Memoria

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Memoria (proceso)

No debe confundirse con tarjeta de memoria.


La memoria es una función del cerebro que permite al organismo codificar,
almacenar y recuperar la información del pasado.1 Algunas teorías2 afirman que
surge como resultado de las conexiones sinápticas repetitivas entre las neuronas,
lo que crea redes neuronales (la llamada potenciación a largo plazo). Sin
embargo, aunque este fenómeno se ha estudiado por más de 30 años en
animales, todavía no hay suficientes estudios sobre su existencia en la corteza
cerebral humana.3

Experimento de memoria espacial en ratones.


La memoria permite retener experiencias pasadas y, según el alcance temporal,
se clasifica convencionalmente en: memoria a corto plazo (consecuencia de la
simple excitación de la sinapsis para reforzarla o sensibilizarla
transitoriamente), memoria de plazo intermedio y memoria a largo
plazo (consecuencia de un reforzamiento permanente de la sinapsis gracias a la
activación de ciertos genes y a la síntesis de las proteínas correspondientes).
El hipocampo es una estructura del cerebro relacionada con la memoria y
aprendizaje. Un ejemplo que sustenta lo antes mencionado es la enfermedad de
Alzheimer, que ataca las neuronas del hipocampo lo que causa que la persona
vaya perdiendo memoria y ni siquiera recuerde en muchas ocasiones a sus
familiares.
En términos prácticos, la memoria (o, mejor, los recuerdos) es la expresión de que
ha ocurrido un aprendizaje. De ahí que los procesos de memoria y de aprendizaje
sean difíciles de estudiar por separado.
El estudio de la memoria suele centrarse sobre todo en los homínidos, puesto que
estos presentan la estructura cerebral más compleja de la escala evolutiva. No
obstante, el estudio de la memoria en otras especies también es importante, no
solo para hallar diferencias neuroanatómicas y funcionales, sino también para
descubrir semejanzas. Los estudios con animales suelen realizarse también para
descubrir la evolución de las capacidades mnésicas y para experimentos donde no
es posible, por ética, trabajar con seres humanos. De hecho, los animales con un
sistema nervioso simple tienen la capacidad de adquirir conocimiento sobre el
mundo, y crear recuerdos. Esta capacidad alcanza su máxima expresión en los
seres humanos.4
El cerebro humano de un individuo adulto estándar contiene unos
100 000 000 000 (cien mil millones) de neuronas y unos 100 billones de
interconexiones (sinapsis) entre estas.5 Aunque a ciencia cierta se desconoce la
capacidad de memoria del cerebro, puesto que no se dispone de ningún medio
fiable para poder calcularla, las estimaciones varían entre 1 y 10 terabytes.6
Según Carl Sagan, tenemos la capacidad de almacenar en nuestra mente
información equivalente a la de 10 billones de páginas de enciclopedia.7
No existe un único lugar físico para la memoria en nuestro cerebro.8 La memoria
está diseminada por distintas localizaciones especializadas. Mientras en algunas
regiones del córtex temporal están almacenados los recuerdos de nuestra más
tierna infancia, el significado de las palabras se guarda en la región central del
hemisferio derecho y los datos de aprendizaje en el córtex parieto-temporal.
Los lóbulos frontales se dedican a organizar la percepción y el pensamiento.
Muchos de nuestros automatismos están almacenados en el cerebelo.
Los primeros estudios sobre la memoria comenzaron en el campo de la filosofía, e
incluían las técnicas para mejorar la memoria. A finales del siglo XIX y principios
del XX, la memoria pasó a ser el paradigma por excelencia de la psicología
cognitiva. En las últimas décadas se ha convertido en uno de los principales
pilares de una rama de la ciencia conocida como neurociencia cognitiva, un nexo
interdisciplinario entre la psicología cognitiva y la neurociencia.

