La Creacion de La Experiencia Grinberg Jacobo
La Creacion de La Experiencia Grinberg Jacobo
La Creacion de La Experiencia Grinberg Jacobo
Hace casi 30 años Jacobo Grinberg-Zylberbaum concibió Creation of Experience, producto de una
investigación que hasta ese entonces al autor le había tomado más de quince años llevar a cabo. Su
objeto de investigación, a grandes rasgos, podría ser descrito como la misteriosa relación entre la mente
y la materia, mediada a través de los procesos cerebrales, que en la actualidad es un tema a cargo de las
neurociencias.
— 1 —
Incluso, nuestro autor, desaparecido tan misteriosamente, estableció vínculos con las hipótesis de
la mente holográfica de Pribram, empleando modelos de la física, tales como la paradoja de Einstein-
Podolsky-Rosen, con un lenguaje que intuyó los avances tecnológicos de la computación cuántica que
sucederían mucho tiempo después.
Además, cabe mencionar que Jacobo era parte integral de la red de investigadores en neurociencias
de México, vinculado a grandes maestros como Alberto Guevara Rojas y Hector Brust Carmona.
Asimismo, realizó publicaciones con sus compañeros Javier Alvarez Leefmans y Roberto Prado Alcalá,
y fue el miembro más imaginativo de Cognia, el grupo pionero de la ciencia cognitiva en nuestro país,
encabezado por José Luis Díaz, Enrique Villanueva y Lourdes Valdivia, también de la UNAM.
La investigación del maestro Jacobo no se encuentra únicamente avalada por las intachables
credenciales académicas, como el reconocido neurofisiólogo que fue, sino también por su amplio
recorrido en la práctica y cultivo de diversas disciplinas de la mente, misticismo y espiritualidad, desde
vías orientales de liberación como el yoga hindú y el budismo tibetano, hasta la kabbalah y el lado más
esotérico de cristianismo, sin olvidar su amplio bagaje en el estudio de la psicología autóctona
mexicana a través de sus famosas investigaciones con maestros chamanes.
Años después de la elaboración de este trabajo, James Austen publicaría Zen and the Brain, libro
que el buen Jacobo seguramente habría atesorado. También vale señalar su trabajo anticipado en el área
del neuroshamanismo, ahora trabajada y difundida por Michael Winkelman. No cabe duda que Jacobo
Grinberg, en su infinita curiosidad, se atrevió a relacionar las ideas científicas de la modernidad con el
pensamiento espiritual, erótico y mágico de las técnicas arcaicas, del hinduismo, budismo y de
pensadores neoplatónicos renacentistas como Giordano Bruno y el médico Paracelso.
Hoy en día comienzan a publicarse artículos relacionados con los temas que le interesaban al
maestro Jacobo, como las cuatro dimensiones espaciales de la actividad cerebral, de Arturo Tozzi, o un
artículo que amablemente me envió Nestor Braunstein donde Longo y Montévil plantean que, además
del tiempo astronómico, los sistemas biológicos poseen una segunda dimensión temporal, “el tiempo
compactado de los ritmos biológicos”1.
De esta manera, milisegundo a milisegundo, Jacobo nos invita a meditar sobre la dimensión
temporal de los procesos cerebrales. ¿Cómo es que confabula nuestro cerebro con esta realidad esencial
para generar eso que llamamos “experiencia consciente”?
1
Recomendamos la lectura del reciente artículo del doctor Le Bihan, Is the Brain Relativistic?
— 2 —
Por si fuera poco, esta edición a cargo de Lunaria Ediciones añade valor y enriquece el texto
original mediante nuevos e interesantes agregados: incluye un excelente análisis comparativo de
diferentes modelos de conciencia, que traza un recorrido desde el budismo, la kabbalah y el
chamanismo, pasando por la psicología transpersonal o la propia teoría sintérgica (un extra que los
lectores más inclinados hacia el lado místico agradecerán), e incorpora también un artículo hasta ahora
inédito en nuestro idioma, colaboración entre Jacobo Grinberg y Amit Goswami (renombrado
investigador de la Universidad de Oregon), donde analizan la física cuántica y su relación con la teoría
sintérgica, con la finalidad de poner en evidencia que la conciencia no es un simple epifenómeno de la
actividad cerebral, y proponen para ello un sistema filosófico basado en un idealismo monista, en
respuesta al dualismo materialista que predomina en la ciencia moderna.
Finalmente, podemos decir que este libro justifica la idea de que Jacobo Grinberg es sin duda el
gran exponente en México de lo más atrevido y futurista de una neuropsicología abierta a las
dimensiones espirituales y sagradas, cuyas raíces se encuentran en las técnicas arcaicas del éxtasis.
Nuestro sincero agradecimiento a quien, apoyado en la ciencia y en las tradiciones espirituales, nos
aportó —y lo sigue haciendo— claridad ante las más profundas incógnitas que yacen en la base de
nuestra naturaleza: el misterio de la conciencia y la creación de la experiencia.
2
El Dr. Francisco Gómez Mont estudió medicina en la UNAM e hizo su residencia en psiquiatría con el Dr Ramón de la
Fuente, además de haber cursado estudios de posgrado en las universidades de Texas, Pensilvania y Nueva York. Como
profesor visitante durante cinco años en la Universidad de Nueva York, fue partícipe del grupo pionero en la aplicación
de la tomografía por emisión de positrones con pacientes psiquiátricos. Ademas, fue profesor de periodismo de la
ciencia en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Como beneficiario de la beca Erasmus mundus de
la Unión Europea, ha sido conferencista en las universidades de Rio de Janeiro, Estambul, Bérgamo, Perpignan,
Barcelona, Valladolid y Lisboa. Dirige el Centro de Investigación en Neurohumanidades donde, con Joseline Vega y
Raquel Ruiz, ha organizado múltiples coloquios de neurohumanidades.
— 3 —
Tabla de Contenido
1 El espacio y el cerebro ............................................................................................................................8
2 La experiencia .......................................................................................................................................18
3 Correlativos fisiológicos de la cualidad de la experiencia ....................................................................21
Perceptos .............................................................................................................................................21
Circuitos de inclusión: los descriptos ..................................................................................................24
4 Patrones compuestos y unidad de la experiencia ..................................................................................27
Patrones compuestos en el aprendizaje ...............................................................................................28
A. Asociación estímulo-respuesta...................................................................................................29
B. Asociación estímulo-estímulo ....................................................................................................31
C. Procesos de imaginación ............................................................................................................32
Unidad de los perceptos, los descriptos y las órdenes motoras ...........................................................33
Proyección externa de perceptos frente a proyección interna de imágenes ........................................34
La paradoja de un observador dentro del sensor .................................................................................35
Interacciones entre perceptos y descriptos ..........................................................................................36
5 Fisiología y naturaleza de los procesos neuronales ..............................................................................37
Programas mínimos y algoritmos ........................................................................................................37
Circuitos de convergencia y algoritmos ..............................................................................................38
Los descriptos como algoritmos ..........................................................................................................39
Circuitos de divergencia y algoritmos .................................................................................................39
Pruebas experimentales de la existencia de algoritmos neuronales ....................................................39
6 El presente .............................................................................................................................................41
Significado fisiológico del presente ....................................................................................................41
Cambios perceptuales relacionados con cambios en la duración del presente....................................42
El algoritmo inclusivo y la expansión del presente .............................................................................42
7 Campos neuronales y espacio ...............................................................................................................46
Campos neuronales y espacio .............................................................................................................48
8 Tiempo y conciencia .............................................................................................................................49
9 El cerebro consciente ............................................................................................................................53
La inclusión como base de la evolución..............................................................................................53
La conciencia en la cúspide de la evolución .......................................................................................54
Memoria icónica, metacontraste, espaciado secuencial, conciencia y procesos de inclusión.............55
La base de la conciencia ......................................................................................................................58
Interacciones de campos energéticos en una estructura ......................................................................59
Campos neuronales y códigos convergentes .......................................................................................60
10 Transformación de la actividad neuronal en experiencia consciente ..................................................62
La teoría sintérgica ..............................................................................................................................62
Transformación de los patrones neuronales en experiencia ................................................................63
Organización sintérgica del espacio ....................................................................................................66
Organización sintérgica del cerebro ....................................................................................................68
Campos neuronales .............................................................................................................................69
Cambios gravitacionales y campo neuronal ........................................................................................70
— 4 —
Localización de la experiencia ............................................................................................................70
Interacciones entre campos neuronales ...............................................................................................71
11 Comunicación, gravitación y unidad...................................................................................................72
12 Visión extraocular ...............................................................................................................................85
13 La creación de la experiencia visual ...................................................................................................99
14 Conciencia de unidad ........................................................................................................................103
Orbitales de la conciencia .................................................................................................................103
El procesador central .........................................................................................................................104
Consideraciones físicas y fisiológicas ...............................................................................................105
Naturaleza del procesador central .....................................................................................................107
Conciencia de unidad ........................................................................................................................108
15 Psicofisiología del poder ................................................................................................................... 110
Psicofisiología de la conciencia ........................................................................................................ 110
El atractor extraño del futuro ideal del hipercampo .......................................................................... 112
Conciencia de unidad ........................................................................................................................ 114
La estructura del hipercampo ............................................................................................................ 115
Psicofisiología de la comunicación ................................................................................................... 117
Psicofisiología del poder ...................................................................................................................125
Conclusión .............................................................................................................................................130
Apéndice 1 .............................................................................................................................................132
Nueve aproximaciones al estudio de las relaciones entre eventos ....................................................132
1. Cambios dimensionales ............................................................................................................132
2. La expansión del presente.........................................................................................................133
3. La cimática ...............................................................................................................................134
4. Neuroalgoritmización ...............................................................................................................135
5. La teoría sintérgica ...................................................................................................................136
6. La paradoja Einstein-Podolsky-Rosen (EPR)...........................................................................137
La paradoja EPR en seres humanos ..................................................................................138
7. Causalidad temporal inversa .....................................................................................................139
8. Sincronicidad ............................................................................................................................140
9. El observador ............................................................................................................................142
Apéndice 2 .............................................................................................................................................143
Leyes físicas y conciencia .................................................................................................................143
— 5 —
LA CREACIÓN DE LA EXPERIENCIA
El estudio fisiológico del cerebro comparte una creencia con su contrapartida filosófica: la
convicción de que el mundo exterior es una descripción basada en procesos y operaciones que tienen
lugar en nuestro interior.
Aunque existan diferencias metodológicas, tanto la fisiología como la filosofía plantean las
mismas preguntas y llegan a la misma conclusión. Al leer a Spinoza y su convicción de que el universo
en su conjunto es una unidad, no podemos hacer menos que preguntarnos cuál es la diferencia real
entre sus pensamientos y los planteamientos actuales que consideran al cerebro como una unidad
compuesta de estrellas neuronales. O, por tomar otro ejemplo, los análisis de Berkeley sobre el
fenómeno de la percepción basado en las ideas y el moderno postulado fisiológico que explica la
experiencia perceptual según la activación de patrones neuronales de respuesta.
Incluso la monadología de Leibniz parece tener una base neurofisiológica. Como veremos en este
libro, la concepción de un cuanto mínimo de espacio y la idea de patrones complejos de respuesta
neuronal en estructuras polimodales concuerdan con la descripción que el propio Leibniz hace de la
mónada:
La fisiología contemporánea ha generado una cantidad de datos más que suficiente para que
empecemos a considerar la posibilidad de tratar de integrarlos en un cuerpo teórico comprensivo y
racional. Creo que no hay nada que sea más urgente ni de mayor utilidad que esta integración. Este
documento es una modesta contribución a ese fin.
Quiero señalar al lector que este libro representa el trabajo teórico y experimental que he realizado
durante los últimos quince años. Cada capítulo ha sido escrito en un periodo diferente y manifiesta cuál
era mi forma de pensar en el momento en que lo escribí. He cambiado yo y mis ideas han cambiado
igualmente, y esos cambios pueden ser percibidos en el libro.
— 6 —
He llegado a la conclusión (1988) de que todo lo que existe no es más que un nivel particular de
conciencia, incluyendo aquello que llamamos materia. Esta idea es explicada en el último capítulo del
libro y en su conclusión.
Términos tales como campo cuántico, continuo espacio-tiempo y espacio de alta sintergia son
empleados con el mismo significado. De igual manera, he empleado como sinónimos el si mismo, el yo
puro y el procesador central.
Estoy en deuda con muchas mas personas de las que puedo mencionar, por la relación que con
ellas he mantenido y por las ideas que me han proporcionado. Sin embargo, quisiera expresar mi
gratitud especialmente a Alberto Guevara-Rojas, Héctor Brust Carmona, E. Roy John, Karl Pribram,
John Legion Cooke, Gerardo Bueno Zirión, Joana Ornelas, Andrea Gold, Jenny Lewis y Diego
Rapoport.
— 7 —
1 EL ESPACIO Y EL CEREBRO
Inicio este trabajo con un análisis del espacio. Las razones que me impulsan a hacerlo son
considerables. En primer lugar, todo lo que existe es el espacio en diferentes niveles o grados de
organización. El espacio es la base y el fundamento de todo y, al mismo tiempo, es uno. En segundo
lugar, si tenemos una profunda comprensión de las características del espacio, comprenderemos en su
esencia la experiencia, el tiempo y la materia.
Bastaría con ofrecer una base conceptual de lo que denominamos tiempo para justificar que
dediquemos el primer capitulo de este trabajo al espacio. Comprender y sentir lo que es el tiempo
supone poseer la sabiduría. Puesto que el espacio subyace a la comprensión del tiempo, estimo que la
comprensión del espacio es pues la llave de la sabiduría.
Se han realizado numerosos intentos para desentrañar el misterio del espacio. Kant, por ejemplo,
consideraba que el espacio era apriorístico, que nos venia dado. Para el alemán, tanto el tiempo como el
espacio eran las bases genéticamente establecidas sobre las que se edificaba el mundo fenomenológico.
El concepto kantiano del espacio era de una abstracción impresionante a causa de su pureza. Una
discusión que establecía la permanencia del espacio incluso tras la eliminación o destrucción de todos
los objetos materiales, de todas las entidades orgánicas, de todo de lo que podemos percibir o pensar,
permitió a Kant considerar al espacio como un fundamento indestructible de la realidad.
Otros pensadores han llegado incluso más lejos en su comprensión del espacio. Ouspensky, por
ejemplo, apoyándose en las ideas de Hinton, Dunne y Gurdjieff, habla sobre espacios de diferentes
dimensiones. Menciona la existencia de espacios dentro del espacio, como un pez en una pecera. Son
memorables sus análisis de los universos de una, dos, tres, cuatro y cinco dimensiones, y su idea de que
esos universos son percibidos como tales por entidades que evolucionan al tomar conciencia de la
existencia de esas dimensiones.
Los análisis de Ouspensky indican que el espacio es diferente para cualquiera que disponga de la
capacidad de verlo desde una mayor cantidad de dimensiones. Por consiguiente, nosotros, como seres
tridimensionales, somos capaces de percibir y de concebir el espacio como si tuviera tres dimensiones.
Una entidad tetradimensional incluiría nuestro espacio en una sección de su universo y percibiría el
tiempo como una dimensión espacial.
De esta forma, un universo tetradimensional incluiría pasado, presente y futuro como un todo
unificado. En capítulos posteriores veremos cómo la expansión de la duración del presente podría
transformarnos en seres tetradimensionales. Un ejemplo que puede ayudarnos a comprender esta
concepción del espacio es imaginar un ser bidimensional tal y como sería percibido desde nuestra
perspectiva tridimensional. Este ser hipotético (aunque Ouspensky no lo considera como tal, ya que
identifica a algunos seres como entidades con percepción bidimensional) percibiría las líneas y las
superficies, pero no los volúmenes. Al vivir en un plano, no comprendería que todo lo que atraviesa su
plano forma parte de un universo mucho más unificado. Si una mano se apoyara en su plano
— 8 —
fenomenológico, él vería la mano como cinco círculos independientes y no podría imaginar que esos
cinco círculos pudieran unirse en el universo tridimensional para formar una mano.
De forma análoga, nosotros no vemos la unidad del mundo tetradimensional y no somos capaces
de percibir el origen común de entidades que nosotros vemos como independientes. Nuestro presente es
un corte transversal de un espacio tetradimensional, del mismo modo que el plano sobre el que
descansaban los dedos era una sección de un espacio tridimensional.
Como seres tetradimensionales seríamos capaces de percibir, con una simple ojeada, el árbol y su
historia (desde que era semilla hasta que se desintegrara como cuerpo sólido tetradimensional). El
mundo no estaría constituido por cortes tridimensionales de lo tetradimensional, sino que de hecho
sería tetradimensional como consecuencia de la transformación del tiempo en espacio.
A medida que avancemos en este trabajo se hará más clara la relación entre el espacio, el tiempo y
la gravedad. El espacio, por tanto, es dado, indestructible y se manifiesta multi-dimensionalmente
mediante secciones limitadas, misteriosamente asociadas con el tiempo o percibidas como nulidades
transparentes. Pero, ¿es esto realmente así? ¿Es factible hacer un análisis del espacio que difiera de la
concepción kantiana y que sobrepase las visiones de Ouspensky?
Una parte de ese análisis fue realizado por el propio Einstein, que pensó que el espacio era curvo y
lo consideró como una entidad cuyas características fundamentales cambiaban en función de
influencias gravitacionales o temporales. El espacio curvado en la proximidad de un campo
gravitacional es el espacio visto desde otra dimensión extra-espacial o súper-espacial.
Ya no es la idea del espacio considerado como categoría apriorística como en la hipótesis de Kant,
ni con varias dimensiones como creía Ouspensky que era. Es el espacio considerado como red de
energía organizada y como base y fundamento del tiempo. Desde un punto de vista perceptual, el
— 9 —
espacio es transparente. Incluye, igual que un recipiente, a los objetos materiales en las porciones que
se encuentran en los diferentes lugares de nuestra percepción.
El espacio contiene a la materia en todos y cada uno de sus puntos. La prueba de esto la podemos
encontrar en nuestra capacidad de ver. Vemos el espacio y el espacio es el que contiene a la materia.
Analicemos este punto mediante un ejemplo. Miro por la ventana y afuera hay un árbol. Puedo
distinguir el árbol del espacio que le contiene y la diferencia entre ambos reside en el hecho de que el
espacio no es nada y el árbol es algo. Sin embargo, ¿qué es lo que veo realmente? Veo el espacio que
contiene al árbol. Mi retina no es capaz de tocar las hojas, las ramas, el tronco del árbol. Y es una
pequeña área, una zona que tiene el tamaño de mi retina, la que transforma el espacio en señales
nerviosas. Por consiguiente, el espacio sólo es transparente en mi construcción de la distancia que me
separa del objeto. Es decir, veo normalmente la intersección del espacio con mi retina. Ahí se encuentra
la información que me hace percibir el espacio como si fuera transparente, la información sobre la
distancia que me separa del árbol y la información sobre el propio árbol.
Es un área repetida, duplicada, y fuera de la cual lo único que puedo hacer es transformar lo que
entra en contacto conmigo. Consideremos otro ejemplo. Estoy sentado en el jardín y un mosquito vuela
hacia mí. El punto del espacio que intersecta mi retina varía como consecuencia del vuelo del insecto, y
por eso soy capaz de verlo. Si me cambio de sitio, aún puedo ver el vuelo del mosquito. Cada vez que
me muevo sigo viéndolo. Esto significa que todos los puntos del espacio están conectados entre sí y
que un cambio en una de las partes afecta al conjunto.
Un pez en el agua da una clara imagen a este respecto. El agua es el espacio del pez, y ese espacio
se mueve cuando el pez nada. Un instrumento suficientemente sensible colocado cerca del pez
detectaría vibraciones, oscilaciones, cambios de presión y de corriente en el agua. El espacio,
transparente para el pez, será un entramado, un continuo casi sólido para el instrumento, y todas sus
partes estarán interconectadas.
Si lo que vemos es el espacio, y si cada uno de sus puntos posee información sobre los objetos
contenidos en ese espacio, podemos plantearnos la pregunta: ¿cómo son contenidos esos objetos? A
decir verdad, uno de los campos de la física, la holografía óptica, ya ha dado parte de la respuesta.
Gracias a la técnica holográfica se ha descubierto que la información visual sobre un objeto está
contenida en relación con la magnitud y fase de las ondas electromagnéticas reflejadas.
— 10 —
Aunque esto es sólo parcialmente cierto, ya que la luz no es tan sólo radiación electromagnética
sino también fotones3, basta para nuestro propósito de considerar la magnitud y las diferencias de fase
de la luz reflejada por un objeto como lo fundamental para la dinámica perceptual. Por tanto, la
información sobre un objeto tridimensional iluminado se encuentra contenida en las relaciones entre la
magnitud y la fase de sus ondas.
Cada punto del espacio que rodea al objeto contiene, entre otras cosas, esta información. Entonces
es posible ver al objeto desde cualquier punto del espacio. Pero hay que repetir que lo que percibimos
es el espacio que contiene la información, o más bien, una transformación muy compleja de esa
información que es llevada a cabo en la retina y en el resto del sistema visual, como veremos a lo largo
de este libro.
Volviendo al espacio, podemos decir que es información organizada en cada uno de sus puntos.
También es un entramado de energía cuyos puntos están interconectados y del que sólo podemos
decodificar porciones limitadas y aisladas. Nuestra falta de capacidad para ver todos los puntos del
espacio simultáneamente se debe tanto a la falta de un mecanismo como de un aprendizaje. ¿Cuál de
los dos es más importante? No lo sé. Algunos dicen que el mecanismo existe y que todo lo que
necesitamos es el entrenamiento adecuado para ponerlo en marcha.
Sea como sea, lo cierto es que, aunque nuestra capacidad perceptual es extraordinaria, sólo nos
permite decodificar el área minúscula que intersecta con nuestras retinas. Pero incluso de esta manera,
no obtenemos ni decodificamos toda la información contenida en esa área debido a la incapacidad de
nuestros receptores de responder a longitudes de onda cuyos valores exceden un rango relativamente
pequeño. No vemos las ondas de radio, ni los rayos cósmicos, ni las radiaciones infrarrojas ni
ultravioletas. El resto de ellas —esto es, las ondas que pueden activar a nuestros receptores— deben
ajustarse a un tipo de organización que, cuando se sobrepasa, provoca la transparencia.
Consideremos lo que acabamos de decir mediante otro ejemplo. Para que un árbol sea visible, la
organización de la información que refleja debe estar en adecuación con el mecanismo neuronal
implicado en su decodificación. Si la complejidad de esta organización excede un determinado umbral,
la imagen puede ser caótica o no haber ningún tipo de imagen. Si aplicamos estas consideraciones al
espacio y a la materia, podemos extraer algunas conclusiones.
La primera se refiere a la transparencia del espacio y a la apariencia sólida de los objetos. Como ya
hemos dicho, somos incapaces de ver y decodificar simultáneamente todas las porciones del espacio.
Decodificamos tan sólo las porciones que intersectan a nuestros receptores retinianos, quienes las
transforman en espacio transparente y objetos sólidos. De esta forma, la diferencia entre transparencia y
opacidad no es más que un grado de organización.
El espacio transparente tiene una organización demasiado compleja para que podamos
decodificarlo algorítmicamente. Lo que llamamos materia es menos complejo, por lo que resulta
3
JHG: Según la teoría más conocida acerca de la naturaleza de la luz.
— 11 —
mucho más sencillo reducirlo a un algoritmo. Si la facilidad o la dificultad de realizar una reducción
algorítmica es una medida de la organización, entonces un objeto material que se perciba como un
espacio sólido y al mismo tiempo transparente es visto de esta forma debido a que la porción de espacio
contiene la información sobre ambos, pero el espacio transparente está representado por una
organización tan compleja que no somos capaces de decodificarla.
En otras palabras, y en un contexto más general, la materia es la forma de organización del espacio
que el cerebro de los seres humanos, y de otros animales, pueden decodificar y reducir a un algoritmo
neuronal, mientras que la transparencia y la ausencia de materialidad son espacio organizado de una
complejidad tal que somos incapaces de decodificar.
He estado hablando sobre algoritmos, que son una medida de la organización, y sobre la
decodificación como una capacidad de llevar a cabo la reducción algorítmica. ¿Qué significan estos
términos? O, mas concretamente, ¿qué es el espacio organizado y en qué podemos apoyarnos para
definir y medir su organización?
El ADN, formado por cadenas de aminoácidos, tiene una organización mucho más compleja que el
agua por las razones que acabo de exponer. El número de elementos que forman parte del ADN, sus
interacciones mutuas y el algoritmo preciso para representarlo son mucho mas complejos que en el
caso del agua. Sin embargo, la misma situación se mantiene en lo que se refiere al espacio.
— 12 —
El cerebro intersecta información espacial y transforma su organización en un algoritmo o en una
serie de ellos. Los objetos materiales se pueden algoritmizar más fácilmente que el espacio, razón por
la que aparecen como entidades sólidas y concretas, mientras que el espacio es transparente y sutil.
Como veremos en capítulos posteriores, las operaciones algorítmicas que realiza nuestro cerebro
comienzan con la activación de los receptores retinianos y finalizan con la activación de códigos
neuronales altamente convergentes en estructuras polimodales que representan la organización del
continuo espacio-materia en lenguaje cerebral.
Parece, pues, que la percepción del espacio y la imagen de los objetos materiales se modifican con
el aprendizaje. Si un objeto material es espacio organizado, el aprendizaje consiste en una capacidad
incrementada para detectar esa organización especifica. De hecho, los objetos que vemos son
materializaciones cerebrales del espacio.
El espacio visto como organización de la energía puede ser estudiado, como estamos haciendo
aquí, desde el punto de vista de la fenomenología y funcionamiento de la percepción. Las
características de esa organización son las siguientes:
El último punto merece un comentario adicional. Supongamos que un astronauta está flotando en
medio del espacio en un punto en que la estrella más próxima se encuentra a muchos años-luz.
Supongamos también que los análisis químicos más detallados no puedan detectar la menor cantidad de
— 13 —
materia. Desde el punto de vista de la química, ese espacio sería considerado vacío. Sin embargo, el
astronauta desde el lugar en que se encuentra puede ver las estrellas. La parte del espacio que intersecta
con su retina está organizada y llena de información. Ese espacio no está vacío en absoluto.
Si cada parte del espacio contiene información sobre el resto del mismo y sólo podemos
decodificar y percibir una parte, ¿qué pasaría si tuviéramos visión simultanea de varias porciones? Con
bastante certeza, el espacio cambiaría frente a nosotros. La visión simultánea de porciones organizadas
de ese espacio nos otorgaría una capacidad maravillosa. Podríamos ver con claridad las influencias
directas de un acontecimiento sobre los demás. De hecho, podemos detectar algunas de esas
influencias, pero de una forma muy restringida. Lo hacemos con sólo una de las porciones del espacio.
Recordemos el ejemplo del mosquito. Un mosquito que vuela a cien metros de nosotros afecta a
cada porción del espacio a nuestro alrededor. El hecho de que seamos capaces de ver el vuelo del
insecto es una demostración obvia de que sus movimientos están cambiando la organización de la parte
del espacio intersectada por nuestros receptores retinianos. Ese cambio de organización contiene el
vuelo del insecto en una representación energética codificada.
Podemos así ver la influencia de una porción del espacio en las demás y la conexión que hay entre
ellas. Sin embargo, el vuelo del insecto no sólo afecta a la porción de espacio que vemos, sino a todo el
espacio. Si consideramos al insecto como un punto matemático en movimiento, entonces todo lo que
rodea a ese punto cambia su organización. Es como si, desde cualquier punto del espacio, se
expandieran esferas de influencia energética en todas las direcciones y hacia todas las dimensiones.
Si pudiéramos ver simultáneamente todas las partes del espacio del modo en que vemos una de
ellas, percibiríamos esas esferas de energía expandiéndose y afectando a todas las cosas. El agua es un
buen ejemplo de esto. Una piedra que cae en el centro de un lago produce olas que se extienden en
todas las direcciones. Cuando la piedra entra en contacto con el agua, todas y cada una de las partes del
líquido son afectadas por el movimiento de la piedra. Lo mismo sucede con el espacio, pero nosotros
no podemos verlo.
No podemos porque la organización del espacio transparente es tan compleja que desborda a los
mecanismos decodificadores de nuestro cerebro. La percepción de una porción materializada del
espacio supone la visión simultanea de algunas de sus porciones simplificadas. La posibilidad ideal de
detectar esa misma simplicidad en el espacio transparente permitiría verlo como si fuera casi sólido.
Hasta ahora he hablado del contenido del espacio como nos viene dado por la percepción visual y
he desarrollado algunos conceptos basándome en la abstracción del funcionamiento visual. Resulta
obvio, sin embargo, que el espacio no es tan sólo una organización de la luz. Conceptos similares a los
aquí expuestos se aplican a las ondas sonoras, a las ondas electromagnéticas, etcétera.
Si sabemos la cantidad de información contenida en cada porción del espacio, podemos predecir
que un incremento en la capacidad para decodificarla supondrá la expansión de las capacidades
cognitivas y perceptuales del hombre de forma extraordinaria. El cerebro esta organizado en forma de
— 14 —
complejos entramados neuronales que han alcanzado su estado actual de desarrollo tras millones de
años de evolución.
Todos sus elementos están calculados para decodificar y analizar el espacio precisamente del modo
en que lo hace. Es posible considerar la organización del cerebro como un reflejo o incluso como una
materialización lógica del espacio. Esta consideración encaja con el modo en el que ha evolucionado el
cerebro. En primer lugar, está la retina. Su forma y sus funciones lógicas son resultado de la
organización del espacio.
Las dimensiones de la porción de espacio capaz de activar los receptores retinianos no son
accidentales. Bastaría con duplicar o triplicar el tamaño actual de la retina para que la percepción visual
cambiara de forma considerable. Probablemente esos incrementos en las dimensiones de la retina
supondrían una visión del mundo duplicada o triplicada. Este sería el resultado inevitable si el resto del
sistema visual no pudiera concentrar algorítmicamente la información recibida en entramados
convergentes.
Incluso el tamaño actual de la retina podría, al menos en teoría, producir visiones hiper-
multiplicadas del mundo. Esto es porque el tamaño mínimo suficiente de porción de espacio que puede
contener toda la información que utilizamos es menor que el tamaño de la retina. De hecho, las salidas
de la retina contienen información hiper-multiplicada sobre el universo. Sin embargo, esa información
no llega a generar percepciones hiper-multiplicadas a causa de que, como ya hemos dicho antes, en las
partes centrales del sistema visual las operaciones de inclusión manipulan las duplicaciones hasta que
tiene lugar una unificación lógica.
La evidencia experimental muestra que las salidas de la retina contienen información multiplicada,
como se puede deducir del hecho de que en los gatos, ni siquiera la destrucción del 98 % de las fibras
del nervio óptico basta para afectar las discriminaciones visuales complejas.4
En los capítulos siguientes analizaremos la forma en que el cerebro lleva a cabo las operaciones
neuronales precisas para conseguir esos perceptos unificados. Digamos aquí simplemente que una de
las características más destacadas del modo del cerebro para manejar la información son las
operaciones de convergencia en las que las señales y los patrones neuronales dispersos —transmitidos
por varios canales— se concentran en entramados convergentes que unifican lo que no era más que
información dispersa y duplicada.
Estas operaciones de inclusión son una extensión cerebral de aquellas operaciones naturales de
integración que han acompañado constantemente a la evolución. Esas operaciones naturales fueron las
responsables de formar la primera unidad integradora, el átomo, a partir de la organización de un
conjunto de partículas elementales. Más adelante, contribuyeron a la organización de varios átomos en
una nueva unidad de integración, la molécula. Desde entonces se fueron creando los compuestos como
nuevas unidades de integración. La célula representó una unidad emergente nueva y gigantesca en el
4
T. Norton, G. Frommer y R. Galambos, Effects of Partial Lesions of Optic Tract on Visual Discrimination in Cats, Federa-
tion Proceedings, vol. 25, 1966, pp. 21-68.
— 15 —
mismo proceso de inclusión. Construida mediante la organización de millones de elementos, la célula,
como unidad inclusiva, gestáltica e hipercompleja, tenía una propiedad que no se encontraba en sus
elementos constitutivos: la vida.
Por tanto, no son solamente la evolución y el cerebro quienes manifiestan este tipo de
organización, sino que asimismo el espacio está organizado de esta forma integradora. Por
consiguiente, el espacio muestra una organización y cualidad de integración similar a la que existe en el
cerebro, pero basada en operaciones diferentes.
Cuando mencionaba que cada pequeña porción de espacio contiene cantidades astronómicas de
información en una organización muy compleja de energía, estaba pensando en las operaciones
integradoras cerebrales y naturales. Por esta razón, el cerebro puede ser considerado como una
materialización lógica de la organización del espacio.
Si resumimos lo que hemos aprendido sobre la organización del espacio, podemos decir:
Por tanto, la materialización es un producto de la actividad del cerebro. En este sentido, un cubo
sólido es materia que observamos como un todo único, y no como diferentes planos independientes
unos de otros, o como un conjunto de puntos luminosos que difieren entre si en su luminosidad, color,
brillo o forma. Vemos un conjunto. Es más una creación nuestra que del espacio.
Nosotros somos muy similares al espacio transparente. Esta es la razón por la que vemos de la
forma en que vemos y, a causa de esto, todo lo que percibimos es nuestro reflejo. Al mismo tiempo, la
organización de nuestro cerebro es menos compleja que la organización del espacio transparente
Veremos más adelante cómo la forma en que los criterios expuestos de complejidad y
concentración de grandes cantidades de información en minúsculos cuantos de espacio, las
— 16 —
interacciones y los efectos recíprocos de una porción del espacio sobre las demás, también son
aplicables al cerebro.
— 17 —
2 LA EXPERIENCIA
Quiero comenzar este capitulo con una cita escrita por J. W. Dunne en 1927. En mi opinión, el
problema que Dunne presenta es la cuestión más importante a la que debe responder la fisiología. De
hecho, casi todo este libro esta dedicado a plantear ese problema en términos fisiológicos y a tratar de
resolverlos. Se refiere al modo en que el cerebro manipula la información y a como nace la experiencia
tras dicha manipulación. El significado de la palabra experiencia se aclara con lo que sigue:
Supongamos que usted está charlando con un visitante de cierto país cuyos habitantes son todos ciegos
de nacimiento y usted trata de explicarle lo que significa ver. Supongamos que descubre que ustedes dos
tienen mucho en común, que ambos manejan con soltura las expresiones técnicas que se emplean en las
ciencias físicas.
Sirviéndose de este terreno de comprensión mutua, usted trata de explicarle su punto de vista. Le dice
cómo, en esa pequeña cámara que llamamos ojo, ciertas ondas electromagnéticas que proceden de un objeto
distante son enfocadas en la retina, producen cambios físicos en toda la zona afectada; cómo esos cambios
están asociados con corrientes de energía nerviosa que discurren por las encrucijadas de los nervios hacia
los centros cerebrales, y como los cambios atómicos o moleculares que tienen lugar en esos centros bastan
para dar al vidente un esbozo del objeto distante.
Todo esto podría ser entendido perfectamente por su visitante. Pero seamos conscientes de algo: hay
aquí una pieza de conocimiento de la que el ciego no tiene concepción previa alguna. Es un conocimiento
que él, a la inversa de usted, no puede adquirir por si mismo mediante el proceso ordinario de la
experimentación personal. En lugar de eso, usted le ha dado una descripción enmarcada en el lenguaje de la
física, y ese sustituto ha servido para el propósito de transmitirle el conocimiento en cuestión. Pero en el
hecho de ver hay, naturalmente, mucho mas que el simple registro de un esbozo. También existe, por
ejemplo, el color. Así que usted continua con su explicación de un modelo similar al que sigue:
Lo que llamamos rojo es el resultado de unas ondas electromagnéticas de una longitud determinada;
azul es el resultado de unas ondas similares pero que difieren ligeramente en lo que se refiere a esa longitud.
