Apunte08 04

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Apunte Nº 8 – Unidad 4

Lógicas Colectivas: Diálogo con René Kaës


Dra. Ana María Fernández
EL PSICOANALISIS VINCULAR DE LATINOAMERICA. Lo singular ↔ lo múltiple
XIX Congreso Latinoamerciano FLAPAG
XVII Jornada AAPPG
XXVII Jornada Nacional FAPCV
Buenos Aires, 2 de julio de 2011

I. Introducción
¿Cómo podrían articularse las lógicas colectivas con las lógicas del inconscien-
te y la intersubjetividad?
Pienso que con René Kaës tenemos algunas coincidencias fundamentales para
entablar esta Conversación. Muy sucintamente, en primer lugar, en nuestras
trayectorias, ambos nos hemos dispuesto a pensar en el límite de lo que no
sabemos. Hemos intentado hacer productiva metodológicamente esta
“incomodidad”1, y nos hemos hecho cargo de los costos institucionales que
esto conlleva. Cada cual en su estilo y con sus preocupaciones propias, tene-
mos allí, intelectualmente hablando, una coincidencia ética.
En segundo lugar, coincidimos en una convicción: según los dispositivos en los
que establecemos nuestras prácticas, así se delimitarán las áreas de visibilidad
y las conceptualizaciones que produzcamos. R. Kaës, ha escrito a lo largo de su
obra que el dispositivo de cura individual de diván permitió a S. Freud y sus
continuadores pensar el inconsciente de determinada manera. Los abordajes
psicoanalíticos de grupos, parejas, familias han abierto visibilidad a otras pro-
ducciones de las dimensiones de lo inconsciente, que exigen según René Kaës
una reformulación de la metapsicología psicoanalítica. Con esto quiero subra-
yar que sitúa su campo de problemas en términos epistemológicos. Esto le
hace posible no ontologizar la dimensión inconsciente y por lo tanto, no limitar-
se a pensar sólo dentro del circuito delimitado por los fundadores del Psicoaná-
lisis. Esto le habilita, a partir del diseño de otros dispositivos –grupales, vincula-
res- producir nuevas conceptualizaciones. Este modo de posicionarse en su
campo de problemas establece una segunda coincidencia, esta vez epistemoló-
gica. Según el campo de prácticas que se inventen será aquello que se
pondrá en visibilidad y conceptualización2.
Al mismo tiempo y en función de la especificidad de nuestros respectivos dis-
positivos de trabajo -que aquí ponemos a disposición-mantenemos ambos una
diferencia de posicionamiento. Kaës trabaja en tanto psicoanalista en situación
de grupo y desde allí produce sus conceptualizaciones. Por mi parte –más allá
de que en el área de la clínica mi posicionamiento es también psicoanalítico-
los trabajos en terreno que han dado base a estas conceptualizaciones se han
caracterizado por haberse desplegado generalmente por fuera de relaciones
contractuales psicoanalíticas con los participantes de esas experiencias, sea
coordinando una Multiplicación Dramática en instituciones o en la inmersión

1 Fernández, A. M.: “Haciendo Met-odhos”, Cap. I, Primera Parte de Las lógicas colectivas. Imaginarios cuer-
pos y multiplicidades, Buenos Aires, Biblos, 2007
2 Fernández, A. M.: El campo grupal. Notas para una genealogía, Buenos Aires, Nueva Visión, 1989