Historia[editar]

Esquema de los varios tipos de memoria como


género literario
El psicólogo William James () fue el primero en hacer una distinción formal entre
memoria primaria y memoria secundaria (memoria a corto y memoria a largo
plazo, respectivamente). Esta distinción reside en el centro del influyente modelo
de almacenamiento múltiple de Atkinson y Shiffrin (1968).9
En general, se considera que Hermann Ebbinghaus (1885) fue el pionero en el
estudio experimental de la memoria, al haberse utilizado a sí mismo para estudiar
fenómenos básicos tales como las curvas de aprendizaje y del olvido e
inventar sílabas sin sentido para dicho propósito.
Durante gran parte de la primera mitad del siglo XX, la memoria no constituyó un
tema respetable para los psicólogos experimentales, lo que refleja el dominio
del conductismo. Sin embargo, algunos conductistas —en particular, los
estadounidenses— estudiaron la llamada conducta verbal utilizando el aprendizaje
de pares asociados, en el cual se representan pares de palabras no relacionadas,
donde el primer miembro del par representa el estímulo y el segundo la respuesta.
Este enfoque asociacionista hizo que el estudio de la memoria tuviera una
posición firme dentro del marco conceptual conductista, y que desde entonces se
le observa de manera más clara en la teoría de interferencia, que es una de las
principales teorías del olvido.

Fases[editar]

Esquema del proceso de memorizar, según :Abenteuer Psyche (Gabriele Amann,


Rudolf Wippinger), 1. Auflage, Abbildung 3.16
En el proceso de almacenamiento de los conocimientos en la memoria es posible
diferenciar las siguientes fases:
codificación o registro: transformación de la información sensorial en elementos
reconocibles y manipulables por la memoria mediante códigos verbales (palabras,
números, letras) y códigos visuales (imágenes y figuras). Esta codificación no es
neutra sino que de toda la información sensorial que llega se selecciona la que
interesa y se interpreta de acuerdo a vivencias e ideas anteriores. En esta
operación influyen de manera decisiva la atención y concentración. Algunos
obstáculos para la atención y la concentración son las distracciones externas
(conversaciones, radio, televisión, ruidos, etc.); las distracciones internas
(preocupaciones, indecisión, problemas personales, falta de interés, etc.); y las
distracciones fisiológicas (fatiga física, dieta, sueño, enfermedades, etc.)
almacenamiento: retención de la información con el fin de conservarla y
recuperarla cuando sea necesario. Según dónde se guarden los datos
permanecerán más o menos tiempo en la memoria, desde unos segundos, hasta
toda la vida.
recuperación, recordar o recolección: localización y reactualización de la
información almacenada. Esto es a lo que llamamos recordar, es decir, evocar y
reconocer la información adquirida y almacenada en la memoria. La recuperación
significa traer a la conciencia la información.10

Memoria sensorial[editar]
Artículo principal: Memoria sensorial
Se denomina memoria sensorial a la capacidad de registrar las sensaciones
percibidas a través de los sentidos. Constituye la fase inicial del desarrollo del
proceso de la atención. Esta memoria tiene una gran capacidad para procesar
gran cantidad de información a la vez, aunque durante un tiempo muy breve.
Existe una serie de almacenes de información provenientes de los
distintos sentidos que prolongan la duración de la estimulación. Esto facilita,
generalmente, su procesamiento en la llamada memoria operativa.
Los almacenes más estudiados han sido los de los sentidos de la vista y el oído:
El almacén icónico se encarga de recibir la percepción visual. Se considera un
depósito de gran capacidad en el cual la información almacenada es una
representación isomórfica (con la misma estructura) de la realidad de carácter
puramente físico y no categórico (aún no se ha reconocido el objeto).
Esta estructura es capaz de mantener nueve elementos aproximadamente, por un
intervalo de tiempo muy corto (alrededor de 250 milisegundos). Los elementos que
finalmente se transferirán a la memoria operativa serán aquellos a los que el
individuo preste atención.
El almacén ecoico, por su parte, mantiene almacenados los estímulos auditivos
hasta que el receptor haya recibido la suficiente información para poder procesarla
definitivamente en la memoria operativa.

