NADA. Estudio de La Novela
NADA. Estudio de La Novela
NADA. Estudio de La Novela
ESTUDIO DE LA NOVELA
“Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo, aunque trate de
escapar a esa dudosa gloria y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una
vocación.»
Algunos críticos han querido ver en Nada una obra comparable a Cumbres
borrascosas de Emily Brontë. Por su parte, Otero Barral, editor de Laforet, se refería, con
motivo del fallecimiento de la autora, a su «talento inconmensurable» y no dudaba en
equipararla a Virginia Woolf por su modernidad como mujer. En cualquier caso, Nada sería
(tras Don Quijote de la Mancha, La familia de Pascual Duarte o Cien años de soledad) una de
las novelas en lengua española más traducida de todos los tiempos.
1
“Cuando Carmen Laforet escribió, a los 23 años, su asombrosa primera novela Nada, estaba sin
duda tocada por la gracia. Aunque tal vez fuera más exacto decir por la desgracia, y no ya
tocada, sino herida, partida, atravesada por un sufrimiento tan profundo y tan vasto que llegó
a impregnar todo su universo. Nada, como sucede casi siempre con las obras escritas por
autores muy jóvenes, es una novela autobiográfica(tiene mucho de autobiográfica), de manera
que el mundo atroz que describe Andrea, la protagonista y narradora, debe de estar muy cerca
de la realidad vivida por Laforet, de una pesadilla marcada a sangre y lágrimas. Esto no resta ni
un ápice del valor literario de Nada, sino que, por el contrario, lo multiplica. Porque sólo los
escritores de verdadera talla, sólo los poseedores de un enorme talento son capaces de
manejar un material totalmente biográfico sin hacer con ella costumbrismo barato, sino una
obra independiente, emblemática y poderosa. Como hizo Joseph Conrad, por ejemplo, con El
corazón de las tinieblas. O como hace Carmen Laforet en su bella y fascinante Nada. Y así, esta
novela se lee como un cuento perverso. Tiene algo de relato gótico, con esa muchacha que
llega a Barcelona emborrachada de ansias de vida y que cae, como las doncellas de las fábulas,
en medio de una familia enigmática, siniestra y perturbadora. De madrugada, recién llegada a
la aterradora casa de la calle Aribau, Andrea se encierra en el cochambroso cuarto de baño y
se mira en el espejo: es como Alicia, una niña atrapada al otro lado del azogue, no en el país de
las maravillas, sino en el infierno. Hay un tono febril y delirante que impregna toda la obra. Es
el frenesí del hambre constante, que te hace ver visiones; y es el desquiciamiento que el dolor
produce cuando no puedes soportarlo. Los personajes de Nada arrastran misterios, memorias
que queman como brasas. Los personajes, se dice literalmente en el libro, se han vuelto locos
con la guerra. La novela ganó el primer premio Nadal, concedido en 1944. Es una obra, pues,
escrita en la más álgida posguerra; y por encima de Laforet, que nació en 1921, había pasado la
apisonadora del enfrentamiento civil. La guerra y sus horrores protagonizan Nada, aunque
apenas si se mencionen directamente. Pero la casa de Aribau, que un día fue un hogar normal
y feliz, y que hoy ha sido reducida a la mitad (han vendido parte del piso), y está atestada de
muebles astillados, de chinches escondidas en el mugriento empapelado, de miseria y
violencia, es un preciso, escalofriante retrato de la España de posguerra; y esos dos hermanos
varones que se aman y se odian, que se intentan matar y se lloran el uno al otro, que guardan
un pasado de traiciones y denuncias, son un evidente trasunto de la locura fratricida (matar
hermano) del 36. Leída hoy, Nada sorprende por su modernidad. Por su absoluta carencia de
sentimentalismo, pese a las atrocidades que relata. Por su estilo exacto, limpio, cortante como
un cristal, y al mismo tiempo lleno de fuerza expresiva y originalidad poética. Y por sus
personajes y sus temas. Inolvidable Gloria, esa pobre muchacha apaleada bárbaramente una y
otra vez por su marido. Inolvidable la abuela, que es como un hada madrina deteriorada y rota.
