Vargas de Flood
Vargas de Flood
Vargas de Flood
Resumen Abstract
La definición del gasto público social, a Although the concept of social public
pesar de ser un concepto difundido, no expenditure is widely familiar, literature
encuentra consenso en la literatura. En on the subject contains no agreed
este sentido, los países utilizan definition for the term. Countries use
definiciones operativas y ello imposibilita functional definitions, and this makes
las comparaciones. comparison impossible.
Las modalidades de intervención del Modalities for State intervention in social
Estado en la política social, son: a) policy include: a) centralization or
centralización y descentralización y b) decentralization, and b) different types of
tipos de políticas: universalización y policy: universality and targeting. The
focalización. El problema de la problem of decentralization exists in a
descentralización se ubica en un contexto broader context that needs to be resolved
más amplio que debería solucionarse con by means of substantial changes in federal
cambios sustanciales en la coparticipación revenue-sharing, with progress being
federal, avanzando tanto en la made on both the decentralization of
descentralización de ingresos como en las revenue and responsibility for local fiscal
responsabilidades de recaudación local. La revenue. Targeting facilitates universality,
focalización facilita la universalidad que es which forms the very essence of social
la esencia misma de la política social. En policy. In practice, it is impossible to
la práctica es imposible llegar a la achieve universality by means of
universalidad con instrumentos traditional instruments, and targeting is a
tradicionales y la focalización es la useful tool to be able to reach those who
herramienta útil para llegar a las personas are poorest, who in the long term should
más pobres, que en el largo plazo, deben become subjects of a universal nature.
ser sujetos de carácter universal.
Clasificación JEL:
H41 Bienes Provistos Públicamente.
H53 Gastos públicos y programas de bienestar.
H72 Presupuesto y gastos.
I31 Bienestar general, las necesidades básicas, nivel de vida, calidad de vida.
Citación: Vargas de Flood, Cristina. “Gasto Publico Social: Conceptos y Alcances”, Ensayos
de Política Económica, N°2, 2008
La definición del gasto público social, a pesar de ser un concepto de uso habitual en
los ambientes políticos y académicos, no encuentra consenso en la literatura.
Debido a ello, los países utilizan definiciones operativas que están vinculadas al
propósito de la investigación, a los criterios de los autores que la realizan, a la
disponibilidad de la información y a las características propias de cada país. De
acuerdo con CEPAL, 1994, las definiciones operativas de los países
latinoamericanos difieren entre sí por estos problemas, y por ello no son
estrictamente comparables 1 / 2 .
a) tipo de gasto que se busca cuantificar (gasto fiscal, gasto directo, gasto
focalizado, gastos corrientes, gastos de capital),
b) concepto de lo público incorporado (exclusivamente público, cuasi-público,
público con financiamiento privado),
c) dimensión social (cobertura de sectores y tipos de programas) y
d) dimensión política (niveles de gobierno: Administración Central, Entidades
Descentralizadas, gobiernos locales, otros).
a) En cuanto al “gasto”, los países seleccionan los criterios que más se ajustan a
sus objetivos, y consideran los gastos brutos (corrientes y de capital), netos
(eliminando la depreciación de los gastos de capital y todo financiamiento no-
público) o incluyendo exclusivamente los gastos corrientes. Además, adoptan
conceptos restrictivos respecto al financiamiento del gasto social, y computan
solamente el “gasto fiscal” o, incorporan otros recursos. Chile, por su parte usa el
gasto fiscal, en tanto el cálculo oficial de la Argentina es más extenso porque refleja
el esfuerzo que el gobierno, trabajadores y empresarios realizan en la
implementación de las políticas y seguros sociales (jubilaciones y obras sociales).
1
Para una discusión completa ver CEPAL, 1994.
2
Dada la heterogeneidad en los cálculos de los países y la importancia de la temática, sería
importante que se acordara sobre una metodología común.
el gasto de cada nivel de gobierno difiere según se trate del financiamiento o gasto.
