SERUCHO,,M
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CONFORMACION DE LA
IDENTIDAD NACIONAL:
LO NACIONAL POPULAR COMO
PROCESO DE FORMACION DE LA
PERUANIDAD SIGLO XX
HECHO POR:
DONAYRE PIZARRO ALEJANDRO –CAZASOLA RODRIGUEZ CADMIEL SIGRID
Está claro que la masiva presencia de migrantes a partir de los años cincuenta, el desborde
demográfico, la aparición de barriadas y la transformación urbana de Lima confrontó a dos
grupos sociales con una identidad colectiva basada en elementos étnico-culturales y
somáticos
Norbert Elías proponía una interpretación que afirmaba que un mismo espacio
geográfico podía estar dividido entre un grupo de establecidos y otro de marginados,
los primeros residentes con cierto tiempo de estadía y los segundos, migrantes
• “Wisky-ti, wisky-ti”
• “vingo a decirte qui he
riflexionadu sobre nuistra
pelea de ayer y qui tu tenías
toda la razun”
• “Hemus terminado”, “Ya mi
voy al Estadiu”
• “Chola, sal a to vintana”
Esto no solo se reflejó en las tiras cómicas de Serrucho, era un prejuicio muy
difundido y recurrente en la literatura y el discurso visual, pero también en el
humor oral, por ejemplo, el vocabulario hampesco de Guillermo Bendezú ya
identificaba que se decía “choclo” a un joven provinciano con defectos de
pronunciación . En los cuarenta y cincuenta la popularidad de la humorista de
radio Teresita Arce y su famoso personaje, la “Chola Purificación Chauca”,
ayudó a fortalecer este estereotipo, ya que tenía como costumbre cerrar sus
transmisiones e intervenciones humorísticas con un fuerte silbido y el grito
de “!Vesete el Perú!”.
La mala articulación del castellano por los migrantes no fue solo
estereotipado por Serrucho, en el discurso visual y literario de la época se
pueden encontrar más ejemplos de la difusión de este prejuicio; en cualquier
caricatura de algún medio periodístico que representara al andino siempre
podía encontrarse ese acento peculiar
Debido a la falta de vivienda, alimentos y salud el personaje fue presentado
como un provinciano raquítico, descalzo, con chullo y poncho, vale decir, la
vestimenta típica asociada al hombre andino. Monteverde utilizó a este
personaje como una representación crítica de los grupos populares afectados
por la inflación, el alza del costo de vida y el caos gubernamental
Con el paso del tiempo, las viñetas de Serrucho fueron más atrevidas. Así, la fisgonería
secreta de nuestro personaje se transformó en un abierto y público acoso que incluía
persecuciones con las manos extendidas buscando tocar las bondades corporales de
las féminas, y cuando comenzó a hablar en la historieta, constantemente para referirse
a las limeñas que le gustaban decía las mismas y clásicas frases que repetiría
innumerablemente: “Mamaceta reca”,“amurcetu recu” o simplemente “recas”
Podemos decir que la línea que separaba a un “serrano” de un caballero de
sociedad no estaba determinada solo por el color de la piel, sino sobre todo
por las marcas culturales que se imponían a unos y otros; por ello si se podía
combatir la idea de un provinciano indigente y pobre mediante el dinero y la
ostentosidad, podíamos apreciar este rápido cambio de percepción.
SERRUCHO Y LA CHOLA:
“MAS ME PEGAS, MÁS TE
QUIERO”
La relación y el trato íntimo de esta pareja evidenció un estereotipo muy arraigado, incluso en
nuestros días, el de la violencia recíproca, el “más me pegas, más te quiero”. No es un invento
contemporáneo o frasecilla de hace algunas décadas, es un estereotipo sobre el andino que data de
mucho antes, un esposo golpeador que maltrataba salvajemente a su esposa ante la vista de un
foráneo, esta actitud reprochable es motivo suficiente para que el espectador intervenga y detenga
al enfurecido migrante, sin embargo, casi sin entenderlo, era la misma esposa quien lo golpeaba,
protegiendo a su Serrucho, finalmente ambos salían de la escena muy enamorados.
El maltrato doméstico mutuo era una práctica cotidiana de la pareja, en una
tira cómica de fines de 1954 se veía como de lunes a viernes ambos se
pegaban sin ningún tipo de motivo, lo hacían más por costumbre e
interrelación natural, ya que no tenían problemas para después de los
altercados pasar un fin de semana juntos en algún lugar público”
Así, el maltrato doméstico se concebía como un elemento indisoluble a la
condición de una pareja provinciana.
