Unidad 3
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Unidad 3
Los Estudios
Económicos.
Espacios económicos y economías regionales. El caso del norte argentino y su inserción en el área
andina en el siglo XIX – Viviana Conti:
El trabajo está centrado en la región norte del país en un período poco conocido, que cuenta con
fuentes incompletas y dispersas.
La clásica división historiográfica en “historias nacionales" ha ocultado procesos regionales donde los
espacios económicos no coinciden con las divisiones político administrativas valorizar la noción
de espacio económico.
Intentaremos enfocar la problemática regional desde esta óptica, basándonos fruitivamente en la
estructura económica (producción y circulación) y su relación con la esfera social.
o Por este camino intentaremos un acercamiento hacia las estrategias desarrolladas por la
región en defensa de sus propios, intereses centrándonos en un análisis que, desde el
interior mismo de la región, nos permita reflexionar sobre las resistencias y presiones
levantadas frente al "Proyecto Nacional" y buscar la continuidad de elementos
caracterizados como "tradicionales" o "coloniales" durante el primer siglo de vida
republicana.
o La existencia de un espacio económico que, independientemente de los límites político-
administrativos provinciales y/ o nacionales, funcionó como tal, con su propia dinamia y
estrategias, durante casi un siglo.
Nadie ignora que durante el período colonial el actual Interior argentino formaba parte de un
espacio económico mayor caracterizado por su diversificación productiva y su complementariedad y
articulación regional sobre la base de la producción minera.
La creación del Virreinato del Río de la Plata y el ascenso político del Litoral, parece haber provocado
un reordenamiento de los circuitos de comercialización y un replanteamiento de la ruta Buenos
Aires-Potosí.
Vemos que el hinterland del del puerto de Buenos Aires queda fragmentado después de 1810 e
incorporado a todo el interior en un proceso que hallara su culminación a principio del presente siglo
y el funcionamiento del mercado nacional.
Pero, ¿qué ocurrió con ese Interior desde la ruptura del pacto colonial hasta su incorporación al
mercado nacional?, o ¿en qué medida la desaparición del Estado colonial afectó los intereses de los
grupos dirigentes y qué estrategias desplegaron frente al nuevo orden económico?
o Aquí nos referiremos sólo al norte argentino, (Jujuy y Salta) cuyos habitantes mantenían
estrechos lazos -económicos, culturales, parentales- con los de las provincias del Alto Perú.
Para Ansaldi la guerra es un enfrentamiento mas complejo que el de criollos contra españoles.
o A través de las investigaciones empíricas podemos percibir en Jujuy tres elementos
característicos de esta etapa.
El primero es la coexistencia de dos tipos de discursos aquellos que hablan de patriotas y realistas o
de los leales e insurgentes.
En segundo lugar, percibimos una continuidad en la elite gobernantes, aunque aparezcan algunos
apellidos nuevos. El grupo dirigentes es el mismo en el periodo republicanos que a fines del siglo XVII
son propietarios de grandes y medianas extensiones de tierra y de un capital circulante invertido en
el comercio regional.
o En 1810 este grupo se pone a la cabeza del levantamiento militar para mantener su
hegemonía.
En tercer lugar, las guerras de la independencia parecen haber acarreado un gran desorden en los
circuitos y la desarticulación de las relaciones mercantiles, en lo cual debe haber influido
poderosamente el abandono de la minería de la plata, motor de estos circuitos y la desaparición de
las altas esferas mercantiles relacionadas con el monopolio colonial provocando el ascenso del
sector mercantil local al dominio de la circulación interregional.
La declinación del poder de los comerciantes ligados al monopolio colonial permite el
fortalecimiento del grupo social dominante a nivel local.
o Este grupo se consolida como poder político frente a la disolución del Estado Colonial
engrosado con la incorporación de un sector proveniente de los comerciantes y pequeños
productores, quienes logran su ascenso social a través de dos caminos: acumulación de
prestigio por honores militares durante la guerra y matrimonio con mujeres de la élite local.
o A través de los testamentos, a pesar de la desaparición de algunos apellidos, la composición
de la élite local se mantiene mediante la herencia de las hijas mujeres, quienes traspasan sus
bienes y posición social a sus descendientes.
En este mismo proceso de fortalecimiento de los poderes locales, y al mismo tiempo vía de acceso a
ventajas económicas, juega un papel fundamental el dominio del aparato político-administrativo y
de los circuitos de comercialización.
El dominio de estos circuitos y de las aduanas que los controlan pasan a constituir la clave del
proceso de acumulación y uno de los principales factores en los conflictos interprovinciales del siglo
XIX y en la constitución de las autonomías provinciales.
Ello nos da la pauta de que la desestructuración del Estado Colonial no estuvo acompañada de la
desestructuración del espacio económico, aunque sí ocasionara la desarticulación mercantil.
Durante el período de reacomodamiento 1810 a 1840 se mantuvieron las vinculaciones mercantiles
entre el norte argentino y el Alto Perú donde la guerra, mantenían sus mercados coloniales.
o Las guerras plantearon un enfrentamiento de intereses locales por el dominio de esos
circuitos y/ o centros productivos y la consecuente fragmentación en unidades políticas y
administrativas que quebraron la estabilidad del sistema colonial.
Este periodo de desintegración – integración regional acerca de la circulación podemos distinguir
dos periodos:
1) Período 1810-1825:
2) Período 1825-1840:
La historia regional y la historia económica con la historiografía argentina de las etapas coloniales durante los
últimos veinte años. A modo de balance y hacia una agenda renovada – Areces:
La selección bibliográfica implica asumir criterios, los que se basan en la riqueza documental, la
originalidad de enfoque y la rigurosidad metodológica, a pesar de lo cual puede pecar de arbitraria e
injusta.
Los aportes a que nos referiremos constituyen el abordaje de aspectos económicos de la historia
regional y no se nos escapa que la dimensión económica está fuertemente entrelazada con otros
aspectos y variables.
Hablar de metodología y de proyectos de la historia regional es una tarea mucho más fácil que
delinear sus límites, que presentarla como un campo de estudio unificado o definir sus paradigmas
centrales lo que se explica por sus situaciones idiosincrásicas que le permite cierta autonomía.
SOLO SE PRETENDE PRESENTAR UN ACERCAMIENTO SOBRE LOS ESTUDIOS QUE SE ESTÁN
REALIZANDO Y SOBRE LOS PROBLEMAS QUE SE ESTÁN ABORDANDO.
¿Qué es historia regional?, ¿cómo podemos dar cuenta de ella refiriéndonos en particular a la
historia económica en un periodo como la colonia? La cuestión temporal: los rasgos que distinguen
como tal, a la colonia, iniciada con la conquista, se extienden más allá de la ruptura política
producida por la independencia. Al hacer historia regional está claro que nos estamos refiriendo a
sociedades de base agraria y que los esclavos urbanos, a pesar del crecimiento de algunos de ellos,
prolongo con algunas diferencias el mundo rural, constituyendo los productos de ese origen la base
de los intercambios con el exterior. La historia como genero historiográfico y como empresa analítica
se le han reconocido distintas ventajas. El conocimiento más profundo y acabado que logra de su
objeto de estudio, al que se le agrega lectura y mirada desde otro Angulo.
Aun hoy existe una vertiente historiográfica de la historia regional que está impregnada de un fuerte
espíritu parroquial, de un regionalismo que le impide salir del coto que privilegia y no logra explicar
ni comprender el objeto de estudio. Este es un riesgo casi literal por que como habitualmente se
especializan en una región, en su parroquia esta puede llegar a parecerles absolutamente única, en
lugar de entender que es una combinación de elementos y que cada uno de ellos tienen paralelos o
semejantes en otras partes. Una insuficiente contextualización encierra el peligro de proporcionar
una visión localista con anteojeras o la redacción de una crónica intrascendente que desplaza los
problemas candentes a discutir. Se hace imprescindible acudir a la reflexión teórica que coadyuve a
repensar las situaciones por las que pasan las sociedades contemporáneas. otro riesgo: el espíritu
parroquial del tiempo, entendido en una manera de hablar del cambio social sin tomarlo en cuenta,
obviando los procesos de larga duración. Los cambios se estructuran y por ello las estructuras
cambian, en este sentido el proceso de estructuración, la relación entre los acontecimientos y las
estructuras, ha pasado a ser un foco de atención en la teoría social más reciente. Esta relación puede
verse y ha sido observada de distintos modos. La subestimación del género regional proviene
precisamente de esa versión aun hoy enquistadas donde priman una visión histórica que se aprecia
de sus anteojeras teóricas y metodológicas, pero no porque sea menor su escala de enfoque la tarea
se presenta como simple y fácil. EL RETO ES HACER VERDADERAMETNE DE ELLA UNA VALIDA
HISTORIA REGIONAL Y LOCAL QUE CUENTE CON REGISTROS PROBLEMATIZADORES.
En los últimos años se produjo una disminución del número de cultores de la historia de los tiempos
coloniales. Se venía de una reconocida base de investigadores y trabajos producido con la
renovación historiográfica de los sesenta y la restauración democrática, hace eclosión la
presentación en reuniones científicas. En el presente ha disminuido el número de los dedicados a
esta problemática siendo las razones que explican esta cuestión de muy variado tenor y que no cabe
en su conjunto y complejidad explicar en este trabajo. Rescatamos que esta mayor apertura a los
debates contemporáneos reside seguramente en la urgencia de encontrar respuesta, aunque
sabemos que estas no se encuentran solo en el ahora y que para obtener una explicación sólida y
coherente hay que rastrear hacia el pasado. El concepto de región como herramienta analítica no
nos dice nada sin los ingredientes conceptuales de tiempo, no necesariamente lineal o ascendente y
cambio. Pensar en la región histórica la que conforma como tal en la medida en que su vida social, la
de sus moradores, encuentra y muestra ciertos límites o fronteras en su hegemonía espacial con
respecto de otra matriz, tejido social y prácticas culturales distintas. Las regiones y su frontera tienen
que ver con la capacidad articuladora de los diferentes actores sociales, individuales o colectivos con
la viejas y nuevas realidades y también con la creación y recreación de sus contactos y vínculos
sociales. Podemos pensar a la región como una reinvención continua producto de valores y prácticas
culturales que se van sedimentando y al mismo tiempo transformando, en estos cambios inciden
algunas veces de manera brusca, los conflictos militares, la conquista, las presiones sobre los grupos
sociales originarios o su extinción.
La región en la historia del continente americano tiene una clara historicidad que se amplía,
restringe o suprime en buena medida debido a los intensos flujos migratorios, de bienes y de
servicios que trajo consigo relaciones económicas entre regiones de ambos continentes, estos flujos
están acompañados por la circulación de ideas: ej. las transformaciones revolucionarias de la
segunda mitad del XVIII, introdujeron un debate renovado sobre las identidades colectivas,
particularmente sobre los negros e indígenas, el debate pasa necesariamente por las construcciones
identitarias y las experiencias que en la trasformación de súbditos del rey a ciudadanos de la nación
tuvieron cada una de las regiones. Los rasgos que hoy tiene la región no resuelve todos los
problemas, pero ofrecen un punto de referencia concreto, por la calidad de sus producciones como
por haber constituido en espacios de formadores de jóvenes historiadores, no puede dejar de
mencionarse la actividad que sobre los estudios regionales vienen desarrollando distintos centros y
cátedras en el ámbito de las universidades nacionales. 1998 intercambio entre equipos de las
universidades del litoral y rosario, seminario taller de reuniones periódicas para discutir y comparar
problemáticas rioplatenses de los siglos XVII al XIX con perspectiva regional.
Además de compartir la naturaleza del objeto de análisis y de encontrar en condiciones de
complementariedad en cuanto al encabalgamiento de la periodización, los equipos mencionados
buscaron, con la puesta en marcha del programa, profundizar y enriquecer sus respectivos
recorridos a través de la construcción de espacios de reflexión y capacitación comunes dentro del
enfoque de historia regional y apuntando a una perspectiva de análisis comparativa --> "Encuentro
de historia regional comparada. Siglos CVI a mediados del XIX", "Estudios históricos regionales en el
espacio rioplatense. De la Colonia a mediados del siglo XIX". Una pluralidad de fenómenos interesa a
los que hacemos historia regional, la historia regional en los registros que actualmente se practica es
deudora de la historia económica social practicada en a la década del 1960. Los historiadores fueron
tentados por las modas que han circulado en los últimos años en las cuales precisamente no eran los
temas económicos los que despertaban mayor interés, se abandonó el cultivo de la ha. económica y
social para ocuparse en especial de la cultura y sobre todo de la construcción cultural de la realidad,
interesados en el estudio de los discursos y de las representaciones. La historia regional, así como el
conjunto de las ciencias sociales, se vio afectada por la retirada de la cultura polémica, de la cultura
critica que las había caracterizado en los años sesenta y parte del setenta.
Los proyectos de regionalización en el mundo de hoy constituyen un punto de partida ineludible del
que hacer de la historia regional
La autora se considera una historiadora interesada en la ha. regional que se formó en los tiempos
cuando hacer historia económica social era inclinarse hacia el campo más retrogrado del saber
disciplinario, hizo que valore lo que podemos englobar como estudios culturales. Continúa
insistiendo en algunas cuestiones que considera básica y que todo historiador debe incorporar en su
formación. 1- Hay una necesidad de visualizar y debatir los fenómenos históricos a través de las
posibilidades que brindan las intersecciones entre las distintas disciplinas del campo social, se
entiende que la historia regional es uno de los ámbitos más propicios para potenciar esas
intersecciones. 2-Toda explicación de un fenómeno histórico tiene que tener en cuenta conocer o al
menos aproximarse a los aspectos económicos, no estoy afirmando que el estudio de las estructuras
económicas constituya un fin, sino que es un presupuesto para la observación de otros aspectos que
están imbricados y que conforman una trama.
Los historiadores que desdeñan la economía pueden perder de vista factores que afectan a todas las
situaciones históricas, la economía ocupa un lugar de privilegio al indagar sobre aspectos de tanta
trascendencia como las condiciones de vida y de trabajo o el reparto de la riqueza. La mayoría de los
economistas, resguardando la básica plataforma de principios de esa ciencia, manifiestan con
palabras que deben abocarse a la comprensión de los problemas de la sociedad en su con creación e
integridad, en su perspectiva histórica y en su cuadro institucional. La historia económica también
experimento una mudanza profunda, tanto en sus principios, como en sus objeticos y en su manera
de investigar, expresando sus cultoras dudas acerca de la disciplina. La historia muestra una
constelación de enfoques y de paradigmas por cierto sugerente que se hacen difíciles de conjugar.
Panorama general, se considera que siguen estando presente las tendencias señaladas hace tiempo
por Witold Kula y que son aplicables a la historia regional económica de las etapas coloniales:
Tendencia al razonamiento con categorías globales, con categorías de economía social, contrarias al
análisis de las instituciones desligadas del contexto
Tendencia a las concepciones cuantitativas para conseguir orientaciones en orden a las magnitudes y
las proporciones
Tendencia al descubrimiento del mecanismo funcional del sistema económico investigado a la
confirmación de la reproducción y la mutua dependencia
tendencia al máximo aprovechamiento de las conquistas de otras ciencias sociales
Tendencia al más extenso aprovechamiento del saber sobre la heterogeneidad de los sistemas
socioeconómicos existente actualmente en el mundo.
Los temas necesariamente encierran aquel que está en el podio de los debates contemporáneos y
que solo apuntamos: el conflicto entre un estilo de vida occidental globalizado y los repliegues del
individuo encerrado cada vez más en sí mismo buscando caminos que lo afirmen e identifiquen
colectivamente, intentan recuperar al sujeto histórico como objeto privilegiado de análisis
mostrando a través de sus trayectorias distintas situaciones regionales. problemas centrales de la ha.
económica: El trabajo económico en el sentido técnico material junto con la técnica de la
producción; la organización social de la producción; las normas jurídicas, morales y costumbristas; la
literatura técnica; las ideas socio-económicas; la política económica. Cuestión central: plantearse
como hacer historia económica y no olvidar los componentes del tipo de economía en
funcionamiento. Se debe privilegiar las reglas básicas del oficio y tener presente la espacialidad la
temporalidad y los cambios más que atenerse estrictamente a modelos a leyes absolutas. Es aquí
donde la historia regional resulta útil al tener la posibilidad con el capital especifico que cuenta de
estudiar llegar al conocimiento de los problemas históricos locales y regionales siempre haciendo
alusión a los procesos globales que los enmarcan. Entendemos que la mejor manera de tratar los
problemas sustantivos no es utilizar un método o reducir el discurso a un área, sino intentar
traspasar las cortinas instituidas e institucionalizadas y hacer uso de una gama de recursos tan
amplios como sea posible.