Inolvidable Andrea, la protagonista, pasiva y casi incapaz de amar. Pero es que las verdaderas
víctimas son pasivas y están destrozadas. Con su hermosa escritura, Carmen Laforet define en
la novela a las amigas de la tía de Andrea, un puñado de mujeres que antaño fueron
muchachas felices y que ahora son seres desbaratados: «Eran como pájaros envejecidos y
oscuros, con las pechugas palpitantes de haber volado mucho en un trozo de cielo muy
pequeño». Nada nos describe ese pequeño y asfixiante fragmento de cielo. Es un cuento cruel,
el cuento de la vida cuando se vuelve mala”. Rosa Montero
NADA es una novela de fuerte componente autobiográfico escrita en 1944 y que obtuvo el
Premio Nadal en 1945. La obra llamó la atención no solo por la edad de Carmen Laforet , que
2
por entonces tenía 23 años, sino también por la descripción que hizo de la época: y es
que Nada es una novela de tono existencial, que refleja el desolado mundo de la posguerra
desde una perspectiva pesimista, al contrario de la mayor parte de la narrativa de la época.
Las relaciones entre los protagonistas de la novela dibujan una estructura que entronca con
el tremendismo literario.
Reproduce muy bien el ambiente sórdido y trágico en que transcurría la vida española por
aquellos años. El tremendismo se caracteriza por una tendencia a enfatizar la violencia, como,
por ejemplo, cuando Juan agrade a Gloria y ella llega a pensar en meterlo en un loquero,
debido a sus brotes psicóticos que, en ocasiones, estuvieron a punto de matarla. Luego,
Román decide quitarse la vida cortándose el cuello con una cuchilla de afeitar. El tremendismo
es una tendencia literaria fundada en la acumulación de acaeceres trágicos.
Los elementos existenciales también están muy presentes a lo largo del libro, los
personajes basan el conocimiento en la vivencia de la angustia, en el drama de sentirse
existente e inmerso en un mundo en el cual la consciencia no puede modificar absolutamente
nada. Es una concepción negativa y pesimista: ―cuando los dioses crearon al hombre,
reservaron para sí la inmortalidad. Por lo tanto, viven en ese drama de enfrentarse
directamente con la verdad del ser. Sin embargo, hay una excepción en el concepto pesimista
del existencialismo, porque el hombre puede escapar de esa condición angustiosa a través de
la imaginación, como Andrea hace a menudo cuando tiene tanta hambre y no tiene mucha
esperanza. Los hombres pueden usar su capacidad para transfigurar, sublimar, y aun
enmascarar, la doble realidad angustiante de su ser y del existir del mundo.
El autor utiliza recursos del impresionismo para este propósito, como ejemplo de estos
recursos impresionistas, la descripción es dominante en Nada. La protagonista mira todo lo
que la rodea a su llegada a la ciudad; transmite una visión completamente subjetiva, porque
no describe los objetos tal como son, pero los percibe para darnos sus sentimientos.
Esta novela, Nada, tiene una gran calidad literaria, ya que Carmen Laforet no quería difundir
ideas patrióticas, sino reflejar la cruel realidad por la que estaba pasando la sociedad española
de la posguerra (años 40) en un relato escrito en primera persona y con tintes autobiográficos.
Argumento.
Nada es una novela lineal que refleja la realidad cotidiana de unos seres angustiados, ubicados
en la posguerra española y cuya existencia recuerda una pesadilla llena de discordias,
confrontaciones y frustraciones. El dolor y el pesimismo son ejes vertebradores de la
narración, que se reflejan en sus personajes y en el punto de vista de Andrea, una muchacha
3
que irá madurando a lo largo de su estancia en Barcelona (se ha considerado, de hecho, como
una bildungsroman -novela de aprendizaje- femenina).
Narra la vida de Andrea (huérfana), una chica que decide mudarse a Barcelona con la familia
de su madre para estudiar en la Universidad. Andrea pasa el mayor tiempo en la casa de la
Calle Aribau (familiares) o en casa de su Amiga Ena(amiga que conoce en la Universidad).
Andrea quiere trasladarse a Barcelona con la ilusión de encontrar “una nueva vida” como
objetivo, ser un poco más libre que en el pueblo de la familia de su padre donde residía hasta
antes de llegar a Barcelona. Pero durante la estancia en la ciudad, se da cuenta de que nada de
lo que se proponía lo iba a cumplir. Ena, la amiga de la protagonista, tiene un vínculo con el tío
de ella (la madre de joven tuvo una aventura con el tío, Román, y al aceptar un chantaje él
dejó de verla, la madre de Ena como estaba muy enamorada de él lo paso mal), simplemente
por venganza y acabó con el trágico accidente del suicidio de Román. Al final de la novela Ena
se va a vivir a Madrid e invita a Andrea al poco tiempo, para que vaya a vivir allí, dándole un
puesto de trabajo y Andrea decide irse.