Los órganos visuales están constituidos de forma que seleccionan las ondas que tienen esa disparidad de
longitud, y lo hacen de forma tal que esas diferencias son registradas finalmente por las correspondientes
diferencias que tienen lugar en los centros cerebrales.
Desde el punto de vista de su invitado ciego, esta descripción también sería enteramente satisfactoria.
Comprendería perfectamente la forma que tiene el cerebro de procesar longitudes de onda diferentes. Y si se
siente satisfecho con sus explicaciones, puede irse convencido y agradecido porque el lenguaje de la física
haya vuelto a serle útil, y porque su descripción en términos físicos le haya ayudado a saber con todo detalle
qué es lo que las otras personas llaman rojo del modo en que ellos lo saben.
Pero esta suposición sería absurda. Aunque conociera la existencia de una notable característica del
color rojo, obviamente seguiría sin conocerlo en absoluto. Y esa característica (tal vez la más misteriosa y
desde luego la más aparente de todas) es su rojez. ¿La rojez? Sí. Sin pensar siquiera en si la rojez es una
cosa o una cualidad o una ilusión o lo que sea, no hay escapatoria posible ante el hecho de que es una
característica del rojo de la que tanto usted como las demás personas videntes son conscientes y, además, su
— 18 —
visitante, sin duda alguna, no tendrá la menor idea de que usted o los demás pueden experimentar algo de
esa índole.
Si usted decide completar esa tarea que se ha fijado, aún necesita hacer algo más. Cuando se da cuenta
de esto, pasa revista mentalmente a su lista de expresiones físicas, y una breve ojeada es más que suficiente
para darse cuenta de que ninguna de las expresiones de que usted dispone le es de utilidad alguna para
describir a su huésped ciego qué es la rojez.
Tal vez pueda hablarle de partículas (nódulos, centros de inercia), y describírselas oscilando, girando,
dando vueltas, colisionando y rebotando en una complicada danza. Pero en toda esa explicación, nada le
podría servir para introducir la noción de rojez. Podría hablarle de ondas, ondas grandes, ondas chicas,
ondas largas y ondas cortas. Pero la idea de la rojez se le seguiría escabullendo.
Quizás retrocediera hacia la física más tradicional e intentara hablarle de fuerzas atractivas y
repulsivas, magnéticas, eléctricas y gravitacionales. O tal vez recurriera a la más nueva física y le hablara de
espacios no-euclidianos y de coordenadas gaussianas. Y podría seguir en esta línea hasta llegar al
agotamiento, hasta que el ciego asintiera y sonriera comprensivamente, pero es obvio que finalmente no
tendría mucha más idea que al principio de qué es lo que usted siente cuando ve una amapola en el campo.
La descripción física no puede proporcionar la información que da la experiencia. Sí, puede que la
rojez no sea una cosa, pero no cabe duda de que es un hecho. Mire a su alrededor. Es uno de los hechos más
deslumbrantes de la existencia. Le desafiá, le exige, le informa. Y el lenguaje de la física está simplemente
inadaptado ante la tarea de intentar describir ese hecho.
Es obvio que considerar la rojez como una ilusión no seria de ayuda alguna para el físico. ¿Cómo
podría la física entrar en la descripción o en la explicación de la rojez como ilusión? El universo
representado por la física es un universo descolorido, y en ese universo todos los acontecimientos
cerebrales, ilusiones incluidas, son cosas sin color. Es precisamente la intrusión del color en esa
representación, ya sea bajo el título de ilusión o cualquier otro, la que necesita ser explicada.
Una vez que usted toma conciencia de que la rojez es algo que está más allá de un conjunto de
posiciones, de un conjunto de movimientos, de un conjunto de fuerzas o de fórmulas matemáticas, entonces
no le será difícil darse cuenta de que el color no es el único hecho de esta índole. Si su hipotético visitante
fuera sordo, en lugar de ciego, no podría despertar en él la idea de cómo se oye el sonido por el mero hecho
de darle a leer libros de física. El sonido, tal como lo oímos, es un hecho (cierre este libro y escuche).
Pero en el mundo descrito por la física no se puede encontrar un hecho así. Todo lo que la física puede
enseñar es una alteración de la disposición de las partículas del cerebro, o alteraciones en las tensiones que
actúan sobre esas partículas. Y no hay catálogo alguno sobre las magnitudes y las direcciones de esos
cambios que nos sugiera la existencia en el universo de un fenómeno como el que se puede experimentar
directamente cuando se escucha el tañido de una campana.
De hecho, igual que la física no puede manejar el elemento de rojez que tiene el color rojo, asimismo
es incapaz de describir el claro sonido de una campana en un universo representado como un animado
diagrama de agrupamientos, tirones y empujones. Pero si en ese diagrama no hay nada similar al color o al
sonido, ¿qué se podría decir de fenómenos tales como el sabor o el olor?
— 19 —
Es cierto, el sonido escuchado, el color considerado como experiencia visual, o el sabor y el olfato
vividos como experiencias son diferentes y únicos en el sentido de que pertenecen a dimensiones no
contenidas en la actividad física de las neuronas, axones y dendritas, pero tienen, con bastante
seguridad, alguna relación con estas actividades. ¿Cómo es posible? ¿Cómo podemos explicar el
carácter casi mágico de la experiencia relacionándola en cierta forma con la actividad del sistema
nervioso? Estas son cuestiones que intento responder a lo largo de este libro.
— 20 —
3 CORRELATIVOS FISIOLÓGICOS DE LA CUALIDAD DE LA
EXPERIENCIA
Hace ya más de 30 años que el poderoso cerebro de Teilhard de Chardin5 explicó la evolución de la
materia, de la vida y de la conciencia como resultado de leyes según las cuales todo tendía a un mayor
grado de complejidad y de centralización.
Nuestro objetivo en este capitulo es discutir el poder que tiene esta perspectiva y explicar el modo
en que la actividad cerebral está relacionada con la calidad de la experiencia.
Perceptos
La luz, desde un punto de vista estrictamente físico, tiene una naturaleza electromagnética,
fotónica6. El sonido son los cambios en la presión del aire que se transmiten en forma de ondas,
mientras que el frio es una disminución de la energía cinética7. El mundo externo, considerado en sus
características físicas, es un caldo de energía en el que vivimos los seres humanos. No hay nada en ese
caldo que pueda parecerse, ni siquiera mínimamente, a la forma en que nosotros lo percibimos o lo
sentimos.
A causa de esta similitud, los componentes de esta actividad (los potenciales de acción, los
potenciales dendríticos, etcétera) no pueden explicar per se, las diferentes cualidades de la experiencia
subjetiva. Esas cualidades deben, por consiguiente, resultar de procesos más globales, presumiblemente
de la actividad de poblaciones neuronales.
Las poblaciones neuronales, al ser activadas por algún estímulo, desarrollan configuraciones
energéticas e informaciones como patrones específicos8 cuyas características dependen de la
5
Teilhard De Chardin, El fenómeno humano, Madrid, Taurus, 1965.
6
JHG: Esto hasta hoy es solamente una teoría.
7
JHG: La explicación más usualmente aceptada de los gradientes de temperatura usando la teoría cinética es una teoría
explicada con otra teoría, es decir, la teoría del calor se basa en la teoría cinética.
8
E.R. John, Mechanisms of Memory, Nueva York, Academic Press, 1967.
— 21 —
disposición anatómica y morfológica de los elementos que forman parte de ellos. Dicho con otras
palabras, dependen de la forma, el número y la disposición de sus contactos sinápticos, el espacio
ocupado por las arborizaciones dendríticas, la velocidad de transmisión de los impulsos nerviosos en
los axones y el tipo de sus conexiones.
Obviamente, el hecho de que un estimulo olfativo sea cualitativamente diferente de uno auditivo o
visual sólo puede ser explicado si los sistemas responsables de estas cualidades difieren de forma
sustancial entre sí. Está claro que la diferencia no puede hallarse en los elementos o en las unidades de
activación, ya que son las mismas en todos los sistemas. Vale la pena repetir que la única diferencia
fisiológica que puede ser responsable de la cualidad de las percepciones es la distribución gestáltica de
la información que discurre por una anatomía especifica en forma de flujo de energía.
Parece, por consiguiente, necesario volver a definir la Ley de Müller13. En su forma original, esta
ley afirma que la cualidad depende del lugar final de activación. Sin embargo, ahora sabemos que no es
el lugar en sí, sino más bien la construcción de una alteración específica y muy compleja de las
características del espacio-tiempo.
En este sentido, se puede esperar que una luz provoque una alteración diferente a la de un sonido,
diferente tanto en lo que se refiere a su tridimensionalidad, complejidad y nivel de cambio, como
también en la parte del cerebro donde aparece y se desarrolla. También es posible especular que todo lo
que llamamos luz, al margen de los detalles, colores y otras características de los objetos vistos,
comparte una distribución básica y común de la energía que difiere en forma general de los tipos de
configuraciones comunes y fundamentales que denominamos sonido o color, y que este fundamento
depende de una estructura genéticamente determinada presente desde el nacimiento.
Si esta afirmación es cierta, entonces la primera luz vista por un recién nacido posee la misma
cualidad básica que la luz que percibe un adulto, aunque carezca de contenido y de detalles. Lo mismo
se puede decir del sonido, del color y de las otras modalidades de la experiencia. Si esas cualidades son
distribuciones básicas y específicas de la energía, entonces la apariencia del contenido perceptual en
desarrollos posteriores surge como una complicación posterior de las distribuciones básicas.
9
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Fields and Functional Architecture in Two Nonstriate Visual Areas (18 and 19) of
the Cat, Jourmal of Neurophysiology, vol. 28, 1965, pp. 229-289.
10
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Fields and Functional Architecture of Monkey Striate Cortex, Journal of Physiol-
ogy, vol. 195, 1968, pp. 215-243.
11
E. M. Adinolfi y G. D. Papas, The Fine Structure of the Caudate Nucleus of the Cat, Journal of Comparative Neurology,
vol. 133, 1968, pp. 167-184.
12
L.C. Whitfield, Coding in the Auditory Nervous System, Nature, vol. 213, 1970, pp. 78-91.|
13
J. Muller, Elements of Physiology, Londres, Taylor & Walton, 1842.
— 22 —
Esta idea es apoyada por el hallazgo de células complejas en la corteza occipital de gatitos recién
nacidos14 y en las organizaciones neuronales que deben estar presentes para fundamentar sus respuestas
(figura 1). La cualidad de la experiencia, por tanto, no es la actividad del sistema nervioso, sino su
resultado.
Este producto es una distribución espacio-temporal de la energía que fluye como información en
regiones especificas del sistema nervioso. Sólo una diferencia global en estas distribuciones puede ser
la responsable de las diferencias cualitativas.
Figura 1. Pares de registros efectuados en un gatito de 19 días al que se le había cubierto el ojo
derecho desde que empezó a abrirlo, con un parche opaco. Cada ojo al ser estimulado recorría
el campo receptivo a una velocidad de 1° por segundo. Tamaño de los campos: 2° x 4°. Tiempo:
1 segundo (De Hubel y Wiesel)
Aunque esto sea cierto, nuestra experiencia subjetiva tiene una realidad mucho más compleja que
la de una configuración de energía. En primer lugar, como perceptores que somos estamos separados de
14
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Cells in Striate Cortex of Very Young, Visually Inexperienced Kittens, Journal of
Neurophysiology, vol. 26, 1963, pp. 994-1 002.
— 23 —
lo que percibimos en el sentido de que podemos hablar sobre ello, de pensarlo e incluso de intentar
comprender su base fisiológica. En segundo lugar, esta separación de nuestras percepciones nos
permite manejar su contenido y sus características cuando no están presentes.
Estas operaciones son llevadas a cabo mediante la reducción de toda la complejidad de los
perceptos a lenguajes que describen sus características generales. Estas descripciones no tienen por qué
ser palabras ni vocalizaciones, pueden ser gestos o cualquier otro código. Llamaremos a esos códigos
descriptos.
Desde un punto de vista neurofisiológico, esto significa que el cerebro humano tiene la capacidad
de separarse de sus distribuciones globales de energía. Esta capacidad nos lleva a la conclusión de que,
mediante algunas interacciones especiales y circuitos lógicos, las distribuciones holísticas de energía
(los perceptos) son sentidos y reducidos a códigos que las representan (los descriptos). Estas tareas de
inclusión y reducción son llevadas a cabo mediante procesos que podemos llamar operaciones de
inclusión.
Tal vez otras transformaciones entre distribuciones de energía y una experiencia perceptual
dependan de la actividad de esas operaciones de inclusión, por lo que se precisa de su comprensión
fisiológica. Antes de proseguir, examinemos el funcionamiento de los circuitos perceptuales y la
importancia de los circuitos de convergencia, contrapartida fisiológica de las operaciones de inclusión.
Se han detectado al menos cuatro tipos diferentes de células en la corteza visual del gato15. El
primer tipo es conocido como células simples y se encuentra fundamentalmente en el área visual 17
(corteza visual primaria). Su campo puede ser concéntrico o alargado. La posición y la orientación del
estímulo en la retina es determinante para esas neuronas.
El segundo tipo consiste en células complejas que responden de forma similar a la de las células
simples y se hallan en la misma área 17 y en la adyacente 18 (corteza visual secundaria), pero sus
campos son más largos y no tienen forma concéntrica, por lo que su respuesta no depende de la parte
del campo estimulada. Es muy probable que estas células complejas reciban información convergente
de las células simples. Al menos, esta es la explicación más satisfactoria de la similitud de respuesta y
de aumento de tamaño de sus campos receptivos.
El tercer tipo de células son las unidades hipercomplejas de bajo orden encontradas en las áreas 18
y 19 (corteza visual terciaria). Responden, como células complejas que son, a un corte, a un borde o
15
U. T. Eysel y O. J. Grusser, Neurophysiological Pattem Recognition in Biological and Technical Systems, Nueva York,
Springer-Verlag, 1979.
— 24 —
una barra oscura, pero la longitud del estimulo tiene una importancia determinante. El estimulo óptimo
es una linea con una orientación concreta que se encuentra dentro de una determinada región de la
retina. Los estímulos similares que se encuentran situados en porciones adyacentes se inhiben. Las
respuestas de estas células pueden explicarse suponiendo que de las células complejas surjan circuitos
convergentes y que unos faciliten y otros inhiban sus respuestas.
El cuarto tipo de células son las unidades hipercomplejas de alto orden. Sus respuestas se asemejan
a las encontradas en las unidades inferiores, pero difieren en la respuesta que presentan a la linea en
una de dos orientaciones separadas 90 grados. Se encuentran fundamentalmente en la corteza terciaria
y, al igual que las células de orden inferior, responden de forma óptima a estímulos que se mueven
direccionalmente. El tamaño de los campos receptivos de las células de orden superior es mucho mayor
que el de las inferiores y su respuesta no varía según cual sea la parte del campo que se estimule.
En general, las células de orden superior se comportan como si recibieran sus estímulos de un gran
número de células de orden inferior. La independencia de su respuesta en relación con la localización
del estimulo en sus campos receptivos significa que estas neuronas no son influidas por dicha
localización. Este hecho puede ser explicado asumiendo que las neuronas que responden a estímulos
complejos pero que se encuentran situadas en alguna parte de la retina convergen en esos campos. Se
supone que las células simples reciben información convergente de las células concéntricas en el
cuerpo geniculado del tálamo.
Las células complejas reciben información convergente de las células simples; asimismo, las
células hipercomplejas de bajo orden la reciben de las células complejas, y las células hipercomplejas
de alto orden lo hacen de las células hipercomplejas de orden inferior.16 Estos circuitos de alta
convergencia explican el incremento de tamaño de los campos sensoriales.
Esta concentración de la información tal vez tenga lugar a expensas de complicar los patrones
neuronales de respuesta en las unidades de alta convergencia. Esto es igualmente cierto cuando se
analiza la corteza auditiva, especialmente en lo que se refiere a las unidades que tienen una secuencia
de tonos como secuencia óptima de respuesta.17
Los circuitos convergentes son también la base de la actividad de las estructuras polisensoriales y
se ha demostrado que su participación en operaciones complejas y de aprendizaje puede ser
16
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Fields and Functional Architecture of Monkey Striate Cortex, Journal of Physiolog,
vol. 195, 1968, pp. 215-243.
17
I. C. Whitfield, Coding in the Auditory Nervous System, Nature, vol. 213, 1970, pp. 78-91.
— 25 —
importante18, 19. La actividad de un circuito convergente implica la activación o la modulación de una
cantidad reducida de unidades guiadas por grandes cantidades de elementos que en ellas convergen. En
la activación de un entramado convergente se lleva a cabo una reducción de la información; una
reducción que supone la inclusión de información de un gran número de canales en un número menor.
La capacidad de las regiones temporal y parietal del cerebro humano para mostrar un código
análogo en forma de idénticos potenciales provocados por formas geométricas diferentes, pero con el
mismo significado20, es una demostración fisiológica indirecta de la existencia de dichos circuitos. Los
perceptos son el producto de amplias poblaciones de neuronas capaces de construir distribuciones
tridimensionales de energía (tetradimensionales si tenemos en cuenta al tiempo), pero esta información
global es manejada en parte por la actividad de los circuitos de convergencia que son más específicos y
selectivos.
Desde este punto de vista, la idea de Teilhard del universo como sistema de complejidad y
centralización crecientes es un reflejo de esa construcción y fisiología del cerebro. De igual forma que
un descripto difiere de otro en lo que se refiere a su poder de inclusión y de generalización, los circuitos
de convergencia difieren en su jerarquía. En este sentido, podemos hablar de niveles de convergencia,
cada uno de los cuales es más inclusivo y potente que el otro. Los descriptos, el lenguaje y el
pensamiento abstracto en general deben ser el resultado de diferentes niveles jerárquicos de
convergencia, el último de los cuales es posiblemente la conciencia del yo.
18
J. Grinberg-Zylberbaum, M. B. Carranza, C. V. Cepeda, T. C. Vale y N. N. Stienherg, Caudate Nucleus Stimulation Im-
pairs the Process of Perceptual Integration, Psychology and Behavior, vol. 12, 1975, pp. 913-918.
19
J. Grinberg-Zylberbaum, Retrieval of Learned Information. A Neurophysiological Convergence Divergence Theory,
Joumal of Theoretical Biology, vol. 56, 1976, pp. 95-110.
20
J. Grinberg-Zylberbaum y E. R. John, Evoked Potentials and Concept Formation in Man, Physiology and Behavior, núm.
27, 1981, pp. 749-751.
— 26 —
4 PATRONES COMPUESTOS Y UNIDAD DE LA EXPERIENCIA
Otros procesos son la capacidad de aprender, de imaginar y, en general, todos los llamados
procesos cognitivos. Si empleamos un descripto en lugar de una representación perceptual, esto supone
que el descripto se transforma en un producto reducido e inclusivo de dicha representación. La
transformación percepto-descripto es un resultado evolutivo de la necesidad del cerebro de manejar
grandes cantidades de información.
El modo en que tiene lugar esta transformación sigue siendo un tema bastante controvertido.
Konorski21 pensaba que los perceptos eran transformados por los circuitos convergentes y
representaban una activación de un tipo especifico de neuronas que denominaba unidades gnósticas.
Cada unidad gnóstica representaba una percepción unitaria completa. El lenguaje, el pensamiento
y la abstracción eran para Konorski operaciones realizadas como resultado de interrelaciones complejas
entre estas unidades. La concepción de Konorski del funcionamiento del cerebro era jerárquica.
Pensaba que había niveles de abstracción creciente representados por la actividad de circuitos
convergentes que extraían más y más información abstracta hasta que se activaba una unidad
conceptual (gnóstica).
21
J. Konorski, Integrative Activity of the Brain, Chicago, University of Chicago Press, 1967.
22
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Fields and Functional Architecture in Two Nonstriate Visual Areas (18 and 19) of
the Cat, Journal of Neurophysiology, vol. 28, 1965, pp. 229-289.
23
D. H. Hubel y T. N. Wiesel, Receptive Fields and Functional Architecture of Monkey Striate Cortex, Jourmal of Physiol-
ogy, vol. 195, 1968, pp. 215-243.
— 27 —
Sin embargo, siguen existiendo enormes dificultades teóricas, experimentales y de introspección
que hacen que sea casi imposible mantener esa extrapolación, ya que, al menos teóricamente, un
sistema constituido por unidades gnósticas que detectaran percepciones unitarias únicas precisaría más
neuronas para funcionar que las que existen en el cerebro.
Es más, la forma en que tiene lugar esta experiencia depende no solo de qué neuronas son
activadas, sino también de los patrones de respuesta que desarrollan.25 La experiencia introspectiva se
relaciona con el modo en que percibimos un objeto constante al margen de los movimientos del ojo que
realizamos. El hecho de que un objeto-estímulo se identifique con características constantes, incluso
cuando son activados conos y bastoncillos totalmente diferentes, significa que ni los receptores
espacialmente localizados, ni las neuronas activadas en las estructuras centrales, son responsables de
esa constancia. El responsable es el patrón único de respuesta neuronal que produce.
La posibilidad de que la misma unidad gnóstica sea activada por dichos cambios es obviamente
mínima. Por tanto, los procesos reductores e inclusivos responsables de la apariencia del descripto y de
la unificación de la activación neuronal dispersa en una abstracción simple deben tener un correlativo
fisiológico algo distinto de la simple activación de una neurona altamente jerarquizada (unidad
gnóstica).
La relación posible podría ser la activación de los complejos patrones neuronales de respuesta. Aún
no se conocen las características y correlaciones de estos patrones hipotéticos, por lo que es preciso
hacer un análisis teórico de los mismos. En las secciones siguientes discutiremos los posibles modos de
actuación.
En primer lugar analicemos algunos correlativos del aprendizaje con la esperanza de que este
análisis nos acerque un poco más a la solución. Desde un punto de vista conductista, el aprendizaje se
describe como una modificación conductual basada en la asociación entre dos estímulos o entre un
estímulo y una respuesta.
24
E. R. John, Mechanisms of Memory, Nueva York, Academic Press, 1967.
25
E. R. John, comunicación personal, 1974.
— 28 —
A. Asociación estímulo-respuesta
Desde un punto de vista puramente neurofisiológico, las afirmaciones anteriores son una
simplificación excesiva. Ni el estimulo ni la respuesta son asociados como tales por el mero hecho de
que no existen fuera del cerebro. Dentro del cerebro se encuentran los antecedentes de las respuestas
abiertas a las activaciones perceptuales y las consecuencias abstractas con las que se asocian.
Cuando tiene lugar una respuesta motora, se construye un programa abstracto sobre las acciones
motoras futuras.27 Este programa se siente como un todo a partir de la información que se recibe de la
situación presente por parte de los músculos involucrados en esa respuesta y del patrón interno de su
situación futura. El programa, sea cual sea, se transforma en la activación dispersa y compleja de una
vasta población de unidades motoras guiadas indirectamente por la activación dispersa de las células
piramidales de la corteza motora.
Incluso el acto motor más simple precisa una secuencia compleja de activación de las células
piramidales (por ejemplo, la flexión de un dedo o de una pierna). Aún es más compleja la activación
precisa para llevar a cabo tareas tales como escribir o tocar un instrumento musical.
El análisis introspectivo nos muestra que ordenamos nuestra conducta motora como si fuera una
unidad separada y distante de nuestra activación piramidal y de las neuronas motoras o de los patrones
de respuesta de los axones eferentes. Solo tenemos que pensar en un movimiento y la orden resultante
se transforma en contracciones musculares como si nuestra orden voluntaria hubiera tenido lugar en
otros niveles eferentes. ¿Cómo podemos explicar esos hechos? ¿Cómo puede ser transformada una
orden unitaria de movimiento en una activación motora compleja y coordinada? ¿Y dónde se encuentra
la localización anatómica de dicha orden?
26
J. Grinberg-Zylberbaum, Retrieval of Learned Information. A Neurophysiological Convergence-Divergence Theory, Jour-
nal of Theoretical Biology, vol. 56, 1976, pp. 95-110.
27
A. Luria, El Cerebro en Acción, Barcelona, Fontanella, 1974.
28
J. Grinberg-Zylberbaum, M. B. Carranza, C. V. Cepeda, T. C. Vale y N. N. Stienherg, Caudate Nucleus Stimulation Im-
pairs the Process of Perceptual Integration, Psychology and Behavior, vol. 12, 1975, pp. 913-918.
29
J. Grinberg-Zylberbaum, R. Prado-Alcalá y H. Brust-Carmona, Correlation of Evoked Potentials in the Caudate Nucleus
and Conditioned Motor Responses, Psychology and Behavior, vol. 10, núm. 6, 1975, pp. 1005-1009.
— 29 —
Pero incluso si esas estructuras anatómicas son la sede de las órdenes motoras abstractas, la
cuestión sigue siendo cómo esa orden es traducida en una activación compleja de neuronas motoras. Si
una población neuronal activa (neuronas del primer nivel) envía axones convergentes a una población
menos numerosa de neuronas (neuronas del segundo nivel), su respuesta dependerá de la frecuencia,
secuencia y ritmo de los potenciales de acción de los axones de las neuronas del primer nivel.
Llamemos patrones del primer nivel a los potenciales de acción de esos axones. Los patrones que
resultan de estas poblaciones neurales del primer nivel originan patrones complejos de respuesta en las
neuronas del segundo nivel cuando convergen con ellas. A estos resultantes los llamaremos patrones
compuestos del segundo nivel. Estos compuestos son combinaciones no lineales de los del primer
nivel.30
Volvamos al problema de la conversión de una orden motora en una vasta activación de células
piramidales. Si pensamos en los circuitos de divergencia que funcionan de forma opuesta a los circuitos
de convergencia, podemos extraer una posible solución. Si una población de neuronas del segundo
nivel (interconectadas mediante circuitos de divergencia con una población más numerosa de neuronas
del primer nivel) es activada por un patrón compuesto, y si esos circuitos de divergencia tienen la
organización adecuada, los patrones compuestos pueden provocar la activación de patrones sencillos en
el primer nivel.
De esta forma, la activación de caminos aferentes puede ser el resultado de la actividad de los
circuitos de divergencia activados por patrones surgidos de las neuronas del segundo nivel, y los
patrones compuestos del segundo nivel serían el resultado de la actividad de circuitos de divergencia
provenientes de neuronas del tercer nivel, donde algún patrón eferente de nivel superior podría estar
fisiológicamente relacionado con la orden original del movimiento abstracto.
Este patrón eferente de alto nivel podría entonces abrir los circuitos de divergencia de forma
especifica hasta que tuviera lugar la activación de una vasta población de células piramidales dispersas.
Cuando llegan a los circuitos espinales, los patrones activan circuitos espinales reflejos, lo que provoca
los movimientos.
Desde el punto de vista aferente, de entrada de la información, una organización convergente tiene
mayor capacidad para producir un patrón compuesto muy jerarquizado (patrón compuesto aferente)
combinando patrones simples (resultantes de los circuitos convergentes) para generar patrones
compuestos cada vez mas complejos hasta que el último se transforme en una descripción codificada
específica de una activación de grandes poblaciones de elementos.
30
F. Morfell, Electrical Signs of Sensory Coding, The Neurosciences, Massachussetts, MIT Press, 1964.
— 30 —
los patrones convergentes aferentes de alto nivel puedan ser los mismos patrones compuestos eferentes
capaces de activar las neuronas del tercer, segundo y primer nivel.
De esta forma, una respuesta motora bien aprendida, y que aparece cuando se presenta un
estímulo, podría ser el resultado de al menos tres operaciones diferentes: primero, una transformación
de la información que llega en un patrón aferente compuesto de alta convergencia; segundo, una
activación de un patrón compuesto eferente, y tercero, la activación de los circuitos de divergencia
hasta un punto en que se consiga la estimulación neuronal del primer nivel (nivel moto-neuronal).
Los actuales procesos de aprendizaje serían entonces el desarrollo de los dos patrones compuestos
y sus interacciones (ver la siguiente sección). La unidad abstracta de los perceptos y de las órdenes
motoras podría provenir de la correlación en la apariencia de estos patrones compuestos.
B. Asociación estímulo-estímulo
Las asociaciones estímulo-estímulo más comunes, en lo que a los seres humanos se refiere, son las
relacionadas con el aprendizaje palabra-percepto. Cuando se le presenta a un niño pequeño un objeto-
estímulo y se pronuncia una palabra al mismo tiempo, se forma muy pronto una asociación. Como
resultado de esa asociación, el niño puede realizar diferentes operaciones:
El hecho de que un patrón auditivo (palabra-descripto) establezca una interacción con uno visual
(objeto-estímulo-percepto) significa que esta interacción tiene que suceder en circuitos o estructuras
capaces de ser activadas por ambos patrones. Hay lugares bien conocidos en los que es posible que
tengan lugar dichas interacciones entre señales aferentes de modalidad diferente: Son las llamadas
estructuras polisensoriales.
Una observación que concuerda con esta conclusión es el hecho de que las alteraciones en las
estructuras polisensoriales deterioran el aprendizaje sensorial. Las neuronas polisensoriales responden a
diferentes patrones cuando se presentan dos estímulos de diferentes categorías.31 Cuando esos dos
estímulos son asociados, desarrollan un patrón combinado de respuesta que suele ser una combinación
31
F. Morfell, Electrical Signs of Sensory Coding, The Neurosciences, Massachussetts, MIT Press, 1964.
— 31 —
no lineal de los dos patrones aislados. Es más, una vez que la asociación ha sido bien aprendida, el
patrón combinado surge de estas estructuras cuando se presenta uno de los dos estímulos.
Si el mismo proceso tiene lugar entre dos patrones compuestos, entonces el íntimo mecanismo
psicofisiológico responsable del aprendizaje estímulo-estímulo es el desarrollo de los patrones
combinados de respuesta en las neuronas polisensoriales.
Esta información necesaria debe a su vez contener la frecuencia, ritmo y secuencia de los patrones
combinados compuestos para operar asimismo como un patrón compuesto de segundo o tercer nivel.
En ese sentido, la actual duplicación de la representación neuronal y la palabra hablada tienen, como
antecedente común, un patrón compuesto. Sin embargo, la palabra constituye un caso especial. Siempre
es una reducción o un proceso inclusivo, del mismo modo que lo es un patrón compuesto, esto es, al
hablar transformamos procesos cognitivos muy complejos en códigos que representan una instancia de
comunicación culturalmente dependiente.
Esto no quiere decir, por lo menos en el caso de los adultos, que cuando escuchamos un descripto
imaginamos el objeto; sólo quiere decir que el descripto puede interactuar con los patrones compuestos
asociados previamente con él. El descripto tiene antecedentes similares a los asociados con las órdenes
motoras. Esos antecedentes son las ideas (patrones compuestos) que son sentidas internamente como
unidades posteriormente transformadas en secuencias complejas de acciones motoras (las palabras
habladas). Esas transformaciones pueden ser similares a las necesarias para transformar una orden
motora en una activación moto-neuronal.
— 32 —
C. Procesos de imaginación
Cuando imaginamos un objeto como resultado de escuchar el descripto que lo representa,
transformamos el patrón auditivo activado por el descripto en una duplicación casi exacta de la
activación neuronal originalmente activada cuando vimos el objeto, lo que coincide con la evidencia
experimental que muestra la aparición de potenciales provocados de perfiles de onda similares al ver
una figura geométrica o al imaginarla.32
¿Cómo se traduce un descripto para dar lugar a un percepto imaginado? Una forma de explicarlo
consiste en suponer que el patrón auditivo eferente se transforma en un patrón compuesto que alcanza
las estructuras polisensoriales y activa un patrón combinado que, a su vez, duplica la activación
neuronal visual excitada originalmente por el objeto mediante la activación de los circuitos de
divergencia. Esta transformación percepto-imaginado-descripto no es más que uno de los numerosos
procesos de la imaginación.
Otro es la aparición de un percepto imaginado sin que estén presente ni descriptos ni sonidos, sino
estímulos de otras modalidades (olores, impresiones táctiles, etcétera). Esto implica que una simple
imagen puede ser evocada por varios estímulos que activen presumiblemente patrones combinados
similares, capaces de abrir los mismos circuitos de divergencia de modo que pueda aparecer una
activación neuronal simple que dé origen a la misma imagen.
Según esto, se puede predecir la existencia de patrones invariables de respuesta neuronal evocada
por estímulos físicos diferentes pero con un significado común; por ejemplo, los diferentes tamaños de
una letra. Esta predicción ha sido confirmada por los investigadores33 (ver capitulo 6). Obviamente, la
aparición de una imagen común activada por estímulos diferentes es un caso particular del proceso más
familiar en el que se descubre el significado común que comparten perceptos diferentes.
Tal vez ese significado abstracto pueda relacionarse con la aparición de patrones compuestos
combinados sin la activación de los circuitos de divergencia. Las operaciones perceptuales comunes
realizadas a partir de la información visual y táctil que se observan en los experimentos de sustitución
de estímulos34 concuerdan con esta hipótesis.
Volviendo a cómo puede sentirse como unitaria la activación neuronal dispersa, podemos postular
que esto sucede cuando la activación dispersa se reduce a un patrón compuesto de respuesta de los
circuitos neuronales de las estructuras polisensoriales, los cuales guardan ciertas relaciones:
32
R. N. Herrington y P. Schneidau, The Effect of Imagery on the Visual Evoked Response, Experientia, vol. 24, 1968, PP.
1136-1137.
33
J. Grinberg-Zylberbaum, M. B. Carranza, C. V. Cepeda, T. C. Vale y N. N. Stienherg, Caudate Nucleus Stimulation Im-
pairs the Process of Perceptual Integration, Psychology and Behavior, vol. 12, 1975, pp. 913-918.
34
Y. Bach y P. Rita, Neural Substrates of Sensory Substitution, Pattem Recognition in Biological and Technical Systems,
Nueva York, Springer-Verlag, 1971.
— 33 —
1. El patrón compuesto no es el percepto, sino sólo la manipulación abstracta del mismo.
2. El percepto presente debe estar relacionado con la activación gestáltica de vastas poblaciones
neuronales.
3. Todas las interacciones entre modalidades sensoriales diferentes tienen lugar en el nivel de
patrones compuestos, incluso las asociaciones de los procesos de aprendizaje.
6. Si 150 milisegundos es el tiempo necesario para la extracción del significado abstracto, ésta
debe ser la duración del patrón compuesto combinado. Es un tiempo suficiente para la aparición
de cantidades casi infinitas de patrones diferentes. Si cada uno de los patrones caracteriza un
percepto sencillo, entonces no existe el problema de la cantidad ya discutido en el caso de las
unidades gnósticas.
Si tanto el percepto evocado por un objeto-estímulo real como la imagen evocada por un descripto
son el resultado de la misma activación de una vasta población de neuronas, ¿por qué sentimos uno de
ellos, el percepto, como proveniente del mundo externo y el otro, la imagen, del mundo interno? En
otras palabras, si ambos tienen lugar en el cerebro, ¿por qué sentimos que los perceptos pertenecen a
algo externo a nosotros?
El tratamiento filosófico y psicológico de este problema ha sido una preocupación constante del
hombre desde Aristóteles hasta Jean Paul Sartre. Sin embargo, ni la psicología ni la filosofía pueden
35
J. Grinberg-Zylberbaum y E. Tabachnick, Actividad Cerebral y Cambios Gravitacionales, Segundo Congreso Mexicano
de Psicología, 1979.
36
E. R. John, Mechanisms of Memory, Nueva York, Academic Press, 1967.
— 34 —
decirnos lo que sucede en el cerebro durante esos procesos. Especulemos sobre la respuesta fisiológica
posible.