Este estereotipo del amor andino como violento y agresivo tenía explicación en la
particular forma de expresar afecto por parte de los indígenas y en el mismo
proceso de cortejo y se puede rastrear en varios escritores antes y durante la
publicación de la historieta. En 1926, Enrique López Albújar escribió sobre las
cualidades afectivas del indígena, aunque desde un punto de vista masculino, ya
que decía que este no amaba a su mujer tanto como a sus amigos o animales,
pero, sobre todo, decía que para el indio el amor era “pleito y posesión”, luchaba
y combatía con la mujer que deseaba, lo que está bien representado en la
mayoría de viñetas donde Serrucho y La chola peleaban constantemente como un
elemento natural de su relación. Además afirmaba que el matrimonio no era sino
la confirmación de la posesión sexual, acto realizado no sin poca violencia
SERRUCHO ALCOHÓLICO
la presencia del alcohol fue un elemento indispensable de peñas y jaranas
durante momentos festivos, era casi natural que un criollo bebiera y disfrutara con
amigos; y en Boquellanta, el pequeño personaje aparecía libando a su corta edad,
pero más que reprobarse la acción se le festejaba como acto de viveza. Sin
embargo, en Serrucho la presencia del personaje como un ser alcohólico era
reprobada por las personas con quienes interactuaba, su mismo estado lo hizo
victima de males y se le ridiculizó constantemente.
SERRUCHO DESASEADO
El indio como un ser sucio fue un estereotipo que acompañó gran parte del pensamiento
intelectual del siglo XX, y posteriormente reforzó el estereotipo del migrante como un ser
desaseado e infeccioso. A inicios del siglo XX,
Francisco García Calderón decía que el indígena habitaba en los andes “sucio y desnutrido”,
se degeneraba y moría; y más adelante Alejandro Deustua indicaba que era necesario la
introducción de hábitos de higiene en las costumbres del indígena, ya que carecía de ellas
La suciedad innata de Serrucho lo convertían en un agente transmisor de enfermedades, incluso,
más peligrosas que la rabia, esto se demuestra cuando un perro rabioso lo muerde, pues fue el
animal quien sufría el fatal destino ante la sorpresa de todos los espectadores; lo mismo sucedió
en la selva cuando animales venenosos como serpientes y tarántulas morían al morder a Serrucho,
y el explorador de la tira cómica decía: “¿Será porque no se baña nunca?”. Sin embargo, el chiste
del perro rabioso evolucionó, pues estos estereotipos se construyeron constantemente en la tira
cómica, se perfeccionaron y renovaron. De esta manera, la sangre sucia de Serrucho no solo
ocasionaba la muerte del can, sino que lo transformaba en un provinciano con chullo y poncho
como dando a entender que la sangre indígena era un vehículo de contaminación.
SERRUCHO Y SU FEALDAD:
“EL CARA DE HUACO”
Los mismos limeños sentían estas reacciones de miedo ante Serrucho; un inocente niño
apenas se inmutaba ante sujetos ruines y maleantes, no sentía temor ante un fantasma, pero
al ver a Serrucho se desmayó por el susto; lo mismo sucedía con un borrachín quien al ver a
nuestro personaje se asustó y dijo: “Diablos azules, no, acabo de ver a una bestia”; y no
sucedía solo con personas normales también con peligrosos criminales, uno llamado el
“Mata por gusto”, que prefería tomar como víctimas a los “cholitos”, cuando cogió a
Serrucho se desmayópues le vio “cara de demonio”
La fealdad de Serrucho podía ser descrita, su rostro era igualado a otros
elementos no muy halagadores según el código humorístico de la época.
Literalmente, Serrucho tenía cara de huaco precolombino. No sabemos si este
epíteto infame muy cotidiano, incluso en la actualidad, tuvo su origen en la tira
cómica o si fue recogido del humor popular y callejero como la mayoría de los
estereotipos, pero lo que sí se evidencia es que estas viñetas reforzaron,
reprodujeron visualmente y mantuvieron colectivamente el humor sobre este
asunto. Como dice Susana de los Heros, decirle a alguien que parece un huaco,
hoy como en ese entonces, implicaba señalarle que poseía un fenotipo andino
que implicaba la fealdad
La comparación entre el rostro de Serrucho y una reliquia
precolombina, incluso, sin olvidarse dio paso a otras
asociaciones igual de insultantes, tal es así que en
noviembre de 1955 se enteró que una fotografía de su
rostro ganó un concurso bajo el rótulo de “Cabeza de
bestia omarciano”, y en otra situación, mientras paseaba
por el zoológico de Barranco, un guardia lo enjauló
confundiéndolo con una bestia de las punas, ya que en la
época era bien conocido quea un indígena, a quien el
discurso intelectual a veces lo degradaba hasta una
escala animal, se le podía decir “llama”.
La llama, un camélido de las alturas peruanas, era un animal que típicamente
estaba asociado al hombre andino, se consideraba que convivía con ellos en
su puna, que incluso lo quería más que a su familia, y por eso un indígena
podía “oler” o“parecerse” a una llama. Este discurso y estereotipo no ha sido
olvidado, incluso en la actualidad un político recientemente al referirse a los
habitantes de provincias los llamó “llamas y vicuñas”, y en el humor callejero
era (y es) común hacer alusión a los andinos como “auquénidos”.
Para terminar, el aspecto “horripilante” de los indígenas con llevaba el discurso de
la “no buena presencia” como señala Juan Carlos Callirgos. De esta forma, la
belleza fue (y es) una categoría racista, pues se utilizaba la estética “blanca” por
encima y sobre aquello que no lo era como “lo indígena”, ya que lo primero era lo
deseable, lo segundo no. Así, la fealdad de Serrucho no solo fue un mecanismo de
burla fácil también implicaba un discurso racista al afirmar que su afeamiento se
debía a su indianidad y alejamiento de la belleza blanca”.
GRACIAS