Todo Sobre Psicopedagogia
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PROBLEMAS ACTUALES EN
PSICOPEDAGOGIA ESCOLAR
I.-INTRODUCCION: LA FUNCION DE LA PSICOPEDAGOGIA
ESCOLAR.
a. Que es la pSicopedagogía.
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de cada día. Y la realidad nos da que, en muchos aspectos, la escuela no
juega el papel fundamental en la formación de los niños. Yeso, en el
caso de que el niño tenga algún contacto con la escuela. Porque las esta-
dísticas de nuestros países son descaradamente brutales en este aspecto:
el porcentaje de los niños que nunca o sólo por un brevísimo período de
su vida -uno o dos años- asisten a la escuela supera al 50% de la pobla-
ción en edad escolar. La psicopedagogía debe, por tanto, aplicar su estu- /
dio no sólo -ni quizá primariamente- a los problemas escolares, sino a
la educación como problema comprehensivamente social. Si somos sen-
sibles a lo que las estadísticas nos indican, debemos aplicar nuestra preo-
cupación a la mayoría desescolarizada, más que a la minoría escolarizada:
al impacto de la estructura y crisis familiar, más que a la organización .-'
escolar, etc.
En este sentido, el planteamiento de Robert Lafon se nos hace de
vital importancia. Lafon propugna lo que él llama una psicopedagogía
médico-social, que consistiría no en una ciencia nueva sino en "una sínte-
sis simplificada de múltiples conocimientos psicológicos, pedagógicos, mé-
dicos, sociológicos, jurídicos y criminológicos, en sus aspectos dinámicos,
aplicados a la totalidad bio-psico-social que constituye todo ser humano".2
Así, la psicopedagogía se convierte en "un estado de espíritu, una actitud
y una acción de equipo ante la infinita variedad de problemas producidos
por las influencias recíprocas entre el individuo y la colectividad y, más
en particular, los problemas del individuo que tiene dificultad en vivir y
adaptarse a una colectividad que se considera definitivamente estructura-
da, organizada y equilibrada, pero que se encuentra también en perpetuo
cambio".3 Este enfoque, mucho más comprehensivo y abierto, elude' de
raíz el peligro de un reduccionismo escolar. Los mismos problemas esco- ~
lares adquieren entonces una perspectiva diferente, al in~luir en su base
una serie de variables sociales, demasiado frecuentemente ignoradas por
los psicopedagogos en el ejercicio de sus funciones.
No hace falta insistir en la necesidad que tiene la pedagogía -la
escolar y la extraescolar- de buscar unas sólidas bases en la psicología.
Como dicen Andrey y Le Men, "la pedagogía no puede ser más que una
psicopedagogía. La acción pedagógica lleva siempre consigo una psico-
logía de las relaciones entre los individuos, una psicología de las adqui-
siciones y de su puesta en práctica, una psicología genética y otra. social"4
Pero podemos y debemos invertir la proposición y afirmar que la psico-
logía necesita de la pedagogía. Decimos esto, no en el sentido obvio de
que todo psicólogo debe ser, en cierto modo, un buen pedagogo, al menos
en la medida en que su profesión impl~ un contacto con seres humanos.
Lo decimos de una manera todavía más radical -y pensamos expresa-
mente en la psicopedagogía- en el sentido de que son los verdaderos pro-
blemas configuradores de los seres humanos, los' verdaderos problemas
que afronta la persona en su circunstancia individual y social, los que ~
deben orientar su estudio e investigación y no esquemas prefabricados,
teorías brillantes o especulaciones más o menos agudas de laboratorio.
Es verdad que si ha habido alguna ciencia a la que se le haya exigido una
aplicación inmediata, quizá todavía sin una suficiente maduración, esta
ciencia ha sido la psicología. Pero también es verdad que no pocas veces
la enseñanza y la investigación de la psicología, demasiado deseosa de •
obtener un rango "científico", ha seguido -y sigue- cánones muy ajenos
a las vivencias del hombre a quien en definitiva pretende servir.
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Este planteamiento tiene consecuencias muy serias en nuestro con-
texto centroamericano. Pongamos algunos ejemplos dentro del campo de
la psieopedagogía escolar -al que nos vamos a reducir en este artículo,
aunque quizá rompiendo esquemas tradicionales.
Sin embargo, se nos dirá, una de las misiones que ,se suele encomen-
dar al psicopedagogo es la de descubrir las variables individuales, a fin de
a. Tipos de motivación.
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mientras que la motivación extrínseca fácilmente se reduce a engendrar
"necesidades falsas", es decir, "aquellas que intereses sociales particula-
res imponen al individuo para su represión: las necesídades que perpe-
túan el esfuerzo, la agresividad, la miseria y la injusticia".1°
b. Motivación y educación.
Esto exige del maestro una capacidad de diálogo, es decir, una ca-
pacidad de escuchar las .auténticas necesidades de su alumno, una aper-
tura total para dejarse impregnar por su problemática. En otras palabras,
una disposición radical y una voluntad sincera de penetrar en el mundo
del educando, sin demasiados presupuestos exigitivos. Sólo en esta situa-
ción su palabra encontrará el eco necesario, sólo en esta situación su ejem-
plo y sus conocimientos encontrarán la verdadera tierra donde germinar.
