Fidel E. Castro Calis. Políticas Sociales

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TRABAJO FINAL DE

POLÍTICAS SOCIALES

Fidel Ernesto Castro Calis


4to año Sociología
Políticas Sociales. Definición.
En una perspectiva de derechos, la política social se define como el conjunto de
objetivos, regulaciones, sistemas y entidades por medio de las cuales el Estado se dirige
a crear oportunidades y fortalecer instrumentos en términos de la equidad y la
integración social. La política social, por tanto, debe expresar el contenido específico de
los servicios, prestaciones y protecciones sociales; la financiación para garantizar el
acceso de quienes carecen de recursos; el aseguramiento de individuos, familias y
grupos contra determinados riesgos; y la protección a quienes se encuentran en
situaciones de vulnerabilidad específicas[ CITATION Ric02 \l 3082 ].
El contenido de la política social es el conjunto de transferencias en la forma de
recursos financieros, medidas reguladoras, distributivas y redistributivas de servicios en
las áreas de salud, educación, seguridad social, vivienda, protección laboral y asistencia
a las familias. Por ello, las políticas públicas sociales, se ubican crecientemente en
función de derechos, adscripciones legales y políticas de acción positiva, respecto de
ciertas categorías de individuos[ CITATION Pie95 \l 3082 ] y/o grupos poblacionales que,
por diversas condiciones económicas, sociales y políticas, se encuentran expuestas a
riesgos y contingencias y, por lo tanto, sujetos de regulación pública, transferencias o
servicios[ CITATION Cla99 \l 3082 ].
La definición según la cual, la política social es “una intervención deliberada del Estado
para redistribuir recursos entre sus ciudadanos con el propósito de alcanzar un objetivo
de bienestar.” (Baldock, p:xxi). Esta se amplía a partir de más complejos desafíos. En
efecto, la política social no sólo busca la redistribución, sino que se ha convertido en un
mecanismo para:
a) materializar explícitamente los derechos sociales y económicos de los ciudadanos,
tales como salud, educación, vivienda, pues es claro que para poder ser un/a
ciudadano/a activo/a, en ejercicio de los derechos civiles y políticos, se requiere de unos
presupuestos básicos para la acción que son estos derechos sociales y económicos.
b) reducir los niveles de exclusión, las condiciones de vulnerabilidad y riesgo social al
que están expuestos grupos particulares de la población.
Sin embargo, las políticas sociales no solo son estrategias empleadas por una única
institución, con un mismo enfoque y que persigue un mismo objetivo.

Dimensiones:
Institucionalidad:
Existe el paradigma dominante basado en un monopolio estatal fuertemente centralizado
el cual financia, diseña, implementa y controla las políticas sociales a través de sus
funciones unificadas; mientras que el paradigma emergente compuesto por una
pluralidad de sectores (estatal, privado, filantrópico e informal) y con sus funciones
separadas, tiende a privilegiar que las decisiones se tomen en el ámbito local, para lo
cual promueve tanto la desconcentración como la descentralización. De aquí que estos
dos paradigmas también estén diferenciados por una lógica decisional centralizada y
descentralizada. El paradigma dominante se enfoca en la implementación de programas
sociales por el sector público que los entrega en la cantidad y calidad que estima
conveniente, por razones administrativas, políticas o derivadas de presiones
corporativas. Se parte del principio que el Estado sabe lo que hay que hacer. Los
usuarios carecen de alternativas reales para escoger; sólo les cabe aceptar o no aceptar la
prestación, cuando ella no sea obligatoria. El paradigma emergente, en cambio, tiende a
fomentar, dentro de lo posible, la participación de otros actores. Busca asignar recursos
públicos contra la presentación de proyectos confeccionados por los interesados de
acuerdo a su propia percepción de cómo solucionar determinados problemas sociales.
Esta concepción cree que la capacidad de innovación se encuentra diseminada en la
sociedad y no concentrada exclusivamente en el Estado, y que la misma debe
aprovecharse[ CITATION CEP96 \l 3082 ].
Financiamiento:
El paradigma dominante es estatista y, por lo mismo, el financiamiento de la política
social proviene básicamente de fuentes fiscales que enfrentarían demandas crecientes de
fondos. Los recursos siempre resultan limitados frente a necesidades crecientes; cuando
una es satisfecha, surge otra probablemente más compleja. El paradigma emergente, al
considerar que el Estado no es el único actor de la política social, afirma que debe ser
sólo uno entre varios aportantes de recursos. En definitiva, es necesario buscar la
cofinanciación, esto es, que los propios beneficiarios contribuyan. Esto no sólo aportaría
recursos suplementarios, sino que, además, avivaría el compromiso de la comunidad
con el programa. El criterio subyacente es que "lo que no cuesta, no es valorizado por
quien lo recibe". El riesgo de marginar a los más pobres, que no están en condiciones de
asumir responsabilidades financieras, puede ser evitado si se establecen los incentivos
adecuados. En términos de asignación de recursos, en el paradigma dominante, el
financiamiento se orienta a cubrir los costos relevantes del proveedor (alguna
repartición estatal), que oferta bienes o servicios con los cuales pretende solucionar o
paliar el problema social detectado. Mediante el subsidio a la demanda, en cambio, el
financiador transfiere un poder de compra (vía cupones o "vouchers") para que el
beneficiario "compre", en el (cuasi)mercado así creado, el bien que estime adecuado. La
alternatividad, esto es, la existencia de más de un oferente es requisito fundamental en
esta forma de subsidio. El cálculo del valor del "voucher" plantea dificultades [ CITATION
CEP96 \l 3082 ].