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etnográfica en procesos asamblearios autogestivos. Sin embargo, allí, la forma-
ción y el bagaje conceptual del Psicoanálisis operan en mí todo el tiempo. Al no
renunciar al bagaje conceptual psicoanalítico para elucidar aquello que entraba
en visibilidad, me he encontrado, más de una vez, en la necesidad de desnatu-
ralizar las genealogías de aquellos conceptos del psicoanálisis que necesitaba
para abordar las dimensiones subjetivas de las acciones colectivas a pensar. El
despliegue de estas cuestiones dio lugar al libro Las lógicas colectivas. Imagi-
narios, cuerpos y multiplicidades. Éste estuvo precedido de varios artículos del
Equipo de Investigación de la cátedra I de Teoría y Técnica de Grupos y funda-
mentalmente, por las investigaciones UBACyT de todos estos años.
Retomando, a partir de una coincidencia ético-epistemológica, establecemos
de modo diferente nuestros respectivos campos de problemas.
II. Las lógicas colectivas
¿De qué hablamos cuando decimos lógicas colectivas? Desde mi modo de pen-
sar, si se entiende por lógica una modalidad o forma que toma un suceso, un
acontecimiento, un devenir por el cual sus antecedentes pueden justificar lo
que acontece, estamos hablando de operatorias, de procedimientos, de modali-
dades en el hacer, específicos o distinguibles, por los que un colectivo acciona
o actúa en una situación o momento dado.
¿A qué se alude con el término colectivo? Esta expresión de uso frecuente en
los últimos años suele ser empleada por distintos grupos políticos, generalmen-
te de jóvenes, que con este término intentan diferenciarse de partidos políticos
o movimientos sociales con liderazgos públicos muy definidos en jerarquía y
rostridad. En nuestro caso, porta una ambigüedad deliberada ya que puede in-
cluir muy diversas formas de agrupamientos tanto por sus formas de organiza-
ción, dimensiones, objetivos, etc. Estas lógicas configuran modalidades opera-
torias que pueden accionar en un grupo terapéutico, en un taller en un aula, en
un conjunto artístico, en una asamblea de una fábrica recuperada, etc. Se trata
entonces de distinguir diferentes procedimientos no deliberados que se insta-
lan en situaciones colectivas.
En tal sentido, el término colectivo tendría una generalidad dentro de la cual
podrían incluirse diversas formas específicas de configuración de “lo común” 3,
sean estas estables, transitorias o de momento, muy numerosas o de pequeño
grupo. Se refiere al entre-algunos, al entre-muchos. Colectivo no sería aquí si-
nónimo de social ni tampoco se refiere sólo a aquellos que se hayan configura-
do como grupo.
Uso el término lógicas colectivas siempre en plural para sostener que
en los agrupamientos nunca opera una sola lógica, aunque alguna de
ellas se vuelva predominante en una situación dada.
No son operatorias puestas a accionar deliberadamente, tampoco puede prede-
cirse cuál de ellas accionará, ni actuar preventivamente. Tampoco son producto
del azar o la espontaneidad de los entre-muchos o entre-algunos. No son incau-
sadas. Deben darse condiciones de posibilidad para que se dispare una
u otra. Si la situación colectiva se despliega en un diseño con coordinación,
ésta pone en juego algunas condiciones de posibilidad. Pero se ignora qué
modo de operatoria advendrá finalmente.

3 Blanchot, M.: La comunidad inconfesable, Madrid, Arena, 1999. Negri, A.: La fábrica de porcelana. Una nue-
va gramática de la política, Barcelona, Paidós Ibérica, 2008