La objeción más seria a las unidades gnósticas de Konorski lleva implícita esta paradoja. Si una
simple neurona representa una percepción unitaria compleja, esta unidad debe ser la que percibe. Para
mantener este punto de vista con rigor, debemos afirmar que una simple célula tiene plena conciencia.
Obviamente, esto es insostenible37.
Por otro lado, afirmar que un patrón compuesto representa un percepto o que un hipotético
mecanismo neuronal decide si ese percepto ha de ser exteriorizado o interiorizado, precisa la existencia
de un sensor al que sea enviada la información y que sea, por tanto, responsable del fenómeno
perceptual. Soy totalmente consciente de que esta idea está tan abierta a las objeciones como la
concepción de las unidades gnósticas, por lo que quiero explicar mi posición respecto a ese problema.
37
JHG: ¿En verdad es tan insostenible? ¿Por qué podría ser realmente tan imposible que una célula tenga plena conciencia
de sí misma y de su entorno, tal y como lo hacemos los seres humanos? ¿Por su tamaño? ¿Por su cantidad de células?
¿Desde cuándo alguna de esas dos características determina el grado de conciencia? Por otra parte, ¿por qué siempre
hablamos de “grados de conciencia” y nunca hablamos de “tipos de conciencia”?
— 35 —
En primer lugar, la concepción de un observador que reciba impresiones perceptuales, un
observador dentro del sensor, implica la existencia de un yo independiente o, al menos, separado de
esas impresiones. En realidad, todos los procesos, activaciones y respuestas del cerebro suponen la
existencia del yo, por lo que la localización de este yo en una zona restringida, unidad o retículo, es un
error de concepto.
Sin embargo, el análisis psicológico muestra que este yo no tiene acceso a todas las actividades
que forman parte de él, y que el yo es sencillo, como una unidad separada del resto de estas actividades.
Por tanto, hay una contradicción entre la concepción holística y la sensación fenomenológica
introspectiva del yo. Tratemos de resolver esa contradicción y al mismo tiempo también intentemos de
resolver la paradoja del observador dentro del sensor.
Cuando tiene lugar una activación compleja de las neuronas del área sensorial cortical primaria,
esa activación se transforma en un percepto. Esta transformación implica la creación de la cualidad de
la experiencia. El modo en que esto sucede y los pasos que existen entre la activación neuronal
holística y el desarrollo de la cualidad será analizado posteriormente. Lo que implica es el reajuste de
una disposición fundamental espacio-temporal.
La activación dimensional en un patrón compuesto complejo carece de cualidad por sí misma, pero
es un mecanismo evolutivo lo que permite la manipulación abstracta de enormes cantidades de
información de forma reducida y económica. El yo debe estar relacionado con esta concentración de
información cuando los elementos que lo componen forman un todo. En otras palabras, cuando se
transforman, como resultado de la activación de un cierto nivel de inclusión, activaciones gestálticas
relacionadas con todas las modalidades sensoriales originan patrones compuestos capaces de
interaccionar, entonces esas instrucciones, los patrones compuestos y las activaciones gestálticas
originan una unidad del conjunto: el yo.
Visto de este modo, no es que exista un observador dentro del sensor, sino más bien que el sistema
considerado como un todo es ambos de manera simultánea. Obviamente, esta es solo una respuesta
parcial, pero sus fundamentos son al menos susceptibles de comprobación experimental, esto es, la
búsqueda e investigación de los hipotéticos patrones compuestos y sus interacciones.
Es un hecho bien conocido que hay interacciones recíprocas entre los perceptos y los descriptos.38
Las operaciones perceptuales (acuidad, detalle, discriminación) están íntimamente relacionadas con el
desarrollo del lenguaje, y el lenguaje se desarrolla como producto de las operaciones perceptuales.39, 40
La existencia de esas interacciones recíprocas supone que las operaciones fisiológicas responsables de
38
A. Luria, El cerebro en acción, Barcelona, Fontanella, 1974.
39
J. Konorski, Integrative Activity of the Brain, Chicago, University of Chicago Press, 1967.
40
A. Luria, El cerebro en acción, Barcelona, Fontanella, 1974.
— 36 —
la aparición de los descriptos (patrones compuestos y circuitos de convergencia) pueden cambiar el
estado fisiológico de las poblaciones de neuronas responsables de la aparición de los perceptos.
Este cambio tiene que suceder tras los primeros cientos de milisegundos transcurridos desde la
presentación del objeto-estímulo, y ése es el tiempo necesario para que surja un patrón compuesto que
cambie el percepto evocado por el objeto-estímulo aun presente.
Si consideramos los descriptos como una forma abstracta de manejar la información perceptual,
podemos suponer que todas las transformaciones abstractas de la información están relacionadas con la
41
J. Grinberg-Zylberbaum y F. Tabachnick, Actividad cerebral y cambios gravitacionales, Segundo Congreso Mexicano de
Psicología, 1979.
— 37 —
reducción de los patrones y que son la continuación de los procesos asociados con la actividad de los
circuitos de convergencia.
En este capitulo consideraremos con más detalle la actividad de esos circuitos de convergencia,
llegando a afirmar que el yo es el proceso de abstracción definitivo, el que no puede ser reducido
porque en su seno tiene lugar la reducción final de la información.
42
Gregory J. Chaitin, Randomness and Mathematical Proof, Scientific American, vol. 232, núm. 5, 1975, pp. 45-57.
— 38 —
pero que, al mismo tiempo, contiene la información necesaria para
reconstruir la información original.
La reducción de la información que llevan a cabo los circuitos de convergencia del cerebro son
algoritmos neuronales. En los primeros pasos de manipulación de la información sensorial aferente, los
algoritmos no son programas mínimos. Aunque representan un conjunto de mensajes que contienen en
forma reducida grandes cantidades de información, aún pueden ser reducidos a otros algoritmos. Estos
nuevos algoritmos son parte de un programa de inclusión. Para clarificar esta idea, tomemos de nuevo
el ejemplo de Chaitin.
En el cerebro del amigo planetario, la ecuación de Euler basta para reconstruir las tablas
trigonométricas. Al mismo tiempo, la ecuación de Euler, como algoritmo que es, forma parte de una
inclusión, esto es, de las matemáticas con todos sus procesos y fórmulas. La operación de las células
simples, complejas e hipercomplejas son otro ejemplo.
Uno de los aspectos mas interesantes del tema que estamos tratando es que puede ser sometido a
control experimental. Se pueden realizar al menos dos tipos diferentes de experimentos, uno de los
cuales consiste en registrar los patrones neuronales de células simples y complejas de orden inferior y
43
W. Penfield, Studies of the Cerebral Cortex of Man. A Review and an Interpretation, en Brain Mechanisms and Conscious-
ness, Charles C. Thomas Publisher, 1954.
— 39 —
células hipercomplejas de orden superior durante la presentación de estímulos visuales para ver si el
patrón obtenido de estas últimas células contiene, en forma de algoritmo, los patrones de una célula
simple.
En algunos gatos resultó posible estimular directamente uno de los dos tipos de comportamiento.
Aunque esta evidencia no fue concluyente, indicó que la información manejada en una estructura
polisensorial altamente convergente puede afectar y activar una reacción compleja en el animal.
Hay diferentes niveles de realidad, cada uno de los cuales difiere en su capacidad de algoritmizar
la información. En una serie algorítmica como la que posiblemente acompaña a la actividad de los
circuitos de convergencia, la información que no esté relacionada en uno de los niveles lo estará en el
siguiente. Como la conciencia se caracteriza por operaciones en las que se extraen relaciones entre
partes de la información, la naturaleza algorítmica de los procesos neuronales comparte una
organización y una dinámica comunes con la activación de la conciencia.
Es más, desde los tiempos de Buddha se ha empleado una técnica para la expansión de la
conciencia que consiste en el desarrollo de la capacidad de autoalusión.45 Esta técnica supone la
observación del propio yo en el presente, integrando la totalidad del yo en las observaciones. Esta
totalidad se logra incorporando sus elementos a un nuevo todo que a su vez se observa. Esta técnica
contemplativa autoalusiva es de hecho un desarrollo algorítmico. Buddha la enseñó en un famoso
discurso conocido como el Maha Satipatthana Sutta, que quiere decir “el establecimiento de la
conciencia”. Buddha consideraba esta técnica como la mejor para conseguir la plenitud del Ser. La
introducción (uddeso) del Satipatthana Sutta46 dice:
44
A. Riefkohl, observaciones sin publicar.
45
E. M. Adinolfi y G. D. Papas, The Fine Structure of the Caudate Nucleus of the Cat, Journal of Comparative Neurology,
vol. 133, 1968, pp. 167-184.
46
JHG: Una versión completa, en inglés, del Satipatthana Sutta se puede consultar en tipitaka.org. 22/mayo/2021.
— 40 —
respondieron, “Venerable señor”. El Ungido les habló entonces así: Esta
es la única senda, oh bhikkhus, para la purificación de los seres, para ir
más allá del pesar y de los lamentos, para que se extingan el dolor y el
sufrimiento, para caminar por la senda de la verdad, para la realización
del Nibbana, esto es, los cuatro pilares de la atención. ¿Cuáles son? Son
así, oh bhikkhus, un bhikkhu medita ardientemente, con comprensión
cuidadosa y correcta conciencia, observando el cuerpo en el cuerpo,
eliminando el ansia y la pesadumbre de este mundo de mente y materia;
medita ardientemente, con comprensión cuidadosa y correcta conciencia,
observando los sentimientos en los sentimientos, eliminando el ansia y la
pesadumbre de este mundo de mente y materia; medita ardientemente,
con comprensión cuidadosa y correcta conciencia, observando la mente
en la mente, eliminando el ansia y la pesadumbre de este mundo de
mente y materia; medita ardientemente, con comprensión cuidadosa y
correcta conciencia, observando Dhamma en Dhamma, eliminando el
ansia y la pesadumbre de este mundo de mente y materia.
Este hermoso ejemplo es una técnica algorítmica de hace al menos 2 500 años. Su base es la
suposición de que el observador es el que unifica la información y actúa por consiguiente como uno de
los más potentes mecanismos de inclusión. En capítulos posteriores analizaremos con mas detalle la
importancia y las operaciones del observador y su relación con los procesos algorítmicos.
6 EL PRESENTE
La sensación del presente tiene un carácter tan sutil que en un análisis puramente introspectivo
puede parecer que no existe o que es un sentimiento eterno y permanente. En el primer caso, cuando
hablamos sobre el presente, estamos siempre hablando de un acontecimiento pasado. Por esto, el
próximo presente se hará pasado en el momento en que llegue el nuevo presente. El segundo caso se da
cuando somos capaces de olvidar el tiempo y vivir una vida totalmente existencial. En este sentido, el
presente dura siempre. Sin embargo, si recordamos el tiempo, entonces el presente se hace algo de
carácter casi infinitesimal. Por tanto, el presente puede ser nada o todo. ¿Existe en realidad? Y si es así,
¿cuáles son sus características?
Si aceptamos que una experiencia se encuentra relacionada con una distribución muy compleja de
energía dentro del cerebro y que necesita un tiempo para desarrollarse, podemos afirmar que, en
relación con ese tiempo, existen un número finito de interacciones entre los elementos neuronales. En
una determinada etapa del desarrollo de las interacciones surgen la experiencia y el presente. El
presente no depende por tanto de una parte del cerebro sino de su totalidad.
— 41 —
El número necesario de interacciones puede tener lugar en tiempos o con velocidades diferentes.
Por consiguiente, el presente tiene una duración. El presente es como una transformación cuántica, no
es continua al principio. Por tanto, el presente es el número necesario de interacciones que dan origen a
la experiencia. Ya que la velocidad de la interacción varía, la duración del presente varía de igual
manera. A este respecto, una imagen visual necesita 50 milisegundos de actividad neuronal para
aparecer (duración del presente para la imagen visual), mientras que la experiencia de un sonido precisa
20 a 30 milisegundos (duración del presente para el sonido).
Consideremos dos ejemplos extremos: supongamos, en primer lugar, que la duración visual del
presente no fuera de 50 milisegundos sino de un microsegundo. El mundo sería para nosotros
completamente diferente. Tal vez no veríamos una mesa, o un árbol, o un ser humano, sino una
constelación de electrones, átomos o moléculas cambiando de posición. Ahora, supongamos que la
duración del presente fuera de un año. En lugar de ver seres humanos moviéndose de un lugar de la
habitación a otro, desapareciendo en uno y apareciendo en otro, veríamos como momento presente
todas las huellas de los movimientos, como si se tratara de un cuerpo tetradimensional. Si el presente
durara un millón de años, veríamos una gran parte de la historia del universo como si fuera un
acontecimiento simultáneo, pero no podríamos ver las estrellas. Galaxias enteras aparecerían ante
nosotros como cuerpos unitarios en movimiento e interacción con otros. Nuestro nivel de conciencia
perceptual estaría entonces asociado con una propiedad emergente nueva. Por tanto, desde ver
electrones estáticos en un mundo carente de objetos (con una duración muy breve del presente) hasta
percibir universos completos como cuerpos en interacción (con una duración muy larga del presente),
nuestra conciencia perceptual variaría con la duración de esos cambios.
La creación o activación de un nuevo nivel jerárquico, mas inclusivo y con mayor capacidad
algorítmica, implica necesariamente un nuevo orden temporal de actividad. Si la experiencia cambia
con la activación de un nuevo nivel jerárquico, más inclusivo y con mayor capacidad algorítmica,
implica necesariamente un nuevo orden temporal de actividad. Si la experiencia cambia con la creación
de un nuevo nivel jerárquico, más inclusivo, y con mayor capacidad algorítmica, implica
necesariamente un nuevo orden temporal de actividad. Si la experiencia cambia con la creación de un
— 42 —
nuevo nivel jerárquico de convergencia, lo mismo sucede con la dimensión temporal precisa para que
dicha activación tenga lugar.
Supongamos que una experiencia perceptual normal resulte de la activación de un nivel jerárquico
que requiera de interacciones neuronales de 50 milisegundos. La activación de un nivel jerárquico que
sea más inclusivo precisará de 75 o 100 milisegundos y su resultado, un nuevo nivel de experiencia,
percibirá todo lo que suceda en ese presente expandido como experiencia unitaria teniendo
probablemente una cualidad diferente.
Las características asociadas con ese incremento de tiempo serán las siguientes:
La cursiva en indirecta indica que la creación de un algoritmo neuronal nuevo y más potente solo
se transforma en posibilidad de acceso a los contenidos prealgorítmicos en el caso de que existan los
medios precisos para decodificar el algoritmo. El nuevo algoritmo contiene una lógica interna que suele
quedar oculta si no es activada, por lo que la maniobra de decodificación es necesaria para extraer
dicha lógica.
Es posible que la extracción sea realizada por los circuitos de activación que desvelan el algoritmo
neuronal. La posibilidad de que sean los circuitos divergentes los que realicen dicha operación ha sido
ya analizada. Esos circuitos podrían recrear los elementos que forman parte de un algoritmo de la
lógica codificada implícita en el mismo.
Con respecto a la abstracción realizada por los niveles jerárquicos, es interesante meditar sobre
algunas leyes descubiertas por los psicólogos gestaltistas. Según esas leyes, cuando percibimos un
conjunto de elementos que comparten un rasgo común o que tienen alguna proximidad, no
experimentamos los elementos como independientes, sino como una configuración unificada que es
más que la suma de sus partes.
De la misma manera, antes de que realicemos un movimiento muscular, no hay conciencia de los
elementos del movimiento (unidades motoras) ni de las secuencias lógicas que se precisan para hacer
ese movimiento. Por el contrario, existe una orden abstracta unificada (por ejemplo, “mueve tu mano”)
que posteriormente se organiza en forma de activaciones musculares discretas. El instrumentista
virtuoso es un buen ejemplo. No es consciente de la secuencia de flexiones y extensiones que tiene que
realizar para tocar su instrumento. Lo único que tiene es una manipulación abstracta de su idea musical
que se traduce en sus manifestaciones motoras.
— 43 —
Ya hemos discutido esas instancias y hemos relacionado esas órdenes abstractas con la activación
de complejos patrones compuestos en los circuitos de inclusión. También hemos dicho que la lógica
convergente realiza una operación de extracción de los rasgos comunes de la actividad neuronal
dispersa.
Ahora, la extracción de un código común y la unificación abstracta y lógica que lleva ese código
consigo da origen, al ser activada, a un nuevo nivel de abstracción o de conciencia que también supone
un funcionamiento perceptual en el presente expandido. Esta expansión del presente afecta al carácter
sensorial de la experiencia, haciendo posible que acontecimientos que pertenecían a diferentes
presentes antes de la expansión lleguen a formar parte de un mismo presente.
Un algoritmo neuronal contiene aun más tiempo, ya que es el resultado de procesos que ocupan un
intervalo en relación directa con el nivel inclusivo del algoritmo. Por la misma razón, una porción
mínima más concentrada de espacio contiene más tiempo. Un buen ejemplo permitirá aclararlo.
Supongamos que miramos un cielo estrellado a través de un pequeño agujero. El espacio del
agujero contiene información sobre las estrellas cuya luz llega desde diferentes lugares. Algunas de
ellas se encuentran a unos pocos años luz del agujero, mientras que otras están mucho más distantes.
En el espacio del agujero están concentrados tiempos diferentes de la misma forma que diferentes
tiempos neuronales están concentrados en un patrón neuronal inclusivo de alta jerarquía.
47
P. D. Ouspensky, Tertium Organum, Nueva York, Vintage Books, 1970.
— 44 —
Riefkohl realizó un experimento que explicaba esta relación entre la duración del presente y el
paso subjetivo del tiempo.48 Entrenó a 15 sujetos para predecir un intervalo de diez segundos con un
90% de precisión. Entonces les presentó estímulos con dos frecuencias de forma aleatoria. Una
frecuencia se encontraba en el orden de ocho estímulos por segundo, y la otra de ocho estímulos cada
diez segundos. Se les pidió a los sujetos que determinaran cuándo había transcurrido el intervalo de
diez segundos mientras que recibían estímulos con la baja o con la alta frecuencia.
Cuando eran estimulados con la frecuencia alta, disminuía el tiempo en que estimaban que habían
transcurrido los diez segundos, mientras que dicho tiempo se incrementaba cuando eran estimulados
con la frecuencia baja. Esto quiere decir que la sensación subjetiva del flujo del tiempo depende del
número de experiencias que se tienen durante ese intervalo de tiempo. Un niño pequeño, con una
duración breve del presente en comparación con un adulto, tiene muchas más experiencias por unidad
temporal, por lo que tiene una sensación expandida del flujo del tiempo.
Antes de describir algunas de estas experiencias, quiero aclarar un punto muy importante. No es
necesario activar el ultimo nivel de convergencia para que aparezca la experiencia. Lo que sucede es
que la experiencia cambia en cada uno de estos niveles, lo que indica que hay algo común en todos los
niveles y que es la base de la experiencia, aunque su contenido abstracto sea diferente.
Ahora surge la cuestión obvia del contenido de la experiencia en cada nivel de inclusión. En otras
palabras, ¿cuál es el contenido consciente de la experiencia en los diferentes niveles de inclusión?
¿Cómo es el universo para los receptores retinianos y para la actividad del cuerpo geniculado lateral,
etcétera?
Sin duda el universo en el nivel de los receptores retinales es uno sin objetos materiales; un mundo
en constante cambio energético. Podríamos ver la organización de la energía del espacio directamente,
la misma que percibimos tras una transformación algorítmica. La diversidad desaparecería en sus
antecedentes, y la experiencia sería un contacto con la unidad.
Esta es precisamente la visión que narran los autores de la experiencia psicodélica. La ingesta de
LSD afecta al sistema nervioso de un modo tal que en muchos casos desaparece el mundo tal como lo
conocemos y se transforma en un complejo mosaico de preciosas filigranas que aparecen en un espacio
que deja de ser transparente.
48
A. Riefkohl, observaciones sin publicar.
49
T. Leary, R. Metzner y R. Alpert, The Psychedelic Experience, A Manual Based in the Tibetan Book of Dead, Nueva York,
Citadel Press, 1964.
— 45 —
El único modo de explicar algunas de estas percepciones es suponer que ciertas sustancias
permiten que la conciencia tenga un acceso diferente, ya sea a los niveles inclusivos próximos a la
periferia sensorial o alejados de la misma.
Hasta ahora hemos analizado la organización energética del espacio y el modo en que nuestro
cerebro la transforma en lenguaje neuronal. A partir de este capítulo vamos a enfrentarnos con una
importante cuestión: ¿cómo aparece la experiencia a partir de la actividad neuronal?
No hay nada en la enmarañada activación de una población de neuronas que se parezca ni de lejos
a la experiencia de la luz o el sonido. Es más, si la cualidad de la experiencia está conectada de una u
otra forma a la actividad neuronal, ¿cómo llega esa cualidad a diferenciarse de la indiferenciada
(cualitativamente hablando) actividad de las neuronas y de los retículos neuronales?
Esto es, si la actividad del cerebro es cualitativamente similar en todas sus estructuras, y la
experiencia que resulta de ellas es cualitativamente diferente, ¿qué procesos suceden que puedan
explicar la milagrosa cualidad de la experiencia? O, yendo aun más lejos, si la luz difiere del sonido
como creación de nuestro cerebro, ¿cómo llega esta creación a diferenciarse si proviene de una energía
cualitativamente indiferenciada?
Debe haber un cambio dimensional en el carácter de la actividad nerviosa que explique la creación
de la experiencia. La búsqueda de esas transformaciones es una de las tareas más importantes que la
ciencia pueda acometer. Una de esas transformaciones es la que E. Roy John50 llama la hiperneurona y
yo llamo el campo neuronal.
Este campo es el resultado de interacciones muy complejas entre los elementos neuronales que
forman parte del cerebro. Según W. R. Adey, los tejidos cerebrales pueden ser divididos en tres tipos o
compartimentos: neuronales (axones, dendritas y cuerpos celulares), gliales51 y extracelulares. La
actividad de los elementos neuronales es bien conocida por lo que no la analizaremos aquí. Digamos
que consiste en cambios en los potenciales electroquímicos que tienen unas docenas de milivoltios y
viajan a través de los cuerpos celulares y de los axones a una velocidad de varios metros por segundo.
Esta actividad está presente simultáneamente en miles de millones de células interconectadas entre
sí mediante las sinapsis, que son del orden de varios centenares por célula. Cada neurona está rodeada
por células gliales. Su número en el cerebro es enorme y de muchos órdenes de magnitud mayor que el
número de neuronas; no son sólo un medio de estructura y apoyo del resto de los tejidos cerebrales sino
50
E. R. John, Switchboard Versus Statistical Theories of Learning and Memory, Science, vol. 177, 1972, pp. 850-864.
51
JHG: neuroglías
— 46 —
que, como han mostrado Hyden y Egyhazi52, participan en procesos complejos como es el caso del
aprendizaje.
Las células gliales también parecen participar en la actividad eléctrica del cerebro, posiblemente
modulando las señales de origen dendrítico o axonal. Se han registrado cambios de impedancia
mediante electrodos implantados en el cerebro que no pueden ser explicados simplemente como
producto de la actividad neuronal, sino como resultado de alteraciones en el medio extracelular.
Este medio extracelular es en realidad la atmósfera en la que están inmersos todos los tejidos
neuronales, una sopa mucopolisacárida formada de moléculas nitrogenosas y derivados de azúcares.
Los tres compartimentos del cerebro están localizados en un espacio tridimensional y las neuronas que
están en él pueden ser consideradas estrellas que reciben, transforman y producen, cambios de energía
electroquímica.
También debemos tomar el tiempo en consideración en lo que se refiere al campo neuronal. Debe
haber un tiempo mínimo para que las interacciones entre los elementos del cerebro puedan provocar un
campo neuronal. El campo neuronal no debe ser concebido como meramente eléctrico o
electromagnético, aunque tenga este tipo de componentes. Debemos pensar en él como una distorsión o
modulación del continuo tiempo-espacio, que es la base del campo cuántico.
Cuando una parte de este continuo sufre una distorsión, esa alteración aparece como materia para
los instrumentos físicos o para los observadores. El cerebro, con sus tres compartimentos, forma parte
integral del continuo tiempo-espacio. El campo neuronal es una distorsión hipercompleja del campo
cuántico, pues todas las actividades elementales de las neuronas, las dendritas y los axones son, en sí
mismas, microdistorsiones del espacio-tiempo.
Las complejas interacciones entre todas estas distorsiones crean un macro campo que transforma y
modula la estructura espacial, y que es irradiado del cerebro al resto del espacio. Desde luego, la
palabra irradiación no es la más adecuada para explicar la acción del campo neuronal sobre el resto del
continuo espacio-tiempo. Sería mejor pensar en ese efecto como una modificación en la organización
del continuo unitario del que forman parte el cerebro y su campo neuronal. No sale del cerebro hacia
afuera, sino que aparece en la estructura global del espacio.
Naturalmente, esta concepción del campo neuronal y del espacio como una unidad holística exige
un cambio en nuestra forma dicotómica de pensar que los objetos son diferentes y están separados por
52
H. Hyden y E. Egyhazi, Glial RNA Changes During a Learning Experiment in Rats, Procedures of the National Academy
of Sciences, 1963, pp. 618-624.
— 47 —
un espacio que a su vez es diferente de los objetos que contiene. De hecho, si el espacio y la materia
son concebidos como un continuo con una estructura básica común, el campo neuronal puede ser
sentido como lo que verdaderamente es, una reorganización del espacio-tiempo.
En los capítulos siguientes analizaremos el modo en que se puede deducir esta realidad a partir de
la activación de los campos neuronales. Digamos por ahora que nosotros imponemos al continuo
espacio-tiempo natural nuestra estructura cerebral y su actividad dinámica y unificadora, el campo
neuronal. Los circuitos neuronales están dispuestos de forma determinada según estructuras
hereditarias y adquiridas. Esta estructura aparece en el campo neuronal, donde se manifiestan los
elementos discretos y unificados del cerebro, que actúa como un modulador muy complejo que
transfiere la estructura y dinámica cerebral al continuo espacio-tiempo. Por tanto, lo que llamamos
realidad es la proyección de nuestra propia naturaleza.
El medio físico a través del cual tiene lugar esta proyección es precisamente el campo neuronal. Ya
que lo que aparece como materia es una distorsión del espacio-tiempo, el campo neuronal puede
asimismo ser concebido como el instrumento usado por el cerebro para materializar el espacio. En
nuestra percepción de la realidad, la materialización se presenta como el objeto con el que nos
relacionamos.
La realidad, y esto incluye a la materia, es más una creación que una reproducción. No somos
espejos isomórficos que reflejan una realidad externa e inmutable: con la activación de nuestros
campos neuronales creamos la experiencia.
El campo neuronal, hablando en términos generales, tiene tu capacidad de interactuar con el campo
cuántico de forma continua y congruente porque su organización concuerda con aquella del campo
cuántico, cuyos rasgos distintivos son la convergencia de la información, el alto grado de conexión
entre las partes y la existencia de diferentes niveles de coherencia.
— 48 —
química, por ejemplo), el campo neuronal también tiene una inclusión variada e integral de niveles de
actividad energética.
Podemos pensar que, como campo que es, el campo neuronal es capaz de interactuar con todos los
otros campos conocidos en la física y de modificarlos. En este sentido yo concibo el campo neuronal
como una especie de fuerza unificadora con capacidades inimaginables. Una de ellas, la más
importante para nosotros, es la creación de la experiencia.
8 TIEMPO Y CONCIENCIA
Como vimos en el capítulo 6, se necesitan unos 50 milisegundos de procesos neuronales para que
las imágenes visuales aparezcan en la conciencia. Todo acontecimiento que sucede en ese lapso de
tiempo es percibido por el observador como si estuviera sucediendo de forma simultánea y como si
perteneciera a un marco perceptual único y unificado. Sin embargo, el observador es el punto final del
proceso necesario para activar un percepto.
Hemos llamado a esos 50 milisegundos la duración del presente para la imagen visual. A este
respecto, E. Roy John y yo realizamos un experimento para medir la duración del presente y su relación
con la actividad del cerebro.53 En este experimento los sujetos tenían que discriminar dos luces
sucesivas que se les presentaban con intervalos que variaban entre 10 y 100 milisegundos. Los sujetos
indicaban cuando veían dos luces en lugar de una. Como término medio, el intervalo era de unos 50
milisegundos, aunque variaba en relación con la frecuencia del EEG del sujeto.
La duración del presente visual también coincide con la latencia de la aparición del componente
secundario del potencial provocado visual y con la llegada de los impulsos neuronales a la corteza
visual a través de caminos secundarios no específicos.54
Como cada modalidad sensorial requiere una duración de tiempo diferente para ser activada, cada
una tiene una duración del presente diferente. Por esto se puede establecer una escala en la que cada
cualidad sensorial ocupa un lugar particular. Según esta escala, a medida que aumenta la complejidad
aumenta la duración del presente para la función implicada. Las funciones cognitivas pueden entonces
ser asociadas con el tiempo y con lo que podríamos llamar duración cognitiva del presente.
Un buen ejemplo de esta función es la decisión sobre el significado de una sensación. Esta función
supone un colapso de las funciones de onda,55 porque de todas las posibilidades que existen antes de
53
J. Grinberg-Zylberbaum y E. Tabachnick, Actividad Cerebral y Cambios Gravitacionales, Segundo Congreso Mexicano
de Psicología, 1979.
54
J. Grinberg-Zylberbaum, Nuevos Principios de Psicología Fisiológica, México, Trillas, 1976.
55
Antes de tomar una decisión existen una gran cantidad de posibilidades. La función de onda es una función matemática
directamente relacionada con la probabilidad. Cuando se escoge una de las posibilidades, las demás se colapsan. A esto
se denomina colapso de la función de onda.
— 49 —
que se tome la decisión, una aumenta su probabilidad hasta el máximo mientras que las otras se
colapsan a un valor de probabilidad cero.
Por tanto, la duración del presente para la función cognitiva de dar significado es al menos tres
veces más larga que la duración correspondiente del presente para la función visual. Esta duración
cognitiva del presente es el tiempo necesario para colapsar la función de onda relacionada con la toma
de decisiones del significado.
Sería posible establecer que todas las criaturas vivas funcionan con diferentes duraciones de sus
presentes y que cada una de ellas provoca el colapso en la función de onda según cuál sea la
complejidad de su cerebro. En este sentido, un insecto tendría una duración perceptual del presente de
duración insignificante comparada con nosotros y colapsaría la función de onda en un tiempo diferente
al nuestro.
La interacción entre dos seres que funcionen con duraciones diferentes del presente causaría
efectos temporales extremadamente paradójicos, fundamentalmente en el ser menos complejo. Por
ejemplo, para una hormiga la decisión que nosotros tomemos de alimentarla tiene lugar en un futuro
inconcebible, mientras que para nosotros sucede en la duración volitiva del presente. Nuestro presente
es el futuro para la hormiga y determina un colapso en la función de onda del comportamiento futuro
de la hormiga. Dicho de otro modo, determinamos el colapso futuro de la función de onda de la
hormiga durante la duración volitiva de nuestro presente.
Ese colapso futuro también sucede durante una interacción entre dos niveles diferentes de
conciencia en el mismo ser. En este sentido, nuestro funcionamiento cognitivo afecta a nuestras
capacidades sensoriales incluso aunque la activación sensorial parezca estar situada en el tiempo antes
que la función cognitiva.
Estas capacidades explican por qué, en el experimento antes mencionado, el mismo trazo vertical
fue percibido como un número o como una letra según la cognición del sujeto, incluso aunque esa
cognición apareciera en un tiempo posterior al de la percepción sensorial. En ese sentido, dentro de
nosotros mismos un acontecimiento futuro afecta a otro anterior.
Este auto-colapso de la función de onda se relaciona con significativos cambios cerebrales que así
nos previenen para que no tomemos esos procesos de casualidad futura como ilusorios. Según Sarfatti,
56
J. Grinberg-Zylberbaum y E. Tabachnick, Actividad Cerebral y Cambios Gravitacionales, Segundo Congreso Mexicano
de Psicología, 1979.
— 50 —
la mecánica cuántica está empezando a hablar sobre la determinación futura de acontecimientos del
pasado,57 lo cual se complica con el tiempo y proyecta la confusión en un universo en el que tienen
lugar interacciones a una velocidad superior a la de la luz.
Estas ideas ponen en tela de juicio la validez de nuestros conceptos sobre el tiempo, la causalidad y
el mundo tal como lo percibimos, y postulan la existencia de partículas fuera del tiempo llamadas
taquiones. Desde el punto de vista psicofisiológico, el concepto taquiónico debe incorporar la
conciencia como medio intermediario de conexión de los acontecimientos.
Se ha postulado que la conciencia aparece siempre que tiene lugar una unificación de la
información dispersa.58 Como hemos visto, en el cerebro los circuitos convergentes y paralelos activan
neuroalgoritmos que unifican la actividad neuronal que antes estaba desconectada.59 Cada axón del
nervio óptico unifica la actividad de varios cientos de receptores en un neuroalgoritmo. La duración del
presente está relacionada con el grado y el nivel de algoritmización.
Cada nivel sucesivo de neuroalgoritmización precisa de mas tiempo para ser producido, por lo que
lleva mas tiempo ser incorporado. Si un nivel de conciencia o una cualidad sensorial está relacionada
con un nivel especifico de algoritmización y de duración del presente, y si a medida que va teniendo
lugar la unificación de más procesos neuronales se van activando más funciones complejas, entonces
cada nivel colapsa la función de onda del nivel anterior.
Para poder estudiar las relaciones entre niveles de unificación y complejidad de las funciones
psicológicas activadas, realizamos una serie de experimentos en los que se entrenó a sujetos para que
exploraran sus estados internos y relacionaran estos estados con su actividad cerebral.60 Como la
coherencia parece ser una buena medida del nivel de unificación de la actividad cerebral,61 entrenamos
a sujetos para que aumentaran sus niveles de coherencia interhemisférica empleando una técnica de
57
J. Sarfatti, comunicación personal, 1985.
58
J. Cueli, comunicación personal, 1980.
59
J. Grinberg-Zylberbaum, Psicofisiología del aprendizaje, México, Trillas, 1976.
60
J. Grinberg-Zylberbaum, In Search of Being, Primera conferencia internacional de la interacción mente-materia, Sao
Paulo, 1985.
61
N. Colter y J. C. Shaw, EEG Coherence Analysis and Held Dependence, Biological Psychology, vol. 15, 1982, pp. 215-
228.
— 51 —
retroalimentación y les pedimos que nos comentaran los cambios que observaran a medida que tuvieran
lugar.
El estudio duró cinco años y pudimos estudiar a más de 30 sujetos, todos los cuales sin excepción
informaron que los aumentos de nivel de su coherencia interhemisférica se relacionaban con sus niveles
de unificación interna. En otras palabras, a medida que aumentaba la coherencia aumentaba el
sentimiento del sujeto de su integración interna y de su unificación subjetiva hasta que, a niveles muy
altos de coherencia, se producía la activación del yo.
Como la coherencia mide el nivel de unificación cerebral, este resultado indica que en los más
altos niveles de unificación se activa una de las funciones psicológicas más complejas: el yo. Hemos
visto que el colapso de la función de onda sucede siempre que se toma una decisión. Antes de tomar la
decisión las probabilidades de un suceso están relacionadas con una compleja función en la que el
suceso forma parte de una nube de probabilidades. Tras tomar la decisión, esta nube de probabilidades
se colapsa y un suceso incrementa sus probabilidades al máximo.
