TEMA 3. La Novela Desde 1975 Hasta Nuestros Días
TEMA 3. La Novela Desde 1975 Hasta Nuestros Días
TEMA 3. La Novela Desde 1975 Hasta Nuestros Días
En general, los autores rechazan el experimentalismo último y vuelven los ojos a la tradición,
recuperan muchos de sus procedimientos narrativos y escriben historias transparentes que
conectan con los lectores, los cuales, además, se multiplican en número. Este nuevo lector tiene
una actitud de divertimento y reclama una historia bien escrita, exótica, con intriga y misterio.
El cambio llegó con la publicación, en 1975, de La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo
Mendoza, que incorporaba elementos de la novela experimental con una vuelta al interés por la
trama, al viejo placer de contar y de leer historias, rasgo que, como hemos dicho, se convertirá
en el principal nexo de unión de las diversas modalidades del relato de esta etapa.
Además de esa vuelta al interés por la historia contada, son características de la novela de las
últimas décadas:
• Recuperación del argumento. Los autores quieren crear u contar historias: recuperan
la trama y los personajes, las historias cerradas y la reconstrucción de ambientes.
• Uso de las personas narrativas tradicionales, primera y tercera, sin mezcla de ambas.
• El gusto creciente por el relato corto. En él, igual que en la novela, predomina la
diversidad temática y de tendencias narrativas, además de diferentes estilos y enfoques:
realistas, fantásticos, de ciencia ficción, surrealistas, metaliterarios, experimentales,
humorísticos, paródicos o relatos fantásticos que indagan en el ser humano o en la
problemática de la sociedad contemporánea. Su finalidad también es diversa:
impresionar, sorprender, inquietar, conmover o testimoniar. De todos modos, se puede
decir que, como en la novela, predominan los relatos de carácter realista: urbanos,
intimistas y psicológicos, en los que se abordan temas como la amistad, el cinismo, los
lazos familiares, los asuntos matrimoniales, las relaciones de pareja, el amor y la
muerte. Es visible en todos ellos la influencia de la literatura latinoamericana y de los
clásicos como Antón Chéjov o Guy de Maupassant.
En los inicios del siglo XXI reaparece el gusto por el microrrelato, con antologías
como Galería de hiperbreves y Por favor, sea breve. Entre los narradores que lo
cultivan nos encontramos con Luis Landero, Quim Monzó o Sergi Pàmies. El
microcuento había nacido en el siglo XX, y su esencia está en el posmodernismo, con el
que comparte el gusto por lo fragmentario o la ironía. Ha sido calificado como forma
lúdica y mestiza, y se le emparenta con el poema breve o con el haiku japonés.
Podemos concluir con que los tres aspectos más significativos de la narrativa actual son:
Otros autores son: Manuel Vázquez Montalbán, con Los mares del sur, Lorenzo Silva con El
alquimista impaciente, Antonio Muñoz Molina, con El invierno en Lisboa y Plenilunio, y José
María Guelbenzu, con Un asesinato piadoso. También hay novelas que incorporan recursos
policíacos como Visión del ahogado, de Juan José Millás, o Queda la noche, de Soledad
Puértolas, y novelas que unen ironía y cierta intriga, como El misterio de la cripta embrujada,
de Eduardo Mendoza.
El tema central es la propia creación literaria y el protagonista es, con frecuencia, un escritor; es
el caso de Gramática parda, de Juan García Hortelano. O, por ejemplo, Juan Manuel de Prada
que, en su obra Las máscaras del héroe, recrea el ambiente literario español de principios del
siglo XX.
NOVELA HISTÓRICA
El éxito de la novela El nombre de la rosa del italiano Umberto Eco propicia el gusto
por este género a lo largo de todo este período, para escapar, tal vez, de la propia realidad
cotidiana. Se recrean distintos episodios de la historia española, situados en diferentes épocas:
la Edad Media en Urraca de Lourdes Ortiz, la conquista de América en La orilla oscura de
José María Merino, la España del Siglo de Oro en todo el ciclo de novelas de Las aventuras del
capitán Alatriste de Arturo Pérez Reverte o el tránsito del siglo XIX al XX en La ciudad de los
prodigios de Eduardo Mendoza.
Es uno de los géneros de mayor éxito editorial desde los años 80, con novelas que sitúan la
narración en marcos temporales pasados, enfocados más o menos de manera realista. Los
acontecimientos históricos en ocasiones son el soporte para una reflexión sobre problemas
humanos universales y en otras son objeto de revisión crítica por parte del escritor. La
fabulación histórica puede adoptar incluso una óptica irónica y desmitificadora.
En las últimas décadas son numerosas las obras que novelan la Guerra Civil española y la
inmediata posguerra desde diferentes perspectivas: Luna de lobos de Julio Llamazares, La vieja
sirena, de José Luis Sampedro, Beatus Ille, de Muñoz Molina, La buena letra de Rafael
Chirbes, Las trece rosas de J. Ferrero, Los girasoles ciegos, de Alberto Méndez, Las
máscaras del héroe, de Juan Manuel de Prada, Soldados de Salamina, de Javier Cercas, El
corazón helado de Almudena Grandes, La voz dormida de Dulce Chacón, Riña de gatos de
Eduardo Mendoza, Enterrar a los muertos de Ignacio Martínez de Pisón, etc.
Son novelas protagonizadas por una persona de mediana edad, en un espacio urbano y con
problemas íntimos, como el amor, la soledad, la memoria, la propia identidad o la
incomunicación. Alejadas de las preocupaciones colectivas, estas novelas se adentran en la
interioridad del ser humano y se centran en la búsqueda personal y en la reflexión sobre la
propia existencia. En ocasiones se difuminan las fronteras entre la vida real y el mundo de la
fantasía con intención de desconcertar e implicar al lector. Utilizan un estilo cercano a la
poesía, con abundancia de recursos estilísticos y una expresión exquisita y poemática. Son
novelas psicológicas, novelas de aprendizaje y crónicas generacionales: Mortal y rosa de
Francisco Umbral, Historia de una maestra y Mujeres de negro de Josefina Aldecoa, Escenas
de cine mudo y La lluvia amarilla de Julio Llamazares, Malena tiene nombre de tango de
Almudena Grandes, Son de mar de Manuel Vicent, Héroes de Ray Loriga, La soledad era esto
de Juan José Millás, etc.
Mención aparte merecen las novelas que recrean los recuerdos de la infancia o adolescencia de
los autores, a modo de memorias noveladas: El jinete polaco de Antonio Muñoz Molina o
Carreteras secundarias de Ignacio Martínez Pisón.
Plasman el conflicto entre los personajes y el mundo, en espacios urbanos y rurales, y ofrecen
una visión crítica y comprometida con la realidad histórica de la época: Las pirañas de Miguel
Sánchez-Ostiz, Juegos de la edad tardía de Luis Landero, Son relatos realistas sobre problemas
sociales, como la difusión de la condición femenina en Te trataré como a una reina, de Rosa
Montero, y la vida de los más jóvenes, como Historias del Kronen, de José Ángel Mañas.
NOVELA ERÓTICA
En los años ochenta y noventa triunfa una novela de contenido erótico, propiciada por el
Premio” La sonrisa vertical”, con obras como Las edades de Lulú de Almudena Grandes.
NOVELA DE AVENTURAS
NOVELA EXPERIMENTAL
Hay escasos títulos de este género; muestran una ácida y crítica visión de la realidad
contemporánea. Quizá las muestras más interesantes sean las novelas de Miguel Espinosa.
Otros autores que también tienen algún título de novela experimental son: Manuel Vázquez
Montalbán, Eduardo Mendoza, Antonio Muñoz Molina, Arturo Pérez Reverte, Lucía
Etxebarría, con novelas sobre la situación de la mujer (Beatriz y los cuerpos celestes) y Juan
José Millás.