Acción.
Nada es una novela de poca acción, sin una intriga basada en acontecimientos o en aventuras.
La novela atrapa al lector por la intriga psicológica, por las relaciones sentimentales que
quedan sin resolver o sin acabar de concretar = elusión narrativa. La ambigüedad, la
incertidumbre son los elementos que permiten captar el interés y conforman el atractivo
temático de la obra: el lector se siente intrigado por la complejidad emocional de los
personajes.
Estructura.
La novela se divide en tres partes. La estructura de la novela corresponde a la división clásica
de planteamiento (la primera parte), nudo (la segunda parte) y desenlace (la tercera parte).
4
Como tercera parte y desenlace de Nada, Andrea descubre la verdad sobre su tío más
enigmático, Román. Recupera la amistad de su amiga y, unos meses más tarde, Ena la aparta
de esa casa desquiciada de la calle Aribau, llevándola con ella a Madrid.
Esta división se corresponde con los estados emocionales de Andrea, que podemos clasificar
en:
Primera parte: llegada, decepción y triunfo ante el problema que le plantea Angustias.
Segunda parte: superación de dificultades diversas (hambre, malos tratos a Gloria,
universidad...), relaciones con el exterior.
Tercera parte: el desencanto por la tragedia. Pérdida final de ilusiones. Viaje.
Temas
El tema fundamental de la novela es el anhelo de liberación femenina, que en la autora se
asocia a un cambio de lugar, a un viaje: Andrea llega a Barcelona desde un pueblo de Canarias.
La búsqueda de la libertad se puede plantear como una solitaria lucha contra la sociedad: las
escapadas de Andrea por la ciudad, sola, en la noche. Son constantes las referencias a sus
anhelos de independencia y libertad a lo largo de la novela: “el único deseo de mi vida ha sido
que me dejen en paz hacer mi capricho”. Es una novela de iniciación, protagonizada por una
joven que se enfrenta a la vida adulta. La crisis personal reflejada en Andrea la lleva a
Barcelona, lugar que le permite llevar una vida más libre e independiente. Rebeldía juvenil y
grandes dosis de inconformismo muestra el tema básico de la novela.
Los temas básicos que plantea son variados: búsqueda de la libertad (fíjate en los capítulos I,
X, XVIII, XX y XXV), deseo de liberación femenina (la emancipación de la mujer es un tema
recurrente a lo largo de la novela: relee el capítulo XIX donde Margarita se confiesa a Andrea y
explica qué entiende por emancipación personal y cómo influye en Andrea), lucha contra
ciertos patrones de la sociedad, búsqueda de un modelo femenino, rechazo del matrimonio
y del amor romántico pero no de la maternidad ,crítica a los tópicos románticos, retrato de la
sociedad catalana de la posguerra, la amistad, la violencia doméstica, la tiranía psicológica,
etc. Por otro lado, parece como si la autora no quisiera entrar en temas polémicos, como los
políticos.
Destaca el apoliticismo de la autora , dado el contexto franquista del momento (la familia se
sitúa en el bando de los vencedores, pero apenas se nota que obtengan beneficios), parece
como si la autora no quisiera entrar en temas polémicos y practicara en su forma de escribir
una censura propia. Diversas interpretaciones afirman que realiza un retrato social como
reflejo de una sociedad vacía, sin esperanzas ni libertades. Hay quienes afirman que se trata
de una novela psicológica que pretende describir unos personajes atípicos, al margen de la
sociedad.
5
Narrador
Andrea, la protagonista, es la narradora en primera persona (no una narradora-protagonista
en toda la novela, sino una narradora-testigo que nos cuenta sobre todo lo que observa), por
lo que solo tenemos su perspectiva. Sin embargo, la autora introduce otros puntos de vista en
algunos episodios, como los capítulos XV y XX, que cuentan la visita al barrio chino por parte
de Juan, narrada de forma dinámica y sin apenas estilo poético, primero según Andrea y luego
según Gloria, algo que vuelve a suceder en los capítulos XVI y XXI con una escena evocada por
Iturdiaga y luego por Ena.
Esta historia es contada en primera persona por la propia protagonista en el futuro, mientras
ella recuerda las experiencias que vivió en Barcelona; no para la protagonista que acaba de
salir de la ciudad, sino para una mujer madura, que a la larga se ha dado cuenta de que
realmente tomó algo de la calle Aribau.