Memoria a corto plazo[editar]


La memoria a corto plazo es el sistema donde el individuo maneja la información a
partir de la cual está interactuando con el ambiente. Aunque esta información es
más duradera que la almacenada en las memorias sensoriales, está limitada a
aproximadamente 7±2 elementos durante 30 segundos (span de memoria) si no
se repasa.
Esta limitación de capacidad se pone de manifiesto en los efectos
de primicia y ultimidad. Cuando a un grupo de personas se le presenta una lista de
elementos (palabras, dibujos, acciones, etc.) para que sean memorizados, al cabo
de un breve lapso recuerdan con mayor facilidad aquellos ítems que se
presentaron al principio (primicia) o los que se presentaron al final (recencia o
ultimidad) de la lista, pero no los intermedios.
El «efecto de primicia» disminuye al aumentar la longitud de la lista, no así el de
ultimidad. La explicación que se da a estos datos es que las personas pueden
repasar mentalmente los primeros elementos hasta almacenarlos en la memoria a
largo plazo, y en cambio no pueden procesar los elementos intermedios. Los
últimos ítems, por su parte, permanecen en la memoria operativa tras finalizar la
fase de aprendizaje, por lo que estarían accesibles a la hora de recordar la lista.
Las funciones generales de este sistema de memoria abarcan la retención de
información, el apoyo en el aprendizaje de nuevo conocimiento, la comprensión
del ambiente en un momento dado, la formulación de metas inmediatas y la
resolución de problemas. Debido a las limitaciones de capacidad, cuando una
persona realice una determinada función, las demás no se podrán llevar a cabo en
ese momento.

Subsistemas[editar]
La memoria operativa o memoria de trabajo está formada por varios subsistemas,
a saber: un sistema supervisor (el ejecutivo central) y dos almacenes secundarios
especializados en información verbal (el lazo articulatorio) y visual o espacial
(la agenda visoespacial).
El sistema neuronal ejecutivo central coordina los recursos del sistema y los
distribuye por diferentes almacenes, denominados esclavos, según la función que
se pretenda llevar a cabo. Se centra, por lo tanto, en tareas activas de control
sobre los elementos pasivos del sistema; en este caso, los almacenes de
información.
El lazo articulatorio o bucle fonológico, por su parte, se encarga del
almacenamiento pasivo y mantenimiento activo de información verbal hablada. El
primer proceso hace que la información se pierda en un breve lapso, mientras que
el segundo —repetición— permite refrescar la información temporal. Además, es
responsable de la transformación automática del lenguaje presentado de forma
visual a su forma fonológica, por lo que, a efectos prácticos, procesa la totalidad
de la información verbal. Esto se demuestra cuando se trata de recordar una lista
de letras presentadas de forma visual o auditiva: en ambos casos, una lista de
palabras de sonido semejante es más difícil de recordar que una en la que éstas
no sean tan parecidas. Asimismo, la capacidad de almacenamiento del «lazo
articulatorio» no es constante como se creía (el clásico 7±2), sino que disminuye a
medida que las palabras que deben recordarse son más largas.
La agenda visoespacial es el almacén del sistema que trabaja con elementos de
carácter visual o espacial. Como el anterior, su tarea consiste en guardar este tipo
de información. La capacidad de almacenamiento de elementos en la «agenda
visoespacial» se ve afectada —como en el «lazo articulatorio»— por la similitud de
sus componentes, siempre y cuando no sea posible traducir los elementos a su
código verbal (por ejemplo, porque el «lazo articulatorio» esté ocupado con otra
tarea). Así, será más difícil recordar un pincel, un bolígrafo y un lápiz que recordar
un libro, una pelota y un lápiz.

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