Para clarificar este punto se construyen las matrices de fuentes y usos de fondos en
donde quedan registradas todos los flujos financieros que los diversos gobiernos,
aportes y contribuciones de trabajadores y empleadores efectúan para la
consecución de un determinado gasto. (ITDT, 1991, Flood et al, 1994)
3
El capital humano se refiere al aumento en la capacidad de la producción del trabajo
alcanzada con mejoras en las capacidades de trabajadores. Estas capacidades se adquieren
con el entrenamiento, la educación y la experiencia. Los modelos de capital humano
demuestran la forma en que la educación posibilita que todo el proceso de producción se
beneficie con las externalidades que una sociedad genera con mayor nivel de educación. La
mano de obra más capacitada utiliza el capital de manera más eficiente, con lo cual pasa a
ser más productiva. A nivel microeconómico, uno de los resultados más frecuentes de la
literatura es que la formación de capital humano, considerada como mejoras en la
educación, tiende a aumentar los salarios. Comenzando con el trabajo original de Mincer
(1974), numerosos estudios (Card y Krueger (1992), Klenow y Rodriguez-Clare (1997), Hall
y Jones (1998)) han estimado una ecuación de salarios en la cual la tasa de salario de un
individuo está en función de los años de escolaridad y experiencia (comúnmente conocida
como ecuación de salarios de Mincer). En el ámbito macroeconómico, la evidencia es
variada. La mayoría de los estudios empíricos de crecimiento económico de largo plazo
incluyen alguna variable proxy del capital humano. Las limitaciones en los datos han sido
una restricción importante en el momento de realizar prescripciones de política económica.
Los trabajos de Barro (1991), Mankiw, Romer y Weil (1992), entre otros, utilizan las tasas de
escolaridad y encuentran una contribución positiva y significativa del capital humano al
crecimiento del producto. Por otro lado, Benhabib y Spiegel (1994), Kyriacou (1991) y Lau y
otros (1991), encuentran una relación no significativa e incluso negativa para el stock de
capital humano (medido como la media de años de educación alcanzada.
El concepto de capital social tiene relevancia para una nueva conceptualización de las
políticas públicas, que implica un mayor papel para la sociedad civil, la democratización en
relación a las reformas del Estado, y como visión llevada a lo micro, apunta al potencial del
capital social en la implementación práctica de estos grandes principios de democratización y
aumento del peso de la sociedad civil en la gestión de la economía y del estado. Coleman, J
(1988), Putman, R, (1993) son los autores que realizan la discusión conceptual, en tanto
CEPAL (2000) trabaja en el plano más pragmático, de la aplicación. Algunos ejemplos de
capital social son el control social, creación de confianza entre individuos, cooperación
coordinada, resolución de conflictos, movilización y gestión de recursos comunitarios,
legitimación de líderes y generación de ámbitos de trabajo, la prevención y sanción de
quienes abusan de él y la producción de bienes públicos.
La discusión resulta legítima por cuanto los recursos aplicados en los sectores
sociales (corrientes y de capital) tienen implicancias de permanencia y reproducción
(educación, salud, nutrición) y no de consumo. Sin embargo, se usa el concepto de
“gasto” dado que no todo gasto social implica una inversión porque en nuestro país
está medido con criterios de gasto bruto y por lo tanto se incluyen conceptos que
no pueden ser asimilados a la inversión. Estos se refieren a gastos administrativos,
muchas veces sobredimensionados, burocracias excesivas, inadecuados sistemas
de administración, ineficiencias e inequidades en los procesos y en la asignación de
recursos y bienes. Es por ello, que sería deseable cuantificar la inversión social
porque estaría más vinculada a los bienes, subsidios y servicios que recibe
efectivamente la población en lugar del cálculo agregado actual.
4
En el gasto social nos referimos al esfuerzo macroeconómico de la sociedad en su conjunto
aplicado a los sectores sociales (familias, empresas, ONGs, entre otros) en tanto en el gasto
público social se trata exclusivamente de la responsabilidad pública. Los gastos “privados”
sociales son importantes en magnitud. Un ejemplo en salud, sería cuando las familias y
empresas asignan cuantiosos recursos a través de cuotas de seguros privados de salud o en
prestaciones directas, o en seguridad social, en el caso que las familias realicen aportes
voluntarios a sus fondos provisionales para mejorar sus condiciones futuras de retiro.
5
.