UNA RENOVADA AGENDA PARA UNA RELACION A ACTIVARSE ENTRE LA HISTORIA ECONOMICA Y LA
HISTORIA REGIONAL
¿cuántos de estos problemas han sido indagados para el periodo que nos preocupa?, ¿qué aportes
se hicieron? Existen diferencias cuantitativas y quizás cualitativas importantes tanto regionales como
con respecto a los tiempos históricos que se abordan. La temática de los trabajadores a los que hace
referencia está concentrada en la segunda mitad del siglo XVIII para buenos aires. El siglo XVII cuenta
con trabajos interesantes, pero aún son muy pocos y han sido limitadamente difundidos para dar
cuenta de un tiempo histórico tan debatido desde que se pensó en el reflejo de la crisis europea,
para dar cuenta de las relaciones entre las distintas regiones en el proceso de integración a un
amplio espacio mercantilizado. El siglo XVI experimento una renovación con algún trabajo pionero
que no ha tenido líneas de continuidad. se da cuenta de otro tipo de periodización para los tiempos
coloniales que sea la resultante de la articulación de trabajos que permitan historiar los distintos
espacios que integran lo que hoy constituye el territorio argentino en un intento de articulación de
los tiempos diferenciales. los problemas señalados apuntan a que poco se ha avanzado en la
comprensión de la economía del sistema colonial. Las contribuciones siguen siendo insuficientes, no
todas las regiones ni todas las etapas ni los principales problemas cuentan con estudios de este tipo.
Se ha progresado, pero no lo suficiente en población y economía, en empresas, negocios y familia,
en ha. agraria, en comercio, circulación y mercados. Se estuvo recorriendo en gran medida los temas
propuestos para las distintas mesas de este seminario sobre "La historia económica hoy: balances y
perspectivas", con la finalidad de señalar los desiertos que cuentan con algunos oasis, en particular a
fiscalidad, finanzas y moneda e instituciones y política económica.
estudios acerca de las actividades económicas de la compañía de Jesús, así como el de las redes
económicas de las elites, familias y linajes y también los que han dado cuenta desde una óptica
etnohistórica de los pueblos indios durante la colonia han posibilitado recrear los conocimientos que
se tenían de distintas regiones y localidades en la medida que han incorporado nuevos instrumentos
de análisis y permiten la articulación de diferentes espacio. Intentando ofrecer una versión
sistemática del desarrollo del campo historiográfico argentino de la historia regional económica de
las etapas coloniales, podemos advertir una mayor capacidad analítica y una mayor sistematización
de las fuentes.
Plantean la necesidad de recurrir a ejercicios de mayor creatividad para explotar sistemáticamente.
Quedaría abierto así uno de los tantos campos exploratorios que pueden aportar nuevas respuestas
acerca del funcionamiento de los mercados regionales, de las dimensiones de la demanda urbana,
de las redes internas de circulación de mercancías y de los rasgos esenciales de la economía colonial,
la que podríamos denominar de antiguo régimen. La dimensión de los precios es otro campo. Se
perfila también la necesidad de una historia monetaria. pendiente de análisis: historia económica
¿por qué? ¿cómo?, Ruggiero Romano planteaba no limitarse al estado de las estructuras
económicas, sino por el contrario afirmaban que incluso los temas que aparentemente se hallan muy
alejados de la economía guardan relaciones con ella, sea por una u otra vías. recién con la
restauración democrática se reinició con esfuerzo y no muy rápidamente los estudios regionales en
los centros universitarios, arrasados estos en todo sentido por la dictadura.
El corpus de conocimiento es significativamente mayor respecto al que se tenía hace dos décadas
atrás y que los cultores de la historia regional han proliferado oír distintas razones. se menciona las
posibilidades de un mayor y fácil acceso a las fuentes, la incidencia que tuco la micro-historia al
demostrar como el uso inmediato, literal de los documentos deforma las razones por las que se han
producido en una cadena. la reciente literatura historiográfica regional intenta articular la reflexión
teórica-conceptual con el análisis documental. Para el manejo de fuentes se han incorporado nuevas
técnicas de análisis, ha incidido en la renovación la utilización de otro tipo de documentación
considerada hasta estos últimos años como secundaria --> ámbito judicial.
La investigación actual está produciendo un nuevo marco analítico que nos permite comprender el
cambio económico en el transcurso del tiempo, pero también un importante enriquecimiento de la
teoría económica. Economistas-historiadores, puede darse renovadas vías de encuentro con la
historia regional, aunque para ello es necesario potenciar motivaciones, en particular entre los
jóvenes historiadores y economistas y facilitar la realización de encuentros donde puedan debatirse
cuestiones comunes de interés.
Otras razones: la necesidad de afirmación de las identidades locales en un mundo globalizado, esto
impulsan al conocimiento de los lugares y regiones a los que se siente pertenecer a los procesos de
integración regional demandante de información y proyectos, en particular uno que incide
significativamente en los desarrollos regionales como el Mercosur. Han prosperado las
investigaciones sobre redes económicas y sociales implementado avanzadas técnicas de
interpretaciones de datos y posibilitando un interesante intercambio entre historiadores de distintas
latitudes. pensemos en Una perspectiva que es criticada a pesar de contar con valiosos aportes
metodológicos: la historia comparada. Abriría vías de análisis a la infinidad de problemas que se
presentan al estudiar regiones. ¿qué posibilidades existen para avanzar efectivamente en una
perspectiva de historia comparada más o menos consistente? el método comparativo es
extremadamente fecundo, pero a condición de no salir de lo genérico. un tema de historia
económica como el de los flujos regionales para y a partir del cual describir cuales eran las relaciones
económicas entre las regiones que se encontraban involucradas o tratar de explicar por qué se
daban esos tipos de intercambios, se estaría desde un principio intentando establecer una historia
común al integrar. La comparación es extremadamente útil y si estudiamos una región solo
podremos descubrir cómo y en qué sentido es única si la comparamos con otras. "una historia
comparada solo puede hacerse a partir de conceptos comunes, pero no de conceptos estadios
puestos que se trata de definir históricamente lo que sin cesar la historia crea o modifica.
Posible vía de activación: una renovada historia institucional, que de la mano de la nueva historia
política y de los estudios sobre la conducta económica matice nuevas estrategias de investigación y
produzca resultados más visibles. Abocarse profundizar el proceso de regionalización de los espacios
que van a integrar el territorio argentino retomando la configuración del mapa regional de la
geografía indiana. En el análisis del proceso de regionalización, la referencia a la propuesta de
funcionamiento de los mercados interiores construida por Carlos Assadourtiam es obligada, así
como los distintos trabajos que introducen matices, variables y puntos de vistas que modifican o
redefinen la mencionada propuesta. Otra vía de activación: los estudios de frontera, de una
actualidad difícil de poner en duda. Entendido el espacio fronterizo como separación, diferencia y
como espacio de contacto, fricciones, competencias y conflictos de formaciones sociales diversas, es
un objeto de análisis privilegiado para enfocarlo desde las más variadas perspectivas, por supuesto
la económica.
lo interesante desde la perspectiva de historia regional, en detectar las peculiaridades de cada
proceso, en observar las semejanzas y las diferencias regionales, las continuidades y las rupturas y
para ello se requiere de las contribuciones de especialistas provenientes de otras ciencias sociales.
Lo que hemos planteado conduce a pensar que la historia regional, con renovados métodos y
técnicas y con una mirada amplia tiene la posibilidad de focalizar y contemplar un conjunto que
puede abrazarse en sus alcances y contornos, a la manera de un colorido mosaico romano al que se
le detectan y rescatan cada uno de los pedazos, o al modo de estrellas de una constelación que con
otras mismas integran el universo. Una de las cuestiones se centra en los pasos intermedios y
materiales para intentar que sean explicadas para que no entren en el juego de una falsa
universalización que opaca el sentido mismo de la historia regional, la que tiene como principal
objeto a un proceso histórico localizado.
El auge de la economía agroexportadora en la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX, derivó en
un especial interés historiográfico por develar la ‘historia nacional’ a partir del análisis de la
estructura socioeconómica de las regiones especialmente favorecidas por ese desarrollo.
Si bien se admitía la persistencia de tendencias centrífugas en las áreas fronterizas del país durante
buena parte de la centuria, se sostenía que la integración territorial lograda a partir de la expansión
ferroviaria de los años 1880.
Ello también en expresa coincidencia con la centralización del poder a que diera lugar el proceso de
formación y consolidación del Estado nacional argentino, suponiendo un resultado inmediato en la
unificación económica del país.
Entendemos, en este sentido, que importantes avances en la investigación histórica regional obligan
a revisar en la actualidad tales conceptos, minimizando los alcances del proceso integrador de los
‘80.
En el caso de la Patagonia, esta perspectiva regional ha servido para posicionar de otra manera a un
ámbito territorial que tradicionalmente se suponía ocupado, social y económicamente, desde el
Atlántico, ya fuera por la necesidad de expandir la ganadería ovina en tierras marginales no
pampeanas como por mostrar un Estado nacional exitoso en su penetración sobre los espacios hasta
entonces dominados por las sociedades indígenas.
Esas y otras cuestiones se encuentran hoy revisadas por investigaciones que obligan a desviar la
mirada hacia las áreas de frontera, tanto de la existente entre la sociedad hispano-criolla y la
indígena como de aquella otra instituida como límite entre los Estados nacionales de Argentina y
Chile que a fines del siglo XIX.
La obtención de estos resultados, superadores de una historia nacional –y regional- encerrada en los
límites político-administrativos estatales y/o provinciales, tiene su propia historia.
o En los inicios de nuestra investigación en la 1980, partíamos del convencimiento
generalizado de que la llegada del ferrocarril al entonces Territorio Nacional del Neuquén
sobre principios del siglo XX había actuado en la reorientación atlántica de la economía
regional, cortando las tendencias centrífugas que desde tiempos remotos caracterizaran el
funcionamiento de la sociedad local, tradicional proveedora de ganados a Chile.
o En tal sentido, se actuaba influenciados por la idea, muy instalada en la historiografía
nacional, de que el proceso de consolidación del Estado argentino había derivado en la
conformación de un mercado interno infiriendo una relación directa entre la unificación
política y la unificación económica del país.
Pero el estudio más minucioso del desarrollo de la ganadería regional, actividad históricamente
predominante que hoy ocupa más del 70% de la superficie provincial y un número muy significativo
de la población económicamente activa del interior rural permitió observar en cambio un marcado
predominio socioeconómico del área andina del territorio, zona que por sus características
fisiográficas, particularmente por su régimen de lluvias, permitía un desarrollo sostenido de la
actividad. Hombres y ganados se concentraban por lo consiguiente en esa zona, mostrando la
perdurabilidad de los circuitos mercantiles con el área del Pacífico y marcando una diferencia
sustancial con el despoblamiento característico de la estepa patagónica en el resto del territorio.
Un importante número de fuentes documentales permitió reconstruir las sólidas relaciones
socioeconómicas que esta zona mantuvo hasta avanzada las primeras décadas del siglo XX con las
provincias del sur chileno repitiendo formas heredadas de los grupos indígenas locales que hasta su
definitivo sometimiento actuaron como eficientes intermediarios entre las sociedades capitalistas de
ambos lados de la cordillera.
Para comprender los alcances de esta situación debemos tener en cuenta la estructura económica
dominante en Chile, cuando por el desarrollo dominante de la agricultura se incrementó la demanda
de carne y otros derivados ganaderos, ya sea para consumo interno como para exportación a otras
repúblicas sudamericanas con puertos sobre el Pacífico Sur, como Perú y Ecuador, cuyas poblaciones
trabajadoras, en estado norpatagónica, eran importantes consumidora.
Como consecuencia de este proceso, se habría producido un importante corrimiento de la
producción agrícola hacia las provincias del sur chileno, lindantes con Neuquén, que hacia 1910
concentraban más del 50% de la superficie sembrada del país . Esto habría motivado, una
significativa inversión en compra de tierras en Neuquén por parte de importantes capitales del
centro y sur chileno, vinculados desde antiguo a la actividad, que con una particular estrategia de
inversión complementaban explotaciones agrícolo-ganaderas a uno y otro lado de la cordillera de los
Andes.
o La perdurabilidad de esta situación pudo extenderse a partir del trabajo de investigación
hasta fines de la década de 1920 y comienzos de la de 1930, en directa relación con la toma
de medidas arancelarias por parte de ambos países para el comercio fronterizo que habrían
terminado por cortar definitivamente el intercambio legal de ganado hacia mediados de la
década de 1940.
o Una importante cantidad de fuentes, de carácter cuantitativo y cualitativo marcaban la
importancia de una fuerte crisis sufrida por la ganadería regional alrededor de los años ’30.
Esta particularidad del intercambio regional, común también en características y periodo derivó en la
formulación de una nueva hipótesis de trabajo que intentaba probar la definitiva consolidación del
mercado interno nacional como resultado de una preocupación manifiesta del modelo sustitutivo de
importaciones puesto en marcha en esos mismos años y acentuado en la década de 1940.
Las áreas cordilleranas productoras de ganado, periféricas y marginales al modelo agroexportador
argentino orientado hacia el Atlántico, habían abandonado definitivamente la orientación centrífuga
de sus circuitos mercantiles tradicionales. Esta hipótesis de trabajo, fue el centro de las producciones
siguientes de la autora, donde el estudio de las relaciones fronterizas y su continuidad espacio-
temporal permitieron incluso una aproximación conceptual a la posibilidad operativa de la
construcción histórica regional, para lo cual los aportes conceptuales de Assadourian resultaron
especialmente esclarecedores.
La posibilidad de aunar esfuerzos de investigación conjuntos con el objeto de reconstruir la red de
relaciones económicas y sociales establecidas desde antiguo en la región. En ese sentido, se
buscaron objetivos comunes que permitiesen desentrañar el impacto provocado sobre la zona
fronteriza argentino-chilena por los factores claramente identificados hasta ese momento como
desestabilizadores del espacio regional: la llegada de los europeos y los efectos de su accionar sobre
los pueblos originarios; los procesos independentistas de ambos países sobre principios del siglo XIX;
la ocupación militar de los territorios indígenas durante la década de 1880; y las medidas
arancelarias tomadas por ambos Estados en las décadas de 1920, 30 y 40, vinculadas tanto a la
situación internacional como a la necesidad de definir más ajustadamente los espacios económicos
nacionales, esto último con el fin de asegurar un mercado interno a la nueva producción industrial
desarrollada como parte del proceso sustitutivo de importaciones con que se intentó enfrentar la
crisis del modelo agroexportador.
La periodización señalada resultaba también significativa por su coincidencia con el quiebre más
importante producido alrededor del intercambio fronterizo en otros espacios andinos del país -
Noroeste, San Juan, Sur de Mendoza, Patagonia austral, etc.-, lo cual estaba indicando la posibilidad
de importantes análisis comparativos.
Sobre la base de conocimientos previos, importantes pero incompletos, nos propusimos entonces
explicar con mayor precisión la continuidad y persistencia de las antiguas formas de contactos
fronterizos entre el área norpatagónica y el sur chileno, lo cual suponía además no desconocer la
existencia de intercambios alternativos con otras regiones del país, así como dimensionar más
acabadamente la gradualidad y efectos del cambio de orientación desde el Pacífico hacia el
Atlántico, cuyo punto decisivo parecía haberse producido recién sobre mediados de la década de
1940.
Reconstruir el tema de la circulación de hombres, ganados y otros bienes diversos entre ambas
márgenes de la cordillera, así como la conformación de la alternativa orientación atlántica de la
economía regional, resultaba entonces de vital importancia para explicar la compleja red de
relaciones económicas y socioculturales vigentes en la misma desde la etapa indígena, así como sus
manifestaciones tanto en el plano material como en el simbólico. Para ello, debía ponerse especial
énfasis en poner a prueba nuestras hipótesis sobre los factores que en la larga duración pudieran
haber actuado como desestabilizadores de tales relaciones, alterando el tradicional funcionamiento
fronterizo. En este último sentido, era también importante el descubrimiento de los niveles de
sociabilidad y cultura que desarrollaron los actores sociales vinculados a este proceso,
particularmente evidentes a través de las importantes corrientes migratorias de población chilena a
la región norpatagónica.
