Ciudadanía y Reflexión Ética
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TAREA ACADÉMICA 1
Integrantes:
“Vivir con dignidad es un derecho, morir con dignidad también” (Anónimo). La eutanasia es
considerada una intervención voluntaria que llega a acelerar la muerte de un paciente
terminal, con el objetivo de aliviar cierta clase de dolor o sufrimiento por la que padece el
paciente en específico. Es considerado como un procedimiento intencionado y analizado que
un médico puede llevar a cabo conscientemente, sin embargo, en algunos países es ilegal y es
penalizado con la cárcel. Ana Estrada es una paciente de 44 años que sufre de polimiositis
desde los 12 años, la cual, es una enfermedad que atrofia y debilita los músculos, esto le ha
generado un estilo de vida que se puede considerar deplorable e indigno porque desde muy
temprana edad ha requerido asistencia y ayuda en casi cada acción que una persona puede
llegar a realizar en su etapa de vida joven y adulta. Por tales motivos, la señora Ana Estrada ha
pedido a la justicia del Perú que legalicen su decisión sobre cuándo y cómo desea morir sin
repercusiones legales a ella, a su familia y a quien realice el procedimiento que la llevará a la
muerte digna. Dada la polémica social y la polaridad de opiniones, es una ley, la práctica de la
eutanasia sigue siendo ilegal en el país sancionada hasta con tres años de cárcel, ya que es
considerada como un suicidio asistido, o un homicidio piadoso, independientemente de la
diferencia, ambos son condenados por el Derecho Penal. Ante estas circunstancias, nos
encontramos a favor de la eutanasia, porque el reconocimiento de los límites que atentan
contra la dignidad es una razón justa para legalizar la muerte digna siempre y cuando sea vista
bajo ciertas condiciones. A continuación, mostraremos argumentos que respaldan nuestra
postura.
En primer lugar, el primer artículo de la Constitución señala que: “La persona humana (…) es el
fin supremo de la sociedad y del Estado” y la moral son los valores que adhieren a su vida para
vivir bien o darse felicidad de esta manera forjar el carácter de los descendientes y dar
coherencia en el aspecto jurídico del ser humano y democrático. Según el caso Ana Estrada, la
señora planteó no alargar su vida en condiciones indignas, que en el país esta criminalizado
quien ayude a poner fin al sufrimiento que frente al irrevertible avance de su enfermedad y a la
escasez de métodos para mejorarla, la Sra. Ana Estrada Ugarte ha demandado tener pleno
control del desenlace de su vida, con el fin de ejercer su derecho a la muerte en condiciones
dignas, así como su derecho fundamental a la dignidad, a la vida digna, al libre desarrollo de la
personalidad y a no sufrir tratos crueles e inhumanos. En el Perú, los procuradores públicos de
los Ministerios de Salud y de Justicia y Derechos Humanos y el “EsSalud” mostraron una
postura en contra de que el juez acepte dicha demanda, lo cual implica denegarle la dignidad
que tiene como derecho a exigir. En segundo lugar, si la ética procura la mesura de la conducta
y la conciencia de los límites para hacer posible la convivencia humana, porqué denegar los
límites en el dolor de un paciente que tiene un obstáculo para el buen vivir en comunidad.
Giusti (2018) señala que “la filosofía política ha defendido la necesidad de la solidaridad como
una dimensión constitutiva de la vida humana.”, parte de esta solidaridad, se debe considerar
el apoyo incondicional a las personas que hacen uso de su libertad en su sano juicio y piden
dolorosamente un límite a su sufrimiento. En abril del 2019 Ana escribió: “Esta búsqueda por la
muerte se convirtió paradójicamente, en una motivación para vivir. Todavía no he tenido un
proceso infeccioso este año y no sé cuándo lo tendré, pero lo que digo es que, si yo tuviera el
"permiso” del Estado para morir, estoy segura que esos procesos infecciosos no serían así de
terribles y los llevaría en paz, con esperanza y libertad”.
En tercer lugar, el derecho a una muerte digna es una consecuencia lógica del derecho a la
vida. Como dijo Bennedeti (1999): “…la muerte es sólo un síntoma de que hubo vida”. Visto
bajo ciertas condiciones, en este caso médicas, los pacientes que sufren años esperando
un diagnóstico esperanzador, pero que en realidad es negativo y cada vez más intolerable. Para
Ana Estrada, su diagnóstico fue así, su alimentación por sonda será más frecuente o
permanente, el uso de respirador, igualmente. Por tal motivo, es que ella solicita tener el
control de su vida, a fin de poder ejercer el derecho a una muerte en condiciones dignas.
Estrada (2019) escribió: Creo que no hay mayor gesto de amor que impida ayudar y proteger a
un ser amado a encontrar su muerte y poner punto final al sufrimiento que lo aqueja. Es una
decisión que tomé el día que volvía a UCI por segunda vez por una recaída con neumonía.
Cuando la ambulancia llegó a mi casa para llevarme al hospital, mi hermano llegó en ese
instante y escuché que dijo a todos que esperen un momento, pidió a la enfermera que salga
del cuarto y nos quedamos a solas. Se acercó a mi cama y oramos. Sin embargo, este dilema
ético, aún confuso y debatido, significa un avance ético para la sociedad, el bien común, y
sobre todo la solidaridad con los enfermos, que es una dimensión constitutiva de la dimensión
humana. La eutanasia no debe ser entendida como un deber para ninguna de las partes, sino
como el uso consciente de la libertad individual y el límite al sufrimiento exacerbado que
atenta contra la dignidad del enfermo, además, también lo es la indiferencia o el trato cruel e
inhumano con quien lo sufre, el no poder recibir asistencia psicológica, médica o económica
por parte del Estado es también un atento contra la dignidad y el buen vivir, considerado anti-
ético e inmoral.