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En este sentido el término lógica, en tanto operatoria que da lugar a una moda-
lidad de accionar, se diferencia del término estructura.
Puede decirse que S. Freud identificó un tipo de lógica colectiva cuan-
do en Psicología de las Masas y Análisis del Yo 4 pensó la relación líder-
masa. En nuestro trabajo de indagación hemos distinguido otras dos
tipos de lógicas colectivas. Las lógicas de representación y las lógicas
de multiplicidad5.
Más allá que siempre tenemos presentes elementos conceptuales de este texto
freudiano, quiere aquí subrayarse una diferencia. La indagación freudiana a la
que hago referencia elucida cómo opera un modo de configuración colectiva
sobre los individuos y sus malestares –y más- sobre el sujeto del inconsciente y
los procesos identificatorios. El proceso de elucidación conceptual freudiano va
aquí de lo colectivo a lo singular.
En nuestro caso tanto las lógicas de la representación como las de la multiplici-
dad operan colectivamente dando diferentes configuraciones y formas de ac-
cionar al colectivo mismo. Esto no excluye que afecten de modo muy diferente
a cada uno de los participantes. Quisiera entonces distinguir –antes que nada-
dos movimientos de indagación diferentes:
Uno va de lo colectivo a lo singular-personal. En esa línea también dirá
Lacan “lo colectivo no es sino el subjectum de lo individual” 6. El otro
va de lo colectivo a lo colectivo. Es decir, es una operatoria colectiva
que al ponerse en acción establece unas configuraciones colectivas y
no otras.
III. Dos operatorias
Las lógicas de la representación operan en el sentido común, lo instituido, el re-
lato argumental unificado y comprensible; accionan desde la delegación. En
términos de C. Castoriadis serían lógicas identitarias. Pero en ciertas circuns-
tancias, un colectivo en acción desborda lo instituido, se clausura la represen-
tación7 y se abre una situación muy particular en la que se inventan nuevos
sentidos, nuevas prácticas y nuevas afectaciones. Allí se instala otro modo de
proceder. Solemos decir “se armó máquina”. En ese momento se estaría ope-
rando en lógica de multiplicidad.
Para pensar la relación entre las lógicas de la representación y las lógicas de la
multiplicidad no nos ha sido útil el criterio de oposición binaria 8, ni el de inte-
racción dialéctica. Operan en tensión9. Ambas están siempre operando. Cuando
una cobra más visibilidad, la otra opera en latencia10. Como diría Deleuze no es
“o” sino “y”11
4 Freud, S.: “Psicología de las masas y análisis del yo” en Obras completas, Vol. 1, Madrid, Biblioteca Nueva,
1967
5 Fernández, A. M.: Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades, Buenos Aires, Biblos, 2007
6 Lacan, J.: “El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada. Un nuevo sofisma” en Escritos 1, México,
Siglo XXI, 1971
7 Derrida, J.: “El teatro de la crueldad y la clausura de la representación” en La escritura y la diferencia, Barce -
lona, Anthropos, 1989
8 Fernández, A. M.: La mujer de la ilusión. Pactos y contratos entre hombres y mujeres, Bs Aires, Paidos, 1993
9 Fernández, A. M. y Borakievich, S.: “La anomalía autogestiva” en Revista Campo Grupal, Nº 92, Año 10,
Buenos Aires, agosto de 2007
10 Reformulación de la idea de latencia como lo que late-ahí-todo-el-tiempo en Fernández. A. M.: El campo gru -
pal. Notas para una genealogía., Buenos Aires, Nueva Visión, 1989
11 Deleuze, G.: Diferencia y repetición, Madrid, Jucar, 1988

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Esto me lleva a subrayar que estamos indagando colectivos en acción, que es-
tán haciendo más que hablando; o hablando para hacer en la urgencia. Sea
esta urgencia generada por la ficción de un dispositivo de Multiplicación Dra-
mática12 o por la urgencia de una realidad que hacía necesario por ejemplo, po-
ner rápidamente una fábrica abandonada a funcionar 13. Si se trata del hacer,
de prácticas, de un accionar, estamos frente a cuerpos que se afectan unos
con otros y no sólo frente a los juegos o combinaciones de las significaciones y
las producciones de sentido.
¿Cuál era y es la pregunta que dio orientación a esta búsqueda? ¿Cuándo,
cómo un colectivo en acción activa su capacidad imaginante, desborda
el sentido común, lo instituido y puede inventar nuevas prácticas, se
configuran otras significaciones y se producen otras afectaciones?
¿Cómo pensar la –virtualmente- inagotable capacidad de invención de un co-
lectivo en acción?14. Abrir esta pregunta implicó interrogarme cuándo, cómo
un colectivo -una numerosidad social15, en términos de Fernando
Ulloa– inventa. Es decir, instala una situación donde –en un crescendo
de intensidad- despliega diversas actividades y capacidades muchas
veces impensadas por sus participantes; crea o inventa nuevas prácti-
cas y transforma sus significaciones y afectaciones.
¿Sobre qué experiencias se basaron estas elucidaciones? Por un lado contába-
mos con un dispositivo de Multiplicación Dramática (Kesselman y Pavlovsky) 16
que utilizamos –reformulado- en la cátedra I de Teoría y Técnica de Grupos 17
desde hace muchos años y en muchas situaciones institucionales y/o comunita-
rias, las más de las veces con participantes que casi no se conocen o no se co-
nocen en absoluto.
Por el otro, en nuestras investigaciones en Asambleas Barriales primero y en
Fábricas Sin Patrón18 después, nos encontrábamos con situaciones muy simila-
res. En estos casos nosotros no coordinábamos ningún dispositivo grupal, sino
que utilizábamos un dispositivo similar a la llamada inmersión etnográfica y un
permanente análisis de la implicación de los equipos. Observamos que en la
situación de asamblea horizontal autogestiva –dispositivo no estable-
cido ni coordinado por especialistas- en algún momento también se
armaba máquina, algo se destrababa y no paraban de inventar propuestas,
soluciones o alternativas a algún problema que los encerraba o estancaba.
Desde que Kesselman y Pavlovsky inventaron la Multiplicación Dramática estas
dos operatorias se constataron rápidamente: MD que a partir de una 1º escena
arman una secuencia que configura un relato argumental comprensible y MD
muy imaginativas cuya sucesión de escenas no sigue una secuencia argumen-
tal y donde a simple vista podemos no encontrar relación entre unas escenas y
otras.