El rol del Estado ha sido y es una de las cuestiones centrales de debate en las
ciencias sociales y en la política en general. El rol cambia según las distintas
concepciones del Estado que se posean, se diferenciará entre los que sean proclives
a un “estado gendarme”, con quienes sustenten posiciones paternalistas o entre
quienes prioricen la eficiencia sobre la equidad o viceversa. (Flood et al, 1994)
La OECD (Atkinson y van den Noord, 2001) realizó una clasificación económica de bienes
5
provistos por el Estado para sus países miembros. La clasificación abarca a: a) bienes
públicos entre los que se incluyen los gastos de Justicia y Defensa, b) bienes meritorios que
abarcan los gastos en educación, salud y protección social. Los bienes meritorios son los
bienes públicos que podrían ser producidos a través de los mercados pero lo serían en
menores cantidades que las eficientes (educación) c) transferencias de ingreso, d) servicios
económicos (transporte, infraestructura, vivienda). Esta clasificación ofrece una clasificación
restringida de los gastos sociales (meritorios) por cuanto excluye vivienda. Existen otras
clasificaciones, ligadas más a criterios de financiamiento, que excluyen del cálculo a los
seguros (jubilaciones y obras sociales).
6
Barr N (1992) hace un interesante análisis de los objetivos del Estado benefactor.
La eficiencia y la equidad son dos conceptos que a menudo son presentados como
mutuamente excluyentes, pero a pesar que ello puede suceder en algunas
situaciones, es incorrecto considerar que toda búsqueda de eficiencia se logra con
sacrificios de equidad. Estos conceptos no deberían ser presentados como
mutuamente excluyentes, sino como objetivos interdependientes que actúan
continuamente en toda organización económica. La sociedad requiere niveles de
eficiencia para alcanzar un nivel de equidad. Un nivel apropiado de eficiencia parece
condición necesaria aunque no suficiente para alcanzar un grado aceptable de
equidad. (Amartya Sen, 1987)
II.1. Eficiencia
Una política de gasto eficiente es cuando los recursos están asignados de modo de
maximizar el bienestar social. En este sentido, se trata de saber en que medida el
esfuerzo que hace la población para pagar los tributos tiene su correlato en una
adecuada provisión de bienes y servicios por parte del Estado 7 / 8 .
a) Eficiencia externa:
Se vincula con la selección de actividades o de los programas que permitan de la
mejor manera lograr las metas fijadas por la política social. El problema es de
diseño de la política social. La evaluación se efectúa por el cumplimiento de las
metas, se puede realizar, entre otros métodos más sofisticados, por la utilización de
indicadores diseñados en relación con las metas (CEPAL, 1994). Dichos indicadores
permiten medir los avances o retrocesos en materia de eficiencia externa.
b) Eficiencia interna.
Está relacionada con el mejor uso de los recursos públicos disponibles para ejecutar
las acciones y alcanzar los objetivos de la política social. Es decir que implica la
selección de un proceso productivo que minimice los costos de producción y mejore
la calidad de los factores involucrados en la prestación de los servicios públicos. En
este aspecto, deben evaluarse el componente burocrático excesivo y las eventuales
7
La eficiencia no es sólo obtener x cantidad de bienes o servicios con el mínimo de recursos
sino también una determinada calidad de tales bienes y servicios
8
La eficiencia no es sólo obtener “x” cantidad de bienes o servicios con el mínimo de
recursos sino también una determinada “calidad” de tales bienes y servicios.
II.2. Equidad
a) La equidad horizontal:
Se considera el trato igualitario a personas que se encuentran en condiciones
similares (en general socioeconómicas). Algunos de estos problemas en el sector
educativo están vinculados a asimetrías de la información en los hogares más
pobres (es más costosa su adquisición y pueden hacer un uso diferente de la
misma).
b) La equidad vertical:
Los bienes públicos locales son los que su consumo se limita a los habitantes de
una determinada región geográfica y no a la población total. En estos casos de no
existir la provisión del Estado, nadie proveería estos bienes. Dentro del gasto
público social, los servicios urbanos (alumbrado público, recolección de residuos,
etc) entran dentro de esta categoría.
Llach J et al (1991) manifiesta que existe una graduación en los bienes públicos, y
que la alternativa sugerida por algunos autores es considerar a los bienes sociales
como bienes públicos relativos. La salud y educación poseen externalidades 10 y en
consecuencia la provisión pública podría evitar que ocurriera una sub- expansión de
los mismos, dado que el beneficio social es mayor que el privado para un coste
dado.
9
Los bienes públicos puros están los caracterizados por: a) no existir rivalidad en el
consumo, es decir que el consumo de una unidad por parte de una persona no limita el
consumo de la misma unidad por otra y b) no existir posibilidad de exclusión por lo que
resulta imposible impedir que alguna persona lo consuma si el bien o servicio está disponible
para el resto de la población. Entre estos bienes, la provisión de una unidad adicional tiene
un costo marginal cero si es que no existen problemas de congestión.
