Ficha de Lectura - Marianela
Ficha de Lectura - Marianela
Ficha de Lectura - Marianela
Situación de aprendizaje: “Cuidado de nuestra casa común en búsqueda de una ecología integral”
I. Argumento:
Teodoro Golfín, médico de mundo que llega a las minas para visitar
a su hermano, se presenta como oportunidad para devolver la vista
a Pablo.
II. Personajes:
● Marianela: Niña huérfana y al amparo de la misericordia de la gente. Sus últimos meses vivió feliz y enamorada de
Pablo. Tuvo una vida desdichada. La gente le juzgaba por su apariencia. Eso hacia que se sintiera mal.
● Pablo: Ciego y cojo, tenía buena posición social, conocía sus tierras como la palma de su mano y disfrutaba de la
compañía de Nela y de las lecturas de su padre. Es sensible e inteligente.
● Francisco Penáguilas: Padre de Pablo, se desvive por ofrecerle a su hijo todas sus riquezas. Es un hombre
inteligente y bueno.
● Manuel Penáguilas: Padre de Florentina. Empeñado en hacer de Florentina una señorita de "clase".
● Florentina: prima de Pablo. Bondadosa, bella y futura esposa de su primo.
● Teodoro Golfín (doctor Golfín): Hombre de mediana edad, bondadoso y de principios rectos. Médico que le da el
don de la vista a Pablo y que intenta salvar a Nela.
● Familia Centeno: Familia que daba asilo a Nela.
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● Celipín Centeno: Hijo menor de la familia, era la única persona que mostró interés por Nela (además de Pablo y
Golfín). Tenía aspiraciones de irse de su casa para ser médico.
● Tanasio Azul: Hijo mayor de los Centeno.
● Mariuca y Pepina: Hijas de los Centeno.
● Sinforoso: Padre de los Centeno.
● Señana: Madre de los Centeno, desconsiderada con Nela; su nombre es Señora Ana.
● Carlos Golfín (ingeniero): Ingeniero de las minas y hermano de Teodoro.
● Sofía: Esposa de Carlos Golfín, preocupada por realizar actos. Aficionada al piano y apasionada por su mascota.
● Choto: Perro lazarillo que acompañaba a Pablo.
“... Jamás se le dio a entender a la Nela que había nacido de criatura humana, como los demás habitantes de la
casa. Nunca fue castigada; pero ella entendió que este privilegio se fundaba en la desdeñosa lástima que inspiraba
su menguada constitución física, y de ningún modo en el aprecio de su persona. Nunca se le dio a entender que
tenía un alma pronta a dar ricos frutos si se la cultivaba con esmero, ni que llevaba en sí, como los demás mortales,
ese destello del eterno saber que se nombra inteligencia humana, y que de aquel destello podían salir infinitas luces
y lumbre bienhechora. Nunca se le dio a entender que en su pequeñez fenomenal llevaba en sí el germen de todos
los sentimientos nobles y delicados, y que aquellos menudos brotes podían ser flores hermosísimas y lozanas, sin
más cultivo que una simple mirada de vez en cuando. Nunca se le dio a entender que tenía derecho, por el mismo
rigor de la naturaleza al criarla, a ciertas atenciones de que pueden estar exentos los robustos, los sanos, los que
tienen padres y casa propia; pero que corresponden por jurisprudencia cristiana al inválido, al pobre, al huérfano y al
desheredado. (...)
-Madre de Dios y mía, ¿por qué no me hiciste hermosa? ¿Por qué cuando mi madre me tuvo no me miraste
desde arriba?... Mientras más me miro más fea me encuentro. ¿Para qué estoy yo en el mundo?, ¿para qué sirvo?,
¿a quién puedo interesar?, a uno solo, Señora y madre mía, a uno solo que me quiere porque no me ve. ¿Qué será
de mí cuando me vea y deje de quererme?... porque ¿cómo es posible que me quiera viendo este cuerpo chico,
esta figurilla de pájaro, esta tez pecosa, esta boca sin gracia, esta nariz picuda, este pelo descolorido, esta persona
mía que no sirve sino para que todo el mundo le dé con el pie. ¿Quién es la Nela? Nadie. La Nela sólo es algo para
el ciego. Si sus ojos nacen ahora y los vuelve a mí y me ve, caigo muerta... Él es el único para quien la Nela no es
menos que los gatos y los perros. Me quiere como quieren los novios a sus novias, como Dios manda que se
quieran las personas... Señora madre mía, ya que vas a hacer el milagro de darle vista, hazme hermosa a mí o
mátame, porque para nada estoy en el mundo. Yo no soy nada ni nadie más que para uno solo... ¿Siento yo que
recobre la vista? No, eso no, eso no. Yo quiero que vea. Daré mis ojos porque él vea con los suyos; daré mi vida
toda. Yo quiero que D. Teodoro haga el milagro que dicen. ¡Benditos sean los hombres sabios! Lo que no quiero es
que mi amo me vea, no. Antes que consentir que me vea, ¡Madre mía!, me enterraré viva; me arrojaré al río... Sí, sí;
que se trague la tierra mi fealdad. Yo no debía haber nacido...
-Mi corazón es todo para él. Este cieguito que ha tenido el antojo de quererme mucho, es para mí lo primero del
mundo después de la Virgen María. ¡Oh! ¡Si yo fuese grande y hermosa; si tuviera el talle, la cara y el tamaño...
sobre todo el tamaño de otras mujeres; si yo pudiese llegar a ser señora y componerme!... ¡Ay!, entonces mi mayor
delicia sería que sus ojos se recrearan en mí... Si yo fuera como las demás, siquiera como Mariuca... ¡Qué pronto
buscaría el modo de instruirme, de afinarme, de ser una señora!... ¡Oh! ¡Madre y reina mía, lo único que tengo me lo
vas a quitar!... ¿Para qué permitiste que le quisiera yo y que él me quisiera a mí? Esto no debió ser así:
Y derramando lágrimas y cruzando los brazos, se acostó medio vencida por el sueño…”