12 Para una descripción y análisis de este dispositivo ver “¿Qué disponen los dispositivos?” Cap. 1, Parte II de
Fernández, A. M.: Las lógicas colectivas. Imaginarios cuerpos y multiplicidades, Buenos Aires, Biblos 2007
13 Fernández, A. M y cols.: Política y Subjetividad. Asambleas barriales y fábricas recuperadas, Buenos Aires,
Biblos, 2008
14 Fernández, A. M.: Las lógicas colectivas. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades, Bs As. Biblos, 2007
15 Ulloa, F.: Salud mental, numerosidad social, psicoanálisis, Buenos Aires, El Zorzal, en prensa
16 Kesselman, H., Pavlovsky, E.: La Multiplicación Dramática, Buenos Aires, Atuel, 2006 (última versión)
17 Fernández, A. M.: Op. Cit
18 Fernández, A. M.: Política y subjetividad. Asambleas barriales y fábricas recuperadas. Bs Aires, Biblos, 2008

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Pero no ha sido nada sencillo encontrar las razones de esta diferencia. El desa-
fío fue pensar cómo, cuándo, en qué condiciones se producen una y otra. Este
transformar un tema en problema fue parte de un proceso de investigación que
ha sido una de las líneas de indagación de las varias que han atravesado el
campo de experiencias del equipo de investigación. Pero en todas ellas se ha
tratado de pensar problemas conceptuales elucidando experiencias.
IV. Política y Subjetividad
¿Cómo pensar estos momentos de invención imaginante? ¿Qué hace que en al-
gunas situaciones se configuren multiplicidad de universos y en otra homoge-
neización? Puede decirse que en los talleres que se mantienen en una trama
argumental se produce una situación de rostridad19 por lo que la trama argu-
mental inicial no se desarticula. Puede haber múltiples factores que convergen
en una situación en la que se capturan las energías circulantes en un colectivo.
Todas las miradas se dirigen a un “rostro”, a un “uno”. Algo captura la energía y
ésta no se expande. Por lo que en un principio se pensó que estas situaciones
podrían relacionarse con ciertos estilos de coordinación donde coordinadores
“carismáticos” capturan la energía colectiva y esto traba el flujo de escenas en
multiplicidad rizomática. Si bien esto puede ocurrir con frecuencia, también he-
mos observado que la captura carismática puede producirla cierto tipo de rela-
to, generalmente de fuerte dramatismo, que narra algo realmente acontecido
al participante que lo expone; esto fija el interés, las afectaciones de los partici-
pantes y esta captura argumental no permite fluir, atasca los agenciamientos
posibles.
Es decir que en algunas oportunidades las condiciones para que no se pueda
des-componer la escena inicial, pueden rastrearse en el modo en que esta pri-
mera escena es elegida o compuesta. Pareciera que cuando mayoritariamente
los participantes de un taller optan, por ejemplo, por escenificar algo muy im-
pactante realmente acontecido a uno de ellos se cumplirá aquello señalado por
Artaud de un relato o libreto externo a escenificar. Un “Yo” que cuenta algo que
le sucedió, es decir trae un argumento a relatar. Esta situación puede asimismo
presentarse cuando algún integrante “toma” el espacio para transmitir algún
mensaje generalmente de la realidad social y espera que allí se tome partido.
Mientras que cuando la escena elegida es menos concreta, más abstracta y/o
se inventa o compone allí en el entre-algunos, la propuesta no posee propieta-
rio, no quedan adheridos a su relato unificado y sería más viable de descompo-
ner.
Por el contrario, en las situaciones de rostridad, algo captura y no deja desple-
gar el flujo de agenciamientos posibles de ese colectivo. Estas situaciones pue-
den configurarse a partir de un líder carismático, de un argumento atrapante o
de algún “exceso” de protagonismo de algún participante o de la coordinación
misma.
Si vamos un poco más allá, podría decirse que lideres carismáticos, grandes re-
latos, Estado o cristalizaciones identitarias pueden operar -en sus modalidades
específicas- como instancias de captura que impiden desplegar las potencias
imaginantes de acción de un colectivo; como un imán, concentran o acaparan
la capacidad de fluir que los agenciamientos necesitan para sus conexiones