10
Bienes con externalidades: se trata de bienes mixtos y son los que si bien existen
mercados privados para su provisión, la cantidad consumida que surge de la libre elección de
las personas es socialmente subóptima. Ello sucede porque en el análisis costo beneficio
individual no pueden introducirse todos los costos o todos los beneficios ya que algunos de
ellos se extienden a toda la sociedad.
El teorema de Coase (1962) dice que los bienes con externalidades tienen la
particularidad de imponer costos a otras personas (externalidades negativas) o
generan beneficios (externalidades positivas). La existencia de éstas permitirían
arribar a un nivel alto de bienestar a través de la negociación 11 . Entre las
externalidades positivas podría darse el ejemplo de la interrelación existente entre
el nivel educativo o el estado de salud y el crecimiento económico, ya que mayores
niveles en ambos casos benefician indirectamente a toda la población. Es claro, que
el gasto resultante de las decisiones individuales no tendría en cuenta el efecto
positivo (mejor nivel educativo o de salud) sobre el resto de la población, por lo que
el gasto sería menor al socialmente deseado.
Los mercados con problemas de información exigen que el estado intervenga para
evitar la asimetría de la información que obstaculiza el ejercicio de la soberanía del
consumidor. Salud es un sector en el que el problema informativo es severo y por
ello se justifica la intervención estatal.
Los bienes meritorios son aquellos en los que las preferencias individuales no
coinciden exactamente con las sociales. Estos bienes generan beneficios sociales
que van más allá de las externalidades señaladas anteriormente. En este caso, la
asignación que surge de un mercado sin intervención estatal no es la óptima desde
el punto de vista social. La existencia de estos bienes surge de la visión paternalista
del Estado en el sentido que conoce mejor lo que al individuo le conviene y por lo
tanto alienta el consumo de bienes y servicios “preferidos”. La educación y la salud
podrían entrar en esta categoría ya que las familias podrían, en algunos casos,
desear recibir los aportes del Estado en dichos sectores para asignarlos a otros
destinos.
El Estado puede intervenir por un motivo único, o como es más común, por una
combinación de ellos, que pasamos a detallar.
a) Regulación:
Fijación de normas que regulen las actividades de los agentes económicos. Este
tipo de intervención no tiene por lo general consecuencias presupuestarias directas
aunque sí indirectas. Algunos ejemplos son el ciclo educativo obligatorios, las
currículas básicas en el sector educación y los controles de calidad sobre los
medicamentos y alimentos en el sector de la salud.
11
Ante la presencia de determinadas externalidades (que Coase prefiere denominar efectos
externos) siempre será posible la consecución de una externalidad óptima y de un máximo
nivel de bienestar. Para la negociación es necesario que los derechos de propiedad de las
distintas partes estén bien asignados, que el sistema de precios funcione sin costes y no
existan efectos renta, en el marco del equilibrio general.
b) Producción:
Participación directa de las instituciones públicas en la producción de bienes y
servicios. Se refiere a la elaboración y distribución por parte del Estado de los
productos o acciones. Ej: la educación pública, la atención en puestos, centros y
establecimientos hospitalarios.
c) Provisión:
El Estado arbitra los medios (financieros o no-financieros) para poner los bienes y
servicios a disposición de la comunidad. La provisión pública no requiere
necesariamente producción pública. El Estado puede financiar (provisión pública) un
programa de alimentación para la población pobre, pero su ejecución está en
manos de las ONGs (producción privada). Esta separación de funciones requiere un
sistema adecuado de regulación y seguimiento. El Estado también puede actuar
mediante precios subsidiados directa o indirectamente (ej. planes de vivienda).
12
Eliminando los gastos en regulación, las “transferencias” de dinero hacia las personas
(jubilaciones y pensiones, especialmente) y a las jurisdicciones son las que tienen mayor
importancia con dos tercios del total del gasto del gobierno nacional. La “producción pública”
cubre el 21 % que sigue siendo alta a pesar de las descentralizaciones y desconcentraciones
realizadas. En tanto las “provisiones” representan el 12%. Si eliminamos los gastos en
Seguridad Social, vemos que las transferencias monetarias tienen poco peso (8%),
sobresaliendo la producción (57%) y luego la provisión (32%).