Esto se afirma en el comentario “al menos, así lo pensé entonces …”, con el cual el narrador
hace una opinión clara sobre sí mismo como una mujer joven. El punto de vista de la escritora
es el mismo que el de Andrea, una vista llena de pena desde la que condena toda la miseria
que sufre la comunidad del barrio español. Con esta novela, el autor se ha relacionado con la
tendencia literaria que surgió durante la posguerra, llamada existencialismo.
Espacio
En cuanto al marco espacial, es concreto y reconocible: Barcelona. La obra comienza cuando la
protagonista llega a la ciudad y termina cuando se marcha de ella. Casi toda la novela
transcurre en espacios urbanos.
Barcelona:
Es el espacio central de la obra. Andrea llega desde el pueblo en que ha vivido los dos últimos
años con su prima Isabel para estudiar en la Universidad. La ciudad provoca el entusiasmo
inicial de la protagonista y actuará de escenario durante la estancia de esta, representa una
aventura excitante y la sensación de libertad e independencia.
Madrid:
Madrid, en la novela, representa una nueva oportunidad para la protagonista, que ha vivido
cosas muy tristes en Barcelona. Es la probabilidad del cambio, de que todo vaya mejor, la
oportunidad de empezar de nuevo. La autora, Carmen Laforet, también se mudó a Madrid (allí
escribió la novela y logró un gran éxito), como su personaje, después de vivir un tiempo en
Barcelona. Y es por eso, entre otras cosas, por lo que la crítica ha hablado tanto del
autobiografismo de Nada.
La calle Aribau:
6
En una vieja casa de la calle de Aribau, Andrea, protagonista de Nada, recorre el camino hacia
su vida adulta durante el año cargado de vicisitudes y conflictos que pasa en compañía de sus
familiares dentro de los muros de esta vivienda en decadencia. La ilusión de una aventura
excitante y la sensación de libertad que la impregnan desde su llegada a la estación de Francia,
se esfumarán nada más presentarse en la casa de la calle Aribau, donde se alojará con sus
parientes maternos. La misma noche de su venida se da cuenta del ambiente angustioso que
envuelve aquella casa y del calor que reina en ella como si el aire estuviera estancado y
podrido.
La casa se dividió en dos tras la muerte del abuelo y todos los muebles y utensilios que la
ocuparon en su totalidad invaden ahora, en un grotesco caos, la media casa en la que vive la
familia de Andrea. Es una casa mutilada cuyas cosas "están asfixiadas, doloridas, cargadas de
tristeza", como mutilados también, pero emocionalmente, están sus habitantes que, tras una
cruenta guerra civil, han de aprender a vivir juntos.
La Vía Layetana:
En la Universidad conocerá a su amiga, Ena, con la que compartirá una íntima amistad. Su
amiga vive en Vía Layetana, que es una de las mejores calles de Barcelona, y será entonces
cuando Andrea se fije en la Catedral: “el baile de luces que hacían los faroles contra sus mil
rincones, volviéndose románticos y tenebrosos”
La calle Moncada:
Pons invita a Andrea a que vaya al estudio de su amigo Guíxols (en la calle Moncada), donde
se encuentran los demás amigos, a los cuales Pons les había hablado de Andrea. Ella acepta ir,
pero antes se paran a observar la iglesia. Finalmente, se dirigen al estudio de Guíxols, donde,
además, Andrea conoce a Iturdiaga y a Pujol. La calle Moncada es el lugar de la bohemia
barcelonesa.
Espacios exteriores:
Los espacios exteriores para Andrea son un lugar de liberación donde puede escapar de la
infeliz vida que lleva en la casa de la calle Aribau y donde puede disfrutar de la compañía de
sus amigos de la universidad, sin que nadie le reproche nada. En el exterior, puede estar feliz
disfrutando del cielo, las nubes, el sol, cosas que desde casa no se pueden apreciar ni ver.
7
Existe una marcada diferencia entre los espacios exteriores e interiores .
Tiempo
El tiempo externo de la novela son una serie de hechos cronológicos desde que la protagonista
llega a Barcelona hasta que decide irse a Madrid. El tiempo interno de la novela
aproximadamente dura un año.
El tiempo histórico en el que se desarrolla la obra pueden ser los años cuarenta, en plena
posguerra. La acción se narra durante un año, más o menos. El tiempo en el libro corre muy
rápido, ya que en un capítulo te habla de la Navidad y al otro ya se encuentra en febrero, pero
también hay algunos capítulos en los que la acción está narrada lentamente. Andrea, mientras
nos narra la historia, nos cuenta cómo fueron sus primeros días en la casa.