Según hemos visto, la historia regional centrada en las áreas andinas de la región mostraba
características muy distintas a las comúnmente generalizadas para la Patagonia en su conjunto. Esta
primera conclusión había obligado a desviar la mirada hacia las áreas de frontera. Una de las
hipótesis más evidentes que surgía de nuestros trabajos se vinculaba con la posibilidad de establecer
una comparación posible con otras áreas andinas del país y de la Patagonia para que el aporte a la
historiografía nacional fuese más significativo, lo cual permitiría también formular una periodización
más ajustada respecto de la perdurabilidad de los circuitos económicos y de las prácticas socio-
culturales en el ámbito fronterizo estudiado. Unos y otros influyeron para que el debilitamiento de
las relaciones antes construidas fuera gradual pero persistente, cambiando el tradicional
funcionamiento histórico de las áreas fronterizas como espacios sociales, tema que habría
terminado por interrumpirse definitivamente luego de la Segunda Guerra Mundial.
Se puede afirmar entonces que, en el mismo momento en que las principales regiones ganaderas
argentinas destinaban sus esfuerzos a mejorar las razas carniceras con destino al frigorífico y a la
exportación al mercado europeo del Atlántico, la ganadería de las áreas andinas derivaba buena
parte de lo mismos productos hacia los centros del Pacífico. Más recientemente, en el marco de la
nueva situación latinoamericana, donde las políticas de Estado se orientan a la toma de medidas
claras de integración conviene reconocer, como se demuestra en este balance, formas de identidad
socioeconómica regionales y fuertes herencias culturales que es posible rastrear en un período de
larga duración, bajo las formas supervivientes de un ‘espacio económico’ que tiene similitudes
conceptuales con aquel que Assadourian estudiara en otras áreas y tiempos históricos.
Nos parece algo excesivo pensar el espacio colonial hispanoamericano como si fuera un bloque
uniforme y homogéneo. Por supuesto que hay tendencias y procesos generalizables, una cierta historia
común, pero se corre el riesgo de subsumir condiciones específicas que marcan, en muchos casos,
diferencias zonales de envergadura.
La América española de comienzos del siglo 17 se halla fracturada en grandes zonas económicas que
se adelantan a la zonificación política-administrativa o son expresadas por ella.
o Cada una de estas zonas conforma un verdadero y complejo espacio socioeconómico cuyo
diseño más simple sería el siguiente:
o 1. La estructura se asienta sobre uno o más productos dominantes que orientan un
crecimiento hacia afuera y sostienen el intercambio con la metrópoli.
o 2. En cada zona se genera un proceso que conlleva una especialización regional del trabajo,
estructurándose un sistema de intercambios que engarza y concede a cada región un nivel
determinado de participación y desarrollo dentro del complejo zonal.
o 3. La metrópoli legisla un sistema para comunicarse directamente con cada zona, al tiempo
que veda el acceso de las otras potencias europeas.
o 4. La metrópoli regula, interfiere o niega la relación entre estas grandes zonas coloniales.
Se aplica el termino para el espacio peruano.
La pieza fundamental del imperio en la 2º mitad del siglo 16 y gran parte del 17.
o La minería de plata cohesiona e integra regionalmente.
o Este espacio económico se superpone coherentemente con la zonificación política en tanto se
extiende sobre el ámbito real del virreinato del Perú.
o Caracterizado por el alto grado de autosuficiencia económica, máximo nivel de integración
regional, y especialización regional.
o El grado de autosuficiencia queda en evidencia descomponiendo las importaciones en sus
rubros principales: a. textiles de calidad para el grupo español, vale decir, pata un mercado
socialmente discriminado; b. esclavos negros, manera de enfrentar la crisis demográfica
indígena buscando en el exterior ofertas adicionales de mano de obra; c. hierro, en barra y
manufacturadilla.
o Las importaciones son saldadas exclusivamente con plata, producto que conecta este espacio
con el exterior
Las producciones principales que animan la circulación general:
o Textil de lana y algodón, medios de trasporte, marítimo y terrestre, cobre vidrio, madera,
cuero, trigo, coca, ají, tabaco mate, papa, oro y plata, estaño, sal, brea, etc.
o Casi todos los artículos nombrados presuponen una serie de actividades derivadas que pueden
realizarse dentro de la unidad de producción o que implican nuevas relaciones dentro y fuera
de la región.
o Estamos frente a un espacio lento y pesado en sus movimientos, pero no estático, un análisis
diacrónico nos dirá de sus modificaciones y reordenamientos de la importancia de las
coyunturas.
Hay 2 polos de crecimiento: Potosí (centro productivo), centro de la minería de la plata, sector
dominante de todo el conjunto productivo del virreinato, y Lima (centro político/administrativo/
comercial), centro político de la autoridad máxima dentro del espacio y como centro privilegiado por
el monopolio comercial metropolitano para asumir una función comercial monopoliza dependiente en
el interior del sistema colonial.
¿Qué es el polo? Se define como una localización de determinadas actividades y de aglomeración
demográfica en Lima y Potosí, las cuales por su capacidad de mercados de consumo masivo y la
posible compra de insumos originan efectos que se transmiten y extienden a otras regiones,
ensanchando paulatinamente el radio de influencia hasta abarcar prácticamente todo el espacio
peruano.
o Al tiempo y por el hecho de generar efectos de arrastre directos, Lima y Potosí provocaron
una segunda onda cuyos flujos llevan a la estructuración general del espacio peruano, o sea,
se integran aquellas regiones que sin mantener una relación directa con Lima y Potosí se
relacionan, en cambio, con las regiones previamente polarizadas.
o De manera más gráfica: sobre la base y porque existe una relación de primer grado, polos de
crecimiento/regiones polarizadas, se estructuran relaciones entre estas últimas y otras
regiones nuevas.
o Sobre él se podrán ir marcando relaciones de grado distinto, o las direcciones más complejas
que suelen trazar los circuitos comerciales de ciertas producciones regionales, o adicionar
otros polos de rango jerárquico inferior al mismo tiempo que se mide la intensidad y
extensión de sus flujos.
A este nivel nos parece aplicable la llamada teoría de “dar salida al excedente”: acceder al comercio
interregional significa para cada región remontar un nivel estacionario de productividad, debido a que
las formas de dominación del grupo español y el escaso desarrollo de la división social del trabajo
apenas permiten esbozar una suerte de simulacro de mercado interno en la región.
Esta cuestión del sector externo regional nos conduce a otro problema, que no queremos transitar sin
referido al modelo que W, A. Lewis formulara para las economías atrasadas:
o Distingue dos sectores que domina sector de comercialización y sector de subsistencia.
o La única línea de contacto entre ambos sectores está representada por la oferta ilimitada de
mano de obra del sector de subsistencia al de comercialización.
Proveer una salida externa para la producción conlleva una especialización regional del trabajo, un
cierto grado de transformación de la estructura productiva como efecto de la demanda externa y
conforma, desde el principio, el único modelo posible que guía el crecimiento económico regional.
Sin embargo, creemos que el origen de nuestra estructura debe buscarse por el lado de las
contradicciones y adecuaciones que resultan del hecho de la conquista como expresión de la hueste
privada y los intereses económicos y políticos del estado español. Las más importantes, para nuestro
tema, serian: A. La asignación discriminada de tierra entre los grupos indígenas y español. B. La
formulación de una política que mantiene, aunque modificada, la comunidad indígena. C. El premio o
merced otorgada al conquistador con el nombre de encomienda, en sus dos modalidades: prestación
personal de servicios o pago de tributos de especie.
o Los dos primeros aspectos implican la práctica de una economía de subsistencias por parte del
grupo indígena.
o La encomienda en su forma de prestación personal de servicio contempla una división
estacional del trabajo indígena tanto tiempo de dedicación para sus actividades de
subsistencia y otro tanto para la producción del sector exportador en beneficio del
encomendero.
o Habrá que discutir la forma que asume el tributo en la época colonial: si habrá de considerarse
como un mero valor de US012 o, a la inversa, considerarlo como una mercancía.
El crecimiento económico del espacio colonial peruano no es uniforme, sino que origina
desequilibrios. Avizoramos, en consecuencia, un campo de fuerzas, signado por las oposiciones; las
principales serían tres:
o 1.Disputa de mano de obra. La larga crisis demográfica de los siglos XVI y XVII agota la
oferta interna de mano de obra indígena y enardece la puja por ella. Habrá migraciones
aparentemente calmas que son dirigidas por las alzas y depresiones regionales y muchas otras
en las cuales se perciben formas organizadas para el despojo violento.
o 2.La captación y permanencia en los mercados principales. Los privilegios que recaen sobre
un mercado principal, generan consecuencias negativas para otros mercados; coartan el
desarrollo de otros mercados.
o 3.Mantención de niveles favorables de precios en el intercambio. Los métodos puestos en
práctica varían: regulación de la producción, medidas monopolistas, estancos.
Las formas polarizadas que caracterizan el crecimiento económico del espacio indican la dominación
de Lima y Potosí sobre las otras regiones del conjunto. La manifestación más alta corresponde a
Lima y radica esencialmente – además de su función de polo y centro político- en ser el único puerto
de comunicación con el exterior, controlando la exportación de plata y las importaciones legales.
Algunas consideraciones:
o Quedaría demostrado que el sector de subsistencia y el sector de comercialización conforman
una misma estructura de producción.
o La constante es reducir, al mínimo indispensable, el tiempo de trabajo necesario que el
indígena dedica a la creación de sus necesidades básicas y a maximizar el tiempo de trabajo
excedente destinado al sector exportador en provecho del empresario, sea encomendero o no.
La estructura de dominación social determina, siguiendo una escala de niveles, la relativa
autosuficiencia de cada unidad de producción, la escasa dimensión y dinamismo de los cambios en el
interior de cada región y de las características, tipos de especialización de los sectores externos
regionales, ritmo y volumen de la circulación general dentro del espacio. Pero aún esta estructura tuvo
la fuerza suficiente para integrar económicamente a sus diversas regiones, cohesionar y unificar un
vasto espacio tras una común identidad de intereses.
Crisis y desintegración:
Hablaremos de crisis general del espacio peruano y haremos una irradiación negativa de ejes
estructuralmente del espacio.
La crisis de Lima es la crisis de la producción de plata expresada aquí a través de la recaudación del
quinto y en medias de canales.
En esa secular línea descendente de la producción argentífera continua a niveles más bajos durante la
primera mitad del siglo XVIII.
o Romero liga la baja potosina a la crisis europea del siglo XVII.
o La estagnación económica que había comenzado en Europa tiene su reflejo en la declinación
de la producción de plata, esto es, la crisis de Potosí sería un efecto de la caída de la demanda
europea de metal precioso.
o La baja de la ley, con rendimientos decrecientes y costes crecientes de explotación, la
necesidad de nuevas inversiones para afrontar problemas técnicos de producción, le des
acumulación de capital infligida:
La decadencia de su posición jerárquica y hegemónica estaría causada por dos hechos principales:
o 1. La crisis de Potosí. Si la capacidad de maniobra y dominación de Lima reposa en el control
del sector externo, la intensidad de su dominación decrece al tiempo y a medida que
disminuye su disposición de metálico para saldar las importaciones.
o 2. La crisis del régimen de flotas. De regularidad anual y base del sistema comercial de
España con el espacio colonial.
La bancarrota del régimen y da paso a la presencia directa del comercio ilegal francés
e inglés llenando el vacío dejado por el espaciamiento de las flotas. El contrabando
comienza a marcar una serie de trizaduras en los circuitos tradicionales del espacio
peruano y termina por voltear la rígida estructura comercial que privilegiaba a lima.
Paralelamente a estas declinaciones, se produce en Lima y Potosí un movimiento de desconcentración
demográfica.
Baja en la producción y circulación de plata, desconcentración demográfica, rompimiento de la
estructura comercial monopólica, unos pocos elementos que sugieren la declinación de Lima y Potosí
como polos de crecimiento.
La crisis de los centros dominantes tiene sus reflejos más visibles en el comportamiento del régimen
de precios y del volumen físico de producción de cada sector externo regional.
Posibles salidas después de la crisis:
o Podemos comenzar interrogándonos sobre una posible opción regional, la de alterar la
composición del sector externo desplazándolo hacia una nueva producción.
o Otra alternativa hipotética, consistiría en la aparición de un nuevo centro dinámico de la
economía del espacio peruano. Sólo fuera de él y del dominio español, por lo tanto, dicho
movimiento estaría negado de base por los propios moldes de relación espacial forjados por la
política metropolitana.
o El contrabando estuvo lejos de signar el surgimiento de una fuerte continua demanda de
materia prima. De ahí que esta forma ilegal de relación con economías desarrolladas situadas
fuera del orden colonial sólo origina en el espacio peruano los siguientes efectos: 1. no
dinamiza ni incita al crecimiento de los sectores externos regionales; 2. al ocupar el lugar que
deja la crisis del sistema mercantil monopolista 'español, mantiene la tendencia al consumo
suntuario del grupo social dominante; .3. a través de la evasión de oro y plata habría
agudizado la tendencia descendente de los precios; 4. constituye un elemento disruptivo con
respecto a las formas de integración regional del espacio peruano al dislocar la estructura de
los circuitos comerciales externos e internos.
Además de las alternativas mencionadas puede pensarse en otra tercera, formalmente muy cercana a
algunos proyectos contemporáneos de desarrollo económico. En efecto, si la crisis minera presupone
una aguda disminución de la capacidad de importar del espacio peruano, de ahí a concebir un eventual
proceso de sustitución de importaciones hay un tramo muy pequeño que se recorre con un paso.
Lo que entendemos son los ajustes efectivos, o mecanismos de recaudación que aplican estas
económicas regionales durante el periodo crítico:
o 1.El ajuste de la balanza de pagos regional. El mecanismo es simple: la disminución en el
ingreso por exportaciones conlleva una idéntica retracción de las importaciones.
o 2. El movimiento de reajuste estructural: hacia la ampliación del sector de subsistencia. Esta
relación estructural entre ambos sectores se nivela o invierte en los momentos más difíciles de
la crisis general; con el fin de visualizar claramente el movimiento lo descomponemos en tres
rasgos
a. La caída del sector externo
b. La extensión del sector de subsistencia. Al liberar el sector externo una cuota
variable de mano de obra, bajo la forma de un requerimiento decreciente de trabajo
excedente, queda una determinada capacidad productiva que vuelve hacia el sector de
subsistencia, aumentando el tiempo de trabajo necesario que los grupos subalternos
dedican a su mantención y a la del grupo
c. El proceso de ruralización. La migración hacia el campo sobreviene, según los
testimonios, tratando de “evitar los gastos de la ciudad”
La dominación del Estado metropolitano:
Señalaremos dos aspectos relevantes de la compleja relación entre espacio colonial y Estado
metropolitano.
a. El encuadramiento del espacio peruano:
o Para consolidar la permanencia de su dominación, el Estado metropolitano debe formular y
encauzar una política de estructuración interna del territorio dominado, valorando las
realidades económicas y sociales preexistentes como las nuevas formas concretas que impone
el grupo privado de los conquistadores.
o Al mismo tiempo dispone los cercos para evitar conexiones disruptivas con otros espacios y
canaliza los intercambios entre colonias y metrópoli mediante un estricto sistema de accesos.
Se trata de lograr dominios cerrados, sin canales de escape que le signifique compartir con
otros países el excedente colonial. Desde allí, cuatro rasgos distintivos de la política
encuadramiento:
La jerarquización de Lima como único punto de entrada y salida del espacio.
La oclusión hacia el Atlántico portugués.