En América Latina, luego de la crisis de la deuda de los años ochenta y dentro del
contexto de las políticas de estabilización económica y de la introducción de
reformas estructurales, surge una pugna entre dos paradigmas de política social:
La tendencia latinoamericana hasta los años ochenta era centralizadora tanto en las
decisiones políticas como en las económicas. A partir de entonces, la centralización
fue perdiendo fuerza y con la democratización de los países de la región y los
ajustes por las crisis surge el auge de la descentralización 13 . Las críticas al
centralismo han girado en torno a que las decisiones escapaban de la esfera de
13
A nivel mundial, la centralización también fue perdiendo vigencia. La expansión de las
democracias, la caída del muro de Berlín, el auge de las comunicaciones y la revolución
tecnológica provocaron una mayor necesidad de participación que derivó en tendencias hacia
la descentralización.
14
La provisión de servicios sociales puede ser: prestación privada , provisión pública,
alternativas de orientación desde la oferta, desde la demanda. El mecanismo más difundido
es la “terciarización” o contratación de la provisión de bienes y servicios.
15
Cabe en esto el concepto de descentralización operativa Finot (2002)
16
Finot (2002) señala que Oates (1999) lamenta no haber denominado a esta rama “Teoría
de la Descentralización”, porque el término de federalismo ha contribuido a limitar los
análisis a los países federales, cuando en realidad tiene una utilización mucho más
abarcativa.
En nuestro país el federalismo fiscal aún adolece de una definitiva y moderna ley de
coparticipación a pesar de que la Constitución de 1994 establecía que a fines de
1996 debía estar sancionada. La cuestión de los alcances de la descentralización
alcanza también al hecho de cómo se asignan los gastos y los ingresos entre los
niveles de gobierno. En nuestro país, existe un claro problema de incentivos
alrededor del esquema de coparticipación federal de impuestos. 17 Por un lado,
existe un marcado desequilibrio fiscal vertical, que se genera por la forma en que
se asignan gastos e ingresos entre la Nación y las provincias. La limitada
correspondencia fiscal se aprecia al ver que la Nación ejecuta el 53% del gasto
público total, pero es la encargada de recaudar el 76% de los ingresos totales
(2001).
17
Fenochietto,R y Pessino,C (2001), Llach, J.J (2001) y Cuevas, A (2003).
Las provincias y municipios ejecutan el 47% del gasto público total y recaudan sólo
el 24% de los recursos totales. En tanto, la ausencia de criterios objetivos para
distribuir la masa secundaria es la principal causa del desequilibrio horizontal pues
el sistema no es devolutivo, ni redistributivo, ni siquiera una combinación de
ambos. Como en la mayoría de las jurisdicciones el nivel de recursos propios es
inferior al proveniente de recursos transferidos por la Nación, esto resta autonomía
fiscal a las provincias y resalta la carencia de federalismo fiscal. Los incentivos a
recaudar no son claros para las provincias.
En la Argentina, para el promedio de las jurisdicciones, los recursos propios
representan el 40 % de los recursos tributarios totales. Para las provincias más
pobres, este valor ronda el 10 %. Por ende, la clave de las administraciones
provinciales pasa por las transferencias de la Nación, y no por una eficiente
administración tributaria propia. La ausencia de correspondencia fiscal es motivo
más que suficiente para desincentivar las buenas gestiones de gobierno, desligando
al organismo recaudador del ejecutor del gasto. En este sentido, la
descentralización de gastos no fue correspondida con la de ingresos. Las actitudes
de las provincias llamadas “grandes” frente a la descentralización y a las relaciones
con la Nación son diametralmente distintas a las “pequeñas” y pobres. Las primeras
se sienten avasalladas y perdiendo libertad de diseñar los programas de acuerdo a
sus criterios. Las “pequeñas” muchas veces aceptan “todo” lo que llega, no importa
qué ni cómo.