El relato se presenta como una recopilación de recuerdos del año 1939-40 en la que se realizan
algunos retrocesos temporales (flash-back o analepsis) a través de los recuerdos de otras
estancias de Andrea en Barcelona, cuando iba a pasar los veranos en casa de sus abuelos, en la
calle Aribau, antes de la guerra y prolepsis o anticipaciones de sucesos,(como el final de su
estancia barcelonesa), que delatan una escritura posterior a la estancia en Aribau (relee los
capítulos V, X, XII, XVIII y XIX), pero sigue un orden temporal lineal.
Personajes
Intervienen varios personajes que se relacionan entre sí, de manera que la novela se desarrolla
en un universo cerrado, fuera del cual quedan personajes ausentes, como el abuelo, los padres
de Ena. Cada uno tiene su historia.
Andrea:
Es una chica joven, alta y delgada. De carácter tímido y poco coqueta. Le gusta tener libertad
para hacer las cosas (detesta que le digan lo que debe hacer). No es una chica guapa que llame
la atención, sino una persona que suele pasar desapercibida. Al principio de la novela, Andrea
empieza siendo una chica sencilla e inocente, teniendo unos ideales, propios de la inmadurez,
pero a medida que avanza su personaje se ve una evolución hacia la madurez y acaba mirando
la vida sin “tener confianza”.
Sus ilusiones son dejar la vida en el pueblo atrás; su prometedor futuro, abrirse al nuevo
mundo que le ofrece la ciudad de Barcelona. Apenas recuerda nada de esa ciudad que pisara
8
por última vez en la infancia. Escasos son también sus recuerdos de la casa de la abuela.
Vuelve ahora para iniciar sus estudios universitarios. Su llegada a medianoche a la casa familiar
de la calle Aribau es, en cierto modo, profética de la vida que allí la aguarda. El "¿tienes
miedo?" que su tía política Gloria le susurra al oído se confabula con la cama que le recuerda a
una tumba en la que ha de dormir esa noche y con el cuadro de personajes que la reciben
cuyas figuras, bajo la tenue luz de la hora tardía, se le antojan siniestras.
Ese elenco de personajes está compuesto por la abuela, un ser dulce y etéreo que "entiende
todas las locuras y las perdona"; la tía Angustias, una mujer de voluntad férrea apegada a los
convencionalismos, que vela por las buenas costumbres y el buen nombre de la familia y que
para Andrea representará "aquella mano que me apretaba los movimientos y la curiosidad de
la vida nueva"; el tío Juan, un ser violento en cuyos ojos asoma por momentos una inadvertida
ternura; Gloria, la mujer de Juan, una insólita mezcla de inocencia y osadía; el tío Román,
fascinante, enigmático, cruel, mezquino; y la criada Antonia, que solo quiere a Román y al
perro, que impone su presencia al resto y que pareciera mover en las sombras los hilos de la
casa de la calle Aribau.
Abuela:
Intenta defender a Juan, Román y a Angustias (sus 3 hijos) y a Andrea (nieta) de lo que pueda
decir la gente.
Angustias
Juan y Gloria
Gloria es una mujer opuesta a Angustias, de carácter relajado y liberal, aunque es incapaz de
dejar a su marido a pesar de que la maltrataba. Gloria es una contradicción en sí misma,
porque duda entre separarse de su marido o amarle. Son tíos de Andrea, tienen un niño.
Muchas veces en la novela discuten entre ellos. Gloria era una chica que todo el rato le
explicaba sus experiencias de la vida a la protagonista, en cambio Juan, optaba por pintar.
Gloria representa un tipo de mujer de moral relajada, poco decente, aficionada al juego, es la
mujer serpiente: tentadora, provocadora;
9
Juan es una versión menos sofisticada de la personalidad de su hermano: débil, amargado,
inseguro y violento con su mujer. Es inestable y una víctima de las manipulaciones de su
hermano Román.