La resistencia y negativa al entronque con el circuito Veracruz-Manila, con su escape
a China E India
La regulación estricta de las relaciones de intercambio con los otros espacios
coloniales de la América Española.
b. La captación del excedente:
o Las posesiones dominadas deben alcanzar un nivel tal de rentabilidad que asegure el
financiamiento de la administración y de la defensa militar satisfaga las pretensiones sociales
y económicas del grupo dominante interno y genere una corriente de excedente hacia la
metrópoli. Los impuestos directos de mayor envergadura pasaron sobre el sector minero con
los nombres de cobo y quino. En lo que hace a la circulación de mercancías, el impuesto más
significativo fue el almojarifazgo.
o Para maximizar la captación de excedente a través del método fiscal (y el monopolio
comercial), la metrópoli necesita ordenar una política económica coherente a tales propósitos.
Lo primero haced valer todo el peso del Estado para proteger y desarrollar el sector minero, o
sea multiplicar el crecimiento hacia afuera (hacia la metrópoli) del espacio.
o Otro principio de la política de dominación exige planificar la sectorialización de la mano de
obra y de la producción. La política de apoyo a la minería y de la sectorialización de la mano
de obra indígena desemboca en el sistema de la mita.
o El estado metropolitano, con la detracción del excedente que captura del espacio colonial
peruano, también es alcanzado por la crisis. Y siendo ese excedente el objetivo prioritario al
que apunta el sistema de dominación, éste, al fin, manifiesta explícitamente su irracionalidad.
o Para aludir a la quiebra del proceso titulamos la segunda sección Crisis y desintegración. La
crisis ha aparecido, pero ¿? sucede lo mismo con la desintegración? El modelo planteado
permite visualizar el punto de arranque de la desintegración del espacio peruano. Que las
contradicciones internas desatadas por la crisis, la presión de nuevos elementos externos y el
hecho de que las posibilidades de desarrollo del modelo de crecimiento económico regional
hayan alcanzado su techo en ese espacio limitado, siguen corroyéndolo y concluyen por
romperlo. La primera partición del orden colonial acontece con la creación de los virreinatos
de Nueva Granada y del Rio de la Plata. Y luego la fragmentación más menuda, aunque más
significativa, al quebrarse el orden colonial, da origen a los estados nacionales del siglo XIX.
Rompecabezas para armar: el estudio de la vida cotidiana en un ámbito fronterizo en Silvia Ratto
INTRODUCCION
En las últimas décadas se ha consolidado una nueva mirada historiográfica sobre los espacios de
frontera que significó una modificación de los primeros planteos.
Las ideas de Turner fueron fundamentales para sustentar la construcción teórica de la identidad
americana, a la que se caracterizó fuertemente individualista y sin barreras para su expansión y
desarrollo.
El modelo de frontera turneriano fue duramente criticado. Uno de los grandes errores que se le
imputaron al modelo fue el de circunscribir el sujeto que protagonizó el avance fronterizo al
“pionero blanco” de descendencia europea, lo que borraba del escenario a diferentes minorías que
acompañaron el proceso como a los mismos pueblos nativos con quienes los pioneros debieron
encontrarse.
o En esta línea crítica se produjo una profunda redefinición del papel jugado por los pueblos
nativos en situaciones de contacto. Tradicionalmente, se presentaba solo una doble
alternativa en cuanto a las posibilidades que desarrollaron los indígenas en contextos
coloniales: la aculturación o la resistencia.
o Se postulaba, que estos dos procesos habían tenido lugar en territorios distintos y bajo
modalidades radicalmente diferentes.
o Mientras el proceso de aculturación se ubicaba en espacios que habían sido conquistados a
través de una triple actividad que involucraba la acción evangelizadora, la normalización
jurídico-política y la organización de la producción colonial.
o Los casos de resistencia se localizaban en espacios fronterizos tomando la forma de
enfrentamientos bélicos.
La reformulación de estos presupuestos derivó en la constatación de una amplísima gama de
relaciones que involucraron a los pueblos indígenas, a los colonizadores europeos y a distintos
grupos de migrantes que arribaron asimismo a la frontera.
Dentro de las nuevas propuestas metodológicas para analizar el encuentro entre los pueblos nativos
y los conquistadores europeos son útiles los conceptos de “middle ground” de Richard White
“pensamiento mestizo” y “lógica mestiza” los cuales tratan de dar cuenta de los diversos préstamos
culturales que se produjeron entre los grupos en contacto para lograr una comunicación adecuada.
o Estos autores plantean que el mestizaje no fue solo biológico, sino que se extendió a todo
tipo de contacto y la mezcla de rasgos culturales fueron una parte intrínseca.
o El mestizaje refleja la necesidad que tenían los contemporáneos para “inventar” a diario
modos de coexistencia y soluciones para sobrevivir.
o En los primeros momentos del contacto, se llegaría a la “construcción” de un mundo que
fuera mutuamente inteligible para lo cual debía apelarse a símbolos y valores del otro.
o Un elemento central en estas propuestas se encuentra en mostrar la existencia de dos
esferas de contacto: la diplomática que hace referencia a la relación “oficial” entre los dos
grupos y la cotidiana.
o Acceder al conocimiento del mestizaje producido en este último ámbito. En la esfera
diplomática, por el contrario, es relativamente más sencillo percibir actos de adecuación ya
que estos se hallan explícitamente consignados en las fuentes.
o En efecto, en la documentación oficial que describe los encuentros diplomáticos, o en las
actuaciones judiciales pueden distinguirse los intentos de ambas partes por llegar a un
acuerdo apelando a nociones y/o costumbres de cada una de ellas.
A pesar de estos acuerdos iniciales es posible encontrar algunas diferencias analíticas en las
investigaciones de los tres autores mencionados, basadas en la dirección en que cada uno de ellos
analiza las relaciones de contacto.
El planteo de Boccara se centra en la sociedad nativa analizando los procesos de contacto desde una
perspectiva de resistencia nativa a los intentos de dominación de los hispano- criollos. Al estudiar de
manera conjunta los conceptos de etnogénesis y etnificación a los que señala como las dos caras de
un mismo proceso, el análisis tiende a la unilinealidad. Ese es el objetivo del autor quien
explícitamente pretende, a través de su planteo de lógica mestiza, “analizar los procedimientos
utilizados por los agentes estatales para imponer la legitimidad de una dominación y de un ejercicio
centraliza- do de la fuerza pública”.
A diferencia del anterior, los modelos de White y Gruzinski están centrados en el proceso de
contacto; en las adecuaciones que debieron realizar ambas sociedades para lograr el entendimiento.
Por tal motivo, en la relación con el nativo se ponían en juego solamente fragmentos de la cultura
europea. Otro elemento central en sus planteos es que caracterizan a las situaciones de contacto
como experiencias únicas e irrepetibles.
o Es lo que, en el planteo de White, se llama el “middle ground” entendido como un espacio
tanto real como simbólico donde se desarrollan nuevas formas de comunicación y
comporta- miento.
o En este espacio la noción fundamental que guía la convivencia cotidiana es la persuasión; un
grupo intenta persuadir al otro apelando a lo que percibe como valores y prácticas del
segundo.
El concepto de “middle ground” fue utilizado por muchos historiadores como una herramienta muy
útil para interpretar la frontera como un espacio que involucraba un complejo proceso de
intercambio cultural, balance de poder y creación de nuevas formas sociales.
o Esta idea de sociedad fronteriza multicultural ofrecía una visión alternativa del encuentro
entre indígenas y conquistadores donde era posible detectar la convivencia pacífica y el
acomodamiento creativo realizado por ambos.
o Esta nueva concepción del espacio fronterizo y sus habitantes no ha pasado desapercibida
en estudios que se ocupan de la campaña bonaerense. En efecto, algunos autores habían
planteado la existencia de un sustrato cultural semejante entre las poblaciones criollas e
indígenas en dicho espacio.
o Así Carlos Mayo al preguntarse sobre la adecuación de los “renegados” de la sociedad
hispano-criolla a la vida en las tolderías planteaban que esa interrelación habría hallado una
base común.
Sin hacer una relación tan directa con las similitudes que pueden encontrarse con respecto a la
organización social de los grupos indígenas, Garavaglia sugería que el mundo campesino en el
espacio rioplatense se hallaba cruzado por extendidas relaciones de reciprocidad.
Otros autores se han centrado en el estudio de intermediarios culturales en el espacio pampeano.
o Así, Mandrini se refería a los “agregados” o “allegados” para describir a “los pobladores
hispano-criollos existentes en las tolderías indígenas estrechamente vinculados con los
caciques y jefes de familia actuando a veces como secretarios o escribientes”.
o Mayo y Latrubesse definieron a los “renegados” como aquellos que se alejaron
voluntariamente de sus pagos para ir a vivir entre los indígenas.
o Villar y Jimenez formularon la existencia de “aindiados” en el espacio pampeano a quienes
caracterizaron como adultos, de sexo masculino; por lo general, bíglotas y militares que
ingresaban a la sociedad indígena de manera colectiva y por orden de mandos superiores
incorporándose a las redes socioeconómicas nativas a nivel doméstico y político.
Ahora bien, aunque existe un acuerdo inicial sobre la existencia de un espacio fronterizo mestizo -
planteado no solo en términos demográficos sino también culturales- en la campaña bonaerense, es
necesario iniciar de manera sistemática el estudio del mismo.
La pregunta que se impone es, ¿qué tipo de fuentes deben usarse y qué estrategia debe seguirse
para poder realizarlo? El objetivo de este trabajo es mostrar las posibilidades de un acercamiento a
esta problemática a través de dos vías de análisis: el seguimiento de algunos intermediarios
culturales y el análisis de fuentes judiciales relacionadas con conflictos interétnicos.
El período rosista es un momento muy fructífero para indagar sobre la constitución de un espacio
mestizo en la frontera debido a la aplicación del sistema de «negocio pacífico», que derivó en el
asentamiento de numerosos grupos indígenas en la campaña bonaerense.
Los caciques y las autoridades fronterizas eran los personajes que, de manera más clara, servían de
nexo entre los dos mundos culturales.
Se trataba de vecinos, militares de frontera y lenguaraces que, en virtud del contacto constante y
fluido con las poblaciones indígenas del espacio fronterizo, habían establecido lazos personales con
algunos indios en pos de la obtención de determinados objetivos dentro de los cuales el comercio se
presentaba como el vínculo más notorio.
Frecuentemente se resalta la habilidad de Rosas como hacendado de campaña para establecer
sólidos vínculos con los indígenas «fronterizos».
Muchos vecinos de campaña utilizaron sus contactos previos con caciques de importancia para
actuar como mediadores entre estos y el gobierno, en ocasión del inicio de relaciones diplomáticas.
Otros, recorriendo un camino inverso, tuvieron un comienzo más “humilde” desempeñándose como
baqueanos o lenguaraces y basaron su ascenso social precisamente en la importancia de esa tarea.
o Como ejemplo del primer caso podemos mencionar al vecino de Salto, Juan Francisco Ulloa,
quien en el año 1819 era alcalde de hermandad del partido y era nombrado en los
documentos como protector especial de los indios.
o Otros, recorriendo un camino inverso, tuvieron un comienzo más “humilde”
desempeñándose como baqueanos o lenguaraces y basaron su ascenso social precisamente
en la importancia de esa tarea.
Como ejemplo del primer caso podemos mencionar al vecino de Salto, Juan Francisco Ulloa, quien
en el año 1819 era alcalde de hermandad del partido y era nombrado en los documentos como
protector especial de los indios.
En el año 1820, la superposición de comisiones enviadas por el gobierno a distintas tolderías
ranqueles mostraría la competencia creada entre los sujetos anteriormente mencionados y otro
vecino, Matías Gutiérrez, por monopolizar el contacto interétnico.
Para los comisionados sería fundamental mostrar a los caciques quién era el interlocutor más válido
para concertar un acuerdo con el gobierno que derivara, esencialmente, en la percepción de ayuda
económica (vía regalos de ganado y otros bienes) y militar.
o Dentro del segundo grupo, encontramos a Ventura Miñana quien comenzó su actuación en
la campaña como baqueano de la tercera expedición al sur realizada por el gobernador
Martín Rodríguez en 1823.
o Trece años después sería un próspero vecino propietario del pueblo de Azul.
o El camino recorrido por Miñana para llegar a esta última condición estuvo estrecha- mente
vinculado al contacto interétnico.
o Es probable que estas acciones fueran premiadas con un ascenso militar ya que en 1832
integró, como comandante, el escuadrón fundador de Azul junto a Juan Zelarrayan y
Francisco Sosa. Lo cierto es que en un censo de Azul realizado en el año 1839 ya figuraba
como propietario de dos estancias pobladas con 500 vacunos, 91 lanares y 400 caballos y un
capital de $25.446 7.
La relación tan estrecha que lo había vinculado con los indios desde mediados de la década de 1820
se mantuvo en Azul.
Precisamente en su estancia se alojaban veintidós indios de los cuales cinco eran indios adultos, un
muchacho de catorce años, ocho mujeres y ocho chicos de ambos sexos.
Su contacto con los caciques pampas lo convertía asimismo en un interlocutor de importancia.
Durante los acontecimientos de fines de 1836, cuando la región sur de la provincia se vio
prácticamente arrasada por los malones indígenas, Miñana invitó a los caciques Cachul y Catriel
«para tener con ellos una entrevista y tratar de los últimos sucesos ocurridos en las estancias del
Azul».
Poco después, ante la inseguridad de la zona y sin consultar previamente a Echeverría, el caciquillo
Nicasio dependiente de Catriel le había consultado «si el cacique podía venir a Azul»
En el ataque de enero de 1837 el cacique Reilef, que había vivido en Tapalqué hasta 1836 y se
presentaba como uno de los promotores del malón, había elegido a Miñana como interlocutor para
lograr un entendimiento con el gobierno y obtener el canje de prisioneros conociendo que «el
coronel Miñana era muy caritativo y muy dispuesto a favor de los cautivos y cautivas».
La a pertenencia de esos personajes a la sociedad criolla es clara, en los lenguaraces esto se diluye
bastante adquiriendo características más cercanas al aindiado que se mueve de manera armónica
entre los dos mundos.
Veamos el caso del lenguaraz Dionisio Morales cuyo desempeño tuvo una gran centralidad en los
inicios de la década de 1820 como nexo entre el gobierno de Buenos Aires -enfrentado a las fuerzas
de Carrera en esos momentos- y algunos caciques ranqueles.
En 1820, se recibieron noticias de que Morales se hallaba en unas tolderías ranqueles negociando la
entrega de cautivos sin conocerse quién había impulsado esa misión.
Se decidió entonces ordenar su captura y remisión a Buenos Aires para indagar el motivo de su
presencia en los toldos, sospechándose que el objetivo era captar a los indios para algún tipo de
incursión sobre la frontera.
o De hecho, poco después, junto a Ulloa y Quiroga, encabezaría la misión de paz enviada a los
mismos toldos reconociéndose que Morales «es sumamente amado de los dos caciques
Leynan y Guaichu».
o Pero esta estrecha relación con los indios lo llevaría a realizar ciertas prácticas indígenas no
bien vistas por el gobierno que en marzo de 1822 ordenó, y esta vez logró, la prisión de
Morales por «estar en los toldos y vender un cautivo cristiano por 25 cabezas de ganado y 60
pesos».
o Un caso similar al de Miñana, en cuanto al ascenso social, fue el de Francisco Iturra, oficial
chileno que formó parte del contingente de «aindiados» que arribó a las pampas en 1827
junto con el cacique Venancio. Su estrecha relación con indios de distintas agrupaciones lo
llevó a convertirse en sospechoso para las mismas autoridades del fuerte, quienes en
ocasiones dudaron de su fidelidad.
o En agosto de 1831, en momentos en que el fuerte se hallaba en una difícil situación por la
llegada de la coalición borogano-Pincheira, sucedió que habiéndoselo llamado «para que
tradujese las expresiones de ciertos indios que se han presentado no fue habido Iturra en el
destino, contextando su asistente que había ido a cuidar los cavallos dos millas distantes de
este punto».
Esta situación creó gran sospecha y descontento en el comandante pues para impedir que con esa
excusa el oficial se ausentara para tratar con los indios hacía tiempo que «fue preciso comprarle su
tropilla de cavallos».
Pero estas medidas no implicaron una caída en desgracia del personaje que siguió cumpliendo su
papel como intérprete oficial e incrementado su relación con los indígenas.
Los vínculos personales que anudó paralelamente con algunos oficiales del fuerte, incluido el mismo
comandante Palavecino, le permitieron instalar, a fines de la década de 1840, una pulpería y
establecer cierto monopolio en la compra de cueros a los indios derivado de su rol de lenguaraz al
punto que, según otro vecino del fuerte, «Los demás negociantes muy raro cuero compran a los
indios pues el mayor Iturra se los negocia».