Desde el punto de vista psicofisiológico, el colapso de la función de onda parece tener lugar
cuando se consigue un cierto grado de algoritmización neuronal. Algunos datos experimentales indican
que este fenómeno viene acompañado por un aumento en el nivel de coherencia interhemisférica en el
cerebro humano. En un experimento descubrimos que cuando los sujetos se daban cuenta de que había
una relación significativa entre dos piezas de información aparentemente desconectadas, aumentaba la
coherencia interhemisférica de sus cerebros.62
Por tanto, la unificación de partes de información no relacionadas está asociada con el incremento
de la coherencia interhemisférica. En el mismo experimento observamos que esos cambios de la
coherencia interhemisférica estaban relacionados con alteraciones del peso de una pequeña pieza de
material metálico encerrado en una jaula de Faraday y en una caja de madera colocada dentro de la
jaula metálica y situada a unos 90 centímetros del sujeto. Este resultado concuerda con la afirmación de
la existencia de los campos neuronales y su efecto sobre el espacio y el continuo espacio-tiempo.
Como hemos visto, puesto que todo nuevo nivel de unificación implica la expansión de la duración
del presente, el observador, situado en todos los niveles, parecerá que tiene un conocimiento del futuro
desde el punto de vista de niveles menos expandidos. Los bucles del tiempo postulados por Sir Fred
Hoyle63 podrían ser explicados como una interacción entre dos niveles de conciencia, cada uno de los
cuales tendría una duración diferente del presente. También se podría explicar de forma similar el
comportamiento profético.
62
J. Grinberg-Zylberbaum y E. R. John, Evoked Potentials and Concept Formation in Man, Physiology and Behavior, núm.
27, 1981, pp. 749-751.
63
E. Hoyle, El Universo Inteligente, Barcelona, Grijalbo, 1984.
— 52 —
— 53 —
9 EL CEREBRO CONSCIENTE
Al mismo tiempo, es una continuación (en el nivel consciente) de los mismos procesos de
inclusión básicos en la evolución de partículas elementales a átomos, de átomos a moléculas, de
moléculas a células, de células a tejidos, etcétera. Estamos en la cúspide de la evolución en lo que se
refiere a inclusión y complejidad y, al mismo tiempo, somos parte de un gran conjunto: el género
humano y la conciencia planetaria.
En este capítulo repasaremos dos procesos que bastan para explicar la misteriosa capacidad del
cerebro de tener experiencias y de reflejarse en ellas: la interacción de los campos de energía en la
estructura del espacio y las operaciones de inclusión llevadas a cabo por los circuitos de convergencia.
Puesto que la materia aparece en el universo como resultado de la interacción de al menos dos
campos energéticos, el proceso más constante ha sido la tendencia hacia la complejidad, cuyo aumento
es paralelo a la tendencia de los grandes conjuntos a organizarse mediante el proceso de inclusión.
— 54 —
complejos que se organizan en estructuras superiores hasta que, en cierto nivel, surge la extraordinaria
complejidad de la célula.
En las profundidades del cerebro continúa el mismo proceso a un nivel lógico y con velocidad
creciente. La actividad neuronal dispersa es incluida en conjuntos superiores —los patrones neuronales
de inclusión— gracias a los circuitos de convergencia. Si la evolución es un producto de
experimentación continua durante millones y millones de años, el cerebro es, por parte de la naturaleza,
una solución al problema de la complejificación sin el inconveniente de grandes lapsos de tiempo.
Esto es, el cerebro continúa por sí mismo el proceso de inclusión y complejificación sin todos los
problemas que suponen la aparición de nuevas especies. Una vez alcanzado un determinado nivel de
conciencia, cada cerebro es una nueva especie en sí misma, pero su desarrollo se realiza en cuestión de
años y no de eones.
En estos términos, el yo es una unidad nueva que incluye a todo el organismo y que experimenta la
plenitud de los sentimientos conscientes. La capacidad de reflejar es, pues, la capacidad de incluir en
una unidad superior lo que en otro nivel no sería más que activación dispersa. La experiencia
consciente se basa, por consiguiente, en el procesamiento de inclusión de la información.
Si las ideas que acabamos de exponer son ciertas, debe poder ser comprobado. Afortunadamente
hay un proceso que cuando se analiza de forma adecuada permite clarificar y concretar el significado
— 55 —
fisiológico y fenomenológico de los procesos de inclusión. El proceso al que nos referimos fue
estudiado por Sperling64 y recibió posteriormente el nombre de memoria icónica por parte de Neisser.65
Se refiere a la capacidad del sistema visual de mantener una huella del estímulo que lo impregna
durante un período de tiempo que sobrepasa la duración del estímulo. También se refiere a la capacidad
de la señal de recuperar la huella visual un cierto tiempo después de la presentación del estímulo visual.
Sperling entrenó a los sujetos en la técnica de informes parciales, que consiste en la presentación
de tonos sonoros previamente asociados con la posición de cada grupo de letras. Un sobretono agudo
indicaba que se informaría sobre la línea superior; un tono grave indicaba la línea intermedia. Los tonos
se presentaban después de las letras utilizando intervalos diferentes.
Sperling pudo mostrar que con esta técnica se conseguía una precisión de un 100% en los informes
sobre varias presentaciones empleando letras diferentes en cada uno de ellos. La precisión disminuía si
el tono se retrasaba y con un intervalo de un segundo no se detectaba efecto alguno. Estos resultados
muestran que durante un breve período de tiempo existe una memoria visual icónica y que el contenido
de esta memoria puede transformarse en un código verbal si se emplea la señal-estímulo adecuada.
Cuando se presentaba una fila de letras durante 50 milisegundos y se retrasaba la aparición del
puntero varios milisegundos tras la presentación, los sujetos informaban que veían la letra ausente
cuando aparecía el puntero. Se descubrió que el intervalo entre la presentación de las letras y del
puntero podía variar entre decenas o centenares de milisegundos sin que se alterara el fenómeno. Como
en el experimento de Sperling, el límite para que tuviera lugar este fenómeno era del orden de un
segundo.
Si en lugar de una barra se hacía aparecer un círculo rodeando la posición de la letra previamente
presentada, se observaba un fenómeno muy interesante: el círculo parecía borrar la letra. Es decir, el
sujeto informaba que no había letra en el interior del círculo, sólo un espacio vacío. Este efecto
retroactivo de enmascaramiento bloqueaba la experiencia consiente de la imagen visual incluso aunque
64
T. G. Sperling, The Information Available in Brief Visual Presentations, Psychology Monographs, vol. 74, núm. 11, 1960.
65
U. Neisser, Psicología Cognitiva, México, Trillas, 1985.
66
E. Averback y A. S. Coriell, Short-term Memory in Vision, Bell System Technical Journal, vol. 40, 1961, pp. 309-328.
— 56 —
hubiera sido completamente decodificada y procesada previamente. Este fenómeno se denominó
metacontraste.
Cuando se presentaba un patrón complejo y con significado en lugar del círculo, tenía lugar un
borrado similar. A este último fenómeno se le llamó enmascaramiento retrógrado.
Las investigaciones que han empleado estimulación dicóptica han mostrado que el fenómeno de
enmascaramiento tiene lugar en el nivel central del sistema nervioso.67 Es más, las estructuras
cerebrales responsables del fenómeno deben encontrarse en localizaciones más centrales que la corteza
visual, pues los potenciales provocados para enmascarar los estímulos aparecen en la corteza occipital
incluso aunque los sujetos señalen que no han visto esos estímulos.68
67
W. R. Utall, "On the Physiological Basis of Masking With Dotted Visual Noise", Perception and Psychology, vol. 7, núm.
6, 1970, pp. 321-327.
68
J. L. Andreassi, M. S, Mayner, D. R. Beyda y S. Davidovics, "Visual Cortical Evoked Potentials under Conditions of Se-
quential Blanking", Perception and Psychophysics, vol. 10, núm. 3, pp. 164-168.
— 57 —
Con estas descripciones podemos analizar la base fisiológica de esos fenómenos. Sin embargo,
antes de embarcarnos en la discusión de la posible base fisiológica de la memoria icónica, el
metacontraste y el enmascaramiento, parece conveniente que hagamos algunos comentarios generales.
Cuando esos códigos neuronales alcanzan la corteza cerebral, se estimula un campo energético
neuronal y con él la experiencia perceptual. Posteriormente, la activación de la corteza cerebral es
transferida, a través de los circuitos convergentes, a las estructuras polimodales de alta convergencia
como la corteza inferotemporal, el núcleo pulvinar, el núcleo caudado y la corteza frontal. En esos
lugares se activan patrones de inclusión algorítmicamente descriptivos de la forma y la posición de las
letras. Cuando esos procesos codificados tuvieron lugar, se presentó un sonido. Los códigos neuronales
estimulados mediante el sonido señalaban de forma lógica y, en un cierto nivel, la posición de las letras
con las que se asociaba el sonido. Tras la llegada a la corteza temporal, esos códigos eran transferidos a
las mismas estructuras de alta convergencia donde se almacenaban los códigos visuales inclusivos.
El único rasgo en común del sonido con lo visual en este nivel era una cierta lógica relacionada
con la posición. Cuando los códigos del sonido inclusivo llegan a las estructuras polimodales reactivan
uno de los tres códigos visuales relacionados con las letras. Una vez que esa activación ha tenido lugar,
los códigos algorítmicos visuales comienzan a estimular la corteza visual y se provoca la imagen visual
de las letras.
En el experimento de Averbach y Coriell tienen lugar los mismos procesos excepto que en lugar de
un código verbal algorítmicamente relacionado con la posición de las letras, se estimula un código
visual que se relaciona con la posición del rectángulo marcador. Analicemos ahora el fenómeno del
metacontraste.
— 58 —
En este caso la presentación de las letras se transformaba de códigos neuronales en el nervio óptico
a campos neuronales en la corteza visual y, posteriormente, en patrones inclusivos de alta convergencia
en las estructuras polimodales. De forma similar, un circulo en el lugar de las letras sufría las mismas
transformaciones. Los códigos neuronales relacionados con el círculo incorporaban, de forma lógica y
algorítmica, la posición y la forma del círculo. La lógica de esos códigos era más compleja que la del
marcador rectangular o que la de la señal sonora.
Este incremento de complejidad, en lugar de reactivar el patrón visual asociado con una letra,
interfiere con él de tal manera que también impide la reactivación de la corteza visual, no reactivándose
la imagen de la letra. Un fenómeno similar debe suceder en el enmascaramiento. Los patrones de
inclusión parecen ser necesarios para el almacenamiento icónico y para la recuperación de la imagen.
Pero, ¿qué pasa con el proceso consciente en sí mismo? Qué sucedería si tuviera lugar una
activación de la corteza visual pero no de los patrones de inclusión de alta convergencia? Los trabajos
de Andreassi y sus colegas69 son muy explícitos sobre lo que sucedería si sólo tuviera lugar una
activación de la corteza visual.
Algo sucedía más allá de la corteza visual que interfería con la percepción consciente de las
figuras. Si se interferían los patrones de inclusión de las estructuras polimodales, entonces la activación
de dichos patrones tenía que ser importante, imprescindible para el proceso consciente, al menos en lo
que se refiere a la experiencia perceptual.
Estos resultados, junto con la evidencia clínica, sugieren la importancia que tiene para el cerebro
consciente la existencia de un patrón neuronal de inclusión y de alta convergencia en las estructuras
polimodales. Esta conclusión concuerda con la idea de que para que cualquier cosa sea experimentada
69
J.L. Andreassi, M. S, Mayner, D. R. Beyda y S. Davidovics, "Visual Cortical Evoked Potentials under Conditions of Se-
quential Blanking", Perception and Psychophysics, vol. 10, núm. 3, pp. 164- 168.
70
J. Grinberg-Zylberbaum, M. B. Carranza, C. V. Cepeda, T. C. Vale y N. N. Stienherg, "Caudate Nucleus Stimulation Im-
pairs the Process of Perceptual Integration'", Psychology and Behavior, vol. 12, 1975, pp. 913-918.
— 59 —
conscientemente, tiene que ser experimentada como un todo desde el punto de referencia de un todo
superior. O, análogamente, que tiene que ser incluido en un todo superior como elemento del mismo.
La base de la conciencia
Vayamos un poco más lejos. Un campo neuronal y un proceso de inclusión no son experiencias
conscientes en sí mismas. ¿Qué hace que sean experiencias, y qué hace que sean conscientes? En
capítulos previos nuestra búsqueda de la base fisiológica de la experiencia seguía una lógica implícita.
No estábamos satisfechos con la conclusión de que la actividad neuronal per se era la base de la
experiencia, sino que buscábamos las transformaciones de dicha actividad.
Llegamos a la conclusión de que las interacciones entre los elementos neuronales producían el
desarrollo de un campo energético neuronal, tridimensional en cuanto a forma, y muy complejo en
cuanto a sus características. También afirmamos que ese campo neuronal se expandía al interactuar con
el espacio. Ahora afirmamos que esa interacción entre dos campos energéticos en la estructura del
espacio es la base de la experiencia consciente.
Desde tiempos muy remotos, el hombre ha buscado el proceso fundamental que pudiera explicar la
aparición de la materia y las relaciones entre las energías. Como resultado de esta búsqueda se
desarrollaron símbolos que eran manifestaciones concretas de los hallazgos conseguidos. Uno de los
símbolos mejores y más conocidos de este tipo es la cruz.
Se pensaba que las dos lineas simbolizaban dos fuerzas o energías que se cruzaban e interactuaban
en un punto. Esa interacción y el punto resultante constituían una declaración que se puede resumir de
la forma siguiente: si dos energías interactúan, desarrollan una nueva dimensión.
Otros símbolos son incluso más explícitos. La esvástica oriental es otro ejemplo. En ella se incluye
la dimensión del movimiento. El movimiento tiene lugar en un espacio determinado y cambia dicho
espacio. La técnica de la holografía (ver figura 3) es una aplicación contemporánea de esos principios
en la que se necesitan dos campos energéticos altamente organizados (los haces de láser de referencia y
reflejado) que interactúan sobre una estructura fija (la emulsión fotográfica) para dar origen a un patrón
de interferencia que, al ser iluminado con la luz del láser de referencia, provoca en el espacio una
imagen tridimensional.
Por tanto, la interacción postulada entre el campo neuronal y campos naturales y elementales en la
estructura del espacio no es un caso único ni una excepción.
— 60 —
Figura 3. Método holográfico del haz escindido: a) elaboración de holograma, b) reconstrucción
del frente de onda del objeto usando el holograma creado.
De la misma forma que el presente no tiene una duración fija e invariable, sino que cambia con el
estado psicofisiológico del organismo, varía también el campo neuronal. Cada modalidad sensorial
debe estar relacionada con diferentes morfologías, localizaciones y formas de los campos neuronales, y
lo mismo sucede con sus transformaciones. Con esto queremos decir que todo campo neuronal
interactúa con un campo energético natural dando origen a la experiencia.
Las características de esos campos neuronales dependen de los muy complejos patrones
específicos de actividad neuronal que desarrollan las estructuras polimodales y de alta convergencia.
Una interacción entre esos y algún campo del espacio elemental puede tener lugar y así se puede crear
una nueva dimensión de la experiencia. Es posible que en ese nivel tengan lugar interacciones entre
varios campos neuronales.
En las escuelas orientales de pensamiento se suele afirmar que todos los seres vivientes, incluso los
conscientes, son una manifestación única del mismo ser consciente. Tal vez el desarrollo de los nuevos
patrones y campos inclusivos no sea más que la manifestación de diferentes niveles de complejidad de
— 61 —
una energía única e idéntica. La conciencia podría entonces ser concebida como un fenómeno general y
ampliamente extendido que se manifiesta de diferentes formas.
Algo similar debía pensar Wundt71 cuando afirmaba que toda entidad viva tenía conciencia; en lo
único que difieren los procesos conscientes es en su nivel de complejidad. La experiencia y la
conciencia son el resultado de al menos dos procesos diferentes e interrelacionados. El desarrollo de los
campos neuronales, en primer lugar, y los procesos lógicos de inclusión, en segundo.
La aparición de los campos energéticos neuronales, y la interacción entre ellos y algún campo
elemental en la estructura del espacio, parece ser imprescindible para lo que sentimos que es la
experiencia y la conciencia. El cerebro consciente es la conexión entre nosotros y las organizaciones de
la energía en el espacio. Somos una manifestación de esas interacciones.
71
JHG: Wilhelm Maximilian Wundt (1832–1920) is known to posterity as the “father of experimental psychology” and the
founder of the first psychology laboratory (Boring 1950: 317, 322, 344–5). Referencia obtenida de Stanford
Encyclopedia of Philosophy, dirección: plato.stanford.edu/entries/wilhelm-wundt.
— 62 —
10 TRANSFORMACIÓN DE LA ACTIVIDAD NEURONAL EN
EXPERIENCIA CONSCIENTE
La teoría sintérgica
2. Enfoque de la identidad psiconeuronal: los partidarios de este punto de vista sostienen que la
experiencia y la actividad neuronal son idénticas. Puesto que el patrón neuronal es un patrón de
experiencia, no hay necesidad de proponer ningún tipo de transformación de la energía.73
Mi propia posición respecto a este problema ha ido cambiando a lo largo del tiempo desde el
primer enfoque hasta el último. Como señalé en el primer capítulo, ahora opino que la experiencia
consciente es una interacción entre el campo neuronal, activado por el cerebro individual, y la
estructura del espacio.
Comencemos este análisis con una discusión detallada sobre la memoria icónica, pues sugiere
algunas posibilidades neurofisiológicas muy interesantes. Hemos afirmado que una de las operaciones
básicas realizadas por el sistema visual es la inclusión de información de niveles neuronales
72
J. Grinberg-Zylberbaum, Nuevos Principios de Psicología Fisiológica, México, Trillas, 1976.
73
A. Fernández Guardiola, comunicación personal, 1979.
74
K. R. Popper y J. C. Eccles, El yo y su cerebro, Barcelona, Labor Universitaria, 1975.
75
J. Cooke, comunicación personal, 1976.
— 63 —
convergentes, ordenados jerárquicamente, cada uno de los cuales puede unificar información que se
encuentra dispersa en los niveles inferiores.76
Esta recuperación lleva implícita la excitación del sistema visual mediante un estimulo disparador
similar al original o relacionado con él. Como mencionamos en el capitulo anterior, en el experimento
de Averbach y Coriell se ve la imagen visual de una letra cuando se presenta un marcador rectangular
que ocupa la misma posición en el espacio.
Este rasgo común es capaz de activar el neuroalgoritmo de la letra, con lo que se estimulan los
circuitos de divergencia que suponen la activación neuronal cortical correspondiente. Por consiguiente,
los sujetos ven una letra ausente cuando se presenta un marcador rectangular ocupando la misma
posición. El fenómeno de enmascaramiento retrógrado tiene una base fisiológica similar excepto por la
introducción de un nuevo factor: la complejidad del neuroalgoritmo que representa el círculo.
La imagen visual se pierde debido a la complejidad de este neuroalgoritmo que compite con el que
representa la letra. En este caso, los circuitos de divergencia no pueden manejar la información
organizada, por lo que no tiene lugar la recuperación. Emplearemos los conceptos derivados del
análisis de la memoria icónica para comprender mejor lo que sigue.
76
J. Grinberg-Zylberbaum, "Retrieval of Learned Information. A Neurophysiological Convergence-Divergence Theory",
Journal of Theoretical Biology, vol. 56, 1976, pp. 95-110.
— 64 —
exógenos (que representan la forma física) y endógenos (que representan el significado del estímulo).77,
78
Es más, se ha demostrado que la forma de una letra y su significado son procesados en dos zonas
cerebrales diferentes,79 Esto se realizó registrando y haciendo la media de potenciales provocados por
un estímulo idéntico que podía ser colocado en dos contextos significativos diferentes (la letra “I” y el
número romano “I”) y dos estímulos diferentes que tuvieran un único significado (la letra mayúscula
“A” y la minúscula “a”).
Los resultados muestran que se registran potenciales provocados promedios (PPPs) similares en la
corteza occipital cuando se muestran la letra y el número “I”, mientras que se registran PPPs diferentes
en la corteza parietal en las mismas circunstancias (ver figura 4). Las diferencias en la morfología de
los PPPs registrados en la corteza parietal aparecen entre 150 y 190 milisegundos tras la presentación
del estímulo, lo que indica que la decodificación del significado ha tenido lugar en ese tiempo.
En contraste, los potenciales provocados por la mayúscula “A” y la minúscula “a” diferían de
forma significativa sólo en la corteza occipital (ver figura 5). Se ha llegado a la conclusión de que la
forma de la letra se procesa en la corteza occipital, mientras que su significado se procesa en la parietal.
Podemos afirmar que la percepción de la forma es el resultado de la activación de una amplia población
de neuronas localizada en la corteza occipital, mientras que la cognición del significado proviene de la
activación de neuroalgoritmos capaces de unificar poblaciones polisensoriales de neuronas altamente
convergentes en patrones neuronales.
Estos conceptos bastan para describir los correlativos neurológicos de la percepción visual de
forma, posición, etcétera, y la atribución de significado. Los modelos teóricos que describen la lógica y
el lenguaje en términos de acontecimientos neurofisiológicos y de neuroalgoritmos, ya han sido
formulados.80 Ahora debemos desarrollar unos conceptos que expliquen los fundamentos de la
experiencia consciente, pues ese fenómeno tiene lugar en una dimensión diferente a la de la activación
neuronal.
La experiencia de la luz como luz, del sonido como sonido, e incluso del significado como
significado, no puede ser localizada per se en la actividad de ninguna población neuronal que haya sido
descrita hasta ahora. La dimensión de la experiencia difiere de la dimensión de la actividad neuronal.
Sin embargo, se puede medir el intervalo tras el que sucede la experiencia consciente de un estímulo
mediante el registro de los potenciales provocados, intervalo que hemos encontrado que es del orden de
100 milisegundos.
77
E. R. John, Mechanisms of Memory, Nueva York, Academic Press, 1967.
78
E. R. John, F. Bartlett, M. Shimokocki y D. Kleinman, "Neural Readout from Memory", Journal of Neurophysiology,
1973.
79
J. Grinberg-Zylberbaum y E. Tabachnick, "Actividad cerebral y cambios gravitacionales", Segundo Congreso Mexicano
de Psicología, 1979.
80
J. Grinberg-Zylberbaum, Nuevos principios de psicología fisiológica, México, Trillas, 1976.
— 65 —
¿Cuáles son los procesos que tienen lugar durante esos 100 milisegundos, tras la presentación del
estímulo, que resultan en la experiencia del estímulo? Para responder a esta pregunta analizaremos dos
conceptos que hay que tener en consideración: la organización sintérgica del espacio y el campo
neuronal.
Figura 4. Potenciales medios provocados por una línea vertical presentada en un contexto
numérico (líneas 1 y 5) y alfabético (líneas 2 y 6). Fueron registrados en la zona parietal,
temporal y occipital del cerebro de tres sujetos diferentes.
— 66 —
Figura 5. Esta figura muestra las diferencias comparativas en los potenciales provocados por
una “A” mayúscula y una “a” minúscula, y por una “A” frente a una “E”. Se puede ver que en
el primer caso la diferencia tiene lugar en la zona occipital, mientras que cuando se compara la
“A” con la “E” la diferencia se localiza entre la zona occipital y parietal.
Lo que el ojo ve es el espacio del orificio. Sin embargo, si el agujero está orientado hacia un cielo
cuajado de estrellas, la información que emana de esos millares de estrellas se concentra en forma de
complejos patrones de energía en el espacio de ese agujero. La coherencia de la información
concentrada en un punto del espacio depende, entre otras variables, de la posición del punto respecto a
la(s) fuente(s) de información.
— 67 —
La extensión del espacio en el que se acumula información aumenta con la separación entre el
agujero y la fuente de información. Es decir, podríamos imaginar que la fuente de información y el
punto de referencia que intercepta esa información en forma de patrón energético describen una especie
de cono. Un espacio altamente sintérgico se diferencia de otro de baja sintergia en la coherencia de la
información en un segmento determinado del espacio: cuanto mayor es la coherencia de la información
de una parte mayor del espacio, mas es su sintergia.
Por tanto, un espacio de alta sintergia tiene una mayor coherencia de la información concentrada
en cada punto. El continuo espacio-materia puede ser concebido como un continuo sintérgico en el que
en un extremo (la materia) se concentra menos información coherente y en el otro (el espacio) se
concentra información más coherente.
Cada punto del espacio (en la distancia que hay entre la luna y el observador) contiene una
información similar, por lo que el que mira ve la misma imagen al margen de la velocidad a la que
viaja. Por el contrario, los objetos situados cerca no se encuentran en una forma coherente respecto del
espacio que atraviesan, razón por la que se presentan desdibujados.
También el tiempo se encuentra relacionado con la sintergia del espacio. El tiempo va mas deprisa
en un espacio de alta sintergia que en otro de baja sintergia. Tal vez sea porque el tiempo sólo puede
medirse cuando tienen lugar cambios en la organización de la información en el espacio. Por eso, el
tiempo va más deprisa en un espacio en el que tienen lugar cambios organizacionales pronunciados.
— 68 —
Por ejemplo, se ha demostrado que cuando se emplean relojes atómicos inicialmente
sincronizados, el tiempo va más lentamente en las proximidades de una gran masa gravitacional,
mientras que corre más aprisa si el reloj está próximo a una pequeña masa.
Un espacio de alta sintergia caracterizado por un alto nivel de coherencia contiene más
información que un espacio de baja sintergia, por lo que el tiempo va más lentamente en ese espacio de
baja sintergia. Einstein ya predijo el hecho de que el tiempo cambia a medida que nos aproximamos a
la velocidad de la luz, lo cual concuerda con estos conceptos teóricos.
Puede decirse que una imagen perceptual es una unidad fenomenológica en la que se concentran
todos los procesos neurofisiológicos relacionados con el tiempo que fueron activados previamente. De
manera análoga, una porción de un espacio de alta sintergia concentra información en una simple
unidad energética que ha recorrido diferentes etapas antes de llegar a esa región particular.
Podemos hablar de concentración del tiempo en porciones del espacio y afirmar que cada punto de
un espacio de alta sintergia concentra tanto tiempo como información que, aunque estaban
originalmente localizados en una enorme extensión del espacio, se encuentran en una parte minúscula
del mismo. La gran concentración de información en cada punto lleva asociada una organización muy
compleja.
La materia y el espacio transparente son, en definitiva, creaciones del cerebro. Como conclusión,
una alta sintergia dentro de ese continuo espacio-materia se caracteriza por concentración y alta
coherencia de la información, por concentración y alta coherencia del tiempo, por gran complejidad y
por fuerzas gravitacionales reducidas.
Finalmente, también se puede afirmar que un espacio de alta sintergia es asimismo un espacio de
gran densidad de algoritmización en el que la información de cada una de sus partes es compartida con
las otras, de forma que todos los puntos contienen información sobre el todo.
— 69 —
Organización sintérgica del cerebro
Un ejemplo de este tipo de proceso, que discutiremos más adelante, es la formación de un campo
neuronal a partir de la actividad local de los componentes del sistema nervioso. Este campo neuronal
tiene codificada en su morfología toda la información previamente contenida en los elementos
separados.
Por tanto, la codificación convergente supone la activación general de las poblaciones neuronales.
Igual que en el espacio, cada nivel de un orden ascendente de convergencia contiene una mayor
coherencia de información. Podemos suponer la existencia de una organización neurosintérgica del
cerebro y de un continuo neurosintérgico (de más alto a más bajo), de manera que un cerebro que
funcione con alta sintergia podría integrar mejor la información de forma abstracta y unificada,
mientras que un modo de baja neurosintergia implicaría una percepción más concreta de la realidad.
Es más, podemos proponer una relación neurosintergia/sintergia: Si esta relación es mayor que la
unidad respecto a un espacio determinado, ese espacio sería percibido como material, por lo que se
podrían ver los objetos concretos, mientras que si esa relación es menor que la unidad, la percepción
estaría desorganizada y su resultado sería la transparencia visual.
Podemos decir que el desarrollo de la neurosintergia es paralelo a los desarrollos del individuo y de
la especie, y este desarrollo va originando la percepción de patrones de información cada vez más
complejos en formas de vida cada vez más evolucionadas.
— 70 —
Campos neuronales
El campo asociado a cada nivel neural de coherencia se incorporaría a un campo aún más inclusivo
que surgiría de la actividad holística de todo el cerebro. Ese fenómeno, como hemos dicho
anteriormente, se llama campo neuronal. Aunque se desconozca la naturaleza de este campo, no hay
razón para suponer que se comporte de forma diferente a los otros campos ya descritos.
Por tanto, el campo neuronal se extenderá por el espacio que rodea al cerebro o interactuará con la
organización sintérgica de ese espacio. Cuanto mayor sea la organización neurosintérgica de un
cerebro, más se asemejará el campo neuronal a un espacio de alta sintergia. En teoría, el campo
neuronal con un alto nivel de desarrollo podría llegar a tener una morfología idéntica al espacio de alta
sintergia. En ese caso pudiera ser que la experiencia del observador se unificara con el campo
informacional en su conjunto.
Proponemos que lo que llamamos experiencia no es más que la interacción entre el campo
neuronal y la organización sintérgica del espacio. El tiempo necesario para activar un campo neuronal
plenamente operativo se experimentaría como la duración del momento presente. Esta duración difiere
según la modalidad de la experiencia y no hay duda de que está relacionada con el nivel de
organización neurosintérgica del cerebro. Hay por tanto una relación directa entre la duración
experimentada del presente y el nivel de funcionamiento neurosintérgico. Esta opinión concuerda con
el enfoque de la unidad mencionado en el comienzo de este capitulo.
La interacción entre el campo neuronal y la organización sintérgica del espacio podría suponer
alteraciones mutuas. El campo neuronal de un cerebro de alta sintergia incrementaría la sintergia del
espacio que le rodea, mientras que un cambio en la organización sintérgica del espacio modificaría la
morfología de los campos neuronales localizados en el interior de ese espacio y activaría de esa forma
modos diferentes de experiencia.
Si las fuerzas gravitacionales reflejan los cambios que se producen en la organización sintérgica
del espacio, entonces se puede afirmar que en las proximidades de un cerebro en proceso de cambio
neurosintérgico tendrán lugar cambios gravitacionales.
Se ha demostrado recientemente que un incremento en la coherencia cerebral, tal como puede ser
medido con un electroencefalógrafo, altera el campo gravitacional, lo que apoya la existencia de un
— 71 —
campo neuronal y su posible interacción con el continuo sintérgico.81 Esto será ampliamente discutido
en el próximo capítulo.
Localización de la experiencia
El enfoque de la experiencia debe ser regulado por algún factor adicional además de la interacción
de los campos, pues nuestra experiencia se localiza en el espacio y en el tiempo. Podríamos llamarlo el
factor de direccionalidad, el cual tiene que estar relacionado con cambios morfológicos en la energía
de los campos que interactúan.
Es preciso realizar investigaciones en lo que se refiere a las características y modos de acción del
factor de direccionalidad para demostrar su existencia y sus propiedades. Por tanto, la interacción entre
los campos neuronales y la organización sintérgica del espacio constituye el acontecimiento que
vivimos como experiencia. Las diferentes modalidades de experiencia dependen de las propiedades
sintérgicas, situacionales y morfológicas de los campos que interactúan.
Hemos dicho que lo que llamamos realidad o experiencia es la interacción entre el campo neuronal
y la organización sintérgica del espacio y otros campos neuronales. Se puede considerar la existencia
de influencias recíprocas de manera que un simple campo neuronal puede afectar y ser afectado por la
morfología y organización energética de los campos con los que interactúa.
81
J. Grinberg-Zylberbaum y E. Tabachnick, "Correlativos gravitacionales de la actividad neurofisiológica del cerebro
humano adulto", El espacio y la conciencia, México, Trillas, 1981.
— 72 —
11 COMUNICACIÓN, GRAVITACIÓN Y UNIDAD
Todos los grandes místicos de la historia han afirmado que la experiencia de unidad no sólo es
posible, sino que es el sentimiento más natural y más verdaderamente humano.82, 83, 84 La descripción
que hacen del estado de unidad no implica la pérdida del yo sino su expansión en el todo.85, 86 Dicho de
otra forma, durante la conciencia de unidad no se pierde la individualidad, sino que se trasciende.
Si la percepción de unidad existe y ese estado es real, tiene que haber técnicas neurofisiológicas
seguras que puedan emplearse para activar tanto la percepción como el estado de unidad. Es más, debe
existir una explicación neurofisiológica del estado de unidad y de su percepción. Opino que el yo se
experimenta cuando el nivel de interacción entre el campo neuronal y el espacio (campo cuántico o
continuo tiempo-espacio) alcanza altos niveles de poder sintérgico.
Esto quiere decir que la coherencia interna del campo neuronal debe ser capaz de imitar el estado
coherente del campo cuántico. En otras palabras, cuando desaparecen las diferencias entre el campo
neuronal y el espacio es cuando se experimenta el yo.
Una alta coherencia implica una gran similitud en la morfología de los patrones
electroencefalográficos medidos o canalizados en una unidad de tiempo y recogidos en dos o mas
zonas diferentes, mientras que una baja coherencia implica lo contrario.
Para comprobar la posibilidad que acabamos de comentar, se sometió a sujetos humanos a varios
programas que empleaban técnicas de retroalimentación87 con el fin de medir la coherencia
82
J. Cooke, comunicación personal, 1976.
83
P.V.I. Khan, comunicación personal, 1978.
84
S. Vivekananda, Raya yoga, Buenos Aires, Kier, 1963.
85
S. Suzuki, Mente zen, mente del principiante, Barcelona, Editorial Estaciones, 1989.
86
Teresa de Jesús, Las moradas, Madrid, Espasa Calpe, 1976.
87
Retroalimentación biológica designa a un conjunto de técnicas que enseñan a tomar conciencia de las actividades
automáticas e inconscientes del organismo y a controlarlas voluntariamente con la ayuda de aparatos electrónicos que
las registran.
— 73 —
electroencefalográfica ínter e intrahemisférica. Se entrenó a los sujetos para experimentar estados
subjetivos e informar sobre los mismos. Los informes obtenidos durante diferentes niveles de
coherencia electroencefalográfica fueron analizados para descubrir qué niveles de coherencia cerebral
estaban relacionados con la experiencia del yo.
Esta experiencia se percibe como un nivel de conciencia expandida, paz interna, equilibrio interno
y falta de tensiones, sentimiento de ser uno mismo, congruencia, felicidad y optimismo, ausencia de
dicotomías y separaciones entre sujeto y objeto, sentido elevado de la trascendencia de la
individualidad y carencia de identificación con el cuerpo o la mente.
En las primeras presentaciones del patrón era obvio que los sujetos carecían de sensibilidad o de
capacidad de discriminación, puesto que no eran capaces de observar cambio alguno en sus
experiencias cuando cambiaba la morfología de sus patrones electroencefalográficos. Tras una pequeña
práctica, los sujetos observaban una mejora gradual en su situación hasta el punto que podían sentir
sutiles alteraciones subjetivas que empezaban a corresponder, primero, a cambios mayores y, luego, a
cambios menores de sus patrones electroencefalográficos.
En este caso, se hicieron registros occipitales, sincronizando el barrido del osciloscopio con el
disparo de un destello de luz reflejado por una pantalla blanca.
Se dijo a los sujetos que estuvieran atentos a la luz y a su experiencia interna durante su
presentación, y que posteriormente observaran las curvas de los potenciales provocados por el destello
— 74 —
para relacionar finalmente la morfología de los potenciales provocados con la calidad y las
características de su experiencia interna.
Cuando los sujetos eran capaces de identificar y relacionar cambios en los componentes de sus
potenciales provocados con alteraciones de su experiencia subjetiva, se introdujo una tercera técnica en
la que se les enseñó a modificar uno o dos componentes de los potenciales provocados empleando
cualquier medio de control consciente que supieran.
Durante la aplicación de la técnica de los potenciales provocados, los sujetos informaron sobre
diferentes experiencias relacionadas con la apariencia y modificación de la morfología de los
potenciales. Desgraciadamente, las observaciones eran de naturaleza tan variable que se podía decir
muy poco sobre ellas, excepto que había una tendencia general a experimentar una cierta sensación de
desintegración del sentido de los limites y diferencias a medida que el sujeto se aproximaba a los
primeros componentes morfológicos de sus potenciales provocados.
