Cap 22

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 4

LAS VACUNAS

La inducción artificial de inmunidad a través de la vacunación es una de las


aplicaciones más significativas de la inmunología. La mayoría de las personas en el
mundo desarrollado han sido vacunadas repetidamente a lo largo de su vida,
disfrutando así de los considerables beneficios que esto conlleva. Las vacunas
representan la mejor herramienta de medicina preventiva contra las infecciones.
Ejemplos destacados de su eficacia son la erradicación mundial de la viruela,
anunciada por la OMS en la década de 1970, y la erradicación más reciente de la
poliomielitis en varias partes del mundo.

La inducción artificial de la inmunidad puede ser activa o pasiva


La inmunización pasiva implica la transferencia directa de inmunidad, como la
administración de anticuerpos inyectados, ofreciendo una protección casi inmediata.
En la naturaleza, los mamíferos, incluidos los humanos, practican formas de
transferencia pasiva, como la transmisión de IgG de la madre al feto para
proporcionar protección durante los primeros meses de vida. Durante la lactancia, la
IgA presente en la leche materna protege las mucosas gastrointestinales. Sin
embargo, la inmunidad pasiva artificial tiene limitaciones a largo plazo, ya que el
sistema inmunológico del receptor no desarrolla una respuesta propia a los
patógenos. Para obtener una protección duradera, se recurre a la inmunización
activa mediante el uso de vacunas.

Las vacunas inducen la inmunización activa


Edward Jenner, en el siglo XVIII, revolucionó la medicina preventiva al observar que
las personas expuestas al ganado vacuno, que tenía una forma parecida de viruela,
no contraían la enfermedad. Inspirado por esto, desarrolló la primera vacuna al
demostrar que la exposición a la viruela bovina inmunizaba contra la viruela
humana. Esta práctica, conocida como variolación, marcó el inicio de la vacunación.
Las vacunas activan el sistema inmunológico para prepararlo contra patógenos
específicos. Para ser efectivas, deben ser seguras, no causar la enfermedad, tener
pocos efectos secundarios, ser económicas y fáciles de administrar. Desde el punto
de vista inmunológico, deben activar células presentadoras de antígeno, linfocitos T
y B vírgenes, y generar linfocitos de memoria duraderos. Aunque las vacunas
tradicionales han tenido éxito, el diseño moderno se basa en un conocimiento más
profundo de patógenos y respuestas inmunológicas.

Las vacunas pueden utilizar patógenos atenuados o inactivados, o sus


subunidades
Las vacunas eficaces pueden obtenerse utilizando virus o bacterias atenuados,
conservando su inmunogenicidad pero sin causar la enfermedad. Pasteur descubrió
que algunos patógenos, cuando se cultivan en laboratorio o se inoculan en un
huésped no natural, pierden su virulencia pero mantienen su capacidad
inmunogénica. Estos patógenos atenuados son ideales para vacunas, aunque
existen limitaciones como el riesgo de revertir a la virulencia.
Una alternativa son las vacunas con patógenos inactivados por calor o químicos,
siendo estables y con riesgo mínimo de contaminación. Sin embargo, a veces son
menos efectivas y pueden requerir grandes cantidades. Se han desarrollado
vacunas basadas en subunidades o antígenos producidos sintéticamente, como
toxoides o proteínas virales, mediante técnicas de ADN recombinante.
Las estrategias emergentes incluyen el uso de péptidos sintéticos, vectores
genéticamente alterados y vacunas de ADN "desnudo". Los calendarios de
vacunación sistemática varían según estudios epidemiológicos y países. Ejemplos
incluyen la triple vírica (sarampión, rubeola, parotiditis), vacuna contra difteria,
tétanos y tos ferina, vacuna contra Haemophilus influenzae, hepatitis B, polio, y la
vacuna conjugada contra la meningitis meningocócica C.

TERAPIA DE LA AUTOINMUNIDAD
Las enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide o la diabetes tipo I,
afectan a una parte significativa de la población. A pesar de ser enfermedades
crónicas, aún no se ha encontrado una cura definitiva para ninguna de ellas. Sin
embargo, existen tratamientos que permiten controlar los síntomas.

Las enfermedades autoinmunes se suelen tratar de una forma inespecífica


Aunque se ha avanzado en el conocimiento de los mecanismos que llevan a la
patología autoinmune, aún no existen terapias específicas que incidan de manera
precisa sobre las alteraciones inmunológicas en estos pacientes. Los tratamientos
actuales se centran principalmente en fármacos antiinflamatorios e
inmunosupresores, clasificados en corticosteroides, drogas citotóxicas y macrólidos
de origen fúngico o bacteriano como la ciclosporina. Los corticosteroides tienen un
potente efecto antiinflamatorio al modular la transcripción génica, pero su uso
prolongado puede tener efectos adversos. Las drogas citotóxicas, como azatioprina
y metotrexato, actúan suprimiendo la proliferación celular, pero carecen de
especificidad y pueden ser tóxicas. Los macrólidos, como la ciclosporina y el
tacrolimus, inhiben la transducción de señales en los linfocitos T y son ampliamente
utilizados para prevenir el rechazo de órganos trasplantados, también aplicándose
en el tratamiento de enfermedades autoinmunes.