Román
Tío de la protagonista. Aprecia la música y había compuesto algunas canciones, algunas noches
Andrea va a su habitación y él le toca un poco de música. Es un donjuán, ha intentado tener
una aventura con Gloria y en varias ocasiones intenta ligar con Ena y con Andrea. Tuvo una
relación de joven con la madre de Ena, Margarita, pero la humilló y despreció, como hace con
todas las mujeres que conoce. Tiene un innegable encanto y cierto talento, pero no ha tenido
la constancia en el trabajo suficiente para llegar lejos en la vida. Es un fracasado que se
esconde detrás de una máscara de cinismo e indiferencia, un egoísta que solo piensa en sí
mismo, un manipulador que mueve todos los hilos de la casa. Disfruta sembrando discordia a
su alrededor, destrozando la vida de otros. Al final de la novela opta por suicidarse cortándose
el cuello con una cuchilla de afeitar. Se finge superior a los demás, pero al final no puede
ocultarse a sí mismo su fracaso.
Criada
Estaba enamorada del tío de Andrea, y cuidaba a su perro Trueno cuando él partía de viaje.
Ena
Ena es una chica fuerte, alegre, de familia acomodada llena de vida e ilusión. Es la mejor amiga
de Andrea, se conocieron en la Universidad, tenía una muy buena relación con la protagonista,
hasta que su tío Román y Ena empezaron a verse, durante ese tiempo la relación entre las dos
muchachas no era muy sostenible. Al final Ena termina yéndose a Madrid a causa del trabajo
de su padre e invita a Andrea a pasar una temporada allí. Ena representa la alegría y la
felicidad.
Jaime
Pareja de Ena, tiene una relación con Andrea de amistad, muchas veces han ido juntos a
pasear e incluso cuando la relación de Ena y el chico no iba bien Andrea les ayudaba. Suele
salir y hacer pequeños viajes con Ena y Andrea. Como su novia, pertenece también a una
familia acomodada.
Amigos que conoce Andrea cuando la relación de amistad con Ena no estaba en el mejor
momento. A Guíxols le gustaba pintar. I Pons se supone que estaba enamorado de Andrea.
Gerardo
10
Andrea lo conoce en casa de Ena, aparece muy poco en la novela y la relación que tiene con la
protagonista es que él le roba un beso.
Tienen una buena relación con su hija Ena y con Andrea. Al final de la novela al padre le
ofrecen un puesto de trabajo en Madrid y se mudan allí e invitan a Andrea a ir con ellos. La
madre se llama Margarita y de joven estuvo muy enamorada de Román, que la utilizó y
humilló. Así que Ena, al tontear con Román, lo que busca en realidad es vengar a su madre.
Todos los personajes que aparecen no representan modelos o tipos puros, cada uno de ellos
debe luchar contra sus propias contradicciones:
Forma y estilo
El estilo de la prosa de Carmen Laforet es sencillo, natural y sobrio (sobre todo en los diálogos,
que reflejan un habla coloquial). Predomina la descripción, que es, por un
lado, impresionista (Andrea se fija en todo lo que la rodea y transmite su impresión: no
describe los objetos tal y como son, sino que lo hace como ella los percibe) en la presentación
de la ciudad, sus edificios, sus barrios, cargados de un valor simbólico; y, por
otro, expresionista en la descripción de personajes y en la deformación de sus rasgos: un
recurso destinado a degradar a algunos de los personajes es la animalización, que la autora
utiliza con aquellos que le resultan antipáticos: las amigas de Angustias eran como cuervos;
Gloria, la mujer serpiente; Margarita, un pájaro raquítico y extraño.
En los fragmentos narrativos, la narradora utiliza un lenguaje lleno de recursos poéticos cuya
forma se ajusta muy bien al tema de la novela y que se basa en una descripción cruda de la
realidad desde una perspectiva intimista y sensible. Así, abundan las sinestesias,
las personificaciones, las metáforas, y las comparaciones.
En los diálogos predomina una voluntad de estilo coloquial, se reproducen las conversaciones
imitando el ritmo de la oralidad y espontaneidad: interrupciones, repeticiones, frases
inacabadas… El registro lingüístico se adecua al origen de los personajes: La variante canaria
del padre de Ena. El uso del catalán, especialmente en Juan.