Una vez que los sujetos fueron capaces de ejercer un grado satisfactorio de autocontrol mediante la
modificación consciente y voluntaria de su actividad cerebral, se les introdujo al uso de la técnica de
coherencia interhemisférica. Durante estos experimentos se hizo evidente que las características de la
morfología electroencefalográfica estaban relacionadas con la calidad de la experiencia subjetiva de
nuestros sujetos.
Esta relación se pudo apreciar aún más claramente en las esferas emocional y cognitiva. Cuando
un sujeto, por ejemplo, comentaba que sentía un estado emocional suave y tranquilo, la morfología de
sus curvas electroencefalográficas era asimismo suave, sin aristas cortantes. Cuando el sujeto se sentía
internamente ansioso, desorganizado, irregular y caótico, su trazado electroencefalográfico era también
desorganizado, irregular y caótico.
De forma similar, cuando los procesos intelectuales de los sujetos eran claros y organizados,
también lo eran sus curvas electroencefalográficas. Este isomorfismo estaba lateralizado: los procesos
intelectuales tenían mejores relaciones con la actividad electroencefalográfica del lado dominante del
cerebro (hemisferio izquierdo), mientras que las respuestas emocionales se reflejaban mejor en la
actividad del hemisferio derecho.
Después de trabajar unos meses con esta técnica, algunos sujetos informaron que podían
diferenciar sus hemisferios cerebrales en sus experiencias internas y que tenían la impresión de estar en
una posición de unidad desde la cual podían observar la actividad de ambos hemisferios como si fueran
testigos externos.
Una vez alcanzado este nivel de desarrollo, quedó claro que la relación entre la experiencia
subjetiva y las constantes electroencefalográficas era isomórfica tan sólo cuando los sujetos estaban
aprendiendo el manejo de la técnica, pero cuando este proceso llegaba a su fin, eran capaces de
controlar su actividad cerebral y aparecía una especie de independencia trascendental entre la
experiencia y el cerebro.
— 75 —
Esta independencia no suponía una falta de sensibilidad como al principio del proceso de
aprendizaje, sino que representaba un auténtico dominio del cerebro. Resultaba maravilloso observar y
compartir la reacción de nuestros sujetos cuando podían reconocer que sus estados emocionales e
intelectuales coincidían y guardaban relación con las características de su actividad
electroencefalográfica, lo que constituía un gran incentivo motivacional tanto para ellos como para los
que realizábamos los experimentos.
En todos los casos, sin excepción, cuando los sujetos dominaban la técnica de coherencia
interhemisférica, comentaban que sentían que siempre que aumentaba dicha coherencia entraban en
contacto con ellos mismos. Los informes de los sujetos eran similares a las características del yo que
describimos hace un momento.
Como vimos en el capítulo anterior, un espacio tiene sintergia más alta con respecto a otro cuando
contiene más información coherente sobre el todo en cualquiera de sus posiciones. Esto quiere decir
que un espacio de alta sintergia está más unificado. La relación entre la sintergia y la coherencia apunta
a la misma conclusión: un espacio de alta coherencia es un espacio más unificado.
Figura 8. Patrones de correlación interhemisférica entre dos sujetos (JA y MA) y señales que se
les enviaron cuando sentían que estaban en contacto directo. En la gráfica inferior se muestran
la media y la desviación estándar de las correlaciones. Se puede observar una gran similitud
— 76 —
entre los patrones de correlaciones y las medias en los tres períodos en que tuvo lugar el
experimento.
Figura 9. La sesión de comunicación entre los dos sujetos se dividió en seis secciones y esta
figura muestra los patrones de correlación interhemisférica durante las mismas. Los sujetos no
habían realizado esta experiencia antes de la sesión 1, en la que se observa una gran diferencia
entre sus patrones. Diferencia que disminuye a medida que avanza la sesión.
Se puede llegar a una conclusión similar en lo que se refiere a un modo altamente neurosintérgico
de funcionamiento que implica una mayor capacidad de concentrar información y por tanto un aumento
de la capacidad de funcionamiento abstracto. Por lo mismo, el modo altamente neurosintérgico es un
modo más unificado. Si un circuito neuronal pudiera concentrar toda la información disponible sobre el
cerebro en un patrón neuroalgorítmico, podría unificar el cerebro.
— 77 —
Si su mente se une a algo externo, esa mente es pequeña y limitada.
Si su mente no se liga a nada mas, entonces no hay dualismo en la
comprensión de la actividad de su mente. Su actividad será entendida
como simples ondas mentales. La gran mente siente todo dentro de sí
misma. ¿Comprende la diferencia entre las dos mentes, la que incluye
todo y la que se liga a algo? Ambas son la misma, pero su comprensión
es diferente, y así será su actitud hacia su vida según cuál sea su nivel de
comprensión.
Tratemos ahora de dar una explicación fisiológica de la mente unificada, la gran mente de Suzuki.
Sugerimos que un cambio en el nivel neurosintérgico de funcionamiento de un cerebro particular
supone la alteración correspondiente de las características energéticas del campo neuronal creado por
ese cerebro, y que un aumento en el nivel de funcionamiento neurosintérgico de un cerebro humano
supone una alteración en su campo neuronal que puede alterar sus características energéticas y hacer
que se aproximen a las que se observan en un espacio de alta sintergia.
Por tanto, la posibilidad de interacción congruente entre un espacio de alta sintergia y un cerebro
aumentan como resultado de la elevación de nivel de funcionamiento neurosintérgico de ese cerebro.
Un cerebro se unifica cuando alcanza su nivel más elevado de funcionamiento neurosintérgico. Su
campo neuronal interactúa, de forma simultánea, con la gama de espacios de alta sintergia y por tanto
con información coherente concentrada de inmensas regiones del universo.
Puesto que la experiencia es la interacción entre el campo neuronal y la organización sintérgica del
espacio, la experiencia del observador será la de un todo unificado. Las características físicas de la
interacción entre los campos neuronales y la organización sintérgica del espacio son totalmente
desconocidas.
Hemos acumulado datos en lo que se refiere al proceso de la comunicación humana que pueden
ayudar a comprender este fenómeno. Decidimos estudiar la comunicación humana porque permite
observar un pequeño patrón de la interacción entre los campos y se pueden medir algunas de sus
— 78 —
manifestaciones. Consideramos que cuando dos o más seres humanos se comunican, sus campos
neuronales interactúan.
Es más, pensamos que cuando la comunicación alcanza un nivel de empatía en el que sentimientos,
pensamientos, emociones y otros fenómenos psicológicos son compartidos sin el uso de la palabra (a
este tipo de comunicación la llamamos directa), la semejanza entre los campos neuronales que
interactúan alcanza una identidad y se hace una. Teníamos la esperanza de que algunas medidas
electroencefalográficas registradas durante la comunicación directa exhibieran cambios en relación con
las interacciones de los campos neuronales implicados.
Para comprobar esta hipótesis, pedimos a parejas de sujetos adultos que se sentaran cómodamente
dentro de una jaula Faraday insonorizada. A los sujetos se les dijo que permanecieran tranquilos, en un
estado de casi oscuridad, en silencio, con los ojos cerrados, y separados entre sí por una distancia de
unos 50 centímetros. Registramos la actividad electroencefalográfica de los dos hemisferios de ambos
sujetos utilizando derivaciones bipolares frontooccipitales.
Cada 256 milisegundos (cada 64 datos) se hizo un análisis de correlación empleando la ecuación
de Pearson. Se realizaron aproximadamente 320 correlaciones por cada 82 segundos de actividad
electroencefalográfica. Presentamos las correlaciones gráficamente de modo que era posible obtener
patrones de correlaciones interhemisféricas de cada uno de los sujetos durante cada una de las sesiones,
con duración media de 15 minutos.
Tras un período inicial de control, se enseñó a los sujetos a que se comunicaran entre ellos dentro
de la caja de Faraday tomando conciencia de la presencia del otro y señalando cuando sintieran que eso
había sucedido. Algunos sujetos informaron que esos sentimientos de presencia implicaban sensaciones
físicas y otros afirmaron que habían activado imágenes y pensamientos en sus vecinos. Nuestros
resultados mostraron que la comunicación humana estaba directamente relacionada con la correlación
de las coherencias interhemisféricas individuales recogidas de los sujetos en comunicación.
88
Minicomputadora de 16 bits producida por Digital Equipment Corporation entre 1970 y 1990.
— 79 —
Figura 10. Diagrama de barras que muestra las medias y las desviaciones estándar de los sujetos
durante los seis períodos de comunicación de la figura anterior. Se observa cómo la correlación
de las medias aumenta a medida que progresan las sesiones hasta llegar a una sobre-imposición
de las desviaciones estándar en la sección 6.
Figura 11. La parte superior de la figura muestra los patrones de correlación interhemisférica
de dos sujetos durante una situación de control sin comunicación (C) y durante una sesión
experimental (EX). El diagrama de barras de la parte inferior muestra la media y la desviación
estándar de las correlaciones de ambos sujetos durante las dos sesiones. Se puede observar que
el sujeto que tiene una correlación superior es el que ejerce mayor influencia durante la sesión.
Cuando dos sujetos entraban en comunicación directa, sus patrones de correlación interhemisférica
sufren una modificación y se hacen similares. En términos sintérgicos, esto quiere decir que un campo
neuronal de alta coherencia (alta sintergia) puede cambiar la organización de otro campo neuronal,
— 80 —
incrementando de esta forma su coherencia. Esos cambios posiblemente afectan a la estructura del
continuo espacio-tiempo de forma que aumenta su sintergia. Esto podría explicar cómo una persona
que medita puede afectar el estado mental de otros sujetos (ver figuras 12 y 13).
En un experimento reciente, llevado a cabo con la ayuda de Manuel Delaflor y María Esther
Sánchez Arellano, descubrimos que tras un período inicial de interacción en una cámara podíamos
separar a los sujetos e instalarlos en dos jaulas de Faraday independientes y totalmente aisladas y
seguían manteniendo comunicación directa y siendo semejantes sus actividades
electroencefalográficas.
Es más, cuando en las dos cámaras separadas se estimulaba a uno de los sujetos para provocarle
potenciales, el otro sujeto, que no había recibido estímulo alguno y no sabía que a su compañero se le
estaba presentando un estímulo, desarrollaba lo que llamamos un potencial transferido, muy similar al
que aparecía en el primer sujeto. Hasta ahora hemos estudiado cinco parejas de sujetos, y todos ellos
han mostrado potenciales transferidos.89 En las figuras 12 y 13 se pueden ver ejemplos de estas
respuestas.
Colocamos tres cajas, una dentro de la otra, del siguiente modo visto de fuera a dentro: una caja
metálica, una jaula de Faraday y una caja de madera de paredes dobles con fibra de vidrio entre ellas.
La caja metálica estaba apoyada sobre gomaespuma y la caja de madera estaba colgada dentro de las
otras dos para que no hubiera contacto con la pared. Dentro de la tercera caja se colgó una pieza
metálica de 0,1 gramos de un transductor fotoeléctrico fijado a una barra metálica colocada sobre arena
antivibracional, y su información se registró en un polígrafo de Grass situado en otra habitación (figura
14).
89
J. Grinberg-Zylberbaum, Los Chamanes de México, México, INPEC, 1988.
— 81 —
Figura 12. La grafica superior muestra un registro de control sin comunicación y el potencial
provocado registrado en el vertex como respuesta a un estimulo luminoso y sonoro. Los sujetos
no están interactuando. La grafica inferior representa la misma situación pero con ambos sujetos
en comunicación directa.
Figura 13. Ejemplo de potencial provocado (curva inferior) y transferido durante el proceso de
comunicación directa. Los sujetos se encontraban en habitaciones separadas y el sujeto del
potencial transferido no era consciente de que el otro estaba recibiendo un estímulo de
comunicación directa.
Nueve sujetos de edades comprendidas entre 20 y 32 años (seis mujeres y tres hombres) se
sentaron en una silla a un metro de distancia de la caja metálica situada en el interior de la cámara. Se
emplearon electrodos bipolares para registrar la actividad electroencefalográfica frontal de ambos
— 82 —
hemisferios, que también fue recogida en el polígrafo de Grass. Empleamos asimismo una señal sonora
como retroalimentación para que el sujeto supiera que se había experimentado algún cambio en la
información que daba el transductor.
Llevamos a cabo un total de 28 sesiones con los nueve sujetos durante un periodo de varios meses,
y los registros se analizaron al final de este tiempo. Cada sesión estaba dividida en dos partes: parte de
control, en la que no se detectaban cambios en la salida del transductor, y parte experimental, donde el
transductor informaba de cambios apreciables. Se eligieron entre cuatro y siete secuencias al azar
durante ambos periodos para su análisis.
Siempre que había un cambio significativo en la salida del transductor, se presentaba una señal
sonora al sujeto al que se había aleccionado para que empleara cualquiera de sus posibilidades con el
fin de mantener activo el sonido, excepto vocalizaciones, movimientos o vibraciones mecánicas. Cada
sujeto participaba en un conjunto de secciones con el objetivo de explorar diferentes técnicas, pero
finalmente sólo uno de los sujetos fue capaz de aprender a controlar el peso del objeto metálico. Al
final de cada sesión, los sujetos anotaban sus experiencias y trataban de identificar las que guardaban
relación con la retroalimentación sonora.
Al menos la mitad de los sujetos informaron que habían sentido algo, pero que era imposible
verbalizar la sensación. Lo inefable de la experiencia queda patente en las siguientes palabras:
Este último informe resulta muy importante porque aclara que el cambio del peso se asocia con la
llegada a la conciencia, de asociaciones que antes eran inconscientes. Es más, el sujeto decía que el
sonido se presentaba cuando se sentía en paz y dentro de un orden interno, o cuando podía trascender la
situación experimental de estar dentro de una cámara insonorizada.
La falta de control voluntario durante esta experiencia posiblemente se deba al número limitado de
sesiones en las que participó cada sujeto. Sin embargo, hubo un claro aumento en el número de los
sonidos que al menos uno de los sujetos podía activar cuando se encontraba en la situación
experimental. Por tanto, parece que la capacidad de afectar los cambios gravitacionales puede aumentar
con el aprendizaje, incluso si el sujeto no puede verbalizar las técnicas que emplea.
En el cuadro 1 se muestran las medias de todas las medidas realizadas durante las 28 sesiones. El
resultado más destacado es el aumento de la coherencia que se observa cuando se detecta un cambio de
peso. Por tanto, el aumento de la coherencia de la actividad electroencefalográfica registrada en los
lóbulos frontales de sujetos humanos se relaciona con cambios en la salida de un transductor situado a
un metro de las cabezas de los sujetos y completamente aislados del mismo. Una forma de comprender
este fenómeno es suponer que algo sale del cerebro, algo que es capaz de pasar a través de una caja
metálica, una jaula de Faraday de aislamiento, dos paredes de madera y fibra de vidrio, y de alcanzar el
transductor del que está suspendido un objeto. La posibilidad de que esos cambios hayan sido causados
por vibraciones mecánicas es despreciable debido a la forma de construcción de la cámara, del
— 84 —
transductor, y por nuestros controles. De forma análoga, las alteraciones no fueron causadas por el
calor, el movimiento del aire o cualquier otra fuerza física (ver figura 15).
Figura 15. Registros representativos de dos sujetos diferentes durante períodos de control (A) y
experimental (B). Tiempo (calibración 1 segundo), 2. Registro del transductor, 3. Registro del
lóbulo frontal izquierdo, 4. Registro del lóbulo frontal derecho. A. Baja coherencia / B. Alta
coherencia
Si la explicación anterior es cierta, hay dos posibles mecanismos por los que puede tener lugar ese
cambio de peso: un aumento de la coherencia cerebral capaz de crear un campo electromagnético de
tan alto poder y frecuencia que pueda penetrar los objetos situados entre el sujeto y el transductor, o un
aumento de la coherencia que provoque cambios en la estructura del espacio creando ondas
gravitacionales. Esas ondas podrían haber sido producidas por una modificación del contenido
informacional del campo sintérgico resultante de su interacción con un campo neuronal.
Uno de los sujetos afirmó que la señal sonora se disparaba al encontrar el significado común que
estaba más allá de diferentes imágenes. Esto concuerda con el postulado de la teoría sintérgica de que
un cerebro de alta sintergia es capaz de acercarse a un estado de unificación. No se sabe si los cambios
de coherencia están relacionados con el aumento o la disminución del peso, ya que el transductor se
limita a respuestas oscilatorias.
Estamos comenzando un nuevo experimento empleando la tecnología del láser que nos permitirá
responder la pregunta de si el cambio de peso está provocado por un campo electromagnético o por un
campo más directamente relacionado con la gravitación, así como el sentido del cambio. Mientras
tanto, los resultados de que disponemos apuntan a que el cerebro es capaz de alterar la estructura
— 85 —
energética del continuo espacio-materia en la forma predicha por la teoría sintérgica, y que esta
capacidad puede aumentarse mediante el uso de técnicas de retroalimentación biológica.
En los experimentos comentados queda claro que la comunicación implica un intercambio entre
coherencias interhemisféricas en los cerebros de los sujetos participantes. Por tanto, estos
descubrimientos concuerdan con nuestros postulados teóricos.
12 VISIÓN EXTRAOCULAR
Como hemos visto, cuando los receptores retinales traducen el campo cuántico a lenguaje
neuronal, la información transformada es enviada a la corteza visual donde la estructura maleable del
campo adquiere propiedades cerebrales. En el interior del cerebro el campo cuántico, transformado en
actividad neuronal, ajusta e imita los circuitos cerebrales mediante un retículo dinámico muy complejo
de activaciones iónicas, eléctricas y químicas. La estructura tridimensional del entramado neuronal de
activación impregna al cerebro y lo unifica hasta que, como resultado de su radiación, se crea un campo
energético extremadamente complejo: el campo neuronal.
Además de incorporar la estructura de los circuitos neuronales, la estructura energética del campo
neuronal incluye al estado actual de activación cerebral la dinámica especifica de las relaciones e
interacciones entre las diferentes estructuras cerebrales, y los componentes del campo cuántico
transformado. De esta forma, si un sujeto está frente a un paisaje iluminado por el sol, sus receptores
retinales y el resto de su sistema nervioso visual incorporan los componentes visuales del paisaje y se
integran en el campo neuronal.
— 86 —
En esta estructura se encuentran contenidos en forma de morfologías energéticas hipercomplejas
los componentes perceptuales que después serán percibidos como líneas, formas geométricas, objetos
concretos, etcétera. Vemos el percepto actual, la imagen creada a partir de ese patrón de interferencia
energética, como si estuviera frente a nosotros con sus colores, contrastes, objetos, lineas,
sobreimposiciones y otros componentes fenomenológicos.
Esta interacción debe comportarse de forma similar al proceso holográfico, en el que la frecuencia
de la luz de referencia del láser empleada para recuperar la imagen tiene que ser idéntica a la frecuencia
del láser utilizado durante la creación del patrón holográfico de interferencia.90 Un cambio en la
frecuencia del haz de recuperación puede producir no sólo la alteración de la imagen holográfica sino la
ausencia total de la misma.
Con respecto al procesador central, hemos afirmado que la actividad de los circuitos cerebrales que
integran la información neuronal organiza esta información de modo crecientemente inclusivo.91, 92, 93
Teóricamente, la organización más inclusiva contendrá un algoritmo de la actividad de todo el cerebro.
El procesador central debe estar implicado en la activación de ese máximo algoritmo neuronal.
Podemos afirmar que el procesador central, la activación neuroalgorítmica mediante los circuitos
de convergencia y los estados cerebrales de coherencia, se encuentran relacionados del modo siguiente:
90
H. J. Caulfield y I. Sun, Application of Holography, Nueva York, Wiley InterScience, 1970.
91
J. Grinberg-Zylberbaum, "Retrieval of Learned Information. Neurophysiological Convergence-Divergence Theory", Jour-
nal of Theoretical Biology, vol. 56, 1976, pp. 95-110.
92
J. Grinberg-Zylberbaum, "Psychophysiological Correlates of Communication, Gravitation and Unity", Psychoenergetics,
vol. 4, 1982, pp. 227-256.
93
J. Grinberg-Zylberbaum, "Patrones de Correlación Interhemisférica Durante la Comunicación Humana", Tésis Doctoral,
Facultad de Medicina, UNAM, 1987, México.
94
J. Grinberg-Zylberbaum, "Psychophysiological Correlates of Communication, Gravitation and Unity", Psychoenergetics,
vol. 4, 1982, pp. 227-256.
95
A. Luria, El Cerebro en Acción, Barcelona, Fontanella, 1974.
96
S. Vivekananda, Raya Yoga, Buenos Aires, Kier, 1963.
— 87 —
cuando se activa un entramado de alta convergencia, los neuroalgoritmos de alta potencia unifican la
actividad cerebral. Esta activación produce un aumento de la coherencia.97
Sea cual sea la naturaleza exacta del procesador central, puesto que los perceptos visuales surgen
de su interacción con el patrón de interferencia producido por la interacción entre los campos cuántico
y neuronal, es posible, en teoría, que una imagen visual pueda ser creada en ausencia de los
componentes visuales del campo neuronal. Es decir, un sujeto con los ojos vendados podría ver un
paisaje o cualquier otro percepto si decodificara la interacción de su campo neuronal (que no contiene
componentes visuales debido a la falta de visión) con los componentes visuales del campo cuántico. En
ese caso, el procesador central podría extraer los componentes visuales del campo cuántico usando el
patrón de interferencia creado por su interacción con el campo neuronal neutro (en lo que se refiere a
componentes visuales).
Consideremos ahora un estudio en que se vendaron los ojos a un grupo de sujetos muy sensitivos
(niños) a los que se les enseñó yoga con el objetivo de que consiguieran un contacto directo con sus
procesadores centrales, y después se les pidió que vieran. En esas circunstancias, los niños
decodificaron y vivieron la experiencia directa de los componentes visuales del campo cuántico.
La premisa fundamental de este estudio es que, si es posible demostrar que un sujeto puede ver sin
emplear sus ojos o cualquier ayuda externa (electrónica u otra), esto apoyaría la idea de que los
procesamientos perceptuales ocular y extraocular están asociados con una interacción de campos, y que
se puede conseguir la creación de la experiencia perceptual mediante la decodificación directa del
campo cuántico.
Participaron 19 niños en el estudio, diez chicas y nueve chicos, con edades comprendidas entre los
cinco y los trece años. Todos los niños gozaban de muy buena salud y la mantuvieron a lo largo del
tiempo del estudio. Ademas, se mostraron encantados de participar en el experimento. Ninguno había
tenido antes ningún antecedente de experiencias de visión extraocular ni tampoco habían recibido
entrenamiento alguno al respecto. Los niños asistían a seis colegios diferentes. Todos ellos eran
considerados muy inteligentes, pero incansables y rebeldes contra la disciplina rígida y las normas de
comportamiento.
Aunque sus situaciones familiares eran muy variadas, este factor no parecía producir diferencia
notable en su capacidad de procesar información visual extraocularmente, con excepción de 5 niñas y 2
97
J. Grinberg-Zylberbaum, "Psychophysiological Correlates of Communication, Gravitation and Unity", Psychoenergetics,
vol. 4, 1982, pp. 227-256.
— 88 —
chicos que venían de familias que podríamos llamar muy motivadoras y de estabilidad óptima,
mostraron una capacidad de visión extraocular muy alta.
Antes de comenzar los experimentos, todos los niños participaron en de una a tres sesiones de
entrenamiento. Esta preparación se reforzaba en las siguientes sesiones experimentales de modo que los
niños eran sensibilizados antes y durante todo el estudio hasta que adquirían la habilidad suficiente y no
necesitaban entrenamiento adicional.
Las características del entrenamiento eran las siguientes: estando el niño cómodamente sentado y
con la espalda recta, se realizaron tres ejercicios respiratorios:
a) Con los ojos cerrados inspirando y expirando el aire por la nariz durante 60 segundos, seguidos
de 20 segundos de atención concentrada en el espacio situado entre las cejas;
b) Respiración alternativa por un orificio nasal o el otro (respirar con el derecho, expirar con el
izquierdo, respirar con el izquierdo, expirar con el derecho, etcétera) durante 60 segundos,
seguidos de 20 segundos de atención concentrada entre las cejas;
c) Inhalación y exhalación forzada y rítmica, mantenida hasta que el niño sentía que había
alcanzado el límite.
A continuación se daban las siguientes instrucciones a cada niño: “Con tus ojos cerrados,
concéntrate en el espacio situado entre tus cejas, y deja fluir tus pensamientos sin bloquearlos ni
controlarlos. Cuando lo hayas conseguido, concéntrate en ti mismo y preguntate ¿Quién soy yo?”
“Trata de sentirte y mantén la concentración tanto tiempo como puedas.” Estas instrucciones se
adaptaban al nivel de comprensión de cada niño, y el tiempo total variaba entre 5 y 13 minutos.
Tras la meditación, el instructor se sentaba frente al niño, entrelazaba sus dedos con los del niño y
visualizaba un rayo de luz que iba desde las manos hasta el cerebro del niño. Esta visualización
continuaba hasta que el niño podía mantener de forma brillante, blanca y continua la imagen del rayo
de luz. A veces el instructor situaba un cristal de cuarzo cerca del espacio que se encuentra entre las
cejas del niño o sobre dicho espacio. Descubrimos que mejoraba el aprendizaje y aceleraba el proceso
extraocular.
Una vez que se había conseguido esta visualización, comenzamos la fase de detección extraocular.
El niño tenía los ojos vendados con una venda especial totalmente opaca y que se ajustaba sobre los
párpados de modo que la visión retinal fuera totalmente imposible. A veces usamos esparadrapo para
asegurar una opacidad total.
Entonces se mostraban al niño algunas fotografías diferentes de gran calidad con colores brillantes
y contenido variado. El instructor colocaba una de las manos del niño, o las dos, sobre la fotografía
para que su piel tocara la superficie. Se pedía al niño que siguiera su propia intuición respecto a la
exploración dérmica de la fotografía, así como que explorara las imágenes mentales que suscitaba la
— 89 —
foto. Si el niño pedía ayuda durante este proceso se le hacían las sugerencias necesarias sobre cómo
realizar la exploración.
Se pedía al niño que describiera detalladamente todas sus experiencias. Cuando el niño lo pedía, se
le informaba sobre los detalles de la fotografía, así como sobre sus resultados. Empleando expresiones
neutras de sorpresa y agrado, el instructor reforzaba los resultados positivos y corregía los inadecuados.
El proceso de retroalimentación continuaba hasta que el niño mostraba signos de fatiga o de falta de
interés, momento en que se interrumpía el entrenamiento para continuarlo más tarde.
Cuando un niño podía describir correctamente las figuras de las fotografías, se le pedía que
levantara las manos de la superficie e intentara visualizar su contenido sin tocarlas. Se le sugería que
hiciera movimientos de barrido en el espacio situado entre su cuerpo y las fotografías, haciendo
también rápidas contracciones de los dedos.
El niño decía que esta actividad fortalecía los detalles y mejoraba la capacidad de enfoque, además
de aumentar la distancia a la que el niño podía distinguir formas sutiles, como letra impresa, por
ejemplo. También se conseguían efectos similares cuando el niño tenía un cristal de cuarzo en una de
sus manos. Finalmente se le animaba a que no utilizara las manos ni movimientos de ningún tipo para
ver el contenido de las fotografías.
También se colocó un cristal de 5 mm de espesor entre el niño y el material. Incluso con el uso de
este medio de control, la visión extraocular tenía lugar sin dificultades. Por otra parte, cuando se cubría
el material con un papel o con una tabla de madera, el niño informaba que veía el papel o la tabla de
madera, pero no el material cubierto. En una ocasión se colocó una tabla que separaba el cuerpo del
niño del material impreso, pero no sus manos ni la parte inferior de sus brazos. Se le pidió entonces que
hiciera movimientos de barrido y que tratara de ver el material impreso. El niño no pudo percibir el
material impreso, pero describió perfectamente la tabla de madera, lo que muestra que no son sólo los
— 90 —
receptores situados en las manos los que están implicados en el proceso, sino que pueden ser de otra
parte o partes del cuerpo.
Siguiendo la lógica del control anterior, se estudiaron varias partes del cuerpo como posibles
mediadoras de la visión extraocular. Se colocó una pantalla opaca debajo de la barbilla de cinco niños y
sobre los materiales que se les estaba enseñando. La imagen desapareció en cuatro casos. En el quinto,
el niño continuó informando correctamente sobre el contenido de la fotografía que se le estaba
enseñando, pero tiñó sus descripciones de rojo, el color de la pantalla empleada.
Con uno de los niños más avanzados se empleó el procedimiento siguiente para tratar de localizar
con mayor precisión las partes del cuerpo que podían servir de mediadores en el proceso extraocular. El
niño se situó tras una pantalla metálica que tenía una ventana cubierta por un cristal de 6 milímetros de
espesor a la altura de su cabeza, y a través de la cual se le mostraban fotografías en colores. El niño
tenia los ojos totalmente vendados, aunque su frente barbilla, nariz y mejillas quedaban al descubierto.
Sus brazos y manos quedaban detrás de la pantalla metálica. En estas condiciones el niño describía el
material que se le presentaba sin la menor dificultad.
A continuación se cubría la frente del niño y se le mostraba más material. No había cambios
notables en su capacidad. Tampoco hubo cambios cuando se cubrieron sus mejillas y su nariz. Sin
embargo, su capacidad disminuyó notablemente al taparle la boca: empezó a mostrar dificultades para
detectar el material y cometió algunos errores. Cuando tenía cubierta la barbilla era completamente
incapaz de percibir el material.
Este caso no es típico ni específico. Con el mismo niño y con otros observamos que la zona crítica
variaba tanto que no era posible establecer con precisión si existe una zona corporal que sea esencial
para el proceso de visión extraocular. A manera de ejemplo, una niña de seis años era
extraordinariamente brillante y activa y había aprendido a ver extraocularmente durante su segunda
sesión de entrenamiento. Colocamos materiales gráficos a su espalda, y no sólo podía identificar el
material en términos generales, sino que podía leer palabras y frases impresas.
Colocamos a la niña unas gafas de natación rellenas de algodón de modo que su visión retinal era
totalmente imposible y la invitamos a caminar libremente en un parque publico, pidiéndole que
describiera todo lo que viera. Primero con precauciones, y luego de forma completamente desinhibida,
la niña caminó por el parque describiendo sin dificultades los árboles, los bancos, otros niños, perros,
vendedores ambulantes y el resto de objetos que suele haber en un parque. Lo más sorprendente de la
experiencia no era la exactitud y la facilidad con que describía las cosas, sino que sus descripciones
eran de todas las direcciones. No sólo describía lo que estaba frente a ella en un momento determinado,
sino también lo que estaba detrás o a los lados.
La niña, al igual que su hermano, aprendió a percibir los órganos internos del cuerpo humano.
Ambos podían describir las características especificas y el estado pulmonar alterado de un hombre con
enfisema. Otros tres niños podían describir la localización y las dimensiones de cicatrices de fracturas
— 91 —
óseas de hacía muchos años. Estas descripciones concordaban con las de las personas que habían tenido
las fracturas.
Dos niños se ofrecieron para tratar de reducir las infecciones y aliviar el dolor de oídos de los
adultos. Se entrenó a los niños para ver el interior del cuerpo y localizar las alteraciones que tuviera.
Ambos se dieron cuenta de los oídos infectados de dos adultos. Los adultos experimentaron una mejora
inmediata que duró unos tres días. Uno de los adultos (el padre de los niños) fue tratado en tres
ocasiones sucesivas y no sufrió recurrencia alguna durante un periodo de cinco meses.
Todos los niños decidieron aprender a usar su capacidad extraocular para percibir zonas corporales
afectadas por el dolor o por alteraciones de los tejidos. Los niños describían los órganos y otros
aspectos del interior del cuerpo sin la ayuda de ningún manual de anatomía. Localizaban
espontáneamente zonas anormales, como si emitieran señales que podían reconocer y discriminar
fácilmente. En casos de infecciones, se animó a los niños para que destruyeran los agentes patógenos
emitiendo energía por sus dedos.
Durante las sesiones de entrenamiento observamos un ligero movimiento de cabeza. Los niños
solían inclinar la cabeza unos 20 o 30 grados hacia la izquierda o la derecha de modo que uno de los
lados de su cabeza quedara casi paralelo al material mostrado. La impresión que daba es que el niño
buscaba una interacción más directa con un hemisferio cerebral o el otro y el material que tenían que
decodificar.
Al comienzo del entrenamiento, los niños seguían con los dedos el perfil de los objetos que había
en el material mostrado. De forma similar colocaban los dedos ante la letra o el objeto antes de
comenzar a describirlo. Esta observación tuvo lugar en todos los casos estudiados, y constituye una
evidencia de la existencia de un cierto tipo de conciencia corporal que más tarde se verbaliza.
El resultado más claro y más básico obtenido de este estudio es que es posible percibir visualmente
sin emplear los ojos. La precisión de los detalles de los objetos percibidos con la visión extraocular
parece ser similar a la que se da en la visión ocular, y representa un mundo visual de características
similares pero sin la necesidad de emplear las enormemente complejas estructuras retinales y
presumiblemente sin que participen las estructuras cerebrales que se suelen asociar al decodificado del
mundo visual. Una de las observaciones más intrigantes, que fue una de las primeras sugeridas por la
evidencia, fue que aquellos niños que parecían estar más en contacto con ellos mismos, es decir,
seguros de si e intensamente conscientes de su identidad personal, eran los que con más facilidad
adquirían esta capacidad.
El fenómeno de la visión extraocular existe y su desarrollo parece seguir una secuencia lógica y
repetitiva en los casos estudiados. Los niños que se enfrentaban después del entrenamiento con material
gráfico al que no tenían acceso visual usaban sus manos y sus dedos para barrer el material y
decodificarlo. En algunos casos de niños especialmente dotados bastaba una sesión de entrenamiento
para que comenzaran a ver extraocularmente.
— 92 —
En los casos más generales, se necesitaban entre una y tres sesiones de entrenamiento. En su
primer contacto no ocular con los materiales, las manos barrían la página sin seguir un esquema o
patrón fijo, hasta que sucedía algo que permitía el esbozo del objeto que había que detectar. Si una
fotografía, por ejemplo, contenía una naranja, la mano del niño seguía el contorno de la naranja pero, si
se le preguntaba qué sentía, no era capaz de describir nada consistente con sus movimientos.
Cuando se le hacía observar esto, rápidamente decía que tenía que ser un objeto redondo, pero, el
fenómeno de visión extraocular seguía sin hacer acto de presencia. Pronto el niño se cansaba o se
impacientaba por sus movimientos manuales y dejaba de hacerlos, pero seguía con la mano sobre el
papel, concentrado en sus sensaciones, con tendencia a inclinar la cabeza.
A veces el fenómeno aparecía tras la concentración. En otros casos, el niño necesitaba ser
retroalimentado con una información más detallada, descartando imágenes que no correspondían al
material presentado y reforzando las que sí. En cualquier caso, cuando aparecía la visión extraocular,
sucedía en un salto cuántico cualitativo, pasando de la absoluta incapacidad de detección de los objetos
a la capacidad de decodificarlos casi perfectamente.
Una vez que esto sucedía, los niños podían percibir cualquier material que se les presentara con
una exactitud y precisión sorprendente. De manera general, la primera sesión en que aparecía el
fenómeno, suponía un gran consumo de energía, los niños manifestaban claros signos de cansancio y a
veces se quejaban de un intenso dolor en sus ojos. Este dolor y la fatiga asociada al mismo disminuían
en el momento de la detección. En casos más avanzados, la visión extraocular no parecía implicar un
consumo especial de energía: los niños podían detectar objetos sin ninguna preparación adicional, con
total naturalidad y maestría.