19 Deleuze, G. y Guattari, F.: Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Valencia, Pre-textos, 1994

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inesperadas; se espera de ellos por lo que los colectivos les delegan sus poten-
cias de acción y/o de imaginación.
Si pasamos a las fábricas sin patrón, podemos decir que la cuestión de la auto-
gestión no pasa por que no haya líderes sino por que estos no capturen la po-
tencia colectiva20. Más allá de los múltiples grises de estos emprendimientos
hemos identificado dos formas diferentes en su devenir
a) las fábricas que se plegaron sobre sí mismas, instituyendo un líder, gene-
ralmente un referente político que los asesora y dirige. Aquí se desvane-
cen la horizontalidad y la asamblea como órgano de deliberación y deci-
sión y se reinstalan jerarquías y delegaciones en “el dirigente” o especia-
lista, frecuentemente “externo” a la fábrica. Frente a los problemas que
amenazan él encontrará la solución o tendrá los contactos políticos nece-
sarios. El colectivo se concentrará en su producción, de su fábrica. Predo-
minaría en este grupo una lógica de representación-delegación
b) las fábricas abiertas mantienen la asamblea y las modalidades autogesti-
vas de decisión y organización. Han abierto bachilleratos, centros cultura-
les, bibliotecas y su relación con la comunidad es intensa. No paran de
inventar. A lo largo de los años, la participación asamblearia horizontal ha
ido formando un germinal de cuadros políticos muy particular liderando
en muchas circunstancias pero sin reemplazar al conjunto, manteniendo
la convicción de apostar a la fuerza, la creatividad y las decisiones del co-
lectivo. Atesoran los momentos de intensidad de invención donde, a
nuestro criterio, predominan lógicas de multiplicidad.
A estas cuestiones aludimos cuando hablamos de dimensión política de la sub-
jetividad. Para poder conceptualizar este campo de problemas hemos tenido
que reformular y/o genealogizar algunas nociones y/o a prioris del Psicoanálisis.
Por citar los más importantes: el a priori de la diferencia, la tensión sujeto-sub-
jetividad, la tensión carencia-potencia del deseo, la relación deseo-poder, la
tensión júbilo-angustia21, los cuerpos como impensados del lenguaje, las inten-
sidades como impensados de la representación22.

20 Bauleo ya decía con respecto a una coordinación descentrada, “devolver los liderazgos al grupo”
21 Fernández, A. M.: “Psichoanalysis and Politics: new tools for new challenges” en The VII Annual Social
Theory Forum “Critical Social Theory: Freud and Lacan for the 21st century” UMASS, Boston, en prensa. Y
Fernández, A. M.: “Revisitar el Psicoanálisis para pensar la política. Júbilos, cuerpos en acción y lógicas colec-
tivas” en VI Congreso Latinoamericano: Psicoanálisis, una experiencia de fronteras., “Diversidad, producción,
intercambio”, FLAPPSIP, Buenos Aires, 19 de mayo de 2011
22 Fernández, A. M.: Las lógicas colectivas-. Imaginarios, cuerpos y multiplicidades, Buenos Aires, Biblos, 2007

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