Al frente de la casa de comercio se hallaría su esposa Juana Seguel -que había sido cautiva de los
indios y rescatada por el cacique Venancio quien la entregó en Bahía Blanca- y su hijo Francisco Pío.
Precisamente este cacique se convirtió en cliente privilegiado de Iturra.
El ascenso de Iturra en el fuerte tuvo su punto culminante cuando en 1858 lo encontramos
ejerciendo la comandancia. Tal vez, aprovechando esa posición elevó al gobierno seis solicitudes de
terrenos en propiedad que se hallaban en poder de sus ocupantes desde el año 1844.
¿Cómo interpretar la “gran prevención” de los indígenas hacia Iturra con quien aparentemente
tenían tan buenas relaciones? Precisamente este fluir entre dos mundos representaba un serio
peligro para los mediadores culturales.
o Es probable entonces que Iturra al final de su vida, haya realizado una opción por la sociedad
criolla que lo llevó a enemistarse con los grupos nativos que, hasta el momento, habían sido
sus principales contactos con el mundo indígena.
Otra vía de abordaje al mundo fronterizo se encuentra en el análisis de las actuaciones judiciales
producidas en virtud de los conflictos interétnicos.
Esta fuente aporta información sustancial para acercarnos a la forma en que el indígena se integró
en la sociedad provincial a la vez que permite conocer algunos aspectos de la vida cotidiana en la
campaña, las relaciones laborales, comerciales y, aún, de parentesco y compadrazgo que fueron
articulando indios y criollos.
¿Puede hablarse de una progresiva dilución de la misma en los espacios fronterizos o, por el
contrario, sigue operando como variable de diferenciación muy clara dentro de la sociedad rural?
o Dentro de esta idea central se encuentra un tema derivado que tiene que ver con la
existencia de dos ámbitos diferenciados de relaciones interétnicas.
o El diplomático que hace referencia a los vínculos oficiales entre ambas sociedades y define el
curso de la política indígena de los gobiernos criollos y de la política hispano-criolla de los
grupos nativos.
o Por otro lado, el ámbito de la vida cotidiana que une a ambas sociedades.
Dicho en otras palabras, ¿la etnicidad encuentra un mayor campo de dilución en las relaciones
cotidianas que en las diplomáticas? Si esto es así, ¿de qué manera opera en uno y otro campo la
mayor o menor diferenciación étnica?
o Esto nos permite sostener la idea de que las relaciones diplomáticas y las cotidianas no
tenían siempre, ni necesariamente, el mismo signo. Es decir, en momentos de gran
conflictividad diplomática no necesariamente se interrumpía el vínculo cotidiano establecido
entre los integrantes de las dos sociedades.
En 1819, el alcalde de Hermandad del partido de San Vicente, Zenón Videla, elevó al gobierno una
presentación pidiendo la expulsión de los llamados «Indios Medina» por estar involucrados en el
robo de ganado.
Estos indios se hallaban asentados dentro del territorio provincial, en un terreno despoblado cerca
del arroyo del Siasgo, límite entre los partidos de Monte y Ranchos localidades que, en ese
momento, se hallaban en el extremo sur del territorio ocupado.
Videla había elevado al gobierno la denuncia del hacendado del partido, Don Ignacio Arista, sobre los
«frecuentes robos» cometidos por estos indios a quienes en esta oportunidad se los había hallado
con el objeto del delito, una vaca que le habían robado a Arista y habían carneado encontrándose
todavía en los alrededores de su vivienda el cuero con la marca del propietario.
El alcalde Videla elevó las actuaciones al gobierno notificando que se había logrado que los indios
pagaran una indemnización por el robo y que se trasladaran a la guardia de Ranchos donde «se les
dio tierras quitándolos del despoblado en tierras de propiedad agena» y donde no podrían robar.
o Para justificar su decisión Videla decidió levantar un sumario que tituló «Ocupación, vida y
costumbres de los indios Medina» poniendo en conocimiento del gobierno el tipo de
convivencia que se había originado alrededor de estos indios.
Si nos dejáramos llevar por una primera impresión podríamos suponer que el grupo Medina era una
verdadera avanzada de la «barbarie indígena» asentada dentro del territorio provincial. Sin
embargo, analizando un poco más en detalle la actuación iniciada por Videla esta imagen cambia
sustancialmente.
El primer elemento en el que vale la pena detenerse es el propio comentario de Videla acerca de que
los Medina reivindican «el nombre de indios si se les trata de reprender».
Esto haría referencia a una estrategia consciente de los indígenas para evadir la justicia provincial
alegando ser «indios» y por ello, presumiblemente, no imputables.
Sobre los distintos puntos de la descripción de Videla -ocupación, viviendas, religión, relación con la
población criolla y con los indios de las pampas- se realizarían las preguntas que contestaron los
doce vecinos que fueron llamados a declarar. Aunque estos avalarían esencialmente los dichos del
alcalde hay algunas desviaciones y/o agregados que permiten armar una imagen un poco más
compleja sobre la vida de este grupo.
El primer elemento que Videla quería remarcar era la holgazanería de los indios que según varios
testimonios llevarían en el lugar entre «6 a 8 años». De manera reiterada en las declaraciones se
expresa que los indios a pesar de tener sus toldos siempre provistos de trigo, maíz, frutas y carne
fresca, «no trabajan ni se les conoce más ocupación que ir y volver de los pampas». Aún los vecinos
más próximos a las tolderías señalaron que «no los han visto nunca rastrojos».
Y otro testigo invocado por Videla, Juan Gregorio de Igarzabal que fuera comandante de Monte en el
año 1817, señalaba que existiendo ya en ese momento denuncias por robos perpetrados por los
Medina los había conminado a que abandonaran el lugar y se trasladaran al otro lado del Salado
«luego de levantada la cosecha» de su sementera la que «con dificultad alcanza a 1/2 anega de
trigo».
De manera que, pese a los denodados intentos de Videla por mostrar, a través de la declaración de
unos testigos convenientemente seleccionados, el ocio de los indios Medina algunos de los
declarantes dejaban entrever algún tipo de actividad económica realizada por aquellos.
¿El hecho de ser indio agregaba a esta situación un motivo más de queja por parte de los
propietarios de campaña? Esto podría ser así, pero, a medida que avanzamos en el documento, nos
enteramos que los «Medina» no eran solo indios.
En los reiterados robos que, según los vecinos, se venían produciendo desde hacía años los Medina
no actuaban solos. El dueño de la vaca que se halló en las tolderías reconocería que el hurto fue
realizado en complicidad con un criado negro suyo que hacía tiempo «dormía en los toldos con las
chinas, con el permiso de los indios».
Las relaciones entre ellos habían derivado en matrimonios interétnicos sancionados tanto por las
costumbres indígenas como por la iglesia creándose en el asentamiento de los Medina un verdadero
mundo mestizo habitado por indios, desertores y pobladores criollos que habían adoptado la vida en
toldos.
Las tolderías, además, eran refugio de partidas de indios pampas que constantemente cruzaban la
línea de frontera, de «todos los cristianos tratantes sin licencia y criminales y aún pulperos sin
licencia del gobierno». Si aceptamos las declaraciones de los testigos sobre las actividades delictivas
de «los Medina» este grupo era verdaderamente un estorbo para el desarrollo de la vida en el
partido. Sin embargo, no solo la población «marginal» estaba vinculada con los Medina.
Uno de los vecinos invocados como testigos, don Luis Gómez teniente de milicias, señalaba que los
Medina luego de su detención «se empeñaron con él para que con su influjo mediase a que no se
siguiese causa proponiendo pagar todos los perjuicios y despoblarse del paraje en que estaban».
El vecino aceptó el pedido agregando que los mismos indios le «confesaron la indulgencia con que
fueron tratados y que han mejorado con exceso en el destino en que se les ha puesto».
o Gómez había sido alternativamente, en años anteriores, comandante y juez territorial y
había recibido quejas constantes de los vecinos con respecto a los robos de estos indios,
pero «ha sido de necesidad disimularlos y no llevarlos a efecto por las consideraciones
políticas de su mucho trato, parentesco y conexiones con los indios».
Durante su desempeño había recibido constantes quejas de los vecinos por robo de ganado
pudiendo deshacer un intercambio que se hallaban realizando los Medina con una partida de
comercio indígena.
Inmediatamente se dirigió al asentamiento de los Medina y los exhortó a que abandonaran el lugar y
se retiraran al otro lado del Salado, medida que «ofertaron obedecer puntualmente».
o En este caso, el alcalde había contado con el apoyo del párroco de San Vicente. Se menciona
también al hacendado Dorna, suegro del alcalde Videla, quien según el informe precedente
habría iniciado, en un momento previo a los hechos relatados, una acción tendiente a
desalojar a «pobladores intrusos» entre los que posiblemente se encontraran los Medina.
Esta acción parece haber sido la que rechazaron tanto el alcalde como el párroco actuando en
defensa de estos pobladores. No es casual que el traslado de los Medina se logre final- mente
cuando Videla, yerno de Dorna, ejercía como alcalde de hermandad del partido.
Sin embargo, en ocasiones estos últimos habían creado vínculos personales y redes con algunos
vecinos del partido que los defenderían del despojo que pretendían realizar algunos hacendados.
Cabría preguntarse si ellos mismos se sentirían tan indios y tan diferentes a la población criolla junto
a la cual convivían.
o Contamos con dos procesos judiciales realizados en las cercanías de la estancia del
hacendado Felipe Barrancos, vecino de dicha Guardia. El primero de ellos se inicia en agosto
del año 1836 como consecuencia del asesinato del cacique Felipe Alarcón en inmediaciones
de la estancia.
o Felipe era hermano del indio Baldivia, perteneciente a la tribu de Caneullan ubicada en
fuerte mayo, y se había instalado en la Guardia de Luján cerca de Barrancos, al frente de una
pulpería.
o El asesinato del cacique y otros indios produjo un extenso procedimiento judicial para
encontrar a los culpables.
El rastro de huellas y yerba encontrado se dirigía hacia la casa del vecino, Gabriel Torres. Según
Torres, viendo que la yerba que había compra- do era muy poca le había pedido a Felipe la «yapa» y
este se había negado terminantemente al punto de no venderle la yerba.
o El hijo de Felipe, y otros declarantes alegarían que Torres habría introducido en la platilla de
la balanza donde se encontraba la pesa, unas espiguillas y un marlo para aumentar la
cantidad de yerba que estaba comprando. Al descubrir Felipe la treta del vecino, «se enojó,
le dijo que a él no lo había de gobernar, que se fuese a comprar yerba a la Guardia, y se fue
para la cocina».
Luego de esta discusión, Torres relataría que «salió de la pieza y se fue a un toldo que tenía separado
la mujer de Felipe para tejer, se sentó a su lado en el suelo y le dijo que su marido se había enojado
injustamente con él».
o En lo que coincidirían ambas versiones es que el inciden- te culminó con la invitación a
tomar mate y la venta de yerba a Torres por parte de Santiago, el hijo de Felipe.
o Sus vecinos criollos no parecen haberse extrañado ante estas prácticas sino, por el
contrario, se adecuaron a ellas.
Resulta lógico suponer que para establecer la pulpería cerca de la estancia de Barrancos, el cacique
Felipe debía tener, o haber establecido, una relación cercana con el hacendado.
La relación de Felipe y su familia con el alcalde del partido, Rivero, parece haber sido también
bastante fluida. La tarde de la noche en que fueron asesinados, según declaró Santiago, su padre, su
«madrastra» Clara y su tío Santiago «estaban en casa del alcalde tomando mate». Posiblemente
debido a esta relación de amistad, al conocer los hechos Rivero ordenó el inmediato embargo de los
bienes de Torres y Domingo Porcel, otro vecino igualmente sospechado de haber participado en el
crimen.
En el caso anterior veíamos que la etnicidad indígena operaba, en general, como indicativo de una
conducta reprochable y penalizable y, tal vez, en ese sentido otros pobladores marginales de la
campaña fueron incluidos dentro del grupo de los «indios Medina».
¿Operaría la etnicidad del mismo modo en este momento en el que se había logrado una relativa
estabilidad y amistad en las mismas?
o Además, al ser apresado pidió que se llamara como testigo de su buena conducta al indio
Pedro que trabajaba con él.
o La familia de Felipe y los peones indios de Torres no serían los únicos indígenas que
habitaban la zona. Entre los testigos llamados a declarar se hallaba el indio Cristóbal
Ñancubil quien declaró vivir también dentro de la estancia de Barrancos donde tenía
«algunas vaquitas». Ñancubil envió a la pulpería a su hijo Mariano, al lenguaraz indio José
María Barrancos que vivía cerca suyo «en el lugar de las Sala- das y a un cristiano llamado
Narciso».
o La declaración de este indio abre un panorama de extrema conexión entre indios y criollos.
Sin embargo, genera también una serie de interrogantes que no estamos en condiciones de
responder.
Al día siguiente Cristóbal, junto con los indios Ramón, Benancia, Alonso, Juan José y Mariano,
sepultó los cuerpos de los indios asesinados.
La declaración de este indio abre un panorama de extrema conexión entre indios y criollos. El hecho
de vivir dentro de la estancia de Barrancos con algún ganado propio podría acercar la situación de
Cristóbal a la del mismo Torres aun cuando no contamos con mayores datos sobre las actividades
que realizaba. Es probable también que los otros indios mencionados por Cristóbal fueran vecinos y,
posiblemente, también vivieran en la estancia de Barrancos.
Si a ellos sumamos la familia del cacique Felipe y la de su hermano Santiago nos encontramos ante
un grupo bastante nutrido de indígenas viviendo muy cerca entre sí y con otras poblaciones criollas
como la de Torres y Porcel.
El peón de Torres, Gervasio Quiñellan, declaró que se había enterado de la muerte de Felipe por su
tío Pedro a quien se lo había contado un peón de Barrancos «que encontró en el campo». De los seis
indios que declararon en este sumario solo dos pudieron comunicarse sin necesidad de intérprete.
Se trataba de Santiago Alarcón, hijo de Felipe, que ayudaba a su padre en la pulpería y había sido
peón de Barrancos y, obviamente, el lenguaraz indio José María Barrancos.
En el caso de Torres, en particular, el vecino al hablar de sus peones indios no pudo dar el nombre de
uno de ellos por ser «muy arrevesado». Dicho en otras palabras, no parece haber en estos casos una
dilución de etnicidad aún cuan- do algunos indígenas llevaran tiempo viviendo en la campaña o
tuvieran estrechas relaciones con vecinos del lugar.
Para el alcalde Zenón Videla, el ser indio agregaría un dato definitorio a la hora de decidir el traslado
de población «indeseable» pero no todos los testigos llamados a declarar por el alcalde opinarían lo
mismo. El conocimiento de este hecho podría haber llevado al principal inculpado, como ya dijimos,
a utilizar su propia relación con los peones indios de su chacra para diluir las sospechas en su contra.
Un caso muy diferente se daría en otro sumario judicial donde la muer- te del cacique Felipe y sus
familiares volvería a ser mencionada. El indio Queputripay, perteneciente también a la agrupación
borogana, había arriba- do en agosto de 1836, pocos meses después de la muerte del cacique-
pulpero, a la estancia de Barrancos con un pasaporte expedido por el gobernador para que fuese
alojado durante una noche debiendo trasladarse luego a la chacra del indio Dámaso Tapia que vivía
cerca de la estancia 29. La desaparición del indio esa misma noche derivó en la realización de un
sumario. El motivo de su fuga de la estancia de Barrancos, según la misma declaración de
Queputripay que apareció días después, había sido que la mujer del hacen- dado le había quitado el
pasaporte que tenía para llegar hasta la frontera y los obsequios recibidos del gobierno lo cual le
hizo temer por su vida.
Pero lo más interesante del proceso no está en el hecho en sí que se estaba investigando sino en la
participación y caracterización de dos testigos indios convocados. El primer declarante fue «el vecino
de esta jurisdicción Juan Tapia de nación pampa» quien dijo conocer a Queputripay de cuando vivían
en Chile y que el año anterior había estado en su chacra cerca de dos meses, momento en el cual
conoció también al cacique «pulpero» Felipe.