Cuando los otros niños veían los resultados de sus colegas, expresaban su deseo de participar y
aprender ellos también. En estos casos la activación del fenómeno parecía acelerarse. Por tanto, parece
que la ausencia de dudas sobre la existencia del fenómeno y la confianza en el instructor facilitan el
proceso.
Para tratar de establecer qué tanto la visión extraocular sigue las leyes de la perspectiva y de la
Gestalt de la visión ocular, diseñamos el experimento siguiente: a un niño se le pedía que describiera el
material que estaba viendo extraocularmente a medida que se separaba el material de él sin decírselo.
El niño describía sin dudarlo el material como moviéndose, y no como que se estuviera
empequeñeciendo o cambiando de otra forma: percibía el movimiento como lo habría percibido con sus
ojos. Continuamente se le presentaban objetos en movimiento y siempre su detección y su percepción
eran extraordinariamente precisas.
Cada niño, al margen de haber tenido el mismo entrenamiento, demostraba un estilo personal
durante la visión extraocular. Una niña, por ejemplo, hacía siempre rápidos movimientos de barrido con
sus dedos cuando se le presentaba el material porque decía que así era "más sencillo y más exacto". Un
niño prefería las figuras al material escrito. Otro prefería las letras a las fotografías. La lectura de
palabras solía realizarse gradualmente, comenzando con letras.
— 93 —
En general solían bastar unos minutos para que el niño comenzara a leer palabras completas (o a
verlas, en el caso de textos escritos en lenguajes desconocidos para el niño) y posteriormente alcanzaba
una velocidad de lectura similar a la que tenía cuando usaba los ojos. Dos niños fueron la excepción de
esta regla porque su velocidad de lectura y su interés aumentaron con el uso de la visión extraocular, lo
cual les fue enormemente beneficioso en sus tareas escolares.
Un aspecto interesante de este estudio fue que descubrimos una manifestación visible de una
capacidad psíquica para motivar a los niños a aprender técnicas que les ponían en contacto con su
verdadero yo. Por esta razón seguimos acentuando la importancia de la meditación centrada en la
experiencia del yo y en la pregunta: “Quién soy?”.
Otra interesante observación tiene que ver con la edad en la que se exhibe la visión extraocular.
Aunque sería preciso un estudio más extenso para sacar conclusiones bien fundadas, parece que es
difícil motivar el fenómeno cuando el niño tiene más de 15 años. Lo hemos intentado con adolescentes
y adultos, pero ninguno fue capaz de ver extraocularmente tras un entrenamiento similar al de los
niños.
En una ocasión llevamos a cabo una meditación en grupo en la que se visualizaban luces y se
estimulaba el contacto con el yo. Después de esta experiencia siempre se facilitaba la visión
extraocular. Opino que el fenómeno aparece con mayor intensidad y claridad cuando el niño e
instructor están tranquilos y concentrados en sí mismos, en un nivel en el que el yo pierde sus bordes o
límites. Otro punto de interés es que el instructor no necesita ser capaz de ver extraocularmente para
enseñar a los otros a hacerlo.
A los niños se les preguntaba en muchas ocasiones sobre su experiencia interna durante el proceso.
Algunos decían que veían exactamente igual que cuando tenían los ojos abiertos. De hecho, una niña
solía ver la televisión con los ojos vendados y describía perfectamente lo que sucedía, como si el
aparato estuviera dentro de ella. Otros niños describían que tenían como una pequeña pantalla “dentro
de sus mentes” cuando aparecían las imágenes. Ningún niño mencionó que tuviera que crear la visión
extraocular de forma consciente. Más bien la imagen se presentaba por sí sola, del mismo modo que
cuando experimentamos la percepción visual.
El resultado final que quisiera destacar es la relación entre el fenómeno extraocular y el cristal de
cuarzo. El efecto amplificador del cristal se puso de manifiesto en cinco niños (tres chicas y dos
chicos), lo cual fue sorprendente. Una de las niñas tomaba parte en el estudio realizado para demostrar
su capacidad de ver la televisión extraocularmente. Se le pasó un programa en color con subtítulos en
inglés y en castellano. La niña expresó su dificultad para leer los subtítulos a una distancia de unos
cinco metros de la pantalla, aunque podía describir la acción y los colores. También comentó que había
lineas y puntos que interferían su visión. De repente me pidió el cristal de cuarzo que yo llevaba y que
empleaba en mis meditaciones. Cuando tuvo el cristal en su mano derecha informó de que habían
desaparecido las líneas y puntos y podía leer los subtítulos con fluidez y describir detalladamente las
escenas que miraba. El efecto fue tan claro y espectacular que se contrastó con los demás niños.
— 94 —
Dos niñas informaron que cuando tenían el cristal de cuarzo en las manos los paisajes que se les
mostraban adquirían tridimensionalidad. Decían que era como si con el cristal estuvieran dentro de la
fotografía (en medio del paisaje) y que sin el cristal estaban fuera. Por último, dos chicos y dos chicas
pudieron aumentar la distancia desde la que leían material impreso con la ayuda de los cristales.
El mundo visual se nos presenta con un aspecto tan objetivo, real y concreto que sus elementos —
arboles, rocas, nubes, caras, construcciones— parecen constituir la base de un proceso perceptual
fenomenológicamente isomorfo. Por esta razón rara vez nos damos cuenta de que lo que vemos como
objetos con formas, colores y texturas variados no están ahí por si mismos, esperando ser vistos por una
especie de espejo mágico que simplemente refleja sus características, sino que, por el contrario, son
creados merced a un proceso cerebral extraordinariamente complejo.
Dicho de otra forma, la luz no existe ni en los circuitos cerebrales encargados de dar forma al
campo neuronal, ni en el patrón de interferencia que resulta de la interacción del campo neuronal con el
campo cuántico. Sin embargo, la luz existe en la imagen visual. Como los niños informaban que
percibían imágenes visuales luminosas, aunque lo captaban extraocularmente, este tipo de visión y la
visión retinal no difieren al respecto.
Resulta sugestivo pensar que cuando el sistema nervioso alcanza un alto grado de unificación
interna mediante la activación de circuitos y estructuras integradoras de alto nivel se consiguen altos
niveles de coherencia inter e intrahemisférica, y así el campo neuronal y los procesos energéticos
— 95 —
resultantes posibilitan la interacción del sistema nervioso con algún nivel energético espacial
representativo de la totalidad del universo, y que precisamente ese contacto es el responsable de los
diferentes niveles que puede alcanzar nuestra conciencia y de la cualidad de la experiencia. En este
caso, el procesador central estaría más próximo a la totalidad que a la existencia de un
desencadenamiento de algún circuito cerebral o campo neuronal específico.
La diferencia más notable entre la visión extraocular y la ocular, al margen de la utilización de los
ojos como transductores, reside en la ausencia de componentes visuales en el campo neuronal. A este
respecto, la estructura energética de la experiencia visual en la visión ocular (cuando existen
componentes visuales en el campo neuronal) debería contener un contraste de algún tipo con la
morfología energética de los patrones de interferencia dados por la interacción de los componentes
visuales de ambos campos.
Toda la evidencia acumulada hasta este momento indica que la zona corporal que media en el
proceso (si es que es necesaria) no es específica. La localización de la zona varía tanto dentro de cada
niño, como de un niño a otro. Sin embargo, se ha observado un desarrollo similar en todos ellos.
Comienzan a ver extraocularmente estableciendo un contacto directo entre las yemas de sus dedos y el
material gráfico. Posteriormente es capaz de decodificar el material aún teniendo sus manos separadas
del mismo. Después hace movimientos de barrido con sus manos en el espacio situado entre su cuerpo
y el material. A continuación puede ver aun con las manos colocadas a su espalda. Por último se puede
colocar el material a su espalda o el niño puede caminar y describir lo que está delante y detrás de él,
sin que aparentemente esté involucrada ninguna zona de su cuerpo. Este progreso indica la existencia
de un proceso de distanciamiento o separación entre el cuerpo y los objetos que se están viendo
extraocularmente.
La indicación más clara de esta independencia es la visión intracorporal, que aparece una vez que
se ha completado el proceso anterior. Una observación sorprendente, que ofrece una gran cantidad de
posibilidades, es la relación entre la visión extraocular y los cristales de cuarzo. La imagen extraocular
se enfocaba mejor y tenía más detalles y nitidez, adquiriendo incluso tridimensionalidad en el caso de
objetos de dos dimensiones, cuando el niño tenía uno de estos cristales. Una posible explicación de esta
relación es que las estructuras atómica y molecular de los cristales de cuarzo afecten a la estructura
energética del campo neuronal, modificando su morfología de modo que su interacción con el campo
cuántico produzca un patrón de interferencia cuyos componentes visuales sean decodificados más
fácilmente por el procesador central.
— 96 —
La estructura molecular del cristal de cuarzo sugiere asimismo la idea de que su efecto pudiera ser
aumentar el nivel sintérgico del campo neuronal: está constituida por un átomo de silicio (Si) conectado
con dos átomos de oxígeno (O), que forman tetraedros, que luego constituyen espirales
tridimensionales cuya conformación se repite cada cuatro moléculas. La primera molécula de cada
espiral ocupa la misma posición que la cuarta, y esta disposición se repite a lo largo y ancho del cristal.
La distancia entre los átomos Si-O en cada tetraedro es de 1,60 Å, y el ángulo O-Si-O es de 142 grados.
La longitud de onda asociada a estas dimensiones entra dentro del rango de los rayos X (entre 0,01 y
100 Å).
Desde el punto de vista de la estructura energética, el cristal y el espacio que lo rodea forman un
continuo en el que el sólido es uno de los polos. La estructura molecular del cristal penetra el espacio
que le rodea como si fuera el origen del cristal. O sea, la estructura del cristal sólido afecta al espacio
donde está ubicado, transfiriéndole su estructura molecular, pero en la dimensión de la estructura
energética del espacio. Por tanto, las altas coherencia, organización y simetría del cristal de cuarzo
podrían servir como modulador de energía del campo neuronal que, al atravesar el espacio que rodea al
cristal, e interactuar con él, imita su estructura aumentando así su sintergia.
La posible interacción entre el campo neuronal y el cristal puede significar que el primero contiene
componentes con frecuencias similares a las de los rayos X. La capacidad de visión intracorporal
manifestada por los niños más avanzados indica que hay algo en su experiencia perceptual asociado
con un campo capaz de penetrar los cuerpos opacos. En ese sentido, si el campo neuronal tiene una
longitud de onda similar a la de los rayos X, esto podría comenzar a explicar el fenómeno observado, lo
mismo que los cambios de peso detectados en objetos dentro de una cápsula metálica aislada,
discutidos en el capítulo 11.
La característica discreta del fenómeno y su aparición cuántica (esto es, o todo o nada) merece un
intento de explicación. Debe existir alguna relación entre esta característica y el gasto de energía de los
niños en sus primeras experiencias. Posiblemente, el establecer una interacción directa entre el campo
cuántico y la decodificación de patrones anómalos de interferencia (carentes de componentes visuales
en el campo neuronal) requiera el gasto de una gran cantidad de energía que permita al individuo pasar
por encima de algún desconocido umbral.
Un caso similar de salto de umbral sucede cuando un patrón cimático bidimensional, producido
por la interacción entre un campo vibrante de determinada frecuencia y una lámina metálica sobre la
que hay un polvo finísimo de un material, el que se hace tridimensional al aumentar la frecuencia del
campo vibrante.98 De hecho, el patrón cimático sigue siendo bidimensional, pero incrementa su
complejidad (mantiene su forma fundamental) hasta que alcanza un umbral en que el patrón salta a una
nueva dimensión del espacio (se hace tridimensional).
En cierto sentido, la tercera dimensión del patrón acaba de ser creada, pero en otro sentido, el
patrón lo único que hace es expandirse en una dimensión preexistente del espacio. En el caso de la
98
H. Jenny, Cymatics, Basilea, Basilius Press, 1974.
— 97 —
visión extraocular, el cuerpo del niño comienza a mostrar signos de visión antes de que se franquee el
umbral de la conciencia consciente. Cuando esto sucede, el fenómeno aparece en toda su plenitud,
como si el niño pudiera entrar en una nueva dimensión que existía previamente.
Estos saltos cuánticos parecen tener lugar en muchos niveles de la realidad, desde el electrón que
salta cuánticamente de un orbital atómico a otro, hasta la activación de lo que permite la aparición de la
visión extraocular. Una explicación de este tipo de visión es que la activación de los árboles de
convergencia, con la consiguiente estimulación neuroalgorítmica, supone un aumento de la coherencia
cerebral que estimula a un campo neuronal de alta sintergia capaz de interactuar con la organización
homóloga del espacio. Esta interacción tiene lugar cuando se alcanza un umbral en la morfología
energética del campo neuronal, lo que estimula la activación del procesador central y con él la
conciencia del yo.
Es como si el contacto con un estado preexistente fuera algo alcanzable, como si fuera una
propiedad emergente y no simplemente creable partir de la actividad cerebral. Por tanto, parece que la
experiencia en general, y la percepción visual en particular (incluyendo la visión extraocular),
comparten también leyes similares de activación de umbrales.
Por último, resulta tentador especular que tal vez la interacción entre los campos cuántico y
neuronal sea la contrapartida fisiológica de la unidad y unicidad. Esto es, que todo cerebro se encuentra
funcionalmente conectado con el resto del universo. También se podría afirmar que el procesador
central y el proceso que activa la dimensión cualitativa de la estructura energética de la experiencia
están más relacionados con ese todo que con un circuito neuronal especifico y concreto, o incluso que
con el cerebro en su totalidad.
Por tanto, lo que realmente vive la experiencia es el todo que se manifiesta en cada uno de
nosotros. Sea como fuere, el fenómeno de la visión extraocular parece abrir muchas posibilidades para
el estudio y la comprensión de funciones cerebrales actualmente desconocidas.
— 98 —
13 LA CREACIÓN DE LA EXPERIENCIA VISUAL
Como hemos visto, cuando el cerebro integra la información visual crea patrones de energía muy
complejos mediante la activación de sus neuronas, dendritas y axones. Cada pocos milisegundos se
crea una cantidad casi infinita de interacciones neuronales a partir de las cuales se activa un campo
energético hipercomplejo. Este campo neuronal tridimensional abandona la estructura orgánica del
cerebro y se proyecta al espacio extracraneal. Durante su expansión en el espacio, el campo neuronal
interactúa con la estructura energética fundamental del espacio (el campo cuántico). Esta interacción
recibe el nombre de mente.
La mente abandona la estructura orgánica del cerebro para penetrar en una realidad mucho más
compleja, dúctil y elaborada: la estructura energética del espacio. De la interacción entre los campos
cuántico y neuronal resulta una estructura energética, un patrón de interferencia. El perfil, forma,
diseño y demás rasgos geométricos de un objeto se encuentran contenidos en esta estructura como
patrones energéticos. Cuando un procesador central interactúa con esta estructura, aparece una imagen
visual consciente.99
Para que esto suceda el patrón energético tiene que ser congruente, lo que precisa de la existencia
de niveles análogos de organización en los campos cuántico y neuronal. Algo similar sucede durante el
proceso de la comunicación directa no verbal, donde los cerebros de los participantes comparten
niveles similares de coherencia interhemisférica.
Cada CEM es una medida relativa de la menor porción de espacio tridimensional capaz de
contener la máxima cantidad coherente de información. A medida que se incrementa la distancia del
objeto, la información visual coherente sobre el objeto se concentra en CEM más pequeños. Alrededor
de los objetos se encuentran una especie de esferas de CEM relativamente coherentes. Cada nivel de
estas esferas contiene CEM que se comportan como algoritmos de los niveles anteriores. Cada nuevo
nivel algorítmico es más coherente que el anterior porque cada CEM que contiene es un algoritmo de
algoritmos, por lo que representa los rasgos comunes de los anteriores.
Por tanto, en el extremo hipotético de cada continuo algorítmico, un CEM sería idéntico al resto y
podría contener información sobre vastas dimensiones del universo. A estas series algorítmicas les
corresponde una organización sintérgica. A una baja coherencia y escaso poder algorítmico corresponde
99
J. Grinberg-Zylberbaum, "Extraocular Vision", Psychoenergetics, vol. 5, 1983, pp. 141-158.
— 99 —
una baja sintergia. Una alta sintergia se corresponde con una coherencia elevada y un gran poder de
algoritmización.
El campo neuronal, en su expansión por el espacio, interactúa con un nivel de CEM tras otro. Una
zona congruente de interacción se sitúa en el lugar en que la potencia algorítmica del campo cuántico
concuerda con el nivel sintérgico del campo neuronal. En estas zonas, el procesador central decodifica
una imagen visual clara. Las zonas en las que el nivel sintérgico del campo cuántico supera al nivel
sintérgico máximo del campo neuronal se presentan como zonas transparentes.
El decodificado directo del campo cuántico es asimismo posible, y la capacidad de hacerlo explica
los fenómenos de visión extraocular ya descritos. Obviamente, el campo neuronal de los niños con los
ojos vendados no contiene ningún componente energético visual: el niño decodifica un patrón de
interferencia en el que la información visual es dada únicamente por el campo cuántico.
El hecho de que la interacción entre el procesador central y los componentes visuales del campo
cuántico baste para activar una imagen visual explica algunos de los perceptos de los pacientes que han
vuelto a la vigilia tras un periodo de inactividad cerebral. Estos sujetos informan que han visto escenas
de lo que sucedía durante ese trance como si hubieran estado fuera de sus cuerpos.
En términos generales, la activación de una experiencia consciente puede suceder siempre que
haya una excitación del patrón de interferencia entre los campos cuántico y neuronal dentro o fuera del
cuerpo. A este respecto, cabría pensar en la posibilidad de que la interacción entre los campos esté
focalizada por un factor hipotético de direccionalidad responsable de la activación de experiencias
localizadas.
Sin las restricciones impuestas por un campo neuronal orientado visualmente, las imágenes que
resultan de una interacción directa entre el procesador central y el campo cuántico están relacionadas
con un nivel normal de la realidad como con niveles que trascienden lo habitual. Por consiguiente, es
concebible que personas que hayan aprendido a interactuar directamente con el campo cuántico sean
capaces de detectar informaciones muy sutiles y de afectar directamente el campo cuántico y, de esta
forma, la realidad física.
Un ejemplo de esa capacidad es el fenómeno que hemos llamado de visión intracorporal en niños
entrenados para la visión extraocular. El acceso a diferentes niveles de la realidad depende del nivel del
campo cuántico donde tiene lugar la interacción. El fenómeno se asemeja al de la activación y
transformación de los patrones cimáticos. La imagen visual puede ser concebida como un cierto tipo de
patrón orgánico cimático-sintérgico que cambia durante el fenómeno extraocular cuando los niños con
los ojos vendados establecen un contacto directo con cristales de cuarzo.
Las imágenes visuales extraoculares se focalizan y se clarifican con el uso de cristales de cuarzo, y
las fotografías bidimensionales parecen adquirir una tridimensionalidad cuando los niños tienen en su
mano los cristales. De forma similar, en la cimática, los patrones bidimensionales se hacen
tridimensionales cuando el campo vibracional que interactúa con el medio aumenta su frecuencia.
— 100 —
Es probable que el campo neuronal cambie su estructura durante la interacción con el cristal, que
aumenta su sintergia y su coherencia, provocando un efecto análogo al cimático de transformación
dimensional. La coherencia interhemisférica posiblemente aumente con el uso de cristales de cuarzo,
efecto que se relaciona con la mejora que hace el procesador central de la capacidad de manejar el
factor de direccionalidad.
El procesador central puede ser concebido como la fuerza capaz de transformar patrones de energía
en experiencia consciente. El factor de direccionalidad es una emanación del procesador central. Si el
procesador central es una función gestáltica y no localizada, entonces el factor de direccionalidad sirve
para ejecutar sus decisiones. La interacción entre los campos neuronal y cuántico sucede por doquier,
pero la experiencia consciente sólo aparece en zonas restringidas de esta interacción. El factor de
direccionalidad focaliza la actividad del procesador central transformando sólo partes de la interacción
restringidas y localizadas. En este proceso de focalización la conciencia unitaria es una excepción, pues
en ella el factor de direccionalidad deja de tener un enfoque restringido y se abre a la totalidad del
procesador central.
La focalización del factor direccional está también íntimamente relacionada con el fenómeno de la
atención. Los cambios de coherencia interhemisférica que tienen lugar con el uso de cristales de cuarzo
están siendo sometidos a control experimental en nuestro laboratorio. Los resultados parecen concordar
con las predicciones teóricas de que la coherencia interhemisférica aumenta cuando hay contacto
directo entre el cristal y el sujeto que está participando en el experimento. Los resultados detallados y la
metodología empleada en todos estos experimentos serán publicados en el futuro.
Volviendo al tema de la percepción visual normal, una de las cuestiones más importantes que
esperan respuesta tiene que ver con la gran cantidad de detalles contenidos en una imagen visual y su
relación con la actividad cerebral. Karl Pribram dijo que debía existir algún nivel capaz de poseer al
menos la misma cantidad de detalles que la imagen visual.100
Afirmaba Pribram que el nivel de micropotenciales dendríticas era el candidato adecuado para esta
misión. También supuso que la activación gestáltica de vastas cantidades de micropotenciales
dendríticos formaba ondas que podrían ser la estructura incipiente del campo neuronal, cuya
morfología podría contener la información proporcionada por los micropotenciales dendríticos y las
ondas.
Un campo neuronal activado durante la visión ocular normal incorpora componentes visuales.
Cuando este campo neuronal interactúa con la información del campo cuántico sobre los mismos
componentes, el patrón de interferencia resultante de esta interacción evoluciona hacia mayores niveles
de coherencia y congruencia.
Pienso que lo que percibimos como imagen visual no es más que el patrón de interferencia
resultante de la interacción entre un campo neuronal tridimensional muy complejo y, su homólogo, el
100
K. Pribram, comunicación personal, 1980.
— 101 —
campo cuántico transformado en percepto consciente por el procesador central.101 Los medios por los
que este patrón de interferencia es transformado en perfiles, formas geométricas, colores y texturas
percibidos conscientemente es una cuestión que sólo está empezando a ser planteada en los términos
adecuados.
En este sentido, todos nosotros vivimos inmersos en una mente y en un yo. Es más, nuestras
percepciones están situadas al final de un largo proceso que, como hemos visto, tarda unos 50
milisegundos en completarse. No percibimos los objetos como son, sino más bien nuestra reacción ante
ellos.102
La interacción entre los campos neuronal y cuántico no es un fenómeno pasivo. El campo neuronal
puede ejercer una influencia de transformación sobre el campo cuántico que se manifiesta en muchos
procesos, tres de los cuales (comunicación humana, gravitación y visión extraocular) ya han sido
discutidos. Otras influencias han sido descritas someramente como el fenómeno de la materialización y
desmaterialización,103 la influencia de una mente sobre las demás104 y el llamado fenómeno de la
curación psíquica.105
Se puede pensar que todos los campos neuronales individuales interactúan entre sí y con la
estructura del espacio, creando así un hipercampo. El hipercampo sería, por tanto, el nexo común del
que surgen las llamadas experiencias individuales. Si esto es así, toda experiencia se encuentra
sumergida en una estructura energética que se origina en el cerebro de todas las criaturas vivientes.
Esto quiere decir que lo que sentimos como experiencia personal refleja y se basa en la experiencia de
todos. Los resultados de nuestros experimentos sobre la comunicación humana concuerdan con esta
conclusión.
101
La conciencia, sin embargo, es un atributo mismo de la materia, por lo que la función del Procesador Central, o del
Observador, no es transformar la materia en conciencia sino focalizarla y darle dirección.
102
JHG: Quizá a esto se refería don Juan cuando decía que primero percibimos, luego interpretamos. Y que lo que pensamos
que percibimos, en realidad son solamente nuestras interpretaciones. Hablaba de detener el proceso de interpretación
para entonces poder percibir directamente las cosas tal y como son. También hablaba de que el mundo “allá afuera” no
era tan real como parece serlo, sino que es más un producto de nuestra interpretación y en ese sentido nosotros mismos
lo creamos. Igualmente hablaba de que un hombre, cuando lograba percibir las cosas tal y como son, sin interpretarlas,
lograba hacer hazañas “de poder” tales como estar en otro lugar simultáneamente, convivir con otros seres en este
mundo que normalmente no se ven, volar, y otras más. Por cierto, también hablaba de que lograr todo eso no era
gracias a haber nacido con algún don en particular, sino el resultado de “trabajo duro”.
103
J. Grinberg-Zylberbaum, Pachita, Heptada, Madrid, 1990.
104
R. Ingalese, Historia y Poder de la Mente, Via Lucis, Buenos Aires, 1944.
105
J. Grinberg-Zylberbaum, Pachita, Heptada, Madrid, 1990.
— 102 —
visión extraocular concuerdan con los postulados de la teoría sintérgica en lo que se refiere a la
hipótesis de la interacción entre campos y a la existencia de un mecanismo de focalización capaz de
ejercer un decodificado directo del hipercampo.
14 CONCIENCIA DE UNIDAD
Se puede, pues, establecer que estas observaciones empíricas implican la existencia de niveles
discontinuos en la creación de un patrón de interferencia o en la interacción entre el procesador central
y un patrón no discreto de interferencia, lo que da origen a niveles cuánticos de experiencia consciente.
Orbitales de la conciencia
La organización neurosintérgica del cerebro comparte, con la organización sintérgica del espacio,
la creación, expansión y la interacción del campo neuronal con el campo cuántico. El campo neuronal
aparece como resultado de las interacciones neuronales que tienen lugar en la estructura cerebral. Este
campo energético se expande en el espacio e incorpora en su morfología y estructura el nivel activo de
funcionamiento del cerebro.
Nadie ha registrado nunca directamente el campo neuronal o sus interacciones con el campo
cuántico, pero todos nosotros podemos ver un nivel de esta interacción como lo es el mundo físico que
parece rodeamos. Otros niveles son los niveles emocional, táctil, auditivo y otros de nuestra
experiencia consciente.
En la holografía, se sabe que la misma frecuencia luminosa del láser empleada para crear el patrón
de interferencia debe ser empleada para recrear la imagen holográfica.108 Si se emplea una frecuencia
diferente, la re-creación resultante no es una imagen tridimensional clara, sino una borrosa y caótica.
Tiene que haber congruencia energética para obtener una imagen holográfica.
Algo similar debe suceder para que el procesador central sea capaz de activar un nivel y una
experiencia diferenciados al interactuar con el patrón de interferencia relacionado con la estructura
energética de la experiencia perceptual. Probablemente, el nivel neurosintérgico del campo neuronal
106
P. Epstein, Kabbalah, Doubleday, Nueva York, 1978.
107
S. Vivekananda, Raya Yoga, Kier, Buenos Aires, 1963.
108
H. J. Caulfield y L. Sun, Application of Holography, Nueva York, Wiley InterScience, 1970.
— 103 —
tiene que estar en correspondencia con un cierto nivel de la organización sintérgica del espacio para
crear un patrón congruente de interferencia.
Si, por ejemplo, el nivel neurosintérgico del espacio es superior al nivel neurosintérgico del campo
neuronal, el procesador central daría origen a una imagen de transparencia en un espacio vacío. El
campo neuronal, al igual que el campo cuántico, puede cambiar su nivel a lo largo de un continuo. El
procesador central interactúa, sin limitaciones, con innumerables niveles de patrones energéticos.
Lo que hace que la experiencia consciente se comporte de modo discontinuo es el hecho de que la
interacción entre los campos cuántico y neuronal produce un patrón congruente de interferencia tan
sólo cuando ambos campos comparten un nivel sintérgico similar. Llamamos a esas zonas de
congruencia orbitales de la conciencia, tomando el término orbital del príncipe Louis De Broglie que
abordó el problema físico de la existencia de orbitales discontinuos en el átomo con una solución
extraordinariamente elegante.
Afirmó que cada electrón tiene una longitud de onda asociada, y que sólo cuando el perímetro del
orbital es un múltiplo exacto de esa longitud, el electrón no desaparece del mismo (orbitales
permitidos). Si el perímetro del orbital no es un múltiplo exacto de la longitud de onda del electrón
(orbitales prohibidos), el electrón sufre una auto-interferencia y no puede existir.109
El procesador central
Como hemos visto, el campo neuronal parece poder interactuar con una estructura cristalina cuyas
dimensiones atómicas se encuentren dentro del rango de los rayos X. Esta es la primera indicación de
las características físicas del campo neuronal.
Sugiere que el campo neuronal puede vibrar con la frecuencia de los rayos X, pero no dice si ésta
es la frecuencia límite que puede alcanzar. Como en la conciencia de unidad los campos neuronal y
cuántico recuperan su naturaleza original constituyendo un campo indivisible, podemos afirmar que los
límites de las frecuencias que puede alcanzar el campo neuronal son superiores a las de los rayos X. De
hecho, esos límites no se pueden establecer en el caso de la conciencia de unidad, pues las frecuencias
que puede alcanzar el campo cuántico son innumerables.
El procesador central, por el hecho de tomar parte de una realidad no-física, podría trascender el
inconmensurable, y posiblemente infinito, nivel de frecuencias vibracionales que alcanza el campo
109
A. Beiser, Conceptos de Física Moderna, Madrid: McGraw Hill, 1965.
— 104 —
cuántico en su mayor sintergia. Si el procesador central pertenece a una realidad no-física, se podría
suponer su capacidad de trascender los límites y frecuencias del universo físico.
Cómo y dónde se puede producir la interacción entre una realidad no-física y otra física sigue
siendo un misterio indescifrable no resuelto por la formulación energética que establece que hay una
interacción entre el patrón de interferencia y el procesador central. Un abismo similar existe en la
formulación cabalística que afirma que Dios envía emanaciones de su ser que iluminan y dan vida a las
esferas discretas de conciencia (sephirot) en las que vivimos los seres humanos.110
Podemos pensar en el procesador central como la conciencia pura. Cuando la interacción entre los
campos cuántico y neuronal tiene estructura heterogénea, el procesador central transforma su estructura
energética en una imagen llena de formas y detalles. Si la interacción alcanza el nivel sintérgico
máximo y se hace homogénea, el procesador central ve todo como reflejo de sí mismo. La experiencia
que entonces se activa es la conciencia de unidad.
El procesador central siempre es el mismo porque, por el hecho de no pertenecer a una realidad
física, su actividad no depende de ningún nivel sintérgico ni campo energético. Estas consideraciones
llevan a la conclusión de que en ausencia de actividad cerebral —esto es, tras la muerte— el procesador
central sigue siendo capaz de interactuar, no ya con la estructura energética de la experiencia sino con
el campo cuántico desnudo. El nivel sintérgico con que puede interactuar el procesador central tras la
muerte depende del nivel de actividad cerebral con que solía funcionar el individuo cuando estaba vivo
y, por consiguiente, del nivel de conciencia que solía alcanzar. Si el individuo podía vivir en conciencia
de unidad, lo que habrá después de la muerte será conciencia pura. Esta conciencia del yo no necesita
para existir ninguna interacción entre el procesador central y el campo cuántico.
Lo que determina el nivel de la conciencia donde funciona un ser humano es una cuestión que
requiere de algunas consideraciones físicas y fisiológicas antes de poder ser abordada con propiedad.
Como ya hemos visto, en la física, un electrón que se encuentre en un orbital prohibido sufre un
proceso de auto-interferencia que le impide existir en dicho orbital. De forma análoga, en lo que se
110
P. Epstein, Kabbalah. Nueva York, Doubleday, 1978.
— 105 —
refiere a la conciencia también hay procesos de auto-interferencia. Para hablar con propiedad, sólo
existe un campo energético, por lo que la conciencia de unidad es el nivel de conciencia más natural, si
no el único. En ese nivel, la dicotomía entre la idea de la existencia de un universo físico frente a otro
no-físico se diluye en la percepción de una conciencia que engloba y que contiene a todo. Esto es, el ser
humano iluminado que vive en la conciencia de unidad ve todo como niveles simplemente diferentes
de la misma conciencia.
Es como si experiencias dispersas, con vida propia cada una, se enfrentaran entre sí
imposibilitando su unificación en algoritmos y patrones de sintergia superior. Lo que podría ser un
nuevo nivel de mayor poder sintérgico se degenera en un nivel de baja sintergia en el que la
interferencia, la falta de organización y el escaso contacto entre las partes impide la obtención de la
unidad. El resultado de esos procesos es vivir en un nivel prohibido de conciencia. Los niveles
prohibidos constituyen la interfase entre orbitales cuyas experiencias características son los procesos de
radiación y absorción de energía.112 Quien se encuentra en una de estas interfases siente que todo lo
exterior le afecta y que carece de un centro de control.
Quisiera hacer dos consideraciones adicionales. Una se refiere a las interacciones cimáticas entre
campos y estructuras,113 y la otra al efecto Zeeman.114 La cimática es un enfoque experimental
relativamente reciente en el que se estudian los patrones resultantes de una interacción entre campos
vibracionales y estructuras. Como ya vimos en un capítulo anterior, si un sonido con una frecuencia de
vibración especifica interactúa con una lámina metálica en la que se ha colocado un polvo finísimo, el
polvo adquiere la forma de un patrón. Si se aumenta la frecuencia del sonido, el patrón se hace cada
vez más complejo, aunque mantiene una estructura básica. Cuando la frecuencia alcanza un
determinado umbral, el patrón se convierte en tridimensional.
Si concebimos al campo cuántico como una estructura con la que interacciona el campo neuronal
creando patrones cimáticos, los diferentes niveles de conciencia podrían asemejarse a los patrones
cimáticos ya mencionados.
111
JHG: Esto podría explicar el valor y utilidad de la técnica de revisión del pasado, llamada recapitulación, en los textos de
Carlos Castañeda. En esa técnica uno revisa el pasado buscando neutralizar las experiencias que hayan provocado que
uno llegue a acuerdos consigo mismo.
112
JHG: Esto se parece a lo que decía don Juan, en cuanto a que el objetivo de la recapitulación es el recuperar la energía
comprometida en eventos del pasado. Esto debido a que todos nacemos con una cierta cantidad de energía y que todo
lo que podemos hacer es cuidarla y no desperdiciarla.
113
H. Jenny, Cymatics. Basilea: Basilius Press, 1974.
114
A. Beiser, Conceptos de Física Moderna, Madrid: McGraw Hill, 1965.
— 106 —
En la psicología esotérica se afirma que el ser humano tiene varios cuerpos energéticos.115 Estos
cuerpos están relacionados con niveles diferentes de conciencia. Tal vez el cuerpo energético sea un
patrón cimático estable. Si es así, algunos maestros podrían ser capaces de visualizar lo que para el
resto de nosotros no son más que interacciones cimáticas-sintérgicas invisibles. Yo creo que el hombre
se encuentra en un estado constante de evolución hacia niveles de funcionamiento de mayor sintergia
que apuntan hacia la conciencia de unidad. El sufrimiento real en esta evolución es un estado de
dicotomía y de falta de unificación. Cuando el contenido de alguna experiencia se disocia de las
operaciones de focalización que lleva a cabo el factor de direccionalidad del procesador central, el
individuo se encuentra dividido internamente y en un estado de dolor, tensión y desequilibrio. Si, por el
contrario, es capaz de aceptar todas sus experiencias como experiencias reales y parte genuina de sí
mismo, permite a sus codificadores convergentes que unifiquen esas experiencias dentro de él dando
origen a un algoritmo congruente que puede ser transformado por el procesador central en una
experiencia consciente, integradora y coherente.
La aceptación total es el secreto para conseguir la unificación y los niveles de sintergia superior de
conciencia. Vivimos en un mundo muy complejo en el que somos estimulados por potentes campos de
información. La interacción entre esos campos crea niveles nuevos de experiencia. En la física se ha
observado que cuando un átomo se encuentra en presencia de un campo magnético aparecen nuevas
líneas en el espectro. Este fenómeno se conoce con el nombre de efecto Zeeman, y es similar a las
nuevas experiencias que acabamos de discutir.