18
A partir de los Compromisos Federales de 1999 y 2000 y con la nueva reforma de 2001 se
liberaron los fondos específicos transferidos desde Nación (por ejemplo FONAVI) para que
fueran de libre disponibilidad, afectando el gasto social y pasando a financiar erogaciones
corrientes de las provincias.
verifica una centralización implícita. El rol del gobierno nacional es más importante
y posee mayor control del aparente ya que de él dependen: a) la definición de las
políticas educativas, de salud, de vivienda, etc.; b) los programas focalizados y los
que cuentan con apoyo de la cooperación internacional y en dicho nivel de gobierno
recae la decisión sobre su asignación por provincias 19 ; c) los programas nacionales
que son ejecutados en las provincias a través de transferencias monetarias,
quedando en muchas oportunidades el nivel de decisión en el primer nivel y d) el
manejo de fondos de aplicación discrecional (aportes del Tesoro Nacional a las
provincias, ATN) 20 . Otro ejemplo de esta centralización implícita es la Ley de
Educación que, legisla en ámbitos sobre los que no tiene competencia (provincias)
y les establece asignaciones presupuestarias. Esta falencia legal se subsanó
parcialmente mediante la realización de Pactos federales educativos, pero algunas
jurisdicciones no adhirieron a la Ley (GCBA). También hubo centralización implícita
en 1998 cuando se produjo un conflicto manejado por CETERA y otros sindicatos de
docentes, generalizado en los docentes de nivel primario –dependientes del ámbito
provincial desde 1978- en demanda de aumento salarial. El Ministerio de Educación
de la Nación asumió el tema y otorgó el “incentivo docente” que significa un
aumento masivo desligado de todo incentivo.
19
Hacia finales de los noventa seis provincias recibieron programas de ajuste de los
organismos multilaterales, pero ello fue posible porque la Nación fue garante de la operación.
20
Estos fondos son administrados discrecionalmente por el Ministerio de Interior.
Los criterios que permiten identificar las políticas más adecuadas para la
satisfacción de las necesidades de la población objetivo pueden estar dirigidos a
toda la población o a grupos específicos (universalidad y focalización). En estos
últimos casos los recursos están aplicados directamente a los programas.
Las políticas universales son aquéllas en que la simple condición de ciudadanos las
hacen meritorias y los sectores más típicos son educación y salud (Flood et al,
1994). El antecedente histórico de las políticas universales se origina a partir de la
segunda posguerra y el concepto pasó a ser la expresión cabal de los nuevos
derechos sociales (Beveridge, 1942). El gasto de los programas universales se
financia con recursos tributarios de rentas generales y la administración está
concentrada en alguno de los tres niveles de gobierno.
21
Aunque el objetivo de muchos de ellos es garantizar la igualdad de oportunidades (que es
un criterio de equidad).
22
Las nuevas modalidades de política social en Europa vinculan las seguridades básicas al
estatus de ciudadano y no al del trabajador, transformando a los seguros en la principal
política social universal. Pugman clasifica la nueva Economía del Bienestar en: a) Enfoque
Liberal. Los subsidios se orientan a los sectores de bajos ingresos a través de transferencias
de carácter universal y un sistema limitado de seguros sociales. El Estado incita al mercado y
tiene la menor intervención. Los ejemplos son EEUU, Canadá y Australia; b) Enfoque
corporativista o continental. Los seguros son obligatorios y están organizados con un espiritu
corporativo de defensa de los intereses y los derechos adquiridos. El modelo mantiene las
diferencias de la situación social, pero se funda en el rol tradicional de la familia en que las
mujeres son incitadas por el sistema de asignaciones familiares a mantenerse al margen del
trabajo y hacerse cargo de la educación de los hijos. Los seguros privados juegan un papel
modesto. Los ejemplos son Austria Francia, Alemania e Italia y c) Enfoque socialdemócrata o
nórdico. La universalidad de derechos se aplica de modo sistemático, lo que permite a toda
la sociedad (independientemente de la clase social) a beneficiarse con un muy alto nivel de
protección social. Este modelo favorece la emancipación de los individuos respecto al rol de
la familia.
El cambio de énfasis de las políticas universales a las focalizadas tuvo una serie de
consecuencias en términos de asignación de recursos, institucionalización, nuevos
agentes y formas de gestión. Uno de los aspectos primordiales en este tipo de
políticas son los procedimientos de focalización empleados que están
estrechamente vinculados con el tipo de política y beneficiarios.
Las políticas universales, requieren otras que las complementen, p. e: para que
haya educación para todos y que exista la igualdad de oportunidades a los
programas generales se le adicionan otros que proveen útiles, libros, equipamiento
o becas para que los estudiantes tengan un incentivo para continuar los estudios en
lugar de trabajar. Con este concepto vemos a los programas focalizados con
características de transitoriedad y contra ciclicidad y por ello admitimos que sean
Bibliografía
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