3 - Misión de Los Laicos
3 - Misión de Los Laicos
3 - Misión de Los Laicos
LECTURA REFLEXIVA
¿ES USTED LA ESPOSA DE DIOS?
Para entonces, el empleado llegó con las medias. La señora le puso un par de ellas
al niño y le compró un par de zapatos. Juntó el resto de pares de medias y le dio al
niño. Ella acarició la cabeza y dijo:
“¡No hay duda, pequeño amigo, te sientes más cómodo ahora!” Mientras ella daba la vuelta para irse, el niño la
alcanzó y mirándola con lágrimas en los ojos contestó: “¿Es usted la esposa de Dios?
AYUDA BÍBLICA
Diversos dones del Espíritu Santo. Romanos 12, 4 –8; 1Corintios 12, 7 – 11
Produzcan frutos en Mí. Juan 15, 1 – 7
Misión de los Laicos en la Iglesia. Lumen Gentium N° 31
Santos por vocación. Romanos 17
Parábola de los talentos. Mateo 25
CONCEPTUALIZACIÓN:
Todo hombre por su vocación cristiana, está llamado a la Santidad. Para ello Dios le ha dado una misión
específica que cumplir y así realizarse plenamente. Dentro de ellas tenemos la vida laical quienes insertados por el
Bautismo al Cuerpo Místico de Cristo: son hombres de mundo en el corazón de la Iglesia y hombres de Iglesia en
el corazón del mundo (Puebla N° 786). Esto significa que viven en medio de las realidades sociales como el
trabajo, la familia y los problemas sociales. EL LAICO como hombre de Iglesia debe llevar a estas realidades la
fuerza, la fe y la esperanza del Evangelio ejerciendo su apostolado de acuerdo a la voluntad de Dios bajo los
principios evangélicos.
La palabra LAICO, proviene del vocablo griego “LAÓS” que significa PUEBLO. En el sentido cristiano,
LAICO es toda persona que pertenece por la fe y el Bautismo al Pueblo de Dios. En este sentido, todos los
La iglesia no es sólo la Jerarquía, sino que está formada por todos los fieles bautizados que profesamos la
misma fe, recibimos los mismos sacramentos y observamos los mismo preceptos. Los laicos o seguidores tienen
una misión propia insustituible para el bien de toda la Iglesia. Están llamados a la santidad y al apostolado en el
ejercicio de su trabajo, en la familia en la sociedad y en otras servicios a la Iglesia distintos de los de la Jerarquía.
En un grupo humano los miembros se necesitan mutuamente, cada uno tiene su función propia en relación con los
otros, tiene sus cualidades y dones que intenta poner al servicio de los demás. En la iglesia cada miembro tiene su
quehacer, su función particular y propia. Los que creemos en Jesucristo somos personas muy diversas: hombre,
mujeres, niños, jóvenes, ancianos, obreros, artistas, campesinos, médicos, ingenieros… Si tú quieres dar un
sentido grande a tu vida no te basta con vegetar, viviendo aislado de los demás. Si quiere aprender, saber trabajar
para aportar algo al mundo, si quieres pasar dejando huella, haciendo algo importante ¿Cómo será tu vida? ¿Cuál
será tu estado? Quisieras saberlo ya, pero aún es pronto… has de prepararte, medir tus posibilidades. A veces tus
padres al verte entusiasmados con la biología o con la música, con la mecánica dicen: “Este chico tiene vocación
de ingeniero”.
Todos sin excepción estamos llamados a algo en el mundo. Y los cristianos con más razón. Jesús quiere que todos,
con nuestras aptitudes y cualidades, muchas o pocas, es igual, construyamos su Iglesia y realicemos así la misión
que los cristianos tenemos en el mundo.
CRISTIANOS CORRIENTES
Un autor del siglo II escribía refiriéndose a la vida de los cristianos en el mundo: “ los cristianos no se
distinguen de los demás hombres ni por su tierra, ni por su habla, ni por sus costumbres. Adoptan su vestido,
comida y demás género de vida a los usos y costumbres de cada país, dan muestras de una conducta admirable y,
por confesión de todos, sorprendente … Lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos para el mundo”.
¿No te parece que es retrato admirable de lo que es vocación cristiana de los laicos?.
Todo esto lo ha explicado muy bien el Concilio Vaticano II: A los fieles corrientes pertenece por propia
vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando según el querer de Dios los asuntos temporales. Viven en
el mundo, es decir en toda y cada una de las actividades de la vida familiar y social,
con las que su existencia forma un único tejido (Lumen Gentium. N° 31).
LLAMADA A LA SANTIDAD
Dios nos llama a todos a la Santidad, todos los hombres y mujeres, jóvenes y viejo,
solteros y casados, están dedicados a un trabajo o a otro: todos estamos llamados a ser
santos.
“Así lo dice Jesús en el Evangelio:
Sed, pues, perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. Mateo 5, 48.
Nuestra llamada a la Santidad está formulada por Dios desde toda la eternidad.
(Efesios 1, 4; 2, 6-40).
Apostolado es la tarea de difundir la doctrina de Cristo y acercar las almas a Dios, con la palabra y con el ejemplo.
Todos los fieles tienen el deber de ser apóstoles del Señor porque
forman parte del cuerpo místico de Cristo por el Bautismo. Así lo
declara el Concilio Vaticano II: “Los laicos tienen el derecho y el
deber de ser apóstoles por su misma unión con Cristo cabeza.