Luego de la fuga del indio, Tapia intentó localizarlo en las casas in- mediatas y cinco días después se
apareció en la chacra de Don Manuel Biñas quien lo envió a la casa del hijo del declarante, Don
Dámaso Tapia. El caso de los indios Dámaso y Juan Tapia es bastante peculiar.
Estos habían conocido pocos años antes al indio Queputripay en Chile, lo que ha- bla de un
asentamiento bastante reciente en Luján donde, indudablemente, se hallaban al suceder el crimen
del cacique Felipe, aunque no figuraban en el sumario que analizamos más arriba.
Este hecho parece haber sido suficiente para que el teniente a cargo de la investigación les
adjudicara el título de vecinos en el expediente judicial, aun cuando mantiene su designación como
indios pampas. De manera que, por un lado, el teniente alcalde a cargo de la indagatoria consideró
que la propiedad de ganado, el asentamiento en el partido y, además, el hablar castellano eran
factores suficientes para categorizarlos como vecinos.
CONCLUSIONES
Los procesos descriptos más arriba permiten visualizar una compleja red de relaciones personales
que unían a criollos e indígenas y, vinculado a ello, claros procesos de mestizaje cultural:
Para intentar resumir los ejes centrales que surgen de la documentación señalemos:
Existencia de uniones interétnicas. Este es uno de los aspectos quizás más notorios del mestizaje y
podemos suponerlo bastante extendido teniendo en cuenta las altas tasas de masculinidad que
caracterizaban a los pueblos de frontera y, de manera inversa en este caso particular, la existencia
de los grupos indígenas amigos asentados en dicho espacio que padecían una falta de hombres
adultos.
o Lo más interesante en relación con este tema, se refiere a la manera en que se formalizaban
estas uniones. La frase repetida por los testigos de Videla es muy expresiva al respecto: “hay
cristianos casados con pampas y pampas casados con cristianas a su estilo”.
o Igualmente, sugerente es la relación que hacía el comandante de Tapalqué sobre el vecino
de ese partido, Don Juan Francisco Hollos, quien había entablado muy buenas relaciones con
el cacique Reilef asentado en Tapalqué y este, creyéndolo amigo de Rosas, frecuentemente
“le pedía consejos”. Pero Hollos no se limitaba a aconsejar a los indios; él mismo vivía con
una “china” y, según el informe del comandante, había comprado otra al cacique Londao
que vivía en el Azul.
o ¿Sería una gran audacia pensar que los bienes entregados por Hollos representaron para la
agrupación del cacique Londao el pago del precio de la novia? En ambos casos hubo una
transferencia de bienes, mujer por otros objetos; sin embargo, el significado de la misma
pudo haber sido bien diferente para las dos sociedades. En un caso se trataría de una simple
transacción comercial; en el otro, actuaría como fundante de una relación de alianza entre
ambos. Lo que es evidente es que una costumbre indígena había sido claramente adoptada
por el buen vecino Hollos: la poligamia
La creación de redes de relaciones personales. En los casos expuestos es muy clara la conformación
de vínculos personales entre indígenas y vecinos de la campaña. Pero los mencionados no fueron
casos aislados
Finalmente, y retomando el interrogante inicial del trabajo, ¿estos procesos de mestizaje habrían
llevado a la dilución de la etnicidad? ¿Jugaba de igual manera para la población criolla y para las
autoridades provinciales? La multiplicidad de relaciones y los fuertes lazos entre criollos e indígenas
haría pensar que en estos contactos la etnicidad no actuaba como principio diferenciador, sino que
la misma estaba cruzada por otro elemento: el establecimiento de redes sociales en los partidos de
asentamiento.
o Como se puede ver, hay un largo camino por recorrer para acercarse a un conocimiento
profundo de la vida cotidiana en la frontera. Y aunque los resultados logrados hasta el
momento presentan una gran cantidad de interrogantes no por ello dejan de reflejar la
profunda interrelación entre los “dos mundos”.
GRIMSON, Alejandro, 2005, "Fronteras e identificaciónes nacionales: diálogos desde el Cono Sur",
Iberoamericana, V, 17, pp. 91-99.
Introducción
“Frontera” ha devenido un concepto clave en los relatos y explicaciones de los procesos culturales
contemporáneos. Los análisis de la globalización se refieren a los límites, los bordes, las zonas de
contacto.
El concepto de frontera permanece difuso. FRONTERA FUE Y ES SIMULTANEAMENTE UN
OBJETO/CONCEPTO Y UN CONCEPTO/METAFORA. De una parte, parece haber frontera física,
territoriales; y de otra fronteras culturales y simbólicas.
Estudios socioculturales durante la década del 90: surgimiento de términos como identidades,
fronteras y territorios.
La expansión de esos usos metafóricos se combina en ciertos casos con una perspectiva que
enfatizaba excesivamente la textualidad de lo real y la estética de lo social, muchas veces en
detrimento de analizar conflictos de intereses que se expresaban no solo en identificaciones
políticas, sino también en políticas de identidad.
El lugar de concentrarnos en los significados históricos, buscamos hacerlo en uno de sus referentes.
Es decir, en lugar de hacer un estudio sobre el termino frontera pretendimos realizar una diversidad
de estudios sobre zonas fronterizas, se hizo una historia territorial, relacional, sociocultural de
espacios fronterizos específicos.
En la segunda mitad de los años 90 a varios etnógrafos nos resultaba potencialmente productivo
avanzar en el estudio del problema fronteras como constitutivo del problema identidades, es decir,
de los movimientos históricos que estaban implicados en ellos.
Cómo enfrentar esas investigaciones con fuerte base empírica para que, aunque en un futuro
pudiésemos contribuir a las concepciones metafóricas sobre fronteras, nuestros aportes
consiguieran quebrar nuestras propias visiones etnocéntricas.
El autor remarca que intentaron ir a las fronteras estatales con una perspectiva abierta que
permitiera detectar y comprender no solo la multiplicidad y mixtura de identidades, sino también
sus distinciones y conflictos, también las lógicas locales de disputas intrafronterizas.
Ir a las fronteras para mostrar la contingencia e historicidad del límite no implicaba enfatizar
exclusivamente su porosidad y sus cruces, sino también las luchas de poder, los estigmas
persistentes y nuevas formas de nacionalismo. En ese sentido, las fronteras políticas ofrecían un
terreno, un territorio, especialmente productivo, no solo porque allí convivían poblaciones que
supuestamente adscribían a nacionalidades diferentes, sino también porque eran espacios con
peculiar interés e intervención del poder estatal.
Hace varios años la frontera de México-Estados Unidos había condensado una gran parte de la
imaginación acerca del contacto de culturas. Sobre aquella frontera han surgido imágenes
contradictorias y hasta inconmensurables: desde los migrantes mexicanos perseguidos por la ìmigra
hasta mestizos híbridos.
Rosaldo, en su abierto desafío a la concepción uniformizaste de la antropología, ha hecho hincapié
en las fronteras como espacio de mezcla y multiplicidad: los espacios creativos de transculturación
se centran junto con las fronteras literales y figuradas, donde la persona se entrecruza en
identidades múltiples. No todas las fronteras son reductibles a un mismo tipo de metáfora, apunta
García Canclini (2001: 22). La frontera de México-Estados Unidos son muchas fronteras, con
poblaciones e historias singulares. Esa heterogeneidad, que se multiplica cuando incluimos otras
regiones del mundo, tiende a ser anulada por miradas generalizantes y deshistorizadoras. El estudio
de las fronteras requiere escapar a las versiones estéticas y homogéneas de culturas unitarias. poco
valor tendrá esa ruptura si se pretende aplicar un modelo de ambigüedad y multiplicidad al conjunto
de las fronteras. Primero, porque las fronteras son muy diversas, por lo tanto, no hay una
homogeneidad de la hibridación; segundo, ese mismo modelo debe ser discutido incluso para la
frontera México-Estados Unidos. tercero, y quizás lo más importante, porque el estudio de la
frontera en sí plantea un desafío a cualquier noción estética, uniforme y no relacional de cultura e
identidad, en la medida en que debería incorporar a su perspectiva analítica no solo la mezcla
cultural, sino la alianza y el conflicto social y político.
La concepción de las culturas puras que marcaron una parte significativa de los estudios clásicos, ha
llegado a su fin. El problema es que la nueva conceptualización reemplazo de modo terminante la
organización por el desorden, la pureza por el sincretismo y la frontera por su cruce.
El reforzador de fronteras no es exclusivamente el estado, sino un conjunto de agentes sociales
entre quienes pueden incluirse en muchos contextos a los México-americanos que apoyaron el
cierre de fronteras
La frontera parece haberse constituido en un laboratorio en el cual se realizan estudios desde las
más diversas perspectivas. Se sostiene que los estudios realizados en esa zona constituyen modelos
para el análisis de las más diversas fronteras políticas.
Esto se acerca demasiado a un nuevo etnocentrismo. La cuestión es si la frontera de México-Estados
Unidos puede constituirse en el caso paradigmático de la mayor parte de las fronteras o si, por el
contrario, el interés de su estudio radica en su extrema particularidad: se trata de la frontera con
mayor estructura de desigualdad conocida en el mundo contemporáneo.
Las articulaciones y desajustes entre diferencia y desigualdad son una de las claves de la frontera.
Cuando las aduanas y la migra aceitan cotidianamente una maquinaria de producción de
desigualdad no parece llamativo que sobre Ésta se encastren las diferencia.
Para pensar las fronteras políticas es necesario considerar los aportes realizados por múltiples
estudios fronterizos e inscribirlos en una historia social diferente. EL DESAFIO DE ESTUDIAR
FRONTERAS EXIGIRA REPENSAR Y CREAR HERRAMIENTAS CONCEPTUALES.
Cuando se plantea la frontera con carácter general y universal, surgen dos problemas: Hay fronteras
no estatales que constituyen límites que implican transacciones y conflictos, pero no son artefactos
modernos impuestos; las fronteras políticas, artefactos modernos, parece que no siempre fueron
impuestas siguiendo el modelo México-Estados Unidos, sino que en otras ocasiones fueron
construidas en la articulación de los Estados centrales y las poblaciones locales como en el caso de
los Pirineos orientales de España-Francia.
Investigar las fronteras y comprender sus sentidos para la gente del lugar implica suspender los
presupuestos teocéntricos, sean estos los derivados de la geopolítica estatal, sean los diversos
romanticismos populistas.
Debe comprenderse que, al analizar y revelar conflictos sociales y simbólicos entre grupos
fronterizos y ciudades vecinas, pretendemos saber de dónde partimos para la construcción de
eventuales alianzas, entendiendo que una comunidad de intereses puede ser considerada menos
como un hecho presente que como algo a ser creado.
Es necesario reconocer los efectos sociales y culturales del largo proceso de construcción de los
estados nacionales latinoamericanos y comprender los sentidos prácticos de la nacionalidad para los
sectores sociales que habitan las fronteras.
En América Latina no podría afirmarse que la frontera, ese producto de un acto jurídico de
delimitación, produce la diferencia cultural tanto como ella misma es el producto de esa
diferencia. Más bien la frontera produce esa diferencia mucho más de lo que es producto de ella.
Hay innumerables espacios poblados donde las diferencias solo son producidas por la frontera y
todo lo que ella implica: sistemas escolares, regimientos militares, medios de comunicación,
condición de estar afectados por una economía y una política nacionales (en un territorio hay crisis
económica o represión política, mientras en el otro no). Y donde la frontera potencial o real es
percibida como herramienta de una posible mejora de la condición de vida que, por lo tanto,
puede valer la pena mantener para sectores locales. Salinas (1989) ha mostrado que tampoco en
el caso franco-español la frontera es producto de una diferencia cultural. En un espacio en el cual
los habitantes hablaban la misma lengua y tenían una cultura compartida, las identificaciones
distintivas fueron producidas localmente a partir de las disputas de intereses que llevaron a
instituir la frontera política. Las identificaciones políticas produjeron distinciones que no se
asentaban en características culturales
Donde la frontera potencial o real es percibida como herramienta de una posible mejora de la
condición de vida que, por lo tanto, puede valer la pena mantener para sectores locales.
En un espacio en el cual los habitantes hablaban la misma lengua y tenían una cultura compartida,
las identificaciones distintivas fueron producidas localmente a partir de las disputas de intereses que
llevaron a instituir la frontera política. Prácticamente no hay frontera en América latina que coincida
con alguna diferencia cultural anterior a la colonización. la instauración de la frontera es una
transformación del marco de significaciones y acciones de esas poblaciones, sin mencionar aquellas
otras que fueron dirigidas a colonizar los límites de las patrias.
Es de intereses y relaciones de fuerza entre grupos y ejércitos que surgen las fronteras. Y desde allí
las distinciones son creadas y reproducidas. El error consiste en creer que por que son construidas
sean menos poderosas.
Guillaume Boccara
El presente ensayo tiene por objetivo dar cuenta de las principales transformaciones conocidas por
las investigaciones en antropología histórica de las zonas fronterizas. Se analizará la obra de Nathan
Watchel llamada Los Vencidos que marca un hito en la etnohistoria en términos de resistencia –
Aculturación, aunque es desplazado hacia otros fenómenos como etnogénesis, etnificación y
mestizaje.
Así se puede dar cuenta que las investigaciones etnohistóricas han experimentado un giro con
respecto a la manera de abordar las dinámicas culturales por lo cual planteamos una noción de
complejo fronterizo.
La visión de los vencidos es la obra pionera de los estudios etnohistóricos, una tesis de Nathan
Watchel de 1971 con rasgos históricos y antropológicos.
Si marcó las etnohistorias de Francia no es únicamente porque da una tesis original sobre el revés de
la conquista, sino que pasa del estudio del lado español al otro lado del encuentro, es decir que
rompe con el eurocentrismo para dar cuenta de la historia de los llamados pueblos primitivos o sin
historia.
Si este estudio tiene relevancia es porque permite una reflexión más amplia sobre la manera de
combinar métodos, perspectivas de la historia y de la etnología.
Esta obra proporciona una prueba concreta de que era posible dar cuenta del devenir de las
sociedades llamadas tradicionales tomando en cuenta la existencia de una racionalidad estructural
independiente del tiempo. Al tener como objetivo el dar cuenta de la praxis de los pueblos indígena,
es a través del estudio de este estudio, que se lo realiza en una época en donde los movimientos
tercermundistas e indianos están emergiendo o en su apogeo.
La aculturación no es sinónimo de conversión, tampoco es percibida o interpretada por los mismos
agentes de las mismas formas ya que no significaba abandonar las llamadas tradiciones ancestrales.
Plantea que a través de las rebeliones pretendieron los indígenas retomar el control de su historia o
de esta nueva historia, en algunos casos el sistema pareció derrumbarse, pero los españoles
desviaron el curso de la nueva historia a su favor, lo que es cierto es que las estructuras nativas
también tendieron a perpetuase por lo cual se le atribuye a Wachtel que contribuyó a que las
sociedades tradicionales salgan de su destino arcaizante.
El sostiene que la resistencia y revuelta no son sinónimos, demuestra a menudo también que la
aculturación se entendía como proceso que da cuenta del rechazo, pero también de préstamos
culturales, innovaciones y creaciones por lo cual todo se transforma. La resistencia nativa no remite
a una operación negativa o conservadora de preservación o de vuelta a los modos pre hispánicos,
pero para entender todo es necesario reconectar los acontecimientos a las estructuras esto es
estudiar la praxis.
La tercera parte de la obra, dedicada a la praxis indígena, remite a las áreas llamadas fronterizas,
están expresadas en las guerras chichimecas y araucanas donde se ven los procesos de aculturación
y tiene como propósito establecer una comparación entre México y Perú.
La guerra indígena, no se encuentra definida de manera específica, pero el hecho guerrero explica
los mecanismos en juego de los fenómenos de préstamo cultural e innovación técnica, se abordan
los casos de la resistencia con el fin de poner en perspectiva las razones del éxito y la rapidez con la
que se conquistó el imperio inca y mexica. Para él, el fracaso era por la naturaleza de las sociedades
a las que se enfrentaron, eran nómades, en una infinidad de unidades políticas y dispersas por lo
cual eran vistos como los bárbaros de los límites, que correspondían a los de los incas o mexicas que
tampoco los dominaron.