11
A pesar de que la novela no posee una intriga central basada en el esquema tradicional lineal
(inicio, nudo y desenlace), mantiene el interés del lector gracias a una serie de técnicas
narrativas destinadas a crear una atmósfera de incertidumbre, como los pocos datos que
conocemos de Andrea y, sobre todo, la elusión narrativa, es decir, plantear intrigas
secundarias que no acaban de resolverse: ¿qué papel ocupó Román durante la guerra civil?,
¿cuáles son las relaciones sentimentales de Román?, ¿qué relación tiene Angustias con su
jefe?, ¿cuál es el futuro de Andrea después de salir de Barcelona?…
Ramón J. Sender definió el estilo de Laforet como un realismo de esencias. Cuando Carmen
escribe Nada , entre febrero y septiembre de 1944, a veces en casa de su abuela y otras veces
sentada en una de las mesas de la sala de lectura de la biblioteca del Ateneo de Madrid,
llamado entonces el Aula de Cultura, situado en la calle del Prado, en pleno centro de la capital
española, se inspira en ambientes y personas conocidas: en la casa de la calle Aribau, de
Barcelona, que es donde vivió con su familia catalana, al trasladarse allí desde Las Palmas; en
la personalidad de su abuela y sus tíos; en su amiga Linka y en los parientes de ésta; en sus
amigos de la universidad; en su primer amor, Dick, y en sí misma. Es inevitable imaginar a la
propia Carmen Laforet en el personaje de Andrea, esa muchacha rebelde e independiente que
llega a Barcelona una noche, recién terminada la guerra, con una pesada maleta llena de libros
en la mano.“
“Tras una atenta relectura de Nada, quiero ver en los errores y defectos de esta familia de la
calle Aribau un paralelo con los errores y defectos que condujeron a la gran familia española a
la guerra civil. La influencia de la guerra me parece patente en la novela. Intuitiva o
intencionadamente Carmen Laforet buscó la liberación de sus fantasmas redactando las
hermosas páginas de Nada. El egoísmo, la pobreza, las desigualdades, la crueldad, la
embriaguez del poder, la ignorancia osada, la religiosidad sin prójimo y, sobre todo, una feroz
intransigencia provocaron la tragedia de la calle Aribau y también, en no escasa medida, la
gran tragedia española de los años 1936-1939.
Miguel Delibes. “Una relectura de Nada ” en Pegar la hebra , Barcelona, Destino 1990
“¿Qué puede decir Nada a las nuevas generaciones? Muy poco, en apariencia, comparten las y
los jóvenes españoles de hoy –hedonistas, consumistas, tolerantes, solidarios, viajeros,
apolíticos- con esos personajes atormentados y hambrientos, clasistas, maniatados por una
férrea moral sexual y marcados por una Guerra Civil cuyas heridas están en carne viva. Pero en
Nada convergen dos corrientes cuya fuerza persiste: el romanticismo, en el sentido amplio de
la palabra, y ese personaje que aparece con la modernidad: la chica o el chico que se enfrenta
con angustia al mundo adulto. Por eso Nada es eterna, como lo son Romeo y Julieta, La
Celestina , Werther , Cumbres borrascosas , Jane Eyre “.
12
(Barcelona, 1921 – Madrid, 2004) Escritora española. Carmen Laforet Díaz nació en Barcelona
el 6 de septiembre de 1921, si bien con dos años de edad se trasladó con su familia a las islas
Canarias. A los dieciocho años, una vez finalizados los estudios de bachiller, decidió regresar a
Barcelona para estudiar las carreras de filosofía y letras y derecho, si bien no acabó ninguna de
las dos. Poco satisfecha de su paso por la universidad, cuando contaba veintiún años se fue a
vivir a Madrid.
En Madrid conocería al periodista y crítico literario Manuel Cerezales, quien la animó para que
prosiguiera con sus recién iniciados pinitos literarios. Fue sólo dos años más tarde, en 1944,
cuando su vida daría un vuelco inesperado al presentar su novela Nada al recién creado
Premio Nadal, otorgado por Ediciones Destino.
Su imagen apareció en la prensa del país, que la aclamaba como toda una revelación literaria.
Y así fue, porque Nada se reimprimió hasta tres veces el mismo año de su publicación.
Transcurridos dos años desde su triunfo literario, su vida privada también cambió
positivamente cuando contrajo matrimonio con Manuel Cerezales, del que tendría cinco hijos,
dos de ellos escritores, Cristina y Agustín.
Consagrada ya como una de las mejores narradoras de la realidad española de la época, los
años que siguieron fueron intensos. En 1948 la Real Academia Española la distinguió con el
Premio Fastenrath por su primera novela, mientras ella seguía escribiendo sin cesar cuentos y
artículos periodísticos. Durante las décadas de los cincuenta y los sesenta Laforet saboreó las
mieles del éxito.
