un barrio tradicional llamado “Las Peñas”, que consta de al menos
15 inmuebles intervenidos para su rescate por el Ministerio de Patrimonio.
10
Un ejemplo de este cambio es el Malecón Simón Bolívar –mal llamado por la mayoría de los habitantes como “Malecón
2000”‑, que sufrió un vuelco arquitectónico muy marcado, recuperando un sitio que se había tugurizado y casi perdido por
completo, pero al costo de constituirse en espacio público con “derecho de admisión”. Si bien es cierto se han respetado
los monumentos y sus emplazamientos originales en la mayoría de los casos, el entorno arquitectónico no guarda relación
con el pasado histórico de la ciudad.
11
Las imágenes que se muestran en el texto fueron tomadas por el autor de este artículo, entre los meses de septiembre y
octubre de 2013 y abril de 2014.
Recibido: 24/06/2014
Reenviado: 26/11/2014
Aceptado: 07/12/2014
Sometido a evaluación por pares anónimos