Con respecto a la aculturación, ocupa un lugar central en el vínculo entre la historia y la
antropología. Este concepto bisagra nace en el terreno de la etnología, pero se ubica en la
perspectiva histórica hacia el estudio de los fenómenos de cambio. Este término sirve para describir
todos los fenómenos de interacción que resultan del contacto entre culturas, pero tiene una doble
antigüedad y mantiene su origen colonial con dos características, la primera interna que es de las
heterogeneidades de las culturas, la otra es a la dominación de una cultura sobre otra.
La dominación abarca el estudio de los hechos coloniales de dominación tanto directa como
indirecta.
Wachtel define un número de parámetros, que permiten observar y captar las características y los
efectos producidos por la aculturación. Sin embargo, advierte que, dado que solo se han estudiado
algunos casos usando estos parámetros, estamos lejos de cualquier generalización.
Se distinguen dos tipos de aculturación, la impuesta y la espontánea, la primera se asocia a las
situaciones de contactos dirigidos y remite a los procesos de pasaje de la cultura indígena a la
cultura occidental, la segunda se desarrolla en un contexto de contactos no dirigidos, corresponde a
la integración de elementos occidentales en la cultura indígena.
Se plantea que los fenómenos de aculturación se reparten entre dos polos, integración y asimilación.
El primero se caracteriza por la incorporación de elementos foráneos sometidos a los esquemas o
prácticas indígenas, los cambios generados por esta incorporación de elementos exógenos se
inscriben en la continuidad de la traducción.
En cuanto a la asimilación remite al proceso inverso en el cual las adopciones de elementos
europeos se acompañan con la eliminación de las tradiciones indígenas y su sometimiento a los
modelos y valores de la sociedad dominante.
Señala que entre esos dos polos existen varios tipos de intermedios, es dable notar que algunos años
antes, como conclusión de un libro dedicado al estudio de los procesos aculturativos entre navaho,
yaqué, pueblos, mandan, wasco, etc había hasta seis tipos de cambios o mezclas.
Ahora bien, y antes de empezar a interrogarnos sobre el destino de la noción de aculturación y las
interpretaciones propuestas por Wachtel, conviene precisar los puntos vinculados a la emergencia
de esa nueva manera de enfocar el tema del devenir de las sociedades indígenas en el contexto
colonial de violencia cruda o sutil.
Hay que remarcar que al igual que los estudios estadounidenses reagrupados alrededor del
antropólogo E. Spincear, Wachtel insiste sobre la centralidad de los hechos de dominación en la
estructuración de los fenómenos e instituciones sociales. No es pensable sin tomar en cuenta las
relaciones de fuerza, de dominación y las imposiciones de índole tanto política, económica y
religiosa.
La otra cara de las praxis de los españoles, es el uso de algunas expresiones que aparecen como
fundamentalmente determinadas por el contexto colonial.
Wachtel se decía al análisis de la trayectoria histórica de los urus de Bolivia, que llama de manera
claramente bourdieuana los dominados de los dominados, se trata de dar cuenta de los hechos
culturales en sus dimensiones y determinaciones sociales y políticas.
En segundo lugar, conviene señalar que los trabajos del autor y de otros etnólogos de la época
contribuyen a operar una ruptura con respecto a las tradiciones esencialistas y a la histórica en la
época colonial. Los préstamos, creaciones, reformulaciones culturales e identitarias o las
reinterpretaciones de las tradiciones no deben ser tratadas como contaminaciones que conducen a
la inevitable desaparición del ser social indígena o de una supuesta pureza cultural original.
Los mestizajes o mezclan pueden, en cierto contexto y en función del estado de las relaciones de
fuerza y del sentido que los agentes dan a sus prácticas, las aproximaciones de esencia cultural se
encuentran inválidas quien aprovecha la oportunidad para poner en tela de juicio el corte articula e
ideológicamente nefasto entre sociedades primitivas, por un lado y las históricas por el otro. Al
criticar la dicotomía entre las sociedades frías y las calientes, se abre un camino para revisar otra
serie de dudosas oposiciones tales como pureza originaria versus mestizaje estructura versus
horario.
Volver hacia el otro lado de la conquista, tiende a mirar a los lejos vale decir hacia las zonas
fronterizas. En un momento abandona los centros de las américas y las zonas llamadas civilizadas
para interesarse por los márgenes o periferias que son zonas no transitadas por los estudiosos, como
es el caso de los araucanos o mapuches.
A partir de estas investigaciones me propongo arrancar con la segunda parte de este trabajo,
mostraré si el enfoque en términos de resistencia y aculturación, su uso indiscriminado podía
conducir a un cierto número de escollos.
Desde principios de la década de 1970, tanto la etnología como la antropología histórica dedicadas al
estudio de las poblaciones indígenas del continente americano se han enriquecido notablemente, las
investigaciones sobre las realidades sociales de los pueblos nativos se han llevado a cabo de manera
más coherente y sistemática. Por su parte, los estudios latinoamericanos sobre los fenómenos
sociales han tenido a alimentar la reflexión antropológica más allá del área cultural considerada.
Respecto a la antropología histórica, una aproximación combina los métodos y perspectivas de la
historia y de la etnología, lo que permite restituir a las sociedades amerindias un poco de su espesor
socio histórico y las conduce a la elevación de nuevos objetos y problemas de estudios.
Estos progresos se hicieron con rupturas, retrocesos, tensiones y confrontaciones, no es fácil dar
cuenta de las prácticas de los agentes sociales subalternos, pero también durante mucho tiempo se
velaron por reproducir fronteras rígidas que los mismos hechos sociales estudiados conducían a
permeabilizar.
Es preciso recordar la complejización del abordaje etnohistórico relativo a las dinámicas
socioculturales, no solo remite a la lucidez de los investigadores o la voluntad de alejarse del sentido
común o del sistema de representaciones dominantes. El movimiento de renacimiento indígena, las
luchas alrededor de la definición de la noción de cultura o las críticas posmodernas, como así
también a la puesta en tela de juicio del paradigma estatal y nacional en u mundo desde ahora vivido
y conceptualizado como global constituye de manera crucial a las transformaciones de las
perspectivas de estudio en antropología histórica durante las dos últimas décadas.
Son las luchas, las que conducen a una relectura del pasado colonial, resulta lógico algunas
preocupaciones en cuanto a la naturaleza de los contactos interculturales en los primeros textos de
Wachtel, por lo cual precisamente la obra analizada está redactada en la época en donde las críticas
posmodernas, el renacimiento indígena y la crisis de los modelos se encontraban en un auge.
Cuatro aspectos sobre los cuales una investigación nos parece haber experimentado unas
reconfiguraciones notables desde la publicación de los Vencidos:
1 En análisis de los cortes operados por los colonizadores en el cuerpo social indígena con el fin de pensar,
clasificar, controlar y diferenciar a los grupos nativos
2 El estudio de las formas y razones de las guerras indígenas, así como también el de sus transformaciones
Interrogarse sobre las clasificaciones coloniales para quien desea evitar los escollos del
etnocentrismo, resulta una obviedad afirmar que los conquistadores percibieron las realidades a
partir de sus propias categorías e inventaron los mundos americanos, Sin embargo, el análisis del
discurso colonial y de sus operaciones de clasificación y normalización operadas en las zonas
llamadas fronterizas no se había llevado a cabo de manera sistemática y satisfactoria.
Hasta hace poco, la etnohistoria dores atendieron a perpetuar los decoupages clasificar a las
realidades indígenas presente en la documentación de la época colonial republicana. Los datos y las
descripciones plasmados en los documentos coloniales como datos etnográficos que reflejarán el
estado real de las sociedades indígenas a la llegada de los conquistadores, contribuyeron a poblar las
fronteras americanas de quimeras y participaron de la operación de reificación de las prácticas y
representaciones indígenas.
Una cierta etnohistoria a crítica ha tendido a retomar el orden del discurso colonial:
Consideremos la noción de frontera, no parece problemática y hay mejores libros dedicados a la
historia del Nuevo Mundo entre el centro y las periferias, noción neutra para describir y una realidad
que es la de toda zona de contacto, aparece como un estado natural con noción adherida al
fenómeno universal del contacto entre dos entidades políticas culturales y diferentes.
La frontera es usada no como una metáfora sino como el contacto mismo, ahí está el problema pues
la realidad de la frontera es una construcción, el tomarla como un espacio, institución o fenómeno
dado a priori impide interrogarse sobre la percepción o a percepción del mundo indígena. Para
tender la naturaleza real de la frontera y comprender en qué medida necesita ignorarse como tal,
vale decir como espacio estructurante y dinámico que marca un límite entre dos espacios el salvaje y
el civilizado, esta postura crítica que consiste en no tomar las cosas dadas a priori nos permitiera dar
cuenta de los aspectos cruciales de este verdadero operador, pues no vale ninguna duda de la
frontera ha sido pensado y ha funcionado como espacio transicional.
Desde la perspectiva teleológica presente en la documentación, un espacio – tiempo de la transición
en la medida que se considera a menudo que las poblaciones más allá de las fronteras, entendida en
este caso como límite, se encuentran en una etapa anterior del desarrollo de las civilizaciones.
Pensar y construir la frontera como espacio – tiempo de transición implica que se haya planteado en
un primer momento la existencia de diferencias culturales y políticas esenciales entre los grupos que
bien de cada lado de ese límite. Nos es posible afirmar que antes de ser una frontera (términos de
espacio transicional, permeable, circulación permanente de personas, ideas, etc.) la zona de
contacto fue pensada como límite.
Lo que queremos decir es que el límite es lógica y cronológicamente anterior a pesar de que puede
existir a veces en concomitancia con la frontera. Una heterogeneidad de principio fue postulada en
los primeros tiempos de la colonia y es en base a esta heterogeneidad que los márgenes fueron
pensados y clasificados. Los aucas o araucanos como los tobosos no podían ser nada más que unos
cazadores belicosos y nómades.
Estas denominaciones son remiten a nada, sino más bien a categorías genéricas, muchos de estos
grupos eran horticultores y sedentarios, al otro límite era el salvajismo los nómades, desnudos, viven
como vestida, estas operaciones son de los discursos civilizadores que se instalan en los llamados
fronterizos.
Parece más pertinente hablar de un límite que tiende a transformar en frontera de una frontera
cuyo horizonte es no tener más límite a medida que se van implementando los mecanismos de
inclusión a través de la construcción de otro tipo de diferencia, una social no pensada en clave
civilizacional, pero si en de explotación y extracción de tributos, la misión de los intermediarios es
hacer desaparecer ese límite para unir a los grupos.
Este trabajo sobre la liminalidad se acompaña de sacrificios, de martirios y de un verdadero
martirologio de batallas y toma de posesión rituales, en fin los dispositivos de conquista generan
salvajes en los márgenes y estos salvajes se encuentran reificado para ser incorporados a través de
mecanismos estándares, el requerimiento de la cris, la capilla, el fiscal de indios son como elementos
centrales en el marcaje y apropiación simbólica del territorio indios, además de la humillación de
hechiceros, el discurso sobre el mundo salvaje y caníbal. Todos estos dispositivos simbólicos y
discursivos deben ser interpretados como ritos de liminalidad y de construcción de alteridad.
Para identificar el ethnos no se lo puede ver entonces con un espacio físico, sino como que el límite
serpa y a través de su metamorfosis en frontera establece una relación de sujeción política de
dominación social de control cultural y de explotación económica.
Al considerar las fronteras como espacios dado a priori y las supuestas naciones que bien del otro
lado de la frontera como entidades presentes, los estudiosos han tenido a deshistorizar losa actos de
dominación, construcción simbólica y territorialización, Se tendido a invisibilidad y naturaleza los
actos de dominación y el colonialismo de la frontera a través de un neocolonialismo que los nuevos
intelectuales indígenas de hoy en día critica con legítima vehemencia
Al adoptar una perspectiva constructivista, varios trabajos recientes han puesto en tela de juicio esta
aproximación y han intentado dar cuenta de la manera como los ritos de conquista y colonización
generan alteridad y etnicidad. Sabemos que la identidad contrastada entre Caribe y Arauca es
producto de la conquista, por lo cual no corresponde a entidades étnicas que existieran en la
realidad.
Desde principios de la década de 1980, los estudios sobre las guerras se multiplicaron y
enriquecieron. La interpretación finalista se veía en la guerra una pieza central del dispositivo anti
estado de las sociedades primitivas, o Chagnon reducía el hecho bélico a una historia de proteínas
por otro han sustituidas por aproximaciones mucho más sutiles. No se pretende exponer todos los
detalles antropológicos respecto a las prácticas y representaciones de la guerra, sino algunos que
contribuyen a una mejor comprensión de las dinámicas entre las sociedades multi cefálicas y
sociedades coloniales estatales y capitalistas.
Varios estudios ven en la guerra el motor de la máquina social indígena, un elemento de
depredación, representa el espacio socio – simbólico. La guerra constituye así un dispositivo de
producción, captación e incorporación de la diferencia y de la exterioridad, a la vez que a través de
ellas fue que el grupo se definió en tanto grupo como en relación con otros. Estudiando el por como
de la guerra, nos es posible entender el porqué de la resistencia, el principio guerrero predatorio
que la anima, no es conservadora, sino que se despliega en un movimiento de adherencia de los
indígenas a la historia.
Desde 1980, los estudios etnohistóricos dedicado al estudio de las relaciones interculturales han
tendido a poner en tela de juicio mucho de los principios y concepciones relativos a la naturaleza de
los contactos, esto genera una imagen más compleja de la dinámica sociopolítica y de la naturaleza
de los contactos entre invasores y pueblos en la larga duración.
Los estudios fronterizos han contribuido a corrernos del paradigma de la guerra que postula la
oposición entre dos bloques monopolíticos y homogéneos, los violentos conquistadores y
colonizadores.
Las cosas son más complejas, evoquemos algunos de los aspectos en los cuales la visión otrora
dominante de la naturaleza del contacto euro-indígena ha tendido a transformarse.
Observamos que las investigaciones recientes han contribuido a restituir toda su importancia a los
fenómenos de mestizaje. La rápida emergencia de individuos, que se sitúan definitivamente entre
dos mundos y juegan en papel de intermediarios o passeurs representa un hecho central de la
historia de la conquista y colonización del nuevo mundo.
El cuidado especial, de los procesos de mestizaje no quita nada al carácter violento y arbitrario de la
conquista y colonización, tiende a aprehender los hechos de dominación y resistencia en toda su
complejidad. Sin la participación de los mestizos, las empresas de dominación social, sujeción
política y explotación económica hubiera sido imposible.
Pero jugaron un rol crucial en las resistencias indígenas, numerosos individuos tomaron el camino de
la transculturación entre indígenas e hispano – criollos, fueron el origen de la producción de efectos
perversos o no previstos por los agentes dominantes. Esto determina que no hay dos visiones
simplista reductoras en términos de oposición entre dos bloques claramente definidos, sino que
aparece lo imprevisto, transgresión y mezcla.
Otro factor es que se sostenía que los primeros contextos fueron violentos, otros que aparecían
nuevos espacios de comunicación pacífica, pero esto no es así porque existe la dominación y
normalización de la violencia simbólica y participación de los dominados en su propia dominación.
Es así que donde la guerra falló, como las zonas de fronteras, se mostraron innovaciones, las
misiones instituciones de negociación política, educación, agentes intermedios, con el fin de civilizar,
normalizar y sujetar a los grupos autónomos.
No son espacios neutros, son instituciones fronterizas que tienen como meta establecer un orden.
Para caracterizar los actos de los indígenas sobre los cuales los invasores no tienen control, no son
considerados como indómitos, sino que son ahora ladrones, que perturban el orden público.
A la hora de observar la frontera, nos permite observar los procesos de adaptación de las sociedades
indias, no se debe ver a los guerreros que se oponen a todo tipo de cambio a las tradiciones, los
colonizadores y los indios transportan y crean prácticas, los indios son comerciantes, negociadores,
adoptan armas, tienen una reconversión económica y política. Se insertan en los circuitos
comerciales, y participan entre las diferentes políticas y tensiones en las negociaciones de las
sociedades coloniales fronterizas.
Conclusión.