Objetivo:
El paradigma dominante defiende el universalismo, entendido como una oferta
homogénea abierta a todos. Subyace a esta concepción la necesidad de difundir valores
y creencias que fomenten la integración social y la idea de igualdad. El paradigma
emergente plantea otra forma de universalización, ya no de la oferta, sino de la
satisfacción de las necesidades de las personas. Se sustenta en el principio de equidad,
según el cual, para superar las diferencias, debe tratarse desigualmente a quienes son
socioeconómicamente desiguales (acción afirmativa o discriminación positiva). Una
oferta homogénea para situaciones heterogéneas sólo puede conducir a mantener las
diferencias originarias. Esa oferta corresponderá a las necesidades de cierto subconjunto
de la población, pero no será adecuada para otros, sea por razones culturales o
socioeconómicas[ CITATION CEP96 \l 3082 ].
Política Social enfocada en el empleo en Cuba:
Según las dimensiones antes tratadas, se puede decir que en Cuba actualmente existe un
predomino de políticas social empleadas por el estado (dominantes) con fines inclusivos
(universalistas) en la mayoría de las esferas. Pues a pesar de los cambios estructurales y
descentralizadores aplicados en los últimos años, aun el estado tiene un gran peso en
relación con la toma de decisiones, financiamiento y objetivos trasados en las políticas
sociales encaminadas en cualquier ámbito. De igual manera, cabe mencionar que varias
políticas sociales que se han implementado en el país tienen su origen en determinados
subsectores como en ONG´s, o en sectores privados o informales. Incluso muchas de las
políticas sociales implementadas por el estado han contado con el apoyo de estos
sectores para llevarse a cabo.
Respecto a las políticas sociales relacionadas con el empleo en Cuba se puede decir que
en su mayoría son financiadas, diseñadas, implementadas y controladas por el estado.
Muchas transformaciones en los últimos años se centran en torno a la ampliación del
empleo en el sector no estatal, así como la reestructuración del aparato estatal, con el
proceso de disponibilidad laboral asociado. Como sustento a estas transformaciones se
ha producido un marco legal que lo ampara desde el Código del Trabajo aprobado en
2014. En él se legitima la diversidad de formas de propiedad y gestión actuales, a través
de disposiciones especiales para regular las relaciones de trabajo entre personas
naturales y con formas no estatales, con la actualización de las tradicionales relaciones
entre la administración estatal y las personas naturales. Se otorga mayor responsabilidad
individual y familiar en la gestión del empleo y en la superación para el
trabajo[ CITATION DEc14 \l 3082 ].
Siguiendo esta lógica decisional centralizada y partiendo del principio de que ¨el estado
sabe¨, esta política se observa como una estrategia macro trazada para el desarrollo
económico del país y para mejores condiciones de empleo, donde la población carece de
alternativas reales para escoger, pero aún así se ve beneficiada. Partiendo del
financiamiento estatal para aplicar esta política social, el monto económico proviene
básicamente del estado, donde este se encarga de todos los gastos pagos. También se
observa como las políticas aplicadas respecto al empleo en Cuba tienen un objetivo y un
carácter universalista, con una base inclusiva que no solo aporta a una localidad, sino
que a todo el territorio nacional.
Sin embargo, existe una contradicción, pues las recientes políticas económicas y
laborales impulsadas por el estado han creado una división en el sector laboral entre las
personas que trabajan para el estado y las que trabajan para el sector privado las cuales
presentan mejores ingresos económicos. Esta situación hace que la política no sea tan
inclusiva después de todo, pues a pesar de que la mayoría de la población trabaja en el
sector estatal con un 69% de ocupación en 2017[ CITATION Anu18 \l 3082 ], en los últimos
años ha habido un éxodo hacia el sector privado y solo un pequeño estrato de la
población se ha visto beneficiado. Entre varios de los problemas relacionados con estas
medidas respecto a la inclusión, se encuentra la condición de género, pues las mujeres
tienen menos probabilidad de participar en un empleo no estatal con relación a los
hombres[ CITATION Anu18 \l 3082 ]. De igual manera, esto no hace que la política haya
sido necesaria para una dinamización de la economía del país, pero esto conlleva a que
se apliquen nuevas políticas sociales en un futuro para darle solución a tales
inconvenientes.

Bibliografía
CEPAL. (1996). Los Paradigmas de la Política Social en América Latina. CEPAL.

D. Echeverría, I. D. (2014). Políticas de empleo en Cuba 2008-2014. La Habana: Editrial de


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Delagdo, R. d. (2002). Las políticas sociales en la perspectiva de los derechos y la justicia. .


Bogotá: CEPAL.

Morin, O. I. (2017). El modelo económico y social de desarrollo socialista y los actores laborales
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actualización del sistema económico y social. La Habana: Editorial UH.

Offe, C. (1999). Diseño no productivista para las políticas sociales.

ONEI. (2018). Anuario estadístico de Cuba 2017. La Habana: ONEI.

Peña, M. R. (2017). Nexos mercado laboral-desigualdades. Algunas reflexiones desde el


contexto cubano actual. La Habana: Editorial UH.

Rosanvallon, P. (1995). La nueva cuestión social: repensar el estado providencia.

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