De hecho, cuando se comparan las leyes de la conciencia con el comportamiento de las partículas
elementales, se tiene la impresión de que ambos extremos se tocan. ¿Cómo es posible que un fenómeno
tan complejo como la conciencia se comporte de forma similar a las partículas atómicas? La similitud
implica que ambos dominios son manifestaciones de una única realidad. Otros ejemplos de estas
similitudes son la emisión o absorción de energía de un átomo a otro cuando el electrón salta de un
orbital a otro, intercambios similares a los que se dan cuando un sujeto se encuentra en una fase entre
orbitales de la conciencia.
Durante sus saltos cuánticos, los electrones se comportan como si estuvieran simultáneamente en
dos orbitales. En el ámbito de la conciencia sucede algo similar cuando tiene lugar un cambio de
conciencia, encontrándose el observador en una interfase entre dos orbitales. El individuo siente como
si estuviera al mismo tiempo en dos niveles y en ninguno a la vez, y durante este proceso se encuentra
dispuesto a recibir o liberar energía.
Si el procesador central es el yo, está incluido en todos los procesos y pensamientos de la mente.
El procesador central es el observador. No le afectan pensamientos, emociones, placeres ni dolores
115
C. Wilson, Lo Oculto, Barcelona: Noguer, 1974.
— 107 —
porque parte de su naturaleza consiste en ser testigo de todos esos cambios de la actividad de la mente
sin perder su capacidad de observarlos.
Cuando un ser humano se identifica con el yo, trasciende todo cambio relativo y temporal en la
actividad de la mente, se transforma en un silencio inmutable en lo que las experiencias aparecen y son
vistas como acontecimientos milagrosos que destacan sobre un fondo de plenitud vacía, formando parte
de un inmenso patrón de relaciones que abarca a todas las cosas.
Conciencia de unidad
Este instrumento de unificación cumple mejor su función cuando es emitido desde un cerebro en
estado de alta coherencia interna. De hecho, tanto los estados de coherencia interhemisférica como la
radiación en el espacio de los campos neuronales de alta sintergia son los correlativos cerebrales de la
conciencia de unidad.
En la conciencia de unidad los objetos, las personas y el resto de los elementos que hay en el
mundo son vistos como manifestaciones del mismo yo. En la conciencia unitaria se experimenta la
ausencia de diferencias entre objeto y sujeto.
El yo es el procesador central. La realidad y todo lo demás, incluyendo los cerebros y los campos
neuronales, son sus manifestaciones. Si el yo existe siempre, el acceso a su realidad podría compararse
con la actividad cimática de un patrón tridimensional cuando aumenta la frecuencia del campo
vibracional y supera un determinado umbral.
— 108 —
Cuando el procesador central interactúa con el patrón de interferencia transforma la estructura
energética en experiencia consciente. Por consiguiente, el yo no es una entidad separada con la que
establecemos contacto, sino que es la raíz y el sostén de la experiencia de la percepción y del yo.
El yo existe siempre, pero la experiencia del yo se siente cuando sucede la interacción entre los
campos cuántico y neuronal en sus niveles de sintergia más elevada, y en este estado de conciencia
unitaria el procesador central toma conciencia de sí mismo como sostén de todas las experiencias y
manifestaciones.
Nosotros los seres humanos tenemos una naturaleza dual como las partículas elementales; somos
tanto entidades singulares como procesos ondulatorios. La conciencia de unidad parece estar
relacionada con nuestra naturaleza ondulatoria en la que todo está interconectado y forma parte de un
todo superior donde no hay separaciones ni individualidades.
El campo neuronal explica nuestra naturaleza ondulatoria y nuestras conexiones físicas con el resto
del universo. Obviamente, la naturaleza de la conciencia de unidad no puede reducirse a interacciones
del campo neuronal, pero el campo neuronal forma parte de un modelo que sirve para explicar algunas
de las características de la conciencia de unidad.
No es el cerebro el que crea el estado de conciencia de unidad, sino que a través del cerebro y de
su campo neuronal se puede focalizar la conciencia de unidad e interactuar y manejar el universo físico.
Sólo cuando el cerebro se unifica internamente se manifiesta la conciencia de unidad en el nivel
humano.
116
C. Borland y G. Landrith, "Improved quality of city life through the transcendental meditation program: decreases crime
rate". En: D. W. Orme-Johnson y R. K. W allace, Scientific Research on the Transcendental Meditation Program,
MERU Press, 1976.
117
B. Muktananda, El Secreto de los Siddhas. Nueva York: SYDA Foundation, 1982.
— 109 —
— 110 —
15 PSICOFISIOLOGÍA DEL PODER
Como hemos visto, la percepción hace su aparición como resultado de la interacción entre el
campo neuronal y el continuo espacio-tiempo, que también hemos llamado campo cuántico, la cual
origina un patrón de interferencia que es una distorsión muy compleja de ese continuo.
En este capítulo se postula que la dicotomía materia-conciencia es falsa: lo único que existe es la
conciencia en diferentes niveles, desde la contenida en el continuo espacio-tiempo hasta la conciencia
que se manifiesta en las interacciones de dicho continuo con el campo neuronal.
Psicofisiología de la conciencia
No existe mayor poder que el de la conciencia. Esto es así porque la conciencia unitaria es el punto
primero y último. La conciencia no emerge de la actividad cerebral ni es el resultado de la morfología
de la energía ni de la distribución de los campos físicos. Cualquier manifestación material tiene a la
conciencia en su base.
Si en el primer momento o punto origen de todo fenómeno hay actividad consciente, entonces la
conciencia coexiste en todo, pero su nivel varía según la complejidad del sistema involucrado. Hay
diferentes niveles de conciencia, desde la que existe en un electrón hasta la conciencia particular de un
ser humano evolucionado. Pero sea cual sea su nivel, todo tiene conciencia.
Por esta razón el Universo, considerado como un todo, es la forma más compleja de conciencia, y
lo que conocemos como una partícula elemental es la conciencia diferenciada más simple que existe.
Incluso el sustrato del que surge la partícula elemental, el continuo del espacio, es conciencia, pero en
su estado más fundamental, sin divisiones ni cambios.
118
En el contexto de este capítulo, “poder” se refiere a la capacidad de mantener un estado de coherencia y unidad.
— 111 —
de la organización de esas distorsiones en el continuo del espacio. Puesto que el cerebro humano es el
sistema que tiene una mayor capacidad de distorsionar ese continuo, el contenido de la percepción
humana (pero no su origen) depende de la complejidad del cerebro.
El aspecto más paradójico del proceso de complejificación es que su nivel superior imita el estado
fundamental del continuo del espacio, o sea, que el cerebro humano, que comenzó su evolución
distorsionando ese continuo, regresa al estado puro del continuo cuando alcanza la cima de su
evolución.
Por esta razón la conciencia de unidad está en el comienzo (en el estado puro del continuo) y en el
fin (en el cerebro que lo imita). El poder está directamente asociado al grado de unificación. Esta es la
razón por la que un verdadero líder119 de la conciencia es el que puede alcanzar la conciencia unitaria
tras pasar los estados intermedios de distorsión del continuo.
El mundo que percibimos es similar para diferentes cerebros humanos porque la distorsión del
continúo producida por ellos se apoya en organizaciones anatómicas parecidas. La evolución ha dado
origen a organizaciones cerebrales similares capaces de distorsionar el campo cuántico de formas
análogas. El conjunto de todas estas distorsiones retroalimenta dicho campo y crea un hipercampo real
que contiene a las experiencias perceptuales de todas las especies.
Un atractor extraño es un concepto matemático que define a un sistema complejo. Esta definición
es de tipo algorítmico. Consideremos un sistema complejo, no periódico y oscilatorio, como la
actividad electroencefalográfica (EEG). A primera vista algunas de sus oscilaciones son caóticas y no
pueden ser reducidas a un algoritmo. Sin embargo, al someter las oscilaciones características del EEG a
119
“Líder” es el maestro o guía de la conciencia.
— 112 —
un análisis de Fourier se observa que, a pesar del aparente caos, hay un sistema de modulación que se
puede estimar que es el origen del EEG. Un atractor extraño, en este caso, sería la estructura
matemática que define este origen.
Pero un atractor extraño no es sólo una definición o un algoritmo matemático: describe un sistema
físico, orgánico o consciente que actúa como sustrato o guía. Un ejemplo de atractor extraño es el
Punto Omega de que habla Teilhard de Chardin o cualquier neuroalgoritmo capaz de unificar la
actividad cerebral.
Si usamos una metáfora literaria, un atractor extraño es el subtexto cuyo significado más allá de las
palabras solo es aparente para los que tienen el mismo nivel de conciencia que el autor del texto. Este
nivel de conciencia es la guía y el origen del texto. Quien comprende el subtexto no necesita el texto;
quien comprende el significado no necesita las palabras; quien coge el pájaro no necesita la red; quien
llega al puerto no necesita el barco...
Por esta razón, el futuro ideal de una organización del hipercampo existe en el presente de dicho
hipercampo o, mejor, en el presente de un ser capaz de interactuar con el nivel adecuado del
hipercampo. Esta capacidad depende del grado de sintergia del campo neuronal que depende, a su vez,
de los niveles de coherencia y densidad de información en que funciona el cerebro.
De este modo se despierta la conciencia colectiva para satisfacer su futuro ideal, movilizando su
capacidad para actuar y fortalecerse en dirección a su desarrollo óptimo. Para que aparezca un líder con
estas capacidades, su conciencia debe ser capaz de incorporar en sí misma la conciencia colectiva.
Debe ser uno con la Tierra, porque sólo de esta forma puede acumular poder suficiente para reconocer
el atractor extraño del futuro ideal del hipercampo y guiarse en esa dirección. Para conseguirlo, tiene
que expandir su auto-identificación.
— 113 —
En este estado, sus propios deseos y necesidades son los de las especies, puesto que su yo está
incluido en el hipercampo. Debe quedar claro que en todos nosotros coexisten diferentes niveles de
conciencia en este momento presente. Cada modalidad perceptual representa un nivel como lo
representan todas las identificaciones mediante las que hemos vivido nuestras vidas. Estos niveles,
unidos al nivel asociado con el atractor extraño del hipercampo, existen simultáneamente.
Para que esta técnica progrese es necesario identificarse con el observador y no con sus
contenidos. Cuanto más próximo se esté al origen del poder en el observador mayor será la capacidad
de incorporar al atractor extraño, ya que pertenece a la misma realidad que el observador. El atractor
extraño impregna con su energía a todas las criaturas que viven en el hipercampo.
Esto se llama eficacia de la conciencia. La influencia simultánea del atractor extraño sobre todos
los sistemas que coexisten en el hipercampo implica que su acción está fuera del tiempo. Esta acción es
atractiva, similar a la atracción que ejerce un imán sobre las sustancias férreas. La existencia de fuerzas
universales de la naturaleza, como la de la gravedad, imita el principio de la conciencia. Por tanto, no
es extraño que haya sido posible observar cambios gravitacionales relacionados con modificaciones del
grado de unificación cerebral, como vimos en el capitulo 11.
En lenguaje cotidiano, la energía vitalizadora del atractor extraño del futuro ideal del hipercampo
también recibe el nombre de amor. El amor tiene asimismo diferentes niveles, desde el puramente
interpersonal hasta el amor universal. El auténtico líder de conciencia ha alcanzado la cúspide de la
experiencia universal del amor y dispone de poder suficiente para activar el amor en el hipercampo y
en las conciencias individuales.
— 114 —
Podemos decir que representa el yo en que serán convertidos los otros y coexiste simultáneamente
con ellos. Su conciencia baña el hipercampo, afectando a todos los campos neuronales con los que
interactúa.
Sin embargo, la existencia de un guía de la conciencia no basta para activar en las especies el
atractor extraño del futuro ideal del hipercampo. Es necesario que los hombres estén preparados para
recibir su influencia. Los sistemas educativos de todo el mundo deberían responsabilizarse de esta
preparación, cuyo éxito también dependerá de los líderes de la conciencia.
Conciencia de unidad
Quien posee conciencia de unidad no siente separación de los demás, lo cual no quiere decir que
haya perdido su individualidad o que viva una existencia diluida y amorfa. En vez de eso, vive desde
un foco el que convergen todas las experiencias. Todo lo que experimenta, siente y piensa está incluido
en un yo único en el que se integran sus experiencias. No se identifica con su cuerpo, mente o
emociones, sino con la unidad que trasciende sus contenidos. Su unidad es el yo puro.
Por esta razón, el que vive en la conciencia de unidad experimenta un estado constante de
sincronicidad que puede no ser visible para los que le observan. Estar en conciencia de unidad no suele
ser apreciable excepto para los que están en el mismo estado o para los que han empezado a ser más
sensibles a las sutiles variaciones del hipercampo.
Esto es debido a que el hipercampo fluye alrededor del cuerpo del que está en conciencia de
unidad como si poseyera un polo de atracción y limpieza. Las regiones del continuo espacial que
aparecen a nuestra percepción como objetos materiales son zonas de baja sintergia que curvan y
distorsionan literalmente el espacio, mientras que el campo neuronal en conciencia de unidad posee una
alta sintergia similar a la del propio continuo espacial.
— 115 —
Como vimos en el capítulo 11, cuando dos sujetos se comunican, el que tiene una correlación
interhemisférica superior atrae al de menor correlación interhemisférica a su nivel de coherencia. Esta
evidencia experimental apoya las consideraciones mencionadas.
Uno de los grandes desafíos con que tiene que enfrentarse la ciencia del futuro es la comprensión
de la estructura del continuo espacial y del hipercampo. De esta comprensión dependerá la posibilidad
de tener acceso a fuentes de energía limpias e ilimitadas, al manejo de la fuerza gravitacional, a la
construcción de ordenadores cuyos chips usen la propia estructura del continuo espacial y del
hipercampo para sus operaciones, así como al desarrollo de técnicas de comunicación por encima de la
velocidad de la luz y a la comprensión del origen de la percepción y de la conciencia.
Puesto que la ciencia no esta suficientemente desarrollada y que no tenemos a nuestra disposición
instrumentos que hagan visible y analicen la estructura del hipercampo (con excepción, naturalmente,
de nuestros cerebros y de sus percepciones), la única deducción que podemos hacer sobre esta
estructura depende de nuestra capacidad de observación, razón por la que habrá que someter dichas
observaciones a una mayor elaboración y experimentación en el futuro antes de darlas por válidas.
Dos características del hipercampo parecen estar fuera de duda. La primera es que cada una de sus
partes contiene una cantidad de información extraordinariamente grande. La otra es que todos sus
puntos se afectan mutuamente como si el continuo espacial fuera un superconductor, evidencia
sugerida por los experimentos de Aspect120 que se basó en la paradoja Einstein-Podolsky-Rosen121 y en
el teorema de Bell.122
Este teorema establece que si dos partículas elementales complementarias son separadas la una de
la otra, la modificación del giro o spin de una de ellas afecta inmediatamente a la otra al margen de la
distancia que las separe. En 1982 Aspect demostró experimentalmente que esa información se transmite
de una partícula a la otra sin demora ni resistencia.
Esto sugiere que el continuo espacial se comporta como un superconductor. Naturalmente, también
podríamos afirmar que esas dos partículas elementales complementarias son en realidad una sola, por
lo que constituyen una unidad. Cada modalidad perceptual es el resultado de una distorsión congruente
de un nivel particular de la estructura del hipercampo.
Puesto que toda modalidad es un nivel de conciencia que posee una duración determinada del
presente que aumenta según aumenta su complejidad y unificación, podemos deducir que toda
modalidad de conciencia es la distorsión y decodificación de niveles del hipercampo que contienen
mayor densidad de información.
120
A. Aspect, J. Dalibard y G. Roger, G. Phys. Rev. L ett., 1982. 49-1804.
121
A. Einstein, B. Podolsky y N. Rosen, N. Phys. Rew., 1935, 47, 777-780.
122
J. Bell, S. Physics. 1964. i - 195
— 116 —
El tiempo necesario, por ejemplo, para crear una distorsión del hipercampo que aparece como
imagen visual (la duración del presente de la imagen visual) es mayor que la duración del presente para
un sonido, pero menor que la duración del presente para una experiencia abstracta. Una experiencia
mística precisa de un largo periodo de preparación antes de suceder. Es necesario mantener un estado
de conciencia autoalusiva durante un tiempo considerable para que aparezca la experiencia de la
realidad y del yo puro. Se podría decir que la duración del presente de una experiencia de iluminación
es mayor que la de cualquier otra experiencia que precise de menos complejidad y unificación. Por esta
razón, el místico distorsiona e interactúa con un nivel de densidad superior de la estructura del
hipercampo.123
La necesidad de mantener una distorsión del hipercampo durante un tiempo —y, por consiguiente,
un estado de conciencia— para acceder al siguiente nivel, tiene su modelo en la algoritmización
cerebral. El cerebro sólo es capaz de concentrar información en patrones neuronales estables si dicha
información no contiene errores de codificación. Los procesos de purificación del contemplativo y del
místico sirven para eliminar esos errores.
Por esta razón, la técnica de meditación autoalusiva se basa en la observación de diferentes niveles
de codificación y en su unificación con el observador. Cuando se unifican mayores cantidades de
información, se decantan los algoritmos que tienen mayor densidad de información codificada en su
estructura. Mantener un neuroalgoritmo de alta densidad durante un largo tiempo permite la creación de
un patrón congruente de interacciones con otros algoritmos de densidad similar, lo que posibilita al
sistema para que los utilice como elementos de un nuevo nivel.
El tiempo preciso para crear el nuevo patrón y la distorsión del hipercampo que lleva implícita es
la duración del presente de la experiencia resultante. La experiencia no tiene acceso directo al
hipercampo mientras no se active el neuroalgoritmo que unifica la totalidad de la actividad corporal y
cerebral.
Cuando se ha demostrado que es posible mantener ese grado de homeóstasis durante un tiempo, a
pesar de los cambios de estímulos exteriores, se establecen las interacciones precisas que favorecen la
decantación hacia el siguiente algoritmo en una cadena posiblemente infinita hasta que se alcanza la
conciencia de unidad exterior e interior.
La estructura del hipercampo debe permitir la existencia de todos los estados de conciencia, desde
los que tienen una breve duración del presente hasta los que tienen la más larga. Esta estructura, por
123
En el budismo tibetano se dice que una persona iluminada dobla el espacio.
— 117 —
consiguiente, tiene que ser múltiple, con complejas interconexiones y capaz de ser distorsionada para
originar infinitos patrones complejos. Por otra parte, cada punto del hipercampo debe ser un modelo del
todo, de forma análoga a los hologramas.
Esta capacidad de unificar dichos patrones está directamente relacionada con la talla del líder.
Cada campo neuronal se comporta para ese líder como un punto del hipercampo. Su tarea es crear un
patrón de distorsión que incluya a todos los campos neuronales, lo que supone una estimulación
saludable del desarrollo de los individuos.
El genuino líder de la conciencia funciona como un atractor extraño en la máxima duración del
presente, viviendo los patrones colectivos del hipercampo —del cual también forma parte— como una
experiencia personal. La experiencia de cualquiera es la suya propia, y su capacidad de purificar los
errores de codificación le permite mantener estados de conciencia individuales y colectivos el tiempo
necesario para conseguir nuevos niveles que impliquen un mayor desarrollo de la conciencia individual
y colectiva.
El desarrollo personal sólo tiene lugar si hay aceptación, amor y falta de represión, estrategias que
deben ser usadas para evitar las distorsiones caóticas del hipercampo y favorecer el desarrollo en la
dirección establecida por el atractor de su futuro ideal.
Psicofisiología de la comunicación
Para conseguirlo contempla la experiencia que surge del primer instante de cualquier contacto
sensorial. Este contacto, según la escuela Dzogchen, es presencia pura. En el laboratorio hemos
estudiado la posibilidad de conseguir el estado Samantabhara empleando una técnica de
retroalimentación de potenciales provocados.
124
N. Norby, The Cycle of Day and Night, Oakland; Zhang Zhung, 1984.
— 118 —
codificación del estímulo por el cerebro del sujeto. Se instruye al sujeto para que preste atención a los
componentes de baja latencia de dichos potenciales, esto es, a los que reflejan el decodificado de los
primeros momentos del proceso sensorial.
De este modo el sujeto aprende a experimentar la conciencia que surge con el primer contacto
sensorial. El Dzogchen explica este estado de presencia pura mediante el símil de un espejo y los
objetos que se reflejan en el mismo. El estado Samantabhara es el contacto con el espejo de la mente al
margen de cual sea el contenido de la percepción, y equivale al yo puro de la realidad de conciencia de
unidad.
De esta forma, el estado de mayor sencillez (el instante primero de cualquier contacto sensorial) es
similar al estado de mayor complejidad (contemplación autoalusiva de la totalidad de uno mismo en el
momento presente).
En el laboratorio hemos empleado este parámetro y lo hemos relacionado con diferentes variables
psicológicas, como la auto-unificación y la comunicación interpersonal. En esos estudios, descritos en
el capitulo 11, descubrimos que a medida que aumenta la correlación interhemisférica de un sujeto, éste
se siente a sí mismo más unido y más en contacto consigo mismo.
Nuestros resultados también indican que hay un proceso de transferencia directa de los patrones de
correlación interhemisférica entre diferentes sujetos, lo que apoya la hipótesis de que el cerebro
produce una distorsión del hipercampo y que la comunicación se basa precisamente en el intercambio
de los patrones de los campos neuronales individuales implicados y de los patrones de correlación
interhemisférica.
Como hemos visto, al comparar los efectos de transferencia para dos cerebros que funcionen a
niveles de correlación interhemisférica diferentes, siempre se ha observado que la correlación inferior
es la que aumenta y se aproxima a la superior. Esto sugiere que el sujeto que tiene mayor correlación
interhemisférica —y se encuentra, por tanto, más próximo a la conciencia de unidad— atrae al otro
sujeto, lo que apoya los postulados que indican que el atractor extraño del futuro ideal del hipercampo
ejerce una fuerza atractiva.
Puesto que el cerebro forma parte del hipercampo, el patrón de interacciones que se crea en su
estructura pertenece asimismo al hipercampo. Por tanto, se puede deducir que los cambios que se
producen en el interior del cerebro afectan al resto del hipercampo. Esto se puede observar en los
resultados experimentales explicados en el capítulo 11, que demuestran que hay una relación entre los
cambios en la coherencia interhemisférica de los sujetos y las modificaciones de peso de objetos
cercanos.
— 119 —
Estos experimentos muestran igualmente que los sujetos humanos pueden aprender a modificar
voluntariamente su coherencia interhemisférica. Cada vez que ésta aumentó, los sujetos informaron que
habían descubierto la relación existente entre experiencias internas diferentes, como pensamientos o
fragmentos de sus historias personales (ver figura 16). Esta relación entre experiencia subjetiva,
coherencia interhemisférica y fuerzas físicas concuerda con la unidad esencial de todos los fenómenos
y con su identificación con la conciencia.
También despierta nuestro interés para comprender la dinámica oculta tras esas relaciones. Es de
especial interés el comprender las relaciones entre la actividad cerebral y la fuerza de la gravedad. Hay
muchas evidencias anecdóticas sobre la capacidad de levitar de los sujetos que se encuentran en un
estado determinado de conciencia, la que concuerda con la idea de que ese estado puede estar próximo
a la conciencia de unidad asociada con las experiencias de éxtasis que sienten los sujetos que reciben
directamente la influencia del extractor extraño del futuro ideal del hipercampo.
El estado puro del continuo espacial es aquel en el que hay un máximo de coherencia y simetría, y
no existe gravedad. Cualquier distorsión de ese continuo actúa como un campo gravitacional cuya
magnitud aumenta a medida que aumenta la distorsión (desde una partícula elemental a un agujero
negro). En el otro extremo, cuando la actividad cerebral comienza a imitar al continuo espacial (en
estados de alta correlación interhemisférica), la fuerza de la gravedad empieza a disminuir hasta que
desaparece por completo durante el fenómeno de levitación.
Ya dijimos que el continuo espacial tiene un carácter similar a un superconductor, por la que un
campo neuronal de coherencia máxima recibiría un efecto repulsivo omnidireccional del continuo
espacial, análogo a la repulsión que ejerce un superconductor sobre un imán durante el efecto Meissner
(un imán colocado sobre un superconductor flota en el aire con un sorprendente efecto de levitación).
125
D. W. Orme-Johnson, G. Clements, C. T. Haynes, K. H. Badaoui, Higher States of Consciousness: EEG, Coherence, Cre-
ativity and Experiences of the Siddhis. MERU Report 7701. 1977, Seelisberg: Centre for the Study of Higher States of
Consciousness
— 120 —
Figura 16. Variación de peso de un objeto a medida que el sujeto aprende a modificar su
coherencia interhemisférica.
Si consideramos la conciencia como el punto original, podemos concluir que lo que llamamos
fuerza de la gravedad se encuentra conectada con la conciencia, por lo que podría ser modificada
mediante la acción humana. Cuando Newton introdujo el concepto de la atracción de la gravedad como
una fuerza a distancia entre los cuerpos materiales, su contribución fue considerada revolucionaria,
pero aún no habían sido entendidos sus fundamentos.
El intento de Einstein de explicar este concepto como resultado de la curvatura del espacio-tiempo,
efecto de fuerzas en las que participaban las masas como elementos de distorsión, fue un paso en la
dirección correcta, pero su fracaso al tratar de elaborar una teoría del campo unificado significaba que
los constructos sobre los que basaba sus ideas estaban limitados por el espíritu de la época. Desde mi
punto de vista, esta limitación puede ser obviada si se considera que la conciencia es el punto original.
También existe una fuerza repulsiva en cada una de las distorsiones del continuo espacial similar a
la fuera de gravedad. Esta fuerza repulsiva existe para cada distorsión intermedia. Ya hemos
mencionado que es análoga a la fuerza que ejerce un superconductor sobre un campo magnético que
trata de penetrar en él (efecto Meissner), y posiblemente tiene una base similar si consideramos que el
continuo espacial es asimismo un superconductor.
La expansión del universo, desde la primera distorsión del continuo espacial, es el resultado de la
acción de esa fuerza repulsiva que continúa actuando a medida que se agrupan nuevas distorsiones. Las
distorsiones ejercen entre sí una fuerza atractiva. Dos fuerzas actúan en esas distorsiones y, aunque
tienen polaridades diferentes (una es atractiva y la otra repulsiva), actúan en la misma dirección.
— 121 —
El continuo espacial ejerce por un lado una acción repulsiva sobre todas sus distorsiones, mientras
que por otro lado estas distorsiones se atraen mutuamente. Al hacer su aparición el hipercampo, se
invirtió la función repulsiva del continuo espacial para los sistemas neuronales, que comenzaron a
regresar en forma de conciencia de unidad al estado fundamental de coherencia y simetría totales del
continuo original.
El atractor extraño del futuro ideal del hipercampo actúa como guía para las distorsiones que
tienen lugar en su seno. Cuando un cerebro vivo disminuye su coherencia, se separa del atractor
extraño y sufre las fuerzas repulsivas del continuo espacial. Cuando incrementa su coherencia su
influencia principal se constituye en parte del hipercampo.
La comunicación humana, como los estados de conciencia, tiene diferentes niveles. En general, la
comunicación se hace más intensa, real y completa cuando coinciden más niveles en el proceso. Estos
niveles a su vez dependen de la localización del sujeto respecto al continuo espacial y al hipercampo.
Es posible que al disminuir la correlación interhemisférica y ser activadas las fuerzas repulsivas
del continuo espacial, éstas actúen también sobre los sujetos próximos y los afecten. Es más, un
incremento de la correlación interhemisférica en un sujeto puede que se transmita a los sujetos
próximos, lo que viene apoyado por el hecho observado del incremento experimentado en el nivel de
correlación interhemisférica de un sujeto situado en las proximidades de un cerebro vivo con una
correlación superior.
En este intercambio de correlaciones individuales hay un gasto de energía por parte del sujeto que
tiene la correlación superior, pues a medida que atrae al otro sujeto, su propio estado disminuye.
126
J. Grinberg-Zylberbaum, El Espacio y la Conciencia. México: Trillas, 1981.
— 122 —
Figura 17. Concordancia durante la situación de control inicial sin comunicación, en la sesión
de comunicación del grupo, en la de la pareja experimental y en la sesión final de control.
Figura 18. Muestras aleatorias de los registros electroencefalográficos de dos sujetos durante
las cuatro sesiones mencionadas.
— 123 —
sintieron una disminución clara de su empatía durante esta caída de la correlación127 (ver figuras 17, 18
y 19).
Se puede pensar que el efecto repulsivo del continuo espacial sobre sus distorsiones tiene un
carácter entrópico, mientras que el efecto del atractor extraño es antientrópico. Cuando se sienten estos
efectos, como experiencias conscientes de desintegración y de dispersión en los niveles bajos de
correlación interhemisférica, y como estados de unidad y éxtasis en los niveles altos, se está reflejando
el efecto de repulsión del continuo espacial y de atracción del atractor extraño.
En los grupos humanos también se pueden observar estos efectos. Como las fuerzas que atraen las
distorsiones del continuo espacial, los sujetos que tienen el mismo nivel bajo de correlación
interhemisférica tienden a agruparse. Un ejemplo de las influencias entrópicas que resultan de las
fuerzas repulsivas del continuo espacial y del alejamiento del atractor extraño son los seres humanos
alienados en las grandes ciudades modernas, repelidos por la naturaleza y agrupados en espacios
reducidos, defendiendo valores consumistas materiales y ejerciendo considerables grados de violencia.
Como contraste, la vida del contemplador, del chamán, del santo, de las comunidades ecológicas y
de algunos grupos indígenas refleja la acción antientrópica del atractor extraño del futuro ideal del
hipercampo en sujetos capaces de vivir en estados de alta sintergia. Estos sujetos reciben una influencia
del hipercampo que les lleva hacia la unidad, trascendiendo de este modo el efecto repulsivo del
continuo espacial.
El hipercampo incorpora al continuo espacial dentro de su estructura y añade una propiedad nueva,
que es precisamente la del atractor extraño. En su proceso de activación, esta propiedad nueva proviene
de una organización compleja la que supera.
127
J. Grinberg-Zylberbaum y J. Ramos, "Patterns of Interhemispheric Correlation During Human Communication".
International Journal of Neuroscience, 1987, 36 (1-2), 41-54.
— 124 —
F1gura 19. Ejemplos aleatorios de la actividad electroencefalográfica de dos sujetos registrada
durante sesiones de comunicación directa.
Se sabe, desde la época de los primeros teóricos de la Gestalt, que el resultado de una interacción
es superior a la suma de las partes, lo que se denomina efecto sinérgico. Esto no significa que el
atractor extraño sea en sí mismo una propiedad emergente, aunque en parte lo sea, sino que al mismo
tiempo su existencia trasciende la sinergia.
Recordemos en este sentido los esfuerzos realizados por muchos físicos de vanguardia con el fin
de descubrir partículas taquiónicas que viajen a velocidades superiores a la de la luz, invirtiendo de este
modo el sentido habitual del tiempo.128 Así se podría fundamentar una posible causalidad que
proviniera del futuro. Cuando anteriormente discutimos el tema de la duración del presente y su
expansión, subyacía la idea de una posible comprensión de esta posibilidad.
La función más elevada del liderazgo consiste en la transformación de la repulsión entrópica del
continuo espacial en la atracción antientrópica del atractor extraño del futuro ideal del hipercampo.
128
J. Sarfatti, comunicación personal. 1985,
— 125 —
estructura del continuo espacial y del hipercampo. A través de estos canales debe producirse la
transformación de las fuerzas repulsivas en atractivas. Para que esta transformación ocurra se necesita
poder, razón por la que dedicaremos la sección siguiente al análisis de la psicofisiología del poder.
La manifestación y las repercusiones del atractor extraño en una sociedad hacen que esta sociedad
viva su estado ideal en el momento presente. La capacidad de un líder de la conciencia de conseguirlo
está directamente relacionada a su poder. Cuanto mayor es el poder, más influencia podrá ejercer para
que se haga real el destino ideal de su sociedad.
Esta influencia depende, a su vez, de que tenga la sensibilidad suficiente para captar las
características y la dirección del atractor. En este sentido, la expansión de la duración del presente es la
herramienta que permite la detección del atractor y el conocimiento de sus características. La visión que
se atribuye al líder es un término coloquial para describir esa sensibilidad. Ya que la expansión de la
duración del presente y el incremento de la correlación interhemisférica tiran de las conciencias
individuales hacia la conciencia de unidad, y puesto que en esas conciencias se puede reconocer lo que
es común y esencial, la visión se encuentra directamente relacionada con estas variables, ya que lo que
comparten las conciencias individuales es un reflejo de las características del atractor extraño en el
momento actual y un indicador de su futuro ideal. Los patrones y distorsiones del hipercampo se
distribuyen en bandas discontinuas de organización coherente. Hemos llamado a esas bandas orbitales
de conciencia. Generalmente interactuamos con uno de esos orbitales y experimentamos sus
características en nuestra conciencia individual. Cuando la conciencia se desarrolla y expande se enfoca
en varios orbitales, lo que amplía su sensibilidad y percepción a diferentes órdenes de la realidad.
Como hemos visto, el mecanismo hipotético que hemos llamado factor de direccionalidad realiza
esa tarea individual de enfoque. La capacidad de enfocar un rango de orbitales define el nivel de
conciencia del individuo. Una sociedad asimismo recibe la influencia de un rango de orbitales, e
igualmente existe un factor colectivo de direccionalidad para conseguir el enfoque de su conciencia
colectiva. De la misma manera, existen influencias mutuas entre los factores de direccionalidad
individual y colectivo que afectan a la focalización de ambos.
Sin embargo, el factor de direccionalidad colectivo no tiene por qué ser un reflejo del atractor
extraño de una sociedad. Esta es la razón por la que la visión de lo que es común y esencial para una
colectividad debe estar acompañada por la sabiduría necesaria para deducir la dirección de su ideal
futuro. El líder auténtico puede predecir ese ideal futuro basándose en su visión de los estados presente
y su potencial, y puede reconocer la dirección que debe imprimir al factor de direccionalidad colectivo
para activar el atractor extraño de ese futuro en su conciencia. Sólo de esta forma su factor de
— 126 —
direccionalidad le guiará en la dirección adecuada. Su capacidad para guiar dependerá de su poder, lo
que dependerá a su vez de la constancia y fortaleza de suposición.
Esta constancia sólo puede alcanzarse si consigue mantener indemne el enfoque de su factor de
direccionalidad individual, al margen de las influencias que intenten modificado. El proceso equivale a
la activación de un algoritmo con un gran poder de inclusión que no se modifica no obstante los
cambios que tengan lugar en la información que lo nutre.
Cuando alguien se identifica con un algoritmo de bajo poder de inclusión, también cambia con la
información externa; este es el caso de un sujeto que se identifica demasiado con su cuerpo, con sus
emociones o pensamientos. La identificación con la existencia, con el yo puro, o con el observador, por
el contrario, resiste cualquier intento de modificación y sitúa al sujeto de la experiencia en un estado de
unidad interna difícil de cambiar.
Según esto, el poder también está relacionado con la capacidad de trascender identificaciones
concretas.
Podemos, pues, pensar que el atractor extraño más inmutable es el que representa la más sublime
condición humana. Tal vez esta sea la razón de la semejanza de todos los grandes lideres religiosos, de
los verdaderos místicos y de los auténticos chamanes.