Los estudios etno históricos nos permiten complejizar la aproximación respecto a las dinámicas políticas y
procesos sociales, resumo en cinco puntos:
1- Se piensa que es mejor hablar de espacio o complejo fronterizo que de frontera stricto sensu. Para
entender las dinámicas políticas que se despliegan en estas áreas, tenemos que ampliar la unidad de
análisis al espacio fronterizo entendido como región que abarca varias fronteras y sus hinterlands.
2- Para estudiar el complejo es necesario dar cuenta de las representaciones que se dan en ese espacio
las autoridades coloniales, los sistemas de calificación, tipologías y representaciones.
3- Se hace necesario emprender una etnografía histórica de los indígenas como de los invasores, los
rituales, estrategias, dispositivos del saber y poder, es decir las prácticas de los dos lados de una
frontera.
4- Los dispositivos de poder o saber no son entendidos como homogéneos sino de normalización y
diferenciación, la creación de un espacio cristiano unificado no pasa por homogeneización social sino
por la imposición de una norma.
Definición tentativa de complejo fronterizo: es un espacio de soberanías imbricadas formado por varias
fronteras y sus hinterland, en la cual distintos grupos entran en relaciones estables en un contexto colonial
de lucha entre poderes imperiales y a través de los cuales se producen efectos de etnificación, normalización
y territorialización y se desencadenan procesos imprevistos de mestizaje.
RUSTAN, María Elizabeth, 2015, “Cap. 1: La frontera como objeto de estudio. Algunos abordajes teóricos”
Introducción
Asimismo, esta investigación se apoya también en una tesina de maestría sobre la frontera sur de
Córdoba a fines del siglo XVIII, en la que combinamos el análisis demográfico con el estudio de las
políticas judiciales. Este estudio se focalizaba en el proceso de fundación de Villa La Carlota, situada
en la frontera sur de la Gobernación Intendencia de Córdoba, y su poblamiento, en las dos últimas
décadas del siglo XVIII.
En el trabajo mencionado se abrieron otras preguntas y preocupaciones. Base sobre la que se apoya
esta investigación, entre las que se pueden mencionar las motivaciones que llevaron al estado
colonial a promover la fundación de villas en la frontera, la incidencia que tuvo la militarización,
tanto en esas villas como en las relaciones con los indios soberanos, entre otras.
El planteamiento de estos interrogantes implicó la necesidad de extender el espacio inicial centrado
en la ciudad de Córdoba al de la nueva Gobernación Intendencia para poder examinar estos
problemas. Esto además nos permitió comparar distintos casos de la frontera sur de Córdoba con las
de Cuyo y disponer de un conjunto más amplio de evidencias para reflexionar sobre estos temas.
Por las contribuciones sobre la construcción de las fronteras en la jurisdicción de Córdoba, sabemos
que fue muy diferente el proceso entre la primera y segunda mitad del siglo XVIII. Esta diferencia
estuvo determinada por el contexto económico de la provincia en su conjunto afectada, desde
finales del siglo XVII por la caída del comercio de mulas, que se comenzó a recuperar paulatinamente
desde mediados de la década de 1740. Esto condicionó las posibilidades de avance de su población
sobre los espacios de frontera, como así también el control de los espacios ya ocupados.
En la segunda mitad del siglo XVIII, la situación fue diferente con la recuperación económica y el
posterior incremento de los recursos fiscales durante la Gobernación Intendencia. Pero el factor más
relevante es el relativo a la preocupación del estado colonial por el establecimiento y defensa de sus
fronteras. La región fue adquiriendo una importancia económica por la reactivación del comercio
por el puerto de Buenos Aires ya que era la ruta que comunicaba a esta última con Mendoza y Chile.
Por lo tanto, para los funcionarios borbónicos la frontera era un espacio a controlas y a incorporar al
dominio colonial y de allí los proyectos de creación de fuerte y nuevas poblaciones.
Otro criterio que tuvimos en consideración en la ampliación del espacio es que compartimos la idea
de que los grupos indígenas autónomos de la zona pampeana y norpatagónica operaban con una
territorialidad diferente a la colonial, por lo que las jurisdicciones que conocemos para el espacio
controlado por hispano criollos deben haber tenido para ellos un significado muy relativo.
Para esta investigación nos proponemos, explicitar las políticas de frontera en el sur de Córdoba y
Cuyo, considerando su situación geoestratégica para el imperio español, en tanto ruta comercial y de
intercambios, tomando como eje de estas políticas a las reformas borbónicas.
En segundo lugar, interesa explicar y comprender la militarización en las políticas de frontera en el
marco de las reformas borbónicas y sus alcances como elemento disruptivo en su relación con los
poderes locales. También nos proponemos reconstruir las prácticas de los funcionarios militares a
cargo de las instituciones de la frontera, teniendo en cuenta las relaciones de poder y resistencia en
sus tratos con los grupos indígenas soberanos.
Por último, procuramos elaborar algunas líneas de desarrollo que nos permitan reflexionar sobre las
continuidades y los cambios de las políticas fronterizas en la década posterior a la ruptura del pacto
colonial, cuando la guerra actuó como un elemento disfrutar de los procesos que se habían ido
dando hasta entonces.
Es necesario precisar algunas nociones básicas, como es el concepto de frontera. Entendemos el
espacio de frontera como una noción histórica que se comprende en el marco de los procesos
históricos. Como lo ha planteado Mónica Quijada, aquellas poblaciones y las áreas adyacentes
formaban parte de un espacio poroso y permeable, un ámbito de múltiples interacciones,
intercambios y procesos de aculturación, y otra es la perspectiva simbólica que se manejaba en la
época sobre los límites reconocidos no sólo entre la “civilización” y la “barbarie”, entre formas de
vida, entre esferas de mayor o menor seguridad, sino también entre sistemas políticos y formas de
sujeción a la autoridad.
En este sentido, recuperamos la observación que realiza Boccara en cuanto a la distinción
cronológica entre límite y frontera. Así plantea que antes de ser una frontera en términos de espacio
transicional, permeable, fluido, sujeto a la circulación permanente de personas, ideas y objetos, la
zona de contacto fue pensada como límite. El límite es así lógica y cronológicamente anterior, a
pesar de que este puede existir a veces en concomitancia con la frontera.
Comprendemos el área de frontera por su localización geográfica, pero además la abordamos en el
sentido que asigna Gascón: una colonia o una villa, que desde el punto de vista de su localización
puede estar en los bordes o periferia del imperio, pero que adquiere dinámica de frontera en la
medida en que se articula con el resto del espacio, a través de redes comerciales y de flojo de bienes
y servicios.
Complementariamente, Mandrini señala que el surgimiento de una sociedad de frontera
norpatagónica tuvo lugar recién hacia fines del siglo XVII, y en particular al largo del siglo XVIII,
cuando un conjunto de factores económicos, sociales y políticos determinaron el surgimiento de un
renovado interés del estado colonial y de la población hispano-criolla por los territorios del sur, de
las regiones pampeana y patagónica.
Teniendo en cuenta estas perspectivas, intentamos enfocar el espacio de frontera a partir de una
doble relación: una vinculada a las instituciones y las practicas del espacio dominado, y la otra a las
múltiples relaciones con los grupos sociales no sujetos al dominio colonial primero o al republicano
después.
Por otra parte, y siguiendo a Nacuzzi, nos parece más apropiado utilizar la expresión de “espacio de
frontera” y no “frontera”, en tanto enuncia con mayor precisión la idea de una zona permeable,
porosa, de avances y retrocesos territoriales.
En cuanto a las políticas de frontera, hipotetizamos que en el período examinado se fue
conformando un orden institucional con características particulares. En efecto, en los espacios de
frontera se verificaba una especial combinación de poderes locales en interacción con los poderes
centrales, en tanto el poder político del Gobernador Intendente tomó más fuerza que en otras zonas
donde los poderes locales tenían una mayor consolidación y capacidad de negociación o de
resistencia frente a la centralización borbónica. En el caso de los espacios de frontera aquí
estudiados, los agentes locales de dicha política central fueron los comandantes y los oficiales de
milicias, cuyos intereses no siempre eran coincidentes con las políticas centrales.
Otro de los supuestos que han guiado la investigación es que la militarización borbónica y su impacto
en las políticas de frontera implicaron una ampliación del peso político de sus comandantes, lo que
generó disputas de poder con los cabildos locales.
Partimos del supuesto de que, en este contexto, las políticas de frontera destinadas a resguardar y
poner en valor esos espacios para la protección de los circuitos comerciales y la defensa frente a los
recursos humanos y materiales para hacerlo, fueron algunos de los factores más importantes a
considerar para comprender la política diplomática llevada adelante por las autoridades coloniales
con algunos grupos indígenas de la frontera. Esto ayuda a explicar también la opción de las
autoridades fronterizas coloniales de situarse como mediadores de los conflictos intra e inter-
étnicos, que se sucedieron a fines del siglo XVIII.
Fuentes y su tratamiento
Hemos trabajado en la investigación con diversos tipos de fuentes de acuerdo a la naturaleza de las
preguntas. Afortunadamente los burócratas borbónicos postularon un mayor y más eficiente
sistema de gestión y administración centralizada, por lo que produjeron una gran cantidad de
documentación escrita y, por lo tanto, en buena medida disponible para su consulta, pero eso
implicó recorrer distintos repositorios como el Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba (AHPC);
en la “Colección Documental Monseñor Pablo Cabrera, sección de Estudios Americanistas Monseñor
Pablo Cabrera” de la Biblioteca “Elma K. de Estrabou” de Facultad de Filosofía y Humanidades y
Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba (FDMPC); en el Archivo General de la
Provincia de Mendoza (APM) y en el Archivo General de la Nación (AGN).
Hemos trabajado en ellos con distintos tipos de documentos: Archivos de Gobierno,
correspondencia de las autoridades, informes de diferentes funcionarios, diarios de las expediciones
militares, reglamentos, tratados con los indios y sumarios militares, entre otras.
En lo concerniente a las relaciones diplomáticas con los grupos indígenas soberanos, las fuentes dan
cuenta de las voces, ideas, representaciones de la sociedad hispanocriolla, es decir que las voces
indígenas están siempre “tamizadas” por esa cultura y sus valores. Por lo tanto, desde el punto de
vista metodológico es imprescindible no identificarse con el discurso oficial y desmontar
especialmente las condiciones de su producción y articular estas opiniones dentro del contexto de la
historia indígena. Eso nos posibilita un mejor acercamiento a las características y tipo de relaciones
que estos grupos efectivamente tuvieron con los pobladores hispanocriollos de la campaña.
El objetivo de este capítulo es la presentación de una reseña de las lecturas que nos han orientado
en la reflexión en torno a la frontera como objeto de estudio.
Historiografía norteamericana
Otra corriente reconocida fie la Spanish Borderlands History, que no surgió como oposición al
enfoque turneriano, sino que su iniciador fue discípulo de Turner y pretendió estudiar la frontera
española como aquel lo había hecho con la angloamericana. El objeto de estudio central de esta
corriente es la historia de los territorios de Estados Unidos, que en el período colonial no estuvieron
bajo el dominio inglés sino del español o mexicano, hasta mediados del siglo XIX. Sin embargo,
Bolton y sus discípulos raramente intentaron aplicar los conceptos de Turner a la frontera hispana.
Además, a diferencia de su maestro, Bolton introdujo el universo indígena en el proceso, aunque los
resultados de sus trabajos tendían a la idealización del papel de los colonizadores, en un relato que
resaltaba la epopeya de los soldados y misioneros españoles.
Un núcleo problemático que estudia esta corriente está vinculado a las causas que explicarían por
qué en el norte de México no se desarrollaron una cultura y unas instituciones democráticas como
las norteamericanas.
Esta escuela ha realizado importantes contribuciones a la historia de la frontera del norte de
América, fundamentalmente a las generaciones más recientes, al incorporar la otra cara de la
frontera. Entre estos últimos, destacamos los estudios de David Weber, cuyos trabajos han tenido
como objeto principal de estudio los actuales territorios de Estados Unidos.
El sentido de su obra intenta responder al interrogante sobre si las prácticas que él había estudiado
para la frontera de Norteamérica eran o no corrientes en las demás fronteras del imperio, y si podría
entenderse adecuadamente la política española investigando por partes, o si era necesario
considerar la frontera colonial en su conjunto, preguntas que ayudaron a ir definiendo nuestra
investigación.
Sin desconocer las contribuciones de Weber para el estudio de las fronteras, desde esta perspectiva
de tradición boltoniana, las fronteras hispanoamericanas han sido abordadas teniendo como
referentes los problemas relativos a las investigaciones de la frontera norteamericana. Según Weber
y Rausch, en el siglo XIX los intelectuales latinoamericanos habían creado mitos con relación a sus
fronteras, concibiéndolos como espacios que engendraron violencia, lugares brutales que dieron
lugar a despotismos antes que a democracias.
En la historia argentina, el más emblemático ejemplo de este mito lo constituye Facundo, civilización
y barbarie, de Domingo F. Sarmiento en donde contrastaba la civilización europea representada por
la ciudad de Buenos Aires y la barbarie gaucha primitiva e ignorante.
Si nos centramos en la producción historiográfica hispanoamericana, una de las perspectivas de los
estudios históricos de frontera está vinculada a los procesos de poblamiento y a la ocupación de
tierras. En este sentido el libro de Álvaro Jara (1973) nos ofrece una selección sobre lo que en aquel
momento se estaba reflexionando en torno a la ocupación del suelo, el poblamiento y la vida de
frontera, en las tierras ocupadas en diferentes períodos, desde la conquista hasta el siglo XIX y
comienzos del XX de los estados nacionales actuales de la Argentina, Chile, México, Perú y
Venezuela.
En un artículo que tiene más de 20 años “indios y fronteras en el área pampeana (siglos XVI-XIX).
Balance y perspectivas” de Raúl Mandrini, este se proponía brindar una síntesis de las
investigaciones más significativas que hasta ese momento había abordado el tema de los cambios
operados entre los indígenas del área pampeana de los europeos hasta la incorporación de eses
territorios al estado nacional. En aquel entonces observaba, de manera crítica, el carácter atomizado
del conocimiento sobre la frontera que implicaba que esa temática había sido objeto de estudio de
los historiadores, mientras que la sociedad indígena había sido patrimonio de los arqueólogos y
antropólogos. De esta manera, señalaba Mandrini, la historiografía tradicional en la Argentina
estuvo dominada por una tendencia a reducir la problemática de la frontera al tema de la guerra,
tratamiento muy vinculado a la idea de oposición “civilización y barbarie”. Sostenía que esta forma
de abordar el tema necesariamente se limitaba a describir y examinar los aspectos militares y no
existía ningún intento de comprender el funcionamiento de la sociedad indígena y, por lo tanto, no
se percibía el rico proceso de cambios operados más allá de la línea de fuertes y fortines.
Desde aquel balance hasta hoy se puede constatar, en la mayoría de las producciones
historiográficas, que esta perspectiva dicotómica antes señalada ha sido superada.
Los nuevos aportes de la historiografía argentina y chilena introducen, en mayor o menor medida, la
perspectiva indígena en sus trabajos, avanzando en núcleos temáticos aportados por la antropología
y otras ciencias sociales. Así, se han estudiado problemas que consideran la historia indígena en las
relaciona de frontera, fundamentalmente en el análisis de las transformaciones de sus estructuras
productivas, sociales y políticas. Por estas contribuciones sabemos que los grupos indígenas
norpatagónica, a pesar de los permanentes contactos con los hispanocriollos y de las
transformaciones que estos conllevaron, conservaron su autonomía por lo menos durante 4 siglos.
La variedad y cantidad de las publicaciones es muy extensa, pero algunas de las contribuciones más
relevantes de estos estudios abordan el análisis del comercio y la producción indígena. Así como los
debates sobre los procesos de adaptaciones y resistencias, con el aporte de conceptos como el de
etnogénesis, que permite interpretar desarrollos diversos de las transformaciones no sólo políticas
sino también de las formas de definición identitarias de un mismo grupo a través del tiempo.
Asimismo, otros núcleos relevantes han sido aportados por los estudios de los cacicazgos, de la
territorialización y del proceso de araucanización en la región norpatagónica.
Otros contenidos fundamentales para comprender la historia indígena y las relaciones de frontera
son los conflictos inter e intraétnicos, y el análisis de ciertos factores claves en la frontera, como son
los de los “mediadores culturales” de Ares Queija y Gruzinski.