La Casa de Bernarda Alba Federico Garcia Lorca

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La Casa de Bernarda Alba Federico Garcia

Lorca

Acto 1
La historia comienza en la casa de Bernarda Alba, donde Poncia y la criada
limpian la habitación para el funeral del segundo marido de bernarda mientras
hablan sobre ella quien se llamaba Antonia María Benavides . Bernarda es
retratada como una mujer que despierta temor y repulsión en los demás,
mientras es descrita por dos personas que trabajan para ella y no les cae en
gracia. Son estas criadas, además, las que nos permiten conocer la historia de
Bernarda: una mujer con cinco hijas, destacando a Angustias, la mayor, que
tiene 39 años y es hija de su primer marido. Tras esta conversación, aparece
una mendiga pidiendo dinero que aprovecha para pronunciar un monólogo que
muestra el contraste entre ricos y pobres.

Aparece Bernarda, la protagonista, con otras mujeres del pueblo que han
asistido al funeral de su marido. Bernarda se presenta como una mujer que
tiene autoridad hacia las criadas, reflejando la desigualdad entre ricos y
pobres. Informan a Bernarda de que también está allí Pepe el Romano, pero
ella se niega a recibirle.

Más tarde, se ve cómo Bernarda se relaciona con sus cinco hijas. Explica
que todas deben guardar un luto de ocho años por la muerte de su padre,
y durante todo ese tiempo deberán vestir de negro y no relacionarse con
ningún hombre. Una de las hijas, Magdalena, se queja porque ella quería
casarse, pero la autoridad de Bernarda es más fuerte. También se presenta
a María Josefa, abuela de las niñas y madre de Bernarda, que está encerrada
en una habitación porque su hija no quiere que las mujeres del pueblo la vean
porque esta demente. Poncia, una de las criadas, insinúa que Angustias se
pasa las noches escuchando conversar a los hombres desde la ventana. Aquí
descubrimos que Bernarda no le permite casarse con ningún hombre, menos
aún si se trata de un campesino o alguien de clase baja.

Entra en juego uno de los temas principales de la historia: el choque entre las
mujeres de antaño y las mujeres actuales. Se presenta con las hijas de
Bernarda, que están obsesionadas con los hombres. Adela, la más joven, se
acicala con un vestido verde mientras Angustias se muestra nerviosa,
despertando la burla de sus hermanas porque creen que está esperando a
Pepe el Romano. Efectivamente, Pepe está fuera esperando a Angustias, que
sale a verlo, y las hermanas se asoman a la ventana para presenciar la escena.

Se nos cuenta también la historia de María Josefa, antítesis de su hija


Bernarda. Aparece con flores en la cabeza y en el pecho, con una actitud jovial
y alegre que abochorna a Bernarda, quien reprende a la criada por haber
dejado salir a su madre de la habitación. Se sabe que Bernarda oculta a su
madre debido a su locura, ya que ésta podría dar que hablar en el pueblo y
afectar a su reputación.
Acto 2

Poncia está con las hijas de Bernarda, cosiendo en silencio para preparar la
boda de Pepe y Angustias. Ésta se da cuenta de que todas sus hermanas la
envidian, lo que le hace comportarse de forma agresiva con ellas. Sin
embargo, Poncia comenta que Pepe estuvo hasta la madrugada en la ventana
de Adela, quien lo niega fervientemente.

Poncia, convencida de que Adela está enamorada de Pepe, habla con ella a
solas. Aconseja a Adela que deje en paz a su hermana mayor, pero Adela
amenaza a Poncia, dejando entrever que, efectivamente, la criada está en lo
cierto. Adela, además, está alterada porque escucha hombres en la calle y
anhela la libertad que tienen ellos en la sociedad que le ha tocado vivir.

Martirio y Amelia, también hijas de Bernarda, se quedan solas. Martirio


confiesa que también sospecha de Adela y Pepe, porque las últimas noches
escuchó ruidos bajo la ventana de la hermana. Entonces, Angustias aparece
muy enfadada porque ha desaparecido su retrato de su prometido Pepe. Acusa
a sus hermanas de haberlo robado y aparece Bernarda para calmar a las
niñas, ordenando a Poncia que revise las habitaciones. Lo encuentran en la
cama de Martirio, que se defiende diciendo que era una broma. Adela, celosa,
se enfada y Martirio, que se siente atacada, confiesa sus sospechas sobre
Adela y Pepe.