El maestro que no esté dispuesto a entrar en este diálogo, aquél que crea
saber todo lo que el alumno necesita, aquel que se considere la última
instancia, el último criterio de verdad de todo el proceso educativo, no
será más que el trasmisor y forjador de la opresión estructural que el ::>is-
tema escolar actual cunlleva, el vocero y señuelo de las necesidades falsas
que han de hipotecar la felicidad futura de sus alumnos y, lo que es más,
su realidad personal.
De lo dicho hasta aquí se desprende claramente una figura de edu-
cador muy distinta de la que estamos acostumbrados a ver. Un educador
en el que la autoridad no se cimenta en su papel institucional, sino en su
realidad personal. Un educador que no labora sobre su alumno, sino que
co-labora con él. · Un educador que no mono-loga, sino que dia-loga. Un
educador que no necesita recurrir al premio o castigo extrínseco para
impulsar al trabajo, sino que aprovecha el impulso ya existente en la mo-
tivación intrínseca del alumno para posibilitar nuevos horizontes de rea-
lización personal en una tarea comunitaria. Un educador que no entrega
al alumno un mundo prefabricado, sino que colabora con él en la trans-
formación del mundo en el que ambos se encuentran.
Son ya clásicas las investigaciones de White y Lippit sobre los tipos
de maestros autoritarios, demgc.ráfico y pasivo. 12 No estamos muy seguros
de que la figura que nosotros propugnamos coincida con la de su maestro
democrático, ya que el esquema general en el que le encuadramos pre-
senta una serie de variables de no poca importancia. Sin embargo, no
cabe duda de que está más cerca de él que de las figuras autoritaria o
pasiva.
d. El modelo inductivo.
a. La creatividad y su necesidad.
b. Preparación a la creatividad.
c. Un camino incipiente' -3
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también -y esto suele ser muy difícil y doloroso- con respecto al crite-
rio del propio maestro. Sólo así se establecerá un cierto patrón de segu-
ridad psíquica del alumno, necesario para que dé salida con confianza a
sus procesos preconscientes y, por supuesto, a todas las implicaciones de
su experiencia personal y comunitaria. Este refuerzo se ha de hacer sen-
tir -por ejemplo- en las calificaciones parciales, finales, etc.
Posiblemente, todo esto sea todavía muy poco e incluso es posible
que sólo parcialmente se pueda poner en práctica. Sin embargo, por algo
hay que comenzar. Y sería catastrófico que nuestra ambición y anhelo
del todo, nos impidiera ir poniendo en ejecución la parte. Es cierto que
corremos el peligro de "parchear". Pero si la crítica ejercida en la clase
-yen la investigación, claro- es honesta, muy a menudo se volverá con-
tra uno mismo. Su aceptación o rechazo será muchas veces el síntoma
indicador de si estamos luchando por el todo ideal, o nos hemos confor-
mado ya con el "parche" conservador.
El psicólogo educativo tiene abierto aquí un campo inmenso. Un
campo de influjo en el magisterio. Será labor suya el proponerle mode-
los y técnicas viables de cómo llevar a cabo prácticamente, a los distintos
niveles escolares -de acuerdo con una auténtica psicología evolutiva, que
lo es individual y social-, esta transformación de la escuela. No será
poco servicio el que habremos hecho a nuestros pueblos oprimidos y sub-
< desarrollados, si conseguimos posibilitar ]a aparición de hombres creati-
vos, fieles a su propia realidad personal y social, que sepan proponer y
llevar a la prácJica modelos y soluciones tendientes a nuestra liberación.
NOTAS:
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CARTWRIGHT, D. and ZANDER, A. (Edit.): Group Dynamics, Harper & Row,
_·ew York, 1968, pgs. 318-335.
er SEGUIER, MICHEL: Pedagogía inductiva, en "Encuentro internacional del
L.-ODEP", celebrado en Chantilly del 9 al 17 de diciembre de 1270, mimeo. pgs.
- 57. En cuanto a Freire, puede verse: FREIRE, PAULO : Pedagogía del oprimido,
-erra Nueva, Montevideo, 1970. En nuestra exposición, seguimos sobre todo la
primera parte del esquema de Séguier.
Hemos afro~tado con más extensión, aunque todavía de un modo embrionario,
este problema en un artículo, que aparecerá en breve en la revista "La Universi-
dad", de la Universidad Nacional de El Salvador, titulado: Dei pensamiento alie-
nado al pensamiento creativo. En él, tratamos de probar el reduccionismo funcio-
;::¡a} que se opera en la inteligencia por la mediación del lenguaje y de las instancias
sociales institucionalizadas.
" Ver: VARIOS: L'éducation et I'homme á venir, Casterman, Tournai, 1968, pg. 45.
!bid. pg. 45-46.
Ver, por ejemplo, KUBIE, LAWRENCE: El proceso creativo, Pax-México, 1966.
Para las investigaciones realizadas en Norteamérica sobre la creatividad, puede
consultarse: ADAMS, LESLIE; Research In Creativity, en "Kansas Studies in Edu-
cation", Vol. 21, Spring/ Summer 1971, N. 1/ 2, pg. 60-78.
Ver, a este propósito, MARCUSE: Op. cit., sobre todo pgs. 114-150.
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