Hay otra dimensión del poder relacionada con la naturalidad, la fluidez y la espontaneidad. Sin
estas características el poder degenera en tristeza e imposición. Esta es la razón por la que un líder de la
conciencia no debe ansiar el liderazgo, sino acceder simplemente a él en su expansión consciente. El
auténtico poder está garantizado por la influencia del atractor extraño para los que pueden activarlo en
ellos mismos y favorecer su efecto en los demás.
Esta dinámica selectiva es una manifestación de una ley general según la cual todos los elementos
que comparten un estado similar se relacionan tanto mentalmente como en forma de comportamiento.
En esta idea se basa el fenómeno de la sincronicidad que describió Jung.
Hablando con propiedad, el atractor extraño no elige sus representantes ni sus emisores; son más
bien ellos los que desarrollan un estado que favorece esa toma de contacto, que es la activación de una
interacción coherente que surge cuando la morfología del campo neuronal individual coincide con la
del atractor.
Para que la visión del líder sea efectiva debe ser activada en la sociedad. Si el atractor extraño
detectado e internalizado por el líder es el auténtico, el poder que proviene de él favorecerá sus actos y
— 127 —
guiará su conducta, siempre congruente con el atractor. Sus planes, intenciones y acciones deben estar
guiados por esa concepción. Si el líder se desconecta del atractor extraño, lo olvida, o se identifica con
otras metas, resultado de las influencias que recibe, su eficacia disminuirá o se invertirá.
Toda acción concebida para favorecer el acercamiento al atractor debe ser congruente con el
atractor al margen de que las estrategias para conseguirlo dependan de las fuerzas existentes, de las
coyunturas momentáneas o de las estructuras vigentes.
Hay un umbral crítico para conseguir cualquier transformación. El líder de la conciencia debe
buscar la suma de los esfuerzos de las diferentes instancias para alcanzar ese umbral. El uso de las
estrategias parciales para llegar al umbral crítico es otra de las características que hay que unir a las ya
mencionadas de visión correcta, congruencia y constancia para mantener la transformación.
Otro factor importante es la capacidad del líder para comunicar su visión, sus esfuerzos para
activarla y el proceso. Cuanto más consciente es el y sus seguidores de la dinámica para alcanzar el
atractor, mas se favorecerá su influencia y su acción. Ya que la conciencia de unidad implica la
conciencia total, todo acto aclarado y hecho conscientemente favorecerá las acciones de aproximación
en dirección al atractor.
Hasta ahora hemos considerado que un líder debe tener las siguientes características:
1) visión,
2) constancia,
3) congruencia,
4) unificación congruente,
5) comunicación,
6) conciencia,
7) naturalidad,
8) espontaneidad.
La capacidad para comunicar depende de que se utilicen los canales adecuados. En este capítulo
hemos considerado que esos canales eran directos, esto es, asociados con el hipercampo a través de las
interacciones psicofisiológicas de los campos neuronales. Cualquier otro canal de comunicación que
sea factible puede ser empleado para favorecer la acción, con tal de que satisfaga las condiciones antes
mencionadas.
— 128 —
Un aspecto fundamental que apoya la necesidad de total congruencia es que el hipercampo posee
una estructura similar a la holográfica. En un holograma cada una de las partes contiene información
sobre la totalidad. Si deseamos crear una sociedad que sea capaz de activar el atractor extraño del
hipercampo, esta sociedad debe imitar esa estructura. Esto no quiere decir que sea deseable buscar una
homogeneidad total. Cualquier estructura estable debe tener un grado de coherencia global que la
unifique, pero también debe permitir la coexistencia en su seno de estratos o porciones que exploren
otros niveles que los que constituyen su cohesión. Sin estos estratos la estructura se hace estática y
pierde todas sus posibilidades de evolución. Así también, una sociedad debe sentir que sus exploradores
son parte de su salud, ya que son los elementos que posibilitan su evolución hacia el futuro ideal.
Si un líder de la conciencia no aprende a aceptarse íntegramente, nunca podrá aceptar las zonas de
investigación y de heterogeneidad en el hipercampo de su sociedad. En lugar de tomarlas como lo que
realmente son, manifestaciones de la salud del hipercampo y posibilidades para su evolución, trataría
de reprimirlas o de bloquearlas creando tensiones y violencia. Por otro lado, su propia aceptación se
reflejará en su capacidad para aceptar a los demás.
Un verdadero líder es alguien que ha alcanzado la conciencia de unidad, que vive el hipercampo
como un todo dentro de si, y que por esta razón no puede sentirse como algo separado del hipercampo.
Esta capacidad para aceptar es lo que le lleva a la unidad. En el proceso de considerar cualquier
experiencia como algo que sucede en su interior, incorpora en su propia individualidad toda la
conciencia, por la sencilla razón de que su propia mente es el hipercampo.
— 129 —
En otro trabajo explicamos que con el entrenamiento adecuado es posible observar cualquier
experiencia.129 La observación modifica lo observado, y esta modificación es asimismo susceptible de
ser observada, y así sucesivamente en una cadena infinita en la que el próximo paso siempre es el
observador.
Esta es la razón por la que el atractor extraño del futuro ideal del hipercampo se encuentra fuera de
nuestro alcance, ya que cada nuevo crecimiento le transforma. Así, otro de los aprendizajes necesarios
de un líder de la conciencia consiste en tener claro que no hay final, sino que todo, incluido el atractor
extraño, es un proceso interminable y siempre cambiante. Lo único que existe es la dirección correcta y
la equivocada. La correcta se relaciona con la expansión de la identidad y con todo lo que puede
activarla, esto es, con el proceso de aceptación. La equivocada lleva al establecimiento de una identidad
restringida y limitada.
Por consiguiente, al igual que hay que poseer una visión correcta de la dirección del atractor
extraño y la capacidad para mantenerla con constancia, hay que ser congruente con esta visión en todos
sus desafíos, saber comunicarla, tener conciencia del proceso, y con fluidez y naturalidad aceptar que la
identidad personal sólo es una experiencia más.
Este reconocimiento de la inexistencia de metas finales hace que la persona que está en conciencia
de unidad viva la experiencia como el atractor extraño del pasado, respetando la vitalidad del presente
y sabiendo vivirlo en toda su intensidad. Esta capacidad de gozar de la vida le convierte en un
verdadero artista del arte de vivir y su transparencia permite que se le vea como ejemplo de integridad.
En resumen, se logra contacto con el poder cuando se desarrollan las funciones descritas, esto es:
cuando se ha adquirido una visión y se la mantiene constante, cuando la persona es congruente consigo
misma, cuando es capaz de comunicar y es consciente del proceso, cuando actúa natural y
espontáneamente, se acepta, abre su factor de direccionalidad y se observa, cuando reconoce el carácter
infinito del proceso y vive el momento presente con intensidad. Es decir, cuando adquiere conciencia
de unidad. Por último, digamos que el mejor signo de la adquisición del poder es la aparición y el
engrandecimiento del amor.
129
J. Grinberg-Zylberbaum, Meditación Autoalusiva. México: INPEC , 1987.
— 130 —
CONCLUSIÓN
La tesis fundamental presentada en este libro es que el espacio puede alterar su organización y que
el cerebro es el mecanismo que produce esta alteración de forma destacada y muy compleja. El campo
neuronal es esa alteración que se manifiesta en forma de realidad perceptual. El espacio es una
manifestación de la conciencia y cualquiera de sus modificaciones suponen la alteración de esa misma
conciencia que lo llena todo. La organización fundamental del espacio es un entramado antes de que se
produzcan las distorsiones. Una partícula elemental es una distorsión también elemental de ese
entramado. Hay una identidad entre la materia y la conciencia, y existe un observador fuera de esa
estructura.
Todo cambio de actividad de un elemento neuronal supone una distorsión en el continuo espacial.
El conjunto de todas esas distorsiones crea el campo neuronal. El observador es capaz de observar
cualquier distorsión del continuo espacial. La capacidad del observador de acceder a esa observación es
una cuestión de aprendizaje. El yo también se transforma mediante el aprendizaje. La verdadera
identidad no reside ni en el continuo espacial ni en la conciencia, sino en el observador que es
autosuficiente. El cerebro actúa como un filtro entre el observador y el continuo espacial. El observador
es el equivalente de lo que Popper y Eccles llaman la mente autoconsciente,130 aunque según mi punto
de vista la conciencia no precisa del observador para existir.
Puesto que todos los campos neuronales interactúan entre si y con el continuo espacial, existe un
hipercampo que constituye la conciencia colectiva. Cuando el observador se identifica con el
hipercampo, el yo personal se hace transpersonal. No llega a alcanzar su verdadera identidad como
observador independiente de cualquier distorsión, pero se aproxima a su meta.
El continuo espacial sin distorsiones tiene una estructura completamente coherente. La conciencia
en el continuo puro es la conciencia pura sin tiempo ni espacio. El continuo en su estado de mayor
coherencia es independiente del observador, porque el observador es capaz de observarlo.
Por último, es necesario distinguir entre dos conceptos asociados con la conciencia. La conciencia
es el atributo primario y básico, es la cualidad fundamental poseída por cualquier organización
material, incluyendo la misma organización básica del entramado del espacio, por lo que no es
130
K. R. Popper y J. C Eccles, El Yo y Su Cerebro. Barcelona: Labor Universitaria, 1975.
— 131 —
necesario considerar que exista algún mecanismo encargado de transformar la materia en conciencia.
Por otro lado, cuando el ser humano focaliza su atención en algún evento, se vuelve consciente del
mismo. Este volverse consciente depende del funcionamiento del procesador central, el cual comanda
el factor de direccionalidad.
Desde este punto de vista, el procesador central no activa la conciencia, sino que focaliza el
volverse consciente de un evento. Si el procesador central es sinónimo del observador, entonces este
último tampoco es necesario para generar la cualidad fundamental de la conciencia, sino únicamente
para atestiguar sobre ella.
Tanto el observador como la conciencia son indefinibles; la conciencia no requiere del observador
para existir en su esencia de cualidad fundamental y generalizada, pero el observador es indispensable
en la activación de un desarrollo de la conciencia y en su focalización. Puesto que el observador es el
integrador por excelencia, su activación es responsable del logro de la conciencia de unidad.
— 132 —
APÉNDICE 1
El ser humano ha dedicado gran esfuerzo a intentar entender las relaciones existentes entre los
eventos y fenómenos que observa tanto dentro de sí mismo como en el universo circundante.
Las teorías que el hombre ha desarrollado, y la ciencia que tanto valora, tienen como función
principal el descubrimiento de los principios generales que explican las relaciones entre los fenómenos.
En este apéndice presento nueve diferentes propuestas acerca de otros tantos intentos de
explicación de los principios que subyacen a las relaciones. Esta revisión no agota ni mucho menos las
aproximaciones existentes. Únicamente incluye las que he considerado más interesantes.
1. Cambios dimensionales
El más claro exponente de este principio fue Ouspensky. Según este filósofo y matemático ruso,
existen espacios que poseen diferente número de dimensiones. Los eventos separados entre sí pero
relacionados en un espacio de n dimensiones pertenecen a un cuerpo unificado en el espacio
dimensional n + 1.
Para que un ser perteneciente a un espacio de n dimensiones pueda conocer el origen de las
relaciones entre eventos que aparecen en su espacio necesitaría tener acceso a los cuerpos unificados en
la siguiente dimensión del espacio. Estos cuerpos poseen, de acuerdo con Ouspensky, existencia real, y
tienen presumiblemente una vida media mayor que los de las dimensiones menores.
Un magnífico ejemplo de lo anterior es la colocación de los cinco dedos de una mano sobre un
plano. Para un ser hipotético que viviera en el plano, la única manifestación del cuerpo tridimensional
interactuando con su espacio serían cinco círculos independientes y separados aunque relacionados
entre sí, ya que variarían su posición al unísono; sin embargo, el ser bidimensional no podría imaginar
su origen en un cuerpo unificado en la tercera dimensión a menos que tuviera acceso directo a la
131
P. D. Ouspensky, Tertium Organum. Nueva York; Vintage Books, 1970.
— 133 —
observación del cuerpo tridimensional, o que pudiera deducir su existencia a partir del análisis de los
efectos de la interacción con su espacio bidimensional.
Según Ouspensky, los eventos separados de nuestro espacio tridimensional están unificados en
cuerpos tetradimensionales que interactúan con nuestro espacio, es decir, que están unificados en la
siguiente dimensión.
El tiempo necesario para la creación de una imagen visual es la duración del presente visual. La
aparición de una imagen ocurre después de que el cerebro activa sus circuitos neuronales (retina, nervio
óptico, tálamo y corteza) y crea en la corteza visual un campo de interacciones energéticas (campo
neuronal) de suficiente complejidad.
Todos los eventos que ocurren durante la duración del presente visual aparecen como unificados y
atemporales. Cada modalidad sensorial se asocia con una diferente duración del presente y con una
distinta cualidad de la experiencia (sonido, luz, tacto, etcétera).
Si la duración del presente visual fuera menor, veríamos separados los eventos que en una duración
mayor aparecerían como unidos. Si la duración del presente visual fuera mayor, veríamos unificados en
un único cuadro perceptual los eventos que actualmente vemos como separados entre sí.
Un buen ejemplo de lo anterior sería una cámara fotográfica que tomara una fotografía de un
partido de futbol con el obturador abierto durante todo el partido. En esa duración del presente de 90
minutos la fotografía obtenida mostraría todas las interacciones entre los jugadores y la pelota
formando un solo cuerpo unificado. Este cuerpo —en el que el pasado, presente y futuro del partido de
futbol se han transformado en espacio en una sola imagen espacial— equivale a una transformación
dimensional. Puesto que en cada percepto existe una transformación del tiempo en espacio, es posible
afirmar que nuestra experiencia perceptual forma parte de un cuerpo de cuatro dimensiones y surge de
allí. Por ello, nuestra experiencia es tetradimensional. En gran medida somos seres tetradimensionales.
Las relaciones entre eventos dependen pues de nuestro funcionamiento perceptual. En una
duración infinita del presente, todos los eventos del universo durante la evolución del mismo o la
132
JHG: Esta aseveración no está totalmente aceptada. Existen otras condiciones físicas que pudieran interpretarse como una
posible cuarta dimensión.
— 134 —
historia de la humanidad en su totalidad aparecerían como una imagen unificada de un cuerpo
tetradimensional colosal.
3. La cimática
La cimática es, según su inventor Hans Jenny,133 el estudio de patrones activados por la interacción
con campos energéticos.
El procedimiento experimental cimático clásico consiste en colocar sobre una placa metálica una
sustancia con capacidad de movimiento, como un polvo fino o un líquido. Cuando se aplica un campo
vibratorio sobre la placa, ésta vibra a la frecuencia del campo y hace que las partículas de polvo o el
líquido se muevan asumiendo posiciones especificas según la frecuencia del campo, con lo que
aparecen patrones bidimensionales.
Así, las variaciones rítmicas del día y la noche, los movimientos planetarios y estelares y, en
general, todos los estímulos que recibimos determinan la activación de relaciones complejas que se
manifiestan en forma de patrones. Uno de los resultados más interesantes de la cimática es la relación
experimental entre cambios dimensionales y la cantidad de información contenida en los campos
interactuantes: cuando se incrementa la frecuencia del campo estimulante aumenta la complejidad del
patrón cimático, aunque conserva una forma común.
Figura 20. Las cuatro imágenes muestran el mismo patrón. El aumento del número de elementos
corresponde al aumento de la frecuencia. Las frecuencias empleadas fueron 1620, 2500, 4820 y
7800 cps. Tomada de Cimatics, de Hans Jenny.
133
H. Jenny, Cymatics. Basilea: Basilius Press, 1974
— 135 —
Si sigue aumentando la frecuencia del campo, llega un momento en el que el patrón cimático
resultante deja de ser bidimensional y se transforma en tridimensional, es decir, las figuras del líquido o
del polvo vibrante alcanzan un máximo de complejidad en su plano bidimensional y al sobrepasarlo
saltan al espacio tridimensional incorporando una dimensión n + 1 a su conformación.
Tanto esta incorporación cimática como la expansión en la duración del presente permitirían el
acceso a los espacios de n + 1 dimensiones, a partir de los espacios de n dimensiones.
4. Neuroalgoritmización
Un algoritmo es un patrón, fórmula, plano, programa o modelo que incorpora y concentra
información dentro de su estructura.
Una serie de datos que antes de su algoritmización permanecen dispersos o sin relación entre sí, en
el algoritmo se unifican formando parte de una estructura común.
Los neuroalgoritmos deben ser decodificados para obtener la información original que contienen
concentrada. Los mecanismos de evocación de la memoria están relacionados con esta decodificación
neuroalgorítmica.
Si un cuerpo de n + 1 dimensiones unifica en una integridad estructurada los eventos que aparecen
como separados en un espacio de n dimensiones, un algoritmo tiene una función similar de unificación
y de relación.
De esta manera, toda la información asociada con una imagen visual que tiene lugar en una
determinada duración del presente se neuroalgoritmiza en su patrón neuronal inclusivo (el nombre de la
imagen), relacionando en una estructura lógica unificada la información de todos los elementos de la
imagen.
— 136 —
La algoritmización posee el mismo límite que la expansión infinita de la duración del presente o la
unificación dimensional. Todos confluyen en la unidad. Si cada nivel perceptual asociado con una
duración del presente tiene que ver con alguna cualidad específica de la experiencia, la unidad total
debe experimentarse a sí misma como un absoluto inimaginable para cualquier ser que pertenezca a
una dimensión inferior.
5. La teoría sintérgica
Esta teoría propone que la experiencia humana surge como resultado de la distorsión
hipercompleja que el cerebro efectúa sobre el entramado del espacio-tiempo.134 Dicho entramado o
campo cuántico es la matriz fundamental del espacio. El espacio posee diferentes niveles de
organización,135 siendo ese entramado el más fundamental. En su estado más puro, es una matriz de
coherencia y simetría absolutas. Cualquier distorsión de la estructura se manifiesta como una partícula
elemental o como un objeto complejo. Cada activación de una neurona provoca una micro-distorsión
del entramado espacio-tiempo. El conjunto de microdistorsiones resultantes de la activación de todos
los elementos neuronales crea una macro-distorsión hipercompleja que esta teoría denomina campo
neuronal. Cada modalidad sensorial se asocia con un campo neuronal activado en una particular
duración del presente, que contiene una cantidad diferente y vibra en una frecuencia diferente. La
interacción de estos campos neuronales con el entramado del espacio-tiempo activa patrones cimáticos
en diferentes dimensiones, cada uno de los cuales pertenece a cualidades sensoriales particulares. Por
ejemplo, lo que denominamos sonido es un patrón cimático con duración del presente, número de
dimensiones y cantidad de información menores que los patrones cimáticos asociados con la cualidad
visual. Por otro lado, todos los cerebros se relacionan directamente a través de la mutua interacción de
sus campos neuronales.
A la estructura del espacio-tiempo que incorpora la interacción de todos los campos neuronales en
todas las dimensiones del espacio, la teoría sintérgica la denomina hipercampo. El hipercampo es la
matriz que fundamenta y en la que se establecen las relaciones directas entre cerebros. La experiencia
necesita, además de la interacción entre el campo neuronal individual y el continuo espacio-tiempo, un
mecanismo de focalización al que se denomina factor de direccionalidad.
134
J. Grinberg-Zylberbaum, El Espacio y la Conciencia. México: Trillas, 1981
135
R. K. Wallace, The Maharishi Technology of the Unified Field Fairfield: MIU Neuroscience Press, 1986.
— 137 —
neuroalgoritmización. El patrón hipercámpico también equivale a un patrón cimático asociado con un
campo interactuante de muy alta frecuencia, contenido informacional y acceso dimensional.
136
J. Grinberg-Zylberbaum, “Patrones de Correlación Interhemisférica Durante la Comunicación Humana”. Tesis Doctoral.
Facultad de Medicina, México, 1987.
137
J. Zylberbaum, Meditación Autoalusiva. INPEC. México, 1987.
138
A. Einstein, B. Podolsky y N. Rosen, Phys. Rew., 1935, 47, 777, 780.
139
A. Aspect, J. Dalibard, J. y G. Roger, Phys. Rev. Lett., 1982. 49-1804.
— 138 —
De ser cierta la segunda posibilidad, la búsqueda de una velocidad del mensaje de interacción
debería resultar infructuosa, esto es, el efecto de la interacción debería ser instantáneo.
El año siguiente decidimos crear, con la ayuda de Manuel Delaflor y María Esther Sánchez
Arellano, una situación experimental similar a la descrita por Aspect para partículas elementales,140
pero utilizando cerebros humanos. Para ello se hizo interactuar a pares de sujetos en el interior de una
cámara de Faraday y después fueron separados en cámaras aisladas.
Una vez en las dos cámaras, a uno de los sujetos se le estimuló con destellos luminosos y sonidos
para lograr potenciales provocados en la zona del vertex. Al mismo tiempo, el otro sujeto mostró la
aparición de potenciales transferidos en la misma zona, tal y como puede observarse en las figuras 12 y
13. También se observó que la actividad EEG era parecida en los dos sujetos a pesar de estar
localizados en dos cámaras aisladas. Este último resultado se puede observar en la figura 21.
Puesto que el sujeto en el que se registraron los potenciales transferidos no sabía cuándo de
estimulaba al otro sujeto, los resultados indican que la paradoja EPR existe a nivel humano.
Estos resultados apoyan los postulados de la teoría síntérgica y señalan que existen interacciones
directas entre cerebros humanos que sirven como medio de relación entre ellos.
140
Ibid.
— 139 —
Figura 21. Actividad electroencefalográfica de dos sujetos en comunicación directa. Las lineas
superiores son los registros bipolares frontoparietales de un sujeto, y las inferiores de otro, con
una cantidad media de 32 muestras de 200 milisegundos. Las íneas impares corresponden al
hemisferio izquierdo, y las pares al hemisferio derecho.
Me atrevo a predecir que no será posible detectar latencia laguna entre el potencial provocado y el
transferido. Si esto fuera cierto, apoyaria la alternativa dimensional que afirma que las relaciones
provienen de cuerpos unificados en dimensiones n + 1.
Mientras tanto, resulta claro que existen interacciones directas entre cerebros humanos,
presumiblemente a través de la creación de distorsiones en el entramado espacio-tiempo dadas por la
activación de campos neuronales.
A estas partículas se les ha denominado taquiones,141 y se afirma que poseen una velocidad mayor
que la de la luz y sirven de mediadores en los efectos de interacción entre partículas en los
experimentos de la paradoja EPR. Aceptar esta explicación implica dar por hecho la existencia de un
futuro preexistente hacia el cual se dirigen los eventos que son determinados desde allí.
Otra posible explicación para esa hipótesis es que resulte de la interacción entre dos cuerpos de
diferente número de dimensiones en un mismo presente. En otras palabras, si están sucediendo un
141
J. Safatti, comunicación personal. 1985.
— 140 —
número de eventos aparentemente separados entre sí en un universo de n dimensiones, pero en realidad
pertenecen a un cuerpo unificado de un universo de n + 1 dimensiones, este cuerpo causará cambios en
los eventos como si provinieran del futuro. Algunas funciones cerebrales manifiestan estas
interacciones. Cada una de las modalidades sensoriales coexisten en el mismo presente a pesar de
poseer duraciones del presente diferentes y de pertenecer a diferentes dimensiones.
En un experimento realizado hace algunos años142 demostramos que las funciones conceptuales y
de asignación de significado ocurren con una latencia de 165 milisegundos después de aplicar un
estímulo, es decir, con un retraso y una duración del presente más de tres veces superior al tiempo
necesario para crear una imagen visual. Sabemos que la entrada sensorial se modifica por el estado
psicológico conceptual del sujeto: una operación que ocurra más de 100 milisegundos después de una
imagen visual la modifica como si el estado futuro afectara al pasado. En realidad, ambos procesos
coexisten en un mismo presente y los efectos de modificación de los perceptos según el estado
conceptual dependen también de sus mutuas interacciones.
Otro ejemplo de interacción entre dos diferentes duraciones del presente son las que se dan entre
dos especies distintas. Un ser humano funciona con una duración del presente mucho mayor que la de
un mosquito. El ser humano constituye un cuerpo de una complejidad inimaginable para el insecto y es
capaz de predecir la conducta de éste com0 si existiera en un futuro para él. En realidad, ambos
coexisten en un mismo presente de la misma forma que una célula de un cuerpo humano coexiste con
la conciencia del yo del mismo, la una colocada en una dimensión mayor a la otra y capaz de
modificarla desde un aparente futuro. La idea de una causalidad temporal inversa también se vislumbra
en el concepto de “punto omega” de Theilhard de Chardin143 y en el reciente concepto de atractor
extraño del futuro ideal del hipercampo (ver más adelante). Ambos conceptos hablan de un estado ideal
hacia el que se dirige la evolución, modulándola desde un aparente futuro. En realidad ya existimos en
lo que nos convertiremos, pero eso “en lo que nos convertiremos” pertenece a un cuerpo unificado
multidimensional del cual formamos parte en el presente sin ser conscientes del mismo.
8. Sincronicidad
C. G. Jung intentó explicar las relaciones entre eventos a las que no se les puede adjudicar causas
objetivas mediante un principio, la sincronicidad, que se puede definir como un principio acausal de
conectividad entre eventos.144 Lo que comúnmente se denominan casualidades debidas al azar, para
Jung representaban instancias de sincronicidad.
142
J. Grinberg-Zylberbaum, El Espacio y la Conciencia. Trillas. México 1981.
143
T. De Chardin. El Fenómeno Humano. Taurus, Madrid, 1965.
144
C. G. Jung. Synchronicity. Princeton University, Princeton, 1960.
— 141 —
descripción que sigue es responsabilidad del autor del presente libro, por lo que tal vez no esté de
acuerdo con las ideas de Jung o de cualquier otro pensador.
Desde mi punto de vista, esta concepción occidental es errónea por las siguientes razones:
3) Puesto que la aparición de cualquier partícula elemental, objeto o percepto se puede explicar
como resultado de una distorsión particular del mismo sustrato, no existe razón válida alguna
para diferenciar a éste en dos categorías de existencia. En otras palabras, la dualidad no se
puede sustentar, puesto que todo proviene del mismo sustrato.
4) Puesto que la conciencia constituye nuestra única experiencia y comparte con la llamada
materia el mismo sustrato, esta última es también conciencia pero en diferente grado de
complejidad.
Para quien sea capaz de vivir la única realidad de la conciencia como un hecho y sepa estimular
sus diferentes estratos a partir de sí mismo, toda manifestación se vuelve posible. Esta capacidad de
manifestación existe y ha podido ser demostrada en algunos chamanes,145 por lo que su realidad no deja
lugar a dudas.
145
J. Grimberg-Zylberbaum, Los Chamanes de México. INPEC, México, 1988
— 142 —
organismo humano depende de una orden cortical situada en un nivel de complejidad algorítmica
mayor que la contracción muscular.
Los cuerpos de diferente número de dimensiones que funcionan en una duración del presente cada
vez más expandida representan estratos de complejidad creciente de la misma conciencia. Por ello, la
decisión proveniente de un cuerpo multidimensional afecta a todos los cuerpos de dimensiones
menores incluídos en él.
Los eventos de sincronicidad se observan en todos los niveles corporales. En el cuerpo humano, la
relación entre la emisión de una palabra y la orden cortical correspondiente constituyen un evento
sincronístico. El hipercampo constituye un cuerpo multidimensional más poderoso que cualquier
campo neuronal, por lo que una decisión hipercámpica afecta a todos los cerebros que forman parte del
mismo, de la misma forma que la decisión de comer un alimento afecta a todas las células de un cuerpo
humano individual.
9. El observador
La existencia del observador constituye el evento más sorprendente e inesperado del universo.
Puesto que el observador es capaz de atestiguar cualquier distorsión del entramado espacio-tiempo, su
existencia no se puede reducir a dicho continuo por consiguiente queda fuera del campo de la
conciencia.
En el observador se unifican todos los componentes de la experiencia, ya que éstos pueden ser
incluídos en un acto de observación.
Por lo tanto, en el seno del observador se realizan todos los eventos y las relaciones entre éstos. El
observador podría ser conceptualizado como el algoritmo final, el cuerpo que funciona en el universo
de mayor número de dimensiones posibles, o como cualidad perceptual con la máxima duración del
presente. Sin embargo, cualquier definición acerca del observador no logra incluirlo, porque todo acto
de observación modifica lo observado y la realidad resultante puede ser observada nuevamente. Esta
cadena de observación parece no tener límite, por lo que el observador es inalcanzable e indefinible.
El efecto de la observación sobre la realidad ha sido magistralmente estudiado por Helmut Schmitt,
quien ideó un mecanismo electrónico capaz de activar una serie de números binarios (0 y 1) aleatorios,
que se acopló con un ordenador digital en cuya pantalla aparece un señalador que se movía en una u
otra dirección ante una secuencia de 0 o de 1. Estas secuencias totales eran grabadas en un archivo
digital y se imprimían en papel.
— 143 —
de 0 o 1 significativamente diferente al 50%. Según Schmitt, algunos sujetos eran capaces de provocar
este efecto a voluntad.
Todos estos resultados señalan al observador como participe fundamental tanto de la creación
como de la fijación de los eventos y sus relaciones.
En la física moderna se habla del colapso de la función de onda como abstracción matemática de
la determinación de la ocurrencia de un evento específico dentro de un conjunto de posibilidades.
Según esta idea, antes de que un evento se vuelva real existe en forma potencial junto con otros en una
especie de existencia virtual. Cuando se observa uno de los eventos localizados en la nube de
probabilidades virtuales, su posibilidad de aparición aumenta hasta alcanzar la probabilidad 1, mientras
que el resto disminuye su posibilidad de aparición hasta alcanzar la probabilidad 0.
Este colapso de la función de onda crea una línea del mundo y en ella aparecen secuenciados los
eventos asociados con el que alcanzó la probabilidad 1 de aparición.
APÉNDICE 2
Si la experiencia y la conciencia están relacionadas con interacciones físicas entre campos, deben
existir paralelismos entre ambos reinos. Como veremos, esas relaciones existen aunque no deben ser
consideradas causales o deterministas. La conciencia y las leyes de la física están en verdad vinculados.
— 144 —
Teniendo esto presente, veamos algunos ejemplos que ilustran esta relación.
b) En el campo de la física, se afirma que la distancia entre orbitales adyacentes dentro del átomo
aumenta a medida que nos alejamos del núcleo.147 En la conciencia, los nuevos niveles de
experiencia se relacionan con la activación de neuroalgoritmos cada vez más potentes. El
proceso de la creación neuroalgorítmica en el cerebro se relaciona con la actividad de los
circuitos de convergencia, y cada nuevo neuroalgoritmo corresponde a niveles del campo
neuronal de mayor sintergia. Al comienzo de nuestras vidas como seres humanos, la creación
de nuevos neuroalgoritmos, de nuevos modos de experiencia y de conciencia tienen lugar a un
ritmo más rápido que posteriormente en la vida, en que cada nuevo cambio se hace un poco
más difícil y precisa mucho más tiempo para ser realizado. Por tanto, la distancia entre nuevos
orbitales de conciencia aumenta a medida que lo hace nuestro desarrollo.
c) En la física se sabe que los electrones saltan de un orbital a otro sin pasos intermedios,
siguiendo las leyes de la mecánica cuántica. En la conciencia, el factor de direccionalidad
focaliza la interacción entre los campos cuántico y neuronal activando la aparición de la
experiencia consciente en esas zonas localizadas de la interacción. Mediante este mecanismo el
procesador central puede transformar un determinado patrón de energía en una experiencia
consciente. Las diferentes zonas de interacción entre los campos pueden ser focalizadas y
transformadas sin pasos intermedios aparentes. Teóricamente, las experiencias conscientes
pueden surgir dentro o fuera del cuerpo y en diferentes posiciones en el espacio, sin lapso de
tiempo entre ellas. He conocido sujetos capaces de hacer que su experiencia apareciera en
diferentes lugares del universo y de viajar entre lugares distintos sin invertir tiempo, como si su
velocidad de desplazamiento fuera infinita. En realidad no hay desplazamiento entre lugares
diferentes, ni hay espacio ni velocidad implicados en ese viaje, sino tan sólo saltos cuánticos
del factor de direccionalidad, de la misma forma que tienen lugar los saltos cuánticos del
electrón entre orbitales. Esto es debido a que hay interacciones entre el campo neuronal y el
campo cuántico por todas partes, formando una matriz de relaciones energéticas que pueden ser
activadas y transformadas en experiencia consciente en todas y cada una de las localizaciones.
He observado en el laboratorio que cuando oscila el nivel de coherencia interhemisférica
aparecen imágenes como si las oscilaciones estuvieran relacionadas con cambios en la
146
A. Beiser, Conceptos de Física Moderna. McGraw Hill, Madrid, 1965.
147
Ibid.
— 145 —
focalización del factor de direccionalidad.148 Si esto es correcto, los cambios del factor de
direccionalidad se encuentran relacionados con variaciones en la neurosintergia.
f) En la holografía se dice que el cambio de la frecuencia del haz de luz del láser empleado para
activar una imagen holográfica cambia dicha imagen. Se pueden obtener diferentes imágenes
holográficas usando frecuencias de luz diferentes. En el caso de la conciencia, podemos decir
que el cambio de neurosintergia modifica el nivel y la cantidad de la conciencia y de la
experiencia. Es más, la variación de la focalización del factor de direccionalidad cambia la
experiencia del sujeto.
g) Albert Einstein, Boris Podolsky y Nathan Rosen publicaron en 1935 una hipótesis que
posteriormente fue sometida a experimentación y así verificada.150 La hipótesis EPR afirma que
si dos partículas asociadas son separadas y una de ellas sufre una alteración, la otra
experimentará la misma alteración sin que importe la distancia a la que se encuentren. En lo
que se refiere a la conciencia, dos seres humanos al interactuar establecen un vínculo que
funciona de forma similar a la hipótesis EPR, vínculo que es el más potente posible cuando uno
de los sujetos ha alcanzado la conciencia de unidad. El grado siguiente de potencia del vínculo
sucede en el caso de relaciones sexuales, en las que se establecen conexiones energéticas entre
los sujetos. El grupo de investigaciones de Maharishi ha estudiado el efecto de la meditación
sobre grupos sociales urbanos y ha descubierto que cuando se alcanza un porcentaje
determinado de meditadores en una población (1%) este grupo podría afectar a la población en
su conjunto.151 Si los meditadores se encuentran en estados superiores de conciencia (próximos
148
J. Grimberg-Zylberbaum, M. B. Carranza, C. V. Cepeda, T. C. Vale y N. N. Stienberg, “Caudate Nucleus Stimulation Im-
pairs the Process of Perceptual Integration”. Psychology and Behavior, 1975, 12, 913-918.
149
A. Beiser, Conceptos de Física Moderna, McGraw Hill 1965, Madrid.
150
G. Zukav, La Danza de los Maestros. Argos Bergara 1981, Barcelona.
151
C. Borland y G. Landrith, “Improved Quality of City Life Through the Transcendental Meditation Program Decreases
Crime Rate”. En D. W. Orme-Johnson y R. K. Wallace, Scientific Research on the Transcendental Meditation Pro-
gram, MERU Press, 1976.
— 146 —
a la conciencia de unidad), se puede superar dicho umbral con un número inferior de
meditadores. Observaciones etológicas con monos han confirmado que si una población de
estos animales comienza a manifestar un comportamiento peculiar (por ejemplo, un nuevo
hábito alimenticio, como puede ser lavar fruta en un arroyo), otras poblaciones pueden llegar a
exhibir el mismo comportamiento aunque no tengan contacto físico con el primer grupo.152
Esta evidencia indica que existen conexiones energéticas entre seres humanos y entre animales, y
que tal vez se transmita y codifique la información a través de dichas conexiones. La hipótesis sobre la
existencia de los campos neuronales y sus interacciones explica algunas de estas observaciones.
152
L. Watson, Lifetide. Hodder & Stoughton 1980, Londres.
— 147 —