Su producción literaria tuvo en ese período tres hitos, las novelas que siguieron a Nada. En
1952 publicó La isla y los demonios, donde evocaba los años de su infancia y adolescencia en
Canarias. Tres años después vio la luz La mujer nueva, un título que podría ser la definición de
su vida en esta época, pero que era en realidad el relato de su «reconversión» al catolicismo
tras unos años de agnosticismo. Esta novela fue la ganadora del Premio Menorca de Novela y
al año siguiente le valió a su autora el Premio Nacional de Literatura otorgado por el Ministerio
de Cultura, aunque también más de un problema con la censura eclesiástica. En 1963 su
creciente prestigio hizo que Editorial Planeta se interesara por su obra y publicara La
insolación, prevista como la primera entrega de una trilogía titulada Tres pasos fuera del
tiempo.
Durante unos años más siguió publicando relatos cortos, artículos y hasta un libro de viajes en
1967 (Paralelo 35). Pero la buena estrella que la había acompañado hasta entonces empezó a
apagarse. La década de los setenta estuvo marcada por sus frecuentes depresiones, la
separación de su marido y un rechazo cada vez mayor de la vida pública.
Nunca dejó de escribir, pero sus obras iban quedando incompletas, a veces olvidadas, porque
su afán de perfeccionismo se convirtió en una obsesión. Después de mucho tiempo siendo
objeto de admiración por parte de sus lectores, las dificultades económicas, las envidias y
rencillas de los círculos literarios, así como un ambiente político-social en el que se sentía
extraña, la fueron llevando a un retiro voluntario.
13
Precisamente de las razones de su aislamiento y búsqueda de la intimidad habla Puedo contar
contigo, una colección de cartas cruzadas con su amigo Ramón J. Sender, al que conoció en
1965 durante su viaje a Estados Unidos, invitada por el Departamento de Estado. La
recopilación y edición de los textos la realizó su hija Cristina Cerezales en 2003. A medida que
pasaban los años, la memoria de la fértil escritora se debilitaba y su salud física menguaba.
Finalmente, derrotada por el Alzheimer, falleció el 28 de febrero de 2004.
A pesar de que dos años antes de morir su nombre sonó como candidata al Premio Príncipe de
Asturias de las Letras, su mejor recompensa durante las últimas décadas fue el favor del
público, que no la olvidó y que hizo posible las continuas reimpresiones de Nada.
Nada
El nombre de Carmen Laforet quedará siempre unido en la memoria colectiva a su más lograda
creación, Nada. Como un trasunto de su propia vida, la novela sigue el itinerario iniciático de la
joven Andrea, que, a fines de 1939, llega a Barcelona, cargada de ilusiones y dispuesta a
emprender sus estudios universitarios. Pero sus ansias juveniles chocan con el mundo gris,
cargado de violencia, que representan su abuela y sus tíos, que la acogen en su casa.
Laforet supo transmitir en esta obra, escrita con un estilo literario que supuso una corriente de
aire fresco en la prosa de la época, la lenta agonía de la pequeña burguesía de posguerra. Los
personajes adultos de la novela caminan desorientados por un territorio cargado de temores y
heridas mal cicatrizadas. Frente a ellos, Andrea y su amiga Ena representan una nueva
generación que ve cómo sus ansias de crear un mundo diferente son sistemáticamente
abortadas. «¡Cuántos días sin importancia! Los días sin importancia que habían transcurrido
desde mi llegada me pesaban encima», nos confiesa Andrea en su relato. Con su tono
desesperadamente existencialista, Nada es una novela urbana y siempre moderna, pieza clave
del realismo literario de posguerra.
En el árido escenario de la posguerra española fueron pocas las voces literarias que se
elevaron sobre el silencio y menos aún las de las mujeres, retaguardia doméstica de un país
militarizado y machista. Pero fue en ese contexto poco favorable en el que una muchacha de
veintitrés años sorprendió a todos con su primera novela, que pasaría a la historia de la
literatura española y universal.
Carmen Laforet, la mujer frágil, tímida y huidiza, que a veces se confunde con la protagonista
de la novela que le dio la fama, supo conquistar un puesto destacado junto a colegas de su
generación como Camilo José Cela, Antonio Buero Vallejo o Miguel Delibes, quien la definió
muy acertadamente como «la mujer nueva cuando apenas había mujeres en la literatura». En
efecto, Carmen Laforet, Ana María Matute, Carmen Martín Gaite y Josefina Aldecoa fueron
algunos de los pocos nombres femeninos que desafiaron el oscuro papel reservado a la mujer
en la España franquista.
14
15