Poncia y Bernarda hablan a solas sobre la boda. Bernarda cree que


Angustias debe casarse cuanto antes para evitar que siga habiendo peleas
entre sus hijas, y Poncia insinúa que todo se debe a que Adela y Pepe tienen
un idilio a espaldas de Angustias. Bernarda no la cree, pensando que, al ser
una criada, tiende a la mentira. Angustias escucha la conversación entre su
madre y Poncia, y dice que Pepe lleva marchándose a la una de la madrugada
desde hace varios días, pero Poncia dice que ella le escucha hasta pasadas
las tres.

Mientras tanto, Adela y Martirio tienen una fuerte discusión, ya que la


primera cree que su hermana también está enamorada de Pepe, pero Martirio
sigue insistiendo que era una broma. Adela aprieta hasta que Martirio no puede
más y confiesa que, efectivamente, también siente algo por Pepe.
Acto 3

Bernarda y sus hijas están en el patio con Prudencia, una amiga de la familia.
Prudencia cuenta que su marido ha renegado de su hija por una ofensa, y
Bernarda defiende al hombre ante la sorpresa y tristeza de Prudencia. Después
de la cena, Angustias se queda a hablar con su madre. Angustias teme que
su prometido la esté engañando, y Bernarda le recomienda no buscar
explicaciones y conformarse con la situación. Por su parte, Adela y Martirio
vuelven a discutir por Pepe, y Bernarda tiene que intervenir.

Más tarde, Poncia y Bernarda vuelven a hablar a solas sobre la situación de la


casa. Bernarda le asegura a Poncia que tiene a sus hijas vigiladas para que
sigan siendo dulces y educadas, pero Poncia insiste en que eso no está
funcionando y que sigue sospechando de idilios amorosos a espaldas de
Angustias y Bernarda. Más adelante, Poncia y otra criada escuchan ladrar a
los perros, nerviosos. Inmediatamente después aparece Adela con la excusa
de que tiene sed, algo que hará sospechar aún más a las criadas.

Vuelve a aparecer María Josefa, esta vez comportándose con una libertad
encantadora. Por su parte, Adela aparece para meterse en el corral, seguida
por Martirio. Martirio se acerca a la puerta del corral en el que entra su
hermana y la llama; Adela sale con el pelo despeinado y Martirio, celosa,
reconoce que está enamorada de Pepe. Adela reconoce que es amante de
Pepe y Martirio grita para despertar a su madre y sus hermanas.

Bernarda acude rauda y, al ver la situación y escuchar las explicaciones de


Martirio, se dispone a golpear a Adela con su bastón. Adela se lo quita, por
lo que Bernarda, colérica, se marcha y vuelve con una escopeta. Entra en el
corral y se oye un disparo, y se dice que Bernarda ha matado a Pepe, algo
que resulta ser falso. Adela, que sí cree que su madre ha matado a Pepe, corre
a su habitación y se encierra. Cuando consiguen abrir la puerta, descubren
que se ha suicidado.
Análisis de La Casa de Bernarda Alba
La casa de Bernarda Alba es una de las piezas más aplaudidas de Lorca, y con
razón. A pesar de haber sido escrita en 1936, no fue hasta 1945 que se
representó en los escenarios por la cantidad de crítica social que encerraban
sus líneas.

Los personajes, a través de sus diferentes personalidades, entienden cada cual


a su manera el tema principal de la obra: el honor. Bernarda, quien da
nombre a la obra, es una mujer obsesionada con la imagen que tienen los
demás de ella y su familia, y antepone esta reputación a los valores y a sus
hijas. Ellas, por su parte, anhelan un mundo más divertido y libre, donde no
importa el qué dirán, sino el ser dueñas de su propia vida.

Además, Lorca deja ver en La casa de Bernarda Alba cómo una sociedad
cruel y autoritaria con las mujeres puede envenenarlas hasta el punto de
asesinarlas a base de odio, envidia y celos. Mientras Pepe el Romano hace
todo lo que quiere y juega con los corazones de las hermanas, éstas se pelean
por su amor; unas por rebeldía, otras por reputación. Esto también deja claro el
poder del dinero y de las clases altas sobre las bajas, como se representa con
Poncia y Bernarda, separadas por un muro imposible de atravesar.

La casa de Bernarda Alba es una obra sobre lo que se dice, pero, sobre todo,
lo que se calla. Cómo el seguir a pies juntillas las normas de una sociedad
injusta, reprimiendo deseos y escondiendo verdades, puede acabar en tragedia
incluso en las familias más reputadas.

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