Insertos en el cuerpo Místico de Cristo por el Bautismo y
robustecidos mediante la Confirmación por la fuerza del Espíritu
Santo, son destinados al apostolado por el mismo Señor” (AA n° 3)
Jesús dedicó al trabajo la mayor parte de treinta años de su vida oculta. Es así ejemplo para todos los cristianos
que deben gastar su vida en un trabajo serio, constante y bien realizado. Este fue desde siempre el querer de Dios
al crear al hombre.
Nos dice el Génesis que Dios puso al hombre en el mundo para que lo trabajara. (Génesis 2, 9).
Los laicos, por medio del trabajo, santifican el mundo desde dentro. Son como levadura que fermenta la masa
(Mateo 13, 12) y pueden lograr que todas las cosas adquieran un valor divino al ser encaminadas a Dios por medio
de Jesucristo y realizadas según la voluntad divina. El trabajo de los laicos es además un medio para que éstos se
santifiquen dentro del mundo y sin salir de él, amando a Dios y al prójimo. Allí es donde Dios los quiere: en las
fábricas, en el campo, en la escuela, en el hogar, en el comercio, en la universidad, etc.
Santifican a los demás con el trabajo. Los laicos en el ejercicio de cualquier tarea profesional pueden
acercar a los demás a Dios influyendo en todos los ambientes y en todas las personas: familiares, compañeros,
amigos, etc.
Aunque lo propio de los laicos cristianos es el desempeñar un trabajo y a través de él, influir en la sociedad para
hacerla más cristiana, sin embargo, en ocasiones “los laicos también pueden ser llamados de diversos modos a una
colaboración más inmediata con el apostolado de la Jerarquía, al igual que aquellos hombres y mujeres que
La parroquia cristiana continúa siendo la estructura fundamental de la Iglesia. En ella los cristianos,
además de recibir los sacramentos fundamentales de la vida cristiana conviven fraternalmente entre sí a través de
la celebración eucarística dominical y de las acciones misioneras de la parroquia.
Es necesario que los cristianos por familias o por comunidades colaboren con la parroquia en los problemas de los
necesitados; niños, pobres, enfermos, ancianos y en todos los aspectos de la vida parroquial.
La inmensa mayoría de los cristianos optamos por la vida laical, que no está exenta ni mucho menos de
compromisos y sacrificios y a la que hay que llegar no por inercia propia, por tradición familiar y mucho menos
por obligación marcada desde fuera, sino por un acto libre y reflexivo de la voluntad, ayudada por la gracia,
comprometiéndonos a vivir íntegramente las exigencias de nuestro bautismo.
El Concilio y la Iglesia expresan a los jóvenes todo lo que el mundo y el pueblo de Dios espera de ellos.
Si la Iglesia está empeñada en una tarea de rejuvenecimiento, fácilmente serán los jóvenes los más capacitados
para captar la luz nueva que ha encendido la Iglesia de nuestro tiempo. Esta luz ilumina el mundo que debe
caminar hacia nuevos horizontes: de justicia, paz y amor especialmente.
Pero difícilmente la juventud puede ser esperanza de un mundo nuevo y de una Iglesia renovada, si cae en la
tentación de ceder a los grandes males de nuestro tiempo: injusticia, violencia, ansia desmedida, bienestar
material, búsqueda constante de placeres y el olvido o la negación de Dios.
Cuatro cualidades pide el Papa para los jóvenes de nuestro tiempo:
Generosidad; frente al egoísmo de los adultos, la juventud ha de ser generosa, sabiendo dar y darse a los
demás.
Pureza para que el amor no sea degradado y el mundo siga creyendo en el.
Respeto a todos y a cada uno de los hombres y de las instituciones. Sin aficionarse a la estúpida manía de no
tomar en serio las cosas más serias y más sagradas.
Sinceridad; los jóvenes deben ser sinceros, que no es lo mismo que ser espontáneos, descortés y mucho
menos bruscos. La sinceridad es la verdad. Mostrarse tal y como se es y reconocer lo mucho que se puede
trabajar en los años jóvenes a favor del mundo y de la Iglesia.
La iglesia mira a los jóvenes con confianza y amor y les pide que miren a la Iglesia para ver en ella “el rostro de
Cristo”, el hombre verdadero, humilde y sabio, el Profeta de la verdad y del amor, compañero y amigo de la
juventud. (Concilio Vaticano: mensaje a los jóvenes).
PRACTICA:
“A los fieles corrientes pertenece por propia vocación buscar el Reino de Dios tratando y ordenando según el
querer de Dios los asuntos temporales. Viven en el mundo, es decir, en toda y cada una de las actividades de
la vida familiar y social, con las que su existencia forma un único tejido” (Lumen Gentium N° 31)
Teniendo presente el documento explicar:
▷ ¿Cómo pueden los laicos ordenar hacia Dios las cosas y actividades humanas?
▷ ¿Cómo puede hacer su apostolado de LAICO un adolescente como tú en su comunidad?
COMPROMISO PERSONAL:
Realiza un compromiso de laico comprometido en tu parroquia, escuela o casa, teniendo presente los
principios evangélicos de Jesús.
ACTIVIDAD DE EXTENSIÓN: