2° CCSS Algunas Prácticas Médicas en Tiempo de Los Incas

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ALGUNAS PRÁCTICAS MÉDICAS EN TIEMPO DE LOS INCAS

FUENTE A: EL MEDICO INCAICO 1

En el Tahuantinsuyo, los cirujanos sangradores transmitían sus conocimientos de generación en generación y


debían tener mucha experiencia en el uso de hierbas medicinales. En cuanto a las enfermedades, por el nombre
que les daban, se deduce que en su diagnóstico apenas comprobaban los síntomas. Algunos nombres describen
el aspecto exterior, por ejemplo, la ‘inspiración interrumpida’ era la neumonía y la ‘enfermedad secadora’ era
probablemente la tuberculosis.

También practicaban la sangría, una técnica por la cual una lanceta, construida con una lámina de sílex (roca muy
dura), con un mango de madera hendido en su parte superior, se introducía en la vena mediante un golpecito, de
ser posible cerca de la región dolorida. Este punto, en el caso de las cefaleas o dolores de cabeza, estaba en el
entrecejo.

El cirujano se encargaba de la reducción de luxaciones, la reposición de huesos fracturados, la incisión de abscesos


y las suturas de las heridas. Quizá usaron como anestésico, lo mismo que los araucanos, la planta Datura ferox
(chamico). Si sufrían de alguna fractura, las zonas fracturadas se envolvían en algas marinas o en hojas frescas de
huaripuri (Valeriana coarctata).
1 Adaptado de Campos, F. Dermatología Cosmética, Médica y Quirúrgica. 3(2):122-124. El médico del tiempo de los incas y
sus remedios. (2005) (p. 122) Recuperado de https://bit.ly/35cJuV6 (el 7 de octubre de 2020)

FUENTE B: TRATAMIENTO POR CAUSAS MÁGICO-RELIGIOSAS2


Las enfermedades eran también atribuidas a personas muertas como causantes del mal. El enfermo, entonces,
tenía que dar de comer al muerto. Así, iban donde el difunto poniéndole alimentos en la sepultura al creer que
esa era la causa y el tratamiento de la enfermedad. Las confesiones eran públicas, que además de sentirse
liberados, tenían el objetivo de calmar la ira del dios. Al confeso se le podía maltratar, amarrándole las manos y
pegándole con un palo de penitencia. Restregándose la cabeza confesaban no haber adorado al Sol o a la Luna en
las fiestas (Raymis), haber sido infieles, vivir en pareja sin permiso del Inca o haber matado y hurtado. El Inca solo
confesaba sus pecados al Sol para que él le dijera al Viracocha que le perdonase. El Inca completaba su confesión
con un baño de purificación con agua corriente.
2 Adaptado de Chirinos, J. Academia Nacional de Medicina – Anales. Medicina y religión en el incanato. (2015) (p. 223)
Recuperado de https://bit.ly/3jeUjuG (el 7 de octubre de 2020)

FUENTE C: LA CITUA O COLLA RAYMI3


La citua fue una fiesta que consistía en expulsar simbólicamente los males fuera del Tahuantinsuyo en tiempos de
lluvia. Los cronistas Cristóbal de Molina y Garcilaso de la Vega nos hablan de esta fiesta. Ambos señalan que se
realizó en espacios abiertos (plazas) aunque solo coinciden en los nombres de las mismas. Posteriormente, según
la descripción que se hace, se ha identificado la plaza de Haucaypata como el lugar desde donde partían los incas
de sangre por el cápac ñam, en dirección de los cuatro suyos, a arrojar los males del Tahuantinsuyo fuera del Cusco
monumental. Según Molina, eran grupos de 100 personas: incas de sangre, de privilegio y mitimaes, que eran los
que arrojaban los males a los ríos Quiquisana (en el Collasuyo, al sureste), Apurímac (en el Chinchaysuyo, al
noroeste), Písac (en el Antisuyo, al noreste) y Cusibamba (en el Cuntisuyo, al suroeste). Para Garcilaso solo eran
cuatro personas (incas de sangre) las que partían del Haucaypata a expulsar los males en dirección a cada uno de
los suyos, recorrían una cierta distancia para entregarles sus lanzas a otros cuatro incas de privilegio quienes
también corrían otro tramo y así sucesivamente hasta alejarse aproximadamente unos 30 km del sector
monumental del Cusco. Aunque Garcilaso no especifica dónde se arrojaban los males, podemos suponer que son
los ríos mencionados por Molina.

3 Adaptado de Monteverde, L. Revista Chungara. Revista de Antropologia Chilena, 43(2), 243. Los Incas y la fiesta
de la Situa. (2011). (pp. 246 y 248) Recuperado de https://bit.ly/3kbXTai (el 07 de octubre de 2020.
LA HERBOLARIA Y OTRAS PRÁCTICAS
Fuente D: Las hierbas medicinales1

Las plantas, sin duda, fueron muy importantes para las y los habitantes del Tahuantinsuyo. Las más útiles
fueron para la alimentación: el maíz y la papa fueron la base de la alimentación. Junto con la oca, la
mashua, el maní, la quinua, el olluco entre otros, que fueron tubérculos ricos en sustancias alimenticias
y también medicinales. Yacovlev y Herrera han recopilado información de diversas crónicas sobre las
plantas de los antiguos peruanos. Por ejemplo, Garcilaso menciona que al molle le llamaban “árbol de
mucha virtud” y que su resina es usada en medicina popular contra algunas enfermedades, una especie
de ortiga sirvió para aliviar el dolor causado por la ciática. Huamán Poma y Bernabé Cobo señalan que la
semilla de villca servía como purgante. Polo de Ondegardo menciona que el guairuro se tomaba en agua
y servía para los males del corazón. Calancha describe un “árbol de las calenturas” que contiene quinina,
y cuya corteza en polvo se bebe para quitar la fiebre. Herrera ha hecho otro interesante estudio en el
que divide a las plantas en tres categorías: las que han sido incorporadas a la ciencia y se utilizan
actualmente, las que han sido estudiadas por químicos pero no se han hecho populares y las que
pertenecen al folclore médico. De las primeras se han extraído sustancias como la quinina (para disminuir
la fiebre y calmar el dolor), la piperina (antinflamatorio y antioxidante), la ratania (antinflamatorio y
desinfectante), entre otras.1 Adaptado de Lastres, J. (1951). Historia de la medicina peruana. La medicina incaica. Vol 1.
(pp. 236, 237, 239, 240, 243 y 244) Recuperado de https://bit.ly/37e02yE (el 16 de octubre del 2020)

Fuente E Las medicinas2


Capítulo XXIV: La medicina que alcanzaron y la manera de curarse
(…) grandes herbolarios, que los hubo muy famosos en tiempo de los incas, que conocían la virtud de muchas
yerbas y por tradición las enseñaban a sus hijos, y estos eran tenidos por médicos, no para curar a todos, sino a
los reyes y a los de su sangre, y a los curacas y a sus parientes. La gente común se curaba una a otra por lo que
habían oído de medicamentos. A los niños de teta, cuando los sentían con alguna indisposición, particularmente
si el mal era de calentura, los lavaban con orines por las mañanas para envolverlos, y, cuando podían haber de los
orines del niño, le daban a beber algún trago (…). Los secretos naturales de estas cosas ni me las dijeron ni yo las
pregunté, mas de que las ví hacer.

Capítulo XXV: Las yerbas medicinales que alcanzaron


Alcanzaron la virtud de la leche y resina de un árbol que llaman mulli y los españoles molle; es cosa de gran
admiración el efecto que hace en las heridas frescas, que parece obra sobrenatural. La yerba o mata que llaman
chillca, calentada en una cazuela de barro, hace maravillosos efectos en las coyunturas donde ha entrado frío. (…)
Una raíz, como raíz de grama, aunque mucho más gruesa, y los nudos más menudos y espesos, que no me acuerdo
cómo la llamaban, servía para fortificar y encarnar los dientes y muelas. Asábanla al rescoldo y, cuando estaba
asada, muy caliente, la partían a la larga con los dientes, y así hirviendo, ponían la una mitad en la una encía y la
otra mitad en la otra, y allí la dejaban estar hasta que se enfriaba, y de esta manera andaban por todas las encías,
con gran pena del paciente, porque se le asaba la boca.

Fuente F: El jubeo: una práctica de ayer y hoy3


Muchas crónicas hablan del acto de jubear y de sus elementos como el cuy, los Apus, las ofrendas y el
laicca o hechicero. Cristóbal de Albornoz relataba que los hechiceros usaban tambores con sangre de cuy
para hacer consultas al demonio. Por su parte Guamán Poma narra la costumbre de masticar coca para
“hablar con los espíritus” o “demonios”. Debemos aclarar que Guamán Poma tuvo gran influencia de la
religión católica por lo que cualquier otra manifestación religiosa que no reconociera a Jesús como único
Dios era considerada demoniaca.
Jubeo en Carabayllo En Carabayllo, una zona vecina a Canta, aún se practica el jubeo. Zenobia, una señora
ayacuchana, de 70 años, vendedora de verduras en el mercado cuenta que aprendió a jubear mirando a
su madre y a su abuela. Aunque continúa con esta costumbre, tiene miedo de que sus hermanos de
religión se enteren pues lo ven como brujería o el mal. Antes de iniciar, Zenobia dice que es creyente de
Jehová e invita a arrodillarse orando. Luego pasa el cuy por el cuerpo de la persona a sanar y reza el Padre
Nuestro, se le pide que le permita sanar y dice “Señor sanaremos”. No usa ni tragos ni hoja de coca.
Luego examina las vísceras del cuy donde halla unas manchas rojas en el pulmón que le atribuye al frío;
además ve unas vísceras con aire y dice que son gases acumulados. Cuando termina envía que boten el
cuy envuelto en una bolsa y que la persona que lo hace no regrese a mirar el desecho. Finalmente, da
indicaciones para cada afección: para el frío un parche de árnica en los pulmones, para los gases manzanilla y para
los nervios agua de valeriana.
3 Adaptado de Rimachi, E. Evento y discurso: la práctica andina del jubeo o “limpia con cuy”. (2003) (pp. 280-282) Recuperado
de https://bit.ly/3m04RQd (el 07 de octubre de 2020)

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