La terapia con anticuerpos monoclonales aumenta la especificidaddel


tratamiento
En la actualidad, se están llevando a cabo numerosos ensayos con el objetivo de
intervenir de manera específica en los mecanismos que conducen a la
autoinmunidad, centrándose en citocinas proinflamatorias como el TNF-α. Se utiliza
la estrategia de anticuerpos monoclonales debido a su alta selectividad. Un ejemplo
destacado es el uso de anticuerpos anti-TNF-α o del receptor soluble de esta
proteína, que ha demostrado ser un tratamiento eficaz en ciertos casos de artritis
reumatoide y enfermedad de Crohn. La investigación actual busca identificar nuevas
dianas y realizar experimentos para desarrollar tratamientos clínicos específicos y
eficaces contra estas enfermedades autoinmunes.
INMUNOTERAPIA ANTI-TUMORAL
El cáncer, o tumor maligno, se origina a partir del crecimiento descontrolado de
células transformadas. Durante este proceso, las células tumorales adquieren
mutaciones que pueden resultar en cambios en las proteínas o en la expresión de
proteínas extrañas de virus oncogénicos. Estos cambios pueden ser reconocidos
por el sistema inmunológico y se denominan antígenos tumorales. El tratamiento
ideal para los tumores debería ser capaz de eliminar selectivamente las células
cancerosas, algo que no se logra eficientemente con la mayoría de los tratamientos
convencionales. Por esta razón, se considera que el sistema inmunitario puede ser
aprovechado en la terapia tumoral como una herramienta altamente selectiva.

La mayor parte de los tumores espontaneos son ignorados por el sistema


inmunitario
El sistema inmunitario tiene la capacidad de reconocer antígenos tumorales y, en
algunos casos, responde efectivamente para eliminar ciertos tumores. Sin embargo,
en la mayoría de los casos, esta respuesta inmunológica no es suficiente para
erradicar el tumor. Se han identificado diversas razones para la ineficacia, entre las
cuales se incluyen:
a) Baja inmunogenicidad:
I. Algunos tumores carecen de péptidos antigénicos que se unan a moléculas HLA
de clase I, impidiendo su reconocimiento por los linfocitos T citotóxicos.
II. Al perder la expresión de moléculas HLA de clase I, los tumores evitan ser
detectados por los linfocitos T.
III. La falta de expresión de moléculas HLA de clase II dificulta el reconocimiento
directo por los linfocitos Th CD4+.
IV. La ausencia de moléculas coestimuladoras y de moléculas de adhesión complica
la activación de los linfocitos virgenes.
b) Modulación antigénica:
Las células malignas pueden dejar de expresar un antígeno tumoral en respuesta al
reconocimiento por parte del sistema inmunitario.
c) Demora inmunitaria:
La diferencia en la velocidad de crecimiento tumoral y la formación de una respuesta
inmunitaria adaptativa eficaz permite que el tumor crezca en sus fases iniciales sin
ser atacado.
d) Supresión de la respuesta inmunitaria inducida por el tumor:
Algunos tumores secretan citocinas, como el factor de crecimiento transformante
(TGF-β), que tienen una acción inmunosupresora sobre el sistema inmunitario,
especialmente los linfocitos Th1 responsables de la respuesta inflamatoria que
podría destruir el tumor.
La inmunoterapia de los tumores trata de explotar la inmunidad innata y
adaptativa
A pesar de los desafíos mencionados anteriormente, se ha explorado el potencial
del sistema inmunitario como herramienta antitumoral, dando lugar a varios
enfoques:
a) Macrófagos:
Adyuvantes microbianos como el bacilo de Calmette Guerin (BCG) o el
lipopolisacárido (LPS) se han utilizado para activar inespecíficamente a los
macrófagos, estimulando la síntesis de TNF-α e IFN-α, mejorando la fagocitosis y
presentación de antígenos tumorales.
b) Citocinas:
La administración in vivo de citocinas ha tenido éxito en algunos tipos de tumores,
como leucemia de células pilosas, mieloide crónica, carcinomas ováricos,
melanomas e hipernefromas. Sin embargo, a veces se usan para recuperar la
inmunidad perdida más que para atacar directamente al tumor.
c) Anticuerpos:
Se emplean anticuerpos monoclonales (mAb) dirigidos contra antígenos específicos
de tumores. A pesar de limitaciones como la pobre accesibilidad a tumores sólidos y
el escape tumoral, se han propuesto soluciones, como la humanización de mAb, la
creación de mAb biespecíficos y el desarrollo de inmunotoxinas para conferir
propiedades citostáticas.
d) Linfocitos citotóxicos:
Además de administrar citocinas que activan linfocitos citolíticos Tc y NK, se ha
experimentado con la extracción, expansión y reinfusión de linfocitos citolíticos
activados por interleucinas, como una forma de terapia.
e) Vacunas:
Se busca potenciar la inmunogenicidad de los tumores mediante estrategias de
inmunización activa. Esto incluye identificar antígenos tumorales y utilizarlos en
vacunas, así como activar células dendríticas in vitro con antígenos tumorales y
reinyectarlas en el paciente, aprovechando su capacidad para activar linfocitos T in
vivo. La investigación y ensayos clínicos en esta área ofrecen esperanzas para
futuras terapias de inmunoterapia tumoral.

También podría gustarte